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TESIS DOCTORAL
“REINSERCIÓN SOCIAL Y ÁMBITO PENITENCIARIO DEL ESTADO DE
CAMPECHE: OBSTÁCULOS Y POSIBILIDADES”
QUE PRESENTA
Patricia del Socorro Rodríguez Reyes
1
INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 4
1.3. HIPÓTESIS.......................................................................................................................... 17
2
2.3.2. Importancia del sistema de readaptación social. ....................................................... 53
3
INTRODUCCIÓN
4
reclusos, reduciéndose así la tasa de reincidencia delictiva, además de,
principalmente, darle la posibilidad al delincuente de que pueda contar con las
herramientas necesarias para confiar en que sí podrá reinsertarse socio-
laboralmente en un futuro.
En este sentido, en líneas generales este trabajo indaga sobre la trama social
que se engendra en el ámbito carcelario; y desde lo particular, el interés del autora
de esta investigación es profundizar en la reinserción social de los reclusos del
Estado de Campeche; caracterizando y analizando los obstáculos y posibilidades
de la implementación de una red de apoyo en colaboración con entidades no
gubernamentales que intervendrían en la formación de los presos.
Por lo expuesto, lo que se perseguirá es que a través de la combinación de un
trabajo de escritorio con un trabajo de campo que abarca el uso de una metodología
mixta contando con la posibilidad de entrevistar y encuestar a informantes clave; la
finalidad del proyecto de trabajo presentado –justamente- contribuya a que el
Gobierno del Estado de Campeche se “entusiasme” y acceda a que Universidades
y ONG’s hagan sus aportes en un programa de reinserción social para los reclusos
de ambas cárceles, en especial la de San Francisco Kobén, que presenta peores
indicares según la DNSP.
En definitiva, se trata de un trabajo de investigación con enfoque sociológico y
la finalidad de una propuesta a desarrollar.
A partir de lo mencionado, se destaca que los principales beneficiarios de un
programa de reinserción social serán los mismos reclusos, al recibir las
herramientas necesarias sobre un programa de trabajo. Por otro lado, la Comunidad
en sí misma, ya que se verá beneficiada pues se convivirá dentro de una sociedad
donde se busca rehabilitarse y reeducarse a los delincuentes. Asimismo, la otra
parte beneficiada será el Sistema Penitenciario del Estado de Campeche, ya que
contribuirá a reducir el índice de reincidencia delictiva y, por consecuencia, la
sobrepoblación carcelaria.
5
CAPÍTULO I: EL PROBLEMA.
1
Cabe destacar que en el Estado de Campeche el Código Penal establece una pena máxima de 40
años.
2Estado de Chihuahua, Estado de México, Estado de Puebla, Estado de Quintana Roo, Estado de
Veracruz de Ignacio de la Llave.
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trabajarse debidamente sobre la rehabilitación y reinserción social de los reclusos,
las cárceles mexicanas en su condición actual se convierten en espacios propicios
al contagio criminógeno y, por ende, se produce una elevada tasa de reinserción
delictiva.
Entonces, con el propósito de desarrollar la problemática de la cárcel de México,
particularmente del Estado de Campeche, es que tomamos como referencia
principal los informes 2015-2017 efectuados por la Comisión Nacional de Derechos
Humanos (CNDH), donde se plantean cuestiones relacionadas con la violencia de
los derechos humanos, el hacinamiento y la sobrepoblación, etcétera.
En términos generales, el informe de la CNDH (2016) señaló diez problemas
claves de las cárceles de México en la actualidad:
Fuente: CNDH México (2015), Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria. Cfr. Ureste, M.
En: La crisis en las cárceles de México: 10 problemas urgentes sin atención. Animal Político, 2016,
s/n.
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Estas deficiencias hacen que el Sistema Penitenciario de México falle y que se
aleje de perspectivas reales de rehabilitar socio-laboralmente a los presos durante
su estadía para cuando salgan en libertad; sobre todo si se tiene en cuenta que el
informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos da cuenta de la magnitud
de la violación de los derechos humanos a los internos, ya que en 13 Estados
mexicanos se hallaron situaciones graves al respecto. Estos son: Campeche,
Colima, Nuevo León, Sinaloa, Oaxaca, Baja California Sur, Tamaulipas, Chiapas,
Tabasco, Hidalgo, Guerrero, Quintana Roo y Nayarit (Ureste, 2016, s/n).
El dato anterior resulta relevante para caracterizar la problemática de este
trabajo, ya que, por un lado encontramos que uno de los Estados con mayor
violación de los derechos humanos es, justamente, el Estado de Campeche, el cual
es objeto de estudio en este corpus. Por otro lado, podemos interpretar que en
México se está haciendo caso omiso a los artículos constitucionales 18, 19, 20 y 21,
que comprenden disposiciones referentes a los derechos fundamentales de las
personas privadas de su libertad:
• “Control judicial sobre la ejecución de las penas (art. 21, párrafo 3°)
• Separación entre internos procesados y sentenciados, siendo recluidos en sitios distintos
(art. 18, párrafo 1°)
• Separación entre hombres y mujeres (art. 18, párrafo 2°)
• Posibilidad de que los mexicanos que cumplan sus sanciones en otros países sean
trasladados a México para compurgar su condena con base en los sistemas de reinserción
social (art. 18, párrafo 7°)
• Posibilidad, con ciertas restricciones establecidas por la ley, de cumplir la condena en los
centros penitenciarios más cercanos a su domicilio, con el fin de propiciar su reintegración a
la comunidad como forma de reinserción social (art. 18, párrafo 8°).
• Prohibición de abusos y malos tratos (art. 19, párrafo. 7°).
• Límite a la prisión preventiva, la cual no puede exceder del tiempo máximo de pena del
delito que motivó el proceso y en ningún caso puede ser mayor a dos años, salvo que su
prolongación se deba al ejercicio del derecho de defensa del imputado (art. 20, B, Fr. IX,
párrafo 2°).
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• Obligación de establecer el tiempo de detención siempre que se imponga una sentencia
(art. 20, B, Fr. IX, párrafo 3°) (Solís et al., 2013: 16)”.
Ahora bien, entendemos que más allá de los propósitos teóricos que deban
cumplir las cárceles mexicanas, es fundamental velar por el buen funcionamiento
de un sistema penitenciario que esté guiado por Las obligaciones y
responsabilidades que el Estado tiene frente a la sociedad que gobierna, así como
por los derechos que tienen los individuos que la conforman, independientemente
de su estatus jurídico (Solís et al., 2013: 15).
En este sentido, de acuerdo con instrumentos internacionales (Declaración
Universal de los Derechos Humanos, artículos 12, 13, 19 y 20), existen algunos
derechos humanos que se pierden producto de la reclusión, pero otros –tal como
se muestra en el siguiente gráfico- deberían respetarse en una buena gestión
penitenciaria.
9
Fuente: Elaborado por Solís et al., Los principios ideales de la cárcel, 2013: 15. Con base a
O’Donnell (2004).
De lo contrario, los vínculos dentro de las cárceles -entre reos y entre reclusos y
el personal penitenciario- pueden fácilmente convertirse en situaciones de violencia
y abuso, quedando fuera del alcance cualquier propósito de reinserción o
rehabilitación.
Al respecto, la CNDH (2016) en su Diagnóstico Nacional de Supervisión
Penitenciaria 2015, subrayaba en cifras graves deficiencias en el sistema
penitenciario mexicano:
Fuente: CNDH México (2015), Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria. Cfr. Ureste, M.
En: La crisis en las cárceles de México: 10 problemas urgentes sin atención. Animal Político, 2016,
s/n.
10
A partir del gráfico elaborado por el sitio Web “Animal Político” se desprenden
que 73 cárceles están autogobernadas por los presos, hay deficiente atención
médica y malas condiciones de higiene; y, en algunas cárceles, las celdas albergan
a 30 ocupantes cuando están diseñadas para cuatro personas (Ureste, 2016, s/n).
La CNDH (2016) indicaba que otro problema reiterado en 65 prisiones estatales
es la sobrepoblación de presos y la falta de oportunidades para la mayoría de los
internos de servicios y de actividades educativas, laborales y deportivas. Asimismo,
el informe mencionaba que 95 centros penitenciarios se encuentran con
hacinamiento.
En esta línea, el análisis del informe realizado por Solís et al. (2013) documentaba
que por entonces se encontraban casi 243 mil internos en las cárceles de México,
en un ámbito diseñado para un total de 195 mil personas. Con lo cual, la tasa de
sobrepoblación oscilaba los 124%.
Hay que tener en cuenta que la sobrepoblación y el hacinamiento generan ciertos
problemas como ser, la falta de control por parte de las autoridades, autogobiernos
o cogobiernos de estos centros entre reclusos y responsables de las prisiones. En
este caso, los presos realizan o participan en actividades que son propias de la
autoridad del penal. En consecuencia, se produce una gran corrupción, violencia,
comisión de delitos.
Para sumar más datos que den cuenta de la problemática actual de las cárceles
mexicanas, también se recolectó información de un informe reciente (2017) de la
Comisión Nacional de los Derechos Humanos el Diagnóstico Nacional de
Supervisión Penitenciaria 2017. En el trabajo realizado, los investigadores buscaron
analizar si el internamiento de las personas procesadas y sentenciadas en México
es respetuoso de los derechos humanos. Al respecto, las conclusiones a las que
accedieron fueron alarmantes, permitiéndonos describir el panorama actual de las
cárceles mexicanas en primera instancia, para luego adentrarnos en la problemática
del Estado de Campeche.
De acuerdo a la CNDH (2017), la situación del Sistema Penitenciario en México
continúa siendo grave, está en crisis, porque a pesar de que las riñas entre presos,
la corrupción, la falta o insuficiente rehabilitación y reinserción social de los reclusos
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que ha sido denunciado desde hace años, la problemática al interior de los centros
penitenciarios sigue siendo preocupante, ya que en su totalidad:
Se registraron 1.647 incidentes de riñas en las cárceles mexicanas.
El 75% de los homicidios ejecutados en el interior de los centros
penitenciarios fue doloso.
