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Esbozando lo Prohibido

Parte Uno

Cuidad Del Comienzo

Por: Sonia S. de Arnau

1
«Por el apoyo y el amor que me has dado,
dedico esta historia a ti;
querida madre.»

2
Can you see?
See you!
Fire, fight, fire, fight, fire, fight
death on around you
'cause the forbidden is the most desirable.

And what you wanted to avoid


that's what will kill you
(Now die)
You have been scared of all your pains.

You'll give vent to your mind


and concern about yourself.
(Now die)

Can't you see?


Just look!
This is at last desire of you desire.

Fire, fight, fire, fight


death and desolation for people.
'Cause the forbidden is most desirable.
'Cause the forbidden is the most desirable.

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Índice

Parte Uno

Capítulo 1.-La iniciación …................................................................... 6


Capítulo 2.-Tiempo Revelado …........................................................... 11
Capítulo 3.-El chico mitad robot …....................................................... 16
Capítulo 4.-Correr y Esconderse …...................................................... 20
Capítulo 5.-Seguir Huyendo …............................................................. 25
Capítulo 6.-¿Cuál es la identidad de esa Persona? …......................... 31
Capítulo 7.-Plan en Marcha ….............................................................. 36
Capítulo 8.-Un Nuevo Enemigo …........................................................ 41
Capítulo 9.-Belirio y Klaus …................................................................ 45
Capítulo 10.-La Fuerza de Belirio …..................................................... 49
Capítulo 11.-Contraatacando al Enemigo …......................................... 56
Capítulo 12.-Descifrando el Misterio …................................................. 62
Capítulo 13.-Triste Realidad ….............................................................. 67
Capítulo 14.-Riz Calomela …................................................................. 71
Capítulo 15.-Lazos Destrozados …........................................................ 76
Capítulo 16.-Adiós Amigo …................................................................... 80
Capítulo 17.-Neón vs Norez …............................................................... 83
Capítulo 18.-Fin de la Batalla; El comienzo de la Guerra ….................. 87
Capítulo 19.-Un Mensaje Inesperado …................................................ 92
Capítulo 20.-Frente a Frente con Klaus Val …....................................... 96
Capítulo 21.-Escape a la Fábrica …....................................................... 101
Capítulo 22.-La verdadera Identidad de esa Persona …........................ 106
Capítulo 23.- Despertar …...................................................................... 109

Parte Dos

Capítulo 24.- Viaje al pasado; un nuevo futuro se forma …...................... 114


Capítulo 25.- Recuerdos …....................................................................... 118
Capítulo 26.- Arresto …............................................................................. 123
Capítulo 27.- El costo para Prevenir el Caos …........................................ 128
Capítulo 28.- Evadir para Vivir ….............................................................. 132
Capítulo 29.- La Verdad …........................................................................ 138
Capítulo 30.- Segundo Plan en Marcha …................................................ 141
Capítulo 31.- Causa del Combate …......................................................... 147
Capítulo 32.- Campo de Batalla …............................................................ 150

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Capítulo 33.- Ruber vs Andro …......................................................... 153
Capítulo 34.- Fin de la Guerra …........................................................ 157
Epílogo …........................................................................................... 164

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Capítulo 1
La iniciación
Transcurría el año 2172, donde los problemas económicos no eran tan
comunes. Donde los vehículos electrónicos voladores ya existían para cualquier
persona que tuviera licencia. Existen «Electri-Combu» que son lugares que
sustituyeron las gasolineras para llenar las baterías de los carros. Esta es la
ciudad Del Comienzo en donde los edificios son altos y grandes y donde las calles
al nivel del suelo, son exclusivas para peatones y bicicletas flotantes. Entre
algunos edificios se encuentran las llamadas «calles del cielo», en donde se
pueden visualizar detalladamente los trenes electrónicos, los que nunca dejaron
de funcionar, recorriendo la ciudad de un extremo a otro mediante una delgada
vía. Los automóviles iban y venían deteniéndose en los semáforos que estaban
suspendidos en el aire, y algunos de ellos tenían la forma de una pelota u otros
eran triangulares. La gente caminaba entre las calles de abajo despreocupadas u
otras paseaban en sus bicicletas flotantes con forma aerodinámica, siendo
levantadas e impulsadas por un pequeño motor; éstas a diferencia de las
anteriores, no necesitaban llantas ya que solo tenían una rueda en forma ovalada
que se extendía de un extremo al otro, era tan delgada que a simple vista no se
puede distinguir, pero tan resistente como para cargar a una persona de peso
completo.
En esa ciudad, como en muchas otras, cada persona poseía una IV
(Identificación de vida) que es una tarjeta delgada de 10cm por 5cm que contiene
toda información del usuario, la que al colocarse en una máquina e introducir un
código que solo la persona debe saber, toda la información podía encontrarse con
facilidad. En la IV se encontraba la edad, el sexo, sus estudios, su licencia de
conducir y también podía usarse como cuenta de banco, al igual que funcionaba
como llave tanto del automóvil como de la casa, así pues, para todo se usaba esta
tarjeta, por consiguiente, toda persona debía obtenerla desde el momento de
nacer.
Por las calles de la ciudad iba caminando una joven de 19 años de edad
con destino a sus estudios. Ella tenía el cabello largo y en ese momento lo llevaba
suelto, luciendo sedoso en su caída sobre la espalda, resaltando su color castaño.
Sus ojos eran de un tono azul gris. Llevaba puesta una diadema roja que sostenía
su flequillo. Su vestimenta consistía en una falda negra y unas mallas que
combinaban con esta, una camisa de mangas largas color blanco y un gafete que
portaba el nombre: Evarista Mohs. Se encontraba transitando por la segunda calle
más famosa y recorrida Del Comienzo y la gente se podía ver usando sus
teléfonos inalámbricos, hologramas o paseando a sus mascotas reales o virtuales.
Evarista se detuvo al quedar frente a un edificio en donde la enorme
entrada en la parte superior tenía unas enormes letras que rezaban el nombre de
Universidad ESER, la universidad más prestigiosa y famosa Del Comienzo. Eva se
quedó viendo por unos momentos la entrada, pues comenzó a pensar en lo que
haría cuando terminara sus estudios y esto era conseguir un trabajo decente. Por

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el momento ella vivía sola desde hacía cuatro meses que dejo la casa de sus
padres. La ley en la ciudad era que una vez que se cumple los dieciséis años de
edad, se puede crear una cuenta de banco mediante la IV y recibir M 1,000
(alrededor de 3,000 dólares) cada quincena y continuar recibiéndolo hasta que se
consiga un trabajo, lo que era mejor ya que se puede ganar lo triple. Los
pensamientos de Evarista fueron interrumpidos al escuchar la voz de alguien
familiar.
—Hola Eva, ¿lista para empezar? —un joven de su edad se acercó a ella
llevando puesto un gorro de invierno de color crema, el que le cubría hasta las
orejas, era extraño que alguien llevara uno de esos en tiempo de calor, además
llevaba unas grandes gafas oscuras. Su gafete declaraba el nombre: Ruber
Corindo.
—Oh, solo eres tú Ruber —mencionó ella en tono de poco interés.
—Qué mala eres, ¿no te da gusto verme? —preguntó divertido, adivinando
su respuesta, pues ya la conocía, además de que no era la primera vez que se lo
decía.
—Como todos los días te veo, la verdad no.
—Eres cruel —comunicó con tono triste.
—Vamos Ruber, no hagas pucheros, ya eres mayorcito como para eso, es
mejor que entremos.
—Sabes, odio este edificio —informó con un tono serio —, no necesitas
trabajar cuando el gobierno te paga por no hacer nada.
—¿De qué hablas? —ella se molestó al escucharlo—, no es lo suficiente
para hacer nada, por ejemplo el poder viajar —así era, cada vez que hablaba de
ese tema, sus ojos brillaban de la emoción, puesto que ese siempre fue el sueño
de ella, el poder viajar y conocer ciudades, estados, países, siempre le llamó la
atención el viajar y por esa razón conocía la ciudad Del Comienzo como la palma
de su mano. No había rincón que no conociera.
—Pero ese es tu sueño y meta de la vida —le comunicó el joven
despertándola.
—¿Y tú no tienes uno?
—Claro que sí —respondió inmediatamente.
—¿Se puede saber cuál es?
—Si te lo digo te reirás.
—Por supuesto que no —dijo un tanto ofendida, se conocían desde hacía
ya un año y él ahora tenía el descaro de decir que se burlaría.
—Mi sueño es… —dudó por un instante, pero Eva lo miró atenta esperando
ansiosa su respuesta, así que no tuvo remedio más que continuar: —Mi sueño es
tener una familia.
Eva no pudo evitar sonreír divertida.
—¿Ves? Te lo dije —Ruber apuntó su rostro. Ella negó con las manos para
explicarle el porqué de su reacción.
—No es por lo que piensas. Es que no puedo creer que creyeras que me
iba a burlar de ti por eso. Hablas de ese sueño casi como algo imposible —sonrió.

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Esa sonrisa siempre calmaba a Ruber, su pensamiento volvió a la realidad cuando
ella continuó: —¿Has pensado en alguien?
Ruber desvió rápidamente su rostro y negando, dijo:
—No.
Eva miró su reloj, el que llevaba en su muñeca izquierda y al notar la hora,
comentó:
—Es muy tarde, tan solo faltan 15 minutos para que las clases empiecen —
miró a su compañero, quien había vuelto a verla —Ruber, es hora de entrar, así
que quítate el gorro y las gafas.
Sin demora o apatía hizo lo sugerido, ya que la buena presentación era uno
de los requisitos para poder entrar a las instalaciones de la universidad ESER. Al
quitarse de encima el gorro, se expuso su cabello de dos colores, un lado de
castaño oscuro y el otro castaño claro casi en tonalidad rubio. Algo parecido
cuando se retiró las gafas, uno de sus ojos era color azul y el otro verde. La
fisonomía de Ruber era así de nacimiento.
—Listo. Vamos —contestó regalándole una sonrisa.
Ambos caminaron a la entrada y entraron a las enormes instalaciones, un
edificio que contaba con muchas habitaciones, las cuales eran utilizadas por
diferentes clases. Se dirigieron a un elevador, ingresaron y fue allí donde se
separaron pues las clases de Mohs eran en el piso 22 y las de Corindo en el 39.

En las calles Del Comienzo andaban muchos robots fabricados por la


empresa Fucus, algunos tenían la función de policía, otros estaban encargados de
rondar por las calles del cielo para vigilar que los automóviles respetaran la
velocidad asignada y si eran violadas —que rara vez sucedía eso —multaban a
los conductores. Unos más estaban confiados para la protección de las calles y a
pesar de que la ciudad era muy pacifica, nunca faltaba algún loco que se saliera
de las normas o que molestara a los civiles y los robots les advertían sobre su
conducta y si los transgresores no obedecían, los robots llamaban al cuartel de la
policía para que fueran a arrestarlos. Siempre había gente que le gustaba fastidiar
e irrumpir la paz.
En la calle Apagador se encontraba ubicada la sede de las empresas
Fucus, la que se encargaba de la distribución de la tecnología ya fueran robots,
máquinas, carros o demás. A su cargo estaba Belirio Fucus, un adulto joven de 35
años, sus cabellos eran rubios y sus ojos azules tal como una gema. Siendo hijo
del señor Fucus, era sucesor y dueño de todas las fábricas y empresas que
portaran ese apellido. Dos semanas después de que murió su padre, decidió
tomar su cargo y relevarlo en el negocio.
La fábrica principal de la empresa Fucus se encontraba en las afueras Del
Comienzo debido al enorme espacio que necesitaba, por ello era imposible que
estuviera en la ciudad, además de que se pensó en la seguridad de los citadinos,
pues se solía experimentar o crear cosas que tendían a salirse de control, como el
mal manejo de algún gas letal, o el mal funcionamiento de alguna máquina.

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Belirio se encontraba frente la enorme ventana que se alzaba casi por toda
la oficina, observando la belleza de la ciudad. Sonreía mientras visualizaba los
carros y demás cosas fabricadas por la empresa. El anterior señor Fucus sí que
había hecho un gran trabajo al proporcionarles a las personas tecnología y eso no
solo en Del Comienzo, sino en varias ciudades alrededor del mundo, adquiriéndola
considerablemente y por ello reinaban en tranquilidad, seguridad y habían
desarrollado el mejor sistema para evitar contaminación innecesaria en el
ambiente, así que no solo los seres humanos eran beneficiados, sino también
evitaban la contaminación atmosférica.
El hombre dio media vuelta y se dirigió a su escritorio al escuchar el ruido
del teléfono de la oficina de que su secretaria llamaba. Apretó un botón.
—Señor, —se escuchó la voz de la joven dama por toda la habitación —el
señor Coleman lo está esperando junto con los demás, la junta pronto dará
apertura.
Juntas, se la vivía en juntas todos los días desde que comenzó a trabajar
allí y debían tener recuento de cada trabajo, sin contar que la empresa
suministraba a las otras ciudades o países la nueva tecnología. Era un trabajo
agotador y se requería muchas horas de discusiones y reuniones.
—Ahora voy —soltó casi en modo de suspiro —Solo dame un par de
minutos.
—Se lo comunicaré al señor.
Belirio se tuvo que acostumbrar a esto. Para que todo pudiera funcionar
debía hacer su trabajo a pesar de lo aburrido que resultara ser. Se alejó del
escritorio y caminó a un estante que quedaba no muy lejos de allí. En una
máquina colocó un código y con eso las puertas se abrieron, dejando ver colgados
algunos sacos, corbatas y abajo alineados, como diez pares de zapatos de
diferente marca y colores para cualquier ocasión que se pudiera presentar. Bel
observó los sacos uno por uno hasta que descolgó el que le llenó la pupila, hizo lo
mismo con la corbata y mientras la estaba anudando, escuchó otra vez el teléfono,
pero esta vez no se trataba de una llamada de su secretaria o de algún jefe de
sección, la llamada era directa de la fábrica. Rápidamente se acercó al escritorio,
desconectó las bocinas, tomó asiento en su sillón y se colocó los audífonos.
—¿Qué problemas hay? —preguntó con voz seria. Estaba estrictamente
prohibido que lo llamaran a menos que se tratara de algo muy… pero demasiado
importante. Una voz del otro lado de la línea contestó inmediatamente:
—Neón se ha revelado.
A pesar de que le era problema, Bel no perdió la paciencia, se mantuvo
serio. La verdad que no le importaba lo que ese muchacho hiciera, más lo que sí
le importaba, era lo que podía llevarse, como evidencia de todos sus planes.
—¿Qué planeas hacer? —preguntó Fucus a su interlocutor y esa pregunta
le resultó un tanto extraña al oyente. Pero trató de responder, pues sabía que si no
lo hacía se enojaría.
—No lo sé con exactitud, pero los… —la llamada se cortó escuchándose
estática, indicándole que no había señal. Él se quitó los auriculares. Se recargó en
el respaldo de su silla. Esperaba que estuvieran preparados para lo que venía. Al

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parecer, Neón había comenzado su movimiento. Él no se iba a dejar vencer tan
fácilmente, conocía la determinación de Neón. Sonrió por ese hecho. Pero le
resultó una lástima ya que Neón había hecho que su vida se acortara más y era
un desperdicio, pues se trataba de alguien muy impresionante. Pero por ahora no
debía sentirse turbado, debía mantener la serenidad y concentrarse en que tenía
una reunión, pues eso sí que lo sacaba de quicio.

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Capítulo 2
Tiempo revelado

En las afueras de la ciudad Del Comienzo, en la fábrica Fucus, una revuelta


había comenzado. Los pasillos estarían en total oscuridad si no fuera porque las
luces de emergencia estaban en funcionamiento dejando ver un poco el interior de
las instalaciones. En uno de los muchos pasillos, un joven corría
desesperadamente, él había desactivado las luces y el código de seguridad, pero
aun así lo habían descubierto y en este momento un MR tipo 3 lo perseguía sin
que pudiera escapar de sus seis ojos que lo mantenían en la mira. Esta máquina
tenía la estructura de un canino y su color era el del metal, gris opaco. Este
modelo poseía tres cabezas finas que se conectaban al cuerpo con cuellos largos.
Llevaba la orden de capturar a Neón, quien de haber sido ayudante de su amo,
ahora era un desertor.
Por fin, el joven Neón se perdió por un momento de la mirada del MR y se
adentró a la habitación donde se encontraban las computadoras principales, las
que se encargaban de recibir toda documentación de los proyectos de la empresa.
Se acercó a la computadora madre sacando de la parte trasera de su oído
izquierdo, un cable que vinculaba con un USB que a su vez conectaba a su
memoria. La introdujo a la máquina y comenzó a leer toda la información de ella,
pero debido a que el MR estaba pisándole los talones, leyó toda la lista tan rápido
como pudo, volviéndose a mirar la puerta, asustado al escuchar al robot entrar al
cuarto, pero a pesar del susto, logró pasar toda la información de la computadora
a su memoria sin terminar de leerla completamente, borrando todo de la
computadora madre.
Sintió al robot detrás de él, así que se dirigió al fondo de la habitación, pues
allí había un pasadizo secreto. Al acercarse y tratar de abrir la puerta del pasadizo,
se dio cuenta que se encontraba sellada, pues se había bloqueado
automáticamente debido a la falta de la energía principal. Se dio media vuelta al
escuchar como el MR se detuvo cerca de él, mirándolo con sus ojos azules y
Neón pudo verse reflejado en ellos. Estaba consiente que un movimiento en falso
podía significar que pudiera ser capturado y como diera lugar debía salir de allí
con los archivos.
Neón, lentamente, sin dejar de prestar atención a los posibles movimientos
de la máquina, llevó su mano para llegar a la bolsa de su pantalón con la intención
de sacar la bomba que generaba corriente; su plan era arrojársela y huir cuando el
robot sufriera una descarga eléctrica, lo que lo privaría de sus movimientos por un
corto tiempo y su plan habría funcionado de no ser porque el canino mecánico
anticipó sus movimientos y lo atacó con su cabeza de en medio, pero el joven,
esperando su reacción, saltó en el preciso momento del ataque y antes de que la
boca lo pudiera tomar, él se trepó sobre la cabeza impulsándose con los pies y así
alcanzar la puerta por la que entró, no obstante, la cabeza del MR que quedó a su
lado izquierdo entró en acción y lo tomó del brazo arrojándolo con fuerza hasta el

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otro extremo de la habitación, provocando que el joven golpeara contra la pared y
emitiera un agudo grito de dolor.
A pesar del terrible dolor que sintió, Neón comenzó a ver lo que se
encontraba a su alrededor, ya que cada segundo contaba, cada segundo
determinaba si salía victorioso o no. Tan solo vio una gran mesa frente a él y a sus
lados, regadas en el suelo, piezas de metal que utilizaban como pruebas o partes
de otros artefactos. Por debajo de la mesa pudo ver como el MR se acercaba con
la intención de estirar uno de sus cuellos y tomarlo; pensó en algo, se deslizó
debajo de la mesa colocando sus pies sobre la tabla por el lado interior y dando un
fuerte impulso hacia arriba, la derribó, provocando que la cabeza del canino
mecánico colisionara contra la mesa con tal fuerza que se deformó. Sin esperar un
segundo más, Neón cogió un par de trozos de metal y levantándose, se mostró al
robot y al momento, las cabezas libres del MR embistieron al joven, pero
hallándose preparado, usó las piezas como escudos. El momento de huir llegó
cuando por unos segundos, desubicó al casi robot perfecto. Salió de la sala a toda
velocidad. Corrió por los pasillos aún oscuros y los que parecían laberintos, sin
embargo, él conocía toda la fábrica, así que no temió perderse. Tenía cada ruta de
escape en su memoria y sabía por dónde correr. Fácilmente podía huir de ellos,
pero si le enviaban a los RV, que eran robots especializados en la lucha, le sería
mucho más difícil lidiar con ellos.
—Izquierda… derecha… derecha —decía cada vez que daba vuelta a otro
pasillo —Izquier… —se detuvo drásticamente al percibir a otro MR, pero esta vez
del tipo uno, los que eran parecidos a los tres, pero tan solo contaban con una
cabeza.
Ante esa situación, decidió desviarse y usar otra ruta, pero de repente se detuvo y
se agachó en el preciso momento en que la garra de un MR atravesó la pared, y
su movimiento previsor le salvó la cabeza.
La sorpresa del ataque no lo detuvo y se irguió para continuar por otro
camino, evitando a toda costa tener contacto con ellos. Él retrocedía algunas
zonas al notar que algunos buscadores lo esperaban para emboscarlo, de esta
manera, poco a poco las posibles rutas de escape fueron invadidas o bloqueadas
por MRs, así que optó por su último recurso: ir a la cima de la fábrica, por lo tanto,
comenzó a subir las gradas sin detener o disminuir su paso y mucho menos ahora
que los buscadores le pisaban los talones. La tensión combinada con el miedo
empezaba a crecer en su interior cada vez que escuchaba las patas robóticas
chocar contra el metal del piso, lo que le producía un desgarre interno. Al llegar
arriba, no pudo evitar que su interior se regocijara al ver la puerta de salida, solo
faltaba poco.
Desafortunadamente se encontraba bloqueada, pero esta vez, como no
tenía otra opción, debía conectarse a ésta para desbloquearla lo más rápido
posible. Concentrado en lo que hacía, no sintió al robot que se encontraba atrás,
pudo darse cuenta de él cuándo vio una garra metálica del tamaño de su cabeza
perforar la puerta a escasos centímetros de distancia, el joven se giró mirando a
un robot en forma de araña, que lo miraba fijamente con sus miles de ojos que
hacían la función de focos, su cola salía detrás de su cuerpo y esta era como una

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cola de alacrán, el robot tomó sin dificultad parte de la puerta y la arrancó. Neón,
al ver la oportunidad y sin perder más tiempo en los ojos hipnotizantes de la
araña-robot,corrió fuera por la abertura de la puerta.
No se detuvo sino hasta llegar al borde del techo, donde miró hacia abajo.
Su ojo derecho no vio fin y su izquierdo calculó la altura. Una parte de él le dijo
que debía retirarse y la otra que siguiera. Decidió dar media vuelta para regresar
adentro de la fábrica y así poder usar o crear alguna otra ruta, pero se llevó la
sorpresa de que se encontraba acorralado por varios MRs, la única entrada estaba
siendo bloqueada. Exhausto y respirando con dificultad, se limitó a pasar su
mirada a cada robot por unos segundos y por primera vez, desde hacía mucho
tiempo, no tuvo respuesta; su computadora no tenía solución y su cerebro
tampoco tenía idea. Se encontraba en una situación complicada, se sintió
acorralado como una rata en un laboratorio. Analizó las posibilidades de poder
evadir o engañar a las máquinas para adentrarse a la fábrica, pero cada una de
estas eran menores de un 1% de éxito.

Una daba el 25% de éxito.

Con lentitud, para no presionar a los MRs a atacarlo, ya que ellos solo lo
atacarían si les daba una razón para hacerlo, por el momento, el joven no les era
una amenaza, dio un par de pasos hacía atrás y así sucesivamente deteniéndose
cuando su pie derecho sintió el vacío, había llegado al borde. Giró su cabeza un
poco visualizando a lo lejos una ciudad. Su corazón latió el doble al pensar en lo
que iba a hacer. Cerró los ojos con fuerza y tragando saliva con dificultad, con
aparente calma, inhaló aire para llenar sus pulmones y cuando exhaló el aire, se
arrojó.
Fue ese momento en que los robots se movieron, su prioridad era traerlo a
su jefe, a su dueño, pero cuando se asomaron por el borde, Neón se había
perdido de su radar visual. Ingresaron apresuradamente a la fábrica para seguirlo,
pues su prioridad era cumplir con las órdenes.

Mientras tanto, en la universidad de ESER, el profesor de ciencia de las


tecnologías salió del salón al que asistía Evarista. Después de que una clase
terminaba, se daban unos cinco minutos antes de que el otro profesor entrara a
impartir su clase. Eva se encontraba sentada en medio de sus dos amigas, Blanca
y Naira, quienes lo primero que hicieron una vez el profesor dejó el salón, fue
platicar entre ellas. Por otra parte, la castaña decidió buscar en su computadora,
las que todo alumno poseía, lo último que vieron de la próxima clase, pero no
evitaba reír cuando escuchaba de sus compañeras algo que le hacía gracia.
—Vamos, Eva, cuéntanos, ¿hay alguien que te interese? —inquirió con tono
pícaro Blanca quien se encontraba al lado derecho de Eva.
—¿Interesarme, de qué manera? —preguntó haciéndose la que no sabía a
lo que se refería.

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—No te hagas —soltó Naira colocando su brazo alrededor del cuello de su
amiga —Amorosamente, claro está.
—No, aún no.
—Deberías salir con algún chico —mencionó Blanca —Deberías dejar de
visitar a Calomela, siempre estas con él. Deberías salir con un chico de verdad…
—Deberías, deberías, deberías —repitió la acosada rodando sus ojos —Ya
dejen de decirme tantas cosas, yo sabré con quien juntarme o no y también sabré
cuándo salir con alguien —quitó el brazo de su amiga al sentirlo pesado y
concluyó: —Me alegra estar con él.
—No estamos diciendo que sea mal… —Naira fue interrumpida por un voz
masculina.
—Blablabla —el chico de adelante de Naira se recargó sobre la silla,
dejando las dos patas delanteras en el aire. Miró a las chicas y preguntó: —¿No
pueden hablar de otra cosa? ¡Válgame! Las mujeres y sus conversaciones de
chicos. A mí me gusta él, ¡ah! A mí me enamoró él —dijo burlándose de ellas.
Naira, molesta, empujó desde abajo las patas donde el joven reposaba,
provocando que casi perdiera el equilibrio. Él se asustó y volvió a su estado
normal.
—Si no te gustan nuestras pláticas, entonces no las escuches, Nec.
Nec se giró para encararse con la mujer que hizo que casi perdiera el
equilibrio y cayera al suelo.
—¿Cómo quieres que las evite si me hablan en el oído? —se escuchó
elevando la voz.
—Es que estás molesto porque no hablamos de ti —comentó Blanca en
tono de burla.
—¡Ah! Yo sé muy bien que ustedes hablan de mí, es solo que no lo hacen
cuando estoy presente, ¡eso es mega obvio! —comentó el chico en tono altivo.
Nec no era un joven feo, al contrario, era a la vista muy agradable, además
de ser elegante en todo lo que hacía. No era muy alto, pero tampoco era tan bajo
y su cuerpo atlético recompensaba eso, ya que su hobbie era levantar pesas todas
las tardes, además de que hacía ejercicio todos los días.
—No hables Nec —Naira empezó a empujar la silla de su compañero, algo
fastidia—, eso ni en tus propios sueños.
El profesor hizo aparición al aula provocando que todos los alumnos que
estaban hablando, guardaran silencio para poner atención a la clase.
—Bueno chicos, como ya se anunció en días pasados, hoy es día en que
Belirio Fucus dará un discurso, así que si son tan amables de dirigirse a su
computadora, pongan el canal de las noticias de la ciudad.
Todos los alumnos asintieron y haciendo caso a su mayor, se dirigieron a su
monitor. Cuando se presentaba alguna noticia importante en la ciudad Del
Comienzo, cada pantalla de esta se auto-programaba para que ningún ciudadano
pudiera perderse tal acontecimiento. Ese discurso era importante, pues tenía que
ver con el mismísimo dueño de empresas Fucus. La prensa se mantenía afuera de
la cede esperando a que el señor Belirio saliera y presentara su discurso. Al
abrirse las puertas de la instalación, se dejó ver el esperado, junto a sus

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guardaespaldas. Toda la prensa se acercó hasta lo que les fue permitido, las
cámaras-robots y demás se enfocaron en él. Sin esperar más, un periodista
empezó con una pregunta:
—Señor Belirio, ¿cuándo es que la empresa sacará un nuevo producto?
—Muy pronto —contestó—, la labor que estamos realizando será sin duda
alguna el trabajo más innovador y revolucionario que haya inventado la empresa.
—Muchas personas mencionan que desde que su padre murió, usted no ha
realizado un buen desempeño —habló otro periodista, todos sus compañeros se
enfocaron en él debido a las interesantes palabras—. Desde el incidente, la
empresa solo ha sacado estos cinco años un solo modelo y se dice que ese
trabajo ya lo había empezado su padre. ¿Qué dice a eso?
—Les aseguro que el que viene será el mayor trabajo —objetó sin haberle
afectado las palabras dichas —Tan solo tengan paciencia.
Una reportera iba a decir algo, pero se retuvo al notar que Fucus hizo un
ademán, después de eso, el hombre concluyó:
—Eso es todo por hoy. Tan solo esperen y verán algo reformado.
Enseguida dio media vuelta y comenzó a caminar, detrás suyo sus
guardaespaldas, dejando atrás a una multitud aturdida debido al pequeño
“discurso” que el señor Fucus presentó ante la prensa. Dentro de la empresa se
encontraban 8 de los 10 patrocinadores, que en cierta forma eran los que
mantenían el lugar, esperándolo e indignados por el desinterés que demostró Bel
ante los periodistas. Uno de ellos se apresuró al dueño.
—Belirio —se escuchó colérico, pero trató de que no se notara—, mi gente
y yo pensamos en hacer esa entrevista para que usted convenciera a la gente que
todo está bien. Los ciudadanos no han olvidado el hecho que despidió a más de la
mitad de los científicos y obreros que trabajaban en la fábrica, el lugar ha perdido
mucho dinero y puede quebrar la empresa. Estábamos mejor con su padre.
El dueño se detuvo para ver seriamente al hombre. Desde que comenzó en
la presidencia hacía cinco años, había escuchado una y otra vez que cuando el
señor Fucus vivía, el lugar era mucho mejor y tal vez era verdad, ya que los MR
que habían sacado, fueron solamente renovados. Pero él estaba harto de
escuchar a sus representantes decir eso.
«¡Que se arrojen por un rascacielos!» Ahora él estaba a cargo de la
empresa y ellos debían obligarse a confiar en el nuevo dueño de la fábrica: Belirio
Fucus, hijo del difunto empresario Fucus.

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Capítulo 3
El Chico Mitad Robot

Lo primero que hizo al caer al suelo fue levantarse tan rápido como pudo,
debía seguir huyendo, estaba consciente que esas infernales máquinas irían tras
él a como diera lugar. Era verdad que su cuerpo era mitad robot, pero solo se
trataba de la mitad, por esa misma razón pudo sobrevivir a la caída, pero también
sintió un profundo dolor. Se irguió como pudo, con el brazo derecho se tomó las
costillas del costado izquierdo, apretándoselas con fuerza con la intención de
sofocar el dolor, mientras comenzaba a caminar, cojeando del lado derecho,
sintiendo como parte de su rostro estaba herido. Miró el horizonte distraído,
pensando si se había roto algún hueso, no obstante, a pesar de su malestar,
comprendió que no podía darse el lujo de permanecer quieto, debía seguir
huyendo. Se detuvo visualizando la ciudad.
Entonces, una pregunta lo ahogó, ¿adónde podía huir? Sabía que dentro de
él llevaba un chip localizador que les permitía a los buscadores encontrarlo en
cualquier lugar donde estuviera, así que no sería fácil escapar de ellos, pero no
por eso debía dejar de luchar, por lo que dando de sí, emprendió de nuevo su
camino. Minutos después, el joven miró sobre su hombro encontrándose con la
desagradable sorpresa de que los MR lo seguían. Neón caminó con más prisa,
cada segundo se volvía para ver qué tan lejos se encontraban; aunque lo deseaba
no podía moverse más rápido, la caída que sufrió lo había limitado en su
velocidad. Trató de correr dejando de lado sus dolencias, sintiendo como los
buscadores le pisaban los talones.
Fatigado cayó al suelo, pues sus pies se cruzaron. Se sentó en el suelo
mirando como los buscadores aumentaban su velocidad. La angustia de sentirse
atrapado lo hizo retroceder asustado, impulsándose con las piernas y los brazos y
cuando las máquinas se encontraban a escasos metros, pensó que era todo,
entonces de pronto, ellas se detuvieron. El joven miró con sorpresa a las cuatro
máquinas inmovilizadas, luego observó a ambos lados, pero no vio nada, se volvió
a los robots cerrando los ojos y un suspiro de alivio brotó. Afortunadamente había
cruzado la zona límite, pues cada una de las máquinas de la fábrica tenían un
radar que solo les permitía estar a cierto radio alejados de las instalaciones; no
podían cruzar esos límites puesto que existía una barrera invisible que les impedía
esa acción.
Los buscadores dieron media vuelta y se alejaron de Neón. El joven no
pudo evitar relajarse, se acostó completamente en el suelo y observó
detenidamente el cielo azul, frunció el ceño y levantándose, volvió a su andar. No
debía perder el tiempo, él no estaría conforme y posiblemente enviaría más
buscadores, por ello, debía huir lo más lejos que pudiera.
Un par de horas después, visualizó lo que le parecieron construcciones de
casas. Volvió a suspirar. Había perdido mucha energía, así que se le dificultaba
seguir en pie, por lo que tenía la necesidad de recostarse y dormir para recargarse
y recuperar su poder, pero no podía darse el lujo de hacerlo aunque su cuerpo

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implorara descanso. Si lo hiciera daría tiempo a los MR a que lo capturaran. Su
mitad humana comenzó a temblar, esta no soportaba tal maltrato. Un terrible
escalofrío lo invadió, la vista comenzó a fallarle y vio borroso, las siluetas de las
casas iban y venían. Se tomó el brazo izquierdo con la intención de calmar su
temblor, pero fue en vano, este seguía moviéndose a contra voluntad. Su pierna
comenzó a padecer lo mismo.
Lo que temió sucedió.
Ya no pudo más, los párpados le pesaron mientras una sensación de no
poder cargar con su cuerpo se apoderó de él. Su visión empezó a desvanecerse,
de repente sus piernas ya no pudieron soportar su peso y mientras una
somnolencia cayó sobre él, se dejó caer de rodillas y antes de siquiera sentir que
su cuerpo diera por completo en el suelo, vio una silueta de un animal acercársele.
Perdió el conocimiento.

Lo primero que hizo Eva cuando sus estudios finalizaron fue ir al


restaurante «Come Rápido», un establecimiento que vendía comida rápida, ella
pidió el especial del día y esperó a que un robot especializado en ello preparara su
pedido, el que era para llevar. A decir verdad, esos establecimientos eran
pequeños y solo era para pedir comida para llevar. Al salir, ella se dirigió para la
calle «El Tercer Anillo», la que vinculaba a donde deseaba ir. Se dirigía a la
Colonia Nube, un lugar muy bonito de la ciudad Del Comienzo. Tarareaba una
canción alegremente mientras movía la bolsa de la comida al cruzar las avenidas.
Se detuvo al llegar a la residencia, la que por ser privada, se encontraba
protegida por una muralla de piedra y la entrada principal era una enorme reja de
color negro que era adornada por un elegante dibujo. Se acercó y colocándose a
un lado de una máquina que era la que determinaba si la persona podía entrar o
no, pues así se protegía la seguridad de los residentes, los únicos que tenían
acceso libre a la residencia. Pero si el residente deseaba que algún conocido lo
visitara, podía hacer que la IV del visitante funcionara como llave, más aparte un
código de voz.
Eva apretó el timbre y mientras se mostraba una onda de sonido dibujada
en el aparato, se escuchó la voz de una máquina.
—Buenas tardes. Residente o visitante.
—Visitante. Vengo a ver a Riz Calomela, numero de casa 37, mi nombre es
Evarista Mohs número de cuenta 322 —lo dijo corrido, pues se sabía todo el
procedimiento. Por esa razón la máquina analizó la información.
—Confirmando voz —tras un sonido de aceptación, la reja se abrió—.
Bienvenida Evarista Mohs —la joven entró —Que pase buena estancia.
La famosa residencia Nube era uno de los pocos lugares de la ciudad que
aún conservaba las estructuras antiguas, contando con casas separadas y
amplios suelos pastosos, siendo decorados por árboles y hermosas y variadas
flores, las que eran mantenidas por un robot que les proveía el agua y los
cuidados necesarios. Los caminos eran adornados por piedras que daban una
agradable vista a la residencia. Al llegar a la casa 37 tocó el timbre y esperó a que

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el dueño abriera y casi de inmediato alguien abrió la puerta. Una pequeña
máquina de un metro de altura, redonda, que poseía brazos delgados con tan solo
dos dedos y sus cuadrados ojos de color azul cielo, atendió a la castaña.
—Muy buenas tardes señorita Mohs, por favor pase —se movió a un lado
para dar paso al visitante.
—Gracias —mencionó cortésmente mientras echaba un vistazo dentro de la
pequeña, pero acogedora casa, sin moverse —¿Está el señor de la casa?
—El señorito Calomela no se encuentra —mencionó la voz robótica —Está
en el taller. ¿Desea pasar y tomar asiento, mientras lo espera?
—No. Iré a verlo al taller.
—Como deseé. Que pase buen día, señorita —el pequeño robot cerró la
puerta e inmediatamente Eva salió a toda prisa de la residencia, ignorando esta
vez cuando la máquina de la entrada dijo: «Gracias por su visita, que tenga
excelente día».
El taller de la familia Calomela estaba ubicado a dos cuadras detrás de la
residencia Nube, así que por eso, ella no tardó mucho en arribar al lugar. El taller
se encontraba abierto; sus dos puertas de hierro abrían paso a la clientela. Debido
a que el taller se especializaba en la reparación de artefactos electrónicos, como a
robots, el lugar era amplio. Tenía una altura de 8 metros y a pesar de lo espacioso
que era, el lugar se mantenía lleno de muchas piezas de máquinas. Los estantes
estaban al borde de pesados motores. Por todo el lugar se observaban robots de
diferentes tipos, desde robots especializados en la construcción, hasta los robots
de restaurantes de comida rápida. Pero también se veían robots más pequeños y
simples, licuadoras, taladros, microondas, etc.
—¡Riz! —gritó Eva para que fuera donde fuera que se encontrara la pudiera
escuchar, pero lo único que percibió fue el propio eco que regresaba cuando sus
palabras chocaban entre las paredes y el metal de los robots. Volvió a intentarlo
mientras se adentraba más al taller. Sin resultado alguno.
Más al fondo, notó un robot de rescate, de forma humanoide, los que se
utilizaban para rescatar y poder mover los escombros cuando algún desastre
natural hacía de las suyas. Este era de color escarlata, con franjas naranja que
atravesaban el torso y el enorme logotipo del departamento de rescate dibujado en
el pecho. La persona que buscaba se encontraba adentro de la máquina, y
literalmente hablando, no en la cápsula donde la persona podía entrar y maniobrar
el robot.
—¡Riz! —A pesar de estar tan cerca, aquella persona aún no se daba
cuenta de que era llamado —¡Calomela! —Volvió a gritar, pero más fuerte.
Un hombre de 30 años de edad se asomó algo desubicado, por la escotilla
y la miró.
—Eva, ¿eres tú? —El hombre la reconoció cuando se desactivó sus
anteojos de soldar —Ahora bajo —informó.
Riz Calomela, hijo del dueño del taller, se especializaba en mecánica
robótica de casi toda clase de robots o máquinas eléctricas. Distinguido por
siempre llevar una bata blanca. Él era de cabello castaño, sus ojos miel, dignos
del apellido que portaba, no dejaron de mirar a Eva hasta que se acercó a una

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distancia prudente. Aunque no se dejaba la barba, en ese preciso momento
llevaba una descuidada y Eva se lo hizo saber.
—Deberías mirarte, pero qué guandajo* estás, deberías rasurarte.
Él se tocó la barbilla y sin dejar de mirarla, comentó divertido:
—¿Tan mal está?
—¿Cuándo fue la última vez que comiste? —quiso saber ella.
—Dime en qué día estamos para responderte con precisión.
—¿Día? —se sorprendió, aunque no debió, pues sabía que algo así
ocurriría. Por esa razón le compró algo.
—Te traje esto.
—Pero que amable —se tomó la bolsa —¿Lo preparaste tú? —su
respuesta fue inmediatamente respondida cuando observó el logotipo del
restaurante impregnado en la bolsa —Pensé que me traerías algo que
prepararías, no creas que no tengo ganas de comida preparada por una máquina,
pero es mucho mejor cuando es preparada por las manos humanas.
—Pues dile eso a tu mujer, claro, cuando la tengas.
Tan solo mirar ese robot de rescate estuvo consiente que Riz no se
despegaría de este hasta que lo analizara a fondo. Lo conocía muy bien, sabía
que cuando obtenía algún robot nuevo para que lo arreglara, él no lo soltaba ni
aunque encontrara la falla y lo arreglara en segundos. Realmente lo devolvía
hasta que investigaba cada uno de sus componentes o piezas y por esa razón
para él, encontrándose en ese estado, no existían las noches y los días.
Como exactamente en ese preciso momento, a pesar de haber tomado un
corto descanso para poder comer, comía muy rápido sin saborear, ansioso por
terminar y así volver al trabajo, además observaba la guía del robot de rescate en
su Pantalla. Eva se acercó a la mesa, la que estaba totalmente llena de piezas,
tanto grandes como pequeñas, de varios prototipos de robots. De entre tantas
cosas observó un plano de los nuevos robots de búsqueda, tomó la hoja y
comenzó a detallarla. Lo único que le gustaba de estos era el diseño y sus dos
colores; plateado y rojo plateado.
—Acabo de comprar el reformado modelo 1 —escuchó la voz de Calomela,
haciéndole saber sobre su nueva adquisición al verla concentrada en los planos,
además de que ya había terminado su aperitivo. Ella lo miró y él continuó: —Está
en el despacho —señaló el lugar —Te lo enseñaría, pero ahora se encuentra algo
destrozado. Lo estaba investigando cuando me trajeron el de rescate —sonrió, ella
le devolvió la sonrisa —Bueno, agradezco que hayas traído el almuerzo. Ahora
voy a seguir trabajando, pero antes —se tocó la barbilla sintiendo la barba—, creo
que iré a rasurarme.

*Se le dice “Guandajo” a la persona desordenada, sin cultura en higiene.

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Capítulo 4
Correr y Esconderse

Se hundió en un profundo lago de oscuridad y trataba de luchar para salir


de él, ante eso abrió los ojos de golpe. No sabía dónde se encontraba y por esos
primeros segundos no recordaba lo que había sucedido. Lo que notó primero fue
un techo y una lámpara que colgaba debajo de él. Comenzó a tocar a su alrededor
descubriendo algo suave y sedoso, se trataba de sabanas; se encontraba en una
cama. Se levantó un poco sintiendo un leve mareo y se sentó, pensativo, tratando
de recordar lo que sucedió.
Se puso de pie y comenzó a girar sobre su eje lentamente para mirar todo a
su alrededor, reconociendo que se trata de un sótano, los que nunca en su vida
había visto, pero que reconoció inmediatamente debido a su conocimiento
programado. Al estar seguro de donde se encontraba, se dirigió a unas gradas que
estaban hasta el fondo y tomando el pasamano, lentamente subió escalón por
escalón, sorprendiéndose al llegar arriba. La puerta era de hierro, pero eso no fue
lo que lo sorprendió, sino ver una abolladura en medio de esta, la que venia del
otro lado. Con preocupación tomó la manija y trató de abrir el acceso, pero no
cedió, pues se encontraba cerrada desde el otro lado. Su miedo se hizo mayor y
movió bruscamente de arriba abajo la manija deseoso de que la puerta abriera.
Después la tocó con gran fuerza mientras gritaba que lo dejaran salir. Se mantuvo
en silencio. Un penetrante y aterrador silencio ante la desesperación y el mal
presentimiento que lo embargó, así que volvió a tirar de la manija, pero esta vez
con la fuerza que su brazo robótico le proporcionó, logró abrir la puerta. Con
cautela se adentró al hogar sintiendo pánico, pues esa abolladura solo se podía
tratar de los buscadores, ellos lo habían localizado y habían ido por él. Sus ojos
se abrieron tan grandes como un plato al descubrir tal escena.
Sus ojos cafés empapados de terror y sorpresa no dejaban de ver al dueño
de la casa recargado en la pared con un enorme agujero en lo que fue su
estómago y a su lado, un perro; su fiel compañero se encontraba igualmente, con
la mandíbula destrozada, sin diente alguno. Al parecer, el can había luchado para
proteger hasta el final a su dueño. Neón comenzó a sentir náuseas, llevó su mano
a la boca para retener lo que venía. Salió apresuradamente para alejarse de la
casa, sin dejar de pensar en que los MR llegaron hasta ahí y unas preguntas lo
inquietaron más: ¿Por cuánto tiempo estuvo inconsciente? ¿Por qué razón no se
lo llevaron?
Él se encontraba en una pequeña localidad ubicada a las afueras de la
ciudad Del Comienzo. Su sorpresa fue más grande cuando salió, pues se encontró
que todos los de esa localidad estaban muertos. Algunas personas habían sido
arrojadas contra los carros o a las casas, pero no importaba en sí cómo los habían
matado, sino el hecho de que todos los habitantes perdieron la vida por culpa de
él. Era su culpa, el lugar había sido atacado por su culpa. Miró con detenimiento la
catástrofe que ocasionaron los MR o hasta los mismos RV. Un enorme vacío en su
interior creció. ¿Estaba haciendo lo correcto?

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Angustiado por todo lo que veía, metió las manos en los bolsillos de la chaqueta
descubriendo algo en uno de ellos, al sacarlo observó un extraño instrumento
redondo, no más grueso que tres milímetros de color negro y con unas letras
alrededor, doradas, las que rezaban: C. Calomela.
«¿Qué es eso?» pensó.
No tenía idea, pero algo tenía claro y era que ese aparato fue lo que impidió
que los buscadores lo encontraran. Ese aparato había bloqueado el rastreador
que tenía. Quería saber más sobre eso. Si alguien fue capaz de crear algo así, tal
vez esa persona lo ayudaría a desbloquear los archivos que se llevó de la fábrica,
pues aunque lo intentara no podía tener acceso a ellos, así que por esa razón
emprendió a la ciudad para buscar al creador del aparato.

Ruber se encontraba frente la puerta del edificio del hospital Psiquiátrico.


De nuevo en ese lugar, sin falta todos los sábados y como ese día miércoles. Aquí
lo visitaba a él y a pesar de que no deseaba pisar dichas instalaciones, no podía
evitarlo, así que sus piernas lo guiaban a este lugar. El joven dirigió su mirada al
enorme reloj que colgaba arriba de la recepción, el que podía ver por el vidrio de la
entrada. El reloj marcaba las 4:54 con enormes números color verde limón.
Siempre era igual, él era puntual a sus visitas. Esta comenzaba a las 5 de la tarde.
Un sábado había decidido no acudir a estas visitas, pero todo el día se la pasó
mirando intranquilo el reloj, una y otra vez, porque se acercaba el momento de la
visita. Por ello decidió salir a dar un paseo y así despejar su mente, pero cuando
menos acordó ya se encontraba frente al hospital.
Al dar un suspiro cuando el reloj marco las 5, caminó para acercarse más a
la puerta y así los sensores lo detectaran y automáticamente las puertas de
abrieran y poder ingresar. Caminó a la recepción y se detuvo para hablar con una
recepcionista, la que siempre, como todos los sábados y miércoles lo atendía. La
saludó con una sonrisa, preguntando lo de siempre:
—¿Puedo ver al paciente Efrin Corindo? Habitación 137 B.
—Por supuesto que sí —escuchó a la joven decir la misma respuesta que le
decía cada vez que iba. Siempre deseoso de que le dijera que no podía verlo,
pero no, siempre era lo mismo —Puede pasar.
—Gracias —se despidió de ella y giró a su derecha comenzando a caminar
por un pasillo para dirigirse al elevador, el que tomó para llegar al piso tres y así
buscar el número de la habitación de Efrin. El camino ya se lo sabía de memoria
por tantas veces que había ido a visitarlo; tan así que hasta con los ojos cerrados
podía llegar.
Al llegar al piso deseado, giró a su izquierda y al pasar por tres puertas
más, encontró la que buscaba. Se colocó enfrente mirando detalladamente los
números dibujados en ella.
Le hacía daño verlo, pero a pesar de eso no podía dejar de visitarlo; sin
importar como se encontrara alguno de esos días, soleado, lluvioso, con nieve,

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siempre abría esa puerta. Antes de abrirla e ingresar, esperó a que dos guardias
de seguridad llegaran, puesto que no se podía entrar a una habitación de algún
paciente a menos que dos guardias estuvieran afuera, por si se les necesitaba;
casi nunca eran necesarios, pero era mejor estar preparados por si acaso. Era por
esa razón que cada visitante debía presentarse en la recepción y dar constancia
de su presencia.
Los vigilantes no tardaron mucho y al tomar su posición, uno a cada lado de
la puerta, Ruber tomó el picaporte y lo giró dejando ver el interior de la alcoba, la
que era grande. Había una cama Queen apoyada contra la pared derecha al
acceso; había una puerta al fondo que llevaba al baño; en la pared izquierda había
una larga y enorme ventana de vidrio reforzado que iluminaba gran parte de la
habitación. Pero esas cosas no le importaban al joven, su vista se dirigió a una
persona que estaba en medio de la habitación sentada en una silla de ruedas, se
encontraban sus muñecas atadas en los apoyabrazos para evitar que se lastimara
él mismo, la persona vestía una bata larga color crema, la que todo paciente
llevaba. Efrin era delgado, casi flaco, se hallaba con la cabeza agachada y su
barbilla tocaba su pecho. El cabello lo tenía largo y despeinado, ocultando su
demacrado rostro.
—Hola Efrin —saludó el joven acercándose con una silla a él—. Me
informaron que tuvieron que amarrarte las manos porque te provocabas daño —a
una distancia prudente colocó la silla frente al paciente, se sentó en ella —Mira lo
que te traje —de una bolsa sacó una revista—. Siempre te han gustado los
animales, ¿verdad? El otro día vi esta revista en un mostrador y pensé: «¿Por qué
no se la llevo a Efrin cuando vaya a verlo?» —Abrió una página al azar y se la
mostró a él, pero Efrin siguió con la cabeza agachada. Él estaba como si no lo
escuchara, siempre era lo mismo, cerró la revista y levantándose la colocó sobre
una mesita redonda que no se encontraba muy lejos de Efrin, allí había medicina,
frascos de pastillas, agua, jeringas, todo cuanto necesitaba.
Ruber se acercó a la ventana y comenzó a observas afuera, no era un
panorama muy bonito, tan solo se mostraba los edificios y los carros viajar de aquí
allá. En la ciudad transcurría la vida con total normalidad. Se giró un poco para
observar al de la silla; al que ya no le importaba la vida. Los ojos del joven se
entristecieron, no le agradaba verlo de esa manera, sufría por dentro al igual que
él.

—Ah, por cierto Eva —habló Riz para llamar la atención de la joven quien
se encontraba sentada vagando por su Pantalla mientras él terminaba su trabajo.
Eva prestó su atención y él continuó: —Ayer vino el bicolor.
Al escuchar la última palabra la joven puso una cara seria, cuando Riz
hablaba del «bicolor» se refería a Ruber y a ella no le agradaba para nada que lo
nombrara de esa manera.
—Por favor Riz, no lo llames así, su nombre es Ruber.

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—Lo siento, lo siento —se disculpó al ver el enfado de ella—. Pero no
puedo evitar darle ese sobrenombre. Con su cabello así me recuerda a algún
miembro de esas pandillas que desaparecieron hace años, los que se pintaban el
cabello para separarse de otras pandillas. Ellos eran una mala influencia en la
ciudad.
—Pero él no es uno de ellos. Así es él. Además ellos dejaron de existir.
¿Por qué me buscaba?
Riz pensó un poco, se acercó y de una mesa tomó su café y le dio un
sorbo, provocando que una mueca de disgusto se dibujara en su rostro, el café se
había enfriado.
—No lo sé —admitió —Estaba tan concentrado en terminar el robot de
rescate que no le presté atención. Recuerdo que hablaba de algo, pero
honestamente no presté atención. Eva, sabes cómo me pongo cuando estoy
concentrado en mi trabajo. Después de rato me di cuenta que ya no estaba.
Ella se quedó pensativa y preocupada, desde hacía tiempo que observaba
a Ruber algo fuera de lugar, como distraído, como que algo le molestaba o
inquietaba.
—Si se trataba de algo importante, volverá —las palabras de Riz la
volvieron a la realidad y tenía razón, solo esperaba que no se tratara de algo
grave. Al ver que Riz se alejó para volver a su trabajo, ella volvió con lo suyo.

Ruber dejo de mirar la ventana y de nuevo se acercó a Efrin e hincándose


para estar a la casi altura del rostro de Efrin, tomó con cuidado su rostro para
poder verlo, así descubriendo sus ojos cafés que no poseían brillo alguno, una
vista opaca, cansada y perdida. Su rostro pálido estaba lleno de heridas que él
mismo se había provocado.
—Mírate —dijo con voz casi apagada. Pegó su frente a la suya —¿Efrin?
¿Efrin aun estas corriendo? ¿Aún estas huyendo? Sé que en este preciso
momento no me estás viendo, pero aun así estoy allí, al igual que aunque yo no
venga a verte, aún estas aquí. Te veo y tú me ves. Tú deseas que desaparezca y
yo deseo que desaparezcas, pero no podemos…
Con brusquedad, Efrin apartó su rostro de las manos del joven
sorprendiéndole y más cuando comenzó a mover sus brazos tratando de soltarse.
—¡Aquí esta! —Comenzó a gritar con voz aguda, histérica —¡Aquí viene!
Y empezó a moverse bruscamente de un lado a otro en su silla gritando una
y otra vez las mismas palabras, provocando que Ruber se levantara y retrocediera
sorprendido hasta chocar y caer contra la silla que él mismo había traído.
—¿Efrin?
—¡Corran! ¡Él está aquí! ¡Ayuda! ¡Sálvenme! ¡Aquí viene!
Ruber observó sorprendido la reacción de él, ¿Qué debía hacer? Efrin
estaba empezando a jalarse con fuerza para zafarse y se lastimaba las muñecas.
—¡Ya déjalo, Efrin!

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Inmediatamente los dos hombres de seguridad entraron a la habitación
cuando escucharon el escándalo y al ver a Efrin Corindo alterado, uno de ellos
tomó una jeringa y llenándola con un líquido, lo inyectó en el cuello y de esta
manera fue que se calmó, pues instantáneamente el suero hizo su efecto y el
paciente perdió el conocimiento.
—¿Te encuentras bien? —preguntó uno de los hombres extendiendo la
mano hacia el joven y ayudarlo a ponerse de pie. Ruber aún se encontraba
observando a Efrin inconsciente, dormido en su silla y después dirigió su vista al
hombre cuando de nuevo él le volvió a preguntar si estaba bien. Ruber aceptó su
ayuda y mientras se ponía de pie, respondió, aun impactado por la escena que
acababa de ver.
—Creo que sí.

