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TRABAJO MONOGRÁFICO FINAL

GEOGRAFÍA HUMANA

Cabral Juan Bautista (Fahu-581)

2019
Introducción

Este trabajo tiene como tema de referencia las transformaciones territoriales tanto en
espacios urbanos como rurales, dentro del contexto del proceso de reestructuración del
sistema capitalista operado a partir de los años 70´ aproximadamente.

En ese sentido el trabajo está dividido en dos partes: en la primera se destacan las
principales tendencias que asumen las nuevas transformaciones urbanas en el contexto del
capitalismo global haciendo hincapié fundamentalmente en la segregación social y el rol
que tienen las nuevas tecnologías; en la segunda, se sintetizaran los procesos de cambios
más importantes en los territorios rurales procurando también como objetivo describir las
implicancias que tienen las nuevas tecnologías en el sector productivo rural y sus impactos
medioambientales.

A su vez partimos desde un enfoque que considera al territorio como algo no solamente
físico sino también social. Es social y físico porque indica los procesos de cambio social,
las acciones y sus transformaciones. Por otro lado este concepto encierra ciertos elementos
que serían importantes señalar: la superficie (extensión del espacio); los actores sociales
(empresas, trabajadores, Estado, pueblos originarios, etc.); y por último los recursos
naturales, definidos alternativamente como “bienes comunes”.

También es importante mencionar el hecho de que no partimos de la idea que considera a lo


rural y lo urbano como dos opuestos separados. Sino al contrario, como nos dicen autores
como Rodríguez y Meneses (2011) la frontera entre lo urbano y lo rural es cada vez más
difusa. Tanto la ciudad como el campo transitan actualmente un proceso de interrelación.
Contexto

En el tema que estamos analizando los cambios que se dan en el modo de producción
capitalista repercuten de forma directa sobre los territorios tanto rurales como urbanos, en
estos últimos pueden verse ciertos elementos de “similitud” a escala mundial, mientras que
en los territorios rurales la situación se presenta de forma distinta en cada lugar.

Los cambios en el régimen de acumulación capitalista que comienzan a avizorarse a partir


de los años 70´y que dan origen a una nueva etapa del capitalismo han sido expuestos de
forma panorámica por diversos autores (Méndez, R., 1997; Wacquant, L., 2001; Ciccolella,
P., 2009)

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, la economía de los países desarrollados creció de


una manera que les permitió mantener unas tasas de aumento del PIB cercanas al 5% anual.
Este crecimiento resultaba consecuente con una situación de pleno empleo, al mantenerse
tasas de paro general en torno al 2 o 3%, y con una llegada de inmigrantes provenientes de
países periféricos. A su vez este período correspondió con un interno proceso de
industrialización mientras en el plano sociopolítico supuso una progresiva consolidación
del Estado de Bienestar (Méndez, 1997:71). Este es un modelo político y económico
descrito por Wacquant que consiste en la distribución más equitativa de los recursos y
protección social a través de la intervención en los mercados con el Estado como entidad
reguladora. Los roles del Estado en los Estados de Bienestar se basa en muchos casos en la
atención gratuita de salud, alimentación subsidiada, vivienda, fijación de salarios mínimos,
protección social al trabajador, sistema de pensiones públicas, etc. Por otro lado, algunos
países de América Latina como Brasil, Argentina o Chile, consolidaron procesos de
industrialización orientados a lograr una progresiva sustitución de las importaciones por
producción nacional (Méndez, 1997:72).

Y ya como dijimos anteriormente, el inicio de la década del 70´supuso un quiebre o ruptura


de este modelo, con la entrada en una etapa que alternativamente ha sido definida como
capitalismo global, flexible o posfordista, por distintos autores (Ciccolella, 2009: 35).
Muchas son las novedades ocurridas desde entonces en el funcionamiento del sistema
productivo y su organización espacial. Sin embargo por ahora pueden señalarse algunos
indicadores del cambio que resultan significativos al compararlos con los del período
precedente.

