Você está na página 1de 9

ACERCA DE EL ESPINOSO SUJETO.

EL CENTRO
AUSENTE DE LA ONTOLOGÍA POLÍTICA, DE S.
ZIZEK.
Introducción:
Zizek reconoce las siguientes tendencias filosóficas, características de la academia actual,
que se oponen por todos los medios al “espectro del sujeto cartesiano” que debe fundamentar en
última instancia cualquier movimiento revolucionario (concretamente para el marxismo), y que él
defiende desde su peculiar concepción hegeliana-lacaniana-leninista:

-Oscurantistas de la New Age

-Deconstruccionismo posmoderno

-Teóricos habermasianos de la comunicación

-Defensores heideggerianos del pensamiento del ser

-Científicos cognitivos

-Ecólogos profundos

-Posmarxistas críticos (socialdemócratas)

-Feministas

Así pues estas son las teorías a batir, representantes de las corrientes burguesas y reaccionarias de
pensamiento. Además, su oposición activa significa dos cosas para el esloveno:

1. Que la subjetividad moderna y cartesiana sigue siendo reconocida, y que se configura


como una tradición fuerte y aún activa.
2. Que es “ahora oportuno que los partidarios de la subjetividad cartesiana, frente al resto
de mundo, difundan sus modos de ver, sus metas, sus tendencias u salgan al cruce de ese
cuento infantil del Espectro de la subjetividad cartesiana, con el manifiesto filosófico de
la subjetividad cartesiana en sí misma.”1

Sin embargo, “no se trata de volver al cogito en la forma en que este concepto dominó el
pensamiento moderno (el sujeto pensante transparente para sí mismo), sino de sacar a la luz su
reverso olvidado, el núcleo excedente, no reconocido, que está muy lejos de la imagen
apaciguadora del sí mismo transparente.”2 Además el autor afirma lo siguiente: “Si bien el tono
básico de este libro es filosófico, constituye ante todo una intervención política comprometida,
que encara la cuestión quemante en que vamos a reformular un proyecto político
izquierdista.”3Ello supone, asimismo, referirse al capitalismo como un problema global que no

1
ZIZEK, Slavoj, El espinoso sujeto, México DF, 2001, pp. 9-10.
2
Ibíd. p. 10.
3
Ibíd. p. 12.

1
puede permitirse las soluciones parciales, deconstruccionistas de la posmodernidad. Es necesario
responder a los cuestionamientos y defender la inocencia de la subjetividad, a la que han
imputado desde diversas corrientes (por ejemplo Heidegger o incluso la Escuela de Frankfurt) la
responsabilidad de la situación económica de explotación de la naturaleza, la razón instrumental y
el dominio tecnológico sobre los seres humanos. Para ello Zizek dividirá su libro en tres partes
principales que coincidirán con los campos en los que hoy está en juego la subjetividad:

 La tradición derivada del idealismo alemán y sus atolladeros (Kant y Hegel frente a
Heidegger),
 la filosofía política posalthusseriana (Badiou, Ranciére, Laclau y Balibar)
 y finalmente el psicoanálisis y el pasaje posmoderno de la deconstrucción del sujeto
en múltiples subjetivaciones o “política de la identidad” (Lacan frente a Butler).

En cada una de las partes se centrará en una aguda crítica fundamental a la subjetividad, y a
continuación desarrolla las ideas en juego, su situación actual y sus atolladeros, y expondrá
finalmente su propia visión. Mi exposición/resumen se centrará en las dos primeras partes de la
obra, ya que la tercera, eminentemente psicoanalítica, es demasiado abstrusa para los
conocimientos que tengo sobre esa materia.

Primera parte: La noche del mundo.

