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CENTRO DE ESTUDIOS POLÍTICOS Y CONSTITUCIONALES

Consejo Editorial
Orden
Luis Aguiar de Luque

José Álvarez Junco

Paloma Biglino Campos

Bartolomé Clavero

Elías Díaz

Carmen Iglesias

Santos Juliá

Francisco J. Laporta Diccionario político y social


Benigno Pendás García

Francisco Rubio Llorente


del mundo iberoamericano
Ángel Sánchez Navarro

Joan Subirats Hum et

Joaquín Varela Suanzes-Carpegna


Conceptos políticos fundamentales, 1 7 7 0 - 1 8 7 0
María Isabel-Wences-Simon '"-

[Iberconceptos-Il]

tomo6

JA\'11'R FERNÁNDEZ 5EBASTIÁN

(DIRECTOR)

Editora

Carole Leal Curie!

<ssco ! Euskal Herriko Unibertsitatea

, uios Políticos y Constitucionales

Madrid, 2014
Los editores de esta obra expresan su agradecimiento al Grupo Santander por el
SUMARIO
apoyo recibido para su difusión.

9
Relación de autores . . . . . · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · · ·

PRESENTACIÓN, por Javier Fernández Sebastián . 11

EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA. EL ORDEN ENTRE DOS VOLUNTADES:

DIVINA y HUMANA, por Carole Leal Curie! . 15

1. ARGENTINA/Río DE LA PLATA

Fabio Wasserman , . 53

2. BRASIL

Cláudio António Santos Monteiro · · , · · · · · · · 67

Centro de Estudios Políticos y Constitucionales


3. CARIBE/ ANTILLAS HISPANAS
Plaza de la Marina Española, 9
Josefina M. Suárez Serrano , , . . , · · · ·, . . , . 81
28071 Madrid

http://www.cepc.es
4. CENTROAMÉRICA

Jordana Dym , , . . , · , · · . 97

Catálogo general de publicaciones oficiales


5. CHILE
http://www.060.es
Ana María Stuven - Gabriel Cid , · · · 113

6. CoLOMBIAINuEVA GRANADA

Daniel Gutiérrez Ardila . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 129

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del


7. ESPAÑA
copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial

Pedro José Chacón Delgado , , . . · · , · · · · 143


de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidas la reprografía y el

tratamiento informático.

8. MÉX1co/NuEvA EsPAÑA

JAVIER fERNÁNDEZ 5EBASTIÁN (dir.) 159



Eugenia Roldán Vera , · · . · , · · · · · · · , · · · · · · · · ·
© De esta edición, 2014: UPV/EHU

© De esta edición, 2014: CENTRO DE EsTUDlOS POLÍTICOS y CONSTITUCIONALES 9. PERÚ

Alex Loayza Pérez , · , · · · · · · · · · · , · · · · · · 173

NIPO, 005-14-046-6 (CEPC)

I.S.B.N.: 978-84-259-1598-7 (Obra completa) 10. PORTUGAL

l.S.B.N., 978-84-259-1604-S (Tomo 6) 187


Fátima Sá e Mela Ferreira , · · · · · · · · · · · · · · · ·
Depósito legal: M-23010-2014

11. URUGUAY/BANDA ÜRIENTAL

Diseño de cubierta: ÁREA GRÁFICA ROBERTO TuRÉGANO 199


Ana Ribeiro , · · , · · , · · · · · · · · · · · · · · · ·
Imagen cubierta: «Carte nouvelle de lamer du Sud», de Andries de Leth

12. VENEZUELA

.Fotocomposición e impresión: COMPOSICIONES RALI, S.A. 215


Caro/e Leal Curie! , , · · , · · · · , · · ·
Costa, 12-14, 7ª planta

48010 Bilbao

7
ÜICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO

gada inestabilidad e incertidumbre amenaza con sumergir a las jóvenes repúblicas EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA. EL ORDEN ENTRE DOS

en un abismo de caos y confusión. Se comprende, entonces, que la añoranza por


VOLUNTADES: DIVINA Y HUMANA

el orden produjese en tales circunstancias -mientras abundan los escritos sobre la

necesidad de aunar el orden con la libertad y con el progreso- un estrechamiento


Caro/e Leal Curie!
del concepto hasta identificarse casi en exclusiva con el sintagma «orden públi­

co», entendido simplemente como tranquilidad y respeto a las leyes por parte de

ciudadanos y gobernantes.

De estos y otros debates, con las peculiaridades de cada región y de cada país,

tendrá el lector cumplida noticia y valiosas pistas para desarrollar sus propias

indagaciones en los trece ensayos que componen este tomo.

as páginas que siguen buscan aportar una reflexión comparativa sobre la

----•--Q!.ución_semántica_deLconcepto de.orden en el escenario político del es­


1•
pacio iberoamericano durante el periodo entre 1770 y 1870

Es de advertir que el concepto de orden entraña algunas dificultades para su

aprehensión, entre otras razones porque, en primer lugar, al revisar sus acepcio­

nes en los diccionarios, españoles y portugueses desde su primera aparición y

hasta finales del siglo xix, el concepto no registra variantes ni resignificaciones.

En la edición de 173 7 del Diccionario de Autoridades, se indica que el vocablo

proviene del latín ardo y que sus significados son:

La colocación que tienen las cosas que están puestas por su serie y en el lugar que

corresponde a cada una / Se toma también por concierto y buena disposición de las

cosas/ Vale también regla o modo que se observa para hacer las cosas/ Se toma también

por serie o sucesión de las cosas I Vale también como mandato que se debe obedecer,

observar y ejecutar/ Se toma también por relación o respecto de una cosa a la otra.

Y entre las acepciones del término que recoge el Vocabulario Portugués e

Latino del padre Raphael Bluteau ( 1 7 1 2 - 1 7 2 1 ) está igualmente la de «disposicáo,

as sen to ou colocacáo das coisas no lugar que lhe convérn».

Estas entradas tienen en común que el orden, dicho a secas y sin especifica­

ciones adjetivales, está relacionado con la disposición y relación de las cosas, Íu-

I
Este ensayo es resultado del valioso aporte de un conjunto de trabajos de autores prove­

nientes de doce países, cuyos textos han hecho posible la reflexión que aquí se presenta: Fabio

Wasserman (Argentina);Josefina M. Suárez Serrano (Antillas Españolas: Cuba, Puerto Rico y

Santo Domingo); Cláudio AntOnio Santos Monteiro (Brasil); Jordana Dym (Centroamérica:

Guatemala, El Salvador, Costa Rica, Nicaragua y Honduras); Ana María Sruven y Gabriel Cid

(Chile); Daniel Gutiérrez Ardila (Colombia); Pedro José Chacón Delgado (España); Eugenia

Roldán Vera (México); Alex Loayza (Perú); Fátima Sá e Mela Eerreira (Portugal); Ana Ribeiro

(Uruguay) y Carole Leal Curie! (Venezuela).

14
15
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

g ar y colocación, sucesión, y con reglas o modos de h acer, un significado q ue en el ámbito de la monarquía absolutista, que comenzó a sentirse amenazada

permanece como su sedimento en las posteriores reelaboraciones semánticas q ue desde el exterior a partir de la década de los ochenta debido a las revoluciones del

se producen en el concepto a artir de la crisis


p p olítica de 1 8 0 8 . siglo (norteamericana, francesa y haitiana), a la literatura «impía» y a su «seductor

lenguaje» (incluidos sus peligrosos símbolos de la libertad), y, eventualmente, a la


En segundo lugar, aunque p udiera p arecer un concepto irrelevante, un « con­
Ilustración y al racionalismo iusnaturalista. Y si acaso perturbada desde el inte­
cepto invisible» en palabras de avier
J F ernández S ebastián, de carácter tan esen­
rior por las reacciones adversas al reformismo borbónico del «despotismo ilus­
cialmente normativo que se daba p or sobrentendido, p asa a ser uno fundamental
trado», y por los «escándalos» que afectaran la moralidad pública y las jerarquías
a partir de la crisis de legitimidad política de 1 8 0 8 , fecha q ue marca el inicio de su
sociales.
concreción insertándose en el debate de un p eriodo marcado p or radicales trans-

formaciones p olíticas. E l concepto se despliega en un onjunto de


c intagmas ad-
s , En la segunda arte,
p 1 8 0 8 -1 8 3 0 , aluamos su
ev pro ceso de «disloc ación se-

etivales
j q ue an a impregnar el discurso político y son las
v mú ltiples derivaciones :, má ntica» comenzado a artir de la crisis política de las monarquías,
p la revolución

adjetivales las q ue van p erfilando sus significaciones y resignificaciones durante el h ispánica y la «c risis constitucional-? derivada de aquella, así como del traslado

ciclo an alizado. L a carga semántica del concepto se dispersa en conjunción con d el rey y la C orte portuguesa a B rasil. En la tercera, 1830 - 1 8 7 0 , se ndaga el
i curso

otros adjetivos dando lugar a los sintagmas: orden social, orden p olítico, _orde_n �;,_ _cs::.:e:<>uido por el_concepto_ a través_ de los p roblemas de inestabilidad que p lanteó el

moral, orden militar, orden público, orden constitucional-orden legal, el orden ·


j p roceso de construcción de las naciones, para nalmente examinar
fi someramente

antiguo, un nuevo orden, un nuevo orden de cosas, etc., q ue en algunos casos son ' la década que corre entre 1 860 y 1 870, durante la cual parece hab erse alcanzado el

discurridos a través de metáforas, símiles y analogías en clave corporal y, luego, anhelado orden más temprano en algunas regiones; más tarde en
( o tras e incluso

de conformidad con la recepción de la I lustración, expresados en analogía con la f uera del periodo revisado) y explorar las conexiones del concepto con las ideas

n aturaleza y una reelaboración de la idea misma de la física en correspondencia d e p rogreso, civilización y revolución.

con leyes p rovenientes de la mecánica.

En tercer lugar, la noción de orden se desarrolla en un abanico de conceptos


l. EL ORDEN INMUTABLE (1770-1808)
v n i culados, opuestos o antagónicos: desorden, caos y anarquía; o conceptos rela­

c ionados, positiva y negativamente: libertad, az, tranquilidad, seguridad, revolu­


p

ción, acción/partido, en los cuales se


f p roducen a su vez «transvaluaciones» co­ Entre 1770 y 1808 la noción predominante de orden, político y social, está

nectadas a las transformaciones que p or su arte se


p van estando en el de orden.
g
concebida al abrigo de su origen divino y revelado, sustentado en la natural des­

igualdad que existe y debe existir entre los hombres; desigualdad -se asume­

T ambién es importante señalar la recurrencia al sintagma « un nuevo orden» igualmente instituida por Dios. Un orden arraigado en dos principios fundamen­

entre 1 8 1 O y 182 0 , a veces señalado como «un nuevo orden de cosas» o «un nuevo ¡ tales para su conservación: la jerarquía y la subordinación.

orden político» en contraste con « el orden antiguo» o « el orden anterior». U na

La nación es un cuerpo político que tiene partes integrantes y cabeza perfecta que
oposición caracterizada or el uso de los artículos indeterminado
p ( «un nuevo
la componen[ . . . ] ; [ . . . ] sin la exacta subordinación de los miembros a la cabeza ni el
orden») o determinado ( «el orden anterior»), l o cual parece sugerir, po r efecto de
cuerpo natural puede subsistir ni el político conscrvarse3•
la concreción que va a adquirir el concepto, que sus p rimeras elaboraciones se

f orjan al abrigo del horizonte de expectativas de un orden en proceso de creación


2
y , en consecuencia, aú n incierto, y p arecen expresar la lucha entre el poder cons­ La «crisis constitucional», consecuencia de la política, es la novedosa interpretación que

tituido (el orden anterior/monarquía absoluta) y un oder en proceso de consti­


p ofrece José María Portillo Valdés para analizar el fenómeno global de aquel particular momen­

to �ue corre entre 1 8 1 0 y 1 8 1 4 , caracterizado por la proliferación de los primeros congresos


tuirse (un nuevo orden/monarquía liberal-república).
nacionales y las distintas opciones constitucionales que emergieron durante esos años (monar­

quías liberales, repúblicas antimonárquicas). José María PORTILLO VALDÉs, Crisis atlántica.
C on miras a m ostrar la evolución de los desplazamientos semánticos del con­
Autonomía e independencia en la crisis de la monarquía hispana, Madrid, Fundación Carolina­
cepto, esta presentación se a dividido en tres
h p artes en atención a los ciclos po­
Centro de Estudios Hispánicos e Iberoamericanos-Marcial Pons, 2006, pp. 124-128.
líticos lobales que se
g p ueden extraer de los trabajos de los doce países, indepen­ 3
Joaquín de FINESTRAD, El vasallo instruido en el estado del Nuevo Reino de Granada y
dientemente de las respectivas p articularidades temporales que cada uno de ellos
en s�s respectivas obligaciones [1783], edición de Margarita González, Bogotá, Universidad

entraña. En la primera p arte, 177 0 -1 8 0 8 , se examina la significación del concepto Nacional de Colombia, 2000, pp. 248 y 372.

16 17
DrccrONARIO POLÍTICO y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERlCANO ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA
Caro/e Leal Curie!

«Las cosas» -registran los diccionarios- al igual que las personas «están pues­ También a través de la metáfora que expresa la idea del reino ordenado como

tas por su serie y en el lugar que corresponde a cada una». Es un concepto «onto­ una familia, en la que el rey ejerce su autoridad sustentada en el amor: «es la pro­

logizado», como señala Eugenia Roldán Vera en su estudio, que corresponde al piedad más característica de su justa soberanía[ . . . ]. Sin su amor será un tirano y

«orden del ser», una concepción que reside «en las cosas mismas en tanto corres­ 7�
no su padre»

ponden a un orden o principio superior inmutable»: de Dios es «de quien nace el


4;
orden» resistirlo implica desobedecer a la Superioridad. Principio del que se El desorden quebranta la buena armonía de ese cuerpo político que, a seme­

deriva la idea de que los distintos ámbitos de la existencia humana en sociedad janza del natural, posee una sola cabeza y una «exacta subordinación». Una «ano­

son también relativamente estables e inmutables, aunque por humanos, imperfec­ malía» que ha de ser reducida para restituir la natural subordinación que debe

tos. El orden está inscrito en la doctrina de origen divino de la autoridad temporal existir entre los miembros del cuerpo.

que, en el caso y época que nos ocupa, se refiere al poder absoluto del monarca'.

