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SERMON 1:

La amargura, el resentimiento, el rencor, el enojo, el rechazo, la rebeldia, la ira, la


culpa, sentimientos todos que detonan enfermedades en el hombre, e impiden su
desarrollo pleno, no son felices. No hay satisfacción en la vida.
Introducciòn: Era el año de 1944. Los nazis habían invadido Holanda. Un anciano relojero y su
familia se involucraron activamente en la resistencia secreta holandesa. Con gran valor, la
familia Ten Boom escondió a muchos judíos en un cuarto secreto de su casa y así ayudaron a
hombres, mujeres y niños a escapar de la sentencia de muerte de Hitler.
Sin embargo, un fatídico día su refugio secreto fue descubierto. El relojero fue arrestado y
murió poco después de que se lo llevaron cautivo. Betsie, una de sus hijas, era muy sensible
pero tampoco pudo escapar de las garras de la muerte a manos de sus crueles captores. Murió
en un campo de concentración nazi. ¿Qué sucedió entonces con la hija menor del relojero, cuyo
nombre era Corrie? ¿Viviría?… y si ese fuera el caso, ¿podría perdonar a sus verdugos, a
aquellos que asesinaron brutalmente a su padre y a su hermana? ¿Podría haber algo que pudiera
sostener a Corrie ten Boom mientras trataba de sobrevivir a la barbarie de Ravensbruck, uno de
los campos de concentración más terribles de Hitler? ¿Había algo a lo cual aferrarse?
En efecto, Corrie logró sobrevivir. Dios la sostuvo. Ella logró vivir por la verdad de estas
palabras…

“No me entregues a la voluntad de mis enemigos; porque se han levantado contra mí testigos
falsos, y los que respiran crueldad. Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de
Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; Esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí,
espera a Jehová”.
(Salmos 27:12–14)
I. DEFINICIONES: LAS DIVERSAS FACETAS DEL PERDÓN
Dos años después de la guerra, Corrie se encontraba dando una conferencia en una iglesia de
Munich. Viajó de Holanda hacia la derrotada Alemania, llevando consigo el mensaje del perdón
incondicional de Dios. Entre la multitud había un hombre de rostro adusto que no le quitaba los
ojos de encima. A la salida, el señor calvo y rudo se le acercó ―traía un abrigo gris y un
sombrero de fieltro café. Cuando lo vio, de repente vino a la mente de Corrie una escena: El
uniforme azul, la gorra con visera y la calavera con los huesos impresos en ella; un enorme
cuarto con luces deslumbrantes; y la humillación de caminar desnuda frente a un hombre… el
mismo que ahora estaba parado frente a ella.
“Usted mencionó Ravensbruck en su plática. Yo fui guardia en ese lugar”, le dijo. “Pero de ese
tiempo para acá me convertí en cristiano. Yo sé que Dios ya me perdonó por las crueldades que
cometí, pero también me gustaría oír de sus labios que me perdona por 1894 lo que hice”. Le
extendió la mano y le dijo: “¿Me perdona?”
Corrie observó la mano extendida. Esos segundos le parecieron largas horas mientras luchaba
en su interior con la decisión más difícil de toda su vida. Corrie conocía bien las Escrituras,
pero era demasiado pedir que en ese momento pusiera en práctica el siguiente pasaje…
“Mirad por vosotros mismos. Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere,
perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me
arrepiento; perdónale”.
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(Lucas 17:3–4)
A. ¿Qué es el perdón?
Suponga por un momento que usted necesita pedir prestados cien dólares para pagar una cuenta
médica. Usted le pide a un amigo que le preste el dinero y le promete que se lo pagará al final
del mes. Pero cuando llega el momento de pagar la deuda, usted no cuenta con el dinero. De
hecho, no consigue juntar el dinero en los tres meses siguientes. Entonces de manera inesperada
¡su amigo decide “perdonarle” la deuda por la bondad de su corazón! Esa es una de las facetas
del perdón. La Biblia dice: “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que
ama al prójimo, ha cumplido la ley”. (Romanos 13:8)
• Perdonar es descartar una deuda.
En el Nuevo Testamento, el sustantivo griego aphesis denota “descartar” o “soltar”.
— Cuando usted ofrece perdón, retira la deuda que le debían.
— Cuando usted recibe perdón, su deuda se elimina. (Usted es liberado de cualquier obligación
de pago).
— Cuando usted otorga el perdón, usted aparta la deuda de su mente.
Jesús expresó la clave del perdón cuando dijo, “Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a
vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen”. (Lucas 6:27).
• Perdonar es desechar la demanda de que los demás le paguen, especialmente cuando han
fallado en cumplir sus expectativas… en cumplir una promesa… en darle un trato justo.
Jesús dijo: “Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la
mejilla derecha, vuélvele también la otra”. (Mateo 5:39).
• Perdonar es retirar, cancelar o liberar de alguien las consecuencias de no cumplir las normas
divinas.

