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El Modelo Ecológico de Bronfenbrenner

Cuando se habla del individuo, es notorio mencionar su desarrollo a partir de los diferentes
ambientes en los que se desenvuelve, además de esto la participación que este obtiene en
estos entornos para desarrollar su aspecto cognitivo y moral.

Bajo esta apreciación, cabe destacar que este modelo ecológico surge desde una
importante investigación que tiene como base, que el desarrollo humano se da en la
interacción entre las variables genéticas y el entorno, dando como respuesta diluir el estudio
de los comportamientos humanos en laboratorios clínicos.

Asimismo, en la actualidad, el modelo ecológico de Bronfenbrenner constituye una de las


teorías más aceptadas en el campo de la psicología evolutiva moderna, es aquí donde el
modelo determina una serie de estructuras ambientales en diferentes niveles en los que se
desenvuelve el ser humano. Estas estructuras entran en contacto con las personas desde el
momento que nacen y los acompañan durante toda su vida.

Una de esas estructuras como la percepción, es la influencia de los ambientes desde


aspectos endógenos y exógenos, haciendo referencia al primero netamente a lo fisiológicos
y al segundo a lo sociológico, además de esto hay cuatros sistemas que conforman el modelo
ecológico, tales como: microsistema, mesosistema, exosistema y macrosistema.

Bajo estas condiciones, el microsistema se encarga de establecer la participación del sujeto


bajo un contexto cotidiano (escuela), y por esto, como maestros en formación estaremos
ligados a contribuir desde nuestro que hacer educativo, a desarrollar en el individuo su papel
de comunicador, es aquí donde el sujeto adquiere una potenciación de conductas que lo llevan
a tomar decisiones positivas dependiendo el contexto.

De aquí en adelante, el ambiente ecológico es de suma importancia en el desarrollo


cotidiano de la vida de las personas, pues sus postulados hacen referencia a que la escuela es
el microsistema fundamental en el desarrollo del niño o niña, sin embargo, en el aula este
enfoque buscar ver de qué manera el docente debe ser participe en su accionar investigativo
y humano frente a problemas que surgen en los alumnos en cuanto su desarrollo familiar,
económico, afectivo para abordarlos de manera individual, y conocer los procesos de cada
uno.

En muchas ocasiones esta preocupación por parte del maestro es efímera, son pocos los
docentes que tienen la iniciativa de comprender esta situación, las circunstancias familiares
y afectivas no son de importancia en el proceso educativo del docente, omitiendo su papel
protagónico, pues estas circunstancias afectan la estimulación apropiada frente al
rendimiento del estudiante en el microsistema escolar.

Por otro lado, despertar la autonomía y la reflexión en los estudiantes, demuestra un gran
compromiso de mejorar un interés que es lo opuesto a imponer, es decir derivar el poder que
tiene el maestro en la formación social del estudiante, llevándolo a conseguir una situación
negociadora en donde primen los intereses de los estudiantes.

Desde esta perspectiva, la escuela y todos sus participantes en el proceso del desarrollo
humano es por excelencia un microsistema, en el cual el estudiante puede comenzar a
explorar sus etapa de pensamiento y reflexión en la toma de decisiones o su comportamiento
frente a la sociedad, aunque para llegar a esta concepción se debe analizar un espiral en donde
participan mecanismos enlazados, que el estudiante va desarrollando; como el aprendizaje,
la participación social y activa con sus pares, y su rol como sujeto en estos ambientes
ecológicos.

Indudablemente en ciertas situaciones algunas de estas etapas se ven afectadas por


aspectos endógenos y exógenos, pero es el maestro el que puede contribuir a mejorar estas
problemáticas, como se mencionó anteriormente.

Finalmente, esta teoría de modelo ecológico permite conocer como sucede todo un
andamiaje en el desarrollo social y afectivo del estudiante, los factores y estructuras que
permiten prepáralos para la sociedad, inclusive el rol protagónico del docente en el aula, con
respecto a su interés y respuesta frente a los aspectos sociales que el niño presenta, puede
decirse, que lo esencial dentro de las aulas no es enseñar a leer, escribir ni las operaciones
matemáticas básicas, sino el valor de la confianza, el afecto y las habilidades para la vida
(Nelsen y Lott, 1999).

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