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Las palabras son tan importantes como los hechos.

Algunos estudios han demostrado que las palabras causan diferentes reacciones en el
cerebro. Las destructivas, por ejemplo, aumentan la producción de la hormona del estrés.
Los edificantes, por el contrario, determinan una mayor secreción de las hormonas del
bienestar.

A menudo repetimos frases como "Las palabras se las lleva el viento" o "Son sólo
palabras", a la luz del desarrollo de la teoría del lenguaje que tuvo lugar durante el siglo XX.
Hoy sabemos que las palabras son medios reales de comunicación y las personas son
"discursos itinerantes".

Todos estamos hechos de palabras, que no son más que la materialización de ideas. Y las
ideas se materializan la cultura. Nos relacionamos con nosotros mismos, con los demás y
con el medio ambiente a través de cultura, ideas y palabras. Por este motivo, éstos forman
parte de la esencia del ser humano, con un impacto muy significativo.

"Una palabra puede influir en los genes que regulan el estrés físico y emocional".
-Andrew Newberg-

Las únicas palabras que nos quita el viento son aquellas que no nos conciernen. Las que
en cambio tienen que ver con nosotros, o con nuestros escenarios, cuentan. Ellos no
vuelan, se quedan allí, modelando nuestros sentimientos y nuestras emociones, hasta
nuestra conciencia.
Podemos decir que las expresiones verbales son tan importantes como los hechos.

El lenguaje y su impacto en el cerebro.

Uno de los supuestos más interesantes de la neurociencia sostiene que cada palabra
genera diferentes reacciones en el cerebro. Las expresiones orales positivas y negativas
provocan cambios cuantificables. Uno de los estudios más completos a este respecto es el
realizado por los psiquiatras Mark. Waldman y Andrew Newberg, autores del libro Las
Palabras pueden cambiar tu cerebro.

El libro muestra algunas curiosas reacciones cerebrales provocadas por las palabras "sí" y
"no". Cuando una oración comienza con la palabra "no", el cerebro comienza a segregar
más cortisol, la hormona del el estrés. A su vez, si la frase comienza con "sí", se produce
una mayor producción de dopamina, la hormona del bienestar.

En la misma onda, un estudio realizado por la Universidad Friedrich Schiller ha mostrado


que las expresiones afectivas y positivas activan la corteza prefrontal dorsomedial de la
Cerebro, un área vinculada a la consideración de uno mismo y la toma de decisiones
emocionales.

Las palabras positivas y negativas.

Llamamos "palabras negativas" a aquellas que reportan un mensaje violento o agresivo y


que, de un modo u otro, es destructivo. Al parecer, tienen un impacto mucho más fuerte y
duradero en comparación con las expresiones positivas.
Sólo piensa que leyendo una lista de palabras negativas, los niveles de ansiedad
aumentan. Son ejemplos: "muerte", "enfermedad", "tristeza", "dolor", "miseria", etc.

Algunos estudios afirman que el efecto de una palabra negativa no es el mismo que el de
una palabra positiva. Este aspecto es particularmente acentuado cuando el término
negativo en cuestión es dirigido expresamente a la persona y sus características. Para
atenuar el efecto de una palabra negativa, necesitamos al menos cinco positivas. Una
excusa no es suficiente . Hay que hacerlo definitivamente mejor.

También se han observado fenómenos interesantes en el lugar de trabajo. Se ha


mostrado, por ejemplo, que si un empleado a menudo recibe palabras de aprecio y
aprecio por el trabajo llevado a cabo, tiende a estar cada vez más ligado a la actividad
laboral de uno y está más inclinado a ser más cooperativo y productivo.

Presta atención a lo que dices

Una persona puede decir un promedio de 70,000 palabras por día. Siendo un acto tan
frecuente y diario, no podemos subestimar su valor. Después de todo, como dijimos, las
palabras son nuestra esencia y forma la base de nuestras relaciones. El uso correcto de las
palabras tiene un gran potencial para mejorar o empeorar nuestras vidas.

Es muy importante, por lo tanto, prestar atención a la forma en que usamos el lenguaje.
Sobre todo en situaciones de tensión, conflicto o malestar. En estos casos, no debemos
prestar atención solamente a lo que decimos a los demás, pero también a lo que nos
decimos a nosotros mismos. A veces, tenemos simplemente necesitad de un momento de
silencio para encontrar los términos correctos para expresar mejor lo que pensamos o
probamos.

El potencial de las palabras es realmente enorme. El psiquiatra colombiano Carlos Cuéllar


sugiere empezar y termina tu día agradeciendo estar vivo. Este simple gesto es suficiente
para mejorar considerablemente nuestra salud física y mental. Convertimos el lenguaje en
un aliado para nuestro bienestar personal y no una trampa.

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