(Hechos 10:43)
El alto costo de la falta de perdón
􀀁 La falta de perdón hace crecer la raíz de amargura (Hebreos 12:15)
􀀁 La falta de perdón nos hace andar en tinieblas.(1 Juan 2:9-11)

El alto costo de la falta de perdón


􀀁 La falta de perdón refleja un corazón sin Dios.(Job 36:13)
􀀁 La falta de perdón nos esclaviza al pecado.(Hechos 8:23)
􀀁 La falta de perdón entristece al espíritu de Dios. (Efesios 4:30-32)

I. El perdón no es . . .

􀀁 El perdón no es burlar la justicia de Dios…


— Dios llevará a cabo su justicia en su tiempo y a su manera.
􀀁 El perdón no es esperar que el “tiempo sane toda herida”.
— el tiempo no sana las heridas, algunas personas no permiten que la sanidad se
logre.

􀀁 El perdón no es dejar que el culpable “se salga con la suya”.


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— es entregar al culpable en las manos de Dios.
􀀁 El perdón no es lo mismo que la reconciliación…
— para reconciliarse se necesita de dos personas dispuestas a hacerlo, pero sólo se
necesita de una para perdonar.

II. El perdón es . . .

􀀁 El perdón es no cobrar una deuda.


􀀁 El perdón es no demandar lo que los demás le deben, en especial cuando: . . .
— no cumplen sus expectativas.
— no cumplen una promesa
— no le tratan con justicia.

III. OBSTÁCULOS PARA EL PERDÓN


• No haber tenido un ejemplo de perdón por parte de los padres
—“No sé cómo perdonar”.
• Negar que hubo una ofensa
—“No quiero pensar en ello”.
• Temor a responsabilizar al culpable
—“En realidad es mi culpa”. (Esta manera de pensar obnubila la realidad y el
dolor que sentimos por haber recibido una ofensa).
• No sentir que puede perdonarse a sí mismo
—“Si no hay misericordia para mí, para ti tampoco”.
• No haber recibido perdón por sus ofensas pasadas
—“A mí no me perdonaron, ¿por qué yo sí tengo que hacerlo?”
• No entender el perdón de Dios
—“Dios nunca me perdonará por esto, yo tampoco perdonaré lo que me
hicieron”.
• Creer que la amargura es la respuesta normal a la traición
—“Dios sabe que mis sentimientos son normales”.
• Pensar que el perdón es justificar un comportamiento injusto
—“¡No puedo aceptar que lo que hizo está bien!”
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• Requerir una disculpa o una muestra de arrepentimiento
—“No puedo perdonarlo porque no está arrepentido por lo que hizo”.
• Tener un sentido de poder al no perdonar
—“¡Necesita reconocer lo mal que actuó!”
• Rehusarse a dejar ir el deseo de venganza
—“Debería pagar por lo que hizo”.
• Albergar un corazón orgulloso y endurecido que se convierte en una barrera
espiritual
—“Me rehúso a perdonar”.

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“Bienaventurado el hombre que siempre teme a Dios; mas el que endurece su
corazón caerá en el mal”.
(Proverbios 28:14)

IV. CUATRO VERDADES LIBERTADORAS ACERCA DEL PERDÒN


1. El perdón primero viene de Dios

Colosenses 2:13: Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la


incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los
pecados,

Palabra griega charizomai que se usa para otorgar como un favor,


es decir, gratuitamente, en amabilidad, perdón o rescate

— La norma santa de Dios es la perfección, pero todos hemos pecado.


