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ííM/o XXIV:

Análisis criminológico de los diversos modelos y


sistemas de reacción al delito

1. INTRODUCCIÓN
,N
La Criminología analiza el fenómeno delictivo y sus formas de
aparición {fenomenología criminal); lo describe y explica con sus técnicas
Olla e instrumental; hace un diagnóstico causal, científico y etiológico del
mismo, examinando los diversos modelos teóricos explicativos de este
^^' .5 JVld^Nr 4K¿i i, Vil A doloroso problema social y comunitario (etiología criminal); y aporta un a
valiosa información, empíricamente contrastada, en orden a la preven-
ción eficaz del delito.
Pero a la Criminología científica corresponde, también, un a ulterior
función que se estudia en el presente Capítulo: evaluar la respuesta
social y legal al delito, ponderando la calidad de la intervención que los
diversos sistemas existentes arbitran, sus presupuestos, fundamentos
y efectos.
Dicha evaluación de los sistemas, modelos y paradigmas de respuesta
al delito parte hoy del necesario reconocimiento de dos postulados
criminológicos, que gozan de amplio consenso científico, relativos a la
propia comprensión del crimen como problema social-comunitario jala
pluralidad de expectativas, individuales y sociales, antagónicas, que
aquel genera. ñk/s* .•:7Wt.--.í';--^ ^, ; , ? , • • ;., >. 5 Í.
El primero, esto es, la concepción del crimen como problema social y
comunitario^ (no como mero fenómeno patológico, lacra, epidemia o
castigo del cielo, según gráficas metáforas) obliga a valorar los méritos
de un sistema no sólo en función de su supuesta efectividad, sino de otros
parámetros. Parece obvio que ni la capacidad disuasoria (crimen evita-
do), ni el rendimiento efectivo de un sistema (crimen castigado) deben
considerarse indicadores determinantes de la calidad de éste, si cierta-
mente se admite que el crimen es un doloroso pro6Zema social, comuni-

íi:rs.:.
'ÍL-
Vid. en esta misma obra, supra, cap. II, d).
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1073
tario, y que, como tal, debe ser tratado. El sistema, pues, mejor, el más
saludable, no abandera cruzadas ni guerras santas contra el delito, ni objetivo primario cuya satisfacción, se supone, produce un saludable
persigue su erradicación de la faz de la tierra —ni el exterminio de] efecto disuasorio y preventivo en la comunidad.
infractor— sino que articula un control razonable del crimen, con el
menor coste social posible. Idea fórmulas y mecanismos que permitan a) Sus postulados mmfmmm^^^^m.mm%fi-
abordar este doloroso problema y resolverlo satisfactoriamente. Encau-
za y da salida a las tensiones y antagonismos que el citado conflicto C o b e r t u r a n o r m a t i v a completa, sin fisuras , de claro sesgo
(interpersonal y comunitario) exterioriza. xntimidatorio; maquinaria legal bien dotada, eficaz e implacable; y
sistema en perfecto estado de funcionamiento que aplica con rigor y
El segundo postulado tiene, también, importantes consecuencias, en
prontitud las penas, demostrando la seriedad de las conminaciones
orden a la valoración de la respuesta al delito. Pues si el crimen no se
legales, son los pilares del modelo clásico de respuesta al delito.
concibe a modo de duelo simbólico entre Estado e infractor, sino como
conflicto real que implica a una pluralidad de protagonistas^, con sus En consecuencia, prevenir eficazmente la criminalidad a través del
legítimos intereses y expectativas, lógicamente entonces la bondad del impacto disuasorio del sistema constituye el «leit motiv» de este paradig-
sistema de reacción al delito no vendrá dada sólo, ni de forma prioritaria, ma en el que cualquier otro objetivo (vg. la reparación del daño causado
por el grado de satisfacción de la pretensión punitiva del Estado (castigo a la víctima, la resocialización del infractor, etc.) pasa necesariamente
del delincuente). Habrá que ponderar, además, las justas expectativas a un segundo plano.
de la víctima (reparación del daño), del propio infractor (resocialización),
de la comunidad (pacificación de las relaciones sociales), etc. Reparación b) Críticas a d i c h o m o d e l o ^ fH;*#st?
del daño causado, resocialización del infractor y pacificación de las
relaciones sociales son, pues, metas irrenunciables de cualquier sistema Como se ha apuntado ya en su lugar^, este modelo ofrece numerosos
de respuesta al delito y h a n de ser tenidas en cuenta en el momento de reparos.
evaluar la calidad de la intervención en este complejo problema social.
En primer lugar, porque opera con u na imagen extremadamente
A tal efecto, y desde un punto de vista criminológico, cabe distinguir
simplificadora del mecanismo disuasorio y preventivo, desconociendo
modelos o paradigmas de respuesta al delito según el objetivo que
que el impacto psicológico de la pena no es u n a magnitud uniforme,
prevalece en cada sistema: el disuasorio (prevenir la criminalidad), el
homogénea, lineal, sino relativa, circunstancial, diferenciada, no sus-
resocializador (reinsertar y rehabilitar al infractor) y el integrador ceptible de juicios ni pronósticos generalizadores.
(reparación del daño, conciliación y pacificación de las relaciones socia-
E n segundo lugar, porque los modelos disuasorios —por el
reduccionismo que les caracteriza— suelen experimentar una peligrosa
inercia que se traduce en fórmulas de rigor desmedido. Dichaperversión
del sistema se acentúa cuando unos y otros identifican conceptualmente
el efecto «disuasorio» y «preventivo» de aquél y el efecto puramente
2 . EL M O D E L O «DISUASORIO» CLÁSICO í so i s naiafg «intimidatorio» de la pena; o cuando confunden «intimidar» y «atemori-
-'i' .3ü'íJ9i zar» o «disuadir» y «aterrorizar», evocando la vieja imagen crítica
El modelo clásico de respuesta al delito pone el acento en la preten- hegeliana del Estado que usa el castigo como pueda hacerlo el amo que
sión punitiva del Estado, en el justo y necesario castigo del delincuente, alza el bastón contra su perro''.
_ .., ....^,.,.....^ r;:j :íiip 9jrínx;s 98 s 1 X * > Xj-i,

