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“LO QUE EL ESPIRITU DE PROFECIA DICE DE LA

UNIDAD DE LA IGLESIA”.
FUENTE: BIBLIOTECA CRISTIANA ADVENTISTA.

Introducción

La Iglesia Adventista del Séptimo Día estuvo siempre


muy cerca del corazón de Elena G. de White. Durante
su larga vida, el cielo se acercó a ella más de mil
veces, con mensajes de ánimo, de instrucción, de
información, de reproche y corrección. Estas
numerosas visiones fueron dadas para guiar y proteger
a los miembros de la iglesia remanente de Dios que
guarda el sábado, tanto en forma individual como
colectiva.

Ella declaró cuando la iglesia era atacada: "Sé que el


Señor ama a su iglesia" (Mensajes selectos, t. 2, p.
78). Y escribió con toda ternura: "La iglesia de Cristo,
por debilitada y defectuosa que sea, es el único objeto
en la tierra al cual él concede su suprema
consideración" (Testimonios para los ministros, p. 15).
Elena de White amaba profundamente a la iglesia.
Toda su vida fue dedicada a su bienestar y a su triunfo
final.

Cuán apropiado es, entonces, que este volumen de


Mensajes selectos se inicie con una definición de lo
que es la iglesia, extraída de una carta de consejo
enviada a un administrador que trabajaba fuera de
Estados Unidos. Esta definición es seguida por
amonestaciones que instan a la unidad como un
medio de fortaleza y que advierten contra la acción
independiente, acción que sólo podría debilitar los
esfuerzos de la iglesia para alcanzar y rescatar a un
mundo en confusión. Los Fideicomisarios

COLECCIÓN: Espíritu de Profecía


LIBRO: CADA DÍA CON DIOS
20 DE MARZO EL REMEDIO PARA LA
CAPÍTULO:
RUINA
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

20 DE MARZO EL REMEDIO PARA LA RUINA

"Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de


nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es
crucificado a mí y yo al mundo." Gál. 6: 14.

Miremos la cruz del Calvario. Es la garantía de amor


ilimitado, de la inconmensurable misericordia del Padre
celestial. ¡Oh, si todos se arrepintieran e hicieran sus
primeras obras! Cuando los miembros de las iglesias
lo hagan, amarán a Dios sobre todas las cosas y a su
prójimo como a sí mismos. Efraín no envidiaría a Judá,
y éste no ofendería a Efraín. Las disensiones
desaparecerán y el áspero ruido de la contienda no se
escuchará más dentro de los límites de Israel.

Por medio de la gracia abundantemente proporcionada


por Dios, todos tratarán de contestar la oración de
Cristo, es decir, que sus discípulos sean unidos, como
él y su Padre están unidos. La paz, el amor, la
misericordia y la benevolencia serán los permanentes
principios del alma. El amor de Cristo será el tema de
toda lengua, y el Testigo verdadero no podrá decir
más: "Tengo contra ti, que has dejado tu primer amor"
(Apoc. 2: 4). El pueblo de Dios permanecerá en Cristo,
el amor de Jesús se manifestará, y un solo Espíritu
animará a todos los corazones, regenerándolos y
renovándolos a la imagen de Cristo, amoldándolos a
todos por igual.
Como ramas vivientes de la vid verdadera, todos
estaremos unidos a Cristo, la Cabeza viviente. Jesús
morará en cada corazón, para guiar, consolar,
santificar, y para presentar al mundo la unidad de sus
seguidores, para dar testimonio de ese modo que la
iglesia remanente posee las credenciales del cielo.
Mediante la unidad de la iglesia de Cristo se probará
que Dios envió al mundo a su Hijo unigénito. . .

Las obras no pueden ser para nosotros el precio que


pagamos para entrar al cielo. La única ofrenda que se
hizo alcanza para todos los creyentes. El amor de
Cristo proporcionará nueva vida a los creyentes. Quien
beba aquí del agua de la fuente de vida, será saciado
en el reino con el nuevo vino. La fe en Cristo será el
medio por el cual el debido espíritu y los motivos
acertados obrarán en el creyente, y del que mira a
Jesús procederán toda bondad y toda actitud celestial,
puesto que él es autor y consumador de su fe.
Miremos a Dios, no a los hombres. El Señor es nuestro
Padre celestial que está dispuesto a soportar con
paciencia nuestras debilidades y que las perdona y las
sana ( Review and Herald , del 20 de marzo de 1894

COLECCIÓN: Espíritu de Profecía


LIBRO: LA MARAVILLOSA GRACIA
CAPÍTULO: UNIFICAR LA IGLESIA
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

UNIFICAR LA IGLESIA

No os dejéis llevar de doctrinas diversas y


extrañas; porque buena cosa es afirmar el corazón
con la gracia. (Heb. 13: 9).

El Señor en su sabiduría ha dispuesto que por medio


de la estrecha relación que deberían mantener entre sí
todos los creyentes, un cristiano esté unido a otro
cristiano, y una iglesia a otra iglesia. Así el
instrumento humano será capacitado para cooperar
con el divino. Todo agente ha de estar subordinado al
Espíritu Santo, y todos los creyentes han de estar
unidos en un esfuerzo organizado y bien dirigido para
dar al mundo las alegres nuevas de la gracia de Dios. -
Hap 133.

Dios trata con los hombres como individuos, dando a


cada uno su obra. Todos han de ser enseñados por
Dios, Por medio de la gracia de Cristo toda alma debe
obrar su propia justicia, manteniendo una conexión
viva con el Padre y con el Hijo. . .
Aun cuando es verdad que el Señor guía a los
individuos, es también verdad que está guiando a un
pueblo, no a unos pocos individuos separados aquí y
allá, uno creyendo una cosa, y otro otra. Los ángeles
de Dios están realizando la obra que les ha sido
confiada. El tercer ángel está guiando y purificando a
un pueblo, y sus miembros deben moverse en forma
unida. . .

Algunos han presentado el pensamiento de que, a


medida que nos acerquemos al fin del tiempo, todo hijo
de Dios actuará independientemente de toda
organización religiosa. Pero he sido instruida por el
Señor de que en esta obra no existe una cosa tal como
que cada hombre sea independiente. . . Para que la
obra de Dios pueda avanzar en forma sana y sólida, su
pueblo debe avanzar unidamente.-TM 496-498.

Cada miembro de la iglesia debiera sentirse bajo la


sagrada obligación de guardar estrictamente los
intereses de la causa de Dios, . . Jesús ha abierto para
todos un camino por medio del cual se pueden obtener
sabiduría, gracia y poder. El es nuestro ejemplo en
todas las cosas, y nada debiera apartar la mente del
propósito principal de la vida, a saber, tener a Cristo en
el alma suavizando y subyugando el corazón.-T5 278.
111
COLECCIÓN: Espíritu de Profecía
LIBRO: EXALTAD A JESÚS
Octubre 8 EL PROPÓSITO MAS
CAPÍTULO:
ELEVADO
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

Octubre 8 EL PROPÓSITO MAS ELEVADO

"Pero si andamos en luz, como él "está en luz,


tenemos comunión unos con otros, y la sangre de
Jesucristo su hijo nos limpia de todo pecado." 1 Juan
1: 7.

