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HISTORIA GENERAL
DE LA
FILOSOFIA
Con un estudio sobre la filosofía del siglo XX,
por
HEINZ HEIMSOETH
por el
E D 1 T O R 1 A L "EL ATENEO", S. A.
MEXICO, D. F.
L' \ L·
Titulo original de la' obra:
li
VI VII
INDICE GENERAL
PROLOGO A LA DECIMAQUINTA EDlCION Pág.
Se ha mantenido en ésta, la forma de la edición décimatercera. El capítulo Del prólogo a la primera' edición alemana ......... ........... . V
final acerca de la filosofia del siglo xx ha sido reelaborado y aumentado Del pr6logo a la segunda edición alemana ................... . VI
dentro de la disposición y estructura del conjunto. Del prólogo a la décimatercera edición alemana . .......... , ... , VII
Del prólogo a la décimaquinta edición alemana . .. , ........... . VIII
Colonia, noviembre de 1956
HEINZ I-IEIMSOETH INTRODUCCION ......................................... 1
1. Nombre y concepto de la filosofía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3
2. La historia de la filosofía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
, 3. División de la filosofía y su historia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
1,
PRIMERA PARTE. LA FILOSOFIA DE LOS GRIEGOS. . . . . . . . . . 23
Capítulo Primero: El período cosmológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
4. Los conceptos del ser. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
5. Los conceptos del devenir ... .. , . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
6. Los conceptos del conocer............. . . . . . . . . . . . . . 53
Capítulo Segundo: El período antropológico. . . . . . . . . . . . . . . . . 61
7. El problema de la moralidad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67
8. El problema de la ciencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 78
Capitulo Tercero: El período sistemático. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 87
9. La neofundación de la -metafísica sobre base epistemoló-
gica y ética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
10. El sistema del materialismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 96
11. El sistema del idealismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 101
12. La lógica aristotélica. . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . 114
13. El sistema de la evolución.... . . . . . . . . . . . . .. . . . . . .. 120
SEGUNDA PARTE. LA FILOSOFIA HELENISTICO-ROMANA . .. 133
Capitulo Primero: El período ético. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 139
14. El ideal del sabio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 143
15. Mecanismo y teleología............................ 154
16. Libertad de la voluntad y perfección cósmica. . . . . . . .. 164
17. Los criterios de la verdad. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. J 70
Capitulo Segundo: El período religioso... . . . . . . . . . . . . . . . . .. 181
18. Autoridad y revelación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 189
19. Espíritu y materia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 198
20. Dios y mundo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 203
21. El problema de la historia universal ................... 219
TERCERA PARTE. LA FILOSOFIA DE LA EDAD MEDIA....... 227
Capitulo Primero: Primer período (Hasta 1,200 aprox.) . . . . .. 235
22. La metafísica de la experiencia interna. . . . . . . . . . . . .. 241
23. La controversia de los universales . . . . . . . . . . . . . 250
24. El dualismo de cuerpo y alma. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 261
lX
VIII
x lndice General
Pág.
1
1. Nombre y concepto de la filosofía
3
4 Introducción
lo Nombre y concepto de la filosofía 5
fin, en el contenido medular de la ciencia. Así, recibió la filosofía, durante
el helenismo, la si g n i f i e a ció n p r á e tic a, e i e n t í f i e a ID e n t e guisa la oposición ~etó~ica a la teología se transformó en l.ma oposición
fu n dad a, d e u n a r t e d e v i v ir, significación ya inaugurada mu- ~e conterndo y. la fllosoÍla moder~a se presentó entonces frente al dogma
cho antes por los sofistas y Sócrates. 6 co~, las pre,tenslOnes .de un~ s ~ bid u r 1 a m u n dan a .11 Semejante re~
A consecuencia de este viaje se desplazó el interés puramente teorético l~clOn tomo los matIces mas dIversos: oscilaba desde la adhesión compa-
de las "filosofías" particulares que, a la sazón, tomaron sólo en parte el tible hasta. e~. más duro c~nfli~to; con todo, Conservó la filosofía el problema
nombre de sus especiales objetos de estudio, ora fueran del ámbito de la que la antlguedad le habla aSIgnado: fundar científicamente una teoría del
naturaleza, ora del de la historia. Sólo la -matemática y la medicina conser- nfundo y del valor de la vida allí donde la religión no puede total o par-
varon con más energía su independencia, que desde un principio habían Cialmente llenar esta necesidad. Convencida de encontrarse a la altura de
mantenido frente a las demás ciencias. Pero el nombre de filosofía siguió esta tarea, consideró la filosofía del siglo XVIII derecho y deber propios
designando aquella suerte de intentos científicos encaminados a obtener una cOT?-o alguna vez la de los griegos, iluminar al hombre acerca del nex~
convicción documentada en los resultados del conocimiento humano para unIversal de las cosas y, sobre este conocimiento regular la vida del indi-
entender y dirigir la vid~, y que culminaron más tarde en el ensayo (del viduo y de la sociedad. '
neoplatonismo) de hacer de tal filosofía una nueva religión llamada a sus~ En semeja?te acti~u.~, se~ura d.e .s~ misma, fue quebrantada la filosofia
t,ituir a la antigua, ya en trance de aniquilamiento. 7 por K~~t, qUien exhIblO la ImpOSIbIlIdad de un conocimiento "filosófico"
Poco cambió desde luego esta situación externa, cuando los restos de (metaf~sl.co) del mundo al la?o. o ~sbre el de las ciencias particulares; lo
la ciencia antigua se aplicaron como energías intelectualmente eficaces a la que. oTlg~n~, de nuevo, una h:r:l1taclon y caI?b~o del concepto y tarea de
educación de los actuales pueblos de Europa. Contenido y tarea de lo que la f~losofIa,. ~,;es con la renunCia a un conOClI111ento totalizador del mundo
la Edad Media llamaba filosofía coincidió en absoluto con la manera de se ClrcunscnblO su esfera, a tí t ~ ~ o de ,c i.e n c i a in d e p e n die n te,
pensar del helenismo. 8 Con todo, sufrió la noción de filosofía una esencial a aquella autorreflexlon crItIca del conocimiento
mutación: encontraba ya de algún modo resuelto su problema en la reli~ sobre ~a q17e Kant ha?ía ~anado una noción definitiva, y que debió ser
gión positiva. Pues ésta no ofrecía tan sólo un conjunto de preceptos para extendIda, Junto a la CIenCia, a las otras actividades de la cultura. 12 Vincu-
orientar la conducta humana; también daba, en consonancia con seme- lado a ~sto :r;ermaneció ~o que el propio Kant llamó el concepto mundano
jantes normas, una idea general y teorética acerca de la existencia; idea, de l~ fIlosoÍla, su vocaCIón para la orientación práctica de la vida.
a la verdad, que ostentó un carácter tanto más filosófico cuanto más se .SI,u. duda alguna, falta ?emasiado para que este nuevo y, al parecer,
dejó sentir el influjo de la ciencia antigua en la formulación del dogma deflDltryo con~ept<: de la fIlosofía haya alcanzado vigencia universal' al
cristiano. En tales circunstancias le quedó a la filosofía durante el pre- c:mtrano, la dIverSidad de movimientos filosóficos del siglo XIX reivindi~an,
dominio aún no roto de la doctrina eclesiástica, el papel subordinado sm .cesar, cada uno de los conceptos anteriores de la filosofía' incluso un
de fu n dar, e 1 a b o r a r y d e f e n d e r c i e n t í f i c a m.e n te. e 1 ardIente ímpetu d~ la "necesidad metafísica" 13 trae consigo la
tendencia
do g ID a. Pero, puntualmente, semejante estado de cosas trajo consigo ~e vo~ver a, deglutlr !odo. saber humano y de reconstruir la vieja idea de
una metódica oposición cada vez más clara entre filosofía y teología, ya que fllosoÍla a tItulo de CIenCIa universal.
lo mismo que enseñaba esta última por revelación divina, trataba de des- 2.. La mudan~a del concepto de filosofía en el decurso de los tiempos
cubrir y exponer aquélla con los recursos del conocimiento humano.9 hace ImpractIcable el reiterado intento de forjar un
La inevitable consecuencia de esta relación fue que la filosofía comenzó concepto ~eneral. y ?e.finitiv;o de ella partiendo de
a resolver con más independencia aquel problema que tenía en común con comparac~c:n;4s hlstorlcas: nmguna de las ideas elaboradas
la religión, cuanto más libre llegaba a ser la conciencia individual frente a la para tal proposI~O engloba todos los productos culturales, que a sí mis-
Iglesia; y que, de la mera exposición y defensa del dogma, se pasara a su mos se han ~eslgnado c~m el nombre de filosofía. El desacuerdo es tan
crítica. Al fin, trató de construir su doctrina con absoluta autononúa de gra~~e q~,e cle~tas. doctrmas, las que unilateralmente toman en cuenta la
toda especie de intereses religiosos, pues veía en la luz natural de la razón slgniÍlcaclOn practIca de la filosofía, consideran peligroso el incluir a ésta
y experiencia humanas 10 la fuente auténtica para tal, propósito. De esta
causa , et)e., IV, 107 (Lagarde 1, 272); RODBES, De Corp.~ 1. (Ws. Molesworth I
6 Compárese la definición de Epicuro en SEXTO EMPÍRICO, Adv. math. XI, 169; 2 y 6 s.. ,
y, por otra parte, la de SÉNECA, Epístolas, 89. . 11 Definicione
. _ . . s, earact enstlcas
o '
sob re e¡ particular, de un lado en GoTTSCHED
o
7 Según eso, Proclo, por ej., prefiere llamar teología a la filosofia. Pnme;os p~~n~tptos, 1e la ciencia universal (Leipzig 1756), pp. 97 ss.' de otro e'
S Compárese, por ejemplo, SAN AGUSTíN, Soliloquios, 1, 7; Confesiones, V, 7; el art1cul~. Fllosofla' d~ la Encyclopédie (Tomo XXV, pp. 632 ss.).' , n
BCOTO ERÍGJmA De divo praedest~ 1, 1 (Migne 385). ANSELMO, Proslog., cap. I ~~ Crzttca de la razon _pura, Ak. nI, 542 S.
(Migne 1, 227): ABELARDO, Introd. in theol.~ 11, 3, RAIMUNDO LULlO, De quinque 14 ~CHOPENHAUER, El mun~o. como voluntad y r~~resentaci6n~ I1, capítulo 17.
sap.~
9
8. .
SANTO TOMÁS DE AQUINO, Suma teol6gica, 1, 32, 1; Contra gentiles, 1, 8 s. le
En ~ez ~ormu18:r la cntrca de personales OpInIOnes, es preferible aquí lan-
::ar u!1<:-. mua a e conjUnto a aquellas f6rmulas en las que no obstante esta
11, 1 ss. Op. Ox. 1, 3, qu. 4. DURAND DE POURCAIN, In sent. pro, qu. 8, RAIMUNDO lmpos;.b1hdad, se ~a tratado de llegar por ese camino a la esen~ia de la filosofía'
'DE SABUNDE, Theol. Natur. Prooem. comparese, por ejemplo, las Introducciones a las obras de ERDMANN UEBERWEa'
10 LAUR, VALLA, Dialect. disp., III, 9; TELESIO, De nato rer. prooem.j .FR.
'BACON De Augm.~ nI, 1 (Op. Spedding 1, 539, JII, 336); TAURELLUS, Phzlus. ' :W:fN f , FIhCHER, ZELL~R: etc. Tod,os ellos coinciden en que en la historia 'de l~
lOSO la ay un re~dlmlento comun sobre el que hay que construir el concepto
TriumPh.~ 1, 1; PARACELSO. Parágr. (Edición Huser) n, 23 s.; G. BRUNO, Della c
bus :;tdo'¡0¡Q6ue¡, por cierto, no puede obtenerse de las opiniones externadas por los
proplOs 1 so os.
! 'j
bajo el concepto gencnco de ciencia. 15 Mucho menos se deja determinar el trabajo de las ciencias especiales, que ora lo fructifica, ora lo paraliza
en forma universalmente reconocida lo que deba constituir el objeto y mé- en su evolución: pues el tratamiento filosófico de temas especiales a me-
todo de la filosofía como ciencia específica. Incluso fuera de quienes con- nudo trae consigo, merced a puntos de vista más amplios y direcciones
ciben la filosofía como ciencia universal 16 se advierte una diversidad de más comprensivas, aportaciones plenas de valor; 23 en otros casos, empero,
opiniones acerca de los límites de su provincia peculiar de estudio. Los no ofrece sino una duplicación, que es inútil si conduce a los mismos resul-
problemas de la investigación particular distrajeron en un principio casi tados, y peligrosa si da soluciones diversas a los mismos problemas. 24
por completo el interés de la filosofía; permanecieron largo tiempo en Su De lo dicho, además, se advierte que la re l a ció n del a f i 1 o -
seno y logran separarse de ella en los tiempos modernos. La historia, en sofía con las otras actividades de la cultura, no es me-
cambio, ha sido indiferente para la mayor parte de los sistemas filosóficos; nos Íntima que con las ciencias especiales. En la imagen del mundo que
entra relativamente tarde y de manera ocasional como objeto de investi- busca la filosofía de orientación metafísica, se agolpan, al lado de las con-
gación filosófica. Vemos, además, cómo se desplazan o se declaran absurdas quistas de la investigación científica, concepciones religiosas y morales, so-
las doctrinas metafísicas en su más crítico momento; 17 Y si hoy por hóy se ciales, políticas y artísticas; y, puntualmente, las apreciaciones de valor y las
acentúa la significación práctica de la filosofía para individuo y sociedad, exigencias de la razón piden su sitio en aquella imagen del mundo tanto
un orgulloso punto de vista de la teoría pura rechaza semejante actitud más enérgicamente cuanto más constituyen éstas el fundamento de la sig-
utilitaria. 1B nificación práctica de la filosofía. De este modo quedan expresados en la
No ha faltado tampoco la opinión de que la filosofía se ocupa de los filosofía, junto a los conocimientos, las convicciones ideales de la huma-
mismos objetos de conocimiento que las demás ciencias, pero en un sentido nidad: aspirando estos últimos, en efecto, a la conceptuación científica,
diverso y mediante métodos diferentes. Mas este carácter metódico formal pueden esclarecer y hasta refonnar la vida y la conducta humana. Así se
no es una nota permanente de todos los sistemas históricamente dados. No comprende que la relación de la filosofía con la cultura no sea tan sólo
constituirá objeción alguna el hecho de que existiese tan sólo el intento de receptiva, sino también orientadora.
buscar un método filosófico reconocido, lo que significaría aquel elemento
constante de todas las filosofías. Sin embargo, no es el caso, pues algunas No deja de tener interés el considerar la mudanza que ha experimentado la
filosofías imprimen a su elucidación el carácter metódico de otras disci- filosofía en su situación externa y sus relaciones sociales. Se
plinas, el de la matemática o el de la ciencia natural,19 por ejemplo, y no puede aceptar que la actividad científica en Grecia, con muy pocas excepciones
(Sócrates), se llevó a cabo, desde un principio, en círculos cerrados. 25 Que éstos
han faltado quienes ni siquiera se interesen por la manipulación metódica tuvieron también en tiempos posteriores la forma de comunidades litúrgicas,26 no
de sus problemas, poniendo en parangón la actividad filosófica con las con- \ prueba por sí mismo, dado el carácter religioso de toda institución legal griega, el
cepciones geniales del arte. 20 origen religioso de estas escuelas; pero la circunstancia de que la ciencia griega
3. Por lo expuesto, se desprende la imposibilidad de encontrar UI;a se haya gestado directamente de representaciones religiosas, y de que, en algunas de
sus direcciones, se adviertan, con claridad, nexos con los cultos divinos,27 no hace
relación fija y, en general, históricamente determl- improbable que las comunidades científicas hayan tenido su origen en ligas de ca-
na b l e en t r e la f i los o fía y 1 a s d e m á s c i e n c i a s. Allí donde rácter confesional (misterios), y hayan permanecido en contacto con ellas. Cuando,
la filosofía se revela a manera de ciencia universal, aparecen las últimas , :más tarde, empero, alcanza la actividad intelectual su plena autonomía, se rompen, de
un lado, estos lazos y Se fundan, de otro, escuelas de carácter puramente científico:
a modo de sus partes más o menos discernibles; '21 en cambio, donde se le fueron uniones libres de individuos que bajo la direcci6n de significadas personali-
atribuye la tarea de sintetizar los resultados de las ciencias especiales y de dades se dividían el trabajo de la investigación, exposición, defensa y polémica,28
armonizar éstos en una idea universal y conclusa, se originan relaciones y que obedecían prescripciones morales inspiradas en Un ideal común de vida.
complejas e intrincadas de suyo. Desde luego se manifiesta una depen- Con la creciente complejidad de la vida en la é p o cad el he 1 e n i s m o
dencia de la filosofía respecto del progreso creciente de las disciplinas par- y d e R o m a se perdieron naturalmente estos vínculos, y encontramos, sobre todo
ticulares: notorios adelantos de la filosofía están condicionados por avances
decisivos de éstas,22 y, gracias a ello, puede determinarse la dirección y lí- 23 De este modo fue fecundada la teología protestante del siglo XIX: por la filo-
mite en que la ciencia en general pueda resolver en cada caso su problema. sofía alemana.
24 Compárese, por' ejemplo, la oposición de la ciencia natural frente a la filo-
Pero, a la inversa, se comprende de suyo la intromisión de la filosofía en sofía de la naturaleza de SCHELLING.
25 H. DIELS, Vber die altesten Philosophenschulen der Griechen, en "Philos.
15 Así, en la mayor parte de los filósofos del helenismo. Aufstaze zum JubiHium E. Zeller". Leipzig 1887, pp. 241 ss.
16 Como para -CHR. WOLFF; compárese su Lógica, 29 ss. 26 WILAMOWITZ-MoELLENDORF, Antigonos Van Karystos (Estudios fílos6ficos
17 Este es el caso donde la filosofía vale simplr-mente como "ciencia del cono_ IV. Berlín 1881, pp. 263 ss.). '
cimiento". Compárese, por ejemplo, W. HAMILTON en las Anotaciones a las obras 27 Como es sabido, un ejemplo relevante lo ofrecen los pitag6ricos; pero aun
de Reid Il, 808. Para los franceses de fines del siglo XVII y principios del siglo XIX es en la Academia Platónica resuenan ecos del culto a Dionisio y a Apolo. E. PFLEIDERER
la filosofía un análisis del entendimiento humano. pone en relación a Herá¡¡lito con ciertos cultos religiosos; pero donde defiende se-
~8 Por ejemplo, en PLOTINO. mejante pensamiento en su obra Heráclito de Efeso, es muy combatida. Compárese
19 De este modo, DESCARTES y BACON. en conjunto, E. ROHDE, Psyche, 7'> y 8"" ediciones, 1921.
20 Como, por ejemplo, los románticos y SCHOPENHAUER. 28 Compárese, H. U SENER, La organizact'ón del trabajo intelectual en la anti-
21 Así, por ejemplo, en el sistema hegeliano. güedad (Anuarios de Prusia, año LIII, 1884, p. i y ss., también sus artículos y
22 El influjo de la astronouúa sobre la filosofía de los jonios, o la mecánica en conferencias, 1907), y E. HEITZ, Las escuelas filos6ficas de Atenas (Revista Ale-
la época moderna. mana 1884, p. 326).
Introducción 2. La historia de la filosofia 9
8
entre los romanos, escritores 'que, fuera de todo nexo de escuela y de vocación pe-
dagógica, actuaron en la esfera de la filosofía en forma aislada (Cicerón, Séneca, 2. La historia de la filosofía
Marco Aurelio, y, en espeCial, la mayor parte de los escépticos). Sólo en los últimos
años de la antigüedad se renovaron bajo la presión de intereses religiosos aquellos R. EuaKEN, Contribuciones a la introducción en la historia de la filosofía
lazos de escuela, corporativos, como en el neopitagorismo y el neoplatonismo.
Las relaciones sociales de la filosofía no han sido asaz diferentes entre los pue~ (Leipzig, 1906), pp. 157 ss.
W. WINDELBAND, La filosofía en los comienzos del siglo xx (Heidelberg, 1905),
bIas r o ro á n i e o s y g e r ro á n i e o s. Acompañando a la civilización eclesiás- II, pp. '175 ss., 2" edición, pp. 529 ss.
tica aparece también la ciencia de la Edad Media: tiene su morada en las escuelas W. DILTHEY, Archive deT Literatur in ihrer Bedeutung für das Studium der
monásticas, y ocupándose de problemas de evidente interés religioso, recibe el más Geschichte der Philosophie (Obras Completas, IV, pp. 555 ss.).
fuerte estímulo para su constitución autónoma. También en ella se advierten, tem- J. STENZEL, El problema de la historia de la filosofía (Kant-Studien, XXVI~
poralmente, divergencias, entre las distintas órdenes monásticas (dominicos, francis-
canos); incluso las comunidades científicas más libres, de las que nacieron paula- 1921) .
tinamente las Universidades, tuvieron en su origen, fondo religioso y marchamo
eclesiástico.20 Con todo, también en esta filosofía gremial de las Universidades fue Cuanto más se advierte, al correr de los años, la discrepancia de opi-
siempre insignificante el grado de independencia frente a la doctrina eclesiástica; 10 niones en torno a la tarea y contenido de la filosofía, tanto más se impone
que acontece todavía en el siglo XVIII en las Universidades protestantes, cuya fun-
dación y desarrollo exhiben por dondequiera intereses religiosos y eclesiásticos. el problema del sentido que pl\eda tener en la investigación y exposición
La situación de la filosofía inaugurada en los tiempos modernos a título de históricas, reunir no sólo múltiples sino también diferentes concepciones
sabiduda mundana presenta peculiaridades muy diferentes: sus cultivadores no son que, a primera vista, fuera del nombre, nada poseen de común.
hombres de escuela, sino del mundo y de la vida. Un monje fugitivo, un canciller, un Pues el anecdótico interés por esta abigarrada multiplicidad de diversas
zapatero, un noble, un judío proscrito, un culto diplomático, literatos independientes
y periodistas: he ahí los fundadores y representantes de la filosofia moderna, que opiniones sobre diversas cosas que, muy pronto, ha constitUIdo por lo raro
para expresar sus ideas no se sirven del manual ni de la disertación académica, sino y extraño de los pareceres, el motivo capital de un:;¡. "historia de la filoso-
de un género literario exento de los cánones tradicionales: el ensayo. fía", no puede ser a la larga objeto de estudio de una disciplina científica.
A mediados del siglo XVIII se torna gremial, una vez más, la filosofía y vuelve 1. Es evidente que el caso de la historia de la filosofía es diferente al
al seno de las Universidades. Esto aconteció desde luego en Alemania, donde la cre-
ciente independencia de las Universidades constituyó la condición favorable para de la historia de cualesquiera otras ciencias. Estas, en efecto, poseen un
ello y donde también una fructífera relación entre maestros y discípulos trajo consigo firme territorio de estudio, no obstante que en el transcurso de su historia
enormes ventajas para el desarrollo de la filosofía,ilO De Alemania se difundió este sufra esta o aquella alteración, sea por pertinentes ampliaciones, sea por
nuevo estado de cosas a Escocia, Inglaterra, Francia e Italia. En general, puede deslinde con otros territorios, sea por delimitación de fronteras. No existe
decirse que en el siglo XIX hubo que buscar el sitio de la filosofía, ante todo, en el
hogar universitario'::ll En el presente, semejante situación empieza a variar: la acti- dificultad alguna en seguir la evolución de sus conocimientos dentro de su
vidad filosófica de las Universidades, especialmente en Alemania, da la impresión, en provincia de estudio de tal modo determinable, y de hacer comprensibles
parte, de estancamiento. aquellas variaciones como consecuencias naturales de su progreso.
Al fin, es pertinente hablar, aunque sea de modo breve, de la par tic i - Muy diferente es el caso de la filosofía. Esta carece de un objeto de
paci-ón que los diferentes pueblos han tenido en la elaboración de
la filosofía. Como todos los orígenes de la cultura europea, también han creado los investigación común en todos los tiempos; de ahí que su "historia" no exhiba
griegos la ciencia, y la fecunda estructura que le dieron a la filosofía constituye un progreso constante, un conocimiento cada vez más aproximado. Al con-
todavía hoy su esencial fundamento. Lo que aportaron en la antigüedad los ro~ trario, siempre se ha hecho notar que, mientras en las otras ciencias tan
manos y el helenismo no rebasa la importancia de un producto específico de la época pronto como ganan seguridad metódica, después de sus orígenes rapsódicos,.
y una adaptación práctica de la filosofía griega; tan sólo en el sentido religioso que
traía consigo ,esta orientación hay que ver algo nuevo que, por cierto, se originaba la regla es la elaboración parsimoniosa de sus verdades (sólo interrumpida
al fundir las diferencias nacionales' en el Imperio Romano. También es in ter- de tiempo en tiempo por sacudidas favorables), en la filosofía, excepcio-
na c ion al, como ya -lo delata la acepción corriente de la lengua latina, la nalmente, se lleva a cabo una postfonnación de lo adquirido; de modo que
educación científica de la Edad Media. Es apenas en la filosofía moderna cuando los grandes sistemas de la filosofía comienzan a resolver ah ovo la tarea
aparecen los caracteres peculiares de las naciones influyendo de manera muy signi-
ficativa. Al paso que se conservaron enérgicamente las b'adiciones de la escolástica nuevamente formulada, como si las doctrinas pasadas no tuviesen sino muy
medieval en España y Portugal, suministran italianos y alemanes, ingleses y franceses poca importancia.
la piedra de toque de la ciencia nueva, cuyo punto culminante está representado' en el· 2. Si, a pesar de todo, hay que hablar de una "historia de la filosofía"
periodo clásico de la; Filosofia alemana. Frente a estas cuatro naciones se compor-
tan, en lo fundamental, las restantes, sólo como receptoras.
es preciso buscar su continuidad histórica en algo diverso de los objetos d~
que se _ocupan los filósofos y de los problemas que se proponen ellos mis-
mos. Bien miradas las cosas, ésta sólo se brinda, al fin de cüentas, en aquel
29 Compárese, G. KAUFMANN, Geschichte der deutschen Universitaten (Ilis~ re n d i m i e n t o c o m ú n que los pensadores han alcanzado de hecho,
tOr1a de las universidades alemanas) 1, pp. 58 ss. (Stuttg. 1888). poco importa la heterogeneidad de su contenido e intención de su faena.
i.lO SCHELLING ha dado el testimonio más bello de la concepción ideal de la
ciencia en el seno de las Universidades Alemanas en sus Conferencias acerca del Pero semejante re n d i m i e n t o c o m ú n, que determina el sen-
método de estudio académico (21l- y 31l- conferencias en sus Obras Completas, 1, tido de la historia de la filosofía reposa, precisamente, en las relaciones
5 Q volumen, pp. 223 ss.). Compárese además, los estudios sobre la esencia de la sucesivas en que se han ido encontrando los filósofos no sólo frente a las
universidad de FICHTE, SCHLEIERMACHER y STEFFEN (editadas por E. Spranger, conquistas menos :imperfectas de las ciencias, sÍno también frente a las otras
Biblioteca filosófica, Núm. 120). qctividades culturales de la humanidad europea en el transcurso de su
i.ll La mejor prueba de esto la suministran los apasionados ataques que contra
tal estado de cosas dirige SCHOPENHAUER. historia. Pues haya pretendido la filosofía encontrar el esquema de un co-
1
10 Introducción 2. La historia de la filosofía 11
nocimiento totalizador del mundo, ora constituyéndose corno ciencia uni- Es HEGEL quien, antes que nadie, convierte a la hiBtoria de la filosofía en cien-
versal, ora tratando de generalizar comprensivamente los resultados ele las cia autónoma. En efecto, HEGEL puso de manifiesto que no es tarea de la historia
de la filosofía la descripción de un abigarrado conjunto de opiniones de hombres
ciencias especiales, o haya pretendido bosquejar una concepción de la vida célebres, de omnibus rebus et quibusdam aliis, ni la reseña evolutiva y cada vez más
encaminada a fijar de modo exhaustivo los más altos valores del querer completa de un mismo objeto histórico. Según él, la historia de la filosofía tendría
y del sentir humanos, o haya pretendido, en fin, con clara delimitación del que exponer el complicado proceso por medio del cual las categorias de la razón
problema, hacer objeto de su estudio la autoconciencia de la razón y sus se ha'n ido conociendo y expresando conceptualmente.
Esta perspicaz idea, sin embargo, se obscurece en HEGEL por tratar de hacerla
propios fines, siempre fue el resultado de su trabajo descubrir las for- compatible con una hipótesis subsidiaria que, por cierto, ha influído en la realiza-
mas necesarias y las leyes de la actividad racional humana y expresar ción de su sistema: el convencimiento de que la sucesión temporal en que aquellas
e o n e e p t u a 1ro e n t e aquella primaria estructura de intuiciones, pen- categorías van surgiendo en los sistemas filosóficos, históricamente dados, debe coin~
samientos e impulsos. En cierta dirección y en cierto modo toda filosofía cidir con el orden objetivo y sistemático en que las mismas categorías se encuentran,
como "elementos de verdad", en la construcción conceptual del sistema definitivo de
se ha esforzado, con más o menos amplitud, por formular en conceptos lo la filosofía, que el propio HEGEL creyó haber encontrado. De este modo condujo
ofrecido de, modo inmediato en el mundo y en la vida, y de esta suerte aquel pensamiento fundamental de suyo verdadero, al error de una construcción
se ha ido descubriendo paso a paso la proyección del espíritu durante el sistematizante de la historia de la filosofía y, con ello, en muchos aspectos, a una
desarrollo histórico de sus creaciones. L a h i s t o r i a del a f i los o - violación del hecho histórico. Este error, que la investigación fecunda del siglo XIX
rectificó en beneficio de la rectitud y exactitud históricas, provenía de la falsa idea,
fía es el proceso a través del cual la humanidad eu- si bien en consecuente armonía con los principios de la filosofía hegeliana, de que el
ropea ha fijado en conceptos científicos su concep- progreso histórico de los conceptos filosóficos se origina tan sólo de una necesidad
ción del mundo y estimación de la vida. ideal, donde las "categorías" se van derivando en sucesión dialéctica. En verdad, el
Sólo el rendimiento común de todas las "filosofías" históricamente cuadro del acontecer histórico de la filosofía es muy diverso: se trata no sólo del pen-
sar de la "humanidad", o, si se quiere, del "espíritu universal", sino también de las
dadas, puede brindar contenido, tarea y justificación a la historia de la reflexiones, sentimientos, presentimientos y sugerencias de los filósofos.1 3
filosofía como ciencia independiente. Por ello, en virtud de tal" rendi-
miento, el conocimiento de la historia de la filosofía no es tan sólo necesario 3. Aquel rendimiento integral de la historia de la filosofía gracias al
para una educación superior, sino, en general, para toda formación cul- cual se han ido recogiendo en ella las ideas fundamentales de la concep-
tural; pues ella enseña de qué manera se han ido elaborando las formas ción del mundo y de la estimación de la vida, proviene de una muche-
conceptuales mediante las que juzgamos y pensamos el mundo de nuestra dumbre de peculiares movimientos del espíritu, cuyos motivos reales tanto
experiencia, ya en la vida cotidiana, ya en el marco de las ciencias par- en la formulación de los temas como en los intentos de su conceptual so-
ticulares. lución, precisa distinguir a manera de factores diversos.
Ciertamente el fa c t o r "p r a g m á tic;: o" es suficientemente sig-
En las obras históricas de las más destacadas escuelas de la antigüedad, sobre nificativo. Pues los problemas de la filosofía se van dando en 10 funda-
todo en la peripatética, hay que buscar los comienzos de la Historia de la Filosofía, menta1. Lo pone de relieve el hecho de que tales cuestiones se repiten, sin
perdidos, por cierto, en su mayor parte. Semejantes orígenes tienen, como el mismo
Aristóteles 1 10 exhibe en ejemplos ilustrativos, el designio crítico de preparar me- cesar, con el nombre de "viejos enigmas de la existencia" en el decurso
diante el examen dialéctico de las opiniones ajenas, el desenvolvimiento de las propias de la historia, reclamando siempre la solución nunca lograda de modo de-
doctrinas. También tuvieron que ver tales compilaciones de materiales con los dife-
rentes territorios de la ciencia; así nacieron, al lado de la historia de las disciplinas
particulares (de la matemática, de la astronomía, de la física, etc.), las doxografías 7 D. TIEDEMANN, Geist der spekulativen Philosophie (Espíritu de la especulativa
filosóficas. 2 Más tarde, sin embargo, al decrecer más y más la afición y entusiasmo filosofía), 7 volúmenes, Marburgo, 1791 ss.
por la filosofía, degeneró esta literatura en una especie de información erudita, donde 8 DE GERANDO, Historia comparada de los sistemas de la filosofía, 21). edición
se mezclaban anécdotas y agudas sentencias epigramáticas de los filósofos con noti- en cuatro volúmenes, París, 1822 ss.
cias fortuitas de sus doctrinas. 9 Compárese, J. FREYER, Historia de la historia de la filosofía en el siglo XVII,
También da el aspecto de colección de curiosidades la historiografía de los tiem- 1912.
pos modernos basada en los restbs de la tradición antigua. No otra cosa es la Re- 10 W. TENEMANN, Historia de la filosofía, 11 volúmenes, Leipzig, 1798 ss.;
producción de Diógenes Laercio, de STANLEY,3 o las obras de BRUCKER,4 Sólo con el mismo, Bosquejo de la historia de la filosofía para los cursos académicos, Leip-
el tiempo aparece, ora circunspección crítica en la valoración de las fuentes BUHLE,5 zig, 1812.
FÜLLEBORN,6 ora ecuánime interpretación de la importancia histórica de las doctrinas 11 ]. FR. FRIES, Historia de la filosofía, 2 volúmenes, Halle, 1837 ss.
particulares TlEDEMANN,7 DE GERANDO,8 Y crítica sistemática de las mismas, tomando 12 FR. SCHLEIERMACHER, Historia de la filosofía (póstuma), en sus obras com-
en cuenta nuevos puntos de vista ü TENEMANN,l0 FRIES,l1 SOHLEIERMAOHER.12 pletas III, 4 9 volumen, 1!). parte, Berlín, 1839.
13 Hay que comparar las introducciones de la Fenomenologia del Espfritu de
las Conferencias de la filosofía de la historia y la de la Historia de la filos~ffa.
1 Por ejemplo, su M etafisica. Obras Completas II, pp. 62 ss., IX, pp. 11 ss" XI, pp. 11-134. En las obras de HEGEL
2 Posteriormente se dan más detalles sobre el particular. editadas por MwuELET, a par e e e' la Historia de la filosofla en los volúmenes·
3 Tu, STANLEY, The history of philosophy, Londres, 1685. 13-15, Berlín, 1833-36. En este punto de vista se encuentran G. O. MARBACH Manual
4, J. J. BRUCKER, Historia critica philosophiae. 5 volúmenes, Leipzig, 1724 ss. de la historia de la filosofía, Leipzig, 1838 ss.; C. HERMANN, Historia de la fi-
Institutiones historiae philosophiae. Leipzig, 1724. losofía expuesta conforme el procedimiento pragmático, Leipzig, 1867, y en parte
5 J. G. BUULE, Lehrbuch der Geschichte der Philosophie (Historia de la filo- también las referencias generales sobre.la historia de la filosofía que hace J. BRANISS
sofía), 8 volúmenes, Gottingen, 1796 ss. en su Historia de la filosofía de Kant, 1842. En Francia está representada esta
6 G. G. FUELLEBORN, Beitrage zur Geschichte der Philosophie (Contribuciones dirección por V. COUSIN, Introducción a la historia de la filosofía, París, 1828
a la historia de la filosofía), 12 Estudios, Zullichay, 1791 ss. (7'1> edición, 1872); el mismo, Historia general de la filosofía, 12'10 edición, 1884;
2. La historia de la filosofía 13
12 Introducción
París, 1885-86; Y W. DILTHEY, Los tipos de' la concepci6n del mundo y sus formas
finitivo. Pero se engendran en el seno de un material insuficiente e incon- en los ststemas metafisicos (Concepc16n del mundo, Filosofía y Religi6n, editado
ciliable en todos sus aspectos. Y puesto que este material 14 alb~rga dentro por M. Frischeisen-Kohler, 1911) .10
de sí los supuestos reales y las necesidades lógicas para toda reflexión filo-
sófica, y dado que esta última procede en forma análoga por la naturaleza 4. A menudo se rompe el nexo pragmático en la historia de la filosofía.
y objeto de sus estudios, también en la historia de la filosofía se repiten Llega a faltar a la sucesión histórica de los problemas tal necesidad inma-
no sólo los problemas capitales, sino las direcciones típicas de sus solucio- nente y real. En cambio, se deja sentir con gran energía otro factor que
nes. y este ritmo constante en el cambio, que visto superficialmente da la certeramente podría llamarse el factor h i s t ó r i c o - c u 1 t u r al. De
impresión de que la filosofía, sin perspectivas de éxito, se afana por cono- las ideas culturales de cada época y de las necesidades intrínsecas de cada
cer un objeto inasequible, es sólo prueba ele que sus problemas son tareas sociedad' recibe la filosofía sus problemas y, al par, los materiales para la
ineludibles para el espíritu humano,15 Así se comprende que la misma solución de ellos. Las grandes conquistas y los renovados temas de las cien-
necesidad de los hechos impulse repetidas ocasiones de una doctrina a otra. cias especiales, las mudanzas de la conciencia religosa, las intuiciones del
Por 10 tanto, descontadas las alternativas reales, es preciso entender el arte, las transformaciones de la vida social y política, dan a la filosofía,
progreso en la historia de la filosofía pragmáticamente, esto es, impulsado a intervalos, estímulos nuevos y condicionan la atmósfera peculiar del tiem-
por la necesidad de los pensamientos y por la "lógica de las cosas". po, cuyos intereses generales ponen en primer plano ya este o aquel problema
posponiendo provisionalmente otros; pero no menos determinan también
Compárese, C. HERMANN, El nexo prag~ático en la historia de la filosofía las mutaciones que sufren la forma de plantear y resolver las cuestiones. Allí
(Dresde, 1836). El mencionado error de HEGEL radica exclusivamente en hacer de donde esta dependencia se llega a manifestar con claridad, surge, si las
un hecho válido dentro de ciertos límites, el único o, por lo menos, el más impor- condiciones lo permiten, un sistema filosófico como autognosis de la época,
tante. El error opuesto consistida en querer negar de raíz, este desarrollo de las
categorías de la razón en la historia del pensamiento y no ver en las sucesivas doc- o se expresan las oposiciones culturales en las que este último lucha contra
trinas de los filósofos sino confusas ideas. Más bien se llega a comprender el contenido los sistemas de viejo molde. De este modo impera en la historia. de la filo-
universal de la historia de lá filosofía reconociendo siempre aquellas necesidades obje- sofía, al lado de la pragmática y permanente objetividad, una necesidad
tivas, no obstante que el pensamiento de cada cual pueda encontrarse eventualmente histórico-cultural, que justifica el derecho histórico de la existencia de las
condicionado por otros motivos.
En relación con estas ideas conviene citar los ensayos que se han hecho, encami-
cambiantes doctrinas de la concepción del mundo y de la vida.
nados a reducir a ciertos tipos todas las doctrinas filosóficas y constatar entre ellas
una especie de repetición rítmica en el devenir histórico. De este modo procede, por También ha parado mientes HEGEL en esta circunstancia, aunque la "verdad
ejemplo, la teoría de V. COUSIN,16 de los cuatro sistemas (sensualismo, idealismo, relativa" que atribuye a los sistemas particulares, tienen en él, simultáneamente (de-
escepticismo y misticismo) y la de los tres estados de AUGUSTO COMTE 17 (teológico, bido a su básico pensamiento de la dialéctica), un sentido sistemático. Entre sus
metafísico y positivo) .18 Un interesante y muy instructivo agrupamiento de las continuadores, KUNO FISCHER 20 formula del mejor modo este momento histórico-
doctrinas filos6ficas acerca de los problemas esenciales 10 ofrece CH. RENOUVIER, cultural, y lo que es más, lo desarrolla brillantemente en sus exposiciones. Considera
Esquema de una clasificación sistemática de las doctrinas filosóficas~ 2 volúmenes, la filosofia en su evoluci6n hist6rica como el autoconocimiento progresivo del espí-
ritu humano y hace ver que su desenvolvimiento depende del objeto por conocer.
Pero por mucho que valga esto para_la mayor parte de los sistemas importantes, no
14 No podemos explicar pormenorizadamente (esto compete a una te-oría del
debe olvidarse que se trata s610 de uno de los factores.
conocimiento) en qué consiste la insuficiencia del material: pero en general, puede
decirse que estriba en el hecho de que lo dado en la experiencia nunca cumple los Los motivos hist6rico-culturales que condicionan el planteamiento y soluci6n de
postulados conceptuales a que aspira toda elaboración racional, de modo ingenuo los problemas filos6ficos penniten esclarecer en la mayor parte de los casos un fen6-
e inmediato al principio, pero consciente y reflexivamente después. No s610 la vida meno de enorme importancia .Y de gran significaci6n para comprender ~l desarrollo
cotidiana elude este aspecto a n ó m i e o; también la ciencia experimental se sirve histórico: 1 a con f u s i 6 n de pro b 1 ema s. Pues es inevitable, por la simul-
de conceptos auxiliares que, a la verdad, no van más allá de lo problemático, pero taneidad como se enfoca el interés dominante a dos cosas diversas dentro de la
que satisfacen, dentro de ciertos límites, la necesidad momentánea, si bien provisional turbamulta de pensamientos, que se originen asociaciones, psicológicamente explica-
de una elaboraci6n de los materiales. Precisamente en estos conceptos se esconden los bles, que no pueden fundarse desde un punto de vista objetivo; y que, por lo mismo,
problemas de la filosofía: ésta se desarrolla al compás de la reiterada crisis en que cuestiones que nada tienen que ver entre si, se mezclen e incluso se hagan depender
se van poniendo, al correr de los años, las representaciones y valoraciones de la cien- en su soluci6n. Un ejemplo de esto, por demás importante y, a menudo, repetido, es
cia y de la vida. la intromisi6n de intereses morales y estéticos en el tratamiento de los problemas
15 En este sentido deben profundizarse hist6rica y sistemáticamente los resultados
teoréticos: el hecho frecuente en la vida diaria de que las opiniones de los hombres
de las "Antinomias de la razón pura", de KANT (Crítica de la razón pura, Dialéc- se encuentran determinadas por sus deseos y esperanzas, sus temores e inclinacio-
tica Trascendental, segunda parte); compárese W. WINDELBAND, Historia de la
filosofía moderna~ 11, pp. 100 ss. 19 Compárese G. MISCH, Estudio preliminar a las obras completas de Dilthey
16 Compárese parágrafo 2 de este capítulo. (1924) y J. WACH, TRENDELENBURG y DILTHEY (1926). Para el problema mismo de
17 A. COMTE, Curso de filosofía positiva (59 y 6 9 volúmenes). También se en- la tipología de las concepciones del mundo: H. NOHL, Estilo y concepción del mun-
cuentran pensamientos pr6ximos ya en D'ALEMBERT, Discurso preliminar a la En- do (1910); FRISCHEISEN-KoEHLER, Formación y conceftci6n del mundo \1920);
ciclopedia. K. GROOS, La construcción de los sistemas (1923); G. LITT, La filosofía del pre-
18 También FR. BRENTANO formula una doctrina semejante e igualmente desafor- sente (1925); E. ROTHACKER, L6gica y sistemática de las ciencias del espíritu
tunada (Las cuatro fases de la filosofía y su situación actual, Viena, 1895). Del (Manual de la filosofía, 11, 1926); el mismo, Los problemas de la teona de la
mismo modo pertenecen a estos ensayos las más o menos artificiosas analogías que concepci6n del mundo.
ponen en parang6n el desarrollo de la filosofía antigua con la moderna. Compárese, 20 KUNO FISCHER, Geschlchte de,r neueren Philosophie (Historia de la filosofía
por ejemplo, REICHLIN-MELDEGG, El paralelismo de la antigua y de la moderna moderna) 1, 1. Introducci6n, I-V.
filosofía, Leipzig y Heidelberg, 1865. .
14 Introducción 2. La historia de la filosofía 15
nes; de que sus JUlCIOS sobre la realidad aparecen condicionados por sus valoraciones 6. Según esto, la in ves t i g a ció n h i s t ó r i c a de la f i los o~
prácticas, se repite _en gran escala en las concepciones' del mundo y de la vida; in- fía tiene que llenar las siguientes tareas: P, fijar con
cluso en la filosofía se ha llegado a proclamar postulado de conocimiento algo habi- rigor a la luz de las fuentes, vida, evolución espiritual y doctrinas de los
tual aunque no arbitrario (KANT).
filósofos; 2'\ de estos hechos reconstruir el proceso gen é tic o en tal
forma, que en cada uno de los filósofos se haga comprensible la dependen-
5. Sin embargo, el proceso de la historia de la filosofía es deudor de su cia de sus doctrinas ya de las de sus predecesores, ya de las ideas dominantes
riqueza de estructuras, en primer plano, a la circunstancia de que la evo~ de la época, ya, en fin, de su propia personalidad y de su educación;
lución de las ideas y la acuñación conceptual de las opiniones dominantes, 3", j u s t i p r e c i a r el valor de las doctrinas de este modo fijadas y
se lleva a cabo en y por p e r s o n a 1 ida d e s que, por mucho que su esclarecidas según su origen, en relación con el rendimiento total de la his-
manera de pensar enraíce en el círculo de representaciones de una época toria de la filosofía.
y esté vinculada a la concatenación de los sistemas pasados, añaden siempre Por lo que respecta a los dos primeros puntos, la historia de la filoso-
aJgo nuevo merced a múltiples hechos. Este fa c t o r in di vid u a l de fía es una ciencia f i 1 o 1 ó g i c o - h i s t ó r i c a; con relación al tercero;
la evolución histórica de la filosofía debe ser tomado tanto más en cuenta, e r í ti c o - filos ó f ic a.
cuanto que los filósofos más notorios son aquellas personalidades más in~
dependientes y señaladas, cuya manera proph de ser no sólo es. decisiva a) En 10 que concierne a la fijación de los hechos, la historia de
para la selección y encadenamiento de los problemas, sino tambIén para la filosofía depende de una cuidadosa, comprensiva y completa investigaci6n de las
la matización de las soluciones en las propias escuelas como en las de los f u e n tes. Ahora bien, éstas ofrecen en los diferentes tiempos diversa riqueza
continuadores. Que la historia es el reino de las individualidades, de las sin~ y claridad.
gularidades irrepetibles y portadoras de valor, se verifica en la historia de Las fuentes principales de la historia, de la filosofía son naturalmente las
o b r a s del o s pro p i o s filó s o f o s. En la época moderna nos encontra-
la filosofía; aquí también hay personalidades que ejercen un influjo asaz mos sobre la tierra relativamente firme al respecto. Desde el descubrimiento de la
duradero, pero no exclusivamente progresivo. Aristóteles debe ser con- imprenta, la tradición literaria ha llegado a ser tan segura y clara que, en términos
tado como un ejemplo característico en este sentido. generales, no ofrece dificultades. Los escritos de los filósofos desde la época del Re-
nacimiento son fácilmente asequibles a la investigación. Son raros 1üs casos en que el
problema de la autenticidad y origen de las obras da lugar a controversias: aquí
Es claro que la confusi6n de problemas arriba indicada se provoca carece de importancia uÍla crítica filológica y, donde surge, como, por ejemplo, en
en más alta medida por la actitud subjetiva en que se encuentra cada uno de los las diversas ediciones de las obras de KANT se ocupa de puntos subordinados y, en úl-
fil6sofos, que por la conciencia general de una época o de un pueblo. No existe _ tima instancia, inesenciales. También aqu{ se posee el ma:terial más. importante: 10
sistema filosófico alguno libre de semejante influencia. En este sentido son los sis- que Se ha extraviado o lo que pueda aparecer en postenores publIcaCIOnes apenas
temas filosóficos creaciones de la individualidad, semejantes a las obras de arte, habrá de tomarse en cuenta. Si el agudo análisis filológico ha aportado en los
y que, como tales, deben ser estudiados partiendo de la personalidad de su autor. Los últimos decenios algo nuevo sobre Spinoza, Leibniz, Kant, Fichte, Schelling, Hegel,
elementos de la concepción del mundo de cada filósofo se generan por el contacto Schleiermacher Schopenhauer, Maine de Biran, no por eso ha variado la estruc-
ora con los perennes problemas de la realidad, ora con las exigencias de la razón tura general y~ elaborada de la filosofía moderna. Casi siempre se trata en estos
siempre dispuesta a resolverlos; además, de las int~~ciones e id:~les de su 1!ueblo casos de complementos; sobre todo, lo más relevante se reduce a correspondencia
y de su tiempo: pero la estructura y orden, la coneXlOn y valoraclOn de cada SIstema epistolar que viene, claro está, a esparcir más luz acerca del factor individual en el
están condicionados por el nacimiento y educación, actividad y destino, carácter desarrollo histórico de la filosofía. 21
y vida de cada filósofo. Aquí falta, a menudo, la validez general que encontramos Menos auténticas y completas son las fuentes de la f i los o fía m e d i e-
en los otros dos factores, en gradual importancia. En estas creaciones purrunente val' de éstas todavía una parte (pequeña, por 10 demás) aparece en documen-
individuales el incentivo estético desplaza el valor del conocimiento progresivo, y 10 tos ~anuscritos. V. Cousin y su escuela merecen cálido elogio por la publicación
más impresionante de muchos hechos de la historia de la' filosofía radica en este de los textos; en general, puede decirse que para esta época de la historia se posee un
encanto de la ¡(poetización conceptual". material aproximado aunque incompleto. En cambio, nuestro conocimiento de la fi-
A la confusión de problemas y a las represen~aci~:mes de origen emo.tivo y. ser;ti- losofía medieval árabe y judía, al par que su influencia en el desarrollo del pensa-
mental que pueden conducir a error, hay que anadlr fenómenos. pareCIdos, ~l, bIen miento occidental, es aún demasiado pobre en muchos pormenores. Tal vez, sea ésta
de índole meramente individual, que acaban por dar al planteamIento y soluclOn de la más sensible laguna en las fuentes de la historia de la filosofía.
los problemas un carácter a r t i f i c i o s o. No hay que desconocer que muchas Peor aún es la condición que guardan las fuentes directas de la f i los o fía
veces los filósofos se ocupan de problemas que carecen de un fundamento natural> a n t i gua. Se conserva de las obras originales 10 más importante: la parte me-
gastando, en vano, todo esfuerzo especulativo; otras veces, t~mbién, se introdu~en dular de los escritos de Platón y Aristóteles (por cierto no del todo seguros), y al
desafortunados intentos de "construcción" conceptual, que Vienen a ser más bien , lado de ellos, los trabajos de la última época (Cicer6n, Séneca, Plutarco, los
obstáculo que estímulo para la resolución del asunto. '.
r
Padres de la Iglesia y los Neoplat6nicos). La mayor parte de los escritos filosóficos
De cualquier modo, hay algo permanente y digno, de ad~ir<;-c~ón en la' histori:t de la antigüedad se ha perdido; tenemos que conformarnos con fragmentos que apa-
de la filosofía: que de toda la muchedumbre de eqmvocos mdlvlduales y colecti- recen con las naturales deficiencias en las citaciones ocasionales de los filósofos cuyas
vos se ha ido elaborando un conjunto de principios cada vez más aproximados de obras conservamos. 22
la concepción del mundo y e~timación deJa vi~a; ~<;mju~to, ~e prin;ipios que, pun-
tualmente, constituye el sen~ldo de esta mvest19"aclOn, hlstonca. ASI .se c?mpr~nd,e
21 Acerca de los "Documentos manuscritos de la Filosofía Postkantiana en las Bi-
que la historia de la filosoÍla sea por excelencla el ors:ano de la Íl.losoha mls~a
y pertenezca no sólo a s:-r sis~ema como ur;a d~ sus partes Illtegran~es, SIlla en sentido bliotecas alemanas y austríacas", compárese G. MISCH y H. NOHL, Estudios kantia-
muy diverso al de la h1stona de otras ClenCIaS. Pues en ~u tO,tahd!ld represen~a la nos, XII (1922).
evolución más- amplia y completa de los problemas de la fIlosoÍla mIsma. Comparese 22 Las colecciones de fragmentos se citan, en particular, al hablarse, a su tiempo,
W. WINDELBAND, Homenaje a Kuno Fischer, La filosofía del presente (Heidel~ de los filósofos a que se refieren. Sería deseable que siempre fueran como la obra de
berg, 2" edición, 1907), pp. 529 ss. U SENER, Epicúrea. De los Fragmentos de los presocráticos ha editado F. W. A.
16 Introducción 2, La historia de la filosofía 17
Si no obstante esto se ha logrado reconstruir 'un cuadro cient1ficamente seguro de la filosofía; 5 volúmenes (La nueva edición ha sido editada por K. Praechter,
y com'pleto hasta en 10'8 detalles, del desarrollo de la filosofía antigua (más claro Geyser Oostereich, Frischeisen~Koehler, Moog). Los 5 volúmenes de la Filosofla del
que el de la medieval), no se debe tan só~o a los c~:mstantes c.sfuerzos d,c la elabora- presente editados por A. Ruge (1910 ss.) consignan la literatura filosófica de los
ción filológica y filosófica del material, SIlla tamb;ép. a la CIrcunstancIa de que al años 1903-1908 (La sección estrictamente filosófica la redacta W. Moog, 1921 y la
lado de los restos de las obras original~s ~~ los fIlosofos, S? .~an conservad~ como bibliografía respectiva, A. Hoffmann, Erfurt, 1923 ss.). Otros instrumentos de ca-
f u e n t e s s e e u n dar i a s reseñas hlstoncas de la antlguedad. Lo mejor ¡;le rácter general se encuentran en los léxicos filosóficos como el editado por AD. FRANCK,
esto, ciertamente" se ha perdido, a sab~r: ~a~ obras hist6r,icas. que p~rtenecier~n a la Dictionnaire des sciences philosophiques (3<$ edición, París, 1885) o el de J. M.
compilación erudlta de la Escuela Penpatetlca y de la EstOIca, a hnes del slglo IV BALDWIN, Dictionary of PhilosoPhy and Psychology (Londres y Nueva York, 1901~
y durante todo el III. Tales trabajos han pasado por muchas manos antes que for~ 1905, 3 volúmenes); además, R. EISLER, Diccionario de los conceptos filos6ficos
maran parte de las de la época de los romanos, de donde han llegado hasta nosotros. (4'/. edición, 3 volúmenes, 'Berlín, 1927); el mismo, Léxico de fi16sofos, 1912; el
A estas obras pertenecen los Placita Philosophorum,23 difundidas bajo el nombre de mismo, Diccionario de la filosofia; 2" edición, reeditados por Mueller-Freienfels, 1922.
PLUTARCO los Escritos de SEXTO EMPÍRIco,24 los Deipnosophistae de ATENEO,25 A. LALA:NDE, Vocabulario técnico y crítico de la filosofía, 2 volúmenes, París, 1926.
el libro ,d~ DIÓGENES LAERCIO" Vida y opinfo,!"es de fil6sofos célebres.26 Las ,co~ec~ Para la historia de los términos filosóficos ha escrito R. EUCKEN un trabajo preli~
ciones de los Padres de la Iglesia y las notIcIas de los comentadores de la ultIma minar muy valioso (Las corrientes espirituales del presente, Leipzig, 1878, 51). edición,
época (ALEJANDRo DE AFRODISIAS, TBMISTI~ y S~MPLICIO). Una excelente elabo~ 1916). La "Biblioteca Filosófica" de Félix Meiner, publica ediciones y traducciones
ración de estas fuentes secundarias de la filosoÍla antIgua la da H. DIELS, Doxographt de los clásicos de la Filosofía.
Graeci (Berlín, 1879). " b) La e x p 1 i c a ció n de los hechos de la historia de la filosofia es prag-
Donde son ~nciertas las fuentes, es p,r~ciso que ;,:ya de la m~no la comprob~c~~n mática, histórico~cultural o psicobiográfica en correspondencia con los tres factores
'crítica con la busqueda del nexo pragmatIco y genetl~o. Pu~s .alh donde la tradlcIOn que detenninan el desarrollo del pensamiento, según se ha indicado renglones arriba.
misma es dudosa, sólo puede decidir un e?caden~ent~ loglCO y para~elo .a e:::cpe~ De cuál de estas tres especies de explicación conviene echar mano, depende del estado
riencias psicológicas' en estos casos la histOria de la ÍllosoÍla, como toda hIstorla, ~Iene que guarde la tradición de las ideas filosóficas por historiar; por 10 tanto, no es
que echar mano de' tal recurso metódico partiendo siempre de las fuentes conOCIdas, correcto hacer de éste o aquél el único método de la investigación. El estilo prag-
para llenar las lagunas sobre las que la tradición ha perdido su contacto seguro y mático de historiar predomina en aquellos filósofos que ven en toda la historia de la
directo. . d h b 1 fiIosofia una especie de preparación de un determinado sistema filosófico como en
La historia de la filosofía del siglo XIX debe glOriarse ~ a el' resue t? este HEGEL y sus discípulos y en CHR. A. THILO, Breve historia pragmática de la filo~
problema, siguiend<! las. sugeren<;ias ~e SCHLEI~RMACHER, graCIas a los trabajos d: sofía, 2 partes (Coethen, 1876~80), que se sitúa, por cierto, en el punto de vista del
H. RITTER, cuya Hlstona de la ftlosofta (12 volumenes, Ham~)Urg~, 182~~53), ha en herbartismo. Especialmente K. FXSCHER, W. DILTHEY y W. WINDELDAND acentúan
vejecido ya, ciertamente, los de BRANDIS y ZELLER sobre la fllosofIa antIgua y .1<~s de en la interpretación de la filosofía moderna el factor histórico~cultural y la referen~
J. E. ERDMANN Y K. FISCHER sobre la moderna. Entre las. nur,nerosas e:::cposlCIOnes cia a los problemas de las ciencias especiales.
de conjunto de la historia de la filosofía, es el lv.!anual de h~tort.a .1e la ftl?sofía, de Por completo deficiente como exposición científica de la historia de la filosofía,
J. E. ERDMANN (2 volúmenes, 31). edición, Berhn, 1878; 4 edIclOn publIcada por es el método puramente b i o g r á f i c o, que se ocupa en sucesión cronológica
B. Erdmann, 1896) en este sentido, el m.ás st;guro. En .gene;al, .hasta ahor~ todas las de las personalidades. En el siglo pasado fue concebido en esta forma el libro de
grandes y pequeñas exposiciones de la hIstorIa de la fllosofla SIguen semejante plan G. H. LEwEs, Tke history of philosophy from Thales to the present day (2 volú-
de ordenamiento a saber historiar cronológicamente los filósofos y las escuelas menes, Londres, 1871), un libro por cierto, que carece de toda enjundia histórica
más importantes:' las difer~ncias se refieren generalmente a cosas .~e detalle. ~ntre y unilateralmente orientado hacia el positivismo comtiano. También los trabajos de
las más recientes exposiciones, es per!inente nombrar por su penetraclOn y eIeg~ncla la los historiadores franceses DAMIRON y FERRAZ siguen este estilo de narrar, separa~
de J. BERGMANN (2 volúmenes, Berlm, 1892) ~,Ia de K. VORLAENDER (2. volumene s, damente, a modo de Un E s s a y, vida y pensamiento de los filósofos, aunque no
Leipzig, 1933). Una fina y original interpretaclOn en!a 9~e se rompe fehzmente c~n pierden de vista el desarrollo del conjunto.27 .
-el habitual esquema, subrayando los grandes hechos hIstOrICOS, la 1).ofrece ~. E~J(?KE , c) Difícil en extremo es fijar los principios can arreglo a los cuales hay qv.e
Las concepciones de la vida de los grand~s pensadores (~3 y 14 edICIones, emitir la valor a ció n c r í tic a de las doctrinas. Como toda historia, la de
Leipzig, 1919). Una serie de monografias de dIversos autores reune E. V. AST~R, L?s la filosofía también es una disciplina critica: como tal, no sólo tiene que narrar
grandes pensadores, 2 volúmenes, 21). edición, 192?" En el Manual de la ftlosofla y explicar, sino también justipreciar, una vez conocido y conceptuado, 10 que tiene
editado por M. DESSOIR (1925) escriben: La Anttguedad, E. CASSIRER Y E ..HOF~ el valor de un auténtico rendimiento en el devenir histórico. No puede haber historia
MANN; La Edad Media, J. GEYSER; La Epoca Moderna, E.,V. ASTER, y.L,; ftloso~ta sin este punto de vista de valoración, y el signo de madurez de todo historiador no es
del presente, FRISCHEISEN~KoEHLER. Trata de h::cer fruct¡fer~ e.l rendlII!le.nto hl~~ otro que la clara conciencia que posee de semejante actitud crítica; pues donde esto
tórico de las diversas partes de la filosofia (Teorla d~l ConocImlento, LoglCa, EtI- no es el caso, se procede en la elección del material y en la propia caracterización de
-ca, etc.), el Manual de la filosofía en 6 volúmenes edItado por A. BAEUMLER y M. los hechos instintivamente y sin ninguna norma precisa.28
SCHROETER (1926 ss.). j'1 l' b' d d También se comprende de suyo que este módulo de valoración no puede ser la
U na excelente bibliografía de la historia general de la lOSO la, len 01' ~na .a .opinión privada del historiador ni su convicción filosófica; tal proceder desposeería
y que agota por completo la literatura, la ofrece F. UEBERWEG, Manual de la hutona de validez general a, la critica así aplicada. Quien abriga la creencia de poseer la
exclusiva verdad filosófica o quien procede del campo de las ciencias especiales {en
MULLACH, Fragmenta philosophorum graecorum (3 volúmenes, París, 186?~81) donde, sin duda alguna, un resultado seguro simplifica 29 la justipreciación de los
una cuidadosa colección, pero ya no. está a .la altura del estado actual de la mves-
tigación; se le sustituye hoy en ampha medIda con la obra de H. DIELS, P.oetarum
Philosophorum Fragmenta (Berlín, 1918) y los Fragmentos de los presocr.~tlcos (en 27 Un buen libro es el de A. WEBER, Histoire de la philosophie euroPéenne,
griego y en alemán, Berlín, 1903), 41). edición, 1922. Una nueva trad~cclOn de l~s 6" edición. París, 1897.
Fragmentos filosóficamente más importantes la ofrece MISCH, El cammo de la fz~ 28 Esto vale para cada territorio de la historia: para el de la política y el de la
losofía, I, 1926. literatura como para el de la filosofía.
23 PLUT., Moralia, edición de DUEBNER, París, 1841. DIELS, Dox., pp. 272 ss. 29 Como ejemplo puede presentarse éste: un autor digno de elogio, por su admi-
rable Historia de los principios de la mecánica, EUG. DUEHRING, procede arbitraria
y ED. BECKER, Berlín, 1847.
SS'24 y unilateralmente en su Historia crítica de la filosofía (4" edición, Berlín, 1894).
ED. G. KEIBER, Leipzig, 1888-90. Semejante actitud toma la crítica confesional que A. STOECKL pone en práctica tí~
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25
ED. COBET, París, 1850, traducción de Apelt, en la Biblioteca Filosófica, de
26 picamente en su Manual de la historia de la filosofía (2 volúmenes, 3" edición,
Félix Meiner, 1921. Mainz, 1889).
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18 Introducción 3. División de la filosofía y su historia 19
ensayos encaminados a la obtención de semejante resultado), puede muy bien caer En 'su más remota antigüedad no conoció la filosofía en ténninos gene-
en el peligro de forzar las ideas que no cuadran con su peculiar punto de vista en el rales ninguna clasificaci6n de sus problemas. Más tarde llegó a ser habitual
lecho de Procusto de su doctrina; en cambio, quien con abierta visión histórica para
mientes en todo el devenir del pensamiento, se contendrá respetuosamente de menos- la división de la filosofía en lógica, física y ética. En la Edad Media y, sobre
preciar a los héroes de la filosofia, llevado por la ignorancia de la sabiduría de un todo, en la Epoca Moderna se han considerado, con frecuencia, las dos
epígono. 30 primeras ciencias bajo el rubro de filosofía te!Jrética, y frente a frente de
Frente al extreITÚsmo clesestímatívo tiene la historia científica de la filosofía que la filosofía práctica. Desde Kant comienza a ganar terreno una división
situarse en el punto de vista de la crítica inmanente, cuyos principios son dos: la
secuencia lógico-formal y la fecundidad de las ideas. tripartita de la filosofía, en lógica, ética y estética. Sin embargo, dependen
El pensar de todo filósofo está ligado al círculo de representaciones de su medio en fOTIna tan íntima estas diversas clasificaciones del curso histórico de la
cultural y sometido, durante su evolución, a necesidades psicológicas, el trabajo crí~ filosofía, que no vale la pena enumerarlas aquí en particular.
tico tiene que fijar en qué medida ha sido posible a cada filósofo armonizar entre sí
los diferentes elementos de su pensar. La contradicción no aparece en la vida inte~ En éambio, es recomendable hacer preceder a la exposición histórica de
lectual casi nunca en forma tan directa que se llegue a afinnar algo en patente una sin o psi s de aquellos problemas que, en general, han sido objeto
contrasentido, sino de tal modo que las diferentes opiniones presentadas sólo más de reflexión filosófica, si bien en distinta medida e importancia; una sinop-
tarde hacen caer en la cuenta de la incompatibilidad lógica. En el descubrimiento sis, por lo tanto, que no pretende validez sistemática, sino el propósito de
de esta deficiencia radica la crítica formal; coincide a menudo con la explicación una orientación provisional.
pragmática, ya que en la historia de la filosofía se ejerce semejante critica por los
continuadores al descubrir las dificultades inmanentes del sistema precedente.
Sin emba~go, no basta tan sólo este punto de vista: claro está que la crítica W. WINDELBAND, 2~ edi-
Einleitung in die Philosphie (Introducción a la filosofía)
afecta sin excepción a todas las teorías de los filósofos, pero no da ningún criterio ción, 1920. '
para decidir, objetivamente, acerca de la importancia de cada una de las doctrinas. Weg in die Philoso1?h,ie; cine philosophische F.ibel, 1 (Leipzig, 1926), de G.
Acontece a menudo que la influencia filosófica se lleva a cabo históricamente por MISCH, es un ensayo ol'lgmal que trata de descubl'lr el conjunto de los problemas
ideas que no pueden ser consideradas perfectas y exentas de contradicción, al paso de la filosofía mediante una selección sistemáticamente concatenada de los pensadores
que una muchedumbre de afirmaciones, libres de contrasentido, no tienen la misma clásicos.
importancia en la reconstrucción histórica. Grandes errores tienen más significación
en la historia de la filosofía que pequeñas verdades.
Pues 10 que interesa son las ideas que han contribuido a engendrar la humana 1. Llamamos problemas teoréticos a los que se refieren ya
concepción del mundo y valoración de la vida. Constituye el objeto de la historia de al conocimiento de la realidad, ya a la investigación del conocer mismo.
la filosofía aquellas conceptuaciones que, como fonnas de conocimiento y valora- En el conocimiento de la realidad hay que distinguir los problemas gene-
ción, se han conservado vital y permanentemente y en las que se ha ido determinando rale~ q';le afect~n la totalidad de lo real de aquellos que sólo se ocupan de
con claridad la interna y perenne estructura de la r a z ó n.
En última instancia, éste es el módulo con arreglo al cual puede decidirse qué terntonos partIculares. De los primeros, de los más altos principios de la
doctrinas de los filósofos deben ser consideradas propiamente como filosóficas y cuáles teoría del universo y de la concepción del mundo, se ocupa la ID e t a-
deben separarse del territorio mismo de la historia de la filosofía. Cierto que la in- f í sic a, llamada por Aristóteles la ciencia primera, esto es, fundamental.
vestigación historiográfica tiene el deber de compilar cuidadosa y exhaustivamente El nombre de "metafísica" con el que habitualmente se le designa ahora
todas las fuentes y suministrar de este modo el material para la explicación prag-
mática, histórico~cultural y psicológica; pero la tarea final de este laborioso trabajo provino del lugar que la antigua compilación de las obras aristotélicas
no es otra, en definitiva, que arrojar por la borda este lastre de noticias indiferentes ("después de la física") dio a los escritos de la filosofía primera. También
a la filosofía. llamó Aris~?teles t e ~ 1 o g í a a esta r~I?a del sabe.r y, en verdad, por
Sobre todo, este punto de vista es el que da la pauta para la selecci6n y expo- su concepClon monotelsta del mundo. FIlosofog postenores han considerado
sición de un m a n u a 1, que no se propone hacer la investigación misma, sino
reunir sus resultados. a la teología natural o racional como una rama de la me-
tafísica.
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Introducción 3. División de la filosofía y su historia 21
20
que la historia es el reino de las acciones humanas determinadas por fines, En el sentido más amplio de la expresión, pertenecen a los problemas
también quedan comprendidos los, temas de l~ filosofía de la ~istoria ,dentr,o prácticos aquellas cuestiones que tienen que ver con el arte y la religión.
de la filosofía práctica en la medIda en que mtenta descubrir este fm unl M
PRIMERA PARTE
25
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29
1. La filosofía de los griegos El período cosmológico 31
30
De tal especie fueron los objetos de experiencia de la filosofía inicial. La inves- es F i 1 ola o, contribuyeron al desarrollo posterior de la ciencia, en gran
tigación filosófica no estuvo en contacto con el saber médico de aquel entonces, medida. La originaria tendencia práctico-religiosa de la Liga pitagórica es
limitado a conocimientos técnicos y prácticos que, como doctrina esotérica sacerdotal, perceptible por la mayor importancia que dan a los temas morales sobre
se transmitía en órdenes y escuelas (RODAS, ClRENE, CROTÓN, COSS Y KNlDO¿. L.a el pensamiento teorético. Muy poco se ha preocupado, como toda la filo~
m e d i c i n a a n t i g u a cuyo designio fue el de ser un arte y no una ClenCla
(Hipócrates) tuvo relacÚIll con la filosofia s610 más tarde y transitoriamente (véase sofía de esta época, de una investigación científica de los problemas éticos,
el Cap. 11, parágrafo 17, 6). Compárese, HAE-SER, Manual de la historia de la pero la cosmología de base matemática que fundan sobre sus observaciones
medicina, 1, 2'1- edición, Jena, 1875. ' astronómicas muy desarrolladas, está saturada de motivos religiosos y esté-
Asimismo, de manera independiente de la m a t e m á tic a se. desarrollan l~s ticos.
orígenes de la filosofía antigua. Los principios matemáticos que se atnbuyen a los ml~
lesios dan más la impresi6n de conocimientos particulares, que de ~nvestigaciones pro-
De la escuela milésica s610 de tres nombres da noticia la tradición: Tales, Anaxi-
pias; por 10 demás, se encuentran desvi?culados de sus. otras doct,n;nas. Incl~so ~n los mandro y Anaxímenes. Es probable que haya florecido esta escuela durante todo
círculos de los pitagóricos han sido culhvados los estudlOs matematlcoS por SI mIsmos,
para ser introducidos después y con tanta .más energia en el C(~njun~o d~ los problemas el siglo VI en la entonces capital de Jonia y que haya desaparecido con la ciudad
generales. Compárese G. CANTOR, Geschzchte der Mathema,ttk (H1storla de. la I?-ate- misma, devastada el año de 494 pOr los persas, después de la batalla de Lade.
mática), 1, Leipzig, 1880; M. SIMON, Gesch. d. Mathem. !m Altertum (Hlstona de Tal e s pertenecía a una familia de comerciantes; pronosticó el eclipse de
sol del año 585. Ha sobrevivido a la invasión de los persas de mediados del siglo VI.
la matemática en la Antigüedad), Berlín, 1909. Tal vez visitó Egipto; no carecía de conocimientos físicos y matemáticos. Ya Aris-
tóteles no conoció escritos de él.
Los intentos de los milesios por encontrar la causa primaria del mundo, Anaximandro probablemente fue un poco más joven; de su obra pe'¡ri
llevaron a A n a x i m a n d r o, al rebasar la experiencia inmediata, a un physeoos se conserva un raro fragmento. Compárese, NEUHAUSER (Bann 1883).
concepto metafísico de explicación, lo "infinito", y de este mo~o s.e, con- BUESGEN, El ápeiron de Anaximandro (Wiesbaden, 1867), L. OTTEN, 1912.'
Es dificil precisar con exactitud la época de la vida de A n a x í ro e n e s.
virtió la ciencia de una investigación de hechos en una exphcaClon de También de su escrito peri physeoos casi no se conserva nada.
conceptos. Mientras J e n ó f a n e s, e 1 fu n dad o r del <: e s c u e 1 a . ~demás de Aristóteles (al. principio de su Met~física) debe.m0~ a Simplicio,
e 1 e á tic a saca la consecuencia de que hay que caractenzar la con~ prIncIpalmente, las escasas notIcIas acerca de las teonas de los nnleslOs. Compárese
ciencia religiosa partiendo del concepto filosófic,? de la u.nid~d. del uni':,~rso, H. RITTER, Historia de la filosofia Nnica, Berlín, 1821. R. SEYDEL El progreso de
la filosofla entre los fil6sofos j6nicos más antiauos, Leipzig, 1861. Recientemente ha
combate H e r á c 1 i t o en ruda batalla y con Ideas emgmatlcas y temdas hec~o ver W., H. ROSCHER, con r.azones convince,ntes, que la obra pseudohipocrática
de religiosidad, la hipótesis de una sustancia permanente, Y adrr;~te como p~rt .hebdomadoon, debe ser co~s14erada en la hteratura de la más antigua ciencia
contenido esencial de conocimiento la mera ley de la transformacIOn de las mllesla (Hebdomadenlehren, Lelpzlg, 1906, y Abhandl. der phiIol-hist. Klasse del
cosas. Pero con tanta más energía llevó la Escuela eleática, en su más gran- Sachs. Ges. d. Wiss., 1911).
Se acostumbra señalar a J e n ó f a n e s como la cabeza de la escuela eleá-
de corifeo, Par ID é n i d e s, a su absoluta rigidez, el concepto del ser, tica, a cuya fundación contribuyó sin duda alguna. Nacido en el año 570 en Colofón
defendido por Zenón en la generación siguiente y atenuado, más tarde, huyó en 546 de esta ciudad, durante la época de la conquista de Jonia por lo;
relativamente, por Meliso. persas, y ganó su sustento de "rápsoda andante"; al fin, estableció su residencia en la
Muy pronto, empero, apareció una serie de investigadores que restaura- ciudad de Elea, fundada por jonios fugitiVos. Murió después del año de 480. KARSTEN
ha coleccionado sus poesías, en parte gnómicas, en parte filosóficas (Amsterdam
ron de nuevo el interés por la ciencia explicativa de la naturaleza, despla- 1835), Danzig, 1871, Stettin, 1874 y 77. J. FREUDENTHAL (Breslau, 1866). ARVlET~
zado por la discusión en torno a estas iniciales oposiciones metafísicas. Para (1899). D. EINHORN (1817), J. BERGER (1894). Parménides nació hacia
este propósito fueron en busca. de conocimientos q~e ,ah~ra más que en otro el año de 515; perteneda a una farrúlia aristocrática de Elea. Fue una personalidad
tiempo involucraban observaCIOnes, problemas e hlpotesls acerca de la ~~a influyente, incluso en actividades políticas. Tuvo alguna relación con la liga pita-
górica y sUs esc~ito.s datan del año 47q aproximadamente. PEYRON (Leipzig, 1810)
lidad orgánica y de la vida psíquica del hombre, y tra~aron de co~c.lllar y H. STEIN (Lelpzlg, 1864), han reumdo los fragmentos de sus poemas didácticos.
con sus doctrinas la oposición conceptual entre Heráchto y Parmemdes. Compárese H. DIELS, Los poemas didácticos de Parménides (texto griego y traduc-
De estas necesidades 'surgieron, a mediados del siglo v, sim~ltáneamente ción alemana), Berlín, 1897. K. REINHARD (1916), W. KRANZ (1916).
y en variada relación polémica y positiv:a entre sí, }a~ doctrmas de E rn- Z e n ó n (490-430) fue el primero que, tal vez, escribió dividiendo su obra
(por cierto perdida) en capitulos y haciendo uso del estilo dialéctico. También era
p é d o c l e s, A n a x á g o r a s y L e u c I p.o (este ultlmo el fUD:dador de de Elea.
la escuela a t o m i s t a de Abdera). La nqueza de estas doc.tnnas y ~u M e 1 i s o fue el jefe samita del ejército que venció a los atenienses en el
ostensible dependencia recíproca, son síntomas del poderoso mtercamblO año 442. Sobre sus relaciones personales con la escuela eleática no es conocido nada.
y de la enorme actividad literaria que existía e::ltre lo~ fil.ósofos y la; escue- A. PABST, Los fragmentos de Melisa (Bonn, 1889).
Las noticias de Aristóteles, Simplicio y otros completan los escasos fragmentos
las tan distintas entre sí. La imagen de semejante vItalIdad es mas com- de los eleatas. El escrito pseudoaristotélico De Xenophane, Zenone Gorgia que debe
pleja de lo que se supone, si se piensa que la tradición ha conserv.ado tan ser usado con suma cautela, da noticias en el primer capítulo s~bre M~liso en el
sólo los hechos más notables y que cada uno de los nombre~ co~?cldos por segundo, de las muy desordenadas fuentes sobre Zenón, en el tercero, sobre Gorgias.
nosotros representa, en verdad, un círculo entero de labor clentlÍlca. (Arist. Berl. Ausg. p. 974 y ss.; recientemente puede consultarse sobre el particular,
H. D1ELS, Abh. d. Berl. Akad., 1900).
Una posición original y paralela a la de los filósofos precedentes toma- He r á c 1 i t o de Efeso (536-470), "el obscuro", renunció, antipatizando con
ron durante la misma época los pi t a g ó r i c o s. También ellos aco- la democracia cada vez más poderosa, a la alta posición que le daba su nacimiento;
gieron el problema metafísico plasmado en la oposición entre Herác~it.o y escribió con noble recogimiento y apasionado ocio una obra cuya comprensión ya
los eleatas, pero esperaban resolverlo echando mano. de la matel:laÜc:;-; fue considerada difícil por ,los antiguos y de la que poseemos algunos fragmentos por
y con la d o c tri n a del o s n ú m e r o s, cuyo prImer autor hterano demás multívocos. P. SCHUSTER (Leipzig, 1873) y J. B'\'WA~ER (Oxford, 1877)
32 J. La filosofía de los grzegos 4. Los conceptos del ser 33
han coleccionado y depurado estos fragmentos. HERM. DIELS, Heráclito, texto y tra- uien debió ser un poco más joven que Empédocles'y .Anaxágoras; acerca de su vida
ducción alemana (2'1- Ed., 1909). Parece que Heráclito ha sido el primero que q. d conoce' incluso se duda de la autentICIdad de los fragmentos de sus
intentó reformar la vida social y combatir los peligros de la anarquía, apoyándose en caSI na (VON
escritos a se ,
BOECKH .
ha coleCCIOnado estos f ragmentos, B]'er m, 1819 .' e omparese.
conocimientos científicos: como personalidad rígida y austera, predicó el principio C SCHAARSCHMIDT, Bonn, 1864). . 'l'
del orden, que debía reinar 10 mismo en la naturaleza que en la vida humana. Com- · De otros miembros de- la Liga 8610 los nombres son cono~ldos. :.:o~ ti tImos .re-
párese, FR. SCHLEIERMACHER (obras completas, 111 Sección, Tomo 2Q , páginas 1-146). ntantes estuvieron en tan íntimo contacto con la academIa platolllca, que fIlo-
F. LASALLE (2 volúmenes, Berlín, 1858). J. BERNAYS (Investigaciones hist6ricas, e
p;r ente hablando fueron asimilados por ella. Entre ellos hay que nombrar a
Tomo 1, 1885). G. SCHAFER, La filosoffa de Heráclito y la moderna, investigaci6n ~ :~~\ t a s de Tarento, el célebre sabio y político. Ac~rc~ de sus fragmentos,
sobre Heráclito (Leipzig y Viena, 1902). igualmente harto dudosos, compárese p. HARTENSTEIN (LelpZ1g, 1833), O. GRUPPE
El primer dorio en la historia de la filosofía es E m p é do c 1 e s, de Agri_ (Berlín 1840) FR. BEcKMANN (Berlm, 1844). . . .
gento. Vivió del año 490 al 430, aproximadamente, muy respetado por sus profecías La~ 'notici~s sobre la doctrina pitagóric:a, ~specialme3-te en las nohClas pos.ten?-
y funciones sacerdotales: fue hombre de Estado, médico y taumaturgo. Tuvo con- res están mezcladas con tal cantidad de anadldos c~~ranos. que, tal vez) en nlllgun
tacto con la escuela oratoria de Sidlia, de la qUe son conocidos los nombres de u~to de la filosofía antigua se encuentran tantas dlÍlcultades para precl~ar 10. efsc-
Korax y Tisias. Ha dejado, además de sus Catárticas, un poema didáctico, cuyos fivamente hist6rico, como aquí. Suponiendo que en At;istóteles y su~ meJorbs mter-
fragmentos han sido editados por STURZ (Leipzig, 1805), KARSTEN (Amsterdarn, retes sobre todo Simplicio se encuentre lo más dIgno de confmnza, ay que
Pd 'tir sin embargo que en'los pormenores existen muchos puntos os~uros y tar as
1838) y STEIN (Bonn, 1852). Ahora, E. BIGNONE, Empédocles traducción italiana
J
y comentaría (Turín, 1916). Compárese H. DIELS, Revista literaria alemana 1920 ~e rr::xé~esis muy co~tradictorias. Compárese, ROTHENBuEcHER, ~l szste;na de os 1
número 43. H. V. ARNIM, Los períodos terrestres en Empédocles (Festschr. f: Gom~ pitag6ricos según las fuentes de Aristóteles (Berlín, 186~). La razon eSylbci en que
pcrz, 1902). la Escuela muy difundida por aquel entonces, corrmu, unas al la o . e otras,
Anaxágoras de Clazómene (500-430) radic6 en Atenas hacia la mitad ~:chas direcciones, y que en éstas el pensamiento fun~amental de ,la do~trllla, cuya
del siglo v, en donde llegó a ser amigo de Pericles. En el año 434 hubo de abandonar ·
ed enCla precI'so buscar en F i l o 1 a o tuvo dIversas mamfestaclOnes. ,
P rocH es . . . h' ('~I' . d ] f'l Íla
esta ciudad acusado de ateísmo; fue entonces cuando fund6 una escuela en Lámpsaco. RITTER, Geschickte der pythagorezschen Phdosop te ~ ls~ona ~ a lOSO .
La astronomía era principalmente su ocupaci6n _científica. Menospreciando toda · ó~ica) Hambur o 1826, E. CHAIGNET, Pythagore e~ la phtlosophte pythagon-
suerte de intereses terrestres, consideraba que el cielo era su patria y la contempla- ~i:~~e dos'volúmene;, París, 1873. E. FRANK, Plato und dte sogenannte'fL pythagoree),
ci6n de las estrellas su tarea en el mundo. Se nombran a Metrodoro y Arquelao como (Plató~ y los llamados pitagóricos), 1923. ARMAND DELATTE (Parls, 1915 ss ..
sus discípulos. SCHAUBACH (Leipzig, 1827) y SCHORN (Bonn, 1829) han coleccio-
nado los fragmentos de su obra peri physeoos. Compárese BREIER (Berlín, 1840),
ZEVORT (París, 1843), E. NEUSTAD (Charlottenburg, 1924).
Compárese W. THEILER en Gnomon, II ( 1 9 2 6 ) . .
Hacia 'fines de este período y durante el transcurso del slglod v,
las teorías físicas y metafísicas de los ~isi?logos jócicnes dan. o
te
/t
han cO
b' a d
d t.
gar da 1oC~~ili~
o
De la personalidad de L e u c i p o se sabe tan poco que ya en la antigüe- científico-naturales que habrán de constIttur el fun ame~dt? CIen 1 lCO lti~ab~ estre-
dad se dudaba de su misma existencia. El poderoso impulso dado por Dem6crÍto · Parece ue de A 1 e ro e 6 n de Crotona, un me lCO que cu , .
a la doctrina atoTIÚstica (véase el capítulo JII) ha contribuído a oscurecer la per- ~h~~' relaciones~on los pitag6ricos, h'a surgido el primer estímulo p~ra tal proposlto. El
sonalidad del fundador. Sin embargo, se reconocen con gran claridad las huellas escrito pseudohipocrático peri diaitées se considera con;o ,PrototIpo ~e, esta m:zdl~
del atomismo en el desarrollo total del pensamiento, después de Parménides. Aunque d 'deas El naturalista más importante entre estos eclectrcos fue D 1 o g n e d
Ae 10 1 o'n i a Acerca de su vida se conoce tan poco, que se }la .1leg~ .o a; ui
d
no nació en Abdera, actu6 alli como jefe de la escuela, de la que salieron más tarde
Protágoras y Demócrito. Leucipo debió ser contemporáneo de Empédocles y Anaxá- da~ que Apoionia haya sido su patria. De sus escritos ya el'l:co~tro1~37:)phho soll e_
goras, un poco más viejo, quizás. Aunque muy probable, no es por completo seguro, peri physeoos. SCHORN (Bonn, 1829) y -PANZERBIETER (Lelpzlg, ,an co ec
que haya escrito algo entre 10 cual se cuentan especialmente las megas diakosmos cionado los fragmentos.
y peri nou, que la antigüedad incorporó al corpus democriteum. Compárese DIELS,
Verh. der Stett. Philol, Ver. 1886. A. BRIEGER, El movimiento originario de los
átomos (Halle, 1884). H. LIEPMANN, La mecánica de los átomos en Leucipo y De-
m6crito (Leipzig, 1885). 4. Los conceptos del ser
La L i gap ita g ó r i c a aparece hacia fines del siglo VI en las ciudades
de la Magna Grecia, con el carácter de una comunidad político-religiosa. Su fun- BR BAUCH Das Substanzproblem in der griech. Philos. (El problema de la
dador fue Pitágoras de Samas, nacido en 580. Después de largos viajes -posible- sustan¿ia en la filosofía griega) (Heidelberg, 1910).
mente hasta visit6 Egipto- trató en la aristocrática ciudad de Crotón de llevar
a cabo por vez primera una reforma religiosa, cuyo objetivo debía ser la purificación
de la vida. De las relaciones esotéricas de la Liga nos dan noticia narraciones pos-
El hecho de que, unas en otras, se transfOJ;men l:;s c?~as de la exper~en~
teriores poco dignas de crédito. (JÁMBICO, De Vita Pitagorica, y PORFIRIO, De Vita da ha sido el acicate de las primeras refleXIOnes fllosofIcas, y la admlra~
Pytagorae, editados por KIESLING, Leipzig, 1815-1819): 10 que sí parece ser cierto ció~ 1 p~r tal fenómeno hubo de excitar el espírit~ ~e un pu.eblo ,de, ~a
es que la vieja Liga pitagórica ya imponía a sus miembros ciertos deberes, incluso movilidad y de la experiencia multiforme de los Jon,los. ~a. fIlosofm JO-
dentro de la vida privada, e introdujo la dedicación a ciertos quehaceres culturales,
especialmente a la música y a la matemática. Las relaciones externas de la Liga se
ruca ha dado a este hecho, motivo capital de su ~~rea .mqmSltIVa, l~ expre-
desenvolvieron favorablemente al principio, ganando Crot6n una especie de hege- sJón más enérgica en Heráclito, quien nunca pare~lO fatI&~rse en la busqueda
monía en toda la Magna Grecia a causa de su situación política después de la de una respuesta certera a esta inexcepcional mestablhdad ~e todas l~s
conquista de la democrática Sybaris (compárese B. KRISCHE, Gotinga); pero con sas 2 y sobre todo de las transformaciones de los contrarIOS entre 51.
el tiempo acabaron por perder todo su influjo los pitag6ricos en las violentas luchas
de partido y sufrieron muchas y atroces persecuciones, que acabaron por disolver la
~onde mito atavi~ba la explicación del mundo con el ropaje de una
el
Liga en el siglo IV. tradición fabulosa, preguntó la ~iencia :po.r, el fundamento pennanente de
Pitágoras murió en el año 500; no se le pueden atribuir propiamente doctrinas todas estas transformaciones Y cIrcunscrIblO el problema en torno al con-
filosóficas, no obstante que posteriores construcciones miticas hayan tratado de con-
vertirlo en el ideal de -toda la sabiduría helénica (E. ZELLER, Conferencias y Estu- 1 Compárese sobre el valor filos6fico del thaumazein, ARISTÓTELES, M et. 1, 2,
dios, 1, Leipzig, 1865). Plat6n y Aristóteles s610 tienen noticia de una filosofía,
pi t a g 6 r i c a. Como principal representante de ella, se menciona a F i 1 o 1 a o, 982 b 12.
2 DIELs, Fragmentos, 12 B 88, 90, 91, etcétera.
3
34 l. La filosofía de los gnegos. El período cosmológico 4. Los conceptos del ser 35
cepto de la ID a ter i a e ó s ro i e a, a saber, la substancia que experi- periencia. Afirmaba atrevidamente la realidad de una causa originaria de
menta estas mutaciones, de la -que se originan todas las cosas singulares las cosas, dotada de todas las propiedades necesarias para hacer compren-
y en la que ellas vuelven a transformarse (arjée). Inexpresa 3 estaba con- sible los cambios del m ti n d 0, de algo permanente y ajeno a todo
tenida en tal concepto la hipótesis de la unidad del mundo: devenir, aunque semejante ser no cayera dentro de la propia experiencia.
si los milesios 4 trataron de justificar este pensamiento, no lo sabemos. Sólo Analizando el concepto de la arjée, vio la necesidad lógica de admitir para
más tarde, un ecléctico rczagaclo,5 Diógenes de Apolonia, se prqpuso fun- la explicación de la experiencia una substancia real trascendente a ella y
dar el monismo partiendo de la transformación de unas cosas en otras y de condicionante de ella, aunque no correspondiese a objeto alguno empírico.
su coincidencia substancia1. 6 . Por semejantes razones, llamó lo infinito a esta materia del mundo (ta
1. Que una materia cósmica está en la base de la naturaleza entera, se ápeiran) y le adscribió todos los atributos conceptualmente postulados de la
revela en las viejas tradiciones como un supuesto innegable de la Hlosofía arjée: increada e imperecedera, inagotable e indestructible.
jónica: sólo en la caracterización de lo que fuera esta materia fundamental El con~epto de la m a. ter i a construído de esta guisa por Anaxi-
residía el problema. Por otra parte, se trataba de encontrarla en el mundo mandro, solo es claro relatlvamente a los caracteres de infinitud espacial
inmediato de la experiencia. Así, para Tal e s era el a g u a; para A n a- y de eterrúdad ~n él contenidos y de ser el que todo lo comprende y el que
x í m e n e s, el a i r e. Decisivo en esta elección fue probablemente la mo- todo lo determma: 12 en cambio, no parece diáfano respecto a su carac-
vilidad, la mutabilidad y la aparente e interna vitalidad 7 de agua y aire; terización cualitativa, que el filósofo quizás bajo aquellas notas supuso ha-
tampoco pensaron los milesios, seguramente, en las propiedades químicas ber descubierto. Noticias posteriores indican que sostuvo expresamente que
del agua y del aire, sino más bien en sus respectivos estados de agregación. 8 la materia primordial es cualitativamente i n d e ter m i n a d a (aóris-
Al paso que lo fijo da el aspecto de muerto en sí y sólo parece moverse tas).13 Aristóteles más bien admite la idea de que la materia de Anaxi-
gracias a un impulso externo, lo flúido y lo etéreo producen la impresión mandro es una mezcla indiferenciada de todas las materias empíricas. 14
de una movilidad y vitalidad espontáneas; y el supuesto monÍstico de este Según esto, 10 más probable parece ser que el filósofo jónico no haya hecho
primer filosofar, fue en tal medida evidente que los milesios nunca se preocu- otra cosa que reproducir conceptualmente la representación un tanto obs-
paron por indagar la causa de la transformación incesante de la materia cura .del caos mítico (lo uno al par que todo), al reconocer que la materia
cósmica, pues la tomaron del mismo modo que el acontecer en general, CÓsmIca es una masa corporal infinita en la que las diversas 'substancias
como un hecho indubitable, cuyas fOlTIlas particulares mayormente descri- empíricas están mezcladas en tal forma que no es posible atribuirles en su
bieron. La substancia cósmica estaba dotada para ellos de algo, por esencia, conjunto ninguna propiedad determinada, como tampoco podría significar
vital, espontáneo, esto es, de los caracteres propios de los organismos. 9 Así cambi? cualitativo la segregación de cualidades singulares de esta materia
se comprende que se haya caracterizado su doctrina, según posteriores distin- semOVIente. De este modo habría encontrado el concepto de la unidad del
ciones conceptuales, como un h i 1 o z o í s ID O. n;undo en sentido, cualitativo y, lo que es más, lo habría fijado, en lo esen..;
2. Pero si preguntamos por qué Anaxímenes, cuya doctrina como la de CIal, para el ultenor desarrollo del pensamiento.
Tales, parece mantenerse en los límites de la experiencia, en vez del agua 3. Aún otro predicado dio Anaximandro a lo infinito: ta theian. Como
toma el aire, oiremos 10 que en esta substancia encuentra un carácter que un último recuerdo de las representaciones religiosas fuente inmediata de
no posee el agua y que ya su antecesor, Anaximandro, había postulado como 1:: reflexión filosófica, aparece por vez primera a q della tendencia de los
nota necesaria del concepto de la materia primordial: la in fin i t u d. fIlósofos, constantemente repetida en la historia, de identificar a Dios con
Se reseña que Anaximandro justificó esto con el argumento de que una ~l más ele~a?~ concepto explicat~vo ?el m;-t-nd0. Así quedaba consagrada la
materia finita se agotaría en una serie infinita de transformaciones. l l El Idea de dlVmIc1ad ante la conCIenCia relIgiosa. En efecto, la materia de
propio filósofo había advertido también que los caracteres del conce~pto Anaximandro es el primer concepto filosófico de Dios, el primer ensayo
de la arjée no podían ser satisfechos por ninguna materia perceptible; de que despoja a la divinida? de toda fOlTIla mítica, ?? obstante que perma-
ahí que haya hablado de una substancia primordial, que escapa a toda ex- nece completamente encapdo en la esfera de 10 fISICO.
Pero manteniéndose de esta suerte la n e c e s ida d re 1 i g i o s a
3 ARISTÓTELES 10 define (Met. 1, 3, 983 b. 8) no sin invocar la teoría de sus dentro de las lucubraciones metafísicas, fue tanto más factible la acción
categorías. . posterior de la ci.en~ia sobre l<;t .religión, al reconocer ~ este impulso, hasta
4: Según SIMPLICIO, la palabra arjée, teñida aún de fantasías cosmológicas, la ha
usado 001' vez Dl'imera Anaximandro.
ahora obscuro e lllclerto, un SItIO en el marco de la fIlosofía. La mutación
5 dompárese SIMPLICIO, Phys. (D) 32 r 151, y ARISTÓTELES, Gen. et. Corro 1. 6, que habían experimentado los mitos griegos tanto en las fantasías cosmo-
322 b 13. gónicas como en las exégesis morales, impulsaban por dondequiera a un
B SrMPLICIO, Phys. 151, 28 DIELS 51 B 2-5. agudo monoteísmo (Ferecides, Solón),: ya este movimiento sólo la ciencia
7 Schol. en ARISTÓTELES 514 a 33.
8 La expresión hydoor se sustituye a menudo por hJ!gron. Según la tradición parece
que Anaxímcnes distinguía su aeer metafísico del empírico: RITTER, 1, 217; BRANDIS~ 12 ARIST. Phys. III 4, 203 b 7.
13 Schol, en ARISTÓTELES, 514 a, 33. HERBART, Einleitung in di~ Philosophie (In~
r. 144. troducción a la filosofía). Obras Completas, 1, 196 .
. 9 PLUTARCO, Plácita, 1, 3 (Doxograffas de DIELS, 278). Tal vez esto mismo
piensa ARISTÓTELES, Met. 1, 3, 983 b 22: l:,Metafísica XII, 2, 1069 b 18 y, sobre todo, Phys. 1,4, 187 a, 20. Compárese
10 SIMPLICIO, Phys. 24" 26, DlELS 3 a 5. tamblen SIMPLICIO~ Phys. 154, 14 DIELS 2 A. 9 a. (Según Teofrasto). Más pormenores
11 PLUTARCO, Placo 1, 3. (Doxogr. D. 277). ARISTÓTELES, Phys. lII, 3, 308 a 8. sobre esta controversia, véase el parágrafo 6, 1, de esta obra.
36 l. La filosofía de los griegos. El período cosmol6gico 4. Los conceptos del ser 37
vino a ofrecer su formulación defintiva en un explícito monismo filo- aisló el primero de estos momentos; He r á c 1 i t o, el segundo. No des-
sófico. conoce la doctrina de este último el trabajo filosófico de los milesios, de los
Es Jenófanes quien ha expresado conceptualmente esta relación: nin- que se encuentra a una generación de distancia, pues recalca que el intento
gún pensador ni sabio, pero sí un prosélito de la ciencia, lleno de fant,:sía, de descubrir una materia cósmica permanente, es una faena sin perspecti-
que llevó la nueva doctrina de Oriente a Occidente dándole un fuerte tInte vas de éxito. No existe nada estable: ni en las cosas en particular, ni en el
religioso. Su monoteísmo, enunciado en inspirada intuición, ostenta rasgos universo en general. No sólo las apariencias concretas; también el universo
panteístas,15 pues su mirada le revela por dondequiera que todo se recon- en su integridad está sometido a una incesante y eterna mudanza: t o d o
centra siempre en la única esencia (mían eis physin); pronto su doctrina, f 1 u y e, na d a pe r m a n e c e. No se puede decir que las cosas sean,
sin embargo, tomó una actitud polémica en contra de las creencias populares s6lo devienen y sucumben en el juego eternamente cambiante del movi-
y esto determinó, capitalmente,. su éxito,literario y sig.nific~ción históri~a. La miento universal. De ahí que lo único invariable y, por ello mismo, lo que
burla que destila sobre el antropomorfIsmo de la IDItologIa,16 el en?Jo con merece el nombre de divinidad no sea ninguna cosa, ninguna materia, sino
que persigue a los poetas y artistas que imaginan a los dioses prOVIstos de el ro o V i ro i e n t o, e 1 a con t e c e r, e 1 d e ven i r mismo.
todas las debilidades y vicios de la naturaleza humana,17 todo esto reposa En ayuda del formidable esfuerzo de abstracción que exigía este nuevo
en una representación de Dios que ni corporal ni espiritualmente es com- concepto filosófico, vino una intuición sensible, adecuada, según Heráclito,
parable al hombre. Más obscuro se hace ]enófanes cuando .abor?-~ las de- para representar el movimiento: la del f u ego. La acción que el fuego
terminaciones positivas del ser supremo. Por una parte, IdentIfica a la ejerce en la mudanza de unas cosas en otras, no había escapado a los
divinidad, como hen kai pan, con el universo y atribuye entonces a este milesios; también hay que recordar sobre el particular las viejas represen-
Dios universal el conjunto de los predicados de la arjée milésica (eternidad, taciones míticas del Oriente, conocidas de los jonios por su contacto con los
estabilidad, invariabilidad) ; por otra, predica de la divinidad, ora caracte- persas. Pero si Heráclito toma al mundo por un fuego enteramente vital
res espaciales como el de poseer la forma esférica, ora funciones psíquicas y al fuego por la esencia de todas las cosas, sin embargo, no entiende bajo
corno la de la ubicuidad, del saber y la de dirigir racionalmente las cosas. esta arjée una materia que pudiera servir de base a todas las transfonna-
En este respecto aparece el Dios de Jenófanes como el más perfecto entre ciones; ésta, más bien, es la transformación misma, el flujo y reflujo del
los demás "dioses y hombres". . . . . . devenir y del perecer .19
Aunque estos últimos pensamIentos hac~l1 ostensIble un VIraje predom;.- Pero semejante representación adquiere U!la estructura más sólida al
nantemente teológico de la filosofía, no .hay que pasar por ~lto e~ ca;r:blO subrayar Heráclito con mayor energía que los milesios que este cambio se
que experimenta en dos aspectos esenCIales el punto de VIsta cIentIflco- realiza según determinadas relaciones y en una sucesión cuyas fases siem-'
natural y metafísico de Anaximandro frente al religioso de J enófanes. El pre se repiten. 20 Este ritmo del acontecer (que en tiempos posteriores se
concepto de Dios es para el último de ellos objeto de veneraci?n, ~ sólo ha denominado la legalidad de la naturaleza), es 10 único permanente; lo
en exigua medida un medio para comprender la naturaleza. El mtere.s del llama Heráclito el destino (heimar ménee)} el orden cósmico (díkee),
Colofonita por conocer la naturaleza es insignificante; s~s r~presentac~ones la razón del mundo (lógos). Dichas determinaciones, con arreglo a las
son demasiado infantiles y atrasadas alIado de las de los mIleSIOS. TodavIa no cuales el orden universal psíquico, ético y lógico aparecen aún identificados,
descubre la nota de la infinitud que la ciencia milésica había considerado ponen de manifiesto que el pensamiento no es capaz de distinguir los diver-
imprescindible para caracterizar' la materia có~mica; en ca~bio, perr,nane- sos aspectos de la existencia; Heráclito, empero, ha captado diáfanamente
ció fiel a los motivos ético-religiosos que permItían a los grIegos consIderar y puesto en práctica con todo el rigor de su acerba personalidad el concepto
lo determinado en sí como lo armoniosamente perfecto y dotado de valor; de o r den, un concepto cuya validez llegó a ser, para él, lo mismo
por estas razones, creyó que era más adecuado cons~derar a la d!vinidad asunto de convicción que de conocimiento.
limitada y conclusa; por lo tanto, respecto a sus propIedades espaCIales, es- 5. En evidente oposición a la doctrina del Efesio, ha sido elaborado
férica. 18 Mientras los milesios concibieron el fundamento de las cosas corno por Parménides, el jefe de la Escuela eleática y el más significado pensador
lo que se mueve eternamente por sí, y se transforma en :,na ..~iviente multi- de la época, el concepto del ser. No es fácil reconstruir su doctrina echando
plicidad, pasó por alto }enófanes el postulado de la exphcaclOn de la natu- mano de los pequeños fragmentos de su poesía didáctica (mezcla de sobrias
raleza y pensó que Dios era inmóvil y homogéneo en tod3;s sus partes. Cómo abstracciones con exuberantes fantasías). La existencia de un ser (ésti gar
trató de poner en relación la diversidad de las cosas smgulares, de cuya einai) es para los eleatas un postulado conceptual de tan obligada evidencia
existencia jamás dudó, es algo incierto en la tradición. que Pannénides lo admite sin probarlo; sólo después lo esclarece en forma
4. Tal como lo exige el concepto de cambio, en la noción de la sus-
tancia cósmica de los milesios, se haijan unidas aunque indiferenciadas las 19 La dificultad de atribuir la más alta realidad y la fuerza creadora de las cosas
a un movimiento asubstancial, es mucho menor en un pensatIÚento no evolucionado y
notas de lo en sí permanente y de la espontánea transformación. }enófanes aún no consciente de sus propias categorías que en posteriores conceptuaciones. La
intuición (oscilante entre lo simbólico y 10 real) del devenir como fuego estaba
15 Tim6n, en SEXTO EMPÍRICO, Pyrrh. 224. apoyada en la estructura de la:. lengua qUe hada uso de substantivos' para designar por
16 CLEM. ALEX. Strom. V, 60l. igual funciones y relaciones. Tampoco Heráclito oculta en un lenguaje metafórico
17 SEXTO, Adv. Math., IX, 193. siempre nuevo y recargado de imágenes, la oscura representación de una substanci~
18 HIPPOL, Ret. IJ 14. DIELS, 11 A. 33. En otros lugares se indica que la divini- ' cósmica.
dad no puede ser ni limitada ni ilimitada (?). 20 Más pormenores en los siguientes parágrafos.
38 l. La tilosotia de los grzegos. El periodo cronológico 4. Los conceptos del ser 39
negativa. El 'lno ser" (mee einai), añade Parménides, lo que no existe (to 6. Se ha necesitado de todos estos ensayos, en parte metafóricos, en
mee eón) .. ni puede ser, ni puede ser pensado. Todo pensar se refiere a lo que parte. de una ~~t~emada abstracc~ón, para hacer p~sibl?, adecuados concep-
existe, pues éste constituye el contenido del propio pensamiento. 21 La co- tos, bIen que lllIclales en su desarrollo, de una exphcaclOn de la naturaleza.
relatividad de ser y conciencia va en Parménides tan lejos que acaba por ~ues por importantes que hayan sido los motivos intelectuales puestos en
identificarlos. No hay pensamiento cuyo contenido no sea el ser; no hay ser Juego hasta ahora, no eran idóneos para interpretar la naturaleza ni la
que no pueda persarse; pe n s a r y s e r s o n u n a y 1 a ro i s m a e osa. materia cósmica de los milesios, ni el fuego-devenir de Heráclito, ni el ser
Estas frases, que literalmente consideradas parecen tan abstractas, tornan absoluto de Parménides. Sólo la abierta oposición de las dos últimas doc-
otro sentido al averiguar 10 que el gran Eleata enseña, en sus fragmentos, trinas había patentizado las imperfecciones del concepto de substancia de
del concepto positivo de substancia, a saber, la corporeidad, la materialidad los milesios. Sin embargo, se preparó el terreno sobre el que los investiga-
(tó pléon). Para Parménides, es lo mismo ser y contenido espacial. Ahora dores independiente~ de la próxima generación hubieron ,de separar, uno
bien, el ser, la corporeidad, es idéntico en todo 10 que existe; de donde se de o:ro, ambos lnotIvos, y descubrir en ésta su antítesis, nuevas formas de
desprende que no existe sino lo uno, esto es, el ser unitario e indiferenciado. relaCIón, de las cuales se obtuvieron muy fecundas categorías para el cono~
En cambio, el "no ser)) o "10 que no existe)) significa 10 incorpóreo, el cimiento de la naturaleza.
e s p a c i o v a cío (to kenón). Este doble sentido del einai de Parmé- Comú~, a estos e n s a y o s , ~ e con c i l i a ció n es, por una parte,
nides, según el cual significa ora lo "lleno", ora la "realidad", conduce a la la aceptaclon del postulado eleatIco de que 10 que existe no sólo debe ser
afirmación de que el e s p a c i o va cío n o p u e d e s e r na d a. pens.ad~ como al~o et~rno, increado e imperecedero, sino también como
Pero la interpretación in gen u o - s e n s o r i a 1, escondida en las cllal~ta~lvaI1!ente Invanable y en sí homogéneo; por otra, convienen con
fundamentales caracterizaciones de Parménides, admite, por una parte, la Herachto dIchos ensayos ~n l~ realidad innegable del devenir y del acon~
separabilidad de las cosas: éstas se repres~ntan como una plu- tecer¡ y, con ello, e~ la diverSIdad de las COSas. Armonizando estas dos exi-
r a 1 ida d y diversidad gracias al espacio vacío; y, por la otra, el acon- genCIaS del pe~samle~t~ comparten también las ideas de que el verdadero
tecer corporal, esto es, todo movimiento como cambio de lugar de lo "pleno" s:r ,n? es uno. SlllO multIple; de que cada uno de los elementos de esta mul~
en el vacío. Por lo tanto, si el vacío no es real, tampoco pueden serlo la t]phcl~ad satIs~ace los caracteres ?el postulado parmenídico, y de que la
di ver s ida d y e 1 ID o v i m i e n t o del a s c o s a s s in g u 1 a res. dIyersldad var~able de las cosas. sm~lares dadas en la experiencia se ex-
La multiplicidad de las cosas, que en coexistencia y sucesión ofrece la phc~ P?r las mcontables combmaclOnes de estos elementos. Los cambios
experiencia, había impulsado a los milesios a preguntar por un fundamento c.uahtatIvos de la materia c?srr:i~a, aceptados por los milesios, se niegan
permanente y común, pues creían que ellas eran meras transformaciones ahor~ de acuer~o ~on el prmc:plO de Parménides. Si, a pesar de eso, se
de éste. Con el concepto del ser, mediante el cual lleva a su máxima abs- admlt: con Her~chto de devemr y, lo que es más, se predica del ser este
tracción Parménides la idea de la materia cósmica, aparecen ahora en tan devemr,. es preCISO reducirlo a una especie de variación que deje intactas
lejana relación las cosas singulares que, propiamente, 10 que se ha hecho las cu.ahd.ades del se:. Ahora bie?, só~o el cambio de lugar, esto es, el
es desposeer a éstas de toda realidad en beneficio de aquel ser unitario. 22 El m. o V 1 m I e n t o, satIsface tal eXIgenCIa. Los fisiólogos del siglo v han
principio explicativo se ha elaborado intrínsecamente en tal forma que afIrmado con los elea~as la invari.ab~lidad cualitativa del ser, pero en con~
involucra la negación de lo que quiere explicar. En este sentido, es un tra de ellos, su pluralIdad y movImIento; 24 con Heráclito, la realidad del
a c o s m i s m o la filosofía de los eleatas: frente al "todo-uno" sucumbe acontecer, pero, en contra de él, la existencia de elementos substanciales.
la diversidad de las cosas; sólo aquél "es", éstas son engaño y apariencia. Su común concepción era ésta: aunque invariables en sí los múltiples ele~
Al uno o al ser convienen, según Parménides, los caracteres de eterni~ mentos del ser, hacen comprensible, gracias al movimiento el cambio y la
dad, inmovilidad, inmortalidad, pero, especialmente (como 10 había ense- pluralidad de las cosas. '
ñado Jenófanes) el d e un i cid a d pIe n a, id e n t ida d in d i f e- 7.. Por .vez .p~iI?era, si bien en fo;ma muy imperfecta no obstante su
l' e n c i a d a, esto es, completa homogeneidad y absoluta invariabilidad'
vasto mfluJO hIstoTlcO sobre la postendad, puso a la circulación E m p é-
siguiendo también a ]enófanes, advierte que es algo limitado por sí, alg~ d o c 1 e s el principio de que los c u a t l' o e 1 e m e n t o s 25 de que se
concluso y acabado. El ser es, por lo tanto, una esfera absolutamente per- comp~nen las cosás sin~lares, aún hoy admitidos por la opinión popular,
fecta y absolutamente homogénea; además, este c u e r p o c Ó s m i c 0, Son tI e r l' a, a g u a, al r e y f u e g 0.26 Cada uno de estos "cuatro" es
unitario y singular, es al mismo tiempo el ~imple pensamiento del mundo
exento qe toda especificación: to gar pleon éste nóeema. 23 '
2: ~n la liter.atu:a post;ri?; (PLA':ÓN;, Teeteto~ 181 d; ARISTÓTELES~ Varo Loe.)
se dl~tmgue qllot.oosts (vana?lOn cualrtatlva) de periphorá (cambio de lugar) como
e~pe~lCs de ktnests. o metabolee.' de hecho ya OCUITe esto aquí aunque se carece de los
21 Fr. Ed. KARSTEN V. 94 y ss. DIELS, 18 b, 4, 6, 7, 8. termmos para deSIgnarlas.
22 La equivocidad lingüística, según la cual, por una parte, el hén significa tanto ,2.5 E~ v~z de la (~esignaci6.n posterior stoijeia se encuentra en Empédocles la más
la unidad numérica como el atributo de la simplicidad, y por la otra la que trae poettca rtzoomata (ralces de las cosas).
consigo el verbo héinai, que no s610 tiene la funci6n de la c6pula sino ta'mbién el sen~ •• 26 Parece ser que para semejante selecci6n de elementos han influído al lado de
tido de la realidad, han jugado un papel muy imf,lOrtante en la doctrina de los VIeJas. rePr:es.ent,,;ciones la inclinaci6n de ver en los diversos estados de agregaci6n la
eleatas. ~se~c~a ~t;.lgmarla dt; las .co~as: El número cuatro por sí mismo no tiene ninguna
23 Nombres como materialismo e idealismo no pueden aplicarse a esta ingenua' slgmftcaclOn. El sentIdo dIalectlco que de él han dado Plat6n y Arist6teles no tiene
identificaci6n de la conciencia con su objeto, el mundo corporal. nada que ver con Empédocles.
40 1. La filosofía de los grzegos. El período cosmológico 4. Los conceptos del ser 41
'increado e indestructible, en sí homogéneo e invariable, pero al mismo tiem- tos de la experiencia posee~ las propiedades de aquel o aquellos elementos
po divisible en partes. 27 Por la mezcla de los elementos se originan las cosas contenidos en mayor medida.
singulares; por la disociación de ellos, dejan éstas de existir; y de la forma Los elementos (vale decir, 10 existente) son para Anaxágoras eternos, in-
y modo de su combinación provienen las diversas cualidades de ellas, dife- creados e imperecederos, invariantes, y aunque susceptibles de movimiento,
rentes, por cierto, de las de los propios elementos. incapaces por sí mismos de producirlo. Así surge el problema de caracterizar
La invariabilidad de la materia primordial y su propiedad ~e despla- aquella fuerza, causa del moyimiento. Ahora bien, puesto que semejante
zarse, que enseñaba el hilozoÍsmo de los milesios, se hacen valer ahora en fuerza es algo que existe, se ve precisado Anaxágoras a identificarla con una
Empédocles por un nuevo principio de explicación: no reconoce capacidad materia peculiar. Este e 1e m e n t o p o ten e i a los u b s tan c i a m 0-
de movimiento espontáneo a las cuatro substancias de las combinaciones t o r a tiene que ser la más ligera, la más fina, la más ágil entre todos los
mecánicas, pero ve la necesidad de que exista la e a u s a el e 1 ro o v i~ elementos: aquella homeomería que, a diferencia de las otras, se mueve
"m i e n t o fuera de estos elementos. "Amor" y "odio" son para él dicha sin cesar por sí misma y que es capaz de poner en movimiento a las demás.
causa. Sin embargo, no deja de ser obscuro en extremo su ensayo de opo- Para determinar la íntima esencia de esta materia motriz concurren dos
ner, por abstracción, a una materia muerta y desprovista de automovimiento series de pensamientos. Primero: la originalidad del movimiento es el más
la fuerza que la vivifica como algo metafísicamente aparte; amor y odio no seguro signo de lo a n i m a d o para la concepción ingenua del mundo;
son en Empédocles tan sólo propiedades, funciones o relaciones de los ele- esta materia excepcional que de suyo produce el movimiento, no puede ser,
mentos, sino fuerzas independientes de éstos: cómo sea preciso pensar la por 10 tanto, sino una materia anímka, esto es, e s p i r i t u a 1. Segundo:
realidad de estas f u e r z a s pro d u c t o r a s d e ro o v i ro i e n t o, no toda fuerza se reconoce por sus efectos; si esta fuerza motriz ha engendrado
informan cumplidamente en ningún sitio los fragmentos del filósofo. 28 Sólo al mundo desintegrando y combinando los elementos inertes, puede recu-
una cosa parece probable: que en la dualidad del referido principio está rrirse a su obra para determinar su esencia. Mas, el universo) sobre todo, en
implícito el pensamiento ético de que el amor y el odio son las causas rea'" el vuelo rítmico de los astros da la impresión de un o r den be 11 o y
les de lo bueno y lo malo, respectivamente,29 un primer intento de mezclar como dirigido hacia un fin (cósmos). A An~xágoras pa!-"eció
apreciaciones valorativas dentro de la teoría de la naturaleza. semejante sumisión armoniosa de masas gigantescas, semejante mOVimiento
8. Si Empédocles había considerado posible derivar de la mezcla de circular e imperturbable de incontables macrocosmos, la obra extraordina-
los cuatro elementos las cualidades específicas de las cosas singulares (si lo ria de un espíritu que prescribiera con arreglo a fines los movimientos del
llevó a cabo y cómo, no lo sabemos)} A n a x á g o r a s salva semejante universo. De ahí que haya caracterizado la materia m o tri z como r a-
problema. Partiendo del principio eleático de que el "verdadero" ser no z ó n (nous) o s u b s tan c i a p e TI s a'n t e.
puede extinguirse, ni engendrar nada de sí, sacó la conclusión de que es pre- El nous de Anaxágoras es, según esto, una materia, un elemento corpo-
ciso admitir tantos elementos corno materias simples contengan las cosas ral en sí homogéneo, increado e imperecedero, y esparcido en minúsculas
de la experiencia. so Estas substancias simples se conservan, por otra parte, partículas por todo el universo. Su diferencia con las otras substancias no
cualitativamente idénticas en su fraccionamiento; de ahí que las llame es de grado, quizás como la más sutil y ligera, sino esencialmente diversa
Anaxágoras h o ID e o ITI e ría s. Tal concepto de elemento (que corres- a ellas, gracias a su automovimiento que regula armónicamente el ~caecer
ponde en principio al de la química de nuestro tiempo) se funda en la universal. Esta acentuación del o r den c ó s m i c o en la doctnna de
representación empírica, que ve dondequiera materias cualitativamente irre- Anaxágoras, es un principio de la doctrina de Heráclito, y el pensamiento
ductibles entre sí. 31 En efecto, el estado de la investigación de aquel enton- de una causa racional que coordina los cambios de las cosas con arreglo a
ces sólo admitía como medios de conocimento la desintegración física de la fines, el primer ejemplo de una explicación te 1e o 1ó g i cad e 1a n a-
materia y las variaciones de temperatura. Existen, pues, según Anaxágoras, tu r a 1e z a.32 Con él se convierte también, sin ambages, en principio ex~
in con t a b 1 e s e 1 e m e n t o s de diverso color, forma y sabor, que plicativo, el concepto de valor de lo beno y perfecto.
deambulan por el universo entero en partes infinitamente pequeñas; la 9. Partiendo del concepto del ser eleático, se ha desarrollado en di-
reunión (syncrisis) de estas partículas engendra las cosas singulares; su se- rección opuesta al a -t o m i s m o deL e u c i p o. Mientras Empédocles
paración (diacrisis), la extinción de ellas. En cada cosa particular existe había reconocido la existencia metafísica de algunas cualidades y Anaxá-
algo de cada elemento, sólo que para nuestra percepción sensible los obje- goras la de todas no se aparta el fundador de la escuela de Abdera de la
opinión de Parménides de que, en rigor, no posee existenc~a r~al la multi-
27 Acerca de la palabra uelementum", compárese H. DIELS, y'O. LAGERCRANZ, plicidad de determinaciones cualitativas dadas en la expenencla y de que,
Elementum (Upsala y Leipzig). 1911. más bien, la única propiedad del ser la constituye aquello que llena el
28 Aunque posteriores tradiciones llaman philía y neikos la quinta y la sexta arjée
de Empédocles) respectivamente) no debe colegirse que él las haya considerado como
materias. Su manera oscura y mítica de designarlos obedece en gran parte a la 32 Ya PLATÓN festej6 este pensamiento (Fedro 97 b) y ARISTÓTELES 10 sobre-
substantivación lingüística de los conceptos de función. estima (Met. 1, 3, 984 b); compárese el parágrafo 5, 5. Los modernos him exagerado
29 ARISTÓTELES, M et. 1, 4, 985 a 21 seq. aún más la nota (HEGEL) concibiendo el nous a modo de un principio inmaterial.
30 Los llama spérmata (gérmenes de las cosas), o también de modo más simple Sin embargo, los fragmentos de SIMPLICIO (Phys. D) no dan lugar a duda de que esta
jréemata (materias, substancias). sustancia llena el espacio aunque sea la fuerza vital y la más ligera y pura de todas
31 Según los fragmentos de ANAxÁGORAS, por ejemplo, también los huesos, la las materias. Compárese,' sin embargo, M. HEINZE, Ber. der Sachs. Ge. der Wiss.
carne, el tuétano; por otra, los metales. (1890).
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e S P a c i o, 1 a c o r por e ida d, to pléon. Sin embargo, si es forzoso el principio, otra vez, del hilozoÍsmo de los milesios, si bien en un sentido
hacer comprensible la pluralidad de las cosas singulares y los cambIos que limitado y harto diferente.
éstas experimentan, hay que admitir en vez del cuerpo universal y en sí 10. Contra tales sistemas pluralistas defiende Z e n ó n, el amigo y
indiferenciado de Parménides, una diversidad de corpúsculos, no separados discípulo de Parménides, la doctrina eleática, haciendo ver los contrasen~
entre sí por ser alguno, sino por el no ser, esto es, por lo incorpóreo, por el tidos en que viene a parar la idea de fraccionar el ser. Tomando en cuenta
e s p a c i o va cío. Con todo, era indispensable conceder al ll(? ser una la dimensión de tales entes -indica- puede demostrarse que la totalidad
especie de existencia de realidad metafísica. ss De este modo se VlO compe- del ser es, por una parte, infinitamente pequeña; por la otra, infinitamente
lido Leucipo a considerar el espacio vacío com~ lo ilim~tado. (to ájJeiron) grande. Infinitamente pequeña, porque la reunión de semejantes partes in~
en oposición a lo limitado, que Parménides propiamente IdentIfIcaba ?O~ el finitamentc pequeñas jamás puede dar por resultado otra cosa que algo
ser. Leucipo pulveriza, por así decirlo, el cuerpo universal de Parmemdes infinitamente pequeño; 35 infinitamente grande, en cambio, porque el es-
y esparce sus partículas por el espacio infinito: pero cada una de estas pacio que separa las dos partes es también algo que existe, esto es, dimensión
partes es, como el ser absoluto del Eleata, eterna e invariable, increada e in- espacial exactamente lo mismo y así in infinitum. Del último argumento
destructible, en sí homogénea, limitada e indivisible. Por tal motivo, con el llamado ek dichotomías infirió también Zenón que 10 que existe puede con-
nombre de átomos (átomoi) se designó a estos fragmentos del ser: y por siderarse ilimitado, según su número, dada la posibilidad de fraccionar las
las razones que habían inducido a Anaximandro a forjar su concepto del cosas; sin embargo, si, se admite que el ser es algo acabado, concluso, algo
ápeiron, convino Leucipo en que tales átomos son incontables y d~ forma que no deviene, entonces, relativamente a su determinación numérica, es
infinitamente variada. Además, puesto que todas las cosas empíncas· son preciso reconocer que es limitado. Y así como la doctrina del ser múltiple,
divisibles, tuvo que admitir la pequeñez imperceptible de el:os .. En fin, ad- es fácil refutar, también, por un regressus in infinitum, la idea de la realidad
virtió que las diferencias entre ellos son meramente cuantItativas, ya q~e del espacio vacío: si toda la realidad se encuentra en el espacio y éste es,
todos, sin excepción, poseen el idéntico carácter cU,:li~~tivo de la corporeI- a la vez, algo real, es necesario que se encuentre también en un espacio y así
dad: diferencias, en suma, de tamaño, forma y posIclOn. sucesivamente. La nueva versión que sobre el concepto del infinito había
De tales reflexiones metafísicas ha nacido el concepto de átomo, que tan dado el atomismo, favoreció en singular medida el debate de los problemas
fructífero se ha r:velado . para la cienci,: explicativa d~ la n,:tura~eza,. ya contenidos en la antítesis de intuición e intelecto, y Zcnón sacó el mayor
que como el propIO LeuClpo pon~ de r~heve, l~ev~ en SI la eXIgenCia CIen- partido de ellos para llevar ad absurdum a los enemigos de la doctrina del
tífica de reducir toda suerte de dIferenCias cualItatIvas, dadas en la percep- único ser por sí mismo limitado.
ción, a diferencias cuantitativas. Las cosas de nuestra experiencia, enseñó Sin embargo, el doble filo de esta dialéctica hiere a la propia escuela
Leucipo, son combinaciones de átomos: se gener~n por la reunió~ .de ellos eleática. Ya un partidario y contemporáneo de Zenón, M e 1 i s o, se vio
y perecen, por su separación. Las múltiples propIe~ades que percI~:nm?S en obligado a declarar que el ser de Parménides no sólo espacial sino también
las cosas son meras apariencias: en verdad, sólo eXIsten las determmaclOnes temporalmente es ilimitado. Así como el ser no puede derivarse del Hno
objetivas de forma tamaño disposición y situación de los átomos singulares. ser" ni de otro ser, ni transformarse en uno o en otro, tampoco puede ser
El espacio vací~ es la c~ndición objetiva que .hac~,posible .tanto el. ;üsla- limitado ora por un segundo ser, ora por un nuevo ~'no ser": una argu-
miento y estructura de los átomos como la combmaclOn y desmtegraclOll de mentación, por cierto, más consecuente desde el punto de vista meramente
ellos. Todo acontecer es, por esencia, m o v i m i e n t o d e á t? I? o s en teorético, que la afirmación del maestro, influída por apreciaciones valo-
e 1 e s p a cia. Pero si se pregunta por la causa de este. mOVll!Uento, .se rativas.
verá que reside en los átomos mismos,il4 y~ que el espacIO es, mmatenal 11. Los p ita g ó r i c o s han tomado en torno a estos problemas
e inactivo y el atomismo no admite otra realIdad que la de los atamos y la una posición conciliadora: para ello, como para sus demás doctrinas, esta~
del ámbito espacial. El movimi~nto es, pues, U? ~a~ácte; i?trínseco, de los ban dotados brillantemente por su dedicación a la matemática. Es probable
átomos; como la propia matena, no tIene pnncIpIO m fu;. Y ~SI como que la orientación fundamental de sus investigaciones no haya superado el
los átomos se distinguen entre sí por incor;ta?les fo~ma~ y dImenslOnes, del aspecto aritmético: incluso los conocimientos geométricos' que les Son atri-
mismo modo se diferencian por sus mOVImIentos mtrmsecos. Deambulan buídos (como el conocido teorema designado con el nombre de teorema de
por el espacio infinito, exento: como tal, de interioridad y exterioridad, su- Pitágoras) son representaciones lineales de sencillas relaciones númericas
perioridad e inferioridad atropelladamente, hasta chocar unos con otros
formando las cosas y los' mundos. La separación conceptual entre materia
+
(3 2 42 ::::: 52). Pero no sólo advirtieron los pitagóricos que las relaciones
generales de las figuras geométricas se detenninaban numéricamente; tam-
y fuerza que habían buscado Empédocles y Anaxágoras queda. ar;ulada nue~ bién captaron con claridad que los fenómenos del mundo corporal, de que
vamente por los atomistas; atribuyen, es verdad, automovIIDIento. a las preferentemente se ocupabap., SOn susceptibles de semejante determinación.
partículas (kinesis en sentido restringido, periforá) -' pero las despOjan de Sus investigaciones tea réticas de la música les habían enseñado que el bello
toda capacidad de variación cualitativa (álloi vosis). De este modo acogen sonido reposa en sencillas relaciones numéricas de la longitud de la cuerda
(octava, tercera, cuarta, etc.), y su conocimiento, asaz revolucionado, de
33 PLUTARCO~ Adv. Col. 4, 2. '1109.
34 ARISTÓTELES (Phys.~ VIII, 1, 25.2 a 32 (compá:ese, Met. 1. 4) . dice que 105,
atomistas no han preguntado por el Origen del mOVImIento, pues conSIderaban que 35 El argumento sólo puede esgrimirse contra los atomistas y aún contra ellos no
carecía de causa. es consistente.
5. Los conceptos del devenir 45
44 l. La filoso!ia de los grtegos. El periodo cosmol6gico
mismo modo se concilian armónicamente en el universo los contrarios. El
la astronomía, les llevó a la convicción de que la imperante armonía en los
mundo es a r ro o nía numérica.
movimientos de los cuerpos celestes (a semejanza de la música), 36 se funda Algunos pitagóricos han tratado de perseguir al través de los diversos
en un orden según el cual las diversas esferas del universo giran en torno de territorios de la experiencia aquella oposición radical reconocida por todos
un punto común a distancias fijas y numéricamente determinables. P<:rece ellos.41 Consignan los resultados de tal búsqueda en los diez pares de con-
ser que todas estas ideas se unificaron en la obra de un hombre, F 11 o~
1 a 0, para dar lugar al pensamiento de que el ser permanente que buscaba trarios:
limitado - ~limitado,
la teoría filosófica se encuentra en los n Ú ID e ros. Frente a las cosas par - 1Illpar,
cambiantes de la experiencia poseen los conceptos matemáticos. las .notas uno múltiple,
de la validez intemporal: Son eternos, increados, imperecederos, lllvanables derecha izquierda,
e inmóviles: y así como satisfacen el postulado eleático del ser, expres~n, masculino - femenino,
por otra parte, las relaciones fijadas y aquel orden rítmico que había pedIdo reposo movimiento,
Heráclito. De este modo encontraron los pitagóricos la esencia permanente recto curvo,42
del mundo en los principios matemáticos y, especialmente, en los números: luminoso obscuro,
una solución del problema más abstracta que la de bueno malo,
°
los mil e s i s, m á sin tui t i v a q u e 1 a e 1 e á tic a, m á s c 1 a r a cuadrado irregular,
que la de Heráclito y más compleja que aquellas que
daban las otras soluciones conciliadoras de la época. una tabla claramente asistemática en donde, por ningún motivo, se quiere
La doctrina pitagórica de los números va de la mano, ya ir más allá del sagrado número diez, pero que deja entrever el ensayo de
de las múltiples observaciones que los propios pitagóricos habían hecho so~ una clasificación.
bre las relaciones aritméticas, ya de las analogías, a veces artificiosas, que Con este esquema o uno parecido se han empeñado los pitagóricos en
creían advertir entre los números y los conceptos filosóficos. La caracteriza- descubrir el orden de las cosas con arreglo a un sistema numérico: atribu-
ción de cada cosa singular mediante un número y la infinitud de la propia yen, en cada provincia de conocimiento, a diversos números los conceptos
serie numérica trajo consigo la idea de que tanto 10 limitado como lo ilimi- fundamentales y reconocen, de este modo, a cada número (especialmente
tado poseen realidad; pensamiento que, traducido al lenguaje de la geo- los que van del uno al diez) una significación regulativa de la realidad. A
lnetría, hizo ver a los pitagóricos que tanto los elementos como el espacio pesar de que sucumben a estrafalarias explicaciones simbólicas, no debe
vacío (lo ilimitado) existen. Sin embargo, representan los elementos echan- pasarse por alto que intentan descubrir un o r den con c e p t u a 1 y
do mano de ciertas y sencillas formas estereométricas: el fuego por el te- permanente de las cosas y el último fundamento de
traedro, la tierra por el cubo, el aire por el octaedro, el agua por el ellas en relaciones matemáticas.
icosaedro, y por el dodecaedro el éter (un quinto elemento, celeste, que Tampoco ha escapado a 10s pitagóricos, sobre todo a los de la última
añaden a los cuatro terrestres de Empédocles) .37 Con ello, se acentuaba más época, que los números no son principios de las cosa~ en la misma forma
la opinión de que lo corpóreo consiste en determinación ma- como pueden serlo las materias o elementos de otros sIstemas; que las cosas
t e ro á tic a de lo ilimitado., esto es, en la del i m ita ció n del e s- no se originan de ellos, sino que, más bien, se conforman con arreglo a los
p a e i o. Las formas matemáticas se convierten en la esencia de la rea- principios de ellos: pensamiento que expresaron del más enérgico y mejor
lidad física. modo al declarar que las cosas son copias o imitaciones de los
Por otra parte, supusieron -los pitagóricos que la oposición de 10 limitado n ú m e ros. Así se llegó a pensar el mundo de las formas matemáticas
y lo ilimitado se advierte también 38 entre el número par y el impar; hay corno una realidad original y más elevada, de la que la realidad empírica
más: se identifica, no sin el i~flujo de viejas creepcias religiosas, con aquella sería su mera reproducción: a aquélla conviene el verdadero ser, ésta
de lo perfecto e imperfecto, lo bueno y lo malo. 39 De este modo se tornó representa el mundo contradictorio del devenir.
dualista su concepción del mundo: a lo limitado, impar, perfecto y bueno
oponen lo ilimitado, par, imperfecto y malo. Ahora bien, así como 1:0 uni-
dad es supuesto necesario tanto del número par como del impar, del 5. Los conceptos del devenir
36 De esta analogía se origina la representación fantástica de la armonía de las Así como el fenómeno del cambio, del acaece~J había suscitado la refle-
esferas. xión en torno a la existencia de un ser permanente, del mismo modo los
37 La mayor parte de los pitag6ricos siguen aquí ~,Empéd~c1es; s6lo un? de la diversos conceptos del sér tuvieron en última instancia el propósito de hacer
época posterior, E e f a 11 t o, interpreta tal dctennmaClOn espaCIal en el sentido del
atomismo. , .. (, d' . 'bl 41 O investigadores próximos al pitagorismo como el médico A 1 e m e 6 n, un
.38 El fundamento de que los números pares hasta el infInito .) son lV1S! es contemporáneo de FU.OLAO, tal vez más viejo. Compárese ARISTÓTELES, Met. 1, 5,
entre dos (SIMPL. Phys. D 105 r 455. 20) es incierto y artificioso. 986 a 22 qu.
39 No debe olvidarse que ya en Jen6fanes y Parmé:~:li~es. se ha~e ver que par3; l~s 42 La tradici6n confirma este aserto (ARlST., loe.- cit.,). Lo contrario habria que
griegos la medida posee un alto valor moral y que 10 mfmlto es Imperfecto; lo hmI- ~sperar de la cosmología pitag6rica (y también de la plat6nico.aristotélica) ya que la
tado, peperasmenon, en cambio, se considera pleno de valor. forma circular es curva.
40 ARISTÓTELES, Met. 1, 5, 986 a 19.
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fÓTicas de Heráclito envuelven el claro intento de explicar la suceSlOll de desplazamiento de estos fragmentos substanciales, que se oprimen y desalojan
las transformaciones con arreglo a una ley objetiva. En un ritmo si~mpre recíprocamente. Cosas distantes entre sí no pueden afectarse hasta que las
repetido y al compás candencioso del tiempo se genera del fue.9'0,el ulllverso
para volver a nacer de éste, siempre flameante, un nuevo femx. o .
La mudanza incesante de todas las cosas no se opera en substanCIa algu~
i partículas de una invadan las partículas de la otra. Tanto más posible es esta
acción cuanto más semejante son las formas espaciales de las emanaciones
na; sólo permanece al orden según el cual se realiza el doble ,prac,eso de
transformación, esto es, 1a 1e y del e a m b i o q ti e d a s e n t 1 d o y
valor a 1 u n i ver s o. Cierto; la lucha de los opuestos trae consigo
I de un cuerpo con las de los poros de otro. Así lo refiere, por 10 menos,
Emp~d?c1~s; . sin en;barg;o, .también Anaxágor~s admitió ~a idea de una
di v 1 S 1 b 111 dad 1 n fin 1 t a de las sustanCias. Muy dIVersa y mucho
más próxima a la interpretación de nuestro tiempo, es la imagen del aconte~
siempre algo nuevo; sin embargo, el nuevo ser corre el destino de todas las cer de L e u c i p o. Los átomos que se encuentran en el espacio vacío se
cosas: perece. El devenir de Heráclito no llega nunca al ser definitivo, como afectan mutuamente por presión y choque; su mezcla da origen a los peque-
el ser de Parménides no toca jamás el acaecer empírico. ños y grandes cuerpos y a las masas de cuerpos, de donde, a su vez, se disgre-
4. En efecto, la t e o ría del s e r del o s e 1 e a t a s niega, con la gan y esparcen por obra de impulsos externos de otras masas. E n e s t e
pluralidad y variabilidad de la sustancia, también el devenir. Según su cambio permanente de asociación y disociación de
metafísica, el acontecer es inconcebible, imposible. Semejante metafísica no los átomos consiste todo devenir.
tolera física alguna. Así como al espacio, también al tiempo despoja P a r- En los tres sistemas se admite que el movimiento cósmico se lleva a cabo
ro é n i d e s de auténtica realidad (allo parex tou eantos): para él no existe en forma de torbellino, esto es, una especie de movimiento circular (dínee).
sino el ser indiferenciado y atemporal. Sin embargo, Parménides añade a la Según Empédocles, se produce este movimiento por la energía del amor y
primera parte de su poesía didáctica, que habla del verdadero ser, lUla odio que actúa sobre los elementos; de acuerdo con Anaxágoras, se inicia
segunda, que trata de los problemas físicos; no obstante anuncia de antemano por una materia racional orientada con arreglo a fines, para continuar
que aquí ya no se ocupa de la verdad en sÍ, sino de las "opiniones de los después dentro de un riguroso mecanicismo; para Leucipo es siempre el
mortales".7 Todas estas opiniones parten del falso supuesto de que al lado resultado de un choque de múltiples átomos. El principio del mecanicismo
del ser existe el Hno ser". El acontecer, la pluralidad y el movimiento de las aparece en Empédocles míticamente, en Anaxágoras se admite en parte; sólo
cosas proviene de la acción recíproca de estos contrarios, que en sentido lato Leucipo lo lleva a sus últimas consecuencias. Lo que impide a los dos prime-
pueden designarse con los nombres de luz y obscuridad, calor y frío. De este ros reconocer la mecánica de la naturaleza, es la intromisión de consideracio-
modo se describe en poéticas imágenes una concepción del mundo, en la que nes éticas y religiosas en la esfera de la teoría explicativa: el primero quiere
el fuego transforma el espacio "vacío y tenebroso" en los inc.ontables seres reducir lo bueno y lo malo a correspondientes fuerzas psíquicas (amor y
corporales: un tipo de concepción del mundo que recuerda, en parte, a odio) que ciertamente, no atribuye a sér alguno sino que relega al reino
Heráclito, en parte, a la doctrina astronómica de los pitagóricos. Una fuerza del mito; el otro cree explicar el orden del universo por un impulso inicial
ígnea (daimón), todopoderosa, partiendo del centro del universo, reúne con anímico pleno de sentido. Sin embargo, ambos se apartan de Leucipo con
necesidad inexorable (dikee) y por obra del amor (haos) los seres homo- su in ter p r e t a ció n te 1 e o 1 ó g i e a sólo al referirse a la causa pri-
géneos entre sÍ. Los pensamientos que se toman y los que se refutan de las mera del torbellino; el curso posterior de los cambios en general y de cada
doctrinas precedentes aparecen en su conjunto, en abigarrada mezcla; toda a con t e e i m i e n t o en par tic u 1 a r, se explican mecánicamente por
eRta descripción, en efecto, está animada por un soplo poético de extraordi- impulso y choque de las partículas materiales puestas en movimiento una
naria fuerza plástica, pero carece, por dondequiera, de originalidad cientí- sola vez, por obra de causas finales. También procedieron consecuentemente
fica y de claridad conceptual. al explicar· por principios mecánicos el origen y las funciones de los organis-
5. Nociones más precisas y conceptos más aproximados para explicar el mos. Bien sabido es que Platón y Aristóteles reprochan esto a Anaxágoras,8
acontecer de las cosas singulares se encuentran en los filósofos posteriores, v de Empédoc1es se refiere que enseñó que los animales se originaron aquí y
que, para tal objeto, fraccionan el ser absoluto de los eleatas en elementos ~llá sin orden alguno, de caprichosas y grotescas figuras y que sólo se han
(homeomerías, átomos). Todos, sin excepción, afirman que el devenir no es con~ervado en el curso de los tiempos los aptos para la vida. El principio,
otra cosa que el movimiento de invariantes partículas corporales. E m p é- pues, de la adaptación de la vida, que hoy juega tan importante papel en la
d o c 1 e s y A n a x á g o r a s probablemente intentaron también, con este biología darwiniana, ha sido ya claramente formulado aquí.
pensamiento, negar la existencia del espacio. vacío: gracias al acentuado En los pensamientos hasta ahora desarrollados, se advierten notorias
carácter de divisibilidad y movilidad que atrIbuyen a sus elementos mate- diferencias que vienen a separar a los tres investigadores respecto a sus teorías
riales, por la mezcla y penetración recíproca de estas partículas es posible cosmogónicas. Para Empédocles y Leucipo la formación y disolución del
llenar el espacio vacío. El movimiento cósmico reside, por lo tanto, en el mundo es un proceso incesante; para Anaxágoras, en cambio, único e irrepe-
tible; entre los dos primeros, sin. embargo, se nota otra diferencia: al paso
6 Son inconsistentes las ideas físicas y, sobre todo, las astron6núcas, de Heráclito;
el rendimiento metafísico es aquí más importante que el científico~natural. Lo mismo g ARISTÓTELES Phys. JI 8 198 b 29. También se atribuye a Anaximandro la idea
ocurre con su opositor Parménides. de que los organis~os se transforman adaptándose a las variadas situaciones externas:
7 La exposici6n hipotética de c6mo debería pensarse el mundo si existiera al lado PLUT.~ Placo V. 19, 1 (Dox. D. 430, 15). Los más antiguos pensadores aceptaban la
del ser el no ser la pluralidad y el devenir, tuvo, por una parte, un prop6sito polémico' idea que el hombre desciende del reino animal: así, por ejemplo, Anaximandro.
y, por ia otra, el' de ayudar a los discípulos a comprender el mundo empírico. Compárese, PLUT. Strom. fr. 2 DIELS 2, 10.
4
50 l. La filosofía de los griegos. El período cosmol6gico 5. Los conceptos del devenir 51
que Empédocles enseña un retorr;o periódico del nacimien~o y ~uerte del teleológico de la doctrina de Anaxágoras nace de razones subjetivas: la
universo a lo Heráclito, el atomIsmo habla de una pluralIdad mc~ntable admiración que experimenta por el orden maravilloso del cielo estrellado
de universos que nacen y perecen sin ritmo alguno. ?egún la doctrma de que se desplaza siempre por las mismas rutas cósmicas sin interrupción
Empédocles los elementos pasan por cuatro estados dIferentes: desde luego alguna. N? es probable que esta primera cosmología teleológica se haya apli-
pueden enc~ntrarse formando parte de una mezcla perfecta, q~e ,~l ll~a cado al remo de los seres orgánicos y a los hechos de la naturaleza útiles al
sfairos {} y donde impera s~lo el amor con exc~usi~n del odio) por: lllfütraClon hombre: su mirada está suspendida de la belleza del universo; las opiniones
del odio se va descompomendo esta esfera COSIDlca homog;enea en las ,cosas de Anaxágoras conocidas por la tradición acerca de las cosas terrestres de
singulares hasta que los elementos quedan por completo aIslados. ~~ f11l:', el los organismos y del hombre, se mantienen, por entero, en los marcos d~ la
amor se da a la tarea de volver a reunirlos hasta lograr su plena punflcaClon. interpret~ción .mecanicist.a de sus contemporáneos. Incluso lo que se ha dicho
Las cosas singulares no existen durante la mezcla perfecta; tampoco, cuand.o de la eXIstenCIa de la Vida en otros cuerpos celestes, parece que proviene
se encuentran los elementos por completo separadc;s; en ambos cas?s .se adm~~ más bien del círculo de los atomistas.
te el eleatismo acósmico. El mundo de las cosas smgulares surge umca~ente 6. Aunque Anaxágoras ve en el nous el principio de animación de los
cuando amor y odio pugnan por la asociación y disociación de las partlculas seres y piensa que las partículas de esta substancia se mezclan en mayor o
materiales. menor medida Con los cuerpos orgánicos, el punto de gravedad de este
Cosa diversa en Leucipo. Sólo algunos de los átomos que .deambulan concepto reposa e?.I:: id?~ ori?i:r:aria del orden cósmi~o; el otro aspecto,
desordenadamente por el universo chocan entre sí: Allí do~d~ tlenen lugar el momento de la vlvlfIcaclOn amIDlca, se encuentra enérgIcamente acentuado
tales acumulaciones, se origina, c.onforme a ~a neceslda~ mecamca pr~vo.cada más bien en la reelaboración que emprende D i ó gen e s d e A polo n i a
por diferentes impulsos que ocaSlOnan las diyersas partlculas, u~ movl~nento del nous anaxagórico, al ligarlo con el principio hilozoístico de AnaxÍmenes.
circular que atrae hacia sí los átomos contlguos y los complejOS de atomos Concibe, en efecto, al aire a modo de arjée, pero lo equipa con las notas
u otras partículas volantes, a veces mundos enteros. De este/ modo el torbe~ del nous, de la omnisapiencia y de la fuerza ordenadora' llama a este "hálito
llino inicial se va agrandando con el tieu:po. Tod~s ~stos fet;0menos por otra racional" 'pneuma y advierte que es el principio vital ~o sólo del universo
parte, se realizan con 3,rreglo a ur.a :r;ece;ldad mecamc~ ( anagkee) provocada ~Cl sino también del hombre y de los otros organismos. Una rica información
por diversos impulsos. de los proplOs atomos. Ade~as,. cada uno de e~t?s psicológica le permite usar de este pensamiento para comprender la estruc-
sistemas atómicos en movimiento se estructura por SI Imsmo: en la. ro!aClOn tura y funciones del cuerpo humano. La teleología se convierte de este modo
del conjunto los átomos más finos y ligeros son arrojados a la periferI~, los en método casi privativo de investigación del m' u n d o o r g á n i c o. Sólo
más pesados e inertes permanecer; en el centro; de. est~ mt;>?o las partlc~las fOco': más tarde, cuando se puso en contacto la teleología organológica con la
i2'uales se encuentran en su cammo pero no por mclmaclOn o amor, smo astronómica, pudo vencer la filosofía clásica de los griegos el originario
p~r obra de la ley universal de la presión y del ~h09u~. f'.sí su~gen durante los predominio del mecanicismo.
distintos tiempos y lugares, dentro del espaclO mfmlto, ~lv~rs.os mu?d.os, 7. Todas estas doctrinas presuponen la existencia del movimiento como
cada uno de los cuales se mueve sin cesar obedeciendo el pnnClplO mecalllCO algo evidente de suyo. Aún más: suponen que las variaciones cualitativas
del universo hasta que por el choque con .otro mundo, se d~struye 10 o es de las cosas singulares son el resultado de cambios de lugar de los elementos,
arrastrado a la órbita de uno mayor. Es mnegable la semejanza de esta ora en el espacio vacío, ora en un espacio pleno de partículas materiales. De
doctrina con la ciencia natural de nuestró tiempo. . ahí que la oposición de la escuela eleática con estas doctrinas se dirija, ante
La i n ter p r e t a ció n t e 1 e o 1 ó g i c a de Anaxág~ras, en cambIO, todo, al concepto del movimiento; y trate de poner de manifiesto Z e n ó n
niega que los mundos se originen en el decurso de lc;s. t~empos y. e~ las que _no es pertinente aceptar, sin más, este concepto, ya 'que, por las inconta-
diversas regiones del espacio. El espíritu ordenador que lllCla el ~?VImlento ble~ /contradicciones que encierra, es absurdo elevarlo a principio de expli-
de los elementos ha construído solamente el mundo en que vIvimos que, caClOn.
por cierto, es el más perfecto. 11 Anaxágoras desc~i.?e, siguiendo ~ l.as poesías Entre las más celebradas pruebas de Zenón acerca de la imposibilidad
cosmogónicas, cómo al origen del mundo ,PrecedlO .un estado caotlco don~e d~l :novimiento,12 la m~s inconsiste~te es aquella que parte de la re 1 a-
los elementos yacían sin orden alguno: mas tarde vmo el nous, la substanCia tI Vid a d del e s p a c I o re c o r r Ido: el espacio recorrido por un mó-
racional y los puso en movimiento. El torbellino comenzó en un punto, el vil varía si se determina por diferentes observadores que se encuentren tam-
polo de la comba celeste, y se extendió paulatinamente a todas las I?asas bién en movimiento pero en distintos sentidos y a diversas velocidades o
cósmicas separando y distribuyendo los ele,:ne~t~s de tal suer~e que pudle~on si se mide desde un vehículo en reposo o en movimiento. Menos endebles
emprender su vigoroso vuelo en forma Slmetnca y armomosa. El motlvo y, por la~g? .ti~:nPo no supera¿o.s, son ~os otros tre.s argumentos, que operan
con la dIVISIbIlIdad del espaCIO recorndo y del tlempo que dura el movi~
9 Seguramente sin apoyo en la idea de la esfera c6smica de los e!eatas, a la que se miento, en infinitas partes e infinitamente pequeñas~ pero discretas esto es
asemeja tanto esta mezcla perfecta de todos los element?s de Err;pedocles.
10 El 1 y la luna fueron en otro tiempo mundos mdependlentes, pero despues
, discontinuas. El primero se refiere a la i m p o s i b i 1 i d a,d de r e ~ o r re:
fueron atr~idos por un gran torbellino cuyo centro es la Tierra, según el aserto de los un espacio determinado: la prueba se funda en la divisibilidad
atomistas. . l '
11 Platón desarrolla este pensamiento en eV1dente relaci6n con e antagonIsmo 12 ARIST.~ Phys. VI 9, 239 b 9. Compárese R. SALINGERJ Archivos para la Historia
entre Anaxágoras y los atomistas (Timeo~ 31). de la Filoso!'a. XIX (1908) pp. 99 ss.
6. Los conceptos del conocer 53
52 l. La filosofía de los griegos. El período cosmológico
gozan ahora del más diverso éxito que la ciencia griega les concede: lo
infinita de una línea, pues es preciso antes de llegar. a c,ada una de sus permanente que ~ta busca~a en el cambio del devenir se le ofrece, ahora,
partes, pasar por un número infinito d~ p'!ntos, lo que, ImpIde com~nzar de en magnas y senClllas relaCIOnes, en el vuelo eternamente simétrico de los
hecho el movimiento mismo. Parece dlfenr algo el miSmo pensamIento en astros. Aun se oculta a su mirada este ritmo uniforme, en el mundo terrestre,
la segunda prueba enderezada a corroborar la imposi~ilidad de que un mó- el imperio de las incontables alteraciones, de los movimientos encontrados:
vil alcance a otro: en efecto, puesto que el pcrsegmdor .a cada moroe;lto ]a vida terrestre es la región de lo imperfecto e inferior, la realidad que
tiene que llegar al punto que va aba~donando el persegmdo, no es posIble carece de aquel orden permanente. En cierto sentido puede considerarse
que este último sea alcanzado por el pnmero, aunque el trecho que los separe esto, para la época subsiguiente, como el resultado final del primer período
se reduzca progresivamente (A q u i 1 e s y 1 a t o r t u g a). La. tercera de la. filosofía griega.
prueba se refiere a la divisibilidad i.nf~nita del tIempo
durante el cual tiene lugar el mOVImIento: un cuerpo que Q~é .pensaron los pi!agóricos re,specto al problema de una suceSlOn periódica
de naClmlentos y destrucclOues de umversos, no se sabe a punto cierto. La idea ,de la
se mueve ocupa, a cada momento infinitamente pequeño? un punto de su coexistencia de una pluralidad de mundos no era compatible con su sistema. En
trayectoria; su espacio recorrido es igual a cero en ese Instante; pero no la doctrina de la formación del mundo y en sus nociones físicas conceden tal impor-
es posible obtener dimensión alguna real de la suma de muc~os ce;o~. (1 a tancia al fuego, que no es erróneo colocarlos en inmediata reiación con Heráclito
f 1e c h a en re p o s o). En todos los casos se trata de la II?POslblhdad Aristóteles mismo llega a poner dentro de los prosélitos de Heráclito a un contempo~
ráneo de Filolao, Hippasos de Metapontos (Met, 1, 3).
de derivar las dimensiones espaciales y temporales de partes dIscretas. Que añadan a los cuatro ele~entos de Empéd,!~les uno más, el éter, del que está
Al lado de las aporías del espacio y de la pluralidad .ofrecen las argu- f~rmar:Ia la comba celeste, se exphca por la separaClOn que hadan entre cielo y' tierra.
mentaciones de Zenón el más vigoroso y certero de los sIs~emas en c~ntra SI denvaron los ele~entos de una sustancia común y cómo, es difícil de averiguar:
de las doctrinas mecanicistas, especialmente de la del atomIsmo: s~meJante parece ser que relatIvamente a este problema estuvieron en boga diversas doctrinas
dentro de la escuela; el propio Arist6teles ya no las especifica.
refutación, por otra parte, quiere ser la contraprueba de la veraCIdad del
concepto eleático del ser. . . " ,
8. El intento de la do c tri n a p 1 t a g o r 1 c a de los n~meros, .de
reducir a fórmulas matemáticas la realidad ern~ír~ca, es claro SlgX;O .de .l~ 6. Los conceptos del conocer
fluencia eleática: al concebir, empero, a esta, ultIma como una,lrnltaCIOn
o copia de aquéllas, se atr~buy~ a las c?sas sI~gulares y ~l fenomeno del M, SCHNEIDEWIN, Vber die Keime erkenntnistheoretischer und ethischer Philoso-
devenir que en ellas se efectua, CIert~ reahda~, bIen que denv~~a y secunda- pheme bei den vorsokratischen Denkern (Los gérmenes de los filosofemas éticos y
epistemológicos en .los p~esocráticos), Philos, Montashefte JI, (1869), p. 257, 345, 429,
ria, Sin embargo, tanto menos pudieron eludIr lo~ pro?lemas ÍlSICOS y cosmo- p, MUENZ, Du Ketme der Erkenntnistheorie in der vorsophistischen Periode der
lógicos cuanto más abrieron las puertas de la füosof~a a los deslumbr~n~es griechischen Philosophie (Los gérmenes de la teoría del conocimiento en el período
resultados de sus investigaciones astronómicas, COnOCI?rC?n la forma esfenc.a presofistico de la filosofía griega), Viena, 1800.
de la tierra y de los demás cuerpos celestes, y adVIrtIeron que el mOVI- A. BAUMANN, Formen der Argumentation bei den vorsokratischen Philosophen
(Formas de argumentar en los filósofos presocráticos), WürzbtÍrg, 1906,
miento de aquélla produce la sucesión del día Y, de la noche, Desde luego
imaginaron este movimiento como un desplazamIento, en torno a un fu~go
central,' al que la esfera terrestre siempre presenta el mIsmo lado descono~ldo ,La pregunta acerca de lo que sean pro p i a m e n t e las cosas, con~
por nosotros: 13 en cambio, aceptaron que alrededor del fuego central gIran temda ya en el concepto milésico de la arjée, significa una conmoción de
en círculos concéntricos, más allá de la órbita terrestre, la, lu~a, ~l sol, los !a manera habitual, ingenua y primitiva de representarse el mundo, poco
planetas y el cielo de las estrellas fijas, Pero acabaron por InTIllSCUlr en este Importa que de esto no se tenga, desde luego, clara conciencia; el interro~
sistema aquel dualismo metafísico que habían estatuído entre lo perfe~to y ~o gante, en efecto, pone al descubierto. que las representaciones populares
imperfecto al considerar al mundo celeste, a causa de la sublIme Slmetna ya no satisfacen a las del pensamiento y que éste busca ahora la verdad
de sus mo~imientos el reino de la perfección; y al mundo "sublunar", el de más allá de aquéllas. Tales representaciones se han obtenido directamente
la imperfección, d~bido al desorden que impera en él. , de la percepción sensible y de su elaboración asociativa y arbitraria' ele gene-
Semejante interpretación se desenvuelve paralel,amen~e a. la de Ar;~xa Fación a generación se han propagado, fijándose y petrificándo'se en sus
goras y acaba, si bien en fO,rma diversa, por mezclar lllveStIgacIOn?S teoretIcas fórmulas por obra del lenguaje. Cuando el pensamiento humano la supera
con. apreciaciones valoratlvas. Del a ro a n,. o . d e s u ~ no c Ion e s a s- -yen esto reside, al fin de cuentas, el h e c h o c i e n t í f i e 0 - , lo hace
t ron Ó ID i c a s s e h a e 1 e v a d o e 1 e s p 1 r 1 t u g r 1 e g o al p e, n S a-
por las necesidades lógicas que se le imponen en su faena explicativa de lo
lniento de un orden legal de la naturalez,,:. An~xagoras dado. Su filosofar nace, pues -aunque no da cuenta, por lo pronto, de
infiere de allí la existencia de un principio ordenador, el plta~on~m~ ~n ello--, de una incompatibilidad entre experiencia y pensamiento: lo' que
cuentra en el firmamento la divina quietu.d. de la perman~ncla slI~e~nca se da en forma inmediata a su representación parece ser insuficiente a las
de que carece el mupdo terrestre. Las V1eJas representaclOnes relIgIosas exi?"encias del intelecto, Por poco que advierta el in"genuo filosofar éste
su mte~no sentido, ~? se excluye la po~ibilidad. de que con el tiempo venga
13 Ya en la época de Platón fué emitida por los más recient~s pitagór~cos a polarIZar su atenclOn en esta heterogenea fuente de las representaciones en
(Ecfanto. Hicetas de Siracusa) la hip~tesis de un fuego c.entral; la Tlerra ~ro;l1st.~ lucha.
de un movimiento de rotación ocuparla el centro del"umverso, Con esta hlpotesls
también se ponía en relación el reposo de las esttellas fIJas, ,
l. La filosofía de los griegos. El periodo cosmol6gico 6, Los conceptos dei conocer 55
54
1. Las primeras observaciones que los filósofos griegos habían hecho Parmé'nides que toda suerte de cualidades específicas son mera ilusión de
en torno al conocimiento humano, s e r e f i e r e n a 1 a o p o s i ció n los sentidos. T.ambién es. p:?bable que el viejo atomismo de Leucipo haya
lleg~do a la mIsma convlcclOn. Puesto que las cosas singulares se componen
en t r e e x p e r i e n e i a y pe n s a m i e n t o. Cuanto más se alejaron las
teorías explicativas formuladas por las ciencias del cúmulo ?e ,las repre w de ~toJ?os y lo verdadera~ente real de és~os es su forma, disposición y
sentaciones cotidianas, tanto más llegaron sus autores a la conVICCIón de que mOVImIento, las otras propIedades no constItuyen sino un engaño de los
10 nuevo poseía su fundamento en algo diverso al de la creencia ,habitual. sentidos. 2
Aun, ciertamente, no tenían mucho qué deCir sobre el particular; oponían Quizás to~as ~sta~. dificultades han empujado a A n a x á g o r a s -a
la "verdad" a la opinión (doxa), y a menudo se afirmaba que sólo la propia reconocer la lllvanablhdad de las cualidades y el incontable número de
eleme~~os. Pero a él ~e le prese-r;taba la dificultad opuesta: si todo está
doctrina era verdadera; las otras, falsas. Unicamente estaban seguros de que
su doctrina era fruto del pensamiento, al paso que los demá~ hombre~, sobr.e contemdo en to~o, ¿ como es pOSIble que cada cosa singular aparezca con
una de es.tas .cuahdades? En parte, explicó esto diciendo que muchos elemen-
cuya capacidad intelectual se expresaron con gran d.espreclO los J?as antI-
tos cOnstItutIVOS de las cosas no son perceptibles dada su pequeñez y que
guos filósofos, permanecían prisioneros en la aparienCia de l?s sentld?s .. Sólo
por tanto, sólo el pensamiento nos puede informar sobre las verdadera~
el pensar (fronein, noein, lógos) descubre la verdad, los sentIdos summlstr:"u
propied~des d,e los seres;.3 también es probable que haya compartido el
mentira y engaño. El valor del pensamiento se exagera en extremo: no sol.o pensamIento, Involucrado ~a en el ápeir.on de Anaximandro, a saber, que
se ve en éste la única fuente de la verdad; incluso se declara que sus adqUi- una mezcla perfecta de cualIdades determmadas produce algo indiferenciado.
siciones pueden ser paradójicas a los sentidos. De este modo caracterizó la mezcla primitiva de todas las cosas de la
Es curioso observar que el mismo aserto trata de justificarse en forma que se ha originado .el universo, como algo, por completo, exento d~ cuali-
directamente opuesta por dos pensadores, H e r á c 1 i t o y Par m é n i- dades; 4 un pensamIento q~e le ha permitido, además, hacer ver que los
d e s, tan próximos en el tiempo. Aquél ve el engaño de los sentidos y el cuatro elementos de Empedocles no Son propiamente substancias, sino
error de las gentes en que la percepción burla ~l hombre con la f~lsa mezclas. 5
apariencia de cosas invariantes; el Eleat.a, en ca~bl?, combate l?s sent1d~s ~l común,. r a c,i o n a,l i.s ro o de los presofistas, adquiere en el seno de
porque tratan de persuadirnos de que eXlSten movumento y camblO, devemr la. f 11 o s o f,l a PI t a g o r 1 c a una forma peculiar. Para ella el conoci-
y perecer, variedad y multiplicidad. Precisamente la doble forma en q~e mIento es det~r~nación m a t e ~ ~ ~ i e a. Si esto, por una parte, implica
aparece semejante afirmación revela que no es el resultado de una pesqUIsa estrechez metodlc~; por otra, sl~mfIca un extraordinario progreso; pues
empírica, sino la expresión de una exigencia. . s; llega a carac~enzar, por vez pnmera, de modo positivo, la función priva-
De ahí que encuadre tal aserto en las concepclOnes del mundo de los tIva del pensa.roIent~ frente ~ la de la percepción. Sólo por medio del núme-
dos grandes metafísicos en muy diversa mane;:-a. Fácil es con:prender~ co~ ro, ensena Fdolao, es pOSIble conocer la esencia de las cosas' en otras
forme a la doctrina de Heráclito que la cornente de la reahdad, el mfatI- pa.labras, nos for:na~~s un con?epto de ellas en la medida en que descu~
gable devenir de los hechos partiCUlares, no excluyen la posibilidad, ni con bnmos su deter~lllaClO? mat;~atIca. Así lo habían aprendido en la música
mucho, de falsas representaciones; su in~ento de ~xplic~r la aparente per- y en la astronoroI~ ;: aSl lo eXIgmn y buscaban en todos los demás territorios.
manencia de las cosas por la confluenCia (enantwt.ropw) de d~s fu~rzas Pero cuando adVIrtIeron que esta exigencia sólo podía ser satisfecha plena-
opuestas sólo atenúa la posibilidad del error. En ~a:n.:blO, no se cO?~lbe d<?n~e mente en el mundo perfecto de las constelaciones sacaron la conclusión
pueda buscarse el engaño y yerro en la esfera cosrmca de. Pannemdes.' Slme- de q]-Ie la ciencia sólo tiene q~e abarcar ;1 reino del ~rden y de la perfección
trica y homogénea, que es, a la vez, el adecuado. pensamIento del um~erso: (sofza), y de que, para el remo de lo Imperfecto, del cambio desacompa-
la falsa representación se genera de las cosas smgulares y sus cambIantes sado, ,esto es, para la Tierra, sólo puede hablarse de un arte empírico
manifestaciones esto es en el reino de la apariencia y del no-ser. En la (aretee).7
literatura que ;e conser~a, empero, no asoma el más. ins.ignificante in.dicio <?t;a caracterización positiva del pensar, de que habían echado mano
de que este ingenuo pensamiento, 1 que, de hecho, amqulla todo eleatlsmo, l~s fIlosofos pr,.ecedentes sin i~dicación, pr~cisa, alborea en las argumenta-
haya sido tomado en serio por los investigadores de aquella época. En todo ClOnes de ~enon: la leg3;lld~d loglca. El arma que' usa en todas
caso se tranquilizaban los eleatas con la afirmación de que, por lo menos, la sus embestIdas contra la eXistenCia de la pluralidad y del movimiento, no
variación y mudanza es ilusión y espejismo de los sentidos.
Respecto a la doctrina de los caracteres cualitativos de las cosas singu- . .2. Es muy improbable que esta solución al problema, echando mano de la subw
lares niegan inQ'enuamente los discípulos del Eleata, Je~lVIdad de las cua}idades sensoriales que se encuentra en Dem6crito (compárese
com~ su maestro, ~ q u e 11 o q u e no p u e den e x p 1 i c a r. Empédocles, mas ~delant: el paragra.fo 10, ~), haya sido ya sustentada por Leucipo antes que el
propIO Protagoras, a qUlen habitualmente se le atribuye
por lo menos, sostenía que las cosas eran n;ezclas de los elementos; ~ero : SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math., VII, 90 ss. .
no resolvió el problema que de allí se denva, a saber, cómo es pOSIble SIMPLIGIOt Phys. 157, ~ DIELS 46 B 4. Este lugar también puede hacer luz
comprender las cualidades peculiares de los fenómenos parti~ndo de la acerca del s~nt1do qu~ Anaxlmandro ha dado al ápeiron como aóristos. Compárese
combinación de las propiedades de los elementos y, en la medld~ en que renglones arrIba el paragrafo 4 2
la tradición nos informa, ni siquiera se lo propuso; tal vez afIrmó con ~ ARISTÓTELES~ De Gen. ;t. ·Con. 1, 1, 314 a 24.
'1 Stob. Ecl. 1, 21 DIELS 32 B 4.
Stob. Ecl. 1, 488.
1 Por vez primera lo exhibe PLATÓN~ El sofista 237 a.
56 l. La tilosotia de los gnegos. El periodo cosmológico 6. Los conceptos del conocer 57
es otra que el p r i TI e i p i o d e e o TI t r a die ció ll, aún no advertido alguna de sus partes; en vez de eso enseñan muchos de ellos, que el alma
con rigor abstracto: el supuesto de que no es real aquello de lo que puede es un número. Para los fisiólogos posteriores y, probablemente, para ciertos
afirmarse o negarse lo mismo. La concepción del mundo de los eIeatas, pitagóricos, el alma se convierte en una. mezcla (krasis) de las materias
paradójica en grado superlativo, obligó más a sus partidarios que a otros de que se compone el cuerpo; pero téngase bien presente que bajo ella
a la polémica; de este virtuosismo de la contradicción alcanzado por la entendieron el mecanismo vital de todas las partes del organismo, no obs-
escuela, brindan las noticias sobre la obra de Zenón, al parec~r, dividida tante que usaron algunos el nombre de armonía para designarla. 12
en capítulos y lógicamente ordenada, un honroso testimonio. De todos modos De las propiedades que hoy atribuÍmos a lo "anímico" han polarizado
no ha conducido esta técnica formal, que privó en los círculos eleáticos, al Su atención los filósofos de aquel entonces, exclusivamente, en torno a la
descubrimiento abstracto de las leyes lógicas, si nos atenemos a la tradición,8 capacidad representativa, cognoscitiva.1 3 El motivo parece radicar en el inte-
2. La reiterada oposición entre pensar y percibir proviene del postulado rés teorético que embargaba su meditación y del que no podía constituir
de una valor a ció n t e oré tic o - c o g n o s c i t i v a: Las doctrinas excepción alguna esta fuerza motriz que abandona al cuerpo llegada la
psicológicas, en cambio, que sobre el origen y proceso del conocer constru- muerte. Sólo ocasionalmente se habla del sentimiento y de la voluntad. 14
yen los mismos filósofos, sucumben de continuo a visibles confusiones; lo Siendo .el alma individual, a título de fuerza motriz, una parte de la fuer-·
que viene a obscurecer, en cierto modo, aqueHa importante oposición'. No za que Impulsa al universo entero, el saber individual no puede ser otra cosa
obstante que el filosofar volvió su mirada en un principio, fundamentalmen- que una parte del saber universal. 15 Del modo más claro se advierte esto
te, al mundo externo, la actividad anímica del hombre también ha reclamado en Heráclito y Anaxágoras: cada individuo no posee más ni menos saber
su atención. Esto se explica porque, al fin y al cabo, la psique y sus procesos que el que ha recibido de la razón universal (el fuego en Heráclito,16 el
tuvieron que ser considerados como manifestación y producto del universo nous en Anaxágoras). Incluso a Leucipo y a Diógenes de Apolonia no son
entero. En efecto, el alma y su actividad quedan incorporadas en el a c o n- ajenos estos pensamientos.
t e c e r u n i ver s al; son para estos pensadores una de tantas cosas del Heráclito, sin embargo, se aparta paulatinamente de semejante inter-
cosmos; y puesto que aún piensan como algo material el principio explica- pretación física del conocer, que Anaxágoras había extremado hasta su con-
tivo de la naturaleza, fundan, sea dicho con todo rigor, una psicología cepción puramente cuantitativa. Esto significa que el Efesio vuelve al
materialista. 9 > postulado epistemológico. La razón cósmica, de la que el hombre participa
El alma es ante todo f u e r z a m o tri z: para Tales los magnetos y, al conocer, es siempre y en todo lugar idéntica a sí misma; ·el 1 ó g o s de
en general, el mundo entero está provisto de almas, esto es, "dioses)). La Heráclito 17 y el nous de Anaxágoras se distribuyen por el universo entero
esencia del alma individual se identifica desde luego con aquello que se ha a modo de una fuerza semoviente y homogénea. Saber, por lo tanto, significa
elevado a la categoría de principio motor de la realidad entera: Anaxímenes percatarse de lo general; es la ley y el orden a que se tiene que someter
la encuentra en el aire; Heráclito y Parménides, en el fuego; Leucipo tam- cada uno de los hombres. En el sueño, en la opinión subjetiva, el individuo
bién la ve en los átomos ígneos; 10 Anaxágoras, en fin, en la materia racional pose~ su propio mundo: el saber, en cambio, es común a todos (xynón).
propulsora del mundo (nous). Allí donde falta un principio corporal semo- GraCIas a este carácter de la ley universal la noción de saber toma un
viente, como ocurre en EmpédocIes, se llama alma a la mezcla que circunda s e.n t ido re g u 1 a t i v 0,18 y la sumisión al orden cósmico, a esta ley
al organismo, a saber, la sangre. Diógenes de Apolonia halla la esencia del umversal, aparece como Un deber no sólo intelectual sí que también político
alma en el aire mezclado con sangre. 11 Los pitagóricos tampoco identifican moral y religioso.19 ' ,
directamente el alma con el hénJ su principio motor del universo, ni con · :-: Según ~LATÓN, Fedro 85 E s., donde se interpreta esta opmlOn como mate-
nahsta. Comparese W. WINDELBAND¡ Strassburger F estschrift, 1901.
