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INTRODUCCIÓN

La prevalencia e incidencia de insuficiencia renal ha aumentado en el mundo, constituyendo un


problema de salud pública donde Colombia no es la excepción. Sus principales causas son
enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión arterial. El tratamiento en las etapas
finales de la enfermedad es el trasplante renal, este les ayuda a mejorar su calidad de vida. Sin
embargo se debe tener en cuenta que también tiene complicaciones y comorbilidades tales como
diabetes, osteodistrofia renal, baja talla, además de infecciones y carcinogénesis por la terapia
inmunosupresora asociada, entre otros. Una alternativa al tratamiento en etapa terminal es la
hemodiálisis cuyas complicaciones son hemorragias de vías digestivas, desnutrición e infecciones
asociadas al acceso vascular, esta última disminuye la calidad de vida del paciente; debido a la
asistencia varios días a la semana a la unidad de diálisis, entorpeciendo el desarrollo normal de las
actividades diarias del paciente.

Estas opciones de tratamiento requieren una buena cantidad de recursos físicos y económicos,
que en algunos países hacen que su acceso sea difícil a ciertas poblaciones. Además la necesidad
de donantes aumenta y la intención de donar ha disminuido. En Colombia la tasa anual de
trasplante renal es de 17 por millón de habitantes, de los cuales el 10,8% proviene de donantes
vivos; para 18.000 pacientes que requieren un trasplante renal esto resulta insuficiente, pues se
estima que el 50% de estos pacientes fallecerá esperando el trasplante. En Colombia y el resto del
mundo el riñón es el órgano más demandado en trasplantes.

Por lo expuesto anteriormente se hace necesario buscar nuevas terapias que ayuden a minimizar
el impacto de esta enfermedad, especialmente si las alternativas aparecen más costo efectivas.

El presente proyecto pretende explorar la posibilidad de utilizar la capacidad filtrante del intestino
para diseñar un modelo biológico de filtración de productos nitrogenados y creatinina in vitro, que
pueda ser controlado a través de una presión hidrostática optimizada en modelos no vasculares,
que pueda luego ser aplicada al compartimiento vascular. El proyecto también pretende evaluar la
efectividad del proceso de filtración de nitrogenados y creatinina y optimizar la presión
hidrostática empleada. Este modelo in vitro podría ser el fundamento para el diseño de un
procedimiento quirúrgico que reproduzca las mismas condiciones in vivo a través de un asa
intestinal sometida a un flujo vascular de alta presión. Si este modelo es efectivo podría
constituirse en una alternativa útil para el tratamiento de los pacientes con insuficiencia renal
terminal. Por tanto, la pregunta de investigación del presente proyecto es: ¿un segmento de
intestino puede asumir funciones filtrantes eficientes de productos nitrogenados y creatinina bajo
condiciones de presión hidrostática controlada?

Por cada riñón existen aproximadamente un millón de nefronas, estas últimas son las unidades
funcionales de estos. Encargadas de filtrar el plasma y eliminar del organismo sustancias
provenientes del metabolismo que en ciertas cantidades se hacen toxicas, esto se logra mediante
la filtración, reabsorción y secreción.
La filtración ocurre en los glomérulos, donde todos los componentes del plasma, con excepción de
las proteínas de alto peso molecular, pasan a través de una barrera constituida por el endotelio, la
membrana basal glomerular y el epitelio podocitario, mediante un proceso determinado por la
interacción de las presiones hidrostáticas y oncóticas de los compartimientos capilar y tubular. La
selección de las proteínas se realiza por el tamaño de éstas y por su carga negativa. Así se
determina la tasa de filtración glomerular (TFG), uno de los parámetros fundamentales de la
función renal, que se encuentra en una cifra alrededor de los 125 mL/min. El filtrado resultante
pasa por procesos de reabsorción (el cual recupera solutos o agua hacia el sistema) o secreción (el
cual agrega solutos al fluido intratubular) en los distintos segmentos de la nefrona, los cuales son
selectivos de acuerdo al tipo de soluto, pues dependen de los mecanismos de transporte
existentes en las células epiteliales de los diferentes segmentos tubulares. El objetivo este proceso
es recuperar la totalidad de la glucosa, las proteínas y los aminoácidos y la mayor parte del agua y
los electrolitos filtrados, pero también mantener elevadas las concentraciones intratubulares de
los productos metabólicos que deben ser excretados, tales como urea, creatinina, amonio, ácido
úrico y urobilinógeno, para garantizar su eliminación a través de la orina.

