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INVESTIGAR LOS PASAJES SOBRE LA APOSTASÍA EN HEBREOS

Hebreos 2:1-3 “1 Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que
hemos oído, no sea que nos deslicemos. 2 Porque si la palabra dicha por medio de los
ángeles fue firme, y oda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, 3 ¿cómo
escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? La cual, habiendo sido
anunciada primeramente por el Señor, nos fue confirmada por los que oyeron”.
Hebreos 3: 6-8 “6 Pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si
retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza. 7 Por lo cual, como
dice el Espíritu Santo: Si oyereis hoy su voz, 8 No endurezcáis vuestros corazones, como en
la provocación, en el día de la tentación en el desierto”.
Hebreos 3:12-14 “12 Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo
de incredulidad para apartarse del Dios vivo”; 13 antes bien exhortaos los unos a los y otros
cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por
engaño del pecado. 14 Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que
retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio”.
Hebreos 6:4-6 “4 Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del
don celestial, y fueron hechos participantes del Espíritu Santo, 5 y asimismo gustaron de la
buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, 6 y recayeron, sean otra vez
renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y
exponiéndole a vituperio.
Hebreos 10:26-31 “26 Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el
conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, 27 sino una
horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha e devorar a los adversarios. 28
El que viola ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere
irremisiblemente. 29 ¿Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteare al Hijo
de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere
afrenta al Espíritu de gracia? 30 Pues conocemos al que dijo: Mía es la venganza, yo daré el
pago, dice el Señor, y otra vez: El Señor juzgará a su pueblo. 31 ¡Horrenda cosa es caer en
manos del Dios vivo!
Hebreos 10:35-39 “35 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36
porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis
la promesa. 37 Porque aún un poquito, y el que ha de venir vendrá, y no tardará. 38 Mas el
justo vivirá por fe; y si retrocediere, no agradará a mi alma. 39 Pero nosotros no somos de
los que retroceden para perdición, sino de os que tienen fe para preservación del alma”.
Hebreos 12:1-8 “1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigo, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con
paciencia la carrera que tenemos por delante, 2 puesto los ojos en Jesús, el autor y
consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando
el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. 3 Considerad a aquel que sufrió tal
contradicción de pecadores contra sí mismo, para que nuestro ánimo no se canse hasta
desmayar. 4 Porque aún no habéis resistido hasta la sangre, combatiendo contra el pecado;
5 y habéis ya olvidado la exhortación que como a hijos se os dirige, diciendo: Hijo mío, no
menospreciéis la disciplina del Señor. Ni desmayes cuando eres reprendido por él; 6 Porque
el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo. 7 Si soportáis la
disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no
disciplina? 8 Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes,
entonces sois bastardos y no hijos”.
La apostasía (gr. apostasía) aparece dos veces en el NT como sustantivo (Hechos 21:21;
2Tes.2:3) y aquí en Hebreos 3:12 como verbo (gr. afistemi, traducido “apartarse”). El
vocablo griego se define como deserción, rebelión, abandono, retirada o separación de
aquello a lo que se ha acercado antes.
(1) Apostatar significa cortar la relación salvadora de uno con Cristo o apartarse de la
unión vital con Él y la verdadera fe en Él. Así que la apostasía personal es posible
sólo para los que primero han tenido la experiencia de salvación, regeneración y
renovación por medio del Espíritu Santo (Lc.8:13; Heb.6:4-5); no es la simple
negación de parte de los inconversos de la doctrina del NT que observan en la iglesia
visible. La apostasía puede abarcar dos aspectos separados pero relacionados: (a) la
apostasía teológica, es decir, el rechazo de todas o algunas de las enseñanzas
originales de Cristo y de los apóstoles (1Ti.4:1; 2Ti. 4:3), y (b) la apostasía moral, es
decir, el antiguo creyente deja de permanecer en Cristo y vuelve a hacerse esclavo
del pecado y de la inmoralidad (Is.29:13; Mt. 23:25-28; Ro.6:15-23; 8:6-13).
