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PUBLICACIONES PROFORME
Buenos Aires 2013
Deirós, Pablo Alberto
Desastre y esperanza : exégesis y exposición de Joel . - 1a ed. - Buenos Aires:
Publicaciones Proforme, 2013.
251 p. ; 22x15 cm. - (Programa de formación ministerial por extensión / Pablo
A. Deiros)
ISBN 978-987-1689-13-2
1. Exégesis. I. Título
CDD 220.6
Contactos:
Programa de Formación Ministerial por Extensión: (54 11) 4636-1737
extension4@gmail.com; extension@sitb.edu.ar; www.sitb.edu.ar
Abreviaturas .................................................................................................. 9
Uso de este libro .......................................................................................... 13
Presentación................................................................................................. 15
BJ Biblia de Jerusalén.
Gr. The Greek New Testament. 3ra. ed. United Bible Societies.
RVR Santa Biblia, versión Reina-Valera, revisión 1960.
RV95 Santa Biblia, versión Reina-Valera, revisión 1995.
BA Biblia de las Américas.
VP Dios habla hoy, versión popular.
Libros de la Biblia
Antiguo Testamento
Génesis Gn. 2 Crónicas 2 Cr. Daniel Dn.
Éxodo Éx. Esdras Esd. Oseas Os.
Levítico Lv. Nehemías Neh. Joel Jl.
Números Nm. Ester Est. Amós Am.
Deuteronomio Dt. Job Job Abdías Abd.
Josué Jos. Salmos Sal. Jonás Jon.
Jueces Jue. Proverbios Pr. Miqueas Mi.
Rut Rt. Eclesiastés Ec. Nahum Nah.
1 Samuel 1 S. Cantares Cnt. Habacuc Hab.
2 Samuel 2 S. Isaías Is. Sofonías Sof.
1 Reyes 1 R. Jeremías Jer. Hageo Hag.
2 Reyes 2 R. Lamentaciones Lm. Zacarías Zac.
1 Crónicas 1 Cr. Ezequiel Ez. Malaquías Mal.
Nuevo Testamento
Mateo Mt. Efesios Ef. Hebreos He.
Marcos Mr. Filipenses Fil. Santiago Stg.
Lucas Lc. Colosenses Col. 1 Pedro 1 P.
Juan Jn. 1 Tesalonicenses 1 Ts. 2 Pedro 2 P.
Hechos Hch. 2 Tesalonicenses 2 Ts. 1 Juan 1 Jn.
Romanos Ro. 1 Timoteo 1 Ti. 2 Juan 2 Jn.
1 Corintios 1 Co. 2 Timoteo 2 Ti. 3 Juan 3 Jn.
2 Corintios 2 Co. Tito Tit. Judas Jud.
Gálatas Gá. Filemón Flm. Apocalipsis Ap.
Versiones antiguas
LXX Septuaginta
TM Texto Masorético
Comentarios
AB The Anchor Bible.
ANETS Ancient Near Eastern Texts and Studies.
ANET Supp Ancient Near Eastern Texts Supplements
ATD Das Alte Testament Deutsch.
BBC The Broadman Bible Commentary.
BCOT Biblical Commentary of the Old Testament.
BKAT Biblischer Kommentar Altes Testament.
CAT Commentaire de l’Ancien Testament.
CBC Cambridge Bible Commentary.
CBH Comentario Bíblico Hispanoamericano.
CC The Communicator’s Commentary.
DSB The Daily Study Bible Series.
ExpBib The Expositor’s Bible.
Her Hermeneia.
HKAT Göttinger Handkommentar zum Alten Testament.
HSAT Die Heilige Schrift des Altes Testament.
IntBib Interpreter’s Bible.
IBC International Bible Commentary.
ICC International Critical Commentary.
InThComm International Theological Commentary.
KAT Kommentar zum Alten Testament.
NCBC New Century Bible Commentary.
NICOT The New International Commentary on the Old Testament.
OTLib The Old Testament Library.
TBC Torch Bible Commentaries.
Diccionarios
DBIHol Diccionario bíblico ilustrado Holman
DIB Diccionario ilustrado de la Biblia (Caribe)
DTMAT Diccionario teológico manual del Antiguo Testamento
EJ Encyclopedia Judaica
EnBib Enciclopedia de la Biblia (Garriga)
HELOT A Hebrew and English Lexicon of the Old Testament
IDB The Interpreter’s Dictionary of the Bible
Revistas
AASOR Annual of the Archeological Society for Oriental Research
ActBíb Actualidad Bíblica (Madrid).
AJSLL American Journal of Semitic Languages and Literatures.
AnVal Anales Valentinos (Valencia).
ASIT Annual of the Swedish Institute of Theology.
BA Biblical Archeologist.
BAR Biblical Archeology Review.
BASOR Bulletin of the American School of Oriental Research.
BF Biblia y Fe (Madrid).
Bib Biblica (Roma).
BibArchRev Biblical Archaeology Review (Washington).
BT The Bible Translator.
BulRyl Bulletin of the John Rylands University Library.
BZalW Beihefte zur Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenschaft.
CBQ Catholic Biblical Quarterly (Washington).
ChQR Church Quarterly Review.
Cla Claretianum (Roma).
Comm Communio (Sevilla).
Conc Concilium.
CulBíb Cultura Bíblica (Madrid).
ElOl El Olivo.
EscVer Escritos del Verdat (Valencia).
EstEcl Estudios Eclesiásticos (Madrid).
EstTri Estudios Trinitarios (Salamanca).
HarvTR Harvard Theological Review
HUCA Hebrew Union College Annual (Cincinnati).
IEJ Israel Exploration Journal
Int Interpretation: A Journal of Bible and Theology.
JBL Journal of Biblical Literature.
JEThS Journal of the Evangelical Theological Society.
JNES Journal of Near Eastern Studies (Chicago).
JPOS Journal of the Palestine Oriental Society (Jerusalén).
JSS Journal of Semitic Studies (Oxford).
JStOT Journal for the Study of the Old Testament.
KuD Kerygma und Dogma (Gottingen).
Lum Lumen.
MiscCo Miscelánea Comillas (Madrid).
NatGM National Geographic Magazine
NERT Near Eastern Religious Texts (ed. W. Beyerlyn)
OLZ Orientalische Literaturzeitung
PerTeo Perspectivas Teológicas (Sâo Leopoldo).
Proy Proyección.
PS Pastoral Solidaria.
RB Revue Biblique
RBibl Revista Bíblica
RechSR Recherches de Science Religieuse
REJui Revue des Etudes Juives
RevCulBíb Revista de Cultura Bíblica.
RevEclBra Revista Eclesiástica Brasileira.
RevTeoLim Revista Teológica Limense.
RSR Revue des Sciences Religieuses
SalTer Sal Terrae (Valladolid).
SelTeo Selecciones de Teología.
SJTh Southwestern Journal of Theology.
Stud Studium (Madrid).
SVT Suplementum Vetus Testamentum
TeoEsp Teología Espiritual (Torrent-Valencia).
ThV Theologia Viatorum.
ThZeit Theologische Zeitschrift (Basilea).
VetTes Vetus Testamentum (Leiden).
VinNue Vino Nuevo.
VyP Vida y Pensamiento.
ZatW Zeitschrift für die alttestamentliche Wissenshaft.
ZfA Zeitschrift für Assyriologie
Este libro ha sido diseñado y escrito especialmente para cumplir con los
requisitos y orientaciones de los programas de capacitación del Seminario Inter-
nacional Teológico Bautista. El texto contiene los contenidos esenciales del pro-
grama de trabajo propuesto al discípulo, como medio para alcanzar los objetivos
del curso Desastre y esperanza: exégesis y exposición de Joel. El discípulo será
responsable de la lectura cuidadosa del texto y los pasajes bíblicos indicados. Los
ejercicios preferentemente no deberán ser hechos en el estudio personal, sino que
se completarán en clase, bajo la guía del instructor o tutor. El discípulo sí es res-
ponsable por el cumplimiento de las tareas para el hogar que figuran al final del
libro, y que el maestro o tutor asignará a lo largo del curso. El cumplimiento
adecuado de las lecturas, los ejercicios y las tareas del hogar podrán ser usados
como elementos para la obtención de créditos académicos, junto con la asistencia
a clase.
El lector notará que con frecuencia se citan a diversos autores que han es-
crito sobre el libro de Joel y temas relacionados. Las citas transcriptas son el
resultado de una cuidadosa selección de materiales, hecha con el propósito de dar
oportunidad al discípulo de tomar contacto con la literatura que el autor mismo ha
utilizado para su estudio personal del tema. De este modo, estas citas pueden ser
útiles para ilustrar, ampliar, aclarar y fundamentar los conceptos desarrollados en
este libro de texto. A su vez, las fuentes están indicadas como notas al pie de
página, para que el lector pueda referirse a ellas en caso de tener interés en pro-
fundizar el tema. Al final del libro se incluye una bibliografía, que no es exhaus-
tiva pero presenta los materiales publicados más importantes especialmente en
lengua castellana sobre el tema que trata el libro.
El maestro o tutor actuará en clase como moderador en el repaso del con-
tenido del libro, la realización de los ejercicios, y la asignación de las tareas para
el hogar. Se sugiere que el maestro o tutor no dicte clases a la manera tradicional,
sino que procure cumplir el papel de dinamizador de la discusión y el diálogo
alrededor de los contenidos del libro. Para ello, deberá estar preparado para res-
ponder a las preguntas de los discípulos, especialmente para aplicar a las situa-
14 – Desastre y esperanza: Joel
Joel está ubicado en casi todas las versiones castellanas de la Biblia entre
los así llamados Profetas Menores. Este cuarto libro en la lista de los profetas más
tardíos está integrado a una colección de libros, que puede ser considerada como
una antología de material profético, que resulta incluso más variada que el corpus
de material que se reúne bajo el nombre de Isaías y que se extiende por un perío-
do de tiempo al menos tan grande. La colección de los Profetas Menores está
dividida en libros cortos, cada uno de los cuales está asociado con el nombre de
un profeta. Fue precisamente en razón de la brevedad de estos textos que se de-
signó a la colección como Profetas Menores.
El orden de estos libros en la Biblia griega o LXX (Oseas, Amós, Mique-
as, Joel, Abdías y Jonás) difiere un poco del orden en la Biblia hebrea. Se piensa
que quizás esto se debe al intento de arreglar los libros en orden a su tamaño o
longitud. Jonás aparecería al final porque es una narración profética más bien que
el registro de una enseñanza profética. En general, según algunos autores, el or-
den en la Biblia hebrea es más o menos cronológico, con los profetas post-
exílicos ubicados más hacia el final de la lista. Otra vez, Jonás parece ser una
excepción ya que es un libro post-exílico y está incluido entre los profetas pre-
exílicos en el canon hebreo. Quizás sea así en razón de la referencia al profeta
pre-exílico Jonás que se menciona en 2 Reyes 14.25. Hay otros factores además
de la cronología que parecen haber afectado el agrupamiento de estos libros. Hay
ciertas conexiones verbales entre Joel y Amós (Am. 1.2 y Jl. 3.16, 17; Am. 7.1, 2
y Jl. 1—2). La frase “el día del Señor” aparece en Joel, Amós y Abdías. La frase
“ésta es la palabra del Señor” aparece también en otros libros de la colección para
introducir los pronunciamientos proféticos (Miq. 1.1; Sof 1.1; Zac. 9.1; 12.1; Mal.
1.1; ver Hab. 1.1), y casi sirve como el hilo que encuaderna los diversos libros de
la colección.
Sea como fuere, el libro de Joel tiene una identidad propia y hace una con-
tribución muy particular a la riqueza espiritual y literaria del Antiguo Testamento.
Más allá de las discusiones que se dan en torno especialmente a su ubicación en
el tiempo y a las circunstancias sobre las que el profeta escribe, Joel se destaca no
sólo como un documento del pasado, sino como la Palabra de Dios para el pre-
16 – Desastre y esperanza: Joel
Suele ocurrir que pequeñas cosas son foco de grandes problemas. Tal es el
caso del libro de Joel, que a pesar de no tener más que setenta y tres versículos,
ha significado un verdadero rompecabezas para los estudiosos del Antiguo Tes-
tamento. Básicamente son cuatro las cuestiones que han suscitado mayor discu-
sión: quién es el autor, en qué fecha se compuso el libro, cuál es su estructura y
cuál es su mensaje. A estos temas de discusión hay que agregar otros de nuestro
interés particular, como la determinación del contexto en el que probablemente
Joel proclamó su profecía, el estilo que escogió para su comunicación de la mis-
ma, la teología que su profecía expresa y la relevancia del mismo para nosotros
en este tiempo. Finalmente, ofreceremos un bosquejo del contenido del libro a fin
de facilitar el análisis exegético del mismo y su exposición.
AUTOR
Según el título del libro (1.1), su autor fue “Joel, hijo de Petuel.” Pero ésta
es casi toda la información que podemos sacar del texto, y no se habla de él en
ningún otro lugar de las Escrituras.1
Su hombre
1
Hay por lo menos unos doce personajes llamados “Joel” en el Antiguo Testamento (ver 1 S.
8.2; 1 Cr. 5.4, 8, 12; 7.3; 27.20; Esd. 10.43; Neh. 11.9).
18 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 1
Pasajes: Génesis 1.26; Génesis 17.1; Génesis 14.18; Génesis 16.13; Génesis 21.33;
Génesis 33.20; Jueces 9.46; Salmos 78.35; Isaías 9.6; Jeremías 32.18.
2
Julius Tyciak, Figuras proféticas: personajes y contenido del libro de los profetas meno-
res (Florida, Argentina: Ediciones Paulinas, 1970), 67.
Introducción general – 19
Su personalidad
Toda otra información sobre el autor deberá ser inferida del libro mismo.3
Así, se puede agregar que seguramente Joel era un profeta de Judá, ya que las
referencias geográficas en la profecía misma indican un cierto conocimiento de
este territorio. Por ello mismo, es probable que haya predicado en Jerusalén, si
bien posiblemente era originario de un contexto rural. Su libro indica un tiempo
de crisis nacional total, pero especialmente en su espiritualidad. Pero hubo varios
momentos así en la historia del pueblo de Judá. Además, parece que Joel estaba
familiarizado con la literatura profética precedente, con lo cual se trataría de al-
guien de cierta educación.4 Su interés por el templo, sus funcionarios y el culto no
es evidencia de que fuera sacerdote (ver 1.13 y 2.17 donde deliberadamente pare-
ce tomar distancia del grupo sacerdotal), pero sí lo coloca entre los profetas del
culto o del templo, como Habacuc o Nahúm.5
Su discernimiento espiritual es notable, ya que para él lo eterno y lo tem-
poral están indisolublemente ligados. Para Joel, como para otros profetas, los
acontecimientos históricos y cotidianos tienen la asombrosa capacidad de trans-
mitir el mensaje de Dios. Joel muestra que él es capaz de discernir la acción libe-
radora de Dios en las crisis más agudas de su pueblo, ya sea que éstas consistan
3
Las tradiciones extra bíblicas no son confiables. Seudo-Epifanio en Las vidas de los
profetas dice que el hogar original de Joel estaba en el territorio de Rubén, quizás en base
a 1 Crónicas 5.4.
4
Llama la atención la manera en que Joel cita a otros escritos proféticos. Ver Hans W. Wolff,
Joel and Amos, en Hermeneia (Filadelfia: Fortress Press, 1977), 5, 10. Hay más de treinta citas
de otros profetas en Joel. Ver Graham S. Ogden y Richard R. Deutsch, A Promise of Hope: A
Call to Obedience (Grand Rapids: Eerdmans, 1987), 56, 57; y, especialmente, Ronald Sim-
kins, Yahweh’s Activity in History and Nature in the Book of Joel, vol. 10 de ANETS (Lewis-
ton: The Edwin Mellen Press, 1991), 281-285.
5
Sobre profetismo cúltico o del templo, ver Ángel González Núñez, Profetismo y sacerdocio:
profetas, sacerdotes y reyes en el antiguo Israel (Madrid: La Casa de la Biblia, 1969).
20 – Desastre y esperanza: Joel
en fenómenos naturales o humanos, según se los interprete. Por otro lado, la di-
mensión espiritual de la realidad parece dominar su cosmovisión y pensamiento.
Todos los órdenes de la realidad quedan sujetos u ocupan un segundo plano frente
a la realidad espiritual y sobrenatural superlativa. Joel es un profeta cuya visión
va más allá de lo tangible para procurar penetrar profundamente dentro de la
acción de Dios y el cumplimiento de sus propósitos eternos, a través de los fenó-
menos que son propios de este lado de la eternidad.
FECHA
Se han utilizado diversos elementos dentro del texto para intentar fundamen-
tar una fecha determinada. Uno de ellos son los hechos históricos a los que parece
referirse. El más relevante en Joel es la brutal invasión de langostas que supuesta-
mente asoló el territorio de Judá. Pero este desastre natural ha ocurrido en diversos
momentos a lo largo de la historia de Israel. Otras posibles referencias históricas son
también relativas o muy indirectas. Un elemento interesante que se ha considerado
para datar el libro son las formas y géneros literarios. Por ejemplo, la literatura apo-
calíptica floreció a partir del período helenístico (finales del siglo IV al siglo I a.C.),
lo que nos inclinaría hacia una fecha tardía. Pero también es cierto que los orígenes
de la apocalíptica pueden rastrearse probablemente hasta el siglo VI a.C. (ver el
Deutero-Isaías, Is. 65.17).
El problema de la datación se torna más complicado cuando se lo plantea
desde una perspectiva hermenéutica, es decir, cuando se levanta la pregunta sobre la
relación del texto con la historia. En este caso, es necesario determinar si la invasión
de las langostas (1.4; 2.25) es una referencia a una plaga real o es una elaboración
imaginativa para referirse a ejércitos invasores provenientes del norte de Israel. De
igual modo, es necesario determinar si Egipto y Edom en 3.19 designan a estas na-
ciones o a enemigos típicos o genéricos del pueblo. Siempre será mejor ver una
relación dinámica entre la historia y el texto resultante. Como indica Pablo R. Andi-
6
Para una apretada síntesis, ver Luis Alonso Schökel y José Luis Sicre Díaz, Profetas: intro-
ducción y comentario, vols. 1 y 2 (Madrid: Cristiandad, 1987), 2:924-926.
Introducción general – 21
Fecha tardía. Hay eruditos que fechan el libro en una fecha post-exílica
tardía (c. 400-180 a.C.), básicamente por el contenido apocalíptico de algunos
pasajes, las abundantes y variadas citas de otros profetas, la mención del muro de
Jerusalén (2.7, 9) y la referencia a los griegos.9 En este caso, el libro es atribuido
a un cantor de sinagoga de prosa mediocre y obsesionado con las problemáticas
escatológicas.10 A esto hay que agregar otros datos que respaldarían una fecha
7
Pablo R. Andiñach, “Imaginar caminos de liberación: una lectura de Joel,” tesis doctoral,
Buenos Aires: Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos, 1992, 11. El Dr. Andi-
ñach gentilmente facilitó al autor el borrador de su tesis doctoral en un diskette. La paginación
que se asienta corresponde a esa versión del trabajo de Andiñach, que está en mi poder.
8
Carroll Owens Gillis, Historia y literatura de la Biblia, 5 vols. (El Paso: Casa Bautista de
Publicaciones, 1958-1960), 3:118, 119. Ver también David Allan Hubbard, Joel and Amos: An
Introduction and Commentary, en Tyndale Old Testament Commentary (Downers Grove:
Inter-Varsity Press, 1989), 23, 24.
9
F. R. Stephenson, “The Date of the Book of Joel,” VetTes 19:1 (1969): 224-229; ver Wolff,
Joel, 4-6.
10
Varios autores apoyan una fecha tardía, posterior a las reformas de Esdras y Nehemías, en la
primera parte del siglo V a.C. Ver Arthur Weiser, The Old Testament: Its Formation and
Development (Nueva York: Association Press, 1961), 240; Leonard H. Brockington, “Joel,” en
Peake’s Commentary on the Bible, ed. por Matthew Black y H. H. Rowley (Londres: Thomas
Nelson, 1964), 614.
22 – Desastre y esperanza: Joel
Fecha intermedia. En otros casos, hay autores que ubican al libro poco
antes, durante o después de ocurrido el exilio babilónico (entre 630-500 a.C.).11
Quienes sustentan esta posibilidad llaman la atención sobre las referencias a la
alianza de Tiro y Sidón con los filisteos (3.4), y las referencias a mercaderes
griegos (3.6) y sabeos (3.8). La evidencia literaria (citas de otros profetas) ubica
al libro con posterioridad al Deutero-Isaías, Abdías y Malaquías, o sea, durante el
período post-exílico temprano.12 Lo mismo puede decirse en relación de la ofren-
da del tamid (“ofrendas de cereales y las libaciones,” ver 1.9-13; 2.14), que era
una institución de la comunidad post-exílica.
Cualquier otra sugerencia de fecha fuera de éstas queda excluida por la
evidencia interna del libro. Obviamente, como ya se indicó, la datación del libro
es importante porque su interpretación depende en buena medida de ello. En este
comentario se seguirá la datación que ubica a Joel en los años 515-500 a.C.13 En
este caso, Joel sería contemporáneo de profetas como Hageo, Zacarías y el autor
de Isaías 56-66.14 Joel habría predicado después del destierro (3.2, 3), y después
de la construcción del segundo templo en 515 a.C. La alusión al muro en 2.7, 9 no
necesariamente alude a la reconstrucción de la muralla en tiempos de Nehemías
11
Ver los argumentos de Gösta W. Ahlström, Joel and the Temple Cult of Jerusalem (Leiden:
E. J. Brill, 1971), 111-129; Wolff, Joel, 3. Otras posibilidades de fecha en este período son:
598-587 a.C., según Arvid S. Kapelrud, Joel Studies (Uppsala: A.-B. Lundequistska Bokhan-
deln, 1948), 191; 597-587 a.C., según W. Rudolph, Joel, Amos, Obadja, Jona, vol. 13:2 en
KAT (Gütersloh: Gütersloher Verlagshaus Gerd Mohn, 1971), 24-29; 630-600 a.C., según C.
A. Keller, Jöel, Abdias, Jonas, vol. 11a en CAT (Neuchâtel: Delachaux and Niestlé, 1965),
103, y Klaus Koch, The Prophets, vol 1: The Assyrian Period (Filadelfia: Fortress Press,
1983), 158, 159.
12
La mayoría de los autores sostiene una fecha post-exílica. Ver Jacob M. Myers, “Some
Contributions Bearing on the Date of Joel,” ZatW 74 (1962): 177-195; J. Morgenstern, “The
Testimony of Joel 4.2b-8, 19-20,” HUCA 27 (1956): 150-153.
13
William F. Albright, “Review of R. H. Pfeiffer, Introduction to the Old Testament,” JBL 61
(1942): 120, lo fecha entre 522-517 a.C. Ver también: Myers, “Some Contributions Bearing on
the Date of Joel,” 177-195, quien lo fecha en c. 520 a.C.; Ahlström, Joel and the Temple Cult
of Jerusalem, 129, quien lo fecha en 515-500 a.C.; Leslie C. Allen, The Books of Joel, Ob-
adiah, Jonah and Micah, en NICOT (Grand Rapids: Eerdmans, 1976), 22-24, concuerda con
Ahlström y Myers. Para una síntesis de las varias fechas, ver Willem S. Prinsloo, The Theolo-
gy of the Book of Joel (Berlín: Walter de Gruyter, 1985), 5-7.
14
Hubbard, Joel and Amos, 26, 27.
Introducción general – 23
(445 a.C.), pues el muro no había sido totalmente destruido en el año 586 a.C.,
cuando los neo-babilónicos invadieron Jerusalén (Neh. 1.3; 2.13-15).
Además, característico de este tiempo es el lugar prominente de los “an-
cianos” y sacerdotes en el liderazgo de la sociedad de Jerusalén (1.2, 13, 14; 2.16,
17), y la falta de mención de un monarca. El vocabulario y ciertas expresiones
apoyan también esta fecha, pues corresponden a una literatura tardía.15
CONTEXTO
15
Wolff, Joel, 5. Cf. Alhström, Joel and the Temple Cult, 23, 24.
16
Joseph Comblin, “Misión profética de la Iglesia en los tiempos actuales,” Mensaje
23:229 (junio 1974): 217, 218.
17
Myers, “Some Contributions Bearing on the Date of Joel,” 178-185.
24 – Desastre y esperanza: Joel
18
Alonso Schökel y Sicre Díaz, Profetas, 2:945, 946.
19
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 76-80.
20
Ibid., 82.
Introducción general – 25
John Bright: “Los recién llegados tuvieron que enfrentarse con años de
opresión, privación e inseguridad, tarea siempre llena de azarosas dificul-
tades en sí misma. Fueron perseguidos por una serie de estaciones pobres
y faltas parciales de cosechas (Hag. 1.9-11; 2.15-17), que dejó a muchos
de ellos desamparados, sin alimentos ni vestidos adecuados (1.6). Sus ve-
cinos, especialmente la aristocracia de Samaria, que había considerado a
Judá como parte de su territorio, habían sentido que se pusiera un límite a
sus prerrogativas y eran abiertamente hostiles. No se puede precisar cuán-
do ni cómo se hizo patente por primera vez esta hostilidad, pero es proba-
ble que existiera desde el principio. No es verosímil que los judíos resi-
dentes en el país dieran siempre la bienvenida con entusiasmo a la afluen-
cia de emigrantes. Ellos habían considerado, y probablemente seguían
considerando, la tierra como suya y no es fácil que se sintieran muy ani-
mados a dar lugar a los recién venidos y acceder a sus reclamaciones sobre
las posesiones ancestrales.... Que la moral de la comunidad había decaído
peligrosamente se transparenta con claridad en Ageo, Zacarías e Isaías
56—66…. De hecho la nueva comunidad no era, en modo alguno, el Israel
reavivado y purificado del ideal profético. Había tensiones económicas,
posible secuela de la inevitable lucha por el suelo de una repatriación tan
masiva, agravada acaso cuando las malas estaciones llevaron a la banca-
rrota a los menos afortunados.”21
21
John Bright, Historia de Israel (Buenos Aires: Editorial Methopress; Bilbao: Desclée de
Brouwer, 1966), 383, 385, 386.
26 – Desastre y esperanza: Joel
Salo Wittmayer Baron: “La condición de los judíos [durante este perío-
do] no tardó en mejorar lo suficiente como para que la mayoría del pueblo
se reconciliase con su suerte, particularmente en ausencia de los antiguos
abusos económicos que aún no se habían filtrado en esta sociedad bastante
anémica. Si bien todavía había muchos que se hacían llamar ‘profetas,’ la
nueva situación no favorecía una gran originalidad literaria. La mayoría de
los ‘profetas’ habían sido pobres incluso en los días más gloriosos de la
profecía, y ahora que faltaban los pocos redentores del género se empo-
brecieron aun más…. Esta declinación se aceleró cuando la progresiva
dispersión de los judíos eliminó el contacto íntimo que había existido ante-
riormente entre el profeta y su pueblo. A medida que el mensaje escrito se
convertía en el principal medio de comunicación, la profecía se hacía más
y más libresca. No es extraño que la inspiración desapareciera para dejar
paso al estudio. El profeta-libresco engendró al autor apocalíptico y, lo
que es más importante, al escriba.”23
22
Ibid., 398, 399.
23
Salo Wittmayer Baron, Historia social y religiosa del pueblo judío, vol. 1: Época anti-
gua, parte I (Buenos Aires: Editorial Paidós, 1968), 173.
Introducción general – 27
24
Paul D. Hanson, The Dawn of Apocalyptic (Filadelfia: Fortress Press, 1975), 130; y Eliza-
beth Achtemeier, The Community and Message of Isaiah (Minneapolis: Augsburg Press,
1982), 17.
25
Edesio Sánchez Cetina, “Pentecostés en Joel 2.18-32, en Hechos 2, y en nuestros días,” VyP
4:1-2 (1984): 44.
28 – Desastre y esperanza: Joel
ESTILO
El libro de Joel es la “obra de un gran poeta, que construye con rigor y que
sabe desarrollar coherentemente una transposición imaginativa, que renueva con
breves imágenes la tradición literaria y los motivos poéticos comunes.”27 Su libro
es una poderosa creación literaria, que presenta una ilustración muy significativa
del modo de profetizar. Su estilo presenta un notable contraste respecto al estilo
monótono y algo pomposo de profetas como Hageo y Malaquías. Joel se caracte-
riza por la claridad, fluidez y belleza de su composición, al punto que, como poe-
ta lírico es uno de los mejores del Antiguo Testamento, destacándose por su capa-
cidad descriptiva, su efectividad comunicativa, su dramatismo y su nivel literario
rico en imágenes y símiles. Joel se destaca por su uso del paralelismo (1.10), la
hipérbole (2.30, 31), y la paronomasia o juego de palabras para hacer sus pinturas
más gráficas y más vivas (1.12, 15; 3.12). Así, pues, hay varias cuestiones a con-
siderar, que tienen que ver con su estilo literario particular.
