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LOS 7

CAMPOS DE BATALLA
En los que transcurre
la guerra espiritual
• El escepticismo sobre el
demonio tiene un alto
costo
• Las explicaciones
psicologistas han
reemplazado totalmente
a las sobrenaturales
cuando se evalúan
fenómenos como
obsesiones o trastornos
de conducta
• Un indicador de este
cambio es que, hoy, hay
más especialistas en
derecho canónico que
exorcistas en la Iglesia

Paralelamente, donde quiera que hoy se mire,


parece que nuestra sociedad quiere lanzarse
por un precipicio a mil kilómetros por hora.

El “paraíso” del demonio es la Tierra y la


principal manifestación de los demonios es
psicológica: obsesionan, oprimen, deprimen y
atormentan mentalmente.

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Una y otra vez, el diablo y los demonios insertan pensamientos
negativos en nuestra mente: “No soy buena… no le gusto a nadie…
soy un fracaso… no puedo hacer esto… es demasiado para mí… nunca
llegarás a nada, porque nunca consigues nada de lo que te propones”.

Los primeros signos de su presencia suelen ser


confusión y/o tensión.
Ellos encuentran la entrada en los errores que cometemos
o en las heridas que tenemos. Y debilitan, hasta que
logran una entrada -y pueden ingresar más oscuridad-.
Y una vez que entran, lamentablemente la mayoría de los
cristianos [incluyendo a muchos católicos, que se supone
tienen las armas de defensa listas] están indefensos
contra ellos.
Porque la mayoría de los cristianos desestima la
presencia de los espíritus [“son cuentos de solteronas
fanáticas”] o no se dan cuenta de que están allí… o no
quieren darse cuenta, presas del pánico.

En la Iglesia, no se enseña casi nada acerca del diablo y se ha puesto


a la psicología y a la filosofía en el lugar histórico de la teología
mística.

El engaño demoníaco es cada vez mayor, incluso dentro de las


iglesias católicas cristianas. Demasiadas iglesias y parroquias están
en camino de convertirse en museos espiritualmente muertos. Es
hora de que los soldados de Cristo se pongan de pie y luchen por la
fe, porque los tiempos actuales son la mayor prueba para ella.

Si Dios permite que la actividad demoníaca aumente


hasta su regreso, es muy probable que Él entrene y
equipe a un número cada vez mayor de sus hijos, con
la fe y la eficacia para luchar contra los poderes de las
tinieblas que se oponen a Sus planes y Su gente.

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Pero…
¿Por qué tantas personas en la Iglesia -laicos,
consagrados, sacerdotes, religiosas- se resisten a la
demonología?

El miedo y la posibilidad de ser identificado con el extremismo y el


fanatismo teológico y emocional, contribuyen significativamente al
aparente boicot o rechazo y a ridiculizar este tema, fuera de los
círculos carismáticos. Al igual que los guerrilleros, los demonios
quieren distraer, destruir y molestar directamente bajo nuestras
narices.

Como no se les puede ver, mucha gente piensa que su trabajo se


debe a miedos patológicos, coincidencias, paranoia, fobias,
enfermedades mentales, peculiaridades de la personalidad o
inestabilidad mental/emocional. El engaño demoníaco es cada
vez mayor, incluso dentro de las jerarquías de la Iglesia.

El miedo al estigma social o la asociación con el


fundamentalismo teológico ha ridiculizado y
silenciado muchas voces cristianas.

7 campos de batalla en la guerra espiritual


contra la nueva era de la oscuridad

Efesios 6:10-17 el mejor ejemplo bíblico sobre cómo manejarse en


la guerra espiritual: “Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con
la fuerza de Su poder. Revístanse con la armadura de Dios, para
que puedan resistir las insidas del demonio. Porque nuestra
lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los
Principados y Potestades, contra los Soberanos de este mundo
de tinieblas, contra los espíritus del mal que habitan en el
espacio. Por lo tanto, tomen la armadura de Dios, para que
puedan resistir en el día malo y mantenerse firmes después de
haber superado todos los obstáculos.

