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El tiempo ha sido como una sombra que se expande silenciosa pero con agilidad tras la rendición

del sol ante la noche. Qué es el tiempo más que el espejo en donde divisamos nuestro ser en sus
distintos componentes: antes, ahora, después. Efectivamente, es en este en donde encontramos
las partes de nuestra memoria, de esta memoria, la de América Latina.

Pensamientos, ideologías, gustos, culturas, tantas cosas que a fin y al cabo se fragmentaron de
manera algorítmica tras el divisamente del viejo continente, acompañado de las conquistas
iniciadas por la bota puesta en suelo latinoamericano de Colón, y de paso, los miles y millones de
pies europeos que trajo consigo su descubrimiento y los millones más que la colonización arrancó,
torturo y esclavizo de los ancestros, de los indígenas.

Memoria que desde entonces, se han formado de una vasta recopilación de datos, pues la
conquista introdujo en Latinoamérica un mundo desconocido, es decir, Europa, Asia y Africa,
generándose una mezcla en todo el sentido de la palabra: de razas, lenguas, productos,
economías, especialmente, de conocimientos y pensamientos.

Esto último, cabe decir, divisándose en primera instancia en la ideología cristiana que los
misioneros profesaban y enseñaban en el trabajo de evangelización de los indios, en gran medida
tomada del pensamiento de Tomás de Aquino.

Verdad es, que el hito que se emprende desde aquel momento forja a la historia a reescribirse. Sin
embargo, la historia es el legado de las agrupaciones, sociedades, tribus, que se traducen en las
acciones y finalmente en los pensamientos de cada individuo y que por lo tanto, hace de esta
historia entretejida con los diversos pensamientos que han existido una creación eterna e
indefinida, que más que reescribirse la forja a ampliarse y derribar barricadas de pensamientos
especialmente ideológicos que contrastan ante lo descubierto, tal como sucedió en Europa.

Pese a esto, la mayoría de la historia se visualiza teniendo en cuenta un enfoque europeo, es


decir, la perpectiva que este continente ha tenido desde sus inicios hasta la actualidad sobre el
mundo, los sucesos, los pensamientos, y las filosofías priman en latinoamerica. Como dice
Eduardo Galeano en un articulo: ‘La historia es como el laberinto de un palacio. Las historias son
paralelas y en determinado momento se interceptan, cuando se da el descubrimiento de Australia
por Cook, este sendero recto de la historia europea se abre al camino de la historia australiana y
viceversa’’ Es de esperar entonces, que desde la germinación de los sentimientos de
independencia en los latinoamericanos, estos tuvieran arraigadas las ideas y acontecimientos de
referencia, como lo fue la revolución francesa, para emprender algo similar pero tardíamente.

Asi acontece el pensar de latinoamerica: tardío, puesto que cuando llega acá una nueva filosofía,
es porque ya son huellas de la historia del exterior, aún después de la independencia
intelectualmente se sigue tras el rastro de las semillas de los pueblos que establecieron su
imperialismo-colonialismo en estas tierras. Aunque decir que dicho imperialismo fue erradico
seria erróneo, cuando tal solo sufrio una metamorfosis en la cual domina sin ser visto.
Es ante que esto que se generan unas preguntas cruciales ¿hasta que punto en realidad
latinoamerica ha forjado su camino? ¿Por qué nuestros intentos de progreso no aconteces según
lo aplicado anteriormente en otros países? ¿es nuestra historia una replica?

Hemos forjado el camino solo parcialmente, en el cual labramos con brazos ajenos, esperando
mejores resultados.. quizá es por ello que el progreso es minimo a comparación de otros países,
además que, se acogieron pensamientos e ideologías sin tener en cuenta el contexto en el que se
dieron, y la diversad y cultura que aquí se encuentra.

Es ante esto que surge la idea de una filosofía auntentica, propia, en la que se encuentre una
identidad.. y una memoria de la cual se parta, se siente bases, se recopilen todos los fragmentos
para iniciar la primera fase: sanar el recuerdo.

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