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Mircea Eliade,

CONTRASTES
DE UN GENIO
Edgar Morales Flores

P
oliedro complejo y luminoso, Mircea Eliade losóficos y lo espoleó para que se entregara de lleno a
(1907, Bucarest–1986, Chicago) fue una amal- la literatura, convocatoria que sin duda acató, pero de
gama de saberes que integraban, sin asomos una manera compleja. A sus lecturas favoritas (Goethe,
de fatiga o mediocridad, amplias zonas de las ciencias Balzac, Dostoyevski, Shakespeare, Dante) se sumaron
naturales, como la entomología, la botánica o la quími- otras más lúgubres, impresionado por los Chants de
ca inorgánica, con aquellas propias del espíritu: la filo- Maldoror de Isidore Ducasse (el conde del monte con-
sofía, la historia, la antropología, la literatura. Su larga trario al de Cristo) seguiría el sendero de los simbolistas
trayectoria de publicaciones comenzó a temprana edad: franceses, de Novalis y de Sören Kierkegaard (poco co-
a los catorce años ya era un lustroso periodista dedica- nocido entonces). Dicho tren cultural (contracultural)
do pasionalmente a la divulgación científica. Sus ambi- se vería interrumpido por la respuesta positiva del Dr.
ciones intelectuales estaban por encima de la compacta Surendranath Dasgupta a la solicitud de estudios de
llanura cultural rumana de la primera mitad del siglo sánscrito en Calcuta. Aparte los tres años que dedicó a
XX, ya que pretendía llegar a ser el representante de su sus investigaciones en India resultaron ser algo superior
generación (reto peculiar ante sus colegas Émil Cioran a sus expectativas. Ahí no sólo concretó su interés en los
y Eugène Ionesco). Su incorporación a los estudios pro- fenómenos religiosos y sus dimensiones transculturales,
fesionales de filosofía le llevaron pronto a la atención de sino también experimentó en carne propia un desgarro
temas que hasta cierto punto eran márgenes en el pen- afectivo: se enamoró de Maitreyi, la hija de su profesor,
samiento filosófico occidental. Aprendió italiano para la que, por restricciones de casta, no podía casarse con
leer directamente a los neoplatónicos florentinos, pero un extranjero como él. De esta amarga experiencia nace
también para concretar un pequeño sueño: platicar al- su primera gran novela (Maitreyi, 1933), obra marcada
gún día con el que era su escritor favorito: Giovanni por un destino paradójico: en Europa le abrió la puerta
Pappini, a quien debía el estímulo y el estilo con que a la fama literaria, mientras que en la India se prohibió su
escribió su primera obra literaria (Novela del adolescen- difusión debido a su presunta sensualidad pornográfica.1
te miope, 1925). El encuentro con el peculiar escritor
italiano llegó a ser más importante de lo que prometía; 1
Nicolas Klotz llevó esta novela al cine: La nuit Bengali (Francia/
Pappini le reprochó que se dedicara a los estudios fi- Reino Unido/Suiza, 1988).

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Por esta novela y por otras igualmente notables como bles a las ideas fascistas; casos ejemplares como Eugéne
Isabel y las aguas del diablo, Miss Cristina, Tiganci (El Ionesco, cercano amigo de Eliade durante su estancia
burdel de las gitanas), Bosque prohibido, Juventud sin ju- en París, o de Paul Celan, bukovita de padre sionista,
ventud,2 mereció que lo nominaran formalmente dos demuestran que era posible seguir imperativos críticos
veces para recibir el premio Nobel de Literatura. respecto al fascismo. Se entiende que Eliade pagó sus
filiaciones políticas con el destiño de su gran erudición,
pero tampoco debemos olvidar que su trashumancia
EL MISTERIO DE LA INTELIGENCIA AFILIADA por la ultraderecha fue lo suficientemente ambigua
como para que los mismos legionarios le reprocharan
La temprana fama de Mircea Eliade como intelectual su tibieza: era demasiado “indefinido” para sus corre-
destacado en la escena rumana de los años treinta le ligionarios (especialmente en la temática judía en Ru-
acarreó nuevos compromisos políticos. Para empezar, mania).4
estaban las estrechas amistades que mantenía Nina Ma- Esta ambigüedad, si no complejidad, se hace pre-
res, su esposa, con notorias personalidades de convic- sente de igual forma en el caso italiano. Se sabe que
ciones conservadoras. Fue ella quien acercó a su esposo Eliade tenía una estrecha amistad con Julius Evola, des-
