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LA POESÍA ÉPICA. EL CANTAR DE MIO CID.

OTROS CANTARES DE
GESTA
Introducción
Los románticos alemanes formulan la primera teoría sobre la formación de os
cantares. A su juicio, resultan de la aglutinación de poemas breves de carácter épico-
lírico, obra colectiva del alma popular. Consideran que el romance es el origen del cantar
de gesta castellano.

Contra esta consideración de la épica como obra colectiva en la que se manifiesta


espontáneamente el espíritu nacional, se alza la teoría individualista, que sostiene que los
cantares de gesta se escribieron mucho tiempo después de los hechos que narran. Sus
autores son poetas cultos, perfectamente individualizados y conscientes de su labor
creativa, que toman los datos de alguna fuente escrita. Se hallan estrechamente ligados a
la vida de los monasterios. Algunos poemas se relacionan con los cultos sepulcrales. El
nacimiento de la épica habría que situarlo a finales del XI o principios del XII ya que sólo
se tienen en cuenta los textos conservados; los anteriores se consideran puramente
hipotéticos.

Menéndez Pidal considera que el cantar nace a raíz de los hechos históricos, o muy
poco después, de modo que los orígenes de la épica habría que adelantarlos al siglo X. A
partir del XI y del XII los clérigos comienzan a interesarse por estas creaciones en lengua
vulgar y las ponen por escrito. El poema es sometido a sucesivas reelaboraciones y viene
a convertirse en obra colectiva y anónima. Es, pues, poesía tradicional. Pidal admite que
los cantares son en sus orígenes de reducidas dimensiones que más tarde van aumentando.

Hay diversas teorías sobre los orígenes de la épica castellana: la del origen
germánico, la del origen francés, la del origen arábigo-andaluz y la del origen latino.

El principal defensor de la teoría sobre el origen germánico es Menéndez Pidal, que


se basa en testimonios de historiadores según los cuales los germanos usaban canciones
que les servían de memorias y anales. Se ha argumentado, sin embargo, que los visigodos
que se establecieron en nuestra península eran los más romanizados y, en consecuencia,
los más propensos a perder sus propias tradiciones. Reconoce el erudito la falta de noticias
documentos. Sin embargo, concluye Menéndez Pidal que no se había perdido la tradición
heroica. Asimismo rastrea en la épica española temas de procedencia germánica.

El origen francés ha sido defendido principalmente por Gaston Paris y Eduardo de


Hinojosa. Desde luego, no se puede negar el gran influjo cultural que Francia ejerce sobre
España. Menéndez Pidal rechaza la suposición de que en España no aparece ningún cantar
antes de que se introduzca la influencia de las gestas francesas. Argumenta que los
contactos efectivos se producen a finales del siglo XI y que hasta principios o mediados
del XII no tenemos noticia de la llegada de cantares franceses a España.
La teoría de origen arábigo-andaluz fue propuesta en 1915 por el arabista Julián
Ribera. Basándose en unos restos de relatos épico-legendarios de carácter popular
prosificados en crónicas musulmanas, supone que desde el siglo IX existió una épica
mozárabe. Da noticia, además, de unos cantos historiales árabes llamados archuzas.
Tenemos, además, el género llamado hamasa, formado por poemas narrativos y
descriptivos de exaltación guerrera, y el sira, más próximo a los libros de caballerías que
al relato histórico. Estas atribuciones entre la épica árabe y la castellana podrían atribuirse
a un nacimiento paralelo del género.

H. Salvador Martínez intenta demostrar la existencia de una tradición épica latina


medieval que influye poderosamente en las composiciones romances. Así pues, la épica
castellana procedería de la latina vulgar. Antes existía una épica latina popular, pero sus
restos se han perdido casi por completo.

El cantar de gesta es un relato heroico en verso en el que se exaltan las hazañas de


seres superiores cuyo único ideal es la persecución del honor a través del riesgo y el
esfuerzo. Estos personajes y los hechos que protagonizan están hondamente vinculados a
la colectividad a la que van a ir destinados los poemas. Uno de los temas predilectos en
la épica castellana es el enfrentamiento entre el rey y el vasallo; gusta de exaltar al héroe
rebelde que lucha por su honra. La mayor o menor veracidad de las gestas ha sido objeto
de discusión. Quizá lo más sensato sea admitir que en la épica se mezclan historia y
creatividad poética, sin que ésta invalide por completo a aquélla. La interpretación de la
realidad se hace siempre en términos hiperbólicos, desmesurando los caracteres para
ejercer una mayor atracción sobre el público.