La monarquía, concebida como el cuerpo político, es el «orden ordenado» en el Orden/desorden (escándalo) forman parte de un entramado discursivo, arti-

Rib · d culados sobre la base del modelo de república cristiana en tanto representación de
cua 1 -su braya Ana 1 erro en su estu io- el monarca constituye el «orden en sí».
Í la ciudad de Dios, en la que el desorden moral -corno observó Germán Colme-

«Buen orden», locución frecuente en el periodo en oposición a desorden, re- , nares- reviste la connotación de desobediencia política 8. «Los ociosos, vagamun-

fiere a la necesaria convivencia en armonía de las partes del cuerpo soci�l y p-�lí-----"!f------'1dc:o--::s-=y malentretenícfos» son cons1cleraclos en la segunda mitad del siglo xvm -

treo a fin_ de evitar «escándalos públicos»; a la «racionalización y jerarquización � puntualizan para Chile Ana María Stuven y Gabriel Cid en su investigación- la

del espac10» (ciudad-campo) en el sentido de que la reducción de la población en i encarnación del desorden, la antítesis del orden mismo: «esos individuos dedica-

núcleos sede del poder político y eclesiástico asegura la preservación del orden; a dos al ocio, la ebriedad, riñas y provocaciones son como un fermento el más no-

la administración de justicia como elemento fundamental de gobierno en el sen- ] civo a la masa de la sociedad, semejantes vagamundos no deben permitirse en la

tido de mantener la armonía entre los miembros del cuerpo; a la preservación del comunión de una República bien ordenada»'.

«orden multisecular de la dominación colonial» como se observa en Brasil hasta


Y en sociedades de plantación con importante población esclava, como es el
la segunda década del siglo xrx, y, con el advenimiento de las reformas borbóni­
caso de las Antillas Españolas y Brasil, el miedo al desorden se asocia a las insu­
cas, al fomento de la «felicidad pública».
rrecciones de negros. Una representación dirigida desde Cuba al rey en 1791 a

El orden político, armónico y justo, aparece extensamente representado a tra­ propósito de la sublevación de los esclavos en los dominios franceses de Santo

vés ,de la imagen-metáfora del cuerpo humano, que posee una sola cabeza y, su Domingo ilustra el punto: «Es ocioso detenerse en descubrir el origen y causas de

antorumo, el desorden, como un monstruo -la hidra- que no atiende al concierto esta catástrofe, un desorden ha traído otro. Los amos han enseñado a sus siervos,

mismo de la naturaleza: y por su propia mano se han fabricado su ruina. Autores de la anarquía, no se
1
deberían quejar de verla reinar en los negros» º.
�l cuerp� humano con d?s cabezas es monstruo más horrible que degenera de su

pro?�ª especie[.:.]· Un� Na�1ón se contempla como un cuerpo político y este cuerpo

político, en sentir de T1ber10 es uno y ha de tener una cabeza para liberarse de la


razones de la negativa de la Junta General instalada en el Virreinato de Nueva España de si
monstruosa Hidra".
debía o no reconocer la obediencia que había solicitado la Junta de Sevilla pues, de hacerlo,

«sería el Reino un cuerpo con dos Cabezas y por lo tanto monstruoso».


7
Juan Baltasar MAZIEL, «Reflexiones sobre la famosa arenga, pronunciada en Lima por
4
Gregario MAYANS Y S1sCAR, Filosofía cristiana: apuntamientos para ella [1746], en Obras un individuo de la universidad de San Marcos, con ocasión del recibimiento que hizo dicha

Completas de Gregario Mayans y Sisear, Valencia, Diputación de Valencia-Ayuntamiento de universidad a su virrey, el excmo. Sr. Dn. Agustín de Jáuregui y Aldecoa, el día 27 de agos­
Oliva, 1998, VII, pp. 225-382.
to de 1781», en Colección documental de la independencia del Perú, Lima, CNSIP, 1976, I,
5
Véase sobre el desarrollo moderno de esta doctrina y sus dos versiones el trabajo de Juan pp. 96-170.
�arlas. REY, «El pensamiento político en España y sus provincias americanas durante el despo­ 8
Germán COLMENARES, «La ley y el orden social: fundamento profano y fundamento

t1·s,mo ilustrado (1759-1808)», en Gua! y España, la independencia frustrada, Caracas, Funda­ divino», Cahiers des Amériques Latines 10 (1990), pp. 49-63.
cion Empresas Polar-Academia Nacional de la Historia- UCV-USB-UCAB-UM-LUZ-ULA 9
Alejandra ARAYA, Ociosos, vagabundos y malentretenidos en Chile colonial, Santiago,
y Universidad Cecilia Acosta, 2007, pp. 4 3 - 1 6 1 .
DIBAM-Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, 1999, p. 66.
6

Joaquín de FINESTRAD, El vasallo instruido, pp. 372-373. A la misma imagen-metáfora se 10


Francisco de ARANGO Y PARRERO, Obras, edición de Gloria García, La Habana, Ima­

recurre años después, como ocurrió en México durante la crisis a de 1808, para argumentar las gen Contemporánea, 2005, 1, pp. 140 y 142.

)¡;

18 o
19
1
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO
Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRlCA

l binomio orden/ desorden, con el advenimiento de las reformas


E orbónicas
b
En coexistencia a la idea dominante de un orden de origen divino, otra con­

y el imperativo de fomentar el bienestar y la felicidad pública, p lanteó el proble­ cepción de orden social procedente de la nueva ciencia de la economía política se

ma de cómo reafirmar el orden social en el ámbito del discurso ilustrado, como registra en España al iniciarse la segunda mitad del siglo:

revela A lex Loayza para Perú en el contexto de las rebeliones indígenas y lo s


La misma propensión que ha dado la naturaleza a todos los hombres hacia su
tributos cales impuestos a los criollos. Esto puso en evidencia dos concepcio­
fis
bienestar, haría inasequibles los deseos e impracticable la sociedad si el orden, esta
nes en disputa sobre el origen de la antoridad real y la debida obediencia a ella: el
relación que tienen entre sí las cosas por su propia naturaleza, no fijase los límites al

patriarcalismo providencialista y el contractualismo del derecho natural", deseo e hiciera compatible la felicidad de los particulares con la de la sociedad que

componen 13.

La idea de orden eterno e inmutable, afirmado en una superioridad trascen­

El concepto adquiere cierta relevancia bajo el impacto de la amenazante se-


dente e inserto en la catolicidad, coexiste durante el periodo con una concepción

' ducción de la «filosofía del siglo». La quietud de ese «buen orden» monárquico,
de orden natural de corte racionalista que en el caso de Portugal -como muestra
' el orden ordenado del poder constituido, padecerá los embates de las revolucio-
el trabajo de Fátima Sá- se pone de manifiesto en la moderada adhesión a la filo­
! nes del siglo (Estados Unidos, Revolución francesa y, en especial, para algunas
sofía racionalista y la cultura de la Luces que el Marqués de Pamba! promovió en
14,
��------regiones _4�Hi�anoamérica,. de la_p5?sterior revolució°: de Haití) las amenazas
lo tocante a las reformas jurídicas y a la enseñanza del derecho, por lo que el
del «seductor lenguaje», de la literatura impía, y hasta de sus símbolos, que pro­
problema del «orden natural» y su conocimiento por la razón humana van a estar
dujo en prensa, libelos, opúsculos y catecismos, y reaccionará con la reafirrnación
presentes en los escritos de una diversidad de autores (Luís António Verney,
del verdadero y único significado del orden desde el punto de vista de los defen­
Ribeiro Sanches, Ribeiro dos Santos, Padre Teodoro de Almeida, y el obispo de
sores del orden político monárquico, cercado ahora por la peligrosa «igualdad
Beja, Freí Manuel do Cenáculo). Para el mundo hispano, aunque el iusnaturalis­
quimérica». Los «gobiernos republicanos de Norteamérica y Francia» son el ori­
mo racionalista fue oficialmente rechazado en virtud de su origenprotestante y
gen de «las insubordinaciones a las leyes que nos gobiernan», alegan las autorida­
sus contenidos heréticos -Ios libros de Gracia, Pufendorf (y la traducción fran­
des de la provincia de Venezuela a raíz de la conspiración descubierta en el puer­
cesa que hizo Barbeyrac), Burlamaqui y Vattel estaban incluidos desde 1747 en el 15•
to de La Guaira en 1797 con el propósito de establecer una república igualitaria
Índice de libros prohibidos-, la enseñanza y establecimiento de cátedras de d ere­

cho natural fue permitida entre 1770 y 17 9 4 con la condición expresa de que e n «Desde que la Francia en el año 91,, -cscribe en 1797 el rector de la Universi­

ella se mostrara la unión necesaria de la Religión, de la


« M oral y de la Po lítica», dad de Caracas Juan Ignacio Moreno a propósito de esa conspiración- «adoptó el

q ue la frágil razón» humana estuviera sometida a la religión católica


« y que as
l proyecto de un gobierno rigurosamente democrático [ . . . ], sus ecos no han cesado

obras fuesen expurgadas de sus errores12• de invadir nuestras costas»; y propone como remedio para conservar la salud del

cuerpo político, no sólo evitar la insubordinación de los esclavos y el ocio de los

indios, sino también «el desorden y confusión en las clases, el lujo inmoderado de
11
Sobre el punto véase la controversia suscitada en 1781 entre José Baquíjano y Carri­
las gentes bajas, la absoluta igualdad a la que aspiran con los blancos, a aún con
llo, catedrático de Vísperas de Leyes de la universidad de San Marcos y Juan Baltazar Maziel,
los nobles [ . . . ], tan ofensivo al orden público, sino también restituir[ . . . ] la sub­
clérigo de la diócesis de Río de la Plata, asunto tratado en el ensayo de Alex Loayza sobre

Perú. Para un revisión más detenida sobre las variantes de las doctrinas del derecho divino de
ordinación que debe haber en el orden jerárquico de las diferentes clases de que

los reyes y las teorías contractualistas, véase Juan Carlos REY, «El pensamiento político en se compone esta sociedad[ . . .]. Las leyes prescriben una importante subordina­
España».
ción no sólo en el tratamiento personal, sino hasta en los vestidos y alhajas [ . . . ]
12
Juan Carlos REY, «El pensamiento político en España», pp. 1 0 6 - 1 1 1 . Señala Rey que

esta apertura al iusnaturalismo racionalista, con las limitaciones señaladas, se instituyó a partir

de la expulsión de los jesuitas y la prohibición de sus enseñanzas y circulación de sus libros; Grocio, Wolfio, Pufferdof, Batel, Burlamachy, etc.», citado en Juan Carlos REY, «El pensa­
luego, con la Revolución francesa, fueron suprimidos los estudios de derecho natural en Espa­
miento político en España», p. 108.
ña y América por Real Orden de 31 de julio de 1794. Infiere Rey los alcances de su propagación 13
Antonio MuÑoZ, Discurso de Economía Política, Madrid, Joachim Ibarra, 1769.

en el mundo hispánico a partir del escrito de José CADALSO Los eruditos de la violeta [1772]: 1
� Sobre el impacto en el Caribe de los sucesos del Guarico de Saint Domingue, véase el

«Antiguamente no hablaban [del derecho natural y de gentes] sino aquellos a quienes compe­ magnífico trabajo de Alejandro GóMEZ PERNÍA, Le syndrome de Saint Domingue. Perceptions
tía, como príncipes, embajadores, y generales. ¡Pero tiempos bárbaros serían aquellos en que
et représentation de la Révolution haiúenne dans le Monte Atlantique, 1790-1886. Tesis docto­
no hablase cada uno más que lo que le toca! ¡Qué diferentes son los nuestros! En ellos no hay
ral, París, École de Hautes Études en Sciences Sociales, 201 O.
cadete, estudiante de primer año, ni mancebo de mercader que no hable de Menchaca, Ayala, rs Archivo General de Indias (AGI), Caracas, 430/44, 7 [15-VIII-1797].