8 Compárese E. HOFFMANN, El origen hist6rico del principio de contradicci6n · 13 El nous de Anaxágoras se i~cntifi:a con el saber, el aire en Diógenes de Apolo-
(Anuarios XLIX, 1923) y S. RANULF, El principio eleático de la contradicci6n (Co~ ma es un cuerpo eterno, mucho mas saplente poderoso y grande el ser de Parménides
penhague, 1924). es, ~l mismo ti.empo !l0ein, etc. Sólo .en Em'pé~oc1es philotées y neikos son impulsos
9 Aliado de estas determinaciones del alma, íntimamente relacionadas a sus doc- mltlcamente hipostaslados; pero no tlenen nada que ver con su doctrina psicológica.
trinas filosóficas, pone la tradición en boca de algunos de estos pensadores, (Heráclito, · 14 Eso depende que en este periodo ni siquiera se puede hablar de barruntos de
Parménides, Empédocles y los pitagóricos) otras interpretaciones que no sólo se apar- fIlosofía moral. Las ideas de carácter moralizador o admonitorio no pueden ser consi-
tan de ellas, sino que, a veces, las contradicen. Ver en el cuerpo la cárcel del alma deradas como los orígenes de la ética filosófica. Sobre la única excepción compárese
(Sooma igual a seema)~ inmortalidad personal, penitencia después de la muerte, adelante la nota 19. '
transmigración del espíritu: he ahí representaciones que se han atribuído a los filósofos 15 Platón ha usado por vez primera o tal vez antes que él Filolao la expresión
por su supuesta relación con los misterios y que se han conservado como doctrinas "alma cósmica". Véase el dudoso fragmento DIELS, 32 B 21. La representación se
religiosas en evidente desacuerdo con su producción cientifica. Hay que mantenerse er,tcue~~ra en Anaxímenes, Heráclito y Anaxágoras y sin duda alguna asimismo en los
a distancia de tales opiniones, ya que en esta fase del pensamiento griego eran pltagOrlCos.
extrañas a la ciencia: sólo los pitagóricos (y tal vez Empédocles) en cierto modo 16 De ahí la conseja paradójica de que el alma más seca es la más sabia y la
pusieron en relación teología y filosofia; es Platón quien más tarde lleva a sus últimas admonición de que hay que proteger el alma de lo húmedo. '
consecuencias este vínculo. · 17 Compárese para esto y 10 que sigue, H. HElNZE~ La teoría del 16gos en la
10 De modo semejante ven algunos pitagóricos almas en los átomos solares disper- Mosoría de lo~ griegos (OLDENBURG, 1872), y sobre todo ERNST HOFFMANN, Lengua
sos por el aire. y lógzca arCalca (Tubinga, 1925). An. AALL, Hútoria de la idea del lógos en la
11 Puesto que él, en relación con esto, distingue entre sangre venenosa y sangre filosofía griega (Leipzig, 1894).
arterial, a todas luces, con su pneuma quiere designar 10 que hoy entiende la química 18 DlELs, 12 B 2.
por oxígeno. 19 Este es el único concepto en la evolución de la filosofía presofística que puede
58 l. La filosofía de los gnegos. El periodo cosmol6gico 6. Los conceptos del conocer 59
3. Si ahora preguntamos cómo se explica, partiendo de estas ideas, la órgano sólo puede ser afectado por aquella partícula cuyos efluvios se
adquisición del "saber" por cada uno de los hombres, oiremos la siguiente acoplan a sus poros, que cada elemento de nuestro cuerpo capta igual
respuesta de Heráclito y sus discípulos: "por la puerta de los sentidos". En elemento del mundo externo; esto es, explicó la energía específica de los
el hombre despierto afluye la razón cósmica a través de los sentidos abiertos órganos sensoriales por la relación de semejanza q1J-e pueda existir entre
(la vista y el oído son aquí naturalmente, en lo fundamental, los tomados su forma periférica y la de sus objetos de conocimiento. Además, a los hechos
en cuenta),2D y, por ello, el hombre conoce, si bien sólo cuando existe en el psicofisiológicos de ver, oír y oler aplica su doctrina, haciendo gala, no pocas
hombre tanta "razón" o "alma" que vaya al encuentro de la que llega veces, de finas observaciones. 2o
cabalgando en el movimiento externo,21 pero el conocer consiste en esta Anaxágoras rechaza la opinión -no sabemos por qué motivos 27_ de
acción recíproca entre la razón externa y la interna. que lo semejante concibe 10 semejante. Para él, en cambio, sólo el contrario
Heráclito tampoco establece d i f e r e n e i a psi e o 1 ó g i e a alguna percibe 28 a su contrario, el calor en el cuerpo humano al frío en el mundo
entre percibir y pensar, no obstante que epistemológicamente opone el pen- externo, etc.: en todo caso, también su doctrina es un testimonio de que
samiento a la percepción; menos aún puede hacerlo 22 Parménides. 23 Este estos racionalistas metafísicos han defendido, en su
más bien subraya la dependencia en que se encuentra el pensamiento del psicología, por igual, un grosero sensualismo.
hombre individual respecto de las relaciones meramente corporales; la natu-
raleza de las mezclas de los elementos condicionan en cada caso el pensar
de los hombres; lo que viene a confinuar, por otra parte, la identidad de las
funciones corporales e intelectuales por él defendida. 24 Con más claridad aún,
rechaza Empédocles 25 la diferencia psicológica entre pensar y percibir,
cuando hace ver que toda variación corporal trae consigo una variación
racional y que la capacidad intelectual del hombre es un producto de la
peculiar mezcla de su sangre.
Ambos pensadores no titubean en evidenciar su interpretación echando
mano de hipótesis fisiológicas. Parménides enseñó en su física hipotética que
lo semejante percibe lo semejante, lo caliente en el mundo externo lo ca-
liente en el hombre; incluso lo helado del mundo circundante, lo helado
de un cadáver, y Empédocles llegó hasta afirmar, aprovechando su doc-
trina de las emanaciones y de los poros de los sentidos, según la cual cada
significar el intento de encontrar un principio de valoración moral. Si Heráclito con
esta sumisión a la ley alude a una exigencia general de toda suerte de deberes morales
o simplemente la vislumbra, en cada caso es preciso reconocer que la idea se des-
prende del pensamiento básico de su metafísica, según el cual esta ley no representa
otra cosa que el ritmo permanente del acontecer, y que en este- sentido encuentra su
bello postulado de que todas las prescripciones humanas tienen que nutrirse en la ley
divina y única (Fragm. D. 114). Sin embargo, ya antes se ha indicado (parágrafo 4,
4) que no distingue aún el Efesio en aquel concepto del orden cósmico los diversos
motivos que implica (físicos, éticos, cte.) y que, por lo tanto, no desgaja aún la inves-
tigación propiamente ética de la metafísica. Lo mismo vale de los pitagóricos cuando
designan el concepto del orden con el nombre de armonía y acaban por identificarla
con la virtud (ya intentado por el propio Heráclito). Ciertamente también llaman
\
armonía el alma, la salud y otraS muchas cosas.
20 Al lado de ellos también el olor (Empédocles) y el sabor (Anaxágoras). Los I
atomistas, sobre todo Demócrito, han subrayado la importancia del tacto.
21 ARISTÓTELES~ De An. 1, 405 a 27.
22 También se reseña que Alcmeón, el médico pitagórico, ha visto en la conciencia
o el pensamiento (hoti~ monos xunieesi) el carácter distintivo de lo humano (TEO-
¡
\
FRASTO, De Sens. 25). Pero aqui no se encuentra ninguna determinación precisa a no
ser que se quiera interpretar el vocablo de modo análogo al koinón aistheeteerion
aristotélico. Lo que si parece confirmarse es que en el círculo de los pitagóricos y en
el de los médicos, próximo a ellos, se trata ya de localizar la actividad psíquica
en algunas partes del cuerpo: el pensar, en el cerebro; la percepción, en los órganos
sensoriales y en el corazón; en este último, asimismo los estados afectivos, etc. En esto, 26 TEOFRASTO, De Sens. 7.
tal vez, se ha inspirado Diógenes de Apolonia y después de él, Demócrito, para 27 Tal vez sea una reminiscencia de Heráclito que explicaba la percepción a modo
bosquej ar una psicología fisiológica. de una enantiotropía (confluencia de movimientos) y que veía en la oposición el
23 TEOFRASTO, De Sens. 3 s. principio de todo devenir.
"" DIEL', 18 B. 16 (214). 28 TEOFRASTO, De Sens. 27 ss. Es interesante que haya sacado la conclusión
25 ARIST. De An. 1, 2, 404 b 13, II, 3, 427 a 21. Anaxágoras de que toda percepción se da con un displacer (Ujpee) (ibid.29).
CAPÍTULO SEGUNDO
EL PERIODO ANTROPOLOGICO
I
H. KOEOHLY, Sokrates und sein Volk (Sócrates y su pueblo), 1885 en "Conferen-
,-t; cias y Discursos Académicos" 1 (Zurich, 1859), pp. 219 ss.
,tI. SIEBECK, Vber Sokrates' Verhiiltnis zur Sophistik (Sócrates y su relación con
la sofística) en "Investigaciones sobre la filosofía griega", 1873, 2ry Edición Friburgo,
1. B. 1888).
W. WINDELBAND, Sócrates en "Preludios" (6~ edición, 1919).
61
l
en lo tradicional y comenzaba a descubrir el valor del saber para la actividad serie de problemas que inauguran los sofistas. De este modo la ciencia
práctica. Exigía de la ciencia, que hasta entonces había sido tan sólo el griega toma esencialmente una dirección a n t r o poI ó g i c a o s u b j e-
apacible juego del saber por el saber mismo, la solución de los problemas tiva poniendo en el primer plano de su tarea su significación
que lo agitaban: reclamaba de ella consejo y remedio para vencer la p r á c ti c a. 4
duda que amenazó destruir el apogeo creciente de su propia cultura. Y La propia investigación naturalista había preparado este viraje aban-
mientras que en la febril competencia de fuerzas espirituales que traía donando en parte, después de su inicial y creadora evolución, los temas
consigo esta extraordinaria época de la historia universal, se abría paso por generales de la cosmología, para caer en una serie de problemas de carácter
doquier la opinión de que el sabio es el más apto, el más solicitado y el que especial. Al contemplar ahora los sofistas la incontenible variedad de las
obtiene mayor éxito en la vida j mientras que en todas las esferas de la voliciones y representaciones humanas, al enseñar ahora los profesores de
actividad práctica triunfaba en lugar de la vieja costumbre el fructífero la elocuencia el arte de persuadir y los medios más adecuados para llevar
descubrimiento de la propia reflexión y del propio juicio -se despertó en a la victoria la opinión interesada y la explicación admitida, surge ante sus
la masa del pueblo un impulso incontenible de apro~ ojos el importante problema de averiguar si, en general, a cada una de estas
pi a rs e los fru tos del a cie n ci a. Sobre todo, la tradición fami~ explicaciones y opiniones en pugna compete la razón y la justicia. ¿ H a y
liar, la costumbre y las prestancias personales del carácter y de la honestidad algo universalmente válido?: he ahí el tema capita.l
ya no fueron suficientes para alcanzar la posición política buscada. Lo de! período antropológico de la filosofía griega o del
heterogéneo y difícil de los problemas, así como la capacidad intelectual 1 1u m i TI i s ID o g r i ego.
de aquéllos con los que y sobre los que se tenía que actuar, hacían i m- Pues es el problema de la época, -de una época en que se conmueve
prescindible una preparación teórica para la carre- la fe religiosa y las viejas costumbres, en que se pierde el respeto de la
r a poI í tic a. En ningún sitio fue poderoso este movimiento como en autoridad y en que todo parece confluir a la más aguda de las anarquías. ¡
Atenas, la capital de Grecia en aquel entonces. Esta fue la circunstancia Muy pronto se manifestó esta ruptura del espíritu griego en los conflictos
de que aquí haya encontrado su más alto desarrollo este afán. de la guerra del Peloponeso y con el derrumbe de la hegemonía ateniense
A la demanda siguió la oferta. De las viejas escuelas de los filósofos. sufrió un fuerte colapso el florecimiento de la cultura griega.
surgen los profesionales de la ciencia, los s o f i s t a s (sofistai) J a la vida La filosofía acrecentó decisivamente, desde luego:, los peligros de esta
pública y enseñan al pueblo lo que ellos han aprendido de otros o han situación. Cierto: las investigaciones de los sofistas, en su afán retórico
descubierto por su propio esfuerzo. Unas veces, lo hacen por el nobilísimo de construir un arte para exponer, probar y refutar las más heterogéneas
impulso de cultivar a sus conciudadanos, pero otras, convierten su actividad opiniones, han promovido la fundación, primero, de la psicología, y después,
en n e g o c i 0.3 De todas partes de Grecia afluyen los profesionales de las el descubrimiento de n o r ID a s 1 ó g i c a s y é tic a s: sólo que por la
más diversas escuelas a Atenas para exponer sus doctrinas y obtener de peculiar habilidad con que cada uno de estos profesionales trataba y enseñaba
ellas, aquí, como en ciudades menos importantes, fama y riqueza. la fonna de sacar avante 5 la opinión deseada, cayeron en la cuenta de la
En breve tiempo experimentan un cambio radical no sólo las r e 1 a- relatividad de las voliciones y representaciones humanas, a tal extremo, que
c ion e s s o c i a 1 e s del a c i e n c i a, sino también su íntima estructura, acabaron por negar la existencia de verdades universalmente válidas tanto
su finalidad y tarea. Se convirtió en fuerza social, en hecho regulativo de en los dominios de la t e o ría como en los de la praxis~' así sucumbieron
la acción política (Peric1es); pero, por ello mismo, pasa a de p e n d e r a un e s e e p tic i s m o que al principio aspiró a ser una teoria científica,
del a s e x i gen c i a s del a vid a p r á c tic a, y, s o b r e t o d o, d e pero que pronto se convirtió en frívolo juego. Con el r a b u 1 i s m o arro-
la vida política. gante de su profesión se convirtieron los sofisms de la última época en los
Pues la forma democrática del Estado exigía del político, en primera abogados de las más relajadas tendencias, que acabaron por minar las institu..
línea, aptitud para hablar en público, de ahí que se buscase a los sofistas, ciones de la vida social.
de preferencia para recibir instrucción oratoria y que más 'y más se acen- La cabeza espiritual de la sofística es Pro t á g o r a s; aquel de quien,
tuara la importancia de esta finalidad. Los hombres de ciencia s e c o n- por lo menos, provienen los conceptos más fructíferos e importantes desde
virtieron en maestros de elocuencia. un punto de vista filosófico. Frente a él aparece Gorgias, un retórico, según
Así perdieron de vista el objetivo teorético de la investigación que la opinión difundida, que sólo ocasionalmente ha laborado en la esfera de la
ciencia natural había tenido en sus orígenes muy en cuenta: se limitaron filosofía, poniendo en práctica una especie de eleatismo dialéctico. H i p i a s
a exponer desde luego las viejas doctrinas del modo más atractivo y elegante. es sólo un tipo de enciclopedista popularizador y Pródico un moralizador
Pero pronto se alejaron de esta rutina; es e!ltonces cuando su atención superficial.
vuelve la mirada a aquellas fuerzas del alma que aprovecha el hombre . Ante la acción devastadora y exenta de convicción· de los primeros
de Estado para sus fines sociales: el pensar y querer humanos; sofistas, conserva Sócrates la fe en la razón y el convencimiento de que existe
averiguar cómo se originan las representaciones y las decisiones de la volun- una verdad universalmente válida. Tal convicción era en él de naturaleza
tad, cómo luchan entre sí para desplazarse en el torrente de las vivencias. 4 Cicer6n (Tusc. V 4,10). La célebre sentencia que fonnula sobre S6crates vale
y cómo, en fin, hacen valer sus propi-os derechos unas contra otras: he ahí la para toda la filosofía de este período.
5 Compárese la célebre sentencia: ton heetoo log6n kreittoo poein ARISTÓFANES
3 Compárese el Protágoras de PLATÓN, 316 d. Las nubes~ además, ARIST6TELES~ Ret6rica 1I, 24, 1402 a 2 3 . ' ,
El período antropológ,co 65
64 l. La filosofía de los gnegos
De H i p i a s d e El i d,c se sabe, además de algunas de sus opmlOnes (bajo
práctica, una especie de s e n t i ID i e n t? :no r al: sin embargo, lo con- las que también se critican las contenidas en el diálogo platónico Ripias mayor
dujo a investigar el problema del COnOC1Illlen~O que, d~, nuevo, CO~O ~os que hacía gala de su erudición). De P r ó d i c o d e C e o s se conserva la ale-
goria llamada Hércules en la encrucijada (JENOFONTE, Memorabilia
viejos filósofos, opuso a la opinión, y cuya esenCIa descuhno, con perSpICaCia, II 1, 21). Los otros sofistas conocidos a través de los diálogos de Platón, no tienen
en el pensar conceptua1. 6 • • •• singular importancia; sólo de vez en vez se escucha de ellos alguna opinión carac-
Sócrates y los sofistas se encuentran en la mIsma vertiente eSplntua~ de terística.
la época y manipulan los mismos problemas; pero al paso que ,los s?f~stas La comprensión de la sofística tiene que luchar con una dificultad; casi exclusiva-
mente la reseñan sus propios enemigos y superadores, Platón y Aristóteles, que, por
permanecen con su arte y sabiduría pOPlflares en el labennto C?t1dlanO otra parte, combatieron como sofística una dirección ya influída poderosamente
de las opiniones y llegan a resultados negativos, el claro y sano se~tldo, y la por la dialéctica socrática y que había degenerado en erística. Platón hace en el
noble y pura personalidad de Sócrates, vuelven a rescatar los Ideales de diálogo' "Protágoras" una descripción viviente y llena de fina ironía de un congreso
de sofistas: en el "Gorgias" una seria crítica; en el "Teeteto" una cortante, y en el
la ciencia y de la moralidad. "Cratilo" y en el "Eutidemo" una burla de la pedagogía de los sofistas. En el "So-
El poderoso influjo ejercido por la doctrin~ de S,Ó e r a t e s lanzó a ,la fista" se intenta una definición tendenciosa del arte sofístico; Aristóteles llega a igual
sofística por nuevas rutas: a ejemplo. de, ~l, hizo el mtento 120r. ~escubYlr, resultado en su obra Refutaciones sofísticas (Cap. 1, 155 a 21).
ahora echando mano de conceptos clenüflcosJ los seguros I?YlnCIplOS de, la La historia de la filosofía ha repetido por largo tiempo las apreciaciones de sus
vida moral; y mientras las primeras escuelas en escala creCIente se hablan enemigos y ha dejado a la palabra sofistés (que no significa otra cosa que sabio o, si
se quiere, profesor) el sentido despectivo que aquéllos le adscribieron. Hegel rehabilitó
extraviado en el rabulismo retórico, fundan ahora los nuevos hombres, que a los sofistas; y de ahí provino, como acontece a menudo, una sobreestimación de ellos
gozan de la amistad de los sabios atenienses, nueva~ a~ociacione~ ~n cuyo (Grote). .
trabajo científico llegan a mezclarse d.e modo extrano Ideas sOC,r<l;tlcas con M. SCHANZ, Die Sophisten (Los sofistas), (Gotinga, 1867). H. GOMPERZ, Sofís-
opiniones propias, sin perderse, por CIerto, el aspecto antropologlco de la tica y Retórica (1912). Compárese sobre el particular, P. WENLAND) Gott. Gel.-Anz.
(1913) .
investigación, ' S ó c r a t e s de Atenas (469-399) hace época en la historia de la filosofía
Entre estas escuelas, no-siempre designadas correcta:nente co~ el nom~re tanto por su original personalidad como por su nuevo estilo de filosofar. No era sabio
de s o c r á tic a s, figura la ro e g á r i c a ,d? E u c 11. d e s, mas qu~ nm- ni profesor ambulante; no formó nunca parte de escuela alguna. Era un hombre
guna otra, víctima de las sutilezas de la sofIstica poster~or; a ella se vmc?-la sencillo del pueblo, hijo de un escultor; él mismo, al principio, ejerció el oficio de su
padre. Impulsado por un incontenible afán de saber acogió con aplauso las nuevas
la menos importante de todas, la e s e u e 1 a d e E 11 s y. d e E re trI a. doctrinas que, sin cesar, resonaban en las calles de Atenas; pero no se dejó engañar
Pero la oposición radical de las concepciones, del mundo ln;perante en la con la deslumbrante sabiduría de los oradores. No escaparon a sus agudos pensa-
vida griega de aquel entonces, encuentra su mas clara expreslOll en las, d<?c- mientos las contradicciones de los sofistas y su temperamento moral chocó pronto con
trinas de dos escuelas cuyo antagonismo repercute en todas las provmclas la superficialidad y frivolidad de su arte pedagógico. Iluminar a los demás y a sí
mismo sobre la futilidad de la supuesta sabiduría y, como resultado de esto, aspirar,
de la literatura antigua: la c í n i c a y la e i r e n a i e a. La primera cuenta mediante rígida prueba, a la verdad: he ahí 10 que consideraba su deber y vocación
entre sus representantes, al lado de su fun~,ador .(\- n t í s ten e s, la figura divina (compárese la "Apología" de Platón), En )a realización de tan nobles propó-
popular de Diógenes; la segunda, 9u,e ,tamhlen r~clb~ el nombre ~e e s c u ~- sitos, si era preciso, posponía los cuidados de su persona y los de los suyos (Xantipa).
1 a h e don i s t a además de su lmclador A r 1 S t 1 P o, a su meto homo- Sócrates era un filósofo de ocasión y de la vida cotidiana; influyó de continuo en sus
conciudadanos y atrajo a su alrededor lo mejor de la juventud ateniense (Alcibíades),
nimo, y más tarde, a T e o d oro, A n n ice r i s y He g e s i a s. que en él veía el ideal y la doctrina viviente de la virtud. Aparece C0nt~ el guía
de una aristocracia espiritual; lo que, precisamente, lo hizo caer en oposli::Íón a la
En parte han salido los maestros ambulantes sofistas de las pl'i~itivas e~cuelas democracia dominante. Estas fueron las circunstancias cuya incomprensión e intriga
filosóficas. Estas desaparecen casi por completo durantp;, l~ segunda mItad del slglo ':' personal acabaron por hacerlo comparecer ante los tribunales: pero la muerte a que
lo que da lugar a una discusión más libre de los co~oclml~nt~s, hasta ~ntonces adqm- fue condenado, contra todo lo que podía esperarse, constituyó su más alta gloria.
ridos, que se acrecentaban bajo los impulsos de la mvestlgaclO~ partIcular, especIal- Las' noticias sobre él suministran una imagen nítida e inconcusa de su perso-
mente la de los fisiólogos (Hipón, Cleidemo, Diógenes de Apolorua) al.co~p~s de una nalidad: aqtÚ se completan de modo feliz los finos rasgos de Platón con los ásperos
visible decadencia de la metafísica. Sólo la escuela de Abdera y la pltagonca sobre- de ]enofonte, El primero presenta al venerado maestro en casi todos sus diálogos
vivieron a esta época de disolución. Una comunidad de prosélitos de Heráclito, en con vivacidad dramática; las obras del segundo que se ocupan de Sócrates, son las
Efeso, parece que degeneró en un movimiento sofístico (Cr~tilo).7 Memorabilia (Apomnneemoneymata Socratous) y el Simposio. La
Protágoras (480-410) proviene de la escuela atomIsta de Abdera; es uno dificultad surge en lo que a la doctrina concierne; en este sentido tanto las exposicio-
de los primeros y el más célebre, sin duda, de los profesores aI?bulantes: Actuó en nes de Platón como las de ]enofonte son parciales; cada uno de ellos se aprovecha
Atenas en diversas épocas; es probable que haya per:ecldo al hUlr del Atlca asu~ado de la celebérrima figura para su propia doctrina (J enofonte defendía un cinismo
de asebia. Se conserva muy poco de sus muchos escntos, qu~ trata1;3;n temas lOglCOS, moderado). Decisivas para el caso en todos los aspectos son las indicaciones de
éticos, políticos y religiosos. Sobre él, HERM. MEYER (EstudlOS retoIlcos, de Drerup, Aristóteles, no obstante su mayor distancia histórica e independencia conceptua1. 8
I, 1913). b . d 8 [La fuente aristotélica, tan ponderada tradicionalmente, es la piedra de toque
G o r g i a s de Leontini (483-375) desempeñaba en. 427, el :argo. de em aja or
de su patria en Atenas, en donde ejerció un enorme mfluJo hter:;no; d~r:a?te su sobre la que reposa la exposición de la filosofía socrática aquí sustentada. Pero las
ancianidad vivió en Larissa (Tesalia). Ha salido de la escuela oratona de SICllla, c~:m investigaciones de los últimos años, sobre todo las muy penetrantes de H. MAlER
la que estuvo Empédocles en estrecho contacto. Compárese H. DlELS) Anuartos rectifican en algunos aspectos las noticias de Aristóteles. Es pertinente, por lo tanto,
de la Academia de Berlín, 1884, pp. 434 ss. que aunque sea en forma sucinta reconsidere el lector algunos aspectos del contexto
sobre estas bases: 1. Respecto a las fuentes, a) Siguen siendo decisivos los diálogos
socráticos (MAIER, Sócrates, su obra y su situación histórica) pp. 102 ss.): Apología)
6 Compárese la nota siguiente. Gritón) Laques, Hipias menor, Lisis, Eutifrón, Carmides, Ión, Ripias mayor y Protá-
7En Platón (El Teeteto) 181 a) se llaman o reontes; compárese ARISTÓTELES, goras. Desde el Gorgias es la "sofística" para Platón una dirección filosófica. En el
Met. IV, 5, 1010 a 13,
66 l. La filosofía de los gnegos 7. El problema de la moralidad 67
Compárese, E. ALBERTI, Sócrates (Cotinga, 1869), A. LABRIOLA, La dottrina de él' se pone también a C l' a t e s d e ~ e, b. a s. Después se mezcla la escuela con
di Socrate (201. Ed., Bari, 1909). A. FOUILLEE, La filosofía de Sócrates (París, 1873). la estoica. Compárese F. DU:MMLER, Antzstemca (Halle, 1882). K. W. GOETTLING,
K. JOEL, El jenofóntico :v el auténtico Sócrates (Berlín, 1893 y, 19Q1). Ed. SCHWARTZ, Di6genes el cínico o la filosofía del proletariado griego (Tratados completos I,
Figuras del mundo antiguo (5'!- ed., 1920), pp. 47 SS., tambIén I. BRUNS~ Un 251 ss.
retrato literario de los griegos en el V y VI siglos (Berlín, l8g?), pp. 201 ss. Grus. A r i s t i p o de C i r e n e, un profesor ambulante y sofista, más joven que
ZUCCANTE, Sócrates (Turín, 1909), A. E. TAYLOR, Varia Socrattca 1 (Oxford, 1911). Euclides y Antístenes y s610 pasajeramente vinculado al círculo socrático, fundó su
C. PIAT, Sócrates, 21). ed. (París, 1912). H. MEYER, Sócrates (1913). A. BUSSE, escuela ya a edad avanzada; parece ser que encargó la elaboración sistemática de sus
Sócrates, 1914. pensamientos, que para él mismo se reducían a un principio práctico, a su nieto
Fed. DUMMLER, Academia, Contribuciones a la historia literaria de las escuelas apodado el ro e t r o d ida k t o s, porque había recibido la sabiduría de su abuelo
socráticas (GmssEN, 1889). a través de su madre A r e t é. Los otros continuadores de la Escuela viven hasta
E u e 1 i d e s d e M e g a r a fundó su escuela poco después de la muerte de el siglo III y constituyen el tránsito al epicureísmo. Compárese A. WENDT, De
Sócrates. De ella salen los dos erísticos (véase más abajo) E u b ú 1 i d e s de Mileto filosofía" Cyrenaica (Gotinga, 1841); E. ANTODlNIS, (Gott. Diss., 1916).
y Al exi n o de Elis; además, Di ó d o ro C r on o s de Caria (muerto en el
año de 307), así como Estilpón (380-300). Lo mismo puede decirse de la co-
munidad que fundó Fedón, el discípulo predilecto de Sócrates, en su patria, Elis,
y que pronto llevó M e n e d e m o a Eretria. Compárese E. MALLET, Histoire de 7. El problema de la moralidad
l'école de Mégare et des écoles d'Elis et d'Erétrie, (París, 1845). G. HARTENSTEIN,
Hist.-Philos. Abh., pp. 127 ss. M. WUNDT~ Geschichte der griech. Ethik (Historia de la ética griega), Leipzig,
El fundador de la escuela cínica es A n t í s ten e s de Atenas, como Euclides, 1908.
un viejo discípulo de Sócrates. El estrafalario D i ó gen e S d e Sin o p e es más H. DIELS, Ein antikes System des Nat-urrechts (Un sistema antiguo del derecho
bien una pintoresca figura histórico-cultural que un profesional de la filosofía. Al lado natural) (Revista Internacional, 1916).
Banq-uete resuena por vez primE'ra la teoría de las Ideas: también allí recuerda
Alcibíades al Sócrates histórico (p. 140). b) En las Memorabilia de Jenofonte hay Así como, en otro tiempo, las reflexiones de los gnómicos y las sentencias
que distinguir entre 10 apologético y la rica complicación de coloquios socráticos. Esta de los siete sabios amonestaban al hombre para alejarlo de toda suerte de
última no puede tener el valor de una verdadera fuente; en muchos aspectos pertenece excesos, ahora, en el siglo v, las quejas pesimistas de los poetas, de los filósofos
a la llamada "literatura socrática". La Apología, en cambio sí, siempre y cuando se y de los moralistas se dirigen contra el desenfreno de las costumbres y la falta
contraste con la exposición platónica, (p. 76). c) Ya imperaba una aguda disputa
sobre el verdadero Sócrates cuando llega Aristóteles a Atenas j en la Academia com- de pudor y dignidad de la vida pública. Espíritus austeros advierten el peligro
parte el Estagirita la opinión de su maestro en esta controversia; al emanciparse de que trae consigo el desbordamiento de las pasiones; y la experiencia polí-
Platón sigue en pugna con los otros socráticos, de modo tan parcial, que no admite tica de que la lucha de partidos debe permitirse siempre y cuando no altere
nada de sus opiniones (p. 77). Su exposición de la ética socrática se documenta ora el orden jurídico establecido, hace de la sumisión a la ley el más alto de los
en el Protágoras, ora en las M emorabilia de J enofonte, como Maier trata de demos-
trarlo (pp. 91 Y 270 ss.) no siempre COn razones convincentes. En su polémica deberes sociales. Ya Heráclito y los pitagóricos habían expresado esto con
can Platón hace el intento de restituir el verdadero sentido de la doctrina de las sobrada claridad y 10 habían insertado en los conceptos fundamentales de su
Ideas de Sócrates. En esta interpretación aristotélica descansa la exégesis dominante doctrina metafísica. 1
de Sócrates como fundador de la filosofía del concepto. d) Es- Aquí tropezamos con dos supuestos de cuya razón de ser estaban seguros
ta interpretación aristotélica, empero, no sólo contradice las fuentes platónicas más
seguras como el discurso de Alcibíades del Banquete que no describe a Sócrates, estos filósofos. El p r i m e r o se refiere a la val i d e z del a s 1 e y e s.
precisa~te, a modo de un inventor de conceptos, sino otra cosa muy importante La conciencia ingenua y sumisa obedece el mandato sin preguntar nunca
también.':'" no pueden vincular de modo inmediato con la doctrina del maestro los de dónde provie'ne ni en qué radica su justificación. Se encuentra prisionera
puntos de vista filosóficos de los llamados socráticos, AntÍstenes, Aristipo, Euclides en Una multitud de imperativos morales y jurídicos. Aparecieron éstos alguna
(y Esquines), de los cuales, sobre todo, Antístenes (p. 149) Y Aristipo tienen la pre-
tensión de representar la verdadera doctrina socrática. Si se admitiese que 10 medular vez y el individuo tiene que acatarlos. Nadie ha tratado científicamente en la
de la dialéctica socrática reside en la filosofía del concepto, sería inconcebible la época presofística de justificar la ley e indagar el fundamento de su validez.
pretensión de éstos de ser los genuinos socráticos. 2. Por estas circunstancias habría La s e g u n d a e s u n a e x i gen c i a q u e p r e s i del a e d u c a-
que rectificar la imagen de Sócrates tradicionalmente diseñada poniendo en segundo ció n ID o r a 1 de todos los pueblos y tiempos; aquella idea de que la
término su rendimiento teorético y destacando su carácter, é tic o - p r á c tic o.
Lo propio ocurre con los sofistas. En ellos predomina la tendencia p r á c tic 0- obediencia a la ley acarrea ven t a j a, y su desobediencia, p e r j u i c i o.
r e t ó r i c a. Aunque en la época del Iluminismo griego estaban a la orden del día Por obra de estos supuestos adquiere la amonestación el carácter de un con~
las ideas escépticas, críticas y jurídicas, nunca se trató de fundar teoréticamente un sejo persuasivo que se dirige tanto a la prudencia del amonestado como a
escepticismo (Gorgias), un sensualismo (Protágoras) o un jusnaturalismo (Hipias
y otros). El mérito de Sócrates no consiste en oponer a ellos la reflexión conceptual. sus adormecidos deseos. 2
Platón es quien lleva a cabo este nuevo estilo de filosofar. Frente al propósito de los Con el Iluminismo griego se tambalea la validez de ambas hipótesis, y de
sofistas de hacer oradores y del Sócrates platónico (posterior) de hacer dialécticos este modo hace de la moralidad un problema.
(pp. 358 ss.), hay que ver la actividad central de él en la e d u c a ció n y e x c i- 1. Las e x p e r i e n c i a s del a vid a p ú b li c a provocan el con~
tación de la experiencia moral, como único medio para la perfección
individual, y la virtud cuyo aspecto eudemonista (véase más adelante), por otra parte, flicto. Ya el repetido y frecuente cambio de las Constituciones venía minando
depende del hecho de que la felicidad se halla ligada al libre arbitrio del querer la autoridad de la ley: no sólo había despojado al precepto jurídico de aquel
ético (autonomía y autarquía). No, Sócrates nunca tuvo el designio de construir nimbo de validez inconcusa e incondicionada; también habituaba a los
doctrinas científicas. ¿Dónde están las definiciones teoréticas y por qué no ha dejado
a la posteridad escrito alguno si sus fines eran preferentemente científicos? En el 1 Compárese, arriba, 6, nota 15.
fondo la "sapiente-virtud" ;ocrática no es tan intelectualista como práctica] 2 Un ejemplo típico 10 ofrece la alegoría de Pródico. En ella aparece perplejo
(HEIMSOETH). ' Heracles, pues tanto la virtud como el vicio le prometen oro a raudales.
68 l. La filosofía de los grzegos. El período antropológico 7. El problema de la moralidad 69
ciudadanos de las repúblicas griegas a meditar y decidir en asambleas Enc~ntraba, por lo tanto, la physis de la vida práctica en aquellos senti~
democráticas sobre el fundamento y vigor de las leyes. El precept,o llega~a mientos éticos que impulsan al hombre a la organización política. Para
a ser discutible, y cada cual podía em~tir ~u opinión sobre ello. Sl~ ad~mas desgracia nuest~a, no se ha"? conserv'7do l~s 'po~enores de estos geniales
de este cambio periódico de las ConstItuclOues, se contempl~ la dIversIdad pensamientos, nI la forma como el sofIsta dlStmgma-lo que vale "por natu-
manifiesta no sólo de las prescripciones jurídicas, sino tamblér: de las CO~ raleza" (physei) de lo que tiene vigencia histórica y positiva.
tumbres morales de los diferentes pueblos y Estados, es precIso convemr Existen numerosas indicaciones de que, partiendo de estas ideas, formu-
en que las leyes no poseen, ni con mucho, el mismo valor pa:ca todas las laron· los sofistas una crítica minuciosa de las instituciones políticas y
gentes.3 Por lo menos, esto puede decirse de a q u e 11 a s 1 e y e s q u e sociales de su época y pidieron una radical refonna de ellas. Ya en aquel
han sido hechas por los hombres, en todo caso de las de entonces se abrió paso el pensamiento de que todas las diferencias jurídicas
carácter político. . entre los hombres reposan en convenciones sociales y que la n a t u r a 1 e z a
Corno resultado de semejantes experiencias ha surgIdo la pregunta de e x i g e i g u a 1 d e r e c h o par a t o dos. L i c o f r ó n demanda la
si existe algo universalmente válido, algo independiente y :más fundamental abolición de la nobleza, A 1 cid a m a s 7 y otros 8 combaten desde este
que las distintas prescripciones de pueblos, Estados y tIempos? algo, en punto de vista la esclavitud, F a 1 e a s reclama la igualdad económica y
suma, que está en la base de esta balumba .de prece:ptos c~bmntes. L a la educación de todos los ciudadanos e H i P ó d a m o bosqueja la fonna
ética griega, pues, comienza su Investlgacl.0I'l; c.on un de un Estado ideal. 9 Incluso se habla de una equiparación de derechos de
problema paralelo, por compl,eto, a~ tema InICIal de mujeres y hombres. 1o
s u f í s i e a. Los filósofos del primer penodo deSIgnaron con el nombre Hay que buscar la causa de que la legislación positiva se aparte de las
de naturaleza (physis) a la pennaner;te es~ncia de \~s cosas, a}o etern~ exigencias de la naturaleza en los Íntereses personales de aquéllos que hacen
mente invariable: 4 ahora se pregunta SI, graCias a esta "nat~raleza (phr sez ), las leyes. Según T r a s í m a c o de Calcedonia,l1 son los detentadores del
siempre idéntica a sí misma, puede encontr~rse una ley, gue sobrevl~a a poder quienes obligan a los súbditos a obrar, por medio de las leyes, en
todo cambio y variación. Frente a ella apar~cIan las prescnpclOnes de vahde~ beneficio suyo; en cambio, Cal i c 1 e s enseña 12 que la masa de los débiles
pasajera. y limitada como algo creado e Impuesto por el hombre (thesez vota las leyes para defenderse del capricho de los poderosos; L i c o f r ó n 13
o nomoz).. . ., h ve la función del orden jurídico en la protección que imparte a la propiedad
La antítesis entre naturalez.a y crea~lon, uma.na y la vida de los ciudadanos que no dañan a otros: siempre, pues, se halla el
es característica del Iluminismo griego; domma toda. su. fI.losofm y n? t1~~e origen de las leyes en el interés de aquellos que las hacen.
desde sus orígenes únicamente el sentido de un prmcIplO de exphc'7c;on 2. Así como el interés personal es el origen de las leyes, del mismo
genética, sino también el conteni~o de una n o r m a d e valor a c Ion. °
nlodo, según la opinión de muchos, es el ú n i c o m t i v o d e s u o b-
Si existe algo universalmente váhdo no puede ser otra cosa que aquello S e r van cia. El moralista quiere convencer a los hombres de que es ven-
que vale "por naturaleza" para todo; los hombres, sin distinción de ~ueb~os tajoso para ellos acatar las prescripciones de derecho. Pero de ahí debería
y tiempos; lo que ha creado el ~ombre durante el transcurso de su hlstona, desprenderse que el respetuoso de las leyes siempre saca provecho de su
en cambio, sólo posee valor relativo y temporal. Fuera. de .10 que establece la conducta. Y hay muchos casos donde esto no acontece. No es verdad que
naturaleza, nada se justifica plenamente; pero las mstltuclOnes h~anas la sumisión a la ley traiga consigo el bienestar. Existen delincuentes, advierte
van más allá de ella. La "ley" (nómos) tiraniza al hombre y lo o"?hga ; a PolO,14 que alcanzan los éxitos más placenteros cometiendo los más
contravenir la propia naturaleza. 5 De este modo llega ~/~r:nu~~r la fIlosofm espantosos crímenes. La experiencia contradice el aserto de que la obser-
conceptualmente la oposición entre un derecho natural, dIvmo y el derecho vancia del derecho acarrea la dicha: más bien, corrobora que una inteligente
escrito (Antigona). , . conducta que obra a espaldas del derecho y de la justicia es la mejor
Así se originan los siguientes problemas: por una parte, en que reSIde garantía de la felicidad. 15
este derecho natural universalmente válido, y, por la otra, en qué se fundan Gracias a estas disquisiciones, el escepticismo, dirigido hasta ahora a la
y cómo se derivan de él las imposiciones humanas del derecho histórico. validez de la prescripción jurídica, se extiende a la esfera de la vida moral.
No ha escapado Protágoras al primero d~ estos ~roblemas. En .una Lo que Polo, Calicles y TrasÍmaco defienden en los diálogos platónicos
exposición mítica, recogida por Platón,6 ensena el sofIsta .qu~ los dlOses Gorgias y La Política acerca de lo justo y 10 injusto (díkaion y ádikon),
han dado a todos los hombres en igual medida, el s e n t I m 1 e n t o d e
¿
1 a j u s tic i a· y del re c a t m o r a 1 (díkee, aidoos) a .fin ~e qu~, en 7 ARIST. Rhet, 1, 13, 1373 b 18. Compárese también Qrat. Attic. (ed. Bekker)
Ir, 154.
la l{¡cha por la existencia,- puedan concertar formas de conV1VenCIa SOCiales.
8 ARIST. Po l. 3, 1253 b 20.
'9 ARIST. Pol, II 7 (Phaleas) y 8 (Hipodamos).
3 Hipias en las Memorabilia de Jenofonte, IV: 4, 14 ss. . " 10 La parodia que hace Aristófanes en su Asamblea del Pueblo puede referirse
4 N6tese que el riguroso sentido que se da aqUl al concepto .de phystS es el de lo solamente a eso.
que permanece eteroamente'por si", como el que posee la anée. Lo opuesto a él, 11 PLATÓN, Rep. 338 c.
según eso, es lo pasajero, lo irrepetible. 12 PLATÓN, Gorgias, 483 b.
5 Hipias, en PLATÓN, Prot. 337 c. 13 ARIST. Polo 111, 9, 1280 b 11.
6 PLATÓN, Prot. 320 ss. Compárese A. HARPFI', Die Ethik des Protagoras CLa 14 PLATÓN~ Gorgias, 471.
ética de Protágoras), (Heidelberg, 1884). 15 Compárese el elogio de la adikía de Trasimaco en ,PLATÓN~ Rep, 344 a.
70 l. La fi/osofia de los gnegos. El periodo antropológico 7. El problema de la moralidad 71
afecta ahora (debido a la posición intermedia que ocupan las prescripciones noma del individuo. Pero mientras los sofistas se detienen en el a n á 1 i s i s
penales), por igual, a la norma moral y a la j~rídica. ~o só!o hay que del o s s e n t i m i e n t o s e impulsos, que determinan el obrar de los
9poner al precepto político la ley natural, tambien las eXIgencIas morales individuos, y se ven obligados a reconocer a todos esos motivos psíquicos
de los hombres se encuentran en semejante oposición. el igual derecho de un proceso natural y necesario, concentra Sócrates su
El naturalismo y radicalismo de los últimos sofistas avanza a las más atención en el "hecho" decisivo de la cultura de su tiempo: la significación
extremas consecuencias. En buena hora que el débil se someta a, la ley; que práctica, política y social que habían adquirido el saber y la ciencia. Pues
estúpidamente se ponga al servicio, del int:rés ajeno;16 pero q~e el ,fuerte, debido a la creciente autonoITÚa de los individuos y al desbordamiento de
esto es, el inteligente, nunca se deje enganar por la ley, que. SIga SIempre las pasiones personales, se pone de manifiesto que el é x i t o del a vid a
~l impulso d e s u pro p i a na t u r a 1 e z a. Y esto es lo Justo, no 1?or depe.nde de una comprensión racional de los intere-
cierto según la ley humana, sino de acuerdo con la ley natural. En el remo s e s en p u g n a. Y en esto encuentra Sócrates el módulo positivo de la
anim~l hacen notar estos sofistas, el fuerte siempre domina al débil. Es valor a ció n y c o TI d u c t a del h o ID b r e.
moral de esclavos reconocer mandatos extraños; el hombre libre no debe La capacidad de obrar (aretée) reposa en la comprensión racional. Quien
oprimir sus apetitos, sino darles rienda suelta. Según el derecho humano, procede por meros sentimientos, oscuros antecedentes y viejas costumbres,
es una afrenta hacer injusticia; según la ley natural, es una afrenta pa~ puede, por azar, lograr su objetivo, pero ignora la causa del éxito, nunca
decerla.1.7 está seguro del resultado; quien parte de ilusión y error seguramente yerra:
En semejantes fórmulas se ha proclamado 1 e y el e 1 a n 'a t u r a 1 e z a sólo el que comprende racionalmente los problemas y su relación con ellos
al impulso natural del individuo y se le ha elevado al obra con acierto.22 De ahí que el conocimiento (epistéemee) sea la única
r a TI g o del a ro á s al tan o r ro a del o b r a r, y A r q u e 1 a o, uno condición que hace al hombre apto e idóneo, el único fundamento de todas
de los discípulos de Anaxágoras, ha pregonado que los conceptos "bueno" las particulares áretai.
y "malo", "justo" y "deshonesto" (dikaión aisjron) no provienen de la Esta comprensión racional consiste, ante todo, en el e x a c t o con o-
esencia natural del hombre sino de sus caprichos: t o d a a p re c i a ció n c i m i e n t o de aquello a que se dirige la acción. El hombre debe hacerse
ética es convencional.18 cargo de su capacidad. Así como en una profesión cualquiera, se encuentra
3. Naturalmente también fueron arrastradas en esta crisis las viejas siempre al que conoce a conciencia las herramientas con que trabaja, del
representaciones religiosas; al desposeerlas la filosofía cosmológica de su mismo modo tiene que ocurrir en la vida política y privada: aquí también
fundamento teorético (Jenófanes), no conservaron ya sino el valor de meras la piedra de toque debe ser la comprensión racionaJ.23 Según esto, hay que
alegorías de conceptos morales. La escuela de Anaxágoras durante algún distinguir las aptitudes humanas tomando en cuenta los objetos a que se
tiempo, especialmente un tal M e t r o d o r o deL a m p s a c o, h~. sus~ refiere el saber en cada caso: 24 pero a todas ellas no sólo es común el cono-
tentado esta suerte de interpretaciones. Era una consecuenCIa del relatIVIsmo cimiento en general, sino también el a u t o con o c i m i e n t o. De ahí
ético de los sofistas, que Pródico enseñara que los hombres han hecho dioses que haya visto Sócrates su vocación en enseñar a sus conciudadanos a des-
de todo aquello que los beneficia y que Critias explicara la creencia en las cubrir sus propias capacidades: el gnoothi seautón fue el lema de su
divinidades como una invención de hábiles políticos.19 Como semejantes doctrina. 25
opiniones provocaron animadversión entre las autoridades político-religiosas 5. Semejantes consideraciones, derivadas por Sócrates de las aprecia-
y en la gran masa del pueblo,2° se explica que Protágoras sutilmente se ciones acerca de la capacidad práctica, son llevadas por él mismo al dominio
hay::} echado en brazos de un escepticismo en torno a estos problemas. 21 de la aptitud moral, la virtud, gracias a la equivocidad del término aretée.26
4. La posición de S ó c r a t e s frente a este movimiento es bifronte: Así la capacidad moral se identifica con la virtud y ésta se define como el
de un lado se percata de los problemas del Iluminismo, clara y omnicom- conocimiento de lo bueno. Hasta aquí la filosofía de Sócrates no presenta
prensivamente; de otro, llega a las más opuestas soluciones de los sofistas. Y problema alguno de exégesis. Pero la tradición se hace dudosa cuando se
no obstante que, a primera vista, parece contradictoria ésta su doble acción,
que ha decidido el trágico fin de su existencia, nada, empero, más conse- 22 J enofonte y Platón reproducen estos pensamientos en numerosas versiones:
~uente y eficaz; pues, precisamente, gracias a que Sócrates concibe el c?!llpárese d~l primero especialmente las Memorabz'Ua, III, cap. 3; del segundo, el
dialogo Protagoras.
principio del Iluminismo en toda su profundidad y lo formula 23 De ahí la actitud antidemocrática de Sócrates, que tan funesta fue para su
con todo su rigor, saca de él resultados positivos de incalculable tras- destino. En efecto, Sócrates siempre opinaba que sólo los más prudentes debían
cendencia. encargarse del difícil arte de gobernar, lleno de responsabilidades y que, por 10 tanto,
Los tiempos de la sumisión ingenua a los preceptos tradicionales han los puestos públicos no deberían ser ocupadc;>s por suerte o elección popular.
24 Sócrates no pergeñó un sistema de las virtudes; en cambio, ha dado por medio
pasado también para él: en lugar de la autoridad coloca la decisión autó- de ejemplos las definiciones de la "valentía" (compárese el Laques platónico), de
la santidad (PLAT. Eutifrón; JENOFONTE, Memorabilia, IV, 6, 3), de la justicia
16 Trasimaco en PLATÓN, Rep. 343 c. (Memorabilia, IV, 6, 6) y otras.
17 Calicles en PLATÓN, Gorgias, 483 a y 491 e. 25 Para percatarse de cómo concibe esto su filosofía teorética, compárese pará-
18 D¡ÓGENES LAERCIO, II, 16. grafo 8.
19 SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math, IX, 51-54. 26 Este mismo doble sentido que ha provocado numerosas dificultades de inter-
20 Como lo prueba la condena de Diágoras de Melos (Aristoph. Av. 1073). pretación reside también en la virtus latina; también en la expresión griega agathón.
21 DIÓGENES LAERCIO, IX, 51. bonum, bueno.
72 l. La filosofía de los griegos. El período antropológico 7. El problema de la moralidad 73
inquiere lo que ha entendido por bondad este hombre amante del rigor r a d i cal i n t e 1 e c t u a 1 i s m o; desde un punto de vista ético, un r i-
conceptual y de la claridad. Según la opinión de Jenofonte, coincide para °
g u r o s e u d e m o n i s m o.
Sócrates lo bueno (agathón) con lo provechoso, útil (oofelimón); la virtud Las hipótesis de la doctrina son la más clara expresión de la innata
es aquello, pues, que en cada caso acarrea ventaja, utilidad. Esta interp,re- naturaleza reflexiva de Sócrates. Todo hombre, dice el filósofo, obra toman-
tación pone en analogía la virtud ética COn la aptitud práctica de la vIda do en cuenta lo que le es más provechoso, favorable y útil; nadie hace
diaria que Sócrates ha enseñado de hecho; incluso el conten~do de los aquello que le es nocivo o que estima como menos beneficioso. Si la virtud,
primeros diálogos platónicos, sobre todo el Protágoras, atribuyen a Só- según eso, es el conocimiento de lo más conveniente, hay que inferir que
crates este punto de vista del pro v e e h o in d iv i d u a 1. La com- el virtuoso' es el que obra por comprensión racional, es decir, en la forma
prensión racional (llamada aquí phrónesis) es el arte que, mediante un más acertada y provechosa. Nadie hace a sabiendas la injusticia: sólo quien
cálculo exacto del provecho y daño que puede resultar de la acción, elige ignora el adecuado conocimiento, no procede con rectitud. Si, a veces, al-
lo más conveniente. De aquí se desprende, además, que Sócrates, en aguda guien obra en contra de la mejor comprensión, esto ocurre porque carece
oposición a los sofistas, defensores empedernidos de un desarrollo vigoroso del conocimiento necesario para ello; de otro modo, no buscaría su propio
y genial de las pasiones, haya acentuado, frente a las otras y ejemplarmente daño; lo que es absurdo.
vivido, la virtud del autodominio (soophrosynee). Aquí podemos subrayar una diferencia radical entre Sócrates y los
Pero el concepto socrático de lo bueno q~eda indeterminado relativa- sofistas. Estos justifican la voluntad simplemente porque es un hecho original
mente a su contenido; es preciso, en cada caso, averiguar lo que sea más de la conciencia humana; para Sócrates, es lo mismo querer algo que tener
adecuado, lo más provechoso. Esto significa, empero, encontrar 1o q u e algo por bueno. La comprensión'racional da la pauta siempre' a la voluntad;
es bueno para algo,27 y no lo que es bueno en general. Es casi el hombre hace 10 que considera bueno. Por equivocada que parezca la
seguro que Sócrates haya tratado de superar este relativismo; el funda- doctrina de Sócrates y haya de buscarse la verdad entre él y los sofistas, una
mento antropológico de su pensamiento, sin embargo, se lo impedía. Su vez más, en el justo medio, es un hecho indudable que su interpretación
doctrina de que es mejor sufrir la injusticia que cometerla; su riguroso intelectualista de la voluntad ha influído como ninguna otra sobre toda
legalismo, que le impide huir de la cárcel para continuar su vida y su la ética antigua.
obra, y eludir las consecuencias de una sentencia injusta: su admonición El pecado, pues, es error. El que obra mal, 1-0 hace porque yerra al tomar
de que el verdadero contenido de la vida reside en la eupraxía, en defender 10 malo, esto es, lo nocivo, por bueno, ya que cada cual cree hacer 10
persistentemente el derecho, en el incansable perfeccionamiento moral del bueno, a saber, lo provechoso. Gracias a esto tiene sentido instruir a los
hombre, en la participación en todo lo bueno y bello (kalokagathía), pero, hombres moralmente; sólo por ello, la virtud es susceptible de enseñarse.
sobre todo, su eró tic a, esto es, la doctrina según la cual la amistad e Pues toda doctrina se dirige a la comprensión racional del hombre. Porque
inclinación entre maestro y discípulo no deben tener otro propósito que se le puede instruir acerca de lo que es bueno y sólo por eso, puede promo-
impulsarse recíprocamente para llegar a ser cada vez mejores, es decir, ~ás verse al hombre a obrar justamente. Si la virtud no fuese comprensión
buenos -todo esto supera de sobra la interpretación de Jenofonte, y se le racional, sería imposible enseñarla.
podría poner en relación con el punto de vista utilitario, siempre y cuando Partiendo de este punto de vista, encuentra Sócrates el fundamento
se admitiera que Sócrates distinguía entre salvación eterna y dicha terres- científico de la educación moral del hombre. Con toda su habilidad dialéc-
tre; pensamiento, por cierto, que expone Platón en el Fedón, pero de 10 tic a,28 y agudeza, y penetración intelectuales, demuestra, en contra de los
cual sólo existen vagos indicios: pues el Sócrates histórico (incluso según sofistas, que o be d e e e r 1a s p r e Sc r i pe ion e s m o r a 1 e s y s 0-
la- Apología, de Platón) se comporta escépticamente respecto a la creen- m e ter s e a 1a 1 e y y a 1 a s b u e n a s c o s t u m b r e s, no sólo es el
cia de una inmortalidad personal y aún se encuentra a gran distancia más seguro, sino el único medio para conquistar la felicidad duradera.
de la aguda distinción plat6-nica entre inmaterialidad y corporeidad. Cierta- pe est~ manera restituye a la autoridad su derecho. Cierto: el principio del
mente, enseña Sócrates (Jenofonte lo confirma), que no hay que buscar Ilumimsmo no tolera el acatamiento ingenuo e irreflexivo de lo tradicional
la verdadera felicidad del hombre en los bienes externos ni en la prosperidad y ,Pide la justif~caci~n de la ley; pero. las le~es resisten la crítica; según
personal, sino únicamente en la virtud; pero como la virtud consiste, por Socr.ates, SOn eXIgenCIaS ..de la comprensl.on raCIonal de lo conveniente para
otra parte, en conocer lo verdaderamente provechoso y obrar de acuerdo el cmdadano, y, de alú, que sea preCISO obedecerlas; su acatamiento es
con ello--, la doctrina se mueve en un círculo, en tanto Se afirma que lo prueba de que se reconoce su justificación.:29 Muy lejos de encontrarse
útil, por excelencia, es la virtud. Sócrates no ha escapado de este círculo:
no ha encontrado el concepto objetivo de lo bueno, que él buscó. 28 Compárese en PLATÓN (Rep., primer libro) la refutación de Trasimaco de
~. De cualquier modo -yen esto radica su mayor rendimiento--, por base socrática, pero positiva y dialécticamente endeble.
indeterminada que parezca la noción de bondad, de una cosa estaba firme- 29 .En much~s aspectos se co.nvierte esta rehabilitación de la moral popular, debido
a las clrcuns.tancIas, como espeCIalmente lo expone Jenofonte, en trivial moralización.
mente convencido Sócrates: de que e 1 e o n o c i ID i e n t o del o b u e n o ?ero el r~ndl!niento qUe Sócrates esperaba suministrar a su pueblo reside en la posición
basta para obrar con rectitud y alcanzar la felicidad. mtermedla que asume; para los sofistas y sus prosélitos era Sócrates politica e intelec-
Este postulado, tipo de una concepción racionalista de la vida, contiene tual~ente un reaccionario; y los hOI?bres que, como Aristófanes, veian la gangrena
dos hipótesis de enonne trascendencia; psicológicamente hablando e s u I} del. tlempo en poner en duda la autondad de la ley y de la moral, también rechazaban
al mdividu~ que trataba que justificar esta autoridad sin importarle la actitud de ellos.
27 JENOFONTE, Memorabilia, III 8, 5. Así se exphca que aparezca Sócrates en Las nubes de Aristófanes como un sofista.
74 J. La filosofía de los grzegos. El periodo antropol6gico 7. El problema de la moralidad 75
en oposición con los preceptos jurídicos y morales, es Sócrates, más bien, esfuerzan por indicar en qué radica la verdadera felicidad del hombre
el que intenta demostrar la r a e ion a 1 ida d y 1 a p r e ten s i Ó TI de y cómo éste debe pensar y obrar para alcanzarla con seguridad. Ambas
validez general de ellos.<1O llaman virtud a la peculiar disposición humana que nos transporta al reino
7. A los supuestos ético-psicológicos de que la voluntad se dirige siem- de la dicha. El aspecto eudemonista de la ética socrática se desenvuelve
pre a lo reconocido como bueno y de que, por tal razón, la virtud como unilateralmente y aunque se reivindica la validez general de los principios,
conocimiento de la bondad trae consigo un obrar digno, aña9.e Sócrates 'Se subraya en tal medida el punto de vista de la fe 1 i cid a d in d i v i-
aquella segunda hipótesis de que el virtuoso alcanza siempre la felicidad. d u a 1, que toda suerte de intereses sociales quedan subordinados a él. En
La eudemonía es la consecuencia natural de la vir- el cinismo y en el hedonismo se afana el espíritu griego por sacar el producto
tu d; el sapiente conoce y practica aquello que considera bueno; su acción líquido de placer, que las complicaciones de la civilización arrojan para el
lo hace feliz. Este supuesto, sin embargo, sólo valdría para un saber perfecto individuo. La crítica de la situación social y de las circunstancias y factores
que estuviera absolutamente seguro de los efectos de una acción voluntaria políticos, iniciada por la sofística, tiene ahora una pauta de valoración mucho
en el acontecer universal. más certera en el concepto socrático de virtud.
Las ideas de Sócrates externadas por la tradición implican la convicción La teoría de la virtud de A n t Í s ten e s 32 toma un capcioso sentido
de que el hombre puede llegar a poseer aquella capacidad racional que 'Cuando lucha torpemente por escapar del círculo socrático. Renuncia, desde
acarrea la eudemonía o adquirirla por ro e d ita ció n f i los ó f i c a, luego, a determinar el concepto de lo bueno mediante un contenido preciso
esto es, e 1 in can s a b 1 e y pro f u n d o e x a ro e n d e s í In i s m o, de y advierte que la virtud no es sólo el, más alto de los bienes, sino también el
los otros y de las relaciones hmnanas. En qué medida el curso de los acon- único de ellos; pero sigue entendiendo bajo el nombre de virtud la ca n-
tecimientos no previsto por el hombre puede contrarrestar y nulificar la ·d u c t a r a c ion a 1. Sólo ésta torna al hombre feliz; mas no, precisa-
acción de una conducta comprensiva y conveniente, fue un problema del que mente, por los resultados que acarrea, sino por ella misma. La satisfacción
no se ocupó Sócrates; por 10 menos, las fuentes no dan noticias. Poco espe- inherente a una vida equilibrada es por completo ajena a los acontecimientos
raba Sócrates de la mera capacidad humana para fijar conceptos morales externos: por sí sola la virtud constituye la dicha; el sabio está más allá
y deberes prácticos. Si el hombre está destinado a perfeccionarse gradual- de toda fatalidad.
mente, esto es posible por obra de una f u e r z a pro vid e n c i a 1, que No hay que entender este concepto cínico de la virtud, como 10 ponen
no es ya para él objeto de conocimiento, sino de fe, y de la que no teme de relieve desarrollos posteriores, como si el virtuoso encontrase su bienestar
que frustre los felices resultados de la acción moral (compárese el pará .. 'en el mero ejercicio de la bondad a despecho de los reveses de la fortuna. A
grafo 8, 8). -semejante altura moral no se ha elevado el cinismo, por mucho que lo
M. HEINZE~ Der Eudiimonismus in der griechischen Philosophie (El eudemo- parezca cuando enaltece la virtud al grado de llamarla la única posesión
nismo en la filosofía griega), Leipzig, 1883. 'Segura en los vaivenes de la vida y la designe como el desideratum verdadero
de la existencia, viendo en la maldad la mera negación de la dignidad huma-
8. Sócrates ha dete,rminado el concepto moral de virtud como com- na. Más bien, esta doctrina es un postulado obtenido deductivamente del
prensión racional y ésta como conocimiento de lo bueno; pero no ha dado principio socrático de que la virtud, por necesidad, acarrea la felicidad
a la idea de bondad ningún contenido preciso, dejando abierta la posibilidad (compárese arriba núm. 7). De este postulado intenta ahora AntÍstenes,
de que las ulteriores doctrinas adaptaran al sistema socrático sus puntos de inversamente, ganar una noción concreta de la virtud.
vista acerca del fin último (télos) de la existencia humana. De este modo, Puesto que la virtud, bajo todas las circunstancias, hace al hombre
se multiplicaron y adquirieron nueva estructura los iniciales conceptos feliz, no puede ser otra cosa que la conducta que in d e p e n d iza al
éticos. 3i Dos son las escuelas más importantes de la época: la cínica y in d i v i el u o, e n 1 o p o s i b 1 e, del a c a e c e r u TI i ver s a 1. Ahora
la c i r e n a i c a. En ambas domina el intento de descifrar el verdadero bien, las necesidades y deseos son los lazos que atan a los hombres al destino,
sentido de la vida individual de modo universalmente válido. Ambas se ora proporcionándoles placer, cuando los sacian, ora dolor, cuando no los
'satisfacen. Sobre el mundo externo no tenemos poder alguno, pero no así
30 -Por eso está Sócrates muy lejos de exigir o recomendar la justificación racional
de los preceptos jurídicos o morales para cad a u n a del a s a c c ion e s. Una sobre nuestros apetitos. Cuanto más nos afectan las fuerzas externas, tanto
vez que se ha reconocido el deber de obedecer las leyes bajo todas las circunstancias, más de ellas exigimos, anhelamos o tememos: cada pasión nos convierte
es preciso acatarlas aunque ordenen algo irracional o injusto; compárese PLATÓN, en esclavos del mundo externo. La virtud de que el hombre es capaz reside en
Crit6n. Si el hombre está convencido como el propio Sócrates de que su vida está oprimir los apetitos y limitar las necesidades, en lo posible. L a vi r t u d
salvaguardada por una fuerza providencial y que donde su comprensión no lo saca
avante una amonestación divina que obra sobre su sentimiento lo aparta de la injus- ,e s ca r e n c i a el e n e c e s ida d e s: 33 una rigurosa consecuencia del
ticia, es necesario que la obedezca. Compárese sobre el d a i m ó n ion, parágrafo 8, endemonismo y al par un postulado que del mejor modo se compadecía
8. El hombre siempre tiene que dar cuenta y razón de St! obrar: pero los fundamentos con los muchos hombres de humilde condición social que encontramos
con arreglo a los cuales actúa, pueden cristalizar en máximas q u e n o r e c l a m e n formando parte de la escuela cínica.
la prueba en los casos particulares.
31 Así, por ej emplo, J e n o f o n t e y E s q u i n e s; también el filósofo zapatero Un desarrollo radical de este pensamiento hizo caer a los cínicos en agudo
S i m ó n parece que busca contacto con la doctrina socrática. Lo que informa la antagonismo con la civilización. En su afán de reducir a lo absolutamente
tradición- sobre la escuela de Elide y de Eretria es tan incierto y está tan próximo
al cinismo, que no mereCe la pena de mencionarse. 32 Especialmente en DIÓGENES LAERCIO, VI.
23 JEN. Symp. 4, 34 ss.
76 J. La filosofia de 105 griegos. El periodo antropológico 7. El problema de la moralidad 77
imprescindible las necesidades del sabio virtuoso y de ver con indiferencia como aquí se trata sólo de un estado placentero, es indiferente, para el
y desdén las demás aspiraciones humanas, acaban por rechazar todos los caso, el objeto del querer o del bienestar: pues sólo interesa el grado de
bienes de la cultura; sus ojos se vuelven hacia el ideal de un e s t a el o placer, la intensidad del sentimiento de satisfacción. 35 Pero ésta, la intensidad
el e na t u r a 1 e z a desprovisto de los más altos valores humanos. Aco- de placer, se da, por excelencia, en el goce sensible y corporal del inmediato
giendo y espigando viejas teorías sofísticas, enseñan que el sabio debe presente, de la satisfacción momentánea. Siendo la virtud conocimiento de la
someterse a lo que estrictamente exige la naturaleza y despreciar 10 codiciable felicidad, su función radica en capacitar al hombre para que goce del modo
y digno de observancia, según opinión y valoración sociales. Riqueza y vida más intensamente posible. L a vi r t u d e s cap a cid a d d e g o c e.
refinada, fama y honra son, para los cínicos, cosas superfluas, del mismo En general, todo hombre es apto para gozar, pero sólo el cultivado, el
modo que los goces de los sentidos cuando exceden la satisfacción de las sapiente, el circunspecto y sabio lo hace certeramente. No se trata aquí tan
más elementales necesidades de amor y hambre. Arte y ciencia, familia y sólo de la justa apreciación (phrónesis) que selecciona los más elevados y
~atria, son cosas indiferentes, y D i ó gen e s debe su paradójica popula- puros de los placeres, tal vez los que en menor medida están mezclado,,>
ndad al ostentoso de por t e de vivir como hombre en estado de naturaleza al dolC?r, sino. de la íntima ~ertidumbre humana de no seguir ciegamente
(physei) dentro de la Grecia civilizada. cualqU1~r deleIte, de no entregarse, por completo, a cualquier delicia, sino
Si, de este modo, el filósofo proletario se vio obligado a desdeñar todos tratar SIempre de mantenerse sobre ellos para dominarlos. Es vituperable
los valores de la cultura, de cuyo goce se sentía más o menos excluído, no sin duda alguna, como dicen los cínicos, el goce que convierte a los hombre~
vio, por otra parte, en las leyes sobre las que descansa la estructura social, en esclavos de las cosas; pero es más doloroso renunciar al placer como
nada obligatorio; y si algo es verdad de las asquerosas anécdotas que la anti- ellos hacen, que gozar de él sin sucumbir a sus excesos. Mas para ello sólo
güedad refiere de él, es que esta ralea ha hecho del burlarse de las más la justa comprensión capacita.so "
elementales reglas de la costumbre y de la decencia, un placer. Este natura- Sobre esta base hacen los cirenaicos, especialmente el joven A r i s t i-
lismo postizo, y en parte artificial, ignora los conceptos de díkee y aidóos.. que r o, extensos estudios del origen de la pathée, de los senti:mientos y de los
la vieja sofística había reconocido como impulsos naturales, e inventa una unpulsos. En una psicología fisiológica que enlaza con la de Protágoras
idea de virtud que define la esencial del hombre en estado de naturaleza (compárese, adelante, 8, 3), explican toda suerte de diferencias emotivas
en términos de codicia y de amor sexual. por movimientos corporales: la indiferencia neutral corresponde al reposo'
Sin embargo, no eran los cínicos tan malos como parecían: incluso el do~or, al movimiento vehemente, y al movimiento apacible, el placer. E~
Diógenes, el Soocrátees mainómenos, predicó siempre el respeto y la estima semejantes teorías va de la mano de esta filosofía de sibaritas una mundano-
para cierta educación del espíritu encaminada a liberar a los hombres de sus logía libr~ ~e prejuicios. También, para ellos, como lo enseña T e o dar o,
prejuicios y convenciones y llevarlos al ideal moral de la carencia de nece- las prescnpclOnes morales no son, a la postre, sino convenciones humanas, que
sidades; sus extravagancias no sou, a la postre, más que las naturales valen para la masa. E~ hombre cultivado no se preocupa de ellas; disfruta
deformaciones de un doctrinarismo. de las cosas e~ la medIda en que puede hacerlas suyas. Teodoro, el Ateísta
Esta filosofía, en su conjunto, es un rasgo característico de la época, un como le apellIdaban, repudia _todos los escrúpulos religiosos que entorpecen
testimonio de un peculiar sentimiento, si no de oposición, sí de indiferencia la búsqueda del placer sensual; y de que, en este sentido, se esforzó por des-
a la vida social. Ya no se comprende el valor de los ideales colectivos. El pojar a la fe religiosa tanto como fue posible de su nimbo hierático lo con-
cinismo, en efecto, nos hace ver cómo, en aquel entonces, la sociedad griega filma la conocida doctrina de E u e m e r o, quien en su hiera ana'araphée
se corroía por obra de los intereses individuales. Cuando Diógenes se llama intenta reducir la creencia de los dioses al culto de los antepasados by de lo~
a sí :mismo un cosmopolita, no hay que ver en ello el pensamiento de una héroes; una doctrina, por lo demás, sin nexo con ningún punto de vista
hermandad de todos los hombres, sino sólo la repulsa de toda comunidad filosófico. .
de cultura; y cuando Crates enseña que sólo en la cabeza de los hombres ~sí ac~baro? por coincidir los ciren~~os con los cínicos en que lo esta-
existe el politeísmo y que, según la naturaleza, no hay más que un solo blecl~o, .n.omooz, e~to. es, . ~or la convenClon social de la costumbre y de la
Dios, tampoco puede significar esto en la dóctrina de los cínicos un testimo- ley, slgmflca una hmltaclOn del derecho de gozar que el hombre tiene por
nio que permita inferir que a este monoteísmo corresponda una clara !lat~ral~za, physei, y en que el sabio debe obrar sin preocuparse de las
representación o un profundo sentiniiento. mstltuclOnes humanas. Los hedonistas acogen de buen grado los refinamientos
9. Una radical oposición a la doctrina de los cínicos presenta el he... del ~lacer que trae consigo la cultura; ven lícito y conveniente paladear
don i s m o, 1 a f i los o fía del p 1 a c e r d e s m e d ido. Aristipo la Illlel que otros preparan, pero no los liga ningún sentimiento de deher
emprende, partiendo de una incompleta doctrina socrática, el camino dia- ni de gratitud hacia la cultura de cuyos bienes disfrutan. El mismo cosmo~
metralmente opuesto; da, con premura, al concepto de lo bueno un contenido politismo, la misma repulsa de todo sentimiento de responsabilidad política
cIara y sencillo: el placer (hedonée). Desde luego, se toma este concepto en que los cínicos habían predicado por su desprecio a los goces de la cultura
un sentido psicológico general, esto es, el sentimiento de satisfacción que se defiende ahora por el egoísmo del placer. Sacrificarse por otros patriotis~
acarrea el saciar deseos y apetitos: 34 la felicidad es el estado de placer mo y abnegación .en favor de un ideal, todo esto es para Te~doro una
que trae consigo la extinción de los impulsos de la voluntad. Ahora bien, estulticia que no es propia del sabio compartir, y ya Aristipo se jactaba de
34 En la obra de Jenofonte la expresi6n heedy no pocas veces aparece en Iabio's 35 También esto es una rigurosa consecuencia del principio eudemonista
de S6crates. 36 Compáres~ DIÓOENES LAEReIO, II, 65 ss. .
l. La filosofia de los grzegos. El período antropológico 8. El problema de la ciencia 79
78
37 roa esto de modo cabal. 1 Pero también faltan pormenores acerca de la
poder llevar una vida de trashumante gracias a su independencia política. amplitud de sus trabajos; ~ncluso se ignora. si ya distinguían abstractivamente
La filosofía de los parásitos que se sientan a la mesa, exuberante y reHnada, entre la~ ~eras formas loglcas y !~s contemdos concretos del pensamiento. Es
de la vida griega, está tan lejos de su ideal como la de los mendigos que caractenstIco que las escasas notICIaS que poseem.os de la lóo'Íca de los sofistas
duermen en los quicios de las puertas. se. refi~r,an .de continuo a la impOl:tancia del p r i n c i pi o de con t r a-
Sin embargo, contiene ya el principio de la selección del placer un aspecto dIe c Ion: y es que en l~ abogacla ~l arte de re~utar está más próximo
que va más allá del goce momentáneo, predicado por Aristipo: en dos que el de probar. Pro t a g o r a s mIsmo ha escnto ·un tratado tal vez
sentidos aparece esta consecuencia. El mismo advertía ya que en' la decisión el más iInportante de sus obras, sobre "los fundamentos de la refu'tación" 2
de la voluntad era preciso computar el placer y el dolor que pudieran y 1:-a formulado la ley de los jui~i?s contradictorios diciendo que para cada
sobrevenir en lo futuro j T e o d o r o buscaba el bien por antonomasia más objeto 'l¡meden.. ~arse dos proposIcIOnes. en pugna. De este modo llegaba a
en la euforia permanente (jara) que en el deleite del momento, y A n n i- descubnr ~eoretIcamente el proceso lógico, que ya Zenón había aplicado
e e r i s llegó a la convicción de que la felicidad no se alcanza tanto por y que tan lmpo.rta~lte papel jugó en la actividad pedagógica de los sofistas.
los goces corporales cuanto por las alegrías del espíritu que acarrean la Pues ~as pnnclpales destrezas de estos i 1u m i n a d o s se dirigen, de
comunidad humana, la amistad, la familia y la organización política de preferencia, a d~sv?~ a lo~ homb~es. de sus habituales opiniones, a hacerlos
los hombres. caer en contradlcclOn medIante habIles preguntas y obligarlos a dar, de este
De otro lado, comprendió la escuela hedonista, al fin de cuentas, que modo, tan absurdas respuestas en la conversación que causen hilaridad
el placer exento de dolor anhelado por el sabio, es un hecho fortuito y no sólo a los otros, sino a ellos mismos. Que no se trata de convencer a los
excepcional. Lo que puede ocurrir en el mejor de los casos, dice H e g e- oyentes echando mano de recursos 16gicos, lo ponen de relieve los ejemplos
s i a s, es que el hombre escape al dolor y al displacer. La gran masa de que leemos en. Platón 3 y ~ristóteles; más bien, se procedía "sofísticamente",
los hombres es víctima de la angustia, del sufrimiento de apetitos insatisfe-
c?mo hoy d~c;mo~, no dejando ~~capar ninguna equivocidad del lenguaje,
chos: sería mejor para ellos dejar de existir. Por la insistencia con que nmguna defICIenCia de la expresIOn popular' en una palabra se buscaban
todos}os me~ios .p'a~a llevar al i~terlocut?r al ~~surdo. A menudo se emplean
defendía semejante opinión le dieron el sobrenombre de peisithánatos, el
predicador de la muerte. He g e s i a s es el primer representante de un retruecanos ImgmstIcos, gramatIcales, etImológICOS, rara vez lógicos; y mez-
pesimismo eudemonista; con ello, empero, se contradice el eudemonismo clada.s a ellos bromas groseras y exentas de agudeza: son características
en su propia entraña; cuando se eleva a fin último y contenido de la vida t~blén aquí ~as "preguntas de tormento", cuya respuesta, lo mismo afinna~
humana felicidad, hartura de apetitos y placer, no se alcanza este desidera- tlva que negatIva, es absurda, impidiendo al que contesta emitir la conclusión
tum que, entonces, se abandona. El pesimismo es la última, pero también deseada. 4
la destructora consecuencia del eudemonismo, su crítica inmanente. El arte de la disputa, la e r í s tic a, tuvo gran resonancia en un pue-
blo, como el ateniense, locuaz y vanidoso: al lado de los dos hermanos
E u t i d e ;n <? y Dio n i s.o dar o, señalados por Platón, la han cultivado
8. El problema de la ciencia los m e g a r 1 c o s, cuyo J~f.~ de esc~ela, E ti C1 ~ d e s, también se ocupó
de un ~rte de refutar. 5. HIcleronse celebres sus dIscípulos E u b u 1 i d e s y
P. NATORP~ Forschungen zur Geschichte des Erkenntnisproblems bei den Alten
(Contribuciones a la historia del problema del conocimiento en la antigüedad),
A:.I e x 16n o por ,sus sofIsmas, que provocaron gran admiración en la anti-
guedad. Entre estos se encuentran dos, el del "montón" y el de la "calva" 7
Berlín, 1884. cuyo argumento básico ya fue advertido por Zenón cuando trataba de
de~ostrar que de lo infini~an:ente pequeño no. puede obtenerse lo finito.
Los sofistas eran pro f e s o r e s d e e lo c ue n cia poi í ti c a;
ante todo se veían obligados a enseñar cómo se habla bien. Convirtiendo AI;alogamen.te se han multIplIcado las pruebas de Zenón contra el movi-
la retórica de un arte tradicional en una ciencia, hicieron investigaciones n;lento gr~cIas a otro megárico, Dio d o r o C ron o, aunque sin profun-
lingüísticas y llegaron a ser los creadores de la gramática y la sintaxis: dIzarlas 111 reforzarlas. 8 Incansable en la invención de aporías sofismas y
elaboraron investigaciones sobre las partes en la oración, el uso de los contradicciones, descubrió el mismo Diodoro el supuesto argu~ento contra
vocablos, la sinonimia y la etimología. Pródico, Ripias y Protágoras se
destacaron sobre todos en estas faenas. Por desgracia, las noticias de sus 1 DIÓGENES LAERero, IX, 51 ss.
, 2 Es, probable que KatabaUontes (sc. lógoi) y Antilogfai no sean otra cosa que dos
pesquisas son incompletas. tItulos dlferentes de la misma obra cuyo primer capítulo trata de la verdad
1. Aun más pobre es nuestro conocimiento acerca de sus descubrimien- " ¡3 PL:'-TÓN en, e~ Eutidemo y en el Cratilo~ ARISTÓTELES en el tratado de las
tos 1 ó g i c o s; de ellos sólo poseemos sucintas referencias. Pues que los Re utaClQnes SoÍlstlcas".
profesores de retórica hayan tenido que ver con el proceso mental del . 4 He aquí un ejemplo upico: "¿acabaste ya de pegarle a tu padre?" o: ",'has
tlrado ya tus cuernos?"
discurso, se entiende de suyo. Ahora bien, este proceso consiste en p r u e- 5 DIÓGENES LAERero, n, 107.
h a s y r e f u t a c ion e s. Era imprescindible, por lo tanto, que los sofistas 6 Compárese PRANTL, Gesch~ der Log. (Historia de la 16gica) 1 33 ss
bosquejaran una teoría del arte de probar y refutar. En Protágoras se confir~ 7 ¿'Qu~, grano prod uce e I ' ? ¿ Cuando se es calvo, esto es,
monton. " la caída
• de qué
pe1o (el prImero, el segundo, el tercero etc.) produce la calvicie?
8 SEXTO EMPÍRlao~ Adv. Math. X.' 85 ss.' .
37 JENOFONTE, Memorabilia~ II, 1, 8 ss.
80 1, La filosofia de los gnegos, El período antropol6gico 8, El problema de la cIencIa 81
el concepto de la ,posibili;lad: sólo lo ,real e,s po:ible; pues algo posible que 3.' Esclarecer las representaciones humanas 'p sic o gen é tic a m e n-
no fuera real sena, preCISamente, lo ImposIble. . . te: he ahí el punto cardinal de la doctrina de Pro t á g o ras. La nece-
En otro s~ntido hacen los sofistas próximos al eleatismo, una aphcacIón sidad práctica de una teoría de la virtud y, sobre todo, la de la educación
extrema del princiJ(io de c~:mtradicción y u~a correspondiente hipérbol~ d~l retórica, exigían, de preferencia, el conocimiento del origen y desarrollo
p r i n e i p i o del den t 1 dad; ~a. 9"0rgms parece que t~ataba de Justl~ de las representaciones; para ello ya no satisfacían las viejas doctrinas cons-
ficar su doctrina de que todos los JUICIOS son falsos, por la Idea de ~u~ no truídas sobre las hipótesis cosmológicas que ocasionalmente fonnularon los
se puede predic;tr de una ?~sa sino 10 que ella en sí ~isma es;, y l~s cmlCOS, metafísicos más antiguos del período precedente; en cambio, se ofrecen
así como Estilpon, el meganco, han hecho suyo semejante pensannento. De de suyo, las observaciones fisiopsicológicas de los jóvenes. Comienza por
acuerdo con él, sólo los juicios de identidad son verdaderos, coI?o ~o bueno negar Protágoras al pensamiento todo rango de valor superior al de la
es lo bueno el hombre es el hombre, etc. iO Por consecuenCIa, ,Juzgar y percepCión. De este modo viene a reconocer la identidad psicológica entre
discutir es t~n absurdo como, según el principio eleático, la pluralIdad. y el pensar y percibir, que habían admitido ya aquellos metafísicos que intentaron
movimiento. Así como en la metafísica Parménides, que aso~a en ocasIOn~s explicar la diversidad de las representaciones por el acontecer cósmico (com-
tanto en la filosofía de los rnegáricos como en la de los cílll~OS, la care,ncla párese parágrafo 6, 3). De ahí que venga a expresar Protágoras que la vida
de conceptos ontológicos de relación impide el vínculo necesarIO entr~, ullldad p s í q u i c a con s t a d e m e r a s pe r c e p c ion e S.13 Se quería fun-
V diversidad (compárese, adelante, número 5) Y conduce a la nega~lOn d: lo dar este sensualismo recurriendo a la, muchedumbre de observaciones que
ÍTlúltiple aquí la falta de conceptos lógicos de relación hace nnpos1ble había hecho la psicología fisiológica en conexión con la doctrina de los
atribuir ,a un ,mismo sujeto dos o más pre d'1cados," .', médicos naturalistas y, sobre todo, con las numerosas teorías que trataban
2. Todo ello constituye ya formas de expreslOn de la d ~ r e c c Ion de descubrir el proceso de la actividad sensorial.
e s c é p tic a, que habían ~0I?-ado la~ inve~tigaciones de los sof~stas, acerca Todas estas doctrinas comparten la idea de que, en última instancia, todo
de la capacidad del conocIm~ento. SI p~rt~e?~o ~e t,a~es premI~as, se saca acontecimiento en el mundo, incluso el de la p e r c e p ció n, es l1J. o v i~
la conclusión de que no es pOSIble constrUlr JUICIOS smtetlcos, eso solC? pon.e de ro i e n t o. En esto estaban de acuerdo con los atomistas, de cuya escuela
relieve que son incompatibles el conocer y el principio abstract~ de ldentI?ad proviene tal vez Protágoras, como abderitano, Anaxágoras y Eropédocles.
que se sustenta en la doctrina del ser de los eleatas; en las ~ 1. C o t ? m 1 a s Semejante unanimidad de criterio va todavía más lejos: se admite que en
de Zenón se ha enredado a sí misma la doctrina de Parrnemdes sm. pers- la percepción no sólo se encuentra en movimiento la cosa percibida, sino
pectivas de salvación. E.sto aparece del ~o~o más claro :n ~~ Escnto de también el órgano receptor. Piénsese como se quiera la esencia metafísica
Gorgias,l1 donde se explIca que ser, conocmuento y c::omulllc,:clOn del saber que produce el movimiento, siempre se acaba por reconocer que toda
son imposibles. No existe nada: pues tanto el ser, InconcebIble ora como percepción implica este doble movimiento. Incluso ya Empédocles había
eterno o perecedero, ora como simple o múltiple, como el no ser, son concep- hecho notar que a cada movimiento externo viene a su encuentro uno
tos en sí contradictorios. Si existiera algo no podría conocers,e: p~es. lo 12 en- interno. u
sado es, por completo, diverso al ser', de otro modo no podnan.,- dlstmgUlrse. Sobre semejante base,15 se construye la t e o ría del con o c i m i e n-
En fin, si el conocimiento del ser fuese posible, no podra ens~na;se: pu~s t o de Protágoras. Siendo la percepción el producto de dos movimientos
cada hombre posee sus propias representaciones y no exist~ nmgun medlO recíprocos, es, por ello mismo, algo d i ver s o del s u jet o q u e p e r c i-
para confirmar la diversidad de los pensamientos y de los SIgnos empleados be, pero también algo diferente del objeto que provoca la
para llevar a cabo la transmisión del saber. . p e r c e p ció n. Condicionada por ambos, es, sin embargo, heterogénea
A la verdad, este ni h i 1 i s ro o no pretende ser tomado ~n ser~o. Ya de ellos. En este descubrimiento de trascendental importancia radica la
el título del libro: perí physeoos ée perí tou me~ ,óntos, d,a .la lmpr~sIór: de teoría de la subjetividad de la percepción sensible.
que se trata de una farsa grotesca. El culto retonco se dIVIerte e.n IrOlllzar Sin embargo, tal doctrina se mantiene dentro de ciertos límites. Puesto
como vano con el estilo dialéctico de Zenón, todo el esfuerzo Intelectual que Protágoras no admite, siguiendo a ¡os pensadores precedentes, que la
de la fi1os~fía. Y es que desprecia la verdadera ciencia y no quiere tener conciencia pueda darse sin contenido alguno, enseña que en aquel doble
otra actividad que la del arte oratorio. 12 Pero, que él lo haga y que tenga movimiento tiene lugar: primero, e 1 pe r c i b i r (aístheesis) del hombre
éxito demuestra cómo entre los profesionales encargados de educar al y, s~gundo, el con\tenido de la percepción (tó aisthetón) del
pueblo, se perdía la fe en la ciencia, en una época, precis~~ente, en que o b Jet O. Por lo tanto, la percepción es el conocimiento adecuado de 10
la gran masa de las gentes vislumbraba en ella ~u salvaclOn. ,Esta ~uda percibido, pero nunca de las cosas mismas. Toda percepción es verdadera
acerca de la verdad, empero, es tanto más comprenSIble cuanto mas se pI.ensa
que las investigaciones científicas realizadas por Protágoras llegan al mIsmo 13 DrÓGEN.ES LAERcro, IX, 51.
resultado. 14 'Es incierto que Protágoras~ como se dice en la exposición platónica del Teeteto,
156. a, haya ~e,signado a esto~ dos movimientos con los nombres de acci6n y pasi6n
(potoun y pasJon). De cualqUIer modo hay que reconocer que no puede causar admi-
9 CICERÓN~ De Fato '1, 13. ración ver semejantes categorías antropológicas en los labios del sofista.
10PLATÓN Teeteto~ 201 e; compárese también el Sofista 251 b. 15 No existe ninguna razón poderosa para referir de modo inmediato a Heráclito
11 Extract~s de él ya en el tercer capítulo de la obra pseudo-aristotélica De esta teoría de los movimientos encontrados. El momento heraclítico que ya ha visto
Xenophane, Zenone, Gorgia, ya en SEXTo EMP. VII, 65-86. con sagacidad PLATÓN, aparece más bien en aquel intento de los inmediatos predece-
12 PLATÓN, Men6n, 95 c. sores de los sofistas de reducir a movimiento toda suerte de acontecer.
•
82 l. La filosofía de los griegos. El período antropológico 8. El problema de la ciencia
83
siempre y cuando, en el instante en que aparece, provenga de la cosa el E. LAAS~ Idealismus und Positivismus~ 1 (Berlín, 1880).
contenido representado como aisthetón. El hombre no conoce las cosas como
son, sino como son para él, y sólo para él, en el momento de la perc~p 4. Todos los, pensamientos de los sofistas desembocan, así, en la negación
ción: son en cada instante como él se las representa. Este es el sentido de la verdad. Socrates, empero, v~ en pos de ella y cree que se alcanza
del relativismo protagórico, según el cual, para cada individuo, Son las cua~do honradax;nente se ~usca. VIrtud es saber, y puesto que debe existir
cosas como le aparecen; y que se expresa en el célebre p~stulado: e 1 18; vrr~ud, es pr:,cIso que e?,asta el s~ber. Aquí aparece, por vez primera en la
hombre es la medida de todas las cosas. hlstona, con dIafar:a clandad, la Idea de la e x i g e ri c i a m o r a 1 c o m o
De ahí que toda opinión que proviene del acto del representar sea
verdadera en cierto sentido, pero también falsa. Vale tan sólo para el que
!
Ro s tul ?' ~ o epI S t e m o ó g i c o. Dado que 110 es posible moralidad
sm C?}l0cIillIento, es necesano que exista este último: y si no estarnos en
percibe y sólo en el momento en que percib,c; se reuU1;cia a toda sue;r,te poseslOn del saber, debemos buscarlo, anhelarlo en la forma como el amante
de val i d e z gen e r a 1. Y puesto que, segun la doctrma, la percepclOn va tras la .posesi~n de lo ~mado. Ciencia es nostalgia, amor incontenido de
es la fuente de todo saber y representar, no existe nada universalmente saber: phzlosophz~ (comparese, PLATÓN, Banquete, 203 e).
válido para el conocimiento humano. La tesis defendida por el sofista es un
f e n o m e n a 1 i s ro o, en cuanto limita todo posible conocimiento, en sen~ 1 De . esta
. TI conVICCIón
•
se
1 derivan los caracteres de la teoría socrática de
a C1en~Ia, en pnmer ugar, los supuestos de que el saber tiene que ser
tido estricto, a la representación momentánea y cambiante del individuo; necesano y, por lo tanto, posible. Sólo hay un conocimiento de las relacio-
es un e s c e p tic i s m o, en tanto rechaza todo conocimiento que va más nes h;tmanas. (ta c;nthróopeia) imprescindible para la vida moral: sólo
allá de estas condiciones. para este es meludlble un saber y únicamente para tal saber es capaz el
Hasta qué punto saca consecuencias prácticas Protágoras del prindpio hombre de alcanzarlo. No tienen que ver nada Con la tarea moral del
de que cada cual tiene por verdadera su opinión, no lo sabemos. Sofistas hombre las hipótesis metafísicas y naturalistas; y tanto menos las toma
posteriores acabaron por afirmar que el errar es imposible, que todo puede en cueI!-ta S~cr,ates cq.~to más pa~ti~ipa de la opinión de los sofistas de
afirmarse de todo, pero también, de nada; es decir, la contradicción no es que e~ ImposIble adquInr un conocrrmento seg"l.lro de ellas. La ciencia sólo
posible; puesto que cada individuo va teniendo sin cesar nuevos contenidos e~ pOSIble como c o m p r e n s iÓn p r á c tic a, como conocimiento de la
de percepción, no puede recibir nunca distintos predicados el mismo ob- VIda moral.
jeto de conocimiento. En todo caso, rechaza Protágoras la positiva deter- Los llamados socráticos han extremado semejante opinión bajo el influjo
minación del ser; no se ocupa de las cosas reales mismas que se mueven d,e su moral eudem<?n~sta. Para cínicos y cirenaicos tiene la ciencia valor
sino del movimiento y de las apariencias que aquél provoca en la per- sol? en cuan,to SUillIlllst;,a al hombre la recta comprensión para hacerlo
cepción. fehz. En ~ntlstenes y :qIOgenes el saber no posee valor en sÍ, es un medio
En este sentido, por vez primera, se intenta ora por Protágoras, ora por para dommar los apetItos y para conocer las necesidades naturales del
la sofística influída por él, reducir a diferencias de movimiento la hetero- h?mb~e; las causas de la percepci~n (ta pepoieekóta ta pathée), dicen los
geneidad de percepciones y representaciones. Probablemente se to~ó en CIrenaICOS, son para nosotros tan mdiferentes como incognoscibles' única~
cuenta también la forma del movimiento, pero sobre todo, la velocldadY~ meI?-te. el placer que acarrea la felicidad tiene que ver con nuestros' estados
Es interesante, además, que bajo el concepto de percepción se subsuman no subJetIvo~ .de que nos. dat~lOS cuenta de modo seguro. El indiferentismo hacia
s610 las sensaciones y las intuiciones, sino también los sentimientos y deseos; la metaÍlsIca y la CIenCia natural es en Sócrates como en los sofistas el
esto, especiamente digno de consideración, porque se creía que a dichos resultado de ~us preocupaciones acerca de la interna esencia del hombre.
estados corresponde un aisthetón, un momentáneo contenido de la cosa, , 5. Será SIempre un hecho digno de admiración que un hombre Como
objeto de la percepción. De este modo, los predicados de valor de lo agra~ S.ocr~t~s que, no obstante haber reducido el círculo de la investigación
dable y de lo apetecible se equiparan epistemo16gicamente hablando a los CIent1~ICa, h.aya logrado ·determinar dentro de tal círculo la e s e n c i a de
predicados de la representación sensorial. Lo que aparece placentero, útil ~ a .c I.e n CI a ~e modo tan claro y decisivo. Debe esto, ante todo, a su
y apreciable a uno, es para él y sólo para él placentero, útil y apreciable. La mstmtIva ~ radIcal o p o sic ión a 1 r e l a t i v i s m o del o s s o f i s t a s.
momentánea e individual conciencia es también aquella medida de las cosas; Estos .en~e:r:aban, en ef:cto, que sólo. ~ay opiniones (doxai) válidas para
no existe una apreciación universalmente válida de los objetos. En este c~da mdlvIduo en. partIcular, pero ongmadas con necesidad psicogenética;:
sentido se. alimenta el hedonismo de Aristipo de la doctrina protagórica. No Socrates, en car:lbIO, ~usca. el saber que valga, en igual medida, para todos.
conocemos enseña Aristipo, las cosas sino únicamente el valor que ellas Frente al cambIO y dIversIdad de representaciones individuales inquiere lo.
pueden te~er para nosotros y nuestros estados sentimentales (pathée). Estos per:m-anente y común que todos tienen que . ~econocer. Indaga la physis
últimos son: reposo e indolencia, mov.imiento agitado y dolor, o delicado lógIca, y. la e~cuentra e,n el concepto. TambIen aquí enraíza el principio
vaivén y placer. Y entre ellos sólo el tercero es digno de aspiración (comp. en la eXIgen~I~; 1~ ~eona, en el postulado.
núm. 7, 9). y. a los VIeJOS fIlosofas habían tenido la sospecha de que el p e n s a r
16 No cabe duda que la teoría del conocimiento de Protágoras se alimenta en la
r ~ ? Ion a 1, f.uente de todo auténtico conocimiento, es algo esencialmente
escuela atomística de Abdera, para la que era esencial esta reducción d~ 10 cualítath;o dIstmto a la mterpretaci6n sensible y cotidiana del mundo y al usual y
a 10 cuantitativo (compárese parágrafos 4 y 5): claro está que el soflsta no se deja
arrastrar a las consecuencias metafisicas de esta teoría. ( El 17 ICodPárese, Fr. SaHLE~E;tMAcHER, tJber den Wert des Sokrates als PhilosoPhen
" va or e Sócrates como f1losofo). Obras Completas, III, 2Q volumen, pp. 287 ss.
8. El problema de la ciencia 85
l. La filosofía de los gnegos. El período antropológico
84
snobis'mo vano y las paradojas de los sofistas, con la arrogancia del saber
corriente parecer de las gentes; pero ni lógica ni psicológic,amente pudieron ~pare~te, co? la repeti~i?n irreflexiya. de los pareceres de la masa. Aquí
destacar diferencia de tanta significación. Sócrates lo conSIgue, porque ~m mtervIene Socrates decIsIvamente: aVIdo de aprender y mediante hábiles
prende otro camino: parte del resultado que se debe ,esperar ~el. ,P0slble pre~t.;nta~ desecha opiniones al, descubrir con inexorable rigor lógico sus
rendimiento del saber. El conocimiento que debe ser maS que opmlOu, ~ue defICIenCiaS, para llevar al atelllense orgulloso de su sabiduría al fin a la
debe valer para todos, no puede ser sino lo común que en todas las suce~IVas convic~ión de que .la c.o~ciencia de nuestra pro'pia igno-
representaciones se impone a los individuos: sólo la validez de, ge~erahdad y a n c I a e S e 1 r r 1 n c 1 p 1 o d e t o d o s a b e r. Con quien, después de
objetiva. Si, pues, debe haber saber, ~ste n<;> p~~de encontrarse, Sl:rt0 en la esto, pennanece en la conversación, empieza a elevarse en comunidad
coincidencia de todas las representaclOues mdlvlduales. Lo obJetr~Tamente de trabajo y seriamente a la determinación conceptual y tomando la direc~
general que hace posible la comunidad subjetiva de las representacIOnes, es ción .del diálog<;> conduce a su interlocutor, paso a pas~, al desarrollo de sus
el concepto (logos); la ciencia es, pues, pe n s a r con c e p t ~ a 1. .La propIOS p;nsamlentos, ahora exentos de contradicción; a la postre, le hace ex-
validez general del conocimiento es sólo posibl~ gracias a~ c.oncep~o ~l~ntíflco, presar dláfanamente lo que antes sólo había vislumbrado. Llamaba a esto su
que descubre lo común de todas las percepcIOnes y opmlOnes mdlvlduales. art.e espiritual de dar a luz y a aquella preparación,
Por lo tanto el objetivo de toda faena científica es la d e ter m i n a-
(j ión con c e p
t u a 1, 1 a de fin i ció n. El fin de la investigación es
su Ironla.
7. Pero el ro é t o d o m a y é u tic o tiene otro sentido positivo: en
fijar ti hékaston ein, lo que son las cosas; sólo así se alcanz~n, frente a la conversaci~n aparece la c o ro u n ¡. dad r a c ion a 1 a la que se some-
las cambiantes opiniones, los conceptos permanentes de los objetos. ten tod?s los mterlocutore.s, no. obstante sus divergentes opiniones. No debe
constrmrse el concepto, sm.o slffiplemente encontrarlo: está aHí; sólo hay
En cierto modo habían preparado esta doctrina los sofistas con sus investigacio-
nes sobre semántica sinonimia y etimología de las palabras. Los resultados de esta que desprenderlo del ropaje de las experiencias y opiniones individuales
:incipiente filosofia d~llenguaje (compárese PL';TÓN, Gratila) . ;ondujeron a.la pregunta donde se halla. Por eso, el pro c e di ro i e n t o del a con c e p t u a-
de si es algo natural o meramente convencIOnal la relacIOll que medm entre las c Ion s o c r á tic a e s e p a g ó g i c o o in d u c t i v o: mediante la
palabras y sus significaciones (physei ée thesei). q.ran éxito tuvo Pródi~o en la . ~eter. comparación de singulares pareceres y ~epresentaciones sensibles se eleva
minación del significado de los vocablos j el propIO Sócrates hace elogLOsa alusIOn de
al concepto gen~ral; en efecto, influye, decisivamente, cada una de las
:semejante sofista. ~reguntas encar,nmadas a descubrir la determinación conceptual, ya inqui-
Entre los posteriores sofistas el intento de S6crates de fijar conceptos se mezcla
,con la metafísica eleática y su postulado de la identidad del ser. Eucl,ides llamó a la nendo. ~asos an.alogos, ya bus~ando relaciones afines. El concepto así ganado
virtud o 10 bueno el único ser designado, por cierto, con los más dIversos nombres se yenÜca ponle~;Io de mamfiesto. si .e~ o no aplicable al problema inicial,
por la~ gentes, per~ en sí mismo 'invariable y pe~manente. ,?-ntís~enes define el concepto
:como el ser intemporal de las cosas,18 pero entlende esta Identldad del ser, exenta de objeto de reflexlOn; pero esto sIgmflca que la s u b s u n ció n del o
toda relaci6n empírica, en forma ~an unilateral, q~e a~~ba p';lr pen.sar qu~ el ver~a~~ro particular bajo lo general se eleva a función esencial
ser sólo puede conocerse por sí nusmo. Toda predlcaclOn es ImpOSIble j solo hay JUlClOS del con o e i m i e n t o c i e n t í f i c o.
"analíticos (compárese número 1 de este pará<rrafo). Según eso, únicamente lo com- Sin duda alg¡;na, ~l proceso inductivo tal. . como lo aplica Sócrates
· puesto es determinable conceptualmente; 10 0 ' 1 e no pue d
Slmp e d ~l " l D D e esto
llllrse.
último, en efecto, no hay comprensi6n. concept;IaI, s610 es sus:eptIble de 'presentarse (J.enofonte
. y Platon ~omclden ~? ello) es .todavIa imperfecto y defectuoso.
:a la actividad momentánea de los senttdos, ASl llegaron los C1ll1COS, parttendo ,d~ la Aun carece de la cIrcunspecclOn necesana para generalizar y del rigor
· doctrina socrática del concepto, a un sensualismo que dec~ara que 10 ~Imple y Qngma- metódico que exige la conceptuación. El prurito de llegar cuanto antes
~rio sólo puede cogerse con las manos y verse con los OJos: he aqUl el, fundam~nto al c<;>n~epto general, es .tan excesivo que, a menudo, se acepta un material
.de su oposición a Plat6n y de su materialismo tan rudamente combatIdo por este,
preclpItadament~ recogIdo, y el. con~encimiento de validez del concepto
6. La b ú s q u e dad e los con c e p t o s era para Sócrates lo ganado es tan flnne que se deCIde, sm más, el problema propuesto. Pero
'sustancial de la ciencia y lo que caracteriza, ante todo, la forma externa por muchas que puedan ser las lagunas de la teoría de la prueba de Sócra-
de su filosofar. El concepto es 10 que debe valer para todos: y es preciso tes, no menoscaban su significación histórica, Su doctrina de la inducción
buscarlo en lo común de los contenidos del pensamiento. Sócrates no es un n? posee tanto v a.1 ~ r ro e t e: d o 1 ó g i c o c u a n t o 1 ó g i c o y t e o r é-
'sabio solitario' tampoco un profesor ex cathedra, sino un hombre sediento tIC o - C o g n o s c 1 t I V o. Senala de una vez por todas decisivamente
'de verdad qu~ se instruye a sí mismo e instruye a los demás. Su filosofía es que la tarea de ~a ciencia resid~ en elevarse ~l concept~
·di a 1 ó g i c a y discurre en la conversación, la cual siempre está dispuesto gen e r a 1 ro e d 1 a n t e c o m par a CIÓ n d e he c h o s sin g u 1 a res.
a iniciar con el que la desee,20 Para la elucidación de los conceptos morales 8. Aunque Só~r~tes. ~etermina la ese. .nc~a de la ciencia como pensar
co~ce.ptual, reduce lllJustlÍlcadarnente los lImItes de su aplicación: según su
'brinda la oportunidad cualquier objeto de la vida ~otidiana. En y por el
·cambio recíproco de pensamientos hay que descubnr lo general; el dwlo- c;lter;o, aquella t::rea se cumple sólo en el territorio de la vida práctica, La
CI~nCIa es, atendIendo a su forma, determinación conceptual, y, a t e n-
,gismós es el camino hacia el lógos. Pero semejante diálogo choca a menudo
t:0n múltiples dificultades: con la inercia de las opiniones al uso, con el dIe n d o a s u o b jet o, é tic a.
Existe, no obstante, la esfera de los conocimientos de la naturaleza y
18 DIÓGENES LAERGlO, VI, 3: l6gos estín hotí een ésti deelóon, ~od?s los temas que a ella se vinculan, y si éstos, en cierto modo, son
19 PLATÓN, Teeteto 202 b. mdlferentes para la vida moral, no por eso deben descuidarse en absoluto:
, 20 AqqÍ se percibe el ~sti1o dialéctico de Zen6n. El diálogo lleg6 a ser para la
J
Entre las dos provincias de la realidad, empero,. existe una ~ e! a ció n al paso que Demócrito no experimentó el más insignificante influjo del gran
d e valor del mismo modo que entre las dos especIes de ConOClITllento. En sabio ateniense.
idéntica medida COlTIO el pensamiento, a' título de saber universalmente Demócrito acentúa, por exigencias exclusivamente teoréticas, la exigencia
válido, supera la percepción (s6lo capaz de proporcionar conocirni:ll,to ~e lo de que existe un saber y que éste, aunque no es posible encontrarlo en la
particular), así también supera el verdadero ser en pureza y ongmahdad esfera de la percepción, como dice Protágoras, puede suministrarlo el pensa~
la realidad de las apariencias y del acontecer. Platón,. por razones q.u e miento: el investigador de la naturaleza cree, frente a la sofística, en la
más tarde explicaremos, ha acentuado y llevado a sus últImas consecuenCIas posibilidad de una teoría explicativa de la realidad. Platón, en cambio, parte
esta relación, pero también aparece en Demácrito tanto en su teoría del de su postulado del concepto socrático de virtud. Sólo mediante un saber
conocimiento COlDO en su ética. ' riguroso puede alcanzarse la virtud. Ahora bien, saber es el conocimiento
Se aproximan, pues, los dos metafísicos al resultado a 9-u,e l~egaron los del verda~ero ser: por 10 tant.o, éste no puede ,hallarse en la percepción; sólo
pitagóricos, partiendo de sus hipótesis, a saber, la clara dIstmClón d~ dos el pensarmento es capaz de dIscernirlo. Para Platón se desarrolla la filosofía
especies de realidades, atendiendo a su rango. Sin embargo, la semejanza en consonan;i~ con el postulado socrático 3 de exigencias éticas; pero mien-
aquí apuntada no significa dependencia; de .!1inguna manera o~urre esto tras los socrabcos se preocuparon por darle a la teoría de la virtud como
can Demócrito, que siempre permaneció alejado de la interpretaCión astro- objeto de conocimiento, u~ fin práctico y general, a saber, lo bueno, 'el pla-
nómica de los pitagóricos; incluso en Platón se advierte un influjo insigni- cel', etc., Platón llega de mmediato a su posición metafísica poniendo de
ficante, pues, si es cierto que ha acogido el pitagorismo, no lo es menos relieve que el saber en que radica la virtud no puede ser otro (frente a las
que la representación que tuvo de una realidad superior (teoría de las Ide~s) opiniones, que instruyen sobre lo relativo) que el conocimiento del verdadero
posee un contenido muy diverso. Más bien hay que reconocer que el motivo ser, de la ousía. La teoría de la virtud postula una meta-
básico que provenía del concepto del ser de Pannénides, ha conducido en física.
estas tres doctrinas a una división bipartita del mundo (dos esferas de Los caminos se separan ya en este' punto. Para Demócrito era el cono~
realidad: superior e inferior). cimiento de lo real por antonomasia, como para los viejos metafísicos una
3. Este pragmático paralelismo, en los motivos de los sis- representación de un ser pennanente, pero capaz de hacer compre~sible
temas opuestos de Demócrito y Platón se prolonga todavía más. Al mundo la re.alid~,d empírica de 1<1; pe~cepción; su racionalismo tiene un propósito: la
de la percepción pertenecen, sin duda, las cualidades específicas de los sen- exph~aclOn ~e las apanen~las echando mano del pensamiento; e s un
tidos cuya relatividad se manifiesta advirtiendo que la misma cosa se presenta r a c Ion a 11 s ID o e s e n c 1 a 1ro e n t e t e oré tic o. Para Platón en
de distinto modo a los diversos sentidos. Pero l,lna vez que se descartan los cambio, tuvo el conocimiento de lo real por excelencia un objetivo ético
contenidos sensoriales, lo que permanece como objeto de conocimiento de la en sí; este conocimiento no puede ser sino la virtud y ésta no posee frente
verdadera realidad no son otra cosa que los c a r a c ter e s f o r m a 1e s al mundo de la experiencia otra relación que la de limitarlo. El verdadero
del a s c o s a s. Ambos pensadores -Demócrito y Platón- han desig- ser tiene para Demócrito el valor teorético de explicar las apariencias, para
nado, en efecto, al verdadero ser de las cosas como las "formas puras", Pla~ón el pr.ác~ic? de .s~r el. objeto de ~a virtud: la doctrina platónica es,
e s t r u c t u r a s, idéai. segun su prmcIpIo ongmano, un r a c Ion a 1i s m o e s e n c i a 1 m e n t e
Sólo que de hecho en estas designaciones, por demás sorprendentes, no é tic o.
se trata de otra cosa que de una comunidad de nombre: pues si Demócrito He alú por qué Demócrito no abandona la doctrina metafísica de la
por las idéai, que también llama schémata, entiende las formas de los s
naturaleza de la escuela de Abdera: convierte el a t o ID i m o con ayuda
átomos, y Platón por sus idéai o eidée, los conceptos genéricos, es f~cil de la psi~ología de los sofistas, en un amplio sistema. Sigue c~nsiderando
percibir que la afinnación aparentemente igual de que el verdadero ser reSIde Con LeucIpo que lo "verdaderamente real" es el espacio vacío y los átomos
en las "formas)', tiene en ambos pensadores un sentido radicalmente distinto. que dentro de él se mueven; por el movimiento de ellos, sin embargo, trata
También se ha puesto en tela de duda si es preciso reconocer una depen- de explicar no. ~ólo las apariencias cualita~i;ras y cuantitativas del mundo
dencia, respecto a esta teoría de las formas, del p ita g o r i s m o, quien corporal; tamb.1en toda suerte de hecho~ eS~lntuales; y, sobre estos supuestos,
ya había encontrado en las formas matemáticas la esencia de las cosas. La construye el S.l s t e m a del ID a ter 1 a 11 s m o. Platón, en cambio, llegó
exégesis contesta aquí afirmativamente. En todo caso semejante antecedente al resultado dIametralmente opuesto, por sus Íntimas relaciones con la doc-
común ha conducido en los sistemas que nos ocupan a resultados totalmente trina socrática, que, incluso en la determinación de la esencia del saber
distintos, y si es cierto que para ambos el conocimiento de los principios científico, fue decisiva.
matemáticos se encuentra en íntima relación con el conocimiento de lo 5. Sócrates había enseñado que el saber reside en con c e p t o s
verdaderamente real, no es menos verdadero que estas relaciones ostentan gen e r a 1 e s. Ahora bien, si para Platón este saber no es otra cosa en
un carácter muy diverso. oposición a las opiniones, que el conocimiento de la realidad verdadera
es pr~clso. ~o:r:ceder a,estos conceptos aquella existencia superior, aquella'
4. La afinidad hasta aquÍ desenvuelta de los dos racionalistas se pierde
bruscamente en cuanto se consideran, de cerca: los motivos que impulsaron esenCIa autentica que solo por el pensamiento se puede descubrir' nunca por
a ambos pensadores a superar el sensualismo de Protágoras y las consecuen- I a percepclOn.
" Las"estrlfcturas" de '
la d "
reah ad verdadera, cuyo conocimiento
cias que sacaron de esta tarea. La circunstancia decisiva de semejante diver,-
gencia se encuentra en que P 1 ató n f u e d i s c Í pulo d e S ó c r a t e s, 3 Del modo más claro 10 expone el M en6n~ 96 s.
96 l. La filosofía de los gnegos. El período sistemático 10. El sistema del materialismo 97
se identifica con el de la virtud, no son otra cosa que los conceptos gené- verd~dera realidad, el mundo multifonne de la experiencia. Ningún otro
ricos: eidée. Con esta identificación gana el concepto platónico de la 1 d e a valor que el teorético posee el ser de los atomistas, esto es, el espacio y los
su integral contenido. Así entendida, representa la t e o ría p 1 ató n i e a corpúsculos que en él deambulan. Se trata de hacer comprensible 10 perci-
del a s 1 d e a s el punto más elevado de la filosofía griega: en ellas se bido: es necesario pensar de tal modo la verdadera realidad que pueda
atan todos los cabos de las precedentes doctrinas que parcialmente se habían explicar la realidad aparente, haciendo ver que ésta no es otra cosa que
preocupado por descubrir ora ~l principio qu~ rige l~ na!uralez.~, ora el que una realidad derivada,! cuya estructura se encuentra, sin embargo, en rela-
regula la vida moral, ora, en fm, el que presIde la CIenCIa (arJ-ee o phySLS). ción con la permanente verdad. De ahí que haya advertido Demócrito, que
En efecto, en la Idea platónica" el concepto genérico es, el ser pe~manente el pensamiento tenga que buscar la verdad partiendo de la percepción
en el cambio de las apariencias; el objeto del saber en el cambIO de las misma? Está muy lejos de construir su racionalismo a espaldas de la expe-
opiniones y, el verdadero fin en el cambio de los deseos. . riencia, o en oposición a la experiencia. El pensar descubre, analizando
Pero no es posible encontrar esta ousía en el mundo de las percepclOnes: la percepción, aquello que puntualmente la explica con exactitud. Como se
y en ese mundo todo es corporal. De ahí que las Ideas s~an alg~, por ha dicho ya, las soluciones conciliadoras trataron de superar la paradoja
esencia, diverso al mundo de los cuerpos. La verdadera realIdad es mcor- eleática del acosmismo. Pues bien, en Demócrito este motivo de superación
pórea. La escisión conceptual de lo real alcanza su más alto grado de se convierte en principio definitivo de la metafísica y de la ciencia natural.
rigidez: la inferior realidad del acontecer (génesis) que const~tuye el objeto Por desgracia, se: ignora cómo entendía esta esencial relación entre realidad
de la percepción, es el mundo de los cuerpos; la suprema reahdad del ser, a y apariencia y cómo trató de derivar el conodmicnto de lo real partiendo
la que el pensamiento aspira, la verdadera esencia (ousíl!)' es el mun~o de la percepción.
incorpóreo, inmaterial: tópos noetós. Por tales razones, el SIstema de Platon Como ya enseñaba Leucipo, también para Demócrito, positivamente, la
se convierte en un i n m a ter i a 1i s ID o o, como lo llamamos de acuerdo explicación teorética de los contenidps de la percepción, reside en redu-
con la signific?lción de la palabra "Idea", en un i d e a 1i s ID O. cir todas las apariencias a la mecánica de los átomos. Lo que le parece
6. El sistema platónico representa quizás el enlace de proble:n:as de a la conciencia variación cualitativa (allojoúmenonJ., no es en verdad sino
más gran estilo que ha visto nl~nca ~a histor~a: la doctrin:: de. ~emócnto, en relación cuantitativa de átomos (situación y movimiento de los mismos).
cambio está dominada por el mteres exclUSIVO de la exphcaclOn de la natu- La tarea de la ciencia no es otra que red u c i r t o dar e 1 a ció n
raleza. Por copiosos resultados que, para sus objetiv?s, haya pod,ido. alc~nzar c u a 1ita t i v a a r e 1 a ció n c u a n t ita t i v a y de hacer ver ponne-
ésta resultados que volverán a ser tomados en una epoca postenor mclmada norizadamente qué detenninaciones cuantitativas de la realidad absoluta
al ~arácter de ella, y, entonces, lograr su desarrollo más fructífero,. lo provocan los estados cualitativos de la realidad aparente. Aquí s,e involucra
cierto es que fue superada tanto más por el idealismo, cuanto más la doctrma claramente el p r e j u i c i o in tui t i v o de que la determinación espa-
de Platón satisfacía las necesidades del momento y tanto más unificaba el cial y el movimiento son algo más simple y n:ltural y menos problemático
total rendimiento del pensamiento anterior. Tal vez ofrezca el sistema plató- que la determinación y variación cualitativas. Demócrito ha elevado a prin-
nico más puntos vulnerables a la crítica inmanente, que el de Demócrito; cipio de explicación cosmológica, con ejemplar energía, el referido prejuicio.
pero la filosofía griega veía en este último una vuelta a la cosmología del En tanto se lleva este principio con rigor sistemático al ámbito entero
primer período y, por otra parte, la doctrina de Platón no podía menos de la empirie, también es mera a par i e n c i a para el atomismo la vida
de llegar a ser el sistema del futuro. psíquica y sus determinaciones positivas y valores; de ahí que la teoría
explicativa tenga que fijar la forma y movimiento de los átomos que produ-
cen las vivencias subjetivas. Así se eleva la materia al rango de la verdadera
10. El sistema del materialismo y propia (etéi) realidad, rebajando la vida espiritual a la categoría de una
realidad derivada. Con ello el sistema de ,Demócrito toma el carácter de un
Explicar omnicomprensivamente el mundo de las apariencias dado en expreso y consciente m a ter i a 1i s m o.
la percep~ión, echando mano, de un riguroso, c~nocimiento de l~ ((verda: 2. Tocante a ideas específicamente f í sic a s, la doctrina de Demó-
dera" realIdad, esto es, de los atomos y su movnmento en el espaclO: de ahl crito no difiere en principio de la de Leucipo, pero es más sutil en múltiples
el carácter sistemático de la filosofía de Demócrito. Es muy probable (así lo aspectos. Desde luego acentúa la necesidad mecánica del acontecer univer-
dejan ver los títulos de sus obras) que este Abderitano intentara semejante sal, que ahora designa con los vocablos de anágke y logos. En dos postulados
tarea mediante un análisis exhaustivo de la experiencia. (Lo mismo los encierra el principio del mecanismo: 19, sólo por obra del cho-
problemas de la ciencia natural que los de la psicología han ocupado su que es posible la acción de unos átomos sobre otros;
atención). y tanto más es de lqmentarse que la mayor parte de sus obras
haya desaparecido y que lo que se conserva, además de las noticias indirectas 1 Uría expresión muy adecuada para designarlo es diasóozein ta fainómena.
de su filosofía, sólo permita una reconstrucción hipotética de los conceptos Compárese también ARrsTóTELES~ Gen. et Corro 1 8 335 a.
2 D e a.h'1 s~ postu1a do de que la verdad se conoce
' , en el ámbito de las percepcio~
fundamentales de su sistema -una reconstrucción, por cierto, que seguirá nes: por ejemplo, ARIST., De Anima, J, 2, 4,04 a, 27. ,Querer atribuir de allí un
siendo incompleta y dudosa. "sensualismo" a Dem6crito como 10 quiere E. JOHNSON (Plauen 1868) es absurdo:
1. Hay que admitir que Demócúto vio con perspicacia que el proble- contradice las noticias de su posición frente a Protágoras y sobr~ todo la penetrante
ma de la ciencia consiste en explicar conceptualmente, partiendo de 1a exposición de Sexto Empírico. -
7
98 l. La filosofía de los griegos. El período sistemático 10. El sistema del materialistflo 99
29, e s t a a e ció TI e s ro e r o ro o v i ro i e n t o d e á t? ro o s. Los áto- mócrito dio a la doctrina protagórica al aprovecharla para sí. En efecto,
mos mismos conservan idéntica su estructura en los camblOs del acontecer. mientras el sofista veía en todas las propiedades algo relativo y secundario,
Los elementos de Demócrito no poseen otros ~aracteres. 9.ue los de la consideró el Abderitano que solamente las cualidades sensoriales tienen el
corporeidad, esto es, capac~dad de .~cultar el espac,lO,. y. movIlIdad. ~u~que referido carácter; en cambio, descubre que frente a éstas hay determina-
son imperceptibles, es precIso admItIr, que pos~en mfmüas formas (lde~t o ciones cuantitativas, primarias y absolutas.
schémata). Su tamaño es parte en clerto sentIdo de su. estruct:ura, y esta 3. Las propiedades secundarias dependen de las primarias, pero no
gracias a la cual se distinguen entre sí: sin emb~rgo, la mIsma !arma es~ereo sólo de ellas j en más alta escala están condicionadas por la situación del
métrica, por ejemplo, la de la esfera, se da en dlferentes tamaI:os. La dImen- sujeto que percibe. Este, el a l m a, en el sistema del atomismo, es sólo un
sión de los átomos está en razón directa de su masa? pues el ~lgno de lo re~l complejo de átomos. Sin embargo, estos átomos son de na t u r a 1 e z a
es la materialidad y el carácter de, llenar, e~ espacI':, En eVl~en~~ ~nalog¡a í g n e a y, como tales, los más finos, ligeros y resbaladizos. Se encuentran
con los hechos perceptibles de la vIda cotIdiana, estIma Democnto que la esparcidos por el mundo entero; de ahí que los animales, las plantas y otras
pesantez (o ligereza) de los átomos depende del tam~ño de ello~, Cuando cosas sean seres animados; pero en máxima proporción se acumulan en el
piensa en la mayor o menor, pesadez (bary y kouphon) de l,?s atamos, no cuerpo humano, Aquí, en efecto, cada átomo ígneo se mezcla con dos
se refiere al fenómeno de la gravedad (caída de los cuerpos) , SInO e~cluslva4
de especie diversa durante la vida; esta mezcla vital se conserva por obra de
mente al grado de su mO,vi,lidad mecár;ica o !nercla: en la respiración.
la rotación de los complejos atoIIllCOS las partes mas pequenas se desplazan Con estas hipótesis (que, como se ve, recuerdan viejos sistemas), explica
hacia afuera, las más pesadas e inertes hac~a el, centro,
5
" Demócrito el mundo de la apariencia. Gracias a la acción de las cosas
Estas comunes propiedades como determmacIones meta!lsIcas s,e comu- sobre los átomos ígneos (el alma) se produce la percepción y con ella las
nican a las cosas compuestas de átomos, Su ...forma y ~amano prO'~/lenen de cualidades secundarias. La realidad 4-parente es un producto necesario de
las simples agregaciones de la forma Y: taro,ano de los atom?s, que las ,cons- la realidad verdadera. De este modo Demócrito acoge y perfecciona la doc-
tituyen: sin embargo, en este caso la merCIa ,no depende solo de la ?-II~en trina de la percepción de sus antecesores. Las emanaciones (compárese
sión sino también del espacio vacío, que eXIste entre las masas ato~lcas, parágrafo 6, 3) de las cosas que ponen en movimiento los órganos en y por
esto' es,-de la mayor o menor den s ida d, Y su~sto que e~ ~esplazamlento los átomos ígneos, los llama ídolos (éidoola) y no son sino c o pi a s infi-
de las partículas está condicionado por esta ultuna, es facrl comprender nitamente pequeñas de las cosas.' La acción de los ídolos sobre los átomos
que las propiedades de s o 1 i d e z y 1 a X i t u d pertenezcan a la verdadera ígneos es la percepción; la mejor percepción es la más semejante al objeto
realidad, , 1 percibido. 7 Ahora bien, puesto que la presión y el choque son el principio
Todas las demás propiedades no convienen a las cosas en Slj sor; as de toda mecánica atómica, el t a c t o es el más originario de todos los
meras formas como los átomos externos afectan a los órganos d~ los sentIdos; sentidos. No todos los órganos pueden recibir toda suerte de ídolos: es preciso
son los estados subjetivos de la percepción, Sin embargo, semejantes hechos que la forma y movimiento de éstos corresponda a la naturaleza de aquéllos.
de conciencia están condicionados por las cosas que los provocan; cosas He aquí la doctrina de la energía específica de los ór-
g a n o s s e n s o r i a 1 e s, perfeccionada grandemente por Demócrito. De
q ue , a su vez, son el resultado de la combinación mecánica de los átomos que
las integran,O , ' e~la se ;Iesprende que hay cosas cuyas :manaciones no pueden afectar a
Al paso que f o r m a, d i ID e n s i ó n, i n e r c 1 a, den s Ida d Y, ~ a- CIertos organos y que, por lo tanto, son Imperceptibles para el hombre. Sin
lid e z son etéi (en verdad) propi~dades de las cosas, tod? lo percI~ndo. embargo, puede darse el caso de que sean asequibles a "otros sentidos".
por los sentidos como color, s o n Ido, o lar y :" a bar solo son ,nomoz E s t a do c tri n a del o s Í d o los pareció muy plausible a los pen-
o thései esto es cualidades aparentes, Esta doctrma, como es sabido, se sadores de la antigüedad. Trataba de justificar la opinión, aún hoy aceptada
renueva' en la filosofía del Renacimiento (compárese parágrafo 31, 2), por muchas gentes, de que las percepciones Son "copias" de las cosas. En
Entonces se designan aquellas propiedades res~ectivamente con los n~m efecto, la idea de que nuestras impresiones reproducen en miniatura las
bres de cualidades primarias Y cualIdades s:c~ndarlas cosas externas, no perdió para muchos su aparente verdad merced a que
del a s c o s a s. Aquí es recomendable el u~o, de e.stos te:n:-mos ya que no se profundizaba el problema de cómo las cosas emiten por el mundo sus
corresponden por completo al sentido metaÍlslco-eplstemolog1co que De- imágenes infinitamente pequeñas. La propia psicología fisiológica ha visto
con aplauso semejante doctrina, cuyo influjo sobre determinadas escuelas
:3 Para 10 Que sigue hay que comparar la extensa exposici6n de TEOFRASTO, De de la filosofia moderna (Locke) es indudable,
Sens. 61 ss. (Doxogr, D, 516). " b d" d La importancia conceptual que tiene para el sistema de Demócrito la
<\, No se sabe a punto cierto si Dem6crito supuso que t~mblen esta a co.~ lC!Ona o
or la masa de los átomos el movimiento intrí~seco de estos en. pro.porclOn mversa teoría de los Ído~os, ,~s que con el~a se intenta ~escribir la percepción como
~ su velocidadj en todo caso quedan comprendIdas estas determl:JaClones de~trod.t,.e un m,er? m.o v l,m 1 e n t? d e a t o m o S. CIerta ruptura del monismo
la acci6n mecánica de los átomos. Lo q1fe es más grande se deja mover mas 1 1- materIalIsta ImplIca ya, SIn embargo, ver en el percibir como actividad
cilmente' 10 que es más ligero, al contrarlo. . . . psís¡uica algo específicamente diverso al movimiento atómico externo' pero
5 C~mpárese ~ara esto A, GOEDEKEMEYER~ Die N a~urphilosophte E1!tkurs m
es mnegable la agudeza de observación y análisis que' ha puesto en 'juego
ihrem Verhiiltnis zu Demokrit (La filosofía natural de EplCurO y sus relaCIOnes con
Demócrito). Estraburgo, 1897.
o Compárese ARISTÓTELES, Gen. et Corro 1, 2, 315 b 6, 7 ARISTÓTELES, De An, 1, 2, 405 a 8.
11. El sistema del idealisrno 101
100 l. La filosofía de los gnegos. El período sistemático
de su psi~ología, se planta en el ID i s In o P u n t o d e v i s t a in t e~
el filósofo de· Abdera, para explicar los movimientos peculiares que deter~ l.e c. t u a 11 s t a de S ó ~ r ~ t e s; también él concibe los valores del cono-
minan las percepciones de los sentidos. c~Z;l1e~to a m~n~ra de dIgnIdades éticas de .la voluntad. Así como la percep-
4. Es interesante advertir cómo la psicología materialista de Demó- Clan solo sumlUlstra las ~scuras representaclOnes de la apariencia, del mismo
crito ha sucumbido a la misma deficiencia que la de los metafísicos que m0;I0 ~l placer p~OdUC1~O por la conmoción de los sentidos es relativo
preceden a la sofística (compárese parágrafo 6): también se ha visto (nom.ot), oscuro, mconscl~nte, falaz X engañ?so. ~l verdadero placer, en
urgida en cierto modo de borrar la oposición epistemológica entre percep- cambIO, aquel al que por naturaleza (jJhf\lsez) aspIra el sabio es 1 d'
ción y pensamiento. Puesto que la vida psíquica es movimiento de átomos moma, , e1 f'm f'~na1 ( te'1 os) J la J:?edida (auros);
, ,
pero éste no puedea encon~
eu at-
ígneos y todo mov.imiento se produce por contacto y choque, es preciso trarse. ~n l?s blene.s ~xternos, m en la satisfacción de los sentidos, sino en
explicar el p e n s a r como un efecto de lo verdaderamente real sobre estos aq~e} ntrruco I]10vrrnle~nto de la conciencia (euestóo) J en aquel cadencioso
átomos, a saber, a modo de una emanación de ídolos. Psicológicamente ha- valVen de. los atomos Igneos. que hace posible la recta comprensión de las
blando, el pensamiento es lo mismo que la percepción; acción de ídolos cosas. Umcamente ella confIere al alma medida y armonía (symmetría)
sobre átomos ígneos; la diferencia sólo proviene de que en la percepción la pres~rva de la~ pasiones, (athaumasía) y le comunica aquella seguridad
los ídolos de los complejos atómicos son relativamente toscos; el pensamiento, y seremda¿ propiaS del sablO (ataraxía, athambía),' el mar tranquilo del
en cambio, se origina por un contacto de átomos ígneos con los más sutiles ~lma (galeenee) que :p~r obr~ d~l. conocimiento domina toda suerte de pa-
ídolos, a saber, los que representan la estructura atómica de las cosas. slOn~s. Verdade~a. felICIdad slgmÍlca reposo (heesujía), y el reposo trae
Cuanto más extraña y fantástica parece esta doctrina, tanto más se. ve conSIgo ~l conoclm:en.to. De est; modo convierte Demócrito el ideal personal
el sentido sistemático de derivarla de los supuestos materialistas de su PSICO- de su. vI.da en. el ul?~o eslabon de su sistema: la investigación pura. El
logía. La teoría desconoce el interno e independiente mecanismo de las mat~~Iahsmo slst~matlC? desemboca, pues, en una noble y elevada con-
representaciones; sólo por movimientos de átomos explica las vivencias sub- cepclOn de la ;llda i ~m embarg?, l~eva impreso un rasgo característico
jetivas. De ahí que se interpreten también como "choque" las falsas imágenes de la moral delllummlsmo: el SOSIego del alma que acarrea el conocimiento
psíquicas y se busque para comprenderlas los ídolos que las provocan. El es un placer pe:;so~al; y donde las doctrinas éticas van más allá del individuo,
sueño, por ejemplo, se explica por éidoola que, o penetran al alma, en estad? descubre D~mocnto valores de noble linaje sólo en la amistad esto es la
de vigilia, sin producir acción alguna, desde luego debido a su débil mOVI- mutua r~laC1ón ~e l<;>s propios individuos; frente al Estado asum'e el filó;ofo
miento, o llegan a los átomos ígneos a través de los sentidos duran~e el una actItud de mdlferencia.
propio sueño; la acción secreta de unos hon1bres sobre otros es concebIble;
incluso la creencia en dioses y demonios puede encontrar aquí algún funda-
mento, si se les imagina como figuras gigantescas que deambulan en el 11, El sistema del idealismo1
espacio infinito y de las que emanan sus correspondientes ídolos.
Para Demócrito, pues, reside el "auténtico conocimiento" en aquel El nacimiento y configuración de la t e o ría p 1ató n i cad e 1a s
movimiento de átomos ígneos que por la acción de los más pequeños y sutiles 1 d e. a s .es uno de los acont:cimientos más significativos y fructíferos de
reproduce los ídolos de las cosas en la conciencia. Pero este movimiento la hlstOY1a entera del pensamlento europeo, pero también uno de los pr ..
es el más apacible, el más suave, el más delicado, el más próximo al reposo. blemas más complicados y difíciles; a esto hay que añadir, en la tarea 3e
De este modo llega a determinarse cuantitativamente -en la más completa comprenderl.a, los natural?; obstáculo~ que trae consigo la tradición literaria
armonía con el sistema- la antítesis entre percepción y de que. s~ dIspone .. Los dIalogas platomcos exhiben la filosofía de su autor
p e n s a m i e n t o. Los ídolos más tascos de las cosas ponen en brusco en un mmterrumpld~ ,progreso que se e~tiendé a lo largo de medio siglo;
movimiento los átomos ígneos originando la "oscura intuición", propia y d~d.~ que. la suceSlOn de los pensamIentos no puede fijarse' ni por la
del percibir: los más sutiles de los ídolos, en cambio, imprimen a los átomos tradlclOn, ~11, m~cho me~o~ por exte~nas características, es preciso echar
ígneos aquel apacible y cadencioso movimiento peculiar del pensar que hace mano de hlpotesls pragmatlcas. Ademas, el aspecto estético de las obras en
posible la "recta comprensión" de la estructura atómica de las cosas. De las que Platón, con. soberano a~bitrio, bajo la máscara del interlocutor
ahí que se oponga el Abderitano a la idea de que la percepción sea la I:ropone problemas: .mtenta solUCIOnes y resuelve dificultades, impide des-
fuente de la verdad y persuada al investigador a apartarse del mundo lmdar la responsabIlIdad de aqu~l~~s que emiten las ideas en pugna.
de los sentidos; sólo cuando se reprimen los movimientos bruscos, adquieren 1. No hay du~a que la Oposl~lOn entre ,S~crates y los sofistas constituye
predominio los parsimoniosos; el agitado vaivén de los átomos ígneos acarrea el p~~to de. partIda del pensamIento platomco. Los primeros escritos de
las falsas representaciones (allophronein).s Platon descnben, llenos de ternura y amor, la doctrina de la virtud del
5. Demócrito funda su do c tri n a é tic a sobre esta oposición cuan- m~:stro; no llegan a resultados positivos, pero dejan entrever sus propósitos
9
titativa del impetuoso y apacible, del agitado y suave movimiento. Llevado cp~~cos: y~ se advierte con creciente agudeza y clara conciencia de la po~
slfl0~ propIa, la lucha de la. teoría social y científica de los sofistas. La crítica
8 TEOFRASTO, De Sens. 58 (Dox, D. 515). p atonlca parte en lo esenCIal del postulado socrático: reconoce la relativi-
9 La proximidad a la teoria- de Aristipo es tan evidente que ni siquiera se ha
podido eludir la hip6tesis de la relaci6n causal apuntada. Pero tal hip6tesis debe
buscarse más bien en la común dependencia de Protágoras que en influjos reciprooo!l 1 En este sentido concibe el Teeteto la crítica de la sofística.
entre atomismo y hedonismo.
102 l. La filosofía de los griegos. El período sistemático 11. El sistema del idealismo 103
dad del conocimiento sensible conforme al aserto de Protágoras, pero en- o una parecida se encuentran a gran distancia del Platón histórico. Que lo
cuentra que es insuficiente para fundar una filosofía de 'la virtud. 2 Las 6ntoos ón alude a una realidad metafísica, no sólo lo indica expresamente
opiniones no suministran el saber que la virtud exige, ya que se originan el mismo Platón, no sólo el más grande de su~ discípulos, Aristóteles, cuyo
de los estados cambiantes del sujeto y objeto, poco importa que, incluso, juicio merece más confianza que todas las opiniones modernas, por su ex-
sean el producto de una meditada reflexión y justificación de tales percep- posición y polémica de la doctrina del maestro; también lo confirma el
ciones; 3 el referido saber tiene un origen y objetos de conocimiento asaz hecho de la enorme significación histórica del platonismo para la filosofía
diversos. Del mundo corpóreo y sus rnudablcR hechos ~Platón comparte y religión durante la Antigüedad y el Medioevo. La escisión conceptual
durante toda su evolución este postulado protagórico- no hay ciencia, sólo entre realidad incorpórea y realidad corpórea (compárese adelante núm. 5)
percepciones de valor relativo: la ciencia tiene como objeto de investigación Y sus naturales consecuencias para la metafísica del futuro, se comprende
un mundo inmaterial) que debe existir frente al mundo de los cuerpos, del de suyo, y explicar éste su incalculable influjo por un malentendido de
mismo modo como el conocimiento existe frente al de la opinión.4 Aristóteles, del que debería haber participado toda la Antigüedad, es una
Por vez primera en la historia del pensamiento se admite expresa y clara osadía de incomprensión histórica.
conscientemente una r e a 1 ida d i n m a ter i a 1 y es claro que se trate Más bien son las Ideas para Platón e 1 s e r in c o r p ó r e o, s u s-
de hallarla mediante un saber supraempírico, mediante una actividad espi- e e p t i b 1 e d e s e r con o cid o por los con c e p tos. Puesto que
ritual desembarazada ,del mundo de la materia. Todo esto en armonía con éstos, espina dorsal de la ciencia, según Sócrates, no se dan en la realidad
una exigencia ética. En efecto, el concepto de la inmaterialidad no tiene aparente, es preciso que formen parte de una "segunda", "otra" reali-
desde luego para Platón el propósito de explicar las apariencias empíricas, dad. Semejante realidad inmaterial se comporta con la material como el
sino el de garantizar un objeto de conocimiento y querer morales. Esta ser con el devenir, como lo permanente con lo mudable, como lo simple con
inicial metafísica idealista 5 nace sin buscar contacto con el mundo de las lo múltiple, en una palabra, como el mundo de Parménides con el de He-
apariencias, sin tener relación con aquellos sistemas cosmológicos vueltos ráclito; la arjée ética, la lógica y la física son una y la misma cosa. En este
hacia la naturaleza; se encuentra por completo en una nueva, original ruta: punto se anudan todos los hilos de la filosofía precedente.
es un e 1 e a t i s m o in m a ter i a li s t a, que ve en las Ideas el ver- 2. Si las Ideas deben ser "algo diverso" del mundo sensible, es también
dadero ser sin preocuparse por el mundo del devenir, abandonado a la absurdo intentar descubrirlas en los meros contenidos de la percepción; allí
percepción y a la opinión. 6 no pueden arraigar ni existir. Con esta separación más radical de ambos
Sin embargo, hay que huir de toda una gama de malentendidos 7 que mundos se torna la teoría del conocimiento de Platón mucho más racio-
identifican- el concepto platónico de la inmaterialidad (asóomaton) con los nalista que la de Demócrito; incluso va más allá en este sentido que la
hechos psíquicos o espirituales, según opinión moderna sobre el particular propia doctrina socrática. Al paso que ésta buscaba lo general inductiva~
fácilmente aceptada. Para Platón las funciones anímicas pertenecen al mun- mente partiendo de opiniones y pareceres de hechos singulares y reconocía
do del devenir del mismo modo como las del organismo y de los demás que los caracteres comunes de las cosas se dan en ellos, Platón no interpreta
cuerpos; por otra parte, en el reino de la verdadera realidad aparecen al el proceso de la inducción en semejante forma analítica. Para él, la per-
lado de las formas de lo corpóreo y de las propiedades y relaciones em- cepción no es otra cosa que mero acicate que estimula el alma a la búsqueda
píricas, las formas e Ideas de las vivencias psíquicas. No es platónica la del concepto, al conocimiento de las Ideas.
identificación de espíritu e incorporeidad, la contraposición entre mundo Expresa el referido principio racionalista afirmando que el con o-
anímico y corpóreo. El mundo inmaterial de que habla Platón, no es el c i m i e n t o f i los ó f i c o e s re c u e r d o (anámnesis). Con el teore~
mundo de 10 espiritual. ma de Pitágoras, a manera de ejemplo, hace ver!) que el conocimiento
Este mundo incorpóreo tampoco es un reino de formas lógicamente de- matemático no se deriva de la percepción sensible; que ésta sólo ofrece la
terminables como pretende la exégesis ingeniosa de Lotze, 8 según la cual ocasión para que el alma recuerde algo que ya ha existido con anterioridad
las Ideas platónicas no serían una realidad de orden superior, sino "valo- en ella, esto es, un conocimiento supratemporal y racionalmente válido. Lo
res"; su esencia no se identificaría con el ser sino con el "val e r ' '. prueba haciendo notar que las relaciones matemáticas no son dadas en la
Semejante interpretación guarda estrecho vínculo con la moderna teoría del realidad corpórea y que el conocimiento de ellas se origina en nosotros
conocimiento fundada por Kant y lleva consigo la pretensión de represen- sólo bajo el estímulo de percepciones, parecidas a los propios principios geo-
tar secularmente el platonismo. Hay que advertir, empero, que tal exégesis métricos. Platón, empero, ha extendido a todo el ámbito del conocimiento
científico estos pensamientos que de modo tan perfecto valen para la ma-
2 doxa aleethées metá logou. Teeteto, 210 e. (Tal vez una f6rmula de Antís_ temática.
ten es. )
3 ARISTÓTELEs"Met. 1, 6, 987 a 32, XIII, 4, 1078 b '12. La circunstancia de interpretar tal reflexión sobre lo racionalmente ne-
4 Como aparece expuesta en los diálogos Fedro y Banquete. cesario como un "recuerdo", pone de relieve que Platón no admite que la
5 Hasta en los últimos diálogos plat6nicos aparecen reflexiones sobre la ciencia actividad de la conciencia sea creadora y capaz de producir sus diferentes
natural. contenidos. En esto procede como todos sus predecesores. He aquí una li-
6 El sentido que los neopitag6ricos y los neoplat6nicos (compárese, adelante,
19, 4), dieron a la teoría de las Ideas ha favorecido esta suerte de malentendidos. mitación teorética de toda la psicología griega: en alguna fonna debe darse
7 LOTZE, Lógica (1874), parágrafos 317 ss.
R M enón, 80 s. \) Fedro, 246 "-
104 l. La filosofía de los grzegos. El período sistemático 11. El sistema del idealtsmo 105
al alma el contenido de las representaciones. Ahora bien, si las Ideas no encuentra ahora Platón que los objetos de la experiencia sólo en cierto
se ofrecen en la percepción y, sin embargo, las encuentra la conciencia al grado corresponden a sus conceptos genéricos y que éstos Son ideales lógicos
lado de ellas, es inconcuso que las ha recibido el alma con anterioridad. que nunca realizan sus ejemplares empíricos, exhaustivamente. Para des-
Para elucidar semejante recepción echa mano el filósofo de un mito: 10 cribir tal vínculo le sirve el concepto de imitación (11!-ímeesis),' pero al
el alma ha contemplado las formas puras de la realidad en el mundo mismo tiempo se conviene en que aquel segundo mundo, el de las Ideas
inmaterial antes de habitar el cuerpo, y la percepción de objetos empíricos incorpóreas, debe ser un mundo más elevado, más originario, más perfecto.
semejantes (según la ley general de la asociación y reproducción),l1 evoca El pensamiento así fonnulado involucra más bien apreciaciones de valor
el recuerdo de aquellas imágenes olvidadas en el ajetreo cotidiano de la que postulados metafísicos; de ahí que Platón trate de caracterizar desde
vida terrestre: de aquí nace el a f á n f i los ó f i c o, e 1 a m o r del a s otros puntos de vista aquella relación. La extensión de un concepto genérico
I d e a s (éroos), por obra del cual el alma se eleva de nuevo al cono- abarca una diversidad de cosas. Cada cosa, en otras palabras, no representa
cimiento de la verdadera realidad. Aquí también se patentiza, como en sino una parte de su extensión. Puede decirse, por lo tanto, que cada uno
Demócrito, que todo el antiguo racionalismo determina las posibilidades de los objetos empíricos participa de la esencia general de la Idea, tiene
del pensar en analogía con las percepciones sensibles, sobre todo, de las participación (méthexis) en ella. Pero ésta no es permanente: las cosas
ópticas. se transforman sin cesar, van perteneciendo a diferentes Ideas. Sería, pues,
Lo que es en la doctrina de la forrnación del concepto, de Sócrates, adecuado llamar a esta renovada participación con el nombre de actualidad
método inductivo, se convierte ahora en intuición evocativa (synagoogée, ( parousia),' el concepto general está presente en la cosa durante el tiempo
synopsis), en una más pura y elevada concepción de lo real. Pero ésta que puede retener las propiedades intrínsecas de la Idea. Las Ideas vienen
busca, estimulada por una diversidad de percepciones sensibles, una plura- y van, y comunicándose o alejándose de las cosas, provocan las variaciones
lidad de Ideas j de ahí que la ciencia se proponga la difícil tarea de des- cualitativas de éstas que la conciencia percibe.
cubrir las múltiples Ideas y sus m u t u a s re 1 a c ion e s. Esto significa Todos estos pensamientos, empero, tienen para Platón interés secunda-
un segundo avance de Platón sobre Sócrates, especialmente importante por rio: lo que le preocupa sobremanera es la esencial distinción entre mundo
el intento de fijar la c o TI e x i 6 n 1 ó g i cad e los con ce p t o s e n- ideal y mundo corpóreo y .la supuesta dependencia de éste respecto de
t r e s í. Se trata de estatuir las relaciones de subordinación y coordina- aquél. 15 La convicción de que el verdadero ser que exige la virtud sólo
ción de ellos: la división de los géneros en especies tiene gran importancia se alcanza por un conocimiento conceptual, sigue siendo lo esencial de su
en su doctrina; 12 también se discute el problema de qué conceptos son tarea.
reductibles o no a otros; 13 Y como recurso metódico recomienda la dis-
quisición hipotética de demostrar si un concepto dado, por la aplicación A. PEIPERS, Ontoloaia Platonica (Leipzig, 1883).
de sus posibles sentidos, puede reducirse a otro de antemano conocido. 14
Platón designa con el nombre de di a 1 é c tic a esta suerte de ope- 4 .. Pero el interés lógico-metafísico que Platón lllJerta en la doctrina
raciones lógicas merced a las cuales se descubren las Ideas y sus mutuos socrática lo lleva, positivamente, mucho más allá del maestro. Las deter-
vínculos (koinoonía). Lo que en sus escritos se encuentra además de esto, minaciones comunes que descubre acerca de la esencia de las Ideas valen
tiene enteramente un carácter metodológico, y no lógico. para toda s u e r t e d.e con c e p t o s gen é r i c o s, y el mundo inma-
terial poblado de paradigmas, para el conocimiento exhaustivo de la ex-
J. STENZEL, Studien zur platonischen Dialektik (Estudios sobre la dialéctica periencia. Tantos conceptos genéricos, tantas Ideas: también para Platón
de Plat6n) (1917). son incontables las "formas puras". De ahí que sea justa la crítica que
3. La caracterización del conocimiento a modo de "recuerdo" conecta hace ver que el mundo de las Ideas de Platón es una vez más el mundo
con la doctrina del filósofo acerca de la r e 1 a ció n del a s I d e a s de la experiencia pensado en conceptos. 10
con e 1 m u n d o del a e x p e r i e n cia. Entre el elevado mundo de Según el primer bosquejo de la filosofía platónica, de hecho hay Ideas
la ousía y el inferior de la génesis, entre el ser y el devenir, encuentra de todo lo posible: de las cosas, de las propiedades y de las relaciones, de
Platón la misma relación de semejanza que media entre los paradigmas lo bueno y de lo bello no menos que de lo malo y de lo feo. Puesto que
( paradeígmata) y sus imágenes (eidóola). También aquí se revela un fuerte se conciben las Ideas a modo de conceptos genéricos, es preciso dar lugar
influjo de la matemática sobre la filosofía platónica. Del mismo modo corno a cada uno de éstos en el mundo incorpóreo de las formas puras: el diálogo
ya los pitagóricos habían visto en las cosas meras copias de los números, Parménides 17 no sólo subraya las dificultades dialécticas que implica la
relación lógica ele cada Idea con sus muchos ejemplares empíricos; también
lO FedTo~ 72 s. alude burlescamente a las Ideas indeseables que se encuentran en el mundo
11 Compárese el Filebo~ 16 c. Sin embargo, no se da mucha importancia a esta de las meras formas conceptuales.
suerte de clasificaciones en los diálogos; con pedantería doctrinaria e ir6nica se
echa mano de semejantes operaciones lógicas en el Sofista y en el Político. La anti- Contra objeción tal, la filosofía platónica se encontraba inerme; y no
güedad ha tomado "definiciones" y "diéresis" de la escuela platónica: una burla se halla en el diálogo ningún indicio de que hubiese buscado un criterio para
de tales distinciones conceptuales puede verse en ATENEO I1, 59 C.
12 Fedro, 102 s. lo ARISTÓTELES, Met. 1, 9, 990 b lo
13 ¡bid., 101 d. 16 Parménides, 130 c.
14 Fedro, 100 d. 17 Compárese ARISTÓTELES, Met. XII, 3, 1070 c 18.
LA
106 J. La filos afia de los griegos. El periodo sistemático 11. El sistema del idealismo 107
distinguir los conceptos genencos que, como Ideas, hubieran podido consi- cionantes y condicionados. Ya los discípulos de la Vieja Academia, sobre
derarse a modo de partes constitutivas de aquel mundo incorpóreo y más todo Espeusipo y Jenócrates, defendieron esta falsa simbólica y mezclaron
elevado. Tampoco los ejemplos que para el caso presenta dejan ver el la jerarquía de los conceptos con doctrinas teológicas tratando de justifi-
referido principio: sólo es probable que al correr de los años haya ido acen- car la existencia de un mundo intermedio de dioses y demonios inferiores. En
tuando cada vez. más las Ideas de valor (como lo bueno y lo bello), las esto fueron seguidos más tarde por neopitagóricos y neoplatónicos: sin em-
relaciones matemáticas (grandeza y pequeñez, fórmulas numéricas, etc.) y bargo, lo importante desde un punto de vista filosófico era otra cosa. Merced
las nociones de la ciencia natural; en cambio, ya no cuenta entre las a la gradación estatuída en el seno de la ousía, del mundo de la verdadera
Ideas los conceptos de relación, sobre todo las representaciones negativas realidad, la escisión e n e 1 con c e p t o del o r e a 1, derivada de la
y los artefactos. lB oposición entre pensar y percibir, se tornó múltiple; de este modo se des-
5. También es oscuro nuestro conocimiento acerca del TI e X o si s- vanecía otra vez el dualismo originario. Pues adscribiéndole a lo "uno" o a
t e ID á tic o y del a j e r a r q u í a que trata de estatuir Plat~n en el la Idea de lo bueno la más alta y absoluta realidad, tanto más se atribuye
reino de las Ideas. Por mucho que se haya preocupado por determinar a las otras capas del mundo de las Ideas una realidad de rango inferior
la coordinación y subordinación de los conceptos, no realiza, como era de cuanto más se alejan de la unidad en la serie natural de los números. Así
esperarse, el pensamiento de una pirámide de ideas lógicamente ordenadas, se origina una e s cal a d e r e a 1 ida d e s que se extiende desde lo
en la que los conceptos más generales y de más poco contenido ocupasen el "und' hasta la realidad inferior por excelencia, a saber, la del mundo
vértice. En el diálogo del Sofista 19 se deja entrever un esfuerzo por corporal. No obstante lo fantástico que pueda parecer esta idea ha in-
presentar un número limitado (cinco) de los conceptos más generales; 20 fluído enérgica y poderosamente en la evolución del _pensamiento, hasta
pero estos ensayos que anuncian la teoría aristotélica de las categorías, no Jos albores de la filosofía moderna: su fuerza reside, sin duda alguna, en la
tienen otro designio que confinnar la radical distinción de los dos mun- equiparación que establece entre conceptos de valor y los diversos estratos
dos; además, no experimentan ulterior desarrollo ni han ejercido influjo de realidad.
alguno en su filosofía. Mucho más importante es el sentido positivo que
da Platón a estos temas: en el Filebo y en la República expone que 1 a E. FRANCK, Plato und die sog. Pithagoreer (Platón y los llamados pitagóricos),
1923.
I d e a del o b u e n o es la más elevada, la que comprende a las de-
más, la más poderosa y la más real de todas. Sin embargo, la caracterización
6. Al paso que la teoría de las Ideas, como metafísica, tropieza con cre-
de tal Idea respecto a su contenido es tan deficiente como en Sócrates; la
cientes dificultades, al llevarse aquel campo de la cultura, de donde propia-
sigue detenninando sólo por la relación que guarda con las demás: repre-
mente se ha originado, se desarrolla del modo más congruente y feliz: la
senta el más elevado, el fin absoluto de toda realidad, así
esfera de la ética. Para el estudio metódico de los problemas morales, em-
de la incorpórea como de la corpórea. La supeditación de las otras Ideas
pero, ha menester Platón de una psi colo g í a; de una psicología, por
a ella no es la subordinación lógica de lo particular a lo general, sino la
cierto, muy diferente de la que la ciencia de entonces había construído sobre
t e 1 e o 1 ó g i c a del medio al fin.
hipótesis naturalistas vinculadas a percepciones y opiniones aisladas. Al fun-
Esta deficiente solución del problema lógico ha llevado al filósofo en los dar ahora la psicología sobre postulados de la te-orÍa de las Ideas elabora una
últimos años de su vida al desafortunado pensamiento de construir el sis- teoría puramente metafísica con la misma consistencia teorética de los prin-
tema de las Ideas con arreglo al método de la doctrina pitagórica de los cipios en que se apoya, pero que significa el primer ensayo de interpretar
números. (Por desgracia, para semejante período de la filosofía platónica, la vida anímica desde adentro, y conforme a su interna estructura y ar-
no ,disponemos sino de anotaciones críticas de Aristóteles 21 y de sus inme- ticulación.
diatos discípulos de la Antigua Academia.) Ya los pitagóricos habían puesto Platón apuntala este su nuevo, original intento, COn d o e tri n a s
en relación de modo simbólico el orden pennanente de las cosas con la serie t e o 1 ó g i e a s que había tomado principalmente de los ID i s ter i o s
natural de los números. Pero no fue sino un recurso especulativo, ya que dio n i s í a c o s. Para éstos era el alma un demonio desterrado de un
se ignoraba el orden lógico de los conceptos. Ahora parece sucmnbir Platón
a tal simbolismo; designa la Idea de lo bueno con el nombre de hen, lo
mundo superior en el cuerpo, pero que presa de nostalgia busca, en su vida
terrestre, secreto y apasionado contacto con el hogar perdido. Claro está que
uno, y deriva de él desde luego la dualidad (duás) del tautón y del tháteron, el filósofo ha tenido serias dificultades para introducir semejantes repre-
esto es, de lo unitario y de lo múltiple o de la medida y de lo infinito (péras sentaciones míticas en su sistema científico.
y áPeiron - impar y par, compárese parágrafo 4, 11). A continuación re- La noción de alma constituye ya por sí misma un problema en el sistema
fiere las demás Ideas a los otros números y construye una tabla de condi- dualista de la teoría de las Ideas. 22 Por una parte, era el "alma" para
P,Iatón, como para la opinión popular y la ciencia de aquella época, lo
18Sojista, 254 s. vJtal, aquello que se mueve por sí; 23 por otra, lo que percibe, conoce y
19 Ser, reposo, movimie:nto, identidad (taut6tees) y variaclOn (heter6tees), esto
es, una. clasificación del ser en 10 idéntico (ousía) por sí mismo y lo variable (génesis)
siempre en proceso de cambio. 22 Fedro, 245, Fed6n, 105; Leyes, X, 896.
20 Compárese A. TRENDELENBURG, Platonis d~ ideis et numeris doctrina (Leip- 23 La descripción de estas doctrinas se hace en forma de alegorias miticas apro-
zig, 1826). vech~ndo las creencias populares y religiosas: se encuentran en el Fedro, 24-6 ss.;
21 Fedro, 76 s. Gorglas, 523 ss.; República, 614 ss.; Fed6n, 107 ss.
-
108 l. La filosofía de los gnegos. El período sistemático 11. El sistema del idealismo 109
quiere. Como principio de vida y de movimiento pertenece el alma al mun- H. BART, Die Se ele in der PhiZosophie Platos (El alma en la filosofía de Pla-
do del devenir y en él permanece cuando percibe y se entrega a las ape- t6n) (1921).
tencias de las cosas corporales. Pero el alma también participa del ser
permanente merced al conocimiento de las Ideas, de la verdadera realidad.
i 7. Sea como fuere, de la doctrina de los dos mundos nace una :n 0-
Así, se ve forzado a conceder al alma una p o s i ció n in ter ID e d i a; r a 1 en cierto modo negativa y ascética, ya que se enaltece como ideal
no posee ciertamente el carácter de la permanencia absoluta de las Ideas,
pero sí una vitalidad muy superior al cambio incesante de las cosas: el
l de sabiduría la espiritualización de la vida y el apartamiento del mundo.
No sólo en el Fedón, al describirse la muerte de Sócrates, se respira
alma es in ro o r talo Por vez primera expone aquí Platón filosófica- esta atmósfera impregnada de melancolía; también en los diálogos del
mente la idea de la inmortalidad personal que, hasta entonces, no había r Gorgias y del Teeteto y, en parte, en la República, domina igual con~
pasado de ser para él objeto de convicción religiosa y dogma de los cultos viccióri moral. Pero en la naturaleza de Platón se asocia al tempera-
dionisíacos. De las pruebas que da el Fedón de la inmortalidad del mento del pensador, la inspiración del artista, y ambos momentos pro-
alma, la que más se encuentra en consonancia con el espíritu del sistema ducen una venturbsa alternativa: mientras su filosofía lo detiene en el reino
es la que infiere de su capacidad cognoscitiva de las Ideas su semejanza de las formas incorpóreas, su hálito poético lo empuja al singular encanto de
COn la eternidad. Dada la estructura de su doctrina, se advierte de bulto el la belleza helena. También la evolución progresiva de la doctrina de las
sofisma de que el alma no puede perecer, ya que la vida es una de sus Ideas (comp~rese, adelante, núm. 9) trae consigo una esencial mutación.
características esenciales; el argumento relativamente más consistente, en Al perderse poco a poco la rígida y originaria escisión de los .dos . Inundas,
fin, es el que alude a la sustancialidad unitaria del alma como principio avanza paulatinamente la teoría de Platón al mundo de la expenencla. Ahora
conductor del cuerpo. se pone de relieve que sólo la subordinación teleol~gica de las a~ariencias
Gracias a su situación intennedia, es el alma portadora de los caracteres a las Ideas es inconcusa y permanente; lo que VIene a detennmar una
de ambos mundos; hay en ella algo privativo del mundo de las Ideas y algo revaloración de los bienes morales. Aunque sigue combatiendo con ardor
peculiar del de la percepción. Lo primero es la r a c ion a 1 ida d (lo- la teoría de Aristipo quien ve el designio del hombre en el placer de los
gistikón o nous), la morada del saber y de su correspondiente virtud. En sentidos, enseña que' la Idea de lo bueno es susceptible d.e realizarse en el
lo segundo, lo irracional, distingue Platón dos cosas: lo más noble y vuelto mundo de la experiencia. La emoción de 10 bello, la ausenCia del dolor (pues
hacia la razón y lo más insano y'alejado de ella. Lo más noble reside en la hay un placer no buscado en la imitación empírica de la Idea), el desarrollo
fuerza volitiva (entusiasmo, thymós)J lo insano, en la apetencia sensorial de la ciencia y de la técnica, la comprensión de la justa. medida ,en la vida
(impulso, ePithymía). Según esto, razón, entusiasmo e impulso son las tres práctica y las instituciones plenas de valor ~e la comumda? huma:~l.a, todo
actividades del alma, las tres formas (eidée) de sus posibles estados. esto significa, por 10 menos, un peldaño haCIa el supremo bIen, haCia el co-
Nacidos de apreciaciones éticas e hipótesis teológicas, acaban por apli- nocimiento de las Ideas, sobre todo, de la Idea de bondad. En el Ban-
carse estos conceptos al pensamiento del destino moral del hombre: la vida quete y en el Filebo se expresa ésta su valoración de los bienes terrenos.
corporal del alma es consecuencia y castigo de la apetencia sensorial. Platón En otra forma reitera Platón el mismo pensamiento. Al exponer en la
prolonga la. inmortalidad del alma más allá del nacimiento y muerte de la República el sistema de las virtudes, hace hincapié en que los valores
existencia terrena: hay que buscar en la preexistencia la culpa merced morales deben iluminar en todo momento la vida humana. Haciendo ver
a la cual el espíritu se encuentra encarcelado en el cuerpo; en la posteri- que cada parte del alma tiene ante sí una peculiar tarea, descubre el fun-
dad 24 su destino dependerá de la conducta terrena: será venturoso si logra
Jiberarse del poder de los sentidos y se entrega a la contemplación de las II damento teorético de aquella doctrina de las virtudes cardinales, tan di-
fundida en la literatura de su tiempo. La virtud de la parte racional es la
Ideas. En efecto, el fin último del alma reside en el alejamiento progresivo sabiduría (sophía) JO la del- entusiasmo (thymoeidés), la fortaleza de la vo-
de lo meramente sensorial. 1 luntad (valentía, andría) JO la de la vida impulsiva (epithymeetikón)) el
Platón llama a las tres actividades psíquicas antes señaladas las partes autodominio (medida, soophrosyne). A ellas añade una cuarta virtud,
del alma. En el Timeo llega hasta hablarnos de la coordinación de
ellas y supone que sólo la parte racional es inmortal. Pero no logra expli-
j la equitativa colaboración de todas las partes del alma, la justicia (dikaio-
synee)) esto es, la annonía de las otras tres virtudes. Platón, empero, cala
:¡¡
citar con la claridad deseada la íntima relación de semejantes formas (no más hondo en la verdadera esencia de las c u a t r o v i r t u d e s c a r-
siempre igualmente acentuadas), ni su interna unidad. De ahí que sea di n a 1 e s en otro territorio de la cultura: el de la política.
tanto más desacertado, como se ha sostenido en épocas posteriores, reducir 8. El universalismo que campea en la teoría ele las Ideas determina
a meras diferencias psíquicas el sentido de estos conceptos extraídos origina- decisivamente el ideal ético de la filosofía platónica. No el mejoramiento
riamente de necesidades morales y teológicas. 25 y la -felicidad personales distraen la atención del filósofo al iniciar estos te-
mas, sino la perfección moral de la e s p e e i e h u m a n a. Fiel al prin-
24 Que aquí se trata de fijar el rango de valor de las actividades psíquicas, se cipio lógico de la teoría de las Ideas, no puede ver el sentido verdadero de
pone de relieve no sólo en la aplicación que se hace de tales consideraciones en los la vida moral en el individuo aislado; ésta, más bien, se le presenta en la
dominios de la ética y de la política; también la división tripartita de los animales y
las reflexiones que hace el filósofo sobre lo característico de los diferentes pueblos humanidad y en el E s t a d o como la patente manifestación del vínculo
(septentrionales, nórdicos, griegos), 10 confirman. orgánico de' los individuos. El ideal ético se convierte en Platón en -ideal
25 De ahí que el logútikón sea llamado hegemonikón. político y en una época en que se disolvía la vida estatal griega llevó, frente
110 l. La filosofía de los gnegos. El período sistemático 11. El sistema del idealisma 111
al individualismo dominante, a su más alta cumbre el concepto de Estado. preciso que renuncien a la vida familiar y a los beneficios de la propiedad
Platón no penetra propiamente en el problema del origen empírico del privada, Para ellos y sólo para ellos se impone la educación estatal la co-
Estado; su mirada va en pos de la tarea social de éste, a saber, realizar munidad de vida y, de bienes y la supresión de vínculos familiares.' Quien
el ideal de la humanidad y educar al ciudadano en aquella virtud que lo debe vivir para los fines colectivos y la educación moral del pueblo no
haga verdaderamente dichoso. Convencido de que su esbozo político tendría puede estar atado a ningún linaje de intereses personales. Cuanto se ha que~
que llevarse a la práctica en caso necesario por la fuerza, entrelaza en él no rid,? v,er en 1,: doctrina platónic,: de socialismo, comunidad de mujeres, etc.,
sólo instituciones políticas de los Estados griegos, sobre todo de las formas se lmuta en :~gc:r a estos pensamIent,os cuya realización histórica parece ser el
estatales de los dorios, sino también todos los ideales cuya realización espe- Estado eclesIastIco de la Edad Medm. 28 El gran Idealista lleva a sus últimas
raba de una organización justa de la vida pública. consecuencias la doctrina de que el fin de la vida humana reside en la
educación moral y de que, por lo tanto, la organización de la comunidad
K. F. HERMANN (Ges. Abhandlungen, pág. 122 ss.). humana no puede tener objetivo más alto. 29
E. ZELLER, Vortrage und Abhandlungen (Conferencias y disertaciones), I, 62
ss.) . Platón no ve en el Estado ideal de la Politeia un mero proyecto teorético' con
ADAM, The Republic oi Plato (La República de Plat6n), Cambridge, 1902. él piensa llevar a cabo una radical reforma: su idealismo político y socializante 'va al
E. SALIN, Platon und die Griechische Utopie (Plat6n y la utopía griega), 1921. encueD:tro del de~arrollo de ~a época y de una democracia corrompida que amenazaba
a las clUd~des gpegas, especlalmente la de Atenas, El rasgo reaccionario de su filosofía
Puesto que el Estado ideal debe reproducir en grande la esencia hu- aparece solo mas tarde, en la o.b:~ de s",!- y-~jez, las Leyes, que ~l mismo, por cierto,
no ha redactado en su compOSIClOn defmItIva. En ella se comndera más factible el
mana, ha de constar de tres partes en correspondencia con el alma indivi- mo~elo de u:: pequeño Es·~ado agra.ri? en, el que todas la~ relaciones sociales que-
dual: la c 1 a s e del o s s a b i o s, la c 1 a s e del o s mil ita r e s y la dal'lan sometidas a una ngurosa VIgIlanCIa de una espeCIe de policía de buenas
c 1 a s e pro d u c t ora. La primera clase, la de los hombres ilustrados costumbres inspirada en ideas religiosas.
