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¿Quién fue Carlos Marx?

Tenemos que estar claros en esto desde un principio: Carlos Marx fue un ateo. En su
juventud había sido un Cristiano liberal, como lo demuestra su ensayo escolar "Sobre la
unión de los fieles con Cristo según Juan 14: 1-14" (reproducido en el libro "The unknown
Karl Marx", de Robert Payne, New York University Press, 1971, pp. 39-43). Pero a los 20
años abandonó su creencia en Dios. A los 25 años, escribió: "La religión es el suspiro de la
criatura oprimida, el sentimiento de un mundo despiadado, y el alma para los que están
vacíos. Es el opio de los pueblos" (Karl Marx, "Early Writings", Edit. McGraw-Hill, 1964, pp.
43-44). En ese mismo ensayo, Marx argumenta a favor de la idea de que la humanidad es
la forma más elevada de vida, es decir, que el hombre es dios: "La emancipación de
Alemania es sólo posible en la práctica si uno adopta el punto de vista de esa teoría según
la cual el hombre es el ser supremo para el hombre". Los marxistas no creen en el poder
transformador del mensaje del evangelio, sino en el cambio a través de la revolución
violenta. Los marxistas no creen en un Dios que creó este mundo y lo llevará al juicio final.
Ellos creen sólo en el hombre.

La concepción humanista

Para las religiones humanistas, como el marxismo, los males de la sociedad radican en el
medio ambiente, es decir, en las circunstancias políticas y sociales de determinado
momento histórico. El marxista cree que sólo el Estado tiene el poder para cambiar ese
medio ambiente. El Estado tiene que reconstruir el ambiente físico y espiritual del hombre
a fin de cambiar y salvar al hombre. El cambio social a través de la acción del Estado es la
gracia estatal en operación. El ambiente malo tiene que ser destruido a fin de liberar al
hombre. A veces, este ambiente malo incluye personas e instituciones, como la burguesía,
los capitalistas, el clero, los Cristianos, las iglesias, las organizaciones y empresas
privadas, etc. Todas ellas tienen que ser- y con frecuencia lo son- "liquidadas" o destruidas
como parte del proceso de salvación. Al resto hay que "reeducarles", suplantando el
Cristianismo con el nuevo credo.

El determinismo ambiental

El problema con esta filosofía es que parte de un error llamado determinismo ambiental,
que consiste en que los hombres culpan a su medio ambiente por su pecado. Esto fue lo
que hizo Adán cuando Dios le preguntó si había comido del fruto prohibido: "La mujer que
me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí" (Gn. 3:12). Luego la mujer dijo: "La
serpiente me engañó, y comí" (v.13). En otras palabras, " Es tu culpa, Dios. Tú nos diste
un medio ambiente deficiente, y pecamos". Pero Adán y Eva fueron castigados, porque
Dios no es un determinista ambiental. Dios no es un humanista. El culpa a los pecadores
por sus pecados. En cambio, el marxista cree que el cambio positivo en la sociedad sólo
puede venir como resultado de la revolución. Los marxistas quieren crear una sociedad
nueva a través del poder del Estado para cambiar el ambiente económico, político y social.
Los marxistas creen que a través del cambio impuesto desde lo externo, por la acción del
Estado, pueden cambiar la naturaleza interna del hombre, para corregir así los males de la
sociedad.

La visión Cristiana

Pero los Cristianos sabemos que solamente Dios puede cambiar la naturaleza corrompida
del hombre: "De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. Y todo esto proviene de Dios..." (2 Cor. 5:17-
18), no de la revolución marxista ni de la benevolencia estatal. Para el Cristianismo bíblico,
la respuesta al problema del mal es la gracia de Dios y la restauración de todas las cosas
a través de Jesucristo. El problema del hombre no es su medio ambiente, sino su pecado,
su deseo de ser su propio dios, su propia ley y su propio fin. El hombre no puede salvarse
a sí mismo, ni por la política, ni por la ley ni por la moralidad, ni por ningún otro medio.
Jesucristo es el único Salvador del hombre. El hombre tiene que vivir bajo el sistema legal
de Dios a fin de vivir libre y felizmente. El Cristianismo ofrece una visión que puede
transformar al hombre desde su interior, para que éste se convierta luego en un agente de
cambio para toda la sociedad. La Biblia no es un libro que se refiere solamente a la
salvación personal. El plan de Dios es conquistar al mundo. Jesús lo expresó claramente
cuando dijo: "Id y haced discípulos a todas las naciones..." (Mt. 28:19-20).

Conclusión

No puede haber concesiones en esto. O se tiene fe en Dios o en el hombre, en el


Cristianismo o en el marxismo. Honesta y correctamente, no hay modo de mezclar el
marxismo con el Cristianismo. Los Cristianos estamos llamados a discipular a las
naciones. Esto significa traer a los hombres bajo la disciplina de las estipulaciones legales
del pacto de Dios. Y esto sólo será posible a través de la fidelidad a los principios
establecidos por Dios, no a través del humanismo. Por esto, cuando los Cristianos abrazan
las filosofías humanistas que exaltan el poder del Estado, poniendo su fe en el Estado para
transformar la sociedad, es por falta de conocimiento del plan de Dios.

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