Poesía y profecía
Vicente Hernández Catalá: “Es fácil observar que, con algunas excep-
ciones, los profetas suelen pronunciar sus profecías utilizando la poesía….
Por poesía entendemos un hablar caracterizado por el ritmo y el paralelis-
mo. Se ha llegado incluso a decir que en el mundo semita un profeta no
encontraba auditorio si no era también poeta. Quizá esto se base en esa ley
universal que quiere que todo sentimiento profundo se exprese en lenguaje
ritmado; y los más afectados serían los semitas, que llegaron a formular
diversas teologías de la palabra. Y es que la poesía es el lenguaje de la ra-
za humana cuando se siente conmovida; y si no, considérese el respeto
universal, sobre todo en pueblos arcaicos, de que goza el poeta. La poesía,
pues, sería en bastantes ocasiones un signo externo de la profecía.”28
26
Wittmayer Baron, Historia social y religiosa del pueblo judío, 1:175.
27
Alonso Schökel y Sicre Díaz, Profetas, 2:927.
28
Vicente Hernández Catalá, “La figura del profeta en la historia de las religiones,” Esc-
Ver 4 (1974): 90, 91.
Introducción general – 29
Paralelismo. Casi todos los libros del Antiguo Testamento contienen algo
de poesía, y en el caso de Joel casi todo el libro es poético. El rasgo predominante
en la poesía hebrea es el paralelismo. En este caso hay dos o tres líneas cortas
donde se observa una de tres relaciones entre sí: sinonimia, antítesis o síntesis. En
la primera, la segunda línea expresa un pensamiento idéntico o casi idéntico al de
la línea anterior. En la segunda, las líneas subsiguientes expresan pensamientos
opuestos. En la tercera, las líneas subsiguientes presentan poco o nada de repeti-
ción. Un ejemplo de paralelismo en Joel es 1.10.
Detalles e imágenes
Símiles y metáforas
Repeticiones y correspondencias
Joel es uno de los libros más cortos en el Antiguo Testamento. Por ello
mismo, sorprende la cantidad inusual de repeticiones y correspondencias que
presenta.
Contrastes y cambios
Cambios. En cuanto a los cambios, nuestro autor, al igual que otros profe-
tas hebreos, juega frecuentemente con el cambio de las personas de los verbos y
los pronombres. Por ejemplo, sus referencias a Dios están ocasionalmente hechas
en la segunda persona (1.19; 3.11b). Pero también utiliza la tercera o la primera
persona, especialmente cuando quiere expresar las palabras directas de Dios.
Estos cambios de persona revelan cuán profundamente identificaba el profeta sus
palabras con la palabra de Dios. El texto se dinamiza con estos cambios de perso-
na, especialmente al cambiar de la tercera persona en las descripciones de la plaga
de langostas y del juicio final, a los imperativos en segunda persona (1.5, 8, 11,
13, 14; 2.12, 13, 15-17; 3.9-13).
EJERCICIO 2
Pasajes: Isaías 13.10; Isaías 17.5; Isaías 27.13; Isaías 28.3; Isaías 63.3; Jeremías
51.33; Ezequiel 32.7; Ezequiel 47.1-12; Sofonías 1.16; Zacarías 14.8.
ESTRUCTURA
Otros eruditos sostienen la unidad del libro, si bien hacen un corte entre
2.17 y 2.18. En este caso, el libro trataría de la plaga de las langostas (1.4—2.17),
y de la promesa escatológica a Israel y el juicio a las naciones (2.18—3.21).31
Probablemente esta división ofrece una mejor comprensión de la estructura inter-
na del libro, porque reconoce los distintos énfasis que Joel da al importante con-
cepto de “el día de Yahweh.”32 En la primera sección, el autor presenta el tema
del castigo y el consiguiente sufrimiento del pueblo, mientras que en la segunda
parte presenta la restauración del pueblo arrepentido y el castigo de las naciones
enemigas. Esta división marca una distinción entre la experiencia histórica del
pueblo y la expectativa escatológica del profeta, y responde más coherentemente
a lo que parece ser una cuestión central en el mismo: el día de Yahweh.
29
Arthur Weiser, Introduction to the Old Testament (Londres: Darton, Longman and Todd,
1961), 239, 240; ver también Idem, Die Propheten Hosea, Joel, Amos, Obadja, Jona, Micha,
vol. 24 en ATD (Göttingen: Vandenhoeck und Ruprecht, 1974); y Kapelrud, Joel Studies, 3-9.
30
Este concepto fue presentado por primera vez en 1872 por M. Vernes y ha sido seguido con
modificaciones por eruditos como J. Rothstein, J. A. Bewer, B. Duhm, E. Sellin, T. H. Robin-
son, O. Eissfeldt y O. Plöger.
31
En 1926 L. Dennefeld se opuso a la tesis de Verne. Entre los eruditos que suscriben esta
conclusión se encuentran: A. Jepsen, A. S. Kapelrud, J. Thompson, A. Weiser, H. W. Wolff,
L. C. Allen, S. R. Driver, y G. W. Ahlström.
32
Sánchez Cetina, “Pentecostés en Joel 2.18-32,” 45.
Introducción general – 33
Hans Walter Wolff, quien mejor que nadie ha defendido la unidad de Joel,
ha mostrado la correspondencia que existe en la estructura de Joel entre el anun-
cio profético de castigos y sufrimientos, y la promesa de bendición y liberación.
Al lamento de 1.4-20 le corresponde la promesa de 2.21-27. El anuncio de la
catástrofe de 2.1-11 es seguido por el concepto paralelo-antitético de la promesa
de mejores tiempos en 3.1-3, 9-17. El llamado al arrepentimiento en 2.12-17 se
corresponde con la promesa del Espíritu Santo en 2.28-32.34 Esta estructuración
ayuda a mantener la unidad interna del libro, pero no sigue su desarrollo o se-
cuencia natural.
1. Pecado 1.2, 3
2. Castigo 1.14-20
3. Arrepentimiento 2.1-17
4. Salvación 2.18-29
33
Daniel P. Monti, Voces del pasado: actualidad del mensaje profético (Buenos Aires:
Methopress, 1964), 32, 33.
34
Wolff, Joel, 7.
34 – Desastre y esperanza: Joel
Liturgia de lamento
TEOLOGÍA
Dos cuestiones teológicas fundamentales son las que responden a las pre-
guntas ¿Qué hace Dios? y ¿Quién es Dios? En un sentido, la respuesta a un inter-
rogante es fundamental para responder al otro, y viceversa. Lo que Dios hace
expresa quién es él, y lo que él es se hace manifiesto a través de lo que él hace.
35
Sánchez Cetina, “Pentecostés en Joel 2.18-32,” 46.
36
Ogden, A Promise of Hope, 8, 9. Ver también, Idem, ““Joel 4 and Prophetic Responses to
National Laments,” JStOT 26 (1983): 97-106.
Introducción general – 35
El Día del Señor. El primer concepto gira en torno del “día de Yahweh”
(1.15; 2.1, 11, 31; 3.14), idea que probablemente Joel desarrolló con anterioridad
a otros profetas o a la que le dio una expresión acabada (según cómo se feche el
libro). La riqueza teológica de este concepto ha sido bien evaluada como “el
momento cuando Yahweh toma más resueltamente las riendas, que parece haber
tenido sueltas antes, cuando las corrientes de su gobierno moral, que antes han
estado corriendo perezosamente, reciben un avivamiento misterioso, y la obra del
Señor sobre la tierra al fin se hace adecuadamente.” De esta manera, el día de
Yahweh significa “el día en que Yahweh se manifestará como Dios.”38 En este
sentido, este es el día definitivo de Dios, un día que expresa tanto terror como
bendición, un día de venganza y de retribución de los redimidos, el día en que
todos los principios eternos de la justicia divina y del deber humano quedan de-
mostrados, en definitiva, es el día del juicio final. Esta es la enseñanza principal
de Joel en cuanto a Dios y su accionar en la historia.
37
Comblin, “Misión profética de la Iglesia,” 218.
38
Ver George L. Robinson, Los doce profetas menores (El Paso: Casa Bautista de Publi-
caciones, 1982), 37, 38.
36 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 3
Pasajes: Génesis 22.14; Éxodo 17.15; Éxodo 31.13; Jueces 6.24; 1 Samuel 1.3; Sal-
mos 23.1; Jeremías 23.6; Ezequiel 48.35.
Dios es el Juez de las naciones. Joel llama la atención sobre Yahweh co-
mo quien hace justicia. Él es el defensor de aquellos que confían en él. Él es
quien castiga la maldad dondequiera que ésta ocurra y a quienquiera que la come-
ta. Su juicio se verifica en el devenir histórico de los pueblos. Joel enfatiza que es
el Señor quien hace justicia. De allí que es necesario volverse a él y clamar a él
39
Monti, Voces del pasado, 32.
38 – Desastre y esperanza: Joel
para ser vindicados. La lucha por la justicia y la paz es una lucha divina y no
humana. Es necesario confiar en el Señor para el logro de la paz y la justicia,
antes que en los proyectos y recursos humanos. La acción liberadora divina tiene,
a su vez, un propósito definido. Este propósito es que Yahweh sea conocido en su
carácter de amor. Esta posibilidad revelatoria tiene como destinatario a su pueblo,
pero a través de él quiere llegar a toda la humanidad.
MENSAJE
Mensaje pastoral
Mensaje de consuelo
40
Ogden, A Promise of Hope, 11.
Introducción general – 39
RELEVANCIA
Palabra de esperanza
Palabra de aliento
Por otro lado, Joel nos presenta con claridad la doble dimensión en que el
creyente debe moverse en base a su fe. La inmediatez de la crisis y la gravedad de
los problemas que ésta generó no le impidieron aferrarse de su esperanza en las
promesas de Dios. El pasado de derrota y el presente oscuro no quitaron de los
ojos del profeta la visión de la acción futura de Dios redimiendo a su pueblo y
derramando de su Espíritu de manera abundante. Esta palabra profética encierra
un enorme potencial para alentar a un pueblo, que todavía vive bajo los efectos
del desastre colectivo y la acumulación de los dramas individuales.
40 – Desastre y esperanza: Joel
BOSQUEJO
I. Título 1.1
II. Prólogo 1.2-4
A. Convocación 1.2, 3
B. Destrucción 1.4
III. Llamado a la lamentación 1.5-20
A. Lamentación 1.5-14
1. Los bebedores de vino 1.5-7
2. La comunidad en general 1.8-10
3. Los labradores y viñadores 1.11, 12
4. Los sacerdotes 1.13
5. Los líderes y el pueblo 1.14
B. Clamor ante la devastación 1.15
C. Clamor colectivo 1.16-18
D. Clamor individual 1.19, 20
IV. Gritos de alarma 2.1-17
A. Primera alarma 2.1-14
1. Señal de alerta 2.1, 2a
2. El enemigo avanza 2.2b-10
3. La misericordia de Dios 2.11-14
B. Segunda alarma 2.15-17
1. Toquen la trompeta 2.15
2. Congreguen al pueblo 2.16
3. Lloren los líderes 2.17
V. La respuesta de Dios 2.18-27
A. El perdón de Dios 2.18
B. Dignidad en lugar de opresión 2.19, 20
C. Gozo en lugar de temor 2.21-24
D. Abundancia en lugar de hambre 2.25-27
VI. Las promesas de bendición 2.28-32
A. El derramamiento del Espíritu 2.28, 29
B. La manifestación de prodigios 2.30, 31
C. La operación de salvación 2.32
Introducción general – 41
41
Comblin, “Misión profética de la Iglesia,” 218.
44 – Desastre y esperanza: Joel
para darles sentido según él las interpreta como palabra de Dios para su pueblo. A
sus paisanos, quienes probablemente todavía están bajo los efectos de un estrés
pos-traumático, Joel desea ayudarlos para que vean la mano de Dios moverse en
los hechos acontecidos y de esta manera puedan encontrar sentido al desastre que
han experimentado.
Luis Alonso Schökel y José Luis Sicre Díaz: “La gran catástrofe, la caí-
da de Jerusalén, la desaparición de la monarquía, el destierro, pertenecen
ya al pasado. La profecía, a partir de Ezequiel y Deutero-Isaías, ha adqui-
rido un tono más optimista y consolador: espera el gran cambio definitivo,
la irrupción de ese mundo maravilloso anunciado por Ezequiel, Ageo, Za-
carías. Han pasado los años sin que las esperanzas se cumplieran. Han pa-
sado sin que el pueblo recobrara la libertad, sin que los enemigos fueran
castigados, sin que se produjese la efusión del Espíritu anunciada por Je-
remías y Ezequiel, sin que un manantial, desde el templo, engrosara el to-
rrente de las Acacias. Y Joel, partiendo precisamente de una calamidad,
previendo incluso una catástrofe mayor, mantiene la esperanza de que la
palabra profética de sus predecesores no caerá en el vacío. Espera su cum-
plimiento y lo anuncia. Desde esta perspectiva histórica, Joel no aparece
como un profeta ramplón, y mucho menos como un falso profeta. Surge
ante sus contemporáneos como un hombre de profunda fe y honda espe-
ranza. Al mismo tiempo, no se limita a consolar: sacude las conciencias,
obliga a dar el salto del presente al futuro, de las necesidades primarias a
la tarea definitiva, de la angustia por la comida y la bebida a la colabora-
ción en el gran proyecto de Dios.”42
42
Alonso Schökel y Sicre Díaz, Profetas, 2:928, 929.
TÍTULO (1.1)
43
David Petersen, Late Israelite Prophecy: Studies in Deutero-Prophetic Literature and in
Chronicles, (Missoula: Scholars Press, 1977).
44
Wolff, Joel, 3, 4.
46 – Desastre y esperanza: Joel
que avalaba su ministerio profético (ver Jer. 1.2; Ez. 1.3; Os. 1.1; Jon. 1.1; 3.1;
Mi. 1.1; Sof. 1.1; Hag. 1.1; Zac. 1.1; Mal. 1.1). El vocablo dabar tiene un doble
significado, “cosa” y “palabra,” con lo cual se enfatiza la relación entre palabra y
acción. En el pensamiento hebreo antiguo, la palabra era mucho más que un soni-
do hueco, y expresaba un principio de acción, de una fuerza que termina por
hacer realidad lo que dice y que, de alguna manera, subsiste en sí misma, como el
aliento o soplo que la acompaña (Sal. 33.6; 147.18; Is. 11.4). En la LXX (Septua-
ginta) el vocablo gr. hrma tiene el mismo doble sentido de palabra-acción, y lo
mismo ocurre en el Nuevo Testamento.
Esta palabra que Joel proclama no es una palabra mágica o una suerte de
fórmula de encantamiento. Tampoco es una mera palabra humana o el discurso de
alguien que pasa por profeta. Es la palabra divina actuante. Es la palabra del Se-
ñor. Es la palabra por la cual él se da a conocer, él crea, él preserva, él juzga, y él
perdona y salva. Todos los profetas auténticos—incluido Joel—, son siervos de
esta palabra divina. Es esta palabra del Señor la que caracteriza al profeta, así
como el buen consejo al sabio y la ley al sacerdote (Jer. 18.18). Es ésta la palabra
que interpela a los seres humanos en sus pecados y desobediencia, los condena e
invita al arrepentimiento, y finalmente es esta misma palabra divina la que los
salva y llena de esperanza.
45
A. Scott Moreau, Gary R. Corwin y Gary B. McGee, eds., Introducing World Missions:
A Biblical, Historical, and Practical Survey (Grand Rapids: Baker Academic, 2006), 12.
46
José Waldir S. Oliveira, “La contextualización del mensaje profético,” PS 24 (julio 1988), 3.
Título y Prólogo (1.1-4) – 47
dinámica en estas partes del mundo. Sin embargo, es precisamente allí donde se
encuentra la sustancia del mensaje profético. No fue un “Joel” cualquiera el hom-
bre a quien Dios le habló, sino el “hijo de Petuel,” un individuo concreto que a
partir de entonces tuvo algo que decir al pueblo.
Así, pues, no puede haber mensaje profético sin contextualización. Aun-
que breves, los elementos de contextualización que Joel presenta en 1.1 son sufi-
cientes para mostrarnos su necesidad e indispensabilidad. El mensaje de Dios no
puede ser encarado como algo ajeno a la realidad concreta de hombres y mujeres
concretos. Este mensaje es parte de esa realidad y está dirigido a ella. Y tiene que
ver con todas las dimensiones que la componen, ya sea espiritual, individual o
existencial.
Hoy, más que nunca antes, nuestra América necesita oír la voz de Dios de
labios de sus profetas. Seres humanos de carne y hueso están ansiosos de recibir
una palabra fresca de parte de Dios. Quienes deben pronunciarla son también
individuos que están inmersos en la misma realidad, pero cuyas vidas se han visto
transformadas por la Palabra de Dios. Se trata de hombres y mujeres que han
recibido una “palabra del Señor” y están dispuestos a compartirla con todo el
mundo.
EJERCICIO 4
1. Por causa del evangelio, Pablo “se hizo” todo aquello que era necesario para lograr
una mejor comunicación del mismo: ________________________________________
2. En algunos contextos, Pablo argumentaba presentando pruebas incontrovertibles,
especialmente para demostrar que Jesús era el Mesías: ________________________
3. Pablo no imponía sus convicciones firmes sobre los demás, sino que procuraba per-
suadir a todos sobre el temor al Señor: _____________________________________
4. Pablo adaptaba su método de comunicación del evangelio al contexto en el que predi-
caba y la fundaba con demostración del poder del Espíritu: ______________________
5. La contextualización es necesaria en cuestiones como comida o bebida y otras accio-
nes, a fin de no hacer tropezar a nadie y agradar a todos: _______________________
6. Pablo procuraba mostrarse persuasivo a través de la discusión en las sinagogas con
judíos y helenistas: _____________________________________________________
7. En ciertos contextos, Pablo razonaba cuidadosamente su presentación del evangelio y
discutía con judíos y griegos por igual: ______________________________________
8. Pablo amonestaba con lágrimas a cada oyente en particular y por un período dilatado
de tiempo: ____________________________________________________________
9. En contextos sinagogales, Pablo hablaba con valentía, discutía, trataba de convencer,
debatía con cuanto judío y griego podía sobre la palabra del Señor: _______________
_________________________________________________________________
50 – Desastre y esperanza: Joel
10. Pablo sabía aprovechar las circunstancias contextuales para predicar a Cristo y adap-
taba su vocabulario al nivel intelectual de sus interlocutores: _____________________
Pasajes: Hechos 9.22; Hechos 17.16, 17; Hechos 17.18-34; Hechos 18.4; Hechos 19.8-
10; Hechos 20.31; 1 Corintios 2.1-5; 1 Corintios 9.19-23; 1 Corintios 10.31-33; 2
Corintios 5.11.
PRÓLOGO (1.2-4)
Son pocos los eruditos que toman estos versículos como un prólogo, ya
que la mayoría los considera como parte de una unidad mayor (1.2-14). No obs-
tante, su temática es de carácter más general que las descripciones específicas que
les siguen.47 De este modo, el pasaje de 1.2-4 funciona tanto como prólogo de
1.5-14, así como de todo el libro. Pablo R. Andiñach demuestra que la contrapar-
tida de estos versículos está en 3.18-21, que funciona como epílogo de la obra.
Según él, existe entre los dos pasajes un vínculo semántico.48 El prólogo tiene
como propósito preparar al lector para la descripción de la gran tragedia que ha
sufrido el pueblo con motivo de una invasión militar extranjera (según nuestra
interpretación de la plaga de langostas), y que ha producido una enorme devasta-
ción del país. Esta calamidad ha afectado todas las esferas de la vida personal y
social, y ha tenido incluso un nefasto efecto ecológico.
Convocación (1.2, 3)
Estos versículos forman parte del prólogo del libro (1.2-4). La fuerza del
pasaje se encuentra en el uso de los imperativos y en la nota de suspenso que es
marcada por la repetición del pronombre demostrativo “esto” (tres veces en el
texto heb.), que deja al lector en expectativa hasta el v. 4 para saber cuál es el
problema en cuestión.
Las primeras palabras de Joel son un llamado a los “ancianos” y al pueblo
en general a prestar atención a su mensaje. Su discurso es una apelación directa a
sus oyentes, con lo cual es probable que su forma original haya sido oral, como
indicamos, es decir, se trató de un discurso o una serie de mensajes. El imperativo
47
Prinsloo llama a 1.2-4 “invocación general.” Ver Prinsloo, The Theology of the Book of Joel,
24, 25.
48
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 28.
Título y Prólogo (1.1-4) – 51
“oigan” (que implica escuchar y recordar) es usado con ese fin de llamar la aten-
ción a un auditorio (ver Gn. 4.23; Jue. 5.3; Is. 1.2, 10; 42.18; Jer. 13.15; Am. 8.4;
Mi. 1.2; 3.1, 9). Joel se dirige a los “ancianos del pueblo” no sólo como líderes de
la comunidad, sino también por su experiencia y conocimiento de crisis anterio-
res. Nótese el uso del paralelismo entre “oigan” y “presten atención,” y entre
“ancianos del pueblo” y “habitantes todos del país,” que es típico de los escritos
proféticos y poéticos (ver Os. 5.1). Joel apela a una audiencia amplia para que
responda a la pregunta retórica del v. 2b, que presupone una respuesta negativa.
En otras palabras, jamás ha ocurrido un desastre como el que se está viviendo.
Tan calamitosa es esta crisis, que se comentará por generaciones (v. 3) y
marcará profundamente la memoria colectiva. La experiencia crítica creará una
nueva memoria, que no debe ser olvidada. La falta de memoria histórica ha sido
muchas veces el origen de sucesivas desviaciones en la historia de Israel (Is. 1.3,
4; Os. 13.4-6; Am. 2.4-5, 9-12; Mi. 6.5). Generalmente, lo que los padres tienen
la obligación de transmitir a sus hijos es la memoria de los hechos liberadores de
Dios (Dt. 4.9; 6.6-9; 32.7). Pero en este caso, se ordena transmitir la memoria de
un desastre nacional, como condición para la construcción de un futuro mejor.49
N. Füglister: “El profeta es, pues, consciente de estar dentro de una larga
historia, en la cual le corresponde a él una misión. Misión que ve funda-
mentalmente—lo mismo que los más antiguos videntes y profetas—en
continuar sin desviación ese proceso histórico o en restablecerlo, esto es,
en defender al Israel constituido por las acciones salvíficas e irrepetibles
de Dios en la historia—defendiendo a la vez la auténtica fe en Yahvé, la
única que conviene a su naturaleza—contra toda contaminación, falsifica-
ción, debilitación o mezcla. Toda la predicación profética está al servicio
de su misión centrada en la historia de la salvación. Tanto en la amenaza
del juicio como en la promesa de salvación se trata siempre, en último
término, de restablecer, renovar o profundizar la antigua relación entre
Yahvé e Israel. Por eso las promesas de redención están vinculadas a la
pasada historia de la salvación, y el profeta ve y anuncia los futuros acon-
tecimientos salvíficos como una imagen más clara y más amplia de esa
historia pasada.”50
49
Samuel R. Driver, The Books of Joel and Amos, en The Cambridge Bible for Schools and
Colleges (Cambridge: Cambridge University Press, 1898, 1932), 36, 37.
50
N. Füglister, “Profeta,” en Conceptos fundamentales de teología, vol. 3, ed. por H. Fries
(Madrid: Cristiandad, 1966): 536.
52 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 5
Pasajes: Deuteronomio 4.1; Deuteronomio 6.4; 2 Crónicas 10.15; Isaías 1.2; Isaías
51.1; Jeremías 2.4; Jeremías 13.15; Amós 8.4; Miqueas 1.2; Miqueas 3.1, 9.
51
Osvaldo Ferrari, “Borges descree de una divinidad personal,” conversación transmitida por
LS1 Radio Municipal, Buenos Aires, publicada en diario Tiempo Argentino, enero 1, 1984.
Título y Prólogo (1.1-4) – 53
sentir dolor, vergüenza o pesar. En nuestro afán por redimir el pasado de sus
sombras y penurias, forzamos a nuestra memoria a que nos mienta hablándonos
sólo de tiempos dichosos. Como bien lo indicó Borges: “Esa memoria puede ser
una memoria latente, o errónea, pero no importa: ahí está. Puede mentir, pero esa
mentira, entonces, ya es parte de la memoria; es parte de nosotros.”52
Suele ocurrir también, y con frecuencia, que la memoria del pueblo es ma-
nipulada para que sólo recuerde lo que conviene a quien quiere sacar provecho de
nuestro olvido o ignorancia. Esto se ha dado de manera continua y sistemática en
América Latina. La historia que se nos ha enseñado en la escuela es una historia
señorial, que busca justificar los lazos de la dependencia y la opresión. Como
bien indicara Gustavo Gutiérrez: “Falsear la memoria de un pueblo oprimido es
mutilar su capacidad de rebeldía y es darse una eficaz arma para someterlo. La
manipulación de la historia ha sido, y es, un recurso importante de los grupos
dominantes para mantener su poder.”53
52
Ibid.
53
Gustavo Gutiérrez, Dios o el oro en las Indias: siglo XVI (Lima: Instituto Bartolomé de Las
Casas y Centro de Estudios y Publicaciones, 1989), 93.
54
Edición especial por la muerte de Jorge Luis Borges, revista Siete Días, n. 989, junio 19,
1986.
54 – Desastre y esperanza: Joel
Destrucción (1.4)
(“orugas”).55 El uso de esta imagen en 1.4 y en 2.5 sirve para relacionar temáti-
camente a los dos primeros capítulos. Como se ha indicado (ver Introducción
General), en este comentario se tomarán estas imágenes como indicadoras de una
invasión extranjera de tipo militar y sus terribles consecuencias.
El v. 4 presenta el desastre al que se hace referencia en los vv. 2, 3. La
destrucción ha sido total y fue provocada por cuatro tipos de langostas diferentes,
o bien por el mismo tipo de langosta pero en sucesivos estados de su desarrollo
biológico (ver 2.25), o bien por oleadas sucesivas de langostas indicando así la
intensidad de la destrucción.56 Para una sociedad basada en la agricultura no pod-
ía haber una calamidad mayor, ya que frente a una plaga así el ser humano se
siente impotente. “Esa misma condición de ser percibida como fuerza indomina-
ble es la que la hace apta para el lenguaje simbólico cuya ambivalencia y capaci-
dad evocativa explota nuestro texto.”57
Se ha discutido mucho si el autor se refiere a una plaga literal de insectos
o su lenguaje es simbólico de una catástrofe de otra índole. Es evidente que la
alusión es a un enemigo terrible y devastador, poderoso y voraz. Queda por de-
terminar si se trata de langostas, un ejército humano (o celestial), o naciones
enemigas como Egipto y Edom (3.19). Si se tiene en cuenta la unidad de Joel y
los elementos lingüísticos que recorren todo el libro, la referencia sería a una
devastadora invasión militar por parte de naciones extranjeras y enemigas.58 De
este modo, Joel introduce la tragedia que ha sufrido el pueblo por obra de un
ejército extranjero y a la que hará referencia de manera más explícita y directa a
lo largo de su libro hasta llegar al epílogo (3.18-21), donde el lenguaje se torna
más político y realista.
55
Las diversas versiones bíblicas traducen de maneras diferentes estos términos hebreos y
muestran de este modo la dificultad existente en definir con precisión a qué se refiere el
profeta en su descripción de esta plaga. RVR y RVR95 traducen sucesivamente “oruga,”
“saltón,” “revoltón” y “langosta.” BA, BJ y NBE traducen “oruga,” “langosta,” “pulgón” y
“saltón.” NC se limita a transcribir en el texto las cuatro palabras en hebreo indicando en
una nota al pie que las palabras quizá indican diversas especies de insecto o bien cuatro
fases sucesivas de su evolución.
56
O. R. Sellers, “Stages of Locust in Joel,” AJSLL 52 (1935-1936): 81-85; J. A. Thompson,
“Joel’s Locusts in the Light of Ancient Near Eastern Parallels,” JNES 14 (1955): 52-55; cf. O.
Borowski, Agriculture in Iron Age Israel (Winona: Lake Eisenbrauns, 1987), 154, 155. Ver
también Driver, Joel and Amos, 82-91; Wolff, Joel, 27, 28; y Allen, Joel, 49, 50.
57
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 42.
58
Ver Introducción General.
56 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 6
¡Destrucción!
Pasajes: Números 21.3; Josué 6.20, 21; Josué 8.24-26; Isaías 34.2; Jeremías 25.8-9;
Malaquías 4.1; Lucas 3.9; Lucas 17.28; 2 Tesalonicenses 1.7-10; Apocalipsis
18.21.
Sea que Joel evoque el dolor sufrido por la nación bajo una invasión mili-
tar extranjera en ocasión de una plaga de langostas, o que use la figura de una
invasión de insectos para describir el grado de destrucción provocado por los
ejércitos invasores y sus secuelas, el mensaje es el mismo y resulta por demás de
patético. La destrucción y devastación total, la imposibilidad de reaccionar y la
impotencia humana, el carácter foráneo del elemento destructor, la indefensión y
el hambre, la pérdida de la dignidad y los valores propios, son algunas de las
consecuencias de esta situación trágica. Una invasión militar extranjera o una
intervención foránea agresiva cuadran perfectamente en la descripción que Joel
hace en 1.4. Una invasión o intervención así es para el profeta algo tan terrible
como una devastadora plaga de langostas, con todo lo que esto significaba en sus
días.
