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CAPITULO 1

En tiempos pasados, los enfermos no eran escondidos, podían andar por la calle sin que
mediada estigmas sobre ellos. Al llegar la muerte, era una forma de celebración en la que
asistía la mayoría de pueblo, lo cementerios están céntricos donde se podía desfilar el
entierro y darle una sepultura en la que no era escondida ante los ojos de los demás.
Sin embargo, ahora podemos ver que la muerte y la enfermedad esta mal vista, y ahora se
esconde en las casas y en los hospitales a nuestros enfermos, nos da la sensación en que la
muerte no nos tiene preparados para afrontarla. Aunque si tenemos los medios para que
los usuarios no tengan dolor en sus últimos días, si no deja de lado que sea visto como un
sedante para enfrentarla.
El hombre es el único ser que sabe que va a morir, un animal sabe que muere cuando pasa,
en los humanos no ocurre así. Rendimos tributo con entierros, ataúdes y ritos funerarios.
En los tiempos antiguos se ha visto en tumbas que han sido descubiertas que se enterraban
a las personas con objetos que eran cercanos a ellos, posteriormente en épocas mediavales
la Iglesia luchaba contra los paganos que realizaban bailes y se ponían desnudos en los
cementerios. Esto denota que había tradiciones propias de cada quien hacia la muerte.
El hombre medieval se imagina una lucha enconada entre ángeles y diablos que se disputan
el alma del que acaba de morir. Por esto es tan importante "morir de buena muerte", y
morir con la esperanza de ¨ganar el reino de los cielos¨.
En el siglo XIX, el romanticismo, que exaltaba por igual pasiones violentas y emociones
desbordadas, tuvo una visión dramática de la muerte. Aparecieron en escena el dolor y la
desesperación frente a la muerte del otro, del ser amado y, por lo tanto, la familia nu clear
y los sentimientos de sus miembros pasaron a ser muy importantes por cuanto la familia así
entendida reemplazaba a la comunidad tradicional. Junto con estos desplazamientos cobra
importancia el concepto de privacidad, característico de los vínculos de la familia y
emanados de ellos. En este marco, el otro es próximo que su muerte desencadena
emociones dolorosas e incontenibles. La muerte es exaltada, se la considera terrible pero
hermosa y deja de estar asocia da al mal (catolicismo), cuya existencia empieza a po nerse
en duda. La creen cia de que existe un infierno y de que hay una conexión entre muerte y
pecado, que ya había empezado a ser cuestion ada en el siglo XVIII, declina a principios del
XIX, aunque no desa parece del todo. Los católicos, por referirnos a un gru po sensible a
este proceso, empiezan a entender la idea de "purgatorio" como paso a cierta purificación,
al cabo del cual la vida en "el más allá" deviene Gloria Eterna. Las reiteradas exhortaciones
clericales en torno al cumplimiento de los deberes religiosos a modo de preparación ante
el último trance, o las llamadas de los sermones a la reflexión sobre la caducidad del
hombre, denotaban que la uerte se dilucidaba como un tma horrendo para tenerlo de
manera constante en la mente. De ahí vemos ideas influenciadas hacia algunas devociones,
como el rosario y lo rezos que se atribuian a carácter propedéutico.
En la comunidad islámica la muerte es secilla y natural, los cementerios son lugares de
encuentro, paseo o distracción.
En el antaño, el hombre moría en su casa, rodeado de su familia (incluidos los niños), amigos
y vecinos. Los niños tenían así contacto temprano y re pcrido con la muerte: primero sus
abuelos, después sus padres etc. Cuando se hacía mayor y le tocaba morir a él, desde luego
no le pillaba tan de sorpresa y desprovisco de recursos como sucede hoy. Eran los
momentos de los grandes amores, de los perdones y de las despedidas. Los repartos de
hacien das, los últimos consejos a los hijos.
La muerte, aun siendo natural, se convertía en el último acto social. La "buena muerte"
consistía en que, si el agonizante no advertía la llegada de los últimos momentos, esperaba
que los demás se lo advirtieran para poder preparar todos sus asuntos, tanco personales,
como sociales y religiosos. Por el contrario, la " muerte maldita" (que se presentaba ba jo
una fig ura acerradora) era la muerte súbita (accidente, envenenamiento). Esa muerte
estaba marcada por el sello de la maldición, como si unas misteriosas fuerzas demoniacas
hubiesen dado origen al drama.
Hoy, por el contrario, las condiciones médicas en que acaece la muerte han hecho de ella
algo clandesti no. Ya la terapia actual en los g randes hospitales está cargada de anonimato.
Anonimato que llega a su culmen en el momento de la muerte. Se le exige dependencia y
sumisión, lo derechos mordernos del enfermo moribundo son:
1. No saber que va a morir
2. Si lo sabe, comportarse como si no lo supiera.

