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YO, EL GLOBULO ROJO

Hola, mi nombre es Nick y soy un glóbulo rojo.


Nací dentro de la médula ósea junto con mis cientos de millones de hermanos. El
primer día de descanso, fue muy tranquilo, ya que no sabía lo que tenía que hacer
exactamente e iba haciendo lo que quería, hasta que me encontré con un anciano
en este oficio. Me lo explicó todo, que, si tenía que recoger el dióxido de carbono,
con qué cosas tenía que vigilar… así que yo consciente de lo que me había dicho
empecé a hacer mi trabajo. Yo que pensaba que ya lo sabía todo después de la
clase que me había dado aquel anciano, supongo que era uno de mis abuelos,
estaba muy tranquilo, pero no fue tan fácil como creía. Él ya me advirtió diciéndome:
“seguramente te parece muy fácil lo que te estoy diciendo, pero te será mucho más
difícil hacerlo.”
Y así fue. El primer día después de aquella clase con mi abuelo, ya tuve uno de mis
obstáculos en la vida. Fue cuando tuve que ir a recoger el dióxido de carbono, me
equivoqué de vena y fui a parar a un dedo del
pie. Yo no entendía cómo había ido a parar allí.
Me pasó porque dentro del cuerpo humano hay
unos conductos llamados venas que lo que
hacen es transportar la sangre hacia todo el
cuerpo y yo me equivoqué de vena. Pero
conseguí salir de allí gracias a unos carteles que
te indicaban en qué dirección estaba cada cosa.
Yo seguí la del pulmón y llegué a la vena
pulmonar. Desde allí recogería el dióxido de
carbono ya que, si no lo recogiéramos, los seres
humanos tendrían muy poca capacidad
pulmonar ya que ocupa el espacio del oxígeno.
Yo que estaba muy cansado, intenté ir a dormir, pero me di cuenta que nosotros,
los glóbulos rojos no podemos dejar de trabajar ya que si no el ser humano se
moriría.
Ahora les voy a contar uno de mis peores momentos que pasé durante estos días
de vida. Fue un día que seguramente Juan (dentro de la persona que estoy), estaba
jugando a algo muy chévere, supongo que fútbol, tenis o algo por el estilo ya que
nosotros no podíamos parar de hacer nuestro trabajo porque Juan necesitaba
mucho oxígeno para que todas las partes del cuerpo le funcionaran perfectamente.
Pero llegó un momento en el que Juan tropezó y se cayó haciéndose un corte en el
brazo izquierdo. Fue en ese momento cuando yo casi doy por finalizada mi vida, ya
que en la vena que se hizo el corte, era en la vena que yo, justamente en aquel
momento estaba y lo que me ocurrió fue que, al estar cerca de la herida, casi me
iba hacia el exterior, pero no, yo luché con todas mis fuerzas para poder sobrevivir
y gracias a que yo estaba bastante fuerte, pude sobrevivir. Si la herida hubiese sido
un poco más fuerte, yo quizás ya no estaría aquí.
Para terminar la historia, les cuento el final de mi vida, después de 120 días, junto
con el resto de hermanos que quedamos, morimos después de una fantástica vida
ayudando a Juan en su día a día.

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