í Á1 11 • U

^ En este sentido GARCÍA-PABLOS, A., Criminología, cit. 4^ Ed., (Introducción). ^ GARCÍA-PABLOS DE MOLINA, A., Derecho Penal. Introducción., Universidad
Parte Quinta, págs. 429 y ss. - ' •"' • Complutense. Servicio de Publicaciones, 2000, (29 Ed.), págs. 137 y ss.
* HEGEL, Rechtsphilosophie, 1821, pág. 99.
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1075
Por otra parte, existe hoy ya evidencia empírica irrefutable de que la
severidad del castigo (el rigor norainal de la pena) es sólo una de las ^gjxiporal y espacial de obligada referencia. Pero este análisis simplificador
variables que intervienen en el mecanismo disuasorio, pero no la única flue polariza su atención en la persona del delincuente y en la pretensión
ni la principal; de suerte que la eficacia preventiva, a medio y largo plazo punitiva del Estado, con lamentable marginación de los otros sujetos
de un sistema, no debe ponderar exclusivamente la intensidad de] implicados en el fenómeno criminal (víctima, comunidad, etc.) y de sus
estímulo aversivo (castigo): la naturaleza de la infracción, la personali- legítimas expectativas, carece de fundamento científico.
dad del infractor, la prontitud con que se imponga la sanción, el
Como es sabido^, la actual Criminología empírica profesa un a imagen
rendimiento del sistema legal y percepción que del mismo tenga el
ciudadano, el grado de apoyo informal que se dispense a la conducta mucho más compleja, realista y dinámica del suceso delictivo y de los
delictiva, etc., son otras de las variables que influyen en el complejo factores que interactúan en el mismo. Frente al tradicional monopolio
proceso disuasorio®. ,. • , excluyente que ejerció la persona del infractor, cobra hoy un progresivo
protagonismo la figura de la víctima y se asigna u n rol muy activo a la
Todo ello, sin olvidar que la. prevención rectamente entendida tiene comunidad. Una y otra —víctima y comunidad— juegan un papel de
un profundo contenido social y comunitario. Que no puede circunscribir- notable relevancia tanto en la indagación de la génesis y etiología del
se, sin más, al mensaje intimidatorio, negativo y cuasi policial, de la crimen (modelos teóricos explicativos) como en el diseño de los muy
amenaza penal, ni a la intervención tardía y demoledora, implacable, de diversos programas de prevención de éste y de intervención en el
la maquinaria pesada del Estado''. Dicho de otro modo, incluso si debiera problema criminal. En consecuencia, si se respetan tales premisas,
ser evaluado un sistema atendiendo exclusivamente a su capacidad parece imprescindible acomodar el sistema a las exigencias de la víctima
disuasoria, no bastaría con ponderar el rigor intimidatorio de sus del delito y de la comunidad. Será necesario verificar si aquel da
sanciones y el grado de efectividad de éstas (mayor o menor cifra negra). satisfacción a las mismas: si propicia la efectiva reparación del daño que
¡Pues no se t r a t a sólo de castigar, de castigar pronto, de castigar bien, de el delito causó, si contribuye a la solución real de los conflictos y pacifica
castigar mucho! ; • ^". el clima social, las relaciones sociales, etc. Un sistema obsesionado por
colmar la pretensión punitiva del Estado, que exhiba la «fuerza victorio-
Por otra parte, cabe reprochar al modelo clásico-disuasorio su estre- sa del Derecho» sobre el culpable como instrumento preventivo-disuaso-
cha y sesgada visión del suceso delictivo. En efecto, según el mismo, el rio, intimida pero no convence, y potencia los conflictos en lugar de
crimen sólo expresa un enfrentamiento formal y simbólico entre Estado resolverlos.
e infractor (los dos únicos protagonistas del conflicto). La víctima, pieza
aleatoria, fungible, accidental, no cuenta, o bien ocupa una posición Finalmente, incluso desde u n punto de vista normativo, el modelo
marginal. Y la comunidad parece un «tercero» ajeno al drama, mero disuasorio clásico manifiesta serias limitaciones y carencias por su
espectador del mismo, que delega en el sistema legal para que éste incompatiblidad estructural con principios informadores del ordena-
aplique su severa cirugía. La comunidad —«la sociedad»— en el paradig- miento jurídico de diverso rango jerárquico que aquel desconoce o
ma clásico, es una mera abstracción, una figura retórica: el marco mediatiza. Así, por ejemplo, el m a n d a t o constitucional de la
«resocialización» del infractor (art. 25) o el régimen privilegiado de la
'"••'•••' ' ''" -''.i' i'iüii,; iii..»a j'-l);ffoijv (i :..ti.icn^ iu S.Ü «onoJfib': responsabilidad civil «ex delicio» (reparación del daño ocasionado por el
delito) que articula el Código Penal (artículos 109 y ss.)*^ como prueba del
^ Sobre el problema, ALVIEA MARTÍN, F., El efecto disuasorio de la pena, en:
Estudios penales y criminológicos, págs. 11 y ss. Santiago de Compostela (1984).
^ En este sentido, GARCÍA-PABLOS, A., Programas y estrategias de prevención del
delito, en: Kevista de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense, n- 79
(Madrid), 1992, pág. 158. P a r a un desarrollo matizado de la idea de prevención ' Vid. GARCÍA-PABLOS, A., Programas y estrategias de prevención del delito, cit.,
disuasoria o negativa y su crítica, incluyendo los «elementos positivos» de aquélla, pág. 146.
vid. ALVAREZ GARCÍA, Feo. Javier, Consideraciones sobre los fines de la pena en ^ El régimen privilegiado (reforzado) de la responsabilidad civil derivada del delito
el ordenamiento constitucional español. Granada (2001), Gomares, págs. 115 y ss. demuestra la importancia que concede nuestro ordenamiento a la reparación del
y 157 y s s . .l:i; 3 f ;j ^ll!-i,t urírro. daño padecido por la víctima del crimen. Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Derecho Penal,
Introducción., cit., (2- Ed.) pág. 81.
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TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1077
interés prioritario del legislador por la víctima, ocupan en el modelo
disuasorio u na posición puramente marginal. y ello, naturalmente, desde pretensiones más utilitarias que dogmáti-
cas, más realistas que doctrinarias. Dicho realismo ha llevado a ponde-
rar con rigor las investigaciones empíricas en torno a la pena privativa
de libertad convencional, que demuestran el efecto estigmatizante,
destructivo y a menudo irreparable (irreversible) de la pena reina, de la
3. EL MODEL O O PARADIGMA «RESOCIALIZADOR» pena por excelencia, tomando sincera nota de la gravedad de esta
denuncia.
Un segundo modelo o paradigma subraya como objetivo específico y
prioritario del sistema (aunque no excluyente) la reinserción social del El modelo resocialízador asume, con todas sus consecuencias, la
infractor. E n virtud de un saludable giro humanista, el paradigma n a t u r a l e z a social del p r o b l e m a c r i m i n a l . El p r i n c i p i o de
resocialízador reclama u na intervención positiva en el penado que corresponsabilidad y solidaridad social, enraizado normativamente con
facilite el digno retorno de éste a la comunidad, su plena reintegración las esencias del Estado (social) contemporáneo constituye el soporte
sociaP. teórico de la intervención penal positiva en el infractor" que se asigna
al sistema, entre otros objetivos, como meta primordial.
Ja Pues u n Estado «social» no puede conformarse con la aflictividad de
(^ 1'. Sus fundamentos teóricos. El modelo resocialízador, por su orien- las penas y el efecto disuasorio-preventivo de un engranaje legal en
itación humanista, traslada el centro de gravedad del debate sobre las perfecto estadxude funcionamiento: el castigo ha de ser útil, también,
/ funciones del sistema del efecto preventivo-disuasorio de éste a su para el infractor mismo. No hay castigo peor que el castigo inútil, ni
impacto positivo y bienhechor en la persona del penado. El hombre, actitud más rechazable que la de quienes en nombre de dogmas o
pues, y no el sistema, pasa a ocupar el centro de la reflexión científica: ficciones pseudolegitimadoras prefieren ignorar los efectos reales de la
lo decisivo —se piensa, con buen criterio— no es castigar implacable- pena.
mente al culpable (castigar por castigar, en definitiva, es un dogmatismo,
o una crueldad), sino orientar el cumplimiento y ejecución del castigo de El paradigma resocialízador propugna, por tanto, neutralizar en la
modo tal que éste pueda reportar alguna utilidad al propio infractor. medida de lo posible los efectos nocivos inherentes al castigo, a través de
una mejora sustancial del régimen de cumplimiento y ejecución de éste;
El paradigma resocialízador destaca, además, por su realismo^''. No' y, sobre todo, sugiere u na intervención positiva en el penado que lejos de
le interesan los fines ideales de la pena, ni el delincuente abstracto, sino estigmatizarle con u n a marca indeleble le habilite para integrarse y
el impacto real del castigo, tal y como éste se cumple, en el penado participar el mismo en la sociedad, de forma digna y activa, sin traumas,
concreto de nuestro tiempo; no la pena nominal que contemplan los limitaciones ni condicionamientos especiales. No se trata, por supuesto,
Códigos, sino la que efectivamente se ejecuta en los actuales estableci- de alcanzar objetivos sublimes, conversiones milagrosas, ni cambios
mientos penitenciarios. Implica, pues, un giro hacia lo concreto, lo real, cualitativos de personalidad: no existe la pretensión oculta de hacer del
lo histórico, lo empírico, en el momento de evaluar la efectividad del delincuente u n «hombre nuevo», ni la perniciosa tentación que denun-
sistema y la calidad de la intervención de éste en el problema criminal. ciara William SARGANT: «la conquista de la mente humana»^^. Se t r a t a
—eso sí—, en interés exclusivo y real del penado, y contando con su
colaboración efectiva (no solo con su consentimiento formal)— de aplicar
^ Sobre la problemática de la re socialización, vid. La reseña bibliográfica que aporto
en: Estudios Penales, 1984 (Bosch), pág, 18 y ss. Sobre los conceptos de reeducación ?S."í (,• ítíí' íí-gísfl 41,1 t/í.M ^ M*-i VMi\nMhf?m
y reinserción social que utiliza el art. 25.2 de la Constitución española, vid.
ALVAEEZ GAECIA, Feo. J., Consideraciones sobre los fines de la pena en el " Vid. ROXIN, C , Strañ-echtliche Grundlagen Probleme, 1973 (Walter de Gruyter),
ordenamiento constitucional español, Granada, 2001 (Gomares), págs. 26 a 85. pág. 1 y ss. (especialmente págs. 24 y 25).
^° Vid. GAECÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 56 (trascendencia ^^ William SARGANT, W., La conquista de la mente humana. Fisiología de las
metodológica del paradigma de la resocialización). conversiones y del lavado de cerebro. Madrid, Aguilar, 1964 (traducción de Agustín
Santiago Luque). ;
•'M'l'ül^iu GAKOiA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1079
unas técnicas y terapias científicamente avaladas que faciliten la
posterior integración social del infractor, que no le limiten sino que / lucha contra las estructuras sociales, la radical no intervención del
potencien sus expectativas y posibilidades de participación social. ,- I Derecho Penal o su utópica supresión.
L
El ideal resocializador—y lallamadaideología deltratamiento—han
abierto un doble debate, de muy diversas características y pretensiones: a) De la «euforia» a la «crisis» del ideal resocializador. Una primera
un debate normativo— doctrinal, y un debate empírico. Ambos merecen aproximación al problema examinado desconcierta. ¿Cómo se pueden
un análisis por separado.
explicar posiciones doctrinales t a n enfrentadas en torno a u na cuestión
2\El debate doctrinal sobre la resocialización del delincuente. La idea nuclear, fundamental? ¿Por qué, desde presupuestos ideológicos anta-
de resocializar al delincuente ha generado en la doctrina penal las gónicos, se coincide no obstante en la aceptación o en el rechazo de los
actitudes más dispares. Para unos, se trata de la anhelada alternativa objetivos resocializadores o se discrepa abiertamente desde credos
al retribucionismo y su fracaso implicaría un retorno inevitable hacia afines?^^ ¿No es extraño que la resocialización del infractor, meta tanta s
éste. Así se expresa por ejemplo, K. PETERS, autor que simboliza la veces exaltada, genere hoy actitudes de escepticismo y desencanto,
lucha sincera por una ejecución humanitaria de las penas en Alemania llegándose a declarar por partidarios de la misma que «puede ganar
desde premisas liberal-conservadoras^^. Para otros, de un imperativo muchas batallas, pero ... ha perdido la guerra»?^^.
ideológico. Baste recordar las democracias populares, partidarias fervo- El concepto de «resocialización», en e f e c t o , ^ ambiguo e impreciso.
rosas y entusiastas de la resocialización del infractor —del cambio de la Aglutina, además, concepciones muy heterogéneas del hombre, y del
actitud interna de éste en el sentido de la moral socialista— precisamen- castigo, que solo coinciden en su hostilidad al retribucionismo. Pero,
te por coherencia con el humanismo socialista y la indispensable unidad precisamente por ello, por la calculada equivocidad de los lemas y
del Derecho y la Moral socialistas" . Sin embargo, la idea de banderas, puede convertirse en u n a caja de sorpresas. A la clarificación
resocialización, como la de tratamiento, es radicalmente ajena a los de este término importado, no h a contribuido mucho su vertiginosa y
postulados y dogmas del Derecho Penal clásico, que profesa un acrítica recepción por el mundo del Derecho, que lo liberó paradójica-
retribucionismo incompatible con aquella^^. Y su legitimidad (la del mente de toda suerte de controles sobre el contenido real del mismo.
ideal resocializador) se cuestiona desde las más diversas orientaciones
científicas progresistas o pseudoprogresistas: la llamada Criminología Ahora bien, la polémica sobre la resocialización del delincuente no es
crítica, determinados sectores de la Psicología y del Psicoanálisis, una polémica vacía, academicista, meras palabras. Suscita, por el
ciertas corrientes funcionalistas, neomarxistas e interaccionistas, etc.,^'' contrario, los problemas más acuciantes del Derecho y obliga a replan-
etc. Algunos, incluso, afirman que la resocialización del delincuente es tear la función última de éste. ,
una mera utopía, un mito, un engaño; o, simplemente, una declaración \ • "-.(iro-'-'': i^-rtCif-ñím' H'-jí'i . i'íjrrp .g^nfefS )is^t'5iii ; ih tu.n
ideológica", progugnando entonces, como única alternativa válida, l a ^
b) Antirretribucionismo, concepción asistencial del Derecho y
neorretribucionismo. El pensamiento resocializador carece de un funda-
&nn¡A mento filosófico e ideológico unitario. Antes bien, en el mismo se
• mí.
»'í o b if/-ri n< refugian concepciones muy heterogéneas que solo comparten el común
rechazo de las tesis retribucionistas. Todas ellas, aunque por diversas
13 PETEES, K., Die ethischen Voraussetzungen der Resozialisierung und
Erziehungsvollzuges, en: Festschrift für E. Heinitz, zum 70 Geburtstag, 1972 razones, invocan la función resocializadora del castigo; tanto las
antirretribucionistas radicales, como las partidarias de u na orientación
(Walter de Gruyter), págs. 501 y 515.
asistencial del Derecho o las neorretribucionistas moderadas, se alinean
" Así, STILLER, G., Grundfragen der erziehcrischen Wirksamkeit des sozialistischen
Rechts.Beider Gestaltung des entwickelten gesselschaftlichen Systems in der
DDE, en: Staat und Eecht, 1969, pág. 1437 a 1445.
!«.A I ; .
' ' Cfr. GAECÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 20. •HJ^.^mnim'
^'^ Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., págs. 58 y ss. ''=" '" ''• 1*^ Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 21.
" Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 20. - • '' - 19 PETERS, K., Die ethischen Voraussetzungen, cit., pág. 501.
1080 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1081