Los primeros interesados en negar y rechazar la muerte, como algo individualizante y


personal, son los vectores del "poder". Intentemos analizar de qué modo en Occidente el
grupo dominante y sus delegados privilegiados operan sobre la muerte. La muerte, para el
poder, es una realidad obscena, escandalosa y peligrosa. Es obscena, porque para el poder
es obsceno todo lo que escapa a su control; la muerte, ya sabemos, es la gran desconocida.
Se la puede aceptar solamente haciéndola científica o utilizándola como amenaza o sanción.
Es escandalosa, porque es escandaloso para el poder todo lo que es único e insustituible en
el plano de las vivencias humanas; ninguna muerte se asemeja a otra, porque la muerte
está "fuera de toda categoría". Por otra parte, el poder, que piensa solamente en términos
abstractos y generales, rechaza la muerte individualizante, a menos que se trate de una
muerte ejemplar, como la pena de muerte o el sacrificio del héroe. Por último es peligrosa,
porque para el poder es peligroso todo lo que iguala.

Porque, efectivamente, la Muerte no repara en el blanco ni en merecimientos, ni cuenca


los años de los elegidos. No busca a los que la aman ni a los que la re men . Sale,
simplemente, al azar, y sabe que por donde pasa dejará su rastro, como sabe que su único
adversario es la vida, que retoña constantemente sobre las mismas huellas que dejó al
pasar.

La sociedad de hoy está basada en el binomio producción-consumo y la muerte viene a


anunciar el final del consumo. Por este motivo se promueve el consumo y se rechaza la
muerte . La muerte aprobada socialmente ocurre cuando el hombre se ha vuelto inútil, no
sólo como productor sino también como consumidor. Es el punto en que un consumidor,
adiestrado a alto costo, debe finalmente ser cancelado como pérdida total. La muerte ha
llegado a ser la forma última de resistencia del consumidor. Y en un último esfuerzo
consigue todavía transformar la propia muerte en mercancía de consumo en
correspondencia con el estatus social. De hecho, detrás de todo esto se encuentra la
potente Industria Funeraria, que mueve cada año muchos miles de millones de dólares. Ya
dijimos en unas páginas anteriores que además de banalizar la muerte, el "poder" procede
a su incorporación a los circuitos económicos.

Pero en la actualidad una muerte tan dulce se ha vuelto rara, debido a los progresos de la
medicina. Hay que relacionar por tanto, mediante cierta habilidad, la muerte lenta del
hospital con la muerte repentina. El medio más seguro es, sin duda, la ignorancia del
enfermo. Pero esta estrategia a veces es llevada, por su habilidad diabólica, a interpretar
las actitudes del médico, de las enfermeras. Entonces, instintivamente,
inconscientemente, estos obligan al enfermo, al que dominan y trata de agradarles, a
fingir ignorancia. En ciertos casos ese silencio se transforma en una connivencia: en otros
casos, el temor a una confidencia o a una apelación prohibe toda comunicación. Cuando el
enfermo sabe, por el contrario, se rebela, grita, se vuelve agresivo. Otra actitud, no menos
temida por el equipo que le cuida, es que acepte su muerte, o mejor, que se resigne y en
tonces se concentra en ella y se vuelve contra la pared, se desinteresa del mundo que le
rodea, no se comunica ya con él. A su vez, médicos y enfermeras rechazan ese rechazo ,
que los elimina y que desalienta sus esfuerzos. En ella reconocen la imagen detestada de la
muerte, fenómeno de la naturaleza, cuando ellos han hecho de la enfermedad un accidente
superable, o que hay que creer superable.