Cuando estos procesos no son eficientes, ya sea por disminución en el número de nefronas o
alteraciones en la función, se genera una acumulacion de metabolitos en el organismo generan
efectos tóxicos. El mecanismo de lesión es microvascular afectando los capilares glomerulares
afectando la filtración. La lesión tubular también está asociada a patología microvascular.
Inicialmente las nefronas no afectadas tratan de asumir la responsabilidad del proceso filtrativo,
pero al alcanzar un numero critico de nefronas no funcionales, aparece la insuficiencia renal, cuyos
tratamientos ya fueron mencionados.

Por otra parte, las células epiteliales que tapizan el intestino delgado tienen propiedades que le
permiten ejercer acciones de filtración, reabsorción y secreción, que pueden considerarse
análogas a las de la nefrona. Muchos de los transportadores que se encuentran en las células del
túbulo proximal tienen transportadores análogos en los enterocitos, de tal manera que los
procesos de transporte en estas células son también muy similares. El transporte de agua se
puede dar a través de las uniones entre células, estas tienen un grado de laxitud que permite una
ruta paracelular para el paso de agua y solutos de bajo peso molecular, también es posible el paso
de agua por la ruta transcelular pues los enterocitos expresan acuaporinas en abundancia. Estos
flujos osmóticos de agua bidireccionales y están condicionados por un juego de presiones entre la
luz intestinal y el compartimiento vascular, los cuales determinan la dirección del flujo. Las
presiones determinantes son la presión hidrostática y la presión oncótica, las mismas que
condicionan la filtración glomerular.

El movimiento transepitelial de urea, el soluto más relevante que el riñón depura y el mayor
causante de efectos tóxicos, también puede lograrse debido a que el enterocito tiene
transportadores de urea, estos realizan difusión facilitada de urea, donde el flujo está
determinado por el gradiente de concentración, favoreciendo siempre la secreción de este soluto
hacia la luz. Por otro lado la creatinina, otro metabolito importante depurado por el riñón que
también puede producir toxicidad, solo puede ser trasportado por vía transcelular a través de
proteínas de la familia de los transportadores de cationes orgánicos (OCT) expresadas en las
membranas baso laterales de los enterocitos. El transporte de urobilinógeno y el ácido úrico es
también posible a través de OCTs, el amoniaco por tener cierto grado de liposolubilidad y al ser
una molécula pequeña se puede transportar por difusión simple.

Dado que el intestino delgado posee esta capacidad filtrante y los mecanismos de transporte de
agua y los demás productos metabólicos de desecho que están presentes en los enterocitos, es
posible que se pueda optimizar este transporte para inducir un movimiento de estos solutos hacia
la luz intestinal y lograr que permanezcan en ésta para luego ser eliminados del sistema en las
heces fecales.

Para lograr esto es necesario controlar los principales determinantes de la secreción de estos
solutos hacia la luz intestinal. El primero de ellos es el gradiente de concentración entre la luz
capilar y la luz intestinal, factor que no representa un problema, pues este gradiente existe en
condiciones fisiológicas ya que urea, creatinina, ácido úrico, amonio y urobilinógeno se encuentran
en concentraciones más elevadas en sangre que en la luz intestinal favoreciendo su secreción a
través de mecanismos explicados anteriormente.

El segundo factor a considerar es el flujo de agua, el cual genera arrastre de solutos y por lo tanto
favorece el movimiento de éstos en el sentido en que se produzca el flujo del solvente. El
movimiento de agua transepitelial está determinado por las presiones osmótica, oncótica e
hidrostática y la dirección neta resulta del balance entre estos tres factores, tal como sucede en el
proceso de filtración glomerular. Las presiones osmóticas y oncóticas pueden ser modificadas con
el fin de incrementar el proceso de filtración. El factor predominante en la ecuación es la presión
hidrostática, este es el que se pretende controlar en este modelo experimental. Esta depende de
la cantidad de volumen presente en un compartimiento dado y es la presión vascular de los vasos
correspondientes en contraposición a la presión intraluminal del intestino determinada por la
cantidad de volumen presente en la luz, por lo tanto si se tiene una presión hidrostática elevada
continuamente en el lado de la serosa, comparado con el lado de la mucosa, se asegura el proceso
de filtración, generándose un arrastre por solvente de los solutos de interés que pueden ser
transportados hacia la luz, pues existen los mecanismos para que esto suceda.

El presente proyecto pretendía graficar el protocolo del modelo quirúrgico de asa filtrante como
sustituto de la función renal en cerdos adultos, de manera que fuera replicable y entendible tanto
para profesionales en el campo de la salud y la investigación científica como para personas que no
lo son

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