 El atolladero de la imaginación trascendental, o Martin Heidegger como


lector de Kant.
En este primer capítulo se presenta una de las principales críticas o intentos
(fallido como se podrá ver) de deconstruir el sujeto y superar la metafísica tradicional. Se
trata, por supuesto, del intento del alemán Heidegger, quien centrará su pensamiento en
la comprensión del Ser, no de las ontologías concretas (en vez del ser en general, de entes
en particular). Así se pretende acabar con la distinción sujeto/objeto, centrando la
atención en el dasein, el ser-ahí, existente, es decir, el hombre. Mediante la crítica de este
intento, Zizek muestra cómo hasta los académicos críticos suelen apreciar/rechazar a
Heidegger de una manera ambigua a causa de su apoyo al estado nazifascista alemán.
¿Qué explicaciones se dan a esta adhesión? Zizek no está con aquellos que afirman que se
trata de un error, un desliz después rectificado. El esloveno está convencido de que se
trata de una consecuencia del propio pensamiento teórico del alemán (y no a pesar de él,
como se suele señalar a menudo, por las supuestas carencias de su crítica a la subjetividad
moderna) para quien “el fascismo no es una simple aberración del desarrollo normal del
capitalismo, sino el desenlace necesario de su dinámica interior”. Para Heideger se trata
de que el dasein, el “ser humano”, encuentre en el nazismo, por fin, una relación auténtica
con la tecnología, haciéndose “uno” con ella y desvelando su verdad. Esto en el fondo
consiste en caer en lo que se quiere evitar: si al hombre le es esencial el nazismo para
mostrar su verdadero Ser, esta verdad ontológica se convierte en ente. Heidegger en parte
lo sabía, pero se excusaba diciendo que el nazismo había degenerado olvidando su
grandeza interior, su verdad, legitimándose en argumentaciones biologicistas y racistas.

2
- La elección forzada:
“Cuando un sujeto se reconoce como revolucionario proletario, cuando asume
libremente y se identifica con la tarea de la revolución, se está reconociendo como
elegido por la historia para realizar esa tarea. En general, la concepción althusseriana
de la interpelación ideológica involucra la situación de la “elección forzada” por
medio de la cual el sujeto emerge del acto de elegir libremente lo inevitable, es decir,
el acto en el cual tiene la libertad de elegir con la condición de que realice la elección
correcta: cuando un individuo recibe una interpelación, es invitado a desempeñar un
papel de modo tal que la invitación parece haber sido ya respondida por el sujeto
antes de que se le propusiera, pero al mismo tiempo la invitación puede ser
rechazada.”4 (Interpelación ideológica althusseriana)

En Heidegger también se encuentra esta elección forzada debido a su concepción del


dasein abocado a elegir su propio destino, una especie de libertad (tómese esto con
pinzas en pos de didactismo que pretende este documento) como adecuación a la
necesidad, frente a la falsa libertad del individualismo de la sociedad moderna
anónima y liberal. De esta coincidencia vienen las acusaciones de totalitarismo etc. a
la teoría crítica dialéctica, argumentaciones falaces de igualdad comunismo/fascismo
etc. Incluso por parte de habermasianos que tomarán por totalitario cualquier caso de
politización a causa de la presencia de esta decisión forzada. El rechazo de la política
sin embargo conduce a la despolitización, la llamada política de la identidad etc.
Todo esto tiene mucho que ver con el segundo giro de la filosofía heideggeriana, tras
el fracaso de Ser y Tiempo (obra inconclusa y fundamental) rechazada por sus restos
de subjetivismo trascendental.

Pero, ¿por qué este fracaso? En definitiva, por una mala lectura de Kant, por la
aparición del sujeto no transparente, con el punto de locura subyacente, que
Heidegger no estaba dispuesto a admitir: por la subjetividad trascendental y uno de
los conceptos más ambiguos de Kant: la imaginación trascendental. Así, según Zizek,
“lejos de constituir la consecuencia práctica de esta subjetividad radicalizada, el
compromiso nazi de Heidegger fue un intento desesperado de evitarla ”5, o, dicho con
otras palabras, la tentación fascista heideggeriana “no consiste en que haya quedado
pegado al horizonte de la subjetividad trascendental, sino en que la abandonó
demasiado pronto, antes de pensar todas sus posibilidades intrínsecas. El nazismo no
era una expresión política del potencial nihilista, demoniaco de la subjetividad
moderna, sino más bien exactamente lo opuesto: un intento desesperado de evitar este
potencial.”6 De ahí la importancia de entender bien la subjetividad trascendental y no
rechazarla tan a la ligera.