20
21
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN IBEROAMÉRICA

[porque] bien sabida es la semejanza proporcional que hay entre un cuerpo polí­ P. ¿ Qué quiere decir que el súbdito inobediente a las legítimas potestades se
,
opone al orden de Dios?
tico y el cuerpo humano, la analogía de sus partes orgánicas, sus enfermedades y '
$
,
sus remedios. La sanidad de todo cuerpo animal es respectiva y así también lo es
R. Que no solamente es enemigo de la sociedad civil de la cual es parte, esto es,
16•
la de las sociedades políticas» del Estado o Reino donde nació, sino también de sí mismo, y de todo el géne­

ro humano comprendido en el orden de Dios, y del mismo Dios que estable­


Igualdad quimérica que el Mercurio Peruano recoge en un artículo firmado
ció este orden".

bajo el seudónimo de Eustaquio, criticando el tuteo que de hijos a padres se había

introducido en la sociedad limeña, costumbre aprendida en «casa de Democra­ Pese a las amenazas y tensiones, la idea de orden político y social fundado en

cia», su suegra: la doctrina divina, «no propasándose el uno al oficio del otro, y ayudando cada

cual por su parte a la conservación de todo el cuerpo», permanece inconmovible


Si nuestro idioma tiene los tratamientos confidenciales con separación de los de
hasta el advenimiento de la crisis de 1808.
reverencia, ¿por qué los hemos de confundir? ¿ Por qué hemos de acostumbrar a los

hijos a que hablen a su madre en el mismo tono que a su esclava, y a que no distingan

a su padre del calesero? Finalmente, ¿por qué como efecto de amor en los padres una

condescendencia que es tan contraria a la subordinación y aún a la buena política de II. Hizo LA VOLUNTAD DE LOS HOMBRES: EN BUSCA DE «UN NUEVO ORDEN»
...;¡,�------------------
17•
las gentes? (1808-1830)

La última década del siglo es fecunda en una producción literaria reactiva


La crisis política de la monarquía y la acefalía de la corona española, así como
contra la «filosofía» del siglo, parte de ella desarrollada en clave catequística, en
el traslado de la corte portuguesa y del príncipe regente Don Joáo VI a Brasil en
la que ocupó lugar fundamental el Catecismo del Estado según los principios de
1808 dan inicio a un desplazamiento semántico del concepto. Este se hace visible,
la religión de Joaquín Lorenzo Villanueva, con amplia difusión en España y en
pasando a ocupar un lugar central en el discurso político. Un cambio en el len­
algunas ciudades americanas (Lima, Santafé, Tunja y Caracas). E'n el combate
guaje se abre paso en coexistencia conflictiva con sus acepciones del ciclo antece­
emprendido contra las quimeras de los «impíos», Villanueva reafirmará que «la
dente; la aparición de expresiones como «un nuevo orden de cosas», «un nuevo
igualdad cristiana no se opone a la desigualdad política, que es necesaria para
orden», «un nuevo orden político» en oposición al «orden antiguo», «la domina­
guardar el orden en la sociedad». El Catecismo de Villanueva, afirma Pedro Cha­
ción antigua», o de las locuciones «orden constitucional», «orden legal», «orden
cón en su estudio, plantea la vertiente política del concepto: el cimiento del or­
público»; una reelaboración en la concepción del orden natural que tiende hacia
den político -«orden de Estado»> es la ley eterna, fundamento de la obediencia
su secularización; la emergencia de nuevas metáforas, símiles y analogías (la ima­
política:
gen del edificio, social y político, en proceso de construcción, desplaza la del

P. ¿Qué entendemos por orden? cuerpo que dominó en los años precedentes); todo ello inscrito en un proceso de

«aceleración del tiempo histórico», a veces definido por los actores como una
R. La disposición que tienen entre sí y respecto de las demás, todas las cosas que
«revolución» y/o «regeneración», que partió las aguas entre el pasado («el orden
Dios ha establecido.
antiguo») y las expectativas hacia el futuro ( «un nuevo orden» a crear), el cual,

P. ¿ Qué es orden del Estado? aunque se inicia de manera simultánea, tuvo un recorrido complejo y heterogé­

neo con resultados disímiles.


R. La armonía de las partes que lo componen, dirigida a la paz y felicidad pública.

En respuesta a la ausencia de la cabeza del cuerpo político, el mundo hispano­


P. ¿En qué consiste esta armonía?
americano tanteó un orden «de emergencia» sobre la base de la creación de jun­

R. En la unión de sus diferentes miembros, no propasándose el uno al oficio del tas 19. Estas tenían, en principio, como objetivo restituir el orden vulnerado por

otro, y ayudando cada cual por su parte a la conservación de todo el cuerpo.

13
Joaquín Lorenzo VILLANUEVA, Catecismo del Estado según los principios de la religión,
1�
Observaciones de José Ignacio Moreno respecto a las causas de la revolución [29-VIII- Madrid, Imprenta Real, 1793, pp. 8-9.
19
1797], en AGI, Caracas, 434, sueltos, 1 - 1 9 , 288-302. El juntismo de emergencia tuvo lugar primero en España en 1808, a raíz de conocerse
17
Mercurio Peruano r/5 [16-I-1791]. el apresamiento de Fernando VII en Bayona; más tarde hay unos primeros intentos de esta-

22 23
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO

Carole Leal Curiel ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

efecto de la invasión y la usurpación del trono. La guerra contra el francés desem­


des propias de los momentos de incoación. Las ideas de orden, cuyas dnplas an­
bocaría en una revolución, la hispánica", que tuvo a su vez un desarrollo diverso
tagónicas orden/ desorden. u orden/ anarq,uía se preservan para este penado pero
y simultáneo caracterizado por lo que Portillo Valdés ha denominado una «crisis
con otros contemdos, se vmculan en Amenca desde 1808 en adelante a la percep-
constitucional»: el constitucionalismo liberal monárquico en España, Antillas y,
., de que se estaba «ante un orden anormal o extraordinario: las cosas no esta-
Cj Ofl. •
entre 1 8 1 0 - 1 8 2 4 , en Centroamérica, México y Perú, por un lado (orden y libertad
ban en el lugar que le corresponde según su naturaleza o no podían cumplir sus
en monarquía) y; por otro, el constitucionalismo republicano (orden y libertad
fines», según sentencia Fabio Wasserman en su estudio. Así se arguye para just�­
en república), en Venezuela, Nueva Granada, Argentina-Río de la Plata/Banda
ficar la reasunción de la soberanía interina de Fernando VII en las juntas amen­
Oriental, Chile.
canas, creadas en respuesta al «desorden de España»; este será el argumento con

el que luego se legitimará la ruptura con las autoridades peninsulares (Venezuela,


A diferencia de esto, el mundo lusitano (Portugal y Brasil), preserva la cabe­
1 8 1 0 ; Argentina/Río de la Plata, 1810; Colombia/Nueva Granada, 1 8 1 0 ; Chile,
za-centro político-unidad del reino con el traslado de la Corte a Brasil y, en con­
1 8 1 0 ; Uruguay/Banda Oriental, 1 8 1 0 - 1 8 1 1 ) . Es en este contexto donde emerge la
secuencia, el orden monárquico, en principio absolutista, que luego desemboca

en la creación del Reino Unido de Portugal y Algarves (1815), y, con la «coyun­ expresión «un nuevo orden de cosas» al igual que una re�ignifi�ación,, �el conc�p­

to de orden natural. Un nuevo orden que se expresa en dimensiones eucas, socia-


tura inntista» de las Cortes reunidas en Portugal (1821), en monarquía constitu­
--,,é!i-�-
- --¡r,e.-,s,:.j urídicas -y políticas.
cional liberal y en la independencia de Brasil (1822). Cada opción dio lugar a d i ­

versos caminos y cada una de ellas planteó un conjunto de problemas, algunos


La locución «un nuevo orden de cosas» se afilia en un principio a la recompo­
comunes a buena parte de las regiones, como por ejemplo, el que ofrece la tensión
sición y restablecimiento de los vínculos de obedienóa (trastocados p�r efecto de
entre el orden y la libertad, que pasa a ser un tópico recurrente a lo largo del siglo
la pérdida de la cabeza-centro político) en una umdad mayor �eposrtana de la
xrx, aunque con manifestaciones diferenciadas entre los que siguieron el fluc­
autoridad (primero las juntas, más tarde los congresos constituyentes ), de la
tuante camino del constitucionalismo liberal (en pelea con el absolutismo) y los
unión y armonía a fin de restituir las jerarquías territoriales desarticuladas con la
que siguieron la inestable vía republicana; problemática fue también la fragmen­
reasunción de la soberanía por los pueblos o erección de nuevas provincias decla­
tación territorial o pérdida de la unidad político-administrativa. Otra cuestión
rándose soberanas, y preservar el orden social, particularmente amenazado en las
fueron las oscilaciones entre la organización del poder bajo el arreglo centralista
regiones con una importante población negra y mulata. De allí que sean de co­
o federalista en la república y en la monarquía.
mún uso tanto la expresión «unión y fraternidad» como las de «pacto social» o

«contrato social» en conexión a la de «un nuevo orden».

II.1. Orden y libertad en la república


Un «nuevo orden» que asimismo se asocia con la idea de una transformación

que es percibida como una «revolución» y/o «regenera�i�ón», c?? lo que el c�o�­
¿Qué es el orden? ¿de qué tipo de orden se debate durante este ciclo? ¿cómo
cepto de revolución se carga inicialmente de una valoración positiva, caractensti­
se expresan sus mudanzas? El concepto transita inicialmente por las ambigüeda-
ca que luego varía a lo largo del periodo. Los sintagmas «un nuevo orden de co­ · .

sas»/revolución-regeneración evolucionan hacia la idea de un nuevo orden 1

político: la forma de gobierno ( "un nuevo orden político»), la república, un orden


blccer juntas en América, a semejanza de las de España, entre 1808 y 1809, cuestionados desde

la Península y sin que sus establecimientos fueran perdurables. El ciclo juntista americano opuesto al antiguo (la monarquía), que pasa a ser juzgado como despótico, ilegí­

exitoso se inicia en 1 8 1 0 a raíz de la disolución de la Junta Suprema Central Gubernativa de timo, tiránico (Argentina/Río de la Plata, Venezuela, Chile, Uruguay/Banda
España e Indias. Dcmetrio Ramos ha señalado una diferencia entre los juntismos de 1808 y los
Oriental, Colombia/Nueva Granada). El nuevo orden político, el republicano,_ se
de 1 8 1 0 . Con respecto a los primeros, a los que denomina «motines de Aranjuez americanos»,
enlaza a la noción de patria, lo que explica la politización de la noción de "Patno­
los considera no sólo como reacciones ante el temor de la usurpación francesa, sino también
ta» en tanto expresión de identidad política para designar a quien la defendiera y
como el desmantelamiento del poder de Godoy en América; a los segundos los cataloga como

movimientos de salvación ante la España perdida. Sobre el punto véase Demetrio RAMOS,
combatiera a favor de alcanzar la independencia o preservarla, y en antagonismo

Entre el Plata y Bogotá: cuatro claves de la emancipación ecuatoriana, Madrid, Cultura His­ con los «godos», «leales», «pelucones», «gachupines», «realistas», etc., modos
pánica, 1978.
empleados en las distintas regiones para reputar a los defensores del rey y lamo­
20

Sobre el alcance y significado de la revolución hispánica véase Francois-Xavier GUE­


narquía. Un nuevo orden que, aun sancionado constitucionalmente, se concibe
RRA, Modernidad e independencias, Madrid, Mapfrc, 1992.
en proceso de construcción gradual, sustentado en las virtudes cívicas consubs-

24
25
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

tanciales a la república ( «el ardiente amor a la patria» o «patriotismo», el amor a La expresión «un nuevo orden de cosas» también cobija la idea de un nuevo

la libertad, respeto y obediencia ciega a la ley, etc.), cuya implantación y arraiga­ orden político-jurídico, esto es, la separación de poderes ( «luego que en un Poder

miento sólo sería posible en la medida que se preservase el orden social a través excede la esfera de sus facultades» -se argumentaba en el Constituyente de 1 8 1 1

de su control y respectiva socialización, y en el cual la amenaza de las «pasiones en Venezuela- «altera el orden y se da un paso al despotismo o la anarquía-)"; la

desordenadas» (ambición, vil egoísmo, envidia, etc.) y de las «pasiones popula­ preeminencia de un legislativo con competencia exclusiva para dictar la ley y el

res» (democracia, por ejemplo) en conexión a las facciones/partidos constituyen titular de la soberanía popular a través de la representación; constituciones escri­

su telón de fondo. «En una República» -afirmaba en 1 8 1 3 Antonio José de Irisa­ tas, producto de la voluntad de los hombres, aunque sustentadas en un orden

rri en Chile- «es absolutamente imposible conservar el orden sino por el orden natural inmanente regulador de la legislación positiva. Un nuevo orden jurídico

21•
mismo» que deja de ser plural y pierde su adecuación con un orden divino. La ley es el

producto de la voluntad de los hombres, de su razón.


Porque, y es importante subrayarlo, la dificultad fundamental para asegurar

la instauración del nuevo orden fue cómo cimentar la obediencia, una vez hecha El concepto durante este periodo también se vincula con la organización y

la ruptura con la fuente legítima de ese poder-centro-cabeza que era el rey, lo que
distribución del poder en la república (central-unitaria/confederal-federal), que

en Uruguay/Banda Oriental se resolvió a través de la autoridad ejercida por José


--;!!!-------·- condujQ a un extendido debateen el_cuAl_h_aminotnia orden/desorden-anarquía
Artigas, tras las sucesivas rupturas de obediencia, primero a Fernando VII y ;,:;Js sirvió de contenedor de las tensiones inherentes al problema de la conservación/
tarde a la Junta de Buenos Aires en 1 8 1 3 , tal como lo expresaron los jefes del
fragmentación de la unidad político-administrativa y territorial por efecto de la
Ejército Oriental:
desaparición de las jerarquías territoriales tradicionales desarticuladas de sus

centros originales (monarquía, virreinatos, audiencias, provincias), lo que fue


acto solemne, sacrosanto siempre de una constitución social [en queJ erigiéndonos

una cabeza en la persona de nuestro dignísimo Conciudadano don José Artigas para percibido en algunos casos como «anarquía» y «desorden» (Argentina/Río de la

el orden militar, de que necesitábamos[ . . . ]. El pueblo oriental es 'éste. Él reunido y Plata, Chile, Colombia/Nueva Granada, Centroamérica, Venezuela); al proble­

armado conserva sus derechos". ma de la soberanía y al de la distribución del poder y la ampliación/restricción

de las libertades.
Muy distinto al curso seguido al otro lado del Río de la Plata como lo eviden­

cia el Manifiesto publicado por el Congreso de 1 8 1 6 , cuyo encabezado 'es harto


Y según fuese el ángulo desde donde se diera el combate, federalismo se vin­
elocuente: «Fin a la revolución, principio al orden». Para la fecha en que Argen­
culó, para los unitarios o centralistas, al «desorden» y «anarquía», y viceversa
tina-Río de la Plata declara su independencia, 1 8 1 6 , la «revolución» ya ha perdido
(binomio muy remarcado en Argentina/Río de la Plata y Banda Oriental/Uru­
el encanto y la carga positiva de la que había gozado en sus orígenes:
guay, Chile, Colombia/Nueva Granada, república de Colombia y Venezuela), y

El extravío de los principios nos alejó demasiado de los senderos del orden: el centralismo con «despotismov/orden antiguo; y en consecuencia, tuvo lugar la

horror a las cadenas que rompimos obró la disolución de los vínculos de obediencia incoación, al menos en este periodo, de marcas discursivas de identidades políti­

respecto a la autoridad naciente; la libertad indefinida no reconoció límites, desde que


cas informales ligadas al binomio orden/ desorden: "Todavía en Caracas hablan
perdidas las habitudes de la sumisión, se creyeron los hombres restituidos a la pleni­
de federación» -escribe Santander a Bolívar- «y los quiteños ni más ni menos
tud absoluta de sus arbitrios: el poder, por otra parte, sin reglas para conducirse, de­
[. . . ], tengo denuncios dados por Páez contra los que predican desorden o federa­
bió hacerse primero arbitrario, después abusivo, últimamente violento y despótico:
ción que para mí es lo mismo ahora»",
todo entró en la confusión del caos: no tardaron en declararse las divisiones intestinas:
23•
el gobierno recibió nueva forma, que una revolución varió a otra no más estable
El «sistema artiguista» de la Banda Oriental (igualitarismo, república y «re­

A partir de esa época se forja en las Provincias Unidas del Río de la Plata un sistencia federal a las aspiraciones unitarias» de Buenos Aires) -observa Ana Ri­

vínculo indisociable entre orden e independencia que desemboca más tarde en la beiro- fue identificado con «desorden» por la dirigencia política porteña. Artigas

conexión orden-confederación.

