Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
SACERDOTES
DIGNOS DE CREDITO
Perspectiva
latinoamericana
Indice
~
7
I
EL SACERDOCIO DE CRISTO
EN LA CARTA A LOS HEBREOS
SUMO SACERDOCIO
Y SACERDOCIO
DE CRISTO
MINISTERIAL
"
l. Origen de la problemática , , , . , , , . , , . , , . , ... , , . , , .. , . 45
2. Sacerdocio minlsterial:.sacerdocio relativo, .. , . , , ,. 47
3. Sacerdocio ministerial y mediaCión ,,,., , ,. 47
4. La sacramentalización del Sumo Sacerdocio de Cristo:
el carácter 49
5. Sacerdocio ministerial y renovación de la nueva alianza 52
6. Los instrumentos del ministerio sacerdotal 53
7. La exigencia de un estilo de vida 58
8. Caracteristicas del estilo de vida sacerdotal. . . . . .. . . . . . . . . . 59
9, Con la fuerza del Espíritu ..... , .. ,...................... 61
111
SACERDOCIO MINISTERIAL
EN Y PARA AMERICA LATINA
IV
SEMINARIOS PARA LA
fORMACION DE SACERDOTES
EN AMERICA LATINA
3. El contexto de la profesión de fe
en el Sacerdocio de Cristo
una solidaridad social del pecado que se estructura Imponiendo sus pro-
pias leyes. por lasque juzga a los que se oponen al sistema.de tal manera
que los justos llegan a ser legalmente condenados como malhechores.
como sucedió en el caso de Jesús. ••
2> Sobre la exégesis de este texto. véase MATEOS-BARRETO. El
Jesús es, por tanto, ~ Hijo llamado gor el Padre Rara realizar
una difícil misión; misión Que acegta con plena obediencia y que
,realiza en la oscuridad de la fe con una constancia y una fidelidad
gue le conducen hasta la muerte, «y no hay amor más grande
~ dar la vida por los amigos» Un I 5, I 3); Y paralelamente, no
haLmaYOr amor y solidaridad c0r:. Dios g~§ el dar la vida ~_
cumeljr la misión,,9.l;;leEl ha.~ncomendado a una p'er~.,?_~~.
8. Segunda condición:
la solidaridad con el hombre
9. Tercera condición:
la·insolidaridad con el pecado
~::~~~:;~~:~~i;::~~;~~a2~'~
p~,~~;a;;;~6
~:~:~
Cuando el mome'nto se acerca. J.s;s¿ss,ente'ei horrory'la"
~ngustla ant~ !"ª.muerte (Mc 14.33-34). Se.encuentra ante el hecho
ineVitable. Pero no i\;,cepta defender su vida con la clásica violencia
del pecado (Mt 26-"51-54). sinogue sedefiende co['1la fuerz,a..de
Iªverdad. tanto ante el Sanedrín como ante el Procura~o-r~R~
.~ Pero la sentencia ya se había dictado, días antes, en el
conciliábulo organizado por Caifás Un I 1,47-54).
~ sentencia de muerte.D9J.~J?!.:iva.~~.s!l?~<i~.~~s()!).sIa.ri9~cj
~~gen~~LJ2.ecill!.2.~.~le~.b!stona. Ante Pilato responde con
serenidad: «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si Dios no
te la diese. Por eso, el que me ha entregado a ti tiene más culpa
que tú" Un 19, II ).P~ro tamQQco lehill=erenqQflªra sU1!1isió~ .
y _éL?u_~º-rnºr::Qmis().eltenerque padecer en l2fopia carne inocente.
los efectos de una sentencia injustal como lo demuestra en la cruz _
al decir: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" ~(...c....
23.34). ~n la cruz s~constitute en l!Jez ge sus ~.s~~!...~!['1.2.~0.
,!º-ogado de los..mismos 9.L1~inill~~nt~l~ haD._c;Qn.~[@ºº Y.~r1
~2~ tarde cantan su victoria.