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Capítulo 5
Seguir Huyendo

Blanca, Naira, Eva y Nec se encontraban afuera de las instalaciones del


ESER, ellos miraban por la Pantalla de Blanca las noticias más impactantes que
se escuchaban por toda la ciudad Del Comienzo. A primera hora del día se publicó
la desafortunada notica de que todos los habitantes de un condado pequeño que
colindaba con la ciudad, habían muerto y si no fuera porque un habitante que
había ido a Del comienzo y volvió a su condado, que era el de los asesinatos,
nadie se hubiera percatado de tal suceso, pues fue él quien denunció las
desafortunadas muertes. La policía fue inmediatamente a la escena del crimen, al
igual que las ambulancias las que se asegurarían de que no exista alguno con
vida.
—Esto sí que es horrible —el primero quien rompió el silencio fue Nec,
alejándose del grupito —¿Quién haría semejante barbaridad?
—Nunca había escuchado de algo similar —comunicó Blanca apagando su
Pantalla y guardándola. Se estremeció de espanto al imaginar las fotografías que
presentaron, pero estaba consciente que no se mostraron al público las más
fatales.
—Lo bueno es que ahora existen máquinas como los buscadores que
puede dar con el o los asesinos —informó Naira mirando a cada uno de sus
compañeros, sin darse cuesta que quienes hicieron tal acto de barbaridad fueron
los MR. Por otro lado, sus compañeros asintieron estando de acuerdo con sus
palabras.
Eva desvió su mirada de ellos al sentir que alguien llamaba su atención. A
unos metros, alejado, vio a Ruber escondido en un anuncio, como siempre llevaba
su gorro y sus anteojos. Él le sonrió y acto seguido con la mano hizo una seña que
indicaba que se acercara. Ella le devolvió la seña, indicándole que él se acercara.
El joven negó y volvió a hacer la misma seña.
—¿Pero qué le pasa a ese tipo? —Eva miró a Nec —Si quiere decirte algo,
que él venga.
—Ya se lo dije, pero se reusó —dijo Eva comenzando a caminar para
acercarse a donde el joven de los ojos de diferente color —Ayer Calomela me dijo
que fuiste al taller a buscarme —mencionó ella como saludo al plantarse frente a
él, pero no obtuvo respuesta de Ruber, lo que obtuvo fue una Pantalla frente a ella
y al tomarla observó una noticia del juego de béisbol de los Guantes contra los
Grandes.
—Tenías razón, los Guantes ganaron diez contra quince —informó Ruber.
—Oh, era eso —contestó ella con tono desganado y tocando la pantalla
para maniobrarla, buscando otra noticia —¿Leíste la noticia de esta mañana? —
cuestionó entregándole su pertenencia, el aparato mostraba la noticia de las
muertes.
—Sí. La leí. Es más, muy en la madrugada las patrullas me despertaron —
observó con detenimiento la noticia y en susurro, dijo: —Fue terrible —lo que más

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le extrañaba era el hecho de que «todos los habitantes se encontraban muertos»
estaba claro que quien lo hizo no fue una persona, o por lo menos no actuó sola.
—Entonces —los pensamientos del joven se dispersaron al escuchar la voz
de su compañera—, ¿qué era lo que habíamos apostado?
Él apago su Pantalla y guardándola, respondió:
—Un postre de la Casa del Antaño.
—Más malteada.
—Más malteada —repitió.

La Casa del Antaño era una tienda de repostería en la cual vendían toda
clase de postres, el local se encontraba en el centro de la ciudad y era famosa, por
lo que siempre estaba llena de gente, ya que los pasteles que ofrecían allí, eran
deliciosos, muy buenos en sabor, no obstante, la fachada del establecimiento no
era diferente a los locales o lugares del lugar; lo único que lo hacía diferente era el
letrero arriba de la puerta que, con letras magnas de neón, rezaban el nombre de
la tienda. La dueña del local era una mujer de edad madura y ella junto con sus
empleadas elaboraba los propios pastelitos. Claro estaba, las máquinas y robot no
faltaban. A diferencia de los locales que vendían comida, los aparatos en la Casa
del Antaño solo se encargaban de atender a la clientela y a cobrar.
Debido a la hora, no se encontraba muy lleno, así que los dos jóvenes
alcanzaron una mesa de su agrado. Eva ordenó y al poco tiempo recibió su
pedido. Sobre la mesa se encontraba una rebanada de pastel sabor vainilla
cubierto con una ligera capa de chocolate y adornado con dulces sabor fresa,
además de ser adornado con una fresa arriba y esto era acompañado por una
malteada sabor melón. Tomando una cucharita que incluía el pedido, comenzó a
comer.
Ruber recargó su codo en la tabla y colocando su barbilla en la palma,
observó a Eva saborear su postre con gran gusto. Ella notó que su compañero no
había pedido nada y dándole vergüenza que ella estaba comiendo y él no,
preguntó:
—¿No vas a pedir uno? —Él tan solo negó con la cabeza —¿No se te
antoja?
—No realmente —contestó quitando su brazo de la mesa —Yo estoy muy
bien, así que provecho.
—¿Estás seguro? —lo miró sospechosamente.
—Sí, de verdad. Es que no tengo mucho para darme ese lujo —sonrió a lo
dicho.
—¡Ah! ¿Lo ves? Y tú dices que no quieres encontrar un buen empleo que
porque el gobierno te paga por no hacer nada.
—Tienes razón —rió divertido—. Pero si quieres puedo pedirte el mío, ¿lo
quieres?
—Dijiste que no tenías dinero.
—Bueno, yo esperaba que me dijeras que no.
—Eso —Eva miró pensativa el techo y casi en seguida lo encaró —¿Sabes
qué?, quiero otro.

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—¿De verdad? —se sorprendió el joven.
—Cómo crees. Este es la paga de la apuesta que hicimos y si tengo ganas
de otro, yo me lo puedo comprar.
—Entonces, ¿te vas a comer otro? —preguntó mirándola con cara de:
«glotona».
—Tal vez. Pero si fuera así, sería para llevar.
Los minutos trascurrieron en plática y cuando Eva terminó, se despidió de
su amigo, quien difícilmente quería que se fuera, pero ella insistió en que debía
irse. Lo que deseaba ella era ir al taller de Riz, y mientras caminaba miró la caja
donde tenía un par de rebanadas de pastel, le llevaba ese aperitivo a él, pues
sabía que le encantaban, aunque si seguía trabajando, seguro que se los comería
muy rápido sin saborearlos. Riz trabajaba muy duro días y noches literalmente,
ahora más porque su padre, meses atrás, se había ido a tomar unas vacaciones
dejándolo solo en el trabajo del taller, pero a pesar de eso, él siempre se
esforzaba dando lo mejor de sí.
Al cruzar una avenida para ir a otra y tomar el camino que la llevaría a su
destino, sintió que alguien chocó con ella instando a que retrocediera un poco y se
percató que algo cayó al suelo, lo que la hizo inclinarse rápidamente con intención
de coger lo que había caído y devolvérselo a la persona, pero se detuvo a mitad
del proceso al escuchar la voz de un joven:
—¡No lo toques!
Ella levantó un poco su vista para ver al dueño de la alarmante voz,
sintiéndose ofendida, pues no tenía la intención de robarle la pequeña bolita café
que miró en el suelo, tan solo iba a tomarla para devolvérselo. Se sorprendió al ver
a un joven de catorce años, pálido, ojeroso, sin duda alguna, muy fatigado,
notándose por su forma irregular de respirar. Ella se enderezó cuando él se
agachó para tomar lo que le pertenecía.
—¿Qué es eso? —no pudo aguantar su curiosidad cuando notó cómo el
joven al tener el aparato en sus manos, lo miraba como algo muy preciado.
—No lo sé —admitió apretándolo con fuerza—. Pero debo encontrar al
fabricante… a Calomela —el nombre lo mencionó en un susurro, pero Eva pudo
escuchar con claridad el apellido de Riz, por lo tanto lo detuvo cuando él se giró
con intención de retomar su camino.
—¡Espera! ¿Mencionaste a Calomela? —quiso estar más segura.
Neón se volvió para verla y asintió para responder a la pregunta.
—Yo conozco a Calomela.
—¿Lo conoces? —se acercó a ella y la miró con un brillo en sus ojos, lo
que extrañó a Eva —¿Dónde está? ¿Dónde puedo encontrarlo? —Su reacción la
tomó por sorpresa, sus ojos se mostraron desesperados al no escucharla decir
algo. Se notó que necesitaba saber su paradero y con urgencia —Llévame con
esa persona, por favor —pidió con insistencia.
Eva no tuvo el valor de decirle que no, además iba a ir a verlo, ¿por qué no
llevarlo? Así que lo guio, pero ambos se asombraron cuando vieron la puerta
cerrada, lo que indicaba que Riz había ido a su casa a descansar, tal vez a dormir
un poco, puesto que el mejor lugar para que pudiera conciliar el sueño era en su

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casa, pues si se encontraba en el taller no podía siquiera tomar una siesta. Por
esa misma razón Eva no quería incomodarlo llevando al joven hasta su casa.
Neón por fin pudo encontrar el lugar donde Calomela trabajaba y no quería
retirarse de allí, así que recargándose en la pared, decidió esperarlo pensando
que tarde o temprano regresaría. Eva lo observó y aunque al principio creyó que el
joven se había recargado allí para descansar un poco, al final se dio cuenta que
estaba resuelto a quedarse allí, adivinando sus verdaderas intenciones de esperar
a Calomela. Se desesperó por su actitud.
—No creo que regrese hoy. ¿Piensas quedarte aquí?
—No tengo a dónde ir, así que me queda solo esperar.
—¿Estás loco?
¿De verdad no tenía dónde quedarse? Lo miró mejor notando que quizás
fuera verdad lo que decía por su vestimenta andrajosa y su apariencia le dijo
también que había venido de muy lejos para ver a Riz. Suspiró no creyendo lo que
iba a decirle:
—Vamos a mi casa.
Neón la miró con sorpresa.
—Estoy bien aquí.
—Vamos, no pienso dejarte aquí.
Con tanta insistencia, el joven no tuvo más remedio que seguirla, la mujer
era persistente por naturaleza. El departamento donde se alojaba Mohs era muy
amplio para una persona que vivía sola. Tenía una gran y lujosa cocina, la que
rara vez usaba. El comedor era amplio y solo tenía una mesa en medio para seis
personas. El recibidor contaba con su propio sillón de espera. Ni hablar de la sala,
la que en medio tenía una alfombra roja de bordes dorados dándole un toque
elegante a la habitación, los sillones se encontraban colocados estratégicamente
mostrando una agradable vista, los que combinaban a la perfección con la
alfombra y en la pared del fondo estaba ubicada una televisión de tercera
dimensión, tan grande que abarcaba toda la pared. Además de eso, contaba con
dos cuartos, extensos; uno de ellos era la habitación de Eva y el otro lo utilizaba
como una oficina.
Neón la esperó en el recibidor cuando Eva ingresó totalmente al
departamento, dirigiéndose a su alcoba y cuando volvió con él, traía consigo una
toalla, la que le entregó.
—Espero no te importe dormir en el sillón, a menos que desees dormir en el
suelo. Te ves agitado, deberías descansar, pero antes te hace falta una ducha.
Como no tengo ropa de hombre, tendrás que usar la que tienes puesta.
El joven se quedó mirando la toalla mientras ella le decía eso.
—¿No tienes desconfianza que me quede aquí?
—¿Debería tenerla?
—No entiendo cómo dejas entrar en tu casa a un desconocido, un extraño y
no solo eso, dejarlo dormir.
—Escucha. Primero que nada vete a dar un baño —se tapó la nariz —Esta
noche necesito dormir y para ello debes ducharte —cruzó a su lado para llegar a

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la puerta y antes de abrirla, dijo: —Has lo que te digo, me pensaré lo de si te
quedas aquí o no.
—¿A dónde vas? —preguntó dándose la vuelta para verla.
—A conseguirte ropa limpia.

En la sucursal, el señor Belirio sentado en su cómoda y gratificante silla,


observaba detenidamente en el monitor de su computadora de tercera dimensión,
la noticia que había estado circulando por toda la ciudad. Su concentración en ella
se perdió cuando escuchó que su secretaria lo llamaba. Contestó el aparato.
—Lo buscan, señor.
Apagó la pantalla y girando a su derecha encendió otra pequeña pantalla
que estaba conectada a una cámara que estaba ubicada en la sala de espera, en
esta observó a Raúl, uno de sus patrocinadores y el encabezado de envenenar la
mente de los demás patrocinadores con eso de que Fucus no hacía bien su
trabajo.
—Déjalo pasar —ordenó y dirigió su vista a la entrada, la que se abrió
poco a poco para dejar entrar a la persona del otro lado.
Raúl entró directamente deteniéndose al colocarse frente al escritorio de
Fucus.
—Señor Raúl, tome asiento si es tan amable —él hombre hizo caso y al
hacerlo estaba decidido a hablar, pero Fucus no lo dejó, pues continuó: —
¿Escuchó de la terrible catástrofe que sufrió una pequeña localidad? ¿Sabe qué
fue lo que más me extrañó de eso? La parte en donde se menciona que a todos
sus habitantes se les dio muerte, sin dejar a nadie vivo. Ahora todos los oficiales
están en busca del culpable, pero ¿sabe?, no se trata de una persona, eso fue
obra de algo más o por lo menos el culpable no trabajó solo.
—Escuché y leí la noticia —habló Raúl al tener la oportunidad dándose
cuenta que todos en la ciudad ya sabían de ese hecho. Las noticias se expandían
rápido, pero él no se encontraba en esa oficina para hablar de eso, no le
importaba realmente, pero antes de que pudiera decir algo más, Belirio continuó.
—¿No sería peligroso que el que ideó ese macabro plan aparezca por
aquí?
—Honestamente no lo sé, pero creo que si esa persona es tan “inteligente”,
no atacaría la ciudad, pues sería descubierto inmediatamente, hay demasiada
seguridad. Atacaron esa localidad porque no hay tanta seguridad.
Al escuchar la respuesta, Bel sonrió.
—Eso es muy cierto.
—Pero no he venido para hablar de ese tema.
Belirio se recargó en su amplia silla y entrecruzando sus dedos entre sí,
mencionó en tono desinteresado.
—Eso ya lo sé, usted ha venido a amenazarme, ¿no es verdad?
Miró seriamente al hombre, provocando que Raúl se asombrara, tanto así
que comenzó a ponerse nervioso, incrementándose el sudor de su rostro, ¿cómo
supo que ha eso venia? ¿Estaba consciente de ese hecho? Quiso defenderse y

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decir que eso no era verdad, inventar una excusa, pero no pudo, la mirada de Bel,
tan segura, indicaba que tenía los hechos de demostrar hasta su amenaza. El jefe
notó eso y al no escuchar respuesta rápida del hombre, prolongó con voz
pausada:
—Es cierto que ustedes los patrocinadores son prácticamente los que
sostienen la empresa, ¡pero! Quiero que le quede algo muy claro señor Raúl —se
incorporó en la silla y acercándose al escritorio, miró fijamente los ojos del
patrocinador, quien no rehuyó a su mirada —No importa si usted, dos, tres o hasta
cinco patrocinadores renuncian, no me va a dejar en la ruina; yo puedo conseguir
cuatro, cinco o hasta más y usted, ¿dónde encontrará otra empresa como esta?
Ninguna que satisfaga sus deseos materialistas.
Raúl salió hecho una furia de la oficina de Fucus, se encontró con cuatro de
sus compañeros empresarios, los que se acercaron a él para preguntarle cómo le
había ido. Él con dificultad de pasar saliva por el enojo que tenía, respondió:
—Rompió todo lazo con mi empresa.
Belirio se paró de la silla y prendiendo su Pantalla, hizo que las imágenes
se mostraran por toda la habitación, así que movió las manos en el aire
cambiando las escenas, hasta llegar al programa que mostraba muchos cuadros,
los que a su vez mostraban algunos lugares de la ciudad por las cámaras de
seguridad que se encontraban estratégicamente ubicadas para que cada rincón de
la ciudad fuera vigilado. Se situó en una cámara específica, ampliando más la
vista.
—¿Dónde te has metido, Neón?

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Capítulo 6
¿Cuál es la Identidad de esa Persona?

Se dice que existen mundos diferentes, dimensiones desconocidas o


lugares parecidos a nuestro mundo, pero diferentes, al igual que puede existe un
futuro paralelo al que nosotros conocemos.

«Eva caminaba para regresar a su casa y así poder hacer tanto sus
quehaceres escolares, como hogareñas. Había ido al hogar de su amiga
Naira para ayudarla a hacer un trabajo, pues a ella siempre le gustó
ayudar a sus compañeros, por lo tanto, con mucho gusto había aceptado
ayudarla, no obstante tuvo que retirarse antes de tiempo porque el cielo
comenzó a mostrar gruesas nubes grises que indicaban que iba a llover.
Ella nunca tuvo la costumbre de revisar el clima, por esa razón corría
ahora, pues las gotas habían comenzado a caer y no deseaba
empaparse totalmente. En una calle se detuvo drásticamente a mitad de
la cuadra, al observar del otro lado a un joven de catorce años,
totalmente empapado y sangrando, recargándose en una pared que le
servía como apoyo, pues a apenas podía mantenerse en pie.
Velozmente ella cruzó la calle para prestarle su ayuda.
—¿Te encuentras bien? –deseo saber la castaña.
Neón se aferró del brazo de ella para poder erguirse e hizo el
esfuerzo de volver a retomar el paso. Ella se preocupó mucho al ver
cómo su brazo izquierdo sangraba. El joven estaba perdiendo mucha
sangre.
—Necesito… —no pudo completar la frase, pues el vértigo lo hizo
caer al suelo, sin embargo, estuvo alerta. Lo había encontrado y no tenía
el lujo de quedarse a esperar más tiempo. Él se encontraba cerca y
debía seguir huyendo. Por otro lado, Mohs se preocupó por su estado, así
que nerviosa sacó su Pantalla.
—Llamaré a una ambulancia —estaba apuntó de marcar los
números cuando sintió como Neón la tomó del brazo para detenerla.
—¡No lo hagas! No los llames, ellos no lo entenderán, no deben
verme, no deben saber nada de mí, ni lo que soy.
—Pero…
Neón le arrebató su aparato.
—No deben saber qué soy.»

Por algunas circunstancias el futuro real puede dar un giro inesperado,


creando un nuevo camino. Sin saber lo que cambió la corriente normal.

El joven salió de tomar la refrescante ducha encaminándose a la cocina y


escuchó que Eva se encontraba allí, la vio detrás de la mesa comiendo algo de

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comida recalentada mientras revisaba algo en su Pantalla, mas puso su atención
en él cuando lo miró.
—¿Gustas un poco? —apuntó la comida sobre el plato.
Neón negó con la cabeza, pero sí tomó asiento en la cabeza de la mesa.
—¿Por qué estás tan interesado en buscar a Riz Calomela? —Cuestionó
sin más —Esa cosa redonda que proteges, ¿tiene que ver con él?

El joven no respondió a ninguna de sus preguntas, se limitó a agachar la cabeza


para observar el aparato que protegía con su vida.
—Parece ser que el que tiene desconfianza eres tú —mencionó Eva
levantándose de la silla para dejar el plato en el lava bajillas, por alguna extraña
razón había perdido el apetito.
—Yo… —dudó un poco en decirlo, pero decidió mejor hacerlo, después de
todo se veía que ella era una persona muy amable —Yo soy mitad robot.
Mohs se giró para verlo, sorprendida e incrédula dijo en tono de burla.
—Es broma ¿verdad? No puede ser verdad, eso no es posible. Digo,
existen las implantaciones quirúrgicas de brazos y piernas robóticas, pero ser un
robot en sí.
—Es cierto, no soy 100% humano, tal vez un 48%. Lo importante es que me
están siguiendo, estoy escapando de los buscadores de la fábrica porque me llevé
unos documentos importantes.
—¿De las fábricas? —Preguntó ella tratando de comprender. Casi a los
segundos se alteró al procesar lo escuchado —¿Estás diciendo que robaste
importantes documentos y ahora la policía está detrás de ti? ¡Eres un ladrón!
—Espera, eso no es verdad —rectificó indignado, no era nada de lo que
posiblemente comenzaba a imaginarse. Era verdad que un ladrón es aquella
persona que se lleva algo sin consentimiento del dueño; pero lo que estaba
haciendo no era por una mala intención, trataba de ayudar a la humanidad. Pero a
pesar de eso, Eva aún se encontraba alzando la voz.
—Eres tú el que me estás mintiendo, ¿no sabes lo que le pasa a las
personas que hacen semejante cosa como robar a Fucus? Y no creo que seas
mitad robot.
—Pero tengo partes robóticas.
—Pruébalo —la voz de ella sonó autoritaria.
Neón se levantó de la silla para acercarse a ella y así poder demostrar que
era cierto lo que le decía y aunque no tenía necesidad, ya había hablado con ella
de eso, así que era mejor si terminaba de contarle todo. Se detuvo a una distancia
prudente de ella y con una seña le indicó que le tocara la cabeza, el lado izquierdo
precisamente. Eva alzó desconfiada la mano y no muy de acuerdo aún, llevó la
mano al lugar indicado, retirándola casi de inmediato, sumamente asombrada,
pues al tocar, había sentido algo inusual, sin embargo, ante el acercamiento que
tenía con el joven, pudo mirar detenidamente los ojos cafés de Neón, que el lado
izquierdo era un poco más claro que el del otro lado.

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Ante el asombro que percibió de ella, pero más que nada, aún la
incredulidad, se encaminó a donde un cajón de la cocina y abriéndolo, buscó algo
que pudiera ayudarlo a que Eva pudiera creerle.
—Todo mi lado izquierdo de la cabeza, mi brazo, mano y torso derecho y mi
pierna izquierda, son metálicos —él le mostró un cuchillo que sacó de un cajón, el
más grande que vio y tomándolo con fuerza, golpeó su brazo robótico y el arma
blanca se rompió.
—¡Oh, por Dios! —exclamó asustada ante el acontecimiento, llevó su mano
a la boca para evitar que saliera un grito. No pudo creer cómo el cuchillo se rompió
y el brazo del joven no sufrió daño alguno. Lo miró con mayor sorpresa.
—¿Por qué? —su boca y palabras temblaron —¿Por qué? ¿Por qué estas
huyendo de las fábricas? ¿Qué fue lo que robaste? ¿Por qué te hicieron así? —
Eran tantas preguntas que tenía, que tan solo esas fueron las que pudieron salirle
—Dime solo una cosa. ¿Belirio Fucus mandó tu creación?
—No —la respuesta le dio mala espina a Eva, pero lo que a continuación
escucharía era peor de lo que imaginaba —Quien me hizo fue… Klaus Val.
Tuvo que apoyarse en algo porque sintió una ola en su interior que provocó
que se desequilibrara, el joven iba a ayudarla, pero se dio cuenta que no era nada
realmente grave, así que dejó que ella lo hiciera por su cuenta, mientras la joven
negaba una y otra vez. No podía creer lo que escuchó, ese nombre, ese hombre,
esa persona ya no debería de existir… se encontraba muerta, entonces, ¿por qué
razón él lo estaba nombrando?
—Es imposible —dijo casi para sí misma al sentirse un poco mejor, pero tan
alto que Neón pudo escucharla y comprenderla un poco, por el momento ella se
encontraba en un estado de negación—, él está muerto. ¡Ese tipo está muerto! —
Se tomó la cabeza con las manos —Él ya no… —miró seriamente al joven —
¿Estás totalmente seguro de eso?
—Para serte sincero, no lo he visto personalmente, pero sé que es él, en
mis datos esta ese nombre…
—No —lo interrumpió, trató de componer el semblante —¿Qué datos
robaste? ¿Algo que delate que él se encuentra en la fábrica?
Neón desvió su mirada de ella, dudando en decírselo, teniendo en cuenta
que a ella le costó trabajo escuchar ese nombre, ¿Cómo reaccionaría a lo que
estaba a punto de decirle? Pero ya había hablado, ahora no podía detenerse.
—Es el archivo de la reconstrucción de un androide perfecto.
La sorpresa fue tan grande que no pudo creerlo al instante, pensando que
era una total mentira debido a que esa persona, Klaus Val, hacía cinco años que le
habían dado muerte. Las autoridades habían encontrado su cuerpo y dieron por
hecho que él ya no se encontraba con vida. Cuando era joven, Klaus había sido
contratado por el mismísimo señor Fucus al observar sus dones de la creación de
robots y por su conocimiento amplio que tenía de la rama de la tecnología. Sin
duda alguna era una persona muy inteligente, la clase de hombre que siempre le
gustó crear. Desgraciadamente, años después de comenzar a trabajar en la
fábrica, se le declaró un terrorista humano, pues se le encontró que estaba

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planificando la creación del ser más fuerte, un androide autónomo, lo que se le
llamó como el «robot perfecto».
En el año 2118, Isaac Ferrie decretó en nombre de toda la humanidad, la
prohibición de tales robots/androides/autónomas, debido a que si en el futuro era
posible la fabricación de estos, sería la perdición de la raza humana, pues
tomando en cuenta que serían inmortales y muy poderosos, llegarían a ser
amenaza si llegaran a oponerse a seguir ordenes humanas al darse cuenta que
ellos eran superiores: mucho más inteligentes y eficientes que los seres humanos.
Por esa razón se impidió la elaboración de los tales. Una rebelión podía ser
inminente por la perfección de la máquina.
Pero Klaus se había atrevido a romper esa ley tan importante para la
sociedad, así que se dictó orden de arresto para el hombre, pero tras saber la
situación, huyó y estuvo en fuga por dos años, no obstante la ley dio con él
dándole muerte, de acuerdo al testimonio de los oficiales y todo había salido en
las noticias, en las websides y demás redes. Después de eso, las autoridades
destruyeron por completo todo documento que él alguna vez utilizó, tanto las
computadoras, como su hogar, porque no deseaban que alguien más tratara de
efectuar ese plan. Nada de lo que pertenecía a Klaus, según los informes,
sobrevivió.
Desde ese suceso habían pasado cinco años y ahora, en ese instante, Eva
estaba escuchando de su propia boca que Klaus aún se encontraba con vida y no
solo eso, él estaba escondido en las fábricas Fucus, pero lo que aún no entendía
era si Belirio sabía que Val se encontraba allí o acaso, ¿él estaba involucrado en
este asunto?
Después de algunos minutos, Eva tomó asiento a un lado del joven y
comenzó a hablar más detenidamente con él. Neón trató de responder a todas las
preguntas que ella le formulaba, algunas no sabía cómo contestarlas. El único
objetivo que él tenía, era evitar a toda costa que Klaus o quien fuera, creara al
«robot perfecto», haciendo lo que había hecho.
—Espera Neón —comunicó la joven tras haberlo escuchado atentamente
—, creo que entiendo más o menos lo que ha sucedido, pero, ¿por qué estás
buscando a Riz? Eso aún no me queda del todo claro.
—Por este aparato —le mostró el instrumento —Cuando lo escaneé según
mi computadora, está diseñado para que las señales de rastreo queden
bloqueadas. Desafortunadamente dentro de mí llevó un chip de rastreo.
El joven observó cómo Eva se mostró algo desconfiada cuando escuchó
que tenía un rastreador. En pocas palabras sería más fácil dar con él. Temió por
su vida. Neón, como si estuviera leyendo sus preocupados pensamientos,
contestó:
—Pero cuando el aparato está cerca de mí, la señal ya no funciona.
—Entonces lo buscas, ¿por qué?
—Solo quiero saber si quien creó esto puede ayudarme a descifrar los
documentos que no puedo leer.

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—No entiendo muy bien esa parte —Eva se movió inquieta en el asiento —
Pero creo que Riz sí, es muy inteligente. ¿Qué sucedería si no puede hacer lo que
quieres?
El joven agachó la cabeza para mirar sus manos, las que tenía
entrecruzadas, y algo desconcertado, contestó:
—No me quedará otra que huir y seguir huyendo para evitar que los
buscadores de Klaus me encuentren y él vuelva a poseer la programación.
—Te llevaré con él mañana a primera hora—le comunicó levantándose.
La joven pensó que ahora tenía que evitar, a como diera lugar, que ese
supuesto «robot perfecto» llegara a ser una realidad, además, sintió el deseo de
investigar más a fondo si Belirio Fucus estaba enterado que Klaus Val se
encontraba en la fábrica principal.

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Capítulo 7
Plan en Marcha

La hora de los estudios estaba por comenzar y Eva Mohs aun no llegaba y
ese hecho extrañó a Naira como a Blanca, quienes la conocían muy bien y sabían
que ella no era de las persona que se ausentaban solo porque sí. Ambas miraron
el asiento vacío que dejaba la ausencia de su amiga. Nec se hizo campo entre los
demás alumnos para poder acercarse a sus pensativas compañeras y tomando el
asiento que correspondía a la ausente, cruzó los brazos y mencionó:
—Bueno, chicas, tenemos malas noticias, a Eva la busqué por todos los
lugares donde podría estar en el ESER y no vi a nadie que se pareciera a nuestra
queridísima desaparecida.
—Entonces no vino —habló Blanca.
—Eso es lo mismo que pensé —opinó el varón, quien colocó su mano bajo
su barbilla y mirando con rostro detectivesco, añadió: —Por esa razón busqué a
Ruber, el joven que está casi siempre con ella, e interrogándolo, le pregunté si
sabía algo de Eva y él respondió que no, pero eso…
Nec fue interrumpido cuando Naira lo empujó levemente a un lado, para
que guardara silencio, ya que su plática se había vuelto absurda y se lo hizo notar
al decirle:
—Ya deja de hablar como Sherlock Holmes. No vino y punto —enseguida
se tornó seria —Espero que no le haya pasado nada malo.
—Y por esa misma razón la llamé…
—¿Y te contestó? —la pregunta de Blanca lo interrumpió.
—Sí. Lo hizo…
—¿Y qué te dijo? —esta vez cuestionó Naira.
—¡Ah, chicas! —Mencionó irritado porque le impedían que terminara lo que
quería decir —Déjenme terminar.
—Lo sentimos —se disculparon al unísono avergonzadas.
—Me contestó inmediatamente, ni siquiera me dejó hablar, fue como si
estuviera pendiente de cuando le habláramos. Sus palabras fueron: «Hola, estoy
bien, no se preocupen y por favor envíenme las clases por correo, muchas
gracias» y ¡Puf! Me colgó.
—¿Solo eso? —cuestionaron las mujeres mirándolo fijamente, como
esperando a que continuara. Pero su respuesta repetitiva les indicó que ya no
había más que contar.
—Solo eso.
—¿Dónde estará metida? No se escuchaba enferma ¿verdad? —se
preguntó Blanca.
—Son asuntos de ella, así que no se vayan a meter —comentó el varón ya
imaginando lo que ellas podían hacer para «averiguar» o más bien dicho «ayudar»
su amiga. Por otro lado, Naira se tomó mal el comentario de él, así que mientras lo
empujaba varias veces, le dijo:

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—Y tú tampoco. ¡Largo! ¡Vete a donde perteneces, a tu asiento!
¡Usurpador!
—¡Oye! ¿Ahora soy eso? —Nec se levantó del asiento para alejarse de allí.
Blanca miró a Naira cuando el varón se fue. En eso sucedió algo inusual,
las luces comenzaron a parpadear; prendiéndose y apagándose constantemente,
lo que provocó que los estudiantes se inquietaran, enseguida un profesor entró al
cuarto y con un megáfono de mano vociferó, tratando de tranquilizarlos.
—No pierdan la calma, levántense cuidadosamente y hagan una fila para
salir de aquí en orden.
Los alumnos hicieron caso y fueron evacuando el edificio. Varias personas,
más que nada las curiosas, salieron afuera y se pusieron en la calle para observar
lo que estaba sucediendo, por otro lado, las carros que circulaban fueron
obligados a detenerse para evitar algún accidente. Era mejor la precaución que el
lamentarse. Hogares, semáforos y luces se prendían y apagaban, los robots que
mantenían la seguridad en las calles comenzaron a comportarse extraños, siendo
como atacados por esa frecuencia, e incluso, un par de una unidad se cayeron a
las calles, por esa razón las personas se obligaron a protegerse dentro de sus
hogares o trabajos. Esa frecuencia atacó a todas las máquinas eléctricas y el taller
Calomela no fue la excepción, pues llegó hasta allí.

Eva y Neón estaban por cruzar la puerta del taller cuando de repente, el
más joven se tomó la cabeza con fuerza y comenzó emitir un sonido de dolor,
sintiendo un extraño hormigueo por todas sus partes robóticas, el joven no
aguantó tal dolor y se arrodilló soltando un grito de dolor. Eva se preocupó.
—¡Neón! ¿Qué te sucede? ¿Te encuentras bien? ¡Neón!
Ese sonido infernal penetró en su cabeza y sonaba tan fuerte que no pudo
poner atención a su alrededor, así que no escuchó la voz de la joven a pesar de
que ella gritaba. Su ojo izquierdo comenzó a tener fallas observando interferencia.
Después sintió levemente como alguien golpeaba su cachete y al enfocar su vista
en la persona, pudo notar a un hombre que hablaba, pero no logró escucharlo, sin
embargo supo que no le hablaba a él, sino a Eva. Tras un par de minutos, lo que
para Neón fueron horas, el dolor y ese ruido que taladraba su cabeza, fue
disminuyendo, hasta que desapareció permitiéndole incorporarse, aunque se sintió
mareado.
—¿Ahora te encuentras bien? —le preguntó Riz, pero no le dio respuesta,
pues con rapidez, Neón salió unos metros del taller para observar hacia todos
lados alerta, notando que a simple vista nada había ocurrido, pero esa frecuencia
que no afectó a los seres humanos, había hecho algo, ¿qué? ¿Qué había sido?
No cabía duda que significaba algo. ¿Alguna señal para él?
—Fue extraño —al volver a escuchar la voz del hombre, Neón se volvió
para ver a Riz, quien se puso a su lado. La mirada de él lo miraba, pero Neón
pudo notar que sus ojos no lo veían a él, más bien se mostraban pensativos,
mirando el infinito y reflexivo.

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—¡Oigan! —Los varones dirigieron su vista dentro del taller al escuchar la
voz de Eva —Miren las noticias —les informó ella apuntando la televisión. Riz y
Neón una vez se acercaron, observaron detrás de la pantalla a Belirio, quien se
mantenía afuera de la empresa para dar un informe. Fucus comenzó a decir:
—No se alerten por la frecuencia que dañó las máquinas —su voz se
escuchaba serena, lo que a muchos no les gustó para nada, debía de preocuparse
por lo ocurrido, algunas de esas máquinas habían dejado de funcionar —Solo se
trató de una pequeña prueba.
—¿Está diciendo que la empresa tuvo algo que ver con eso? —no se hizo
esperar y uno de los muchos reporteros preguntó sin más. Se elevó el murmuro de
ellos como de los televidentes.
—Así es —su corta respuesta sorprendió a muchos, ni siquiera pretendía él
que no sabía. La mayoría de sus patrocinadores no sabían de ese hecho, cuando
a ellos se les debía de mantener informados. —Como lo dije, tan solo es una
prueba de las fábricas, no es nada de lo que se deban de preocupar —continuó—,
las máquinas que fallaron, dentro de unos minutos volverán a su funcionamiento.
Eso es todo —y sin más dio media vuelta para dirigirse de nuevo adentro de sus
aposentos.
—Él… —susurró Neón impactado, retrocedió un par de pasos hacia atrás
—Lo he visto antes… fue para mí. —A Belirio ya lo había visto rondar por las
fábricas y sin duda alguna esa «frecuencia» fue enviada para él. Aun sorprendido,
el joven no dejaba de mirar la televisión.
—Claro que lo has visto —Neón dirigió sus ojos a Riz para prestarle
atención —Él es el mismísimo hijo del señor Fucus, Bel, famoso e irresponsable.
La mente de Neón vagó por un momento y un recuerdo brotó, ese recuerdo
que pertenecía a aquél día que supo que era mitad robot, antes de haber sido
sedado y de perder la memoria, observó a un hombre, su rostro no pudo
distinguirlo pues estaba cubierto por una mascarilla. Se trataba de la persona que
lo operó para convertirlo en mitad robot… Klaus.
—Por cierto —Calomela se acercó a Eva y en susurro preguntó —¿Quién
es él? —apuntó sigilosamente al joven quien se mantenía perdido en sus
pensamientos.
—Su nombre es Neón y lo traje aquí porque deseaba verte con urgencia. Y
para que lo examinaras.
—¿Yo? ¿Desde cuándo soy doctor? —se extrañó que Eva le dijera eso.
—Es que dice ser mitad robot.
Las últimas dos palabras que escuchó de Eva hicieron que algo dentro de él
se encendiera, una especie de ansias recorrió su cuerpo y aunque no estaba del
todo cierto de lo que escuchó, rápidamente, sorprendiendo a Eva y más aún al
joven, quien volvió de sus pensamientos al sentir como Calomela lo tomó de la
muñeca y estirándolo lo llevó hasta la silla más cercana, obligándolo a tomar
asiento. Extrañado, Neón observó el semblante de felicidad de Riz, después dijo
con voz ansiosa.
—Quédate aquí —se arrodilló frente a él, tomó el brazo derecho del joven y
tratándose como de un doctor, examinó su brazo tocándole suavemente la mano y

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muñeca con la yema de sus dedos hasta subir al codo. Al terminar, se pasó al otro
brazo, haciendo el mismo procedimiento. Sintió una gran diferencia. Pero debía
estar más seguro, podría tratarse de una cirugía cualquiera. Tomó el rostro del
joven sorprendiéndolo y miró detenidamente cada uno de sus ojos, fue así que
descubrió una irregularidad en su iris y pupila izquierda.
—Sí es —soltó emocionado irguiéndose.
—Riz —Eva observó como él comenzó a buscar algo en una de las muchas
pilas que adornaban el taller.
Neón parpadeó varias veces extrañado, mirando como el mayor al no
encontrar lo que buscaba, se fue a otra y después se pasó a un estante de donde
tomó algo. Se trataba de un rayos-X. Al girarse para volver a donde Neón, Riz notó
la puerta del taller abierta y algo lo preocupó.
—Eva, ayúdame a cerrar la entrada —gritó sobresaltando a la joven, él dejó
el rayos-X de nuevo en su lugar para velozmente acercarse a la entrada. Eva hizo
lo mismo. Y ambos manualmente comenzaron a cerrar la puerta, ya que la anterior
frecuencia había afectado el automático de la puerta. Cerca, ambos observaron a
un par de personas que iban a entrar al taller, se detuvieron nada contentos al
observar las puertas siendo cerradas.
—¡Calomela! —comenzaron a escucharse las voces de las personas
llamándole.
—¡Lo siento, está cerrado por ahora! —gritó Riz ya desde adentro una vez
que las puertas se cerraron. Enseguida se alejó de la puerta ignorando los golpes
que producían los hombres del otro lado.
Eva y Neón miraron con rareza al mayor. Riz se percató de las nada
gratificantes miradas, así que comentó:
—Aquella pasada frecuencia alteró un poco las máquinas eléctricas y
demás —hizo una pausa leve —Las máquinas pequeñas, tal como las licuadoras
y aparatos de cocina dejaron de funcionar, pero como mencionó Bel, estos
volverán a funcionar en breve. Y cerré el taller porque muchos vendrán a que
“repare” sus máquinas, y eso es irrelevante. Este trabajo es fastidioso —al decir lo
último suspiró.
—Ah, fue por esa razón —dijo Eva, comprendiendo ahora la actitud de
Calomela. Por otro lado, Neón también comprendió algo, pero no lo mismo que
ella.
—Los aparatos pequeños… —repitió él en voz baja.
—Así es, solo esos, no semáforos o robots policías, que fueron un poquito
afectados, pero trabajan con normalidad.
«Solo se trata de una pequeña prueba» recordó las palabras que dijo Bel.
El rostro de Neón se tornó preocupado. De eso se trataba, metió su mano a su
bolsillo y sacó el aparato que llevaba consigo, se acercó a Riz, quien se
sorprendió de la actitud de él.
—A lo que he venido realmente es… —comenzó a ponerse nervioso.
—Tranquilo, respira —le indicó el mayor.
—Esto, ya no sirve —le enseñó el pequeño círculo que seguramente la
frecuencia había estropeado. Riz lo tomó y comenzó a mirarlo detenidamente,

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extrañado —Es demasiado tarde, él ya lo sabe. Sabe dónde estoy —comenzó a
decirse.
Riz aun observando el aparato, que sin duda alguna se trataba de algo que
su padre hizo, se iba a dirigir de nuevo al joven, pero descubrió que ya no estaba
a su lado y fue cuando Eva gritó su nombre, que se dio cuenta que Neón había
abierto un poco la puerta del taller para correr afuera.

Belirio se encontraba sentado en su silla y mostraba un rostro lleno de


felicidad debido a que el plan había comenzado. Sonrió en su interior. Ahora solo
faltaba que Norez se encargara de lo demás.

Un hombre alto, de un metro ochenta y seis centímetros, caminaba


tranquilamente por la segunda calle más transitada de la ciudad Del Comienzo,
llevaba puesto una gabardina de color café oscuro que lo cubría por completo,
además de que una capucha mantenía oculto su rostro. Aun lado suyo un RV
policía caminaba esperando cualquier orden que su amo le diera.

Neón corría un tanto desorientado por las calles, topándose y chocando con
algunas personas, pero ni siquiera tenía la oportunidad de pedir disculpas, ya que
debía dejar la ciudad lo más rápido posible. Sin el bloqueador que evitaba que lo
encontraran, ahora Norez iba a dar con él. Su estómago se revolvió al pensar que
lo encontraría. Nunca debió detenerse, debió haber seguido, pero lo hecho, hecho
estaba. Se detuvo por un momento tratando de tranquilizarse, ya que los nervios
no lo dejaban pensar, primero que nada debía saber a dónde correr para salir de
la ciudad. Iba a dar un paso hacia su derecha cuando alguien lo tomó del brazo
haciéndolo girar con fuerza.
Lo habían encontrado.

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Capítulo 8
Un Nuevo Enemigo

En el centro de la ciudad, un par de policías que andaban inspeccionado


por ese barrio en sus bicicletas, se detuvieron al pasar junto a una tienda de
pasteles y donas. Decidieron tomar un pequeño refrigerio, uno de ellos se adentró
a la tienda, mientras que su compañero lo esperaba vigilando su bici. Una vez al
oficial lo despacharon, salió para acercarse a su compañero, quien muy paciente
lo esperaba.
—Mocha y vainilla, ¿verdad? —dijo mientras le entregaba el vaso de la
bebida.
—Gracias —agradeció dándole un sorbo a la bebida fría. Y tras un sonido
de satisfacción, mencionó: —No hay nada como tomarse algo refrescante
después del trabajo.
—Tú lo has dicho compañero —estuvo de acuerdo dándole una mordida a
la dona que se había comprado, y estaba a punto de darle la segunda mordida
cuando escuchó a su compañero silbar y después decir:
—Ese es un nuevo modelo del RV, ¿cierto?
El uniformado dirigió su vista a donde su compañero veía e imitó a su
compañero y el sonido de admiración que salió de sus labios demostró que el RV
si se trataba de un modelo mucho más fino a los otros.
—¿Se tratará del nuevo trabajo de Fucus? —preguntó.
—Sí es así, no se trata de algo nuevo y revolucionario como presumía —
contestó —Es más bien algo mejorado —a pesar de ello no evitaba ver a la
máquina, pues fuera lo que fuera era muy grata a la vista. Pero, después su vista
se desvió al hombre que caminaba y al parecer era el dueño de la máquina. —A
ese hombre no lo reconozco.
—Ni yo.
Ambos se extrañaron porque los RV solo estaban disponibles para los
oficiales. Los civiles no tenían el permiso de tener uno de esos robots y a esa
persona no la conocían.
—Tal vez se trate de algún compañero de la sección del Este —informó el
mismo tras darle otra mordida a su aperitivo.
—Sí es así, ¿por qué esta en nuestro sector? El jefe nos hubiera
comunicado eso. Es mejor que vayamos a ver.
Al estar de acuerdo, los dos dejaron sus bicicletas recargadas en una pared
y caminaron a donde el hombre misterioso se dirigía y más que nunca, cuando se
acercaron a él, se observó sospechoso. Iba por las calles con el rostro cubierto y
un robot policía a su lado.

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—Lo siento, lo siento mucho, te confundí con otra persona —se disculpó el
joven quien había tomado a Neón del brazo y lo había estirado hasta verse frente
a frente.
Neón se sorprendió al ver al joven. Estuvo a punto de lanzarle un golpe al
creer que se trataba de Norez, pues sabía que lo enviarían a él para que fuera a
detenerlo. Dio un suspiro de alivio al saber que no era él. Si no se hubiera
contenido, el joven hubiera recibido un golpe fatal.
—¿Te encuentras bien? —preguntó el joven a Neón al verlo pálido y un
tanto desorientado.
—¡Neón! ¡Neón! ¡¿Dónde estás?! —a lo lejos se escuchó la voz de Eva.
Ambos varones voltearon al lugar donde provenía la voz y de entre la gente, Eva
se dejó ver —¿Neón?
—¡¿Eva?! —se sorprendió Ruber quitándose los anteojos.
—¿Ruber? —cuestionó ella sorprendida de verlo.
—¿Eva? —ahora preguntó Neón al verla.
—¿La conoces? —Ruber inquirió mirando a Neón.
—¿Lo conoces? —indagó ahora Mohs.
—Creo que me confundí —comentó Ruber sabiendo que no llegarían a
ninguna parte si seguían así.
—¿Eva, qué estás haciendo aquí? —preguntó el menor extrañado de que lo
siguiera.
—En que Riz y yo te queremos ayudar —fue su respuesta. Recordó cuando
él salió corriendo del taller y ella iba a salir a buscarlo, extrañada por su reacción
tan repentina. Calomela la había detenido y mencionado, mirando el aparato que
le dejó, que no entendía muy bien por qué fue Neón al taller, pero que se notaba
que necesitaba ayuda y él estaba dispuesto a dársela, si es que sus posibilidades
se lo permitían. Riz estaba dispuesto a ayudarlo y ella también, así que por esa
razón se encontraba allí.
—No sabes lo peligroso que es estar a mi lado, es mejor que nadie se
involucre conmigo. ¡Y lo sé! Fue malo haberme permitido pasar por la ciudad…
—¡Escucha! —Alzó la voz Eva para hacerse escuchar entre los murmullos
de la gente y del propio Neón —No quiero saber nada de eso. Riz como yo,
estamos dispuestos a ayudarte en lo que podamos, déjate ayudar, si es verdad lo
que acabas de contar, entonces se trata de algo que los ciudadanos y el gobierno
debe saber.
—Disculpen —la voz de Ruber interrumpió y ambos fijaron su vista a él—,
¿pero qué sucede aquí? —guardó silencio al notar la tensión del ambiente, pensó
en que no era el momento apropiado para interrumpir. Al cabo de unos segundos,
Eva comentó, mirando al menor.
—Vamos Neón, es mejor ir al taller.
Tras haber asentido, percibiendo que hablar de tal cosa en la calle no era lo
más conveniente y también decidido aceptar su ayuda, comenzó a caminar en
dirección al taller, Mohs iba a hacer lo mismo, pero antes, se dirigió al confundido.
—¿Quieres venir? Pero escucha bien Ruber, promete que lo que vamos a
hablar no lo contarás a nadie más.

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El joven aceptó y enseguida se unió al grupo. Ni una palabra se escuchó de
parte de ninguno durante el transcurso del camino, tan solo eran acompañados
por el ruido de los vehículos transitando y de la gente caminar.

El encapuchado se detuvo al escuchar que uno de los uniformados que se


acercaban a él, le dirigió la palabra, pero no respondió a su pregunta, tan solo optó
por permanecer quieto. Esa actitud molestó un poco al oficial y por eso volvió a
preguntar lo mismo, pero esta vez elevando más la voz, pero con un tono más
molesto.
—¿Tiene licencia para llevar un RV? —él, al igual que su compañero, se
detuvieron y al tener más cerca a la máquina pudieron observar con más
detenimiento al robot, no cabía duda que se trataba de una máquina muy fina. —
¿Me podría permitir su IV?
—No…
El oficial no pudo terminar de escuchar la oración del hombre cuando la
cola del RV, a una velocidad imposible de captar el ojo humano, lo atravesó por el
pecho, quitándole la vida instantáneamente. Ni siquiera había sentido cuando la
cola dejó su cuerpo.
—…tengo.
Su compañero retrocedió un par de pasos anonadado al presenciar la
muerte tan sanguinaria de su compañero de patrulla. Sus ojos desorbitados se
posaron por unos segundos en el RV y después se dirigieron al hombre de la
capucha. Abrió sus ojos aún más para ver con diligencia a esa persona, tratando
de convencerse que era real lo que veía. El rostro del hombre era mitad plateado,
color metal, todo su lado izquierdo hasta el cuello donde la ropa dejaba ver. Su ojo
era más grande y totalmente rojo. Tomó consciencia de sí mismo al sentir la
helada mano de su adversario, ya que lo había tomado del cuello, fijándose que su
brazo izquierdo era de la misma consistencia que la mitad de su rostro. De su
muñeca a su codo tres cables salían y no pudo notar más porque la gabardina lo
tapaba. Lo último que vio el oficial antes de sentir que el brazo le arrebataba la
vida, fue la sonrisa sádica de aquel hombre. Después de eso, su cuello fue roto.
Norez dejó caer el cuerpo sin vida y giró un poco su cabeza al lado derecho
al escuchar como alguien, que había presenciado en primera fila la muerte de los
policías, gritó despavorida para alejarse después corriendo. La multitud que
estaba presente hizo lo mismo aterrada. Norez volvió a retomar su camino sin
darle importancia a los espectadores. Él no pudo evitar dibujar una sonrisa en su
rostro al ver a la gente huir de su presencia, con sus rostros bañados de miedo, lo
que realmente lo reconfortaba, porque le gustaba que le tuvieran ese miedo. En
ese momento podía cumplir las pesadillas de ellos, pero no tenía tiempo para ello,
su prioridad era llegar a ese lugar y cumplir con las órdenes de su jefe. Así que no
tenía tiempo de matar a esa gente, no por ahora.

43
En el taller, Calomela los estaba esperando y lo primero que hizo al ver al
más joven fue pedirle que le contara por qué había ido allí y qué era exactamente
lo que quería. Neón le explicó lo mismo que a Eva, a excepción de que Klaus Val
se encontraba con vida. Riz comprendió cada palabra de decía y aceptó en
decodificar lo que llevaba en su memoria, pero antes, como una condición —más
que nada un capricho —tenía que ver cómo es que su organismo funcionaba aun
teniendo extraños en su cuerpo, que en ese caso era el metal.
Riz se dirigió a una máquina que era solo para robots. Para poder ver su
funcionamiento, debía recostarse sobre una mesa corrediza que llevaba al interior
de una cabina cilíndrica en donde por medio de cables conectados en los puntos
vitales de su cuerpo y estos estaban conectados en un monitor.
—Acuéstate, por favor —le indicó Riz.
Ruber miró algo extrañado la máquina.
—¿En esa? —preguntó.
—Así es. Es que él es mitad robot.
Ruber se sorprendió al escucharlo.
—¡¿Eso es posible?! Que es lo que eres, ¿un robot o un humano? —
preguntó él con un tono de burla.
—Como sea —Riz se interpuso en la conversación —Neón.
—De acuerdo —respondió nervioso, sin estar muy seguro de que eso iba a
funcionar. Y estaba a punto de sentarse para recostarse cuando se detuvo en seco
al escuchar de Riz algo que no ayudó a calmar sus nervios.
—Aunque sabes, no estoy tan seguro qué es lo que le pueda pasar a tu
parte humana —meditó en lo dicho —Podría resultar peligroso.
—¿Pe-peligroso? —preguntaron al unísono Eva y Ruber dirigiendo su vista
al joven, el que se preocupó mirando sin confianza la máquina. La declaración
despreocupada por parte del mayor no ayudó mucho.
—Pero no te preocupes por eso, todo estará bajo mi responsabilidad —
soltó al fin Calomela en un tono divertido y una amplia sonrisa totalmente
despreocupada —Ponte en posición.
—Oye, Riz —llamó la atención la joven—, ¿de verdad estará bien?
El nombrado se volvió para verla.
—Puede que sí.
—¿Puede? —murmuró Ruber inseguro de esas palabras ¿cómo era posible
que existiera alguien así?
—Realmente quiero saber cómo es su funcionamiento —comenzó a decir
con voz ansiosa, ya que quería que lo dejaran hacer su trabajo. Siempre había
sido así, desde pequeño le encantaba saber los funcionamientos de los robots o
de algo similar.

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Capítulo 9
Belirio y Klaus

Calomela no cabía de emoción al ver el funcionamiento de Neón, el que


casi fue obligado a que se introdujera a la máquina que lo examinaría. Cada una
de sus partes lograba verlas porque había conectado esa máquina a su
computadora.
—Impresionante —el hombre movía de un lado a otro las imágenes que
observaba de su pantalla, mientras decía —: La parte izquierda de su cerebro
tiene una tarjeta madre, la que está conectada a circuitos integrados, circuito
integrado auxiliar, que a su vez trabaja como su memoria, además de que está
conectada al microprocesador, al RAM, las ranuras de expansión y otros
dispositivos. Todo esto trabajando en unión que permite que sus partes robóticas
estén en equilibrio con sus movimientos.
A pesar de lo contento que mostraba Riz, Eva no demostraba su felicidad
por él, tan solo lo observaba sentada mientras leía información desde su Pantalla
acerca de Belirio Fucus. Sabía que debía decirle tarde o temprano a él que Klaus
aún vivía, pero no sabía cómo. Tan solo el nombre de Klaus Val significaba
problemas.
—Un diseño con precisión —seguía diciendo el hombre—, con tal
minuciosidad que si te conectas a cualquier computadora o Pantalla podríamos
ver con claridad tus pensamientos. ¡¿Quién es la persona que hizo esto de ti?!
¡Me encantaría conocerla! Su diseño de la Placa base está conectada a las
neuronas de tu cerebro y la energía que emiten crean la que se necesita para que
siga en funcionamiento —Calomela suspiró excitado de que alguien con tal
ingenio existiera —. Esa persona debe ser un genio, incomparablemente un genio.
¿Quién es? ¿De quién se trata?
Riz dirigió su vista a la joven cuando la escuchó suspirar desanimada.
—¿Y ese suspiro? —Se extrañó al ver su reacción —¿Te sientes bien?
—Es que no te puedes imaginar de quien se trata —mencionó dejando de
ver su Pantalla para verlo al rostro.
—No lo sé —pensó un poco para después responder —De las fábricas
Fucus, me supongo. ¿Algún especialista?
Eva dudó por un instante el decírselo, pero si necesitaban su ayuda, no
tenía otra opción que supiera la verdad.
—Se trata de Klaus Val.
Como cualquier persona tras escuchar ese nombre, Calomela se
sorprendió, mirando algo incrédulo a la joven.
—Imposible —se dirigió al joven y la pregunta de él a Neón se hizo seria —
¿Cuál es tu edad real? Te vez de catorce, pero ¿Cuál es?
—Dieciséis.
—¿Dieciséis? Eso quiere decir que…
—Así es —afirmó él sentándose en la máquina—, fui construido hace dos
años.

