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Universidad Francisco José de Caldas

Licenciatura en Educación Básica en Ciencias Sociales


Facultad de Ciencias y Educación
Nelson Jordy Rubio Bernal
Código: 20111155067
Electiva: permanencias y resistencias en Bogotá
Profesor: Iván Cubillos

Tiempos Para Rezar Y Tiempos Para Trabajar, La Cristianización De Las Comunidades


Muiscas Durante El Siglo XVI, Mercedes López Rodríguez

Este texto muestra como fuel el proceso de conversión, es decir el proceso de cambios de
fe y devociones por parte de la iglesia católica en la región de los Andes cundiboyacenses.
Además, este proceso pretendió imponer las concepciones occidentales sobre el cuerpo,
las relaciones familiares, el género y las condiciones materiales de los indígenas de este
sector del país; esto velando por homogenizar las diferentes etnias que como vimos en el
texto anterior eran bastante diferentes y particulares. Aunque la intensidad de la dominación
fue alta, según la autora este proceso no fue planeado, ni mucho menos coherente,
debemos resaltar el grado de improvisación de los colonizadores con respecto a las
estrategias de opresión utilizadas, éstas resultado de la continua interacción y tensión con
los colonizados, no siempre los participantes dominantes tenían acuerdos en cuanto al
modo de operar para asacar provecho de los indígenas, estos fueron: la corona española,
los encomenderos y los sacerdotes de la iglesia católica.
Los muiscas debido a esta colonización no fueron solamente actores pasivos, ellos también
aprendieron a utilizar los conflictos entre los dominadores para resistir o contener lo
impuesto y a veces sacar provecho de la situación. De igual forma, se debe aclarar según
la autora que las prácticas sociales no son estables, ni permanentes; estas se encuentran
determinadas por la probabilidad de cambio y en algunos casos se muestran como
indefinidas.
Los grupos religiosos que se encontraban en dominación de los indígenas fueron los
franciscanos, los dominicos, el clero secular y los agustinos; estos grupos trataban de
enviarlo mejor de sus congregaciones para evangelizar América, ya que se había perdido
Europa por la Reforma protestante. En ocasiones se hacia de forma armada y violenta,
mientras en otras ocasiones, la corona primero enviaba estas congregaciones de forma
pacífica a adoctrinar.
Después de este proceso de conquista, se forzaba a la implementación de la Encomienda
que consistía, en que el colonizador pusiera a trabajar los indios dominados, y como pago
este les brindaba su protección. El paso siguiente, era efectuado por el poder vigilante de
la iglesia, la cual se enfocaba no solo en la imposición y cambio de costumbres, también en
el modo de organización de las viviendas donde la iglesia se encontraba en el centro del
poblado, para visualizar más efectivamente las acciones de sus “fieles”. Asimismo, se
imponían el pago de varios impuestos: uno a Dios, que era el diezmo; el segundo al Rey,
llamado el requinto y el último hacia el encomendero, denominado demora.
Uno de los poderes que ejercía la iglesia en cuanto a la mente y alma del sujeto en
formación a ser sacerdote era la confesión, ya que uno de los elementos que vienen a
configurar el pecado de los feligreses, es la culpa y para poder expiar esta sensación
desagradable, se remite al perdón concedido por el sacerdote, que atento escucha y
escudriña las acciones del sujeto pecador. Esto demostrando que, aunque dentro de la
institución religiosa católica, existía una jerarquía estricta y cerrada buscando también
controlar a sus propios miembros, demostrándose así ante la población dominada como
una organización social superior. El primer nivel era ser clérigo de primera tonsura, que
consistía en un grado preparatorio para recibir las antiguas ordenes menores; aprendiendo
letras, gramática, aprender de memoria la biblia y ciertas ritualizaciones propias como la
homilía de los santos y formular los sacramentos; recibiendo cargos como sacristanes o
auxiliares de oficios religiosos, pero nunca dando misa o evangelizando a los indígenas.
Luego se les asignaba el cargo de subdiáconos y luego de diáconos, en este punto podían
ofrecer la predica, pero sin todavía administrar la eucaristía, solo hasta que un sacerdote le
diera el visto bueno para ello, y así pudiendo ascender al grado de clérigo presbítero; que
después de un tiempo podía aspirar a la administración de una parroquia o doctrina de
alguna encomienda por medio de un obispo, el cual mandaba a la Real Audiencia esta
postulación. El cuerpo de los hombres de Dios también se veía afectado por la dominación
de ciertas afectaciones y condicionamientos como la tonsura que era el rapado parcial de
la cabeza para denotar su voto de humildad, los vestidos negros o grises discretos y su
comportamiento lento para demostrar solemnidad, honor y respeto hacia la iglesia por parte
de ellos como religiosos y hacia los indígenas como personas de orden superior.
Aunque en un primer momento se excluían a los mestizos de los oficios sacerdotales , luego
fueron preferidos por el obispo Zapata de Cárdenas, por el hecho de tener la ventaja del
bilingüismo, haciendo más fácil la tarea de evangelización; se prefería que la madre fuera
indígena y el padre fuera de origen español.

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