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Por Ariel_Lycaon.

Viñetas, carteleras, paneles, cartuchos, globos y onomatopeyas. Ropa interior por fuera,
mallas, licra y colores llamativos. El cómic ha estado asociado a la fantasía del superhombre
—no lo confundan con el mismo término acuñado por Nietzsche— casi desde su concepción.

Si lo pensamos ahora, es impensable hablar del cómic sin incluir a los íconos de la cultura
popular en los que se han convertido personajes tales como Capitán América, Superman,
Batman y (recientemente) Ironman, pero los Cómics no son solo superhéroes, conviene
saberlo y durante mucho tiempo, los cómics vivieron tranquilamente sin superhéroes, y estos
se convirtieron en una atracción poco popular de esta feria que hoy podemos llamar “arte
secuencial”.

Ese mercado sobrevive hasta nuestros días, y gracias a ello, tenemos una nada
despreciable variedad —quizá no tanta como en el anime o la literatura— de contenido. Si no
quieres leer las heroicas hazañas de algún loco enmascarado narrada a través de frases y
diálogos prefabricados, el cómic tiene en su mano centenares de opciones. Historias de terror,
suspenso, detectivescas, ciencia ficción, una de vaqueros, o el trillado romance.

¿Cómo nació el “El súper hombre” como lo concemos? La primera historieta de


Superhéroes fue publicada en Junio de 1938 como el No. 1 de Action Comics, sus autores
fueron Jerome(Jerry) Siegel, escritor, y el dibujante Joe Shuster, su nombre: Superman.

Este emblemático personaje, perteneciente a DC Cómics, dio inicio a la "Era Dorada" de


los comics de Superhéroes. Una era que vio nacer a los pilares la cultura estadounidense, las
bases de la ideología dominantes, plasmados en personajes e historias que influenciaron a las
generaciones siguientes e incluso a estos lares latinoamericanos.

Oh, sí. Desde su origen más primitivo en forma de tira cómica, el mundo de los cómics
es un vasto macrouniverso plagado de riquezas y peculiaridades asombrosas. Dentro ellos, el
mundo superheroico es quizá el más adecuado y perfecto remanso para el fanfiction en
muchos aspectos, quizá más de los que ellos esperarían admitir. Muchos comics han utilizado
y manejado ideas que por lo general esperarías ver en algún fanfic.

¿De qué estoy hablando? ¿Por qué ocurre esto?


Imagínenlo: En un momento determinado, un personaje popular (o preferido) para la
empresa y los lectores puede aparecer en Alpha Flight, Ultimatte, Avengers, X-Men y su propio
título. Y todas esas historias trascurren en el mismo espacio-tiempo que las otras sagas; esas
historias se suponen que son “canon” (que a decir verdad, llamarle canon es bastante ambiguo
si me lo preguntan) y todas cuentan como parte de la continuidad de este macrouniverso.
Entonces, cabe preguntar: ¿Cómo se supone que tal personaje puede estar en esos lugares,
participar en esas historias a la vez?

Ahora entienden una de las molestias más grandes entre quienes iniciarse en este mundo
superheroico y algunos veteranos. La intrascendencia e inverosimilitud que ciertos arcos e
historias tienen, y ni hablar de los cambios que pueden darse en los personajes, su origen,
poderes e historia es de dominio público. Esto es algo que podríamos ver en muchos fanfics
y, sin embargo, es el pan de cada día de los lectores de cómics.

Esto no hizo más que crecer y crecer con la inclusión del multiuniverso en las historietas,
y fue expandiéndose cual caldo cósmico primitivo que fue alguna vez el universo; muchos
menos puedo asegurarles con certeza que no va a detonarse una “Gran Explosión” debido a
esa situación.

Hay demasiados “demasiados”: demasiadas historias, relanzamientos, reinicios y


visiones de autores sobre un mismo personaje o equipo superheroico. Es increíble la cantidad
de cosas que se suponen son canon, que se supone que pasaron, y en algunos casos nadie
las toma en serio (Deadpool asesinando a todo el universo Marvel), o ni siquiera las editoriales
respetan dichos sucesos y publican historias que bien podrían contradecir los mismo hechos
que ocurrieron hace unos cuantos números o arcos.

En una frase viene a ser: “borrón y cuenta nueva”.

Lo maravilloso: Leí en cierto blog que “los cómics de superhéroes funcionan, más o
menos, como temporadas de televisión. Cuando un equipo creativo empieza, la temporada
arranca ahí y ese es un excelente punto de inicio para un lector nuevo”. Pero, yo más bien los
considero como una serie fanfic, esos que son escritos por los buenos fictioners, los talentosos.
Y por el cual mensualmente pagas para leer capítulo a capítulo.
Así como en el fanfic, en los cómics se escogen los que mejor nos parecen, los que se
quieren leer, ya sea por el personaje protagonista de la historia o porque somos aficionados al
estilo narrativo de quien escribe la historia (autor). Y es que solo en los fanfics, tal como en los
cómics, llegan a suceder situaciones absurdas, extravagantes, complicadas e indecibles.

Y, para darle al último clavo entre las similitudes del fanfiction y los cómics, vaya que es
sufrido el trabajo del creador. Mientras los lectores están en la gloria a causa de tantos títulos
a su entera disposición, ellos laboran en condiciones miserables, sin poder recibir lo mínimo
por sus obras (o incluso nada).

Su trabajo pierde importancia un par de meses después, porque a la editorial le gusta


cambiar los equipos creativos a cargo de ciertas historias o personajes. Contratando y
despidiendo a guionistas, dibujantes y artistas para cada arco argumentativo.

Siempre he dicho cuánto vale la pena echar un vistazo al mundo de las viñetas. Quien
no lo ha hecho, se está perdiendo de algunas de las mejores propuestas e historias en la
historia del arte gráfico. Y, como al fanfic, es menester leerse con ojo crítico, discriminando lo
que vale y lo que no, lo bueno de lo malo. Solo hay una manera de hacerlo: Leyendo.

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