Un primer dato de los nuevos tiempos viene a ser la reducción en las tasas medias de
crecimiento anual del PIB, que de representar el 4,9% entre 1960-1973, descendieron al
2,4% de promedio en los años siguientes. Un segundo dato tiene que ver con el crecimiento
continuo en las cifras de desempleo con una tasa superior al 8% en países desarrollados, lo
que sumado a otros factores provoca un paro estructural.

Paralelamente las cifras de los flujos financieros internacionales crecieron


exponencialmente. De 118.000 millones de dólares en 1975 1.194.000 millones en 1980,
cifra que continua engrosándose en la actualidad. A su vez los gastos mundiales en
investigación y desarrollo impulsados por la irrupción de la sociedad informacional pasaron
de 208.000 millones de dólares en 1980 a 453.000 en 1990. En efecto, como dice Wacquant
la modernización postindustrial se traduce en la multiplicación de aquellos altamente
calificados para el personal profesional y técnico con formación universitaria (2001: 172).

En resumen, según Méndez, vivimos una etapa de cambios en que la mundialización


económica, los enfoques regionales, el aumento de la preocupación hacia el deterioro
económico dibujan un nuevo escenario para entender la economía y el territorio (1997:74).

Más concretamente, lo ocurrido en los últimos años supone el final de una fase histórica, la
del capitalismo fordista y la transición hacia otra fase identificada como de capitalismo
global. Siguiendo los planteos que realizan los autores lo primero que define la situación de
los últimos años es una expansión de las fuerzas productivas con la nueva revolución
tecnológica, que no supone una sustitución de la base energética, sino que está centrada en
la generación y difusión de nuevas tecnologías de la información como también en el sector
agrario. En segundo lugar el propio cambio tecnológico facilita la ampliación de los
mercados que adquieren una dimensión global (globalización de los mercados), controlados
por grandes grupos empresarios (concentración empresarial). En tercer lugar hace que
aumente la segmentación y descentralización de los procesos, pero interconectados
mediante redes de flujos materiales e inmateriales (redes empresas). La consecuencia
directa es una profundización en la división del trabajo tanto en el seno de la empresa como
en el exterior. Al mismo tiempo tiene lugar una creciente especialización funcional del
territorio, que genera nuevas formas de desigualdad territorial.

Además esta reestructuración económica trajo cambios observables en el plano político-


institucional y sobre las relaciones sociales. En ese sentido como dice Wacquant “la
irrelevancia del Estado nacional se ha convertido en un lugar común de la conversación
intelectual en todo el mundo” (2001: 177). La oleada neoliberal con su cuestionamiento de
la intervención del Estado sobre la economía, ha supuesto una progresiva liberación de los
mercados y una reducción del gasto público mediante privatizaciones.

Transformaciones territoriales en espacios urbanos

Este contexto de reestructuración del sistema capitalista es el que da sentido a las


transformaciones visibles en la organización espacial. Partiendo de esta idea, a
continuación nos centraremos como ya dijimos en la introducción, en identificar cuáles son
las principales características que asumen las nuevas transformaciones urbanas en este
contexto de capitalismo global.

Como ya esbozamos a la hora de explicar el contexto, los cambios en el sistema capitalista,


en las últimas décadas dieron origen a una nueva etapa de capitalismo global. El resultado
de esta metamorfosis trajo como consecuencia la instalación de un modelo de exclusión
social, definido por la agudización de la pobreza y la polarización social (Ciccolella, 2009:
36). Una de las expresiones más claras de esta dinámica global fue la consolidación en las
ciudades de América Latina de un nuevo patrón socioespacial marcado por la emergencia
de un nuevo tipo de ciudad (posfordista, difusa, global, etc.), caracterizada entre otras
cosas, por la expansión de las periferias urbanas, razón por la cual diversos autores utilizan
términos tales como ciudad difusa, ciudad sin confines, etc. Por lo tanto en la década de los
noventa, las nuevas tendencias territoriales marcan un proceso de expansión de las grandes
áreas metropolitanas y su evolución hacia una morfología de archipiélago urbano o de
metrópolis-red (Veltz en Ciccolella, 2009: 40). Esto se relaciona a otra tendencia
verificable en los espacios urbanos vinculada a la preponderancia de los flujos. Según
Ciccolella, la fluidez es una condición emergente en este capitalismo global-neoliberal:
“Los procesos de privatización y desregulación de la economía en general van en esa
dirección y expresan jurídicamente una necesidad de mayor fluidez (menos obstáculos) que
tiene el capital” (2009: 45). Aumentando los flujos no solo en cantidad sino también en la
velocidad de los mismos, como condición esencial del propio sistema económico. Además
se avanza cada vez más hacia una geografía de los flujos. Es así que el ordenador territorial
en estas ciudades pasa a ser el privado, aquí las innovaciones tecnológicas son de gran
peso, particularmente en el desarrollo de las telecomunicaciones y la informática. Por otro
lado los flujos de inversión como dice Ciccolellla tienden a concentrarse en los países
centrales, y dentro de ellos hacia los grandes espacios urbanos.

