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Orden de los Cartujos

http://www.chartreux.org/es/

Quien quiera que seas, a quien los azares han conducido hasta aquí, sé
bienvenido. Aquí no encontrarás nada o poco de lo que el mundo actual
aprecia. Tampoco la preocupación de ser diferente.

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Monjes contemplativos. Hijos e hijas de San Bruno. Como él, solitarios.
Desde hace 9 siglos, fieles a la llamada que hemos recibido de Dios.
Nuestra vida es una vida separada del mundo.

https://www.youtube.com/watch?v=sJGbtqUGVnY

¿Quiénes son los monjes y las monjas Cartujas?


 Monjes solitarios y contemplativos
 Como todos los monjes, los cartujos consagramos nuestra vida
entera a la oración contemplativa, para trabajar por la
salvación nuestra, de la humanidad y de toda la Iglesia
 Esta orden contemplativa se apoya de manera particular en
tres elementos:
La soledad
Combinación de vida solitaria y vida
comunitaria
La liturgia cartujana

El enigma de La Cartuja
 El nuestro es un monasterio que no se visita
 Vendemos un licor famoso, el Chartreuse, licor francés de alta
graduación, elaborado a partir de hierbas maceradas
 Es maravilloso todo lo que implica una vida poco conocida

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El marco de vida de los Cartujos
El género de vida de los Cartujos, es decir una vida solitaria
combinada con una parte de vida común, se refleja en lo que
exteriormente se puede ver: los edificios. En todo monasterio de La
Cartuja se encuentran tres partes principales:

1. El Claustro Grande
 Reagrupa todas las celdas donde los Padres o las monjas
de coro llevan su vida solitaria. A veces se encuentra un
segundo claustro para los hermanos/hermanas
conversos/conversas [San José para los monjes, Trinitá
para las monjas].

2. Lugares comunitarios
 Los más importantes son la iglesia, el capítulo y el
refectorio.
 En esta parte del Monasterio, se encuentran también
ciertos lugares de trabajo: huerta, bodega de licor,
panadería, lavadero, cocina, jardín, etc.

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https://www.youtube.com/watch?v=OFlHl-vIYrc

3. Talleres
 Carpintería, forja, granja: se encuentran más alejados del
resto del Monasterio, para no turbar el silencio con el
ruido de producción.

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Existen casas grandes, como la Grande Chartreuse, con más de 30
celdas, cuya construcción data del siglo XVII; y casas pequeñas, como
La Cartuja de Portes, en el departamento de l´Ain, que ha conservado
el aspecto de una Cartuja antigua, con sus 12 celdas agrupadas
alrededor del cementerio.

El camino cartujano
El fin: la contemplación
«…descubrir la inmensidad del amor»

Estatutos 35,1
El fin principal del camino es LA CONTEMPLACIÓN. Vivir tan
continuamente como sea posible a la luz del amor de Dios hacia
nosotros, manifestado en Cristo, por el Espíritu Santo. Esto supone
de nuestra parte la pureza de corazón o la caridad: «Dichosos los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios» [Mt 5,8]. La
tradición monástica llama a este fin la oración pura y continua.
Los frutos de la contemplación son:
La libertad
La paz
La alegría

¡Oh, Bonitas! ¡Oh, Bondad!, era la exclamación de alegría que brotaba


del corazón de Bruno. Pero la unificación del corazón y la entrada en
el reposo contemplativo, suponen un largo camino. Nuestros
Estatutos lo describen de la manera siguiente:

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«Quien persevera firme en la celda y por ella es
formado, tiende a que todo el conjunto de su vida se
unifique y convierta en una constante oración.
Pero no podrá entrar en este reposo sin haberse
ejercitado en el esfuerzo de un duro combate, ya por
las austeridades en las que se mantiene por
familiaridad con la Cruz, ya por las visitas del Señor
mediante las cuales lo prueba como oro en el crisol.
Así, purificado por la paciencia, consolado y
robustecido por la asidua meditación de las
Escrituras, e introducido en lo profundo de su
corazón por la gracia del Espíritu, podrá ya no sólo
servir a Dios, sino también unirse a Él»

Estatutos 3,2
Toda la vida monástica consiste en esta marcha hacia el fondo del
corazón y todos los valores de nuestra vida están orientados hacia ese
fin. Valores que ayudan para que el monje/la monja unifique su vida
en la caridad, introduciéndole en lo profundo de su corazón.

Este fin no nos distingue de los demás monjes contemplativos


[Cistercienses, Benedictinos…], pero es el camino emprendido, cuyas
características esenciales son las siguientes:
 La soledad
 Combinación de vida solitaria y vida
comunitaria
 La liturgia cartujana

La soledad
Compartimos algunos valores monásticos con otros monjes
contemplativos:
 La ascesis [vigilias y ayunos]
 El silencio
 El trabajo
 La pobreza
 La castidad

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 La obediencia
 La escucha de La Palabra
 La oración constante
 La humildad
La primera característica esencial de nuestra vida es la vocación a la
soledad, a la cual somos especialmente llamados. El monje Cartujo
busca a Dios en la soledad.

«El empeño y propósito nuestros son principalmente


vacar [cesar, descansar] al silencio y soledad de la
celda. Ésta es, pues, la tierra santa y el lugar donde el
Señor y su siervo/sierva conversan a menudo como
entre amigos; donde el alma fiel se une
frecuentemente a la Palabra de Dios; donde se unen
lo terreno y lo celestial, lo humano y lo divino»

La soledad se vive así


Estatutos 4,1
A tres niveles:

1. La separación del mundo


2. La guarda de la celda
3. La soledad interior = la soledad del corazón

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La separación del mundo
Se lleva a cabo por la clausura. No salimos del Monasterio
sino más que para un paseo semanal [espaciamiento]. No
recibimos visitas ni ejercemos apostolado exterior
alguno. En el Monasterio no tenemos radio ni televisión.
El Prior o la Abadesa reciben las noticias y transmiten a
los monjes y a las monjas lo que no deben ignorar. Así, se
encuentran reunidas las condiciones necesarias para que
se desarrolle el silencio interior, que permite al alma
permanecer atenta a la presencia de Dios.
La celda
Es una vivienda acondicionada para proporcionar al
Cartujo la soledad tan completa como sea posible,
asegurándole lo necesario para la vida. Cada celda
consiste en una habitación con planta alta, rodeada de un
pequeño jardín, donde el monje permanece en soledad la
mayor parte del día durante toda su vida. Debido a esta
soledad y a la arquitectura que la propicia, cada una de
nuestras casas se llama desierto [yermo].

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Sin embargo, la clausura y la guarda de la celda no
aseguran más que una soledad exterior: es el primer paso
que favorece la soledad interior o pureza del corazón.
Mantener el corazón alejado de cuanto no es Dios o de
todo lo que no conduce a Dios.
A este nivel, es donde el Cartujo se enfrenta con las
veleidades de su imaginación, su mente y las
fluctuaciones de su sensibilidad. Mientras el monje
dispute con su “yo”, sus sensibilidades, sus
pensamientos inútiles, sus deseos irreales, aún no
está centrado en Dios. Aquí es donde experimenta su
fragilidad y el poder del Espíritu Santo, donde aprende
poco a poco «la costumbre de la tranquila escucha del
corazón, que deja entrar a Dios por todas sus
puertas, ventanas y sendas» [Estatutos 4,2].

Acogida
En la Cartuja, las celebraciones litúrgicas no incluyen un fin pastoral.
Así se explica por qué no se admiten a participar en la Santa Misa o
en los oficios celebrados en la Iglesia de nuestros monasterios a las
personas que no pertenecen a la Orden. Por vocación a la soledad, la
acogida se limita a la familia del monje sólo dos días al año, Navidad
y Año Nuevo, y a los aspirantes a nuestro género de vida
[ejercitantes].

Vida solitaria y vida comunitaria


Una comunión de solitarios

«La gracia del Espíritu Santo congrega a los


solitarios para formar una comunión en el amor, a
imagen de la Iglesia, que es una y se extiende por
todas partes»

Estatutos 21,1

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Lo característico de la Cartuja se debe, en segundo lugar, a la parte de
vida común que está indisolublemente ligada al aspecto solitario. Este
fue el rasgo genial de San Bruno, inspirado por el Espíritu Santo:
haber sabido combinar desde el principio una proporción equilibrada
de vida solitaria y de vida común, de forma que la Cartuja llegara a
ser una comunión de solitarios para Dios. Soledad y vida fraterna se
equilibran mutuamente.
La vida comunitaria tiene cada día su manifestación concreta en la
liturgia cantada en la Iglesia. Y todas las semanas, por reuniones de la
comunidad: el domingo, en el momento de la comida del mediodía
tomada en silencio en el refectorio; y después de la comida, durante
la recreación semanal.
Además, el primer día de la semana, un paseo largo de alrededor de
4 horas [el espaciamiento] durante el cual hablamos nos permite
conocernos mejor. Estas recreaciones y paseos tienen como fin
cultivar el mutuo afecto y favorecer la unión de los corazones, al
mismo tiempo que aseguran el equilibrio físico.

Padres y Hermanos
Una comunidad Cartujana está formada por monjes del claustro,
sacerdotes o destinados a serlo [Padres] y por monjes conversos o
donados [Hermanos].
Los monjes del claustro viven una soledad más estricta. No salen de
su celda fuera de las ocasiones previstas por la Regla: ordinariamente,
3 veces al día para la liturgia; algo más frecuentemente, el domingo.
Allí se ocupan en la oración, la lectura y el trabajo: serrar madera para
calentarse en invierno, cultivar el jardín y la huerta, fabricar
artesanías y productos en carpintería, preparar el licor, mecanografía,
restauración de libros antiguos, etc.
Los Hermanos aseguran su trabajo fuera de la celda con los diferentes
servicios de la comunidad: cocina, panadería y repostería, licor,
carpintería, lavado de ropa, explotación del bosque, etc. Se trata de
un mismo ideal, vivido de dos maneras diferentes. Los Hermanos, en
cuanto es posible, también trabajan en silencio y soledad; tienen su
parte de vida en la celda, pero no tanto como los Padres. Las dos
fórmulas se completan para formar la única Cartuja y corresponden
a aptitudes diferentes de quienes desean entrar en la vida Cartujana.

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En la forma de vida de Los Hermanos, todavía existen dos opciones
posibles:
 La de los religiosos llamados Conversos, monjes que
emiten exactamente los mismos votos que los Padres
y la de los Donados.
 Los Donados son monjes que no pronuncian votos,
pero por amor a Cristo se entregan a la Orden por un
compromiso [contrato recíproco]. Tienen costumbres
propias que difieren de la de los Conversos, como su
asistencia a los Oficios, sobre todo al Oficio de la
noche. Es menos estricta y están menos obligados a
oraciones vocales. Viven sin tener nada propio.
Conservan, sin embargo, la propiedad y disposición de
sus bienes. Al cabo de 7 años pueden comprometerse
definitivamente o entrar en un régimen de renovación
trienal de su donación.
Las monjas admiten los mismos tipos de vocación, con los nombres
de monjas de coro, monjas conversas y monjas donadas.

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La liturgia Cartujana
Características
Desde su llegada a la Cartuja, San Bruno y sus compañeros formaron
una liturgia particular, adaptada a su vocación eremítica y a la
dimensión reducida de su comunidad.
A lo largo de los siglos, nuestros Padres trataron de conservar esta
liturgia acomodada a nuestra vida solitaria y contemplativa. En
comparación con la liturgia romana, el rito cartujano se caracteriza
por una gran simplicidad y sobriedad a nivel de formas exteriores, que
por encima de las expresiones visibles y sensibles, favorecen la unión
del alma con Dios.
Algunos elementos de nuestra liturgia:

1. Muchos tiempos de silencio


2. La prohibición de todo instrumento musical
3. El canto gregoriano, que fomenta la interioridad

La celebración cotidiana de la liturgia


La celebración del Santo Sacrificio Eucarístico es el centro y la cima
de la vida comunitaria.
Los monjes se reúnen para celebrar la Pascua del Señor. Esta
Eucaristía no puede ser concelebrada más que los días en que la vida
Cartujana reviste un carácter especialmente comunitario: domingos
y grandes fiestas. Ordinariamente, no hay más que un celebrante en
el altar y la plegaria eucarística se dice en voz baja. La comunidad
participa en esta liturgia eucarística por el canto gregoriano, la
oración interior y la Sagrada Comunión.
A otra hora, cada monje sacerdote celebra los Santos Misterios en una
capilla solitaria, haciendo suya la aplicación universal propia del
Sacrificio Eucarístico.
Otro tiempo fuerte de la jornada eucarística es el oficio celebrado en
la Iglesia, a media noche [Maitines y Laudes]: durante 2-3 horas, según
los días, alternan cantos, salmos y lecturas de la Sagrada Escritura,
con tiempos de silencio y preces de intercesión.

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Este largo oficio es particularmente apreciado por todos los Cartujos.
En él, cada uno, unido a sus hermanos -aunque de manera personal-
puede vivir una intensa y profunda comunión con Dios.
El canto con notas [antífonas, responsorios, himnos, propio de la
Santa Misa, Kyrial] se canta siempre en latín según las antiguas y
hermosas melodías gregorianas propias de los Cartujos. La salmodia
se puede cantar en la lengua propia del país: español o castellano,
italiano, francés, inglés. Las lecturas se dicen en lengua propia. En la
celda, se puede decir el oficio en latín o en lengua vernácula [lengua
materna del orante].
Hacia el fin de la jornada, los monjes se encuentran nuevamente en
la Iglesia para celebrar el oficio de Vísperas. Las demás partes se
celebran por cada monje en su celda, excepto los domingos y ciertos
días de fiesta en los que se cantan en la Iglesia.
Los Cartujos, además del Oficio Divino, recitan diariamente en su
celda el Oficio de la Santísima Virgen María y sus Letanías. Y una vez
por semana, un Oficio especial a intención de los difuntos: es el
momento en que interceden ante Dios para que acoja en Su Reino
Eterno a todos los que han dejado este mundo.
Gracias a la liturgia, la Cartuja no es un grupo de solitarios aislados
entre sí, sino que forman una verdadera Comunidad Monástica; de
esta forma, manifiestan el Misterio de la Iglesia y dan lugar al culto
público que con su oración tributa a Dios.

https://www.youtube.com/watch?v=eC6OKIYXBxQ&t=2353s

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En el corazón de la Iglesia y del mundo
«Separados de todos, nos unimos a todos para, en
nombre de todos, permanecer en La Presencia del
Dios Vivo»
Estatutos 34,2
La alabanza
El Cartujo no ha escogido la soledad por sí misma, sino porque ve en
ella un excelente medio para él y para vivir “su historia de amor con
Cristo”, para llegar a una más íntima unión con Dios Padre, Dios Hijo
y Dios Espíritu Santo, y con todos los hombres.

Entrando en la profundidad de su corazón, es como el Cartujo llega a


ser un feliz solitario, en Cristo Jesús Nuestro Señor, presente en él y
en todo ser humano. Se hace solitario por querer ser solidario.
Los Contemplativos están en el corazón de la Iglesia. Cumplen
una función esencial de la comunidad eclesial: la glorificación de
Dios.
El Cartujo se retira al desierto, ante todo para adorar a Dios,
alabarle, contemplarle, dejarse seducir por Él, entregarse
totalmente a Él en nombre de todos los hombres del mundo. La
Iglesia le ha encargado que, en nombre de todos sea un alma de
continua oración.

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La intercesión
Desde siempre, la Iglesia reconoce que las monjas y los monjes
entregados únicamente a la oración contemplativa, desempeñan el
Oficio de Intercesores. Como representantes de toda la creación, cada
día, en todos los oficios litúrgicos y en el momento de la Sagrada
Eucaristía, rezan por vivos y difuntos.

Testimonio
«Tendiendo por nuestra Profesión únicamente a
Aquel que Es, damos testimonio ante un mundo
demasiado implicado en las cosas terrenas, de que
fuera de Él no hay Dios. Nuestra vida manifiesta que
los bienes celestiales están presentes ya en este
mundo, preanuncia la resurrección y anticipa de
algún modo la renovación del mundo»
Estatutos 34,3

No es por la palabra ni por el contacto personal que el solitario/la


solitaria da semejante testimonio; únicamente por su sola presencia,
el monje/la monja Cartuja testifica que Dios existe y que puede llenar
totalmente el corazón del hombre de cualquier condición.

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La penitencia
El camino ascético asocia el Cartujo a la obra de Cristo, para la
salvación del mundo:
«Por la penitencia participamos en la obra de
salvación de Cristo, el cual redimió al mundo esclavo
del pecado, especialmente con Su oración al Padre y
sacrificándose a Sí mismo. Por esto, los que
pretendemos vivir este aspecto cristiano de la misión
de Jesucristo, aunque no nos dediquemos a ninguna
acción externa, ejercitamos el apostolado de una
manera preeminente»
Estatutos 34,4

Para el que es llamado…


La vocación
La llamada de Dios

Como toda vida religiosa, la vida Cartujana es una


respuesta a una llamada de Dios. Esta vocación no
procede de uno mismo, se recibe. No se trata de una
sencilla elección personal, es una historia de amor; por lo
tanto, es una historia de dos: Jesús y el monje/la monja.

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Jesús invita a algunos hombres y algunas mujeres para
que, por amor, le sigan en la soledad de la montaña, para
permanecer con Él, en Él, y contemplar el esplendor de
Su Rostro.