bajo el lema de la resocialización. Pero, en consecuencia, éste tiene en Por último, a la resocialización se apela también desde u na determi-
cada caso un contenido diferente.
nada política criminal que persigue la coactiva adaptación del infractor
"'" Bajo la bandera de la resocialización militanj„en primer lugar, al statu quo mediante un Derecho Penal eficaz. Aunque dicho concepto
quienes profesan un antirretribucionismq^ dogmático) y apelan a la se contraponga al de retribución, se trata, sin embargo, de un a versión
supresión del Derecho PeríáT clásico. La resocialización sería la alterna- moderna y actualizada del retribucionismo, ya que las pretensiones de
tiva a^ste^o. m&mñti»ñm'§mí éste de eficacia, defensismo y adaptación coactiva del delincuente se
.aseguran precisamente a través de los programas de resocialización,
._ '' Ahora bien, en el momento de delimitar el contenido de tal alternativa, se
j;^ ; aprecian, al menos, dos suborientaciones distintas. Ante todo, la orientación pero tal neorretribucionismo puede ser a ú n m á s nocivo que el
cibernética y planificadora {<•<Planungsrecht») que concibe el Derecho como instru- retribucionismo del pasado siglo, expresión del Derecho Penal liberal de
mento y expresión de una sociedad que autocontrola y dirige su propio proceso de la época, puesto que el pensamiento de la resocialización no está
cambio. Desde este punto de vista, el concepto de resocialización reflejaría la necesariamente comprometido con u n a tradición liberal ni ha dado,
esencia de un nuevo Derecho Penal no dirigido al pasado, a las relaciones
hasta la fecha, prueba de ello^^. =Siftoíí)':^M[tó'MÍ. #'-'fí«ÍíéMil
individuales autor-víctima, sino al futuro, como poderoso medio de configuración y
cambio social, y de autocontrol de[ mismo. Una segunda acepción del c) El concepto de resocialización plantea numerosos interrogantes. Se
antirretribucionismo invoca ía idea de la resocialización para dispensar mayores
oportunidades sociales a los diversos grupos y estratos de la población en aras del discute su propio encuadramiento sistemático o ámbito, esto es, si la
principio de igualdad real. Quienes así opinan, critican el Derecho Penal retribucionista, polémica sobre la resocialización del infractor interesa a la teoría de la
su radical insoiidaridad y el impacto discriminatorio del sistema en los diversos pena (esencia y fines del castigo) o al más limitado y modesto de su
grupos sociales. El concepto de resocialización expresa, entonces, la vasta tarea ejecución. Se cuestiona, también, cómo h a de concebirse el proceso
pedagógica y social que asume el sistema para dispensar mayores oportunidades
resocializador de aproximación del individuo a las pautas y modelos
sociales a todos los ciudadanos, cuotas superiores de igualdad real.
sociales: si en un sentiáo funcional (adaptagión), o en otro más profundo,
que supone modificaciones cualitativas de la personalidad del delin-
Los partidarios de una concepción/^sísferecia/)del Derecho Penal
cuente (corrección, mejora, enmienda, etc.). La dinámica de dicho
asignan al término resocialización un contenido diferente. P a r a estos
proceso y el grado final de acercamiento o identificación del individuo a
autores, el Derecho Penal no ha de ser u n Derecho volcado en el hecho
las exigencias sociales son objeto, también, de vivas polémicas, como
cometido, con vocación retributiva {«Tatvergeltungsstrafrecht») sino un
sucede con el problema de la legitimidad de los medios que, en cada caso,
Derecho resocializador y asistencial que produce efectos bienhechores
se utilicen para conseguir el ideal resocializadorA^í^iQ Mi : o
en la persona del autor («Tatereinwirkungsstrafrecht»); ujL-Derecho—
compensatorio, r;e^am^or de los pexjuiciqs padecidos por la víc.tima^_ a') Un sector de la doctrina, en efecto, estima que la resocialización del
rehabilitador del delincuente, que contempla el crimen como doloroso culpable constituye el fundamento de toda la función penal: la razón de
accidente social ylas sanciones penales a modo de remedios asistenciales. ser del sistema. Otro, actualmente mayoritario, partiendo de la distin-
Esta orientación goza de gran predicamento en el específico ámbito de ción entre «fines de la pena» y «fines de la ejecución de la pena» —
la ejecución de las penas y en el de la reparación del daño en favor de la distiricióh en parte artificial— entiende que el objetivo resocializador
víctima, pero encuentra serios obstáculos en conflictos criminales gra- afecta sólo y exclusivamente al limitado y concreto ámbito de laejecución
ves, donde todavía sigue resultando controverdida un a respuesta pura- de las penas, como principio orientador de ésta. Con ello, se otorga al
mente asistencial y rehabilitadora al delito, y, desde luego, la compren- concepto de resocialización u n contenido mínimo y se convierte en
sión de éste como mero accidente sociaF^. sinónimo de ejecución humanitaria del castigo^^. '''^' '-' ,M; ; Ü /i
)-J! JJv,f í J ( í j
-j>;"rr'):'0(!' -;".;-'no< >iíaf d-í* IO-JIÍ r!i"!' ,;rí'. j ( í i ó lo; )nf El debate parece poco esclarecedor porque todo intento de distinguir entre y^/?^^