2"
Congreso Constituyente de 1811-1812, Caracas, Congreso de la República, 1983, 1, p.
21
El Semanario Republicano, 2-X-1813. 191 [23-VII-1811].
25
22
Archivo Artigas (AA), Montevideo, Comisión Nacional Archivo Artigas, rx, p. 48. Daniel Florencia O'LEARY, Memorias del General O'Leary, Caracas, Ministerio de la

23 Defensa, 1981, III, pp. 124-126 [6-XI-1823].


Manifiesto del Congreso a los Pueblos [1816], Buenos Aires, Casa Pardo, 1966.

26 27
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN IBEROAMÉRICA

fue declarado «infame, fuera de la Ley, y enemigo de la patria»:", y en 1814 «trai­ blos ignorantes, sin virtudes y acostumbrados a los hábitos de obediencia-tópico

dor a la patria». En la década de los veinte en Chile, el concepto concentra el clásico de esta época en casi todos los espacios americanos- y, por lo tanto, sus­

discurso de la tensión centralismo-federalismo: los críticos al federalismo argu­ ceptibles de perderla. Durante el gobierno de Simón Bolívar (1823-1826) arraiga

yen que «la libertad ideal y gigantesca» no era compatible «con el orden público un discurso, existente ya durante la Segunda Revolución de Venezuela (1813-
27•
y las autoridades» 1814), a través del cual emerge la figura del militar «como el sostenedor del orden

militar y garante del gobierno constitucional», una característica que perviviría

Así, en las regiones hispanoamericanas en las que se produce una temprana -afirma Loayza- en la cultura política peruana durante buena parte del siglo xrx.

ruptura con España al amparo del republicanismo antimonárquico (Venezuela, Si, en efecto, el hombre es percibido como un esclavo de las costumbres, de los

Colombia/Nueva Granada, Argentina/Río de la Plata/Banda Oriental Y Chile), ji hábitos de la obediencia, difícilmente la «razón y los filósofos» podrían hacer

la concepción de orden se asocia sucesivamente a «un nuevo orden político» (la � virtuosos a unos pueblos habituados al servilismo, por lo cual «la fuerza y el pres-

forma de gobierno republicana en antítesis a la monarquía) y a las tensiones inhe- tigio» de hombres que «conduzcan a sus hermanos por la senda del bien», que

rentes a la extensión de la libertad bajo la organización de ese nuevo orden repu- infundan «con su opinión un respeto a la ley» serían la garantía del orden. Bolívar

blicano (centralista-unitario en oposición a federal)", y al establecimiento de las encarnaría esa figura: «él que con su espada vencedora aleja a los enemigos más

bases contractuales del nuevo pacto (orden jurídico). Un proceso que se da igual: .;¡¡. alLL_deLA.tlántico,_N_o_hay:_otroJ mbre_ sobrela tierra por el ue
q p odamos ser
10

m ente en aquellos espacios que declararon más tarde sus independencias y ue


q salvos>". U n elemento sobre el que hay que detenerse, pues no sólo sella el dis-

también optaron por el establecimiento de repúblicas (México, P erú, Centroamé- curso político p eruano, sino también, y desde sus inicios, la vida política y moral

rica). No obstante esta aparente similitud entre esas regiones hispanoamericanas de la egunda
S R evolución de V enezuela, la de la república de olombia y la
C p os-

q ue escogieron la república (central o federal), en oposición a la monarquía mo- terior república de enezuela
V (1830 en adelante). Lo que C astro L eiva calificó

derada, hay marcadas diferencias que sellan el recorrido semántico del concepto. como el deplorable legado moral e institucional de olívar: la del
B militarismo
«

31,
g arante de la libertad » magistralmente expuesto por S imón Rodríguez en 1 8 3 0 :
E s de acer notar que en
h Méx ico, a diferencia de otros espacios d e la región

h ispanoamericana, la aparición en prensa de la expresión « un nuevo orden de La Independencia de América se debe a las Armas[ . . . ]; con ellas se ha de soste­

cosas» tiene lugar a partir de 1824, haciendo referencia tanto a la independencia ner: los que no han podido tomarlas han trabajado bajo su protección o vivido a su

sombra -debe pues reconocerse el Patriotismo activo por el Uniforme y buscar alre­
de España como al sistema representativo consagrado en la Constitución de 1824;
dedor del cuerpo militar los verdaderos amigos de la causa so cial-¿ Quién tendrá más
antes de esa fecha, durante los movimientos insurgentes de la década anterior, no
derechos a la confianza del Pueblo que los que abrazaron su causa . . . , que los que le
se observa una articulación entre la destrucción del orden antiguo y la construc­
dieron la idea de un bien que no conocía? Los militares han transformado una Colo­
ción de uno nuevo. P or el contrario, como recoge Eugenia R oldán V era, el nuevo 32•
nia en Nación

orden venía dado, era inevitable y n o producto de una creación intencional: « la

suerte de nuestra A mérica se ha fijado de un modo irrevocable: un n uevo orden La tensión orden-libertad a la sombra y amparo del militar-libertador como

de cosas, un nuevo derecho de gentes se presenta en las relaciones de los ueblos


p garante del orden sugeriría reflexionar, a la luz del proceso independentista his­

29•
entre sí» panoamericano y de la ruptura con España, sobre una necesaria distinción entre

aquellas regiones que lograron la independencia por la vía de las armas de aque­

E n Perú, independiente de España desde 1824, tras la batalla de A yacucho, el llas que, como por ejemplo Centroamérica y Brasil, la alcanzaron inicialmente en

orden se discute en términos de cómo asegurarlo, preservando la libertad en pue- paz. Esto es, pensar las conexiones entre la guerra y el orden político. La guerra

26 30
A.A_, XIX, p. 106. Benito Laso, «Exposición de Don Benito Laso en pro de la permanencia de Bolívar en
27
Juan EGAÑA, Memorias políticas sobre las federaciones y legislaturas en general y con el Perú» [1826], en Raúl FERRERO, El liberalismo peruano. Contribución a una historia de las

relación a Chile, Santiago, Imprenta de la Independencia, 1825, p. 62. ideas, Lima, Biblioteca de Escritores Peruanos, 1958, p. 134.
28 31
Sobre esas tensiones, véanse en Javier FERNÁNDEZ SEBASTIÁN (coord.), Diccionario po­ Luis CASTRO LEIVA, «El historicismo político bolivariano», en: Obras, 1: Para pensar a

lítico y social del mundo Iberoamericano. Conceptos políticos en la era de las revoluciones, Bolívar, Caracas, Universidad Católica Andrés Bello-Fundación Polar, 2005, pp. 278-315

1750-1850, Madrid, Fundación Carolina-SECC-CEPC, 2009, pp. 423-547. (cursivas en el original).


29 32
Águila Mexicana, 8-Xl-1825. Roldán Vera explica en su análisis esta particularidad Simón RODRÍGUEZ, En defensa del Libertador del Mediodía, Arequipa, enero de 1830,

mexicana por efecto del carácter conciliatorio con realistas y patriotas del Plan de Iguala. citado en Luis CASTRO LEIVA, «El historicismo político bolivariano», p. 3 1 5 .
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

independentista en Venezuela/Colombia -la más larga de todo el proceso arneri- La agregación y desagregación de ciudades y pueblos es lo que va a centrar el

cano- supuso la suspensión temporal de las libertades al sujetar el territorio a un concepto en esa coyuntura, aunque a partir de 1824, con el establecimiento de la

orden militar sometido a las necesidades de la guerra (la primera dictadura de República Federal de Centroamérica (1824-1839) y la Constitución Federal

Bolívar, 1 8 1 3 - 1 8 1 4 y, más tarde, en 1 8 1 9 , cuando el Congreso de Angostura le (1824), la preservación del «orden público», que pasa a ser competencia del poder

autoriza el ejercicio de una «autoridad absoluta e ilimitada» en los territorios que ejecutivo federal, se relaciona con la noción de tranquilidad pública; y en las
33,
liberara y quedaran bajo su mando ) y a aplazar la discusión pendiente, después constituciones centroamericanas, basadas en la Federal, el concepto queda vincu-

de la derrota de la Primera Revolución de Caracas ( 1 8 1 0 - 1 8 1 2 ) , sobre la organi- lado a la impartición de justicia y a la organización de los poderes. Y es jnsto

zación del poder de la república, pues según se escribiera desde las páginas del ., durante la década de los años veinte cuando emergen los sintagmas «orden cons-

periódico El Venezolano en 1824: «el orden que llamáis central fue conveniente a titucional» como sinónimo de orden social y «orden público», empleados para

los días de peligro, pero reconocida Colombia y disfrutando paz por los esfuer- " justificar el apoyo al gobierno en momentos de crisis, y la locución «un nuevo

zas de sus valientes hijos, él es injusto para los Departamentos de Quito y orden de cosas», para expresar ese tránsito que debía producir a futuro nn cambio

Venezuela»:". A diferencia de esto, en España la guerra de la Independencia con- del país. También es de snbrayar que durante el periodo del gobierno de la fede-

tra los invasores fue el contexto en el cual emerge el nuevo orden constitucional ración centroamericana el binomio orden/ desorden se vincula a las discrepancias

liberal y, una vez concluida la guerra, el regreso al trono de Fernando VII supuso, --�!----_al<:.!;;QfilP§encia entre los poderes del Estado federal con los estados de la Confe-

la suspensión temporal de las libertades conquistadas durante la experiencia gadi- _ deración, y se relaciona «a los amantes del orden» con la independencia, patrio-
1

tana. En Argentina/Río de la Plata, el triunfo militar de la alianza confedera! tismo, libertad, pero también con la «uniformidad de la República», esto es, el

marcó el inicio del gobierno de Juan Manuel de Rosas (1831-1852), el «Restaura- l sistema federativo". Fracasado el proyecto de la República Federal de Centroa-

dor de las Leyes», el restablecimiento del orden sobre la base de la suspensión de � mérica, que dio lugar a partir de 1839 a la aparición de las repúblicas de Guatema-

libertades en un entramado discursivo basado en la dicotomía de la amistad/ene- ' la, Nicaragua, Honduras, Costa Rica y El Salvador, la noción de orden, vinculada

mistad política: «amigos» (confederales) y «enemigos» (unitarios) del orden. a las de «orden público», «orden constitucional» y «orden social», permanece

inalterable en sus formas de uso hasta la década de 1860.


El uso del concepto orden en Centroamérica no registra variaciones durante

este periodo ni siquiera después de obtenida en 1821 su independencia de España. El sintagma «un nuevo orden de cosas» durante este primer ciclo, entendido

Pervive la noción de convivencia en armonía, administración de justicia y subor­


como nueva organización de la esfera del poder y de sus bases jurídicas, se inserta en
dinación y jerarquías territoriales entre ciudades y provincias. El orden entra
una trama de significaciones a las que se afilian los conceptos de libertad, indepen­

corno tema de preocupación -y ocasionalmente de debate- cuando las capitales dencia, patria/patriotismo, república, federalismo-centralismo, revolución, sobera­

de las provincias de la Capitanía General de Guatemala dudan si seguir la invita­ nía, constitución, facción/partido, este último delimitado al desorden/anarquía.

ción que les había formulado Guatemala para participar en el constituyente en el

cual se definirían la independencia absoluta y la forma de gobierno. Es en ese

contexto donde los términos anarquía-desorden, división-anarquía, en contraste II.2. Orden y libertad en la monarquía

a los de armonía-orden pasan a estar presentes en el discurso. El orden/desorden­

anarquía aparece asociado a la conservación/desarticulación de las jerarquías te­


La crisis de la monarquía va a sellar el arribo de un nuevo orden político y
rritoriales y a la amenaza que constituía la posibilidad de perder la jerarquía vi­
jurídico que en España eclosiona con el constitucionalismo gaditano en el cual va
gente dentro de la unidad político-administrativa de la Capitanía y los pactos
a confluir la asunción del pasado histórico y jurídico, buscando en él das semillas
entre las ciudades. De allí que sea frecuente encontrar los términos «cabeza»,
del orden social y los fundamentos del sistema político y de la constitución-",
«cabeza de partido», «partido», «buen orden», insertas en el dominio discursivo
con la creación del nuevo orden jurídico del primer liberalismo español, definido
tradicional de las jerarquías de las jurisdicciones y el ámbito que les correspon­

den, vinculados al tema del orden/ desorden.


35
Archivo Municipal de Sonsonate (El Salvador), Sección Antigua, 1810-1821, Caja 3,

Correspondencia, 22-3.
33 36
Congreso de Angostura, 1719-1821, Caracas, Congreso de la República, 1983, I, p. 1 1 1 Francisco MARTÍNEZ MARINA, Teoría de las Cortes, Madrid, 1 8 1 3 , XLVII, citado en José

[sesión del 25-11-1819]. Antonio MARAVALL, «El pensamiento político en España a comienzos del siglo XIX: Martínez

" El Venezolano 76, 2 [6-IIl-1824]. Marina», Revista de Estudios Políticos 81 (1955), pp. 29-82.

30 31
D1ccrONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Carole Leal Curiel ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

por los derechos de libertad, igualdad y propiedad en tanto «derechos naturales mente) y absolutistas, en un primer momento, y más adelante entre conservado­

que el hombre tiene en sí mismo, que debe a Dios, y cuya conservación procura res y republicanos, y giró en torno a cómo conciliar la libertad con el orden o el

[ . . . ] cuando constituye las sociedades-". orden con la libertad. El objetivo capital era la preservación del orden público.