— La paga de nuestros pecados es la muerte espiritual (separación de Dios).
—La paga de nuestros pecados (nuestra deuda) fue cancelada por Jesús a través de su muerte
sacrificial en la cruz. Por lo tanto, en vez de estar separados de Dios, él ha desechado nuestras
deudas y podemos experimentar la vida eterna en el cielo.
“Todos los que en él [Jesús] creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre”. 1895

Déjame ilustrártelo con la siguiente historia:

Inesperado, cruel y brutal fue el deslizamiento de piedras que golpeó a los cinco mineros. De
repente, en medio de un trabajo que es el más duro, penoso y peligroso de los trabajos, José
Rodó, minero de Cerro de Pasco, Perú, y cuatro compañeros, quedaron sepultados bajo
toneladas de roca.
A partir de ese momento comenzaron para José Rodó trece días de pesadilla. Sus cuatro
compañeros estaban muertos. Un hilito de agua calmaba parcialmente su sed. Un débil soplo de
aire le daba un poco de oxígeno. Pero el hambre llegó a torturarlo, y en un momento de
angustia se comió un trozo de carne del cadáver de uno de sus compañeros.
A los trece días lo rescataron de la oscura mina. Pero entonces José Rodó quedó preso en otra
mina. Cada día se preguntaba: ¿Podrá perdonarme Dios el pecado de comer carne humana?
No son del todo raros los casos en que las personas se han visto obligadas, en circunstancias
terribles, a comer carne humana. En estos últimos tiempos el periodismo internacional ha
recogido y publicado varios casos notables.
El problema más grande que afrontaba José Rodó no era si es pecado o no comer carne humana
bajo el poderoso dominio del hambre. El problema era: ¿Puede perdonar Dios ese pecado?
El único pecado que Dios no perdona es el pecado de continua incredulidad, que es igual que
blasfemar contra el Creador. Aparte de la blasfemia de incredulidad, todo pecado humano, sea
cual fuere, ya está potencialmente perdonado en virtud del sacrificio perfecto de Cristo en la
cruz del Calvario. No hay un solo pecado humano —por tenebroso, por vil, por antiguo o por

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grande que sea— que no pueda ser perdonado, borrado y olvidado por la gracia de Dios.
Jesucristo compró el perdón para todos. El vocablo teológico es «redención». Cristo nos
redimió con su sangre bendita.
Hay perdón para todo el que lo necesita. Gracias a Dios, es un perdón que transforma
totalmente la vida del perdonado. Recibamos hoy mismo ese perdón divino.

2. El perdón rompe barreras Colosenses 3:12-15

Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable


misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia;
3:13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno
tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así
también hacedlo vosotros.
3:14 Y sobre todas estas cosas vestíos de amor, que es el vínculo perfecto.
3:15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo
fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

Las puertas de la sala de emergencia se abrieron de par en par. Una camilla conducida por
enfermeros pasó rápidamente. Traían a un hombre de sesenta y cinco años de edad, víctima de
un ataque cardíaco. Los médicos hicieron todo lo posible por salvarlo, pero el hombre murió.
Treinta minutos más tarde otro hombre, de sesenta y tres años de edad, entró al hospital,
víctima también de un ataque cardíaco. Y este también murió.
Los llevaron, entonces, a la morgue, y los pusieron uno junto al otro.
¿Quiénes eran estos hombres? Eran Ron y Peter Surveille, hermanos que vivían en la misma
ciudad, París, hermanos que habían estado enemistados durante cuarenta años. Y ahora, a la
fuerza, estaban juntos, pero muertos los dos.
Este es un caso muy triste. Estos hermanos se enemistaron por motivos personales. No se
habían hablado por cuarenta años, aunque vivían en la misma ciudad. Ahora estaban juntos en
la morgue, hombro a hombro, pero ya muy tarde para cualquier reconciliación. Cuando
tuvieron tiempo de hacer la paz, no lo hicieron. Y aunque ahora estaban juntos, estaban
separados para siempre.
¿Cuánto tiempo vamos a esperar nosotros para reconciliarnos con nuestro hermano o nuestra
hermana, con nuestro esposo o nuestra esposa, o con cualquiera con quien estamos
enemistados? ¿Un día? ¿Un mes? ¿Un año? ¿O esperaremos hasta el día de la muerte, cuando la
puerta se haya cerrado para siempre?
La obstinación es uno de los pecados más absurdos del ser humano. Nos herimos a nosotros
mismos. Arruinamos nuestra propia vida. Destruimos nuestro propio ser, y todo por el orgullo
que no nos deja decir: «Perdóname.»

