Você está na página 1de 3

ROSARIO 12

06 de junio de 2019
Perspectiva lacaniana del psicoanálisis con niños

Cuando la madre habla a su hijo


La lengua materna juega un rol clave en el anudamiento del cuerpo con las palabras y
despliega un modo de satisfacción
Por Angélica Marchesini*

Para Lacán, no hay cuerpo erógeno sin significantes.

Cuando Jacques Lacan aborda la perspectiva del psicoanálisis con niños, hace
referencia a la familia como al Otro de cada niño. La adquisición del habla deja
huellas, y es en ese hablar donde siempre se hace presente el rostro de esos Otros.
La pregunta que podemos plantearnos es de qué modo se articulan las palabras con
los cuerpos. La respuesta es que la lengua materna juega un rol clave en ese
anudamiento. El psicoanálisis con niños muestra que el decir de los padres genera
efectos sobre el niño, sobre su inconsciente y, también, sobre su cuerpo.

Lo que llamamos lalengua materna -tal como la describe Lacan, que incorpora el
concepto escrito en una sola palabra- es, entonces, previa a la misma adquisición del
lenguaje. La madre deja su marca en la palabra y, al mismo tiempo, pone de relieve un
modo de satisfacción, que es una condición necesaria para que el niño sea inscripto
en un deseo particularizado.

Para Freud, la satisfacción era una cuestión de palabras, es decir, una satisfacción
carente de cuerpo. Pero los analistas no podemos prescindir de la referencia al
cuerpo: nos interesa la articulación significante de ese niño, pero entendemos que ella
depende del cuerpo que lleva. Del mismo modo, nos planteamos que no hay cuerpo
erógeno sin significantes, y que lo que le ocurre al cuerpo es debido a lalangue. Desde
esa perspectiva, algo exterior, como es la palabra, produce como efecto la afectación
del cuerpo propio.

La madre es, en este modelo, quien se encarga de introducir lalengua para que ésta
se encuentre con el cuerpo y se encarne. Todos somos hijos de una madre y de un
padre, o de una pareja que encarna estas funciones, y cada niño muestra, desde
temprano, una sujeción al Otro. Es ese Otro quien lo inscribe como sujeto, quien lo
instala como el producto de un deseo, la presa de ideales paternos o el efecto de un
rechazo. Cualquiera sea el caso, cada niño forma parte, siempre, del parloteo de sus
padres.

Un dato de estos tiempos es que los niños tienen otra relación al cuerpo. Observamos
muchos menos sentimientos de vergüenza, y vemos cómo tampoco es frecuente que
se ruboricen, como si sus cuerpos no fueran encarnados por ellos. Hoy hay, más bien,
niños impulsivos o hiperactivos, síntomas que se vinculan con la percepción del tiempo
en la actualidad. Inmerso en una cotidianeidad en la que impera lo instantáneo, lo
inmediato, el niño anula la espera. Así, si llega a la consulta y debe esperar en la sala,
es capaz de abrir la puerta e irrumpir en el consultorio. Son niños que exhiben una
particular excitación y la dificultad de constituir un cuerpo.

Son chicos que corren todo el tiempo, que rompen lo que encuentran a su paso, que
se muestran desde el exceso, que no son fáciles de frenar. Si entendemos que el
cuerpo depende de una cierta regulación de las pulsiones -puesto que lo corporal
interviene en tanto que simbolizado-, y que la libido exige la referencia al cuerpo,
queda clara la necesidad de que lalengua materna haya tomado cuerpo, ya que será
esa "corporeidad" la que se traducirá en referencias de derrotas o victorias en la vida
de cada niño.

Una de las claves de la experiencia del análisis es cómo se modifica la relación con el
cuerpo. Es frecuente observar de qué forma los sujetos en análisis se liberan de su
vínculo con el cuerpo propio, invistiéndolo de un modo diferente y, de ese modo,
sirviéndose de él de otra manera.
El tema es cómo lograr, mediante el manejo de la transferencia, que se produzca
algún anudamiento que facilite atenuar este descontrol que aparece como goce del
cuerpo. Para ello, hace falta que lalengua tenga un agarre al cuerpo, y que el cuerpo
sea sensible a esa relación.

Algunas palabras marcan contingentemente al niño, quien a partir de allí construye su


historia. Como todos nosotros, cada niño proviene de un delirio familiar. En la
experiencia de un análisis, el cambio de posición se produce a partir del momento en
que el niño comienza a existir más allá de lo que ha sido para el otro. Sólo a partir de
esa instancia podrá librarse de la sujeción a esos Otros, desenredarse e ir más allá de
lo familiar, enarbolando un deseo propio.

Por eso, cabe afirmar que el psicoanálisis desfamiliariza. Porque ese niño debe
descifrar su deseo y el de los Otros, desentrañar el código del cual proviene, en una
tarea que, a la vez, es de desciframiento y de invención de una nueva respuesta a la
exigencia pulsional. Sólo a partir de esa instancia podrá librarse de la sujeción a esos
Otros, desenredarse e ir más allá de lo familiar, enarbolando un deseo propio.

*Psicoanalista, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y de la


Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP), título
AE. angelica.marchesini@gmail.com

Você também pode gostar