(philosophoi), tiene que preocuparse de conducir y gobernar el Estado
(a r con t e s), de dictar las leyes así como de cuidar de su observan- 9. Semejantes doctrinas éticas y políticas conducen a encontrar más en
cia: su virtud es la sabiduría, comprensión de lo que beneficia a la comu- consonancia con el sistema platónico, una nueva relación entre el mundo
nidad, de lo que prescribe el objetivo moral de la comunidad. 26 La segunda de las Ideas y el de las apariencias: la Idea de 10 bueno se revela ahora
clase está al servicio de la primera: es la burocracia (epícouroi,' vigilantes, com? .la tarea, como el fin (télos) que ha de cumplir la comunidad
Phylakes) " su misión reside en mantener el orden estatal y en defender a la empIrlCa de los hombres. Este pensamiento ha sido decisivo en la elabora-
república contra enemigos externos e internos; su virtud es la valentía ción definitiva del sistema metafísico de Platón,
(andría). En fin, a la gran masa del pueblo (los campesinos y trabajadores ~a teoría d,e las Idea~ era tan impotente en su bosquejo inicial para
manuales: geoorgoi kai deemioourgoi) cuya actividad 27 se encamina a Sa- expl~cal' la realIdad empínc~" como la propia doctrina eleática del ser. Por
tisfacer las necesidades materiales de los ciudadanos y ,del Estado, compete medlO de los conceptos genencos era preciso conocer la absoluta realidad 30
la virtud del autodominio (soopArosynee) , Caso dad~ que cada estamento ~quel m~ndo simple e invariable, increado e imperecedero y por compl~to
social cumpla su cometido se origina el ideal de la justicia (dikaiosynee). md;p~ndlente de} mundo de~ acaecer. Ahora se emprende una penetrante
He aquí el principio medular de la comunidad: en la comunidad de polemlca (comparese el Sofuta) 31 contra aquella fase inicial de la teo-
conciencia de los ciudadanos se funda la vida moral que hace fuerte y eficaz ría de las Ideas que despojaba a éstas de todo principio de movimiento
a un Estado, Ahora bien, de acuerdo con Sócrates, ve en la sumisión incon:- y de variación, pues se advierte que sin principio tal es imposible explicar
dicionada a un saber riguroso, esto es, a la ciencia, la fuente de ese apetecible los hechos cambiantes de la experiencia,
querer colectivo. Ante tal exigencia, en efecto, deben enmudecer todos los ~or insignificante ~ue haya sido su interés por este problema, descubre
intereses personales: la libertad individual se limita en extremo y el ideal Platon. un concepto mas fecundo y consecuente. Ya no ve en la experiencia
político de la República llega a ser un Estado militar permanente al servicio algo diferente y susceptible de participar en el mundo del verdadero ser;
de una doctrina científica. ahora comprende que la Idea es la causa del acontecer (aitía)
El principio de la a r i s t o c r a c i a del a e d u c a ció n, piedra y. que la apariencia está condicionada en alguna forma por ella. Ahora
angular de su ideal político, se manifiesta sobre todo, cuando indica Pla- bIen, puesto que la Idea es por sí misma absolutamente invariable e inmóvil
tón que la gran masa del tercer estado tiene que limitarse al aprendizaje, y excluye de sí toda función _concreta, no puede obrar mecánicamente sobre
bien que suficiente, de las habilidades comunes' de la vida práctica; en
,28 A estas consecuencias pertenece también la equiparaci6n de derechos y obli-
cambio, la educación moral de los ciudadanos, que es deber y derecho del 7"aclOnes de a~bos sexos: es una concesióD; del filósofo al movimiento feminista de su
Estado, se prodiga a los otros dos estamentos sociales. El Gobierno tiene epoca. Comparese Ivo BRUNS, Conferenctas y artículos (Munich, 1905).
que renovar incesantemente por selección de los más aptos las dos clases 29 Banquete, 211: auto kath'aut6 meth' autou monoeidés ttei 6n
superiores; y puesto que, los miembros de las referidas clases no podrían 80 La teoría allí criticada de las asóomata eidee no puede ser 'sino platónica si
cumplir sus deberes de funcionarios movidos por intereses individuales, es. nos atene.rr:os a la m~;a terminología; pero esto abre precisamente la sospecha' de
la. autenhC1,d",;d del dl~!ogO, SCHL~IERMACHER trata de defender Con poco éxito el
Por eso también -se designa a la tercera parte del alma' philojréematon.
2(\
• Origen platolllco del dialogo supomendo que se alude a una teoría megárica de las
Ideas.
Compárese también POEHLMANNJ Historia del socialismo y comunismo anti-'
27 31 Pilebo, 54 c.
guos Munich, 2'10 edici6n, 19'12.
J
112 l. La filosofía de los gnegos. El período sistemático
las cosas; es necesario pensarla como una ca~sa que exp.r~sara el fin al que
aspira el acontecer. De este n;odo se, deter;mn~ la ,relaclOll entre el ~undo
í 11. El sistema del idealismo
de las esencias y el del devemr (ousta y genests) ngur?sarn~nte; su, :rmculo La enorme significación que tuvo desde un principio en el desarrollo de
ya no es negativo como en la fase inicial de la doctnn~, SIllO pOSltIvO: el la filosofía platónica la matemática encuentra al fin su expresión metafísica.
acaecer existe por la Idea; la Idea es la e a u s a fIn a 1 de las apa- Las formas matemáticas representan el lazo de unión entre el espacio vacío
riencias. 32 y las e~encias pu::as del mundo ?e ~a~ Ideas .. E~ conocimiento matemático
Platón diseña en el Filebo y en algunas partes de la República los ( diánoza) se reÍlere como el fIlosoflco (epzsteemee) al ser permanente
rasgos de esta ID e t a f í s i e a te 1 e o 1 ó g i e a, que acaba!on por con- (ousía): ambos son racionales (nóeesis) y se 0p<;men al conocimi~nto empí-
ducirlo a otro pensamiento capital de su sistema. En su conJun~o la causa rico (doxa); es por eso que el pensar matematIco ocupa en el SIstema pe-
final del acontecer es el mundo ele las Ideas, sobre todo la mas elevada, dagógico de la República el sitio más elevado: constituye la más alta pre-
aquella a la que se subordinan como medios las otras, la Idea de lo bueno. paración de la sabiduría imprescindible a los "gobernantes".
Es por eso que Platón le llama la r a z ó n u n i ver s a 1 (nous) o la 10. Con estos recursos metafísicos diseña Platón en el Timeo el e s~
divinidad. s3 quema de su filosofí'a natural. Fiel a su postulado epistemo-
Al lado de este motivo anaxagórico aparece también en la fase posterior lógico, indica que los juicios sobre esta materia no poseen certeza racio-
de la teoria de las Ideas cada vez con más energía una resonancia pitagó- nal, sino mera probabilidad. s6 Imposibilitado de fijar en concept?s .y derivar
rica: frente al mundo del verdadero ser, subráyase la imperfección de la con rigor dialéctico del fin ,cósmico, el mundo del acontecer, se Im1Ita a des~
experiencia. Pero semejante imperfección no podría derivarse del verdadero cribir míticamente una i m a gen te 1 e o 1 ó g i e a de la naturaleza; una
ser. Así se vio obligado Platón para explicar la apariencia y sus anomalías, imagen, por cierto, más teológica que puramente filosófica.
a reconocer al lado del ser o de la causa, del mundo de las Ideas y de Desde luego combate la in ter p r e t a ció n m e e a n i c i s t a de
la Idea de 'lo bueno, una c a u s a a c c e s o r i a (xynáition), ínsita en el 1 a na t u r a 1 e z a. _Por la forma en que lo hace, no hay duda que
reino del no - s e r; una solución por cierto, semejante a la de Leucipo, tiene ante sus ojos la teona de Demócrito. A la doctrina del "choque"
quien para explicar la plurali~ad y el mo~imiento admitía freJ?-te al ser ~e accidental (debería decir, involuntario) de partículas en desordenado mo-
Parménides el no-ser (el espacIO) como eXIstentes. Este paralelIsmo va mas vimiento que hacen nacer y sucumbir aquí y allá mundos sin cuento, con-
lejos: Platón considera que esta. causa ~ccesoria (tó mee 1n), como ~n trapone la idea de que sólo existe un cosmos cuyo origen se debe a una razón
Leucipo y Filolao, es el e s p a c 1 o va c 1 0. 34 Para el IdealIsta el espacIo que obra con arreglo a fines.
era la "nada", de la que, en atención de la Idea de lo Bueno, de la Divi- Para explicar este origen pone en relación teleológica el mundo de la
nidad, se genera el mundo de las apariencias. Pero semejante creación reside apariencia con las Ideas. "Con la mirada puesta en las, Ideas" un artífice
en una conformación matemática. De ahí que enseñe en el de universos (deemiourgos, demiurgo) ha creado de la nada (el espacio)
F i l e b o que el mundo de la percepción es una mezcla de lo ilimitado
( ápeiron) y de 10 limitado (péras), esto es, del espacio y de las formas .~ nuestro mundo empírico. Esta nada, en efecto, es susceptible de adquirir las
fonnas más diversas (dexaménee); sin embargo, alberga en su seno cierta
matemáticas 35 y que la causa de esta mezcla sea, en última instancia, el resistencia invencible a representar de modo perfecto las Ideas. Semejante
·s!
·.:.:
..1.·
...
de orden superior, plena de finalidad, toda suerte de cambios singulares. del a e i e n c i a, esto es, la doctrina de las fonnas y leyes del pensar
En tal pensamiento también funda su extraña imagen del alma ~el ID"';lndo: científico, pues por dialéctica se había entendido hasta entonces la teoría
el principio de todo movimiento y de toda transformación y al mlsmo tiempo de las Ide~s en un senti.do esencialmente metafísico. Ya los sofistas y Só-
de toda actividad anímica en el mundo. 37 Al hablar de modo por demás crates hablan parado mIentes acerca de la esencial actividad científica y
fantástico de las partes de esta alma cósmica, da noticia de sus ideas as- sus agudas observaciones de los fenómenos subjetivos habían conducido al
tronómic~s íntimamente vinculadas a las de los jóvenes pitagóricos; sin proble~a de escin~ir las .m;ras formas. del proceso cognoscitivo de las de
embargo, sigue admitiendo el estado en reposo de la Tierra. El criterio su vanable contemdo.
, . Anstoteles compIla y" lo que es más elabora un sis~
que le brinda la pauta para esta división matemática del espíritu del mundo tema en su 1oglca con todos estos ensayos y sugerencias, (El propio Platón
es la diferencia que media entre lo que es capaz de conservarse idéntico a sí no había ido más allá de ellos.) Con tal obra se eleva a un maduro auto-
mismo (tautón) y lo susceptible de cambio (tháteron), una oposición que conocimiento de la ciencia griega.
recuerda a la que los pitagóricos hacían entre el mundo perfecto de los 1. E} d~signio inmediato de la. lógica aristotélica es por completo m e-
astros y el impelfecto de la Tierra. . t ? ~ o ,1 o g I C o, según los propósItos manifiestos del filósofo: semejante
En el Timeo platónico se describe la' estructura matemática de los diSCIplina se propone mostrar el camino a través del cual puede alcanzar~
cuerpos, también de origen pitagórico. Se caracteriza a los cuatro elemen- se el conocimiento científico. Así Como en la retórica se enseña el arte de
tos mediante simples y regulares formas estereométricas (compárese pará- persuadi~', e? ,la lógica se alecciona sobre el arte de investigar, conocer y
grafo 4,11), pero se añade que constan de superficies triangu- probar clentlÍlcamente. De alú que no considere Aristóteles entre las disci-
1a l' e s. Además las referidas superficies poseen forma rectangular y son plinas filosóf~~as a, la lógica misma, no obstante que constituyó su más
isósceles o de catetos iguales a la mitad de la hipotenusa. Con los triángulos grande creaclOn, SIllO que vea en ella una propedéutica en su actividad
rectángulos se construyen las superficies de las formas estereométricas (t~ docente, y la designe su propia escuela con el nombre de órganon (instru-
traedro, cubo, etc.). Platón ve en los objetos así conformados la esenCIa mento) de la investigación científica.
del espacio pleno, esto es, la densidad de los cuerpos. Al considerar como . P~ro esta propedéutica filosófica fue elevada por Aristóteles al rango de
formas matemáticas las cosas de la experiencia acaba por aplicar a su física CIenCIa: en vez de ofrecer ciertas reglas de valor práctico como los sofistas,
aquel" pensamiento metafísico del Filebo que ve en el mundo de la apa- y .de bus~ar, e;,clusivamente la esencia de un principio, según el descubri~
riencia una delimitación espacial conformada siguiendo el modelo de las mIento Íl~osoflc? de Sócrates, presenta Aristóteles una investigación omni-
Ideas. comprenSIva del proceso cognoscitivo de la ciencia, un análisis exhaustivo
de sus formas esenciales. Satisface la tarea metodológica por medio de la
E. SACHS, Die fünf platonischen Korper (Los cinco cuerpos platónicos), 1917. lógica formal. .
JUL. STENZEL, Zahl und Gestalt bei Plato und Aristoteles (Número y forma en
Platón y Aristóteles), 1924. Sin embargo, pone de relieve que las formas del pensar verdadero no
pued~n ser conocidas independientemente de los problemas concretos a que
s~ refIeren; problemas que, a su vez, sólo pueden ser planteados y resueltos
12. La lógica aristotélica ,:mc~~ando la ,f~ncióI"l: for~.al-cognoscitiva con sus propios objetos de inves-
tl~acI.o~. La log~c~ anstotehca, pues, se encuentra íntimamente ligada a los
F. KAMPE, Die Erkenntnistheon:e des Aristoteles (La teoria del conocimiento de prmcIplOs metafIsIcos, su~uestos ta,m~ié.n por las otras disciplinas: esta lógi-
Aristóteles), Leipzig, 1870. R, EucKEN, Die M ethode der aristotelischen Forschung c~, ~or lo tanto, es, segun su prmcIplO, fundamentalmente epi s t e m 0-
(El método de la investigación aristotélica), Berlín, 1872. H. MAIER, Die Syllogistik 10glca.
des Aristoteles (La silogística de Aristóteles) (1896-1900). J. GEYSER, Die Erkenntnis-
theorie des Aristoteles (La teoría del conocimiento de Aristóteles), 1918. 2. Esta lógica enraíza en la doctrina socrático-platónica de las Ideas.
El verdadero ser es. 1 o g, e? e r a 1, y el con c e p t o, el medio de co-
La amplitud filosófica que fueron tomando al compás de la formación nocerlo. En este sentldo Anstoteles no ha dejado de ser platónico. Lo que él
de sus escuelas los sistemas de los dos grandes antípodas, Demócrito y Pla- combat~ a su gran predecesor 1 no es otra cosa que el p o s tul a d o
tón, hizo necesaria no sólo una división del trabajo, sino también una espe- ~ 1 e á tIC ~ de negar la :ela~ión que media entre lo general y lo par~
cificación de los problemas. Los títulos de los escritos de Demócrito dejan tlcular, las Ideas y las apanenc~as, los con.ceptos y; 1~ percepciones, y que no
entrever clara e inequívocamente 'semejante progreso, No hay duda que pudo superar, .a pesar de sus mtentos, m en la ultuna fase de su doctrina~
Platón tomó la actividad literaria desde el punto de vista del artista; pero ~omo ca"':lsas fmales del acontecer siguen representando las Ideas un mundo.
la disposición articulada de los problemas, inexistente en sus diálogos, no mde¡;endlente, al lado (pará) del de las apariencias. La objeción capital de
falta a su actividad didáctica. En su escuela prevaleció la división de la A:lSt~teles. contra la doctrma de las Ideas se dirige a esta separación radical
filosofía en dialéctica, física y ética. (}oorzsth.ezn) de la esencia y de la apariencia, del ser y del devenir. Las
A r i s t ó t e 1 e s es el primer filósofo que se propone, con claro dis- otras obJeclOnes,2 en el fondo, son consecuencias de aquélla. Si Platón, de
cernimiento, la tarea de una investigación previa de la e s t r u c t u r a
1 Sobre todo en la M etafisica, 1, 9 y XIII 4.
Estas superficies triangulares concebidas como indivisibles involucran una arries~
37 • 2 D~ éstas son dos especialmente dignas de ::nención: la primera saca la conclusión
gada analogía con las estructuras atómicas de Demócrito (schéemata)~ cuyas ideai de qpe dada la s?-bordi~ación lógica de las Ideas, cada una de las cosas empíricas
(compárese parágrafo 10, 2) son formas estereométricas. habna de ,subsUlmrse baJO una muchedumbre de ellas; la segunda hace ver las difi~
¡
5
118 l. La filosofía de los griegos. El período sistemático 12. La lógica aristotélica 119
menor; segundo, como pre~ic~do en ambas. premisas, ~ terc~ro, COID:> ~uje~o ciencia conclusa es apodíctica; la que está en formación no es SIno epa-
en una y en otra). Para Anstoteles. es la prunera la mas valIosa.y ~r:gmana gógica.
de las tres figuras, porque en ella bnlla en todo su esplendo:r;: el prmcIpIO d~ la . En todas estas d~~uisiciones estudia Aristóteles preferentemente los jui-
subsunción, ya que el sujeto de la conclusión se subsume en el térmmo CIOS, pero en c.onceslO~ .c~n ell?s, los con c_e p tos. Así como un juicio
medio y éste, a su vez, en el predicado, por caer dentro del círculo de su probado se denva de JUICIOS mas generales echando mano de un término
extensión respectivamente. 5 medio, así también se deriva un concepto dado añadiendo a otro más
4. De la naturaleza del silogismo en general y de la derivación, de la g~neral ~géner~ .próximo, g1nos?, genus) un carácter específico (diajorá,
prueba y de la explicación en particular, es fácil comprender que el proceso dlfferentia specIfica); tal denvaclOn del concepto se llama definición (horis-
de la ciencia radica en derivar principios menos generales de otros más mós):, Pe:-o d~l mismo modo que t?dos los juicios demostrados suponen
generales; en otras palabras, la conclusión nunca puede tener el mismo premISas mdenvables dada su generalIdad absoluta, así también la definición
grado de generalidad que el de las premisas, mucho me?-os, uno mayor. La de .con~;ptos menos gener~les conduce a conceptos que escapan a toda
estrecha concepción que tenían los antiguos del pensamIento, según la cual denvaclOn y prueba: es precISO, por lo tanto, buscarlos epagógicamente, como
es incapaz éste de crear algo nuevo limitándose a captar y escindir metódica- fue el caso. c~n las más altas premisas de la prueba. 7 Sin embargo, parece
mente lo dado, se encuentra también en la base de la lógica aristotélica. Es ser que Anstotel~s, en otras partes de sus escritos, considera los juicios de
exacto que en la ciencia deductiva, demostrativa y explicativa, a menudo más alta generahdad como las explicitaciones de estos géneros supremos.
los juicios que han servido de premisas en un silogismo se derivan (a título . 5. Entre los manuales didácticos que Aristóteles ha legado a la poste-
de conclusiones) de otras premisas más generales y así ~ucesivamente; pero, n~ad, las dos. obras más imp~r~antes, la Analítica y la Tópica~ son los que
al fin, habrá de llegarse a juicios que ya no sean susceptIbles ~e obtenerse. de mas se aprOXIman a sus proposItos; 8 en ellas se advierte el desarrollo claro
principios de mayor generalidad, que ya no pueda~ ser refe~Idos a t,érmmo y firme de las. exi~encias lógicas que el filósofo impone a la ciencia; sólo
medio alguno y cuya verdad, por lo tanto, sea algo 1 n m e d 1 a t o (ames.a~, que en la realIzaCIón de su propio sistema se cumplieron en insignificante
inderivable, indemostrable e inconcebible. Todo derivado implica un ongI- medida.
nario; toda prueba, un fundamento improbado; toda explicación, una causa En efecto, e~ fi~ó~ofo debió indicar como remate de su tarea lógica, cuáles
inexplicada. son a9uellos pnncIpIos o conceptos supremos de validez inmediata, aquellas
El proceso apodíctico y explicativo de la ciencia tiene necesariamente un premisas que son el resultado de la investigación dialéctica, al par que el
límite: no es posible probar los últimos fundamentos de la prueba; no es punto de partida de la explicación y de la demostración. Pero quien pregunte
posible explicar las causas últimas de la explicación. Ahora bien, si la ciencia por eso quedará perplejo ante la doctrina de Aristóteles. De estos principios
quiere cumplir su tarea (la explicaci?n .de lo p~rticular mediante lo g~ne:a~) , g~ne~ales sólo uno ha prese.n;ado como base de toda prueba: el p r i n~
es preciso que se eleve de los conOCImIentos smgulares a aquellos pnncIpIos C,I PI o d e ~ o n t.~ a d 1 C C1 ~ ?,9 del q~e da unas veces la interpretación
generales e indemostrables cuya validez se-ofrece en forma inmediata y abso- loglca: la afInnaclOn y negaClon del mIsmO enlace conceptual (juicio) se
luta. Según esto, debe preceder a la tarea científica de la derivación, de la excluyen recíprocamente; otras, la versión metafísico-epistemológica: una
prueba y de la explicación, la búsqueda de los puntos de partida de todo cosa puede ser y no ser en el mismo lugar y tiempo. Pero hace notar que
proceso derivativo, de los últimos fundamentos de toda operación demos- cadba provincila del sab~r, más bien,. tiene sus últimos supuestos; él mismo, sin
trativa, de los principios más elevados de toda deducción explicativa. Aris- em argo, no os estudIa pormenonzadamente.
tóteles llama d i a 1 é C tic a a la función inquisitiva de estos principios . Si se .I?.regunta cuáles, ~on los con~eptos más elevados, los cuatro princi-
y en la Tópica consigna sus postulados fundamentales. pIOS (arJat) de la met~flsI~~ o las dIe~ categorías, esto es, las formas fun-
Esta b ú s q u e dad e los p r i n c i p i o s no posee, conforme a la damentales de la predIcaclOn, advertIremos Que Aristóteles no lo indica
naturaleza de las cosas, la certeza "apodíctica" que caracteriza la derivación e,?"presamente,. si b.ien habla de una justificada ~eferencia a conceptos priva-
de consecuencias partiendo de fundamentos ya encontrados. La investigación tivos de las CIenCiaS especiales. En ambos casos empero se encuentra ya
parte de lo singular dado en la percepción y de las representaciones habitua- en el centro de las ideas medulares de su doctri~a. '
les (éndoxon) ~ para elevarse a lo general, de donde, a su vez, debe ser expli-
cado y probado lo singular. La investigación sigue, por lo tanto, el camino
diametralmente opuesto al de la derivación: éste es deductivo, aquél, induc-
tivo, epagógico. Este va probando y explicando de lo general a lo particular;
aquél, buscando y ensayando de lo particular a lo general. (3 Solamente la ,7. A la de ter m i na ció n _ (p.r6the;is) como derivación de un concepto es-
peCIfIco de otro más general anadlcndo una nueva nota (diferencia especifica)
5 Sería ocioso desarrollar aquí pormenorizadamente la teoría del silogismo. En se. ?pone con;o -proceso de la .obtención de los. conceptos genéricos, la a b s t r a ¿
cualquier tratado de lógica formal puede verse. c Ion (aphazre!ls)} que despOjando a la e~ecI~ de notas particulares llega a un
o La relación inversa entre derivación e investigación se expresa por Aristóteles concepto. d~ mas pobre contemdo pero de mas rIca extensión. La conceptuación es
de este otro modo: 10 que según la naturaleza de las cosas es 10 originario (próteron pa:a , A:lstotelr:s, pues, Un 1?roceso analitico; para Platón, intuitivo o sinagógico
tee physei), esto es, 10 general en el conocimiento humano aparece como 10 posterior,
a saber el objeto por conocer (hysteron pros heemas)~' al revés, lo particular, 10 má~
• y smo~hco:. Anstót~les se ha hberado de la analogía óptica mediante la cual Demócrito
y PIaton ÍlJ.aban aun el proceso del conocimiento racional.
próxim~ a nosotros (próteron pros heemas) es, según la esencia, lo derivado, 10 posté· 8 El mIsmo cree que la TóPica 10 alcanza.
rior (hysteron tee physei). n MetaNsica, IV, 3 ss.
•
tal medida en las caracterizaciones más generales, que sólo gracias a su en ella. Precisamente por esto, tienen los géneros también ~l .derecho, meta-
radical distinción pueden eliminarse aparentes contradicciones. f
físicamente hablando, de considerarse como esencias ouszm). El co~cepto
3. Del primero, de los sentidos se desprende que para la concepción de sustancia, recibe, pues, en Aristóteles un doble sentido. Las sustancIas en
aristotélica del mundo en oposición tanto a la de Demócrito como a la de sentido riguroso son las cosas singulares determinadas conceptualmente; una
Platón, lo verdaderamente real es la e o s a sin g u 1 a r determinada in- segunda especie de sustancias (deúterai ousiai) la constituJ:en los géneros
trínsecamente por su forma. Sólo ella merece, desde luego, el nombre de que hacen posible la reali.zac~~n de las cosas ~ing~lares del :r:usm~ modo que
e s e n e i a o s u s tan e i a: ousía. Pero la esencia se desarrolla y realiza éstas condicionan la reahzaclOn de las apanencIas perceptIble~.
en peculiares manifestaciones que son ora estados (pathée), ora relaciones Diríjase el conocimiento científico al concepto de la cosa smgular, al °
con otras cosas (tá prós tí).3 Conocer significa, por lo tanto, predicar de la concepto genérico, se encontrará siempre en los fenómenos donde uno y o:ro
sustancia lo que sea propio (tá symbebeekóta) de la cosa; pero la cosa se realizan, algo que, pertenecien~o directa;nente al con~~pto (symbebeeko!a
singular no puede atribuirse o predicarse de nada, es decir, en los juicios en sentido estricto) , puede ser denvado de el, pero ~ambIen algo que, extrano
sólo puede ser sujeto, nunca predicado.4 Estas maneras de aparecer de la al concepto, sólo accidentalmente y de modo p~rtIcular. aparece por o b r a
sustancia, o los diversos predicados posibles sobre ella, se llaman c a t e- del a ID a ter i a. Ahora bien, de este algo Irreductible a conceptos, o
g o ría s; de ellas enumera Aristóteles las siguientes: cantidad (posón), "contingente)' (symbebeekóta en el s~ntido.hab~t~al d~l vocablo) ,no J¡me;Ie
cualidad (poi6n), relación (pr6s ti) espacio y tiempo (pou' poté) acción existir, según los supuestos de la doctrma anstotehca, nmguna t;or~a~ nmgun
(poieín) y pasi6n (pásjein); a éstas se agregan a veces, posición (keisthai) conocimiento científico. Aristóteles renuncia por razones de pnncIpIo (yen
y estado (e jein). Esta tabla de diez categorías (i n c I u yen d o I a s u s- esto reside una limitación característica de la investigación natural en la
tancia) contiene los conceptos más generales bajo los que antigüedad) a un conocimiento científico ~e lo más partic~lar y c~ncreto;
se subsumen todos los posibles contenidos de representación; sin embargo, no más bien ve en esta suerte de caracteres aCCIdentales un reahter contIngente,
ha hecho de ella Aristóteles ningún uso metódico. Su teoría de las categorías inconcebible' y limita la reflexión científica a aquello que vale generalmente
no juega papel importante en su metafísica, fuera de aquella relación ya (katk' k610u) o, por lo menos, en la mayor parte de los.cas~s (ePi to polú).
apuntada entre la sustancia y sus modalidades. 5 Además, en su formulación 4. La esencial dependencia en que se encuentra aquI Anstoteles respecto
han influído observaciones de carácter gramatical. a la doctrina tradicional de las Ideas, aparece también inequívocamente en
Cuanto más agudamente concibe Aristóteles en su lógica y metafísica otra dirección de sus pensamientos. Si se buscase la relación de materia
el concepto científico sustancia, tanto más sorprende, a primera vista, y forma entre las diversas cosas o especies de cosas, pronto se advertiría una
que no haya dado principio alguno con arreglo al cual sea posible distinguir, relatividad manifiesta. Así se convierte el concepto de la evolución en
metódica u objetivamente, qué sean las cosas singulares que realmente principio de ord~nami.ento meta~ís.ico-valorativo de
existen. Sólo es diáfano que no otorga, por una parte, el rango de esencia 1 a s c o s a s, que se extlenden sm lazo de contmUldad desde las estructuras
a cualquier cosa que, sin nexo con otras, aparece· accidentalmente _en la más rudimentarias de la materia hasta las más elevadas formas. En esta
experiencia; por otra, que confiere este carácter a los organismos, sobre escala se asigna a cada especie de cosas su dignidad metafísica de modo tal
todo a cada uno de los hombres. De acuerdo con su doctrina, es de admitirse que la forma de lo inferior es materia de lo superior.
que él hubiera podido hablar de una esencia, sólo allí donde una interna El ordenamiento sistemático de las cosas singulares y de sus especies
posibilidad conceptual hubiese constituído el fundamento de unificación tiene, empero, un límite inferior y uno superior: aquél lo constituye la
de los caracteres singulares, donde, por lo tanto, se hubiera satisfecho de tal materia, éste, la forma pura. La materia exenta de toda forma (prootee
modo el problema de la ciencia (la determinación del ser mediante el con- hylee), esto es, la mera posibilidad,7 no es real; ~n rigor, todo ser es~á do!~do
cepto), que la cosa singular permanente se identificara Con el concepto de alguna forma por rudimentaria que sea. Sm embargo, no se IdentIÍlca
genérico válido para todas las apariencias dadas en la percepción. con el "no ser" platónico o espacio vacío (meeón); la materia es una
Pero la concepción socrático-platónica de la tarea de la ciencia llevó a cocausa (to oú o;'k áneu) que ya se revela por reales efectos. Dos hechos,
Aristóteles, a la postre, a definir la esencia de la cosa singular como aquello entre otros, ponen de manifiesto su innegable realidad: por una parte, la
que hace posible subsumirla bajo su g é n ero. Mas esta subordinación circunstancia de no poder realizarse plenamente las formas en las cosas
no es para él una función arbitraria de la razón, tal vez comparativa, sino singulares, y por la otra, aquel efecto acciden!al (Paraphyás). producid? gor
un conocimiento objetivo por excelencia, que !'eproduce una relación real. ella y con el que la causa final se encuentra? sm nexo f! en abIer.ta OpOSICl~:m.
Si de un lado, representa la sustancia, frente a sus determinaciones y Por la materia se explica que las formas solo se reahcen en CIerta medIda
apariencias perceptibles, lo permanente, es, de otro, el género (génos, o, (katá to dynatón): de ella se origina, en fin, lo conceptualmente no deter-
platónicamente dicho, eídos) que se realiza en las sustancias part~culares. minado (symbebeekós) o accidental (autómaton) -lo anímico y exento
Aquí se repite el mismo pensamiento: el género existe en tanto se realiza en de finalidad en la naturaleza. De ahí que distinga la doctrina aristotélica
la cosa singular; la cosa singular, en cuanto el género deviene apariencia
6 Así se llaman por lo menos en su obra de las Categorías, cuya autenticidad,
Meta/fsica XIV, 2, 1089 b 23.
3
4 Analyt. Pasto l, 22, 83 a- 24.
• por cierto, no es absolutamente rigurosa; sin embargo, la designaci6n encuadra del
mejor modo con el sistema total de Arist6teles.
5 Compárese A. TRENDELENBURG~ Historia de la teoría de las categorfas ('l. 7 Compárese CL. BAEMKER, Das Problem der Materie in der griechischen Phi-
Bd. der Hist. Beitr., Berlín, 1846). losophie (El problema de la materia en la filosofía griega), Munich, 1890.
13. El sistema de la evolución 125
124 l. La filosofía de los griegos. El período sistemático
Pero la esencia por antonomasia así determinada respecto a sus relaciones
al explicar la naturaleza (como ya lo había hecho Platón en el Filebo), con los otros seres, se caracteriza también según su contenido: sólo el
en t r e e a u s a s fin a 1 e s (tó hoú heneka) y e a u s a s ro e e á n i e a s pe n s a m i e n t 0, dice Aristóteles, es aquella es~ncia libre de posibilida~
(to ex anágkes): aquéllas son las formas realizadas en la materia, éstas, los des, aquella acción inmóvil (actus purus) de pureza absoluta. Sin duda
contraefectos del devenir teleológico. De este modo llega Aristóteles a consi~ alguna que no se trata aquí de la facultad representativa del espíritu
derar el acontecer cósmico, al Hn de cuentas, en analogía con la actividad dirigida a las cosas singulares y sus apariencias cambiantes, sino del p e n-
del artista. El genio crea la Idea, pero tropieza al realizarla con la barrera °
s a ro i e n t p u r o vuelto hacia sí mismo y a su eternal esencia; aquel
infranqueable de la materia. A la verdad, la materia se somete a la Idea pensamiento, en suma, que no tiene por objeto sino su propia naturaleza,
dentro de ciertos límites; por 10 menos, es posible, en general, su representa- el pensar del pensar (nóeesis noéseoos) -la a u t o con c i e n cia.
ción; pero existe en ella algo extraño y peculiar, un principio paralizador Semejante doctrina significa en la historia un acontecimiento crucial.
que entorpece la realización perfecta de las formas. La filosofía antigua no Por una parte, formula y funda el m o n o t e í s m o científica y concep-
ha superado e s t e d u a lis m o del a te 1 e o 1 o g í a del a f o r m a y tualmente; por otra, lo transforma del aspecto panteísta que tenía en
1 a r e s í s ten e i a del a ro a ter i a: aunó a la exigencia de una consi- Jenófanes y Platón, en un te í s m o riguroso, al concebir a Dio s como
deración teleológica del mundo, la honestidad ingenua de la experiencia una esencia autoconsciente y diversa del mundo. Pero al lado de esta
de hechos ciegos y fatales ínsitos en el acontecer cósmico. t r a s c e n den c i a, involucra la doctrina que hace de Dios el espíritu
5. La forma pura, en cambio, poseyendo la más alta realidad, no nece- absoluto, el extraordinario progreso metafísico de que lo in m a ter i a 1,
sita de materia alguna para existir; es, más bien, Un supuesto imprescindible el ser incorpóreo y lo espiritual, sean una y la misma cosa. E 1 m o n 0-
de todo acontecer, pues la materia como mera posibilidad no contiene en sí teísmo del espíritu es el fruto maduro de la ciencia
ningún principio de realización, de movimiento. Ciertamente no puede griega.
hablarse de un principio temporal del movimiento en un sistema de la Además, la concepción de esta espiritualidad divina es puramente inte-
evolución fundado sobre el concepto de la autorrealización de la esencia; lectualista: su esencia no es otra cosa que el pensamiento dirigido a sí
precisaadmitirqueelmovimiento es tan eterno como el ser mismo. Todo obrar, todo querer se dirige siempre a su obJeto (su materia)
m i s m 0, pues constituye un carácter esencial de éste. Pero es necesario diverso del sujeto que obra y quiere. El espíritu divino, como la forma
exhibir aquello que en el ser es la c a u s a del movimiento. En general pura, no ha menester de objeto alguno, se basta a sí mismo, y su auto-
puede decirse que la causa de todo proceso es la acción de la forma sobre conocimiento (theooría) no tiene finalidad externa alguna: su autocontem-
la materia. En la explicación pormenorizada de Aristóteles se distinguen dos plación es su eterna beatitud. No obra en el mundo por movimiento y
fases en el devenir de las cosas singulares: el impulso de la materia a ser actividad; sólo la nostalgia de las cosas hacia él ponen en marcha el uni-
transformada y el movimiento teleológico que parte de la forma misma. verso: el mundo y lo que en él acontece es el anhelo de la materia
Ahora bien, la circunstancia de que una cosa sea susceptible de movimiento, hacia la divinidad."
indica que es materia de otra forma superior; y, puesto que de la última 6. La materia (la mera posibilidad) es lo susceptible de ser movido
se puede decir lo mismo y así sucesivamente, no sería posible concebir el sin poseer la capacidad de mover cosa alguna: Dios (lo real por antono-
movimiento si la cadena de las causas no tuviese un eslabón inicial, una masia), en cambio, es lo que mueve sin llegar a ser nunca movido: entre
f o r m a p u r a exenta de movilidad. Este p r i m e r ID oto r (próoton ambos eslabones se dilata la serie de las cosas singulares capaces tanto para
kinoun) es inmóvil de suyo. En su acción sobre la materia entra en juego producir como para experimentar el movimiento. Aristóteles designa a esa
solamente la primera de las fases señaladas: no obra por propia actividad; totalidad de las cosas singulares con el nombre de na t u r a 1 e z a (Physis;
su realidad absoluta sólo provoca en la materia el impulso de conformarse por tanto, según el actual uso del lenguaje, mundo). La naturaleza, pues
según su paradigma j esto es, no es una causa mecánica, sino una c a u s a constituye un complejo unitario de seres donde la materia afectada por un~
fin a 1 p u r a (kinei haos eróomenon hou kikoúmenon). muchedumbre de estructuras evoluciona de forma en forma hacia el reposo
El p r i m e r m o t o rol a f o r m a p u r a significa, por lo tanto, en de la divinidad, divinidad que es el paradigma de sus graduales transfor-
la metafísica aristotélica, exactamente lo mismo que la Idea de la bondad maciones.
en la platónica; de ahí que solamente a ella atribuya Aristóteles los predica~ Pero el o r den a m i e n t o j e r á r q u i cad e 1 a s c o s a s en cuya
dos de aquélla: eternidad, invariabilidad, inmovilidad, incorporeidad e in- exposición reside la f i los o fía na t u r a 1 aristotélica, ofrece un doble
dependencia frente a los demás seres (jooristón) y, sin embargo, causa de módulo de valoración, y se desenvuelve, correlativamente, en dos direcciones
todo acontecer. R"l el ser perfecto (enérgeia) en donde toda posibilidad que sólo ~l fin convergen hacia un mismo punto. Esto, que se comprende
se identifica con lo real, el más alto (to tí einai to -próoton) y -el mejor de de_ suyo, SI se toma en cuenta la estructura esencial del sistema, sorprende
todos los seres y de las esencias todas -la di v i n ida d.s cuando se analiza el proceso positivo de la elucidación.
s La exposici6n de este pensamiento del que esencialmente se ha tomado la lla- \} L~ interpretaci?n d~l dios ar~st?télico como alma del mundo (CHARLES WER-
mada ,p r u e b a c o s m o 1ó g i cad e 1a e x i s ten c i a de Dio s, se encuen- NER, Anst6teles ~ e~ ~dea.l'tSmo platontco, Génova, 1909) no es auténtica, no obstante
tra de preferencia en el libro doce de la Metafísica. En sus diálogos populares la l?s momentos e msmuaClOnes que puedan encontrarse en la evoluci6n del aristote-
mezcla con conceptos de valor aduciendo que la diferencia entre cosas perfectas e im- hsmo hacia el stratonismo (compárese parágrafo 15, 1) y averroismo (parágrafo
perfectas supone necesariamente una realidad perfecta por excelencia. Compárese, 27, 1).
Schol. en ARIST6TELES, 487 a 6.
126 l. La filosofia de los griegos. El periodo sistemático 13. El sistema de la evolución 127
En el concepto de la divinidad concurren según Aristóteles los ~a.ract~R junto, se encuentra en reposo. Cada elemento tiene su dirección motora
res esenciales de permanencia e inmovilidad del ser (áidion), y espIrItuah- y sitio "naturales" en el universo: sólo el choque (b í a) con otros ele-
dad y racionalidad (nous). Según eso, las "formas" de la naturaleza van mentos lo aparta y desaloja. Precisamente estas c a m b i a n t e s re 1 a-
ocupando un rango tanto más elevado cuanto más se ~proximan, ora a uno c ion' e s en que se encuentran a menudo los cuatro elementos, constituyen
de estos principios de valorac,ión',ora al otro. En la.pnm~~a de estas escalas lo imperfecto, a c cid e n tal, inconcebible, del mundo terrestre; aquí se
se eleva la serie de las apanencIas desde el camblO caobco del acontecer percibe más enérgicamente el contraMefecto de la materia que en la región
terrestre hasta el movimiento simétrico de los astros; en la segunda, desde celeste, en donde se realizan sin alteración las leyes matemáticas del movi-
los meros cambios mecánicos de lugar hasta la actividad del alma y d,e su miento circular.
Hlás alto desarrollo el conocimiento racional: pero ambas escalas culmman 8. Las transformaciones m e c á n i c a s, q u í m i c a s y o r g á n i c a s
en un núsmo punt~, si se concibe las estrellas en su desplazami~nto simétrico del mundo corporal se implican: las que ocupan un rango superior en la
como las inteligencias superiores por excelencia, esto es, espíntus de plena escala de la naturaleza suponen siempre a las situadas en el peldaño ante-
raCionalidad. rior. Sin cambio de lugar (phorá o kineesis, en sentido estricto) es impo-
7. Relativamente a la primera de estas relaciones, se ha inspirado Aris- sible la variación cualitativa (alloíoosis), y sin estas dos mutaciones, tampoco
tóteles a través de la doctrina astronómica de Platón 'en la antigua oposición la transformación orgánica, esto es, el crecimiento y el atavismo de los seres
pitagórica de mundo terrestre y celeste. El influjo avasal~ador de su fil?sof~a ( auxéesis-phthísis). Pero la forma superior no es nunca un producto de la
es en gran medida deudor de que las maduras concepCIOnes de los pltag<?- inferior, sino algo independiente de ella. Así las formas inferiores son apro-
ricos de la última época no se hayan aceptado generalmente en 1<: anti- vechadas teleológicamente.
güedad, no obstante que fueron defendidas por los astrónomos de los. tIempos De aquí se origina una aguda oposición de principio entre el sistema de
subsiguientes. Así como el universo entero posee aquella forma, 19u;ll en la evolución y la del materialismo, no obstante que Aristóteles tiene en alta
cada una de sus partes, y, perfecta en sumo grado, a saber,. 1';L e s f e r~, estima a Demócrito por sus investigaciones científico-naturalistas y se apro-
así también entre los IDQvimientos el más perfecto es el que lm~terrumpl vecha no poco de ellas con expresa indicación. Aristóteles. 11 protesta contra
damente retorna a sus mismos puntos: el mov imi en t o Cl r c u 1aro el intento, aceptado también por Platón, de reducir, en definitiva, toda
Esto es una propiedad del é ter, el elemento celeste del que se han suerte de determinaciones cualitativas a determinaciones cuantitativas;
formado las estrellas y las transparentes calotas cósmicas en las que aqué- rechaza, además, la distinción metafísico-epistemológica entre realidades
llas se mueven con simetría eternamente invariable; en la más externa de las primarias y secundarias. Sostiene que estas últimas son, cualitativamente,
regiones y en invariabilidad absoluta moran las más próximas al ser divino superiores a las primeras y en la escala de las formas le parece la caracte-
(el firmamento de las estrellas fijas) ; debajo de ellas, los planetas, el sol rización concéptual interna más valiosa que la externa, expresable sólo
y la luna, cuya aparente desviación del movimiento ci~cular se~ e~phca por matemáticamente.12 El intento de Demócrito de elevar a principio expli-
una teoría complicada que habían elaborado dos astronomos mt1mamente cativo del mundo la reducción de todas las diferencias cualitativas a dife-
vinculados a la Academia: Eudoxio y su discípulo Calipo.10 Pero los astros, rencias cuantitativas, ha encontrado en Aristóteles, con su doctrina de las
para Aristóteles, están dotados de inteligencia sobre.humana, s0:t; ~?ses cós- "entelequias)" las internas formas de las cosas, su victorioso enemigo. El
micos: le parecen las formas más puras y más semeJa~te.s a la dlv~n1dad; de penetrante lógico ha visto que nunca es posible derivar analíticamente de
ellos dimana un influjo altamente racional, sobre la lITlperfecta Vida terres- las relaciones cuantitativas las cualitativas, pues la cualidad (no importa
tre. El pensamiento se convirtió más tarde en la· fuente de la astrología ,por qué sentido pueda ser percibida) es algo nuevo, supuesto por la refe-
neoplatónica y medieval. . rencia cuantitativa.
Las formas inferiores de la vida terrestre son, en cambio, los c u a t r o 9. La propia relación existe también, según Aristóteles, entre las acti-
e 1 e m e n t o s (de Empédocles), cuyo carácter esencial es su tendencia vidades anímica.s y las .c?rporales: éstas constituyen la materia; aquéllas, la
al movimiento re c t i 1í neo. Este movimiento involucra la o p o s i- for.ma. No admite el fIlosofo la supuesta dependencia de las funciones psí-
ció n de dos direcciones: la centrífuga, propia del fuego; y la centrípeta, qUiCas respecto de las corporales, que todavía Demócrito y Platón habían
peculiar de la tierra; en menor escala participa de la primera de estas enseñado, según el mod~lo de la vieja metafísica. Para él, más bien, es el
direcciones el aire; de la segunda, el agua. Así s~ comprende que los ele- ~ 1m a 1a e n t e 1 e q u 1 a del c u e r p o, esto es, la forma que se rea-
mentos que integran la masa central, nues~ra TIerra, se superp0]lgan ~el lIza en las transformaciones orgánicas del cuerpo. El alma es la causa final
siguiente modo: en torno a lo meramente petreo, el agua y despues el aire, ~e la conformación orgánica y del movimiento: por sí misma incorpórea, es,
mientras el fuego aspira al mundo externo. La Tierra, además, en su con- sm embargo, una fuerza directriz y motora del organismo.
También el alma está constituída, según Aristóteles, por estratos, cada
10 SCHIAPARELLI Le siere omocentriche di Eudoso, Callippo ed Aristotele (Mi- uno de los cuales sirve de materia a su inmediato superior. La forma más
lán, 1878). Compár~se q. GRUPP~~ Die kosmische Systeme der. Griechen (Los ~~SM
temas cósmicos de los gnegos, Berllll, 1851). Como base metódlca para la soluclOn próxima de la vida orgánica es el a 1 m a ve g e t a t i va (threptikón)
de estos problemas se conserva una típica indicación de la Vieja Academia (una
hipótesis metafísicoMmatemática y especulativa de explicación): encontrar los !-ll0vi- 11 Compárese especialmente el tercer libro de la obra De Codo.
. .12 Aris~óteles no s610 caracteriza los elementos por la diversa tendencia del mOM
mieritos simétricos y ordenados de las estrellas merced a los cuales pueda explIcarse
el movimiento aparente de ellas (diasóozein); SIMPLICIO, en ARISTÓTELES, De Cocle;
• v1rolento, smo también por sus cualidades originarias' lo explica por la confluencia
de los opuestos de calor y frio, seco y húmedo. Mete~r., IV, 1, 138 b 11.
(Karst.), 119.
128 l. La füosofía de los grzegos. El período sistemático
13. El sistema de la evolución 129
capaz de transfonnar los fenómenos mecánicos y químicos en funciones de
asimilación y reproducción. A esta actividad puramente fisiológica se limita (órexis) en voluntad (boúlesis) y la representación en conocimiento (epis-
la fuerza vital del alma de las plantas. En el reino animal se añade un téeme). Se añade, por así decirlo, "desde afuera" (thúrathen) y como algo
nuevo estrato a la forma vegetativa: el alma animal, cuyos caracteres cons- nuevo Y: más elevado a todas las actividades psíquicas que se derivan de la
titutivos son el automovimiento (kinetikón katá tópon) y la sensación percepCIón. (y de las que solamente participan los animales); pero sólo
( aisthetik6n),13 p~ede real:z~rse en el hc:mbre. Relación tal la expresa Aristóteles por me~
El peculiar movimiento, con arreglo a fines, del cuerpo animal se pro- dIO del ~hS.tlI;gO entre. I,ntel~cto ~ctivo e intelecto pasivo
duce por el d e s e o (órexis) ~ que provocan los sentimientos de. placer (nous pozetzkos~patheetzkos): baJO 10 pnmero entiende la actividad racional
y dolor respectivamente, en la fanna instintiva de aspiración y repulsión. m~sma; ,bajo el segundo, el material de las percepciones dado en y por la
Estos s e n tiro i e n t o s, empero, suponen siempre la re p r e s e n t a- eXIs.te.~.cIa corpora~ del hombre indi;ridual; lo que permite a la razÓn las
ció n d e s u o b jet 0, pues es ella la que en cada caso determina si pOSIbIlIdades y estlmulos de su funCIón encaminada a reelaborarlo y con-
el objeto es digno de aspiración o repulsa. El supuesto de toda la psicolo~ firmarlo.
gía griega de la inexcepcional dependencia del deseo frente a la represen ~ La razón "paciente" significa, pues, la in d i v'i d u a 1 m a n e r a de
tación, se pone de relieve de modo tan enérgico en Aristóteles, que llega dar~e la~ aI;'<;triencias ~n cada uno de los hombres según sus
a probar la existencia de tal supuesto, echando mano de las funciones ~ec~,hares dISpo~lclOnes y los motIVOS de sus personales experiencias; la "ac~
lógicas del juicio y del razonamiento. También hay en la esfera de lo prác~ tIVa , en cambIO, aquel modo de ser del intelecto unitario, fundamental
tico afirmaciones y negaciones: 14 las maneras concretas de actuar en la y común a todos los individuos. Sólo el nous "activo" es imperecedero' el
vida son conclusiones de fines u objetivos generales, etcétera. ')asivo" sucumbe con los propios individuos que le dan vida. La inmo;ta~
La sensación es el centro en torno al cual gira toda la vida representa~ hdad personal es puesta, según esto, en tela de duda Como en el Timeo
tiva animal. En la psi colo g í a f i s i o 1 ó g i c a que la estudia, 15 uti~ platónico, donde propiame~te se habla de aquella "parte" impersonal y
liza Aristóteles en gran medida todos los conocimientos y doctrinas de sus racional del alma, idéntica siempre a sí misma. Por lo demás, es evidente
predecesores, sobre todo, de Demócrito; pero las supera al reconocer mu~ que, aquí ya no se trata de reflexiones de psicología empírica, sino de pen~
cho mayor independencia al alma frente al devenir permanente de las samlentos que, brotando de la conexión sistemática de la doctrina se in~
percepciones. No satisfaciéndole la vieja teoría de que la percepción con~ jertan en ella por razones postulativas de orden ético y epistemológi~o.
siste en una mera acción recíproca entre el objeto y el sujeto, reconoce la
FR. BRENTANO, Aristoteles Lekre vom Ursprung des menschlinchen Geistes (La
un ida d del a con c i e n c i a (mesótes), gracias a la cual el alma doctrina aristotélica del origen del espíritu humano), 1911.
animal relaciona lo dado a los sentidos en cada una de las percepciones
con la totalidad de ellas; y capta simultáneamente la relación numérica, de 11. En. e~ concept~ de razón a título de forma propia del alma, en~
situación y de movimiento. De este modo es preciso reconocer además de los ~ue?tra Anstoteles el ,hIlo conductor para la solución concreta del problema
sentidos específicos, un sentido general y común (poinón aistetérion) 16 que, e tIC 0, que el propIO Platón, en vano, había buscado. La felicidad del
teniendo la aptitud de mantener la unidad de las representaciones (phan~ ~ombre (eudaimonía), que también aquí se considera como el más elevado
tasiai), es al mismo tiempo el lugar común no sólo del recuerdo espontáneo fm (télos) ~rente a todas las aspiraciones, depende del destino externo sólo
y reflexivo, sino también de la conciencia de nuestros propios estados. u en parte. CIerto que ella se realiza plenariamente cuando acarrea todos los
10. El alma vegetativa y el alma animal constituyen tan s6lo en el bienes, pero la ética tiene que ver sólo con aquello que está en nosotros
h o ID b r e la materia de la realización de su propia forma: lar a z ó n (ta e,ph hemín), sólo con la felicidad que conquista el hombre mediante su
(nous~dianoeísthai), Por obra de ésta se convierte, en efecto, el impulso p:opIa acción (pragtón ágaton). Ahora bien, cada ser se hace feliz en la mc-
13 La Historia de los animales, de ARISTÓTELES (compárese J. B. MEYER, Ber~
dtda en que desenvuelve su propia naturaleza y peculiar actividad. El
lin, 1855), investiga de modo ejemplar y con esmero digno de admiración, al lado h.o m? .r, e, seg~n esto, por la r a z ó n. La virtud del hombre es aquella
de la sistemática, problemas anatómicos, fisiol6gicos, morfológicos y biológicos. Una dISposlclOn graCIas a la cual éste pone en práctica su actividad racional'
obra paralela sobre las plantas se ha perdido, pero se la sustituye con la de su amigo puede decirse que s~ deri;r~ de la índole propia de su natural esencia y tra~
y discípulo Teofrasto. por resultado la satIsfacclOn, el placer.
14 Eth. Nic., VI, 2, 1139 a 21.
15 Hay que comparar, además de los capítulos respectivos de la obra De Anima, Del.I?ismo modo qu~ en el alT?a animal se distingue entre impulso y
también los pequeños tratados que con ello se relacionan: de la percepción, del percepclOU como heterogene.as m~mfestaciones, así también la razón se pre~
recuerdo, del sueño, etc. 'Senta, unas vec~s, como obrar racIOnal, y otras, como comprensión racional;
lB En lo que concierne a la localización fisiológica ve Aristóteles un vínculo in-
separable entre actividad anímica y calor vital (émphyton derm6n), que, como
·es~ es, s~ realiza coT?o costumbre (éethos), o Como reflexión moral (ais~
hálito (pneuma) anímico, acompaña a la sangre. ~Su escuela ha desarrollado esta tha:zesthaz, en el sentIdo lato del vocablo). Así se explica que la capacidad
doctrina aún más; compárese H. SIEBECK, Zeitschnft fuer Voelkerpsychologie 1881, racIOnal humana encarne en dos especies de v i r t u d e s : las é tic a s
pp 364 ss.). Según eso, ve el sitio de la sensibilidad en el corazón y rechaza el y las di a noé tic a s.
mejor conocimiento que sobre el particular habían defendido Alcmeón, Diógenes de
Apolonia, Demócrito y Platón, al reconocer la importancia del cerebro. M. Die Ethik des 'Aristoteles (La ética de Aristóteles), 1920.
17 Este inicio de una doctrina de la percepción interna aparece ya en Aristó- • WITTMANN,
teles; compárese De Anima JI, 2, 425 b 12. 12. Las virtudes ét.icas se desarrollan en y por la e d u c a ció n d e
la vol u n t a d. GraCIas al proceso educativo, la voluntad adquiere el
"
í
135
11, La filasafia helenistica-ramana 11, La filasafia helenistica-romnna 137
136
, El desarroll? alcan~a?? por la cie~cia griega y su oposición cada vez
escuela, condujo, por modo necesario, a la especialización, Y el int~rés pura- n;a~ aguda haCia la reh~lOn popular, hIZO del problema capital del arte de
mente teorético del saber por el saber, se desarrolla ,durante ~se tiempo en VIVIr, buscado con creCiente afán por la filosofía postaristotélica un s u-
la esfera de las ciencias particulares. Los grandes sablOS de la, epoca, un Ar- ce d á n e o del ~ fe re 1 i g i o s a. Viéndose urgido el mundo' ilustrado
químedes, un Eratóstenes, un Aristarco, se encu~ntran, Clert~m~nte, e.n a renunciar al aSI~ero '].ue brindaban religión y Estado, trató de encon-
más libre relación con una u otra escuela, pero SIempre CO~ ~ndlferencl,a trarlo ahora en la JIlosofIa, Es por eso que el punto de vista de la sabiduría
hacia la metafísica. Así se explica que en esta época el rendImiento te?re- mundana, que pn:ra ~e.sde luego en el ~elenismo y romanismo, sea el de
tieo de la filosofía sea por demás insignificante, al paso 9ue las conq~lstas la ro o r ~ 11 d ~ d m~IvI~u~l, y que la fIlosofía, así orientada, ostente por
en la matemática y en la ciencia natural, en la gramá,t1ca y en la fIl?lo- dondeqUlera fIsonomIa e tIC a, Del modo más enérgico aparece en los
Ía en la literatura y en la historia, alcancen proporcIOnes muy conslde- epicúreos semejante antítesis .entre ética individual y religión; pero tanlbién
g ,
_rabIes. Aparece, es verdad, una much~dumbre, d ~ "f'l' lOSOf os" , ya c?n la en las otras escuelas las doctrmas acerca de la divinidad tienen durante este
categoría de jefes de escu~la, ya com~, s~mpl,es dISC1PU~OS, ~u~, se consignan inicial período, carácter ético y, tal vez, teorético pero nunc~ un sello eS
en el esquemático tratarmento d; la hlsto:Ia de la fIl?sof:a , ~ los nom-
M
EL PERIODO ETICO
139
140 11. La filosofía helenístico-romana El período ético 141
en la antigüedad griega; también en el mundo romano cuentan con nume- viene la Nueva Academia, que con F i 1 ó n deL a r i s a representa el
rosos adeptos. En cambio, en la esfera de la investigación particular, al par último episodio del escepticismo propiamente dicho, y con Antioco hace
que en la de la filosofía, la escuela no es, ni con mucho, tan fructífera el intento de armonizar las filosofías en pugna sobre la base de aquellas
como las otras. El poeta rOmano L u e r e e i o ha hecho una interesante ideas en las que coinciden Platón y Aristóteles.
exposición del epicureísmo. Menos importante, por carecer de principio, pero históricamente de
Estas cuatro escuelas conviven durante siglos. en Atenas; aún en la época significación, es aquella especie de eclecticismo representado por los r 0-
imperial dan signos de vida en los centros de enseñanza, que en su conjunto, m a n o s, que trata de coordinar, tomando COlTIO pauta puntos de vista
forman una especie de universidad; sin embargo, sólo en la Academia puede prácticos, las ideas, evidentes para ellos, de los diferentes sistemas; semejante
hablarse de una sucesión de jefes de escuela, si bien con grandes lagunas; actitud. asumen e ice r ó n, V a r r ó n y, en parte, el grupo de los S e x tos.
pues tocante a la Stoa, a los epicúreos y al Liceo, se pierde la tradición
al iniciarse el primer siglo a. de J.C. De la escuela peripatética (el Liceo) hay que nombrar, ante todo, a su cofun-
Las e u a t r o e s e u e 1 a s combaten entre sí vivamente durante los dador, el amigo menos joven de Aristóteles, T e o f r a s t o d e E r e b r o, en
siglos !II y !I antes de nuestra Era; es en los temas éticos y, sólo en relación Lesbos (370-287), un tipo de catedrático sugestivo e influyente, que, gracias a su
con ellos, en los metafísicos, físicos y lógicos, donde tratan de ganarse la doctrina y escritos de la escuela, adquirió gran prestigio. De sus obras se conservan
fragmentos de la Botánica~ uno de la Metafísica, extractos de sus Caracteres~ de su
delantera unas a otras. 1 opúsculo de la Percepción~ de su Historia de la física y otras cosas menos importantes.
Acompaña también a las doctrinas dogmáticas, durante toda esta época, (Han sido editadas por F. WIMMER, 1862, UNSENER, 1890, DIELS, 1909). Compárese
otra dirección más Íntimamente ligada a la sofística que la Stoa y la G. M. STRATTON Theophrastus and the greek Physiological psychology before Aristotle
filosofía de Epicuro: el e s c e p tic i s m o. Sin género de duda, semejante (Nueva York, 1917).
Junto a Teofrasto aparecen Eudemo de Rodas, Aristóxeno de Tarento, Dicearco
dirección no posee la estructura de una escuela en el sentido sociológico del de Messina y E s t r ató n de Lampsaco. Arist6xeno escribió una historia y teoría de
vocablo, pero o s ten t a u n ca r á e ter s i s t e ID á tic o y d e s e m~ la música (Elementos de la música, traducción alemana de R. WESTPHAL, Leipzig,
b o c a e n u n con f 1 i c toé tic o. ' P i r r ó n lleva a cabo una oportuna 1883); Diccarco es un polígrafo; compuso una historia de Grecia (bias helládas).
concentración de los resultados negativos de la sofística; T i m ó n expone Estratón es conocido con el mote del "físico", y dirigió la escuela durante el péríodo
qUe va del año 287 al 269.
las doctrinas de éste. Parejo escepticismo sofístico se apoderó del hogar Entre los doxógrafos peripatéticos, hay que nombrar a Hermipo, Soción, Satyros
:n
platónico durante largo tiempo. Aunque la A cad .e i a M e d i a. no se y Heráclides de Lembos (del segundo siglo antes de nuestra Era), y entre los comen-
apropia íntegramente sus postulados, toma el esceptlclsmo COlTIO un mstru~ tadores de la última época, A 1 e jan d r o d e A.:f r o di s i a s (aproximadamente
mento de lucha contra la Stoa, y se sirve de muchas de sus ideas para 200 años después de Cristo, en Atenas).
La Academia Media comienza con Arcesilao de Pitania, en Eólida
fundar la filosofía moral. Durante esta fase de su desarrollo sobresalen los (315-241) (su dis"ípulo Lacides se ha encargado de reseñar su doctrina), y termina
jefes de escuela A r c e sil a o y e a r n é a d e s, a medio siglo de dis- Con Ca r n é a d e s (el año 150, en Roma) y su sucesor Cleitómaco. De sus escritos
tancia uno de otro. Más tarde, cuando la Academia aparta de sí otra vez no se conserva nada; Cicer6n y Sexto Empírico, además de Diógenes Laercio, dan
al escepticismo, adquiere éste gran resonancia entre los ID é d i c o s e m- las fuentes para su estudio. Compárese L. CREDARO, Lo scetticismo degli academici
(Milán, 1889 y 93).
p í r i e o s, de los cuales hay que mencionar ante todo a E n e s i d e m o También son indirectas, y muy generales, las noticias que disponemos de la
y A g r i p a, al terminar este período. En las obras de S e x t o E m p Í r i- Nueva Academia. Fil6n de Larisa aparece aún en el año 87 en Roma;
e o se conserva una exposición exhaustiva de las doctrinas escépticas de la Cicerón escuchó en Atenas a A n ti o c o d e A s c a 16 n, discípulo de aquél, el
última época. año 78. Entre los representantes del platonismo ecléctico, en esta su primera forma,
esencialmente ética, hay que contar a A r e i o s D i d Y m o s, muy inclinado al
La honda importancia del. escepticismo reside en que expresa aquel estoicismo (en la época de Augusto). Compárese H. v. ARNIM, Areios Didymos. Un
estado de incertidumbre que había sobrecogido a la civilización antigua bosquejo de la ética peripatética (1926), y a Trasilo (bajo Tiberio), el editor de
ante sus ideales, como alguna vez a la griega. Semejante carencia de con- las obras de Dem6crito y Platón, ordenadas por materias. También en la Academia
vicción se manifiesta de modo diverso en el e c 1 e c tic i s m o, que em- se desarrolló con el tiempo una literatura parafrástica y exegética de las obras de
Platón.
pieza a desarrollarse a mediados del segundo siglo. Al difundirse las corrientes En la historia de la Stoa se distinguen tres períodos: el antiguo (predominante~
filosóficas por todo el Imperio Romano, amaina el espíritu de escuela, mente ético), el medio (sincrético) y el nuevo (religioso). Hay que buscar a menudo
desfallece la polémica y se hace sentir cada vez más la necesidad de conci- la descendencia de las personalidades de esta escuela en pueblos griegos mezclados
liación y síntesis. La concepción teIeológica del mundo se convierte en el con orientales. Su fundador, Zenón (340~265), es oriundo de la isla de Chipre; siendo
comerciante viene a Atenas, pe~o atraído por la filosofía estudia las diversas doctrinas
fundamento común, sobre el que platonismo, aristotelismo y estoicismo, en de la época. Al fin, funda su propia escuela en el año 308. Su discípulo más notorio
comunidad de lucha, acometen a la filosofía de Epicuro. fue C 1 e a n t e s de Asos (en Troada); de él se conserva un Himno a Zeus, de
La propensión hacia tal mezcla de doctrinas, el sin c r e t i s ro o, surge inspiración monoteísta. Stob. Eklog., 1, 30 ('WACHSMUTH, p. 25). La cabeza cientí-
desde luego en la Stoa y encuentra en Pan e e i o y P o s ido n i o sus fica de la escuela es Crisipo (280-209) de Sole o Tarso (en Cilicia); debi6 Ser
un escritor fecundo, pero fuera de los numerosos títulos de sus obras, sólo se conservan
representantes más activos. Ambos filósofos estructuran la doctrina de la de ellas insignificantes fragmentos. Compárese G. BAGNET (Loewen, 1822), BREHIER,
Stoa, echando mano de postulados platónicos y aristotélicos. A su encuentro ehr. (París 1910). Entre los escritores más renombrados de la escuela estoica, hay
que mencionar a Arist6n de Quios, Di6genes el Babilonio (155 a. C., en Roma) y
A P ó 1 o d oro. También están próximos a la escuela Aristarco y Erat6tenes.
1 Echando mano hábilmente de las fuentes originales, da C i e e r 6 n en sus
Los representantes más influyentes de la Stoa sincrética son Pan e c i o (180-
diálogos filos6ficos una viva imagen de esta lucha de escuelas. 110) y Posidonio (175-90), de la apamca siriaca. El primero estuvo en íntimo
142 11. La filosofía henelístico-romana 14. El ideal del sabio 143
contacto con la academia escéptica y cultiv6 estrechas relaciones Con grandes hombres Las noticias del escepticismo posterior son oscuras e inciertas. E n e s i d e m o
de Estado en Roma. El segundo fue uno de los más grandes polígrafos de la anti- de C n o s o s enseñaba en Alejandria. Escribió una obra intitulada pyrrooneioi lógoi
güedad, s~bre todo en materia ,de geografía ? hi~toria; enseñ6 en ~odas, ~ue escuc~ado de la que no se conserva nada. Vivió probablemente en el siglo primero antes d~
por muchos jóvenes romanos; mcluso por Clceron. Acerca ,de su lllf1ue~CIa, compare~e nuestra Era j sin embargo, algunos lo sitúan dos siglos más tarde. D e A g r i p a
W. W. JAEGER, Nemesio de E~esa! Fuentes del ;te~platonlsmo y sus ortgenes en P?Sl- no se puede indicar nada en particular. El representante literario del escepticismo
donio 1914. C. RUDBERG Postdonto (Upsala-LclpZlg, 1918); 1. HEINEMANN, ESClltOS es el médico S e x t o E m p í r i c o, que vivió pOr el año 200 d. de J.C. De él
metafísicos de Posidonio, '1~ parte, 1921. K. R!,INr~ARDT, Posidonio (1921); el mismo, poseemos los siguientes escritos: Los Bosquejos pirr6nicos (pyrrooneioi hypotipooseis)
Cosmos y simpatía, Nuevos estudlOs sobre Posrdonto (1926). y la obra intitulada Adversus matematicos. Una exposición de la teoría escéptica can
Sobre los estoicos de la época imperial, compárese el siguiente capítulo. noticias históricas muy valiosas, la ofrecen los libros 7~11 de este último opú;culo.
H. v. ARNIM, Stoicorum veterum fragmenta (tres volúmenes, Leipzig, 1903 M 1905), (Edición de 1. BEKKER, Berlín, 1842; ahora la de H. MUTSCHMANN 1911 ss.).
ha coleccionado las fuentes dispersas de la antigua Stoa. Compárese E. PAPPENHEIM (Berlín, 1874; Leipzig, 1877 y 81). '
D. TIEDEMANN, Sistema de la filosofía estoica (3 volúmenes, Leipzig,. 1776). Compárese K. STAEUDLIN, Geschichte und Geist des Skeptizismus (Historia y
P. WEIGOLDT, La filosofía de la Stoa (Leipzig, 1883). P. OGER:EAU, Essaz sur le espíritu del escepticismo), Leipzig, 1794~95. N. MACOLL, The greek sceptics (Lon~
systeme philosophique des Stoiciens (París, 1885). L. STEIN, La pncología de la Stoa dres, 1868). L. HAAs, De philosophorum scepticorum successionibus (Wuerzburg
(2 volúmenes, Berlín, 1886~88). R. HIRZEL, Estudio sobre los esc~itos filo,s6ficos de 1875). V. BROCHARD, Los escépticos griegos (París, 1887). R. RWHTER, El escepti:
Cicer6n~ 2'1 volumen (Leipzig, 1880). A. SCHMEKEL, La Stoa medta (Berlm, 1892). c~smo en.la filoso~ía ,CLeipzig, 1905). ALB. GOEDECKEMEYER, La historia del esceptiM
A. DYROFF, La ética de la antigua Stoa (Berlín, 1887). ctsmo grtego (Lelpzlg, 1905.). G. PAKEILAT, Las fuentes de la skepsis académica
Epicuro (341-270) fue hijo de un preceptor ateniense; nació en Samas. Ya (Konigsberger Diss, 1916).
en Mitilene y Lámpsaco estudió con celo la filosofía. En el año 306 funda en Atenas En un ambiente de ruda hostilidad logró penetrar la filosofía griega en R o m a.
la comunidad de vida que llevó el nombre de sus "Jardines" (keepoi, horti, sel?ún Pero ya al iniciarse el primer siglo a. de J.C., era habitual que los jóvenes romanos
la costumbre de llama'r a las escuelas por su residencia). Era maestro muy quendo, más distinguidos estudiaran en Atenas o Rodas. También entonces las exposiciones
gracias a su exquisito trato, personalidad fina y cautivador~; el ideal, en suma, de la de .los jefes de escuelas perseguían los mismos objetivos, que alguna vez tuvieron los
urbanidad ática. Haber elevado la belleza a principio de vIda y haber salvag~ardado sohstas en Atenas. M a r c o Tul i o C ice r ó n (106~43) ha contribuído grande-
esto en su existencia personal, fue el resorte propulsor de su naturaleza y doctrma. De mente a difundir la ciencia y la filosofía griegas entre sus conciudadanos. Desde este
sus numerosos escritos cuya autenticidad no es muy segura, se conservan las Senten M
punto de vi.sta debe justificarse con elogio su posición histórica. La soltura y elegancia
cías (kyriai d6xai), tres cartas didácticas, trozos de su obra peri physeos ~de la de sus escntos literarios compensan su deficiencia filosófica. Esta Se reduce a selec-
exploración herculana), y otros fragmentos desparramados. H. USENER, Ep1cu r ea, cionar doctrinas sin echar mano siquiera de un sólido principio de selección. Cicerón
Leipzig 1887 ha compilado y ordenado sistemáticamente los escritos. se halla muy cerca del probabilismo académico (compárese, más abajo, el parágrafo
Entre su~ numerosos discípulos, subraya la antigüedad la figura de su amigo 17, 7). ~us principales escritos son: De finibus, De oficiis~ Tusculande disputationes~
Íntimo M e t r o dar o deL á m p s a c o, la de Z e n ó n d e Si d ó n (hacia A:cademzca, I!e r;atura deor~m, De fato~ De divinatione. Compárese. HE~BART, La
150 a. C.) y la de Fedro (hacia 100 a. C.). Más diáfana es para nosotros la persona~ fllosofía de Czceron (Obras Completas, XII, 167 ss.). R. HIRZEL, InvesttgaclOnes sobre
lidad de Filodemo de Gadara (en Koisesiria), debido al hallazgo de una parte de su los ~scritos f!los.ójicos de Cicerón (Leipzig, 1877-83). ED. SCWARTZ, Figuras del mundo
valiosísimo escrito peri seemeioon kai seemeieooseoon, en la exploraci6n herculana antzguo (Lelpzlg, 1906), pp. 99 ss.
(Herculanensium voluminum quae supersunt, primera serie, Nápoles, 1793 ss., segunda, Más docto fue su amigo M a r c o Ter e n ci oVar r ó n (116~27) el célebre
1861 ss.). Compárese Fr. BAHNscH, Lyck~ 1879; H. v. ARNIM, Phzlodemea, Halle, erudito y polígrafo, de cuyos trabajos sobre historia de la filosofía, tan sólo poseemos
1888' DIELS, Edición de peri theoon, en Abh. Berl. Akad., 1915 s. noticiall ocasionales.
La poesía didáctica de Tito Lucrecio Caro (98~'j4), De natura rerum Al grupo de los S e x t o s pertenecen los dos Q u i n t o Sexto padre e hijo y
(5 libros) ha sido editada por LACHMANN (Berlín, 1850) y JAC. BERNAYS (Leipzig, S o ció n de Alejandría. Parece qUe este último ha sido .el lazo de unión entre' la
1852), Biblioteca Teuberiana (A. BRIEGER, 1914). DIELS la ha editado ~n latí!l y moral estoica y el pitagorismo alejandrino, y a quien se debe fundamentalmente
traducido al alemán, 2 volúmenes, 1923. Compárese R. HEINZE, ComentarlO al ltbro el viraje religioso de aquélla, tan característico en la época imperial. GILDEMEISTER
tercero (Leipzig, 2l). edición, 1926). (Bonn, 1873) ha editado algunas de sus sentencias (halladas en traducción siria).
Ulteriores fuentes se encuentran en -Cicerón y Di6genes Laercio (libro décimo). Se nombra a ciertos predicadores de buenas costumbres, más o menos próximos
Compárese M. GUYAU, La moral de Epicuro (París, 1878). P. V. GIZYCKE, Vida a la filosofía cínica, como represent:;mtes de un eclecticismo moralizante y popular'
y moral de Epicuro (Berlín, 1879). W. WALLACE, Epicureanism (Londres, 1880). con acritud y dureza censuran la situación ética y social del mundo helenístico~romano:
M. RENAULD, Epicuro (París, 1903). E. JOYAN, Epicuro (París, 1910). E. BIGNONE, Entre ellos se cuenta a un cierto T e 1 e s (compárese de WILAMOWITz~MoELLENDORF
Epicuro (Bari, 1920). Compárese DIELS, Deutsche Litz., 1920. Número 43. 1. BRuNs, Investigaciones filológicas, IV, 292 ss.; Fragmentos editados por O. HENSE Fri~
Estudios sobre Lucrecio (Friburgo, 1848). DIELS, Estudios sobre Lucrecio 1 (Reseñas. bl}rgo, 1889, nueva edición, ~ubit;'-ga~ 1.91~); después a B ión de Boristena (com~
de la Academia de Berlín, 1918). parese R. HEI~ZE, De. Horatto BlOms zmttatore~ Bonn, 1899); de la última época
El e s c e p tic i s m o no constituye una escuela propiamente dicha; se desen- son Demetrlos, Olnomaos y Demonax. Compárese J. BERNAYS Luciano
vuelve con absoluta libertad e independencia de sus miembros. 2 Es dudoso que el y los cínicos (Berlín, 1879). También aquí cabe mencionar a Dio e r i s Ós t o m o.
sistematizador de la corriente, Pi r r ó n d e El i s (365~275) haya mantenido estre- Compárese H. v. ARNIM, Di6n de Prusa (Berlín, 1899).
chos lazos con la escuela socráticoMsofística de su patria: un tal Brisón, discípulo de
Estilpón, sería el lazo de unión de estas corrientes filos6ficas. Se cuenta que participó,
en compañía de un partidario de Demócrito, de nombre Anaxarco, en la expedición
de Alejandro al Asia. Echando mano de la doctrina pirr6nica, hace mofa de los 14. El ideal del sabio
filósofos el sil6grafo Ti m ó n d e PhI i u S (320~23D), que vivió sus postreros años
en Atenas. C. WACHSMUTH, De Timone Philasio (Leipzig, 1859), y H. DIELS, Poeta- El marchamo ético que toma la filosofía después de Aristóteles aún
rum philosophorum fragmenta (1901), han coleccionado los fragmentos. Compárese
CH. WADDINGTON, Pirr6n (París, 1877). puede caracterizarse más circunstanciadamente: la é tic a i n d i vid u a 1
ocupa por doquiera el punto de gravedad de las investigaciones en esta
2 Por tanto, son ilusorios todos los cómputos. que se han ensayado para fijar la époc~ de epígonos. ,El ideal ~tic~ de la comunidad a que llegaban las
cronología de los escépticos posteriores, según los diadocos (sucesores) de los jefes.. doctrInas de P 1 a ton y A r 1 s t o t e 1 e s, era la consagración de aquel
de escuela. hecho, ahora extraño a la época y merced al cual Grecia se había hecho
144 lI. La filosofía helenístico-romana. El período ético 14. El ideal del sabio 145
grande: la idea vital del Estado. Este habia perdido su poder en lo.s espi- consisten en los sentimientos y apetitos que la vida y el mundo despiertan
ritus' aun en las escuelas de estos dos filósofos tuvo tan poca resonanCia, que en el hombre: son perturbaclOnes de su propia esencia pasiones (páthee
tant~ los académicos como los peripatéticos pusieron en, el p.ri~e~ plano affectus). La sabiduría prue.ba su eficacia mediante la c~nducta que guard~
de sus intereses la pregunta acerca de la d!c~a y virtuosldad mdlvl.du~}esi el hombre frente a sus paSIOnes; 3 la sabiduría es sustancialmente eroan-
Lo que puede leerse en el ensayo del, academIco Crantor ,I!e la afltcczon cip~ción de los ,;fectos, ~usencia d.e.l,as pas¡'ones (apatía, apátheia,
o del opúsculo de Teofrasto baJo el tItulo de Caracteres etzcos, se encuen- segun la expreSIÓn estoIca). La bendlclOn de la sabiduría reposa en esta
tran por entero en el marco de una filosofía que ve su esencial tarea en la interna tranquilidad.
recta estimación de los bienes terrenos. Las designaciones usadas por Epicuro y Pirrón, al sustentar esta doctrina
Interminables discusiones se suscitan durante los primeros siglos de esta recuerdan de bulto la filosofía de Aristipo y Demócrito. Es un resultad~
época alrededor de semejante tema, y los discípulos de los dos gra~des natural ~e la le~ta .evolución del hedonismo (compárese parágrafo 7, 9),
pensadores de la filosofía ática presentan un frente común a las acometldas que EpI C u r o, vIendo en el p 1 a e e r e 1 ro á s a 1 t o b i e n prefiera
. b I ' ,
de las nuevas escuelas: ambos habían buscado la realización de la Idea de r:
sm em argo, a, pe r ro a n e t e ~ a t i ~ f a c ció n y t r a n q u i 1 ida d
lo bueno en el ámbito entero de la experiencia: incluso el idealismo ~iguroso al go~e momentaneo. Ya los CIrenaICOS, CIertamente, habían descubierto la
de Platón, que buscaba sin cesar la superación del mundo de los sentIdos, no esenCIa del placer en el movimiento apacible' no obstante dice Epicuro aún
desconocía el valor relativo de los bienes terrenos. Por mucho que hayan admite? un "placer en movimiento", y e; más valios~ aquel estado de
sobreestimado la virtud, no escapó a ellos la idea de que para la interna tranqmhdad exento de do!,:r y apetit?s (heedonée catasteematiqué). Hasta
felicidad del hombre, eran imprescindibles la salud, el bienestar, ~l talen- el afan de goce se ha perdIdo: el epIcúreo, sin duda alguna, quiere gozar
to, etc.,2 y negaron la doctrina cínico-estoica'.9ue ha.cía de,l-: vIrtud no d~ buen g,rado del placer, pero. é~te no debe excitarlo, ponerlo en movi-
sólo el más alto de los bienes (lo que ellos admltmn), smo el unlCO de ellos. mIento. Solo anhela la paz espIntual (galeenismós, compárese parágrafo
Pero sea como fuere, las nuevas escuelas se af~nan ahora 'por diseñar 10, . 5), y evade, temeroso, las tormentas que la amenazan, esto es, las
aquel arte de conducir la vida q.ue haga d,el ho~br~ un ser dIC~OSO, y en pasIOnes.
tanto los miembros de ellas prosIguen sus mvestlgaClones de caracter par- Epicuro comprendía el motivo que llevaba a los cínicos a caracterizar
ticular, la actividad pública, sobre todo la .de los corifeos dhe esc~ela en sus la ausencia ~e necesidade~ como virtud y felicidad;
luchas de partido, se empeña en' trazar la ~ m, a gen del o m re no r- pero estaba tan leJOS, c~mo ellos lo cremn, de renunciar seriamente al placer.
ro al.· Mostradnos cómo debe estar constltmdo el hombre para alcanzar, E? verdad, debe el sabIO hacerse cargo de esto y realizarlo, ya que es inelu~
por modoI seguro, la felicidad, sea cual f uere, eI curso COsmICO.:
" I he aquI'
dlble, da~o el curso de l~s cosas: n;as su cont~ntamiento será tanto mayor,
la exigencia de la época a la filosofía. Ahora bIen, 9u~ este ho~bre norm~l cuanto mas sean l~s aI?etltos que s~tIsf,;ga. PrecIsamente por eso ha menester
debe ser perspicaz, y virtuoso, y que debe al conOCImIento .su vIrtud y fro- de aguel con o, c 1 ID 1 e n t o p r a c tIC o (frónesis), que no sólo le enseñe
nesis; que debe ser, en suma, el sabio, ---:--:todo esto no, es smo un supuesto a estImar c~m rIgor .el grado de placer y displacer que en cada caso es de
socrático; un supuesto, por cierto, admItIdo como e':Idente por to~a,s las esp,erarse; SIllO tambI~n que le pe~mita decidir si es pertinente acoger, y en
corrientes filosóficas del tiempo, Por e s o todos. mt~ntan des~nblr el que medl~a, los partI~ulares _apetItos. Al respecto, distingue -el epicureísmo
i d e a 1 del s a b i 0, esto es, del hombre cuya sapIenCia lo conVIerta en tre~ eSp~?IeS d~ neces~da~es: unas son naturales (physei), aquellas cuya
un ser virtuoso y feliz. satIsfacclOn es Imprescmdlble para la existencia (incluso el sabio no puede
1. De ahí que la imperturbabilidad (ataraxia, ataraxía) se,a escapar a ellas) ; otras son tan sólo convencionales (nomoi) postizas ima-
el carácter sobresaliente del -"sabio", para los filósofos de esta éI:0~a. ,EstOl- ginarias (el sa,bio adviert~ .s~ futilida? y se aparta de ellas); entre ~mbas
cos, epicúreos y escépticos no se ~ansan en ponderar como 'pnvI~eglO del (1 .en esto reSIde la OpOSIClOn de Eplcuro al radicalismo unilateral de los
sabio ésta su independenCIa del acontecer. cosm.lc~: el ~mI~<:s) ~~ encuentra la gran masa de las necesidades que tienen cierta
sabio es libre, rey, dios; lo que a él acontece ~o puede henr su sabldurla, su JustIflcaclOn . nat';lral, pero que no son imprescindibles a la existencia. En
virtud, su dicha; su sapiencia reposa en él mIsmo; no se preocupa en nada caso necesano, tIene ,que I:~nun.ciar el sabio a esta especie de necesidades;
del mundo. Semejante rasgo del ideal define la época: el ~ombre nonnal pero dado que su s~tIsfacc~on VIene acompañada de placer, puede saciadas
no crea ni labora en grandes objetivos; sólo busca indep:ndIzarse. del ~urso tanto como sea .posIble. ,Solo aquel q';le elude la tormenta de las pasiones
cósmico y hallar su f e 1 i cid a den s í ID i s ro o. Un mtern~ a~slamlento y goza ~el apacIble, deleIte d~ estos bIenes, alcanza la plena beatitud.
de los individuos y un indiferentismo hacia toda suerte de objetIvos gene- , PartIendo del mIs.mo punto d,e. valor~ción, p,one Epicuro los goces espi-
rales, es el santo y seña del tiempo: L a s u p e r a ció n del m u n d o rItuales muy por enCIma de los fISICOS, lIgados SIempre a agitadas pasiones;
e x ter n o condiciona la felicidad del sabio.
Mas es preciso que supere dentro de sí mismo las inf1uenci~s del T?u~do, 3 El antipuo concept? de afecto (pasión), aun sustentado en los tiempos modernos
(SPINO~A), tIene un sentIdo mas lato que el que le da la psicología de hoy' se le puede
sobre el que fuera d e s u p e r s o n a, carece de poder; es ImprescmdIble c<;Iacter1z~r ~el mejor modo COn la traducción latina perturbationes an~i: perturba M
que domina' las acometidas que aquél ejerce sobre él. Ahora bien, éstas ClOnes pSlqUlcas, y comprende toda suerte de sentimientos y voliciones en los que
el hombre depende de algún modo del mundo externo.
1 Compárese F. KAYSER (Heidelberg, 1841). . , ~ , , 4. El eslab6~ en~e Demócrito ~ ~picuro 10. constituyen los jóvenes democritianos,
2 A esta opinión aristotélica se adhirieron por, completo los VIeJOS academI,cos ene~glcamente mflUld?s por la soÍlstlca, especIalmente un tal N a u s i fa n e s que
Espeusipo y J enócrates. habla escuchado a EplCuro. '
10
146 11. La filosofía helenístico-romana. El período ético 14. El ideal del sabio 147
pero no busca el deleite anímico en el conocimiento puro, s~no en la finura sus singulares estados y actividades. De este modo hacen de la p e r s o~
estética de la vida, en el exquisito y delicado trato de los amigos, en, la grat~ n a 1 ida d un principio regulativo. Para ellos la cap a cid a d conduc~
satisfacción de la vida diaria. De este modo se construye el. sablO, en e tora del alma (to heegemonikón) no sólo convierte los estímulos de los
recogiIIÚento, la beatitud de su propio placer, la independencia del ~undo sentidos en percepciones; también transforma las excitaciones emotivas,
externo, de sus exigencias y resultados: él sabe lo qu~ puede perm~ITs.~ y mediante su asentimiento 8 (synkatathesis) en decisiones de la voluntad.
no lo rehuye; pero no cae en la torpeza de encolenzars,e .CO~ el estmo Esta aptitud de la conciencia capaz de unificar los estados cambiantes de la
o de lamentarse de no poder tenerlo todo. Esta es su atar~Ia. goza, como el psique, es, según su propia y verdadera esencia, razón (nous) " por eso
hedonista pero más fina, más espiritual y -más cumphdamente. . 1 contradicen su propia naturaleza al par que la razón, los estados en que
2. E~ otro sentido también se apoya Pi r r ó n ; e~ el hedoms~o,. a surge, el asentimiento por obra de la vehemencia de las excitaciones. Seme-
intentar sacar un resultado práctico de las teorías esceptlcas de la sof~st1c~. jantes estados (affectus) son los de la pasión (páthee) y de las enfermedades
De acuerdo con la reseña de su discípulo Timón, ve la tarea de la CIenCIa del alma: perturbaciones psíquicas contrarias ,a la razón y a la naturaleza. 9
en averiguar la naturaleza de las cosas para fijar la ~ond~ct~ del hombre y El sabio niega el asentimiento, con la fuerza de su razón, a tales pertur-
conocer las ventajas que éste puede esperar de aquellas. SIn embargo, no baciones: aunque no puede evitar que el curso cósmico provoque tales
es posible, según Pirrón, descubrir la verdadera. estructura ~e las cosas; excitaciones, no se deja afectar internamente por ellas; la a u s e n c i a
acaso sólo podemos discernir aquellos estados sentimentales (path~e) a que de pasiones (apátheia) es su virtud. Vence al mundo, venciendo sus
sucumbimos (Protágoras, Aristipo). Ahora bien, co:n0 no es, pOSIble cono~ internos impulsos. Sólo gracias a nuestro asentimiento somos dependientes
cimiento alguno de las cosas, tampoco puede determmarse la J~sta, conduct.a del curso de las cosas; absteniéndonos de éstas, nuestra personalidad es
y el resultado previsto de nuestra acción frente a ellas. ,S~meJant: ~sceptl: invencible. Aunque el hombre no puede evitar que el destino le depare placer
cisrno es el reverso de la medalla de la consecuencia so~ratlco~p~at?ruca: aSI y dolor, es capaz, sin embargo, de mantener la orgullosa conciencia de su
como allí no es posible la exacta actuación sin preVIO conocllUlento, del autarquía, no viendo en el primero un bien, ni en el segundo una desdicha.
mismo modo aquí se hace ver que, dada la imposibilidad del saber, no es Por tanto, la virtud es para los estoicos el único bien; el vicio, la hege-
posible el acertado obrar. . , monía de las pasiones sobre la razón, el único mal. Todas las demás cosas
Ante tales circunstancias, no le queda al sabIO otro recurSo que reSIstir, y sus relaciones son para ellos indiferentes (adiáphora).10 Pero ya en su
tanto como sea posible, la incitación que lleva a la masa de los hombres teoría de los bienes suavizan el rigorismo de este postulado, al distinguir
a opinar y obrar. Toda acción (dice Sócrates) parte de la representa- entre lo deseable y lo despreciable (proeegmena y apoproeegmena). Por
ción que tenemos de las cosas y de su valor: el torpe y desafortunado obrar mucho que acentúen que el valor (axla) propio de lo apetecible (deseable)
es producto de falsas opiniones; pero el sabio, que está entera?o de q~e .r;o Se distinga del bien en sí de la virtud, acaban por estimar, bien que secun~
puede decir nada de las cosas (áphasía) y qu~ no pu~de adhenrse a opmIOll dariamente, en oposición al radicalismo de las cínicos, los bienes terrenos.
alguna (akataleepsía)6 se abstiene en lo pOSIble de Juz!S,ar y, p~r tanto,. d.e De este modo se valoraba positivamente lo digno de desearse, ya que parecía
obrar. Se refugia en su fuero interno, y en esta abstenclOn (epoJée) ~e JUl- lo adecuado para promover el bien; al contrario, se ve el disvalor en lo
cio,7 que lo preserva d~ las pasiones y de los engaños, encuentra su mterna despreciable, porque entorpece la realización de la virtud: de esta guisa,
tranquilidad, la ataraXIa. . ., . h el vínculo entre el individuo que se basta a sí mismo y el curso cósmico, que
Esta es la V i r t u d e s c é P tic a, que mtenta tambIen !Iberar al om~ la paradoja cínica había roto, se va restableciendo más y más. Sólo quedaría
bre del mundo. Sin embargo, tiene un límite: surgen relaCIones en que el afuera lo que no puede ponerse en ninguna relación con la moralidad; al
sabio, rec1uído en su fuero interno, tiene que obrar, y donde ~o le queda fin de cuentas, pues, las cosas que ocupan un lugar intermedio entre 10 ape~
otro recurso que proceder de acuerdo con lo que le parezca mas adecuado, tecible y lo despreciable: lo indiferente por antonomasia.
dentro de lo inevitable. Así como estos distingos, gracias a la represión del elemento cínico,
3. Más profundamente conciben los estoicos la s u p e r a ció n del convierten poco a poco al estoicismo en una doctrina más apta para la vida
m u n d o e n el h o m b r e. Al principio, es cierto, profesaron el indife- y, por así decirlo, más mundana, del mismo modo hay que ver semejante
rentismo cínico hacia todos los bienes del nlundo externo., y la autarquía
( autárkeia) del sabio virtuoso fue sello distintivo de su étIca; pero pronto 8 Según los estoicos, este asentimiento significa, indudablemente, un juicio (en la
se apartan del naturalismo radical de los cínicos~ al fund.ar ,una penetra,nte pasión, pues, un juicio falso), pero involucra, simultáneamente, el acto de la voluntad
psicología de los impulsos en estrecha dependenCIa de A~lst~t~les. Acentuan ligado a aquel juicio; compárese parágrafo 17, 8.
más que el Estagirita la unidad y autonomía del alma md1VIdual frente a O DIÓG. LAERClO, VII, 110: to páthos - he álogos kai pará physin psychées kinesis
e hOft¡lée pleonázousa. La teoría psicológica de las pasiones (afectos) ha sido elaborada
especIalmente por Crisipo. Ya Zenón distinguía como formas básicas, placer y dis-
¡¡ Euseb. Praep. Ev. XIV, 18, 2. La doctrina de Pirrón apru:ece en estre~ho. con- placer, deseo y temor. Los estoicos posteriores han echado mano para clasificar las
tacto con la direcci6n de la época; pregunta: ¿y ya que no eXIste el conOCImIento, pasiones (principios de división), ora de los caracteres de juicios y representaciones
qué debemos hacer? . que las provocan, ora de los estados volitivos y sentimentales que de ahí provienen.
6 Una expresión tal vez inventada en la polémica contra el concepto estOICO de Compárese DIÓG. LAERCIo, VII, 11 ss. Stob. Ecl. II, 174 ss.
la katálepsis; compárese parágrafo 17, 8. . 10 Computando entre tales hechos la vida misma, llegaron a defender y hasta
7 En atención a este término tan caractel'Ístico de la doctnna, fueron llamados recomendar el suicidio (exagonée)~' compárese DIÓG. LAERCIO, VII, 130. SÉNECA,
también los escépticos ephekikoi. Epistolas, 12, 10.
148 Il. La filosofía helenistico-romana. El período ético 14. El ideal del sabIO
149
viraje, que la hacía pedagógicamente más viable en la posterior eliminación Las ale&,rías del cuerpo dep~nden d.e la. salud, de la riqueza y otros dones
de la diferencia radical, estatuída en un principio, entre el sabio virtuoso y de la vIda; pero !o que brmdan CIenCIa y arte, una comunidad de vida
el ignorante perverso (phauloi, mooroi). El sabio, se declaraba, es, en todo basada , ~n 1,: amIstad ~e seres nobles, la interna y sobria tranquilidad
y por todo, sabio y virtuoso, el ignorante es, en todo y por todo, torpe y peca- del. espln~u hbre de paSIOnes, ----esto constituye la más firme posesión del
dor. N o existe término medio; si el hombre posee vigor y lozanía de razón, sablO, caSI ~ entera~ent~ a salV? de los a".atares del destino. Para Epicuro,
posee con esa sola virtud todas las virtudes particulares, ti ya que con ella pues, el mas genumo. bIen resld~ en el 1 n ter n o pI a c e r e S té tic o
domina sus pasiones; además, semejante posesión, piedra de toque de la d e l. h o m b r e c ,u 1 t 1 V t; d~. CIerto; Se ha expulsado del hedonismo sen-
felicidad, es inalienable: Quien carece de esto, es un juguete de las cosas sualidad y grosena; l~s Jardines de Epicuro eran un oasis de exquisitas
y de sus pasiones, pues tal enfermedad de su alma se comunica a todo su man~ras! ?e bellas aC~lO~es. y de nobles. quehaceres. Pero no se ha perdido
obrar y padecer. Por tanto, según la opinión de los viejos estoicos, los pocos el prmclplO del goce mdlvldual, y la dIferencia era ésta: el viejo espíritu
sabios aparecen cual hombres perfectos, frente a la gran masa de ignorantes hel~~o en sus esc~~las romanas gozaba de modo más refinado, exquisito y
y pecadores, y hasta han llegado a lamental~e de la maldad de los hombres espIntual que sus Jovenes y adultos ascendientes. Sólo el contenido que ofre-
Con aquel pesimismo fariseo que se lisonjea de su propia dignidad. Pero cía ~l placer una cultur~ mucho más desarrollada, pero ya en trance de
frente a esta inicial opinión, que consideraba igualmente despreciables a :n onr, era lo nue,:o y valIoso; pero el éthos sigue siendo el mismo eg'oÍsmo
todos los ignorantes, fue ganando terreno la idea de que existen notorias Irresponsable, no Importa. q.ue ahora se vacíe la copa de la vida a sorbos
diferencias entre ellos, según la distancia a que se hallan del ideal de la lento.s y ~o en trago p~eClpIt~do. Por. tar,tto, también aquÍ, si bien Can pru-
virtud; de este modo se introdujo entre el sabio y el ignorante el concepto d.~ncIa aun mayor, deCIde la mterna mdIferencia del sabio para toda tradi-
del hombre que se encuentra en vías de In e j o r a m i e n t o (prokóptoon). Clan moral y re.gla de c~nyivencia; principalmente, la repulsa de toda suerte
En rigor, no admiten los estoicos un tránsito progresivo a la verdadera de repr;sentaclOnes rehglOsas y metafísicas que turban al sabio en esta
virtud; más bien advierten que la perfección ética se adquiere por un autarqUIa del goce y que lo hacen presa de sentimientos de responsabilidad
cambio brusco; pero al reflexionar sobre los diversos estados del progreso y deber.
moral (prokopée) y designar como el más alto de ellos aquel en el que se 5. La é tic a e s t o i c a constituye la más aguda antítesis a la filo-
alcanza la apatía, aunque carezca aún de la seguridad y conciencia plena- sofí~ del egoísmo. E:,ocand~ a Aristóteles (parágrafo 13, 11), hacen ver los
ria,12 han borrado, en cierto modo, aquellas fronteras msuperables. estOICOS gue la esenCla propIa del alma se manifiesta en la capacidad racio-
4. El recogimiento del individuo en sí mismo continúa siendo el carácter nal, &raClaS a la cual se puedefl: ~hogar las pr~tensiones de los impulsos; pero
común de la sabiduría mundana de estos epígonos griegos, y a este formal semeJafl:te lucha pon~ de mamfIesto el peculiar antagonismo que advierten
y casi negativo rasgo acabó por añadirse, en manera muy diversa, un con- ~os estOICOS en la pSIque humana. Precisamente lo que hoy llamamos los
tenido positivo. Impulsos naturales,. las excitaciones del sentimiento y de la voluntad, provo-
El escepticismo, a decir verdad, no quiere (consecuentemente) seme- cadas por los sentIdo~ en su. contacto con los objetos del mundo externo
jante añadido positivo, y el epi c u reí s m o lo busca en un sentido tal, y refen~as a los proplOs sentIdos, es p?-ra ellos, como ya se ha indicado, lo
que acaba por limitar, del modo más enérgico, el interés ético a la felicidad contrano a la naturaleza (para physin)' en cambio ven en la razón 1
individual. Pues el contenido positivo de la tranquilidad anímica del sabio, , ura1
"nat ~za" no so'1o .de1 hombre, SInO . "del universo en general. Aunquea
a salvo de las embestidas del mundo, es para Epicuro y los suyos, al fin de se apropIan la sentenCIa de los cínicos, que ven en lo bueno por excelencia
cuentas, sólo el pi a c e r. También falta a eUos el entusiasmo sensual que 10 moralmente natural -idéntica expresión encierra para ellos empero Un
permite a Aristipo hacer del placer del momento y de los deleites del cuerpo p;ns~miento por demás diferente. Siendo el alma una parte' de la l~zón
el más elevado fin; y, como ya dijimos, se encuentra en su doctrina del más cosmlca, no pue~e tol~rar dentt;o de sí las exigencias instintivas de los senti-
alto bien, a título de contenido moral, el gusto equilibrado y satisfecho dos, en cuy~ reSIstenCIa! exc~usIvamente, habían visto los cínicos la esencia
del hombre cultivado. Sin duda, psicogenéticamente reduce Epicuro, sin de la moralIdad: las ex!-gencIas de la naturaleza, idénticas a las de la razón,
excepción, todo placer de los sentidos 0, como más tarde habrá de decirse, se encuentran en conflIcto con las de los sentid0:3.
a placer de la carne;13 pero disputando con los cirenaicos hace ver,14 pun- ~e aquí se desprende el contenido positivo de la moralidad de los
tuahnente, que las alegrías del espíritu, más derivadas por ello más refinadas, estOICOS: Lo buen,o es la armonía Con la naturaleza, una
superan en mucho a las de los sentidos. Con justeza ha reconocido que el l e y de v~lor normatIvo (nomos) 15 para la parte sensible del hombre. Pero
individuo, en cuya independencia del mundo externo funda su destino, es e~ esta formula aparece la naturaleza en un doble sentido. 16 Con ella se
más dueño y está más seguro de los goces del alma que de los del cuerpo. pleI?sa, .por una parte, la naturaleza general, la fuerza cósmica creadora
la fm:,:,dad del mundo (compárese parágrafo, 15, 2), el lógos. Según est~
11 A la base del desarrollo sistemático de la teoría de la virtud, ponen los estoicos acepclOn del vocablo, la moralidad humana reside en la sumisión a la le
también las virtudes cardinales platónicas: Stob. Ecl. II, 102 ss. natural, en la completa obediencia del curso cósmico, que es una necesidad
12 Compárese la noticia (posiblemente aCerca de Crisipo) en SÉNECA, Epístolas,
75, 8 ss.
13 A'hen. XII, 546. (Us. fr. 409), Plut. ad. Col. 27, 1122 (Us. fr. 411), id.,
contr. ENe. beato 4, 1088 (Us. fr. 429).
loscompa!ese
15,Con ello se lleva a cabo un interesante cambio de la terminología sofística u
pa!,ág~afo 7" 1) iden!ificaba nómos y thésis y los oponía a physis' ~~/
estotcos, mas bIen, nomos eqUIvale a Pkysis. J
J e
14 DIÓG. LAERCIO, X, 137. 16 Compárese DIÓGENES LAERCIO, VII, 87.
150 lI, La filosofía helenístico-romana, El periodo ético 14, El ideal del sabio 151
eterna. Ahora bien, puesto que l~ .~azón u~iversal en la d~c~rina estoica es m o d o e s pon t á n e o -son las convenientes y conforme al deber en
la divinidad -la virtud la sumlS10n a DIOS y a la ley dlvma no es otra el amplio se,;,tido del vo~~?lo (k~théekon:a)-, y aque~a~ que optan por lo
cosa que la subordinació~ al orden cósmico y al mandato de la Provid~nci~: bueno por mterna decIsIon racIOnal: solo en este ultImo caso 19 reside
lex naturae es lex divina-, una equiparación por cierto, de extraordmano el cumplimiento perfecto del deber (katórthooma); en lo opuesto, la inten-
influjo para la posteridad. La virtud del individuo perfecto, que, 8:ute ción contraria al deber de una acción, el pecado (amárteerna). Los estoicos
los otros seres y su vida impulsiva, exige en sí mismo recogerse autárqU1ca~ han profundizado, partiendo de la conciencia del deber, en la valoración
mente y a sí propio tranquilizarse, aparece ligada a algo general y todo moral del querer y obrar humanos del modo más serio, y han llegado, a
poderoso. . . veces, a un casuÍsmo sorprendente; y aquel pensamiento, de aplicación
Sin embargo, dado que a tenor de la d~c:rma esto!ca? ~na 'parte de esta ~eneral, conforme al cual el hombre en su conducta entera es responsable
razón universal la constituye el heegemonzkon, el pnnclplO vItal del alma mterna y externamente de un mandato de orden superior, constituye su
humana, -sólo es valiosa la conducta que obra adaptándose a la. n a t u- más alto rendimiento filosófico.
r a 1e z a h u m a n a, a la esencia del hombre y, en verdad, 10 mIsmo en 6. A pesar de los muchos puntos de contacto entre epicúreos y estoi-
aquel sentido general cuando 10 moralmente digno coincide con la per!ecta cos, ,Puede señalarse una sfgni~i,cativa diferencia en su concepción moral de
v auténtica humanidad y con la racionalidad, válida para todos en Igual la ,,!da, que del m?do mas diafano se pone al desnudo en las respectivas
{uedida, que en aquella dirección concreta, donde el c.umplimiento de aquel teOrIas de la s o c 1 e dad y el e 1 E s t a d o. Ciertamente coi n cid e n
mandato natural hace posible el desarrollo de la mterna estruct~ra .de casi hasta en la expresión, en que el sabio, en la autarquía de su virtud;
cada individuo. Los estoicos han visto en el paralelismo de amba.s dIreccIO- ha menester del Estado 20 tan poco como de cualquier otra comunidad
nes el motivo que ha de orientar racionalmente la conducta cual Ideal de la ?e vi;Ia; incluso e~ que, bajo ciertas circunstancias, debe apartarse de él en
sabiduría; y encontramos que la más alta sabiduría reside en mantener
esta completa conformidad del virtuoso con su esencial naturaleza: en esto
°
IIlter~s de su propIO goce ~el cumpli~iento de su deber. Desde este punto
de VIsta, aconsejan los estOlcos, partIcularmente los de la última época
consiste la verdadera fuerza de su carácter. 17 De este modo hallaba el doc- abstene:-se de la v~da familiar y de la acción política, y el epicúreo asum~
trinarismo político de los griegos su formulación filosófica, y los férreos unn; ~ctItud escéptIca frente al matrimonio y la vida pública, por la respon-
hombres del Estado de la República Romana recibieron con aplauso seme- sabilidad que acarrean: sobre todo, la {tItima es aconsejable al sabio sólo
jante convicción. en el caso en que sea inevitable o le reporte una ventaja segura. En términos
Por diferentes que hayan sido las versiones de la filosofía estoica.al correr generales, vale para el epicúreo el láthe bióosas de su maestro la máxima
de los años, coinciden con este pensamiento fundamental: que onentan la d e Ia ':1'da tranquI'1a..21 S "
emeJ:;nte doctrma es la típica expresión, del desmo-
vida en armonía con la razón y la naturaleza es un de b e r (kathéekon) rona~Iento de la an~Igua socIedad; ~ero aparece también en muchos casos,
que el sabio tiene que cumplir, una ley a la que debe someterse, a pesar espeCialmente en la epoca ~el Impeno Romano, como la máxima- ideal del
de sus inclinaciones sensoriales. Y este s e n t i ID i e n t o d e r e s pon s a- hombre decente, que lo aleja de la corrupción y del arribismo en la vida
h i 1 ida d esta estricta conciencia del deber, este reconocimiento de un política, que nada tiene que ver con él.
orden sup~rior constituye la espina dorsal de la doctrina y de la vida de los Cabe señ~lar otra radi~al diferencia entre ambas doctrinas: al paso que
estoicos. para los estOICOS 1~ comumdad humana es un imperativo racional que sólo
También esta exigencia de la vida conforme al deber se extrema, de en con.tadas. ocaslO~es puede posponerse al perfeccionamiento individual
paso, en los estoicos: sólo con fundamento racional exige o rechaza algo de~ sabIO, Eplcuro mega expresamente que la comunidad entre los hombres
la conciencia ética; todo 10 demás se declara moralmente neutro. Lo que e,X1sta por naturaleza: 22 para él todas las formas de asociación humana
no se prescribe ni se prohibe es éticamente indiferente (adiáforon), y de aquí tIenen en su base intereses utilitarios de los hombres. Aun sus reflexiones
sacan los estoicos a veces consecuencias tan liberales, que tal vez más de sobre l~ amistad,. cultivadas en s1;1- escuela con tanto celo y hasta COn senti-
palabra que de intención las sustentaron. Pero también aquí introduce la ment;l1Smo? r:o tIenen el apoyo Ideal de .la. s?berana exposición de Aristó-
elaboración sistemática de la teoría posiciones intermedias plenas de valor. teles; . se lImItan, funda~entalment~, a JutIÍlcar los motivos que impulsan
Aunque sólo lo bueno se exige sin condición, se ve en lo "digno de desearse", al sabIO al placer de cultIvarse, mediante la comunidad de trato.24
si bien de modo secundario, algo moralmente aconsejable, y, no obstante
que la maldad por antonomasia reside en querer lo incondicionalmente 19 Kant ha puesto a la circulación las expresiones 1 e g a 1 ida d y m o r a 1 i~
prohibido, debe apartarse el sabio también de lo despreciable: de este dad para la oposición rozada aquí por los estoicos: el latín entre rectmn y honestum
de acuerdo con el antecedente de Cicer6n.
modo se introduce con arreglo a una escala de bienes (compárese número 3
:~ Epicuro, en PLUT. De aud. poet, 14, 37 (Us. fr. 548).
de este parágrafo), una de deberes. Se acaba por distinguir, pues, entre . Plutarco (1128 ss.) escribe contra el pequeño opúsculo (que se conserva)
deberes absolutos e intermedios. Por otra parte, con vistas a la valoración et kaloos legatai to láthe bi6osas.
de la conducta humana y mediante un principio un poco diverso, se distin- ~! ARRIAr:, Epict. diss 1, 23, 1 (Us, fr .. 525); ibid. 11, 20, 6 (523).
guió entre aquellas acciones que cumplen las exigencias de la razón 18 de . Comparese parágrafo 13, 12. La l'lca lIteratura acerca de la amistad en este
~ent1do es un ra~go. c:aracterístico de l.a época que pone el punto de gravedad de sus
17 De este modo acab6 por tener la f6rmula homologouménoos tee physei zeen mtereses en el mdlvlduo y sus relaclOnes. El diálo~o Laelius de CICERÓN repro~
el mismo sentido qUe esta obra: homologouménoos zeen: Stob. Ecl. I1, 132. duce, esen,cialmente, la opinión estoica sobre el partIcular.' ,
1S Hosa ho lógos airei poet'n; DIÓG. LAERCIO, VII, 108. 24 DlOG. LAERClO, X, 120 (Us, fr. 540).
152 lI. La filosofía helenistico-romana. El período ético 14. El ideal del sabio 153
El epicureísmo, en particular, desenvuelve sistemáticamente aquellas r e i n o u n i ver s a 1 a modo de una fuerza política; que lo piensan, en
ideas, ya desarrolladas por la sofística (parágrafo 7, 1 y 2), de que el primera línea, a título de unidad espiritual-- de conocimiento y voluntad.
Estado se origina por el interés premeditado de los individuos. El Estado Es comprensible de suyo, que con tan elevado idealismo los estoicos
no existe por naturaleza; lo han creado los hombres, reflexivamente, en tengan un interés muy secundario para lo político propiamente dicho. Aun-
virtud de las ventajas que es susceptible de procurarles, que incluso ya les que al sabio le es pennitido participar en la vida estatal concreta para
reporta. Nace por un e o n ven i o (synthéekee) de los individu.os. para cumplir sus deberes hacia la comunidad en este mundo imperfecto, deben
no dañarse recíprocamente.25 El Estado es uno de tantos acontecImIentos ser indiferentes para él, al fin de cuentas, todas las formas estatales conocidas
decisivos a través de los cuales han pasado los hombres de su condición y los Estados particulares históricamente dados. El estoico no se entusiasma
primitiv~ a la civilización, gracias a su creciente inteligencia.26 Por tanto, de por ninguna constitución vigente; siguiendo a Aristóteles se inclina más
la convicción de una ventaja común (symbolon tou symphérontos) se han bien, por un sistema combinado, tal vez corno lo propone Polibio, tomando
originado las leyes en cada caso. En sí no hay nada justo ni injusto; y, puesto en cuenta las necesarias transformaciones de unas constituciones en otras.Si
que en el contrato la inteligencia superior saca el mayor partido, es cla- Frente a la diversidad de Estados, mantienen los estoicos 1 a i d e a del
ro que las más de las ventajas de la legislación favorezcan al sabio. 27 Así c o s m o p o 1i t i s m o; ésta era la consecuencia inmediata de aquel pen-
como, respecto al origen y sentido de las leyes, es decisiva la suma de dolor samiento de una comunidad moral de vida de todos los hombres. Su intento
que puede evitarse -y la de placer susceptible de alcanzar, lo propio acontece de borrar las diferencias de rango entre helenos 32 y bárbaros, aún defendida
tratándose de la validez y reconocimiento de ellas. Todos los rasgos de la por Aristóteles,S3 era un síntoma de la época, y aunque frente a las rela-
t e o ría u t i 1ita r i a del a s o c i e dad se desarTollan en Epicuro, ciones externas de la vida, según su principio ético, son demasiado indife-
consecuentemente, de la filosofía atomística: los individuos, desde luego, rentes para promover, agitando, reformas sociales, piden, sin embargo, que
pueden vivir en mutua independencia; el motivo que los lleva a formar se imparta de modo cabal a la ínfima clase de la sociedad humana, la de los
parte de comunidades humanas, voluntaria e intencionalmente, estriba en esclavos, l a j u s tic i a y 1 a f i 1 a n t r o pía, esto es, los más altos im-
que no pueden, por' separado, alcanzar a proteger, ciertos bienes. perativos de una comunidad racional.
7. Para los e s t o i c o s, en cambio, el hombre es un ser social por Aunque se aparta del pensamiento griego de un Estado nacional, cabe
naturaleza,28 debido a la identidad esencial de su alma con la razón cósmica: la honra a la ética estoica el haber formulado del mejor modo aquella
precisamente por eso pocas excepciones admite este imperativo soc!al fun- madurez y altura de concepción alcanzada por la vida moral de la anti-
dado en la razón. El más inmediato de los vínculos sociales es la amIstad, la güedad, y lo que ésta, superándose a sí misma, ha significado para el futuro:
convivencia de individuos virtuosos movidos por el afán de realizar la ley el valor propio de la personalidad moral, la subordinación del individuo
mora1.29 Pero de semejantes relaciones puramente personales pronto se eleva a una ley universal y divina, su incorporación a una comunidad ideal de
la doctrina estoica a un principio de suprema generalidad, a la integridad hombres, donde el individuo se eleve sobre las barreras de su vida terrena,
de los seres racionales. Como partes de la razón cósmica, constituyen dioses no obstante que el poderoso sentimiento del deber le señale su sitio en el
y hombres una comunidad racional de vida, un politikón systeema, donde marco de la realidad, -todos éstos san rasgos de una concepción del mundo
cada individuo es un miembro insustituíble (mélos). El género humano, que, por mucho que parezca, científicamente hablando, más compleja que
pues, tiene ante sí la tarea de organizar ~na s o c i e dad b a s a d a en unitaria, constituye uno de los hechos educativos más poderosos y de más
1a r a z ó n, que comprenda a todos sus m1embros. grandes consecuencias que haya conocido la historia de las convicciones
El Estado ideal de los estoicos, delineado ya por Zen6n (en paralelo humanas.
polémico con el platónico), rechaza todas las barreras de nacionalidad o 8. To physei dikaion: he aquí la ley de la vida fundada sobre la natu-
las que establecen los Estados históricamente. da~os; es una comuni~ad ra- raleza y la razón, válida para todos los hombres, y en torno a la cual
cional de vida de todos los hombres -un remo Ideal de alcance umversal. parecen concentrarse todas las ideas precedentes, y que por mediación de
Ya Plutarco había hecho ver 30 que la teoría filosófica de los estoicos ha e ice r ó n, se convierte en el principio constitutivo de la j u r i s p r u-
construÍdo racionalmente lo que de modo histórico inició Alejandro Magno, d e n c i a r o m a n a. 34 Este, en efecto, dentro de su acomodamiento ecléc-
y que, como sabemos, fue llevado a su realización por los romanos. Pero tico a todas las grandes ideas de la filosofía ática, mantiene can energía no
no debe pasarse por alto que los estoicos sólo secundariamente conciben este sólo la objetividad de un orden ético universal, capaz de fijar de modo
25 Compárese entre las kyriai doxai de Epicuro las sentencias lapidarias de DIÓG. 3i En la parte que se conserva del libro sexto.
LAERCro X, 150 s. 32 ARISTÓTELES, Política, 1, 2, 1242 b 5.
26 Compárese la descripci6n en LUCRECro, De Rer. Nat. V. 922 ss. sobre todo, 33 SÉNECA, Epístolas, 95, 52; compárese STRABON 1, 4, 9. También tuvo desde
1103 ss. un principio la escuela estoica un carácter decisivamente internacional respecto a los
27 Stob. Flor. 43, 139 (Us. fr. 530). filósofos que la formaban. '
28 toon physei Politik6on zóooon: Stob. Ec!. 11, 226 ss. 34 Aquí vienen al caso dos escritos de él, de los que sólo conservamos par t e s:
29 Sin duda alguna, fue extraordinariamente dificil a los estoicos conciliar la De republica y De legibus. Compárese M. VOlGT, Die Lehre vom jus naturale (La
autárkeia del sabio, tan enérgicamente subrayada por ellos, con la indigencia del teoría del jus naturale ... ), Leipzig, 1956 y K. l-:ú:LDEBRAND, Geschichte und System
hombre, que se veían precisados a reconocer como hecho determinante del impulso der Rechts~und Staatsphilosophie (Historia y sistemas de la filosofía del derecho
de sociabilidad. y del Estado), 1, 523 ss.; además, P. Sm::oLoWSKY, Die Philosophie im Privatrecht
30 PLUT. DE ALEx. M. Fort. 1, 6. (La filosofía- en el derecho privado, 1), Halle, 1902.
154 11. La filosofía helenístico-romana. El período ético 15. Mecanismo y teleología 155
generalmente válido la relación de los seres racionales, sino también, sub- cuentas, se vio obligado a recibir en su seno los principios de carácter general,
jetivamente ~en armonía con sus ideas teorético-cognoscitivas (véase pará- siempre vitales y en evolución.
grafo 17, 12)-, que este imperativo racional es innato en igual medida En semejante sentido ha, transformado notoriamente la e s c u e 1 a
a todos los hombres e inseparable de su instinto de conservación. De esta pe r i p até tic a, durante sus primeras generaciones, los principios de la
lex naturae, de esta ley natural universalmente válida, que está por encima filosofía natural, dados por el maesh'o.
de todo arbitrio humano y de todo cambio histórico, dimanan del mismo 1. T e o f r a s t o inicia esta mudanza; aunque defiende los principios
modo que las prescripciones de la moralidad las de la comunidad de vida medulares del aristotelismo, especialmente contra los estoicos, recorre en
humana: el jus natul'ale. Pero al preocuparse Cicerón en Dosquejar desde parte propios caminos. El fragmento que se conserva de su metafísica
este punto de vista la forma ideal de la convivencia política, adquiere en menciona entre las aporías, principalmente las dificultades contenidas en
sus manos 85 el Estado estoico los rasgos fundamentales del Imperio Roma- los conceptos aristotélicos relativos a las relaciones del mundo y divinidad.
no. Originado el cosmopolitismo en los griegos como un lejano ideal durante El Estagirita concebía la naturaleza (physis) a modo de un organismo
la decadencia de su hegemonía política, se convierte entre los romanos en la universal (zoon), pero viendo en su movnniento una acción (t e 1 e o 1 ó w
orgullosa autoconciencia de su misión histórica. g i ca) de la razón divina. Como forma pura, Dios está separado del
Mas a la reflexión teorética de lo que d e b e s e r e l E s t a d o, en- mundo, le es trascendente; sin embargo, a modo de primer motor, inma-
trelaza Cicerón investigaciones acerca de lo que éste realmente es. El nente a él., Teofrastro ve con claridad este esencial problema metafísico de
Estado no se ha originado por voluntad de la historia; de ahí que se mezclen su época, pero no toma posición propia; no rebasa los marcos de la doctrina
en sus estructuras vigentes los imperativos eternamente válidos de la ley de Aristóteles, sobre el particular. En cambio, se detiene con delectación en
natural con las prescripciones históricas del derecho positivo: éstas regulan el problema de las relaciones del intelecto con las otras actividades inferio-
ora las relaciones internas de los Estados particulares, jus civile, ora las res del alma; un problema, por cierto, en Íntima relación con el precedente:
relaciones de los diferentes Estados entre sí, jus gentium. Ambas formas por una parte, se dice que el nous, a título de forma, es innato e inmanente
del derecho positivo coinciden en su contenido ético en ciertos puntos con al alma animal; por otra, se considera separado de ella, esencialmente
el derecho natural; las lagunas se llenan con aquellas muchedumbres de diversa en su pureza; en este último caso habría que admitir que el nous
prescripciones históricas en vigor. viene al alma individual desde afuera, por decirlo así. Teofrasto se decide
Pareja doctrina no sólo tiene la importancia de haber suministrado, por contra la trascendencia: subsume el nous, a modo de una actividad crea-
así decirlo, el esquema de una nueva ciencia especial, que se desgajaba de dora, bajo el concepto de acontecer,1 del movimiento (kínesis), y lo pone
la filosofía; también se reconoce cabalmente, por vez primera, el valor al lado del alma animal. Esta sólo tendría, respecto de aquél, una dife-
de lo h i s t ó r i c o en la investigación filosófica: con tal rendimiento ha rencia de grado, no de esencia.
logrado Cicerón convertir la grandeza política de su pueblo en una creación Más enérgicamente rechaza la trascendencia E s t r ató n. 2 Desvanece
científica. por completo los límites entre la razón y la degradada capacidad represen-
tativa d.el alma: ambas constituyen para él una inseparable unidad; no hay
pensamiento sin intuiciones; pero la percepción no es posible sin la colabow
15. Mecanismo y teleología ración del intelecto; ambos pertenecen a la conciencia indivisa, que él mismo
llama, con los estoicos, to heegemonikón. Mas Estratón aplica la misma
Las escuelas de la época post-aristotélica dividieron la investigación doctrina, que psicológicamente desarrolla, al problema de la relación meta-
filosófica en tres grandes partes: ética, física y lógica (los epicúreos llamaban física entre Dios y mundo. También el heegemonikón de la physis, la razón
canónica a la última). Entre éstas, la ética reclamaba el mayor interés. Las de la naturaleza, le es inmanente a ésta: así como el nous no trasciende del
otras dos se cultivan en atención a ésta. En efecto, dada la conexión que alma, Dios no trasciende de la naturaleza. AdmÍtase que Estratón, de este
priva entre las tres disciplinas, se caía en la cuenta de que el recto obrar modo, no crea necesitar para la explicación de la naturaleza y de sus
(ética) supone un adecuado conocimiento de las cosas (física), y éste, cierta fenómenos la hipótesis de una divinidad, o que identifique naturaleza y
claridad acerca de los métodos del conocer misn'lo (lógica). Así se Com- Dios, pero despojando a éste no sólo de externa afinidad antropológica, sino
prende que la física y la lógica de esta época aparezcan influídas poderosa- de conciencia, 3 --constituirá siempre el estratonismo, desde el punto de vista
mente por consideraciones éticas, y que las necesidades prácticas de la aristotélico, una postformación unilateralmente n a t u r a 1 i s t a o pan-
filosofía se satisfagan fácilmente acogiendo y postformando viejas doctrinas; teísta. Niega el monoteísmo del espíritu, y al enseñar que no pueden existir
pero esto último traía consigo otro hecho: al espigarse en la filosofía prece- por separado la mera materia ni la forma pura, aleja el elemento platónico
dente, surgían, por modo coercitivo, las viejas oposiciones, especialmente en de la metafísica aristotélica, que hasta ahora se había mantenido en la sepa-
la flsica y metafísica. Es comprensible, pues, que, -a pesar del carácter predo- ración (joorismós) entre la razón y la materia, a tal distancia, que acaba
minantemente ético de la época, se desenvuelvan las otras ramas de la por dar al elemento democrÍtico nueva vigencia: Estratón ve en el acontecer
filosofía con relativa independencia. Respecto a la física sobre todo, hay
que subrayar que el notorio desarrollo de las ciencias especiales, a fin de 1 SIMPLICIO, Phys., 225 a.
2 Compárese H. DIELS, Ber. d. Berliner Akad., 1893, pp. 101 ss.
35 CICERÓN, De Rep. JI, 1 ss. 3 CICERÓN, Acad. II, 38, 121. De Na.t. Deor. 1, 13, 35.
156 11. La filosofía helenístico-romana. El período ético 15. Mecanismo y teleología 157
cósmico sólo una necesidad natural e inmanente. Para él las causas espiri~ la razón directriz y creadora, plena de finalidad, y en relación con todos
tuales y sobrenatural<=:s han pasa~o ya.. , los acontecimientos particulares, la omnipotente providencia (prónoia). La
Sin embargo, semejante naturalIsmo se alImenta todavIa, en otro respecto, subordinación de 10 particular a la ley cósmica, esencial y dominante con-
de la filosofía de Aristóteles; no busca las causas naturales del a~~nte~er vicción de los estoicos, es un o r den racional y teleológico, ü que constituye,
en los átomos y sus determinaciones cuantitativas, sino en las orIgmanas como tal, la más alta norma (nómos), con arreglo a la cual tienen que
cualidades (poi6teetes) y fuerzas (dynámeis) de las cosas. y al destacar orientar su conducta todos los seres individuales.7
en estas últimas, especialmente, el calor y el frío, proc~de según el modelo Pero esta ley que todo determina, es para los estoicos, como alguna
de las concepciones di n á ro i e a s del más a;-.tig;;o hlloz;oí~mo. En ef;c~o, vez para Heráclito, también aquella fuerza omnipotente que, a modo de
dentro de su incierta postura, tocante a la exphcaclOll m~camca Y teleol~glca inviola~le necesidad (anágke) y, por tanto, como ineludible d e s t i n o
del universo, parece inclinarse Estratón a aquella doctrma. Pe:o semejante (eimarménee, fatum), produce cada uno de los fenómenos en una sucesión
desarrollo lateral del hilozoísmo resulta estéril: pues ya había SIdo superado invariable de causas y efectos. Nada en el mundo acontece sin causa previa
por la fisica estoica y la epicúrea antes de que ~pa~~cie;a. Amba~ escuelas (aitía proeegouménee), y precisamente por semejante causación inexcepcio-
defienden también el punto de vista de la exphcaclOn mmanentIsta de la nal de todos los hechos, posee el universo su interna finalidad. 8 De ahí que
naturaleza, si bÍen la primera dentro de una rigurosa teleología, y la segunda combata Crisipo, con vigor infatigable, la noción de contingencia y enseñe
en los marcos de un mecanicismo. que los acontecimientos aparentemente incausados obedecen a una especie
2. En torno a los problemas ,de la metafísica y de la filosofía r:atur~l, la de causación, aún ignorada por los hombres.9 En esta n e c e s ida d i n-
complicada posición de los e s t o i c o s es el resultado de Ut; smc,r~tIsmo c x c e p c ion a 1 del a n a t u r a 1 e z a entera coincide la escuela estoica
de múltiples elementos. En primera línea, se encuenn:a l.a ?-ecesIda~. etIca de con Demócrito, casi hasta en la expresión, y es la única que en la antigüedad
derivar el contenido de la moral individual de un prmcIplO metaÍlslco de la ha llevado a todas las ramas de la ciencia este fecundo pensamiento del
más elevada generalidad. A ello se opone la repulsa cínica, hereda~a po~' gran Abderitano. Sin embargo, su formulación del p r i n c i p i o d e r a-
los estoicos, de ver en este principio como algo trascendente, algo mas alla z ó n s u f i c i e n te les permite decir, gracias a la equiparación de Herá-
de la experiencia, suprasensible e incorpór:o. Pero ta~to m,ás penetra en su clito entre destino y providencia, que hasta lo más insignificante en el mundo
concepción, con renovado poder, aquella Id~a de la füosofI~ nat~ral de los se somete a los decretos de Zeus. 10
peripatéticos, según la cual se ve en el umv~rso un organ!smo Imp,;lsado En otros aspectos se apartan los estoicos de Demócrito y se aproximan
intrínsecamente con arreglo a fines. Ahora bIen, la t e o r 1 a d ~ 1 1 o g o s a Aristóteles. Mientras el atomismo deriva del movimiento intrínseco de las
d e I-I e r á c 1 i t o parecía conciliar todos estos eleme~tos o motIvos d~ su cosas singulares la necesidad natural de todo acontecer, los estoicos ven
filosofía. Así se explica que haya llegado a ser esta doctrma el punto cardmal semejante causa en el efluvio inmediato de la vi tal ida d del u n i-
de la física y de la met~,física estoicas.4 • . ver s o, y frente a la reducción materialista de todas las diferencias cuali-
He aquí la concepclOn fundamental de los esto~cos: el unIverso e.s un tativas en diferencias cuantitativas, mantienen la realidad de las cualidades
organismo vital, unitario y singular; todas las cosas smgulares son. c;eaclOnes (a título de fuerzas intrínsecas de las cosas) y de las variaciones cualitativas
de una divina fuerza originaria, en permanente y eterna actIvIdad. Su (alloíosis en oposición al movimiento espacial). Sobre todo, polemizan
doctrina constituye fundamentalmente, en oposición ~ Aristóteles" u~ co~s contra la explicación mecanicista de la naturaleza que ve en la presión y
ciente pan t e í s m o. Pero la inmediata consecuenCIa fue el energIco m- choque la causa del acontecer; pero su t e 1 e o 1 o g í a pronto sucumbe a
tento d~ superar 5 el dualismo platónico aristoté.lico y de neutr.aliz~r la oposi- una interpretación u t i 1 ita r i a del mundo, apartándose de la gran con-
ción de lo sensible y suprasensible, de la necesIdad. y de la fu;ahdad, d~ la cepción de Aristóteles, que había acentuado por doquier la inmanente
materia y de la forma. La Stoa pretend; e~to I?edl~nte una sImple eqUIpa- finalidad de la transformación de los seres; los estoicos suponen que los
ración de aquellos conceptos cuya antltesIs, sm genero de duda, no era hechos de la naturaleza se adaptan a las necesidades de los seres dotados
posible hacer desaparecer. de razón, "los dioses y los hombres".11 Especialmente exageran hasta un
Ve en la divinidad cósmica la causa originaria, la razón y filisteÍsmo ridículo la idea de que cielo y tierra y todo lo que en ellos
s e n t ido del u n i ver s o, la radical fuerza que alberga en su seno, por ocurre fue hecho tan espléndidamente, en atención a los hombres. 12
igual la necesidad y la finalidad de todas las cosas y de todo acontecer.
Com~ fuerza creadora y formativa, es la divinidad el lógos sperm~tikósJ. el 6 Como ya enseñaba el Timeo plat6nico: parágrafo 11, 10.
principio de la vida que se desarrolla en un~ muched:u~bre de mamfestacIO- 7 El carácter normativo del concepto de lógos aparece claramente en Heráclito.
nes a modo de propios y particulares Zagaz spermatzkaz, esto es, f u e r z a s Parágrafo 6, 2, p. 141, nota 27.
8 PLUTARCO, De Fato, 11, 574.
pro d u c t o ras. Mas, por semejante función orgánica, Dios es también
9 Alli mismo, 7, 572.
10 PLUT. Comm. Not. 34, 5, 1076. Compárese CICERÓN, De Nat. Deor. 11 65
4 Compárese H. SlEBECK, La postformaci6n 4e la, filosofla p~ripatéti[a 1e., la 164.. S610 la circunstancia de que la Stoa limita la acci6n inmediat'a de l~
naturaleza en 'la de los estoicos (Estudios sobre la fIlosofla de los Griegos, 2 edlClOn, PrOVIdencia divina al sentido finalista del todo al que se articulan los eventos par~
pp. 181 ss.). 'A") PI' ticular;s, justifi;a expresiones como la conocid~ magna dii curant, parva negligunt.
5 Si de modo análogo de ser concebida ya la relacion de rlstote es con aton Comparese paragrafo 16, 3.
(parágrafo 13, ~~4), mu~stra ahora la ~ilos?f.ia de la nat~raleza estoica l.Ul desarrqllo U C~CERÓN, De Fin. JII, 29, 67: De Nat. Deor. 11, 53 ss.
ulterior en el mIsmo sentido que la penpatetlca en Estraton. 12 81 las Memorabilia de Jenofonte, son dignas de crédito, los estoicos tuvie~
158 11. La filosofírz helenístico-romana. El período ético 15. Mecanismo y teleología
159
3. Los epi e ú r e o s asumen una actitud diaIDe~ralment~ opuesta a ~ien recibida ~na c<?ncepció:r: del mundo que considera las partes constitu-
los estoicos en los problemas que nos ocupan; un prop6sIto ne~atlvo lo~ ~leva tIvas de la realIdad mdependlentes por completo, tanto unas de otras Como
a manipular temas físicos y metafísicos: 13 apartar de sí las Ideas rellgIosas de unGl; fuerza unitari'7' y la actividad de ellas como algo por sí ~ismo
que puedan alterar l~ tranquilidad ,Placentera d~l s~?io. De ahí que se detennmado. Aquí Eplcuro deserta de la concepción recibida del mundo
interese ante todo Eplcuro en exclmr de la exphcaclOll de la natur::leza (compárese, adelante, número 4) formulada por Demócrito, invocando la
la idea de un principio rector del universo que obra con arreglo a fmes; h.b~rtad deJ~ volun~ad:16 es Epicuro quien eleva por primera vez a prin-
de ahí que carezca la concepción del mundo epic~rea, por otr~ parte, de un CIplO metaflsIco la 11 b e r t a d en el sentido de un a con t e c e r in c a u-
principio propio y positivo. Así se explica que Ep~cur? se encoJa de hombros s a d o. Pero la. doct~jna de Demócrito de la necesidad inexcepcional del
escépticamente ante aquellos problemas de la CIenCIa natu~al,. de lo~ que a~0f;1tecer, c~:mtI~ne, sm dar lugar a dudc'1, un aspecto de la doctrina de He-
110 puede sacarse provecho práctico alguno, y que vea con mdlferencm las racht.o que l~pl~~ tal aut.onomía del individuo, y, puntualmente, gracias a
más heterogéneas explicaciones acerca de los mismos fenómenos. ~u~que, semejante pr1l1.CIplO,. pudIeron los estoicos (compárese parágrafo 14, 5)
más tarde, algunos de sus discípulos no procedan de modo tan lIrmtado superar. las teSIS umlaterales de los cínicos. Tanto más se comprende así
y busquen mayor contacto con la ciencia, los carriles puestos por la Escue~a que EpIcur.~ haya abandonado el momento de la legalidad inexcepcional;
eran demasiado firmes para que pudieran conducir a ot~os resultados .. Mas su c<?ncepclOn d:l mundo frente a la Stoa es ésta: al paso que los estoicos
bien, al correr de los años, a medida que más se aproxIm.aban a ~a I~t~r- conCIben 10 partIcu~ar como algo determinado por la ley del universo, Epi-
P retación teleoló!rica
o de la naturaleza las doctrinas estOIca, penpatetIca
, cur? ve en el unIverso un producto de cosas sinctulares
y académica, bajo el amparo de un sinc.retismo c~mún, tanto ~as se ~<;n e x 1 S. ten t e s por s í e i n t r í n s e c a m e n t e d e ter m in: das. Su
tuvo el epicureísmo en su punto de VIsta negatlVo; en. sentIdo teoretIco doctnna es, en tal respecto, u n con s e c u e n t e a t o m i s m o
era esencialmente a n t i t e 1 e o 1 ó g i c o, y en este sentido no ha creado Así~ ~ filosofía de D~mócrito tuvo la descücha, para la tradición de
nada positivamente nuevo. la A;ntlguedad Y: del MedIevo, ~e habe~se trasplantado en el epicureísmo:
El epicureísmo tuvo éxito en su lucha, no muy difícil por cierto, contra u~ . SIstema, es CIerto, que mantIene la mterpretación cuantitativa y meca-
las deformaciones antropológicas a que conducía la interpretación teleológica lllCIsta del acontecer, pero que abandona el pensamiento de un orden legal
del mundo, especialmente en los estoicos;'14 pero era incapaz ~e una cre~ción de la naturaleza.
filosófica. Sin duda alguna, Epicuro aprovecha para realIzar seme~a~te 4.. En17 este sentido postforma Epicuro la concepción del mundo del
propósito los datos de la metafísica materialista, como él los había !ecI?~do atoIlllsmo. ~ren:e. a la idea de Demócrito, Platón y Aristóteles, sustentada
de Demócrito; sólo que estaba muy lejos de alcanzar. la altu:a Clef;1tiÍlca ya por los plta~oncos, de que en el espacio en sí no hay otra dirección
del Abderitano. Unicamente puede seguir al gran atomIsta en cIeltas Ideas: que la que se dIlata del centro a la periferia y viceversa invoca Epicuro en
para la explicación del universo recurre exclusivamente al espa~io v~?ío armonía con su teoría del conocimiento (compárese p'arágrafo 17 5)' el
y a las partículas indivisibles, innumer.ables y, según su f?rma y dImenslOn, tti
es .momo ' delos sentl'dos 1B para hablar de un absoluto arriba y un absoluto
"
infinitamente diversas que en el espaclO Se mueven; explIca todo acontecer abaJO, y .de ac:r~rdo. Con eso afirma qu~ ~os átomos, gracias a su peso, se
por presión y choque y el nacimiento y muerte de las co~as y ~e los c~m enco:~ltraIon ?flgmanamente en el mOVImIento natural 19 de arriba abajo.
pIejos de cosas (mundos)" haciendo ,:er que to~as .las ~~ferencIas. cuahta- Exphca el ongen de los complejos atómicos, diciendo que en esta "lluvia
tivas no son en el fondo mas que relaclOnes cuantItatIVas. Se admIte, pues, terrestre" algunos átomos se desviaron arbitrariamente de su caída vertical'
la concepción ro e can i c i s t a del d e ven i r, pero se niega expresa- una núnima desv!ación haría? comprensible el choque, la acumulación ;
mente su necesidad incondicionada e inexcepcional. De la filosofía de De- forma .del torbell.mo de los atomos -hechos, como es sabido, que han
mócrito sólo el atomismo y el mecanicismo han pasado a Epicuro; los determmado el c:ngen de los mundos y que el vk:jo atomismo había derivado
estoicos, en cambio, han heredado} como se ha dicho, el principio general de la confluencIa .de los átomos en movimiento desordenado. 20
de la lerralidad de la naturaleza, de más profundidad y valor. . Pero es sorpresIvo que Epicuro, después de conculcar de este modo la
Sin ~mbargo, se encuentra en estrecha dependencia la peculiar relación mterna estructura de la filosofía democrítica?l rechace la espontaneidad
apuntada con la ética epicúrea y el decisivo influjo que ésta ejercía sobre
la física; se puede decir que la tend~ncia? ~ndividualista que va toma~do la
16 Compárese parágrafo 16,4: y además, los testimonios en ZELLER IV 408 1
reflexión moral de la época post-anstotelIca encuentra en la doctr~na. ~e "17dPLUT~RCO, Placo 1, 3. Dox. D. 285; CICERÓN, De Fin. 1 6 17' GU~AU , 'L~
Epicuro su más adecuada metañsica. Para una moral que eleva a pnnclplO mora e Eptcuro, 74. - ",
la autonomía del individuo y el recogimiento de éste en sí mismo, debió ser 18 DIÓG. LAERCIO, X, 60.
19 Compárese arriba parágrafo 13 7.
ron como precursor en esta idea nada menos que a Sócrates; sin embargo, parece 20 Compáres 'f 4 9 E ! , .
.4el
que aquí la creencia de Sócrates en un ~entido fin~Jista ~~ndo, se rebaja a una
.? r e paragra o ,.. plCureos postenores, que sustentaban la explicaw
ClOn sensua lsta de este pensannento, excluyendo, sin embargo la libertad metafísica
interpretación pequeño burguesa de la VIda, de O1'1entaclOn Cllllca. Compárese pará- d~ loslt}mos, y ~ratando de llevar a todas sus consecuencias el 'pensamiento de Dem6~
grafo 8, 8. ~to e a leg~hdad de la ~aturaleza, parecen haber acudido al subterfugio, para
13 DIÓG. LAERClO, X, 143, USo p. 74. ~er comprenSIble la formaCIón de los seres, de que los átomos de mayor masa cayeron
14 Compárese, especialmente, LUCREGIO, De ReT. Nat. 1, 1021; V, 156. DIÓGEw m~s. yelo(zDmenRte qNue los otros: por lo menos, Lucrecio, polemiza contra semejante
NEs LAERCIO, X, 97. opllllOn e ero ato n, 225 ss,).
15 SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. X, 42. 21 Compárese CICERÓN, De Fin. 16, 17.
160 11. La filosofía helenístico-romana. El período ético 15. Mecanismo y teleología
161
de los átomos en la explicación ulterior de la naturaleza: desde el Dl0mento
que ve surgir los complejos atómicos, no admite otro principio que el de la de u,na idea qu.e rec~erda 26 el ir y venir de las homeomería ;
explIcan la eXIstencIa y cambios de las prop' d d d 1s de Anaxagoras,
necesidad mecánica.22 Echa mano de la autodeterminación arbitraria de d Id leaeseascosasamd
los átomos sólo para hacer comprensible el origen de aquel movimiento e una m~zc a e unos cuerpos COn otros de donde sac 1 .d d o o
mezcla ullIversal y de una c ., ' , an a I ea e una
en forma de torbellino, que, una vez iniciado, se desenvuelve de un modo (lcrasis di'hollon). ompenetraclOn reCIproca de todos los cuerpos
puramente mecánico, precisamente, como la fuerza motriz, el nous de
Anaxágoras (compárese parágrafo 5, 5). Pues sobre esa infraestructura En el desarrollo de la teoría materialista a
los epicúreos; en cambio 1a f i l o s o f ' por1a~ muy poco ~uevo
metafísica elabora Epicuro una doctrina f í s i e a que sólo admite como muchas e inéditas intuicIone t,a na t u, r a. e los e s t o 1 C o s,
principio el mecanicismo atómico en la explicación inexcepciollal de los sino q;.re prefiguran rasgos ~se~~~a~~ ~~o l~o~o~~~~:-:s dSeonlasinte.res~ntt~s,
fenómenos de la naturaleza; además, lleva tal doctrina al reino de los orga- centunas. b ~ SIgUlen es
nismos, aplicando el pensamiento de Empédocles de la supervivencia de
Desde luego surgen de d '
~~;~;:r~adeE~r1aa~~~~~i': J:~~:~ti~~~a~~~) :~t~t~o~~:p~~s u~lt~:~osdeq~=
los más aptos, para hacer comprensible la evolución de las especies.
El principio de la necesidad de la naturaleza de Demócrito, también
aparece en Epicuro, cuando hace ver el ineludible retorno de cada una de ~fuerza . lVma se a ml~e, u?a parte actIVa y una pasiva
las posibles combinaciones de los átomos y de las estructuras de los mundos, pneuma ,2~ ::ena~, ~omo fuerzfa, la dIVInIdad es fuego o aliento vital
al hablar del perenne nacer y perecer del unjverso: dada la infinitud del en a ua J en a o ma e;-Ia, se tra~s orma de vapor húmedo (aire), en part~
tiempo, nada puede ocurrir que no haya sido alguna vez y que no pueda g 'd 1PD~te e? tI~rra. Segun esto, el fuego es el alma y lo "húmedo"
el cuerpo
" D e 105 cosmlCO'' pero amb os f orman una esencia unitaria
'
acontecer en lo porvenir,23 En este pensamiento también se encuentra Epicu- aSlmlSma. eestemd' 1 . , ide'nt,'ca
ro, de nuevo, con los e s t o i c o s, quienes negaban, ciertamente la coexis- del cambio de las maOt ? vlene n a, enl' azarse los estOICOS, con esta doctrina
tencia de una pluralidad de universos, pero no una sucesión de ellos en el . enas, a H erac Ita y en pa t 11
fIlosofía natural influída por él (Pse d 'H.' re,. ad.ague a temprana
tiempo. Además, se veían compelidos a hacer la afinnación de que estos Parte 1 ca u 0- lppOCr., perz zaztees; compárese
universos son idé:p.ticos hasta en la estructura de las cosas y de los fenómenos s d t'· P· n'l nota 26); en la caracterización de los cuatro elementos
d
. u ,oc, fIna ,e a estructura del mundo y del sistema . _ '
singulares, El mundo nace de un divino fuego originario y retorna a él
siempre, una vez transcurrido determinado período de tiempo: si entonces
inicia la fuerza cósmica del precedente, se desenvuelve esta physis, eterna-
:o;:~~~~~se::~~~'
n.
J~~~ahe~~~:~~ted'eal
,
pAristóteles; pero ~~~~l:~o~~a~~;
neum~
mente idéntica a sí misma, siempre del mismo modo, de acuerdo con su el esp~~~tuc~:;'~or~~~~r:e~dora (lógos spermr:tikós), es dicho aliento cálido,
interna necesidad y su esencia racional. El retorno de todas las cosas
(paliggenesía o apokatastasis) aparece, según esto, como la consecuencia prin~ip~o activo: es el ~nf:e~~e c~:~t~~e~c~~g~i~~faps ~:s ?os<:s a manera de
mOVImIento y que se desarrolla le d .' SI rmsma puesta en
necesaria de los dos conceptos estoicos de relación: lógos y heimarménee.
5. La filosofía teorética de estas dos escuelas, las más 'importantes de ordmanamente concentrada y Ilen d I '
h
To~o e,sto conciben los estoicos' !n id~aseg:ld~e~on ~¡reglo ~ las leyes,
P ma, una Idea extra-
la época, sólo coinciden en su riguroso materialismo, y han subrayado esta J d' a e aUSl0nes en la que a
postura de modo expreso en oposición a Platón y Aristóteles. Ambas afirman e ':; as entre SI las representaciones de Heráclito (1' ) A ,parecen mez-
DlOgenes de Apolonia· (aeer) Demócrit Ct og?S, naxagoras (nous)J
que 10 real (ta onta) no puede ser sino corpóreo, ya que sólo se manifiesta de ~a fi~sofía natura~ y ,fisiología perip~étk~~~s Igneos) y no menos las
activa y pasivamente (poien kai pasjein); s610 10 pensado (to lek-
tón), el mero contenido de la conciencia, que distinguen de las funciones a n a'¡ o g~la ~o:~ rrnas mfluyente aparece en, los estoicos la idea de la
representativas del alma, es para los estoicos asoomatón, y los epicúreos, h b e macrocosmos y mlcrocosm '
fuera del espacio vacío, nada suponen que no sea material. A la inversa, d~: re, un pe.ns~miento t?mado de Aristóteles o quizás def s, rou~~ve¡;~rá:
combaten la convicción platónica de que las propiedades de los cuerpos
sean en sí (kath'heautó) algo incorpóreo,24 y los estoicos van más lejos:
alma ~nd~~fd~~r;~m;~e~~:I~~~~ ~:l llamados jóve.nes fisiólog;. fncl~so el
declaran que las propiedades, fuerzas y relaciones de las cosas, que de modo ~~r7~; ~i:~~~~:o~~~!6r~~ede~¿' ;ero ~~~b~é,;r:s :'~:r¡ia':~~~fe~eq~:::r;~
cambiante se manifiestan en éstas, no son sino "cuerpos" ;25 y echando mano éste, son espíritus vitales (spiri~:~~i!:~~s)cI~do lla fun~ión armónica de
y del animal aparece la actividad del p . nI e orgamsmo del hombre
22 Así, pues, en cierto sentido, puede decirse -desde el punto de vista de la 'sin embargo, el pneuma mismo se sep n~urrlla en a sang~e y ~u circulación;
crítica actual- que la diferencia entre Demócrito y Epicuro sólo es relativa. Para ara e os e1ementos mfenores del alma,
el primero es un hecho inexplicado la dirección inicial de los átomos; para el segundo,
la desviación arbitraria de la caída vertical de todos los átomos, originada en cierto 26 Una seme'J ante '1''' .
momento; hay, empero, una esencial diferencia: el hecho originario es en algo dado Fedro, 102), que recuerit~e:l~~:~t~r~: \ie~octrma platónica de las Ideas (PLATÓN,
a
intemporalmente; en Epicuro, a la inversa, u n a c t o t e m por a 1 e ir r e p e t i~ Eu~o;:o: ARISTÓTELES" Metafísica \ 9' 991 a f7~0'da 10, que parece, el académico
b 1 e d e a r bit r a r i e dad, que se pone en paralelo con la determinación incausada Anstoteles, 573 a 12. ' " a , a emas, ALEJ. AFR. Schol., en
de la voluntad humana. 27 Comp' H S
23 PLUTARCO en Euseb. Dox. D. 581. 19. Uso fr. 266. 28 Stob ~er 1 ·37~EBECK, Arch. f. g. Ph., XXVII (1914),
24 DIÓGENES LAERCro, X, 67, k · · c" ,Dox. D. 463 16·einaito6 P k'
eau o at exeautou ee pneuma ut' k~' .n ."!euma moun eaut6 pros
25 PLUTARCO, C. Not. 50, 1085. "29 Com ár 1 - ea o moUn prosoo kaz opzsoo ktl
11 P ese a obra de SIEBECK, citada en la nota número 4· de este parágrafo.
11. La filosofía helenístico-romana. El período ético 15. Mecanismo y teleología 163
162
como ocurre en la muerte -precisamente porque también es cuerpo, dice la participación de los dioses en la vida humana y su intervención en el
curso de las cosas: incluso, la fe en la Providencia de los estoicos aparece a
Crisipo.ilO
Con todo el alma individual, como parte tan sólo que es ~el alma ellos, en este sentido, una refinada aberración. Epicuro ve -según la doctri-
cósmica, está' determinada por ésta en su esencia y acción; es esenclal~ente na de los ídolos (parágrafo 10, 4)~33 en los dioses gigantescas figuras hu-
igual al pneuma divino e inseparable de él. Puntualmente po~ ello constituye ~ax;as que en los espa~ios intermedios de los ~undos (mundos intermedios),
por sí la razón universal, el logo!, la más al~a ley. (Comparese, adela~lt~, mcolumes a los cambIOS del acontecer e indIferentes al destino de los seres
parágrafo 14 3). De ahí que la mdependencIa del alma se encuentre lImi- inferiores llev~n una vida de beata contemplación y de comunidad espiritual;
tada tempor~lmente, y que su definitivo destino no sea otro que re~~rnar, a~í, esta ~octrma, el! el fondo, sólo es el intento del epicureísmo de mitolo-
en la conflagración cósmica, al espíritu divino. Ace~ca de 1~ duraClOll de glzar su Ideal de VIda del auto placer estético.
esta independencia, esto es, del lapso de tiempo de la lllmortahd~d per.s~nal, 8. De modo muy diferente se acoplan las representaciones de la reli!'lión
circularon diversas opiniones dentro de la escuela; unos hacIan vIvIr~ a popular a la metafísica e s t o i c a. Mientras hasta entonces en el desar;:'olIo
todas las almas hasta el momento de la conflagración cósmica, otros solo del pensamiento griego la teología filosófica se había mantenido a distancia
cada vez mayor de la mitología doméstica, nos encontramos ahora el ensayo
la admitían para los sabios. . d~ poner en armonía religión natural y religión positiva.
Así como el pneuma cósmico (cuyo sitio ponen los estülcos ora en el
cielo,. ya en el sol, ya en el centro del mundo) se derraI?-a c<;mo fuerza SI para ello cedían a su interna necesidad de reconocer la justificación en
vivificadora en todas las cosas, del mismo modo la parte dIrectnz del alma la e~pecie humana de representaciones generalmente difundidas (compárese
individual (to hegemonikón o ha logismós), portadora .d~ las represen~a paragrafo 17, 4), su teoría del pneuma no sólo ofrecía a ellos admirables
ciones de los juicios y de los impulsos, y que parece resIdIr en el corazon ,. recursos, sino motivos determinantes. Pues la contemplación del universo
extiende sus ramificaciones como "brazos de un pulpo'), por el. cuerpo debió enseñarles que la divinal fuerza cósmica ha dado, sin género de duda,
entero. De semejantes pneu'mata particulares admit~? siete los estülcos.: los mucho más poder y energía vital a ciertos hechos naturales que al espíritu
cinco sentidos, el lenguaje y la capacid~d d~ J?rocreaclOn. I?e modo s;m~Jante humano: y así aparecen al lado de una divinidad imperecedera y eterna,
como impera la unidad de la esenCia dIvIlla en el Unlverso, aSI VIVe la que las más de las veces identifican con Zeus, un gran número de "d i o s e s
c r e a d o s". Entre éstos cuentan los estoicos, como ya Platón y Aristóteles
personalidad individual en el cuerpo. .
Es por demás característico que los epicúreos adapten a sus doctrmas lo ha"?ían hecho, ante todo a las estrellas, en las que ven y veneran también
este aparato externo de representaciones psicológicas. También para .ellos creaCIOnes puras del fuego originario al par que inteligencias superiores'
es el alma -que, según Demócrito, ~ co~siste en sutiles áto~os- un alIento además, las. personificac.i;mes d~ .otras fuerzas ?atur.ales, por medio _de la~
etéreo, ígneo (incluso emplean el termmo p n e u m a)., solo q~e ellos ve,n que se mamÍlesta la aCClOn beneÍlca de la prOVIdenCia hacia el hombre. Ya
en ella algo que desde afuera afluye al cuerpo, para ~IJarse y.hgar.se meca- puede comprenderse por qué estaba a la orden del día en la escuela estoica
nicamente a él. También distinguen entre parte raCIOnal e .Irr::clOnal dd una rica mitología, que, con ideas de la sofística (compárese parágrafo 7,
alma, sin poder atribuir, claro está, a la prime.ra aquella ?!gmdad me.ta~ 3) y echando mano de toda suerte de alegorías, trató de incorporar al
física que tiene en ~a teoría .estoica. En su conjunto, tambIen su doctnna sistema metafísico las creaciones populares de la religión. A esto hay que
agregar que se aprovechó con beneplácito la teoría de Euhémero, que no
es aquí pobre y no mdependIente. . .
7. La metafísica y la física de los e s t ~ 1 Co s .CO?stltuyen, como se sólo hacía comprensible y justificaba la deificación de hombres célebres sino
desprende claramente de. su~ ,supuestos pantels.tas" ,:slmIsmo, una t e o 10- que ~ambién veía en los demonios espíritus protectores de ciertos ho~bres.
g í a un sistema de r e 11 g Ion n a t u r a 1, ClentlÍ1camente fundado. 1n- En f¡~,. se mezcló en. esta ,maraña de sincretismo teológico, aquella idea
clus~ encuentra en la propia escuela exposicio!les poétic,:s, com.o ~l Himno nletafI~lca con l~ que .mtento estable~er un,: je~arquía de los seres mitológicos
de Cleantes. En cambio, el epi c u reí s m o e s a n ~ 1 r r e 1 ~ g 1 ~ S. o en la antIgua y pItagoflzante Academia (prmc1palmente Jenócrates; compá-
toda su esencia. Representa por completo el pu.nto de. Vlst~ del üumm:sm~: rese parágrafo 11,5). En la Stoa media (ecléctica) acaban por enlazarse
que la ciencia supere a la religión; que la tarea y la .v~stona ~~ la sabIduna todas estas tendencias teológicas, gracias a Posidonio sobre todo.
aparten al hombre de las aberraciones de la supe~stlclOn, ongmadas por el Así se pobló el mundo estoico de una muchedumbre de dioses inferiores:
miedo y la i!!norancia. El poeta de la escuela descnbe 31 con rasgos gro~escos. pero todos ellos aparecieron, al fin de cuentas, sólo como emanaciones de
la desdicha 'que trae consigo la religión a ~os . hombr~s Y, ~anta la glona d~l aquella excels~ energía cósmica, a m~d? de fuerz.as subordinadas que produce
triunfo sobre ella, logrado por el conocnrnento clentIÍ1~o; Y, tanto .mas, el pneuma umversal, a modo de eSpITltus que ngen el acaecer cósmico. Son
extraño es que la doctrina epicúrea sU,cum~a .a una. mltologIa propia e para la fe estoica los, órg::nos intern:edios. que en su esfera propia de acción
inofensiva de peligros, como ella supoma. S~gUlendo Ideas apunt~das 'por representar;t la energIa vlta.l y prOVIdenCIal de la razón universal, y a ella
Demócrito, enseñaba que la creencia en los dlOses, generalm.er;~e dlfun?:da, acude la pIedad de los estOICOS en las formas rituales de la religión positiva.
tiene cierto fondo de verdad;32 pero advier~e que esta opmlOn ~dmIslble I?e este modo, el poI i t e í s m o de la religión popular se restituía filosó·
se deforma por falsas hipótesis. Busca estas últImas en los mItos que mventan flcamente, y. ¡enía a formar parte integrante del panteísmo metafísico.
En relacIOn con esto se halla en los estoicos la fundamentación teorética
30 NEMESIUS, De Nat. Hom., p. 34. d~ la ro á n tic a, que cultivaban con gran interés -fuera de pocos y
31 LUCRECIO, De Rer. Nat. 1, 62 ss. frIOs pensadores, como Panecio. La estructura unitaria del acontecer cósrni.
32 DIÓGENES LAERCIO, X, 123, USo fr., pp. 59 ss.
164 11. La filosofía helenístico-romana. El período ético 16. Libertad de la voluntad y perfección cósmica 165
ca, regida permanentemente por la Prov~den?a, se manif~e5ta, entre. otros hace depender la voluntad, de modo absoluto, del conocimiento ofrece la
hechos en que diferentes cosas y procesos sm nmguna relaclOn causal directa, única dificul;ad para admitir su ex~stencia. De allí se deriva, pr~cisalTIente,
se pueden interpretar por ocultas y finas relaciones y, por tanto, valer como el doble sentIdo del concepto de la hbertad o, como aquí aún se llama de la
signos de mutua referencia: el alma humana es capaz de ent~nder esto, "espontaneidad" (ekoúsion), que, desde entonces, la reflexión fil~sófica
gracias a su afinidad con el pneuma omnipotente; mas para lllterpretar sobre estos problemas ha venido complicando en reiteradas y nuevas versio-
tales revelaciones místicas entra en juego la ciencia y el arte .de la mántica, nes. Según, S?crates, toda acción moralmente equivocada proviene de un
que ha de fundarse en la. experiencia. Sobre esta base mantiene e~ estoicis:m,o falso conOCImIento de las cosas, empañado por un apetito: quien así obra, no
con energía el intento de justificar filosóficamente el arte profétIco y adIvI- sabe lo que hace y, en este sentido, no obra con libertad. 2 Esto es sólo
natorio del mundo antiguo. También aquí Posidonio fue el maestro. ~l.sab~o es libre; el malo, no. 3 En pareja acepción, la libertad es un codcepto
etIco de valor; sup~me, to~ante'a la explicación causal del fenómeno psíquico,
tanto para las aCCIOnes hbres como para las no libres idéntica dependencia
16. Libertad de la voluntad y perfección cósmica d~ la representación; allí la justa, aquí la equivo~ada, De esta noción
étlca de libertad hay que distinguir con rigor e 1 con c e p t o psi col ó g i-
La aguda y expresa antítesis entre la concepción mccanicista y la teleo- e o d~ ella, a saber, el concepto de la 1 i b e r t a d d e o p ció n: la mera
logía del mundo, pero sobre todo la divers~dad de f?rmas co~ceptua~es. en capaCIdad de la voluntad de decidirse por sí misma entre diversos motivos.
las que se había ido desarrollando aquella Idea comUT~ (con .cIertas l;IDlta- Es problemático que Sócrates haya diferenciado claramente ambos concep-
ciones) de la legalidad universal de la naturaleza, -trajo C~nslg0, en vmculo 4
tos. Platón, en cambio, advirtió tan esencial diferencia sin género de duda:
estrecho con las hipótesis y postulados morales que domln~ban el l?cnsa- ~firmaba expres~~ente, invocando la idea de r e s p' o n s<'a b i 1 ida d, la
miento de aquella época, dos nuevos problemas, por ciernas complIcados h?re dete;~maclOn del hombre, 5 y se rr:an~uvo firmemente en el punto de
desde un principio: el problema del libre arbitrio humano y el de la .bo~dad vista s?cratIco, de que el malo procede sm lIbertad, esto es, que moralmente
y perfección del universo. Ambos problemas enraízan en las contr~dlCClOnes no es lIbre; incluso pone en relación directamer:te ambas acepciones cuando
que surgen entre las necesidades éticas y loas ~onvicciones rnetafísl~as,. que, explicita 6 que por propia culpa (por tanto, con libertad psicológic~) puede
puntualmente, debían aprovecharse para lIquIdar aquellas contradlcCl~nes. caer el hombre en un estado de esclavitud mora1.
1. El hogar común de estos nuevos problemas es la. d o c trI n a . Con más cla:;idad e independencia aparece el concepto psicológico de la
e s t o i c a. Por otra parte, tales problemas pueden concebuse como la lIbertad en A r 1St ó t e 1 e s, ya a mayor distancia del intelectualismo so-
necesaria consecuencia de un agudo y, en última instancia, irresoluble anta- crático. Parte de la idea de que sólo las acciones "arbitrarias" pueden
gonismo de las ideas fundamentales de este sistema: s u ro o n i s m o ro e- calificarse éticamente; explica esta arbitrariedad por los influjos nocivos
t a f í sic o y s u d u a 1 i s m o é tic o. La doctrina ética de los estoicos, que experimenta ora por coacción externa (bía) o en su caso interna
según la cual el hombre debe superar el mundo,. domeñando s;ts. propios (psicológica), ora por desconocimiento de las situ~ci~nes de hech~: sólo es
impulsos gracias a la virtud, reconoce una dualIdad antropologlca,. una hbre plenamente, a9uella acción ,que nace dentro de la personalidad misma
radical oposición en el seno de la naturaleza humana: s.e opone. a 10 raclO~a1 con pleno conOCImIento de las sltuaciones.7 Toda la investio'ación pues se
1 a s e n s i b i 1 ida d con t r a r i a a 1 a r a z ó n. Sm parejo antagoms- . 8 1 b , '_
manben~ en e punto de vista de la responsabilidad; y así se comprende
mo no se entiende la ética estoica. Pero la doctrina metafísica sobre la que q~e el concepto encontrado del libre arbitrio lleve a la idea de la e a p a-
se funda el imperativo racional humano, habla de una realidad .tan ilimi!ada cId a d d e r e s pon s a b i 1 ida d. El concepto contiene ya las notas de
y omnipotente de la razón cósmica, que no puede compagmarse, 111 de la externa libertad de obrar y del riguroso conocimiento de las situaciones
iejos, con la realidad meramente impulsiva ora en el hombre, ora en el de hecho. Empero, debe aún limitarse más: pues entre las acciones arbitra-
mundo externo. De semejante antítesis se derivan los dos p~roblemas que: ri~s . susceptibles de reSponsabilidad, sólo hay que contar aquellas que se
desde entonces, han sido objeto permanente de la especulaclOn humana, Sl orIgman .~e una libre elección (proaíresü).9 Sólo, pues, la 1 i b e r t a d
bien todos los puntos de vista esenciales que vienen al caso fueron ya explo- de. o p c l.o,n, que toma en cuenta, ~os fines y medios del acto, es el supues-
rados clara u oscuramente, en aquel tiempo. to lnCOndlClOnado de la responsabIlIdad moral.
2.' Los supuestos conceptuales del pro b 1 e ro a del a 1 i b e r t a d
se encuentran ya en las reflexiones éticas acerca del libre arbitrio para 2 JENOFONTE, Memorables, nI, 9, 4; Kyrop. !II, 1, 38.
cometer la injusticia, iniciadas por Sócrates y llevadas por Aristóteles, en B Compárese ARISTÓTELES, Etica a Nic6maco, IlI, 7. 113 b 14.
brillante análisis, l a una preliminar solución, Los motivos de tales pensa- 4 Según una noticia de la Magna Aloral peripatética, Sócrates ha dicho expresa-
mientos son, por entero, de índole moral, y 1,: esfera en que se mu~ven, mente: . "no depepde de nosotros ser buenos o malos". De acuerdo con semejante
pensamIento, hub1era negado, pues, frente a la libertad ética la libertad psicológica
exclusivamente psicológica, Se trata, en 10 esenCIal, del problema de la hber- 5 PLATÓN, RejJública, X, 617 ss. ' .
tad de opción: la convicción de que existe la libertad, arraiga en un 6 PLATÓN, Fedro, 81 b.
sentimiento inmediato, y se asocia, sin más, a la conciencia humana de la 7 Etica a Nic6maco, In, 3, 1111 a -23j ous hee arjle en outoo eidoti :ta katk'
propia responsabilidad, Sólo la concepción intelectualista de Sócrates, que hekasta en ois hee praxis,
., 8 C?omo claramente 10 pone de relieve la alusión al derecho penal en la Introduc-
cwn (,d., 1109 b 34).
1 Etica a Nic6maco, IU, 1-8, 9 ¡bid., 4, 1112 a 1.
166 n. La filosofía helenístico-romana. El período ético 16. Libertad de la voluntad y perfección cósmica 167
Aristóteles no emprende un análisis minucioso de la psicología de la j~nta del hombre con su medio, pero que en tal situación permanente las
motivación y de las causas determinantes de la decisión volitiva: sólo subraya cIrcunstancias externas constituyen sólo las causas accidentales' el asenti~
que la personalidad constituye la razón suficiente de las acciones que le son miento que proviene de la personalidad, en cambio la causa 'esencial' y
imputables ;10 su propia escuela se mantiene enérgicamente en esta idea no hay que olvidar que la responsabilidad sólo afe~ta a ésta. Aunque' el
de la libertad; ante todo Teofrasto, que ha escrito una obra acerca del libre heegemonikón del hombre, la parte autónoma de su ser se encuentra deter~
albedrio. minada por el pneuma universal, adquiere en cada indi;iduo una contextura
3. También los e s t o i e o s, desde luego, pisan este terreno en temas independiente y diversa de la de los demás, que tiene el valor de una propia
morales. 11 Puntualmente, el enérgico sentimiento de responsabilidad, tan arjée. 15 Sob;e todo, subrayan los estoicos que la imputación, como juicio
característico de su moral, exigía de ellos el reconocimiento de esta libre sobre. ,la calIdad moral de l~s acciones y caracteres, es por completo inde~
decisión del individuo y han tratado de mantenerla en su filosofía, a toda pendiente del ~ro~lema d~ SI las personas o acciones hubieran podido ser, en
costa. el acontecer cosmlco,16 dIferentes o no de como son.
La situación, empero, era tanto más grave, ya que su metafísica, con ,.4. El pro~lema del libre albedrío, ya de suyo complejo ética y psico-
su doctrina del destino y de la providencia, los impulsaba más allá de la 10g1camen~e, aun expen:nentó de ,es.ta suerte una complicación metafísica y
libertad individual. Semejante teoría hace depender al hombre, como cual~ ~ en el sentIdo .de .los estOIcos) teologlca. Y el resultado fue éste: los enemigos
quíer otro ser, en su externa e interna naturaleza y en su acción y pasión, 1 n d e ter m 1 n ~ s t a s de la Stoa acabaron por dar un agudo giro al
de la fuerza cósmica omnivivificante: la personalidad deja de ser la última c<;n~ep~o de la lIbertad, que. veían a.menazado por la doctrina estoica. La
causa (arjée) de sus acciones, pues éstas aparecen, como todo acontecer, a hlpotesls. de un ~e~o causal mexcepc~onal, al que deben subordinarse todas
modo de efectos necesarios e ineludibles de la naturaleza divina. De hecho l~s funclOnes volIt1vas, parecía exclUIr la posibilidad de cualquier decisión
la Stoa no da un paso atrás ante tan extrema consecuencia del det~rm~~ hbre: pero esta facultad de opción, valía desde Aristóteles en todas las
nismo; al contrario, acumula C r i si P o prueba sobre prueba para Justl~ escuelas filosóficas como supuesto imprescindible de la responsabilidad moral.
ficarlo. Lo funda echando mano del principio de razón suficiente (com~ Por t~nto,. creyó. defender,la parte contraria -y esto dio a la polémica una
párese parágrafo 15, 2). Hace ver que sólo bajo la admisión de este pec~lIar vlOlencla- un bIen moral, cuando rebatía la doctrina estoica del
principio es posible formular juicios exactos sobre el futuro, ya que el criterio destmo y, con ello, el principio de la necesidad incondicionada de la natu.
de la verdad o falsedad de ellos depende que su objeto de conocimiento raleza, sus.te.ntado por Demó~rito. Y si Crisipo se ampara para defender
aparezca predeterminado de modo seguro ;12 y acaba por darle un nue,:,o el detelIDmIsmo en el propIO principio de la razón suficiente no osa
sentido a la argumentación: puesto que sólo puede ser conocido lo necesano ~ a. r n ~ a d e s, para quien el libre albedrío no tenía el valor de ~n hecho
y no lo incierto la sabiduría innata de los dioses funda la hipótesis del mdlscutIble, poner en tela de duda la validez inexcepcional de este postu~
detenninismo; i~c1uso no desdeña, como prueba adecuada para justificar lado lógico. 17
sus pensamientos, el cumplimiento de ciertas predicciones. AÚI?- ~ás lejos. va Epicuro. Advierte tan inseparable vínculo entre el
En esta doctrina, rigurosamente consecuente con el punto de vista de deterrrlllllsmo estOICO y la autodeterminación del sabio -como se sabe
la doctrina estoica del lógos, vieron sus enemigos, sin duda alguna, una rasgo característico del ideal ético----, que prefiere someterse a las falsa~
radical negación de la libertad de la voluntad; y de las objeciones lanzadas repre~entacio.ne~ de la reli~ión, antes que a la esclavitud del alma. 18 Por
al sistema, fue ésta, ciertamente, la más c o m ú n y decisiva. Entre los eso niega,. aSimismo, ~a vahd.ez universal del principio de causalidad y sub~
numerosos ataques de que era objeto la escuela, el más notorio es el de la sume el lIbre <3;lbedno, conjuntamente con el azar, bajo el concepto de
llamada ignava ratio (argos lógos): de la convicción de la ineludible nece~ a Con ~ ~ c e r 1 n ~ a u s a d o. De este modo restablece, en contra del
sidad de los acontecimientos futuros, se saca la fatal consecuencia de que dete~mllllsmo esto.lcO, el concepto metafísico de libertad,
el hombre debe esperar pasivamente; un ataque, del cual el propio Crisipo gracias al cual Eplcuro pone en paralelo la incausada función volitiva del
sólo pudo sustraerse con meros circunloquios. lB hombre con la desviación incausada de los átomos en su caída vertical
Contra eso, los estoicos se esfuerzan por mostrar que, no obstante este (compárese parágrafo 15, 4). La 1 i b e r t a d del in d e ter m i n i s In o
determinismo y, precisamente gracias a él, los hombres son causa de sus acaba por significar la decisión entre diversas posibilidades no determinada
acciones en la medida en que pueden hacerse responsables de ellas. Partiendo por causa alguna. Con ello crey6 Epicuro haber salvad~ el concepto de
de una distinción 14 entre causas esenciales y causas accidentales (que re~ responsabilidad moral.
cuerda por entero la aition y xynaítion platónicas), Jmce ver Crisipo, que Parejo concepto metafísico de 1 i b r e al b e d río como h e c h o i n-
toda decisión de la voluntad es el resultado necesano de una acción con~ c a u s a d o no es. excepcional en el pensami~nto cie"?tí~ic? de la antigüedad.