- La imaginación trascendental

4
Ibíd. p. 27.
5
Ibíd. p. 31.
6
Ibíd. p. 31.

3
La imaginación trascendental en Kant es una actividad de síntesis que permite unir
los elementos dispersos del caos, uniendo elementos sensibles (esquemas o imágenes
sensibles) con elementos intelectuales a priori, las categorías del entendimiento. Se
trata por tanto de una mediación entre la estética trascendental y la analítica
trascendental; en última instancia aquello que permite el conocimiento de los
fenómenos tal como aparecen en nuestra dimensión simbólica. Se trata de un
elemento intermedio, situado entre el noúmeno y el fenómeno, entre la naturaleza
caótica inaprehensible (lo Real en Lacan) y la cultura (lo Simbólico).

Fenómenos Imaginación Noúmenos KANT

(Cultura/Superestructura) (Naturaleza caótica)

Simbólico Imaginario Real LACAN

(La fantasía o fantasma crea lo simbólico, el lenguaje, que cubre lo real, lo


fragmentado y disperso)

Ahora bien, aparte de la imaginación, el entendimiento en Kant también cumple esta


función sintetizadora de la realidad, pero esta duplicidad de funciones termina en un
atolladero sin salida: ¿se trataría entonces de que la imaginación es una facultad
sintética de una jerarquía inferior al entendimiento pero de la misma naturaleza “a
priori” o viceversa? No está muy claro. Para Zizek, hay entre ambos términos una
contradicción: la imaginación es a la vez activa y pasiva, quita y pone, ordena y
desordena; y se resuelve a favor del carácter “presintético”, violento, de la
imaginación, como negatividad, como momento de locura inherente a la
subjetivación. En realidad se trata de que la imaginación separa los elementos, los
disgrega violentamente o quizás los vuelve a juntar, pero de una manera que se nos
escapa, pues son elementos de lo Real caótico. Será luego el entendimiento (propio
de las categorías y operando con conceptos) el que elabora el lenguaje simbólico, el
que ideológicamente establece la normalidad (lo que consideramos la “realidad”
normalmente). La imaginación es una especie de punto cero que opera desde siempre,
desde que nacemos y que opera con elementos dispersos, algo que Heidegger no vio.

Sin embargo, ¿qué antecede a la realidad constituida trascendentalmente, simbolizada?


Para Zizek se trata de lo Real, tal como indicaba Lacan. Pero esto supone que la
constitución (todavía idealista) del sujeto es en primer lugar una negatividad radical,
una “noche del mundo”. De esta manera lo que resiste en el sujeto moderno a ser
incorporado completamente a su medio es el propio inconsciente para el cual el
principio de realidad, simbólico, conceptual, no cuenta. En la teoría lacaniana, es la
fantasía o el “fantasma” lo que intenta cerrar esta “brecha” entre la realidad
constituida simbólicamente (ontológica) y lo Real preontológico, proyectando sobre
éste último la imagen de la realidad constituida.

4
 El espinoso sujeto hegeliano.
“El ser humano es esta noche, esta nada vacía, que lo contiene todo en su simplicidad –una
riqueza inagotable de muchas representaciones, múltiples, ninguna de las cuales le pertenece-
o está presente. Esta noche, el interior de la naturaleza, que existe aquí –puro yo- en
representaciones fantasmagóricas, es noche en su totalidad, donde aquí corre una cabeza
ensangrentada –allá otra horrible aparición blanca, que de pronto está aquí ante él, e
inmediatamente desaparece. Se vislumbra esta noche cuando uno mira a los seres humanos a
los ojos –a una noche que se vuelve horrible.”7

Con este texto de Hegel se apoya Zizek para enmendar la plana a Kant, así como en el
entendimiento8 según es entendido por el máximo representante del idealismo absoluto. Este
entendimiento según Hegel es específicamente la actividad negativa por antonomasia del
sujeto: capaz de dividir y discernir la totalidad en “membra disjecta” –cabeza ensangrentada,
allá otra horrible aparición blanca-. Esta “noche del mundo” sería un momento fundante de
locura (presimbólica), cuya superación es condición para el acceso al logos, al momento de la
razón simbólica, sintetizadora del mundo tal y como existimos normalmente.