^^ Sobre el problema, vid. NAUCKE, W., Tendenzen in der Strafrechtsentwicklung,


^^ Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., págs. 28 y 29. 1975 (Karlsruhe), pág. 42.
.' .-tí;.
^^ Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., págs. 29 y 30. 23
Cfr., GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 23 y ss.
1082 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1083

de la pena y fines de la ejecución de la pena es artificioso y oculta contradicciones


La teoría ^/•recc¿ona/j.|)or el contrario, pone más el acento en las
insalvables. Obviamente, solo puede operar de forma resocializadora la pena, en su
o ejecución, si la propia pena se concibe como instrumento resocializador y con tal transformacionés"cííaTitativas que ha de experimentar el infractor a
pretensión se impone. Y, en sentido contrario: si la pena, de hecha, estigmatiza y través de la pena, en su propia actitud interna, en su voluntad, que en
deteriora al infractor, no cabe entonces configurarla conceptuaimentecomo remedio la posterior reinserción social de aquel. Es una profunda pretensión
rehabilitador^".. ; „ -• ,::,.,.,:ÜÍLOYV,IV. .-leri
pedagógica y tutelar lo que caracteriza a las concepciones correccionales
frente a las de la socialización: no se trata, según aquéllas, de un a mera
b') Mayor trascendencia tiene la discusión en torno a la naturaleza del adaptación funcional del infractor a los estandars sociales, sino de
proceso de adaptación del penado a las pautas y modelos sociales: si ha compensar, curar, su débil voluntad, de corregirle y enmendarle, inte-
de entenderse éste en su acepción estrictamente/wreciorea/, neutra desde grándole en la comunidad u na vez rehabilitada su libertad interior con
un punto de vista axiológico, o, por el contrario, con pretensiones
la oportuna terapia pedagógica y tutelar. P a r a las teorías correccionales,
moralizadoras, pedagógicas y correccionales más ambiciosas. La teoría
el delincuente es u na persona desvalida, necesitada de ayuda e incapaz
de la socialización y la correccional representan las dos posiciones
antagónicas. de dirigir libremente su curso vital. Y el delito, consecuencia de una
voluntad débil que ha de ser corregida y enmendada, de suerte que la
f>' La primera {teoríg^de la socialización), atribuye el delito a un déficit, función penal da paso a una genuina función tutelar individualizada,
defecto o trastorno en los procesos de socialización, que ocasionaría el protectora del delincuente: una pedagogía correccional que aproxima el
aislamiento del infractor y el conflicto de éste con las pautas y exigencias tratamiento a u na auténtica cura de almas^^.
sociales. En consecuencia, objetivo prioritario de la intervención puniti- Los modelos correccionalistas son proclives a toda suerte de excesos por el
ebsiK
va sería integrar al delincuente en el mundo de sus conciudadanos, en sesgo utópico y maximalista que les caracteriza. Parten de una imagen irreal y casi
Í9b h
las colectividades sociales básicas (familia, escuela, profesión, etc.), ofensiva del infractor como individuo frágil e incapaz que requiere la desinteresada
B1 ÍD
prestándole la asistencia necesaria para que supere su aislamiento y y paternal asistencia del Estado. Y orientan, además, su pedadogía penal exclusi-
asuma su propia responsabilidad («resocialización» o «integración» vamente tiacia el individuo, aceptando de antemano, sin cuestionamiento posible,
social)^^. los valores sociales. En nombre de una función pretendidamente protectora y tutelar,
legitiman, de hecho, una intervención punitiva máxima, asignando al Estado come-
u.a!í; tidos que ni puede ni debe asumir, en ningún caso, desde luego, a través del
•• Sin embargo, y aunque el concepto de resocialización que maneja esta teoría se
castigo^^.
defina asépticamente como mera adaptación funcional a la colectividad, cabe
cuestionar su pretendida neutralidad axiológica puesto que el término evoca una
asunción ritual y coactiva de los valores, modelos y pautas de conducta del grupo por c') Se discute, también, por la doctrina qué grado de aproximación o
el infractor, quien los internaliza, resolviendo así un conflicto de sistemas normativos. identificación con los valores sociales exige del culpable el ideal
Por otra parte, la teoría de la socialización, en cuanto modelo explicativo del delito,
•-.pm» tiene sólo una validez parcial y corre el riesgo de peligrosas falsificaciones empíri- resocializador. La precisión es relevante, ya que las muy distintas
cas^'^. Pues, evidentemente, la criminalidad no es patrimonio de los grupos margina- acepciones que suelen asignarse al concepto «resocialización» demues-
i^.: t, , les y mal integrados^^ tran la equivocidad de éste, sus mil caras, y la intrínseca graduabilidad
de objetivos de semejante naturaleza. La polémica gira hoy en torno a
dos opciones: estimar suficiente la actitud externa del infractor de
Vid. BACIGALUPO, E., Significación y perspectivas de la oposición Derecho Penal- respeto a la ley y su razonable pronóstico de no reincidencia {programas
Política Criminal, en: Révue Internationale de Droit Penal, 1978, pág. 16 y ss.
Vid. KAISER, G., Strategien und Prozesse strafrechtlicher Sozialkontrolle, en;
«mínimos») o reclamar, más allá de la mera conformidad formal del
Sozialwissenschaften und Recht, Athenáum Rechtswissenschaft, págs. 6 y ss. iSiTIffH-t'j BDíJHOq Bí tW' ••( c )n/\
Como advierte, SCHÜLER-SPRINGORUM, en: Was stimmt nicht mit dem ) , , AÍ 91; / ' íi : . f j o»
StrafVollzug, 1970 (Hamburg), 42 y ss. Cfr., GARCÍA-PABLOS, A., Estudios
Penales, cit., pág. 34 y ss.
28 Cñ-. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 36 y ss.
Según crítica de POVEDA, Z.B., The Image of the criminal: a critique of crime and 29 El enfoque tuitivo y tutelar del correccionalismo, además, pulveriza todo el dispo-
delinquency theories, en: Issues in Criminology, 5 (1970), págs. 59 y ss. También: sitivo de garantías del ciudadano, que queda devaluado. Sobre el repertorio de
KAISER, G., Criminología. Una introducción a sus fundamentos científicos. Ma- críticas al pensamiento correccional, vid.: GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales,
drid, 1978 (Espasa-calpe), pág. 147 (traducción de J. Belloch Zimmermann). cit., págs. 40 y ss.
1084 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1085

