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La disnea es la sensación subjetiva de falta de aire. Es un síntoma precoz que traduce una
elevación de la presión capilar pulmonar la cual, al disminuir la distensibilidad del pulmón,
determina un aumento del trabajo respiratorio. En una fase más avanzada, la extravasación de
líquido al espacio aéreo dificulta el intercambio gaseoso a nivel de la membrana alveolo-capilar.
Cuando se produce en decúbito, hablamos de ortopnea, y se debe a un aumento de la presión
hidrostática en los pulmones por incremento del retorno venoso, disminución de la capacidad
pulmonar y exacerbación del trabajo respiratorio. Una forma especial de ortopnea es la disnea
paroxística nocturna, antes denominada “asma cardial”, que se acompaña de espiración
alargada por obstrucción bronquial secundaria a edema peribronquial. El edema agudo de
pulmón es la forma más grave de disnea, debida a la extravasación de líquido al intersticio y de
aquí al alvéolo.
La disnea se asocia con condiciones en las cuales la actividad del centro respiratorio está
incrementada o el sistema respiratorio está sometido a carga mecánica. Estas condiciones se
caracterizan por una sensación de “hambre de aire” o aumento del trabajo para respirar.
Algunos trastornos se asocian con la estimulación de receptores en los pulmones; en estos casos,
los pacientes pueden describir la sensación como de opresión torácica y constricción. Además
de estos factores cualitativos, la intensidad de la disnea puede ser modificada por la
correspondencia entre el comando motor respiratorio o señales originadas en el sistema
nervioso central (SNC) y la retroalimentación aferente de receptores en el sistema respiratorio.
Una variedad de señales provenientes de quimiorreceptores en la sangre y el cerebro,
mecanorreceptores en las vías aéreas, los pulmones, la pared torácica o los músculos
respiratorios y comandos respiratorios motores centrales se consideran responsables de mediar
la sensación de disnea.
Cuando se estudió la relación entre esfuerzo y disnea en sujetos normales manteniendo un nivel
constante de ventilación, las dos sensaciones se hallaron disociadas: la disnea se incrementaba
paralelamente al aumento teleespiratorio del CO2, aunque la sensación de esfuerzo fue en
descenso. Pese a que la evidencia sugiere que esfuerzo y disnea no son lo mismo, la sensación
de esfuerzo puede ser el factor contribuyente predominante a la sensación de disnea cuando
los músculos respiratorios están fatigados o debilitados, o cuando la carga está aumentada. La
disnea involucra mecanismos centrales, periféricos y quimiorreceptores.
– Mecanismos centrales.
– Mecanismos periféricos.
– Quimiorreceptores.
Quimiorreceptores
Mecanorreceptores
Los receptores ubicados en las vías aéreas superiores e inferiores, parénquima pulmonar, caja
torácica, responden a estímulos mecánicos como presión, estiramiento y variaciones en la
temperatura ocasionados por el flujo aéreo. Su estimulación puede modificar la información
aferente transmitida desde el sistema respiratorio hasta el SNC y, de esta manera, modular la
ventilación y la sensación de esfuerzo respiratorio. Receptores de la vía aérea Los receptores de
la vía aérea superior regulan la deglución, el habla y la protección de la vía aérea. Su estimulación
produce cambios en la ventilación y en el patrón respiratorio. La información aferente de estos
receptores sigue la vía de los nervios trigémino, glosofaríngeo, hipogloso y vago, llegando a los
centros respiratorios. Tales receptores pueden modular la sensación de dificultad respiratoria
tanto por modificaciones en la ventilación como por acción directa sobre el SNC. La mejoría de
la disnea con la administración de O2 por cánula nasal puede deberse en parte a la estimulación
de los receptores de las vías aéreas superiores. Algunos pacientes con disnea describen un alivio
subjetivo cuando se aplica aire frío en la cara, lo que sugiere que la estimulación de los
receptores en el área del trigémino puede tener un efecto directo sobre la sensación de disnea.