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—¿Eh? Debe ser imposible —murmuró el mayor.
—¿Klaus Val no era un terrorista al que mataron hace cinco años? —se
escuchó Ruber, el que había dejado de prestar atención a las muchas cosas que
había alrededor del taller tras estar al tanto de la conversación de ellos.
—Así es… —Riz meditó un poco la respuesta —Eso es lo que pensaba —
miró por unos momentos a la joven y después su vista pasó a la de Neón, quien
ya estaba fuera de la máquina. El menor se sobresaltó con la mirada de Riz —¿Se
encuentra aquí, en la ciudad?
—En la fábrica principal Fucus —respondió Eva.
—¿En la fábrica? —Se inquietó, eso no significaba nada bueno. Solo
significaba que todavía estaba con esa loca idea de la creación de un “robot
perfecto”—Eso quiere decir que… ¿Bel está al tanto de eso?
—Eso es lo que quiero averiguar —informó Eva volviendo a poner atención
a la Pantalla, donde la tenía en una página referente a Belirio Fucus.
—No creo que exista alguna información de eso en Internet —comentó Riz
sarcástico, y cuánta razón tenía, esas cosas no debían rondar por esos lugares sin
que el gobierno se diera cuenta e hiciera algo al respecto.
—Eso ya lo sé —estuvo de acuerdo—, pero tal vez entre las noticias
pasadas haya alguna información que no cuadre, alguna pista. Algo siempre se
escapa.
—¿Pistas? —Calomela se acercó a donde ella y recargándose en el
respaldo que sobresalía del asiento, observo la página de noticieros de la ciudad
Del Comienzo.
—Tal vez, o algo así.
—Si encuentra algo detective, no dude en confiarme esa información.
¡Neón! Quiero hablar seriamente contigo. Cuéntame cada detalle —el joven
asintió.
Así fue que todos comenzaron a hacer sus cosas, Eva se mantenía
concentrada leyendo las noticias, mientras que Riz y Neón mantenían una
conversación, respondiendo el menor al mayor con todo lo que sabía. Por otro
lado, Ruber, al ver que todos estaban concentrados haciendo algo, decidió echar
un vistazo a las cosas que había allí, pues algunos instrumentos le llamaron la
atención. Una que otra vez interrumpía a Calomela para que le explicara para qué
funcionaban algunos aparatos.
—Oye, Bicolor —Ruber se detuvo antes de tocar algo tras escuchar la voz
del mayor—, no se te ocurra perder ninguna pieza o siquiera moverla ¿de
acuerdo? —a pesar de que su voz se escuchó autoritaria, no fue un regaño. Lo
que sucedía es que para que no se le olvidara donde estaban las piezas, las
mantenía en un orden, y a pesar de eso, eran tantas las que había que solía
perderlas.
—El trabajo que haces es muy interesante —comentó Corindo mientras
pasaba suavemente su mano a un motor.
—¿Te llama la atención?
—Es atractivo, pero no creo que sea para mí.
—¿Por qué?

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El joven inclinó sus hombros mientras le informaba:
—Eso no es lo mío. Además, si trabajas, debe ser algo que a uno le guste,
por ejemplo a ti.
—Me gusta lo que hago —fue su respuesta, la que no sonó muy entusiasta
y eso lo notó Ruber, por eso le preguntó:
—¿No te gusta tu trabajo?
—Como tú dijiste: «es muy interesante». No es exactamente lo que yo
había deseado hacer —admitió Calomela.
—¿Te obligaron? —Se extrañó el chico —Es curioso, porque eres bueno
haciendo esto.
—¿Bueno? ¿Y tú como sabes eso?
—Eva me lo dijo.
Su inesperada respuesta sorprendió por unos instantes a Riz y como reflejo
se viró un poco para observar a Mohs, quien aún se mantenía en lo que hacía.
Casi enseguida volvió a dirigir sus ojos miel a Ruber y le hizo una señal que le
indicó que se acercara. El joven hizo caso, quien a una distancia muy cerca, le
susurró casi en el oído:
—¿Te gusta Eva?
—¿Eh? —Ruber se sorprendió ante pregunta y no supo que contestar, se
limitó a ver con los ojos muy abiertos a Calomela.
—¡Riz! —se escuchó la voz de Eva, lo que provocó que el hombre se
sobresaltara al pensar que había escuchado algo, pero se calmó cuando ella
prosiguió: —Ya terminé.
—¡Excelente! ¿Y qué encontraste? —preguntó mientras se acercaba a ella,
quien aún permanecía sentada. De verdad que le interesaba lo que había
descubierto, si es que lo había hecho.
Eva miró por unos segundos lo que había escrito en una aplicación de
notas y una vez Riz estuvo cerca, continuó:
—Tengo una teoría y por el momento es la más lógica que he encontrado.
Se sabe que los padres de Belirio son separados. Se decidió que el muchacho
viviría con su padre, pero cuando cumplió los doce años de edad, Belirio Fucus
dejó a su padre para vivir con su madre, la que vive en una localidad por nombre
«Lago Azul», a 2 horas y media de la ciudad. La razón fue, según lo que leí, que a
Bel no le gustaba estar con el señor Fucus y también había dicho que deseaba
vivir en un lugar más tranquilo, humilde. Lo que me extraña de todo esto, es…
—Dos semanas después de la muerte del señor Fucus, aparece de la nada,
prácticamente, diciendo que deseaba seguir el trabajo que hacia su padre —
continuó el mayor, al comprender a donde quería llegar.
—Exactamente. Eso fue hace cinco años aproximadamente.
—Los que supuestamente Klaus lleva muerto.
—Ahí es a donde quiero llegar —mencionó Eva alzando un poco la voz —
Anteriormente el señor Fucus había contratado a Val para que trabajara como
científico en su fábrica, porque el joven era muy inteligente. Él aceptó la propuesta
de Fucus en el año 2161 contando con 24 años, cuatro años después se
descubrió los verdaderos motivos de él, la creación de un «robot-perfecto». Dos

47
años duró de fugitivo, hasta que le dieron muerte al encontrarlo. Dos meses
después muere el Sr. Fucus y dos semanas más tarde, aparece su hijo. Ahora
surge Neón diciendo que Klaus esta con vida y aún con la loca idea de hacer el
robot autónomo. La teoría es: que Klaus sí está vivo y que Belirio hizo algún trato
con él. Bel quiere el poder que su padre creó e hizo una alianza con Val para que
le ayude a hacer alguna innovación.
Tras escuchar eso, Riz guardó silencio y meditó en lo que acababa de
escuchar, lo que tenía mucha lógica, así que podía ser verdad. Belirio Fucus
estaba tramando algo. Pero tal vez también fuera cierto que Bel no sabía que
Klaus era una persona potencialmente muy peligrosa y que había hecho un trato
con la persona menos indicada. Val era un hombre que se daba a respetar y a
temer, hombre que hacía lo que fuera para realizar sus planes. Y eso lo sabía Riz
Calomela, quien recordó aquella ocasión en que lo conoció en persona en una
conferencia robótica de amateurs, días antes de que fuera contratado por Fucus.
Se estremeció al rememorar sus oscuros ojos.
Calomela miró detenidamente la imagen que proyectaba la Pantalla de Eva,
allí se mostraba a Val como a Fucus, estrechándose las manos una vez el primero
accedió a trabajar para el señor empresario. Klaus estaba vestido con un elegante
traje negro, el que resaltaba más su cabello del mismo color y el que peinaba
hacia atrás. Sus penetrantes ojos negros miraban detenidamente las cámaras. No
cabía duda que tan solo mirarlo a los ojos se podía percibir que haría lo que fuera
por ver cumplidos sus sueños, metas o hasta sus simples caprichos.
—Tenemos que detener esta locura —dijo al fin Calomela, haciendo a un
lado sus pensamientos negativos. A pesar de que Klaus era un rival excepcional,
no se daría por vencido y a como diera lugar iban a detenerlo —Neón, voy a abrir
los archivos para poder ir a la policía y tener prueba solida de que Klaus sigue con
vida, además de que Belirio no es el hombre que se cree que es.
—¿Y no pueden ir solo allí y decirles su teoría? —preguntó Ruber.
—Imposible —indicó Eva —Belirio es una persona con mucho poder e ir y
decir algo en su contra sin tener alguna prueba de lo que se le acusa, podríamos
meternos en problemas.
—Y no existe prueba más sólida que los archivos que tiene guardados
Neón —comunicó el mayor —Además de que tendremos el respaldo de él, quien
es un testigo fiable.
—Tienen razón —pensó detenidamente en lo que le dijeron —Bien, me voy
ahora.
—Ruber, no cuentes nada de esto a nadie, ¿de acuerdo? —le recordó
Mohs antes de que su compañero de estudio saliera del taller. El asintió y con ello
se fue.
—¿Estás listo Neón? —quiso saber Riz.
—Sí. Pero están muy bloqueadas, ni siquiera con el procesador que poseo,
puedo leerlos.
—No te preocupes por esa insignificancia —Riz se volvió para verlo a los
ojos y golpeando su pecho, continuó orgulloso: —No por nada soy hijo de
Calomela, deja eso en mis manos.

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Capítulo 10
La Fuerza de Belirio

El robot policía con el que Norez viajaba, era controlado con facilidad por
medio de ondas cerebrales y esto además de ser práctico le resultaba más
cómodo a él, ya que con solo pensar en decirle algo, la máquina ejecutaba la
orden. Todo esto gracias a que su jefe se lo facilitó para que pudiera ejercer su
plan sin tener algún contratiempo. Su destino era la planta solar que se encargaba
de distribuir la energía en la zona del centro de la ciudad Del Comienzo.
El hombre sonrió sádicamente al observar como un guardia se asomó y
este amablemente le informó:
—Lo siento mucho señor, pero esta zona esta restringida solo para el
personal.
Norez no hizo caso a las palabras y pasó de largo al guardia, lo que
provocó que el hombre se molestara. Otro sujeto se asomó para ver lo que estaba
ocurriendo y Norez no se detuvo en ningún momento.
—¡Señor! Deténgase, si no lo hace tendremos que llamar a la policía —
ambas personas se acercaron poniéndose frente al hombre, fue de esta manera
que se detuvo. Se quitó la capucha, mostrando su rostro, lo que provocó que los
guardias abrieran sus ojos con gran asombro.
—Da un espectáculo merecedor de tu amo —dijo en voz alta Norez a su
RV, el que sin esperar, mató a los dos hombres, a los que ni siquiera les dio
tiempo de que corrieran o gritaran.
Uno de los trabajadores observó el asesinato y comenzó a llamar a sus
compañeros, los que a los pocos minutos, hicieron sonar la alarma y trabajadores
y guardias se acercaron para detenerlo. Pero el RV por órdenes comenzó a
atacarlos y, aunque al hombre enviado por Val le encantaba escuchar los gritos de
dolor y desesperación de aquellos hombres, volvió a su camino para poder llegar
al cuarto principal y así poder activar el código para que el proyecto ERRE
surgiera a la luz. Así que dejó que de esas molestas personas, se encargara su
robot.
—¡Cállate! —destrozó el aparato de sonido para que el fastidioso ruido de
la alarma dejara de oírse. Con eso, llegó a la sala principal en donde activó el
proyecto.

En el taller Calomela, Riz había colocado cables a la entrada USB de


Neón, los que estaban conectados a su monitor, pero antes que el mayor tomara
asiento, le comunicó algo al joven. Algo que lo sorprendió mucho.
—El aparato que trajiste, el que mencionaste que evitó que tu rastreador
funcionara, lo revisé cuando te fuiste y me di cuenta que este no funciona.
—Lo sé, por la frecuencia de hace rato.
—No es por eso —el joven se extrañó y notando eso Riz, continuó:—A eso
no me refiero. No tiene la función de bloquear la señal, funciona, pero es un

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circuito cerrado. Es verdad que mi padre llegó a construir, pero al igual que yo,
solo es un reparador, no inventor y esto —se lo devolvió—, no funciona.
Pasmado, Neón observó el aparato, el que había creído que evitó que los
buscadores lo encontraran. Eso no podía ser posible. Entonces eso no significaba
nada bueno.

La máquina que tenía el nombre de proyecto ERRE, había permanecido


debajo del centro de la ciudad por muchos años y fue activada cuando la energía
suficiente circuló por completo. Desgraciadamente, la anterior frecuencia no era
para otra cosa más que un estímulo para que ERRE encendiera, pero para que
estuviera al 100% activo, debía de cargarse con energía. Por esa razón Norez fue
a la planta de luz de la sección del centro.

El centro comenzó a temblar y el piso se abrió. El pavimento se elevó


provocando que la gente asustada corriera del peligro. Los edificios cercanos se
derribaron y del suelo una enorme bola metálica salió a la superficie, la que se
mantuvo flotando a metros de la extensión. Minutos después la esfera comenzó a
dar vueltas a una velocidad sorprendente y con cada segundo que pasaba
aumentaba de velocidad. Una ráfaga de viento se formó, azotando los edificios,
puestos y demás, entonces se detuvo completamente y cinco aberturas
aparecieron para dejar salir cinco tentáculos, los que golpearon todo a su
alrededor.

La pregunta que le hizo Riz a continuación, lo hizo pensar aún más.


—¿Estás seguro que tienes un localizador?
Minutos antes pensaba en ese hecho, pero ahora lo estaba dudando. No
supo que responderle pues desde que fue creado había tenido en mente que
debía tener uno. ¿Acaso había sido engañado? Y por él mismo. Nunca lo tuvo,
entonces ¿se había preocupado por nada? Negó con la cabeza, rechazando por
completo esa idea. Si no era así, los buscadores que Bel envió para capturarlo en
aquella localidad, ¿cómo sabían que estaba ahí? ¿No habían matado a toda esa
gente por eso?
Los MR sabían que él estaba allí y si no tenía un rastreador, entonces…
prestó atención a Eva cuando la escuchó hablarle, le había dicho que viera las
noticias, con ello, Riz encendió su Pantalla y las miró, acercándose Neón para ver.
En el monitor se presenciaba una enorme esfera que había invadido el centro de
la ciudad. Una reportera decía:
—«Les informamos que todas las personas que viven en el centro y en los
alrededores, evacuen. Una extraña esfera apareció y como pueden ver, está
haciendo estragos por todos lados…»

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Pudieron observar la bola metálica con sus cinco tentáculos, la que poco a
poco ya no daba forma de esfera, pues toda clase de metal comenzaba a pegarse
en los tentáculos y demás, formando un humanoide.
—«Se les informa que todos salgan de un radio de 10 cuadras…» —seguía
informando la reportera —«las autoridades y ambulancias ahora se encuentran en
la localidad de los asesinatos, aun revisando e investigando el caso de las
muertes, por esa razón tardarán…»
Los buscadores nunca supieron que Neón se encontraba en esa localidad,
ahora lo tenía todo claro, todo había sido un plan macabro desde un principio. Bel
mató a todos esos pueblerinos para que tanto las ambulancias, como las patrullas
de policía se mantuvieran allí. La localidad era tan solo una carnada. Si desde un
principio hubieran sabido que Neón se encontraba en ese pueblo, lo hubieran
buscado hasta destruir cada casa y lugar, hasta debajo de las piedras, pero no lo
buscaban a él.
Al quedarle todo claro de la situación en la que se encontraba, Neón maldijo
entre dientes y apretó los dientes con fuerza. Lo había engañado, se había dejado
engañar. Lo único en lo que pensaba era en que tenía que detener esa
endemoniada máquina antes de que pudiera matar a muchos civiles, los que no
tenían culpa de su incompetencia, así que decidido dio media vuelta para salir del
taller y enfrentarse a la máquina, pero al emprender el camino, se detuvo metros
antes de llegar a la puerta al ser detenido por una voz autoritaria. Se giró para
encararse a él y notó a Riz que lo miraba seriamente, lo que nunca había notado
de él desde que estaba allí. Calomela dijo:
—Ni se te ocurra ir a ese lugar.
—Pero no puedo quedarme sentado sin hacer nada —elevó la voz con tono
de frustración —Tengo que ir…
—¡Guarda silencio! —la voz alta del hombre asombró tanto al que fue
dirigido como a Eva, quien desde que lo conocía, nunca lo había visto alzar la voz
de esa manera —Entiendo que te sientas responsable —continuó Riz ahora con
voz normal—, pero ¿qué es lo que piensas hacer?
Neón bajó la mirada sin poder tener respuesta exacta a la pregunta.
Honestamente no tenía ningún plan, tan solo ir y tratar de hacer algo, ya que lo
carcomía por dentro el deseo de ayudar y eso lo pudo saber Calomela al ver su
rostro. Así que se acercó a él y le entregó un par de cosas. Sorprendido, Neón
observó que uno de ellos era un extraño aparato que tenía parecido a un control y
el otro, era un radio comunicador. El joven levanto su vista pare ver el rostro del
hombre y Calomela sonrió a su incredulidad y tocándolo del hombro, le informó:
—No te detendré. Para poder detenerlo debes ponerle esto a la máquina
—señaló el control—, desde aquí te ayudaré.
Neón lo siguió mirando, no comprendiendo muy bien.
—¡Hombre, que vayas! —le dijo Riz entusiasta en el momento en que dio
media vuelta para darle la espalda y adentrarse al taller —Por los radios nos
comunicaremos y te daré indicaciones y así detendremos a ese hombre de
hojalata.

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El menor asintió y sin esperar más, salió del taller dirigiéndose al centro de
la ciudad a toda prisa. Riz dio media vuelta para dirigirse a una computadora, pero
detuvo su paso al escuchar a la joven decir:
—Voy a acompañarlo.
Calomela se giró rápidamente y le dijo alzando la voz, deteniéndola, ya que
estaba dispuesta a salir y seguir a Neón.
—Hey, hey, espera, ¿a dónde crees que vas? Ni se te ocurra ir a ese lugar.
Ahora es muy peligroso.
—Quiero ir. No me puedo quedar aquí sin hacer nada.
—¿Y qué vas a hacer allá?
—Tal vez pueda ayudar a la gente, no sé. Quiero ir —se giró dispuesta a
salir aunque no tuviera la aprobación del mayor.
—De acuerdo —dijo al final Calomela tras hacer un sonido de
insatisfacción. De una de las muchas mesas de trabajo, agarró otro radio y
acercándose a la joven se lo entregó —Mantente en contacto conmigo, ¿de
acuerdo? — Como la conocía, supo que no había nada que pudiera hacer para
detenerla, por lo tanto, él estaría más tranquilo el que ella se comunicara con él,
así sabría que se encontraba con bien.
Eva cogió el aparato y sin más cruzó la entrada y se perdió de la vista de
Calomela, entonces él estiró sus brazos y miró la computadora vieja y tras pensar
en lo que iba a hacer, una excitación lo invadió. Se acercó a la silla y tomando
asiento, hizo funcionar el ordenador, enseguida se colocó un auricular para
permanecer en contacto con los dos jóvenes. Acto seguido pulsó una combinación
de teclas, lo que provocó que en la pantalla aparecieran algunas coordenadas,
estas eran del sistema de navegación que utilizaban las cámaras de la ciudad.
Riz Calomela no solo era bueno en reparar las máquinas, también conocía
un poco el ámbito del Hackear. Tecleó otros botones para estar en sincronía con
las cámaras de vigilancia, además de que estaba listo para buscar a la persona
que estaba controlando el enorme robot de metal que atemorizaba a los citadinos.
Sabía que alguien estaba detrás de todo esto y qué correcto estaba, pues
desde la comodidad de la oficina, Belirio miraba intensamente las pantallas de las
cámaras de la ciudad, las que estaban en modo múltiple. Con esa facilidad podía
examinar todas las calles de la ciudad, incluso los ángulos que nadie conocía o
ignoraban y esta vez todas enfocaban a la bestia gigante, la que ahora caminaba
por las estrechas calles, destrozando a su paso edificios y cualquier cosa que se
le pusiera enfrente. Fucus llevaba puestos unos cascos que le ayudaban a
escuchar y estar pendiente de las noticias que se presentaban.
Con un movimiento del dedo en una de las pantallas táctiles, movió una
cámara a un sitio que llamó su atención, por fin vio a Neón y comprendió que se
dirigía al centro para tratar de detener a la máquina. El hombre sonrió a sus
adentros. Movió esa pantalla a un lado al notar en otra algo inusual, una
advertencia de que alguien más se había infiltrado a los servidores de las cámaras
de seguridad. Movió un par de veces sus dedos para entrar al satélite de la red de
las cámaras para descubrir de quién se trataba, pero dejó de intentarlo al darse
cuenta que no sería tan fácil descubrir al individuo, la computadora que utilizaba

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no era hecha por las empresas Fucus y no estaba conectada a la red estatal. Por
eso, inmediatamente Bel bloqueó toda conexión que pudiera delatarlo. Fuera
quien fuera su enemigo, debía de admitir que era bueno.
Calomela chasqueó la lengua tras haber descubierto que alguien ajeno
estaba en la red de las cámaras, pero antes de poder averiguar quien era, se
bloqueó. Él tomó un pequeño panel con muchos números y que estaba adornado
de teclas de solo consonantes, la conectó en la computadora para poder buscar el
manual que su padre había utilizado para crear el monitor que usaba. Años atrás
su padre había construido esta P.C con algunas piezas sobrantes de otras
computadoras.
Además, estaba consciente que no le sería nada fácil eliminar la barrera
virtual y saber la localización de su contrincante. Primero utilizaría el famoso
ataque de fuerza bruta, el que consiste en probar todas las conexiones para poder
entrar a la fuerza al servidor de su contrincante, para entrar a la red y poder saber
de quién se trataba. Y si eso no le funcionaba, tenía que recurrir a hackear los
satélites para poder entrar a su conexión y así sería mucho más fácil descubrir
quién era su enemigo, pero era algo arriesgado, ya que se exponía a ser
descubierto por los del gobierno. Aun así, esperaba que funcionara la fuerza bruta.
—Riz —escuchó la voz de Eva desde el auricular.
—Te escucho —dijo sin dejar de prestar atención a la pantalla y al teclado
—Estoy en el centro y no veo a Neón —le informó.
En ningún momento se había encontrado con el joven, este corría muy
rápido y la había dejado atrás. Ella se dio cuenta que las personas de allí estaban
llenas de pavor y desorientación, corriendo sin ningún orden, chocando unos con
otros, empujándola también. Los paramédicos aun no llegaban y eso que se
necesitaban, muchas personas se encontraban heridas debido a los escombros de
los edificios que se desprendían por el gigante. Algunos policías, los que no
habían ido a la villa de los asesinatos y eran pocos, trataban de organizar a la
aterrada gente. Pero les era imposible, pues eran muchos. El robot caminaba paso
a paso, destrozándolo todo y sin compasión arrojaba los automóviles que volaban
cerca de él.
—Señorita, evacue este lugar —un oficial se acercó a ella. Eva miró a sus
lados observando el caos, pero más que nada estaba buscando al joven —
¡Señorita, aquí es peligroso! —gritó el hombre para llamar su atención y lo logró,
Eva miró al uniformado, dio un paso con intención de acercarse, pero en ese
momento un carro cayo cerca de allí, provocando un estruendoso ruido,
escuchándose la alarma, la que de inmediato dejó de sonar.
—¡Eva! ¡Eva! ¿Qué sucede? —se escuchó la alarmada voz de Riz cuando
una interferencia produjo estática en su intercomunicador, dejando de prestar
atención al monitor. No había sido buena idea haberla dejado ir, ese lugar era muy
peligroso.
Por un momento, Calomela abrió los ojos con sorpresa al sentir la presencia
de alguien detrás de él, se giró para mirar a aquella persona, la que con gran
fuerza lo tomó del cuello de su prenda de vestir.

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—¡¿Por qué la dejaste ir?! ¿Por qué la dejaste ir? —se escuchó resonar la
furia de la voz de Ruber mientras envolvía a Riz con una mirada de frialdad. No
podía comprender como podían existir personas de la edad de él tan inmaduras.
Por otro lado, Calomela desafío la mirada del joven y respondiendo a su pregunta,
dijo:
—Ella quería ir —con fuerza y nada contentó por la agresión que sufrió,
apartó las manos del joven de su camisa.
—¡Solo por eso! Ese lugar es peligros…
—¡Entonces que haces aquí! —lo interrumpió y apartó su vista de él al
percatarse que una alerta se hizo ver en su monitor —maldición… —debía de
seguir prestando atención a las redes para no ser descubierto, además de seguir
intentando entrar al sistema de la persona que creía que manejaba el robot
gigante —Neón, ¿me escuchas? —trató de comunicarse con el menor.
—Te escucho —el mayor no evitó sonreír al escuchar la voz que le
respondió, la de Eva. —Te escucho claro, Riz.
—¿Te encuentras bien?
—Sí. Neón me ayudó y perdón, pero perdí la radio que me diste —
mencionó ella hablando con el radio de Neón.
—No te preocupes. Pásame a Neón —continuó cuando el joven lo saludó:
—El aparato que te di antes de que salieras es un AOE, ósea un «Ampliador de
Ondas Eléctricas». Debes ponerlo en el motor eléctrico del hombre hojalata, pues
funciona con máquinas eléctricas rotatorias y por ende, el AOE incrementará la
energía y provocará que se queme. Lo único que debes hacer es colocarla lo más
cerca del motor.
Mientras escuchaba a Riz, Eva no tenía ni idea de lo que estaba hablando,
afortunadamente, ella no era la que iba a encargarse de eso, y por otro lado, Neón
si estaba consciente de lo que debía hacer, por esa razón comprendió
perfectamente las palabras del hombre.
—¿Y qué es exactamente el motor? —quiso saber Eva. Enseguida escuchó
a Riz:
—La bola que salió debajo de la tierra es el motor, en pocas palabras, el
torso del robot es el motor, así que el AOE debe estar en cualquier parte de éste.
Al escuchar eso, Eva miró a Neón con expresión de asombro. Neón sabía
lo que tenía que hacer y era arriesgado, guardó la radio al terminar de hablar con
Calomela y observó a todos lados, como buscando algo. Divisó un edificio alto y
todavía en pie, así que sin decir nada, se dirigió a toda prisa al lugar.
Neón subió con rapidez la escalera del edificio debido a que era arriesgado
tomar el elevador, pues el robot, a pesar de que aún no estaba cerca de esa zona,
algún escombro que arrojara lo dañaría. Su plan consistía en llegar a la cima,
esperar a que el robot estuviera lo más cerca posible de allí, saltaría y se colocaría
sobre él. Al llegar a la azotea, sin perder paso, se dirigió a la orilla y como mero
reflejo, se asomó hacia abajo. El edificio no tan alto como otros, pero era perfecto
porque estaba casi a la misma altura de la máquina que atemorizaba el centro.
Vio como Eva se dirigía a toda prisa al otro edifico que quedaba enfrente.
Se extrañó un poco por eso, pero mejor decidió dejarlo así, por lo que mejor dirigió

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su vista al gigante, el que poco a poco se acercaba y que a pesar de que este no
tenía o mostraba alguna expresión, el joven sintió que se regocijaba por cada cosa
que destruía y lanzaba. En cierta manera no estaba equivocado, ya que Norez, la
persona que realmente controlaba la máquina, se encontraba verdaderamente
satisfecho por lo que hacía.
En eso, sin saber exactamente como fue, Neón desvió su atenta atención
del robot, mientras en su rostro aparecía el asombro y la incredulidad al mirar
hacia el frente, al edificio donde vio entrar a Eva, como este se estaba
derrumbando. Un enorme escombro perteneciente a uno de los edificios ya
derrumbados había sido arrojado precisamente allí, dañando la estructura principal
provocando su desplome.
—¡Eva! —gritó con gran preocupación el joven.
—¿Neón? ¿Qué sucede? —se preocupó Riz tras escucharlo gritar el
nombre de ella . Lo que a continuación escuchó, lo dejó preocupado.
—Eva… el edificio donde entró… se derrumbó —a duras penas pudo
decirlo.

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Capítulo 11
Contraatacando al Enemigo

—¡Sigues aquí! —la fuerte voz de Calomela hizo que Ruber despertara de
lo que parecía se encontraba en una especie de shock. Lentamente volvió su
mirada perdida a la del hombre. Había alcanzado a escuchar como Riz mencionó
que Eva no estaba bien. ¿Cómo debía reaccionar ante esa situación? Por lo que
observó en las noticias sobre el estado en que se encontraba el centro, se dio
cuenta que no eran las mejores condiciones.
Dio un par de pasos hacia atrás tratando de huir de la enfurecida mirada de
Calomela, no deseaba involucrarse en nada de tal índole. Pero lo que a
continuación escuchó de la boca de él y con un tono triste, lo dejó pensar más en
la situación.
—Parece ser que Eva está en peligro.
Fue eso una especie de estímulo para que Ruber saliera disparado del
taller y poder ir a la ayuda de Eva, a quien consideraba como su mejor amiga, la
persona que lo había tratado tan bien. Pero tras esa buena intención, había algo
más.
«¿A dónde vas?» fue la pregunta que su mente formuló y la que hizo que
se detuviera en seco. «A ayudarla» se contestó mirando al frente, observando a la
gente que corría lado contrario a donde él, con toda la intención de evadir el
centro. También alcanzaba a escuchar de sus palabras lo peligroso y atroz que era
ese lugar. ¿Por qué razón iba a ir allí si era tan peligroso? ¿Por qué la gente huía
de allá? ¿Por qué Eva había ido a ese lugar? En eso percibió el peculiar sonido de
las ambulancias, las que habían dejado la pequeña comunidad de asesinados,
para ir al centro Del Comienzo. Ruber alzó la vista para ver a las ambulancias y
patrullas socorrer a los heridos.
«Para ayudarlos» Fue la respuesta, por eso, decidido prosiguió con su
paso, debía ir por ella. Lentamente comenzó a disminuir su caminata hasta
detenerse totalmente. Algo no andaba bien. Giró un poco su cabeza al lado
izquierdo, pues algo había llamado su atención. Observó una calle recta, la que se
mantenía vacía.

Neón bajó tan rápido como pudo las gradas para salir del edificio y se dirigió
al otro edificio que fue derrumbado. Deseoso en el fondo que no le hubiera pasado
nada grave a Eva. Las intenciones de ella eran buenas al ir a ese lugar, pero no
había mucho que ella pudiera hacer. Al llegar él comenzó a gritar con
desesperación el nombre de ella y su desesperación aumentó al no obtener
respuesta. Con cuidado, movía los escombros, no obstante, en ningún momento
dejó de prestarle atención al robot, el que se mantenía arrojando todo a su paso.
—Eva, contéstame por favor. Dime que estás bien —un par de despojos
llamó su atención, volvió su mirada a ese lugar y de entre la pila una mano resaltó

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—Eva —gritó con felicidad, se acercó y comenzó a mover la pila con cuidado para
no dañarla. Cuando poco a poco iba desenterrándola, el rostro de Neón se volvió
a preocupar al ver el rostro de aquella persona, no se trataba de su amiga, era
otra mujer, quien suplicó ayuda. Con cautela la sacó y la llevó a que reposara en lo
que parecía un mejor lugar.
—Había más —comenzó a hablar con voz cortante —Había más gente en
ese lugar… —comenzó a sollozar tal vez al recordar que algún conocido murió allí
y compartiendo sentimiento con el joven.
—Debe salir e ir a un lugar seguro —le recomendó, después de eso la dejó
sola y volvió a retomar su búsqueda, encontrándose con un muchacho, y así
sucesivamente, pero no a Eva.
Los oficiales llegaron al lugar afectado y junto con sus robots policía
comenzaron a atacar al robot, pero no hacían daño alguno, ya que cuando
desprendían algo de este, esa pieza volvía a su lugar, pues se trataba de un imán.
Al ver eso, comenzaron a usar sus mejores armas, las que pensaron que no
utilizarían. Las ambulancias emprendieron su trabajo, socorrer a las personas
heridas y a las que aún se mantenían escondidos en los edificios, temerosos de
salir.
El chico mitad robot ayudaba a la gente, cuando en una de esas vio a Eva,
la que muy despreocupada ayudaba a sacar a alguien debajo de unos escombros.
—Eva, estás bien —se acercó para ayudar a levantar una pieza con la que
la joven no podía. Le alegró verla sana y salva, tan solo con un par de moretones
y rasguños, pero nada grave. A pesar de eso, ella no pudo imaginar como él se
había sentido cuando no la encontraba, pero se tranquilizó al ver que después de
todo, ella sí podía hacer algo para ayudar.
—Ingresé al edificio —le dijo cuándo un par de socorristas se llevaron al
hombre—, porque me di cuenta que estaba lleno de personas y traté de
convencerlos de que salieran y se escondieran en un lugar más conveniente. Al
escuchar un estruendo y una especie de terremoto sacudió el lugar, me escondí.
Por eso estoy bien, nada grave.

En el taller, Calomela aun trataba de desactivar y traspasar los muros


virtuales que protegían a su enemigo. Se tranquilizó al recibir la llamada de Neón y
escuchar que Eva estaba bien. Con esa noticia miró su pantalla de su lado
derecho para observar la imagen que mostraba las cámaras, las que se llenaron
con interferencia indicando que ya no funcionaban, seguramente habían sido
desconectadas cuando el robot comenzó a lanzar cosas. Maldijo entre dientes
pues ya no podría ver lo que sucedía en ese lugar. A pesar de eso, aún tenía la
esperanza de localizar la señal para descubrir al que controlaba el androide
gigante y quien pensaba que era el que se había infiltrado a la red de las cámaras.
Desgraciadamente no pudo entrar a la red de su enemigo usando «la fuerza
bruta» la barrera era muy fuerte. No tenía otra opción que infiltrarse a la base de
datos de los satélites, lo que quería evitar, ya que era muy peligroso. La OS
(Organización de Satélites) tenía mucha tecnología y fácilmente lo podrían

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descubrir, buscarlo por ser un «posible terrorista.» Pero la situación ameritaba
riesgo, así que sin perder tiempo, comenzó a desbloquear las barreras de la OS y
entrar al sistema.
—¿Dónde estás? ¿Dónde estás? —murmuraba nervioso al haber tenido
éxito en entrar. Cada segundo contaba.

—Aquí está —murmuró Ruber observando a Norez oculto entre la


instalación de la planta de luz. Observó con cuidado a aquel hombre que
manejaba la máquina por medio de unos guantes, botas y anteojos que estaban
conectados al gigante y por medio de estos podía manejarlo. Norez se percibía
excitado mientras virtualmente levantaba algo y lo arrojaba.
—Vamos, griten. Desgarren su garganta. Corran si no quieren morir. Huyan
de mi presencia… No podrán escapar de mi ¡No pueden detenerme! —se
escuchaba seguido de carcajadas y con una voz tan enloquecida llena de
desquicio, pero a la vez de regocijo. Al ver cómo la gente corría despavorida y a
los oficiales con sus inútiles RVs que no podían detener sus acciones. Por esa
misma razón amaba y respetaba a su jefe porque le daba esa oportunidad de
disfrutar.
Al sentir que Norez iba a girar dirección donde Ruber estaba observándolo,
el último dejó de mirarlo para volverse a esconder detrás de la pared. Dio un
suspiro mientras se recargaba en ésta y se quedó inmóvil. Pero sabía que no
podía darse el lujo de eso, ya que esa terrible persona era el causante de la
destrucción del centro. Cerró sus ojos con fuerza para meditar en la situación en la
que se encontraba y en lo que debía hacer. ¿Qué es lo que debía hacer? ¿Cómo
lo detendría? Tras observar que era mitad máquina, supuso que era fuerte.
Abrió lentamente los ojos mientras exhalaba aire, miró a su alrededor y su
vista se detuvo en un palo de fierro. Dio un par de pasos para acercarse y lo tomó
del suelo. Lo sostuvo con sus dos manos y lo apretó ligeramente, se acercó de
nuevo a las pared y se recargó en ella, cuidadosamente se asomó un poco para
ver donde se encontraba su enemigo. Norez estaba dándole la espalda, contaría
con esa ventaja y más por el hecho de que se encontraba sumergido en lo que
realizaba. Ruber emergió del escondite y caminó prudentemente hacía donde el
hombre, pero se detuvo drásticamente al percibir que un RV lo observaba
detenidamente con sus fríos ojos.
Por un momento se sintió nervioso, al pensar que lo atacaría, pero se
tranquilizó al ver que lo único que hacía era observarlo. La ventaja/desventaja de
ser controlado por la mente, era el hecho que no atacaba o hacia algo sin que su
amo no le acatara algún mandato. El joven paso su lengua sobre sus labios
inferiores para mojarlos y prosiguió con su camino.
Por otro lado, Norez no se había dado cuenta en ningún momento que
alguien lo estaba observando o siquiera de que alguien se encontraba más cerca
de lo que pensaba. Su mirada divertida no dejaba de observar a los ciudadanos.
Lo que comenzó a caerle mal fue el hecho que los hombres de la ley, había traído
armas más poderosas y estas hacia que el robot fuera más difícil manejarlo, pero

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no era nada que él no pudiera controlar. Lo que de verdad lo sacó de sus casillas y
lo que menos creía que iba a sucederle, fue un duro golpe que recibió detrás de su
cabeza. Un palo lo había golpeado. El golpe lo hizo tambalear, lo que provocó que
el gigante también reaccionara del mismo modo.
Norez se giró completamente, sus ojos rojos llenos de furia no perdieron de
vista al joven que llevaba un palo de metal doblado. Norez apretó con fuerza su
mandíbula, desactivó por un momento el control del robot. Ruber retrocedió
sorprendido al observar la mirada llena de odio que le lanzaba, se giró con rapidez
con toda la intención de correr y alejarse lo más rápido de Norez, pero no pudo
avanzar más que un paso, pues la enorme mano del hombre lleno de rencor lo
tomó de su prenda de vestir. Lo cargo sin dificultad alguna y tomando vuelo arrojó
a Ruber por los aires. Ruber afortunadamente cayó en un montón de telas y cajas
que disminuyó su caída.
—No vas a salir vivo de esta, mocoso infeliz —le informó con voz
encolerizada mientras se acercaba a donde había caído. El hombre se detuvo al
sentir como un líquido resbalaba por su cuello, alzó su mano derecha y se tocó la
zona afectada, notando que estaba sangrando. El muy maldito hizo que sangrara
—Has ganado un boleto directo al infierno —miró de nuevo al joven, quien se puso
de pie algo desorientado y tocándose la cabeza.
El joven de ojos de diferente color no perdió más su tiempo y corrió antes
de que el hombre lo alcanzara, Norez lo observó por un momento, entonces dirigió
su mirada a su RV y este inmediatamente se fue contra el joven, alcanzándolo
rápido. Se colocó frente a él, deteniéndolo. Fácilmente Norez lo destruiría con sus
propias manos, pero su prioridad era acatar las órdenes de su amo. Dejaría que
su RV lo asesinara por él. Por eso le ordenó que lo matara. Por otro lado, Ruber
rehuyó de la máquina, pero no le sería tan fácil deshacerse de esta.

En el centro, por extrañas circunstancias, el robot gigante se detuvo en


medio acto de lanzar un automóvil. Los oficiales no comprendieron por qué razón.
Neón tampoco, el que lo observó mientras corría a un edificio. Fuera lo que fuera
que sucedió, ese tiempo que se mantuvo sin hacer un movimiento, Neón se dirigió
al techo del edificio más cerca donde se encontraba el gigante. Al legar al techo,
saltó lo más que pudo y se trepó al robot. Y con una velocidad y sorprendente
agilidad, comenzó a subir por la enorme estructura del gigante, estremeciéndose
al sentir la fuerte energía brotar de este. Para poder llegar al motor, debía hacerse
paso entre la chatarra, en pocas palabras, enterrarse en ella. Se estremeció, pues
para que el motor pudiera cargar con tantas toneladas de metal, debía de tratarse
de un motor muy fuerte y poderoso. Por eso, esperaba que el pequeño aparato
que le dio Riz funcionara, o si no, todo sería en vano.
—¡Esta listo! —Riz escuchó desde el audífono la mera satisfacción de Neón
al haber llegado al centro del robot y haber incrustado el AOE en el motor.
Calomela sonrió al escuchar eso y más al decir.

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—Ahora voy yo —se limpió el sudor que comenzaba a resbalar por su
frente. Miró la pantalla que quedaba a su lado derecho, notando algo inusual.
Alguien aparte de él había entrado a la OS.
Bel se volvió a una de sus muchas pantallas al notar que alguien más
estaba en la red de la organización de Satélites. Tras sospechar en lo que su
enemigo tenía pensado hacer, se infiltró a la red para poder bloquear estas. A
como diera lugar, no iba a permitir ser encontrado.
—Señor, hay dos sospechosos que se están infiltrando a los satélites —
comunicó un hombre de los muchos que trabajaban en la OS. La sala principal
constaba de muchas computadoras. El mayor hizo caso a lo que unos de sus
subordinados le informó, y dio la orden:
—Llamen al mejor hacker, que tengamos.
Cumplieron las órdenes y llamaron rápido al susodicho, quien al ingresar a
la sala, tomó asiento frente a la computadora principal y comenzó a teclear como
loco el teclado.
—¡Ay, no! —exclamó Riz con frustración al notar que los de la OS los
buscaban—, no necesitamos eso ahora— A comparación de Calomela, Fucus
sonrió con mera diversión.
—Fácil —aludió mientras movía sus manos de aquí para allá tocando las
pantallas orográficas. A pesar de que se tratara de los hombres de la OS, debía
reconocer que ellos no eran nadie a en comparación del que le había estado
dando batalla. Pero eso iba a terminar. Ingresó una clave al archivo que viajó entre
las redes hasta llegar a las computadoras de la organización. Tal hazaña bloqueó
todas las computadoras de la base.
—El enemigo nos ha bloqueado —gritó sorprendido el hacker de la
organización, mientras observaba la enorme pantalla que abarcaba casi toda la
pared del lugar.
—Es bueno el tipo —reconoció Calomela al notar que perdió señal de la
OS.
—Ahora voy contigo —susurró Bel mirando su pantalla, después perdió la
total señal de quien trataba de encontrarlo.
Riz rápidamente había desconectado las computadoras para no ser
encontrado por él. Fucus no evitó dibujar una media sonrisa en sus labios, aquella
persona se había rendido. Su media sonrisa no duró mucho al notar como todas
las pantallas se apagaron repentinamente y casi enseguida, aparecieron unas
enormes letras de color rojo, que rezaban: “Alerta, Virus” “Sistema Muerto” “Red
Bloqueada”
—Esto termina aquí, Bel —dijo Riz tomando el control que conectaba al
aparato que había dado a Neón y apretando un botón mando la señal al AOE y fue
de esta manera en que envió una onda eléctrica por todo el motor del robot,
provocando que el gigante dejara de funcionar y en ese momento, Norez se había
vuelto a activar a este, y tras la sobrecarga, la señal del control fue afectada, lo
que insitó a que Norez se quitara rápidamente los artefactos al sentir una
descarga eléctrica.

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Maldijo entre dientes pisando los anteojos con frustración. ¿Qué había
sucedido? ¿Acaso el golpe que recibió fue tan fuerte? Miró en dirección a donde el
joven y el RV minutos antes habían estado, pero no observó a ninguno de los dos.

Por toda la oficina principal de la empresa Fucus se podían escuchar los


aplausos de la gente. En las noticias escuchó que el robot se estaba
desmantelando. A demás de que Norez le informó que había perdido control total
del robot, pues los controles de repente sufrieron un corto circuito, quemándose
completamente. El hombre miró un rato el piso. Su enemigo lo había encontrado
antes de que él pudiera bloquear las computadoras de la organización. Dirigió su
vista a las pantallas que aun mostraban las letras, su sistema había sido
totalmente dañado.
En casos así, cualquier persona se indignaría, por el hecho de que había
perdido, pero ese no fue el caso, al contrario, Bel no evitó que un par de
carcajadas emitieran de su garganta, mientras golpeaba sus palmas en modo de
aplauso para festejar con los ciudadanos.
—Esplendido Neón —se dijo mientras apagaba la computadora y se
encaminaba al escritorio —Verdaderamente esplendido, muchacho, has
conseguido una excepcional ayuda, es mejor así —tomó asiento y su rostro se
tornó serio —Solo falta que caigas en la trampa de Klaus.

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Capítulo 12
Descifrando el Misterio

Calomela se recargó en el respaldo del asiento y estiro sus brazos hacia


arriba haciendo un ademán de victoria. Riz suspiró de alivio. Tomó la Pantalla que
se mantenía sobre la mesa más cercana y girando en la silla sonriente, hizo
funcionar el aparato. Buscó las páginas de las noticias locales.
—Buenas noticas, buena noticias —repetía en voz baja sin dejar de dar
vueltas en la silla. Se detuvo cuando encontró la página donde pasaban las
noticias más recientes. Escuchó hablar a un reportero que notificaba la estadística
de los muertos y heridos que por ese momento se registraban, la cuenta subía a
cada minuto.
Especialistas se acercaron al robot, más bien a la esfera, para determinar si
efectivamente había dejado de funcionar. Se pudo comprobar que la esfera estaba
completamente inactiva. Aún no se sabía del sospechoso o de las personas que
estuvieron detrás del atentado, así que eso ameritaba más investigación. Riz
sabía muy bien la identidad de esa persona y le frustraba mucho el hecho de que
sabía, pero no podía decir nada. No le creerían. Su sangre ardía por dentro por el
querer delatarlo, pero no podía actuar sin pruebas.
Apagó la Pantalla con frustración, deseaba escuchar noticias positivas, pero
como siempre, solo eran negativas. Un par de horas después, cuando el atardecer
estaba a punto de llegar a su fin, Eva y Neón llegan al taller. Al verlos, Calomela se
acercó a ellos, abrazó a Eva con fuerza sorprendiéndola, lo que provoco que su
sangre subiera a su rostro, un tanto avergonzada.
—Me alegra saber que estás bien —dijo el hombre ahora estrujándola.
Después abrazó al joven quien tan solo los miraba contento. Ahora ambos jóvenes
se encontraban entre los brazos de Calomela —De verdad me alegra saber que
todo terminó —habían detenido al robot que amenazaba el centro de la ciudad Del
Comienzo. También habían dado con Belirio, mostrando que él estaba detrás de
todo. Pero Riz se sentía feliz porque le había mandado un regalito.
A los minutos Calomela los soltó al escuchar al menor decir que comenzaba
a sentirse asfixiado. De nuevo Riz los observó, con ojos llenos de agradecimiento
de que estuvieran sanos y salvos. Después, tras recordar algo, su rostro se tornó
un poco más serio y miró a su alrededor y extrañado preguntó:
—¿Y el Bicolor?
—¿Ruber? —Eva se extrañó y dando media vuelta observó afuera de la
puerta, para ver lo que el mayor miraba. Al meditarlo, sorprendida dirigió su vista a
la de Calomela —¿Él fue al centro?
El hombre asintió. Eso fue lo último que supo de él.
—Crees que…
—No lo creo —él la interrumpió con la intención de que no mencionara algo
negativo —Escuchen, hoy ha sido un día muy agotador para todos, lo más
razonable es ir a descansar. Muy pronto anochecerá. Mañana será otro día —miró
directamente a Neón —Mañana a primera hora voy a entrar a tus archivos.

62
Tenía toda la razón, había sido un día muy pesado, no solo para ellos, sino
para todos los habitantes de la ciudad. Minutos después la noche invadió los
cielos. Algunos se fueron a descansar. Los rescatistas en sus robots de rescate
buscaban entre los escombros a sobrevivientes, sin descansar. Algunos
uniformados investigaban las muertes de la localidad de los asesinatos y el resto
comenzó una nueva investigación sobre el atentado de esta tarde. No tardaron
mucho en descubrir que en la planta principal que mantenía viva la energía del
centro, había muchos muertos.
De esa manera se mantuvo la ciudad hasta que amaneció. Sin esperar ni
un minuto más, con los primeros rayos de sol, Eva y Neón se dirigieron al taller,
donde Calomela los estaba esperando. La joven aprovecharía que las clases se
suspendieron ese día. El hijo del dueño del taller no había pegado los ojos durante
la noche, ya que se había quedado a trabajar en seguir reparando uno de los
bastantes robots de rescate. Le habían llevado bastantes de esos robots, sin
contar de más de una docena de RVs que sufrieron daños al tratar de pelear con
el gigante. No tuvo opción que quedarse a trabajar, por lo menos repararía las
máquinas de los rescatistas, ya que esos eran los primordiales en esos casos.
Aquí era cuando odiaba su trabajo, cuando debía reparar con rapidez las
máquinas y ni tiempo de descansar le daba.
—Buenos días —saludó cansado al ver a los jóvenes cruzar la entrada.
—Noche pesada, ¿verdad? —preguntó la mujer al verlo con grandes ojeras
debajo de su ojos.
—Ni me lo digas, que me dan ganas de no hacer nada —se quejó.
—¿Esto sucede muy a menudo? —cuestionó Neón observando las
máquinas que debía reparar.
—Esto sucede cuando el taller Calomela es el único que se dedica a hacer
estos trabajos —le contestó al joven después de un bostezo —Pero bueno —de la
nada su energía se vio restaurada, al recordar la razón por la que se encontraban
allí —Dejando mis problemas a un lado, Neón por favor, toma asiento, tengo todo
preparado para entrar a esos archivos.
El joven hizo caso y tomó asiento. De una mesa, Calomela tomó varios
cables que utilizaría para conectarlos a Neón y mientras se encaminaba a donde
él, una voz robótica se escuchó por todo el taller.
—Tiene una llamada en la línea dos —suspiró rodando los ojos por ser
interrumpido en el momento menos inoportuno, tomó el auricular de unos
audífonos y se lo colocó en un oído.
—Hola Luz —fue lo que atinó a decir —¿Cómo estás pequeña? —Con
«Luz» se refería al robot-doméstico que había en su hogar, el que por cierto no
frecuentaba. Tras haber escuchado respuesta de la máquina, el hombre
mencionó: —Pásame la llamada, por favor.
La línea dos se trataba de una llamada de Luz al taller, porque alguien se
comunicaba a la casa Calomela y si nadie se encontraba, Luz se comunicaba al
taller, donde de seguro algún Calomela estaba allí. La línea uno recibía las
llamadas directas al taller. Era su padre el que llamaba a través de la línea dos.

63
—Hola, ¿Cómo va todo? ¿Disfrutando? —saludó el hijo, tal llamada no iba
a quitarle tiempo, el que era valioso, así que se acercó a donde Neón —Estoy
bien, el robot solo atacó la parte del centro —Riz entregó unos cables a Neón —
Ese trabajo ya lo terminé hace dos semanas y vinieron por él —mientras
contestaba a su progenitor, el hombre le indicó al joven por medio de señas que se
conectara el cable —Aun no ha venido a entregar nada, ya veré ese después. Por
cierto, la P.C que armaste funciona muy bien. —el hombre se sentó frente a la
computadora principal del lugar —Ayer. Padre, escucha, ahora estoy muy
atareado, me han entregado mucho que reparar y tengo que terminarlo. Otro día
menos ocupado hablamos. Adiós —Riz se quitó el receptor y miró al joven listo
para empezar.
—¿Era tu padre? —preguntó Eva, a pesar de que ya sabía.
—Quería saber si todo estaba bien. Parece ser que la noticia del robot que
atacó Del Comienzo ya cayó a otras ciudades.
—¿Y dónde se encuentra él? —ahora quiso saber el menor.
—De vacaciones —mencionó con un tono desanimado, recordando que
tenía mucho que reparar mientras que su padre disfrutaba de unas vacaciones.
Suspiró, olvido eso y mientras miraba a Neón sonriente, frotó sus manos, ansioso
por entrar a su sistema. Emprendió marcha y comenzó a teclear como si no
hubiera un mañana.
—No contesta —los varones miraron a Eva al escucharla con tono
preocupado, ella miraba desconcertada su Pantalla. Sintió las miradas de ambos,
así que se volvió para mirarlos.
—¿Quién? —quiso saber el mayor.
—Ruber —respondió y volvió a marcar el número del joven —No contesta y
no he sabido nada de él desde ayer.
—No te preocupes por eso —Eva descolgó su aparató y miro a Calomela—,
él está bien.
—¿Cómo sabes eso? —miró con preocupación el aparató —Él siempre
contesta cuando le marco.
—Tal vez —Riz pensó en algo y tras cruzar lo primero a su mente, continuó:
—Tal vez se le perdió ayer. ¿Qué no se perdió ayer en esa revuelta?
El teléfono de ella sonó en sus manos y fue inesperado por lo que provocó
que ella se sobresaltara, enseguida miro el contacto esperando que la llamada
fuera de Ruber, pero no era él, se trataba de Blanca. Ella contestó, se había
olvidado que debía avisar y estar en contacto con sus amigos para ver si estaban
todos a salvo. Eva se mantuvo ocupada saludando a sus amigos y no escuchó
cuando Calomela silbó.
—Pero que tenemos aquí —se dijo en voz baja sorprendido mientras
bajaba y subía el cursor para ver la página, observando un montón de números y
códigos. Con echarle una rápida vista, supo algo: —Esto será un poco difícil —
admitió.