«Cristo, Palabra del Padre, por mediación del


Espíritu Santo, eligió desde el principio algunos
hombres y algunas mujeres, a quienes llevó a la
soledad para unirlos a sí en íntimo amor»
Estatutos I.1

«Los que conocen el amor conyugal pueden


compadecernos creyendo que no sabemos qué es el
amor. El amor de Dios percibido en la fe, en una fe
oscura, es más seguro, más cercano, más dulce, más
fuerte, más tranquilizador y también más
embriagador que cualquier otro amor. Nosotros
tenemos en la fe una certeza que ninguna otra
experiencia puede dar. Tal es el sentido de la
Escritura: ´Me casaré contigo en la fe´ [Yves Raguin,
Célibat pour notre temps]»

https://www.youtube.com/watch?v=p_shhU_H5Z0

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La respuesta humana
Esta llamada de Dios se dirige a un ser humano libre. Dios propone,
no se impone. Hoy en día, se añade la dificultad que puede provenir
de entender la llamada.
La vida contemplativa es poco conocida, con frecuencia poco
apreciada e incluso criticada, está tan alejada a veces, y es tan
contraria a las costumbres del mundo moderno, que pocas/pocos se
encuentran preparados para experimentar su atractivo.
Sin embargo, hoy como ayer hay candidatos y candidatas que
continúan llamando a nuestras puertas. ¿Qué esperamos de ellos?
 Un profundo deseo de consagrar su vida a la oración
y a la búsqueda de Dios en el amor. «Tengo sed del
Dios fuerte y vivo, ¿cuándo iré a ver el rostro de
Dios?» [Salmo 42,2].
 El atractivo de la soledad acompaña el profundo
deseo, ya que es el marco en el que se desarrolla la
mayor parte de la vida del monje.
No obstante, como los Cartujos no son ermitaños en
sentido propio, no se debe infravalorar la parte de vida
común.
Entre otras cualidades indispensables, el equilibrio y el recto juicio
ocupan el primer puesto. Todavía se pueden agregar la madurez
afectiva, capaz de preparar a un compromiso de por vida; el espíritu
de fe y la apertura: que esté dispuesto a dejarse guiar por la
obediencia; y un estado de salud suficiente.
La llamada a la vida cartujana se manifestará con frecuencia por un
deseo que puede aparecer de repente, a continuación de una
experiencia espiritual importante; o por el contrario, madurar poco a
poco a lo largo de los años. Cada caso es diferente. En la práctica, no
es fácil juzgar a distancia con exactitud sus propios atractivos y
aptitudes.
Debido a esto, será necesario que el aspirante a monje
realice uno o dos retiros, más o menos prolongados, en
La Cartuja: para discernir la llamada de Dios.

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Las etapas de la formación
Antes de entrar en el Monasterio
Si alguno/a pretende incorporarse a un Monasterio, ante todo debe
madurar seriamente su deseo en la oración. Tal decisión no debe
tomarse sin antes reflexionar.
Después, debe ponerse en contacto con un Monasterio, exponiendo
lo mejor posible lo que le atrae hacia la vida cartujana.
Como contestación, seguramente se le pedirán algunos informes
necesarios acerca de sus estudios, familia, etc.
Si parece oportuno, se le propondrá hacer un retiro en el Monasterio
con el fin de que pueda hacer una experiencia de este género de vida.
Fuera de casos como éste, los Cartujos no aceptan personas que
desean hacer un retiro, dado que su objetivo es otro. Si la experiencia
resulta positiva, puede suceder que aún se le pida demorar cierto
tiempo el ingreso, para probar [tiempo de pre-postulantado]. O, al
contrario, que se le permita ingresar cuando le parezca.
Postulantado y noviciado
Al ingresar al Monasterio, el candidato comienza el periodo de
postulantado, que dura de 3 meses a un año.

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Finalizado este periodo y confirmada su vocación, el aspirante tomará
el hábito cartujano y comenzará el noviciado, que dura 2 años.
A continuación, vienen los votos temporales por 3 años, que después
se renuevan por otros 2 años más.
Al final tiene lugar la profesión solemne, por la cual el monje se
compromete definitivamente ante Dios y ante la Iglesia.
Las personas de menos de 45 años son las adecuadas para
emprender este género de vida cartujano

El eremitorio yermo de Cartuja


Tríptico
Cuadro 1º: El ideal
Junio de 1084: Maestro Bruno fue conducido con 6
compañeros por Hugo, Obispo de Grenoble, al desierto
de Chartreuse, con el fin de establecer allí un eremitorio:
un lugar retirado donde su alma podía elevarse
libremente a Dios, buscado, deseado y gustado por sobre
todas las cosas.
Las vicisitudes de la Historia no han perdonado este lugar
de elección: a pesar de algunas interrupciones…

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…los solitarios Cartujos viven todavía en el mismo
desierto donde continúan su vida de oración y de trabajo.
Pequeño grupo, en cuyo interior c/u vive la mayor parte
en solitario. Estos monjes y monjas están unidos bajo un
Prior o Abadesa, según el caso, y se reúnen 3 veces al día
para la Eucaristía y el canto de la Liturgia de las Horas.
Continúan incansablemente, ya sea en los talleres de
trabajo o en los campos, su búsqueda de Dios, que les ha
conducido y reunido en este lugar.
Buscando un libre espacio interior, han escogido esta
soledad. En ella se imponen voluntariamente privaciones
importantes, con el único fin de mantenerse más abiertos
a lo Absoluto de Dios y a la caridad de Cristo.
Así, estabilizados en este desierto, con radical separación
del mundo, bajo gran dependencia de Dios llevan una
vida pobre y sencilla, desapegada del mundo y de sus
cosas, en el celibato, como Cristo [su Maestro] a fin de
permanecer más disponibles a los dones de la Salvación y
de la comunión fraterna.
En la oración y la meditación, escuchan constantemente
la llamada a ser más, a obrar mejor. La Palabra de Dios
llena su silencio. Por el desprendimiento y el trabajo,
son solidarios de todos aquellos que sufren, dondequiera
que se encuentren.
Con un profundo sentimiento en el corazón de atracción
hacia horizontes más profundos, en los que sólo se
percibe la imagen de Dios en Cristo, crucificado pero
vivo, esperanza de su gloria. De esta forma, ocultos al
mundo, en el corazón de la humanidad, son la
memoria indeleble de su origen divino, el continuo
recuerdo de su destino espiritual para todos los
hombres, la salvaguarda de una libertad personal cada
vez más amenazada y asfixiada, el deseo ardiente de lo
Eterno, la garantía de un progreso interior ilimitado.
Sujetos a la soledad del eremitorio y de la celda, para
dilatarse mejor en el corazón de Dios.

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Cuadro 2º: El combate de Jacob
“Dios resiste a los soberbios y da su gracia a los
humildes” [1 Pedro 5,5].
El desierto es un fuego purificador. Todas las
mezquindades que hemos dejado introducirse, aparecen
con claridad. Todo el mal que hay en nosotros, queda
patente. Descubrimos nuestra propia miseria, nuestra
profunda debilidad, nuestra absoluta impotencia.
Aquí, no es posible disimular los artificios que
empleamos para ocultar estos aspectos que nos
desagradan y que están en nosotros, tan alejados del
deseo de Aquel que lo ve todo y lo penetra todo. Resulta
evidente que nos justificamos con demasiada facilidad,
considerando nuestros defectos como “rasgos de
carácter”.
Aquí nos volvemos vulnerables. No hay escapatoria. No
hay distracción que amortigüe, ni excusa que dispense.
Es imposible evitar el cara a cara con la realidad que
somos nosotros, retirar los ojos de esta miseria sin
remedio que nos deja totalmente desnudos.
Aquí se cuartean las falsas construcciones, todos esos
muros que hemos levantado para protegernos porque
¡quién podrá decir con cuánta frecuencia buscamos
engañarnos, tanto o más que a los demás! Pero la
pretensión de conocer las realidades divinas desaparece
ante Aquél que permanece totalmente Otro.
Es un camino abrupto, en la oscuridad, a tientas,
guiado únicamente por la fe. Pero es un camino de
verdad. Todas nuestras seguridades personales
quedarán enganchadas en las zarzas del sendero y
nos dejarán con esta única certeza: POR NOSOTROS
MISMOS, NADA PODEMOS.
Es ahí donde Dios nos espera, porque no se puede llenar
más que un recipiente vacío; y si Él nos quiere llenar de
Sí mismo, primero debe despojarnos de todo lo que
nos estorba.

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Para realizar un trabajo infinitamente delicado, el Artista
Divino tiene necesidad de un material sin resistencia.
Entonces su mano sabrá suscitar de nuestra miseria
verdaderas maravillas que permanecerán ocultas a
nuestros ojos. Toda nuestra alegría consistirá en
dejarnos transformar por Aquél que lleva por
nombre: Amor.
Cuadro 3º: La obra de la gracia
Canciones entre el alma y el Esposo

Esposo
Vuélvete, paloma,
que el ciervo vulnerado
por el otero asoma
al aire de tu vuelo, y fresco toma.

Esposa

14. Mi Amado, las montañas,


los valles solitarios nemorosos,
las ínsulas extrañas, los ríos sonorosos,
el silbo de los aires amorosos.
15. La noche sosegada
en par de los levantes de la aurora,
la música callada,
La soledad sonora,
la cena que recrea y enamora.
16. Cazadnos las raposas,
que está ya florecida nuestra viña,
en tanto que de rosas
Hacemos una piña,
y no parezca nadie en la montiña.
17. Detente, cierzo muerto;
ven, austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto,

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y corran sus olores,
y pacerá el Amado entre las flores.
18. ¡Oh ninfas de Judea!
En tanto que en las flores y rosales
el ámbar perfumea,
morá en los arrabales,
y no queráis tocar nuestros umbrales.
19. Escóndete, Carillo,
y mira con tu haz a las montañas,
y no quieras decillo:
mas mira las compañas
de la que va por ínsulas extrañas.
Esposo

20.A las aves ligeras,


leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
aguas, aires, ardores
y miedos de las noches veladores:
21. Por las amenas liras
y canto de serenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
y no toquéis al muro,
por que la esposa duerma más seguro.
22. Entrado se ha la esposa
en el ameno huerto deseado,
y a su sabor reposa,
el cuello reclinado
sobre los dulces brazos del Amado.
23. Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada,
allí te di la mano,
y fuiste reparada
donde tu madre fuera violada.

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Esposa

24. Nuestro lecho florido,


de cuevas de leones enlazado,
en púrpura tendido,
de paz edificado,
de mil escudos de oro coronado.
25. A zaga de tu huella
las jóvenes discurren al camino,
al toque de centella,
al adobado vino,
emisiones de bálsamo divino.
26.En la interior bodega
de mi Amado bebí, y, cuando salía
por toda aquesta vega,
ya cosa no sabía,
y el ganado perdí que antes seguía.
27. Allí me dio su pecho,
allí me enseñó ciencia muy sabrosa,
y yo le di de hecho
a mí, sin dejar cosa;
allí le prometí de ser su esposa.
28.Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal, en su servicio;
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio,
que ya sólo en amar es mi ejercicio.
29.Pues ya si en el ejido
de hoy más no fuere vista ni hallada,
diréis que me he perdido;
que, andando enamorada,
me hice perdidiza, y fui ganada.
San Juan de la Cruz, Le Cantique spirituel.

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Horario de un día durante la semana
Para un monje/una monja del claustro
Se trata de un horario-tipo, que en realidad varía según las casas, y en
una misma casa según cada uno. Color gris: los oficios en la Iglesia.
Maitines, Laudes, Prima, Tercia, Sexta, Nona, Vísperas y Completas,
son los nombres de los oficios que dan ritmo fundamental a la
jornada. Cada hora del oficio del día es precedida o seguida del oficio
de la Santísima Virgen.

Horario Objeto Precisiones

Levantarse Esta Oración en la celda, en el centro de la noche es uno de


23h30
Oración en la celda los momentos más ricos de la jornada.

En la iglesia. Dependiendo de los días, estos oficios duran


0h15 Maitines seguidos de Laudes
entre dos y tres horas.

Laudes de la Santísima
En la celda. A continuación, acostarse sin tardanza.
Virgen

La hora es indicativa. Unicamente es necesario estar


6h30 Levantarse
preparado para la hora de Prima a las 7h00.

El tiempo que sigue al Angelus está consagrado a la Oración


7h00 Prima - Angelus o a la Lectio Divina (por ejemplo: preparación de las lecturas
de la misa).

8h00 Misa Conventual En la iglesia.

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Horario Objeto Precisiones

Acción de gracias La Lectio Divina es la lectura meditada de la Biblia. También


Lectio Divina se puede dedicar este tiempo a Oración.

La jornada está regulada más o menos cada dos horas por


10h00 Tercia
los oficios.

No se hace trabajo manual antes de Tercia. El tiempo de


Estudio / trabajo manual trabajo manual puede dividirse en dos, por la mañana y por
la tarde o hacerlo todo seguido por la tarde.

Angelus
12h00
Sexta

La recreación es un tiempo que carece de fin particular. Se


Comida - Recreación puede ocupar en lectura, trabajo y tomar el sol (si es que lo
hay) etc.

14h00 Nona

El equilibrio estudio-trabajo manual depende de cada uno y


Trabajo manual (una hora)
debe ser tratado con el Padre Prior (o el Maestro de
estudio
novicios).

Vísperas de la Santísima
16h00
Virgen

16h15 Vísperas En la iglesia.

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Horario Objeto Precisiones

Aquí la lectura puede entenderse de un libro de autor


Colación
espiritual o de la Palabra de Dios. La escasa refección puede
Lectura - Oración
tomarse en cualquier momento entre Vísperas y Completas.

18h45 Angelus - Completas

19h30 Acostarse (entre 19h30 y 20h00)

https://www.youtube.com/watch?v=NC_TaSCuef8&t=346s
¿Qué motivos no son válidos para ser Cartujo?
Los desengaños de la vida. El deseo de una existencia tranquila, sin problemas.
Cualquier móvil egoísta. El único motivo válido es la búsqueda de valores
perennes, la búsqueda de Dios más o menos clara o al menos presentida.

_______________________________________________________________

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La Santidad como camino
«Deja el amor del mundo y sus dulcedumbres, como
sueños de los que uno despierta. Arroja tus cuidados.
Abandona todo pensamiento vano. Renuncia a tu cuerpo
sin dejar de habitarlo.
Porque vivir de la oración no significa sino enajenarse del
mundo visible e invisible. Nada. A no ser el unirme a Ti en
la oración de recogimiento. Unos desean la gloria, otros
las riquezas, yo anhelo sólo a Dios y pongo en Ti, mi Señor,
solamente la esperanza de mi alma devastada por la
pasión de amarte con locura cada día»

«La vida es un combate, ¿no lo sabes ya? Si es necesario


renunciarse, tomar la cruz, seguir a Jesús al Calvario, ¿es
de extrañar que haga falta luchar, sufrir, sangrar y llorar?
Tus dificultades vienen de tu entorno, de tu empleo, de tus
propias necesidades y miserias físicas y morales; de las tres
a la vez, quizás.

En cuanto a la actitud de tu alma, respecto de ellas,


trázate de una vez por todas una decidida línea de
conducta ante Dios. Y en los momentos de encuentro con
esas miserias, actúa en conformidad con la línea trazada.
Los monólogos alarmistas no sirven para nada. Haz lo que
puedas, abandona el resto a la misericordia de Dios.

Dios todo lo sabe, todo lo puede, me ama. He aquí lo que


justifica el abandono total en Sus manos.
Vive cada día al calor de la luz del Salmo XXII:
El Señor es mi pastor, nada me falta.

Cada noche dormirás murmurando:


Ten confianza, ¡nada malo te ocurrirá! Estás con Dios»

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«Tu elevación queda en el
secreto de Dios, sin duda. Él
no te dirá nada. Haz lo que
esté en tu mano. Ama.
Ofrece a menudo a Dios la
santidad inigualable de Jesús, de la Santísima Virgen
María y de los santos vivos y difuntos. Todo eso te
pertenece a ti, beneficiario de la Comunión de todos los
Santos. Ofrécele la santidad global del Cuerpo Místico de
Cristo. Esto es lo que glorifica a Dios. Tú eres miembro de
Ese Cuerpo, el menos notable quizás, pero no sin utilidad.
Di con convicción y serenidad: Santa María, Madre de Dios,
ruega por mí, pobre pecador/a. Y vive en paz bajo las alas
protectoras del Dios que te ama»

«No sacrifiques por nada el coloquio con Dios.


Los Apóstoles, los grandes convertidores, los santos, no
han sacrificado jamás, por apresuramiento, su coloquio
con Dios. Confiaban todo a Su Providencia. Y jamás
dudaban de Él.
Las realizaciones, incluso temporales, de los verdaderos
contemplativos son admirables, tal como es la estéril idea
de la agitación de los negocios que a Él no se ordenan.

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El puro amor de Dios es un filtro Divino. Expulsará de tu
alma no sólo todo lo que le es contrario, lo que no la
alimenta. Se opondrá totalmente a todo ruido capaz de
sofocar o alterar Su Voz.
Un silencio lo envolvía todo, y al mediar la noche su carrera, Tu
Palabra Todopoderosa, Señor, vino desde el trono real de los
cielos» [Sabiduría 18,14-15].
Dios viene cuando todo duerme sobre la Tierra, todo lo que
es de la Tierra»

«Si no buscas en ninguna cosa tu propia gloria, vivirás una


paz inalterable, aunque tengas mucho que hacer aún. Una sola
cosa hay que temer: el pecado. Los caminos de Dios no son los
nuestros.
Jesús triunfa por el fracaso. Nada ha cambiado desde hace 20
siglos.
Sé diligente y pon los medios, pero recuerda que la voluntad es de
Dios.
Quédate seguro de que nada tendrá éxito más que por El. Si Él no
lo quiere, acepta el fracaso, así como todas sus consecuencias
humillantes y desagradables.
Entonces, serás libre.
Hacer lo que Dios quiere, eso es lo que importa, no el tener éxito.

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¡Es tan tranquilizante pensar que el Padre tiene en Sus Manos el
mundo y el corazón de todos los hombres!
Todo ocurre porque Él quiere y lo permite.
Nada se hace que Él no permita.
¿Por qué angustiarse por vanas preocupaciones?»

«He recorrido un largo camino para llegar hasta aquí y


desde aquí donde yace mi cuerpo resucitaré algún día
para vivir con Dios eternamente. La muerte ha sido
destruida en esta victoria. Muerte ¿dónde está ahora tu
triunfo? ¿dónde tu victoria? ¿dónde tu aguijón? ¡Qué
alegría! ¡Resucité, resucité! Aleluya, Aleluya»
[1 Corintios 15,55]

«No recuerdes.
No reavives ningún mal recuerdo. El mal arrepentido está
perdonado. La generosidad del amor presente repara el
pasado. Olvida las acciones concretas.

PÁGINA 31
Basta mantenerte delante de Dios Padre, como pecador
beneficiario de Su Infinita Misericordia. El mal es nada
frente a Su Amor. ¿Para qué recordarlo? Piensa solamente
en la Gracia de Jesucristo, que te ha salvado, en el olvido
eterno de tus faltas que Dios ha destruido.

Él no colecciona pequeñeces; Él guarda para Sí un corazón


filialmente contrito, receptivo y tierno: eso es la
compunción»

______________________________________________________

«Haz en todo momento la voluntad de Dios, con las


fuerzas y las gracias del momento presente. No se te pide
más. Acepta de corazón tus límites.
¿A qué grado de santidad quiere llevarte Dios?
No lo sabrás más que en el Cielo.
No sondees sus misteriosos designios, no le rehúses nada
deliberadamente, intenta complacerle según tus fuerzas
actuales y déjate conducir a donde Él quiera, por sus
caminos, sin prisa febril.

No te aflijas por tus impotencias, ni aun en cierto sentido


por tus miserias morales. Te querrías irreprochable, es
una quimera, orgullo quizás.
Hasta el fin permanecemos pecadores, objeto de la infinita
misericordia, a la que tanto valora Dios.