Reducir el texto, en nuestra lectura, a un mero accidente ecológico, nos
dejaría sin la fuerza de su mensaje. Ponernos a discutir cuáles son los tipos de
langostas que se mencionan, significaría involucrarnos en un interesante ejercicio
de clasificación zoológica, pero nos quedaríamos sin “palabra de Dios” para hoy.
Pretender averiguar cuándo ocurrió tremenda plaga a fin de deducir de allí una
fecha para el libro de Joel, sería una tarea inútil porque la historia agrícola de
Título y Prólogo (1.1-4) – 57
59
Bartolomé de Las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias (Madrid:
SARPE, 1985).
60
Luis N. Rivera Pagán, Evangelización y violencia: la conquista de América (San Juan,
Puerto Rico: Editorial CEMI, 1992), 14, 25.
58 – Desastre y esperanza: Joel
61
Pablo A. Deiros, Historia del cristianismo en América Latina (Buenos Aires: Fraterni-
dad Teológica Latinoamericana, 1992), 401.
62
Marcos T. Kaplan, Formaçâo do Estado nacional na América Latina (Río de Janeiro: Eldo-
Título y Prólogo (1.1-4) – 59
65
Sin embargo, un estudio reciente predice que los latinos pueden llegar a tener un efecto
estabilizador en el sur de California debido a su lugar e influencia en las estadísticas. Los
latinos constituyen el 38 por ciento de la población en el condado de Los Ángeles; sólo un 6
por ciento depende de la ayuda pública; y, el 80.6 por ciento de los varones integra la fuerza
laboral. Michael Meyer, “Los Angeles 2010: A Latino Subcontinent,” Time, noviembre 9,
1992, p. 32.
Dentro de esta unidad mayor en Joel (1.5-20) hay varias subunidades que
están relacionadas en el marco de una liturgia de lamentación y de clamor nacio-
nal. Es así que luego de la descripción de la destrucción en el Prólogo del libro
(1.4), el autor sigue con la Lamentación (1.5-14), que consideraremos en este
capítulo, y con dos gritos de clamor, que trataremos en el capítulo que sigue.66
Este pasaje (1.5-14) está marcado por una serie de imperativos urgiendo a
participar en un ritual de lamentación. Estos imperativos están dirigidos a diver-
sos grupos sociales, con diferentes imágenes sobre los efectos de una posible
plaga de langostas y sequía (invasión militar) sobre ellos y el medio natural.67
Según estos elementos, es posible dividir el pasaje en cinco partes: vv. 5-7, 8-10,
11, 12, 13, y 14. Aquí Joel se destaca como poeta, pues con gran dramatismo
convoca a diferentes sectores sociales a hacer lamentación por lo ocurrido y a
clamar a Yahweh.68 En general, todas estas estrofas apuntan a la falta de alimen-
tos como resultado inmediato de la invasión enemiga (v. 4).
El ritual de lamentación como clamor por el socorro divino en medio de
una situación de crisis no merecida era una práctica frecuente en Judá, tanto de
manera individual como colectiva (ver Sal. 17.3-5; 26.1-3; 35.7; 44.17-22; 59.3-
5). Joel no menciona ningún pecado particular de la nación. Por eso, esta lamen-
tación no es tanto un acto de penitencia o arrepentimiento, sino un clamor por la
ayuda divina. La crisis que vive Judá no es el resultado de su pecado o un castigo
divino por su desobediencia, sino una desgracia en la vida, de la que la nación
quiere ser liberada. Esto encuadra bien con la situación prevaleciente cuando el
pueblo exiliado regresó de Babilonia a Jerusalén, después de haber pagado por
sus pecados pasados en el exilio. Lo que ahora están lamentando es que la tierra
está tan devastada que no hay comida para ellos.69 No obstante, al lamentarse ante
Yahweh están revitalizando su esperanza y afirmando su fe en Dios como el re-
curso final para la liberación de cualquier crisis (ver Sal. 126.4-6).
66
Los eruditos no todos concuerdan en cuanto a la estructura de todo este pasaje. Algunos
autores consideran a 1.5-14 como una unidad debido a la forma de lamentación que tiene
(ver Wolff, Joel, 20). Otros dividen el material en dos partes, 1.2-12 y 1.13-20 (Allen,
Joel, 57).
67
Según Cantera-Iglesias (CI, nota al pie), el pasaje de 1.5-14 es “uno de los mejores ejemplos
del género ‘invitación a la lamentación del pueblo’ conocido por otros pasajes del Antiguo
Testamento (Is. 4.8; 6.26; Sof. 1.11; Ez. 21.17; Zac. 11.2; etc.) Los principales elementos que
lo componen son: a) Interpelación en imperativo. b) Vocativo del interpelado. c) Citación del
motivo del lamento, frecuentemente introducida por la partícula ki, pero también por al.”
68
Julius A. Bewer, Obadiah and Joel, vol. 24 en ICC (Edimburgo: T. & T. Clark, 1911), 77.
69
Ogden, A Promise of Hope, 23.
Lamentación (1.5-14) – 63
ción de las vides. Además, de toda la comunidad, ellos eran los primeros que
debían tomar consciencia de la realidad dramática que los rodeaba.
EJERCICIO 7
Pasajes: Génesis 14.18, 19; Deuteronomio 8.7-9; Salmos 80.5; Salmos 104.15; Prover-
bios 9.1-5; Isaías 25.6; Oseas 9.1-4; Oseas 14.7; Juan 6.35 y 15.1; 1 Corintios
10.16.
70
“Medio caliente,” alegre, algo ebrio.
71
“Puntiao,” achispado, levemente estimulado por el alcohol.
72
José Hernández, El gaucho Martín Fierro: y la vuelta de Martín Fierro (Buenos Aires:
Editorial Vallardi Americana, 1953), 42.
Lamentación (1.5-14) – 65
73
“Osequiar,” obsequiar, agasajar.
74
“Muy grandemente,” dándose todos los gustos, comiendo y bebiendo muy bien.
75
Ibid., 40.
66 – Desastre y esperanza: Joel
trario, ella es para que recordemos, para que tengamos memoria del sufrimiento
de Aquel que derramó su vida por amor a nosotros (1 Co. 11.25). Por eso, cada
vez que el pueblo en fiesta se reúne alrededor de la mesa y levanta la copa, lo
hace como expresión de su voluntad renovada de seguir confiando en ese amor y
su disposición de seguir en obediencia a su Señor. A su vez, esta copa es el anun-
cio esperanzado de que algún día, cuando el Rey regrese a la tierra, habrá un
brindis interminable, tan duradero como la fiesta eterna que nos está prometida
(Mt. 26.29).
76
Para un análisis estructural que relaciona al v. 10 con los vv. 11-12 en lugar del v. 9, ver E.
D. Mallon, “A Stylistic Analysis of Joel 1:10-12,” CBQ 45 (1983): 537-548.
Lamentación (1.5-14) – 67
EJERCICIO 8
Tierra devastada.
1. No debemos profanar la tierra donde vivimos porque allí vive el Señor: __________
_____________________________________________________________________
2. El quebranto del pacto eterno profana la tierra: _____________________________
3. La prostitución sagrada (olvido de Dios) contamina la tierra: __________________
4. La tierra se contamina con el pecado del pueblo: ___________________________
5. La tierra puede quedar contaminada y destruida sin remedio: _________________
6. La idolatría, la iniquidad y el pecado profanan la tierra: _______________________
7. El derramamiento de sangre contamina la tierra: ___________________________
8. La creación será liberada de la corrupción que la esclaviza: ___________________
9. La tierra devastada será quemada y aparecerá una tierra nueva: _______________
10. El ser humano es quien contamina la tierra y la hace abominable: _____________
Pasajes: Levítico 18.24-28; Números 35.33; Números 35.34; Isaías 24.5, 6; Jeremías
1.7; Jeremías 3.2, 3; Jeremías 16.18; Miqueas 2.10; Romanos 8.19-23; 2 Pe-
dro 3.10-13.
77
Max Weber, La ética protestante y el espíritu del capitalismo (Madrid: Revista de Derecho
Privado, 1955). Ver también, Alfred Müller-Armack, Genealogía de los estilos económicos
(México: Fondo de Cultura Económica, 1967).
Lamentación (1.5-14) – 69
78
Herbert M. Zorn, Viability in Context (Londres: The Theological Education Fund, The
World Council of Churches, 1975), 41.
79
Christian Lalive d’Epinay, El refugio de las masas: estudio sociológico del protestantismo
chileno (Santiago de Chile: Editorial del Pacífico, 1968).
80
David Martin, Tongues of Fire: The Explosion of Protestantism in Latin America (Oxford:
Basil Balckwell, 1990); y David Stoll, Is Latin America Turning Protestant? The Politics of
Evangelical Growth (Berkeley: University of California Press, 1990).
70 – Desastre y esperanza: Joel
¿Con qué alegría estamos celebrando? Las guerras peleadas contra los
invasores europeos llevaron a muchos grupos indígenas a la extinción. Los con-
quistadores quebraron a las comunidades nativas de manera sistemática mediante
los movimientos masivos de población. Las enfermedades traídas por los invaso-
res diezmaron sin misericordia las estructuras de las nuevas sociedades. La amar-
ga odisea y el gradual desmoronamiento del sentido de identidad de los indígenas
habían comenzado, y habrían de continuar, como un cáncer lento a lo largo del
período colonial y más tarde con las nuevas repúblicas independientes. En el
presente siglo, los mestizos, que lograron ascender al poder en varios países, se
transformaron en los peores explotadores de sus medios hermanos indígenas.81
La consecuencia más nefasta de este macabro y dilatado proceso ha sido la
inoculación endovenosa de tristeza en el alma latinoamericana, especialmente en
el indígena. El indio latinoamericano es triste por naturaleza, y de algún modo su
tristeza ha contagiado a todo el continente. Se ha hablado de un cierto fatalismo
original, de una actitud pasiva frente a la realidad, de una iniciativa individual
inhibida, de una melancolía atávica, e incluso de una tendencia al aislamiento
como elementos característicos de los indígenas latinoamericanos.82 ¿No será
todo esto una consecuencia o expresión de una tristeza esencial? Si así fuera, el
clamor de Joel adquiere una relevancia muy particular para muchos latinoameri-
canos en este tiempo, para quienes la alegría se ha secado.
81
Ver Ezequiel Martínez Estrada, Diferencias y semejanzas entre los países de la América
Latina (México: Escuela Nacional de Ciencias Políticas y Sociales, 1962).
82
Stanley W. Rycroft, Religión y fe en América Latina (México: Casa Unida de Publicaciones,
1961), 47-49.
Lamentación (1.5-14) – 73
EJERCICIO 9
Los sacerdotes.
1. Su consagración: ____________________________________________________
2. Su unción: _________________________________________________________
3. Su función era transportar el arca del pacto: _______________________________
4. Su función era ofrecer sacrificios y holocaustos: ____________________________
5. Su función era bendecir al pueblo: _______________________________________
6. Sus vestiduras: ______________________________________________________
7. Su cuidado era no contaminarse: ________________________________________
8. Su responsabilidad era ser santos: ______________________________________
9. Su paga: ___________________________________________________________
10. Su residencia: ______________________________________________________
Pasajes: Éxodo 28.1-5; Éxodo 29.44; Éxodo 40.12-15; Levítico 9.1-4; Levítico 9.22;
Levítico 21.1-4; Levítico 21.5-8; Números 35.1-8; Deuteronomio 18.1-8; Deute-
ronomio 31.9.
74 – Desastre y esperanza: Joel
El clero católico romano. Este mismo clero fue el que sirvió como ins-
trumento de “pacificación” y sometimiento de los nativos a la estructura colonial,
a través del desarrollo de su obra misionera. Las varias órdenes religiosas que
cumplieron tareas misioneras en América Latina durante el período colonial,
fueron la herramienta más útil con que contaron España y Portugal para el control
de la población indígena. Identificados plenamente con los ideales del imperio, el
clero colonial se benefició como estamento privilegiado de la explotación del
“Nuevo Mundo” y fue cómplice de muchos de sus abusos.
Cuando se produjo el movimiento de la independencia, este clero cristiano
se mostró adverso al mismo por temor a perder su situación dominante frente a
nuevas ideas y otras versiones del cristianismo, que comenzaban a introducirse en
el continente. Con el surgimiento y desarrollo de la independencia, el clero colo-
nial, que había existido desde el tiempo de la conquista, entró en un período de
crisis. El anticlericalismo creciente y la falta de personal suficiente colocaron al
clero católico romano en una posición de debilidad. Los obispos asumieron gene-
ralmente posiciones realistas y se opusieron a la lucha por la independencia, en
parte porque casi todos ellos eran españoles. Pero con el tiempo, el clero criollo
fue asumiendo posiciones de liderazgo y se asoció a las nuevas clases dominan-
tes. Además, los gobiernos de las nuevas repúblicas vieron en el clero un impor-
tante elemento para lograr la identidad moral de las nuevas naciones y su necesa-
ria cohesión social.
En general, el clero católico romano latinoamericano se ha inclinado casi
siempre hacia la derecha conservadora en materia ideológica, comprometiéndose
con los ideales del poder de turno. En años más recientes incluso se lo vio asocia-
do con gobiernos totalitarios y respaldando procesos dictatoriales. Por cierto que
es posible mencionar numerosas y grandes excepciones. Pero no han sido muchos
los mártires cristianos que se atrevieron a hacer una opción preferencial por los
pobres y oprimidos del continente.
83
Juan A. Mackay, El otro Cristo español (México: Casa Unida de Publicaciones, 1952), 47.
Lamentación (1.5-14) – 75
Antonio de Montesinos: “Decid, ¿con qué derecho y con qué justicia ten-
éis en tan cruel y horrible servidumbre aquestos indios? ¿Con qué autori-
dad habéis hecho tan detestables guerras a estas gentes que estaban en sus
tierras mansas y pacíficas, donde tan infinitas dellas, con muertes y estra-
gos nunca oídos, habéis consumido? ¿Cómo los tenéis tan opresos y fati-
gados, sin dalles de comer ni curallos en sus enfermedades, que de los ex-
cesivos trabajos que les dais incurren y se os mueren, y por mejor decir,
los matáis, por sacar y adquirir oro cada día? ¿Y qué cuidado tenéis de
76 – Desastre y esperanza: Joel
84
Citado en Bartolomé de Las Casas, Historia de las Indias, 2 vols., ed. por Agustín Millares
Carlo (México: Fondo de Cultura Económica, 1951), 2:441, 442. El castellano es el antiguo de
principios del siglo XVI.
85
Bartolomé de Las Casas, Del único modo de atraer a todos los pueblos a la verdadera
religión, ed. por Agustín Millares Carlo (México: Fondo de Cultura Económica, 1942), 6-9.
86
Oscar de Figueiredo Lustosa, “A contestaçâo de um profeta: Bartolomeu de Las Casas
(1474-1566),” REB 136 (diciembre 1974): 809-812. Ver también Edmundo O’Gorman, Cua-
tro historiadores de Indias: siglo XVI (México: SepSetentas, 1972), 87-164.
Lamentación (1.5-14) – 77
Diego Thomson: “La representación nacional sabe mui bien que desde
que Jorge III dijo a su autor que todo niño pobre de su reyno aprendiese a
leer la Biblia, todos los gobiernos de Europa le han honrado con colocarse
al frente de esta institución y ansían y ponen su mayor connato en genera-
lizarla.… Después de haber establecido en Buenos Aires el sistema de la
enseñanza mutua entre los hombres se ha tratado de establecerlo en la
educación de las mujeres.… ¿Quántas diferencias se notarían en las cos-
tumbres si las mujeres supiesen a fondo su religión, sus deberes y pusiesen
a practicar las luces que sobre ellas pueden suministrárseles, y las faculta-
des industriales que se pueden enseñar? Son incalculables los bienes que
producirían ambos establecimientos y nada es más fácil que llevarlo a ca-
bo.”87
87
Citado en “Colección de documentos para la historia del protestantismo latinoamerica-
no,” Época: Revista de Historia Eclesiástica 1:1 (julio 1995): 74. El castellano es el anti-
guo de principios del siglo XIX.
88
Francis E. Clark y Harriet A. Clark, The Gospel in Latin Lands: Outline Studies of Prot-
estant Work in the Latin Countries of Europe and America (Nueva York: Macmillan,
1909), 305.
89
Ibid., 306; Daniel P. Monti, Presencia del protestantismo en el Río de la Plata durante
el siglo XIX (Buenos Aires: La Aurora, 1969), 98.
78 – Desastre y esperanza: Joel
90
Arnoldo Canclini, ed., Últimos documentos del capitán Allen F. Gardiner (México:
Casa Unida de Publicaciones, 1959), 96.
Lamentación (1.5-14) – 79
ayuda y liberación de una situación sumamente aflictiva. Al igual que Amós (4.6-
9), Joel considera a las calamidades naturales (y en este caso más, a una invasión
extranjera) como advertencias divinas que deben llevar a todo el pueblo a volver-
se a Dios y a buscar su asistencia.
Así, pues, el lenguaje de este llamado es el tradicional (ver 2.15, 16; 3.9; 2
R. 10.20) para convocar a una liturgia de lamentación. Esencialmente se trataba
de “un ritual que permitía a un individuo o a un grupo expresar su profunda an-
gustia por lo que había ocurrido o estaba ocurriendo en el momento.”91 La lamen-
tación tenía un profundo contenido religioso y no era una queja sino un clamor
por el socorro divino. En el caso de Joel, el motivo de tal lamentación o clamor
era una invasión militar. La liturgia de lamentación generalmente concluía con
palabras de consuelo y seguridad por parte del sacerdote o profeta oficiante, como
vocero de Dios, y en respuesta al clamor de los afligidos. De este modo, Dios es
considerado como el único que puede dar una solución a un problema que parece
ser terminante. Esta última estrofa del llamado a la lamentación (1.5-14) es nota-
blemente teocéntrica.92
91
Ogden, A Promise of Hope, 23.
92
Prinsloo, The Theology of the Book of Joel, 27.
80 – Desastre y esperanza: Joel
Es típico del Antiguo Testamento que todo salmo o cántico de lamento in-
corpore, como elemento central, un relato de la crisis que el pueblo sufre (Sal.
79.1-4; 83.1-4; etc.) Joel sigue el mismo patrón en 1.15-18, con lo cual el profeta
se ajusta a una larga y fecunda tradición en su pueblo. En verdad, los salmos de
lamentación son los que aparecen con mayor frecuencia en el salterio, ya que un
tercio de todos los salmos en la Biblia son de este tipo.
82 – Desastre y esperanza: Joel
93
Para un estudio del nombre Todopoderoso y sus orígenes, ver Kapelrud, Joel Studies,
59-63.
Clamor (1.15-20) – 83
interpreta equivocadamente como expresión o señal del día del juicio divino en su
contra.
Como ocurre con muchos salmos de lamentación, Joel introduce aquí su
clamor no tanto como una endecha o canto lúgubre, lo cual sería una expresión
más profana y menos ligada a la relación espiritual que sostiene la religión de
Yahweh. Su clamor está dirigido al Señor, ya sea que represente al colectivo del
pueblo (lamentación comunitaria, vv. 16-18) o a un individuo como expresión
simbólica del pueblo (lamentación individual, vv. 19, 20). La estructura formal en
los salmos de lamentación generalmente incorpora los siguientes elementos: in-
vocación, lamentación, súplica, motivación y voto. Estos elementos no siempre
aparecen todos ni se dan en este orden. En el caso de Joel, la estructura de su
clamor está determinada por la tragedia de la devastación ocurrida con motivo de
la invasión del país por un ejército extranjero de gran capacidad destructiva. El
desastre producido afectó a todo el mundo, de modo que el lamento que resulta
tiene una fuerte orientación colectiva y una probable connotación litúrgica. Todo
el pueblo ha sido convocado a elevar este clamor en la casa del Señor su Dios y a
observar ciertos ritos como el ayuno, el rasgamiento de las vestiduras y la porta-
ción del cilicio.
La pregunta que surge de la lectura de la primera línea del texto es: ¿qué
es este día? O ¿a qué día se refiere el profeta? Aparentemente, estamos frente no a
un solo día sino a dos, es decir, “aquel día” y “el día del Señor.” Desde el punto
de vista del lamento, la expresión “aquel día” está haciendo referencia al día
presente del profeta, el momento de la crisis presente. Pero este “día” es diferente
del “día del Señor,” que claramente está ubicado en un futuro que todavía está por
ocurrir (Is. 13.6; Ez. 30.3; Abd. 15; Sof. 1.7).
Graham S. Ogden: “El ‘día del Señor’ es un concepto utilizado cinco ve-
ces en Joel (1.5; 2.1, 11, 31; 3.14), pero sólo dieciséis veces en todo el An-
tiguo Testamento, si bien hay otros términos relacionados que aparecen
con más frecuencia. Típicamente, la frase es utilizada en oráculos contra
Israel y Judá o contra naciones extranjeras, y describe ese momento o
evento cuando Yahweh actúa en juicio o salvación. Es el día de Yahweh,
porque él es quien actúa. El objeto de esa acción puede ser Israel, Judá, o
las naciones, pero los profetas advierten que en el futuro cercano Yahweh
llevará a cabo su sentencia sobre aquellos que han ofendido contra su jus-
ticia. Para los pueblos oprimidos en todas partes, esto es ‘buenas noti-
cias’.”94
Para los opresores este día es día de condenación, pero para los oprimidos
es día de liberación. El hecho de que es el “Todopoderoso” (heb. shaddai, denota
poder y destrucción) quien actuará es garantía de la acción que vendrá. Para Judá
esta palabra no es condenatoria sino esperanzadora, es la buena noticia de que los
opresores no se saldrán con la suya y que el Señor liberará a su pueblo. Quienes
94
Ogden, A Promise of Hope, 24.
84 – Desastre y esperanza: Joel
sufrirán la condenación del “día del Señor” son las naciones enemigas (2.31 y
3.14). Para Joel, pues, hay tres tipos de “días.” Los “días” de la historia del pue-
blo (v. 2), el “día” presente de opresión (v. 15a), y el futuro “día del Señor” (v.
15b) de castigo para los opresores y de liberación para su pueblo oprimido.
Sin embargo, este temor del pueblo por el día del Señor no está justifica-
do. De allí que Joel presenta oráculos de aliento y que desalientan una actitud de
culpa y arrepentimiento de pecados por parte del pueblo. Según las palabras
proféticas de consuelo que pronuncia Joel, Judá no debe temer devastaciones
adicionales, por lo menos en lo inmediato. Esta idea vuelve a repetirse en 2.31 y
3.14, donde el tiempo de juicio no cae sobre Judá sino sobre las naciones que han
provocado su destrucción. La amenaza de juicio que pesa sobre Judá y que expre-
sa la frase “aquel día” se aplica ahora a sus enemigos. De modo que hay dos usos
del concepto detrás de la expresión “el día del Señor” en este libro. Por un lado,
está la idea de que este “día” es señal de un tiempo de juicio (1.15-18). Por otro
lado, que este “día” será un día de salvación para el pueblo de Dios, tal como se
puede ver en los últimos capítulos (2.30-32).Es este segundo uso el más impor-
tante en el mensaje de consuelo que Joel quiere dejar al desconsolado pueblo de
Judá.
EJERCICIO 10
1. El “profeta Elías” es enviado antes que llegue el día del Señor: ________________
2. El espíritu puede ser salvo en el día del Señor: _____________________________
3. Es posible sentirse orgulloso de los creyentes en el día del Señor: _____________
4. El día del Señor llegará como ladrón en la noche: ___________________________
5. El día del Señor vendrá como un ladrón: __________________________________
6. En el día del Señor los cielos desaparecerán y todo será quemado: ____________
7. El estruendo del día del Señor será amargo: _______________________________
8. El día del Señor será un día ardiente como un horno: ________________________
9. El día del Señor es considerado como el día final: __________________________
10. El día del Señor es llamado el día de la ira: _______________________________
11. El día del Señor se acerca: ____________________________________________
12. El día del Señor es considerado como el gran Día: _________________________
13. El día del Señor es llamado “el gran día del castigo”: ________________________
14. El día del Señor es denominado como “el día de su castigo”: _________________
15. El día del Señor es llamado “día de confusión”: ____________________________
16. El día del Señor es denominado como “el día de la salvación”: ________________
17. El día del Señor es el día del juicio y de la destrucción de los impíos: ___________
18. El día del Señor es el día de castigo de los impíos y día del juicio: _____________
19. El día del Señor es nefasto para los pueblos: ______________________________
Clamor (1.15-20) – 85
20. El día del Señor es día de ira, de acoso y angustia, de devastación y ruina, de tinie-
blas y penumbra, de niebla y nubarrones, de trompeta y grito: ___________________
Pasajes: Jeremías 10.15; Ezequiel 30.3; Miqueas 7.4; Sofonías 1.14; Sofonías 1.15,
16; Malaquías 4.1; Malaquías 4.5; Juan 12.48; Romanos 2.5; 1 Corintios 5.5;
2 Corintios 1.14; 1 Tesalonicenses 5.2; Hebreos 10.25; 1 Pedro 2.12; 2 Pedro
2.9; 2 Pedro 3.7; 2 Pedro 3.10a; 2 Pedro 3.10b; Judas 6; Apocalipsis 6.17.
95
Susan George, How the Other Half Dies: The Real Reasons for World Hunger (Londres:
Penguin Books, 1976), 22.
86 – Desastre y esperanza: Joel
consecuencia del hambre. Entonces les dije a los patrones: ¿Ya sé de qué
están enfermos sus obreros, pero no puedo curarlos, porque yo sólo soy
médico, no Gerente General. Y su enfermedad es el hambre.’ Entonces me
pidieron que dimitiera. Yo sabía ya que el problema era de naturaleza so-
cial. Sólo que lo creía limitado a zonas muy miserables. Mirándolo mejor
vi, con una especie de vértigo, que no era un problema particular de mi
distrito o de la ciudad o del Nordeste del Brasil. Las fronteras del hambre
retrocedían a medida que miraba más lejos y finalmente supe que era un
drama universal.”96
96
Josué De Castro, Geopolítica del hambre: ensayo sobre los problemas alimentarios y
demográficos del mundo (Madrid: Solar/Hachete, 1975), 15.
Clamor (1.15-20) – 87
97
Mohammed Bedjaoui, Hacia un nuevo orden económico internacional (París: UNES-
CO; Salamanca: Ediciones Sígueme, 1979), 27.
Clamor (1.15-20) – 89
Notemos, además, que Jesús ataca el problema del hambre en su raíz mo-
ral y espiritual. La raíz del hambre es el egoísmo humano. Jesús transforma al ser
humano pecador liberándolo del egoísmo. Hace que la persona deje de ser un ser
para sí mismo y se transforme en un ser para los demás. Una persona justa es la
que reúne el perfil que Dios espera de quienes cumplen con su voluntad (Ez.
18.14-17). La solución del hambre es la satisfacción. Jesús satisface plenamente
al ser humano en sentido integral (Jn. 6.31-35). Al llenar la necesidad básica de la
persona, que es moral y espiritual, Jesús puede a través de este ser humano nuevo
dar satisfacción a cualquier necesidad física.
Notemos, finalmente, que Jesús mismo se ofrece como el único alimento
que puede colmar nuestras necesidades más profundas (Jn. 6.48-51, 58). Jesús es
el pan vivo, ya que él mismo se ofrece por nosotros. La eucaristía es un símbolo
adecuado de esta gran verdad (1 Co. 11.23, 24). Jesús es también el pan vital,
porque tiene la vida como cualidad propia, y por eso satisface. Además, Jesús es
el pan que da vida, porque al incorporarlo a nuestra vida obtenemos la vida ver-
dadera, abundante y con propósito que él ofrece (Jn. 10.10). Finalmente, Jesús es
el pan vivificador, ya que la muerte no agobia a quien ha comido de él (Jn. 6.58).
¿Tenemos hambre? ¿Qué tipo de hambre tenemos? ¿Es nuestra hambre
material o espiritual? Si nuestra hambre es material, pidamos a Dios el pan de la
tierra (Mt. 6.11; Pr. 30.7, 8). Si nuestra hambre es espiritual, recibamos de Dios el
pan del cielo (Jn. 6.34, 35).
98
Alonso Schökel y Sicre Díaz, Profetas, 2:934.
99
Ernst Sellin, Das Zwölfprophetenbuch, vol. 1 en KAT, 3ra ed. (Leipzig: A. Deichert,
1929).
92 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 11
El clamor al Señor.
Pasajes: Jueces 3.15; 1 Samuel 7.7, 8; Salmos 9.12; Salmos 40.1; Isaías 22.5; Isaías
30.19; Jeremías 11.12; Jeremías 14.11, 12; Romanos 8.15; Hebreos 5.7.