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“Permanezcan de pie, ceñidos con el cinturón de la verdad y
vistiendo la justicia como coraza. Calcen sus pies con el celo
para propagar la Buena Noticia de la paz. Tengan siempre en la
mano el escudo de la fe, con el que podrán apagar todas las
flechas encendidas del Maligno. Tomen el casco de la salvación,
y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios”.

¿Cómo hace uno todo lo anterior?

1 – LA SAGRADA COMUNIÓN

Para empezar, la Sagrada Comunión diaria es la


mejor manera de ponerse la armadura de Dios,
porque Ella es Cristo mismo.

El diablo tiene 7 días a la semana para trabajar en tu alma; ¿ve la


importancia de dar a Dios 7 días a la semana para contrarrestar al
Maligno? Y, por supuesto, la razón por la que Jesús vino al mundo
fue “destruir las obras del diablo.”
La Eucaristía es Cristo y cuando tomamos Su Cuerpo y Su Sangre en
nuestro templo (nuestro cuerpo), Jesús limpia nuestro templo de
las cosas malas, al igual que Él hizo una vez en el Templo en
Jerusalén.
La Sagrada Comunión frecuente permite a Jesús librar esta
batalla espiritual dentro de nosotros, lo que significa que no
tenemos que luchar solos contra satanás.
San Pedro también habla de resistir al diablo, porque lucifer anda
como león rugiente, buscando a quién devorar.

Parece que el diablo nos mira como ganado en engorde para el


sacrificio; en lugar de heno para ganado, nuestra comida de
engorde es el pecado. Cualquiera que alguna vez haya pasado por
un corral de ganado de engorde, inmediatamente percibe el hedor.
El pecado en nuestras vidas es muy parecido a eso, porque
realmente apesta estar cerca del enemigo y lejos de Dios.

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Al diablo le gusta el olor de fuego y del azufre.
San José de Cupertino podía literalmente oler el pecado en sus
penitentes en el confesionario.

En lugar de dejar que un león rugiente nos devore, Jesús, el León de


Judá, se convierte en nuestro alimento en la Eucaristía. Así que,
cuando obedecemos Su Mandamiento de comer Su Carne y beber
Su Sangre, tenemos, literalmente, Su Preciosa Sangre fluyendo
por nuestras venas y Su Carne Sagrada en nosotros. Y esto, en
cambio, nos hace muy desagradables al paladar de satanás.

2 – SOMETERSE A DIOS

Santiago 4: 7 es otro gran consejo de las Escrituras: “Así que


sométanse a Dios. Resistan al diablo, y huirá de ustedes”.

Cuando nos sometemos a Dios, esto no sólo significa


que nos arrepentimos de nuestros pecados, sino que
estamos firmemente decididos a no cometerlos más.

Esto significa que confiamos totalmente en que Dios cuida bien


de nosotros, incluso cuando las cosas son horribles en nuestras
vidas. Significa que le decimos a Dios, tan a menudo como sea
posible, que Lo amamos. Significa que Le pedimos a Dios que
tome nuestra voluntad y la aplaste y que, en su lugar, ponga Su
Santa Voluntad. Significa que Le pedimos a Dios que derrita
nuestro corazón en Su Sagrado Corazón, para que lleguemos a
ser humildes, castos, amorosos y valientes como Él.

Esto significa que oramos día a día para ser cada vez más como
Jesús, con el poder del Espíritu Santo. Significa que pedimos
humildemente la intercesión de los santos en el cielo y de las
almas del purgatorio por el bienestar de nuestra familia, amigos,
enemigos y parientes políticos.

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Esto significa que empezamos rezando por las santas almas del
purgatorio, por los pobres pecadores en la tierra, y por
los enfermos y los moribundos. Significa que empezamos a
practicar las obras corporales y espirituales de misericordia.

Jesús nos habló de esto en Mateo 25: 31-46.