Resultado de la selectividad territorial de los capitales es la creciente segregación


residencial y fragmentación territorial vinculadas a la nueva dinámica del proceso de
urbanización. A tal respecto:

“La brecha urbana ilustra aquí la creciente fragmentación social, que en sus antípodas se
manifiesta, por un lado en las “ciudades” fortificadas que habitan las clases altas y medias-
altas, y por el otro, en los guetos pobres que cobijan a los excluidos del sistema [...]. Entre
uno y otro extremo se insertan los barrios enrejados, donde residen las clases medias y
medias bajas” (Svampa, 2004: 100-101).

Sin embargo en la argentina, a diferencia de otros países del continente, la autrosegregación


de las clases altas es un fenómeno más reciente. En términos de patrón socioespacial, entre
1940 y 1960, durante la primera etapa del modelo desarrollista-populista según Svampa
caracterizado por la industrialización y una lógica redistributiva (no acumulativa), la
ocupación de la periferia estuvo orientada a incorporar a los sectores populares a través de
una política de loteos económicos. Posteriormente la expansión de la periferia condujo
también a la consolidación de barrios precarios, autoconstruidos, con escasa o nula
presencia de infraestructuras y servicios. En consecuencia, la nueva lógica de ocupación del
espacio urbano, operada a partir de los 90´ está ilustrada ´por la expansión de los countries
y barrios privados, fenómeno que plantea la inversión del modelo socioespacial anterior y
por otro lado constituyen el fiel reflejo de las nuevas brechas sociales abiertas por el
modelo neoliberal.

En resumen la organización territorial de las últimas décadas como consecuencia de los


cambios operados en el sistema capitalista, se caracteriza por una mayor desigualdad
espacial, polarizándose las diferencias en las áreas urbanas, por un lado a través de la
emergencia de villas miserias y la paralela expansión de los barrios privados.

Además se observan en las regiones urbanas un elevado nivel de conectividad de los


territorios, que se fundamenta en el creciente desarrollo de tecnologías tales como la
informática y las telecomunicaciones.

Transformaciones territoriales en espacios rurales

Los cambios y transformaciones que se han analizado hasta ahora también afectan a los
territorios rurales, que no son una excepción y se hallan en pleno proceso de cambio y
reestructuración.

En un principio, la estructura agraria de América Latina se había consolidado hacia la


primera mitad del siglo XX como una estructura heterogénea. Por ejemplo en algunos casos
se trataba de áreas rurales integradas a los mercados internacionales, mientras en otras
persistían grandes espacios campesinos con una tenue inserción en los mercados regionales.
Teniendo en cuenta, como dice Reboratti, no es raro que las teorías en boga consideren al
espacio rural de América Latina como un un espacio dual. Además los productos generados
eran una combinación de los antiguos cultivos de estas tierras con la ganadería proveniente
de la importación de especies europeas. La tecnología utilizada era muy tradicional, basada
más en el uso intensivo de la mano de obra y la tracción a sangre más que en la aplicación
de tecnologías de mayor eficiencia productiva y a veces con una nula participación de la
industria.