El sintagma «un nuevo orden» aparece en España en conexión con el naci­


A contracorriente de los espacios examinados durante este ciclo, caso aparte
miento de un nuevo orden jurídico y político positivo que se expresa en forma de
constituyen las Antillas Españolas, en las cuales la crisis política de la monarquía
constitución, códigos y leyes, «basado en la razón ilustrada y en el encadena­
no produjo revoluciones ni políticas, ni sociales. Las nociones de orden se inser­
miento de series de hechos lógicamente organizados», asumiendo la necesidad de
tan allí en el problema de preservarlo frente a los peligros que acechaban a una
no romper drásticamente con el pasado histórico y jurídico, y en discordia contra
sociedad de plantación de orden esclavista, celosa de sus propiedades y preemi­
quienes defienden la voluntad divina en los orígenes mismos del orden de la so­
nencias: las insurrecciones de los negros, el cimarronaje, «las negradas». Temores
ciedad. El concepto orden en España -subraya Pedro Chacón en su capítulo­
recrudecidos en 1 8 1 1 por efecto de la defensa que hacen los liberales en las Cortes
queda así asociado en los inicios «a la arquitectura intelectual, política, jurídica y
de Cádiz de prohibir el tráfico de negros e implementar medidas dirigidas a la
social que sostiene todo el sistema de convivencia en España», una arquitectura
gradual abolición de la esclavitud. En Cuba, por ejemplo, el Ayuntamiento de La
que identifica orden con constitución: «Es preciso que la Constitución que se
Habana recrimina a las Cortes el hecho de haber publicitado esas discusiones,
adopte» -razonaba el diputado liberal José Canga Argüelles- «quite los resabios
-..!;:l!-----e�x:cc�it:::a:-::n:-::docoiieTfo a los esclavos y creando condiciones para que se produzca la
que pueden haber quedado; pues una vez asegurados los derechos del hombre,
misma catástrofe «que ha cubierto de sangre y de cenizas a la más grande y opu­
38•
todos deben entrar en la sumisión y en el orden»
lentas de las Antillas», pues justo:

El nuevo orden político y jurídico de raíz liberal, sin perder su sustento en el


Cuando la península y casi toda la América española sufre las adversidades de una
catolicismo (art. 12 de la Constitución de Cádiz), recurrió al método catequístico
guerra, o de una insurrección la más sangrienta, es muy contrario a la política turbar

para la respectiva socialización de los nuevos principios liberales'", a semejanza la paz y el orden de una provincia que disfruta de este importante beneficio,[ . . . ] será

de lo obrado en las postrimerías del siglo xvm en su combate contra la filosofía nulo y de ningún valor cuanto se resuelva sobre este particular y en cualquiera otro

del siglo: que interese particularmente á las Américas, no estando completa la representación

que la corresponde [y][ . . . ] exigen imperiosamente las más eficaces providencias para
'
P. Convenidos los hombres en unir sus fuerzas para conseguir este fin [se refiere a
contener sus progresos. Entre ellos el establecimiento de una Junta de policía que
la seguridad y a la tranquilidad], ¿queda ya establecida perfectamente la sociedad civil?
cuidará de conservar el orden y la tranquilidad de este pueblo y en los campos, apre­

hendiendo y castigando á cualquiera persona que se sospeche capaz de alterarla, sea


R. No: es necesario un nuevo pacto para determinar y elegir los medios necesarios
41•
cual fuere su estado y condición
para llegar a él, que es poner orden en esta sociedad, y así ordenada se llama República".

De manera similar y durante esa misma época habían aparecido también en


El concepto en España está vinculado desde sus orígenes a la construcción de

México críticas contra los liberales gaditanos provenientes de las filas del movi­
las bases contractuales del Estado liberal, lo que constituye la característica que

miento insurgente de Hidalgo y Morelos, todas ellas nutridas de sedimentos dis­


marca su recorrido en el siglo XIX. Esta cuestión está presente en la tensiones entre

cursivos del Antiguo Régimen. Se acusa a las Cortes de «quebrantar el orden»


liberales moderados y radicales (del primer liberalismo, del Trienio y posterior-
porque:

37
José CANGA ARGÜELLES, Reflexiones sociales o Idea para La Constitución española que nuestro gobierno de América ha recibido ya de aquel [congreso de CádizJ un impulso

un patriota ofrece a los representantes de las Cortes, Valencia, Imprenta de José Estevan, 1 8 1 1 . violento y encontrado, que equivocando el punto de sus miras turba la corresponden­
38
Citado en Carmen GARCÍA MoNERRIS, Reflexiones sociales y otros escritos de fosé Can­ cia y armonía de los súbditos con la autoridad. Perdióse el orden, faltó el equilibrio

ga Argüelles, Madrid, CEPC, 2000, pp. 19-20 y 30. social, y toda la máquina desconcertada en sus ruedas políticas camina rápidamente a
39
Del mismo recurso se valdrán las repúblicas hispanoamericanas durante el siglo XIX para su destrucción [ . . . ] porque el gobierno y el pueblo, partes esenciales de este cuerpo
la respectiva socialización de los principios republicanos. Véase Nidya RuIZ CuRCHO, «Los político, están opuestos".

catecismos políticos liberales en la creación de la cultura política republicana», Politeia 20

(1997), pp. 1 4 3 - 1 5 8 .
40 41
José SABAU Y BLANCO, «Instrucción familiar» [1812], en Catecismos políticos españoles, Revista Bimestre Cubana 6 ( 1 9 1 2), pp. 475-477.
42
Madrid, Comunidad de Madrid, 1 9 8 9 , p. 68. Semanario Patriótico Americano 1 [VII-1812].
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO
Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

Las críticas antillanas contra los liberales peninsulares no sólo surgieron en


to de manifiesto el peligro de la fragmentación del espacio luso-brasilero. Estos
Cuba de los sectores directamente afectados por la preservación de la sociedad de
dos momentos ( 1 8 1 7 y 1 8 2 1 - 1 8 2 2 ) marcan transformaciones significativas en las
plantación; otros representantes de las élites abogarían, al amparo del derecho
formas de uso del concepto: con la Revolución de Pernambuco, a la noción del
natural, por la necesidad de establecer constituciones particulares en rechazo a la
orden natural e inmutable, dominante en el mundo colonial, se le otorga un sen­
posibilidad de que «idénticas leyes pudieran convenir a España y sus colonias»,
tido positivo basado en el ideal de un gobierno dentro de la ley; con la revolución
pues «el orden y la felicidad de los pueblos» se deriva de «la mayor o menor exac­
liberal constitucional de Portugal y el propósito recolonizador de estas Cortes,
titud y atención con que se meditan, combinan, arreglan y conforman a nuestra
que aceleró el proceso de corrosión de los lazos coloniales, el concepto se vincula
naturaleza e inclinaciones físicas y morales. Las leyes que no se establezcan bajo
a la libertad, lo que se hizo viable por medio de una independencia arreglada bajo
esos principios no sólo son imperfectas, sino injustas, y lejos de perfeccionar la
la forma de una «cabeza coronada» que preservara tanto de los excesos de la li­
sociedad, debilitarán, y aún romperán, los lazos morales que unen a los hombres
bertad de las democracias corno de los del poder absoluto.
43•
entre sí»

Con el proceso independentista de Brasil a contracorriente de los vientos li­


En coexistencia con estos usos, la noción de orden durante esta etapa se vin­
berales predominantes en esa época y marcado por la presencia de una «cabeza
cula también a la legalidad constitucional emanada de la Constitución Política de
--'!l------w=nada,,�la__antinomia,,ordenLdesorden_quedó-1igada al imperio/orden en opo­
la Monarquía. En la década de los años veinte, a las siempre amenazantes insu­
sición a república-democracia/desorden. Sobre esa antinomia y al amparo del
rrecciones de la población negra y a los peligros que ofrecía el orden liberal de
«manto sagrado» de un rey constitucional, Brasil rompe con la metrópoli pero
Cádiz se van a sumar las de las conspiraciones independentistas en Puerto Rico
sin alterar su orden interno (esclavista) que, bajo el gobierno de Don Pedro I
(1822) para fundar una república democrática con abolición expresa de la esclavi­
( 1 8 2 2 - 1 8 3 1 ), sentó las bases de la concepción del orden que prevalecería a lo largo
tud; y en Cuba en 1823, cuando se intensificaron los proyectos independentistas
del siglo XIX hasta la monarquía de Don Pedro II: el «Imperio del Orden», ungido
desde varias partes de esa isla. Aunque para la década de 1830 la independencia ya
por los propietarios de esclavos y tierras. A la suerte corrida en la década de los
había dejado de ser un peligro para las Antillas españolas, no sólo por el freno
años veinte por ese «Imperio del Orden» se va a ligar, entre 1821 y 1828, la antes
impuesto por efecto del miedo a la población negra, sino también por la negativa
provincia de la Banda Oriental (Uruguay) bajo el nombre de Provincia Cisplati-
experiencia que mostraban las repúblicas hispanoamericanas, 19 que terminó
na, como un Estado «separado», esto es, conservando «sus fueros y leyes, sus
asentando una concepción pesimista sobre la independencia.
principios y sus autoridades», pero al mismo tiempo «unido» a las condiciones

Un miedo igualmente presente en Brasil. El orden y la posibilidad de conci­ del orden liberal imperial: libertad de comercio e industria, libertad civil, seguri­

liarlo con la libertad se reflexionan durante el periodo independentista al calor de dad individual y de la propiedad, y constitucionalismo representativo.

las dificultades que representaban la herencia colonial y la población esclava fren­


A semejanza de lo ocurrido en España, la crisis de 1807-1808, con la primera
te a las cuales la opción de una «democracia coronada» apareció como la alterna­
invasión francesa a Portugal y la partida de Don Joáo y la Corte hacia Brasil,
tiva política «que embora sob a forma monárquica, nao eliminava por completo
ocasiona la aparición de nuevas elaboraciones del concepto y éste pasa a ser de
o paradigma da república, mas preservava o Brasil de suas anarquías», según afir­
uso corriente especialmente durante los tres años de la primera revolución liberal
ma Cláudio Antonio Santos Monteiro; un arreglo político que posibilitó a la
portuguesa, la coyuntura vintista ( 1 8 2 1 - 1 8 2 3 ) , experiencia durante la cual eclo­
« buena sociedad» (propietarios de tierra y esclavos, comerciantes vinculados a la
siona un vocabulario en el que los términos orden, concordia y tranquilidad pú­
trata) obtener la independencia sin modificar las bases socio-económicas tradi­
blica en oposición a desorden (violencia, intranquilidad, anarquía) forman parte
cionales y facilitó la reunión de las provincias de Brasil en torno a la libertad
de su entramado. Así, durante la coyuntura vintista predominan las expresiones
constitucional: «O espíritu da Ordem Constitucional é hoje o móvil, ou objeto
«orden público», «orden social», «buen orden», «buen orden de la sociedad» y
da acáo principal do mundo»". Sin embargo, las tentativas de autonomía local
«seguridad y orden» por encima de las de «orden político» y «orden constitucio­
que se expresaron en la Revolución de Pernambuco en 1 8 1 7 al erigir una Junta
nal», lo que imprime una diferencia significativa respecto tanto a la trayectoria
Gubernativa provisional contra «poderes despóticos» de la corona, habían pues-
seguida por el concepto en los espacios americanos que eligieron la opción repu­

blicana, como respecto a España. No obstante, la idea de orden se vincula al res­


43
Nicolás Rtnz, El Patriota Americano I/ 4, pp. 54-58 [II-1811]. peto y obediencia a la ley, a la felicidad pública; y la expresión de «buen orden de
44
Revérbero Constitucional Fluminense, 1822, p. 183.
la sociedad» se relaciona con la noción de armonía, esta última -subraya Fátima

34
35
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN IBEROAMÉRICA

Sá- ligada a la doctrina masónica y «como parte de um dispositivo discursivo nación[ . . . ]; el mejor sistema de gobierno para un pueblo no es el que [es] en sí mejor,

destinado a conjurar os perigos das desordens e da anarquía associadas as revo­ sino el que más se acomoda á sus circunstancias particulares".

lucóes, e, sobretudo, a intervencáo popular nesses processos». El desorden/anar­


Del combate entre dos concepciones discordantes del orden natural dan
quía/facciones durante la coyuntura vintista se asocia al «fantasma» de la Revo­
cuentan algunos periódicos contrarrevolucionarios en Portugal: el orden natural,
lución francesa.
entendido como el instituido por Dios y modelado por los siglos y la tradición,

predomina en sus escritos, asumiendo su incompatibilidad con la concepción de


Derrotado el primer liberalismo, la noción se emplea durante el periodo de
un orden sustentado en la libertad y la igualdad. Contra este se escribiría en 1828
gobierno de Don Miguel (1828-1834) como marca de identidad política, contra­
en el Periódico dos Bons Realistas, en un artículo bajo un título harto elocuente
poniéndose los conceptos de orden/revolución, de modo que se asocia a los libe­
«Artigos de Fé política que todos os verdadeiros portugueses devem crer e pro­
rales con la «facción revolucionaria» y con la destrucción de todo orden. Los li­
fessar, pois sao os mais naturais e dernonstráveis»:
berales son indistintamente considerados como el «partido del desorden social»,

la «facción desorganizadora», el «partido de los rebeldes», y el «partido de los Creio que os homens desde os seus prirneiros instantes foram subordinados

por instituicáo da natureza [ . . . ], creio que a igualdade de direitos é impossível se­


perversos».
-------::f---------_g}illdo a_ordem da natureza, segundo _os principios da razáo, segundo os factos da

,, . ,, ' "d d ' d experiencia".