No pactes jamás con el mal.


Permanece desligado de tu perfección moral.
La santidad es ante todo algo de orden teologal, y es el
Espíritu Santo quien la reparte en nuestros corazones, no
somos nosotros quienes la fabricamos»

______________________________________________________

PÁGINA 32
https://www.youtube.com/watch?v=i-x3g0OIaJ0

Espiritualidad del desierto

Persevera, trabaja por reducir todas tus facultades


a la unidad y a la simplicidad del silencio.
No pasará mucho tiempo sin que Dios te visite.
Se presentó a Elías en el monte Horeb, al filo de un
silencio talque se hubiese oído el susurro de la más
leve brisa.

Cuando el Señor quiere levantar un alma hasta la


contemplación, le exige el silencio de todas las
facultades y que sólo cuente con Él.

En cuanto a ti, ya no te ocupes de ti misma.


Cuando des oídos sordos a las quejas de la
naturaleza, cuando niegues audiencia a toda
inquietud y a todo deseo que no sea el del amor a
Dios; cuando seas indiferente a tu suerte terrestre,
cuando ya casi no pienses de ti ni en bien ni en mal
y no te importe el juicio de los hombres; cuando,
en una palabra, estés habitualmente olvidado de ti
misma, entonces habrás penetrado en el Sancta
Sanctorum del silencio, el recinto inviolable del alma
donde Dios reside y te convida.

PÁGINA 33
De ti, como de Moisés, dirá:
“Él vive permanente en mi casa. Cara a cara
hablo con él, y a las claras, no por figuras; y él
contempla el semblante de Yahvé” [Núm. 12,7-8]

___________________________________________________________

¡Oh, hermano, si pudieras comprender y gustar la dulzura de ser


conocido sólo de Dios! Sé dichoso al irradiar a Cristo. Pero no te
turbes lo más mínimo porque esa irradiación sea aún demasiado
discreta. ¿No estás suficientemente cansado de conversar con los
hombres, que aún los evocas en tu espíritu para contarles tus
razones? ¡Sólo con Dios solo! Él lo sabe todo. Él lo puede todo. Él te
ama. Si supieses lo bueno que es tener la cabeza vacía de toda
criatura, para no admitir más que la imagen de Jesús-Cristo y de
la Santísima Virgen María, los reflejos creados más puros del
Invisible.

Habla con ellos.


Eso se hace sin ruido de palabras.
Las palabras sirven de poco.
Ve. Mira. Contempla.
¿No son los miembros el honor de la cabeza?

No apartes los ojos del Divino Rostro del Cuerpo Místico.


Es tu papel contemplativo.

Nuestras discusiones interiores no son, frecuentemente,


más que la consecuencia de los altercados del día.
Créeme: no discutas jamás con nadie, no sirve de nada.
Cada cual está seguro de llevar la razón y busca menos
ser aclarado en tus dudas, que vencer en una disputa de
palabras. Si discutes, alguno o ambos se retirarán
atrincherados en sus posiciones y la disputa continuará
por dentro. Se acabó el silencio y la paz.

Si no tienes que hacerlo, no intentes convencer.


Pero si quieres permanecer tranquilo pasa la página
apenas se inicie la controversia.

PÁGINA 34
Acepta ser derribado al primer golpe y ruega dulcemente
a Dios que haga triunfar Su verdad en ti mismo y en los
demás. Y… a otra cosa.
Tu alma no es un fórum, sino un santuario.
Se trata, para ti, no de tener razón, sino de embalsamar a
tu alrededor con el perfume de tu amor.

La verdad de tu vida testificará la de tu doctrina.


Mira a Jesús en Su proceso: “callaba” [Mt. 26,63].
Aceptando las injurias y ofensas, burlas y maltratos.
Ahora Él es luz para todo hombre que viene a este mundo
[Cf. Juan 1,9].

https://www.youtube.com/watch?v=fCz_kNFludA&list=R
DQMqJqrqKnEUGw&index=8

___________________________________________________________

No te hables a ti misma de ti misma. Que los momentos de examen


sean escasos y breves, algunos minutos al mediodía o en la noche
antes de dormir. Fuera de esto, no pienses en ti ni para bien ni para
mal, para que no despiertes el amor propio ni para que te
descorazones.

PÁGINA 35
Cuando piensas en ti, tu imagen tan grosera sustituye a
la purísima belleza de Dios en el espejo de tu alma.

Tres cosas turban la limpidez, evítalas:

-Criticar las dificultades de la vida. La vida es un


combate. Si es necesario renunciarse, tomar la cruz,
seguir a Jesús al Calvario, ¿has de extrañarte de que haga
falta luchar, sufrir, sangrar, llorar? Tus dificultades
vienen de tu entorno, tu empleo, tus propias miserias
físicas y morales, tal vez de las tres cosas.

En cuanto a la actitud de tu alma respecto a ellas,


trázate de una vez por todas una decidida línea de
conducta ante Dios. Y en los momentos de
encuentro con esas miserias, actúa en conformidad
con la línea trazada.
Los monólogos alarmistas no sirven para nada. Haz
lo que puedas y abandona el resto a la misericordia
de Dios.

-Sopesar tus penas y tus sacrificios. ¿No has aceptado


en bloque todo con tu profesión?
“Recibe, Señor…”
Cada mañana, en el momento de la Eucaristía, la
Iglesia te ofrece como víctima pura, santa,
inmaculada con Jesús, y tú consientes.
Si comprendes algo el Misterio de la Cruz y el sentido
de tu vida monástica, no te compadezcas de ti
misma.

“Dios ama al que da con alegría” [2 Corintios 9,7].


Deja, pues, a Cristo sufrir en ti. Préstale tu cuerpo y
tu corazón, para que pueda “completar en su cuerpo
místico lo que inauguró en el Calvario” [Cf.
Colosenses 1,24].
De lo contrario, no merece la elección que ha
hecho de tu persona.

PÁGINA 36
Contempla Su Bello Rostro de la Santa Faz, lacerado
y doloroso, vuelto hacia ti.
Ofrécele, unida y en calma, el espejo virgen de tu
alma: en la Tierra, esa es para ti la imagen que
agrada a Dios.

-Tener “coquetería” de tu alma. Haz en todo momento


la Voluntad de Dios, con las fuerzas y gracias del
momento presente. No se te pide más. Acepta de corazón
tus límites.
¿A qué grado de santidad quiere llevarte Dios?
No lo sabrás más que en el Cielo.
No sondees Sus Misteriosos Designios.
No le rehúses nada deliberadamente.
Intenta complacerle según tus fuerzas actuales.
Déjate conducir a donde Él quiera, por sus caminos,
sin prisa febril.

No te aflijas por tus impotencias, ni por tus miserias


morales. Te querrías bella, irreprochable, casi
perfecta porque el Señor está contigo.
Es una quimera.
Orgullo, quizás, o soberbia también.
Hasta el fin permanecemos pecadores,
objeto/sujeto de la infinita misericordia a la que
tanto valora Dios.

No pactes jamás con el mal.


Permanece desligada de tu perfección moral.
La santidad es, ante todo, algo de orden
teologal, y es el Espíritu Santo quien la reparte
en nuestros corazones. No somos nosotros
quienes la fabricamos ni la diseñamos.

Compararse con los demás en materia de virtud es hastiarse de la


propia mediocridad o creerse situado en la escala de la perfección.
Todo esto obstaculiza y hace ruido.
Hay santos de todas las tallas.
Tu elevación queda en el secreto de Dios, sin duda Él no te dirá nada.

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Haz todo lo que esté en tus manos.
Ama. Ofrece a menudo a Dios la santidad inigualable de Jesús, de la
Santísima Virgen María y de los santos vivos y difuntos. Todo eso te
pertenece a ti, beneficiaria de la Comunión de los Santos.
Ofrécele a Dios la santidad global del Cuerpo Místico de Cristo.
Eso es lo que glorifica a Dios.
Tú eres miembro de ese Cuerpo, el menos noble quizás, pero no por
ello sin utilidad.
Di con convicción y serenidad: “Santa María, Madre de Dios, ruega
por mí, pobre pecadora”. Y vive en paz bajo las alas protectoras del
Dios que te ama.

Tener que reservar un tiempo para orar es una


verdadera batalla de todos los días. Rara vez la oración resulta fácil y placentera, donde
uno se encuentra a gusto. Media hora o una hora de oración se le presenta como algo
molesto al hombre que vive absorto en las cosas del mundo, un peso que sería mejor no
tener que cargar. Ayuda mucho considerar de partida que la oración es siempre una
batalla. Cada vez que vamos a hacer oración debemos ser conscientes de que vamos a
la batalla.

Toda oración es una lucha, principalmente por tres motivos:


1. Porque tener que reservar un tiempo diario para la oración es ya una lucha.
2. Porque, estando ya en oración, hay que luchar contra las dificultades:
distracciones, sueño, desaliento, sequedad...
3. Pero, sobre todo, porque en la oración se libran las batallas de Dios.

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“El corazón, cuando se endurece, no es libre; y si no es libre, es porque no ama: así
terminaba el Apóstol Juan en la primera Lectura. El amor perfecto disipa el temor: en
el amor no hay temor, porque el temor supone un castigo y quien teme no es
perfecto en el amor. No es libre. Siempre tiene temor de que suceda algo
doloroso, triste. Que me vaya mal en la vida o que ponga en peligro mi salvación
eterna… Tantas imaginaciones porque no ama. Quien no ama no es libre”
[Papa Francisco]
_____________________________________________________

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La maravillosa y misteriosa vida solitaria
Las monjas y los monjes Cartujos llevan una vida solitaria consagrada
a la oración contemplativa. ¿En qué consiste este tipo de oración y
de estilo de vida?

La contemplación es la mirada de fe, fijada en Jesús: «Yo lo


miro y Él me mira», decía en su tiempo el Santo Cura de Ars,
quien oraba en el Sagrario.
Esta atención a Él es renuncia a “mí”. Su mirada purifica el corazón.
La luz de la mirada de Jesús ilumina los ojos de mi corazón, me

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enseña a ver todo a la luz de Su Verdad y de Su Compasión y Amor
por toda la humanidad.

La contemplación dirige también su mirada a los misterios de


la vida de Cristo. Aprende, así, el “conocimiento interno del
Señor” para amarlo más y seguirlo en paz [Cf San Ignacio de
Loyola, Ejercicios Espirituales 104].
La contemplación es escuchar la Palabra de Dios, y lo que Dios quiere
decirme. Lejos de ser pasiva, esta escucha es obediencia de la fe,
acogida incondicional de siervo/a y adhesión amorosa del hijo/a.
Participa en el “sí” del Hijo hecho siervo y en fíat de su humilde
esclava.

La contemplación es silencio, este “símbolo del mundo


venidero” [San Isaac de Nínive, Tractatus Mystici 66]. O lo que
San Juan de la Cruz denomina “amor silencioso”.
Las palabras en la oración contemplativa no son discursos, sino
ramillas que alimentan el fuego del amor. En este silencio,
insoportable para el hombre “exterior”, el Padre nos da a conocer a
Su Verbo encarnado, sufriente, muerto y resucitado, y el Espíritu filial
nos hace partícipes de la oración de Jesús [Catecismo de la Iglesia
Católica 2715-2717].

Junto a la oración vocal y a la meditación, la oración


contemplativa es una de las tres grandes clases de oración
cristiana. El Catecismo de la Iglesia Católica las resume así:

 La tradición cristiana contiene tres importantes expresiones de


la vida de oración: la oración vocal, la meditación y la oración
contemplativa.
 Las tres tienen en común el recogimiento del corazón.
 La oración vocal, fundada en la unión del cuerpo con el espíritu
en la naturaleza humana, asocia el cuerpo a la oración interior
del corazón, a ejemplo de Cristo que ora a Su Padre y enseña el
“Padrenuestro” a sus discípulos.
 La meditación es una búsqueda orante que hace intervenir al
pensamiento, la imaginación, la emoción y el deseo. Tiene por
objeto la apropiación creyente de la realidad considerada, que es
confrontada con la realidad de nuestra vida.

PÁGINA 40
 La oración contemplativa es la expresión sencilla del misterio de
la oración. Es una mirada de fe, fijada en Jesús, una escucha de
la Palabra de Dios, un silencioso amor. Realiza la unión con la
oración de Cristo en la medida que me hace participar de Su
Misterio.

No por ser la última de las tres es la menos importante. Al contrario:


la oración contemplativa es un medio privilegiado para llegar a un
conocimiento íntimo y experimental de Jesucristo, que acrecienta y
fortalece el amor a Él. Es, como dice el Catecismo, la expresión
sencilla del misterio de la oración.
Al mismo tiempo, es la oración de los grandes santos y
verdaderos maestros de la unión con Dios:
San Ignacio de Loyola, San Juan de la Cruz, Santa Teresa
de Jesús, San Francisco de Asís, Santa Clara de Asís, Santa
Catalina de Siena, San Juan Pablo II…

https://www.youtube.com/watch?v=CBwh1OXw6uI&list=RD
QMqJqrqKnEUGw

Es un tipo de oración que precisamente por su simplicidad, está


al alcance de todo el mundo, independientemente de su
temperamento o de su mayor/menor capacidad intelectual.
Es aquella oración en la que resulta más fácil iniciarse con
verdadero fruto, sin rutina.

La oración contemplativa o de contemplación consiste en “hacerse


presente” en la escena o el misterio que se contempla. Es tomar un
pasaje evangélico -por ejemplo- y recrearlo en la mente, metiéndose
en él como protagonista: tomar el papel de uno de los personajes que
aparecen en el Evangelio, asumir la figura de María Magdalena a los
pies de la Cruz de Cristo.
O ponerse en el lugar del destinatario: todo eso sucede por mí o
para mí. Cristo nace para mí, Cristo muere por mis pecados.

La forma de “meterse” es a través de los sentidos actuados en y con la


imaginación: ver a las personas que entran en la escena, oír lo que
dicen, lo que comentan entre sí, buscar centrar la atención en lo que
hacen los personajes, participar, ayudar.

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Lo que se hace no es recordar un hecho histórico de forma
artificial, sino actualizar la historia de la Salvación compuesta
de eventos situados en la historia, pero con alcance universal.
Cuando muere, Cristo muere por los pecados de todos los seres
humanos de todos los tiempos, los redime. Cuando nace, nace
para todos los hombres de todas las edades de la historia. Sus
enseñanzas son también para siempre y para todos.

Por ello, quien ora contemplativamente no es un mero espectador,


vive el Evangelio y la Palabra. Recrea un diálogo íntimo y personal
con el Señor. Le escucha. Se imagina con Jesús en la casa de Marta y
María, o ser recibido como el hijo pródigo con el Padre de brazos
abiertos. Se trata de dialogar con Cristo, con naturalidad.
El centro de la oración contemplativa está en la aplicación de los
sentidos, de la imaginación, del entendimiento y de la voluntad.
Contemplar los misterios y meter en ellos los sentidos, hace
más fácil el paso a los sentimientos: el amor a Dios, al ver cómo
nos acoge y perdona; el deseo de seguir a Cristo, al ver su
comportamiento paciente, humilde y comprensivo en los
sufrimientos de la Pasión, el contento, el descontento, el
rechazo, la confianza, la alegría, la paz; la valoración y
apropiación de las verdades de fe: la maldad del pecado, al ver
lo que hace Cristo para borrarlo; la divinidad de Cristo, al
contemplar la Resurrección o los milagros que realizó; las
resoluciones de la voluntad, por ejemplo el deseo de no
cometer ningún pecado para corresponder así a la Amistad de
Cristo que sufrió mucho por mí; el propósito de confesar los
propios pecados al contemplar la Misericordia de Jesucristo con
la adúltera; la resolución de imitar el amor de Cristo en el
perdón y la disculpa de las ofensas, al contemplar el momento
en pronuncia la frase “Perdónalos, porque no saben lo que
hacen”; el servicio humilde a los demás, cuando lava los pies de
los Apóstoles en la Última Cena.

El dinamismo de la oración contemplativa parte de la contemplación


de un misterio o de un hecho de la vida del Señor, de la Santísima
Virgen o de la Historia de la Salvación, y sus implicaciones para mi
propia vida actual.

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Hasta llegar a los efectos y las mociones de la voluntad que
engendran la decisión de la entrega, el seguimiento y la
imitación.
Al final, se recogen los frutos de la contemplación, ¡que son
muchos! Y lo más importante: me hace partícipe del misterio de
Cristo Salvador y Redentor.

_____________________________________________________
“La oración es un don de la gracia y una respuesta decidida por nuestra parte. Supone
siempre un esfuerzo. Los grandes orantes, la Madre de Dios y los santos con Él,
enseñan que la oración es un combate. ¿Contra quién? Contra uno mismo y contra las
astucias del Tentador que hace todo lo posible por separarme de la oración, de la unión
con mi Dios. Se ora como se vive, porque se vive como se ora. El que no quiere
actuar habitualmente según el Espíritu de Cristo, tampoco podrá orar habitualmente
en Su Nombre. El combate espiritual de la vida nueva del cristiano es inseparable del
combate de la oración” [Catecismo de la Iglesia Católica 2725].
_____________________________________________________

Santa Teresa de Jesús definía a la imaginación como “la loca de la


casa” [Cf Castillo Interior, Moradas IV, cap, 1,13]. Lo es, y siempre
resulta difícil convertirla en aliada de la oración.
Con este método contemplativo, la imaginación está siempre
activa y metida de lleno en la recreación de mi diálogo con Dios.

“Salir a la caza de la distracción es caer en sus redes; basta volver


a concentrarse en la oración. La distracción descubre al que
ora aquello a lo que su corazón está apegado. Esta humilde
toma de conciencia debe empujar al orante a ofrecer al Señor
para ser purificado. El combate se decide cuando se elige a
quién se desea servir” [Catecismo de la Iglesia Católica].

Combatir la distracción es absurdo, la única solución es


simplemente volver a concentrarse en la contemplación.

PÁGINA 43
De todas formas, hay que pedir a Dios la gracia de elegirlo
siempre a Él y únicamente a Él, no a la distracción.

También es muy importante marcarse con claridad el fruto que se


desea alcanzar de Dios:
El amor de Pedro, que sabe rectificar.
Pedir perdón por haber traicionado al Señor.