En cinco de cada diez centros verificados se hallaron zonas de privilegios,
como así también presencia de objetos y sustancias prohibidas.
En 64 de los 131 centros evaluados se verificaron condiciones de
hacinamiento de los reos.
Por todo lo expuesto hasta aquí, la realidad del Sistema Penitenciario en México
no excluye a ningún Estado, aunque algunos tienen más problemáticas que otros.
Luego de analizar la problemática general de las cárceles mexicanas, para el
trabajo de investigación se tomó como caso de estudio la situación de las cárceles
del Estado de Campeche, ya que allí se encuentran dos CERESOS (San Francisco
de Kobén y Ciudad del Carmen). En este sentido, a modo de conocer nuestro objeto
de estudio resulta menester contar con información sobre su problemática particular
y corroborar o no los registros tanto de este apartado como del marco teórico con
los datos recogidos durante el trabajo de campo.
Un primer acercamiento a la realidad de las cárceles del Estado de Campeche
da cuenta que los dos CERESOS funcionan sólo para adultos y prácticamente para
varones; tal como se presenta como ejemplo en la siguiente tabla:
Tabla N° 1. Datos de edad y género del CERESO San Francisco de Kobén (2018)
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182 40-49 4 +50
82 50-59
32 +60
TOTAL: 1.018 TOTAL: 54
TOTAL: 1.072
“Atención a mujeres, atención a personas con discapacidad física y/o psicosocial; atención
a personas privadas de la libertad con preferencias sexuales de la diversidad sexual población
LGBTTTI, e insuficiencia en los programas para la prevención de adicciones y de
desintoxicación voluntaria (CNDH, 2017: 25).
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En San Francisco Kobén, la CNDH en materia de reinserción social del
interno, considera que hay Deficiente integración del expediente técnico-
jurídico, clasificación entre procesados y sentenciados, y actividades
laborales y de capacitación (CNDH, 2017: 25).
Ahora bien, en términos generales los principales delitos del fuero común
cometidos por las personas ingresadas a los centros penitenciarios del Estado de
Campeche son los siguientes:
Homicidio
Robo simple
Lesiones
Posesión simple de narcóticos
Incumplimiento de obligaciones familiares
Violencia familiar
Robo a casa habitación
Robo de vehículo
Robo a negocio
Posesión de narcóticos con fines de comercio o suministro
Violación sexual
“Un robo por un monto mayor a 400 salarios mínimos podría ser castigado con una pena
en prisión de mayor tiempo que un homicidio doloso simple. En el primer caso, las penas van
de cinco a 13 años de cárcel y el homicidio recibe penas entre ocho a 20 años (Solís et al. ,
2013: 24)”.
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reincidencia delictiva. La información acerca del Estado de Campeche surge de la
información con que cuenta la autora de esta investigación como jueza penal de
dicha región, afirmándose que éstos ni siquiera son centros de reinserción ni de
readaptación. Con lo cual, en lo particular de dicho Estado, el sujeto sale de un
proceso penal más corrompido de lo que ingresó.
La realidad es que los sujetos entran a uno de estos centros de readaptación,
pero el tema es que los mismos no cuentan con programas psicológicos que les
brinde a los sujetos un buen proceso de readaptación a la sociedad. Entonces,
cuando éstos salen de la prisión, salen más criminales que cuando ingresaron al
centro penitenciario.
Claramente esta situación no es reciente ni tampoco casual, tiene sus raíces en
cómo se maneja el Gobierno del Estado de Campeche, ya que, a pesar de que
algunas de las Universidades y Asociaciones no Gubernamentales han querido
ingresar al penal para ofrecer programas de reinserción, el Gobierno tiene sus
estatutos un tanto ortodoxos y no lo permite.
Por lo tanto, de acuerdo a la dimensión que tendrá el trabajo de investigación,
surgen entonces las siguientes preguntas de investigación: ¿En qué medida el
Sistema Penitenciario del Estado de Campeche cumple con implementar un
programa de reinserción social? ¿Cuán importante es la participación de
Universidades e Instituciones no Gubernamentales en una red de apoyo que
contribuya a reinsertar social y laboralmente a los reclusos de ambos
establecimientos carcelarios de esta región de México?
1.2. OBJETIVOS.
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Indagar en qué medida el Sistema Penitenciario del Estado de
Campeche cumple o no con la implementación de una estrategia de
reinserción social para los reclusos de ambas prisiones localizadas en esta
región de México.
1.3. HIPÓTESIS.
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cada una relacionada de forma directa con los objetivos generales, brindando una
posible solución a las preguntas de investigación que se plantearon en este trabajo.
La primera pregunta formula: ¿En qué medida el Sistema Penitenciario del
Estado de Campeche cumple con implementar un programa de reinserción social?
A lo que se propone la siguiente hipótesis: “El no cumplimiento de una estrategia de
reinserción social hace que un alto índice de los presos del Estado de Campeche
reincidan en el delito”. La comprobación o refutación de este planteamiento se ve
desarrollado a partir de la información recolectada en el marco teórico con datos de
los CERESOS, como así también a partir de la información recolectada de las
fuentes primarias que participan de este trabajo.
Por otro lado, la segunda pregunta de investigación formula: ¿Cuán importante
es la participación de Universidades e Instituciones no Gubernamentales en una red
de apoyo que contribuya a reinsertar social y laboralmente a los reclusos de ambos
establecimientos carcelarios de esta región de México? A lo que la segunda
hipótesis de trabajo manifiesta: “La implementación de una red de apoyo de re-
inserción social, a partir de la colaboración de Universidades y demás Instituciones
no Gubernamentales, contribuye a la rehabilitación y reeducación de los reclusos
del Estado de Campeche, motivándolos en su desempeño personal”. En el marco
teórico (antecedentes del tema) se ponen de manifiesto estudios preexistentes
sobre la importancia de la aplicación de programas de reinserción social en
prisiones, como así también la relevancia que tiene que las personas privadas de
su libertad reciban apoyo social para su reeducación y rehabilitación en la sociedad.
Asimismo, se realizó un trabajo de campo relevante que permitió el acceso a los
informantes clave sobre este tema.
Ambas hipótesis guardan relación en cuanto a que responden a las preguntas
sobre la importancia de implementar programas de reinserción social por medio de
instituciones no gubernamentales. En este sentido, se destaca que en el presente
trabajo tanto el marco teórico como el marco metodológico se nutrió de información
relevante que permita incorporar datos concretos sobre la realidad de los CERESOS
en el Estado de Campeche y el papel de Universidades y demás ONG para educar
a los presos en cuanto a un cambio de rumbo que les permita reinsertarse en la
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sociedad. Por eso, desde el marco teórico se plantea la importancia de la educación
en las prisiones, como la única herramienta posible para recuperar a quienes están
privados de su libertad.
1.4. JUSTIFICACIÓN.
El tema que nos ocupa es un caso real y actual. A partir de ahí, la justificación de
este estudio radica en la necesidad de realizar un trabajo de investigación que nos
permita determinar la medida en que hoy en día los centros penitenciarios del
Estado de Campeche, implementan un programa de reinserción social para los
reclusos de ambas prisiones de esta región de México. Porque si bien, la autora de
esta investigación tiene conocimiento de las falencias del Sistema Penitenciario de
este Estado particularmente a partir del modelo ortodoxo del Gobierno mexicano; la
idea es plantear una investigación científica con base de registros secundarios y
fuentes primarias, que nos permitan acceder a la realidad del interior de las cárceles
involucrándonos a través de un trabajo de campo, con los actores sociales
relevantes para el fundamento de este estudio, por su carácter de informantes clave.
Por otra parte, sabiendo que las Universidades e Instituciones no
Gubernamentales están abiertas y dispuestas a desarrollar una red de contención
para los presos en base a la elaboración un programa de reinserción social, nos
proponemos conocer la importancia que tendría para la reeducación y rehabilitación
de los presos, la implementación de esta red de apoyo desarrollada por entidades
no gubernamentales dentro de los establecimientos penitenciarios.
Por lo expuesto entonces, este trabajo no sólo se justifica desde lo relevante a
nivel académico, sino también desde el aporte que puede brindar para futuras
investigaciones y, principalmente, para que el gobierno se involucre e invite a
Universidades y Asociaciones Civiles y demás Organismos no Gubernamentales a
prestar servicios de reinserción social: que son proyectos de trabajo para que
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cuando estas personas regresen a la libertad, puedan encausar su vida social y
laboralmente; ya que estas entidades están dispuestas a hacer una labor altruista
al brindar programas de reinserción social dentro de toda la población que existe en
los CERESOS.
Recordemos que en el Estado de Campeche, de acuerdo a datos recogidos por
UNODC (2012), existe una tasa elevada de reincidencia delictiva y, por
consecuencia, sobrepoblación carcelaria.
Otro informe más reciente de carácter comparativo (2017) da cuenta que el
Estado de Campeche tiene cárceles en peores condiciones que Yucatán, sobre todo
por problemas de higiene y seguridad, y deficiencias en la alimentación de los
internos, de acuerdo a los resultados expuestos por el Diagnóstico Nacional de
Supervisión Penitenciaria (DNSP) de la Comisión Nacional de Derechos Humanos,
correspondiente al año 2016.
Por lo cual, si a partir del trabajo de investigación las autoridades
gubernamentales mejoran o implementan un programa efectivo de reinserción
social, esto contribuiría a que muchos presos, cuando salgan libres, puedan ser
útiles dentro de alguna empresa en el Estado de Campeche; y por lo tanto,
gradualmente se reduciría el alto índice de delincuentes que reinciden en el delito,
sumando otro problema que existe en este Estado: que las cárceles (como vimos
en el apartado de “Planteamiento del problema”) tienen más presos que capacidad
de espacio.
Por lo tanto, teniendo en cuenta que en esta región de México no hay o bien no
se implementa correctamente este programa, las empresas no se dan la
oportunidad de contratar a personas que han estado en el penal, ya que dadas las
circunstancias nadie desea contratar a un ex convicto, y la consecuencia es que
como no reciben un buen programa de reinserción social no saben ni cómo
encauzarlos.
