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Domingo 6 de octubre del año 2019

Hola, Saludos desde La Pedregosa,

El evangelio de este día contiene la parábola lucana del salario del servidor. Está
dirigida en la actualidad por Cristo a sus discípulos para enseñarnos la humilde
renuncia a la autojusticia farisaica en el servicio a Dios y a la comunidad de los
hermanos. Pero es probable que, en su origen, fuera dicha por Jesús para censurar a
los fariseos que creían tener derechos sobre Dios. Los creyentes que sopesan sus
propios méritos y quieren hacer valer sus derechos ante Dios, en realidad no pasan de
ser unos siervos inútiles, incapaces de hacer algo meritorio por sí mismos. A esta
actitud mercantilista basada en la ley del premio al mérito opone Jesús la de la
amistad servicial y desinteresada, basada en la confianza incondicional en Dios. El
auténtico discípulo de Cristo, quien vino a servir y no a ser servido, sabe muy bien de
quién se ha fiado y en qué manos generosas está su recompensa. Es lo que decía el
apóstol Pablo al final de su vida entregada al evangelio. A Dios no le gusta la actitud
mercantil en aquellos que le sirven. Para él están de más los contratos salariales y los
convenios laborales. Ese no es el cristianismo que fundó Jesús: la religión del sí total.
"Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: Somos unos pobres siervos, hemos
hecho lo que teníamos que hacer". El que quiera ser el primero entre ustedes, que se
haga el último y el servidor de todos. Nuestro principal título de gloria consistirá,
pues, en ser esmerados servidores de Dios y de los hermanos. El Señor espera nuestra
respuesta agradecida, nuestra colaboración libre y responsable. Y ése es nuestro gozo
y nuestra gloria de fieles servidores: el que Dios y Cristo hayan querido "necesitar"
nuestra colaboración. Aunque Dios nos trata como amigos, en realidad no podemos
exigir más que ser tratados como sus humildes servidores. Este es nuestro título de
gloria; lo demás es amor gratuito del Señor para con nosotros. Bueno que pases un
muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo, Salvatoriano, desde La Pedregosa
Alta, Mérida, Chao. Nos vemos en el espejo.
Lunes 7 de octubre del 2019

Hola, Saludos desde La Pedregosa,

El tema central del evangelio de hoy con la conocida parábola del buen samaritano es
el amor al prójimo, tema que viene introducido por dos preguntas de un letrado a
Jesús. Primera: ¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna? Jesús logra que el
doctor de la ley se autorresponda: "Amarás al Señor con todo el corazón... y al
prójimo como a ti mismo". La segunda pregunta viene a justificar su primera: ¿Y
quién es mi prójimo? La respuesta de las escuelas rabínicas era restrictiva: los
parientes, los amigos, los compatriotas. El letrado quiere saber cuáles son los límites
del amor al prójimo. Jesús, con la parábola del buen samaritano, viene a responder
que no hay límites para el mandamiento del amor; todo hombre y mujer que necesite
ayuda es su prójimo. De los tres viandantes que se encuentran en su camino con el
herido, los dos primeros se desentienden de él; pero el tercero, que es un samaritano,
es el único que atiende al desventurado, demostrando un amor espontáneo y
desinteresado, tierno y servicial, personal y eficaz. Al concluir la parábola, Jesús
devuelve la pregunta a su interlocutor: ¿Cuál de estos tres te parece que se portó
como prójimo? El letrado contestó: El que practicó la misericordia con él. Y concluye
Jesús: Anda, haz tú lo mismo. En la contrapregunta de Jesús hay un cambio de
perspectiva. "Mientras el doctor de la ley pregunta ¿a quién tengo que amar?, Jesús
pregunta ¿quién ha obrado como compañero? El doctor de la ley piensa ¿Dónde está
el límite de mi deber? Jesús le dice: Piensa a partir del que padece necesidad, colócate
en su situación. Entonces verás que no hay límites para el mandamiento del amor.
Con su ejemplo nos enseña Jesús a no pasar de largo, ignorando al hermano que
encontramos en la ruta. Haz que por tu gracia vivamos para los demás, como
prójimos de todo hombre y mujer que nos necesite, entregados a la apasionante tarea
de amar a todos. Así el amor será nuestra vida y nuestra felicidad. Bueno que pases
un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo, Salvatoriano, desde La
Pedregosa Alta, Mérida, Chao. Nos vemos en el espejo.
Martes 8 de octubre

Hola, saludos desde La Pedregosa.