Ahora bien, ¿dónde encuentra Zizek el fundamento de este “núcleo irracional”, esta
“dimensión preontológica” en la teoría hegeliana? Según su interpretación, la formulación
hegeliana es el negativo de la definición kantiana de la “realidad trascendental”, es decir que
las insuficiencias de nuestro conocimiento, sus visiones unilaterales, sus contradicciones, son a
la vez insuficiencias de nuestro objeto de conocimiento, de la realidad. (“Piénsese en la
concepción marxista corriente de la crítica de la ideología, cuya premisa básica es que la
inadecuación de de la concepción ideológicamente distorsionada de la realidad social no es un
simple error epistemológico sino que al mismo tiempo señala el hecho perturbador de que
algo debe estar horriblemente mal en la propia realidad social”9) Este punto de falla
impulsaría permanentemente el proceso dialéctico e impediría el determinismo y el intento de
restablecer una “totalidad orgánica” y un reencuentro armonioso del sujeto con la sustancia
social. El abismo de la realidad y el abismo del sujeto tienen consecuencias para la
constitución de la realidad social. Es necesario suponer que ésta se levanta sobre un
“significante vacío”, el “significante amo” lacaniano, que ocultaría esta falla de origen.

- Negación de la negación:

Mediante la ayuda de interpretaciones lacanianas, Zizek elabora una relectura de la


doblenegación hegeliana y marxista. Para Zizek, la negación de la negación en Hegel
implica, en primer lugar, un momento de negatividad radical, que en realidad no lo es y
que necesita, por tanto, un segundo momento negador de ella misma para completarse.
Plantea que, por ejemplo, la primera reacción de los oprimidos es imaginarse un mundo
sin opresores: las feministas imaginan un mundo sin hombres, los obreros un mundo sin
capitalistas. ¿Por qué esta primera negación no sería lo suficientemente radical? La
7
Ibíd. p. 40.
8
Ocupando el lugar de la imaginación que acabamos de ver en Kant.
9
Ibíd. p. 68.

5
explicación que nos ofrece Zizek es que para serlo debería implicar además una
transformación sustancial de la identidad propia que, en realidad, está mediada por el
Otro, es decir ¿cómo ser obrero sin patrones?, la supresión del Otro (patrón) conlleva a
una reformulación radical de la propia posición (la del obrero) que no podría sustentarse
unilateralmente. Esquemáticamente esto significaría que la primera negación niega un
elemento pero no el espacio simbólico compartido, por ejemplo el sistema capitalista,
cuya superación completaría el segundo momento de la negación.
En esta lectura particular, la negación de la negación constituiría un movimiento en dos
tiempos, una repetición que implicaría el pasaje del en sí al para sí y que, como tal, no
agregaría nada nuevo, sino que afirmaría en su segundo movimiento lo que ya era en sí en
el primero. Zizek lo emparenta con el concepto psicoanalítico de repetición como
retorno de lo reprimido. Este fracaso de la primera instancia y su retorno remite
nuevamente a este “rasgo patológico” inmanente a la subjetivación, que se hace extensivo
a la realidad misma.
Zizek opone esta interpretación a la que se correspondería con una concepción de
“totalidad orgánica” que pasa por los momentos de negación y alienación para
reencontrarse consigo, es decir, una lectura en clave positivista del concepto de Sujeto
Absoluto como unidad reencontrada entre sujeto y sustancia. Justamente, considera por
ejemplo, que la Fenomenología del Espíritu podría ser leída como “el fracaso permanente
del sujeto para realizar su proyecto en la sustancia social”, a la que no puede imponerle su
visión particular, es decir que no habría tal sujeto sino que en el esquema teórico
hegeliano, éste no sería más que un momento de engaño unilateral, de afirmación de la
propia particularidad, el momento de engaño en que un elemento particular pretende
afirmarse como universal, cuyo destino es necesariamente volverse contra sí mismo,
autonegarse. La conclusión de esto es que la negación de la negación constituye “la matriz
lógica del fracaso necesario del proyecto del sujeto”.