La idea del trabajo entonces es que las autoridades gubernamentales pueden
comprender a través del trabajo de campo realizado más el aporte teórico, que las
cárceles pueden transformarse siempre que haya liderazgo y proyecto para hacerlo.
Con lo cual, es fundamental contar con determinación y convicción y, por supuesto,
20
una buena comprensión del problema para que la actual administración se meta de
lleno en el tema y cambie de paradigma en materia de seguridad y justicia, en vez
de mirar hacia otro lado.
Gráfico N°1: Los dos Centros de Reinserción Social del Estado de Campeche (2016)
Fuente: CNDH México (2016), Diagnóstico Nacional de Supervisión Penitenciaria, México, p. 52.
Hay que tener en cuenta que, en la calificación nacional de CERESO, si se tiene
en cuenta los últimos dos periodos evaluados, la puntuación ha descendido de 6.36
en 2011 hasta los 5.93 en 2015, aunque bien vale aclarar que el descenso no fue
demasiado significativo.
La relevancia para este trabajo de investigación sobre el DNSP (2016), se
fundamenta en que, entre los temas indagados, se encuentra una apropiada
atención al "Rubro Reinserción Social del Interno", evaluando los siguientes ítems:
- Clasificación entre procesados y sentenciados.
- Actividades laborales y capacitación.
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De acuerdo a este informe, de los dos centros ubicados en el Estado de
Campeche, el que mejor condiciones de reinserción social presenta es el Centro de
Reinserción Social de Ciudad del Carmen, ya que del Centro de Reinserción Social
de San Francisco Kobén, el estudio llevado a cabo por CNDH México (2015:25)
encontró las siguientes observaciones en el Rubro Reinserción Social:
- Deficiente integración del expediente técnico-jurídico de cada interno.
- Clasificación entre procesados y sentenciados.
- Actividades laborales y capacitación.
- Actividades educativas.
- Actividades deportivas.
Al respecto del análisis del Rubro Reinserción Social, UNODC advierte que
invertir en reinserción social contribuye a reducir el número de personas que vuelven
a delinquir, por lo tanto, disminuye el número de víctimas así como incrementa la
seguridad en la comunidad (INEGI, 2017:53). Asimismo, cuando la reintegración de
los delincuentes es exitosa, se reduce también el número de criminales que
aparecen de nuevo en los tribunales judiciales, o vuelven a la cárcel y así aumentan
la sobrepoblación carcelaria. Por el contrario, se entiende que los beneficios de este
tipo de intervenciones inciden no solo en el incremento de la seguridad, sino también
ayudan en la reducción del costo del Sistema Penitenciario de México.
Por lo anterior, se destaca que el mandato constitucional de México menciona
que el propósito de la pena privativa de la libertad de una persona es la reinserción
social mediante el trabajo, la capacitación para sí mismo, la educación, la salud, la
actividad física y el respeto a los derechos humanos. En esta misma línea, la Ley
Nacional de Ejecución Penal (2017) regula, mediante el Título Tercero, las bases
de la reinserción social que deben considerarse en el Plan de Actividades diseñado
para los reclusos. Es decir, en la normativa mencionada se define que los deportes
tienen la finalidad de ofrecer esparcimiento y ocupación al encarcelado. En cuanto
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a la educación, dicha ley destaca que su impartición debe ser Gratuita, laica, y en
caso de ser indígena, educación bilingüe (Artículo 83); como así también que las
personas internas podrán obtener grados académicos.
Ahora bien, de acuerdo con las normas legales, las cárceles realizan actividades
y talleres orientados a la población que está privada de su libertad. En este sentido,
algunos datos recientes recogidos de la INEGI (2017) dan cuenta que durante el
2016, 9 de cada 10 establecimientos penitenciarios brindaron actividades relativas
a la recreación, y que el 81% de éstos ofrecieron acondicionamiento físico.
En cambio, si analizamos aquellas actividades vinculadas con la certificación de
habilidades laborales, es necesario mencionar que se trató de las que en menor
cantidad de centros se impartieron a las reclusos: 116 de los 267 (43%) centros
penitenciarios estatales mencionaron que ofrecieron certificación de habilidades
laborales, y en menor grado, 33%, implementaron campañas de empleo (INEGI,
2017:54). Cabe destacar que dicha deficiencia bien puede repercutir en una mejor
reinserción laboral cuando se encuentren en libertad. A continuación, se presenta
gráficamente el porcentaje de actividades que se realizan en el total de los centros
penitenciarios de México.
Gráfica N°2: Porcentaje de centros penitenciarios estatales con actividades y/o talleres impartidos
a la población reclusa, por tipo de actividad (2016)
24
Fuente: INEGI (2017), Cifras calculadas con base en datos obtenidos del Censo Nacional de
Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales, p. 54.
25
Fuente: INEGI (2017), Cifras calculadas con base en datos obtenidos del Censo Nacional de
Gobierno, Seguridad Pública y Sistema Penitenciario Estatales 2012 a 2017, México, p. 55.
Hay que decir que el trabajo dentro de las cárceles Tiene como propósito
prepararlas para su integración o reintegración al mercado laboral una vez obtenida
su libertad (Barrios, 2017:55). Por ley, de acuerdo al artículo 91 de la Ley Nacional
de Ejecución Penal (2017), las modalidades existentes son:
i) Autoempleo;
ii) Actividades productivas no remuneradas para fines del sistema de reinserción;
iii) Actividades productivas realizadas a cuenta de terceros (Barrios, 2017:55).
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contra la dignidad del individuo. Empero, para lograr este objetivo una de las
condiciones elementales es contar con la infraestructura adecuada que permita dar
actividades dirigidas a la reinserción social.
Por lo tanto, según el informe editado por Barrios (2017), aún quedan desafíos
por desasnar en cuanto al tema de la reinserción social, ya que si bien las cárceles
brindan espacios y actividades orientadas a la reinserción social, esto no garantiza
una adecuada reincorporación a la comunidad.
En este sentido, algunas investigaciones sobre el Sistema Penitenciario de
México afirman que mantener un trabajo legítimo puede ayudar a disminuir las
posibilidades de reincidencia de los ex reclusos. Pero según explican Visher, Debus
y Yahner (2008; citados por Barrios, 2017:56), La estancia en la cárcel lo dificulta
porque mientras viven en los centros penitenciarios pierden habilidades laborales y
tienen pocas oportunidades de ganar experiencia útil para el trabajo.
Por lo tanto, debido a las dificultades vinculadas a que los sujetos privados de su
libertad se reintegren, las estrategias de reinserción social deben tener en cuenta
Los factores de riesgo de cada individuo e incorporar medidas dirigidas al problema
de reincidencia, afirma Barrios (2017:57); y agrega que Una estrategia completa
debe tomar en cuenta que la seguridad pública es afectada por crímenes cometidos
por personas que ya han enfrentado sanciones penales pero no han desistido del
crimen (Barrios, 2017:57). Por lo tanto, no es un dato menor analizar la tasa de
reincidencia para medir la efectividad de la reinserción social:
Entre el año 2014 y 2016, las cárceles estatales de México registraron un
promedio de 15% de tasa de reincidencia (artículo 107); en tanto, caso el 10% de
los delitos fueron por reingresos. Asimismo, otro dato relevante es que, del total de
sujetos que ingresaron a los centros penitenciarios en 2016, casi una cuarta parte,
23%, ya tenía antecedentes penales, cifra que se redujo en un 4% respecto del año
2015 (27%).
Por lo tanto, si bien entre el 2015 y 2016 la tasa de reincidencia de personas con
antecedentes penales se redujo en un 4%, se destaca que la reinserción social
todavía presenta desafíos:
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“Uno de ellos es el seguimiento y ayuda posterior a la liberación (…). Otro de los retos para
alcanzar los fines de la reinserción social consiste en reconocer que la población reclusa tiene
derechos humanos que deben ser respetados durante su estancia en prisión (Barrios,
2017:60)”.
Patricia Cerda Pérez, José Alvarado Pérez y Emma Cerda Pérez realizaron una
investigación bajo el esquema exploratorio-pros-pectivo-transversal-descriptivo y de
carácter no experimental -en base a una guía de trabajo para el desarrollo de la
misma-; sobre la reinserción y readaptación social en uno de los estados mexicanos.
Puntualmente, tomaron para el estudio los CERESO del Estado de Nuevo León,
México; donde los internos de los penales son mayormente hombres -casados o
con pareja-, y están presos por delitos comunes, con ocho años promedio de prisión.
Durante su privación de la libertad reciben capacitación y educación, aunque esto
no significa una mejora económica a su salida.
Para el estudio, los autores del artículo analizaron casi 350 casos referentes a
igual número de sujetos preliberados entre el período 2012 y 2013. Los documentos
fueron otorgados por la institución “Promoción de Paz”: organización civil que
trabaja hace más de dos décadas con los presos y sus familiares.
De acuerdo a los resultados hallados, de los participantes del estudio casi el 13%
había ingresado a los penales sin educación alguna; empero, luego de algunos años
de reclusión, dicha cifra se logra reducir al 7%. Tales cifras nos indican que si se
tiene un trabajo por parte del Estado para la preparación educativa de los internos,
entienden Cerda Pérez y otros (2016:345); no obstante, asimismo aseveran que
Dichos avances resultan incipientes si se considera que conforme la ley, la
educación de los mexicanos debe incluir en su ámbito obligatorio niveles de
primaria, secundaria y preparatoria (Cerda Pérez y otros, 2016:345).
28
La importancia a la educación que le otorgan los autores de este trabajo puede
traducirse también en los distintos aspectos que tienen en cuenta como, por
ejemplo, que el 85% de los candidatos a la pre-liberación tenían a cuesta un solo
delito cometido. Esto da cuenta que, la falta de educación en esta población
posiblemente haya sido un factor que incidiera a realizar la mala acción. Incluso,
observamos que los autores del artículo destacan como principal delito en esta
población, el robo en el 57% de la muestra.