Para que sea de verdad oración contemplativa, todo ello ha de hacerse


buscando el diálogo con Dios y la respuesta personal llevada a la vida.
De nada serviría el esfuerzo si las actitudes, los afectos y las decisiones
que nacen de la contemplación auténtica no tuviesen ningún efecto
en la vida de todos los días. Hay que pedirle esta gracia a Dios, y
al mismo tiempo buscar sacar aplicaciones concretas de lo
aprendido y contemplado en la oración.
Por sus características, la contemplación en oración tiene que hacerse
con tranquilidad y con el tiempo suficiente. El Catecismo de la Iglesia
Católica recomienda:

“La elección del tiempo y de la duración de la oración de


contemplación depende de una voluntad decidida, reveladora de
los secretos del corazón. No se hace contemplación cuando
se tiene tiempo, sino que se toma el tiempo de estar con el
Señor con la firme decisión de no dejarlo y volverlo a tomar,
cualquiera que sea la prueba y la sequedad del encuentro. En
contemplativos avanzados, el cuerpo, la mente y el
espíritu sencillamente no se pueden resistir y ahí no
importa ni tiempo ni lugar.
No se puede meditar en todo momento, pero sí se puede entrar
siempre en contemplación, independientemente de las
condiciones de salud, trabajo o afectividad. El corazón es el
lugar de la búsqueda y del encuentro”.

Otro elemento que beneficia la oración contemplativa es el silencio.


Toda oración requiere concentración, una atención lo más completa
posible a lo que se está contemplando. Para ello, hay que olvidarse de
todo lo demás y buscar un ambiente adecuado que no ofrezca
estímulos de distracción de la atención en el diálogo con Dios.

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Vale todo abandonar momentáneamente muchas cosas, para
meterse a fondo en la oración de contemplación; y después,
salir de ello enriquecido.

La oración contemplativa

Es el estilo de vida de los monjes Cartujos, para trabajar por su


salvación, y por la de toda la Iglesia y la humanidad.
La soledad implica la separación del mundo y se concreta, entre
otros aspectos, en sólo una salida semanal, carencia de visitas,
sin apostolado exterior y sin radio ni televisión.

Los Cartujos no son simplemente ermitaños, ya que la vida activa y


contemplativa están presentes en especial en la Misa conventual, el
largo oficio nocturno, la recreación y el espaciamiento.
Feliz en la soledad es la vida del monje / de la monja Cartuja.
Viviendo en paz la fuerza del silencio, contra la dictadura del ruido.

“Entendiendo y experimentando que el silencio es más


importante que cualquier otra obra humana, porque es
expresión de Dios.
La verdadera revolución viene del silencio, nos conduce hacia
Dios y hacia los otros, para ponernos humildemente a su
servicio. Dios es silencio. Y este silencio Divino habita en cada
hombre. Viviendo con este Dios silencioso, y en Él, también
nosotros nos volvemos silenciosos”.

PÁGINA 45
El sustento de los monjes en la Orden Cartuja está en buena parte
asegurado por la comercialización del licor a base de hierbas
maceradas, los productos de artesanía provenientes del taller, la talla
de esculturas y la pintura de íconos religiosos, el cultivo de la huerta
de hortalizas y legumbres orgánicas, y la avicultura con huevos de
granja.
El monje/la monja Cartuja pasa la mayor parte del día en su
ermita, donde ora, estudia, trabaja, come y duerme.

Todas las ermitas están adosadas al claustro y completamente


separadas unas de otras. Junto a la puerta de la ermita hay una
ventanilla en la que se deposita la comida.

La primera pieza es una amplia habitación a modo de zaguán,


llamada “Avemaría” porque siempre que el monje ingresa en ella
reza un Avemaría.

PÁGINA 46
Junto al zaguán hay un taller donde el monje puede trabajar. Un
pequeño jardín donde el monje cultiva sus flores, hortalizas y que le
sirve de asueto, completa la planta baja de la ermita.
En la planta superior se encuentra el oratorio, una pequeña
habitación que sirve de estudio. Luego el dormitorio y el
servicio.

Los domingos y festivos domina la vida de comunidad, ya que todos


los oficios litúrgicos se cantan en la Iglesia. Esos días se come en el
refectorio común y hay un rato de recreación.
El lunes también hay un paseo de unas 4 horas de duración en
el que se conversa animadamente.

La vida del Cartujo tiene que conjugar aspectos tan opuestos como la
vida eremítica y la vida comunitaria, la soledad y la vida fraterna, el
silencio y la cordialidad.
En la síntesis está el equilibrio.
___________________________________________________________
Los Cartujos defienden con firmeza su silencio y retiro del mundo para poder
vivir su carisma propio y específico, huyen de la publicidad y raramente
conceden entrevistas a los medios de comunicación. No es de extrañar que por
ello sean poco conocidos. Sin embargo, la vida solitaria y en paz de los Cartujos
ha atraído siempre a hombres y mujeres hambrientos de infinito.
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“Encantado de ser Cartujo”:
http://www.vocatiochartreux.org/ENCANTADO%20DE%20SER%20CARTUJO.html

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Tres etapas en la vida contemplativa
Primera etapa

Es la etapa de oración en la que el orante se concentra más que todo


en evitar el pecado, aunque no siempre logra vencer el mal. Como
principiante tiene un conocimiento rudimentario de sí mismo y de
Dios. Poco a poco el Señor le va descubriendo sus defectos, lo que
tiene que mejorar de sí; y si en lugar de excusarse, responde
generosamente a la gracia buscando corregirse, Dios le va develando
al alma su miseria y su pobreza, haciéndoselas ver a la luz de Su
Infinita Misericordia.

 Aún ignora el amor propio y el egoísmo que hay en su


interior.
 Se rebela con frecuencia al tener una contrariedad o
sufrir alguna corrección.
 No pocas veces ve estos defectos mejor en los demás
que en sí mismo, confirmando la advertencia de
Jesucristo:
“¿Cómo es que miras la paja en el ojo de tu hermano y
no ves la viga en el tuyo?” [Mt. 7,3]
 Se puede decir que el principiante lleva dentro de sí un
diamante envuelto todavía en otros minerales
inferiores, y no conoce aún ni el valor del diamante ni
la inferioridad de lo que lo cubre.
 Su conocimiento de Dios es incipiente: quizás a través
de la naturaleza o de las parábolas, de oraciones
comunitarias o de la Liturgia.
 Aún no se ha familiarizado con los Misterios de la
Salvación, ni puede penetrar en el Misterio de la
Bondad Infinita de Dios.
 Su amor a Dios es más bien un santo temor por miedo
al castigo; posteriormente, éste se convierte en miedo
a ofender a Dios.

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 La oración del principiante es vocal, pudiendo ser de
oraciones ya hechas u oraciones espontáneas, como
una conversación con Dios. Poco a poco, la oración se
va simplificando cada vez más hasta intentar la
oración de recogimiento.
 Si el alma va respondiendo generosamente a la gracia,
el Señor suele enviar gozos sensibles en la oración o en
la lectura de la Palabra.
-En esta etapa existe el peligro de habituarse y
complacerse demasiado en la gratificación que
puede venir con la oración de recogimiento,
como si lo sensible fuera un fin y no un medio.
-Se corre el riesgo de caer en lo que San Juan de
la Cruz denomina “gula espiritual” y también es
un inconsciente orgullo sobre las cosas
espirituales, al considerar inferiores a los
demás.
-Sin embargo, en esta etapa comienzan a brotar
los primeros grados de humildad, que hacen que
desconfiemos de nuestras fuerzas y que
confiemos en Dios.

Segunda etapa

Así como los Apóstoles sufrieron la privación de la presencia física de


Jesús durante la Pasión, y en ese momento de profunda crisis lo
abandonaron, llegando Pedro a negarle, éste, por el fervor de su

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arrepentimiento “lloró amargamente” [Mt. 26,75]. Y no sólo recuperó
la gracia perdida, sino que fue ascendido a un grado superior. El Señor
lo curó de su presunción [cfr. Jn. 13, 6-38] para que fuera más humilde,
poniendo su confianza en Dios y no en sí mismo.

No siempre la segunda conversión viene precedida -como en el caso


de Pedro- de una caída más o menos grave. Podría venir en forma de
una injusticia que se nos hace, una persecución que debo sufrir… En
este caso, el Señor nos ayuda a perdonar al causante de nuestra
situación. En el caso de la caída, nos hace crecer en humildad {como
Pedro}. Podría venir también esta segunda conversión por la muerte
de un ser querido, por una desgracia, por un fracaso o por otra
circunstancia que nos hace ver la poca importancia de las cosas
terrenas y su temporalidad, frente al gran valor de las cosas de
Dios. Cualquiera que sea la situación, si se aprovecha adecuadamente
de acuerdo con el plan de Dios, hace que el alma pueda ascender a
una etapa superior de la vida espiritual.
 Esta purificación, correspondiente a lo que San Juan
de la Cruz denomina “Noche Oscura de los Sentidos”,
consiste en una aridez [sequedad] y hasta dificultad
para la oración, causadas precisamente por el Señor,
con la privación del gozo o fervor del alma, llegado a
través de la mente o de los sentidos, para introducirla
en una nueva modalidad de la gracia, la cual en
principio no es captada por el alma.

 Viene luego una efusión especial del Espíritu Santo,


cuya influencia se nota en una mayor apertura y
docilidad del alma a Sus inspiraciones.
-En esta etapa de purificación en la aridez, es
sumamente importante LA PERSEVERANCIA.
Por encima de las apariencias, DIOS ESTÁ
PRESENTE y no debemos caer en la tentación de
dejar la oración.

 Después de la segunda conversión, el alma comienza


a adentrarse en LOS MISTERIOS DE LA SALVACIÓN,
que van desde la infancia del Salvador y Su vida
pública, pasando por la Pasión, hasta Su Resurrección

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y Ascensión, culminando con Pentecostés. Estos
misterios se me ofrecen en toda su riqueza a través del
Santo Rosario y del Viacrucis.
-En esta etapa, el Santo Rosario YA NO ES
UNA REPETICIÓN MECÁNICA de
Avemarías, sino LA OPORTUNIDAD PARA
PENETRAR EN LOS MISTERIOS DE LA
INFANCIA, LA PASIÓN Y LA GLORIA DE
CRISTO.
-Estas devociones se convierten, así, en
VERDADERAS PRÁCTICAS DE
CONTEMPLACIÓN Y DE INFLUJO DEL
ESPÍRITU SANTO.

 LOS MISTERIOS GOZOSOS me muestran las


verdaderas alegrías que no mueren. La Anunciación
del Dios-hecho-hombre, el Nacimiento del Salvador…

 LOS NUEVOS MISTERIOS LUMINOSOS: me remiten a


los hechos más importantes de la vida pública de Jesús y
me invitan a seguirle, al responder a Su Predicación del
Reino y el llamado a la conversión.

 LOS MISTERIOS DOLOROSOS Y EL VÍA CRUCIS me


muestran el valor del sufrimiento y me enseñan a abrazar
mi cruz, con resignación y con alegría.

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 LOS MISTERIOS GLORIOSOS me muestran el camino
que me lleva a la perfecta felicidad eterna, frente a la
fragilidad e insuficiencia de las cosas terrenas, todas
temporales.

En esta segunda etapa, el alma va recibiendo nuevas luces que a


veces no comprende, pero que la ayudan a penetrar más y más el
espíritu del Evangelio.
La Palabra de Dios y la Eucaristía comienzan a hacer
y ser vida.
Empieza a sentir como propia la vida de la Iglesia,
formando parte de una comunidad eclesial.

En su oración, dentro de la aridez propia de esta etapa, pueden darse


actos aislados de contemplación. Gran impedimento para progresar:
la presunción por la que uno cree saberlo ya todo en la vida interior.
Aunque las lecturas espirituales son muy
provechosas y necesarias, no dejar la oración por
éstas.
Dice un gran doctor de la Iglesia, San Juan de la Cruz,
que más aprendió orando al pie de un Crucifijo o
frente al Sagrario que en los libros más sabios, pues
“en la oración íntima [contemplación] está el
Espíritu que vivifica y en un instante instruye con
una luz que hace comprender y hace vida”.

En esta etapa surgen otros frutos del Espíritu, como la


magnanimidad, la paciencia, la mansedumbre, la afabilidad, la
fidelidad o perseverancia, la templanza o dominio de sí. Además,
se da la entrega total del alma a la Voluntad de Dios, llamada por
Santa Teresa de Jesús “desposorio espiritual”.

En esta fase, sin embargo, el alma aún no queda libre de las


interferencias de la sensibilidad de la carne y del mundo, por lo cual
a veces puede perder la paz, y hasta retroceder y caer.

En esta segunda etapa, aparecen LOS CARISMAS [DONES


CARISMÁTICOS] Y LAS GRACIAS EXTRAORDINARIAS.

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Llamados por los místicos GRACIAS EXTRAORDINARIAS: son
dados para utilidad de la comunidad.

LOS CARISMAS son dones espirituales gratuitamente derramados,


que no dependen del mérito ni de la santidad personal, ni tampoco
son necesarios para llegar a la santidad.
Sin embargo, el ejercicio abnegado de ellos produce
progreso en la vida espiritual, por ser actos de
servicio al prójimo.

Segunda etapa

La tercera conversión es semejante a la de los Apóstoles, cuando


después de la Ascensión se vieron privados totalmente de la Presencia
del Señor en la Tierra.
 Todavía quedan en el alma impurezas que le
impiden la unión total con Dios, que es la
característica de la tercera etapa.
 Por ello, debe pasar por la más difícil de las
purificaciones.
 San Pedro: “Es preciso que todavía seáis afligidos
con diversas pruebas, a fin de que la calidad de
vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero,
que es probado al fuego, se convierta en motivo de
alabanza, de gloria y de honor en la Revelación de
Jesucristo” [1ª Pedro 1, 6-8].

San Juan de la Cruz describe La Noche Oscura del Alma [del


Espíritu] por la que el alma tiene que pasar para entrar en esta
tercera etapa de unión con Dios como “la fuerte lejía de la
purgación de esta noche del espíritu, sin la cual no podrá venir
a la pureza de la unión divina”.

Esta tercera conversión o Noche Oscura del Alma no se trata de una


aridez o sequedad [como en la segunda conversión]: es una verdadera
desolación de orden espiritual.
 Mientras el alma anhela a Dios, se siente
abandonada de Él.
 El alma debe caminar a oscuras, en pura fe.

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 Tal como aconteció a los Apóstoles el día de la
Ascensión del Señor.
 Hasta ese momento, su intimidad con Él iba
siempre en aumento; pero ese día, Jesús subió a los
Cielos, de modo que ya no le verían más en la
Tierra: les dejó privados de Su Presencia y de Sus
Palabras que les daban vida.
 Los Apóstoles debieron sentirse muy solos,
aislados y abandonados, penando en las
dificultades de la misión que les había
encomendado: la conversión de un mundo impío,
sumergido en los errores del paganismo, y en las
persecuciones y los sufrimientos que les
esperaban. Debieron recordar las palabras de
Jesús: “Conviene que yo me vaya, porque si no me
voy, el Divino Consolador no vendrá a vosotros;
mas, si yo me voy, os lo enviaré” [Juan 16,7] = es
decir, convenía que les privara de Su Presencia
Sensible, pues estaban aficionados a la
humanidad de Cristo y no podían elevarse al amor
espiritual de Su Divinidad: no estaban preparados
aún para recibir al Espíritu Santo.

Al considerar esta privación de la presencia terrena de Cristo, que


precedió a la profunda transformación que los Apóstoles sufrieron en
Pentecostés, se ve en qué consiste esta Noche Oscura y cuál es su
finalidad:
 El alma queda envuelta en una verdadera noche
espiritual, al verse privada de las luces que hasta
ahora la iluminaban, para luego experimentar
una efusión especial de unión con Dios.

Sin embargo, según explica San Juan de la Cruz:


 Esta oscuridad no es realmente tal, sino más bien
una luz excesiva que encandila al alma.
 “La Divina Sabiduría nos parece oscura por estar
muy sobre la natural capacidad de nuestra
inteligencia; y cuanto más nos embiste, más
oscura nos parece”.

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En esta prueba, como en otras, debemos creer muy firmemente en lo
que el Señor nos ha dicho acerca de la eficacia purificadora del
sufrimiento y de la cruz, y esperar contra todas las apariencias,
orando continuamente.

Siguiendo a San Pablo:


“Atribulados en todo, mas no aplastados; perplejos,
mas no desesperados; perseguidos, mas no
abandonados; derribados, mas no aniquilados.
Llevamos siempre en nuestra persona el morir de
Jesús, a fin de que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestra persona” [2ª Corintios 4, 8-12].

Esta noche oscura puede ir acompañada de grandes tentaciones,


sobre todo contra la fe, como sucedió a muchos santos: entre ellos,
a Santa Teresita del Niño Jesús y a San Vicente de Paúl.

Así describe Santa Teresa de Jesús esta noche oscura del alma:
“¡Oh, válgame Dios! Y qué son los trabajos interiores
y exteriores que padece un alma hasta que entre en
la séptima morada… Ningún consuelo se admite en
esta tempestad… En fin, que ningún remedio hay en
esta tempestad, sino aguardar la misericordia de
Dios, que a deshora, con una palabra suya o una
ocasión, le quita todo tan de presto, que parece no
hubo nublado en aquella alma, según queda llena de
sol y de mucho más consuelo”.

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Esta tercera fase lleva a la unión total del alma con Dios, el más
alto grado de unión con Dios posible en la Tierra. Santa Teresa de
Jesús la define como “EL MATRIMONIO ESPIRITUAL”. Y San Juan
de la Cruz, “LA TRANSFORMACIÓN TOTAL EN EL AMADO, EN
QUE SE ENTREGAN AMBAS PARTES POR TOTAL POSESIÓN DE
LA UNA A LA OTRA”.
 Depende de una perfecta donación del alma a Dios
y de Dios al alma.
 El alma humana NO es parte ni pasa a formar
parte de la Divinidad [como proponen el monismo y
el panteísmo].
 La transformación total en Dios [de la que habla
San Juan de la Cruz] no se da por “fusión” con la
Divinidad, sino por “posesión” = el alma se entrega
totalmente a Dios, que la posee tomando la
dirección de toda su vida e inspirándola en cada
uno de sus actos = y la creatura posee a su Dios, no
sólo como a quien mora en ella sino como a quien
la vivifica, la mueve y la gobierna.

San Pablo describe esta etapa así:


“Ya no soy yo quien vivo, sino es Cristo quien vive en
mí” [Gálatas 2,20].

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“Encantado/a de ser Cartujo/a”:
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La espartana vida de Cartujo

El Monasterio de Porta Coeli, en Serra [Valencia, España] alberga a


20 religiosos cartujos, entre sacerdotes y legos, que sólo hablan entre
sí durante una caminata de 4 horas por la montaña los domingos en
la tarde.