La unión es fuerza, y el Señor desea que esta verdad


siempre sea revelada en todos los miembros del
cuerpo de Cristo. Todos deben estar unidos en amor,
en humildad, en mansedumbre de mente; organizarse
como una sociedad de creyentes con el propósito de
combinar y difundir su influencia; deben trabajar como
Cristo trabajó. Siempre han de manifestar cortesía y
respeto mutuos. Todo talento tiene su lugar y debe
mantenerse bajo el control del Espíritu Santo.

La iglesia es la sociedad cristiana formada por los


miembros que la componen, para que cada uno goce
de la ayuda de todas las gracias y talentos de los
demás miembros, y también de la operación de Dios
en su favor, de acuerdo con los diversos dones y
habilidades que Dios les concedió. La iglesia está
unida en los sagrados vínculos del compañerismo a
fin de que cada miembro se beneficie de la influencia
de los demás. Todos deben unirse al pacto de amor y
armonía que existe. Los principios y las gracias
cristianas de toda la sociedad de creyentes han de
comunicar fortaleza y poder en una acción armoniosa.
Cada creyente debe beneficiarse y progresar por la
influencia refinadora y transformadora de las variadas
capacidades de otros miembros, para que las cosas
que falten en uno puedan ser más abundantemente
desplegadas en otro. Todos los miembros deben
acercarse el uno al otro, para que la iglesia llegue a
ser un espectáculo ante el mundo, ante los ángeles y
ante los hombres.

El compromiso que caracteriza el pacto de los


miembros de la iglesia es que cada uno camine en los
pasos de Cristo, que cada uno tome sobre sí el yugo
de Cristo y aprenda de Aquel que es manso y humilde
de corazón. " Haciendo esto, "hallaréis dice el amado
Salvador descanso para vuestras almas. Porque mi
yugo es fácil, y ligera mi carga" (Mat. 11: 29-30).
Los que llevan el yugo de Cristo marcharán unidos;
cultivarán la simpatía y la tolerancia, y con santa
imitación lucharán por mostrar a los demás la tierna
simpatía y el amor que ellos mismos necesitan
grandemente. El que es débil y carece de experiencia,
aunque sea débil puede ser fortalecido por el que tiene
más esperanza y por los que poseen una experiencia
madura. Aunque sea el menor de todos es una piedra
que debe brillar en el edificio. Es un miembro vital del
cuerpo organizado, unido a Cristo, la cabeza viviente,
y por medio de Cristo está identificado a tal punto con
todas las excelencias del carácter del Señor, que éste
no se avergüenza de llamarlo hermano . . . Una iglesia
separada y distinta del mundo es, en la estima del
cielo, el objeto de más valor en toda la tierra . . . La
iglesia debe ser lo que Dios ordenó que fuera: un
representante de. la familia de Dios en otro mundo.-
Mensajes selectos , t. 3, págs. 15-17

COLECCIÓN: Espíritu de Profecía


LIBRO: MENSAJES SELECTOS TOMO 3
CAPÍTULO: 2 La Unidad en la Iglesia
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

2 La Unidad en la Iglesia
Presentad un frente unido

El testimonio de todo creyente en la verdad ha de ser


uno. Todas vuestras pequeñas diferencias, que hacen
surgir el espíritu combativo entre los hermanos, son
artimañas de Satanás para distraer las mentes del
asunto grande y terrible que tenemos delante. La
verdadera paz se producirá en el pueblo de Dios
cuando por medio de un celo unido y la oración
ferviente se perturbe en alto grado la falsa paz que
existe. Ahora hay un ferviente trabajo que hacer. Ahora
es el tiempo en que podéis manifestar vuestras
cualidades de soldados; que el pueblo del Señor
presente un frente unido a los enemigos de Dios, de la
verdad y la justicia...

Cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre la


iglesia temprana, "la multitud de los que habían creído
era de un corazón y un alma" (Hech. 4:32). El Espíritu
de Cristo los hizo uno. Este es el fruto de permanecer
en Cristo...

Necesitamos la iluminación divina. Todo individuo está


luchando para llegar a ser un centro de influencia, y
hasta que Dios no trabaje por su pueblo no verán que
la subordinación a él es la única seguridad para toda
alma. Su gracia transformadora en los corazones
humanos conducirá a la unidad, una unidad que
todavía no ha sido lograda, pues todos los que son
asimilados por Cristo estarán en armonía los unos con
los otros. El Espíritu Santo creará unidad (Carta 25b,
1892).

La unidad es nuestro credo

La oración de Cristo a su Padre, contenida en el


capítulo 17 de Juan, ha de ser el credo de nuestra
iglesia. Nos muestra que nuestras diferencias y
desuniones deshonran a Dios. Leed todo el capítulo,
versículo por versículo (Manuscrito 12, 1899).

No nos apartemos

En la Palabra de Dios no se da ningún consejo ni


autorización a quienes creen que el mensaje del tercer
ángel debe guiarlos para que puedan apartarse.
Podéis tener este problema resuelto para siempre en
vuestra mente. Es el plan de mentes no santificadas lo
que estimula un estado de desunión. Los sofismas de
los hombres pueden parecer rectos a sus propios ojos,
pero no son verdad y justicia. "Porque él es nuestra
paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la
pared intermedia de separación, ... y mediante la cruz
reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo" (Efe.
2:14-16).

Cristo es el vínculo de unión en la cadena de oro que


une a los creyentes y los mantiene en unidad con
Dios. No debe haber separación en este gran tiempo
de prueba. El pueblo de Dios está constituido por
"conciudadanos de los santos, y miembros de la
familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los
apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del
ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien
coordinado, va creciendo para ser un templo santo en
el Señor" (vers. 19-21). Los hijos de Dios constituyen
una sola unidad en Cristo, quien presenta su cruz
como el centro de atracción. Todos los que creen son
uno en él.

Sentimientos humanos inducirán a algunos hombres a


tomar la obra en sus propias manos, y la edificación se
vuelve entonces desproporcionada. El Señor por lo
tanto emplea una variedad de dones para hacer que el
edificio sea simétrico. Ni un solo rasgo de la verdad ha
de ser escondido o disminuido. Dios no puede ser
glorificado a menos que el edificio, "bien coordinado,
vaya creciendo para ser un templo santo en el Señor".
Esto comprende un tema grandioso, y los que
entienden la verdad para este tiempo deben prestar
atención a cómo escuchan, y cómo edifican, y como
educan a otros a practicarla (Manuscrito 109, 1899).

