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EL VATICANO II

ANTECEDENTES GENERALES

- Convocado por Juan XXIII el 25 de Enero de 1959.

- Configurado en cuatro sesiones

- La 1º sesión en 1962.

- La muerte del Papa en 1963

- La 2º sesión en 1963

- La 3º sesión en 1964

- La 4º sesión en 1965

¿COMO SE GESTÓ ?

- Después de la muerte de PIO XII

- El vaticano I en 1869 por el Papa Pio IX (otros temas)

- La convocatoria de Juan XXIII inesperada.

Fue un día como los demás. Se levantó el pontífice como de costumbre a las
cuatro, hizo sus devociones, celebró la misa y asistió después a la mía. Se retiró a
continuación a la salita de comer para la primera colación, dio una ojeada a los
periódicos y quiso revisar el borrador de los discursos que había preparado. A las
diez partimos para la Basílica de San Pablo Extramuros. La primera parte de la
ceremonia duró de las 10.30 hasta las 13. Entonces entramos en la sala de los
monjes benedictinos, nos retiramos todos y quedó el papa con los cardenales.
Leyó el discursito que había preparado, digo «discorsetto» porque así lo definió
él mismo, y en un cuarto de hora estaba todo terminado. Pocos minutos después
se difundía por el mundo la noticia del Concilio ecuménico.
El contexto

- Los cambios en el mundo

- En la Iglesia la investigación teológica y biblica.

- Los obispos en el mundo y las dificultades.

Los objetivos

- Promover el desarrollo de la fe católica.

- Lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles.

- Adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos de nuestro


tiempo.

- Lograr la mejor interrelación con las demás religiones, principalmente las


orientales.

LA REVELACIÓN

Desde la constitución dogmática

Dei Verbum

1.- La revelación, una iniciativa de Dios

Quiso Dios en su bondad y sabiduría revelarse a sí mismo y dar a conocer el


misterio de su voluntad (cf. Ef., 1, 9),

mediante el cual los hombres, por medio de Cristo, Verbo encarnado, tienen
acceso al Padre en el Espíritu Santo y se hacen consortes de la naturaleza divina
(cf. Ef., 2, 18; 1 Pe., 1, 4).

Así, pues, por esta revelación Dios invisible (cf. Col., 1, 15; 1 Tm., 1, 17), movido
por su gran amor, habla a los hombres como amigos (cf. Ex., 33, 11; Jn., 15, 14-
15) y trata con ellos (cf. Bar., 3, 38), para invitarlos y recibirlos a la comunión con
El.
Este plan de la revelación se realiza con palabras y hechos intrínsecamente
conexos entre sí, de modo que las obras realizadas por Dios en la historia de la
salvación manifiestan y confirman la doctrina y los hechos significados por las
palabras, y las palabras, por su parte, proclaman las obras y esclarecen el
misterio contenido en ellas (DV2)

…queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó,


además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio.

Después de su caída les animó a la esperanza de la salvación (cf. Gn., 3,


15) con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género
humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la
perseverancia en las buenas obras (cf. Rm., 2, 6-7).

A su tiempo llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo (cf.


Gn., 12, 2-3), al que después de los Patriarcas instruyó por Moisés y por los
Profetas para que lo reconocieran Dios único, vivo y verdadero, Padre
providente y justo juez, y para que esperaran al Salvador prometido, y de
esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio.
DV3

Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas,
«últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo» (Hb., 1, 1-2), pues envió a su
Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera
entre ellos y les manifestara los secretos de Dios (cf. Jn., 1, 1-18); Jesucristo,
pues, el Verbo hecho carne, «hombre enviado a los hombres» (DV4)

2.- La fe para recibir la revelación

Cuando Dios revela hay que prestarle «la obediencia de la fe» (Rm., 16,
26; cf. Rm., 1, 5; 2 Cor., 10, 5-6),

por la que el hombre se entrega libre y totalmente a Dios, prestando «a


Dios revelador el homenaje del entendimiento y de la voluntad» y
asintiendo voluntariamente a la revelación hecha por El.
Para profesar esta fe necesitamos la gracia de Dios que previene y ayuda,
y los auxilios internos del Espíritu Santo, el cual mueve el corazón y lo
convierte a Dios, abre los ojos de la mente y da «a todos la suavidad en el
aceptar y creer la verdad» (DV 5)