3. El perdón no es selectivo Mateo 5:43-48

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Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.
5:44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os
maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan
y os persiguen;
5:45 para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace
salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos.
5:46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No
hacen también lo mismo los publicanos?
5:47 Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más?
¿No hacen también así los gentiles?
5:48 Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los
cielos es perfecto.

Fue para Juanita Parker una semana verdaderamente trágica. Primero, su marido tuvo un
accidente de trabajo quedando gravemente quemado. Segundo, su hijito recién nacido fue
diagnosticado con mononucleosis. Tercero, perdió la casa que habían comprado por falta de
pagos. Cuarto, y esto fue lo peor, descubrió que su esposo y su mejor amiga eran amantes. Todo
esto le sucedió en el lapso de sólo ocho días.
La agonía moral de Juanita duró cuatro semanas. En su desesperación llegó a la conclusión de
que para ella sólo había dos opciones: matarse o perdonar. Por fin hizo lo único que podía darle
tranquilidad: perdonó. Perdonó a su marido. Perdonó a su amiga. Y con el perdón sincero y
completo, recuperó la paz. Es más, con el alma libre de esa carga, pudo tener la fe para resolver
sus demás problemas. El perdonar fue su salvación.
Alguien dijo que el perdón no es una opción. No se puede tener paz si no se perdona. En ese
sentido el perdón no es una opción. Es un imperativo.
Cuando alguien nos ha ofendido, haciéndonos daño en el alma, exclamamos: «¡Jamás lo
perdonaré! La herida es demasiado grande, el desencanto muy grave, el dolor insoportable.
¡Jamás lo perdonaré!»
El problema mayor es que vivir sin perdonar es lo mismo que llevar una piedra en el estómago.
Es igual que echar sal continuamente en una herida abierta. Vivir sin perdonar es nublar el
entendimiento, endurecer el corazón, amargar el alma.

4. El perdón no conoce limites

Mateo 18:21-35
Los lideres religiosos del tiempo de Jesus enseñaban que el que había sido ofendido
debía perdonar 2 o 3 veces, a lo mucho…
Pedro pregunto si era mas que suficiente perdonar 7 veces a su hermano, pero Jesus
le respondió que no siete sino 70 veces 7, o 490 veces.
Con esto no esta enseñando Jesus que si una persona te ofende 491 veces ya no
hay que perdonarlo mas, ni tampoco de que hay que llevarle la cuenta de las ofensas ,
como algunos hacen
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Sino de que no hay limite para el perdón, como el perdón de Dios hacia nosotros no
ha conocido limites, asi debiéramos de perdonar a los demas

Las cuatro etapas del perdón


#1 Enfrente la ofensa. No minimice la ofensa.
No justifique el comportamiento ofensivo.
“Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en
nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”.(2 Corintios 1:9)
#2 Sienta la ofensa. No niegue su dolor.
No sienta culpabilidad falsa por aborrecer lo que sucedió
(Dios odia el pecado, usted también puede odiarlo).
“Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora . . .
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer”. (Eclesiastés 3:1, 8)
#3 Perdone al ofensor.
“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja
contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”.
(Colosenses 3:13)
#4 Procure la unidad, si es apropiado.
Esté atento por si el ofensor asume su responsabilidad.
Discierna si hay sinceridad absoluta de su parte. Si no es así, no es posible
reconciliarse.
Establezca límites saludables.
No fuerce la reconciliación, se necesita tiempo para cambiar.
“Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna
comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad
mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma
cosa”. (Filipenses 2:1-2)

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