penado con los valores sociales la auténtica convicción moral y acata- Napuede afirmarse, sin embargo, que los programas resocializadores
miento interno de aquéllos por el mismo {programas «máximos»)^". rnáxim_os}ganen actualmente terreno, ni que estén libres de objeciones^^.
Los programas «míni^mo^, como se verá, plantean un problema de Se les reprocha sus fines defensistas y manipuladores encubiertos. La
credibilidad, d e ^ e c t i v i d a d * ^a que vacían de contenido el concepto de conformidad entre el comportamiento externo y la actitud interna del
resocialización. ILos máxirnoi^ suscitan serios reparos en orden a la infractor garantiza, desde luego, la plena incardinación de éste en la
legitimidad de un a intervención de tales pretensiones en el marco de la disciplina social. Pero toda aproximación del Derecho a la Moral se
sociedad plural y democrática. traduce, a menudo, en fórmulas de extremo rigor, porque suele subyacer
a la misma u n a no confesada tendencia a la absoluta posesión de la
El debate referido se inició cuando representantes de posiciones persona, a la conquista de su mente.
ideológicas liberal-conservadoras llamaron la atención sobre la progre-
siva desertización que el ideal resocializador experimentaba en los Los programas resocializadores [máximos)no responden, pues, a la idea de
autodeterminación, sino a la de imposición, por más que apelen a objetivos altruistas
modernos textos legales y la extrema dificultad, por tanto, de llevar
y tutelares. La pena asume en los mismos impropios y autoritarios objetivos de
aquél a la práctica, con un mínimo de estabilidad y eficacia, desde el ^ I, adoctrinamiento ideológico^", de manipulación del individuo a costa del sacrificio de
neutralismo moral y axiológico: una llamada al mantenimiento de la , ' su libertad personal y otros derechos fundamentales: implican, por tanto, una
legalidad sin ulteriores exigencias morales convierte el concepto de intromisión abusiva e ¡legítima por parte del Estado^^ Por otro lado, y según
resocialización en letra muerta^\ recuerdan quienes cuestionan estos programas, el pretendido efecto resocializador
ííi'' '- máximo pugna con la estructura de la actual sociedad democrática y pluralista en la
El efecto resocializador eficaz y duradero, se advertirá, no puede ki,á • que, por definición, no existe un único marco de valores, sino un conjunto heterogé-
descansar en el miedo a J a pena, ni en la conformidad formal del ^, f ,: neo de sistemas normativos, con sus inevitables contradicciones y conflictos. Dicha
V sociedad, por ello, no puede ofrecer al individuo ese modelo unitario y definido de
comportamiento externo con la ley. Sin la interiorización moral de la •''' •' pautas de conducta porque ella misma no las tiene^^ Tratar de hacerlo, en todo caso,
norma, que presupone una determinada actitud axiológica, referida a ' 'f precisamente a través de la pena parece una terapia poco indicada: una quimera,
valores, falta el fundamento estable a su fuerza determinadora. No cabe T;a mezcla de tabulación y de cinismo. „ . . „ . „ „ „ . ; , . , „ . . „ . . .
resocialización alguna si detrás de la conducta respetuosa de la ley
existe un clamoroso vacío moral o contradicciones sensibles entre las Un sector doctrinal minoritario, por último, ha creído encontrar en la
pautas legales y las convicciones personales íntimas del infractor. En «pedadogía de la autodeterminación» la [codiciada tercera ví^?^'. Sin
consecuencia, como reitera dicho sector doctrinal, si se prescinde del embargo, toda terapia emancipadora implica necesariamente u n a im-
fundamento moral de la resocialización, si se niega el derecho del Estado posición si su vehículo es la ejecución penal. Y, aunque se propugne lo
a corregir al ciudadano o si se cuestiona la legitimidad de un a ejecución contrario, no es fácil imaginar terapia social autodeterminadora alguna
de la pena orientada a la modificación de la personalidad o convicciones libre de toda carga valorativa, neutra. ..- ., ^ ..,^
del penado, sólo cabe entonces una vacía e inútil llamada al respeto
formal de la legalidad^^.
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•>")•' ,','''^'-V -i'Jjf'-í-'i'MM'o'f un "i) «vif f.