-
La garantía de haber sido fieLa su misión hasta sus últimas
consecuencias le hace entregarse en el último momento con con-
fianza al Padre: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»
,(~s.23,46).
~ara lbS 12Q!;Jeres,de este mundo había muerto un malhechor.
fara la comunidad cristiaoa, moría el mártir fiel a su misión. Para
~I autor de la Carta a los Hebceos se había consumado el gran
sacrificio, el que es capaz de cambiar el rumbo del mundo, y con
él un Sumo Sacer~ote había,sido c2D~agradº-~Jnter~cie::LI29C
nosotros.
,
~os hombr~s! como protagonistas de la historia, han desem-
Reñado libremente sus distintos papeles, supuestas sus diversas
opciones. Pero es Dios, el Señor de la historia, el gue como Juez
revela la verdad de la historia.
pl;ro la revelación de Dios, que no es de condenación S!D9
de salvación no la realiza con un dato extrínseco a la Dersona y
vida de jesús. Lo justifica resucitándol0, y desde su resurrección
ilumina la muerte de lesús, en la que se manifiesta la palabra
escatológlca de Dios.
Esta palabra tiene dos dimensiones. Una, de cara a Dios:
« Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Unico, para que
tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en El.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo por él se salve» (In 3,16-18), ,E:stees el
misterio de Dios con relación a la humanida<;J.escondido en la
oscuridad de los siglos y manifestado en Jesús.
Pero en Jesús, muerto ignominiosa e injustamente y aceptado
R.2!: Dios como sacrificio de ex[?iación, Dios revela la grandeza,
d.ela voc~ción del hombre '(los insospechables horizontes de su.
humanización. Hombre es el que, sumergido en la dinámica del
,!mor salvífico de Dios, se solidariza existencialmente con el horroc
~ sus hermanos oprimidos, haciendo de su vida un proyecto de
Ijberación gue le conduce hasta el martirio, pero a un martirio,
realizado de tal manera que, siendo testimonio supremo de su
amor a los débiles, es al mismo tiempo misterio de expiación de
los opresores, llamada. amorosa de conversión de los inicuos y
de los gecadores: "gorgue Cristo murió por nosotros cuando,
aún éramos pecadores;-enemigos suyos, históricamente, que le
condenaron a muerte-, ,ªsí demuestra Dios el amor gue nos
-
tjene» (d. Rom 5,8-10).
La garantía de haber sid2.Ji€lla~1.! rni~D hasta sus últimas
consecuencias le hace entregarse en el último momento con con-
fianza al Padre: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu»
(1&.).3 ,46).
p'ara lbS Qoderes deestt=mundo habra muerto un malhechor.
Eara la comunidad cristiaoa, moría el mártir fiel a su misión. Para
el autor de la Carta alas Hebreos se había consumado el gran
sacrificio, el que es capaZ de cambiár el rumbo del mundo, y con
él un Sumo Sacerdote. había sido cºnsCi.gr.edQ~jntecs~g~LI2ºr
nosotros.
~os hombr~s, como protagonistas de la historia, han desem-
p..~.Qadolibremente sus distintos paf2eles, supuestas sus diversas
opciones. Pero es Dios, el Señor de la historia, el que como Juez,
revela la verdad de la historia,
p~ro la revelación de Dios, que no es de condenación slD9
de salvación, no ía realiza con un dato extrínseco a la Dersona y
vida de /esús. Lo justifica resucitándolo, y desde su resurrección
,ilumina la muerte de lesús, en la que se manifiesta la palabr\1
escatológica de Dios.
Esta palabra tiene· dos dimensiones. Una, de cara a Dios:
" Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo Uhico, para que
tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en El.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo,
sino para que el mundo por él se salve» (In 3,16-18), ,E:stees el
misterio de Dios con relación a la humanida<;i. escondido en la
oscuridad de los siglos y manifestado en Jesús.
~o en Jesús, muerto ignominiosa e injustamente y aceptado
RQ!: Dios como sacrificio de eXQiación, Dios revela la grandeza,
d,e la vocación del h9mbre y.los insospechables horizontes de su.