Cerda Pérez y otros (2016) llegan a la conclusión que los programas de
reinserción social propuestos en el Estado de Nuevo León deben ser examinados
de forma permanente, siendo que, para los autores de este artículo
“Se corre siempre el riesgo de pasar de una reclusión de Estado que busca reincorporar a
los individuos a su familia y la sociedad, a una reclusión, basada sólo en la exclusión de
aquellas personas que sea por delitos comunes y simples, o por otros más graves, no tengan
la capacidad de renovarse positivamente como personas (Cerda Pérez y otros, 2016:368)”.
29
“Organizar programas de educación, salud, capacitación y de empleo remunerado, con
mayor éxito tras la liberación de un interno ya que se tendrían las bases para bajar el delito de
robo que en las actas analizadas significó el de mayor incidencia estadística, con el 57.31%
(Cerda Pérez y otros, 2016:369)”.
“Desde el año 1992, desarrolló una metodología propia de trabajo en la prisión orientado
hacia la reeducación y reinserción social de las personas internas, y se ha convertido en un
modelo alternativo de prisión orientado hacia la función de reeducación que la Constitución le
atribuye (Menéndez Vega y García Gutiérrez, 2018:110)”.
El objetivo del trabajo fue conocer cuáles son las características personales que
se asocian con la consecución de la alta terapéutica; en otras palabras, de qué
depende el éxito en el programa y, por ende, con su reinserción social y abandono
del consumo de drogas.
30
A partir de los resultados hallados, las autoras de esta investigación dieron cuenta
de lo siguiente:
“El grado de avance en el proceso de deterioro personal y social que supone la adicción,
así como los factores de resiliencia vividos en la historia personal y los lazos afectivos que se
proyectan hacia el futuro constituyen elementos relevantes para abordar con éxito un
programa de superación de la adicción (Menéndez Vega y García Gutiérrez, 2018:107)”.
31
2.2.1. Definición de reinserción social
32
La mayoría de los presos enfrentan importantes problemas de adaptación
social tras cumplir su condena, que pueden incluir cuestiones como el estigma de
haber estado en la cárcel, y recibir el ostracismo de la familia y la comunidad, con
el consiguiente impacto negativo en su capacidad para encontrar trabajo o vivienda,
regresar a la educación formal o construir (o reconstruir) el capital individual y social.
A menos que reciban ayuda para enfrentar estos problemas, corren el riesgo de
verse atrapados en un círculo vicioso de integración social fallida, reincidencia, y
rechazo social (Pérez Correa, 2013).
La rehabilitación de los delincuentes y su reintegración social exitosa en la
sociedad deben ser, por lo tanto, uno de los objetivos básicos del proceso penal de
una persona dentro del sistemas de justicia. Las convenciones internacionales de
derechos humanos legalmente vinculantes, así como las normas de las Naciones
Unidas -en materia de prevención del delito y justicia penal-, reconocen claramente
este punto y destacan la importancia de las intervenciones para apoyar la
reintegración social de los delincuentes como un medio para prevenir nuevos
delitos, protegiendo de este modo a la sociedad.
Por ejemplo, las Reglas mínimas de las Naciones Unidas para el tratamiento
de los reclusos (Reglas Nelson Mandela, 2016), marcan el conjunto más importante
y reciente de normas internacionales sobre lo que generalmente se acepta como
buenos principios y prácticas en el tratamiento de los reclusos y la administración
penitenciaria, y establecen claramente que la provisión de programas significativos
de rehabilitación en las cárceles es crucial para lograr los propósitos finales de una
sentencia de prisión, a saber, reducir la reincidencia y mejorar la seguridad pública.
Estas reglas también hacen hincapié en que las administraciones penitenciarias y
otras autoridades competentes deben ofrecer educación, formación profesional,
trabajo, tratamiento y demás formas de asistencia, en línea con las necesidades de
tratamiento individual de los delincuentes, en pos de apoyar la reintegración social
de los presos en la sociedad (Reglas Nelson Mandela, 2016).
Se puede decir entonces, que el objetivo principal de los programas de
reinserción social es proporcionarles a los presos la asistencia y la supervisión que
33
puedan necesitar para que desistan del delito; a fin de que puedan reintegrarse con
éxito en la comunidad y evitar así una recaída en el comportamiento delictivo.
En términos generales, existen tres categorías principales de programas de
reintegración social: (a) programas de rehabilitación ejecutados en la prisión; (b)
programas de reintegración y asistencia posterior a la situación de cárcel; y (c)
programas comunitarios; según describen Ordaz y Cunjama (2010). No obstante,
los límites entre estas categorías no siempre son claros: algunas intervenciones
posteriores a la liberación, de hecho, comienzan mientras los presos aún están
encarcelados, y dichas intervenciones están dirigidas a facilitar su ajuste posterior
a la libertad del preso, señalan los autores (Ordaz y Cunjama, 2010).
La asistencia de reingreso generalmente ocurre al final de un período de
encarcelamiento, pero también puede ocurrir antes como parte de un programa de
libertad condicional, con o sin supervisión formal. Por ejemplo, la Asociación de
Jefes de Libertad Condicional del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
postuló que la definición de "programas de reasentamiento" (un término diferente
para las intervenciones de reintegración social) debe entenderse como un proceso
sistemático que se basa en evidencias, mediante el cual se toman medidas para
trabajar con el delincuente, bajo custodia y en libertad, para que las comunidades
estén mejor protegidas contra daños y se reduzca significativamente la reincidencia.
Estos programas abarcan la totalidad del trabajo con los reclusos, sus familias y
otras personas importantes en asociación con organizaciones legales y voluntarias
(Birkbeck, 2011).
Las intervenciones de reintegración social pueden llevarse a cabo en varias
etapas del proceso de justicia penal e incluso fuera de ese proceso cuando los
presos son desviados a programas y servicios alternativos. Cubren una amplia
gama de servicios e iniciativas implementadas o patrocinadas por el sistema de
justicia penal, a menudo complementadas por esquemas de colaboración con
agencias comunitarias y ONGs.
El conjunto de estas intervenciones se realizan mejor cuando son parte de un
programa integral, diseñado para abordar los problemas y desafíos específicos de
un preso individual. Ahora bien, es más probable que se generen resultados
34
positivos de reintegración cuando se enfrentan los factores que predisponen a los
presos a comportamientos delictivos, abordando sus necesidades físicas y sociales
de manera continua y holística, tanto durante como después del encarcelamiento.
Por esa razón, es importante enfatizar las intervenciones integrales, basadas
en la continuidad de la atención, y proporcionar una asistencia constante a los
presos dentro y fuera del entorno penitenciario. La preparación para el reingreso en
la sociedad, por ejemplo, debe comenzar antes de que se libere a un preso y no ya
en su condición de libertad. Después de la liberación, las intervenciones deben
facilitar una transición sin problemas de la prisión a la comunidad, reforzar los logros
alcanzados en la prisión a través del tratamiento y los programas educativos, y
continuar hasta que la reintegración se complete exitosamente (Liebling, 2011).
Desafortunadamente, este enfoque de "atención integral" (es decir, un sistema de
todo el sistema) rara vez está disponible para la mayoría de los presos. En los
países de ingresos bajos y medios, en particular, la situación del preso puede verse
agravada por la pobreza, el estigma y la exclusión social, así como el acceso
esporádico a cualquier tipo de atención médica, educación o asistencia social. En
tales casos, el encarcelamiento solo agrava los problemas con los que se enfrenta
la persona privada de su libertad.
En lo que hace al aspecto monetario-presupuestario, las inversiones solo en
el sistema carcelario, sin un complemento con los servicios posteriores a la
liberación, a menudo son insuficientes para abordar esta situación y producir una
reducción significativa de la reincidencia (Zepeda Lecuona, 2013). A pesar de la
importancia de los programas de rehabilitación basados en la prisión, se debe tener
en cuenta que muchas de las intervenciones dirigidas a fomentar la rehabilitación y
la reintegración social de un preso pueden realizarse de manera más eficaz en la
comunidad. Los individuos que están encarcelados por períodos más largos tienen
más probabilidades de asociarse con elementos criminales, identificarse con
valores criminales, experimentar un mayor deterioro en sus relaciones familiares y
sociales, y encontrar mayores dificultades cuando regresan a la comunidad. Sin
embargo, para quienes están encarcelados, Sparks (2006) sostiene que el período
35
de prisión debe usarse para apoyar, en la medida de lo posible, su reintegración en
la sociedad.
36
intervención integral e individualizado. De esa manera, los programas pueden
enfocarse en los factores de riesgo dinámicos y otros desafíos que enfrentan los
delincuentes para prepararlos para su liberación y reinserción social exitosa. Es
importante que los programas puedan diseñarse según corresponda las
necesidades específicas y especiales de los reclusos.
37
Enfermedades mentales, drogodependencias, problemas dentales, enfermedades
de la piel y enfermedades transmisibles, son problemas de salud frecuentes entre
los reclusos. Al mismo tiempo, es posible que algunos delincuentes ya hayan estado
bajo tratamiento por una enfermedad en la comunidad o en prisión, y la continuidad
de su tratamiento al momento de la admisión o la liberación es esencial para la salud
del delincuente y para la prisión y la salud pública.
Es necesario entonces que las cárceles satisfagan las necesidades de salud de
los reclusos ya que tendrá influencia en la reintegración exitosa del recluso en la
comunidad, y también en pos de prevenir la propagación de enfermedades
transmisibles contraídas en las cárceles a la comunidad (Bourdeau, 2011). Es así
que el servicio de atención médica de la prisión debe organizarse en estrecha
relación con el servicio público de atención de la salud. Además, los servicios de
salud no deben limitarse a la atención curativa, sino que deben abarcar la
prevención, la promoción de la salud, la salud reproductiva, la salud materno-infantil
y la salud paliativa.
Programas motivacionales.
Esta clase de programas se centran en cambiar las actitudes y el comportamiento
de los presos motivándolos a cambiar su proceso cognitivo o abordar sus
emociones, proporcionando buenos modelos a seguir. Los objetivos de esos
programas generalmente se definen en términos de desistimiento del delito y
adaptación social previa (McGuire, 1995).