Hay muy pocos poemas épicos conservados, y el más largo es el Cantar del Mío Cid.
Hay otro poema sobre el Cid, las Mocedades de Rodrigo. Hay también el Cantar de
Roncesvalles. En verso clerical se conserva otro texto épico, que es el Cantar de Fernán
González. Hay poesía épica europea, que tiene más o menos que ver con el Cantar del
Mío Cid, como son la chanson de Roland, el cantar de los Nibelungos y el cantar de
Beowulf.

Cuando los investigadores estudian la épica en castellano se plantean de dónde viene,


de dónde se toman los modelos. Se han ofrecido cuatro teorías: la teoría latina (ya que
hay una épica grecolatina muy importante y durante la Edad Media se sigue escribiendo
poesía épica en latín, y de hecho hay un poema épico que trata sobre el Cid: campo
campidoctoris), la teoría árabe (), la teoría germánica (ya que después de los romanos los
pueblos bárbaros, los godos se instalaron en todo el sur de Europa y los pueblos godos
tenían sus propios cantos guerreros) y la teoría francesa (según esta, no hay texto medieval
que no derive de la literatura y es la principal influencia de la épica castellana). La poesía
épica tiene unas características más góticas que árabes o que latinas, se parece más a lo
gótico. Es cierto que ha cierta influencia francesa, pero no condiciona radicalmente.

Hay dos teorías sobre cómo se forma la poesía épica. Ambas relacionan los poemas
épicos con los romances. Una teoría piensa que en los tiempos remotos de la Alta Edad
Media, con todas las lenguas romances incipientes, se empiezan a componer romances y
que de esos romances aglutinados, juntos, se crean los cantares de gesta. La segunda teoría
considera que primero se crearon los cantares de gesta, y estos con el tiempo se desgajan
en dos y se crean los romances. Esta segunda teoría es la más probable.

Hay distintos temas épicos que originan poemas variados.

EL CANTAR DEL MÍO CID Y LA ÉPICA MEDIEVAL ESPAÑOLA –


DEYERMOND

Deyermond define épica como una narración en verso de tipo heroico cuyo objetivo
es la persecución del honor a través del riesgo. La característica fundamental es que el
héroe suele tener mucho arraigo en su comunidad, está muy bien considerado en su
comunidad; están elevados a la categoría de mitos porque la sociedad los considera
míticos.

El poema del Mío Cid trata sobre un personaje histórico, Rodrigo Díaz de Vivar, a
quién denominaron el Cid Campeador, y el poema aprovecha características del Cid
histórico, aunque el argumento casi en su totalidad es ficticio (una ficción sobre un
personaje histórico). Hay solo un manuscrito conservado, y era transmitido de manera
oral, por lo cual es muy probable que el manuscrito sea único porque no circularan
muchas copias. Ese manuscrito se encuentra muy deteriorado por el paso del tiempo y
por el uso. Es un manuscrito acéfalo, es decir, que le faltan las primeras hojas, le faltan
hojas por la mitad del poema también… El primer verso del poema es muy impresionante,
ya que aparece el Cid llorando.

Hay problemas con el autor y con la fecha de composición. El comienzo de un


manuscrito se llama íncipit, es decir, comienzo; mientras que el final se denomina explicit
(“Per Abbat le escribió en era de mill e CCXLV años”). Per Abbat podía ser tanto el autor
como el copista. En cuanto a la fecha, hay un hueco entre las dos “C”, por lo que la fecha
podría no ser la correcta por una errata o porque fuera la fecha de la copia de la que
disponemos, y que la era se refiere a la era hispánica o del César.

En la Biblioteca Nacional hay, pues, un códice del siglo XIV que copió quien fuera
un libro que había copiado Per Abbat en el siglo XIII.

El poema del Mío Cid se compuso, según Deyermond y la mayoría de los críticos
actuales, en los últimos años del siglo XII o primeros años del siglo XIII, unos años antes
de la copia de Per Abbat.

Menéndez Pidal consideraba que habían intervenido dos juglares, un primer juglar
hacia 1105 y otro segundo en 1140 que le daría la forma que tiene hoy al poema. Años
después, Per Abbat copió ese poema. Defiende, por lo tanto, la anonimia del poema.

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