a ciertos círculos frecuentados por nacionalistas y anti- tacado hermetista pronazi; pero igualmente, como nos
semitas. Mircea Eliade, como siempre más preocupa- recuerda Ioan Coulianu,5 contaba con amistades anti-
do por la adquisición de saber que por la inserción en fascistas en Italia, como lo fue el caso triste de Virgi-
actividades políticas, cedió a la tentación de colaborar lio Macchioro, quien fue expatriado del suelo italiano
en diarios nacionalistas como Cuvántul (El Verbo), pu- por haberle dado oportunidad a Eliade de publicar un
blicación que apoyaba incondicionalmente otro de sus artículo contra Mussolini. Esta complicada y aparente
más queridos amigos, su maestro de lógica y metafísica indeterminación política parece conducir más bien a la
Naë Ionesco, quien le convenció de que la actividad pe- hipótesis del sostenimiento de un “fascismo moderado”
riodística era necesaria para dar a conocer las valiosas (sic), tesis que parece sostenerse también en el caso por-
opiniones de la élite intelectual al pueblo rumano en tugués, pues Eliade, siendo agregado cultural en Lisboa
general. Eliade accedió más por el cándido entusiasmo en los años cuarenta durante el régimen derechista de
de ser un filósofo periodista, retribuido económicamen- Antonio de Oliveira Salazar, escribió un libro dedicado
te y en ventaja para acceder a espacios de publicación, a advertir al gobierno pro-germánico de Ion Antonescu
que por sus reales convicciones políticas de esos días. acerca de los peligros de la vinculación con Hitler y a
Pero la sombra más oscura del conservadurismo po- promover las virtudes de la dictadura portuguesa (ca-
lítico que cubre este período de la vida de Eliade tiene rente de antisemitismo).
su más álgido punto en su participación en la Guardia No es fácil obtener conclusiones sencillas de las
de Hierro, la facción ultraderechista de Rumania en la posturas políticas de Eliade, pues a lo anterior hay que
primera mitad del siglo pasado. La memoria intelectual añadir la enorme simpatía que sintió por la resistencia
rumana aún reverbera agriamente las filiaciones de los antibritánica de Gandhi (del cual escuchó una arenga
legionarios de la Guardia de Hierro que le dieron credi- de viva voz en Calcuta), su encarcelamiento en un cam-
bilidad frente a un amplio circuito cultural en vísperas po de concentración por órdenes de Carlos II de Ru-
de la Segunda Guerra Mundial, filiaciones entre las que mania (por sus nexos con Naë Ionesco), su oposición
se recuerda la de Eliade: “nosotros los legionarios hare- al intervencionismo soviético, su crítica a la masone-
mos un país como la luna que está en el cielo”.3 Por su- ría de Europa del Este, y hasta su simpatía por la anar-
puesto, no todos los intelectuales rumanos eran permea-
4
Paradójicamente los socialistas lo hacían muy cercano a todas las
2
A fines del presente año Francis Ford Coppola, después de siete tradiciones “espirituales”.
años de ayuno en la dirección cinematográfica, nos regalará la versión 5
Principal discípulo de Eliade y al mismo tiempo su principal crí-
de esta novela, filmada en la ciudad natal de Mircea Eliade. tico por los nexos de su maestro con la ultraderecha rumana; fue
3
Aseveraciones naïf que podemos encontrar también en otros ru- asesinado trágicamente en los baños de la Universidad de Chicago
manos notables, como en Émil Cioran: “Hitler es el mejor hombre en 1991 por un supuesto grupo vinculado al proyecto de reconstruc-
de la historia” (Manea, 2005). ción de la vieja Guardia de Hierro.

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quía de los hippies. Pero algo es claro: una vez muerta En estas “barbaries” Eliade encuentra lo humano,
su primera esposa, al final de la Segunda Guerra Mun- pues
dial, el maestro no quiso revivir las correrías políticas,
y fue firme en su decisión de no hablar, ni a favor ni en toda vida implica la muerte de otros seres; para vivir hay
contra, de su pasado político. que matar. ¡Tal es la condición del espíritu en su historia,
ciertamente trágica, pero enormemente creadora! Situarse
frente al vacío, a la nada, a lo demoníaco, a lo inhumano,
EL TRIUNFO SOBRE EL DRAGÓN a la tentación de regresar al mundo animal, todas estas
experiencias extremas y dramáticas son la fuente de las
Para Eliade los problemas políticos nunca fueron tan grandes creaciones del espíritu (Eliade, 1980, p. 119).
