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Las bandas guerreras dorias devastaron la Fócida, v cuando

pasaron al Peloponeso, Pito cambió de nombre por el de Delfos y


se convirtió en una ciudad-Estado independiente. Entonces fue
dedicada a Apolo, dios de la juventud, la belleza, la poesía y la
música, y a las Musas, un grupo de nueve diosas que, según el
mito, inspiraba a los hombres el conocimiento de las artes y las
ciencias. (La palabra «música» proviene de «Musa».)
A medida que transcurrieron los siglos, el oráculo de Delfos
aumentó su reputación. Todas las ciudades-Estado griegas, y
hasta algunos gobiernos no griegos, de tanto en tanto enviaban
delegaciones para obtener el consejo de Apolo. Y como cada
delegación llevaba donativos (pues Apolo no era inmune al
soborno), el templo se enriqueció. Puesto que era territorio
sagrado, que los hombres no osaban atacar o robar, las ciudades
y los individuos depositaban allí tesoros para su custodia.
Las ciudades focenses se resentían de la pérdida de Delfos, sobre
todo porque resultó ser una magnífica fuente de ingresos, y
durante siglos trataron de recuperar el dominio sobre el oráculo.
Los intentos de los focenses provocaron una serie de «Guerras
Sagradas» (sagradas porque involucraban al santuario) en siglos
posteriores, pero siempre fracasaban, finalmente.
La razón de este fracaso es que Delfos podía llamar a otras
ciudades-Estado para que la defendieran. De hecho, se convirtió
en una especie de territorio internacional y estuvo bajo la
protección de una docena de regiones vecinas (incluso la Fócida).
Otras actividades en las que intervenían todos los griegos eran las
fiestas que acompañaban a ciertos ritos religiosos. A veces
animaban estas fiestas carreras y otros sucesos atléticos.
También se realizaban a veces torneos musicales y literarios,
pues los griegos valoraban los productos del espíritu,
La principal de esas competiciones era los juegos Olímpicos, que
se realizaban cada cuatro años. La tradición hacía remontar los
juegos a una carrera a pie en la que intervino Pélops (el abuelo de
Agamenón) para conquistar la mano de una princesa. Según esto,
habría sido originalmente una fiesta micénica, y tal vez lo fue. Sin
embargo, la lista oficial de los ganadores de torneos comienza en
el 776 a. C., y por lo común se considera ésta la fecha de
iniciación de los juegos Olímpicos.
Tan importantes llegaron a ser estos juegos para los griegos que
contaban el tiempo por intervalos de cuatro años llamados
Olimpíadas. Según este sistema, el 465 a. C. sería el tercer año
de la Olimpíada LXXVIII, por ejemplo.
Los juegos Olímpicos se realizaban en la ciudad de Olimpia,
situada en la región central occidental del Peloponeso. Pero los
juegos no recibían su nombre de la ciudad, sino que tanto los
primeros como la segunda eran así llamados en honor de Zeus
Olímpico, el dios principal de los griegos, a quien se asignaba
como morada el monte Olimpo.
La montaña tiene casi 3.200 metros de altura, y es la más elevada
de Grecia. Está situada en el límite norte de Tesalia, a unos 16
kilómetros del mar Egeo. A causa de su altura (y porque las
primitivas tribus griegas quizá tenían santuarios en su vecindad,
antes de desplazarse hacia el Sur), esa montaña fue considerada
la morada particular de los dioses. Por esta razón, la religión
basada en los cuentos de Homero y Hesíodo es llamada la
«religión olímpica».
Olimpia era sagrada por los juegos y los ritos religiosos vinculados
con ellos, de modo que los tesoros podían ser depositados tanto
allí como en Delfos. Los representantes de diferentes ciudades-
Estado podían reunirse allí aunque sus ciudades estuviesen en
guerra, por lo que servía como territorio internacional neutral.
Durante los juegos Olímpicos y durante algún tiempo antes y
después, las guerras se suspendían temporariamente para que
los griegos pudiesen viajar a Olimpia y volver de ella en paz.