CAPITULO 2

Los profesionales en salud que trabajamos en hospital, tapamos la palabr muerte con
fallecimiento, ya que se pone de manifiesto profundas angustias y determina en
consecuencia conductas de esquivamiento, de huida y separación de varios tipos, actitudes
al personal sanitario, pero condenan al enfermo al aislamiento fisico y relacional.
La muerte como hecho social tiene 3 puntos de vista:

1. La muerte parecida: es el número estadístico de demografía o epidemiología.


2. La muerte vivida: actitudes y comportamiento respecto a la muerte y el morir.
3. La muerte representada: objeto de discurso científico, revelador de mentalidades y
de la ideología médica.

La educación de la muerte abarca tres aspectos que han sido descritos:

1. Educación contra la muerte: formación del hombre por medio de influencia exterior
conciente o inconciente o el estímulo que suscita la voluntad para evitar la muerte,
por ejemplo, campañas de educación sanitaria para evitar la enfermedad y la
muerte, consejo terapeutico y lecturas sobre evitar la muerte.
2. Educación por la muerte: es la influencia que ejerce la muerte y los muertos sobre
el hombre, por ejemplo, la muerte de familiares, amigos o allegados.
3. Educación para la muerte: es el proceso de influencia externa consciente o
inconsciente o la propia formación que realiza el hombre para enfrentar su propia
muerte o la muerte ajena, sea próxima o lejana o para prepararse para ella, ejemplo,
las influencias que ejercen el médico, la religión para preparar para la muerte.

La resistencia del medio hospitalario a la muerte es proporcional a la impotencia que


siente el médico cuando no puede prolongar la vida de sus pacientes.
La muerte de nuestro enfermo la vamos a interpretar como un fracaso profesional. Por
ilógico que sea, ya que la muerte es inevitable (la mortalidad del ser humano continúa
siendo del 100%: una muerte por persona), el médico tiende en lo más íntimo a sentirse
culpable de no ser capaz de curar a su enfermo .
Aunque esto suceda, obviamente, a nivel inconsciente, la consciencia de nuestra inutilidad
como curador, comporta en el médico un daño a su autoestima, una herida a su narcisismo,
un golpe a su sentido de omnipotencia, un despertar de aquella neurosis de fondo que quizá
motivó la elección de la profesión.
La muerte siempre estuvo excluida del saber médico (salvo en medicina legal); así pues, los
médicos no están, por lo general, preparados para ayudar a los enfermos en el final de sus
vidas. En cuanto a los que no trabajan en el hospital, se encuentran muy poco con la muerte
y su refugio en el silencio es a menudo idéntico al de sus colegas de institución. La muerte
del paciente es el fracaso del médico y su primera reacción inconsciente es alejarse con él
o emprender la fuga.
Sarano definió tres tipos de mirada del médico sobre la muerte que son los mismos que las
miradas del médico sobre los enfermos o que las miradas del hombre sobre la vida. En
primer lugar, una mirada auténtica, narcisista o paternalista (fácilmente emotiva , optimista
o llorosa); en segundo lugar, una mirada objetiva, técnica, crítica, desmitificadora, eficaz;
tercero, una mirada de recuperación más allá de esa distancia objetiva introducida por el
momento crítico, mirada "postcrítica" si se quiere, que consagra una voluntad de
comunicación, de comunión con el otro.
El médico debe aprender, por fin, que la muerte es algo natural. Cuando el médico rechaza
la muerte, termina por abandonar al enfermo; cuando la niega y se niega a dejar morir a su
enfermo, caerá en el encarnizamiento o furor terapéutico (intento curativo persistente).
Solamente cuando es capaz de aceptarla como algo natural y, antes o después, inevitable
se dedicará a cuidar a su enfermo hasta el final y sin sensación de fracaso. La muerte es el
precio que paga todo ser pluricelular desde el mismo momento de su nacimiento.

CAPITULO 37

Ante la enfermedad nos encontrados con cinco necesidades que se intenta llenar:
1. Necesidades fisiológicas o de superviviencia: son las inmediatas, si una no esta
satisfecha no va a haber ota cosa en que pensar la persona que no sea eso lo que le
esta faltando
2. Necesidades de seguridad y protección: el enfermo necesita sentirse protegido y
seguro de peligros imaginarios o reales
3. Necesidades de amor y pertenencia: la relación con los familiares,amigos, con el
equipo asistencial y con los otros enfermos.
4. Necesidades de autoestima: debe ser considerado como un ser humano hasta el
final de sus días, vivir la esperanza, respetar su intimidad, gustos y ser considerado
como una persona que vive.
5. Necesidades de superación o de autorrealización: esta en lo más alto de la pirámide
según la jerarquía de las necesidades. El hombre que ha ido satisfaciendo sus
necesidades ins tintivas, fisiológicas, de seguridad, de afecto de afiliación y de
aprecio alcanza su madurez total al autorrealizarse. Ello solamente es posible, si se
pueden cubrir las restantes necesidades.