Adentrarse en una Cartuja no es fácil para quien no tenga segura su


vocación. El silencio y el recogimiento marcan la vida de estas
comunidades religiosas. Raramente se permiten visitas. Las mujeres
nunca han entrado. En el muro exterior hay una cartelera indicando
que la Cartuja es un lugar de silencio y de oración, no para visitas
turísticas.

http://www.cartujadeportacoeli.org/

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A diario, son muchos los curiosos que quieren adentrarse en ella. Pero
sólo cruzan la primera puerta y contemplan los campos que trabajan
los hermanos legos, una panorámica sorprendente.

Si a los curiosos se les permitiera entrar los cartujos tendrían


que emigrar, como lo han hecho los de Zaragoza [España], que han
venido a Serra a continuar su vida religiosa de claustro y
contemplación, al ser asediados por su estilo de vida que para muchos
es el ideal de vida.

La de Porta Coeli, Puerta del Cielo, en Serra, es una fortaleza


inexpugnable, cuya vida eremítica comenzó en 1272, luego de la
reconquista jaimina, sobre terrenos que en el “Llibre del
Repartiment” aparecen como Valle de Lullén, lugar perfecto para que
allí acontezca el más absoluto silencio para adorar a Dios y orar por
las necesidades del mundo y de la Iglesia.

Los cuerpos del conjunto monumental histórico se han construido


poco a poco. Está lleno de hermosas capillas, donde separadamente
cada padre de los 12 que hay celebra Misa individualmente, aparte de
asistir en conjunto a la Misa Conventual. La Iglesia principal, en
origen gótica, convertida al neoclásico en el siglo XVIII, tiene en su
fachada un reloj de sol y luna que mide las horas del día y de la noche.
Una de las alas alberga el coro de Padres y Hermanos. La imagen de
la Virgen María que preside el retablo de la Catedral de Valencia, en
su presbiterio, procede de Porta Coeli. En el Museo de Bellas Artes
hay varios lienzos de este hermoso lugar. Sólo quedan aquí los frescos
de Camarón y Planes.

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Los monjes no salen de sus celdas

Hoy, la Cartuja es pobreza estricta y silencio.


El silencio sobrecoge.
Moran en el lugar 20 religiosos.
No salen de sus celdas, en jerga cartujana cubiculum.
Todas las celdas están dotadas de un pequeño huerto que trabajan.
Las habitaciones están dispuestas en torno a un patio central con
claustro, que sirve de cementerio, lleno de cruces sin nombre.
Los monjes fallecidos son sepultados sin ataúd.

En el día, oran y trabajan dentro de sus cuartos.


Cada cual, en su especialidad, haciendo cosas que pueden vender:
trabajo en madera, licores de hierbas maceradas, vino, panadería,
repostería, cultivos de flores y hortalizas, productos orgánicos,
granos y cereales.
Los legos están en otra zona del Monasterio, ellos sí salen de sus
celdas a trabajar en los huertos exteriores: cultivan naranjas, viñas y
hortalizas diversas. Hacen vino de naranja, manzana y uva.
Se pasan el día en oración.
Entre rezo y rezo, atienden sus obligaciones laborales.

La norma general es no hablar.


Si algo se puede decir en 3 palabras, mejor una: para que el
silencio haga más fructífera la oración.

El programa diario es de legionario.


Se acuestan a las 7:30 pm y se levantan a las 11:30 pm para Maitines y
Laudes; luego vuelven a dormir a las 2:30 am hasta las 4:30 am,
cuando se levantan a rezar y cantar en gregoriano el Oficio y la Misa
Conventual, seguida de las individuales: Prima, Tercia, Sexta.
No paran.
Y entre una y otra, trabajo laboral.

La comida es en solitario, a las 11:45 am, c/u en su habitación.


El cocinero, que lo es por turnos, les deja la comida a sus
compañeros, en el torno.
Por la tarde, Nona y Vísperas; entre una y otras, trabajo.
A las 6 de la tarde, la cena frugal. Son vegetarianos.

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Luego rezan Completas.
Y vuelta a empezar.
Los días festivos y domingos comen en el Refectorio, todos juntos.
Como todos juntos van de paseo por 4 horas el domingo en la tarde:
hermanos y padres salen a pasear por la montaña, por separado,
donde sí pueden hablar entre sí.

Quien tiene más libertad de desplazamiento y para hablar es el


Padre Procurador, una especie de apoderado [gerente], en este caso
es el Padre Guillermo, un mendocino de 42 años, con sentido del
humor, muy inteligente y eficaz, con una mirada de paz y una
serenidad que evidencian que Dios vive en él. Lleva adelante todos
los asuntos de administración y economía del Monasterio. Carga
con los sufrimientos de la crisis de quien la tenga y de quienes
tienen dificultades para cumplir con sus votos de obediencia,
pobreza y castidad. Él es el encargado, con uno de sus hermanos, de
vender los productos de los campos que cultiva. Y como cualquier
otro labrador, sufre por las pérdidas de sus cosechas. Tiene buen
olfato y asegura que este año la campaña naranjera mejorará, que va
a ser buena, porque no ha llovido demasiado.

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Los monjes de este Monasterio sólo pueden recibir 2 visitas al año
de familiares y amigos. A la calle salen sólo por una operación
quirúrgica, consulta médica especialista o pruebas de laboratorio.
Van rapados al cero. Sus hábitos son telas de lino, muy bien
conservadas pero viejas. Nunca comen carne, sólo verduras, granos,
cereales, frutas, vegetales y hortalizas que ellos mismos cultivan.

Tienen que estar psicológicamente muy preparados y


emocionalmente equilibrados para esta vida espartana en soledad. A
pesar de ello, la mitad son jóvenes que un día llegaron aquí y se
quedaron seducidos por Dios. Hoy les llegan peticiones de
información para ingresar hasta por internet, cuenta de correo que
sólo usan para enviar o recibir información.

“En la soledad, el hombre se purifica y se guarda puro; se conoce a sí


mismo y se inicia en el amor a Dios. En la soledad aprende a mortificar su
carne, a hacerse semejante a Dios, a unirse a Él. Quien tiene el gusto
de la soledad, tiene el gusto de Dios. Allí todas las cosas del mundo se
hacen extrañas al hombre, todas las cargas se vuelven ligeras por el sabor
de los bienes celestiales. El hombre se pierde a sí mismo y encuentra
a Dios. Pero esta soledad, muy pocos la conocen y muy pocos saben
amarla; si los hombres tuvieran la mirada más profunda, verían qué
tesoro está escondido en ella, y todos correrían a ella…”.

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“Permanece asiduamente en tu santuario interior…
No te des a nada con exceso; conténtate con el uso sencillo de las cosas
presentes de las que hay que ocuparse cuando es preciso, sin que tu
corazón se pegue a ellas.
Remite a Dios enseguida todo acontecimiento triste o alegre.
Vive sin multiplicidad, a fin de que Dios permanezca presente en ti.

Rechaza todo impedimento. No desees complacer a nadie, salvo a Dios


sólo. Elige con María la mejor parte, no vagabundees de aquí para allá…

Vuelve sin cesar a la soledad, a la conversación interior. El que tú


buscas no puede encontrarlo ningún sentido ni ninguna
inteligencia, sólo las almas puras lo reciben. Que Él sea tu
pensamiento, tu búsqueda continua, y, pase lo que pase, sigue tu camino.

Vuelve siempre así al interior donde está presente la verdad misma. No


llegarás jamás allá en el borboteo inconsistente de las palabras. Guarda,
pues, silencio, permanece en paz, soporta todo, ten confianza en
Dios. Haz lo que esté en tu poder, y pronto recibirás una maravillosa luz
para conocer los caminos tan perfectos de la vida interior”.

_________________________
La soledad es la atmósfera predominante de la vida cartujana.
Lo que era la soledad del desierto para los antiguos monjes del
oriente cristiano, es para el cartujo la soledad de su Monasterio y de
su ermita dentro de él.
“Hemos sido llamados especialmente a la vida solitaria”, declaran
desde sus Estatutos Cartujanos.

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Si el Cartujo busca y emplea la soledad, no es precisamente para
llevar una existencia sin preocupaciones, sino para imitar a los
antiguos atletas del desierto en los duros combates del espíritu, a fin
de liberarse totalmente de todo lo terreno y de sí mismo, para
abrirse a la influencia del Espíritu de Dios que desea transformar
nuestro corazón en luz.

El silencio cartujano es el camino más eficaz para crecer en el amor


auténtico, en la caridad.
El ambiente de total silencio, de recogimiento, de intimidad
religiosa, hace posible y conduce al silencio interior, sin el cual el
exterior -más que silencio- sería mutismo.

Pero no tendría sentido buscar el silencio por sí mismo; sería,


además, perjudicial hacerlo así.
¿Qué sucede, pues, en ese silencio?
En palabras de un monje contemporáneo:
“Ese silencio es LO ÚNICO que hace posible que el
Espíritu Santo actúe según Su Voluntad en el alma…
Ese vacío y ese silencio constituyen en sí mismos
UNA LLAMADA, LA LLAMADA INFINITA DEL ALMA
HACIA DIOS. Infinita en cuanto que recibe su
origen de la Infinitud misma del Amor Creador de
Dios”.

Ese silencio profundo, además, es una alabanza a Dios.


Salmo 65,2: “La alabanza para Ti es el silencio”.

“La alabanza más elevada y auténtica es este silencio. Silencio que ahora el Espíritu hace
que resuene con la Palabra Eterna. Un silencio lleno de esperanza. Simple mirada
dirigida a Aquél que está ahí”.

Los maestros espirituales, sobre


todo los místicos, coinciden en resaltar la importancia del silencio.

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Para ellos, es un elemento crucial en el camino hacia Dios.
Se podrían multiplicar las citas, pero Dionisio -insigne místico
Cartujano- lo explica a la perfección:
“¡Oh, alma mía! Sufres mucho porque piensas en demasiadas cosas. Deja
todo eso y no pienses más que en lo único necesario. Así, tu trabajo será
menos duro. Pero si quieres y puedes, no pienses en las cosas creadas y no
sufrirás más, tendrás paz en el silencio interior, en el reposo con Dios que
place al Señor más que todo trabajo y que cualquier otro ejercicio”.

Enciclopedia de Místicos, palabra Cartujos:


“El arte supremo no es amar ni conocer, el arte supremo es
MANTENERSE SILENCIOSO. Ese silencio engendra el conocimiento
y el amor, la virginidad del corazón”.
Es decir: el silencio es el camino más rápido y eficaz para crecer en
el amor auténtico, en la caridad.
Este silencio interior -a pesar del duro trabajo que es preciso realizar
para conseguirlo- no es ninguna situación artificial, forzada, sino
que es la única verdaderamente natural.

El silencio es nuestra naturaleza profunda.


“No hay que crear el silencio. No tenemos que introducirlo dentro de
nosotros. Está ahí ya. Y se trata sencillamente de dejarlo aparecer…
Cuando se ha oído dentro de sí el verdadero silencio, se tiene sed de
volverlo a encontrar. Está ahí, siempre ahí, aunque no se le oiga. Sólo el
silencio, incluso cuando es tinieblas, nos acerca a la Luz Contemplativa”.

La dificultad para llegar a tal estado, y mantenerse en él, se debe a


la actividad incesante de nuestra mente. El silencio profundo
supone una verdadera penitencia para nuestro ego, pues lo combate
y anula.
El que protesta es “nuestro yo superficial, naturalmente, no
nuestro verdadero yo. No, nuestro verdadero e íntimo yo lo
aprecia como una totalidad por encima de toda medida”.

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San Juan Clímaco -sabio monje del siglo VI- resume así los
beneficios del silencio:
“El silencio es madre de la oración, reparo de la distracción, examen de
los pensamientos, atalaya de enemigos, incentivo de la devoción,
compañero perpetuo del llanto, amigo de las lágrimas, recordatorio de la
muerte, pintor de tormentos, inquisidor del juicio divino, sostén de la
santa tristeza, enemigo de la presunción, esposo de la quietud, adversario
de la ambición, auxiliar de la sabiduría, obrero de la meditación, progreso
secreto para un secreto acercamiento a Dios”.

_________________________

¿Qué es el trabajo en La Cartuja?


"El silencio no dará nunca a Dios,
pero Dios se da en el silencio;
no es el desierto el que da a Dios,
pero Dios se concede en el desierto":
-Prior de la Cartuja de la Serra San Bruno-

Hay que subrayar que ante todo el trabajo de los Hermanos es


monástico; no son empleados cuya razón principal sea hacer
funcionar el Monasterio. Su trabajo monástico se trata de un acto
religioso que ayuda a mejorar la práctica de las virtudes y que acerca
a Dios.

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¿Cómo logran, en pleno trabajo, conservar el espíritu de oración y
soledad?
Los Estatutos de la Orden aconsejan usar frecuentemente
jaculatorias. Incluso, interrumpir el trabajo con breves
momentos de oración.

¿Trabajan los Cartujos en grupo?


Si es posible, se procura que c/u trabaje de forma
individual en la obediencia encomendada.

¿Es importante el silencio?


Es fundamental trabajar en silencio, vivir en silencio,
llevar una vida en silencio la mayor parte del tiempo.
Estatutos: «Sólo el recogimiento durante el trabajo hará
del Hermano un contemplativo».

¿Tanta concentración espiritual va en contra de la eficacia laboral?


Normalmente no. En su campo de trabajo, el Hermano
goza de libertad e iniciativa. La dedicación y el interés por
su trabajo suele convertir a los Hermanos Cartujos en
verdaderos especialistas.

¿Cómo está regulada la oración «oficial» para los Hermanos Cartujos?


Como la de los Monjes del Claustro, por el rezo de las
Horas Canónicas, aunque algo más reducida.

¿Con qué suplen los Hermanos las Horas Canónicas?


Es frecuente que los Hermanos prefieran rezar
determinado número de Padrenuestros y Avemarías por
cada Hora del Oficio Divino. Así se hacía antiguamente.

¿Cuándo oyen Misa los Hermanos?


Pueden oír la Santa Misa que les dice el Padre
Procurador, muy de mañana. Si lo prefieren, pueden
asistir a la Misa Conventual con los Padres.

¿Qué hacen y dónde están los Hermanos entre la Santa Misa y la hora
del trabajo?

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En sus celdas, dedicados a la oración contemplativa, a la
adoración y a la lectura espiritual. Acabado el trabajo, al
mediodía, antes de la comida, hacen una visita al
Santísimo Sacramento del Altar durante 15 minutos. Por
la tarde, frecuentemente interrumpen el trabajo para
dirigirse a la Iglesia y cantar las Vísperas con los Padres,
aunque no están obligados a ello. Su jornada de trabajo
finaliza hacia las 6:30 pm. Antes de cenar, algunos
aprovechan para hacer otra visita de 15 minutos al
Santísimo Sacramento del Altar. Habiendo cenado,
terminan los rezos que ponen fin a la jornada Cartujana
y se van a dormir hacia las 8 de la noche. A medianoche
se levantan para asistir a los Maitines con los Padres y
vuelven a dormir hacia las 2 de la madrugada, antes que
los Padres, pues no están obligados a asistir a los Laudes
-salvo en días festivos. Al llegar a sus celdas, antes de
dormir, los Hermanos dedican un cuarto de hora a la
llamada “oración materna”, que hace tomar conciencia
al Hermano Cartujo de su papel de intercesor: postrado
en tierra, va exponiendo al Señor, lentamente, las
necesidades de la Iglesia, del mundo y de sus
Hermanos. Nadie escapa a las intenciones de esta
oración: desde el Papa, hasta el último pecador de la
noche en que descansan sus hermanos, los hombres.

________________________

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Espiritualidad de La Cartuja
Aspectos característicos

A DIOS SÓLO

Los Cartujos no se ocupan de la predicación, la enseñanza o el


cuidado a los enfermos. Su puesto en la Iglesia es la vida
contemplativa. Un misterio afín al misterio de Dios, de cuya
grandeza e incomprensibilidad participa de alguna manera el monje
Cartujo. Más allá del cuidado por las cosas del mundo, más allá
incluso de todo ideal humano y de la propia perfección, el Cartujo
busca a Dios, vive sólo para Dios, dedicado en cuerpo y alma a alabar
y adorar a Dios.

Este es el secreto de la vida puramente contemplativa.


Vivir sólo para Dios.
No desear más que a Dios.
No saber sino a Dios.
No poseer más que a Dios.

Quien sienta a Dios como el Supremo Valor, comprenderá con


facilidad esta vida de radical consagración que es, sin más, la vida del
Cartujo.

Pero este bello ideal exige un clima adecuado para desarrollarse. Este
clima lo forman los usos u observancias Cartujanas, que encuentran
así su verdadero sentido.
Consideradas aisladamente, sin relación con su fin, serían
incomprensibles y no pasarían de ser una colección de prácticas
curiosas desde el ascetismo.

LA SOLEDAD Y EL SILENCIO

Las palabras que más se repiten en la vida de La Cartuja.


La espiritualidad Cartujana es la espiritualidad del desierto.

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Estatutos de La Cartuja: “Los Fundadores de nuestra Orden
seguían la luz de Oriente, la de aquellos antiguos monjes que,
con el recuerdo de la sangre derramada por Nuestro Señor
Jesucristo aún fresco en sus corazones, llenaron los desiertos
para gozar de las ventajas de la soledad y de la pobreza de
espíritu”.

La Sagrada Escritura y la tradición de la Iglesia ofrecen argumentos sólidos


para colocar la vida solitaria por encima de cualquier otra vocación. Dom
Guigo, cuarto sucesos de San Bruno [eremitorio de Chartreuse]: “La
soledad es el medio más apto para la unión con Dios. La suavidad de la
salmodia, el gusto por la lectura, el fervor de la oración, la profundidad
de la meditación, las luces de la contemplación y el don de lágrimas*, en
ninguna parte pueden encontrar un ambiente tan propicio como en la
soledad”. Toda la legislación de La Cartuja tiende a conservar y
favorecer esta SOLEDAD Y SILENCIO que son las notas más
destacadas de la espiritualidad del desierto y de la espiritualidad
cartujana.