100
John Wilson y Gordon W. Graham, “Drought Bedevils Brazil’s Sertao,” NatGM (noviem-
bre 1972): 704-722.
Clamor (1.15-20) – 93
talados unos 3.250 kilómetros cuadrados de lo que queda.”101 Con esta tala abusi-
va el suelo se deteriora rápidamente, el promedio de lluvias anuales disminuye
(desde 1900 la disminución ha sido de más del 10 por ciento), y se están extin-
guiendo numerosas especies animales y vegetales.
Ahora que la amenaza de una conflagración nuclear global ha disminuido,
la fragilidad ecológica de la tierra está comenzando a recibir un poco más de
atención como factor a tomar en cuenta en las relaciones internacionales. El evi-
dente aumento de la temperatura media del planeta y la preocupación por la dis-
minución de la capa de ozono son como gritos de advertencia de que los recursos
naturales existentes y la capacidad regenerativa de la tierra son limitados. El aire,
los mares y la diversidad biológica de las especies no pueden darse por sentados.
La tala indiscriminada de la jungla de la cuenca del Amazonas en Brasil no sólo
afecta el futuro y supervivencia de esa región, sino también la provisión de oxí-
geno para todo el mundo.
Cabe preguntarse por qué se produce tal desastre ecológico. ¿Cuál es la
razón por la que “gimen las bestias” en América Latina? ¿Qué es lo que hace que
en nuestro continente “el grano se pudra debajo de los terrones,” el “trigo se se-
que,” y “no haya pastos”? En buena medida, la culpa de todo esto cae sobre los
gobiernos locales, las élites terratenientes y oligárquicas, y la población misma.
La abundancia de recursos naturales nos ha llevado a pensar que podemos explo-
tar nuestras tierras ad infinitum, y que podemos hacerlo de manera irresponsable
sin sufrir las consecuencias. A pesar de los cinco siglos que han pasado, seguimos
pensando como los primeros conquistadores, que creían que el Nuevo Mundo era
una tierra de riquezas infinitas, que podían explotarse sin límites.
Pero, como en el caso que lamenta Joel, América Latina ha sido también
la víctima del despojo y la explotación de potencias extranjeras. Su involucra-
miento en el orden económico internacional ha sido y continúa siendo el de un
gran continente proveedor de materias primas y recursos naturales. El grano y las
carnes a las que el pueblo pobre no tiene acceso se exportan especialmente al
Primer Mundo. En otros casos, los cereales se “pudren debajo de los terrones” o
se “secan” en los graneros porque caen los precios en los mercados internaciona-
les. Sea como fuere, quienes sufren las consecuencias de esto son los pobres de la
tierra.
La única manera de encontrar una solución a este problema es recuperar el
control de los recursos naturales que todavía nos quedan, y ponerlos directamente
al servicio de las necesidades de las vastas mayorías de nuestro pueblo. Las ri-
quezas naturales que Dios nos dio deben estar al servicio de quienes necesitan
alimento, techo, vestido y ciertos servicios básicos. No es justo que nuestros gra-
nos, nuestros árboles, nuestros minerales, nuestros animales y aun nuestro aire y
tierra estén al servicio de la satisfacción de lucro y poder de potencias extranjeras.
Las grandes necesidades de la mayoría del pueblo deben ocupar un lugar priorita-
rio. Una política económica que procure satisfacer primero las necesidades de los
pobres será seguramente mucho menos dañina para el eco-sistema que la explota-
101
World Book, s.v. “Amazon River.”
94 – Desastre y esperanza: Joel
ción de esos recursos para satisfacer las demandas de consumo del Primer Mun-
do. En esta nueva era, la justicia hacia nuestra tierra y la justicia para con el pue-
blo que la habita deben ir tomadas de la mano.
Tanto el vocablo “economía” como “ecología” vienen de la misma palabra
griega: oikos, casa o incluso tierra habitada. Desde una perspectiva cristiana, tanto
una como otra tienen que ver con el concepto de mayordomía. En el corazón
mismo de la fe bíblica está la convicción de que somos mayordomos de todo lo
creado y los dueños de nada. El concepto de mayordomía coloca al orden econó-
mico bajo la responsabilidad de utilizar los recursos puestos por Dios en la natu-
raleza para el beneficio de todas las criaturas de Dios. En un mundo así no hay
lugar para una explotación indiscriminada e irracional en beneficio del interés
propio, la satisfacción egoísta, o la acumulación de poder. El mundo natural lati-
noamericano “gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora.” Nuestra
bella tierra está esperando su liberación. ¿Estamos nosotros uniendo nuestro cla-
mor esperanzado al suyo?
El profeta mismo se une ahora a los varios grupos a los que ha convocado
para clamar a Dios a favor de la tierra devastada. La imagen central en este párra-
fo es la del “fuego” y las “llamas,” que son metáforas comunes para describir una
sequía severa y un calor extremo (Jer. 9.10; Am. 7.4). La gravedad del siniestro
es que ha afectado al campo sin cultivar, la pradera o estepa no cercada (heb.
midhbar), que es donde moran los animales salvajes. Ahora ellos mismos se unen
al coro de clamor delante de Dios integrado por el pueblo, los sacerdotes, los
animales domésticos y el profeta (Sal. 104.21). Con estas expresiones, Joel pone
de manifiesto su extraordinaria consciencia ecológica, ya que el clamor y la situa-
ción de sufrimiento de los animales salvajes, que también son víctimas de la des-
trucción, es muy tenido en cuenta (ver Jer. 14.5, 6). La repetición de la cláusula
“los pastizales de la estepa” (en v. 19 y 20) enfatiza el tema de estos versículos,
que es la sequía devastadora que asoló la tierra.
102
Theo Laetsch, The Minor Prophets, en Bible Commentary (Saint Louis: Concordia
Publishing House, 1965), 177.
Clamor (1.15-20) – 95
La palabra clave aquí es “fuego,” que claramente no tiene nada que ver
con una plaga de langostas que destruye los campos ni con los fuegos que la gen-
te podía encender para destruir a las langostas. Este fuego está ligado a la inva-
sión de los ejércitos extranjeros y a una gran sequía que acompañó este evento
destructivo. Todo ha sido consumido por el fuego: “los pastizales de la estepa” (v.
20) y “los árboles silvestres” (ver v. 12, “los árboles del campo”). La estepa o
pradera se cubre de vegetación durante la estación de las lluvias y se seca con el
calor del verano. Estas plantas son silvestres y no cultivadas como las de los vv.
16, 17. Una vez más, en v. 20 los animales también se lamentan (como en v. 18,
ver Sal. 42.1), pero en este caso no se trata de animales domesticados (como los
del v. 18), sino de animales salvajes (“animales del campo”). La imagen del fuego
(Sal. 74.7; 118.12) es la tercera que utiliza Joel para describir al ejército invasor y
la destrucción que produjo. El v. 20 repite también la imagen de la sequía (v. 17),
al señalar “se han secado los arroyos.” La mayor parte de los lechos de los arro-
yos en Palestina (ver 3.18) se llenan de agua cuando llueve, pero se secan cuando
no llueve.
Nótese como el ser humano (v. 19) y los animales (v. 20) claman por la in-
tervención divina. Con gran destreza poética, Joel personifica a los animales e
ilustra el grado extremo del sufrimiento provocado por la invasión. Por otro lado,
esta personificación refuerza su argumento. Si los animales son capaces de clamar
al Señor por liberación, ¿cuánto más deben hacerlo aquéllos que son convocados
como comunidad de creyentes? (v. 14).
EJERCICIO 12
El mundo de la naturaleza.
1. Los cielos, la tierra y los mares alaban a Dios porque salvará a Sion: ___________
2. Los cielos y la tierra se alegran en el Señor: _______________________________
3. El mar, el campo y los árboles cantan de gozo ante el Señor: _________________
4. El Señor le ha dado la tierra a la humanidad: ______________________________
5. El Señor es el creador de todos los seres vivientes: _________________________
6. Toda la naturaleza canta delante del Señor que viene para juzgar la tierra: _______
7. Por medio de Cristo todas las cosas forman un todo coherente: ________________
8. La creación cuenta la gloria de Dios: _____________________________________
9. La creación manifiesta claramente quién es Dios: ___________________________
10. Dios es el creador de todas las cosas: ___________________________________
Pasajes: Génesis 1.20-22; 1 Crónicas 16.31; 1 Crónicas 16.32, 33; Salmos 19.1-6;
Salmos 69.34, 35; Salmos 96.10-13; Salmos 115.16; Isaías 44.24; Romanos
1.20; Colosenses 1.17.
96 – Desastre y esperanza: Joel
que han pasado cristianos conquistando y descubriendo, otra cosa no parece sino
que con fuego se va todo gastando.”103 Frente a esta realidad dramática, de la que
hoy somos más conscientes que nunca, ¿cómo debemos actuar los cristianos?
¿Qué podemos hacer como pueblo de Dios?
Lo que hizo el profeta fue clamar al Señor. ¿Por qué? Porque él es el
Creador y la fuente de toda vida. Y cuando decimos vida nos referimos a la vida
toda, a la vida creada que es heredera de la promesa hecha por el Creador a Noé:
“Yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de
vosotros; y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda
bestia de la tierra que está con vosotros. . . Esta es la señal del pacto que yo esta-
blezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos
perpetuos” (Gn. 9.9, 10, 12). Este compromiso de Dios es con todas las formas de
vida que él ha puesto en nuestro planeta.
La preocupación ecológica, que debe ser tan nuestra como lo fue para el
profeta, encuentra en la Biblia una base sólida y fértil, siempre y cuando dejemos
de lado una interpretación exclusivamente antropocéntrica de la ecología. La
Biblia nos enseña que todo fue creado para el servicio de los seres humanos. Pero
como mayordomos del Señor, nuestra opción permanente, como es la suya, debe
ser por la vida. Dios es el creador de la vida, y no de la muerte y la destrucción.
El ama profundamente a toda forma de vida por él creada. Por eso, si amamos a
Dios, debemos también amar lo que él ama. El pacto con el Señor, el Dios de la
vida, nos transforma en defensores de la vida en la esfera de la creación. Cuando
la vida se ve amenazada por la muerte, es al Creador de la vida a quien debemos
clamar, porque al hacerlo estaremos renovando nuestro compromiso como ma-
yordomos del mundo que él ha puesto bajo nuestro cuidado.
103
Pedro Cieza de León, Crónica del Perú, segunda parte, ed. por Francesca Cantú (Lima:
Universidad Católica, 1986), 66.
Luis Alonso Schökel y José Luis Sicre Díaz: “Es un cuadro descriptivo
magistral, lleno de movimiento, rápido y conciso. Comienza, después del
toque de alarma, con una visión lejana e impresionante, especie de crepús-
culo resaltando sobre un fondo de oscuros nubarrones; la visión se precisa
como multitud apretada, se acerca y nos deja ver su paso rápido y desola-
dor por los campos y huertos. La visión se echa encima, permite distinguir
figuras individuales y escuchar de cerca sus ruidos. En este momento ha
llegado a la zona habitada y se ha encontrado con seres humanos, que sólo
pueden asistir espantados e impotentes a la invasión. En la nueva etapa
preparan y ejecutan un asalto e invasión de la ciudad hasta apoderarse de
los últimos recintos. Terminada la conquista, el universo se contagia y
asiste temblando al espectáculo; y por encima de todo aparece el jefe de
todos, cuyos mandatos se han cumplido.”104
104
Alonso Schökel y Sicre Díaz, Profetas, 2:936.
100 – Desastre y esperanza: Joel
105
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 104.
106
Ver E. Bleibtreu, “Five Ways to Conquer a City,” BibArchRev 26 (1990): 37-44.
107
Douglas Rawlinson Jones, Isaiah 56-66 and Joel: Introduction and Commentary, en TBC
(Londres: SCM Press, 1964), 152-154.
Primera alarma (2.1-14) – 101
EJERCICIO 13
El toque de la trompeta.
Pasajes: Éxodo 20.18; Levítico 25.9; Números 10.2; 2 Samuel 2.28; 2 Samuel 15.10; 1
Crónicas 13.8; 1 Crónicas 16.42; 2 Crónicas 5.13; Ezequiel 7.14; 1 Corintios
15.52.
108
Ogden, A Promise of Hope, 27, 28.
102 – Desastre y esperanza: Joel
109
Enrique D. Dussel, History and the Theology of Liberation: A Latin American Perspective
(Maryknoll: Orbis Books, 1976), 8, 9.
Primera alarma (2.1-14) – 103
110
Las Casas, Historia de las Indias, 2:356, 357.
104 – Desastre y esperanza: Joel
111
Ogden, A Promise of Hope, 28.
Primera alarma (2.1-14) – 105
112
Hubbard, Joel and Amos, 56.
113
Ogden, A Promise of Hope, 27.
106 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 14
Pasajes: Génesis 3.17; Génesis 7.10; Jueces 6.1-5; Salmos 46.6; Isaías 16.4b; Isaías
24.5; Isaías 49.19; Jeremías 4.27, 28; Ezequiel 6.14; Nahúm 1.5.
114
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 105.
Primera alarma (2.1-14) – 107
América Latina puede ser abordada también desde estas dos perspectivas diferen-
tes.
115
Diego de Rosales, Historia general de el Reyno de Chile: Flandes indiano, 3 vols. (Valpa-
raíso: Imprenta del Mercurio, 1877-1878), 1:365.
116
Pedro de Valdivia, Cartas, Introd. por Jaime Eyzaguirre (Santiago de Chile: Editorial del
Pacífico, 1955), 33.
117
Diego de Rosales, Historia general de el Reyno de Chile, 1:407.
108 – Desastre y esperanza: Joel
118
Ibid., 2:273.
119
Maximiliano Salinas C., “Dos modelos de lectura teológica de la historia latinoamericana,”
en Raíces de la teología latinoamericana, 2da ed., ed. por Pablo Richard (San José, Costa
Rica: CEHILA-DEI, 1987), 379.
Primera alarma (2.1-14) – 109
En este pasaje, Joel describe el poder del Señor y el impacto de sus accio-
nes liberadoras a través de sus instrumentos celestiales (“su ejército,” “sus tro-
pas,” v. 11). Esto introduce el tema de la necesidad de volverse al Señor con
lamentación (v. 12), prestando especial atención a la naturaleza de Dios, quien es
misericordioso y compasivo. Sólo así la nación puede esperar la bendición de
Yahweh y su liberación.
Joel ve a Yahweh como un general al frente de sus tropas, que al igual que
las del invasor, también son “innumerables” y “poderosos” (ver v. 2). Al usar los
mismos adjetivos, Joel contrapone las dos fuerzas en batalla. “Su ejército,” que
aquí no se refiere al ejército invasor sino a las huestes celestiales que obedecen al
Señor, es “innumerable” (heb. rab meod , “más grande”) que las tropas del ene-
migo. Este ejército “ejecuta su palabra” (“cumple las órdenes,” VP), que le da
Yahweh (v. 11). Su acción anticipa el “día del Señor,” que es tan temible que
nadie puede soportarlo o resistirlo. De esta manera, Joel anticipa la confrontación
120
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 105, 106.
110 – Desastre y esperanza: Joel
definitiva entre el ejército invasor y el ejército liberador del Señor. Este encuentro
inminente es descrito como “el día del Señor,” que será el día de su victoria, en
que él destruirá a los enemigos de Judá y bendecirá a su pueblo (3.1-4, 9-18).
En vista del poder de Yahweh y del conflicto inminente, Joel convoca al
pueblo en nombre del Señor. No queda otro camino más que clamar a él para ser
liberados del peligro presente y obtener la victoria definitiva (vv. 12-14). Para
ello, el pueblo debe “volverse” a Dios (BJ, BL, PD, VP; heb. sub, darse vuelta,
volverse a Dios; ver Os. 3.5; 6.1; 14.1, 2), para encontrar en él liberación. Pero
esto no debe ser algo ritual o formal, sino con plena convicción moral y espiritual
(“de todo corazón”). El “ayuno, llantos y lamentos” y el “rasgarse las vestiduras”
son meras manifestaciones exteriores de una sincera actitud interior (del “co-
razón”). La disposición interior es más importante que los gestos externos (v.
13a). Lo que Joel tiene en mente no es un lamento penitencial por el pecado (si
bien las formas parecen indicar esto), sino un llamado a volverse a Dios clamando
a él por liberación. Para ser un lamento penitencial el texto debería hacer referen-
cia al pecado del pueblo, cosa que no ocurre.
El fundamento para esta actitud de fe es el hecho concreto de quién es
Dios. Él es “bondadoso y compasivo.” La expresión heb. rab-hesed opera como
una fórmula litúrgica o de oración para describir a Dios. El vocablo hesed (“mise-
ricordia,” “amor,” “bondad”) aparece 245 veces en el Antiguo Testamento, pero
una sola vez en Joel.
La única esperanza de liberación para el pueblo oprimido está en la mise-
ricordia y clemencia de un Dios que es “lento para la ira y lleno de amor, cambia
de parecer y no castiga” (Éx. 34.6, 7; Sal. 86.15; 103.8; 145.8; Neh. 9.17; Jon.
3.9; 4.2). Joel ve a Dios como el único Salvador y como el único que puede tornar
la muerte en vida.
EJERCICIO 15
Pasajes: Salmos 23.6; Salmos 32.10; Salmos 33.5; Salmos 33.22; Salmos 36.5; Sal-
mos 36.8; Salmos 42.8; Salmos 57.10; Salmos 66.20; Salmos 77.8; Salmos
86.13; Salmos 88.24; Salmos 90.14; Salmos 108.4; Salmos 117.2; Salmos
119.41; Salmos 119.64; Salmos 143.8.
pueblo latinoamericano sufre porque hay opresores que lo hacen sufrir, y no ne-
cesariamente porque sea pagano o idólatra, esté alejado de Dios o sea indiferente
a su voluntad.
Sea como fuere, es necesario que nos volvamos a él. Frente al peligro, la
opresión o el sufrimiento es fácil intentar construir otros caminos de liberación
que el único camino, que es el que Dios trazó a través de Cristo (Jn. 14.6). El
intento por elaborar otras alternativas ha llevado muchas veces a situaciones de
opresión peores que las que se querían liquidar. Más de un proyecto liberador en
América Latina terminó por echar cadenas más pesadas sobre un pueblo ya opri-
mido.
Por otro lado, frente a una situación de opresión se puede caer en una es-
pecie de fatalismo, que termina por aceptarla como expresión de la voluntad divi-
na en términos de castigo por supuestos pecados cometidos o como una prueba
para la fe. También es posible cantar a viva voz “Si sufrimos aquí, reinaremos
allí, en la Patria Celestial,” como hemos hecho los evangélicos por mucho tiem-
po, trasladando toda expectativa de justicia a un más allá venturoso y lejano. Otra
posibilidad es ponerse del lado de los opresores procurando incluso justificar su
injusticia con alguna práctica religiosa o una teología servil. En momentos así es
necesario recordar que Dios sigue siendo “el Señor nuestro Dios” (v. 13a), y que
él está de nuestro lado. En Cristo, él ha asumido también nuestro dolor y anhelo
de justicia. En medio del sufrimiento, él no nos deja sin su palabra redentora,
cuando sinceramente estamos dispuestos a oírle y de todo corazón nos volvemos
a él.
No obstante, Dios nos libera no por lo que somos o hagamos, sino por lo
que él es. Él es “bondadoso,” “compasivo,” “lento para la ira,” “lleno de amor,” y
“cambia de parecer y no castiga.” Él ya ha hecho su opción a favor nuestro desde
la eternidad. Queda en nosotros darle la oportunidad de actuar mediante un cam-
bio de actitud. Si esto ocurre, Dios no nos defraudará. Él será para nosotros, como
fue para Judá, nuestra liberación. Lo que fue una maldición humana se tornará en
bendición divina. Habrá restauración de todo lo perdido con la opresión, y esto
será motivo de gratitud y adoración (“las ofrendas de cereales y las libaciones son
del Señor su Dios,” v. 14). La justicia reinará soberana, y nosotros habremos
comprendido por experiencia que sólo el Señor es nuestra liberación.
Ya hemos visto cómo Joel registra dos voces o clamores de lamento (1.15-
18 y 1.19, 20). De igual modo, él presenta dos voces o gritos de alarma. En 2.15-
17 se encuentra la segunda de estas alarmas, que se abre con la misma frase que
la primera—”Toquen la trompeta en Sion” (2.1)—, y que también continúa con
una serie de imperativos y formas verbales imperativas, que tienen el objetivo de
urgir al pueblo de Judá a reunirse para reclamar la ayuda de Dios.
Este grito o voz de alarma utiliza términos que ya se encuentran en 1.13,
14 (“ayuno,” “asamblea solemne,” “ancianos del pueblo,” “sacerdotes,” “minis-
tros del Señor”), lo cual pone en evidencia la asociación entre esta voz de alarma
y el llamado a la lamentación en 1.13, 14. Sin embargo, aquí (2.15-17) también
detectamos una estructura duplicada en relación con 1.14, cuya primera parte está
en los vv. 15bc, 16a y la segunda parte en el v. 16bcd. Hay una tercera parte en el
v. 17 (“sacerdotes” y “ministros del Señor”) que liga con 1.13. Es interesante que
las dos primeras partes comienzan con un llamado a la purificación (santifica-
ción) y terminan con la orden de reunirse (“congreguen” o “reúnan”). La primera
parte demanda una respuesta en términos de ritos de lamento, mientras que la
segunda especifica quiénes son los que deben responder, en este caso, toda la
nación, es decir, jóvenes y ancianos por igual.
Se ha discutido si esta voz de alarma (el “toque de trompeta”) aquí está
vinculada a un evento militar (como posiblemente en 2.1), o a una convocación
general a un evento litúrgico o civil solemne (Nm. 10.1-3). Aparentemente el
toque de trompeta apela a Judá a prepararse para la batalla, aunque más no sea en
sentido simbólico. La apelación continúa en el v. 16e incorporando incluso a los
recién casados (novio y novia), es decir, personas que normalmente estarían exen-
tas de una convocación como ésta al servicio militar (Dt. 20.7; 24.5), con lo cual
da la impresión como que el profeta está exagerando a propósito la nota. De esta
manera, Joel enfatiza la seriedad de la convocación, ya que nunca antes niños de
pecho, pequeños y ancianos, incluso parejas en luna de miel habían sido convo-
cados para el cumplimiento de un deber militar. Esto concuerda con lo que Joel
114 – Desastre y esperanza: Joel
dice en 1.2-3 en cuanto al carácter sin precedentes de la crisis que se está vivien-
do. Así como la crisis toca y afecta a todos, todos deben responder a la convoca-
ción y estar listos para “dar pelea” a las circunstancias que se han presentado. La
convocación a los sacerdotes y ministros del Señor (v. 17) apunta en la misma
dirección. Nadie queda excusado del deber de clamar por la misericordia de Dios
y rogar por su intervención liberadora.
La expresión “toquen la trompeta” introduce una nueva estrofa donde el
tema es la convocatoria pública al ayuno (v. 15) y la lamentación (v. 17). Todo el
pueblo y los sacerdotes son llamados a hacer lamentación. Los versículos 15-17
delinean el carácter de esta convocatoria y enumeran a los invitados.
(Lv. 16.29; 23.27; Nm. 29.7; Hch. 27.9) o el ayuno de observancia regular (Zac.
7.3, 5; 8.19). En este caso se trata de un ayuno especial, convocado en ocasión del
desastre que ha ocurrido. Normalmente, el ayuno duraba hasta el anochecer y por
lo general se limitada a un solo día (Jue. 20.26; 1 S. 7.6; 14.24; 2 S. 1.12; 3.35).
Generalmente se ayunaba en ocasión de la muerte de una persona querida o res-
petada (1 S. 31.13; 2 S. 1.12; 3.35), pero como expresión de luto el ayuno tam-
bién se observaba en ocasión de grandes catástrofes nacionales. Con frecuencia se
ayunaba para implorar la ayuda de Dios en las desgracias inminentes o presentes
(Jue. 20.26; 2 Cr. 20.3; Est. 4.16), como en este caso. A estos ayunos, que muchas
veces iban acompañados de lamentos y clamores, se les atribuía un poder efecti-
vo. Se creía que mediante este ayuno se lograba exteriorizar el fervor con que se
deseaba lo que en la oración se había expresado verbalmente.
121
Adrianus Drubbel, “Ayuno,” en Enciclopedia de la Biblia, 6 vols. (Barcelona: Edi-
ciones Garriga, 1963), 1:952.
116 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 16
Pasajes: Éxodo 34.28; 1 Samuel 7.6; 1 Samuel 31.13; 2 Samuel 1.11, 12; 2 Samuel
3.33-36; 2 Samuel 12.15; Esdras 8.23; Isaías 58.6-9; Zacarías 7.5; Mateo 4.1-
3; Mateo 6.16-18; Hechos 9.9; Hechos 13.2; Hechos 13.3; Hechos 14.23.
PRELUDIO.
PERÍODO DE ALABANZA. [Canciones tranquilas.]
[Los niños se retiran para su programa al final de este período].
EXPLICACIÓN DEL CULTO.
Permanezcamos sentados todo el tiempo.
Guardemos un silencio reverente (no aplaudamos).
Mostremos una actitud de humildad y recogimiento.
Todas las lecturas están tomadas de la Biblia (Versión Popular).
No busque los pasajes; preste atención a su lectura.
LECTURA BÍBLICA: Isaías 6.1-7.
CANTO CONGREGACIONAL: “Santo, santo, santo.”
SILENCIO.
LECTURA BÍBLICA: Joel 1.2-14.
ORACION DE INVOCACIÓN.
LECTURA BÍBLICA: Ezequiel 14.6; 1 Corintios 5.6-8.
CANTO CONGREGACIONAL: “Límpiame.”
Debemos arrepentirnos de nuestro pecado como iglesia.
Debemos arrepentirnos de nuestro pecado por lo que Dios es.
Nuestro Dios es celoso: Nahúm 1.2, 3a.
Nuestro Dios es un Dios santo: 1 Pedro 1.14-16.
Debemos arrepentirnos de nuestro pecado por lo que nosotros somos.
Nosotros somos idólatras: Ezequiel 14.5-8.
Nosotros somos desobedientes y rebeldes: Jeremías 5.21-23.
Nosotros somos hipócritas: Oseas 10.2.
CANTO CONGREGACIONAL: “Renuévame, Señor.”
SILENCIO.
Necesitamos cambiar.
Necesitamos cambiar: para evitar el juicio de Dios.
Ezequiel 14.13, 14; Ezequiel 18.31; Gálatas 6.7, 8.
Necesitamos cambiar: para evitar el ataque del diablo.
Jeremías 4.6-8; Jeremías 6.26; 1 Pedro 5.8-9.
Necesitamos cambiar: para que Dios haga grandes cosas entre
nosotros y nos bendiga. Josué 3.5; Joel 2.12b-20.
SILENCIO.
¿Quiénes, Señor, deben arrepentirse y purificarse?
Jeremías 18.15; Jeremías 4.22; Jeremías 2.29; Apocalipsis 3.14-16.
CANTO CONGREGACIONAL: “Purifícame.”
SILENCIO.
LECTURA BÍBLICA: Salmo 32.8, 9; Jeremías 5.25-29.
Hermanos, confesemos nuestros pecados como iglesia.
La congregación se pone de rodillas (los que pueden).
Los pastores mencionan los pecados de la iglesia.
En cada caso, la congregación responde: “Señor, ten piedad de
118 – Desastre y esperanza: Joel
nosotros.”
Los pastores agregan una breve explicación y aplicación.
Señor, te confesamos nuestro pecado de orgullo y vanagloria.
Señor, te confesamos nuestro pecado de incredulidad.
Señor, te confesamos nuestro pecado de indiferencia.
Señor, te confesamos nuestro pecado de insensibilidad.
Señor, te confesamos nuestro pecado de egoísmo.
Señor, te confesamos nuestro pecado de autosuficiencia y
autonomía.
Señor, te confesamos nuestro pecado de mezquindad.
Señor, te confesamos nuestro pecado de amargura.
SILENCIO.
LECTURA BÍBLICA: Daniel 9.4-19.
CANTO INSPIRACIONAL: “Piedad, oh santo Dios, piedad.”
¿Señor, qué quieres que hagamos como iglesia?
Jeremías 4.8, 14; Hechos 3.19, 20; Apocalipsis 2.5, 16; 3.3, 19.
SILENCIO.
Debemos arrepentirnos de nuestros pecados personales.
¿Señor, de qué nos tenemos que arrepentir cada uno de nosotros como
hijas e hijos tuyos? Apocalipsis 2.4.
CANTO CONGREGACIONAL: “Mi primer amor.”
¿Señor, cuáles son los pecados en nuestras vidas personales que a ti
te desagradan? Efesios 5.3-14; Gálatas 5.19-21; Malaquías 3.7-
10.
Escribamos en la hojita de papel todos aquellos pecados personales con
que hemos ofendido al Señor.
LECTURA BÍBLICA: 1 Juan 1.8-10; Salmo 32.3-5.
SILENCIO.