El dolor y el sufrimiento son muchas veces inevitables, el dolor posee un poder


reformador, nos hace más buenos, más compasivos, nos centra en nosotros mismos,
nos persuade de que la vida no es una distracción sino un deber.
Dios no es el resposable del sufrimiento, sino la libertad del hombre. Cuando Dios hace
libre al hombre, introduce la incertidumbre en el mundo. Ya nada es previsible ni
planeable. El hombre libre es la improvisación de la historia. El mal no es simplemente
un problema a resolver, sino un misterior que hay que sobrellevar. Tenemos que elegir
entre lo absurdo y el misterio. El creyente acepta el misterio; el no creyente tiene que
refugiarse en el absurdo y arreglarse con eso, porque la razón ya no le aporta todas las
respuestas.
El dolor tiene un sentido físico y el sufrimiento un sentido metafísico. El dolor se suprime
con analgesia, el sufrimiento no. El primero nos invita a reflexionar sobre el cuerpo; el
segundo nos pregunta más profundo y existencial; solo el sufrimiento nos abre las
puertas del conocmiento profundo de la vida.
Las siguientes son actitudes que se toman ante el sufrimiento:
1. La amargura: se vuelven malignos, odian, hieren, tienen rabia, se desesperan. Surge
la desconfianza, ya no esperan, ya no creen, ya no aman. En el fondo quedan vacíos.
2. Deshacerse ante el sufrimiento: pierden la voluntad de vivir, la fuerza, la capacidad
de actual, les invaden el cansancio de vivir. Ya no les importan los nuevos golpes, no
se alteran ni se interesan por nada. No hay odio ni amargura, les queda fuerza pero
ya no tienen oposicion ni asombro, sólo el miedo instintivo al nuevo golpe. Se vulven
apáticos, el sufrimiento no los tritura del todo solo los marchita.
3. Huir: esconderlo, rodearse de murallas internas que no hieran.
4. Pequeñez: común en los hombres, se empequeñece y empieza a dar vueltas sobre
si mismo. Vive para su pena y se la impone a lo demás. Exige ser el centro de
atención y pide ser mimando, ya no emprende ya no arriesa por miedo a perder y
sufrir.
5. Los que crecen con el sufrimiento: aumentan su fuerza interior. Sufren como los
demás y se rebelan ante el dolor pero finalmente, no queda nada amargo en llos,
nada odioso, nada mezquino. Todo se reabsorbe en un nuevo impulso de vida

Existe por lo tanto, una serie de necesidades espirituales en esta dimensión:

1. Con respecto al pasado:


- Revision y necesidad de contar cosas
- Sentimientos de culpa
- Perdonar y ser perdonados. Reconciliación
- Terminar proyectos inacabados
- Hacer algo que debería haber sido hecho.
2. Con respecto al presente:
- Ira: contra el destino, Dios, la Medicina, la familia, etc.
- Encontrar sentido al sufrimiento
- Crecimiento personal y espiritual a través de la enfermedad.
3. Con respecto al futuro:
- Si es religioso, resolver conflictos con Dios
- Esperanza de:
a. Amar y ser amado
b. Encontrar significado a la vida
c. Encontrar el misterio de la muerte y de otra vida
d. Recorrer el camino confortablemente
e. No ser abandonado.

CAPITULO 38

La antropología del dolor estudia una rama de la antropología médica, sub- rama de la
antropología, y analiza los factores biológicos y culturales tanto de la salud como de la
enfermedad y el tratamiento de las enfermedades y de los síntomas de ella,
fundamentalmente el dolor.