(2) La Biblia imparte advertencias apremiantes sobre la apostasía, destinadas a alertar
sobre el peligro mortal de abandonar la unión con Cristo y a motivar la perseverancia
en la fe y la obediencia. El propósito divino de esos pasajes de advertencia no se
debe debilitar con la opinión: “Son ciertas las advertencias, pero la posibilidad de la
apostasía propiamente dicha“. Más bien hay que considerar esas advertencias como
referencias a la realidad del período de prueba, y con alarma si se quiere obtener la
salvación final. Algunos de los muchos pasajes de advertencia del NT son: Hebreos
2:1-3; 3:6-8, 12-14; 6:4-6.
(3) Los pasos que conducen a la apostasía son:
(a) Cuando los creyentes, por la incredulidad, dejan de tomar muy en serio las
verdades, las amonestaciones, las advertencias, las promesas y las enseñanzas
de la Palabra de Dios.
(b) Cuando las realidades del mundo llegan a ser mayores que las realidades del
reino celestial de Dios, los creyentes poco a poco dejan de acercarse a Dios por
medio de Cristo (Hebreos 4:16; 7:19, 25; 11:6).
(c) Mediante el engaño del pecado, se vuelven cada vez más tolerantes del pecado
en su vida (Hebreos 3:13). Ya no aman la justicia ni odian la maldad (ver nota de
Heb.1:9= no basta que los hijos de Dios amen la justicia; deben además odiar el
mal. Eso es evidente en la devoción de Cristo a justicia y su odio a la maldad
durante su vida, ministerio y muerte. (1) la fidelidad de Cristo a su Padre
mientras estaba en la tierra, la cual demostró con su amor a la justicia y el odio
a la maldad, es el fundamento de la unción e Dios a su Hijo. De la misma manera,
la unción de los creyentes se producirá sólo a medida que se identifiquen con la
actitud de su Maestro hacia la justicia y el mal (Sal. 45:7). (2) aumentará en ellos
el amor a la justicia y el odio al mal de dos maneras: (a) a crecer en el amor
sincero y en la compasión por aquellos cuya vida destruye el pecado, y (b) al
tener una unidad cada vez mayor con su Dios y Salvador, que amó la justicia y
odió la maldad.
(d) Por la dureza del corazón (Heb.3:8,13) y el rechazo del plan de Dios (3:10), no
hacen caso de la advertencia continua y la reprensión del Espíritu Santo.
(e) Se entristece al Espíritu Santo (Heb.3:7-8), se apaga el fuego (1Tes.5:19) y se
viola su templo (1Co.3:16), de modo que Él termina por apartarse de los antiguos
creyentes (Heb.3:14).
(4) Si la apostasía sigue sin freno su curso, las personas pueden finalmente llegar a un
punto en que no es posible volver a comenzar. (a) Los que una vez tuvieron una
experiencia de salvación con Cristo pero deliberada y continuamente endurecen el
corazón a la voz del Espíritu Santo (Heb.3:7-19), siguen pecando intencionalmente
(Heb.10:26) y se niegan a arrepentirse y a volver a Dios pudieran llegar a un punto
sin retorno donde ya no son posibles el arrepentimiento y la salvación (Heb.6:4-6).
Tiene un límite la paciencia de Dios (Heb.10:26-29,31). (b) No puede determinarse
por adelantado ese punto sin retorno. Por lo tanto, la única salvaguarda contra el
peligro de la apostasía extrema se encuentra en la amonestación: “Si oyereis hoy su
voz, no endurezcáis vuestros corazones (Heb.3:7-8, 15; 4:7).
(5) Debe subrayarse que, aunque la apostasía es un peligro para todos los que se
desvían de la fe (Heb. 2:1-3) y se apartan de Dios (6:6), no se completa sin el pecar
intencional y constante contra la voz del Espíritu Santo.
(6) Los que por la incredulidad del corazón se apartan de Dios (Heb.3:12) pudieran
pensar que son salvos, pero su indiferencia a las exigencias de Cristo y del Espíritu y
a las advertencias de las Escrituras indican lo contrario. Debido a esa posibilidad de
engañarse a sí mismo, Pablo exhorta a todos los que dicen ser salvos: “Examinaos a
vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos”.
(7) Los que de veras se preocupan por su estado espiritual, y tienen en el corazón el
deseo de volver a Dios en arrepentimiento, tienen una prueba segura de que no han
cometido la apostasía imperdonable. Las Escrituras afirman con claridad que Dios
no quiere que nadie perezca (2P 3:9) y declara que Dios recibirá a todos los que una
vez estuvieron bajo la gracia salvadora si se arrepienten y vuelven a él.

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