:'610 la Stoa admIte en todas sus consecuenCiaS el prmclplO de la causalidad.
10 Ibid., 5, 1112 b 31: eoike dée ... ánthropos einai arjée toon praxeoon. mcluso Arist~tele~,(compárese parágrafo 13, 3) no había reconocido el valo:
11 H. V. ARNIM, La doctrina estoica del Fatum y la libertad de la voluntad de la detennmaClon conceptual general en 10 particular por excelencia, se
(Jahresber., der philos. Gesellschaft in Wien), 1905.
12 CICERÓN, De fato, 10, 20. Cuando se trata de juicios disyuntivos, rechaza 15 ALEJANDRO AFRODISIO, De fato~ p. 112.
Epicuro el valor de la disyunci6n: CICERÓN, De Nat. Deor., 1, 25, 70. 16 ALEJANDRO AFRODISIO, De fato, p. 106.
13 CICERÓN, De Fato, 12, 28 ss. 17 CH;:ERÓN De fato, 5, 9; 11, 23; 14, 31.
j
14 Ibid., 16, 36 ss. 18 DIOGENES LAERCIO, X, 133 s. Uso fr. p. 65
16S 11. La filosofía helenístico-romana. El período étíco 16. Libertad de la voluntad y perfección cósmica 169
había limitado al epi to,poly; renunciaba a semejante conceptuación de lo medios imprescindibles, a manera de efectos accidentales en la total armonía
particular, al admitir lo fortuito y contingente en la naturaleza, esto es, del conjunto. La Stoa ha emprendido ambos caminos.
lo incausado y anómico. En este respecto hay que ver en los estoicos Partiendo de sus teorías éticas y psicológicas hacía ver que 10 que gene~
los únieos precursores de la moderna ciencia natural. ralmente se llama un mal físico, de ningún modo lo es en sí: es el asentimien-
5. Con dificultades no menos grandes tropieza el estoicismo al desarro- to del hombre quien convierte los hechos en infortunios; si, por tanto, se
llar las ideas fundamentales de su teología. El sistema panteísta, que consi- producen enfermedades y cosas parecidas por la necesidad del curso natural
dera al universo entero como 'producto viviente de una razón divina que de los hechos, todo esto es culpa del hombre, la culpa de hacer males de ellos:
procede con arreglo a fines, y en ella encuentra su único principio de explica- como, a menudo, el uso equivocado que el hombre torpe hace de las cosas,
ción, hubo de reconocer también la finalidad, bondad y p e r f e e ció TI las convierte en algo nocivo,25 siendo ellas en sí indiferentes o provechosas.
de este universo, pero, a la inversa, se empeñan los estoicos en probar la Del mismo modo se refuta la objeción de que existe la injusticia en el
existencia de los dioses y la providencia echando mano de la finalidad, mundo: en verdad, para los buenos y sabios, los males físicos no son
belleza y perfección del mundo, esto es, de la llamada prueba f í s i e o~ propiamente lllales; por otra parte, el perverso sólo disfruta de una aparente
t e o 1ó g i e a. IO satisfacción de los sentidos que en rigor no lo hace feliz, pues padece en el
Los ataques dirigidos en la antigüedad a esta suerte de pensamientos, fondo una enfermedad moral que se agrava y afirma cada vez más. 26
hieren menos la justeza del procedimiento deductivo (aunque también aquí Desde otro punto de vista también puede justificarse la existencia de
Carnéades dirige sus dardos), que el contenido de las premisas: se veía en los males físicos: se ve en ellos, como, por ejemplo, trata de mostrarlo
la muchedumbre manifiesta de incontables deficiencias e inconveniencias, Crisipo acerca de las enfermedades,27 las imprescindibles consecuencias de
infortunios y perjuicios morales en el mundo, el contra-argumento para hechos de la naturaleza, provistos de sentido, que no malogran, por demás,
refutar la hipótesi~ de una providencia y causa cósmica racional, que obra, su objetivo: poseen la interna significación moral de servir ya como castigos
conforme a fines. Desde luego, y con exuberante energía, ocurre esto en reparadores que impone la Providencia,28 ya como adecuados estímulos para
Epicuro, quien pregunta si en verdad quiere Dios suprimir el mal en el ejercitar las fuerzas morales.29
mundo, pero es incapaz de hacerlo, o puede suprimirlo, pero no quiere; o Si de este modo se justificaban los males externos, invocando princi~
ninguna de las dos cosas. 20 Remite, asimismo, a la injusticia humana que palmente su finalidad moral, tanto más urgente era para los estoicos, aun~
hace dichosos a los malvados y desgraciados a los buenos. 21 que igualmente difícil, hacer comprensible la maldad moral, el pecado.
Coa r n é a d e s lleva enérgica y acuciosamente al campo de la disputa Aquí no era posible el subterfugio negativo, pues el hecho indudable de la
estas objeciones.22 Añade a la prueba de la maldad e injusticia del curso maldad en la mayor parte de los hombres era el objeto preferido de las de-
cósmico un reproche, con seguridad, muy sensible para los estoicos. 23 ¿De clamaciones de la prédica moral estoica. Aquí residía, por tanto, el problema
dónde proviene lo exento de la razón y contrario a la razón en un mundo nuclear ele toda la teodicea: mostrar cómo en el mundo, que es el producto
¡
creado -por la razón? ¿ De dónde el pecado y la estulticia, el más grande de una razón divina, puede existir lo contrario a la razón en los impulsos,
1:, de los males en un mundo vivificado por un espíritu divino? Y si los intenciones y actos de seres dotados de razón. Para salvar el conflicto,
estoicos, como , de hecho ocurría, a pesar de su determllllsmo,
.. 24h '
aClan recurren a giros conceptuales de extraordinaria generalidad: hacen ver
1:" cómo la perfección del universo no sólo abarca las partes que lo constitu-
responsable de tales cosas a la voluntad libre, se presentaba entonces otra
!I; yen, sino también distingue éstas ;30 de este modo demostraban que Dios, por
interrogante. ¿ Por qué la razón cósmica, todo poderosa, ha dado al hombre
una libertad, que tan mal emplea, y a qué se debe que permita semejante necesidad, ha debido permitir la imperfección y maldad de los hombres.
abuso? Pero especialmente acentuaron que, gracias a su conflicto con lo malo, la
6. Frente a tales problemas, quedaban los estoicos, con su monismo bondad puede realizarse: si no hubiese pecado e ignorancia, no habría
metafísico, en situación más precaria que, por ejemplo, Platón y Ari~tótel\s, virtud ni sabiduría!~1 Viendo en el vicio un medio para que resalte la bon-
quienes hubieran podido retrotraer lo inadecuado y malo a la reSIstenCIa dad, acabaron por pensar los estoicos que la Providencia puede convertir
del "no ser" o a la materia. Sin embargo, los estoicos se han esforzado lo malo en bueno 32 y que en la maldad sólo tiene un medio, aparentemente
denodadamente por superar todas estas aporías y han promovido, no siX; invencible, para la realización de sus más altos fines. 33
perspicaz esmero, la mayor parte de los argumentos en los cuales habra
de moverse más tarde la teodicea.
En contra de tales objeciones, puede hacerse causa común con la teleo- 25 SÉNEOA, Qu. nato V, 18; 4.
logía de la perfección del universo, ne~ando .9~e cierto~ h~c.h~s se apartan 26 SÉNEOA, Ep. 87, 11 S.
del ritmo finalista del cosmos (hechos dlsteleologIcOS), o JustIÍlcandolos como 27 Gell, N. A. VII, 1, 7 ss.
28 PLUTARCO, Stoic. Rep. 35, 1.
19 CroERóN, De nato Deor., II, 5, 13 ss. 29 MARCO AURELIO, VIII, 35.
20 LAOTANCIO, De Ira Dei, 13, 19. Uso fr. 374. 30 PLUTAROO, Stoic. Rep. 44, 6.
21 Id. Inst. divo III, 17, 8. USo p. 370. 31 Ibid. 36, 1.
22 CICERÓN, Académica, II, 38, 120. De nato -Deor. III, 32, 80 ss.
23 CICERÓN, De nato Deor., III, 25-31.
32 Ibid. 35, 3.
24 CLEANTES (Himno de), 17. 33 CLEANTES (Himno deL 18 s.
170 JI. La filosofía helenística-romana. El período ética 17, Los criterios de la verdad
171
por analogía, no constituyen un rendimiento digno de mención aisladamente
17. Los criterios de la verdad consideradas. '
2. Algo más positivo hay que esperar de la t e o ría del a s e a t e-
Por demás insignificante es el rendimiento filosófico de la ép?ca posterior g o r, í a s, de cuya PC?stformación se jactan en extremo los estoicos; lo que
a Aristóteles, en el dominio de la lógica. Una creación tan grandlOsa CO~O la en ngor es exacto; sm embargo, es poco fecunda en su forma cuando se
Analítica del Estagirita que de manera tan ejemplar llegó a tener ornmcom- indica que la categoría suprema, de la que todas las otras sól~ son deter-
prensiva concienc'ia d~ los principios de la ciencia griega, debió señorear, rn~naciones particul~res,. la c~nstituye la categoría de al g o en general
naturalmente, el pensamiento lógico por largo tiempo, y de hecho ha logrado (ti): las dos determmaclOnes mmedmtas de esta categoría son lo real (ta
esto hasta las postrimerías de la E.~ad Media y aún después, de ella. Los ónJ.,5 q;te se identifica con lo corporal, y 10 pe n s a d o (ta lektón)/ ambas
fundamentos del sistema fueron ÍlJados de un modo tan fume, que, al c~tegonas, se oponen entr~ s~ y dan lugar a interesantes problemas. (Com-
principio, se mantuvieron inalterables; sólo quedaba a ~~ escuela la elabora- parese mas adelante), ASlIIl1smo, la mera enumeración aristotélica de las
ción de ciertos pormenores, en cuyo desarrollo se abno paso, ya en aquel categorías se reemplaza por una rigurosa coordinación de ellas derivándolas
entonces, un acicalado epigomentum. . sistemática y serialmente: cada categoría se determina más mi~uciosamente
1. Ya los pe r i p até tic o s se habían esforzado por completar SIS~ al describir las que le siguen en jerarquía. El ser, como sustrato permanent~
temáticamente la Analítica aristotélica, mediante minucioso desarrollo, en de toda relación posible, es la sustancia (hypokeímenon): ésta es la porta-
parte nuevo fundamento, inéditas clasificaciones y más di~áctic~ fo~mu dora de todas las propiedades (poión) permanentes, y sólo en este sentido
lación. En este respecto llevan a cabo Euderno y Teofrasto mvestIgaclOnes se encuentra en los cambiantes estados (to poos echon) y en relación con
acerca del juicio hipotético y del disyuntivo, así como de la ampliación otras sustancias (to prós ti poas échon).6
de la silogística, pues al ocupar juicios hipotéticos y disyuntivos el lugar de La teoría de las categorías se convierte en una o n t o 1 o g í a, esto es,
.i
premisas, surgen nuevas formas de silogismos. Los e s t o ~ C? s llev,an más , af" '
una teona met ISlca en torno de las formas más generales de la realidad.
adelante estas tentativas: oponen las nuevas formas del JUICIO (axtooma), Semeja~lte o,ntología ~dquiere ,en los estoicos, dada la ten0encia general
como compuestas, a simples 1 (categóricas) ; desarrollan hasta en sus porme- de s1f f11?sofm (comparese paragrafo 15, 5), un carácter plenamente m a-
nores las formas deductivas de ahí obtenidas; subrayan especialmente tam- ter,t a 11 s t a., A título de su~tancia es el ser la materia (hyle) exenta
bién la cualidad 2 de los juicios, y derivan los principios lógicos de diversos en .Sl de propIedades; ~s propIedades y fuerzas (poioteetes-dynameis) que
modos', pero" en general, revisten a los cánones lógicos
.de, un seco esquema-
, re~lden en ella .son tambIén, en general y en particular, materias (corrientes
tismo y de un formalismo verdaderamente escalaplO, que mas y mas se va ete:eas) adhend~s a ella (krasi di holoon). Segú.n esto, la sustancia y los
apartando del contenido fundamental de la Analítica de Aristóteles, hasta atnbutos, se conSIderan t~nto desde el p,:nto de VIsta del concepto general,
convertirse en un depósito de fórmulas hueras. Las infructuosas sutilezas como desde el punto de VIsta de 1a cosa smgular. En este último respecto, se
de la escuela pronto se disolvieron en sofismas retóricos, que aprisionab::n, sin subraya que cada una de las cosas singulares se diferencia de las otras
perspectivas de salvación, el sentido positivo de los problemas, en los dIlemas esencial y conceptualmente. '
de las fórmulas. Junto a las catego:~as del ser, ponen los estoicos las normas conceptuales
En esta adaptación escolapia toma la ciencia de la 1 ó g i c a; "creada que expresan la rela~l~n del pensar cap el, ser; en ellas se subraya decisiva~
'por Aristóteles aquel carácter puramente f o r m a 1, que ha vemdo con~ mente la s e par a c Ion del o s u b Jet I voy 1 o o b jet i v o, que cada
servando hast~ Kant. Cuanto mayor era la pedantería en la el~bor.ación vez se acentuaba má~ en el desarrollo. del pensamiento griego. Siendo cor-
de los pormenores, tanto más fácilmente se suplantaba la autoconCIenCia del porales.; :para los estOICOS, todos los objetos a que se refiere el pensamiento
pensamiento viviente, que Aristóteles había buscado, 'p.or. una muchedumbre (la actIVIdad pensante 7 11:0 menos que el lenguaje), se vieron compelidos
de reglas encaminadas a catalogar y probar la leg1tI;nldad formal de lC?s a reconocer qu.e el cO,ntemdo de la r.er:rese~tación c~mo tal (to lektón), es
pensamientbs, pero incapaces de dar cuenta de la energm crea~?ra de la actI- de nat:-rraleza mcorporea. Pero al dlstmgmr tan energicamente el ser del
vidad científica. Las reflexiones de la prueba y de la refutaclOn subrayadas
por los sofistas e incluso por Aristóteles,. ~?bran ahora u..na impo;tanci.a
contemdo de la conciencia, promovieron un pro b 1 e m a e a p ita d e i
1 a t e o ría del e o n o c i m i e n t o: ¿ cómo hay que pensar la relación
decisiva. En rigor no ha formulado la anttguedad una teOrIa de la lnVestl- y correspondencia entre sujeto y objeto?
gación. Pues las débiles sugestiones que se en::uentr~?, en las r~buscas ,de
un joven epicúreo, 3 de Filodemo,o1 acerca de la 1nducclOn y de las lnferenclas d 5 Que tarr:b~é~, los peripatéticos s; han ocupado de esta categ-oría, lo pOne al
esnu,do la deÍlruclOn dada por Estraton: to ón esti tees dt·amonees aition (Proclo
en Tzm. 242 e). ,
1 SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. VIII, 93.
:2 DIÓGENES LAERCIO, VII, 65. 6 En la cO~J;ap?si~~?n. de las dos primeras y de las dos últimas categorías sale
a la .luz la, relaCl?n hngUlStlca entre sustantivo y verbo (ptoosis y kateegóreema en la
a Epicuro mismo, y en conjunto su escuela, tampoco se ir:~eresa fundamentalmente termmologla estOIca).
por la lógica formal: podria verse en ello gustc! y com~renslon, pero ~r.a, en v;rd.ad, . 7 Los estoic,?s dan. mucha importancia a la oposición que priva entre pensa-
sólo la indiferencia por todo 10 que no proporclOnara dIrect~ente ut~hdad practlca. ml,ento y lengu.a]e: la mterna racionalidad (lógos endiáthetos) y su expresión oral
4 Compárese el escrito (encontrado en Herculano): pe:t seemeotopn km see~e- (logos proph.ortkó~):· de ~hí también que sustente la hipótesis (parágrafo 15, 6) de
iooseoon' compárese también TH. GOMPERZ, Herkulanens1Sche S~udten (EstudlOS que la capaCIdad ldlOmátlca es una parte del alma; de ahí sus minuciosas reflexiones
herculanienses), cuaderno 1 (Leipzig, 1865). R. PIIILLIPPSON CBerhn, 1881). sobre la retórica (y la gramática) junto a las de la lógica.
172 11. La filosofía helenístico~romana. El período ético 17. Los criterios de la verdad 173
3. El vigoroso desarrollo que experimenta entretanto el e s e e p t i- Con más energía aún combate el esceptlcIsmo posterior la posibilidad
e i s ro 0, viene a fortalecer este problema; sobre todo, por la enérgica del conocimiento científico, poniendo al desnudo las di f i c u 1 t a d e s de
actitud que asume frente a los sistemas dogmáticos. 1 a de d u c ció n silo g í s tic a y del método fundado en ella por Aris~
Sea por obra de Pirrón o de Timón, lo cierto es que hacia aquella tóteles. 11 Parece ser e a r n é a d e s el precursor de estas cosas. Puesto que
época se constituyeron y afirmaron definitivamente ,los grandes sistemas -enseñaba~ toda prueba, implica la validez de sus premisas, exige otra
escépticos; incluso todas aquellas argumentaciones, merced a las cuales la prueba, y así en un regressus in infinitum, -una consecuencia que era
sofística había conmovido .la ingenua confianza en la capacidad cognos- decisiva para los escépticos, ya que no admitían como Aristóteles la evi~
citiva del hombre, se sistematizan en un cuerpo concluso de doctrina, aunque dencia inmediata (ámeson " compárese parágrafo 12, 4). A g r i p a lleva
el punto de vista regulativo sigue siendo el objeto moral de independizar al más lejos este argumento. El mismo formula la doctrina escéptica en cinco
hoi:nbre del mundo, mediante su abstención de juzgar (compárese pará~ tropos,12 por modo mucho más claro y comprensivo que Enesidemo. Parte
grafo 14, 2); de este modo, el escepticismo elabora minuci9samel!te una otra vez de la relatividad de las percepciones (III) y de los pareceres (1);
doctrina teorética. Pone en tela de duda la posibilidad del conocImiento muestra cómo toda prueba conduce al infinito (II) (ha eis ápeiron ekbál~
en sus dos formas: como percepción al par que corno pensamiento discur~ Jon), y cómo es injustificado partir, al probar, de premisas tomadas en
sivo; y una vez que destruye el valor de cada uno de estos .dos factores por sentido hipotético (IV); en fin, hace ver cómo las más de las veces en la
separado, añade, sin reservas, que, precisamente por tal motIVO, g1a colabora- propia ciencia es preciso admitir como fundamento de las premisas lo que
ción de ambos factores no conduce a ningún resultado seguro. puntualmente debe ser probado (V: ha diálleelos -el dialelo). Respecto
Respecto de la percepción, echan mano los escépticos del relativismo de esto último, también recuerda que en la derivación silogística, de un juicio
protagórico; y en los llamados diez tropos 9 donde Enesidemo,1° e~pon~ la general a uno particular, aquél se justificaría bajo la condición inicial de que
teoría escéptica en un ordenamiento muy defectuoso, acaba por dIfundIrse éste sea verdadero. 13
extraordinariamente esta tendencia. Las percepciones no solamente varían Puesto que es inasequible al conocimiento humano la esencia de las
de unas especies animales a otras (1), no sólo de unos hombres a otros (11), cosas,14 recomiendan los escépticos que se abstenga el hombre, en lo posible,
ya por sus hábitos (IX), ya por el desarrollo total de su vida (X) ; también ,de juzgar (epojée). En rigor no podemos decir nada de las cosas (aPhasia),'
cambian en el mismo individuo durante las diversas épocas (111), por inde~ sólo podemos afirmar que nos aparece esto y aquéllo, y así y de este otro
pendencia de los estados corporales (IV) y de la cambiante situación en !!lodo: sólo podemos dar noticia (así habían enseñado ya los cirenaicos:
que puede encontrarse el hombre con las cosas (V) ; asimisIr~o varían, debido parágrafo 8, 3) de nuestros propios y momentáneos estados. Incluso el aserto
a los heterogéneos estados del objeto (VII). Tampoco pueden abrigar las -escéptico de la imposibilidad del conocimiento (para escapar a la contradic~
percepciones el derecho de ser una reproducción inmediata de las cosas, ción que trátase aquí de fundar y afirmar teoréticamente, desde un punto de
ya que su origen está determinado por circunstancias pasajeras, en medios, vista negativo, por 10 menos) 15 debe concebirse más como convicción que
como el aire, cuyo influjo no podemos eliminar (VI). Por ningún reCurso como conocimiento, más como abstención de juicio que como afirmación
,,,
!'!' puede el hombre conocer (VIII), según esto, las cosas en toda su pureza; no teorética.
dispone de ningún medio para distinguir lo verdadero de lo falso frente 4. Del modo más agudo puede resumirse la actitud combativa de la
i
a esta muchedumbre de impresiones diametralmente contradictorias. Una skepsis en este postulado: 16 frente a los engaños a que está expuesto el
percepción no vale más (ou mallón) que otra. hombre en todas sus representaciones, cualquiera que sea el origen de ellas,
Tan relativas como las pe r c e p c i o TI e s son los par e c e r e s no existe un c r i ter i o d e ver dad inequívoco e inconfundible. Ahora
(doxai) de los hombres; sobre este particular, vuelve el pirronismo sus ojos a bien, puesto que las escuelas dogmáticas, partiendo de la idea socrática de
la filosofía eleática. Muestra que a toda opinión se puede oponer, con el que la virtud es imposible sin el saber,17 defienden la realidad del conocimien_
lnismo buen fundamento, la contraria; pero este e q u i 1 i b r i o del a s to, tienen ante sí el problema de suministrar aquel criterio para defenderse
r a z o n e s (isosthéneia toon lógoon) impide volver a distinguir 10 verda~
dero de 10 falso: en tal contradicción (antilogía) no vale más un fundamento 11 SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. VIII, 316 ss.
que otro. Según una fórmula de la sofística, tomada ahora por los escépticos, 12 SEXTO EMPÍRICO,' Pyrrh. Hyp. 1, 164 ss.: 1. La contradicción de las opinio-
todas las opiniones se derivan por hábito y convención (nomoi te kai ~thei), nes. 2. La infinitud del mecanismo probatorio. 3. La relatividad de todas las percep-
ciones. 4. La imposibilidad de otras premisas que no sean hipotéticas. 5. El círculo
no poseen una verdadera justificación (physeZ). en el silogismo. _
13 SEXTO EMPÍRICO, Pyrrh. Hyp. Il, 194 ss. El argumento se renueva en J. S.
MILL, Lógica, n, 3, 2: glosado por CHR. SWWART, Lógica, l, parágrafo 55, 3.
8 De dos embusteros juntos no hay que esperar, con razón, verdad alguna, DIÓ- 14 La más sencilla formulación del escepticismo es aquella donde se resumen los
GENES LAERCro, IX, 114. cinco tropos de Agripa en dos: no existe nada cierto de modo inmediato, y si, por
v SEXTO EMPÍRICO, Pyrrh. H'yp. 1, 38 ss. otra parte, no hay nada cierto de modo mediato, no existe nada cierto. SEXTO EM-
10 Escritores antiguos atribuyen a Enesidemo, además de la skepsis, cierto con- PÍRICO, Pyrrh. Hyp. r, 178 s.
tacto con la metafísica de Heráclito. El problema de si tal cosa ocurrió de hecho o se 15 CICERÓN, Academica Il, 9, 28 y 34. SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. VIII,
J
le adscribió por mera incomprensión, tiene una significación extemporánea. Pues de ser 463 ~s.
verdad el aserto, no se habría puesto de relieve sino una afinidad positiva, sobre la SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. VII, 159.
16
que ya Platón había parado mientes en el Teeteto, 152 e. Compárese parágrafo,8, DIÓGENES LAERCIO, X, 146 s. K. D. Uso fr. p. 76 ss. Por otra parte,
17 PLU-
3, llamada 15. TARCO, Stoic. Rep. 47. 12.
174 JI. La filosofía helenístico-romana. El período ético 17. Los criterios de la verdad 175
de las objeciones escépticas. Epi e ú r e o s y e -s t o i e o s han tratado de cuantitativamente graduada en sÍ. El conocimiento humano de las cosas
hacer esto, efectivamente, si bien su ID e t a f í s i e a materialista y su p s i- no va más allá. de esta simbólica, ora voluntaria, ora involuntaria, y de una
e o 1o g í a sensualista Íntimamente vinculada a aquélla, les acarrean serias. combinatoria de tales signos: en semejantes doctrinas se encuentran los
y, en última instancia, insuperables dificultades. epicúreos con los escépticos.
La teoría psicogenética de ambas escuelas coincide en un punto: deriva 5. Pero siendo el contenido de las impresiones al par que la naturaleza
de la percepción sensible el contenido de toda repre- del pensamiento, iguales en todos los hombres, es preciso que se formen
S e n t a ció n y e o TI o e i ro i e n t o. Los epicúreos explican el origen de doquier, bajo estas circunstancias y gracias al mecanismo psíquico, las mismas
las representaciones sensibles, echando mano de la teoría democrítica de los, representaciones generales, ya en la esfera de lo teórico, ya en la de lo
ídolos (compárese parágrafo 10, 3); semejante doctrina atribuye incluso práctico. Sobre todo, han sacado esta consecuencia de los estoicos, quienes
a los engaños de los sentidos, a los sueños, etc., el carácter de una realidad hacían hincapié, partiendo de su metafísica, en la comunidad de las funcio-
correlativa a la percepción; asimismo hacen comprensible las imágenes de nes psíquicas, que, naturalmente, derivaban del pneuma divino. Enseñaban,
la fantasía creadora por la combinación de los hechos que, fuera del indivi- por tanto, que hay que buscar la más segura verdad en aquellas representa-
duo, tienen lugar entre los ídolos. También para los estoicos la percepción ciones que, con necesidad natural, se desarrollan normalmente en todos los
es un fenómeno corporal: una impresión de las cosas externas sobre el alma hombres; incluso admitían de buen grado como punto de partida para
(typosis), fácilmente explicable por la mezcla de los cuerpos. Expresan esta la demostración científica estas koinai énnoiai o cornmunes notiones: invo-
interpretación del conocimiento groseramente sensualista, mediante una ima- caban, con predilección, el consensus gentium, el consenso de todos los
gen desde entonces muy repetida: originalmente el alma es como una tábula hombres, -un argumento, por cierto, cuya validez fácilmente destruían
de cera, en la que el mundo externo imprime, andando el tiempo, sus sig- los pensadores escépticos, recurriendo a las instancias negativas de la expe-
nos. 18 Más fina, pero más vaga, aunque de contextura mecanicista, es la riencia. 20
concepción de Crisipo, quien ve en la percepción un cambio cualitativo. Cuando la literatura ecléctica posterior comienza a designar represen-
(eteroíonsis) del alma; en todo caso, sigue siendo para él la representación taciones e o n n a t u r a 1 e s (innatae) a semejantes representaciones ge-
(phantasía) un efecto corporal de lo representado (phantastón). nerales, no procede ya dentro del espíritu de la Stoa. Es Cicerón, prin-
Ambas escuelas explican igualmente el origen de los conceptos y de las. cipalmente, quien lleva a cabo tan :importante viraje; no ve en las
representaciones generales (pTOleepseis y en los estoicos también koinai representaciones generales, tan sólo aquello que la naturaleza enseña nor-
ennotai) por la permanencia de las impresiones sensibles o de sus partes, así rnahnente a todos, sino también lo que ella o la divinidad ha plantado desde
como por el enlace de ellas. Combaten, por tanto, como ya lo hicieron los, un principio, con la razón, en cada cual. No sólo relativamente a los
cínicos, la teoría platónico-aristotélica de las Ideas y de las Formas,19 sobre- c.onceptos fundamentales de la moralidad y del derecho, afirma Cicerón
todo, la creencia de que existe cierta actividad o energía autónoma produc- semejante pensamiento; también respecto de la creencia en Dios y de la
tora de conceptos. De este modo reducen las ideas más generales y abstractas~ inmortalidad del alma: para él, por ejemplo, el conocimiento de Dios no
a un mecanismo de los elementos de la percepción (un mecanismo, por es otra cosa que la conciencia del hombre de su verdadero origen.21 Con
cierto, que apenas se han dado el trabajo de analizar). Ciertamente oponen doctrina tal se tira el mejor puente entre la teoría del conocimiento platónica
los estoicos los conceptos de la ciencia, elaborados metódicamente, a las. y la estoica. Bajo la designación estoica de las koinai énnoiai se va tras~
representaciones generales de la experiencia (empeiría), originadas arbitra- plantando la teoría racionalista del conocimiento hasta
ria y espontáneamente (physikoos) " sin embargo, el contenido de los primeroS". los inicios de la filosofía moderna. Conserva, además, un s en t ido P s ~
se genera exclusivamente de meras sensaciones. Además, una y otra escuela e o 1 ó g i c 0, bien que accesorio, en virtud de q u e e 1 e o n o c i m i e n t o
subrayan, en relación con semejantes disquisiciones, el influjo del lenguaje· r a e ion a 1 r e s i d e e n con c e p t o sin n a tos.
en el origen de los conceptos. 6. Aunque originariamente tanto estoicos como epicúreos reducen psi-
El epicureísmo, especialmente en la época posterior (Filodemo), cons-. cogenéticamente todo contenido de representación a impresiones. sensoriales,
truye una propia doctrina sobre el particular, que suele ser designada con sólo estos últimos sacan la obligada consecuencia de que el signo caracterís-
el nombre de s e mió tic a. Las palabras del lenguaje mediante las cuales, tico de la verdad en el conocimiento sólo puede ser el sentimiento subjetivo
opera el pensamiento, no son, ni de lejos, copias de los contenidos de las. de la necesidad con que la percepción se impone a la conciencia, la irresis-
representaciones, sino sólo s i g n o s de ellos: por otra parte, tampoco, tible con v i e ció n o e vid e n c i a (enárgeia) con que aparece ligada
los contenidos de la representación (de acuerdo con la teoría de la subjetivi- la percepción del mundo externo en la función de los sentidos. Toda percep-
dad, que Epicuro toma de Demócrito) son copias de las cosas, sino signos'. ción, como tal, es verdadera e irrebatible: existe, por así decirlo, a modo
cualitativamente determinados en correspondencia con una realidad sólo, de un átomo consciente en el mundo de las representaciones, seguro de sí
mismo, independiente e inconmovible por cualesquiera motivos. 22 Cuando
18 PLUTARCO, Placo IV. 11. Dox. D. 400; PLUT'. Comm. Not. 4·7. Además, PLA-.
TÓN, Teeteto, 191 C. . 20 _CICERÓN, De Nat. Deor. 1, 23, 62 ss.
19 Los estoicos concebían, por tanto, las Ideas platónicas (conceptos genéricos) 21 Id. De Leg.I, 8, 12: ut is agnoseat deum J qui unde ortus sit quasi recordetur
a modo de productos del representar humano (ennoeemata hemetera: compárese- ac noscat.
PLUT., Placo 1, 10. Dox. D. 309) j de este modo dieron el primer estímulo para la. 22 Salta a la vista el paralelo de estas ideas epistemológicas con el atomismo
posterior interpretación subjetiva del término "Idea": compárese parágrafo 19,4. i físico y ético de los epicúreos. Compárese vol. 1, La filosofía de los griegos.
176 11. La filosofía helenístico-romana. El período ético 17. Los criterios de la verdad 177
parecen surgir diferentes percepciones contradictorias entre sí acerca de los En estrecha relación con parejas disquisiciones, estudian los escépticos
mismos objetos, ~l error, reside en la opinión que nos faunamos de eUas, posteriores, minuciosamente, el concepto de c a u s a 1 ida d y descubren
no en las percepcIOnes mIsmas, que, puntualmente, por su diversidad, vienen las dificultades que éste trae consigo. Ya Enesidemo presenta una serie de
a probar las diferentes circunstancias que las producen' la relatividad no aporías sobre el particular,26 que Sexto Empírico se encarga de desarrollar
; ' . . '
es aqm nmguna mstancla contra la e x a e t i t u d del a s r e p r e s e n- de modo más amplio y profundo.27 Desde luego, se subrayan las imperfec~
t a e ion e 5. 23 ciones de las teorías etiológicas; reducen lo conocido a lo desconocido, que
Sin embargo, las opiniones (doxai) se alejan siempre y necesariamente a su vez es inexplicable; se deciden, sin razón suficiente, por una posibilidad
de esta instancia inmediata de las impresiones sensoriales: pues el conoci- entre otras muchas; no analizan con bastante cuidado las posibles instancias
miento imprescindible para la acción abarca ciertos hechos que trascienden negativas de la experiencia; explican, en fin, 10 inasequible a la percepción
lo inmediatamente perceptible; por una parte, verbi gratia, las causas exter~ por un esquema simple sacado de la percepción y aparentemente verda~
nas de las percepciones (ádeelon); por la otra, lo que hay que esperar de dero, por tanto. Además, acentúan todas las dificultades de carácter general,
allí para el futuro (prosménon). Pero incluso para estas funciones ulteriores que impiden, partiendo de la relación causal, el obtener una representación
del mecanismo psíquico, los epicúreos no admiten otra garantía que la evidente. El proceso de causación: la trasmisión de movimiento de una cosa
percepción misma. Pues si los conceptos (prolepseis) se fundan en el recuerdo a otra, es incomprensible aceptando la hipótesis de que la causa (como
de impresiones sensoriales, sólo en la evidencia de estas últimas pueden fuerza) es inmaterial o lo contrario: incluso el fenómeno de contacto
nncar su propia certeza, si bien no demostrable ni refutable por sí misma::24 (haphée), aceptado como conditio sine qua non del hecho causal (lo que
sólo en l.a percepción reside el criterio de verdad de las hipótesis, hypoleepseis, ya acontecía en Aristóteles), es por c9mpleto inexplicable. También la
que se mventan acerca de las causas imperceptibles de las cosas y de los relación temporal de causa~efecto es extraordinariamente difícil de deter-
acontecimientos futu~os, en la medida en que éstas la confirman o, por lo minar. Pero la idea más importante de estas disquisiciones es la referencia
menos, no la contradIcen. (La confirmación del hecho justifica la predicción a 1 a re 1 a t i vid a d del a re 1 a ció n c a u s al: nada es en sí causa
del futuro; la no contradicción, las diversas teorías explicativas.) 25 No se o efecto, cada uno de estos términos lo es en relación con el otro: áition y
puede hablar entre los epicúreos de una autónoma y convincente fuerza del pásjon son conceptos relativos que no valen de modo absoluto. Con ello,
pensamiento: sólo podernos saber a punto cierto si la predicción de un hecho se rechaza también el concepto estoico de una causa esencialmente produc~
es e~acta :una. ;rez que ,s~ realiza. Con ello se rechaza, en principio, toda suerte tora, el concepto de una Divinidad creadora.
de InvestlgaclOn teoretlca. 8. En una dirección diferente buscan los e s c é p tic o s del a A c a~
7. Es ostensible que los epicúreos hubieran podido considerar a su d e m i a un sucedáneo para la certeza del conocimiento racional, negada
propia metafísica atomística corno una hipótesis no contradicha por los también por ellos. Ya que en la vida práctica el hombre no puede' abstenerse
hechos, pero .tampoco demostrable directamente por ellos, una hipótesis de juzgar y la acción es imprescindible, y puesto que para el obrar son
de la que se SIrven con el ~nico objeto de rechazar otras hipótesis que, para indispensables las representaciones, admite Arcesilao que éstas son lo sufi~
ellos, son moralmente pelIgrosas. Entre ellos pues el dogmatismo es sólo cientemente poderosas para determinar la voluntad,28 aunque se ·les niegue
problemáti~o, y su. teoría del conocimiento, ~n tanto se le juzga desde un el íntimo asentimiento; y que en la vida práctica misma basta un cierto
punto. de VIsta racIOnal, está recargada de elementos escépticos: al admitir grado de e o n f i a n z a (pistis), gracias a 10 cual pueden preferirse ciertas
exclUSIvamente aquello que vale como "hecho" para la percepción, se colo~ representaciones a otras en virtud de su probabilidad (éulogon)., convenien~
can por completo en el punto de vista del p o s i t i v i s m o. cia y racionalidad.29
Aun de modo más consecuente, y apartándose de las inclinaciones ético~ Más pormenorizadamente- desarrolla Carnéades la t e o ría del p r o~
metafísicas de Epicuro, fue desarrollándose este positivismo antiguo en las b a b i 1 i s m 0,30 en su intento de fijar los diversos grados de esta "creen~
escuelas más recientes de los médicos empiristas, que siguen a los escépticos_ cia", partiendo de relaciones lógicas. El ínfimo grado de pro b a b i 1 ida d
en sus co:r:vicciones acerca del conocimiento de lo imperceptible y de las (p!than?tees) . es el qu; (~omo u~a forma oscura e imperfecta de la
teorías racIOnales, y a los epicúreos en su doctrina de la evidencia sensible eVIdenCIa senSIble ~enarf:{eza) conVIene a una representación aislada, que
de las percepciones. Sólo la observación (teereesis) da la clave al arte no se encuentra en relaCIón con otras. Un mayor grado de probabilidad
médico; sólo el recuerdo de observaciones realizadas conduce a la esencia c~n,:i,ene a la;; repres~ntaciones vinculadas a .otras (aperíspatos) sin contra~
de la teoría; de ahí que se rechace, por principio toda suerte de e x p 1 i~ dlcclOn; en fm, el mas alto grado de creenCIa se alcanza en un sistema de
cación etiológica. ' representacion~s, unas ~ otras referidas, d.onde pu;de probarse su rigurosa
correspondencIa, expernnentalmente (perzoodeumenee). La confianza em-
pírica se eleva, por tanto, de las aisladas representaciones sensibles a las
23SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. VII, 203 ss.
A SI' co ~o .en E plCUro
•24 . e 1 u'1 tImo
. .. d
crIteno e <?IeSpIntua
" 1mente bueno es el placer
sensl~le, el c:!terlO ~e la verdad de las conceptuaclOnes no puede ser otro que la evi~ 20 SEXTO EMPÍRICO., Pyrrh. Hyp, 1, 180 ss.
dencIa tambIen sensIble. 21 Adv. Math. IX, 195 ss. Compárese K. GOERING, El concepto de causa en
. 25 SEXTO EMPÍRICO, op. cit.> VII, 211. Por tanto, en Epicuro no es imprescin~ la filosofía griega, Leipzig 1874.
dlbIe, PO! razones de orden teorético, decidirse entre las diferentes interpretaciones 28 PLUT., Adv. Col., 26, 3.
29 SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. VII, 158.
de l?~ mlSI~os. hechos de la naturaleza; para él, una interpretación vale, según la ,ex~ 30 [bid .., 166 ss.
preSlOn esceptlca, ou mallan que otra. Compárese arriba parágrafo 15, 3.
12
178 11. La filosofía helenístico-romana. El período ético 17. Los criterios de la verdad 179
complexiones lógicas de la investigación científica. Pero aunque la proba- timiento debía producirse con evidencia inmediata. Por tanto, se concibe
bilidad lógica es suficiente en su última forma para la acción (como lo el asentimiento mismo a modo de una actividad del alma pensante, pero
acepta Carnéades), no por eso posee la fuerza imprescindible para arrastrar hay que contar entre sus objetos, tanto a las percepciones particulares como
al hombre a una convicción de absoluta seguridad. a las actividades del concebir, juzgar e inferir, que reposan sobre aquélla.
9. Frente a semejantes ideas hacen los e s t o i e o s esfuerzos inauditos Si los estoicos entendían por phantasía kataleeptikée aquel1a representa-
por dar un fundamento epistemológico a su metafísica, a la que adscriben ción mediante la cual el espíritu capta la realidad: una representación en tal
un alto valor, por motivos éticos, y a pesar del sensualismo psicogenético, forma evidente al espíritu, que éste, asintiendo, toma posesión de lo real,
intentan salvar el e a r á e ter r a e ion a 1 de la ciencia,si Ya su doctrina -era, sin género de duda, el adecuado vocablo para designar la e x i g e n-
de la razón cósmica exige la validez del principio de que lo semejante conoce e i a que debía llenar para ellos la verdadera representación,36 pero tal
lo semejante, de que el lógos e x ter TI o se reconoce mediante el lógos del definición no cumplía los propósitos para la que fue creada: la marca
hombre, mediante su razón;S2 y su antagonismo ético (o bien su dualismo) distintiva del conocimiento verdadero. Pues podía exhibirse el carácter
entre virtud e impulsos sensibles exige una distinción paralela entre cono~ subjetivo en ella, el asentimiento, como un hecho psicológico, incluso en una
cimiento y representación empírica. Aunque todo el material del conocimien~ multitud de falsas representaciones, como ya los escépticos lo hacían notar
to proviene de las percepciones, hacen notar los estoicos que en ellas no se con sobrada razón. 37
alberga conocimiento de lfingún género, pues por sí mismas no son verda- De este modo vuelve a surgir el dualismo antropológico de la doctrina
deras ni falsas. Verdad y falsedad son más bien iniciales predicados de los estoica en este concepto medular de su teoría del conocimiento. Así como
juicios (axioomata), en los que se afirma (o se niega) algo sobre la no era explicable, según su metafísica, que el alma individual, como un
relación de las representaciones. ss producto de la razón cósmica, sucumbiera al imperio de los impulsos de los
Los estoicos no conciben el j u i c i o como el proceso teorético del re- sentidos, tampoco se concebía que el asentimiento teorético, bajo ciertas
presentar, a modo de un enlace de representaciones -y con ello asumen circunstancias, fuera presa de falsas representaciones. Ambas dificultades,
una nueva e importante posición, a la que sólo los escépticos están próximos empero, tienen un origen común. Con Heráclito identificaron los estoicos
en cierto modo-, sino como el carácter esencial del acto peculiar del en su metafísica, no obstante la neta distinción que habían experimentado
a s e n t i m i e n t o (synkatáthesis), de la aceptación y de la convicción, los conceptos en la filosofía ática, e 1 o r den n o r m a t i voy e 1 o r den
por obra de las cuales el espíritu hace suyo el contenido de la representación, r e a 1 del a s c o s a s. La razón era para ellos tanto lo que debe ser como
10 capta y, por decirlo así, toma posesión de él (katalambánein). Los estoi~ lo que es: era al propio tiempo nómos y physis. Y esta oposición, personif~
cos ven en este acto de captura una función autónoma de la conciencia cada en el acre choque de su doctrina de la libertad con su teodicea, se
(hegemonikón), en la misma forma como lo es el asentimiento de un convirtió en el problema del futuro.
impulso provocado por una pasión. El origen de las representaciones y de
las combinaciones de representaciones es, del mismo modo que las excita-
ciones sentimentales, un proceso de necesidad natural e independiente por
completo del qr~itrio humano (akousion): pero el asentimiento, merced al
cual hacern;b.s de las primeras juicios y de las segundas pasiones, es una
decisión, ',(kriSis) de'_)~ conciencia que obra con autonomía (hecousion) del
mundo externo.M . ,.
. A ca~sa de la¡¿lentidad del lógos individual con el lógos general, tal
.- -asentimiento' 'sólor:aiJarece en el sabio en aquellas representaciones que son
verdader'l-s;"'a1; 'captar el alma este contenido de las representaciones, capta
i siIhu'lt~nearriente la verdadera realidad. Los estoicos llaman phantasía kata-
-zeiptiké.é 35. a- ~émejante representación y creían firmemente que parejo asen-
-31 Compárese M. HEINZE, La teoría del conocimiento de los estoicos~ Leipzig,
1880.
32 SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. VII, 93.
33 Ibid., VIII, 10.
34 Ibid., VIII, 39, 7.
35 En la interpretación de este término discrepan grandemente las opiniones; se-
gún las fuentes, parece que se ha querido significar con el término, ora aquella repre-
sentación de que torna posesión el espíritu, ora aquella que capta el estado real del conceptual"; pero esto significa otorgarle un sentido lógico accesorio, que loo' estoicos
hecho, ora aquella mediante la cual el espíritu apresa la realidad; incluso hay quien nunca pensaron.
ve en este término una representación que sujeta al espíritu de tal modo, que éste se ve 36 Vale la pena hacer notar que en las designaciones para la relación del espiritu
compelido a darle su consentimiento. Es por eso que se haya difundido la idea de que cognoscente con la realidad externa, hay entre los estoicos expresiones sacadas de los
los estoicos han concebido intencionalmente esta expresión en forma multívoca, ha- caracteres del sentido del tacto (impresión, captura, etc.); antes se preferían las ana~
ciendo caber dentro de ella todas las relaciones apuntadas. Tal vez E. ZELLER (IV, 10gÍas 6pticas; compárese parágrafo 11, 2 Y 12, 4; también parágrafo 12, 5.
3 . . Ed., p. 83) traduce esta equivocidad del vocablo con el término Hrepresentación S7 SEXTO EMPÍRICO, Adv. Math. VII, 402 ss. .
CAPÍTULO SEGUNDO
EL PERIODO RELIGIOSO
181
182 Il. La filosofia helenistico-romana El período religioso 183
pía filosofía, así como sus móviles en las imperiosas exigencias de la época. canzado la ciencia griega. Pues cuanto más palidecía el pensamiento del
Cuanto más Íntimamente tomaban contacto los sistemas entre sí, tanto más mundo antiguo, tanto más hondo se imponía la necesidad de averiguar si
se puso de manifiesto cuán poco podía satisfacer la filosofía la tarea que cada una de las religiones no sólo podía satisfacer al sentimiento, sino tam~
ella misma se había propuesto: conducir al hombre, mediante seguro cono- bién a la razón, y, por tanto, era capaz de convertir su vida en una doctrina.
cimiento, al reino de la virtud y de la felicidad, a la interna independencia Incluso esto vale del c r i s tia n i s m o y puntualmente de él, es indu-
del mundo. Si la corriente escéptica de la época, cada vez más extendida, dable: la verdadera fuerza avasalladora de la religión de Jesús reside en
enseñaba ya que la virtud más bien reside en una permanente abstención que aparece en un mundo indolente y moribundo, con el ímpetu juvenil
de saber, que en el saber mismo, entre los estoicos se abría paso, cada vez de un sentimiento divino, puro y elevado, y con una convicción probada
más, la opinión de que su ideal del sabio, diseñado de modo tan estricto con la muerte; pero es verdad que sólo es capaz de conquistar para sí el
y severo, no era susceptible de realizarse por entero en hombre alguno. De mundó de la antigua cultura, merced a que la acoge y reelabora: y así como
tal suerte se convierte en lugar común de las diferentes escuelas la idea en externa lucha contra él se van echando las bases de su organización 1 y
de que el hombre, por propia energía, no puede llegar a ser sabio, ni vir- fortaleciéndola hasta el grado de que puede hacer suyo al Estado Romano,
tuoso y feliz. por otra parte, en su propia defensa contra la antigua filosofía, se apropia
Si ya en la filosofía misma se había despertado un estado de ánimo el mundo de ideas de ésta, para construir su sistema dogmático.
propenso a reconocer una instancia de orden superior para cumplir los obje- De este modo se encuentran las exigencias de la ciencia y las de la vida:
tivos morales de los hombres, las doctrinas teoréticas contenían un gran aquélla busca ahora la solución del problema, que sin éxito había tratado
número de elementos religiosos. A no dudarlo, los epicúreos rechazaban de- de resolver, en la religión, y ésta pide para su ansia religiosa y sus convic-
liberadamente estas cosas; pero tanto más los estoicos les dispensaban una ciones, fundamentación y formulación científicas. De ahí que, desde enton-
grata acogida. En éstos, la metafísica no sólo busca el principio de la moral ces, se mezclen grandes procesos de la historia de la filosofía con la historia
en un precepto divino; la teoría del pneuma ofrece también la posibilidad de de la dogmática,2 y se inicie el período de la m e t a f í s i e a re 1 i-
suministrar a las creaciones míticas cierta significación filosófica, que puede g i o s a. El pensamiento de la Antigiiedad sigue esta trayectoria: se va
incluso comunicarse a todas las formas del culto. En fin, no se olvidaba el separando más y más de la religión, de donde se originó -en el epicureís-
monoteísmo del espíritu de la filosofía de Aristóteles, ni aquel rasgo idealís- mo alcanza su más lejana distancia- y después se acerca sin cesar a ella,
tico, por obra del cual Platón había buscado la permanente esencia de las hasta llevarla nuevamente a su seno.
cosas en un mundo superior de naturaleza suprasensible. Partiendo de estos supuestos, hay que comprender que aquella concep-
Pero, puntualmente, este d u a 1 i s m o, que oponía el mundo terres- ción del mundo que distinguía 10 sensible de lo suprasensible, desde los
tre de 10 perecedero al mundo suprasensible de lo divino, se manifestaba, puntos de vista valorativos de perfección divina. y maldad terrena, consti-
a la postre, como la exacta expresión de aquel interno dilema metafísico tuye el lugar común de este total movimiento filosófico-religioso. Son los
que surcó la vida entera del envejecido mundo greco-romano. Sin duda, el pitagóricos los autores de esta concepción (compárese parágrafo 5, 7) ; in-
ansia de placer aún celebraba sus orgías en el vértigo del poder y de las cluso Aristóteles se ha mantenido en ella: recibe su más enérgica marca,
pasiones; pero de su propio seno surgió, por hastío y tedio, un nuevo afán empero, en la ro e t a f í s i e a p 1 ató n i c a. Esta, en efecto, confiere
hacia alegrías más puras y elevadas; y al advertirse las monstruosas dife- a la fase final del pensamiento religioso de la Antigüedad el punto central
rencias que traía consigo el estado social del Imperio Romano, se volcó, de su desarrollo: el carácter fundamental de este período es una postfor-
plena de nostalgia, hacia un mundo mejor, la mirada de los millones de mación religiosa del platonismo.
seres que se veían excluídos de los bienes terrestres. De este modo se des- Pero el foco geográfico de la nueva filosofía se encuentra en aquella
pertaba por doquier un apasionado y hondo afán de bienaventuranza ciudad que, tanto por su historia como por su población, representaba más
(sooteería), una apetencia hacia lo supraterreno, un impulso religioso sin claramente la mezcla de naciones y creencias: Alejandría. Aquí, donde en
igual. el incansable trabajo del Museo se acumulaban todos los tesoros de la cul-
Esta vitalidad del ro o v i m i e n t o r e 1 i g i o s o se manifiesta desde tura griega, se esforzaron todas las religiones y cultos dentro de la gran
luego en la ansiosa acogida que encontraron en el mundo greco-romano multitud de pueblos de esta metrópoli comercial, por buscar una justifica-
los cultos exóticos, en la mezcla y fusión de religiones orientales y occiden- ción auténticamente científica a su contenido sentimental, impetuoso y apa-
tales; pero con el ajuste que aquí y allá iban experimentando las diversas sionado.
opiniones imperantes, surge, sin embargo, con mucho más energía, una lu- La primera dirección de la filosofía alejandrina es ellla-
cha entre todas ellas por la hegemonía de los espíritus; así se convirtió la mado n e o p ita g o r i s m o. Su doctrina se deriva de la práctica reli-
cultura del mundo antiguo, una vez que hubo aportado los frutos del arte giosa de los misterios pitagóricos; emplea la mística de los números de los
y de la ciencia, en el campo d'e batalla de las religiones. viejos pitagóricos sólo artificiosamente. Los propios nombres de los prime-
Con ello, la preocupación medular del hombre se desplazó, por largos siglos,
de la tierra al cielo: comenzaba a buscar su salvación más allá del mundo dr- 1 Comp. K. J. NEUMANN, El Estado romano y la Iglesia hasta Diocleciano, t. 1
(Leipzig, 1890); Ed. SCHWARTZ, Constantino" la Iglesia (19'13).
los sentidos. .2 Se sobrentiende que nuestra exposici6n incluye los elementos específicamente
Sólo las formas en las que se desarrollaba esta l u e h a del a s r e- dogmáticos sólo en cuanto están inseparablemente ligados al desarrollo de los principios
l i g ion e s, exhibían, a pesar de todo, la fuerza espiritual que había al:' filosóficos.
184 11. La filosofía helenístico-romana El período religioso 185
ros pitagóricos son aprovechados para designar su doctrina~ y sus o~r~s. En por repudiarla,s. Como los más importantes de estos pensadores hay que
cambio encuentra el marco teorético para su moral ascetlca, rehglOsa y mencionar a S a t u r n i n o, B a s í 1 i d e s y Val e n t i n o,
huidiza' del mundo, en una nueva interpretación de la metafísica pla~ónica, En antagonismo hacia tales extravagancias de la fantasía religiosa, se
que para entender la vida espiritual de la época posterior es de gran l~p.~r desata por entonces en el seno de la literatura cristiana, en hombres como
tancia. El típico representante de esta secta es el fundador de rehglOll T a c i a n o, Ter tul i a n o, A r n o b i o, una vigorosa oposición a todo
Apolonio de Tiana. . intento conciliador de la fe cristiana, y, con ello, un abierto a n t i l 0-
No sin estímulos de esta corriente oriental de vida y pensamIento, sub- gis m 0, que se vio obligado, a pesar de todo, a echar mano de las doc-
raya la S t o a, del modo más enérgico, en la Epoca Imperial, los ID?- trinas de la filosofía griega que le eran afines. Sin esta parcialidad, y
mentos religiosos de su concepción del mundo: no sólo se acentúa el dualIs- buscan,do apoyo en los más antiguos apologistas helenizantes, se combate
mo antropológico; también se da al panteísmo originario de la es~uela poco el gnosticismo por I r e n e o y su discípulo H i p ó 1 i t o.
a poco un sentido más teísta. En filósofos como S é n e c a, EPI C t e t o y Hasta principios del siglo III se logra, partiendo de todos estos antece-
M a r c o A u r e 1 i 0, se convierte la doctrina estoica en una filosofía de dentes, la fundamentación de una teología positiva cristiana, de un sistema
salvación. de dogmática, conceptualmente elaborado: esto ocurre en la E s c u e 1 a
Hasta el cinismo vive en ropaje religioso por esta época, si bien como a 1 e jan d r i n a d e C a t e q u i s t a s por sus jefes C 1 e m e n t e y
una drástica prédica popular de la renunciación. Su más connotado repre- O r í gen e s, En el período que nos ocupa, este último es el represen-
sentante fue D e m o n a x. tante más notorio del cristianismo, filosóficamente hablando.
Poco se distinguen de los neo pitagóricos los platónicos e cIé c tic s ° Junto a él surge de la escuela alejandrina de filósofos el hombre que
de los primeros siglos de nuestra Era, como un ~ 1u t a r c o ~ e Q u e- ha de dar remate a esta tendencia religiosa de la filosofía, dentro del cua-
ron e a y un A pul e y o d e M a d a u r a; en tIempos postenores apa- dró de ideas exclusivamente helenísticas: P 1 o t i n o, el más grande pen-
recen Numenio de Aponea y Nicómaco de Gerasa,. que, sador de la época, Su ensayo de sistematizar todas las doctrinas importantes
influídos ya, además, por ideas cristianas y judías, se les p,;ede. consIderar de la filosofía griega y del helenismo, sobre la base de un principio religioso,
como representantes de 'un perfecto sincretismo de ambas dIreccIOnes. recibe el nombre de n e o p 1 a ton i s m o. La doctrina constituye el sis-
Pero al paso que en todas estas formas el elemento heléni~o conserva tema de la ciencia más elaborado y concluso que ha producido la Anti-
siempre la preponderancia sobre el oriental, aparece este últImo mucho güedad. Si, no obstante, ya su discípulo Por f i r i o se inclina más a
más enérgicamente en la f i los o fía del a re l i g ión j u d a i c a. Así convertir esta doctrina religiosa en una religión, la transforma J á m-
como la secta de los esenios se origina probablemente 3 del contacto del b l i c o, el guía del neoplatonismo sirio, en una d o g m á tic a del p 0-
neopitagorismo con la vida religiosa hebraica, del mismo modo han desem- lit e í s m o, con lo cual los enemigos políticos y eruditos de la doctrina
bocado los incontables intentos de los sabios judíos, aproximand9 cada vez cristiana, como el emperador J u 1 i a n o, esperan vivificar de nuevo los
más el contenido de sus dogmas a la ciencia griega, en la doctrina de ritos de la religión pagana en trance de disolución, Pero fracasado este en-
F i 1 ó n d e A 1 e jan d ría, cuya elaboración original de esta muche- sayo, trata de dar una estructura metódica, escolástica, del sistema ploti-
dumbre de pensamientos en fennentación llegó a ser regulativa en los niano la Escuela Ateniense del neoplatonismo, cuyos repre~entantes de
puntos más esenciales tanto en lo formal como en lo material, para su ulte- mayor importancia parecen ser: P 1 u t a r cad e A ten a s, Pro c 1 o Y
rior estructura y desarrollo. D a ID a s c i o.
En mayores proporciones se desenvuelve de modo análogo la f i 1 o- De esta suerte fracasaron los intentos helenísticos encaminados a desem-
s o fía del c r i s tia n i s ID o, que suele designarse habitualmente con bocar a una nueva religión, partiendo de la ciencia: los sabios no encuentran
el nombre de p a t r í s tic a, durante los primeros siglos. Semejante secu- la comunidad de hombres que buscan. En cambio, la exigencia de la religión
larización filosófica del evangelio comienza con los a polo gis t a s, que, positiva de justificarse y consolidarse en una doctrina científica logra su
procurando defender al cristianismo del menosprecio y persecución, a los designio: la comunidad crea su dogma; y el desarrollo de la historia fue
ojos del mundo ilustrado, presenta su convicción Teligios~ como la única éste: el decadente helenismo produjo aun en su desesperada lucha de muerte
verdadera filosofía y, por tanto, empiezan a adaptar el sentIdo de sus creen- los recursos conceptuales, por obra de los que la nueva religión se convirtió
cias a las formas conceptuales de la ciencia griega: los más significados en dogma.
entre ellos son J u s t i n o y Mi n u c i o F é Ji x. .
Sin esta tendencia polémica se hace vivo intento en las comumdades Al paso que, los misterios pitagóricos se mantienen a 10 largo ,de toda la Anti-
cristianas de transform~r la fe ('pistis) en saber (gn?osis). Los primero~ ~~ güedad, el pi t a g o r i s m o científico sucumbe como escuela independiente ape-
nas, se incorpora a la Academia (compárese la noticia bibliográfica del Período
sayC{s, empero, que presentan los gnósticos para forJa~ de .la nueva rehgI:>ll Cosmológico), Es hasta el primer siglo antes de Jesús, cuando vuelven a hacerse
una" adecuada concepción del-,mundo, proceden del mquIeto fantasear lll- perceptibles las doctrinas específicamente pitagóricas: aparecen en obras acerca de
serto en el sincretismo religioso de, las creencias sirias, y llevan, no obstante las cuales nos informa Diógenes Laercio (VIII, 24 ss,), de acuerdo con las fuentes
su aplicación de la filosofía helenística, a tan grotescas imágenes, que la suministradas por Alejandro el' Polígrafo, en una forma que delata a las claras un
influjo esenciahnente estoico de esta literatura, asaz teñida de eclecticismo; se 'renue-
Iglesia, ya en trance de plena organización y cada vez más poderosa, acabó van por P. Nigi'dius Figulus (muerto el año de 45 a. d. C.), un culto
amigo de Cicerón, y tienen resonancia en Roma entre otros pensadores, Compárese
-3 Comp. ZELLER, La filosofía de los griegos, V, 3, pp. 277 ss, y V, 4, pp. 307 s~. M ... HERTZ, De P. Nig. Fig. Studiis ntque Operihus, Berlín, 1845,
186 Il. La filosofía helenístico-romana El periodo religioso 187
El n e o p ita g o r i s ro o propiamente dicho está representado en un gran tica del Renacimiento suele citársele por muchos como una autoridad filosófica.
número de obras publicadas a la vuelta de nuestra Era, bajo el nombre ora de Pitá~ J. MUELLER (Leipzig, 1874), ha editado su escrito De Placitis Hippocratis et Platonis.
goras, ora de Filolao o de Arquitas, o de otros viejos pitagóricos, y cuyos fragmentos, G. KAIBEL (Leipzig, 1894), el "Protrepticus"; C. KALBFLEISCH (Leipzig, 1896), las
para la interpretación del auténtico pitagorismo, presentan tan grandes dificultades: Eisagoonée dialektiké. Acerca del escrito Peri apodeixeoos se ocupa J. MUELLER
Compárese la literatura del Período Cosmológico en la Parte 1, y E. BICKEL, Inlocalitas (Munich, 1895). (Compárese K. SPRENGEL, Contribuciones a la historia de la
(Koenigsberger Kantfestschrift, 1906). medicina, 1, pp. 117 ss.). Del mismo círculo de representaciones se originan, bajo
En cambio, respecto a las personalidades de la nueva escuela, conocemos muy el nombre de H e r m e s Tri s m e gis t o s, ciertos escritos muy difundidos que
poco. La única figura, de fijo, sobresaliente, es A polo n i o de Tia n a, de cuya pertenecen al siglo tercero, al par que a una secta religiosa (en traducci6n francesa,
vida y obra nos da una imagen novelesca, a principios del siglo tercero, el ret6'rico de L.' MÉNARD, París, 1866; en parte han sido editados por G. PARTHEY~ Berlín,
Filostrato, con el claro propósito de diseñar el ideal de la vida pitagórica (Edición 1854). Compárese, sobre el particular, R. PIETSCHMANN (Leipzig, 1875); R. REITZ-
de C. L. KAYSER, Leipúg, 1870). De Apolonio mismo, que vivió hacia el primer ENSTEIN, Poimandres (Leipzig, 1904); Jos. KROLL (Muenster, 1914).
siglo después de Cristo, se conservan algunos fragmentos de una biografía de Pitá~ Entre los platónicos del segundo siglo, influidos enérgicamente por el neopitago-
goras y de una obra sobre los sacrificios. Compárese, CURo BAUR, Apolonio y Cristo rismo, hay que contar a Ni c ó 111 a c o de Gerasa, en Arabia, del que se conser-
(Teubner, 1914 ss.). Más recientes investigaciones de MEAD (1901). WHITTAKER van Tratados de Aritmética y un resumen (hecho por Photius) de su obra Arith-
(1906). M. WUNDT (1906). CAMPIIELL (1908). AlIado de Apolonio habria que meetiká theologoumena, y a N u m e n i o de Apamea, sobre el que nos informa
nombrar quizá también a su contemporáneo M o d e r a t o de Gades. principalmente Eusebio. Compárese F. THEDINGA (Bonn, 1875).
Doctrinas neopitagóricas y estoicas se mezclan en S o ció n de Alejandría, un A mediados del siglo segundo antes de Jesús remontan los orígenes de la pene~
ecléctico muy próximo a los Sextos (compárese pág. 143). Su discipulo Lucio tración de la filosofía griega en la teología j u d a i c a. Un escrito de exégesis de
A n n e o Sé n e c a, de Córdoba, fue el jefe de la Stoa en la época de los Cé- A r i s t ó b u 1 o lo confirma. Después aparece especialmente en el L i b ro del a
sares: conocido preceptor de Nerón por su ingrata suerte, y que, como poeta trágico, S a bid u ría, una obra pseudosalomónica, muy pr6xima al circulo de pensa-
propagó la severa concepción de la vida de su escuela. De sus obras se conservan, al mientos de la filosofía alejandrina de entonces. SIn embargo, uno y otro hechos no
lado de sus Epistolae, un crecido número de tratados que, en su mayor parte, pasan de ser meros antecedentes de la importante obra de F i 1 ó n de Alejandría,
abordan temas de filosofía moral (Ediciones de HENSE entre otras, Biblioteca Teubner, de cuya vida s610 se sabe, fuera de algunos otros episodios de menor significaci6n,
1899 ss.). Traducción de ApELT en la Biblioteca Filosófica de F. Meiner. Compá- que, a la edad ya madura de 39 años, formaba parte de una embajada de su comunidad
rese CURo BAUR, Seneca und Paulus. RrBDEOK (1887), BURNIER (1908). doméstica ante el César Calígula. TH. MANGEY (Londres, 1742), ha editado sus
Al lado de Séneca hay que nombrar, además, a L. A n n e o Ca r n u t o numerosos escritos, no del todo auténticos. Hay una edición estereotípica de Leipzig
(Fornuto), un notable representante de la mitología estoica (Peri tus toon theoon en ocho vals. (1851-53). De la nueva edición berlinesa de L. COHN y P. WENDLAND
ph,'seoos, editado por OSANN, Gotinga, 1844), el poeta satírico Persio y al han aparecido los primeros seis volúmenes (1896 ss.). Indice de J. LmSEGANG
moralista C. M u s o n i o R uf o; especialmente a Ep i c te t o (en la época de (1924); versión alemana de L. COHN (ahora, LEISEGANG), hasta el cuarto volumen
Domiciano), cuyas doctrinas se dieron a conocer por Arriano en dos obras: Diatribai (Breslau, 1910 ss.) H. LEISEGANG, El espíritu divino, 1 (1919) y el Pneuma Ha-
y Encheiridi6n (con el comentario de Simplicio de J. SCHWEIGHAEUSER, Leipzig, gion (1922).
1799 s.). Nueva traducción de J. G. SCHULTHESS, de R. MUECKE (Heidelberg, F. DAEHNE, La filosoffa de la religión judaico-alejandrina (Halle, 1834). A.
1924). Compáresf' A. BONHoEFER, Epicteto y la Sto a (Stuttgart, 1890). La ética de GFROERER, Filón y la teosofía alejandrina (Stuttgart, 1835). M. WOLFF, La filosofía
Epicteto (Stuttgart, 1894). Epicteto y el Nuevo Testamento (Giessen, 1911). de Filón (Gothenburg, 1858). EWALD, Historia del pueblo de Israel, VI, 231 ss.
Con el noble M a re o A u r eli o A n ton i o escala la Stoa el trono romano l DRuMMoND, Fil6n el Judío (Londres, 1888). P. WENDLAND, El escrito de Filón
(161-180). Sus meditaciones Tá eú aut6n (Ediciones de J. STICH, 1882; LEoPoLD, sobre la Providencia (Berlín, 1892).
1908; SCHENKL, 1913), constituyen el monumento más significativo de este estoicismo Entre los a polo gis t a s c r i s tia n o s, cuyos escritos ha compilado Van
ecléctico-religioso. Sobre él escribe F. W. BUSSEL (Edimburgo, 1909-). Compárese OTTO (J ena, 1842 ss.) en el Corpus Apologetarum Christianorllill secunm saeculi,
acerca de la Stoa religiosa, G. MIS eH, Historia de la au,tobiogra/fa, 1, 228-291, y el más destacado es F 1 a v io J u s t in o M ár tir, de Sichem, que vivió a me-
E. VERNON ARNOLD, Roman Stoicism (Cambr., 1911). diados del siglo segundo. Poseemos sus dos escritos apologéticos, que en su conjunto
En fin, pertenecen también a los acontecimientos más caractensticos de esta época parecen formar una sola obra, y el Diálogo con el judío Trifón. De él se ocupan
los ya citados (pág. 143) predicadores de la corriente cínica y los profesores ambu- K. SEMISCH (dos volúmenes, Breslau, 1840~42); B. AUBÉ (París, 1861); H. VEIL
lantes que, como sofistas, aparecen de nuevo: compárese, sobre el particular, H. v. (Estrasburgo, 1893). Otros apologistas del círculo cultural helenístico son: A r í s-
ARNIM, Dion von Prusa (Leipzig, 1898), páginas 4-114. ti d e s (cuyos discursos encontrados en armenio, se imprimieron en versión latina,
De los representantes del pi a ton i s m o re 1 i g i o s o (compárese también en Venecia, 1878). Atenágoras de Atenas (presbeía peri Christianoon, por el
H. v. STEIN, Historia del platonismo, Tomo II y ss.), que, por otra parte, se man- año 176, afín a Marco Aurelio). Te ó f i l o de Antioquía (Escrito a Autolycos, por
tienen dentro de la doctrina de los números, hay que citar: los comentadores eclécticos el año 180). M e 1 i t ó n de Sardes, . Apolinario de Hierápolis y otros. La litera-
Eudoro y Areios Didymos, Trasilo (el editor de las obras de Platón tura latina habla principalmente de Mi n u c i o F é 1 i x, cuyo diálogo Octavio
y Dem6crito); pero sobre todo PI u t a r c o de Queronca (alrededor del año 100 (editado en el Corpus scriptorum ecclesiasticorum latinorum, por C. HALM (Viena,
d. de C.), del que se conservan, además de sus célebres biografías, muchos otros 1867), debió ser escrito por el año 200. Es preciso también añadir al ret6rico
escritos filosóficos, que se ocupan particularmente de problemas dogmáticos y polé- F i r m i a n o La c tan c i o (por el año 300), su obra principal se llama Insti~
micos (Moralia, ed. DUEBNER, Paris, Didot, Tomos III y IV, 1855). (Compárese tutiones divinae.
R. VOLKMANN, Vida, escritos y filosofía de Plutarco, Berlín, 1872, y J. SCHROETER De los g n ó s tic o s tenemos noticias, principalmente por sus enemigos: I r e-
La posici6n de Plutarco con la Skepsis, 1911); además, M á x i m o de Ti r o' n ~ o (140-202; su escrito Elenchos kai anatropee tees pseudoonymou gnooseoos,
de la época de los Antoninos; su contemporáneo A pul e y o de Madaura, que n~ edltado por A. STIEREN, Leipzig, 1853); H i p ó 1 i t o (Kata pasoon atreseoon
sólo por sus escritos filosóficos (ediciones de A. GOLDBACHER, Viena, 1876), sino tam- elenchos, editado por DUNCKER y SCHNEIDEWIN, Gotinga, 1859); Ter tul i a n o
bién por su novela satírico-alegórica "El Asno de Oro" pertenece a esta línea de (Adversus Valentino), etc.: de los escritos gn6sticos se conserva uno de un autor
pensadores. (Compárese HILDEBRAND, en las introducciones a sus Obras históricas, desconocido: Pistis sophia (editado por PETERMANN, Berlín, 1851). Entre los más
Leipzig, 1842); el enemigo del cristianismo C e 1 s o, cuyo escrito Aleethées l6gos destacados representantes de esta doctrina viven en la primera mitad del segundo
(por el año 180) s610 es conocido por la obra polémica de Origenes (Kata Kelsou). siglo: S a t u rn i n o de Antioquía, B así 1 i d e s, Un sirio, y C ar p ó c r a te s,
(Compárese TH. KEIM, Lo verdadero de Celso, Zurich, 1873); en fin, el médico en Alejandría; al promediar el siglo, el más significativo de todos, Val en ti n o
Claudia Galeno (muerto por el año 200), que dentro de un amplio eclecticismo (muerto por el año 160); hacia el fin de la propia centuria, Bar d e s a n e s,
puede considerarse tanto peripatético como estoico, y que en la literatura humanis- de Mesopotamia. Exposiciones del sistema gnóstico se encuentran en A. W. NEANDER
JI. La filosofía helenístico-romana. El período religioso 18. Autoridad y revelación 189
188
MUELLER (Muenster, 1918). W. R. INGE (Londres 1918) M W
(Berlín, 1818); E. MATTER (París, 1843); eHR. BAU~ (Tubinga, 1835); A. HIL-
~~~~~~~~;)(1922). DOER~IES, d~NfaT mi;tica (.f~:
(1919)
GENFELD (lena, 1884), del mismo Bardesanes, el último gnóstico (Leipzig, 1864). Compárese también H. Histo;ia
M. JOEL, Visión de conjunto en la historia de las religiones al empezar el segund?, Dentro del n e o p 1 a ton i s m o a 1 e jan d r i n o h y
siglo (1880-83). A. HARNACK, Contribuciones a la crítica de las fuentes del gnostl- a Gentiliano Amelio,. ' y al tirio Por f'lrlO
de Ameria . a ( a que. condtar,
ame además,
3~0). ~ntre 230~
rOXlma t
cisma (Leipzig, 1873). J. P. STEFFES, La esencia del gnosticismo (Muenster, 1923). los escntos conservados de este último deb P·t. f n ed
N, DE FAYE, Gnósticos y gnosticismo, segunda edición, París, 1925. Las bases his- blOgrafIas .de Plotino
l" y Pitágoras:
. Aphormai pros t ' etn CI atse, uera¡
a noee a un resumen a onstlco ~ ~us
tórico-religiosas en W. BOUSSET, Problemas fundamentales de la gnasis (1907). en la Edición de 1as Ob ras d e Pl'
El más señalado enemigo de la ciencia griega es T a e i a n o, un asirio, cuya
dPe 1,a d octrma
1855) p1otlmana
. (Impreso
b otmo d e CREUZER
ans, , e escnto so re la continencia (Peri apoches toan e ps h . '
tante porql}e echa mano de la obra de Teofrasto Peri Eusebeias' C~mY~r:sn, lm:é}Qr~
obra Pros I-l el/eenas debió haberse escrito por el año 170. Pero más tarde sucumbe
él mismo a la gnosis valentiniana. También acabó por oponerse a las sectas no cris-
tianas el apasionado apologista Quinto Septimio Fl. Ter tul i a n o (160-220,
NAYS, lBerlm, 1866), y la Eisagoogée eis tas kategorias conocid~
en
genera mente con el nombre "De Quinque Vocibus" (edición de A BussE B el'la
Ed:dJM 1: ~~~
presbítero por algún tiempo en Cartago). Henchido de un ardiente fanatismo origi-
nariamente ejerció la abogacía en su hogar africano), era un hombre de partido
que no cejaba ante las consecuencias más paradójicas. FR. OEHLER, ha editado sus:
BN1~;1~~ ~enl:! gb~:eA~ist~~éA~a~xt~e)s~sB~D!~, rpi:;:a d~bpl~tl:-::b(~é913~)n' ylaWediJció~
emeSto de Emesa (1914). . AEGER,
d~
obras en tres volúmenes, Leipzig, 1853 ss.; recientemente han hecho 10 propio Jtá m? 1 i c o ~e. Calsis, en Celisiria (muerto por el año 330) funda el n e
R. REIFFERSCHEID y WISSOWA (Tomo !, Viena, 1890, en el Corp. Script, eccl, lat.).
P 1 a onlsmo
teología
SIrIO Escuchó a P f" S· ' o~
helenística . oriental De lrr lno. us eSCrItos come.ntan, principalmente,
Compárese A. W. NEANDER, Antignosticus. Espíritu de Tertuliano, etc. (segunda
edición, Berlín, 1849). A. HAUCK, Vida y escritos de Tertuliano (Erlangen, 1877).
F. RAMORINO (Milán, 1922). A Tertuliano se enlaza, más tarde, el retórico africano
A R N o B 1 0, cuyos siete libros Adversus Gentes debieron escribirse por el 300 (edición
~h¡t~~~~7::: (~~i~ióGdá~iÓKm~eSL~Fi~~:~~:1~~~~
(publicado por VILLOISON Venecia 1781) .
!~~6rh ~:C;:!~~~~;~firJ, t~~
e mat eematl ees eplsteemees
t
de A. REIFFERSCHEID en el Corp. script. eccl. lat., Viena, 1875). De los discípulos D ~ x í p o ~m t . l ' d 1
De Clemente Alej andrino (muerto hacia el año 217) se conservan teles (Ed. por L. S~ENGEL~ Mu~ich enl~5~) sl~tela ;. as ca~bgorias de Arist?~
tres escritos: Lógos proreptikós pros H elle en as - Paidagoogós - Stroomateis (edi- de la Metafísica (Ed. por ORELLI Zurich i82t u s o es.cn ~ un compendIOT
ción de J. POTTER, Oxford, 1715). Compárese TOLLINTON, Clemente de Alejandría cono~e. como per~fra,sista
y comentador de l~s
obra1' aJistotflk:s s re ti 1 (~17~38?:
(Londres, 1914). Compárese J. REINKENS, De Clemente presbytero Alejandrino
(Breslau, 1851). De su escuela (compárese sobre la Escuela Alejandrina de los Cate- ~~b~~lg:1~a~~ti~~1~:~ If:R~;~te~u~rt~Pii~;~m (Ed. por G. PART'HE~, :~~ti~: 1~5c7)~
quistas, GUERICKE, Halle, 1824 ss., y HASSELBACH, Stettin, 1826) sale el fundador r Un pasajero éxito politic'o tuvo esta cor;iente con la participación del empe d
de la teología cristiana, O r í gen e s (con el sobrenombre de Adamantino). Por .u l~no, que, con su ayuda, esperaba vivificar la anti r g ., ra ?r
el año 185 nació en Alejandría. Dotado de la mejor educación de su tiempo; ejerció
Jtlamsmo. K. J. NEUMANN (Leipzig 1880) publ'c 1 gua.rel dw1n y vencer al ~ns~
desde luego el magisterio; pero, a causa de sus doctrinas, pronto entró en conflitco contra los cristianos Com 're A' W , l a os escrItos e emperador JulIano
con el Sinodo, que acabó por desposeerlo de su puesto. Más tarde vivió en Cesare,a
y Tiro. En la última ciudad murió en 254. A su acerada voluntad y actividad incan-
1<;;ergi;a/e~12k D. ·F~. S~:A::S, juli~~E~ln¡;6sfdt:,m!ze~~~:;n{i~~a:~ ~l s~r::::~~
1866~68) J ( aGnnhelm, 1847). A. MUEG~E, Juliano según las fuentes (Gotha
sable se asocia la tranquilidad y espíritu de conciliación de su. formación científica, . OH. EFFKEN, El emperador Jultano (1914) ,
con la que trató de participar en las apasionadas luchas de la política eclesiástic,a
nas (muerto por el año 430), con sus discípulos Siria~:s H:rtarco de Ate-
El fundador del neoplatonismo ateniens' PI
de su época. De sus obras interesan, además de la que escribió contra Celso (com-
párese arriba), principalmente Peri arjoen, que se conserva casi exclusivamente en la ~stt~i~como los continuadores, escribieron comentarios de las ~bra: ~ía~ó~~cea~:
tod?s
traducción latina de Rufino (edición de REDEPENNING, Leipzig, 1836). REDEPEN- o e lcas que se conservan en parte. Muy importante fue P . 1 y arlS-
~uy~s d~ la~ -V)C en~re
4
NING, Or!genes, historia de su vida y obra (Bonn, 1841-46) . .J. DENIS, La filosoffa obras resalta Perftees katá Platoona theologias (Ed ohr (411-
de Orígenes (París, 1884). N. DE FAYE, Orfgenes (París, 1923). H~~¿T 18~0~5'f. Cr H. KIR~!HNER,De Procli met(LpÍlysic~
(Berlín 1~4Er!( S~~~~'
J. P. MINGE ha compilado las fuentes de todos los Padres de la Iglesia de esta.
época en Patrologiae cursus completus (París, desde 1840).
MANN' (190~r) ~c~~;;i~:~:l~~hlé la fnciclopedia de ~rsch.
y 'Gruber.' HART= N:
Neoplatonismo (Genethliaka 1910) . PRAECHTER, Dtrecczones y escuelas en el
Compárese O. BARDENHEWER, Patrologie (Friburgo, 1894). GUST. KRUEGER,
La última figura de l~ Acad~mia
r~~~~;k, l~o~::t:l i~~:~é~7J,;S(':~¡t:d;: !~~ ;;;~;~;i: ;;1~~~,ls l~A~atge ;,~ c~~
Historia de la literatura antigua crisúana en los tres primeros siglos (Friburgo y 1 t" f D .
Leipzig, 1895).
Como fundador del n e o p 1 a ton i s m o presenta la antigua tradición a un-
tal A m m o n i o S e c c a s; sin embargo, nada es conocido de lo que refiere esta b: HE?,Z, en las Strassburger Abhandlungen z~r Phil~sophie (1884) a', omparese
noticia. Entre sus discípulos hay que contar, además de Plotino y Orígenes, al retó- sli~~lii:i s(s:;:sT~ Ji:!~' fdntre los com.entadores de esta ¿po~\t c~:~e~~:
rico Lo n g i n o s (213-273), a quien se atribuye un importante libro en el des~
arrollo de las ideas estéticas: Peri hypsous (compárese también para Plotino .J. WAL-
o
primeros cuatro libros Berlín' 1882 .P~~b Ve7>Cla,
sobre De anima, HAyn'UCK B~rlin Hi82) re
26
e cae o,
lr
'KDIELS ha publicado los
ARSTEN, Utrecht, 1865;
TER, Historia de la estética en la Antigüedad, Leipzig, 1893), y otro O r i gen e s.
El verdadero fundador de la escuela es plotino (204~269). Nacido en Los dos últimos emigr~ron du~ante aigún tiem o
;á;a~~;~ciós, pC~hli~:~t~m~~rd~~~1!ci6~nian~h~b:rldl:1Ac~d~~5a~0~0~fisc6°~:~~:~~~
P .
Licópolis, Egipto, y educado en Alejandría, participó en una expedición contra los
persas, con el designio de hacer estudios religiosos. Hacia el año 224 ejerce en Roma pagana. ' pr l len o a ensenanza de la fIlosofía
el magisterio con gran éxito. Muere en una finca rústica de la Campania, una noble
y exquisita naturaleza, en la que la profundidad y espiritualización de la vida, los
más valiosos productos de la cultura antigua, han encontrado su mejor encarnación.
Sus tratados, escritos a edad avanzada, fueron ordenados y publicados en seis Ennéadas, 18. Autoridad y revelación
p'or su discípulo Porfirio. Ediciones de A. KIRCHHOFF (Leipzig, 1856) y de H.
MUELLER (Leipzig, 1878-80), con traducción alemana. Compárese H. KIRCHNER, La
filosofía de Plotino (Halle, 1854). A. RICHTER, Estudios neoplatónicos (Halle, 1864· h b~a ~nqu~rantable seguridad y autarquía que la filosofía posütristotélica
ss.). H. V. KLEIST, Estudios neoplatónicos (Heidelberg, 1888). E. V. HARTMA1:'l'~, a la usca? y, en parte, proclamado para el sabio, se fue conmoviendo
Historia de la metafísica, 1, 107~176. A. DREws, Plotino' y la declinación d,e la al correr el tIempo, de tal suerte que comenzó a decaer al compás de una
antigua concepción del mundo (Jena, 1907). K. S. GUTHRIE (Chicago, 1909). H. F.
190 11. La filosofía helenístico-romana. El período religioso 18. Autoridad y revelación
191
in d i g e TI e i a teorética y práctica. El sujeto filosofante ya no confió en Numenio. 3. en as~ver~r q,ue Pitágoras y Platón no han enseñado otra cosa
alcanzar por propia energía la justa opinión o la salud del alma, y buscó q~e la ';'leja sablduna de los brahmanes, magiares, egipcios y judíos. Al
apoyo ora en los grandes acontecimientos de la Antigüed~d, ora en la r c- ~lsmo tIempo" s~ propagaba el recurso de las autoridades literarias: los úl~
ve 1a ció n divina. Pero ambos cambios tuvieron al hn de cuentas el t~os neoplatomcos, ~ Jámblico y un Proclo, no sólo comentan filósofos
mismo origen: pues la confianza que se pone en los hombres y ob:as ~el pa- gnego.s; hace~ lo propl~ con la teología helenística y bárbara,'" y acogen
sado, reside en que se considera a unos y a otras como los depOSItarlOS ele- sus mItos y mllagros, credulamente.
gidos de la más alta revelación. La a u t o r ida d adquiere,. por tanto, su . . De parecida m~nera testimonia también la literatura oriental su alta
valor, a título de mediata revelación históricamente garantIzada, al paso estnna po;- ~l helemsmo. Entre los precursores ele Filón, se apoya especial-
que la iluminación divina del individuo acompaña a aquélla como revela- ~ente Anstobulo et; ve~s?s que atribuye a Orfeo y Lino, a Homero y He-
ción inmediata. Por diversa que se conciba la relación entre estas dos for- slOdo, y en el propIO FIlon, el más grande teólogo judío, aparecen, junto
mas, 10 cierto es que la marca común de toda la filosofía alejandrina al Anhg~o ~estaroento, las grandezas de la filosofía griega como fuentes
consiste en ver en la revelación divina la más elevada de la sablduna.
f u e n t e de con o c i m i e n t o. Pero ya en esta reforma teorético- D~l modo más ené.rgico, naturalmente, se hace sentir la necesidad de
cognoscitiva se expresaba el significativo valor que se ponía, a la sazón, en autonda? ~n la creenCIa en las fuentes religiosas. Aquí, desde un principio
la personalidad y su vida emotiva. Para la nostalgia de la época, la verdad fue el VIeJO Testamento la base inconmovible de la ciencia del . d' ,
anhelaba ser vivida a modo de una interna comunidad del hombre con la al a I dI··· ( JU alsmo,
. p. r que a e cflstlalllsmo ortodoxo). Pero en el seno de la Iglesia
más alta esencia. Cfls~l~~a, es hasta M a r ció n cuando surge la necesidad de coro ilar
1. L a in v o c a ció n del a a u t o r ida d, ciertamente, aparece en defmItlV.amente a9~ellos escritos en que quedaría fijada de modo se~uro
la filosofía griega y en el helenismo confirmando y fortaleciendo las propias ~ doctrma dogmatIca; lo que se ha realizado poco a poco hasta llegar al
opiniones, pero no como argumento decisivo e insuperable: sin duda algu- uevo Testamento: ya en Ireneo y Tertuliano aparecen ambos Testamen-
na, era habitual entre los miembros subordinados de las" escuelas el jurare tos con J:t plena vl:tlidez de autoridad eclesiástica.
in yerba magistri; 1 mas los jefes de escuela y los investigadores indepen- ,2. , SI, de e~ta suerte, el I?ensar científico, que, a causa de la erosión
dientes asumían generalmente con las doctrinas del pretérito una actitud e~ceptIca de la epoca, no confIaba ya en la capacidad de verdad se subor-
más bien crítica que de subordinación incondicionada. 2 Y si en las escuelas, dma de bu~n g:~do a las viejas autoridades y al dogma religioso,' no ocurre
sobre todo en la académica yen la'peripatética, se propendía, por la afición esta subordmaclOn, empero, en. la medida como era de esperarse: s6lo se
al comentario, a considerar y a conservar la doctrina del fundador como ech~ mano de la fuente de autofldad para interpretar las doctrinas científicas
un tesoro intocable, 10 cierto es que en toda disputa acerca de los crite- naCIdas, de los nuevos movimientos religiosos. Aun más: se insertan a veces
rios de la verdad nunca se sustentaba la idea de que algo debiera admitirse en aq?ella elementos de las propias doctrinas. 5 Y 'donde no era posible tales
porque éste o aquél gran hombre lo hubiese defendido. sucedaneos, tan Í1:~cuentemente us;;dos en el pitagorismo, como, en mayor
Por mucho predominio que haya adquirido en tiempos posteriores el o ;ne.nor proporclOn en ,to?a la hteratur~ de aquel tiempo, se ponía en
recurso de autoridad, delata su origen en las incontables invocaciones que practica el recurso metodlCo de la exegesis alegórica de los
estuvieron a la orden del día en toda la literatura alejandrina. Sus autores t e x tos.
o portavoces, que procedían casi siempre bona fide, viendo en sus pensa- . pesde luego tr.ope~amos con dicha exégesis en la teología judaica. Su
mientos reproducciones y desarrollos de viejas doctrinas, creyeron poder n¡.0 elo remonta, s~n genero de. duda, a la mitología alegórica de los griegos.
introducir del mejor modo sus obras escoltándolas con el nombre de un C0:t;Io se recordara, ya los sofIstas echaron mano de ella y los estoicos la
héroe de la filosofía, de un Aristóteles, de un Platón, de un Pitágoras. En hablan explotado ~n .grandes proporciones. Ahora la aplic'a A r i s t ó b u-
extrema medida aparece este hecho entre los neopitagóricos, que trataban 1,0, ~aso de Ser ~utentIcos s~s fragme:t;t~s, a las fuentes religiosas. Lo propio,
a todo trance de exornar sus nuevas doctrinas con el nimbo de la más ~l bIen Con mejores e:cpedlentes ~~todlcos, hace Filón,6 quien parte de la
antigua sabiduría. Pero mientra's más exhibían un carácter religioso las con- Idea de que en lo escnto hay que distinguir entre la letra y el espíritu entre
vicciones que era preciso fundar así, más vivamente se imponía la exigencia Su cuerpo y su alma. Debido a que la gran masa de los hombres d~da su
de concebir la autoridad como portadora de una revelación divina; de ahí naturaleza se.nsible, no pueden concebir con pureza lo divino, DIos revela
que se hayan buscado en aquéllas o se hayan insertado en ésta, todos los sus. :rpandamlentos en la forma antropomórfica, tras la cual el hombre
rasgos que podían imprimirse para tal objeto. Pero no satisfechos con eso, esplntualmente maduro debe penetrar el verdadero sentido. Pero éste tiene
trataron los griegos de la época posterior de dar a su filosofía (como a su
cultura entera) la más alta consagración, derivando todo lo noble y pleno '3 .Én EUS~B.' Praep. evo IX. 7.
de valor en ella, de las religiones orientales: así, por ejemplo, no vacila 4 MARINUS. Proclo Vito 22.
5 Incluso. un filósofo como Plutarco de Queronea, que acata las obras de PI t6n
1 Sin embargo, incluso el conocido autos épha de los pitagóricos sólo se confirma Como revel~clOnes de una fuente religiosa, no tiene empacho en introducir de~tro
por' escritores ulteriores (Cicerón). ' d. , la dOl.c~rma de su maestro ideas aristotélicas y estoicas, así Como su propia concep-
e
2 Tampoco la admiración por Sócrates, compartida por todas las. escuelas sub.- Clon re 19lOsa.
siguientes, llevaba, según su verdadero sentido, a ver en él una autondad en det 7r-
minada doctrina filosófica. ( P'I? Cdmpálr~se SI~GFRIED, Phjlon v. Alexan.drien als Ausleger des alten Testaments
IOn e A eJandna como exegeta del Antlguo Testamento), Jena, 1875.
192 Il. La tilosotia helenistico-romana. El periodo religioso 18. Autoridad y revelaci6n 193
que ser buscado en los conceptos filosóficos, escondidos en el ropaje histórico del pasado, como ocurre e~ Filón y en todas las direcciones del platonismo,
de los tiempos. Desde Filón, según eso, el problema de la teología tiene por no menos que en la fe mquebrantable que ponen los discípulos en sus
designio la exégesis de las fuentes religiosas en un siste- maestros, y que degeneró, sobre todo en el neoplatonisIDo, en una excesiva
ma de doctrina científica: y si para ello se sirve de la filosofía veneración a los jefes de escuela. 9 Como un acontecimiento de resonancia
griega (en ella, por tanto, vuelve a encontrar el verdadero sentido de la universal en la historia de la humanidad, surge el mismo motivo, de modo
escritura), se explica esta relación, haciendo ver que los' pensadores de incomparable, en el gigantesco y avasallador influjo de la pe r s o n a 1 i·
la cultura griega se han inspirado en la tradición mosaica. 7 dad d e J e s Ú s: la creencia en El constituye el interno lazo que mantiene
Partiendo de estos antecedentes, han tratado los gnósticos de trocar mitos victoriosamente unidas las múltiples direcciones del joven cristianismo.
orientales en conceptos griegos, mediante interpretación alegórica; con ello Teóricamente se justificaba este motivo psicológico, concibiendo la doc-
pensaban fundar una doctrina esotérica de la tradición apostólica. También trina y' vida de la asombrosa Personalidad como la revelación de la divina
afirman vigorosamente los apologistas la unanimidad de la doctrina cristiana razón cósmica. En el platonismo y sobre todo en la filosofía del Pórtico
y los principios de la filosofía griega; incluso hombres como !reneo y Tertu- se encontraban los fundamentos metafísicos y teorético~cognoscitivos para
liano explican en este sentido el Nuevo Testamento. En fin, armoniza ello. La doctrina platónica del conocimiento a título de recuerdo, con el giro
O r í gen e s, a tenor de este principio, la -teología, esto es, la filosofía del que toma (ya claramente expresado por Cicerón) de que Dios inculca en
cristianismo con sus fuentes religiosas. Así como los gnósticos, que antes el. alma el verdadero conocimiento; de que es innato a ella, y los pensa-
que nadie esforzáronse por crear una teología cristiana, también disti~gue Illientos de la teoría estoica del lógos y de la vieja representación con-
el .gran teólogo alejandrino -en íntima relación con las representaCIOnes tenida en ella; de que la parte racional del alma es un efluvio de la divina
metafísico-antropológicas de la época (comp. 4, parágrafo 19) - entre la razón cósmica, -todo esto condujo a ver en cada forma de conocimiento
interpretación corpórea (somática), la anímica (psíquica) y la espiritual verdadero una especie de revelación divina en el hombre: 10 todo saber es
(pneumática) de las fuentes religiosas: y el problema de la teología fue tam- corno. decía Numenio,ll la chispa encendida en la gran luz que ilurnin~
bién para él remontarse por sobre la tradición histórico-literal, que por sí al Ulllverso.
mism~ considerada sólo es un cristianismo somático (christianismos soomati- Partiendo de esta doctrina, concibe particularmente J u s t i n o la afi-
kós), mediante la exégesis moral, en la que se encuentran ya los psiquistas, a nidad de la antigua filosofía con el cristianismo y, al propio tiempo la
aquella estructura ideal de los textos, que habrá de resplandecer como la superiori~~d de este úI-t;imo. Si Dios .se ha revelado externamente 'por
-verdad filosófica por excelencia. Sólo quien concibe ésta, pertenece a los la perfeccIOn de su obra, Internamente hIZO lo propio mediante la~naturaleza
pneumáticos, a quienes se revela, a través de su envoltura, el e van gel i o racio~al12 (sperma logou !mphy~on) del hombre, cr~ado a su imagen y
e ter n o. semejanza; pero los demomos malIgnos y los poderosos Impulsos del hombre
La misma interpretación del sentido filosófico partiendo de la tradición entorpecen el despliegue de esta revelación un i ver s a 1, mucho más
religiosa, se encuentra en más amplia medida entre los neoplatónicos. Jám- poderosa que aqu~l}os. De a~í que se sirva Dios, para ayudar al hombre,
blico la pone en práctica según el modelo estoico en todas las formas de de la r e v e 1 a c Ion par tIC u 1 a r, que no sólo aparece en Moisés y
mitología oriental y occidental, y Proclo explica que los mitos ocultan los profetas, sino también en los prohombres de la ciencia griega. lB Justino
la verdad a los hombres que son indignos de ella, 8 por estar confinados llama lógos, spermatikó! -aJa revelación derramada por todo el género
dentro del mundo de los sentidos. humano. Solo que lo dIseIIllnado de esta suerte y grandemente oscurecido
3. Pero en todas estas doctrinas prevalece, al fin de cuentas, el interés en el pasado, no representa la verdad absoluta: el lógos puro por antono-
de la ciencia (en las doctrinas cristianas, gnosis) sobre el de la fe: son masia se revela en Cristo, el Hijo de Dios, el segundo Dios.u
adaptaciones de la filosofía a la necesidad de autoridad de la época. L a E~ ~st,: doctrina domina entre los apologistas el intento de presentar
identidad entre autoridad y conocimiento racional al cnstlamsmo Como la verdadera y más alta filosofía, y
constituye, en efecto, el supuesto por antonomasia; se le admite en propor- mostrar que todas las doctrinas de valor permanente de la antigua filosofía
ción tal, que allí mismo donde se ve amenazado, se inventa toda suerte se encuentran representadas en él. 15 Se llama maestro (didáskalos) a Cristo,
de interpretaciones alegóricas para salvarlo. La confianza, sin embargo, que
permite a la ciencia ver en su propio contenido el de la verdadera fuente 9 ~n la historia general de la cultura se ofrece un paralelo en el endiosamiento
desmedldo de los césares romanos.
religiosa, reposa en definitiva, en la convicción de que ambas, la autoridad 10 Como. una prédica de la. propi~ div!nidad par boca del sabio (compárese
histórica y la doctrina científica, sólo son d i ver s a s r' e v e 1 a c ion e s E:I?TETO, Dtsert. 1, 36~, se conpbe l~ f~losoÍ1a por los estoicos de la Epoca Imperial
de la misma energía divina. (zbzd. 111, 23, 30), qUIenes velan aSImISmo en ella una especie de cura del alma
enferma.
Cierto: la raíz psicológica de.la confianza en la autoridad, propia de la 11 En EUSEB. Praep. evo XI. 18, 8.
época, reside en la creciente significación que, va tomando la idea de 12 ApOLL. 11, 8 j compárese Min. Fel. Oct. 16, 5.
la pe r s o n a lid a d al lado de la necesidad de salvación y de desamparo. o 13 Por otro lado, aparta hist6ricamente también Justino como Fi16n, la filosofía
Se exhibe en las vivas manifestaciones de admiración por las grandes' figuras gne1~' a modo de un plagio de la religi6n judía. '
., Anál?gamente se expresa en la Carta a los Hebreos (cap. 2) la rela-
ClOn de Jesus con los ángeles, según la forma puesta en práctica por Fi16n .
7 Phil. Vito Mos. 657 a (137 M). • 15 JUSTINO, Apol. 11, 13: hosa para pasi kakoos eireetai, hemoon Christianoon
8 Proclo in Remp. 369. estm.
194 11. La filosofía helenístico-romana. El período religioso 18. Autoridad y revelaci6n 195
y se ve en Ella razón misma. Si de esta guisa se aproximaba el cristianismo, Según esto, el contenido de la revelación para Ter tul i a non o
tanto como posible, a la filosofía racional y se equiparaba el fundamento s Ó loe s s u p r a r r a c ion a 1; también es, en cierto sentido, a n t i r r a-
cognoscitivo de la filosofía con el de la religión, también esto tuvo por COllM e ion a 1, ya que debe entenderse por razón la función cognoscitiva natural
secuencia que se concibiera en Justino y otros apologistas afines ,a él, ~omo del hombre. El evangelio no sólo es incomprensible mediante la sabiduría
M i n u e i o F él i x, el contenido religioso en forma, I;'0r dernas f!le,lOo,a- mundana; también se encuentra en necesaria contradicción con ella: credi-
lista: retroceden más los momentos específicamente relIgIOSOS, y el cn~t1ams bile est, quía ineptmn est; certum est, quia impossibile est; credo quia
roo toma el carácter de un deísmo moralizante, en el que se percIbe un absurdum. De ahí que no tengan nada que ver el cristianismo cpn la filoso-
gran parentesco con la Stoa religiosa. 16 . • fía, Jerusalén con Atenas:!lO La filosofía, como saber natural, es increduli-
Por otra parte, se expresa también en esta relación la autoconClenC,Ia del dad; por tanto, no hay filosofía cristiana.
cristianismo, que, con su p e r f e e t a revelación, acaba d~ consIderar 5. 'Pero ya se encuentran incitaciones para d e s 1 i n dar 1 a r e v e~
superfluas todas las otras revelaciones (tanto las de alc,an~e unIversal ~o.mo 1 a ció n f r e n t e a 1 e o n o c i m.i e n ton a t u r a 1, que hablan en pro
las de índole particular) : y en este punto se torna polemlca la apologetlca, del racionalismo. Pues por aquella identificación surgía el peligro de que
como se pone de relieve especialmente en A ten á g o ras. Aun 10 verda R
zozobrara el criterio de la verdad: la muchedumbre de representaciones
deramente racional tiene aquí el valor de revelación; pero puntualmente que en época tan agitada por motivos religiosos, se tenían por reveladas,
por ello lo racional no debe ser demostrado, sino simplement~ .creído. Los hacía imprescindible que se pusiera en claro cuál era la verdadera revelación.
filósofos no encontraron la absoluta verdad, porque no qUIsleron o no Para ello no podía buscarse nuevamente parejo criterio en el conocimiento
pudieron explicar a Dios valiéndose de Dios mismo. racional del individuo, ya que esto significaba herir en su base el principio
4. Así se preparaba poco a poco en la apologética, no obstante que en de la revelación. Esta dificultad se hace singularmente perceptible en la
ella lo racional vale corno lo revelado por modo sobret;-~tural, por mod.o dirección helenística. Plutarco, por ejemplo, que ve en todo conocimiento
sJ
supra empírico,. una a n t í t e s en t r e re;, ~ 1a c Ion y con ~ <; 1- una revelación, atribuye, siguiendo la división estoica de las tres especies
m i e n t o r a c Ion a 1. A medIda que los gnostlcos, con su metaÍls1ca de teología (la de los poetas, la de los legisladores y la de los filósofos), a
teológica se alejaban cada vez más de la fe cristiana, prevenía con tanta la ciencia, la última instancia sobre la verdad religiosa,21 y se declara resuelto
más ene~gía I r e n e o 17 contra los pe~igros de las espec"';-lacion~s de la enemigo 22 de la superstición (deisidaiT!Wnía); pero él mismo se revela en sus
sabiduría mundana al paso que T a c 1 a n o, con d e s den o r 1 e n tal escritos, a fin de cuentas, tan ingenuo y crédulo como todos los hombres
por los grie'gos, des~reciaba con renovada violencia los engaños de .la filosofía de su época, al aceptar una multitud de noticias milagrosas y proféticas: y la
helenística que nunca acabaría por conciliar sus diferentes doctrmas, cuyos incrédula carencia de crítica, con la que, en este respecto, proceden los
portavoces' sólo pretenden elevar a ley sus propias co.~vicc!o?es. En cambio, neoplatónicos posteriores, un Jámblico y un Proclo, no es otra cosa que
los cristianos se someten en igual forma a la reVelaC1Ol1' d1;'llla. la consecuente renuncia al saber personal, que, desde un principio, traía
Más todavía se agudiza esta oposición en Ter t u ll.a n o y A r n f}-: consigo la necesidad de revelación.
b i o. El primero, como ya en parte lo h,a"?ía hecho Tac~a~o, se ~propla Aquí entronca el desarrollo de la Iglesia, en trance de organizarse con
el materialismo estoico en su aspecto metaÍls1co; pero de ah! solo derlVa una el principio de la tradición y de la autoridad histór'ica-
teoría sensualista del conocimiento. Arnobio desarrolló esta doctrina en ID e .ll t e con f i r m a d a. Considera asequibles las fuentes religiosas' del
forma interesante, haciendo ver, para combatir ~a ~eoría del conocimie~to AntIguo y del Nuevo Testamento, pero, también sólo inspiradas: acepta
platónica y platonizante, que no existe un conOCImlento de orden supenor que sus autores, et; ~a de~c:ipción de esta verdad por excelenc.ia, se compor-
dado al hombre desde su nacimiento, pues espiritualmente sería. vacío.~8 El taron ante el esplntu dIvmo en un estado de mera receptIvidad,23 y no
individuo no puede s"';-perar, dada su propia na~uraleza, las .~.rnJ~reslOnes encuentra la garantía de este origen divino en la concordancia con el
de sus sentidos. De alú que el alma humana sea mcapaz por SI mIsma de conocimiento racional humano, sino esencialmente en el c u m p 1 i ID i e n-
llegar al conocimiento de Dios y de su propio destino después .de la vida. Por t o del a s pro f e cía s contenidas en ellos, yen 1a coi n cid e n c i a
tanto, ha menester de la revelación, y no puede encon.trar su bIenaventura~za prevista de su sucesión temporal.
sino en la fe. De esta suerte se presentó, por vez pnmera, el s e n s u a 11 s-
mo como fundamento de un ortodoxismo sobrenatu- exa.lSeradamente ciertas paradojas de Tertuliano. Compárese GRABMANN Método
r al: cuanto más aparece disminuída y sensiblemente limitada la capacidad escolástico~ 1, 118 s.; PRIBILLA, S.timmen der Zcit (Voces de la época), ju'lio, 1922,
natural del conocimiento humano, tanto más se impone la necesidad de la 237 ss.
revelación. 19 2?, TER~U~IANO, De Carne Chr. 5; Dt Praescr. 8. En esta última obra polemiza
t~mblen ene~glcamente contra aquellos que sustentan un cristianismo estoico o plató~
mco. Te~tuhano es el enemigo ra~ical de la helenización del dogma; no admite
16 Compárese MINUCIO FÉLIX) Oct. 31 ss., don~e la comu.nidad amor?~a del compromISO alguno, y con la fogOSIdad de su naturaleza exige la sumisión incondi~
cristianismo aparece precisamente como el Estado ulllversal est01CO de los filosofas. cionada a l~ r~velac;ión. En forn:a más popular aún, expone ARNoBIO (Adv. Gcnt. n.
17 Ref. II. 25 ss. 74 ss.) la mdIgenCla del conocImiento natural.
18 ARN"Adv. Gent. I1, 20 ss. . ' . ., 21 De !sido 68.
19, La investigación teológica se inclina a subrayar enérgIcamente esta bmttaclOn; 22 De Superst. 14.
pues, de hecho, parece haber creado la sugestiva fuerza del iI?P,r~scindible "credo
quia absurdum", a título de un estilo de pensar, una leyenda hlstonca, que falseaba 23 JUST. ApOL. 1, 31.
196 JI. La filosofía helenístico-romana. El período religioso
18. Autoridad :v revelación 197
L a p r u e b a pro f é tic a, de extraordinaria importancia para el
desarrollo ulterior de la teología, se ha originado de la necesidad por encon- en nosotros por la acción del lógos divino, y que el conocimiento de Dios
trar un criterio para decidir entre la verdadera y la falsa revelación. Puesto reside en una enajenación de sí mismo, en la renuncia de la individualidad
que es inasequible al hombre, mediante el conocimiento natural, descifrar y en un introducirse en la esencia divina. 28 El conocimiento de lo más
el futuro, se ve en los vaticinios de los profetas que se cumplen, si g n o s profundo es unidad de vida con El, contacto inmediato. El espíritu que
del a i n s p ira ció D, merced a los cuales éstos pudieron formular sus intenta contemplar a Dios, debe convertirse en Dios mismo.29 En este estado
doctrinas. se comporta el alma sólo pasiva, receptivamente,30 tiene que renunciar por sí
Pero a este argumento se añade otro. Antiguo y Nuevo Testamento se !Disma. a su privativa actividad, a :u propio pensamiento y a sus peculiares
encuentran, según la doctrina de la Iglesia, representada principalmente mtencIOnes. Incluso el nous, la razon, enmudece, para dar lugar a la beati-
por Trenca 24 al respecto, en tal relación, que se hace ver que el mismo tud de,la contemplación de Dios: en tal estado de éxtasis (ekstasis), dice
y ú n i e o Dio s se ha ido revelando a los hombres en el transcurso de los Filón, mora el espíritu divino en el hombre. Por tanto, en este estado es el
tiempos, cada vez de modo más puro y elevado, según el grado de su hombre, un profeta de la sabiduría divina, un nuncio y taumaturgo. Así como
receptividad, a todos los seres racionales, no obstante que abusan de ésta l~ ~toa había fundado ya la mántica en esta identidad esencial de pneuma
su naturaleza: al pueblo de Israel en la austera ley de Moisés, a toda la dIvmo y humano, ahora conciben los alejandrinos esta dei f i c a ció n del
humanidad, de nuevo, en la ley del amor y de la libertad que anunció ho~bre, partie3-do de. su unión esencial. con. el principio cósmico. El pen-
Jesús. En esta coherente sucesión de los pro f e t a s se desarrolla, además, sam1ento, ense.na. Plotmo, es un estado mfenor al del rapto místico; pues
el designio divino de la e d u c a ció n del g é n e r o h u ID a n o: hay pensar es mOVImIento, es querer saber; el éxtasis, en cambio, es certidumbre
que ver en las revelaciones del Antiguo Testamento preparativos para el de Dios, beata tranquilidad en Dios: 31 sólo en la medida en que se eleva el
Nuevo, que éste ha de confirmar. También para la literatura patrística, hombre a la divinidad, participa de la theooría divina (Aristóteles). El
el cumplimiento de las profecías vale como el eslabón de las diversas fases éxtasis es un estado del alma que, del mismo modo que su objeto al cual
de la verdad revelada.2 ' se proyecta (compárese parágrafo 3), supera toda posible determinación
Estas son formas de pensar que ya asoman en Pablo. Como es sabido, la singular; supera, por tanto, la propia conciencia del individuo: es una
Iglesia cristiana fija la revelación divina como autoridad histórica. Pero s u m e r s ión inconsciente del individuo en la esencia divina un bien de
la radical fuerza psicológica que allí palpita, continuaba siendo la fiel la divinidad, cierta unidad de vida con ella, más allá de toda' descripción
entrega a la persona de Jesús, quien constituye, como encarnación de la de toda intuición, de toda determinación conceptual.32 '
revelación divina, el punto central de la vida cristiana. En todo caso, semejante estado de éxtasis es una donación de la divinidad,
6. Un sentido enteramente diverso toma el desarrollo de la teoría de la un regalo del Infinito, que acoge en su seno a 10 finito. Pero el hombre
revelación en la f i los o fía he l' e n í s tic a. 26 Aquí falta a la actividad puede hacerse acreedor, con su libre voluntad, de tal deificación. Debe
científica la vital relación con la comunidad y, con ello, el apoyo de una despojarse de todo lo sensible y de su propio querer; debe tornar, apartán-
autoridad histórica: aquí, por tanto, fue preciso buscar la revelación, exigida dos~ de la muchedumbre de relaciones peculiares en que s~ encuentra, a
a modo de complement9 para la capacidad natural de saber, en una i n- su SImple y pura naturaleza (haploosis) :33 los caminos para ello son, según
mediata iluminac,ión del individuo, producida por la Proclo, am?r, verdad y fe; pero sólo en esta última, que va más allá de
d i v i n ida d. De aquí que se vea en la revelación una especie de c a p- todo 10 racIonal, realiza el alma su unificación con Dios y encuentra la paz
tu r a s u p r a-r a c ion a 1 del a ver dad, que se concede al i n d i- d~l éxt~is divi~0.34 Como . los medios r;nás eficaces para preparar esta ma-
vid u o en contacto (haPhe) inmediato con Dios; y no obstante que es mfestacIOn dadIvosa de DIOS se recomIenda por Jámblico y su escuela la
preciso reconocer que son pocos los que la alcanzan y sólo en raros instantes, oración 35 y toda suerte de ritos del culto religioso ;36 y si éstos no siempre
se rechaza, sin embargo, una determinada y particular revelación histórica- conducen a las más altas revelaciones de la divinidad, suministran por lo
mente dada por una autoridad que fuese para todos regulativa. Este menos, como ya decía Apuleyo,37 las confortantes y consoladoras rev:laciones
concepto de revelación se llamó más tarde místico, y, por estas razones, el de los dioses y demonios inferiores, de los santos y de los espíritus protec~
neoplatonismo es la f u e n t e d e t o d a 1a m í s tic a p o s ter i o r. 27 tares. D~ esta suer,t~ aparecen tam!=>ién en el último neoplatonismo los
Pero hay que buscar los orígenes de esta idea otra vez en Filón. Pues arrobamIentos profetIcos de los estOlcos como las formas preparatorias e
ya enseñaba que toda virtud del hombre sólo puede aparecer y conservarse
28 FILÓN, Leg. all. 48 e; 55 d; 57 b (53-62 M.)-
Reí. nI. 12, IV, 11 ss.
24 29 Apoth.eoot.h~enfl;i
se halla ~a1?bién en los escritos herméticos: Poemand. 10,5 s.
25 La teología alejandrina añade como cuarta etapa de la revelaci6n el "evangelio El theousthm~ detbcatlO, se convlrtr6 más tarde en un término habitual de la lIÚstic
eterno", que es preciso hallar en la interpretaci6n pneumática del Nuevo Testamento. 30 Compárese PLUT.~ d. Pyth Orac. 21 ss. (404 ss.) a.
Compárese el desarrollo de este pensamiento en LESSING~ Educación del género 31 PLOTINO, Enéadas. VI. 7.
32 Ibid. V. 3.
humano.
26 Compárese R. ARNOU, Le désir de Dieu dans la philosophie de Plotin (París 33 Una expresi6n que ya se encuentra en Marco Aurelio (Pros heaut.) IV. 26)
1921), y O. SOEHNGEN~ Das mystische Erlebnis in Plotins Weltanschauung (La vi~ y que también emplea Plotino (Enéadas. VI. 7. 35).
vencia mística en la concepción del mundo de Plotino), 1923. 34 PROCLO, Theol. plato 1, 24 S.
27 Compárese A. MERX, Idea y rudimentos de una historia general de la mística a5 JÁMBLICO, Proclo (Tim. 64 c.).
(Heidelberg, 1 8 9 3 ) . ' 36 De Myst. Aeg. Il, 11 (96).
a7 ApULEYO, De Sócr. 6 ss.
198 n, La filosofía helenístico-romana, El período religioso 19, Espiritu y materia 199
iniciales del más elevado éxtasis de .la deificación. Pues en última instancia es una envoltura, una cadena, una cárcel. Del mismo modo llama Epicteto
todas las formas de culto son para el neoplatónico recursos simbólicos para a la razón y al cuerpo las dos partes constitutivas del hombre,3 y, aunque
alcanzar la unión inmediata del individuo con Dios. después Marco Aurelio distingue dentro de la esencia sensible del hombre
Así adquiere la teoría de la inspiración dos formas enteramente diversas la materia tosca del hálito espiritual, inserto en ella, el pneuma, también él
en el cristianismo yen el neoplaJonismo: en aquél se fija la revelación divina considera partes distintas en el pneuma el alma propiamente dicha como
como autoridad histórica, en éste vale como la sumersión del individuo Un ser incorpóreo y el espíritu (nous y diánoia).4 En correspondencia con
en el principio divino, sin echar mano de medio externo alguno. Allá tene- ello, se encuentra también en todos estos pensadores una idea de la divinidad
mos, para la Edad Media, la fuente de la e s e o 1 á s tic a, aquí la de la que sólo conserva los caracteres espirituales del concepto estoico, y se ve
mística. en la materia algo contrario a la divinidad, un principio hostil a la razón.o
Quizás este viraje de la Stoa provenga del creciente influjo del n e 0-
19, Espíritu y materia pi t a g o r i s m o, que nuevamente había convertido, con sus ideas de
valor ético-religiosas, el dualismo platónico en el punto central de su con-
Entre los argumentos en que se fue plasmando la necesidad de la revela- cepción del mundo. Se acentúa en extremo por los sostenedores de esta
ción en la filosofía alejandrina, ninguno tan incisivo como el que reposaba doctrina la esencial diferencia entre alma y cuerpo 6 y en íntima relación 7
en la idea de que el hombre, inserto en el mundo de los sentidos, sólo puede con esto se encuentra, por una parte, la doctrina de que Dios, como ser
elevarse, mediante ayuda divina, al conocimiento del mundo espiritual: con espiritual, sólo debe ser venerado espiritualmente,S poniendo en práctica
esto Se pone al descubierto el d u a 1 i s m o re 1 i g i o s o que informa la la oración y la intención de virtud, no mediante ritos externos, -por la otra,
concepción dominante de la época. Sus raíces son, en parte, antropológicas; un pronunciado a s c e t i s ro o m o r a 1 que libere el alma de las garras
en parte, metafísicas: la oposición estoica entre 10 racional y lo contrario de la materia y la restituya a su origen divino, mediante abluciones y puri-
a la razón empalma con el distingo platónico entre mundo suprasensible, ficaciones, abstención de ciertos alimentos, especialmente de la carne, con-
eternamente idéntico a sí mismo, y mundo sensible, siempre cambiante. tinencia sexual y abolición de los impulsos sensibles. Frente a la divinidad, el
La identificación de lo espiritual y lo inmaterial, principio de lo bueno, se pone ahora la materia (hyle), el principio de lo
sólo iniciada en Platón, pero de ningún modo consumada, fue circunscrita malo: la inclinación a ella, como el propio pecado del hombre.
por Aristóteles a la autoconciencia divina: en cambio, toda suerte de hechos En su aspecto moral encontramos esta concepción entre los esenios; teo-
e'spirituales del hombre, por aguda que sea la oposición en la esfera del réticamente, en la doctrina de F i 1 ó n. También distingue el filósofo judío
conocimiento y de la moral entre razón y sensibilidad, pertenece para Platón entre el alma que, como fuerza vital del organismo, habita en la sangre, y
al mundo de la apariencia (génesis) y queda excluída, por tanto, del mundo el pneuma que, como efluvio de la divinidad puramente espiritual, caracte-
del ser incorpóreo (ousía); y si en las ideas encontradas de la doctrina riza la verdadera esencia del hombre: 9 asimismo considera que la más
aristotélica del nous, se hace el intento de ver en la razón algo inmaterial, alta y pura de las sustancias se encuentra prisionera en el cuerpo, y que
un principio que penetra el alma desde afuera, sin embargo, pronto se tropieza con obstáculos cuando intenta liberarse de 10 sensible (aisthesis):
aparta de este pensamiento la escuela peripatética, a medida que evoluciona puesto que en ello enraíza la pecaminosidad 10 de los hombres, su salvación
(compárese parágrafo 15, 1). Pero del modo más enérgico gana terreno ha de buscarse extirpando todos los impulsos sensibles; también para él, por
en las doctrinas de Epicuro y la Stoa la expresa materialización del alma tanto, es la materia, como sustrato corporal, el principio de la maldad
y de las funciones psíquicas. y de la imperfección, no obstante que la divinidad la ha conformado con
A la inversa, aquel dualismo ético, que separaba tanto como era posible vistas a lo bueno.
la interioridad del hombre, vuelta sobre sí misma, del mundo externo de los
sentidos, se iba acentuando progresivamente al correr del tiempo, y tanto 3 EPICTETO, Dissert., 1, 3. 3.
IDás adquiría forma religiosa cuahto más apuntaba a una concepción del 4 MARCO AURELIO, Meditaciones, II, 2; XII, 3.
mundo, que hacía de esta oposición un principio metafísico. o SÉNEOA, Ep., 65, 24. EPIOTETO, Dissert., II, 8, 2. MARCO AURELIO, M edita-
ciones, XIII, 2.
1. Del modo más intuitivo aparece tal vez esta relación en las opiniones 6 CLAUD, Mam. De Statu Animi, II, 8.
de los e s t o i c o s p o s ter i o r e s al acentuar tan enérgicamente el d u a- 7 En tal medida se considera aquí al hombre como microcosmos' Ps. Pythag.
l i s m o a n t r o poi ó g i c o, que acaban por ponerlo en flagrante con- en PHOT. COD., 249, p. 440 a._ '
tradicción con su metafísica. La idea de la unidad de la esencia humana, que S ApOLONIO DE TIANA (peri thysioon) en Eus. Praet evo IV 13
9 T
los estoicos hasta entonces habían sustentado, se puso en duda por Posidonio, ; . amb" len 11
. ama F'j' , "
1 on p'neuma a aquello que entre los estoicos, aristotélicos y
cuando, platonizando la doctrina, hacía ver que las pasiones no pueden platomcos del tIempo se deslgna con el nombre de nous. Compárese ZELLER V
395 t 3. Sin embargo, hay en él tam~ién otras exp~esiones, en las que -al ~od~
generarse del hegemonikón, frente al cual son algo extraño y negativo, sino e.stOlco--- aparece el pneuma) como aIre, en el sentIdo de una realidad física más
de las partes irracionales del alma.1 Pero ya en Séneca 2 encontramos una fIna: compárese H. SlEBECK, Historia de la psicologfa 1 b 302 ss
aguda oposición entre a 1 m a y "e a r n e": para el espíritu el cuerpo sólo t
10 Es también caractedstico que la pecaminosidad de o d o s . los hombres que
venia a. contradecir la antigua creencia estoica de la realizaci6n perfecta del 'ideal
del .sablo, se recono~ca pOr los estoicos de la Epoca Imperial, y se considere como
1 Compárese GALENO, de Hipp. et. Plato IV, 3 ss. motIvo de la neceSIdad de ayuda sobrenatural; compárese SÉNECA Benef 1 10'
2 SÉNECA, Epist. 65, 22; 92, 13; ad. Marc. 24, 5. VII, 27. EPICTETO, Dissert., n, 11, 1. ' ."
19. Espíritu y materia 201
n. La filosofía helenístico-romana. El período religioso
200
d' 1 representación de los apolo~ de la conciencia. Semejante distingo, advertido ya por Aristóteles, se des-
2. Mín -y no obstante ~vers~:-, es a. arrolla ampliamente por los estoicos en su separación de heegemonikón, y
gistas cristianos. El concepto anstote,hco 1 e
(nous téleios), se enlaza ~ su doctrma e qU~sidera aquí la materia como
oclo de espíritu puro
DlOSb~o:Uha creado el mundo alma física (pneuma). Ahora aparece al lado del "alma", que mueve al
cuerpo, el principo del espíritu autónomo e independiente de ella, y en este
de una materia amorfa: sm embargo, no Ise <,:0 d 1 mal en el abuso de la último no sólo se encuentra ya una función racional general, sino la propia
. ., , . ás bien se busca e ongen e A ' esencia de la p e r s o n a 1ida d individual (así como la divina). Con las
prmCIpIO autonomo, ID d 1d io que 10 seduce. qUl se
I i b e r t a d por parte del hombre Y e, tem,;~, o' Y religioso del dualismo expresiones más variadas 15 se introduce dondequiera la idea de que el
' ¿'áf namente el carac er cw.c 1 hombre alberga dentro de sí tres partes: cuerpo, alma y espíritu; y es com-
pone de roaniflesto, 1 a ' . 1 o indiferente que s610 por e uso
de aquella época: se ve en la mat~~la a g d vertirse en bueno o prensible que la línea de demarcación entre cuerpo y alma, por una parte,
que de ella hacen las fuerzas espIrItuales, ~~e ~ c~~ o partiendo de un pero también la que puede existir entre alma y espíritu, por otra, fluctúe
malo. Del mismo modo, pl~tóni~?S, como ~ s:r amdrfo, no encuentran en buena medida: pues el alma juega el papel de una mediadora entre
concepto de la materia que ldentlÍ.lcan co~:~ ~u~rza opuesta a la propia y los dos extremos "materia" y "espíritu".
el principio de lo malo en ella, SIlla en '11 cierto modo, durante Por haberse distinguido de las fu n c ion e s del a con c i e n c i a
· . .d d 11 que lucha con aque a, en . t propiamente espirituales, las funciones fisiológicas del alma, surgió una
bondadosa d lvIlll a , ., . Plutarco halla este pensamlen o
el proceso de la confodr~aclOn del.l~ x::sterpl:~o debió recordar tal vez aquel inmediata consecuencia: se vino a ganar una nueva y más profunda idea.
en los mitos de las lversas re IglO, , . p e r ver s a en opo- Pues una vez puesto aparte el mundo corpóreo, ya no era preciso concebir
pasaje donde Plat6n habla d"u,un a I m a c o s m 1 c a el espíritu en su actividad ni en sus objetos privativos, dependiendo de los
sición a una b o n d ab~'o s a. d' t aquí la tendencia a identificar la influjos sensibles: y mientras en toda la filosofía griega se identificó el cono~
Sin embargo, taro len se a v~r e ,. t cer con la intuición y captura de algo dado, viéndose en la función del
oposición de bueno y malo ca?" Ir
la esencia de lo malo en .una mc maClOn 1
materia: de nuevo se busca
e .~Ph~ci: lo sensible y carnal, hacia la
or a la diviniqad espiritual-
pensamiento algo esencialmente receptivo, se abre paso ahora la idea de que
el espíritu es algo autónomo, un principio creador.
materia; 10 bueno, a la lu;rersa, se ve, ~~re d~:inante de la antigua moral 4. Los orígenes de tal hecho residen en la do c tri n a n e o p i t a-
mente pura; esto no es solo un ca~a do en aquellos platónicos. 1n- górica: allí se afinna por vez primera la espiritualidad del
cristiana; también se ~xpres~, de~ f~:~ :~omo el ineludible preparath:o 'm u n d o in m a ter i a 1. Las sustancias inmateriales de la metafísica
cluso Plutarco ve la hberaclOn . ~ f' PI d la vida humana; Y si Numemo platónica, las Ideas, ya no aparecen como esencias independientes, sino a
para recI'b'Ir 1a gracia. divina " obJetlVo
d" d maue así e como en el universo, tamb"l~n modo de determinaciones constitutivas de la actividad
ostforma la doctrma de este, IClen 10 q b ena mala la otra, no deja e s p i r i t u al: y si para el conocimiento humano aún conservan el carác-
P h ntre sí 13 dos a mas, una u , . ter de algo dado, determinante -es que se las convierte en p e n 's a m i e n-
en el horobre Iuc an e. . , . el cuerpo Y sus apetitoS.
de buscar también el SltlO de esta ultIma en t doctrina la -espiritualidad t o s d e o r i gen di v i n 0. 16 De este modo se ponen los paradigmas in-
Pero tampoco se s.ubraya ~ola~Iented en e~~entúa la incorporeidad del corpóreos del mundo de la experiencia en la interioridad del espíritu; ya
e' incorporeidad de DlOS: de 19ua mo o sede manifiesto el propio pensa- no es la razón algo perteneciente a la ousía o sólo afín a ella; es toda la
espíritu individual. Plutarco v~elve a ~lo~:ríritu racional, de la psíché qu~, ousía misma: el m u n d o i nrna ter i a 1 s e re c ano ce como m un-
miento, cuando cree separar e no~s.. oseePla sensibilidad Y los afec~os. ASI- do del espíritu. 17
co.n la fu.er~a para mover el4c~~rhálifo espiritual (pnoé.e .z?oees), hgado a En correspondencia con tal manera de pensar, define Plotino 18 el es-
mIsmo dlStmgue 1 r e n e o 1 del espíritu vlvlÍ1cante (pneuma píritu (nous) como la unidad que alberga dentro de sí la diversidad. Meta-
la naturaleza temporal y a cuerpo, 1 físicamente hablando, alude este pensamiento al lugar que ocupa el espíritu
t
zoopoioun ) , que es e ern , o según su natura .d eza. n relación con las d octrmas
. en la serie de emanaciones, al tornarse dual la originaria unidad (compárese
Doquier, naturalmente, aparecen Jstfs I eas ~stencia y de la transmigra-
de la inmortalidad (o, en su caso,. . e a (pree~l cual o para expiación del 15 Acerca de la diversa terminología (psyché, anima, pneuma, spiritus, spiracuImn,
animus, etc.), en que aparecen estas doctrinas, ya se han dado) antes, ejemplos que
ci6n de las almas), del pecado O;lg)mal d/I': purificaci6n (gracias a la que fácilmente pueden aumentarse. De modo interesante desarrolla Orígenes (De Princ.,
cual el hombre mora en la. roatena , Y,. recisamente se lleva a ~~bo JII, 1-5) esta doctrina: allí se considera el "alma", ya como fuerza motriz, ya como
el alma podrá de nuevo hberarse de el),' y P t da cuando se identlüca facultad representativa y apetitiva; en cambio, se ve en el espíritu el principio de
. t idad la relaclOn apun a , 1 " ) toda apreciaci6n, de lo bueno y de lo malo, por una parte; de 10 verdadero y de lo
cada vez con mayor m en~ .d" , mismo (la ousía p atomca , falso, por la otra; s610 en éste, enseña Orígenes, reside la libertad del hombre. Igual
el espíritu con lo eterno, SIempre 1 en~.co a SI
1
y la materia con lo pereced~ro caro la~J~' terreno la escisión de los dos
3. En tales circunstanc~as ue gana t del a 1 m a: el físio-
divisi6n tripartita aparece en Plotino vinculada a su entera construcci6n metafísica:
Enéadas, II, 9, 2. Compárese abajo parágrafo 20, 7.
16 Compárese NICÓMACO, Arithm. lntr., I, 6.
., 1
n:
caracteres on~ma, en e
t umdos en el con e e p o . 'd d
. . , d 1 fuerza vital y el de la actlVI a
lógico y el pSlcologlCO, el pnnclplo e a
17 Con pareja variaci6n se trasplant6 en el futuro la teoría plat6nica de las Ideas,
al acogerla Plotino y con él todo el neoplatonislliQ. Sin embargo, no ha ocurrido esto
sin oposición: por lo menos, Longinos protesta contra eso; lo propio hace su disd-
11 PLUTARCO, D~ !sid., 46 ss. pulo Porfirio cuando escribe su obra Hoti exoo tuo nou hoypssteeke ta noeeta: PORF.
Vito Plot., 18 ss.
12 PLAT Nomoz, 896 e. 18 PLOTINO, Enéadas, V, 9, 6; 3, 15; 4, 2.
13 JÁMB'{.rcO, en Stob. Ecl., 1, 894.
14 IRENEO, Ref., V, 12, 2.
íL
202 n. La filosofía helenístico-romana. El período religioso 20. Dios y mundo 203
parágrafo 20, 2 Y 7); pero más importante es la significación psicológica minado por el objeto que conoce, pero en cuanto es voluntad, como algo
de esta doctrina. Pues en ella aparece el espíritu por vez primera como la activo y detenninante.
f u n ció n sin t é tic a que crea la diversidad derivándola de su más 5. El concepto de espíritu a título de principio au-
alta unidad. Partiendo de este punto de vista general, fundan los n e o~ t ó n o ID o y c r e a d o r, pronto excedió la significación psicológica, ética
pI ató n i e o s la psicología sobre el principio de la a e t i vid ~ d de y epistemológica; en las postrimerías de la antigüedad se torna el p e n~
1 a e o n e i e n cia. Pues el "alma superior" no puede ser conSIderada samiento dominante de la metafísica religiosa. Pues
ya como algo pasivo, sino dotada de actividad en todas SU~ funciones, se- esta idea daba la posibilidad de superar aquel dualismo de que partía toda
gún su propia esencia.19 Toda suerte de comprensión (syneszs) reposa en l,a la filosofía religiosa de la época, ya que se hacía el intento de derivar la
síntesis (synthesis) de diferentes momentos; 20 allí mismo donde el conOCl- materia de este espíritu creador. De ahí que el último y más elevado pro-
miento no supera lo sensible, sólo el cuerpo es pacie:r:te, al 'paso que el alma blema de la antigua filosofía haya sido éste: con c e b i r e 1 ro u n d o
se comporta activamente en su darse cuenta (synazstheeszs y par,akouthee N
e o m o un pro d u c t o del e s p í r i tu; in c 1 u s o ver e n e 1 o r i~
sis): 21 y lo propio vale de las pasior;es y sentimientos sensibles ..Así. ~e llega gen del mundo corpóreo con todas sus manifestacio-
a distinguir en la esfera de lo senSIble entre el estado de excltaclOn y el n e s, algo esencialmente espiritual y de contenido. La e s p i r i t u a 1 i~
darse cuenta de él: el primero es un padecer del cuerpo (o también del alma z a ció n del un i ver so es el resultado final de la antigua filosofía.
inferior); el último, ya en la percepción de la conciencia; ':In acto d~l En esta tarea han laborado, por igual, el cristianismo y el neoplato~
alma superior, que Plotino describe como una suerte de mOVImiento reflejO nismo, Orígenes y Plotino. A decir verdad, ambos mantienen con plena
del pensamiento (anakamptein, re f 1 e x i ó n) .22 • energía, tratándose de la interpretación del mundo de la experiencia y es-
Si de esa guisa se concibe la con c i e n c i a como el acttv~ d~rse pecialmente de temas morales, el dualismo de espíritu y materia; cada vez
cuenta de los propios estados, funciones y determinaciones constItutivas más se identifica 10 sensible con lo malo y extraño a Dios, de donde el alma
del espíritu -una teoría que (según Philoponus) se sustenta tambiér: ~or el debe liberarse para retornar a la unidad con el espíritu puro: pero también
neoplatónico Plutarco-, significa que Plotino se ha elevado, aSlnllSmO, la oscuridad se explica por la luz eterna; se reconoce que la materia es una
al concepto de la a u t o con c i e n c i a (parakolouthein eautoo) .23 En creación del espíritu. El postrer punto de vista de la antigua filosofía fue
analogía con el distingo aristotélico de i n t e 1 e c t o a c t i v o . e i. n t e- el monismo del espíritu.
l e c t o p a s i v o, concibe Plotino este concepto de la autoconCIenCia del Pero en la solución de este problema común se separan significativa-
siguiente modo: el espíritu, como pensar (nóeesis) móvil, activo, se da su mente la filosofía del cristianismo y el neoplatonismo: pues este desenvol-
objeto como un pensar en reposo, objetivo (noeetón): el espíritu, como sa- vimiento del espíritu divino, en el mundo de la experiencia (hasta las formas
ber, y el espíritu como ser, son idénticos. materiales), debió interpretarse, claro está, por las ideas que se tenían acerca
Pero el concepto de autoconciencia toma ahora también la coloración de la esencia divina y su relación con el mundo, y puntualmente aquí se
ético-religiosa de la época. La synesis es al propio tiempo syneídeesis, c o u- encuentra el helenismo sobre bases por completo diversas a las de la doc-
e i e n e i a m o r a 1, esto es, un saber del hombre, no sólo de sus propios trina de la nueva religión.
estados y acciones, sino también de aquellos imperativos y valores que in-
tenta realizar el sujeto: y precisamente en la filosofía de los Padres de la
Iglesia se desarrolla la doctrina de la autoconciencia, no sólo como un sa- 20. Dios y mundo
ber del hombre de sus culpas, sino también en su activa lucha como remor-
dimiento (metaonia). El giro que toma la doctrina se encuentra en relación La peculiar tensión entre monismo metafísico y dualismo éticamente
con otra circunstancia: dentro del cristianismo aquella actividad de la con- religioso, que a modo de ensanchamiento del problema estoico (compárese
ciencia se toma más en cuenta en su aspecto práctico que en su aspecto parágrafo 16) determina el carácter de toda la filosofía alejandrina, con-
teórico. L a 1 i b e r t a d del a vol u n t a d constituye aquí el concepto centra el pensamiento de la época en torno al problema más difícil y com-
central. Si los Padres de la Iglesia orientales se aproximaron en parte al plicado: el de la relaci6n entre Dios y Mundo.
intelectualismo de la filosofía helenística, o, por lo menos, le hicieron con- 1. Ya dentro del seno de la mera teoría surgió el problema, debido a la
cesiones se acentúa la voluntad del modo más enérgico en psicología y oposición entre filosofía aristotélica y filosofía estoica: aquélla sustentaba tan
dogmática entre los occidentales, maestros de la Iglesia en más alto grado, enérgicamente la trascendencia de Dios -su absoluta separación del mun~
próximos al romanismo. Se inclinan insistentemente a considerar al espíritu, do-, como ésta la inmanencia, esto es, la plena fusión de Dios con el
el principio inmaterial, en tanto es conocimiento, como algo pasivo y deter- Mundo. Por tanto, hay que reconocer ya el problema y el sentido medular
de su solución en la mixtura ecléctica 1 de la cosmología peripatética y es-
19 PORFIRIO~ Sentencias~ 10, 19 y otras. toica, al propio tiempo que ver en el escrito pseudoaristotélico Del mundo
20 PLOTINO, Enéadas, IVI 3, 26. su tipo de concepción.2 A la doctrina aristotélica de que la e s e n c i a
21 Ibid., IV 4, 18 s. El término synaistheesis, cuya significaci6n, por 10 demás,
recuerda el Koin6n aistheetéerion de Arist6teles y, en definitiva, el Teeteto de PLATÓN, 1 Ya se ha tratado del e s t r a ton i s m o, como una postformaci6n, pr6xima a
se encuentra de modo semejante en ALEJANDRO de Afrodisias, Quaest., 111, 7, p. 177. la Stoa, de la doctrina aristotélica, en consonancia con la direcci6n de la inmanencia
22 PLOTINO, Enéadas, 1, 4, 10. ' panteista: compárese parágrafo 15, lo
23 Ibid., 111, 9. 2 Este libro (reproducido en las Obras aristotélicas, 391 ss.), debi6 haber aparecido
20. Dios y mundo 205
204 11. La tilosotla helenlstico-romana. El período religioso
esta última de t o dad e ter m i n a ció n c u a lit a t i v a. Parejo en-
de Dio s supera, con mucho la naturaleza (como 1:: totalidad. de l~s sayo se pone ya de manifiesto en F i Ión, quien acentúa a tal grado la
cosas semovientes) y, sobre todo, el permanente camblO ~e la .exlsten~Ia oposición entre Dios y todo lo finito, que acaba por designar expresamente 6
terrestre ----se enlaza aquí el intento estoico de perseguIr el 1 n f 1 u J o a aquél como lo que carece de toda propiedad (áPoios): pues estando Dios
d i n á ID i e o d e Dio s al través del universo entero, hasta las cosas sobre todas las cosas, sólo puede decirse de él que no posee ningún predi~
singulares por excelencia. Para los estoicos, l?ios y M u~do son la misma cado finito, asequible al conocimiento humano: ningún nombre 10 califica.
cosa: Aristóteles ve en el Mundo un orgamsmo semOVIente con arreglo Esta doctrina, llamada más tarde "teología negativa", se encuentra también
a fines, cuya más externa esfera sólo evoluciona impulsada por la nostal~ia entre los a polo gis t a s del cristianismo influídos por las ideas de Fi-
hacia la forma pura eternamente inmóvil-, un cambio que se comUnIca lón, sobre todo en Justino,1 así como en parte entre los gnósticos.
- a las esferas inferiores con perfección cada vez menor: en este libro, a la En·fonna más radical, si cabe, encontramos el mismo pensamiento en el
inversa donde se mezclan ambas teorías, aparece el macrocosmos como un n e o p 1a ton i s m o. Así como en los Libros Herméticos 8 se ve en Dios
armonioso sistema de las cosas singulares, en el que la fuerza de Dios, en sí lo infinito, lo inconcebible, lo innominado, el principio del ser y de la ra-
mismo ultracósmico, gobierna, como principio vital, bajo las más diferen~es zón, superior a todas las cosas y del que la propia razón es su claro testi-
formas. Teísmo y panteísmo se concilian, ora por el distingo entre esenCIaS monio, del mismo modo es para Plotino la divinidad la esencia originaria,
y fuerzas de la divinidad, ora por la serie gradual de acciones divinas, que absolutamente trascendente, la perfecta unidad que está sobre el propio
se extienden desde el cielo de las estrellas fijas hasta la tierra. Se enlaza la espíritu, ya que éste, como principio que contiene la diversidad en la unidad
doctrina del pneuma con el concepto aristotélico de Dios, al concebir las (compárese parágrafo 19,4), no puede provenir sino de Dios mismo. Lo
fuerzas de la vida natural como influjos del espíritu puro. 3 Uno, to hen, precede a todo ser y pensar, es infinito, sin estructura y se en-
Gracias a este giro del problema, empero, se acentúa aquella dificultad c.uentra "más allá" (epékeina) tanto del mundo espiritual como del mundo
metafísica escondida ya en la doctrina aristotélica de la a c ció n de la sensible; carece también, por tanto, de conciencia y actividad. 9
divinidad'sobre el mundo: pues era difícil unir a la más pura espirituali~ Si Plotino habia definido a este impredicable primero (to proa ton)
dad, que caracteriza la esencia de Dios, l~ ~aterialización d~ su influjo, y también como lo Uno (que es causa de todo pensar y de todo ser) y como
éste debía existir puntuahnente en el mOVImIento de la matena. Ademas, el lo bueno, como el fin absoluto de todo devenir, aún no satisfizo esto a sus
propio Aristóteles no había expresado con plena claridad la relación que continuadores: Jámblico pone sobre el hen de Plotino todavía uno más
priva entre lo inmóvil y 10 móvil (compárese parágrafo 13, 5).: elevado y enteramente inexpresable (pantee arreetos arjée),1° y Proclo no
2. Todavía más se agudiza el problema con la acentuaCIón de aquel se aparta de él en semejante idea.
dualismo religioso que, no satisfecho con oponer a Dios (como espíritu) . la En circunstancias tales experimenta el concepto de infinito una reva~
materia a la esfera suprasensible la sensible, más bien trata de potencIar loración radical y altamente significativa. l1 Para el espíritu griego, incli~
la esendia divina en el reino de la experiencia y de todo contenido concreto, nado siempre a lo proporcionado y concreto, tenía la noción de infinito el
y de convertir de este modo lo u 1tr a c ó s mi c o en t;n D,i o.s u 1- valor de lo inacabado e imperfecto, y sólo de mal grado consintió su meta-
t r a e s p i r i t u a l. La idea se encuentra ya e!; los n e o 1:' 1 t a g o r 1 c ~ s, física,12 respecto a la infinitud de espacio y tiempo, en adscribir a lo infinito
entre quienes los puntos osci~antes de. demarCaCI?:t?- en .los ~h.ferentes es~adlOs una especie de realidad, si bien secundaria (pitagóricos, atomistas, Platón).
del dualismo se ocultan baJO expreslOnes numenco-slmbohcas. Al afIrmar Pero ahora la infinitud 13 era el único predicado que, frente a las cOSas fi-
como principios lo "uno" y la "duali.dad i~determinada": no se hac.e otra nitas del mundo, podría atribuirse a la más excelsa realidad, a Dios: incluso
cosa que ver en esta última la matena, lo nnpuro: el OrIgen de lo Imper- la teología "negativa" toleraba pareja expresión; infinita debía llamarse a
fecto y de lo malo; lo Uno, empero, se trata, ya como la forma pura, como aquella originaria fuerza divina, que consideraba la filosofía estoico~neopi
espíritu, ya como la "causa de las causas" t~a?~endente a toda r.azon, coJ?o la tagórica como la esencia que gobierna el universo con todas sus manifesta-
esencia originaria, de la que fluye la OposIclOn de aquella umdad denvada
y de la dualidad, del espíritu y la materia: en este caso aparece la. segun-
da unidad lo uno creado (prootógonon hen) como la perfecta Imagen, 6 FILÓN, Leg. Alleg. 47 a; qu. D. S. Immut. 301 a.
, " d 7 .TuSTINO, Apol. 1, 61 ss.
pero sólo como imagen de la mas alta um a d:5 , . " B Poemand. 4 s.
Pensamiento tal llevó entonces, al convertIr el espIntu en una creaClOn 9 Es fácilmente comprensible que para esta relaci6n del hombre con este Dios,
de la divinidad, si bien la primera y más perfecta, a desposeer el concepto de Ser suprarracional, superior a todo obrar, querer y pensar, también parece necesario
un estado de éxtasis suprarracional, involuntario e inconsciente: compárese parágrafo
a principios del siglo primero después de Cristo: Apuleyo ha hecho una traducción 18, 6.
de él; W. CAPE-LLE 10 tradujo al alemán (Jena, 1907). 10 DAMASCIO, De Princ. 43.
3 Compárese principalmente cap. 6, 3~7 b 9. . ,. 11 Compárese JOH. COHN, Geschichte des Unendlichkeitsproblems (Historia del
4 Las dificultades se concentran espeCIalmente en torno al concepto arlstotehco problema del infinito), Leipzig, 1896.
de la haphée: puesto que se' considera el "contacto" del moviente con el movi~o como 12 Con excepción de la aislada determinación conceptual de Anaximandro, que
condición del movimiento, debió haberse hablado de U? "contacto" ent~e. DlOS y el influy6. esencialmente en otro sentido. '
Cielo de las estrellas fijas, 10 que chocaba con la ~se.ncIa puramen~e. espl~ltu.a~ de.,la 13 Débese aquí indicar brevemente que en este concepto aparecen mezcladas
divinidad, y dio a la haphée, en e.!¡te cas?, una hmttada y metafonca slgmÍlcaclOn desde un, principio las notas de la (cuantitativa) ilimitación (ápeiron). Compárese
("relación inmediata"): compárese ARISTOTELES, De Gen. et. Corro 1, 6, 323 a, 20. parágrafo 4, 2<
1) NIGÓMÁCO, Theol. Arith. p. 44.
206 Il. La filosofía helenístico-romana. El período religioso 20. Dios y mundo 207
ciones; infinito lo "Uno", del que el neoplatonismo hace derivar y Por .tanto, 1? mism~ el dualismo de Dios y Mundo, que el de espíritu
volver a su seno los seres cósmicos; infinita, porque exenta de toda limita~ y. mat;na c?nstit~yen solo el pUl:t~ de pa~da emotivo y el supuesto de la
ción, la voluntad creadora de Dios ha hecho de la nada el Mundo, según fIlosofIa .aleJandrma; pero su obJetlvo fue SIempre, tanto en el dominio de
la doctrina del cristianismo; in fin ita también la propia y más alta lo ~eorétlc.o como en la esf~ra de lo pr~ctico, la superación de pareja antí-
personalidad en oposición a las personas finitas. Así se convierte el concepto tesIS. PreCIsamente lo peculIar de esta epoca reside en el incansable intento
de infinitud en nota integrante de la más elevada realidad metafísica, du~ de ~ol:nar, por obra del saber y la voluntad, el abismo con que tropieza el
rante el postrer desarrollo de la filosofía antigua: ya no es sólo un atributo sentImIento.
del universo en su extensión espacial y temporal; lo es, asimismo de la in- Cie;to: la épo~a ~rea aquellas concepciones del mundo, en las que el
terna esencia de las cosas y, ante todo, de la divinidad. A tal grado se d u a 11 s I? o se dIbUJa de modo tan enérgico, como si estuviera delimi~
consolida y asegura esta última síntesis, que la conciencia actual, lo mismo tado con Imborrables ras?,os. En. ese plano se encuentran los neoplatónicos,
en sus representaciones que en sus sentimientos, se ve obligada a concebir, por co:m.o P~utarc.o, que no s~l~ ~onslderan a la materia -a modo de principio
modo naturalísimo, la más alta esencia como lo "infinito", frente a todas ongmano- Junto a la dlvl~'l1~ad, ya que esta última en ningún caso puede
las cosas y relaciones finitas. ser la causa de lo malo; asImIsmo ven en la creación de esta materia indi-
3. Ante las sublimaciones dialécticas a que parecía sucumbir el con- ferente ,al I?undo, al lado de Dios y a título de tercer principio, la "maligna
cepto de la divinidad infinita, especiahnente en los neoplatónicos de la úl- alma cosIlllca". Una de las partes del sistema g n ó s tic o interesa aquÍ
tima época, conserva la d o c tri n a e r i s tia o a e n s u e vol u ció n preferentemente.
e c 1 e s i á s tic a su más impresionante energía, aferrándose al con c e p- Est~ inicial, fantástico ensayo de una teología cristiana estaba dominado
to de Dios, a título de personalidad espiritual. A ello ~o~ la Ide~ ~el pecado y de la sa~,;,ación; el carácter fundamental del gnos-
00 la llevaban reflexiones y fundamentos de índole filosófica; procedía así, tlcIsmo resldIa. en· p,oner .en relaclOn, p~rtiendo de semejante idea, los con~
a causa de su inmediato contacto con la ardiente convicción de la comu- ceptos de la fdosoÍla gnega con .los m~tos de las religiones orientales. De
nidad: precisamente en eso reside su fuerza psicológica y su energía histó- e.sta suerte apar.ece en y a 1e n t 1 n o, Junto a la divinidad, que se mani-
rico-universal. El Nuevo Testamento respira esta creencia; todos los Padres fIesta ~n la plemtud (p"leerooma) de creaciones espirituales, el espacio vacío
de la Iglesia la defendieron, por diferentes que hayan sido sus opiniones (t~ ker¡-0oma), que eXIste desde toda eternidad; junto a la forma, la ma-
y puntos de vista en otros aspectos, y precisamente por ella se aparta la t~n.a;. Junto a lo, bueno, lo malo; y si por obra del autodesarrollo de la
doctrina cristiana, de las soluciones helenísticas relativas al problema fun- dIVIfllda? (comparese núm. 6 de este parágrafo) va surgiendo un mundo
damental de la filosofia de la religi6n. de espíntus en aquella "plenitud", asimism~ se ve en el mundo corporal la
El Helenismo ve en la personalidad -incluso allí donde se la concibe ?b~a de un E6n c~¡do (compárense parágrafo 20, 6 Y parágrafo 21, 4), que
de modo puramente espiritual- algo limitado y reducido, que mantiene lIDlta ~ la mate~Ia en. ~u intiII?-idad. Del mismo modo contrapone S a-
a distancia de la más alta esencia, y que sólo atribuye a los dioses secun- tu r n.l n o al remo d1Vmo de la luz la materia, el imperio de Satán,
darios y a los hombres; el cristianismo reclama, como religión viviente que y c~msIdera el mundo terrestre ~omo un ~ampo de lucha, por cuya posesión
es, un e o n t a c t o p e r s o n a 1 del h o m b r e con el p r i n c i p i o combaten los b:;enos y ~os m~hgnos esplritus, mediante su acción sobre el
°
c ó s m i c o, con c e bid o C' m o 1 a m á s al t a pe r s o n a 1 ida d, y ho~bre. Tarr:blen la ~ltologla de B.~ r d e s a n e s posee semejantes ras-
acuna tal pensamiento en la idea de la f il i a ció n d i v i n a del gos. con ~l fm de exphcfl;r l~ formac.lO.n. del mundo; imagina, aparte y al
hombre. lado. del Padre de la VIda una dlvmldad fememna una potencia _
Si, por tanto, el concepto de la personalidad, a modo de intimidad es- ceptlva. ,re
piritual, constituye el resultado esencialmente nuevo, al que se anudan en ~1~ concep?i~r; dual~sta s~ agudiza en extremo en el m a n i q u e í s-
el pensar griego y en el helenístico, los motivos éticos y teóricos, el cris- n: C!. ~na r;hgI?n. naCIda de la mezcla de pensamientos gnósticos con la
tianismo, en rigor, ha heredado esta idea de la Antigüedad, al paso que vle1a IDltolo~l~ perSlca. Ambos reinos: el de lo bueno y lo malo, el de la luz
el n e o p l a ton i s m o retorna a la vieja representación que hace de la y e de las tlmeb}as, el ~e la paz y el de la guerra, existen frente a frente
personalidad un producto efímero de una e n e r g í a v i v i e n t e e i m- desde t<:>da etermdad,. ,asl como sus príncipes Dios y Satán. También aquí
pe r s o n a 1. Ver en la persona y en la relación de personas entre sí la se conCIbe la formaclOn del mundo como una mezcla de buenos y malos
! raíz de la existencia: he ahí lo esencial de la concepción cristiana del elementos, provocada por una violación de fronteras; en el hombre tiene
mundo. lugar la lucha. e;ntre un alma .b~ena, perteneciente al reino de la luz, y un
4. No obstante esta notoria divergencia, se mantiene a flote en las va- a~a mala, ongmada de las tImeblas. El apartamiento completo de ambos
riadas corrientes de la filosofía alejandrina el mismo problema: poner a la remos debe constituir la redención esperada.
divinidad y al mundo de los sentidos, a pesar de su innegable separación,
en aquellas relaciones que exigía la necesidad religiosa; pues cuanto más 14 .~l funda~o~, ?vIanes, (tal vez 240-280), consideraba su doctrina como la
honda se sentía la oposición entre Dios y 1\1undo, tanto más ardiente llegó perfeccI~n del CristIanIsmo y como revelación del Paráclito; sucumbió es cierto a las
gersecuclOIl;ds d~ los sacerdotes persas, pero su religión se difundió rápidament~ y se
a ser el afán de superarla, superarla mediante un con o c i m i e n t o a mantem o vI;va ha~ta muy entrada la Edad Media. Del mejor modo nos infonna
que hiciera comprensible el mundo partiendo de Dios, y mediante una Ob~ ella Agustln, qUien durante algún tiempo compartió sus doctrinas Compárese
con d u c t a que anhelara retornar a Dios, abandonando el Mundo. • LUEGEL, Manes y su doctrina. Leipzig, 1862. .
JI. La filosofía helenístico-romana. El período religioso
208 20. Dios y mundo 209
Se va viendo cada vez con mayor claridad en este desarrollo que el sigue siendo incogno~cible e i:upreditable, Esta doble naturaleza, condicio-
dualismo de la época reposa, esencialmente, en motivos ético.-re~igiosos. Al nada. ¡;or -el pensa:mento c.apltal del sistema, trae consigo que acaben por
convertir en punto de vista de explicación teorética la apreCiaCIÓn valora- ad~UInr las potencIas angehc,;les la significación de un contenido conceptual
tiva que se hace de hombres, cosas Y relaciones, como buen~ o mala, s~ de IndoIe general y se les eqUIpe con todos los caracteres de la personalidad'
acaba por dividir el origen del universo, contrapuesto val..orat1v~ente aS1, y_ pr~cisamente, esta peculiar fusión de ideas científicas y míticas, esta inde~
en dos causas diferentes, de las cuales, sin duda alguna, solo la prImera,. 1:'L termmada penumbra conceptual a que se aferra toda la doctrina constituye
de lo bueno tiene valor positivo y ha de designarse con el nom?~e d~ divI- lo esencial ~ lo históricamepte importante de ella. '
nidad' mas en un sentido teorético también la otra posee ongmahdad y ~o propIO va~e de la postrera consecuencia, con lo que Filón clausura
eternidad (ousía) metafísica. Pero ya por estas relaciones se puede com- su SIStema, La pletora d~ Ideas, fuer:.::as y ángeles es por sí misma un mun-
prender que al acoplarse plenamente el punto de vista metafísico al ético, do.c0l!-clu~o,e~ el que ~l&,e la,plur~hdad y ~l m~vi~ento: entre ella y !ti
no se hace ~tra cosa que abolir aquel dualismo... . umta~la dlvlllldad mmovd e mvanable debla eXIstir un ser intermediario
5. De hecho sacaba el dualismo de sus proplOS motivos una sene de supenor, Como las Ideas respecto a las apariencias singulares así debe
representaciones, merced a las cuales preparó él ~~~mo su propia ~ s~perfl; comportarse con ~~s Ideas la más elevada de ellas (to gennikóot~ton). "La
ción. Cuanto más agudamente se pensaba la Oposlc~on et;tre el esplntu dI- Idea de las Ideas , como la fuerza respecto a sus efectos sensibles así debe
vino y el mundo material,. ;anto ?:ás se dilataba l~ dIstfl;ncIa e,ntre el ho~bre comportarse la. fuerza .cós:nica racional con las fuerzas: el mundo' angelical
y el objeto de su veneraClOn rehglOs~, y tanto mas se I;upoma l~ necesIdad enc~entra s~ Imde umtana en. un arcáng~l: Filón designa con el concepto
de restablecer el contacto, de lo aSI separado, recurnendo a 1 n ter m ~ e~;Olc~ de logos este compendlO de la dlvmal acción cósmica. Pero tam-
di a r i o s, Teoréticamente, su importancia residía en ?acer comI?rensI- b~en este aparece en él con .una~ sig~i~icación cambiante e imprecisa: el
ble e inofensiva la acción de la divinidad sobre la matena, ya que esta es log~s es, por, ~na parte, la s:-blduna d!Vma, que en sí misma reposa (sophía
extraña e indigna de Dios' prácticamente, tuvo el propósito de crear los o. lagos endj~thetos. C?mparese nota 7 del parágrafo 17) y la fuerza ra-
mediadores que ayudasen ~l hO?1bre a elevarse de ,su inferiu:idad sensib~e clO~al creatnz ?e la mas a~t:: ;ealidad; pero es también, por otra parte, la
a la más alta realidad, Ambos Intereses aluden en Igual medIda a los me- raza?, que 'prov~er:e de ~a, dlvlllldad (lógos prophorikós), la imagen perfecta,
todos gracias a los cuales los viejos académic?s, y, ~espu~s d~ ellos, los el hIJO pnmogemto, ~l m.creado como Dios, ni creado como los espíritus
estoicos, habían tratado de interpolar la creenCia de dIoses mfenores en su y los hombr~s; es mas bIen el s e g u n daD i o S. Por mediación de él
sistema de religión natural. ha ~reado l?IOS el mundo y, a la inversa, es el sacerdote máximo que, por
F i 1ó n desarrolla en gran estilo por vez primera esta teoría de la sus ,mtercesIOnes, est~blece los vínculos entre el hombre y la divinidad; es
mediación dando a ella un sentido preciso: por una parte, la pone en es- p,oslble conocerle, mIentras Dios mismo escapa a toda suerte de determina-
trecha rel~ción con la teoría neopitagórica de las lde~s; por, otra, con la ClOnes conceptuales y permanece incognoscible: es Dios en la medida en
doctrina angélica de su religión,15 El filósofo judío ha Ido, deSIgnando a los que constituye el principio vital del mundo.
poderes mediadores en las diferentes etapas de su doctrma, como Ideas, De est:; gui~a se d.istinguen trascendencia e inmanencia de Dios, a modo
como fuerzas, com~ ángeles divinos (sus meditaciones ~ienen ,a la ,vist,a ,de de pote~cIas dIferenciadas, para permanecer, no obstante, unidas' el Lógos
preferencia la significación teorética y el intento de e~phcar el mfluJo dIVIno C?I?o DlOS mundano es la "morada" del Dios ultramundano, C~anto más
sobre el mundo). Pero siempre se mezcla el pe~s~mlento de que estos seres dl~Icu~tades presentaba la construcción conceptual de esta relación tanto
intermedios participan tanto de la naturaleza dIv~na como del mundo, que mas Tlcas fueron las formulaciones metafísicas de que se sirvió Filó~ para
pertenecen a la divinidad y, no obstante, son dIfere~tes de ella" De esta exponerlas,16
suerte se ve (neopitagóricarnente) ~~ las Ideas ~e~samlent<;s de DlOS y con- 6. Co~ esta teoría del Lógos se daba ahora el paso decisivo para col-
tenidos de su sabiduría; pero tamblen ~ con el VI~JO platoms~o) un mundo mar el abl~mo existente entre Dios y mundo sensible, echando mano de
inteligible de arquetipos, creado por DIOS, Se~eJantes paradIgmas, e~pe;o, una d~tern:llnada escal~ de ~eres, que descienden gradualmente de la unidad
son las energías activas que modelfl;n la mat,ena, de acuerdo con su mtn~ a la d.lversldad, de ~<l; Invanabilidad a la variabilidad, de lo inmaterial a lo
seca finalidad: son como fuerzas mdependientes, encar~adas de const;mr matenal, de lo espIntual a lo sensible, de lo perfecto a lo imperfecto, de
y mantener el mundo, tratando de evitar un contacto dIre~to entre DIO, S lo b,:en~ a lo malo; y como este ordenamiento jerárquico se concibiera al
y él' pero a veces se les sigue considerando como algo unIdo a la esenCIa propIO tIem~o a modo de un sistema de causas y efectos, resultó de ahí una
divida, a modo de una manifestación de ella misma, En fin, los ángeles nueva doctrma d~l proceso e o s m o g ó n i c o, mediante la cual se deri-
que viene a equiparar co~ aquellas Ideas y _fue~zas, son, ~ la verdad, va el.mundo ~enslble de la esencia divina, introduciendo un conjunto de
figuras míticas y se les conSIdera a manera de serVIdores, enViados, mensa- s~res mtermedlOs; pero la doctrina no está lejos del pensamiento que con-
jeros de Dios; por otra parte, se ponen al descubierto er; ellos los carac~eres SIdera las- etapas de este proceso como los grados al través de los cuales
y propiedades de la íntima esencia divina, que en su conjunto y profundIdad
d i 16 Ed re1aci6n con t?das, estas doctrinas nos encontramos que en Filón 10 espiritual
e ~un o e la experIenCIa ocupa un lugar no definido entre lo inmaterial y lo
15 Fi16n en EUSEBIO Praep, evo VII 13. 1. Acentuando un poco más la idea
de personalidad, se encue~tra la misma determinaci6n conceptual en Justino, Aftol. 1, materIal: e! nous ,d~l ho~bre, la capacidad de pensar y de la energía volitiva, es una
Earte) del lagos dlvIllo. (Illcluso se designa a los demonios logoi~ de acuerdo cou la
32. Dial. c. Tryph. 56 s. ' toa , y se le caracterIZa nuevamente como pneuma sutil.
14
20. Dios y mundo 211
Il. La filosofia helenístico-romana. El periodo religios!>
210
qmundo inteligible,
C~~c::cliaa se origdina com? ~ijo :f?rimogénito el espíritu (llamado aquí nous) ,
retorna a la divinidad el hombre aprisionado en el mundo sensible. En ca·' segun a syzIgla tIene como b'Jet I " d d" '
el reino de las Ideas A t o i d ver la ,esto es, el
O
nexiones de tan amplia envergadura, se abre paso teorética Y práeticament~
vinidad así se torna en 1 t . . ' u orreve a a p enamente la di-
la idea de la superación del dualismo.
Con ello se puso a la orden del día, nuevamente, aquel problema que y "comunidad de vida" (e%~~::~í~)zl~:c~o~o '~hombre i~eal" (ánthropos)
tinúa desarrollándose de este modo: de 1la t o e pro~sol escendente., .con
N
,A decir verdad, penetra hondo en la concepción cristiana del mundo Así se anuda en Orígenes el platonismo y la teoría de' la voluntad
·el dualismo de Dios y Mundo, y, con ello, el de espíritu y materia: Dios creadora. El eternal mundo de los espíritus es el producto perenne de la
y la vida eterna del espíritu, el mundo y la perecedera vida de la carne, ~se invariante voluntad divina. Pero el principio de la temporalidad y ,de la sen-
encuentran aquí también en agudo antagonismo; en la lucha contra el sibilidad (génesis) es la cambiante voluntad de los espíritus: a causa del
pneuma divino, el mundo sensible está saturado de espíritus materiales,31 pecado se 'origina la corporeidad, y con su mejoramiento y purificación
demonios malignos, que encadenan al hombre en sus impulsos impíos, ahogan ·vuelve 'a desaparecer. De esta suerte se reconoce como el más profundo
la voz de la revelación natural y universal en él, y, por tanto, hacen impres~ y último sentido de la realidad el querer y la re I a ció n del a s p er-
'dndible una revelación especial"; sin este apartamiento de ellos y de su S o n a s, sobre todo aquella relación que priva entre la personalidad infi-
naturaleza sensorial, no es posible la salvación del ahna en la ética del nita y la finita.
antiguo cristianismo.
Pero, según su propia esencia, no puede verse en este dualismo algo
necesario ni primordial: no existe una rigurosa oposición entre Dios y ma- 21. El problema de la historia universal
teria,; tal oposición sólo priva entre Dios y los espíritus caídos: es el a n t a-
gonismo puramente interno de la voluntad infinita Con este ,triunfo de la ética religiosa sobre la cosmología, sellado por el
y del a vol u n t a d fin ita. En esta dirección, lleva a cabo la filosofía cristianismo, enlaza el origen de otro problema, que ha encontrado una serie
cristiana, gracias a O r í gen e s, 1 a e s p i r i t u a 1 iza ció n y subjeti- de importantes intentos de solución: e 1 pro b 1 e m a del a f i los o fía
vación metafísicas del mundo sensible. En ella aparece el mundo corpóreo, de la historia.
.asimismo, penetrado y saturado de funciones anímicas; incluso se le disuelve 1. Aquí surge algo esencialmente nuevo frente a la concepción griega
en funciones espirituales, como en Plotino; pero lo esencial de estas funciones del mundo. El problema de la filosofia griega se había polarizado en torno
son aquí las re 1 a c ion e s vol i t i vas. Así como el paso de Dios al a la noción de la physis.. de la esencia permanente (compárese parágrafos 4,
Mundo no es necesidad física, sino libertad moral, ---del propio modo el 7, 8, 11), y la problemática, originada de esta necesidad de interpretar la
mundo" material no es una postrera irradiación del espíritu y alma, sino una naturaleza, había decidido el desarrollo de la conceptuación filosófica, de
,creación divina para castigo y superación del pecado. modo tan enérgico, que siempre fue considerado corno algo secundario
Ciertamente, Orígenes acoge, al desarrollar su pensamiento, un motivo el curso temporal del acontecer, al que nunca se concedió interés propia-
próximo al neoplatonismo que lo pone en conflicto con las representaciones mente metafísico. ~a ciencia griega no sólo veía en el hombre singular, sino
religiosas de la comunidad. Por mucho que se mantenga dentro del concepto incluso en todo el género humano con todas sus disposiciones, quehaceres
<le la personalidad divina y del de la creación como hecho libre de bondad y sufrimientos, al fin de cuentas, sólo un episodio, una manifestación pasajera
divina -sin embargo, el pensar científico, que quiere ver fundada la acción del proceso cósmico, que se repite eternamente según las mismas leyes.