Los pacientes con EPOC refieren disminución de la disnea cuando respiran aumentando la
resistencia espiratoria a nivel de la boca y se incrementa su dificultad cuando lo hacen a través
de una pieza bucal. Cambios en la distribución de la ventilación con mejoría del intercambio
gaseoso y traslado del punto de igual presión hacia la boca serían los responsables de este alivio.
El uso de presión positiva continua en la vía aérea podría disminuir la disnea al reducir la
compresión dinámica de la vía aérea. Esto apoya la idea de que la pared de las vías aéreas tiene
receptores sensibles al colapso dinámico o a cambios en la presión transmural y que la
información proveniente de estos receptores modula la sensación de disnea. Receptores
pulmonares La información proveniente de los receptores ubicados en el parénquima pulmonar
es transmitida al SNC a través del nervio vago. Los receptores pulmonares de estiramiento
participan en la finalización de la inspiración, los irritantes en el epitelio responden a estímulos
mecánicos y químicos mediante broncoconstricción y las fibras C localizadas en la pared alveolar
y los vasos sanguíneos responden al edema intersticial. Estos receptores podrían tener un papel
en la modulación del patrón respiratorio y de la disnea en pacientes con enfermedad intersticial
y con ICC, aunque hay estudios contradictorios, ya que la apreciación consciente de carga
respiratoria se mantiene aún luego de bloqueo vagal.
Receptores ubicados en las articulaciones, los tendones y los músculos de la caja torácica
proveen información del movimiento del sistema respiratorio y del estado de los músculos
respiratorios. Con una carga inspiratoria elástica o resistiva, la velocidad y la magnitud del
acortamiento de los músculos respiratorios se modifica ante un impulso central dado. La
sensación de dificultad respiratoria ocurre cuando el desplazamiento alcanzado por el sistema
respiratorio es menor que el esperado. Cuando los centros respiratorios son estimulados y el
impulso que de ellos proviene aumenta, la disnea parece que es mayor cuando el movimiento
de la caja torácica se ve reducido. La falta de adecuación entre el signo eferente de los centros
respiratorios y el aferente de la caja torácica que alcanza el SNC deriva en disnea. Este hecho
puede referirse como disociación eferente-aferente. La disociación entre el impulso químico
para respirar y la ausencia de movimientos torácicos durante la apnea voluntaria intensifica la
sensación de disnea. La hipercapnia por el agregado de CO2 al aire inspirado produce menos
disnea si el patrón respiratorio consiste en grandes movimientos torácicos. A la inversa, la disnea
aumenta si los movimientos torácicos se limitan voluntariamente por debajo de los que
corresponderían a un patrón libre.
Músculos respiratorios
La sensación de esfuerzo se refiere a la intensidad del comando motor. Éste puede medirse
como la actividad de un músculo en porcentaje de la máxima. Si la actividad generada por un
esfuerzo máximo representa el reclutamiento de todas las unidades motoras, la caracterización
de la actividad real en relación con la máxima permite una medición del comando motor. La
sensación de esfuerzo es traducida por pequeñas interneuronas y mediada por mecanismos de
retroalimentación colateral alta en el SNC con destino final en la corteza sensitiva.
Cambios pulmonares
Los cambios en el tamaño cardiaco imponen una constricción significativa a los pulmones, que
deriva en reducción de los volúmenes pulmonares y contribuye al patrón respiratorio restrictivo,
frecuentemente encontrado en los pacientes con IC. Más aún, los cambios asociados con la
cardiomegalia en la función pulmonar pueden contribuir a la carga inspiratoria, dar por
resultado un volumen pulmonar respiratorio bajo, limitar la intromisión en el volumen de
reserva inspiratorio durante los periodos de incremento de la demanda ventilatoria y contribuir
a los síntomas de disnea.