Es muy interesante, aunque no comentaré de momento, la visión no esclerotizada de la


dialéctica compuesta ya no de los tres momentos tradicionales, sino de dos, cuatro o
incluso cinco presentes en la obra hegeliana e incluso marxista (modos de producción
clásico, paso entre ellos, más el modo asiático p.ej).

En resumen, el sujeto quedaría conformado de la siguiente manera:

-En primer lugar, la “noche del mundo” constituye el rasgo patológico constitutivo del
sujeto en su pasaje de la naturaleza a la cultura, emparentada con el concepto de pulsión y
negatividad abstracta.

-Este rasgo patológico del sujeto es consustancial con un rasgo patológico en la realidad.
La sustancia social no representa una reconciliación entre la Naturaleza (lo objetivo) y el
Espíritu finito (lo subjetivo). En otros términos podríamos decir que siempre subsiste
una brecha entre este pasaje de la primera a la segunda naturaleza –la cultura-, un estado
de equilibrio precario que puede ser desbaratado por cualquier contingencia.

6
-Esto implica una posición inestable del sujeto, que no puede sostenerse completamente
en ninguna de las dos, ya que la primera la ha perdido y en la segunda siempre encuentra
una falla. Para Zizek, El Malestar en la Cultura de Freud daría cuenta de esta frágil
posición subjetiva. La posibilidad de que este pasaje tome un curso descarriado puede
asumir formas psicopatológicas, por ejemplo la psicosis.

-Por lo tanto, hay un núcleo que resiste a la reconciliación del sujeto con la segunda
naturaleza, éste es la “noche del mundo” o la pulsión que constituiría un núcleo irracional
que por definición escapa a la simbolización.
Para Zizek, esta negatividad constitutiva explica lo que llama los “apegos obstinados” del
sujeto, por ejemplo a su identidad étnica, con los que intenta cubrir el vacío.

-En cuanto al sujeto, reafirma las principales definiciones de Lacan: el deseo está siempre
referido constitutivamente a una nada, a una falta, a un objeto perdido para siempre
como precio por la inclusión en el lenguaje que es causa del deseo. Los “apegos
obstinados” de los sujetos actúan como sustitutos de esta nada, de este vacío, en realidad,
constitucional. (Deseo de deseo del Otro).

-Según Zizek, los “herederos políticos de Hegel” son aquellos que parten de la lógica
política del excedente constitutivo que está presente en todo orden establecido.

-El recorrido filosófico culmina en una “corrección” del idealismo alemán con las armas
del estructuralismo francés lacaniano, es decir, un “retorno” mediado por la estructura del
lenguaje.

Segunda parte: La universalidad escindida


En la segunda parte de su libro, Zizek hace una extensa revisión de las teorías políticas de Balibar,
Rancière, Badiou y Laclau. Estos cuatro intelectuales comparten una matriz teórica con raíces en
la filosofía de Althusser, con la que posteriormente rompen. El pensamiento de estos autores
consiste a grandes rasgos en una adaptación a las condiciones de la “pospolítica” o el
“posmarxismo” en el sentido de que, a pesar de no caer en las garras del posmodernismo y el
conformismo dominantes, conciben la revolución social, tal como la conocimos en el siglo XX -
sus fuerzas motrices y su estrategia- como un proyecto acabado del pasado.

Zizek se centra sobre todo en la revisión de Alain Badiou, ya que es el teórico de este grupo de
filósofos críticos franceses que parece intentar teorizar sobre un cambio social fundamental, y del
cual Zizek, con algunas reservas, se siente más próximo.
El concepto de “acontecimiento” en la teoría política de Badiou juega un rol central para designar
lo más parecido a un cambio radical del orden establecido. El acontecimiento revela la “verdad”
de una situación dada, esta verdad es a la vez contingente y única para esa situación concreta.
El acontecimiento-verdad será aquel que irrumpa en el orden positivo del ser y sea capaz de
cambiarlo de raíz. ¿Quiénes son los sujetos de estos acontecimientos? No son actores sociales,