~n la esencia, era en él tan poderoso, para que hpbiese podido ver en esta Esto se manifiesta COn sobria grandeza en los orígenes cosmológicos del
>creación un acto incausado, temporal e irrepetible. La invariable, eternal pensamiento griego, y también después que la dirección antropológica en la
'esencia de Dios exige más bien que sea creador desde toda eternidad, que filosofía adquiere el predominio, se mantiene vitalmente a modo de fondo
nunca interrumpa su creación, que produzca eternarnente. 32 Pero esta teorético de toda suerte de ensayos encaminados a orientar la vida, el pensa-
-creación de la voluntad e ter n a se refiere, por tanto, solamente al ser miento de que la vida humana del mismo modo que se ha generado de un
eterno, al mundo espiritual (ousía). De este modo crea Dios, eternamente proceso natural, siempre idéntico a sí mismo, debe desembocar otra vez
-así enseña Orígenes- al Hijo' eterno, el lógos.. como la suma de sus pen- en él (Stoa). Cierto: ya se había interrogado por un último fin de la vida
'sarnientos cósmicos (idea ideoon) .. y por Este el reino de los espíritus libres, terrena (Platón) y se había meditado, asimismo, sobre la sucesión, con
<lue, en sí limitado, envuelve a la divinidad a modo de ropaje eternamente
viviente. Aquellos espíritus que perseveran en el conocimiento y amor del 1921. Compárese J. Rupp, Vida y opiniones del obispo Gregorio de lNisa, (Leipzig,
'Creador, permanecen a su lado en beatitud invariante; pero los que se toman 1834). Una exposición excesivamente poética se encuentra en la interpretación anímica
de la naturaleza de los gnósticos, sobre todo en el más penetrante de ellos, V a~
remisos y exangües y se apartan de él con orgullo y vanidad, son arrojados 1 e n t i n o. En su poesía teogónico-cosmog6nica se describe el origen del mundo del
para escarmiento, al abismo de la materia, Creada para este objeto. Así siguiente modo: cuando el infimo (femenino) de los eones, la sabiduría (sophfa), con
se origina el mundo sensible, que no es nada autónomo, sino una exteriori- ansia incontenible, quiso equipararse al sumo principio fue arrojado por el espíritu del
zación simbólica de las funciones espirituales. Pues lo que es real en él orden (h6ros) nuevamente a su sitio; entonces desprendió de ella el supremo Dios
el afán de pasión (páthos), la más baja sabiduría (kátoo sophía)J llamada Achamoth,
no son los cuerpos, sino más bien las Ideas espirituales que a ellos se enlazan y la desterró al "vacío" (compárese parágrafo 20, 4); sin embargo, esta inferior
y, cambiando" existen en ellos. 33 sophta, preñada del hóros, da luz, para salvarse, al demiurgo y al mundo de los senti-
dos. Por tal motivo, aparece en todas las formas y criaturas de 'este muhdo aquella
31 TACIANO, Orat. ad. Graec. 4. ardiente nostalgia de la sophía; sus sentimientos determinan la esencia de los fenóm.e-
a2 ORÍGENES. De Princ. I, 2, 10. III, 4, 3. nos, su impulso y su queja conmueven toda la vida de la naturaleza; de sus lágrimas
33 Muy minuciosamente se ocupa de esta idealización del mundo de los sentidos el han salido las fuentes, los ríos y los mares; de su asombro ante las palabras divinas,
más lIignificado _de, los _Padres orientales de la Iglesia, G r e g o r i o d e N i s a (331- las rocas y las montañas, y de su esperanza de redención; la luz y el éter, que se dilatan
'394)'- con arreglo, 'por completo, al modelo platónico. Su obra capital se llama Lógos sobre- la tierra, conciliadoramente. Más desarrollada, cón canciones quejumbrosas y'
kateechee.tikós (Edición de su obra, por Morellus, París, 1615. Ahora W. JAEGER 1, de arrepentimiento, se repite esta poesía en la obra gnóstica pistis sophía. "
220 11. La filosofía he.lenístic.o,romana. El período religioso
2 L El problema de la historia universal 221
arreglo a un orden legal, de las diversas estructuras de la vida política
~(Aristóteles) ; incluso apareció la creación de un Estado cosmopolita racional 3. De acuerdo con semejarite 'relación, aparece en casi todos los pen-:
como tarea del género humano (Stoa, Cicerón) . Pero nunca se había lanza:- sadores cristianos la historia universal como un pro c e s o sin g u 1 a r
do el interrogante acerca del s e n t ido ti n i ver s a 1 del a h i s t o r i a de ,internos acontecimientos, que atrae hacia sÍ' la causa y destino del mundo
h u ro a n a, acerca de la conexión, según p 1 a u, de la evolución histórica, sensible: Sólo fundamentalmente Orígenes se mantiene dentro de la con-
y menos aún se -le había ocurrido a un pensador de la Antigüedad ver en ello cepción característica de la filosofía griega, cuando enseña la ete:-nidad del
la -esencia propia del mundo. proceso cósmico; Orígenes cree hallar la solución entre ambos motIvos: hace
Del modo más característico procede .-en este sentido precisamente el salir de un mundo eterno de espíritus, que considera como inmediata creación
neoplatonismo. También su metafísica arranca de motivos religiosos, a decir de Dios, una serie de mundos perecederos, que se originan por la caída y
verdad; pero 10 hace en un plano auténticamente helenístico, al considerar decadencia de ciertos espíritus -libres, y dejan de existir con su salvación
que lo imperfecto se deriva de 10 perfecto a modo de un proceso eterno, y restitución (apokatástasis)}l
necesario, en el que también la par tic u 1 a r e s e n c i a h u m a n a El rasgo característico del pensar cristiano es muy diferente: aquí se
encuentra su sitio, y se ve destinada por sí misma a buscar su salvación describe el drama histórico universal del pecado original y de la redención
retornando a lo infinito. como una trama irrepetible, de acontecimientos, que se inicia por una libre
2. El c r i s tia n i s m o halla desde luego la esencia de todo el acon- decisión pecadora de espíritus inferiores, y encuentra su desenlace en la
tecer cósmico en las vivencias de las p,ersonalidades; para revelación redentora, en la determinación de la libertad divina. Se concibe
él la externa naturaleza sólo es el e s ce n a r i o en el que se desarrolla el la h i s t o r i a -frente a la concepción naturalista de los griegos- como el
trato de persona a persona, ante todo el del espíritu finito con la divinidad. reino de libres acciones singulares de las personali-
Asimismo entra en juego como fuerza por demás determinante el principio dad e s, y el carácter de estas acciones es de significación esencialmente
del amor, la conciencia de la solidaridad del género religiosa, según la conciencia general de la época. .
h u m a n o, la honda convicción de la pecaminosidad general y la fe en 4. Altamente interesante es también la forma en que se expresa con
una ,redención colectiva. Todo esto condujo a considerar la historia del peca- ropaje cosmogónico en las poesías mítico-metafísicas de los g n ó s tic o s
do original y de la salvación como el verdadero contenido metafísico de la la peculiar relación del cristianismo con el j u da í s m o. En los círculos
realidad' y a convertir en contenido de la metafísica cristiana, en lugar gnósticos predomina la llamada tendencia cristiano-pagana, que quiere limi-
de aquel eterno proceso de la naturaleza, el d r a m a del a h i s t o r i a tar la nueva religión frente al judaísmo, tan enérgicamente como sea posible,
un i ver s a 1,1 como un proceso temporal de libres manifestaciones volitivas. y esta tendencia se acentúa gracias a la filosofía helenística, hasta entrar
Tal vez no hay mejor prueba de este impresionante influjo, que la im- en abierta hostilidad con el judaísmo.
portancia que adquirió la personalidad de J e s ú s d e N a zar e t: todas He aquí la forma mitológica empleada para elIo: el Dios del Antiguo
las doctrinas del cristianismo, por diferentes caminos que hayan seguido en la Testamento, que ha dado la Ley Mosaica, es considerado como el formador
esfera de la filosofía y de la mística, coincidían en buscar en Jesús y su vida del mundo sensible ~generalmente bajo el nombre platónico de d e in i-
la piedr'a de toque de la historia universal..Grac~a~ a él u r g o-------- y en la jerarquía de las criaturas cósmicas (eones) J así como en la
se decide la lucha entre lo bueno y lo malo, entre la luz y las tImeblas. historia del universo, se le asigna aquel lugar que le conviene, según esta
Pero además tenía otra dimensión la conciencia victoriosa que impul- función.
saba al cristianismo a creer en su Redentor: por lo menos, se admitía que Al principio no implica esta relación un expreso antagonismo. Ya un
las otras religiones eran productos de la maldad que Jesús había aniquilado. tal e e r i n t o (hacia 115) distingui6 la más alta divinidad, que no puede
Pues la concepción cristiana de aquella época estaba muy lejos de negar estar en ningún contacto con la materia, del Dios de los judíos, el demiurgo,4
la realidad de los dioses paganos; veía más bien en ellos demonios malignos, y enseñaba que frente a la "ley" dada por éste, Jesús fue portador de la más
espíritus caídos, que seducen al hombre y lo persuaden a rendirles culto, alta divinidad. Asimismo aparece el Dios de los judios en S a t u r n i n o
impidiendo así que retorne al verdadero Dios. 2 como corifeo de los siete espiritus planetarios,' que a modo de la ínfima de
De esta suerte adquiere 1 a 1 u c h a del a s r e 1 i g ion e s de la época las emanaciones del reino de los espíritus, en su afán de autonomía, se
alejandrina a los ojos de los propios pensadores cristianos, significación apoderaron de una parte de las materias para formar un mundo sensible
metafísica: 'los poderes, cuyo conflicto constituye la historia universal, son ~ instalar al hombre como vigilante de él. Pero de ahí se origina la lucha
los dioses de las distintas religiones y la expresión de esta lucha es el interno cósmica, en la que Satanás, para reconquistar aquella parte de su reino,
sentido de toda la realidad. Pero articulando al hombre concreto, con, Sl1 lanza contra el Demiurgo y su cortejo sus propios demonios y la natura
vida ética a este acontecer universal, se eleva la significación de la perso,;. inferior, "hy1ica", del hombre. En esta lucha, se revelan los profetas del
nalidad ~uy por encima de la vida sensible, dentro de .la esfera de la Demiurgo impotentes, hasta que la más alta divinidad envía al Eón nous
realidad metafísica. Como salvador, a fin de que libere a los hombres pneumáticos al par que a
los demiurgos y sus espíritus, del poder de Satán. También B a s í 1 i d e s
1 La expresi6n tiene en este nexo, como se ve, un sentido más amplio y correspon-
de en mucho mayor medida a la acepci6n literal en que generalmente se emplea. 3 ORÍGENES, De Princ. III, 1, 3. A causa de la libertad, no son estos mundos,
2 Así, el propio Orígenes, compárese, Contr. Cels. III. 28. iguales, sino muy diferentes a aquel del que se originan: ibid. 11, 3, 3 s.
4, Una distinción que incluso Numenio acoge, claramente bajo el influjo gn6stico:
compárese EUSEBI?, Praep. Ev. XI, 18.
2 l. El problema de la historia universal 223
222 n. La filosofia helenistico.romana. El periodo religioso.
hasta adquirir esta estructura filosófico-histórica (compárese parágrafo
hace participar al Dios de los judíos de la salvación: aquí se introduce 18, 5) ..
Jehová bajo el nombre del "gran Archon)' como efluvio de la divina simiente Pu~s l.as a?-ticipacion,es a l~ revelación cristiana que asoman, ora ,en la
cósmica y como caído corifeo del mundo de los sentidos; la embajada re- profecIa Judaica, ora en la fIlosofía griega -tienen el valor desde este
dentora, que trae Jesús del más elevado Dios, conmueve también este p1fnto de vista'.,de ~r.eparación.pedagógica. Y pu~sto que, se-
"Archan" y 10 torna sumiso y obediente, arrepentido de su soberbia. En. gu~ 1~ concepclOn crIstIana, .la redenclOn del hombre en pecado constituye
fonna análoga pertenece el Dios del Antiguo Testamento, en e a r p ó ~ r a- e! umco sentido y ,el contemdo ?e valor d~ !a historia universal, al propio,
t e s, a los ángeles caídos, que, encargados de formar el mundo, procedieron tlempo que la de toda la reahdad no dIVllla- aparece la s u c e s ión
por propio arbitrio y fundaron reinos aislados en los que se hicieron venerar reg~lar de los hechos de la revelación divina como lo<
de los espíritus subordinados y de los hombres: al paso, empero, que estas, esenCIal en todo el curso de los acontecimientos cósmicos.
religiones particulares combaten entre sí, como sus Dioses, ha revelado la. Con arreglo a la doctrina de la revelación, se distinguen fundamental-
más alta divinidad en Jesús, como ya antes en los grandes educadores del n;ente tres grado~ de esta acción ~~dentora de la divinidad: 9 Según el conte-
género humano, un Pitágoras, un Platón, la única, verdadera, universal m~o,. aparece pnmero la rev::laclOn humana en general, que se manifiesta
religión, que tiene a Dios mismo por contenido, ' obJetr~'amente. en la regul,a::ldad de la naturaleza; subjetivamente, en la
En resuelta polémica contra el judaísmo distingue también el sirio- capaCIdad raclOnal del esplntu; segundo, la revelación particular, que tocó
5
Ce r d ó n entre el Dios del Antiguo Testamento y el del Nuevo: que el en suerte al pueblo hebreo en la Ley Mosaica y en las predicciones de los
Dios anunciado por Moisés y los profetas sea el formador del mundo' que profet~; tercero, la plena manifestación y prueba de la verdad de salvación
obra con arreglo a fines, y el Dios de la Justicia, asequible, además, al
conocimiento natural (el concepto estoico) ; que el Dios revelado por Jesús
!
en esus; teJ?poralment.e" corresI?onden a estos tres grados tres períodos: de
A?an ~ MOlses, de MOlses a Cnsto y de Cristo al Presente. 10 Esta división
sea el incognoscible, el Dios de la bondad (el concepto fil6nico). En M a r- tTlpartlt~ ~staba ;anto más c::rca del antiguo cristianismo, cuanto con mayor
e ión (hacia 150) adquieren estas ideas su radical estructura: se ve en la fuerza ;lly!a en el la creenCIa de que, en el período final, inaugurado con
vida cristiana, concebida aquí con enérgicos rasgos ascéticos, una lucha la apanclOn del Salvador, en poco tiempo terminaría la redención del mun-
contra los demiurgos, en pro del excelso Dios revelado por Jesús,6 y su do .. Las esper~~as e s. c .a t o 1 ó g i e a s, constituyen una parte esencial de la
discípulo A p e 1 e s llega a consider,ar al Dios de los judíos como el propio antIgua metaÍlslca crIstIana; pues la filosofía de la historia que hace del
Lucifer, que introduce el pecado carnal en el mundo de los sentidos, creado Redentor el punto crítico de la historia universal no reposa por lo menos
por el buen demiurgo, el ángel superior. Pero a súplica del demiurgo envía en la i~ea. de que ~l Cr;rcificado retornaría par'a gobernar al ~undo y lleva;
el excelso Dios al Redentor contra Satán. fl; su termmo la VIctOrIa de la luz sobre las tinieblas. Ciertamente, con el
5. Frente a eso, no sólo expresamente por las Recognitiones atribuídas tl~mpo y con los desengaños de las primeras esperanzas, fueron adquiriendo
a Clemente Romano (hacia el año 150 d. C.),7 sino en toda la· dIVers~ e~tructura tale.s representa.ciones; sobre todo, acabó por imponerse
evolución ortodoxa de la doctrina cristiana, se sustenta la idea de que la antltesls ~~tre d~a.l~mo y mOnIsmo: se concebía el juicio final o como
el supremo Dios y el Creador del mundo, el Dios del Nuevo Testamento y una s~p,:raclOn defml~lva de lo bueno y lo malo, o como una superación
el del Antiguo son uno y el mismo: al propio tiempo se ve en la r e v e~ de lo ultimo po:: lo pnmero (apokatástasis pántoon, en Orígenes). Pero por
1 a ció n d e e s t e ver dad e r o, ú n i caD i o s, un pro c e s o e d u"'- mucho que .oscile aquí la concepción material y espiritual de la beatitud
c a t i v o con a r r e g loa un p 1 a n, y se busca en esta evolución tem- y. de la d:sdl.cha, del cielo y del infierno, -no deja de representar el juicio
porera la' h i s t o r i a del a red e n ció n, esto es, la propia historia del fmal el t~~mmo de la obra redentora y, con ello, el término del plan divino
mundo. Estimulados por las cartas de Paulo,8 se instalan en este punto de salvaclOn.
de vista Justino y sobre todo Ireneo: su teoría de la revelación se redondea 6. A decir. verdad, pues, tienen ur; carácter exclusivamente religioso
los puntos de vIs.ta. desde los r:uales se mterpreta la historia universal con
5 Compárese VOLKMAR, Philosophoumena und Marcion (Theol. Jahr. Tubinga, los pensador:s cn~tIan?s;.pero H;rum~e en ,ellos.el principio general de una'
1854). El mismo, Das Evangelium Marcions (El Evangelio de Marción), Leipzig, te 1 e o 1 o g 1 a h 1 S t o r I c a. SI la fllosofIa gnega había profundizado en
1852. A. v. HARNACK, Marción, 1923. la eonsidera~ión de la finalidad d~ ~a naturaleza con energía tal, que nunca
6 Una versión mitológica, sobremanera sorprendente, de este pensamiento, se
encuentra en la secta de los o f ita s, que han transformado el relato hebraico del
fue sobrepuJada por el pen~~r rehglOso, surge ahora el pensamiento entera-
pecado original así: la serpiente, que en el. paraíso enseñó al hombre a comer del ár- men!e nuevo de que tamblen el curso temporal de los acontecimientos de
bol del conocimiento, inició la revelación del verdadero Dios al hombre, a la sazón la vIda, humana posee un sentido universal pleno de finalidad. Sobre la
bajo la hegemoIÚa del demiurgo; una vez que hubo el hombre sufrido la ira del teleologm ~e la naturaleza se eleva. la teleología de la historia, y por poco
demiurgo, se perfecciona esta revelación y surge victoriosa _en Jesús. Pues aquella que se adVIerta entre ambas un nexo conceptual y facticio, se encuentran
revelación que trató de enseñar la serpiente, es la verdadera salud del hombre, su
pertenencia al excelso Dios: eritis sicut deus. . 'l~dE:Q. pa;rte ocurre esto ya en los gnósticos, por lo menos según Hipólito en
7 Editadas por GERSDORF, Leipzig, 1838. Compárese A. HILGENFELD, Las Recog- B aSl 1 es. '
niciones l' Homilías de Clemente (Jena, 1848). G. UHLHORN, Las Homilías y 10 '.El desarrollo (herético) posterior de la escatología añade a' estos tres periodos
Recogniczones de Clemente Romano (Gotinga, 1854). un cvu~rto, PIar la aparición del "paráclito"; compárese por ejemplo TERTULIANO
8 Que, tratan la "'ley" a modo de guia pedagógico hacia Cristo (Paidagoog6s n e zrg. ve. 1, p. 884, O. _ " 7
els Chistón): Gal. 3, 24.
224 n. La filosofía helenistico-romana. El periodo· religioso. 21. El problema de la historia universal
225
ya indicios, según los cuales la primera viene a considerarse como un peldaño existe la naturaleza y ésta dejará de '.
de la última. 11 h~a alcanzado su designio el d' eXIstir, cuando el proceso histórico
Semejante concepción sólo fue posible en una época de madurez, que seno de la Bondad. ' la en que todos los espíritus retornen al
tenía el recuerdo viviente de una gran evolución histórica. Alboreaba en la De esta guisa, el antropol g .
cultura universal del Imperio Romano, en la autoconciencia de su intimidad, un desplazamiento de intereses aOm 'd' mdo, que al principio penetró COrno
la presunción de un engranaje, pleno de sentido; del destino humano, merced la ' " gnega, se convierte ah
CIenCia ,ooeunamud l' anza d e probleroas en
al cual la propia presunción habría surgido, y la representación de este , .. ora en a fdosofía h 1 ' .
vez .mas en prmcIpio esencial de la conce . , e emsbco-romana cada
poderoso proceso' se daba ante todo en la t r a die ión del a 1 i ter a-
tu r a g r i e g a ininterrumpida durante un milenio. La concepción religiosa:
del mundo, que se había derivado de toda la cultura antigua, dio a aquel
al fm, de la metafísica en alianza c
g.énero, humano gana ~onciencia d
sldera su historia de sal
°r pClOn. del mundo, y toma posesión,
la ~~cesldad religiosa de la época. El
~,a um ad de su nexo histórico y con
pensamiento este giro: había que buscar el sentido del acontecer histórico "
f mItas. L va c Ion COmo 1 d'd -
o que nace y perece en el . a me 1 a de todas las Cosas
en el designio divino de redimir al hombre, y, puesto que los mismos pueblos dero sent'd '1 espacIO
1 o SO o en cuanto se con .d d yen el tien d '
IpO a qUIere su verda-
de la antigua cultura sentían que la época de su acción había pasado, ....:...-es con su Dios, SI era entro de las relaciones del hombre
comprensible que hayan creído ver frente a sí el término de su historia, Por s e r y d e v .
cuando el sol de su día tramontaba. Dio s y g e' n ero heunmI r pregunta la antigua filosofía en
ano sus orígenes;
Con la idea de tal unidad, plena de sentido, de la historia humana, va son sus postreros conceptos.
de la mano el pensamiento de una un ida d supraespacial y supratem~
poral del g é n e r o h u m ano. La conciencia de la cultura común, que
rompía las barreras nacionales, logra su perfección en la creencia en una
común revelación y redención de todos los hombres. Al convertir la bien~
aventuranza del género humano en contenido de un plan cósmico divino,
aparecía 'como la más relevante, entre todas las organizaciones vinculadas a
este designio, aquella comunidad de vida (ekkleesía) a la que están llamados
todos los hombres, gradas a su creyente participación en esta propia obra
de redención.' En este nexo con la filosofía religiosa de la historia se encuen-
tra el concepto de la 1 g 1 e s i a, originado de la vida de la comunidad
cristiana, y entre cuyas notas constitutivas más importantes alberga el de
la universalidad (catolicidad).
7. Pero de esta suerte se convierte al h o m b r e y s u d e s ti n o en
centro del universo. Semejante carácter a n t r o p o e é n tri c o diferencia
la concepción cristiana del mundo esencialmente de la neoplatónica. C i e r~
t o: esta última da al individuo humano, cuya esencia espiritual es susceptible
de la deificación, una elevada posición metafísica; C i e r t o: considera el
curso teleológico de la naturaleza desde el punto de vista (estoico) de
la conveniencia humana, -pero nunca hubiera aceptado el neoplatonismo
el ver en el hombre la meta del universo, por mucho que haya sido para él
una manifestación parcial del influjo divino.
Pero precisamente éste es el caso 'en la patrística. Según I r e n e o
(Ret. V, 29, 1, p. 767 St.), es el hombre objeto y fin de la creación:
es, como esencia cognoscente, a quien Dios quiso revelarse, y por el que fue.
creado todo lo demás en la naturaleza entera; el hombre es también quien,
hizo necesaria la redención y la ulterior revel::~.ción, por el abuso de la
libertad a él concedida: quien, por tanto, constituye el objetivo final de toda
la h i s t o r i a, El hombre es, según las enseñanzas de G r e g o r io de
N i s a (Cont. 1, 50-60. MOL), como la más elevada manifestación de la
vida sensible, -la corona de la creación, su soberano y rey: destinada para ser
contemplada por él y ser _trocada en su otiginaria espiritualidad. Incluso
en Orígenes son los hombres los espíritus caídos, que, para castigo y repa~
ración, fueron arrojaqos al mundo de los sentidos:, sólo a causa de su pecado
229
IIJ, La filosofía de la Edad Media 231
111. La filosofía de la Edad Media
230
naciones europeas, y en esta fonna recogieron la herencia de los griegos
, "b" 1 ultura científica el peligro de los pueblos románicos y germánicos.
fronteras septentnon;lles, corno taro len a c I d 1 f¡'lasofía
. el aparato conceptua e a , Por- tanto, la Edad Media ha recorrido, inversamente, el camino que
ser arrasada por comp1eto. , pues para e osesionaron del cetro
finamente elaborado, pOS~l~r: los pueblos qu~, s P ara las luminosas los griegos habían andado, en su interna relación con la ciencia. En la
imperial, aún menos. sensl~l~dad ~ com"?r~r:~~~nq~:e~ó destruída en tal antigüedad se originó la ciencia del placer puro y estético, del saber por
creaciones del arte grIego , a a~tl1guatc¡lvl xtremo que parecía impotente el saber; y sólo después se fue poniendo, paulatinamente, al servicio de las
medida, quebrantada su f uerza vlta a a e , necesidades prácticas, de las tareas morales, de las ansias religiosas. La Edad
para educar a los rudos vencedores. . d d sin ers Jcctiva Media inicia su marcha con la idea de una consciente subordinación del
y las conquistas del espíritu grieg? huble~a~. que f art~lecid¿ e¿ el de- conocimiento a los grandes objetivos de la fe; ve en la ciencia, desde luego,
de salvación, a merced de la r,nuerte, 51 no se f:e~~: e~piritual la que se
d sólo la faena del intelecto para apropiarse de modo claro Y expresar con-
rrumbamiento del mundo antIguo, una nuev~ el futuro con mano ceptualmente 10 que se posee de manera cierta e inatacable en sentimiento
doblegaron los hijos del norte, y que supo s~ va~.Pt~r~ Tal f~erza fue la y convicción: pero en medio de este esfuerzo despierta, insegura Y tímida-
severa, ~os bie?-es .de la c~ltura, ~ t e~~ :~ec; ci~n~~~c~o lograron, 10 llevó
mente al principio, de modo más firme y cierto después, el placer por el
1 g 1 e s 1 a c r 1 s tIa n a. o qu~ s a , . s ex eriencias de la intuición propio conocimiento; desde luego se desarrolla en forma incipiente en terri-
a cabo la religión. Incapaces aun para las Íl~a oldos los germanos en su torios que parecían encontrarse más lejos de los dogmas intocables de la
estética y del t~a~ajo conceptual;d~uerdonl so regc~lio que influyó sobre ellos fe, y, fin, se abre paso otra vez, victoriosamente, cuando empieza a des-
más hondo sentUIllento por la pr~ lca e .evan , lindar la ciencia de la religión, la filosofía de la teología, Y a independizarse
con toda la energía de su grandlOsa senCIllez. . . . eso de conscientemente.
Sólo a causa d~ p~rejo ~stímulo feligios~l psU~~ {~l~~:~ep:l a~~~~l: sólo L a e el u c a ció n del o s p ti e b los e u r o p e o s, que exhibe la
adaptación de la CIenCia antIgua en os pue o d a la escuela de historia de l::t filosofía de la Edad Media, tiene, por consiguiente, como punto
de la mano de la Iglesia pudo penetrar el nuevo mun o fue ue del con- de partida la doctrina eclesiástica, y como meta final, el desarrollo del
la antigüedad. Pero la consecuencia natural de estos he?~os. qdesde luego espíritu científico: la cultura intelectual de la antigüedad llega a los pueblos
. . dI' lt sólo permaneclO VIVO, ' modernos en forma religiosa y alcanza en ellos, paulatinamente, la madurez
tenido esplntual b' e a ~:~ua cu l:r~octrina de la Iglesia cristiana, y que de hecho científico propio.
aquello que era len rccI,} o por el ma or recelo todo lo demás, par- En tales circunstancias es comprensible que la historia de este proceso
ésta excluyera de la ensenanza , con .. , y a ella De esta suerte se evitó educativo despierte mucho más interés psicológico e histórico cultural que
. 1 tique se hallaba en OpoSlclon. ,
tlCU arm;n e. ~a confusión en el espíritu adolescente de los pueblos, que aun ofrezca nuevos y autónomos frutos de conocimiento filosófico. Cierto: se
~~nh~~~í:;~dfidO concetbir bY' ~~ab;~~¿:u~~:r~! ~~l\~: ~~~~' ~~1:~~~e~~~ hace valer aquí y allá, en la apropiación de las ideas trasmitidas, la origi-
nalidad del discípulo; cierto: experimentan, por tanto, los problemas y
por ello nau ragaron am le b' 1 cha conceptos de la antigua filosofía, al penetrar en el espíritu de los nuevoS
sólo más tarde fue posiblebre~catar c~~ pe~:r;a e~eal~e~~uc~ció~ intelectual pueblos, variadas y finas mutaciones y en la amalgama de la nueva (latina)
Mas para llevar a ca o a gran lOsa. d la' I lesia merced terminología rivalizan en la Edad Media, a menudo, profundidad y pers-
de los pueblos de Europa,. estaba e¿ aptltu!aya~:e J~ l~~ mmfestos' orígenes picacia con pedantería y falta de gusto: pero en las ideas filosóficas funda-
a que evolucionaba, con f lrmeza ca a ve~ . , , b' or
de una comuni~ad d~el\gio.s~ ad un: ~~~n~~~~~~a c~~1~~~; f~~~z:c~ólidi Y
mentales no supera la filosofía medieval -ni en 10 que toca a problemas,
l ni en lo que mira a soluciones- el sistema conceptual de la filosofía griega
representar ~ en. a ISO uClOn e esta or aniz~ción campeaba la idea de y helenístico-romana. Por mucho que se pondere el valor de su esfuerzo
segura de SI mIsma. Y dado que en '1' g la humanidad entera la salud para la educación intelectual de los pueblos europeos, no pasa de ser su más
d~~¡~;ll~~tó::\~;:ó l~a:~~~ :d~~~~~~ ¡;~ligi~~:yd~l~~ ~!:~ré~ ~~aI~~:¡~ alta creación, en última instancia, brillantes rendimientos de discípulos, en
los cuales se descubren sólo a la pupila de la sutil investigación particular los
h:~¡~i~~c~';:aJ~I~~:¡'!%:n~eeS~:~¡~aP~~fs~~ segur~dad, entr~ incontables gérmenes apenas perceptibles de un nuevo pensamiento, mientras ellos, en
todo caso, se revelan, en su conjunto, como asimilación del mundo de pen-
extravíos, la meta de una doctri?-a, ~nitaria, en sí r;rnsma e~o:~~~~ d!tu:o~~ samientos de la agonizante antigüedad. La filosofía medieval, es, según
los albores de la nueva época hlstonca fue. c~nceblda y p . t' f a~
" . nante la totalidad de sus conVlCClOnes en un SIstema CIen 11; su espíritu entero, sólo la continuación de la filosofía helenístico-romana; y
mas lmpreslO " t d primer rango' por A g u s t 1 n. la diferencia entre ambas es la siguiente: lo que en los primeros siglos de
b rado y por un eSplY1 u e ""1
ment e ela o d 1 Ed d Media En su fllosofla no so o nuestra era estaba en trance de lucha, vale y es dado en la Edad Media,
Este es el verdadero maestro e a a . " 1 .d de esencialmente, como algo acabado y concluso.
se anudan los hilos .del pens~~iento cris:ian~o~ ~~~~~~P~~!~~~~ l~~ 19::~des Un íntegro milenio ha tardado la educación de la sociedad actual y
O:!~::~e~t:se :;~~n~~o~a:e~e~o:~c:~::ecesid<:d de reden~ió~ ¿osrí ~u~~ ha prosperado el aprendizaje de la ciencia por la sucesiva a s i mil a ció n
el e 1 a a n t i g u a ro a ter i a d e e n s e ñ a n z a, cual un proceso peda-
Pplimiento por la comunidad cristiana: Su doctrdma es la FIl. idad .el gógicamente planeado. De los antagonismos que se acusan en este material,
. e r i s tia n a De esta suerte fue a d o en conCIsa un
1 a 1 g 1e s 1 a .., .. d de toque de la formación científica de las nacen los problemas filosóficos, y de la combinación de los conceptos asirni-
sistema que se convlrtlo en pIe ra
lIJ. La filosofía de la Edad Media l1J. La filasafla de la Edad Media 233
232
filosófico -aquí ~a doctrina eclesiásticamente fijada, allá la religiosidad
lados van formándose las concepciones científicas del mundo de la Edad pe,rson~l-; pero JU?t.o a ellas s~ d~senvuelve una corriente mundana, por
Media. aSl declrlo, que surrumstra a la CIenCia en trance de reconstrucción cada vez
En esta tradición surge una disidencia entre la d o e t ~ i n a e e 1 e s ~ á SR en. mayor medida, las ricas conquistas del conocimiento cmpír¡'co de los
tic a, representada por Agustín, y. el n e o p 1 a ton 1 s ID o. Semejante R
gn~gos y los r~manos, c u a 1 U? s a b e r r e a 1. Al principio domina aún
escisión no penetra, a decir verdad, Igualmente hondo en tod?s los proble el. mt~nto de mcorporar orgámcamente al edificio escolástico este vasto
mas, ya que Agustín permanece bajo la presión ~el neoplaton~smo, en muy mz:tenal y l~s formas .conceptuales con él recibido: pero a medida que más
esenciales puntos; pero persiste en todo caso dIcho antagomsmo, tocant,e se m~epe~dIz~ ~sta parte del saber, tanto más viran los objetivos de la con~
al terna fundamental de las relaciones de la filosofía con la fe. El agustl- .cepclO~. Cl.entiÍlca . d~l mundo, y mientras la conceptuación y trasmisión
nisIDo se concentra en torno al concepto de la Iglesia. Para él, la tarea de del sentImIento rehglOso se aísla, comienza el conocimiento filosófico a esta~
la filosofía se endereza, en lo esencial, a exponer, fundar y elaborar la doctd.. car de nuev~ el territorio de la investigación puramente teorética.
na eclesiástica en un sistema científico: en cuanto acomete este problema, ~~ ,esta .~quez.a ,de corrien~es, ": men~do íntimamente entrelazadas, de la
es la filosofía 'medieval la ciencia eclesiástica escolar, la escolástica. tradlclOn, Slbue hilandose la CIenCIa antlgua en la Edad Media: así se com~
En cambio la tendencia neoplatónica, según su esencia, no toma en cuenta pren~e la :,ita~i;1ad .m~l~iforrne con que aparece la filosofía de este milenio
la comunidad religiosa; se preocupa por conducir al individuo, media~lte ~l a la IllveStlg<3;clOn hIstonca. En este abigarrado cambio de amigable y hostil
conocimiento, a la beata unidad de vida con Dios: En tanto la CIenCia cont~~~o se II?pulsan a creaciones siempre nuevas los elementos de una
de la Edad Media se propone este objetivo, se hace m.í s tic a: . tradIclOn cre~len~e e~ extensión y contenido, de siglo a siglo; va surgiendo
Según esto escolástica y mística se complementan sm exclUIrse: SI la una extraordmana fmura de gradaciones y matices en la mezcla de estos
contemplación' ITÚstica puede ser objeto de estudio del sistem~ escolástico, elementos y. ~on ello una e.xuberante muchedumbre del trabajo intelectual,
el rapto místico puede reconocer en la .doctrina de .los es;:olá.stlcos su f?n.do que se mamÍlesta en un bnIlante número de interesantes personalidades en
teorético. De ahí que, en la Edad Media haya corndo mas nesgo la mlstIca una sorprendente difusión de la producción literaria en una apasion'ada
que la escolástica, de caer en la heterodoxia; pero. sería falso ver en, e~to agitación de las disputas científicas. '
una esencial característica distintiva entre ambas. CIertamente la escolasbca . La invest~gación histórico-literaria aún está muy lejos de justipreciar tal
es por completo ortodoxa, en lo fundamental; pero no sólo tocante a la nqueza multIforme: 2 pero la historia de los principios filosóficos, que sólo
manera de interpretar los dogmas, también en la ,m~mera d.e ~onceptuar encuentra e.n ~ste penodo a pesar de todo, por los motivos señalados, un
éstos, se apartan mucho las opiniones de los escolastlcoS; aSlITllSmO en el escaso rendImlento, posee ya de modo suficientemente claro y preciso los
análisis científico de las doctrinas dadas han caído muchos de ellos en puntos
de vista heterodoxos por demás, cuya enseñanza les ha acarreado, más o
rasgos fundamentales ?-c este d~s~rrolIo cu~tural. Ciertamente hay que guar-
darse ¿e querer .reducIr la mOVIlIdad multIforme de este proceso a fórmulas
menos graves conflictos públicos e internos. Pero por lo que respecta a la de~~slado sencI~las, y pasar por alto la muchedumbre de las relaciones
mística, aporta frecuentemente la tradición ne~pla~?nica la. ?a~e concept?al posItIVas y negatlvas de los elementos de la antigua tradición que penetran
del oculto o externo antagonismo a la monopohzaclOn eclesIastlca de 1:; VIda atropelladamente en el pensar medieval durante estos siglos.
religiosa;l mas, por otra parte, encontramos místicos entusiastas q~e se. SIenten ~n g~ne:al, el .cu~so de la ciencia en los pueblos europeos de la Edad
llamados a proteger la verdadera fe contra los excesos de la ClenCIa esco~ Media dIbUJa la slgmente trayectoria:
lástica. . . ~~ p~;spi~az, d.octrÍl;a de A g u s t Í n no influye desde luego por su
De ahí que no parezca adecuado dar el nombr~ colect~vo de esco.lás~~ca s~gnifIcaclOn fIlosoÍlca, sIlla. como exposición oficial de la doctrina eclesiás~
a la filosofía medieval' más bien, dentro de una actItud de Justa apreClaClOn, t~ca. Junto a ella se mantIen~ un.a ;rustica nt;0platónica, y la educación
sería pertinente confe~ir a la mÍstic~, por lo menos i~~} im'por;~ncia que Cl~ntIÍl,c?- se reduce a compendl?s .Sln Importancia y fragmentos de la lógica
a la escolástica respecto del mantemmIento de la tradlclOn ~lentlf~ca ,C?IDO anstotehca. No obstante, se ongma de la reelaboración de la última un
tocante al proceso de adaptación y conformación de las ~octrmas fIlosoÍlcas, problema lógico~metafísico de gran envergadura y en torno a él un movi~
que repercutirán en las subsiguient~s épocas; y no practlc~r, por otra parte,
una inflexible línea de demarcaclón entre ambas corrlentes en lo que 2 9iertamente, las razones .de ello residen en parte en los prejuicios con los que
concierne puntualmente a un gran número de las más salientes persona~ se tropIeza desd~ hace mucho tIempo para valorar equitativamente la Edad Media, y
que apenas ~omIenzan a aban~on<>;rse muy poco a p~~o; pero también, no en insigni-
lidades filosóficas de la Edad Media. Í1cante ~edIda, en ~sta p~'Opl~ hteratura. La ~rohJa y, ,:1 fin de cuentas, estéril
En fin, hay que añadir que la escolástica y la mística .reunidas no ag?tan a~pulo~~dad de las mve~tlgaclOnes, la monotoma esquematica de los métodos, la
las corrientes típicas de la filosofía medieval. La esenCIa. ~e ambas dIrec~ relteraClOn y. ~~pleo perslstentes de 10~ mismo.'i argumentos, el despilfarro de agudeza
ciones se determina por su relación con los supuestos relIglOsos del pensar en tema~ artIfICIales y no pocas veces msulsos, los secos chistes de escuela son rasgos
pert:,necIentes d~ suyo al proceso histórico-';1-niversal del aprendizaje, ap~opiaci6n y
ensenanza, 9ue tIene lugar en la E?ad ~edIa, pero que contribuyen también a que,
1 Compárese H. REUTER, Geschichte der reli?iosen AufkUirun;g im Mittelalter en el estud.l? de esta parte de la fllosofIa, la masa del material y el esfuerzo de su
(Historia del Iluminismo religioso en la Edad M 7dla), 2 vols., Berhn, 1875;77;. tam~ r~con.stl'Ucc;on se e~cuentre en desfavorable relaci6n con el rendimiento cabal de esta
b'; H V EICKEN Geschickte der mittelalterltchen Weltanschauung (Hlstona de c!-encI:;. ASI s: explIca que pensadores que profundizan con celo y laboriosidad en la
lle~nc~p~ión medi~va1 del mundo), SIj. ed., ~912; además, G. v. HERTLING, ?ist. ft1oso~la medIeval! no oculten a menudo la dura expresi6n de displicencia sobre
,1 tahrbuch, 1889 e Hist. Beitraege zur Philosophte, 1914 y ~. GRUPP, Kulturgeschwhte su objeto de estudIO.
des Mittelalters (Historia de la cultura en la Edad Medla), Stuttgart, 1894 ss.
li
I
I
234 In La filosofía de la Edad Media
235
Primer periodo 237
236 IlJ, La tilosot!a de la Edad Media
portadores de la tradición, irrumpió el impulso de saber, de tal manera
las fórmulas y según las reglas de la lógica aristotélico-estoica: el peso promovido.
principal recae en el ordenamiento formal, en la caracterización y división
de los conceptos genéricos, en la corrección de las deducciones. Así como ,Pero
d esta ' sobrevitalidad
" D h del movimiento diale'ct!'cO encontro ' aSImIsnio
"
vana
C ,.a OpOSIclOn.
d d 1 e echo se ocultaba en ella IlO!'Sma,~ un seno '1 pe'Igro
en Oriente, gracias a Juan Damasceno; la antigua silogística se pone siste- a:e~Ia e to os os fundamentos de conocimiento real esta sorprendent~
máticamente al servicio de una exposición rigurosamente articulada de la a~tly}dad del ,.pens~r abstracto. Con sus distinciones y conclusiones se con-
doctrina eclesiástica, del propio modo ocurre ahora en las escuelas de VITt:o, l?or aSI deCIrlo, en ~n mecanismo vacío, sin freno alguno, que, si
Occidente. ~oma C1erta~ente la ~apacIdad fornlal del espíritu en movimiento progre-
Sin embargo, no tuvo esta faena, posible en la situación creada por la S!VbO, n~ podIa. clonDduclr, empero, a pesar de todos sus giros y versiones a un
tradición, sólo el valor didáctico de un ejercicio mental en la apropiación sa
Ge er b sustanCia.
t b e d ahí la exhortación de homb res comprenSIVOS, . )como
de los conocimientos; también tuvo otra consecuencia: los primeros en- . r e~ o, .:para a an onar aquel formalismo y entregarse a la concienzuda
sayos de una reflexión autónoma se orientaron al problema de la si g n iw lllvestIgaClO;rt de la naturaleza y a los problemas de la cultura práctica
ficación real de las relaciones lógicas, y así aparecieron . ~er.o mIentras tal requerimiento resonó aún sin ser oído tro ie~a la
en la literatura occidental, muy pronto, estudios sobre las relaciones del dIale~,.tIc.a con una ,aguda oposición en la religiosidad de la fe en ~l poder
y
concepto con la palabra, de un lado, y del concepto con el objeto, de otro. dla'elaboración lógica de la met a f'ISIca
eclesIastIco.. Pronto ' rel'IglOsa
, y Ias
Una peculiar complicación acabó por fortalecer esta problemática. Junto consecueu,.cIas e la~ opmiones expuestas en la controversia de los univer-
a la doctrina cristiana existía, aún a medias tolerada y a medias condenada, sa1,es, cayo ;n conpIsto. con el ~ogma; y tanto más se repitió esto, cuanto
un tradición mística del cristianismo en forma platónica. Remonta a escri- mas ,:parecI.a la dmlecbca no solo superflua para la conducta devota sino
tos, que, originados en el siglo v, se atribuían al primer obispo de Atenas, tamblen pelIgrosa en :nater~a eclesiástica. En este sentido fue combatida en
Dionisio Areopagita; y se difunde grandemente cuando, en el siglo XI, °
parte. con extrema vlOlencla, por los m í S tic o s o r t d o x o S' el ' ,.
J u a n E s c o t o E r í gen a traduce estos escritos y los convierte en fun w agreSIVO Tentre ellos era Bern,:rdo. d~ ~lairveaux; al paso que los victori:o~:
damento de su propia doctrina. Pero el rasgo fundamental de esta doctrina de los excesos de la arrogancIa dlalectlca recurrieron al estudio de Agustín
lo constituye aquel paralelismo de los diversos grados de la abstracción, tratan~o de ,;umentar el ric~ tesoro de la experiencia interna que contenía~
con los grados de la realidad metafísica, que ya había sido sustentada, a las ?b~as ~e este: .con e}lo, SIn embargo, llevaron aún más los pensamientos
decir verdad, en el viejo platonismo y en el neoplatonismo (comp. parágr. capIta es e su pSIcologm, de lo metafísico a lo empírico.
20, 8),
Gracias a tales sugerencias viene a ocupar el punto central del pensar
filosófico, durante los siguientes siglos, el problema acerca de la si g n i f i~ Aurelio Agustín (354-430) nació n T (N' .
en Madaura y Cartago, hizo la carrera forens:. Rec~~~i¿e en ~:j~~a.1nt~d a11~sa~omo
,.
e a ció n m e t a f Í s i e a del o s con c e p t o s gen e r a 1 e s. En torno
a él se van agrupando todos los problemas lógico-metafísicos, y según la
~:s:~~er :~t!~~tse ~ndóm~a, tpda~ ~as posiciones del mo~imiento científico-religio~~
mismo buscó '1 u ~a r~, atrlClO, era pagano; su madre, Mónica, cristiana' él
respuesta que a parejo problema se daba, se decidía la posición filosófica cible duda' d:~p:és ~~~~~b!~mal°' desde. ~uego, tra~q~ilidad religiosa para su inc~er
de los pensadores aislados. Se llama a este movimiento la con t r o ver s i a , di' , ' . 10 esceptiCIsmo academIco, que había tomado de Cice-
ron, e cua.l pas~ paulatma;nente a la doctrina neoplatónica y al fin fue convertido
delo s u n i ver s a 1 e s. Dentro de la diversidad de las opiniones pueden P~~etm~ros~o, ObISpO de ,MIlán" al cristianismo, del que lleg~ría a se; su -filósofo por
distinguirse fundamentalmente tres corrientes: e 1 r e a 1 i s ro o, que afirma e ,en?la. e as.~cld ¿n el no solo una naturaleza apasionada a un ingenio dialéctico
la existencia independiente de los universales (es la doctrina de Anselmo de ~a~~~rgpl~ae~~P~;:I a . e. pe¡samient.?¡, sino también a un inquisitivo sentido filosófico y
. n aclOT,l eSpIntua, que so o más tarde se fue limitando por intereses reli-
Canterbury, de Guillermo de Champeaux y de los platónicos propiamente glOS0~ y por su mquebrantable ,,:,oluntad. Como sacerdote y más tarde como obis °
dichos, entre los cuales se destaca Bernardo de Chartres). El n o m i n a- de.HIpona (391), ~a laborado lIteraria y prácticamente de modo infatigable o 1)
l i s ro o, que ve en los universales tan sólo nombres colectivos (está defen- umdad¡ de la doctrma y ~e la Iglesia cristiana; particut'armente funda su dog!.á~ic:
dido en esta época por Roscelino). En fin, una posición conciliadora, que en su ucha contra donatistas y pclagianos.
O Entre sus obras (en la colección de Migne, 16 vals. París 1835 ss.' ahora
ha sido llamada conceptualismo o sermonismo (aparece de 1 pera- Sect., 1, Pars. 3----:- en el Corpus scriptorum eccle~ias,tico~um, Vol. 'LXIII
preferencia en Abelardo), ' (~l~s'Hde P. KNOELL), mteresan p:;tra ~a filosofía: c.0nfessiones (autobiográfica)
Pareció resolverse la querella, principalmente, en las discusiones de. la Co~ . AARdAC~{, 1888; G. MIS?H, Hutonq. de la 'futobwgrafía, 1, 402 ss.), además:
Universidad de París, que se convirtió en el foco de atracción de la VIda l'b tra b~ .emuFl s, D.e beata vtta, De ordme, SoIzloquia, De quantitate animae De
za e~o ar t TZO, e trznitate, De, immorto;lltate animae De civitate Dei. Sob:e el
J
intelectual de Europa, durante estos tiempos. La lucha, llevada a cabo con ~e rsu~u~tr A. (19~A)R~fCld 19ustm, reflexzones y máximas coleccionadas y traducidas
todas las artes de la habilidad dialéctica, produjo un análogo efecto de SON L ra~ .,'" INDEMANN, Der higo A. 3 vols. (1844-1869) F NOURIS-
fascinación, como alguna vez provocaran en los griegos las disputas retó- in Biog~iP~f;~of;;is/e. St¿ Afuitif ~ParÍs, .1865)" FR. BOEHRINGER, Kirch'engeschichte
ricas de los sofistas y del círculo socrático. Aquí como allá se puso en crisis
la ingenuidad de la conciencia popular y aquí como allá se apoderó de aro";
!f~7;/T)' ~ ..pORNE~~~A~:st~ rBe::lin~n 1~17~)~W~)D~~;~~~, 7n~~d~~¡J~ ~SJ::t~t:~~
filosofía ed~trS:~ ~~~:;rz)g'J~g3)~ PPiig\2 ss. J. STORTZ, Die PhiIos. des hIgo A. (La
pEos c í r c u los un febril anhelo de saber y un apasionado afán de J. MAUSBACH Die Ethik des rhl¡gurAoo'(L 't: J·dMSARTINA, Sa1j Agustín (París, 1901).
tomar parte en tal gimnasia mental, hasta ahora desacostumbrada. Mucho A 'd'" . . a e lca e an gustm) 1909 E TRO
gustm~ te chrzstliche Antike und das Mittelalter (Agustl'n, a
¡' A n t:Igue EI:T~CH,
"·da d CrIstiana
más allá de los círculos de clérigos, que hasta entonces habían sido' los
Primer pedo do 239
lIJ. La filosofía de la Edad Media
238
Importante de la Edad Media en J u u n E s c o t ~ Ee~a personahd~d CIentífica
. Apoyándose en esta mística, se desenvuelve la r' '.
y el Medievo, 1915). P. ALFARIe, La evoluci6n intelectual de San Agustín, 1 (Parls, gena, de Irlanda, tal vez 810-880). De su vida se s : 1 gen a, (~rlgena, Jeru-
1918). J. NOERRGARD, La conversi6n de Agustín. Trad. alemana (Tubinga, 1923). llamado por Carlos el Calvo a la Escuela Pal t' d abr! ~ punto CIerto, que fue
W. WUNDT, Las Confesiones de Agustín (Ztschr. f. d. neutest. Wiss. XXIl, 1923). K. algún tiempo. Tradujo los escritos del Areopaa .~na e' b~lS, donde actuó durante
HOLL, Agustins innere Entwicklung (La evolución espiritual de Agustín) (Abh. d. el opúsculo De praedestinatione y redactó s gl a, .esc~l 10 contra G o t t s c h a 1k
g 11~70s7 en la obra capital De
Berl. Akad. Berlín, 1923). R. REITZENSTEIN, A. als antiker und als mittelalterlicher
Mensch (Agustin como hombre antiguo y medieval), Conferencias de la Bibl. Mar~
divisione naturae (versi6n alema'na de NOACKusLP:op'las
el tomo 122 de la colección de Migne Co "elPzl b 1- 6). Las obras integran
burg, 1922~23 (Leipzig, 1924). M. ZEPF, Las Confesiones de Agustín (Tubinga, zig, 1860). J. HUBBR (Munich 1862) A mEarese so re é TH. CHRISTLIBB (Leip-
de Juan Scoto (1921-1923)' H' BETT' . CHNBIDBR, La teoría del conocimiento
Contribuciones a la historia de l~ ~ísdc!u~n ~scotl Eríge/na (1926); H. DOBRRIES
1926).
La Eíssagoog ée eis tas kateegorías, de Porfirio (Ed. de Busse, Berlín, 1887) en
su traducción de Boeeio promovió públicamente la controversia de los Universales. Anselmo de C t b . cooye neopatontstno (1925). '
Boecio (470-525) ha influido además por sus traducciones Y comentarios sobre obras . an er ury (1033-1109) f . d d
M~an
argo tiempo en la abadía de Bec (N d' ) ue orlUn o e Aosta Actuó
aristotélicas Y ciceronianas, en los primeros sistemas de la Edad Media. A ,sus libros lterbury, en 1093. De, sus obras (en tIa y fue nombrado arzobispo de Can-
hay que añadir obras iniciales de carácter didáctico, que circulan bajo el nombre de mente habl::ndo, son, además del opúscul~n(;ur °de~s 155) l?as que. interesan.. filos6fica-
Agustin. De Consolatione philosophiae libri quin que (cur. G. D. SMITH, Londres, el Monologwm y el Proslogium Estos d 'lt' h,omo., espeCIalmente Importantes
1925). Cf. PRANTL, Gesch. d. Log. im Abend. (Historia de la lógica en Occidente), M
rn~:mje G a u n i l o (en el co~vento dOS ¡mos 0l?usculos, con la obra polémica del
II; y A. JOURDAIN, Investigaciones críticas sobre la edad y el origen de las traducciones L.tber pro insipiente y la réplica de A e 1 ar~ouhe: en ~as cercanías de Tours),
latinas de Aristóteles, París, 2'10 ed., 1843. bmga, 1863). Cf. CH RÉMusAT, Anselmn;edr;o, an SIdo edltados por q. Hass (Tu-
Entre las enciclopedias de las postrimerías de la Antigüedad, se ocupa M a r- et de la lutte du pouvoir spirituel av 1 ~antezbury, tableau de lae Vle monastique
ciano Capela (de Cartago, a mediados del siglo v) en su Satiricón (ed. por París, 1868). DOMET DE VORGUBS SC eA °lvotr temporel au Xl siecle (21¡ ed
Eyssenhardt, Leipzig, 1866), después del extraño introito intitulado De Nuptiis teoría del conocimiento de Anselmo' (B:~ra ~seXmo3(París, 1901). J. FISCHER, L~
Mercurii et Philologiae, de las siete Artes Liberales, de las que, en la actividad softa ,d~ San Anselmo (Paós 1920) C g d ' ,1911). CH. ~ILL~ATRE, La filo-
docente posterior, como es sabido, la Gramática, la Retórica y la Dialéctica constituían escolastlco, I, 258 ss. ' . omp rese GRAllMANN, Htstona del método
el trivium, y la Geometria, la Aritmética, la Astronomía y la Música (con inclusión
de la Poética), el quadrivium. Más tarde escribió Escoto Erigena un valioso comen- s/M.)Guillermo de Champeaux
era un profesor mu oído e 1 (muerto en 1121.' .siendo obispo de Chalons
tario sobre Marciano Capela (ed. por B. Hauréau, París, 1861). lnstitutiones divina- estudios ~n. el convento de )os agustino~ J!cuela ,catedralICIa de. París ~ instituyó los
rum e.t saecularium lectionum y De artibus ac disciplinis litterarum liberalium (Obras, de sus opmlOnes filosóficas nos infor . S: ~lctor, en esa mIsma CIUdad. Acerca
París, 1588), de Casio doro Senator (480-570) y Originum sive Etymo- perdido sus opúsculos lógi~os Compfu pr~nc~a mente su opositor Abelardo; se han
logiarum libri XX (en la colección de Migne) de Isidoro Hispalensis s
les écoles de Paris au XlIO sÚcle (Parf: 18¿8) 'LCHA;rD, Guillermo de Champeaux et
(muerto hacia 636), están ya por completo en terreno teológico. A. SCHMBKBL, Die El l ' , . EFBVRB (1898)
Timeo y da a la teoría de las Ideas sobre ~ d b·
p atonlsmo de la temprana Ed d M d'la
positive Philosophie in ihrer Entwicklung, vol. JI: Isidoro de Sevilla, su sistema y
fuentes (1914). Juan Damasceno (hacia 700) en su Peegee gnooseoos (Obras, S{. ahora .esencialmente en el
neoplatónica, una forma que no CO;1' d o o aJo e m UJO de la postformación
Venecia, 1748), da el clásico ejemplo de cómo se puede poner la vieja lógica de la figura más importante en esta d' ~spon e Benteramente al sentido originario. La
escuela al servicio de una sistematización de la doctrina eclesiástica.
Mientras la tormenta de las invasiones bárbaras asolaban el continente, huyó la
.
pnmeramlta
. d d ll'eCClOn es
elsigloxu);suobraDem d'
ernardo d Ch
.. ~ artres (en la
crocosmus está editada por B S B h u(1 t bnwersttate swe megacosmus et mi-
ciencia a las Islas Británicas, sobre todo a Irlanda, y tuvo más tarde, en la E s- d~dado que él haya sido el a"uto~ d~rie b nns r~~k, ,1876): últimamente se ha
c u e 1 a d e Yo l' k, gracias a Beda el Venerable, cierto brillo. De aquí fue re- S 11 ves tI' e (también Bernardo d T a ora, atn uyendosela ': un B el' n al' d o
conquistada para el continente la cultura superior, por A 1 e u i n o, a instancias h
mano de Bernardo T h i e r r y d e C urs ). Hay que nombrar Igualmente al her-
de C a r 10M a g no; junto a las escuelas episcopales y monásticas, nació la Es- ad~ptos a. esta dirección son: G ~ i 11 e ~ ~t ~ eJ' eb autor del Heptateucon. Otros
cuela Palatina, cuyo sitio fue fijado por Carlos el Calvo en París. Cf. K. WERNBR, phtlosophza: Dragmaticon philosophiae)' Cf K e o n c h ~ s (Magna de naturis
Reda der Ehrwürdige und seine Zeit (Beda el Venerable y su tiempo), Viena, 1876; el turlehre des scholastischen Mittelalter (L . . WBP.NBR~ D.te Kosmologie und Na-
mismo, Alcuin und sein Jahrhundert (Alcuino y su siglo), Viena, 1876. Las escuelas en la esco.lástica medieval), Viena, 1873 a coGmologIa ~ .la fllosoría de la naturaleza
monásticas más importantes fueron las de Fulda y Tours. En la primera actuó tro del mIsmo espíritu escribe tambié A6' u a 1 t e 1 10 d e M o r t a g n e; den-
Rabano Mauro (de Mainz, 776-856; De universo libri XXII) y,estudió Eric verso,; Quaestiones naturales). Cf. A ¿r elardo de Bath (De eodem et di-
(Heiricus) de Auxerre; de ella salieron (a fines del siglo IX) Remigio de k'{edw, (Chartres, 1895). C. HUIT . EtpivtL,.Las Escuelas de Chartres en la Edad
A u X e r r e y posiblemente también el autor del comentario Super Porphyrium (re- FllosoÍla Cristiana N S T 2 0 ) ~ ontsmo en la. Edad Media (Anales de
impreso por Cousin, Obras inéditas de Abelardo, París, 1836). En Tours siguió telalter (El plato~is~o ~n 'I;PEdad sM s, 'd' L). BMABU.MhKBR> Der Platonismus im Mit-
a Alcuino, como abad, F red e gis i o, cuya carta De Nihilo et tenebris se conserva Ad ' e la, umc 1916
en la colección de Migne, tomo 105. Más tarde llegó a ser monasterio de S1. Gallen emas, E. HOFFMANN Platonúm
Warburg, 1923-1924, Leipzig, 1926): o y
Ed d M
a
1, .
e ta (Vortraege der Bibliothek
(N o t k e r L a b e o, muerto en 1022) un importante centro de la tradición científica.
Sobre los nexoS literarios, compárese Histoire littéraire de la France, así como rís, ~92~)~SON, Le Platonisme de Bernard de Chartres (Revista Neoescolástica, Pa-
G. GROEBBR, Grundriss der romanischen Philologie (Rudimentos de la filosofía ro-
mánica), 11, 97-432. ~. PRou ,. Livre du centenaire de l'école de Chartres (París 1921)
Las obras (entre ellas principalmente Peri mystikées theologias y peri tees hie- o s e e l 1 n o de Armorica (B t ~ ) ,.
rauchías ouraniou; en la colección de Migne; trad, alemana de ENGBLHARDT, Sulz- regiones, sobre todo en Lo h re ana se destaca como maestro en diversas
bach, 1823) atribuídas al Areopagita (d. Act. Apost. 17, v. 34) exhiben esta fusión tractar sus opiniones en el ~r::~ciii~ 'd don~e Abelardo fue su oyente. Hubo que re-
de filosofía cristiana y neoplatónica, como aparece a menudo en el Oriente (bajo los ~artd dirigida a .Abelardo (impresa en ela~oA~12:nJlOl2) bDe ~ sólo se conserva una
influjos de Orígenes) y de modo especialmente caracteristico en el obispo Sinesio es e su doctrma aparecen en A el Ab 1 . er ayr. kad., 1851); las fuen-
(hacia 400, cf. R. VOLKMANN, Sinesio de Cirene, Berlín, 1869). Hasta el año 532 se
citan por vez primera aquellos escritos del P s e u d o Dio n i s i o, oriundos posi-
PICAVBT (París, 2~ ed. 1911) E
Abelardo (Ab'ailard . 1; ES mo,
ft~NAIU~l
e a~do y Jua? de Salisbury. Sobre él
(~.lV.
stor. Cl'lt. d. se. tea!., 1908). '
blemente del siglo v, poniéndose en tela de duda su autenticidad; sin embargo, ya ~?r~s de su tiempo, nació ~~ Palef (Co~ds d mf~uYNte y seductora de los pensa-
M ,á X i m o Con f e s o l' (580-662); De variis difficilioribus locis patrum Dionysii
et Gregori , (ed, de OBHLBR, Halle, 1857) la defiende. K. KOCH, Pseudo Dio1tisio
ISCIpulo de-Guillenno de Champeaux y R osce l'
a mo.e Dante~ a~o escuela
espues elabrIo de 1079) y fue
en Melun
i
(Mainz, 1900), H. F. MUBLLBR, Dionisio, Proclo, Plotino (Beitrage, XX, 3 Y 4).
IlJ. La filosofia de la Edad Media. Primer período 22. La metafísica de la experiencia interna 241
240
. ores triunfos en la Escuela Catedralicia ~~ París y en tre sus obras se destacan: De contemtu mundi y De gradibus humilitatis (ediciones
y en CorbeIl, pero tuvo s"ll;s may dialéctica virtuosidad causa de su eX1to y fama,' de Mabi11ón últimamente Paris> 1839 s.). Cfr. NEANDER, San Bernardo y su tiem-
la Escuela de Ste. Genevl~ve. La! pobreza de su saber' positivo; por otra parte, las po (3~ eel. '1865); MORRISON, Lile and times of St. B. (Londres, 1868). STORRS J
hací~ o~vidar ~ él Y a su t.lempo ~e había He arlo en la esfera de la ética ,Y, ,de la Bernardo de Clairvaux (Londres, 1894).
conVICCIOnes hbres y atrevl~as ,a ca . ni; - no pudieron vencer la OpOSlClOU de La mística de los,victorinos (los jefes de la escuela conventual de
religión, gracias a la p~rsplcad:li
su época, porque c~recleron e su lC¿
f's~;feg:po~o en su vanidosa y movediza perso-
f victima por sus conocidas relaciones
Sto Victor en París), es científicamente fecunda. El más importante de ellos es
Hugo de San Victor (conde de Blankenburg en el Harz, 1096·1141). De
nalidad. El infortumfl~ no exculPib1cd e e~l:siá~~ico a que lo orilló su doctrina, espe- sacramentis fidei christianae es, entre sus obras, la más importante (en Migne, to-
con Eloísa y l?s con lctas. con. e Pt er rseguidor Bernardo de Clairvaux (Sínodo de mos 175-177); sobre la psicología mística interesan principalmente el Soliloquium de
cialroente urdIdos lOs 11 ;4i
su f
Soissons, 112.1, y e ens,
g
)ab e Pdeja;on al inquieto pensador clarificar su espí-
, n¿e convento en convento; murió en 1142 en San
arrha animae De arca Noe y De vanitate mundi,' además, la obra enciclopédica
J
r
J
ha editado s"';s obras en os voumenes aM~enster 1919 ss.). Hay que subray~r, contemplationem De gratía contemplationis. Las obras forman el tomo 194 de la
inédites (Parls, 183.6)1; ~hori
J
[EY,SEin {Theologidm Theologia Christiana, Dla- colección de Migne. Cf. vV. A. KAULICH, Las doctrinas de Hugo y Ricardo de San
entre sus obras: Dta ecttca, . n. ro uc W d 1 /sculo Sic et Non y el tratado Victor (en las Abhandlungen der Boehm. Ges. d. ''''is., 1863 s.); J. EBNER, La
logus ínter philos~phum, c~hrtbtanum ;,¡!r~s:~uAb~la~~~ (2 volúmenes, París, 1845). teoría del conocimiento de Ricardo de San Víctor (Muenster, 1917). Su sucesor
de ética Scito te tpsumd'
S. M. DEUTSQH, Pe ro
1¿ 1 Hd DE t 'lo'go' crítico del siglo XII (Leipzig, 1883).
e ar o, 1fn . eo 1893) PrCAVET Abelardo y Alejandro de
G u a l ter i o d e S a n V í c t o r se destaca en una polémica poco científica con-
tra la dialéctica herética (In quatuor'labyrinthos Franciae).
A. HAusRATH, Pedro A?elardo (Ll~lP:Zlg, (P , . 1896) B. GEYER (Contribuciones, En las postrimerías de esta época aparecen en J u a n d e S al i s b u r y (Joh-an-
Hales, creadores del metodo esco asttco arlS, . nes Saresberiensis, muerto en 1180, siendo obispo de Chartres) los orígenes de una
XXI). . t úmero de tratados anónimos (pu- reacción humanística contra la parcialidad de la actividad docente; sus obtas Poli-
Muy cerca de Ab~lardo se encuentra Cler o n mentario a De Interpretatione; craticus y Metalogicus (Migne, tomo 199) constituyen una fuente valiosa-' ele la vid~
blicados por V. Cousn~); la e~bos peBene~~e~i~u~Oet speciebus (la última proviene intelectual de aquel entonces. Cf. C. SCHAARSCHMIDTJ J. S. nach Leben und Studie~ J
l
además, las obras.: De mte .ectl us y . e g muerto en 1151): próximo a él se en-
~ tal vez de Jo~~ehno'dun ?blSIf1 d:fSO~~!~r6gica de Gilberto de la Porrée (Gilbertus
Sc~rízten und Philosophie (Juan de Salisbury: vida y estudios, obras y filos.o._tí.a), 1 -~~.
Lelpzlg, 1862. !-'J"!~'" ~ 4" ",:'.....'
''4
-',
cue:t;Ltra tamblen la octrma 1.0S0 lCO. de Poitiers) que enseñó en Chartres y "".\,'ij '"
Por:~etanus, mu~r.to en 115~ slen~o ~:s~lairvaux, en la persecución de Abel8:rd?
Fans, y fue utlhzado p~r ¡rp-ar d B ethius De trinitate Y De duabus natuns t.n
Ade;más de ';In. ,comentando a 1 seu o d~ muy comentado «De sex principiis". Cf. 22. La metafísica de la experiencia interna
;"~",',.,/.~.'~~I
-
Chdsto, escnblO más tar e, e campen 10
""',:.'-.,._, ""\.
sobre él A. BERTH~UD d(Ptndt i~;¿)' peligrosas en sentido eclesiástico, aparecen muy
" .;
Las consecuenCIas e a laTc ~~'s (999-1088), cuya doctrina eucaristica fue La filosofía del eminente padre de la Iglesia A g u s t í n no se encuen"" ",,/,. .f;;~ :.', ~.; .¡".~"":..•._::' 1
pronto en Berenger de o 1089) en Bec y Canterbury, precursor de tra expuesta en un sistema concluso, en ninguna de sus obras; más bien . ,\, ,< """:' ,. ,:]
combatida por LaJ?~ranco 1 (1~05-del El~cidarium sive dialogus summam totibus va apareciendo ocasionalmente en toda la anchura de su actividad literaria
Anselmo. Este es poslb emer;te,e au or Anselmo (e impreso entre sus obras). En al abordar los diversos objetos de reflexión, preferentemente teológicos.
theologiae complectens, atnbUldo a!1-tes a 1 'ntento de ptesentar en la forma de un Asimismo, la impresión de conjunto sobre ella es la de una muchedumbre
este coml?e~dio aparec~ p°ci v1z ~r1I~~r~ :cl~siástica ya fijada, huyendo de la~ inno-
manual loglcamente 01' ena o, a oc n~ , tarde las obras de los s u m 1 s t a s, de pensamientos que parece moverse en dos diferentes direcciones, que sólo
vaciones dialécticas .. p'e aqUl ~an stl~~ ~~sr d o (muerto en 1164, siendo obispo por obra de la vigorosa personalidad del filósofo se mantienen unidas. Como
entre ellos el no!ab!llSlmo Pe. r o f el tomo 192 de la colección de Migne. teólogo tiene Agustín, a modo de mira, el e o n e e p t o del g 1e s i a, en
de París). Sus Ltbn IV sententzq-rum ormi.n b e r t o P u 11 e y n (Roberto Pullus,
Habría que citar en.trel los prn~eros a Ped~o de Poitiers (muerto en 1250) y sobre
todas sus investigaciones; como filósofo, concentra todas sus ideas en torno
muerto en -1150), entL.fi porxrores ab InsuEs muerto en 1203). Las obras tea- al principio de la auto certeza de la conciencia. Debido a
todo a A 1 a n ~ ~ e l e . anusDate et ~rticulis fidei catholicae, y su poema la doble relación con estos dos supuestos, toman en él todos los temas un
lÓlÚcas de este ultlmo, especlalmen~e e ar, ., más comprensiva de la cultura de su flujo viviente. El mundo de ideas de Agustín guarda parecido a un sistema
A~ticlaudíanus, deben valer como a }10s1c~on 1896) Aparecen aquí ya de modo
tiempo. (CL sobre él B.AUMGARTEN, uens ,er" 1 . aducción de las obras aristo- elíptico, que se va formando por un movimiento alrededor de dos focos, y
formal y positivo los pnmeros efectos q,-;e eJt~r~e:tetr ya· a mediados del siglo XII, ésta su interna dualidad es a menudo la de la propia contradicción. l
télicas y judaico-arábIgas=. en el~o la~oro
l
t C
~\n de 'obras propias (De unitate et Para la historia de la filosofía surge este problema: separar de tal
D o m i n)g 0Cd! e pG C~:R~~~ ;~' l~~ Beit~:g~ Baeumkers, 1, Y G. BUELOW, id. sinc.retismo aquellas ideas merced a las cuales se ha elevado Agustín por
uno, etc.. . .
enCIma de su tiempo e incluso sobre las siguientes centurias y han hecho
XXIV, 3. S'l 11 muerto en 1003) tiene el mérito de
G e r b e r t o (c~mo Papa, 1 ves~de d de la investigación matemática y cientHi- de él un prom o to r del pe n s aro ie n t o m o de rno. Todas ellas,
haber señalado enérg.l~ament~ la ~ec:sIt:lia de los trabajos de los árabes y se apropió empero, tienen su último fundamento y su trama objetiva en el p r i n Ci-
1\ co natural. Tuvo notlCms en . sI=!ana dentes mágicos para sus coetáneos. pio de la interioridad indubitable de su "yo", que expresa
ii una muchedumbre de condCJAen!ít' sdi~rKirche u;{d Wissenschaft seiner Zeít, La Agustín, con plena claridad, antes que nadie y que considera formulada
CL K. WERNER, Gerberto. e un ~ac'd Viena 1881) y F PICAVET (París, 1897).
Iglesia y la cie~~ia de su tlciml}0 ~¿ l;cti'ca a la' religio~idad' espontánea su ~isdpulo
"
,1 Como el, tamblen retorna e a ,la b' de Chartres)' en este sentIdo pro~ 1 Es innegable que el propio Agustín ha ido mudando paulatinamente, en el
!;I Fu 1 be r t o (muerto en 1029, ¿lento o 1sPci· (1057-113'3 obispo de Tours). e.urse; .de su evol!-lci~~, el. peso determinante de su personalidad, del punto central
cede también ~ildeberto . e o e~vhr mlí~tica orto'doxa del siglo, XII. fdosoflco al ecleSIástico; smgularmente claro aparece esto en su mirada retrospectiva
¡i En gran estllo ocu!re 10 mls(i091~Ü53) es su más celoso representante.' En~
Bernardo de Clauvaux
a su propia actividad literaria: las Retractaciones.
16
r_c -,"
Illo La filosalia de la Edad Mediao Primer periodo 22. La metafísica de la experiencia interna 243
242
rtida de la filosofía ° Bajo el influjo de las necesidades exhibir que todas sus diversas especies están implícitas ya en el acto dubi-
como punto d e pa , . b" d d lazando poco a poco tativo. Quien duda, no sólo sabe que vive; también sabe que recuerda, que
ético-religiosas, el interés dmeltafls1fco sed hala leaxtle;na :?alidad a la de la vida conoce y que quiere: pues las causas de su dudar reposan en sus anter~ores
° ° d t'd mente e a es era e ,
y caSI ma ver 1 a '. d' 1 d la concepción del mundo a pareclan representaciones; en la calificación de los variados aspectos susceptIbles
íntima. Como factores pnmor la es e f' ° A Agustín estaba de duda va desenvolviéndose su pensar, saber y juzgar; y el motivo de su
. " e de conceptos lSICOS.
ahora noclOnes pS1qu:cas enar: Z conscientemente, este hecho, que, como duda no puede ser sino éste: la búsqueda de la verdad. Sin reflexionar
reservado poner en v1g~r, cl} Y, f ntes que él Orígenes Y Plotino.2 pormenorizadamente sobre ello o sacar de ahí otras consecuencias, pone
tal, ya lo habían lle:va o a a prac lca,. a . . n t 'e r n a define también de relieve Agustín en este ejemplo su honda visión de la vida anímica:
. . ., h . la experIencIa l .,
Pareja onentaclOn a C l a , . t so de la auto-observaclOn para él no son las diferentes especies de actividad psíquica esferas yuxta~
° °1 10t ° Agustln es un Vlr uo ;
su peculIar estI o l era::lO. t ' ara describir estados alll- puestas, sino las vertientes inseparables unidas de un s?lo y misill? ~cto. El
v del análisis introspectlvo; 1?osee una ma~~t r~ ~ra desmembrar mediante alma es para él ~y con ello se eleva muy por eUClIDa de Anstoteles y
Ínicos, tan digna de admÍl:a~ion cOdo la JIraS Pmás íntimos ele~entos del
reflexión, fenómenos subJetlci°¡' l esnu ard pues que afluyan a él, casi
también de los neoplatónicos la totalidad unitariamente vivienté de la
p.. e r s o n a 1 ida d, que gracias á su autoconciencia está segura de la pro-
sentimiento y de la volunta. e c~mp~e,? ;~s cor: las que su metafísica pia realidad como de la más cierta de las verdades. 6
exclusivamente de esta fuent~, las l~tUlCI~1 se inicia frente a la filosofía 2. Sólo partiendo de esta primera certeza avanza la doctrina de Agus~
se esfuerza por concebir el umverso. on e o I E'd d Media sobre 10 tín, y no es sólo una convicción re;1igiosa, sí que también una honda reflexión
°
gnega, un nuevO progreso que poco . adelanta eny acuyo adefimtlvo .. .
Impulso
alcanzado por Agustín en éste su pnmer ensayo teorético-cognoscitiva la que le permite enclavar, en la autocerteza de la
conciencia individual, la idea de Dios. También aquí es regulativo el hecho
hay que buscar hasta Ios T lempos M odemos' I dO trlOna de Agustín acerca del fundamental de la dubitación; también en tal hecho contiene aquella
"'f t aparece esto ya en a oc .
1. D la anarnen. e . . t fOI o'fico En consonanCla con idea implicite la plena verdad, ¿ Cómo podríamos -pregunta Agustín~
d rtlda del conOClrnleno lOS. ; d d °
Pu n t o e pa l ' de la certeza a traves de la u a, poner en duda las representaciones del mundo externo, que con tan radical
su personal desarrollo, busca e. call1lll(~ tO brlorle la ruta Cierto: desde energía se nos imponen, si no poseyésemos al lado de ellas y merced a dife~
° d be I . s doctnnas escep lcas a . b
Incluso e n as proP.la h 1 d d' h de su ardiente naturaleza, a ate rente vía cognoscitiva, conceptos directores y módulos de la verdad para
luego, con el incontemble an e o I c· IC( a 'tlOCO) de que la posesión de la ponderarlas y probarlas? Quien duda, debe conocer los caracteres de la
ostu a do socra .,
la duda echanao man~ ~el p
J
0bl b bilidad de mnaún genero) verdad: pues duda en atención a ella. 7 De hecho -sigue diciendo el filó-
d d ( O uya admlsIon no es pOSI e pro a b 'bl
ver a d"; sm cnecesana . d e Ia f elCI
1° °d a d y, por consiguiente' algo . ;susceptl
. e sofo- posee el hombre, junto a la sensación (sensus), la superior capacidad
es con IClOn d ' f ° hace notar que el proplO esceptlco, que de la razón (inteIlectus, ratio), a saber, la intuición inmediata de ver'"
d : a Icanzarse '. con recarf!a o en bl
<;>
aSIS
f tica la externa reahda
. d d I °d
e co:r;tenl o dades de naturaleza incorpórea: 8 bajo éstas no sólo comprende Agustln
niega, o, por ~~_ me~os, hace pro ema de oner en tela de duda la mterna las leyes lógicas; asimismo hace caber las normas de lo bueno y de lo bello:
de la percepclOn, sm et;;bargo, no pueS '1 p e en vez de resignarse a los en general, todas aquellas verdades que no se adquieren mediante la sensa-
existencia de .I~ senSaClO? como t~l. o o q~ lanza artiendo precisamente
caracteres fictICIOs y relatIvos de este hecho, se . f '1
de ellos a la victoriosa certeza. Con la percepclOn, Ilce tOdo si~o al mismo
Agustín no sólo es
ción; las verdades, en suma, imprescindibles para elaborar y estimar lo
dado, los principios del juzgar. 9
, °d 'bl de duda en este o aque sen l , . Tales normas de la razón se hacen valer como módulos de apreciaclOn
dado su contem o, susceptl e . sta autocerteza de la conciencia en la duda, como en todas las actividades de la conciencia; mas superan la
tiemp? la reali~ad del,sujeto (ue p~rc:cioYd:1 dudar. En tanto dudo, sé que conciencia individual, que, al correr el tiempo, se va haciendo cargo de ellas
se derIva en prImera lmea de proplO . I d d en sí la más alta como alg6 más elevado; son las mismas para todos los sujetos pensantes
o t· de esta suerte contIene a u a
yo soy e I d u bltan e, y I ° o n s c i e n te' aunque en racionales, y no sufren en su valor variación alguna. De esta suerte se ve
l'dddeaesenclac '.
verdad d e la r e a l a d 1 verdad de esta realIdad; pues ligada la conciencia individual, en su propia función, a algo universalmente
otras cosas deba errar, no pue o errar en a válido e intangible. 10
5
para errar, debo ser. • d e i ual medida a t o d o s los Pero la esencia de la verdad está inseparablemente unida a la existencia.
Esta certeza fundamen~al se ,extle(n e.'tar~) gy Agustín 'se esfuerza por También Agustín parte de esta básica idea de la antigua teoría del cono-
estados de la conCIenCIa C O g l , •• , '
2 AGUSTIN
, De ver. re 1. 39 , 72'. Noli foras ire', in te ipsum redl! m mterlore 6 Compárese A. FAUST, Descartes u. Agustin zur Unterscheidung von theoreti-
scher und religioser Gewissheit (Descartes y Agustín en la distinción de la certeza
homine habitat veritas, G hO ht d Autobiographie (Historia de la autobiogra- teorética y religiosa) (Akademie Erlangen, 1924).
3 Comp. G. MISal!, ese te e er 7 De ver. rel. 39, 72 s.
fía) 1 (1907). pp. 402 ss. L . t mas de la metafísica occidental (Berlín, 8 Aspectus animi, quo per se ipsum, no ,per COl'pUS verum intuetur: De trino
'4 Comp. H. HEIMSOETH, os seH e XII, 2, 2. Cf. Contra Acad. III, 13, 29.
p
1922). Hay, trad·.hes . 'tal importancia a esta argumentaci6n.a menudo empl)ead" 9 La captaci6n de las verdades inteligibles por obra de la conciencia humana ha
5 Agustm atn 1fye capl . 1 s De ver rel. 72 S., De trzn. X, 14, 46 c.' E S sido designada originalmente por Agustín, enteramente de modo platónico, como
Por él (De.
beata mta 7, SoltZ. II, .,
. . ; d 11 en la compl aClOn
') o,
(111 6 s) que circulaba baJO el
" . 'd anámneesis~' s610 las objeciones ortodoxas a la hipótesis de la preexistencia 10 llevaron
incierto SI la cltaclOl}. e e aH ." onta a una fuente helenística desconOcl a, a ver en la razón, esencialmente, una facultad inmediata contemplativa del mundo
nombre de la "MetaflSlca del ~reD1o, ~em C bre el particular E. HEITZ, en incorp6reo.
o es una falsificaci6n del propIo AgustmÜ67mp. so , 10 De lib. arb. II, 7 ss.
Sitz. Ber. der Berl. Ak. d. W. 1889. pp. ss.
244 IlI. La filosofia de la Edad Media. Primer periodo 22. La metafísica de la experiencia interna
245
cimiento, característica de toda interpretación ingenua del conocer. Pero trinidad con arreglo a estos caracteres de la .d ,. .
el "ser" de aquellas verdades universales de estricta naturaleza incorpórea el hombre, sino más bien reconoce en el esse Vl a PSlftul~a, des~ubIertos en
no puede ser otro -según la fórmula platónica- que el que poseen las minaciones de todas las cosas' e ' nosse, ve e as radIcales_ deter~
1 d e a s en Dio S; son las formas y normas invariables de toda realidad realidad, y en omnipotencia, o~nis~pi:~ci:abye~ y dq~erer se encierra toda
(principales fonnae vel ratioues rerum stabiles atque incommutabiles, quae nidad al universo. n a suma, abraza la divi_
in divino intellectu continentur) y las determinaciones objetivas del espíritu
divino. En El están contenidas todas ellas en suprema armonía: es la La expresa convicción de la im racti b 'lida
absoluta unidad, la verdad que todo comprende: el más elevado' ser, el télicas) alude visiblemente al neoplat~ni ca l d de la~ categorías físicas (aristo_
excelso bien, la perfecta belleza (unum, verum, bonum). Todo conocimiento 4
(comp. par~g!. 20, 7) al par que su í~~O, curo repertorIO, e categorías inteligibles
naturaleza flSlca, Hasta Agust'¡n s h g~o SIstema metaÍlslco son, por entero de
racional es fundamentalmente conocimiento divino. En verdad, según propia •.
metaflSICOS l '
as pecuhares formas dee ace
1 'senamente
, d I ' el,l!l °
' ten t d I
e e evar ' .',
a pnncIpIos
confesión de Agustín, es inasequible al entendimiento humano, en su vida vuelve su cos:nología, sin pormenor~~ ~t~os ed a Inti~l;Iad. Por lo ~emás, se desen-
terrena, el cabal conocimiento de Dios. Sin género de duda, en nuestra del neoplatomsmo. El punto de artida 1; e ~ menclOll, ez; las Vlas conceptuales
representación no poseemos de El sino lo negativo; y particularmente con sus correlatos antropológicos PM di -- lonshtuye la doctnna de los dos mundos
gracias a la razón, el mundo inteli ibl:~te a percepción se cono~e ~l mundo sensible;
carecemos de una adecuada representación de la manera como se encuenw puestas en relación mutua por ob rag d ,y estas ,dos pa:tes constltutlvas del saber son
tran vinculadas, en su más elevada y real unidad, en El las diversas deter- natural reposa en aquella teología d~ l?ens~{ mtelectlVo (ratiocinatio). Su filosofía
minaciones de la verdad divina, que contempla la razón: pues su esencia el mundo corpóreo ha sido creado dOllcl~na a PC?r la doctrina de las Ideas: también
(essentia) incorpórea e invariante está muy por encima de las formas de ~~ Dios, y en su belleza y perfecció~ ~hibea, Igr~ClaS a la ene:gía, sapiencia y bondad'
SlOn de la maldad moral' véase' b e SIgno de su orIgen. El mal (con inclu-
relación y comprensión del pensamiento humano; incluso-la categoría de la mente real; no es cosa, si~o acci6;:~oe~ argo, más ad.el~nte) . no es tampoco propia-
sustancia comprende su naturaleza tan_ poco como las otras. 11 no hay qUe buscar su origen en ' 1 s un,: ~ausa e~ÍlclCns, smo una causa deficiens'
'.
d e 1as esenClaS . e ser pOSItIVO (DlOS)' ' SInO en 1a carenCla. de ser,
3. Por mucho que estas ideas se encuentren en la directa consecuencia fmItas' pues a éstas
del neoplatonismo,12 conservan no obstante, en la exposición de Agustín, realidad inferior y def~ctuosa De t' Como sel,'es creados, conviene Una especie de
,
t a1mente, e1 mlsmo , e1 sda O
terreno que suerte
' pISa la teod'
. lcea d e A ' fundamen_
gustm,
los elementos característicos del cristianismo: se mezcla inseparablemente al a e ngenes y PlotInO,
l' concepto filosófico de la divinidad a modo de compendio de todas las
verdades, la representación religiosa de Dios, a título de absoluta persona- . 4.. Una ulterior pero esencial Consecue . d 1 f "
1: clenclalmente antropológica de la filosofí~n~Ia Ae a, undamenta~I~? cons-
I lidad. Puntualmente por ello se construye toda la metafísica agustiniana dular que da, en su concepci' d 1 d e gustm, es la pOS1ClOn me-
sobre el autoconocimiento de la personalidad finita, esto es, sobre el hecho determinante de ello es sin on, e mdun 0, a la vol u n t a d. El motivo
de la experiencia interna. Pues en la lnedida en que le es posible al hombre hombre, que siendo una' na! ge¡nero ~ du~a, la propia experiencia del
averiguar algo de la esencia divina, puede lograrlo solamente en analogía ." ura eza actIva e lmpul . -¡,.
vaClOn de su propia persona h 11 l l slva, en a mtIma obser-
con el autoconocimiento humano. Pero éste exhibe la siguiente estructura consiguiente, lo esencial en tr,doaesa:n a, vo untad su más honda raíz, Por
de la vida íntima: el estado permanente del ser espiritual reside en la totali- y pf<?cesos del alma hay voluntad, PaJ~ el la vo~ntad; en todos los estados
dad del contenido de la conciencia o de las representaciones reproducibles; propIamente, que fonnas volitl'vas' ( ¡ mtas, to) os cUos no son otra cosa,
su movimiento y vitalidad estriba en los procesos de enlace y separación E " vo un ates .
judicativas de estos elementos; y la fuerza impulsiva, en tal movimiento, es n su pSlcologla y teoría del cono' .
todo en que trata de most . CllllIento se pone esto' de relieve ante
la voluntad, dirigida a la consecución de la más alta beatitud. R e p r e- voluntad en toda suert dar ommlat~almente la posición rectora de la
sentación, juicio y vol-untad son, pues, las tres vertientes de la miento. H ' Si ya los neop~ató~i~~~c~~~~ e ~a .rep~esentación y del conoci-
vida psíquica: Memoria, intellectus, voluntas,13 y Agustín se guarda expre- ción, entre el estado de exc' t . , mn dIstmgmdo, tocante a la percep~
samente de concebir estas funciones psíquicas de la personalidad, partiendo, parágr. 19, 4), muestra ah~:~l~ cOt~poral y.la conciencfa d~ él (comp.
por así decirlo, de las propiedades de los cuerpos. Pero tanto menos ve en de la visión, que la conciencia de I~s m, me~llnte un mmUCIOSO análisis
ellas las diferentes capas o esferas de su ser; pues más bien constituyen, tad (intentio anirni). Y así como l~ b es ~~enSI<; mente, un acto de la volun-
O
e n s u in s e par a b 1 e un ida d, la esencia del alma misma. No se ~a voluntad, del propio modo ta~t~~~Ion fl.slca, segun. e?to, es cosa ya de
afana Agustín en ganar una representación analógica del misterio de la Interno (sensus interior) un '1 d exhIbe la actlvldad del sentido
Que nuestros propios estado~ a:~;ga ependencia de la propia voluntad.
11 Lo esencial aquí es la idea de que son insuficientes para la peculiar especie depende, asimismo de la arbl.Ytr . lOne ,¡, c.~modtales, se tornen conscientes
de síntesis espiritual (mediante la cual hay que pensar la esencia divina) las catego- 'd ., , ana re f eXlOn e la . ,
quen a reflexlOn sobre al2Ún ce t .d d ' mIsma manera que la
rías sacadas de la reflexión enderezada al conocimiento de la naturaleza: las nuevas
t;:ategorías de la intimidad, empero; se encuentran en Agustín, en evolución; véase 10
que sigue.
orientada a cierto objetiv~ de n~e~~~
intelectivo (ratiocinatio) se ¡¡
f~ n;testra memoria y la actividad
b an aSIR creadora, Incluso el pensar
12 De hecho trata Agustín de identificar por entero el nous de Plotino con el
'.
d etermmaclOnes eva a ca o con sus . . . . 'f .
de la voluntad, ) f" ]UlC.lOS e. m erencIaS, bajo
. pues esta lJ a la drrecClón ye f'In,con
¡
l6gos de Orígenes: pero en tanto admite la derivación emanatista y autonomización
del nous, de la doctrina neoplatónica, anula el esquema físico de las potencias del He '
omparese sobre todo e l ' lib
mundo en beneficio del psíquico. lamente, W, KAHL, Die Lehre ~rrmer, ro de la o?ra De Trinitate~' además articu
13 La misma división tripartita de la actividad anímica se encuentra ya en los und Descartes (La doctrina del o~;::dmat des Wtllens bei Augustinus~ Du~1' Scotu;
estoicos: Cf. arriba el parágr. 17,9. Descartes), Estrasburgo, (1886).P o de la voluntad en Agustín, Duns Scotus y
IlI. La filosofia de la Edad Media. Primer periodo
•
22. La metafísica de la experiencia interna 247
246
arreglo a los cuales deben ser subsumidos bajo la~ verdades ge~era~es cOhdicionada por comprensión racional alguna -sino más bien deter-
de la intelección racional los datos de la (ext~rna o mtern~) expenen~la. minante de ésta sin fundamentos conscientes de Índole :acional. ,Agustín se
Un poco más complicada aparece la relacIón en estas ,l,n t e 1 e e e 1 o~ ha esforzado lealmente en sostener este concepto frente a las más hetero-
n e s r a e ion a 1 e s: pues frente a la suprema ver~ad dlvm,a, no pu~~e géneas objeciones. Sin dejar de mantener la responsabilidad ético-religiosa,
concederse a la actividad del espíritu humano el m1smo radlO de accl<:p- tr~ta de sac~r. avante la idea de la justicia divina; y, por otro lado, las
que tiene en sus relaciones intelectuales con el m~ndo e~terr;~ y su propIa mas de las difIcultades le surgen al intentar conciliar la acción incausada
experiencia íntima. Desde luego, por razones de mdole fIlosoÍlca? ,no: p~es cuya -, ant~tesis. 1ebe ser pensa~a como objetiva y posible a la vez, con l~
con arreglo aY esquema fundame;:üal de la metafísi,ca, la funclOll actIva prescIenc~a d1Vma, Se ay:rda Invocando la distinción entre eternidad (in-
en el nexo causal conviene a lo mas general, al ser mas, elevado. y poderoso. tempo~ahdad) y temporalIdad, a la que atribuye, en un análisis sobremanera
El espíritu humano sólo puede. comportar;~ en ~ct1tud pasl;ra. ante la penetrante,15 significación real sólo para la función ponderativa de los
verdad racional superior en digmdad met,afIslca a e~, El cono~lml~nto ,~el hechos de la experiencia int~rna. y, P,o~ consigui;r:te, también para los hechos
mundo inteliO'ib1e es también para Agustm, sustancialmente, üummacI~n, externos. La llamada preSCIenCia d1Vma, en SI mtemporal influye causal-
revelación, Aquí, donde el espíritu aparece, frente <; su crea~or, n? solo mente en los acontecimientos futuros tan poco, como el 'recuerdo en los
carece de iniciativa; incluso carece de energm receptiva, AgustlI~ est<; :uuy hechos ~asados, Por. es~a~ ideas se convierte Agustín, con razón, en uno
lejos de considerar el conocimiento intuitivo de las verdades lntehg;bfes de los mas celosos y sIgn;fIcados representantes de la libertad de la voluntad,
algo, así como un producto a:utÓ!lOmO, por pro'pi::; natu.ra~e~~, del esp~ntu Pero esta opinión, defendida esencialmente con las armas de la filosofía
finito' ni siquiera puede atnbUlr a tal conocImIento m~ultl:'o ~a ml~ma pr~cedente, tr?pieza en Agustín, de obra en obra, con una masa de pensa-
espontaneidad de la atención d~ ~a direcció~ de la conCIenCia (mtent:?) ~
° m.lentos que tlene~ su germen en el concepto de I g 1 e s i a y en la doc-
tn~a de ,la ca~acl~ad redentora de ésta, Aquí triunfa el principio de la
como en las representaciones err;plf1~aS ~~ la mterna y. ext~r~a 1?e::cepclOn.
se ve precisado a considerar la üummaclOn de la conCIenCia ~ndlvldual por ~111versahdad hIS~ÓT1C~ s?bre el de la autocerteza del espíritu individual. La
la verdad divina (compárese más adelante), en, el que el pflm~ro se co~ Idea, de la IgleSia C~ISt1ana, cuyo má.s grande defensor ha sido Agustín,
porta en actitud expectante y puraI?-ente re~~pbva. Estas reflexlOn~s ~eta enralZa en el pensaI~llento de la neceSIdad de redención de todo el género
físicas, que también hubiera sIdo posIble adIDlbrlas dentro del ne~platomsm?, humano; pero esta Idea excluye el pleno indeterminismo de la libertad de
se fortalecen sobremanera, empero, en Agustín, P?r .la gran nnportancm la volu~tad del hombre singular. Pues supone que cada individuo es pecador
que da en su teología a la gracia divina. El conOCImIento de las verdades necesanamente y, por tanto, ha menester de redención. Bajo el influjo
racionales es un momento de la beatitud, y el hombre no es deudor de ello ~rrol1ador de este pensamiento ha puesto Agustín, al lado de su teoría de la
lIbertad de la voluntad, tan ampliamente desarrollada en sus obras filosó-
a su propia voluntad, sino a la de la divinidad.
Sin embargo también aquí se esfuerza Agustín por dar a la voluntad ficas, otr~ doctrina que se halla en completa contradicción con la primera.
del individuo, por lo menos, una cierta participación. No sólo subraya Agustm trat~ de resolver -en contra del maniqueísmo---- mediante el
que Dios envía la revelación de sus verdades a aquel que se hace acreedor concepto de la lIbertad de la voluntad, el problema del origen de la maldad
a ello por su noble afán y buena conducta, esto es, por las ca1i~",:des de su de tanta Import3;11ci~ en su ev?lución personal; de esta suerte pensab~
voluntad' también enseña que la apropiación de la verdad d1Vma no se :pod~r. co:r:s~rvar mcolumes las Ideas de la res'pousabilidad humana y la
Justlc~a dlvma; pero en su sistema teológico le parece suficiente limitar
consigue 'tanto por el conocimiento cuanto por la fe, Mas la ~e" cual un
representar dotado de asentimiento, .pero exento d~ conceptuacIón ~l~una, esta hb~rtad de la voluntad a Adán, el primer hombre. La idea de la unidad
implica la representa~ión ,de, ese obJeto; pero. ~ont~ene en el asentl~ento sustanCIal d~~ género humano, que compagina asimismo con la creencia
no determinado por mfluJo mtelectual, ~n ongma:lO acto de voluntad ~el en la redenclOn de todos por obra del único Salvador habilitaba también la
juicio afirmativo. Se pondera tanto la l1llportancm de este hecl;o -dIce doctrina de que en el único Adán ha pecado toda la humanidad. Debido
Agustín- que no sólo en las cosas. ~ivinas y etern,as" ~í qu~ ~ambIén en las al abuso del libre albedrío por parte del primer hombre, se ha viciado toda la
humano-terrenas Y temporales, sumImstra esta conVICCIon, ongmada de modo naturaleza humana en tal forma que ya no puede menos que pecar (non
inmediato por la voluntad, los elementos originarios del pensar,. d~ los posse non pecare). Semejante pérdida de la libertad de la voluntad afecta
cuales surge entonces, por la reflexión unit.i;ra del intelecto, el C,On?CIIDlento a toda la descendencia de Adán: cada hombre trae al mundo esta viciada
conceptual. Así, pues, debe preceder tamble.:r; en los asu~to~ mas Im-portan- naturaleza, que le impide, por propia energía o libertad, elevarse a lo
tes a saber en las cuestiones de la salvaclOn, al conOCImIento raclOnal y !l
bueno, y este p e cad o e r ~ dad o es el castigo del pecado original.
adquirido c~nceptualIDente, -la fe en la re~elación divh~.a y en. el imperio Pero ,Puntualmente de ahl se SIgue que todos los hombres sin excepción
de ésta en la tradición eclesiástica; fe, por CIerto, deter~mada ~;empr~ por necesItan de ta red e TI ció? y de los recursos eclesiástic~s de la gracia:
una buena voluntad. Según la di g n ida d, la plena mtelecclOn raclOnal 1\1as to.dos los ho~br~s son Il?ualmcnte poco merecedores a participar de
es, sin género de duda, lo primero; pero, según el ti e m p o, 10 es la fe en la gracIa:. por conSIgUIente, dIce Agustín, no puede verse injusticia alguna
e,n que DIOS envíe esta gracia, a la que ninguno tiene derecho, no a todos
la revelación.
5. En todas estas reflexiones 'de Agustín, ocup~ el punto centr.a;, el ~~lgunos -y no se sepa nunca a quiénes-o Por otra parte, exige l~
,concepto de la .1 i.b e r t ~ d del ,a vol ti n t a d, a. tltulo. de una deCIslO,n, 1~ En el ,primer libro de Las confesiones. Comp. e, FORTLAGE. A, de tempare
opción o asentImIento, mdependlente de las funCIOnes Intelectuales -no d octnna (Heldelberg, 1836),
248 IIJ, La f'ilosofla de la Edad Media, Primer período 22. La metafísica de la experiencia interna
249
justicia divina que, por lo menos, algunos hombres expíen sin cesar la caída lucha en su hogar terreno por los bienes aparentes de I f
de Adán, y que, por tanto, queden excluídos de la acción de la gracia y de h 'E 'f" a uerzadela
~g~moma. s tan ~nsu IClente aun en esta etapa evolutiva el .
,la redención. Puesto que, a la postTe, según su viciada naturaleza, todos cnstlano para doromar la realidad cósmica que A t' ,¡pensamIento
son igualmente pecadores e incapaces de propio mejoramiento, la elección '" ,gusmsooveenlas
est rue t uras estata¡es h lstoncas provincias de una c 'd d d
de los portadores de la gracia no podrá practicarse atendiendo a su peculiar ' d D' d ' , omum a peca ora ene-
m~ga e ,lOS, con enados a mutua dIsensión, Para él en f t ' I
dignidad (pues ésta no existe antes de la transmisión de la gracia), sino con remo de DIOS no es de este mund I 1 l' I ' e ~c o, aun e
arreglo a un decreto inescrutable de Dios. A quien El quiere redimir, envía dI' d'· , 0 , y a g eSIa es a vanguardia redentora
e remo IVInO, en est<;t VIda temporera,
su revelación con fuerza irresistible (gratia irrcsistibilis); a quien no elige, El curso de la h i s t o r i a u TI i ver s a 1 se 'b b '
no puede por medio alguno salvarse. Ni siquiera por propia energía puede el u sto d t conCI e, so re parejos su
P,e .s, e es a suerte: ocurrirá una sucesiva separación cada ve ,-
hombre iniciarse en el bien: la bondad emana de Dios y sólo de El.
Con la doctrina de la predestinación (y esto es su aspecto ~l~~~~~~t:n~~~is~:~o~~e~~i~sp~~~~tsas~:~nd~~:n podrá ser s¡ino sU def~ni~:
filos6fico) la absoluta causalidad de Dios ahoga la libre voluntad del la creación de la cosmo' '. corresponc er a Ios dlas de
individuo, Se despoja a este último con su autonomía metafísica, asimismo, d I h' , goma mOSaIca y que compaginan con los d t
:- a lstona israelita, construye Agustín la histori '1' a ~s
de toda espontaneidad de obrar; o deterrnínalo la naturaleza al pecado, o Clente comprensión de la cultura helena 1 ' a ull1ver~a , con muy defl-
la gracia, a lo bueno, Así tropiezan en Agustín dos antitéticas y poderosas ro n P I ' re aClOna su estIma por el mundo
corrientes de pensamiento, Será siempre un hecho asombroso que el mismo ni:~n~~ ci:l ~ Jluntto decisivo en este desarrollo lo ve también en el adve-
hombre que funda su filosofía en la autocerteza de la conciencia indivi- de los ele 'd e en or, me,rced al cual no sólo tendrá lugar la salvación
dual, que echa la plomada de su fino análisis en las profundidades de la moradoresg~~s !~~J~, g¿~~a~lf!n~~~~~~én ll~lt~ornplet~ ~epar~ci~n de los
experiencia interna y descubre en la voluntad el fundamento vital de término será el Juicio Final, a arece' e u lmo pen,o o cosrnlco, cuyo
la personalidad espiritual, se vea impulsado por los intereses de una disputa de la lucha el sábado la p' Pd I Sra,... entonces, despucs de la indigencia
teológica a adherirse a una doctrina de la salvación que considera las , ' , a z e enor -pero u '1 1
acciones de la voluntad individual como consecuencias invariablemente
determinadas o de una corrupción universal o de la gracia divina, En la
:~~!ode ~~~s s~~~o~Oy P:~~~~{!~:~: :1 r~!:!~;o S~~á~aa~j~~~! ~J:~iv~=
Aunque se conciban beatitud ti d u es IC a,
concepción de la realidad anímica, individualismo y universa- sublimado (bien ue nunca sin .Y cas gc;, e modo tan espiritualmente
l i s m o se comportan antitéticamente y su abierta contradicción sólo es te la desdicha coino una decad~~:r:la~e~ fIslca c,o~reladtiva) Y especialmen_
posible ocultarla por la multivocidad del vocablo "libertad", que en un de causalidad divina . , la e ser, oflgma a por la deficiencia
sentido se toma en su acepción psicológica, y en otro, en su significación y maldad constituye' l~-;~ In~·qU1lv~COl en Agustín que el dualismo de bondad
ético-religiosa, Pero la antítesis de ambos motivos, tan íntimamente ligados sal. El Hombre asediado e ~na e a postrera etapa de la historia univer~
aquí, ha influído también en el desarrollo posterior de la filosofía, hasta el m a · " por antos y tan poderosos pensamientos no supera
después de la Edad Media. doctrin~ lc;i~i~~~,~on ~ :~n~o~:~~~ones juveJ?i!~s; 10 ha acogido en la
6, A la luz de la teoría de la predestinación adquiere el imponente originaria e indestructible' Á ' o la OpOSlClOn de bueno y malo es
cuadro de la evolución histórica de la humanidad, que Agustín ~sboza tirpable El DI'os " t en gustI~ es. creada esta antítesis, pero inex~
dentro de la forma y espíritu de toda la patrística, apagados colores y , ornmpo ente ommsaplent 'b dad
estructuras peculiarmente rígidas, Pues si no solamente todo el curso de la mUI do i~~r:el:ividirál endteram'ben¡te en dos r~n~s :o~ns~~~ y efs~e ~=~-1nu1~
7 . mezc a e pro emas e ideas h' t' ' , I <,
historia de salvación, sino también, como es el caso en Agustín, la posición han presentado del agustinismo h b 1S OrlCo-umversa es, que se
que cada individuo debe ir tomando está predeterminada por decreto reside en el concepto de la be' t . ~y due su rayar, al fin, lUla: la que
divino, no hay manera de escapar de la tétrica imagen que rebaja, en la motivos de su pensamiento Por ~; hU ,yen If cual se cruzan todos los
historia, la vida volitiva del hombre, anhelante de beatitud, a un juego energía motriz de la esenci~ human~ °a que reca que Agustín que la Íntima
de sombras y de marionetas, cuyo postrer resultado está fijado indefec- que contemple el anhelo de dicha y ce ~n la ;r01untad, por hondamente
tiblemente de antemano, las funciones anímicas cst' f como e motivo determinante de todas
El mundo espiritual se fracciona para Agustín, a lo largo de toda la de este impulso y afá~ sólo ~u:~~ementet convencido de que la realización
historia, en dos provincias: el reino de Dios y el reino de Satán, Al primero de la verd d d' . encon rarse en la contemplación
pertenecen, además de los ángeles no caídos, los hombres a quienes Dios. dad, y la Verdad s~v ~;,:' ~~a e~celso bien es Dios; pero Dios es la Ver-
ha dotado de la gracia; el otro abarca, junto a los demonios malignos, contemplación de ella g Tocl ,n o se la contempla y se descansa en la
aquellos hombres no predestinados a salvarse, sino abandonados por Dios, esta tranquilidad, donde a u~l =p~~~li~el qu~er~r es s?10. el camino hacia
a la condición del pecado y la culpa: una constituye el reino del cielo; la es enmudecer ante el influj~ de la p racia ~ ~1 ultImo ??JetI:vc: de la voluntad
otra, el del mundo, Ambas se comportan, en el decurso de la historia, como cuando la contem[il ,~ d 1 g ~ a revel~clon dlvma, -descansa
dos estirpes distintas, sólo mezcladas por su conducta externa, pero inter- A uí se 1 aClOn ~,~ verd~d viene a tI, desde las alturas '
namente separadas por completo, La comunidad de los elegidos no tiene cristüi~a de ~~ a:~¿l:t~ ~~~ssl~ti:r ~o~Ju:;~a a lallibe;t~d individual, la' idea
en esta Tierra su patria; vive en la suprema unidad de la gracia divina. a e lOS y a IIl1stIca contemplativa de
La comunidad de los condenados, empero, está dividida por la discordia" 16 Comp. H, SCHOLZ. Glaube und U lb' d
mentar zu Augustins De civitate De' (19íil!)au e m er ,ffeltgesc.hichte, ein Kom-
t, y SALIN, Cwztas Det, (1926),
250 IIJ. La filosofía de la Edad Media. Primer periodo 23. La controversia de los universales
251
los neoplatónicos. De ambos lados proviene la misma tendencia a interpretar de "la Edad Jyfed~a -ya. decir verdad, señaladamente Con independencia
la santificación del hombre como una acción de Dios sobre él, como una tanto de .la C.I;llCla de OrIente, co.mo de. la de Occidente-------, se ha aferrado
realización e iluminación por la excelsa Verdad, como una contemplación a la elucldaclüll de este tema, en mtermInables discusiones. Pues una prue-
del Unico infinito Ser. Ciertamente Agustín ha destacado con energía las b~, ~e ello es que en esta cuestión reside un problema en extremo real y
consecuen~ias prácticas que debe tener la acción de la gracia en la vida diúc¡].
terrena: la pureza de la intención y la austeridad de la conducta, y ha En efecto,. cuando la esco!ástica ya en sus tímidos orígenes convirtió en
desarrollado la energía juvenil de su propia y combativa naturaleza en una punto d~ partIda de sus propIOS trabajos el pasaje de la 1 n t r o d u c ció n
doctrina moral, que muy lejos elel ascetismo exánime de los neoplatónicos, de POrfIrIO a .las . Cqtegorías, de Aristóteles,1 que plantea este problema,
pone al hombre en medio de la lucha mundana del bien y del mal, como aco~et:, con .lllsbnhva agudeza, exa~tame~te el mismo problema que se
un aguerrido combatiente por el reino celestial: pero la más alta recom- habIa r:nant~ll1do, en el centro de la lllvestIgación, durante la gran época
pens; que asoma para este soldado de Dios, no es tampoco para Agu~;ín de la fllosoba grIega. Una vez que Sócrates hubo impuesto a la ciencia la
la acción infatigable de la voluntad, sino la paz de la co~templa~lOn. fae~a de ,pensar el mu~do en conceptos, se convirtió en motivo capital de
Par a 1a vid a t e m por e r a exige Agustín la plena y SIempre. mfa- la fIlosofm, por vez prImera;, el problema de cómo se comportan los con-
tigable tensión del alma combativa y laboriosa; par a 1a e ter n Ida d ceptos generales co~ ~a rea~lda~:. este te:t;Ia pro;n~eve la teoría platónica
le promete la paz del éxtasis en la verdad divina. Sin género de dud.a, ve d:(}' las Idea~ y la loglca a.nstotehca;. y SI esta ultlma (comp. arriba, pa-
en el estado del beato la más alta de las virtudes: la del amor"7 (cbarItas); ragr. 12), tIene por ese:t;clal contemdo las formas de la dependencia en
pero en la eterna beatitud, allí donde ya no hay que luchar con la resiste~cia que se encuentra lo partlcular respecto de lo general, es comprensible que
del mundo y de la voluntad pecadora, allí donde el amor ya no tl(?~e de los escasos restos y fragmentos de esta doctrina tal como se conocía en
necesidad de reposo, allí el amor no es otra cosa que una contemplaClon la Edad Media, debió surgir el mismo problema, ~on toda su fuerza, en la
ebria de Dios. :n ente de los. nuevos hombres. y también es comprensible que el viejo
También en esta dualidad de la ética agustiniana se aproximan VIeJos mterro~~nte mfluyera en los espíritus ingenuos y no habituados a la es-
y nuevos pensamientos. Con la rígida energía del querer, y con el des- pe.culaclOn d,e ,la Ed,ad Me~ia, de modo análogo como alguna vez en los
plazamiento de la conciencia moral a la intimidad de la intención, se ~negos. El loglco afan de dIsputa, tal como se va desenvolviendo desde el
abre paso el hombre moderno: pero en la interpretación del más alto fin SIglo ~ en la Escuela de París, tiene como, fenómeno social colectivo su
de la vida conserva la preponderancia el antiguo ideal de la contemplación con,?,a~lgura en los deba~es de los filósofos de Atenas, y también en éstos
anímica .. Aquí arriga en la propia doctrina de Agustín una contradicción habla Jugado un rol capItal el problema acerca de la realidad de los uni-
con el individualismo de la voluntad, aquí se consagra decisivamente un versales, c?mo lo revelan numerosas anécdotas, bien que agrupado en torno
elemento aristotélico, neoplatónico, y esta interna oposición se desenvuelve de la teona de las Ideas.
en la problemática de la Edad Media. . La renovación del tema, sin embargo, tuvo lugar en circunstancias esen-
Cialmente desfavorables. Los griegos poseían, cuando se impuso a. ellos el
problema, un.a !llucheduI??re de experiencias científicas y un tesoro de
23. La controversia de los universales Ideas y conocumentos pOSltlVOS, que los preservaba -aunque no siempre sí
las .mas de las veces- de llevar la disputa exclusivamente a la abstracción
JOHANNES SARESBERIENSIS, Metalogicus, I1, cap. 17.
J. H. LOEWE, Der Kamp! zwischen iNominalismus und Realismus im Mittelalter, 1óglco~formal. Pero a, la ciencia medieval falta, precisamente este contrapeso,
sez'n Ursprung und sein Verlauf (La lucha entre nominalismo y realismo en la Edad so,?re todo en sus ongenes; y, por tanto, su mtento de construir su meta-
f~slca con meras reflexiones lógicas, debió moverse en círculo, dura-nte tanto
!
Media, su origen y su desarrollo), Praga, 1876.
J. REINERS, Der Aristot. Idealismus in derFrühscholastik (El Idealismo aristo- tlempo.
[, télico en la temprana Escolástica) (1907).
El mismo Der Nominalismus in der Frühscholastik. Ein Beitrag zur Geschichte Pero ~ue la Ed.ad Media se aferre de nuevo, tan tenazmente, en esta
cor;troversla, sostemda. antes s?brc todo entre Platón y los cínicos y, des-
der UniversaÚenfrage (El Nominalismo en la temprana' Escolástica. Contribución a
la historia del problema de los Universales), 1910. pW;s, entre la AC<l;demIa, el LIceo y la Stoa, no se explica sólo porque en
la e~~sa d~ los prm;eros debates Se careciera por completo de la específica
La instrucción lógico-formal que hubieron de recorrer los pueblos que, tr.adlclon lIterarIa,. smo por una honda razón: el sentimiento de valor pro-
al iniciarse la Edad Media penetraron al campo de la actividad científica, plO de la p~rsonalIdad, que había adquirido en el cristianismo y ante todo
se ha desarrollado en torno al problema de la significación lógico-metafísica en, la. doctnna de Agustín tan poderoso influjo, resuena ahora del modo
de los conceptos generales (universalia). Pero se erraría por demás, si se mas mtenso en los pueblos llamados a ser los portadores de la cultura y
dijese que este tema sólo poseyó fundamentalmente el va~or didáctico de un encuentra en ellos su más enérgica simpatía; además, en el corazón de estos
ejercicio mental, en el que fueron acuñando durante sIglos las reglas del
.' 1 Esta o?ra circula. más tarde tambjé? bajo el título De quinque rebus o De
conceptuar, clasificar, juzgar y deducir, siempre nuevas y cambiantes mu- q~.,z!lque v?czbus (los ClnCO co~~eptos baslc~s son: genus, differentia, spccies, pro-
chedumbres de discípulos. Es más bien la tenacidad con la que la ciencia f:!num, accldc?s). En la t-:aducclOn de B o e C lose f01IDUla de este modo el problema:
.' .. d~ genenpus e! speclebus ~sive subsistant sive in solis nudis intellectibus posita
17 En el 'sistema aparecen por encima de las virtudes prácticas y dianoéticas ~mt, slye, ~ubsIste~tia corporalia an incorporalia, et utrum separata a sensibilibus an
de la ética griega, las tres virtudes cristianas de la fe, la esperanza y la caridad. III senslbIllbus poslta et cirea haee consistentia ... " Compárese Schol. in Arist. 1 a 8.
252 Ill, La filosofía de la Edad Media, Primer período 23. La controversia de los universales 253
mismos pueblos campea también el placer juyenil de la mul~iforme realidad El proceso del desarrollo (egres5US) avanza siguiendo la degradación
del hecho vital concreto. Pero en la doctrma. de la I&lesla heredan estos de la generalidad lógica. De Dios se origina, desde luego, el mundo inteli-
~ueblos una filosofía que concibe con la seremdad majestuosa d~l. pensar gible: ,"La naturaleza que es creada y crea", el reino de los universales, de
griego la esencia de las cosas en relaciones generales, UJ;a me~aÍlslc~ que las Ideas que (a modo de noi, en platónico sentido) constituyen el con-
equipara los grados de la generalidad lógica con l~ vanadas mtensld~~es junto de las fuerzas productoras en el mundo de las apariencias. Con
axiológicas del ser. En ello reside una incongruencIa qu~ ya subreptiCia- arreglo a los diversos grados de generalidad, y, por tanto, de intensidad
mente aparece en el agustinismo, y que llegó a ser un aCicate permanente ontológica, se estructuran en una jerarquía celestial, y en este sentido,
de la reflexión filosófica. . ., construye la mística cristiana una doctrina angélica de tipo platónico, en
1. El problema acerca del fundamento on~ológico de} mdlvlduo, q,:e la que" particularmente la exposición del Areopagita es decisiva. Pero
ha tenido a la vista el pensar medieval, reclamo en s~s ongenes ,tanta mas bajo la vestimenta mística se impone doquier el significado pensamiento
atención cuanto más enérgicamente se mantenía baJO el ropaje de .~na de que la dependencia real reside en la dependencia lógica: el método
mística cristiana la metafísica neoplatónica. Nada podía. ser más declsI\;o lógico de concluir lógica de lo general a lo particular reemplaza a la rela-
para refutar el individualismo ingenuo, que la pronuncl~da conse~uencIa ción causal.
con la que E S C o t o E ríO'b e n a saca avante el penSaIlllento capItal del
f'l'
También en el mundo sensible, pues, lo propiamente real es sólo lo
realismo neoplatónico. ,
Tal vez nmgun ,
lOSOf o. h a expresad o genérico: la 'totalidad de los cuerpos está constituída por aquella "natu-
más clara e inequívocamen~e que él las .últ~as con~e~uencla~ ~e la meta- raleza que es creada y no crea".3 Sin embargo, en ella la cosa individual
física que identifica -partIendo del prmclplO socratlco-platolllco de que no es activa como tal, sino en la medida de las determinaciones generales,
hay que buscar la verdad y, por tanto, el ser en lo ~e~eral- los gra~os de que en ella se manifiestan. Según esto, a la cosa singular sensible conviene
la generalidad con los de la intensidad y de la pnondad de,l proplO s7r , la mínima fuerza del ser, la especie de realidad más débil y por completo
Lo general (el concepto genérico) a parece aquí co~o la rea.hdad esencial derivada: en Escoto Erígena se mantiene el idealismo neoplatónico en toda
y oricrinaria que crea de sí y alberga en SI lo partIcular (la, es- su amplitud,
pecieby, en definitiva, el individuo). Los universales no son, Eor tanto, s o 1 o En correspondencia a los grados de la emanación tiene lugar el retorno
sustancias (res; de ahí el noml;re d~ .real~smo); son tamblen, respecto d.e de todas las cosas en Dios (regressus), la disolución del mundo de las
las cosas singulares, entes mas ongm.anos, pro d u c t o r e/s, determI- creaciones individuales en la eterna esencia originaria, la deificación del
nantes: son sustancias reales, y, a deCIr verdad~, tan t o m ~ s ~ e a 1e s mundo. Concebido como el fin final de todo acontecer, cual la extinción
c u a n t o ID á s gen e r a 1 e s. En esta concepClon, por. conslgUlen;~, se de todo 10 particular, se designa a Dios "la naturaleza que ni es creada ni
convierten las relaciones lógicas de los concep.tos ~~ re:a~lOnes metafIslcas; crea": es el ideal de la unidad exenta de movnnicnto, la unidad del abso~
el orden formal posee orden real. La subordmaclOn logIca ~e, ~~rna cre::~ luto reposo en las lindes del proceso cósmico. Todas las teofanías están des~
ción y -detenninación de lo particular por lo general; la dlv1slon y def1~ tinadas a retornar a la unidad indiferenciada de la esencia cósmica divina.
nición lógicas se truecan en un proceso causal, merced a que lo general De esta suerte, en el destino de las cosas, debe prevalecer la realidad de lo
se desarrolla y manifiesta en lo particul~r. . .. ., , . general todopoderosa, que acaba por absorber a 10 particular.
La pirámide conceptual, provista aSl de slgmÍlcaclOn meta.Íls~ca, cul- 2. Así, como en la Antigüedad (compárese parágr. 11, 5), también
mina en el concepto de la divinidad: lo general por excelenCIa..Pero el aparece aquí, pues, acompañando al intento de asegurar verdad y realidad
último producto de la abstracción, lo absolutament~ ge~e:al es lo mdet.er- a los universales, el pensamiento característico de una g r a d a ció n del
minado- (comp. parágr. 20, 8). De tal suerte se ldent~lca esta doctnna ser. Algo (lo general), se enseña, existe más que otro (10 particular):
con la antigua "teología negativa", según la ~ual, de. :qlOS no puede p~; se ve en el "ser", como en otras propiedades, algo comparable, suscepti~
dicarse sino lo que no es; 2 y dentro de un castIZO p~otImsmo se ~; tamblen ble de poseer grados y, en su caso, de reducción; conviene más a unas
[i aquí en este excelso Ser "la naturaleza que crea sm ser creada . Pero lo cosas que a otras. De este modo solía ponerse en parangón el concepto del
'! general por antonomasia crea de sí la t~talida? de las cosas, que, por existir (esse, existere) con el de lo que es (essentia), y, a decir verdad, en
consiguiente, no son otra cosa que sus mamfestaCl;mes, y q~e se c~mport,:,n una relación intensivamente gradual como se puede hacer con otros ca-
con él como los ejemplares particulares con el genero: ~st.an en el y eXlS~ racteres y propiedades. De parecida suerte como una cosa posee más o
ten sólo como sus peculiares manifestaciones. Así se ongma de estos su~ menos extensión, fuerza, consistencia, así también es susceptible de tener
puestos un pan t· e í s m o 16 g i c o: todas las ~osas del mun~o. son más o menos "existencia"; y del mismo modo como puede recibir o perder
"teofanías" el mundo es Dios que se genera de sí mIsmo (deus exphcltus), otras propiedades, así también la del ser. Hay que tener a la vista este
que se va 'desarrollando en lo particular. Dios y M;lUdo son .uno y. lo estilo de .expresión y de pensamiento del realismo, para comprender un
mismo. La misma "naturaleza" (physis) es, como ullldad creatIva, DIOS; gran número de teorías metafísicas de la Edad Media; esto esclarece desde
como pluralidad creada, Mundo. luego la doctrina más significativa que ha producido el realismo: la
2 En el desarrollo de este pensamiento m6nico (compárese parágrafo 20, 2) han 3 8610 es necesario citar aquí brevemente que esta uc1asificaci6n de la naturaleza"
puesto en práctica los padres de la Iglesia un .o~d.enamiento conceptual q~ed avanz,a recuerda a las claras la distinción aristotélica del motor inmóvil, del motor móvil
por progresiva ,abstracción al concepto .de la dlVlmdad coAo el csnceptoVln l1te6W9~ Y,de las cosas puestas en movimiento pero incapaces de imprimir movimiento (com-
nado por excelencia; compárese, por ejemplo, CLEMENTE LEX, trom. , , • parese parágrafo 13, 6).
254 IJI. La filosofía de la Edad Media. Primer períod~ 23. La controversia de los universales
255
prueba ontológica de la existencia de Dios, como lo ha no I?uestra, ni de lejos, que Dios, esto es, que un ente perfecto por exce-
presentado Anselmo de Canter,bury.? .. lenCIa deba ser '1
A mayor generalidad, mayor realIdad. De ah1 se saca: s~ DlOS es la . .,pensado.
d f Anselmo
. se aferra personalmente a ello no soo
por Su ~onv1cclon e e, SIno ta~bi~n por la prueba cosmológica del
esencia más general, también es la más real; si es la esenCIa ~b~oluta_ A1onologzum: creyendo pod~r preSCIndIr de aquel supuesto y salir avante
mente general, también es la esencia absolutamente real: ens reahsslffium. con el nud,o. concepto d: DlOS para demostrar su existencia, comprobaba
Posee por tanto, según su concepto, no sólo la mayor realidad, comp,ara- en for~a tIp lca la doctnna :apltal del realismo que concede verdad, esto
tivam~nte hablando, sino también la realidad absoluta, esto es, una realidad· es, re~l~dad a los conc,eptos, SIn tomar en cuenta Su génesis y fundamento en
inconcebible como más grande y elevada. el e~plntu hum,a:~lO. Solo por eso, trataba de inferir de la realidad psíquica la
Pero a lo largo del total desarrollo que esta sucesión de pensamientos reahdad metaflSlca del concepto de Dios.
ya había tomado en la Antigüedad, se fue fundiendo insepa.r~blemente en Por .tanto, en cier:o sentido daba en el punto flaco la polémica de
el concepto del ser el predicado de valor de la p e r f e e e 1 o ll. Los gra- G a un} 1 o. Este haCIa ver que, con arreglo al método de Ansehno
dos del ser son los grados de la perfección: cuanto más existe algo, es se podna ~~obar exa~tamente del mismo modo la realidad de cualquie:
tanto más perfecto, y, a la inversa, cuanto más pet;'fe~to es, tanto más representaclOn, po~, ejemplo, la de una isla, con sólo adscribir 'a ella la
existe. 4 El concepto del ser más elevado es, por conSIgUIente, el concepto nota de la perfeccIOno . Pues la más perfecta isla que no fuese real sería
de una absoluta -perfección, esto es, de una perfección inconcebible como, menos per.fect<: que la Isla real que tuviese los mismos atributos que' aqué-
más grande y elevada: ens perfectissimum. .
Partiendo de estos supuestos, deduce Anselmo, con ngurosa correcclOll,
., ll~; sena mfenor respecto ?-e la ex~stencia; no sería, por consiguiente, la
mas, :perfe~ta. A eso se. h~,b1e:a,p:odldo r~spo~der que el concepto de per-
del nudo concepto de Dios, a título de la esencia más perfecta y real, !echSlma Isla es. u?,a flCclOn Inutll y arbItrana; que incluso contiene una
su existencia. Para confirmarlo, ensaya diversas vías demostrativas. En su mt~rna contrad1cc1on, al paso que el concepto del ente' realísimo es nece-
M onologium admite el viejo argumento cosmológico: puesto qu~ exis~e san~ y. exento de contraset;tido: mas en vez de objetar de ta] modo, repite
el ser, hay que reconocer un excelso y a~soluto Ser, ~el que to~a eXlstenc~a la rep~lca de Ansehno ~l mIsmo argumento: si existeJa esencia perfectísima
participa (saca su ser), y que. por .SI mlsn:;o es (aseltas), segun su propIa en el mtelecto, es preCISO que exista también in re
esencia. Al paso que toda eXIstenCIa partIcular puede ser pens.ada coI?o Por insignificante que pueda parecer la fuerz~ de convicción de esta
no siendo y, por tanto, no debe la realidad de su ser a su propIa esen~Ia, manera de argumentar para aquel que no considera el concepto de un ser
sino a otra (a saber, el absoluto), lo perfecto no puede ser pensado smo absoluto como algo necesariamente pensable como sin confesarlo hace
como siendo, y existe, gracias a la necesidad de su pt;'0pia nat~raleza. La ~nselmo, es. sobrema~era valioso el argume~to ont~lógico para c~racte
esencia de Dios (y sólo de Dios) involucra·su eXIstenCIa. El pen- rIzar el realIsm~ medlev,:l cuya más consecuente expresión la constituye
saIl1iento capital del eleatismo constituye aquí, en última instancia, el este argun;ento. fue.s .la Idea de que la más alta esencia debe su realidad
nervio de esta argumentación: éstin einai, el Ser es y no puede ser peusado a su prop~a esenc~abdldad y que, por tanto, esta realidad debe poder ser
de otro modo que siendo. " prob~da solo partIendo de su concepto, es la consecuencia natural de una
En una peculiar versión desenvuelve Anselmo el mIsmo penSaIllIento, 10ctrma que reduce el ser de las cosas empíricas a la participación de
tratando de simplificarlo e independizarlo. En el Proslogium presenta el estj:'ds en los c<:mcepto,S y que r~stablece, Con arreglo a una escala de gene-
llamado argumento o n tal ó g i c o (en su propio sentido) : haciendo ca~o ra I ad, una Jerarqma de realIdades.
omiso del ser de las otras cosas, indica que sólo el concepto de la esenCIa 3. P.ero cuando se trató de señalar qué especie de realidad conviene
perfecta envuelve el de su realidad. En tanto es pensado este concepto, posee a lo~ ulllversales y en qué relaci~n se hallan éstos con las cosas singulares,
realidad psíquica: la más penecta de las esencias "existe" como contenido de se ViO envuelto el. realIsmo medIeval en análogas aporías a las que tuvo
conciencia (esse in intel~ectu). Per? .si sólo exist!ese ~omo conten~do de con- algun.a v~z el realIsmo platónico. Se recogía, ahora, Como doctrina hecha
ciencia y no como realIdad metafIslc,a (esse. etmm 1~ re), P?dr~a pe~sarse y caSI eVIdente, el pensamiento de un segundo mundo inmaterial y más
aún un ser más perfecto que no solo tUVIera reahdad pSlqulca, SI que e~~vado, que, h.abía sido preciso inventar en aquel entonces; y la concep-
también metafísica, y, por consiguiente, aquél no sería el perfecto por c:o~ neoplat?nlc~ de las Ideas Como determinaciones objetivas del espíritu
excelencia. De ahí que pertenezca a la esencia del ente más perfecto (quo diVInO fue bIen. VIsta por ,el. pensar orientado en sentido religioso. Según el
maius cogitari non - potest) no sólo realidad consciencial, sino también lllodelo d~l Ttmeo l?latolllCo, cuya mítica exposición venía a fomentar
realidad absoluta. eS,ta. doctnna, bosqueja B e r n a r d o d e e h a r t r e s una poesía COSmo-
Es claro aue Anselmo con esta formulación no tiene éxito feliz, y que gOlllca llena d~ grotescas ~antasías, y en su hermano T e o dar i e o se
ha dado una expresión desarticulada a lo que se proponía. Pues se requiere encuentran, alllillados de Iguales sugerencias, ensayos de una simbólica
poca agudeza para comprender que Dios no puede ser pensa~o como no
existiendo, si se le piensa (como el ente más perfect,o). que tIene que. ser Ges:hP;:rpár.~seA G.¡Ru(NLZE, Der ontol. P?ttesbeweis, Kritische DarstellunR seiner
pensado como existiendo. Pero el argumento ontologlco del Proslogzum ,. e e set nse m a prueba ontologlca de la existencia de n· Ex "6
crht~ch de/u historia des.de ~nselmo) (Halle, 1882); además, A. DA~~iLs ~~~lCG ~
4 Un principio, que se encuentra en la b~se de. la teodice.8. en Agustin como en se zI t.e r er G) ottesbewezse 1m ! 3. Jahrhundert (Historia de la existenci~ de Di;s
(f e SIg o :J:'.III .' BAEyMKERS Bettraege, VII, 1-2, 1909, y GRUNWALD Geschichte der
los neoplat6nicos toda vez que en ambos la eXIstencIa vale eo lpSO como lo bueno; lo
malo, en cambio', como lo que no existe verdaderamente. Edt~sMbewJ.tse) 'mI Mtptelalter !Historia de la prueba de la existenci~ de Dios en la
a e la, os mIsmos Bettraege, VI, 3, 1907.
256 IlI. La filosofía de la Edad Media. Primer período 23. La controversia de los universales 257
numerlca que no sólo trata de expiicar el dogma de la trinidad (como tanto, de asentimiento eclesiástico. El supuesto de una realidad sustancial
otros dogmas) echando mano de las categorías de la unidad, igualdad y de los géneros no parecía tan sólo justificar la exposición racional de la
diversidad, sino también toda suerte de conceptos metafísicos fundamen~ doctrina de la tr!nidad; también se revelaba, como Anselmo yOdo (Odar-
tales. 6 dus) de CambraI hacían ver, como el fundamento filosófico más apropiado
Junto a esta realidad ejemplar de las Ideas en el espíritu se trataba para la doctrina. del pecado original y de la reparación consiguiente.
asimismo de precisar qué significación tienen éstas en los acontecimientos 4. Por los mIsmos motivos desde luego se decide a la inversa el destino
del mundo creado. También aquí ha enseñado el extremo realismo, como del n o ro i n a 1 i s m o, que durante esta época aparece ahogado y opri-
originariamente lo sustentó G u i 11 e r ro o d e e h a ro p e a u x, la ple~ mido. Por otra parte, sus orígenes han sido demasiado inofensivos. 8 Se
na sustancialidad del concepto genérico: lo universal está presente en inspira en l<:~ fragmentos de la lógica aristotélica, especialmente en la obra
todos los individuos bajo él conceptuados, a modo de entidad indivisa e De CtitegofZzs. En ésta se ve en las cosas singulares de la experiencia las
idéntica a sí misma. Por tanto, el género es la sustancia unitaria; los ca~ verdad~ras "primeras" sustanci,:s y aquí también aparece la regla lógico-
racteres específicos de los individuos pertenecientes a ella, sus accidentes. gramatIcal ~e que la "sust~ncIa" no puede ser predicado en el juicio;
Sólo la objeción de Abelardo de que, según eso, podrían atribuirse a la res non predI:atur. Ahora bIen, puesto que la función lógica de los univer-
misma sustancia accidentes en mutua contradicción, obligó a los repre- sales eS'.,esenclalmepte, la ~e suministrar los predicados en el juicio (yen la
sentantes del realismo a dejar tan extrema posición, y a limitarse a defender conclusIOn), pareCla segUIrse de ahí ~esto enseñaba ya el comentario
el postulado de que la especie existe en los individuos individualiter,7 esto Super Porphyrium- que los universales no pudieran ser sustancias.
es, su general, idéntica esencialidad se estructura en cada ejemplar con- ¿ Qué son los. universales, entonces? Se podía leer en Marciano Ca-
creto en peculiar fonna sustancial. Esta opinión conecta con la doctrina pell~ que un umversal es una compilación de múltiples particularidades
de los neoplatónicos, mantenida por Boecio y Agustín, y citada en oca- graCiaS ~ uX; nomb;e. (nomen), ayna misma palabra (vox); pero la pala-
siones en la literatura de la época de transición; además, su exposición se bra habIa SIdo deÍlmda por ~oecIo como una corriente de aire producida
mueve de buen grado en la terminología aristotélica, donde lo general por ~a l~ngua. Con ello se tI~nen ya todos los elementos para la tesis del
aparece como la posibilidad más indeterminada que se realiza en los indi- ~omm~hsmo extremo; los umversales no son sino nombres colectivos, de-
viduos, mediante sus formas privativas. El concepto, pues, ya no es sustan- SIgnaCIOnes ~omunes para las diversas cosas, sonidos (flatus vocis), que
cia en sentido propio, sino el sustrato. general que se va conformando de valen como SIgnos para una multitud de sustancias o de accidentes de éstas.
modo diverso en los ejemplares singulares. En qué medida el nominalismo así formulado (que debió haber igno-
Por otro camino tratan de superar A b e lar dad e B a t h y G u a 1- rado en esta extrema forma incluso los motivos reales de tales nombres
ter i o d e M o r t a g n e estas dificultades: ven en la individualización colecti;os) fue susten.tado y defendido de hecho durante esta época, 9 no
de los géneros en especies y de las especies en cosas singulares el pasar del es pOSIble ya determmar: 10 pero la m e t a f í sic a del in d i vid u a-
sustrato por diversos estados (status), pero consideran a estos estados como l i s m o, correspondiente a tal teoría del conocimiento, nos sale al paso
determinaciones realmente especificadoras de 10 genera1. con .el claro y seguro aserto de que sólo las cosas singulares, como sus'"
Pero en ambas direcciones era difícil preservar al realismo de una ~ancIas, son verda~eras y reales. Sin género de duda ha expresado estas
última consecuencia, que desde luego no está en la mente de sus repre- Ideas del modo mas agudo R o s c e l i n o, al desenvolverlas concomitan-
sentantes ortodoxos. Considérese la relación de lo general con lo particu- temente en ambas direcciones: así como la reunión de muchos individuos
lar como la autorrealización del sustrato en formas individuales o a modo bajo un m~sI"?0 .l}0mbre es sólo una caracterización humana, del p r 9pio
de su especificación en estados concretos, siempre se tropezará en la línea modo la distInclOn de las partes en la sustancia individual es un corte
ascendente de los conceptos abstractos con la idea de un ens generalissimum, sólo válido para el pensamiento y comunicación humanos' 11 lo verdade-
cuyas autorrealizaciones o variedad de estados constituyen, en línea des- ramente real sólo es la cosa individual. '
cendente, los géneros, las especies y los individuos, esto es~ con la doctrina Pero el, i;Idividuo es .10. dado en. la reali~~d sensible: por tanto, para
que sólo ve en todas estas manifestaciones del mundo la divina sustancia esta. metaÍlslca el conOCillllento reSIde tamblen en la experiencia de los
singular. El realismo lleva en su sangre el pan t e í s m o a causa de su s~ntldos. Que este s e n s u a 1 i s ro? apareci6 acomp'1-ñando al nomina-
descendencia neoplatónica, y aflora aquÍ y allá con ·harta frecuencia. In~ ~IS~O, que hÜ~)Q pensa~o~es que forjaban su pensamiento, por entero, con
cluso sus ~nemigos, como Abelardo, no se detienen en reprocharle esta lmagenes senSIbles, no UDlcamente lo asegura Ansehno; también Abelardo;
consecuenCIa.
Sin embargo, no se llega aún en esta época a una expresa afirmación 8 C. S. BARACH, Zur Geschichte des Nominalismus vor Roscellin (Contribuciones
a la historia del nominalismo antes de Roscelino), Viena, 1866.
del panteísmo realista: más bien encuentra el realismo en su teoría de los
9 Seguramente no ha ocurrido aún esto en los orígenes del nominalismo: pues
universales un recurso para fundar ciertos dogmas básicos y goza, por aquÍ se encuentra también la expresi6n de Boecio de que el genus es substancialis
similitudo ex: diversis specÍebus in cogitatione collecta.
6 Compárense los extractos en HAURÉAU, Hist. de la Phil. Se. 1, 396 ss. 10 Juan de Salisbury dice (Palier. VII, 12, Cf. METAL. II 17) que esta opini6n
7 Compárese sin embargo, sobre la variante "indificrenter", LOEWE, op. cit., desaparece pronto otra vez con su autor Roscelino. '
pp. 49 ss., y CL: BAEUMKER, Arch. f. Gesch. d. Ph. X) 257; sobre la doctrina de la :tí El ejemplo de la casa _y de la pared, que él, según Abelardo (Oeuvr. in~d.
Indiferencia tambiin H. WILLNER, en los Beitraege de Baeumker, IV, 1, y más ade- 471), ha empleado, es, sin género de duda, el más desafortunado, conceptualmente
lante núm. 5. ' hablando. i Qué hondas eran tales reflexiones en los orígenes del pensar griego!
17
258 Ill. La filosof!a de la Edad Media. Primer periodo 23. ·La controversia de los universales
259
pero quiénes fueron tales pensadores y cómo fundaron sus doctrinas, no penetrante comprensión, en racionalidad auténticamente francesa. De ahí
lo sabemos. . . ., , . su oposición no menos enérgica a las tendencias sensualistas del nominaM
Se hizo funesta esta doctrma por su aplicaclOll a temas teologlCo,s en liSIDO.
Berengerio de Tours y Roscelino" E~ primero di,sputaba, en lél; eucarIs.tí~, Los universales, enseña Abelardo, no pueden ser cosas, pero tampoco
la posibilidad de una transustan~!aCIÓn, cons~rvandos~ los accld~ntes 101- puede-? ser meras palabra~ .. La palabra (vox) Como complejo sonoro es
ciales' el otro sacaba la concluslOll de que solo en Clertas propIedades y algo smgular: puede adqmnr sólo de modo mediato significación general
efectds hay que ver en las tres personas de la trinidad divina, tres dife- cuando se torna predicado (sennu). Parejo uso de la palabra como pre~
rentes sustancias coincidentes (triteísmo). dicado s610 es posible merce~ al pensar conceptuante (conceptus), que
5 Si en el desarrollo literario de estas antítesis, el realismo valía como c~pta, .c0mpa::ando los c~ntex:~dos de la percepción, lo que, según su esen~
plató'nico, y el nominalismo como aristotélico, sin duda alguna, el último Cla, es susceptible de p:ed~caclOn (quod de pluribus natum est praedicari).14
se desviaba mucho más que el primero: pero no obstante, la pobreza ,d~ la Lo gener~l, por conslgmente, es ~l predIcado conceptual (sermonismo)
tradición literaria, se puede decir, que las t ~ n ~ e n C,l a s con c 1,11 a- o el propIO concepto (conceptualIsmo ).15 Pero no obstante que el uni-:-
d o r a s que se interpolan entre realIsmo y nornmahsmo, m~e~tan por Igual ver~al, como. tal, se da en el pensar y juzgar exclusivamente en los
poner en armonía a los ~os gran;les. pensadores de la ~ntIguedad. D~ ta- pOSIbles. predIcados, se encuentra en relaciones con la absoluta realidad.
les ensayos hay que rnenClQnar prmclpa~mente dos: p~rtle~do del reahs~o, 1:0s. umversales no podrían ser las formas imprescindibles de todo Cono-
el llamado in d i f e r e n t i s ro o; partIendo del nommahsmo, la doctrma CImIento, como de ?echo lo son, si no existiera en la naturaleza de las
de Abelardo. cosas algo qu~ predlcamo~ y conceptuamos de ellas, Mas esto es la igualM
Al rechazar el realismo la existencia separada de los conceptos ( el dad o ~na!ogl,a. (conformItas) de las determinabilidades esenciales de las
joorismós platónico) 'y mantener los "universalia in re", se inclinaba a con~ s~st,a~clas mdIVld~ales.16 Lo universal existe en la naturaleza Como mul~
cebir los diversos grados de la universalidad como los estados reales de un tIplI~ldad homog~:r;ea, no como. identidad numérica y sustancial. Sólo
sustrato idéntico a sí mismo. Una y la misma absoluta realidad es, en sus graCIas a la funclDn del pensamIento humano se convierte lo universal
diferentes "status", organismo-, hombre, griego, ~ócrates. El s;ts~rato. de e~ el concepto un,ita.ri? que hace posible la predicación, Abelardo se ex-
estos estados es para los realistas moderados 10 un~versal (y en ultm:~~ ms~ plica aquella multIphCldad "homogénea de los individuos diciendo que Dios
tancia el ens realissimum); era, por tanto, una Importante conceSlOn al ha creado el ~ mundo con -:rreglo a los I?aradigmas insertos en Su espíritu
nominalismo hacer del individuo un portador de estos estados. Sea la cosa (~oys). Segun esta doctrIna, pues, eXIsten los universales, primero, en
singular (se admitía) el ve::dadero ser: pe::o ésta llev,a en sí como carac~ DlOs, como COD?eptus mentis, a n t e s del a s c o s a S; segundo en 1a s
teres esenciales de su propla naturaleza CIertas prop;edades y grup?S .ci.e e o s a s, como, Igualdad de los caracteres esenciales de los individuos'
propiedades que tiene en com.ún con otras. Esta s~m~J~nza real (conslllilli .. tercero, despues ~e l. a s c o s a s.' en el entendimiento humano, como su~
tudo) es lo indiferente (no dIverso) en todos los mdlvldu<?s; de tal s,:erte, con~eptos y predIcaCIOnes obtemdos por la función comparativa del penM
se encuentra presente indifferenter el género en ~a ~specle, la especIe en samlento .
sus ejemplares. A b e 1 a r dad e Ba t h es el pnnclpal representante de . De esta s~erte se anudan en Abelardo las diversas direcciones especu-
esta dirección; sin embargo, debió haberse propagado tal vez con acento la~lvas de ~a epoca. Pero ha desenvuelto las ideas medulares de esta docM
nominalista algo más fuerte. 12 -
t;ma, ocaslOnalmente, en pa~te en la polémica y acentuando, al correr el
6. A b e 1a r d o representa el punto medio omnilateralmente impor M tIempo, este o aquel pensamIento, y nunca ha suministrado una solución
tante y vital en la controversia de los universales. El discípulo al par completa d~l problem~, .l?e hecho ha~ía avanzado tanto, que su posición,
que opositor' tanto de Roscelino ~om~ de Guillerm~ de Champeaux ha en lo .esenclal se c~nV:lr.tlO en l~ doctrll;a dominante con la f6rmula "um..
combatido conjuntamente el nommal~smo y el reahsmo, y, puesto que versaha ante muItlphcltatem, In multlplicitate et post muItiplicitatem"
en la polémica toma las armas ora de un bando, ora de otro, no ha POM aceptad~ por los filósofo,s árabes (Avicena): a los universales compet~
dido e;"itar que su posición sucumba a concepciones y apreciacion.e~s antiM un sentldo ante rem, respecto del espíritu divino; in re, tocante a la
téticas,13 Sin embargo los rasgos fundamentales de su concepclOn son naturaleza, y po~t rem, en 10 que concierne al conocimiento humano,
claros y precisos. En ~u polémica contra todo linaJe de realismo r:epite y puesto .<].ue mas tarde ~ceptan en lo esencial Tomás y Duns Escoto
tan enérgica e insistentemente el pensamiento de que la consecuenCia de esta soluclOn, es comprenSIble que el problema de los universales aún
esta doctrina es el panteísmo, que en ello no sólo hay que ver un oportuno no resuelto con ella,17 entre en calma provisionalmente, para ocup~r de
medio de combate bajo circunstancias eclesiásticas, sino más bien la eXM
presión de una convicción individual, como es comprensible en un hombre 14 Compárese ARISTÓTELES, De Interpretatione 7 17 a 39
tan enérgico, autoritario y que busca en su vida reput~ción personaL Pero . "15 Paríce que Abelardo, en diferentes épocas, ~ce~túa ora ~na ora la otra va
esta individualidad tiene su interna raíz, al proplO tiempo, en aguda y r1ani~ y ta vez se ha desarrollado su escuela en ambas direcciones. ' -
Otros, qu~ en 10 fundamental, pensaban del mismo modo por ejern lo G'l-
berta le la Por~ee, echaban mano de la distinción aristotélica de la primera Py de la
12 Según las indicaciones en la obra De generibus et speciebus y las versiones
de Abelardo en la glosa de la Eisagogée, También parece que Guillermo de, Cham Gfib~t iS~lila o d~e J<?s con¡ceptos de sustancia y subsistencia: sin embargo Usa
M
2. Pero hay que ver como aportación característica, esencialmente nue- ginatio) en las tres especies de conocimiento: incluso la contemplación es
va y fructífera, de esta psi e o 1 o g í a e ro p í r i e a el intcIl:to no ~e una visia intellectualis, una intuición espiritual que por sí sola capta en
clasificar las actividades y estados anímicos, sino el de descubnr el fluJo toda su pureza la suprema verdad, al paso que el pensar no es capaz
vital del alma y captar su intrínseco desarrollo. Se daban cuenta estos de ello.
hombres de una í n tiro a v i ven e i a, de una historia de su alma, en De esta suerte se mezcla, de modo múltiple, lo viejo y lo nuevo en los
sus piadosos sentimientos y en sus ansias por gozar de la gracia divina, y escritos de los victorinos: entre agudos análisis y sutiles pinturas de las fun-
esto impulsa a ellos a describir semejante historia; y si para designar sus ciones psíquicas afloran fantasías de arrobamientos místicos. Sin duda
peculiares estados, echan mano, en pintoresca mixtura, de c<;mceptos 'p.1a- alguna, cae a~uí el método de la auto-observación en el peligro de tro-
tónicos, agustinianos y neoplatónicos, lo cierto es que lo esenclal y decIsIvo carse en fanatIsmo: pero cosecha ya, por otra parte, algún fruto' labra
reside en su afán de mostrar el proceso evolutivo de la vida íntima. el terreno para la investigación' del futuro, y sobre todo, traza el s~lar so-
N o ha causado inquietud alguna a estos místicos, que no buscaban una bre el que se desarrollará la psicología moderna.
metafísica, que ya poseían en la fe, cómo resolver el problema de la dua- 3. Otra corriente de pensamiento asaz diversa apoya y enriquece al
lidad de cuerpo y alma, originado más tarde de modo tan abstruso. A decir par esta nueva ciencia de la experiencia interna: un rendimiento lateral
yerdad, cae en la cuenta Hu g o d e S t. Vi c t o r de, que, aunque cons- de la lucha de los universales - y no de mala calidad- vino a redun-
tituya el alma lo inferior en el mundo inmaterial y el cuerpo humano dar en beneficio de ella. Al negar nominalismo y conceptualismo la exis-
10 más elevado en el material, están dotados de tan antitéticas propieda- tencia en sí de los universales y explicar las especies y los géneros como
des, que su unión (unio) es punto más que un misterio inconcebible; pero creaciones subjetivas del espíritu cognoscente, se vieron obligados a hacer
deCÍa: precisamente con ello ha querido mostrar Dios, y 10 ha demostrado, comprensible el origen de estas representaciones generales en el alma hu-
que para él no hay nada imposible. En vez de sutilizar dialécticam~nte mana. Así se comprende que se entreguen directamente al estudio empírico
sobre tal objeto admiten los místicos, más bien, este dualismo como hIpÓ- de la g é n e s i s del a s r e p r e s e n t a c ion e s y aporten a la subli-
tesis para aisla: el alma y de esta suerte poder estudiarla científicamente me poesía de los místicos un añadido, frugal sin género de duda, pero
y observarla en su intimidad vital. no menos imprescindible. Pues debiéndose suministrar la prueba del ori-
Pero esta vida es, para la mística, el tránsito del alma a Dios; de tal gen de los contenidos puramente subjetivos del pensamiento, que había
suerte 1 a h i s t o r i a d e s a 1v a ció n del in d iv i d u o, es la p r i- que explicar como productos de un proceso temporal en el hombre, no
mer~ forma de la psicología del sentido in,~erno. Los podía ser otra cosa pareja investigación que un aporte a la psicología
místicos ven en el alma algo esencialmente emotivo; explican el desarrollo de la experiencia interna.
de su actividad vital mediante s en t i m i e n t o s, y ponen de mani- Ya la tesis del extremo nominalismo estimulaba a sus enemigos al es-
fiesto su virtuosidad literaria precisamente en la descripción de estados tudio de las relaciones de la palabra con el pensamiento e impulsó a Abe-
y procesos sentimentales. También son los legítimos continuadores de A~us lardo a un minucioso análisis de la participación que tiene el lenguaje en
tín: en el análisis de este proceso destacan dondequiera la f u e r z a 1 m- e~ desarrollo del pensamiento. El problema acerca de la significación de los
pul s i va del q u e r e r; investigan los estados de ánimo de la volun- SIgnos y nombres en el proceso representativo se puso a la orden del día.
tad, gracias a los cuales la fe condiciona el curso d~l conocimient<;>, y Aún más: penetró en la entraña de la psicología teorética la investigación,
consideran, a la postre, como el s u p r e m o e s t a dIO pro g r e s 1 v o que en el tratado De 1 ntellectíbus se ocupaba de los nexos entre intelecto
del a 1 m a la contemplación mística de Dios, que naturalmente es iden- y percepción. Aquí se exhibe cómo la s e n s a ció n c u a 1 re p r e s e n-
tificada aquí con el amor. Así proceden, por 10 menos, los dos victorinos t a ció n con f u s a (conceptio confusa) pasa a formar parte de una
Rugo y Ricardo, henchidos sobremanera de espíritu científico, al paso que intuición (imaginatio) que aún la abarca junto a otras, cómo entonceS
se subraya más enérgicamente el aspecto práctico del querer en Bernardo el intelecto saca de este complejo material conceptos y juicios por un
de Clairvaux. Este no se fatiga en denunciar como pagano el puro afán de desarrollo sucesivo (discursivamente), y cómo se originan, después de la
saber por saber, redivivo en su tiempo con todas sus virtudes y vicios, realizac~ón de. tales condiciones, la opinión, la creencia y el saber, en don-
y, sin embargo, también, par~ él consti.t,:ye .~l último de los doce gr~d~s de, al fm, el mtelecto conoce el objeto, por un golpe de vista omnicom-
de la humanidad aquel extaslS de la dmflcaclOn, por obra del cual el mdl- prensivo (intuitivamente).
viduo penetra a la esencia eterna, "como la gota de agua en un tonel En forma análoga ha expuesto ] u a n d e S al i s b u r y el proceso
de vino". de la evolución anímica; pero en él se hace valer del modo más enérgico
También la psicología del conocimiento se erige, para los victorinos, la peculiar tendencia de la concepción agustiniana sobre el particular: no
sobre base agustiniana. Se ha dotado al hombre de tres ojos: el carnal, considera, las diversas formas de actividad como capas superpuestas o la-
para conocer el ~u~do de los cuerpos~ el racional, para conocerse a. ~í terales, smo como direcciones funcionales conexas de una misma unidad
mismo en su intenondad; el contemplativo, para conocer el mundo espln- vital. Se enc.uentra ya en la sensación, y en mayor medida en la intuición,
tual y la divinidad. Si, por tanto, según Rugo, c o g ita t i 0, ID e d ita.. u.n acto de Juzgar, y como enlace de nuevas sensaciones con la reproduc-
°
ti o y e o n t ~ ID P 1 a t i constituyen los ~res gr~dos de la ~c~ividad CIón ?e otras, s: dan simultáneamente en la intuición, según él, los estados
~ot:vos , ,(passlOnes) del temor y de la esperanza. Así se derivan de la
intelectual, es mteresante, y para la personahdad misma caractenstIco, en,
qué medida acentúa él la colaboración de la capacidad imaginativa (ima': rrnagmaclOn (el proceso psíquico fundamental) la doble serie de hechos
lII, La filosofia de la Edad Media, Primer periodo 24, El dualismo de cuerpo y alma 267
266
.~sí pone.A?~lardo.la esencia de lo moral exclusivamente en 1 d . "
volItlva (al1lll11. mtentlO). Pero ¿ cuál es la norma con arreglo : l:Cl~lO~
de la conciencia: en la conciencia teorética, desde luego, la opinión, y, me-
diante comparación de opiniones, el saber así como la convicción racional
(ratio), ambos bajo laaeci6n volitiva de la prudencia (prudentia); en puede, caracteTlzarse
h Abl duna decisión
d volitiva como buenaomaa, b~,a
I ? T amlen
fin, gracias a la aspiración hacia una sabiduría apacible (sapientia) el co- aqm t rec 1aza e ar
d o toI a 'legal" determinación ext erna y ob'jetlva:
, en ..
~ue?- ,ra a norma e, a apreCIaClOn exclusivamente en la intimidad del
nocimiento contemplativo del intelecto, en la serie de los hechos prácticos
mdlVlduo
'd d qued' se deCIde;
f . pero tal norma reside,en d ef'mltlva,
,, en Ia con~
de la conciencia: los sentimientos del placer y displacer con todas sus
f Orrol
1 a .,o lscon ormldad
, " ) Buena
con, la concie n c I. a ( consclentia.
ramificaciones en sus cambiantes estados de la vida. es ~ aCClQn que esta en armoma con la convicción pro ia del su' eto u
En Juan, pues, aparece diseñado todo el programa de la posterior psi- deCIde: ", P
cología de la asociación, cuyos corifeos habrán de ser, puntualmente, sus , ymala,
" aquella que contraviene dI'eha conVlCClon. j q e
compatriotas. Pero no sólo en el planteamiento de los problemas; también f ¿ que es ,sem 7)ante ,co~c~encia? Donde teoriza Abelardo como filó~
es su modelo en la forma de tratar éstos. Tanto de las especulaciones de la ~~l;: cci~ :~c~o~a ~~al dIa}~.ct1CO que lera ~es para él (según viejo mo-
dialéctica, divorciadas de la realidad, como de los arrobamientos extáticos , ey e lca natura, que, aunque en distinta medida
de la mística se mantiene a distancia; tiene a la vista los designios prác~ ~!s~~hl~id~ ~o~~ l~~ hombres y ~ed según convicción de Abelardo, se h~
ticos del saber, quiere con ello orientarse en el mundo, donde el hombre su ocultamiento por ~b~~e~~l vpe~c:doen 1~ ~?I~I'dgio' n hcristiana, (despu~s de
vive, y, ante todo, en la intimidad real del propio hombre; además, aporta parágrafo 23 7) E l ' Y e 11 a d umanos comparese
a la filosofía una exquisitez mundana y una libertad de espíritu de que a la voluntad de' D:~: 10e~ n~tur~hs, empero" es para el teólogo idéntica
carecía por aquel entonces. No en mínima parte debe esto a la educación contra la concie' . ca ar ~ concl~ncla es obedecer a Dios, obrar
del gusto y a la sana comprensión del mundo, que suministran los estudios se torna dudoso ~~I~o~Ste~inosprecIar a ,I?10S. Pero donde de algún modo
clásicos: y también aquí sus compatriotas lo han seguido con provecho. medio al individuo qu d d~,de la ley etlca natural, no le queda otro re-
Es el precursor del iluminismo inglés, como Abelardo el del iluminismo arreglo a su leal sabe; d:lc'rn,rasedeotn da~r~g10 a su conciencia, esto es, con
l" nao lvmo.
francés. o E sta etlca de la in te ., 11
4. Una peculiar manifestación paralela a esta obstinada oposición de d.ia!écticos y peripatéticos se Ye~~l~ °aTI, que expone el. prí?;ipe de ~os
lo externo e interno y de este desplazamiento del principio científico a la ClpIO agustiniano de la i~timidad y de~?d~. ~~ unl~ culmml.a~IOn del prm-
intimidad humana, también lo es, en fin, la é tic a d e A b e 1a r d 0.1 tiendo del sistema del ' m IVI ua lsrno vo ltlvO, que, par-
):"a en su título Scíto te ipsum se anuncia una doctrina fundada en la limitaciones de él se ad:~:a ~rant~ ladre de la, Iglesia y superando las
, n e u uro, con mas fecundas repercusiones.
experiencia interna, y su significación reside en manipular nuevamente
la ética como propia disciplina filosófica y en separar de ella los supuestos
dogmático-metafísicos.8 Esto vale de semejante ética, aunque parta de la
conciencia cristiana del pecado, a título de hecho fundamental. Pero sin
demora busca contacto con lo íntimo. Lo bueno y malo no reside, dice
Abelardo, en la acción externa, sino en la causa interna de ella. Tampoco
se encuentra en los pensamientos (suggestio), sentimientos Y apetitos (de-
lectatio), que preceden a la decisión volitiva, sino sólo en esta propia
decisión a actuar (consensus).9 Pues la inclinación (voluntas) fundada en
el nexo natural de los acontecimientos y en parte en la constitución coy-
poral, que puede conducir a lo bueno o a lo malo, no es ella misma buena
o mala en sentido propio. El error (vitium) -a esto reduce también Abe-
lardo el pecado original- sólo tiene lugar por el consensus -a pecar (pecca ..
re). Pero apareciendo éste, se realiza con él, de modo cabal, el pecado: la
acción con todas sus externas consecuencias, llevada a cabo por el cuerpo,
no añade éticamente nada.
o REUTER, entre otros lugares, II, 80, opone en este sentido a Rogerio Bacon
y Abelardo; sin embargo, se encuentra en Juan, más señaladamente, el rasgo decisivo
de la psicología empírica.
7 Compárese sobre el particular TH. ZIEGLER, en las Strassb, Abhandlungen zur
Phílosophie (Friburgo, 1884).
8 Con inesperada claridad se ilumina el pensamiento de Abelardo, cuando él
ocasionalmente cree haber separado el concepto metafisico de bondad (perfección ment10 r'En 1 i metf~slcad
t ' teo ¡'oglca
' parece ir ocasionalmente tan lejos Abclardo (Co
igual a realidad), precisamente del concepto moral de lo bueno, sobre el que única- de laal~~
11
~o~alma{tatc..ab:t~nolOd'e r¡oman¡os,
~ ~
lId' d2.4 !), que
a vo unta lVIlla,.
acaba por referir el contenid~
mente tiene que ver la ética: COn ello también pone de relieve, que ha percibido una
de las más tenaces confusiones de problemas en la historia. , No hay CJue ha?l.ar aquí de la importante oposición, en sus diversas direcc' -
9 La synkatathesis de los antiguos: Compárese arriba, parágrafos 14, 3, y 17, 9. nes, que encontro esta etIca frente a la teoría eclesiástica y la vida práctica. 10
CAPÍTULO SEO UNDO
SEGUNDO PERIODO
(DESDE 1200 APROXIMADAMENTE)
FRIEDR. NITZSCH, tJber die Ursachen des Umschwungs und Aufschwungs der
Scholastik im 13 Jahrh. (Causas de la conmoción y progreso de la escolástica en el
siglo XIII), Jahrb. f. Theol., 1876.
KARL WERNER, Der hl. Thomas von Aquino (Santo Tomás de Aquino), 3 vols.
Regensburg, 1858 ss.
El mismo, Die Scholastik des spliteren Mittelalters (La escolástica de las postri-
merias de la Edad Media), 3 vols. Viena, 1881 ss.
P. MANDONNET, Siger de Brabant et faverrisme latín au xmme siecle~ 2 vols.
(Lovaina, 1908 y 1911).
G. v. HERTLlNG, Wissenschaftlíche Richtungen und philosophische Problema im
13. Jahrhundert (Direcciones cientHicas y problemas filosóficos en el siglo XIII),
Muenchner Akad. Festrede, 1910, e Historische Beitraege zur Philosophie, 1914.
A. SCHNElDER, Die abendlaendischa Spekulation des 13. Jahrhunderts in ihrem
Verhliltnis zur aristotelischen und jüdisch-arabischen Philosophie (La especulación
occidental del siglo XIll en sus relaciones con la filosofía aristotélica y judaico-arábiga),
Muenster, 1915.
E. GILSON, Le Tomisme (Paris, 1923).
A. DEMPF, Die Hauptform mittelalterlicher Weltanschauung, Eine gw. S,tudie
über die Summa (La estructura fundamental de la concepción medieval del mundo.
Un estudio sobre la Summa), 1925.
269
270 IlJ. La tilosotia de la Edad Media Segundo periodo 271
umeo que debe tratarse en esta exposición del desarrollo general de la fiJasofía_ de l?s judíos.) T~poco pu.ede decirs~ qu~ en la ~pro.piaci6n d~ ,este saber vayan
se da, con raras excepciones, como un bien espiritual de la Antigüedad, de la filosofía surgIendo caracterlstIcas naclOnales. Mas blen, la ClenCIa se ha Injertado artificial_
griega o helenística. Por consiguiente, aparece a continuación sólo una apretada men!e en la cul!ura árabe; no ha echado en ella verdaderas raíces y tras leve flores-
cenCia se marchIta, exenta de energía. He aquí su misión en la historia general de la
;ienc.ia: restitu~r en parte a l}\ evolu~ión del espíritu occidental la continuidad que
SlNTESIS DE LA FILOSOFíA ÁRABE Y JUDíA EN LA EDAD MEDIA el .mls:n0, pasaJ.erameIl:te,. habla .perdldo. Comparese L. STEIN, Dt'e Kontznuitat deT
c,rtech.lschen Phzlosophze !n der Gedankenw~lt der Araber (La continuidad de la filoso-
De entre la literatura de este período de tradición, más interesante sin género fía gnega en el mundo mtelectual de los arabes), (Arch. f. Gesch. d. Philos, XI y
de duda desde un punto de vista histórico-literario que filosófico, pero que no ha sido XII, 1898 ".).
aún presentado con entera claridad por la investigación, y que todavía no posee una La apropiación de la ciencia antigua por los árabes ha seguido un camino recu~
exacta y minuciosa exposición erudita, hay que señalar: rren!e. };..1 ~e. su na!ural evolución. ~artió del platonismo, a la sazón coetáneo de la
MOHAMMED AL SCHAHRESTANI~ Ht"stort'a de las sectas religiosas y filos6ficas en los trad1ClOn sIna y afm a ella 'por motIVOS re~igiosos,.p~ra arribar más tarde a mejores
árabes. (Versión alemana de Haarbruecker, Halle, 1850 s.). A. SCHMOELDERS, Docu- fuel1:tes; pero la consecuenCIa fue. que ':le VIO a Anstoteles y Plat6n con las gafas de
menta philosophiae Arabum (Bonn, 1836) y Essai sur les écoles philosophiques chez PlotIno. y Proclo. Durante. el. ~cmado ~e los Abasidas, sobre todo por iniciativa
les arabes (París, 1842); FR. DIETERICI, Die Philosophie der Ar. im 10. Jahrh. (La d.el c<l:hfa, ~lmamum (a pn:ncIplOS del SIglo IX) tuvo lugar en Bagdad una intensa
filosofía de los árabes en el siglo x), 8 cuadernos, Leipzig, 1865-76. Cfr. también v. VIda clentífl~a; fueron conOCIdos en traducciones los neoplatónicos, los mejores comen-
HAMMER-PURGSTALL, Geschichte der arabischen Literatur (Historia de la literatura tadores, ~asl todas las obras de ARISTÓTELES y la República, las Leyes y el Timeo
árabe), así como C. BROCKELMANN, Geschichte der arabischen Literatur (1, Weimar, de PLATON.
1~~. . Las primeras personalidades claramente i~por.tantes, Al-K i n d i (muerto en
S. MUNK, Mélanges de philosophie juive et arabe (París, 1859), y el artículo 870) y AI-F a r a b 1 (mll:er~o en 950), De ortu sctentzanlm, ed. de Baeumker (Muens-
del mismo autor sobre los fi16sofos en particular, en el Dictionnaire des Sciences terl ~916), apenas ~e .d:stlI~~en. en sus .doctrinas de los exégetas neoplatónicos de
Philosophiques. Ans;ote1es; mayor sIglllhcaclOn ~lene A v 1 C ~ !1 a (Ib~ Sina, 980-1037), cuyo Canon
Ahora ofrece una admirable e instructiva síntesis, T. DE ROER, Historia de la filo-, llego a ser el texto por excelenCIa de la medicma medieval tanto en Occidente como
sofla en el Islam (Stuttgar, 1901). Compárese J. GOLDZIHER, Kultur des Gegenwart~ e? qr~ente, pero. que ejerció un poderoso influjo, gracias 'a sus numerosísimas obras
1,5, pp. 45 ss.; CARRA DE VAUX, La Doctrina del Islam (1909); M. HORTEN, Ein- hl?sohc,:s (espeCIalmente la Metafísica y la Lógica). Su doctrina se aproxima al
führung in die hOhere Geisteskultur des Islam (Introducción a la cultura superior arIstotelIsmo puro, y ent:e todas las árabes, es el más cercano a él. Sobre su psicología
del espíritu del Islam); el mismo, Die pht"losophischen Systeme der spekulativen (Opus egregtum de amma) cfr. M. WINTER (1903); CARRA DE VAUX, Avicenna
Theologen im Islam (Los sistemas filosóficos de los teólogos en el Islam), 1913; el (Par!s, 1900).
mismo, Die Philosophie des Islam in ihren Bez. zu den philosophischen Weltanschauun- La difusi6n de estas opin~ones filosóficas fue vista Con malos ojos pOr la ortodoxia
gen des westl. Orients (La filosofia del Islam en sus relaciones Con las concepciones :n;tahometana, y c~mo el propIO Avicena, sufri6 la actividad científica en el siglo x tan
filosóficas del mundo del Oriente occidental (Munich, 1924); C. BECKER, Estudios vlOlentas persecuclOnes, que tuvo que tomar refugio en la liga secreta de los "Henna-
Islamitas, I (1924 s.); J. RUSKA, La supervivencia de la ct'encia antigua en el On'ente nos P?ros". L?s "fieles henn!l-nos d~ Basrah", formaban una especie de liga pitag6rica
(Arch. F. G. d. Mathematik, der Naturwissenschaften und der Technik, X, 1927). y hablan reumdo.e~ una enCIclopedIa (compárese renglones arriba, Dieterici) el mejor
M. EIsLER, Vorlesungen über die jüdischen Philosophen des Mittelalters (Confe- caudal de COnOCImIentos de aquel entonces, que, en contraste Can Avicena parecen
rencias sobre la filosofía judia de la Edad Media), 3 vals. Viena, 1870-84; M. JOEL, mostrar una mayor propensión al neoplatonismo. '
Contribuciones para la historia de la filosofía (Breslau, 1876); J. SPrEGLER¡ Historia D,e .los resultados cientific.os de sus opositores, conocemos, de una parte, la extraña
de la filosofía del judaísmo (Leipzig, 1890); J. GUTTMANN, La escoldstica de s~'glo XIII m~tafl~I9a del m ~ t.a k a 111 ID:. u n ortodoxo, quien, en oposición a la concepci6n
en sus relaciones con la literatura judía (Breslau, 1902); D. NEUMARK, Historia de la arIstotehco-neopl~toU1ca que vela en la naturaleza un todo vital (orgánico) exalta
filoso/la judía de la Edad Media (1907-13); J. HEINEMANN, La doctrina del destino hasta la exageraclót?- la causa!idad única de Dios, y en gran confusi6n metafísica echa
final del hombre en la Antigüedad greco-romana y en el Judaismo medieval (1926). mano de un atomIs~o de.sfIgurado; por otra parte, en los escritos de Al g a z e 1
Cf. también FUERSTS, Biblioteca judaica, y las Historias del Judaismo de GRAETZ y (1059;1111, Destructto Phzlosophorum), aparece un análisis ascético y místico de la
GEIGER. ft1oso~Ia. Comp~rese T. DE BOER, Die Widersprüche der Philosophie nach Algazzali
Por estrechas que puedan ser las relaciones en que se encuentra la filosofía de los und t~r AusgteIc~. d'U;~ch Ibn Roschd (Las contradicciones de la filosofía según AI~
l.
pueblos culturales semitas con los intereses religiosos, debe, sin embargo, ante todo G:;zah y. su conc~~aclOn l?or Ibn .R.oschd),. Estrasburgo, 1894. H. BAUER, Ética isla-
la c i e n c i a á r a b e, su peculiar carácter a la circunstancia de que sus autores y mIsta,' B.te;z, perm~ttdo y B.ten prohtbtdo. El libro XIV de la obra capital de las ciencias
representantes no son, en latisima parte, clérigos, como en el Occidente, sino médicos. de la rehglOn de ~l-Gazah, (Halle, 1922). OARRA DE VAUX, Gazali (París, 1902).