La fractura semannca mas importante ocurr1 a urante este per10 o se pro-

duce en el ámbito de la concepción del orden natural. El orden se seculariza,

alejándose gradualmente de su fuente providencial y d e s u condición inmutable,


III. GUERRAS, PAZ, ÜRDEN Y CONSTITUCIONALIDAD: 1830-1870
lo que ocurre, como señala Eugenia Roldán Vera, a través de dos procesos rela­

cionados: «Por una parte, se deja de invocar al orden sobrenatural como la expli­
En abril de 1869, insurrectos cubanos se reunían en la Asamblea de Guáimaro,
cación última o como la fuente de legitimidad de lo que sucede-'en el plano físico
un órgano constituyente convocado para crear la república de Cuba, para entonces
o humano [ . . . ] [;] por el otro, el orden natural, definido como el orden que pre­
sólo existente en las armas y en el horizonte de sus expectativas. Tenían conciencia de
sentan las cosas o los sucesos en la naturaleza, se va convirtiendo cada vez más en
las dificultades de fundar una república, pesando sobre ellos la experiencia reciente
la fuente a la que se apela para explicar o legitimar la realidad en otros órdenes».
hispanoamericana y su funesto saldo: guerras civiles, anarquía, caudillos, luchas in­

testinas y las presiones de los sectores populares fatídicamente vistos como perturba­
La noción de «orden natural» en tanto «disposición de las cosas hechas por

dores del orden, tal y como muestra en su estudio Josefina Suárez Serrano. Hacia la
Dios para que sean conocidas por los hombres, que también somos creación de

década de los años setenta del siglo xrx cualquier observador ajeno podría haber
Dios», va a perder progresivamente su carácter inexorable para transformarse en

presentado un balance similar: la trayectoria política seguida por el conjunto de repú­


una «regularidad observable en el mundo físico», adecuada o no a una orden su­
blicas que se erigieron tras la desintegración imperial se caracteriza, en su intento de
perior, y en la que la razón y/o la naturaleza se presentan como fuente de legiti­
convertirse en naciones, por su continua inestabilidad (política, legal, institucional,
midad. En México, por ejemplo, un autor, al argumentar sobre las ventajas de la
social), que se expresó en más de una ocasión a través de guerras civiles seguidas de
organización federal en la república, señalaba en 1 8 4 1 :
periodos de relativa paz. Similar percepción dominaba desde mediados del siglo en el

He aquí por lo que es tan difícil constituir a una nación, porque es muy fácil «Imperio del Orden», Brasil, espacio donde la noción de desorden quedó coligada a

equivocarse en las instituciones que le convengan. Los legisladores no deben escuchar la forma de gobierno republicana. El panorama peninsular no era más alentador:

la voz de sus opiniones, sus intereses, sus preocupaciones, sino la de la razón única­ desgajadas las Américas, hispana y lusitana, el combate entre liberales y absolutistas,
mente [ . . . J. Descartes [ . . . ], habiendo conocido los muchos errores que pasaban por
tradicionalistas y demócratas radicales sella el recorrido político de la redefinición de
axiomas en todas las ciencias, [en las que] que se asentaba por cierto lo dudoso[ . . . ] ,
las bases del Estado, que también se puso de manifiesto a través de guerras civiles.
se daba por asentado lo que debía probarse, y [ . . . ] no se examinaban las fuentes, que

procediendo por un orden natural debían producir tal género de pruebas[ . . . ]; para

educarse a sí mismo se preparó disponiendo su alma como si fuera una tabla rasa, " El siglo XIX, IO-Xl-1841, p. 3.
4�
para imprimir en ella únicamente las ideas que la experiencia sabiamente observada, y Periódico dos Bons Realistas, 1828, citado en Maria Alexandre LousADA, O Miguelis­

el raciocinio libre de sofismas, le presentasen como del todo indubitable. Este método mo (1828-1834): o discurso político e o apoio da nobreza titulada, Lisboa, FL-UL (mimeo),

[. . . ] es el que debe[n] imitar[ . . . ] los legisladores, cuando tratan de constituir a una 1987, p. 75.

36 37
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMhRICANO
Carole Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

Anarquía, guerras, restablecimiento del orden, tiempos de relativa estabilidad cional que sustituyera el pasado, lo que supuso la confrontación, política y con­

y paz, nuevas constituciones, nuevas rebeliones, pronunciamientos es el ciclo fa­


ceptual, de visiones sobre las libertades, sobre el orden social y sobre el arreglo

tídico en el que va a tener lugar privilegiado el concepto: los sintagmas «orden


político del poder: vigorizar el ejecutivo o fraccionar el poder continuó siendo el

constitucional», «orden legal» y «orden público» dominan el periodo al menos


dilema en muchas de ellas. ¿ Cómo contener la anarquía y los desórdenes produc­

hasta la década de 1860 y el problema de cómo concordar la libertad con el orden


to de las facciones y ambiciones? ¿Somos acaso capaces de gobernarnos a noso­

o el orden en libertad es el eje común a casi todos los países considerados, algunos
tros mismos? ¿ de hacer respetar el imperio de la ley? ¿ Cómo hacer de unos vasa­

de ellos de precaria estabilidad constitucional: nueve constituciones se promulga­


llos, habituados a la esclavitud de la obediencia, unos ciudadanos virtuosos,

ron en Perú entre 1823 y 1839; cuatro en Venezuela entre 1830 y 1864; y tres en amantes y respetuosos de la ley? ¿ Qué tipo de ordenamiento es necesario para la

Nueva Granada (Colombia) entre 1832 y 1863, por sólo citar casos emblemáti­
contención de las presiones populares que permitan la preservación del orden?

cos, sin incluir las reformas, estatutos y adiciones constitucionales que tuvieron
Son estos los temas que subyacen en las reflexiones y debates sobre el orden en
lugar en todas las demás regiones.
conexión a la ampliación/restricción de la(s) libertad( es).

Las guerras civiles, insurrecciones, levantamientos y pronunciamientos cons­


El desconocimiento que en 1826 hicieron las municipalidades de Valencia y

tituyen la otra cara de la difícil tarea de asentar la convivencia política] _so_cial


-----<>tl'as.ciudades-"-1as.disposiciones de.Bogotá de destituir al general Páez del cargo
para conciliar la libertad con el orden: la guerra contra los carlistas en España,
como comandante general del departamento de Venezuela", incidente que es­
1 8 3 3 - 1 8 4 0 ; la de los Supremos en Nueva Granada entre 1839-1842; la Revolución
tampa el comienzo de la disolución de la república de Colombia (1829-1830), fue

de las Reformas en 1 8 3 5 - 1 8 3 6 y la Guerra Federal, 1859-1863, las dos más rele­


interpretado desde la capital de la república como el quebrantamiento del orden
vantes en Venezuela durante este ciclo; Perú en 1855; Chile, 1829, 1850 y 1859; la
constitucional, orden legal y orden público. ¿Qué argumentaba en 1826 Francis­

guerra civil en Portugal, 1 8 3 2 - 1 8 3 4 , y las revueltas rurales de 1846; las revueltas


co de Paula Santander al general José Antonio Páez?

regencistas en Brasil, 1830-1840; la Guerra Grande en Uruguay, 1839-1851; nu­

merosos levantamientos, insurrecciones en Centroamérica entre 1839 y 1870; la Aquí tenemos una Constitución sancionada por los Representantes de la Nación,

Guerra de Reforma en México, 1 8 5 8 - 1 8 6 1 ; y en Argentina, amén de las luchas [. . . ] s i U. vuelve en sí y da un corte decoroso a todo ese movimiento U. será el general

obediente y sumiso a las leyes [ . . . ] U. mi querido amigo Páez va a enjugar las lágrimas
provinciales del periodo de la revolución, 1 8 1 0 - 1 8 1 6 , y de la década de los veinte,

de su Patria si retrograda hacia el camino del orden [ . . . ] Para pensar la federación hay
la guerra entre unitarios y confederales ( 1 8 2 8 - 1 8 3 1 ) , que marca el inicio del go­
tiempo todavía[ . . . ] quiero dar este nuevo paso a favor del orden legal de la República
bierno del «Restaurador de las Leyes", Juan Manuel de Rosas, con el triunfo de
alterado en ese Departamento desde el 30 de abril[ . . . ] Veamos de qué modo se ha de
las armas del Pacto Federal, años también afectados por diversos pronunciamien­
restablecer el orden público y detener los efectos de un rompimiento funesto y doloro­
tos hasta la derrota de Rosas en 1852.
so [. . . ] e l Libertador sostiene la unidad de la República, sostiene la inviolabilidad de la

Constitución por el término que está prefijado y sostiene al Gobierno y al Congreso48•


Por lo que no es de extrañar para este ciclo que recorre, p o cos años antes o

pocos después, desde 1830 hasta 1870, la delimitación del concepto a los sintag­
Nótese que los usos intercalados de orden (legal, constitucional y público) se
mas «orden constitucional», «orden legal», «orden público», «orden interior» y
refieren no sólo a la preservación del arreglo centralista (considerado por algunos
los de «orden social» y «orden establecido», acompañados por locuciones como
«débil») establecido en la Constitución de Cúcuta de 1821 y la consiguiente sub­
«seguridad y tranquilidad públicas". Asimismo, durante esta etapa la noción de
ordinación política al ejecutivo y a las instituciones, cuyo desconocimiento entra­
«orden público" transita a través de desdibujadas fronteras en las que se superpo­
ñaría su violación, sino también a contener a las municipalidades sublevadas. Para
nen categorías morales de conductas públicas, insertas tanto en la tradición de la
hombres como Bolívar, Santander, Cristóbal de Mendoza, Fernando de Peñalver
Ilustración como en el combate del liberalismo por imponerse, y conductas polí­

ticas -ambiguamente definidas- en las que se solapan el orden público, el legal y

47
el constitucional. Se conoce este incidente y sublevación de Valencia bajo el nombre de La Cosiata. Sobre

el particular véanse el resumen de la profesora Graciela SORIANO DE GARCÍA PELAYO sobre el

En las repúblicas en nacimiento, asumiendo la imposibilidad de pretender mismo en el Diccionario de Historia de Venezuela, Caracas, Fundación Polar, 1, 1988, pp. 921-

construir la nación sin una armazón legal que le diera sustento, la noción de or­ 925, y el trabajo de Eloy Guillermo GoNZÁLEZ, Dentro de la Cosiata, Caracas, Tipografía El

Cojo, 1907.
den constitucional se vincula a la arquitectura institucional diseñada para poner
48
Daniel Florencia O'LEARY, Memorias del General O'Leary, Caracas, Ministerio de la
freno a la anarquía y construir en la república el nuevo edificio jurídico e institu-
Defensa, 1981, III, pp. 420-427; Cartas de Santander a Páez de 12-Vl-1826 y 14-VIl-1826.

38
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ÜICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO
Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

y muchos otros, la violación del «imperio de la ley» desataría la anarquía y la ca con separación de poderes y el ejercicio de la soberanía en la nación), como a

guerra: «Todos se han servido de las Municipalidades para hollar la Constitu­ la independencia recién obtenida bajo unas condiciones que tutelaron su posibi­

ción» -escribía Peñalver a Bolívar a propósito de los incidentes de Valencia- "Y lidad de conservarse como Estado independiente, con lo que desorden queda li­

todos los que quieren turbar en lo sucesivo el orden se servirán de los mismos gado al resquebrajamiento del «orden legal», a las guerras civiles, insubordinacio­

medios, si ahora no se reprueban-". nes e intervenciones extranjeras


52•
De allí en adelante surge el binomio que

contrapone orden constitucional-orden legal-independencia a anarquía-desor­


Se debate en realidad sobre el origen de la inestabilidad de las repúblicas, que
den-partidos/facciones (blancos/confederales versus colorados/unitarios), desin­
algunos juzgaron se encontraba en las instituciones de ellas y -observa Daniel
tegradores de la unidad nacional, oposición que perdura como elemento centra­
Gutiérrez Ardila- «en la falta de correspondencia que existía entre sus leyes y el
lizador del discurso político uruguayo hasta los años cincuenta. Con la creación
imperfecto estado moral de sus habitantes», considerándose que ante la imposi­
del Partido Conservador (1852), la idea de orden se relaciona definitiva e indiso­
bilidad de hacer obedecer las leyes era imprescindible fortalecer la autoridad.
lublemente a un orden jurídico-político garante del «imperio de la ley», a la cons­
Ante la experiencia de los fracasos federalistas de la Primera Revolución de Cara­
titución, al mantenimiento de la paz, a la obediencia a la autoridad, a la sucesión
cas ( 1 8 1 0 - 1 8 1 2 ) y la «patria boba» neogranadina ( 1 8 1 0 - 1 8 1 6 ) y de cara al «débil
constitucional presidencial, etc.
centralismo» de la Constitución de Cúcuta se pretendió buscar un reordenamien­

to constitucional que lo rectificara -el proyecto no cuajado de monarquía con�ti�-­ En-CliifeiirasT:,-convulsionada década de 1820, que condujo a la guerra civil

tucional a la inglesa para Colombia- a fin de armonizar «en justas proporciones de 1829, el personalismo portaliano ( 1 8 2 9 - 1 8 3 1 ) es visto como la restauración del

el orden y la libertad». Con lo que la idea de «orden constitucional» entraña asi­ orden y el derrocamiento del «desorden» liberal, y la Constitución aprobada en

mismo la de orden político, esto es, la forma de gobierno en correspondencia a la 1833 como el instrumento «para asegurar para siempre el orden y tranquilidad

tensión libertad-orden": «hemos comprado la independencia a más caro precio pública contra los riesgos de los vaivenes de partidos a que han estado expuestos-",

que cuanto recuerdan los anales de los pueblos» -reflexionaba para 1829 Juan con lo que el itinerario del concepto en Chile quedó vinculado de esa fecha en

García del Río- «pero sólo está hecho lo más fácil de los trabajos de un pueblo adelante a un régimen «conservador--centralista que legitimó su acción política

que se regenera: está libertado el suelo patrio [ . . . ]; falta establecer el imperio del en la antinomia orden en oposición a anarquía-federalismo, a través de la cual se

orden y de las leyes renunciando a las pasadas ilusiones, y tomando por guía expresan las discrepancias entre republicanos de tendencias más conservadoras y

51.
principios ilustrados que la experiencia de los siglos haya sancionado» aquellos de inclinaciones liberales.