*El don de lágrimas es una gracia espiritual, bien explicada por


Santa Teresa de Jesús como un regalo espontáneo del Espíritu
Santo, concedido para la sanación de alma y espíritu. El fruto de
estas lágrimas afecta al destinatario de este regalo y a otras personas que
presencian la alegría y la paz duradera. Es una forma en que el Espíritu
Santo actúa en el alma de una persona. Es un fenómeno mencionado en
los autores espirituales desde muy temprano en la Iglesia.
Se refiere a una intensa experiencia personal de Dios, que se
desborda en abundantes lágrimas.
Santa Teresa de Jesús, bien conocida por sus éxtasis espirituales,
comparó el don de lágrimas con el estado de contemplación, la cual es
divergente de la meditación, en la que uno debe ser invitado por Dios para
entrar en la contemplación.
El don de lágrimas se experimenta como un desbordamiento espiritual
expresado de forma emocional y fisiológica, crea un gran confort en el
alma de uno y es un estímulo profundo para la persona que recibe el
regalo, así como para los que lo presencian, a veces, en tal caso.
Durante la infusión de este regalo, la persona puede ser incapaz
de articular lo que está sucediendo dentro de ella. Puede ser
consciente de que su corazón ha sido capturado por su “amante” de una
manera inexplicable. También puede notar que ella está en un estado de
oración sin palabras, como presa. Que es una oferta subconsciente de
amor, un medio de comunicación con Dios sin palabras.
El don de lágrimas puede llevar a la persona a experimentar el
sabor del estado unitivo espiritual, pero en la medida que llega
rápidamente, casi siempre se va con la misma rapidez.

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Es un presagio transitorio de dicha eterna, que está destinado a
estimular e inspirar al destinatario en su viaje espiritual. De este
modo, Dios quiere que perseveremos cuando Él nos concede este
hermoso regalo.
Como todos los dones de este tipo [“carismáticos”] está dado libremente
por el Espíritu Santo de acuerdo con la sabiduría de Dios.
Puede suceder una o varias veces, incluso puede repetirse durante
toda la vida, aunque ciertamente no tiene por qué.
En sí mismo, el don de lágrimas no es un indicativo de que alguien ha
alcanzado un alto nivel de santidad, ni crea directamente un mayor
grado de unión con Dios. Más bien: tiene la intención de animar a la
persona que lo recibe y a los que lo presencian.
En este sentido, es un poderoso estimulante para una mayor fidelidad a la
voluntad de Dios en la propia vida. Confirma las buenas decisiones ya
tomadas. Y es un escudo contra las tentaciones futuras.
Si alguien recibe este regalo, debe aceptarlo con GRATITUD Y
HUMILDAD, pero no construir su vida alrededor de él.

Este don de lágrimas se diferencia de las lágrimas normales: en lo que


desencadena [porque se desencadena por una experiencia de Dios] y no
por el dolor natural, o la tristeza, o la alegría; así mismo, en la forma en
que se produce fisiológicamente: generalmente, estas lágrimas son
abundantes y no están acompañadas por el tipo habitual de llanto
o distorsión de los músculos faciales.
Alguien que tiene un carácter especialmente sensible, a menudo puede ser
movido a las lágrimas naturales por hermosas realidades espirituales.
Esto puede ser algo muy bueno, pero puede que no sea estrictamente lo
mismo que el don de lágrimas.
Del mismo modo, alguien puede pasar por periodos o momentos en que
los que se ve aumentada su sensibilidad natural, por el estrés, el
agotamiento o un duelo no resuelto, por ejemplo. Y esto podría hacerle
más susceptible a derramar lágrimas en respuesta a la estimulación
emocional normal, por la percepción de la belleza extraordinaria, tristeza
por el pecado, etcétera. Este tipo de llano puede ser emocionalmente
renovador y de gran beneficio personal. Porque llorar libera muchas
hormonas y toxinas, reduce los niveles de estrés y aligera el alma, pero
estrictamente no es el don de lágrimas.

La mejor distinción del don espiritual es EL FRUTO RESULTANTE.


¿Queda usted lleno de una paz perdurable y/o mayor amor a Dios?
¿Quedan igual las personas que le rodean a usted?
Siempre recordar: POR SUS FRUTOS SE CONOCERÁN.

Los santos declaran la importancia de aceptar con gratitud esta


inesperada fuente de consuelo o esta penetración divina, pero advierten
en contra de la distracción de AMAR EL REGALO Y NO AL DADOR.
Es decir: no debemos centrar nuestra atención en ningún carisma
espiritual que sucede para bendecir nuestra vida, sino acercarnos con
humildad y acción de gracias sincera y sentida, permitiendo que se
convierta en un recuerdo fugaz; no detenerse en el deleite.

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No podemos estar absolutamente seguros de que un don espiritual como
el don de lágrimas, la contemplación u otro más se derive de Dios. El
Tentador sabe cómo atraernos con sigilo, incluso a través de tales
experiencias aparentemente benévolas y santas.
Como todas las maravillas inexplicables y sobrenaturales, hay que
exhibir una santa indiferencia hacia delicias espirituales
sensoriales. Cuando todo lo demás se desvanece y nos quedamos sólo
con el desierto en el corazón, sabemos que nuestra fidelidad -a pesar de la
ausencia de las maravillas sobrenaturales- es agradable a Dios y le
muestra cuánto Lo amamos a Él, no por causa de lo que Él nos da.

LOS ESTATUTOS DE LA CARTUJA

 Prohíben, por ejemplo, que el Cartujo predique,


confiese y dé acompañamiento espiritual, cosas que en
sí misma son excelentes, pero no están en la línea de
su vocación contemplativa.
 El Concilio Vaticano II ha dicho claramente que “el
deber de Los Contemplativos es vacar sólo a Dios
en la soledad y el silencio, por mucho que urjan las
necesidades del apostolado activo” [Perfectae
Caritatis, 7].

LOS MONJES Y EL MUNDO

¿Cómo logran zafarse de la invasión de los medios de comunicación


y la tecnología? En La Cartuja no existe la radio, ni la televisión. Los
Estatutos recomiendan tener prudencia con las lecturas profanas. Los
monjes necesitan “vivir ajenos a los rumores del siglo”, como algo
elemental en la vida solitaria.

De todas formas, el Padre Prior se encarga de dar a los monjes las


noticias que no estaría bien ignorar, para que la fraternidad
[comunidad] pueda presentar ante el Señor las necesidades de la
humanidad y del mundo. Toda la vida y la legislación Cartujas sobre
el silencio y la soledad son la letra de las observancias. El monje ve
reflejado en ellas el clima propicio de su vocación eremítica.

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Pero el monje Cartujo sabe muy bien que eso no es todo, ni siquiera
lo principal.

¿QUÉ ES NECESARIO PARA SER CARTUJO?

 Que se enamore de la soledad, para vivirla en el trato


y la intimidad con el Señor.
 El monje que sea perfectamente fiel a su vocación
sentirá que Dios le llama a soledades y silencios del
espíritu cada vez más profundos.
 En consecuencia, será una persona feliz.

EL SOSIEGO ESPIRITUAL

Soledades y silencios todavía más profundos, llevan a una serenidad


y un dominio de sí que no se encuentra fácilmente en el mundo
exterior. Ésta crea el ambiente propicio necesario para que pueda
desarrollarse una soledad más perfecta: la soledad interior.

La soledad interior consiste en un proceso espiritual por el que la


memoria, el entendimiento y la voluntad van muriendo a todo interés
y gusto por las cosas. En su lugar, Dios comienza a ser sentido como
LO ÚNICO QUE PUEDE SACIAR LAS HONDURAS DEL ESPÍRITU.

Sólo cuando el Cartujo descubre, admirado, que ya sólo lo llena


Dios, empieza a ser de verdad CONTEMPLATIVO.

Este sentir que ya sólo le llena Dios, produce tal sensación de libertad
interior y de gozo, que es difícil -si no, imposible- expresar con las
palabras. Esta experiencia contemplativa se trata de un proceso
espiritual que encontramos descrito ya en la espiritualidad de los
monjes del Desierto, como Evagrio, y en general en los místicos
cristianos de todos los tiempos.

Los Cartujos lo concretan en una palabra muy querida de San Bruno


y de los primeros Cartujos: «quies» = es decir, el sosiego o reposo
espiritual.

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El ambiente de soledad, el silencio de todo ruido perturbador de los
deseos y las imágenes terrenas, la atención tranquila y sosegada de la
mente en Dios, favorecida por la oración y la lectura pausada,
desembocan en esa «quies» [reposo del alma en Dios]. Reposo
simple, endiosado y gozoso, que hace sentir al monje -de alguna
manera- la belleza de la vida eterna.

La «quies» es la meta anhelada por el Cartujo. Es el sosiego que no se


encuentra ni siquiera en el canto gregoriano o en lecturas profundas.

FIDELIDAD A LA CRUZ

Sobre la fama de ser “mortificados y penitentes”, y específicamente


sobre el tema de las penitencias de La Cartuja, como sobre tantos
otros, existen las más extrañas ideas. Para los monjes Cartujos, las
penitencias son «simples medios para correr con más facilidad en
pos del Señor». No usan silicios, ni dejan de comer por varios días.

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Son penitencias y sacrificios que cualquiera puede hacer en su casa o
en su lugar de trabajo, sea donde sea que viva: el horario de oración;
la vida en silencio, aunque están rodeados de los demás Hermanos;
un día de ayuno a la semana [viernes] donde sólo comen pan, agua y
fruta; no comen carne porque respetan a todos los seres vivos y
comen pocas raciones de comida; alejados de los medios de
comunicación y de la tecnología, etc. En todo caso, son penitencias
que respetan la dignidad humana y no la llevan a extremos.

La penitencia personal, aunque hoy en día no es considerada un


medio infalible y ha sido sustituida por comprensión y diálogo,
supone en La Cartuja sacrificio y abnegación voluntarios; tienen, por
lo general, muy mala prensa cuando se ve desde afuera como un auto-
castigo o una especie de actividad masoquista, pero la suya equivale
a lo que hace un deportista preparándose para las Olimpiadas:
privaciones, entrenamiento riguroso y abstinencia de lo que le
perjudique en su avance hacia la gloria. Un deportista somete su
cuerpo a una dieta estricta, a muchas restricciones del mundo y a
penosos tratamientos. Los Cartujos hacen lo mismo, pero para
glorificar a Dios y avanzar en su crecimiento espiritual hacia Él.

Como los hombres nuevos que pide la Sagrada Escritura.

Las penitencias se resumen en:

 El alejamiento del mundo.


 La ausencia de noticias y pasatiempos.
 La división del sueño en dos tiempos.
 La aspereza de la ropa.
 La alimentación frugal.
 El ayuno de los viernes.

Posiblemente estas son las negaciones más costosas y las que más
afectan al novicio. Sin embargo, aquellas personas que han vivido
introspectivamente su vida, se adaptarán fácilmente a la vida Cartuja.

______________________________________________________

Gregorian Chant – Deum verum


https://www.youtube.com/watch?v=kK5AohCMX0U

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AYUNO Y COMIDA

En la Cartuja, los monjes hacen una sola comida al día, a base de


legumbres, hortalizas, granos, vegetales, cereales, pescado o huevos
y postre. Los días que no son de ayuno [todos, menos el viernes] se
toma una cena consistente en dos huevos o su equivalente en pescado
y alguna fruta.

Los viernes se ayuna en preparación para la Pascua: los ayunos


comienzan el 15 de septiembre, al día siguiente de la Fiesta de la
Exaltación de la Sana Cruz, y duran hasta Pascua [unos 7 meses]. El
ayuno consiste en hacer una sola comida al mediodía; en la tarde se
toma una colación: pedazo de pan con queso y alguna bebida caliente
o fría según la estación del año.

Todas las semanas, durante todo el año, se hace un día de abstinencia


de comida: sólo pan, agua y fruta. Generalmente es el viernes en
memoria de la Pasión de Cristo; pero si en la semana ocurre alguna
festividad, la abstinencia a pan, agua y fruta se hace la víspera de
dicha fiesta.

Tradicionalmente, desde los tiempos de San Bruno, JAMÁS SE COME


CARNE EN LA CARTUJA ni se sirve carne a nadie en las Casas de la
Orden. La espiritualidad franciscana, de respetar todo ser viviente
porque son nuestros hermanos, se acoge con respeto y reverencia por
el Creador.

La adaptación a este género de vida requiere tiempo y prudencia. Por


eso, los aspirantes y novicios van iniciándose poco a poco en los usos
y costumbres de La Cartuja, bajo la vigilancia y el consejo del Padre
Maestro de Novicios. Los Estatutos dicen: “Si alguno en un caso
determinado, o durante una temporada, sintiera que alguna de
nuestras observancias supera sus fuerzas y capacidades, que antes que
impulsarlo en el seguimiento de Cristo lo retarda, trate con filial
confianza el asunto con el Prior y acuerde con él la mitigación que
necesite”.

El tabaco está prohibido “por razones de abnegación y pobreza”.

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Estos son los aspectos más destacados de la ascesis cartujana. La
Orden los juzga suficientes y con un gran sentido de prudencia,
ordena formalmente que “nadie se entregue a ejercicios de
penitencia fuera de los indicados en los Estatutos, a no ser con el
conocimiento y aprobación de su Prior”.

La Cartuja ha heredado de San Bruno su moderación y equilibrio.


En carta a su amigo Raúl, el santo le describe con gran entusiasmo
la amenidad de los paisajes de Calabria, Italia; y, por si su amigo se
extrañara de estas expansiones menos espirituales, San Bruno
aclara: “Estas vistas sirven frecuentemente de solaz y respiro a
nuestro frágil espíritu, cuando está fatigado por una dura
disciplina y la continua aplicación a las cosas espirituales. El arco
siempre armado, o flojo, o quebrado”.

RASGOS DEL ESPÍRITU CARTUJANO

 La soledad
 El silencio
 La «quies» cartujana [sosiego, reposo espiritual]
 La simplicidad de costumbres
 La vida austera

Estos son los rasgos más destacados del espíritu Cartujano, que
coincide con las líneas maestras de la espiritualidad del Desierto.

________________________________________

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Peculiaridades de La Cartuja

EL CARTUJO:
UN ERMITAÑO INTEGRADO EN UNA FAMILIA
MONÁSTICA

Lo más característico de la vida del Cartujo es vivir en soledad y en


silencio. La Cartuja es de las sociedades de Occidente que más se
destaca por el eremitismo.
El Cartujo es, ante todo, un ermitaño que pasa casi todo
el día en su celda o ermita. Ésta es nuestra seña de
identidad más clara y nuestro carisma específico.

Este carisma de soledad responde a lo que dice San Pablo:


“En la Iglesia, no todos los miembros tienen la misma
función”.
“La vida de los Cartujos está consagrada a la alabanza de
Dios y a la oración de intercesión a favor de todos los
hombres”.

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Su carisma específico NO ES cuidar enfermos, ni predicar, ni educar
a la juventud, ni trabajar por una comunidad en conflicto. La
Cartuja no es una institución puramente eremítica:
La vida solitaria está equilibrada con una parte
importante de vida comunitaria, parte esencial del
carisma cartujano.

Desde los comienzos de la Orden, a pesar del fuerte


atractivo de San Bruno hacia el desierto, lo cierto es que
él no fue un solitario al estilo tradicional [como el de los
ermitaños Pablo, Antonio, Benito, que comenzaron
viviendo completamente solos en el desierto].
San Bruno nunca aparece solo, siempre le acompaña un
grupo de amigos que comparten sus mismos ideales.

Para los Cartujos, es importante vivir como ermitaños en sus celdas,


pero al mismo tiempo formando una familia unida en el seno del
Monasterio.
En siglos pasados se utilizó la palabra “familia” para
designar a las comunidades de Cartujos.
Los Estatutos actuales de la Orden también lo hacen.
Este aspecto de “familia” se vive de varias maneras: entre
ellos mismos cuidan a sus enfermos y ancianos,
ayudándoles en todo, acompañándoles siempre que sea
necesario -aunque para ello tengan que salir de sus
celdas. Y lo hacen con afecto y cariño, convencidos de que
el amor fraterno está por encima de cualquier otra
consideración y valor espiritual.

Los paseos y recreaciones en comunidad también tienen relación


con su vida “en familia”.
La recreación del domingo y el paseo semanal dan a la
vida eremítica de la Cartuja un ambiente familiar,
humano, evangélico, y ayuda a conservar un sano
equilibrio.

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LAS CELDAS:
SANTUARIOS

La celda es la vivienda del Cartujo.


De todas las dependencias del Monasterio, las celdas del
gran claustro son lo más característico de la Cartuja.
Básicamente, las celdas de todas las Cartujas se
componen de los mismos elementos, aunque su
distribución suele variar de unas a otras.
Están alojadas todas en el gran claustro, que es un largo
corredor, generalmente en forma de cuadrilátero.
La palabra “celda”, que los Cartujos vienen aplicando a
sus ermitas desde los orígenes de la Orden, induce
inevitablemente a error, pues evoca la idea de una
pequeña habitación. En realidad, la celda del Cartujo
es una casita generalmente de dos plantas en cuyo
recinto hay lugar para una sala de estudio, un
oratorio, un pequeño taller de carpintería o pintura
y un huerto o jardín. Su relativa amplitud se explica por
el género de vida marcadamente eremítico de la Orden.

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El Cartujo pasa la mayor parte de su vida en la celda.
Estatutos: “la celda es para el Cartujo lo que el agua
para el pez y el aprisco para las ovejas”.

Una letra del alfabeto recortada en madera y pegada a cada puerta


distingue unas celdas de otras.
La primera pieza de la celda es un zaguán bastante
amplio, presidido por la Cruz y un cuadro o imagen de
Nuestra Señora la Virgen María.
A sus pies, de rodillas, el Cartujo reza un Avemaría
siempre que entra en la celda. Por esta razón, a dicha
pieza se le llama «Ave María».

Cerca de la puerta, hay un armario-mesa con los útiles necesarios


para la comida.
A un lado, abierto en el grueso muro, puede verse una
ventanilla en la que el Hermano despensero deposita la
comida que el monje retirará en el momento de tomarla.
El Cartujo come en su celda. Solamente los domingos y
las fiestas lo hace en comunidad, en el refectorio
monacal.
Del «Ave María» se pasa a una galería bien iluminada
que sirve de taller de carpintería y pintura de íconos.
En un extremo de la galería, una puerta conduce al
huerto o jardín de la celda que cada Cartujo cultiva según
sus gustos. El cuidado del jardín o huertecillo sirve tanto
de ejercicio físico como de apacible recreación y
esparcimiento espiritual.
Del «Ave María», una escalera conduce a la habitación
principal [de unos 6 metros de largo x 5 de ancho]. Está
iluminada por una gran ventana que se abre sobre el
jardín.

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El mobiliario de esta habitación está formado por una
mesa y una silla de madera, una pequeña estantería para
los libros y al fondo de la habitación, presidiéndolo todo,
un pequeño altar y un reclinatorio para hacer la oración.
A un lado, una sencilla cama. Junto a la puerta de
entrada, otra que da acceso al cuarto de baño.
Esta es la celda del Cartujo, en ella pasa sus días y
sus años en silencio, a solas con el Señor.

La celda: ¿cielo, o purgatorio?


Los monjes, humildemente, quieren pensar que es lo
primero, para quien ha recibido esta vocación de lujo
que es vivir sólo para Dios.
De hecho, los monjes de todas las épocas han
experimentado y cantado las bellezas de la vida solitaria
en la celda donde pasan sus días en trato íntimo con el
Señor.