La antropología del dolor es estudiada por biólogos, fisiólogos, genetístas, psicólogos,


sociólogos, teólogos, filósofos, artistas y escritores en general3 ocupándose de nuestro
comportamiento cultural, intelectual, biológico y estético, de una forma global y
comparativa. No estudia una población ni un segmento de la experiencia dolorosa humana,
si no que contrasta las conclusiones de un grupo humano con otro y de nuestra civilización
con ot as civilizaciones anteriores y actuales, dándole un enfoque multidimensional.

Las cuatro ramas principales de la antropología son: la antropolog ía cultural o social, la


lingüística antropológica, la antropología física o biológica y la arqueológica, pero estas
cuatro ramas se superponen y se combinan.

La historia del dolor se puede diviir a través de hitos históricos y científicos, con sus
apartados a veces sincrónicos y diacrónicos:

1. Período empírico, mágico y pretécnico: comprenden conocimiento, la


interpretacion y el tratamiento del dolor como tal, desde la Prehistoria hasta la
medicina griega.
2. Período técnico y del conocimiento de la naturaleza: con la adaptación de la
medicina del dolor moderan. Desde Grecia clásica hasta el final del imperio romano.
3. Período de involución: solo la medicina árabe y la bizantina salvan la continuidad,
llevando la antorcha del tratamiento del dolor hasta el período del Renacimiento
intelectual.
4. Renacimiento y nuevas concepciones: creciente evolución científica, ideológica y
tecnológica, permanece hasta después de la II Guerra Mundial.
5. Período científico: tras la II Guerra Mundial en el que el médico era capaz de curar
enfermedades infecciosas, intenta a traves de investigaciones el conocimiento
fisiológio y bioquímico del dolor para conseguir un mejor tratamiento.

CAPITULO 65

El síndrome de burn-out significa, literalmente, quemado, la tendencia es llamarlo como


``desgaste profesional``. Se considera imprescindible incluir aspectos de bienestar y
salud laboral que ofrecer a los empleados, ya que la aparición del burn-out puede
generar disminución en la eficacia de una determinada institución, servicio o programa.

A mediados de lo 70se empezó a ver cierto empleados que presentaban ciertas


características integrados por actitudes y sentimientos negativos hacia las personas con
las que se trabaja (despersonalización), hacia el propio rol profesional (falta de
realizaciónpersonal en el trabajo) y una intensa vivencia de encontrase emocionalmente
agotado.

Se considera al síndrome de burn-out está constituido por las tres dimensiones señaladas:

1. El agotamiento emocional (AE): se refiere a una reducción de los recursos


emocionales y al sentimiento de que no tenemos nada que ofrecer a los demás,
acompañado de manifestaciones somáticas y psicológicas, como el abatimiento, la
ansiedad y la irritabilidad.

2.La despersonalziación (DP) se refiere al desarrollo de actitudes negativas y de


insensibilidad hacia los clientes o receptores de servicios, así como también hacia los
colegas, que, conduce con mucha frecuencia a la idea de que son la verdadera fuente de los
problemas. Se asocia con una actitud un tanto cínica e impersonal, con el aislamiento de los
demás, con el comportamiento despectivo para calificar a los otros, y con intentos de
culpabilizarlos de la frustración y el fracaso propio en el cumplimiento de los compromisos
laborales.

3. La falta de realización personal (FRP) se refiere a la percepción de que las


posibilidades de logro en el trabajo han desaparecido, junto convivencias de fracaso
y sentimientos de baja autoestima. Generalmente afecta al rendimiento laboral,
sobre la base de una autoevaluación negativa, a veces encubierta con una actitud
de "omnipotencia" que hace redoblar los esfuerzos aparentando interés y
dedicación aún mayores, que, a la larga, profundizan el problema
Para su evaluación existen cuestionarios que han aparecido de forma empírica y no son
psicométricos. También hay cuestionarios que tienen ítemes específicos para determinadas
profesiones. Los desencadenantes se pueden organizar en 4 categorías:

a) Ambiente físico de trabajo y contenido de puesto: ruido, iluminación, vibraciones,


temperatura, higiene, toxicidad, disponibilidad de espacio, sobrecarga, turnos
rotativos.
b) Estrés por desempeño: de roles, relciones interpersonales y desarrollo de la carrera
c) Estresores relacionados con nuevas tecnologías y otros aspectos organizacionales:
cambio en habilidades requeridas, ritmo de trabajo, grado de participación y
autonomía.
d) Fuentes extraorganizacionales de estrés laboral: relaciones familia-trabajo

Entre las variables facilitadores estan las siguientes:

a) Sociodemográficas: sexo, edad, estado civil, existencia o no de hijos, la antigüedad


en el puesto y en la profesión
b) Personalidad: hay personalidades más propensas a tener burn-out
c) Estrategias de afrontamiento: las que estan con carácter activo o centradas en l
problema parece reflejar menos el burn-out que los individuos que utilizan la
estrategia de evitación, escape o centradas en la emoción.