Ordenadamente, los hermanos pasan a clavar su hojita en una cruz de
madera con un clavo grande saliente hacia adelante que está colocada adelante
del auditorio.
LECTURA BÍBLICA: Salmo 51.1-17.
CANTO CONGREGACIONAL: “Me hirió el pecado.”
El Señor es nuestro consuelo y esperanza.
Isaías 40.1, 2; Jeremías 31.12-14.
La congregación se pone de pie.
CANTO CONGREGACIONAL: “Me liberó” y “Te alabaré para siempre.”
OFRENDA.
CANTO CONGREGACIONAL: “Has cambiado mi lamento en baile.”
BENDICIÓN.
Una vez más suena la voz de convocación, esta vez para congregar a todo
el pueblo sin exclusión de nadie. Absolutamente todos los habitantes de Jerusalén
Segunda alarma (2.15-17) – 119
son convocados, fieles e infieles, líderes y no líderes, incluso los niños y los no-
vios. Los “pequeños” (“niños,” RVR) son los menores de doce años, considera-
dos fuera de la comunidad socialmente activa. Los “niños de pecho” (“los que
maman,” RVR), con más razón que los anteriores, no son capaces de participar de
una asamblea de este tipo. Pero el autor los convoca para enfatizar la fuerza y el
alcance de su llamado, con lo cual supera la expresión anterior de “habitantes
todos del país” (1.2, 14; 2.1). Lo mismo vale para el “recién casado” y la “recién
casada,” que deben interrumpir su noche de bodas. El carácter extraordinario de
la convocatoria bien lo justifica, porque frente a la desgracia de la invasión y la
muerte, Dios va a cumplir sus eternos propósitos para con su pueblo (v. 18).
EJERCICIO 17
Pasajes: Génesis 49.5, 6; Números 16.1-3; Deuteronomio 4.10, 11; Deuteronomio 10.4;
Deuteronomio 18.16; Deuteronomio 31.30; Jueces 20.2; 1 Reyes 8.12-15; 1
Crónicas 28.1, 8; Ezequiel 16.40.
122
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 201.
Segunda alarma (2.15-17) – 121
Karl Barth: “En tanto hay hombres que en uno y otro lugar se reúnen,
mediante el Espíritu Santo, con Jesucristo y de este modo también entre sí,
surge y existe en uno y otro lugar una congregación cristiana visible. Esta
congregación es una forma del pueblo, uno, santo y universal, de Dios y
una comunión de personas y obras santas, porque, fundada en Jesucristo,
se deja gobernar únicamente por él y quiere vivir únicamente cumpliendo
su servicio de heraldo y reconoce únicamente en su esperanza, que es su
límite, también su objeto y fin.”124
123
Emil Brunner, Dogmática, vol. 3: The Christian Doctrine of the Church, Faith, and the
Consummation (Filadelfia: The Westminster Press, 1962), 21.
124
Karl Barth, Bosquejo de dogmática (Buenos Aires: Editorial La Aurora; México: Casa
Unida de Publicaciones, 1954), 223.
122 – Desastre y esperanza: Joel
Paul Tillich: [La iglesia] “es esencialmente un grupo de personas que ex-
presan una realidad nueva que las ha captado. Sólo esto es lo que la iglesia
realmente significa. Ella es el lugar donde el poder de la Nueva Realidad
que es Cristo, y que ha sido preparada en toda la historia y especialmente
en la historia del Antiguo Testamento, se mueve hacia nosotros y se con-
tinúa en nosotros.”126
125
A. C. Krass, Go … and Make Disciples, TEF Study Guide 9 (Londres: S.P.C.K., 1974),
19, 20.
126
Paul Tillich, Theology of Culture (Nueva York: Oxford University Press, 1964), 212.
Segunda alarma (2.15-17) – 123
Una vez más son mencionados los “sacerdotes” y los “ministros del Se-
ñor” (1.9, 13). Su grito de lamento incluye un clamor por la liberación divina, que
Yahweh tenga compasión de su pueblo en su desgracia. Este lamento es parte de
una serie de lamentos litúrgicos que aparecen reiteradamente a lo largo del libro
de Joel.
127
Ogden, A Promise of Hope, 32.
124 – Desastre y esperanza: Joel
está su Dios?” Esta es una pregunta retórica que no espera respuesta y también es
típica de los salmos de lamentaciones (Sal. 79.10; ver 42.10). El interrogante
refleja el temor de que quizás Dios ha abandonado a su pueblo (Sal. 3.2; 10.1-4;
22.1, etc.) La pregunta está ubicada al final de la descripción de la tragedia (1.2—
2.17) y abre el texto a la posibilidad de una respuesta divina, que será el conteni-
do de la segunda parte del libro (2.18—3.21).
EJERCICIO 18
Pasajes: 1 Samuel 1.7-10; 2 Samuel 3.31, 32; 2 Reyes 20.2, 3; Esdras 10.1; Lamenta-
ciones 1.16; Oseas 12.4; Lucas 19.41; Juan 11.35; Filipenses 3.18; Apocalip-
sis 5.4, 5.
128
Alfredo Serra, “Pase, a este Borges no lo conoce,” Para Ti, diciembre, 1984.
Segunda alarma (2.15-17) – 125
José Martí: “Si existiera el Dios providente, y lo hubiera visto, con una
mano se habría cubierto el rostro, y con la otra habría hecho rodar al abis-
mo aquella negación de Dios....
Dios existe, sin embargo, en la idea del bien, que vela el nacimiento de
cada ser, y deja en el alma que se encarna en él una lágrima pura. El bien
es Dios....
Presidio, Dios: ideas para mí tan cercanas como el inmenso sufrimiento y
el eterno bien....
El que sufre por su patria y vive para Dios, en éste u otros mundos tiene
verdadera gloria....
Trituraban a un hombre. ¡Miserables! ¡Olvidaban que en aquel hombre iba
Dios!...
Yo siento en mí este Dios; yo tengo en mí a este Dios; este Dios en mí os
tiene lástima; más lástima que horror y que desprecio....
Verdad que el martirio es algo de Dios. ¡Y cuán desventurados son los
pueblos cuando matan a Dios! ¡Y cuán descarriados van los pueblos cuan-
do apalean a Dios!...
Y Dios llora. Y ¡cuánto han de llorar los pueblos cuando hacen llorar a
Dios!”129
129
José Martí, Obras completas, 28 vols. (La Habana: Editorial Nacional de Cuba e Instituto
del Libro Cubano, 1963-1973), 1:45-74.
130
La expresión “muertos pintados” describe a los indígenas sobrevivientes de la explotación
126 – Desastre y esperanza: Joel
133
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 206.
128 – Desastre y esperanza: Joel
en lo cual les han los cristianos enseñado tantas sutilezas, que cierto, no digamos
para aprender la fe,” como denunciaban los frailes franciscanos y dominicos.134
Sin duda, el convencimiento de los colonizadores acerca de la inferioridad huma-
na de los indígenas y la inoperancia de sus dioses es una de las causas de la ex-
plotación y muerte que sufrieron.
Pero, contra los criterios idolátricos y paganos de los opresores europeos,
Dios estaba presente y se hacía real precisamente en medio del sufrimiento de los
indígenas maltratados. Según fray Bartolomé de Las Casas, los indígenas eran
amados por Dios con su amor de predilección porque “del más chiquito y del más
olvidado tiene Dios la memoria muy reciente y muy viva.”135 En su comprensión
del evangelio, Las Casas llega a ver en la matanza de los indígenas la muerte de
Cristo mismo. “El fraile dominico en una de sus páginas más profundas, bellas y
evangélicas identificará a los ‘opresos indios’ con Cristo mismo.”136 Sí, por con-
tradictorio que parezca, Dios ha querido darse a conocer y afirmar su poderosa
presencia en medio del sufrimiento redentor de Jesucristo. De igual modo, el
dolor de la opresión, lejos de ser testimonio de la ausencia divina, es ocasión para
la manifestación de su amor liberador. A partir del v. 18 Joel describirá el día del
Señor y demostrará que el Dios de los pobres y vencidos no es un Dios muerto,
ausente o indiferente, sino que tiene un plan de juicio y justicia a favor de su
pueblo escogido.
134
“Carta de franciscanos y dominicos,” 428.
135
Citado en Gutiérrez, Dios o el oro en las Indias, 168.
136
Ibid., 168, 169.
El dicho popular sentencia con gran optimismo que “lo último que se pier-
de es la esperanza.” No obstante, en ciertas situaciones de vida, individuales o
sociales, de gran dramatismo y sufrimiento, parece como que la esperanza es lo
primero que se pierde. Después de tantos pesares y desgracias, el pueblo de Judá
llegó a sentir como que toda posibilidad de encontrar un horizonte abierto hacia
una condición mejor estaba perdida. El desaliento parecía cundir por todas partes
y un sentido colectivo de desesperanza y desesperación permeaba la mente y las
conciencias de todos, incluyendo a los líderes religiosos.
La pregunta generalizada con que termina la primera parte de la profecía
de Joel es una clara indicación del estado abatido en que se encontraba el pueblo.
“Por qué habrán de decir entre los pueblos: ‘Dónde está su Dios’?” (2.17). Que
los ejércitos invasores devastaran la tierra y los sueños del pueblo ya era un mal
suficiente para deprimir a cualquiera. Pero que existiera un sentir colectivo de un
profundo vacío o ausencia de Dios, eso ya era insoportable. Ya era penoso tener
que aceptar el fracaso humano en no poder resistir una catástrofe como la que se
había experimentado, como para agregarle a eso la percepción de que por siglos
habían estado adorando y sirviendo a un Dios que, en el momento de mayor nece-
sidad, parecía estar borrado de la escena.
Fue precisamente en el silencio aterrador que quedó repiqueteando des-
pués de la pregunta “¿Dónde está su Dios?” que el Señor hace oír nuevamente su
voz y le responde a su pueblo. Es precisamente a partir de 2.18 que Dios toma la
palabra y a través de su profeta comienza a decir cosas que poco a poco van le-
vantando los rostros alicaídos, agregando brillo a las miradas tristes y acelerando
el ritmo cardíaco mientras la mente de todos y cada uno va llenándose de nuevas
imágenes teñidas de esperanza.
El profeta mismo parece despertar de su dolor y angustia, y su voz adquie-
re un nuevo matiz, mientras comunica al pueblo la palabra del Señor. La mirada
ahora cambia de dirección. Ya no está anclada en el pasado ni fijada en una reali-
dad presente aciaga, sino que se remonta al futuro y en un crescendo magistral va
desglosando el programa divino de liberación para su pueblo. El pasado oscuro y
el presente neblinoso dan lugar a un futuro brillante y luminoso.
130 – Desastre y esperanza: Joel
Joseph Comblin: “El profeta tiene ante sus ojos el porvenir. Su predica-
ción es anuncio y promesa. Pero las predicciones sobre el futuro tienen
una función de actualidad. Jamás se trata de acontecimientos futuros con-
siderados en sí mismos, sino como términos de conductas presentes. Se
anuncia en el futuro la promesa o la amenaza contenida en el modo pre-
sente de actuar. El porvenir es la retribución divina del presente. Por eso,
las predicciones carecen de precisión, sobre todo en cuanto a los plazos.
Los profetas confunden las distancias en el tiempo. Ven como cercanos
acontecimientos que pueden llegar con mucho retraso. Lo que les interesa
es el juicio de Dios sobre el presente más que la época en que Dios va a
cumplir ese juicio.”137
En esta segunda parte de su libro, Joel presenta el celo de Dios por la sal-
vación de su pueblo. Comienza mostrando la manera en que el Señor pondrá fin
al sufrimiento provocado por la opresión del ejército invasor y sus consecuencias,
y anuncia la restauración de las bendiciones de Dios (2.18-27). Lo más destacado
de la acción divina prometida es un derramamiento inusual y excepcional del
Espíritu Santo sobre toda la humanidad, que producirá resultados sorprendentes
(2.28-32). Otro anuncio importante es el juicio a las naciones (3.1-16), en el que
el pueblo del Señor resultará vindicado. Finalmente, Joel presenta las bendiciones
que Dios tiene guardadas para su pueblo que le reconoce como Señor (3.17-21).
Es interesante notar el cambio radical de la situación del pueblo entre la
primera parte del libro y la segunda. En 2.17 el pueblo llega a tocar fondo en
términos de su esperanza confiada en el Señor. A partir de 2.18 el pueblo se en-
cuentra con la respuesta del Señor, que en grado creciente va llevando al pueblo a
visualizar su destino de grandeza y bienaventuranza. La diferencia o la clave para
este cambio de situación no se encuentran en Yahweh sino en el pueblo. No es
que Dios cambie su manera de pensar o de actuar. Él siempre es el mismo, el
Dios bondadoso y compasivo que busca el bien de su pueblo. Quienes cambian
evidentemente son los integrantes del pueblo escogido, que por fin se vuelven a
su Dios con fe y comienzan a descansar en sus promesas de liberación. Esta acti-
tud de retorno a Dios hace posible que él opere con toda su gracia, saciando al
pueblo con todas las bendiciones de la tierra y operando la destrucción de los
enemigos. Nótese que en 2.19-27 las promesas divinas involucran bendiciones
materiales superlativas, es decir, el Señor le da a su pueblo todo lo que necesita
para vivir una vida plenamente humana conforme a su voluntad.
En 2.28-32 está la promesa de la provisión más rica y sorprendente de to-
das: la efusión general del Espíritu Santo. Muy probablemente Joel mismo no
alcanzaba a captar la profundidad y dimensión de esta promesa. Gracias a la in-
terpretación que Pedro hizo de este pasaje el Día de Pentecostés y la experiencia
de la iglesia a lo largo de los siglos después de su cumplimiento anunciado por el
Señor en Hechos 1.8, hoy podemos dimensionar de manera un poco más precisa
el alcance infinito de la misma, que todavía no se ha cumplido del todo.
137
Comblin, “Misión profética de la Iglesia,” 218.
Esperanza en el futuro (2.18—3.21) – 131
Una de las verdades más maravillosas de todas las que pregona la Biblia
es sin dudas la realidad del perdón divino. La frase “el Señor… perdonó a su
pueblo” tiene una fuerza asombrosa, que penetra hasta lo más profundo del co-
razón. En el Antiguo Testamento hay tres palabras hebreas que nuestra Biblia
traduce como “perdón.” Estas son kipper (“cubrir,” “ocultar,” que implica la idea
de expiación), nasa’ (“levantar,” “llevar fuera”) y sâlah (“remitir,” “condonar,”
“dejar ir”). Todas ellas son metáforas del perdón del pecado. El pecado es cubier-
to o tapado (expiado), de modo que queda invisible y no se interpone entre el ser
134 – Desastre y esperanza: Joel
humano y Dios (Éx. 29.36; 30.10; Lv. 8.14; 16.20; Sal. 85.2b; Is. 22.14); es lle-
vado fuera, de modo que ya no es una barrera (Gn. 4.13; Éx. 32.32; Sal. 24.18;
31.5); y es perdonado, de modo que ya no hay resentimiento o enojo en la mente
de la parte afectada (Lv. 4.20-26; 1 R. 8.30-34; Sal. 86.5; 103.3; Is. 55.7). La
primera y la última de estas tres palabras sólo se usan en relación con el perdón
de Dios. La segunda se refiere al perdón en general, sea de Dios al ser humano, o
entre seres humanos. La traducción más usual de la raíz kipper es “expiar” y la de
sâlah es “perdonar.”
No obstante, en el v. 18 no aparece ninguno de estos tres verbos. Los dos
verbos que se utilizan son qana’ (“tener celo,” “estar celoso por”) y hamal (“tener
lástima,” “perdonar”). El Señor, en su celo, defiende a los suyos como su pueblo
y se pone de su lado a favor de sus derechos. Él se opone a todos los que se rehú-
san a reconocer su soberanía absoluta (Éx. 20.5; Dt. 29.18-20; Sof. 1.17, 18; 3.7,
8), especialmente cuanto esto resulta en daño para su pueblo (Is. 9.7; 37.1-38; Ez.
36.5, 6; Zac. 1.14-16). El Señor siente piedad por su pueblo (BA, BJ) y se com-
padece de él (Éx. 2.6; Mal. 3.17).
138
No todos están de acuerdo en cuanto a la relación de este pasaje con los versículos
anteriores y con los que siguen. Ver un resumen de las principales posiciones en Prinsloo,
The Theology of the Book of Joel, 64, 65.
139
Jones, Isaiah 56-66 and Joel, 165.
La respuesta de Dios (2.18-27) – 135
EJERCICIO 19
El perdón de pecados.
Pasajes: Salmos 32.1; Salmos 32.5; Salmos 103.3; Proverbios 28.13; Isaías 1.18;
Isaías 55.7; Mateo 9.2-6; Efesios 1.7; Colosenses 1.13, 14; 1 Juan 1.9.
140
Gustavo Gutiérrez, El Dios de la vida (Salamanca: Ediciones Sígueme, 1992), 165.
La respuesta de Dios (2.18-27) – 137
puede liberar a todos los que invocan su nombre (2.32). ¡Esta es la esperanza que
proclama el evangelio!
Finalmente, nótese que el objeto de su amor es el pueblo. ¡Cuán refrescan-
tes habrán resultado para los moradores de Jerusalén las palabras de Joel: “el
Señor mostró amor por su tierra....” Lo más alentador de todo este sermón fue una
simple palabra de dos letras (en heb. es un sufijo, u): “su.” El saber del amor de
Dios y su disposición de perdonar puede no ir más allá de un dato teológico o
meramente informativo. Pero cuando se inserta un pronombre posesivo, la frase
adquiere la dimensión de algo personal y tremendamente apelativo. Alentar la
convicción de que a pesar de tantas desgracias ellos seguían siendo “su” pueblo,
era para Judá la mejor medicina para sus muchos males y la más grande de las
noticias.
El vacío de Dios y la consciencia de abandono de la providencia divina es
peor que el más agudo de los sufrimientos. Mientras hay Dios siempre habrá
esperanza, pero sin él ¿qué puede esperarse? El infierno es lo que es porque allí
no está el amor de Dios. Y la vida es un infierno cuando Dios parece lejano y
ausente de nuestro dolor. Pero el mensaje bíblico es que él ama a su pueblo. Él es
su Dios (1.14, 15; 2.13, 14; passim); él mora en su “santo monte” (2.1), que está
en medio de ellos; ellos son su pueblo (2.17, 19) y su heredad (2.17). En definiti-
va, ellos son el objeto de su amor. Saberlo no sólo alienta la esperanza, sino que
es el primer paso en el proceso de liberación.
141
Ogden, A Promise of Hope, 33.
La respuesta de Dios (2.18-27) – 139
EJERCICIO 20
Opresión.
142
Ver la discusión amplia en Kapelrud, Joel Studies, 93-108.
143
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 127.
140 – Desastre y esperanza: Joel
Pasajes: Éxodo 3.9; Éxodo 3.17; Éxodo 22.21; Deuteronomio 26.7; Salmos 9.9; Salmos
12.5; Salmos 103.6; Salmos 119.134; Isaías 10.1, 2; Zacarías 7.10.
Dios restituye los bienes perdidos. Su promesa a Judá fue: “Miren, les
enviaré cereales, vino nuevo y aceite, hasta dejarlos plenamente satisfechos” (v.
19a). El proyecto redentor de Dios no excluye la esfera de lo material e inmedia-
to. Por el contrario, cuando él libera hay una restitución de todo lo necesario para
hacer más humana la vida humana. Y esto incluye el pan para comer, el vino para
alegrar la vida y el aceite para curar. Pero también él restituye todos los elemen-
tos necesarios (pan, vino y aceite) para ofrecerle el culto que él merece. De este
modo, Dios restituye no sólo lo necesario para la vida humana, dando con ello un
motivo de gratitud y adoración a Dios, sino también todo lo necesario para la vida
religiosa, proveyendo con ello los medios para su culto.
¡Cuán oportuna es esta promesa en América Latina! Se ha hablado tanto
durante tanto tiempo de incorporar a nuestros países en el proceso de desarrollo,
de modo que podamos alcanzar el nivel de las naciones prósperas del mundo. Se
ha dicho que nuestra pobreza es consecuencia de nuestro “subdesarrollo,” de
modo que si se hacen las inversiones necesarias y se aplican las tecnologías ade-
cuadas, América Latina se podrá incorporar al concierto de las naciones del Pri-
mer Mundo por la vía del desarrollo. Sin embargo, la estrategia del desarrollo,
que se ha estado ensayando bajo diversos nombres y modelos a lo largo de más
de tres décadas no parece habernos hecho despegar de la miseria. Por el contrario,
da la impresión como que cada vez hay más pobres en el continente y que los
ricos se tornan en una minoría cada vez más rica y menos numerosa.
El engaño de los proyectos “desarrollistas” ha consistido en negar u ocul-
tar el hecho cierto de la explotación de nuestros países por parte de los países
centrales. Si bien ésta no es la única razón, sí es cierto que en buena medida nues-
tra pobreza es la consecuencia de la riqueza desmedida de las naciones dominan-
tes. Quizás sería más preciso decir que el lucro inhumano e irracional de las gran-
des corporaciones transnacionales es uno de los factores principales a tomar en
cuenta a la hora de evaluar la pobreza prevaleciente en América Latina. De allí
que, cuando se piensa en términos de liberación, no puede dejar de considerarse
la necesidad de una restitución de lo que ha sido quitado.
Frente a un hecho concreto como la deuda externa que agobia a todos los
países de la región, cabe preguntarse quién debe a quién. Si esa deuda ha sido, al
menos en una buena parte, el resultado de políticas financieras abusivas por parte
de países centrales, como los Estados Unidos, ¿no es justo que los países deudo-
res sean liberados de una carga que les impide atender a sus necesidades básicas?
¿Hasta cuándo habremos de ver limitado nuestro futuro por el pago de una factura
La respuesta de Dios (2.18-27) – 141
144
Pedro de Córdoba, “Carta al Rey,” en Colección de documentos inéditos, relativos al
descubrimiento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas en Améri-
ca y Oceanía, ed. por Luis Torres de Mendoza (Madrid: Imprenta de Frías y Cía., 1865),
11:220.
145
“Carta de los dominicos,” en Colección de documentos inéditos, relativos al descubri-
miento, conquista y organización de las antiguas posesiones españolas en América y
Oceanía, ed. por Luis Torres de Mendoza (Madrid: Imprenta de Frías y Cía., 1865),
11:213, 214.
142 – Desastre y esperanza: Joel
146
Según Pedro de Córdoba, “si entre ellas entraran predicadores solos, sin las fuerzas y
violencias de estos malaventurados cristianos, pienso que se podría en ellos fundar cuasi
tan excelente Iglesia como fue la primitiva.” Ver “Carta al Rey,” 217.
La respuesta de Dios (2.18-27) – 143
EJERCICIO 21
Alegría y gozo.
147
Keller, Jöel, Abdias, Jonas, 133, 134.
144 – Desastre y esperanza: Joel
Pasajes: 1 Crónicas 16.33; 2 Crónicas 20.27; 2 Crónicas 23.18; 2 Crónicas 30.21, 23;
Nehemías 8.10; Salmos 51.8; Proverbios 12.20; Isaías 51.11; Isaías 58.13,
14; Isaías 60.5; Jeremías 15.16; 1 Pedro 1.8.
de la presencia del reino de Dios acompañaron ese testimonio, mientras “cada día
el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos” (Hch. 2.47).
Luego, durante varios siglos, la iglesia sufrió la aridez del desierto espiri-
tual y la falta de verdor y fruto. Poco a poco, el testimonio victorioso de los cris-
tianos se fue enredando con los intereses mundanos, la ambición de poder y la
pérdida de una fe bíblica. Por siglos muchos cristianos estuvieron clamando como
el salmista: “¡Señor, haz que cambie de nuevo nuestra suerte, como cambia el
desierto con las lluvias!” (Sal. 126.4, RVR). Parecía como que toda semilla que
se sembraba caía en el yermo y no resultaba en el fruto esperado. Pero Dios fue
preparando el terreno primero, y luego anticipando un nuevo derramamiento de
su lluvia refrescante y vital, la ““lluvia tardía” o “lluvia de primavera.”
Esta lluvia, que hace brotar retoños en abundancia y produce frutos increí-
bles, es la lluvia de los tiempos postreros y anticipadora del retorno de nuestro
Señor. Dado que Joel sugirió que la lluvia temprana sería derramada “moderada-
mente,” es de suponer que la lluvia tardía será mucho más grande que la primera.
Si Pentecostés fue la experiencia que empapó a la iglesia de poder celestial para
el cumplimiento de su misión durante el primer siglo, la lluvia de primavera de
los últimos tiempos debe saturar a la iglesia de la gloria de Dios y llenarla de
frutos como nunca antes en la historia del cristianismo.
Hoy hay millones de creyentes en el mundo que creen que la iglesia está
comenzando a recibir la “lluvia tardía.” No son pocos los que están convencidos
de que la “lluvia de primavera” está regando todo el planeta con una unción pode-
rosa del Espíritu Santo. Jesús prometió con claridad: “Ciertamente les aseguro
que el que cree en mí las obras que yo hago también él las hará, y aun las hará
mayores, porque yo vuelvo al Padre” (Jn. 14.12). Esta promesa, según algunos,
parece estar cumpliéndose hoy a través de los grandes milagros y señales que
Dios está obrando por medio de su pueblo y por el poder del Espíritu Santo. Estas
obras “mayores” son también un anticipo del retorno de Cristo y forman parte de
la lluvia tardía que antecede a la gran cosecha. Si bien estas reflexiones nos llenan
de entusiasmo, cabe recordar aquí lo dicho por Jesús sobre la imposibilidad de
saber el tiempo de su retorno (Mr. 13.32; Mt. 24.36). De todos modos, será en
“un tiempo así,” de gran despertar espiritual, que el Señor vendrá.
Lo que parece evidente es que la iglesia contemporánea en América Latina
está redescubriendo el poder del Espíritu Santo. Los dones del Espíritu están
comenzando a ser ejercidos en las congregaciones particulares y locales, y los
creyentes parecen estar abandonando un espíritu de derrota, para asumir la victo-
ria que les pertenece en Cristo Jesús. Las cadenas con que Satanás tenía ligados a
los cristianos y a las iglesias se están rompiendo, y éstos dejan de lado una actitud
defensiva para atacar en el nombre de Jesús los bastiones demoníacos y el reino
de las tinieblas. Una nueva vitalidad y fertilidad comienza a percibirse en muchos
creyentes e iglesias, a medida que las gotas de la lluvia de primavera van moján-
doles. Los cristianos tienen una mayor sensibilidad no sólo para entender los
problemas de la comunidad en que viven, sino también para actuar en el poder del
Espíritu para solucionarlos. Cada vez son más numerosos los creyentes que des-
La respuesta de Dios (2.18-27) – 147
cubren que su fe debe traducirse en un estilo de vida y éste debe ser como levadu-
ra en la masa social.
La esposa de Cristo ya no esté llorando su viudez, sino que con gozo y vic-
toria está gritando su alegría ante la expectativa viva del retorno de su Esposo. La
profecía de Isaías 54.1-5 puede estar cumpliéndose. Si es así, ¿cómo actuaremos
frente al torrente de bendición que Dios está dejando caer sobre su pueblo? ¿Abri-
remos neciamente el paraguas de la incredulidad, la indiferencia, la duda, la irres-
ponsabilidad y la carnalidad? ¿Nos replegaremos sobre nuestras propias ideas y
prejuicios, nuestros planes y programas, nuestras perspectivas mezquinas y ambi-
ciones egoístas? Es hora de que, arrepentidos de nuestros muchos pecados y
humillados ante la augusta presencia poderosa de nuestro Señor, depongamos
nuestro orgullo y dejemos al Espíritu Santo soplar por donde él quiere (Jn. 3.8).
Permitámosle que nos llene de su presencia y haga que de nuestro interior broten
ríos de agua viva, conforme su promesa a todo aquel que cree en él (Jn. 7.38a,
39). Este es tiempo de lluvia en América Latina. ¡No vivamos como si nos en-
contrásemos en medio de una gran sequía!
148
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 132.
148 – Desastre y esperanza: Joel
Nunca como hoy ha habido entre los cristianos una preocupación tan gene-
ralizada por el desarrollo y crecimiento de la iglesia. No se trata de la promoción
de una determinada teoría o estrategia de crecimiento numérico, sino de una
auténtica inquietud por ver la expansión integral del reino de Dios sobre la tierra.
Una creciente expectativa en cuanto al retorno de Cristo, estimulada por el apa-
rente cumplimiento de viejas profecías al respecto y el advenimiento del final del
siglo pasado y el comienzo del siglo XXI, han creado en los últimos veinte años
una consciencia y deseo más profundo por ver a “toda la humanidad” rendida a
los pies del Señor.
El clima de un avivamiento espiritual generalizado, junto con las eviden-
cias de un derramamiento poderoso del Espíritu Santo en esta generación, están
alentando nuevas esperanzas de mayores conquistas para la gloria de Cristo. Cre-
yentes e iglesias van dejando de lado actitudes defensivas, y se van comprome-
tiendo con coraje creciente en la lucha contra el reino de las tinieblas. Cristianos
que permanecían tímidamente callados y avergonzados frente a un mundo sumido
en pecado y maldad, se están vistiendo su armadura (Ef. 6.10-17) y llenos del
Espíritu Santo está saliendo al campo de batalla cotidiano, para tomar la victoria
que les pertenece en Cristo Jesús.