Estatutos de La Cartuja:
Se unen a esta larga tradición monástica que considera la
celda «casi como la antesala del cielo. Ésta es, pues,
la tierra santa y el lugar donde el Señor y su siervo
conversan a menudo como entre amigos.

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«Donde el alma fiel se une frecuentemente a la
Palabra de Dios y la esposa vive en compañía del
Esposo. Donde se unen lo terreno y lo celestial, lo
humano y lo divino».

Sin embargo, dado el ambiente de ruido, imágenes y distracciones


características de nuestra sociedad, la Orden de La Cartuja enseña a
los aspirantes y novicios que la celda le exige un proceso más o
menos largo y costoso de adaptación [lo que un psicólogo llamaría
de desintoxicación]:
Para hacer silencio en su interior, aquietar la fantasía, los
afectos, los sentidos… hasta conseguir sosegar el espíritu,
centrarse en lo sustantivo, en los valores trascendentes
que en definitiva son los únicos que pueden saciar los
anhelos más profundos del alma.

https://www.youtube.com/watch?v=21Rdd4R2vqU

Consejos para un joven que llega del mundo


y comienza a vivir su nueva vida de celda ermita:
 Seguir unos horarios precisos que le hará seguir el
Padre Maestro de Novicios, llenos de prudencia
para que el joven novicio se ocupe de manera
ordenada y provechosa en la lectura, escritura,
salmodia, oración, meditación, contemplación y
trabajo.

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 El Padre le enseñará también a luchar contra las
tentaciones de desaliento, a acostumbrarse poco a
poco a la tranquila escucha del corazón y a dejar
entrar a Dios Nuestro Señor en su interior.

 El padre aconsejará al novicio a confiar totalmente


en el Señor, todo el tiempo, ya que Él es quien le ha
dado esta vocación de predilección y le dará
también las gracias necesarias para llevarla a feliz
término.

 El Cartujo siente predilección especial por las horas


de alabanza nocturna, cuando el silencio de la
noche invita a una oración más fervorosa.

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Desde el silencio de La Cartuja

“Sólo en el silencio más absoluto se empieza a oír”

PÁGINA 83
«En la soledad, quien descuida abrir su corazón a un guía experto, se
expone a avanzar menos de lo debido o a cansarse por demasiado
correr»
Estatutos 28,2

“Sólo el que escucha en silencio


percibe el susurro de la suave brisa
que manifiesta al Señor”

«La contemplación es el fin principal del camino cartujano.


Descubrir la inmensidad del amor»
Estatutos 35,1

“La voz de Dios, dicen, es un susurro.


Y para percibirla, hay que callar”

«El Padre nos ama y nos ama con un amor infinito.


Lo propio del amor es aceptar sin explicación»
Estatutos

“Aceptar al Espíritu,
a uno mismo y al semejante”
San Bruno
https://www.youtube.com/watch?v=Ei88J4lERbk&index=2&list=PLvWAm6_xFjZlg7x7j_ml09f4
6xHEjel4g

Pero si yo quiero ser acogedor respecto al


Espíritu, en primer lugar, es preciso que me ponga a la escucha de
todos los que me rodean, ser realmente acogedor en la vida
concreta: con aquel que viene a contarme sus historias, con aquel
que me juega una mala pasada tal vez sin darse cuenta, con el que
me cansa y me desespera, con el que me molesta.

PÁGINA 84
Incluso con aquel al que espontáneamente amo mucho, yo debo ser
acogedor, no ser posesivo ni devorarlo; al contrario, acogerlo tal
como es, dejarlo ser, de manera que después de haber sido acogido
por mí, él sea aún más él mismo: que yo le haya ayudado a recibirte
a Ti, Señor Jesús.
Si quiero realmente ser acogedor de todo lo que viene del Padre,
tengo que acoger a todos los hombres que Él me envía; además,
acoger todo lo que me da en la realidad que me rodea: lo bonito y lo
menos bonito, lo que afecta mis sentidos… Porque es Él, mi Dios, el
principio de todo y la raíz de todos estos seres. Tengo que ser con
ellos infinitamente acogedor, sin juzgarlos.
Finalmente, es necesario que yo me acoja a mí mismo, sin
condenarme ni alabarme. Este ser, este cuerpo y este espíritu que
soy yo, no me pertenecen; mejor dicho, si me pertenecen, es porque
el Padre me los ha dado y debo cuidarlos mientras sean prestados.

“El Padre nos ama con un amor infinito”


¡Qué difícil es aceptarlo sin cuestionarlo y sin pedir explicaciones!
Nos preguntamos frecuentemente ¿por qué yo? ¿qué he hecho mal?
Nos resistimos, creemos que no merecemos lo que nos sucede,
empezamos un combate interno que nos desgasta, así no nos damos
cuenta de que el Padre así lo ha querido en Su Plan Perfecto.
Confiemos en Él. Aprendamos del hermano pájaro, que diría San
Francisco de Asís, pues él sabe que dejará de llover, que mañana
también encontrará sus migas para comer o que tendrá cobijo sin
cuestionarse el porqué de nada. Sólo confía.
Repitamos frecuentemente: “Yo tengo confianza en Ti, Señor. No
sé en qué consistirá el mañana, no sé en qué consistirá el
minuto próximo, pero sé que será Tu Amor quien lo habrá
hecho y esto me basta”.
Confiemos, por tanto, en el AMOR incondicional del Padre.
Aceptemos lo que nos presenta a cada momento, es Suyo.
Vivamos el presente conscientemente y en paz.

“Quien no ama lo perecedero, no tiene dónde lo hiera ningún


enemigo poderoso”. Dom Guigo I [1083-1137]

PÁGINA 85
Y si su amor a lo eterno es tal cual debe ser, entonces es invencible y
eterno.
Si alguien te arrancase los cabellos, no te haría daño ninguno si no
estuviesen adheridos al cráneo.
Así también, nadie te herirá lo más mínimo sino cuando toque lo
que ha echado raíces en ti por un desordenado afecto.
Y cuantas más sean estas cosas, y más hondas sus raíces, mayores
también y más profundos serán los dolores que causarán.
O arrancas de raíz tu desordenado afecto a los bienes sensibles, o
disponte a turbarte, temer y angustiarte, cuando no hay de qué.
El alma humana es atormentada, y con razón, siempre que ella se
meta entre espinas: es decir, siempre que ame algo fuera del Señor.
Poseer a Dios es posesión segura.
No se le puede perder mientras no se aparte de Él nuestra voluntad.
Nada, por tanto, nos daña más que nuestras afecciones
desordenadas.
De cuántas aficiones, causa quizá de tu perdición, te libró la verdad:
el Señor.
De cuántas tristezas, temores y aflicciones.
Lo mismo de los odios.

________________________________________

Reflexiones de La Cartuja

PÁGINA 86
Cómo combatir las obsesiones interiores

Se trata de una tarea difícil, ya que nuestra


cabeza puede jugarnos una mala pasada.
Nos obsesionamos.
Empezamos a dar vuelta a una cosa.
Nos fusionamos con esos pensamientos negativos.
No vemos la manera de separarnos para no sufrir.
Pensamientos, ideas, comentarios, dudas,
miedos… llegando a nuestra mente racional para
imponerse como una gran algarabía que no se
puede controlar.
Todo eso quiere nuestra atención, hecho que nos
hace sombra en el orden del espíritu.

Hay dos tipos de obsesiones, según los Cartujos:


-la obsesión que no tiene fundamento real,
-la obsesión que sí tiene fundamento real.

De base real, que realmente exista y tú la vivas


como víctima, es la obsesión de una enfermedad,
un dolor, el menosprecio de alguien, ser
perseguido de algún modo.
El Cartujo nos recuerda que Cristo sufrió diez mil
agravios más.
Que este tipo de persecución es una prueba,
pues “la Providencia talla, burila, pule, martillea
las almas sirviéndose de los que le rodean”.
¿Qué queda ante esto, entonces?
Ser agradecidos y decir:
“¡Gracias por este gran regalo, Señor!”.

Piensa en el amor al prójimo, en tu fe, en la


compasión.
Olvídate de esos elementos y personas que te
perturban.
Ofrécete como víctima y déjate caer en los
brazos de Cristo.
Él hará delicias en tu vida a raíz de todo eso.

PÁGINA 87
“El que quiera venir en pos de mí, que se niegue a
sí mismo, que tome su cruz y me siga” [Mateo
16,24].

Por otro lado, puede ser que tu obsesión no tenga


un fundamento real.
Hay días que vemos las cosas con una claridad
meridiana, pero nos obsesionamos y claudicamos
rápidamente.
La solución: tomar conciencia.
La conciencia se obtiene viviendo el presente,
dándonos tiempo para reflexionar y para que se
calmen los nervios, que se apacigüe nuestra
mente agitada.

Paciencia.
Es duro, pero compensa.
Cuando las tribulaciones aparecen, lo primero es
identificarlas, acotarlas [cercarlas, delimitarlas] y
esperar.
No actúes sin pensar ni te dejes llevar por ellas.
Todas son temporales y ninguna es terrible en
realidad, porque si Dios las permite tienen su
beneficio.

Si una obsesión no tiene una base real, ¿por qué y


para qué darle rienda suelta a la loca de la casa,
como llamaba Santa Teresa de Jesús a la
imaginación?
Esa es una obsesión de nuestra imaginación.

Y si tiene una base real, atacarla con soluciones y


punto final. No dar más vueltas alrededor.
Perderás tiempo. Y ese tiempo invertido en
banalidades y temporalidades, bien podrías
invertirlo en superarte a ti mismo y en acercarte
más a Dios, creciendo en tu vida espiritual.

PÁGINA 88
Evitar las discusiones interiores

Para vivir la separación y el abandono voluntario


del mundo, debemos evitar internarnos en
discusiones personales con nosotros mismos.
Evitar esas discusiones internas.
Evitar rumiar frases, conversaciones, hechos,
pensamientos que nos han afectado.

Debemos encontrar la forma de decir “¡basta!”,


tomar conciencia y separarnos de tales ideas
para no fusionarnos con ellas.

Tomemos aire y perspectiva.


Todo volverá a su cauce si confiamos en Dios.

Dice el texto:
«Observa, un solo día, el curso de tus
pensamientos. Su frecuencia y la viveza de
tus discusiones interiores con interlocutores
imaginarios, te sorprenderán».

La vorágine de la vida nos empuja a marchas


forzadas. Hemos creado un sistema que nos exige
conseguir resultados y objetivos cuantitativos; de
tal manera que, inmersos en el día a día,
hacemos las cosas de manera automática.

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Démonos un respiro.
Hagamos como dicen los Cartujos: tomemos
conciencia de nosotros mismos, observándonos.

Superiores y Hermanos, jefes y compañeros, que


de una u otra forma no congenian con nosotros o
nos exigen tareas que provocan nuestra rebeldía
interior hacia nosotros mismos, por considerar
injustas dichas acciones:
“Se erige un tribunal en nuestro interior,
donde somos procurador, presidente, juez y
jurado; raramente abogado, si no es para
nuestra propia causa… Uno se justifica, pero
se condena al ausente”.

En estas circunstancias, dicen los Cartujos, se


pueden elaborar planes de revancha o tretas
vengativas, todo fuera del amor de Dios.
Por tanto, ¿para qué sirven esos juicios
prematuros, esos sobresaltos de amor propio, esa
agitación personal que se paga con la pérdida
de paz interior?

Piensa en Cristo bajo el ultraje, las injurias y la


irrisión [burla].
Jesús callaba.
Piensa en Él, pues sólo Él basta.
Que nada te turbe, que nada te espante,
decía Santa Teresa.
“Callaba” [Mateo 26,23].

Créeme, no discutas jamás con nadie.


No sirve para nada.
Pasa la página apenas se inicie la controversia.
Y a otra cosa.
Tu alma no es un fórum, es un santuario.
No se trata de tener la razón, sino de embalsamar
a tu alrededor con el perfume de amor al
prójimo.

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Utilizando frases del texto, todas con gran sentido:

“Confía, no juzgues, doblega tu soberbia,


olvida hacer el mal, pues nada bueno sale
de esas intenciones. Sólo con Dios. Él lo sabe
todo. Él lo puede todo. Él te ama por sobre
todas las cosas. Abandónate en Él. Deja que
todo amaine. Adelántate con vista cuanto la
tempestad se levante.
Abstente de dialogar contigo mismo. Sólo
repite con dulzura y paz: ´Gloria al Padre, al
Hijo y al Espíritu Santo´. Abísmate en el amor,
la gloria, el gozo de Dios Uno y Trino, Divinas
Tres Personas y un solo Dios Verdadero.
Todo irá a mejor”.

La muerte y el monje Cartujo

+La muerte+

Andad, mercader, no dilatéis,


no me resistáis más.
Nada os queda por obtener.
Uníos también vos, Cartujo,
hombre de abstinencia:
soportadla pacientemente,
lucíos en la danza,

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no penséis en vivir más.
La muerte vence a cualquiera.

+El Cartujo+

Tiempo atrás, para el mundo, yo ya he muerto;


he aquí el por qué mis deseos de vivir son
menores, toda vez que los hombres temen a la
muerte.
Cuando mi carne sea vencida,
pido a Dios que mi alma liberada
vaya al cielo después de fenecer.
Esta vida es un vacío miserable.
Tal vive ahora el que mañana no vivirá más.

____________________________________

La muerte y el morir
Madre Angélica

Mientras más soy como el Señor, mientras más lo imito en mi vida, más
clara es mi vida

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Cuando recibo la Sagrada Eucaristía con respeto, mi alma comienza a
rebosarse y entonces mi prójimo puede tomar todo lo que quiera: todo
el amor, la comprensión y la caridad de Dios

¿Estás tú brillando para tu prójimo? ¿Le estás dando la parte que


Dios te da? No importa si eres inteligente o no, brillante o no,
profesional o no; estás llamado a compartir la unidad de Dios con
los demás, sea quien seas

Sin caridad y sin amabilidad, comienzas a sentir las sombras del


pecado; y mientras más te alejas del Señor, peor es

Una de las cosas grandes que nos separan de Dios es la muerte. ¡Es tan
definitiva! No importa quién seas, lo inteligente que seas o lo que
tengas en esta vida: tu fosa será la misma de todo el mundo. Y es tan
aterrador, porque está por encima de todo: tus planes, todo lo que
quieres hacer. Especialmente la muerte repentina, es la más difícil de
aceptar

La razón por la cual la muerte a veces interrumpe esa unidad es porque


nos separamos de Dios. ¿Por qué mi hijo murió a los 4 años? No hay
vuelta atrás en ese momento, a pesar de que creemos en el Cielo y en la
Resurrección general y en toda la belleza de la espiritualidad de la
Iglesia, es muy difícil aceptar la muerte

Pero tenemos que saber que Dios es Supremo y Su Voluntad Permisiva


es maravillosa

Aceptar la muerte es tan difícil como aceptar la enfermedad

Toda la vida, mientras trabajabas como un burro, fuiste fuerte como un


caballo. Y ahora que te retiras, ¡bingo! viene una enfermedad y todo tu
mundo comienza a derrumbarse. Pero cuando tu mundo no es tu
cuerpo ni tu enfermedad, tendrás paz en el corazón pese a la
enfermedad o al dolor y a la proximidad de la muerte

¿Por qué tanta gente mayor es tan quisquillosa? No está


preparada para afrontar la cercanía de la muerte y del final de su
vida. Una persona mayor debería ser sabia, paciente y amorosa,
porque se supone que la sabiduría viene con la edad

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Cuando no aceptamos lo que somos y la realidad presente, empezamos
a romper nuestra maravillosa unidad con Dios

Con Jesús, con la Eucaristía, con toda la belleza de la espiritualidad de


la Iglesia, deberíamos buscar ver a Dios cara a cara y buscarlo a Él en
Su Reino. Eso debería bastar para hacernos felices

Evangelizar con tu amor, tu compasión, tu sabiduría: esa es tu


verdadera misión en la vejez, cuando se aproxima la muerte por ley
natural. Esa debería ser la misión asumida por todos los viejos. Tu
misión no es tratar de escapar de tu edad, eso causa desunión

Tu aceptación de la voluntad de Dios y tu aceptación de todo lo


que te pase es una forma de evangelizar cuando estás a punto de
terminar nuestra vida, pero lo que sucede es que no sabemos cuándo
moriremos, así que podemos ser una fuente de fortaleza y de fuerza en
cualquier momento de la vida, porque somos conscientes de lo corta
que es esta vida y de lo próxima que está la muerte de cada uno de
nosotros

Escritos Cartujanos
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__________________________________________________________
«Cuando una persona está más cerca de Jesús que del
mundo, se torna más mansa, más cariñosa, más papá»

«Sin la luz, no tendrás vida en ti»

«Hermanos, morir tenemos.


El cuándo y el cómo, no lo sabemos»

«No te acuestes una sola noche sin tener un momento de


meditación sobre la muerte y el juicio. Meditatio morti»

«Sólo Dios es nuestra verdadera fortaleza, nuestra única


esperanza en este mundo; Él es el único que puede ir
guiándonos por senderos de verdad, paz y amor a la justicia,
para conducirnos a la vida eterna»

«La Cartuja nunca ha sido reformada


porque nunca ha sido deformada»

«Dogma católico: El infierno existe y podríamos ir ahí. Padre


Marcel Nault»

«Teniendo abundante riqueza y gozando de la amistad de


altos personajes y de una gran estimación entre la gente, y
pudiendo -si aceptaba- ser nombrado Arzobispo de Reims
[Francia], San Bruno renunció a todo esto y se fue de monje
al Monasterio de San Roberto, en Molesmes [Francia]. Pero
luego observó que, aunque allí se observaban reglamentos
muy estrictos, sin embargo, lo que él deseaba era un silencio
total y un apartamiento completo del mundo. Entonces, se

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retiró a un sitio mucho más alejado. Iba a hacer una nueva
fundación de monjes que vivieran en silencio y soledad,
dedicados por entero a la oración contemplativa, a adorar y
a alabar a Dios, y a hacer penitencia por la salvación de la
humanidad. Cuando joven, había definido su vocación a
partir de enterarse de lo que un hombre dijo al morir,
volviendo de la muerte, en su féretro: este hombre, que
tenía fama de ser una buena persona pero que en su vida
privada no lo era, se levantó tres veces en el ataúd durante
su funeral y dijo en voz alta; la primera vez dijo: HE SIDO
JUZGADO; la segunda vez: HE SIDO HALLADO CULPABLE; y la
tercera vez: HE SIDO CONDENADO. Ello llevó a Bruno a
alejarse de la vida mundana, hacerse monje y dedicarse
totalmente a la vida de oración y penitencia en un sitio bien
alejado de todos y de todo»

«Ama leer despacio, como un niño junto a su madre: las


manos puestas sobre las rodillas de Dios, con algún libro
que hable de Él, de Jesús, de la Virgen María, de tu alma;
acechando la frase, la palabra que te dilatará en oración…
¡el instante del encuentro!»