severos ni profundos como los religiosos y filosóficos;
éstos suponen un enfrentamiento ad intra con las fuer- Este es el esbozo de un nuevo “humanismo”, basado
zas anómicas de una existencia cuyo significado parece en una imagen del hombre no castrada ni de lo sacro ni
continuamente evadirse. Eliade conoció en carne propia de lo bestial, pues estas dimensiones, que son las mis-
la caótica fuerza de una gran oquedad que le producía mas que atribuimos a las deidades más terribles, son
estados de melancolía de una particular gravedad. En parte de nuestra naturaleza.
alguna ocasión reveló que esto le venía dado por su he- A Eliade no le interesaron sólo los aspectos “negati-
rencia paterna moldava, melancolía aunada a las Erinias vos” de la religión, pero es irrefutable el especial cariño
del genio: el terrible apego a la poesía, los afanes metafísicos y atención con que abordaba las esferas crueles (que
y la prelación nocturna por los sueños y los mitos (Eliade, no “inhumanas”) de la coincidentia oppositorum. Como
1980, p. 16). Por este temple se comprende la enorme im- resultado su magisterio era punzante, desconcertante
presión que le dejó Lautréamont (a quien conoció a través su escritura, era dueño de un genuino “arte diabólico”
del doloroso Leon Bloy) y el interés en el existencialismo que indexicaba los horrores y los gozos más profundos.
de Kierkegaard y de Heidegger (que compartió con su co- Pero debemos ser cautos: Eliade, en una argumentación
terráneos en las sesiones del grupo Criterion). muy parecida a la batailliana, deja claro que debemos
Mircea Eliade fue, cómo dudarlo, un enorme imán distinguir el horror sacro del que no lo es; éste carece
para almas gemelas como lo fueron Émil Cioran, en- de sentido intrínseco, la violencia puramente mundana
trañable amigo desde siempre del maestro; Eugéne es crueldad pura y se antoja pensarla como el verdadero
Ionesco, a propósito de quien Eliade afirmaba que el infierno donde la presencia de lo significativo está su-
teatro es rito, ruptura sacra del tiempo y del espacio; o peditada a fines rastreros. Se impone la mitologización
Georges Bataille, enfant terrible del pensamiento fran- sobre la realidad material: el mito permite la sobrevi-
cés con quien discutía largamente sobre tantrismo. Se vencia, calma la angustia vital, confiere sentido. Tal fue
comprende por qué el existencialismo sartreano, tan la experiencia del propio Eliade al enfrentar sus crisis
abigarrado y tan fashion en la Francia de entreguerras, de melancolía mediante técnicas de yoga, las cuales su-
no le haya atraído tanto como el surrealismo o el teatro ponen ciertamente una praxis de toda una concepción
del absurdo. Él, historiador de las religiones acostum- espiritual del cuerpo. Las creencias hindúes rindie-
brado a bajar a los sótanos de los significados, le es casi ron sus frutos vitales en este extraño moldavo, disiparon
imposible permanecer incólume frente a las fuerzas des- las brumas de afectos desordenados y le permitieron se-
atadas en el inconsciente; se ve tentado una y otra vez guir con un tren de ascesis que lo llevó a acostumbrarse
por esos vientos “irracionales” que lo llevan a revolotear a comer sólo alimentos repulsivos y a dormir cada vez
infatigablemente sobre las aguas del caos primario: menos (mediante la técnica de ganarle dos minutos cada
día al sueño). Sin mitos no hay triunfo sobre el caos.