7
clases, sujetos políticos “objetivos”, sino un sujeto que en la situación reconoce los signos de la
verdad y se hace su agente, en este mismo acto de subjetivación política, emerge un sujeto
contingente de decisión, que no se basa en la situación fáctica preexistente, y que su elemento
distintivo es lo que llama la “fidelidad al acontecimiento”. Por lo tanto, el acontecimiento sólo es
legible a través de su sujeto agente que es el que finalmente “nombra” al acontecimiento, que sólo
puede ser reconocido por los sujetos involucrados. (Ej. Revolución francesa).

En relación al sujeto-agente, Zizek encuentra un punto importante de coincidencia entre el sujeto


del que habla Badiou y el sujeto lacaniano: se trata, en ambos casos, de un sujeto contingente, que
plantea la paradoja de que, con su acto, le da al caos previo la apariencia de orden “objetivo” de la
realidad. Es en este sentido que Zizek afirma que toda ontología es política y que el sujeto es su
centro ausente.
Este sujeto se hace “agente de una verdad” que no ha generado ni le pertenece. Pero previo al acto
de subjetivación, es pura negatividad, es decir no tiene un desarrollo histórico, que en su
combinación dialéctica con las condiciones objetivas, hace que se asuma como sujeto
(revolucionario).

Ahora bien, ¿qué pasa cuando ese acontecimiento se hace “ser”, es decir cuando establece un
nuevo orden “positivo”? Aquí el problema es más grave, ya que para Badiou esto implicaría perder
la radicalidad del acontecimiento. Y a pesar de sus coincidencias, la crítica leninista de Zizek a
Badiou parece acertada: en efecto, sostiene que su práctica política –al igual que en el caso de
Rancière y su teoría de la rebelión espontánea de los excluidos que se levantan para “hablar por sí
mismos”- se caracteriza por una posición que espera estallidos marginales espontáneos de
politización, que en sí mismos ya están condenados al fracaso porque retroceden ante el orden
existente. Se trata en definitiva de que estos filósofos no están dispuestos a tomar el poder
político, pues consideran que ese triunfo será su derrota y falsificación.

Tercera parte: crítica a la posmodernidad, política de la Identidad y de la


lectura lacaniana de Butler:

Pero el punto más importante de su crítica tiene que ver con que la lucha por la “politización de
las distintas identidades” (étnicas, sexuales, etc.) se basa en que la pospolítica posmoderna ha
descartado la posibilidad de que el capitalismo pueda ser derrotado y ha encontrado en estas
luchas identitarias, una salida alternativa que no afecta al sistema capitalista mundial que es capaz
de absorberlas. Para Zizek se trataría no sólo de una “despolitización de la economía”, es decir la
naturalización del capitalismo, sino también de una “despolitización de la política”,
reemplazando la lucha política por la “lucha cultural por el reconocimiento de identidades
marginales” y la tolerancia de las diferencias. El diagnóstico que hace Zizek de estas corrientes es
que operan una despolitización de la economía, naturalizando las leyes del mercado y del
capitalismo como instrumentos “neutros”, a los que a lo sumo hay que contrarrestar con el debate
público y la acción política de los grupos de interés involucrados.

La conclusión de Zizek es que sólo un acto auténtico, es decir, el que “atraviesa el fantasma”, es el
que puede redefinir el conjunto de las reglas, incluso las del propio sujeto. De ahí su dimensión

8
“subversiva” o incluso “terrorista”, a ojos del poder establecido. El verdadero acto político
entonces es el acto revolucionario, no en el sentido que entendemos los marxistas por una
revolución, sino en el sentido de un acto ético irreductible de un sujeto que se mantiene fiel a su
decisión (en parte interpelación ideológica de Althusser).

“Porque la economía despolitizada es el fantasma fundamental renegado de la política


posmoderna, el acto verdaderamente político necesariamente entraña la repolitización de la
economía: en una situación dada, un gesto sólo cuenta como acto si perturba (“atraviesa”) su
fantasma fundamental.”

Você também pode gostar