33 Vid. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 45 y ss.
3* Como denuncia, KAUFMANN, H., Kriminologie, I (1971), Stuttgart. Berlín, pág.
^^ Vid.: BUENO ARÚS, F., Algunas consideraciones sobre la política criminal de 159.
nuestro tiempo, en: Eévue Internationale de Droit Penal, cit., 1978, pág. 116 y ss.; 3B Así, HAFFKE, Widerspruch von Therapie und Herrschaft, exempliñziert an
ZUGALDÍA ESPINAR, J. M., Consideraciones sobre las tendencias del desarrollo grundlegenden Bestimmungen des neuen Strafvollzuggesetzes, en: ZStW, 88
de la Ciencia del Derecho Penal, en: Revista mexicana de Derecho Penal, 1978 (3), (1976), pág. 607 y ss. Coincidiendo, desde perspectivas ideológicas distintas:
pág. 74; Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 41 y ss.
BUENO ARÚS, F., Algunas consideraciones..., cit., pág. 117; ESER, A.,
^^ Así, ESER, A., Resozialisierung in der Krise? Gedanken zum Sozialisationsziel des Resozialisierung in der Krise, cit., pág. 512.
Strafvollzugs, en: Pestschrift für K. Peters, 1974, págs. 509 y ss. 3s En este sentido, ESER, A., Resozialisierung in der Krise, cit., pág. 512.
^2 Así, ESER, A., ibidem. Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 42 s'' Sobre estas «terceras vías» vid., GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág.
y ss.
47 y ss. _ _ _^ _^ ,, ,,,.r;^„.^;, , ,., •,
Tb86 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1087
Desde una orientación marxista, por cierto, tales intentos lian sido severamente
descalificados por su falta de contBnido. Así, Haffke advierte que se limitan a poner La llamada «Defensa Social» representa u n a opción autónoma e
BJ de relieve la disfuncionalidad del sistema y la amarga realidad de una sociedad intermedia, en cuanto movimiento de política criminal que concilla la
clasista, insolidaría y agresiva, dato que debe ser tenido en cuenta para que el eficaz lucha contra el delito y el objetivo humanista de la resocialización
' ' entusiasmo refiabilitador no desemboque en resignación, odio o escapismo y pierda
su potencialidad emancipadora. Pero, eso sí, aceptando el sistema mismo y sin
del infractor o retorno de éste a la comunidad jurídica en condiciones de
tratar de superar las contradicciones sociales objetivas que se producen en su llevar a cabo u na vida social libre y consciente. P a r a la Defensa Social,
el delincuente no es un animal salvaje y peligroso, ni un desvalido, ni un
retrasado social, sino u n miembro de la sociedad que ésta debe compren-
d') Los programas resocializadores pueden perseguir realmente/mes der y recuperar. Y la resocialización, u n objetivo realista, viable, que
tutelares, asistenciales o encubrir designios defensistas. Ello depende puede alcanzarse mediante el tratamiento científico adecuado y la
más de la imagen que profesan del hombre delincuente que de solemnes coordinación de los saberes penológicos, criminológicos y penitencia-
declaraciones de principios. rios*^
P a r a las tesis radicales de la prevención especial, el concepto de P a r a el marxismo, por último, el delincuente es la víctima de las
resocialización es un tópico defensista, un eufemismo. Así como en el estructuras criminógenas de la sociedad capitalista: quien, en puridad,
pensamiento clásico, el delincuente es un pecador llamado a expiar su tendría que resocializarse, por tanto, no es el penado, sino la propia
culpa, en el credo positivista el infractor presenta los síntomas de un sociedad. En consecuencia, desde la óptica marxista, la resocialización
animal salvaje, de un sujeto peligroso y temible condenado al crimen por del delincuente (al modelo de sociedad capitalista) merece el calificativo
su naturaleza. Por ello, el castigo se concibe como remedio defensivo de de mito o engaño, pues a través de ella se imponen al individuo los
la sociedad, y la reincorporación del penado a ésta no opera a modo de valores de la clase dominante, de la sociedad burguesa, y se perpetúa el
meta u objetivo del sistema, sino como mera consecuencia lógica deriva- statu quo'^^.
da de la previa innocuización de un sujeto que ha dejado de ser
Los programas resocializadores, sin embargo, se presentan como exigencia
peligroso^®. , : • , . , , ; , ,; incodicionada del socialismo humanista en las otrora democracias populares. La
pena, afirman las declaraciones oficiales, ha de orientarse a la educación del
"^ [JEXcorreccionalismo^or su parte, ve en el delincuente la imagen de infractor, de modo que su ejecución allane al condenado su camino para el retorno
un ser inválido, disminuido, incapaz de regir responsablemente su vida a la vida social. Pero el proceso de reinserción no termina con la excarcelación, sino
por razón de un déficit «interior» que afecta a su voluntad. El pietismo que trasciende los muros de la cárcel y ha de continuar más allá de ésta, aunando
los esfuerzos de los órganos estatales de la ejecución de las penas y de la sociedad
paternalista del pensamiento correccional, asigna al sistema una fun-
misma, siendo objetivo último que el penado «comience una nueva vida sobre firme
ción pedagógica y curativa que restaura el equilibrio que el delincuente suelo» (programas resocializadores «máximos»). La importancia que se atribuye a
perdió en el orden moral. Así, el castigo se considera un bien en sí mismo los hábitos capitalistas en la génesis de la criminalidad y la correlación existente a
y se prescribe en interés del delincuente. En este esquema teórico, la idea , ,; juicio de los analistas entre reincidencia y procesos de resocialización insatisfacto-
de la resocialización, entendida como reincorporación natural del delin- , rios o deficitarios demostraría la necesidad de una eficaz orientación resocializadora
del penado al modo de pensar y costumbres socialistas"^.
cuente a la sociedad, una vez compensado su déficit gracias a la oportuna
terapia pedagógica, es un objetivo primordial del Derecho Penal y la
tutela social prescrita a su favor una consecuencia de su necesaria En todo caso, y con independencia de la polémica doctrinal reseñada
corrección y enmienda. La resocialización del infractor es más una —y de sus coordenadas ideológicas— un a función penal resocializadora
utopía romántica y paternalista, que un burdo pretexto defensista*". rui" il j-í -'irr uM iEj>j*if?Tinf iiíCfjlíl i
:í(3Í&li- i S Í B l M i .- t,_ *i Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., págs. 52 y 53.
''2 Vid. MUÑOZ CONDE, F., La resocialización del delincuente, análisis y crítica de
u n mito, en: Cuadernos de Política Criminal (7), 1979, págs. 91 y ss.
'** Sobre la polémica en HAFFKE y BARATTA, vid. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios
"^ Vid. Wiedereingliederun g an der Strafhaft e n t l a s s e n e r P e r s o n e n in das
Penales, cit., págs. 48 y 49. gesellschaftliche Leben. Staatsverlag der Deutschen Demokratischen Republik,
'^ Cfr., GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., págs. 50 y 51. que recoge y comenta la declaración oñcial del Presidente del Consejo de Estado de
* Cfr., GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., págs. 51 y 52. la DDR ante la Asamblea del Pueblo, el 4 de octubre de 1960 (pág. 11 y ss.).
TÜST ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1089
y humanitaria, en interés real del recluso, y no por móviles sociales
defensistas es hoy u na meta anhelada, que se señala como última fase j-estaura el señorío del Derecho y permite la sublime reconciliación del
en el proceso histórico de evolución del Estado y del Derecho. infractor consigo mismo y con la sociedad, para concebirse como lo que
realmente es: u na amarga necesidad**^.
e') En el momento de hacer un balance final sobre el debate analizado
procede resumir los argumentos que se h a n esgrimido a favor y en contra b») En contra de la resocialización del delincuente como meta del
del ideal resocializador. , , ' , " ' . , gistema penal (y del tratamiento resocializador como objetivo de la
eiecución de la pena) se h a n formulado diversas objeciones*''.
r a») Kfavor de la resocialización del delincuente como objetivo priorí7
; tario de la función penal obran poderosas razones de diversa índole: ; Políticamente, se ha dicho, el pensamiento de la resocialización
potencia la intervención punitiva del Estado, en lugar de limitarla.
Desde un punto de vista metodológico, el ideal resocializador ha^ Sugiere un efecto cualitativo del castigo en el infractor, sutil pero
significado un positivo giro humanista de la función penal hacia lo intenso, incompatible con las premisas del Derecho Penal clásico libe-
concreto y real: hacia el penado, al poner de manifiesto el profundo ral**. La historia ha demostrado, por otra parte, que metas t a n sublimes
abismo que separa la teoría de la praxis y la necesidad de juzgar al suelen ser proclives a toda suerte de excesos y manipulaciones, por lo
sistema penal por su impacto en el hombre que lo padece. Este enfoque que, careciendo de antecedentes la idea resocializadora en regímenes
realista y racionalizador ha contribuido a la desmitificación de la liberales, poco tranquiliza el humanismo del que hacen gala algunos de
polémica sobre los fines del castigo, cobrando éste una naturaleza no sus partidarios. -m>«w\ísy^jf)^|iti^ü| s ij
mágica, ni ritual, sino estrictamente instrumental: la pena, en definiti-
va, es solo un medio, que se legitima si produce un efecto positivo**. Desde la teoría de los fines,_de_j3.pena, u n análisis histórico y
sociológico demuestra que aquélla no se justifica por razones o móviles
Por otra parte, las tesis resocializadoras se avienen mejor al modelo resocializadores, sino de control: no castigamos para resocializar, ni es
de Estado social-intervencionista de nuestro tiempo. El Derecho Penal éste el motivo de que se criminalicen ciertos comportamientos*®. Una
clásico y liberal no podía admitir la idea de la resocialización, ni la del función penal exclusiva o prioritariamente orientada a la resocialización
tratamiento del delincuente, incompatibles con sus dogmas. Por el del infractor comprometería, además, las exigencias de la prevención
contrario, el Estado social, preocupado por las causas del crimen —^y por general. En efecto, la eficaz defensa del orden social obliga a reparar no
la reincidencia— asumió pronto la bandera de la resocialización y sólo en los infractores ngc_fisitados de respcialización (que son los menos),
encontró en el tratamiento del infractor el arma capaz de paliar con
sino también en los que no necesitan ésta (si h a n delinquido) y, desde
eficacia el fracaso de la pena retributiva*^.
luego, de forma disuasorio-preventiva, en los delincuentes potenciales^".
Por último, y en términos de política criminal„la idea resocializadora Absolutizar la meta resocializadora conduciría, por cierto, a u n inseguro
parece ser la tercera vía o solución al dilema tradicional que enfrenta el Derecho Penal de «medidas» e implica, en todo caso, un flagrante
ideario retribucionista a la mera utopía. En efecto, si se asume la desconocimiento de la realidad. Pues sólo pocos infractores necesitan ser
realidad última del castigo y el alto precio de toda utopía revolucionaria,
'.b ÍÍVIÍ-!;,_ÍÍÍ; éioslqcm nip oí ,r-U io b b íi^iajmo • UKY \\..'. n
que suele abandonar al penado a su suerte, en aras de un futuro social
""^í/rififcMiíiíi' >fí( . • í ! . h- >
espléndido que nunca ílega o tarda demasiado en llegar, ja^jneta__
resocializadora orienta la pena a fines racionales y humanos qug_ *' En este sentido, ROXIN, C , Strafrechtliche Grundlagen Probleme, cit., págs. 24 y
interesan tanto al infractor como a la comunidad. El castigo deja de ser 25.
una cuestión de principios, un resorte dialéctico o un remedio mágico que *'' Una referencia bibliográfica, en: GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit.,
págs. 58 y 59, nota 149.
Vid. ROXIN, C , Strafrechtliche Grundlagen Probleme, cit., págs. 6 y 7. Cfr.
GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., págs. 59 y 60.
** En este sentido, SCHMIDHÁUSER, Eb., Vom Sinn : **' Como advierte, SCHMIDHÁUSER, Eb., Vom Sinn der Strafe, cit., pág. 42 y ss. En
págs. 72 y 73. der Strafe, 1971, Góttingen,
igual sentido, STRATENWERTH, G., Strafrecht, Allg. Teil, 2^ Ed., pág. 26.
Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, •tmya v agrios-
^° Así, LÁW, Individuelle und kollektive Schuld, en: ZRP, 4 (1973), pág. 93. Cfr.
cit., pág. 57. \»(aJHí;-HO*
GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit, pág. 60. , , a / v i r,' 5i..x..ii.j