Lo que el cielo ratifica

"De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra,


será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la
tierra, será desatado en el cielo" (Mat. 18:18). Cuando
toda especificación que Cristo ha dado haya sido
puesta por obra con el verdadero espíritu cristiano,
entonces, y solamente entonces, el cielo ratifica la
decisión de la iglesia, porque sus miembros tienen la
mente de Cristo y hacen lo que él haría si estuviera en
la tierra (Carta 1c, 1890

COLECCIÓN: Espíritu de Profecía


LIBRO: REFLEJEMOS A JESÚS
5 de julio LA PERFECTA UNIDAD
CAPÍTULO:
DARÁ EL ÉXITO
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

5 de julio LA PERFECTA UNIDAD DARÁ EL ÉXITO

"Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí y


yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para
que el mundo crea que tú me enviaste."(S. Juan 17:
21.)

Insto a nuestros hermanos a dejar de criticar y de


hablar mal, y a acudir a Dios en ferviente oración,
pidiéndole que ayude a los que se equivocan. Únanse
unos con otros y con Cristo. Estudien el capítulo
diecisiete de Juan, y aprendan cómo orar y cómo vivir
la oración de Cristo. El es el Consolador. El morará en
sus corazones, haciendo que su gozo sea cumplido,
Sus palabras serán para ellos como el Pan de Vida, y
con la fuerza así obtenida serán capacitados para
desarrollar caracteres que serán una honra para Dios.
Un perfecto compañerismo cristiano existirá entre
ellos. Se verá en sus vidas el fruto que siempre
aparece como resultado de la obediencia a la verdad.

Hagamos de la oración de Cristo la regla de nuestra


vida, a fin de que podamos formar caracteres que
revelen al mundo el poder de la gracia de Dios. Ha de
haber menos charla acerca de pequeñas diferencias, y
un estudio más diligente de lo que la oración de Cristo
significa para quienes creen en su nombre. Hemos de
orar por la unión, y entonces vivir de tal manera que
Dios pueda responder nuestras oraciones.
Es la perfecta unidad - una unidad tan estrecha como
la unión que existe entre el Padre y el Hijo- , lo que
dará éxito, a los, esfuerzos de los obreros de Dios.-
Manuscrito 1 , de 1903.

La completa unión con Cristo y unos con otros es


absolutamente necesaria para la perfección de los
creyentes. La presencia de Cristo por la fe en los
corazones de los creyentes es su poder, su vida.
Produce unión con Cristo. "Tú en mí". La unión con
Dios por medio de Cristo hace perfecta a la iglesia.-
Manuscrito 133 , sin fecha.

A quien busque servir a los demás con abnegación y


sacrificio le serán dados los atributos de carácter que
lo recomendarán ante Dios, y desarrollará sabiduría,
verdadera paciencia, clemencia, bondad, compasión.
Esto le da un lugar privilegiado en el reino de Dios.-
Manuscrito 165 , de 1898.

Nada puede perfeccionar la perfecta unidad en la


iglesia, sino el espíritu de una paciencia semejante a
la de Cristo Satanás puede sembrar discordia; sólo
Cristo puede armonizar los elementos discordantes. . .
Cuando como obreros individuales de la iglesia
amamos a Dios por sobre todo y al prójimo como a
uno mismo, entonces no habrá trabajosos esfuerzos
para unimos; habrá una unidad en Cristo, los oídos
estarán cerrados a los informes, y nadie hará
reproches contra su vecino. Los miembros de la
iglesia apreciarán el amor y la unidad, y serán como
una gran familia. Entonces portaremos ante el mundo
las credenciales que darán testimonio de que Dios ha
enviado a su Hijo al mundo. Cristo dijo: "En esto
conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis
amor los unos con los otros" (S. Juan 13:35).- Carta 29
, de 1889

COLECCIÓN: Espíritu de Profecía


JOYAS DE LOS TESTIMONIOS TOMO
LIBRO:
1
La Responsabilidad de los Miembros
CAPÍTULO:
de la Iglesia
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

La Responsabilidad de los Miembros de la Iglesia

AMADOS hermanos: Así como los diferentes


miembros de] organismo humano se unen para formar
el cuerpo entero y cada uno cumple su parte
obedeciendo a la inteligencia que gobierna el todo, de
la misma manera los miembros de la iglesia de Cristo
deben estar unidos en un cuerpo simétrico, sujeto a la
inteligencia santificada del conjunto.

El progreso de la iglesia se retarda por la conducta


errónea de sus miembros. El unirse con la iglesia,
aunque es un acto importante y necesario, no lo hace
a uno cristiano ni le asegura la salvación. No podemos
asegurarnos el derecho al cielo por hacer registrar
nuestro nombre en el libro de la iglesia mientras
nuestro corazón quede enajenado de Cristo. Debemos
ser sus fieles representantes en la tierra y trabajar al
unísono con él. "Amados, ahora somos hijos de Dios."
" (1 Juan 3:2.) Debemos tener presente esta santa
relación y no hacer nada que deshonre la causa de
nuestro Padre.

Lo que profesamos es muy exaltado. Como


adventistas observadores del sábado, profesamos
obedecer todos los mandamientos de Dios y esperar la
venida de nuestro Redentor. Un solemnísimo mensaje
de amonestación ha sido confiado a los pocos fieles de
Dios. Debemos demostrar por nuestras palabras y
obras que reconocemos la gran responsabilidad que
se nos ha impuesto. Nuestra luz debe resplandecer tan
claramente que los demás puedan ver que
glorificamos al Padre en nuestra vida diaria, que
estamos en relación con el cielo y somos coherederos
con Cristo Jesús, para que cuando él aparezca con
poder y grande gloria seamos como él.

Todos debemos sentir nuestra responsabilidad


individual como miembros de la iglesia visible y
trabajadores en la viña del Señor. No debemos
aguardar que nuestros hermanos, que son tan frágiles
como nosotros, nos ayuden; porque nuestro precioso
Salvador nos ha invitado a unirnos a él y a unir nuestra
debilidad con su fortaleza, nuestra ignorancia con su
sabiduría, nuestra indignidad con su mérito. Ninguno
de nosotros puede ocupar una posición neutral;
nuestra influencia se ejercerá en pro o en contra de
Jesús. Somos agentes activos de Cristo, o del
enemigo. O recogemos con Jesús, o dispersamos. La
verdadera conversión es un cambio radical. La misma
tendencia de la mente y la inclinación del corazón
serán desviadas, y la vida llegará a ser nueva en
Cristo.

Dios conduce a su pueblo

Dios está conduciendo a un pueblo para que se


coloque en perfecta unidad sobre la plataforma de la
verdad eterna. Cristo se dio a si mismo al mundo para
que pudiese "limpiar para sí un pueblo propio, celoso
de buenas obras." " (Tito 2: 14.) Este proceso de
refinamiento está destinado a purificar a la iglesia de
toda injusticia y del espíritu de discordia y contención,
para que sus miembros edifiquen en vez de derribar y
concentren sus energías en la gran obra que está
delante de ellos. Dios quiere que sus hijos lleguen
todos a la unidad de la fe. La oración de Cristo,
precisamente antes de su crucifixión, pedía que sus
discípulos fuesen uno, como él era uno con el Padre,
para que el mundo creyese que el Padre le había
enviado. Esta, la más conmovedora y admirable
oración, llega a través de los siglos hasta nuestros
días, porque sus palabras son: "Mas no ruego
solamente por éstos, sino también por los que han de
creer en mí por la palabra de ellos." " (Juan 17:20.)