Muchas congregaciones que por décadas se contentaron con ser “un pe-
queño pueblo muy feliz,” se están proponiendo ganar a miles para Cristo. Iglesias
que por años se movieron sobre la base de sus posibilidades, ahora descansan en
el poder de Dios para cumplir con su misión. Atrevimiento, valor, denuedo, es-
fuerzo y tesón no son virtudes ajenas a muchos hijos e hijas de Dios, que llenos
del Espíritu de Cristo brillan “como estrellas en el firmamento” (Fil. 2.15). Si en
otro tiempo se escuchaba a los creyentes decir, frente a los desafíos del mundo:
“No podremos...,” hoy cada vez más se escuchan las voces de aquellos que dicen:
“Subamos a conquistar esa tierra. Estoy seguro de que podremos hacerlo” (Nm.
13.30).
Hoy el Señor está dando a la Iglesia un crecimiento como ésta no conoció
desde el día de Pentecostés. Es más, conforme a la promesa bíblica, es de esperar
que el crecimiento de la iglesia de Cristo hoy sea proporcionalmente muy supe-
rior al experimentado por la iglesia apostólica. Consideremos algunos hechos.
149
David R. Barrett, ed. World Christian Encyclopedia (Nairobi: Oxford University Press,
1982).
152 – Desastre y esperanza: Joel
razón por la que muchos consideran que Europa y los Estados Unidos son los
campos misioneros más necesitados del evangelio de Jesucristo en el día de hoy.
Mientras la fe cristiana parece perder su poder e influencia en el hemisfe-
rio norte, tal no es el caso en el Mundo de la Mayoría. En África un promedio de
4.000 personas por día se convierte a la fe de Cristo, mientras que otros 12.000 se
agregan a las iglesias simplemente por crecimiento vegetativo. En Asia se está
viviendo uno de los avivamientos más extraordinarios de la historia cristiana,
especialmente en Corea, donde la tasa de crecimiento anual es del 6.6 por ciento.
Dos tercios de este crecimiento son por conversión y no por incremento vegetati-
vo. Por entonces (1980) se consideraba que de continuar este proceso, el 42 por
ciento de la población coreana sería cristiana para fines del siglo XX, lo cual no
ocurrió.
Algo similar ocurre en las Filipinas, Indonesia y especialmente en China
continental. Cuando los comunistas tomaron el poder en 1949 había 3 millones de
cristianos en China. Se dice que para 1980 los creyentes ya se habían multiplica-
do por diez (30 millones), a pesar de las terribles persecuciones bajo la Revolu-
ción Cultural. Hay quienes dicen que en la actualidad hay en China más de 100
millones de cristianos, y hace unos quince años atrás un par de eruditos chinos
(cristianos) pertenecientes a la iglesia protestante reconocida por el gobierno
comunista, me dijeron que en su país había... ¡más de 150 millones de cristianos!
En las varias repúblicas de la ex-Unión Soviética, si bien todavía hay unos
137 millones que se confiesan arreligiosos o ateos, más de 100 millones son cris-
tianos fieles. Y esto a pesar de setenta años de predica ateística y persecución
abierta bajo el régimen comunista. Incluso en los países musulmanes del Cercano
Oriente y el norte de África, miles de jóvenes abrazan la fe cristiana en forma
clandestina. El mensaje les llega a través de numerosas audiciones radiales trans-
mitidas por onda corta desde países cristianos.
Además, nunca como hoy la Palabra de Dios ha estado disponible en tan-
tos idiomas y dialectos del mundo. De los 8.990 grupos lingüísticos o étnicos que
hay en el mundo, 6.860 cuentan con la Biblia o una porción de la misma en sus
propias lenguas. El mensaje no sólo se difunde por la página impresa, sino tam-
bién a través de los medios masivos de comunicación. Aproximadamente 1.000
millones de personas oyen el evangelio por radio todos los meses. Muchas de
estas emisiones se hacen por onda corta, lo que permite alcanzar con la Palabra a
los rincones más remotos del planeta. Por primera vez en esta generación, y ya en
varias oportunidades, el evangelio ha sido predicado por televisión vía satélite a
todo el mundo. ¡No hay lugar en la tierra que no haya sido alcanzado con el men-
saje de salvación! En 1985 la población mundial era de 4.781.100.000 seres, con
un porcentaje de cristianos del orden del 32.4 por ciento, o sea, 1.548.600.000
personas. Esta cifra se está incrementando asombrosamente, de manera especial
en el Mundo de la Mayoría, en los primeros años de este siglo. El mayor creci-
miento de la fe cristiana se está dando entre los grupos caracterizados como “igle-
sias nativas no blancas y sin lazos con las juntas misioneras occidentales.” Es
decir, congregaciones independientes de compromisos denominacionales con las
iglesias históricas, de un fuerte perfil nacional, muchas de ellas de carácter pente-
La respuesta de Dios (2.18-27) – 153
150
Ibid., 1, 2.
151
Ver Biblia Hebraica Stuttgartensia (Stuttgart: Deutsche Bibelgesellschaft, 1998), 1013,
1014.
152
Roland Simkins, Yahweh’s Activity, 203-208; y Duane A. Garrett, “The Structure of
Joel,” JEThS 28:3 (1985): 289-297, consideran que la ruptura mayor en el libro viene
después de 2.27 en lugar de 2.17, porque 2.17-27 no son versículos escatológicos, sino una
respuesta positiva a la plaga de langostas en 1.1-12. De alguna manera estos autores igno-
ran el contraste entre la forma de lamentación (1.1—2.17) y la respuesta de Dios (2.18—
3.21).
156 – Desastre y esperanza: Joel
futuro. El pasaje se cierra con la referencia temporal de 3.1, que también introdu-
ce una nueva temática. Quien habla es Dios, quien tenía la palabra en 2.27.
Estos versículos constituyen uno de los pasajes más leídos de toda la Bi-
blia y encierran una de las promesas más apreciadas por los creyentes. Han sido
objeto de lectura, interpretación, meditación y reflexión en cada generación de
cristianos, al tiempo que han recibido las aplicaciones más diversas. De todas las
profecías bíblicas, es aquella a la que se le atribuyen los más variados cumpli-
mientos y a la que todavía se le asigna un cumplimiento futuro.
El envío de las lluvias copiosas no sólo puso de manifiesto el poder de
Dios para cumplir su promesa de enviar bendiciones abundantes sobre su pueblo,
sino que fue al mismo tiempo la garantía de una segunda promesa mucho más
trascendente, como es el derramamiento del Espíritu divino “sobre todo el género
humano.” “Mi Espíritu” es el mismo que estuvo activo en la creación (Gn. 1.2),
en la obra de santificación (Gn. 6.3) que fue resistida por la presencia del pecado,
y en la unción de Moisés y los setenta ancianos (Nm. 11.17, 25-30). Es el mismo
Espíritu que llenó de poder a Josué (Nm. 27.18; Dt. 34.9), y a Elías y Eliseo (2 R.
2.9, 15). En la promesa que registra Joel, el Espíritu es derramado sobre todo ser
humano y no sobre ciertos individuos en particular que son participantes del pacto
de Israel. No hay en todo el Antiguo Testamento una promesa más universal y de
un alcance tan amplio, especialmente en sus efectos.
o clase social (Gá. 3.28). Incluso los esclavos gozarán del poder del Espíritu y
hablarán en nombre de Dios, cosa que ni siquiera sus amos habían hecho antes.
Es universalista porque incluye a “toda carne.” La pregunta es si la expresión se
refiere a todos los seres vivientes (incluidos los animales) o a todos los miembros
de la comunidad de Judá restaurada. Los pronombres que se usan apoyan lo se-
gundo (“los hijos y las hijas de ustedes”). Además, las manifestaciones del de-
rramamiento del Espíritu parecen indicar lo mismo: profecía, sueños y visiones.
Todos estos elementos afirman la presencia de Dios en medio de su pueblo, a
pesar de la devastación sufrida. Dios no los ha abandonado. No obstante, queda
abierta la pregunta si “toda carne” no incluye también a aquellas personas que
están afuera del pacto de Israel y que, por medio de esta efusión poderosa del
Espíritu, son invitadas a integrarse al pacto de salvación.
153
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 148.
158 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 22
Pasajes: Números 11.25; Jueces 3.10; Jueces 6.34; Jueces 14.6; 1 Samuel 10.10; 1
Samuel 16.13; 1 Samuel 19.20; Lucas 1.15; Lucas 2.25; Lucas 4.1; Hechos
2.3, 4; Hechos 4.8; Hechos 4.31; Hechos 7.55; Hechos 8.17; Hechos 10.44;
Hechos 11.22-24; Hechos 13.9; Hechos 13.51, 52; Hechos 19.6, 7.
términos de la “iglesia cristiana” como tal la respuesta debe ser negativa. Pero en
otro sentido es posible llegar a una respuesta afirmativa. Con anterioridad a Pen-
tecostés ya había un pueblo de Dios, una comunidad de creyentes, es decir, el
pueblo de Israel en la antigüedad y los seguidores del Mesías Jesús en el tiempo
más inmediato a Pentecostés. Entonces, ¿qué fue lo que ocurrió el día de Pente-
costés? Para encontrar una respuesta que explique la singularidad de aquel evento
fundacional es necesario recurrir tanto al Antiguo como al Nuevo Testamento. La
respuesta se encuentra en Joel 2 y Hechos 2.
En el día de Pentecostés se derramó una unción inexplicable de parte de
Dios sobre su pueblo escogido en Cristo Jesús. Esta comunidad había conocido
solamente el gozo de ser creyentes en Dios. Pero después de la experiencia del
Espíritu Santo en Pentecostés fueron transformados en testigos cristianos, con un
mensaje para compartir y el poder necesario para hacerlo por todo el mundo. La
bendición inexplicable de Pentecostés marcó una gran diferencia entre los creyen-
tes en Dios.
Aquí vemos en la verdad revelada un paralelismo entre el advenimiento de
Cristo Jesús y el advenimiento del Espíritu Santo. Así como la venida de Cristo
(incluyendo su muerte en la cruz y su resurrección al tercer día) marcó una gran
diferencia en la experiencia del pueblo de Dios, de igual modo la venida del Espí-
ritu Santo en el día de Pentecostés marcó otra gran diferencia en la vida del pue-
blo cristiano de la iglesia temprana. Si no nos percatamos de este gran paralelis-
mo como una verdad revelada en la Palabra de Dios, podemos caer en el peligro
de ser cristianos, pero sólo por la mitad o cristianos parciales (quizás se podría
decir, “nominales”). Es más, estaríamos perdiendo la enorme bendición de ser
testigos cristianos llenos del poder del Espíritu Santo.
El libro de Joel, en su forma y estructura, revela aquello que era lo más
necesario para el pueblo de Dios después del advenimiento del Mesías. En este
sentido, Joel es una poderosa profecía sobre la evangelización mundial en el po-
der del Espíritu Santo. El contenido total del libro, como se ha indicado en varias
partes, toma en cuenta una seria situación de crisis y muestra cómo Dios intervie-
ne para traer liberación. Dios no está ajeno ni es indiferente al clamor de los su-
yos. En 2.18-27, encontramos la respuesta de Dios al pedido de su pueblo y la
promesa de diversas bendiciones materiales. En estos versículos (2.28, 29) encon-
tramos el concepto divino y bíblico en cuanto al mundo. Todo bien de este mun-
do, toda bendición material está bajo el control soberano de nuestro Dios Todo-
poderoso. Estas bendiciones son para todos aquellos que caminan con Dios. En el
Antiguo Testamento, las expresiones más típicas sobre este particular son las que
tienen que ver con bendiciones en términos de “tierra” y numerosos “descendien-
tes” (Gn. 12.1-7; 13.14-18; 15.1-7; 17.1-8; etc.). El profeta Joel es bien conscien-
te de esto como una verdad revelada por Dios.
Cuando leemos el texto de Joel (v. 28) con esta perspectiva, descubrimos
una profecía que tiene que ver directamente con otra dimensión de la acción divi-
na. Se trata de la evangelización mundial. El significado de la expresión “después
de esto” en el contexto es que en adición a lo que se ha mencionado en los versí-
culos anteriores (vv. 18-27), es decir, una suma de bendiciones materiales, Dios
160 – Desastre y esperanza: Joel
texto continúa señalando: “Tendrán sueños los ancianos y visiones los jóvenes
verán visiones.” Esto significa que en la era del Espíritu ya no habrá distinciones
de edad. Por otro lado, las profecías, los sueños y las visiones eran considerados
como experiencias y prácticas que estaban limitadas a un cierto tipo de personas y
no se esperaba que fuesen realizadas por todo el pueblo. Tenían que ver con el
oficio o tarea de ciertos profesionales de la religión, como los profetas o los sa-
cerdotes. Cuando Dios envió al Espíritu Santo en el día de Pentecostés, dando
cumplimiento de este modo a la promesa que hizo a través de su Hijo Cristo
Jesús, todos los creyentes fueron capacitados para recibir algunos de estos “dones
del Espíritu.” No obstante, Joel no se refiere a los dones carismáticos en general,
sino a la capacidad de recibir mensajes de Dios y compartirlos con otros seres
humanos. Además, en el v. 29, el Señor agrega: “En esos días derramaré mi Espí-
ritu aun sobre los siervos y las siervas.” Esta palabra debe haber resultado sor-
prendente en los días de Joel. Era inconcebible en aquel entonces que siervos y
siervas pudieran gozar de bendiciones espirituales en su condición de tales.
Cuando se inauguró la era del Espíritu Santo, en cumplimiento de la pro-
mesa de Dios, conforme lo indica el profeta Joel, comenzó una nueva dispensa-
ción bajo la cual ya no hay distinciones ni condiciones para recibir las bendicio-
nes espirituales de Dios. Las barreras de género, edad, condición religiosa o so-
cial ya no son un impedimento para disfrutar de ellas. Por la obra del Espíritu
Santo, todos los seres humanos pueden disfrutar de las bendiciones espirituales
prometidas por el Señor. En tales condiciones, la evangelización mundial parece
posible y de hecho ocurrirá en la medida que hombres y mujeres, niños y ancia-
nos, ricos y pobres sean llenos del Espíritu Santo y anuncien el evangelio del
reino.
Pablo A. Deiros: “Una señal religiosa es aquella que funciona como vehí-
culo de la revelación divina. La señal es portadora de la revelación de
162 – Desastre y esperanza: Joel
Dios. Los milagros son señales, pero no todas las señales son milagros o
sucesos prodigiosos. Las señales, en su realidad constitutiva, pueden ser
cuestiones corrientes y naturales, pero encierran una función y valor signi-
ficativos como indicadores de la presencia de lo sobrenatural y divino. El
vocablo señal viene del gr. semeion (de donde viene la palabra semáforo),
y aparece solo, en pareja o en trilogía con ‘prodigios y maravillas’ en más
de 70 pasajes en el Nuevo Testamento, especialmente en los evangelios y
en Hechos. Sólo en el Evangelio de Juan está 17 veces, mientras que en
los escritos de Pablo aparece en ocho pasajes.”154
EJERCICIO 23
Señales y prodigios.
154
Pablo A. Deiros, Diccionario hispanoamericano de la misión (Miami: Editorial Unilit,
1997), 391, 392.
Las promesas de bendición (2.28-32) – 163
Pasajes: Hechos 2.22; Hechos 2.43; Hechos 4.30; Hechos 5.12; Hechos 6.8; Hechos
7.36; Hechos 14.3; Hechos 15.12; 2 Tesalonicenses 2.9; Hebreos 2.4.
Muchos hoy se preguntan dónde está Dios. La crisis total que nos envuel-
ve por todas partes nos lleva a preguntarnos si el Señor no se ha desentendido de
su creación y de la humanidad en estos últimos años del siglo XX. Las situacio-
nes por las que atravesamos son tan calamitosas que, en la opinión de muchos,
Dios ha desaparecido de la escena humana. Sin embargo, según otros, el Señor
está más activo que nunca y las evidencias de su poder son cada vez más extraor-
dinarias. ¿Qué es lo que está sucediendo? ¿Cómo explicar el aumento del mal en
nuestros días y a la vez dar razón del avivamiento espiritual que cada vez se hace
más notorio en América Latina?
La Biblia nos enseña que, en los últimos días y antes del retorno de Cristo,
se van a producir dos avivamientos de manera paralela. Por un lado, habrá un
avivamiento del mal bajo la conducción de Satanás; y, por el otro, habrá un avi-
vamiento espiritual alentado por Dios. Cada despertar procurará ganar la adhesión
del mayor número de personas en el mundo. Los estudiosos de la Biblia se han
preguntado a lo largo de los siglos acerca de estas profecías que tienen que ver
con los últimos tiempos. Sin embargo, nunca como hoy es posible entender lo que
la Palabra de Dios enseña respecto a estos dos avivamientos. Esto no significa
que necesariamente el despertar de la maldad y la renovación espiritual de los
creyentes, que hoy parecen experimentarse en muchas partes del mundo, son
evidencias de que el Señor “está a las puertas.” Pero sí significa que el Señor
vendrá en un tiempo así, como el que hoy estamos viviendo en América Latina.
En la Biblia hay muchos otros pasajes que tienen que ver con la terrible
apostasía que vendrá en los últimos tiempos: Mateo 7, 1 Timoteo 4, 2 Pedro 2,
Judas y Apocalipsis 17. Estos pasajes describen un período de la historia del
cristianismo en el que el liderazgo espiritual será asumido por personas que se
opondrán a todo lo que Cristo y su iglesia representan. A la cabeza de este aviva-
miento satánico estará la “trinidad impía” compuesta por la Bestia, el Falso Profe-
ta y el Anticristo. Estas personalidades diabólicas son descritas detalladamente en
Apocalipsis 19.20; 1 Juan 2.18, 19, 4.3 y 2 Juan 7. Las tres trabajan en unidad en
contra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
No cabe duda de que hoy confrontamos un avivamiento sin precedentes de
la maldad en el mundo. La destrucción del matrimonio y la aniquilación de la
familia son algunos de los síntomas más claros del crecimiento de la maldad en
nuestros días. El aumento de la promiscuidad sexual, el adulterio y la fornicación,
junto con la salida a escena del movimiento homosexual y el aumento de la dro-
gadicción hablan a las claras de cuán profunda es la crisis moral de esta genera-
ción. Ya son varias las denominaciones que han ordenado al ministerio a homo-
sexuales activos. Incluso en varios lugares de América Latina se han organizado
congregaciones de homosexuales y lesbianas, que abiertamente promueven el
homosexualismo entre cristianos profesantes.
La invasión de misioneros del ocultismo (espiritismo, macumba, umban-
da, kimbanda y otras sectas), que se reproducen en miles de adeptos, está difun-
diendo de manera asombrosa la devoción y prácticas satanistas. El satanismo en
sus más variadas formas ha encontrado espacios en la radio, la televisión y los
medios masivos de comunicación haciendo que vastos sectores de la población
caigan bajo el control demoníaco, y que el caos espiritual y moral se generalice.
Cada día este avivamiento satánico se pone más al descubierto. Los servi-
cios de “adoración” de este culto impío se celebran cotidianamente y a toda hora
en las discotecas de moda, los teatros y cines con espectáculos pornográficos, y a
través de las toneladas de materiales impresos obscenos. Cada hogar es una “igle-
sia casera” potencial para los ritos diabólicos de este movimiento. La televisión
lleva y presenta toda la liturgia del avivamiento satánico a los hogares, donde
tanto adultos como niños y adolescentes se convierten de a miles en paganos
modernos. ¡Satanás está haciendo todo lo que puede para destruir a esta genera-
ción! Nos encontramos en medio de un impresionante avivamiento de la maldad y
el pecado en el mundo.
155
Orlando E. Costas, Christ outside the Gate: Mission beyond Christendom (Maryknoll:
Orbis Books, 1984), 184, 185.
Las promesas de bendición (2.28-32) – 167
Este versículo marca el clímax de todo este pasaje, que se ha ido movien-
do de manera ascendente. En el día del Señor, “todo el que invoque el nombre del
Señor escapará con vida.” En cuanto a los que se pierden parece obvio que su
destino está también en las manos de Dios. Así como el derramamiento anuncia-
do del Espíritu es universal (“todo el género humano”), la salvación prometida
también lo es (“todo el que invoque”). Nadie es discriminado en tanto “invoque el
nombre del Señor,” es decir, mientras se adhiera al proyecto redentor de Dios y
entre en pacto con él. No obstante, Joel está pensando en una redención de tipo
nacional (ver Ro. 10.13, donde Pablo amplía aun más el concepto de salvación
para alcanzar no sólo a los judíos sino también a todos los gentiles).
Nótese que según Joel la salvación está localizada en un lugar físico: “en
el monte de Sion y en Jerusalén.” Esto resulta contradictorio frente a la perspecti-
va cósmica de los versículos anteriores. “Sin embargo, estamos nuevamente en
presencia de la tensión que recorre todo nuestro libro entre los elementos que
connotan trascendencia, y aquellos otros que enfatizan lo concreto y factual de los
eventos. El Día puede estar adelante en el tiempo, en un momento incierto, pero
Jerusalén y el monte Sion están allí para testificar de la realidad de la prome-
sa.”156 El mismo escenario que fue testigo de la humillación de Judá será testigo
de su reivindicación y salvación.
La expresión “entre el remanente” (RVR) es problemática (heb. lit. “en los
sobrevivientes,” ver NVI, PD, NBE, BJ), si bien probablemente se refiere a los
sobrevivientes de la destrucción de Jerusalén, como bien traduce la NVI.
EJERCICIO 24
Invocación y salvación.
Discutir por unos quince minutos en grupos de seis personas la siguiente cuestión:
En Joel 2.32 leemos que “todo el que invoque el nombre del Señor escapará con vida”
(“será salvo” en RVR). ¿Qué quiere decir “invocar el nombre del Señor”? ¿Qué implica
esta expresión? ¿Qué significa para nosotros “salvación”?
156
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 153.
168 – Desastre y esperanza: Joel
Las palabras de este pasaje, una vez más, exaltan la gracia de Dios por so-
bre las contingencias de los conflictos humanos. Este es el auténtico evangelio: el
de la gracia de un nuevo pacto. Este evangelio está, además, ligado al propósito
eterno de Dios para toda la humanidad, que es el cumplimiento de su deseo de
que todos los seres humanos procedan al arrepentimiento y encuentren salvación
en él (1 Ti. 2.4). El círculo de los herederos de la promesa de redención se amplía
de este modo de manera notable. Los destinatarios de la gracia salvadora ya no
son los miembros de un pueblo particular, un “remanente” (como traduce RVR)
estacionado “en el monte de Sion y en Jerusalén,” según Joel. Por el contrario, la
posibilidad de ser salvos ahora alcanza a todos los seres humanos, es decir, es
“para sus hijos y para todos los extranjeros, es decir, para todos aquellos a quie-
nes el Señor nuestro Dios quiera llamar,” no importa dónde residan, según Pedro
(Hch. 2.39). La salvación no es sólo para los llamados por Dios a constituirse en
un “remanente” en medio de las naciones, según Joel; sino “para todos aquellos a
quienes el Señor nuestro Dios quiera llamar” de entre las naciones, según Pedro.
Este versículo nos lleva a pensar en dos cosas en relación con la salvación
prometida por Dios: vocación e invocación.
Por un lado, nuestra salvación está relacionada con la invocación del nom-
bre del Señor. ¿Qué significa esto? Por cierto que no quiere decir que el nombre
de Dios opere como una especie de palabra mágica, que produce ciertos resulta-
dos en la esfera material y espiritual de la vida humana. No se trata tampoco de la
repetición frecuente e intensa del nombre divino como fórmula o sortilegio para
cambiar las circunstancias negativas de la vida o asegurarse el perdón de los pe-
cados. “Invocar” es mucho más que pronunciar el nombre del Señor. Significa
entrar en una relación profunda con la Persona a la cual el nombre se refiere. Es
volverse a él y estar dispuesto a confiar en él y sólo en él para nuestra salvación.
Como comentara Juan Calvino, esta palabra es extraordinaria “porque Dios decla-
ra que la invocación de su nombre en una situación desesperante es un puerto
seguro de seguridad.... Dios posee un poder suficientemente grande como para
liberarnos, sólo en tanto que recurramos a él.”157
En aquel día memorable de Pentecostés, después de la ascensión de Jesu-
cristo, el apóstol Pedro utilizó las palabras de Joel para invitar a los pecadores
arrepentidos a invocar el nombre del Señor y encontrar salvación (Hch. 2.21). El
apóstol Pablo dice que todos los que han pecado no alcanzan la gloria de Dios
(Ro. 3.23), que la paga del pecado es la muerte (Ro. 6.23), y que en Cristo Dios
ha abierto un camino de salvación que es efectivo tanto para los judíos como para
los gentiles: “No hay diferencia entre judíos y gentiles, pues el mismo Señor es
Señor de todos y bendice abundantemente a cuantos lo invocan, porque ‘todo el
que invoque el nombre del Señor será salvo’” (Ro. 10.12, 13).
157
John Calvin, Commentaries on the Twelve Minor Prophets, vol. 2: Joel, Amos, Obadiah
(Grand Rapids: Baker Book House, 1989), 105, 106.
Las promesas de bendición (2.28-32) – 169
cia de cada creyente, no importa cuán difíciles parezcan las circunstancias presen-
tes que le rodean.
El capítulo 3 de Joel comienza con el juicio del Señor sobre las naciones
que oprimieron a su pueblo. Este juicio pone de manifiesto una vez más la actitud
misericordiosa de Dios hacia sus escogidos. Joel menciona a dos naciones repre-
sentativas (Tiro y Sidón), que en el pasado habían obrado cruelmente en relación
con el pueblo de Dios. Esas naciones recibirían su justa retribución por sus accio-
nes opresivas e injustas. Luego, en un poema maravilloso por su dramatismo, el
profeta llama a todos los valientes del ejército del Señor a prepararse y luchar en
una batalla que, evidentemente, va más allá de un mero combate terrenal y huma-
no. Se trata de una confrontación directa con los enemigos de Dios. De este mo-
do, los creyentes son involucrados en una lucha que no es “contra seres humanos,
sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mun-
do de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales”
(Ef. 6.12).
La expresión “en aquellos días” introduce un nuevo aspecto dentro del te-
ma que el profeta viene desarrollando. No se refiere a un nuevo tiempo futuro
sino al mismo tiempo futuro de la unidad anterior, con la que está vinculada
(2.28-32). Lo nuevo aquí es el juicio sobre las naciones. Así como en el pasaje
anterior el énfasis estuvo en la salvación de los que invocan el nombre del Señor,
en este pasaje se enfatiza la condenación de aquellos que oprimieron a Judá. El
pasaje puede dividirse en dos secciones (vv. 1-8 y 9-15). A su vez, la primera
sección, que anuncia el juicio a las naciones opresoras, se puede dividir en dos.
Los primeros tres versículos presentan un juicio general en el valle de Josafat.
Este valle es de ubicación incierta, pero quizás el profeta está pensando en el
valle de Cedrón, al este de Jerusalén. Los vv. 4-8 especifican a los pueblos que
habrán de ser juzgados. La segunda sección (vv. 9-15) presenta la convocación de
las naciones al juicio. Cada oráculo es independiente. El primero y el tercero son
172 – Desastre y esperanza: Joel
158
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 90.
El juicio sobre las naciones (3.1-15) – 173
no, porque han abusado injustamente del pueblo de Dios y lo han humillado (2.2,
5, 17). Se trata de las naciones que han invadido y explotado a Jerusalén y robado
la dignidad de Judá. Son los mismos que según 1.6 han subido para tomar la tierra
y según 2.7, 9 han subido a la ciudad para invadirla. Pero ahora, los que “subie-
ron” o “invadieron” triunfantes deberán “bajar” o “descender” derrotados al valle
del juicio. El “valle de Josafat” será el escenario del juicio divino de las naciones
(v. 12). El nombre (del heb. yah, “Yahweh,” y shafat, “juzgar,” o sea, “el valle
donde Yahweh juzga”) aparece sólo en Joel y se refiere al lugar desde donde el
Señor juzga, más que a un punto geográfico determinado. Además, no existen
evidencias de que hubiera un valle con ese nombre en la época de Joel. Desde el
siglo IV d.C. se denominó con este nombre al torrente de Cedrón. Pero no existen
razones para pensar que Joel se refería al valle del Cedrón. Es probable, pues, que
la referencia de Joel sea simbólica. Lo que el texto está diciendo es que Dios va a
convocar a todas las naciones al lugar del juicio divino.
Judá es descrita como “mi pueblo” (2.18, 27, expresión típica en la tradi-
ción del pacto) y “mi propiedad” (Sal. 28.9; 74.2; 79.1, se refiere a la tierra que
Dios le dio a Judá). Las naciones han cometido crímenes imperdonables. El pasa-
je los resume en cinco acciones: “dispersaron,” “repartieron,” “echaron suertes,”
“cambiaron” y “vendieron” (Sal. 22.18; 44.11, 12; Lam. 5.2; Abd. 11; Jer. 50.17).