i
1090 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA
TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1091
resocializados, pueden serlo y quieren cooperar a su tratamiento ^ la prevención general en la respuesta de los ordenamientos jurídicos
rehabilitador: otros muchos no requieren rehabilitación alguna porqug modernos a significativas parcelas de la criminalidad de nuestro tiempo
están perfectamente socializados (vg. los delincuentes «ocasionales») o
(delincuencia política, criminalidad económica y financiera, tráfico
no son ya susceptibles de ella (por ejemplo, los plurireincidentes v
rodado, drogas y narcotráfico, contravenciones, etc.), lo que pugna, de
h a b i t u a l e s «incorregibles»), o r e c h a z a n cualquier intervención
hecho, con las solemnes declaraciones programáticas en favor de la
resocializadora invocandp, con legitimidad para hacerlo, el «derecho a
no ser tratados»^^ ' ' j-esocialización del delincuente®^.
pero la oposición actual más enconada al ideal resocializador es una
El pensamiento resocializador, como se ha apuntado por la doctrina oposición ideológica, que cuestiona la legitimidad misma del tratamien-
pone el acento unilateralmente en la dignidad del infractor, ignorando to rehabilitador y el impacto presuntamente positivo de éste. Dicha tesis
los intereses no menos legítimos de la sociedad y de la víctima. Y no parte de la concepción del crimen como «producto social» y culpabiliza
puede armonizar con coherencia dos principios antagónicos: la naturale- del mismo a las estructuras sociales. Su lema puede resumirse con un
za de la pena (la pena, en cuanto retribución del hecho culpable, es un
simple aserto :.^e_se^resoda]ice la sociedad^ no el penado^®.
mal) y la incidencia positiva de ésta en el delincuente (la pena como bien f
que se prescribe en interés del infractor). La artificiosa distinción que' Se objeta al tratamiento, para comenzar, su radical inefectividad e
algunos propugnan entre un a conminación legal abstracta dirigida a incluso su impacto necesariamente antipedagógico, por juzgarse absur-
fines prevencionistas (en interés de la sociedad) y una ejecución de 1& da la pretensión de adaptar un hombre a la sociedad aislándole, sin
¡pena concreta, orientada a metas resocializadoras (en bien del infractor) embargo, de forma coactiva de la sociedad. De u n a intervención t a n
no resuelve la contradicción^^. , ^_ : Í . - ¿ „ « . contradictoria, advierte SIMSON, solo cabe esperar u n a terapia
desintoxicadora, purificadera, pero nada más®^.
Tampoco es pacífica la «filosofía de la adaptación» por cuanto el juicio
de futuro sobrejajiecesidad de resxLcialización o el éxito del tratamiento \ Al tratamiento se reprocha, también, su afán manipulador: implica
jiidicado careffjide^ases..científícas sólidas. Y todo pronóstico sobre la i —se dice— u na ingerencia ilegítima en los derechos fundamentales del \
personalidad de un individuo, basado en u n a concreta manifestación o , recluso que deja de ser sujeto para convertirse en objeto del mismo®®.^_j'
perspectiva aislada de la misma, parece sesgado y parciaF^. En_todo Por último, se observa que el tratamiento en el seno de las institucio-
.f caso, difícilmente puede^^^^^^ la p e n a como i n s t r u m e n t o nes penitenciarias no puede producir un efecto resocializador ya que la
a j;esocializador^yálid_o. Porque j a penC^eiSgraatizarncT reha.bilita. JSQ participación del recluso en la subcultura carcelaria le obliga asumir e
limpia, mancha. ¿Cómo jDuede apelarse a su función resocializadora interiorizar los valores de ésta, valores criminales antagónicos a los de
cuando consta empíricamente todo lo contrario? ¿Cómo se explica el la sociedad oficiaP^. Desde la obra de CLEMMER se admite la existencia
impacto rehabilitador del castigo y la reinserción social del penado ai, en
la estimación social, suele ser más el mero hecho de haber curnplido la
pena que la propia comisión del delito, lo que implica un grave demérito
a los ojos de los conciudadanos?^'' ,.,, ,.,. o = «.. ,j;,. un lutir- 88 En este sentido, KAISER, G., Resozialisierung und Zeitgeist. Strafe, Behandlung
oder Etwas Drittes, en: Festschrift für Würtenberger, 1977 (Berlín), cit., pág. 370.
Por último, se ha advertido que ciertas penas en vigor son radical- Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 63.
mente incompatibles con objetivos resocializadores (vg. penas_privati- ^^ Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 63 y ss.
vas de libertad de larga duración). Y que es muy acusada la tendencia 8' SIMSON, Behandlung statt Strafe, pág. 264 a 266. Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., op.
cit., pág. 67. En igual sentido, PLACK, A., Pládoyer für die Abschaffung des
•S'RBq ,.ji;) f)r(i..:;íint
'inM nar Strafrechts, 1974, Liszt Verlag ... pág. 112 y ss., y LEFERENZ, en: Die gefáhrdete
Mensch in der Sicht der Wissenschaften, 1970, Stuttgart, pág. 45. Cfr. GARCÍA-
.svñ. aa'íhaJB'A ..A ,30JaA-í-.M:
81 Cfr., GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 60. P A B L O S ^ , Estudios Penales, cit., pág. 67.
^2 Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., págs. 60 y 61 ^^ Vid., KAISER, G., Resozialisierung und Zeitgeist, cit. pág. 363.
„^„.,^j.í^-j.
En este sentHn J^LUIJKJO, A., üstudios T:.-
snMi\/rTr>uATTo-n.r, Penales,
V. cit., págs. 60 y 61.
~. *^^ Vid. GARCÍA-VALDÉS, C , La nueva penología, en: Temas de Derecho Penal, 1992
83 En este sentido, SCHMIDHAUSER, Eb., Vom Sinn der Strafe, cit., págs. 62 y 63.
8" Cfr. GARCÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 62. (Madrid), Servicio Publicaciones Facultad de Derecho de la Universidad
Complutense, pág. 128 y ss. - - — . ,.....>... ..•...-•—.. • . .,..^-.
1092 ANTONIO GARCÍA-PABLOS DE MOLINA TRATADO DE CRIMINOLOGÍA 1093