Mateo 25: 31 - 46

31 «Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria


acompañado de todos sus ángeles, entonces se
sentará en su trono de gloria.
32 Serán congregadas delante de él todas las
naciones, y él separará a los unos de los otros,
como el pastor separa las ovejas de los cabritos.
33 Pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su
izquierda.
34 Entonces dirá el Rey a los de su derecha: "Venid,
benditos de mi Padre, recibid la herencia del
Reino preparado para vosotros desde la creación
del mundo.
35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve
sed, y me disteis de beber; era forastero, y me
acogisteis;
36 estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me
visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme."
37 Entonces los justos le responderán: "Señor,
¿cuándo te vimos hambriento, y te dimos de
comer; o sediento, y te dimos de beber?
38 ¿Cuándo te vimos forastero, y te acogimos; o
desnudo, y te vestimos?
39 ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos
a verte?"
40 Y el Rey les dirá: "En verdad os digo que cuanto
hicisteis a unos de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis."

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41 Entonces dirá también a los de su izquierda:
"Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno
preparado para el Diablo y sus ángeles.
42 Porque tuve hambre, y no me disteis de comer;
tuve sed, y no me disteis de beber;
43 era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo,
y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me
visitasteis."
44 Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento o sediento o forastero o
desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te
asistimos?"
45 Y él entonces les responderá: "En verdad os digo
que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos
más pequeños, también conmigo dejasteis de
hacerlo."
46 E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una
vida eterna.»

Someternos a Dios significa que podemos desarrollar una fuerte


devoción a Su Santísima Madre, La Virgen María, al igual que
Jesús la tiene. Él no le niega nada a Su Madre Santísima.

Someternos a Dios también significa que tenemos tiempo


para arrodillarnos frente al Tabernáculo con más frecuencia.
Que empezamos a leer y a estudiar las Escrituras todos los días.
Que somos testigos de Jesús ante los demás.

Todo lo anterior es el conjunto de cosas que satanás no quiere


que hagamos, y estamos, por tanto, “resistiendo al diablo”.
Porque el diablo NO ES UN MITO Y DEBEMOS COMBATIRLO, luchar
contra él con las armas de la verdad y la fe. La vida en Dios se debe
defender, se debe luchar, para llevarla adelante. Se necesita
fortaleza y valentía para resistir y renunciar a satanás, para ir
adelante en la vida espiritual combatiendo. No es una simple lucha,
es UN COMBATE CONTINUO Y SIN TREGUA.
Los enemigos de la vida cristiana son el demonio, el mundo y la
carne. ¿De qué me tengo que defender? ¿Qué tengo que hacer?

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Revestirnos con la armadura de Dios, como nos dice San Pablo. Lo
que es de Dios, nos defiende, para resistir a las insidias del diablo.
La armadura de Dios es lo único que nos da fuerza y nos defiende.

3 – LAS ORACIONES

Si ir a misa todos los días no es posible, entonces se puede


rezar la Comunión Espiritual tan a menudo como sea posible.

Comunión espiritual:
Creo, Dios mío, que estáis presente en el Santísimo
Sacramento del Altar;
os amo, os adoro y deseo recibiros; mas, no pudiendo hacerlo
ahora sacramentalmente, venid por lo menos
espiritualmente a mi corazón.
Como si hubieseis venido, yo me abrazo y uno a Vos: No
permitáis que jamás me separe de Vos.
Amén.

El rezo diario del Santo Rosario es una fantástica manera de


mantener la fe como un escudo contra satanás, porque ningún otro
humano tiene más fe en Cristo que María. Ella es la Primera
Cristiana, ella fue la primera creyente y el evangelista San Lucas
dice de Ella que Su alma proclama la grandeza de Jesús, y ¡esto es
algo grande!

Al rezar el Santo Rosario, estás invocando a la archienemiga


humana de satanás (Génesis 3:15 y Apocalipsis 12: 13-17) para
que libre esta batalla para ti.