¡Cuán fervorosamente deben tratar de contestar esta


oración en su vida los que profesan seguir a Cristo!
Muchos no se dan cuenta del carácter sagrado de la
relación con la iglesia, y les cuesta someterse a la
restricción y disciplina. Su conducta 446 demuestra
que exaltan su propio juicio por encima del de la
iglesia unida y no evitan cuidadosamente el estimular
un espíritu de oposición a su voz. Los que ocupan
posiciones de responsabilidad en la iglesia pueden
tener faltas como los demás y pueden errar en sus
decisiones; pero, no obstante eso, la iglesia de Cristo
en la tierra les ha dado una autoridad que no puede
ser considerada con liviandad. Después de su
resurrección, Cristo delegó el poder en su iglesia
diciendo: "A los que remitierais los pecados, les son
remitidos: a quienes los retuvierais, serán retenidos." "
(Juan 20:23)

La relación con la iglesia no se ha de cancelar a la


ligera; sin embargo, cuando algunos que profesan
seguir a Cristo se ven contrariados, o cuando su voz
no ejerce la influencia dominante que les parece
merecer, amenazan con abandonar la iglesia. En
verdad, al abandonar la iglesia ellos serán los que
más sufrirán, porque al retirarse de su esfera de
influencia se someten plenamente a las tentaciones
del mundo.

Sostenedores sinceros

Todo creyente debe ser sincero en su unión con la


iglesia. La prosperidad de ella debe ser su primer
interés, y a menos que sienta la obligación sagrada de
lograr que su relación con la iglesia sea un beneficio
para ella con preferencia a si mismo, la iglesia lo
pasará mucho mejor sin él. Está al alcance de todos
hacer algo para la causa de Dios. Hay quienes gastan
grandes sumas en lujos innecesarios. Complacen sus
apetitos, pero creen que es una carga pesada
contribuir con recursos para sostener la iglesia. Están
dispuestos a recibir todo el beneficio de sus privilegios,
pero prefieren dejar a otros pagar las cuentas.

Los que realmente sienten un profundo interés por el


adelanto de la causa, no vacilarán en invertir dinero en
la empresa, cuando y dondequiera que sea necesario.
También deben considerar como deber solemne
ejemplificar en su carácter las enseñanzas de Cristo,
estando en paz uno con otro y actuando en perfecta
armonía, como un todo indiviso. Deben someter 447
su criterio individual al juicio del cuerpo de la iglesia.
Muchos viven solamente para sí. Consideran su vida
con gran complacencia, lisonjeándose de que son sin
culpa, cuando de hecho no hacen nada para Dios y
viven en directa oposición a su Palabra expresa. La
observancia de las formas externas no habrá de
satisfacer nunca la gran necesidad del alma humana.
El profesar creer en Cristo no lo capacitará a uno lo
bastante para resistir la prueba del día del juicio. Debe
haber una perfecta confianza en Dios, una infantil
dependencia de sus promesas y una completa
consagración a su voluntad.

Dios probó siempre a su pueblo en el horno de la


aflicción a fin de hacerlo firme y fiel, y limpiarlo de toda
iniquidad. Después que Abrahán y su hijo hubieron
soportado la prueba más severa que se les podía
imponer, Dios habló así a Abrahán por medio de su
ángel: "Ya conozco que temes a Dios, pues que no me
rehusaste tu hijo, tu único." " (Gén. 22:12.) Este gran
acto de fe hace resplandecer el carácter de Abrahán
con notable esplendor. Ilustra vívidamente su perfecta
confianza en el Señor, a quien no le negó nada, ni aun
el hijo que obtuviera por la promesa.

Nada tenemos que sea demasiado precioso para darlo


a Jesús. Si le devolvemos los talentos de recursos que
él ha confiado a nuestra custodia, él entregará aún
más en nuestras manos. Cada esfuerzo que hagamos
por Cristo será remunerado por él, y todo deber que
cumplamos en su nombre, contribuirá a nuestra propia
felicidad. Dios entregó a su muy amado Hijo a la
agonía de la crucifixión, para que todos los que
creyesen en él pudiesen llegar a ser uno en el nombre
de Jesús. Si Cristo hizo un sacrificio tan grande para
salvar a los hombres y ponerlos en unidad unos con
otros, así como él estuvo unido con el Padre, ¿qué
sacrificio hecho por quienes le siguen será demasiado
grande para conservar esa unidad?

Si el mundo ve que existe perfecta armonía en la


iglesia de Dios, ello será para él una poderosa
evidencia en favor de la religión cristiana. Las
disensiones, las malhadadas divergencias 448 y las
pequeñas dificultades de la iglesia deshonran a
nuestro Redentor. Todas estas cosas pueden ser
evitadas si el yo se entrega a Dios y los que siguen a
Jesús obedecen la voz de la iglesia. La incredulidad
sugiere que la independencia individual aumenta
nuestra importancia, que es señal de debilidad
renunciar a nuestras ideas de lo que es correcto y
propio para acatar el veredicto de la iglesia; pero es
peligroso seguir tales sentimientos y opiniones, y nos
llevará a la anarquía y confusión. Cristo vio que la
unidad y la comunión cristianas eran necesarias para
la causa de Dios y, por lo tanto, las ordenó a sus
discípulos. Y la historia del cristianismo desde aquel
tiempo hasta ahora demuestra en forma concluyente
que tan sólo en la unión hay fuerza. Sométase el juicio
individual a la autoridad de la iglesia.

El testimonio de una iglesia unida

Los apóstoles sentían la necesidad de la unidad


estricta y trabajaban con fervor para alcanzarla. Pablo
exhortó a sus hermanos con estas palabras: "Os
ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro
Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y
que no haya entre vosotros disensiones, antes seáis
perfectamente unidos en una misma mente y en un
mismo parecer." (1Cor. 1:10 .)

También escribió a sus hermanos filipenses: "Por


tanto, si hay alguna consolación en Cristo; si algún
refrigerio de amor; si alguna comunión del Espíritu; si
algunas entrañas y misericordias, cumplid mi gozo;
que sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor,
unánimes, sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por
contienda o por vanagloria; antes bien en humildad,
estimándoos inferiores los unos a los otros: no mirando
cada uno a lo suyo propio, sino cada cual también a lo
de los otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo Jesús." (Filip. 2: 1-5.)