(Cfr. F. WUESTENFELD, Geschichte der arabischen Aerzte und Naturforscher (Historia Tfl;.nto más trlUnfaron estas ~endencias, cuanto más rápidamente se desplomó otra
de los naturalistas y médicos árabes), Gotinga, 1840. Así va de la mano, desde un vez alh el auge del ;nahometamsmo. La evoluci6n posterior de la ciencia árabe debe
principio, el estudio de la medicina y ciencia natural antigua COn el de la filosofia. b~s~arse en Andalucla, donde la cultura mahometana tuvo un postrero y último flore-
Hip6crates y Galeno se traducen (en parte indirectamente del sirio) y se leen, tanto clm~ento~ En este lugar r en c~rcunstancias de mayor libertad, se fue transformando
como Platón, Aristóteles y los neoplat6nicos. Por tanto, en la ,metafísica árabe la filoso- la Í110sofl~ en un naturalIsmo VIgoroso, el cual, por su parte, adquiri6 un fuerte matiz
fía natural juega el papel de contrapeso a la dialéctica. Pero por exacto que haya sido neoplatomco.
dar a este pensar científico una amplia base de conocimientos positivos, -no deben Una exposición característica de la doctrina del conocimiento de esta filosofía se
sobreestimarse, por otra parte, los propios rendimientos de los árabes en la investiga~ encuentra en la Cond"/fcción del. solitario, ~e Avempace (Ibn Baggah', muerto
ción natural y en la medicina. También aquí es la ciencia medieval, fundamentalmente, en 1138) y Un pensamIento semejante culmma con A b u b a k e r (Ibn Tufail muer-
tradici6n erudita. Los conocimientos que los árabes trasmiten más tarde a la cultura, to en 1185) en una interesante comparaci6n de la religión natural con la positiva La
occidental, provienen esenci.almente de las obras de los griegos. Tampoco ha experi- novela fil~sófica de este último (El qr;e vive, el hijo del vigilante), que pint~ el
mentado un capital desarrol1o el saber empírico por obra de los árabes; sólo en algunas ?esarr~l1o .mtelectual de un hombre alejado de todo contacto histórico social, en una
esferas de la investigación, por ejemplo en la química y en la mineralogía y en algu- Isla solItaria, se traduce al latín por Pocock con el titulo de Philosophus autodidactus
nas partes de la medicina (en la fisiología sobre todo), figuran con cierta independen- (Oxford, 1671 y 1700) y al alemán por Eichbom (Berlín 1783) con el nombre de
cia. En los métodos y en las formas fundamentales de explicación, en todo el sistema Naturmensch,.Ofr. L. ?O:rT~I~R, !lo,.man philosophique, de hn Thofail (Alger, 1900).
conceptual filosófico, se encuentra, en la medida que puede confirmarse, por completo Pero la Írgura mas sIgmÍlcatlva y, en todo caso, la más independiente entre los
bajo la influencia combinada del aristotelismo y del neoplatonismo. (Y 10 propio vale pensadores árabes es Averroes. Naci6 en Córdoba, por el año de 1126; durante
111. La filosofía de la Edad Media Segundo período 273.
272
algún tiempo fue )uez y después médico d.~ cám3;r~ del calif~., Más tarde hubo de ~uir entonces los problemas de la explicación racional de la concepdón ortodoxa
a Marruecos oblIgado por una persecuclOu rehglOsa; mUrIO en 1198. ~arafraseo y del mundo sucumbieron a. una nueva embestida y hubieron de resistir una
comentó breve y prolijamente casi todos los escritos de Aristóteles, a qmen veneraba técnica del pensar más elaborada, se ofrecía simultáneamente un material
como el más grande de todos los maestros de la sabiduría. (Tales obras aparecen en de saber casi inabarcable para interpolarlo dentro de aquel nexo religioso-
las viejas ediciones de Arist6teles.) De sus propias obras (Ven~cia, 1553~ algunas tan
sólo existen en traducción hebraica) hay que subrayar la réplIca que hIZo a AIgazel metafísico.
con el nombre de Destructio destructionis. Dos de sus tratados sobre las relaciones Para tan elevado problema, estaba ya enteramente maduro el pensamien-
de filosofía y teología aparecen editados en traducción alemana por M. J. M u e 11 e r to ·medieval, y quedó resuelto bajo el influjo de aquel período brillante
(Munich 1875). Cfr. E. RENAN, Averroes ji el averroísm?, 3'1- ed., París, 1869. Acerca en la historia del papado, que había promovid.o Inocencio IIL El aristote~
de su fil~sofia de la religión compárese A. MERX en Phtlos. Monatsh., 1875, pp. 145
ss., M. HORTEN, Die Meth~physik des A., tradu.cción y e.xégesi~ (H~le, 1912); el ESIDo arábigo-neoplatónico, que con sus consecuencias naturalistas parecía
mismo Die Hauptlehren des Avenoes nach semer Schnft: Dze W~derlegung ~es al principio sólo fortalecer el ímpetu racionalista hasta convertirlo en arro~
Gazali' (Las doctrinas capitales de Averroes según su obra: La Refutact6n de Gazalt), gante actitud, se puso al servicio del sistema eclesiástico con sumisión verti~
Bonn, 1913. ,...., ginosa digna de asombro. Sin duda, sólo de un modo era esto· posible: en tal
Con la expulsión de los árabes de Espana, se plerden tamblen las. ~uellas ?e su
actividad filos6fica. Sólo en 1 b n C h a 1 d u m encontramoS a un illosofo alslado elaboración, por completo sistemática, de una filosofía confonnada en todo
y muy notable (antes y después de él no aparece ningún otro). Nació en Túnez en a la doctrina del dogma, tuvieron que predominar los elementos del pensa~
1332 y murió en El Cairo ha;ia I~O?.Recorrió g~an parte. del mundo; ha lega~o a la miento agustiniano intelectualista y afines al neoplatonismo. De tal suerte
posteridad junto a monograÍlas hlstoncas, una hIstorIa ulllversal, cuyos Prolegom~nos se llevó a cabo, sin que hubiese participado creadoramente en ello otro
contienen 'una historia de la filosofía que equipara la vida cultural de la humamdad
con leyes naturales. (Ed. de M. Quatremere en las noticias y extract?s de M.S.S., nuevo pensamiento filosófico que la vol u n t a d d e s i s t e m a, el más
vals. 16~18' traducción de M. de Slane; allí mismo vols. 19~20. Pans, 1862.) En grandioso ajuste de masas de pensamientos de influjo universal que haya
ROB. FLlNT: Historical philosophy in France (Edimburgo y Londres, 1893), pp. 157~ visto ·la historia. Su autor espiritual es Al b e r t o d e B o 11 s t a e d t; a
171 se halla una buena exposición de estas cosas. T o m á s d e A q u i n o debe su realización omnilateralmente orgánica, su
'La c i e n c i a j ud Íi a de la Edad Me~ia es" en lo ese~cial, un hecho <;:c;nco~ codificación literaria y, por tanto, su designación histórica; y encuentra
mitante de la ciencia árabe y en dependencia de esta. Constltuye una excepclOn la
cábala: aquella doctrina esotérica, cuyas ideas med~lares. (más tar~e muy reel~bor~ su exposición poética en la Divina Comedia de DANTE.
das) exhiben la misma peculiar amalgama de mitologm,onental con ldea.s de 1:; cl,e~cla . Pero mientras en el alberto~tomismo parecían alcanzar ciencia helenística
helenística, y que remontan a aquel tiem120.y a aq~e! cIrculo de concepclOnes Ia?-atlcas y dogma cristiano su más completa annonía, con tanta más violencia se
de la mezcla de religiones, como el gnostICIsmo cns~lano. C~r. ~. FRANCK, Systeme de desató una corriente de oposición. Bajo el influjo de doctrinas árabes logra
la Kabbale (París, 1842, versión al~m::na, por JeIlmek, L~lP~I9' 1.844). H. JOEL, La
filosofía d(! la religi6n de Sohar (Lelpzlg, ~84.9). Es muy sIgnifIClOl;ÍlVO, por ?tr~ parte, amplia difusión el pan t e í s m o, anclado en la lógica consecuencia de
que las obras fundamentales de la filosoÍla Judía se hayan escnto, al prmclplo, en la filosofía realista, e inmediatamente después de Tomás convierte su colega
árabe y sólo relativamente más tarde se les haya traducido al hebreo. de orden, el maestro E c k h a r t, el intelectualismo escolástico en la hete~
Próximo al temprano aristotelismo árabe y más ~ún a los teólog?s mahometano~ rodoxia de una mística idealista.
liberales los llamados motazilitas, se encuentra el lIbro de S a a d J a Fa h h u m 1
(muerto' en 942), De religiones y filosofías: una especie de apología sobre el d~gma Comprensible, por tanto, que también el tomismo haya tropezado con
judío. En la dirección neoplatónica encontramos a A ven c e b rol .(Ibn Ge~lron, la oposición de una dirección agustiniana, que (como antes) de buen
un judío español del siglo XI), de cuya F ons vitae posee~os tradl;:c;16n h~bra~ca .y grado acogía en su seno el auge del conocimiento natural y la perfección
latina El filósofo judío más importante de la Edad MedIa es MOlses M a 1 m o n 1~ del aparato lógico, pero que rechazaba la metafísica intelectualista y acen-
des (1135~1204) que por su educación y doctrina perteneció a la corriente de la
filosofía árabe ag~pada alrededor de Averro~s. Su obra capital, El fIaestro de los p'er- tuaba con tanta más energía los momentos antitéticos del agustinismo.
piejos (Doctor Perplexorum) se encuentra edrtada en árabe 1': fr~~cesj con comentarlOS, Adquiere esta dirección su plenaria energía en el pensador más perspicaz
por Munk (3 vols. París, 1865~66). Compárese sobre Malmomdes, las obras de la y profundo de la Edad Media cristiana, D u n s E s c o t o, quien crea ·de
Ges. z. Foerd, d. J~dent. Vol. 1, Leipzig, 1908. Aún más cerca de Averroes se halla los gérmenes ~~ la filosofía de la voluntad, del sistema agustiniano, la pri-
G e r s ó n i d e S (Levi ben Gerson, 1288-1344). mera elaboraclOn de gran velamen, y, con ello, da el impulso, desde un
Los judíos han contribuido del mejor modo a la difusión de la filosofía oriental
en el Occidente por intercambio y traduc~ión de ideas, debido a sus muy ramif~cad:;s plan? metafísico, para un completo viraje del pensar filosófico. Con él
relaciones mercantiles: sobre todo en los SIglos XIII y XIV han dado este extraordmano empIeza a desdoblarse de nuevo la amalgama, inaugurada por la filosofía
servicio sus escuelas del sur de Francia. helenística, de los intereses religiosos y científicos.
También pertenecen a la literatura arábigo~j11;día, que hac~a 1200.tC?mó contacto
con la ciencia cristiana, ciertos escritos pseud6mmos y an6nzmos, orIgI~a~os de la A igual resultado condujo con fuerza· aun más duradera la re n o v a-
última época del neo platonismo, y en parte. !al vez antes ~entre. ellos p;m~lpal:t:~le~te e i ón del non: i n a 1 i s m o, en que culmina el movimiento espiritual
Teología de Arislt6teles (en árabe y verSlOn aleJ.?a~a, por DIe ter 1 e 1, . Lelpzlq, de los postreros SIglos del Medievo en una combinación por demás intere~
1882-83 y el Liber de causis (De essentia purae bomtatzs), un resumen del StozchewoslS "Sante. Esta nueva dialéctica, ahora dominante y generada en un ambiente
theologinee, atribuído a Proclo (ed. en árabe, latín y alemán, por O. Barden- de variadas controversias, elabora en sus manuales de lógica el esquematismo
he w e r, Friburgo, 1882). ~or}stotélico-estoico, especialmente también en su aspecto gramatical, convir-
Del contacto con Oriente fue sobremanera decisivo para la filosofía que ti.endose de esta suerte en una teoría que, con arreglo al modelo bizantino
la c i e n c i a parisiense lleg~ra a conocer no sólo toda la lógica de A r i s- :llllcula la teoría del juicio y de la deducción a la doctrina de los concepto~
t ó t e 1 e s sino todas las partes positivas de su sistema. Con la "nueva ~t~nn.ini) como sig~os. subjetivos de las cosas singulares que realmente
lógica" se' injertaba sangre fresca a la dialéctica ya en trance de muerte, y si eXISten.o Este termlnIsmo enlaza en Guillermo de Occam con
lB
274 lIJ. La filosofia de la Edad Media Segundo período 275
las tendencias naturalistas de la teoría arábigo-aristotélica del conocimiento, franciscanos. Obtienen la fundación de dos cátedras de la filosofía aristotélica en
enderezadas a refutar el llamado realismo m~derado, que se había manten~do la Universidad Parisiense, en lucha tenaz y difícil; al fin logran que se acepte el aris-
totelismo en la Facultad (compárese KAUFMANN, Geschichte der Univ. (Historia de
en el tomismo y en el escotismo, por igual. También enlaza con la doctrma las Universidades, I. pp. 275 ss.). Después de este triuIÚO (1254) se erige la perso-
agustiniana de la voluntad en fuerte indivi~ualismo, con los ~)fíg~n~s de una nalidad de Aristóteles, rápidamente, al rango de la más alta autoridad filosófica' se
psicología empírica en una especie de ideahs,mo de la eXperl~~C1a mte~a y le hace el precursor de Cristo en cosas de la naturaleza, como a Juan Bautista en c~sas
con la investigación naturalista siempre creCIente en un empIrISmO de rIcas de la gracia, y es desde entonces para la ciencia cristiana (precisamente como para
Averroes) la. encarnación de la verdad científica en tal medida que en la literatura
perspectivas: así brotaban bajo el velo escolástico los gérmenes de un nuevo posterior se le llama de continuo, simplemente, "philosophus". '
pensamiento. . La doctrina de los d o m i n i can o s, hasta ahora la filosofía oficial de la
En vano surgen aquí y allá, en es~e movimi~nto sobrcman~~a agn~t~do, Iglesia romana, ha sido creada por Alberto y Tomás.
pensadores que confían en crear un sIstema r,aCl?l?-al ?; metafIs~ca rel;glOsa. A,lberto .~e Bollstaedt (Alberto Magno) nació ~n 1193 en Lauingen
En vano intenta al fin un hombre de la slgmfIcaclOll de N I e o 1 a s de (S!labIa); estu;ho en Padua.l Boloma; fue maestro en Caloma y París; Ileg6 a ser
ObISpO ~e RatIsbona .y muna. ep 1280 en Colonia. ~u~ obras son, principalmente,
e u s a someter todos e~tos elementos a una nueva ciencia mundana bajo paráfraSIS y comentarlOS a Anstote1es; de sus obras ongmales hay que citar además
la jurisdicción de un intelectu~lismo mitad e~col~tico, mitad DÚstico: pun- de su Summa, su Botánica (De vegetabilibus libri VIl; ed. de MEYER y JENS~EN Ber-
tualmente, partiendo de su sIstema, han ejercIdo aquellos elementos un lín, 1867). Compárese J, SIGHARTJ Alberto Magno, su vida y su saber (Ratisbona,
influjo tanto mayor en el futuro. 1857); V. HERTLING, Alberto Magno, Contribuciones para su apreciación (1880 2~
ed., 1914); J. BACHJ Alberto Magno (Viena, 1881); A. SCHNEIDER, La psicologíd de
La re c e p ció n d e A r i s t ó t e 1 e s (sobre el particular véase principalmente Al~erto Magno (Beitrage, 1903);' STADLER, (Beitrage, XV y XVI); GAUL (Bei-
la obra citada de A. JOURDAIN y M. GRABMANN, Forschungen über die lapeinische!" trage, XII).
Aristotelesübersetzungen des 13. Jahrhunderts C~~studios sobre la~ tradUCCIOnes latl- Tomás,de. Aquino nació en 1225 6 1227, en Rocaseca (Italia meridio-
nas de Aristóteles del siglo XIII, Muenster, 1916) tlene lugar en el SIglo que!,a de 1150 nal); se educo pnmeramente en el monasterio del Monte Casino célebre desde antaño
a 1250. Comienza con la parte más valiosa del Organ?~ (vet}.t~-nova J~gtca),. hasta P?r S.lIS estudio~ ci~ntífico-natural~s; d~spués en Nápoles, Colonia y París. Más tarde
entonces desconocida, y prosif?ue con los trat<;Ldos met~f~slCOS, !lS.ICOS y etIcos, .sIempre e]ercl6 el magIsterlO en estas uUlversIdades, así como en Roma y BoIonia. Muere
acompañados de las introduccIOnes de los eSCrltos exegetIcos arabIgos. La !glesla ';lc~ge en 1274 en un monasterio de Terracina. Contienen sus obras, junto a pequeños
la nueva lógica con reticencias, no obstante que por ello, cobra .nuevos ~rlOS la dlalee- tratados, los Comentarios de Aristóteles, el Liber de causisJ y las Sentencias de Pedro
tica; pues pronto debió co:r;vencerse de q~e. ~l nuevo met<?do, lllt~oducIdo co~ ayuda Lomba/do; además, p~incipalmente, la Summa Theologica y el libro De veritate fidei
de la silogística, era para bien de l~ exposlcIOn de sl!-,propIa doctrIna. Este m e t o ~ o c~tholtcae contra genttles (Suma contra gentiles). El tratado De regimine principium
escol-ástico, en el propio sentido ~e la expr~s~on (cf.~. GRABMANN, op. C.L! ... solo en .parte !e pertenece. En 1920 apareció (vol. 100 de la Biblioteca Filos6fica)
p. 226), consiste en el siguie!1~e mecamsmo: se dIVIde y ~,aliza el texto e~ cuestlOn Die Phtlosophte des Th. v. A. in Auszilgen (La filosofía de Tomás de Aquino en
en cierto número de proposIcIones, se formulan en relaclOD;. cop. ellas preguntas y extractos), por F. ROLFES. De la muy extensa literatura de él, hay que citar: CH.
respuestas posibles, después se presentan en forma de cn;dena sIlog1stlca los argumentos JOU~DAIN, La philosophie de Sto Th. (París, 1858); K. WERNER, Santo Tomás de
pertinentes para fundar o refut:;r tales respuestas, a fm de tomar, a la postre, una Aqumo, 3 vols. (Re¡;ensburg, 1858); Z. GONZÁLEZ, Estudios sobre la filosoNa de San-
decisi6n sobre el objeto de estudlo. . ' to Tomás de -;4qut~o, trad. alem. del español, por NOLTE (Regensburg, 1885);
A] e jan d r o d e ~ a-l e s (muert.o en 1245). aphc;a por vez pnm:--ra. ~ste R. EucKEN, Dte Phtlos, des Th. v. A. und die Kultur der Neuzeit (La filosofía de
esquema en su Summa unwersae theologzae con. una v1rt!-l0sldad que sup~ra slgUl~lca Santo T?más de Aquin? y la cultura mo~erna) (Halle, 1886); el mismo, Thomas u.
tivamente el procedimiento de los primeros sumIstas en rIqueza de contemdo, ~landad Kan!, em KamPf zweter Welten (T0:n:-as y Kant, una lucha entre dos mundos),
de desarrollo y precisión de resultados; indus? más .tard: se le ha ave~taJado en Berllll, 1901; A. FROHSCHAMMER, f-.a fdosofía de Santo Tomás de Aquino (Leipzig,
I escasa proporción. Vicente de BeauvalS (VICentms Be~lovacensls; muerto. 1889); ~. SCHUETZ, T~omas-Lextkon (Paderborn, 201- ed., 1895); SERTILLANGES,
en 1265)" pone en práctica análogo dispositivo. met,ó~ico medlant~ s~ Spec!l~um S. Th. dA., 2 vols. (Pans, 1910); M. GRABMANN Tomás de Aquino (1912) Ta. A.
quadruplex al ocup,arse de los conoci~ientos encIclop~dlCOS de las :lenCIaS pOS;tlv~s. VALLGORNERA, Mysltica theologia divi Th. (vol. 4,' ed. TAUR, 1924 ss.); G. TRUG, La
de su época (comparese BOUTARIc, Vzcente de Beauva,ts et la connms.sance de 1 antl- pensée de Sto Th. (París, 1924); E. O. GILSON, Sto Th" 3'> ed. (París, 1925).
quité classique au 13me. siecle, París, 1875); 10 .proplo hac~ Juan l~danza, llama.do Entre los editores, Filaletes ha justipreciado del mejor modo la significación filo-
Buenaventura (1221-1274), cuando mampula doctrInas m}st~cas, que p!m- s6fica de Dan t e Al i g h i e r i en el comentario a su traducción de la Divina
cipalmente recuer~a~ las de los vic:torino.s. Entre las obr~s de este ultimo, es partIc~ corr;edia (3 vols., 2!J. ed., r~eip;:i~, 1871). Junto a la obra universal no hay que
larmente caractenstIca la Reductw artzum ad. theo!ogwm. 9fr. K. WE~N~R, Dze olVIdar tampoco .el aspecto ftlosoflco de su tratado, De monarchia. Comp. A. F. OZA-
Psychologie und Erkenntnislehre des B. (La ps:COlOgl~ y teona de1 conOCImIento de NAM, D. et.la phllosophie ~atholique au.13me. siecle (París, 1845) ; G. BAuR, Boecio y
Buenaventura) Viena 1876. E. GILSON, La phllosophte de B. (Par!s, 1924). . Dante (LelpZ1g, 1873, DIscurso). Ultlmamente véanse sobre todo K. VOSSLER La
Mucho m~s rese~adamente procedió la Iglesia, tocante a ~a rl!- e t a f í SIC a y ((Divina Comedia'~~ historia y exégesis, 4 vols. (Heidelberg, 1907 ss.; 201- ed., 1925);
f í sic a de A r i s t ó t e 1 e s, y, a decir verda~, porque estas Clen.clas aparec~n! al FR, KERN, Humana civitas (Estado, Iglesia y Cultura); Un estudio sobre Danlte
principio, en intima ?ermand~d. con el aver,rúlsmo y porque gracl~ a este ultlm? (1913); H. HEFELE, Dante (1922).
sistema había convertIdo en publIco pan t e 1 s m o, desde Escoto Engena, la m:taÍl- Sólo tienen importancia histórico-literaria los otros tomistas numerosos por cierto.
sica neoplatónica, nunca olvidada por completo. Como representantes de. tales Ide~s (Co:np' H. E. PLASSMANN, Die Schule des Th. v. A. (La escuela de Tomás de
aparecen, hacia 1200, Amalrico de Benes (en,Chartres) y DaVId d~ Dl- AqUInO), 6 vals., Soest, 1858-61. En parte confieren ya en el siglo XII cierto interés
na n t, sobre los que nos dan noticias A!berto y Tor,n.as. La secta de los amalrlCanOs. a las. cosas cientifico-naturales, acentuado por Alberto; así en Die tri c h V o n
fue perseguida a sangre y fuego, despues del Concll~o Lateranense de 1215. Sobre °
F r e I be r g (E. KREBS; c;,ontribuciones V) y en Vi t e 1 (ViteIlio; Comp. sobre
J
su doctrina compárese el Tratado contra los Amalrzcanos, ed. por CL. BAEUMKER: éste, ~L. BAEUMKER, Bettrage~ 111, 2, 1908, con el texto del tratado De intelligentiis J
(Jahrbuch f Phil. und spec. Theol., VII, Paderborn, 1893). enérgICamente platonizante y que tal vez proviene de Vitelio).
El juici~ condenatorio del pampsiquismo av~rro~sta (comp~ese parágr. 27) afec:t & A la orden de los d om i n i e a n o s pertenece también el padre da la m i s t i ca
también a Arist&teles, en un principio. Haber dlsoc~ado este vm.culo y h~ch? camblar a 1 e m a n a, el maestro E c k h a r t, un coetáneo de Tomás un poco más joven
de opinión al poder eclesiástico para que reconOCIera el pe r 1 p a.t ~ tIC 1 s m o,, es Nació a mediados del siglo XIII, en Turingia; hacia 1300 fu'e profesor de filosofí~
el mérito de las dos Ordenes mendicantes: la de los donumcos y la de los en París; después, provincial de su orden en Sajonia. Vivió por algún tiempo en
;,}
276 lIJ. La tilosotia de la Edad Media
Segundo péríodo 277
Colonia y Estrasburgo y murió en 1329, durante los penosos debates sobre la orto-
doxia de Su doctrina. Las obras que se conservan (Colección de F. PFEIFFER~ II, Leip- llegada. En las ~diciones de sus .obras (12 vols., Lyor:, 1639), arregladas por su
zig 1857) son principalmente, prédicas, tratados y sentencias (en recientes versiones Orden, aparec~, Junto a su~ proplOS escnto,s, mw;:ho apocrifo y adulterado, particu_
ale~anas con 'introducción, por H. BUETTNER, Jena, 1909). UltiII!amente: P. A. larmente tambrén apuntanuentos de sus dIsertaclOnes y conferencias. A estas últi-
DANIELS, Eine lato Rechtfertigungsschrift des M. E. (Una justificación latina del maes- mas p~rtenece el llamado OJ¿us Parj-siens~ que constituye Un comentario a las
tro Eckhart). (Beitrage, XXIV,1923). Traducción de O. KARRER y H. PrEseH sentenCIas de Lombardo. Semejante OrIgen twnen las Quaestiones quodlibetales. Una
(Erfurt 1927). Cí. C. ULL'MAN, Reformadores anteriores a la ~poca de la Reforma, obra propia es el Opus C}xoniense, el primitivo comentario a las obras de Aristóteles
tomo Ii (Hamburgo, 1842); W. PREGER, Geschichte der deutschen Mystik im Mit- y algunos trata?os ,proplO~. W e r n e r y S t o e c k e 1 exponen su doctrina. Comp.
telalter (Historia- de la mística alemana en la Edad Media), Leipzig, 1857 y 18~1; R. SEEBERG, Dze 7 heologte des D. Se. (La teología de Duns Escoto' Estudios de
además las diferentes ediciones y tratados de H. DENIFLE. Sobre ,Eckhart, especla1~ historia de. la teologí~ y de la Iglesia, 1900); P. MINGES (V y VIiI); M. HEI-
mente:' J. BACH El Maestro Eckhart el padre de la especulación alemana (Vie-
J DEGGER, DIe Kateporten und Bedeutungslehre des Duns Scoto 1916; B. LANDRY,
na 1864,), A. L~ssoNJ El Maestro Eckhar,t, el místico (Berlín, 1868); y el mismo, Duns Escoto (Pans, 1922); G. R. S. HARRIS~ Duns Escoto (1927).
J
en' la Historia de la filosofía de UEBERWEG; R. OTTO J Mística occidental (Gotha, Entre sus ,numeros.os partidarios, F -: a n c i s c o ~ e M a y ron (muerto en
1926)' O. KARRER, El Maestro Eckhart el sistema de su doctrina religiosa (Mu-
J 1325) . es el mas ~on?~ldo. La. controverSia entre t o m 1 s t a s y e s c o t i s t a s fue
nich 1926) y el mismo, Eigenbericht (Lit. Ber., 8 y 13). !lluy vlOl~nta ": prmClplOS del SIglo XIV y promovió la creación de muchas doctrinas
Con la posterior evolución se ramifica la mística alemana en las herejías de mterm:dl<:s: SIn embargo pronto ambos partidos se defienden conjuntamente del
los Beghardos y de los "amigos de Dios" de Basilea: En los primeros culmina te rm I n 1 smo.
en una radical alianza con el panteí~mo aven.:oísta. En Juan T a u 1 e r de Es- Entre los ma~uales de lógica de la escolástica posterior, el más influyente es
trasburgo (1300-1361) se torna prédica popular; en Enrique S u s o de Constanza el de Pe ?ro HIspano (como Papa, Juan XXI; muerto en 1277). Sus Sum-
(1300-1365),. salmo poético, Con decadencia de la h.eterodoxia se conservan sus mylae logtcales eran una traducción de un manual griego bizantino de la Synopsis
doctrinas teoréticas en la Teología alemana {ed. prlmeramente por Lutero, en elS tees Ar~s~otélous 10gik~e11; epistéemeen de MIGUEL PSELLUS (C¿mp. CHR. ZER~
J
1516 y reasumida por Jos. BERNHART, Die philosophische Mystik des Mittelalters vO~J Un ftlosofo ne01!latonzco del siglo XI: MigUel PseUos, París, 1920), y no a
(La mística filosófica de la Edad Media, 1922). la mversa como ha SIdo asegurado algunas veces e impugnado por PRANTL. Con
La oposición agustiniano-platónica al aristotelismo sospechoso de arabismo tiene arregl,? a este mo~elo (yrammata egraPfe .graphidie technik6s) fueron introducidas
a sus principales representantes en G u i 11 e r m o d e A u ver n i a (Aur~llac), a! latm las conocl.das. formulas mnemoteclllcas "barbáricas" de los modos del silo-
maestro y obispo de París, donde murió en 1249, autor de una obra De Umv.erso. glSill? E!, ter ,!ll ~ n ~ s m o que evoluciona de esta lógica retóricoMgramatical en
(De ella se ocupa K. WERNE~, Viena, 1873, STo SCHINDLE, Munich, 1900) y E. n- ~~ d,uec;,lOn nommal~sta se presenta como "1 ó g i e a m'o d e r n aH frente a la
rique de Gante (Henricus Gandevensis, 1218-1293), el defensor polémIco an~lgua de los reahstas (entre los cuales hay que contar a los escotistas y a los
contra el tomismo, del primado de la voluntad; escribió, además de un compendio tomIstas) .
teológico Summa quaes,tionum ordinarium, principalme~te, Quodlibetic~ theo,logica. Por este motivo, en la renovación del n o m i n a 1 i s m o se encuentran Gui-
Cf. K. WERNER, H. v. Gant als Reprlisentant des chnstltchen Platomsmus tm 13. llermo D u r a n d o de. S t. P o u r c a i n <fUuerto en 1332 srendo obispo de
Jahrhundert (Enrique de Gante como representante del platonismo cristiano en el Me<l;ux) y Pedro Orl.ol (muerto en, Pans, en 1321), provenientes, uno del
siglo XIII), Viena, 1878; M. DE WULF, Historia de la filosofía escolá~tica en. lo.s tomIsmo, el .otro del escotlsmo (comp. Bettr: XI), con el pensador mucho más con-
Pafses Bajos (París, 1895); W~ERNER~SCHOELLGEN, Dt'fs Problem der Wtllensfrethett notado G u 1 11 e ~ m o d e O c e a m, el Abelardo del segundo período con vasta
bez H. v. G. U. IIerveus Natalts (El problema de la hbertad de la voluntad en En- y aguda penetracIón de la realidad, con atrevido e inquieto afán por l~ nuevo se
rique' de Gante y He;ve.us Natalis, 1927). También ~icardo de Middle- p01.le, er;. contac~o en todo momento con los que la nueva cienéia apartaba d~ la
town (Ricardo MedIavIlla mue!to en 1300) y GUIllermo de la Mare, escola~hca. NaC16 en una aldea del Condado de Surrey; fue discípulo de Escoto'
el autor de un violento Correetorium fmtris Thomae~ pueden ser citados en este desp';l;:S ,Profesor en. París. Más ta:de participó decididamente e-n las luchas político~
lugar. Comp, F. EilRLE, Der Kampf um die Lehre des hl. Thomas (La polémica e~lesIastIcas de su tIempo, ~ombatIendo al lado de Felipe el Hermoso y Luis de Ba-
en torno de la doctrina de Santo Tomás), Z. F. Kath, Theol., 1913; MANDoNNET, v~er8; contra el.papado (D.tsP'!"t,atio inter elericum et militem super potestate eqcle-
Premiers travaux de polémique thomiste (R. sC. phi1. et theol., ,1913). En los sub- stasttea praelatts atque prz?,:clPtbus te.rrarum eommissa y el «Defensorium JJ contra
siguientes siglos se mantiene, al lado del tomismo y escotismo, una propia teología el p,apa Juan XXII). ,M~no en MUlllCh e~ 1347 .. Entre sus obras (no hay edición
agustiniana: Aegidius de Colonna (Aeg. Romanus; 1274~1316) vale com?leta), son .las prmclpales SU1}lmr: totzus log~ces) Expositio aurea super artem
como su portaestandarte. Comp. sobre el particular K, WERNER J Schol. d. spaet'. vete1em, Quodltbeta septem) Centtlogtum theologtcum; además, un comentario so-
M-A:, vol. rIl. br: Pedro Lombar~o. Comp. yv. A. SCHREIBER Die politischen und religiosen Dok~
De la Orden de los franciscanos proviene la más ruda oposición al tomismo. tnn~n unter Ludwtg dem Bater (Las doctrinas políticas y religiosas bajo Luis de
El espíritu en todos sentidos fructíferamente promotor, bien que no llegó a ser una BavIera). Landshut, 1858. RrG:fr. SCHOLZ J Die Publizistik zur Zeit Philipps des
figura firmemente definida fue aquí Ro g e r i o B a con. Nació en 1214, en Il- Schoenen (Stuttgart, 1~03). C. PRA~TL, Der Universalienstreit im 13. y 14. Jahr~'
chester' estudió en Oxford y París; reiteradamente fue perseguido a causa de sus hundert (~a controv~rsIa de los Umversales en los siglos XIII y XIV), Sitz. Ber. de
opinion'es y de sus trabajos científico~naturales, por los que sentía gran inclinación; la Acad~IIlla. de 1;ium~h, 1874. H, SIEBECK, La teoría del conocimiento de Oceam
,e,n ~u sttuact6n htstórzca (1rchiv f. Geschiqhte .der Philosophie, X, 1897, pp. 317
sólo temporalmente estuvo protegido por ,;1 papa Clemente IV .. Murió poco des-
pués de 1292. Sus doctrinas aparecen consIgnadas en el Opus matus (ed. por JEBB, .), L. KUGLERJ Der Begnff der Erkenntnts bet O. (El concepto del conocimiento
Londres, 1773); en su Opus minus da un resumen de ellas (ed. de BREWER, Lo?- en Occ~), 1913.; E. HOCHSTETTER, Studien zur M etaphysik und Erkenntnisth.
dres 1859). Comp. E. CHARLES~ R. B' sa Vie, ses ouvrages, ses doctn'nes (Pans,
J W. V. Os. (EstudlOS sobre la metafísica y la teoría del conocimiento de Guillermo
1861), y K. WERNER/. en do~ tratados acerCa de su psicología, "de. su teoría. del co- de Occam), 1927. También Occam está en espera de un biógrafo competente.
nocimiento y de su fmca (Vlena, 1889); C, POHL, Das Verhaltnts der Phzlos. zur Entre los representat?-tes del nominalismo tenninista en el siglo XIV suelen ser
Theol. in R. B. (Las relaciones de la filosoffa con la teología, en Rogerio Bacon) d~ibrados. J u a n Bu r I.d a n o, rector de la Universidad de París y cofundador
(Neustrelitz, 1893); H. HOEVER (1912); L. MARCHAL (Lovar?a, 1911). a de Viena, y M a r s 111 o del n g h e m, uno de los primeros maestros en Hei-
El pensador personalmente más destacado de la Edad Medla es J u a n D u n s del?erg. Compá~ese GERH. RXTTER J Studien zur Spatscholas;tik (La escolástica pos-
E s ¿ oto. No se conOCe de modo cierto ni su patria (Irlanda o Northumberland) terlOr), I. MarsIllo de Inghem y la Escuela Occamista en Alemania (Heidelberg
ni el año en que nació (tal yez haci,a 1270). Primero fue ?~s,cipulo y maestro en ~kid" 1921), II; Vfa antigua JI vía moderna en las Universidades Alemanas del
Oxford' más tarde se traslado a Pa.TlS (1304), donde adqumo gran renombre; al jt g o XV: .(1922). Un enlace de doctrinas místicas con el rechazo nominalista de
fin, se 'radicó en Colonia, donde murió (demasiado joven) poco después de" su a metaflSlca, aparece en Pe d r o d e A i 11 y (Petrus de Alliaco, 1350~1425) y
en Ju-an Gerson (Chalier, 1363-1429).
278 IJI. La filosofía de la Edad Media. Segundo período 25. Los remos de la naturaleza y de la gracza 279
Raimundo Lulio (de Cataluña, 1235 1315) intenta una exposición raw
w
ñol, que enseñó en Toulouse y despertó gran admiración pOr su Theologia naturalis histórica particular y tomar ,el caITÚno del conocimiento científico univer-
(sive liber creaturarum). Sobre él, compárese M. DE MONTAlGNE, Essais, n, 12. salmente válido. De esta guisa se volvía, con reminiscencias plat6nicas, al
Recientemente D. MATZKE (Breslau, 1846); M. HUTTLER (Augsburgo, 1851); J. pensamiento de una religión universal qllC había de fundarse en la ciencia
SCHENDERLAIN (Leipzig, 1898). y el ú,ltimo contenido de esta convicción común lo constituiría la ley moral:
La filosofía de Nicolás de C u s a (Nicolaus Chrypffs, naci6 hacia 1401 en
Kues, Tréveris, y muri6 en 1464 siendo cardenal y obispo de Brixen) ofrece una Lo que Abelardo a su manera había llamado el contenido de la religión
interesante síntesis del estado espiritual en que se encontraba la rrioribunda Edad universal, más tarde es designado por Ro g e r i o B a con bajo influjo
Media, saturada de los presentimientos que populan en las concepciones de la época. árabe, como moralidad. '
Su obra principal lleva el título De docta ignorantia. (Se ha traducido al alemán Pero a esta religión racional y científica habían ido imprimiendo los
junto a las otras obras importantes, por F. A. S c h r a p f f, Friburgo, 1882) y
A. S c h m i d, Hellerau, 1919). Cf. R. FALKENBERG, Grundzüge der Philos. des árabes, más y más, el exclusivo carácter de una doctrina e s o t é r i c a.
N. v. C. (Los rasgos salientes de la filosofía de Nicolás de Cusa), Breslau, P. DUHEM, La distinción ent::e. el sentido histórico literal y el pneumático-intemporal 2
Eludes sur Léonard de Vinci, 3 vol. (París, 1906 ss.); E. VANSTEENEERGHE, El de las fuentes :ehglosas (compárese parágr. 18, 2), que provenía de Filón,
Cardenal Nicolás de Cusa, 1920; J. RI'l'TER, Docta Ignorantia (1927), E. CASSIRER, y que fue habItual en toda la patrística se convierte aquí en la tesis de
Individuo y cosmos en la filosofía del Renacimiento, 1927 (contiene el liber de
mente, ed. por J. Ritter, trad. alemana por E. e a s sir e r). que la religión positiva es una necesidad imprescindible para la masa del
pueblo, al paso que el hombre de ciencia tiene que buscar tras ella la plena
v~rdad: una tesis en que coincidían Averroes y Maimónides y que compa~
25. El reino de la naturaleza y el reino de la gracia gmaba enteramente con las relaciones sociales de la ciencia árabe. Pues
ésta s.~ había movido siempre en círculos cerrados y, cual una extraña ve-
En todos los filósofos de las postrimerías de la Edad Media se halla con getaclOn, nunca tuvo un contacto verdadero con la masa del pueblo: Ave-
más o menos claridad un vital s-entimiento de la doble tradición, que viene rroes ve con expresa veneración, en Aristóteles al fundador de esta excelsa
a constituir el punto de partida de sus reflexiones. De suyo se había ido universal religión del género humano. '
adaptando antes todo saber y pensar a la metafísica religiosa j y luego apa~ Así Abubaker pone en contacto a su "hombre natural", que en la sole~
reció junto a ésta una gran masa de pensamientos finamente articulados, dad ha alcanzado ya el conocimiento filosófico de Dios otra vez con la
propicios para acogerse ávidamente en una dialéctica estéril, sedienta de huma~}dad histórica y hace el descubrimiento de que lo' que este hombre
contenido. Las múltiples relaciones de estos dos sistemas que mutuamente conoclO co~ceptual,y clarame~te, ~quí es creído en r0I:aje fi~rado, y que
se penetran y comprenden, han caracterizado científicamente los últimos si- 10 que v~.ha par~ el COmo eXIgenCia natural de la razon, aqm se impone,
glos de la Edad Media, y el proceso intelectual en sus rasgos generales ha por premIO y castIgo, a las gentes. De ahí se saca la prueba para el "hombre
sido éste: partiendo de su aguda oposición tratan de conciliarse y armoni- natural" de que incluso en una sociedad altamente desarrollada l3 la doc~
zarse tales sistemas antagónicos, para separarse más enérgicamente, después trina .~ura de 1<; ~e1igión natural sólo tropieza, en la gran masa, con incom-
de haber alcanzado, al parecer, aquel propósito. Semejante proceso preside prenSlOn y enVIdia. El hombre natural retorna, con la única alegría que
de modo necesario tanto la manera de concebir las relaciones de las diver- él ha conquistado, a su aislamiento.
sas ciencias entre sí, como las condiciones acerca de los últimos nexos de Si con ello también. se. ~dmite que) en última instancia, la re 1 i g ión
las cosas. En ambas direcciones sigue al ensayo de síntesis una escisión tanto na t u r a 1 y 1 a re 11 g Ion r e v e 1 a d a poseen el mismo contenido
más honda. se ~aca la consecuencia no obstante de que, por lo menos, se apartan nece~
La filosofía oriental se opone al pensar religioso de Occidente, cuyo más sanamente en la expresión de la verdad común que los conceptos de la
alto problema había sido comprender la acción divina de la gracia. En religió;n filos?fica no se comprenden por los cre;entes y que en las repre-
aquélla la vieja dirección de la ciencia griega, orientada al conocimiento sentaCIOnes flguradas de éstos no ven los filósofos la absoluta verdad. Si se
natural, alcanza predominio metafísico: y otra vez se inicia aquí el proceso
de asimilación, que,. partiendo de sus últimas manifestaciones, asciende poco . 1 Como un lugar importante de estas convicciones y en general del intercambio
a poco a sus prenllsas. mtele?tual entre. q~iente y Occidente, aparece la corte del cultísimo Hohenstaufen
FederiCO II, en SlCllla.
1. En efecto, el a ver roí s m o es la forma en la que penetra des~
2 Cap este espíritll: se difundi~ entr:e los almaricanos el "eterno evangelio" de
de luego la ciencia árabe. Pero en él se habían delimitado ciencia y reli- J ? fl; q U 1 n d e F lar 1 s, que vema a mterpretar, en el ámbito entero del dogma
gión positiva del modo más circunstanciado. Esto no había tenido lugar ?X1stIano, todo hecho externo como algo interno, todo hecho histórico como algo
sólo como una reacción a los embates sufridos por la actividad filosófica ~ntemporal: El ev~ngeli? "pneumático" de Origenes (compárese parágrafo 18, 2)
en Oriente, sino ante todo como resultado de las grandes conmociones es~ mtenta ganar ~qUl realIdad; han empezado los períodos del "espíritu". Cf. J. N.
SCHN~IDER (D¡}~lllger, 1874); H. GRUNDMANN, Studien über J. V. F. (Estudios sobre
pirituales que la E p o e a del a s e r u z a d a s experimentó por el co-q~ JoaqUln de Flons), (1927).
tacto con las tres religiones monoteístas. Cuanto más ardientemente comba- 3 Compárese en la edici6n de POCOCK, pp. 192 ss.
280 Ill. La filosofía de la Edad Media. Segundo período 25. Los reinos de Id naturaleza y de la gracia 281
entiende por teología (y esta situación fue ganando terreno tanto en Occi- tar aún más el ámbito de lo que puede obtenerse por conocimiento filosó-
dente c~:rr:-0 en Orient~) . ~a exposición apologética y ordenada de los dog- fico y lo que pertenece al dominio de la fe. Pero, además, como un proceso
mas pOSItIVOS de la rehglOll con arreglo a las leyes formales de la ciencia evolutivo: según esto, ve en el conocimiento filosófico una posibilidad dada
est'? es, de la lógica aristotélica, puede darse el caso de que algo que teo~ con la naturaleza intrínseca del hombre; posibilidad que se realiza ple-
lógl~amente sea verdade~o, filosóficamente no 10 sea, y viceversa. Así se nariamente, por obra de la gracia divina, en la revelación. De este modo,
explIca aquella d o e t rI n a del a d o b I e ver dad 4 (de la teológi- se invierte la relación axiológica entre religión natural y religión verda-
ca y. de ,la filosófica), propagada durante los últimos siglos de la Edad dera, que va de los escolásticos árabes a los escolásticos cristianos: allá la
~edIa, sm poder l??lCarSe el autor de tal fórmula. 5 Es la adecuada expre- religión positiva es el peldaño sensible que precede a la religión natural;
SlOn del estado espIritual que necesariamente se había producido gracias al aquí- es ésta, gracias a la "luz natural", el peldaño posible que precede a
antagonismo de las dos autoridades bajo las que se halla la Edad Media: la revelación.
la ciencia helenística y la tradición religiosa, y si más tarde se echa mano Hay que subrayar, por tanto, que la escolástica, en éste su elevado
a menudo de aquella doctrina para proteger las opiniones científicas fren- punto de vista, está muy lejos de identificar filosofía y teología o convertir
te a la persecución religiosa, semejante actitud es, la más de las veces en en tarea de la primera, como se ha expresado a menudo, la íntegra con-
estos casos, el honesto reconocimiento de la interna escisión en que se ceptuación del dogma. Semejante interpretación aparece en los orígenes
encuentran puntualmente los connotados pensadores. de la ciencia medieval (Anselmo), y se encuentra esporádicamente en los
2. La cienciá de los pueblos cristianos se hace' cargo dé este antago- tiempos de su disolución. Así Raimundo, Lulio, por ejemplo, esboza su
nismo, y. si ,la. doctrina, de. la, doble verdad se proclama expresamente por "Ars Magna",6 esencialmente, con el propósito de hacer factible una ex-
osados dIalectlcos como Slmon de Tournay y Juan de Brescia (bien que posición sistemática de todas las _verdades y de este modo servirse de
con tanta más energía sea condenada por el poder eclesiástico), lo cierto ella para convencer a todos los "incrédulos" de la verdad de la reliO"ión
es que los más destacados espíritus no podían escapar a la consecuencia de cristiana. Asimismo ha querido probar 'Raimundo de Sabunde con ~yu~
9ue-1a filosofía,_ tal como se había ido constituyendo bajo el influjo de Aris':' da del arte lúlico, que aunque Dios se revela de dos modos (e~ la Biblia,
t~.teles y de lo~ ~~abes~ f;te siempre ajena a ~as específicas y peculiares doc-
Liber scriptus; y en la naturaleza, Liber vivus), el contenido de ambas
trmas de la :e~~glO~ ~~lstIana, y hubo de contmuar así. Con plena concienc;ia revelaciones (de las cuales una está eri, la base de la teología y la otra en
de tal Oposlclon mICla Al b e r t o su grande faena. Percibe que la: d i;. lá base de la filosofía) tiene que ser el mismo, necesariamente. Pero en la
ferencia entre religión natural y religión revelá- ép?ca clásica de la escolástica, se tuvo siempre clara conciencia de la dis-
~ ~, que enc~entra en su tiempo, no puede abolirse; que no pueden iden-
tinción entre teología natural y teología revelada y tanto más se ha hecho
tIÍlcarse ya fIlosofía y téología; pero confía y labora cori todo entusiasmó hincapié en ello, cuanto más tuvo ocasión la Iglesia de tomar precauciones
porque esta diferencia no se torne contradicción. Rechaza la racionabili- contra la confusión de su doctrina con la teología "natural".
dad de los "misterios" de la teología, de los dogmas de- la ,trinidad y de la . 3. Han si~o, pues, f~eles hijos de la Iglesia quienes restablecieron el
enca;nación, y corrige, por otra parte, la teoría de los' filósofos en puntos al:nsmo entre fllosofía y teología y acaharon por hacerlo infranqueable. A
toan Importantes como en el problema de la eternidad o temporalidad del su _cabeza se halla D u n s E s c o t o, que trata y considera a la teología
mundo, en beneficio de la doctrina eclesiástica. Trata de probar que todo como una disciplina práctica; a la filosofía, en cambio, como una teoría
1,0 que :puede ser con?,cido en la fi}osofía mediante la- "luz naturar' (Iurnine pura. Para él y para los continuadores de su doctrina, filosofía y -teología
naturah), vale tamblen en teologla, pero que el alma humana sólo puede no se complementan, sino se excluyen. La teología natural se atrofia so-bre..
conocer plenamente los principios que ella misma trae consigo, y que, manera ent.re los antagonismos de la revelación y del conocimiento racio-
por tanto, en aquellos problemas donde el conocimiento filosófico no llega nal. El conjunto de los misterios de la teología, inasequible al conocimiento
a ninguna resolución definitiva y debe permanecer indeciso ante diversas natural, aumenta sin cesar; en Duns Escoto pertenece al repertorio de los
posibilidades, en estos casos la revelación da la clave. El mérito de la fe misterios tanto la idea del origen temporal del mundo creado como la de
la inmortalidad del alma; y Occam acaba por negar hasta la fuerza de~
reside, por consiguiente, en que no puede ser fundada por conocimiento
natural alguno. Lar e v e 1 a ció n e s s u p r a r r a c ion a 1 p e r o mostrativa de los habituales argumentos, mediante los cuales suele probar
no antirracional. ' la teología racional la existencia de Dios.
~llí enraíza la crítica, esencialmente, y con la intención, plena de ho-
Este punto de vista d.e la armonización de teología natural y teología nestidad, de asegurar a la fe sus derechos. En relación con el duali<;mo
revelada es, en 10 esenclal, el de T o m á s, aunque éste trata de limi-
: ~ .Esta inv.enci6n extraña e interesante en cierto sentido, pero también a menudo
a;'tlÍlclal, conSIste en un sistema de anillos concéntricos de los cuales cada uno con-
4 Compárese M. MAYWALD, Die Lehre van der zweifachen Wahrheit (La doctri- tIene un grupo ~e concept?s. distribuidos en secto.res ?i;culann~nte delimitados y por
na de la doble verdad), Berlín, 1871. cuyo desplazamIento se ongman todas las comhmacIones pOSIbles de nociones que
5 Tampoco es posible fijar de d6nde proviene aquella idea muy difundida que veía deben s~ñalar los problemas y dar las respuestas. Así hay una figura A (Dei)
en los fundadores d.e las tres grandes religiones positivas los tres "embaucadores" de la que cont,len~, toda la teología, una figura animae que abraza la psicología, etc. Ensayos
~umanidad. Hist6ncamcnte, como todo iluminismo, ya entonces la oposici6n filos6- mnem.otec,n~cos y o~r?s que apuntan el descubrimiento de un lenguaje universal o de
flca trataba de explicarse, por meros intereses empíricos 10 mítico que no puede uI!a .s!mbohca fllosoÍlca, se encuentran con frecuencia en esta "Ars combinatoria'"
mantenerse frente a la crítica discursiva. " aSImIsmo -aparece en relaci6n con estos intentos el origen de un cálculo algorítmico~
282 IIJ. La filosofía de la Edad Media. Segundo período 25. Los reznos de la naturaleza y de la gracza 283
metafísico nuevamente fortalecido (véase adelante núm. 5), aparece el mientras en aquél las formas sólo en contacto con la materia se realizan
conocimiento, ligado a la percepción sensible, incapaz de ahondar en los (fonnae inhaerentes). El alma humana, empero, como la .ínfima ?e las
misterios del mundo suprasensiblc. Así pudieron apoyar, sobre el nomina~ inteligencias puras es una fonna separata (en ello reposa su mmortahdad),
lisIDo, pensadores, como Gerson, sus convicciones místicas. La diferencia y al' propio tiempo, como entelequia del cuerpo, la suprema de aquell:;s
entre filosofía y teología es necesaria; la contradicción entre saber y fe, formas que se realizan en la materia. ~as estos do~ aspectos d~ ~u esenCia
inevitable. La revelación dimana de la gracia y tiene por contenido el se encuentran vinculados en ella en umdad sustancial, y es la unlca forma
reino divino de ésta: el conocimiento racional es un proceso natural de subsistente e inherente al par. 7 De tal guisa asciende en continuidad inin-
acción recíproca entre el espíritu cognoscente y los objetos de la percep- terrumpida la serie de los entes individuales desde las formas ínfimas de la
ción. Por tanto, fue una consecuencia obligada que el nominalismo acabara existen,cia material, sobre las plantas y animales a través del alma huma-
por considerar a la naturaleza como único objeto de la ciencia, aunque na hasta el mundo de las inteligencias puras, de los ángeles,8 para cul-
sólo penosa y tardíamente llegara a eHo abandonando el método escolás- minar en la forma absoluta. Dios. Gracias a esta central posición de la
tico. En todo caso se opuso ya la filosofía como c i e n c i a m u n dan a psicología metafísica se colma, en el tomismo, el abismo entre los dos
a la teología como ciencia divina. mundos.
De esta suerte, Duns Escoto y Occam discurrían abiertamente en el 5. Pero en tiempos posteriores se pensó que este abismo sólo artifi-
sentido de la "doble verdad". Aquella limitación quería decir que la dia- cialmente estaba superado y que la vinculación de caracteres tan hetero-
léctica, en cosas de la fe, no ha de tener voz. Pero no podía evitarse que géneos como la entelequia del cuerpo y la sustancia de una inte~ig~nci.a
esta separación en otros llevara de nuevo a sus extremas consecuencias y pura va más allá de 10 que puede aportar el concepto de sustanCia mdl-
al sentido originario de la tesis de la doble verdad. Llegó a ser un pasa- vidu~1. Por tanto, interpola D u n s E s c o t o, cuya metafísica también
porte para la filosofía mundana. Se podía conducir la investigación dialéc- se mueve dentro de la terminología aristotélica, entre el a!ma inteli~ente
tica hasta los más atrevidos asertos y evitar cualquier reproche, si se añadía (que sigue llamando la "forma esencial" del cuerpo) y el cuerpo mlsmo,
que tal cosa era así secundum rationem, pero diametralmente opuesta se- otra (inherente) fOlma corporeitatis, y de esta suerte se restablece, a pe-
cundum fidem. Tan a menudo ocurrió esto, que tomistas y lulistas clama- sar de todo, la escisión agustiniano-victorina entre esencia consciente y
ron contra tal manera de proceder. Ciertamente, de muchos que se servían fuerza vital fisiológica.
de aquella tesis no hay que dudar que procedían de manera sincera: pero O c c a m no sólo hace suya esta diferencia; también fracciona, for-
también es cierto que otros sólo veían allí un cómodo recurso para exponer, zado a encajar una nueva interpolación, el alma consciente en una parte
bajo el amparo de esta restricción, las ideas de una filosofía que interna- intelectiva y otra sensitiva; además, adscribe a pareja escisión existencia
mente no se avenía con la fe. En todo caso, esto puede aplicarse a la escuela real. Le parece tan poco acertado enlazar la función sensible representativa
de los averroístas, floreciente en Padua, hacia fines del siglo xv. (Compá- a la esencia racional, destinada a la contemplación del mundo incorpóreo,
rese adelante, parágr. 28, 2 Y 3.) como hacer lo propio con la forma y movimiento del cuerpo. Así se pul-
4. Paralela a esta transformación, llena de vicisitudes, de las relaciones veriza para él el alma en determinado número de fuerzas particulares,
,
de teología y filosofía, ocurre en estrecho contacto una evolución análoga cuya relación hubo de provocar graves problemas (especialmente también
,.1 en la psi colo g í a m e t a f í sic a: ambas aluden por igual a la re- respecto de su contacto espacial).
lación fundamental del mundo sensible y del mundo suprasensible. También 6. Pero aquí lo más importante es que con ello vuelven a separarse
aquí el dualismo es el punto de partida y el de llegada. Ya en las postri- por completo el mundo de la conciencia y el de los cuerpos; 10 que se pone
merías del primer período se había llevado por los victorinos a una situa- de relieve, sobre todo en la teoría del conocimiento de Occam que, par-
ción extrema: en la mística fue rasgado en dos el lienzo de alma y cuerpo. tiendo de estos supuestos y con ayuda de la lógica terminÍstico-nominalis-
Mundo espiritual y mundo material son diferentes esferas de la realidad. ta, alcanza una renovación por demás significativa.
Pero ahora cumple el aristotelismo su misión histórica: como alguna En la teoría de las "species intelligibiles", bien que con algunas varia-
vez sobre Platón, también sobre Agustín supera el dualismo de la doctrina ciones, se trasplanta en ambos "realistas", Tomás y Duns Escoto, el viejo
de los dos mundos, y en la psi colo g Í a t o m i s t a debe triunfar el pensamiento griego de que en el proceso del conocimiento, gracias a la
concepto de la e vol u ció n y de la estructura gradual de los fenó- acción conjunta del alma y de su objeto externo, se origina una imagen
menos sobre aquella escisión. Si Rugo de Sto Víctor había trazado la línea de este último, que entonces capta y contempla el alma. Occam desecha
divisoria del mundo creado, en la esencia del hombre, al acentuar la in- estas "species intelligibiles" como una inútil duplicación 1} de la realidad
comparabilidad de las dos sustancias allí contenidas, debió verse ahora en externa: pues al aparecer ésta como objeto de conocimiento gracias a las
el alma humana el eslabón que permite ligar orgánicamente los dos n1undos "especies", se le hace objeto una vez más (en la realidad psíquica). Con
en la sucesión. evolutiva y unitaria de todas las cosas.
Tomás llega a este resultado transformando sutilmente la teoría aristo- 7 Aquí se condensa conceptualmente la dirección a n t r o p o c é n tri e a de la
télica de las formas y de su relación con la materia. Según él, mundo concepción del mundo, que incluso el tomismo no ha superado.
material y mundo inmaterial se caracterizan así: en este último las formas 8 Tomás construye tal serie, según el esquema de Aristóteles, en el mundo ma-
terial; según Dionisia Areopagita, en el mundo espiritual (o divino).
puras (formae separatae; llamadas también formas subsistentes), como {) Con arreglo a su axioma metódico: enria praeter necessitatem non esse multi-
inteligencias motoras, no se encuentran adheridas realmente a la materia, plicanda.
25. Los reinos de la naturaleza y de la gracia 285
284 IIJ. La filosofia de la Edad Media. Segundo periodo
seno del Estado. Mas el fin del Estado -así enseñaba Aristóteles- estri-
ello pierde para OC:cam el conocimiento empírico
el carácter de la reproducción frente a su objeto.
ba en realizar la virtud, y de este fin es preciso ~xr:1icitar (e;n el derecho
filosófico de r e e han a t u r al) todos sus obJetIvos partIculares. Pa-
Una representación (conceptus, intelIectio reí) es, como tal, un estado o J:'eja virt~d civil -y aquí se inicia el nuevo pensamiento--- que debe tener
acto del alma (pasio, intentio animae) y constituye en ésta un signo (sig~ el Estado como meta, empero, no agota el destino del. hombre. Con ella
nwn) respecto de la cosa externa correspondiente. Es un "término" que se reaJiza sólo como esencia terrena; su más elevado destmo es la salud que
"supone!) en orden al objeto (compárese adelante parágr. 27,4). Mas esta le ofrece la g r a c i a, en la comunidad eclesiástica. Pero como en ge-
estructura interna es algo distinto a la realidad externa: es sólo su signo) neral lo más alto se realiza sobre lo más bajo y éste sólo existe en vir~ud
ninguna copia de ella. Sólo se puede hablar de una semejanza, si se re- de aquél, también debe constituir la c~n:-unida~ estatal la. preparacIón
fieren mutuamente y de modo necesario la realidad interna (esse objecti.. para la excelsa comunidad del Estado dlvmo. ASl se subordma el Estado
ve = contenido de la conciencia) y la realidad externa (esse fOTIllaliter a la Iglesia, como el medio al fin, como lo preparatorio a 10. perfecto. ~a
o subjective = realidad)10 y vienen a constituir, por así decirlo, puntos comunidad de la vida terrena es la escuela de la comumdad celestIal
correspondientes en las dos esferas heterogéneas. -praeambu]a gratiae. .
De esta suerte se genera de la antigua dualidad de espíritu y c:ue~po Junto a la t e 1 e o lag í a del a n a t u r a 1 e z a, creada por .la fI-
el principio de un i d e a lis ro o psicoepistemológico en los ter rn 1 'n I s- losofía griega, la patrística concibió la te 1 ea} o g í a d e ~ a h.I s t o ..
t a s: el mundo de la conciencia es algo distinto del mundo de las cosas; ria (compárese parágr. ·21,6): pero ambas_hablan permaneCIdo .sm cla-
Lo que en aquél se encuentra no es una copia, sino un signo de al.go ro e íntimo contacto. La doctrina del Estado de Tomás subordma una
externo correspondiente a él. Las cosas son diferentes a las represe:qtaclo-' a otra, en nexos conceptuales, y lleva a cabo ca? ello la l?~s honda y .vas~a
nes (ideae) que tenemos de ellas. de las síntesis de la concepción del mundo antIgua y crIstiana, que Jamas
7. Con rigidez suma se destaca al fin de cuentas el dualismo 'de Agus- haya sido intentada.
tín en su concepción de la h i s t o r i a. El reino de Dios y el de Satán, Pero así se colocaba en la catedral metafísica del tomismo la última
la Iglesia y el Estado mundano, se encuentran aquí en TIldo antagonismo:; piedra de cúpula. Mediante el tránsito de la comunidad natural a la
La realidad histórica, que intentó reproducir fielmente su doctrina, había comunidad de la gracia, cumple el hombre la tarea que le está reservada
cambiado, desde entonces, por completo. Pero hasta ahora había' faltado' en el universo, pero la cumple n? como indivi~uo, sino e~ ~a ~specie. El
a la Edad r"fedia'. no sólo las intuiciones históricas, imprescindibles para viejo pensamiento del Estado revive una v~z mas en el cnsbamsmo; p~ro
rectificar esta doctrina; también el pensar científiCo había sido tan unila- no constituye ya un objeto en sí; representa el más noble de los medI~s
teralmente dialéctico y teológico, que los problemas éticos y sociales aca,; para la realización del divino plan universal. Gratia llaturam non tolht
baron por alejarse más del círculo visual de los filósofos profesionales, que sed perficit. 12
los temas físicos. Sin embargo, por aquel entonces vivió la realidad, histó- 8. Pero tampoco esta suprema síntesis tuvo larga duración. Así como
rica movimientos de tan grandes proporciones, que incluso la ciencia se e~ la realidad política, también en la teoría las relaciones entre Iglesia y
vio urgida a tomar posición respecto de ellos. Si la ciencia ha podido hacer Estado fueron siendo cada vez menos conciliadoras. Ya en Dan t e se
esto durante el segundo período, en una fonna digna a la grandeza de su transforma esta subordinación en coordinación. Con todo, comparte el poeta
objeto, debe su éxito, nuevamente, al sistema aristotélico, que puso los me..; con el metafísico la idea de que, dado que el destino humano sólo colectiva-
dios a su disposición para apoderarse, con el pensamiento, de las grandes mente puede lograrse, es imprescindible la unidad perfecta de la organiza-
conexiones de la vida política y social, y situar en su metafísica las formas ción política; ~bos piden el E s t a d o U n i ver s a 1, la "monarquía",
de tales procesos evolutivos y transformar en conceptos, de esta suerte, el y ven en el 1 m p e r i o el cumpl~rr;iento de tal postulad~. Sólo. que el
incoercible contenido de lo. que ella vivía. Sí: en esta dirección, tampocci gran gibelino no podía pensar teocratIcamente, como el monje dommlca;no,
recorrida por los comentadores árabes, reside el más brillante rendimien..;, y donde éste subordinaba el imperium al sacerdotium, aquél veía a:n;bos
to de la filosofía medieval: u y en ella encontramos, ya que la preocupa- poderes con iguales derechos. Dios ha destinado al hombre para la beatItud
ción de Alberto había sido preferentemente la esfera de la física, una terrena al par que para la beatitud celeste: a aquélla lo conduce el Estado,
parte esencial del mérito de T o m á s. gracias al conocimiento natural de la filosofía; a ésta, la Iglesia por obra
Este no considera, como Agustín, al Estado cual un efecto del pecado de la revelación. Esta es la doctrina de la igualdad en nobleza de las "dos
original, sino cual un eslabón imprescindible en la vida universal. Incluso espadas" y en esta coordinación irrumpe victorios~mente lo mismo la alegría
el derecho es para Tomás un efluvio de la esencia divina y es preciso con- mundana del Renacimiento que el vigoroso sentimiento del Estado laico.
cebirlo como tal; sobre todos los preceptos humanos se encuentra la lex y por este sendero prosigue la historia su evolución. Si la jerarquía de
naturalis, en la que se fundan la moralidad y la convivencia social. Pero la realidad, construíd~ por Tomás, encuentra en la esencia humana, nueva-
según su naturaleza, como 10 prueban el lenguaje, la indigencia del indi- mente, su corte crucial: se escindían al propio tiempo que el mundo espiritual
viduo y el instinto de sociabilidad, el hombre está destinado a vivir en el ir el mundo c,orporal, el poder eclesiástico y el político, y la teoría brindaba
10 Las expresiones "objetivo" y "subjetivo" tienen, pues, en la Edad Media, un , 12 M. GRABMANN, ,Die 'Kulturphilosophie des heil. Th. (La filosofía de la
sentido diametralmente opuesto al actual. " cultura de Santo Tomás), Augsburgo, 1925.
11 Compárese W. DILTHEY, Introducción a las ciencias del espíritu~ 1, pp. 318 ss.
286 Ill. La filosofía de la Edad Media. Segundo período 26. El primado de la voluntad o del intelecto 287
el recurso de relegar el sacerdotium a la intimidad ultramundana y género de duda, el intelectualismo de Aristóteles, y como fuera dable aún
hacer del imperium la única potestad en el mundo de los sentidos. Pre- agudizarlo, la filosofía árabe (sobre todo gracias a Averroes) se encarga
cisamente éste es el punto de vista del cual parte O e e a m para tomar de hacerlo. Así surgen, de hecho, posiciones que muy pronto deberán en-
partido en torno a la disputa entre el papado y el poder terrenal, y el punto contrarse en abierta pugna.
de vista que le permite ponerse del lado de este último. Pero no es posible, El tomismo sigue aquí esencialmente a Aristóteles, pero encuentra a su
dados sus postulados filosóficos, fundar la teoría del Estado sobre el pen- vera la mística alemana muy próxima a él; Y como enemigos, a los agusti-
samiento (realista) de la annonÍa teológica del género humano. El nomi- nistas, escotistas y occamistas, de tal suerte, que en este agrupamiento se
nalista ve en la vida histórica y social a modo de fondo sustancial sólo acusa por completo el antagonismo de los dominicos y franciscanos.
individuos voIentes, y considera Sociedad y Estado como productos de los 1. El problema acerca de la primacía de la voluntad o del intelecto
intereses humanos (bonum cornmune). En la teoría como en la vida conser~ nace desde luego como controversia puramente psicológica: indaga si en el
va la palabra el in d i vid u a 1 i s m 0. 13 curso de la vida anímica la dependencia de la decisión volitiva respecto a la
representación es mayor o viceversa. El tema venía, por tanto, a promover
los orígenes de un tratamiento genético de la psicología (compárese parágr.
26. El primado de la voluntad o del intelecto 24) , y hubiera podido lograr esto en muy alta medida, si no se hubiese lleva-
do siempre el problema, indiferentemente, ya a la esfera de la dialéctica, ya
W. KAHL, Die Lehre vom Primat des Willens bei Augustinus, Duns Scotus und a la de la metafísica. Y, a decir verdad, tuvo lugar esto último, sobre todo
Descartes (La doctrina del primado de la voluntad en Agustín, Duns Escoto y Des~ porque llegó a considerarse como punto de la controversia el concepto de la
cartes), Estrasburgo, 1886.
1 i b e r t. a d, siempre mezclado en temas éticos y religiosos. Sin duda, am-
En íntimo nexo con todos estos temas generales se encuentra un problema bos partidos querían defender o mantener la "libertad" del hombre, merced
psicológico especial que suscita una viva discusión durante toda esta época a la idea de responsabilidad; pero esto sólo fue posible en virtud de que
y en el que los antagonismos de partido se dejan reconocer en reducida las partes contrarias entendían algo diverso bajo tal concepto.
escala pero con tanta más sutil claridad. Es el problema de si, entre las En particular no sólo acepta Tomás el influjo de la voluntad en el
facultades del alma, al intelecto o a la voluntad conviene la más alta movimiento, sino también en el asentir o disentir de las respresentaciones.
dignidad (utra potentia nobilior), Ocupa, en la literatura de esta época, tan En todo caso admite por entero tal creencia. Pero considerando el problema
vasto espacio que podría intentarse ver en la oposición psicológica que en ex: su generalidad, ve en la voluntad, recordando viejas ideas, algo deter-
torno a él va desarrollándose, el L e i t m o t i v de todo el período. Mas nunado por el conocimiento de lo bueno. El intelecto no es tan sólo quien
el curso de la evolución exhibe con suficiente claridad que las fuerzas capta la idea de lo bueno, en general; sino quien reconoce en cada caso
propiamente decisivas residen en la metafísica religiosa, y la rigidez de la lo que es bueno y determina a la voluntad. La voluntad aspira hacia lo
concepción sistemática, que distingue a las doctrinas filosóficas de estos tiem~ reconocido como bueno, por necesidad; depende, por tanto, del intelecto.
pos, explica holgadamente que la posición respecto a un problema especial Este es el supremus motor de la vida anímica' la "racionalidad" dice
pueda ser típica en los diversos pensadores. En todo caso, es característico asimismo E c k h a r t, es la cabeza del alma, y' sólo en el conoci~iento
que esta cuestión constituye un tema privativo de la experiencia interna. a,rr~ga el "amor" (Minne). La libertad (como ideal ético) es, por con-
Tampoco coinciden aquí las dos aportaciones más importantes de la sIgmente, para Tomás aquella necesidad que reposa en la esfera del saber,
tradición: el agustinismo y el aristotelismo: pero sus relaciones no constituyen y por otra parte -según él, Como Alberto-, la facultad (psicológica) de
desde luego un expreso antagonismo. Para el agustinismo el tema era, en opción (fac~I~a.s electiva) es sól~ posible merced a que el intelecto ofrece
general, un tanto equívoco. En él se acentúa la esencia específica de la dIversas pOSIbIlIdades como medIOS para el fin de la voluntad, entre los
personalidad, y se subraya la mutua referencia de las diversas vertientes cuales ésta se decide por el mejor conocido. Tal d e ter ro i n i s m o i n-
de su actividad, a tal grado que el problema acerca del rango de las capa- te 1, ~;- t u a 1 i s t a, acent~ado siempre por el propio Tomás, de que la
cidades anímicas no había surgido en un sentido propio. Sin embargo, deCI~l?n de la voluntad SIempre depende de las funciones puramente cog-
Agustín confiere, especialmente en su teoría del conocirmento, una posición nOS~ltIvas, se extrema en su contemporáneo G o d o f red o de F o n-
tan decisiva a la voluntad, incluso en el proceso de la representación, que t a I.n e s a tal punto, que acaba por convertir la mera representación
ésta hubiera conservado toda su significación en los nexos empíricos, aunque senSIble (phantasma) en causa efficiens de la actividad volitiva.
hubiese debido mantenerse como último designio del acontecer la contem- Pero puntualmente en este concepto de la necesaria determinación asien-
plación neoplatónica de la divinidad. En dirección contraria aparece, sin ten los enemigos. El origen de las representaciones, así enseña E n r i q u e
de Gent, y después de él, Duns Escoto, como más tarde Occaro,
13 Hasta las últimas consecuencias de la omnipotencia estatal se lleva esta mun- es ";1n proceso n:;tural y éste debe ser siempre dependiente de las represen-
dana doctrina jurídica de Occam, por su amigo M a r sil i o d e P a d u a, cuya tacI~nes. :t:ero SI esto último ocurriese, indicaba Duns, es inexplicable la
obra Defensor pacis (1346) desarrolla también la fundamentaci6n utilitario-nomina- contIngenCIa (esto es, el poder ser de otro modo) de las funciones volitivas:
lista de la teoría del Estado, con enérgicos rasgos, así como se sirve por entero, bien
que en formas conceptuales aristotélico-escolásticas, de la doctrina epicúrea del con- pues el proceso natural se encuentra siempre unívocamente detenninado'
trato estatal (compárese arriba, parágrafo 14, 6), por 10 que respecta a su contenido donde él impera, no hay elección alguna. Ahora bien, con la contingenci~
positivo. ' aparece la responsabilidad. Se puede mantener ésta sólo cuando se reconoce
288 JI!. La filosofía de la Edad Media. Segundo período 26. El primado de la voluntad o del .intelect.o 289
que el intelecto no posee un influjo determinante sobre la voluntad. Sin . 2. Ese sentido posee desde luegb la transferencia a Dio s de las
género de duda, es imprescindible el concurso de la capacidad de representa~ relaciones de rango entre voluntad, e intelecto. El intelectualismo extremo
ción en toda actividad volitiva: ofrece a la voluntad los objetos y posibili- de los árabes en Averroes había excIuído de, la más alta esencia la voluntad
dades de opción. Pero sólo procede como el sirviente: la decisión depende parti~ndo de l~, idea aristotélica de que ·todo querer significa 'un carecer:
del amo. La representación no es otra cosa que la causa ocasional (causa un:; lm:perfecclc:'n, u~ depender de algo; a la inversa, había defendidq
per accidens) del querer particular; la doctrina de Tomás confunde la AVIcebron, 9,ue mfluyo poderosamente en Duns Escoto, el principio religioso
reflexión práctica con el intelecto puro. Aunque el último brinda el objeto, de. 1,:. cr~aclOr:, del mundo, ec?ando mano de la voluntad divina, y en la
la decisión es cosa simplemente de la voluntad: ésta es el movens per se, a propIa dlr~cclon so.stuvo G u 111 e r ro o d e A u ver g n e la originalidad
ella compete la absoluta autodeterminación. del querer Ju~to. almtelecto, en la esencia de Dios y en su actividad creado-
El i TI d e ter ro i TI i s ro 0, como 10 enseña Duns 1 y Occam, ve, pues, ra. rr:a1es ,antItesIs se suceden ~hora entre tomismo y escotismo.
en la voluntad la fuerza radical del ahna, y viene a afirmar que de hecho Sm genero de duda, admIte Tomás la, realidad de la voluntad divina.
la voluntad determina por sí misma el curso de la actividad racional. Ya ~ero ve en ella una co~secuencia natural, del intelecto, divip.o, al' propi¿
Enrique de Gante 2 trata de mostrar que las funciones teoréticas son tanto tIempo que algo deternunado,, en su contenido, por él. Dios crea tan sólo
más activas cuanto más inmateriales, y Duns Escoto desarrolla parejo pen- lo 9ue. reconoce como bueno ~n s~ sabiduría:. él se busca, por necesidad,
samiento en forma sobremanera interesante. El proceso natural, dice el a; SI IDlSmO, est? es, el c01;temdc:' Ideal. de su mtelecto, y en eso reside la
filósofo, acarrea como inicial contenido de la conciencia (cogitatio prima) h~ertad determ;nada por SI propia, la lIbertad con arreglo a la cual quiere
una masa de representaciones, en mayor o menor medida confusas e im- DIOS las cosas smgulares. De manera que la· voluntad divina aparece subor-
perfectas (comusae, indistinctae), y de éstas sólo se convierten en claras dinada a la sabiduría de Dios.
( distinctae) y perfectas aquellas a las que dirige su atención la voluntad, no ~ero pu?-tualmente en est<: ve la parte contraria ulia limitación de ·la
determinada por otro hecho en este proceso. Asimismo enseña Duns Escoto ommpotencIa: que. n? c~~pagma con el concepto del ens realissimum. Sólo
que la voluntad in ten s i f i c a estas representaciones que ha elevado cuando no eXIs~e. lImItaclOn alguna para la voluntad, puede decirse que ésta
de su estado confuso a su estado de claridad y que las representaciones a es soberana. DIOS ha creado el mundo por su arbitrio absoluto dice D1.U1s.
las que no se dirige dejan de existir a la postre a causa de su debilidad. lo. hubiera podid.o crear, si hubiese querido, en otras formas, 'relaciones;
A ,tales fundamentos psicológicos se asocia, en la controversia, la invo- caract.eres; no ;x1Sten otras causas más hondas que éste su querer, por com-
cación a las autoridades de Anselmo y Aristóteles por una parte, de Agustín pleto l~determInado. La voluntad de Dios, con sus decisiones creadoras no
por otra, y, después, una serie de otros arglllllentos. En parte son éstos de ~etermmadas por nada, es. el hecho'primigenio de toda realidad: no es per-
naturaleza puramente dialéctica. Así acontece, cuando afirma Tomás, que tmente preguntar sus motIvos, ~del, propio modo como la resolución que
10 verum, objeto del intelecto, posee un rango superiqr a lo bonum, me~a toma la voluntad de la esencia finita, antepuesta a las posibilidades dadas
de la voluntad, y cuando Duns duda de la justificación de esta jerarquía; ~rea, en cada caso, con su Iiberum arbitrimn indi:fferentiae, un nuev~
así acontece, cuando Tomás piensa que la razón capta el concepto unitario y hecho, no concebible como necesario.
puro de 10 bueno mientras la voluntad no va más allá de las manifesta- 3. .En la forma más aguda surge esta oposición en las concepciones
ciones empíricas de él, y cuando Enrique de Gante y Duns, invirtiendo metafíSIcas fundamentales de la é tic a. En' ambas partes, naturalmente,
diametralmente esto, hacen ver que la voluntad más bien se dirige de con- vale la ley moral COmo mandato de Dios. Pero Tomás enseña que Dios
tinuo a lo bueno como tal, y el intelecto tiene que mostrar en cada caso en o:de~a lo bueno. porque es bueno y es reconocido como bueno por su sa-
qué reside 10 bueno. Con tales variaciones la disputa oscilaba de una a otra pIenCIa; Duns afIrma. que es. bueno porque Dios lo quiere y lo IIlanda, y
parte, y el gran mérito de J u a n B u r i d á n fue que,' al meditar con .~ccam agrega que DIOS. hubIera podido crear algo diverso, hubiera podido
hondura el problema, trató de llevar la cuestión otra vez al campo pura- mcluso crear lo contrano como co,ntenido de la ley moral. Para Tomás,
mente psicológico: él mismo no se decide unilateralmente por el indeter- por. tar;to, . e~ lo .bueno la necesa~Ia consecuencia y manifestación de la
minismo, por mucho que hable en su favor la idea de responsabilidad; ni sablduna dlvma; mcIuso Eckhart dIce que "bajo la vestimenta de lo bueno"
por el detenninismo, cuyos motivos científicos trata, en buena hora, de se oc.ulta la .esencia divina; el intelectualismo enseña la perseitas boni, la
justificar. Con diligente ponderación de los diversos argumentos dilucida r a e Ion a 11 dad del o b u e n o. Para él. es la moral una disciplina
el concepto de la 1i b e r t a d ro o r a 1, donde debe abandonar, el indi- filosófica,. cuyos principios se conocen por la' "luz natural". La "conciencia"
ferentismo la arbitrariedad, y el determinismo la necesidad natural: sin (synteresls) 3 es el conocimiento de Dios sub ratione boni. En Duns y
embargo, tampoco logra una definitiva clarificación en la mezcla de pro-
blemas, enclavada en la palabra "libertad)'. . ;" Esta palabra (o sindéresis, scindéresis, como también suele escribirse) ha cons-
Otras argumentaciones que aparecen en la controversia tocan amplios t1t!lI~O un rompeca~ezas etimológico, desde Alberto de Bollstaedt. Puesto que ~n los
medl,co s de las postrlmerías de la Antigüedad (Sexto Empírico) téeresis apare~e como
sectores de la concepción del mundo y de la vida. termmus technicus para . Slg?} . '1' " o.b servaClOn
.,,, , pud o h a b er ' connotado syntéeres1S
..
( ya con, carta .de natu;ahza~lOnlcar en el SIglo IV) en analogía a la terminología platónica
1 Cf. H. SIEBECK, Die Willenslehre bei Duns Seo tus und seinen Naehfolgern. (La d~, s:r,nazstheesls o synz,thees1S (comp. parágrafo 19, 4) originariamente, "autooberva-
teoría de la voluntad en Duns Escoto y sus continuadores). Zeítsehr. f. Philos. 'u. c~on., y de tal st;erte haber tomado el sentido éticoreligioso de "conciencia" (cons-
philos. Krit., tomo 112, pp. 179 ss. ~;ent1a). ~omp. SIn embargo, H. SlEBEClC, en el11rch. f. Geseh. d. Philos., X, pp. 510
2 A él se adhiere por completo, en este sentido, asimismo, Richard de Middlet:own. . y la bteratura sobre el particular en UEDERWEG-BAUMGARTEN, parágrafo 19, IV.
19
JJI, La filosofía de la Edad Media, Segundo período 26, El primado de la voluntad o del intelecto 291
290
determina ineluctablemente la naturaleza del intelecto, y co 11 d 1
Occam, en cambio, no puede ser lo bueno objeto de conocimiento natural:
pues hubiera podido ser de otro modo; no está determinado por la razón, ~olunta~, p~oal 'due el segu,ndo se vió impulsado a la opinión ~si~e~gétic ~
.e que a aCClOn e la graCla está condicionada en cierta medida a
sino por la inmotivada voluntad. Nada, así enseña con extrema consecuencia hbreA voluntad del individuo. (í De esta suerte to'mo, part'd
Pedro de Ailly, es por sí mismo (per se) pecado; es el mandato divino y la d ' loel gran ' sucesor
por la
.e ~,ustln, consecuentemente, contra la doctrina agustiniana de la predes
prohibición los que lo convierten en eso, -una doctrina cuyo alcance se
comprende, si se piensa que, según la concepción de estos pensadores,
tmaClOn. ~
5. En cam bi~, al~anza el intelectualismo de Tomás sus consecuencias
el precepto divino se da a conocer al hombre sólo por boca de la Iglesia. ex t remas en
completo dellarnIstIcaal
ma t d e ro a n a, cuyo creador Eckhart depende por
En relación con esto se encuentra que la teología, que para Tomás fue
siempre una ciencia "especulativa", en sus opositores, como ya fue indicado ción.{J Sólo que
f
ah; :eo elee su ~rd~nl' edn los conceptos, básicos. de su concep~
va so re e. e naturaleza mas emotIva que To '
~~c~e~~ilil~c;~~ti!i~~~otr~~~t~~llg~~~r~~~eyntreomenpeconoocimtien~o ellhondraas~
más arriba (parágr. 25, 3), se convierte en una disciplina "práctica". Ya
Alberto había hecho semejantes indicaciones, Ricardo de Middletown y
Buenaventura habían acentuado el carácter "afectivo" de la teología, Ro~ y , t' 1 b . c n es e lmpu so e su
gerio Bacon había enseñado que, mientras todas las otras ciencias se fundan P~r~~~dido ~e qaurrelras estatu,:;Ias, alnte las cuales se había detenido aquél.
debe ser co?v~rtida en el contenido del má~ afto s:~e: csonbcl~enCla rel~gdlOsa,
e a concepclOn d e mundo d d a I' . "
en la razón o en la experiencia, la teología encuentra su fundamento sólo en
la autoridad de la voluntad divina: Duns Escoto consuma Y fortalece la e en conOCImlent l' f ' u lma su pIa osa
escisión entre teología y filosofía haciendo de tal separación una consecuencia
feclesiástico aparec~ ~~~~Uu~tl;í~br~nte ~ cuya espiritualidad pura el dogma
necesaria de su metafísica de la voluntad.
4 esta tendencia co ' o o ex erno y temporal. Aunque comparte
4. Con igual violencia se desarrolla el mismo antagonismo en las doctri~ originalidad: no ~~~:~:.~~:r~n~~ antecesore~, posee un fondo de innegable
nas acerca del último fin del hombre, de su condición que guarda en la de un círculo exclusivo' . 1 I~a y genulll,: .verdad como prerrogativa
eterna beatitud. Si ya en Agustín constituía la antigua theoría la contem~ tal núcleo íntnn'o de l ' dqU1etr~ maSI?I~n trasmItIrla al pueblo entero. Para
. a oc rIlla re ¡glOsa., crey' h b er encontra d o en esta
plación, libre de todo querer Y exenta de toda necesidad, de la magnificencia rlllgenua piedad .1a verd a d era comprensIOn, 7 yo dea esta suerte tradu' 1
divina, el estado ideal del hombre transfigurado Y dotado de gracia, e
incluso por las doctrinas de los primeros místicos se había puesto muy poco ;~~~~:,c;p~~~c~o~~s d~1~1 cirncia, ,con genial ha~ilidad filosófica, en I~~g::'
en duda este ideal, encuentra ahora nuevo apoyo en el intelectualismo terminología filosófic';' o os ongenes, regulatIvos para ~l futuro, de su
aristotélico, mediante el cual hace ver A 1 b e r t o que el hombre, en tanto
elementos místico-intelectualistas del t as. a sus ext:ernas .cons~cuencias los
Pero en su doctrina se fortalec n h t
es verdaderamente hombre, es intelecto. La participación en la esencia
divina, obtenida por el hombre gracias al conocimiento, es el más alto tónico que ha tornado 'bl e dOilllsmo, gracIas al Ideahsmo neopla~
peldaño que se puede alcanzar en la vida. También Tomás pone las virtudes es u ~ a l ' ,POSI emente, e Escoto Erígena: S e r y c OllO ce r
,. y a mIsma cosa, y todo hecho en 1 d '
dianoéticas por encima de las prácticas; para él la visio divinae essentiae, mtIma esencia, conocimiento. El origen del rnund e mun °.
es, segun. su
la contemplación intuitiva, supratemporal, eterna, de Dios, es el objetivo es un proceso de la autorrevelación o, que J?r~vIene de DIOS,
de los afanes humanos. De esta contemplación se sigue eo ipso el amor de ~levada manifestación es siempre el re~:J~~:;~del conoDclJ;ruenLto, c~ya m~s
Dios, merced a que la decisión de la voluntad es obra de la del intelecto. Ideal de todo lo real -así di" . , cosas ausalOS. a eXIstenCIa
Puntualmente ha expresado en la forma más bella esta tendencia del to~ esta doctrina de Eckhart~ esJ~ása~e~~:Je~ICola\ de 9
, .que se apropia
mismo, su poeta, Dante. En Beatrice se encarna este ideal para toda la aparece en el espacio y en el tiempo. que a eXIstenCIa corporal que
posteridad. Por tanto
se halle precisa
más ~l1á que c~~aus~
de ser 1 . . . de ~odas las cosas, la divinidad,
~ngmana
Pero también aquí va tomando importancia una corriente adversa. Ya
Rugo de St. Víctor había caracterizado el más alto coro angelical mediante determinación, es "nad~'. p:r~er:stae~,~y\r<:~~~n,( supraser, ca;-ece de ~oda
el amor, Y sólo al segundo, por la sabiduría, y si Buenaventura ve en la se revela en el Dios trino', 9 y el existen t e vy m a de la
cognoscente .teologm
DIOS negatIva)
crea de la nada
contemplación el excelso peldaño de la imitación de Cristo, no hay que
olvidar que hacía hincapié en que semejante contemplación se identificaba 5 Compárese
maco~ X, 7. la exposic"IOn eJempannente
. 1 bella en ARISTÓTELES, Etica a Nicó~
con el "amor". Duns Escoto enseña ahora, con resuelta actitud polémica,
6 Compárese H. DENIFLE- en el Arch f L'
que la beatitud es un estado de la voluntad y, a la verdad, de un querer n, 417 ss. Por tanto, en la ~cdida ,uer Iterat. u. Kult.-Gesch. d. M.-A.,
!! i fijo en Dios: no ve en la contemplación, sino en el amor (que todo supera) de la especulación alemana" a tal c en que ::beal~ente puede ser Eckhart el Hpadre
la definitiva transfiguración -del hombre, e invoca las palabra del apóstol: mae~tro Alberto. , o s a contrI uyo Tomás de Aquino, además de su
~ De este modo coincide la mística alema a h "
"El amor es lo más grande entre vosotros". sazon: la creciente independencia'q .n con un e~ho mas generalizado a la
Por tanto, si en Tomás el intelecto, en Duns la voluntad aparece como
la definitiva transfiguración del hombre, e invoca las palabras del apóstol:
glos XIII-XIV, impuls6 dondequiera a le e'ípePt:?-dnJaba la VIda eclesiástica en los si-
8 A las claras, la misma relaci6n a re IgIOSl a por sendE';ros no eclesiásticos.
doctrina de Agustín de la gratia irresistihilis, según la cual la revelación en que también pensar y ser deb ,c?m?d ya aparece en Plotmo entre el in y el nous
9 Gilberto de la P r ' comCl.lr~
.. en . '
dad y Dios (divinitas 0yredeehsa)bla hecho ~l;alect1camente ya la distinci6n entre Divini-
4 A. G. SERTILLANGES, La philosophie morale de Sto Thomas d' Aquin~ (París, sI' u ,con ocaSIOn de la cont
us re aCIOnes con la doctrina de la trinidad.
'd 1 '
roverSIa e os uUlversales y
1916),
JII. La filosofia de la Edad Media. Segundo periodo 27. El problema de la individualidad 293
292 "
las criaturas, cuyas ideas reconoce en sí; pues este, conocer ~s.s,: crear. Pro- ,individuo, es el obrar de Dios en el hombre; Dios se da a luz dentro
ceso tal de la autorrevelación pertenece a la esenCIa de la dlvmldad; es, por del- alma, y en su pura, eternal esencia aparta la "chispa" todas sus fuerzas
tanto una necesidad intemporal, y Dios no ha menester para crear el mundo de lá acción temporal y borra toda diferencia. Este es el estado del cono-
de ni~gún acto propio de ~ibert~d. L~ Divinidad, como esencia cre~dora, co- cimiento suprarracional, de la muerte del hombre en Dios -el estado del
mo naturaleza "no naturahzada ' es solo real en Virtud de que en DlOS y mun- que Nicolás de C~sa decía: Es el eterno amor (charitas) que por el amor
do como realidad creada, como naturaleza "naturalizada" 10 se reconoce y (amore) es conOCIdo y por el conocimiento es amado.
de~arrolla. Dios crea todo -dice Nicolás de Cusa- esto es, es todo. y por
otra parte, todas las cosas tienen cierta esencia, segím E~kh<:~t, en tanto
ellas son Dios: lo que en ellas además aparece, su determmaClOll temporal 27. El problema de la individualidad
y espacial, su "aquí y ahora" (hic et nunc) no es na~a.l:
De ahí que también el alma humana sea, en su mt~~ ?-aturale:,a, de E. CASSIRER, Individuum u. Kosmos in der PhilosoPhie der Renaissance (Indivi-
esencia divina y sólo en su aspecto temporal posea multtplicldad de fuer- duo y cosmos en la filosofía del Renacimiento), 1927.
zas" merced ~ las cuales obra como miembro de la natura naturata. Lo Nacida de honda y personal devoción, de necesidad auténticamente
más ,íntimo en ella es llamado por Eckhart 1a "h' "12
c lspa, y en e 11 a a d·
Vlert e individual de íntima vida religiosa, culmina la doctrina de la mística ale-
el punto crucial ,del proceso cósmico. . mana en un ideal del anonadamiento~ de enajenación del yo, de exterIIÚnio
Pues al "llegar a ser" corresponde el "dejar de ser", el'perecer, y también del ;nund<?: frente a ello aparece, como en vieja concepción oriental, toda
éste es un conocimiento: el conocimiento por medio del-cual las' cosas, que :eahdad ,smgular cual pecado o imperfección. Así alcanza la antinomia
provienen de la divinidad, retornan al abismo originario: Al reconocer el Inserta en las raíces ~el sist~ma agustiniano (~ompárese parágrafo 22, 5 ss.)
hombre la divinidad, encuentra de 'nuevo el mundo sensible su ve.rdade ra su desarrollo pleno e l,nmedIataL?ente perceptIble, y se pone de manifiesto de
espiritual esencia. Por .tanto, el, conoCimiento
1 humano., reside
. gracias
113 a su. ':Qlodo claro que el mtelectuahsmo neoplatónico, que venía apareciendo
elevación de la percepción sensible a a compren.slOn ~a~lOna, en ,,:n de esta suerte estructurado desde Agustín hasta el maestro Eckhart se incli-
"apartamiento" de -lo múltiple y material: la esenCla esplfltual se despOJa n~ba de suyo, sin cesar, a disputar al individuo su autonomía metafí~ica que
de su envoltura. Y ésta es en la vida temporera, la más alta tarea del VISto d~sde otro ,ángul?, había sido estatuída como postulado de la te01'Í~
hombre, de cuyas fuerzas, 'puntualmente la capacidad cognoscitiva es l~ de la hbertad. SI, segun esto, se fortalecía con el intelectualismo también
más valiosa. Claro que el hombre debe obrar en este mundo y hacer pre- "la; tendensia u n i ver s a.I i s t a, debía, en igual caso, aparecer con tanta
dominar y hacer valer su esencia racional; pero sobre su externo obrar, mas en~rgla la ~on,tr~cornente, y la misma oposición de motivos que había
sobre-la justicia mundana sensible se eleva la "obra interna", la pureza pro~ovldo la dIalccüca de la controversia de los universales (compárese
-de la intenci.ón la lealtad del corazón, Y todavía sobre ello la "soled.ad" y ,p~agrafo 23), t?ma ahora en el problema acerca del fundamento ontoló-
, d·' .
"pobreza" del alma, su pleno retorno del mun o externo a su m~lma e~en.. gico de la esenCIa individual (principium individuationis) una forma por
cia a la Divinidad; En el conocer alcanza el alma aquella ausenCia de fmes demás objetivo-metafísica.
en 'el obrar, aquel1a.libertad en sí misma, en la que reside su belleza. " 1. El apremiante impulso para ello 10 ofrecían los siruificativos resul-
Sólo que se logra hasta que' ~l .conocer hapa su excelsa consagraclOn~ tados a que habían llegado' universalismo e intelectu~lismo entre los
El 'fin de- toda vida es el conocImiento de DlOS. Pero conocer es ser, es ár.abes. ~sto~, .en efecto, se encontraban, en la manera de enten'der la doc-
comunidad de vida y de existencia con lo conocido. Si el alma-quiere conocer t~~na anstotehsa, en aquella corriente, iniciada por Estratón en la Anti-
a Dios es preciso que participe de la Divinidad, que deje de ser 10 que gueda? (comparese parágrafo 15, 1) Y mantenida entre los comentadores
es' no ~ólo del pecado y del mundo, sino también de sí propia debe despo- posten<:res por Alejandro de Afrodisias sobre todo: en la dirección del
ja~se. Todo saber todo conocimiento de las apariencias se aparta, nece':' natura}lsmo, que, partiendo del sistema del Estagirita pretendía eliminar
sariamente de ella' así como la Divinidad 'es la "nada", así también el los últImos restos de una escisión metafísica entre lo id~al y lo sensible. En
alma per~anecerá 'en este saber del no saber -~octa ignorantia, -según torno de dos punt~s se ha cor;centrado parejo intento: alrededor del pro-
la designación posterior de Nicolás-, y del propio modo como aquella bleI;Ia de las relaclOnes de DlO,S '>: Mundo y del de las conexiones de la
"nada" es la causa primigenia de toda realidad, así también este no saber razon., con las otr~s fuerzas ammlCas. En ambos sentidos se desenvuelve
es la más alta y bienaventurada contemplación. Esto no es ya un obrar del tamblen lo pecuhar del peripateticismo arábigo y a decir
verdad, s~ lleva a cabo esto, gracias a postformaciones variadisimas del
10 Sobre los términos natura naturans y natura naturata, posiblemente propalados
esquematIsmo conceptual aristotélico de forma y materia.
por el averroismo, véase parágrafo, 27, 1. Compárese H. SIEBEOK, Archiv. f· Gesch. do
E?; general se I?a,?ifiesta en la filosofía. andaluza una in d e p e n d i-
Philos., IlI, 370 ss. . " d 1 z a c 1 o r; .I"? e t a f 1 S 1 e a del a . m a ter la. No se la concibe como
11 Sin llegar a las fórmulas dialécticas, trata Eckhart la doctrma tomlstlca' e as
Ideas por completo en el sentido del realismo riguroso de Escoto Erígena: habla de una POslblhdad. meramente abstracta, sino como aquello que en sí trae
los nominalistas de su tiempo cual de' "peoueños maestros". las formas I,'roplas a ella, cual gérmenes vitales, y que en su movimiento
12 También la voluntad o synteresis' se identifica con el concepto "scintilla
se v~n reahzanqo. También mantiene A ver r o e s tocante al aconte-
consdentiae" •
13 Eckhart desarrolla los grados particulares de este proceso, con arreglo al e~que- c~r smgular, el principio aristotélico de que todo mo~imiento de la mate-
ma tomístico-agustiniano. ' . na, por obra del cual la propia materia realiza de sí una forma inferior,
294 111. La filosofía de la Edad Media. Segundo periodo 27. El problema de la individualidad 295
se produce merced a una forma superior, y la sucesión gradual de las En A 1 e jan d r o d e A f r o d i s i a s nos encontramos, -bajo el nom-
formas encuentra, asimismo, aquí, su más elevado término en Dios, a bre de "intelecto pasivo" (comp. parágrafo 13, 10), aún la capacidad de
manera de supremo y primer motor. Este pensamiento podía articularse, la psique individual, que abarca sus disposiciones animales y empíricas en
como lo exhibe la doctrina de A v i e e b r Ó TI, a la trascendencia de armonía con el influjo de la activa razón, y el Íntellectus agens se identifi-
Dios, sólo en el caso en que se viese en la materia misma algo Creado por c~ aq';lí. (según la ~ concepción naturalista de todo el sistema) con el espí-
la voluntad divina'. Mas, por otra parte, acentuaba el mismo filósofo ju- ntu d1Vlllo, que solo de esta suerte aparece como "forma separada" (in-
dío, partiendo de los mismos supuestos, que fuera de la divinidad no puede tellectus separatus). Pero ya en S i m p 1 i c i o se hace, de acuerdo con
ser pensado ser alguno separado de la materia, que incluso las formas la metaf~si~a neopla~ónica, de este intellectus agens, que se manifiesta en
espirituales han menester, para su realización, de una materia que les es el_conocImIento raclOnal del hombre, la ínfima de las inteligencias que
inherente, y que, al fin de cuentas, la comunidad vital del Universo exi- senor~an 2 el Mundo sublunar. Una postfonnación original toma esta
ge para el cabal reino de las formas una materia unitaria como fundamen- doctrma en A ver r o e S.3 Según él, hay que buscar el intelIectus passi..
to. Pero cuanto más se veía la materia en Averroes, como algo que eterna- vus en la capacidad cognoscit~va d91 individuo, que, como éste, nace y
mente se mueve en sí y unitariamente vital, tanto menos pudo separarse p~rece cual f..?rma del cuerpo srngular; posee, por tanto, sólo validez' indi-
realiter la forma motora, de la materia; de esta suerte aparecía la uni- VIdual y atane lo concreto: en cambio, el intellectus agens, la forma que
versal esencia divina como fonna y fuerza motriz (natura naturans), por e~iste co~ independencia d; los individuos empíricos, es la e ter n a r a-
una parte, y como materia, como universo puesto en movimiento (natura zon un.lversal del genero humano, que ni nace ni perece y
naturata), por otra. que cor;tlene las .verdades generales, de modo perennemente válido. Es la
Pero a esta doctrina de la un i cid a d, del a i n ter n a c o il- sust~n.cIa de l~ VI?~ verda;Ieramente espiritual, de la que la actividad cog-
formación y del eterno movimiento de la materia, noscItiva del IndiViduo solo es una de sus manifestaciones particulares.
que se había difundido con el averroísmo como 'Una interpretación extre- Est,: (actual) capacidad cognoscitiva es (cual intellectus acquisitus), a
madamente· naturalista de la filosofía de Aristóteles l se fueron sumando deCIr verdad, eterna, ~egún .s~ conten~do, su esencia, ya que constituye
aquellas consecuencias del realismo dialéctico, que impulsaban a ver en puntu~ln:e~te, la propIa aC~Ivldad raCIOnal; como función empírica del
Dios como el ens generalissimum, la singular sustancia, de la cual las co- saber mdivldual es, en cambIO, perecedera como la propia alma individual.
sas singulares, en mayor o menor medida, sólo son manifestaciones transi- La perfecta encarnación de la actividad racional se ha dado en Aristóte-
torias (compárese parágrafo 23). Así enseñan los a ro a 1 r i can o s que les, según. ~Av~rroes.4 El conocimiento racional del hombre es, por tanto,
Dios es la esencia (essentia) de todas las cosas, que la creación sólo cons- una . fU?~lOn Impersonal o suprapersonal: es la participación temporera
tituye una formación intrínseca de esta esencia divina, una autorrealiza- elel m~Ivlduo en la ~t~rna razó~ univ.ersal. Esta es la esencia unitaria, que
ción en perenne movimiento de todas las posibilidades que se encuentran se realIza en las actIVIdades mas valIosas de la personalidad.
contenidas en esta materia unitaria. D a vid d e D i n a n t ~ funda el Tal. pan - psi q u i s m o aparece ocasionalmente ya en la literatu-
mismo pan t e í s m o, echando mano de los conceptos de Avicebrón, ra OCCIdental, acompañando la mística neoplatónica: como doctrina ex~
cuando enseña que así como la hylé (esto es, la materia corpórea) es la presa y generalizada, surge al lado del averroísmo hacia 1200· ha sido
sustancia de todos los cuerpos, del propio modo el espíritu (ratio-mens) invocado siempre donde fueron condenadas las d~ctrinas heréticas del
es la sustancia de todas las almas; pero puesto que Dios, como la más peripatetici~m? arábig.o, 5 y fue ,un intento capital de los dominicanos pro-
universal de todas las sustancias, constituye la sustancia de todas las co- teger a A1'lstoteles mIsmo de verse mezclado con esta doctrina: Alberto
sas en general, en última instancia Dios, materia y espíritu son una y la y Tomás escribieron De unitate intellectus contra Averroístas.
misma cosa, y el mundo, sólo su autorrealización en formas concretas. 3. ~l .pan-psiquis~o .se opo~e. ~omo decisivo mot!vo, en los pensa-
2. Pero en particular fue puesta en tela de duda la autonomía meta- dores CnS!l~nOS, el sentnmento, VI~lflcado por A g u s t I TI, del propio va-
física de la in d iv i d u a 1 ida d e s p i r i t u a 1 por otra serie de pen- lor metaflslCO de la pe r s o n a 11 dad. Es el punto de vista desde el
samientos. Aristóteles había hecho entrar el nous, la racionalidad, doquier cual hombres como Guillermo de Auvergne y Enrique de Gent combaten
idéntica, en el alma animal, "desde fuera", y había pasado por alto las 'el averroísmo. Y esto constituye el peculiar motivo, gracias al cual el siste-
dificultades de esta doctrina, toda vez que el pro b 1 e m a del a p e f- ma medul~r ~e la escolástica -en oposición diametral a la mística de
son a 1 ida d, que sólo más tarde aparece con el concepto estoico del Eckhart- ImpIde el cabal desarrollo del realismo, inserto en las bases inte-
heegemonikon, aún no surge en el ámbito de su pensamiento. Pero los
comentadores, griegos y árabes, que reconstruyen su sistema, no se han 2 La llamada ''Teología de Aristóteles" identifica este nous con el l6gos. Más
detenido ante las consecuencias que de ahí se sacaban para la valoración <leta~les, en ~. REN~N~.Averroes y el averroísmo~ n, parágrafos 6 s.
metafísica de la individualidad espiritual. Comparese pnnclpalmente su obra De animae beatitudine.
. 4 De esta suerte se viene a justificar teoréticamente el reconocimiento. incondi-
'Clonado de la autoridad del Estagirita.
5 Comp. CH. DU PLESSIS D'ARGENTRÉ, Collectio iudiciorum de no vis erroribus
1 Con referencia al Liber de causis y al pseudoboeciano escrito De uno et uni~ .1., 175 ss. Como representante extremo de estas doctrinas, aparece, hacia fines del
tate, atribuido recientemente a DOMINICUS GUNDISALVI, compárese B. HAURÉAU, Mé~ ¡glo XI;:t,. ~IGER DE BRABANTE contra cuya obra De aeternitate mundi se dirigían las
moires de l'acad. des inscrip. (1877); además, A. JUNDT, Histoire du panthéisme mposstbtlzq,. Comp. sobre el particular, CL. BAEUMKERJ Beitraege, 1898, y P. MAN-
populaire au M.A. (Paris, 1875). DONNET, Stger de Brabante et l'averroisme latin au 13e siecle (Lovaina~ 1908 y 11).
296 IJI. La filosoflade la Edad' M edia. Segundo periodo 27:. El problema de la individualidad 297
lectualistas' de su metafísica. Ert si'tuaCión -difícil se encontraba aquí el ~ientras algunos de sus continuadores, como Francisco de Mayron, par-
tomismo: afirma, según la fórmula de Avicena (comp. parágrafo tIendo de ella, desemboquen en el realismo extremo, en Occam, se trans-
28, 6), que l?s universales ~~lo existen ¡(indivi~uc;lizados'\ es~o es, e~ los forme en la renovación de la tesis nominalista, que sólo en el ser individual
particulares ejemplares emplncos como la esencialidad (qmddltas) unlver~ ve lo real, e interpreta lo general como un producto de la aptitud del pen-
sal de ellos; pero, además, adscribe a las especies la prioridad rnet<:f~sica samiento para comparar.
en el espíritu divino. Debía explicar, por tanto, cómo es que se maniúesta 4. El desarrollo victorioso 'que ha encontrado el n o m i n al i s-
lo unitario (como-materia general) en tan 'múltiples formas, esto es, .ave~ m o en la segunda época de la filosofía medieval, reposa en una combi-
riguaba el principilU11 individuationis, y lo descubre en que 1:: materia es nación altamente singular de una rica variedad de motivos intelectuales.
de ter ro i n a d a e u a n t ita t i varo e n t e en espacio y tIempo (ma.. En el fondo bulle el momento sentimental agustiniano que quiere asegu-
teria signata). En la capacidad de la materia de ser afectada por diferen- rar a la personalidad individual, su dignidad metafísica; en la principal
cias cuantitativas, reside la posibilidad de la individúación, a saber, la corriente filosófica se hace valer la tendencia antiplatónica de la teoría
posibilidad de que la misma forma (por ejemplo, la cualidad de ser hom- aristotélica del conocimiento, que empezaba ya a difundirse, y que tan
bres) se realice en diversos ejemplares como sustancia individual. De ahí sólo adscribe el rango de "sustancia primera" a la esencia empírica parti-
que, según Tomás, se individualicen las fonnas puras (separa!ae sive sub- cular; y en la superficie Se reflejaba un esquematismo lógico~gramatical
sistentes), sólo por sí propias, esto es, corresponde a ellas úmcamente un que provenía del primer gran influjo de la tradición bizantina de la anti-
ejemplar. Cada ángel es especie e irtdividuo a la vez. Las formas inheren- güedad. 6 Todas estas influencias se concentran en la impresionante y
teS en cambio a las que pertenece el alma humana, a pesar de su sub- apasionada personalidad de G u i 11 e r m o d e O c c a m. 7
sistencia (com~. parágrafo 25, 4'), son, según las diferencias cuantitativ,:s Los manuales de la 1 ó g i c a "ro o d e r n a", de los cuales el de P e-
de espacio y tiempo, que su materia ofrece en cada caso, reales en múltI- d r o 'H i s pan o puede valer como prototipo, daban, en una forma que
ples ejemplares, en la semiótica de la Antigüedad posterior se encuentra ya preformada
Frente a eso, ven los f r a n c i s can o s -desde luego en su psico- (comp. parágrafo 17, 4), su mayor peso a la t e o ría d e .1 a s u p os i-
logía metafísico-religiosa fundada en Agustín- en el alma individual, ció n, según la cual puede introducirse lingüística y, como se creía tam-
pero después en mayor medida- en la metafísica general, en el ser concre.- bién lógicamente, un concepto genérico (terminus) para sustituir 'la' suma
to en general, una realidad independiente en sí. Rechazan el distingo de de sus especies, un concepto específico, para la de todos sus ejemplares
formas- separadas e inherentes. Ya Buenaventura (y del propio modo En- (homo-omnes homines), de '(:al modo que en las operaciones del pensa-
rique de Gent, sea dicho de paso), pero con más energía aún Duns Esco- miento se aplique como signo de aquello que connota. En las formas de
to, afirma, siguiendo a Avicebrón, que también las formas espirituales este tenninism~ 8 construye Occam el nominalismo (comp. parágrafo 25,
tienen su propia materia, y el último- enseña que el "alma" no se indivi- 6). La:: cosas slllgulares, a las que, en armonía con Duns Escoto, atribuye
dualiza ni se torna sustancia (con áireglo a Tomás) por su relación' con la realIdad de formas originarias, son representadas por nosotros in t u i-
un cuerpo determinado, sino en sí misma; El e s c o t i s ID o presenta, en ti v a m e n t e (sin mediación de species inteIligibiles): pero, estas, re-
este sentido, un 'dilema que no queda resuelto aún en el espíritu de Su presentaciones son tan sólo los signos "naturales" de aquellas cosas y -tie-
autOl\ como puede verse claramente. Por una parte, acentúa en extremo nen con ellas solamente una relación necesaria; en cambio, se asemejan
la realidad del uníversalc, en tanto mantiene la unidad de la mate~ia (ma.. tan POc? a tales c<;sas, como le es. preciso a un signo respecto del objeto
terÍa primo-prima)·por entero en sentido arábigo, y enseña, por otra, que que deSIgna. Pareja relación es la de la "primera intención". Pero así
lo general sólo es real en tanto se realiza, al fin de cuentas, gracias a la como las representaciones individuales pueden "suponer" las cosas con-
forma particular concreta (haecceitas de la escuela), a través de la serie cretas, del propio modo también, en el pensamiento, el lenguaje y la escri-
de' las formas descendentes de lo general a lo particular. La forma singular tura, pueden' hacerlo las "indeterminadas" representaciones generales del
vale, en Duns Escoto, como un hecho originario por cuyo fundamento no conocimiento abstractivQ -las palabras escritas o habladas que expresan
es posible ya preguntar. Designa la individualidad (tanto en el sentido de en su caso- respecto de las representaciones individuales. Esta "segunda
la sustancia particular, como en el del acontecer concreto), cual lo c o n- intención", por medio de la cual la representación general, con ayuda de
t i n gen te (contingens), esto es, como aquello que no puede' $er de- la palabra, ya no se refiere directamente a la cosa, sino desde luego a
rivado de un principio general, sino sólo susceptible de comprobar de hecho. la' representación de ella, ya no es natural, sino discrecional (ad placitum
Para él, no tiene sentido, por tanto, como era el caso ya para su predecesor
Rogerio' Bacon, 'la pregunta en torno del principio ele la individuación: el 6 De hecho, debe verse en el influjo del manual de M i c h a e 1 P s e 11 o s
individuo es la "última" forma de toda realidad, gracias a la cual sólo el punto de partida de aquel advenimiento de la antigua materia de enseñanza que
existe la materia general, y se pregunta inversamente más bien, cómo den- afectó al Oriente (Bizancio) y que más tarde -en el Renacimiento- acompaña
tro de esta única realidad del ser concreto individual puede hablarse de a las otras dos tradiciones, definitivamente, en Roma -York y Bagdad- Córdoba.
Sobre la tradic~ón bizantina de la literatura antigua, hay que comparar k. KRUM-
una realidad de las "naturalezas" generales. Esta manera, peculiar a Duns BACHERs Geschtchte der byzantinischen Literatur (Historia de la literatura bizanti-
Escoto, de resolver el problema de los universales, suele ser designado como na), 2» ed., Munich, 1879.
formalismo. 7 Compárese H. SIEBECK~ La teoría del conocimiento de Occam en su situa-
Por esta notable limitación de la doctrina escotiana se explica que,. ción histórica (Arch. f. Gesch. d. Philos. X, 317 ss.).
8 Comp. K. PRANTLJ en las Sit;;. Ber. de1 Muench. Akad., 1864, II, a, 58.
li
298 IlI. La filosofia de la Edad Media. Segundo período 27. El problema de la individualidad
299
instituta)." Sobre este distingo funda Occam la diferencia que inediatam- botánicos, la independencia de su afán inquisitivo. Pero aún no había
bién entre ciencia real y ciencia racional: la primera se r~ madurado el !iemp?, para la cienci~ na~ural, por ~UC?o que Rogerio Bacon
fiere de modo inmediato (intuitivamente) a las cosas, la otra, abstractl- haya hecho hlTICapIe en las deternllnaclOnes cuantItatIvas de la observación
vamente, a las relaciones inmanentes de las representaciones entre sí. y la formación matemática, según el modelo arábigo.1D
Según esto, es claro qu~ la ciencia racional i.~plica ~s~ismo la "r,eal" ~I!- esta époc,a, sólo en la ~sfera .de 1:; psi colo g Í a se desarrolla el
y que está ligada al matenal de la representaclOll surnmlstrado p~r esta; ~mplr~sm~, fructlferamente. BaJO el l~f1,uJO de los árabes 1:1 adquieren las
mas también es claro que incluso el saber ¡(real" capta un mundo mterno InvestIgaciones acerc~ de la Vida anullica,12 particularmente también en
de representaciones que ciertamente valen como "signos" de las cosas, Alberto, una tender:CIa m~s pronunciada a fijar y ordenar los hechos, y ya
pero que son diver~as de l~s cosas mismas. El espíritu" hab~a dicho
as5 en A 1 f red? e 1 In g 1 e s 13 . encontramos una psicología fisiológica con
ocasionahnente Alberto y NIcolás de Cusa lo puso en practlca maS tarde, t<?das sus radIcales. conse~uencIas. Los estímulos de un empirismo psicoló-
sólo conoce 10 que tiene en su seno: su conocimiento del mundo, añade gI~O, em1?ero, hU~Iesen Sido ahogados por la psicología metafísica del to-
,'] ahora el nominalismo terminista, está referido a los estados íntimos en mISmo, SI no hubIeran enco.ntra~o ~poyo en la corriente agustiniana, que
que la situación vital 10 pone con lo real. Frente a la verd~dera esencia elevaba a s~premo prlncI,p1o la autoexperiencia de la
de las cosas, enseña N i col á s d e e u s a, que hace profesIón de fe de pe r s o n a 11 dad. En este sentIdo se opone al tomismo ante todo E n-
f .i q u e d e G a ~ t e? quien formula de manera penetrante el punto de
este n o m i n a 1i s m o i d e a 1i s t a, el pensamiento humano sólo po·
see con jet u r a s, esto es, cierto tipo de representaciones origin 3.;das V.lSta ._?e la experienCIa lTIterna y lo introduce definitivamente en la inves-
de su esencia, y el conocimiento de tal relativi?ad de tod,..as las pre dica- tlgaclOn de los estados emotivos.
ciones positivas, el saber del no saber, cual pnmer peldano de, la .doc!a De esta suerte se llegó a un resultado notable: la ciencia teorétÍca se
ignorantia, es el único camino, par:; arribar, sup~rand,? la propia. CIenCia desar::o~laba contra el tomismo intelectualista, de la mano de la doctrina
racional al Ser impredicable, mdeslgnable, a la mmedIata comumdad de agustlTIlana de la autocerteza de la conciencia. Este autoconocimiento va-
conocim'iento con el verdadero ser, a la Divinidad. lía 14 c~mo la suprem~ certeza de la "ciencia real". Por tanto, al finalizar
5. A pesar de esta significativa restricción epistemol?gic~, la fuerz,: el MedIevo, se ha aphcado esta última ciencia más a la agitada vida del
vital del nominalismo ha promovido el desarrollo de la CIenCIa real, y S1 homb::e que a la n:;turaleza, y los orígenes de una ciencia laica de las
sus resultados durante los siglos XIV y xv, fueron muy limitados, tal estado coneXIones de l.a. SOCiedad humana no sólo se encuentran en las teorías de
de cosas tení~ su raíz en que el método escolástico, que había alcanzado Occam y ~arsllIO de P;,t~ua (comp. parágr. 25, 8), no sólo en el impulso
ya su pleno desarrollo, d?minaba omni.p?tente~en~e; con su discusión ero- que exper~~entaba una hlstor}a escri~a, con intimidad y rebosante de vida,
ditolibresca de las autondades, la actlvldad CIentífica, tanto ahora como sm? ~a:?blen e? l~ observaclOn emplrICa de las relaciones sociales, como
antes, y que las nuevas ideas presionadas de tal suerte, n? ~udieran des- la JUICIO un NIcolas D'Oresme (muerto en 1382) ,15
arrollarse con libertad -un hecho, por otra parte, que a~n 1mpera hasta 6. L~ ?iyidida opinión en que se encuentra el fin de la Edad Media
muy entrada la filosofía del Renacimiento. Sin embargo, Duns Escoto y entre los .1TI1cIales sU'puesto~ de su pensamiento y estos orígenes de un nue-
Occam han dado el impulso decisivo para restituir, poco a poco, al lado vo; expe,ru~ental estIlo de mv~sti~~r, ~o a~arec~ en ninguna parte de modo
de la metafísica orientada principalmente a la religión, u n a Ci e n c i a mas energlco Como en la slgmflcatIva fIlosofIa de Ni col á s d e e u.
m u n d a TI a del o r e al· f a c tic i o, y para llevar ésta al campo del s a, quien, sobrecogido en todas sus fibras por el fresco ambiente de la
e ID p i r i s ID 0, con conciencia, cada vez más p;on,ur;ciada. ~i. D,:ns Es· época, no podí~ ren,:nciar, empero, a coordinar los nuevos pensamientos
coto consideraba como lo contmgente la forma mdlvldual ongmana,. con con el repertorIo de .Ideas de la antigua concepción del mundo.
ello se ponía de ~anifiesto qu.e no había que. ?onoce,r . tal for,ma medIante Este ensayo adqme;e gran i.nterés p,or las formas conceptuales en que
deducción lógica, smo por medIO de comprobaclOn positIva, y SI Occam con· se emprende. He aquI su L e 1 t m o t IV: mostrar que el individuo, in-
sideraba la esencia individual como 10 único verdaderamente real, con ello
veía el camino de la "ciencia real" en la intuición inmediata de lo facticio.
Pero ambos franciscanos están, de esta suerte, bajo el influjo de Rogerio 10 Ensayos, como aquellos de Alejandro Nekkam (hacia 1200) o, más tarde
(hacia 1~50)1 d; ~icol~s d'Autricuria (comp. J. LAPPE, Muenster, 1908) se ex~
Bacon quien con toda energía, había pedido a la ciencia de su época, ir bnguen sm mngun mfluJo.
de- las , autoridades
, a las cosas, de los pareceres a las fuentes, ~e la dial'ec- 11 Especialmente de A ,v. i e e.TI a Y de la óptica fisiológica de Al h a c en.
tica a la experiencia, de los libros a la naturaleza: Hace, con mdependen- .Se I?ue~e reconocer un clanslmo mfluJo de estas sugerencias también en la "Pers-
cia de puntos de vista metafísicos, de l<l; e~periencia interna'y de ~a ex~e· pectlVa de VITELO ~ en la obra De z'ntelligentiis: Comp, sobre el particular CL.
BAEUMKER en sus Bettraege III 2.
riencia externa las dos fuentes del conOCImIento y fomenta aSI la pSlcologIa. 12 Y . d ' ,
a .en Ale] an ro de Hales, en su discipulo Juan de Rochelle en Vicente
Junto a él toma partido Al b e r t o, quien representa la misma. direc· de Beauvals. '
ción entre los dominicanos: sabe ponderar el valor de la observaCIón au- 13 Alfredo de S.arer~hel, en la primera mitad del siglo XII. Comp. BAEUMI<ER,
tóptica y del experimento, y testimonia de manera brillante, en sus estudios Des A. von S. Schrzft De motu cordis)J~ 1923.
, .14 Como también aparece en los místicos nominalistas por ej· emplo en Pedro
d AllIy, ' ,
9 Las reminiscencias de la oposici6n de thésis y Physis, que se habian hecho' va- 15 Comp, sobre él, W. ROSCHER~ Zeitschr, fuer Staatswissenschaf,t, 1863, 305
y siguientes.
ler en la vieja filosofía del lenguaje (Platón, Cratilo), están a la orden ?el dia.
27. El problema de la individualidad 301
300 lIJ. La filosofía de la Edad Media. Segundo períoao
sentido que, en sus determinaciones esenciales, también alberga las de
dusa en su peculiaridad metafísica, es idéntico con la ge.neralísima, d~vin~~"l todos los otros individuos. Todo está en todo: Omnia ubique. De esta
Esencia. Para este objeto, manipula Nicolás, por vez pnmera ~on. efIcacIa suerte, cada individuo en sí, contiene al universo, pero en forma limitada,
.i
sistemática, el par de conceptos ~e lo n fin ~ t o y del o fIn ~ t o. ~a peculiar a él, de modo diverso a los demás individuos. In omnibus parti..
ra toda la Antigüedad (comp. mas arnba, paragrafo 20, 2), habla vahdo bus relucet toturn. Cada cosa singular es -así había dicho ya ocasionalmen~
lo perfecto -como lo en ,sí de;ermi~ado, .Y como infin~to sólo la posi~ilid~d te el filósofo árabe Alkendi-, cuando se la conoce exacta y exhaustiva-
indeterminada. En la fllosoÍla aleJandrma, en camblO, se desposeyo a la mente, u n e s p ej o de 1 un i ve r s o.
más alta Esencia de toda suerte de determinaciones finitas; asimismo, en Sobre todo vale esto, naturalmente, del hombre, y en la manera de
el pensamiento cristiano, llegó ~ pensarse la P?~e~cia al par ;Iue la~ voluntad concebir al mismo como microcosmos recurre con perspicacia Nicolás a
y sabiduría de Dios, mas y mas, como a~go .11;IDltado. Aqm se anade aU,te la doctrina terrninística. El modo peculiar como se encuentran contenidas
todo la idea de que la voluntad ya en el.mdl:'ld~o es sentIda corno un,afan las otras cosas en el hombre depende de las representaciones que, en él,
incesante nunca en reposo, y que esta In fIn I t u d del a e x Re r I e n~ forman los signos válidos para el mundo externo. El hombre refleja al
c i a in ter n a debe elevarse a principio metafísico. De esta gUIsa da al universo mediante sus "conjeturas", mediante su peculiar manera de for-
método de la teología negativa una expresión posi!iv~ c<;uceptual: ve e!1 jar sus representaciones (compárese arriba núm. 4).
la in fin i t u d 1 a no t a e s e n c i a 1 del a D 1 V I n 1 dad, en OpOSI~ De tal suerte es dado con y en el infinito también lo finito, con y en
ción al mundo. La identidad de Dios y Mundo, que había buscado tanto lo universal también lo individual. Además, lo infinito en sí es necesa-
la concepción mítica del mundo como la concepción naturalista, .se .f~rmu~ rio, lo finito, empero (según Duns Escoto) absolutamente contingente, esto
la ahora del modo siguiente: en Dios está con!e~1Ído de modo lllblll~O. el es, simple hecho. No existe proporción de ningún género entre lo infinito
mismo absoluto ser, que, en el Mundo, se malllÍlesta en :structura fmIt~. y 10 finito; incluso la serie ilimitada de lo finito es inconmensurable con
Con ello se daba la ulterior a n ti t e s i s del a u n 1 dad y 1 a d I- 10 verdaderamente infinito. Derivar el Mundo de Dios es incomprensible,
ver s ida d. Lo infinito -así pensaba ya Nicolás poder esclarecer con y del conocimiento de lo finito no lleva ningún camino a 10 infinito. Lo
ejemplos matemáticos- es la unidad vital y etern~ de. aquello que aparece individual real quiere ser conocido empíricamente, sus relaciones y las
en lo finito como diversidad difusa. Pero tal dIversIdad es -yen ello oposiciones insertas en él quieren ser concebidas y distinguidas por la ra-
particularmente hace hincapié el Cusano- asimismo, la ~~ los opuest?s. zón: pero la intuición de esta unidad infinita, que, más allá de tales opo-
Lo que en lo finito aparece dividido y disperso, debe concIJiarse. ~n la m .. siciones, encierra a todas en sí, es posible por la excelsa comprensión
finitud de la esencia divina. Dios es la unidad de todas las OposIcIones, la mística de la docta ignorantia, por la superación de todo saber finito. De
coincidentia oppositarum. 1e Es, por tanto, la absoluta realidad, en la que esta suerte vuelven a separarse los elementos que el Cusano trataba de
ea ipso todas las posibilidades se realizan (possest) como tales, al paso unificar, precisamente en esta síntesis. El ensayo de abrazar omnilateral-
que los seres finitos son sólo posibles y se realizan gracias a El.17 mente la filosofía medieval conduce a su interna escisión.
Entre los opuestos, que en Dios se unifican, aparecen como más im-
portantes los que median entre El mismo .Y el. Mundo, ,esto es, lo~ ~e .10
infinito y lo finito, de la unidad y de la dIversIdad .. Segu~ eso, lo InfmIto
es, al propio tiempo finito; en cada una de sus m~r;lfesta.clOnes, es el deus
implicitus unitario, ,simultáneament:, el deus e;,~hClÍUS dIsp~~so en l~ plu-
ralidad (comp. paragrafo 23, 1). DlOS es 10 max~mo y tamb~er; lo mlll:~o.
Mas, por otra parte, con arreglo a tal pen.saJ:l1~nto, lo llllmmo, y ~mIto
ha de participar, según su naturaleza, de lo mfmIto, y ofrece en SI mIsmo,
como el todo una unidad armónica de lo múltiple.
Ciertame~te no en el sentido como lo es la Divinidad, pero según su
naturaleza el universo es infinito, esto es, indeterminado en espacio y tiem-
po '( inter~inatum 0- privativamente infinito). Pero .del m~sn:o. modo co-
rresponde también a cada cosa singular una determmada mÍlmtud, en el
¡I',
11'1
!
I.1
t
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20
305
IV, La filosofia del Renacimiento IV. La filosofia del Renacimiento 307
306
Los antagonismos que se acusan en las postrimerías de la filosofía de y pasa:I~s de moda. !Jn apasionado afán de renovación, aun oscuro mueve
la Edad Media, poseen una significación más general: exhiben en forma los eSplfltus y la excItada fantasía se adueña de este ambiente B J" a
se impm¡o en la filosofía toda suerte de intereses de la :d atO su cetro,
teorética el fortalecimiento autoconsciente de la cultura laica frente a la prepotente d
t e~an¿.11f o .d
e a VI a política, el rico acrecentamiento de la ~ul
I 'd VI a errena' el
ura exterpa, alUSIón de la civilización europea en las otras arte~ dei
cultura eclesiástica. La corriente revolucionaria que durante un milenio,
apareciendo aquí y allá con poder cada vez mayor, había acompaña~o al
planeta, n ;ren'bs que la alegría mundana del arte recién apareciao, Y esta
medular movimiento religioso de la vida intelectual en los pueblos oCCiden-
tales, irrumpe ahora definitivamente, Y su victoria, palmo a palmo conquis- h
VIva mu~ e um re de nuevos hechos trajo consigo que la filosofía a no
se sometlera preferentemente a ciertos intereses' que más b' Y.
tada, representa, en los siglos de transición, el carácter distintivo de los en su seno a todos y co 1 t' ' len acogIera
orígenes de la Epoca Moderna. cimiento al id I'd I nbe lempo retornar<,t a las libres faenas del cono-
En paulatina evolución, en continuo progreso, se ha ido desprendiendo , ea e sa er por el saber rmsmo 1
de las concepciones medievales la ciencia nueva; y su devenir, en extremo El renacim~ento del espíritu pu~amente teorético
complejo, va de la mano de los agitadísimos orígenes de toda la vida moder- ?~ el verdade~o slendtldoddel "renacimiento" científico, y en él reside también
na. Pues ésta se inicia dondequiera como iricoercible desarrollo de las indivi- cióncongenIa
h .d d 1.. a con el pen s a r g r 1' e g o, que, para su evolu-
dualidades: la unidad lapidaria a que impulsaba la vida medieval se disgrega , t" ' a st-? eClSlVO. La subordinación a objedvos de la vida práctica
con el tiempo y una espontánea renovación de existencia rompe el círculo
de la común tradición que había tenido la historia alrededor del espíritu de
h:l~~íIti~~_I;~~~~aq;ed:~:Í~d~~O~~di:s~e~~e~~da,
Modernos y el .. d '
la rlo~~fía dIe ITa .Epoc~
mas a mlcmrse os lempos
, conoClmlento - e lo real aparece de n b'
privati".o de la. investigación científica. Pero así como e~e~~s cZ:r-g~n~s J~:~
los pueblos. Se anuncia la nueva época con el despertar de nuevas naciona-
lidades; los tiempos de los imperios mundiales han pasado ya para los
espíritus y en lugar de aquella concentración unitaria, en la que había pensamIento
ciencia gnego
natural P ' proyéctase
h este'I:;O-PU Iso teoretlco,
' ' esencialmente, a la
. or mue o que el espIfltu mode h d d 1 d'
laborado la Edad Media, surge un afán vital de descentralización. Roma siciones de la postrera Antigüedad y de I Ed r~o'M eá~ ero e as a qUl-
y París dejan de ser las capitales rectoras de la cultura occidental, el latín al hombre anti u d d ... a a e la, aparezca frente
deja de ser la única lengua de los círculos cultivados. insert e 1 g o, ~s e un prmcIplO, con más íntima autoconciencia e
En la esfera de la religión se ponía de manifiesto este hecho en que Roma intele~tu~l ~: ;f~fun¿ldad~ de su ¡ser, su primera manifestación autónoma
1 . , o, sm ~m argo, e retorno a una concepción de la natu
perdía la hegemonía sobre la vida eclesiástica del cristianismo. Wittenberg,
Génova, Londres, entre otras, se convirtieron en nuevoS centros de la exis- :~o~~t n~ ~n~Ulda 'p~r mtereses de otra índole: hacia allí marcha toda l~
e e:la~lIIllento, y en esta ruta ha logrado sus triunfos me 'ores
fon el sentlmlent~ de tal afinidad, desde luego echa mano el s J, 't '
la
tencia religiosa. La intimidad de la fe, que ya en la mística se había rebelado
mo .erno, en su apaslOnada búsqueda de lo nuevo de lo más a~ ~In u
contra la secularización de la vida eclesiástica, culmina en victoriosa libera-
f:S!tiS~~~p':d:~d~:~;~:e~ts~e~¡ ~~~s~e;~~~i~~triI:~¡i~~~o:S!~:~~~;~
avivó todas las profundidades del sentimiento religioso y encendió, para los
siglos subsiguientes, la pasión y el fanatismo de los antagonismos confesio-
nales; pero con ello chocó contra la altura de la vida científica el predominio a:1
, er:a:aclOn para a tarea peculiar del espíritu moderno 2 ue
de una convicción religiosa cerrada. Lo-que se había iniciado en la Epoca de
las Cruzadas por el contacto de las religiones, se termina ahora por la lucha a~abdo por tonlIflcarse con fuerza juvenil en este baño castálico. Fa~i1i~ri-
zan ose con e mundo conceptual' d' 1 .
de las confesiones cristianas. in¡ele~tiva:nente su propia y rica f¡"~~~x:er~~:e;e ~~~~~ta~~ s:~~:r
a:í
;ac¡6~e~~1~~,~:.'t:;~~~~,a ;:r~g!tri~e~:~?:on::v!~ ~n~m~ddt~a~a:n;:,:~~
No ha sido fortuito que al lado de París los focos de la vida científica
se multiplicaran cada vez más. Si ya antes Oxford había adquirido propia
importancia como hogar de la oposición de los franciscanos, ostentan ahora
vida independiente desde luego Viena, Heidelberg, Praga, después las incon- faer:~a d~1~;,"~~n~:p~i6!¡]~t~~~~i~~~:~;~;:lt~e1s;,,'::'ná~ e;:~ti~~d~s~~ fausad~
n
tables academias de Italia, y, al fin, la rica muchedumbre de las universidades
de la Alemania protestante. Pero desde luego gana la vida literaria, gracias ~~~1O~10,u~:n~~!cap!¡~~o~~encia g~iega: se ;rac~iona: por tanto, de a~~:~d~
. uno umanIstIco y otro científico-
1 al descubrimiento de la imprenta, tal extensión y un desarrollo de tal suerte
....
,:1 ramificado, que acaba por desprenderse del rígido nexo de escuela, rompe --
las cadenas de la tradición erudita y se traduce en el surgimiento autónomo
de las personalidades. De esta guisa pierde la filosofía, en el Renacimiento,
1 Comp. C. BURDACH Sentido y orig
forma". (8itz. Ber. d. Berl Ak d W
miento'~, "Humanismo" (1918): ..,
19rO,pp.
d 1 P lb' .
e a59 a a ras trRenaczmzento y Re-
4 ss.); y ((Reforma", HRenaci-
su carácter gremial, y se convierte, en sus mejores creaciones, en libre acti-
I vidad de los individuos; busca sus fuentes en toda la amplitud de su realidad 2 En este sentido
Renacimiento Tambié ha1sido
r paralelo a 1 d elarte
Id e esarrollo de la ciencia en el
contemporánea, y se presenta también públicamente, más y más en la vesti- Angel, Tizian~, Dureron ~e~b:an~~e corre de Gio!ts>. a ~;onardo, Rafael, Miguel
pOCo a poco, a la concep¿i6n inmediat~ ~asi de !a rrlVlfAa.cH::n de las formas clásicas,
menta de las modernas lenguas nacionales.
En circunstancia tal, entra la ciencia en un agudo estado de fermenta- d~ qd para nosotros los modernos el ~a~i~~ h:ci~aia Sln:1Sffi es Goethe la prueba
ue, ¡
ves e la cultura g r i e g a . ' na ura eza se recorre a tra-
ción. Dos milenios de viejas formas de vida espiritual parecen sobrevividos
IV, La filosofia del Renacimiento
303
, ", 'bos puede verse el año 1600, El
n a t u r a 1. Como lmea dlVlsont cnJrc trnt dición de la genuina cultura
primero de ellos ,a?,arca ~ l~~. ~ob:esa~u:ados de intereses históricoRcultu~
griega con la tradlClo~ me ~ev , . t d s si los desde un punto de
rales y de actividad lIterana, exhiben, es os d o ide~s ~recedentes por obra
vista filosófico, sólo aquel desplaza~m~nto ndo período abraza los orígenes
del cual se han preparado las nu~vas: e s~~al y en su séquito, los grandes CAPÍTULO PRIMERO
'ya autónomos de la rood,crna CienCia na ,
sistemas metafísicos del siglo XVIdI. , ble pertenencia. Pues el mOR
, f an un to o en msepara . I
Ambas epocas Ofro l ' ' t f'losófico del humalllsmo es e EL PERIODO HUMANISTICO
, l ' 1" amente en e mOVIIDlcn o 1
tlvo que ate m lID
mismo impulso de t;n cono~uruen
a la postre, se realIza graCIaS a a
t
. • t d 1 undo radicalmente nuevo, que
f~n:ament~ción Y creación' teorética
esto ocurre Y las formas JAC. BURCKHARDT, La cultura del Renacimiento en Italia, 1860. 12'). ed., 1919.
. . t ralo pero la manera corno . I d I
de Ia ClenCla na u . f tr,'butarias en lo esenCia, e oS Hay trad. esp.
I q esellevaaeectoson , . L MOR. CARRIÉRE, Die philosophische Weltanschauung der Reformationszeit (La'
conceptua es en u l ' " de la filosofía gnega. a m o- concepción filosófica del mundo en lá época de la Reforma), 21). ed., Leipzig, 1887.
'1 rovienen de a recepclOn .
estlmu os que P . l 1 a h i J' a del h u ID a n 1 s ro o. A. STOECKL, Geschichte der Philosophie des Mittelalters (Historia de la filosofía
derna ClencIa natura es de la Edad Media), tomo III, Mainz, 1886.
C. FlORENTINO, El risorgimento filosofica nel quattrocento, Nápoles, 1885.
A.. RIECKEL, Die Philosophie" der Renaissance (La filosofía del Renacimiento),
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·W. DILTHEY, Interpretaci6n y análisis del hombre en el siglo xv y en el XVI y El
sistema natural de las ciencias del esplritu en el siglo XVII, en Obras completas,
tomo II. Hay trad. esp.
309
l!.l período humanístico 311
IV, La filosofla del Renacimiento
310 Se ocupan de modo general dde Sa
1 J.enovaclo.n . ,
tigua: L. HEEREN Geschichte de la filosofía an-
griega; por lo que atañe al método, contra la deducción por autoridad, que iosl estudios de la literatura elásic:), ¿~ti~~a de[7g~~s¡';O~,enGLi~ratur
(Historia de
parte de conceptos prefijados; por lo que respecta a la forma, contra la e ebung des klassuchen Altertums (La "T ., d' 1 ' A OIGT, Dze Wteder-
2'10 ed., Berlín, 1880 s, reVlVl lcaClon e a ntigücdad clásica),
rigidez insípida del latín monacal; y con la rehabilitación, llena de entu-
siasmo, de las antiguas ideas, con la fresca intuición de una humanidad por El hogardedelMédicis
Cosme p 1 a ton i s m o fue e~
y conservada l At C a d e m 1. a d e F lar e n c i a, fundada
A. DELLA TORRE, Storia deU' acade ' odo eS'plend~:>r por sus sucesores {com .
alegre de vivir, con la finura y gracia de una época artísticamente cultivada,
adquiere esta oposición un triunfo vertiginoso. Promueve el p~atonismo Jorge Gemist~ttp /:~t?ntca(lt55 ~~renze
rosos co~entar.lOs y compendios asi como don
(Florencia, 1902).
Pero ésta se hallaba dividida: aquí había pI ató n i e o 5, que en gran
parte debieron haber sido llamados neoplatónicos; allá había a r i s t 0-
de las, dIferenCiaS entre la doctri~a l t'· e r na - 450), el autor de nume-
?bra, ,C escnta en griego) acerca
orge Gemisto Plet6n Jena 1874 p a omc,a y. a anstoteh~a" Comp. FR. SCHULTZE
t é 1 i e o s que, según era el viejo exégeta al que se vinculaban, se frac~ m~luyente
~c~al469)' O~u ;:~:~:s~/ ;:~~~i:t~~r~~dPla~l d~
de Trevisonda (nacido' en 1403 m . Su mas dlsClpulo fue B e s a rió n'
cionaban en diversos grupoS en abierta pugna. También despertaban las ' obra princi p ai: la Iglesia Romana:
1 , r a s comp1etas en la col c ., d M· onu, aparece en Roma
más antiguas doctrinas de la cosmología griega: las de los j o n i o 5, las de
los pi t a g ó r i c o s; allí adquiría nuevo vigor la concepción d e m o c r í- í~~9a)ntei deldcirculo platónico fuero:
',e tra uctor de las obras de PI 6
1t: r ei 1 . tgn P~ris, 1866. Las figuras más
p"
s lO: 1 c 1 n o (de Florencia, 1433-
tic o-e pie ú -r e a de la naturaleza. Acá ganaban nueva vida el e s e e p- platontca
u (Florencia " 1482) y mas tarde F r de
, at n y a nPlotmo
· yP autor de una Th eo 1ogta.
(F~r:a~!of¡t5~1)la e~
ticismo Y el eclectismo filosófico popular. e presenta en exposición conclusa 1 fl" CISCO atrizzi (1519-1587)
q
y si la corriente humanista era indiferente en materia de religión o su NDva de r¡niversis philosoPhia naturaleza de esta dirección
estaba en pugna, en abierto "paganismo", con el dogma cristiano, se reflejó e I?areclda manera como en este últi~o .
con mOllV?S neopitagóricos y muchos l se revela el neoplatonismo mezclado
en la vida eclesiástica una lucha de las tradiciones tanto más enérgica. La de la Mirándola (1463-1494)' S bens~mlC~tos modernos, ya en Juan Pico
vtde
1 g 1e s i a e ató 1i e a se parapetó, cada vez más firmemente, contra Fue fomentado en Italia el t' da' redel'A A. LEVY (Berlín, 1908)
Ven~cia,r T: ~ á~Or ~ 'ó39~-14(84; C~m~a:ati~ s'pr:to~i~r:t hAri~~~~etli!'
porJ d esulo e r' t ' t 1 .
la embestida de los espíritus, tras el baluarte del t o m i s m 0, bajo el 1523) e y T ddae
comando de los j e s u í t a s. Entre los pro t e s tan t e s, era Agustín mama, por Rodolfo A . 1 a a muerto en 1478)' en Hol d Al'
el esplritu dirigente -una continuación del antagonismo que exhibe la Lef'v
e re.
(Fb
~.er Stapulensis,grleo a (14421485)'
1455-1537) -
F" anay
,en ranCla, por Jacques
e-
Edad Media-. Pero en la formulación filosófica del dogma no se apartaron
de aquél los reformadores; en la 1 g 1e s i a 1u ter a n a son predomi- escol~stico-ec!esiástica) en dos a~:id se. dIVIden (abstracción hecha de la direcci6n
Los anstotehcos del Renacimie .' .
nantes los nexOS con la doctrina auténtica del sistema aristotélico Y de aleJandrlstas. La Universi~ad dOS. el de los averroístas y el de los
d,
la se~e en que tuvieron efecto las máse a~~!u~ fu el hogar del averroismo, incluso
w
la filosofía popular e s t o i c a. Pero al lado de ello se reveló, con la nece . amo representantes del a v ' n es ISCUSlOnes entre ambos'.
~b~:,roVparti~ularm15 ~J
sidad religiosa del pueblo, la m í s tic a a 1 e ro a n a, en todas sus muy nlas (muerto en 1499) errOlsmo hay que citar a Nic 1 tt V
ramificadas tradiciones que ella reunía en sí (comp. parágrafo 26, 5) , .mucho 11 i n i (muerto en 1518' ente al boloñés A 1 e J' a ro °A che:r:-
1546 ,.0b ras prmclpales:
" ' De intellectu
,eneCla' d45) ',emasa . ad ' A '
gustlnNifo (14731-
más vital en influjo histórico para la filosofía del futuro, que la erudición
napohtano Zim.ara (muerto en 1532)t aemontbus; Opuscula, París, 1654) yal
eclesiástica que en vano trató de ahogarla.
°s':t:l~~::,md:íie;tiae Aristotel~ ~de~~n:fia"o,
Lo nuevo que se preparaba en estas luchas por demás divididas, era A los G
1454-1493' aleja n.drlstas' pertenecen . Ermola B b
el resultado de aquel movimiento que se había iniciado con Duns Escoto totélieo m'á, ?,m!uralis ex V a1547):
en el punto culminante de la filosofía medieval: la escisión entre filosofía Mantua', 1462
'. enaClmlento
; muerto en Bolonia 1524 S'u, á' Pe d r o Po m pon a Z z i (nacido arlS--
" en
dialectica (1480); antes de él, Lorenzo Valla (1408-1457; DialeClticae dispu- L ' b '11 .' , u zb ac , ss.
tationes contra Aristotelicos, Venecia, 1499), L u i s V i ves (nacido en Valencia, dan ~ :;~ nr~ ad:eJ~y~r(C:~~ea~f: filt¡0f?,s de la naturaleza italianos, es G i o r-
1492; muerto en Brujas, 1546; Die disciplinis, Brujas, 1531, Obras completas, Basi- a
sospechoso los' superiores de la Orde)' d ¡ClO ¿n . 5~8; estudió en Nápoles; se hizo
lea, 1555; comp. A. LANGE, en la Encyklopiidie der Piidagogik, de SCHMIDT, tomo a tal extremo, que h~bo de huir de ell~' Desd~ e~:~mcallos" a la q~e había ingresado,
IX), Mario Nizolio (1498-1576; De veris principiis et vera ratione philoso- do por Roma e Itaha septentrional fue a G' b Les evo una VIda ~rrante. Pasan-
phandi, Parma, 1553); en fin, Pedro de la Ramée (Petrus Ramus, 1515-1572, en París y Oxford, después en Marburg'o lW·/a'b yon, Toulouse; dlO conferencias
lnstitutiones dialecticae, París, 1543:); comp. CH. WADDINGTON, París, 1849-1855. Praga, Francfort y Zurich, y sucumbió al fin ~ e;, erg y Helmstae~t; .tocó. t~mbién
La tradición de la e s col á s tic a t o m i s t a se conserva del modo más firme cae en las manos de la Inquisición' es enviado ~ R eneela, il'sU ~estmo. tralClOnado,
en las universidades de la península ibérica. Entre sus representantes descuella llamas en 1600 después de una ri~i; d _ ama y a 1 mlsmo entregado a las
F r a n c i s c o S u á r e z (de Granada, 1548-1617; Disputationes metaphysicae, 1695, mente a retractar sus tonvicciOlFes L~ i~ ano;, a .cacisa de ~dberse negado insistente..
Obras completas, 26 volúmenes, París, 1856-1866); comp. K. WERNER, Suárez y la su carácter, que con fe'rvorosa' ent;ega lcons anCla d ~t VI a proviene en parte de
a a nieva ver a ~ por la que hubo de sufrir,
~scolástit:;a de los últimos siglos, Ratisbona, 1861 y MAHIEU, Francisco Suárez, París, sobre todo el sistema copernicano
pletórico de -fantasía aunaba una:' irref ; bl orgu~l?so lmpe.tu de un pensamiento
o
1921; también hay que mencionar la recoleccion de los jesuítas de Coimbra, el
llamado Collegium Conembricense. de gloria y un pertin~z placer de ag't .; naS e paslOn, una mcontenible arrogancia
l
1,891) ~~ refieren en -parte al arte i~:~~~o (~obbras ld (~ vol~" Nápole~, 1880-
tinas
El pro t e s tan t i s ro o _se halla proXlmo, desde un princlplO, a la corriente
humanista. Sobre todo en Alemania coinciden ambos movimientos, muchas veces; compoSltwne),_ en parte' son poemas d'd' t' _ re to o De tmagmum et tdearum
comp. K. HAGEN, Las relaciones hist6ricas y literarias en la época de la Reforma en numero et figura; De triplici' minimo) .alIcos de e.scr!tos metafísicos (De monade
Leipzig, 1829; nueva edición al cuid~d aSdob,~as ltahi,nas (ed. por A. WAGNER,
Alemania, 3 vals., Francfort, 1868, E. TRoELTscH, Cristianismo protestante e Iglesia,
en los Tiempos Modernos, ("Kultur der Gegenwart", I, 4, 1906). 1888-90), son, por una arte o o : . ' DE AGARDE, 2 vals., _. Gotinga,
F e ti p e M e 1 a n e h ton introdujo en las universidades alemanas el aristote.;, cineri, Spaccio della bestiaP trio~f~ntemas s.~tlr1COS (Il candelajo, La cena delle
lismo. En la edición "de sus obras de BRETSCHNEIDER Y BINDSEIL, los tomos XIII 1890, Cabala del cavallo Pe aseo)' e~rVfrslOn alemana d~ .KUHLENBECK, Leipzig,
y XVI contienen sus trabajos filosóficos, entre ellos -principalmente los manuales su doctrina: Dialoghi della gcausa' p~i .;. otr;, las exposIclones más completas de
de L6gica (Dialéctica) y Etica. Comp. A. RWHTER, Los servicios de Melanchton para Berlín, 1872; Degli eroici furor,·. D"ll,,·nfc~ :,0 e .uno, versión alemana de LAssoN
la enseñanza de .la filosofía (Leipzig, 1870); K. HARTFELDER, Melanchton como.
f'mc!,
.. e. d d- " n tul o umverso e d .
e GE~TrLE, Bari, 1907, De morali 1910) e et mon z.
, d' (D' . '
taloght m~,ta
precep.tor de Alemania (Berlín, 1889); W. DILTHEY, El sistema natural de las ciencias dano Bruno, PaflS 1846 s .- DOM BE i G? d- . omp. BARTHOLMESS J Ctor-
del espíritu _(comp. la p. 309 de esta obra); H. MAIER, Melanchton como filósofo (Roma, 1889); C~R. SIGW::RT en' P RT.; zor ~no Brum?J su vida y su doctrin~
(Arch. f. Gesch. d. Philos. X y XI, también en "An der Grenze der Philosophie", HOFER, La concepción del mu~do :;u~nos _~~crttos, I? FrIburgo, 1889; H. BRUNN..,
Sobre sus obras latinas e italianas ~om;' en;ctonT co Gto(rdfno B~uno, Leipzig, 1882.
de
Tubinga, 1909) Y P. JOACHIMSEN, Loci communes (Luthero, Jb. 1926); P. PR·
ij
TERSEN, Historia de la filosofía aristotélica en la Alemania protestante (1921); E. 189.1). W: DILTHEY, La historia del pa~ieís!~' se °2 F orencl.a,; 1~89, y Nápoles,
an,ttguos ststemas panteístas (Archiv XIII _,- Ob g n su nexo hlstonco con los más
1'. WEBER, La escolástica filosófica del protestantismo alemán (1907); el mismo, El
i! influjo de la filosofía protestante escolástica en la dogmática. O?1todoxa de Lutero, Vtda de G. B. (Messina 1921) y L b ' y (D ras completas, II). V. SPAMPANATO
Otr';l dirección rep:esentan B ~ r ~~crHJci n e:;.tsc¡he ':ierteljahrsschrift, II, 1924) ~
1905. natura tuxta propia principia Roma 1565 o;, e eSlO (1508-1588); De rerum
Lutero mismo está muy próximo al agustinismo (comp. CRR. WElSSE, Die Y ~apoles, 1586; acerca de él, F. FlO-
Christologie Luthers (La cristología de Lutero), Leipzig, 1852; aun más fue el caso RENTINO, Florencia 1872 y 1874.' L·F ' T
en Cal v i n o, al paso que Z w i n g 1 i o simpatizaba más íntimamente con la filó-
; . J.
mas notOrIO contmuador Tom; -C'' • ERRI urm , 1873',G. G ENTILE, (B an,1911)
.
Y su pronto entró a la Orden de ¡os Da s . 3; m p da n e 1) a. Nació en Calabria (1568) .
,l! sofía de su época, sobre todo con el neoplatonismo italiano. Sin embargo, la importan- muy
añ os d e encarcelamIento
cia científica de los tres reformadores reside tan privativamente en la esfera de
.
. d' d espues de m uc h as perseCUClOnes
pasó a F omIUlCOS' . y de'
1I teología, que aquí s6lo se men~~onan por .su signific3;ción en .la v.ida espiritual. del MUllió en París (1639) a~tes de que ra:dt:~ on ~ freluen~ó,}os circulos cartesianos.
! siglo XVI. K. HOLL, Ces. Aufsatze zur Ktrchengeschtchte (Hlstorm de la Iglesla), que llevarÍ:" el nombre de Instaurat!o scie:tI;;mmaf a b~~non c?mpleta de sus obra&
tomo I Lutero (3'1- ed. 1923). Comp. también H. BOEHMER, Luther im Lichte der de pensamIento erudición afá d . um. am len en el se mezclan osadía
neuere~ Forschung (Lutero a la luz de la nueva investigación), 51/. ed., 1918; Y W. fd~t~6magÓrica,' superstici6n y ~str:che~d~:n:tr~/ ~~t~ias;moh con pe~antería, visión
KOEHLER Die Geisteswelt ,_U. Zwinglis (El mundo espiritual de U. Zwinglio), 1920. e lCl n de sus obras con introducción bio ; f' d uDn,nA a aparendo una nueva
El p;otestantismo aristotélico tiene sus enemigos en Ni col á s T a u r e 11 u s numerosos trabajos ha ue cit . gra l.ca, eNCONA (1854). De sus;
(1547~1606 profesor en Basilea y Altdorf; Philosophiae triumphus, Basilea, 1573, phil?soPhiae partes q:a~or (c~~· :rr~~~~r;us p/;.tlq:oP~iat instaurandae, 1671; Realis
Alpes caesa~, Francfort, 1597; comp. F. X. SCHMIDT SCHWARZENBERG, Nicolas Tau·
rellus, Der erste deutsche Philosoph, Erlangen, 1864 y la obra ya citada de P. PETER-
pamca, 1625; Philosophiae rationalis
seu metaphysicarum rerUm iuxta p /0:
r ICC .lOr as o zs, 1623.; De monarchia his-
teps .qu:nr¡.ue, 1638; Unwersalis phitosophiae
GIUNI, Vida y filosofía de Tomás ;fa r; 7rCt~~ p¡rtes tres, 1638. Comp. BALDA-
SEN), además en el socinianismo, que Lelío Socini (1525~1.5?2,.de Sie~a) y, su m ane a, apo es, 1840 ~ 1843; DOM. BERTI,
sobrino F a u s t o (1539-1604) fundaron (comp. A. FOCK, El_ socmtantsmo, Klel, 1847
IV, La filosofía del Renacimiento, El período humanístico 28, La lucha de las tradiciones 315
314
mentos de Tomás Campanella, Roma, 1881; C~R. SIGWART, Pequeños dar el encanto estético que fluye de las .obras del gran Ateniense y que en
~:c~i;:s,dtFriburgo,
' t eo s
618¡?9; L. ~L~NCl!sET'seCaemnt::::;~ (P:lS'J l~~Od' R
1 e o~rn a g 1 e a .
eue n h 1i
N t t
ningun·a época como en ésta se ha sabido paladear con más gusto. Así, desde
luego Italia se entusiasma por Platón a tal extremo como ocurrió en las
D octrmas _ . '" t cabalistica) A g r 1 p P a vo n e e s-
1455-1522; De _verbo mm¡wo'h ¡, aprh~a' De incertÚudine et vanitate scientiarum)
D postrimerías de la A:ntigüe~ad. -Vincu1a.~a directam;n~e. a él, se revive e~
h elm' (14871535' De occu ta p tOSO l , . , 1549) Florencia la Academia, y baJO la protecclOn de los Medlcls se desarrolla aqUl
.- Z' , (1460-1540' De harmonia mundt, Parls, '.
y FranclS CO orz~ .' T ofrasto Bombasto Paracelso un rico movimiento intelectual en el que se tributaba no menos homenaje
Más sig~ificado.: mdEpel0dde1te (1493)e llev6 una vida de aventuras, fue profe-
de Hohen1; e1!ll' NaclO ~l mSle e.l} en Sal¡burgo (1541). Entre sus obras (ed. de a los dirigentes, como Gemisto Pletón y Besarión, que, como alguna vez, a
sor de qmIDlca en BaSl ea y murlO 'd 1 alemán or B ASCHNER, lena, 1926 los escolarcas del n e o p 1 a ton i s ro o.
Huser, Estrasburgo, 1616-1618, traduc~ as aL ura d~ heridas y De natura rerum. .Pero la afinidad con éste es más honda: la tradición bizantina, en
ss.) hay que subrayar: eá Opus !~~~~~~:'edi~itSn crítica de sus obras completas, al cuya forma se acoge ahora la doctrina platónica, era la neoplatónica. Lo
Desde 1922 ha comenza o a ap C R EucKEN Contribuciones a la
cuidado de SUDHOFF y MATTHIEB.S EN . omp. 2~ ed 1905 pp. 22 y 55; V. W. que entonces se enseñaba en Florencia' como platonismo era en verdad
historia de la filosofí,a mode'dna¡ Helte~~er~ 1~~6,v H '(Bonn' 1917). Acerca de la neoplatonismo. M a r sil i o F i c i n o tradujo a Plotino tanto como a Pla-
MATTHIESSEN, La ftlosofía e a re 19Wt¡ ~ d' H Í<.A.YSER' en su selecci6n (Der tón, y su Teología platónica no difiere mucho de la de Proclo. De parecida
literatura más reciente, c~mpáres.e el, acfenflcne ~us ~umeroso~ discípulos sobresalen: manera, la fantástica filosofía de la naturaleza de P a tri z z i no es otra
Dom, Leipzig, .1 921 , con m~rultlvo ~nt 1(1577_1644; Or,tus medicinae.f ed. alema~a
Juan BautlSta van d e'l m Fo S 1907) Y su hijo FrancIscO Mercuno, cosa, según sus supuestos conceptuales, que el sistema neoplatónico de la
d e su ob ra, 1684'' F comp e e R. TRUNZ, - , ' G d 1638) emanación: pero es notorio que aparecen oprimidos los aspectos dualistas
I 'dd (15471637) Philosophia Mosatca, u a, ., .
además Ro b e r t o u b B -h onstituye la expresi6n más caractenstlca del neop1atonismo y en su lugar se destaca más pura y cabalmente la ten-
La doctrina de J a e o., o ~ e m e c las cercanías de Goeditz; se nutre de dencia monista. Por ello pone el neoplatónico del Renacimiento en primer
de estos movimientos. NaclO ..el ano ~5,75 er re ensando en silencio. Establecido
toda suerte de ideas, en sus anos de VlaJe, y as va. '?n en 1610 con su obra capital, plano la belleza del universo; por ello es para él la Divinidad,
en Goerlitz como ?1a~stro zapatero, ~ace(d~S aJé~nd~oque temporalmente fue obligado el Unomnia, una excelsa unidad cósmica, que encierra en sí armónicamente
Aurora, a la que slgUleron otras mue as ;'nente mencionar ante todo Cuarenta la diversidad; por ello enaltece la infinitud del universo en fonna seductora
a guardar silencio), entre las cuales e~ per 1 tt (1623) De la elección de la
y se entrega a la metafísica de la luz, que celebra a la Divinidad cual
temas acerca del al~~ (161~Oi4 ~bten~:m~:f:S ;ditadas p~r SCHIEBL;&R. Lei~zig,
Gracia (1623). Muna en . ras ¡ B sein Leben und seme Schnften "Omnilucentia".
1862. Reimpresi6n, 19?2, Comp. J. ~. F)EC¿;:NElitz '1853' A. PEIP, ¡acobo Boehme, el 2. El rasgo panteísta que inequívocamente yace aquí, bastó para hacerse
d
(Jacobo Boehme, s:u ';'lda y sus eserl s, ,oer Die phU;s. Weltans'ch. d. Reform (Las
filósofo !,lemán? L~lPZlg, 1860,_MoR. AR~IE:C~ de la Reforma), I, 310-419; P. DEus-
eclesiásticamente sospechoso este platonismo y para dar a los pe r i p a t é-
tic o s la mejor arma para refutarlo, y, a decir verdad, no sólo utilizan
concepCIOnes fllosoflcas ~el mund(K~11t80)' P HANKAMER, ¡acobo Boehme, 1924;
SEN ¡acabo Boehme, Dlscurso le, )" esto los aristotélicos escolásticos, sino también los otros. A la inversa, los
H. BORNKAMM, Luther und Boehme (1925 . platónicos reprochaban puntualmente al nuevo aristotelismo humanista sus
tendencias naturalistas y ponderaban el sentido suprasensible de su doctrina,
como afín al cristianismo. De esta suerte luchaban una vez más las dos gran-
28. La lucha de las tradiciones des tradiciones de la filosofía griega, echándose en cara una a otra su anti-
, f'l f' ' que llegó a ser el hecho cristiandad. 1 En este sentido había polemizado Pletón con los aristotélicos,
El contacto inmedmto con la lOSO la grIega, d 1 Medievo' apoyándose en la nómoon syngraphée, y por ello fue sancionado con la
.. t carece de prece entes en e ,
dominante en el R enacumen 0, no nismo en el conocimiento excomunión, por el patriarca Genadio de Constantinopla; de parecida ma-
incluso el interés ca~a vez mayo.r que p~nT el h~~:nsadores como los de la nera acomete a la Academia Jorge de Trevisonda, y en aquel sentido
de la naturaleza, tiene sus tlplCOS mo e os ¿uillermo de Conches (comp. replícale Besarión, bien que en tono más moderado. De tal suerte 'se repite
Escuela de Chart.res y sus adeptos como 1 desarrollo de las tradiciones, en el Renacimiento, entre ambas escuelas, la animosidad y la barahunda
parágrafo 24). DIgno de notarse, y, ~aracc~ el nexo entre humanismo y literaria que se había provocado en la Antigüedad, y en vano varones como
característico, es que, ahora, como enp~nt' n' y lucha contra Aristóteles. Leonico Torneo (muerto en 1533) exhortaron a la comprensión de la honda
filosffíaD : ~:c~~t~~a;:~~l~e l~Pr~:o~:ció: ~e la. antigua lite~atura corno ubn
d unidad que existe entre ambos héroes de la filosofía.
. . . l' La cornente humamsta progresa a 3. Incluso entre los a r i s t o t é 1 i c o s no había unidad de criterio.
~~~:~ef~:mill~~oded~~te~ ~~t~a~~;y°Boc~ac~i? y proviene del interés por l~ Los exégetas griegos del Estagirita y sus prosélitos despreciaban a los averroís-
tas tanto como a los tomistas. Bárbaros en igual medida parecíanles unos
litera:ura p:of~?ae~aY~ali,;uep~:~op~r~o~~Cl~~to~i~s:1 d~~;,1i:r; ~~n~~i~~~Ó y otros; pero ellos mismos habían caído en una interpretación del maestro,
próxima al estratonismo, que, entre los comentadores, aparecía representada
1\ CIenCia naclOn . h o ue provocó el traslado de los
a ~~ta ~?r~~~!~sd=st:aI~~g~n~~~ é~~~ :;:~rfos ~istotélicos de i?ua1 sig~fica- del mejor modo por A l e jan d r o d e A f r O d i s i a s, También aquí
II ~ó~o; n~mero que lo~~;a!~~~~:: ~%O~~~~;t~:;r:S1~~~a!a~om;~yc~: a~~~i; 1 Exactamente el mismo hecho se repite en los diversos grupos de los aristotélicos,
nocldas Y6~~{d!:!0'Aris~óteles era considerado como el filósofo unánin:e de
i¡ de los cuales cada cual tiene la pretensi6n de ser el ortodoxo, aún al precio de la
i! "doble verdad", A esto se inclinaban particulannente los averroístas, y así pudo ocurrir
qu'J en . . t' ' y que con ella la oposición, anhelante de modermdad, que el Papa confiara a uno de ellos, Nifo, la refutaci6n de la doctrina de la inmorta-
~en~~:~I~~r~;I!~a:U~nta, d~ prefere~ci<l' en Platón. Asimismo hay que recor- hdad de Pomponazzi. Claro que éste se defendi6 con la misma coraza,
l
28. La lucha de las tradiciones 317
IV. La filosofía del Renacimiento. El período humanístico
316
nalistas y terministas. Esto se pone al descubierto en V i ves y N izo 1 i o,
luchaba una tradición contra la otra. Particularmente con rudeza chocan L~vantan la voz ,contra la hegemOI;ía de los conceptos generales; para
entre sí, en Paciua, donde los a ver roí s t a s veían amenazada su fortaleza ~lves.' en ellos r~slde el verdadero ongen de la corrupción medieval de las
por la brillante actividad pedagógica del P o ro pon a t i u s. El punto más CIenCIas,
l" .Los " Unlversales,
" enseña Nizolio' 3 son nombres coI ect·lVOS que se
J'
importante de la controversia era el problema de la inmortalidad. Cierta~ generan ~or comprenslOn, n? por abstracción; no hay más realidad ue
mente, ninguno de los dos partidos admitía la completa inmortalidad indi- las. cosas " smgulares
d con' sus
. cualIdades . Lo I"mportante es conceb"'
Ir est as, y qhay
vidual. Pero al menos el averroísmo creía hallar en la unidad del intelecto que serVITse e la actI~ldad secundaria del entendimiento en cuanto com-
un sucedáneo de ella, al paso que los a 1 e jan d r i s t a s referían incluso para de manera, t~n SImple y poco artificial como sea osible. Ha ue
la parte racional del alma a la naturaleza orgánica y la consideraban igual- desterr~r de la logIca, por ta~to" t<?-das las hipótesis meta~ísicas que, Yh~ta
mente perecedera. En relación con tales ideas, movíanse las discusiones en a?ora, han provocado en la dIalectIca tan serias dificultades. El empirismo
torno a la teodicea, la providencia, el destino y el libre arbitrio, el milagro solo puede hacer uso de una ló gi c a pur am e n t e f o r ro al
y la revelación, en las cuales se inclinaba Pomponazzi, fuertemente, a la Pedrobse bus~a la dial~ctica "natural" en la retórica y en la g;amática
doctrina estoica. P ues,e e ensenarnos' opma R a
. n u s,l " en nuestro pensamiento"
a persegmr
Al correr de los años, fue reduciéndose esta dependencia de los comen-o IlntenctlOnaldo adquelllas leyes que rigen nuestro pensar involuntario según
tadores, borrándose sus antagonismos y abriéndose paso una limpia y directa a nauraeza
., e a razón .' y que se presentan por SI, .en'
mIsmas su recta
interpretación de Aristóteles. Del mejor modo se lleva a cabo esto por fxp~eslOn. ·En toda refleXIón se trata de fijar el punto de vista desde el cual
J u 1 i o C é s a r E s cal í g e r o y Caesalpinus, que hicieron profesión de. la e cOJ;testarse una pregunta,. a fin de aplicarlo después al objeto. Se ' n
fe aristotélica. También los humanistas alemanes tuvieron una comprensión. eso,lrac~lOna Ra.n:us su I.'ueva dIaléctica, siguiendo una indicación de Vi~ 4
igualmente pulcra del sistema peripatético; desde puntos de vista' filológicos, en ,o~trIna de la mventlO y del judicium. La primera parte es una es ecie
pero en su propia doctrina, según el modelo de Melanchton, han ido tan de ~ogIca general, que no. pasa por alto, en la forma de "lugares", 5 las ~ate
lejos que acabaron por ponerla en ai',monía _con la dogmática protestante. fOTl~~. como casualIdad, mherencia, género, etc.; con su enumeración asis-
4. En todos estos casos condujo la recepción de la filosofía griega a' un ema lcat sucumbe " "mgenua d e I a
"' h b'esta "novísnna Lógica" a la m e t a f'ISlca
antagonismo material con la escolástica: otra dirección de la corriente hu., represen aCl.o~ a ltua.l del mundo. Ramus desenvuelve la doctrina de
manista, próxima a la literatura romana, propendía a una oposición prefe- a cap a e 1 a d de J.u z g a r en tres etapas: la primera decide sÍm le-
rentemente f ó r m' a' 1, y para la cual- ha de ser 'visto J u a n d e S a 1 i s b ,u, r y mente la I?regunta m~d~ante la subsunción del objeto bajo el punto de ..xsta
i como su precursor en la Edad Media; El gusto de los humanistas se subleVÓ y.a d~~~nnmado; aqul tIene su lugar la silogística que por otra parte debe
contra la. superficialidad bárbara de la literatura medieval: habituados a la slmp"1 lcarse d" mucho.
d f' En
. . segundo término debe la 'capacI"da d d e Juzgar:
re~mr, me Iant~ e.lmclOnes y divisiones, en un todo sistemático conoc'-
tersa finura y a la perspicaz comprensión de los autores clásicos, no podían
admirar 10 que se ocultaba tras la ruda vestimenta de la terminología esco-
lástica: los espíritus del Renacimiento, en lb esencial estéticamente afinados;
mIentos que se ImplIcan: su más elevada tarea, empero, se cum 1:
tpdo sabfe,r ~onverge y se funda en Dios,. Así culmina esta dialécf¡c~ natural
cuand~
ya no poseían sentido alguno para la intelección abstracta de aquella ciencia en teoso la.
de conceptos. Así se explica que dondequiera hayan tomado la iniciativa en, Aunque tal retoricismo
ert' . ,era . propiamente poco profu n d o y ongma
"" 1 d es-
esta lucha, ora con-' armas de severidad, ora de burla; e n vez d e c o n- larm:n~:an sens~c~on en aquel. tIempo, sediento de modernidad. Pa~ticu
P
e e p t o s, pe día n- c o s a s; en vez de etimologías artificiales, la lengua l' s~ pro UJO en Ale~anIa una ardiente controversia entre Rarnistas
de los círculos cultivados; en vez de sutiles pruebas y distinciones, una yan I-raro Istas;7 entre, l<;>s adIctos a la doctrina hay que mencionar ante todo
exposición de buen gusto que correspondiera ~ la fantasía y sentimiento del a Juan" Sturm
educa 1 'd el tlplCO pedagogo d eI h umamsmo," " proponía a la
qUIen
, ClOn a tarea e que los educandos conocieran las cosas y las 'uz aran
segun rectos pUl;t~s de vista, y supieran expresarse en forma ele lnt~. '
hombre· viviente.
L o r e n z o V a 11 a el primero hace esta admonición; A g r í c 61 a la
repite en ardiente pugna, e incluso E r a s m o coincide con ella. Los mo- . 5" II Carac~nsl1co de esta cornente es su fría relación con la ';;etafísica"
delos de tales humanistas eran Cicerón y Quintiliano, además Séneca y c~n ~ o pr~e a su. descendenc~a de la filosofía popular romana. Cicerón'
Galeno, y cuando intentan, de la mano de éstos, caplbiar el método de la ~r~b:~lf~v~n~~l~ l~puye PlartIdc,!larro~nte por su escepticismo académico ¿
filosofía, oprimen la dialéctica escolástica, sobre todo bajo el influjo de Cice- . as 10 por as IsertaclOnes conceptuales alejó a una parte
rón, y en su sitio colocan los principios de la retórica y de la gramática. La
verdadera dialéctica es ·la ciencia del discurso. 2 La lógica "aristotélica" 3MAR. NIZOLIUS, De ver~ ftrinc. 1 4-7' 111 7
'" LUIS VI "D . )",
constituye motivo de violenta polémica: hay que simplificar la silogística 5 La TóPi;!,S'la d~c~t~!lSd~°la' ~r~o" (p~im:r captiulo. de. De disc.ip~inis) nI, 5.
o
y desposeerla de su cetro. El silogismo es incapaz de suministrar algo nuevo, contrar puntos de vista superiore s 1 gare¡ , tiene el deslgmo en Anstoteles de en-
traductor). s para reso ver aparentes contradicciones. (Nota del
es una forma de pensamiento infructífera: más tarde, Bruno, Bacon y
Descartes lo han subrayado, como estos humanistas. trasburgo 1878 P. LOBSTElN ' P . R . a¡s Th eo 1oge (Pe d ro Ramus como teólogo) Es-
6 Compárese
Pero cuanto más coincide el predominio del silogismo con el "realismo" 7 ' , • '
,
(La ComparesedeE.Juan
pedagogía LAASSt Die Piidago J S t. k ntlSch
d d gt°k d es. -' . .
und hlstorisch beleuchtet
dialéctico, tanto más se adhieren a la oposición humanista, motivos nomi- 1872. urm es e un punto de vista critico e históTÍCó), Berlín,
331
El período científico-natural 333
IV, La filosofía del Renacimiento
332
E. DU:EH.RI.NG, Kritische p~schichte der Prinzipien der Mechau:allld:;d),,Jenal.1845;
Geschichte der M enschheit (Las épocas de la historia de la H .