64
Se encontraba de nuevo en ese lugar, como siempre. Levantó su vista para
ver lo que quedaba del hospital Psiquiátrico, debido a la ubicación de este en el
centro, sufrió daño severo tras el ataque del día anterior. Ruber miró a sus lados
notando que el lugar estaba hecho una ruina total. Los rescatistas y una que otra
enfermera husmeaban por los escombros para ver si había algún sobreviviente.
—Disculpe —el joven detuvo a una mujer que por juzgar su vestimenta
trabajaba con los rescatistas —Podría decirme dónde puedo encontrar a Efrin
Corindo. Él era un paciente, habitación 137 B.
—Permítame —la mujer sacó su Pantalla y comenzó a ver una lista para
ver si en esta se encontraba el nombre de le dieron. Lo localizó, ella dirigió su vista
al joven mostrando tristeza —Lo siento mucho —le notificó con tono agudo—, pero
ese paciente murió.
«¿Murió?» esa palabra retumbo en su cabeza, lo que hizo que se
preguntara si era verdad lo que sus oídos escucharon. La miró lleno de sorpresa e
incredulidad. Esperó que la mujer le dijera que estaba equivocada, que era una
falsa noticia, pero no fue lo que él escuchó:
—¿Desea saber dónde está su cuerpo? Permítame su correo…
—No, gracias —la interrumpió con voz seria. Dio media vuelta para darle la
espalda, pero no caminó. La mujer comprendió que el joven se encontraba en
shock y comprendiendo su dolor de perder a un ser querido, se fue de allí para
dejar solo al joven.
«Vamos, hermano. Te quiero, hermano. Eres lo único que me queda.
Siempre estaremos juntos» esas palabras hicieron eco en la cabeza de Ruber.
Caminó con pasos lentos y a un par de metros se detuvo. Giró su rostro para ver a
las personas aun buscando a pacientes.
Efrin ya no estaba. Se sintió pésimo, triste por esa verdad. Pero, ¿era
verdad eso? El que Efrin ya no estuviera allí significaba que él ya no tenía que
volver más a ese lugar. Eso significaba que era… libre. Libre de ir a verlo. Libre de
siempre ir a algún lugar y pensar en él. Libre de miércoles y sábados. Libre de…
él. Y si lo deseaba, podía irse Del Comienzo y así no volver a pisar suelo en ese
hospital, el que ya no soportaba.
El joven se agarró la cabeza con fuerza. ¿Qué pensaba? Eso no debía ser
de esa manera. Efrin no tenía la culpa. Por lo contrario, él sí y mira lo que había
sucedido. Por su culpa él ya no disfrutaba de tener una vida normal. Aun así, el
estado de Efrin lo privó a él de algunas cosas. El joven se arrodilló aun tomando
su cabeza. Gritaría con todo pulmón, si no fuera porque no deseaba perturbar a
los espectadores.

En el taller, Calomela aun intentaba descifrar los códigos para poder extraer
los archivos que delatarían a Bel y a Klaus. Desde que comenzó no se había
despegado ni un segundo del teclado y sus ojos de la pantalla. Movía
estratégicamente los diagramas, le fue difícil, pero ya había dado con lo que
deseaba encontrar, poco a poco se acercaba a descifrar cada uno de los
diagramas.

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—¡Lo encontré! —Se le escapó de alegría al dar con el clavo —Eva, lo
conseguí —miró a la joven para después mirar la pantalla, en esta se observaba
una página normal de computadora. Pudo ingresar a la carpeta, en esta había tres
archivos adjuntados. Riz movió el cursor al primer archivo que tenía el título o más
bien la abreviación: MT. No tenía idea de lo que significaba, pero al poder leer el
contenido, se daría una idea del porqué el título. Dio doble clic para
descomprimirlo.
Eva se acercó y en el momento en que el archivo estaba
descomprimiéndose, las luces del taller parpadearon hasta que se apagaron por
completo, las máquinas que se encontraban conectadas, dejaron de funcionar.
Pero lo más extraño era, el que no solo fueron las del taller, las luces de los
vecinos, extendiéndose a un radio de 300 metros, se quedó sin electricidad, lo que
indicaba que se trataba de un apagón. Pero Calomela lo opinó lo mismo, algo se
le hizo extraño.
—¿Una interrupción de luz? —preguntó Eva sintiéndose insegura.
Riz negó para después decir:
—No lo creo —miró el monitor, el que estaba apagado. Cuando ocurría un
«corte» las computadoras tenían un sistema de protección que no se apagan
enseguida, ya que contienen una pila parecida a las luces de emergencia, las que
tampoco encendieron, eso funcionaba para que el usuario pudiera apagar
correctamente la computadora y salvar lo que se estaba haciendo. Lo raro era
que, tampoco se trataba de un «virus» ya que solo afectaría y haría que diera el
pantallazo al monitor, pero aquello afecto a los vecinos. Lo que indicaba que algo
no andaba bien. Un mal presentimiento lo embargó. No fue una coincidencia que
al tratar de descomprimir el archivo surgiera esa interrupción. Todo indicaba que al
descomprimir el archivo, provocó el apagón.

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Capítulo 13
Triste realidad

Desde un comienzo, Klaus Val lo había calculado todo. Nunca tuvo una
razón para ponerle a Neón o a Norez un localizador por si a estos se les ocurría
desobedecerlo y huir de él. No le importaba realmente, tan solo los tenía allí y los
fabricó por el hecho de que gracias a ellos pudo saber un poco el funcionamiento
de la parte robótica y humana, para así basarse en su creación y hacer a su robot
perfecto. Aun así, debía admitir que por lo que sí estaba preocupado, era en la
protección de sus archivos, los que necesitaba para poder terminar su máquina.
Debía evitar que las autoridades los tuvieran en sus manos y supieran de su
existencia.
Estos archivos los había bloqueado de tal manera que si alguien, que no
fuera él, intentara desbloquearlos, delataría al impostor. Previó la posibilidad de
que alguien se los robara, así que el comienzo de ese plan era saber si el
desertor, en este caso Neón, se encontraba en la ciudad Del Comienzo, porque
era la más contigua a las fábricas. Activaría el proyecto ERRE. Al saber si Neón
estaba allí, al tratar de detener al robot, entonces entraba la segunda fase y esta
era esperar a que tratara de decodificar el archivo. Klaus sabía que para realizar
tal hazaña necesitaba de un procesador más fuerte, pues a pesar de que el
procesador de Neón lo era, no era lo suficiente para hackearlo.
Sabía que Neón buscaría a alguien que supiera del tema y cuando lo
encontrara, obvio que trataría de decodificarlo, así, el mismo archivo con un virus,
enviaría una señal a su computadora, dándole la ubicación precisa. Y todo estaba
marchando tal y como lo predijo. Por cosas como estas se destacaba Klaus Val, y
no estaba dispuesto a cometer el mismo error; no volvería a dejar que lo
persiguieran para darle muerte.
Pensar las cosas antes de que sucedieran, era su arma más letal.
Norez recibió un mensaje de parte de Klaus, en el que le indicaba la
dirección donde se encontraba Neón. El hombre detuvo su paso, estaba buscando
a su RV, el que por extraño que pareciera, no lo podía encontrar, ni siquiera tenía
señal de él. No podía hacer mucho, ya que no podía moverse libremente por las
calles sin que lo descubrieran, así que dejó de buscar, ya no le importaba. Tal vez
los oficiales tomaron a la máquina o cuando fue a perseguir al joven lo llevó hasta
el centro y algo allí le sucedió. Ya no quería pensar en eso, así que dando media
vuelta, caminó hacia la dirección recibida.

La luz llegó un par de minutos después de que se apagaran, primero fueron


las luces de emergencia y enseguida las otras. En cuestión de segundos, el taller
se llenó de llamadas.
—«Llamada en la línea uno. Llamada en espera de la línea uno. Llamada
en espera de la línea dos…» —era lo que se escuchaba, eran las llamadas
molestas de los vecinos que sufrieron el apagón repentino, ya que creían que el

67
taller Calomela había provocado tal incidente. Cada vez que por ese barrio
sucedía algo así o extraño, la culpa era de los Calomela, ya habían ganado esa
fama.
Fastidiado del ruido, Riz ordenó que se desactivaran las llamadas. Neón
dijo:
—Riz, es posible que esto sea cosa de Klaus…
—No lo creo —el hombre lo interrumpió —Nunca había escuchado hablar
de que se produjera un apagón por tratar de descomprimir algo.
—Eso es cierto, pero… —Neón quedó pensativo —Estamos hablando de
Klaus.
—El tipo es inteligente, pero no un genio —no pudo ocultar su
preocupación. No sabía si las palabras que decía eran verdaderas. Lo que sí
sabía era que si se estaban enfrentando con un genio, entonces no tenían
posibilidades de poder detenerlo.
Riz meditó más en lo sucedido, en la masacre de la villa, el robot gigante
que emergió de la tierra, el apagón que sufrieron y no pudo evitar sentir un
escalofrío.
—Riz, te vez cansado —comunicó la mujer al verlo tomar asiento. Él se
recargó en el respaldo y mientras miraba detenidamente el techo, se pellizcó la
nariz abatido e irritado.
—Me siento agotado —fue su respuesta con tono molesto —Anoche no
tuve ni tiempo de cerrar los ojos o descansar algo.
—Tampoco has comido nada, ¿cierto?
Negó con la cabeza, después alzó su mano y con el dedo índice y sin dejar
de mirar el techo, comenzó a dibujar algo en el aire mientras movía los labios pero
sin pronunciar palabra alguna.
—¿Qué está haciendo? —preguntó extrañado Neón al ver su
comportamiento.
—No te preocupes, está meditando, viendo las posibilidades de descifrar el
archivo recordando los diagramas que utilizó y los que pudo utilizar.
—¿Y puede hacer eso? —se sorprendió el chico sin dejar de observar al
mayor con admiración. Él podía hacer eso y hasta tomar fotos, pero eso era
gracias a la tecnología que tenía en su interior.
—Tiene algo así como memoria fotográfica —comunicó ella y después,
cambiando de tema, preguntó al joven —¿Quieres acompañarme a comprarle algo
a Riz?
El joven miró por unos segundos a Eva y después puso su mirada en
Calomela. No estaba del todo convencido de quedarse solo con él, le agradaba,
pero sentíase muy asustado cuando estaba con el hombre. Temeroso de que lo
volviera a obligar a que se acostara en alguna extraña máquina. Así que por eso
aceptó en acompañar a la mujer.
Eva se despidió de Riz, pero este aún estaba absortó en lo que hacía que
pareció no escucharla, ya que no respondió nada. Fue algunos minutos después
que salió de su trance cuando palmeó con fuerza sus rodillas y algo frustrado dijo:
—Demonios, el procedimiento que hice fue correcto. Creo que debo volver

68
a ver el diagrama, Neón—se volvió a sus lados y no vio a nadie, se le había
olvidado que se habían ido, dio un suspiró y volvió a mirar el techo.
Se volvió con rapidez a la puerta al notar la sombra de una persona frente a
esta, observó a un hombre con una extraña capucha que le cubría el rostro. Riz se
levantó de la silla, para acercarse a él y atenderlo.
—¿Se le ofrece algo?
Calomela se detuvo en seco al ver como aquel hombre se destapó
revelando su rostro, un rostro mitad robot. Lo miró atónito, era igual que Neón,
solo que una «versión», por llamarlo así, más antigua, ya que sus partes robóticas
estaban a la vista.
—Sí —contestó Norez a su pregunta inicial —¿Dónde está Neón?
¡Contéstame! Sé que se encuentra oculto aquí. ¡Neón! —Ahora se dirigió al
nombrado —¡Sal de donde quieras que estés! ¡Si no lo haces, mataré a este
hombre!
—¿Matarme? —murmuró con nerviosismo Riz. El tipo vino a lo que vino,
tragando saliva para tranquilizarse y demostrar que no estaba tan asustado,
mencionó: —No hay nadie aquí con ese nombre. Estoy solo, ¿no lo ves?
—Eso es lo que veo —la fría mirada de Norez se posó en Calomela —
¿Dónde se esconde esa sabandija cobarde? —dio un par de pasos hacia
adelante, lo que provocó que Riz retrocediera, al poder leer las intenciones del
hombre. Corrió. Norez hizo lo mismo, pues no iba a dejar que se escapara.
Afortunadamente el lugar estaba llenó de esquina a esquina de varias pilas
de piezas y eso hizo que Riz se perdiera de la vista del asesino, lo que provocó
que Norez fastidiado, comenzara a arrojar y patear las montañas mientras
caminaba y maldecía una y otra vez. Riz se escabullía lentamente evitando hacer
cualquier insignificante ruido que no fuera el metal al caer al suelo. Era cuando el
ruido seco que producían los instrumentos al caer, cuando Riz se podía mover
libremente. Su objetivo era llegar a la puerta, y salir corriendo en busca de Eva y
Neón y tal vez huir de la ciudad Del Comienzo; se habían involucrado en un
asunto muy peligroso.
Lleno de frustración por no poder encontrar al dueño del taller, Norez
empezó a arrojar las cosas con gran fuerza e ira y algunas cosas lograron rozar a
Riz.
—¡Sal de donde estés! —gritó como si de esa manera, Riz se dejara
mostrar. Al dar una leve vuelta se percató de la enorme entrada. No era estúpido,
así que trotando, se puso en medio de esta y miró dentro del taller. Riz maldijo en
su interior, y lanzó doble maldición a la inteligencia de Norez.
—Escucha bien —Riz posó su atención en la voz del hombre mitad robot—,
no dejaré que salgas de aquí. Debido a que no quieres cooperar conmigo, tendré
que destruir este asqueroso lugar junto contigo. ¡Lo explotaré!
Las palabras quedaron suspendidas en el aire y Riz se mantuvo quieto en
su lugar, sintiendo como su corazón latía con gran fuerza. El sudor resbalaba
sobre su frente, nervioso, sintiéndose impotente de hacer algo por él y por los
demás. Su mente más que preocuparse por él, se preocupó por los jóvenes,

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deseoso que no llegaran en ese momento. Debía pensar en alguna solución para
salir de allí y advertirles, pero el miedo fue traicionero y bloqueó su pensamiento.

¿Qué debía hacer?

¿Cómo escaparía de él?

Su mente se desbloqueó, pero no para encontrar la respuesta a su


situación, sino que sus pensamientos fueron saturados de imágenes de cuando
era niño. Su vida comenzó a mostrarse frente a sus ojos.

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Capítulo 14
Riz Calomela

«Riz contaba con siete años de edad y como acostumbraba después de salir de
sus estudios, iba al taller para estar con su padre, ya que su casa siempre se
encontraba sola. Desde que tenía uso de razón, siempre había deseado ser un
profesor y eso se lo contó a su progenitor y él estuvo de acuerdo con esa
decisión.
El señor Calomela nunca estuvo en desacuerdo en que su hijo trabajara
diferente a lo que él hacía, pero un día eso cambio, cuando el señor Caleb salió y
dejó al joven que cuidara el taller e informara a cualquiera que viniera que él no se
encontraba, que volviera después. A los minutos, un hombre de edad madura
asomó al lugar.
—¿No se encuentra el señor Caleb? —preguntó.
—Lo siento señor, pero por el momento no se encuentra, estará aquí dentro
de media hora.
—No creo poder esperar tanto —informó el hombre con preocupación y
casi por un momento, Riz pudo escucharlo suspirar. En seguida mostró un juguete
—Mi hijo y esposa vinieron a visitarme desde muy lejos para presentarme a mi
pequeño nieto, tan solo consta de un año —sonrió ahora —Ellos se irán dentro de
una hora y deseaba regalarle este juguete a mi nieto. Desafortunadamente esta
estropeado por un accidente y quería dárselo en persona —se escuchó provenir
de él un suspiro de frustración —Creo no se podrá.
—Permítame, creo poder ayudarlo.
—¿Estás seguro?
—Claro. No por nada soy hijo de Caleb Calomela —mencionó con tono
orgulloso.
Tomó el juguete y comenzó a abrirlo para darle un vistazo. No estaba del
todo seguro si funcionaría, pero aun así lo intentaría. Siempre había prestado
atención a todo lo que su padre le decía como mera costumbre, además de que
había estado leyendo algunos manuales, después de todo, una vez terminaba de
hacer sus quehaceres escolares, tenía mucho tiempo libre y ese tiempo lo
aprovechaba para leer algunos manuales o guías de motores o equipamiento. En
cierta forma ese trabajo llamaba mucho su atención. Y con eso en mente, al
transcurso de varios minutos, el joven encontró la falla, tomó los instrumentos
necesarios y la reparó. Le devolvió el artefacto. El hombre le agradeció mucho
tras haberlo probado, al parecer sí funcionaba. Iba a pagarle, pero como Riz no
tenía idea de cuánto debía cobrar y además no estaba seguro de que funcionaría,
le mencionó que volviera al día siguiente y hablara con su padre de eso.
Así, al otro día, cuando las puertas de lugar fueron abiertas, el señor volvió.
—¿Mi hijo lo reparó? —preguntó con sorpresa el progenitor, sin
comprender mucho cuando tomó la IV del hombre para cobrarse —¿No le ha
dado problemas?
—Por supuesto que no. Hablé con mi hijo y mencionó que el juguete
funcionaba de maravilla.

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—¿De verdad? —cuestionaba incrédulo el hombre, y es que nunca había
visto a su hijo hacer algo así. Ante su expresión, el hombre rio.
—Claro, bueno, eso se esperaba de su hijo, será un muy buen sucesor de
su negocio. Sabe muy bien lo que hace.
—Sí, lo veo —habló observando la IV, la que cogió y registrándola en una
máquina especial, le cobró. Una vez el hombre se fue y su hijo hizo presencia en
el taller después de que sus clases terminaron, se dirigió a él.
—Hijo, un hombre vino a pagar algo que reparaste ayer.
—¡Oh! Es cierto —se sorprendió el niño al recordar que no le dijo nada el
día anterior.
—¿Qué opinas de lo que hago?
—¿De tu trabajo? —Se encogió de hombros —Es interesante —más que
una afirmación, pareció una pregunta.
—¿No has pensado en intentar lo que tu padre hace?
—Yo quiero estudiar otra cosa.
—Lo sé hijo, pero intenta esto, te gustara, ya verás. Después de todo eres
sangre de mi sangre —rio divertido —Eres muy listo y aprendes con vista, práctica
y lectura. Inténtalo.
Después de esa conversación, Riz lo intentó, pero con la intención de solo
probar y ya, pero poco a poco fue arrastrado a ese trabajo y cuando menos
acordó, ya está a cargo de todas las reparaciones. Le gustaba, pero aún muy en
el interior, su deseo de ser profesor nunca desapareció y había días en que sentía
resentimiento hacía su padre y a él mismo de no haber perseguido su verdadero
sueño.
La realidad puede ser fatal, pero en otro mundo alterno puede que sea
diferente a la original. Tal vez permitir que alguien viva un poco más de tiempo, un
día, dos semanas, tres meses…

Y en ese mundo alterno, eso era en lo que Riz pensaba, ¿cómo hubiera sido su
vida ahora, si fuera profesor? No obtuvo respuesta, ya que estaba consciente de
que el 'hubiera' no existe. Se lamentaba, iba a morir sin haber intentado alcanzar
su meta. Poco a poco sus pensamientos fueron interrumpidos al escuchar las
pisadas de su verdugo, se mantuvo en silencio sepulcral, teniendo su sentido del
oído más atento. El total silencio que reinaba en ese instante, hacía que él se
diera cuanta de donde estaba Norez. ¿Qué podía hacer? Esa pregunta invadió su
mente paralizándolo y la respuesta aún más. Nada. No podía huir, el tiempo
perdido de él, fue tiempo ganado para Norez, quien descubrió su escondite.

«Calomela rápidamente corrió para salir de allí, pero le fue


imposible. Norez ordenó a su RV que se colocara frente a la entrada y así
la bloqueara. Riz se detuvo y corrió a otro extremo, intentaría salir por la
puerta trasera, pero el animal, por órdenes de su dueño, con su extensa
cola tomó al hombre por el cuello con tal rapidez, pero zafándose, se
escapó de su garra y deprisa salió disparado a la entrada, pero un golpe
de parte del hombre a su costado, lo detuvo. Riz se tomó el lado

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afectado y quejándose no perdió la vista afuera, pero esta fue bloqueada
por Norez, quien le proporcionó un golpe a su estómago, derrumbándolo
y lo que incitó que escupiera sangre. El mitad robot se flexionó de
rodillas y sin piedad agarró el cabello del hombre adolorido y
estirándolo, lo obligó a levantar su vista y mirándolo a los ojos, le
preguntó:
—¿Ahora me dirás donde se esconde esa sabandija? Si lo haces
prometo que te mataré rápido.
Calomela lo miró con ojos retadores a pesar del intenso dolor que
sentía. Ese acto de rebelión provocó náuseas a Norez, he hizo que se
levantara y le diera un puntapié a la barbilla de aquella persistente
persona.
Después de eso, Riz sintió como el frío metal presionaba poco a
poco su cuello, impidiéndole que el aire llenara sus pulmones.
—Te lo advertí. No existen las segundas oportunidades —fueron
esas las últimas palabras que escuchó, cuando comenzó a perder fuerza,
ya no pudo luchar más, su vida comenzaba a abandonarle…»

Algo pequeño puede cambiar el rumbo original de una historia. Pero en


nuestro universo, ese suceso nadie lo nota, porque realmente, eso nunca llegó a
suceder en la línea del tiempo original.

Las pisadas resonaban claramente por todo el taller, dándole a entender a


Calomela que se acercaba a donde él y también le avisaban que si hacía algún
movimiento en falso, lo encontraría. ¿Qué podía hacer? Esa pregunta invadió su
mente paralizándolo por un momento, pero la respuesta que tuvo fue una luz de
esperanza. Aquel cuartito, ese lugar que su padre solía utilizar para guardar
algunas cosas que eran un tanto toxicas o peligrosas. Cuando era niño, a él le
encantaba esconderse allí, lo había llamado un «escondite secreto» que al final ya
no era ni tan secreto, ya que Caleb sabía dónde encontrarlo cuando no lo veía.
Siempre lo regañaba porque ese lugar no era seguro. Tras haber pasado las
semanas, el cuarto dejó de utilizarse.
Ahora, Riz se encontraba cerca de allí, se deslizaría con cautela y entraría
para refugiarse, arriesgándose, pues estaba consciente que a diferencia de
cuando era niño, ahora ya no lograría caber muy bien. Cuánta razón tenía al
llegar y abrir el compartimiento, era muy estrecho, aun así, con rapidez entró y
como pudo se acomodó, pues los pasos del hombre se oyeron más cerca
asomándose a donde minutos antes Calomela se encontraba.
Norez refunfuñó, creía haberlo encontrado, arrojó con fuerza toda aquella
montaña de cosas. Cuando se tranquilizó, volvió a la entrada y pasó su mirada por
todo el lugar, después levantó su mano robótica y agarrando su pulgar, lo zafó de
la muñeca y miró una pequeña bomba. Realmente sus cinco dedos eran un
detonante. Dentro de esta había un líquido vende que tras apretarlo con fuerza y
agitarlo rápidamente, se volvió un azul cristalino. El hombre se alejó y a una

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distancia prudente, arrojó con fuerza la bomba dentro de la instalación y una
enorme explosión invadió el taller, siendo consumido por las llamas, destrozando y
derribando todo a su paso. Norez se alejó de allí. Si nadie quería cooperar,
entonces no servía. Así dejó atrás un taller destruido.

Evarista y Neón caminaban dirección al taller, la joven llevaba una bolsa de


comida rápida a Riz.
—Te preocupas mucho por Calomela, ¿verdad?
—Solo un poco. Es que no puedo dejarlo por un minuto porque a veces se
llega a mal pasar y eso no es bueno para su salud —la joven se detuvo
imprevistamente, lo que provocó que el menor que la acompañaba se detuviera.
Miró en dirección donde los ojos de Eva observaban y se sobresaltó al escucharla
gritar: —¡Oye, Ruber!
El nombrado desde el otro lado de la calle, volteó algo desubicado al
escuchar que alguien lo llamó, miró a su compañera, y encaminándose a donde
ella, la saludó muy campante.
—Hola, Eva.
—¿Cómo que hola? —La voz de Eva hizo que los varones retrocedieran
estremecidos —¿Sabes cuánto intenté comunicarme contigo? No pude
contactarte, estaba preocupada cuando Riz mencionó que fuiste al centro ayer.
El joven inmediatamente tocó todos sus bolsillos buscando algo, tanto los
del pantalón como los de la prenda que vestía. No encontró su Pantalla y
volviendo la vista a la de la joven, sonrió apenado.
—No la tengo. Debí tirarlo u olvidado en mi departamento.
—¿Y por eso estuve preocupada? —se preguntó tras un suspiro.
El sonido de las sirenas de las ambulancias y bomberos se hizo presente
por los cielos y las calles y eso provocó una corazonada mala a la mujer, por una
extraña razón, subió su vista al igual que la de los varones y observó a las
ambulancias pasar por arriba de ellos. Era extraño, estas iban al contrario de los
otros vehículos de ayuda que deberían ir al centro. La mala presencia que sintió
fue cierta cuando escuchó a un grupo de personas informar que hubo una
explosión en el taller Calomela.
Eva no pudo evitar sobresaltarse y sin esperar más, salió disparada como
alma que lleva el diablo. Los dos jóvenes fueron detrás de ella.
—¡Riz! —gritó a todo pulmón y llena de pavor cuando efectivamente, lo que
menos esperaba ver, estaba presente a sus ojos. El taller estaba totalmente
derrumbado, los oficiales mantenían apartados a la multitud que se había juntado
para ver lo sucedido, mientras que algunos paramédicos estaban buscando entre
los escombros a alguien. Mohs iba a cruzar el límite, pero dos hombres la
detuvieron.
—No se permite acercarse, señorita. Manténgase alejada.
—Riz, él estaba aquí —a duras penas fue audible, ya que sentía la
garganta adolorida. Neón y Ruber se acercaron y el último mencionó a los
oficiales.

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—Un amigo trabajaba aquí, por favor, permítanos ayudar a buscarlo.
—De acuerdo —aceptaron al final —Pero tengan cuidado donde pisan.
Así los tres se adentraron a la zona y emprendieron en ayuda de los
rescatistas, buscando alguna señal que indicara que el hombre se encontraba
bien. Neón activó su capacidad de infra-rojo que le permitía ver los cuerpos,
también lo había utilizado cuando buscó a Eva. Comenzó a mover lentamente su
cabeza hasta que pudo ver a Calomela.
—¡Allí esta! —iba a gritar, pero la voz de Ruber le ganó. Inmediatamente los
hombres de rescate se dirigieron al lugar apuntado —Debe estar en ese lugar,
recuerdo que había un cuarto.
Una vez sacaron aquella caja de los escombros, la abrieron con cuidado
dándose cuenta que el hombre a quien buscaban estaba metido allí en una
posición incómoda e inmediatamente lo mandaron a un hospital y mientras eso
sucedía, ignoraban a Neón, quien alejado, estrujó un pedazo de papel mostrando
una mueca de disgusto.

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Capítulo 15
Lazos Destrozados

La habitación, tan limpia como debía estar, impregnaba los olores de


lavanda con mezcla de desinfectante. Debido a la mala posición en que se
mantuvo, había perdido el conocimiento y por fin Calomela pudo abrir sus ojos
para poder volver a ver la luz del día que iluminaba aquella habitación del hospital.
La primera persona que distinguió fue a Eva, quien toda la tarde de ayer y la
mañana de ese día se mantuvo sentado a su lado. Ella no evitó sonreír alegre al
observar sus ojos cafés, algo confundidos, pero llenos de aquella luz de vigor.
—¿Cómo te sientes? —ella trató de que su voz no se notara tan
preocupada.
Riz parpadeó un par de veces antes de contestar a la pregunta.
—Con náuseas —movió la cabeza para mirar el techo blanco —¿Cuáles
son mis daños? —más que nada deseaba saber eso, ya que con el medicamento
no podía sentir mucho.
—Dos costillas rotas y el pie astillado —comunicó sin evitar sonar triste. Al
notarlo él, sonrió.
—Eso no es nada Eva, aun respiro, sanaré pronto. Por cierto —recordó
algo que era para preocuparse y mirando el cuarto, preguntó:—¿Dónde se
encuentra Neón?
Más que la pregunta, fue el tono en que la dijo que le resultó curioso a la
joven.
—Afuera… no quiso entrar ninguna de las tres veces que le invité. Lo he
notado algo inusual —lo último lo dijo en voz baja.
—Dile que tenga cuidado y tú también Eva —el hombre trató de
incorporarse y así poder sentarse, pero Mohs lo detuvo, para que no hiciera
esfuerzo innecesario —Escucha Eva, corren peligro.
—¿De quién?
—¿De quién más? De Klaus y Bel.
Eva lo sospechó, tenía un presentimiento que aquel ataque y explosión lo
había provocado uno de ellos, pero se decía que había sido un accidente, cuando
estaba consiente que Riz no era una persona “descuidada” no en lo que se refería
a su trabajo. Ahora comprendió por qué la “extraña” actitud de Neón.
La mente de ella estaba esparcida al salir de las instalaciones tras escuchar
lo que le mencionó Riz. Levantó su vista para posarla en la persona que buscaba,
quien recargado en un barandal que hacía de separador entre la calle y el hospital,
leía detenidamente un pedazo de papel. Recordó que lo había visto anteriormente
checando una y otra vez aquel trozo.
—Neón —el joven se sobresaltó al escucharla y rápidamente guardando la
nota, se viró para prestar atención a la mujer —¿Conoces a alguien que es mitad
robot, igual a ti, pero un tanto antiguo ya que su partes robóticas se pueden ver a
simple vista?

76
Neón abrió los ojos con asombro, Riz se lo contó, claro, debía saber que
eso iba a suceder.
—Neón, responde —alzó la voz —Dime, ese tipo trabaja con Klaus
¿verdad? Él fue al taller por ti —para ese tiempo ya estaba sonando enojada, así
que dando un suspiro, trató de calmarse al observar como Neón se limitó a inclinar
la cabeza y recibir aquel regaño. La joven se pellizcó la nariz y es que no le
agradaba verlo de esa manera, no en ese momento —Te están bancando Neón.
—Así es —habló —Su nombre es Norez y es indudablemente el «secuas»
más leal de Val.
—Casi mata a Calomela —el joven asintió apenado —Sabe quiénes somos
y no dejará de buscar hasta que te encuentre. ¿Qué se supone que debemos de
hacer, Neón? —exigía una respuesta para la pregunta porque sintió un pavor al
saber que ese peligroso hombre no solo iba detrás del joven mitad-robot, sino de
todo aquel que estuviera ayudándole.
La joven se giró para darle la espalda y mientras caminaba a la entrada del
hospital, preguntó para sí misma, pero el joven pudo escucharla con claridad.
—¿Qué es lo mejor?
La respuesta la sabía. Neón hizo una mueca de disgusto y dolor. Sacó de
nuevo aquella nota que encontró intacta en el taller y la volvió a leer
desconcertado.

«Neón, te espero dentro de dos días frente la estación Spart, por la tarde.
Si no te encuentro allí, mataré día por día a tus conocidos
hasta que cambies de parecer.»

Indudablemente era una amenaza de ese abominable hombre que hace


mucho vendió su alma humana para dedicar su vida a aquella persona que lo
había «salvado» de ser igual a los humanos. Norez era un Misántropo. A la única
persona que respetaba era a Klaus Val, no más.
«¿Qué es lo mejor?» se preguntó aterrado al no poder huir, y el de ir a
verlo. Ambas opciones eran malas. Debía proteger los archivos, pero también
debía proteger a sus amigos.
—Mantener la calma —la voz de Ruber penetró su pensamiento y algo
desubicado lo miró —No deberían perder la calma —aclaró.
No sabía lo que ocurría, pero pudo notar desde lejos que su compañera y él
estaban mal.
—Lo siento —se disculpó al ver que el joven lo miró no con muy buena vista
—No debo meterme en donde no me llaman, pero como los noté algo alterados…
lo siento.
El menor pasó por un lado del chico de ojos de diferente color, el último se
recargó en el barandal y siguió con su vista al joven hasta que se le perdió entre la
multitud, enseguida, alzó la vista al cielo y recargándose más, mencionó para sí
mismo:
—Parece ser que su relación va algo mal. Es una lástima —observó a la
gente caminar—, parecían hermanos. ¿Qué estará sucediendo? —Algo

77
importante estaba pasando a su alrededor y él no sabía de lo que se trataba. Por
alguna razón quería saberlo y así poder ayudarlos, pero siempre lo excluían. No
es como si le importara realmente, siempre ha estado solo, la primera persona que
conoció y pudo entablar una conversación, fue con Eva Mohs.
Por otro lado, Eva aún estaba pensativa por lo que habló con Neón y es que
ahora que su mente se había despejado, comprendió que le había dado
insinuaciones al joven de que fue su culpa el que casi asesinaran a Riz, además
que le indicó que estarían mejor sin él. Frustrada, se tocó las sienes con las
palmas.
—Él no sabía que eso iba a pasar —habló Riz al casi leer su mente —Lo
que sí sabíamos era que posiblemente al involucrarnos con él y apoyarlo algo
malo iba a ocurrir —la miró con seriedad —Por lo menos yo así lo pensé y no
estoy arrepentido de haberle dado mi apoyo.
—Yo tampoco —fue sincera, pero no pudo ocultar su miedo.
Ambos guardaron silencio al escuchar que alguien tocó la puerta,
enseguida una voz varonil se escuchó:
—Hola, hola, ¿interrumpo algo? —aquella persona ingresó a la habitación,
se trataba de Caleb Calomela.
—¿Papá? —Se sorprendió el hijo al verlo —¿Qué haces aquí?
—Cómo que «¿papá?» y como que «¿Qué haces aquí?» La señorita
presente me llamó, además vi en las noticias la terrible explosión del taller —el
hombre canoso se acercó a la cama y dejó un par de bolsas de cartón aun lado.
Miró a su único hijo —Me alegra que estás bien, hijo. Me preocupé cuando
observé las noticias, pero me alegré saber que estabas bien.
—Es una lástima que el taller se destruyera. ¿Qué hay en esas bolsas? —
preguntó curioso.
—Eso es lo de menos —rio burlón —Y es un regalo, ¿qué más? Son libros
para que no te aburras aquí.
—¿Libros? ¿Me trajiste libros? ¿Quién lee libros ahora?
El hombre miró con seriedad a Riz y casi enseguida sonrió.
—Tú, hijo. Señorita —se dirigió a Eva—, no le preste nada de tecnología, su
trabajo ahora será el de leer cada una de esa obras literarias —Mohs rio divertida
al ver el rostro de Riz. Lo había matado, no solo por eso, ahora sí que no
trabajaría más en reparar robot y demás, eso sí que extrañaría. Se encontraba en
una cárcel —Voy a la recepción —el hombre salió.
—Tu padre es divertido, le hacían falta esas vacaciones —comentó Eva.
—Pero a mí no —mencionó en susurró —¿Qué clase de libros trajo?
Eva comenzó a echar un vistazo a la bolsa y sacó un par de ellos y le
entregó uno a él. Riz leyó la portada.
—2090 por Mago Ruíz. Una novela futurista. Es absurdo, en ese año había
una de las guerras más largas y peligrosas —se quejó el hombre provocando que
Eva rodara sus ojos —No había nada de futurístico en eso, la tecnología se había
estancado. ¿No hay otra clase de libros, como manuales de RVs o MRs o algo
así?
Eva negó.

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—Puras novelas.
—¿Y quieren que lea esto?
Eva se levantó.
—Pues aprende a leer de todo.
Con eso se retiró de allí, dejando a un Calomela mirando extrañado aquel
libro en sus manos.

79
Capítulo 16
Adiós Amigo

Las luces iluminaban elegantemente y con una belleza la ciudad Del


Comienzo esa noche, dejando mostrar cómo la gente de las calles caminaban
para dirigirse a sus hogares después de un largo día de trabajo o para ir a
divertirse a los salones dedicados para ese fin. No muchos automóviles se
observaban y la última línea del tren había dejado de circular un par de horas
atrás. Entre esa gente, Norez deambulaba tapando su identidad para esconderse
entre las sombras que dejaba un edificio y otro, observaba a los humanos caminar
con aquella tranquilidad. ¡Ah, como los aborrecía! A pesar de que el aún era mitad
humano, ¡detestaba y odiaba serlo! Le irritaba saber que aun contaba con esa
inutilidad, así es como describía su mitad humana, pero estaba consciente de que
si no fuera por esa mitad, no podría vivir. En su mente siempre deseaba haber
nacido como un robot completo, un «robot perfecto». Envidiaba al futuro androide
que su jefe creaba, él no tendría un talón de Aquiles, pero a pesar de eso, la
admiración que sentía hacía Val cubría cualquier sentimiento y lo único que
deseaba hacer era cumplir con lo que él le ordenaba, quería demostrarle que a
pesar de su inútil mitad-humana, era fuerte y útil.
Por esa misma razón haría cualquier cosa para obtener los archivos
robados. Debía tener a Neón en sus manos y para eso debía de obligarlo a que no
faltara a su cita y por eso, debía provocarlo. Por eso entró a los servidores de la
red y al ver en las noticias que Riz Calomela se mantenía a salvo en un hospital,
pensó en ir a visitarlo.
Así, más tarde, se escabulló con tal sigilo a la zona del sanatorio y
adentrándose a donde la caja principal de la luz, la rompió y abriéndola, arrancó
todos los cables y así provocar que todas las luces del interior se apagaran. Tras
escuchar el bullicio del personal, aprovechó e ingresó. Algunas enfermeras
entraban a las habitaciones de los pacientes para atenderlos, pues varios
utilizaban maquinas que ayudaban a su estabilidad y estas funcionaban con
electricidad. Otras ingresaban para tranquilizarlos, puesto que algunos aún no
descansaban y preguntaban qué había sucedido.
El secuaz de Val ya sabía dónde se mantenía Riz, toda esa información la
pudo encontrar en las noticias, era irónico como los humanos ponían sin ninguna
preocupación cualquier información personal en las noticias. A un par de pasos
antes de llegar, se detuvo al ver como una enfermera salió, ella se sorprendió al
verlo.
—¿Quién es usted? —preguntó al fin tras no reconocerlo como un
compañero de trabajo, ni siquiera como un paciente, no llevaba las ropas que los
distinguían, pero tampoco se trataba de un visitante, la hora de visitas había
terminado.
La trabajadora no escuchó respuesta, lo que obtuvo fue algo que la
desconcertó, su vista se posó a una enorme y gruesa barra de metal que llevaba y
como esta era levantada para ser posada en el hombro del hombre, después pasó

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su vista llena de incredulidad al rostro y el hombre le devolvió una sonrisa sádica.
Exacto, a eso venía. La mujer dio un paso atrás y estaba a punto de pedir ayuda
pero no pudo, pues con rapidez, Norez, con su brazo metálico, la tomó por el
cuello levantándola.
—No sería bueno que alguien más viniera —mencionó, la trabajadora
comenzó a sentir que se asfixiaba, aunque aún trataba de pedir ayuda, pero solo
se escuchaba su voz sofocada. Divertido, Norez la acercó a su oído para poder
«escúchala mejor» —¿Cómo? Ah, eso… gracias por permitir la visita —y sin
compasión, le rompió el cuello.
Dejando de lado el cuerpo sin vida de la enfermera, se dejó ver a Riz,
ingresando a la alcoba. Riz abrió sus ojos tan grandes como pudo.
—Que difícil resultaste eliminar —mencionó el hombre sin corazón —
¿Ahora me dirás donde se mantiene escondida esa sabandija? —preguntó
moviendo de un lado a otro la barra en su posesión, intimidándolo.
Riz tragó saliva con nerviosismo, pero a pesar de eso, tembloroso,
contestó:
—No lo haré.
Tal respuesta molestó a Norez. ¡Los humanos y sus estúpidos sentimientos!
Apretó con fuerza la barra y se acercó a la cama. Exigía un castigo.

La joven Mohs corría por las calles desesperada, sintiendo como su


corazón latía a mil por hora y no era precisamente por lo agitada, más bien por la
llamada que había recibido de Neón, quien le mencionó que con urgencia debía ir
al hospital donde Riz fue internado. Algo negativo vino a la mente de la joven en
ese momento al escuchar la voz triste y hueca del joven, se imaginó lo peor. Al
llegar ingresó rápido y comenzó a subir las escaleras, ignorando a los enfermeros,
disminuyó su paso a unos metros de la habitación de Riz y allí pudo notar como
Neón, recargado en el umbral de la puerta, observaba adentro. Eva tragó saliva,
esperaba que él volteara y la viera, pero no lo hizo a pesar de que ya sabía que
estaba allí. Se detuvo a escasos centímetros del joven.
—Lo siento.
Esa disculpa provocó que lágrimas salieran de los ojos de ella y con ojos
húmedos miró dentro de la habitación, observando con sus propios ojos aquel
cuadro. Riz estaba atravesado por una barra de hierro sobre la cama. Un par de
doctores se mantenían parados esperando algo. Eva se adentró temblorosa y
cuando uno de los doctores la vio, preguntó:
—¿Es su pariente?
Ella no contestó, se acercó y se inclinó de rodillas, y comenzó a llorarlo, sin
poder creer lo que veía. Calomela había sido asesinado de la peor manera. Según
los expertos, no murió al instante, no hasta que se desangró completamente.
Todas las personas estaban preocupadas. En Del Comienzo estaban ocurriendo
una de las peores crisis. La investigación de un homicidio se le sumó a lo demás.
¿Qué es lo que estaba ocurriendo? Se preguntaban.

81
El ambiente era tenso. Pocas personas fueron al funeral del hijo de
Calomela, tan solo aquellas personas que lo llegaron a conocer muy bien.
Además, Caleb no quiso hacer algo tan grande, la habitación no era grande, Eva
miraba el ataúd de su amigo desde la puerta, aun no podía creer lo que sucedió.
Se limpió un par de lágrimas que escapaban de sus ojos grises-azulados, había
perdido a un gran amigo. Caminó para acercarse al otro extremo, no había dejado
de llorar desde la terrible noticia, miró a Caleb sentado en la fila primera
observando con mirada perdida el féretro. Su rostro demacrado delataba que él
había llorado mucho más de lo que ella pudo hacerlo.
—Riz —murmuró pasando sus dedos por el ataúd con suavidad, deseosa
de que le respondiera: «¿Qué sucede?» volver a escuchar su voz.
Ella sabía que eso no ocurriría, pero aun así, deseaba verlo por última vez,
pero no tuvo el coraje de abrir la caja, no quería observarlo tan pálido y sin vida.
Deseaba recordarlo como él era. Jovial, distraído y lleno de vida. Abrazó el ataúd y
volvió a llorar incontroladamente:
—Adiós, amigo.

Una vez el funeral terminó y enterraron a Riz, la joven Mohs fue


directamente al lugar que alguna vez fue el taller Calomela. Sus ojos rojizos
observaban el terreno solo, las máquinas habían limpiado todo. El dueño era el
señor Calomela, pero tras escuchar una conversación, se dio cuenta que estaba
por vender el lugar. Antes de que eso sucediera, ella fue, de alguna forma para
despedirse, pues aquel lugar se había convertido en su segundo hogar, casi
siempre se la pasaba allí.
Estaba tan absorta en sus recuerdos, que no notó que Ruber, como Neón,
la habían seguido desde el cementerio, pero se mantenían alejados de ella para
no perturbarla, tan solo se limitaban a observarla desde lejos. Ambos preocupados
por ella, pero más que nada, el último sentía una tremenda culpa. Todo había sido
su culpa, nunca debió aceptar ayuda de nadie, cualquier persona que estuviera a
su lado corría peligro. Ruber percibió un extraño sentimiento que emanaba del
menor y lo observó de reojo, notando que este miraba con detenimiento una hoja
arrugada, movió los labios sin escucharse nada, ese día era el día de la
confrontación. Miro en dirección a Eva, si escapaba era probable que le hicieran
algo a ella.
Maldijo a sus adentros y estrujando el recado, lo tiro para pisotearlo con
frustración y dando media vuelta, caminó dirigiéndose al lugar de encuentro. Por
otro lado, Ruber alzó su brazo como reacción de detenerlo y así preguntar lo que
le preocupaba, pero el menor se fue sin más.
—¿Neón? ¿A dónde vas? —preguntó una vez ya se había marchado,
arqueó su ceja y del suelo tomó el papel que había tirado Neón, lo desdobló y
comenzó a leerlo. Al terminar, levantó la vista en dirección a donde el menor
desapareciera, para después dirigirla adonde Eva se mantenía.

82
Capítulo 17
Neón vs Norez

Una habitación completamente oscura, Klaus se mantenía sentado frente a


un escritorio, el que era iluminado por una pequeña lámpara que dejaba ver lo que
hacía. En sus manos tenía algunas piezas que servían para completar lo que
estaba armando, una pistola que cabía en su mano con facilidad, estaba a punto
de terminarla, tan solo faltaban algunos menores.
Su vista dejó de prestar atención al soplador que utilizaba para soldar
piezas, al notar que recibió una llamada, movió su mano hacia al aparato de
llamadas y lo accionó y por medio de un audífono escuchó a Norez decir:
—Jefe —Klaus no respondió, dejaría que el hablara de sus «planes» —,
muy pronto tendré en mis manos los archivos hurtados. Por fin tendré una
revancha con el mocoso traidor y estoy seguro que vendrá a la cita —su voz se
escuchó segura, ya que lo que había hecho esa noche fue el “sello” —Ah, ya está
aquí.
La llamada finalizó y Klaus, quitándose el audífono, no le dio mucha
importancia. Sonrió a sus adentros al imaginarse la confrontación. Ya estaba
decidido el ganador, Norez no era capaz de ganarle a Neón y bien lo sabía él,
¿quién conoce mejor a la creación que el creador? Norez era un imprudente e
impaciente, ya quería robarle a la fuerza a Neón aquellos archivos, pero lo dejaría
hacer lo que le viera en gana. Además, el joven fue una renovación del viejo, o
sea, Norez. Por ello, como había estado haciendo desde un principio, si su
ayudante no detenía al joven, recurriría al plan B, por si acaso. Por el momento se
mantendría informado de la pelea.

—Vaya, vaya, ¿a quién tenemos aquí? —exclamó con son de burla Norez
al joven, por otro lado, la burlona voz del hombre nunca le había irritado tanto a él,
no como ese día, no se sentía con ganas de siquiera querer oírlo o verlo.
El enojo que emanaba Neón reflejaba que no perdonaría aquel hombre que
había osado interrumpir la paz de sus amigos. Esa mirada penetrante hacia Norez
provocó que este se diera cuanta que era la primera vez que lo veía de esa
manera. Dejó de reír y se serenó.
—¿No te gustó el regalo que te envié? Lo hice especialmente para ti.
—¡Norez! —La voz de Neón se escuchó con una dureza inusual —Has
hecho cosas terribles, conozco tu naturaleza, pero —la última palabra fue
pronunciada con cólera—, nunca perdonaré que hayas lastimado a mis amigos.
¡Eso nunca!
—¡Deja de decir sandeces y demuéstrame tu coraje!

El joven de cabellos de diferente color se acercó a la joven dolida y


colocándose a su lado, contempló lo que ella veía; nada realmente. Miró de reojo

83
a Eva deseoso de consolarla, de decirle buenas palabras, pero no era bueno con
ello, no sabía que decir en aquellas circunstancias, pero recordó que había
escuchado que no era necesario expresar algo, que con solo estar al lado y
demostrar apoyo, era suficiente.
—Yo estaré aquí, Eva —mencionó —No estás sola, también te apoya Neón,
estaba aquí hace un momento, se tuvo que ir apresurado.
—¿A dónde?
—No estoy seguro, pero se observaba enojado.
—¿A dónde fue, Ruber? —se giró preocupada, por un momento pensó que
se había ido para siempre, que nunca lo volvería a ver, y antes de que partiera
deseaba disculparse.
Sin pensarlo dos veces, tomó al joven por los brazos para comenzarlo a
zarandear deseando que le dijera por donde se había ido el menor. Por otro lado,
Ruber dudó en decirle, pero al verla insistente, le entregó aquella hoja arrugada
viniéndosele a la mente que era parecida a la que Neón tenía. La desdobló sin
saber lo que leería, así que cuando lo hizo, se quedó impresionada, Neón no se
había marchado de la ciudad, había ido a enfrentarse con aquella persona.
—Él no puede… —dio un paso con la intención de ir al lugar citado y darle
alcance para detenerlo; no deseaba perder a nadie más, pero no pudo seguir, ya
que Ruber la detuvo al tomarla del brazo. Eva viró su rostro para encararlo.
—No vayas, Eva —le advirtió con voz calmada y serena —No sé lo que
sucede, pero es peligroso el que te involucres. No deberías ir.
Ella trató de zafarse de él, pero Ruber la volteó para sí y tomándola del otro
brazo, la miró fijamente, decidido de no dejarla.
—¡Suéltame! ¡Déjame! —era en vano, el joven era mucho más fuerte.
—No irás Eva —ordenó —No lo hagas —trató de soltarla para que se
apaciguara, pero ella, al sentirse liberada, sin pensarlo dos veces, abofeteó al
joven sintiéndose ofendida por como le daba órdenes, ella ignoró la fría mirada por
parte de él.
—Debo detenerlo, no quiero que le suceda nada. ¡No estoy lista para eso!
No me importa si me odias Ruber, voy a ir.
El joven tan solo la miró alejarse. Ella lo dejó sin saber que aquellas
palabras le hirieron más de lo que él pudo imaginar. Al perderla de vista, levantó
su rostro hacía su derecha para descubrir un anuncio donde aparecía Belirio
Fucus, no evitó lanzar una mirada de odio hacía la persona. Por culpa de esa
persona, de ese ser viviente, todo a su alrededor estaba cambiando por completo.
Entrecerró los ojos para poder mirar la desquiciada sonrisa que mostraba el
anuncio. Al verlo, no podía evitar sentir… ¿Qué era? ¿Rencor? ¿Angustia?
¿Odio? ¿Miedo? No reconocía tal sentimiento que despertaba en su ser, pero una
cosa se le vino a la mente como un rayo y se extrañó por ese pensar, era probable
que Belirio Fucus muriera. ¡No! Él iba a morir, definitivamente eso iba a suceder,
otro sentimiento extraño lo invadió, todo estaba planeado, era un plan siniestro de
un solo hombre.

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La batalla había comenzado, la tensión de ambos se observaba alrededor
de ellos. Neón fue el primero en atacar, lanzándose contra su enemigo para
emboscarlo, pero Norez vio su movimiento y supo que lo abrazaría, por esa razón,
cuando el joven se acercó, él se agachó y lo abrazó tomándolo de los muslos,
pero en el momento en que se agachó para tomarlo, Neón lo agarró de los
costados, al sentirlo, el hombre planeó erguirse un poco para azotarlo contra el
suelo, pero ante la primera inclinación, el joven tomó impulso para colocar sus
plantas de los pies sobre los robustos hombros de Norez y los usó como soporte
dando un brinco para alejarse de él, volvieron a quedar frente a frente.
—Eres bueno, niño —mencionó el hombre con nada de gratitud, todo lo
contrario, Neón sería un buen oponente. Estaba capacitado para mantener una
buena pelea. Klaus debió implantar en su memoria ataques y defensas. Por eso
tenía que atacar con prudencia—. Lástima que sea tu último movimiento —gritó.
Neón no se hizo esperar, quería terminar esto rápido, así que corrió de
nuevo para proporcionarle una patada, pero Norez leyó su movimiento. ¡Fue fácil!
En el momento en que levantó la pierna el joven, Norez se inclinó lo más que pudo
deslizándose un poco adelante para golpear la única pierna que Neón equilibraba,
provocando que desequilibrara, pero él alcanzo a estabilizarse sosteniéndose solo
con sus manos, levantando sus piernas al aire, así en esa posición, hizo un giro
sobre su eje dándole una patada a su enemigo en pleno rostro.
Norez dio un paso hacia atrás mostrando una rabia, ¿lo estaba
subestimando? Era mejor de lo que creía. Neón volvió a su posición y sin esperar
a que su enemigo se recuperara, se lanzó contra él para darle otra patada, Norez
incrédulo bloqueó con sus brazos el ataque, pero eso no hizo que el menor se
detuviera para lanzarle un derechazo, pero el mayor no iba a permitir que un niño
le volviera a dañar, así que con su antebrazo desvió el golpe de Neón dándole la
oportunidad de tomarlo del otro brazo y se lo torció para después darle tres golpes
en el costado.
Ante esos brutales golpes, Neón lanzó un grito de dolor y al sentirse un
poco liberado, se zafó de él y rápidamente se giró para verlo cara a cara, pero al
hacerlo recibió un puñetazo en la boca del estómago que le sacó el aire.
Aprovechando su debilidad, el mayor tomó al joven del cuello con su brazo
izquierdo y lo levantó para obligarlo a mirarlo a los ojos.
—¡Maldito! Me diste un golpe y no te lo perdonare.
Neón tomó con sus manos la muñeca de su agresor y trató de zafase, pero
le fue imposible, comenzó a perder aire y por ende, la fuerza. El mayor sintió rabia
hacia él y deseaba aplastarle su pequeña cabeza, pero no podía hacer eso, ya
que perdería los archivos y antes que nada debía recuperarlos. Klaus había hecho
que los archivos solo se pudieran copiar o pasar a otra computadora o Pantalla
que fuera fabricada por él. En pocas palabras, con cualquier otra provocaba que
sufriera un apagón, parecido al que sufrió el taller Calomela.
Así que del brazo de Norez, por unas ranuras salieron unos cables que se
dirigieron lentamente hacia el joven. Esos cables se implantarían en la memoria de
Neón para robar los archivos. Estos seguían subiendo a su cuello para después

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subir a sus mejillas, y Neón, con cada segundo, se sentía más agotado. Todo
terminaría aquí.
—¡Neón! —el nombrado reconoció aquella voz. Norez se giró para ver a
Eva detenerse a varios metros de allí.