En el evangelio de hoy aparecen dos hermanas, Marta y María, que viven en Betania
con su hermano Lázaro, a quien Jesús resucitó. Cristo es huésped de esta familia
amiga. Marta se multiplica para dar abasto con el servicio, mientras María está
sentada a los pies del Señor escuchando su palabra. Llega un momento en que Marta
pide a Jesús que su hermana le eche una mano. Entonces él le dice cariñosamente:
Marta, estás inquieta y nerviosa con muchas cosas; sólo una es necesaria. María ha
escogido la parte mejor. La respuesta de Jesús a Marta merece atención especial.
Primeramente, Cristo no descalifica el trabajo de Marta al servicio de la hospitalidad,
sino que le advierte de un peligro: la ansiedad. En segundo lugar, resalta una
oportunidad que su hermana María ha sabido aprovechar: la escucha de la palabra.
Esta ha de tener la primacía. La intención de Jesús no es plantear una disyuntiva
excluyente entre la acción y la contemplación. No hay oposición entre trabajo y
oración, reflexión y praxis cristiana, porque una y otra tienen un mismo origen: la
palabra de Dios, y una misma finalidad: el servicio del Reino. La escucha de la
palabra se orienta a la acción, y ésta se alimenta en las fuentes de la palabra. Marta y
María representan para el creyente de todos los tiempos sendas actitudes
complementarias de la acogida del reino de Dios. Nos equivocaríamos si queremos
revolucionar el mundo sin orar, como si nos quedamos perdidos en la oración y la
contemplación sin pasar a la acción. Para que la acción sea fecunda necesitamos
dedicar tiempo, silencio y concentración para escuchar y asimilar la palabra de Dios.
Y a su vez, esta escucha atenta ha de orientarse a la vida. La fe que nos salva es la fe
que actúa por la caridad. Jesús supo asociar el diálogo y la comunicación con el Padre
a la prosecución enérgica de la justicia y de la santidad del Reino mediante una
acción generosa de liberación en favor de los hombres. Ojalá hagamos lo mismo.
Bueno que pases un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo,
Salvatoriano, desde La Pedregosa Alta, Mérida, Chao. Nos vemos en el espejo.
Miércoles 9 de octubre del 2019

Hola, Saludos desde La Pedregosa.

Aparece hoy el padrenuestro como tema central del evangelio del día. Según el
evangelista Lucas, es el deseo que expresan los discípulos: "Señor, enséñanos a orar",
lo que introduce el padrenuestro en labios de Jesús. El padrenuestro es una verdadera
síntesis de todo el evangelio, un compendio de teología, un catecismo de vida
cristiana, una auténtica escuela y taller de oración. Necesitamos descubrir de nuevo el
padrenuestro como escuela de oración cristiana. En la primera parte del padrenuestro
pedimos la santificación del nombre de Dios, la manifestación plena de su Reino y el
cumplimiento de su voluntad. En la segunda parte pedimos el pan de cada día, el
perdón de los pecados y la victoria sobre la tentación y el mal. El padrenuestro no
tiene solamente la modalidad de petición, abarca la alabanza, la súplica, la acción de
gracias y la necesidad de conversión. La oración auténtica no se orienta
primordialmente a la verificación de nuestros deseos, sino que es ante todo encuentro
y diálogo con Dios, apertura a él y plena disponibilidad a su voluntad amorosa de
Padre. Comenzamos por llamar a Dios padre; así entramos confiadamente en el
círculo de la familia trinitaria. Al llamar a Dios Padre, nos abrimos también a Cristo,
el Hijo de Dios, nuestro hermano mayor, y a todos los demás hombres, nuestros
hermanos. Padre nuestro haz que tu Reino llegue a nosotros a impulsos de tu Espíritu,
de suerte que nuestras vidas se inunden de tu amor. Siguiendo a Jesús, que vino a
hacer tu voluntad, deseamos ardientemente que tu nombre sea bendecido y que toda
nuestra vida se ajuste a tu querer divino. Danos el pan de la vida temporal y eterna,
mantennos fuertes en las tentaciones para que no sucumbamos a la infidelidad y al
mal. Bueno que pases un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo,
Salvatoriano, desde La Pedregosa Alta, Mérida, Chao. Nos vemos en el espejo.
Jueves 10 de octubre del año 2019

Hola, saludos desde La Pedregosa.

Después de enseñar Jesús el padrenuestro, habla Jesús de la necesidad y eficacia de


una oración perseverante. Dos partes advertimos en el texto evangélico de hoy:
primera, la parábola del amigo importuno, y segunda, tres ejemplos de petición de un
niño a su padre. El objetivo de la parábola es encarecer la necesidad de la oración
persistente. Dios es el amigo que escucha desde dentro al importuno de fuera.
Podemos confiar que acabará por escucharnos, más que por nuestra constancia,
porque él es bueno. A ilustrar esta necesidad y eficacia de la oración vienen también
las tres comparaciones de la segunda parte. Son tres peticiones de un niño que todo
padre y madre atienden cuando les pide un pan, un pez o un huevo. Si ustedes, que
son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el
Espíritu Santo a los que se lo piden? Algunos dicen que la oración está superada.
Bastantes afirman no sentir necesidad alguna de rezar. Otros dicen que la oración es
actividad propia de holgazanes, además de inútil porque no cambia el mundo ni las
personas. Otros creen ver oposición entre progreso y oración, quedando ésta para las
etapas primitivas en la evolución de la humanidad. Pero, por mucho que progrese la
humanidad, siempre serán el hombre y la mujer seres limitados e indigentes,
necesitados de encuentro personal con el todo otro, de razones para vivir y trabajar,
para amar y esperar, con hambre de justicia y fraternidad, con nostalgia, en definitiva,
de los valores que encarna el reino de Dios. No hay que descartar el hablar con Dios.
Dios Padre, confesamos nuestra propia indigencia y acudimos a ti, que eres Padre
bueno de todos. Haznos desear lo que tú quieres y hacer lo que tú deseas. Amén
Bueno que pases un muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo,
Salvatoriano, desde La Pedregosa Alta, Mérida, Chao. Nos vemos en el espejo.
Viernes 11 de octubre de 2019