No obstante el triunfo de la república «conservadora», el concepto permane­


La búsqueda del justo equilibrio entre el orden y la libertad es la característica

ce en la disputa política que se reaviva, polariza y politiza durante las elecciones


fundamental del curso semántico seguido por el concepto en Nueva Granada al
de 1 8 4 6, fecha que marca el incremento de esas tensiones con la incorporación de
punto de que es la divisa establecida en 183 4 en su escudo, ratificada luego por la

los sectores del artesanado en la disputa política que condujo a que «el concepto
Confederación Granadina (18 5 8), los Estados Unidos de Colombia ( 1 8 6 1 ) y años
de orden se carga[ra] de connotaciones sociopohticas», dando lugar a la aparición
después por la república de Colombia ( 188 6) . Dos fuerzas que a mediados de siglo

quedaron vinculadas al Partido Conservador (orden) y al Liberal (libertad).

52
El proceso de insurrección de la Provincia Cisplarina para independizarse de Brasil,
En Uruguay la noción orden constitucional se asocia tanto a la Constitución
después de haber formado parte desde 1821 del reino unido de Portugal, Brasil y Algarve,
de 1830 que le da forma al Estado Oriental del Uruguay (definida como repúbli-
culminó en 1828 con la Convención Preliminar de Paz, en cuyo articulado, según incluye en su

estudio Manuel Ribeiro, se estableció que «si antes de jurada la Constitución de la misma Pro­

vincia y cinco años después la tranquilidad y seguridad fuesen perturbadas dentro de ella por

" Epistolario de la Primera República, 1960, 1, 107 [31-X-1826]. la guerra civil, prestarán [el emperador de Brasil y las Provincias Unidas] a su Gobierno legal
50
Tras el fracaso de la Convención de Ocaña (1828), convocada para reformar la Consti­ el auxilio necesario para mantenerlo y sostenerlo. Pasado el plazo expresado, cesará toda la

tución de Cúcuta y luego de que el Libertador asumiera el mando supremo, con lo que se inicia protección que por este artículo se prometa al Gobierno legal de la Provincia de Montevideo,

la dictadura de facto de Bolívar que termina suprimiendo a las municipalidades y reestructu­ y la misma quedará considerada en estado de perfecta y absoluta independencia» (art. 10), así

rando los departamentos, contexto durante el cual emerge el proyecto de la monarquía consti­ corno que esa protección «se limitará en todo caso a hacer restablecer el orden, y cesará inme­

tucional, se sella la suerte de Colombia; ésta se fragmentó a partir de 1829. diatamente que éste fuese restablecido» (art. 11 ) ..
51
Juan GARCÍA DEL Río, Meditaciones Colombianas [1829], Medellín, Bedout, 1972, pp. 53
Joaquín PRIETO, «El presidente de la República a los pueblos», en Constitución de la
126-12 7 .
República de Chile, Santiago de Chile, Imprenta de la Opinión, 1833.

40
41
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Carole Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN IBEROAMÉRICA

en el discurso de analogías en las que el orden es metaforizado como «dique» la instauración del Imperio de Maximiliano de Habsburgo se impone una per­

frente al «torrente» de la efervescencia social, así como en la creación de clubes cepción del orden vinculado a la tranquilidad pública, al progreso y a la moral.

políticos -Sociedad del Orden enfrentada a la Sociedad Democrática y más tarde La victoria definitiva del orden legal liberal advendría con el triunfo de la repú­

el Club de la Reforma y la Sociedad de la Igualdad- y en la aparición de periódi­ blica liberal en 1867.

cos cuyos títulos y epígrafes llevan la palabra orden (El Orden y El Artesano del

Orden en 1846; «Orden y Conservación, respeto a la ley y a la autoridad» en -" De la tensión entre una visión «más republicana» y una más liberal, el caso de

1850, epígrafe de El verdadero chileno). La politización del concepto a partir de Perú es particularmente ilustrativo: allí se expresa en las luchas de los sectores

1850 se caracteriza por el combate de los liberales (aunque con diferencia entre civiles por tener mayor preeminencia sobre los militares «custodios del orden».

los moderados y radicales democráticos) por instaurar un «orden liberal» con La aparición del Club Progresista introduce, según analiza Alex Loayza, un giro

inclusión de los sectores populares: en el lenguaje político peruano y el concepto orden se asocia con las ideas de

progreso y civilización, y con la posibilidad de establecer un gobierno «verdade-

Nosotros queremos el orden, pero el verdadero orden que consiste en la tranqui- ramente liberal», como lo ponen de manifiesto las proposiciones electorales de

lidad pública, en el goce perfecto de nuestros derechos, en la igualdad ante la ley, en ese Club: reformas sociales («civilizar» a los pobladores «salvajes» de las selvas a
el respeto a las instituciones protectoras de todas las personas y de todos los intereses.
· través del «orden v la fuerza»; educar a la_población y estimular el asociacionismo
Ese es el orden que deseamos. Por él combatiremos hasta la muerte, pues que m1en-�,--_;�----..!c.-"-'..::-".::"� -cJ
__

tras no exista no tendremos República". ?


-; civil con fines culturales y políticos que permitirían «anular los excesos de la li­

bertad y una mayor participación política de la sociedad», contribuirían al or­

Una marcada politización del concepto, emparentado a identidades políticas


den); propuestas de transformaciones políticas y económicas que hicieran más
partidistas, se observa en México en la década de '1850. Allí, al igual que en otros
efectiva la acción del Estado, más representativo y por consiguiente más inclu­

espacios hispanoamericanos (Chile, Venezuela, Colombia), tanto el partido li­


yente respecto a las demandas populares, la defensa de incrementar los derechos

beral corno el conservador se disputan ser defensores del orden: el primero, en


individuales (la tolerancia de cultos entre ellos) y una noción de «orden social»

resguardo de la tríada libertad-orden-progreso; el segundo, de la dupla orden­


sustentada en conductas «civilizadas», esto es, aquellas que se rigen bajo «reglas
progreso, al punto de que sus simpatizantes lo denominan «el partido del orden
sociales» propias a las sociedades cultas y sometidas a la vigilancia de la policía en

y del verdadero progresov". Politización acentuada con el asce,nso al poder del


tanto institución encargada no sólo de «la conservación del orden» sino también
Partido Liberal en 1 8 5 5 y las trasformaciones jurídicas propiciadas desde el po­ 57•
«para rebajar la influencia militar en el país» Orden civilizatorio en Perú vino a
der (supresión de fueros militar y eclesiástico, desamortización de los b i enes de
significar, a diferencia de Chile, someter y minimizar el rol de los militares.

la Iglesia, libertad de cultos, separación del orden civil del religioso, creación del

registro civil, etc.), que suscitarían la reacción de sectores populares y de los De similar tensión civil-militar da cuenta también Venezuela en 1835 con oca­

conservadores -que desembocó en la Gnerra de Reforrna-, y pondrían a debate sión del levantamiento militar (Revolución de las Reformas) contra el gobierno

público las nociones de orden legal, orden constitucional y orden público. Para civil de José María Vargas por parte de un grupo de tendencia bolivariana integra­

los liberales, el orden está encarnado en la legalidad establecida, «el orden en la do por figuras militares que habían peleado en la guerra de independencia, ahora

ley», la constitución, las Leyes de Reforma; para los conservadores, el orden le­ parte del ejército permanente de la república que exige, entre otras cosas, que los

gal consiste en el orden social preexistente que ha sido trastornado por las refor­ cargos públicos estén en manos de los fundadores de la libertad; revolución que

mas de los liberales, esto es, «las tradiciones, la religión, las leyes, las costumbres Fernando Falcón interpreta como «el canto del cisne del republicanismo clásico»

[ . . . ], la propiedad, la honra de las familias»". Con el triunfo militar de los libe­ en su confrontación con el republicanismo liberal emergente, y Elena Plaza corno

rales ( 1 8 6 1 ) vence la noción liberal del orden constitucional y legal; sin embargo, «el primer golpe de Estado» en Venezuela'", En Chile, donde el debate tiene lugar

con la victoria de los aliados españoles, ingleses y franceses -que recurrieron a la entre élites civiles, es un combate entre un «orden liberal» más representativo,

guerra para obligar al pago moroso de la deuda externa a fin de «restablecer un marcado por la presión de acelerar la inclusión de sectores populares, lo que se

orden regular y externo en México»-, la entrada del ejército francés a México y

57
El Comercio, Lima, 9-X-1872.
58

" El Amigo del Pueblo, 5-V-1850. Elena PLAZA, El patriotismo ilustrado, o la organización del Estado en Venezuela, 1830-

55
Diario de avisos, 27-VII-1857, p. 2. 1847, Caracas, Universidad Central de Venezuela, Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas,

" La Sociedad, 2-X-1857, p. 2. 2007, p. 146.

42 43
DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Caro/e Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

asoció al concepto revolución, y el propugnado por sectores no liberales, que lo blea constituyente responsable de redactar un nuevo texto constitucional acaba­

piensan en términos graduales y vinculado a la noción de reformas. llo entre el radicalismo de la Constitución de 1822 y la moderación de la de 1826.

Este grupo fue identificado como el «partido del Orden» y sus miembros llama­

Con la derrota del régimen de Juan Manuel de Rosas en Argentina, en 1852,


dos peyorativamente «ordeiros». En esa coyuntura el concepto orden, reivindi­

el tema del orden retorna al debate y se reflexiona buscando delinear las caracte­
cado por los moderados, se desplaza semánticamente por voz de Almeida Garret,

rísticas del orden que debía sobrevenirle. Dos elementos van a estar presentes en despojándolo de la connotación negativa que tuvo en sus orígenes. El orden es

la discusión en torno al concepto: por una parte, la aceptación de la propiedad


equivalente al centro en política y a una actitud que Garret designa bajo la noción

como fundamento de la conservación del orden social y, en consecuencia, el sur­


de «cooperar»:

gimiento de propuestas para restringir el voto sólo a los propietarios bajo el argu-

mento de que los «vagabundos, los ociosos, los proletarios y los desnudos han A palavra cooperar, palavra ordeira, palavra do centro, palavra altamente parla-

sido y son en todo tiempo los mayores enemigos de todo orden-". Por la otra, la mentar e liberal, tao equidistante do servilismo faccioso que em tudo consente e em

todos confia, como do acinte faccioso e desordeiro que a todos suspeita e tudo irn­
organización que se daría a las provincias a fin de llegar «al orden normal que la
pugna sem exame [. . . ]. No meio destes dois extremos estáo os que cooperam, nesse

República debe tener como Nación constituida»?". Y en ese contexto, en el cual la meio estamos sós e queremos estar; porque nós querernos cooperar na causa da Pátria

preservación del orden se enlaza a la organización nacional, el concepto _-er�_ci��----'.'!!-------C,__._.J,__f_eminentemtut:.e_ordeir_a_se.sta_palavra_coop_erar, nela todo está simbolizado o

Fabio Wasserman- «se ideologizó aún más y, a su vez, se incrementó su carga sistema da ordem, a doutrina, os princfpios dos que rnuito se honram e comprazem

polémica en vinculación con el concepto de libertad», según se puso de manifies- nesse nome de Ordeiros [. . . ]. Ordem, senhores, ordem, repito, é o Fiat da Liberdade:

to a través de las disputas en periódicos cuyos títulos son en sí mismos elocuentes a luz vai separar-se das trevas, o mal do bem, a monarquia do despotismo, a igualdade

(El Orden, Orden y Progreso, La libertad en el Orden). El respeto, el deber de la civil da demagogia, a religiao do fanatismo; e a Liberdade criadora há-de olhar para a

. · 1 · d I b · · · 1 sua obra e ver que ela está boe",


ob edrencia y a conservación e as costum res cristianas garantizarían, se a egó

desde las páginas de El Orden, el mantenimiento del orden-social y la gobernabi­


Asimismo, es importante subrayar que durante esta etapa, marcada por las
lidad de los pueblos; otros abogaron por la imprescindible necesidad de conciliar
luchas intestinas en el seno del liberalismo (radicales, moderados y el ala derecha
libertad con orden (Orden y Progreso, La Libertad en el Orden). Y no es sino
que triunfa, golpe de Estado mediante, a partir de 1842), la noción en disputa de
hasta la década de 1860, una vez lograda la unión de Buenos Aires con las trece
orden constitucional coexiste con la de «orden público», que se presenta, al igual
provincias que se habían dictado su Constitución federal en 1853 , cuando el con­
que en otros espacios analizados (Venezuela, Centroamérica, España, Perú),
cepto queda indisolublemente ligado a la consolidación de las instituciones na­
como un concepto con fronteras imprecisas que abarca desde la idea de vigilancia
cionales en tanto garantes del orden social, de la libertad derivada del desarrollo
y control de conductas sociales que no contribuyen al progreso de la nación (jue­
intelectual de la ciencia, la industria y el arte, del progreso y de la civilización en
gos prohibidos, «vagos y malentretenidos», criminales, ladrones, etc.) hasta lo
todo el territorio.
concerniente a la «seguridad interior», «conmociones internas» que perturben el

«orden político», el «orden legal», el «orden constitucional», el «orden estableci­


En Portugal, toda vez que triunfan los liberales sobre los absolutistas en la

do». La ausencia de límites entre orden público-orden constitucional-«seguridad


guerra civil de 1832 - 1834, la disputa en torno a los conceptos de orden/desorden
interior» se expresa en algunos casos no sólo en su inserción en las cartas consti­
se inserta en el seno del bando liberal, dividido entre radicales y moderados, a

tucionales (en Venezuela y en Centroamérica, por ejemplo), sino también en lo


propósito de la supresión de la Constitución de 1826 y su sustitución por la de

tocante a la definición de las instituciones responsables de su ejecución y mante­


1822 (más radical y menos monárquica). Es en el contexto de esa lucha entre libe­

nimiento (poder ejecutivo, policía, municipalidades, milicia nacional, guardia ci­


rales, la cual supuso la movilización por parte de los radicales de la guardia nacio­

vil, ejército) como se observa en Portugal, Perú, Venezuela, Centroamérica y


nal y de sectores populares urbanos, cuando se profundiza la politización del
España. En Portugal, la preservación del orden público se vinculó, al igual que en
concepto dando lugar a la aparición de un grupo político moderado en la asam-

el Perú, al concepto de policía, que se encontraba asimismo «en proceso de dislo­

cación semántica» desde el siglo XVIII.