Confiesa el Santo Concilio «que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser
conocido con seguridad por la luz natural de la razón humana, partiendo de las
criaturas» (cf. Rm., 1, 20); pero enseña que hay que atribuir a su revelación «el
que todos, aun en la presente condición del género humano, puedan conocer
fácilmente, con firme certeza y sin ningún error, las cosas divinas que por su
naturaleza no son inaccesibles a la razón humana»

3. La transmisión de la revelación

Dispuso Dios benignamente que todo lo que había revelado para la


salvación de todos los hombres permaneciera íntegro para siempre y se
fuera transmitiendo a todas las generaciones.

mandó a los Apóstoles, comunicándoles los dones divinos, que el


Evangelio, que prometido antes por los Profetas, El completó y promulgó
con su propia boca, lo predicaran a todos los hombres como fuente de
toda verdad salvadora

para que el Evangelio se conservara constantemente íntegro y vivo en la


Iglesia, los Apóstoles dejaron como sucesores suyos a los Obispos,
«entregándoles su propio cargo de magisterio». (DV7)

Ahora bien, lo que enseñaron los Apóstoles encierra todo lo necesario


para que el Pueblo de Dios viva santamente y aumente su fe…

va creciendo en la comprensión de las cosas y de las palabras


transmitidas, ya por la contemplación y el estudio de los creyentes, que
las meditan en su corazón…
Por esta Tradición conoce la Iglesia el Canon íntegro de los libros sagrados,
y la misma Sagrada Escritura se va conociendo en ella más a fondo y se
hace incesantemente operante (DV8)

4. La inspiración

Las verdades reveladas por Dios, que se contienen y manifiestan en la


Sagrada Escritura, se consignaron por inspiración del Espíritu Santo.

según la fe apostólica, tiene por santos y canónicos los libros enteros del
Antiguo y del Nuevo Testamento con todas sus partes, porque, escritos
bajo la inspiración del Espíritu Santo (cf. Jn., 20, 31; 2 Tm., 3, 16; 2 Pe., 1,
19-20; 3, 15-16), tienen a Dios como autor, y como tales se le han
confiado a la misma Iglesia. Pero en la redacción de los libros sagrados
Dios eligió a hombres, y se valió de ellos que usaban sus propias
facultades y fuerzas, de forma que, obrando El en ellos y por ellos,
escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería (DV11)

5.- Como interpretar

Habiendo, pues, hablado Dios en la Sagrada Escritura por medio de


hombres y a la manera humana, el intérprete de la Sagrada Escritura debe
investigar con atención qué pretendieron expresar realmente los
hagiógrafos y plugo a Dios manifestar por sus palabras, para comprender
lo que El quiso comunicarnos

Para descubrir la intención de los hagiógrafos, entre otras cosas hay que
atender a «los géneros literarios», porque la verdad se propone y se
expresa de una manera o de otra en los textos de diverso modo históricos,
proféticos, poéticos o en otras formas de hablar. (DV12)

Conviene, además, que el intérprete investigue el sentido que intentó


expresar y expresó el hagiógrafo en cada circunstancia, según la condición
de su tiempo y de su cultura, por medio de los géneros literarios usados
en su época
para entender rectamente lo que el autor sagrado quiso afirmar en sus
escritos, hay que atender cuidadosamente tanto a las acostumbradas
formas nativas de pensar, de hablar o de narrar vigentes en los tiempos
del hagiógrafo como a las que en aquella época solían usarse en el trato
mutuo de los hombres.

para descubrir el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender
con no menor diligencia al contenido y a la unidad de toda la Sagrada
Escritura (DV12)

EL ANTIGUO TESTAMENTO

…El Antiguo Testamento manifiestan a todos el conocimiento de Dios y del


hombre, y las formas de obrar de Dios justo y misericordioso con los
hombres, según la condición del género humano en los tiempos que
precedieron a la salvación instaurada por Cristo.

Dios, pues, inspirador y autor de ambos Testamentos, dispuso las cosas


tan sabiamente que el Nuevo Testamento está latente en el Antiguo, y el
Antiguo está patente en el Nuevo.

EL NUEVO TESTAMENTO

Los Apóstoles ciertamente después de la ascensión del Señor predicaron a


sus oyentes lo que El había dicho y hecho, con aquel mayor conocimiento
de que ellos gozaban…

Los autores sagrados escribieron los cuatro Evangelios escogiendo algunas


cosas de las muchas que ya se transmitían de palabra o por escrito,
sintetizando otras, o desarrollándolas atendiendo a la condición de las
Iglesias, reteniendo, en fin, la forma de anuncio, de manera que siempre
nos comunicaban la verdad sincera acerca de Jesús

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