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El dividendo es la parte del beneficio que se reparte entre los accionistas de una compañía. Constituye la
remuneración que recibe el accionista por ser propietario de la sociedad. La cantidad es variable según los
resultados anuales que la empresa ha obtenido; lo propone el consejo de administración para su aprobación en
junta general; y puede ser de muchos tipos (bruto, neto, a cuenta, extraordinario, complementario, etc.).
Por su parte, la rentabilidad por dividendo es uno de los ratios que utilizan los analistas para valorar las
acciones de una empresa. Al adquirir un título bursátil, no sólo hay que tener en cuenta cuál puede ser la
revalorización de ese activo. El reparto de dividendos también forma parte de la rentabilidad que va a recibir un
inversor.
Uno de los ratios que utilizan los inversores para analizar la política retributiva de una cotizada es la rentabilidad por
dividendo. Por ejemplo, si una empresa repartió en 2012 dos dividendos (uno de cuatro céntimos y otro de dos
céntimos), y el precio de esa acción es de 1,20 euros, la rentabilidad por dividendo será del cinco por ciento.
Cuanto más alto es el «pay-out» de una compañía, más favorable será la política de distribución de
beneficios entre sus accionistas.
Si vamos a establecer una estrategia basada en dividendos es fundamental conocer bien que tipos
existen, diferenciar las formas de pago, ventajas, inconvenientes, precauciones, etc.
Las bondades y perjuicios de las diversas formas de pago es un tema recurrente en los debates de
inversores en casi todos los foros durante los últimos años, sobre todo debido al auge del “scrip
dividend”.
Además, en los últimos meses, varias empresas han hecho pública la decisión de seguir con esta
forma de reparto de dividendo, pero recomprando y amortizando las acciones de las ampliaciones
liberadas correspondientes (Iberdrola, Repsol (aunque ha suspendido la recompra en 2014 por la
compra de Talisman), ACS, Ferrovial, etc.) y por otra parte, la tributación de los dividendos ha sido
un punto modificado por la reforma fiscal de 2014, lo que cambia también alguna de las ventajas que
tenía el dividendo tradicional en efectivo.
Dividendo ordinario, extraordinario, a cuenta y complementario
Vamos a empezar comentando la parte más sencilla, los diferentes tipos de dividendo o los apellidos
que se les suelen poner: ordinarios, extraordinarios, a cuenta, complementarios, etc.
Los dividendos repartidos a cargo de los beneficios obtenidos por el negocio “normal” de la empresa
conforman el dividendo ordinario. Habitualmente se reparte en varios pagos, no es normal que se
haga en uno solo (aunque también hay empresas que lo hacen).
Su valor neto no puede ser inferior al capital dividido en acciones ni antes ni después del reparto.
Las pérdidas correspondientes a ejercicios anteriores han de compensarse antes del reparto.
Si la empresa incluye gastos de I+D, el importe de las reservas disponibles de la empresa debe ser al menos igual
al importe de los gastos de la empresa.
Ha de destinarse al menos un 5 % del importe del resultado, en la medida en que figure en el balance de la
empresa, para cubrir el fondo de comercio.