de un «código del recluso», así como la de un proceso de adaptación de la voluntad real de aquél no puede hablarse de tratainieTito,_siao-de
éste a la subcultura carcelaria, _ cuyos pasos intermedios serían la jYianipulación, de adoctrinamiento, y surge el fantasma de la «naranja
«desculturalización» (pérdida de las capacidades vitales y sociales míni- mecánica».
mas para la vida en libertad: del control situacional, de la propia
iniciativa y de la autoresponsabilidad) y la «prisonización» (asunción del Transcurridas más de dos décadas desde que se aprobara la Ley
código de valores, usos y tradiciones de la vida penitenciaria)^". A todo Orgánica General Penitenciaria—Ley que consagra normativamente el
ello se añade por críticos y escépticos, que ni la Ciencia dispone aún de modelo de intervención científica en las prisiones españolas— parece
información suficiente y contrastada para diseñar modelos concretosV~ ' abrirse paso un razonable optimismo entre los expertos en cuanto a las
diferenciados de tratamientos resocializadores, porque falta el impres- posibilidades y el futuro próximo de los programas de resocialización del
cindible consenso empírico previo al respecto; ni la Administración penado sobre la base de la experiencia obtenida a lo largo de los últimos
Penitenciaria dispone d é l o s medios e infraestructura necesaria para lustros. .>^áí.r&^W,rrrnnr,-.r
una intervención científica e individualizada con todas sus implicaciones^" Todo parece indicar que a través de la ejecución penal pueden
y consecuencias. , ,. ~~ obtenerse resultados positivos en tres niveles: evitando el aprendizaje
por los internos de nuevas actitudes y hábitos delictivos, influyendo
sobre el comportamiento de aquéllos en la prisión, e incidiendo en la
3'. El debate criminológico sobre la resocialización del penado es un conducta futura de los penados^^. Una evaluación realista del esfuerzo
debate científico empírico, libre, por tanto, de especulaciones, de actitu- desplegado durante el período citado arroja tres conclusiones^^. La
des puramente ideológicas, o de estériles «torneos oratorios»''^ Versa primera, que optando por un determinado modelo integrador y científico
sobre hechos concretos, sobre realidades constatables y discurre en el de intervención (que no es el médico clínico tradicional) resulta viable la
ámbito o esfera del «ser», no el mundo normativo del «deber ser». positiva reestructuración de la realidad carcelaria, del habitat peniten-
Interesa sobremanera a la Criminología verificar científicamente si ciario, controlando sus efectos más nocivos (aislamiento, inmersión en
cabe una intervención positiva, bienhechora, en el infractor a través de la subcultura carcelaria, etc.) y generando otros satisfactorios para el
la ejecución de la pena. Si es posible diseñar, con criterios empíricos, una recluso (vg. actividades de aprendizaje, adquisición de expectativas de
intervención penitenciaria que favorezca la adquisición por el recluso de futuro prosociales, superación de adicciones, etc.). La segunda conclu-
patrones de conducta prosociales. Qué objetivos concretos habría que sión: que desarrollando dicho modelo psicoeducativo, basado en los
perseguir y cómo habría que orientar la Administración Penitenciaria y postulados de la Psicología del aprendizaje social y operante, en la
la propia ejecución penal para alcanzarlos. Qué modelo de tratamiento reeducación cognitiva, y su definida orientación comunitaria, progresa-
y qué técnicas concretas de intervención serían más adecuadas: cuáles mos hacia u na ejecución de la pena privativa de libertad más racional y
se están utilizando actualmente y con qué resultados. humana que abre el paso a otras formas de sanción diferentes en el
futuro. La tercera y última conclusión, que dicha noción del tratamiento,
El debate presupone, como es lógico, la libre y decidida colaboración atenta más a miras educativas que clínicas y estructurada para dispen-
del penado, pues, en otro caso, cualquier intervención sería rechazable: sar prestaciones sociales —no para ejercer control (predominio de
tanto desde un punto de vista ético, como estrictamente pedagógico. Sin
'I, t - Ü t
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^ Por todos, autorizadamente: GÓMEZ, J., El ámbito del tratamiento penitenciario,


^° Cfr. GAECÍA-PABLOS, A., Estudios Penales, cit., pág. 67 y 68. en: Cuadernos de Política Criminal, 8 (1979), pág. 71.
^^ Vid. BAYES, R., Reflexiones de un psicólogo ante algunos problemas que se '^^ En este sentido: REDONDO ILLESCAS, S., y GARRIDO GENOVÉS, V., Diez años
plantean en el campo del Derecho. En: Anuario de Sociología y psicología jurídicas, de intervención en las prisiones españolas, cit., pág. 235 y ss.; fundamental:
2, pág. 79. Cfr., REDONDO ILLESCAS, S., y GARRIDO GENOVÉS, V., Diez años GARRIDO GENOVÉS, V., REDONDO ILLESCAS, S., El tratamiento y la inter-
> de intervención en las prisiones españolas, en: Delincuencia (El ideal de la vención en las prisiones, en: Delincuencia, El ideal de la rehabilitación, cit. (1991,
rehabilitación y la intervención en las prisiones), 1991, vol. 3, n° 3, pág. 197. 3,3), págs. 299 y 300. , _

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