.humanización. Hombre es el que, sumergido en la dinámica del
amor salvrfico de Dios, se solidariza existencialmente con el horror
~\d.S hermanos oprimidos, haciendo de su vida un f2royecto de
liberación que le conduce hasta el martirio, pero a un martirio,
realizado de tal manera que, siendo testimonio supremo de su
amor a los débiles, es al mismo tiempo misterio de expiación de
los opresores, llamada amorosa de conversión de los inicuos y
de los Qecadores: "Qorgue Cristo murió por nosotros cuando,
aún éramos pecadores:-enemigos suyos, históricamente, que le
condenaron a muerte-, ,así demuestra Dios el amor que nos
¡-'--;:,""""_•••._~-:----;--;---~-:--:--.----;-.,--'1""""-1
Por ese motivo, cuando la comunidad a la que se dirige la
l
I
Carta a los Hebreos, por razón de las dificultades, entra en si-
tuación de crisis, el autor de la carta les hace recordar «aquellos
primeros días, cuando, recién iluminados, sostuvisteis recios y
penosos combates» (Hbr 10,32), Y les invita a la constancia, po-
niendo «fijos los ojos en el pionero y consumador de la fe, Jesús»
(Hbr 12,2).
5. Sacerdocio ministerial
y renovación de la nueva alianza
;() SCHILLEBEECKX, E., Cristo, sacramento del encuentro con Dios (San
Sebastián 1983) pág, I 17.
rodeado de poder y de privilegios, ocupando puesto de honor
en la sociedad.
Esta brillante imagen bizantina del Cristo glorioso, con fre-
cuencia nos ha hecho olvidar que el sac~rdocio glorioso es sólo
~ resultado de un sacerdocio infieri: porque primero pasó por
el ignominioso alusticiamientb en la cruz, en fidelidad a su misión,
hoy se encuentra a la derecha' del Padre para interceder por
nosotros. Más aún, a veces nos olvidamos que en la experiencia
del CrístoGlorioso está asimilada la experiencia dellesús histórico,
como simbólicamente lo ha representado en pleno cuadro de
gloria el autor del Apocalipsis: «Entre el trono con los cuatro
'vivientes y el círculo d~ los ancianos vi un Cordero: estaba de
Ríe, aunque parecía degollado» (Ap 5,6). Utilizando otra com-
garación, podemos decir que en el Cristo Glorioso permanecen
las cicatrices de su historia, cicatrices que continúan haciéndolo "'\
sacerdote misericordioso y digno de créditQ.
El sacerdocio ministerial es el sacramento, el signo del Sumo
Sacerdote glorioso; pero la tensión y la diferencia entre el signo
y lo signado se manifiestan en este caso en una reactualización
del Jesús histórico revivido en este sacerdote ministerial concreto
que, caminando con la comunidad, se dirige con esperanza cierta
hacia la casa del Padre.
~I
~I
:f
días en el cumplimiento de su ministerio.
"Conocer las ovejas y ser conocido por ellas" no se reduce a
saber las necesidades de los fieles. Conocer es involucrar el propio
il I
J
5< MARINO, León, «Mártires de hoy en Latinoamérica», en Acción
49 (1981) 9-16: W.AA., Praxis del martirio ayer y hoy (Quito 1981):
STEHLE, Testigos de {a (e en América Latina (Estella 1982).
ser, amar como quien vino no a ser servido, sino a servir" (P. nn.
681-684).
Es fácil advertir en estos textos de Puebla la cercanía a la
concepción del Sumo Sacerdocio de Cristo propuesto en la Carta
a los Hebreos. Es el mismo Cristo comprendido desde dos nom-
bres equivalentes: Buen Pastor y Sumo Sacerdote. Pero descen-
damos a un análisis más preciso y detallado.
8, Sacerdocio y Eucaristía
2. Contrastes y coincidencias
entre Jesús y sus disdpulos
S. Responsabilidad y conciencia de la
pastoral promotora de vocaciones