Sin embargo a partir de los años 30, y con más fuerza a mitad de siglo, la situación fue
cambiando por varios motivos: en primer lugar, en casi todas las partes de la región s
produjo un fuerte proceso de urbanización, alimentado en gran medida por las migraciones
rurales y la industrialización, lo que redujo la demanda de mano de obra rural. El
porcentaje de ésta se redujo con respecto a la Población Económicamente Activa hasta el
30% en 1980. En segundo lugar debido al crecimiento de la población urbana se produjo un
aumento de la demanda de producción agrícola, lo que a su vez generó el empleo de todo
tipo de elementos tecnológicos novedosos para la producción agraria, desde semillas hasta
maquinaria. La aparición en el continente de los efectos de la Revolución Verde, con sus
paquetes tecnológicos de alto rendimiento transformó profundamente a la agricultura. Entre
algunos de los cambios podemos mencionar como más importantes: a) la homogenización
de las prácticas agrícolas, a través de la aceptación de nuevas tecnologías, que mezclaban
los los adelantos de la Revolución Verde con los resultados de la biotecnología y la
adopción masiva del uso de agroquímicos y de semillas modificadas genéticamente; b)
relacionado con lo anterior, en este marco de Revolución Verde hay un mayor impacto
ambiental, un factor de profundas implicaciones en los espacios rurales como generadores
de conflictos ambientales como la deforestación, el agotamiento de suelos y de recursos,
etc. Lo que a largo plazo significará una redefinición de la fisonomía de los espacios
rurales.

Para observar esto con mayor claridad nos serviremos del aporte de Carlos Reboratti en
base al caso de la soja en Argentina. La gran diversidad ambiental de la región permitió que
este producto se adaptara sin mayores problemas, salvo su impacto negativo sobre los
ecosistemas locales y su papel como impulsores de los procesos de exclusión de aquellos
productores que no podían acceder al capital o la tecnología para producir este nuevo
cultivo. Este nuevo producto además venía de la mano de una ampliación de los mercados
internacionales, dirigidos por una parte al consumo de commodities, productos masivos no
diferenciados dirigidos a la industria de procesamiento de alimentos, sea para el consumo
humano o animal. La producción de soja comenzó a incrementarse desde los años 70´ hasta
transformarse en el cultivo más dinámico de los últimos años del siglo XX con más de 25
millones de hectáreas.

En la Argentina la primera expansión de la soja se realizó sobre suelo pampeano y dio


como resultado una altísima productividad, lo que unido al mantenimiento de altos precios
internacionales, generó un gran impulso al producto que avanzó sobre tierras antes
utilizadas para otros cultivos (trigo, maíz, girasol) o ganadería. La expansión pampeana de
la soja tuvo consecuencias sobre todo en un proceso de concentración de tierras en grandes
y medianos productores, dejando excluidos a los pequeños productores. Estos debieron
optar o bien por continuar con los productos tradicionales o bien arrendar sus campos a los
productores sojeros.

Sin embargo los mismos precios de los campos hicieron que los sojeros se expandan hacia
el norte, buscando tierras más baratas. De esta forma se inicia la segunda expansión, pero
esta vez ubicado en el área chaqueña y el borde andino del noroeste. Aquí las tierras para
agricultura se lograban mediante la deforestación, y en muchas ocasiones esas tierras
forestales estaban ocupadas por poblaciones autóctonas o por campesinos. La expansión
sojera fue también la aparición en América Latina de la biotecnología y las nuevas técnicas
de labranza. La primera aplicada a la producción agropecuaria de la soja y el maíz. En el
caso de la soja se buscó reforzar su capacidad de resistencia a la aplicación de glifosato, un
herbicida de amplio espectro y bajo en el mercado, lo que dio como resultado en el
mercado de semillas “la soja RR”. En Argentina los productores adaptaron muy
rápidamente este producto y para fines del siglo casi el 90% de la cosecha de soja se hacía
utilizando soja RR.

