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videojuegos. “En ese momento estaba en furor Terminator 2, era la máquina que más se
llenaba”, cuenta.
“No iba a clase. Salía a mediodía de mi casa con uniforme y me encontraba con mis amigos
para irnos a pedir plata y luego, cuando ya teníamos suficiente, nos íbamos a pasar toda la
tarde jugando”, recuerda.
Esa rutina fue casi todo su año escolar, lo que terminó en un gran regaño por parte de sus
papás, y aquella consola de Super Nintendo que pidió nunca llegó.
“Era voluntario de la Cruz Roja y el día de la banderita salí a recoger plata. Cuando me
daban billetes esos iban a mi bolsillo y servía para seguir jugando”, agrega el que es ahora
jugador esporádico de títulos de combate o fantasía, pero en aquella época pudo haber
estado a las puertas de la adicción, según la conclusión de la OMS.
Adicción
Alguna vez ha dicho o escuchado “soy adicto a” al hacer referencia a algo que le gusta o
apasiona mucho, ¿qué significa médicamente este concepto?
Podemos ‘motivar’ nuestro cerebro con una comida deliciosa, con un trozo de pudín de
chocolate o también con drogas sintéticas, cocaína e incluso videojuegos.
“Hay pacientes que usan la adicción para suplir la carencia afectiva o un síntoma que tiene
su cuerpo y no saben cómo apaciguarlo, buscan la forma de distraerse para no pensar en la
emoción que no los hace sentir bien”, explica Laura Páez, médico psiquiatra y docente de la
Universidad del Norte.
Abuso de consumo
Muchos pacientes entre los 10 y 24 años están sufriendo trastornos por déficit de atención e
hiperactividad, depresión y ansiedad, indica Páez, y con el acceso a la tecnología “si sufren
de algún trastorno mental lo llevan a los videojuegos y lo transforman en una adicción. Es
la necesidad de subir la dopamina”.
Todo tiene un constructo mental, un trasfondo emocional que se busca llenar. En este caso
con aquellos mundos virtuales, que aunque muchas veces son educativos, se pueden
convertir en un arma de doble filo.
“Los adultos a veces festejan este tipo de habilidades en los menores, como cuando un niño
de 3 o 4 años empieza a manejar dispositivos. Inicialmente lo ven como algo favorable,
pero poco a poco se transforma. Todo extremo es enfermizo”, asegura Isaac Llanos.
Tratamiento
Sin duda acceder a un dispositivo móvil donde se pueda tener un videojuego es sencillo.
Basta con el celular de la mamá o algún amigo, entrar al computador a buscar una tarea o
encender la tableta para ver una serie, lo cual dificultaría la rehabilitación.
Fue su profesora la encargada de avisar a sus padres el bajo rendimiento académico, que la
pequeña se dormía en clase y siempre decía estar cansada. La menor esperaba cada noche a
que sus padres se durmieran para ella encender su consola y jugar, e incluso hacer pagos
con la tarjeta de crédito de su mamá y aumentar el rendimiento.
“Son personas que se ponen a jugar a partir de las 11 de la noche hasta altas horas de la
madrugada, estos menores invierten el manejo del sueño durmiendo hasta después del
mediodía, lo que trae también consecuencias en la salud con elementos como la gastritis,
todo por su adicción al juego”, explica el galeno Juan Isaac Llanos.
Dentro de las características para identificar esta adicción, dicen los voceros de la OMS,
está que el juego tiene prioridad sobre otras actividades de su día a día. Lo segundo es la
continuación o escalada del juego, lo que quiere decir que a pesar de las consecuencias
negativas, si está deteriorando su salud la persona continúa jugando o lo hace cada vez más.
Por último está la falta de control sobre el juego, que incluye frecuencia, intensidad y
duración. Se refiere a cuando el individuo es incapaz de controlar su conducta hacia el
videojuego y no puede poner límite al tiempo que invierte.
Los juegos de video ocupan gran parte de la vida de los menores. Pero
puede llegar el momento en que dejan de ser una simple actividad de
diversión para convertirse en un problema serio de adicción y
aislamiento.
Además de ser un entretenimiento pasajero, puede convertirse en
un problema serio a largo plazo
Y es por eso que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considerará
por primera vez que el trastorno por videojuegos es una enfermedad
mental. Y es que esta patología será incluida en la próxima edición de la
Clasificación Internacional de Enfermedades (ICD-11), que no se
actualiza desde 1990.
Voces en contra
Por todo ello, concluían que la clasificación "debe eliminarse para evitar
el desperdicio de recursos de salud pública y para evitar causar daños a
los videojugadores sanos de todo el mundo".
Sus voces cada vez eran más fuertes. No recuerda exactamente lo que
le provocó alcanzar el vaso de su mesita de noche. Lo arrojó con
tanta fuerza que llegó al otro lado de la habitación y se hizo añicos contra
la puerta de su armario dañando la madera pintada de blanco. Pequeños
fragmentos brillaban en la alfombra de rayas.
(Archivo)
Para ese entonces, la majestuosa casa familiar de Nueva York estaba
llena de cicatrices: golpes en las paredes, arañazos en el suelo, un trozo
de mármol de la encimera roto… Todas esas cosas eran restos de las
rebeldías del niño, que se habían intensificado a lo largo de los años
y siempre por una simple solicitud de sus padres: "Byrne, apaga el
videojuego" o "cierra la computadora".
Sea cual sea la causa de este apego nada saludable, por lo menos hay
un factor que aparece en todos los casos, tal y como apunta Kim
McDaniel, un terapeuta y capacitador de padres que se ha
especializado en el uso compulsivo de la electrónica.
"La mayor impresión que tengo es que tenemos esta generación de niños
y adolescentes que están muy solos", apostilló.