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Influidos por la idea del ascenso social, los trabajadores argentinos conformaron a
comienzos del siglo un incipiente interés de clase. La irrupción de este sector social ha planteado
los límites del régimen político e hizo emerger la cuestión social. En este contexto surgieron el
socialismo, el anarquismo y más tarde el sindicalismo revolucionario, que serían las tendencias
políticas e ideológicas representativas del mundo del trabajo. La emergencia de estos actores
sociales implicó la aparición de nuevas formas de organización y de sociabilidad política y cultural
en las cuales el anarquismo desempeñaría un rol central.
Desde 1890 hasta 1910, el movimiento libertario intento elaborar un mundo político, social y
cultural alternativo para los trabajadores argentinos, a partir de la construcción y difusión de
centros de estudio, escuelas alternativas, sociedades de resistencia y de una prensa doctrinaria
cuyo objetivo apuntaba a “cambiar a los individuos” para convertirlos en “hombres libres”. El
anarquismo pretendía educarlos y concientizarlos para arribar a una emancipación universal.
Pero se encuentran con obreros dispuestos a seguirlos y luchar por mejoras que se orientaban a
sus luchas más que a la emancipación. El anarquismo, influido por un fuerte individualismo, se
resistía a ser una mera tendencia obrerista. Pretendía ser más que una agrupación política-
ideológica representativa de los trabajadores y de su discurso emergía una de sus principales
características, una clara Heterodoxia clasista.
-Pone énfasis en las formas de opresión y no en las relaciones con los medios de producción.
-Desplaza la lucha de clases al plano del enfrentamiento más amplio entre oprimidos y
explotadores, como también al ámbito cultural, debido al control del saber por parte de los grupos
dominantes. De esta forma la liberación de los individuos no pasaba por la lucha de clases sino
por su ilustración y educación.
- LA PROTOORGANIZACION SINDICAL: Fase que llega hasta el viraje del siglo, caracterizada
por el predominio de las tendencias individualistas contrarias a la organización. El
acercamiento al mundo laboral fue esporádico y desordenado, se limitaron a la acción de
pequeños grupos que se nuclearon por afinidades nacionales y doctrinarias. La mayoría de estos
grupos se limitó al estudio y discusión sin preocuparse por la organización de los trabajadores. En
1885 la situación cambio debido a Mattei y Malatesta, enrolados en el comunismo anárquico,
pregonaron la necesidad de la organización de los trabajadores. Debido a su acción, en 1887, bajo
el liderazgo de Mattei, se conformó la Sociedad de Obreros Panaderos, primer gremio influenciado
por el anarquismo. La partida de Malatesta dejo a los anarquistas locales sin una figura
aglutinadora y, los individualistas volvieron a imponer su voluntad, predomino así una tendencia a
la dispersión y a los agrupamientos solo por afinidad ideológica. Los sectores antiorganizadores se
nucleaban en torno al periódico El Perseguido, repudiaban a las sociedades obreras por
economicistas y retrogradas pues adormecían el espíritu de combate de los trabajadores. La
resistencia a la organización comenzó a quebrarse a mediados de la década de 1890 por
una tendencia heredada de las posturas de Malatesta y por la influencia del Congreso
Anarquista de Nantes de 1894. Así apareció en la Argentina la tendencia organizacionista,
representada por el tipógrafo Antonio Pelliecer Paraire y Pedro Gori, abogado italiano. El núcleo
difusor de esta tendencia seria el periódico La Protesta Humana, desde allí defenderían la
necesidad de organizar a los trabajadores. Esta tendencia fundamentaba la pertenencia a las
masas de trabajadores, ya que éstos eran la mayoría de los desheredados y a ellos y a sus
problemas se les debía prestar atención. Lo pobreza y la explotación no eran elementos
suficientes para provocar la rebelión de los oprimidos, había que organizarlos y ayudarlos a tomar
conciencia de esa opresión y explotación.
-Crearon centros y periódicos antimilitaristas cuyo objeto era concientizar a los soldados de no
acceder al Ejército.
Su acción militarista no logro su cometido esta tuvo mérito de originalidad ya que fue una de las
escasas voces discordantes contra el rol del Ejército. El anarquismo se caracteriza a sí mismo como
antipolítico pero, no reniega de la acción política sino de las prácticas políticas representativas
vinculadas con el parlamentarismo y el electoralismo. Su acción política estaba orientada a
destruir al Estado e imponer un orden diferente, basado en una federación de comunas
independientes y autónomas. Criticaban la noción de ciudadanía surgida a partir de la Revolución
Francesa pues el individuo al convertirse en ciudadano había desnaturalizado su condición (el
hombre era anterior al ciudadano) y legalizado el privilegio convirtiendo a la representación en
una ficción legal. Frente a los actos comiciales realizados, la prensa anarquista publicaba duros
artículos denostando el sistema electoral. También el blanco de ataque se orientaba hacia el
socialismo. Aunque la participación electoral obrera era desinteresada, no x influencia de los
libertarios sino x el sistema restringido, los anarquistas temían a la propaganda socialista y por ello
irrumpían en los actos de los socialistas provocando disturbios. Le prestaron escasa atención al
acto electoral y llamaban a los trabajadores a la abstención. Pero el súbito interés por los
comicios cambió debido a la elección del socialista Alfredo Palacios. A pesar a de esta
eventual preocupación x el ingreso de Palacios al Parlamento no ocupo un lugar privilegiado en la
estrategia anarquista. Dado que esto produciría la fuga de votos a los demás partidos políticos que
intervinieron en los comicios, así los anarquistas creían que el sistema electoral argentino
marcharía hacia el fracaso. Sin embargo, la ampliación del régimen electoral por la Ley Sáenz Peña
en 1912 macaría importantes cambio que el movimiento libertario no podría superar.