«La Sagrada Escritura es tu libro de cabecera, Hermano


Cartujo, es en ella donde serás iluminado por el Verbo.
Es el alimento predilecto. Léela con corazón humilde, como
comulgas, y con el mismo fin: encontrar a Dios. Paladéala,
saboréala, versículo a versículo. Él se encuentra en una
atmósfera de oración. Cada palabra dictada por Dios está
llena de Él. Adora-Lo, bajo la letra. Gustarás de la
embriaguez de esta comunión con la Luz, con el Verbo que
Dios ha proferido en el tiempo y que sigue vigente hoy, con
palabras de resonancia eternas. Es ahí donde adquirirás la
ciencia de los santos, siendo la otra tan poca cosa»

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«En cuanto te sea posible, con exacta obediencia y perfecta
caridad, evitarás estas cuatro cosas, los mayores obstáculos
al SILENCIO INTERIOR, y que vuelven imposible LA
CONTEMPLACIÓN HABITUAL: el ruido interior, las
discusiones interiores, las obsesiones y las preocupaciones
de ti mismo. ¡Hecho esto, habrás franqueado las puertas del
silencio!»

«Consiente en olvidar el mundo, el universo y a ti mismo»

«Si el abismo te tienta, suplica al Señor que te envuelva en


soledad, que te arroje en el silencio que Él habita y llena,
donde Él se manifiesta. Por tu parte, esfuérzate en vivir así»

«El ruido tiene tres generadores: los recuerdos, la


curiosidad y las inquietudes. ¡Paraliza sus acciones!»

«Haz callar los ruidos de los recuerdos.


No recuerdes. No reavives ningún mal recuerdo.
El mal arrepentido está perdonado.
La generosidad del amor presente repara el pasado.
Olvida las acciones concretas.
Basta mantenerte delante de Dios Padre, como pecador
beneficiario de Su Infinita Misericordia.
El mal es nada. ¿Para qué acordarse?
Piensa solamente en la gracia de Jesucristo que te ha
salvado.
En el olvido eterno de tus faltas, que Dios ha destruido»

«Dios no colecciona pequeñeces.


Guarda para Él un corazón filialmente contrito,
receptivo y tierno; eso es la compunción»

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«Confía a Dios todo lo que tienes de más querido,
parientes o amigos. ¿No son también hijos e hijas queridos
de Dios? ¿Los olvidará él cuando tú, por Su Amor, te has
exiliado de los brazos de ellos?»

«Voluntariamente retenidos, los recuerdos del pasado son


fuente de vanidad, de penas e inquietudes. Saborear en
espíritu placeres humanos de antaño, es sensualidad y
búsqueda de sí mismo; es preferir una nube, un sueño, a la
alegría sustancial presente y desconocida. No hay más que
una bienaventuranza que valga: ¡DIOS!»

«Las dichas de este mundo no valen más que por el amor


que las ha engendrado. La caridad que nos vivifica es la sola
causa de nuestras alegrías. Deja que se esfumen y que se
vayan esos vanos recuerdos, te distraen y te retardan, te
atan a lo que debe perecer, y debilitan tus deseos de lo
eterno. Con San Pablo, mira, no lo que queda atrás, sino lo
que está por delante: JESUCRISTO [Filipenses 3,4]»

«¿Por qué alimentar esa tentación perpetua de volver atrás?


Sé feliz por toda atadura soltada o rota. No consientas en
reanudar ninguna. Huye tanto como puedas de los contactos
vivos con los testigos del pasado: visitas, locutorios, cartas
que refrescan en ti la imagen de un mundo que uno siente
tanta pena de deshacer»

«Tu memoria es un terrible acumulador: almacena tesoros


de futuras distracciones. Mientras más virgen esté tu
espíritu de imágenes humanas, más viva resplandecerá en ti
la Luz del Rostro de Dios»

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«Sepulta tu ternura para con los tuyos en el corazón de Dios.
Ámalos en Él, es infinitamente más profundo y más eficaz»

«REPRIME LA CURIOSIDAD,
no te informes de nada por la simple satisfacción
de saber. Destierra toda búsqueda de ciencia que no tenga a
Dios por fin. Nada más opuesto a la virginidad del alma que
la curiosidad. El objeto de nuestra vida contemplativa y las
necesidades de nuestra vida terrena determinan aquello de
lo que tenemos que informarnos. Deja el resto a los
profanos. Conocer, adorar, alabar a Dios: para nosotros,
solitarios y silenciosos, ése es el todo de la vida, lo único
necesario. Arroja por la borda lo accesorio. Eres ángel del
Apocalipsis, cuya única función es cantar, postrándose ante
el trono de Dios. ´La alabanza, la gloria, la sabiduría, la
acción de gracias, el honor, el poder y la fuerza son de
Nuestro Dios por los siglos de los siglos´ [Ap. 7,12]»

___________________________________________________________

«Reprime sobre todo tres curiosidades:


la de las noticias, la de la conducta de los demás
y la curiosidad intelectual, quizás la más perniciosa,
porque se disfraza de pretextos especiosos y nos endurece
en el orgullo»

«Ignora de corazón lo que pasa en el mundo,


reza por él SIN VOLVERTE A ÉL.
Si tienes un profundo espíritu de adoración,
y si amas la trascendencia de Dios,
el conocimiento concreto de las necesidades
de los hombres no te dará ningún nuevo fervor
a tu oración ni a la generosidad de tu sacrificio.

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El amor de Dios, que comprende el del prójimo,
es más poderoso que todo
para arrastrar en la estela de Jesús a ti
y al mundo entero contigo. El pensamiento que tuvieras de
él no añadirá nada a esta acción eficaz»

___________________________________________________________

«Si no te comunican noticia de nada ni de nadie, no la


pidas. ¡Gran suerte es esa! Si no es por un deber de trabajo,
no leas los periódicos o las revistas profanas. Rehúsa tú
prestar atención a lo pasajero. Fija los ojos sobre lo eterno,
sobre lo que es un auténtico reflejo de Su Belleza: la
naturaleza y las almas en que se transparenta. En tu amor a
Dios, y la pasión por Su Gloria, está incluido todo. Tú
permanece exclusivamente ocupado de Él»

«Tú eres un Serafín delante de Él [y nada más]. Si tienes que


conocer los acontecimientos del mundo, porque es tu deber
en aquel medio donde estés, hazlo sin que dejen huella en
ti, sin enmarañarte; así guardarás tu espíritu y tu corazón,
libres y silenciosos. De lo contrario, tu cuerpo estará en la
celda, pero tu espíritu estará en el tumulto. Te basta saber
cuánto ama Dios a los hombres, que tiene sus corazones en
Sus Benditas Manos y esparcidos sobre ellos el fruto de los
méritos de los santos»

«¿Qué hacen los demás? Poco te importa. Tu vocación no


es darles la mano en sus empresas. Muchos son los carismas
del Espíritu para la edificación del Cuerpo de Cristo, ese no
es el tuyo. Ve el mundo en Dios, como los bienaventurados
del cielo, y no a Dios a través del mundo. Sé ´sacrificio de
alabanza´ [Salmo 49,12]. La tierra será mejorada y
bendecida. Si pudieses ser como la cera virgen, luminosa y
pura, ardiendo solitaria ante la Hostia Santa, en la penumbra
de una capilla desierta donde convergen los corazones…»

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«No te ocupes de nada ni de nadie que no esté a tu cargo.
Sé feliz al ignorar lo que pasa en los trabajos, cómo se
administran, cuáles son las relaciones de cada uno. Ama a
todos tus hermanos con un amor igual, desprendido y
verdadero. Ten horror en mezclarte con asuntos que no te
competen. Reza por los que tienen el cargo. Para ti, ni
reflexiones, ni hables, ni busques saber por qué esto o
aquello. No prestes interés alguno a lo que oigas. Otros han
recibido el encargo de ello, para permitirte vacar
únicamente a Dios, en la libertad y el silencio del espíritu»

«¿No te dicen nada? ¿No te comunican nada? ¡Bendice al


Señor! Él te evita el embarazo interior y una montaña de
problemas. Ama con gratitud a los que llevan los cuidados
por ti. Ayúdalos con sonriente docilidad. Tú, acepta tu
estado de indiferencia. Dios te ha establecido para ser Él tu
único cuidado en esta tierra. Su voluntad es ser el único pan
de tu alma. No consientas en prestar oídos, ni siquiera
atención, a las “habladurías” de la Comunidad. Reza por
todos, pero especialmente por los que están en dificultad;
exhórtales a amar la Cruz de Cristo, si es el caso. Las
consolaciones humanas no sirven de nada y debilitan el
alma. Con facilidad, no hagas ni recibas confidencias.
Piensa: ¿quién hay más comprensivo que Jesús?»

«Estate siempre vuelto enteramente hacia Dios. Todo


pensamiento inoportuno dedicado a la criatura te arrastrará
a ti mismo. Ocúpate de lo que te ocupa a ti, apreciar Su
Presencia, no de lo que le toca a Dios. Aun cuando todos los
demás no fueran lo que debían ser, guarda la paz y el
silencio. Selo tú. Tu fidelidad, silenciosa y apacible, hará
mucho más por el aventajamiento de tus hermanos que tu
agitación y tus críticas, a menudo ineficaces»

___________________________________________________________

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Escritos Cartujanos
__________________________________________________________
¿Quieres guardar limpio el espejo de tu alma?
No permitas que el pensamiento del que está cerca venga
a empañarlo. Si no estás encargado de los otros, no te
informes de su comportamiento. No hagas reflexiones
interiores al respecto, sobre todo a lo concerniente con
faltas o defectos. Ora solamente para que Dios sea amado,
alabado, adorado y glorificado y servido por todos.

¿Vas a amueblar tu espíritu? Pero ¿acaso para encontrar a Dios


no hace falta destruir todo el ´mobiliario´ o colocarlo en el
desván? Pasarás por inculto, pero es a los humildes, a los
pequeños, a los ignorantes a quienes el Padre se revela. No
tengas en cuenta toda la ciencia del mundo, basta solamente con
que conozcas aquella que en tu vocación contemplativa será de
poco provecho. Ama leer despacio, como un niño junto a su
madre, las manos puestas sobre las rodillas de Dios con algún
libro que hable de Él, de Jesús, de la Virgen María, de tu alma,
acechando la frase, la palabra que te dilatará en oración: ¡el
instante del encuentro!

Cierra la puerta a las inquietudes. La inquietud pesa sobre


el espíritu, sobre el corazón, sobre toda alma; envenena la
existencia. Tengas lo que tengas que hacer, sean cuales
sean tus responsabilidades materiales o espirituales, no
enmarañes tu alma y no permitas jamás que la inquietud
te turbe. Todo lo que tienes que hacer es Su Obra. Haz
generosamente todo lo que puedas, sabiendo que el éxito
no depende más que de Él, no de tus habilidades.

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Si no buscas en ninguna cosa tu propia gloria, vivirás en una paz
inalterable, aunque tengas mucho que hacer aún. Una sola cosa
hay que temer: EL PECADO. Los caminos de Dios no son los
nuestros. Jesús triunfa por el fracaso. Nada ha cambiado desde
hace 20 siglos. Sé diligente, y pon los medios: es la Voluntad de
Dios. Pero quédate persuadido de que nada tendrá éxito más que
por Él. Si Él no lo quiere, acepta el fracaso, así como todas sus
consecuencias humillantes y desagradables. Entonces, serás
libre. Hacer lo que Dios quiere, eso es lo único que
importa, no el tener éxito. ¡Es tan tranquilizante pensar que el
Padre tiene en sus manos el mundo y el corazón de todos los
hombres! Todo ocurre porque Él quiere y porque Él lo permite.
Nada se hace que Él no lo permita. ¿Por qué angustiarse,
entonces, con vanas preocupaciones?

Pon por obra lo que está en tu mano, pero a su tiempo.


Rehúsa reflexionar en el momento que pertenece a Dios:
oración, lectura, gran silencio de Completas a Prima. Si
no, se acabó la serenidad de tu alma. Contempla la calma
admirable de Jesús ante una tarea que abarca la Tierra
entera y todo el género humano. Él ilumina con pocas
palabras. Él salva por la inmovilidad y el silencio de
la Cruz. Toda la prudencia humana no invalidará Su
Palabra: “Cuando sea levantado sobre la tierra,
atraeré todo hacia Mí” [Jn. 12, 32].

Los Apóstoles, los grandes “convertidores”, los santos, no han


sacrificado jamás -por apresuramiento- su coloquio con Dios.
Confiaban todo a Su Providencia, y jamás dudaron de Él. Las
realizaciones, incluso temporales, de los verdaderos
contemplativos son admirables. El puro amor de Dios es un
filtro: expulsará de tu alma no sólo todo lo que le es
contrario, sino lo que no la alimenta. Se opondrá a todo
ruido capaz de sofocar o alterar Su Voz.

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“Un silencio lo envolvía todo y, al mediar la noche su
carrera, Tu Palabra es poderosa, Señor, vino desde el trono
real de los cielos” [Sabiduría 18, 14-15]. Dios viene cuando
todo duerme sobre la Tierra, todo lo que es de la Tierra.

EVITA LAS DISCUSIONES INTERIORES. Observa un solo


día el curso de tus pensamientos: su sorprendente
frecuencia y la viveza de tus discusiones interiores con
interlocutores imaginarios, te sorprenderán. ¿Cuál es su
fuente habitual? Nuestros disgustos acerca de aquellos
que no nos quieren, no nos estiman, no nos comprenden;
los que son demasiado severos, injustos o muy estrictos
respecto a nosotros, o de otros que llamamos oprimidos.
Disgustos con nuestros vecinos, hermanos, familiares,
amigos que llamamos incomprensivos, obstinados,
descuidados, enredosos o insultantes… Se erige un tribunal
en nuestro espíritu, donde somos procurador, juez y
jurado; raramente abogado, si no es para nuestra propia
causa. Se exponen los agravios, se sopesan las razones, se
pleitea, uno se justifica y se ofende, pero al ausente se le
condena. Quizás hasta se elaboren planes de revancha o
tretas vengativas. ¡Tiempos y fuerzas perdidas para quien
todo es nada, fuera del amor de Dios! En el fondo,
sobresaltos del amor propio, juicios prematuros y
temerarios, agitación pasional que se paga con la
pérdida de la paz interior. Una consolidación
lamentable de la estima que tenemos de nosotros mismos,
porque nos creemos el centro del universo. Grave error,
perjuicio cierto. Tratándote mal, en realidad, nadie te
perjudica; créelo; es amargo, sin duda; pero ¿quién más
perjudicado que Jesús, y qué hizo? Callar.
Ama ser desconocido, despreciado y humillado. Tú
eres Cristo bajo el ultraje y la irrisión.

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Acepta tranquilamente, con un alma dulce y silenciosa, todo mal
tratamiento que recibas. El hombre no es más que un
instrumento, es la mano amante y fuerte de Dios la que lo
guía, por ella busca quebrar tu soberbia y doblar tu
espinazo. Abstente de dialogar en tu interior, ni siquiera un
segundo, con propósito deliberado, sobre los que te hacen algún
mal. Nada útil sale de ese pretorio [palacio de Herodes]
clandestino: en el de Jerusalén, Jesús callaba.
Cuando se levante la tempestad de tu indignación, repite con
apacible dulzura: “Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu
Santo”. Abísmate en el amor, la gloria, el gozo de las divinas
Personas [Dios Trino y Uno]. Niégate toda mirada sobre ti
mismo. Nada turba la radiante e impasible felicidad y gloria de la
Santísima Trinidad en ti. Mantenla presente.

La opinión de los hombres no tiene valor ni interés:


tú eres, únicamente, lo que ante Dios eres.
¿No es una alegría indecible que Él sea el único que puede
juzgar lo más hermoso y puro de ti mismo?
¡Oh, hermano, si pudieras comprender y gustar la dulzura
de ser conocido sólo de Dios!
Sé dichoso al irradiar a Cristo, pero no te turbes lo más
mínimo porque esa irradiación sea aún demasiado
discreta. ¿No estás suficientemente cansado de conversar
con los hombres, que aún los evocas en tu espíritu para
contarles tus razones?
¡Sólo con Dios solo! Él lo sabe todo, Él lo puede todo, Él
te ama locamente a ti como si fueses la única persona que
existe en el mundo.

Si supieses lo bueno que es tener la cabeza vacía de toda


criatura para no admitir más que la imagen de Jesús-Cristo
y de María, los reflejos creados más puros del Invisible.
Habla con ellos, eso se hace sin ruido de palabras. Las palabras
sirven de poco. Ve. Mira. Contempla.

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¿Los miembros no son el honor de la cabeza?
No apartes los ojos del Divino Rostro del Cuerpo Místico.
Es tu papel contemplativo.
Nuestras discusiones interiores no son, frecuentemente, más que
la consecuencia de los altercados del día: todos ellos forman
parte de la cotidianidad y de vivir en el mundo, nada más.

Créeme: no discutas jamás con nadie, no sirve para


nada. Cada uno y cada una están seguros de llevar la
razón. Busca menos ser aclarado en sus dudas que vencer
en una disputa de palabras. No sirve para nada: se retiran
disgustados, atrincherados en sus posiciones, y la disputa
continúa por dentro. Se acabó el silencio y la paz.

Si no tienes que hacerlo por tu trabajo, no intentes convencer.


Pero si quieres permanecer tranquilo, pasa la página
apenas se inicie la controversia. Acepta ser derribado al
primer golpe y ruega dulcemente a Dios que haga triunfar Su
Verdad en ti mismo y en los otros. Y a otra cosa.
Tu alma no es un fórum, sino un santuario.
Se trata no de tener razón, sino de embalsamar a tu alrededor
con el perfume de tu amor, porque Cristo vive en ti.
La verdad de tu vida testificará la verdad de tu doctrina.
Mira a Jesús en su proceso, aceptando las injurias: “callaba”
[Mateo 26,23]. Ahora, Él es Luz para todo hombre que viene a
este mundo [Cf. Jn 1,9].

Observa todo con toda paciencia y fidelidad. La paz


descenderá a tu alma, el silencio la envolverá. Sobre el
espejo calmado de las aguas purificadas, resplandecerá la
imagen de la Santísima Trinidad. ¡Es tan hermoso un
corazón puro y solitario bajo la mirada de Dios!
“Las Almas se ganan con las rodillas” -San Juan de Ávila-

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