El reclutamiento, la asistencia y el cumplimiento de cualquier programa carcelario
suelen ser problemáticos, en particular en el caso de delincuentes con poca
motivación para cambiar su comportamiento o estilo de vida. El encarcelamiento por
sí solo no es suficiente para motivar a un delincuente a cambiar y desistir del delito.
De hecho, debería ser bastante obvio que las personas no responden positivamente
a ser avergonzadas, coaccionadas, reprendidas o privadas de su elección
(McGuire, 1995).
38
No se puede esperar que los presos respondan de manera diferente y eviten el
resentimiento, la resistencia y las respuestas de confrontación. La pregunta es cómo
se puede motivar a los delincuentes para que cambien y participen
significativamente en los programas que se les ofrecen.
Una pregunta relacionada es si es posible evaluar la motivación de los infractores
o si es posible aumentar su motivación para cambiar. Las medidas válidas de la
motivación de un delincuente, a veces denominadas medidas de “disposición para
cambiar” o “disponibilidad” para participar en un programa útil", todavía son raros. A
veces se deja que los consejeros utilicen sus propias habilidades profesionales para
evaluar la voluntad de los presos de participar en programas de tratamiento o sus
habilidades interpersonales y la capacidad de establecer relaciones de confianza
con aquellos que intentan ayudarlos. También existe la cuestión de si la motivación
de los presos para cambiar es un requisito previo para una intervención exitosa y si
el tratamiento puede imponerse y seguir siendo efectivo en la ausencia (inicial) de
tal motivación.
Las intervenciones de tratamiento pueden inspirar a los presos a cambiar, y
apoyarlos a reducir la ambivalencia de su libertad, o a mejorar la autoestima y la
confianza en sí mismo. La baja confianza en sí mismo puede impedir la esperanza
y fuerza necesaria para el cambio (Pérez Correa, 2013). Las personas que están
motivadas para cambiar pueden resistir el cambio cuando no creen que sean
capaces de cambiar. En ocasiones, las intervenciones son necesarias para
aumentar su confianza en su capacidad para llevar a cabo una tarea específica
(autoeficacia). Finalmente, las intervenciones para ayudar a los delincuentes a
enfrentar su propia incapacidad de tolerar los sentimientos asociados con el cambio
(angustia, vulnerabilidad interpersonal, miedo a lo desconocido, miedo al fracaso,
etc.) pueden ser útiles (Pérez Correa, 2013).
Educación.
La reintegración social es más difícil para aquellas personas con bajos niveles de
educación y habilidades básicas. La educación y la capacitación de los reclusos
39
ayudan a reducir los costos sociales de la delincuencia y apoya la rehabilitación de
los reclusos y su reinserción en la sociedad (Córdova Sánchez, 2016). Para abordar
una preocupación práctica y muy importante, las Reglas de Nelson Mandela (2016)
recomiendan la integración de la educación de los reclusos con el sistema educativo
del país, para que los reclusos puedan optar por continuar su educación sin
dificultad después de su liberación. Se expresa lo siguiente al respecto en la regla
104:
“1. Se tomarán medidas para continuar la educación de todos los reclusos que puedan
beneficiarse de ello, incluida la instrucción religiosa en los países donde sea posible. La
educación de los presos analfabetos y de los presos jóvenes será obligatoria y la
administración de la prisión le prestará especial atención.
2. En la medida de lo posible, la educación de los reclusos se integrará con el sistema
educativo del país para que después de su liberación puedan continuar su educación sin
dificultad” (Reglas Nelson Mandela, 2016:72).
41
Una serie de factores vinculados con el abandono del delito se asocian con la
adquisición de nuevas habilidades, el empleo a tiempo completo o una actividad
importante para la vida. Los cambios en las circunstancias familiares y laborales son
factores clave en la contabilidad del desistimiento. Sin embargo, si bien parece
plausible que el desistimiento sea menos probable cuando aumentan las
circunstancias sociales problemáticas, la relación causal entre estos factores y la
ausencia de comportamiento delictivos son difíciles de especificar.
Los programas basados en la teoría del desistimiento enfatizan el cambio a largo
plazo sobre el control a corto plazo, reconociendo que es improbable que el
progreso sea directo o continuo. La atención se centra en ayudar a los presos a
verse a sí mismos desde una perspectiva nueva y más positiva, con esperanza para
el futuro. El enfoque asume que la reintegración social exitosa de una persona
privada de su libertad se basa en una combinación de motivación y capital humano
y social. El "capital humano" se refiere en parte a la capacidad de la persona para
hacer cambios y lograr metas. El “capital social” incluye factores como el empleo, y
el apoyo de la familia u otras relaciones.
La prevención de la reincidencia requiere que se reintegren con éxito en la
sociedad. Algunos factores de riesgo son dinámicos, lo que significa que son
susceptibles de cambiar, mientras que otros factores de riesgo no cambian con el
tiempo. Los factores de riesgo dinámicos, por otro lado, pueden abordarse a través
de los medios de comunicación dentro del sistema de justicia penal. Los programas
se relacionan según los factores de riesgo y el tipo de tareas de reintegración social.
Muchos programas se enfocan en las tareas que se aplican a los presos, como un
bajo nivel educativo, desempleo o uso de drogas. La mayoría de los presos se
convierten en una serie de desafíos sociales, económicos y personales (Andrews y
Bonta, 2010).
Los presos pueden tener un historial de aislamiento y marginación social, abuso
físico o emocional, empleo deficiente o desempleo, y participación en un estilo de
vida criminal que comienza a una edad temprana. Las personas privadas de su
libertad también pueden infringir la ley por problemas relacionados a
42
discapacidades físicas y mentales, o problemas de salud, como también problemas
relacionados con el abuso de sustancias y la adicción a las drogas. Muchas
personas que delinquen presentan serios déficits de habilidades que dificultan la
competencia y el éxito en la comunidad: habilidades interpersonales deficientes,
bajos niveles de educación formal, analfabetismo o ignorancia, mal funcionamiento
cognitivo o emocional, o falta de planificación y gestión financiera.
Los programas institucionales y basados en la comunidad pueden abordar dichos
factores de riesgo dinámicos al centrarse en la motivación, la educación, el
desarrollo de habilidades, el empleo, el alojamiento, las relaciones interpersonales,
el tratamiento de drogas y alcohol, la atención de salud mental y las intervenciones
cognitivo-conductuales.
43
departamento fue creado para diseñar e implementar estrategias orientadas a
apoyar los esfuerzos de los estados miembros para afrontar las amenazas –
tradicionales y nuevas- a la seguridad pública, en el marco del respeto a los
derechos humanos.
De acuerdo a la Organización de Estados Americanos (2013), el DSP pone en
funcionamiento diversos mecanismos de evaluación, promoción y gestión dirigidos
a fortalecer la capacidad institucional de los países de la región, con los cuales
coopera en las siguientes áreas: legislación, aplicación de las leyes, prevención,
atención a las víctimas y reintegración a la sociedad de los infractores de la ley.
Ahora bien, tomando en cuenta la óptica del Instituto Universitario de la
Gendarmería Nacional Argentina (2013), la seguridad constituye una particular
condición, que se caracteriza por la certidumbre que cada individuo siente respecto
de sus derechos como así también del sentimiento de tranquilidad individual y
colectiva, todo lo cual se constituye como una condición previa para el desarrollo
armónico de la sociedad. Asimismo es importante observar que el concepto de
seguridad debe considerarse como un medio y no como en fin en sí mismo. Además
debe observarse como condición fundamental para garantizar la plena vigencia de
los valores de los individuos y la sociedad.
Por lo expuesto, es que el concepto de seguridad ha alcanzado un significado
más abarcativo en el último tiempo. Hoy, la multi-dimensionalidad del concepto
seguridad no sólo contempla las amenazas tradicionales, sino también las nuevas
amenazas, que incluyen aspectos políticos, económicos, sociales, de salud y
ambientales, presentes en nuestro país y en diversas regiones del continente.
La Organización de Estados Americanos (OEA) y la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) expresan en sus declaraciones el derecho soberano de
cada Estado a identificar sus propias prioridades de seguridad y definir planes de
acción, estrategias enmarcadas dentro de una política nacional que contribuya a la
defensa de la seguridad. En este sentido, se considera como tarea imperante
trabajar para consolidar la paz, alcanzar un desarrollo integral de la justicia social
basada en valores democráticos, promover la solidaridad, la cooperación y el
respeto por la soberanía, y sobre todo velar por el respeto, la promoción y la defensa
44
de los derechos humanos. (Instituto Universitario de la Gendarmería Nacional
Argentina, 2013)
La seguridad pública se definirá entonces como:
"La situación política y social en la que las personas tienen legal y efectivamente
garantizado el goce pleno de sus derechos -considerados éstos no solamente como principios
o garantías formales sino también prácticas sociales - a defender y a ser protegidos en su
vida, su libertad, su integridad y bienestar personal, su honor, su propiedad, su igualdad de
oportunidades y su efectiva participación oportunidades y su efectiva participación en la
organización política, económica y social, así como en su igualdad ante la ley y su
independencia ante los poderes del Estado, y a obtener el pleno resguardo de la totalidad de
los derechos y garantías emanadas del Estado de derecho… (Instituto Universitario de la
Gendarmería nacional Argentina, 2013: s/n)”.
“El conjunto de lazos diádicos entre una serie de nodos; el intercambio se refiere a los
recursos que fluyen a través del sistema; y el apoyo social es el resultado de este proceso de
intercambio que se traduce en las dimensiones de apoyo emocional o afectivo, ayuda material
y financiera, asistencia física, información y contactos sociales positivos. La red es un sistema
de interacciones cooperativas recurrentes (Martínez, 2006, citado por Arellano Pinochet,
2009:24)”.
Por lo tanto, Martínez (2006) propone las siguientes definiciones de RSF y RSA:
“La Red Social Focal (RSF), o red ‘egocéntrica’, es un sistema de conversación – acción
que se estructura en torno a un sujeto - foco que puede ser una persona, una pareja, una
institución u organización. Constituye el eco-mapa de ese sujeto – foco. La Red Social Abierta
(RSA), o red ‘socio-céntrica’, no se estructura en torno a un sujeto - foco, posee en cambio un
sujeto acción más amplio y flexible de articulaciones multidimensionales entre instituciones,
grupos y actores individuales” (Martínez, 2006:66).