el espíritu siente la tentación de esa enorme libertad que
acaba de descubrir: se puede matar, ser caníbal, sin perder
la dignidad humana […] se inicia la orgía y quedan su- MITOLOGIZACIÓN DEL MÉTODO
primidas todas las reglas, el incesto y la agresividad ya son
lícitos, todos los valores quedan invertidos […] siempre Parece deducirse que una vida llena de sacrificios y li-
puedo comenzar de nuevo (Eliade, 1980, p. 117). mitaciones, pero asumida como triunfo significativo

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sobre las fuerzas de la vacuidad, es preferible a una vida diente, con una lógica y mecanismos autónomos, que es
relajada pero carente de orientación. Lo sagrado es la susceptible de ser analizada en sí misma al margen de su
encarnación del significado, es el testimonio cultural de interdependencia con otras estructuras. Esta perspectiva
que la existencia humana, y la existencia per se, ha sido ya había sido puesta en circulación previamente, pero
resguardada del absurdo desde tiempos inmemoriales, Eliade la consagrará de manera definitiva, y hará celebre,
pues un mundo carente de significado es humanamente desde entonces, la nomenclatura de “fenomenología y
inhabitable, es inhumano. Vista de este modo, la reli- ciencias de la religión”, disciplina en la que se ostenta la
gión es la principal empresa ontológica de donación de irreductibilidad de los fenómenos religiosos y la asunción
significado, es la respuesta a la exigente pregunta: ¿qué de la privilegiada complejidad de los mismos.
sentido tiene la existencia? El reto peculiar del método asumido por Eliade era
Lejos de las principales posturas filosóficas vigentes la construcción de un saber transcultural del hecho
en Europa en la época de entreguerras, que pretendían religioso, pues si realmente existe una “esencia” propia
asimilar la existencia humana en el marco de la finitud de la religión ésta deberá testimoniarse a lo largo de sus
o bien desintegrar las preguntas metafísicas carentes múltiples variantes históricas y geográficas. Esto llevó al
de pertinencia cognitiva, Eliade no dudó en navegar a maestro rumano irremediablemente a la edificación de
contracorriente; para él, la verdadera “liberación” im- un comparativismo que debía mostrar la fundamental
plicaba el reconocimiento de la necesidad de un sentido unidad de todos los fenómenos religiosos a través de su
protector. homologación estructural. Estas pretensiones metodo-
Ya en la India había comprendido que las expresio- lógicas condujeron a Eliade por el sendero de la hipós-
nes de lo sacro obedecen al horror vacui: todo debe es- tasis del que llamó “homo religiosus”, hombre para el
tar saturado y rebosante de significado, los entes deben cual: “the ‘sacred’ is an element in the structure of cons-
formar una membrana compacta contra la amenaza ciousness and not a stage in the history of consciousness”,
del caos. El historiador de las religiones tiene frente a pues “to be —or, rather, to become— a man signifies be-
sí un enorme problema: le queda claro que no puede ing religious” (Eliade, 1978, p. XIII). Pero no conforme
manifestar una postura filosófica contundente a partir con tal pretensión, también presumió un ejercicio her-
de la inducción de hechos culturales. Sin embargo, per- menéutico demasiado “creativo” al postular que si para
cibe en él mismo la fuerza que despiertan sus objetos el hombre sagrado le es definitoria su relación con una
de estudio; es cuando el historiador flirtea con la her- realidad de carácter absoluto, y siendo éste un reflejo de
menéutica, pues termina convencido de que su propia nuestra propia conciencia, se deriva que es imposible
naturaleza está implicada en sus objetos de estudio, y que existan hombres a-religiosos; éstos son entidades
más aún, reconoce que se trata de su naturaleza ances- ilusorias que no existen en estado puro sino sólo bajo la
tral contra la que no puede rebelarse sin pagar los costos sombra de nuevas mitologías inconscientes y degrada-
afectivos y existenciales que eso implicaría. El objeto es das. El hombre secular, según lo presenta Eliade, es un
un espejo del sujeto, y éste es, a su vez, el que posibilita hombre paradójico, incluso “idiota”, para quien parece
la existencia de dicho “objeto”; las posturas positivistas fácil la desmitificación del mundo sin darse cuenta que
con que los científicos sociales habían comenzado a es- en ello se juega su propia humanidad (temática muy
tudiar los fenómenos religiosos quedaban cuestionadas abordada en su producción literaria).
por este acercamiento “creativo” en donde la “verdade- A estos puntos polémicos del pensamiento eliadiano
ra” interpretación no existe, o mejor dicho, siempre está debe añadirse también la pretensión de que el homo re-
en construcción. ligiosus siempre es dueño de una conciencia ontológica
Esta es la razón por la que Eliade pone sus mejores privilegiada, que percibe la realidad verdadera, absoluta
esfuerzos contra los que llama “maestros del reduccionis- y trascendente. Y si bien a nivel puramente descriptivo
mo” (Marx, Nietzsche y Freud), para quienes los fenó- no se tendrían reparos en asumirlo, es aquí donde el
menos religiosos sólo representan derivados sintomáticos proceder fenomenológico hermenéutico utilizado por
y patológicos de estructuras heterogéneas. Y si bien la re- Eliade presiona sobre sus lectores para aceptar que:
ligión siempre está inserta en medio del complejo social
en donde interactúa con otras esferas ahí actuantes, debe It is difficult to imagine how the human mind could
ser vista como una estructura relativamente indepen- function without the conviction that there is something

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irreducibly real in the world; and it is impossible how vés de los cuales fluye una fuerza prepotente (cratofanía)
consciousness could appear without conferring a me- que revela un ámbito real incondicionado (ontofanía).