Consagrarte a Jesús por María es una gran manera de añadir


armadura en ti:
http://www.lazosdeamormariano.net/consagracion

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Cuando seas tentado(a), simplemente repite el “Ave
María” una y otra vez, hasta que pase la sensación.

Nuestro cerebro no tiene oportunidad contra el intelecto


superior del diablo, pero ya que el diablo no tiene corazón, María
lo derrota siempre con su Corazón Inmaculado.
Meditar la Pasión de Cristo, mientras se reza cualquier oración,
también es una gran forma de protegernos de los malvados
engaños de satanás.
En otras palabras, no libramos esta batalla solos: suplicamos y
recibimos ayuda celestial.

4 – LOS SACRAMENTALES

Los sacramentales como la Medalla de San


Benito, el Escapulario, o la Medalla Milagrosa en nuestro
cuello son otra gran manera de ponerse la armadura
de Dios.

Éstos no son “amuletos de la buena suerte”, sino que tienen la


bendición de la Iglesia de Jesucristo. Las bendiciones son un
poder real y crean miedo en los demonios.
El uso frecuente de agua bendita sobre nuestra persona, así
como rociarla en nuestros hogares y los coches también ahuyenta
a los espíritus malignos. Santa Teresa de Ávila testificó esto.
La sal y el aceite benditos son grandes sacramentales, también.

Los sacramentales conforman una coraza eficiente contra el mal. La


verdadera lucha es entre lo sagrado y las fuerzas del Malo; por lo
tanto, los sacramentales nos protegen y cobijan en esta
contienda sobrehumana de la que somos el objetivo, porque
satanás es enemigo jurado de Dios y nosotros somos de Dios.

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Por lo tanto, satanás es también nuestro enemigo jurado y nosotros
somos su principal objetivo porque también nos odia. Él está
desesperado porque perdió su hogar.

Apocalipsis 12:17:
“Entonces, el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a
hacer la guerra al resto de sus hijos, es decir, a los que
observan los Mandamientos de Dios y guardan el Mensaje de
Jesús”

5 – EVITAR LOS ESCENARIOS PECAMINOSOS

Los guerreros espirituales saben que una gran parte


de la batalla contra el mal consiste en evitar las
ocasiones de pecado.

Esto significa que, si tenemos conocidos que cuentan chistes


groseros, o que son mundanos, o que aman el dinero más que a
Dios, o que son fariseos [sepulcros blanqueados, muy adornados
por fuera para decir que son cristianos, pero sin Dios en el corazón]
etc., entonces debemos evitar a esas personas. ¿Por qué? Porque,
como dice el refrán, “las manzanas podridas pudren a las sanas.”
Y los que hacen esto, son almas que luchan por la santidad y no
quieren que sus esfuerzos se vean obstaculizados por
influencias negativas.

Tampoco debemos ver películas groseras o leer revistas


que excitan negativamente nuestra imaginación. No hay que ir
a los lugares en los que sabemos que la tentación abunda; para
algunos de nosotros, estos lugares pueden incluir bares de copas
(la embriaguez y todo lo malo entra al alma por los ojos) y los bufets
– todo lo que quieras comer (gula). Reunirse sólo con personas
que tengan ideas afines con las nuestras y practiquen
santidad, es la solución a estas tentaciones.

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6 – LA CONFESIÓN

La confesión frecuente también es otra gran manera


de fortalecer nuestra defensa contra satanás. .
Él odia cuando confesamos nuestros pecados y somos
perdonados por Cristo en el confesionario.

Nuestros pecados NO PERDONADOS son su punto de apoyo en


nuestras almas, y cuando son perdonados en este gran sacramento
de la reconciliación, el diablo tiene que empezar de nuevo con
nosotros.

Trata de pensar en el confesionario como el sepulcro en el que


Jesús fue colocado después de morir. Al igual que Su Cuerpo
resucitó de entre los muertos en ese sepulcro, nuestra alma muerta
(si hemos cometido un pecado mortal) resucita de entre los
muertos en el confesionario cada vez que recibimos la absolución
del sacerdote.