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Capítulo 18
Fin de la Batalla, el Comienzo de la Guerra

La voz de la joven llegó hasta él y su tono le anunció que no podía dejar de


luchar, no podía darse por vencido tan fácil. Tenía cosas que hacer como el de no
permitir que nadie más resultara herido, estaba comprometido a evitar que más
personas perdieran la vida. A su mente llegaron recuerdos de Riz. Él, pensar en él
indujo que un sentimiento de fuerza creciera en su interior. Sus ojos reflejaron un
profundo odio hacia Norez, quien se mantenía ajeno a sus emociones, ya que
miraba hacia donde Eva.
El joven, aprovechando esa distracción, metió su mano a una de las bolsas
del pantalón y sacando una pequeña daga, que había guardado de antemano por
si la necesitaba, con todas las fuerzas enterró el instrumento en el brazo de Norez,
quien se dio cuenta de que la muchacha era mera distracción. Sintió un dolor
inimaginable. Soltó a Neón y tomándose la parte afectada, gritó más que a
dolorido, furioso.
Desde el suelo, Neón tomó aire, el que comenzaba a faltarle, alzó la mirada
al hombre que aun gritaba. Del brazo salía una especie de gas que el dueño
trataba de detener, pero era inevitable, le había dado en un lugar vital. Fue allí que
Norez se dio cuenta que no fue un golpe al azar. Neón sabía con exactitud en que
parte debía dañar. Eso creó que el enemigo se sintiera avergonzado. Neón se
levantó y Norez le lanzó una de sus más rudas miradas.
—¿Por qué? —susurró Neón en tono bajo —¿Por qué tuvo que ser así? —
Por primera vez, Norez sintió algo inusual dentro de él, al mirar al chico. Sin duda
alguna se refería al humano que había asesinado.
Pero no iba a permitir que lo siguiera humillando, así una vez que el gas
dejó de fluir, con la otra mano trajo consigo a Neón e iba a proporcionarle un
golpe, pero tal movimiento lo bloqueó el menor colocando su palma, deteniendo el
puño del hombre. El rostro de Norez se distorsionó por la ira y lo lanzó con fuerza,
pero Neón obtuvo equilibrio. Después se fue contra Norez lanzándole golpes y
patadas como todo un experto en artes marciales, Norez esquivaba algunas, pero
lamentablemente no todas, algunos llegaban a su cuerpo y hasta pleno rostro.
Así los dos entraron en una especie de trance, hasta Eva, quien aún seguía
mirando, pudo notar tención y concentración en el ambiente. Los ojos de ella se
llenaron de asombro al ver al joven pelear de esa manera, nunca se había
imaginado que peleara tan bien, así que después de todo, no fue necesario que lo
detuviera. Neón sabía lo que hacía y tenía lo más importante para enfrentar a
Norez, era mitad robot.
En uno de los tantos golpes que se lanzaban, Norez, fastidiado y fuera de
control, sin poder creer que ese niño era igual o más fuerte que él, lanzó un
puñetazo con su brazo de acero en dirección a su rostro, con la intención de
noquearlo, pero, como si fuera en cámara lenta, Neón vio su movimiento y
desplazando el puño de su contrincante hacia arriba con su mano izquierda, lanzó
el puño derecho propinándole un golpe en la quijada.

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Al recibir el golpe, Norez dio pasos hacia atrás, mareado, permitiéndose
erguirse solo cuando el mareo lo dejó, entonces se acercó al joven preparado para
regresarle el ataque, haciendo un movimiento rápido, lo que hizo que Neón lo
perdiera de vista y colocándose detrás de él, le hizo una llave tomándolo del
brazo. Sin piedad, Norez colocó su enorme mano en la cabeza del joven y lo
inmovilizó obligándolo a agacharse y su furia era tanta que deseaba en ese
preciso momento romperle el brazo y eso precisamente es lo que iba a hacer, pero
no contó con que el chico comenzó a agacharse más y más abriéndose de piernas
y ese movimiento hizo que fuera Norez quien perdiera el equilibrio al sentir que
caía adelante y no tuvo opción más que soltarlo. Pero no tomó en cuenta que en
su posición, el menor recargó sus manos sobre el piso e impulsándose, levantó las
piernas hacia atrás dándole un golpe con los pies a Norez en pleno pecho,
incitando que se quedara sin aire.
El mayor retrocedió asombrado e incrédulo, sacó un arma, una pistola que
lanzaba plasma. Al verla, el chico corrió al lado contrario y Norez mostró una
sonrisa de satisfacción, por fin volvía a tener el control sobre la pelea.
—¡No corras, cobarde! —gritó el hombre mientras apuntaba el arma y la
activó, cargándose el plasma rápidamente, el que dirigió a Neón, pero antes de
que el mortal plasma lo alcanzara, Neón arrancó con su brazo derecho la tapadera
de una alcantarilla y la usó como escudo, dando el líquido en esta, derritiendo el
metal ahí donde impactó, y a una velocidad increíble, lanzó la tapadera contra
Norez, quien al verla, como acto reflejo, ubicó su brazo como escudo y los
metales golpeando entre sí, produjeron un brote de chispas y un escalofriante
sonido.
Por unos segundos, su mirada llena de sorpresa, miró la tapadera al caer al
suelo, enseguida volvió sus ojos al frente, sorprendido de recibir dos patadas en el
rostro por parte de Neón, quedando arqueado hacia atrás. El joven quedó por
unos segundos parado en la cara de Norez, luego se impulsó hacia atrás y con
una maniobra en el aire, cayó al piso de pie.
Por otra parte, los ojos desubicados del mayor miraron el cielo azul, se
enderezó para encarar a Neón, dándose cuenta que su rostro estaba muy serio y
que sus ojos cafés reflejaban indiferencia. Sintió también que de él emanaba una
extraña energía. ¡Era imposible! Esos ojos reflejaban una sentencia, estaba
decidido a matarlo.
—Lo mataste —siseó el joven casi inaudible por la furia que sentía y esta
creó un nudo en su garganta al recordar a Calomela —Lo mataste —gritó ahora —
¡No te lo perdonaré! ¡Nunca lo haré!
Dando un brinco, corrió para acercarse a su enemigo, pero esta vez, por
impresionante que pareciera, Norez soltó el arma y en vez de ponerse en guardia
para seguir luchando, corrió en dirección contraria. El joven, sorprendido por esa
reacción, se detuvo.
—¿Piensas huir? —miró como Norez se dirigía a un edificio, atónito
entrecerró los ojos «¿Qué piensas hacer?» se preguntó, solo una respuesta se le
vino en mente, ¿acaso mataría a más gente? No lo permitiría. ¡Ya no! Ya no lo
dejaría escapar, esta vez lo detendría.

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Al primer paso, se detuvo en seco, sintió un extraño escalofrío, algo inusual.
Percibió que alguien los estaba observando, miró a los lados con nerviosismo,
después sus ojos se enfocaron en una cámara de vigilancia que descansaba en
un poste, la contempló con un aire de recelo. ¿Klaus? Un estremecimiento invadió
su columna al imaginarse como esa persona reía. Hasta pudo sentir como su
desquiciada sonrisa atravesaba la cámara para llegar a donde él. Por un instante
quedó petrificado, su mente comenzó a divagar, algo no andaba bien. Tuvo un mal
presentimiento.
—Neón, ¿te encuentras bien? —fue la voz de Eva que lo despertó de lo que
parecía un trance. La miró sorprendido, pues había olvidado que ella estaba en
ese lugar, siendo espectadora de todo.
—¿Qué haces aquí? —preguntó con seriedad —No deberías estar en este
lugar, es muy peligroso. Es mejor que te retires.
—Fue increíble —la voz de ella se escuchaba llena de admiración —Neón,
no sabía que podías pelear así. ¡Fue impresionante! Aquel tipo te tuvo miedo,
huyó…
—No, no es verdad —la áspera voz de Neón por un momento asustó a la
joven. Ella dirigió su vista a donde el joven miraba, Norez ya no estaba a la vista
—Él está tramando algo, por eso voy a…
Sus ojos cafés se abrieron como platos al dirigir su vista a la cima del
edificio y notar que Norez se asomaba al borde y tomando impulso, saltaba contra
un auto flotante haciendo que el automóvil volara descontroladamente y también
que los otros carros se desviaran creando un accidente aéreo. Arriba del auto, el
secuaz de Val rompió el vidrio y tomando al hombre que manejaba, lo obligó a salir
y lo arrojó afuera. La altura era de varios metros y por esa razón el pobre hombre
cayó sin más, tan solo escuchándose sus huesos crujir al caer contra el
pavimento. Eva no evitó gritar al ver la escena.
—¡Corre! —gritó Neón al ver el verdadero propósito de su enemigo. El auto
venía contra ellos. Como reflejo, el joven tomó el brazo de la mujer y la obligó a
correr. Cayeron al pavimento cuando el automóvil impactó contra el suelo y
desprendió piezas.
—¿Te encuentras bien? —Neón estaba más preocupado por ella que por él
mismo. Eva se puso de pie y mirándolo, asintió. Después observó la pierna de él,
dándose cuenta que estaba lastimado.
—Neón, tu pierna.
Él miró su pierna humana, donde tenía clavado un pedazo de metal, pero
no le dolía gracias a la adrenalina que fabricó su cuerpo y si no fuera porque Eva
lo mencionó, de seguro él ni siquiera lo hubiera notado. Estaba decidido a
quitárselo.
—¡Espera! —Eva lo detuvo —No puedes hacer eso, si lo haces,
desangrarás más rápido. Debemos llevarte a un hospital.
—Eso no puede ser, no puedo ir a un hospital —miró a sus lados —No
puedo dejar a Norez así, debo detenerlo —sonrió cansado, por lo visto la
adrenalina estaba terminando. Dio un par de pasos buscando a su enemigo, no
debía perderlo de vista, pero al parecer lo hizo. El muy loco estaba en el auto al

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momento de chocarlo, pues a propósito lo había estrellado. Su mirada desquiciada
fue evidente. No soportaba ser derrotado por un niño.
Algo lo tomó por sorpresa.
—¿A quién buscas, compañero? —escuchó detrás de él aquella voz
desquiciante. Neón se giró para ver a Norez, el muy sinvergüenza tomó a Eva con
la intención de romperle el cuello y la chica quedó inmóvil.
—¡Cobarde! —vociferó el joven, apretando su mandíbula al ver a su amiga
como rehén.
—Entrégame esos malditos archivos y la dejaré libre —fue lo que atinó a
decir, con una mirada totalmente perdida. Claro estaba que el menor no creyó en
sus palabras, ¿creía que era tonto? ¡No la soltaría!
—No hagas caso Neón —dijo Eva con ojos lagrimosos, asustada. Su voz
tembló, tiritó porque estaba aterrorizada y no quería morir, pero aun así, lo que
decía lo decía de corazón. Prefería dar su vida a que esa persona obtuviera lo que
quería —Corre, no te preocupes por mí…
—¡Ah! ¡Cállate! —un brusco movimiento hizo que ella guardara silencio.
—No la lastimes —advirtió el joven sin quitar su mirada del hombre.
—Entonces has lo que te digo.
—Primero suéltala —pidió —Después te los doy.
—¡Ja! ¿Y me crees estúpido?
—¿Y quieres que yo te crea a ti? —la voz de Neón se oyó desesperada.
Estaba claro que ninguno de los dos creía en lo que el otro decía. Aun así
uno debía de ceder y por la mirada que ambos se lanzaban, ninguno estaba
dispuesto a hacerlo. Norez lastimó a la joven para que gritara, lo que hizo que
Neón apretara sus puños con fuerza y sintiéndose fútil ante la situación, suspiró
con cansancio.
—De acuerdo —mencionó al final —Pero —miró a Norez—, la dejarás ir.
—Sí, sí, vamos, dámelos —la voz de él se escuchaba exasperada.
El joven se acercó para que así los cables de Norez se conectaran a su
USB y así los archivos pasaran directamente. Del brazo del mayor, los cables
volvieron a salir, solo que esta vez con más lentitud ya que el anterior ataque que
sufrió por parte del joven, lo dañó severamente, sin contar el choque que sufrió
minutos atrás, sin embargo, al acercarse el menor a Norez, no fue con la intención
de pasar los archivos, pues era consciente del daño que sufría su enemigo y supo
que estaba en desventaja, además de que por sostener a la joven con su brazo
derecho, ese lado estaba descubierto y tomando esa ventaja, Neón velozmente
extrajo el metal clavado en su pierna y lo clavó en el costado de su enemigo.
Con tal movimiento que no esperaba, Norez soltó a Eva, quien una vez se
sintió liberada, corrió fuera de su alcance. Norez tocó su costado y observó su
mano llena de sangre e incrédulo, echó un vistazo con su ojo llenó de lágrimas al
joven.
—Aun sigues siendo humano —mencionó Neón con frialdad.
El secuaz mitad-robot se sentó en el piso y sus labios se transformaron en
una mueca de miedo al sentir como la vida se desprendía de él. Iba a morir.
Estaba muriendo. ¿Así se sentía la muerte? No quería desprenderse de esa vida

90
que le otorgó Klaus, pero ya no hubo oportunidad para él, cayó completamente en
el suelo, sin vida.
Habían ganado la batalla, pero apenas comenzaba la guerra. Klaus supo
que su secuaz más leal fue derrotado, como pago su vida fue tomada, todo ese
tiempo estuvo observando la pelea y a pesar de que sabía el resultado de esta, no
evitó sorprenderse al ver que Neón era más fuerte de lo que él mismo pensó. Se
levantó de la silla y atravesando la oscuridad de aquella habitación, salió, ahora le
tocaba a él entrar en acción.

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Capítulo 19
Un Mensaje Inesperado

Las autoridades no tardaron en llegar a la escena de los hechos. Las


sirenas que daban paso a las patrullas y a las ambulancias invadieron las calles y
llegaron a la zona de la estación Spart. Eva y Neón no esperaron a que las
autoridades llegaran, se fueron inmediatamente de allí. No deseaban ser
interrogados por la policía, siendo testigos de lo que ocurrió. Además que Neón no
quería que el hospital lo viera, estaba empeñado en no cruzar uno, ya que sería
un problema debido a sus partes robóticas.
Eva lo cargaba completamente, ya que el pobre niño no podía mantenerse
en pie por toda la sangre que perdió. Lo llevó a su departamento. Allí, ella
comenzó a aplicarle primeros auxilios, lo primero que hizo fue cocer la herida de
su pierna.
—Estoy agradecida que no te haya pasado nada mucho más grave —
mencionó ella terminando de cocer su herida —Aun así, insisto en que visites un
hospital.
—Gracias por ayudarme —Neón sin aguantar más se recostó
completamente en el sofá, sintiéndose listo para dormir en cualquier segundo —
Eva, no entiendo por qué fuiste a ese lugar. Yo estoy agradecido de que no te
haya pasado nada —sus ojos reflejaron tristeza y es que no soportaba recordar
cuando Norez la tenía amenazada. ¿Qué hubiera sucedido si su plan no hubiera
funcionado?
Eva se sentó en el suelo y recargándose en el sofá, comprendió el
sentimiento del joven.
—Fue genial haberte visto pelear —fue lo que atinó a decir —Por un
momento creí que no eras tú.
Neón se acomodó mejor, levantó sus brazos para mirar sus manos. Ahora
que lo mencionaba, nunca había luchado con nadie; prácticamente esa fue su
primera vez y debía de admitir que concordaba con Mohs. Cada uno de esos
movimientos los tenía guardados en su disco duro, y al verse en la necesidad de
usarlos, los utilizó. Fue como algo innato en él. Puso sus manos sobre su frente y
recordó que Norez también luchaba de esa manera, pero la diferencia de lucha
era mucha entre ellos dos, lo supo por el resultado. Entonces Val sabía de eso y
aun así permitió que Norez peleara contra él, ¿por qué no lo detuvo? ¿Norez
sabía que estaba en desventaja? Se frotó la cara con las manos, no debería estar
pensando en eso.
—¿Estás bien? —El joven miró a Eva, quien se había puesto de pie.
—Quiero dormir —respondió abatido. Se giró para darle la espalda a su
amiga. Tenía razón, merecía descansar, así que retirándose, ella se dirigió al baño
para darse una larga ducha.
A pesar de que quería descansar, el menor no evitaba pensar en la
confrontación. Recordó que había sentido que alguien los vigilaba. No cabía duda
que era Klaus, supo el desenlace de todo, y aun así no hizo nada por detenerlo y

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eso que Norez era fiel; desde que lo conoció, siempre supo de Norez respetaba a
Val. Una extraña ira se apodero de él.

Fue de esa manera que el día finalizó. Ambos jóvenes durmieron como
nunca en su vida, descansaron muy bien y ninguno se levantó por nada hasta que
el sol mostró sus primeros rayos a la ciudad. Eva, al terminar de vestirse, salió de
su alcoba y se dirigió a la cocina; tenía mucha hambre. El día anterior no la había
sentido por el impacto de lo sucedido; pero ahora era diferente, su estómago
resintió, así que se preparó algo.
—Buenos días —saludo al ver a Neón con una toalla sobre su cuello, fue el
quien la despertó, al parecer tomó un baño.
—Buenos días —regreso el saludo, tomó asiento en la cabeza de la mesa y
esperó a que la mujer terminara de comer para decirle algo importante.
Eva notó eso, así que se dio prisa en terminar y preguntó lo que le sucedía.
—Sabes, Eva, estuve pensando detenidamente que me tengo que ir de
aquí lo más rápido posible. Es mejor así, aprovecho que Norez ya no vive. Que yo
sepa, Klaus no tiene a otro secuaz.
Eva agachó la cabeza para mirar el plató que antes tenía comida. Quería
decir algo, pero el joven no la dejó, no estaba con ánimos de escuchar excusas.
—Eso sería lo más prudente. Yo soy algo así como una bomba de tiempo…
—cerró sus ojos con fuerza para evitar que su ojo traicionero derramara lágrimas
—Mucha gente a muerto por mi culpa. Toda una semana llena de muertes y
catástrofes, y todo por mi culpa…
Mosh negó.
—No es tu culpa. Es culpa de Klaus, ese hombre que nunca debí nacer, ese
maldito es el causante de todo ese dolor…
Ya no continuó más, no tenía caso decir eso, ¿quién lo sabía? Sólo tres
personas… Aun así, trató de comprender sus sentimientos, debían serle una
enorme carga esas muertes. No sería egoísta y dejaría que se fuera; aunque fue
poco tiempo en que estuvieron juntos, ella ya lo quería como un hermano. Entre
sus pensamientos, escuchó un peculiar sonido, era su Pantalla, al parecer había
recibido un mensaje. Se levantó, se dirigió a tomarla y buscó el mensaje
sorprendiéndose al ver el remitente.
—¿Ruber? —Abrió el mensaje y tras leerlo quedó atónita a lo que sus ojos
leían —¿Cómo? ¿Por qué?
—¿Qué sucede? —se preocupó el menor y se acercó junto a ella.
Ruber se encontraba en su humilde departamento, uno muy pequeño.
Había salido de darse una ducha cuando le envió aquel mensaje a su compañera
de estudio. En él le decía que se iba a ir de la ciudad, no le explicó el porqué. La
razón se la guardaría para sí; además, nadie la entendería. Hacía tiempo que
quería salir Del Comienzo, pero no podía porque Efrin no lo dejaba salir, sentía
responsabilidad hacia él. Esa voz en su cabeza que le retenía era para ir a verlo;
ahora que no estaba, toda esa responsabilidad terminó. Ya tenía todo guardado.
No era mucho a decir verdad. Tomó la bolsa, listo para salir cuando escuchó que

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alguien tocaba la puerta. No esperaba a nadie, ¿se trataría de la dueña del
edificio? Estaba a punto de abrirla cuando se detuvo al escuchar la voz de Eva.
—¡Ruber, abre la puerta! Sé que estas allí adentro, me lo ha dicho la dueña
—el joven de ojos de diferente color retrocedió, sí que era rápida —Ruber…
¿Por qué había llegado precisamente en ese momento?
—Explícame rostro a rostro la razón por la que me abandonas —la voz de
ella se calmó un poco. Ruber se acercó a la puerta, pero no tenía la intención de
abrirle.
—¿Por qué viniste? —preguntó.
—¿Por qué? —tal pregunta la molestó y es que a veces Corindo se
mostraba tan frío —Porque no quiero que te vayas —golpeó la puerta como si de
esa manera esta se abriese. —No quiero perder a otro amigo —dijo al fin con un
nudo en la garganta. Se sentía tan vacía en ese momento. Todas las personas
que apreciaba poco a poco se iban alejando de ella. Riz, Neón y ¿ahora Ruber?
Ya no deseaba alejarse de nadie más.
—Eva… Yo… lo siento de verdad.
—¿Entonces por qué, Ruber? —un recuerdo del día anterior se le vino a la
mente; en ese momento en que se reusó a obedecerlo de quedarse cuando quería
ir por Neón le había dado una bofetada. ¿La odiaba por eso? —Lo siento… —se
disculpó con voz apagada.
Ruber parpadeo varías veces, ¿ella se disculpó?
—¿Te disculpas? ¿Por qué? —si hubiera alguna persona que debía
disculparse sin duda alguna era él.
—Por qué te golpeé ayer. Lo siento por eso. Vamos, abre y hablémoslo —
siempre lo veía actuando de manera extraña y desde que lo conocía nunca le
había preguntado cuáles eran sus angustias, sus preocupaciones, nada; a decir
verdad no conocía nada de él, salvo su nombre.
Por otro lado, el joven sonrió mientras se acariciaba la mejilla que ella
golpeó. «¿Por eso? Eso ni siquiera me dolió.»
«No te preocupes por eso, Eva» quiso decirle pero lo que mencionó fue
totalmente diferente.
—¿Por qué no quieres que me marche? —tal vez lo único que deseaba era
saber que a alguien sí le importaba o solo quería saber la razón.
—No quiero perder a nadie más —alzó la voz con la intención de que él la
escuchara. Y sí, a Ruber le sorprendió su respuesta, pero también a Neón, quien
la había acompañado y todo ese tiempo se mantuvo en silencio. El menor miró a
Eva; ya había perdido a alguien importante para ella y ahora él la iba a dejar sola.
Adentro en el departamento, Ruber miró por primera vez indeciso la bolsa
de sus pertenencias y después la puerta. ¿Qué debía hacer? ¿Cómo debía
responder? Tomó el picaporte; dudó en abrirla. Afuera, Eva escuchó un ruido y
mirando el picaporte deseó que este girara.
—Abre, Ruber —murmuró —Abre la puerta.
—Eva —Neón apartó la vista del picaporte —Creo que… —guardó silencio
al escuchar el picaporte y enseguida la puerta se abrió un poco, solo se mantuvo
unos centímetros alejado del marco.

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La mujer se sintió feliz, así que abrió completamente la entrada y así pudo
ver el interior del departamento. Su felicidad no duro mucho, ya que a pesar de
que el cuarto era pequeño no visualizo al joven de ojos de diferente color. Ambos
espectadores dirigieron su vista al frente y notaron que se encontraba una ventana
y estaba abierta. Rápidamente se dirigieron allí y asomándose, Eva notó la silueta
del joven correr por la calle.
—¡Ruber! —fue lo último que escuchó el joven. Se detuvo, pero no se giró.
Vio hacia adelante y segundos después retomó su camino.
—Maldición —refunfuñó Mohs incrédula de que a pesar de que abrió la
puerta el sinvergüenza se escabulló por la ventana.
Neón miró a la joven algo enojada e iba a decirle algo, pero no lo hizo, pues
sucedió algo inusual, recibió un mensaje a su procesador, lo que era extraño ya
que nunca nadie había hecho eso; es más, ni él mismo sabía que tenía esa
función. Extrañado, lo abrió percatándose de quién era el remitente y leer el
contenido, quedó pasmado con sus ojos tan abiertos como un plato. Eva lo notó
un poco más pálido y con la mirada perdida, extrañándose.
—Recibí un mensaje —tartamudeo, tragando saliva con dificultad—, de
Klaus.
—¿Qué? —el miedo y la sorpresa que sintió el joven ahora fue transmitido
a ella.
—Me espera en el museo de Fucus.
Un viento frío se coló por la ventana que aun permanecía abierta y envolvió
a los dos jóvenes, quienes se mantuvieron en un silencio sepulcral.

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Capítulo 20
Frente a Frente con Klaus Val

En aquellos momentos de silencio lo único que se escuchaba era el ir y


venir de los carros ya que el edificio estaba construido precisamente en una de las
calles del Cielo más concurridas. Lo que era más, nadie vivía en aquel edificio a
excepción de la dueña, pero ella ya estaba medio sorda así que el ruido no le
molestaba mucho; por eso era increíble que Ruber estuviera viviendo allí.
En la habitación se podía sentir la tensión de ambos jóvenes, como si se
tratara de un rígido hilo a punto de trozarse con cualquier movimiento. Quien
rompió el silenció fue Eva, al preguntar:
—¿Debemos ir?
—¿Eh? —por unos momentos Neón se sintió confundido, pero al
comprender la pregunta de su compañera, contestó con rapidez: —¡Por supuesto
que no! Debe estar planeando algo. Si voy… —Ni siquiera podía terminar la frase,
pues no sabía que pensar —Se trata de una trampa —Atinó a decir al final—,
debe esperarme rodeado por muchos MR que están a su merced.
—Neón —ella lo miró fijamente —Esta debe ser una oportunidad. Esa
oportunidad que hemos estado esperando —¿De verdad se trataba de eso?
Minutos antes ni siquiera pensaba en esa «oportunidad».
Por su parte, Neón negó con la cabeza no estando de acuerdo con sus
pensamientos.
—Está planeando algo. ¡Maldición! —¿Por qué se sentía de esa manera tan
inútil? Deseaba saber lo que fuera que Klaus pudiera tramar, pero nada se le
venía en mente. ¿Por qué arriesgarse a salir? Bueno, la cita sería en el museo
Fucus y era una zona restringida.
—Sí Riz estuviera aquí, estoy segura de que pensaría en una solución —
mencionó Eva sintiéndose triste, pero a la vez avergonzada porque no podía
pensar en nada; comenzó a sentirse igual que el menor. Se agarró las cienes y las
apretó con fuerza como si de esa manera algún rayo de luz iluminara su mente —
¡Demonios! —Nada, sus intentos eran en vano —¿Por qué no puedo ayudar en
nada? Riz tuviera una solución. Ahora mismo nos estaría diciendo qué hacer o qué
no hacer —Sin darse cuenta, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas,
abriendo su cicatriz al nombrar y pensar en Riz Calomela.
—Eva, tranquilízate —sugirió el joven al verla de esa manera. Compartía su
sentimiento.
¿Por qué razón Klaus le envió aquel mensaje? ¿Por qué quería verlo? ¿Se
trataba de una emboscada? ¿Las palabras en el mensaje eran ciertas? Además,
del lugar privado donde se citó el encuentro, Val recalcaba que no llevaría ninguna
especie de robot. ¿Sería esa «oportunidad» de la que habló minutos antes la
joven? De una cosa estaba seguro y era que no tenía ni la más mínima idea de lo
que pasaba por la cabeza de Val.
Tras pensarlo detenidamente, decidió ir. Fuera o no fuera una oportunidad,
Neón se encararía de él o de quienquiera que fuera en su lugar. Así era, pensaba

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que mandaría a algún secuaz. Planearon algo, Eva se escondería y si podía,
tomaría una foto si se trataba del mismo Val; a su vez, Neón llevaría escondido un
micrófono que grabaría cualquier conversación que tuvieran. Así delatarían que
Klaus Val aún estaba con vida y la grabación iba a ser una prueba sólida para que
la policía interviniera e interrogara a Bel, y que así revisaran la fábrica principal
donde seguramente estarían todos sus planes. Como fuera, estaban preparados
para lo que pudiera venir.
De esa manera llegaron a su destino. Ese lugar era un tesoro familiar, por
decirlo de alguna manera. Allí, el señor Fucus había hecho un museo mostrando
todos los automóviles clásicos, de varios años de antigüedad; exhibía con orgullo
sus vehículos, pero tras la muerte de él y la toma de la presidencia de su hijo, Bel
cerró el museo convirtiéndolo en una simple cochera. No obstante, a pesar de que
se encontraba cerrado al público, en ese momento la puerta se encontraba
abierta, lo que indicaba que lo estaba esperando.
Entraron y sigilosamente Eva se escondió detrás de un carro del año 2100.
Neón prosiguió y se detuvo en medio de la sala; miró a su alrededor. La zona era
tan iluminado por tenues focos, así que la vista no era muy clara, pero eso no era
problema para el menor. Al minuto, el eco de unos pasos se hizo escuchar. Neón
se giró en dirección a donde el sonido; un hombre comenzaba a acercarse, hasta
que se posó frente al joven. Neón entrecerró sus ojos con desconfianza.
—Belirio —pronunció.
—¿Bel? —repitió la joven sorprendida desde su escondite, donde podía
escuchar la conversación. Miró su Pantalla; parecía ser que no necesitaría tomar
fotografías. Neón, había tenido razón; Klaus no iba a mostrarse.
—Viniste de verdad —mencionó Bel dibujando una sonrisa.
—¿Qué estás haciendo tú aquí? ¿Dónde se encuentra Val? —Comenzaría
con preguntas simples —Fue el quien me envió ese correo, ¿verdad? ¿Te envió él
a cubrirlo?
—Espera, espera, muchacho —Bel alzó la manos indicándole al menor que
dejara de hablar —Son muchas preguntas.
—Fucus, no sabes que estás siendo usado por él. Él solo te está
utilizando…
—¿Por quién? —preguntó haciéndose el que no sabía.
—¡Por Klaus Val!
—¿De qué hablas? —Bel sonrió divertido. Esa sonrisa fastidio a Neón,
¿acaso estaba cubriéndolo?
—De la unión que formaron tú y él.
Belirio no pudo más y comenzó a burlarse de lo que escuchaba. Su risa
llegó hasta los oídos de Eva.
—¿Se volvió loco? —se preguntó la joven. Se levantó un poco para poder
distinguirlos.
—¿De cuál unión estás hablando? Ah —Fucus levantó su palma para evitar
que Neón dijera algo —¿De esa alianza? —se encogió de hombros —En cierta
manera, creo. Aunque trabajo solo.

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Neón no pudo comprenderlo, ¿de que hablaba? Se estaba comportando
extraño.
—Así es Neón, estás equivocado en una cosa —el hombre miró ahora con
seriedad al joven —¿A quién esperabas ver? Esa persona está frente a tus ojos —
estiró sus brazos al ver como la expresión de seriedad en el rostro de Neón se
convertía en una de sorpresa —Está frente a ti. Así es. Yo soy Klaus Val.

«¿Hurtó su nombre?» pensó el chico por un instante, pero la respuesta a esa


cuestión se escuchó cuando el hombre continuó:
—Belirio Fucus está muerto; yo me encargue de eso —Sonrió burlón ante la
desorbitada expresión que mostraba Neón —Lo que hace la tecnología, ¿no? Me
explicaré. Todo ha sido mi plan; desde el comienzo hasta aquí. Yo planeé mi
muerte y también mi huida. Estuve fugitivo por dos años, pero daba pistas
pequeñas para que las autoridades no perdieran mi rastro y fuera fácil para ellos
dar conmigo. De ese modo, cuando me “descubrieran”, podía volver a escaparme
y así sucesivamente por dos años. Luego, entré a una fábrica de experimentos, la
que explotó, extraño, ¿no? La explosión hizo un daño severo al perímetro,
desintegrando mucho terreno. Me dieron por muerto, pero no enseguida.
Esperaron un tiempo antes de declararlo públicamente. Al ver que no encontraban
más pistas de mí, se anunció mi defunción.
»¡Hasta dónde puede llegar la estupidez humana! Me declararon muerto y
hasta mostraron cuerpo; del que supuestamente extrajeron ADN y comprobaron
que se trataba de mí; una prueba esencial. A continuación, me hice una cirugía
para parecerme al queridísimo hijo del señor Fucus. Aprovecharía el hecho que
Fucus deseaba de corazón que su hijo se interesara en su trabajo y tomando esa
ventaja, me deshice de Bel. Aun así, estaba preocupado de que Fucus se diera
cuenta de que no era Bel por, no sé, ¿su instinto paterno?
»Afortunadamente el hombre murió facilitándome el acceso, pero seguía
preocupado. ¿La gente me aceptaría? Allí entra el testamento que dejó Fucus a su
hijo, dejándole toda su herencia a él. Fingí sentir remordimiento por la muerte de
mi 'padre' y así retomar su trabajo, siendo el nuevo sucesor de la empresa. Todo
según mi plan.»
Cada una de las palabras que escuchaba, fueron un gran golpe tanto como
para Neón, como para Eva.
—Ahora tú —Neón observó el dedo de Klaus que lo apuntaba—, has venido
aquí. Otra cosa a mi favor. Claro, imaginé que tendrías algún plan para delatarme
—miró en dirección donde Eva; luego volvió su seria mirada a Neón y puso su
dedo índice en la sien izquierda —Todo está en pensar, Neón.
Aprovechando que el joven se mantenía en estado de shock tratando de
carburar lo escuchado, Klaus sacó de su saco la pistola en la que había estado
trabajando especialmente para usarla ese día. Fue entonces que Eva, saliendo un
poco de su estado, salió de su escondite y gritó el nombre de Neón para advertirle,
pero había sido demasiado tarde. En fracción de segundos, tan solo miro
impotente cómo Val apuntaba la pistola hacia la cabeza de Neón y la accionó,
disparándole. En ese momento el joven salió de su ensimismamiento, pero antes

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de conseguir moverse siquiera, un círculo tan pequeño como una moneda de
centavo se aferró a su frente y una onda electromagnética se apoderó de su
cuerpo, obligándolo a paralizarse.
Neón sintió su cuerpo pesado y no pudo sostenerse. La frecuencia mareo
su parte humana, obligándolo a hundirse a la oscuridad y no saber más, cayendo
al suelo. Eva corrió con preocupación con la intención de socorrerlo, pero se
detuvo a escasos centímetros de él porque vio que Klaus se acercaba al joven.
Eva pudo percibir la tranquilidad que emanaba de Val, pero también notó que su
propio pulso aumentaba por cada centímetro que Klaus se acercaba a Neón.
¿Qué le iba a hacer? ¿Todavía no ha terminado?, se preguntó mientras sus ojos,
fijos en el hombre, lo miraron inclinarse al joven. Se sintió más deseosa de
auxiliarlo, pero sus piernas no respondían; en vez de eso, su reparación se
aceleró al igual que el trabajar de su corazón.
Val conectó una Pantalla al USB de Neón y así pudo pasar la información
que le había sido robada. También comenzó a esculcar sus ropas.
—Un truco viejo —dijo él mientras de las ropas del muchacho sacaba aquel
micrófono de grabación con el que habían grabado la conversación.
Se guardó el electrónico; no dejaría que nadie escuchara aquellos diálogos
y volviéndose a erguir miró con detenimiento a la joven, esbozándole una media
sonrisa; una sonrisa satírica, para después pasar a un lado de la joven sin
preocupación alguna.
—Neón, ¡Neón! —ahora sí, sus piernas reaccionaron y arrodillándose ante
el nombrado; no supo qué hacer —Vamos, abre los ojos —insistió.
Sintió pánico.
Pánico por él, por Klaus, por ella, por la ciudad, por todos. ¿Qué iba a
suceder ahora que aquella persona de quien procuraban evitar que obtuvieran los
archivos, ya los tenía en su poder? Aun moviendo al joven, se detuvo y mirando la
nada, un pensamiento invadió su mente.

«Todo, ¿ha sido en vano?»

«Riz, ¿qué pensarías de que todo lo que hemos hecho


para evitar algo fue en vano?»

«He fracasado, Riz.»

«Hemos sido simples piezas de un juego de ajedrez.»

«No sé cómo debo actuar.


No sé cómo debo reaccionar.
No sé por qué estoy aquí.
No se cómo debí reaccionar.»

«No pude hacer nada. No soy nadie. No pude ayudar en nada.


¿Qué debí hacer? ¿Qué debimos haber hecho? ¿En qué nos equivocamos?»

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Klaus caminaba hacía su hogar, o más bien, hacía la casa de Belirio;
apretaba con fuerza el aparató donde tenía guardada la información. Había sido
fácil, mucho más sencillo de lo que había planeado. A decir verdad, sobrevaloró a
Neón. Sus pensamientos fueron disueltos al escuchar la voz del guardia de
seguridad.
—Buenas tardes, señor Fucus —Klaus no contestó al saludo, sino que se
limitó a seguir caminando; se detuvo cuando introdujo la contraseña para abrir el
portón hacía la enrome casa.
—Por cierto —habló antes de ingresar a la mansión con una sonrisa de
satisfacción dibujada en el rostro —Me parece que hay jóvenes merodeando cerca
del museo.
—¿De verdad? —el hombre se sorprendió al escucharlo; se suponía que su
trabajo era el de cuidar los terrenos —¿Llamo a la policía?
—No —mencionó ingresando al interior y mirando al hombre a los ojos,
continuó sin poder borrar su complacencia del rostro —Mejor llama a una
ambulancia. Me prepararé para ir a la fábrica —terminó.

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Capítulo 21
Escape a la Fábrica

Abrió los ojos provocando que los volviera a cerrar al sentir una afanosa luz.
Nunca había sentido ese terrible dolor de cabeza y esas nauseas que la invadían.
Se sentía como si acabara de salir de un juego mecánico. Cuando sus ojos se
volvieron a acostumbrar a la fuerte luz, se dio cuenta que estaba en la habitación
de un hospital. Abrió los ojos con sorpresa al recordar lo que había sucedido. Se
estaba acercando a Neón, pero ni siquiera llegó a él cuando también había
perdido la conciencia. Es que aquella información le fue inesperada, así que
aquella parte de su memoria no tenía idea de lo que le sucedió, pero ahora que
estaba consiente, reconocía que estaba en el hospital. Se sentó en la cama y trató
de ponerse de pie, pero un mareo la obligó a volver a tomar asiento.
—Neón —susurró con pesar al recordar que la última vez que lo vio estaba
inconsciente.
Se levantó y tan rápido como pudo su cuerpo, salió del cuarto. Una
enfermera la vio salir y amablemente trató de que volviera a la cama, pues todo el
día de ayer y la mañana de ese día había estado inconsciente. Pero sus palabras
fueron en vano, ya que la joven la ignoró y siguió su paso, estaba preocupada por
su compañero. ¿Qué sería de él? ¿Cómo es que habían llegado a ese lugar? Más
adelante, observó a tres médicos que hablaban entre ellos, desviaron su mirada al
percibir a la joven.
—Esa joven era quien acompañaba al otro joven, ¿cierto? —uno de ellos
dijo eso.
Sus dos compañeros se limitaron a asentir y por alguna extraña razón Eva
sintió que sus miradas estaba llenas de curiosidad, sin duda alguna habían notado
que Neón era diferente.
—¿Dónde está él? —Deseó saber ella —¿Dónde lo tienen?
—Escucha —una de ellos trató de calmarla pues ella estaba levantando la
voz—, necesitamos hablar contigo, respecto al joven. ¿Qué es él?
Ellos tres fueron los encargados de revisar con preocupación a Neón,
realmente estaban sorprendidos de notar que el chico era diferente; por ello, la
llevaron a una sala privada para poder conversar con Eva respecto a Neón.
Obviamente, Eva no respondió a sus preguntas, al contrario, lo que hablaba era
del tema detrás de las empresas Fucus. Decidió no callar a eso, por esa razón, en
ese preciso instante estaba diciéndoles que Belirio realmente era Klaus. Pero a
pesar de decir la verdad, los tres doctores se miraban con incredulidad y volviendo
sus miradas a ella, regresaban a hacer preguntas respecto a Neón.
—¡Demonios! Les estoy diciendo la verdad —gritó desesperara y harta
mientras se levantaba de la silla.
—De acuerdo, lo entendemos —uno de ellos se puso de pie y trató de
tranquilizarla.
—No es verdad, no me creen —Eva negó rotundamente y continuó con voz
alterada —Klaus sigue con vida, estoy segura que está en la fábrica, y si no

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hacemos algo para llegar allí y detenerlo, podrá terminar su «robot perfecto» ¡No
es importante lo de Neón!
—Escucha, para eso que nos acabas de decir necesitamos pruebas —uno
de ellos, el de mayor edad, se puso de pie lo que provocó que el primero que se
levantó, volviera a tomar asiento —¿Las tienes? Por favor, toma asiento —estiró
su brazo apuntando la silla donde segundos antes Eva estaba.
Eva golpeó con fuerza la mesa con sus manos sin obedecer al mayor.
—Esta es una pérdida de tiempo —soltó mientras daba la vuelta para salir
de la habitación con rapidez, sin preocuparse de que los médicos le gritaban para
que se detuviera. La determinación de encontrar a Neón y poder salir de ese
espantoso lugar y así ellos mismos detener a Val, la obligo a desobedecer a los
mayores.

Por otra parte, a Neón lo tenían atado de las manos y los pies en una cama,
ya que cuando los médicos se dieron cuenta que su cuerpo estaba combinado con
metales, lo creyeron un peligro, y debido a que no podían ponerlo en una máquina
ordinaria porque su cuerpo era de metal, no sabían qué hacer con él. Por ello, lo
que se les ocurrió fue atarlo y llamar a algún especialista. Desde que recuperó la
conciencia, al igual que su compañera, él trató de decirles que Klaus Val estaba
vivo y que Belirio estaba muerto, pero los médicos no hicieron caso, ya que
pensaron que estaba mintiendo.
A su reacción de burla, el joven apretó su quijada con fuerza, molesto por la
ignorancia de las personas, habían cerrado su mente, se engañaban a sí mismos
diciéndose que el peligro no existía, que tal cosa era imposible. Tenían miedo, por
eso se engañaban, el miedo les forzaba a no sospechar, porque muy en el interior
temían que fuera real; recordó las palabras de Klaus, los humanos llegaba a ser
necios. Los ojos cafés de él no dejaban de prestar atención a los médicos que en
la misma habitación caminaban con desesperación mientras hablaban entre ellos
en voz baja, para después mirarlo por unos segundos. Al parecer estaban
esperando a alguien, pero Neón no esperaría a saber de quien se trataba, no tenía
tiempo; Klaus tenía en su poder los archivos.
Sin esperar un segundo más, recargó todas sus energías a su brazo
robótico e hizo que desprendiera las cadena de hierro con la que estaba atada,
realmente no le fue nada difícil, fue como quitarse una cinta de su muñeca. Repitió
la misma acción con su pierna. De esa manera sus dos extremidades quedaron
libres y así fue como rompió las otras dos. Tal hazaña indujo que los doctores
abrieran sus ojos como platos al ver con qué facilidad rompió las cadenas de
hierro, sus rostros reflejaron terror y sin más, salieron con rapidez de la habitación,
dejándole libre el camino al joven. Si él hacía temblar a las persona, ¿qué no haría
el verdadero robot indestructible de Klaus?
Trató de salir de allí y en eso se encontró con Eva, quien aún lo estaba
buscando sin esperar, porque los especialistas llamaron a seguridad para que los
detuvieran, ambos corrieron y salieron de la instalación médica. No se detuvieron
hasta que Neón lo hizo porque divisó a lo lejos cómo un automóvil salía de su
estacionamiento y estaba listo para despegar y unirse con los demás en las calles

102
del Cielo. Teniendo esa oportunidad, el joven mitad robot con rapidez se acercó y
casi se puso enfrente del vehículo tapando su paso, lo que provocó que el hombre
que maniobraba el automóvil frenara.
—¿Pero qué…? —el conductor se asustó al escuchar el golpe—. Aléjate de
aquí, crío —gritó enseguida asomándose por la ventana.
—Llévenos a la fábrica —Neón se acercó a donde el conductor.
—¿Estás loco? ¡Largo de mi camino!
Al joven definitivamente no le agradó la reacción del hombre y el último
estaba a punto de salir, creyendo que asustaría al joven y así se alejaría, pero se
llevó con la desagradable sorpresa que Neón tomó la puerta y la arrancó sin
ninguna dificultad, miró al tipo quien retrocedió un poco de su asiento atemorizado
por tal cosa y con voz seria, le repitió:
—Nos llevara a la fábrica, ahora —su voz se escuchó llena de autoridad y
su mirada igual, no deseoso de escuchar una respuesta negativa.
El dueño del auto asintió sin más. Eva, quien presenció todo, también se
asombró a gran manera, pues nunca había visto al joven comportarse de esa
manera, pero dejando esas cosas, subió al vehículo porque sentía que si no lo
hacía la dejaría allí, ya que la prisa se le notaba muy clara a Neón. Con los
jóvenes a bordo, el hombre comenzó a emprender su vuelo, estaba a prisa —por
órdenes del menor —que no se detenían en ningún semáforo, induciendo casi
choques entre los otros automóviles y no solo eso, hizo que los robots-patrulla de
esos sectores ignorados, comenzaran a seguirlos para que se detuvieran y darles
su multa de disturbio al tráfico.
—Estamos en problemas —mencionó Eva mientras miraba por la ventana
del fondo al escuchar las sirenas del control de tráfico.
—Todos estaremos en problemas si no hacemos algo —se escuchó la voz
de Neón con una seriedad penetrante, casi frialdad. Ignorando lo que sucedía
afuera.
Eva se volvió a su posición original y observó la mesura en el rostro del
menor. Esos últimos días había estado actuando de una forma diferente. Y ella
podía comprenderlo en cierta manera; es más, se ponía en sus zapatos, se sentía
más valiente, independiente, pero a la vez asustada y más que nada a dolorida. La
guerra transformaba a las personas en gente más dura, para así poder seguir
sobreviviendo.
Aproximadamente después de 20 minutos de viaje, por fin arribaron a la
entrada principal de la fábrica. El automóvil se detuvo frente a la inmensa puerta
de hierro. Los jóvenes se bajaron con una velocidad que al conductor le maravillo,
sí que llevaban prisa.
—Gracias —se alzó la voz de Eva sin perder el paso del joven.
—¿Y me lo dices? —el hombre se encontraba realmente molesto por el
disturbio y más fastidioso al notar que decenas de robots de la ley se detuvieron
alrededor del auto.
—«Infracción por exceso de velocidad y por no detenerse a la luz de alto»
—se escucharon al mismo tiempo las máquinas y en seguida de su boca salió una
nota que indicaba una multa.

103
—No me vengan con eso —el conductor se recargó en su asiento,
fastidiado.

Los pasillos y salas del edificio estaban totalmente vacíos, ningún alma se
escuchaba, ni siquiera estaban los guardias que deberían estar vigilando que
nadie ajeno a los trabajadores de la fábrica entrara a ese lugar. La nada era lo
único que penetraba los oídos de Neón. Un mal presentimiento invadió al joven al
entra al cuarto central y no ver a nadie. ¿Qué había sucedido con los obreros? Sin
haberse dado cuenta, por toda la ciudad Del Comienzo se escuchaba una nueva
noticia que impactó no solo a los colosales de las empresas, sino a cada citadino.
Belirio Fucus había despedido a todos los empleados que habían dado horas y
parte de su energía a la empresa y a las fábricas. Los murmullos contra el hijo
sucesor del señor Fucus no se hicieron esperar. Toda la gente lo tenía en sus
bocas. ¿Pero le importaba a él? No. Porque Belirio Fucus ya estaba muerto.
«Eres una persona muy inteligente, Val» Esas palabras acometieron su
mente en son del eco que hacía al caminar por los pasillos desolados de aquella
fabrica. «Pero resultas una amenaza a la humanidad.»
Palabras dichas hacía siete años atrás por Marino White, compañero y
amigo de él. Marino había descubierto sus verdaderas intenciones al trabajar en
las fábricas que podían darle toda la tecnología por a ver. Marino escuchó a
alguien detrás de él, se trataba de Klaus, él dio la vuelta y lo miró con seriedad,
con rostro más que nada atiborrado de decepción.
«Es una lástima» terminó con un suspiro y pasaba de largo a Val, quien se
inmutó al observar la computadora que lo había delatado. Había cometido un
grave error. ¿Quién era perfecto? Dibujó una media sonrisa y sin dejar de mirar la
luz azul de la pantalla del monitor, dejo de sonreír. ¿Todo para él habría
terminado?
¡Por supuesto que no!
Apenas era el comienzo de su historia, de sus planes. No debía dejarse
caer en el pozo de la perdición. Debía mantenerse en pie y seguir luchando por
aquello que anhelaba elaborar.
Pero primero tenía que detenerlo. Detener a Marino, quien poco a poco
caminaba tranquilamente por el pasillo para dirigiese a la oficina y contar lo que
había descubierto de su compañero. Pero él nunca terminó de cruzar el pasillo,
porque Val se fue contra él apuñalándolo por la espalda, lo hirió, haciéndolo
sangrar a mares.
«¿Qué haces?» su voz se escuchó ronca, y su sorpresa no cabía en sí.
Él deseó dar vuelta y encarar a quien creyó fue su amigo y ver sus ojos
negros, pero Klaus no lo dejó, al contrario incrustaba más y más la navaja sin
importarle que la cuchilla se había enterrado completamente, pero no dejaba de
perforarla más, casi como si disfrutara hacer aquello.
«Tú lo dijiste» escuchó la fría voz de Val susurrarle al oído «Soy inteligente.
Sabré cómo salirme con la mía.»

104
Marino White cayó al piso gritando de dolor, deseoso de tomar el arma que
tenía en su cuerpo, pero la fuerza le estaba abandonando. Mientras tanto Klaus
admiraba sus manos llenas de la sangre de White y limpiándose en su bata
blanca, metió su mano a una bolsa de la vestimenta y de allí saco un teléfono, el
que dejo a un lado de su excompañero moribundo. Para poder salirse con la suya,
primero Marino debía comunicar a las oficinas sobre lo que descubrió y así
investigaran que Klaus efectivamente estaba creando un «robot-perfecto». De esa
manera, como último respiro, Marino les dijo a los encargados que Klaus Val
estaba creando un «robot-perfecto», pero solo pudo dar aquella información. Lo
que deseaba Val. Fue de esa manera que su plan empezó a funcionar.
Aquel recuerdo le atraía añoranza, pero aquel sentimiento no le debía ser
un problema. Klaus Val se detuvo frente a una puerta sellada, en donde adentro
tenía lo que el tanto ansiaba. ¡Su obra maestra!

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Capítulo 22
La verdadera Identidad de esa Persona

Tan rápido como entró, el joven mitad robot salió de la sala central al no ver
a nadie, por un momento se sintió ansioso y desconcertado por no saber dónde
comenzar a buscar, ya que existía muchas habitaciones y el tiempo lo tenía
contado. Pero a su mente vino una puerta en lo más profundo de la fábrica, un
cuarto que ni siquiera salía en los planos de la factoría. Se detuvo en seco, repasó
con su vista los pasillos —de los que había en montón y pareciera un laberinto; es
más, si uno no llegaba a conocer bien las instalaciones, cualquiera podía perderse
—Eva tan solo se quedó en silencio. Neón señaló izquierda para sí y prosiguió a
tomar ese sitio, Eva lo siguió y mientras corría, se preguntó si había hecho lo
correcto en haberlo seguido, pues se sentía como un estorbo.
Con la respiración entrecortada, ambos se detuvieron al quedar frente a una
puerta que parecía haber estado sellada, pero que se encontraba abierta, Neón
tranquilizó su respirar y abriendo más la puerta, un extraño frío del interior del
cuarto envolvió el cuerpo de los presentes. La habitación estaba en total
oscuridad, tan solo un par de tenues luces alumbraban un poco las penumbras. La
vista de Eva, totalmente asombrada por lo que alcanzó a ver por la luz que
entraba de afuera por la puerta, alcanzó a notar cápsulas llenas de una especie de
líquido; esa habitación le hizo recordar a las típicos cuartos de los científicos locos
de las series, donde experimentaban con androides y esa cosas.
—Klaus —el eco de la voz de Neón se oyó por toda la habitación.
Nadie respondió, la helada habitación parecía solitaria.
—¿Crees que esté en este lugar? —preguntó Eva abrazándose el cuerpo
porque sentía frío.
—Realmente no lo sé —admitió.
Quería adentrarse más, pero como no conocía ese lugar tenía un poco de
desconfianza. Mas debía de hacerlo para investigar más a fondo; por lo menos
para él no era difícil ver entre la penumbra. Pero en eso, antes de dar el primer
paso decidido a adentrarse, escuchó un resoplido y en seguida la voz de Klaus.
—Llegaron en el preciso momento —de una sombra el hombre se hizo
visible a ellos. Los miró con sus ojos azules y una sínica sonrisa.
Había muchas cápsulas, pero solo una estaba con alguien adentro, aunque
no podían ver su rostro debido a que estaba tapado y que llevaba una vestimenta
de una sola pieza, sabían a la perfección que se trataba de aquel androide
inteligente. Val lo había conseguido.
—¿Ese es…?
—Así es —mencionó sabiendo de antemano la pregunta completa que iba a
formular Eva. Continuó con un tono repleto de orgullo: —Es Andro. Contémplenlo,
contemplen mi creación —miró a Neón —A decir verdad, ya estaba terminado
cuando robaste los archivos.
—¿Ya estaba? —no comprendió de inmediato.

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—Aparte de los archivos que robaste que decían la información de Andro —
deslizó su mano a la cápsula con lentitud—, te llevaste otra programación. Un
sistema operativo que me costó mucho más tiempo en descífralo y crearlo que a
mi querido Andro —señaló con su dedo índice su lado derecho, en donde había
una extraña máquina que a simple vista daba a una forma de cabina telefónica,
pero sin vidrio transparente, estaba totalmente cubierta de hierro. —Eso es una
máquina del tiempo.
—¿Qué? —la vista tanto de Mosh cómo de Neón se desviaron con rapidez
a Klaus.
—Lo que te interesaba era esa programación —comprendió Eva.
—Construí esa máquina para que Andro pueda viajar al pasado y así pueda
hacer una masacre. Exactamente en el año 2118, cuando Isaac Ferrie decretó
aquella absurda ley que prohíbe que las grandes mentes superen su propia
capacidad de crear, experimentar. ¿Él tenía miedo de que esa clase de androides
atemorizaran a la humanidad? Entonces eso tendrá. Un regalo de parte de Klaus
Val del futuro.
Debían de admitir algo, cada vez que se quedaban a ver con Val, siempre
algo inesperado les era revelado. Mientras los jóvenes procesaban aquella
declaración de guerra, Klaus insertó un código para que la compuerta de la
cápsula se abriera y despertara su proyecto prohibido. El agua se drenó, la puerta
comenzó a abrirse mientras un ruido de descompresión se oía por la habitación,
los ojos de Andro finalmente fueron abiertos. Eva y Neón no dejaron de prestar
atención, estaban tensos; esperaron a que el androide finalmente saliera.
El androide salió y Neón, como mera reacción, estiró su brazo frente a Eva
como protección, mientras un desagradable olor de peligro impregnaba su nariz.
Por otro lado, Eva no podía creer lo que sus ojos estaban observando, Neón
igualmente bajo su brazo atónito, sin dejar de mirarlo.
El androide comenzó a mirar a su alrededor sin hacer o reaccionar ante
nada, sus ojos buscaban a alguien, sus ojos se detuvieron a la pareja de jóvenes
que se mantenían plantados a su frente. Miró detenidamente a Neón; no era la
persona que buscaba. Su vista pasó a Eva; tampoco era la persona que buscaba.
Miró a sus lados y su vista se detuvo en los ojos azules de Klaus.
—K-Klaus Val —se escuchó con dificultad, cómo si se tratará de un niño
recién aprendiendo a hablar.
Klaus sonrió con jactancia, por fin había terminado. Por fin se demostraba a
sí mismo lo más que pudo dar de sí. Frente a él tenía a su androide. Klaus se
acercó más a él y con manos temblorosas lo agarró del rostro y revisó sus
facciones perfectas, pero más que nada, se detuvo para no quitar su vista de los
hermosos ojos que tenía, ojos de diferente color. Entonces, a una sorprendente
velocidad, la mano y parte del brazo de Andro atravesó el pecho de Klaus,
robándole la vida en ese instante. Por fin… Por fin su trabajo había finalizado.
Eva con rostro de terror ante la escena donde la creación asesinaba a su
maestro, se tapó la boca para disminuir su grito ahogado. El androide sacó su
brazo del cuerpo sin vida de Klaus y miró su mano llena de sangre; fue la llave que
necesitó, ahora sabía exactamente por qué había existido. Se acercó a la máquina

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del tiempo e iba a encenderla, para programarla. Pero fue en ese momento en que
Neón despertó de su asombro y con rapidez se acercó a Andro para evitar que
ingresara a la máquina, pero como si lo hubiera leído la mente, Andro rápidamente
dio un giro y tomando del brazo de Neón se lo torció hacia la espalda, lo que
provocó que el joven dejara soltar un quejido al sentir que su cuerpo fue
bruscamente golpeado por la máquina del tiempo.
—Neón —Eva no podía ver con claridad entre las penumbras, pero por las
siluetas pudo distinguir que ese tal Andro acorraló a Neón.
Enseguida, tan rápido como Andro tomó a Neón, lo empujó con fuerza para
alejarlo de él. Ante la fuerza, Neón no evitó estamparse en el suelo. Aprovechando
eso, el androide abrió la puerta de la cabina y fue de esa manera en que por fin su
rostro se vio. La luz que iluminaba el interior iluminó un poco la habitación.
—¿Ruber? —los ojos bicolor del androide se posaron en Eva.
Ella se giró al sentir a alguien detrás de ella, miró con asombro a quien
había nombrado. Ruber Corindo ingresó a la habitación y las miradas de ambos,
tanto de él como Andro se miraron.