Las personas afectadas por burn-out se quejaban de cansancio y fatiga, resfrios frecuentes,
cefaleas, alteraciones digestivas, frustación fácil, poco control emocional. Para la institución
las consecuencias fueron: actitudes negativas hacia las personas, ausentismo elevado, uso
de alcohol, apatía, poca motivación laboral, irritabilidad hacia los colegas y hacia los
usuarios, preocupación excesiva por el confor laboral.

Los programas de intervención se desarrollan en tres niveles estratégicos:

a) Individual: considerando estrategias de afrontamiento al estrés.


b) Interpersonal: potenciando la formación de habilidades sociales y las estrategias
relacionadas con el apoyo social en el trabajo.
c) Organizacional: eliminando o disminuyendo estresores del entorno institucional.

CAPITULO 66

Hay varias definiciones de muerte


MUERTE SOCIAL: donde se aisla al enfermo terminal de la sociedad, muchas veces ya lo
ven muerto antes de que ocurra, los mismos amigos y familiares no visitan por el tema de
que no saben que le van a decir, muchas veces el paciente le da ansiedad y depresión de
ver que nadie va a verlo, sabiendo que solo el hecho de la compañía les ayuda a bajar el
estrés que les provoca su enfermedad.

MUERTE PSIQUICA: la persona acepta la muerta y se aísla, esta acompañada del


debilitamiento del estado físico. Puede preceder el fin y rechazan el seguir viviendo. Muchas
veces pacientes lo ven así, aunque socialmente esta mal visto y sus familiares no esten
preparados para dejar ir a su familiar, lo que obliga a mantenerlos en condiciones patéticas.
En estos casos hay que trabajar con la familia para que las cosas sucedan de forma
armónica.

MUERTE BIOLOGICA: el organismo, como entidad humana ya no existe, no hay conciencia,


aunque este con soportes artificiales, en este último se produce una negación social del
hecho de no morir, aunque muerte biológica y psicológica se hayan producido. La situación
más extrema es cuando el enfermo y la sociedad se niegan a la muerte; se hace dificil el
cuidado del enfermo y hay complicaciones a largo plazo en la elaboración del duelo en los
familiares que no aceptaron la pérdida.

MUERTE FISIOLOGICA: órganos vitales como el corazón, pulmones y cerebro ya no


funcionan.

El morir no debe ser visto como un hecho desgraciado,es posible aprender a recibir la
muerte con serenidad, sin tantos miedos. Cambiar el enfrentar para decir ``recibir``. Se
suma la importancia de los familiares y amigos íntimos que construya una red de vida que
sostiene a la muerte y que haga el moribundo se entregue tranquilo y pueda lograr una
muerte plácida, con el dolor controlado y la agonía acompañada.

Morir con dignidad significa irse de esta vida no en la soledad aséptica del hospital,
intubado, inyectado y sumergido en un laberinto de fríos aparatos, sino en el hogar, entre
los seres queridos, entregado al morbo, pero entregado también al afecto, al mimo
sosegador de la familia y de los amigos. Hundido en un coma pero teniendo a nuestra mano
que nos acompañó y dio sentido a nuestro ciclo de vida. Esta es la muerte con dignidad.

Las condiciones esenciales para morir con dignidad son las siguientes:

1. Morir sin el ruido de la tecnologpia pueso en juego para otorgar al moribundo


algunas horas suplementarios de vida biológico.
2. Morir sin dolor que monopolicen toda la energia y la conciencia del moribundo.
3. Morir en un entorno digno del ser humano y propio de lo que podría ser vivir su hora
más hermosa.
4. Morir manteniendose con las personas cercanas.
5. Morir como un acto conciente de quien es capaz de realizar de dejar ir.
6. Morir con los ojos abiertos, dando la cara aceptando lo que llega.
7. Morir con un espíritu abierto, aceptando que muchas interrogantes en la vida nunca
han tenido respuesta.
8. Morir con el corazón abierto, es decir,sin la preocupación del bienestar de los que
quedan en vida.