aning on man’s impulses and experiences. (Eliade, 1978, Rudolf Otto hablaba de lo “completamente otro” (das
p. XIII). ganz andere) de lo numinoso y de su dialéctica mistérica
(tremor fascinans). Eliade suma a esta dimensión “irra-
Se borran peligrosamente las fronteras de la descrip- cional” las dimensiones sociales, ya que no es el sujeto
ción y la normatividad de creencias, la profunda sub- aislado quien posee el acceso a lo sagrado, sino toda una
jetividad religiosa del maestro (quien expresaba que “si comunidad que pretende regirse por el centro hierofá-
llegara a pensar que eso es cierto [la inexistencia de lo nico, y a partir de ahí fundar su territorio como imago
trascendente], la crisis sería tan profunda que, aparte de mundi, responsabilidad grave si se tiene en cuenta que
la desesperación personal, el mundo quedaría roto”) se al perder la orientación se corre el peligro de retornar al
licua con una presunta realidad que alberga dócilmente caos acuoso primordial en el que se disuelven todas las
su interpretación. Muy bien afirmaba Ioan Coulianu: formas. Se impone un control ritual sobre la anomia,
“todo el mensaje de Eliade podría resumirse en estas control que desde la revolución agrícola del neolítico
palabras: para sobrevivir, hay que practicar la herme- implica el sacrificio violento dedicado al ciclo del eter-
néutica”. no retorno de la regeneración de las fuerzas vitales de
la naturaleza. El ritual es una regresión al illud tempos
(ab initio), una terapia contra la angustia de un tiempo
ESTRUCTURA DE LO SAGRADO Y LA ERA lineal. El espacio también sufre una transformación, ya
DEL MUNDO DESENCANTADO que para el homo religiosus no se trata de un plano eucli-
diano, indiferente en sus múltiples coordenadas; por el
Los grandes temas que iluminan la constelación del pen- contrario, está marcado por el axis mundi que fundó la
samiento religioso están presentes en todo el pensamien- hierofanía, inaugura una quinta orientación, el ascenso
to eliadiano con apenas algunos cambios importantes, y a la morada de los dioses.
es que hay lugares comunes que funcionan como “tau- La naturaleza se transforma en cosmos, despliega
tologías” de orden simbólico, que apenas pueden sufrir significados que cubren todo su espectro: astros, ríos,
variación; tal es el caso de las múltiples oposiciones bina- montañas, volcanes, cuevas, truenos, animales, repro-
rias que pueblan la obra eliadiana. Sin embargo, es difícil ducción, sexualidad y el cuerpo humano (homologado
imaginar cómo podría ser de otra manera, la imaginación con el universo). Lo sagrado no ha dejado intersticios,
mitológica parece tan arraigada en sus formas que permi- ha llenado todo ad extra y ad intra, nos arrebata en for-
te reportarla en términos de estructurales estables. Ade- mas de éxtasis y nos hunde en las profundidades del éx-
más, el pensamiento eliadiano no sólo se queda en ese tasis, le pertenece la coincidentia oppositorum, auténtica
nivel, tiene el mérito de haber propuesto un léxico más característica de la totalidad de lo sagrado. Lo sagrado
o menos sistemático que ha llegado a ser tan usual que se impone como el “todo”, como el horizonte de hori-
incluso es reconocible por quienes no son especialistas en zontes, saturado y saturante de significados; se trata del
los estudios del fenómeno religioso. seno que gestó nuestra psique, es el reino arcaico que
Todo comienza, efectivamente, con una oposición no ha podido ser asaltado por los cambios en la historia
cultural que pareciera prima facie una verdad de Pero- reciente, o al menos esa es la postura de Eliade.