«¿Tú eres quien me ha estado llamando?»

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Capítulo 23
Despertar

«Esperaba la llagada del transporte al igual que las demás personas a su


alrededor, unas que ya estaban allí desde antes que él y otras que apenas
llegaban. Cuando el transporte arribó a la parada, todos subieron, a excepción de
él.
“Iré en el próximo” pensó mientras vio el camión lleno de pasajeros alejarse.
Ya era la segunda vez que hacía eso; el deseó de alejarse de esa ciudad era muy
grande, pero… alguien le llamaba. Aún seguía llamando; esa voz en su cabeza no
se detenía por nada. No se trataba de Efrin Corindo. Esa voz, esa persona que le
hablaba, ¿quién era? Cada minuto que pasaba se hacía más y más intensa.
Detuvo su andar y miró en dirección a la fábrica principal.
“¿Qué quieres de mí?” “¿Quién demonios eres?” “¿Quién soy yo?”
“¿Quiénes somos?”
La voz era más penetrante que otras veces y sin duda alguna provenía de
la fábrica Fucus. Fue allí. Siguió por un pasillo y aunque nunca había ido a ese
lugar y no lo conocía, sabía muy bien por dónde ir para llegar a aquella habitación;
ese lugar totalmente desconocido donde se encontró con la perturbarte sorpresa
de que él mismo se llamaba.»

—¿Eres tú quien me ha estado llamando? —Ruber pasó de largo a Eva y


dio un par de pasos dentro. Se detuvo al observar el cuerpo inerte de Klaus.
—Klaus... ¿está muerto?
—¿Quién eres tú? —preguntó Andro al no poder escanearlo, lo que hizo
que se alejara de la máquina un poco como con intención de acercarse a Ruber.
—¿Y tú?
—¿Qué significa todo esto? —Exigió saber la respuesta Eva —¡¿Qué está
sucediendo?! —Miró a Ruber, quien se sorprendió y estaba igual que ella, no
sabía lo que sucedía —Ruber… —guardó silencio, pues no sabía qué decir.

«El mundo alterno en donde ese Ruber Corindo no existía o no debió existir. La
muerte de Riz afectó mucho a Neón y había encontrado entre los escombros de lo
que fue el taller una nota escrita con puño y letra de Norez, indicándole que si no
iba a enfrentarse con él, mataría a cada una de las personas que estuvieran
involucradas. El joven pensó en Eva, dolida por esa pérdida, no deseaba que ella
siguiera sufriendo, no se perdonaría si algo le llegara a suceder. Por ello,
armándose de valor y odio, se enfrentó por segunda vez a Norez. La primera fue
antes de que Mosh lo encontrara. Esta vez, el enfado que sentía sobre su rival, lo
obligó a sacar todo de sí y de esa manera ganó la batalla. Después de la muerte
de su compañero mitad robot, recibió un mensaje de parte del propio Klaus. Eva
nunca se enteró de aquello, ni siquiera se vio involucrada en la pelea entre los dos
mitad robot.

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Sin saber lo que esperaría, el joven quedó atónito ante la revelación de que
Belirio realmente era Klaus y de descubrir sus planes. Val robó los archivos. Al
abrir los ojos despertó en una habitación de un hospital, ignorando lo perturbados
que se encontraban los doctores; el menos trató de contarles lo que sabía, pero
siendo un vano intento, debido a que aquellas personas no creyeron palabra
alguna. Neón no tuvo otra opción que hacer las cosas a su modo y sin contar con
la ayuda de las autoridades; él mismo terminaría con todo eso. Así, escapando de
las garras de los doctores, salió de la instalación médica y se dirigió a la fábrica.
Por otro lado, Evarista observó por un noticiero en su Pantalla que se
hablaba de un peligroso joven mitad-robot que escapó de las autoridades, la joven
supo de inmediato que su amigo iría a la fábrica, sin saber realmente la verdad.
Decidió ayudarlo, por ello pidió a su amigo Nec que la llevara a la industria. Al
llegar, pidió a su amigo que le dijera al centro de policía que viniera a la fábrica.
Mientras Nec hacía lo pedido, Eva corrió por los pasillos del lugar, sin sospechar lo
que se avecinaba. Dio con la habitación del fondo y cuando llegó, observó a Neón
paralizado mientras el androide perfecto era activado. Se dio cuenta que habían
llegado tarde, pero creía que no era imposible terminar con la pesadilla que se
avecinaba. Por eso, acercándose al joven, lo despertó de su anonadamiento.
Al escuchar la voz de la joven, el joven despertó de su miedo y rápidamente
se fue contra Klaus al ver que el androide se le acercaba; eso no significaba nada
bueno y tan rápido como atacó al científico golpeándolo en el rostro, se fue contra
Andro, quien a pesar de ser el tan nombrado «robot-perfecto», parecía no estar
allí; parecía ido. Era verdad que había sido despertado, pero aun le faltaba algo. A
pesar de buscar a su creador, no lo encontraba, miraba a los lados buscando a
aquella persona, aquellos ojos.
Sin embargo, Neón se esforzaba por mantenerlos alejados el uno del otro,
pues tenía la sensación de que si se acercaban lo suficiente, algo muy malo
pasaría. Por ello, Val viendo que la situación se le había salido de las manos,
activó la máquina y se adentró a ella con la intención de volver al punto de inicio
de su plan y hacer las cosas mejor. No obstante, viéndose libre un momento de
Andro, Neón no se lo permitió, sacándolo de allí. En eso, Andro, se abalanzó
contra su oponente al tiempo que este salía con Klaus, por lo que fue el androide
quien terminó dentro de la máquina. Cuando Klaus lo vio entrar a la máquina, supo
que parte del plan inicial podía hacerse, así que liberándose de Neón cuando
tomando un taladro eléctrico, se lo incrustó en su costado humano. Luego, fue a la
máquina y con los controles exteriores, cerró la puerta antes de que Andro saliera
y la programó para viajar al pasado.
«¿Qué era?, ¡Que debía hacer?» se preguntó mientras la máquina se
encendía y lo envolvía una destellante luz, que en ocasiones se volvía tenue y en
otras demasiado fuerte.
«Búscame», aquellas palabras que le susurró Klaus, ¿que significado tenían? ¿Se
trataba de la persona que debía encontrar?
Abrió los ojos, percibido un lugar claustrofóbico y aunque a él eso no le
afectara, a cualquiera sí. Enseguida, escuchó unos pasos acercándose, giró su

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cabeza lentamente y sus ojos de diferente color miraron con detenimiento a un
niño, quien con mirada llena de asombro, mencionó mientras miraba a su derecha:
—«Ruber, hay alguien aquí.» »
Él ya lo sabía. Siempre estuvo consiente de ese hecho, era diferente a
cualquiera de su edad. No sentía hambre, no llegaba a comprender del todo los
sentimientos de los que lo rodeaban, no sabía nada, ¿pero era eso? ¿Eso que
miraban sus ojos con asombro a su frente y que lo reflejaba como si se tratara de
un espejo? ¿Él era él? Era él mismo quien se llamaba, quien no lo dejaba salir de
esa ciudad; la persona que se mantenía una y otra vez en su cabeza, no era nadie
más que su mismo pensamiento.
—¡Ruber, no dejes que se escape! —la voz de Eva traspasó su
pensamiento.
¡Por supuesto! El viaje; ahora lo entendía un poco mejor, eso que debía
hacer, primeramente tomar la vida de alguien. El joven levantó su vista para
observar que Andro daba una vuelta a punto de ingresar a la máquina del tiempo,
pero Ruber no lo dejaría, así que se abalanzó contra él con fuerza, lo que logró
que ambos cayeran al suelo. El androide colocó sus piernas en el pecho de Ruber
y empujándolo con fuerza lo obligó a alejarse de él; Ruber se levantó.
—No-esta-vez —Andro se incorporó y al querer dar el primer paso sintió un
peso extra en su pierna izquierda. Se viró observando a Neón, quien lo sujetaba
con fuerza.
El androide ladeó su cabeza, para después con nada de dificultad golpear
al joven con el mismo pie que le sujetaba, lo que provocó que Neón lo soltara,
pero casi al instante, se levantó con intención de detenerlo, pero no fue necesario,
ya que Ruber tomó de los hombros a Andro impidiendo que siguiera su paso y lo
empujó con fuerza a la máquina, provocando que todo su cuerpo golpeara el frío
metal de la cabina. Por otro lado, Neón aprovechó aquel suceso y con rapidez
comenzó a buscar alrededor de la máquina; controles o lo que fuera que ayudara
a extinguir la máquina, auto-destruirla o lo que fuera, pero al encontrar una
escotilla en la parte de atrás y abrirla, sintió que alguien con brusquedad lo alejaba
de ese lugar.
Andro, quien escapó de Ruber, acercó a Neón a sí mismo y tomándolo del
rostro lo empujó contra la cabina y lo seguía empujando como si quisiera que su
cabeza se fundiera en el material, provocando que el pobre joven gritara de dolor.
Intentó empujarse él mismo hacia adelante para no sufrir tanto, pero aquel
monstruo era por mucho más fuerte. Por otro lado, Ruber se volvió contra él, así
que hizo que soltara a Neón.
—¡Huyan de aquí! —Ruber gritó tanto a Eva como a Neón mientras tenía
amarradas las manos de su semejante, deteniéndolas detrás de la espalda.
La mujer había estado tan concentrada en la pelea que apenas si escuchó
a Ruber, despertando de su ensimismamiento; pero dirigiendo su vista a Neón, vio
que el joven había ignorado por completo la orden de Ruber y se encaminaba
nuevamente a la escotilla de la máquina. Eva se dio cuenta de sus intenciones,
pero también dirigió sus ojos a tanto Ruber como a Andro, notando como el
último, con una vuelta rápida despistó al primero y se zafó de su agarre y de la

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misma manera como se soltó, se volvió a donde el menor, y en el momento en que
abrió la escotilla e iba a desconectar la energía de la maquina, Neón sintió que lo
alejaban con fuerza. Cayó a pocos centímetros de la persona que lo alejó y sus
ojos llenos de asombro lo miraron.
Notando la situación en la que se encontraban los varones, Eva decidió
tomar partido en la lucha de desconectar los suministros de energía; por lo menos
de esa manera podría ayudar para que no viajara a otro lado. Dejaría que las
autoridades se encargaran de detener la creación de Val, la que por lo visto, a
pesar de recién despertar era bueno en lo que hacía y se le notaba a leguas que
deseaba entrar a la máquina e irse a hacer su trabajo; el trabajo de producir caos
en el pasado. Eva más que nada, se adentró a la máquina para tratar de
desconectarla desde allí; debía de existir algún botón con esa utilidad. Se colocó
frente a lo que le pareció la placa de controles dado que era la única que tenía esa
apariencia. En la placa se veían las teclas y logotipos de cada función, mas no
sabía cual era cual. De hecho, ni siquiera tuvo el tiempo de verlos bien cuando
sintió la presencia de alguien a su espalda. Se volvió y miró a Andro, aterrada.
—¡Eva! —Desde la habitación, las voces de Ruber y Neón se percibieron
asustadas y como acto reflejo, se acercaron a donde ellos, adentrándose también
en el compartimiento. Fue en ese momento, que algo ocurrió.
Más que apagar la máquina, la hicieron funcionar. Una luz que los cegó se
hizo presente, envolviendo casi toda la habitación, llevándose a los cuatro jóvenes
a un lugar que nunca creyeron que irían, al pasado.

112
Parte 2

Cuidad Cuarzo

113
Capítulo 24
Viaje al Pasado; un Nuevo Futuro se Forma

Transcurría el año 2116, dieciséis años después de la nueva era de la


reconstrucción de la humanidad. En el año 2100 la gente por fin se vio liberada de
la esclavitud a la guerra, peleas y muerte. Años atrás, estallaron dos guerras que
amenazaron en la casi extinción de los seres humanos, donde la tecnología era
simplemente para la utilización de armas, ocasionando que se detuviera para la
población. Casi al borde de la extinción, en el años 2100, se detuvo la última
guerra y de nuevo se dio el privilegio a los humanos de vivir en paz; los gobiernos
también prometieron no volver a guerrear contra otros, y por el momento estaban
haciéndolo según lo planeado. Así transcurrieron los años, hasta nuestra época,
en la ciudad Cuarzo, más adelante nombrada ciudad Del Comienzo, llamada de
esa manera por ser la sede madre de la tecnología; donde unos invitados
inimaginables llegaron.
Una extraña luz, como si se tratara de un rayo de color violeta claro, estalló
en el cielo, observándose de una manera asombrosa; las personas despistadas de
seguro no captaron ese suceso, pero los que sí, tan solo pensaron que debía
tratarse de algo de poca importancia, así que se olvidaron de aquello. Uno de ellos
fue un joven, quien se encontraba situado en una colina un tanto retirada de la
ciudad, tenía entrecerrado los ojos mientras con su mano derecha se hacía un
gorro para protegerlos del sol. Una vez que aquel color violeta del cielo se
esfumara por completo, se giró sobre su eje y dirigió su vista a una camioneta de
color roja.
—¿Ustedes vieron cómo se puso el cielo? —preguntó a sus compañeros.
Uno de ellos era un varón, quien se mantenía a su espalda y maniobraba
una laptop que reposaba sobre el capó del vehículo, demostrando que no observó
lo que su compañero vio; la joven que se mantenía dentro la la camioneta estaba
absorta en el espejo arreglándose el maquillaje, así que tampoco observó la
anomalía del cielo. Por ello ante la pregunta del joven contestaron un «no» sin
importancia alguna.
—Oye, Mark, —desde dentro la joven, tras terminar de hacer lo suyo, bajó
del vehículo y golpeando la puerta con fuerza se acercó al de la laptop—, ¿vamos
a ir a la fiesta de Silvia?
—Ella nos invitó, ¿no? Vamos a ir, creo. —Más que estar concentrado en lo
que su compañera le preguntaba, no dejaba de ver su portátil.
—Odio a esa maldita —masculló con irritación al momento que se
recargaba en la camioneta aun lado de su compañero—. La odio porque se cree la
muy importante, yo solo le hablo porque me da pena.
—Entonces si no quieres, no vayas, Kelly —mencionó Matías, el que había
preguntado anteriormente sobre el cielo y quien se acercaba a ellos; miró a la
nombrada y le sonrió, lo que provocó que tanto esa reacción, como el hecho de
que le mencionara eso, ella le devolviera una sonrisa burlesca.

114
—Eso es lo que ella quiere, pero no le voy a dar el gusto —ella se giró a su
derecha y miró a Mark —Repíteme por qué nos trajimos a Matías, es una
molestia, ahora entiendo por qué nadie se junta con él.
—Oye Kelly, eso fue muy cruel, ¿sabes? —dijo Matías sonriendo sin gracia
al comentario de su compañera, y es que a él se le consideraba como una gente
«anticuada», o sea, aquellas personas que mantenían las «normas o modas» de
años pasados, y no solo eso, fue condenado al ostracismo por sus compañeros de
clase por ser un inmigrante.
Muchos años atrás, su familia se obligó a emigrar de su región natal debido
a las horribles condiciones que dejó la posguerra en ese lugar. La ciudad Cuarzo
fue una de las pocas que pudo salir rápido de la crisis económica, así que varias
familias iban a ese lugar.
—Cómo sea —habló Mark girándose para ver a su compañero y señalando
el portátil con su mano, continuó—, has lo que prometiste hacer. Allí esta el
numero de mi cuenta de ahorros.
La reacción de Kelly fue de sorpresa, aun que ya sospechaba el porqué
habían hablado con Matías, el varón se decía que era bueno hackeando cuentas o
algo así. Anteriormente, Mark le había mencionado que tenía ganas de ir a pasear,
pero no tenía suficiente dinero, así que el plan de Mark era que pasara dinero a su
cuenta de ahorros. También por eso se encontraban retirados del centro de la
ciudad; si las autoridades llegaban a darse cuenta rastrearían la red que se utilizó
para el hurto de dinero y así irían detrás de ellos, pero a ellos les daría tiempo de
huir. Y lo que estaba a su favor era que en ese tiempo no existía una seguridad de
alto nivel en las redes sociales de internet. El cracker se acercó.
—Una vez que haga eso, me dejarás entrar a su equipo, ¿verdad? Ese fue
el trato.
—¿Eso le prometiste? —preguntó la fémina nada contenta y mirando
fijamente y con sequedad al dueño del portátil. Su rostro dibujó una mueca de
disgusto.
—Vamos, Kelly —mencionó Mark sin cambiar su rostro al notar el disgusto
de su compañera—, dentro de dos semanas nos graduaremos de la universidad,
¿a dónde piensas que iremos a festejar con el dinero que tenemos? ¿No es mejor
conseguir un poco más?
—Pero eso quiere decir que también nos llevaremos a Matías al viaje. ¿Los
otros están de acuerdo?
Matías, ya manipulando la laptop, tan solo sonreía ante la conversación de
sus compañeros. Después de unos minutos, cuando Matías estaba por terminar
de hacer una pequeña transacción, lo menor posible para que no se dieran
cuenta, los tres jóvenes escucharon un ruido procedente de no muy lejos de
donde estaban. Mark se preocupó porque pensó que la policía se habían dado
cuenta, aunque tal idea la desechó inmediatamente porque había sido muy rápido,
y sin contar que se aseguró de cambiar su IP. Pero para estar más seguro, se
encaminó a donde el ruido que indicaba que alguien se acercaba y distinguió a
una persona. Debido a lo lejos, entrecerró los ojos como acto de reflejo y
distinguió que se trataba de un joven, quien seguía acercándose. Los ojos bicolor

115
de aquella persona lo miraban fijamente sin mostrar nada en su rostro que no
fuera pura seriedad.
—¿Quién es? —se escuchó la voz de Kelly.
—No es nadie de importancia —comunicó el joven al momento que daba
vuelta para ver a su compañera—. No te preocupes, no es la policía.
Estaba a punto de dar el primer paso para acercarse de nuevo a la
camioneta y así subir a ella e irse de allí, ignorando el hecho que la otra persona
era Andro y que se había acercado lo suficiente a él; no se imaginó que esas iban
a hacer sus últimas palabras. Lo último que sintió fue cómo Andro lo tomó de la
cabeza y sin siquiera permitirle saber lo que ocurría, le aplastó el cráneo con la
facilidad que se apachurra una hormiga con el pulgar. El terror combinado con el
asombro de tal brutalidad invadió por completo el cuerpo de Kelly así como el de
Matías, quienes observaron todo lo sucedido. La mujer gritó aterrada al momento
que se dirigía al interior de la camioneta; por otro lado, el joven se quedó
inmovilizado, siendo presente de cómo el joven de ojos bicolor miraba sus manos
manchadas de rojo y hasta juraría que lo observó dibujar una media sonrisa.
Andro desvió sus ojos de sus manos para mirar al joven; sus grandes ojos
grises desorbitados lo reflejaban, como si se tratase de un espejo, Andro se limpió
sus manos sobre su extravagante vestimenta de una sola pieza; retomó su
camino, y a pesar de las ganas que tenía Matías de correr al ver como el asesino
se acercaba cada vez más a donde ellos, sus piernas no respondían, ni siquiera
pudo decir algo a su compañera cuando ella rápidamente salió de la camioneta
llevando en sus manos una pistola y alterada, notándose por la respiración que
trabajaba lo doble por la impresión y con los ojos húmedos, apretó el gatillo dos
veces. Pero el resultado hizo que se agitara aun más. Las balas cayeron al suelo
sin haberle hecho nada al asesino. Incrédula, soltó asustada el arma y al sentir
que sus piernas no pudieron con sus peso, cayó al suelo. Y pesar de que no fue
nada para el androide lo que a acababa de pasar, por últimas vez volvió a mirar a
los jóvenes, quienes impactados, derramaban lágrimas como si no existiera más
que hacer. Él siguió con su camino.

Sintió que su cabeza le dolía como nunca en su vida, aunque se sentía


consciente, no podía abrir los ojos; el dolor de cabeza mezclado con las nauseas
que se palpaba en su estómago no se lo permitía. Pudo hacerlo cuando el dolor
comenzó a disminuir; abrió con lentitud los ojos, al principio no pudo distinguir
nada, lo último que recordaba fue que había entrado a la máquina del tiempo de
Klaus y que por algo se había accionado. Ese recuerdo la obligó a despabilarse
por completo; se levantó como pudo, pues sentía su cuerpo muy pesado, cómo si
el día anterior hubiera corrido muchos kilómetros. Colocó sus manos sobre su
boca para evitar exclamar en voz alta. Lo primero que observó fue su alrededor,
un campo muy abierto que tenía mucha vegetación y después, una calidez, miró
hacía arriba notando el cielo azul y el fuerte sol. Debido a las cosas que en la
ciudad del futuro se habían armado arriba al construir las calles del cielo, no se

116
percibía la luz solar de esa manera. Estimando su alrededor, dedujo que sin duda
alguna viajó al pasado, ¿pero a dónde? ¿Qué año era? ¿Cuánto tiempo se alejó
de su hogar? Ella se obligó a quitarse de encima el pasmo ante lo que veía, pues
estaba cociente que había cosas más importantes, como el hecho de encontrarse
con Neón.
—Señorita —Eva se giró velozmente para ver al dueño de la voz que le
llamó la atención. Se trataba de un hombre uniformado y por su atuendo debía
tratarse de un policía, ahora y en el futuro, no había mucha diferencia en el
uniforme —¿Se encuentra bien? —preguntó al notarla pálida, ella asintió no
convencida —¿No se ha encontrado con algún sospechoso? —preguntó y al
apreciar que ella no comprendió su pregunta, explicó: —Esta zona es peligrosa.
Se está buscando a un asesino.
—¿Asesino? —repitió ella al momento que su mente se venía la imagen del
robot-perfecto de Val —¿En que dirección? —se preguntó con rapidez.
—¿Usted sabe algo? —cuestionó el hombre mirándola con ojo insidioso, la
joven negó rápidamente, se expresó incorrectamente.
—No. Solo me gustaría saber si sabe cómo es el agresor, por si acaso lo
veo.
—Hubo un par de testigos, dos jóvenes. Aun se encuentran en gran shock.
Están en comisaría. La muerte de su compañero fue realmente brutal —se
estremeció al recordar las fotos que le mostraron anteriormente.
—¿Ocurren muy a menudos esos casos?
—No realmente, por lo menos desde que la guerra se dejo atrás. Si se
hubiera tratado de una persona mayor, estaríamos consciente que pudiera tratarse
de un veterano traumatizado por la guerra, pero por lo que sé, fue un joven. Pero
no se descartan, no se digan los inmigrantes.
Las ínfimas dudas que Eva tuvo de que ese caso se tratara del llamado
Andro, se despejaron y estaba convencida que se trataba de él. Por ahora
deseaba ver a los testigos para poder hablar con ellos y así preguntarles con más
detalle cada uno de los movimientos que hizo, cómo reacciono, lo que fuera. Por
ello pidió al oficial que la llevara a la comisaría, donde le informaron que allí los
mantenían mientras los interrogaban. También deseaba encontrarse con Neón, y
por lo que le contó el uniformado que allí cerca fue el asesinato, llegó a la
conclusión que los cuatro, llegaron a ese tiempo juntos, por lo menos no estaban
tan lejos. Sin saber que la persona que deseaba encontrarse, ahora precisamente
estaba frente a frente con Andro.
—Eres diferente a mí y a los humanos. ¿Qué eres, Neón? ¿Un defecto?

117
Capítulo 25
Recuerdos

Neón prestó toda su atención a la condenada creación de Klaus Val, aun


teniéndolo enfrente, no podía creer que estuviera allí, vivo. Lo primero que
preguntó el androide al verlo fue aquella pregunta, la que por seguro ya la sabía.
La fluidez de su habla había mejorado casi completamente, notando que no solo
aprendía observando a su alrededor, ya tenía consigo lo principal, como sobrevivir,
comunicarse y sus metas. Pero lo que más le sorprendió al menor fue distinguir el
color escarlata opaco que sobresalía del traje, lo que indicaba que había hecho de
las suyas y tal expresión de asombro lo distinguió Andro y se lo hizo saber, cuando
le comunicó:
—La sangre humana es hermosa —miró por unos instantes al impactado
joven —. Los humanos son fáciles de romper, Neón. ¿Qué tan rápido lo eres tú?
Ante lo ocurrido, la única reacción que hizo Neón fue retroceder un paso
hacía atrás al sentir una amenaza, apretó sus puños y como mera reacción los
levantó creando una postura de ataque; ante su inesperada reacción el androide
ladeó su cabeza a un lado y enseguida abrió la boca para dejar salir una expresión
para señalar que comprendió su postura.
—0.1% fatal —mencionó, estimulando a que Neón arqueara la ceja al no
comprender a lo que se refería—, máximo 0.3%. Menos del 25% de probabilidad
por sobrevivir —el menor tardó en comprender que lo que decía era el porcentaje
de sobrevivencia si en ese momento se enfrentara con él; la primera cifra se
refería a los seres humanos—, bajando un 10% si no te defiendes. 100% si lo
dejas así. ¿Lo intentas? —Andro se colocó en la misma posición que el menor.
No necesitó que Neón mencionara o dijera algo, Andro comprendió muy
bien lo que sus ojos reflejaban, por ello, se incorporo de nuevo y comenzó a
caminar acercándose a Neón, quien en ningún momento lo dejó de mirar y sus
ojos lo siguieron hasta verlo a su lado y sin decir nada, Andro pasó a un lado del
joven. Una vez se fue, él soltó un suspiro; apretó con fuerza su pecho como si de
esa manera calmara a su agitado corazón.
Neón cerró sus ojos con fuerza al momento que lleno de angustia, formaba
una mueca, no podía creer que tuviera miedo, pero es que no pudo evitarlo y eso
lo supo muy bien el endemoniado robot y es que lo que lo salvo, por decirlo de esa
manera, fue el hecho que tenía como misión el deshacerse de Isaac Ferrie. Ante
esos pensamientos, a su mente vinieron recuerdos del joven que acompañaba a
Eva y pocas veces al taller Calomela; Ruber. Cuando estuvo con él, nunca se
había sentido similar a como se sintió hacía un par de segundos al estar frente al
androide, a pesar de que tanto Ruber como Andro eran el mismo, ¿Por qué?
¿Cuales fueron las causas por la que ambos, siendo el mismo, eran tan
diferentes? ¿Qué había sucedido? ¿Cuál había sido la diferencia? Aunque Andro
despertó prácticamente hace poco tiempo, ya sentía la misma maldad y
posiblemente la locura de Norez. No sabía qué hacer, no se sentía con la

118
capacidad para encararse a Andro, pero tenía que hacer algo y lo que se le vino
en mente, era encontrar al joven.

Lo primero que hizo al llegar a ese sitio, fue ocultarse, Ruber siempre
estuvo consciente que debía mantenerse oculto. Encontró una zona de tierra que
tenía muchas estructuras llenas de alimentos, se trataba de una granja. Entró a un
granero pequeño, el que no estaba lleno, lo que más sobresalía era lo deteriorado
de éste y la humedad. No había muchas cosas, tan solo un par de herramienta y
alguna paja que se utilizaba para alimentar a los animales, pero para él aquellas
condiciones no le serían un problema. Se sentó en el frío suelo y recargándose en
la pared de madera, alzó los ojos para echar un vistazo a las instalaciones del
lugar. Comenzaría a hacer lo que desde un principio se disponía a hacer; sus
deseos de padecer el descanso eterno se incrementarían, el que por supuesto
sabía que a él nunca le llegaría; por ello tan solo esperaría.
Su mente viajó a algunos recuerdos similares a los de ahora, al llegar a un
nuevo año, para ser más exactos al 2155, había decidido mantenerse oculto,
observando cómo los días y noches transcurrían. Por esa misma razón no cambio
el futuro, ya que él nunca se interpuso en el mismo, ya que era como si no
existiera. Su mente se despejó cuando observó que la puerta del granero se abría
poco a poco, dejando un poco de luz del exterior, provocando que una línea de luz
se dibujara en el piso y crecía poco a poco hasta ser lo suficiente para que ahora
se dibujara la sombra de una persona, la que al avanzar más dentro se perdía.
Ruber tan solo esperó allí, no hizo nada; no veía la necesidad de hacerlo, sus ojos
siguieron la silueta hasta que a unos metros de donde se encontraba, se paró una
pequeña que le daba la espalda. Tendría unos seis años, con tez blanca y
abundante cabello rubio y sin percatarse del intruso de allí, ella comenzó a mover
algunas piezas de metal y cajas que algunas se observaban pesadas para ella.
Entre las sombras, el bicolor observo cada uno de sus movimientos, fue
hasta los pocos minutos que ya en sus manos llevaba un par de juguetes y con
estos se disponía a salir, y para ello se giró y fue cuando notó que no estaba sola,
tal sorpresa hizo que soltara lo que sus pequeñas manos llevaba y sorprendida
abrió los ojos tan grandes como un plato; abrió la boca, pero antes de que pudiera
pronunciar palabra alguna o un grito de auxilio, Ruber le indicó que guardara
silencio al poner su dedo índice sobre sus propios labios. La pequeña comprendió,
parpadeó un par de veces confundida y al transcurso de segundos de silencio, ella
misma lo rompió al preguntar:
—¿Quién es usted?
El joven tardó en responder. Y dudoso, respondió al final:
—Me llamo Ruber Corindo.
—¿Qué está haciendo en este lugar? —cuestionó la niña sin dejar de
mirarlo con sorpresa y con intranquilidad; después de todo se trataba de un
extraño y sus padres le mencionaban con insistencia que existía gente que a

119
veces no tenía hogar o que viajaban a esa ciudad porque sus lugares no estaban
en condiciones para vivir y al llegar allí no tenían nada.
También ellos les mencionaba que debía de ser generosa y respetuosa con
esas personas, pero que no debía de acercarse a ellos, por seguridad. Y que
tuviera cuidado de ellos, pues había muchos que no tenían buenas intenciones.
El invitado no contestó, por ello preguntó:
—¿Se escode?
—Algo así —fue lo que atinó a decir y es que no sabía qué contestarle
exactamente, como pensó, debía de ir a un lugar que definitiva estuviera solo—.
Huyo, realmente.
—¿Huye? ¿De quién?
—De todo.
—¿Por qué? ¿Es un inmigrante?
Ruber se limitó a encogerse de hombros, para después sonreír divertido por
las preguntas de la pequeña, y es que pensándolo bien, sí era un extranjero,
aunque no precisamente de ese tiempo, ya que no pertenecía a ningún lugar, ni
siquiera debía de existir. Y algo le quedó muy, pero muy claro mientras la pequeña
tomaba asiento en el sucio suelo y comenzaba a contarle unas historias; él no
pertenecía a ese mundo. Y ahora escenas se formaban a su mente, en armonía
con lo que pensaba, poco a poco esas escenas crearon un recuerdo. El recuerdo
de haber platicado con un niño de la misma edad que la pequeña. El momento
que había llegado a ese lugar, un estrecho callejón de la ciudad Del Comienzo,
ese pequeño lo había visto con la misma expresión que ella, sus ojos cafés
reflejaron asombro.
«—¡Ruber! —fue lo primero que escuchó de alguien, ese nombre que le
arrebataría al dueño y no solo eso, también su vida—. ¡Ruber, ¿me escuchas?!
Hay alguien aquí.
—Maldición, Efrin —se escuchó una voz molesta, un joven preparatoriano
se acercó a su hermano y tomándolo del brazo lo jaló, pero el menor se molestó
ante tal acto que se rehusó a seguirlo y se soltó de él—. Te he mencionado que no
te acerques a ellos —le recordó el mayor.
—Pero él se ve que necesita ayuda. Se le nota desorientado —Efrin apuntó
al androide y es que no aparentaba, estaba confundido.
En esos años, en la ciudad se habían formado tres pandillas delincuentes
que lo único que hacían era perturbar a la comunidad, asaltaban y me metían en
peleas contra los otros de las pandillas. Estas se distinguían porque cada
miembro se teñía el cabello con el color que representaba la banda. Por ello,
Ruber tenía el cabello rojo como el mismo fuego y por esa misma razón desconfió
del joven, pues al ver su cabello lo encontró de dos colores; aunque debía de
admitir que eso era extraño, y no se quedó callado.
—¿Eres de los del norte, sur o del centro? —no obtuvo respuesta.
Por un momento a su mente cruzó que tal vez se trataba de un retrasado o
algo así, lo único que hacía era mirarlo.

120
—Tal vez no sea de ninguno de ellos —se interpuso Efrin—. ¿Eres de esta
ciudad? —preguntó al momento que daba un paso y sintiendo como su hermano
alargó su brazo para detenerlo, para que no se acercara más al individuo.
Esa acción molestó al jovencito porque Ruber, su hermano mayor siempre
era sobreprotector con él. Y lo quería, pero a veces le molestaba su manera de
ser. Por otro lado, el androide se levantó y dirigió su vista al mayor y a los
segundos al menor.
—Busco a alguien —dijo al final con un extraño acento.
—Lo vez, Ruber —se hizo notar Efrin con voz alegre—, no es de aquí. Yo lo
sabía.
—¿A quién buscas? —el preparatoriano ignoró a su hermano y sin dejar de
mirar los ojos de diferente color del otro, esperó respuesta.
—A Klaus Val.
Ruber pensó en el nombre y trató de recordar si conocía a alguien con esa
denominación, pero fue en vano, creía que tal vez se trataba de alguien de otra
pandilla, pero no era así. Es más, al par de días siguientes, los dos Corindo
estuvieron dispuestos a ayudar a encontrar a esa persona, por decirlo de alguna
manera, al ver que el bicolor no aparentaba ser una amenaza, más que eso, era
un inexperto. Confiaron en él y hasta le facilitaron un lugar para que descansara.
Aún sus más cordiales deseos, ambos ignoraban lo que pasaría a los días. Fue
una terrible tarde, dos jóvenes del equipo rival comenzaron a molestar al mayor de
los Corindo y siempre era de esa manera, ninguno de las pandillas soportaba a
los miembros de las otras. Ruber comenzó a pelear, pero como era de suponerse,
iba perdiendo y le estaban dando una paliza. Cómo estaba de espectador, Efrin
gritaba que se detuvieran pero obviamente no lo hicieron, golpeaban más y más,
hasta que el menor ya con el rostro bañado de lágrimas se volvió al bicolor quien
no hacía nada, tan solo miraba como golpeaban a su compañero. Efrin lo tomó del
brazo y halando le gritaba que hiciera algo, que los detuviera.»

—¿Te encuentras bien? —preguntó la pequeña mirándolo con


preocupación, de estar atento al escucharla hablar, había mirado sus manos y
aunque no había nada en ellas, él pudo verlas manchadas de rojo, recapitulando
lo que había hecho ese día. A petición del niño. ¡No! A petición de él mismo, se
deshizo de aquellos dos agresores, golpeándolos y golpeándolos, sin detenerse
hasta que sus rostros se vieron difíciles de descifrar, que si no fuera por sus
documentos o sus ADN no sabrían de quienes se trataban.
Pero no había quedado satisfecho con eso, aun en el suelo impactado por
la reacción del bicolor, el verdadero Ruber pretendió levantarse y huir con su
hermano, pero no tuvo la siquiera suerte de poder ver a los ojos de su hermano
menor cuando el androide le quitó la vida, atravesando su mano a su pecho,
estrujando su corazón.
Eso era lo que él era, un engendro. E iba a ir por el pequeño, quien
conmocionado y con mirada perdida, observaba el cuerpo ensangrentado de su
hermano. Una vez que el androide se giró para atacarlo, se miró las manos, tal y

121
como debía hacerlo y fue allí que algo dentro de él cambio, cometió un error, ese
escarlata no era el que buscaba. Aquellos ojos no eran los que debían de haber
sido arrebatados su brillo de vida. No era la persona. Comprendió que su error fue
garrafal y que no había vuelta atrás. Después de aquel suceso escapó de la
escena y dejando atrás todo, decidió que lo mejor sería si se mantenía escondido.
Solo tal vez aquel suceso, esa equivocación hizo que él cambiara o que no se
formara bien o como fuera que se llamara a su situación. Eso lo ignoraba, pero
estaba cociente de algo más, él era un peligro para la humanidad, ¿qué sería de
su otro él?
Se levantó teniendo con sigo lo que debía de hacer. Detenerse a sí mismo,
detenerlo de dañar a otros. ¡No! Detener a su igual, porque era Ruber y el otro era
Andro, ambos completamente diferentes, tal vez ambos nacieron de donde mismo,
pero se habían criado de manera diferente.

122
Capítulo 26
Arresto
En las oficinas principales de la policía, Eva ingresó con rapidez dejando
atrás al policía que tuvo la amabilidad de llevarla. Lo que quería era hablar con los
dos testigos, al informarse que ellos estaban siendo interrogados en un cuarto, se
le pidió que no los molestaran, pues un oficial de alto cargo estaba hablando con
ellos; pero ella no quería tardar, estaba ansiosa de hablar con ellos, así que
ignorando a la secretaría, se acercó a la puerta que ingresaba al interrogatorio,
agarró la chapa de la puerta decidida a entrar, pero antes de hacerlo, como una
reacción, echó un vistazo por la ventanilla de vidrio que adornaba la puerta y no
evitó sorprenderse al reconocer a los interrogantes.
—Mis abuelos —se dijo en voz baja al momento que daba un par de pasos
hacia atrás.
Sin duda alguna se trataban de Matías y Kelly Mohs, los reconoció porque
ella ya había visto un par de fotos de cuando ellos eran jóvenes y sin duda alguna
eran ellos; tal vez aquí un par de años más jóvenes, pero ellos de cualquier modo.
Y ahora sabiendo que fueron sus abuelos quienes presenciaron tal asesinato, ya
no tenía consigo la firmeza de ir a platicar con sus antecesores. Dudó cruzar la
puerta, se sentiría muy extraña, ahora no creía que pudiera siquiera entablar
alguna conversación con ellos. Indecisa por esa decisión, lo meditó mejor y tras
pensarlo una y otra vez, se decidió en esperar a un oficial, específicamente el que
estaba hablando con Matías y Kelly. Tomó asiento en una silla de la sala de espera
y comenzó a observar a su alrededor, siguiendo a las personas que entraban y
salían de salas o habitaciones; en eso, mientras su vista seguía a un oficial, se
detuvo al notar que a metros alejado de donde ella estaba, estaba Neón.
Se levantó de la silla sorprendida y se acercó al joven apresuradamente e
iba a decirle algo, pero no lo hizo cuando notó la total concentración de él en la
pizarra donde había muchas noticias. Con cautela, ella se acercó y se colocó a su
lado para observar detenidamente lo que el menor veía. Se trataba de un anuncio,
específicamente con un rótulo “Se busca” de un criminal. Se trataba de Andro, era
un dibujo exacto de Andro, la persona que cometió tal acto maligno. Neón se dio
cuenta que Eva estaba a su lado y la miró, pero casi en seguida se volvió al
dibujo. Los retratistas hicieron un excelente trabajo.
—Eso es malo —mencionó preocupado el joven sin dejar de mirar la
imagen, el tono por como lo dijo, alarmó a la mujer—. Él ahora no está dispuesto a
hacer nada más que buscar a Isaac Ferrie y darle fin, pero si las autoridades lo
atacan ahora, él se defenderá y dará comienzo a una catástrofe; una masacre.
La angustia de Neón se trasladó a Eva, comprendiendo en su totalidad sus
palabras; los oficiales harían enojar a Andro y si eso ocurría, muerte no se haría
esperar.
—Debemos encontrarlo —Neón se giró para ver a Eva—, a Ruber. Él es el
único que puede detenerlo.

123
Tenía mucha razón, él era el único que podía detenerlo, es más Eva no
creía que aquel joven que conoció y era tímido, fuera realmente el “robot perfecto”
de Val. Ella miraba la imagen y no evitaba recordar cómo lo había conocido,
cuando iba a la escuela lo encontró en medio del patio dando vueltas a su
alrededor, perdido y notó que observaba detenidamente a los otros estudiantes y
que se mostraba no solo confundido, admirado, pero con una seriedad que ahora
que lo pensaba se le hizo extraña. Cuando ella se acercó y habló con él, Ruber le
sonrió y la saludó con alegría al momento que le decía: “Hola, ¿cómo has
estado?” eso le pareció graciosos, reaccionaba como si ya se hubieran conocido
de antes. Ahora era que comprendía; ese día tal vez estaba observando a los
demás para saber cómo debía reaccionar. Sus ojos se nublaron de tristeza, ahora
entendía a la perfección la manera de ser de él y algunos comentarios que hacía.

La noticia voló más rápido de lo esperado. A la mañana siguiente tanto en


los programas de televisión, como en los volantes de las noticias daban la
notificación de un joven asesino que era muy peligroso y que si alguien lo
identificaba o lo veía, se comunicara con las autoridades y que por seguridad de
las persona no se acercaran a él; se debía tener mucha precaución. La noticia
recorrió alarmando a muchos ciudadanos, pero también muchos lo pasaban por
alto, no porque creyeran que no había asesinos, de esos muchos, pero pensaban
que se trataba de una exageración, la fama que tenían los informáticos.
—Acabo de ver a un joven que me dio la apariencia del joven que están
buscando —se escuchó la voz de un señor desde el otro lado de la linea. El jefe
de la policía recibió esa llamada—. Tenía una gorra en su cabeza y unos lentes
oscuros, pero me pareció que se trataba de él —termino de decir.
—¿Me puede decir en que dirección lo vio? —preguntó el mayor al
momento que sacaba una pequeña libreta de su bolsillo de la camisa y tomando
un bolígrafo de su escritorio anotaba la dirección que le dio el hombre.
Al terminar, agradeció y colgando salió de su despacho y se dirigió a la sala
principal dando la orden de ir a inspeccionar la zona; él junto con varios de sus
hombres se subieron a una patrulla y se encaminaron al domicilio. Una vez allí, los
tres carros comenzaron a moverse por los alrededores, tomando precaución para
no asustar a los vecinos y evitar que el buscado no se escapase y que los
ciudadanos no se sintieran en peligro. El copiloto de unas de esas patrullas apuntó
a un joven que caminaba como escondiendo algo.
—¿Cómo es que viste el sospechoso? —preguntó al conductor al notar al
mismo joven que su compañero vio.
El joven llevaba un pantalón de mezclilla negro con unas botas al estilo
Harley del mismo color, con una chaqueta de color verde oscuro y lo que más les
llamó la atención fue que escondía su rostro con lentes oscuros y una gorra de
lana, tal y como había mencionado el hombre.

124
—No hay duda, se trata de él —se dijo en voz alta al momento que tomaba
el radio y comunicaba a sus compañeros —Vamos por él —informó a su
compañero al colgar la radio y disminuyó la velocidad para no pasar al joven.
Encendieron las luces, sin emitir el sonido de las sirenas, por ello, las
paredes de las calles se iluminaron de las luces de las sirenas, dándole una señal
al joven que los oficiales estaba allí. Y lo que querían hacer les funcionó, ya que el
joven se viró a donde ellos y sin moverse se quedo allí; aquel gorro de la lana no
dejaba ver su cabello, pero los hombres supieron que se trataba del sospechoso.
Ambos uniformados se bajaron del vehículo con la intención de ir a arrestarlo, pero
antes de acercarse totalmente a él, notaron que el joven dibujo una extraña mueca
y en eso, se giró con rapidez y corrió al lado contrarió, impresionando a los
oficiales. Uno de ellos, el copiloto, lo persiguió gritando que se detuviera, mientras
que el otro, velozmente ingresaba a la patrulla y con la radio comunicó a sus
compañeros que se había dado a la fuga.
El primer oficial más que desear correr, no podía si quiera acercarse más al
sospechoso ya que esté corría muy rápido; o era un experto en carreras o él ya
había perdido sus fuerzas, lo que fuera, lo estaba perdiendo y sin más, se detuvo
para tomar aire mientras que se agarraba la parte derecha del costado al sentir un
agudo dolor. Volvió a dar un vistazo al lugar donde desapareció el joven,
afortunadamente, sus compañeros ya habían llegado, esta vez habían encendido
las sirenas para hacerse notar y comenzaron a seguir al sospechoso, quien ni
siquiera al entrar a los callejones sin salida lo detenían.
En una de esas, una patrullas se colocó en la entrada para evitar que
escapara, cualquiera al verse en esas circunstancias se rendiría y eso es lo que
pensaron los oficiales, por ello bajaron del vehículo para arrestarlo, pero no se
esperaron que el perseguido se giraría hacia ellos y sin importarle nada, corrió
hasta trepar por la patrulla y caminando por la parte de arriba, saltó al otro
extremo, prosiguiendo con su escape. La conmoción de tal acto hizo que los
policías se petrificaran asombrados, pero al recuperarse, se subieron a la patrulla
y comunicó a sus compañeros que tuvieran cuidado, pues era bueno al
escabullirse.
Las tres patrullas oficiales trataron de acorralarlo, pero siéndoseles difícil,
hasta que por orden del comandante, idearon un plan y pudieron acorralar al joven
con los tres vehículos.
—¡Manos arriba! —gritó el comandante rápidamente bajando de la patrulla
—. Muchacho, no me obligues a disparar —le advirtió apuntando su arma a él.
Los demás copiaron lo mismo que su mayor. Todas las armas estaban
siendo apuntadas al joven.
—Alza las manos en donde podamos verlas —ordenó otro, notando en su
voz nada de satisfacción.
Todos los presentes estaban con sus armas en la mano, preparados de
tirotear si es que se daban las circunstancias.
Ruber maldijo a sus adentro al momento que levantaba las manos arriba de
su cabeza, se giró para encarar a los oficiales. Exactamente eso era lo que quería
evitar; evitar que le dispararan y vieran que las balas no le hacían daño, eludir que

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las personas de este tiempo vieran cosas que eran muy avanzadas para su año.
Pero también quería salir de allí para ir con el verdadero culpable, ¿cómo se los
iba a decir? Uno de ellos se acercó con cautela, mientras que otro de sus
compañeros se acercaba pero a distancia prudente no dejaba de apuntarlo. El
primer oficial, como rutina, comenzó a registrar entre sus ropas alguna posible
arma que tuviera escondida, al parecer estaba limpio en ese aspecto, así que se lo
hizo saber a su compañero, quien se acercó y ordenando al joven que bajara las
manos, las sujetó por las muñecas con unas esposas para así conducirlo a una
patrulla y llevarlo a la comisaría y así procesarlo para llevar un juicio a su contra
por el delito grave que cometió.
—No quiero cuestionar su trabajo —se hizo escuchar Ruber ya dentro de la
patrulla—, pero no soy a quien están buscando.
—Escucha, joven —habló con tono amable el piloto del vehículo, pero antes
de continuar lo miró detenidamente—. Eres igual al de la descripción, sería
totalmente fácil dar contigo. Lo digo por tu físico. —El hombre maniobró la patrulla
y comenzó a seguir a sus compañeros.

Tan rápido como se emitió la noticia del joven asesino, se infundió de igual
manera su arresto; todas las noticias se actualizaron a esa reciente noticia. La
verdad había sido todo un éxito, contando que el mismo día que se emitió la
novedad, ya habían arrestado al sospechoso y ahora se esperaba una corte
debido a que él negaba haber actuado de tal manera. Los noticiero no se hicieron
esperar y reporteros comenzaron a grabar lo que alcanzaban de la detención del
susodicho.

«Me has quitado la atención, ¿verdad, camarada?» fue el pensamiento de Andro


poniendo la atención y mirando las escenas de Ruber siendo llevado a la
comisaria desde una de las muchas televisiones que eran de muestra de aquella
tienda grande.
Andro ya no vestía con el excéntrico traje de una sola pieza, ahora llevaba
ropa común de aquel años. Vestía una camisa gris, con unos pantalones simples
de un color caqui, llevando un sombrero café que a diferencia de su semejante, no
le importaba ocultar todo su cabello. Andro guardó sus manos en las bolsas de su
pantalón y sonriendo con sorna, no dejaba de mirar las imágenes que proyectaban
las televisiones, y sin importarle el hecho que un par de guardias de seguridad y el
dueño de la tienda comercial que se acercaban a donde él. Ya que como se
imaginaran, el joven entró allí y tomando las ropas, se cambió y se las puso y salió
del vestidor con ellas, ya dispuesto a irse sin más. Todo eso lo captaron las
cámaras y por ello esas tres personas iba a reclamar tal acto de vandalismo; los
clientes tan solo miraban a ver qué pasaba.
—Disculpe, joven —habló el dueño con educación a pesar que se sentía
burlado por la desfachatez de esa persona, ¿a quién se le ocurría hacer
semejante cosa, sabiendo que las tiendas contaban con seguridad?—. Las ropas

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que lleva puestas no las ha pagado y eso es un delito, ¿por qué no acompaña a
estos hombres?
—¿Ellos me llevarán con él? —Andro ni siquiera se dispuso a mirar a los
hombres.
—Déjate de bromas —alzó la voz uno de los guardias, no estaba dispuesto
a ser «amable» con gente como esa, por ello dio el primer paso y estaba
dispuesto a detenerlo y tal acto hizo que su compañero comprendiera y también
caminara para ir por él.
Pero nunca se imaginaron lo que les iba a ocurrir, el primer uniformado, en
el momento que lo tomó del hombro para girarlo y los encarara, Andro
rápidamente tomó el brazo de su agresor y con la fuerza innata que poseía, lo
impulsó hacia adelante para que hiciera una maroma sobre él, logrando que el
uniformado cayera al piso de espalda y que emitiera un sonido de disgusto y dolor
ante el impacto. Pero aquello no terminó así, pues sin siquiera darle nada de
tiempo para asimilar lo que le ocurría, Andro se giró para mirarlo, y sin compasión
alguna, colocó su pie debajo de la barbilla, comenzando a presionar el cuello,
obligando al oficial a moverse lleno de desesperación al sentir no solo un agudo
dolor, sino que sus pulmones no cogían aire. Por ello, su compañero saltó contra
él con todas las intenciones de derribarlo, pero quien fue derribado fue él al sentir
cómo el joven le proporcionó un doble golpe en la nariz y esternón, no solo
provocando que cayera al suelo por el impacto, sangrándole la nariz al haber sido
fracturada sentiéndose sin aire alguno, revolcándose en el suelo mientras con
desgarradores gritos se tomaba la nariz.
Algunos de los clientes decidieron retirarse, aterrorizados por la escena y
también para evitar meterse en problemas; al contraste de otros, que decidieron
quedarse porque sus fuertes ganas de “curiosidad” eran más que cualquier cosa.
Con la boca abierta, el dueño, al salir de su asombro, giró y corrió a su despacho y
así llamar a la policía. El oficial que estaba debajo de los pies del joven, porque
Andro no solo dispuso a ahogarlo, sino que se subió completamente arriba del
hombre sin escuchar sus repetitivas súplicas. Lo que hizo que levantara su pie
para que el uniformado volviera a respirar como era debido, fue el sentimiento de
que debía irse de allí; no debía estar perdiendo tiempo con los insignificantes
civiles, por eso se retiró del lugar.

