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La Instrucción Donum Veritas, empieza en su Introducción resaltando la necesidad que tiene el

hombre y el creyente de buscar la verdad y la causa de la búsqueda en el hombre de esta es


decir la libertad. El conocimiento de Dios aunque en su esencia es inalcanzable para la razón
humana, no es contrario a la razón, la vida y la existencia; de esta forma la Teología es una
exigencia a la que la Iglesia no puede renunciar (búsqueda de la verdad) .

La Teología tiene como reto permanecer en la verdad y responder a los interrogantes que el
tiempo va presentando, y así descubrir decir que quiere Dios en ese momento determinado.

Este documento es presentado el documento en cuatro partes:

 La verdad como un don de Dios


 Describir la función de los Teólogos
 Describir la misión de los pastores
 Y propone algunas elementos para una relación justa entre los unos y los otros

La verdad don de Dios a su pueblo:

Dios por su infinita misericordia libera al hombre de la ignorancia y de la oscuridad y por medio
de su Espíritu ilumina a la Iglesia para que encuentre la verdad y la Iglesia responde a este don
con la fe y así pueda dar razones de esta gracia a quienes las necesiten y pidan explicaciones en
su existencia.

La vocación del teólogo:

Destaca el documento que una de estas vocaciones que suscita el Espíritu es la del teólogo, la
cual se basa en la interpretación y comprensión de la Palabra y Tradición pero siempre en
comunión con el Magisterio de la Iglesia. Así el teólogo responde al dinamismo de la fe, que es
el de la búsqueda de la verdad que es fuente de salvación, y por consiguiente debe hacer
entendible el misterio que medita, estudia con todo el rigor científico y usando las ayudas que
las demás ciencias puedan brindarle para una más amplia comprensión, pero también lo ora,
porque no se puede hacer teología sin interiorización y vivencia de una fe siempre en búsqueda
y sintiéndose parte del Pueblo de Dios, cuidando la fe de sus hermanos y la doctrina.

Este estudio debe hacerse en plena libertad y con el único interés de pretender la verdad
revelada por medio del Magisterio y acogida por la fe. Apartarse de esto, es dejar de hacer
teología.

El Magisterio de los Pastores:

La Iglesia por la fe y la fuerza que el imprime el Espíritu Santo goza de Infalibilidad compartida
por Dios. Los Obispos como sucesores de los apóstoles y responsables directos de la
evangelización de los hombres para su salvación son asistidos por el Espíritu para hacer
semejante labor correctamente, especialmente cuando esta labor la hacen en conjunto y en
unión de una cabeza visible, el Romano Pontífice. Lo concerniente a la moral es también objeto
del magisterio pues en su tarea está discernir en consciencia los juicios normativos de los fieles
y así proponer enseñanzas que conducen a una mejor comprensión de la Revelación.

Es importante que esta enseñanza esté en comunión con el Romano Pontífice, y el teólogo debe
tener claro el papel y la importancia del Magisterio para ayudarle, y serle fiel. En el siguiente
capítulo el documento evidencia la relación entre Magisterio y Teología.
Magisterio y Teología:

a) Las relaciones de colaboración:

El Magisterio desde la guarda de la fe y enseñando con rectitud la auténtica doctrina de los


Apóstoles y la teología, que en reflejo comprende más profundamente la Palabra de Dios en la
Escritura y transmitida fielmente por la tradición de la Iglesia, parten las dos de una misma
búsqueda de la verdad, compromiso adquirido por misión canónica y que le hace responsable
de explicar con integralidad la doctrina de la fe.

Cuando el Magisterio declara solemnemente una doctrina contenida en la Revelación, se pide


la fe teologal para extender la enseñanza del magisterio ordinario y universal y cuando esto
mismo se hace de modo definitivo, deben ser firmemente aceptadas y mantenidas.

El Magisterio puede prevenir al Pueblo de Dios con relación a algunas opiniones peligrosas que
puedan conllevar a la malinterpretación de la sana doctrina en principios seguros, elementos
conjeturales y contingentes. No obstante el teólogo está en la posibilidad de hacerse preguntas
de oportunidad o de forma a una intervención. De esta relación pueden brotar tensiones que
de no venir de hostilidad pueden generar un ambiente de dinamismo y dialogo; estás
discrepancias parten de dos principios: “uñitas veritas” y “unitas caritas”

El teólogo en respeto con el Pueblo de Dios y el Magisterio debe reservarse el anuncio público
de las diferencias, pues cuando es una enseñanza no reformable so depende de caracteres
subjetivos ni personales para juzgar la verdad de su doctrina y si estas divergencias persisten es
deber del teólogo manifestarla al Magisterio de la Iglesia sin anunciarla a los medios de
comunicación para presionar y examinar profundamente el problema.

b) El problema del disenso:

El disenso es la inconformidad o desacuerdo con una doctrina o mención del Magisterio que
puede ser individual y hasta grupal, esto responde a la subjetivación y relatividad de lo que mal
puede entenderse por verdad, en esto influyen por ejemplo la diversidad de culturas y formas
de entender el mundo y el teólogo si quiere cumplir fielmente con su misión eclesial debe
observar con mucha cuidado no perderse en las distracciones del mundo presente y tener la
independencia de juicio propia de los discípulos de Cristo.

EL disenso puede manifestarse en su forma más radical en forma de protesta y la justificación


del disenso más fundamentalmente en dos argumentos:

 De orden hermenéutico: en donde los documentos del Magisterio no sería sino el reflejo
de una teología opinable.
 DE pluralismo teológico: que lleva a un pluralismo teológico que pone en peligro la
integridad de la fe.

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