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A grandes rasgos, con el siglo XVI terminan tanto la invasión material como la "conquista

espiritual". A partir del XVII principia la colonización. Y con la llegada del siglo XVII, incluso
antes, aquel fervor evangelizador de los primeros frailes mendicantes tal vez no disminuye,
quizás se relaja. Al mismo tiempo entre los indígenas disminuye aquel supuesto frenesí por
recibir el nuevo credo (Mendieta 1945). Las causas son diversas. Una de ellas puede ser la
desmotivación del amerindio al ver la nefasta actuación de los invasores (García 1903). Otra la
disminución demográfica (Wachtel 1990:174-5) y las diferencias internas de los diversos
estamentos religiosos (Early 1994:64); junto con la constante substitución irreflexiva y
traumática, por parte del estamento religioso, de componentes de la religión precolombina por
otros del cristianismo (Duverger 1987:244 y SS. ). Además, resulta que en algunas ocasiones,
por desgracia demasiadas, sea de forma consciente o inconsciente las órdenes mendicantes
se solidarizan con el pertinaz y obligado cambio cultural. Desestructuración encubierta en
aquel celo evangelizador bastante adulterado con el paso del tiempo 173 Actitud de la que no
se ha hablado pero si insinuado su presencia.

Situación incómoda y nociva para la población nativa que con el tiempo se consolida y
evoluciona con rapidez hacia formas de abominable conducta de aquellos recién
Ilegad~slC~o~m.p ortamiento del que a veces también, por desgracia, se contaminan los
religiosos (Comas1 951 :220 y SS. ). Coyuntura que al generalizarse provoca un profundo
descontento en la población nativa, hasta el punto de Ilegar a confundir y desmotivar al
amerindio (Comas 1951 :223). Confusa y conflictiva situación que lleva a los aborígenes a
dudar de la veracidad de la nueva religión Credo que para ellos comporta unos sacrificios que
no lo justifican. Incluso sus representantes con frecuencia se alían a una desmedida,
exorvitada e inhumana aculturación y expoliación de todos o la mayor parte de sus bienes
tanto materiales como espirituales175.

Con la población aborigen terriblemente diezmada y en vías de una profunda mestización


racial, se adoptan nuevas maneras de planificar y consolidar el ambiente cultural y la
cristianización del continenteia3. Otra forma de proceder muy diferente de la etapa anterior
que se materializa en un nuevo enfoque arquite~tónico'~~. Surgen de inmediato proyectos de
nuevas estructuras religiosas que, a partir de ahora, se consideran plenamente identificadas
con los patrones constructivos de la arquitectura público- religiosa del mundo occidental
contemporáneo. Sin embargo, como tuvo lugar a mediados del siglo XVI, pronto el pueblo
mesoamericano los convierte en formas arquitectónicas propias (Manrique 1976:407 y SS. ).
Nuevas "interferencias" indígenas a los patrones europeos, pero a partir de ahora de
orientación muy diferente. Forma de proceder que se manifiesta en la decoración
arquitectónica y volumétrica del espacio religiosolE5M ientras que a medidas del siglo XVI las
influencia son precolombinas, cambian a indígenas a partir de la segunda mitad del siglo XVll
en adelante.

En principio, una vez alcanzados los propósitos básicos de la nueva religión, que no son otros
que los de su implantación definitiva, creen los estamentos eclesiásticos superiores que los
propósitos de evangelización deben de orientarse hacia nuevos enfoques. Consideran
superada, en buena parte, la etapa de introducción del nuevo credo en áreas de fuerte
implantación indígena. / Sin embargo, a pesar de lo que viene diciéndose acerca de las buenas
intenciones de los frailes, que sin lugar a dudas existieron en la mayor parte de las ocasiones,
la evangelización en diversas circunstancias no se realiza por convencimiento, sino que se
lleva a cabo por intimidación, en palabras exactas por la fuerza; no exento de cierto
bienestarlg4. Situación que provoca e intensifica la presencia de un sincretismo religioso en
cierta manera ajeno al de nuestros propósitos iniciales. En la mayor parte de las ocasiones
más orientado hacia aspectos bastante más esotéricos de la religión de ambos pueblos, que
en una adecuada reinterpretación de temas religiosos entre la población aborigen (Marzal
1993:232-235).

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