Las bandas guerreras dorias devastaron la Fócida, v cuando
pasaron al Peloponeso, Pito cambió de nombre por el de Delfos y
se convirtió en una ciudad-Estado independiente. Entonces fue
dedicada a Apolo, dios de la juventud, la belleza, la poesía y la
música, y a las Musas, un grupo de nueve diosas que, según el
mito, inspiraba a los hombres el conocimiento de las artes y las
ciencias. (La palabra «música» proviene de «Musa».)
A medida que transcurrieron los siglos, el oráculo de Delfos
aumentó su reputación. Todas las ciudades-Estado griegas, y
hasta algunos gobiernos no griegos, de tanto en tanto enviaban
delegaciones para obtener el consejo de Apolo. Y como cada
delegación llevaba donativos (pues Apolo no era inmune al
soborno), el templo se enriqueció. Puesto que era territorio
sagrado, que los hombres no osaban atacar o robar, las ciudades
y los individuos depositaban allí tesoros para su custodia.
Las ciudades focenses se resentían de la pérdida de Delfos, sobre
todo porque resultó ser una magnífica fuente de ingresos, y
durante siglos trataron de recuperar el dominio sobre el oráculo.
Los intentos de los focenses provocaron una serie de «Guerras
Sagradas» (sagradas porque involucraban al santuario) en siglos
posteriores, pero siempre fracasaban, finalmente.
La razón de este fracaso es que Delfos podía llamar a otras
ciudades-Estado para que la defendieran. De hecho, se convirtió
en una especie de territorio internacional y estuvo bajo la
protección de una docena de regiones vecinas (incluso la Fócida).
Otras actividades en las que intervenían todos los griegos eran las
fiestas que acompañaban a ciertos ritos religiosos. A veces
animaban estas fiestas carreras y otros sucesos atléticos.
También se realizaban a veces torneos musicales y literarios,
pues los griegos valoraban los productos del espíritu,
La principal de esas competiciones era los juegos Olímpicos, que
se realizaban cada cuatro años. La tradición hacía remontar los
juegos a una carrera a pie en la que intervino Pélops (el abuelo de
Agamenón) para conquistar la mano de una princesa. Según esto,
habría sido originalmente una fiesta micénica, y tal vez lo fue. Sin
embargo, la lista oficial de los ganadores de torneos comienza en
el 776 a. C., y por lo común se considera ésta la fecha de
iniciación de los juegos Olímpicos.
Tan importantes llegaron a ser estos juegos para los griegos que
contaban el tiempo por intervalos de cuatro años llamados
Olimpíadas. Según este sistema, el 465 a. C. sería el tercer año
de la Olimpíada LXXVIII, por ejemplo.
Los juegos Olímpicos se realizaban en la ciudad de Olimpia,
situada en la región central occidental del Peloponeso. Pero los
juegos no recibían su nombre de la ciudad, sino que tanto los
primeros como la segunda eran así llamados en honor de Zeus
Olímpico, el dios principal de los griegos, a quien se asignaba
como morada el monte Olimpo.
La montaña tiene casi 3.200 metros de altura, y es la más elevada
de Grecia. Está situada en el límite norte de Tesalia, a unos 16
kilómetros del mar Egeo. A causa de su altura (y porque las
primitivas tribus griegas quizá tenían santuarios en su vecindad,
antes de desplazarse hacia el Sur), esa montaña fue considerada
la morada particular de los dioses. Por esta razón, la religión
basada en los cuentos de Homero y Hesíodo es llamada la
«religión olímpica».
Olimpia era sagrada por los juegos y los ritos religiosos vinculados
con ellos, de modo que los tesoros podían ser depositados tanto
allí como en Delfos. Los representantes de diferentes ciudades-
Estado podían reunirse allí aunque sus ciudades estuviesen en
guerra, por lo que servía como territorio internacional neutral.
Durante los juegos Olímpicos y durante algún tiempo antes y
después, las guerras se suspendían temporariamente para que
los griegos pudiesen viajar a Olimpia y volver de ella en paz.