A los romanos escribió: "Mas el Dios de la paciencia y


de la consolación os dé que entre vosotros seáis
unánimes según "449 "Cristo Jesús; para que
concordes, a una boca glorifiquéis al Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, sobrellevaos los
unos a los otros, como también Cristo nos sobrellevó,
para gloria de Dios." ""Unánimes entre vosotros: no
altivos, mas acomodándoos a los humildes. No seáis
sabios en vuestra opinión." " (Rom. 15:5-7; 12:16.)

Pedro escribió así a las iglesias dispersas:


"Finalmente, sed todos de un mismo corazón,
compasivos, amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables; no volviendo mal por mal,
ni maldición por maldición, sino antes por el contrario,
bendiciendo; sabiendo que vosotros sois llamados
para que poseáis bendición en herencia." " (1 Ped 3:8,
9)

Y Pablo en su epístola a los corintios, dice: "Resta,


hermanos, que tengáis gozo, seáis perfectos, tengáis
consolación, sintáis una misma cosa, tengáis paz; y el
Dios de paz y de caridad será con vosotros." " (2 Cor.
13:11)

En cuanto sea posible, debéis andar en armonía con


vuestros hermanos y hermanas. Debéis entregaros a
Dios y cesar de manifestar severidad y disposición a
censurar. Debéis renunciar a vuestro propio espíritu y
recibir en su lugar el espíritu del amado Salvador.
Extended vuestra mano y asíos de la suya, para que
su contacto os electrice y os cargue con las dulces
características de su propio carácter incomparable.
Podéis abrir vuestro corazón a su amor, y dejar que su
poder os transforme y su gracia sea vuestra fuerza.
Entonces ejerceréis una poderosa influencia para el
bien. Vuestra fortaleza moral estará a la altura de la
prueba más estrecha del carácter. Vuestra integridad
será pura y santificada. Entonces vuestra luz
resplandecerá como la mañana. - 1876, tomo 4,
pág.63.

La religión de Cristo no exige de nosotros que


perdamos nuestra identidad de carácter, sino
meramente que nos adaptemos, 450 en cierta medida,
a los sentimientos y modalidades de los demás.
Muchas personas se pueden vincular en una unidad
de fe religiosa aunque sus opiniones, hábitos y gustos
no armonicen en asuntos temporales; pero si arde en
su seno el amor de Cristo, y fijan sus ojos en el mismo
cielo como su morada eterna, pueden tener la
comunión más dulce y más inteligente y la más
admirable unidad. Habrá escasamente dos personas
que experimenten exactamente lo mismo en todo
detalle. Las pruebas de una no son tal vez las pruebas
de otra, y nuestros corazones deben estar siempre
abiertos a la simpatía bondadosa y debe arder en ellos
el amor que Jesús sintió por todos sus hermanos. -
1876, tomo 4, págs. 65, 66

COLECCIÓN: Espíritu de Profecía


LIBRO: EXALTAD A JESÚS
CAPÍTULO: Octubre 9 LA UNIDAD EN LA IGLESIA
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

Octubre 9 LA UNIDAD EN LA IGLESIA


"La multitud de los que había creído era de un corazón
y un alma." Hech. 4: 32.

Cuando el Espíritu Santo fue derramado sobre la


iglesia temprana, "la multitud de los que habían creído
era de un corazón y un alma" (Hech. 4: 32). E l Espíritu
de Cristo los hizo uno. Este es el fruto de permanecer
en Cristo . . .

Necesitamos la iluminación divina. Todo individuo está


luchando para llegar a ser un centro de influencia, y
hasta que Dios no trabaje por su pueblo no verán que
la subordinación a él es la única seguridad para toda
alma. Su gracia transformadora en los corazones
humanos conducirá a la unidad, una unidad que
todavía no ha sido lograda, pues todos los que son
asimilados por Cristo estarán en armonía los unos con
los otros. El Espíritu Santo creará unidad.

La oración de Cristo a su Padre, contenida en el


capítulo 17 de Juan, ha de ser el credo de nuestra
iglesia. Nos muestra que nuestras diferencias y
desuniones deshonran a Dios . . .

No se da ningún consejo ni autorización a quienes


creen que el mensaje del tercer ángel debe guiarlos
para que puedan apartarse. Podéis tener este
problema resuelto para siempre en vuestra mente. Es
el plan de mentes no santificadas lo que estimula un
estado de desunión. Los sofismas de los hombres
pueden parecer rectos a sus propios ojos, pero no son
verdad y justicia. " "Porque él es nuestra paz, que de
ambos pueblos hizo uno, derribando la pared
intermedia de separación , . . . y mediante la cruz
reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo"(Efe.
2: 14-16).

Cristo es el vínculo de unión en la cadena de oro que


une a los creyentes y los mantiene en unidad con
Dios. No debe haber separación en este gran tiempo
de prueba . . . Los hijos de Dios constituyen una sola
unidad en Cristo, quien presenta su cruz como el
centro de atracción. Todos los que creen son uno en
él.

Sentimientos humanos inducirán a algunos hombres a


tomar la obra en sus propias manos, y la edificación se
vuelve entonces desproporcionado. El Señor por lo
tanto emplea una variedad de dones para hacer que el
edificio sea simétrico. Ni un solo rasgo de la verdad ha
de ser escondido o disminuido. Dios no puede ser
glorificado a menos que el edificio, "bien coordinado,
vaya creciendo para ser un templo santo en el Señor",
Esto comprende un tema grandioso, y los que
entienden la verdad para este tiempo deben prestar
atención a cómo escuchan, y cómo edifican, y cómo
educan a otros a practicarla.- Mensajes selectos , t. 3,
págs. 21-23.

Cuando toda especificación que Cristo ha dado haya


sido puesta por obra con el verdadero espíritu
cristiano. entonces, y solamente entonces, el cielo
ratifica la decisión de la iglesia, porque sus miembros
tienen la mente de Cristo y hacen lo que él haría si
estuviera en la tierra.- Ibid

COLECCIÓN: Espíritu de Profecía


LIBRO: TESTIMONIOS SELECTOS TOMO 3
CAPÍTULO: La Unidad de la Iglesia - 42
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

La Unidad de la Iglesia - 42

AMADOS hermanos: Así como todos los diferentes


miembros del organismo humano se unen para formar
el cuerpo entero, y cada uno cumple su parte
obedeciendo a la inteligencia que gobierna el todo, así
también los miembros de la iglesia de Cristo deben
estar unidos en un cuerpo simétrico, sujeto a la
inteligencia santificada del conjunto.

El progreso de la iglesia es retardado por la conducta


errónea de sus miembros. El unirse con la iglesia,
aunque es un acto importante y necesario, no le hace
a uno cristiano ni le asegura la salvación. No podemos
asegurarnos el derecho al cielo por hacer registrar
nuestro nombre en el libro de la iglesia mientras
nuestro corazón quede enajenado de Cristo. Debemos
ser sus fieles representantes en la tierra, y trabajar al
unísono con él. "Amados, ahora somos hijos de Dios.
Debemos tener presente esta santa relación, y no
hacer nada que deshonre la causa de nuestro Padre.