46
el apoyo social, se destaca que tanto en la RSA como en la RSF, lo que circula es
el apoyo social. Empero, lo que rescatamos de la RSA es la circulación socio-
céntrica del apoyo en vez de la circulación egocéntrica del mismo, ya que el foco
está puesto en el intercambio recíproco.
47
Las Redes Locales Institucionales se refieren a organizaciones formales que se
encuentran en el territorio de la comunidad y se vinculan en términos generales con
los siguientes temas: educación, salud, seguridad, recreación, espiritualidad,
etcétera. Se trata de instituciones que en la práctica han ido adquiriendo experiencia
en materia de relación con la comunidad y por lo tanto se constituyen en referentes
significativos para ésta, asevera Arellano Pinochet (2009:25).
48
Fuente: Martínez Ravanal (2006), El enfoque comunitario. Estudio de sus modelos de base,
Santiago de Chile: Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile, p. 67.
A partir del gráfico anterior observamos que las flechas unen a la Red Social
Abierta (RSA) y la Red Social Focal (RSF) por un lado, y la Práctica de Red y la
Intervención de Red por el otro; lo cual indica, según Martínez (2006:67) La
interrelación existente entre ambos tipos de redes y estrategias de intervención.
¿Quién lo otorga?
2. Con respecto a la pregunta sobre quién otorga el apoyo social, Veil (1985)
hace una distinción entre dos fuentes de apoyo. Por un lado, menciona a las fuentes
naturales (familia, grupo de pares, grupos primarios, etcétera) que en primer lugar
su función inmediata no es la de brindar apoyo; por otro lado, menciona a las fuentes
institucionales, las cuales están capacitadas para ofrecer apoyo social (servicios
asistenciales, consultorios, etcétera).
3. Por último, en cuanto a cómo se mide el apoyo social, el autor hace referencia
a dos tipos de criterios: por un lado, uno “objetivo” dado por la frecuencia de
contactos, número de amigos, etcétera; y por otro lado, refiere a otro “subjetivo”
dado por estimaciones del nodo - foco con respecto a la cantidad y calidad del apoyo
recibido.
50
2.3. BASES TEÓRICAS.
“Un eslabón sustancial en el proceso de seguridad pública y uno de los más criticados
por el rezago y estado de crisis que en él permanece. La evidencia muestra que elementos
como la sobrepoblación penitenciaria y la reincidencia delictiva continúan siendo prevalentes
en los centros penitenciarios del país (Barrios, 2017:7)”.
51
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos (CPEUM) ha delegado
varias funciones al Sistema Penitenciario de México. Al respecto, el actual artículo
18 de la Constitución indica que la privación de la libertad debe estar orientada a
reinsertar al delincuente en la comunidad. Sin embargo, la UNODC advierte que
este cometido, generalmente no puede lograrse durante el encarcelamiento siendo
que durante el período de prisión se tiende a criminalizar a los sujetos, lo cual sólo
puede incidir en la reincidencia delictiva nuevamente. Por lo tanto, se destaca lo
siguiente:
“Dentro de los penales mexicanos se tenían internados para el año 2000, un total de 41 mil
467 presos del fuero federal y 113 mil 118 internos del común. Tales cifras se elevaron para
el año 2012 en 50 mil 342 personas recluidas por haber cometido delitos del fuero federal y
187 mil 224 por delitos del orden común (Aguayo y Benítez, 2012, citado por Cerda Pérez y
otros, 2016:346)”.
Cabe destacar que los autores del trabajo, Cerda Pérez y otros (2016), han
tomado como referencia el caso de las cárceles de Nuevo León; sin embargo,
manifiestan en su artículo la preocupación por el tema del hacinamiento, ya que
mencionan el hecho de que el grado de saturación de los penales se traduce a todo
el territorio nacional en general. Empero, en el caso de Nuevo León, Es un factor
que impacta directamente a las dinámicas asociadas tanto al control de los internos,
como a los procesos previstos para el logro de su readaptación, aseveraron Cerda
Pérez y otros (2016:346).
Otro aspecto que tienen en cuenta los autores, es que la sobrepoblación
carcelaria trae aparejado infracciones en cuanto a reglas y protocolos de
organización del propio presidio.
54
“La falta de espacio provoca también la pretensión de controles de las áreas por parte de
algunos grupos de internos; el menos-cabo en la calidad de las visitas familiares para los reos
y, por supuesto, merma tanto los deseos como las expectativas de participación de los
reclusos en los propios programas previstos en aras de la reinserción social (Cerda Pérez y
otros, 2016:347)”.
En este sentido, cabe citar lo mencionado por Pámanes (2011) y Christie (1993),
quienes si bien no fueron contemporáneos en la realización de sus textos, en ambos
casos observamos que los autores dan cuenta de cómo la pela contra el delito
transita –necesariamente- por la importancia de una política carcelaria en la cual se
les facilite a los internos tanto los espacios físicos como intelectuales para poder
reintegrarse a la vida social cuando salgan en libertad.
A su vez, referenciando nuevamente a Cerda Pérez y otros (2016), se destaca la
situación que mencionan –en el caso de Nuevo León- con respecto a la falta de
seguimiento y de posibilidad de estudio con que cuentan ex miembros de la
comunidad penitenciaria en este Estado, siendo que observan ciertos Vacíos de
información y conocimiento objetivo sobre las tareas que desde el campo educativo,
laboral y de capacitación, se desarrollan con el apoyo del Estado y de
Organizaciones No Gubernamentales, con internos del fuero común (Cerda Pérez
y otros, 2016:347).
No obstante, la realidad es que si bien se cumple con estas labores de
capacitación y educación, las mismas se realizan en un ámbito adverso propiciado
por la sobrepoblación penitenciaria y las condiciones de violencia que se producen.
Por lo tanto, a efectos de impulsar la reinserción social de los reclusos es preciso
fortalecer la cohesión comunitaria.
55
2.3.3 Reinserción social y seguridad pública.
La tasa de reincidencia delictiva sigue siendo muy alta entre ciertos grupos de
delincuentes. Aunque no se dispone de estadísticas mundiales, los datos de países
individuales confirman que la tasa de reincidencia es alta, a veces superior al 70%
(Mapelli Caffarena, 2006). Muchos delincuentes, incluso después de cumplir varias
penas de prisión, no desisten del delito ni se reintegran en la comunidad. El
encarcelamiento, en sí mismo, es incapaz de abordar los problemas de integración
social de los delincuentes. Incluso, cuando los programas penitenciarios eficaces
han ayudado a los delincuentes a lograr un progreso durante la detención, ese
progreso a menudo se pierde debido a la falta de supervisión y asistencia de
seguimiento después de su liberación. Por lo tanto, las estrategias efectivas de
prevención del delito a nivel local y nacional deben prestar especial atención a la
integración (y reintegración) de los delincuentes en la comunidad (Mapelli
Caffarena, 2006). De hecho, la adopción de las medidas correspondientes es una
de las mejores y más rentables formas de prevenir su reincidencia.
Los costos sociales y económicos de la reintegración fallida de los
delincuentes son una preocupación importante para los responsables políticos de
todo el mundo (Barrón, 2008). Todo delito tiene costos sociales. Además de los
costos de investigación y enjuiciamiento, los costos de los procedimientos legales y
los costos de encarcelamiento, otros “costos sociales” para las víctimas y la
comunidad deben tenerse en cuenta por igual. Si un ex-prisionero no se reintegra
con éxito hay costos directos e indirectos para la comunidad. Si los presos vuelven
a reincidir después de ser liberados, la seguridad de la comunidad se ve
comprometida por el aumento de los delitos. Existen los costos asociados con la
vigilancia policial derivados de estos nuevos delitos, más los costos de administrar
nuevas sanciones. Los costos para la sociedad son mucho menos fáciles de
cuantificar o indirectos, como los que soportan las víctimas de estos delitos, los
relacionados con la pérdida de capacidad económica y comunitaria, o los
relacionados con los ex reclusos que dependen de los servicios sociales en lugar
de contribuir a la sociedad (Barrón, 2008).
56
Además, el hacinamiento en las prisiones es un desafío importante en muchos
países. Aunque el hacinamiento en las cárceles es un problema complejo, no hay
duda de que es atribuible en parte a la gran cantidad de reincidentes que pueblan
las prisiones y para quienes el encarcelamiento ha tenido poco o ningún efecto en
términos de su desistimiento del delito. Una estrategia clave para reducir el número
de personas en prisión es proporcionar programas de rehabilitación efectivos para
los reclusos y apoyar su reintegración social al momento de su liberación (Liebling,
2011). Desafortunadamente, el hacinamiento en las cárceles afecta la capacidad de
las cárceles para ofrecer programas de rehabilitación significativos y tiende a limitar
a los reclusos, con lo cual refuerza el círculo vicioso de la reincidencia y el
hacinamiento carcelario.
El problema de los reincidentes es otra preocupación importante. Una gran
proporción de los que delinquen a menudo atraviesan el sistema penitenciario por
delitos relativamente menores, como los delitos contra la pequeña propiedad, que
cumplen penas de prisión sucesivas y relativamente breves (Leal, 2009). Aunque
tales delitos son de naturaleza menos grave, su impacto en las comunidades, la
seguridad pública y la confianza pública en el sistema de justicia es sustancial. Gran
parte del comportamiento de estos delincuentes puede estar relacionado con el
abuso de sustancias y las adicciones, los trastornos mentales, la falta de habilidades
para el trabajo y otros problemas. Debido a que tienden a cumplir sentencias breves,
su acceso al tratamiento y otros programas durante el encarcelamiento, así como a
los servicios posteriores a la liberación y la supervisión, es bastante limitado y tienen
un alto riesgo de reincidencia (Leal, 2009).
