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Un individuo experimenta emociones variadas. Emociones de todo tipo, en el que unas pueden
ser positivas y otras negativas. La felicidad, el miedo, la ira, la vergüenza, el disgusto, la sorpresa,
la tristeza, la euforia, el amor, la frustración, la ansiedad, el fracaso, los logros, etc. Son solo
algunas de las emociones que repercuten directamente en la vida cotidiana.
El cerebro humano está programado para responder a las emociones, esto es explicado por
Daniel Goleman, a través de las funciones de las partes del cerebro y su cambio a través del
tiempo. El autor en su libro Inteligencia emocional, que el tallo encefálico rige las funciones
vitales inconscientes para la supervivencia como la respiración o el metabolismo, pero también
rige los impulsos, los instintos y los reflejos, obteniendo una respuesta emocional muy veloz.
A partir del tallo encefálico se formaron con el transcurso millones de años el cerebro
emocional y el cerebro pensante o racional.
El hipocampo por su parte, junto con otras partes del cerebro, se encarga de registrar los
hechos y los almacena, teniendo una parte fundamental en los procesos de memoria. Por su
parte la amígdala se encarga de registrar las emociones asociadas a esos hechos, con lo que
también interviene en la memoria. Esto significa que ambas estructuras son fundamentales
para el desarrollo de relaciones sociales, en el que se reconozca lo que nos gusta o no, lo que
significan las expresiones faciales, el sentimiento hacia una persona, etc.
Este autor también indica que el neocórtex y sus conexiones con el sistema límbico permitió el
establecimiento del vínculo ente la madre y el hijo, con lo que el ser humano aprendió sobre
la vida emocional complejizando, añadiendo emociones primitivas y adaptándolas para la
supervivencia mediante el procesamiento intelectual de las mismas, en definitiva, razón a la
emoción.
La frase "inteligencia emocional" fue inicialmente expresada por el psicólogo de Yale Peter
Salovey y John Mayer de la Universidad de New Hampshire en 1990 para describir como los
seres humanos comprenden los propios sentimientos, empatía por los sentimientos de los
demás y dirigir las emociones para mejorar la vida (Gibbs, 1995). El concepto de inteligencia
emocional ganó popularidad a través de los libros de Daniel Goleman sobre el tema, en el que
se centró en una serie de habilidades no cognitivas de las personas que ayudan a adaptarse a
los diversos aspectos de la vida. Goleman afirmó que las competencias humanas
desempeñaban un papel más importante en la determinación del éxito en la vida y el lugar de
trabajo en lugar de la inteligencia cognitiva, sin embargo, de acuerdo a la historia, Mayer,
Salovey y Goleman no fueron los primeros en reconocer el significado de la inteligencia
emocional, ya que, años antes de los gerentes, educadores y otros profesionales, estos
atributos eran más generales y se denominaban coloquialmente como habilidades de personas
(Ruderman et al, 2001).
En nuestra opinión, la inteligencia emocional se puede aprender, siempre que un individuo sea
capaz de reconocer lo que necesita hacer para mejorar su inteligencia emocional. Aprender
nuevas formas de manejar las emociones conducirá a mejores mecanismos de afrontamiento
en situaciones de alto estrés y emociones y, por lo tanto, puede aumentar su inteligencia
emocional. Por ejemplo, si alguien es una persona demasiado emocional y reconoce su alto
estado emocional, con buena voluntad, en este punto la inteligencia emocional de un individuo
entra en juego, lo que le ayuda a reconocer su instinto emocional y los guía a actuar de manera
racional.
Bibliografía