La situación que se describe corresponde a la devastación y exilio del pueblo
provocados por la caída de Jerusalén en 586 a.C. y las penurias vividas por ellos
aún después del regreso de Babilonia y bajo el régimen de los persas. Las nacio-
nes mencionadas podrían ser las que participaron del desmantelamiento del reino
de Judá.
Estos versículos destacan las características del juicio divino. Nótese que
es el Dios del pueblo vencido quien juzga a las naciones vencedoras. La situación
presente de Jerusalén es la de un pueblo cautivo (v. 1), que se encuentra disperso
(v. 2) y sometido política y económicamente (vv. 4, 5). Judá y su Dios resultaron
los perdedores en esta confrontación y fueron objeto de las burlas de los vencedo-
res (2.17). No obstante, según Joel, la derrota no es el resultado de la desobedien-
cia de Judá, su olvido de Dios o su pecado; como tampoco es consecuencia de la
debilidad de Dios o su incapacidad en defender a los suyos. Judá fue ocupada y
Jerusalén cayó porque el enemigo se mostró cruel e inhumano. El pasaje señala al
pecado de las naciones antes que al pecado de Judá.
174 – Desastre y esperanza: Joel
EJERCICIO 25
El juicio de Dios.
Pasajes: Salmos 62.12; Salmos 96.13; Proverbios 11.31; Eclesiastés 3.17; Eclesiastés
12.14; Romanos 2.2; Romanos 2.5; Colosenses 3.25; 1 Pedro 4.17; 2 Pedro
3.7.
Han pasado algo más de quinientos años desde que los conquistadores eu-
ropeos llegaron a nuestro continente. En ocasión del Quinto Centenario se han
dado las más diversas y contradictorias opiniones y evaluaciones. La polémica
sobre la interpretación del hecho ha adquirido por momentos una virulencia inusi-
tada. Después de más de dos décadas del aniversario, todavía se oyen los ecos de
las encendidas exposiciones en favor y en contra. La leyenda negra y la leyenda
dorada no han dejado de atraer la atención de quienes siguen intentando interpre-
tar lo acontecido con alguna pretensión de objetividad. En buena medida, nos
encontramos como Joel y sus coetáneos tratando de mirar al pasado y el presente
para poder elaborar una mejor idea del futuro. Así como la invasión extranjera y
las secuelas de la destrucción provocada seguían determinando la visión del pro-
feta, no es posible para nosotros deshacernos de una larga historia de opresión e
injusticias, que hace unos veinte años atrás cumplió quinientos años.
En realidad, es ilusorio pretender que no pasó nada, o que hay que dejar
librada al juicio de la historia la evaluación de lo acontecido. Ya ha corrido bas-
tante tiempo como para que la historia dé su veredicto, si tal cosa existe. Lo que sí
existe, según el mensaje de Joel, es el juicio divino. Los hechos históricos, que
tienen a las naciones como protagonistas, no quedan meramente librados al juicio
ambiguo de quienes registran esos hechos en generaciones subsiguientes. Hay un
grado de responsabilidad moral por el que las naciones son responsables delante
El juicio sobre las naciones (3.1-15) – 175
159
Sobre este particular, ver el excelente libro de Hebe Clementi, La frontera en América: una
clave interpretativa de la historia americana (Buenos Aires: Leviatán, 1985).
176 – Desastre y esperanza: Joel
160
Ibid.
161
Josyane Chinese, “Anónimo de Yucay (1571): estudio preliminar,” Historia y cultura 4
(1970): 105.
162
Ibid., 106. El “varón religioso” aquí es Las Casas, a quien se acusa de engañador por sus
escritos en defensa de los derechos de los indígenas. A la falsedad que implica la idolatría se
suma así una nueva mentira alentada, según ellos, por Las Casas, que era la defensa de la
legitimidad del señorío inca. El castellano es el antiguo de fines del siglo XVI.
El juicio sobre las naciones (3.1-15) – 177
163
Gutiérrez, Dios o el oro en las Indias, 97.
164
Ricardo Levillier, Don Francisco de Toledo (Buenos Aires: Biblioteca del Congreso Ar-
gentino, 1940), 2:9, 10.
178 – Desastre y esperanza: Joel
Por estas y otras razones, “todas las naciones” conquistadoras serán lleva-
das “al valle de Josafat,” donde serán objeto del juicio divino, “en aquellos días,
en el tiempo señalado,” en el que el Señor de la historia disponga la liberación
definitiva de su pueblo.
165
O. Loretz, Regenritual und Jahwetag in Joelbush (Altenberg: CIS Verlag, 1986), en-
cuentra ocho estratos de tradición en Joel, pero Allen, Joel, 39-43, analiza el texto y lo
encuentra balanceado y unificado. Para opiniones más recientes, ver Willem S. Prinsloo,
“The Unity of the Book of Joel,” ZAW 104 (1992): 66-81.
166
Wolff, Joel, 74; Douglas Stuart, Hosea-Jonah, en Word Bible Commentary (Waco, Texas:
Word, 1987), 206.
167
Ogden, A Promise of Hope, 44.
168
P. D. Miller, Sin and Judgment in the Prophets: A Stylistic and Theological Analysis, So-
ciety of Biblical Literature Monograph Series 27 (Chicago: Scholars Press, 1982), 75, 76, 97-
110.
El juicio sobre las naciones (3.1-15) – 179
no tanto por la relación de pacto que mantiene con Judá, sino porque en su justi-
cia él no puede permitir que las naciones hagan lo que les venga en gana. La
opresión contra Judá ha sido un pecado en contra de él, y él “se las va a cobrar.”
EJERCICIO 26
La venganza de Dios.
Pasajes: Deuteronomio 32.25; Deuteronomio 32.43; Salmos 9.12; Salmos 94.1; Isaías
34.8; Isaías 35.4; Joel 3.4-8; Nahúm 1.2a; Nahúm 1.2b; Hebreos 10.30.
169
Sobre el particular, ver el interesante estudio de Ricardo Rodríguez Molas, Los sometidos
de la conquista: Argentina, Bolivia, Paraguay (Buenos Aires: Centro Editor de América
Latina, 1985).
180 – Desastre y esperanza: Joel
precian la resistencia indígena (una constante de los siglos XVI y XVII) cargando
las tintas en la alianza de grupos nativos con los españoles. Incluso, es necesario
decir que la identidad del “sentido misional” de la acción hispánica sólo se com-
prende si se tiene en cuenta que la evangelización también sirvió como herra-
mienta ideológica para el completo control de la vida cotidiana de los indígenas.
Además, esta misión evangelizadora cumplió una función subordinada al crudo
interés económico, que entonces centraba sus miras en la acumulación de metales
preciosos, mediante el saqueo sistemático, primero, y mediante la imposición de
sistemas de trabajo compulsivo sobre los nativos, más tarde.
Hay, pues, cuatro elementos de juicio que, a la luz de las palabras de Joel,
pueden señalarse con referencia a las relaciones entre los opresores y los oprimi-
dos en América Latina, desde los días de la conquista.
Primero, en América Latina hubo violencia. En el lenguaje de Joel, hubo
“venganza” y “robo.” Los españoles se atribuyeron el derecho de actuar como
brazo divino para el castigo de supuestas “atrocidades indígenas.” Como indica
Gustavo Gutiérrez, haciendo referencia a la actitud de los conquistadores: “A
quienes ni siquiera saben que son seres humanos, conviene que se les den normas
de una conducta social que no puede ser sino la europea.”170
Pero este proceso “civilizatorio” se llevó a cabo de manera violenta. Como
en el caso de Tiro y Sidón, o de los filisteos, en relación con Judá y Jerusalén, la
ambición material los llevó al empleo de la fuerza para el logro de sus fines
egoístas. En América Latina, existió una relación de causalidad evidente entre la
búsqueda de oro por parte de los europeos y la muerte de los indígenas. Todo otro
propósito, incluso el anuncio del evangelio, quedó supeditado a la satisfacción de
la codicia metálica. Ante el apetito por el oro, poco o nada valía la vida de seres
considerados como inferiores. Según una carta de frailes franciscanos y domini-
cos (entre ellos Pedro de Córdoba y Antonio de Montesinos) dirigida al Gran
Chambelán del rey Carlos I: “Las causas que al principio hubo, V.M.I.S., para
matar tanta numerosidad de gentes, fueron éstas: la una creer todos los que acá
pasaron, que por ser estas gentes sin fe, podían indiferentemente matarlos, cauti-
varlos, tomarles sus tierras, posesiones y señoríos e cosas, y de ello ninguna con-
ciencia se hacía. Otra, ser ellos gentes tan mansas y pacíficas y sin armas. Con
éstas se juntó ser los que pasaron o la mayor parte de ellos el escoria de España,
gente codiciosa y robadora.”171
Esa “gente codiciosa y robadora,” como los fenicios y filisteos de otros
días, creó una situación de destrucción.172 Esta destrucción significó la muerte
temprana e injusta de los indígenas. Pero también implicó el aniquilamiento de
las culturas autóctonas y la devastación del mundo natural.
170
Gutiérrez, Dios o el oro en las Indias, 101.
171
Citada en Colección de documentos inéditos, relativos al descubrimiento, conquista y
organización de las antiguas posesiones españolas de América y Oceanía, ed. por Luis Torres
de Mendoza (Madrid: Imprenta de Frías y Cía., 1867), 7:401.
172
Ver Las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias.
El juicio sobre las naciones (3.1-15) – 181
173
Ver Ibid., V, 3a.
174
Ibid., V, 5b.
175
Felipe Guamán Poma de Ayala, Nueva crónica y buen gobierno (Caracas: Biblioteca Aya-
cucho, 1980), 2:372, 374 y 391.
176
Es cierto que en su primer escrito en 1516, Las Casas, como todos sus contemporáneos,
aceptó la esclavitud de los africanos, e incluso la sugirió como una manera de mejorar la con-
dición de los indios en las Antillas. Pero también es cierto que dejó claros testimonios de su
arrepentimiento por el desafortunado consejo.
182 – Desastre y esperanza: Joel
177
Silvio Zavala, La encomienda indiana (Madrid: Centro de Estudios Históricos, 1935), 1-4.
El juicio sobre las naciones (3.1-15) – 183
Este es el oráculo más largo de todos y también está dirigido contra las na-
ciones opresoras, pero es de carácter más general. Está dividido en dos partes,
como se ve por el uso de los verbos en modo imperativo en 3.9-13 y las formas
verbales en tiempo imperfecto que dominan el pasaje de 3.14-18. “Esta división
indica las dos direcciones en las que se mueve el oráculo: la primera es una con-
vocatoria a las naciones a reunirse para el juicio; la segunda es la afirmación a
Judá de que Yahweh será un refugio, que la crisis presente se tornará en un futuro
nuevo.”178
178
Ogden, A Promise of Hope, 45.
184 – Desastre y esperanza: Joel
puede significar el trillo guarnecido de púas que sirve para desgranar el trigo (Is.
28.27; 41.15; Am. 1.3), en cuyo caso habría que traducirla como “valle del tri-
llo.”179 Pero la misma palabra significa también el veredicto, la decisión que zanja
una cuestión. La referencia probable es a la decisión final de juicio y a la senten-
cia por parte del juez. Esto ocurrirá en “el día del Señor,” el momento en que su
juicio caiga sobre los enemigos reunidos. Para destacar lo impresionante de ese
día, Joel repite la imagen de una conmoción cósmica que combina oscuridad y
resplandor. En el v. 15 el día del Señor es descrito con las mismas palabras de
2.10, pero su significación es distinta. En el primer caso, la idea es que ese día es
de juicio para Judá a través de la invasión extranjera. En el segundo caso, el juicio
cae sobre los invasores, mientras que el pueblo de Dios es bendecido (vv. 16-17).
EJERCICIO 27
1. Arados: ____________________________________________________________
2. Azadones: _________________________________________________________
3. Horquetas: _________________________________________________________
4. Hoces: ____________________________________________________________
5. Trillos: _____________________________________________________________
6. Sierras: ____________________________________________________________
7. Hachas: ___________________________________________________________
8. Bieldo y horquilla: ____________________________________________________
9. Rastrillo: ___________________________________________________________
10. Vara: _____________________________________________________________
Pasajes: Deuteronomio 23.25; 1 Samuel 13.21; 2 Samuel 12.31; Salmos 74.5, 6; Isaías
2.4; Isaías 7.25; Isaías 28.27a; Isaías 28.27b; Isaías 30.24; Amós 1.3.
179
BJ, nota al pie.
El juicio sobre las naciones (3.1-15) – 185
Joel deja bien en claro que en medio del drama del conflicto y combate fi-
nal entre Dios y las naciones enemigas, el pueblo del Señor puede estar confiado
porque él está en medio de ellos. Como para que no haya dudas en cuanto a tal
presencia, la metáfora que utiliza el profeta tiene un volumen superlativo: “Rugirá
el Señor desde Sion, tronará su voz desde Jerusalén, y la tierra y el cielo tem-
blarán” (v. 16). Las afirmaciones que resultan de esta realidad de la presencia de
Dios en medio de su pueblo, destacan quién es el Señor en relación con el mismo.
Por un lado, él es “un refugio para su pueblo.” La idea de Dios como refu-
gio es frecuente en el Antiguo Testamento. La palabra heb. que se usa aquí es
mahaseh (lugar de refugio). El vocablo aplicado a Yahweh es una de las muchas
expresiones parecidas que lo describen como el protector de su pueblo (“roca,”
“fuerza” (Sal. 18.1, 2). Este concepto aparece con frecuencia en los Salmos y en
otra literatura de carácter salmódico en el Antiguo Testamento (Dt. 32.3, 4; Jer.
16.19; 17.12-18; Nah. 1.2-8). La persona piadosa encuentra refugio bajo las
alas del Señor (Rut 2.12; Sal. 17.7-9; 36.7; 57.1; 61.4; 63.7), mientras que el
creyente tiene en Dios mismo su refugio (Sal. 2.12; 5.11; 16.1; Pr. 30.5; Is. 57.13;
Nah. 1.7).
Por otro lado, él es “una fortaleza para los israelitas.” La palabra heb. que
se usa aquí es ma ots (fortaleza, plaza fuerte, ciudadela, fuerte). La idea se re-
monta al lenguaje de la guerra, y hace referencia a una “altura segura” y a “una
roca fuerte,” expresiones que describen los recursos de protección natural y artifi-
cial que proveía el paisaje rocoso de las regiones montañosas de Canaán (Jue. 6.2;
1 S. 13.6; Is. 2.19). Se trataba de lugares fortificados, generalmente ubicados
sobre una colina estratégicamente localizada, lo que permitía una mejor defensa y
protección. Aplicado a Dios, el término es muy rico en su significado (Sal. 59.9,
190 – Desastre y esperanza: Joel
16, 17; 62.2; 94.22). En este caso, la fortaleza es símbolo de Dios como protec-
ción y refugio para su pueblo.
Además, él es conocido por lo que hace por su pueblo. Joel insiste en que
las acciones liberadoras de Yahweh a favor de su pueblo demuestran palmaria-
mente que él es “el Señor su Dios” (v. 17). El carácter de Dios y quién es él es
algo que se conoce por sus acciones liberadoras; no son el resultado del hallazgo
fortuito ni de la especulación racionalista en un gabinete teológico. La manifesta-
ción del Señor (v. 16) y la presencia del Señor (v. 17) se tornan evidentes con
sólo observar el testimonio de sus acciones liberadoras a favor de su pueblo Juda.
Joel presenta a Yahweh como rugiendo “desde Sion” (Am. 1.2; Os.
11.10). La intervención liberadora de Dios se hace ahora audible. La manifesta-
ción de su poder y de su presencia en medio de su pueblo es bien evidente para
todos. Nótese que el “rugido” de Dios no viene de cualquier lugar sino de “Sion.”
El nombre Sion está cargado de significado. Se menciona por primera vez en el
relato de la conquista de Jerusalén por parte de David (2 S. 5.6-10; 1 Cr. 11.4-9).
El nombre fue utilizado por los escritores bíblicos de diferentes maneras. Muchos
salmistas lo utilizan para referirse al templo construido por Salomón (Sal. 2.6;
48.2; 84.7; 132.13). En otros casos, se refiere a toda la nación (Is. 1.27) y a la
capital de Judá (Am. 6.1). El uso más común es para referirse a la ciudad de Dios
en la nueva era (Is. 1.27; 28.16; 33.5) y a la Jerusalén celestial (Is. 60.14; He.
12.22; Ap. 14.1), el lugar donde el Mesías aparecerá al final de los tiempos. Aquí
probablemente el vocablo designa a la ciudad de Jerusalén y particularmente al
templo, donde mora el Señor.
La imagen de un león rugiente sugiere tanto el temor que el Señor inspira
como Juez, como la seguridad que él brinda como Protector de los suyos. La voz
que espanta al universo es la misma que alienta la esperanza del pueblo. Aunque
todo el universo se sacuda bajo el juicio cósmico, el pueblo de Dios puede estar
confiado en su Señor. En medio del pánico universal, el pueblo será liberado
porque Dios es “un refugio para su pueblo,” él es su “amparo y fortaleza” (Sal.
46.1). En varios Salmos de lamentación (Sal. 31.2, 4; 43.2; 61.3) aparece la mis-
La liberación de Judá (3.16, 17) – 191
EJERCICIO 28
1. El rugido del ángel que bajaba del cielo envuelto en una nube: ________________
2. El León de la tribu de Judá ya ha vencido: ________________________________
3. El Señor será como un león para Efraín y Judá: ____________________________
4. Cuando el Señor omnipotente habla es como cuando ruge el león: _____________
5. El Señor será para Israel como un león: __________________________________
6. El Señor acecha como león: ___________________________________________
7. El Señor ruge como león desde Sion: ____________________________________
8. El Señor ruge desde lo alto contra su rebaño: ______________________________
9. El Señor ruge como león y sus hijos vienen temblando: ______________________
10. El Señor ruge como león que gruñe sobre la presa: _________________________
Pasajes: Isaías 31.4; Jeremías 25.30; Lamentaciones 3.10; Oseas 5.14; Oseas 11.10;
Oseas 13.7, 8; Amós 1.2; Amós 3.8; Apocalipsis 5.5; Apocalipsis 10.1-3.
180
Gutiérrez, El Dios de la vida, 60-62.
181
Basado en el Salmo 46, letra y música “Ein feste Burg,” por Martín Lutero, 1529, trad. al
castellano por J. B. Cabrera.
La liberación de Judá (3.16, 17) – 193
modo que a través de ellas él se da a conocer. Este concepto de Dios es típico del
período post-exílico (Ez. 12.15, 16, 20; 13.14; 23.49; 24.27; 25.7, 11, 17).182
Es evidente el paralelo entre 3.17 y 2.27. En ambos casos, la manifesta-
ción de Dios es seguida por la afirmación de su presencia y protección, y por la
demanda de santidad en Jerusalén que es garantizada por Dios mismo, quien no
permitirá la contaminación por invasores extranjeros. Las naciones enemigas
escarnecieron a Judá con la pregunta: “¿Dónde está su Dios?” (2.17). Ahora viene
la respuesta: Dios está en Sion. Esta respuesta encaja con la tradición del pacto
davídico que Joel subscribe. La presencia de Yahweh es santificadora (v. 17b).
En consecuencia, Jerusalén debe ser “santa,” es decir, apartada para una función
especial, como es la de ser morada de un Dios santo. Es su presencia y santidad
las que santifican a la ciudad y sus habitantes. Los extranjeros (heb. zarim, señala
a los que han cometido los crímenes descritos a lo largo del libro) ya no van a
cruzar sus murallas. Con ello, se asegura a los angustiados habitantes de Jerusalén
que Dios ha oído su clamor y que ahora pueden estar confiados en que nunca más
tropas enemigas entrarán a la ciudad para saquearla (Abd. 11; Ez. 7.21; 11.9).
Nótese que esta nueva situación “no es presentada por el texto como el producto
de la llegada de un nuevo eón, o de nuevas coordenadas propias de un tiempo
escatológico.”183 En el v. 17 el autor da suficientes precisiones geográficas como
para contrapesar lo escatológico con elementos de la realidad histórica. Esto in-
hibe todo riesgo de una comprensión espiritualizante de la acción de Dios, en la
que la justicia divina quede desvinculada de las injusticias históricas.
La seguridad en cuanto al futuro glorioso de Sion caracteriza el final del
libro de Joel, así como la angustia por la suerte de Sion marca el comienzo de su
mensaje. Para un pueblo que había recibido su tierra de parte de Dios y que la
había perdido en manos del enemigo, la afirmación de la presencia divina en
Jerusalén era la buena noticia más extraordinaria que pudiera predicársele.
182
Walther T. Zimmerli, Ezekiel 1, en Hermeneia (Filadelfia: Fortress Press, 1979), 36-40.
183
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 159.
La liberación de Judá (3.16, 17) – 195
EJERCICIO 29
Pasajes: Génesis 28.15; Génesis 31.3; Éxodo 3.12; Éxodo 29.45; Levítico 26.12; Deu-
teronomio 20.1; Isaías 43.2; Zacarías 2.10; Mateo 18.20; Mateo 28.19, 20.
184
El vocablo shekinah es un sustantivo derivado del verbo shakhan, que significa estar o
morar, y ocurre con frecuencia en el Antiguo Testamento. La palabra shekinah no aparece
como tal en la Biblia hebrea, pero sí es usada en los escritos rabínicos. Ver J. Sievers, “‘Where
Two or Three...’: The Rabbinic Concept of shekinah and Matthew 18.10,” en Standing Before
God: In Honor of J. M. Osterreicher, ed. por A. Finkel y L. Frizzed, (Nueva York: Ktav Pub-
lishing House, 1981), 171-182.
La liberación de Judá (3.16, 17) – 197
EJERCICIO 30
Pasajes: Éxodo 24.17; Éxodo 40.34, 35; 1 Reyes 8.10, 11; 2 Crónicas 5.13, 14; Salmos
8.1; Salmos 19.1; Ezequiel 9.3; Lucas 2.9; Hechos 7.55; 2 Corintios 3.18.
La frase “en aquel día” introduce el epílogo del libro de Joel y su síntesis
de la respuesta de Yahweh. Este tiempo todavía no ha ocurrido, desde la perspec-
tiva del profeta, sino que se encuentra adelante en la historia. Con ello, Joel abre
las puertas a la esperanza al indicar al pueblo que la aflicción presente no es el
último capítulo de su historia. Dios todavía tiene mucho que hacer en favor de su
pueblo y para su liberación definitiva. Pero hay un futuro mejor que está aguar-
dando.
El pasaje parece estar estructurado como un quiasma (a, b, a): promesa de
prosperidad (v. 18), promesa de justicia (v. 19), y promesa de prosperidad (vv.
20, 21). Las promesas de prosperidad son para Judá, pero las de justicia van con-
tra Egipto y Edom, que fueron naciones opresoras para el pueblo de Dios. En este
kairós de Dios las cosas se revierten: la tierra arruinada vuelve a ser fértil; el
pueblo alejado de su tierra vuelve a ella y la habita con seguridad; la sangre ino-
cente que ha sido derramada con crueldad es vindicada. Nótese cómo Joel equipa-
ra la violencia cometida contra la tierra con la violencia cometida contra los seres
humanos, y cómo la reivindicación de la primera presupone la de los otros.
Este versículo nos habla de las bendiciones del Señor. Presenta una des-
cripción hermosa del gozo y la bendición de la ciudad de Dios, la iglesia redimida
por la sangre de Cristo (Ef. 1.7, 2.13; 1 P. 1.19) y santificada por el Espíritu Santo
(Ro. 15.16; 1 Co. 1.2; 6.11; Ef. 5.26), y lo hace en términos de elementos de este
mundo de gran valor material y simbólico. Estos elementos vitales para la manu-
tención física y el desarrollo del culto (vino dulce, leche y agua) son un anticipo
de aquello que el pueblo de Dios ya posee en Cristo e incluso de lo que ya puede
disfrutar en esta vida (Sal. 36.8, 9; Is. 35; Ez. 47.1-12), pero especialmente de lo
que Dios tiene prometido para los suyos en la Nueva Jerusalén (Sal. 17.14, 15;
Ap. 21 y 22). Como señala Theo Laetsch: “Esta tierra es para el cristiano una
200 – Desastre y esperanza: Joel
estación en el camino a la vida eterna (He. 13.14). Maldecida por Dios (Gn. 3.17;
5.29), ella es regada por las aguas vivas del evangelio de la gracia de Dios, que
proceden del trono de Dios (Ez. 47.1-12). Incluso en el Paraíso este arroyo será la
fuente de vida y gozo (Ap. 22.1, 2).”185
EJERCICIO 31
La prosperidad de Dios.
Pasajes: Génesis 39.3; Deuteronomio 29.9; 1 Crónicas 22.13; 2 Crónicas 26.5; Nehem-
ías 2.20; Job 42.10; Salmos 1.2, 3; Salmos 18.35; Salmos 44.2; Salmos
128.1, 2; Proverbios 3.1, 2; Proverbios 8.18; Proverbios 21.21; Proverbios
31.18; Ezequiel 36.11.
El tema que presenta el profeta en este versículo recuerda las palabras del
Señor en 2.24-26. Ambos pasajes presentan cuadros que representan lo opuesto a
lo que se describe en 1.10-12, 17, 18. Aquí, el “día del Señor” (mencionado de
manera indirecta, “en aquel día”) es visto desde una perspectiva totalmente dife-
185
Laetsch, The Minor Prophets, 135.
Epílogo (3.18-21) – 201
186
Kapelrud, Joel Studies, 169-171.
187
Allen, Joel, 124; Wolff, Joel and Amos, 101.
188
Andiñach, “Imaginar caminos de liberación,” 45.
202 – Desastre y esperanza: Joel
189
Marcos R. Inhauser y Efraím S. Pereira, Vida, compromiso de la paz, vol. 2 de Auxilios
homiléticos (Quito: Consejo Latinoamericano de Iglesias, 1990), 26.
204 – Desastre y esperanza: Joel
190
“Declaración de Jarabacoa,” en Pablo A. Deiros, Los evangélicos y el poder político en
América Latina (Grand Rapids: Nueva Creación, 1986), 350.
191
Tertuliano de Cartago, Apología, 50.
Epílogo (3.18-21) – 205
EJERCICIO 32
La justicia de Dios.
Pasajes: Deuteronomio 32.4; Salmos 98.9; Salmos 99.4; Salmos 103.6; Isaías 11.4;
Isaías 45.21; Sofonías 3.5; Juan 5.30; Romanos 2.2; Apocalipsis 15.3.
Toda vez que los derechos humanos son violados se levanta de la tierra un
clamor que llega hasta el cielo. La caída de Jerusalén significó para los judíos no
sólo el desmantelamiento de su integridad territorial y la aniquilación de su exis-
tencia histórica como reino, sino el dolor y vergüenza del exilio en tierra extraña.
Los enemigos de Judá se ensañaron con la fragilidad del pueblo y lo sometieron a
servidumbre. La opresión no sólo fue física sino también espiritual y moral. Mu-
chas familias se vieron divididas, y los judíos tuvieron que pagar el alto precio de
ajustarse a un nuevo estilo de vida en la diáspora. Judá quedó casi sin judíos, y
éstos se vieron esparcidos por Mesopotamia, Egipto, Edom y otras latitudes. En
todos los lugares adonde llegaron, los exiliados tuvieron que confrontar la margi-
nación, la discriminación, y el sufrimiento de ser tratados como extranjeros. Los
judíos en la dispersión muy pronto conocieron en carne propia lo que significa ser
víctima de la injusticia en todas sus formas.
De algún modo, el profeta Joel experimentó o supo de estas penurias. Muy
sensible a los hechos injustos con que los opresores trataron a su pueblo, Joel
anticipa con esperanza el imperio de la justicia. No se trata de la oportunidad para
una venganza sanguinaria por parte de los propios judíos. En su visión, el profeta
ve que la espada de la justicia está empuñada nada menos que por el Señor. Él es
quien juzga a las naciones y quien también ejecuta su sentencia sobre toda injus-
ticia humana. Él es también quien restituye la dignidad atropellada a quienes han
206 – Desastre y esperanza: Joel
visto sus derechos violados. No hay nación del mundo, por poderosa que sea, que
no sea condenada si ha abusado de la violencia, se ha apropiado arbitrariamente
de los recursos de otros pueblos, y cruelmente ha quitado la vida a quienes no la
amenazaban.
Al dar su debida retribución a los violentos y abusadores, Dios establecerá
el imperio de la paz, y con el dominio de la paz, la justicia tendrá su oportunidad
para florecer. Sin la plena realización de la paz no se puede dar la vigencia de la
justicia. A su vez, la aplicación y vivencia íntegra de la justicia es la mejor ga-
rantía para la multiplicación de la paz. En un régimen de justicia, el transgresor es
señalado, el opresor es cuestionado y el violento es condenado. Cuando la justicia
reina en el concierto de la paz deja de regir la impunidad. La justicia opera para la
protección de los más débiles y los pobres. La libertad queda asegurada y las
relaciones sociales son más fluidas bajo el reino de la paz.