Hola saludos desde La Pedregosa.

En el Evangelio de hoy aparece la autodefensa de Jesús ante las insidiosas


acusaciones de sus contemporáneos, que le echaban en cara su connivencia con
Belcebú para liberar a la gente de su estado de posesión demoníaca. Frente a la
«admiración» de la muchedumbre ante la liberación que hace de un poseso surge la
«contestación» de un grupo que acusa a Jesús de ser un agente de Belcebú. Para
rebatir la acusación, Jesús utiliza dos imágenes: el reino divino y la ciudad. Si Jesús
actuará del lado del mal, sería como un reino que está en guerra civil, porque la
actuación de Jesús trae el bien, no el mal, quita el dominio de Satán, no su
afianzamiento. En modo alguno está Jesús coaligado con las fuerzas del mal. Sus
acciones revelan la actuación de Dios. La llegada del Reino se manifiesta ya como
una realidad en su obrar. Dios es el que está con Jesús; el mal no tiene nada que ver
con él. Ha llegado Jesús a vencer a Satanás y a despojarle de todas sus posesiones. Si
esto es así, debemos colocarnos del lado de Jesús en su construcción del bien y en su
lucha contra el mal. Jesús nos dice: el que no está conmigo, está contra mí, el que no
recoge conmigo, desparrama. Frente al combate de Jesús contra las potencias del mal,
representadas por el demonio, no caben actitudes neutras ni hay lugar para la
inhibición. Estar al lado de Jesús significa «recoger» con él; como el pastor recoge
sus ovejas en el aprisco, como el labrador recoge el trigo en su granero. No se puede
actuar como elemento dispersivo. Todo el que se coloca en contra de Jesús y condena
su obra de amor, se pone de lado de aquel que destruye, odia y esclaviza a todos.
Ojalá nos pongamos de lado de Dios. Bueno que pases un muy feliz día. Habló para
ustedes el Padre Gustavo, Salvatoriano, desde La Pedregosa Alta, Mérida, Chao. Nos
vemos en el espejo.
Sábado 12 de octubre

Hola saludos desde La Pedregosa.

El breve episodio evangélico de este día rezuma el sabor del pueblo sencillo que se
expresa espontáneamente por boca de una mujer: "¡Dichoso el vientre que te llevó y
los pechos que te criaron!" A través de Cristo, este piropo se dirige a María, su madre
bendita, que debe sentirse orgullosa de tal hijo. Pero el Señor puntualiza: Mejor:
¡Dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen! Tenemos aquí una
nueva bienaventuranza de Jesús, la de la palabra, que en su intención primera tiene
destinatario universal, pero que viene a constituir un nuevo piropo para María. Porque
ella fue la primera que escuchó y aceptó la palabra de Dios en el anuncio del ángel
con un "sí" incondicional. Su "hágase en mí según tu palabra" fue un asentimiento de
fe que abrió todo un mundo de salvación y de nueva creación. María es más dichosa
por escuchar y cumplir la palabra de Dios que por ser la madre biológica de Cristo.
Dentro de la gran familia de Cristo, María es la madre de Jesús por excelencia y por
doble parentesco: el de la sangre y el del espíritu al nivel de la palabra escuchada
eficazmente. Y es también María la madre espiritual de la comunidad que forman los
hermanos de Jesús. Es madre de cuantos por la fe, la aceptación sincera de la palabra
de Dios y el cumplimiento alegre de su voluntad entran a vivir en la casa familiar de
Jesús, cuya puerta les abre como a hermanos y no como a meros invitados. María es
la primera y más perfecta discípula de Cristo. Hoy te bendecimos, Padre, por María,
la madre de Jesús. Ella fue dichosa porque en el silencio de su fe escuchó tu mensaje
y tu designio y te respondió. Enséñanos, Señor, a rezar con María, madre de la
Iglesia: Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Amén. Bueno que pases un
muy feliz día. Habló para ustedes el Padre Gustavo, Salvatoriano, desde La Pedregosa
Alta, Mérida, Chao. Nos vemos en el espejo.

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