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Capítulo 27
El costo por prevenir el caos

—Disculpe, señora, tal y como lo dije a los medios de comunicación, ya


tenemos al asesino tras las rejas —volvió a repetir el comandante de las fuerzas
policiacas de la ciudad Cuarzo a la mujer que estaba del otro lado de la línea.
Aquella señora había sido testigo de presenciar la escena en el súper
mercado, y que le indicaba al comandante que había visto al mismo joven que
estaban buscando toda la tarde de ayer y la mañana del mismo día. El hombre
rodaba los ojos cada vez que la señora decía que ese joven que vio se trataba del
asesino y que había golpeado a dos guardias. Tal y como el dueño de la tienda
llamó, oficiales fueron a investigar, pero solo eso, de seguro se trataba de un joven
rebelde, después de todo, no hubo muertes. El oficial se giró para ver detrás de la
enorme ventana que funcionaba como una pared de su oficina; desde allí, notó
que en la recepción se encontraban dos jóvenes que se notaban alterados y que
hablaban con una de las recepcionistas.
—Disculpe señora, ahora mis hombres fueron a investigar aquel caso —le
hizo saber—, ahora tengo mucho trabajo, así que me voy a retirar... que tenga
buen día.
El comandante colgó y abriendo la puerta, ingreso a la comisaría, y se
acercó a la recepción.
—¿Qué es lo que sucede aquí? —preguntó.
—Señor —la mujer de la recepción no se hizo esperar—, ellos desean ver
al joven que acaban de arrestar. Pero les he dicho que no pueden, pero insisten
en querer verlo.
El comandante echó una mirada a los dos jóvenes; se trataban de Eva y
Neón, la primera dio un paso y se dirigió al de mayor rango.
—Déjenos ver a Ruber.
—¿Ruber? Oh, ¿así es como se llama? Interesante, se rehusaba a decirnos
su nombre. Lo lamento mucho, señorita, pero desafortunadamente no se le está
permitido hablar con nadie hasta que se emita el juicio, y este comenzara mañana.
Y una vez determinen su sentencia, pueden verlo. Por ahora, como se niega a
declarar, me temo que puede tardar su condena.
—Escuche —habló Neón—, es que ustedes no comprenden nada. Él no es
el culpable de nada, pero necesitamos de su ayuda —La voz del muchacho se
empezó a alterar, por lo que Eva trató de calmarlo, pues aunque se sentía de la
misma manera, sabía que aunque le dijeran todo o se lo explicaran con cada
detalle, no llegarían a nada.
—¿Qué son de él?
—Somos compañeros —respondió Eva.
—Sé que para los amigos, es muy difícil saber que uno de ellos sea capaz
de hacer algo tan terrible, pero...
Mientras hablaba, ambos jóvenes suspiraron lentamente, al momento que
negaban con la cabeza. El comandante guardó silencio al notar la inquietud que

128
impregnaba el rostro de ellos, se giró un poco y se dirigió a uno de sus hombres
que hacía guardia como le correspondía, le habló con orden:
—Joseph, lleva a los muchachos al módulo donde se encuentra el joven,
por favor.
Tanto como Eva, Neón y hasta el mismo guardia se sorprendieron al
escucharlo decir eso, y eso se debía a que no estaba permitido que se visitaran
por cuestiones de reglas y de protección, aun así, el comandante notó que harían
cualquier cosa, hasta una revuelta por verlo y mejor evitar problemas, así que les
daría la oportunidad. Pero claro, esperaba que Joseph se estuviera pendiente de
que no hicieran nada inusual. De esa manera, el hombre los guió hasta el módulo;
el fondo de la prisión era muy grande, dentro de ella había muchas personas, de
diferentes edades, desde jóvenes hasta mayores. Ambos fueron guiados hasta el
fondo, donde allí estaba tras las rejas Ruber, quien estaba sentado sobre una
cama, él se levantó sorprendido al ver a Eva.
—Eva —se acercó a las rejas sonriendo aliviado al verla allí—, estás bien,
me alegro...
Mas ella no compartió su gusto.
—¿Pero qué estás haciendo, Ruber? —El tono de la voz de ella le dejó ver
que no estaba nada satisfecha, y supo la razón por la que se encontraba en ese
lugar —No deberías perder el tiempo, ¿no deberías estar detrás de Andro? ¡Has
algo! Por Dios, ellos no pueden retenerte....
—Lo sé. ¿Me odias?
La mujer miró a los ojos a Ruber. Que lo perdonara, pero no se sentía nada
bien, desde que llegó allí deseaba llorar. Desahogarse por todo, soltar la
frustración que se formó en un nudo en la garganta. Se encontraba en un lugar
que no era su hogar. Ya no sabía cómo reaccionar. Y ahora lo de Ruber, era la
única persona que podía terminar con aquella pesadilla. Sintió que sus ojos
escocieron.
—Necesito saber una cosa —Neón se metió entre ambos para romper el
silencio que se había formado, Ruber lo miró y el menor continuó: —Si me
confrontara contra ti, ¿cuánto duraría?
Aquella pregunta lo sorprendió a gran manera, al igual que a Eva, quien no
se esperaba tal cosa, es más, estaba a punto de objetar. ¿A qué venia aquella
interrogante? Pero no pudo hacerlo porque Neón se giró para verla y ella
comprendió con su expresión seria, que no mencionara nada. Ruber, cabizbajo,
miraba detenidamente el piso, cualquiera diría que estaba conmocionado, pero
realmente estaba sacando cuentas. Al terminar, se desconcertó, volvió su vista al
menor, ¿debía decelérelas?
—Neón —pronunció con voz baja, y mirando la seriedad del muchacho,
prolongó sin mirarlo a los ojos: —No durarías ni cuatro minutos —agarró los
barrotes —Una posibilidad de 25 % si te defiendes, un 10 % si no lo haces y...
—Lo comprendo —lo interrumpió al momento que dibujaba una media
sonrisa; ya estaba informado de todo eso, ya se lo habían dicho, tan solo quería
saber el tiempo —Mira Ruber, tal vez estás confundido, no comprender mucho al

129
igual que cualquiera de aquí, pero estás consciente que eres la única persona que
puede enfrentarse a él, ¿cierto?
«Irónico, porque soy yo.»

El cielo comenzaba a mostrar la puesta de sol, el día estaba por concluir y


entre las personas que se encontraban fuera de sus hogares o de su trabajo, un
auto de lujo color negro viajaba por una calle que pasaba cerca de la estación. En
su interior, estaba el conductor e Isaac Ferrie, el que fundó la Fundación de Ayuda
al Desamparado, un instituto de organización en que se ayudaba a los inmigrantes
de otros países. Isaac ahora era senador, aunque a veces se arrepentía de
hacerlo, ya que era un trabajo agotador, pero lo tomó porque era necesario para
poder ser presidente de aquel país. Ferrie miró fuera de la ventana y comenzó a
observar, quería llegar lo más rápido a la casa de su hija, la que estaba recién
casada y que al llegar de la luna de miel, lo había invitado a una cena. Pensando
en eso, sintió como el vehículo iba disminuyendo velocidad hasta que se detuvo
completamente, extrañado, se incorporó en el asiento trasero y observó a su
chofer.
—Señor, disculpe —Fue lo primero que hizo el chofer; disculparse a pesar
de que no fue su problema. Continuó: —Un joven esta en medio de la calle.
El senador echó un vistazo al frente y efectivamente, vio a un peculiar
joven, se trataba de Andro, quien en vez de quitarse, se acuclilló mostrándose muy
confortable. Sin darle mucha importancia, Ferrie se volvió a relajar en el asiento, al
momento que miraba la hora de su reloj que adornaba su muñeca.
—Pásalo de lado, pero ten cuidado, debe estar drogado y puede ser que se
arroje cuando estemos cerca. No quiero problemas.
—De acuerdo —mencionó el chofer mientras volvía a mover el carro y tal
como le ordenaron con lentitud, se orilló.
El carro negro pasó a un lado de Andro, quien a mitad del recorrido, se puso
de pie, cuando estuvo cerca de la ventanilla, cerca donde estaba descansando
Isaac y con una velocidad asombrosa, atravesó el vidrio y a pesar de que le vidrio
del carro era difícil de romper, para Andro fue tan fácil como hacerle un agujero a
un servilleta mojada. Los pedazos de cristal cayeron y llenaron la parte de atrás. El
chofer frenó repentinamente, lo que provocó que el señor Ferrie, sorprendido, se
moviera bruscamente dentro del vehículo, pero también sabiendo que estaba en
peligro por ese ataque, que al principio no supo cómo fue; se deslizó en el asiento
y abriendo la puerta del otro lado, bajó a toda prisa del carro. Miró desorientado y
con un dolor de cabeza a su alrededor, sintió sangre escurrirle por un lado de la
frente, pero no se encontraba en momento de estar pendiente de si estaba herido
o lo que fuera; aunque también estaba perdido en lo que debía hacer. Por ello, no
se dio reparo en ver atrás, pues, no supo que tan conmocionado y asustado
estaba el chofer, quien minutos atrás, se bajó del transporte con un arma y para
«proteger» al senador, disparó al joven, pero la bala ningún daño le hizo.
Andro dirigió sus ojos al arma y tan rápido como el pestañeo de ojos, esta
fue arrebatada de las manos del chofer, y no se conformó con hacerle eso, lo

130
golpeó fuertemente con el codo en pleno rostro. Y con indiferencia, tras mirar al
hombre quejarse y agarrándose la cara mientras daba un par de pasos hacia
atrás, apuntó el arma de fuego y apretó el gatillo. El sonido del arma al ser
accionada fue una terrible señal para Isaac, quien ahora prestaba atención al
escenario, la sonrisa que el joven dibujó en el rostro, provocó que su piel se
hiciera de gallina.
El androide arrojó la pistola, ya que no le serviría de nada.
—Hablemos de negocios, señor Ferrie —dijo mientras acortaba la distancia
entre el senador y él.
Isaac, con ojos desorbitados, no dejaba de mirarlo. ¿Quién demonios era
él? ¿Porque quería hablar de negocios? Por donde se mirara, no se veía con las
intenciones de hablar de ello. ¿Había sido enviado de una tierra enemiga? Esas
preguntas se formulaban, pero para él no tenían lógica alguna. No era nadie, tan
solo un senador, ni siquiera era presidente de ese país, ¿por qué lo mandarían a
matar? Esa era la pregunta más importante. Su rostro se mostró severo y con la
mirada de igual manera, pudo darse una idea de quien era una vez tenerlo más de
cerca y mirarlo detenidamente.

Ruber abrió sus ojos tan grandes, llenos de lo que parecía sorpresa, Eva y
Neón que aún se mantenían allí, se miraron al pensar en que la reacción de él no
fuera una señal buena, y efectivamente no lo fue, cuando él informó con voz
oprimida:
—Ya lo encontró.
—¿Dónde? —Neón se acercó totalmente, hasta donde las rejas se lo
permitieron.
—Cerca de la estación.
Al escuchar eso, el joven se apresuró y se dirigió allí a toda prisa. Sin
prestar atención a los llamados de Eva, como de Ruber, desapareciendo de su
vista.

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Capítulo 28
Evadir para vivir

En las afueras de Cuarzo, en una base militar, en donde todos sus


trabajadores se encontraban en la hora de descanso porque el fin de sus tareas
cotidianas habían finalizado, la mayoría se mantenían en la cafetería platicando
con sus camaradas. Unos pocos se encontraban trabajando, y los restantes
estaban descansando pero aun en su lugar de trabajo.
En el salón de clases que se impartía la escuela de candidatos a oficiales,
el entrenador Antti Virta se encontraba sentado en una silla, teniendo el descaro
de poner los pies cruzados arriba del escritorio, mientras hojeaba una revista que
ya había leído antes. Antti Virta era un teniente de su unidad militar. Su cabello
rojizo era lo más sobresaliente, su tez blanca ahora dorada por el sol, era dueño
de unos ojos verdes claro, de 30 años de edad, sirviendo en la milicia desde los 18
años, lo han denominada uno de los mejores hombres y por ello, nombrado
teniente de su escuadrón.
En ese momento, estaba usando el uniforme que consistía en una guerrera
color caqui con camisa blanca de manga larga, pantalón caqui; zapatos negros y
guantes blancos, con su capote o gabardina conjunto con la vestimenta. El
hombre, sin dejar de leer, escuchó como alguien abría la puerta del salón e
ingresaba.
—An, ¿qué clase de ejemplo le vas a dar a los novatos con tu desfachatez?
—habló un hombre, un par de años mayor que el nombrado.
—Ah, me aseguré de recoger primero las cosas del escritorio —informó sin
dejar de prestar atención a la revista en sus manos.
Su compañero miró el lado derecho con papeles amontonados y demás
cosas que una vez estuvieron por todo el escritorio, ahora tan solo en un pedacito.
Sonrió ante la desvergonzada respuesta de su compañero.
—¿Y qué te trae por mi humilde santuario, Ron? —preguntó An mientras
bajaba los pies del escritorio para tomar asiento correctamente, y dejaba la revista
sobre este.
—Solo vine a saludar, me enteré que te van a dar vacaciones, me imagino
lo contento que debes estar de ver a tu familia.
—Demasiado, ya quiero ver a mis hijos. Más que nada al pequeño, ya que
no lo he visto en persona.
—¿Cuánto tiene?
—Va a cumplir los 8 meses.
—Válgame, pero qué rápido pasa el tiempo, ¿verdad? Nos estamos
haciendo viejos.
—Ni que lo digas —sus ojos se dirigieron a las manos de su mejor amigo,
que llevaba consigo un libro. A él siempre le gustó leer, desde que tiene conciencia
desde joven le había gustado la lectura y le gustaba leer de cualquier cosa, que a
veces no tenía que leer y volvía a hojear algún libro o artículos que ya había leído
—. Eso que llevas es un libro, ¿verdad? ¿Me lo prestarías?

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Ron asintió al momento de pasárselo y mencionar con voz sarcástica:
—Toma, nútrete, nútrete, nútrete.
En eso, una alarma se hizo escuchar por cada estancia de la base militar,
An, como Ron, prestaron atención y enseguida por altavoz se escuchó la voz del
comandante, que informaba que a toda prisa, capitanes y tenientes se reunieran
en la sala de reuniones. Y acatando la orden, An se dirigió a ese lugar en donde el
comandante les informó que se había dado la noticia de un problema en el centro
de Cuarzo.
—¿La policía no puede encargarse de eso? ¿No es acaso su trabajo? —
cuestionó un capitán desconforme, sin comprender aun el hecho de que los
hubiesen llamado a ellos.
El que llamaran a las fuerzas militares era porque un enemigo extranjero
estaba proclamando una guerra, ¿qué podía haber en Cuarzo?
—Bueno, la policía es la que nos ha llamado.
Los bullicios no se hicieron esperar, los presentes se miraron unos a otros,
ahora sí sin entender aquello. Estando pendiente de eso, el comandante, quien
permanecía en una pose recta, hizo que guardaran silencio y al hacerlo prosiguió:
—No tenemos mucha información de ese dato, pero al parecer, en el centro
de la ciudad hay algo que es inmune a las balas. Una persona, según.
—Es ridículo —mencionó su desacuerdo An, dando un paso adelante para
hacerse notar y sus compañeros como el mismo comandante lo observaron —¿Es
una persona?
—Al parecer —reiteró el hombre de mayor rango enseguida, dio media
vuelta y ordenó que todos tomaran posición y fueran a ver el problema que había
en la ciudad y percatarse si era o no lo que se decía.
Había recibido una llamada de su colega comandante de las fuerzas
policiacas, que el joven que arrestaron ese mismo día, como si nada escapó de la
cárcel doblando los barrotes de su celda, y no solo eso, cuando un par de sus
hombres lo quisieron detener y dispararon, la bala no le hizo daño alguno. Ahora,
la policía estaba aterrada y por ello Fabián Fumero, comandante de la base militar,
deseaba saber si era verdad lo que su colega le informó.

—Eres la persona que mató a ese joven, ¿cierto? —preguntó Isaac a


Andro.
El senador desvío su vista al brazo de su enemigo, entrecerró los ojos,
juraría que fue con el que atacó el automóvil.
—¿Qué eres?
—Su verdugo, señor —sonrió—. Tan peculiar como siempre. Obsesionado
por lo autómata. Tengo un mensaje de parte de él.
—Tú... —no cabía en sí de lo que estaba ante sus ojos.
Andro se acercó más a él para que lo pudiera ver más de cerca y estuviera
consciente de lo que le iba a arrebatar la vida. El corazón del político comenzó a
acelerarse, recordando una de las cosas del porque deseaba encabezar la

133
presidencia del país, y en cierta forma, convencer a los senadores de la
prohibición de los autómatas. De aquellas criaturas que se acercaban a la
perfección, podían significar un gran enemigo para el futuro de la raza humana. No
solo abogar a su tiempo, salvar a las generaciones futuras de sus posibles
creaciones.
—Death on around you —comenzó a decir Andro—, because the forbidden
is the most desirable. And what you wanted to avoid that's what will kill you. This is
at last desire of you desire... Era la canción favorita de mi amo.
Ante el anonadamiento que sintió por un momento el político, en un par de
segundos sonrió incrédulamente.
—¿Qué es lo que me estás tratando de decir? ¿Acaso eres un autónoma?
¿Crees que creeré algo como eso? Lo mires por donde lo mires, es
verdaderamente absurdo. ¿Que alguien te ha enviado para darme muerte?
—Esa es mi prioridad —contestó serenamente Andro sin sentirse afectado
por lo que escuchaba—. Es usted una persona bastante interesante.
Se acercó aún más al hombre político y el último, a pesar de sentir la
terrible fuerza de salir huyendo, sus mente no reaccionó a ello, al contrario,
observaba con minuciosidad el rostro de quien se convertiría en su verdugo. Y sin
tener fuerzas de dejar de mirarlo, sus ojos a pesar de emanar desconfianza,
peligro y miedo, también estaban llenos de asombro, ¿acaso era verdad lo que iba
a suceder? Efectivamente, en un rápido movimiento, Andro tomó con sus dos
manos el cuello del hombre y poco a poco iba estrujándolo hasta obligarlo a
manotear para zafarse, pero la fuerza aterradora del joven era impecable, y poco a
poco se sintió desfallecer. Sus pupilas negras que no dejaban de mirar los ojos de
diferente color, poco a poco fueron inundándose de lágrimas como de
desesperación, y entre la neblina de la conciencia y la inconsciencia, escuchó una
voz.
—¡Andro! —La exaltada voz de Neón se escuchó por el lugar. Su
respiración exhausta dejaba notar que había corrido como nunca en su vida —
Pelea conmigo primero.
Andro, sin dejar el cuello del hombre, quien ya había perdido la conciencia
por la falta de aire, se giró para mirar al joven y sonriendo con son de la burla,
habló:
—Primero deja que termine con mi trabajo, ahora mismo te atiendo.
Tal respuesta obviamente no agradó al menor, pero estando consciente de
que esa iba a ser su respuesta, se acercó a Andro tan rápido como sus parte
humana le dejaba, se colocó atrás del autónoma y como mera reacción, tocó su
hombro con la intención de obligarlo a soltar al inconsciente hombre, y así fue,
pero desafortunadamente, como impulso, Andro tomó la mano de Neón y la
flexionó y dando vuelta, quedó frente al joven. Lo bueno había sido que se trataba
de los dedos robóticos, pero aun así, el dolor hizo que el joven dibujara una mueca
de tortura. Ante eso, Andro tomó el cuello del menor y jalándolo hacía abajo con
fuerza lo obligó a bajar su cuerpo y en ese momento él levanto su rodilla y le
propino un golpe en pleno rostro.

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Neón se arrodilló mientras se tocaba el rostro y gritaba por el dolor que
sentía, unas gotas de sangre escaparon de la nariz; el joven se miró la mano,
estupefacto sin asimilar la situación, ni siquiera captó cuando Andro lo agarró de
los cabellos y lo jaló para obligarlo a ponerse de pie.
—¿No habíamos hablado de cómo iba a terminar esta confrontación?
Sin compasión en su sereno rostro, el autónoma le volvió a dar un rodillazo
en el estómago y sin dejar siquiera que asimilara la situación o de darle
oportunidad de defenderse, sin soltarle el brazo, el autónoma se puso detrás del
joven, doblando su brazo, obligando a que Neón se arrodillara y así quedando de
nuevo en el suelo y Andro arriba de él; estiró su brazo, haciendo que el menor
gritara al sentir como este se desprendía y esa era la intención, deshabilitar su
brazo para que no hiciera más cosas. Lágrimas escurrieron por las mejillas del
menor y su plan funcionaría si no fuera porque se percató de que alguien había
llegado a la escena. Andro se giró un poco para encarar a su semejante a unos
metros alejado de ellos.
—Déjalo en paz —ordenó Ruber.
Andro soltó el brazo de él y levantándose, miró con reto a Ruber. Entonces,
el primero se percató de algo, aquel individuo no había llegado solo, escuchó que
a lo lejos se acercaban carros y un par de sirenas de las patrullas se escucharon.
Desvió su mirada a donde yacía el cuerpo inconsciente de Isaac y dibujando una
sonrisa disconforme, pues sabía que no lo había matado, volvió su vista a Ruber y
desde que había despertado, algo extraño en él creció hacia Ruber. Un
sentimiento que no podía descifrar, pero era uno que se formaba cuando lo
miraba. Sin decir una palabra, giró y comenzó caminar para alejarse de ese lugar.
Había interferencia para poder cumplir con su cometido, primero tenía que
deshacerse del estorbo, pero eso sería otro día, con eso en mentalidad,
desapreció, pero con aquella tranquilidad.
Ruber rápidamente se acercó al joven para socorrerlo, iba a preguntarle si
estaba bien, tal y como se debe hacer, pero tomando las circunstancias supo que
no era el momento adecuado. Era obvio con tan solo mirarlo. Su orgullo había sido
pisoteado y se lo hizo saber cuándo mencionó con voz ronca:
—No duré ni tres minutos.
—Está bien, hiciste lo que pudiste. Pero yo voy a ser quien se encargue de
él. Y tú sabiendo eso, ¿por qué lo hiciste? ¿Por qué te enfrentaste a él? —
preguntó sin comprender el actuar del joven.
—Es algo que nunca entenderías... nunca.
Los vehículos de los militares que habían llegado, siendo guiados por dos
patrullas de policía, se estacionaron.
—Vete —dijo Neón —Debes irte, ellos no estarán felices de lo que hiciste —
Sonrió divertido —Llegaste tarde, Ruber.
—Lo siento —tras disculparse, dejó al joven recostado en el suelo y
haciendo caso a sus palabras, se fue de allí. Había armado una grande cuando
salió de la cárcel, no mató a nadie, pero de que lastimó a un par de hombres, no lo
negaría.

135
El primero en bajar de un vehículo militar fue An, y enseguida los demás
soldados. El primero miró a su alrededor, desconcertado de lo que pasó, observó
el carro oscuro, estropeado de la ventana y a un hombre muerto. Al momento no
pudo imaginar que es lo que sucedió; entonces visualizó a un hombre, y no a
cualquiera, se trataba de Isaac Ferrie y acercándose a él observó a un joven y
enseguida, escuchó a la joven castaña que fue la que dio la dirección nombrando
al menor; se giró para verla salir de la patrulla en la que se le obligó a subir, y
también que ella ignoró al conductor de que no se moviera de allí. Eva se acercó a
Neón, pero antes de llegar An la detuvo.
—Señorita, tranquilice. Al parecer él está bien —Lo miró, y eso pensó, por
lo menos no estaba sangrando aunque dibujaba una mueca de dolor mientras se
agarraba con fuerza su brazo derecho, pareciendo que lo tenía fracturado.
—Virta —Un hombre se acercó a él —Se le acaba de informar al
comandante sobre la situación. También llamamos a una ambulancia —Ambos
soldados miraron a donde Ferrie, a quien alguien le estaba dándole primeros
auxilios —El comandante de la policía nos mencionó que no dejáramos escapar a
la joven.
Eva miró con sorpresa a An, quien aún no la soltaba y darse cuenta de su
pasmo, él le mencionó:
—Usted es un testigo importante de lo que ocurrió en la central de policía,
usted conocía a la persona que escapó, ¿verdad? Es según lo que se me informó.
Las ambulancias hicieron su presencia.
—A Neón, ¿qué es lo que le van a hacer? —preguntó ella al ver como lo
cargaban en una camilla y se lo ingresaban a una ambulancia.
—Asistencia médica. Por ahora, ¿podría acompañar a este oficial? Me
gustaría poder hablar con usted en un lugar más privado.
No con muchas ganas de ir, ella siguió al uniformado y subió a la patrulla.
Estaba nerviosa de lo que iba a sucedes más adelante.
—Ron —el hombre se dirigió a su compañero.
—Dígame, teniente.
—¿Qué crees que sucedió aquí?
Ron echó una mirada a su alrededor antes de decir con seriedad:
—El senador Isaac Ferrie fue atacado. Un supuesto joven salió de la cárcel
y no pudo ser detenido, llegamos a la escena y no se encuentra a nadie como el
joven, a excepción del acompañante de la joven y el senador. Ah, y por supuesto,
encontramos el cuerpo del que parecía el chofer de Ferrie, quien fue asesinado
por un arma de fuego. Han involucrado a la base militar. No soy detective,
teniente, para entrelazar que tiene que ver un caso con otro. Pero me supongo
que se puede tratar de un ataque terrorista.
—¿A nuestro país, o a la ciudad? —se extrañó ante la suposición de Ron.
Aquellos problemas de ataque habían quedado olvidados en el año 2100 al
firmarse un acuerdo de paz, pero claro, estaba que desde remotos tiempos de la
humanidad, siempre se hacían esos tratados de paz y siempre eran rotos. El ser
humano era tan desvergonzado, que no le extrañaría. La cuestión era, ¿qué país
era? Y si es que era otro y no del mismo.

136
—Eso es lo que vamos a averiguar —dijo por último Ron antes de caminar
y alejarse de su amigo para subir al vehículo y dirigirse a la base.
Antti miró por última vez su entorno antes de subirse al su vehículo, y a
diferencia de sus compañeros, a él le habían designado interrogar a la señorita,
así que se dirigió al centro de Cuarzo.

137
Capítulo 29
La verdad

Su rostro mostraba total confusión, y a pesar de estar viendo las cámaras


de seguridad que grabaron la fuga del joven caucásico, no podía creer lo que sus
ojos le dejaban ver. Las cámaras mostraban que el nombrado «Ruber» salió de la
celda tan fácil con tan solo doblar los barrotes y no solo eso, estaba el hecho de
que algunos oficiales trataron de detenerlo, pero el sujeto tan solo los movía a un
lado sin dificultad. Pero lo que realmente hizo que su estómago se revolviera
provocándole un dolor por la ansiedad, fue ver como las balas de las armas no
tenían efecto alguno en él; no lo dañaron y pasó de largo. Los oficiales se
quedaron parados, atónitos, sin poder hacer más, pues no estaban entrenados
para esa situación.
Cuando se terminó la cinta, An se giró para ver a Eva y Neón que estaban
sentados detrás de una mesa. El menor había reusado ser llevado al hospital y a
pesar de observarse exhausto y que se tomaba el brazo con fuerza indicando que
posiblemente se lo había roto, rechazó el visitar una clínica. Ellos tres eran los
únicos que se encontraban en aquella habitación que funcionaba como un
interrogatorio, y que a pesar de que detrás de la cámara Gesell los observaban los
hombres de al mando de la policía y la milicia; tenían su privacidad. Por esa razón,
An acercándose a los dos jóvenes, preguntó, dirigiéndose en especial a Eva, pues
según los informes, era ella la que había sido testigo de lo sucedido en la
comisaría.
—Tengo entendido que mencionó que es un conocido, ¿quién o qué es en
verdad el joven caucásico? —Meditó un poco— ¿Por qué razón estaban cerca de
la estación?
—Le voy a contar la verdad —mencionó Eva al momento que miraba
detenidamente la mesa —Pero es posible que lo que le cuente, lo vea ridículo o
disparatado, pero le aseguro que es la verdad. Nosotros venimos del futuro.
Si se pudiera escuchar, ni ella lo creería. Sonrió al momento que miró
directamente a An, quien, tal como se lo esperaba, no mostró reacción alguna, ni
sorpresa, ni nada. El hombre parpadeó un par de veces, sus ojos miraron a Neón
y de nuevo a Eva, incrédulo. Movió un poco la silla para poder tomar asiento y así
lo hizo. Miró directamente a Eva, lo que provocó que ella se sintiera molesta, pues
no sabía en qué pensaba el militar, ¿creía que estaba loca? ¿Acaso pensaba que
le estaba jugando una broma?
—Es absurdo —dijo An después de un minuto de silencio.
—No lo es —alzó la voz Neón, quien se paró de la silla—, Klaus Val creó un
androide y lo envío aquí para matar a Ferrie.
—¿De quién están hablando?
Era un caso perdido. Aun así, Neón comenzó a contarle todo lo que habían
vivido, de las planes y de todo. Por otro lado, Eva recordaba exactamente una
escena que ya había vivido, cuando estaba en el hospital de Ciudad del Comienzo
y que trató de decirles a los médicos y no creyeron nada. Si en ese año en que la

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tecnología estaba más avanzada no creyeron en lo que ella les dijo, ¿cómo iban a
creerles en un año, donde la tecnología de nuevo comenzaba su apogeo? Tal vez
todo era un caso perdido, así era como ahora ella lo miraba.
—Isaac Ferrie se convierte en presidente del país —dijo ella, ahora mirando
con seriedad a Antti. Para ser honestos, ella ya se sentía decaída, desilusionada
por todo, pero meditando, no se rendiría tan fácil, había pasado por muchas cosas
como para tirar la toalla allí mismo —Tal como lo mencionó Neón, él crea una ley
donde se da prohibición a la creación de autónomos o robots que puedan
aprender. Andro, quien busca a Ferrie para matarlo, puede que haga algo más que
simplemente matarlo. Él fue un presidente que sacó a flote la depresión en que se
hundió el país, que surgirá tres meses después de ser nombrado presidente. No
sabemos qué pasaría si él no llega a ser presidente, puede que el país, como la
ciudad se desmorone completamente.
An abrió los ojos con sorpresa.
—¿Estás diciendo que él gana las selecciones? ¿Qué es exactamente lo
que quería ese Val? —preguntó ahora un poco interesado, lo que hizo que Eva se
admirara.
Antti Virta, a pesar de verse serio, se notaba que era una persona honesta y
sincera. O por lo menos eso mostraba, a menos de que solo fingiera mostrar un
poco de interés, y que después de esta conversación iría con sus superiores y les
diría que ambos necesitaban ir con un psicólogo. Lo que fuera, ella iba a llegar
hasta donde pudiera. Por el momento confiarían en la persona que estaba a su
frente.
—Lo que le estamos diciendo no es mentira —informó Neón, por lo que An
desvió su mirada para verlo con desconcierto.
Para ser honestos, el hombre dudaba de lo que le estaban diciendo. Su
trabajo no era así como para sacar conclusiones y demás cosas. De eso se
encargaba la policía y detectives, pero como habían metido a los soldados en ese
inusual asunto, debía de ser perspicaz, ya que había escuchado que las personas
suelen crear historias para justificar sus delitos. Pero tomando en cuenta de lo que
segundos antes observó por medio de las cámaras de seguridad, tanto del centro
de la comisaría como las escenas cerca de la estación, se presentaba el mismo
joven caucásico, que por esa misma razón preguntó, sin estar muy seguro de lo
que escucharía:
—Si no me equivoco, ¿hay dos de ellos?
—Así es —quien tomó la palabra fue Mohs, quien ansiosa, miró con
esperanza al soldado—. El es Ruber y esa persona es confiable y el único que
puede detener a Andro.
—¿Es confiable? —Miró desconcertado la mesa— ¿Estás segura de eso?
Escucha, —ahora el mostró rostro serio al igual que su voz, ocasionando que la
mujer y el joven tuvieran una mala corazonada—, siendo honesto, no creo eso de
que vinieron del futuro y que un hombre planificó todo esto, es como si fuera
sacado de una novela ficticia. Pero —el hombre guardó un poco de silencio,
produciendo que esos segundos de silencio fueran eternos para los oyentes, pues
prestaban una extraordinaria atención al mayor con el corazón en la mano—. Una

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diminuta parte de mi ser me dice que crea en lo que me han dicho —terminó de
decir —Por favor, no hagan que me arrepienta de hacer caso a esa parte de mí.
Eva y Neón se miraron sonriendo. Por lo menos había alguien que les creía
y para ellos, eso era algo de ventaja. Ahora confiarían en que el teniente Antti Virta
hablara con sus superiores y efectivamente así fue, él se dirigió a hablar con
Fabián Fumero y con su colega de años. En esa conversación, les contó todo lo
que le mencionaron los jóvenes, exceptuando que Eva y Neón viajaron al pasado,
si él todavía tenía sus dudas, ¿cómo sería para otras personas que eran más
escépticas?
Aun así, a Vitta se le conocía por tener un don de palabra y eso significaba
que pudo convencer a los mayores de algo, en que Andro y Ruber eran autómatas
que por ser creados del mismo dueño, eran idénticos, pero que ambos eran
diferentes y que se podía confiar en el llamado Ruber. También, en esa discusión
que no solo tardó un par de horas, más bien se llevó todo el día, se decidió trazar
un plan. Este plan consistía en que se buscaría a ese tal Ruber, y como sabían
que el otro iría tras Ferrie y que este descansaba en un hospital, lo llevarían a
refugiar en las instalaciones médicas militares con la diferencia de que no dirían al
medio de comunicación nada del traslado, moverían a la gente de la zona del
rededor de la calle del hospital para evitar bajas de civiles.
Aquella era la idea y solo faltaba que se pudiera hacer sin ningún
inconveniente.

«¿No podía ser igual que los demás?»


Tal pregunta invadió por toda la mente de Ruber, quien, desde donde se
resguardaba, miraba sus manos sintiendo un odio por estas, llegándole un deseo
de tomarlas y arrancarlas de sí. Solo tal vez de esa manera ya no pueda hacer
daño. ¡Bah! No sabía en lo que pensaba, ahora más que nunca las ocupaba, pero
su tortuosa mente le reclamaba la sangre inocente que derramó aquel día, aun no
podía olvidar; se llevó las manos sobre su cabeza y movió sus cabellos con
desesperación mientras su mente volvía cuando se enfrentó con el RV de ese
hombre mitad robot. Su instinto lo obligó a defenderse y a destrozar aquel aparato
arrancándole cada una de sus piezas. Dándole a entender que fácilmente podía
dañar a alguien si se sentía peligro. Por esa razón era peligroso. No obstante,
existía alguien que pedía su ayuda, su única amiga; Eva. Por eso iría a encontrar
a su némesis y derrotarlo a como dé lugar.

140
Capítulo 30
Segundo Plan en Marcha

A pesar que las calles debían estar vacías porque los civiles cerca del radio
de lo que muy pronto se convertiría en un campo de batalla y fueron evacuados, la
calle aun así se veía llena. En ella había muchos carros y tanques de guerra y al
parecer, estos seguían llegando. La mirada azul grisaceo de Eva no dejaba de
mirar los vehículos que seguían acercándose y estacionándose estratégicamente
por las vías públicas, pero lo que más le sorprendió era que muchos soldados
bajaron de estos y se formaban haciendo una barrera. Mohs levanto su vista un
poco para ver al teniente An, que estaba a su lado, notando que contrajo una
mueca de disgusto.
—¿Por qué hay muchos soldados? —preguntó Neón, quien estaba del otro
lado de An, inquieto.
Antes de contestar, el teniente inhaló aire.
—Iré a ver.
El hombre caminó dando zanjadas enormes malhumorado, que el supiera,
lo que se mencionó ayer en la junta no se dijo nada de mandar a casi todo el
ejército allí, ¿en qué pensaba Fumero? Se detuvo cuando observo una enorme
máquina que se acercaba haciendo un estruendoso ruido. Se quedó asombrado
por la maravilloso mecanismo que sus ojos siguieron hasta que este se detuvo.
Nunca había visto esa arma, pero había escuchado que fue tremendamente
peligrosa, ya que lanzaba terribles ataques de proyectiles muy fuertes, la estaban
preparando. De una camioneta observó salir al capitán Appin, el hombre
encargado de esa misión y compañero y amigo de Fabián. An se detuvo al estar a
una distancia prudente, el semblante serio de An llamó la atención del capitán y
tan solo sonrió.
—¿Que significa todo esto? —preguntó el teniente—. Acordamos que no
habría muchos cerca. No queremos llamar la atención. ¿Cree que el otro no se dé
cuenta que lo estamos esperando?
—Ah, sobre eso. El comandante dijo que era mejor estar preparados por si
acaso se necesitaba atacar.
—Yo no estoy en contra de eso —mencionó An tratando de que su voz no
se escuchara tan irritada—. A lo que me refiero es que parece que ustedes
primero serán los que abrirán fuego. ¿Lo van a hacer? —Se sorprendió al ver el
rostro del mayor.
—Es tan solo precaución.
—No, no, no —se escuchó ahora Neón cortando distancia entre ambos
militares—, esto está mal. No pueden atacarlo, eso sería peligroso —al verlo, el
capitán arqueo la ceja nada contento tras escuchar al joven ¿Qué demonios hacía
un niño cuestionando a los mayores?—. Cuando él observe todos los soldados y
lo ataquen, lo único que harán es hacerlo enfadar.

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El joven se iba a acercar más al del mayor rango, pero fue detenido por An,
quien comprendía lo que trataba de decir, Neón dirigió su vista a al hombre y él
negó con la cabeza.
—Necesito hablar con el comandante.
—Imposible —dijo con voz ronca el capitán dándole la espalda y redirigirse
a uno de sus hombres para darle la orden de cargar la máquina de misiles.
—Appin, déjame una vez más hablar con el comandante —repitió, pero fue
en vano el hombre se negó, es más, ordenó que sus camaradas que no lo dejaran
tomar algún radio ara comunicarse con Fabián, quien permanecía en las
instalaciones militares.
An apretó su mandíbula sintiendo como su estómago se prendía de fuego
por la estupidez que podrían hacer sus compañeros. Lo que más le irritaba era
que en la junta de ayer se le había aclaro que solo estarían pendiente un par de
grupos mientras se encontraba al joven caucásico, ya que no estaban seguros si
Andro iría ese día o al siguiente o al siguiente. Además, ahora evidenciando que el
ejército estaba allí esperándolo, cabría la posibilidad que pensaría que Isaac no
estaría en ese hospital y ni siquiera se asomaría allí y ¿entonces? La única
oportunidad que tendrían de detenerlo se quebraría por la negligencia del
comandante y capitán.
—An, siento ser insistente —La voz de Neón lo volvió a la realidad—, pero
pienso que Andro no vendrá.
Sonrió y por un momento deseó que uno de sus hijos fuera como él, se le
notaba a leguas que era un joven inteligente y muy sagaz. Aun así, no era
momento de estar pensando en esas cosas, él lo único que deseaba era que sus
hijos, sus nietos vivieran en un tiempo de paz.
—Eso mismo estaba pensando —mencionó con abatimiento —Neón, dime,
¿cómo es el futuro?
—Tranquilo. Está ciudad se convertirá en el soporte de toda cosa
tecnológica y aunque luchara con pandilla y esas cosas, se vive con plenitud.
Se alegró por eso, por esa misma razón si era verdad que Isaac Ferrie llega
a ser un individuo importante en la nación, en esa ciudad. Lo protegería. Pues
significaba que sus hijos vivirían pacíficamente, por esa misma razón había
decidido entrar a la armada pues pensaba que de esa manera contribuiría a que
su prole pudiera vivir en un lugar más sosegado. Eso pensaba. Sus pensamientos
fueron dispersados al volver a escuchar a Neón, se giró un poco para ver como el
joven se alejaba de él, para cortar distancia entre él y un grupo de militares,
frunció el ceño al reconocer a Appin. Sin más se apresuró a ellos.
—Oigan, ¿qué es lo que van a hacer con ella? —cuestionó Neón
apresurado a los militares que estaban metiendo a Eva en una camioneta.
—Responda capitán, si es que se puede saber lo que planean hacer con
ella —secundó An.
—No le vamos a hacer nada —Fue lo primero que mencionó al dirigir su
vista al menor quien se veía con la intención de subir a la furgoneta en donde Eva
ya había desaparecido—. Al contrario. La necesitamos, es para poder reconocer al

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chico caucásico «bueno»y no confundirlo con el «malo». ¿Comprende, capitán
Virta?
—No me mencionaron nada de esto —cuestionó el hombre confundido.
—Algunas cosas no se le mencionaron —respondió Appin ingresando al
vehículo del lado del copiloto, apoyando su brazo en la puerta—. Pero no se
preocupe, todo está bajo control.
—¿Puedo acompañarlos? —preguntó Neón.
—Lo siento —contestó el de mayor rango—, debes quedarte aquí por si
viene al que ustedes llaman Ruber o a Andro.
La camioneta dio reversa y al acomodarse, se dirigió a su destino,
desapareciendo de la vista de An y Neón. Más el mal presentimiento incremento
dentro de ambos, no estaban seguro de lo que realmente planeaban. Neón iba a
preguntárselo al militar de su lado, pero al ver el rostro desorientado de An, supo
que a él tampoco le informaron de nada. Algunos trabajadores de la base militar se
encontraban en el techo del edificio del hospital, observando a su alrededor por
medio de binoculares para dar la señal de si se observaba acercarse alguno de los
jóvenes caucásicos. Desafortunadamente habían pasado dos horas y todavía no
había resultados productivos, por lo menos en ese lado de la ciudad pues del otro
lado, el la furgoneta en donde Eva estaba siendo transportada, ella se dirigió a los
mayores al notar a Ruber.
—¿Estas segura que es él? —interrogó el capitán mirando a la joven desde
su lugar por el espejo retrovisor. No deseaba arriesgarse si no lo era.
—Definitivamente es él —Asintió ella bajando el vidrio de la ventana de la
puerta.
El capitán se dirigió al conductor y le hizo una señal asintiendo lentamente,
lo que el conductor comprendió y girándose condujo para acercarse al joven.
Ruber distinguió la furgoneta militar y por ende, al pensar que venía a arrestarlo se
disponía a huir de nuevo, pero se detuvo al escuchar la voz de Mohs, quien lo
llamó asomando la mitad de su cuerpo de la ventana. El vehículo se paró y
bajaron los militares a bordo obviamente con armas en mano, todas siendo
apuntadas hacía Ruber.
—Bajen las armas —ordenó el de mayor rango levantando su mano para
que le hicieran caso.
De cualquier manera era absurdo amenazarlo con ellas si era verdad que
era indestructible tal y como lo vio en la cinta de la grabación. Por esa misma
razón decidió traerse consigo a la joven, pues si era verdad lo que decía, el joven
ya la conocía y sería una buena manera de convencerlo de que los acompañara.
Appin observó de pies a cabeza al joven, quien los mirada con seriedad. ¿Ese era
el joven, peligroso? Bueno no lo era, era el supuesto otro. Aun así, a simple vista
más que dar miedo u otra cosa, despertaba dentro de él otro sentimiento. Pero
dejando de lado eso, habló:
—Me han dicho que te llamas Ruber —tuvo la atención del nombrado—.
Tenemos un pequeño trabajo para ti, ¿lo aceptarías? —Levantó la ceja esperando
respuesta, pero no la obtuvo, simplemente un silencio los envolvió.

143
—Lo único que quieren es que detengas a Andro —habló Eva a los
segundos.
—Eso es lo que voy a hacer, pero, ¿es necesario ir con ellos? —Ruber miró
con desconfianza al capitán, quien con su serenidad se mantenía en posición
recta, como todo un militar.
—Han pasado casi dos horas, pero no sabemos nada del llamado Andro.
—¿Y desconfían de mí?
—Por supuesto que no. ¿Tú sabes dónde está?
—Sí —La corta respuesta sorprendió a los presentes, hasta a Appin, quien
tras parpadear un par de veces, preguntó:
—¿Donde?
—Andro los está observando ahora.
—¿A qué te refieres con eso? —preguntó atónito el de mayor rango.
«Ruber, ¿tú sabes donde esta Ferrie?» podía escuchar la voz de Andro
desde su cabeza y había estado llamándolo, tal y como lo había estado haciendo
cuando todavía estaba en ciudad Del Comienzo. Precisamente iba a ir donde se
encontraba para darle fin a eso.
«Dime donde está. No está en el hospital, ¿verdad? Pregúntaselos y
házmelo saber.» Seguía diciéndole una y otra vez.
—Andro sabe que Isaac Ferrie no está en ese hospital. Él sabe que se trata
de una emboscada.
«De acuerdo» el tono de Andro se volvió totalmente serio, «no te da
vergüenza aparentar algo que no eres. ¿No te humilla el que hayas abandonado
tu misión y ahora estés con estos tipos? Aconséjame, compañero, ¿qué debo
hacer para saber la ubicación de Ferrie? ¿Debo matar a todos los que están aquí
o meterme a la red de sus computadoras?»
«¡No te atrevas!»
Ruber no podía ver el rostro de su semejante, pero definitivamente pudo
imaginárselo dibujando una descarada sonrisa.
«Los aniquilaría a todos solo por ti, amigo mío» Ruber abrió los ojos llenos
de sorpresa, que no se le ocurriera hacer eso, «lo haría por el simple hecho de
agobiarte, Ruber. Sí, porque tu llegas a aborrecerme más que los mismos
insignificantes seres humanos.»
—Entonces, lo sabe —Appin meditó en el asunto.
Sin darle importancia a que Ruber salió corriendo para detener a Andro de
crear una masacre con los militares que estaban frente al hospital. Por otro lado,
Appin dio media vuelta y mientras se subía a la furgoneta, por medio de su radio,
se comunicó con el comandante Fumera, quien mirando desde las cámaras en
unas pantallas desde una habitación de la seguridad de la base militar, contesto al
llamado de Appin.
—Señor —no se hizo esperar el capitán—, acabo de informarme que Andro
está cerca del hospital. Me parece que debemos acudir al plan B.
El comandante mirando la pantalla principal y ver a todos sus soldados por
medio de ellas, contestó:
—Por supuesto. Tiene mi consentimiento —Al ordenar colgó el teléfono.

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Del otro lado, en la calle cerca del hospital, el que Appin dejo encargado
mientras iba en busca de Ruber, recibió la llamada del capitán. Así que Appin no
se hizo esperar y ordenó:
—Escúchenme, nos movemos a las instalaciones médicas militares.
Al escuchar eso los que alcanzaron a escuchar la orden se sorprendieron,
uno de ellos era Virta y Neón, quienes se miraron confundidos, ¿porque
cambiaron el plan? La respuesta no se hizo esperar.
—Andro ha estado observándonos. Él sabe que Isaac Ferrie no está en el
hospital, así que nos movemos a las instalaciones médicas de la milicia para
proteger al señor Ferrie a como dé lugar. Puede que vaya a ese lugar.
Desde las alturas de donde se encontraba Andro, se dijo:
—Oh, ¿está en las instalaciones de la milicia?
«Fue más fácil de lo que imagine» pensó al haber ingresado al sistema de
cómputo de la base militar. Al principio, al verse fácil ingresar a la red, dudo, así
que se dispuso simplemente a observarlos. Al momento notó que los tanques y
soldados se retiraban dispuestos a ir a las instalaciones. Aun serio, torció su boca
con un mal sabor de boca. Se habían movido más rápido de lo que le hubiera
gustado. Pero bueno, llegaría más rápido al hospital militar antes de que pudieran
llevarse a Ferrie de nuevo a otro lugar. Calculó el tiempo y hasta se tomó la
molestia de medir la manera en que los militares se movieran y dieran la orden de
mover a un indispuesto a otras instalaciones.

Por otro lado, desde la habitación de la base militar, Fumera miraba con
detenimiento desde las cámaras como su equipo se movía lo más rápido posible.
—Estamos muy agradecidos de que se haya dado un tiempo de crear este
segundo plan —Fabián se giró para ver a una mujer madura recargada en la
pared del fondo de la habitación—. Es tal y como usted mencionó podría pasar.
La mujer, quien fumaba, sacó el cigarro de su boca y al expulsar el humo de
sus fauces, sonrió al decir:
—Sí ese es un androide tal y como lo mencionó Ferrie, entonces no cabía
duda que se iba a dar cuenta que le tenían una emboscada. Y obviamente,
pudiera ser que ingresara a las redes de la base militar para saber dónde es que
habían metido a Ferrie.
La mirada oscura de la mujer se dirigió al joven hacker que habían
contratado y que se encargaba de las cámaras de vigilancia, por un momento se
sintió tenso ante la penetrante mirada de la mujer. Pero sabía lo que ella quería
saber, así que mencionó al momento que desviaba su vista al ordenador que tenía
a su frente.
—No detecte anomalía de un intruso dentro de la red del ejército.
La mujer volvió a absorber el humo del cigarro y al terminar, se acercó a la
mesa que estaba a mitad de la sala y sin importarle, apagó el cigarro sobre ésta.
Se acercó a Fumera, quien no despegó su vista de ella. Y que por cierto la miraba
con un poco de recelo, pues había llenado la habitación de humo de cigarro
cuando al ingresar al cuarto en la pared de enfrente un enorme letrero en que se

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podía leer: «Prohibido Fumar» con grandes letras rojas, además de la ilustración
de un cigarro encendido dentro de un circulo y siendo atravesado por una línea
roja el dibujo.
—Es muy sutil —informó ella—, o simplemente es mejor que lo que
tenemos ahora. Por cierto, ¿dónde es que escondieron a Isaac Ferrie? —se dirigió
al de mayor rango.
—¿No está en el centro médico de la base? —preguntó sorprendido el
joven que maniobraba las redes de las cámaras.
—Así es como marcha el segundo plan —informó con seriedad el
comandante—. Prácticamente encierra el primer plan. Podríamos decir que el plan
B se proyectó del plan A. En pocas palabras el primero solo fue una carnada —
Dibujo una sonrisa—. Y no lo hubiéramos logrado sin su ayuda, Irina. Y sobre su
pregunta, es un secreto —Fumera miró a la mujer, quien sin importarle, no
despegó su vista a las pantallas que ahora mostraban precisamente las
instalaciones médicas de la milicia.
En realidad, el plan B era que Andro desde un principio sospechara que
Isaac no estaba en el hospital principal de la ciudad Cuarzo y que se infiltraría en
la información «secreta» de la base militar y así darse cuenta que Ferrie se
encontraba resguardado en el CMM (Centro Médico Militar) y así fuera a ese lugar,
en donde estaría siendo esperado por otros soldados y con armas mucho más
potentes que podrían utilizar sin miedo, ya que el CMM está ubicado en las fueras
de la ciudad y en donde no había ciudadanos que corrieran peligro alguno.
Cuando hablaron con Antti Virta, el plan original era el esperar al androide
en una emboscada mientras encontraban a Ruber y todo eso, pero esa misma
noche, Appin y Fumera no estaban tan conformes de ese boceto. Ambos temían
que fallara. Los civiles, que aunque en la radio se evacuaran, Andro sospecharía y
¿qué pasearía si las armas que llevaran no funcionaban con él? A pesar de las
horas planeando el plan, no estaban satisfechos, así que fueron a pedir ayuda a
Irina, una mujer, que a pesar de las dotes estratégicas que tenía, se rehusaba a
trabajar para la base militar. Pero cuando ella escuchó toda la historia que le
pareció interesante, aceptando el trabajo, rehizo el plan que habían trazado, para
de esa manera «perfeccionarlo», convirtiéndose en el Plan B. En ese plan que
solo lo sabían ella, Appin y Fumero. Pero el lugar exacto en donde se refugiaba
Isaac Fierre, solo lo sabían el capitán y el comandante.
Este segundo plan se estaba llevando a pie de la letra.

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Capítulo 31
Causa del Combate

—Vamos a ver qué tal sale nuestro plan —comentó Irina sin dejar de
prestar atención a la pantalla que mostraban la zona donde estaban los hombres
de su viejo amigo Fumero.
Los soldados comenzaron a tomar sus posposiciones, en ese lugar había
por lo menos, el doble de militares que había cerca del hospital. Algunos
defensores se mantenían en hilera con sus armas de fuego, mientras que otros
permanecían escondidos en una trinchera como mera protección, ya que cuando
atacaran al enemigo con su mejor armamento, se disponían a atacarlo con lo
mejor que tuvieran para arrasarlo, esos eran su planes, aunque contaban con que
les iba a ser muy difícil, pero tenían la esperanza de que lo derrotarían, por lo que
solo necesitaban a que llegara.
Desde la habitación de la base, Irina, quien sacó de sus prensar una
cajetilla de cigarros y golpeadora levemente de la parte de abajo, retiró uno de
ellos y al mostrarse fuera, lo sacó completamente y metiéndoselo a la boca, lo
encendió con su mechero. Por el rabillo del ojo, observo como Fumero la miraba
con desapruebo. Al absorber el humo y en ningún momento miró al rostro al
comandante, movió su cabeza haciendo un movimiento indicándose que prestara
atención a su frente y al exhalar el humo, dijo:
—Nuestro invitado ya se presentó.
Inmediatamente y con asombro, el comandante dirigió su vista a las
pantallas y moviendo sus ojos busco donde estaba, detuvo su vista de escaneo al
verlo. Allí estaba Andro, caminando para acercarse a la base militar, con una
calma asombrosa. Mientras tanto en esa zona, uno de sus hombres al verlo por
medio de unos binoculares, se lo hizo saber al capitán encargado y él sin titubear
miró a un hombre que estaba arriba de una de las máquinas y levantando su
brazo le hizo la señal que le indicó que debía preparar el arma, que era un misil
pequeño, pero muy potente. Antti se apresuró a Appin.
—Estas cometiendo un error. Debes dejar que el otro se haga cargo de
detenerlo, solo lo haran enojar —Lo miró con seriedad, pero el capitán aunque lo
escuchó, se limitó permanecer su vista al frente. Dispuesto a dar la última señal.
—Señor Antti —Neón preocupado al imaginar cómo terminara todo,
mencionó: —No podemos dejar que ellos se hagan cargo. No saben lo que están
por hacer.
An con paso veloz y comprendiendo la veracidad de las palabras del
menos, se subió a un vehículo para ir directo con el comandante para detener esa
absurdez. No le importó sacar a la fuerza a uno de sus compañeros para subir a la
camioneta y arrancarla, para llegar más rápido a donde se mantenía el
comandante. No podía creer que un joven de la edad de Neón, razonara mejor
que sus compañeros de alto mando. Aunque debía de admitir que si no fuera
porque él sabía que el jovencito y la joven venían del futuro, imaginando que allá
las cosas son superiores, él también hubiera estado al lado de sus colegas de

147
oficio, creyendo que con su actual armamento podían acabarlo. Y en cierta
manera, muy dentro de él nacía la esperanza de que eso fuera a suceder, que
ellos lo tienen todo bajo control. Desafortunadamente, al escuchar a Neón y a Eva,
se dio cuenta de una cosa, no sabían con qué demonios se estaban metiendo,
porque ni siquiera los viajeros estaban conscientes de su capacidad, tan solo que
era realmente peligroso.
Mientras aceleraba pensaba que debió haberles mencionado que el
androide no solo era una máquina pensante, también que era del futuro. Sonrió
riéndose del mismo, tal vez ni siquiera lo tomarían en cuenta. De cualquier
manera, ya estaban en ese punto y debía de por lo menos avisar que detuvieran el
ataque.
Por otro lado, del otro extremo, Andro sonrió nada contento o divertido al
distinguir la bola de militares que lo esperaban. Acarició la parte de atrás de su
cabeza.
—Sabía que había sido fácil entrar a sus dominios —Se dijo aun caminando
con la intención de acercarse para obligarlos a que le contaran la ubicación de
Isaac Ferrie.
En su hogar no estaba, ya se había percatado de eso, así que supuso que
lo tenían muy bien resguardado.
—Que molestia son —mencionó en lo que pareció un susurró que se
desvaneció en el aire.
Su mirada ya no solo observaba a aquella gente con irritación, era una
mirada de hastío. ¿Debía llegar a mucho para poder matar a Ferrie? ¿Era tan
importante como para arriesgarse al protegerlo? ¿O simplemente ignorantes y
deseosos de comenzar algo que se arrepentirán?
«Te sorprenderás al saber hasta dónde puede llegar la estupidez humana»
ese pensamiento se le vino a la mente, sin razón alguna y no era precisamente
suyo, pero sí, ya podía verlo. Es más, poco a poco que iba conviviendo y
observando a los humanos, un sentimiento nada bueno crecía hacía ellos;
aversión. Comprendiendo que poco a poco se iba formando su carácter, su forma
de verlo todo.
Mientras tanto, An al llegar a su destino, se bajó de la camioneta e ingreso a
las instalaciones como alma que se lleva el diablo y es que lo más rápido posible
que deseaba hablar con Fumero. Se extrañó de ver el lugar desolado, pero claro,
a todos había enviado al campo de batalla, así que no era para extrañarse,
ingreso a la sala de control, en donde supuso estaba el comandante y sin tocar
ingreso con diligencia. Los tres pares de miradas se posaron a él, quien
adentrándose a la habitación y quedando frente a frente con su comandante.
Apaciguó su respirar entrecortada y dijo:
—¡Señor, detenga el ataque ahora!
—¿Qué es lo que está haciendo aquí? Debería estar en su posición,
teniente.
—Fumero —Se interpuso la mujer interesada por la inesperada visita del
soldado—, deja que hable el muchacho.