59
Facundo Zuv1RÍA, Selección de Escritos y Discursos, Buenos Aires,Jackson, 1944, p. 116.
60
Nota de Vicente López, gobernador de Buenos Aires a la legislatura provincial solicitan­
61
do ratificación del acuerdo para constituir un orden provisorio [15-VI-1852], en Emilio RAVIG­ joáo Baptista da Silva Leitáo de Alineida GARRET, Obras, Porto, Lello e Irmáos, 1963

NANI, Asambleas Constituyentes Argentinas, Buenos Aires, Peuser, 1937, iv, pp. 302-303. [1840], pp. 1288-1289.

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Drcc10NARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO
Carole leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN lBEROAMÉRICA

Y en Venezuela el desplazamiento semántico del sintagma orden público se


Esa correlación pendular orden-libertad o libertad-orden, de acuerdo al án­

inscribe en la disputa en torno al verdadero/falso orden que tiene lugar a partir de gulo desde donde se argumentase, recorre el siglo XIX español manifestándose en

1840 con la aparición del Partido Liberal, una agrupación política que bajo el lema las diversas corrientes de pensamiento en las que todos se reclaman tan «amantes

«hombres nuevos, principio alternativo» se define a sí misma como «una oposi­ de la libertad» como del orden, aunque guardando diferencias en las maneras de

ción fundada en las instituciones, amiga sincera del orden, defensora de la paz» y pensar el orden y las libertades; divergencias cuyos significados políticos se hacen

contraria a los defensores del gobierno, que se autocalificarán poco después, de más visibles a partir del Sexenio Democrático (1868-1874), periodo durante el

1845 en adelante, como «Partido del Orden». De la lucha creciente por el princi­ cual se profundiza su proceso de politización: los republicanos radicales asocian

pio alternativo entre los liberales y los defensores del gobierno con ocasión de los el binomio orden-libertad a la democracia integral; los partidos más conservado­

disturbios ocurridos durante las elecciones de 1846, que son interpretados desde la res relacionan el mantenimiento del orden a da unidad de creencias y de opinio­

perspectiva gubernamental como un peligro latente a la existencia misma de la nes, que viene dada por la unidad de la fe, su principal defensa».

república -pues conducirían al país hacía una revolución social-, se produce el


Con la abdicación de Don Pedro I en Brasil (1831), la precaria relación or­
registro de la mutación del concepto «orden público» en un sentido político a
den-libertad, coligada a la noción de orden social, se inserta en el debate político
través de la pluma de uno de los más acérrimos defensores del gobierno, Juan Vi­
(parlamento, prensa y calle) entre las tres principales tendencias políticas vigentes
cente González, quien termina subsumiendo el orden público al orden social:
---:;1¡--�--e=n:.-a;;--:cec.taccpa-iegenéí:sfa:--lil5érai'es moderados (promotores de reformas político­

institucionales, tendientes a frenar el poder del emperador, otorgar más poder a


la palabra orden público [cursivas en el original], tomada en su acepción política, pa­

rece de origen moderno: ella asciende a la época revolucionaria de Francia, a la orga­


la cámara de diputados y autonomía al poder judicial); liberales exaltados (incli­

nización de la primera guardia nacional, instituida por la Asamblea constituyente, nados hacia el establecimiento de una república federal); y los «caramurus», con­

[. . . ]asegurando la conservación del orden, es decir la obediencia a las leyes, el respeto trarios a la transformación de la Constitución de 1824. Distintas concepciones de

a las personas y a la propiedad, bases sagradas sin las cuales.no podría concebirse la orden recorren el arco político liberal: moderados que conciben el orden como
existencia del Estado. El orden público protegido por la nación armada es el orden
condición de la libertad, sólo posible toda vez que se borraran las trazas de la
62.
social mismo
herencia colonial, ampliando los poderes locales -logrado por efecto del Acto

adicional a la reforma de la Constitución de 1834-, que facilitaría la conciliación


De singular relevancia es la relación entre orden público y libertad(es) en
de los intereses de las élites regionales y la estabilidad del gobierno; y exaltados,
España. Allí el concepto está indisolublemente ligado a la construcción del Esta­
que lo piensan en asociación a la libertad-igualdad de los hombres libres y al abri­
do liberal, al constitucionalismo que se inicia durante el periodo gaditano (orden
go de una concepción republicana. Sin embargo, la herencia colonial y, sobre
constitucional liberal) y a los mecanismos reguladores del orden público a través
todo, el problema que representaba la esclavitud hicieron inviable para Brasil la
de los que se expresan visiones discrepantes entre absolutistas y liberales-progre­
expansión de la libertad, imponiéndose un orden político de poca representativi­
sistas y más tarde entre tradicionalistas-conservadores y republicanos demócra­
dad popular en el que los intereses de los factores locales, mediados por el gobier­
tas sobre cómo alcanzar el justo equilibrio entre orden y libertad. Si, en efecto,
no imperial, presenraron el orden social esclavista -el «Imperio del orden»- de

hay, como analiza Pedro Chacón, una relación intrínseca entre el orden público
los señores propietarios de tierras y esclavos.
y el ejercicio de las libertades (derechos de manifestarse, asociarse, reunirse, etc.),

Por otra parte, conviene resaltar que la politización e ideologización del con­
la perturbación del orden público en todo el periodo histórico considerado

cepto va a expresarse a través de su respectiva partidización, esto es, en la corre­


«siempre fue consecuencia del ejercicio de un derecho que no aparece regulado en

lación que se produce entre identidades políticas formales (clubes, asociaciones


el ordenamiento jurídico, mientras que su represión sí fue posible mediante el
políticas y partidos) que se definen por afiliación o por oposición respecto al
recurso a las leyes de orden público que van jalonando todo el siglo XIX, que in­
concepto (partidos del Orden en oposición a partidos Liberales, por ejemplo), así
cluyen la creación, en 1844, de la Guardia Civil para sustituir a la Milicia Nacio­
como por el surgimiento de periódicos cuyos títulos o epígrafes hacen referencia
nal en el mantenimiento del orden público».
explícita al concepto orden tal y como se muestra en el cuadro que se inserta a

continuación:

62
Juan Vicente GoNZÁLEZ, la Prensa 8 [25-XI-1846], en Pensamiento político venezolano

del siglo XIX, 3: la Doctrina Conservadora. Juan Vicente González, Caracas, Presidencia de la

República, 1 9 6 1 , 1 1 , p p . 1 3 8 - 1 4 3 .

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DICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN IBEROAMÉRICA
Carole Leal Curiel

«ÜRDEN» E IDENTIDADES POLÍTICAS 1770-1870 Identidades políticas Identidades políticas


Prensa
informales formales
Región (divisas,
(facciones, (partidos políticos,
Identidades políticas Identidades políticas epígrafes)
Prensa gr-upos firmantes) sociedades, asociaciones)
infonnales fonnales
Región (divisas,
(facciones, (partidos políticos, 1850:
epígrafes)
grupos finnantes) sociedades, asociaciones) Club Progresista (divisa=
Perú

«Orden y Progreso»
1824:

«Independencia, orden 1838-1842:


1820-1830:
y libertad» (epígrafe) en Partido del Orden
«Partido del Orden»,
El Republicano (los «ordeiros»)
«amigos del orden», 1831-1852: 1828-1842:
1827: 1870-
«defensores del orden», Federales = «partido Liberales = «partido de
El Amigo del Orden de Portugal Partido Conservador
Argentina/ «liberales, amigos del del orden»/ «amigos del los rebeldes», «partido del
1827 en oposición a Partido
Río de la Plata orden y del actual orden». desorden social»
1855: Revolucionario (republi­
sistema» (en oposición Unitarios = «enemigos
El Orden; Orden y canos, federalistas, fou­
al «partido del levante, del orden».
Progreso (Córdoba) rieristas, positivistas)
de los anarquistas de los
1859:
desorganizadores». 1830-1850:
La Libertad en el Orden
1810-1820: Partido Colorado=
(Salta) Banda Oriental/
«partido de los leales» en unitarios.
Provincia Cisplatina/ 1852:
Antillas Españolas - -
- oposición a «partido de la Partido de los Blancos =
Estado Oriental del El Orden
Patria»; confederales.
Brasil - - -
Uruguay
«amigo del orden» 1852: Partido

1824-1839: República Conservador

Federal de
1835: El Salvador: 1840-1847:
Centroamérica: 1850-1870:
Paz y Orden Partido del Orden/
Centroamérica «amigos del orden» Conservadores en oposi-
1850: Nicaragua: Partido de los Libres/
(sistema federal) en ción a Liberales 1810-1860:
El Defensor del Orden Gran Partido del Orden
oposición a «enemigos del «godos» (monárquicos
Venezuela en oposición a Partido
orden» y/o realistas) en oposición
Liberal (divisa: «elección
a «patriotas» (república)
1846: popular, principio

El Orden, alternativo, orden, ho­

1810-1820: 1846: El Artesano del Orden rror a la oligarquía»)

«pelucones» Sociedad del Orden en 1850:


Chile
(orden monárquico) oposición a Sociedad Divisa «Orden y con-

en oposición a «pipiolos» Democrática scrvación, respeto a la Por último, a partir de la década de los años sesenta (más temprano en algu­
ley y a la autoridad» en
nos países; más tarde en otros), caracterizada en buena medida por la paz política
El Verdadero Chileno
o por la consolidación del Estado nacional en varios de los espacios (Portugal,
1839-1842:
1840: Perú, Chile, Centroamérica, Argentina, Uruguay), el concepto se reelabora a la
Colombia/ (Guerra de los Supremos) 1840:
Conservadores en
Nueva Granada «amigos y enemigos luz de la recepción del positivismo que tuvo lugar en algunos de ellos. A partir de
Libertad y Orden
oposición a Liberales
del orden» entonces se vincularon las ideas de progreso y civilización con el asentamiento

1851-1852: institucional, intelectual y material de las sociedades «civilizadas» (el ferrocarril


España - -

El Orden pasa a ser su símbolo por excelencia en Argentina, Chile, Centroamérica y Perú),

1828: lo que sella la aparición en el discurso político de la tríada orden-libertad-progre­


1852-1855: El Orden.
«partido del orden»
so (Chile, Centroamérica), orden social-propiedad-civilización-progreso (Espa­
Diario político y litera-
(grupo de logia rito

México
ria. Visión imparcial de ña, Argentina, Perú) y orden-revolución (social)-progreso (Centroamérica/El
escocés) en oposición al -

ambos mundos
«partido del «progreso» Salvador; Portugal).
1859-1860:
(grupo de logia rito
El Orden Social
de York)

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ÜICCIONARIO POLÍTICO Y SOCIAL DEL MUNDO IBEROAMERICANO Carole Leal Curie! ÜRDEN - EL CONCEPTO ORDEN EN IBEROAMÉRICA

Concluyo presentando algunas consideraciones sobre los alcances del concepto: (b) Las maneras de concebir entonces la reglamentación, la codificación de

ese orden: el constitucionalismo republicano en sus conflictos con el liberalismo,

En primer lugar, hay que resaltar que la noción de orden se presenta como un y el constitucionalismo monárquico liberal en sus tensiones con el absolutismo,
concepto relacional en tanto que sus significaciones y resignificaciones se articu­ el liberalismo radical y los republicanos demócratas en lo tocante al orden políti­

lan en una red de conceptos a través de los cuales precisa sus sentidos: libertad, co (república o monarquía), y su relación con las maneras de concebir la libertad

revolución/regeneración, partido/facción, independencia, constitución, patria­


en el marco de cada una de esas formas.
patriotismo, soberanía, etc.
Por último, la recepción del positivismo inicia una nueva etapa para el con­

En segundo lugar, y en atención al recorrido histórico del concepto, éste se cepto que va a sellar nuevos desplazamientos semánticos, marcados por la reela­

hace "visible" y se problematiza a partir de la crisis política de la monarquía de boración del concepto y sus conexiones con los de progreso-civilización y pro­

1808, dando lugar a la aparición de un conjunto de locuciones ("un nuevo orden greso-revolución.

de cosas», «un nuevo ordenv/ «el antiguo orden» o «la dominación antigua», «un

nuevo orden político") que ponen a debate tres tipos de problemas entrelazados:

(a) La fragmentación territorial y la pérdida de la unidad del cuerpo político,----iif.---­

producto de la acefalía, que a su vez plantea el problema de las concepciones so-

bre la soberanía. Y esto estampa una sutil distinción entre el curso seguido por

Brasil, cuya cabeza coronada-centro de poder se preserva no obstante que el tras-

lado de la Corte a Río de Janeiro en 1808 implicó un.reordenamiento del centro

político desde donde irradiaba el poder, pero una vez separado Brasil de Portu-

gal, la figura de la "testa coronada», en tanto mediadora de' los intereses de las

élites provinciales, fue justamente la que evitó la fragmentación del territorio.

(b) La redefinición de las bases contractuales del Estado que al abrigo del

republicanismo y del liberalismo en Hispanoamérica y del constitucionalismo

liberal en España y Portugal, abrió la compuerta para la recurrente tensión entre

orden y libertad(es).

(c) La organización y distribución del poder dentro de ese «nuevo orden de

cosas» en la Hispanoamérica que optó por la forma de gobierno republicana ( or­

den político) sirvió de contenedor en las discrepancias habidas entre federalistas/

confederalistas y centralistas/unitarios en torno a la distribución del poder y la

ampliación o restricción de las libertades.

En tercer lugar, el significado medular del concepto orden pervive a lo largo

del periodo. Si la noción supone convivencia reglada, ajustada a normas -signifi­

cado que permanece como su sedimento-, los desplazamientos se produjeron

sobre dos aspectos capitales:

(a) El origen de esa regularidad o ajuste a la norma. El tránsito que se produ­

ce desde una concepción providencial, divina, como fuente trascendente del or­

den del mundo a una mediada por la razón (y voluntad) de los individuos para

crearlo, transformarlo, restituirlo, etc., lo que se va a manifestar a través de la

creación, redacción y sanción de constituciones escritas.

50 51

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