Lo que profesamos es muy exaltado. Como


adventistas que observan el sábado, profesamos
obedecer todos los mandamientos de Dios, y esperar
la venida de nuestro Redentor. Un solemnísimo
mensaje de amonestación ha sido confiado a los
pocos fieles de Dios. Debemos demostrar por nuestras
palabras obras que reconocemos la gran
responsabilidad a nosotros impuesta. Nuestra luz debe
resplandecer tan claramente que los demás puedan
ver que glorificamos al Padre en nuestra vida diaria;
que estamos en relación con el cielo, y somos
coherederos con Cristo Jesús, para que cuando él
aparezca en poder y grande gloria, seamos como él.

Todos debemos sentir nuestra responsabilidad


individual como miembros de la iglesia visible y
trabajadores en la viña del Señor. No debemos
aguardar para que nuestros hermanos, que son tan
frágiles como nosotros, nos ayuden porque nuestro
precioso Salvador nos ha invitado a unirnos a él, y a
unir nuestra debilidad 217 con su fortaleza, nuestra
ignorancia con su sabiduría, nuestra indignidad con su
mérito. Ninguno de nosotros puede ocupar una
posición neutral; nuestra influencia se ejercerá en pro
o en contra de Jesús. Somos agentes activos de
Cristo, o del enemigo. O recogemos con Jesús, o
derramamos. La verdadera conversión es un cambio
radical. La misma tendencia de la mente, y la
inclinación del corazón serán desviados, y la vida
llegará a ser nueva en Cristo.

Dios está conduciendo a un pueblo para que se


coloque en perfecta unidad sobre la plataforma de la
verdad eterna. Cristo se dio a sí mismo al mundo para
que pudiese "limpiar para sí un pueblo propio, celoso
de buenas obras." Este proceso de refinamiento, está
destinado a purificar a la iglesia de toda injusticia y del
espíritu de discordia y contención, para que sus
miembros edifiquen en vez de derribar y concentren
sus energías en la gran obra que está delante de ellos.
Dios quiere que sus hijos lleguen todos a la unidad de
la fe. La oración de Cristo, precisamente antes de su
crucifixión, fue de que sus discípulos fuesen uno, como
él era uno con el Padre, para que el mundo creyese
que el Padre le había enviado. Esta, la más
conmovedora y admirable oración, alcanza, a través
de los siglos, hasta nuestros días, porque sus palabras
son: "Mas no ruego solamente por éstos, sino también
por los que han de creer en mí por la palabra de ellos."

¡Cuán fervorosamente deben tratar los que profesan


seguir a Cristo de contestar esta oración en su vida!
Muchos no se dan cuenta del carácter sagrado de la
relación con la iglesia, y les cuesta someterse a la
restricción y disciplina. Su conducta demuestra que
exaltan su propio juicio por encima del de la iglesia
unida, y no evitan cuidadosamente el estimular un
espíritu de oposición a su voz. Los que ocupan
posiciones de responsabilidad en la iglesia, pueden
tener faltas como los demás, y pueden errar en sus
decisiones; pero, no obstante eso, la iglesia de Cristo
en la tierra les ha dado una autoridad que no puede
ser considerada 218 con ligereza. Cristo, después de
su resurrección, delegó el poder a su iglesia diciendo:
"A los que remitierais los pecados, les son remitidos: a
quienes los retuvierais, serán retenidos."

La relación con la iglesia no ha de ser cancelada con


ligereza; sin embargo, cuando la senda de algunos
que profesan seguir a Cristo resulta contrariada, o
cuando su voz no tiene la influencia dominante que les
parece merecer, amenazan con abandonar la iglesia.
Es cierto que al abandonar la iglesia ellos serán los
que más sufrirán, porque al retirarse de su esfera de
influencia se someten plenamente a las tentaciones
del mundo.

Todo creyente debe ser sincero en su unión con la


iglesia. La prosperidad de ella debe ser su primer
interés, y a menos que se sienta bajo la obligación
sagrada de hacer que su relación con la iglesia sea un
beneficio para ella en preferencia a sí mismo, la
iglesia lo pasará mucho mejor sin él. Está al alcance
de todos hacer algo para la causa de Dios. Hay
quienes gastan grandes sumas para lujos
innecesarios. Complacen sus apetitos, pero creen que
es una carga pesada el contribuir con recursos para
sostener la iglesia. Están dispuestos a recibir todo el
beneficio de sus privilegios, pero prefieren dejar a
otros pagar las cuentas. Los que realmente sienten un
profundo interés por el adelanto de la causa, no
vacilarán en invertir dinero en la empresa, cuando y
dondequiera que sea necesario. También deben
considerar como deber solemne ejemplificar en su
carácter las enseñanzas de Cristo, estando en paz uno
con otro y actuado en perfecta armonía, como un todo
indiviso. Deben deferir su criterio individual al juicio del
cuerpo de la iglesia. Muchos viven solamente para sí.
Consideran su vida con gran complacencia,
lisonjeándose de que son sin culpa, cuando de hecho
no hacen nada para Dios y viven en directa oposición
a su Palabra expresa. La observancia de las formas
externas no habrá de satisfacer nunca la gran
necesidad del alma humana. El profesar creer en
Cristo no es suficiente para habilitarle a uno para 219
resistir la prueba del día del juicio. Debe haber una
perfecta confianza en Dios, una infantil dependencia
de sus promesas y una completa consagración a su
voluntad.

Dios probó siempre a su pueblo en el horno de la


aflicción, a fin de hacerle firme y fiel, y limpiarle de toda
iniquidad. Después que Abrahán y su hijo hubieron
soportado la prueba más severa que se les podía
imponer, Dios habló así a Abrahán por medio de su
ángel:"Ya conozco que temes a Dios, pues que no me
rehusaste tu hijo, tu único. "Este gran acto de fe hace
resplandecer el carácter de Abrahán con notable
esplendor. Ilustra enérgicamente su perfecta confianza
en el Señor, del cual no retuvo nada, ni aun el hijo que
obtuviera por la promesa.

Nada tenemos que sea demasiado precioso para darlo


a Jesús. Si le devolvemos los talentos de recursos que
él ha confiado a nuestra custodia, él entregará aún
más en nuestras manos. Cada esfuerzo que hagamos
por Cristo será remunerado por él, y todo deber que
cumplamos en su nombre contribuirá a nuestra propia
felicidad. Dios entregó a su muy amado Hijo a la
agonía de la crucifixión, para que todos los que
creyesen en él pudiesen llegar a ser uno en el nombre
de Jesús. Si Cristo hizo un sacrificio tan grande para
salvar a los hombres y ponerlos en unidad unos con
otros, así como él estuvo unido con el Padre, ¿qué,
sacrificio hecho por quienes le siguen será demasiado
grande para conservar esa unidad?