A medida que el final se va acercando en el paciente terminal, generamente, los problemas


aumentan cuantitativamente y cualitativamente y no sólo para el enfermo, sino también
para los familiares y el equipo terapéutico.

La agonía del paciente es un momento importante e íntimo donde nuestra presencia va a


significar una relación especial con él y su familia.

Una de las preguntas más frecuentes de los familiares es: cómo será ese final?, desde le
punto de vista práctico se puede decir que existen tres posibilidades de la llegada a la
muete:

1. La más fremente: la muerte sucede despues de un largo periodo de continuo y


progresivo deterioro físico, de un agotamiento de las propias energías. Los útimos
días se caracterizan por una obnubilación del enfermo, adormeciéndose cada vez
más de lo que lo rodea, la muerte suele llegar en pocas horas o días después.
2. La segunda posibilidad: es que suceda lo del apartado anterior pero el pacinte no
tiene adormecimiento ni obnubilación del paciente, el paciente está conciente hasta
el final, supone un mayor impacto a la familia y requiere más apoyo. Estas personas
viven su muerte. Ante la pregunta de cómo le gustaría morir? La mayoría de las
personas prefieren algo que sea repentino, sin darse cuenta, esta elección tiene que
ver con el pánico que se tiene generalmente a la muerte, pero también, con el miedo
al sufrimiento de que muchas veces va precedida.
3. La tercera posibilidad: y la menos frecuente, es cuando la muerte llega de forma
violenta y repentina como consecuencia de una complicación aguda de su
enfermedad. Ejemplo, las hemorragias.

La manera de ayudar al enfermo será intentando que exprese todo lo que siente y los
miedos que pasa, que pueda llegar a llorar si lo desea y así se desahogue. Al final, la prueba
puede ser muy dura. No tiene ganas de visitas, comienza a aislarse. Está inmóvil en la cama.
Se niega a comer. Lo que en este estadio necesi a más el enfermo es:

• Que dejemos de decirle: "esto irá me or mañana".

• Que reconozcamos sus penas como fundadas; su muerte inminente como una realidad;
su tristeza como natural, válida y no culpable.

• Que le ayudemos a explorar sus fantasmas y sus angustias, sobre todo si le turban hasta
el punto de impedirle descansar.

Que estemos disponibles cuando tenga necesi dad de alguien y sepamos dejarle solo
cuando lo desee.

• Que le aportemos toda la comodidad posible para que su cuerpo se le haga menos
pesado.

• Que seamos al menos tan realistas como él: con fía en que nosotros no le impondremos
trata mientos interminables, que no tienen como fina lidad aliviarle y en que tomaremos
decisiones inteligentes en lo referente a su estado, con su participacióncada vez que esto
sea posible.

• Que sepamos, en fin, afrontar su no curación, que no es lo más fácil.

Al ll egar a la ultima fase de su enfermedad, el paciente necesita morir. Al final de sus días
la muerte le resulta necesaria, aunque cueste mucho admitirlo. En esa instancia, morir
deviene una necesidad en los niveles físicos, mental, emocional y espiritual, aún cuando
puedan presentarse contradicciones entre esos planos. Sólo hay que estar próximo a morir
para comprenderlo cabalmente. Por eso el paciente lo percibe mejor y antes que la familia.
Para él la lucha terminó aunque siempre mantenga alguna esperanza. En realidad, terminó
la primera parte: su lucha contra la enfermedad. Todavía le resta morir. Necesita y desea,
aunque con miedo, dejarse llevar hacia la muerte. Pocas veces esta verdadera necesidad
del ser humano es reconocida y aceptada. Nadie parece advertirla.

La familia se angustia y comienza una etapa de forcejeo. Presumiendo que el paciente está
deprimido lo apremian, le insisten. Esto suele volverse una tortura para él: "tiene que"
poner más voluntad, "no tiene que" aflojar, "tiene que" comer más y una larga lista de
exigencias inútiles. La cercanía de la muerte se ve, como una situación difícil de asimilar.
Este es el dilema para una familia no preparada para la muerte, que la enfrenta con miedo,
aun cuando esta acontezca como suceso natural en la vejez.

