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de los acontecimientos, sino <!ue indu!

>o son cualitativamente otros tiempos: el Siglo de las Luces exige <¡ue ~e diga la verdad.
diferentes. Recordemos brevemente esta sucesión. La no~ela posterior se comentará con va{Üs versiones <)el •pare-
cer» sm pretender una versión que sea la única verdadera.
H~y que decir que les Liaisons da1tgereuses se distinguen ven-
El ser y el parecer. t~josamente de muchas otras novelas de la época por la discre-

l
CIÓn con que es presentado este nivel del ser: el ('aso de
Desde el comienw, las dos historias que ~e alternan nos son Valmont, al final del libro, deja perplejo al lector. En este
presentadas bajo luces diferentes: Cécile cuenta ingenuamente mismo sentido se desarrollad una gran parte de la literatura
del siglo XIX.
sus experiencias a Sophie, en tanto que Merteuil las interpreta
en sus cartas a Valmont; por otro lado, Valmont informa a la
Marquesa de sus experiencias con Tourvel, que ella misma
escribe a Volanges. Desde el comienzo podemos darnos cuenta e) Los modos dd rdalO.
de la dualidad ya observada a nivel de las relaciones entre los
personajes: las revelaciones de Valmont nos informan de la Los asp~c~os del relato ¡ mtcenJ ían al modo en que la historia
mala fe que Tourvel pone en sus descripciones; lo mismo sucede era pernbtda por el narrador; los modos del relato concierne11
mn la ingenuidad de Cécile. Con la llegada de Valmout a París a la forma en que el narrador nos la exponl', nos la presenta.
11110 comprende lo que en verdad son Danceny y su proceder. Es a estos modos del relato que uno se refiere cuando dice
Al final de la segunda parte, es la misma 1\ferteuil quien da que un escritor nos «lliLiestra• las cosas, mientras que Ltt otro
dos versiones del asunto Prévan: una de lo que es en sí y otra sólo las cdice». Existeu dos modos principale~: la repre,\t:rlltU.'i,)n
de~ lo <}U e debe parecer a los ojos de los demás. Se trata, pues, y la narración. Estos dos modos corre~:>llOnden, en un nivel nLís
nuevamente de la oposición entre el nivel aparente y el nivel concreto, a dos nociones que ya hemos encontrado: el discurso
real o verdadero. y la historia.
El o:den de aparición de las versiones no es obligatorio, pero Podemos suponer que estos dos modos del relato contcmpodneo
es utilizado con fines lliferentes. Cuando el relato de Valmont provienen de dos orígenes diferentes: la crónica y el drama.
o de ~ferteuil precede al de los otros personajes, leemos este La crónica o la historia es, creemos, una pura narración, el
último ante todo como una información acerca de quien escribe autor es un simple testigo que relata los hechos; los personajes
la carta. En el caso inverso, un relato sobre las apariencias no hablan; las reglas son las del género histórico. En cambio,
despierta nuestra curiosidad y esperamos una interpretación en el drama, la historü no es narrada sino que se desarrolla
m;ís profunda. ante nuestros ojos (incluso si no hacemos sino leer la pieza);

•e
f~/emos, pues, que el aspecto del relato que depende del «ser»
acerca a una visión «por detrás• (caso: «narrador > perso-
naje• ). Por más que el relato sea narrado por personajes, algu-
no hay narración, el relato est;í contenido eu las réplicas de
los personajes.

nos de ellos pueden, como el autor, revelarnos lo que los otros


piensan o sienten. Palabras de'los jJersonaje,l, pala!Jms deluanmlor.

Si buscamos una base lingüística a esta distinción, necesitamos,


E-..-olución de los aspectos del relato. a primera vista, recurrir a la oposición entre la palabra de los
personajes (estilo directo) y la palabra del narrador. Una
El valor de los aspectos del relato se ha modificado rápida- o~os.ición tal nos explicaría por c¡u¡' teuemos la impresión de
mente desde la época de Lados. El artificio que comiste en asistir a actos cuando el modo empleado es la representación,
presentar la historia a través de sus proyecciones en la conciencia en tanto <1ue esta impresión desaparece en el caso de la narra
de un personaje será cada vez m;is utilizado durante el siglo XIX ción. La palabra de los person~jes, en una obra literaria, guLa
y, después de haber sido sistematizado por Henry James, pasad de un status particular. Se refiere, romo toda palabra, a la
a ser regla obligatoria en el siglo xx. Por otra parte, la existencia realidad designada, pero represema también un acto, el acto
de dos niveles cualitativamente diferentes es una herencia de de articular e,'ita fra~e. Si un pcrson;1jc dice: «Es usted Illll)

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