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LOS TRIBUNALES
La demanda es, que duda cabe, uno de los actos procesales del demandante más
importantes del proceso; por ello, los abogados en el ejercicio lo suelen utilizar, de modo
reiterado, ante los tribunales de justicia. Este hecho ha conllevado que en la práctica
jurídica, muchas veces, se convierta en un mero acto repetitivo, cuya labor -en el peor de
los casos- se centra únicamente en seguir y completar acríticamente modelos y formatos
que se pueda tener a la mano o alojadas en uno de los archivos de la computadora.
El afán por acudir irreflexivamente a los modelos, pasa también por la facilidad que
ofrece tal proceder para elaborar en el menor tiempo una demanda. Esta peculiar práctica,
puede ser el reflejo de una inadecuada formación universitaria; dado que para algunos el
estudio y el análisis del Derecho procesal, simplemente está colmada, entre otras cosas,
por el un exacerbado de modelos de demandas; a veces siguiendo literalmente las reglas
normativas del caso (v.gr.: arts. 130º, 424º y 425º CPC) y otras prescindiendo totalmente
de ello. Sin embargo, valgan verdades pocas veces se hace un alto para analizar y discutir
sobre las razones que subyace en los dichos requisitos formales previstas en
las disposiciones normativas y menos en la racionalidad de tal práctica.
Frente a este estado de las cosas, no vendría mal gastar unos minutos en reflexionar
sobre ¿cuáles son los fundamentos que justifican la demanda?. Aunque pueden existir
más, a continuación se ofrecen siete razones:
2. Como tal es un acto jurídico (procesal); lo que implica que su uso depende del
ejercicio de la voluntad de las personas, que en libertad quieran iniciar (o no) un proceso.
Desde este enfoque no sería una obligación procesal (en la línea de la propuesta del
teórico alemán Oskar Von Bülow), sino propiamente una carga procesal, es decir, como
un imperativo del propio interés (conforme a la teoría de la situación jurídica propuesta
por James Goldsmith) cuyo omisión generaría una situación de desventaja. Teoría que,
en general, sería la doctrina dominante que justifica y fundamenta la mayoría de actos
procesales.
3. Su fundamento, desde la perspectiva procesal - en concreto desde la teoría del
proceso- se puede encontrar en el principio jurídico (natural) dispositivo; en particular en
una de sus principales manifestaciones: la iniciativa de parte. Lo que supone, entre otras
cosas, que el juzgador no puede dar inicio al proceso ex officio, sino a pedido o a instancia
de parte. En general es la parte demandante, que afirma ser titular del derecho, el único
(salvo representación procesal) quien puede disponer o no de su derecho material y
canalizarlo a través de la demanda.
7. Es el instrumento por el que se presenta, por primera vez, toda la información o datos
con constituyen la hipótesis fáctica (causa de pedir) en la que se basa el petitorio
(petitum). En este orden, es también el medio idóneo por el que los ordenamientos (sobre
todo los del civil law) reconocen al demandante la posibilidad (ordinaria) de presentar u
ofrecer los medios de prueba relevantes al proceso. Es a través de la demanda como el
juez tendrá el primer encuentro o contacto con una eventual serie de elementos de
prueba.
(*) Ms. Luis Alfaro es profesor de la UNMSM, PUCP y UIGV. Doctorando por la Universidad de
Girona y Máster por la Universidad Complutense de Madrid.