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La catedral románica

Con la ayuda de la infanta Urraca de Zamora, hermana del rey, se inicia la construcción de
una segunda catedral, acorde con las aspiraciones de la ciudad, y de estilo románico.
Ocupaba la sede episcopal Pelayo II. Cuando el arquitecto Demetrio de los Ríos, entre
1884 y 1888 excavó el subsuelo de la catedral para reponer el pavimento y cimentar los
pilares, encontró parte de los muros y fábrica de aquella segunda catedral. A través del
plano que él mismo dibujó, podemos apreciar como se configuraba todo dentro de la
gótica: era de ladrillo y mampostería, con tres naves rematadas en ábsides semicirculares,
dedicado el central a santa María, como en la iglesia anterior. También se construyó un
claustro en el lado norte. Esta nueva iglesia tuvo unas dimensiones considerables,
midiendo 60 metros de longitud y 40 metros de anchura máxima. Aunque toda ella
estuviese ejecutada dentro de las corrientes internacionales del románico, contemplando lo
que ha pervivido de su estatutaria podemos averiguar que tenía su carácter autóctono,
utilizándose aún el arco de herradura, al menos como forma decorativa. Fue consagrada el
10 de noviembre de 1073 durante el reinado de Alfonso VI. Es de suponer que en ella
trabajasen los mismos canteros que estaban construyendo la Basílica de San Isidoro de
León.
Esta catedral se mantuvo en pie hasta finales del siglo siguiente. Cuando accede al trono
el último rey privativo de León, Alfonso IX, se asiste en la ciudad y en el reino a un
importante cambio social, de creatividad artística y desarrollo cultural.

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