Estas formas del delito no solo constituyen una preocupación real de
seguridad pública, sino que también súper-poblan las cárceles y, por ende, las
oportunidades de integrarse en la sociedad se reducen considerablemente. Por lo
tanto, es importante proporcionar a los presos reincidentes un acceso prioritario a
los programas de reintegración social, incluida la supervisión comunitaria efectiva
en el momento de su puesta en libertad (Cunjama, Cisneros y Ordaz, 2012). En los
países de ingresos bajos y medianos, los encargados de formular políticas a veces
dudan en invertir en programas de reinserción social para delincuentes, en particular
57
cuando dicha asistencia y servicios no están fácilmente disponibles. Sin embargo,
quienes toman las decisiones deben recordar que tales programas son necesarios
no solo por el bien de los delincuentes, sino también por la seguridad pública y, en
última instancia, para el desarrollo socioeconómico de los países.
“(…) es deseable que se tomen los pasos necesarios para garantizar al prisionero un
retorno gradual a la vida en la sociedad. Este objetivo puede lograrse, según sea el caso,
mediante un régimen de liberación anticipado, organizado en la misma prisión o en otra
institución apropiada, o mediante la liberación en el juicio bajo algún tipo de supervisión que
no debe confiarse a la policía pero debe combinarse con ayuda social efectiva (...) (Regla
Nelson Mandela, 2016:25)”.
58
Regla Nelson Mandela número 108:
1. Los servicios y agencias, gubernamentales o de otro tipo, que ayuden a los presos
liberados a restablecerse en la sociedad garantizarán (…) que los presos liberados reciban
los documentos adecuados y los documentos de identificación, que tengan hogares y trabajo
adecuados para ir (…).
2. Los representantes de tales agencias tendrán todo el acceso necesario a la prisión
y a los presos (…).
3. Es deseable que las actividades de tales agencias estén centralizadas o
coordinadas en la medida de lo posible para asegurar el mejor uso de sus esfuerzos (Reglas
Nelson Mandela, 2016, p. 73)”.
59
trabajo en prisiones, si tienen contacto con un oficial de libertad condicional y/o
asisten a cursos de concientización sobre las víctimas (McGuire, 1995).
Los prisioneros así pueden beneficiarse del apoyo previo a la liberación: por
ejemplo, se les puede proporcionar listas de servicios de apoyo disponibles y, si es
necesario, con referencias a servicios de salud mental relevantes, cuando estén
disponibles (Visher y Travis, 2011).
Algunos programas simplemente brindan una oportunidad para que los presos
expresen verbalmente y discutan sus sentimientos acerca de salir del ambiente de
la prisión y volver a ingresar a la comunidad. Algunas organizaciones pueden
trabajar con los delincuentes antes y después de su liberación, brindándoles apoyo
durante todo ese período crítico.
Se pueden diseñar varias intervenciones para preparar a los prisioneros para
su liberación. Por lo general, es mejor realizar tales intervenciones en asociación
con agencias comunitarias para garantizar cierta continuidad de la intervención
después de que los prisioneros sean liberados. Las semanas inmediatamente
anteriores y posteriores a la liberación de un delincuente de la custodia son
especialmente importantes. Lo que sucede durante esas pocas semanas a menudo
determina si la reintegración del delincuente tendrá éxito o no. Desafortunadamente,
la planificación del reingreso es un aspecto del proceso de rehabilitación que no
siempre recibe suficiente atención (Visher y Travis, 2011).
Un rasgo relevante a mencionar y que suele soslayarse, tiene relación con el
vínculo de afectos que los reclusos tienen durante el cumplimiento de su condena,
bajo la perspectiva de que las cárceles aíslan a los reclusos de sus familias, parejas
y amigos (Visher y Travis, 2011). Además, los presos a menudo son trasladados a
las cárceles de acuerdo con su riesgo de seguridad, y esto puede implicar alejarlos
de sus hogares y familias. Las reclusas, porque son menos en número que los
reclusos, tienen más probabilidades de ser ubicadas en instalaciones que están aún
más lejos de sus hogares.
Al mismo tiempo, ayudar a los presos a establecer y mantener un contacto
constructivo con sus familias, así como con amigos y agencias relevantes fuera de
la prisión, es una forma importante de facilitar su eventual reintegración social
60
después de su liberación. Dicha asistencia debe ser especialmente beneficiosa para
los delincuentes juveniles y adultos que son cuidadores primarios de niños (Visher
y Travis, 2011).
En la práctica, a menudo se subestima el impacto de las visitas de familiares
y amigos en la salud psicológica de los reclusos, su motivación para desistir del
delito, la delincuencia futura, las perspectivas de encontrar alojamiento y empleo
después de su liberación. Muchas administraciones penitenciarias restringen el
número de visitas, limitan el tiempo que los reclusos pueden pasar con sus
familiares y no prestan suficiente atención a las condiciones de la visita y al impacto
emocional positivo que tienen (Visher y Travis, 2011). Las visitas a las cárceles a
menudo se tratan como un privilegio que puede ser fácilmente retirado, en oposición
al derecho de los presos que es esencial para prepararlos para su regreso.
Un enfoque más claro en la reinserción social de los delincuentes ha redirigido
la atención de los profesionales y los responsables de la formulación de políticas a
la importancia de los contactos familiares. Los pequeños cambios en las políticas y
regulaciones existentes y la simple capacitación del personal pueden convertir las
visitas a la cárcel en oportunidades estructuradas para ayudar a los delincuentes a
volver a involucrarse con la comunidad, asegurando que las visitas a la prisión sean
una experiencia positiva tanto para los presos como para sus visitantes. Si bien las
visitas familiares y de otro tipo deben realizarse durante el encarcelamiento de un
recluso, estas visitas también son cruciales en el período previo a la liberación,
permitiendo que el preso y su familia, en particular, hagan planes realistas para el
período de transición.
Hay muchas maneras en que la administración de las cárceles puede
contribuir al vínculo de los presos con la comunidad mientras gestiona cualquier
riesgo potencial de seguridad. Una posible forma es trabajar con grupos
comunitarios, organizaciones o voluntarios puede ayudar a crear tales
oportunidades para los reclusos. En algunos casos, a los presos se les permitirá
ofrecer sus servicios como voluntarios para apoyar iniciativas comunitarias o para
participar en servicios diversos en la comunidad, por ejemplo. Los programas
diurnos, de licencia temporal o de semi-detención (custodia abierta) pueden ayudar
61
a mantener o restablecer el contacto con la comunidad externa, incluso con posibles
empleadores y proveedores de servicios.
Al planificar la liberación de los reclusos, es importante entender los riesgos
de la liberación. Para evaluar ese riesgo y tenerlo en cuenta al planificar el regreso
del recluso a la comunidad, es importante hacer el mejor uso posible de toda la
información disponible sobre cualquier historial de conflicto, violencia o amenazas
por parte de individuos en la comunidad o en contra de ellos.
Para los presos, reconectarse con las víctimas y otras personas que han sido
afectadas por su comportamiento es un proceso difícil. En muchos casos, las
relaciones se han dañado seriamente y no pueden repararse fácil o inmediatamente
(Visher y Travis, 2011). Los procesos de justicia restaurativa y otras intervenciones
mediáticas, comenzando mientras los reclusos aún están en prisión, pueden
ayudarlos a encontrar su lugar en la comunidad. Esto se conoce a veces como un
proceso de reintegración restaurativa.
Las intervenciones pueden planificarse para notificar y preparar a las víctimas del
agresor y a los miembros de la comunidad pertinentes para su regreso a la
comunidad y brindarles protección, servicios de asesoramiento y apoyo (Visher y
Travis, 2011). Las decisiones y los planes de los presos después de su liberación,
incluidos los relacionados con la vivienda, pueden tener implicaciones para la
seguridad de sus víctimas anteriores o incluso de miembros de su propia familia,
por ejemplo, cuando existe un riesgo de violencia familiar.
Una víctima puede optar por no participar en cualquier decisión relacionada con
el recluso, pero, sin embargo, debe ser informada en el momento de su liberación.
Para una víctima de un delito, puede ser importante ser notificado sobre el momento
y las circunstancias de la liberación del agresor. Idealmente, la institución
correccional que libera al recluso tendrá un registro que indique si la víctima desea
ser notificada o no. Cuando sea posible, se debe proporcionar asesoramiento y
apoyo a las víctimas de delitos, según sea necesario, para prepararlos para el
regreso del recluso a la comunidad (Visher y Travis, 2011).
62
2.3.5. Latinoamérica: El papel de la educación en el sistema penitenciario
América Latina
La Convención Americana de Derechos Humanos, también llamada Pacto de
San José, basada en la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre
(1948), hace mención a los derechos humanos en América Latina, pero aunque no
hace referencia específica sobre el derecho a la educación, los artículos 14 y 15 de
su Protocolo sobre Derechos Sociales y Culturales se refieren a la educación: La
63
educación debe dirigirse al pleno desarrollo de la personalidad humana y dignidad
humana, garantizando a toda persona una existencia digna.
No obstante, la situación general de los sistemas carcelarios y también la
educación en contexto de encierro en América Latina es aún disfuncional. A
continuación, una breve descripción general de la situación carcelaria en
Latinoamérica:
• En gran parte de los países de Latinoamérica, existe un número elevado de
reclusos que esperan su juicio o la condena pertinente al delito cometido.
• Incluso, en varios países de la región la cantidad de presos que están
esperando el juicio o la condena es prácticamente más de la mitad de la población
carcelaria.
• Asimismo, es claro que existe un abuso por parte de las autoridades
responsables de la procuración de justicia con respecto a la expedición de las
llamadas “prisiones preventivas”. Este fenómeno sucede en la mayoría de los
países de Latinoamérica causando no sólo lentitud en los procedimientos
administrativos, errores estructurales o sistémicos de las instituciones judiciales,
sino también generando sobrepoblación penitenciaria además de –como es
previsible- condiciones desfavorables y fallas en las políticas educativas, entre otros
inconvenientes.
En este sentido, a partir de la situación descripta en América Latina se observa
que desde los años 90 a la actualidad, se ha producido un incremento significativo
de sobrepoblación en la región, ya que en varios países la tasa de población
penitenciara se ha duplicado desde entonces.