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—¿No ha pensado en que sucedería si el mayor ataque no funciona? —El
hombre izó la voz.
—Tenemos todo calculado....
—No es verdad —Lo interrumpió el pelirrojo— ¿Por qué no esperan a que
llegue Ruber? Sabe lo que me dijeron, que él es indestructible y que ninguna de
nuestras armas puede vencerlo. No solo se trata de una máquina caminante; es
pensante, fuerte e irrompible —No se lo dijeron así, pero él se imaginó que iba a
ser radical, aunque a pesar de eso, sus palabras eran verdaderas —Ninguno arma
que tengamos le afectara. Ruber es el único que puede detenerlo.
Un penetrante silenció invadió toda la sala, la mirada del de mayor rango
viró a las pantallas y observó a Andro ya más cerca de la milicia, debía tomar una
decisión y rápido. Anteriormente ya se había planteado esas preguntas, pero
siempre ante toda la respuesta estaba la más deseosa, la que podrían derrotarlo.
Pero ahora lo dudaba, tragó saliva, volvió a mirar el serio rostro de su teniente y
como si hubiera sido el impulso que necesitaba, Fabián tomó la radio y se
comunicó inmediatamente con Appin, quien al percibir con su propia vista al joven
caucásico, levantó su brazo para indicar el ataque, pero a medio camino, escuchó
que Fabián lo llamó, así que respondió:
—Detenga el ataque, Appin —se escuchó la seca voz del comandante, y lo
primero que hizo el capitán fue buscar con la mirada a Virta y dibujó una mueca de
disgusto al no verlo, imaginándose lo que había ocurrido.
Sin contestar o decir algo, notó como Andro estaba más cerca, si intentaban
detener el ataque, tal vez no obtendrían otra oportunidad de tenerlo tan de cerca.
—Señor, sus órdenes —se escuchó uno de sus hombres, impaciente por el
decreto. El militar sintió el peso de las miradas inquisitivas combinadas con pánico
al ver acercarse el androide —¿Capitán?
Apretó ligeramente el receptor y pensando muy bien en lo que iba a decir a
continuación, contestó con firmeza.
—Lo siento mucho comandante, pero no pienso desistir —Levantó el brazo
—. Hemos llegado muy lejos para rendirnos y no intentarlo —bajó el brazo dando
la señal.
Tal acto hizo que la persona que iba a dispar el misil, asintiera y todos se
colocaron en sus respectivos lugares. Y el arma fue disparada.
—¡No!
Fue demasiado tarde, ya habían lanzado el proyectil. El grito del
comandante fue opacado por un estruendoso ruido que invadió cada uno de los
tímpanos que los presentes, haciendo que algunos se taparan los oídos, pero a
pesar de ello, el fuerte ruido penetro sus tímpanos. Comenzando de esa manera
una aniquilación de proporciones abundantes que nunca se pudieron imaginar. La
batalla ya había dado comienzo.

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Capítulo 32
Campo de Batalla

Él no conocía la mayoría de las cosas que observaba a su alrededor. Él


tenía la capacidad básica de algunas cosas, más el entendimiento de ciertas
cosas no. Por eso observaba con detenimiento y con algo de interés lo que
acontecía a su contorno. Un excelente ejemplo era cuando miró desde lo lejos a
los soldados que estaban reunidos, y que usaban protección y con armas, supo
enseguida de lo que se trataba; una emboscada. Olió el peligro, suponiendo que
es lo que sucedía y sucedería. Más lo que ignoraba era lo estos hombres
utilizarían para atacarlo. Por eso cuando observó aquella máquina no estaba
consciente de lo que lo atacaría y cuando iba llegando el proyectil y que quiso
detener, lo golpeo algo con mucha fuerza, tanto así que lo alejó por varios metros,
explotándole en toda su persona. El impacto fue tan grande y fuerte que hasta la
misma tierra del suelo se expandió por todos lados, soltando una minúscula lluvia
de tierra, polvo y creando una cortina de humo. Fue una pequeña, pero potente
explosión que provocó aturdiendo a los presentes y provocarles una sordera
pasajera como una molesta luz para sus ojos. Los soldados se taparon los oídos
mientras volteaban ligeramente su cabeza hacia un lado y cerrando los ojos para
evadir un poco ese fulgor.
Cuando hubo terminado eso a pocos minutos del impacto, los presentes
miraron con atención el punto de la colisión, esperanzados de que cuando se
esfumara totalmente la cortina de humo y lo que se presentara frente a sus ojos,
los hiciera sonreír y aplaudir con gran esmero que el esfuerzo dio resultado. Pero
para su sorpresa, nada de aquello fue lo que observaron. Sus ojos esperanzados
se desfiguraron por algo lleno de incredulidad como de asombro y hasta el miedo
en ello se reflejó. Sí, ante el humo que iba desapareciendo por el leve viento que
soplaba se alcanzó a ver una silueta completamente en pie.
Una irritación que nunca había sentido y que nunca se imaginaría sentir, se
formó en su estómago y como venas de agua subterránea fluyó por todo su
interior. Más que enojado por lo que le hicieron, estaba realmente molesto por lo
que le hicieron sentir y no precisamente “ira”, era algo más, una experiencia
desagradable; el dolor. Y aunque Andro no poseía lo que se nombraría un sistema
nervioso central, sí poseía una ligera incitación de terminaciones sensitivas que
reaccionaban cuando algo tan potente como semejante a una bomba, le podía
provocar un dolor intenso. Así fue como lo deseó Klaus Val, precisamente para
que se sobresaltara cuando sintiera dolor. El androide exaltado por ese nuevo
sentimiento, miró con irritación a los militares, quienes permanecían inmóviles al
presenciar al androide en pie y aparentemente sin daño alguno.
—No funciono. El plan fracaso —repitió Fumero con voz queda e incrédulo
aun de ver intacto a Andro.
—No —Se escuchó la señora Irina sin poder expresar con palabras su
sentir y admiración y quien impresionada soltó su cigarro—. El plan era infalible.
Lo que fracaso fue no ver o calcular la potencia de él. Nuestro error fue no

150
presenciar la fuerza sobre-humana que podía llegar a poseer esa endemoniada
máquina.
«Se los dije» deseó decir Antti, pero no lo dijo y no solo porque no valdría la
pena, a decir verdad quería recalcárselos, fue porque un nudo en su garganta se
lo impidió hacerlo. Se limitó a mirar con ojos desorbitados la pantalla. Y estaba de
acuerdo con Irina, su error fue no prevenir o pensar detenidamente los posibles
sucesos de sus acciones. Simple pregunta debieron haberse cuestionado mientras
trazaban ese plan ¿y sí? Ellos no sabían que Andro estaba fabricado con el hierro,
acero, volframio más resistente que podía existir en el planeta, además de estar
bañado con una ligera capa de cuarzo y diamante.
En el campo, Andro con demás rabia, sus ojos de diferente color miraron de
aquí allá a la multitud que permanecía de pie, hasta los que se habían escondido
detrás de las trincheras improvisadas se habían unido con los demás porque
pensaron que iban a festejar. En esa multitud toda expresión negativa se dibujaba
en sus rostros. Sin despegar fijamente su mirada, Andro comenzó a caminar
lentamente mientras disfrutaba ver como algunos soldados tragaban saliva y unos
dando un paso hacia atrás con la intención de huir de allí, pero eran opacados por
sus compañeros que estaban a sus espaldas, quienes permanecían inmovilizados
como sí se trataran de estatuas de piedra.
—Los voy a aniquilar a todos —Se escuchó por demás enfadado Andro, por
esos hombres carrasqueño las palabras y ya no exactamente por el dolor, ese se
había ido, fue porque ahora los vio como a una plaga.
Una plaga que impedía que realizara su cometido.
Tomando velocidad corrió hacía ellos abriéndose paso entre los pasmados
hombres, empujándolos. Una sonata se escuchó a los cuatro vientos de una pelea
entre mortales y un androide. Los militares tomando sus armas y otros hasta con
puño se fueron contra el robot. Siendo las armas nulas porque las balas no hacían
daño alguno y tan solo revotaban al tocar la piel metálica de Andro. Sorprendidos
en proporciones mayores y sin desfallecer teniendo como prioridad el detenerlo
intentaban de detenerlo. Más Andro con fluidez innata los empujaba de aquí allá
con tan solo tocándolos, pero no bastaba con eso. El joven robot luchaba como
todo un experto en artes marciales, proporcionándoles patadas maestras a sus
enemigos y a quién se pusiera a su frente. Gritos agudos se escuchaban cuando
recibían un golpe o patada de él, también saltando para pisar los rostro mientras
se impulsaba en estos para hacer una maniobra en el aire y al caer al suelo o
arriba de un desafortunado soldado, se movía para seguir golpeando a los que se
atrevían a enfrentársele, por otro lado, se enfocaba para tomar a los que se
disponían a huir, no los iba a dejar escapar como simples ratas tras oler un
mortífero veneno.
Tomaba a un hombre de las piernas y girándolo para marearlo y usar su
cuerpo como arma para apartar a los militares que están a un radio de dos metros,
lo soltaba sin importarle donde cayera; en el suelo o arriba de otros compañeros. Y
aunque eran muchos los militares, ninguno de ellos pudo si quiera acercársele, ya
que miraba cada uno de los movimientos de sus enemigos. Movía sus ojos tan
rápido que parecía que estuviera en fase del sueño REM. Esquivaba los

151
movimientos agachándose mientras seguía golpeando. Entre el revuelto, Andro
tomaba las armas que tiraban y las descargaba contra la multitud. El campo de
batalla de golpes y fracturas, había pasado a convertirse en un lago de sangre.
Cuando le arrojaban granadas y el montón de escombros y polvo se levantaba
elevándose hacía el cielo y convertirse en un cortinaje de humo, no impedía al
androide saber dónde se encontraban ellos.
Gritos, suplicar, llantos llenos de terror era lo que el aire soplaba en ese
terreno.

—Por Dios, detenlos —Irina miró a Fabián, el hombre estaba tan solo
inmovilizando mirando la masacre sin saber cómo responder —¡Ordena que se
detengan! ¡Ordena algo!
Al despertar de su estupefacción cuando algunas cámaras dejaron de
funcionar, Fumero se apresuró a tomar su radio y comunicarse con Appin, pero el
capitán no contestaba, no reaccionaba ante lo que sus ojos presenciaban, pero
también porque había perdido total señal de los comunicadores. Así que sin perder
más tiempo, salió de la habitación e ir directamente allí, An lo acompaño.
Mientras tanto, Appin observaba todo y en primera fila, estaba consciente
que debía dar la orden de retirada, pero su extremidades no hacían caso estaban
petrificadas, sin contar que un nudo se apodero de su garganta que no lo podía
dejar siquiera pasar saliva y si lo hacía sus oídos eran afectados con un pulsante
dolor. Había cometido un error, por ese pequeño desliz un poco más de la mitad
de su gente había padecido en batalla en escasos minutos. No pensó
detenidamente en las consecuencias y se arrepintió de ese orgullo.
Andro, quien seguía con la labor de su aniquilación, se disponía a
detenerse cuando ninguno de esos hombres estuviera en pie, pero algo improvisto
lo golpeo. El golpe fue tan fuerte que lo obligó a alejarlo, pero a diferencia de la
bomba, ese golpe que fue en pleno rostro lo hizo alejarse rodando a varios metros
de distancia, arrasando con la tierra, deteniéndose completamente al perder vuelo,
se levantó con rostro lleno de sorpresa, no identifico aquel golpe o aquella fuerza
que fue diferente al misil que le lanzaron al principio. Se incorporó y miró lo que lo
golpeo. Abrió los ojos en par y no solo él, todos los presentes que quedaron vivos
dirigieron sus vistas a Ruber.
—¡Qué están haciendo aquí! ¡Largo! ¡Refúgiense! —gritó Ruber mirando a
su alrededor. Soldados cansados, asombrados y de todo.
Y como si esas palabras, como la persona que las dijo, fueran lo que
necesitaba, Appin se apresuró y tomó un megáfono para gritar.
—¡Retirada! ¡Abandonen el campo de batalla!
Obedeciendo las palabras del mayor rápidamente se apartaron de allí,
algunos ayudando a los soldados heridos o que solo estaban fracturados, para
apartarse de ese lugar. Las miradas de Andro y Ruber se dirigieron con ira a cada
uno. Ruber se arrepintió de haber llegado tan tarde, por su culpa mucha gente
había padecido. Pero ahora sí, ya no dejaría que Andro se saliera con la suya y
ahora lo detendría a como diera lugar.

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Capítulo 33
Ruber vs Andro

Los soldados poco a poco dejaron el campo de batalla, pero la mayoría decidió
apartarse más no irse de ese lugar resueltos de ver con sus propios ojos, la gran
lucha venidera, pero eso sí, no dejaron de auxiliar a los heridos gravemente y
fracturados. E irónico que pareciera, no los llevaron al CMM a pesar de que estaba
a tan solo metros de ellos porque el lugar lo habían clausurado. Así que a los
lesionados los llevaron a una pequeña base que habían levantado para atenderlos
allí.
Por otro lado, mientras aquel ajetreo se daba, los dos androides
permanecieron con toda seriedad parados mirándose fijamente, como esperando
a que uno comenzara para el otro seguir. Cualquiera pensaría que solo estaban
allí, sin más, pero gran equivocados estaban ya que Andro y Ruber estaban
teniendo una conversación.
«¿Ahora estas del lado de ellos?» preguntó Andro, pero no obtuvo
respuesta alguna de Ruber porque tan solo lo miraba con resentimiento. «Ellos
fueron los que me lanzaron algo primero» el androide dibujo un gesto de disgusto.
Y entonces el primero en empezar su movida fue Ruber, quien se movió
con rapidez acercándose a Andro, quien desde su posición y predecir su ataque
no hizo nada a excepción de ponerse en posición de defensa para recibir su
ataque, el que era una patada y tal y como ocurrió, la detuvo. Ruber sin querer
entrar en pánico su intención era dar un impulso hacia atrás apoyándose en el
antebrazo de su enemigo y así permanecer lo más retirado de él pero no pudo
porque al intento, Andro lo tomó de la pierna y agarrándolo con fuerza lo giró
hacia atrás para arrojarlo al suelo con tal fuerza digna de un robot y Ruber
impactó en el suelo y sin darle tiempo de nada, Andro iba a darle una patada pero
Ruber reaccionó al movimiento y giró en el suelo apartándose de esa forma, así
que la patada se encontró con el suelo, así que el atacante dirigió su vista a Ruber
quien en un ágil movimiento se levantó y tomó posición de ataque.
«Esto será entretenido» dijo Andro a Ruber.
Ambos trotaron hacía cada uno y con puño cerrado querían llenarse de
puñetazos y cada puño chocó con el puño de cada uno haciendo fuerza de hacer
retroceder al otro mientras una extraña energía salió de la expansión de ambas
fuerzas colisionar. Y antes eso, en aquella fracción de segundos se miraron
directamente a los ojos al momento que preparaban el puño izquierdo para
rematarlo en pleno rostro del otro. Ambos iban a hacer eso, cada uno leyendo el
movimiento del otro.
Por ello, Andro decidió hacer otra cosa y, eso fue que la muñeca del puño
ocupado ligeramente la bajo y dando presión hizo que su contrincante perdiera
equilibrio y con fuerza lo empujó hacia abajo y logrando su objetivo Ruber cayó al
suelo. Corindo con rapidez desde el suelo con impulso se levantó para lanzarle un
izquierdazo a Andro en la barbilla, pero para su desgracias el último sutilmente
hizo hacía atrás su cabeza y esquivó el golpe y aprovechando que Corindo estaba

153
ocupado con el brazo hacía el cielo, lo golpeó en el estómago lanzándolo para que
impactara contra un tanque militar doblándolo mientras un chirrido de metal
parecido al de un chocar contra otro metal, se levantaba sobre la brisa. Eso
aceleró los corazones de los que estaba cerca y haciéndolos correr a otro lado,
afortunadamente nadie estaba dentro del tanque y por ello nadie sufrió daños
graves.
Fabián y Antti llegaron a la escena y al bajar del vehículo se apresuraron a
donde el capitán, pero nadie produjo palabra alguna y dirigiendo su vista a los
androides observaron en silencio la confrontación. Un maravilloso enfrentamiento.
Un sudor frío escurría con nerviosismo y excitación por los rostros de los
presentes.
Ruber pudo mirar el despejado cielo azul desde su posición pues había
caído de espaldas. Se maravilló de tal belleza, era un agradable día soleado para
que cada persona allí estuviera afuera disfrutando alrededor de sus familiares o
colegas. Y también se le vino a la mente que Iba a ser difícil seguir con el ritmo de
Andro, ya lo notaba. Y tal pensamiento lo frustro porque prácticamente él era
mayor y le estaban dando una buena riña. Tal vez eso se debía al matar a Klaus,
su mecanismo de pelea, de defensa, se debía activar. Mientras meditaba en eso,
Andro quien no perdió nada de tiempo, lo tomó de los pies y lo arrastró unos
centímetros para sacarlo del destrozado tanque militar para después arrojarlo
contra otro tanque de guerra. Ruber debía permanecer en calma y dar una
solución de como detenerlo sin entrar en pánico. Movió sus ojos de un lado a otro
y decidió ponerse de pie, pero Andro ya había llegado a su lado y colocando su pie
sobre su pecho lo empujó para que no se levantara. Ruber trató de apartarlo
tomando su pie, con la presión podía sentir poco a poco como su tacto iba
incrementando poco a poco.
—Ruber, vamos —Andro se agachó un poco para quedar más cerca de él,
pero sin quitar su pie y apachurrar con más fuerza, deseoso de que sintiera lo que
él había sentido—. ¿Por qué no te unes conmigo? Ambos podemos hacer grandes
cosas. Sabes que nunca serás igual a ellos.
Mientras lo escuchaba, Ruber apaciguó su rostro. Era verdad, tenían la
fuerza y el poder de atormentar a los simples mortales. Desde que supo su
verdadera naturaleza había cruzado por su mente el que era mucho más poderoso
que cualquiera. Pero siempre algo dentro de él se lo impedía así que rápidamente
sacaba tales pensamientos de su cabeza. Y eso era en algo que Andro
definitivamente carecía.
—No. Nunca lo haré —«Protegeré el lugar donde vive Eva, el de Efrin, es lo
menos que puedo hacer por ellos.»
Estaba decidió a hacerlo, sintiéndose agradecido de su amabilidad hacía él.
Ella la había tratado bien, muy diferente a sus compañeros. Siempre los
escuchaba cuchichear sobre que era extraño y hasta algunos desconfiaban
porque pensaban que era algún miembro de una de las disueltas e inexistentes
bandas que alarmaban la buena sociedad de ciudad Del Comienzo. Y como si ese
pensamiento lo llenara de fuerza, pudo apartar poco a poco el pie de Andro de su
pecho, haciendo que retrocediera saltando poquito para atrás y cuando por fin

154
tenía el pie completamente alejado de su pecho, lo impulsó con fuerza y Andro no
cayó por que logró recuperar el equilibrio. Mientras Andro hacia eso, Ruber se
levantó y notó algo que no había notado, los cientos de miradas que estaban
observándolo. ¿Pero qué demonios pensaba esa gente siendo de espectadores?
Corrió dentro de la instalación médica militar ya que fue lo primero en que se le
vino a la mente.
Mientras corría por los solitarios pasillos trataría de pensar en cómo detener
a su semejante, ya que mientras estaba siendo pisoteado por Andro y haber
escuchado lo que le dijo, se dio cuenta que no sabían cómo derrotarse entre
ambos y se dieron cuenta cuando se golpeaban, al parecer cada golpe no hacía
nada al otro, más que un leve sentir molesto. Quería darse un tiempo para meditar
en ese tema, por ello ingresó al extenso centro médico. Pero no cantaba en que
Andro sabía dónde estaba, así que cuando Ruber se giró para cruzar una puerta
que creyó lo llevaría a otro pasillo, se sorprendió al ingresar a un cuarto lleno de
camas, se giró para ir a otro lugar, pero en ese momento esquivo con desconcierto
un ataque de Andro. Él ya había llegado allí.
—No corras —Lo escuchó decir mientras daba pasos cortos hacía atrás
casi perdiendo el equilibrio—. No puedes huir de mí, yo sé dónde estás.
Ruber recuperando el equilibrio miró a Andro, quien se le fue encima
derrumbándolo al suelo, y cuando el último se levantó, Ruber también lo hizo, vio
la oportunidad de proporcionarle un derechazo al ver que Andro se volteó dándole
la espalda, pero no contó con la destreza de Andro que como viendo el golpe
ladeó su cabeza a su derecha sorprendiendo a Ruber de tal jugarreta y Andro
mirándolo por el rabillo de su ojo vio pasar el brazo de su némesis, se giró a su
izquierda quedando frente a frente de Corindo y allí, Ruber intentó golpearlo con el
otro brazo, pero recibió un golpe con las palmas de su mano por todo el tórax
obligándolo a retroceder ensimismado y detenerse al llegar al lado de una cama y
sentarse en ella. Se levantó y se fue contra su atacante lanzándosele y al ver que
Andro le iba a suministrarle otro golpe, leyó su movimiento y lo esquivó
agachándose. Esa fue una oportunidad que vio el androide e iba a darle un
rodillazo, pero irguiendo se obligó a impulsarse hacia atrás y así apartarse del
impacto de Andro.
Pudo leer esos ataques con claridad, los observaba como si estuvieran en
cámara lenta. Volvió a esquivar moviéndose a un lado. La hazaña sorprendió a
Andro. Cuando intentaba golpearlo, Ruber fácilmente lo esquivaba y era ahora
Andro era el que recibía los golpes presionándolo a que el fuera el que chocara
contra las camas o instrumentos de la habitación. Estaba teniendo ventaja sobre la
pelea. Poniéndosele al tú por tú, la confianza de Corindo había aumentado. Ruber
tumbó a Andro al suelo y mientras se puso arriba de él comenzó a lanzarle olas de
puñetazos. Algunos Andro podía esquivarlos, mientras que otros no y eso llegó al
punto en que lo fastidio y más al ver la felicidad de su semejante, así que en una
oportunidad tomó el brazo de su enemigo y al detenerlo se impulsó con su lado
izquierdo como queriendo dar una media vuelta, alzó su pierna izquierda hasta
que su rodilla estuvo a la altura de la espalda baja de Ruber, exigiendo que con
ese movimiento Ruber se ladeara hacía la izquierda casi apartándose de él. Al

155
descifrar lo que intentaba hacer, Ruber deprisa deslizó su brazo desocupado
detrás del cuello de Andro con la intención de apretar su cuello con su pliegue
interior del codo. Pero había sido demasiado tarde, con un liguero endeblez, Andró
levantó sus piernas las descansó en el tórax de Ruber y lo empujó con fuerza.
Ruber fue a parar contra una cama que se movió junto con él deteniéndose
completamente al chocar contra una pared. Andro se levantó y dándole la espalda
lo miró con frialdad. Ruber abrió los ojos tan grandes como un plato asombrados y
sin levantarse siguió con su mirada a Andro desde la altura acercándose, al estar
a su frente, se acuclilló, lo tomó del cuello de la camisa y lo obligó a ponerse de
pie y al tenerlo a su altura le regaló un rodillazo en el abdomen y después una
patada en el rostro. Ruber intentó esquivar sus golpes, pero no pudo, se movía
mucho más rápido que antes y cuando podía esquivar uno, el que seguía no y así
lo forzó a caer al suelo, sorprendido porque notó que sus movimientos eran
ligeramente más veloces. Aun así, se mantuvo firme y se fue contra él, lanzándole
un izquierdazo que Andro eludió y quien recibió uno fue él. Ruber observó el piso
blanco con rostro lleno de admiración, había perdido el control de la pelea.
Andro le regaló una sonrisa burlesca, casi leyendo lo que trataba de decir:
«¿Creíste que me iba a derrotar?» y le dio otro golpe. Al ver que su situación no
era favorable y ya no poder tocarlo, Ruber decidió apartarse de allí y salir de la
habitación.
—¿Y vuelves a correr? —Se escuchó la áspera voz del androide en el eco
del solitario centro.
Ruber miraba a su alrededor sintiendo pánico de la situación. ¿Qué podía
hacer? ¿Cómo lo detendría? Estaba perdido, no tenía ni idea de cómo terminar
con él. Más nervioso se ponía al escuchar con claridad el eco de las pisadas de
Andro acercándosele y la voz de él en su cabeza retumbar una y otra vez «Se
dónde te encuentras. Sé dónde te encuentras. Sé dónde te encuentras».
Y entre esa situación, tuvo un recuerdo. Un recuerdo que no le pertenecía.

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Capítulo 34
Fin de la Guerra

Había un adolescente que trazaba un diseño. A simple vista el diseño


parecía un cualquier diseño de la anatomía humana y aunque era diferente, era
totalmente distinto. Y solo estaba dibujado el cuello, torso, brazos, piernas, su
rostro el par de orejas, la nariz, la boca, la forma de la barbilla, pero para que
estuviera completo solo faltaba lo más importante; la cabeza. Los ojos, la frente y
el cerebro. Lo más importante era el cerebro, la parte robótica que superaría las
inteligencia de la máquinas, computadoras y que aprendiera a ver observar, a
apreciar, a razonar. Un robot que pareciera completamente humano y que tuviera
un mecanismo parecido o lo más similar al cerebro humano. La anatomía humana
era fácil de crear e igualar, pero, el verdadero reto de aquella creación en realidad
consistía en diseñar un procesador que llegue a lo más parecido al enigmático
cerebro humano.
La determinación de ese adolescente era crear ese ser. Y por ello, existía
una única debilidad en ellos y era su cerebro. Había descubierto el misterio, pero a
pesar de ello, lo que sería su cráneo, era duro y fuerte, se habían estado
golpeándose por horas y aun así no parecía dañarlos en nada. Lo más dañino que
podía hacerse era un simple rasguño, por lo mucho. Ruber se obligó a despertar
de los más profundos recuerdos robados, al sentir que Andro se disponía a
atacarlo al verlo desconcentrado. Aunque el joven estaba de espaldas, pudo sentir
su presencia así que esquivo su puño que iba directo a su cabeza, y entonces
agarró el brazo de su semejante y fue allí que vio algo inusual. Algo que le hizo ver
que todavía existía una pequeña esperanza. Así que con todas las ganas,
mientras aún tenía agarrado a Andro del brazo, ligeramente movió su pie izquierdo
hacía atrás quedando debajo entre las piernas del androide y empujándolo con la
ayuda de la misma fuerza en que se acercaba a él, lo cargó sobre su hombro y
dándole una vuelta lo tiró al suelo a espaldas. Ruber vio eso como una
oportunidad y dando una vuelta se dirigió a la salida del centro médico.
Por otro lado, afuera, los militares que despertaron de su perplejidad
comenzaron los murmullos entre ellos elevándose hasta los oídos del
comandante, quien prestó atención a An, quien preguntó:
—Debemos de hacer algo. Ayudarlo de alguna manera. No podemos
quedarnos sin hacer nada.
Fabián desvió su vista para ver al capitán, quien se limitó a negar con la
cabeza dándole a entender que no sabía cómo ayudar. Es más, se sentía como
alguien ya no digno de estar en las bases militares.
—¿Alguna sugerencia? —pregunto el comandante volviendo a poner su
atención al teniente.
An enmudeció ante cuestión y se limito a mirar a sus lados desconcertado,
buscando a alguien; a Neón, quien permanecía en las filas de enfrente, mirando
detenidamente el edificio, como si de este esperara salir algún monstruo o algo
parecido. Aunque no estaban del todo equivocado. Y en eso, Ruber salió a toda

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prisa y su rostro se pudo reflejar urgencia y sabiendo donde estaba a la persona,
gritó su nombre:
—¡Neón!
El menor abriendo sus ojos de par en par, miró a Ruber, quien le dijo algo, y
aunque no pronunció palabra alguna pudo leer sus labios a la perfección y
entonces, como lo vio salir de la instalación, lo vio desaparecer del radio de su
vista. Ya que Andro a toda prisa salió del CMM y se fue contra Ruber haciéndolo
rodar por el suelo junto con él. Neón, recapacitó en las palabras que le mencionó
el joven.
—Pero por supuesto —se dijo dibujando una sonrisa e inmediatamente se
fue a buscar al teniente Virta, quien lo estaba buscando y cuando se encontraron,
el menos se apresuró a decirle: —Podemos hacer algo —Tales palabras alegraron
el corazón de An, así que se dispuso a escuchar atentamente al joven.
—Claro —se dijo al comprender el plan, y sin perder tiempo, se dirigió al
mayor—. Comandante, hay una manera de hacer algo. Hay que atacar a Andro.
—¿Atacarlo? —se preguntó extrañado, ya lo habían atacado con una de
sus armas más poderosas y no le hicieron nada, ¿cómo atacarlo? Pero casi en
seguida se dio cuenta a lo que se refería.
Y era precisamente lo que vio Ruber cuando tuvo la oportunidad de mirar
bien una de las manos de Andro. Esta de la palma estaba dañadas como si la
capa de lo que funcionaba como piel se levantara, en algunas partes se habían
levantado de la piel y muy poquito se alcanzaba a ver un color plateado.
Indicándole que Andro recibió la colisión en sus manos al tratar de detener el misil
que le lanzaron. Así que supuso que el impacto le afecto dejándolo de esa
manera. Por ello, si lo atacaban con armas potentes podrían debilitarlo y con sus
golpes podía terminar con él. Y de esa manera podían ayudarlo los militares,
aprovechando su armamento.
—¿Cuantos misiles tenemos? —preguntó Fumero al que manejaba el arma
de misiles.
—Dos, señor —Se apresuró a decir.
—Bien, carguen el arma —El hombre se dirigió al capitán —Que los
hombres se preparen a atacar al androide con bombas y con los tanques de
guerra que disponemos y apúntenlos en una sola dirección.
Así hicieron, estaban preparando todo. La máquina de misiles estuvo lista.
Mientras que con los dos androides, cuando Andro se echó encima a Ruber,
llegaron hasta donde estaba la escena de la masacre, donde cuerpos
ensangrentados por las balas y los cadáveres en las posiciones más incomodas
posibles. Ruber se paró pero resbaló ante un charco de sangre y colocó sus
palmas en el suelo, observó detenidamente la escena que se fue haciendo más
vivida en la mente del joven, miró sus manos llenas de aquel liquido escarlata y
volvió a mirar a su alrededor sintiendo e imaginándose el terror de aquellas
personas en el último minuto de sus vidas. Escuchándolas gritar por piedad. No se
había dado el tiempo de ver tal grotesco escenario tan detalladamente. Más razón
tenía para detenerlo, vengaría esas almas inocentes.
—¡Esta lista el arma, comandante! —gritó el que manejaba tal armamento.

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Andro alcanzando a escuchar lo que gritaron, miró con ira a su semejante,
que simplemente observaba sus manos, pero sin que eso lo afectara, rápidamente
se fue contra Andro para así retenerlo y que no se escapara del ataque,
confrontarse ambos uno para detener al otro y el otro para salir del parámetro de
la máquina. Ruber le aplicó una llave, llevando sus manos debajo de las axilas de
su contrincante y descansando sus manos sobre la cabeza de el.
—¡Fuego!
Y la máquina por segunda vez se activó.
—Si así son las cosas —mencionó Andro al momento preciso que dio un
giro de noventa grados a la situación y con su agilidad, se liberó de Ruber y
tomándolo del brazo hizo un ligero movimiento y giró sobre su eje colocándose a
espaldas de Ruber utilizándolo como escudo—, tu vendrás conmigo.
—Maldita sea —carraspeó el comandante al alcanzar a ver con unos
binoculares la posición de Ruber —¡Desvíen el misil! —ordenó rápidamente.
Y el mismo encargado de lanzarlo, con un control que el misil tenía a
escasos centímetros de golpear al joven, el misil se elevó hacía arriba y a tres
metros exploto solo. Esa mecanismo era para poder desviarlo si el enemigo
estaba dispuesto a desviar el ataque para dañar al enemigo que había lanzado el
misil. Tal proeza que nunca vio venir, asombro en gran manera a Andro que hasta
dibujo una mueca de disgustó al observar pasar muy cerca el misil y elevarse
hacia arriba para explotar. El estallido fue fuerte y como fue muy cerca de ellos, los
obligó a separarse y caer en diferente dirección. Fue la oportunidad perfecta que
vio el comandante, y sin esperar a que el otro misil estuviera listo, ordenó que los
tanques abrieran fuego. Andro se estaba poniendo de pie cuando sintió una
enorme bala tocándolo a la altura de su hombro empujándolo con fuerza y
después de eso, una ola de proyectiles de cañón se impactó por todo su cuerpo,
haciéndolo retroceder sin poder hacer nada para mantenerse firme. Ni siquiera
terminaba de poner de pie cuando otros proyectiles lo volvían a tumbar al suelo.
—¿Esta listo? —preguntó Fumero desde su posición mirando al soldado del
misil, quien estaba por terminar.
Intentarían de nuevo y esta vez aprovechar del aturdimiento de Andro y
antes de que las balas de los tanques se terminaras. Así era. Estaban
descargando todo lo que tenían contra él.
—Eso debimos de a ver hecho desde un principio —dijo Antti a Neón con
un brillo de alegría que reflejaban sus ojos.
—Aun así, no hubiera sido suficiente —opinó el menor y obtuvo la atención
del mayor—. El remete debe dárselo Ruber.
—Sí, creo que tienes razón —Desvió su mirada del campo de batalla para
dirigirla al comandante que se había acercado al capitán y comenzaban a entablar
una conversación provocándole un dolor en su estómago e indicándole que nada
bueno saldrá de ese platica.
Por el contrario, como no eran muchos tanques, pues nunca se les cruzó
por la mente en necesitarlos, estos poco a poco iban agotándose las balas, el
ataque estaba disminuyendo, por lo que ahora Andro tuvo la oportunidad de tener
control sobre su estabilización, que con ojos llenos de irritabilidad, miró a los

159
militares que quedaron con vida. Si tan solo Ruber lo hubiera dejado terminar con
su aniquilación, esto no le estuviera sucediendo. Comenzó a caminar para dirigirse
a donde ellos.
—¡Comandante, está listo!
—¡Fuego! —dio la señal.
Y por tercera vez, esa arma fue activada, lanzando directo a donde Andro.
Este sería el último golpe y apenas porque el armamento de los tanques se había
agotado en el preciso momento en que lanzaron el misil. La vista de todos se
dirigieron al androide, quien alcanzo a ver el misil y sin detener su camino y
aumentar más su velocidad a cada segundo, cuando el misil se hubo encontrado a
pocos centímetros de Andro, impulsó su lado derecho hacía atrás y en ese
momento el tiempo se detuvo para los militares, quienes con la boca abierta
miraban como Andro llegó a esquivar el misil y quien lo miró tan de cerca que
pudo apresarlo con detalle. El misil siguió su rumbo hasta colisionar y explotar a lo
lejos. Miró al grupo sin intención de bajar su ritmo y atacar para matar a los que
pudiera, pero a unos metros antes de llegar adonde los soldados, Ruber había
corrido a su encuentro y se arrojó a él cayendo encima y así detenerlo.
—Ya no te permitiré que dañes a más gente.
Como lo tomó de la cintura, lo levantó y frente a frente, le dio un puñetazo
en el estómago y un sonido se hizo escuchar, parecido a cuando se golpea un
espejo de vidrio y minúsculos fragmentos de una capa se desprendió del
estomago de Andro, lo habían dañado. El golpe lo arrojó hasta el lado contrario de
donde los espectadores. Mientras Andro se ponía de pie, Ruber se acercaba a él y
lo examinó con claridad. La capa que trabajaba como la piel ahora se parecida al
de un desierto seco, completamente agrietado, dejando en exposición su parte
metálica. Y no ayudaba mucho en su apariencia las manchas de sangre que había
cogido de los grupo de soldados asesinados. Ruber se alegró de que hubiera
funcionado de maravilla los múltiples ataques que le dieron. Debilitándolo un poco
para que pudiera con facilidad la conclusión.
—No voy a dejar que sigas perjudicando a estas personas —gritó lleno de
rencor hacía su semejante mientras lo zarandeaba con fuerza—. Mientras yo viva
voy a... estar de su parte. ¡Observa! Observa lo que has hecho —lo soltó para
mostrarle las palmas llenas de sangre seca—. ¡Has derramado mucha sangre!
—Ódiate a ti mismo —fueron las palabras de Andro.
Eso molestó enormemente a Ruber, porque no era igual a él. ¡No lo era!
Ruber lo golpeó, sin sentir compasión alguna de él, en plena barbilla con gran
fuerza que provocó que la misma se hundiera un poco y también hizo que Andro
se inclinara hacía atrás por el impacto, pero aun así, mirando parte del cielo, Andro
no iba a dejarse terminar con facilidad, así que movió ligeramente su pie derecho
unos centímetros detrás para apoyarse en este y así no perder el equilibrio y con
un gran esfuerzo intentó levantar su destrozado cuerpo y con seriedad, con ojos
llenas de lo que parecía vanas de sangre, miró detenidamente a Ruber desde su
posición, mientras le dirigía la sonrisa más lunática que nunca había dibujado, se
dispuso golpearlo. Aun con sus intenciones y levantar su brazo derecho para

160
golpear a Ruber, éste último, con su brazo izquierdo lo desvió el ataque hacía un
lado y en ese momento preparó su mano derecha en un puño.
Todo eso sucedió en escasos segundos que para ambos presenciaron en
cama lenta. La sonrisa de Andro desapareció al verse desviado su ataque y al
percibir en los ojos de Ruber su reflejo. Notó una tremenda ira hacía él. Un enojo
tan o más parecido a lo que el sintió contra los humanos al frustrar sus planes.
Pudo ver con claridad que el puño de Ruber iba a golpearlo, pero a pesar de ese
hecho, no pudo hacer nada para evitarlo o esquivarlo. Y así, con una fuerza que
nunca había sentido en su corta vida, aquel golpe lo recibió en pleno rostro,
escuchando con claridad el crujir y estrepitoso sonido de la nariz siendo
destrozada y su cabeza impactar contra el suelo creando un hondo agujero.
Parpadeó una vez con lentitud y con la boca semi-abierta miró desde toda la altura
a Ruber dibujando una mirada triunfante. Andro pudo sentir ese inimaginable dolor,
mucho peor que cuando le lanzaron el misil. Aunque se termino en escasos
segundos. También pudo sentir con claridad un líquido muy espeso salir de su
occipital y comprendió que había llegado su final. Hasta ahí había llegado todo
para él.
Y como si Ruber estuviera cansado, se dejó caer en el estómago de su
enemigo y lo miró a los ojos. Los ojos de Andro reflejaban una tranquilidad
envidiable como una serenidad absoluta. Se mantenían lo más pacíficamente
posible a pesar de que era su fin. Ese sentimiento provocó que Ruber sintiera
repulsión, ¿cómo era posible? Cuando alguien sabe o su vida está en peligro los
ojos deben demostrar miedo, misericordia, arrepentimiento, algo. Recordó la
mirada de pavor del verdadero Ruber cuando se vio en peligro. Tenía presente con
claridad la mirada sin vida de Efrin y ahora, comparándolos con Andro, le hicieron
comprender que no llegaban a sentir tal cosa porque en realidad nunca llegaron a
vivir. Tan solo eran vida artificial. Volvió a zarandear con fuerza a Andro sin dejar
de mirarlo a los ojos y el último le mencionó en el tono más bajo posible.
—Ruber, ¿de verdad piensas que ellos te querrán? ¿Qué los humanos te
aceptaran solo porque te deshiciste de mí? —Dibujo una media sonrisa—. Siento
lastima de ti, Ruber. Ellos te creen un monstruo, te tienen miedo. Solo te utilizaran.
Sin desear escucharlo más, Ruber levantó su brazo y con la punta de los
dedos atravesó por una fisura del cráneo de Andro, pero no quedo satisfecho por
eso, lo volvió a hacer una y otra vez, destrozando cada una de esas partes que
conformaban su cerebro, arrancando la parte importante que mantenía.
Escurriendo el líquido que los mantenía a temperatura normal. Destruyendo todo
lo que podía. Haciendo eso mientras decía una y otra vez que dejaba de hablar,
cuando Andro ya no lo hacía. Por fin viviría en paz. Por fin se libraría de su voz, de
sus pensamientos. ¡Se había liberado de él! Cuando hubo terminado, se levantó,
giró dirección donde estaba la CMM, consigo en la mano parte principal del
funcionamiento del cerebro de Andro. Caminó poco a poco para acercarse a la
multitud.
«Eh terminado» deseó decir casi llegando al grupo de militares más cerca,
quienes con rostro distorsionado de miedo deseaban alejarse de aquella máquina

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de matar, pero no lo hicieron solo por el entrenamiento que tuvieron y su propio
orgullo.
Descifrando aquellos rostros, a Ruber no le importaban, dirigió sus ojos a
una persona en especial; a Eva, quien compartiendo el mismo asombro que sus
compañeros, se limitó a mirarlo. Él sin tomar en cuenta eso, le regaló una sonrisa
con la que le indicó: «Mira, todo a terminado al fin, Eva». Su sonrisa no duro
mucho, pues en eso el comandante le indicó por medio de un ademán al capitán
Appin, quien asintiendo miró a su espalda y algunos soldados comenzaron a
rodear al joven, deteniéndose metros de él y apuntando con una arma que fueron
apuntadas hacia él.
—¿Ahora que? —susurró desganado.
Y a la velocidad de un rayo, el extraña arma de un soldado disparó y una
cuerda delgada pero resistente se aferró al brazo de Ruber, quien al sentir eso,
extrañado levantó este y miró enrollada la cuerda que seguía saliendo del arma.
Lo estiró y sintió un flujo de electricidad e incrédulo levantó su vista al militar y
enseguida los demás hicieron lo mismo y ahora esos cables se ataron por todo el
cuerpo de Ruber; piernas, brazos, torso, todo lo que estuviera a la vista. El joven
rápidamente intentó estirarlos para romperlos y si lo lograba, pero seguían
lanzadole junto con aquellas ondas de energía.
«Te tienen miedo. Solo te utilizaran.»
—Ruber —murmuró Eva sorprendida queriendo dar un paso con toda la
intención de hacer algo por él, pero fue detenida por el comandante, quien se
había acercado a ella.
—No se preocupe, señorita —Le comunicó—, tan solo queremos que venga
con nosotros. Por favor, dígale que se tranquilice y que nos acompañe a nuestra
base.
No pudo creer lo que escuchaba, abrió los ojos con gran incredulidad
mientras volvía a mirar a Ruber, que aun trataba de soltarse de esas sogas y que
ya eran muchas, cubriendo casi todo su cuerpo y contando el malestar que sentía
por los choques eléctricos. Él miró los ojos cristalinos de Eva y estiró su brazo
deseoso de estar a su lado para tranquilizarla. Eva cerró sus ojos con fuerza y
negó con la cabeza y le dijo a Fumero, aunque con voz quebrada, firme.
—No lo voy a hacer.
—Ya veo.
Ya lo sabía, por eso decidió intentarlo de esa manera, quería poder
examinar con detalle su increíble estructura. Descifrar lo que en verdad era ese
joven. Quedo maravillado por la escena de la lucha que tubo con el otro. Aquellas
escenas perdurarían por toda su vida. Y por ello, sabiendo eso, Ruber sin dejar de
mirar a Eva, supo lo que debía hacer. El ser humano debía ser incapaz de poseer
la tecnología que había dentro de él. ¡Ninguno debía tenerla! Sería peligroso para
ellos mismos descifrar o copiar de lo que estaba fabricado. Hizo un leve esfuerzo y
sin importarle lastimar a algunos militares, los estiró junto con la cuerda. Algunos
llegaban a ser arrastrados antes de soltar el arma mientras que otros al ver la
fuerza, soltaban el instrumento. Y de nuevo, ellos se dieron cuenta que no podían
con él. De es manera, cuando estuvo totalmente liberado se fue de allí. Se alejó

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todo lo apresuradamente que pudo sin mirar atrás ni un solo instante,
desapareciendo de ellos y de cualquiera.
Estando más que consciente que él era lo prohibido.

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Epílogo

Transcurría el años 2160, donde la ciudad Cuarzo ya era nombrada la


ciudad Del Comienzo. El transcurso de la historia después del incidente de hace
cuarenta y cuatro años fue prácticamente normal. A diferencia de que la tecnología
se atrasó dos años debido a que los militares por ordenes del gobierno, detuvieron
a Innovaciones Inc. de toda fabricación para investigarla si había sido la creadora
de un robot asesino; era una empresa importante para la evolución de la
tecnología y posteriormente de allí nació la magnate corporación Fucus. La
descartaron dos años después y así volvió con sus investigaciones.
El incidente del androide asesino al transcurso de los años, su historia fue
cambiando. Algunos decían que el vídeo en donde se observa a un joven
caucásico recibir balas de la policía y ser inmunes a ellas, había sido hecha por un
experto en montaje; eso era lo que afirmaban los hombres de alto mando. Otros
más extremos declaraban que esa máquina había sido enviada por los
extraterrestres para exterminar a la raza humana. Mientras que otros dudaban
completamente de tales sucesos y que fue mera exageración de las autoridades
milicias de algo que se les escapó de sus propias bases. Por otro lado, Isaac
Ferrie tras recuperarse llegó a ser presidente del país, manifestando nuevamente
la ley de la prohibición de autómatas y nunca dijo o ratificó que él se topó o habló
con uno, ya que no deseaba que su figura y reputación fueran dañadas para poder
llegar a ser presidente, manteniéndose todo lo sucedido como un secreto.
De esa manera lo que sucedió aquella semana, poco a poco en el lapso de
los años se fue transformando en una leyenda urbana. Ruber, el verdadero, siguió
con su vida al lado de su hermano menor y el Ruber que se conoció, nunca más
se supo de él. Había desaparecido completamente de sobre la faz de la tierra, sin
dejar rastro alguno, llevándose con él parte importante de Andro, pues los militares
se dispusieron a recoger las partes de Andro para poder examinarlas y tomar
ventaja de esa tecnología, aprendieron mucho, pero nunca el funcionamiento
exacto de que o como se movía libremente.
Evarista Mosh había vivido toda esa vida creciendo en un lugar que no era
suyo. A ella junto con Neón se les obligó a trabajar en las bases militares y
nuevamente se pusieron a contar con algunos detalles pero lo que siempre quedó
en secreto fue que era del futuro y que compañía lo creo y donde fue sus
creación. De esa manera fueron sus años, desafortunadamente cuatro años
después, Neón enfermo gravemente debido a su organismo y su parte robótica
que dejo de entrar en corrección, pues según los expertos que lo examinaron
cuando se le implantó esas partes robóticas era un niño de catorce años y aunque
esas partes ya no podía crecer, su organismo sí lo hizo ya que su hipófisis seguía
en funcionamiento, así que murió.
Eva quien vivió esa etapa, contaba ya con 63 años, siendo jubilada, se
encontraba en el centro de Del Comienzo, estaba dando, como había sido su
rutina, un paseo por las calles, entonces su vista gris no evitó observar a una
pequeña niña de tan solo siete años quien tomada de la mano de su madre, la
miró con sus peculiares ojos color azul gris, antes de volver su vista al frente. Eva

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sonrió a la pequeña ella. No sabía si era una bendición de poder ver su juventud
de nuevo o era producto de envidia, lo que fuera, recordaba muy bien aquel
tiempo. Pero le agradaba saber que las cosas importantes estaban llevándose
según como debía suceder.
—¿Evel? —escuchó una voz peculiar, así que ella se viró para ver a Riz
Calomela de 18 años.
Así era, ahora ella se hacía llamar Evelina Knoop aprovechando de
innovación de la IV se cambio su nombre real a ese, así, llegando a ser
completamente una nueva persona.
—¿Se dirige a la exposición de la Tecnología? —preguntó el joven, después
sonrió—. Claro que ira, quiere ver como su ahijado gana, ¿verdad? Bueno, Klaus
es bastante inteligente.
Eva decidió ser parte importante en la vida de ellos. Por ejemplo, ella por fin
hizo algo por Riz, hizo que su sueño se hiciera realidad, influyó en que Riz
disfrutara completamente el trabajo de reparar robots y siguiera los pasos de su
padre y así que él no llegara a tener remordimiento. No se diga del joven Val,
había estado con él desde su nacimiento y ella se convirtió en una persona
importante para Klaus. La convención termino con un discurso de que quedo en
primer lugar, todos los presentes aplaudieron y el joven de 23 años bajo de la
plataforma y se disponía a acercarse a Evel y a Riz, cuando un hombre
haciéndose entre la multitud lo detuvo y lo saludo con un gran apretón de manos.
Y Klaus miró las adultas facciones del empresario señor Fucus, quien con una
sonrisa le dijo:
—Excelente trabajo has hecho, muchacho. Esa araña robótica es un
modelo interesante —el joven se sintió alagado por escuchar esa palabras de tal
hombre—. Puedo ver que llagaras a ser una persona muy importante y llegar a
más lejos y triunfante, no cabe duda. Por eso, ¿te gustaría trabajar en las fabricas
Fucus?
—Muchas gracias por su ofrecimiento, señor. Me siento elogiado por sus
palabras, pero me temo que rechazare su oferta —Fucus arqueó su ceja muy
intrigado, por lo que lo dejo continuar: —Por ahora, lo que me gustaría hacer es mi
propia empresa.
—Oh, ya veo —el hombre sonrió —Algo así como una competencia para
las empresa Fucus, ¿o me equivoco?
—Algo así, aunque yo me enfocaría en el entretenimiento.
Al comprender sus palabras, Fucus volvió a apretar su mano y realmente
feliz, se despidió de él.
—Me parece bien. Te deseo lo mejor. De cualquier manera, si cambias de
parecer, podemos hablar nuevamente. Aunque me gustaría poder ver crecer ese
negocio.
De esa manera, el señor Fucus se encamino a buscar al joven que quedo
en segundo lugar, pues había ido a ese sitio para poder contratar a alguien.
—Anda, ¿y que te dijo, Fucus? —preguntó animado Riz acercándose a
Klaus —Que te haya abordado ese hombre es genial. Que envidia. Por cierto,
buen discurso, ¿y si vamos a festejar a la Casa de Antaño?

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—Tu siempre pensando en comer —Klaus lo miró.
—Es que me encantan esos pasteles, son los mejores de la ciudad.
—Mientras se alimente bien antes de que se embobe y pierda el son del
tiempo, al reparar algo que le llame la atención, no hay problema —comentó
divertida Eva.
«Si Neón estuviera aquí», pensó la mayor mirando a su alrededor.
Desde su perdida, lo que a deseado era poder encontrárselo por las calles.
Poder dar con él, haber estado también en su nacimiento y educación. No
obstante, nunca supo cual era su nombre real, o su apellido, o donde vivía, ya que
él no recordaba nada antes de los pequeños fragmentos de cuando era operado
para ponerle sus partes robóticas y si es que eran recuerdos reales.

En la localidad de Lago Azul, específicamente en la morada de la señora


Fucus alguien llamó a su hogar y ella se dispuso a contestar la llamada. La señora
salió a la puerta de la casa y dirigió la vista a su hijo, quien llevaba dos cajas
llenas de material y que se dirigía a guardarlos en el almacén que estaba detrás
de la casa.
—¡Bel! —gritó la señora para llamar la atención de su hijo, y al hacerlo,
continuó al momento que enseñaba su Pantalla—. Es tu padre, quiere hablar
contigo.
Belirio dibujo una mueca de disgusto.
—¿Ahora? —preguntó sintiendo sus manos cansadas por estar cargando
las cajas— ¡Dile que estoy ocupado!
—Pero va a volver a llamar, ya lo conoces. No dejara de marcar hasta que
le contestes.
—Lo sé —meditó un poco, por ahora lo único que quería era dejar esas
cajas en el almacén —Esta bien, dile que yo le marcó cuando deje esto, mamá.
La mujer se volvió la Pantalla a su oído mientras Bel se dirigía al deposito.
No era que no le gustara hablar con él, pero cada vez que lo hacía siempre su
padre no le preguntaba cosas como: cómo estaba, cómo le iba con el trabajo o
esa cosas, más bien él le contaba cosas sobre su negocio, sobre si deseaba ir a
verlo e insistía en que regresara a vivir con él. Que debía aprender a manejar el
negocio que en un futuro se convertiría en el suyo. El no deseaba presidir la
empresa, sabía que existía mucha más gente capacitada para eso, a él no le
gustaba nada relacionado con la tecnológica. No le gustaba ese negocio.
Belirio dejo las cajas en el piso mientras suspiraba al recordar que todavía
esa mañana, muy de madrugada, cuando todavía estaba en la cama, le marcó e
insistió en que lo acompañara a la convención de tecnología. Y tubo de reusarse
varias veces. Muchas veces le decía como se sentía y él siempre le contestaba
que dejara de bromear. ¡Demonios! No bromeaba, ¿no podía entenderlo? Quería
mucho a su padre, pero a veces era un pesado al extremo que lo llamaba hasta
tres veces al día y si no contestaba. Con un poco de frustración al recordar eso,
comenzó a sacar algunas piezas de las cajas para acomodarlas en el estante de

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maquinaria. Entonces, escuchó un ruido y se volteó rápidamente. Se sorprendió al
ver a una persona que nunca había visto.
—¿Quien eres tu? ¿Y que haces aquí? —Fue lo primero que atino a
preguntar, extrañado de ver que alguien entró a propiedad ajena.
Arqueó las cejas esperando respuesta, para su sorpresa, esa persona alzó
las manos y lo apuntó con un arma. Asustado, sus ojos azules miraron las
facciones de aquella persona y descubrió en sus ojos las ganas de matarlo.

Las sirenas de la ambulancia se hicieron escuchar por toda la pequeña


localidad de Lago Azul.

F I N

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