Si el mundo ve que existe perfecta armonía en la


iglesia de Dios, ello será para él una poderosa
evidencia en favor de la religión cristiana. Las
disensiones, las malhadadas divergencias y las
pequeñas pruebas de la iglesia deshonran a nuestro
Redentor. Todas estas cosas pueden ser evitadas si el
yo se entrega a Dios, y los que siguen a Jesús
obedecen la voz de la iglesia. La incredulidad sugiere
que la independencia individual aumenta nuestra
importancia, que es señal de debilidad renunciar a
nuestras ideas de lo que es correcto 220 y propio para
acatar el veredicto de la iglesia; pero seguir tales
sentimientos y opiniones, es peligroso nos lleva a la
anarquía y confusión. Cristo vio que la unidad y la
comunión cristianas eran necesarias para la causa de
Dios y, por lo tanto, las ordenó a sus discípulos. Y la
historia del cristianismo desde aquél tiempo hasta
ahora demuestra en forma concluyente que tan sólo en
la unión hay fuerza. Sométase el juicio individual a la
autoridad de la iglesia.

Los apóstoles sentían la necesidad de la unidad


estricta, y trabajaban con fervor para alcanzarla. Pablo
exhortó a sus hermanos con estas palabras: "Os ruego
pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor
Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que
no haya entre vosotros disensiones, antes seáis
perfectamente unidos en una misma mente y en un
mismo parecer."

También escribió a sus hermanos filipenses: "Por


tanto, si hay alguna consolación en Cristo; si algún
refrigerio de amor; si alguna comunión del Espíritu; si
algunas entrañas y misericordias, cumplid mi gozo que
sintáis lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes,
sintiendo una misma cosa. Nada hagáis por contienda
o por vanagloria: antes bien en humildad, estimándoos
inferiores los unos a los otros: no mirando cada uno a
lo suyo propio, sino cada cual también a lo de los
otros. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo
también en Cristo Jesús."

A los romanos escribió:"Mas el Dios de la paciencia y


de la consolación os dé que entre vosotros seáis
unánimes según Cristo Jesús; para que concordes, a
una boca glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo. Por tanto, sobrellevaos los unos a los otros,
como también Cristo nos sobrellevó para gloria de
Dios." "Unánimes entre vosotros: no altivos, mas
acomodándoos a los humildes. No seáis sabios en
vuestra opinión."

Pedro escribió así a las iglesias dispersas:


"Finalmente, sed todos de un mismo corazón,
compasivos,221 amándoos fraternalmente,
misericordiosos, amigables; no volviendo mal por mal,
ni maldición por maldición, sino antes por el contrario,
bendiciendo sabiendo que vosotros sois llamados para
que poseáis bendición en herencia."

Y Pablo en su epístola a los Corintios, dice: "Resta,


hermanos, que tengáis gozo, seáis perfectos, tengáis
consolación, sintáis una misma cosa, tengáis paz; y el
Dios de paz y de caridad será con vosotros."

Es la ausencia de religión lo que hace tan obscura la


senda de muchos que profesan tener religión. Hay
quienes pueden pasar por cristianos, pero son
indignos de ese nombre. No tienen carácter cristiano.
Cuando su cristianismo es sometido a la prueba, su
falsedad es demasiado evidente. La verdadera religión
se ve en el comportamiento diario. La vida del cristiano
se caracteriza por un trabajo ferviente y abnegado
para hacer bien a otros y glorificar a Dios. Su senda no
es obscura ni lóbrega. Un escritor inspirado ha dicho:
"Mas la senda de los justos es como la luz de la
aurora, que va en aumento hasta que el día es
perfecto. El camino de los impíos es como la
obscuridad: no saben en qué tropiezan.". . .

Ahora es el tiempo de trabajar. Si somos hijos de Dios,


mientras vivamos en el mundo, nos dará nuestro
trabajo. Nunca podremos decir que no tenemos nada
que hacer mientras quede un trabajo por hacer.
Desearía que todos los jóvenes pudiesen ver, como yo
la he visto, la obra que pueden hacer, y de cuya
negligencia Dios los tiene por responsables. La mayor
obra que haya sido realizada en el mundo fue hecha
por Aquel era varón de dolores y experimentado en
quebranto. Una persona de ánimo frívolo no hará
nunca bien alguno." Testimonies for the Church, " tomo
3, pp. 377, 378

COLECCIÓN: Espíritu de Profecía


LIBRO: LA IGLESIA REMANENTE
CAPÍTULO: Capítulo 6 La iglesia militante
BÚSQUEDA: la unidad de la iglesia

Capítulo 6 La iglesia militante

Parece que algunas personas piensan que al entrar en


la iglesia se cumplirán sus expectativas, y hallarán
solamente personas puras y perfectas. Son celosas en
su fe, y cuando ven faltas en los miembros de la
iglesia, dicen: "Abandonamos el mundo para no
relacionarnos con personas malas, pero el mal
también se encuentra aquí"; y preguntan, como los
siervos de la parábola: "¿De dónde, pues, tiene
cizaña?" Pero no necesitamos desilusionarnos de esta
manera, pues el Señor no nos autoriza a llegar a la
conclusión de que la iglesia es perfecta; y todo
nuestro celo no nos dará el éxito necesario, para lograr
que la iglesia militante sea tan pura como la iglesia
triunfante. El Señor nos prohibe proceder de manera
violenta contra los que pensamos que yerran, y no
hemos de dispensar excomuniones y denuncias contra
los que son defectuosos.

El hombre finito está propenso a juzgar mal el carácter,


pero Dios no confía la obra de juzgar y dictar sentencia
sobre el carácter de los demás, a los que no están
capacitados para hacerlo. No nos corresponde decir
qué es trigo y qué es cizaña. El momento de la siega
determinará plenamente, el carácter de las dos clases
enunciadas por los símbolos de la cizaña y el trigo. La
obra de separación ha sido confiada a los ángeles de
Dios; no ha sido puesta en manos de hombre alguno.

Las falsas doctrinas constituyen una de las influencias


satánicas que actúan en la iglesia, e introducen en
ella a los de corazón inconverso. Los hombres no
obedecen las palabras de Jesucristo para buscar
unidad de fe, espíritu y doctrina. No trabajan por la
unidad del Espíritu por la cual oró Jesús, la cual
influiría a fin de que el testimonio de los discípulos de
Cristo fuera eficaz para convencer al mundo de que
Dios ha enviado a su Hijo a esta tierra, "para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida
eterna". Si la unidad por la cual Cristo oró existiera
entre los hijos de Dios, éstos darían un testimonio
viviente y reflejarían una luz clara que brillaría en
medio de las tinieblas morales del mundo.
A Satanás se le permite tentar

En lugar de la unidad que debe existir entre los


creyentes, hay desunión, porque se le permite a
Satanás que entre, y por medio de especiosos
engaños y errores, él induce a los que no están
aprendiendo de Cristo, a ser mansos y humildes de
corazón; a seguir una trayectoria diferente de la que
sigue la iglesia, y a quebrantar, si es posible, su
unidad. Se levantan hombres que hablan cosas
perversas para llevar discípulos tras sí. Pretenden que
Dios les ha dado gran luz; pero ¿cómo actúan ellos
bajo su influencia? ¿Siguen la conducta de los dos
discípulos en su camino a Emaús? Cuando ellos
recibieron la luz, volvieron a encontrarse con los que
Dios había guiado y seguía guiando, y les contaron
que habían visto a Jesús y habían hablado con él.