Países Bajos en un hogar fecundo para el arte y la investigación científica. los prmCIplOS de la mecamca) Leipzig 1872' A L H' k .<Hlstona cntica de
En el desarrollo de los métodos científico-naturales convergen las direc- 84 ed., Leipzig, 1908; E. MA~H, La ~ecáni/a . ANGE, lstorta. d~l.materialismo,
ciones del empirismo Y de la teoría matemática: en la ge- LASSWITz, Historia de la atomística 2 vols Ha:b s~ desaL~llo. hzstorzco, 1921; K.
neralización filosófica aparecen ambos en encontrada independencia. Bacon Los principio! de la mecánica (Leipzig 1894 2'1- eJ gf9IO) elpzlg, 1899j H. HERTZ.
FranCISCO Bacon bar6 d'V 1 " · , ' J IntroducclOn, pp. 1-47.
ofrece el programa de la filosofía de la experiencia, sin lograr año de 1561 y estudia en 'Camb~id ~ ~~~oan¡lO, :VIzconde de San Albano, nace el
para la doctrina capital del método aquel. rendimiento que él tuvo en pers- una brillante carrera política hasta g ~ f J dremado de el Isabel y Jacobo 1, hizo
pectiva. Descartes concibe mucho más profundamente el movimiento cien- en un proceso políticamente tendenci¿s~ ue dr~ado
en 1626. Los aspectos oscuros de su cad.c~cusa osonal
1 pues}o de gran canciller
e ma y~rsacion de fondos. Murió
tífico natural de su época en la neofundamentación del r a e ion a 1 i s ro 0, políticas, palidecen frente a la convicci6 er Plí , o~lfnados por sus ambiciones
dando al sistema de conceptos escolástico el rico contenido de la investigación hombre reposa el poder sobre todo n ¿ue ena su VI a; en el conocimiento del
galileica. Mas de ahí se originan problemas metafísicos de gran alcance, que dosa, propia de la époc~ proclam' lSutPo eci sobre. la ~aturale~a. En forma jactan-
en la segunda mitad del siglo XVII llegan a provocar un movimiento extra- de la naturaleza, poner ésta con t~d~s area d
su Cleccla:. ~edlante el conocimiento
organización armoniosa de la v' d su~ fa sres a serVlClO del hombre y de una
ordinariamente vital de pensamiento filosófico, -un movimiento en el que última edici6n de sus obras (Lo~d~s SOCIa. PEDDING Y HEATH han hecho la
los nuevOS principios traen consigo múltiples, encontradas conexiones con los fideles), las obras principales son·' De dig~ft5J ss;). Fuera. de. los. Essays (Sermones
de la'filosofía medieval. De la escuela cartesiana brota el oca- nariamente, On the proficience' a d d a e e augm¡enltlS s~tentta:'U;m (1623; origi-
1605) Y Novum or ano . . n a vance~~nt o earmng dlVme and human
s ion a 1 i Sro o, cuyos principales portadores son G e u 1 i n e z y M a 1 e- Compárese CH D g R,n sctenttaBrum (1!520; ongmariamente Cogitata et visa 1612) 1
h r a n che; pero esta concatenación tiene su fruto maduro en los dos . . E EMUSAT . sa Vle son temp ph '1 ph· '. .
Jusqu'¡¿ nos jours. (París 185'4) .'H H ' s, sa t OS? te et son mfluence
grandes sistemas filosóficos que crean S p i n o z a y Le i b n i z. lung (Bacon y su posici6~ históri~a) . Br~~ssL~~8:;·EB·Wund seme geschichtliche Stel-
1910 II 1913' R W C (L' s au, , . OLFF, Bacon y sus fuentes 1
El influjo que ejerció el poderoso desenvolvimiento de la filosofía teoré-
tica, incluso en la forma de manipular los pro b 1 e m a s p r á c tic o s,
4~ ecl (1923) d'e E' . v.'AHURCH
STER..
ondres, 1925) y el añadido a K. FISCHER Bac~n
' J
I! y ética ocastontstas (TL~:)l.n~a) i81~~ JP N LAND Arnold 'Geulincx y su filosofía tione, 1694j Systeme nouveau de la nature~ 1695, con los tres Eclairicissements co-
rrespondientes, 1696; además la Monadología~ 1714, Les principes de la nature et
filosofRía y sUl'8905b)r~sA (~¿~~OF D; Wijs'gee;' Arnoldus Geulincx, te Leuven, en te de la gráce, 1714, y una gran parte de la correspondencia epistolar. Entre las edi~
(La aya, " ' . d . 1918
Leiden. Nederl. Arch. v. Kerkgeschle ~mst b' " G i b i e u f (De libertate Dei et ciones de las obras filosóficas, se encuentra la muy buena de J. E. ERDMANN
Del o r a t? r i o, al f::1a~~rte~;c~i c~r:de~~l Berulle, un amigo de Descartes, (Berlín, 1840), ahora superada por la de C. J. GERHARDT (7 vals., Berlín, 1875-
creaturae .Pans, 163¡O)b'
J h p( 1638-1715). Su obra principal De la re~herche ~ 1 ). De la edici6n completa de sus obras, de la Academia Prusiana de Ciencias, han
procede Nlcole M a e r a n c e . , 1 M ' h 1920 s Entrettens sur aparecido hasta ahora (1923) dos volúmenes. Edición alemana de las obras filo-
de la vérité apareci6 el 3;ñ? 1675, verSlOn a em~~a~dit~d~c l~s obras 'completas (Pa- sóficas en la "Biblioteca Filosófica", al cuidado de A. BucHENAu y E. CASSIRER.
la métaphysique et la¡ 'beltgwhn, 16~8. Jp S~~L~~N en "L'année philosophique", III y En UEBERWEG (111, p. 304 ss.) se halla un catálogo crítico de las obras leibniziaM
rís 1871). Sobre Ma e ranc e, vease . , 1924 H GOUHIER La fílo- nas. Sobre el sistema en su conjunto, compárese L. FEUERBACH, Darstellung, Ent-
rv. V. DELBOS, Lf; fi~sotía 1~e26~~ebS~;:i:~ Pi9~s5' el dtisrdo, Bibliogr~fía d~ la wicklung und Kritik der L'schen Philosophie (Exposición, desarrollo y critica de
la filosofía le~bziniana), Ansbach, 1837; A. NOURISSON, La philosophie de L.
íi!::at~~/'~:i~~rM~leebra::h~ (Lit. 'Be;. 1926); 'P. M~NNIKEN~ 1927.
IV. La filosofía del Renacimiento 30. El problema del método 337
336
. D tellung der Leibnizschen Monadenle-
(Paris, 1860); E. DILLMA;N,r-;, Ed~e l~eu:eorí:rs monado16gica de Leibni~) J. ~eipzig, 30. El problema del método
here, (Una nueva exposlc~n L' h Substanzbegriff (El concepto lelb,n1ZlallO de
1891; W. WERCKMEIST~R, er se ~ A critical exposition 01 the phtlosophy of
Común a todos los orígenes de la filosofía moderna es una violenta opo~
sus~an~ia), Hal!ci' l~~~'o.Bi. ~~~sTE~R~T, La 16gica d~ L~i!miz, París, 1901i:02~A;I sición a la "escolástica" y, con ello, cierta ingenua incomprensión de la
LetbntZ, Cambn ge, .'. us fundamentos czent~flCOS, Marburgo, "
SIRER El sistema de Lctbmz el' s" d L 'h 'z 1903' A GOERLAND, El concepto dependencia en que se halla aquélla respecto a ésta, no importa cuál sea
HOFF'MANN, La fÜ,osofía de la re tgwn e 'h e~ n~~rís 1909: W. KABITZ, La filosofla
la tradición que venga al caso. Pero esta oposición fundamental trae con-
de Dios en L~ib~IZJ 19~7; J. BARUZI,.L~ n~~UNDT: Leib~iz, 1917; B. ,ER:DMANN,
del joven Lezbntz. HeIdelberg, 19~9'H . El método del conoczmunto en sigo que, dondequiera que no se presentan contra las viejas doctrinas meras
(Sitzber. d. Berl. Akad. 1917 s.) 1 . . EIMSLET~~ncepción del mundo de Leibniz exige~cias del sentimiento o intuiciones saturadas de fantasía, se pone en
Descartes y Leibniz (1912 s.); ~ ~ls19i5' aH SCKMALENBACH, Leibniz, 19'21; primer pIano la reflexión acerca de n u e vos ID é t o el o s de conoci-
(Kantstudien, 1917); C. PIAT, ar1~,. ~ 'al y de la metafísica individual de miento. Partiendo de la infecundidad elel "silogismo", que en el mejor ele
J. MAHNKE, El sistema de la mdte~attcl un~vedtce al Leibniz de KUNO FISCHER
Leibniz, 1, 1925. Compárese a emas e apen los casos sólo puede exhibir probando o refutando lo ya conocido o apli~
( 1920) , de W. KABITZ. . carlo a 10 particular, se engendra el anhelo de una ars inveniendi, de un
sistemática de los sls.te~
St .,
Acerca de la re 1 a c o n h
istórica
del es~inocismo con la filosofía carteSlana
ni a s: C. W. SIGWART, o re. os r~b:tziana de la armonía preestablecida en sus
Z
méto'do de investiga,ción, de un camino seguro para el des-
cubrimiento de 10 nuevo.
'(Tubinga, 1816) y/a ¡Doctn;a ej t (Ibid 1822)' C. SCHAASCHMíDT, Des~ 1. Aquí se trataba de inmediato, bien que nada tenía que ver con la
relaciones co.n los fz oso e~~50)r~cF enF~sUCHER "DE CAa'ElL, Leibniz,. Descartes Y retórica, de invertir el camino: partir de lo singular, de los hechos. Esto lo
'cartes y Spmoz a (Bonn, ,. L 'bniz .JI Geulincx (Tubmga, 1884);
Spinoza (París, 1863); P P~LEdDE;E~~ í~84 p 673 ss' F. TOENNIES, Leibniz habían recomendado Vives y Sánchez; Telesio y Campan ella lo habían
E. ZELLER, Sitz. ~ehbl ACM ci
a eml"h'~ 1~~7n,p 357 s;. L. S;~IN, Leibniz y Espinoza puesto en práctica. Pero no tuvieron confianza plena en las experiencias o
y H obbes, en los P lOS. ona s . , " , ' no supieron qué hacer después con los hechos observados. En ambos sen~
(Berlín}, 1890. . , 1d h ( C V. KALTENBORN, Los tidos creyó B a con poder indicar a la ciencia nuevos caminos y con este
Entre los fundadores dt; laLf~los~fl\g48' ~r~ ~. M:~~, Historia y literatura de propósito presenta su Nuevo órgano) frente al aristotélico.
,precu:sor~s de Hupo .Crocto, elpz g, -58)' ha' ue contar a Ni col ~ s 1\.;1: ~ ~ La percepción cotidiana, reconoce Bacon aceptando conocidos argu-
las . ctencta¡, p(1~~9~t52~:I~gfrin}i~~: Dis;orsi Ysuaa prima decade di Ttto LtvNto/ mentos escépticos, no ofrece ninguna garantía segura para un recto co~
q u 1 a veo . "M . lo su tiempo 3 vals. 1877; R. FESTER, t~
compárese yILLARI, !'l~colas, 1~§9z)a~eT/más Mrir'o (1480~1535, Deo optimo. rei nocimiento de la naturaleza: para convertirse en experiencia científica~
colás Maqulavel~ (Stuttgart,. 'U ia 1516)' versión alemana de G. Rltt~r mente utilizable, debe ser purgada de toda suerte de impurezas con las
m:t
'Pt}-bljcae stat1f, ~e ¿;ova tns(~lási~~; d~ la Política, 1922). Compárese la Utopza,
con mtroducclon e(S: b NCKdN 1 Academia de Heidelberg 1922) y H. Dm'I'ZEL,
que se va generando en las representaciones habituales. Bacon llama
I de TOMÁ~ MORO /1
ltz ~r . . e . r o del comunis/no. (reimpresión, 1920). í d o los a parejos falseamientos de la experiencia pura, y concibe una
Contribuctodn~s pa(ra5310_1h5t~/7;tSix eli::e~lUd~la /epúblique, 1577; de la H.eptaplomeres doctrina de las falsas representaciones en analogía con la de las falacias
J u a n BOl n , b Berlín 1841)' Al b e r 1 c u s Gen ~ de la antigua dialéctica.1 Desde luego hay que señalar las "engañosas repre-
ha sacado GUHRABR un ~tra~tll'de 15~~) ~ Ía~ an Al t h U s' (1557-1638, política, sentaciones de la especie" (idola tribus), según las cuajes siempre supo-
I
•
ti 1 i s (1551~1611, De Jure e t, 'J an Althusius y la Evolución de las teo-
'Groeningen,. 1?19· .Compáresci °i9?~)~KH'ug~ Grocio (1583~1645); De jure belli et nemos en las cosas orden y finalidad, nos consideramos la medida del
rfas políticas Jundtcas, 3a. e . H e' • (Berlin 1806) y W. S. M. KNIGHT, La mundo externo, ciegamente mantenemos ciertos hábitos de observación
. 1645 e p H LUDEN, ugo r o c t o ,
I p~cts. . om H' . e
'vtda y la obra d e ugo rocto-
. (Grotius Society publícations), Londres,
.
1925
del derecho hay que cltar al lado e
.
d
provocados alguna vez por impresiones, y cosas parecidas; después vienen
las "engañosas representaciones de la caverna" (idola specus), a causa de
a
Mel~~~':n f!l~s.o~Sl ~ ~ ~ ~s/pa (;ll:klt~r:s i;~i~~~i~diu;f3n1s~i;c'd~ 10~ ~a\nó~
b
(De lege naturae, 1,562), Be ~ 11 a r [n o (1542-1621' De potestate pontt-
las cuales el hombre se encuentra encerrado, con sus disposiciones y su
posición en la vida, en su caverna;2 seguidamente, están las "engañosas
licos, junto a.Suarez'Ma R? e(153 7 _1624)' De rege et ;egis institutione. representaciones del mercado" (idola fori), los errores que dondequiera se
f'
1"
. . . t poraltbus) y a r I a n
¡tcts m em
a,
1 atura1 hallan entre los ingleses sus princlpa es
. 1 generan por el comercio de los hombres sobre todo por el lenguaje, merced
La religión natural y la md~a Cllh e r b u r y (1581-1648, Tractatus de, veritate, al cual atribuimos a las palabras lo que queremos imputar a los conceptos;
representantes .en He r ~.e r t d causis 1663' acerca de el CH. DE en fin, las "engañosas representaciones del teatro" (¡dola theatri), los des-
1624; De religwne gentzlwm errorum¿uj ak~rb:~: Cherbury Munich, 1897) y R i~ víos de las convicciones que crédulamente tomamos de la historia humana
RÉMUSAT, París, 18 73; dGu(DETT1LE~b' ~~turae disquisitio phil~sophica, Londres, 1672).
chardCumber 1 an e egt us . y repetimos después sin ninguna crítica. AqUÍ halla Bacon la ocasión para
, . 1 ató n i c o s de In¡¡;laterra durante la mIsma polemizar tan acremente como el que más contra el verbalismo de la es~
Entre los p 1 a ton 1 c o S o n e 0 P ' ,'dad de C~bridge descuellan Ralph.
•
epoca,
1 U
y cuyo h ogar común era . a II lllvers . '
l stem of the unwerse. Lon d res, 1678 , colástica, contra el dominio de la autoridad, contra el antropomorfismo de
Cudworth (1617-1688; !he17~~) ect~ SYry More (1614-1687-; Encheiridion
versión latina en Jena el anO . y D:s~artes se halla impresa en las obras de 1Nov. Org., 1, 39.
metaphysicu m ); su c~rrespond~c)la¿~~as filosóficas editadas por F. J. MACKINNON, 2El lenguaje de Bacon, de sobra dibujado con fuertes tintas retóricas, quiere
éste (edición de Cousm, t~mo . \ T h coph i 1 u s y su hijo T h o m as <:on esta designaci6n (comp. De augm., V, cap. 4) traer a cuento el mito de la
Nueva York, ,1925. A~emas hay 1~~lo~~aa~a~ional y filosofía cristiana en Inglaterra caverna de Platón (República, 514-), 10 que es tanto más desafortunado, en virtud
G a 1 e; comJ?arese J. ULdLOCH1872 G v HERTLING, Locke y la escuela de C;am~ de que en la citación platónica se trata rectamente de las limitaciones generales
durante el stglo XVII, Lon res, ,.' del conocimiento sensible.
bridge, Friburgo, 1892. 22
IV. La tilosofia del Renacimiento. El periodo cientilico-natural 30. El problema del método 339
338
la filosofía precedente, y para exigir la aut?psia. de las cosas: la f.ie~ cap- 2. Según esto, es comprensible que Bacon no haya sido el pensador
tura de la realidad. Sin embargo, no va mas leJOS de ~al eXIgenCIa. :pues que vino a promover metódica o positivamente la investigación natural:
los recursos de la forma y lnodo como debe s~r c~mqU1stada y despojada pero ello no menoscaba su significación filosófica,8 que precisamente reside
de las impurezas de los ídolos esta mera expenentm, son p~bres en e,,;tre- en haber exigido el empleo general de un principio al que no pudo dar un
roo, y cuando Bacon enseñ.a~ que TI? ~ay que fiarse de percepclOues fortuitas: contenido utilizable y fructífero para el conocimiento del mundo corporal
sino practicar la observaclOll roetodlcamente y completarla por el e x p e el más próximo de los objetos por conocer, Comprendió que la nueva cien:
r i ID e n t o, previsto y realizado por uno mismo} no hace otr~ cosa. que cia debía virar de las interminables discusiones de conceptos, a las cosas
indicar de manera general la tarea por seguir, a la cual falta aun la mte- mismas; que no podía co;nstruirse sino sobre representaciones y que para
elevarse a lo general partIendo de éstas, precisaba que lo hiciera cautelosa
lección teorética en la esencia del experimento. . .; y paulatinamente: 9 no había dejado de concebir que en esta inducción no
Semejante situación prevalece con el método de la 1 n d u c c ~ o n, que
Bacon proclama como el único proceso adecuado ?a~a mamp~lar los se trata de otra cosa que de la búsqueda de meros elementos de la realidad
hechos. Con su ayuda hay que ele,:arse a ~os CC!lOCImI~ntos unIversales partiendo de la ':n~turaleza" de los cuales debía ser explicado el ámbit¿
(a.,"domas), para explicar desde aqUl, de,~pu;s~ otros fenomenos. En est.a entero de 10 perCIbIdo, en su normal relación e interno vínculo. La induc-
actividad debe frenarse todo lo poslble al espIntu ?~ano, a cuyos constl~ ción, decía, hallará las "formas" gracias a las cuales tiene que ser "inter~
tucionales errores pertenece la generalización preCIpitada; debe ascenderse pretada" la naturaleza. Pero mientras en la cosmología no fue muy lejos
muy pausadamente la escala de lo general a lo más g.eneral: no hay que del punt.o d~ apoyo ~el. atomismo tradicional e incluso pasó por alto el
ponerle alas, sino atarla a plomo. Por saludables y valIosas q1!e s~an estas extra~rdn;~T1o descubrilll1e.nto ~e l.a teoría copernicana, exigía, sin embargo,
prescripciones, tanto más sorprende que se lleve a cabo su r.?I~lUcI~sa rea~ la aphcacIOn de aquel p r I n c 1 p loe m p í r i c o e n e 1 con o Ci ro i e n~
lización con representaciones y conceptos por com:r:leto escolas~ICOS. t o del h o In b r e. No, sólo la existencia corporal en sus procesos vitales
El conocimiento de la naturaleza tiene por objeto descu~nr l,a.: causas normales Y, anorma~e~, smo también el movimiento de las representaciones Y
de las cosas. Pero las causas son, 'con arreglo al ~squema ansto;¡ehco, fo~: de las aCCIOnes vohtlVas -sobre todo los nexos sociales y políticos-: todo
males materiales eficientes y finales, De éstas solo las causas formales esto de~e ser investigado y explicado sin prejuicios en y por sus
" fuerzas Intrínsecas, con arreglo al método científiconatural. El na t u-
interesan: pues todo acontecer enraíza en 1as "f o r m a s" 1a.
, ~n s ¡'na~
turalezas" de las cosas, Si, por tanto, la inducción de Bacon Ir:vestIga 1:; r a 1 i s m? a n t r o poI ó g i c o y s o c i al, que Bacon anuncia en las
"forma" de los fenómenos, por ejemplo la form~ del calor, se. entiende aqm notas enCIclopédicas de su obra De augmentis scientiarum~ contiene, para
por founa, enteramente en el sentido del e~cotl.smo, la esenCia ,perman,~nte muchas ramas del s?,ber, exposiciones programáticas?O Y parte en
de los fenómenos y Bacon tiene clara conCIenCia de que estas formas no general ~e la I?edular, ldea de que hay que concebir al hombre y a todas
son~'otra c~sa que' las "ideas" de Platón. 5 La forma de lo dado en la percep- sus manifestaCIOnes VItales como un producto de los mismos elementos
, ción se compone de "formas" más simples y de "dif.erencias"" y de 10 que simples que están en la base de la naturaleza externa.
r se trata es de escudriñar unas y otras, Para este objeto, se reunen en una
Pero junto a este interés antropológico se revela otra vertiente de su
tabtila praesentiae como instancias positivas el mayor número de casos en doctrina. El conocimiento que pueda adquirirse del hombre es tan poco
,los cuales aparece el hecho en cuestión; de igual modo se p~nen en una fin en sí mismo como el que concierne a la naturaleza. Todo su pensar se
tabula absentiae aquellos casos en los que tal hecho falta; en .fm, en tercer h.alla más bien b~jo un fin. prá,ctico -un ~in práctic~ que concibe por
lugar viene una tabula graduum, en la cual se comparan los dIversos gr?,dos CIerto en gran estIlo---. La ClenCIa humana tIene en defmitiva la tarea de
.. de intensidad con los que aparece el hecho con los otros he~hos que SIem- suministrar al hombre, gracias al conocimiento del mundo el dominio
pre se dan con él. El problema, pues, debe ser resuelto n;edIante una pro~ sobre éste. ?a b e r e s p o d e r , ,y, a decir verdad, el únic~ poder per~
gresiva exclusión (exclusio). La "forma" del calor, por ejemplo, es aquello manente. SI, por tanto, la magia trató de apoderarse, con fantásticas
que siempre existe donde se halla calor, 10 que nun;a se da don,de f;al~a artes, de las fuerzas activas, ahora se clarifica en Bacon este oscuro in~
calor, 10 que existe más intensamente donde hay mas calor y I?as de~I1- tento en la idea de que el poderío del hombre sobre las cosas sólo se debe
mente donde decrece el calor. s Cuanto Bacon presenta com? mducclOn,
no es, desde luego, una simple enumeración, pero sí. U? C(?mphca~~ proce~ : Co~p. CRR. SI~WART, en los "Preuss, Jahrb.", 1863, 93.
A~os C o :r:t e n 1 o (159,2-. ~ 6 71) ha sa~ado las consecuencias pedag6gicas de
dimiento de abstracción que tiene su base en las hIpotesIs metafIsIcas del ]~, doc~m~ ,bacomana, en OpOSlClOn al ~umamsmo del que, en este sentido,' la direc-
formalismo escolástico (comp. parágr. 27, 3):7 la vislumbre de lo nuevo CIOn cl~n~1Ílco natural pronto se separo. Su Didáctica magna presenta el curso del
aparece inserta aún en el viejo estilo de filosofar. aprend1~aJe. como .un progresivo tránsito de lo intuitivo-concreto a lo más abstracto'
s,!! OrblS PlctUS pIde par:: la escuela el pri!lcipio visual de la enseñanza; su' Janu~
ltnguarum reserrata, en fm, pretende orgamzar el aprendizaje de las lenguas 'dé tal
3 Nov. Org.~ 1, 82. J'b d 1 N O modo ql!e se pongan. al servicio del saber real. Compárese KVACALA, Monumenta'
Compárese la minuciosa exposici6n en el segundo 1 ro e
01: ov, rg. Germamae Paedagogzca, XXV (1903) y XXXII (1904), Y la colecci6n de "Los
. 5 Compárese De augm. scient., 111, 4. . . Grandes Educadores", 1914. Semejantes opiniones pedag6gicas se hallan también
. 6 E el ejemplo queda comprobado que la forma del calor es movlm1ento ... y~ en Rattich (1571-1635). "
, a decir ~erdad, en expansi6n, pero m~vimiento distribuido en las partes más pequenas 10 Si quisiera verse como realizado todo 10 que tuvo Bacon en perspectiva ha-
del cuerpo debido a ciertas obstruCCIOnes, Comp. 11, 20. ' bría que pensar en la ciencia natural, la técnica y la medicina de nuestro tiem~.
7 Com'párese CHR. SIGWART, Logik, I1, parágrafo 93, 3.
340 IV. La filosofía del Renacimiento. -El período científico-natural 30. El problema del método
341
a la sobria investigación de Su verdadera esencia: sólo obedeciendo puede do- m o s. La investigación moderna de la naturaleza ha nacido a modo de
minar. l l Bacon ve en la interpretatio naturae sólo el medio para someter la p ita g o r i s m o e m p Í r i c o. Ya Leonardo da Vinci advirtió esta tarea .13
naturaleza al imperio del espíritu humano: y su gran h~berla .resuelto antes que nadie, ha sido la honra de Kepler. El moti~o
obra de la Renovación de las ciencias -Instauratio magna-, TemjJoris partus pSIcológICO de su faena fue la convicción filosófica del orden matemático
maximus- lleva también el título De regno hominis. d~l ,universo; y vi~o a comprobar esto cuando descubría las leyes del mo-
Con ello expresó Bacon lo que conmovía en su época el corazón a mi- VImiento planetano por una inducción única en su género.
llares de hombres bajo el signo de grandes acontecimientos. Con aquella Co~ ello s~, po~ía de. relieve, de una parte, que el verdadero problema
serie de descubrimientos transocéanicos con los que a través de errores, aven- de la mduCClOt; c.lentíÍ1co-natural consiste en descubrir aquella r e 1 a _
turas y crímenes el hombre europeo había tomado posesión hasta ahora, d~ su e 1 o.~ m a t em a.t 1 c a permanente en la serie total de los fenómenos sus-
planeta-, con invenciones como las d.c la brújula, de: la p~lvora, de la lID- ceptIbles de medIda; de otra, que ~l o?jeto en el que puede resolverse tal
prenta,1-2 habíase producido en corto tIempo un cambIO radIcal en todos los p:;0,blema no es otro que el m o v 1 m 1 e n t o. La aritmética y geometría
órdenes de la vida humana. Parecía iniciarse una nueva época de la cultura, dlvmas, que Kepler .buscaba en el universo, se hallan en las 1 e y e S del
y una emoción exótica sobrecogió la fantasía. Lo inaudito debía. realizarse, ya a con t e ~ e r: PartI~n.do de este 'p~incipio, crea G a 1 i l e o, ya con más
nada era imposible. El telescopio revelaba los secr~tos ~el fIrmame~to,. y clara conc~enc.la metodIca, la mecalllca a título de una teoría matemática
las energías de la Tierra comenzaban a obedecer al InvestIgador. La CIenCIa de.l ID o v 1 m 1 e n t o. Es sobremanera instructivo comparar los pensa-
quiso ser la rectora del espíritu humano en su marcha triunfal por la na- mIentos que presenta éste ~n el Saggiatore, con la interpretación de la na-
turaleza. Gracias a sus descubrimientos, la vida del hombre acabaría por turaleza de Bacon. Ambos mtentan una misma cosa: analizar en sus elemen_
transformarse plenamente. Qué esperanzas- desencadenó la fantasía a este tos los f~nó~;nos dados en la percepción para esclarecer los fenómenos por
respecto, puede verse en el fragmento utópico de la N ova Atlantis y e~ el la combmaclOn de los elementos. Pero donde la inducción de Bacon busca
Estado del Sol de Campanella (comp. parágrafo 32, 3). Pero el cancIller las ,,"fonnas", el método r e S o 1 u t i v o de Galileo indaga los más sencillos
inglés tenía la convicción de que la tarea del conocimiento natural era en fen?menos de~ "movimient~, mat.emáticamente determinables, y al paso que
definitiva ésta: convertir el descubrimiento, que hasta ahora había sido las la mterpretacIOn de aquel radIca en mostrar la acción conjunta de las
más de las veces cosa del azar, en un arte que se practicara conscientemente. "nat~ra~ezas" en el hecho empírico, exhibe éste, con su ID é t o d o c o m ~
Ciertamente sólo ha dado vida a este pensamiento en la imagen fantástica po S.1 t.I V o, que la teoría matemática con su hipótesis de los elementos del
de la "Casa Salomónica", en su utopía; desenvolverlo seriamente, se ha mOVImIento, lleva al. mismo resultado que cuanto revela la experiencia.H
cuidado de hacerlo: el sentido, empero, que acompaña a su ars inveniendi, S?,bre esta base, a~qUlere ta~bién e! experimento una muy distinta significa-
hace de él un- enemigo del saber por el saber mismo y del conocimiento ClOn: y~ no es ~Impleme~te una mteligente pregunta dirigida a la natu-
"contemplativo'" partiendo precisamente de este punto de vista combate raleza, smo una llltervenClOn prevista, mediante la cual Se aíslan las formas
a Aristóteles y ~ la ciencia conventual. En su mano corrió la filosofía el elemen~ales del -acontecer, para someterlas a medida. De esta suerte recibe
peligro de caer del dominio de los objetivos religiosos bajo los designios de en ?,:ldeo todo lo q~e ~~bía prese~ti~o Bacon, gracias al princi~io ma-
los intereses técnicos. te~atlco. y ~?r su aphcaclOn al movnmento, un claro sentido utilizable en
Pero la historia demostró una vez más que los dorados frutos del saber la mve~t~g.aclOn natural; y conforme a estos principios de la mecánica pudo
sólo maduran donde no son buscados. Con la premura de la utilidad equi- en ~efmltlva',,:r;r e w ton, mer~ed .~ la hipótesis de la gravitación, dar la
vocó Bacon su propósito, y las creaciones espirituales que han convertido teona matematl~a para la exphcaclOn de las leyes keplerianas .
a la investigación natural en el fundamento de nuestra cultura externa, . .Con esto s"e~labase :n .una forma. enteramente nueva el triunfo del prin~
provienen de aquellos relevantes pensadores que quisieron comprender, con ClplO democntIco-platomco: el objeto de la verdadera ciencia natural
espíritu puro y sin propósitos reformadores del mundo, el orden de la ~o es otro que lo ~uantitativamente determinable: pero esto no versa en
naturaleza que a ellos cautivaba. r:gor, ~obre el ~r, smo. sobre el acontecer en la naturaleza. El conocimiento
. 3. La orientación hacia el fin práctico del descubrimiento hizo des- cIen~lfl~O se dl1a~a hasta donde puede hacerlo la teoría matemática del
cuidar a Bacon el valor teorético de la ID a t e m á tic a. Pero también movlmI;-~to. La. fI}osofía de H o b b e S:15 toma también este punto de vista
se había tenido ya conciencia de este valor particularmente en las ideas de ~a flslca gahleIca. La geometría es la única disciplina cierta; todo CQ_
fantásticas que, según modelo pitagórico, admiraban, en desbordamiento nO~lmlento de la naturalez~ enraíza en ella. Sólo conocemos- aquellos
neoplatónico la armonía numérica del universo. Del mismo asombro de objetos que pode~os constrmr: .de esta nuestra peculiar operación deriva-
la belleza y ~rden del universo han salido los grandes investigadores de la mos todas las demas conseCuenCIas. Por tanto, el conocimiento de todas las
naturaleza: mas 10 nuevo en sus doctrinas reside en que ya no buscan este
sentido matemático del orden cósmico en especulaciones numérico-simb6- 13 qompárese acerca d~ él como filósofo, K. P,RANTL, Sitz. Ber. de la Academia
licas, sino que quieren comprenderlas y probarlas en los he c h o s m i s ~ de MlUl1ch, 188~, 1; Y reCIentemente P. DUHEM, 1906-08, B. CROCE, Milán, 1909
J. PELADAN. Pans, 1909. L. OLSCHKI 1 252 ss '
14 H b . '"
Nov. Org.~ 1, 129.
11
ob es se. aprOPIa el punto .d~, vista metódico de Galileo (comp. De Corp.,
cap. 6) y, a deCIr verdad, en OpOSlCIOn expresamente racionalista al empirismo de
Compárese O. PESCHEL, Geschichte des Zeitalters der Entdeckungen (HistC?ria
12 Bacon.
de la época de los descubrimientos), 2~ ed., Leipzig, 1879. 15 Compárese la parte inicial de la obra De Corpore.
IV. La filosofia del Renacimiento. El periodo cienttlico-natural 30. El problema del método 343
342
cosas reside, en la medida en que es asequible a nosotros, e~ la red~cci~n bio de opiniones y los engaños de los sentidos, dice Descartes, que no po-
de lo percibido al mO~Ílniento de los cuerpos e~ el espaclO. La CIenCIa demos menos de no creer en ellos. En la diversidad de las impresiones
tiene que ir de los fenomenos a las causas y ~e estas,. I1:uevamente, a los que provoca el mismo objeto bajo diferentes circunstancias, no puede de-
efectos; pero los fenómenos son, según su esenCia, mO':'~Illlento~; ~as causas! cidirse cuál de ellas ° si, en general, una de ellas, encierra la verdadera
elementos simples de movimiento, y los .ef~ctos, tamb.lcn ~OVlmlentos. ¿SI esencia de la cosa, y la vivacidad y seguridad con que vivimos nuestros
surge aquel principio que suena a ll1atenahsta: j La fllosoüa es la ~octnna engaños en el propio acto de. la experimentación, da origen a la sospecha,
del movimiento de los cuerpos! He aquí la extren1a con~ecuencIa de la ·nunca extirpable po~ ~ornpleto, de si soñamos cuando estamos despiertos
escisión de filosofía y teología, iniciada con ~os minorit~. mgleses. . y creemos estar percIbIendo. Además, en la base de todas las combinacio-
Lo filosóficamente esencial en estos comIenzoS metodIcos de la mves- nes que es capaz de crear la imaginación, hállanse los elementos simples
tigación natural son, pues, dos cosas:. ~~ corrige ~l empirism~ por la a - rr: de las representa.c~ones, y en ellos tropezamos con verdades que no podemos
temática, y el pitagorismo de la tradlclOll humalll~ta se conVIerte, gracIas m~no~ ;lue admItIrlas, como por ej~mplo las sencillas proposiciones de la
al empirismo, en teoría matemática. Galileo constltuye el punto de cruce antmetlca, 2 + 3 = 5 Y otras semejantes. Pero ¿ qué tal si estuviéramos
conformados de tal modo que, según nuestra naturaleza necesariamente
de esta síntesis.
4. De esta guisa se hallaba en la teoría ma;:emática aquel m o ro e n - cieb:ríamos ~rrar? ¿ Qué tal si nosohubiese creado un de~onio, a quien le
t o r a c ion a 1 que Giordano Bruno había: pedIdo al ocuparse de la doc- hubIera vemdo en gana dotarnos de una razón, que en tanto parece ense-
trina copernicana para interpretar las percepciones sens~ri~~es.16 La ma- ñarnos la verdad, nos engaña por necesidad? Contra un tal espejismo nos
temática es la ciencia racional. Partiendo de eS,ta CO~;lcclon em'p~~nde encontraríamos indefensos y este pensamiento sembraría en nosotros la
D e s c a r t e s la reforma de la filosofía. En la formaclOn que reclblO en desconfianza, incluso contra las sentencias más evidentes de la razón
la escolástica jesuítica, había llegado a la c<?nvicción17 de que sólo en la incluso contra el "conocimiento por la luz natural". '
matemática podía satisfacer su honda necesIdad de v~r~a~, y no ~n. las Pero ,una vez que tan radical duda de tal suerte toca sus extremas
teorías metafísicas ni en la erudición farragosa de las dlsclplmas emplncas, posibilidades, acaba por destruirse a sí misma: pone al descubierto un hecho
y con arreglo al modelo de, aquélla creía poder -él mis.mo .fue, como es de c;rteza entera~ente irrefutable: para dudar, para soñar, para ser
sabido un matemático creador- transformar todas las CIenCIas ~umanas: en!5anado, es precIso que yo exista. La duda también demuestra que yo
SU fi1o~oda quiere ser U;la matemát~ca. u~üvers~l. .En la generalizacIón, 'para eXIsto com;>.?TIa e ~ e n c i a pe n s a n t e, con s c i e n t e (res cogitans).
este objeto imprescindIble, del pnncIpIO gahlelco, p~sa por alto C;lertos La proposlcIon COgl~O sum es verdadera tantas veces como yo la piense
momentos que se revelaron fructíferos par~ temas p.artlculares de la .lnves- o exprese. Y, a deCIr verdad, la certeza del ser no se halla fuera de mi
tigación naturalista, de mod? qu.e la doctr:n~ carteSIana no suele estunarse conciencia~ en ?in~n?" otra de mis actividades. Que yo vaya de paseo, pue-
como un progreso en la hlst~na ~e la Ílslca; pero .tanto may~r fue s~ d? en suenos lillagm~rmelo.18 Q';le y~ soy consciente n? sólo puedo ima-
influjo en el desarrollo de la .fllosoÍla, en el cual ha sIdo el esplntu dom1- gmarlo, pues el propIO acto de 1ll1agmar es una especIe de conciencia. 19
nante durante el siglo XVII y aún después. . La e e r tez a del s e r del a con c i e n c i a es la verdad fundamental
A aquellos pensamientos metódicos, que comparten por I~al Ba?~n y unitaria que encuentra Descartes por el método analítico.
y Galileo, añade Descartes un pos~ulado de. grandes cons:cue~cla.s: :xIg.m La superación de la duda reside en el a r g u m e n t o a g u s t i n i a -
que el método inductivo o resolutIvo condujera a un p r 1 ~ C 1 P 1 O U n l - n o (comp. parágrafo 22, 1) de la r e a Ji dad del a e s e n e i a e o n s-
e o del a ID á s e 1e V a d a y a b s o 1u t a e e rte. z a,. partle~do del ,cual, e Í. e n te. Pero Descartes 20 no hace uso del argumento como Agustín
después, se explicara el ámbito entero de la expe~l~nCla, segun. el metodo mIsmo y un gran número de pensadores sobre los que ha influido la doc-
compositivo. Pareja exigencia era sobremanera ongmal. y. enraIzaba en la trina de éste, en la época de transición. 21 Allí valía la autocerteza del
necesidad de un nexo sistemático de todos los conocImIentos humanos: alma como la más segura de todas las experiencias, como el hecho fun-
reposa en la repugnancia a la aceptación tradicional del saber histórica-
mente dado y en el anhelo de un~, nu~va e. íntegra creación fi~o~6fica. 18 "Responsio" de Descartes a la Objeci6n de Gassendi (V. 2). Comp. Princ.
Descartes intenta por una enumeraClQn m~uctlv~ y, un examen. cntlco de phil.• l. 9.
todas las representaciones, un punto de VIsta .sl~qularrnente clert~, pa:-a . L a t ra dUCClOn
19 " h ab't1 ua1 d '
e cogltare~ . . con el ternllno
cogltattO , . ¡'pensar" (pen-
derivar de aquí todas las demás verdades. La Imclal tarea de la fdosofm samlento), no se halla .:xenta de mal entendimiento, toda vez que este último vocablo
el! alemán (yen espan?l) alude a una forma de la conciencia teorética. Descartes
es a n a 1í t ic a; la segunda, s in t é tic a. m1smo esclarece el sentIdo del verbo latino cogitare (Meditaciones 3' Princ phi!
Las Meditaciones ofrecen la clásica exposición de este pensamiento. 1, 9) medi~nte .enun;eraciones.; entiende bajo tal término: afinnar, n'eg~, conc~ptua;;
En un dramático monólogo describe el filósofo su lucha por la verdad. Par- querer, o~lar, lmagmar, sentIr, etc. Para designar 10 genérico o común de todas
tiendo del supremo principio de omnibus dubitandum pasa revista general estas funcIones. no tenemos en alemán (yen español) otra palabra que "conciencia"
y D.escartes .:m~mo di<;e (Princ. 1, 9): Cogitationis nomine inteIlego illa omnia, qua~
a todo el ámbito de las representaciones, y allí le sale al paso todo el apa- nobls conSCllS In nobls flUDt, 9.uatenus e~run;. in nobis, conscÍentia est.. Lo propio
rato de los argumentos escépticos. Experimentamos tan a menudo el carfl- v~e para el uso que hace Spmoza del termIno; comparese de este últImo: Princ.
phtl. Cart. 1, prop. 4 scho!., y también la Etica~ ax. 3.
20 Quien parece que al principio no había conocido el origen híst6rico de este
16 G. BRUNO, Dell' inf. univ. e. mondo (L. 307). argumento: comp. Obj. IV Y Resp.
17 Compárese la bella exposici6n en el Discours de la Méthode.
__'if ~', .
344 IV. La filosofía del Renacimiento. El período científico-natural 30. El problema del método 345
damental de la percepción inter~a, gracias al cual~pose~ ésta superiorid,ad que ocasionalmente, la representación psicogenética de que estas Ideas se
epistemológica sobre las percepclOnes ~xternas. ASl habIa puesto en. prac- hallan impresas en el alma humana, por Dios, pero él trata solamente de
tica -para no citar otra vez la doctrma moral de Charron~ part1cular~ subrayar las más de las veces la significación epistemológica de la e v i-
mente Campanella el' principio agustiniano, cuando, parecldame~te ~l ¿encia racional inmediata.
gran Padre de la Iglesia, descubre los momentos de esta ~utoexpenencla Se hallan ~ropiamente mezcladas las dos significaciones en 1a s p r u e-
en las metafísicas primalidadcs de todas las cosas (comp. paragr. 29 .. 3). En b a s ca r t .e s 1 a n a s del a e x i s ten c i a d e Dio s, que, sin género
forma enteramente análoga, también T s c h i r n h a u s e n ha consIderado de duda, VIenen a formar una parte integrante de su doctrina del cono-
inás tarde -haciendo abstracción de Locke por completo22- yen. pr<.>- cimiento, en tanto, la idea de Dios es la primera a la que se dota en el
bable relación con Descartes el autoconocimiento como la expenentta desarrollo sintético de su método, cle la misma claridad y distin~ión o
evidentissima,23 que, por tant~, debe valer como el principio a post~riori d; la eviden~ia i~ltui tiva de la "luz natural" de que es portadora la pro-
de la filásofía (comp. más abajo el núm. 7), de tal .su~rte que, partiendo pia autoconCIenCIa. La nueva prueba (llarnacla "cartesiana") que pre~
de él pueden ser construídos a priori los otros conOCImIentos: p.ues en ella senta,27 es, formalmente considerada -y esto constituye un ~ditamento
está contenida la triple verdad: 1) de que somos afectados por clertas cosas desafor~unado -una mezcla de hipótesis escolásticas. De hecho parte del
agradablemente, por otras, desagradablemente; II) de que conocemos esto pensamIento de que la autoconciencia individual se conoce a sí misma
y no aquello; III) de que nos comportamos pasivarnent~ en la represen- ~omo. ~lgo finito y, por .tanto, imperfecto (conforme a la vieja idea que
tación, ante el mundo externo -los tres puntos de partIda para las tres IdentifIca las d~t~rmmaclOnes de valor con gradaciones ontológicas), pero
ciencias racionales: ética, lógica y física. que este conoclmIento no puede provenir más que del concepto de un ser
5. En cambio, en D e s c a r t e s tuvo el principio cogito sum no absolutamente. perfecto (ens perfectissimum). Tal concepto que hallarnos
tanto la significación de una experiencia, c~ant~ la de la primera v e r- en nosotro.s mIsmos, ha de tener una Causa que no puede encontrarse en
dad r a c ion a 1 fu n d a m e n taL Su eVldencIa no es la de una con- nosotros ~1l en o~ras cosas finitas, cualesquiera que sean. Pues el principio
clusión 24 sino la de la inmediata c e r tez a in tui t iv a. El método de causalIdad eXIge que en la causa se encierre tanta realidad como en el
analíti~o indaga aquí, como en Galileo, los ú 1 t i m o s e 1 e m e n t o s d e efecto' de ella. Este postulado realista --en sentido escolástico- se aplica
s u y o e vid e n t e s, partiendo de los cuales h,!-y. que explicar lo. de~~s: !lhora, en analogía .co~ Anselmo, a la relaci~n de lo representado (esse in
pero al paso que el físico descubre en el mOVImlento la forma IntUItIva ~ntell.ectu o esse obJetIve) Con lo :eal (esse 1ll re o ess~ .fonn~liter), para
básica, que debe hacer comprensible toda suerte de acontecer corporal, mfenr que no podnarnos tener la ldea de un ser perfectls1ll1O SI ella misma
escudriña el metafísico las ver dad e s e 1 e m e n tal e s del a e o n- no hubiese sido introducida en nosotros por tal ser. '
c i e n cia. En ello reside el r a c ion a 1 i s m o de Descartes. Es~ por tanto, una original combinación ésta con la que Descartes
i; Aclara su punto de vista diciendo que la superioridad de la autocon- ?rgan~za su prueba antropológico-metafisica de la existencia de Dios. Pero
ciencia se halla en la plenaria c 1 a r ida d y d i s t i n ció n, y presen- esta tIene por ;le pr~nto." en s,; t~oría. del~ ~onocimiento, la importancia
tando como principio del método sintético éste: e s ver dad e r o t o d o de haber destrUldo la IlusIOn escept1co~hlpotet1ca de un demonio falaz-, de
a q u e 11 o q u e e s tan c 1a r o y d i s t i n t OC? m ~ 1a a u t o c o n~ habe.r vuelto a establecer y con ello haber fundado definitivamente la
e i e n c i a, esto es, lo que se presenta tan clara e mde;IVablemente a los confianza en el lumen naturale, esto es, en la evidencia inmediata toda
ojos del espíritu como su propia existencia. Descartes defme ~o .claro25 como vez que la perfección -de Dios involucra su veracidad y es imposible que
lo que brilla intuitivamente a la mirada del espíritu; lo dIstmto como lo nos hay~ cre~do de ~al modo que, por necesidad, erremos. La prueba
que es en todas sus partes claro y firmemente determinado. Y aquellas de, la eXIstenCia
, l' de DIOS dada en la tercera meditación, tiene un sentido
representaciones -o ideas, como las l~ama Descartes d~ ~cuerdo con l~ ~un mas ~~p 10: la autoc~nciencia. ~o sólo está. cierta eo ipso de sí misma,
escolástica posterior- que en este sentIdo ~on clar~s y. dIstmtas, cuya ev~~ SI~O tambIen de una realIdad espIntual supenor, que reside en la Divi-
dencia no es derivable de ningunas otras, smo en SI mIsma fundable, reCI- mdad como la fuente unitaria de todo conocimiento racional. De esta
ben el nómbre de ideas innatas.26 A esta fórmula enlaza asimismo, bien suerte funda Descartes, por rodeo escolástico el racionalismo moderno·
pues esta ilación de pensarnien~os .d!lba el. sal~oconducto para atribuir l~
21 Comp. A. FAUST, Descartes" Agustín (Die Akademie, Erlangen,. 1924) y suprema certeza a todos los prmCIplOS eVIdentes, clara y distintamente a
LEÓN BLANCHET, Les antécédents historiques du Uje pense, done je sUtS" (París, la razón. A ellos pertenecen en primera línea las verdades de la matemá-
1920) . tica, pero también la prueba ontológica de la existencia
22 Compárese adelante el parágrafo 33 s. de Dio s. Pues con la misma necesidad intelectiva -así admite Descar-
23 TSCHIRNHAUS, Med. mento (1895), pp. 290-294.
24 Resp. ad Obj., JI. tes 28. ~l argumento anselmiano-, con la que se derivan de la definición
25 Princ. phil., 1, 45. . de tnangulo los teoremas geométricos, se sigue también de la simple defi-
26 Compárese E. GRIMM, La doc,~rina de Desc.ar~es de las Ideas tnnatas (J ena,
1873); también P. NATORP, La; teona d~l conoctmtenfo ~e Descartes" (Marburg~: lástica (Academia de Munich. 1897 y 1899), así como "Hist. Beitrlige zur Philoso-
1882). Que innatus queda meJor tradUCIdo con el termmo .aleII!-an elr:geboren phie", 1914, pp. 181 ss. '
que con el habitual "angeboren", 10 hace notar R. EUCKEN, Hzstorta y crítlqa de ~as 27 Meditaciones, 3.
corrientes filos6ficas del presente p. 73. (En español se trata de una mera etlmologm.
N. de T.) Véase además, G. v. HERTLING, Relan'ones de Descartes con la Esco-
28 Ibid.} 5.
IV. La filosofia del Renacimiento. El periodo cientifico-natural 30. El problema del método 347
346
-mismo coincide con Agustín y Duns Escoto) el momento volitivo en el juicio,
~~~~~. dL~n;,á~s~ffd~d t~~o~~~:a~er:s'DI~~, ab:~t~on;~;~e J::;'~~a~e s~ :~\~~ y Spinoza le sigue en este punto tan lejos, que acaba por ver en la afirma-
ción y negación una nota necesaria de toda representación y enseña que el
ten~a~2:orrespondiente modo se sigue del criter~o de la claridad y dis~n- hombre no puede pensar sin querer al mismo tiempo.35
6. La reforma (matemática) cartesiana de la filosofía tuvo un pecu-
ción que,.asimis~o, las cosas fit;itas 1Y(fr~d!X':l~~~fd!~ ;uJi~%i:ci~~e c~~ liar destino, Sus resultados metafísicos abrieron el camino para un des-
s~e c~n~~~C~~ :1! ~o:~~~~ia~e~~~o eesfo es pa:a 1?escartes lo ro a t ~: á~ arrollo rico y fructífero: pero su tendencia metódica fue muy pronto presa
de una incomprensión que vino a confundir su sentido. El filósofo quiso
q, P se limita a las determinaciones cuantitatIvas, al pas?~ que? v también ver aplicado en los problemas particulares el método analítico,
:{ ~i~6s¿fo en lo cualitativo dado sensiblemente en laet~~~~~clOn~:r~~ ~~ en gran escala,36 y concibió el método sintético como un progreso inventivo
algo oscuro' Y confuso. Por tanto, desen:bocan ro ; t' Y Llama 30 de una verdad intuitiva a otra. Pero los discípulos confundieron la activi-
ocimiento también para él en una f í s 1 e a ro a t e ro a. 1 e: a. dad espiritual creadoramente libre, que Descartes tuvo a la vista, con aquel
~:aginación (ima&in~tio) ~ la captura. sensibl~ de lo cuahta~:~~i;~ ~:1~ sistema de exposición por excelencia demostrativo que hallaron en el M a-
bio desü.ma conocnnlento mtelectual (mtellectlO) a ~a colmp d qu la n u a 1 del a g e o m e t r í 'a ,d e E u C1i d e s, El rasgo rnonístico de la
.0 , • t mucho que estane a ayu a e
constrmbl.e mat~n;atlcameln e, y por f par~ él reposa el conocimiento metodología cartesiana, la presentación de un principio supremo' del que
experiencia summlstra en a pnmera. orma, todos los demás sacaban su certeza, vino a favorecer pareja confusión, y
V erdaderamente científico en l. a últlma. 1 .. ) el nuevo método de investigación degeneró otra vez en un ars demons ..
La diferencia (que remonta a Dun~ SCO?
E t
y;;:
'n más eJos entre
a Descartes para
representaciones distintas y confusas Slrv~ as{m~s, n parte del principio
trandi: el ideal de la fisolofía- se veía en la tarea de desenvolver la suma
'de sus conocimientos como un sistema que parte de un principio funda-
-resolver el problema del error; ta SO.UClO 1 Divinidad er- mental de tan rigurosa consecuencia, como el manual de la geometría de
de la veracitas. Dei, pues no par~ce c~mP:~:l~~e t~"f~odo que, en g~ne Euclides con todos sus teoremas -derivados de axiomas y definiciones.
fecta haya podIdo ,:~ear la ~atu~a eZ~n~escartes a1. de una do c tri n
ral yerre en su aCCIOno qm ec a ro. . d er contada por
a A tales pretensiones había contestado Descartes haciendo, hincapié en
los peligros de esta interpretación, con un ensayo de tanteo;37 pero llegaba
d ~-l a l i be r t a d. particularmente 1unltada, que .P:re e s . t S d a seducir aún más la importancia de la matemática para el método de la
. . en el indetermInIsmo escotls a. e a - filosofía, precisamente porque allí se consideraba a aquélla como el i d e a 1
i~:l ::p:~s~:~I~~:~ól~l:st~eirresentaciones ~l.aras y di~tintas ejerc~~ del a c i e n c i a d ttm o s t r a t iv a. Al menos, en esta dirección se ha
:1 poder coactivo y d.et~rminante sobre u~ f~?~~~t~ 1i~ere~~:s;n~a~~~es manifestado superlativamente el influjo de la filosofía cartesiana, en la
sustraerse a su reconoCl:Il1ento, a~.fa~o·n~otivada e ilimitada 'de1liberum época posterior. En todos los cambios que van experimentando las doc-
oscuras y confusas mantIene la ac 1 u I 1 h b e su capacidad trinas epistemológicas hasta el siglo XVIII, es un axioma inconmovible, para
arbitrium indifferentiae: en aquel. poder posee e o::i;rio ilimitado se todos los partidos, la dicha apreciación de la matemática. Incluso se ha
'susceptible de ~xtenderse sUJ?er1atlva.Tef~eÜbe~t:~teab~0Iuta de Dios. 32 El convertido en hombres como Pascal, en palanca del escepticismo y mis-
revela su e~e~cla COIDdO unf~ Ima!?,;n enegación aparecen arbitrariamente ticismo. Puesto que ninguna ciencia humana, así razona, Pascal, ni la
se ongma cuan o a IrmaCIOn y f 33 metafísica ni las disciplinas empíricas, pueden alcanzar la evidencia mate-
error ... , de representaciones oscuras Y con usas. mática, debe moderar el hombre su afán cognoscitivo racional y tanto
(. f damento) en compama d . 1
L':'exigencia,. d~ a~í ~f~~a;adi~~n~~st;~c~!~d~eJi~~~:a~~~tee l~Ov~j;ee.p~~ más, siguiendo los impulsos de su corazón, entregarse a la fe llena de
presentimientos y al tacto sentimental de una vida noble, Asimismo el
_~~~e~~ac~fi~~:~t~: esta teoría d.e1 e~ror con l~s doctrinas de los ~cep~~~! místico Poi r e t ,a8 influído por Boehme, y el escéptico ortodoxo H u e t 39
y de '¡os estoicos de la synkatátheszs (comp. paragrafos 14,2, y 1(;, ~! asi se alejan del cartesianismo, porque no ha podido realizar éste el programa
advertirse holgadamente.34 En realidad, Descartes reconoce o e - de una matemática universal.
Enlazándose en un sentido aún más diverso con la dirección escéptica
29 H, GOUIUER~ La pensée religieuse de Descartes, París, 1924. 'dominante en Francia desde el gran influjo de Montaigne, aparece el
pensar científico-natural-matemático en P e d r o G a s s e n d i. Con ex-
~~ }t~~:: ~: Compárese BR. CHRISTIANSEN, Das Urteil bei Descar,tes (El juicio
en Descartes), Friburgo., 1902. antes que él Gibieuf, la doctrina es- 35 Eth,~ 11, prop, 49,
32 Aquí acoge Descartes, como un poco ,
• S6 Las reglas para orientar la investigación que se hallan en la parte. final del
cocesa, acto de la libertad de la voluntad, en Dtscg:rs de DESOARTES, se encuentran muy próximas a las baconianas.
33 Según esto, el error aP1{ce como 1 a' es la culpa del autoengaño. Male- Resp. ad, Obj, n.
pararelo con el pecado y, c?n e o, como c'd p, lt este pensamiento.
branche (E'rftr, I.I~ s.) partlc,:lardmente h~ue~St~=;teO a la ética de Descartes. Del S8 Compárese M. WmsER, Der sentimentale Mensch, 1924,
34 PareJa aflmdad se extlen e conse 'd d el recto querer Y obrar' de 39 Pe~ Daniel Hu et (1630-1721), el erudito obispo de Avranches, escribi6
.,
·conoclmlento e1aro y distinto se sigue
d l' por 'b'lidad , origina en 1a esf era d'e 1o
neceSl a se Censu,ra phtlosophiae cartesianae (1689) y el Traité de la faiblesse de l'esprit
los oscuros Y confusos impulsos, . e a ~ens\ 1error es un abuso de la libertad. El humam (1723). También es instructivo en el propio sentido su Autobiografía (1718).
moral, el pecado, así co~o te01:et~lCam~~i:a de la razón sobre la sensibilidad. Compárese sobre este filósofo, CH. BARTHOLMESS~ París, 1850.
ideal ético es la hegemoma sacra lco-es
- := - - ti
IV. La filosofía del Renacimiento. El período científico-natural 30. El problema del método 349
348
presa animosidad para el aristotelismo, era. un resuelto. ~efens~r ~,e la rg-~: noza, involucra ya el carácter metafísico de su solución (compárese pará..:
derna ciencia natural, y su retorno a EpIcuro, a qUlen habIa s~lv~.o grafo 31, 5).
con gran éxito tanto en su aspecto teorético como en el m~ral, slg!l1Ílca 7. Por poco que se haya osado en la época subsiguiente apropia;rse el
una renovación del atomismo, por demás influye.nte. Pero solo podl~ ar- contenido de la filosofía spinocista, su forma metódica, empero, ejerció
monizar estas convicciones con su situación rehg~o~a excluyen~o,. segun el avasallador influjo: y tanto más se aclimataba el método geométrico en
nlOdelo baconiano, todo lo s'Ll;prasensible del dorrumo ~el conoclI;uento por la filosofía de la Escuela, cuanto más se dejaba sentir el reto"Tno triunfal
la "luz natural", y aceptando para aquella esfera solo l~, vahdez d~. la del ro e can i s m osi 1 o g í s tic o; todos los conocimientos debían ser
revelación y de la doctrina eclesiástica. Por ello, combatlO la me!afIsIca ahora derivados de las más altas verdades, conforme a las reglas de la
de Descartes con armas sensualistas y se declaró en co?-~r~ del mtento deducción. Particularmente acogen los cartesianos alemanes orientados
de extender el método racional al conocimiento de la dIvlll1dad y de la en la matemática, el método geométrico en tal sentido: así ocurre en
J u n g y W e i gel, y el afán académico por escribir manuales halló en
esencia del alma.40 " este método una forma en íntima armonía con él. En el siglo XVIII ha
Intentos positivos para una postformación del roetodo carteSiano, con
arreglo al m e can i SID o e u c 1 i d i a n o d e pro b a .r, se ~allan en la promovido en gran escala Christian Wolff (comp. parte V de esta obra),
Lógica de Port-Royal y en los escritos lógicos de Geuhncx; s~n embargo, con sus manuales latinos, tal tendencia, y no podía existir de hecho mejor
acabado como de una sola pieza, aparece ante nosotros parejo e.sq,;-ema- forma para la sistematización de un cuerpo de doctrina concluso y en sí
tismo metódico en S p i n o z a. Por de pronto, hace una exposlclOn de claramente concebido. Esto se pone ya de manifiesto, cuando trata P u-
la filosofía cartesiana more geometrico, al desenvolve~ paso a paso~ ~na f e n d o r f, con arreglo al método geométrico, de deducir del único prin-
vez presentadas ciertas definiciones y determinados axl<?T?as, el contenIdo cipio de la tendencia de sociabilidad, todo el sistema del derecho natural
teorético del sistema, en una serie de teoremas (prop,?s~c:ones), c~da uno cual una necesidad lógica.
de los cuales debe ser probado partiendo de las defmIclOn~s, aXlOmas. y . E.stando en boga .esta opinión, se f?rrna en ella Le i b n i z, bajo el
proposiciones precedentes; a ellas. se van acoplando corolanos y. escobos mfluJo de Erhard Welgel, y fue al prinCIpio uno de sus representantes más
más libremente incorporados. En esta fonna pesadamente ~aJestuosa, consecuentes. No bromeaba cuando daba a un folleto político esta ex-
empero, condensa Spinoza también. su pr?pia filosofía en la ~ttca, y co? traña vestimenta,43 sino creía seriamente que las disputas ,filosóficas ter-
ello cree haberla probado con el mIsmo ngor que ostenta e.l sistema euch:.. minarían si pudiera construirse una filosofía tan clara y firmemente como
diana de la geometr~a. Este no s?lo .implica la c~~reCCI?n, e.xeI?-ta d~ puede hacerse un cálculo matemático. 44
lagunas, del procedinuento probatono, sm? .q:le tambIe~ eVidenCia I~eqUl Leibniz; se entrega a esta suerte de pensamientos con gran entusiasmo.
yoca. y validez incontrovertible de las de~lmclOnes. y aJnomas. U~ v~stazo Las incitaciones de Hobbes, que asimismo -aunque con propósitos ente-
en la ética (y no sólo en el primero, smo tambIen en lo~ subSIgUientes ramente diversos, comp. parágrafo 31, 2- conciben el pensar corno un
libros)' basta para convencerse de la ingenuidad. con q:H~ ?pmoza presenta cálculo con los signos conceptuales de las cosas, venían a asociarse' el
como conceptos y principios evidentes la. ~oct:ma .s,?hdlÍ1cada del pe!lsa:- arte lúlico y los esfuerzos de Giordano Bruno para mejorarlo eran bien
miento escolástico y con ello además antICIpa unphclte ya un cabal SIste- conocidos de Leibniz. Incluso en 1,os círculos cartesianos se p~nía a con-
sideración la idea de convertir el método matemático en un arte inventivo
ma metafísico. . 'd segú.n reglas: al lado de J o a q u í n J u n g influye sobre Leibniz, en este
Sin embargo, este ro é t o d o g e ~ ro é tri c o. tIene. -yen eso ;es: .eR
su justificación psicogené,?-c'7:- en. S'pllloza, al mIsmo tIempo, una slgmf.I se_ntl~o, el profes.or de Altdori J o h. e h r i s t o P h S t u r m. Hay que
cación objetiva. La C0-r:".IcclOn rebglOsa fundamenta} de 9-~e de la es~nc¡a anadlr en fIn la Idea de expresar los conceptos metafísicos fundamentales
unitaria de Dios se ongman todas las .cosas, pareCla. eXigirle un ;oetodo así como las operaciones lógicas de sus internos vínculos a la manera
de conocimiento filosófico que de pareja manera denvara. de la l~ea de de un lenguaje algorítmico, echando mano de caracteres' determinados'
Dios las ideas de las otras cosas:i1 E n 1 a ver dad e r a f 11 o s o f I a, el la posibilidad de escribir los resúltados de la investiO"ación filosófica (d~
orden de las ideas debe ser el mismo que el orden real parecido ~odo que la matemá~ica) en fórmulas gen~ra.1es, y de elevarse
del a s e o s a S.42 Pero de allí se colige de suyo que el proc,.eso real del «;le esta guisa a una lengua preCisa, sobre los heterogéneos estilos literarios:
origen de las cosas partiendo de Dios, debe ser pensando seg~n. 1,: analo- un ensayo por crear un lenguaje científico universal, una "lingua adarni-
gía del origen lógico de la consecuencia que parte de un. pnn~lpIo, y ~e ca", que tuvo, a decir verdad, en la época de Leibniz, numerosos defen-
esta suerte la determinación metódica de la tarea de la fllosoÍ1a, en SplR sores. 45 Así se explica que también se- haya propuesto Leibniz el pensa-
40 Compárese H. BERR~ An iure inter scepticos Gassendus numeratus fuerit~ Pa- 43 E~ el pseudónimo Specimen demonstrationum politicarum pro rege Polo-
nor'!"1f1" eltgendo (1669)., demuestra, con arreglo al "método geométricol l , en 60 pro-
rís, 1898. . d
41 Véase particularmente el Tratat. de mt. emen .; un
. b
comentarlO so re
el poslClOnes y demostraclOnes, que debe ser electo rey de Polonia el conde palatino
de Neuburg:
propio tratado, C. GEBHARDT (Heidelberg, 1905). " . "
42 Singularmente Tschirnhaus ha p1l:es.t~,en pra~t.lca
44 De scientia um·versali seu calculo philosophico 1684.
la opmIOn de ,que el 4SJHB '
verdadero conocimiento reproduce como dehmcIOn geneh~a el desarrollo ,~ su
. • ECKER (1661), G. DALGARN (1661), ATHANASIUS KIRCHER (1663),
objeto; nc;> se det.iene (Med. ment., 67 s.). a~te la paradOja de que una pe ecta
J. WILKING (1668) escribieron bosquej os de esta índole: a ellos Se relacionan una
vez más, en nuestro tiempo, los intentos por crear una lengua internacional.
definición de la rlsa debe provocar la propla rIsa.
IV. La filoso!!a del Renacimiento. El periodo cienlitico-natural 31. Sustancia y causalidad 351
350
miento de una Characteristica u~iversalis y de un método del cálculo n.ariamente q';l~ la inconmensurabilidad reside sólo en la limitada capa~
filosófico,4(3 cIdad cognoscItIva del hombre. Pero en el curso de su evolución se tornó
El resultado de estos curiosos intentos fue éste: que se acabó por bus~ esta diferencia, una diferencia absoluta: 50 adquirió significación metafísica.
car y fijar aquellas supremas verdades de las cuales, por combinación, !.Jeibniz disti~gue ~~~ra realiter entr~ la necesidad incondicionada que
deben ser derivados todos los demás conocimientos. Así se lanza tam- lTIvolucra la ImpOSIbIlIdad del contrano, y la n e c e s ida dco n d i c i o~
bién Leibniz, como Galileo y Descartes, a la rebusca de aquello que de d a que "sólo" es de carácter empírico (facticio). Divide los principios
ID a n e r a i n ID e d i a t a e in tui t i v a, esto es, como evidente, se im-
de las cosas en dos grupos: los que excluyen la posibilidad de su contra~
pone al espíritu y por cuyo enlace vienen a fundarse todos los .co:~·lOci rio y aquellos cuyo contrario es posible: distingue también metafísica~
mientos. En estas reflexiones tropieza Leibniz47 con aqu:l descubrlI~llento mente .entre ver dad e s n e c e s a r i a s y ver dad es f o r tui t a s.
(que ya antes de él había hecho Aristóteles) de que eXIsten dos dlVers,:s P.ero e~to s~ halla en re~ación con temas metafísicos, que se originan de
especies de estos conocimientos intuitivos: las verda~es .universales,. eVl~ CIerto mfluJ~ de la. teona escocesa de la contingencia y arrojan por la
dentes de suyo a la razón, y los hechos de la expenencIa. Unas tienen borda la valIdez unIversal del método geométrico.
validez intemporal las otras, vigencia particular: VJrités éternelles y ven-
tés de fait. Pero ~mbas tienen de común que son intuitivas, es decir,_ son
en sí mismas ciertas y no se derivan de otras; se llaman, por tanto, prunae 31. Sustancia y causalidad
veritates o, también, primae possibilitates, toda vez que en ellas se funda-
EDM. KOENIG, Die Entwicklung des Kausalproblems (La evolud6n del problema
la posibilidad de toda derivación. Pues la "posibilid,:d" de un co?-cepto de la causalidad), 2 vals., Leipzig, 1888~1890.
se reconoce o por la "definición causal", que lo denva de las prImeras . E.. WENTSCHER, Geschichte des Kausalproblems in Jer neUeren Philosophie
posibilidades, esto es, a priori, o por la experiencia inmediata de su rea- (H1stona del problema de la causalidad en la filosofía moderna), 1921.
lidad, a saber, a posteriori.
De muy interesante manera pone en relación Leibniz estas dos espe- ~ . El resultado positi~o. del nuev? m.étodo fue, en el campo de la meta~
cies de "verdades primeras" -las racionales y las empíricas, como se ~IsIca, como en el dOmInIO de la CIenCIa natural, una transformación de las
advierte- con las dos notas cartesianas de la evidencia intuitiva, 1 a ~deas medulares acerca de la esencia de las cosas y del engranaje de
c 1 a r ida d y 1 a d i s t i n ció n. Da un sentido un poco diferente a estas en el acont~cer: los concep!os de ~ustancia y de causalidad ganaron
la significación de las dos expresiones::l,s Clara es aquella representa¿:ión un nuevo contemdo. 1 Pero semejante gIro no pudo ser tan radical en la
que, diferente a todas las demás, es adecuada para reconocer su ob.Jet~; ~e~afísica, como en la ciencia de la naturaleza. En este dominio, más
distinta aquella en la que podemos diferenciar todas las partes constItutI- hmI~ado, se pudo, en cierto modo, comenzar ah ovo y crear de facto una
vas, al' par que conocer las relaciones que existen en estas partes. Con- teo:I~ enteramente n~eva}. un~ .vez que húbose descubierto el principio
forme a esto, son las claras y distintas las verdades a priori, las verdades- gahleIco: en las doctrI?-~~ fIlosoÍlcas, de. un alcance más general, el poder
"geométritas" o "metafísicas"; en cambio, las verdad~s facticias (de ex- y derecho de la tradIclOn eran demaslado grandes, para haber podido
periencia) son claras, :pero no distintas. Las primeras pues, son eVIdentes desplazarlos por completo.
por completo, se hallan ligadas a la convicción de la i ro p o s i b i 1 ida d . ,Esta diferencia ya se ponía de manifiesto en la del i cad a re l a~'
del o c o TI t r a r i o; en las segundas es comprensible que no sean lo ~ Ion C? n ~ o s con c e p t o s re 1 i g i o s o s. La investigación natura~
que son. En' aquéllas reposa la certeza intuitiva en el p r i n c i p i o de lIsta podIa aIsla.rse absolutamente de la teología y comportarse frente a
con t r a d i c ció n; en éstas ha menester la posibilidad comprobada por ella c?n entera mdifere~cia: la metafísica t~yo que estar, por el concepto
la experiencia real, de una explicación con arreglo al p r i n c i p i o d e de J?IOs y -por la doctrma del mundo espIntual, ya en amigable, ya en
razón suficiente. hostIl contacto con el círculo de las representaciones religiosas. Un Gali-
En un principio explicaba Leibniz tal diferencia por la imperf~cción leo había subrayado q.ue las inves~ig.aciol1es sobre la física no tenían que
del entendimiento hwnano. En las verdades racionales vemos la nn:po~ v,er n~da con la doctrm~ .de la Bzblz.a,2 y a un Newton no le impidió su
sibilidad del contrario; en las empíricas, éste no es el caso, y debemos fil?sof~a natural matematlca sumergIrse con ardiente religiosidad en los
limitarnos a la comprobación de su realidad;49 pero también estas últimas. nustenos del Apocalip~is. Pero .l~~ metafísic.os, por indiferentes que pudie~
residen in natura renun y para el entendimiento divino se fundan de tal ran parecer en materIa de rehglOll y mampularan su ciencia en sentido
modo que su contrar~o ~simismo es i~mposible,. aunq~e para nosotros .sea puramente teorético, debían reparar en que los objetos de que se ocupa~
posible. Al poner LeIbmz en parangon est,: dIferenCIa con la q~e ex~s~e.
entre las cantidades conmensurables y las lTIconmensurables, creIa ongI- ., 50 El motivo ~e ello residía en que la inicial interpretación llevaba a la admi~
SlO!l~e un~ necesl~ad in~ondicionada de lo facticio, esto es, al spinocismo, que
Lelbmz trato de evItar caSl de manera temerosa.
46 Compárese A. TRENDELENBURG, His,t. Beitraege tUT Philosophie, tomos 11 1 Acerca de esta lucha de las tradiciones, incluso en la esfera de la ciencia
natural, compárese P. BRUNET, Les physiciens hollandais et la méthode expérimentale
y IIl. . .. . ·d· (1684) .
47 Meditatwnes de cogmttone, veTttate et t ezs en France au 18me siecle (París, 1926).
2 Compárese la carta dirigida a la Gran Duquesa Cristina (1615). Op. Il,
48 Op. cit., 79. pp. 26 ss.
49 La distinci6n aristotélica entre di6ti y h6ti.
31, Sustancia y causalidad 353
IV, La filosofía del Renacimiento, El período científico-natural
352
ídola tribu, entre aquellos graves ~~r~rese~r verd3;d, entre /os peligrosos
de la naturaleza entre los ídolos d'
han poseían para la doctrina eclesiástica una significación esencial y deci~
siva. Esto acarreó a la filosofía moderna una situación difícil en cierto su propia naturaleza; no niega en verdad nq u~Ut mC~lrfr;. e hombre por
las causas finales 'd'" '. a me a ISlca se ocupe de
adscribe a la física, cor'n~°ci~nc{~Clp;~niahlstóricam~n~e transmitida, pero
modo: la filosofía medieval había puesto en los objetos del dogma, por
sólo mecánicas, causae efficientes p p , el conoc~m~ento de las causas
su parte, un interés esencialmente religioso; los modernos consideraban
aquéllos, aunque de modo general, sólo desde puntos de vista teoréticos. ralezas" o "formas" ( , , y ,;,e en e1 conocnnlento de las "natu~
De la manera más íntima advirtieron la imposibilidad de una metafísica . ' comparese arnba paráO'raf 30 1) "
propia quienes reducían, como Bacon y Hobbes, la filosofía a investiga- mtermedlo
. en el cual deben encontrarse la m b t f o . , 1 unf" terrItono
ción natural y abandonaban al dogma los problemas de la divinidad y flor. G En Hobbes discípulo d '; t d G . e a lSIca con a ISIca supe~
científiéa naturalmente a ce es e y e . ahleo, se reduce la explicación
del destino suprasensible del hombre. Bacon dice esto en un tono jac- , ,ausas purarnent ' .
Descartes aparta todo género d f el mecamcas. Pero también
tancioso, tras el cual es difícil reconocer su intención verdadera;3 Hobbes naturaleza -considera co e ~ausas . ma es en la explicación de la
deja ver pronto que su concepción naturalista, según modelo epicúreo, de Dios,7 'Más abiertamenmteO atdrevldo el Intentar conocer las intenciones
considera las representaciones supranaturales como una superstición na- . Y e manera más e ' . ' l' '
cida de una deficiencia acerca del reconocimiento de la naturaleza, una S pmoza
" 8 contra el antropom orlsmof' . d 1
e ateo!
nerglca, po emlza en fm
' E
tacIon de Dios de sus- 1 . o g 1 a. n su represen~
superstición que se convierte en poder obligatorio de la religión, gracias al 1í
fines de la DivinIdad y ha;t ~lOnes m el mundo es absurdo hablar de
todo dimana con eterna n:cesid~due os que se .refie.r~n al hombre: donde
orden estata1.4 Pero más escabrosa era la posición de aquellos filósofos
que mantenían el concepto metafísico de la Divinidad en ia propia expli- para finalidad alguna Contr t de ~a esenCIa dIvma, no existe lugar
cación de la naturaleza; toda la actividad literaria de Descartes está llena nueva metafísica han' combati~ es e car~ct~r mecánic?~antiteológico de la
de temerosas precauciones para evitar aquel choque religioso, al paso que mentos, pero si~ ningún é 't o con tI a, ~ elocuenCIa de los vicios argu-
Leibniz, mucho más positivista, intenta poner en consonancia su metafísica y Henry - More. La convic~ióo~ ~~op ~t?mcos i~gleses como C-udworth
mente de toda explicación c· e t' f~ eo~gI1a debla abstenerse definitiva~
con la religión; y por otra parte reveló la suerte de Spinoza cuán peligroso
era que la filosofía subrayara públicamente la diferencia de su concepto Leibniz (comp núm 8 d lt n 1 lC~ e os hechos particulares, y sólo
de Dios respecto al de la dogmática. "Istas mgleses hallaron
' , en la
e es e paragrafo)
" y.una parte d e 1os natura-
1. Pero la principal dificultad del problema estaba en la circunstan- 1ciliador entre los . .. concepcIOll metafíSIca un punto de vista con~
cia de que el nuevo principio metódico de la m e c á n i c a excluía toda . prmcIplOs en pugna.
reducción de los fenómenos corpóreos a fuerzas espirituales. La naturaleza por tierra también lo
Pero al exclUIr tercer d e 1a expr
unespiritual " de la naturaleza se venía
lcacl~n.
fue desespiritualizada, la ciencia no quería ver en ella otra cosa que mo- la idea de la diversidad ontol~~:ento ~e 1~a .vIeJa concepción del mundo:
vimientos de pequeñísimos cuerpos, de los cuales un movimiento sería ·la
causa de otro. No quedaba espacio alguno para el influjo de causas sobre~
raleza, como se había ido c '" d y aXllo ogIca de las esferas de la natu-
naturales. De un golpe se convirtieron en -errores, científicamente supe~ delo pitagórico, en la doct~i::~eoo'l a ó a~ cl~ras, según el más viejo mo~
rados, magia, astrología y alquimia, en las cuales el fantasma neoplatónico las cosas. En este respecto h b' P at mca e un cosmos escalonado de
había sentado sus reales. Ya L e o n a r d o había pedido que se explica-
t~stico~natural del Renacimie:t;a p-a labor~d?, con éxi~o 1:- filosofía fan-
ran los fenómenos del mundo externo sólo mediante c a u s a s n a t u r a- bIas~ renovado la doctrina estoi~a : : lr;:e~~~IOn ?-e Nlcolas de Cusa ha-
l e s; los grandes sistemas del siglo XVII sólo admiten, sin excepción, estas tanClaS en cada punto del n' 1 e u 1 dad de todas las sus-
. u Iverso: pero ahora c 1 t' f d '
causas, y un cartesiano, Baltasar Bekker, escribe un libro 5 para demostrar copernlcano como se advl'e t B on e nun o el SIstema
' 1 '
Clas a representación de la h re en runo '.penet d
ra en to as sus consecuen-
que, según los principios de la moderna ciencia natural, deben ser con- del Universo' no od,omogeneIdad9-etodaslaspartes
tados entre los errores más nocivos, toda suerte de espectros, exorcismos,
poderes mágicos -una amonestación que estaba muy en su lugar para
reino de lo imperf~cto i lala fPoners~ ya el mundo sublunar, como el
y movimiento son igu~les ene~~o:spI~'ltual del cielo estr~11ado; materia
combatir las muchas supersticiones del Renacimiento. este pensamiento ue acab rerr~os. Kepler y Gahleo parten de
Con los espíritus hubo de ceder terreno, asimismo, la t e o 1 g Í' a. ° la identidad de 'laq enerO'ía aeKor per!~ccI~narse cuando Newton reconoce
La explicación de los fenómenos naturales echando mano de su finalidad de las estrellas. Para lab moder a c~u a. e una manzana y en el vuelo
desembocaba, al fin de cuentas, en el pensamiento de una creación espi- de esencia ni de dignidad e t na .c~encla ,natural ya no existe diferencia
ritual u orden de las cosas: de esta guisa se halla en contradicción con teramente unitario. n ; ; CIeo y; tIerra. EI.::nive:~o es en~
el principio de la mecánica. En este punto llegó a ser superlativamente c~:mtra el sistema a r i s t o t ' 1 . as la mlSl~a concepClOn se dIrIge también
perceptible la victoria del democritismo sobre la filosofía platónico aris- TIas y formas, barre con to~a \ c o - t o m 1 s t a de la evolución de mate-
totélica de la naturaleza: pero también la nueva filosofía vino a subrayar e inferiores -de las muy c b at'duchedalu;nbre de las fuerzas superiores
esto del más enérgico modo. B a con contaba la consideración teleológica om a 1 as qu Itates occultae-, admite como
3 De Augm. Scient' IX, donde 10 sobrenatural e inconcebible se presenta como : De Augm' III, 4.
J
J
cartes considera las cualidades sensibles como oscuras y confusas represen- al-dualis mo de las sustan~?n enSan e~ Descartes gracias
taciones, al paso que para él vale la captura de las detenninaciones cuan- Iosbllementos simples de la realidad 1 a s . ~l n;etodo a~alítico debe buscar
titativas del mundo externo, a causa de su carácter matemático, corno va es de otros. Descartes descub ' por ~I mIsmos .evldentes, ya no deri-,
¡i la única representación clara y distinta, esto es, verdadera. re que O sUsceptible de experiencia es
Según Descartes, pues, pertenecen tanto los sentimientos sensibles, como distinguir en este res
también los contenidos de la sensación no al mundo espacial sino al anÍ-, universal ue pecto, de manera muy minu i
hecho apIi~6 c~r;:ror~r;~e Descartes en las M editacio~e~say lentre fl mé!od.o filosófico
mico y representan en éste las figuras geométricas cuyo signo constituyen.
Ciertamente, en la investigación de lo particular,12 sólo podemos llegar a
ora en el Discurso J:ZCr:nlt ~u~ fonnul¿ ?ra en las R;gula~S :dgD~ p~~ct1Cas 9,u e ~~
muc~30sE~;pectos. ChomPáres~ ~áse~r:it~l~i~~~:r~p~odila nOátoria::~t~o:ei:a~~~en~~
1 ay conc. um und II 8 ' e par grafo 30 '
9En lo que se había adelarttado a él Miguel Servet (quemado en Génova por e P~ágrafo 34·, 1, más ~del~te.' ,paragrafo 23 S. Compárese también de est b
Calvino en 1553). Como cual'd d '. a o ra
10 Saggiat., 1I, 340. cuerpo sobre otro 1 a es terCIarIaS añade Locke 1 Hf
jJ) D . as uerzas" en el influjo de Un
H Med., 6. 268 S. Esa., Oeuv. (C) X, pp. 181 ss.
12 Compárese M ed., 6, que haee resaltar del modo más claro la muy estreeha 16 Essay, II 4 Edición de la Academia: V, pp. 237 s.,
relaci6n que tuvo la investigaci6n fisica de D e s c a r t e s COn la experiencia. Precisa
17 Human ~at¿ .
re, caps. 2-5, Lev:atán, caps. 4 ss.
31. Sustancia .Y causalidad 357
IV, La filosofía del Renacimiento, El período científico-natural
356 En ello estriba que todas las sustancias .. ' .
una de ambas clases todos los cu paltIculares perteneCIentes a
o una especie de ser espacial o una especie de ser consciente. E s p a e i a .. . ' erpos por una parte tod l ' .
1 ida d y e o TI e i e TI e i a ("extensión" Y '~pensamiento", según la traduc-
por a otra, sean Iguales según su ' , , , o s os espIntus
P,ero de aqul sólo hay ~ n p a s o :sl~n~~~aSjun su atnb,uto constitutivo,
I
ción habitual de extensio y cogitatio) son los a tri b u t o s supremos, sim- VIerta en identidad metafísica T d i e que esta Igualdad se con-
'" ples y originales, de la realidad, Todo lo que existe, o es espacial o es
consciente. Ambos predicados se comportan entre sí disyuntivamente:
los espíritus están dotados de 'c o. os, os cuerpos son espaciales, todos
.
renCIan entre sí por los diversos
onCIenCIa' los cuer
d d '1
'1
,pos smgu ares se dIfe-
'
SI ua~IOn, movImIento); los espíritus sin g ula
lo que es espacial, no es consciente; lo que es consciente, no es espacial. 't" , -, mo os e a espacialidad (f •
' , 19ura, tamano,
La autocerteza del espíritu es -sólo de la personalidad como esencia cons- los dIversos modos de la co '
. .
, 'd
nCIenCIa (1 eas JUICIOS
r~s ,s~ dIferenCian entre sí por
t 1")
ciente. El cuerpo es real en la medida en que posee en sí las determi- cuerpos smgulares son modo d I ' " ' ac os vo ItJVOS , Los
naciones cuantitativas del ser y acaecer espaciales, de la extensión Y del modos de la conciencia DeS te a espacIahd.ad; los espíritus singulares
movimiento; las cosas son o cuerpos o espíritus; las sustancias son o espa- . , e s a suerte contIene el t 'b t I '
ciales o conscientes: res extensae Y res cogitantes. d eranCIa metafísica " .sobre las sust anClas ' 'd'IVI'dua1es a n u o a prepon-
lO
sus meras mo d IÍlcacIOnes' de 1 ' que aparecen cual
De esta guisa se fracciona el mundo en dos reÍnos enteramente diver- de las res cogitantes modi cog~t rt~s ~xtensae se hacen modi extensionis'
sos y por completo separados: el de los cuerpoS y el de los esplritus, Pero D .' lalOms, '
en el fondo de parejo dualismo está en Descartes el concepto de la divi- ,
fIlosofíaescartes mIsmo
natural ha llevado
al que h l' ,esta d clonsecuencIa " solo al campo de la
nidad a título de ens perfectissimum o de sustancia perfecta. Cuerpos Y . ' a ImIta o a expos'c'l" d "
esplritus son cosas finitas, Dio s e s e I s e r in fin i t 0,18 Las Medi- d octrma
c'l" )1 d
metafísica, Pero aq ' t ' 1
UI omo e concepto ge
I IOn e prmclpio de su
1 d" . ,
IOn, e suyo, un sentido dete . el • .• nera e modlfIca-
taciones no dan lugar a duda que Descartes toma el concepto de Divi- (determinatio). Los cuerpos s rmma o e mtUItIvo: el de la limitación
nidad completamente según la concepción del r e a 1 i s ro o e s col á s- del' on partes del espa' ]" ,
espacIo general o extensión 19 Por tant ,. C 1 o, ImitacIOnes
tic o. El espíritu humano debe captar en su propio ser que se conoce concepto de cuerpo con el de . . l' .0'dcolOclde para Descartes el
como algo limitado e imperfecto, con la misma certeza intuitiva que la verda d ' un trozo de espacio
era esenCIa, espacIO LImItalo' El cuerpo es, según su
realidad del ser perfecto e infinito (comp, arriba parágr. 30, 5), Al argu- por a 1 son los c o r p ú s c u 1 o 20 't os el eruentos del m u n d o c o r -
mento ontológico se añadía la relación de Dios y Mundo en la forma ' ..- s, es o es os trozos d '
de la oposición de 10 infinito Y lo finito, sustentada por Nicolás de Cusa, nent r es y ya d' no
, , dIVISIbles reaI't '
1 er. en tanto estructu
' e espacIO perma-
1" •
e o, ,son IVlslbles hasta el mmIO ' f' 't esto es e Idras " matematIcas
d ' . em-
Pero aquella afinidad con el realismo de la Edad Media se destaca darl- P eXIsten
no propiamente á tom s A,' . ' n e ommlO e tal ciencia
simam en la evolución de la metafísica que sigue a Descartes: pues bTd
I I ad d Ivacío
e espacio o ,
y la infinitudSI se dsIgue 1 de esta s h"Ipotesls, ' Ia Imposi-
'
las c oente
TI s e c u e n c i a s pan t e í s t a s de este supuesto, que en la época ,~ a 1 e b r a n che formula an' e ~un~o de los cuerpos,
escolástica habían sido con tenidas con manifiesta dificultad, se ponían al eSplrItuS. En relación con 10 /loga ex~g~nC1a para el mundo de los
desnudo ahora con plena evidencia y firmeza, Y si en las doctrinas de abajo núm, 8), que no le s ::~i~~QS teor~t~co-cognoscitivos (comp, más
los sucesores de Descartes se halla cierta inequívoca afinidad con aquellas cosas que el que se tiene en b' 11 n 2~dmItIr otro conocimiento de las
doctrinas que sólo pudieron llevar en la Edad Media una existencia más selle, que, por ser igual en tod~~s 1 ega ,::1 co~cep~o de la raison univer-
o menos oculta -es concebible esto, sin contar la dependencia directa- tenecer a los modos del espl' 't f' ~s eSpIrItus mdlvIduales, no puede per-
mente histórica, sólo por el nexo pragmático y la necesidad objetiva de 't
TI us
f"mItos modificaciones nu de ella'lllIto'' de ahíq , ue s~an mas " bIen los espí-
las 4.
consecuencias. ser ?tra cosa, por tal motivo ' una. razon umversal que no puede
El nombre metafísico común de "sustancia" para Dios en sentido
de los cuerpos, Aquí se fundao t eSplrItus
i
sentIdo es Dios el "lugar de sque ~~ a;,flbuto de la Divinidad, En este
infinito (para espíritus y cuerpos en sentido finito) no podía encubrir b" , así como , eI espacIo' es el lugar
por mucho tiempo los problemas que bajo él se ocultaban. El concepto la relación conceptual d 1 amw In y, a deCIr verdad, de mejor modo
de la sustancia se hallaba en evolución y necesitaba de ulteriores trans- acab - e o genera con lo partic 1· '
, a, por pensarse tal relación em ero u ;tr, y por otra parte,
formaciones. Había casi perdido su contacto con la representación de carteSiana del espacio y de los' P ~ en, ~nalogIa con la concepción
"cosa", de la categoría de inherencia: pues precisamente esta unificación, p a ció n ..22 Todo conocirni t cherpos, mtUltIvamente, como par tic i-
esencial a esta categoría, de una multiplicidad de determinaciones, para en o umano es un participar en la razón in...
poder representarnos 10 real de manera unitaria, faltaba por completo
19 eo,mparese
" la obra Princ ph'Z d d ..
en el concepto cartesiano de las sustancias finitas, en tanto éstas debían
ser caracterizadas por una propiedad fundamental: o la de la espacialidad
~i~~t;e;:~~?n del cuerpo sinpuIa~ co~" el O~p~c:lm~s~o se subraya clara~ente, que
20 p Ido con la que eXIste entre el individ g nI raI, pU,ede ser eqUlparada en
o la de la conciencia, Todo cuanto además se encontraba en las sustan- ara esta teoría corpuscuIar h 11' D uo y a espeCIe,
l'nt¿~és e~ dialéc:ic~a~~t~~ ~le ~u~c;~mando formaci6~ ~~:~O'te~~¡~
cias, tenía que ser considerado como modificación de su propiedad fun- nert y otros, La diversidad d . a o escartes sugerencias en Bacon
rep;,saba la en, su
damental, de su atributo, Todas las propiedades Y estados del cuerpo, son
modi de su espacialidad (extensión);' todas las propiedades Y estados del encuentrr::a!n cl=nit.i~o-I?-atudrall
que filos6ficof una y el. ~~~~le!~~o
tiene un ~í,sicod'
21 Rech d I lS o¿na f: a atomística de LASSWIT exposlclOn e ella se
espíritu son modi de la conciencia (madi cogitandi). 22 , e a v r. 111 2 6' G J, z,
Se recuerda la' 1 ; " , onversactones, 1 10
filosofía de los griegos",P atomca methesis: compáJ:'e~e ei parágrafo 1,3 1 de ClLa
18 Lo propio dice Malebranche (Rech., nI, 2, 9 a E): Dios no puede ser sino
celui qui est, Dios es l'étre sans res.triction, tout étre infini et universel.
-i-
IV, La filosof!a del Renacimiento, El periodo cientifico-natural 31, Sustancia y causalidad 359
358
ciencia, com.
se do )conocimiento
'b y voluntad .25 Menos a'un ( como d e suyo
finita, todas las Ideas de las cosas finitas son meras determinaciones de _ c~.mPdren e atn uye. a E~te las modificaciones de la espacialidad como
la Idea de Dios, todos los impulsos dirigidos a lo singular no son otra p~e 1ca os de:: su esencla, bIen que nunca tuvo intención 1"
cosa que participaciones en el amor de la Divinidad (fundamento de expresar partlcularmente esto. Dios mismo no es es írit P<? emIca para
la vida y de su esencia), inmanente por necesidad en el espíritu finito. El sólo puede
co ' d 'decirse que j
es. j Qué duda cabe 1. ..
aqu'lPesta'ua nI cuterpo
nues ~ de
ra VIsta
Sin género de duda, cae Malebranche en una situación muy escabrosa, · n un gIro 1verso, e v i e j o p r i n c i P i o del a t e
al disolver por completo el espíritu finito en el espíritu divino a modo de t1va El c .. d 1 o ogla nega-'
l '
. onOCIIDIento e as cosas y estados finitos conduce a do
una modificación de éste. Pues ¿ cómo puede explicar, según esto, la supremos y generales co?~eptos: espacialidad y conciencia: a ambos l~
independencia Y la autoactividad que aparecen a las daras en las incli- IDlsrno que a los casos fmItos se adscribe una dignidad t f .
naciones y actos de la voluntad del hombre, en oposición a Dios? Allí rior: son atributos y las cosas son sus modi P . . IDe a llsIca supe-
no suministra ayuda alguna la palabra "libertad'), sobre la23 que Male- ción de est d d ' . ero SI asc1end e a abstrac-
· as os etennmaciones objetivas a lo general al ens enerali
branche expresamente dice que es un misterio impenetrable.
5. En esta serie de pensamientos de Malebranche acaba por aparecer ~~r:~:'¡a d;~;;;,~ece
· .d d t d
,de este concept~ todo co~;enido de;erminad~ sól~
vaCIa de la sustanCIa. TambIen para Spinoza es la Di
y
esta inevitable consecuencia: los atributos que en Descartes eran conce~
bidos como esencias separadas de las dos especies, se convierten al fin de r.~n~i: ~a :;'irticC~~6
de ello, n a da, Su teologia se- halla por completo e~
cuentas en los a tri b u t o s del a s u s tan c i a in fin ita, e s t p e s,
del a D i v i n ida d. En esto precisamente reside el carácter esencial existe Perode siotro modforma es D'lOS 1a esenCIa
en tal ' general de las cosas finitas, no
del s p i n o c i s m o, que en esta -dirección y, partiendo del cartesianismo 'b t 'D' o que. en ellas y con ellas. Esto afecta desde luego los
por de 'pronto, lo ha llevado hasta sus últimas consecuencias. También dea t n Elu os.
del r lOS' no esd e d. e11 as. y e11 as tampoco son diferentes
dIferente
él mantiene enérgicamente el dualismo cualitativo y causal de espacio y éste. 'Por fa~r;o pm~d o ~o:n:;-o áa~ dlmenS1<;,nes del espacio no difieren de
conciencia. El mundo espacial y el mundo espiritual son entre sí hetero- b 1e s a t r . b ' u e eClr pIDoza: DIO S con s t a dei n con t a -
1 ., I ~ t o s,. o. Dens Slve omnia eius attributa.27 Y la .
géneos y absolutamente independientes.. Pero toda la serie infinita de los re aCIon sedreprte aSIIDIsmo entre los atributos y los modos. Cad!rof1.~
cuerpos, con sus divisiones, figuras y movimientos, significa tan sólo el bdeutaDios es, to
repertorio de los modi de la espacialidad, de la propia manera que la t a b"vez que
. f' expresa
. ' en det ermma. d a f arma, la esencia infinita
a n
, am len m mIto a su modo' pero no existe d
serie infinita de los espíritus, con sus ideas y voliciones, exclusivamente con y en sus incontables modifica i . . . eues
otra suerte que
los modi de la conciencia. Por tanto, a estas "cosas" finitas no puede ya a título de esencia universal de éS~~n~s'és~~o~ó~;l~:, lI , en llas co~as
convenir el nombre de "sustancia". Sólo puede llevar el nombre de sus- dde su realidad, En tal sentido toma Spinoza de Nicolás d~~:s:s mr!], o~
tancia aquello cuyos atributos propios son el espacio y la conciencia: el
Ser infinito, 1a D iv i n ida d. Pero su esencia no puede agotarse en laa~a~:;:?~z~~S n,aturan~
expreslOnes n;atur;, y natura naturata. bio~o~s
-como suma d' fama la e~encla cosm1ca umversal es la natura naturans·
estos dos atributos, los únicos asequibles a la experiencia humana. El
ens realissimum encierra en sí la realidad del i n con t a b 1e n ú ro e r o
de todos los atributos posibles.
dificada, es 1:
n~~~~sa;a~~~~~ar'¡,'i 'en las c;tales esti esencia aparece mo:
turans la causa eficiente de l~s c ~n ocaSIOnes se lama a la natura na-
También aquí, pues, el último fundamento reside en el concepto es- creatriz como algo diverso de su o as,. no ;ay que p~nsar esta energía
colástico-realista de la esencia real por antonomasia. La definición spino- sino en sus efectos Este es el ~ propIOS e ectos; pareja causa no existe
ciana de s u s tan c i a o di v i n ida d a título de esencia (essentia) que E f : p enano y expreso panteísmo de Spinoza
. n 1~, se repIte una vez todavía esta relación en la distinción u~
yfre,ce Spmoza ~ntre los modos infinitos y los finitos,'" Si cada
involucra su existencia, no es más que la condensada expresión de la
qd
prueba ontológica de la existencia de Dios: la "aseidad" se mantiene .os .II;contables fuutos es un modus de Dios ha de valer t b" ulno e
en el término de "causa sui", la sustancia como aquello "quod in se est mfmIto que e t 11' ' am len e nexo
.como dn re e os ppva y que los determina en su esenciabilidad
un mo o, y, a deCIr verdad, como un m o do in fin i t 0.29 Spi~
et per se concipitur" es otro giro del mismo pensamiento. - Partiendo de
____
estas definiciones es comprensible de suyo la prueba de la unicidad e in-
finitud de la sustancia. 24 25 Allí mismo 1 31
Pero que aquí, metafísicamente vista la cuestión, nos encontramos con 26 Oon e 11o compagina
" '
en una gradaci6n triuartita que one 1 ~ ¡.1 a ~ .c,o n,? C1ro i e n t o fundada
también su t e ' d I '
una secuela de pensamientos por completo "realista", se sigue con toda mediata de la derivaci6n di~ina d p t d al 1 n tUl C Ion como la captura in~
claridad de la doctrina de Spinoza acerca de la esencia de la sustancia .sub specie aeterni por sobre la ~rc~ ~~, as cosas, ':' ;nanera ?e un conocimiento
y de sus relaciones con los atributos. Pues el sistema spinocista no dice con la docta igno;antia dIe p p Ion y la achVldad raclOual. Esto coincide
27 L . e usano.
de la sustancia o Divinidad otra cosa que 10 que está contenido en el
atributos fueran irrealidades' independient s n ~~~. ,; umgu}t manera como si los
o que, SIn embargo no debe ente d d .
concepto del ens realissimmn, en determinaciones formales. En cambio, como 10 quiere K. THOMAS S 1 e y l~S tan S? o un nombre colectivo
queda negado expresamente todo predicado concreto. En particular, se Koenigsberg 1840 U t 1 ~ P' a s. Metaphyszker (Spmoza como metafísico)
halla dispuesto Spinoza a desposeer a Dios de las modifaciones de la con- traste COn t~do el 'sist~aa punto d e vlsta nominalista, tosco por demás, daría al
28 E twa~
. 1, parágrafos. 23 y 30.
23 Compárese el parágrafo 30, 5, nota 31.
Por tanto ve e~n eiÍ~s C~~Sl.d er:--ddOS c~mo .la na¡tura naturata los modos in-
finitos en tanto 'sedeberi
29
, sen 1 o spmoclsta, as causae efficientes: comp.
24: Etica~ 1, prop. 1~14,.
~,1' AJ¡,f"IÍ1
~~ ""';"A
360' , IV, La filosofía del Renacimiento, El período científico-natural 31. Sustancia y causalidad "Q~?~ "",""",:
problema ~c~r~a de la esencia d~, esta relación, m;dular queda res~to J1',,};r;,~,':-~':':,',~< 1
.1 '.
,
d 30 L D' inidad como el ser cósmico
nofa estatuye tres de estos m~ o~:. a IV a serie de modos fini~ por el prmClplO de la e c u a C Ion m a t e m a tIC a, que después· ~"'~.::\;~( !i¡{'"J~~.{",-
.; universal aparece en dIos seres mdlvldu,al¡es "Ct~~~ ~~iverso. En el atributo transforma en el de la id e n t ida d m e t a f í s i e a. Tanto movimiento ,.,....
s correspon e como IDO d us In In en la causa, tanto movimiento en el efecto. Descartes formula pareja idea
tos: a e)1o . .
.
) od finitos las formas espaciales concreta~,
de la espacialIdad son os I? . os. . . 31' en su ll10Vl- con la ley de la conservación del movimiento en la na~
el modo infinito es el espaclO mfmlto o la mate~la . mls~~, al lado de tu r a 1 e z a. La suma del movimiento en la naturaleza permanece siem~
miento y reposo. Para el at:~buto de la concler:-~~en~~t:~ infinitus".32 pre constante: lo que un cuerpo pierde en movimiento, 10 trasmite a otro.
las funciones de la represcntaclOn y del querer\ el 1 l' t de David de Tocante a la cantidad del movimiento, no hay nada nuevo en la natu~
. d' t t al pantelsmo rea 15 a raleza; sobre todo, no existe impulso alguno proveniente del mundo espi~
~~ln~e;u:f~'~a~:~~f~~iS~~~; ~;:~c~ de la filosofía, :ráfig?i~:~a ~~l:~;~ ritua1. 35 Incluso para el reino de los organismos se convierte este principio,
, 27 1 Y 2) Su metaÍlslca es en este sentl o a u por lo menos, en un postulado, aunque prácticamente se ha defendido
paragr.., .' 33
del reahsmo medIevaL.. d 1 diferencia cuali- con muy débiles argmnentaciones. También los .animales Son máquinas,
6 . Con estos motIvoS, refendos al problema e a
. ' 1 fl f'
'1· ' ,
derna a una conCl laClQn
cuyo movimiento se provoca y detennina por el mecanismo del sistema
d d la conciencia Por lo pronto, os prmclplOS lace del sistema nervioso sensible con el sistema motor, en el hombre, en
ra~~re~ier~n el intento d~ aisl~r c~~pletamente el curso del acontecer en una parte impar del cerebro, la glándula pineal (conarium, glans pinealis).
las dos esferas de las sustanCiaS fmltas. 1 d d 1 Pero tanto más difícil se presenta la otra parte del problema: la com-
De manera relativamente sencilla se logra est~ ~1 e mun 10 ideo: prensión de la vida espiritual sin ninguna referencia a la corporal. Cuan~
cuerpos, En tal domin~o del saber, por o)bra d~ ,adl.e;ogan~onaarreglo to más simple e intuitiva era la acción de un cuerpo sobre otro, tanto
d causa un sentIdo por comp eto ~ne, ,1 " menos perspectivas había para hallar una representación científicamente
e conce ción escolástica (que con validez aXlOmatlca aun aparece en utilizable en la explicación de un nexo incorpóreo de los diversos espí~
ia;aM edita~iones de Descartes en importab~tes l~?~~esá~s l~~ ~s~~:~ ~;raa~ ritus entre sÍ. Por ejemplo, Spinoza expresa muy enérgicamente este pos~
t c i a s o cosas' los efectos, en cam 10, ac lVl a tulado metafísico general cuando promete, en la introducción al tercer
S u s a.n cosas ue 'se roducían por tales actividades: era el c<?llcepto libro de la Etica tratar las acciones e impulsos del hombre, .como si se
~~i:'?~~~a~istotéli,c~ de la~
aitía" Galileo a la inve;rsa r~)or:a :q~~l~~:aq~: hablara de líneas, superficies y cuerpos; pues lo que interesa no es calum~
los pensadores gnegos mas antiguos (comp. paragr, l' ., niar ni hacer mofa, sino comprender. Pero la solución de este problema
aplicaban la relación causal a los e ~ t a d o s, esto ,els,. a os~: :~:~ e s~~ se limita desde. un principio al análisis del nexo causal entre las a c t i ~
t o s de las sustancias, no al ser mIsmo de estas u t1~.?-s. vidades conscientes del espíritu individual: el dualis-
movimientos' los efectos son movimientos. La relacl.on ,de c h ue yO] mo exige una psicología exenta de todo lastre de elementos fisiológicos.
ch'o ue la trasmisión del movl.n;le,nto e un y tanto más característico es para el predominio del espíritu científicoM
¿
~ ~ ~; ~~ c u 1 a o' t r OM
es la intuitiva, evid~nte, ongman~ fo~a fU~i
damental de la relación c a u s a 1 y que explIca todas las em ,
natural del siglo XVII que sólo en proporción limitadísima se haya des~
arrollado pareja psicología pedida por la doctrina metafísica. Incluso los
estímulos para ello se encuentran determinados por el intento de llevar
EL. SCHMITT, Die unendlichen Modi bei Spinoza (Los modos infinitos en Spinoza), el principio metódico de la mecánica, que festejaba su triunfo en la teoría
de la experiencia externa, a la comprensión de la vida interna.
Heidelberg, 1910.
Del propio modo como la investigación naturalista de Galileo y New-
30 Ep. 64 .(Op., ,11, 2\~). S iuoza en la misma medida que en Descartes.
ton se preocupa por encontrar la forma básica elemental del movimiento
!~
i:;e i~~~h:~~:ówi:itU:~p!ece
en la parte ética de~:is\~~lS%i~~~t~e~~:~ de los cuerpos, a la que hay que reducir todas las formas complicadas de
amor intellectualis quo deus se ipsum amat. , En aA-bn cas P el "Archiv. f. G. la experiencia externa -así Descartes trata de fijar las formas fun M
la raisan universelle de Malebranche. Comparese • YROFF, en
damentales del movimiento anímico gracias a las cuales pueda explicarse
d. Ph,", 1913" . Malebranche concibe Geulincx los cuerpos la variedad de las experiencias internas. En la esfera de 10 teorético pa_
3~ ,En f?n;na analog~, ~ ?pl~oza,{ "delimitaci~nes" del cuerpo infinito y del
y esplrltu~ ~mltos coroáo hroMlÍa,ClpOnhes p °56 Si nosotros dice allí en las pp, 237 ss.)- rece que se logra esto fijando verdades evidentes por sí mismas de modo
, 't d mo Corop rese e a ., . , " D' inmediato (Ideas innatas) ; en el dominio de lo práctico se origina el nue-
~:~~~os l~ás 'allá de la li~itaci6n de nosotros! s?l~ encon¡r~na~:s ~sibli~idad de un Vo problema de una estática y una mecánica de los movi.
a4 Por tanto, en Descartes excluye el prm¡cIPlo ~ec lllC,O EsPto lo nevo' a la
. . dI' d que e espacIO vacIO.
infl;tjo, a dl.S~~C1a, e mIsmo, mo al r e m o 1 i no, mediante la cual trató de 35 Por ello excluye Hobbes de la física el concepto aristotélico~tomista del motor
hipotesls artlhclal de la t e o ,r 1 a d e ¡cana del mundo (Exposici6n popular de
fundar físicamente l~ conceI[c16y Cl~~rd mondes 1686).' Las razones, merced a 1M inmóvil, al paso que Descartes, procediendo también aquí más metafísicamente, atri-
FONTBNELLE, Entretten,s su; apura zde esr la teo;ía newtoniana de la gravitaci6n, buye a la materia un movimiento que originariamente provendría de Dios.
86 :Un legado de la psicología fisio16gica de los griegos, particularmente de
cuales semejan,tedd¡oct¡,:,¡na,¡.ue s~perfísic~o Compárese también PIERRE DUHBM,' Las los penpatéticos y de los estoicos: compárese parágrafo 15,6.
no fueron de III o e lOSO lca, s m o , 1912
transformaciones de la mecánica, versi6n alemana, .
31. Sustancia y causalidad 363
.' El período científico-natural
IV. La filosofía del RenaClmlento.
362 significar, por una parte, nletafísicamente, el ser absoluto de la divinidad,
'd suministran Descartes Y Spi- por nada determinado fuera de sí mismo; por otra, éticamente, el ideal
. n t o s del q u e r e r. En este sentl o del a s P a s ion e s ;37 el
r:o~: su historia natural de ~os e fd:t t ~~:ro con las ideas de ~ob~~s.
de la superación de las pasiones mediante la razón.
7. Con ello se pone ya de manifiesto que, por lo que hace a los hechos
último, mezclando el pens~entodalida~es fundamentales: la adrr~Jr~clOn de la psicología, no puede mantenerse aquella separación absoluta entre
Descartes deriva de estas ]sel~. IDO 1 deseo (désir) , el placer y el ¿lS¡p acer mundo corporal y mundo espiritual, que reclamaba la metafísica. Exacta-
( dmiratio), el amor Y e o lO, e 1 eS de la turbamulta ele as pa- mente lo mismo experimentó ya Descartes. A decir verdad, partiendo de
(~ etitia tristitia), todas las clases y sube a\re la base de la triada: 1m- la esencia del espíritu mismo pueden explicarse las representaciones claras
si~nes "particular~s"; Spill(oza ci:trul:eJcia,
lacer Y dIsplacer appe 1 5,]
tristitia), el sistem~ de los
de las representaclOues en
y distintas y las formas del querer racional que de ahí se generan, pero no
]
pu so, P . trando e proceso ..' b· t ]a las representaciones oscuras y confusas y los afectos y pasiones a ellas
imientos anírmcos, moS 1 de su ongmano o Je 0, vinculados. Estos se ofrecen más bien como perturbaciones del espíritu
mO~ual a ueUOS hechos fundamenta es p~s:as"
:~toconse~vación del individuo, a otras :n est~ respecto los dos pensa- (perturbationes anirni) ,38 y puesto que estas perturbaciones, que dan pábulo
al abuso de la libertad (comp. parágrafo 30, 5), no pueden provenir de
Una peculiar posición lat~~l bt~~~los aproxima ~na conce~ciór: ro~~ Dios, hay que buscar el origen de ellas exclusivamente en un i n f 1 u j o
dores ingleses. A B. ~ con y 'cuanto más se SIenten atraldos a del o s c u e r pos. En las perturbaciones anímicas, reside, por tanto,
canicista de lo espultual ta~to ras ida anímica empírica, por tanto tam- para Descartes, un hecho indubitable que no es posible explicar partiendo
esfera de lo físico. Para:;m ?S a v en Descartes no tenía n~da que, ver de los conceptos fundamentales del sistema. Aquí se ve, pues, urgido el
bién la esfera de la concienCIa qu~ o en esencia, pert:necIente. a este. filósofo a reconocer una r e 1 a ció n e x c e p c ion a 1, y cree orientarse
el mundo de los cuerpos, es g \ d la experiencia más bIen algo en ese problema, como ya lo había intentado la antropología de los vi c-
~c: cambio, se opone al .rr;undo inte~~~ent:ciones y actividades de la vo- torinos (comp. parágr. 24, 2). La esencia (natura) del hombre, enseña
.• stl·ca que algo esplntual. Rep . ' deben ser en 10 funda-
ec]eSla 'd la expenencIa, ' d Descartes, estriba en una íntima combinación de dos s u s tan c i a s h e-
luntad , como son conoCI as pory . fuera de éstas suele hablarse ~ ~n ter o g é n e a s: un espíritu y un cuerpo, y Dios ha querido pareja com-
mental actividades corporales'd SI mundo espiritual Y de un esplntu binación milagrosa (esto es, metafísicamente inconcebible) de tal suerte
lma inmortal (spiraculum ), e 1un de la teología. Según ello, pues, que en este caso particular la sustancia espiritual influye sobre lo corporal
~ivino todo esto debe relegarse a ~amp~ designada de lnejor modo q~e y viceversa. Los animales siguen siendo cuerpos para Descartes: sus "sensa-
la teo~ía científico;nat~ral no pue e seo 1 ó g i c O; ya que debe con~e?lr ciones" no son más que movimientos nerviosos, de los cuales se generan
o un materlallsm~ ~ntrop " como un proceso meca;nco las excitaciones del sistema motor, con arreglo a un mecanismo de reflejos.
~o~ el desarrollo de las actlvlda?es emplrlCa\ s Tambi6n Bacon adVIerte
o o nente nexo con las funCIOnes corpora e . ello se convirtió en Pero en el cuerpo humano se halla presente, al par, la sustancia espiritual, y
en perma] Hobbes trató de resolverlo y, por .' " n Dentro a causa de esta concurrencia provoca el impulso de los espíritus vitales
este prob ema, Y . 1 ' del a a s o c 1 a c 1 o . (esprits animaux) en la glándula pineal, incluso en la sustancia espiritual
el padre de la llamada P SI.C o o ~ 1 a am pan ell a, cuyos puntos de una perturbación que en ésta preséntase como representación oscura y con-
C
del mismo expreso s e n s u ~ 11 ~ ro, ~te ~especto al mecanismo d: :as rep~e fusa, esto es, como percepción sehsible, como afecto o como pasión.:m
vista recuerdan en muchos oS e e 's S e n s a c ion e s summlst~an .?S Entre los discípulos, el afán de sistema era mayor que en el maestro.
sentaciones, trata de mostr~r 9ue laue merced al enlace y comblllacIOn Advierten en este influxus physicus entre espíritu y cuerpo el punto vulne-
únicos elementos de l~ Cdnc:en~Ia Ylo;' hechos de la memoria y del pe~sa
de ellos se van produclen o mc uso. dos en las actividades practicas 38 No es sólo ético, sino también teorético 10 que lleva a Descartes a concebir
rabIe de la filosofía cartesiana, y se esfuerzan por superar esta excepción, ,que est", del propio modo se corresponden mutuamente las funciones del espí-
el filósofo había estatuído en los hechos antropológicos. ~as esto no tIene ritu Z del cuerpo, según el ritmo cósmico, alguna vez instaurado por
efecto sin que experimente la doctrina de la e a ti s a 11 d ~ ,d un nuevo Dios. 3
viraje' en cierto sentido regresivo, al ganar el aspecto metahslco el predo- 8. Pero esta f u n d a m e n t a ció n a n t r o' poi ó g i cad e 1 o c a~
minio' sobre el aspecto humano. Se consideraban indiscutibles los procesos s ion a 1 i s m o se incorpora desde un principio a una secuela de pensa-
inmanentes de la causalidad ora en el reino de los cuerpos, ora en el mientos metafísicos de índole general. Ya en el sistema cartesiano yacen
espíritu: pero -el proceso causal transgrediente de uno de estos mundos las premisas de la conclusión de que en todo acontecer en las sustancias
en el otro, constituía un problema. . . finitas el principio eficiente no proviene de éstas sino de la Divinidad. Pues
No había ninguna dificultad en imaginar que un mO;'lIDlenta se trans- el conocimiento y pensar de los espíritus reposa en las ideas innatas, que
forme en otro o que una función de la conciencia, por ejemplo, un pensaR Dios ha puesto en ellos; El mismo ha comunicado al mundo corporal un
miento, se trasmute en otra: pero parecía inconcebible cómo pue~e.generarse quantum de movimiento, que sólo varía en la distribución hecha en los
de un movimiento, la sensación; o, de la voluntad, u?- mOVl!Il1~nto. No corpúsculos singulares, pero que en el cuerpo concreto sólo se oculta pro~
ofrecian ningún problema la causalidad física y la causahdad pSlqUlca, pero visionalmente, por así decirlo: y así corno los cuerpos no pueden engendrar
tanto mayor era la a por í a del a c a u s al i d <; d psi c o f í sic a. Se nuevos movimientos, tampoco los espíritus pueden crear nuevas Ideas: la
percibía con transparencia que en esta última no ~xlste entre causa .Y efecto única causa es Dios.
la relación de i g u a 1dad o id e n t ida d, gracias a la ~ual p,;d~era ha- Con todo,' se vieron obligados los cartesianos a subrayar tanto más la
cerse comprensible la dependencia psíquica y la dependenCia ~ecaU1ca. Por ú n i c a c a u S a 1 ida d d e Dio s cuanto más su doctrina llegaba a
tanto, debía buscarse aquel principio por obra del cual ap~rec:es~n mutua- chocar diametralmente con la ortodoxia de ambas confesiones y fue arras-
mente enlazados los dos momentos de la relación causal en SI comcldentes, la trada a las disputas teológicas de la época. Amigos y enemigos reconocieron
causa y el efecto.4o Dór;d~ había que buscar est~ principio, no era motivo pronto la afinidad del cartesianismo con la doctrina de Agustín,44 y mientras,
de discusión para los dlSClpulos de Descartes. DIOS, que ha creado la cor;- por tales motivos, los jansenistas y los padres del Oratorio, adeptos al círculo
currencia de ambas sustancias en la naturaleza del hombre, ha hecho pareja de pensamientos de la filosofía de Agustín y Escoto, se aproximaban a la
estructura en tal forma que las funciones de una sustancia ~stán en armo~5a nueva filosofía, la combatían con tanto más calor los ortodoxos peripatéticos,
con las de la otra. Por ende, no se encuentran ambas funCIOnes en relaclOn sobre todo los jesuítas las atacaban más vigorosamente. De esta suerte, en
causal propiamente dicha, y no son, según su pec~liar naturaleza, causas la disputa en torno al cartesianismo acabó por imponerse la v i e j a o p 0-
reales, sino sólo las o c a.s Ion e s c~m las cuales tIenen .luga; en ~a .otra sición entre agustinismo y tomismo. La consecuencia fue,
sustancia las consecuenCIaS determmadas por el d e s 1 g n 1 o d 1 V 1 n o pues, que los cartesianos pusieron en primer plano aquel momento con el
-no son causae efficientes, sino causae occasionales-. La verdadera "cau- que su doctrina era afín a la agustiniana. Así aspira a probar L u i s de
sa)' en el nexo causal de estímulos y sensaciones y, por otro lado, de l a F o r g e 45 la identidad del cartesianismo con la doctrina del Padre
intenciones y movimientos de los miembros, es Dio s. de la Iglesia y pone de relieve particularmente que, conforme a los dos
Tales refl~xiones se propalaron .cada vez m~s en el desarro~~o de la pensadores, el único fundamento de todo acontecimiento tanto en el mundo
escuela carteSIana: Clauberg las aphca a la teona de .la percepclO,n~ Cor- dE". los cuerpos como en el de los e~píritus, es Dios. Puntualmente esto señala
demoy a la del movimiento regulado con arregl~ a fl?es; en la etlca de más tarde M a 1 e b r a n che 46 como la más segura nota de una filosofía
G e u 1i n c x adquieren sus extremas consec,:enclas. Sm em~argo, no ~a cristiana, al paso que el error más peligroso de la filosofía pagana reside en
quedado enteramente claro si es preciso conSIderar la causahd:;? de DIOS admitir la autonomía metafísica y la propia capacidad de acción de las
como una intervención particular en cada caso, o como una aCClOn general cosas finitas.
Y permanente. En ciertos lugare~ nos hallamos. en e,l pnmer · caso,41 pero e1 Asimismo pierden también, en Geulincx, todas las cOSas finitas el mo·
e¡;:píritu dominante de la doctrma apunta, sm genero de. duda, a esto mento causal de la sustancialidad. Parte del principio 47 de que sólo se puede
último. Del modo más diáfano 10 expresa Geulincx en la Imagen de los hacer aquello que se sabe cómo se hace. De aquí deriva, ~tropológicamente,
relojes: 42 aSÍ, ~omo dos re.lojes q;te han sido ~abricados idént.icame,~te por
el mismo artlflce, se mantIenen sm cesar en ntmo correspondIente absque 43 Si, por tanto, Leibniz, cuando más tarde se sirvi6 de la misma imagen a
ulla causalitate, qua alterum hoc in altero c~us~~,. sed p~opter ~eram menudo usada en aquel tiempo, caracteriz6 la concepci6n cartesiana a manera de
dependentiam, qua utrumque ah eadem arte et SIIDlh Industrm consbtutum una dependencia inmediata y mutua de dos relojes) la ocasionalista, empero, a
m,?do. de una regulaci6n constantemente renovada por parte de dos relojeros, esto
cOInC1día en la más alta medida con muchos pasajes de la primera edici6n de la
40 Que con ello se tropieza de hecho co~ el problema fundam~ntal de toda Etica de Geulincx.
causalidad, s610 más tarde fue puesto de relIeve por Hume; comparese adelante . 44 Ta~ ~finidad y oposici6n tocan también otros puntos. Descartes y los orato-
parágrafo 34. 5. . rIanos (Glbleuf, Malebranche) se unifican contra el tomismo en la teoría agus-
41 Por ejemplo en la imagen del niño en la cuna, Ettca p. 123. Por lo demás, tiniano-escotiana de la ilimitada libertad de Dios; sustentan nuevamente que lo bueno
parece que la priro~ra edici6n de la Eh'ca (1665) acoge ~~s, de hecho, el deus ex es bueno, porque así lo ha querido Dios, no per se, (corop. parágrafo 26,3).
machina, al paso que las notas que añade a la segunda edlcl6n (1675) ofrecen una 45 Traité de l'espr. hum., prefacio.
concepci6n más profunda, en todas partes. 46 Recherche, VI, 2, 3.
42 Etica, p. 124, nota 19. 47 Etica, p. 113; Met., p. 26.
31. Sustancia y causalidad 367
IV. La filosofía del Renacimiento. El período científico-natural
366
. Spinoza expresa la idea que tiene de la dependencia real de la causa-
que el espíritu ~o. puede se: 1:: causa de l?s movimientos corporales -nad,ie lIdad con l~ palabra "seguirse" (sequi, consequi) y mediante el añadido' "as'
sabe cómo se imela el movllruento, por ejemplo, del brazQ-, pero despues, como se SlgU~; de la definición del triángulo, la igualdad de sus ángulo~
por razones de orden cosmológico, hace ver que los cuerpos en ~enera~ no con dos ~ectos . Por ende, queda pensada la dependencia del mundo respec-
tienen Ideas, jamás pueden obrar; en fin, desde un punto de vIsta e~1Ste to de DIOS, como con s e. c u e n e i a m a t e m á tic a. Con ello desapa-
mológico, muestra que no hay que buscar las causas de las perc~pC1ones rec:, por ~;n~pleto ~n la Idea ~e la relación causal el carácter empírico
en el espíritu finito -pues éste ignora cómo ha llegado a se-;- nI en los de creaclOn, que Juga?/a t.an ~n;portante papel en los ocasionalistas,51 y
cuerpos, sino sólo en Dios. Este ha creado, en nosotro~, adernas, un mun~o e~ ;rez d~ In: representaclOn mtUltlVa de una acción vital se pone la re 1 a-
de representaciones que en su muchedmnbre de cuahdades es mucho maS cIon.,lo.glco-matemática de principio y consecuencia.
rico y bello que el mundo real de los cuerpos.48 El spmocl~~~ e~ ~na equiparación consecuente del nexo "causa-efecto"
El motivo epistemológico encuentra finalmente en ~ a 1 e n b: a n~ con el de ,Prmclplo-consecuencia". Por tanto, la causalidad de Dios no es
e h e 49 una concepción más profunda. El dualismo cartesIano hace lmpo~ temporal, smo e.~ e r n a, esto es, intemporal; y el verdadero conocimiento,
sible un conocimiento directo d~ los cuerpos, mediante el espíritu; esto ~na contempla~lOn de las cosas sub quaedam aetemitatis specie. Pareja
queda excluído no sólo porque entre ambos no es factible in~luxus physicus Id~~ ~e la rea;cIón de depe?den~ia se desprende de suyo del concepto de la,
alguno, sino también porque, dada la absoluta heterogeneIdad de mnbas Dlvlllldad a t1~u.lo ~e esenCia ulllversal: de Esta se siguen intemporalmente
sustancias, no se puede comprender cómo pueda p.ensarse en .un?, alguna t~das sus modlfIcaclOnes, como -de la esencia del espacio todos los princi-
idea del otro. En este respecto también s610 es posIble la medtaCIOn entre plOS de l~ geomet.ría: El método geométrico no conoce otra causalidad que
ambos mundos por la Divinidad, y Malebranche echa mano aquí de~ mun- la de la secu~ncla m.temporal". Para el racionalismo tiene valor la forma
do neoplatónico de las Ideas. El hombre no conoce los cuerpos smo las de d~pendencla propIa del pensamiento, el tránsito lórrico que va de la
Ideas de éstos en Dios. Este mundo inteligible de los cuerpos premIsa a la .c~nclusión, como. algo evidente y, por tan~o, como esquema
en Dios es, por una parte, el paradigma del mundo corpóreo cre~~o por d,el. acontecer; . la dependenCia real no es mecánica ni teleológica sino
Dios; por otra, el conjunto de las Ideas de es.te. mundo .trasn:'l1~ldas a loglco-matematIca. '
,1
j! nosotros por la propia Divinidad. Nuestro conOCImIento se IdentIfIca con P~ro así corn? en la geometría, a decir verdad, todo se sigue -de la
"
el mundo de los cuerpos, como dos cantidades que son iguales a una tercera esenCia del e~pac.lO, pero c~da relació:r: particular queda determinada por
son iguales entre sí. Así comprende M a 1 e b r a n che. cómo la filosofía o~ras dete~mma~I~nes partIculares, reSIde también en la metafísica spino-
enseña a con t e m p 1 a r t o d a s 1 a s c o s a s en DIo S. cI~ta el ongen dlvmo de las cosas, en que cada cosa finita se halla deter-
9. De manera muy diferente ha resuelto S p in o z a los problemas mmada po~ otra cos~ finita. La suma de las cosas finitas y los modos
ocasionalistas. La explicación de un modus de un atributo por un modus de cada atnh~to constltuye~ una cadena infinita de rigurosa determinación.
de otro atributo recurriendo a su mero concepto, quedaba excluída (véase En todas gobIerna la necesIdad de la esencia divina: pero ningún modus se
renglones arriba, núm. 5): de los atributos, como de la sustancia; 5{) puede encuentra más ~erca o más lejos que otro de la Divinidad. Aquí se hace
decirse: in se est et per se concipitur. No puede haber dependenCIa alguna v,al.er el pensa!l11~n.to de Nicolás de Cusa de la inconmensurabilidad de lo
de 10 espacial respecto de la conciencia, o viceversa; el aspecto de tal depen- fmIto c?n lo mÍ1!l1to (compárese parágrafo 27, 6). No existe una escala
dencia, que tiene lugar en los hechos antropológicos, ha menester de ~na ~!n.anatIsta de DIOS al n;-u?do: todo lo finito se halla determinado por 10
diversa explicación, y que ésta ha de buscarse con la ayuda de DlOs, mlt~, pero en todo el unlCO fun,damento de su esencia es Dios.
se comprende de suyo. Pero no obstante que la d<;>ctrina de que Dios es . 81 este es el caso, precisa que se manifieste la unidad de la esencia
la única causa de todo acontecer se halla en Spmoza, hay que buscar l~cluso en la relación de lo~ atributos, por separados que se hallen cualita-
su coincidencia con los ocasionalistas sólo en el motivo y la expresión, no en tIva y ca~s~lmente. Es la mIsma esencia divina, que aquí existe en la forma
sentido de la propia doctrina. Pues según Geulincx y Malebranche, Dios de espacialIdad, allá en la forma de conciencia. Pues se encuentran referi~
es el creador' segu/n Spinoza, la esencia universal de las cosas: según dos mutuamente por modo necesario ambos atributos, de tal manera, que
aquéllos Dios, crea el mundo por obra de su voluntad ; segun " este, se
a cada modus de uno corresponde un determinado modus del otro. Tal
desarrolla el mundo por m o don e c e s a r i o, de la esencia divina. A c o r ~ e s pon den c i a o tal par a 1 e 1i s ro o de los atributos resuelve
pesar de que en ambos casos se. usa la palab:a causa, es preciso. enten~er el emgma. d~ la coi~cidencia d~ ~mbos mundos: las Ideas sólo por Ideas
la relación causal, de manera dlVersa. En Spmoza no puede deCIrse: DlOS y !os movlmle~tos solo por mOVImIentos aparecen determinados' pero es el
crea, el mundo; sino Dios es el mundo. mIsmo contemdo cósmico de esencia divina quien caracteriza l~ estructura
368 IV. La filosofía del Renacimiento. El período científico-natural 31. Sustancia JI causalidad 369
1 atributo de la conciencia está contenido lo acerca de que si todo el curso mecánico de los acontecimientos cósIuicos no
de uno como la del otro; en le . r d d Semejante relación se expresa es posible reducirlo, al fin de cuentas, a causas eficientes cuya esencia, plena
mismo que en el atributo de a espay~~. a . también empleados por Des- de finalidad, garantice, asimismo, a la integridad de su acción un sentido
por Spinoza con los conceptos cfcO as ;cos, L que en el atributo de la verdadero. Incluso los grandes naturalistas ingleses, como Boyle y Newton,
b'
cartes del esse in intellectu y d e,ssc)lll re. c~ntenido de representación, crelan poder concebir el universo, en analogía o semejanza a máquinas,
conci~ncia existe corno objeto (od J~tive ,c<?rr;.~ d corno alero real (formali- relojes, etc., construídos por técnicos humanos, como un gran mecanismo, que
lo mismo existe en el atnbuto e a espacIa 1 a t:>
puntualmente, debido a sus manifestaciones teleológicas, prueba que su
ter) 53 independientemente del represendtaf~' . . ésta' cada cosa singular origen proviene de una suprema inteligencia. De esta guisa se convirtió el
, . , d Spinoza es en e 'mltlva,. .
La concepclOll e . d'" jeroplo el hombre, eX1ste, por argumento físico-teológico de la existencia de Dios, en el argumento favo-
como un modus de la esenCia lvma} 'por e o ~uerpo' y cada una de rito, durante la época subsiguiente.
iaual en ambos atributos, como esplntu bY' ,com igual ~edida a ambos Todo el desarrollo de la filosofía leibniziana quiere tocar en la íntima
I f . s pertenece tamlen en '. d
D , •
sus partlcu ares unClOne ..'
como mOVImIento. amo
e Idea se halla determma .,
a raíz de esta cuestión; adscribe a los corpúsculos "entelequias" y vuelve a
atributos, como ea y Id , Id movimiento por su coneXlOn dar al Dios indiferente del método geométrico los derechos de la aitía
P or su conexión '
con las demas
'mientos' pero en amb as
°
eas, com conexiones poseen el mismo
, .t platónica. El último designio de su filosofía es comprender el mecanismo
con los d emas moVl . - ndencia de los atributos. E 1 e s p I r 1 u del acontecer como el III e dio y la fa r m a d e r e p r e s e TI t a ció n,
contenido, a causa de la corrlespo h m a n o en su conjunto como por obra de los cuales se va realizando el contenido vital del universo. Por
de cuerpo u , h
h u m a n o e s I a Idea ) 1 Idea del cuerpo umano tanto, ya no podía ver en la "causa" un mero "ser"; en Dios, simplemente,
en los pormenores .51 El alm:: hudmana (mens I ae~ri~uto divino d~ la concien- un ens perfectissimum; en la "sustancia" un invariable atributo ontológico;
complejo d
como un mo d o o u n . S e. mo os en e1 alma p o s e e esta Idea; pues y los pstados de ésta ya no pudieron ser considerados como meras modifi-
cia y no se puede deCIr en pmoza que e caciones, determinaciones o especificaciones de tal propiedad común; sino
Di~s es el único portador ,de tell~t55 ensamientos encuentra su remate en que de nuevo adquiere el acontecer la capacidad de a c ció n; las sus-
10. Tan variada cornen. e ~ P I ' t roa que en la historia entera tancias, el rango de f u e r z a s ;58 incluso el concepto filosófico de Dios
ei sistema me t af 'lSl'co de Lel b nIZ' '1' e rSlSd ed de motivos y aque1 1'
1",
1,, a energIa recibe otra vez el esencial carácter de energía creadora. Pero el pensa-
de la filosofía alcanza. aquella omn; atera 1 al gradas aún por nadie. Ello se miento medular de Leibniz era ver cómo se va manifestando esta fuerza
para conciliar y combmar a~t::90msm~s~~p~ri~u armónico de su autor, sino
li debe no sólo a la gran eru lCI0r:-, yd a , te intimó con aguda y fina
creatriz en el orden mecánico de los movimientos.
De inmediato lleva Leibniz este p u n t o d e v i s t a d i n á m i c o a
principalmente a la circunstancIa e qude leaS filosofía 'antigua y medieval, la teoría del movimiento,59 y, a decir verdad, en una forma que de suyo
. ; con las ideas prece. d ent es
coroprenslOn, d 1e ciencia natural mo d erna. 56 S'l oo empuja al terreno de la metafísica. 60 El problema mecánico de la conti-
así como con las r;uevas c,?ncepc~on~~ e a com rendió en igual medida a nuidad, y la idea, iniciada por Galileo, de disolver el movimiento en
el inventor del calculo dIferenCial, sql!e ~ue conocía y justipreciaba impulsos infinitamente pequeños, que llegó a ser el punto de partida en las
Platón y Aristóteles, a Descartes y pm,;a, Hobbes -sólo él pudo investigaciones de Huyghens y Newton, de tan decisiva importancia para
a Tomás y Duns Escoto t~to como a ,a~?n y
la ciencia de la naturaleza, condujeron a Leibniz al principio del cálculo
ser el creador ~e .la ";;r;non~ ePr~~s!ab~e~l~~ ~ p c ion e s del m u n d o infinitesimal, a su concepto de la "fuerza vital", pero sobre todo a la idea
La concIlIa Clan , • ello la alianza de los de que la esencia de los cuerpos, en la que hay que buscar el fundamento
m e can i C i s t a y t e o 1 o lag l c a. Y', con d e' s u é P o c a constituye del movimiento, no reside en la extensión ni tampoco en la masa (impene-
. t'f'cos y relIgIOSOS " ,
intereses CIen 1 l . . , , ue la explicación mecamca trabilidad), sino en la capacidad de acción, en la fuerza. P e r o sil a
el Leitmotiv del pensar lelbmz, ano. ProPtuSOlse:1 qmismo impulsaba, se llevara sustancia es fuerza, es, por ello mismo, algo supraes-
ll
de la naturaIeza, c yo u .desarrod o concep ua en un recurso .
d't' '
mtelectlvo, por p a c i a 1 e in m a ter i a 1. Por ende, se ve forzado Leibniz a pensar in-
a cabo del más ampho 7 0
o" ~ m~r Iá~ico finalista del universo, fuera
obra del cual, a pesar de ~arac er D gb' por tanto hacerse el estudio
cluso la sustancia corpórea como fuerza inmaterial. Los cuerpos son, según
su esencia, energía; su forma espacial, su volumen y su movimiento son
éste comprensible conceptut mente. enc~~~aban sugere'ncias en Descartes- simplemente manifestaciones de esta fuerza. La sustancia de los cuerpos
-para lo cual, por otra par e, ya se
es algo ro e t a f 1 sic 0. 61 En relación con la teoría del conocimiento de
d f s de existencia es más originaria que l~
Pero ninguna de estas os
¡ffi Olla. a medida la esencia de Dios. De alll
otra; ambas expresat; (e~pri¡.ere)d In . ~ :~mde Spinoza sea tan equivocada como 58 La substance est un étre capable d'action. Pdnc. de la nato et de la guice,
que una interpretacIón Idea lsta e sd e ser desenvueltas de é1. • l. Comp. Syst. nouv. 2: Force primitive.
una materialista _aunque imbd~fPuít des que se originan aquí de la autoconClen- 59 Compárese H. REICHEN:SACH~ La teoría del movimiento en Newton, Leibniz
y Huyghens (Kantstudien, XXIX, 1924) y W. GENT, La filosofía del tiempo y del
I
54 Spinoza no rcsuelve as Ilc aúmero infinito de atributos.
cia y junto a ello, del postulado Lde n l ., del concepto del alma en Spmoza,
.
espacio en Leibniz (Kantstudien, XXXI, 1926). El mismo, la Filosofía del tiempo y
55 Compárese O. BABNsCH, a evo ucwn del espacio (Bonn, 1926).
~ .
Arch. f. Gesch. d. Philos. XX, 1907, pp. 332 ss.
56 Compárese el Syst. nouV., 1~.
57 Compárese D, MAHNKE, . uevas cons
, ideraciones en torno a la historia del
1 Ak d Berlín, 1926).
60 Syst. nouv., 3.
m Con ello quedaba abolida la coordinación de Jos dos atributos extensio y
cogitatio: el mundo verdaderamente real es el de la conciencia, el mundo de la eS-
descubrimiento del análisis superwr (Abh. der Ber . a.,
24
,11
1\
i . .•.
fin. 6411. De esta suerte se convierte otra vez en Leibniz, bien que en forma contIene el umverso entero a m el pal te, un espejo del universo ' .
más acabada que en el neoplatonismo, 1 a vid a en principio explicativo tualmente, reside la unidad el 'do °d de representación en sí, en ello pun'
todas las cos as. e a.d a cua
de la naturaleza; su doctrina es vi tal i s ID o. Pero vida es plurali~ad y,
unind'
•
'd U o diferente a eVl
1 V1 todosa lose de' '1 es, empero,
' -
a la vez, lmidad. La teoría mecánica llevó a Leibniz al concepto de infi- Iguales en el mundo 71 Si las ~ d mas. Pues no eXIsten dos sustancias
nitas fuerzas singulares, de puntos metafísicoS,65 como a la idea de un nexo
. . a ser elmona
repres ent a d o, que VIene . as no difieren por e1 contemdo ' , de lo
su c~íversidad en la forma mIsmo en todas ellas, sólo puede ser buscada
continuo. Originariamente había estado muy próximo a la teoría atómica
de Demócrito, a la metafísica nominalista; la corriente ocasionalista y ante ~,,:~hca: lo que distingue aco~~ase ~epr~senJa tal contenido, y Leibniz
todo el sisteula de Spinoza le habían puesto en íntimo contacto con el ¡¡ 1 erente grado de clarldIDo;a a .e las demás estriba en el
".'
,;-
pensamiento de la unidad universal: y acaba por hallar la solución, como representan" el universo D t a y d I S t i n ció n con que elJas
1'"oglcO d e Descartes en predicad
. e es a suerte taf ~e convIerte
. . . epistemo-
1
1\
;i
32. El derecho natural 373
IV. La filosofia del Renacimiento. El periodo cientifico-natural
372
modo;
con que sea como es se
t a b 1e s p o s i b i Ji
dad e s.~CJ que D'lOS 1o ha elegido así, entre i n-
debe
serie ininterrumpida, un g r a n s i s t e ro a e vol u74t i v 0, que asciende
o o~ os hIlos de la vieja y de la
de las "simples" mónadas a las almas y los espíritus. Las ínfimas móna- De esta guisa se unen, en Leibniz t d i '
nueva metafísica. Con los conceptos f
combi?a I?s presentimientos de la filos~H:ade~s ¡{n la e~cuela mecanicista,
das, las que sólo tienen representaciones oscuras Y confusas, esto es, in-
conscientes, las que sólo se comportan pasivamente, constituyen la ro a-
ter i a: la suprema mónada, la que representa al universo con plena trucClon
. slstemátlca en la que Ias' d enaCllll1ento. en una cons-
1 eas de la cult
claridad y distinción _precisamente por tal motivo, sólo u n a- y, con msertas en el seno de la investigación d e I os T'lemposura gnega se hallan
Modernos.
ello, es pura actividad, se llama ro ó n a el a e e n t r al, Dio s. Pero todas
las mónadas se desarrollan en perfecta armonía entre sí, a causa de la
igualdad de su contenido en cada momento," Y por tal motivo se origina 32. El derecho natural
la apariencia del influjo de una sustancia sobre la otra. Pareja relación es la
harmonie préétablie des substances -una doctrina en la que el principio ~i G!ERKE, Johannes Althusius, 1880 3'1- ed 1913
de la c o r r e s pon den c i a, inventado por Geulincx Y Spinoza para
explicar la relación de los atributos, aparece extendido ahora a la relación
r
• mIsmo, Das deutsche Genossenchaftsr h "(El .
f9alll31a d~recho
· ), vol. IV, La teoría del Estado y d e a corporact6n
t de a~ociación
en los en Ale-
ttempos modernos
de todas las sustancias. Pero aquí como allá, implica este principio en su W. HASBACH, Die allgemeinen philosoph' -h '"
n:ay und A. Smith begründeten politischen tsC en G,rundlagen der von Fr. Ques-
desarrollo el inexcepcional determinismo en la actividad de todas las sus- Ílcas de la economía política fundada o FO ek onom18 (Las bases generales filos6-
FR. MEINECKE, Die Idee der Sta ~ r. r. (_uesrl;a y A. Smith), 1890.
tancias, la rigurosa necesidad de todo acaecer- Y la exclusión de todo hecho Q y
1924. a sratson La ldea de la razón de E t d )
fortuito y de la libertad en el sentido de lo incausado. Incluso Leibni71 WD e sao,
salva el concepto de la libertad para las sustancias finitas en la idea moral . ILTHEY~ oncepci6n del mundo '1- .
'o yEa Reforma (Obras completas II) y a~a 1$1$ del hombre desde el Renacimie1l-
de la hegemonía de la razón sobre los sentidos y las pasiones,7G l
La armonía preestablecida, esta afinidad vital y ontológica de las sustan- tas, 1)' . TROELTS CH, L as teorías sociales
" de las Iglesias crzs. "ranas {Obras comple-
cias,77 exige, empero, un P r i n c i p i o u TI ita r i o d e e x p 1i c a ció n, . ~} mismo,
y éste no puede ser buscado sino en la mónada central, Dios, que c r e ó reltgwn (ObrasArtIculos acerca
completas, IV). de la hist ona
. del espírztu
. y de la sociologfa de la
~~:J: e,:~al
de la Utopía 'de Mo s a o de~ Sol, de CAMPANELLA o en 1
~~:d~n ':~~lfs~=r~~e~;::,!erceptibl~S~ s~u~~~~s ~~fl~~~~
las esferas de intereses individuales, en una i g u a 1 dad d e e x i g e n- .
e i a s de todos los ciudadanoS. En Platón deben los predilectos, para
de. u,:
consagrarse por entero al bien común, renunciar a toda posesión pecuniaria:
en Moro se exige la abolición de la propiedad como el más seguro medio detiene en ~i:~s m~,gnifi~.antes relaciones: uno'E~~:Jebld~ el~m
pedantería
individual D na lreCClOn ante las más n . o S?ela lSta que no se
i~::~ri~u~iÓr:e~~ra~iaP1~~r~~a]~ c~~~~~o;!~~:~t~~:~~~~:s t~:z!~¿ib~~~~
para acabar con las transgresiones de la ley, Y se funda por la igualdad
de la demanda respecto de la posesión común. Pero el moderno utopista
no pierde de vista los objetivos ideales del filósofo antiguo. Considera la
distribución equitativa de los bienes materiales como la condición impres- miento e~ia~~'~~ :str~ló¡sicamente
cual se constru
fijada --'::t~~~r~~eo indivi~ual,7
hasta la
ene.,clO de todos-, y tomando e urre aqUl por ordena-
cindible de aquéllos; todos los ciudadanos deben tener el mismo derecho
mente diseñad.;e un 51stema burocrático por demá; cuenta el saber de cada
para disfrutar de los bienes de la comunidad, de la ciencia y del arte.
más sabe el ciu~e~el que se mezclan no pocas ide,::,omple~?'y
escrupulosa-
Cierto: el canciller inglés piensa, en este sentido, más democráticamente
regular y hacer b~ ~o, tanto más poder debe tene meta lSleas).8 Cuanto
~: 't~' po~' ~~ ~~tEsaltado,
y da al individuo mayor libertad en su propia vida, que el reformador
ático: Moro está muy lejos de pretender ligar la totalidad de los ciudadanos los p.untos rectores su sapiencia, el curso le para
renCla 1 ul meJoramlento se d' . ur eza. Pero
a una doctrina o convicción comunes; su organización social se refiere, en
di~ri~ ~e b~;:~~~nene~ampanella,
J~, dPara aseg,urar una vida de bie g~nerall solo, cuatro
su estructura positiva, esencialmente, a las relaciones externas de la vida. horas ¡;:::a .externa. Según él, de prefe-
U na faena diaria y normal de seis horas de todos los miembros de la a ello tienen derech
4 Pero o o os, por 19ual nes al' a a sOCledad )'
comunidad, cree Tomás Moro que bastaúa para satisfacer las necesidades
. a pesar de su . '
Est~do
stado del S al de e s extravagancias y rarezas 9
materiales de todos: el tiempo restante seúa aprovechado por cada cual
E
eb~ d~ ~ORO,
para consagrarse libremente a nobles menesteres. Con estas ideas se halla de que el d AMPANELLA, más que en la Uta' a se subraya en el
en Moro, superando el ensayo platónico, el programa de todas las formas abolir los males so ser una ereaci6n de la intet la idea
~~r A,:,~os preten~:~Cla
~reaclOn
Platón, forjar una es. pensadores umana para
superiores
Pero el del socialismo moderno. estaba animado aún de intereses mucho
~~t~r~~nstltuci6n reflex'io~=~~oen
esplritu del Renacimiento realizar la'" a de la fantasla' tan poco como
re~s~at~ral
encl~. ~e ~ adP~ro
más mundanos. Exitado por el prodigio de los descubrimientos, deslum- razón, acerca política" \a posibilidad de
e~,r
brado por el brillo de las invenciones, se propuSo la tarea de transformar encontraron cierta las relaciones sociales' de la
estad~ ~.l:. conceb:~a l?~mclpio
la total organización externa de la comunidad humana, orientada hacia las utoplas, y recomend b :' C a l' dan o comb ; ,a :verdad,
dO~lCOS
condiciones naturales de vida, echando mano de sus inéditas concepciones Y a la cual los a c.,enCla la tarea de en las
V~ ~aracter, ¡ c~~
vio ante si el id e a 1 de b i e n e s t a r del g é n e r o h u m a n o, que P:'euliaridades partiend LS .'e han ido desarrollm':dneee51 ad merced
médica de la salud y enfer~edad. En gran estilo y e.x~nto de la astrololfa social (compárese parágrafo 14, 6), y el principio sintético gracias al cual
pitagórica en que el matematico Cardano se halla pnsIonero, trata el, Rrac- era dable concebir el origen del Estado, fue el con t l' ato. Desde Occam
tico hombre de Estado B o d i u, bien que dentro de un constru~tr~'l~mo y Marsilio hasta Rousseau, Kant y Fichte han dominado en la filosofía
fantástico más acentuado, de explicar la turbamulta de los hechos hlstoncos del derecho político las doctrinas del contrato de dominio y del contrato
en la vida del Estado. social. Hobbes ha dado a 'ellas la mejor fórmula, mezclando las dos especies
Pero el afán de la época es la búsqueda del derecho fund<l;do en la natu- de contrato. 13 Sus continuadores, particularmente Pufendorf, vuelven a sepaH
raleza y sólo cognoscible por la razón, válido para todos l?s tiempos y t?d~ rarlos. Al contrato social, gracias al cual los individuos por temor y por las
las circunstancias: así trató un hombre como A 1 b e r 1 e u s Gen t 111 S urgencias de una vida pacífica se asocian en una comunidad de intereses, se
reducir sirviéndose de ingenuas analogías, a leyes físicas principios de dere- enlaza .ahora un contrato de dominio y de sumisión, por obra del cual
cho privado. Se pisa más segura y fértil tierra, cuando en lugar de la los particulares delegan su derecho y poder a la autoridad. Esta doctrina se
"naturaleza" general se toca el concepto de la na t u r a 1 e z a 1; u m a- revelaba como un marco más amplio en el que cabían las más diversas
H a. Esto ocurre en Hu g o Gro c i o. Así con:o T.o~ás de :,-q';lU;0' en- opiniones. Al paso que Grocio y Spinoza veían garantizados del mejor
cuentra Gracia en la n e c e s ida d d e a s o c 1 a c 1 o n el prmClplO fun- modo los intereses de los ciudadanos en una constitución aristocráticoHre-
damental del derecho natural, y en la deducción lógi~a, el método de su publicana, pudo Hobbes deducir, partiendo del mismo supuesto, su t e o l' í a
desarrollo. Lo que la razón conoce como lo que convlene a la naturaleza del a b s o 1u t i s m o p u l' a m e n t e m u n dan o, según la cual el po-
social del hombre: he ahí el Íus naturale,1'Ü que no puede ser alterado por der del Estado podía ser concentrado en una personalidad, la voluntad
hecho histórico alguno. La idea de un derecho absoluto que, dado que sólo general en la voluntad particular de un gobernante.
es susceptible de fundarse en la razón, no depende de poder estatal alguno El origen del concepto de la s o b e r a nía aparece ligado íntima-
y que, antes bien, en tal derecho se halla la r~zón de ser de ~oda coa.cci6n mente a la teoría del contrato. La fuente de toda hegemonía es, según ella,
política había llegado a Grocio por la analogm del derecho mternaclOnal, la voluntad del pueblo, de la que emana el contrato político y de sumisión.
para el cu:;l, de inmed~at~,. tuvo. vt;lor su investigación. Pero, por. otra El pueblo es el propio portador de la soberanía. Sin embargo, no se da el
parte, graClas a este prmClplO obJe~lvo llegaba a.. ~er el de~e.ch<:> .. pnvado mismo valor a tal concepto: para algunos el contrato y la delegación de
un supuesto regulativo para el proplO d:-recho pohtlc~. ConclhaclOn de los poder y derecho que de ahí proviene, es revocable; para otros, irrevocable.
intereses individuales, protección de la VIda Y de propled.ad aparecet; co~o Así, B o d i n, a pesar de la soberanía de los pueblos, sustenta la idea de la
designios esenciales del orden jurídico. En camblO, su slstema de Íllosofm autoridad sin límite y del valor absoluto del poder real, la inviolabilidad
del derecho era enteramente constructivo, en su aspecto formal y metó- del gobernante y lo injustificado de toda resistencia a él: aún de modo
dico: sólo del principio de la sociabilidad debía sacar las consecuencias más cabal aparece absorbida en Hobbes la soberanía del pueblo en la del
lógicas. De manera an..álo~a vale asit;Iismo para H o b ,b .e s el C?rpus Deus mortalis, del Estado, cuya voluntad tiene aquí el valor de la única
politicum como una maqmna, constrmble; po~ m;~a activldad raclOnal, fuente de derecho político, enteramente en el sentido del l' Etat e) est moi. En
partiendo de la idea de su fin, y la doctrma fllosoflca del derecho como oposición a estas doctrinas que esencialmente venían en ayuda del absolu-
una ciencia totalmente demostrable. Con ello, se hace de este campo de tismo monárquico, sostienen las Hd o c tri n a s ro o n a r c o m a q u i a-
investigación algo por ~emás apropiado para aplicarle el n;étodo geomé- n a s", cuyo más importante representante junto a Buchanan (1506-1582)
trico, y Puf e n d o l' f mtr;oduce todo el aJ?arato de est~ metodo, al cons- y Languet (1518-1581) es el bajo sajón Al th u s, que el contrato de
truir sintéticamente combmando las doctrmas de GroclO y Hobbes, todo dominio puede rescindirse cuando la autoridad ya no gobierna rectamente,
el sistema, partiendo del pensamiento de qu~ el instin~o de ~onserv~ci6n esto es, en interés y con arreglo a la voluntad del pueblo. Rompiendo el
del individuo sólo puede realizarse de modo eÍlcaz y raclOnal, SI se satIsface contrato una de las partes, ya no puede ser obligatorio para la otra; en tal
la necesidad de sociabilidad. En esta forma ha subsistido el derecho natu- situación retorna la soberanía a sus originarios portadores. Si el hombre
ral como ideal de una ciencia "geométrica" hasta muy avanzado el siglo XVII ha fabricado el Estado con ciertos propósitos e intenciones, puede volver
(Thomasius, Wolff, y h"':ta. ":ichte y .Schelling), y ha sobrevivido a la a destruirlo) cuando advierta que tales designios no se han cumplido. Así
decadencia general del pnnclplo carteSiano. .. . preparaba ya el Renacimiento la t e o l' í a del a r e vol u ció n.14
5. Pero de hecho se había colocado la base radIcal de la vIda externa Pero son consideraciones eclesiástico-religiosas las
y de las relaciones sdcial:s en los i. n ter e s e s del o s .i n d i vid u o s: que vienen a dar a todas estas teorías su peculiar coloración, al tomar en
la mecánica del Estado tIene en el Impulso del hombre aISlado aquel mo- cuenta, para justipreciar el poder ilimitado del gobernante, si las relaciones
~ento simple y evidente,:1. del que, ~on arreglo. al principio galileico, debe de éste con las confesiones son peligrosas o favorables. El punto de vista
ser explicado el andalmaJe complejo de la vIda del derecho. Con ello más radical de la política realista 10 toma H o b b e s, a causa de su indi-
retornaba la doctrina del Estado a la teoría epicúrea 12 del atomismo ferentismo religioso: la religión es cosa privada, y sólo tiene validez pública
aquella de la que hace profesión de fe el Estado. Con ello da este pensador
10De iur. bello et. pac., 1, 1, 10.
11 El ténnino conatus coincide en este sentido en Hobbes y Spinoza para am- 13 Comp. G: JELLINEK, Teoría general del Estado~ 1. Berlín, 1914, pp. 198 ss.
bos territorios, así el fisico como el psíquico. • 1:-pon particular aplicaci6n a la situa~i6n inglesa del siglo XVII, exponen estos
12 Así como en la esfera teórica, alcanza más tarde el principio democrítito- prmclplos el po~ta JOHN MILTON (Defensw pro populo Anglicano, 1651) y ALER_
epicúreo un triunfo posterior, en el dominio de 10 práctico. GON' SIDNEY (Dzscourses 01 government 1683).
J
380 IV. La filosofía del Renacimiento. El período cientlfico-natural 32. El derecho natural 381
lª teoría filosófica del histórico Cujus regio eius religio. Y Spinoza se más adecuada a sus propósitos) se aparta del filósofo inglés como se ha
adhiere a tal manera de pensar. Aboga por la libertad de pensamiento y observado renglones arriba. La misma mezcla de ideas ofrece Spinoza
contra toda coacción de la conciencia, pero para él la religión es sólo como punto de arranque de su teoría místico-religiosa de la virtud. Pues,
conocimiento e intención; en cuanto al hecho público de la religiosidad dado que el verdadero "esse" de cada cosa finita es la propia Divinidad no
en la iglesia y culto divino deben valer, en interés del orden y de la paz, tan ~uede encontrarse la perfecta satisfacción del impulso de autoconserva~ión
sólo las decisiones de la autoridad: Spinoza combate, como Hohbes, toda SInO en el "amor a Dios". Que Malebranche que de modo tan violento
intervención política de hegemonía confesional. En un sentido más positivo se expresó del "judío ateo", enseña lo mismo '''con ligera variación de los
se declara la filosofía protestante del derecho en pro de términos", ha quedado ya indicado más arriba (parágrafo 31, 4).
la soberanía eclesiástico-política del rey que gobierna por la gracia divina, 7, "L:; teoría del egoísmo de Hobbes -el selfish system, como más tarde
al paso que también en ella, por ejemplo en Althus, se defiende la sobe- se deSIgno---------- halla ruda oposición entre sus coterráneos. La reducción in-
ranía del pueblo, frente a una autoridad heterodoxa. El mismo motivo exc~rcional de tod~s Jos. acto~, de la voluntad al impulso de autoconser-
decide allí donde los jesuítas sostienen la destitución de la autoridad y la vaClOn, pronto causo mdlgnaclOn moral y se vio en ella una contradicción
exculpación del regicidio (compárese número 1 de este parágrafo). teorética de la experiencia psicológica, De inmediato tomó la ofensiva
6. El fundamento de la teoría del contrato reposa en H o b b e s en contra Hobbes la e s,cu e ~ a n e o p 1 a t óni cad e C am b ri d g e, cu-
motivos más generales. Al concebirse la vida política y social partiendo yos representantes lIterarIOS son R a 1 p h e u d w o r t h Y H e n r y
de la "naturaleza humana", encuentra el filósofo inglés el carácter esencia- M o r e, P~ro en es~a lucha se desarrolló, según viejo modelo, la oposición
lísimo de ella en el in s ti n t o de con s e r v a ció n o el e g o í s ID o, ent~e physzs y thests, P,ara Hobbes derecho y moralidad son imposiciones
simple y evidente principio explicativo de toda la vida volitiva. Con ello sociales; para sus opositores son originariamente ciertas exigencias de la
refieren la metafísica materialista y la psicología sensualista, este instinto naturaleza. Ambas partes mantienen el concepto de lex naturalis en contra
de conservación, según su esencia, al mantenimiento y elevación de la de una fundamentación teológico-dogmática de .la filosofía práctica: pero
existencia sensible del individuo. Todos los demás objetivos de la voluntad vara Hobbe,s era la ley natural la consecuencia demostrable del egoísmo
no tendrían otro valor que el de medios para la realización de aquel supremo b~en entendIdo; p~ra los, "platónicos" era, según principio estoico-cicero-
y comprensivo designio. Con arreglo a este principio, no debe tener el mano, una certeza mmedIata e innata del espíritu humano,
hombre como esencia natural otra norma de valoración que la del provecho En propio sentido se lanza C u m b e r 1 a n d contra Hobbes. Ve en
o daño, del estímulo o refrenamiento: la distinción de lo bueno y malo, la s?cia?ili~d del hombre algo tan originario, como en su propio egoísmo:
de lo justo e injusto no se funda en la naturaleza del individuo, sino en l~s mclmaclOnes be.nefactoras, a 1 t r u í s t a s, de cuya realidad no es po-
puntos de vista sociales, allí donde se toma como pauta de valoración ~lble ~udar, son ob~etos de la autopercepción originarios y dados de modo
el interés colectivo en vez del particular. De esta guisa se convierte el mmedlato; la neceSIdad de asociación no es un producto refinado de astuto
egoísmo en el principio de toda la filosofía práctica; e~"Oísmo,. sino. -como ya lo ha concebido Rugo Grocio- un carácter esen-
pues si el instinto de conservación del individuo debe ser limitado y en- Cial y pnmarlO d~ la naturaleza humana. Si el egoÍslno apunta al bienestar
mendado por el mandato del Estado, se ve en este mismo Estado la más personal, los motIVOS altruístas se refieren al bienestar común sin el cual
ingeniosa y perfecta de todas las instituciones que ha encontrado el egoísmo el primero no es posible. Pareja relación que en Robbes se' ve como el
para lograr y asegurar su satisfacción. E 1 e s t a d o den a t u r -a 1 e z a, resulta~o d,e, un~ ~nteligente actitud del hombre, es para Cumberland una
en el que el egoísmo de uno se halla en oposición al egoísmo de otro, es la detennmacl~n dl,:ma, cuy? mandato de~e ser el principio regulativo para
1 u c ha de t o d o s: para escapar de él, ha sido creado el Estado, como acatar las eXIgenCiaS que dImanan de las mclinaciones altruÍstas del hombre,
un convenio de mutua garantía, a fin de promover la paz entre sus miem- La m ~ r a 1 n a t u r a 1 del a r a z ó n, que de un lado se opone a
bros, La necesidad de sociabilidad no es originaria: sólo se explica como la ortodOXia, y de otro al sensualismo, va de la mano de la r e 1 i g ión
el medio más 'eficaz y seguro para satisfacer las exigencias del egoísmo, ~atural de la"razón, que por Herbert de Cherbury ~había
S p i n o z a acoge esta doctrina, pero da a ella, al incorporar la a su sld?, lan~a~a, taml?len co~tra estos dos frentes. Tampoco es la religión reve-
metafísica, una significación más abstracta. "Suum esse conservare" es lac~o~ hlstonca m creaClOn humana; es, más bien, una posesión innata del
también, para él, quinta esencia y motivo radical de todo querer. Pero esplntu hur;tano, El consensus gentium -así argumenta Herbert a la vieja
dado que todo modus finito pertenece por igual a ambos atributos, su im- usanza estOlca- prueba que la fe en Dios es un elemento necesario de la
pulso de autoconservación se dirige tanto a su actividad consciente, esto concepción humana del mundo, una ex i gen e i a del a r a z ó n: pero
es, a s u s a b e r, como a su afirmación en el mundo corpóreo, esto es, a c.omo ve~dad~ro contenido de la religión, frente a los dogmas de las confe-
s u po der. Así se llega a interpretar el impulso connatural de toda vida SIOnes, solo tIene valor lo que corresponda a tales exigencias de la razón,
individual mediante la identidad baconiana de saber y poder, y a ello se De est~ suerte p,asan los problemas de la filosofía práctica al c a m p o
añade ahora en Spinoza el principio de que el derecho de cada cual °
del a pSI C 1.0 g 1 a, en ;:t9-uella discusión de la literatura inglesa, susci-
se extiende hasta donde alcanza su poder. En esta concatenación de ideas tada tanto p,o~' Ideas metaf¡slc~ como por los intereses de la época, ¿ Cuál
halla el filósofo el principio explicativo de la vida empírica del Estado; un es, en el eS~lr.l;u humano -aSI suena el problema- el origen de derecho,
principio que, sin duda alguna, se mueve en el camino trazado por Hobqes; moral y rehgIOn? Con tales temas empero se inician los motivos de la
sólo por lo que hace a convicción en Jorno a la forma de constitución filosofía del Iluminismo. ' ,
QUINTA PARTE
'1
[ \
390
v. La filosofia del Iluminismo V. La filosofia del Iluminismo 391
Godofredo Guillermo Le i b n i z, el plurilateral fundador de la f i los o fía la ~istoria 4eZ problema «cuerpo-alma", 1925; H. LUETH]E, El concepto de la filo-
alemana, nace en Leipzig (1646); estudia alli y en.J.ena; se gr~dúa el} Alt- softa de Cnstlano Wolff (Kantstudien, XXX, 1925).
darf; gracias a la amistad con Boyneb.urg, entra ~l servlCIO de }~ dlplomacl~ del · Entrt? lo~ m1!Y nume~osos wolffianos, hay que citar: G. B. B i 1 fin g e r (1693w
principado de Maguncia, en d~lI!-de, ~emer:d? a la vls~a planes pohhcos a la vez que 1750; Dtluctdattones phtlosophicae de deo, amma humo;n~~ mundo, etc., 1725);
científicos, lleva a cabo un Viaje dlplom::.thco a Pans y Londres (dura~te. el cu~l M. K n u t z e n (muerto en 1751; Systema causarum efftczentum, 1746 compárese
visita ocasionalmente a Spinoza en La Haya) ; más; tarde es nom!:,rado blbhotecarIo B. ERDMANN, M. Knutzen y su tiempo, Leipzig, 18761; J. Chr. G ~ t t s che d
e historiador de corte al servicio de la casa de Hanover y. ~runswl~k. En tod,oS estos (17DD 1766; Erste Gruende der gesamten Weltweisheit, 734); Ales:. Baumgar-
w
puestos actu6 publicística y diplomát~c~~ente con un eSplntu, naclOna~-aleman Y ~n ten (1714-1762; Metaphysica~ 1739, Aesthetica, 1750-1758).
pro de la paz confesional. Después VIVlQ en la corte de la pnmera reu;a de Prusla, Como represefl:tante~ d~l método geométrico aparecen: M. G. P. Han s c h
Sofía Carlota, de una princesa. de Hanóver, ~n Char~ott~nburg y ~erh~, en donde (1683-1752; Ars tnventendt, 1727), y G. Ploucquet (1716-1790' compárese
fue fundada, bajo su presidencIa, la Academia de .C;:lenClaS; to~~vla hIZO un largo A. F. BOEcK, C.ole.cción de escritos que se. refieren a~ cálculo lógico del S;. Ploucquet,
viaje a Viena. Aquí como en Petersburgo, promovlO la fundaclOn de nuevas A~a Francfort y Lelpzlg, 1766); como enemIgos del m1SIno método' Pierre C r o u s a Z
demias. Muere el afio 1716, en Hanóver. Leibniz fue uno de los más grandes. ~ablOs (1663 w1748; Lógica~ 1712:1724, r:eoría de lo. bello, 1712), A~dreas Ruediger
que han existido; no hay territorio de las ciencias ';ll el flue no haya pattlCIP.a~o (1671-F31; De sensu ven et falst, 1709; Phtlosophia synthetica, 1707) y Chr. A.
e influido activamente. Doquier hace valer este umversahsmo, en for::r!a con~l~la Cruslus (1712-1775; Las verdades necesarias racionales 1745 El camino de la
certeza y seguridad del conocimiento humano 1747). Co::npáres~ H HEIMSOETH
dora a modo de un intento por acoplar oposiciones existentes. Pero tambIen partICIpa
395
396 v. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 33. Las ideas innatas
397
al propio tiempo, su más cabal formulación CO~O .su decisiva n:ptura. bes; contra la doctrina de que todas las representaciones humanas se en~
Puntualmente en este sentido toma la ID e t a f 1 S 1 e a e a r t e s 1 a n a, gendran por el influjo del mundo externo, apela especialmente a los
con su dualismo de sustancias pensantes y corpóreas, conceptos matemáticos, a los que los fenómenos corporales no corresponden
una posición relevante durante toda la época del Iluminismo, y el estilo nunca de manera cabal, sino que, en el mejor de los casos sólo son se-
empírico popular de filosofar en que tal metafísica a~ar~ce representada mejantes. En cambio, aCerca del co.nce~to de Dios, se ocupa 'con amplitud
2
por L o e k e, hace de éste el caudillo del nuevo mOVImIento. Las refle- del argumento del CODsensus gentmID:5 para mostrar que es una idea
xiones metódicas y metafísicas que en los discípulos más destacados de innata. De parecida ma?-era h~bÍa .funda?o ya ,Herbert de Cherbury,
Descartes, alcanzan un colosal y característico desarrollo, se traducen ahora echando mano de la doctrma estOIco-CIceromana de las communes notiones
al lenguaje de la psicología empírica y se hace un arreglo de ellas para que todas ,las ideas medulares de la religión y moral naturales. '
puedan ser comprendidas -por el gran público.. . . En un sentido algo diverso conciben la doctrina de las ideas innatas
En esta serie de reflexlOues se abre paso VIctOrIOSamente el ter ID l- ~escartes 4 y sus discípulos. Aquí se atiende menos al problema psicoló-
o i s ID o latente en toda la filosofía moderna y sobre t?do cultiva~o ~n gICO del ongen de las representaciones, aunque también éste es resuelto
Inglaterra (Hobbes) : la separación cualitativa del contemdo de conCIenCia en un pasaje dec~sivo de las Meditaciones (TII), diciendo que el ser innato
y de las formas de la conciencia respecto del "mundo ;xterno'.', al que la de la Idea de 1?IOS no es otra cosa que un signo que el creador ha im~
conciencia no obstante ha de referirse, fue penetrando mas amplIa y profun- p:~eso ~? su cnatura! e~ general, empero, el gran metafísico ha hecho
damente, y al fin, logra su más radical consecuencia en el positiy~smo de hmcapIe en que el cnteno para discernir 1o· que sea el ser innato reside en
H u ID e. A la disolución científica que con ello sufre la metaf¡sIc~, ~o la evidencia inmediata. Ha extendido, al fin de cuentas (casi
rrespondió, acto continuo, un apartamient~ de índol~, popular y practica pasan,do por .alto a9uel sentido psicológico del problema), la designación
(y modesto en sus pretensiones) de toda sutIl elabora.Cl~n de conceptos, o a del termmo ¡deae mnatae a todo aquello que lumine naturali ciare et
una profesión de fe de las verdades del sano et;tt~ndlImento hum.ano. . distincte percipitur. Por lo demás, tal asentimiento inmediato ha sido tam-
Lo que de interés en la literatura del 1lumIlllsmo conse~a CIerta v~ta bién puesto en práctica por Herbert de Cherbury como nota esencial de
lidad se halla en la conciencia religiosa y en aquellas tendenCiaS que c~nf~~ toda idea innata. 5
en superar la lucha de las religiones y lograr de esta s;terte una convIccI~n . 2. ~a posición polémica de L o c k e contra la doctrina de las ideas
general y conceptualmente fundada. En torno al,. del s ID 0, que se. vema mnatas mtenta fundarse en puntos de vista epistemológicos, pero de hecho
difundiendo desde hacía tiempo en Europa, graCiaS a la cornente mglesa es una co?cepción psicogenética. De inmediato pregunt,a si el alma al nacer
del 1 i b r e p e n s a rp i e n t 0, se agrupan las concepcio~es. d.el mundo y trae conSIgo al millldo determinados conocimientos, y contesta negativa~
de la vida de la Epoca de las Luces y aunque en un prInCIpIO estas con- 6
mente. Por ende, el desarrollo de la tesis "no innate principIes in the
vicciones se generan de la metafísica científico-natural del siglo precedente ,mind" se dirige en el primer libro del Essay, de Locke, menos contra Des-
y comunican, por tal motivo, a los problemas, de la t e 1 e o 1 o g í a un cartes que contra los neo~platónicos ingleses; 7 en primer término refuta el
vivo interés con el tiempo se desplazan cada vez más del campo de la me- conseosus geotium, remitiendo a la e~periencia de los niños y ~ la etno-
tafísica al de la moral, de la esfera de lo teorético a la de lo práctico. grafía.; halla que no existen principios teoréticos ni prácticos generalmente
conocIdos o reconocid~s; ni siquiera la representación de Dios escapa a
esta prueba que, a deCIr verdad, no sólo es diversa en los diferentes hom-
33. Las ideas innatas bres, sino que no se encuentra por completo en algunos (este argumento
con expresas referencias contra Herbert). Tampoco admite Locke el sub-
Por lo que hace al tema acerca del origen de las representaciones, en- terfugio empleado por Henry More, 8 de que las ideas innatas no se hallan
Cuentra la filosofía del Iluminismo la oposición, acuñada ya firmemente, c~mtenidas 1?or modo ~ctt;~l en el alma, sino de manera implícita (impli..
entre s e n s u a 1 i s m o y r a c ion a 1 i s ID O. cIte); esto solo puede sIgmfIcar que el alma es capaz de construir y aceptar
1. Ya Hobbes (y con él Gassendi) había, so~tenido el sensualis,?? en ide~s, un carácte~ q~e, al. fin d~ cuentas, ~s propio de to.das las represen-
la esfera de lo teorético como en la de lo practIco: ,para el gran fIlosofo taclOnes. El asentmuento mmedIato que VIene a caracteflzar en definitiva
inglés es el hombre, en ~uanto objeto de con~cimient~ científico, una esen-
cia enteramente sensible, atada a las senSa~lOl1eS e Impul.s~s del cuerJ;l0;
2 Ibt·d.~ V, 1, pp. 108 ss. (op. 905 ss. Mosh).
seo-ún él todas las sensaciones tienen su ongen en la actIVIdad sensonal, Todo el capítulo IV estf consagrado a esta tarea.
y gracia~ al mecanismo asociativo puede e::cplicars~ ~l origen .de los demás
<1
4 Comp. E. GRIMM, Descartes' Lehre van den angeborenen Ideen (La doctrina
hechos de la conciencia, partiendo de la VIda sensitIVa. ~n VIrtud de tales cartesiana de las ideas innatas), Jena, 1883.
doctrinas no sólo vieron en peligro los ortodoxos enemIgos de Hobbes la 5 De veritate (1\356), p. 76.
dignidad' suprasensible del hombre; el mismo motivo indujo también 3; los 6 Por lo demás, coincide con Descartes en que no es posible aceptar que el espi-
neoplatónicos a viva oposición. Particularmente ha tomado esta actItud i.
