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Tema 1: Introducción.

Algunos conceptos básicos en teoría y práctica de la


traducción

1. Conceptos básicos
1.1. Heterogeneidad del objeto de traducción. La variedad en los diferentes usos del
lenguaje y en los tipos de textos a los que se enfrenta el traductor son un factor muy
relevante a la hora de entender tanto la práctica traductora, como la reflexión teórica
sobre la traducción. La heterogeneidad del objeto de traducción se refiere normalmente
en términos técnicos como “modalidades” de la traducción.
1.2. Interdisciplinariedad en los estudios traductológicos. La interdisciplinaridad se
encuentra referida tanto al conocimiento de la temática propia de un tipo particular de
textos sometidos a traducción, como a las bases teóricas y metodológicas de la ciencia
de la traducción (lingüística, psicología, sociología, antropología, filosofía, ciencias de
la computación, etc.). La documentación en la temática propia de los textos sometidos a
traducción resulta imprescindible para la buena práctica del traductor y representa un
particular compromiso ético para el mismo.
1.3. Historicidad. Tanto los discursos teóricos como las normas comúnmente asumidas
para la praxis traductológica son dependientes de un contexto sociohistórico dado. Se
reflexiona sobre la traducción y se traduce de diferentes formas en función del tipo de
contexto sociohistórico en el que se enmarcan estas prácticas culturales. Qué se traduce,
qué no se traduce y cómo se traduce suele depender de particulares factores ideológicos
o económicos.
1.4. Una serie de antinomias básicas están presentes en la aproximación teórica y la
práctica traductológicas. Por lo que se refiere a la teoría de la traducción, estas
antinomias son fundamentalmente:
Concepción descriptiva / concepción prescriptiva de la ciencia de la traducción.
Saber natural /saber profesional
Análisis de productos / análisis de procesos.
Por lo que se refiere a la práctica de la traducción estas antinomias, aunque tratadas a lo
largo de la historia bajo diferentes nombres, son fundamentalmente:
Traducción literal / traducción por el sentido
Traductor reproductor / traductor mediador comunicativo
Invisibilidad del traductor / visibilidad del traductor

2. Traducción como espacio de toma de decisiones


El traductor es un sujeto ‘obligado’ a la toma responsable de decisiones. El traductor
tiene en cuenta, aunque en diferente grado según las circunstancias, un conjunto variado
de factores. Estos factores definen el entorno propio de la práctica traductora y son al
menos los siguientes:
-Autor del texto original. Implica el compromiso particular respecto a los textos
a los que cabe atribuir un ‘sello autorial’
-Cliente. Es el sujeto que realiza el encargo de traducción. Las relaciones con el
mismo deben estar presididas por los principios de lealtad (actitud y práctica
cooperativa), confidencialidad (no desvelar contenidos de un encargo hasta su
publicación), disponibilidad (ofrecer servicios con la regularidad propia de una
actividad profesional) y respeto a los términos del contrato (en lo referido a tiempos de
entrega y calidad de los productos). Del cliente se espera también una actitud
cooperativa y unas condiciones del contrato respetuosas con la naturaleza profesional de
la actividad traductora.
-Patronazgo institucional. Nos referimos aquí a los poderes públicos en la
medida en que pueden actuar como clientes, pero también como instrumentos rectores
de la actividad de la traducción subvencionando determinadas prácticas traductológicas,
prestigiando la labor del traductor (con premios u otro tipo de reconocimientos),
legislando en relación con la práctica traductológica o censurando por diferentes
motivaciones determinadas prácticas de traducción.
-Otros traductores. La relación con otros traductores debe estar presidida por el
principio general de lealtad, que se traduce aquí en términos de cooperatividad, de
actividad formativa de los traductores experimentados a los menos experimentados, de
información sobre posibles fuentes de trabajo, de corrección discreta hacia las labores
de otros traductores, etc.
-Destinatarios. Los destinatarios de una actividad de mediación interlingüística
(los posibles lectores de un texto traducido o los sujetos para los que se realiza una
práctica interpretativa) son un factor que acompaña mentalmente la actividad del
traductor/mediador orientando su toma de decisiones. Qué tipo de conocimientos
previos se atribuyen al destinatario, o cuáles son sus intereses, determinarán tanto
métodos como procedimientos concretos de traducción.
-Referentes. Se espera del traductor un compromiso general respecto a la verdad
de los contenidos textuales, cuestión esta que tiene que ver en gran medida con la
obligación de documentarse sobre los contenidos del texto que traduce.
-Universos de creencia. El traductor debe responder también ante el universo de
creencias propio de la cultura meta de la traducción (para adaptarse al mismo o,
eventualmente, modificarlo), y demostrar capacidad para identificar universos de
creencia ajenos al propio y que podrían caracterizar al texto original. Nos referimos aquí
a un plano de la actividad del traductor en el que la mediación interlingüística acaba
siendo mediación intercultural. Se trata de algo especialmente significativo para
determinadas labores del intérprete de enlace.
-Medios expresivos / Otros textos. Se espera del traductor una especial
sensibilidad hacia las lenguas y hacia la diversidad cultural de las mismas. Esta
sensibilidad es correlativa al respeto que le debe merecer una comunidad de hablantes.
La traducción resulta en alguna medida dependiente de las relaciones que mantiene el
texto origen con otros textos dentro del espacio cultural al que pertenece. Debemos
tener también en cuenta las relaciones intertextuales que cobra el texto meta de una
traducción en el espacio cultural receptor. Las características de estas relaciones pueden
ser determinantes para los métodos que sigue el traductor.

3. Factor humano en la especificidad de la práctica traductológica


Factor humano en la especificidad de la práctica traductológica. Para concluir,
destacamos el hecho de que todas las cuestiones anteriormente apuntadas presuponen un
‘factor humano’ como ineludible a la hora de determinar lo específico de la práctica
traductológica. Aunque el traductor puede (y debe) contar con diferentes tipos de apoyo
técnico que facilitan y agilizan su labor, la práctica de la traducción implica siempre en
mayor o menor medida un modo ‘personal’ en la resolución de problemas. La ‘imagen
social’ del traductor, su posible dimensión vocacional e, incluso, lúdica estarían también
presentes en la definición de ese ‘factor humano’ que de manera ineludible acompaña la
práctica traductora.

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