Cabe agregar aquí, que la iglesia de Jesucristo tiene que ser ella misma,
como comunidad de personas, una expresión de la justicia de Dios. La peor de las
injusticias es la que se comete en el seno de una comunidad de fe, entre quienes
dicen vivir bajo la soberanía y señorío de un Dios justo. El justo juicio de Dios no
cae solamente sobre los incrédulos y quienes resisten con desobediencia su volun-
tad. Su justicia se aplica también a quienes son parte de su pueblo escogido.
Además, la iglesia de Jesucristo tiene que ser agente comprometido de la justicia
divina. La iglesia no puede lavarse las manos frente a los atropellos a la justicia
que ocurren a su alrededor. Por el contrario, la comunidad de los santos debe
involucrarse plenamente en una práctica consistente de la justicia, conforme a la
voluntad revelada de Dios.
Declaración de Quito (1992): “El evangelio del reino de Dios nos exhor-
ta a la práctica de la justicia, consecuencia intrínseca del perdón y la re-
conciliación en Jesucristo. Nuestra fidelidad al llamado del evangelio de-
manda que asumamos la responsabilidad cristiana en las situaciones con-
flictivas de nuestro continente. La iglesia debe afirmar y promover la vida
negada por todo pecado, por las estructuras injustas y los grupos de interés
mezquino.”192
Estos versículos cierran el libro de Joel con una imagen de paz. Judá y Je-
rusalén vuelven a ser habitadas y su seguridad queda garantida “para siempre.”
La inestabilidad, el temor y la zozobra quedan atrás y para siempre jamás. Se abre
así, para el pueblo del Señor, un tiempo interminable de armonía plena, conforme
a la voluntad de su Rey soberano, que ahora mora por siempre en medio de su
pueblo santificado y purificado por la prueba vivida, la Sion escogida.
192
CLADE III, Todo el evangelio para todos los pueblos desde América Latina (Quito:
Fraternidad Teológica Latinoamericana, 1992), 859.
Epílogo (3.18-21) – 207
No hay bien más apetecido para un pueblo que la paz, que es ese estado de
armonía, tranquilidad o quietud personal (libertad de pensamientos o emociones
perturbadores u opresivos) y social (armonía en las relaciones sociales), política
(libertad de disturbios civiles y estado de seguridad u orden dentro de una comu-
nidad). Todos estos bienes, que se resumen en el concepto de paz son provistos en
este caso por la presencia del Señor morando en medio de su pueblo. Con la paz
de Dios se terminan todos los conflictos con las naciones invasoras, porque ya no
hay más invasiones de pillaje y destrucción. La garantía de esta situación inédita
para Judá y Jerusalén es el hecho firme de que “¡El Señor hará su morada en
Sion!”
El eje central de este pasaje está marcado por dos ideas: Judá habitará en
Jerusalén, y Yahweh morará en Sion. Cada uno ocupará el lugar que le corres-
ponde. La bendición de contar con una tierra propia y con la presencia de Dios en
medio del pueblo es tradicional en la literatura bíblica (Ez. 28.24-28; 37.25-28;
Jer. 17.25; Am. 9.15). Lo volátil, frágil y pasajero dará lugar a lo estable, sólido y
permanente como resultado de una maravillosa situación de paz. Las expresiones
“para siempre” y “por todas las generaciones” anticipan una bendición sin fin.
Esta última frase de algún modo sirve para “abrochar” a todo el libro. En 1.2 Joel
habla de una calamidad sin precedentes, que ha asolado a la tierra, y sugiere que
se hablará de ello de una generación a la otra (de padres a hijos). En 3.20 destaca
que el futuro que viene será disfrutado por todas las generaciones venideras. De
este modo, en el futuro, junto con la prosperidad que vendrá, se seguirá contando
la historia de la devastación sufrida.193
El v. 21 presenta un serio problema textual.194 La cuestión está con el sig-
nificado de la expresión que NVI traduce como una pregunta: “¿perdonaré la
sangre que derramaron?” (“limpiaré la sangre de los que no había limpiado, RVR;
“Yo limpiaré su sangre, no la dejaré impune,” BJ). La frase puede traducirse
como “yo declaro inocente su sangre” (según el verbo hebreo en su forma piel).
El significado de la expresión sería el siguiente. Una desgracia tan grande como
la padecida por Judá bien puede haber sido interpretada por muchos como la
consecuencia directa del pecado del pueblo. En consecuencia, la invasión y ex-
plotación extranjera serían entendidas como un castigo divino por los pecados de
su pueblo. En este comentario hemos seguido la idea de que la devastación de
Judá, según Joel, no se ve como resultado de su pecado sino como consecuencia
de la crueldad e injusticia de sus invasores. Al actuar en la plenitud de su justicia,
Dios deja en claro la inocencia de Judá al castigar a quienes realmente merecen
castigo, que son las naciones opresoras. De este modo, Judá sale vindicado en su
inocencia y los verdaderos villanos de este drama reciben lo que merecen. La
193
Ogden, A Promise of Hope, 50.
194
Ver la discusión de las varias alternativas en Prinsloo, The Theology of the Book of Joel,
113, 114.
208 – Desastre y esperanza: Joel
prueba de la inocencia de Judá es que “¡El Señor hará su morada en Sion!” Dios
no está en contra del oprimido sino a su favor; los opresores serán destruidos,
mientras el pueblo del Señor gozará de su presencia en un orden caracterizado por
la paz.
EJERCICIO 33
La paz de Dios.
Pasajes: Isaías 26.3; Juan 14.27; Juan 16.33; Romanos 5.1; Romanos 8.6; Romanos
14.17; Romanos 15.33; Gálatas 5.22; Filipenses 4.7; Colosenses 3.15.
En un orden de paz un pueblo no tiene que pedir permiso a otros para de-
cidir cómo utilizar sus recursos naturales, su fuerza de trabajo humano, o como
definir su cultura. Cuando impera la paz los pueblos son libres para redactar su
propia historia y mirar al futuro con ojos propios. El pueblo elige a sus gobernan-
tes en un ejercicio democrático pleno, y no teme a las amenazas golpistas o dicta-
toriales, porque simplemente no existen. Cada ciudadano es libre para expresar
sus ideas y pensar por sí mismo. Esto es lo que podemos soñar esperanzados
junto con Joel. Pero no se trata de un mero sueño sino de una esperanza viva (1 P.
1.3), que se fortalece en la expectativa del establecimiento definitivo del reino de
Dios. De este modo, Joel nos anima a mirar hacia adelante a un futuro en el que
ya no habrá opresión sino paz y justicia, un futuro en el que el Señor será el Rey
soberano y morará en medio de su pueblo.
195
Deiros, Los evangélicos y el poder político, 351.
210 – Desastre y esperanza: Joel
no habrá noche. Y llevarán a ella todas las riquezas y el honor de las na-
ciones.”
196
Citado en Laetsch, The Minor Prophets, 135.
creo Joel establece (desde esta aproximación hermenéutica) entre el Día Ante-
penúltimo, el Día Penúltimo, el Día Último y el Día Después.
EJERCICIO 34
Volverse al Señor.
1. Hay que hacerlo de todo corazón y deshacerse de los ídolos dedicándose totalmente a
servir sólo al Señor: _____________________________________________________
2. Dios quiere que nos volvamos a él como el hijo perdido se volvió a su padre: _____
____________________________________________________________________
3. Volverse a Dios, obedecer y poner en práctica sus mandamientos es lo que resulta en
su bendición: __________________________________________________________
4. Quienes se han apartado de los preceptos del Señor y no los han guardado deben
volverse a él: __________________________________________________________
5. Dios escucha la oración cuando el pueblo lo busca y abandona su mala conducta:
_____________________________________________________________________
6. Cuando nos volvemos a Dios, el Señor Todopoderoso se vuelve a nosotros: _____
_____________________________________________________________________
214 – Desastre y esperanza: Joel
7. Dios es generoso para perdonar y dar misericordia a quienes se vuelven a él: _____
_____________________________________________________________________
8. Es necesario volverse al Señor porque él es bondadoso y compasivo, lento para la ira y
lleno de amor: _________________________________________________________
9. Dios es compasivo y misericordioso, y no abandona a su pueblo cuando éste se vuel-
ve a él: _______________________________________________________________
10. Cuando el malvado de vuelve de sus pecados y obedece a Dios, él le da vida: ___
____________________________________________________________________
Pasajes: 1 Samuel 7.3-4; 2 Crónicas 7.14; 2 Crónicas 30.9; Nehemías 1.9; Isaías 55.7;
Ezequiel 18.21; Joel 2.13; Zacarías 1.3; Malaquías 3.7; Lucas 15.21.
¿Qué significa todo esto para nosotros hoy? Creo que ya estamos viviendo
este día antepenúltimo, el día cercano al fin de la historia, que es el día último o
final. Este es el tiempo anterior al día penúltimo, que Joel describe en los versícu-
los 28-32. Este es el día que estamos viviendo hoy: el día antepenúltimo. El texto
(2.12-27) describe nuestro día presente, el que está transcurriendo en estos años.
Si es así, entonces es pertinente y necesario que prestemos atención a lo que la
palabra de Dios nos indica en estos versículos. Les invito a que, guiados por este
pasaje y bajo la dirección del Espíritu Santo, consideremos algunas de las carac-
terísticas de este día antepenúltimo, el día del llamamiento de Dios a su pueblo; el
día del toque de trompeta en Sion (el pueblo del Señor); el día de la alarma en el
santo monte de Dios, que es su iglesia; el día en que Dios nos desafía a soñar
juntos por una plena transformación; el día de la renovación de la iglesia en pre-
paración del último gran avivamiento global, que ocurrirá en el Día Penúltimo.
Así, pues, vamos a considerar seis de estas características de este día de renova-
ción del pueblo de Dios, a la luz de los vv. 12-27.
es decir, vienen de parte de él, y sólo pueden ser nuestros cuando nos volvemos a
él y le obedecemos en todo. Notemos que la bendición de Dios consiste en la
provisión de los recursos que necesitaos para servir al Señor. Las ofrendas y las
libaciones son del Señor nuestro Dios y vienen de su mano bondadosa, compasiva
y llena de amor. Dios nos bendice para que lo bendigamos a él. Él quiere prospe-
rarnos para que le sirvamos mejor a él.
del Señor para clamar por su perdón y liberación. Líderes y pueblo por igual
deben presentarse delante del Señor.
Absolutamente todos los habitantes de Jerusalén son convocados: fieles e
infieles, líderes y no líderes, incluso los niños y los que maman, y hasta los no-
vios que están de luna de miel. El autor convoca a todos para enfatizar la fuerza y
el alcance de su llamado. El carácter extraordinario de la convocatoria bien lo
justifica, porque frente a la crisis, Dios va a cumplir sus propósitos eternos y
redentores para con su pueblo (v. 18). Todos tenemos la necesidad y el deber de
clamar a Dios en esta hora, porque la crisis nos afecta a todos.
Joel continúa pintando con tonos radiantes el cuadro magistral de este día
antepenúltimo. Los colores son intensos y cada pincelada agrega un detalle al
conjunto. Ahora el profeta pone su atención en elementos de mayor dimensión y
alcance espiritual: el Señor “a su tiempo les dará las lluvias de otoño.” Y agrega:
“Les enviará la lluvia, la de otoño y la de primavera, como en tiempos pasados.”
Los planes y designios divinos no pueden ser frustrados por nada. Final-
mente, Dios va a lograr todo lo que se ha propuesto en Cristo. La obra del Des-
tructor ha intentado por siglos poner fin a los planes del Señor para sus criaturas,
elaborados aun antes de la fundación del mundo. Pero a través de Cristo y por la
obra de su Espíritu Santo, él va a restaurar todas las cosas, tal como lo promete en
su Palabra. Según el testimonio de Pedro: “Es necesario que él [Cristo] perma-
nezca en el cielo hasta que llegue el tiempo de la restauración de todas las cosas,
como Dios lo ha anunciado desde hace siglos por medio de sus santos profetas”
(Hch. 3.21).
Dios promete restaurarnos los bienes que el enemigo nos robó. Dios
nos restituirá en abundancia. El Señor promete que las eras se llenarán de grano y
los lagares rebosarán de vino. Dios nos restituirá todas las cosas materiales que
aquél que vino a robar, matar y destruir (Jn. 10.10) ha tomado de nosotros: cerea-
les, vino y aceite. Estos elementos no son artículos suntuarios o de lujo, sino la
base de la alimentación, los acompañantes de la alegría de vivir y aquello que le
da belleza y perfuma la existencia. Jesús prometió que quienes le siguen “El que a
mí viene nunca pasará hambre, y el que en mí cree nunca más volverá a tener
sed” (Jn. 6.35). El cristiano vive hoy con la esperanza de que algún día se sentará
a la mesa con su Señor en el banquete celestial, donde su copa de vino será llena-
da a rebosar y su cabeza será ungida con perfume (“aceite,” RVR), según leemos
en el Salmo 23.5.
tiempo, ya “ha sido devorada por la victoria” de Cristo, de modo que ahora lo
corruptible y pasajero se puede revestir de lo incorruptible, y lo mortal, de inmor-
talidad (1 Co. 15.54).
EJERCICIO 35
Pasajes: Daniel 9.24; Marcos 1.14, 15; Marcos 13.28, 29; Marcos 13.32; Gálatas 4.4;
Efesios 1.9, 10; 1Timoteo 2.5, 6; Tito 1.2, 3; Hebreos 1.2; Hebreos 9.26.
Este día todavía no ha ocurrido todavía. Pedro aplicó este pasaje a los
eventos sobrenaturales que acompañaron la experiencia de los primeros cristianos
en el día de Pentecostés, en Jerusalén. Según él: “En realidad lo que pasa es lo
que anunció el profeta Joel” (Hch. 2.15, 16). Pero el contenido profético de las
palabras de Joel no está agotado, y sigue vigente. De hecho, Pedro mismo agrega
una frase interesante al comienzo de su cita de Joel: “Sucederá que en los últimos
días, dice Dios.” Estos “últimos días” no ocurrieron en los días de Pedro y los
primeros cristianos, que en realidad eran los “primeros días del cristianismo.” Los
“últimos días” todavía no se han manifestado en toda su plenitud. Estamos reco-
rriendo todavía el Día Antepenúltimo y se viene acercando el Día Penúltimo.
Todavía estamos esperando el cumplimiento de este Día Penúltimo, de “los últi-
mos días” de los que habló Pedro, cuando Dios derrame de su Espíritu “sobre
todo el género humano,” y no sólo sobre 120 personas.
Notemos su naturaleza
Este será un día de avivamiento. Este día está caracterizado por una gran
renovación, avivamiento y bendición espiritual. Lo que Dios derrama es nada
menos que su Espíritu Santo. Nótese que el Espíritu será dado generosamente:
será “derramado” como el agua de una lluvia torrencial. Esta es una maravillosa
promesa de Dios: “Ya no volveré a darles la espalda, pues derramaré mi Espíritu
sobre Israel. Yo, el Señor, lo afirmo” (Ez. 39.29). Se trata, pues, de una imparti-
ción poderosa del Espíritu Santo. Es interesante notar que el profeta habla de un
derramamiento del Espíritu Santo dos veces en este pasaje (vv. 28 y 29) como si
la reiteración le agregara fuerza a la afirmación. Es precisamente la dimensión de
Una lectura escatológica de Joel (2.1—3.21) – 225
esta efusión del Espíritu la que define el evento como avivamiento y no mera-
mente renovación. Lo segundo puede ser reiterado una y otra vez y siempre que
sea necesario. Lo primero significa volver a dar vida a lo que estaba muerto y esto
no ocurre a cada rato.
Notemos su alcance
obra de Cristo, quien rompió todas las barreras sociales. Como dice Pablo: “Ya
no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes
son uno solo en Cristo Jesús” (Gá. 3.28). Este avivamiento será experimentado
por varones y mujeres, jóvenes y ancianos, siervos y amos. Incluso los esclavos
gozarán del poder del Espíritu y hablarán en nombre de Dios, cosa que ni siquiera
sus amos habían hecho antes. Noten que son los sectores marginales o desvalori-
zados de la sociedad los que transmitirán la palabra de Dios. Mujeres, ancianos,
jóvenes, y siervos serán el vehículo por el cual será posible delinear un mundo
nuevo más acorde con lo que Dios quiere, y esto ocurrirá en el Día Penúltimo.
Notemos su efecto
Notemos su propósito
EJERCICIO 36
Avivamientos espirituales.
Pasajes: Salmos 51.12, 13; Salmos 80.7; Salmos 80.14; Salmos 85.6, 7; Salmos
119.25; Isaías 35.6; Isaías 32.15; Jeremías 3.40-42; Oseas 6.1-3; Habacuc
3.2.
bral entre un lado y otro de la eternidad. Es el kairós de Dios, o sea, este día ocu-
rre “en el tiempo señalado.” Algunos autores creen que el cambio por parte de Dios
ocurrió en tiempos de Joel.197 Sin embargo, otros comentaristas piensan que los
verbos perfectos en el hebreo son perfectos proféticos. Esto le permite a Joel descri-
bir el futuro como si ya hubiese ocurrido. Por otro lado, en razón de que 2.26, 27
repite dos veces la frase “¡nunca más será avergonzado mi pueblo!” y consigna la
aceptación de Dios por parte de la nación, el profeta debe estar describiendo eventos
escatológicos.198
197
Thomas J. Finley, Joel, Amos, Obadiah, en Wycliffe Exegetical Commentary (Chicago:
Moody Press, 1990), 60, 61; y Allen, Joel, 86, 87.
198
Stuart, Hosea-Jonah, 258.
Una lectura escatológica de Joel (2.1—3.21) – 231
Este es un día de retribución. Dios declarará una guerra santa contra sus
enemigos al final de los tiempos. Es para esta batalla final que el Señor está con-
vocando a las naciones en este “tiempo señalado.” Ninguna de las naciones de la
tierra podrá escapar de este choque final en el valle del juicio divino. La hora de
rendir cuentas ha llegado. Los que “cosificaron” al pueblo de Dios, los que trafi-
caron con personas humanas, prostituyeron a niños, abusaron de todo tipo de
sustancias y corrompieron a menores especialmente niñas serán juzgados y con-
denados (v. 3). Dios tomará venganza de aquellas naciones que han actuado a lo
largo de la historia de maneras explotadoras y abusivas, atropellando y sometien-
do a otros pueblos para obtener mayores ganancias (vv. 4, 5). De manera particu-
lar, quienes hoy han hecho del tráfico de personas y de la violación de todos los
derechos humanos su fuente de lucro y prosperidad, recibirán todo el furor divino
(vv. 6-8). Cada nación recibirá el justo pago por lo que ha sembrado en el mundo.
El Día Último es el día del juicio divino a las naciones. En 3.2 y 12 Joel
nos presenta un cuadro magistral de este juicio, con imágenes que son dramáticas.
Las naciones serán reunidas en el valle de Josafat. Como vimos, este nombre
significa “el Señor juzga” (vv. 2a y 12a). El énfasis no es geográfico, como se
indicó, sino proposicional, es decir, indica el propósito por el cual las naciones
son reunidas en ese lugar. El propósito es el desarrollo del juicio divino (vv. 2b y
12b). Jesús se refirió a este juicio de las naciones, cuando dijo: “Cuando el Hijo
del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glo-
rioso. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros,
como separa el pastor las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y
las cabras a su izquierda” (Mt. 25.31-33).
El Día Último es el día del castigo divino a las naciones. El castigo divi-
no es descrito en los vv. 15, 16 con un lenguaje de gran fuerza dramática. Este
será un día terrible para los que resulten condenados: “Se oscurecerán el sol y la
luna; dejarán de brillar las estrellas” (v. 15). Dios, el Juez, es descrito ahora como
un León que ruge desde el lugar de su trono y morada: “rugirá el Señor desde
Sion” (v. 16a). La voz de Dios es como la de un trueno, de la que nadie puede
escapar: “tronará su voz desde Jerusalén,” el lugar donde él es adorado por su
Una lectura escatológica de Joel (2.1—3.21) – 233
pueblo (v. 116b). Este rugido y tronar superlativos tendrán un efecto conmovedor,
ya que “la tierra y el cielo temblarán” (v. 16c). La visión de Pedro de este día de
castigo es igualmente dramática: “El cielo y la tierra están guardados para el
fuego, reservados para el día del juicio y de la destrucción de los impíos” (2 P.
3.7). En este día final, los cielos y la tierra se fundirán y el Señor condenará a los
perdidos. Por el contrario, este será un día de bendición para los hijos de Dios, ya
que “el Señor será un refugio para su pueblo, una fortaleza para los israelitas” (v.
16b).
Hace unos treinta años atrás se presentó por una cadena televisiva nacional
en los Estados Unidos la película “El día después.” El tema del film era una des-
cripción patética de lo que ocurría como consecuencia de un ataque atómico ma-
sivo sobre el territorio estadounidense. Las imágenes eran tan dramáticas, que su
impacto sobre la mayoría de la población fue enorme. Millones de norteamerica-
nos vieron la película gracias a una buena campaña publicitaria, y quedaron trau-
mados por un buen tiempo. De hecho, hubo cifras record de suicidios y varios
otros daños colaterales sobre la gente.
Joel describe el día después del día final, pero no con el propósito de asus-
tar a nadie y mucho menos de causar caos y anarquía. Su objetivo es alentar la
esperanza del pueblo del Señor, al guiarlo a pensar en las maravillosas promesas
de Dios relacionadas con lo que ocurrirá después del Juicio Final de las naciones
rebeldes y desobedientes. Los detalles de estas promesas son sumamente alenta-
dores.
El pasaje comienza con la cláusula “entonces,” que no deja de ser una nota
temporal. Es decir, levanta la pregunta lógica: ¿cuándo va a ocurrir esto? La res-
puesta obvia es: después de todo lo anterior, o sea, con posterioridad a los días
anteriores que ya han sido descritos. Hay una secuencia escatológica de cumpli-
miento inexorable. Dios no improvisa y va desenvolviendo su plan liberador paso
a paso, sin que cada etapa pueda ser puenteada u omitida. La larga lucha contra
Satanás y sus huestes, las criaturas rebeldes en el drama bíblico junto con sus
aliados humanos, ya han recibido el justo castigo por sus hechos atroces e injus-
tos. Ahora el Señor abre el cofre de todas sus bendiciones prometidas a su pueblo
y las derrama copiosamente sobre ellos.
¿Cuándo va a ocurrir esto? Después del glorioso retorno de Cristo, pasada
la derrota de todos sus enemigos y reunido todo su pueblo que invoca su nombre
en el lugar de su presencia (“Sion, mi monte santo”). Es en estas instancias que
quedará claro quién es el verdadero y único Señor, “el Señor su Dios,” el que
habita en Sion, en medio de su pueblo.
234 – Desastre y esperanza: Joel
Este día comienza con una invitación del Jesús glorificado. Jesús fue
bien claro cuando profetizó: “Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha:
‘Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino
preparado para ustedes desde la creación del mundo” (Mt. 25.34). ¡Por fin se
harán realidad todas las promesas dadas por Dios a los suyos a lo largo de toda la
historia humana! ¡Por fin será vindicada la fe de quienes no vieron pero creyeron,
de quienes esperaron contra toda esperanza, de quienes confiaron aunque no
recibieron lo que en su momento se les prometió! El Cristo glorificado y sobera-
no, sentado en su trono majestuoso, comenzará a reinar con poder absoluto y a
bendecir de manera plena a quienes confiaron sus vidas a él y le siguieron con
obediencia. Estos beneficiarios de la bienaventuranza divina están comprendidos
en el “ustedes” al que Joel hace referencia en el v. 17. ¿Estarás tú incluido entre
los que de manera definitiva “sabrán” que él es el Señor, para gloria de Dios
Padre?”
Este es el día del que habló el profeta. A partir de este día, ya no habrá
sorpresas ni decepciones; no habrá frustraciones ni desencantos; no habrá alterna-
tivas ni posibilidades. Todo será conforme a la voluntad perfecta de Dios y no
habrá otra realidad que bendición infinita. El lenguaje humano presente no alcan-
za para describir la magnitud de la bondad de este día después interminable. Ape-
nas el lenguaje profético alcanza para estimular en algo la imaginación y aun la
reunión de todas las profecías bíblicas sobre el particular no es suficiente para
pintar el cuadro completo de este día eterno. No obstante, la voz del Señor pene-
tra nuestra mente finita con palabras que estimulan nuestra esperanza: “Así dice
el Señor: ‘Hacia ella [Jerusalén] extenderé la paz como un torrente, y la riqueza
de las naciones como río desbordado. Ustedes serán amamantados, llevados en
sus brazos, mecidos en sus rodillas. Como madre que consuela a su hijo, así yo
los consolaré a ustedes; en Jerusalén serán consolados’. Cuando ustedes vean esto
se regocijará su corazón, y su cuerpo florecerá como la hierba; el Señor dará a
conocer su poder entre sus siervos, y su furor entre sus enemigos” (Is. 66.12-14).
Una lectura escatológica de Joel (2.1—3.21) – 235
______________________________________________________________
18. “El Señor lo ha dicho” (Jl. 3.8): __________________________________
19. “Forjen espadas con los azadones y hagan lanzas con las hoces” (Jl. 3.10):
______________________________________________________________
20. “Rugirá el Señor desde Sion” (Jl. 3.16): ___________________________
21. “Entonces ustedes sabrán que yo, el Señor su Dios” (Jl. 3.17): __________
______________________________________________________________
22. “Las montañas destilarán vino dulce” (Jl. 3.18): _____________________
______________________________________________________________
Pasajes: Éxodo 34.6; Salmos 79.10; Salmos 126.3; Isaías 2.4; Isaías 13.6a;
Isaías 13.6b; Isaías 45.5, 6; Jeremías 33.15; Ezequiel 30.2; Ezequiel
36.11; Ezequiel 36.35; Ezequiel 39.29; Amós 1.2; Amós 9.13; Abdías
15; Abdías 17; Abdías 18; Jonás 3.9; Nahúm 2.10; Sofonías 1.15b;
Zacarías 14.2; Malaquías 4.5.
1. Lee y responde:
Bartolomé de Las Casas describe a los indígenas que encontraron los europe-
os en el Caribe como personas mansas, dóciles y dispuestas a ser evangelizados.
Pero contrasta esta actitud de los indígenas con las de los españoles que los con-
quistaron y avasallaron.
“En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su Hacedor y Cria-
dor así dotadas, entraron los españoles, desde luego que las conocieron, como
lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no
han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy [1552], e hoy en este día lo
hacen, sino despedazallas, matallas, angustiallas, afligillas, atormentallas y des-
truillas por las estrañas y nuevas e varias e nunca otras tales vistas ni leídas ni
oídas maneras de crueldad, de las cuales algunas pocas abajo se dirán, en tanto
grado, que habiendo en la isla Española sobre tres cuentos [millones] de ánimas
que vimos, no hay hoy de los naturales de ella doscientas personas.”199
199
Las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias, 38, 39.
Tareas para el hogar – 241
Responde a las preguntas de los dos ejercicios que siguen en sendos ensayos
de no menos de 500 palabras:
2. La mayoría de los cristianos sostiene que “el día del Señor” es el domingo y
que es en este día de la semana que se debe adorar a Dios. Otros cristianos
piensan que el día de adoración debe ser el sábado o cualquier día de la se-
mana. ¿Cuál es tu concepto sobre el particular? Responde en no menos de
500 palabras.
Señales:
Prodigios:
Señales y prodigios:
Pasajes: Génesis 9.12-16; Génesis 17.9-11; Éxodo 4.21; Éxodo 7.3; Éxodo
12.7, 12, 13; Deuteronomio 3.23, 24; Deuteronomio 6.22; Deuterono-
mio 7.19; Deuteronomio 26.8; Deuteronomio 34.11, 12; Josué 3.5;
Jueces 6.34-40; 2 Samuel 7.23; 1 Reyes 13.1-3; 2 Reyes 20.8-11; 1
Crónicas 16.12; 2 Crónicas 32.24, 25; Salmos 65.8; Salmos 71.17; Isa-
ías 7.14; Isaías 29.14; Isaías 55.13; Jeremías 32.20; Jeremías 32.21;
Daniel 6.27; Miqueas 7.15; Lucas 2.12; Hechos 2.19; Hechos 2.22;
Hebreos 2.4.
244 – Desastre y esperanza: Joel
Buscar en la Biblia otros tres pasajes (fuera de Jl. 3.1-15) en los que se discuta
el tema del juicio sobre las naciones:
Completar con pasajes bíblicos cada uno de los espacios en blanco en el cua-
dro que sigue:
La manifestación del Señor (Jl. 3.16) La presencia del Señor (Jl. 3.17)
1. __________. 1. __________.
2. __________. 2. __________.
3. __________. 3. __________.
4. __________. 4. __________.
5. __________. 5. __________.
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