¿Han seguido esta conducta los hombres que


pretendieron tener luz concerniente a la iglesia? ¿Han
ido a quienes Dios ha escogido, para presentar un
testimonio vivo, y les han dado evidencia de que esta
luz los calificaría mejor a fin de preparar a un pueblo
para subsistir en el gran día de Dios? ¿Han buscado el
consejo de los que han llevado y siguen llevando la
verdad, y que están dando al mundo el último mensaje
de amonestación? ¿Han buscado el consejo de los
que han tenido una profunda experiencia en las cosas
de Dios? ¿Por qué estos hombres, tan llenos de celo
por la causa, no estaban presentes en el Congreso de
la Asociación General realizado en Battle Creek, como
lo estuvieron los hombres devotos en Jerusalén, en
ocasión del derramamiento del Espíritu Santo?

En el gran centro de la obra, los hombres abrieron sus


tesoros de luz; y mientras el Señor estaba derramando
su Espíritu sobre el pueblo, ¿recibieron estos hombres
la unción celestial? Mientras la influencia profunda del
Espíritu de Dios se manifestaba en el pueblo y las
almas se convertían, y los corazones duros se
quebrantaban, había quienes escuchaban las
sugestiones de Satanás y eran inspirados por un celo
procedente de abajo, para salir a proclamar que
precisamente el pueblo que recibe el Espíritu Santo,
que ha de recibir la lluvia tardía y la gloria que debe
iluminar toda la tierra, es Babilonia. ¿Les dio el Señor
un mensaje a estos mensajeros? No, porque no era un
mensaje de verdad.

La iglesia, la luz del mundo

Aunque existen males en la iglesia, y los habrá hasta


el fin del mundo, ésta ha de ser luz en estos postreros
días, para un mundo contaminado y corrompido por el
pecado. La iglesia, debilitada y deficiente, que
necesita ser reprendida, amonestada y aconsejada, es
el único objeto de esta tierra al cual Cristo concede su
consideración suprema. El mundo es un laboratorio en
el cual, por medio de la cooperación de los agentes
humanos y divinos, Jesús está haciendo experimentos
en los corazones humanos por medio de su gracia y
divina misericordia. Los ángeles se asombran, al
contemplar la transformación del carácter realizada en
los que se entregan a Dios, y expresan su gozo en
cantos de arrobada alabanza al Señor y al Cordero.
Ven a los que son por naturaleza hijos de ira,
convertirse y llegar a ser colaboradores con Cristo
para traer almas a Dios. Ven a los que estaban en
tinieblas, transformarse en luces que resplandecen en
medio de la noche moral de esta generación perversa.
Los ven preparados, por una experiencia que
reproduce la de Cristo, para sufrir con su Señor, y más
tarde, participar con él de su gloria en el cielo.

Dios tiene una iglesia en la tierra que está ensalzando


la ley pisoteada, y que presenta al mundo al Cordero
de Dios que quita los pecados de la humanidad. La
iglesia es la depositaria de las riquezas de la gracia de
Cristo, y por medio de ella, se manifestará finalmente
la revelación final del amor de Dios al mundo que ha
de ser iluminado por su gloria. La oración de Cristo, de
que su iglesia fuese una, como él y el Padre son uno,
será finalmente contestada. Será concedida una rica
porción del Espíritu Santo, y mediante su constante
provisión a los hijos de Dios, llegarán a ser testigos del
poder de Dios para salvar.

En el mundo existe solamente una iglesia que esté


actualmente en la brecha, reparando el muro,
reedificando las ruinas; y cualquier hombre que llame
la atención del mundo y de otras iglesias a esta
iglesia, denunciándola como Babilonia, hace una obra
que concuerda con la del acusador de los hermanos.
¿Es posible que se levanten entre nosotros hombres
que hablen cosas perversas, que expresen los mismos
sentimientos que Satanás quisiera ver diseminados en
el mundo acerca de los que guardan los
mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús? ¿No
hay bastante trabajo que hacer para satisfacer vuestro
celo en la obra de presentar la verdad a los que están
en las tinieblas del error? Como personas designadas
para administrar recursos y capacidades, habéis
estado invirtiendo mal los bienes de nuestro Señor al
diseminar el error. El mundo entero está lleno de odio
contra los que proclaman que la ley de Dios está en
vigencia, y la iglesia leal a Jehová debe sostener un
conflicto nada común. "Porque no tenemos lucha
contra sangre y carne, sino contra principados, contra
potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales de maldad en
las regiones celestes". Los que de alguna manera
comprenden lo que significa esta guerra, no volverán
sus armas contra la iglesia militante, sino que con
todas sus facultades lucharán junto al pueblo de Dios
contra la confederación del mal.

Los que se ponen a proclamar un mensaje bajo su


propia responsabilidad individual; los que, mientras
aseveran ser enseñados y conducidos por Dios, se
dedican especialmente a derribar lo que el Señor ha
estado edificando durante años, no están haciendo la
voluntad del Altísimo. Sépase que estos hombres
están de parte del gran engañador. No los creáis. Se
están aliando con los enemigos de Dios y la verdad.
Se burlarán de la ordenación al ministerio como si se
tratara de un sistema de clericalismo. De los tales
apartaos; no tengáis comunión con su mensaje, por
mucho que citen los Testimonios y traten de
atrincherarse tras ellos. No los recibáis, porque Dios
no les ha encomendado que hagan esta obra. El
resultado de una obra tal será la incredulidad en los
Testimonios, y en lo posible anularán la obra que he
estado haciendo durante años.
He dedicado casi toda mi vida a esta obra, pero con
frecuencia mi carga ha sido agravada por hombres que
se levantaban a proclamar un mensaje que Dios no les
había dado. Esta clase de malos obreros han elegido
porciones de los Testimonios y las han puesto en el
marco del error, a fin de que sus falsos testimonios
ejercieran influencia. Cuando se pone de manifiesto
que su mensaje es un error, entonces los Testimonios,
puestos en compañía del error, comparten la misma
condenación; y la gente del mundo, que no sabe que
los Testimonios citados son extractos de cartas
particulares usadas sin mi consentimiento, presentan
estos asuntos como evidencia de que mi obra no es de
Dios, ni de la verdad, sino una mentira.

Los que desacreditan así la obra de Dios tendrán que


responder ante el Señor por la obra que están
haciendo (Review and Herald, 5 de septiembre de
1893. Reimpreso en Testimonios para los ministros,
págs. 47-52

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