grullo: la distinción excluyente del ámbito sagrado del No todos sus lectores están de acuerdo en la deriva-
profano. Dicha obviedad encuentra su utilidad en la ción de una antropología estrictamente religiosa, ni que
ventaja metodológica que reporta, cierra el paso a las las creencias y actitudes del hombre secular deban ser
reducciones del mundo religioso a la lógica de “lo pro- necesariamente vistas como criptoreligiosas. Algunos
fano” y abre la posibilidad de una lectura autónoma. investigadores han hablado del fin de la “era Eliade”,
Queda claro que no se trata de categorías empíricas sino de la incapacidad de demostrar actualmente la sobrevi-
“existenciales”, son “formas de ser” que testimonian la vencia de los mitos en contextos de pragmatismos ram-
sacromórfosis de los entes sensoriales; éstos permiten pantes y metarrelatos deflactados. Quizá perviva cierta
la manifestación de lo sacro (hierofanía) pero a su vez nostalgia de lo que alguna vez fue el mundo encantado,
impiden su asimilación cabal, son simples medios a tra- pero el avance de la cultura secular hace cada vez más re-

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mota la posibilidad de ver los fenómenos religiosos como develado por un estado intencional de la conciencia del
estructuralmente inherentes a la naturaleza humana. hombre religioso y lo “real” reportado a manera de hi-
El mismo Mircea Eliade en sus últimos años, según póstasis ontológica; b) la polémica asunción de que lo
testimonios de Ioan Coulianu, flexibilizó algunas de sus sagrado es un elemento vertebral de la conciencia hu-
convicciones, transitó hacia una postura no sustancia- mana; y c) la presunta homogeneidad transhistórica de
lista de la religión: “el mistagogo, que actuaba como la conciencia humana revelada de manera privilegiada
iniciador en los misterios objetivos […] se da cuenta por la historia comparada de la religión.
de que sólo es un inventor de misterios por medio de Quizá Ioan Coulianu supo entrever los nuevos de-
la hermenéutica” (Coulianu, 1987). Al parecer, también rroteros de la crítica al momento de redactar la intro-
su obsesión por la criptografía, plasmada en sus últimas ducción del Diccionario de las religiones que preparaba
novelas, es un síntoma de este cambio de rumbo. Ya no al lado de su maestro poco antes de la muerte de éste.
le interesa el “hallazgo”, sino la búsqueda en sí misma, Ahí se enfatiza la infinita complejidad de los “sistemas”
muchas veces frustrada en el afán de conseguir develar religiosos y se ofrece una visión muy diferente del hom-
los enigmas, pero reveladora de la condición humana. bre: “mi vida es un sistema complejo de fractales, un
El fin puede ser ridículo, y muchas veces lo es, pero sistema que se mueve simultáneamente en varias di-
su valor radica en ser la construcción de un desideratum mensiones […] un fractal dentro del espacio Hilbert”
virtual. Los procesos de búsqueda dicen más de nuestra (Eliade y Coulianu, 1994). Una solitaria concreción
naturaleza que sus referentes, que sus “respuestas”, y de dentro de una serie infinitesimal de posibilidades den-
hecho, interpreta Coulianu del último Eliade, la búsque- tro de un sistema complejo que moldea la “anarquía”
da del Grial enriquece más cuando nos aleja del Grial. de la vida mediante mecanismos de opciones binarias.
Se abren cada día nuevas interpretaciones del hi- Tales opiniones quizá no hagan justicia a las caras más
percomplejo fenómeno religioso, y quizá sea un buen conocidas de este complejo poliedro, pero son honestas
momento para revisar otras tres enseñanzas clásicas del en el recuento crítico de la erudición superlativa de un
maestro: a) la identidad que establece entre “lo real” genio que no conoció moderaciones. ■

REFERENCIAS

Coulianu, I. P. (1987), “Su Mircea Eliade”, Cahiers de recherches Eliade, M. (1980), La prueba del laberinto. Conversaciones con
Homo Religiosus (consultado en la página: http://www.misera- Claude-Henri Roquet, Madrid, Cristiandad.
bili.com/2005/03/21/ioan_p_couliano_su_mircea_elia.html Eliade, M. e I. P. Coulianu (1994), Diccionario de las religiones, Bar-
en el mes de julio de 2007). celona, Paidós.
Eliade, M. (1978), “The Quest: History and Meaning in Religion”, Menea, N. (2005), Entrevista realizada por Félix Romeo, Letras li-
en M. Eliade, A History of Religious Ideas, tomo I, Chicago, The bres, abril.
University of Chicago Press.

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