El segundo factor productivo fue la aparición de tecnologías para la conservación del suelo,
basadas en la idea de “labranza cero” y el uso de técnicas de siembra directa. Esto reducía
muchísimo el número de veces que el suelo era removido y reducía el problema de erosión
al mantener los restos de la cosecha anterior y sus raíces, que actuaban como protectores y
fijadores. Pero el problema estribaba en que mantener los restos de cosecha anterior
significa que la actividad de malezas y pestes persiste y para controlarlas hay que hacer uso
de los herbicidas y pesticidas. Como vemos, en los dos casos la relación entre la industria y
la agricultura se hace necesaria.
Reflexiones finales

A modo de cierre, será necesario tener en cuenta varias cuestiones que serían importantes
revisar. En cuanto a las transformaciones en los espacios urbanos en el último siglo
registramos varias tendencias: la preponderancia de los flujos, la consolidación de los
territorios-red y los archipiélagos territoriales, la selectividad del capital, el desarrollo de las
tecnologías de la información, el avance del espacio privado como ente regulador del
territorio, crecimiento de las zonas periféricas o de la mancha urbana, incremento de la
polarización social, reestructuración neoliberal del Estado como factor explicativo de estos
procesos territoriales y por último el incremento o consolidación de la segregación
residencial. Sin embargo para un entendimiento más profundo de estos temas será necesario
revisar unas cuantas preguntas que considero más importantes y que no han podido ser
abordadas: ¿Cuáles serían las principales características de la agenda pública en materia de
desarrollo urbano para aplacar los efectos de la creciente polarización social? ¿Qué rol
debería tener el Estado en un contexto de economía global? Y por último ¿Cuál es el
impacto de las nuevas tecnologías sobre la estructura urbana de las metrópolis?

En cuanto al escenario rural en los últimos, se pueden sintetizar las siguientes tendencias:
cambio demográfico en donde la población reside cada vez más en las ciudades donde
puede acceder a los servicios básicos, concentración de tierras en pocas manos, injerencia
de las nuevas tecnologías que mezclaban los desarrollos de la Revolución Verde junto con
los resultados de la biotecnología (uso de agroquímicos y semillas modificadas
genéticamente), concentración en algunos productos masivos internacionales o
commodities como la soja, presión por la producción para la exportación en detrimento de
producción de alimentos para el mercado interno, frontera entre lo urbano y lo rural se
vuelve cada vez más difusa, preocupación creciente respecto a los conflictos
medioambientales, etc. A tal respecto se pueden formular las siguientes preguntas: ¿Cómo
aparece el Estado involucrado en todas estas transformaciones? ¿Qué papel juegan las
nuevas tecnologías y cómo se relacionan con las técnicas “tradicionales”? ¿Qué
implicancias ambientales se expresan ante el avance de la soja en Argentina?
Referencias bibliográficas

- MÉNDEZ, R., 1997. “Dinámica Capitalista, Crisis y Reestructuración Territorial”.


En Geografía Economica. La lógica espacial del capital global. Editorial Ariel.
Barcelona.
- WACQUANT, L. (2001). Parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos
del milenio. Ediciones Manantial. Buenos Aires. Capítulo 4: “Marginalidad urbana
en el próximo milenio”.
- MONGIN, O. (2014). “Ciudades bajo presión”. En El Atlas de las ciudades. Le
Monde Diplomatique. Edición Cono Sur. Fundación Mondiplo.
- CICCOLELLA, O. (2014)., y MIGNAQUI, I. (2009). Capitalismo global y
transformaciones metropolitanas: enfoques e instrumentos para repensar el
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gestión democrática. Buenos Aires: CLACSO.
- SVAMPA, M. (2004). La brecha urbana. Countries y barrios privados. Capital
Intelectual. Buenos Aires. Introducción. Capítulo 1.
- RODRÍGUEZ, A. y MENESES, J. (2011). Transformaciones rurales en América
Latina y sus relaciones con la población rural. CEPAL/CELADE. pp 1-35.
- REVORATTI, C. (2007). “El espacio rural en América Latina: procesos, actores y
territorios”. En M. Victoria Fernández Caso y Raquel Gurevich (coord.). Geografía.
Nuevos temas, nuevas preguntas. Editorial Biblos. Buenos Aires.

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