Las bandas guerreras dorias devastaron la Fócida, v cuando
pasaron al Peloponeso, Pito cambió de nombre por el de Delfos y
se convirtió en una ciudad-Estado independiente. Entonces fue
dedicada a Apolo, dios de la juventud, la belleza, la poesía y la
música, y a las Musas, un grupo de nueve diosas que, según el
mito, inspiraba a los hombres el conocimiento de las artes y las
ciencias. (La palabra «música» proviene de «Musa».)
A medida que transcurrieron los siglos, el oráculo de Delfos
aumentó su reputación. Todas las ciudades-Estado griegas, y
hasta algunos gobiernos no griegos, de tanto en tanto enviaban
delegaciones para obtener el consejo de Apolo. Y como cada
delegación llevaba donativos (pues Apolo no era inmune al
soborno), el templo se enriqueció. Puesto que era territorio
sagrado, que los hombres no osaban atacar o robar, las ciudades
y los individuos depositaban allí tesoros para su custodia.
Las ciudades focenses se resentían de la pérdida de Delfos, sobre
todo porque resultó ser una magnífica fuente de ingresos, y
durante siglos trataron de recuperar el dominio sobre el oráculo.
Los intentos de los focenses provocaron una serie de «Guerras
Sagradas» (sagradas porque involucraban al santuario) en siglos
posteriores, pero siempre fracasaban, finalmente.
La razón de este fracaso es que Delfos podía llamar a otras
ciudades-Estado para que la defendieran. De hecho, se convirtió
en una especie de territorio internacional y estuvo bajo la
protección de una docena de regiones vecinas (incluso la Fócida).
Otras actividades en las que intervenían todos los griegos eran las
fiestas que acompañaban a ciertos ritos religiosos. A veces
animaban estas fiestas carreras y otros sucesos atléticos.
También se realizaban a veces torneos musicales y literarios,
pues los griegos valoraban los productos del espíritu,
La principal de esas competiciones era los juegos Olímpicos, que
se realizaban cada cuatro años. La tradición hacía remontar los
juegos a una carrera a pie en la que intervino Pélops (el abuelo de
Agamenón) para conquistar la mano de una princesa. Según esto,
habría sido originalmente una fiesta micénica, y tal vez lo fue. Sin
embargo, la lista oficial de los ganadores de torneos comienza en
el 776 a. C., y por lo común se considera ésta la fecha de
iniciación de los juegos Olímpicos.
Tan importantes llegaron a ser estos juegos para los griegos que
contaban el tiempo por intervalos de cuatro años llamados
Olimpíadas. Según este sistema, el 465 a. C. sería el tercer año
de la Olimpíada LXXVIII, por ejemplo.
Los juegos Olímpicos se realizaban en la ciudad de Olimpia,
situada en la región central occidental del Peloponeso. Pero los
juegos no recibían su nombre de la ciudad, sino que tanto los
primeros como la segunda eran así llamados en honor de Zeus
Olímpico, el dios principal de los griegos, a quien se asignaba
como morada el monte Olimpo.
La montaña tiene casi 3.200 metros de altura, y es la más elevada
de Grecia. Está situada en el límite norte de Tesalia, a unos 16
kilómetros del mar Egeo. A causa de su altura (y porque las
primitivas tribus griegas quizá tenían santuarios en su vecindad,
antes de desplazarse hacia el Sur), esa montaña fue considerada
la morada particular de los dioses. Por esta razón, la religión
basada en los cuentos de Homero y Hesíodo es llamada la
«religión olímpica».
Olimpia era sagrada por los juegos y los ritos religiosos vinculados
con ellos, de modo que los tesoros podían ser depositados tanto
allí como en Delfos. Los representantes de diferentes ciudades-
Estado podían reunirse allí aunque sus ciudades estuviesen en
guerra, por lo que servía como territorio internacional neutral.
Durante los juegos Olímpicos y durante algún tiempo antes y
después, las guerras se suspendían temporariamente para que
los griegos pudiesen viajar a Olimpia y volver de ella en paz.

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