La letal combinación del odio ideológico de la izquierda, enemigos internos
y la operación de Estados Unidos para descarrilar el proyecto del paso interoceánico chino-ruso. En los últimos meses de este 2018 hemos sido testigos de una convulsión social surgida aparentemente de la nada en Nicaragua, un pequeño país de Centroamérica. Este conflicto social ha crecido tanto y se ha violentado de tal forma que ha ocupado encabezados en parte de la prensa internacional y ha hecho que los ojos de muchos países volteen a esa región por lo regular olvidada e ignorada del mundo.
Cabe recordar que Nicaragua ha sido protagonista en otras ocasiones, de los
encabezados de la prensa internacional. La más conocida es el golpe de estado, asenso y revolución marxista que se hizo con el poder a finales de los setenta y a inicio de los ochenta, a través de la guerrilla del ejército sandinista de liberación nacional, encabezado por el actual Presidente de Nicaragua Daniel Ortega y por Ernesto Cardenal, un sacerdote católico que combinó la sotana con el fusil de asalto, por lo que fue enérgicamente reprendido por el Papa Juan Pablo II en los primeros años de su pontificado en una visita que realizó en 1983 a aquel país, en el cual apenas bajó del avión y Ernesto Cardenal se postró ante Juan Pablo II al ser parte del comité de bienvenida por ser el ministro de cultura. El pontífice, ante los medios y los ojos de todo el gobierno, reprendió severamente a este mal sacerdote exigiéndole que se definiera por la revolución o por el sacerdocio, pero que no podía ejercer ambos ministerios que eran incompatibles.
El gobierno de Nicaragua trata de dividir y deslegitimar a los manifestantes,
principalmente a los estudiantes, que continúan protestando contra los recortes, la corrupción y el autoritarismo del presidente sandinista Daniel Ortega. 24 abril 2018 13:15 Nicaragua encadena ya seis días de protestas contra la decisión del Gobierno de rebajar las pensiones (un recorte del 5%) y aumentar las contribuciones de los trabajadores a la seguridad social, una medida conocida como Reforma del seguro social. Diversos medios y analistas califican de ‘histórica’ esta movilización, debido principalmente al rol de las redes sociales y a que cuenta con el apoyo de sectores que tradicionalmente apoyaron al gobierno sandinista de Daniel Ortega. Ante la presión de las calles, el presidente y exguerrillero Ortega respondió con duras cargas policiales y censuró los principales medios de comunicación del país que cubrían dichas protestas. La represión ha causado ya una treintena de muertes, entre ellas el periodista Ángel Gahona, y otro centenar de personas han sido hospitalizadas. En la noche del domingo, Ortega apareció por sorpresa en la televisión pública para anunciar que cancelaba el polémico decreto presidencial de esta reforma. Al mismo tiempo que pedía paz y diálogo, las autoridades nicaragüenses ponían en marcha un plan para dividir y desmovilizar a los manifestantes, principalmente a los estudiantes, desplegando a infiltrados y alborotadores en centros universitarios y otros espacios de movilización. Contra los pronósticos del gobierno, los protestantes mantienen el pulso en las calles -a pesar de los desmentidos de la vicepresidenta y esposa de Ortega, Rosario Murillo– e incluso se organizan en barrios de todo el país para evitar amotinamientos y destrozos que sirvan para manchar la expresión del deseo de cambio que aflora en Nicaragua. El movimiento estudiantil es uno de los principales impulsores de esta movilización. Más allá de oponerse a la reforma del seguro social, los universitarios también protestan contra la corrupción endémica del gobierno sandinista y otros déficits democráticos del país. En la noche de este lunes, los estudiantes que ocupaban la Universidad Politécnica de Nicaragua (Upoli) fueron agredidos por hombres armados, que mataron a dos personas e hirieron a otras nueve, según la Asociación Médica Nicaragüense. Los estudiantes aseguran que entre los atacantes había policías infiltrados y miembros de las Juventudes Sandinistas. Fidel Ernesto Narváez, abogado constitucionalista y profesor, es uno de los líderes sociales que participa en estas movilizaciones. Narváez está entre los objetivos de la campaña de desacreditación del gobierno de Daniel Ortega. En las redes sociales se mezclan las amenazas de muerte y acusaciones que le tachan de ser un infiltrado, con los mensajes de apoyo de quienes conocen su larga trayectoria en defensa del diálogo, la paz y la democracia.