CAPITULO 67

Cuidados de la familia post-mortem, esto provoca un choque emocional que, en ocasiones,


les impide reaccionar. Cada uno expresa su dolor y la pérdida como puede, desde el llanto
a gritos, hasta el bloqueo extremo de cualquier manifestación emocional.

Cuidados al cadáver: La muerte no debe afectar a la dignidad del fallecido, el cuidado


respetuoso y afectuoso debe ser la norma básica en nuestras maniobras.

En algunas ocasiones, los familiares pueden querer participar en dichos cuidados. Si así lo
expresan, se les debe permitir esa participación. Se procederá, en primer lugar a la rerirada
de vías, sondas, sistemas de ayuda para la respiración y alimencación si las hubiera,
colocando apósitos para evitar la salida de sangre en los puntos de aplicación.

Seguidamente, se taponearán todos los orificios anatómicos mediante bolas de algodón de


distintos calibres. Es preciso obturar: orofaringe, fosas nasales, oídos, vagina y recto. En los
varones, se recomienda anudar una tira de venda de gasa en la parte proximal del pene,
para evitar la salida de orina que pudiese haber en la vejig a. Es recomenda ble la colocación
de un pañal desechable.

CAPITULO 69

El duelo es la reacción natural ante la pérdida de una persona, objeto o evento significativo;
también como la reacción emocional y de comportamiento en forma de sufrimiento y
aflicción cuando un vínculo afectivo se rompe. Incluye componentes físicos, psicológico y
sociales, con una intensidad y duración proporcionales a la dimensión y significado de la
pérdida.
De los numerosos procesos de duelo que debemos de enfrentar, el más doloroso se refiere
a la finitud e nuestra vida y la de los seres queridos. En la madurez, el individuo enfrenta
una mutiplicidad de pérdidas, estas sobrevienen simultáneamente o en rápida sucesión:

1. Pérdida de la juventud, de la cual se tiene clara conciencia, entre otros factores, por
el hecho de que los hijos entren en la adolescencia.
2. Pérdida de la capacidad sexual y reproductora, que culmina en la menopausia y en
lo que se ha denominado ‘’edad crítica del hombre’’.
3. Pérdida de la posibilidad de iniciar una carrera profesional o de contraer un nuevo
matrimonio.
4. Pérdida de la función parental a medida que los hijos crecen, se independizan y
abandonan el hogar.
5. Pérdida de los propios padres, determinada por la muerte de estos o su
envejecimiento.
6. Pérdida de los que pertenecen a la misma generación debido a su muerte
prematura.

Toda pérdida significativa entraña la necesidad de un duelo. Si se trata de una persona, la


pérdida no está forzosamente ligada a la muerte ya que esta imprime al duelo un carácter
partcular en razón de su radicalidad, de su irreversibilidad, de su universalidad y de su
implacabilidad. Una separación no mortal deja siempre abierta la esperanza del
reencuentro.

El duelo es universal, como lo es la muerte. Toda sociedad, desde la más tradicional hasta
la más moderna, dispone de ciertas costumbres o ritos cuando una persona muere. Incluso
en nuestras civilizaciones urbanas que se realizan ritos funerarios, se esperan ciertas
actitudes, ciertos comportamientos de las personas en duelo. El duelo es necesario para
continuar viviendo, para separarse de la persona perdida conservando lazos diferentes con
ella y para reencontrar la libertad de funcionamiento psíquico. El trabajo de duelo es
siempre necesario y su bloqueo y sus perturbaciones pueden conducir a serias dificultades.
Es siempre penoso y doloroso.

La muerte de un ser querido es un desgarramiento profundo, pero que cura naturalmente


a condición de que no se haga nada para retardar la cicatrización. El que guarda el luto debe
habituarse a la ausencia del otro. Corresponde a la sociedad ayudar al enlutado a franquear
esas etapas, porque él no tiene fuerza para hacerlo completamente solo.
El luto es el duelo de una persona querida. Se manifiestan con comportamientos sociales y
rituales religiosos, que favorecen el adecuado encauzamiento del sentimiento de pérdida
del doliente.

A veces los cambios que acarrea una muerte en la familia son tan drásticos y tan dramáticos
que el médico debe de estar alerta y ver como ha afectado a cada miembro de la familia.
Ninguna familia permanece igual despues de una muerte.

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