Si este fenómeno continúa en creciente, la tendencia indica que en pocos años
la cantidad de reclusos se duplique en estos países. Con lo cual, causaría
consecuencias realmente negativas, sobre todo en los países como, por ejemplo,
México, que ya padecen sobrepoblación y hacinamiento.
Por otro lado, hoy en día este panorama ya genera dificultades para atender a
los internos, sobre todo se complica brindarles una educación adecuada.
En otras palabras, si no se trata de frenar este fenómeno de sobrepoblación en
las cárceles a fin de revertir esta tendencia, dicho crecimiento será
64
desproporcionado respecto de la población carcelaria, agravando el hacinamiento y
la crisis de los sistemas penitenciarios, por ende, repercutiendo negativamente
sobre la implementación de programas de reinserción social efectivos.
Ahora bien, más puntualmente la educación –académica y social- en contexto de
encierro en América Latina se puede describir de la siguiente manera:
En los últimos años, la comunidad de esta región se ha movilizado en función de
garantizar el derecho a la educación para aquellas personas que se encuentran
privadas de su libertad.
Actualmente, muchos de los gobiernos de la América Latina se hallan enlazados
en el ámbito de la RedLECE –Red Latinoamericana de Educación en Contextos de
Encierro-, fundada en noviembre de 2006 dentro del proyecto EUROsociAL, el cual
está económicamente avalado por la Comisión Europea. Otra relación importante
de los países de la región ha sido con la UNESCO, para quien el tema de la
educación en los sistemas penitenciarios es particularmente expresivo de los
desafíos colocados bajo el nombre de la “Educación para Todos”.
65
Desde el campo metodológico, la investigación fue descriptiva y propositiva. Fue
descriptiva porque se busca describir y caracterizar en qué medida el Sistema
Penitenciario del Estado de Campeche implementa programas de reinserción social
para los reclusos de ambas prisiones. En cuanto al abordaje propositivo, se buscó
elaborar una propuesta que contemple la tarea altruista que está dispuesta a
desempeñar Universidades y demás Instituciones no Gubernamentales con la
finalidad de desarrollar una red de apoyo y reducir la tasa de reincidencia delictiva.
Se desarrolló un estudio de carácter metodológico cuali-cuantitativo (mixto), que
contemple como herramientas de recolección de datos la entrevista semi-
estructurada dirigida a agentes penitenciarios y a representantes de las entidades
no gubernamentales que están dispuestas a participar del proyecto de trabajo en
ambas prisiones del Estado de Campeche; a su vez, se contempló la elaboración
de encuestas estructuradas para los reclusos de estas cárceles.
La decisión de adoptar este enfoque sociológico se sustentó en los criterios y
ventajas que proporciona a la investigación de un fenómeno como la reinserción
social de reclusos; lo cual transcurre en diversos ámbitos como ser: el laboral y el
social.
La articulación entre el marco teórico y el trabajo de campo estableció un método
analítico-empírico, que procuró evaluar la situación planteada en el estudio de caso
seleccionado: las dos cárceles del Estado de Campeche.
67
- La orientación fue hacia la aplicación de los resultados del trabajo de campo,
a fin de comprobar cuál es la situación del Sistema Penitenciario del Estado de
Campeche con respecto a los criterios de reinserción social.
ONG's
69
9 entrevistas en profundidad a autoridades y/o representantes de las
Universidades e Instituciones no Gubernamentales que participarán del
estudio.
20 encuestas semi-estructuradas a agentes penitenciarios (10 de cada
una) de ambas prisiones del Estado de Campeche.
50 encuestas semi-estructuradas a reclusos (25 de cada una) de
ambas prisiones del Estado de Campeche.
ONG's
71
reeducación de los reclusos del Rehabilitación y
Estado de Campeche, reeducación de los
motivándolos en su desempeño reclusos
personal”.
Elaboración propia
72
con representación gráfica; y los resultados de cada pregunta fueron evaluados
individualmente, utilizándose el programa de software SPSS4. Al final del capítulo
se hizo un resumen del análisis tanto cualitativo como del cuantitativo, que nos
permita evidenciar coincidencias o no de los diferentes grupos de control.
Por otro lado, se destacó que en el presente estudio se empleó el método
Hipotético-inductivo fundamentalmente, ya que se analizaron sólo casos
particulares y los resultados de investigación fueron utilizados para elaborar las
conclusiones generales del trabajo.
74
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77
ANEXO I: INSTRUMENTOS DE MEDICIÓN CUALI-CUANTITATIVA
78
7. Universitario completo
3. ¿En qué medida considera que trabajar dentro de la cárcel le servirá para
reintegrarse al mercado?
Mucho
Bastante
Algo
Poco
Nada
(Si respondió "Sí", pasar a la pregunta N°11. Si respondió "No" o "No sabe", pasar
a la pregunta N° 12).
11. En tal caso, ¿cómo calificaría la intervención del Estado de Campeche para
la formación de los internos durante su estadía?
Excelente
Muy bueno
Bueno
Regular
Mala
81
13. Cuán de acuerdo está con esta afirmación: "La reclusión carcelaria excluye a
aquellas personas que han cometido un delito, sea éste común y simple
Mucho
Bastante
Algo
Poco
Nada
15. Leyendo el siguiente listado, ¿cuáles cree que son los desafíos a los que se
enfrentan los presos? (Se pueden marcar varias opciones)
- Sociales
- Económicos
- Personales
- La actitud y disposición de la comunidad
- Consecuencias directas del encarcelamiento
- Otras situaciones (especificar)
16. ¿Ha recibido algún tipo de apoyo social por parte de instituciones no
gubernamentales como, por ejemplo, Universidades desde que está en la cárcel?
Si
No
No sabe/ No contesta
82
17. ¿Ha recibido información sobre la función educadora que realizan las ONG y
Universidades en las cárceles?
Si
No
No sabe/ No contesta
Excelente
Muy buena
Buena
Regular
Mala
83
2. ¿En qué estado se encuentra la infraestructura del centro penitenciario donde
trabajo?
Excelente
Muy bueno
Bueno
Regular
Mala
Si
No
No sabe / No contesta
Excelente
Muy bueno
Bueno
Regular
Mala
84
5. ¿Cómo es su relación con los internos?
Excelente
Muy bueno
Bueno
Regular
Mala
Si
No
No sabe / No contesta
7. ¿En qué medida considera que la reinserción social carcelaria todavía presenta
desafíos?
Mucho
Bastante
Algo
Poco
Nada
85
8. ¿Cómo calificaría la intervención del Estado para la formación educativa de los
internos?
Excelente
Muy bueno
Bueno
Regular
Mala
Salas de lectura
Orientación jurídica
Campañas de Empleo
10. ¿En qué medida cree que el centro penitenciario fomenta el trabajo entre los
reclusos?
Mucho
86
Bastante
Algo
Poco
Nada
11. ¿En qué medida considera que la prisión del Estado de Campeche cumple con
la función educadora?
Mucho
Bastante
Algo
Poco
Nada
12. ¿En qué medida considera que la implementación de políticas públicas dirigidas
a la reinserción social carcelaria sigue siendo un quehacer gubernamental?
Mucho
Bastante
Algo
Poco
Nada
Mucho
Bastante
Algo
Poco
Nada
Si
No
No sabe / No contesta
Bastante de acuerdo
Algo de acuerdo
Poco de acuerdo
Nada de acuerdo
Si
No
No sabe / No contesta
89
3. ¿Qué tipo de actividades ofrece su centro penitenciario para la reinserción
social de los reclusos?
5. ¿En qué medida considera que el Estado cumple el rol de brindar herramientas
de readaptación social en cuanto a educación, capacitación y/o trabajo?
7. ¿Cuáles son los aspectos que hoy considera más importantes de resolver
sobre la reinserción social?
8. ¿En qué medida considera que la implementación de políticas públicas
dirigidas a la reinserción social carcelaria sigue siendo un quehacer gubernamental?
11. ¿Cree que el trabajo dentro de las cárceles prepara a los internos en su
integración o reintegración al mercado laboral? ¿Por qué?
13. ¿Considera que las prisiones deben tener una función educadora? ¿Por qué?
90
14. ¿En su penitenciario se realizan trabajos propedéuticos a fin de estimular la
participación de los presos en programas educativo-terapéuticos de reinserción
social y recuperación personal?
16. ¿Considera que las inversiones en el sistema carcelario son suficientes para
abordar la reinserción social y producir una reducción significativa de la
reincidencia?
17. ¿Considera que las cárceles mexicanas poseen múltiples problemáticas para
alcanzar el proceso de reinserción social? ¿Cuáles son?
22. ¿Por qué cree que hay tantas trabas para dejar ingresar a las Instituciones
no Gubernamentales en las cárceles?
91
4. MODELO DE ENTREVISTA A INSTITUCIONES NO GUBERNAMENTALES
10. ¿Cuáles son los aspectos que hoy considera más importantes de resolver
sobre la reinserción social?
11. ¿Cree que la falta de programas efectivos para ayudar a los delincuentes a
enfrentar múltiples desafíos, hace que la probabilidad de su reintegración social
exitosa sea muy baja?
92
12. ¿Considera que la sobrepoblación penitenciaria perjudica las labores de
capacitación y educación? ¿Por qué?
13. ¿Qué tipo de capacitaciones haría la institución que usted representa para
los sujetos que están privados de su libertad?
14. ¿De qué forma contribuiría su institución para preparar a los reclusos en su
integración al mercado laboral?
15. ¿En qué consiste el programa de reinserción social orientado a presos, que
realizan las instituciones no gubernamentales?
18. ¿Considera que las administraciones penitenciarias tienen los recursos y los
medios para ofrecer los programas de reinserción social a todos los presos?
19. ¿Por qué cree que las autoridades de los CERESOS obstaculizan la
incorporación del Tercer Sector (ONG, Universidades, etc)?
20. ¿Cree que es por falta de información o meramente una cuestión burocrática
del Estatuto penitenciario?
21. Finalmente, ¿cree viable que -en el corto o mediano plazo- las cárceles del
Estado de Campeche permitan la colaboración de instituciones no
gubernamentales?
93