Y no te preocupes: los sacerdotes tienen callo en sus oídos y están


acostumbrados a oír los peores pecados que la humanidad ha
cometido, y a perdonarlos. Algunos dicen que los sacerdotes
tienen Alzheimer: olvidan rostro y pecado.

La confesión es:
• Un sacramento de sanación: así está consignado en el
Catecismo de la Iglesia Católica. “El Señor Jesucristo, médico
de nuestras almas y de nuestros cuerpos…” [Catecismo
No. 1421].
• Un acto de liberación: nos libera de las ataduras del
demonio, las que quedan rotas con el perdón de los pecados.
• Una feliz reconciliación: con Nuestro Señor Jesucristo, que
siempre tiene los brazos abiertos para abrazarnos.

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7 – EVITAR VINCULACIÓN CON LO SATÁNICO

Hay pasarelas satánicas que pueden abrir la puerta a


los demonios en nuestra vida..Alguien podría poner
una maldición sobre nosotros, por ejemplo (tanto las
maldiciones como las bendiciones son reales y
poderosas).

Otras formas incluyen incursionar en lo oculto, frecuentar la


pornografía, la fornicación, el adulterio, el uso de drogas ilegales,
jurar en vano en el nombre del Señor, practicarse y/o consentir un
aborto, y cualquier otro pecado mortal.
Lo demoníaco adquiere generalmente una de tres formas: la
desnudez, la violencia o personalidades múltiples, o a veces
las tres cosas.

Bajo ninguna circunstancia se debe iniciar contacto con los


demonios, o conversar con ellos. Esto incluye la ouija, prohibida
por la Iglesia. Algunos adolescentes practican “juegos”
como “charlie, charlie”, que invoca a un demonio, todo en nombre
de la “diversión”, pero de nuevo: esto está estrictamente prohibido
por la Iglesia.

Un demonio es como un velcro satánico, y no se irá fácilmente


una vez conjurado. Lo que esto significa es que la vida de una
persona se verá influenciada muy negativamente hasta que se
renuncie a estas prácticas, a través de la confesión, la penitencia y
la expiación.

No sólo es suficiente dejar de practicar lo oculto; hay que


confesarlo y alejarlo enérgicamente de nosotros con verdadero
arrepentimiento.

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Pero también hay otros grados menores, de interferencia
demoníaca, que son posibles en nuestra vida, además de la
posesión completa: por ejemplo, la tentación, la opresión, la
obsesión, y la infestación.

Los laicos no están facultados para realizar exorcismos, pero


están facultados para rezar oraciones de liberación, como el
“Padre Nuestro” y otras. Un exorcismo sólo lo puede llevar a cabo
un sacerdote católico, y únicamente con el permiso del obispo local.

ORACIONES PARA LA GUERRA ESPIRITUAL

A San Miguel Arcángel


San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo
contra la perversidad y acechanzas del demonio.
¡Reprímele, Dios! pedimos suplicantes. Y tú, ¡Oh Príncipe de la
Milicia Celestial!, arroja al infierno, con el divino poder, a satanás
y a todos los espíritus malignos que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas. Amén.
Glorioso San Miguel Arcángel, protégenos.

A la Santísima Virgen María


¡Oh Augusta Reina de los Cielos y Señora de los Ángeles!
Pues habéis recibido de Dios el poder y la misión de aplastar la
cabeza de la serpiente infernal; dignaos escuchar benigna las
súplicas que humildemente os dirigimos; enviad las santas
legiones de ángeles para que, bajo vuestras órdenes, combatan a
los demonios, donde quiera repriman su audacia y los persigan
hasta precipitarlos al abismo.
¿Quién como Dios? Santos Ángeles y Arcángeles, defendednos y
guardadnos. ¡Oh buena y tierna Madre! Vos seréis siempre nuestro
amor y nuestra esperanza. ¡Oh divina Madre! Enviad a los Santos
Ángeles para defendernos y rechazar lejos al demonio, nuestro
mortal enemigo. Amén.

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