4i~~, h a metafísica en el vientre de la madre: Op. (C) VIII, 269. Ak. Ausg. III,
2
Cudworth: en su lucha contra el ateísmo 1 no toma sólo en cuenta a Hob- 7 Comp. (también para lo que sigue) G, GEIL, La dependencia de Locke respecto
de Descartes, Estrasburgo, 1887.
8. H. MORE, Antidotus adv. atheismus, 1, 3 Y 7 y LoCKE, 1, 2, 22. Comp. GEIL,
1 En el Systema intellectttale, particulannente en la parte final l VI, 5, pp. 28 ss. op, Ctt., p. 49.
,
V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 33. Las ideas innatas 399
398
todo lo que es innato, no conviene a las verdades generales y abstr~ctas; a la asociación más o menos artificial de ellos con los elementos de las
se halla más bien en la significación de las palabras y los enlaces de estas, rep;-esentac.iones particulares, destacar los objetos singulares entre los com-
pleJOS previamente dados, y, con ello, las funciones ulteriores mediante las
de antemano captada. 9 cuales los contenidos de conciencia, así aislados y fijados, quedan puestos
De esta guisa se despoja otra vez al alma (~ompárese pa~ágrafo 17, 4)
de toda posesión primigenia: al nacer, es parecIda a una hOJa de papel en mutuamente en relación lógica. 13 Por ende, coincide la lógica para Locke
blanco "white paper void of all characters" .10 Para demostrar esto ~e ma- como alguna vez para los epicúreos y después para los terministas, co~
nera p~sitiva, hace esfuerzos Locke por exhibir que todas. nuestras l~eas 11 una teoría de signos, con una s e ro i ó tic a. 14 Con ello, enteramente
provienen de la experiencia. Aquí distingue dos clases de ldea~: .las snuples en armonía con Occam, se hacía espacio, a pesar de los radicales funda-
y las compuestas, con la hipótesis de que las s~gundas se ongl¡;an d~ la)~ mentos sensualistas que se admiten para todo contenido de conciencia a
primeras. Las ideas simples tienen, empero, dos dIversas fuentes: sensatlon una ciéncia demostrativa de conceptos y a toda suerte de operaciones abs-
v "reflection", esto es, la pe r c e p ció n e x ter n a y la pe r ~ e p- tractas de que es capaz el espíritu cognoscente. Filosóficamente hablando,
~ ión in ter n a. Por sensación entiende el filósofo las representacIOnes n~ ~ran nu.ev,as. parejas reflexiones, y tampoco su exposición es, en Locke,
of1g1~al e medlt~; pero SI es clara y sencilla, llena de animada ligereza
del mundo corporal, transmitidas por los sentidos; por reflexión! en cam-
bio, el conocimiento originado por las funciones del ::lma mIsma. ~?r y ág;l comprenSIón; que desdeña la forma escolástica y la terminología
ende psicogenéticamente, se comportan estas dos espeCIes de percepclOll erudita, que aborda con soltura los más complicados problemas y que ha
del ~iguiente modo: la reflexión tiene como estímulo y antecedente a la hecho de su autor uno de los escritores más leídos e influyentes en la his-
sensación' por lo que atañe al contenido, todo contenido de las represen- toria de la filosofía.
taciones proviene de la sensación' la reflexión, a la inversa, es la con- 4. Por mucho que haya acentuado Locke (a causa de su nexo meta-
ciencia de las funciones que oper~n sobre tal contenido. . físico cor; Descartes; c~mp~re~e sobre el particular el parágrafo 34, 1) la
3. A estas funciones pertenecen también todos aquellos ~ec~msmos autonomla de la expenenCIa mterna, al lado de la externa sin embargo
por obra de los cuales el enlace de los elementos de la conCienCia pro- la dependencia en que pone genética y objetivamente a la' reflexión' res~
duce las representaciones complejas, ~s;to es, todos. ~os fen.ómenos del pecto ~e la sens~~ión fue tan enérgica, que acabó por revelarse esto como
pensar. Y, con ello, deja Locke la relaclOn de las actIVIdades mtelect:uales un caracter deCISIVO en el desarrollo de su doctrina. La postformación de
con sus contenidos, primigeniamente sensibles, en una muy generah.zada la doctrina sigue dos vías diversas y dentro de un completo sensualismo.
indeterminación que ha dado motivo a las más diversas postformacIOnes La postformación metafísico-epistemológica del nominalismo alcanza
de su doctrina, en-los tiempos subsiguientes. Por una parte, aparecen aque- sus más radicales consecuencias, en los continuadores de Loclee en In!!la-
llas actividades como las "facultades" (UfacuIties") del alma que llega a terra, B e r k e 1e y 15 no sólo estima que la doctrina que hace re~les
tener conciencia de éstas sus funciones en el acto de la reflexión, como los conceptos abstractos, es el más extraño de los errores de la metafísica
por ejemplo, se considera la capacidad misma -de representación,12 como el sino niega también -de parecida manera que los más extremos nomina~
hecho más originario de la reflexión por, la cual c,:d~ uno se entrega a su listas de la Edad Media- la existencia de las ideas abstractas en el espí-
propia experiencia; de otro lado, es conSIderada aSImIsmo el ,alma. e~ est~s rit~. La apariencia de realidad, dice el filósofo, se origina porque se
actividades vinculadoras (como la del recuerdo, que permIte dlstm~~lr, deSIgnan ~e ~lgún modo las palabras; pero en verdad siempre se piensa
comparar y relacionar, etc., los objetos), enteramente como ,algo pOSItIVO en cualqmer Idea no como otra cosa que una representación sensible o un
y ligadas al contenido de ~a sensación. Por t~nto" han pod,ld.o desenv~l grupo de ésta,s, las que, sin género de duda, constituyen originalmente la
verse, partiendo de la doctrma de Locke, las, m?-s dIVersas opmlOnes,. segun base para deSIgnar las palabras. Todo ensayo de pensar puramente lo abs-
sea el diverso grado de auto actIVIdad que se adscnba al tracto fracasa cuando se trata de representaciones sensoriales, las que a
alma en el enlace de las representaciones. . . decir. verdad, son siempre el único contenido de la actividad espirit~al.
De particular interés aquí es la e;,olución que expenmenta la. doctrma Pues mcluso los hechos de la memoria y las representaciones parciales que
para explicar las re p r e s e n t a c Ion e s gen e r a.l e s, p,ar,t1endo de de aquéllas se sacan, no tienen otro contenido que originarias representa-
los datos de la sensación, a virtud de los problemas epI.stemologIcos y me-
tafísicos Que se venían planteando desde la Edad MedIa. Como la mayor 13 El concepto, en desarrollo, de estas relaciones lógicas entre los contenidos de
parte de ios filósofos ingleses, Locke hace profesión de fe nO,mi.nalista. (El la representación, fijados por el signo verbal, aparece en Locke bajo el nombre
nominalismo sólo ve en los conceptos generales estados ammICOS o pro- de lurnen naturale. Descartes había entendido bajo este nombre tanto el conocimiento
intuitivo como el discursivo y habia opuesto esta integra actividad cognoscitiva natural
ductos internos e intelectuales.) P-ero en la explicación de tal problema, a la. revelación; Locke, que trata con reservas terminol6gicas el conocimiento intuitivo
echa mano Locke, en gran proporción, del influjo que pued~n tener ~os (~omp. parágrafo 34, 1), constriñe la significaci6n del "light of nature" a las opera~
"signos", particularmente del len g u aje. Estos hacen pOSIble, gracias Clones lógic~s y a la conciencia de los principios que en ella valen, según la naturaleza
de la capaCidad de pensar. Por lo que hace al conocimiento demostrativo concede
Locke .al racionalismo, t.al como 10 al?rendió de la e~cuela de Cambridge, ta~ amplias
9 Locke, 1, 2, 23 s. co~ces1<~nes, qu~, por ejemplo, manhene como pOSIble la prueba cosmoI6gica de la
10 [bid., 11, 1, 2 . . ., ' lá . eXIstenCla de DlOS.
I 11 El ténnino "Idea" pIerde ya su sentldo platolllcO en la esco stica posterior y
toma la significaci6n general de "representaci6n".
i4 Essay, IV, 21, 4; comp. el parágrafo 17,4. También el parágrafo 27, 4.
15 Treat. on the princ., pp. 5 ss.
hecho de la vida orgánica, sin que (con arreglo al sentido del mismo T ~: ~n la literatura posterior, particulannente en el círculo escocés y ante todo en
o~9 s El~own, se ree!llPJaza el término "asociaci6n" por el de "sugesti6n".
I1 <:sm~, Darwm mtroduce en vez de este nombre, la expresi6n "movimientos
,1 16 Todo esto recuerda la doctrina terminista de la suposici6n: comp: parágrafo d e1 sensorlUm .
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402 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 33. Las ideas innatas 403
tema de la causalidad cae sin advertirlo, en el materialismo, al ver eu di 11 a c, quien en un prinCIpIO sólo expone y defiende, frente a otros
el mecanismo de las excita~iones nerviosas, al fin de cuentas, lo primario, sistemas, la doctrina de Locke en su muy influyente Traité des sensations.
y en las actividades anímicas meros epi.fenóme~os de aq~éllas. Excitaciones Sea lo que fuere el alma, el contenido de sus actividades conscientes sólo
nerviosas simples corresponden a sensaClOues o Impulsos SImples, compues~as puede provenir de sus percepciones sensoriales. Condillac desenvuelve la
a compuestas. Ciertamente su teoría científica lo llevó a duras contr::dlc- teoría asociacionista mediante la ficción de una estatua, que, sólo dotada
ciones con su manera religioso-ortodoxa de pensar, y las Observactones de capacidad sensorial, va recibiendo uno tras otro los estímulos de los di-
muestran con qué seriedad y con cuán poco -éxito ha logrado superar los versos sentidos, y gracias a ello realiza cada vez más ampliamente una vida
antagonismos. Lo propio vale de P r i e s t 1 e y, quicIl: incluso hizo al intelectual parecida a la del hombre. He aquí el pensamiento fundamental
materialismo la ulterior concesión al negar la heterogeneIdad entre los he- de su dpctrina: la mera confluencia de las diferentes sensaciones en la misma
chos anímicos y corporales y al querer reducir la psicología a una fis.iología conciencia trae consigo d e s u y o lar e p r e s e n t a ció n d e v í n c u-
del sistema nervioso j abandona, asimismo, por tanto, el punto de VIsta. de 1 o y r e 1 a ció n e n t r e e 11 a s. Con arreglo a este principio, se des-
la experiencia interna, defendido por el escocés, para tratar de armOlllzar cribe cómo se genera de la percepción la turbamulta de las actividades
con su doctrina la convicción, entusiastamente defendida, de un deísmo anímicas: en la serie teorética se van engendrando unos tras otros los si-
teleológico. guientes hechos, a causa de diferencias ora de la intensidad ora de la
En la más extrema de las formas se construye este materialismo antro- repetición de las sensaciones: atención, recognición, diferenci~, compara-
pológico por el francés L a ro e t tri e. Convencido de la .completa de- ción, juicio, conclusión, imaginación y previsión de lo futuro' en fin, con
pendencia en que se halla el alma respecto del cuerpo, g~actas a obs~~a ayud~ de los signos, particularmente del lenguaje, la abstracci6n y la com-
ciones médicas practicadas en sí mismo y en otros sUJetos, estudIa el prenSIón de prqposiciones generales. Pero la percepción posee junto a la
mecanismo de la vida en animales y en el hombre -impulsado por las sensación, asimismo, el carácter sentimental del placer y del displacer, y de
sugerencias 'de Boerhave~ y las convicciones de Descartes acerca de los 12ri- tal carácter se originan, de la mano de los movimientos representativos, el
meros le parecen igualmente acertadas par~ ,los segundos. La ~~dual dIf~ deseo, el amor y el odio, la esperanza, el temor,22 y, debido a todas estas
rencia entre ambos sólo pennite la conclusIOn de que las actIVIdades am- mudanzas de la conciencia práctica, al fin de cuentas, la voluntad moral.
micas del hombre no son otra cosa que funciones mecánicas del cerebro. Por De esta guisa crecen en el dominio de la sensibilidad, conocimiento y moral.
tanto, es un abuso de la metafísica el adscribir al "esp~ritu" una propia ~sta cons~rucción sistemática tuvo colosal éxito. El afán de sistema, que
sustancia al lado de la materia. El concepto de la matena, como el de un habIa decreCIdo en la esfera de la metafísica (compárese más adelante pa-
cuerpo en sí muerto que ha menester d-el espíritu como de su principio rágrafo 34, 7), se preocupó en compensación, con tanta más energía por tal
motor, es una falsa y arbitraria abstracción: la experiencia mue~tr~ que Ha n á lis i s del e s p í r i t u h u m a n d', Y así como ya Condillac
la materia por sí misma se mueve y vive. Esto ha m.os~rado la me~alll~a de mismo había entretejido finas observaciones al exponer el proceso genético
Descartes -dice Lamettrie~ y, por ende, el matenahsmo es su I~evItable de ~a conciencia, una muchedumbre de partidarios encuentran ahora opor-
consecuencia. Y que toda vida anímica es sólo una de las funCIOnes del tun~da.d para participar ~n la obra de esta construcción, haciendo pequeñas
cuerpo, se sigue d~ que no se halla en ella n.ingún .contenido que n~ p:o- vanaCIones y desplazamientos de las fases, practicando innovaciones en la
venga de la excitación de alguno de los sentIdos. SI se pensara -aSI dIce nomenclatu::a e introduciendo algunos complementos más o menos ingenio-
Lamettrie 20 para fundar su sensualismo sacado de Locke~, como ya 10 sos. El GobIerno de la Revolución reconoció como filosofía sólo tal estudio
supuso el 'padre de la Iglesia Arnobio, al hombre, desde su nacimient~, ex- d~l des~nvolvimiento empírico de la inteligencia, y Destutt de T r a e y
cluído de -todo contacto con sus semejantes y limitado a la experienCia de dIO. a el, m~s tarde, el nombre de Hi d e o lag í a".23 Así ocurrió que,
menos sentidos no existirían en él otros contenidos de representación que a fmes del Siglo XVIII en Francia, se llamara ideólogos a los filósofos con
los~transmitido~ a él, precisamente, por tales sentidos. mucha frecuencia. '
6. Por lo que hace a la construcción teorética, menos importantes, .pero 7. Tocante a la esencia del alma, en el marco de la cual deben tener
literariamente tanto más difundidas han sido las ulteriores postformaclOnes lugar estas transfo~aciones de las sensaciones ("sentir"), se mantiene una
que experimenta en Francia la ddctrina de L~cke. Ya ~ o 1 t a i r e, que gran parte de los Ideólogos en la circunspección positivista de Condillac;
había aclimatado esta doctrina entre sus coterraneos, graCIas a sus Lettres otros pasan del materialismo problemático de Voltaire al asertórico de
sur les Anglais~ da a ella un sello por d~m~s sensualista, e incluso ,se Lamettrie, desde luego a la maI;era de Hartley, acentuando la dependencia
muestra inclinado -aunque con reservas esceptIcas- a confiar al Creador absoluta en que se hallan los enlaces de ideas respecto de las excitaciones
la fuerza de haber provisto al Yo, que es cuerpo, también co~ la capacidad
de pensar, Tal sensualismo escéptico, que se halla muy prÓXImo a la con~ co~cepci6n es E. BATTEUX (1731~1780) con su obra Les beaux arts réduits a un mime
cepción científica de Gassendi (compárese parágrafo 30, 6), llegó a ser el pnnczpe (1746). Compárese sobre él, H. BIEBER, La teorfa Poética de]. A. Schlegel
tono dominante del Iluminismo francés. 21 De él hace profesión de fe e o n- (Palaestra, 1911).
22 E!1 el desarro~lo, de la serie de hechos prácticos de la conciencia se hace valer
20 En la parte final de la Historia natural del alma. Comp. además el parágrafo en qor:~Illac 'f sus. dlSClpulos, somo en parte también en los psic6logos ingleses de la
asoc~~clOn, el ~nfluJo de la teOrla de los afectos y las pasiones, de Descartes y Spinoza.
18, 4) nota 18. . ., , , . , . No es, rmprobab!e q~e este. nombre de ideología en de Tracy esté en parang6n
21 También hace valer como prlnC1pIO, en los ongenes de la critIca es.tetIca, que
la esencia del arte reside en la "imitación de la bella naturaleza". El prototipo de esta con la Doctrma de la ctencta de Flchte (compárese la siguiente parte VI, cap. 2).
404 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 33. Las ideas innatas 405
nerviosas; más tarde, afirmando expresamente la materialidad. ¿e las act~~ ti m i e n t .o ("sentiment"), y arroja esta naturalidad originaria de su
viciades anímicas. Del modo más claro aparece esta evoluclOU en. D 1 M
personalidad contra el frío e indiferente mecanismo de las ideas, un meca-
de r o t. 24 Parte de Shaftesbury y Locke, pero, poco a poco, la. htera M
nismo que acaba por degradar a éstas en un estado de absoluta dependencia
tuya sensualista va cobrando más importancia en la mente del edito; de respecto del mundo externo. El s e n t i m i e n t o del a i n d i vid u a-
la Enciclopedia; trataba de justificar las hipótesis del hilozoÍsmo (co~parese lid a d se subleva en él contra una doctrina, según la cual en la con-
adelante parágrafo 34, 9) y, al fin, tomó, p,artido p~r la cpncepclOU del ciencia del _hümbre se unen y se vuelven a separar masas de extraños
S i s t e ID a del a n a t u r a 1 e z a. Este ultimo explIcaba, dentro d~ los contenidos, accidentalmente reunidos en un escenario indiferente. Quiso
marcos de su metafísica, incluso la vida anímica ~el hombre, medl~t;te poner en claro que la vida del espíritu no tiene lugar en nosotros, sino que
finos e invisibles movimientos de los nervios y entendm su proceso genetIco nosotros mismos la constituÍmos corno personalidades activamente determi-
del mismo modo, exactamente, que Lamettrie. Entre los ideólogos poste- nantes.' Esta convicción define la opo;ición de Rousseau contra el ilurni-
riores sobresale en este sentido e a b a n i s, por la novedad de sus punR n~smo in~electualista, ql!e en el s.ensualismo de Cop.dillac y de los enciclope-
tos de vista fisiológicos. Supone que la ciencia natura~ logrará verdaderos dIstas qUIere ver en la mterna VIda del hombre solo Un producto mecánico
progresos cuando haya descubiertc;> la manera de ,explIcar los estados ner- de elementos sensoriales provocados desde afuera: frente al atomismo psi-
viosos a los cuales hay que redUCIr los estados ammlCOS del alma humana cológico mantiene Rousseau el principio de la monadología.
("le ::noral"), no por ~eros movimientos mecánicos, sino P?,r t r a n s- . E.n la misma forma, y según los mismos argumentos, bien que no sin
f o r m a e ion e s q u í ro i c a s. Los hechos de la representaclOn son se- InflUJO de Rousseau, levanta más tarde S t. M a r t i n 27 su voz contra
creciones del cerebro, del propio modo como otros órganos producen otras el condillacismo: incluso salió de su retiro místico para protestar -en las
sesiones de las "écoles normales" 28 contra la superficialidad del sensua-
secreciones. . ' ., . "
En oposición a esto, se mantiene otra dueccIOn de la IdeologIa fIr~e lismo. Los ideólogos, dice, hablan demasiado de la naturaleza humana: pero
mente en el punto de vista de la doctrina de Locke, de que todo cont~mdo en vez de observarla, se esfuerzan por ((componerla" ("composer").
de la representación proviene de los sentidos, pero que e,n .las funclO~es 8. Los enemigos declarados del sensualismo en todas sus formas son los
propias de los enlaces de la conciencia, se revela lo caractenstIc?, de ,la VIda f i 1 ó s o f o s e s c o c e s e s. La tierra común sobre la que se va des-
anímica. El caudillo de esta dirección es B o n n e t. TambIen el ha~e arrollando esta oposición, es el psicologismo. Pues también R e i d Y sus
suyas, de parecida manera que Condill~c, las ideas pr?p~estas por Lamettne discípulos buscan la tarea de la filosofía en la investigación del hombre y de
respecto a Arnobio, pero es un naturalIsta mucho mas m~onnado para des- sus capacidades anímicas; sí: han fijado, de modo más- enérgico y unila-
conocer que no es posible disolver el mundo de las ~e.nsacH:mes en ~lemen~os teral que las diversas escuelas de sus opositores, como punto de vista me-
de movimiento y que su relación con los esta~os fISICOS. tiene cara~ter sm- tódico, que la filosofía no puede ser otra cosa que psicología. Pero su parecer
tético no analítico. Por tanto, ve en el mecamsmo del SIstema _nervIOSO tan acerca de la actividad anímica del hombre y su desarrollo es diametralmente
sólo la causa ocasional de la r e a c ció n a u t ó n o ID a del a 1ID a, .opuesto a las opiniones de los sensualistas. Estos conciben como .originario
cuya sustancialidad le parece bien prob~~~ gracias a la un ida,d .d e contenido de la actividad anímica lo simple, aquéllos lo complejo; éstos,
1a con c i e n cia. Enlaza con esta oplllIOn toda suerte de fantastlcas las representaciones singulares, aquéllos los juicios; éstos, lo sensible aquéllos
hipótesis.2G Intervienen- ideas re~igi.osas en. sus concepciones, ~uando aco.ge ~o Ín,timo; éstos, lo particular, ~q~éllos lo general. Reid recono~e que el
el pensamiento de una sustanCia mmatenal; pero el sensualIsmo permite IdealIsmo de Berkeley y el esceptIcIsmo de Hume son consecuencias tan co-
una actividad de esta sustancia sólo en relación con u~, cu~rpo. Por e~lo, rrectas del principio de Locke, como el materialismo de Hartley y Priestley:
se -sirve Bonnet para explicar la inmortalidad y la aCClO? mmterrumplda p.~r.ü puntualmente lo absurdo de estas consecuencias contradice tal prin-
del alma de la hipótesis de un cuerpo etéreo que esenCIalmente se halla CIpIO.
ligada al' alma y q;'e en la medida de su permanencia conforma un orga- En oposición a tales ideas, trata Reid de aplicar el método baconiano
nismo material más tosCO. 26 , de la inducción a los hechos de la experiencia interna, para descubrir me-
Esta vinculación de la doctrina sensua!i,sta con el aserto ~e una auto- diante el análisis de éstas las ver dad e s o r i g i n a r i a s que son da~
noma sustancialidad Y capacidad de' reacc1,;n de~ a!;na se repIte en :1
co- das desde un principio con la ciencia del alma humana y que poseen el
terráneo de Bonnet en R o u s s e a u, qmen, slrvlendose de tales Ideas, valor de fu n d a m e n tal e s p r i n c i p i o s en el desenvolvimiento de su
combate las teorías psicogenéticas de los enciclopedistas. Rousseau encuentra actividad, y de esta suerte debe constituirse la ciencia psicológica fundamental
que -lo privativo del alma, lo peculiar de su función se revela en el s e n- a título de una investigación de la experiencia interna, pasando por alto la
ayu?a de l~ fisiología. En la solución de esta tarea Reid mismo y, después
24 La decisiva obra de transición es el Sueño de d'Alembert. ~e el, partIcularmente Dugald S t e w a r t, presentan puntos de vista muy
25 En las Palineénésies philosophiques. . I~ter~santes acerca de la manera de concebir los fenómenos internos, al pro-
26 Con estos pensamientos ha influído poderosa~ente, B<?nnet e~ el zungll,ense
J h C p Lavater (1741~1801) yen los ensayos Ílsognomlcos d~ estej.compa-:ese plO tlempo que una gran finura en el análisis de su esencial contenido: una
H. MA:;R: Lavater como fil6sofo y fisiogn6mieo (en un.a obra. ~~ amv~rsano, Zunch,
1903 ahora en la colección "An der Grenze der Phllosophle , Tubll~ga, 19~~1 y 27 Compárese acerca de este enemigo místico de la filosofía de la Revolución,
CI-IR.' JANENTZICY, J. C. Lavaters s,turm und Drang im Zu~,!mmenhanlt. semes r~l:gwsen
la parte VII de esta obra.
Bewusstseins (El romanticismo de J. c. Lavater en relaclOn con sus Ideas rehglOsas), 28 Séances des te. norm.~ JII, pp. 61 ss.
1916.
406 V. La filosofla del Iluminismo. Los problemas teoréticos 33. Las ideas innatas
407
muchedumbre de valiosísimas observaciones en torno al proceso genético .todólogos del siglo Pues si él, bajo las ideas un tanto raras de su
::'VIII.
de la vida del alma se oculta en sus penetrantes investigaciones. Y, sin em- Nuev~ ~Tgano, ocaslOnalme.nte habla también de forma y contenido del
bargo, carecen de la fecundidad ideal, así como de fuerza convi:r:cente. Pues con<;clUuento, permanece, sm embargo, enteramente en el marco de pen-
mezclan doquier la prueba de aquello que ha de ser descubIerto en las saJme~tos de Wolff y no .p~~etra 31 hasta el sentido que ha dado Kant,
funciones anímicas como contenido universalmente válido, con la hipótesis P?stenormen!e, a esta OpOSlClOn (compárese adelante número 12). En cam-
de que esto también, genéticamente, sea 10 originario y determinante: y bIO, .es !ln aCierto ?~ ,Lambe~t el h.aber tratado de captar el concepto de lo
puesto que esta filosofía no posee otro principio que la facticidad psicoló. a~p.non -e.u OpOSl??n al ps~cologISm? domin::nte- de manera puramente
gica, acaba por admitir sin crítica de ningún género como ver dad l<?gl~a y epIstemologlca. Ennend.e baJO conOCImiento a priori aquel cono-
e vid e n t e todo aquello que se presenta de tal manera como conte- CImIento que no ~e. funda recurnendo a la experiencia -aquí habla, pues,
nido real de la actividad a-nímica. El repertorio de estos principios fue con;o ·Un matematlco-, y flota ~nt.e sus ojos una metafísica que puede
designado "common sense", sano entendimiento humano, y como tal debe den¡ar d~ .tales eleme¡~tos .a pnorI su íntegro sistema conceptual. De
constituir la suprema pauta de todo conocimiento filosófico. aqm s~ ongma para la em;rllenda de la metafísica" la tarea de desprender
9. En la filosofía del Iluminismo alemán se mezclan todas estas direc- las pruneras verdades partiendo de la estructura cabal de la experiencia.
ciones con los efectos ulteriores del racionalismo cartesiano y leibniziano. La Par~ ~11~, busc~ ~ambert! en vano, un principio unitario,32 y su "arqui-
doble dirección metódica del último 29 toma, gracias a Christian W o 1 f f, tcc~O~l1~a se hmlta, al fm de cuentas, a una acumulación precipitada y
una firme y sistemática estructura. Todos los objetos pueden ser materia penfenca.
de una consideración ya desde el punto de vista de las verdades eternas, ya 10.. Al paso que tod::s estas. opini~?es acerca del origen de las repre-
desde el punto de vista de las v~rdades fortuitas; para cada territorio de sent<:c.lOnes humanas tuvieron clrculaclOn en el mercado literario, el juicio
la realidad hay un conocimiento por conceptos y otro por hechos, una concdlado~r tocante al problema de las ideas innatas se había pronunciado
ciencia a priori que emana de la razón y otra a posteriori que nace de desde hacIa ~ucho, per~ e~peraba Su poderoso influjo en la publicación de
la percepclón. Ambas deben comportarse en el resultado de este modo: la un manuscnto .de la blbhoteca de Hanóver. Le i b n i z había provisto
psicología empírica debe eludir la facticidad de todos aquellos estados de ;-tn comentano crítico, muy minucioso, en sus N oUVeaux essais a la ideo-
y funciones que en la psicología racional son derivados de un concepto logia d~ Loc~ke, y al 1?ropio tiempo había fijado los profundos pensamientos
metafísico de alma y de la "capacidad" proveniente de ella. Por otro lado, de su fdosofla y las fmas consecuencias de su monadología.
se mantiene, según el precedente leibniziano, la diferencia de rango de las . Entre, los argumentos con los cuales refuta Locke el ser innato de laS
dos especies de conocimiento en tanto se adscribe al saber de razón la cla- Ideas. esta aq:rel que afirma que no puede haber nada en el alma que la
ridad y la distinción; al conocimiento empírico (o ¡(histórico" como en- propIa al~a Ignor~. Este principio fue expresado también por él, diciendo
tonces se decía), en cambio, el carácter más o menos de una representación qu~ ~<;, SIempre 'pIensa el alma. 33 Con ello se ponía en tela de duda la
oscura y confusa. defm:clOll cartesIana d~l alma a título de una res cogitans; pu~s la nota
Psicológicamente se distribuyen las dos especies de conocimiento, con esenCIal ~e una s:rsta~cIa no puede ser omitida en ningún momento. Y en
arreglo al modelo cartesiano, en ideae innatae e ideae adventiciae. Sin este ~entlcfo fue dlscutldo el-problema entre las escuelas. Pero Leibniz llegó
embaruo Wolff mismo da poca importancia, en consonancia con la direc- gr~cl~s a su monadología, a una posición intennedia. Dado que par~
ción ~etafísica de su pensamiento, al momento genético. Y tanto más fue LeI.~n~~, el al~a, ,corno toda mónada, era una fuerza "capaz de represen-
el caso en sus adeptos y sus enemigos, que se hal1ab~n bajo el i~f1ujo de t~C1o;; ; precIs~ que tenga e~ todo T?-0mento representaciones ("percep-
las teorías francesas e inglesas. En general puede deCirse que el ntmo del tIOns ). pero SI todas .las n;onadas, mcIuso aquellas que constituyen la
proceso histórico fue éste: la significación que Leibniz y Wolff había? matena;, s.on almas, es l~poslble que todas estas representaciones sean cla-
concedido al empirismo se fue ampliando cada vez más al penetrar la fI- ras y dlstmtas. La solucIOn del prob.lema reside, por tanto, otra vez en el
losofía de Locke. El método psicológico ahogó poco a poco el método c<?ncepto de las r e p r e s e n t a c Ion e sin con s c i e n t e s o "p e_
metafísico-ontológico y dentro del método psicológico fueron hechas al tItes perceptio~s" (co~párese arriba parágrafo 31, 11). El alma
sensualismo tales 'con~esiones, que, al fin de cuentas, no sólo serios hombres posee. (como to~a m~nada) siempre representaciones, pero no siempre
de ciencia como Ruediger y Lossius, sino particularmente una gran parte de <:ons~lentes,. no tIene sIempre repre~entaci<?nes claras y distintas: sólo que
los representantes de la filosofía popular sustentaron la doctrina de que su VIda r~slde en el tránsito de lo mconSClente a lo consciente, de las re-
todas las representaciones humanas provienen de las percepciones senso- presentaCIOnes oscur~s y confusas a las representaciones claras y distintas.
riales. La policroma muchedumbre de gradaciones en que tal proces<; se En este respec.to mtroduce ahora Leibniz un concepto por demás im-
lleva a cabo, sólo tiene interés histórico-literario, toda vez que no contlene portante en la pSicología del conocer. Distingue entre los estados en que
nuevos argumentos.30
. Esto vale, en lo esencial, de Enrique L a m b e r t, que ocupa un
lugar preferente como excelente matemático y naturalista entre estos me- 31 Según fue tomado antes debido a la obra de R. ZIMMERMANN Lambert como
Precursor de Kant (Viena, 1879). ,
32 Esto se, v~ del mejor modo. en su. ,correspond.encia con Kant (impresa en las
29 Compárese parágrafo 30, 7. f .obras de este ultlmo): comp. la Dtsertacwn arnba CItada,. de BAENSCH
ao Comp. W. WINDELBAND, Historia de la filosofía moderna~ 1, parágrafos 53~55. 33 Essay, II, 1, pp. 10 ss. .
408 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teo;éticos 33. Las ideas innatas 409
el alma sólo tiene representaciones y aquellos en que ella es consciente de como principio general, como verdad eterna, adquiere claridad y distinción
ellos mismos. 34 A los primeros les da el nombre genérico de "perception"; en la comprensión racional. De esta suerte la indeterminación que existía en
a los últimos, el de "apperception').35 Entiende por a p e r e e p ció u, Locke tocante a la "capacidad anímica", se resuelve en la dirección opuesta
pues, aquel proceso mediante, el cual represen~a~iones oscuras y confusas de la que los sensualistas habían dado. Si éstos negaban toda reacción autó~
se convierten en representaCIones claras y dIstmtas, pero con ello son noma del alma en el enlace de los datos de los sentidos, Leibniz pone esta
reconocidas por el alma como suyas y suministradas por la a u t o e o n'" peculiaridad de la actividad psíquica en las funciones inconscientes, gracias
e i e n cia. El proceso genérico de la vida anímica resi~e en la t r a n s- a la cual el alma desenvuelve su inmanente legalidad. 37 Si Locke se había
formación de representaciones inconSCIentes en Te- apropiado la sentencia escolástica: Nihil est in intellectu quod non fuerit
p r e s e n t a e ion e s e o n s e i e n t e s, en captar percepciones con la in sensu, ahora añade Leibniz: nisi intellectus ipse. 38
claridad y distinción de la autoconciencia. A la luz de la monadolo.gía 11. Una vez impresos los Nouveaux essais en 1765, produjeron gran
toman las convicciones metodológicas de Leibniz de las verdades fortUltas expectación: Lessing se ocupaba en traducirlos. Que la vida del alma en-
o empíricas (compárese parágrafo 30, 7) una peculiar coloración. La ausen- raíza mucho más allá de lo claro y distintamente consciente en abismos
cia de ventanas de las mónadas impide concebir la percepción, met~físi oscuramente presentidos, era para la literatura, que, apartándose de la ari-
ca mente, como influjo de las cosas sobre el alma: '36 las representaCIones dez racional iluminista y de la rectitud insípida, buscaba el rendimiento
sensoriales deben más bien ser pensadas como actividades que el alma lleva genial, U1;a idea de gran valor, y t~nto más apreciable cuanto que provenía
a cabo merced a la armonía preestablecida de manera oscura y confusa del propIO pensador que Alemama veneraba como padre y héroe de la
y
(como' Hpetites perceptions"), la transformación que en ellas tiene lug~r Epoca de las Luces. En esta dirección ha influÍdo Leibniz particularmente
sólo puede ser considerada como una clarificación e iluminación, como una s?bre H e r d e r; lo que no sólo se percibe en sus concepciones estéticas,39
captura en la autoconciencia, como a p e r c e p ció. n. . . smo ante todo en la obra de concurso Acerca del conocer y sentir del alma
S e n s i b i 1 ida d yen ten d i m i e n t o, cuya dIferenCIa reSIde par~ humana.
Leibniz en el diverso grado de- la claridad y distinción, tienen por tanto, Bajo e.l impulso de puntos de vista metodológicos había extendido tanto
según él, idéntico contenido, sólo que en la primera es represent~d<? de como pOSIble la escuela "Leibniz-Wolff" la oposición entre conocimiento
manera oscura y confusa lo que en el segundo llega a ser claro y dIstmto. racional y conocimiento empírico, y había considerado como dos capacida-
Al alma no viene nada de afuera; lo que ella se representa de manera des diversas sensibilidad y entendimiento. La Academia de Berlín busca la
consciente, se halla contenido inconscientemente en ella de ar:temano; y relación de estas dos fuerzas separadas y la participación de cada una de
por otra parte, el alma no puede añadir nada en sus representac;ones ~on~ ellas en el conocimiento humano: Herder contrapone el verdadero Leibniz,
cientes que no esté de antemano en ella. Por tanto, con ello deCIde LeIblllz como se ha?Ía revelado en los N ouveaux essais, al sistema imp'erante de
escuela pomendo de relieve en su Tratado la unidad vital de la vida anÍ~
q ue" en cierto sentido a saber, inconscientemente, todas . las representaciones
son innatas, y que, en otro sentido, a saber, consCIentemen.t;, n~ s~ da mica del hombre, y muestra que sensibilidad y entendimiento no son dos
ninguna idea innata en el alma humana. Llama -a esta r~laclOn, dIsenll;da fuentes diferentes del saber, sino tan sólo dos diversos grados de una y la
en los principios de la monadología, con el nombre de 1 n n a t a e x 1 s- misma actividad vital, merced a la cual la mónada concibe en sí al uni-
tencia virtual de las ideas. verso. Al alma le son innatas como fuerzas Íntimas todas las representa-
Los N ouveaux essais desarrollan este pensamiento, que desde un prin- ciones por medio de las cuales en su desarrollo se va elevando paso a paso
cipio es comiÍderado" como punto de vista rector, particularmente por 10 de la conciencia de su ambiente próximo al conocimiento de la armonía
que hace a las verdades universales o eternas. Esto, sin género de duda, cósmica. Herder llama s e n t i m i e n t o a esta honda unidad de sensi~·
constituía el más apremiante problema: acerca de él, afirmaban unos (los_ bilidad y entendimiento: y en ella halla, también, en sus estudios acerca
neoplatónicos y en parte los cartesianos) que tales verdades son "actuales", del "origen" del lenguaje, -la función unitaria que comprende todos los sen-
esto es que son verdades innatas ya Hhechas','; otros (Hobbes y en J?arte tidos y gracias a la cual el mecanismo psicológico del "decir" y "oír" se
Locke)' fas explicaban por la acción conjunta de elementos sens?nales. convierte en la expresión del pensamiento.
Pero Leibniz sustenta la idea de que tales verdades se hallan contemdas ya 12. Mucho más importante aún fue otro influjo de la obra leibniziana.
en la percepción, como "petites perceptions",. a saber, como f o r ro a~ s. No era de poca monta que K a n t tratara de transformar la doctrina
e s pon t á n e a s del pe n s a m i e n t o relaclOnante, pe:o que despues' de los N ouveaux essais en un sistema de epistemología (compárese parágrafo
de tal empleo inconsciente son apercibidas, esto es, se conVIerten. en repre- 3+, 12). El filósofo de Koenigsberg recibió de aquella obra un impulso de-
sentaciones claras y distintas y de tal suerte llegan a ser conocIdas de la, cisivo para uno de los más importantes virajes de su evolución; la que llevó
mano de la experiencia. Ya en la representación sensible se oculta de ma-
nera oscura y confusa la forma de la actividad del alma que más tarde, 37 Que tal concepción puede ser interpretada en la forma que Locke da ocasional-
mente a las "capacidades anímicas", lo pone de relieve la exposición de G. HARTEN-
STEIN, La doctrina de Locke del conocimiento humano en parang6n con la critica
Expresiones alemanas de acuerdo con la "Antropologia" de Kant, parágrafo 5.
'34
Princ. de la nato de' la Gr8ce, 4" donde resalta enérgicamente el parentesco
'35
leibniziana del mismo (Leipzig, 1891, Abh. d. Saechs Ges. d. Wiss).
'38 Nouv. Ess., 1I, 1, 2.
con la "reflection" de Locke; Nouv. Ess., 1I, 9, 4.
39 Compárese particularmente el cuarto "Kritische Waeldchen".
M Nouveaux essais, IV~ 4, 5.
...
410 v. La filosofia del Iluminismo. Los problemas teoréticos 34. El conocimiento del mundo externo 411
a cabo en su Disertación inaugural. olO Formado en la metafísica wolffiana, inmediato' pero cuanto más diversamente se concebía junto al mundo de la
por largo tiempo después se ocupó en poner a prueba las teorías empíricas concienci; el mundo del espacio y de los cuerpos, tantas mayores fueron
(las que por cierto no lograron satisfacerle), lo que determinó 41 que bus- las dificultades relativas a la cognoscibilidad de este último. Esto mostraba
cara una neofundamentación de la metafísica, persiguiendo de cerca el ya la evolución metafísica inmediatame:r:te posterio; a ~escartes (compá-
pensamiento por obra del cual se distingue entre f o r ID a y e o n t e- rese parágrafo 31), y lo propio se reprodUjO en las J?as vanadas formas .en la
ni d o del e o n o e i ID i e n t o. Pero hablaba Leibniz de las "verdades traducción que se hizo de estos misIllos pensamIentos en el lenguaje de
eternas", que se ocultan como formas involuntarias de relación en la pro- la psicología empírica y del sensualism~. . . , . .
pia experiencia sensible, y que se convierten en una conciencia clara y dis- De esta guisa, se percibe desde un pnnCIplO, en la teona del ~onOCr~llle~to
tinta por obra de la reflexión del entendimiento. Tal principio de la existen- de la filosofía moderna, un p red o ID i n i o del a e x p e r 1 e n c 1 a 1 n-
cia virtual de lo innato es el nervio de la Disertación inaugural de Kant: las terna, gracias a lo cual el conocimiento d~l ~undo externo
verdades metafísicas residen en el alma como leyes de su propia actividad,42 s e t o r n a pro b 1 e m á tic o. Con ello el. ter.ID l.n 1 s ID o, en el que la
para manifestarse, en ocasión de la experiencia, y tornarse objeto y conte- Edad Media había desembocado, cobra ultenor efIcaCIa en todo el.desarrollo
nido del conocimiento racional. del pensar moderno, como concepción deter~.inante: la heterogen~ld~d entre
Kant aplica ahora este punto de vista en forma nueva y fructífera al mundo externo y mundo interno da al esplntu un orgullos.o se.ntnment? de
conocimiento sensible. Opone con más energía aún que los wolffianos, por originalidad sustan~ial frente a las. cosas~ , pero al propIO tlempc: CIer!a
razones metodológicas, el conocimiento sensible al conocimiento intelectual: inseguridad e incertIdumbre en su onentaclOn en este mundo ext~ar;o a el.
mas para él surgió la pregunta de si se hallan en el mundo de los sentidos De ,tal suerte, el planteamiento del problema med~lar. ;lel I1umm}s~o se
tales formas de relación originarias, como Leibniz había mostrado en el presenta como una resonancia de aquella profun~Iza~lon del esplntu en
mundo del entendimiento, y que Kant mismo reconocía: 43 de esta guisa sí mismo, de aquella autonomización de la conc~encIa frente al mundo
descubrió las "formas puras de la sensibilidad" -e s p a c i o y ti e m p o. externo, en la que la filosofía antigua había culmmado. En eso se revela
No son innatas en el sentido habitual del ténnino, sino adquiridas, pero la vitalidad del espíritu agustiniano en la filosofía moderna.
no abstraídas de los datos de la sensibilidad, sino ah ipsa mentis actione 1. La prepoñderancia de la eXI!eriencia ~nt~~a se h,:ce valer en ~ o-
secundum perpetuas leges sensa sua coordinante: y así como las formas del c k e muy enérgicamente, aunque el, en prmclplO, eq~lpare ;t; sentrdo
entendimiento, también ellas son conocidas si se pone atención en la actividad psicológico sensación y refl~xión, e, ~ incluso, en la t.e,OfIa ~enetIc~,. haga
del espíritu en el momento de la experiencia; de esto se ocupa la matemática depender la última de la prImera. Solo en la ,:"aloraclOn. eplstemologI~a se
y en ello reposa solamente su validez universal y necesaria. invierte esta relación en el sentido de la doctrma cartesIana. El dualIsmo
Una fonnulación diversa dio Te ten s al principio de la existencia de las sustancias finitas, que sostuvo el gran m.etafísico francés, se-introduce
virtual de las ideas. Escribió su Ensayo acerca de la naturaleza humana y su ahora tranquilamente en Locke con el dualIsmo de las dos fuentes de la
desenvolvimiento ya bajo el influjo de la Disertación inaugural de Kant. experiencia. -La sensación está ~e~tinada al cono~~iento del mt;~do ex:tern~
También él sustenta el pensamiento de que aquellas ideas son un "acto del corporal; la reflexión, al conOCimIento de las <;ct.lvldades del esplrrtu mIsmo.
pensar", originarios "pensamientos de relaciones"; las experimentamos en así se comprende de suyo, que la última sea mas II?-portante para el proble;na
cuanto, al pensar nosotros, las aplicamos; y así se revelan como las 1 e y e s que la primera. Nuestro saber de nuestros propIOS estados es un saber 1 r:-
n a t u r a 1 e s del p e n s a r. Los principios generales que se hallan en la tui t i voy el más seguro de todos, y en nuestros ~stad?s, de.l modo mas
base de todo conocimiento filosófico, son, por ende, n e c e s ida d e s s u h- perfecto e indubitable estamos ciertos de nuestra prop~a eXIstenCIa. Con ap~~
jet i vas, en las cuales el alma pensante se hace consciente de sí misma. yo, casi literal, en Descartes, expresa Locke esta doctrma de la al7to~ertcza.
en cambio se mantiene por demás reservado, tocante al cono~Imlento del
mundo co:póreo. Un tal .conocimiento s.~lo es posible por sensaCIón y carece,
34. El conocimiento del mundo externo por tanto, 'de plena segundad y adecu,aclOn,. no ??stante que. merezca ~l norr;-
bre de "knowledge". De inmediato, solo es IntuItrvamente clert.a la. ~xlstenCIa
El trasfondo de todas estas teorías lo constituye su propósito teorético- de las ideas en el espíritu; que a ellas co;re~ponden cosas; no es llltU1tIvament~
cognoscitivo. Pero éste toma, bajo la hipótesis del realismo ingenuo que se
pone en relación con la metafísica cartesiana, un sentido más preciso. El
.
cierto, y la demostración sólo puede mdIcar, a lo mas, que una cosa allí
está pero nada predIcar sobre esta cosa.
principio del eogito sum hace aparecer el auto-conocimiento de la esencia A decir verdad en este respecto no está Locke enteramente de acuerdo
espiritual como la certeza originaria, como lo evidente e indudable de modo consigo mismo. En' la teoría de las i~eas de la se~sación admite la doctrina
de la intelectualización de las cualIdades sensonales, por completo en la
40 W. WINDELBAND~ Vier;teljahrsschr. f. wissensch. Philos.~ 1, 1876, pp. 334· SS., forma defendida por Descartes (comp. pará1;7af~ 31, 2) ; la de~igna acert,a-
exhibe la dependencia de este escrito respecto de los Nouv. Ess. damente con la distinción de cualidades pnmanas Y secundarras; aden~~s,
41 Esto 10 prueba del mejor modo el opúsculo Los sueños de un visionario, que añade como propiedades ter~iarias aqu~llas .fuerzas que expresan .la relaclon
aparentemente se halla más lejos de la metafisica, Comp. además la parte VI, cap. lo con otros cuerpos; son propIedades pnmanas aquellas que conVIenen real-
42 De mundi sens. atque int. f. et princ., parágrafo 6: dantur per ipsam naturam
inteIlectus. Comp. ibid., parágrafo 8; además el CorolIarium de la Sección tercera.
4.3 Comp. en el mismo opúsculo, parágrafo 8, y todo el capitulo cuarto. 1 Essay, IV, 9, 3.
412 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 34. El conocimiento del mundo externo 413
mente en sí a los cuerpos, y computa dentro de ellas la impenetrabilidad, No obstante eso Locke considera posible tener una ce r tez a d e m o s-
fuera de las aceptadas por Descartes. De hecho esto significa una recaída t r a t i v a del a ~ x i s ten c i a de Dio s. Se apropia para este objeto
en la doctrina democrítico-epicúrea de la representación mucho más decisiva la primera de las pruebas cartesianas (comp. p~r~grafo ~O, 5) en ~na forma
que la de Hobbes; lo que se revela también en que Locke con arreglo a la un poco modificada, y agrega la prueba cosmolog:lca habitual. PreCIsa pen~ar
teoría de los "ídolos" (comp. parágrafo 10 3) reduc~ los estímulos a una esencia infinita, externa y perfecta, una últlIlla causa de las sustanCiaS
•
f enomenos d e contacto de los nervios con las' más, pequeñas materias que finitas, dado que el hombre reconoce intuitivamente en sí una de, ellas.
emau<;tu de los objet<?s.~ En general, se repiten aquÍ, pues, los fundamentos Tan múltiples y contradictorios son los motivos conceptuales que se
carteSIanos del conOCImIento matemático de la naturaleza e incluso conside- cruzan en la teoría del conocimiento de Locke. La exposición transparente
rablemente extendidos. y en apariencia tan fácil, con la que ha hecho insípido el cartesianismo, se
Pero n~uy divers~ es la opinión de Locke acerca del análisis del concepto pierde en el remolino que emerge de las oscuras profundidades de sus ante-
de, sust~CI~. (\ semejanza de O~c~m, distingue el conocimiento demostrativo cedentes históricos. Pero así como la indeterminación multívoca de su psico-
aSI. del mtUItIvo ~?mo del s,:mIllIstrado por la sensación: el primero no se logía se va, poniendo al descubierto en los antagonismos de la subsiguiente
refIere a la relaclOn de las Ideas con el mundo externo sino a la relación evolución, del propio modo ofrece esta metafísica epistemológica los puntos
de las ideas entre sí. Tocante a su valor cOCTnoscitivo sup~ra el conocimiento de arranque de numerosas postformaciones.
sensitiyo, pero queda "atrás del intuitivo.s Se concibe el p e n s a r d e m o s- 2. Pronto la primera de éstas exhibe, frente a la indecisión de Locke,
t r a t I V o ente,ramente al modo ter m i n i s t a, de parecida manera que una osada energía de parcialidad. B e r k e 1 e y lleva a su plena hegemonía
en Hobbes, a tItulo de un cálculo con signos conceptuales: la necesidad de el principio de la experiencia interna, en tanto, de la mano de su extremo
la demostración sólo vale dentro del mundo de la representación', concierne, nominalismo recurriendo a la doctrina de Hobbes, pone término a la actitud
entr~ otros, a los ~onceptos generales o abstractos, a los cuales no corresponde tambaleante' que Locke había tomado en el problema acerca del conoci-
rea.hda~ ~l~una m natura rerum. Una vez presentes las ideas, pueden cons- miento de los cuerpos. D e s t r u y e el con c e p t o del a s u s tan e i a
!rUIrse JUICIOS sobre las relaciones que existen entre ellas, completamente con c o r p ó r e a. Del complejo de ideas que como un cuerpo nos ofrece la
mdependencia de toda realización con las cosas. Por tanto el saber dernos- percepción, hay que separar, con arreglo a la distinción entre cualidades
tra?vo sólo tiene que ver con las ideas mismas. Tales "co~plejas" represen- primarias y secundarias, una parte, y mantener otra como únicamente real:
tac~0J?-~s, son c o s a.s del pe n s a m i e n t o, que, una vez fijadas por pero tal distinción, así había enseñado ya Hobbes (comp. parágrafo 31, 2)
defmlclOn, pueden Ir tomando en el pensar toda suerte de combinaciones es objetivamente improcedente. Incluso las propiedades "matemáticas" de
entre -sí por su contenido determinado, sin tener, por ello, contacto alguno los cuerpos son asimismo ideas en nosotros conw las cualidades sensoriales, y
con .el mundo externo. Entre parejas formas de enlace, destaca, de modo Berkeley había demostrado precisamente esto con argumentos análogos en su
partIcu~ar, la.que se .expresa con el concepto de sustancia (la Teoría de la visión, que trataba de exhibir la confluencia de experiencias
categona de mherencIa). Todos los demás contenidos y relaciones sólo precedentes y los juicios por ella determinados, en la captura óptica de rela-
pueden p~nsarse, ~n tanto ?e refieren a alguna sustancia. A tal relación, por dones 'espaciales. Objeta la justificación de tal distingo cartesiano (en su
~llo" c~:m;,Iene real}dad; la Idea de la susta~cia es, según expresión de Locke, caso, democrítico). Pero si, según esto, todas las propiedades del cuerpo
ectIpIca , pero solo en tal forma que nos vemos constreñidos a aceptar un son inexcepcionalrnente ideas en nosotros, es superfluo que Locke mantenga
sustrato r~al para todos los modos dados en las diversas ideas sin que poda- como portador real de ellas una sustancia desconocida: semejantes adver-
mos predIcar nada de 10 que sea este sustrato mismo. La sustancia es el tencias pueden hacerse de la materia como sustrato de propiedades "apa-
portador desconocido de las propiedades conocidas, cuya pertenencia nos rentes".
vemos obligados a admitir. Sólo que en todos estos casos se nos insinúa, dice Berkeley, el reconocer
Est~ ?pinión de la incognoscibilidad .de las sustancias no impide a Locke un abstracto como la única realidad. Pero no existen conceptos abstractos, no
el admitIr en otro lugar,4 en un sentido completamente cartesiano una existen ni siauiera en el espíritu, mucho menos in natura rerum (comp.
división de las sustancias en "cogitativas" y "no-cogitativas": por otra parte, parágrafo 33,-4) . Locke tenía razón plena cuando afirmaba que tal sustancia
empero, emplea tal parecer en el.tratamiento que hace del cogito sumo Lleva no puede conocerse: no existe nadie que pueda pensarla; es una ficción
este principio de su dominio metafísico a un territorio empírico-psicológico. esco"Iástica. Para la conciencia ingenua, para el "sano entendimiento huma-
La autocerteza es para él la del sentido interno ("internal sense") . la intui- no", cuya causa cree tomar Berkeley contra las artificiosidades del filósofo, el
ción se refier~ exclusivamente a nuestros estados y actividades, pero no a cuerpo es aquello que es percibido; nada más, nada menos: Sólo los fil~sofos
nue~u:a esenCia; ella nos ,revela por modo inmediato e ineludible, que somos. buscan tras él algo diverso, pleno de misterio, abstracto, que ellos mIsmos
(eX!stImos), 'pe~o no que somos. El, problema de la sustancia del alma (y,. no pueden descifrar. Para el recto sentido, el cuerpo es lo que se ve, se toca,
segun eso aSllTIlSmo el de sus relaCIOnes con el cuerpo) es tan irresoluble se huele, se oye: su esse coincide con su percipi.
como e1 de1 " que,,, d e a guna I ' en general.
sustanCia >
El cuerpo no es otra cosa que un e o rn pIe j o dei d e a s. Si se supri-
men de una cereza todas las cualidades que pueden ser percibidas por los
2 [bid., 11, 8, 7 ss. Para esto comp. también B. RUETTENAUER Prehistoria del
idealismo y del criticismo (Friburgo, 1882) y GEIL, op. cit.~ pp. 66 ss~ sentidos, ¿qué queda, además? Nada. El id e a 1 i s mD, que no ve en el
3 Ess., IV, 2; compárese arriba, parágrafo 33, 3. cuerpo sino un haz de representaciones, es la opinión del hombre habitual;
4 ¡bid., II, 23, 29; IV, 10, 9. y también debe ser la del filósofo. A los cuerpos no conviene otra realidad
414 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 34. El conocimiento .del mundo externo 415
que la de 11 e g a r a s e r r e p r e s e n t a dos. Es falso el opinar que manas, si se estatuye sólo en Dios el mundo ideal de los cuerpos y éste se
en ellos o tras ellos se oculta una sustancia, que "apareciese" en sus propie· considera como el objeto real del conocimiento humano.
dades. La sustancia no es otra cosa que la suma de estas propiedades. El "idealismo" que, de tal manera se va generando por diversas vías del
A la inmediata pregunta: si todos los cuerpos son únicamente repre- c~gito ergo sum, trajo consigo una manifestación lateral, que anónimam~nte
sentados, ¿ en qué reside la diferencia entre los cuerpos ref~les. y los só1.o y, sin fijeza d? l~neas, se cit.a ocasionalmente en la li~~ratur; del siglo XVIII;
imaginados o soñados?, responde Berkeley con una ID ~ t a l s 1 e ~ e s p I- solo el conOCImIento que tIene cada uno de los eSpIf1tus particulares de sí
r i t ti a 1i sta. De los dos mundos cartesianos sólo eXIste sustanCIalmente mismo y de sus estados, es cierto e intuitivo; incluso de los demás espíritus
uno' sólo las res congitantes son sustancias reales; las res extensae no son únicamente sabe algo por las ideas que de inmediato se refieren a los cuer-
otra' cosa que sus representaciones. Pero a los espíritus fi~itos son d~das pos, y, en analogía con los espíritus son interpretadas. Pero si todo el mundo
las ideas, y hay que buscar el ori~en de todas las representacIOnes excluslya- de los cuerpos sólo es representación en el espíritu, cada cual, al fin de
mente en el espíritu infinit~, en Dio s. ~a realidad, ~e los. c~erpos conSIste cuentas, sólo está cierto de su propia existencia: la realidad de todo 10
en que sus ideas son comumcadas por DIOS a los eSpIrltus fmItos, y el orden demás, sin excluir a todos los otros espíritus, es problemática y no puede
serial en que Dios lleva a cabo esto es llamado por nosotros el orden de las ser demos~rada. En aquel entonces se designó con el nombre de e g o Í s m o
1 e y e s n a t u r a 1 e s; por ello, no' encuentra el obispo B.erkeley dificul~~d esta do~trma; ahora suele llamársele s o 1 i psi s m o. Pero es un jugueteo
metafísica alguna en que Dios se aparte, ba.io circunstancias, de la su~esIon metafíSICO el entregarse a la discreción de cada cual: pues el solipsista se
habitual; precisamente donde el hombre. ?abla de mila?~os. L?, ~sencla del contradice a sí mismo, cuando empieza a probar a otros su doctrina.
espíritu divino (y, puntualmente, tambIcn de los. eSplrl;US fmItos) es la Dentro del cuadro de ideas de las Meditaciones) en las que Descartes
1 i b e r t a d del a vol u n t a d, y las representacIOn~s solo son las ~ormas reconoce en la autoconciencia la roca salvadora en el mar de la duda, se
de actividad en las cuales la voluntad se va desenvolVIendo. En cambIO, son llega al resultado que más tarde Kant llamó el escándalo de la filosofía: 7
irreales par; Berkeley aquellos cuerpos que, ora por modo mec,á?ica.me~t.e se exige una prueba de la realidad del mundo externo y no es posible encon-
accidental, ora arbitrario, sólo aparecen representados en el. espIntu md~vi trar una satisfactoria. Declararon los materialistas franceses la doctrina
dual, sin que le hayan sido comunicadas tales representaciOnes por DlOS. de Berkeley como una locura, pero irrefutable.
Puesto que al fin de cuentas el mundo real de los cuerpos se transforma 3. La reforma de la doctrina de Locke, llevada a cabo por Berkeley
en un sfste~a de ideas, querido por Dios, no ocasio~~ tampoco p~ob~ema conduce en línea directa a la teoría del conocimiento de H u m e. A l~
alguno la finalidad que revela la estructura y la suceSIOn de las vanaClOnes negación nominalista de que existan conceptos abstractos, vincula el perspi-
de este mundo de los cuerpos. ca~ escocés su distinci.ón de !odas l~s funciones intelectuales en impresiones
El paralelismo entre esta" consecuencia proveniente de. Locke y ~qt;ella e Ideas (que son COpIaS de ImpreslOnes), pero con ello se ajusta perfecta-
que saca M a 1 e b r a n che de Descartes, es innegable i l.ncluso comcl~en mente al distingo entre conocimiento intuitivo -y conocimiento demostrativo.
Malebranche y Berkeley en que Dios es en el mundo la umca fuerza aC~lva, Cada uno de estos conocimientos tiene su peculiar especie de certidumbre.
en que ninguna cosa singular es motora (comp. parág~afo 31, 8) .. Es .mte- ~l co~ocimiento intuitivo reside simplemente en el aseguramiento de las
resante por demás cómo el realismo extremo del frances y el nommahsmo, lmpr~sIOnes facticias: qué impresi0nes tengo, puedo decirlo con absoluta
igualmente extre~o, del inglés, desembocan en la misma convi~ción. Las segundad. En ello no puedo equivocarme, en cuanto me limito a fijar
fundamentaciones no pueden ser más diversas: el resultado es el mIsmo. Pues escuet~men~e que poseo una representación perceptiva de este o aquel
10 que separa a los d~s pensadores, puédese omitir sin más. Est? lo mostró contemdo Simple o compuesto, sin añadir, a más de eso, conceptos inter-
un contemporáneo y coterráneo de Berkeley, A r t u r o e o 111 e r (1680- pretativos de la clase que sean.
1732), en ~u interesante obra Clavis universalis ..5 Malebranche 6 no h,abía Entre estas impresiones, a las que conviene certeza intuitiva de manera
objetado directamente, como cartesiano, la realIdad del mundo corpo;eo, inme~iata, computa Hume también, y de modo preferente, la relación
pero creía poder comprender el conocimiento ~e tal ~u~do, de esta gUIsa: espacIal y temporal de los contenidos de la sensación, esto es la fijación
las ideas de los cuerpos son en Dios el generalIzado ongmal, con arreg.lo al d.e la coexistencia y sucesión de las impresiones elementales. El'orden espa-
cual Dios mismo crea por una parte los cuerpos reales, por otra, las. ideas Cial en que se ofrecen los contenidos de la percepción es dado indubitable-
de ellos en los espíritus finitos.' Muestra Collier que en esta doctnna la mente con éstos, de manera irimediata, y poseemos una segura impresión de
realidad del mundo corporal tiene un papel enteramente superfluo: p'!esto ellos, ya se perciban los contenidos simultánea, ya sucesivamente. La c o n-
que no existe ninguna relación real entre este mundo y. l.as repreSe?tacIones t i g ü ida d es dada, por tanto, intuitivamente con las impresiones y de
humanas, no cambia en 10 más mínimo el valor cognoscitIvO de las Ideas hu- tales he c h o s ("faets") existe en el espíritu humano un conocir'niento
enterarn~nte seguro ~ libre de toda duda. Pero no hay que pasar por alto, al
caracterIzar la doctrma de Hume, que esta facticidad absolutamente cierta
5 El subtítulo del libro reza: "A new inquiry after truth being a demostrat~on of
the nonexistence or impossibility of an external world" (Londres, 1713). Se edIta en
de las impresiones, es simplemente la de su existencia como representaciones.
compañía del Treatise~ de Berkeley, en la "Colección de los autores más destacados, En este sentido y limitación comprende el conocimiento intuitivo no sólo los
que niegan la realidad de su propio cuerpo y del mundo corpóreo en generar', ed. en
alemán, bajo el cuidado de ESCHENBACH, Rostock, 1756. . 7 En la Introducción de la 2q. ed. de la Critica de la razón pura~ Obras III,
6 Cuya doctrina fue conocida en Inglaterra, debido espeCIalmente a JOHN NORRIS,
23, nota.
Essai dJune théorie du monde idéal (Londres, 1704).
...
416 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemaS teoréticos 34. El conocimiento del mundo externo 417
hechos de la experiencia interna, sino también los de la externa -más al nos suministra la percepción inmediata sensorial, la realidad misma del
precio de que los últimos propiamente sean una especie de los primeros, un concepto de sustancia es indemostrable. Es claro que Hume se apropia
saber de meros estados de representación. aquí, por 10 que hace a las cosas corpóreas, la doctrina de Berkeley. Pero
, Pero la contigüidad espacial y temporal (en la psicología moder~a, el éste, sólo había hecho a medias la crítica del concepto de sustancia. Halló
"e o n t a e t o") sólo es la forma más elemental de la asociación represen~ que los cuerpos son meros complejos de sensaciones, que su ser se identifica
tativa; junto a ella se ofrecen otras dos leyes asociativas: la semejanza con su llegar a ser percibidos, que no tiene sentido el hipostasiar como
(en su caso, el contraste) y la causalidad. Por lo que hace a la primera sustancia desconocida la correlación de ellos: sólo que mantiene las sustancias
forma de relación, poseemos una clara y distinta impresión de la igualdad anímicas, los espíritus, las res cogitantes; ve en ellas portadores de todas las
o desigualdad y sus diversos grados en las sensaciones: consiste en el saber funciones de la representación. El argumento de Hume va, incluso, contra
de la capacidad de semejanza de nuestro propio (sensitivo) hacer, y perte- esto. Lo que Berkeley ha mostrado de la certeza, vale también del "yo".
nece, por tanto, a las impresiones del sentido interno, que Locke ha llamado Incluso la percepción interna 9 muestra sólo actividades, estados, propie-
"reflection". Sobre ella se funda, por consiguiente, un conocimiento demos- dades. Si se hace abstracción de éstos, no queda nada de la res cogitans
trativo de certeza perfecta: concierne a las formas de la comparación de de Descartes; sólo el "hábito" del enlace constante de las representaciones
las dimensiones que efectuamos en los contenidos dados de .la representación, se halla en la base del concepto de espíritu; incluso el yo es un haz de
y no es otra cosa que un análisis de las legalidades con las que esto ocurre. representaciones. lo
Tal ciencia demostrativa es la matemática: desel).vuelve las leyes de la 5. Mutatis mutandis la propia consideración vale para el concepto de
legalidad en relación a los números y a las relaciones espaciales, y Hume la c a u s a 1 ida d, aquella forma bajo la 'cual suele ser pensada la nece-
se inclina a reconocer a la aritmética un valor epistemológico más elevado sidad del enlace de los contenidos de la representación; pero asimismo tal
que a la geometría. 8 enlace no es ni intuitiva ni demostrativamente cierto. No es percibida la
4. Pero la m a t e ro á tic a e s t a m b i é n 1 aún i c a c i e n c i a relación de causa y efecto: más bien, sólo es objeto de la experiencia sensible
d e m o s t r a t i v a; y, precisamente, porque no se refiere a otra cosa que la relación temporal, con arreglo a la cual una impresión viene a continua-
a las posibles relaciones entre contenidos de representación y porque nada ción de otra, normalmente. Si el pensamiento hace de la mera sucesión
afirma acerca de la relación de éstos con un mundo real. Por esta razón, una acción, si convierte un post hoc en un propter hOC,l1 con eso no funda
prevalece en Hume, completamente, el principio terminista de Hobbes tal relación en el contenido de las ideas causalmente enlazadas referidas
(comp. parágrafo 30, 3), sólo que el primero procede aún más consecuente- entre sí. De una "causa" no puede derivarse lógicamente su "efecto"; en
mente, con la limitación de esta teoría a la matemática pura. Pues Hume la representación de un efecto no se halla la de su causa. No puede com-
explica que no es demostrable ningún aserto sobre el mundo externo. Todo prenderse analíticamente la relación causal. 12 Según Hume, esta forma
nuestro saber se limita a la comprobación de impresiones y a la relación de del pensar sólo se explica mediante la asociación de las ideas. Por la repeti-
estas representaciones entre sí. ción de la misma serie de representaciones y por el hábito que advertimos
Por ello, parece a Hume una injustificada usurpación del pensamiento, de sucederse unas a otras, se origina una interna coacción que nos lleva a
que se explique la igualdad de las representaciones a manera de una identi- representarnos unas tras otrf)..s, y a esperar que unas sigan a otras: y el
dad metafísica: mas esto ocurre con el empleo del concepto de s u s t a n- sentimiento de esta coacción interna que nos induce a creer que una idea
cia. ¿De dónde proviene este concepto? No es percibido: no se encuentra
como contenido en las sensaciones particulares ni en las relaciones de éstas;
la sustancia es el portador desconocido e impredicable de los contenidos {IAsí ocurre de hecho en Locke: comp. arriba, número 1.
conocidos de las representaciones. ¿ De dónde procede pareja idea, para 10 Trf!at. l. 4. Las peligrosas consecuencias que de aquí resultan para la meta-
la que no se encuentra en todo el ámbito de las sensaciones impresión física religiosa han llevado a H u m e a suprimir lo más incisivo de sus investigacio-
alguna que sea su imprescindible original? Hay que buscar su origen en la nes en la reelaboración que hizo de tales ideas en los Essays. De ahí también que el
influjo histórico de la doctrina de Hume se halle en relación con la teoría de la
reflexión: es la copia de un múltiple, repetido enlace de representaciones. Por causalidad (Kant).
una repetida confluencia de las impresiones, por el h á bit o de represen- 11 En este sentido tuvo Hume un preCursor en su coterráneo J o s e p h G I a n-
tarse objetos iguales, se va engendrando, merced a la ley de la a s o c i a- vil (1636-1680), que en su Scepsis scientifica (1665) combatió desde el punto de
ció n del a s id e a s, cierta coacción a admitir la representación de su vista del escepticismo ortodoxo la filosofía mecanicista de la naturaleza; comp. FERRIS
GREENSLET, ¡. Glanvil, Nueva York, 1900.
coexistencia, y el sentimiento de esta necesidad asociativa del representar 12 El mismo pensamiento se halla en la base de la metafísica ocasionalista; comp.
acaba por ser pensada como real pertenencia de los elementos sensoriales, parágrafo 31, '7: pues ella recurre a la intervención de la voluntad divina, a causa
esto es~ como sustancia. de la incomprensión lógica de la relación causal. Lo mismo re-
Con ello, se explica psicológicamente la forma conceptual de la inhe- conoce KANT en una forma fundamentalmente en armonía con Hume, en su Versuch,
rencia, y se abandona su interpretación epistemológica: a ella no corresponde den Begrif/ der negativen Grossen in die Weltweisheit einzuführen (comp. allí mismo
1a nota general en el epílogo). En esta forma muy interesante, en fin, Thomas
otra cosa que el sentimiento de una igualdad del enlace de las representa- B r o w n (On cause and ef/ect)"ha tratado de deducir psicológieamente la explicación
ciones, y como de la existencia no tenemos nunca otra noticia que la que o comprensión de la sucesión temporal facticia, y de rechazar toda interpretación
epistemológica: la percepción exhibe en bloque causas y efectos; en ello reside la
"explicación" del hecho en su descomposición en relaciones causales elementales
8 Treatise, 1, 2, 1, 1, 3, 1. y sencillas. De ahí se origina la ilusión de creer poder aún concebir analíticamente éstas.
27
I
418 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 34. El conocimiento del mundo externo 419 I
produce otra, acaba por concebirse como necesidad real, como si el objeto seriedad de la hondura filosófica se halla en él la mirada abierta para
de una representación provocara la realidad de otro in natura rerum o las necesidades de la vida práctica.
determinara su existencia en el tiempo, como más tarde expresó Kant. La 7. Tocante a la recepción del positivismo, el ambiente en Inglaterra
impresión es la relación de necesidad entre las actividades representativas, era menos favorable, que en F r a n cia. Aquí se había aclimatado la opo-
y en la idea de la causalidad se torna una relación de necesidad de los sición a una "metafísica de las cosas" en aquella dirección escéptica que
contenidos de .la representación. había ido saliendo en múltiples aspectos de la filosofía cartesiana: fue
De tal modo, disuelve la teoría del conocimiento de Hume los dos ganando predominio este ambiente favorable, particularmente gracias a
conceptos- fundamentales en torno ele los cuales había girado el movimiento B a y 1 e, cuya crítica de principio, se dirigió principalmente contra h
metafísico del :siglo xvn. Sustancia y causalidad son relaciones de ideas, que fundam,entación racional de las verdades religiosas, pero que, al propio
no pueden ,ser explicadas por la ,experiencia ni por el pensar lógi(:o; reposan tiempo, afectó todo conocimiento que traspone 10 sensible, esto es, todo
en una sliplantación de impresiones de la reflexión por impresiones de la espécimen de metafísica. A ello se añade, asimismo fomentado por Bayle
sensación; 'Pero con ello se quita a la metafísica habitual la tierra que pisaba; al par que por el influjo de los ingleses, en la literatura francesa, un tono
ep su sitio queda ahora la teoría del conocimiento. La metafísica de las cosas mundano y un afán de libertad que trataba de romper las cadenas de todo
'cede terreno a una metafísica del saber. sistema de escuela, y que, en lugar de conceptos abstractos pedía la inme-
6. Los contemporáneos consideraron como e s c e p tic i s m o tal resul~ diata realidad de la vida. De esta suerte, en Francia más que en su patria
tado de_las investigaciones de Hume -sobre todo' por reflexiones que saca- de origen, la doctrina de B a con, con su limitación de la ciencia a la
ban en relación con la I1?-etafísica religiosa (comp. parágrafo 35,' 6): sin experiencia física y antropológica, influye cada vez más. El "point de syste-'
embargo, era algo completamente distinto de aquellas doctrinas a las que me" nos sale al encuentro a paso redoblado; -ya nadie quiere saber de las
históricamente conviene este nombre. La fijación de hechos mediante la "causes premieres", y d' Alembert pone este baconismo, con su cabal difusión
experiencia sensible es para Hume algo intuitivo j las relaciones matemáticas enciclopédica y programática, como el fundamento filosófico de la Enci-
tienen para él certeza demostrativa; pero hay que "echar al fuego", exclama clopedia."
Hume,_ 'todo aquello sobre lo que se predica cierta realidad diversa a la Por razones de gusto fue combatida también con el "point de systeme"
de la~,répresentaciones. No. existe conocimiento a~guno de cómo son las cosas la doctrina wolffiana, por hombres como Crousaz y Maupertuis, y de hecho
'y de -cómo obran: sólo podernos decir lo que sentirnos, qué ordenamiento ofrecía para ello la pedantería de aquella filosofía de manuales, muchos
espacial y temporal y qué relaciones de semejanza entre ellas vivimos. Esta blancos. Frente a ella, también la f i los o fía p o pul a r 'alemana se
doctrina es el e m p i, r i s, m o h b n r a d o y' a b s o 1u t a m e n t e e o n- sentía orgullosa por su ausencia de 'sistema: también quiso contelierse, como
_s, e c u e n te: exige que" si la única fuente del saber fluye de la percep- lo llevó a cabo MendeIssohn, de todo linaje de metafisiqueos sobre lo inex-
ción" en ésta no hay _que mezclar otra cosa que lo que no contenga perimental y ocuparse tanto más de cosas más útiles al hombre. Una fina
re~lmente._ Con ello queda exc1uída t()da teoría, toda investigación de las resonancia de este estado de ánimo se halla, a la postre, en' Dos sueños de
cau~<1:s, toda doctrina del "verdadero ser" tras las apariencias. lB Si se designa un. visionario, de Kant, donde fustiga con aguda ironía a los constructores
e~te punto de vista como_ p o s i t i v i s m o, tal como lo ha hecho la ter- de toda suerte de artificiales mundos de pensamientos y vierte sobre el
minología del siglo XIX, es inconcuso que Hume ha dado a él su fundamento afán metafísico una copa de rica' burla, con el humor patibulario que
epistemológico. toca su propia inclinación en lo más Íntimo. Entre los poetás alemanes es, en
El más profundo, de 10.s pensadores ingleses, empero, )1a dado a esta este sentido, W i e 1a n d el gracioso antinietafísico.
radical, teoría del conocimiento un complemento característico. No conviene 8. Un viraje muy peculiar toma, al fin, el positivismo en la- doctrina
a. d~cir verdad, -a las asociaciones de las ideas que están en la base de lo~ posterior de e o n d i 11 a c. En éste se entretejen los hilós del Iluminismo
conceptos de sustancia ,y causalidad, ni certeza intuitiva ni demostrativa, pero francés y del Iluminismo inglés. Condi1lac logra una síntesis positivista del
.en vez de eso .cierta f u e r z a d e c:o n v i e ció n s en t i ID e n tal, cierta sensualismo y del racionalismo, que debe ser' considerada conio la expresión
fe -p.a tu r a 1 ("be+ief"), que, imperturbable frente a toda reflexión teore- más acabada del moderno terminismo. En su Lógica y en su obra póstuma
~~ca, se h'ace valer vidoriosam~n.te ~n la -¿cindl~cta práctica del hombre y Langue des calculs desarrolla esta doctrina. Se construye, en 10 esencial,
que_ da completa satisfacción a los propósitos asequibles de la vida y los sobre tina teoría de los H S i g n o s" ("signes"),tri Las rep'resenfaciones hu-
conocimientos exigibles para eno. En ello reposa la experiencia de la vida manas son sensaciones o transformaciones -de tales sensaciones; para seme-
cotidiana. Hume no 'tiene ante sí él designio de combatirla: sólo se pone jantes transformaciones no se necesita de ninguna fuerza peculiar del alma'.16
'en guardia ante la pretensión de darle el rango de c i e n e i a e x p e r i- Todo conocimiento reside en la conciencia de las relacione.'3 de las ideas, y
~ e n·t a 1, para 10 cual son insuficientes tal convicción y fe. Con' toda la
14 En el "Discours préliminaire".
l1LPor tanto, hay que'entendcr-a Berkeley, partiendo de Hume: su "idealismo" es 15 Una vez conocida, la Lang'l{-e des calculs (1798) abrieron un concurso el Insti':'
m'e dio p'o s i t i v i s m o. El 'subraya 'que tras las ideas de los 'cuerpos no hay que tuto de París y la Academia de Berlín, casi al mismo tiempo; sobre el tema de la
teoría de' los signos ;-la mayor parte de los trabajos que Se recibiei'on en ambas institú-
ouscar nada abstracto, algo el! sí. Extendiendo cste principio a los espíritus, se tiene ciones fueron de segunda importancia.
'la doctrina de Humc; pues con la metafísica espiritualista cae también el orden de Jos 16 Esto dice Condillac, particulannente en el T1'aité des sensations, contra Locke'
.fenÓmenos quel:idos por Dios, sobré el cual funda Berkeley la causalidad. su escuela, contra los filósofos escoceses. , . >
¡'
420 V. La tilasotla del Iluminismo. Los problemas teoréticos 34. El conocimiento del mundo externo 421
la relación medular es la de la igualdad. El pensamiento tiene por tarea la entero de las estrellas fijas, en analogía con el sistema planetario,18 y explica-
17
producción de las relacic;oes d~ igualdad e~tre las ideas. Esto oc~rre. en ba la evolución de los particulares cuerpos cósmicos, originados de un estado
virtud de que los complejos de Ideas se fracclOoan en sus partes constltutlv~ líquido-ígneo, exclusivamente, como la acción recíproca_ de· las dos fuerzas
y, después, se vuelven a integrar:. :'décomposition d,es phénomeo;s y COmp?Sl~ fundamentales de la materia, atracción y repulsión. Sólo que Kant estaba
tion des' idées". Pero la separaclOD de las partes lntegr~ntes solo es posIble convencido de que la explicación que satisface para los sistemas solares,
con la ayuda de los signos; particularmente, del lenguaje. Cada uno de los fracasa en el tallo de la hierba y en la oruga: el o r g a n i s m o parecíale
lenguajes es un método para analizar los fenón;enos, y cad~ uno d~ ~ales un milagro en el mundo de la mecánica.
métodos es un "lenguaje". Los diversos especlmenes d~ ~lgnos ongl?an La filosofía francesa de la naturaleza intenta superar pareja oposición
diferentes "dialectos" del lenguaje humano; como tale~, dlstmgue Condillac y poner al margen el problema del organismo. Entre los incontables com-
cinco: el de los dedos (mímico), el oral, el de las CIfras, el de las letras plejos atómicos, enseñaba, existen algunos que poseen la capacidad de con-
y .el del cálculo infinitesimal. La lógica, como la gramática general de todos servarse y propagarse. Bu f f o n, que había expresado y desenvuelto este
estos lenguajes, ve asimismo en 'la matemática .y, a decir verdad, tanto pensamiento con toda energía, dio a tales complejos atómicos el nombre de
en -la _superior como en la elemental, casos especI~les. m olé e u 1 a s o r g á n i c a s, y bajo la hipótes.~s de este concepto hace ver
Toda ciencia consta sólo de t r a n s f o r m a c Ion e s: se trata de hacer que toda vida orgánica es, en principio, la actividad de tales moléculas,
ver en ellas que lo desconocido que se busca, propiamente es ya c?~?cido, desenvuelta con arreglo a las leyes mecánicas gracias al contacto con el
esto es, en hallar la igualdad que equipara la x con una composl~lOn de mundo externo.19 Ya había pensado así Spinoza, cuya doctrina de la natu-
ideas: para este objeto, precisamente, hay que descompon~r prevIamente raleza recuerda Buffon: también el último de ellos habla de Dios y de la
los complejos de representaciones. Es claro que t~do esto es solo una nuev~ y "naturaleza" como sinónimos. Con ello, este na t u r a 1i ,s ro o halla en
generalizada expresión de la doctrina de Gahleo del método resolutivo la mecánica el principio común para explicar todo acontecer corpóreo. Pero
y compositivo; pero ahora se establec::e sobre un fundamento puramente aunque la Ideología enseña a ver en las ideas y las transformaciones de éstas,
sensualista' niega el elemento constructivo que Hobbes tanto habla subrayaw funciones de los organismos, aunque no se tenga ya por imposible sino siem-
do, y hac~ del pensar un cálculo con cantidades dadas. 90n ello, r~~haza pre por probable que la cosa que piensa es la misma que se mueve y posee
todo pensamiento de una relación de estos datos con la reahdad metafIslca, y extensión, aunque Hartley y Priestley en Inglaterra, Lamettrie en Francia
en -el conocimiento científico sólo ve una construcción de ecuaciones con los muestren que las variaciones de la conciencia son funciones del sistema
contenidos de la representación según el principio "le meme est le meme". nervioso, se explica, en un sentido muy próximo, que las. ideas con todas
Está aislado compietamente el' mundo humano de las ideas, y la verdad sus transformaciones constituyen un caso especial de actividad mecánica,
sólo existe para las ecuaciones expresables por "signos" en el seno del pensa- una peculiar especie de sus formas de movimiento. Si antes Voltaire había
miento. opinado que movimiento y sensación pueden muy bien ser los atributos de
9. Por indiferente que pretenda ser esta i d e o lag í a respecto a. la la misma sustancia desconocida, ahora se transforma este h i 1o z o í s m o,
metafísica, su fundamento sensualista inv~lucra, sin embargo, una metaf~slca en tanto la dependencia de lo psíquico respecto de lo físico se convierte en
materialista. Aunque no pueda ser predIcado nada acerca de la reahdad homogeneidad, en un resuelto m a ter i a 1i s m o, y fueron suficientes,- a
correspondiente a las sensaciones, se halla siempre implícita la representación menudo ligeros y finos matices de la expresión, para verter el uno en el otro.
popular de que las sensaciones son provocadas por los cuerpos. En efecto, Los. escritos de Ro b i n e t exhiben parejo tránsito. A decir verdad, da a
apenas llegó a olvidarse la. restricción circun~pecta, pr~pi~ de las conse~u.en la filosofía de la naturaleza cierto vuelo metafísico; apoyándose en el sistema
cías positivistas del sensualIsmo, se transformo ~l mat:fla}ls;no antropologIcp, evolutivo de la monadología leibniziana, considera la jerarquía de los seres
que se había venido desarrollando en las teOrIas pSIcologlCas (comp. parA- como una multiplicidad infinita de transformaciones de la existencia, en las
grafo 33, 5), en un materialismo metafísico y dogmático. Así expresó cuales la corporeidad y la función psíquica se encuentran mezcladas en todas
L a ro e t tri e con irreverencia coqueta, lo que muchos otros no habían las diversas relaciones posibles, de modo que tanto más se desenvuelve la
confesado y ~ucho menos se habían atrevido a propalar o defender. esencia de la cosa singular en una dirección, tanto menos se desarrolla en
Pero tocan el materialismo independientemente de la Ideología, -otras la otra. Según R o b i n e t, vale la misma relación en la vida de la esencia
corrientes de la investigación ~atural. Lamettrie había visto muy certera-
mente que el principio de la expli~ación ~ecánica de la ~aturalez~ no tolera, 18 Tal vez una anotaci6n de Buffon ha promovido esta genial hip6tesis astrofisica,
a la postre, nada junto a la materIa, m.ovIda por sus propIas ~nerglas: m~cho de la que también Lambert se halla muy cerca en sus. Kosmologischen Briefen (Cartas
antes que L a p 1a c e diera su conOCIda respuesta de que el no neceSItaba cosmoI6gicas); más tarde Laplace de manera seme.iante. Comp. O. LIEBMANN,. Zur
de la "hipótesis de la Divinidad", el filósofo naturalista .rra~;és habí:: sus- Analysis der Wirklichkeit (Análisis de la realidad), 3'1- ed., p. 381 j G. GERLAND, Kant
als GeograPh (Kant como ge6grafo), Berlín, 1905; E. AmcKEs, Untersuchungen zu
tentado el mismo punto de vista. Que el mundo de la gravItaclOn desarrollase Kants physischer Geographie (Estudios sobre la geografía física de Kant), 1911; el
por sí, fue la opinión de Newton; pe-;o éste creí.a. q~e precisaba buscar el mismo, K. s. Ansichten über Geschichte und·Bau der Erde (Opiniones de Kant acerca
impulso de sus movimientos "en una aC~lón .de la D1Vlmdad .. Un. ~~so adelante de la historia y de la estructura de la Tierra), 1911.
dio K a n t cuando expreso en su Htstona natural del czelo. dadme maw 19 En el desarrollo posterior de este principio buffoniano ha tratado L a m a r e k
(Filosofla zool6gica~ París, 1909) de explicar las transformaciones de los organismos
teria y os ~onstruiré un "mundo". Se comprometía a explicar el universo de las fonnas más inferiores en las más altas, esencialmente por el influjo mecánico del
mundo externo, mediante la a d a p t a e i 6 n al medio.
17 En tales pensamientos campean sugerencias tanto de Hobbes Gamo de Hume.
422 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 34. El conocimiento del mundo externo 423
individual: la fuerza que emplea espiritualmente, la pierde físicamente, y lógicas más generales (del principio de contradicción Y- del de razón sufi-
viceversa. S6lo considerada en su conjunto, y precisamente por eso, aparece ciente, bien que el segundo haya de reducirse al primero), una ampulosa
la vida espiritual como una forma peculiar, capaz de acoger la actividad ontología y una metafísica con sus partes integrantes: Dios, Mundo y Alma;
material fundamental, para revestirse más tarde' otra vez con su forma pero se halla tan abstraído en su esquematismo lógico, que para él casi
origina1. 20 Por ende, al paso que Leibniz planea el sistema de la evolución no llega a ser problema el averiguar si su construcción entera (desenvolver
en el sentido de que las mónadas que representan materia corpórea, deben de principios lógicos "una doctrina posible, en tanto es posible))), explica
ser concebidas como las especies ínfimas e inconscientes de alma, Robinet, a satisfactoriamente los hechos mismos. El tema se oculta a Wolff tanto más
la inversa, ve en las representaciones y acciones volitivas; transformaciones cuanto que supone que toda ciencia racional se verifica mediante una ciencia
mecánicas de actividad nerviosa, que pueden, después, convertirse material- emp:ír:ica -una correspondencia que, a decir verdad, sólo es posible, porque
mente en tales. Nada ocurre anímicamente que no se encuentre latente la construcción apriorística de las disciplinas metafísicas va haciendo conce-
en forma física, y el cuerpo experimenta en los impulsos psíquicos sólo siones, subrepticiamente, a la experiencia. Sin embargo, este sistema, con-
reacciones de su movimiento propiamente material. sagrado por una amplia escuela, exigió para la ciencia e introdujo en ella
Sin rodeo alguno, aparece al fin el materialismo como una metafísica como reglas supremas: un alto valor didáctico, rigor de pensamiento, clari-
puramente dogmática, en el Systeme de la nature. Se introduce con el dad de los conceptos y profundidad del procedimiento demostrativo; y contra
motivo epicúreo, de querer liberar al hombre' de todo temor por lo supra- la pedantería, que en ella inevitable y furtivamente se introduce, ofrecen
sensible: hay que mostrar que esto sólo es la manifestación invic;ible de lo otras fuerzas espirituales un contrapeso satisfactorio.
sensible. Nadie ha podido pensar satisfactoriamente eso que llamamos La f i los o fía e s c o c e s a se satisface con la rebusca de los postula-
suprasensible -sino como una reproducción desinflada de la materia. Quien dos sustanciales del sano entendimiento humano. Toda sensación -tan
habla de ideas y voluntad, de alma y Dios, piensa en activida~es nerviosas, terminÍsticamente piensa también Reid- es sólo un signo de la presencia
esto es, cuerpo y mundo en una forma abstracta. Por- lo dem<;s, no ~frece de un objeto; el pensar garantiza la realidad del sujeto; lo que es real, ha'de
esta "Biblia del materialismo" en su exposición pesadamente mstructIva y tener su causa, etc. Tales principios son absolutamente ciertos; negarlos o
sistemáticamente monótona nuevas doctrinas y argumentos:_ sin embargo, no simplemente dudar de ellos, es absurdo. Pero pertenece a ellos particularmen_
se puede desconocer en ella cierta pujanza de la concepción de conjunto, te el principio de que 10 que el entendimiento reconoce como claro y distinto,
hondos rasgos en el desarrollo de las líneas de la concepción del mundo, también es necesario. Así queda formulado el principio general de una
ruda sobriedad en la exposición. Ya no se trata aquí de un juego picante concepción filosófica que se llama (con arreglo a Kant) d o g m a t i s m o,
de pensamiento, sino un duelo resuelto contra toda creencia en un mundo la plena confianza en la correspondencia entre pensamiento y realidad. Con
inmaterial. ello ponen al desnudo estas pruebas de sus particulares principios, cómo, este
10. A pesar de la antítesis psicogenética, no era el problema del cono- "common-sense" colecciona, ayuno de unidad teorética y ec1écticamente, sus
cimiento,en los representantes de las "ideas innatas", muy diferente al de los básicas verdades, partiendo de los más diversos sistemas de la filosofía. El
sensualistas. La hipótesis dualista de ambos hacía más difícil -a los últimos "sano entendimiento humano" de los filósofos populares alemanes era muy
concebir la conformidad entre las representaciones producidas en el alma semejante al de la filosofía escocesa, en este punto. Mendelssohn compartía
por los cuerpos y los cuerpos mismos: pero aún parecía más difícil com- la opinión de Reid de que todas las oposiciones extremas en la filosofía
prender que el espíritu debiera conocer mediante las formas fundadas en su son errores, de que la verdad entre ellas reside en el justo medio: a cada
naturaleza, un mundo independiente de él. Sin embargo, éste es un supuesto opinión radical conviene un fondo de verdad, que artificiosamente se extre;.
tan hondamente enraizado en el pensar humano, que no sólo en la conciencia ma en un desarrollo nocivo y unilateral. Un pensamiento sano (sobre tal
ingenua, sino ,incluso es evidente las más de las veces a la propia reflexión aserto llama la atención particularmente Nicolai) justifica los diversos
filosófica. Fue la misión del terminismo, con sus resonancias en la filosofía motivos y encuentra de esta suerte su filosofía --en la opinión del hombre
moderna, hacer tambalear esta convicción dogmática y poner 'al margen el normal.
tema del fundamento de la conformidad entre la necesidad del pensamiento 11. En la mente de L e i b n i z el problema estaba resuelto mediante
y la realidad. Ya Descartes había considerado necesario el apoyar la capa- la hipótesis de la armonía preestablecida. La mónada conoce el mundo,
cidad cognoscitiva del lurnen naturale en la veracitas Dei, y, con ello mos- porque ella es el mundo:, su contenido de la representación es, de antemano,
trar el camino que debía recorrer la solución metafísica del problema. el universo; la ley de su desarrollo, la ley cósmica. No tiene, a causa de- su
En rigor, donde faltaba aquel impulso filosófico, que dirigía su thaumá- "ausencia de ventanas", experiencia alguna en el sentido propio: empero, la
zein, -precisamente a lo que se ofrecía evidente en apariencia, --allí perdía posibilidad del conocimiento del mundo se halla inserta de modo tan -esencial
su peso tal dificultad. Ese fue el caso en W o 1f 'f, no obstante toda la en 'su concepto, que, como tal, precisamente, han de valer' todos sus 'estados.
fuerza, de su claridad lógica y exactitud sistemática; ése fue el caso en los Entre entendimiento y sensibilidad no existe, según esto, diferencia ¡;tlguna
f i 1 ó s o f o s e-s c o c e s e s, a pesar de toda la finura de RU análisis psico- respecto de los objetos, ni por lo que toca a la especie de relación de la
lógico. El primero intenta derivar lnore geometrico, partiendo de las leyes conciencia: la sensibilidad sólo conoce la forma confusa del fenómeno, el
entendimiento la verdadera esencia de las cosas. En sentido científico se con-
20 Expresada en el lenguaje de la filosofía natural de hoy la doctrina de Robinet sidera, pues, el conocimiento sensible ora como el peldaño imperfecto; ora
dice: La actividad anímica es _una de las formas de transformación de la "energía". Como la contrafigura oscura de la comprensión racional: las. ciencias "his-
.. _----------------
424 V. La /iloso/ia del Iluminismo. Los problemas teoréticos 34. El conocimiento del mundo externo 425
tóricas" valen como preámbulo o como disciplinas preparatorias respecto puntos de vista, y aunque era menos sensualista que su predecesor, criticaba
a las ciencias filosóficas. de modo muy parecido' el intento del método geométrico de querer conocer
De esta relación se· sacó una consecuencia peculiar. Incluso a la forma 8610 con ayuda de las fOTInas 16gicas, la realidad. Rechaza la prueba onto-
sensible de la representación conviene cierta perfección propia, que, diversa 16gica de la existencia de Dios, ya que de meros conceptos no puede pasarse
de la claridad y distinción del saber racional, capta la estructura fenoménica sin más a la existencia; la existencia (como expresa Kant) no debe ser
de su objeto, sin conciencia de su fundamento: y en esta perfección del desclavada. Por similares motivos, llega Crusius, al ocuparse del principio
conocimiento sensible había puesto Leibniz 21 el s e n t i ID i e n t o del o de razón suficiente, a la rigurosa distinción entre la relación real de causa y
be II o. Cuando ahora uno de los discípulos de Wolff, A I e jan d r o efecto y la relaci6n lógica de antecedente y consecuente. Por su parte, echa
B a u ID g a r t e D, en quien se había desarrollado -de modo particularmente mano de la diferencia entre fundamento real y fundamento ideal para
poderoso el prurito arquitectónico de la sistematización, puso al lado de la refutar el determinismo Leibniz-wolffiano y, particularmente, para oponer
lógica como la ciencia del uso perfecto de la razón una correspondiente a la concepci6n tomista que compartían los racionalistas acerca de la relación
ciencia de la perfecta actividad de la' sensación, una estéttca, se convirtió en que se halla la voluntad divina con la razón divina, la concepción de
esta disciplina en una do c tri n a del o be 11 0. 22 Así se originó la es- Scotus del ilimitado arbitrio del creador (parágrafo 26). Este alejamiento
tética 23 como rama de la filosofía no por interés en su propio objeto, sino de la religión natural, palpable en todas estas reflexiones, fue recibido con
como decisivo menosprecio del mismo, y se le consideró como una "hija aplauso por la ortodoxia protestante, en beneficio de la doctrina de Crusius.
postgénita" de la lógica, incluso con muy poca comprensión de su peculiari- Del modo más decisivo y eficaz ha sido investigada en este respecto la
dad y con la pedantería de la fría razón; también no pudo este racionalismo medular diferencia metódica entre filosofía y matemática, por K a n t, cuyas
(para el que, según Leibniz, el mundo real valía como el mejor y, por tanto, obras toman posición respecto a Crusius desde un principio. En su obra de
como el más hermoso de todos los mundos posibles) dar a esta teoría del concurso Acerca de la claridad de los principios de la teología natural y la
arte otro principio que el sensualista de la imitación de la naturaleza, y, de moral emprende una discusión perentoria. En determinados respectos, ambas
hecho, lo desenvolvió esencialmente en una poética tediosa. En todo caso, ciencias se comportan antitéticamente. La filosofía es una ciencia analítica
el gran mérito de Baumgarten es haber considerado a lo bello, por vez de con c e p t o s, la matemática es una ciencia sintética de di m e n s i 0-
primera, sistemáticamente, partiendo de los conceptos más generales de la nes: aquélla recibe sus conceptos, ésta construye sus objetos:
filosofia y el haber fundado con ello una disciplina, para la que estaba aquélla b u s c a definiciones, ésta par t e de definiciones: aquélla necesita
destinado tan importante papel, dentro de las doctrinas teoréticas, en el de la experiencia, ésta no: aquélla reposa en la actividad del en ten d i-
desarrollo ulterior sobre todo de la filosofía alemana: sus inmediatos pro- m i e n t o, ésta en -la actividad de la s e n s i b i lid a d. La filosofía nece-
gresos fueron determinados por sus relaciones con los temas de la moral sita proceder, por tanto, cetéticamente, para conocer la realidad: no debe
filosófica, originados por su contacto con la literatura general de la época tratar de imitar el método constructivo de la matemática.
(comp. parágrafo 36, 8). Con esta comprensión fundamental del carácter sensible de los funda-
12. La concepción Leibniz-wolffiana de la relación entre sensibilidad y mentos cognoscitivos de la matemática, supera Kant el sistema del método
entendimiento, el m é t o d o g e o m é tri c o, introducido particularmente geométrico. Pues, según eso, ya no pueden ser diferenciados sensibilidad
para el conocimiento racional, provocó en la filosofía alemana del siglo XVIII y entendimiento como el grado inferior y el grado superior de la claridad y
una profusa oposición, que no sólo provenía de las incitaciones del sensualis_ distinción del conocimiento. La matemática revela que el conocimiento
mo y empirismo inglés y francés, sino de investigaciones independientes acerca sensible puede ser muy claro y distinto, al paso que algunos sistemas de la
de la re l a ció n metódica y epistemológica entre m a t e m á tic a y f i- metafísica revelan que el conocimiento racional puede ser oscuro y confuso
losofía. por demás. Aquel distingo debe ser reemplazado por otro, y Kant 10 intenta,
En este último respecto han combatido R u e d i g e r y, bajo la influen- en tanto ve en la sensibilidad la capacidad de la re c e p ció n, en el en-
cia de él, C r u s i u s, la doctrina wolffiana con el mejor éxito. Aquel opone tendimiento Ja capacidad de la e,s pon tan e ida d. Hace esto en su Di~
a la definición wolffiana de la filosofía como ciencia de lo posible, la con- sertación inaugural ,y construye sobre tales puntos de partida, apoyándose
vicción de que la tarea de la filosofía es el conocimiento de lo r e a 1. La en el principio psicológico del virtualismo innato del ser (comp. parágrafo
matemática y, por tanto, también una filosofía que imita el método de 33, 12), un nuevo sistema de la teoría del conocimiento. 24
ésta, tiene que ver sólo con 10 posible, con la concordancia, exenta de con.- He aquí los rasgos medulares de éste: las formas de la sensibilidad son
tradicción, de las representaciones entre sí; una verdadera filosofía ha el espacio y el tiempo, las del entendimiento los conceptos más generales.
menester de la relación real de sus conceptos con lo real, y una tal relaci6n De la reflexión sobre las primeras nace la matemática; de un desarrollo de
sólo puede lograrse mediante la percepci6n. e
r u S i u s se apropia estos las otras, la metafísica: ambas ciencias a priori de incondicionada cer-
tidumbre. Entre ellas se halla, según la concepción kantiana de aquel
21 Comp. principalmente los Princ. d. l. nato et d. la gr., 17. entonces, la ciencia (newtoniana) de la experiencia, que reposa en el usus
22 Comp. HERMANN LOTZE, Geschichte der Asthetik in Deutschland (Historia eJe
la estética en Alemania), Munich, 1868; reproducci6n fiel, 1913.
23 El nombre "estética" ha sido adoptado más tarde por Kant, con resistencia 24 El sistema de la Disertaci6n inaugural es s610 una etapa de la evoluci6n de
inicial, para designar la doctrina filos6fica de lo bello y del arte; a través de él, pasa' a Kant; él mismo la abandona pronto; por tanto, pertenece a su época-precritica y en
S c h i 11 e r, y por los escritos de éste, a la terminología general. este periodo.
426 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teorhicos 35. La religi6n natural 427
logicus rationis, esto es, en la elaboración lógico-formal de las percepciones, festaciones. Muy próxima. a l~ vida eclesiástica y, por ta~to, la que tuvo
mientras que el usus realis rationis determina la metafísica puramente con- el mayor éxito fue el pIe t I S m o, fundado en Alemama por Spener y
ceptual de la cosa en sí. Pero las formas de la sensibilidad (receptiva) Francke, que ~n todo caso deja r:conocer ciel:ta indiferencia frent~, a la
inclusive con ayuda de las formas discursivas del pensar, sólo suministran dogmática, pero que, por tal motlVo, pone m.~s pes? .en la elev~clOn de
el conocimiento necesario de la a par i e n e i a del a s e o s a s en el la religiosidad personal y en la fuerza y coloraclOn. relIgIOsa de la VIda.
espíritu humano (mundus sensibilis phaenomenon), las formas del enten- 1. Vinculada a todos estos movimientos labora la filosofía del Ilumi-
dimiento contienen el saber adecuado de la verdadera esencia de las cosas nismo en una fundamentación del cristianismo "verda-
(mundus intelligibilis noumenon). De estas formas puras del entendimiento dero" universal echando mano de la filosofía. En este
(llamadas más tarde categorías) no hace Kant en esta época ninguna sentido. se identifica el verdadero cristianismo con la r e 1 i g ión r a c i 0-
exposición sistemática: pero que pueden suministrar una metafísica, reposa na l o 1 a re 1 i g ión na t u r a 1, que, por tal motivo, debe ser despojado
para él, durante esta etapa de su evolución, en que ambas, la razón como de todas las diversas formas del cristianismo positivo, histórico. Al principio,
las cosas mismas, tienen su origen en el espíritu divino, que, por tanto, se' da a tal cristianismo general el carácter de una religión revelada, para
gracias a Éste, nosotros "vemos en Dios" las cosas, por así decirlo. 25 la cual empero, se afirma la plena concordancia -de esta revelación con la
razón. Dicha actitud tornan Loc1ee y Leibniz, así CQlTIO los últimos discípulos
de Wolff. En ellos se concibe la relación entre la religión natural y la
35. La religión natural religión positiva, con arreglo ·al modelo de Alberto y Tomás (comp. pará-
grafo 25, 2) : la revelación es supra-racional, pero concuerda con la razón;
En general, no eran favorables a la metafísica los motivos epistemológicos es el necesario complemento del conocimiento natural. Es revelado 10 que
que señoreaban el siglo XVIII: aunque ellos, a pesar de su tendencia escéptica no puede encontrar la razón por sí misma; pero después de la revelación
o positiva, sólo pocas veces se expresaron plenamente, eso ocurrió en los puede comprenderse, concordando con ella.
marcos de la vida religiosa, que esperaba de la filosofía una decisión sobre Partiendo de esta idea, dan un paso adelante los s o c i n i a nos. Tam ..
sus problemas. Ya en el siglo XVII había seguido, a las agitaciones y guerras bién admiten con todo entusiasmo la necesidad de la revelación: pero
religiosas, bajo las cuales Alemania, Francia e Inglaterra habían sufrido, _y acentúan, por otra parte, que nada puede ser revelado que no sea accesib~e
a la disputa dogmática en relación con eHo, cierto hastío por las diferencias al conocimiento racional. Por tanto, sólo hay que ver en las fuentes relI-
doctrinales: el "lastimero siglo de disputas", como Herder lo ha llamado, giosas, como verdad revelada, 10 que es racional; esto es, la razón decide 10
sentía nostalgia de paz. En Inglaterra se extendió la manera de pensar de los que debe valer como revelación. Desde este punto de vista, separan los
1 a t i t u d i n a r i o s, y en el Continente se emprendían, siempre con nue- socinianos el misterio de la trinidad y de la humanidad divina de Cristo, del
va energía, las ten t a t i vas u n ion i s t a s, a pesar de sus múltiples contenido de la revelación y llevan la revelación del campo de las verdades
fracasos. Bossuet y Spinoza por una parte, Leibniz por la otra, laboran en teoréticas a otra esfera por completo diversa. Comprenden la religión bajo
este sentido; el último bosqueja un Systema Theologicum, que debía com- el signo ·de la 1 e g a 1 ida d, y esto caracteriza su peculiar postura. Lo que
prender las doctrinas del cristianismo, comunes a las tres confesiones, y Dios revela al hombre no es una metafísica, sino una 1 e y. Así lo hizo
cuando las negociaciones con los católicos ya no ofrecían perspectivas de Moisés, y así ha dado en Cristo una nueva ley. Pero si la religión es, obje-
éxito, trató de aprovechar por 10 menos sus relaciones con las cortes de Ha- tivamente considerada, legislación, subjetivamente es cumplimiento de la
nóver y Berlín, para promover cierta unión entre luteranos y reformados ley: no un reconocimiento de doctrinas teoréticas, tampoco mera intención
-esto también, ciertamente, sin éxito inmediato. moral, sino sumisión a la ley revelada por Dios y mantenimiento de todas sus
Sobre otra base, defiende Locke, en sus tres "Cartas acerca de la tole- prescripciones. Sólo esto convierte a Dios en principio de la eterna beatitud
rancia", los pensamientos del ID o v i m i e n t o de t o 1 e r a TI c i a, con la -una concepción jurídica de la religión, que parece contener muchos
teoría de la "Iglesia libre en el Estado libre", esto es, con la pretensión de elementos escoceses, con su idea de la autoridad ilimitada de las determi-
que el Estado moderno, liberado de toda tutela eclesiástica, tenga que naciones omnipotentes de la Divinidad.
proteger y tolerar cualquier convicción religiosa corno opinión personal y 2. Pero si el criterio de la revelación, al fin de cuentas, únicamente
toda suerte de comunidades religiosas como libres asociaciones, con la sola puede radicar en la racionalidad, es claro que la cabal consecuencia de esta
limitación de que no constituyan una amenaza enderezada a perturbar convicción lleve a la idea de que la revelación histórica debe excluirse por
el orden estatal. superflua, y mantenerse como única religión la religión natural. Esto ocurrió
Cuanto más, empero, fracasó la unión, frente a la resistencia de los por parte de los d e í s t a sin g 1 e s e s, y es T o 1 a n d su caudillo, en
teólogos, tanto más se desarrollan las s e e t a s m í s tic a s, cuyas tenden- cuanto intenta despojar al cristianismo, esto es, a la religión natural de la
cias supraconfesionales se hallaban en armonía con aquellos propósitos, y razón, de todos los misterios, y de reducirlo, por lo que hace a su contenido
que se difundieron en el siglo XVIII, en una diversidad de interesantes mani- de conocimiento, a la verdad de la "luz natural", a saber, a una concepción
filosófica del mundo. En rigor, tal concepción en él no era otra que aquella
25 Esta doctrina (Sectio IV), sustentada con invocación a Malebranche, es preci- visión plena de fantasía, que había pasado del Renacimiento italiano a
samente el sistema de la "preestablecida annonía" entre conocimiento y realidad, que los neoplatónicos ingleses. En su Pantheistikon bosqueja Toland una especie
Kant rechaza más tarde tan enérgicamente (Carta a M. Herz, del 21 de febre'ro
de culto de esta religión natural, cuya sacerdotisa sólo deberá ser la ciencia, y
de 1772).
428 V. La filosofia del Iluminismo. Los problemas teoréticos 35. La religi6n natural 429
cuyos héroes serán los grandes educadores del espíritu humano en la his- borra aquí todo lo mezquino, todo lo utilitario del pensar teológico; se per-
toria. 1 cibe en las obras de Shaftesbury un impulso arrebatador de clarificación
En general, no obstante, en la evolución posterior tuvo dos diversas poética del mundo: por eso, han influído 3 tan poderosamente en los poetas
fuentes el contenido que trató de dar la filosofía del Iluminismo a su religión alemanes -en Herder,4: en Schiller. 5
natural: la razón teorética y la razón práctica. En el primer respecto contiene 3. A decir verdad, se hallan pocos filósofos del Iluminismo a esta altura:
el deísmo una metafísica fundada sobre una filosofía natural histórÍco- Voltaire y Diderot 6 se dejan arrebatar en un principio por esta entusiasta
evolutiva; en el segundo, involucra una concepción del mundo filosófico- concepción del mundo, incluso Maupertuis y Robinet comparten algunos
moral. De esta guisa, se halla la religión natural del Iluminismo tanto en la de los rasgos universalistas; en Alemania revela Reimarus en sus reflexiones
línea de los problemas teoréticos como en la de los prácticos: éstos sus dos sobre el impulso artístico de los animales, por lo menos, cierta sensibilidad
elementos se encuentran en relación exacta, pero cada uno de ellos sucumbe por este trabajo de miniatura, artístic,amente fino, de la naturaleza, y p<?r el
a una peculiar evolución: siguen diversas rutas e incluso llegan a aislarse fin inmanente que la propia naturaleza realiza en sus creaciones orgámcas.
entre sÍ. La relación de ambas partes constitutivas fue determinante tanto Pero la gran masa de las obras filosóficas del siglo XVIII se hallan en tal
para la historia de la religión natural, como para su común nexo Con las medida dominadas por el interés antropológico y los propósitos prácticos de
religiones positivas. la concepción del mundo, que más bien preguntan por la u t i 1 ida d que
El acoplamiento perfecto de ambos elementos se halla en el más signifi~ arrojan la estructura del Universo y las manifestaciones de sus partes en
cado pensador de esta dirección, en S h a f t e s b u r y. Constituye el punto beneficio de las n e e e S ida d e s del h o ro b re: y aunque los superior~
central de su doctrina, como el de su propia naturaleza, 10 que él mismo mente dotados tienen a la vista ante todo el progreso moral, no desprecian,
ha llamado el entusiasmo: el en t u s i a s m o por todo lo verdadero, bueno ni con mucho, los puntos de vista de la utilidad y de la "felicidad" cotidiana.
y bello, la elevación del alma, sobre sí misma, a los valores superiores, la De esta suerte se desgaja la teleología estética echando mano de la doc~
inmolación de la entera energía del individuo en aras de algo superior. No trina utilitarista estoica, y las analogías técnicas, con las cual~s h?;nbres
otra cosa es la religión: una elevada vida de la personalidad; una inteli~ como Leibniz, Boyle, Newton, Clarke, habían pensado la subordmaclOn del
gente identificación con los grandes acontecimientos de la realidad. Esta mecanismo a la teleología no pudieron sino favorecer esta concepción. Pues
noble pasión se genera, como la otra, por la admiración y conmociones del la conveniencia de las m¿quinas está en que éstas producen cierta utilidad,
amor. La fuente de la religión es, por eso, tanto objetiva como subjetivamen~ en que su rendimiento es algo más que su propio funcionamiento. Y caen
te, la armonía y belleza, la perfección del universo: su impresión ineludible de buen grado en esta analogía, asimismo, los ilurr;inis.tas que a n:enudo
despierta el entusiasmo. Con grari calor, describe Shaftesbury el orden de admitieron la coincidencia de su filosofía con la CIenCIa natural: Juegan
las cosas, la finalidad de su desarrollo, la belleza de su configuración, la esta concepción contra el concepto del milagro religioso; incluso Reimarus
armonía de su vida en la creciente serie de sus formas, y muestra que nada opinaba que sólo los ignorantes necesitaban de sus máquinas, que es indigno
hay en sí malo, nada enteramente imperfecto. Lo que en el sistema de las a una inteligencia perfecta, llegar a tal situación. Pero si se pregunta por ~l
cosas singulares aparece como un mal, se revela en otro aspecto o' en un fin de la máquina cósmica, la respuesta de los iluministas suena: la fe 11-
nexo de orden superior, como un bien, como un eslabón necesario en la cid a d del h o m b re; a 10 más, si se quiere, la de las esencias creadas
constitución del todo, plena de finalidad. Toda imperfección de lo particular en general. De modo más insípido se introduce este comercio al menudeo
se pierde en la perfección del universo, toda disonancia se esfuma en la de la utilidad, en el Iluminismo alemán: ya la teleología empírica de
armonía del mundo. Wo 1 f f ("De los últimos fines de las cosas naturales") excita los músculos
Este o p t i m i s m o u n i ver s a 1, cuya teodicea ostenta esencialmente risorios, mediante puntos de vista pequeño-burgueses, que se las imputa a
carácter neoplatónico, no reconoce otra prueba de la existencia de Dios que la inteligencia creadora, y los f i 1 ó s o f o s p o pul a r e s se sobrepasan en
la prueba f Í sic o ~ t e o 1 ó g i c a. 2 La naturaleza trae en sí la fisonomía una vasta y placentera' descripción de cómo se ha creado ese universo, tan
del artista, que con suprema inteligencia y sensibilidad, desenvuelve la pul~ cómodo y ge-ntil, para el horno sapiens, y cómo en él se tiene que vivir, si
critud de su propia esencia con ocasión de los estímulos de los fenómenos. La se ha de conducir honradamente.
belleza es el concepto fundamental de esta concepción del mundo. La admi~ Con más nobleza pensó K a n t, en aquel entonces, cuando se apropia
ración del universo es, esencialmente, estética, y el gusto del hombre cultivado en fa Historia natural del cielo la concepción Leibniz-newtoniana, pero
es para Shaftesbury el fundamento tanto del sentimiento moral como del deja tras si aquella jer¡;a del provech,,! ~el mundo 'para. el h.omb;e, y dirige
religioso. Por ello, es también su teología la más refinada de la concepción la mirada a la perfeCCIón que se mamÍlesta en ~a mfmIta dIVerSIdad de los
artística: de parecida manera que Giordano Bruno, busca la finalidad del seres cósmicos y en la armonía de su estructura sistemática; además, para
Universo en la belleza armoniosa de cada una de sus manifestaciones. Se él aparece, junto a la felicidad de las criaturas, la perfección moral y sub1i~
midad de ellas. Pero también considera la p r u e b a f i sic o t e o 1 ó g i~
1 Parece que gracias a la obra de Toland, el término pantefsmo, aunque no se
halla creado en ella, llegó a ser habitual. Comp. también G. BERTHOLD, J. T. und der 3 HERDER, Del conocimiento ')1 de la sensación.
Monismus der Gegenwart (J. Toland y el monismo del presente), Heidelberg, 1876. 4 SCHILLER J Cartas filosóficas (Julius), Ose. W. ALZEL J Introducción a la edición
2 Esta designación remonta al siglo XVII y parece provenir de los círculos neo~ cottiana de las obras filosóficas de Schiller.
platónicos en Inglaterra: Samuel Parker editó en 1669 Tentamina physico-theologica 1) Compárese más adelante, parágrafo 36, 6.
de deo; William Derham una Physico-theologYJ en 1713. 6 Principalmente en los Pensées philosophiques.
430 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas teoréticos 35. La religión natural 431
e a de la existencia de Dios como la más impresionante, humanamente, mundo reside en que no existe con necesidad metafísica, sino por una
aunque le concede tan poca fuerza demostrativa como a la cosmológica y a elección entre muchas posibilidades: y puesto que esta elección proviene
la ontológica. La filosofía popular, en cambio, hizo precisamente de esta de la omnibondadosa voluntad de Dios, es impensable que el mundo hubiera
prueba su objeto favorito, y llegó a constituir un material Común de la podido ser mejor de como es. La teodicea no puede tratar de negar el mal
religión natural. en el mundo; pues éste pertenece a su concepto; pero puede probar que
4. El supuesto de esta corriente de pensamientos era la convicción de este mundo contiene un mal tan insignificante como es posible, según la ley
que el mundo es realmente tan perfecto y conveniente, que puede exhibir metafísica. 7 La bondad divina hubiera creado un mundo exento de mal
aquella prueba. Pareja convicción hada espíritus creyentes, y la literatura pero su sabiduría permitió solamente el ro e j o l' del o s m u TI d o s P o~
del siglo XVIII pone de relieve que, en amplios círculos, fue aceptada sin s i b 1 e s. Es el mundo del mínimo mal.
reparo Como premisa válida de la demostración: espíritus escépticos exigieron De ahí se origina la habitual expresión o p t i m i s m o. Que esta
también que tal premisa fuese probada y de esta suerte mantuvieron vivos prueba matemática de la concepción físico-teológica del mundo sea ;certada
los problemas de la t e o di cea. En la mayor parte de los casos recurrió cabe dudarlo, E~ siglo XVIII concibió la cosa como si Leibniz hubiera querid~
la filosofía de la Ilustración a los mismos argumentos (antiguos) que ~e~ostrar, es~nclalI?ente, que el mundo es el más perfecto concebible: que
Shaftesbury había puesto en juego: incluso no fue despreciada la invocación el hIZO esto, solo baJO el supuesto de la necesidad metafísica del mal ha sido
de la limitación del conocimiento humano y la oscuridad de los caminos apenas advertido, por modo característico, en la literatura de aquel tiempo
que la conducen a la Providencia. q~e a, por f'la pensab a " "
optlmlstamente. " °
01' P que hace I ·'
a sus relaciones
Gracias a Le i b n i z recibe la teodicea un nuevo viraje. Este había hlstóncas;, ,empero: es de sob~a notable en esta teodicea la peculiar mixtura
sido llevado, debido a la crítica cortante de Bayle, a la necesidad de añadir de' metaflsI.ca tOl;llsta Y, escotlst,:' El mu.ndo es tal como es, sólo porque Dios
al sistema de la monadología, por la prueba de la'perfección del Universo, la lo ha quendo as!;. ?ublera POdl~~ ~legIr otro, a caUSa de su omnipotencia; ,
l. prueba matemática. Intentó, poniendo en juego los más altos conceptos de
su metafísica, exhibir que la facticidad del alma en el mundo no 'constituye
pero en esta elecclOll de las posIbIlIdades dadas la voluntad divina se halla
atada al intelecto divino como la suma de las "verdades eternas". Sobre toda
ninguna instancia contra su origen de una actividad creadora omnibonda- realidad flota el fatum de la lógica.
dosa y omnipotente. El mal físico es, en el orden moral del mundo, expresa ,5: En las formas hasta aquí desenvueltas, creían las doctrinas de la
Leibniz, la necesaria consecuencia del mal moral: es el castigo natural del r~lIgIón n~tural llegar, por, el c~mino físico~teológico al concepto de la Divi-
pecado. El mal moral, empero, tiene su origen en la finitud y limitación mda~ a tltulo de la mtehgencIa creadora, y para designar esta fase de la
de la 'criatura; este es el m a 1 m e t a f í sic o. Como cosa finita, tiene la ~octrma suele us.arse el no:r~bre de d e í s m o. La concepción de Dios a
mónada representaciones sensibles, oscuras y confusas, y de ellas se siguen, tItulo de personalIdad, que se había conservado como último resto de la reli-
por modo necesario, impulsos sensibles oscuros y confusos, que son los mo- gión positiva, ofrecía para el aspecto ético de la religión natural un descanso
tivos del pecado. De esta manera se reduce el problema de la teodicea al y encontraba en ello, por otra parte, su apoyo. Pero donde sólo se buscaba el
tema: ¿ Por qué ha creado o permitido Dios el mal metafísico? teorético elemento, se vio mezclada la religión natural en el proceso evolutivo
La respuesta a tal tema es muy sencilla. La finitud pertenece al concepto de la metafísica naturalista y halló allí, a la postre, su declinación. Ya
de criatura, la limitación es la esencia de toda criatura. Es una necesidad Toland había dado un giro enteramente pan t e í s t a a la admiración
lógica que el mundo conste de esencias finitas, mutuamente limitadas y por la naturaleza, que para él constituía el contenido esencial del senti-
determinadas por su creador mismo. Pero las esencias finitas son imperfec- miento religioso, y con el hilozoísmo, que se propalaba entre los naturalistas
tas. Un mundo que constara de esencias perfectas, sería una contradictio franceses (comp. parágrafo 34, 9), perdió terreno tanto la idea de la 'tras-
in adiecto, Y puesto que es una verdad "eterna", esto es, concebible, que cendencia de Dios como la de la personalidad: pero cuando se anuncia
del mal metaflsico se siga el mal moral y' de éste el mal físico, que de la el cabal predominio de la explicación mecánica de la naturaleza, cuando se
finitud se siga el pecado y del pecado el sufrimiento, es una necesidad lógica de~lara al ~undo orgánico, en principio, como un producto del mecanismo
que el mundo sin mal sea inconcebible. Por mucho que tratara la 'bondad umversal de l,a .naturaleza, entonces p~erd: la prueba fisicoteológica su fuerza
de' Dios de evitar el mal, la sabiduría divina, la "région des vérités' éternelles", sobre los eSplrItuS. A eso hay que anadlr que sus premisas fueron puestas
hace imposible un mundo exento de mal. Las verdades metafísicas' son ihde~ en t,:~a de duda. El tembl?r de tierra ocurrido en Lisboa (1755), que con-
pendientes de la voluntad divina: la última se halla ligada a ellas en' su mO~llo ~ Europa entera, hlZ~ ta~bale~r en muchos la idea de la perfección
actividad creadora. y. fmalIdad del mundo: .la mdiferencIa con que la naturaleza destruye la
Por otro lado, empero, en 10 posible garantiza la bondad, que pertenece ~Ida huma~a, y todos sus fmes y v,:lores, parecía habl,ar má~ que por la estruc_
tanto al concepto de Dios como su sabiduría, que los males sean los menos. tura teleologIc~ del proce~o COS;nlC?, 'por una necesIdad,cIega de todo ac-on-
El mundo es ,contingente, esto es, podría haber sido pensado de otro 'modo. tecer. Vol tal r e, en qUIen crIstalizo este vuelco de la concepción comenzó
Existe un número infinito de mundos posibles, ninguno de ellos sin mal, pero a, bu;l~rse en el t;:ándido del :'~ejor de los mundos posibles", y e¡' elemento
unos con mayores y más graves males que otros. Si Dios, entre todos estos ftlosofICO naturalIsta de la relIgIón natural quedaba en sí mismo destruído.
mundos' posibles, que su sabiduría le presenta, ha creado este mundq real, no
ha podido sino elegir el mejor de ellos; ha realizado aquel que contiene el 7 Compárese O. WILLARETH, Die Lehre Vom tJbel bei Leibniz (La doctrina del
menor número y los lnás pequeños de los males. La "contingencia" del mal en Leibniz), Estrasburgo, 1898. '
, ¡
V. La filosofia del.Iluminismo. Los problemas teoréticos 35. La religión natural 433
432
que, bajo el supuesto de doctrinas purament ; .
El Sisteme de la nature con su ateísmo y materialismo, sacó la última s~; genere, entre incontables combinaciones d: ft~:Z~c~~, f~s concebible .que
consecuencia. Toda finalidad, todo orden en la naturaleza es s610 UD fenó- ClOn ordenada, consistente y que dé la . .; , . m, .una cornbma-
meno en el espíritu humano: la natura únicamente reconoce la necesidad suerte, su convicción no rebasa lo rob l~preslOn de. ~malIdad. De esta
del movimiento atómico y en ella no existen d e ter ID i n a e ion e s de actitud racional del hombre práctic¿ lemat~cob' La relIgIón natural es una
científica. ' pero no e e pretender ser una doctrina
valor, que puedan encontrarse en dependencia de fines y normas. La
legalidad de la naturaleza está en aquellas cosas que noS parecen sin sentido
fisico del deísmo, tanto más s~ limita e~S} o~o~ motlv.os~ el. momento meta-
7. Cuanto más retrocede por est .
y finalidad, producidas irregular y anormalmente, como en las cosas que
juzgamos como plenas de sentido, tomando en cuenta su conveniencia para pretende ser, a una con v i c ció ver a ero ~nstla;msmo", que aquél
nuestras intenciones Y costumbres. El sabio debe hacer suya esta indiferencia Herber't de Cherbur n m.o r a 1. CaSI habla sustentado esto
de la naturaleza, debe percibir la relatividad de toda concepción finalista: que había sido expr~~aqdue sIe mantuvo leJOS d.e la filosofía de la naturaleza y
. _ o c aramente por Spmoza La s . d I l' .';
no hay ordenamiento o norma real, de ningún género. D i d e r o t aplica conSIste' en el querer ob' ;' l' . e enCla e a re IglOn
este principio a la estética. La con s e c u e n c i a del a na t u r a 1e z a, contenido la v¿-luntad de ~~be~.t1C~; a "~llda religiosa tiene como verdadero
Y
es, según eso, 10 único que el arte debe expresar, captar y reproducir: la por tal deber Los d ; t t Y a senedad de una conducta determinada
belleza pertenece a aquellas valoraciones, a las que no conviene validez de suyo una ~oncepc~~na~~os er1~res dacogen esta .concepción. Pero esto dio
objetiva. El materialismo sólo admite un a r t e sin id e a 1, sólo la copia una representación-indetermi~a~n~, e ~pos y dIfusos perfiles. Sólo queda
indiferente de una realidad a discreción: el naturalismo desnudo. proporcionar felicidad al homb~ e un dl~ omnibondadoso, que. tiene que
6. Mientras, de esta suerte, los fundamentos filosóficos naturales del vida virtuosa y que e 'de, que e emos venerarlo mediante una
. . .' n una VI a eterna pondrá en 't' 1 . ..
deísmo se destruían, en su propio seno también su base epistemológica tam- d Istnbutlva que dará a aquell . t d . prac lca a JUStICia
baleaba: pues todos los ataques a la posibilidad de una metafísica tocaban del s ro o ro o r l"
er
sati~facer. Nadie desconocerá :~~~ su rP;erndlO que. aquí no ~ue posible
y P o un o sentIdo que VIve en este
también la posibilidad de una religión natural, que, por lo que hace a su
contenido, sólo era un residuo de metafísica religiosa. En este sentido llegó tóricamente, tod: v~: a ~et ~~e~t:la elevado . v~lor que. a éste conviene his-
a ser el b a con i s m o el más peligroso enemigo de esta doctrina deista. sional, honra los ideale; d~ la tolera;~i par~l~hdad y dlsp;:~a del celo confe-
Ve en lo religioso, cosa de la revelación Y combate la posibilidad de que lo Duramente human 1 1 '; a y e. amor al prOJImo, el respeto de
~~)a perso~at l~r~~~~~tu~: ~ ::~:n~~~~ :of:ls2~i~~a~0~estia
a
sus doctrinas se funden en la razón o se puedan armonizar con ésta. Nadie convidccidón e:
defiende más enérgicamente este punto de vista que Pierre B a y 1e. Se es- len es ver a que nunca ha existid f ; ;' . ' am-
fuerza por demostrar sistemáticamente la antirracionalidad de toda doctrina que ésta: le falta el "sabor de tier;a"o~m~ masra:~da de la VIda r~ligi~sa
dogmática; pone al desnudo con aguda perspicacia sus contrasentidos y trata que no tolera el Iluminism ' . e a re IglOn, y con los mIsterIOS
de exhibirla como absurda para la razón natural: pero también muestra las existe el temor de la salud ~~;~rIerdt la hondura de la religiosidad. Ya no
flaquezas del deísmo, niega la fuerza probatoria de los argumentos filosóficos ser:ti~iento de la beatitud salvar;I~; a ~uchallPorflal redenci~n, el quemante
rel¡alOsa de .d . 11 . .~. or e o, a ta al delsmo la energía
acerca de la existencia de Dios y de la inmortalidad del alma, y añade que
en torno a los problemas de la teodicea es insuficiente la "luz natural de la cultivada, y :lu~queey~ ~l~%i:is~:hgl?n un produ.ct? artif~cial de la sociedad
razón": incluso en la disputa con Leibniz no llevó la peor parte. La religión a .los niños la religión de la moral sd:í::-
anes
e~tnblero~ h~ros para predicar
es, por tanto, para él, sólo posible como revelación positiva en contradicción dIeron la verdadera religiosidad. ' eso so o revelo cuan poco compren-
con el conocimiento filosófico. Defiende con toda energía la doble verdad. masas dequ~~
1 ,re1?re:e~tante?dde este punto de vista en el
Aunque haya buscado, tal vez para su persona, el provecho de la fe antirra- senoEn
de las grandes popular
la filosofía
cional -sus obras y particularmente los artículos de su muy leído Diction- posibles, de cómo aquellos resid:~~r éti~:~erJI 1mbre, con .t?dos l?s. matices
naire fueron para las doctrinas teoréticas de la religión positiva no menos
:::od~~~~~~:~~~!~r~:~~~~~~~:e~taci6nete~r~~Y~~i~~~or~~g~~~a1:J
peligrosas que las del deismo.
A la postre, también H u m e destruye, sobre fundamentos epistemoló- esparcen plena claridad 1 s ' lt' e un~ conCIenCIa moral. Sobre eso
h II b- o u lIUOS pensamIentos de Vol t ' A'
gicos, la conciliación que trataron de mantener con la religión natural los a :: so recogido por el escepticismo de Ba 1 1 . al r e. qUl se
otros empiristas y nominalistas ingleses, incluso los materialistas como Har- arrOjar por la borda toda -justificación y ~ ~ .ta medIda, que acaba por
tley y Priestley. Si, en general, no es posible metafísica alguna de las cosas, divinidad e inmortalidad sólo camo postu melaa ,dslca: paras él valen
os del t' . ahora
del propio modo no puede existir religión filosófica. A decir verdad, reconoce m o r a I, la creencia en ellos co - d'" en 1 ro 1 e n t o
Hume (como Cleantes en el diálogo), dentro del cuadro de un probabilismo tal creencia, onina Voltaire pued:n con I~I~n del todo o.brar moral. Con
práctico (parágrafo 34, 6), que el mundo en su conjunto da la irrecusable organizada jurldicamente ,- apun a arse os motIVOS de una vida
impresión de finalidad y orden racional, y que la creencia, "belief', que repo- n'existait pas, il faudrait l'r~v~~~e;Ho, las bases del orden" social: "Si Dieu
sa en toda experiencia de la vida, concuerda con la hipótesis (físico-teológica) 8. Por diversas que sean estas fo~m
de una creación y conducción unitarias del conjunto. Pero desde puntos de defensores la religión natural en as qu~ v~ tomando en sus particulares
vista científicos no considera (como Filón) que pueda fundarse tal creencia. valorativa de las religiones positi~~s p"Qnto comcdd~n todas ellas: en la crítica
En particular procede, como lo hahía indicado ya Diderot ocasionahp.ente, en que coinciden todas entre sí y .corr;o ve:: <:( ero, vale en ellas aquello
28 on a re IglOn natural. Todo ·10 que,
con arreglo a los principios de cálculos de probabilidades: explica muy bien
V. La filosofía del llwninismo. Los problemas teoréticos 35, La religión natural 435
434
'"' 1 relicrión positiva con su invocación de ulla con creciente é,"'{ito, llevado de la mano de la ciencia natural, a la rebusca
empero, sobre e~to se ensena en ~d b r . e por los deístas y precisamente de 10 que vale en todo lugar y fuera de todo tiempo. Sólo pocas veces no se
revelación partlcular, es mantcm o.a IlUlll. n s a d'o r e s Por ello, cayó en esta proscripción de 10 histórico.
en este respecto, se llaman ellos l-r:lsmos á~ bl~ elo~trina de la ~evelación. Desde luego y con más clara conciencia aconteció esto en David H u m e,
se combate vivamente las ~)reten~l,~~es W o o 1 s ton el testimonio mila- que en rara proposición aunó el sentido histórico con el filosófico. 8 Toda vez
e o 11 i TI S rechaza la prue a ~ro de lca, s ecto a las noticias de las fuentes que su teoría del conocimiento lo llevó a la convicción de que la religión
groso, en cuanto aI~lbo~ ,tratan ,~ n~~~;:l P asible. Tal intento de no poner no puede reposar en conocimiento racional demostrativo alguno, hace ver
religifsci' d:d:\~h~:l~~~fd~~ ~: las narraclones bíblicas, pero expllicá.t;dO~S
que el problema acerca del origen de la religión en el espíritu humano, debe
en te a e " ediante causas naturales, con exc USlOn • e ser separado enteramente de toda investigación epistemológica. Hume trata
~Zd:fod~E~~r~s~;~brc:~~:l~ar, ha si~o usual. principalmente en Alemania, tal píooblema exclusivamente, según principios psicológicos, a manera de una
"historia natural de la religión". Muestra que en la concep-
. 1 b el exégesIs raCIonalIsta. . ción primitiva de la naturaleza y en los sentimientos de temor y esperanza,
baJO e nom r.~ e , ' d e l ' nconcebible y falsa, cuando Re I ro ~-
Pero taroblen aqm . se e ara Id 1 d más enérgico contra la pOSI- ele emoción y alegría, que a ella se vinculan, en la comparación del curso de
l' u s, en su SchutzsG~nft, se !fnza .:1 mo o rfIua. Otros dirigen su crítica
bilidad de la revelaclOn, que e conSl era supe, f . Diderot niega que el
la naturaleza con los accidentes de la vida humana, se hallan las incitaciones
para la forja de representaciones de seres superiores y de veneración, con
contra las doctrinas par~i~u~ares de la d<;,gm~elca Voltaire vacía su ingenio el propósito de lisonjearlos y apaciguarlos. La forma natural originaria de la
concepto cristiano de la dlv1mdad sea moroJ1z~nt 'i~os de todas las religiones religión es, por tanto, el politeísmo, que piensa y concibe, antropológicamente
en la burla despiadada de los d ogmas Y e os r en extremo, tales fuerzas superiores. Las múltiples formas del mito se com-
y creencias. . d todos estos añadidos binan con arreglo a las leyes de la asociación de las ideas; unos mitos se
También en él se halla el serio pensamIento e. que corru telas de: la transforman en otros, y, al fin, se condensa, a causa de esta teocracia, la
de las religio~e~,positivas son ~~a~u~tn::ssi~~~~c~~::JoY a combatir, como masa de representaciones religiosas en la creencia en una esencia unitaria
verdadera rehglOn, en pro de f' . .,. de que la religión natu. ral divina a la que se debe el orden del universo, pleno de finalidad, una
Ios otros e1.elS'tas Se tenía la Irme conVlcclOn : . d I creencia, a decir verdad, que no se mantiene por sí misma, sino que se
. b ' el .nserta en la esenCia mIsma e
es un patrimonio de todo ho m re~ 1;lna.1 east~do de la vida religiosa. Desde articula en muchos aspectos con sus originarios puntos de partida. La
h omb re y q u, e por tanto es e l ongmano e .
el
este ángulo aparecen to as as re
1 ligiones positivas como depravaclOne~, q,:e
., n ro reso de la hIStona
historia de la religión es la paulatina transición del politeísmo, y su resultado
coincide con aquella concepción teleológica del mundo, que Hume presenta
se h an 1'd o gestando en el curso , de la h1Stona, u el
. , y en P retorno
g a l·a re1"IglOn, en sus Diálogos no como científicrunente demostrable, pero con la con-
de las religiones residida, segun estla concepclOn, a T i n d a 1 el verdadero vicción inserta en un asen#miento natural del hombre prudente.
..' , f pura Por elo con arrego l , ., Junto a esta concepción psicológico-histórico-cultural aparece la filológi-
ongmana, auten lca y .... ' 1 d ísmo es tan viejo como la creaclOn.
cristianismo, que ha de comcldlr clon.~ e'l 'ha restablecido la verdadera co-histórico-literaria que encuentra su expresión en la c r í tic a h i s t ó-
' no h a d a do ninguna reve aClOn , .,so ode las religiones antIguas;
Jadoración
esus . pero rica del a B i b lia, fundada por Salomón S em 1 ero Comienza por
de Dios, frente a la c~rrupclOn ente su ~bra y la corriente del desenvolver el ,pensamiento formulado por Spinoza, 9 de que precisa concebir
las iglesias cr~stianas han corroro pIdo r;fe~~Fdistinguió también L e s sin g los libros de la Biblia en su contenido teorético, su origen e historia, del
libre pensamiento trata de volver. a. e '. mismo nlOdo que otros escritos, esto es, tomando en cuenta la época y la
-1 r ' , de Cri<'to y el cnstIamsmo. f Índole de su autor: sobre todo llama Semler la atención sobre el punto
entre a re IglOn .:J 1 udieron provocar estas de or~
Si se pregunta ahora por. ~~ causas que P l' ve los iluministas, precisa~ de vista de que en los libros del Nuevo Testamento se encuentran las con-
maciones de la verdadera rehglOn, ponen de re .Ie de comprensión histórica: vicciones de los diversos bandos de las primeras comunidades cristianas.
mente en el tratamiento de c;te tema, su care~~~ención artificiosa. Estaban Aunque las hipótesis a las que llega en este respecto, han sido superadas
cuanto cons~deran falso p:rec~les d~la~~:~stituible rectitud de su deísmo, por la ciencia posterior, en todo caso quedó indicado un camino para salir
tan con;ae~~~~~\~~a~a
que pa
1:: 1
d~:~~ ~octrinas eran truco y engadño, que p~ra
'.. '1 h b' brado en favor e sus propIOS
del radicalismo en que se había aferrado la dirección deísta, y Semler levantó
su voz contra los caudillos del Iluminismo, por este motivo.
ellos los fundadores de relhg~on S? o a , :~~ de los deístas fue ésta: la raíz Aun desde otro lado, toma L e s sin g posición en este debate. No era
intereses. De esta suerte, a ~c~rma u~a ., en año' incluso Shaftes- ciertamente el hombre para doblegar su convicción ante un dogma; percibió
' t' .ca de las religiones pOSItivaS es mvenClOn y. g . . I
h lS on r ., d ue el entuSIasmo que caractenza a 8 Compárese J. GOLDSTEIN, Die empirische Geschichtsauffassung D. Humes (La
bury no dab~ .~tra exp IcaClOn e q. do hasta el fan~tismo de la supersti- concepción empirista de la historia de D. Hume), Leipzig, 1903.
verdadera reldlglOn, .Pbuedt Iseh ~f~~~~~te respecto el odio sacerdotal de los
a r
9 Compárese parágrafo 32, 2. En qué medida las obras de Spinoza eran conocidas
Clono De mo o caSI ru a.a . por los iluministas religiosos en Alemania, se deja ver en el interesante hecho de que
iluminados en la Schutzschnft de ReImarus, I ' h ' t" de las Lorenzo Schnúdt, el director de la traducción wertheimiana de la Biblia, es el editor
. .d d ra tomar en cuenta a esenCIa 1S onca an6nimo de un libro en el que, bajo el disfraz de una "Refutación de la doctrina de
9. T a I lllcapacl a pa h 1" n con la carencia general de Spinoza por el célebre filósofo alemán cristiano Wolff", ofrece una excelente traduc-
reli&iones positivas,. ,est~y~, e~a~st~~ce :r~ep~~~liar a toda la filosofía del I}u; ción de la Ética de Spinoza; sólo al fin añade algunos parágrafos de los escritos
se"?t~do y comprenS1?n lsfor d ~ento en que el pensar moderno se aphco alemanes de WoIff. (Impresos en Francfort y Leipzig, 1744).
mmlsmo y que tema su un a
436 V. La filosofía del Iluminismo, Los problemas teoréticos
rechazó, como el que más, la miopía que .tr~ta de ,v?r la únic~ v~rdad
~n :~ J~e~ q~e
r
lo transmitido históricamente: pero se cmdo de engIrse en.
después de miles de años habría de resolver sobre la autentI~t a .. ~ ~
lucha Mas no sólo es esto lo que le separa de la gran masa de los ,1 unllms as.
él mi~m~ es una naturaleza hondamente relig~osa, y de ~sta gUlS~
religión una relación vital del hombre con DIOS y de DIOS con c 'hi~m r~.
re e~ la
Por tanto, no es pOSIble. la r e 11. g Ion
.,. ~ 1 n r e v e. 1 ac'l
ó,n y la stona ., CAPÍTULO n
de la religión es la sucesión de las revelaCIones de DlOS, C::S, la e el ;t e ~ e Ion
de ll! é n e r o h u ro a 11 o por Dios. Tocante a la suceSlOll, segun llgur?SO
plan cle estas revelaciones, acepta Lessing la idea de que el pro~un~o sen1d,?
<.::I
de dada una se revela de modo más claro y distinto en la slgUlente. SIl LOS PROBLEMAS PRACTICOS
incluso el Nuevo Testamento, este segu~do libro. ~lemental en el que, e
discípulo avanzado ahora, "seguro y entusIasta", deja entrever la pe:spectl~a
de un e van gel i o e ter n o, En el desarrol~o de ~ste 1?ensamlento re Aunque la religión natural del siglo XVIII buscó en la moral el apoyo que
OríO'cnes 10 señala Lessing, sólo explorando, las Imp~'eClsas lmeas que estan la metafísica científico-natural no pudo, a la larga, brindarle, ello fue posible
en h:. dir~cción de una explicación místico~especulat1va d~ los dog~l~'falta porque entretanto también esta rama de las investigaciones filosóficas llegó
10. Del modo lllás vigoroso se opone He r d e r, al fm, a aque a tener completa independencia de la religión positiva. Y, de hecho, tal
de comprensión del racionalismo vulgar. La lucha que emprende, def.~a- separación, iniciada ya como resultado de la metafísica del siglo XVIII con su
. .
nera pareclda que Rousseau ( ' f o 37 " 4) contra la
comp. paragra . supencla-
, . actitud indiferentista en materia de religión, se realiza ahora, relativamente
lidad y prosaísmo del Iluminismo, reposa esencialrr;ente en m<:tl;rosr~t~Ic~Sí de modo rápido y sencillo: lo peculiar de la nueva época se advierte en que
uc onen en jueO'o contra la fría cultura racIOnal la ongma 1 a e el punto de gravedad de las investigaciones se pone muy pronto en el d 0-
~nti!iento y el c1er~cho de la genialidad. De esta suerte llega a comprender m i n i o psi col ó g i c o; al encuentro de la filosofía viene la inclinación
la importancia religiosa del Iluminislno y rep.res~nta frente a el~, ~. f~r:ror. literaria del tiempo que se preocupa profundamente de la conducta del
orifrinal'io del sentimiento religioso y, al proplO tIempo, el derec. ? . lstonco hombre consigo mismo, que se halla proyectado al examen de sus senti~
det'cristianismo. Desde este ángulo de mira, log:a, contra l~s pr~Ju~c~sl de ~u mientos, al análisis de sus motivos, al cuidado "sentimental" de sus relaciones
é oca una recta valoración de la Edad MedIa, que ya as .lp~r o es e personales. El individuo que deambula en su vida interna, la m ó n a d a
II co,{cepción romántica habían preparado; ademá~, ve en la Bl~lia la Juma q u e s e g o z a a s í m i s m a: he ahí el hecho característico de la época
de toda verdad religiosa. En los escritos que prOVIenen. de l a epoca ,e su del Iluminismo. El individualismo del Renacimiento, que en el siglo XVII
solédad en Bückeburg,11 se deja arrebatar por un apaslOpado .or!ddoxlsm~ había sido reprimido por las fuerzas externas, reaparece por entre la rígida
y supranaturalismo, que levant~ 1;; voz c.ontra la toleranCIa sostem a por e grandeza del fórmalismo ceremonioso: se rOlupen las barreras, se sacude la
Re Federico en la que ve un mdlferentlsmo reprochable. exterioridad, se destaca la vida natural pura del hombre.
yPero también supera Herder esta unilateralidad, cua~~o es r~scatado Pero cuanto más importante se considera a sí mismo el individuo y más
or Goethe, en la atmósfera libre de Weimar: y la salvacl(~n, provmo otra plurilateraImente pondera los temas acerca del contenido de su verdadera
;;ez de la conciencia estética, al comprender 1<;" fuentes ~el!glOsas elhani~ felicidad, tanto más se le convierte en problema, moralidad, sociedad y
mano de las ideas que tenía acerca de la esen~Ia de la ~u~Ica popu aro
E plritu de la poesla hebraica (1782) consIdera la B,blia como un
cl.:ct~ de la fantasía poética, y, a decir verdad, como P,? e s í ~ po p u a r.
rro- Estado. ¿ Cómo se inserta -así suena el tema práctico de la filosofía del
Iluminismo- el in d i vid u ó en un nexo de vida que está sobre él? A
través de todas las vivas discusiones de estos problemas campea como tácito
y con esta concepción estética se gana una concepclon relIgIOsa 9ue ,se supuesto la idea de que la esencia individual es, en sus determinaciones
incorpora del modo más feli7; a los pensamientos de la filosofía de la hlstona, naturales (tal como siempre se le concibe), lo originario, 10 dado, lo evidente
de Herder (comp. parágrafo 37, 5). por sí, y que partiendo de ella hay que explicar aquellas relaciones supe-
riores, En tal proporción, constituye, ora en analogía del atomismo, ora más
! en parangón con la monadología, la rnetafísica naturalista del siglo XVII, el
trasfondo de la moral del siglo XVIII.
La clasificación creciente de estas hipótesis, ha traído consigo que los
p r i n e i p i o s del a é tic a hayan encontrado valiosísimas soluciones en
la literatura del tiempo. Pues en tanto la vida moral debe esclarecerse como
algo que entra a formar parte de la esencia natural del individuo, ha de
-10
11
Educaci6n del género humano, parágrafo 72
A' .
ss. ., 1 I 'd d
Filosofía de la historia para la educacton de a wmant a
ser fijado, por una parte, mediante una rigurosa delimitación, 10 que sea esto
que propiamente debe explicarse·y cómo es conocido, y, por la otra, inves-
1773' c~~~;,n~sclr: comp. adelante, parágrafo 37, 5); Explicaciones del Nue-po
T( esam
t ',nto" .F~entes
1744' antiquísimas
, del género humano (1774 y 1776); Provm~, tigar su valor y vigencia: y cuanto más la moralidad aparece como algo
esencialmente extraño a la esencia natural del individuo, tanto más se hace
zialblaetter an Pred·¿gcr (1776), etcetera.
valer, junto al tema del fundamento de la validez del precepto moral, el de
437
V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas prácticos 36. Los principios de la moral 439
438
los motivos que llevan al hombre a obedecer tal precepto. Así aparece~ mez- precisamente por eso, se hallan en dependencia de él. En cierto sentido
clados al principio, y después vinculándose de nuevo, cuatro temas ca~)ltal~s: vale esto ya de Cumberland, quien, a decir verdad, frente al relativismo
¿ Qué es el contenido de la l1~oralídad? ¿ Cómo lo conocemos? ¿ En que reside psicologista, defiende la validez de los preceptos morales como verdades
la validez de los preceptos morales? ¿ Qué lleva al hombre a obrar moral- eternas, pero tratando de ver su esencial y determinante contenido en el
mente? Los principios de la moral se dividen con arreglo a l~s bienestar general.
cuatro puntos de vista del e r i ter i 0, de la f u e n t e el e ~ . e o ;~ o e 1- 1. La posición de Lo c k e es menos precisa aquí que en los proble-
miento de la sanción y del motivo. Pero esta clasiflcaClOl1 de rn~ teoréticos. C~en:a:nente, co,ncede casi el. más amplio espacio al trata~
temas re~ela que las diversas respuestas a los particulares problemas son mtento de los pnnclplOs practIcos, en su dIsputa en torno de las "ideas
combinables entre sí del modo más variado. De tal suerte, se da aquella innatas", como se deja ver en su oposición al neoplatonismo de la escuela
explicitación y especiÍÍcación de problemas en la matizada multiplicidad y en ~~ Cambridge; pero ~as importantes. sugerencias que acerca de problemas
la rica corriente de las doctrinas filosófico-lTIorales del siglo XVIII. Como el etIcos se hall<7n esparCIdas en sus escntos (no son otra cosa que sugerencias)
espíritu omnilateralmente influyente y rector en. rr~uchos aspectos ~stá aquí superan conSIderablemente el mero psicologismo. Locke ve el juicio moral
S h a f t e s b u r y en el punto central del movlnuento: en. camblO, no se a modo de un conocimiento demostrativo, toda vez que tiene relación con
llega a una conclusión final en esta época, debido a las dlversas maneras su objeto, a saber,.la concordancia o no concordancia de una manera humana
de plantear los problemas (comp. parágrafo 39). . . de proceder con u n a 1e y.1 Según eso, aparece para la ética como esencial
Típico relativamente al carácter individualista de esta ~t1ca, ha sldo la el c a r á c ter i m p e r a t i v o. Pero la existencia de tales normas no sólo
consideración siempre renovada en torno a las r e 1a c Ion e s e n t r e suponen un legislador, sino también un poder de él para premiar su cum~
v i r t u d y f e 1i c i el a el: su resultado menos agudamente .expreso fue phmiento y castigar su violación: pues sólo por la perspectiva de estos
que la satisfacción individual de los impulsos se elevara a medIda de valor resultados puede influir, según cree Locke, aqu€lla ley sobre la voluntad.
de las funciones éticas. El sistema de la filosofía práctica, construído sobre El filósofo estaba seguro de no apartarse con tales ideas del "common-
este principio, es el u t i 1 ita r i s m o, cuyo complejo desarrollo cons!ituye sense" del hombre ~edio, y ell~ vale también de las tre; instancias que
el eje de las mezcladas manifestaciones de esta corrient.~ de pensanu~nto. presenta de. la autonda~, que se Impone legalmente: la oponión pública, el
Pero de ahí nace el problema (más candente en relacIOll con la. reahdad Estado y DIOS. En la mas elevada de estas instancias, empero, encuentra un
política y social) de los valores del bienesta~ d~ la vld.a so- punto de empalme c~r: los restos de la metafísica cartesiana, que había
c i a 1 de las instituciones públicas y de su evolución hIstónca. Lo eXIstente cor;servaelo en .s~ ,empIrISmo. En efec~o, la vol~ntad de Dios (según la filo-
y lo históricamente transmitido pierden otra vez su validez .inmediata ~ su sofIa de la r~l!glOn de Locke, comparese paragrafo 35, 1) es reconocida
intocable dignidad: deben justificarse ante la conciencia crítIca y garap!lZar por la re:relaclOn y por la "luz natural" como algo enteramente idéntico. La
su derecho de existencia, por las ventajas que reportan para l~ fel~cldad ley de DlOS es la ley de la naturaleza, pero su contenido, determinado por
de los individuos. Desde este punto de vista se desenvuelve la fIlo.sofla del DlOS en su orden natural, está vinculado ora a ciertas acciones nocivas ora
Estado y la filosofía social del siglo XVIII; desde este punto de mIra, toma a consecuencias útiles, y, por tanto, éstas son permitidas, aquéllas prohibidas.
posición crítica respecto de la realidad histórica, y c~m, a~reglo a est~ ~od~~o, De este modo gana la ley moral una raíz met.:'lfísica sin perder su contenido
examina, a la postre, los resultados del progreso hlstonco .~e la clvlhzaclOn utilitario. '
humana. El valor del a C u 1t u r a misma y la relaclOn entre na t u~ 2. La necesidad de un fundamento metafísico de la mo-
r a l e z a e h i s t o r i a se convierten en un problema, qu~; formulado. del r a 1 se hace valer también en otras formas y, -en parte, más enérgicamente:
modo más impresionante por R o u s s e a u, en la ~poslclOn de las dI:;C- para toda la escuela cartesiana era corriente tal necesidad, en el sentido de
ciones promovidas por éste, y en nexo con las sacudI~as de ~a RevoluclOn, que había que considerar la recta voluntad como la necesaria e ineludible
determina los orígenes de la filosofía de la hIstorIa. consecuencia del recto conocimiento. Aquí secundó al cartesianismo toda
la pléyade de los neoplatónicos, tan enemigos de éste en punto a filosofía de la
n~turaleza -:-por Henry More 2 y Cudworth,3 más tarde particularmente por
RIchard Pnce-----:-. 4 Todos ellos parten del pensamiento de que la ley moral
36. Los pl"incipios de la moral es d~da con la mterna naturaleza de la realidad que fluye de Dios y se halla
HLEIERMACHER, Grundlinien ciner Kritik der bisherigen Sittenlehre (Fun~
escnta c~:m eternos e invariantes signos en toda esencia racional. Con sobra
SC de e,ntusIasmo: pero con argumentos muy poco nuevos, defendían la doctrina
dam~~tos
F
de una critica de la teoría moral erigida hasta ahora), 180S, Obr.as com~
pletas, vol. I. 4 V .• 1 d
estOlco-platólllca, en su postÍormación cristianoteísta.
H. SIDG-WICK, The methods of ethics~ SO¡ ed., Londres, 188 '. erslOU a emana e Con ello tornó este i n t e 1 e c t u a 1 i s In o, en relación con la metafí-
C. BAUER. 1909. sica racionalista, una dirección que se alejó mucho de la filosofía de -Scotus,
Las más fructíferas incitaciones para la discusió~ de los temas éticos, 1 Comp. Essay conc. h. U., n, 28, 4 ss.
provienen tanto en sentido positivo como en negatIvo, de H o b bes. El 2 Encheiridion ethicum (1667).
"selfish s~stem", sustentado por él, extiende su ~nflujo a tr~vés d~ todo 3 Cuyo Treatise concerning ete'mal aud immutable morality sólo hasta 1731
el siglo XVUI: se manipula en todas sus consecuencIa~ y .se conVl~r~e. SIempre fue editado por Chandler.
en el incentivo más poderoso en la lucha de las conVICCIOnes antltetlcas que, 4 Questions and difficulties in morals (Londres, 1758).
V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas prácticos 36. Los principios de la moral 441
440
debido a Descartes y aún más al renovado recurso a la voluntad divina, de que son connaturales al hombre como sus miembros: es preciso enseñar a
Lockc; y, en lugar de lo cual,' se determin~ba el conte;ü~o d~ la ley, moral usarlos, mediante la experiencia .
sólo mediante relaciones metafísicas y, segun eso, en ultIma mstancla,. ~~n .4. , Bayle pud~ ~uy bien pasar por alto la doctrina general, cuando
arreglo a criterios lógicos: y, precisamente en ello se revela la Oposlclon a~nbu~a a las conVICClOnes morales un valor superior a todo cambio y a toda
contra toda suerte de teorías pS,icológicamente influí das, que en alguna dIversIdad d.e opiniones teoréticas: pero tuvo éxito, tal vez precisamente
p~)Tque consIderaba aquellas convicciones como algo universalmente cono-
forma veían siempre en sentimientos de placer y displacer el interno nervio
de las determinaciones éticas. Del modo más claro aparece esto en e 1 a r k e, Cl~O y. no hacía d~se:rr;bocar, su contenid? en un sistema o e.n una expresión
un.lta;I~. Pero qUIen Intento esto, parecla poder escapar dIfícilmente a un
que trata de encontrar el principio objetivo de la moral en lo adec~a~o de
pnnclp~o que no debía ser tomado de la metafísica ni de la psicología.
una acción con las circunstancias que la determinan; tocante al conOCUll;C?to
de pareja adecuación, echa mano de una evidencia análoga a la matemat1c~, .Una conc~ptuación fundamental de la moralidad, de tal género, era
y estaba convencido de ello en el sentido cartesiano de que de tal conOCI- pOSIble, en pnmera línea, por la metafísica de L e i b n i z, iniciada por éste
miento se genera ineludiblemente el sentimiento del deber, por el que la sólo ocasionalmente y por meras sugerencias. Wolff el primero la desarrolla
voluntad se decide a la acción conveniente. Defectos éticos son el resultado, en forma s~stemática, pero también de manera tosca. La nlOnadología consi-
según esto, otra vez completa:nente a la us~nza antigua .( comp .. parágrafo 7, d~ra el u.DIverso como un sistema de esencias vitales cuya infatigable acti-
6), de ignorancia o desconocImiento. Al mIsmo pens~!rn~nto dlO W o l.l?,~ VIdad reSIde en el desenvolvimiento y realización de su originario contenido.
ton, impulsado por Clarke, el giro de que toda aCClOn lllv?lucra un JUICIO En esta concepción aristotélica se transforma el principio spinocista del
(teorético) acerca de las relaciones existentes, q~e e~ la Justeza o no. de sumn esse conservare (comp. parágrafo 32, 6) en una determinación vital
este juicio se decide si la acción es correcta o SI es Incorrecta en sentido plena de finalidad, que Leibniz y sus discípulos alemanes llamaron p e r~
f e ~ i ó n: 5 ~a "ley de la naturaleza", que también, con arreglo a esta onto-
ético. logia,. cOlllclde con la ley moral, es el impulso de perfección de todas las
3. Pierre B a y 1 e toma una peculiar posición en estos temas: repre-
senta un racionalismo ético exento de todo trasfondo esenCias. Puesto que todo perfeccionamiento como tal se halla ligado al
m e t a f í sic o. En él influía del modo más enérgico y radical el int~rés placer, y todo retroceso en el desarrollo de la vida, con el dolor sale de
de que la moral debe salvaguardarse de toda dependencia. d~ doctrmas ahí la (antigua) identidad de lo moralmente bueno con la eudem~nía.
dogmáticas. Cuando, declarando imposible en general el conOCImIento meta- La l;y natural. exige que ~I ~,:mbre haga todo aquello que sirve a su
físico refuta así la fundamentación racional de la religión como la del perf~ccl0n: y prohIbe cuanto SIgnifIca una amenaza para su constante per-
dog~a positivo, retribuye a la "razón" a m.anos lle~as, en el dominio de lo fecclOnarmento. De este pensamiento desenvuelve Wolff un completo sistema
práctico 16 que le había quitado en la esfera teorétlca. Incapaz de con~cer de los deberes, en el que, particularmente, se aprovecha el principio de la
la esencia de las cosas, está provista la razón humana, según él, de la conCIen- mutua ayuda: el hombre necesita, para su perfeccionamiento, de los otros
cia de su deber: impotente para adueñarse del mundo exter~o, ~s ama y hombr~s y labora en la perfección propia en tanto ayuda a éstos a cumplir
señora de sí misma. Lo que le falta en saber, lo posee en conCIenCia moral: su destmo. En particular se infiere de tales premisas, que el hombre debe
un conocimiento de ,eterna e -inconmovible verdad. saber lo que le aproxima verdaderamente a su perfección; pues no todo
La razón moral, opinaba Bayle, doquier es la misma, por difere~tes. que cuanto momentáneamente es sentido como elevación de la vida, se revela en
puedan ser los hombres, los p~eblos, las épocas, en ~ate~Ia de conVICClO?eS verdad y a la larga, como un paso hacia la perfección. Por tanto ha
teoréticas. Sostuvo por vez prImera, con clara conCIenCia, la pie na} r;- meneste~ la moralidad del conocimiento moral~ de la apreciación just~ de
dependencia de la razón práctica respecto de .la. teor,e,tl- la esenCia de las cosas y del hombre. Desde este punto de vista aparece
ca: pero lleva esto a sus con~ecuencias ~xtreroa,s,. en el do~mlO teologlcO. la iluminaci6n del entendimiento como la tarea Illoral
Revelación y fe valen para el, en sentIdo catohco, es~nc~almente, como ID á s e 1 e v a da. En Leibniz se deriva esto, de modo inmediato, del con-
iluminación teorética: por tal motivo, las considera como mdIferentes respec- cepto de mónada: ésta es tanto más perfecta -Leibniz define la per-
to de la moralidad. Admira la virtud ética del viejo paganismo y cree en fección a la manera auténticamente escolástica como "rrrandeur de la réa-
la posibilidad de una comunidad de ateos, moralmente bien regulada. Si, por lité, P?sitive" - cuanto más verifica su actividad en rep~esel1taciones claras
tanto su escepticismo teorético podía parecer favorable a la Igle~ia, ésta y dlstmtas: la ley natural de su desarrollo es la iluminación de su contenido
hubo' de combatir en su filosofía moral al más peligroso de sus enemIgos. repr?sentativo or!ginariamente oscuro (comp. parágrafo 31,11). La circuns-
Si con ello son proclamados por Bayle los principios morales ~omo tanCiada dedUCCIón de Wolff se endereza más bien a la prueba empírica de
"verdades eternas" esto ocurre en el sentido originariamente cartesiano, las consecuencias útiles del saber. Permanece por entero en los marcos de
según el cual no ~e trata tanto del problema psicológico del ~er in~ato la co?vic~i6n, ~tilitaria, que e~ filó~ofo, ~e cáte~ra, alemán proponía a sU
de las ideas, cuanto del criterio epistem?lógico ,de la e~i,dencia m~edIa~a, trabajO clentlflco: hacer la ftlosofla utll y practlcamente eficaz por la
lógicamente intransferible, En este sentIdo, vaha tamblen en L e 1 b n 1 z, claridad de los conceptos y la distinción de las pruebas. '
por modo evidente, ~l .virtual ser innato d~ las ve~dades morale~, y e~to 5. Wolff había tomado esta tendencia de su maestro T o m a s i u s
ocurrió en ambos eSpIf1tus, cuando Vol tal r e, qmen cuanto mas escep- el caudillo de los iluministas, un pensador a quien escapa la grandeza del
ticamente se presentaba a la metafísica (comp. parágrafo 35, 5), tant9
más se aproximaba al punto de vista de Bayle, dijo de los preceptos morales 5 LEIBNIZ, Monad., 41 ss.; para 10 siguiente alli mismo, pp. 48 ss.
442 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas prácticos 36. Los princiPios de la moral 443
espíritu leibniziano, pero que tanto más comprendía la~ necesidad~s de su sentimiento apasionado de espíritus superiores. Pero la forma que encontró
época y que tuvo la movilidad demagógica y el prunto de los mtereses entonces en los tratados de Herder y en las Cartas filosóficas) de Schiller,
utilitarios. Las incitaciones espirituales del Renacimiento, que durante el era mucho menos influida por Leibniz que por otra doctrina que, a pesar
siglo XVII se habían ~epri~ido, se desenvuel;ren en sus P?strime;-ías. Toma- de la diversidad de la conceptuación, poseía en las intenciones éticas la
sius quiere sacar la fIlosofm de la sala de cated:-a a ,la vIda, qUl~~e ponerla íntima afinidad con la dellnetafísico alemán (comp. antes parágrafo 35, 2).
al servicio del bienestar general: y dado que el mlsmo entendlO poco de S h a f t e s b u r y había dado a la idea de perfección una forma me-
la ciencia natural endereza sus intereses a la crítica de las instituciones nos sistem.ática, pero tanto nlás intuitiva e impresionante. Comparte con
sociales En la vida de la comunidad como en la del individuo, sólo debe viviente congenialidad la antigua concepción de la vida, según la cual la
impera~ la razón: así luchó con lealtad y éxito contra la supersti~ión y moralidad coincide con el1ibre desarrollo de la verdadera y natural esencia
miopía del espíritu, contra la tortura y ~os procesos c<:>ntra las b~uJas. El del hombre, pero por tal motivo con su auténtica felicidad. Por tanto, en
Iluminismo se halla, por tanto, en el sentido de TomaslUs, muy leJOS. de la Shaftesbury aparece la moralidad como lo verdaderamente humano, como
dignidad metafísica, que le había dado Leibniz; adquiere ~~s bIen su el florecimiento vital del hombre, como el perfecto desenvolvimiento de sus
valor para el individuo como para la comunidad por el benefIcIo que trae disposiciones naturales. Aquí se fija desde luego la posición de Shaftesbury
consigo y que sólo de él puede ser esperado. . . respecto a Cumberland y H9bbes: no admite como éste que el egoísmo sea
Pe r f e c ció n y u t i lid a d son, por c~nsI~uiente, las ~os. n?ta~ .dIs- el único carácter del hombre natural; reconoce, como aquél, en las incli-
tintivas que en Wolff convierten el 1 1u m 1 n I s m o en pnncIplO euco: naciones altruÍstas un concepto innato y originario; pero no puede ver
aquélla' aparece en el fundamento general metafísico, ésta ~n la cons- sólo en lo último la raíz de la moralidad, sino que, puesto que para él, la
trucción particular del sistema, más enérgicamente. Y en la IDlsma forma moralidad es la perfección del hombre integral, busca su principio en
campea esta dualidad de los criterios en la escu,ela de vy <:>lff y en toda la formación equilibrada y en la concurrencia armónica de ambas series
la filosofía popular alemana, sólo que, tanto mas superficIales se hacen de impulsos. Esta moral no exige el sacrificio del bien propio en benefi-
las doctrinas, cuanto más amplio espacio ocupa la utili~,ad Incluso M e n - cio de la felicidad ajena: tal cosa parece sólo necesaria en los grados infe-
del s s o h n se aparta de toda fina y honda especulaclOn, toda vez que la riores de la evolución; el hombre cabalmente 'cultivado, vive tanto para
filosofía tiene que ocuparse sólo de aquellos innumerables temas que sean sí como para la comunidad,7 y puntualmente debido al desarrollo de su
necesarios para la felicidad del hombre. Pero dado que este eudemonismo propia naturaleza y de su pensamiento, en que creía poder equilibrar
iluminista no tuvo desde un principio un punto de vista más elevado que de modo perfecto en el hombre maduro el conflicto entre sus motivos
la educación y el bienestar del hombre medio, sucumbió a otra limitaci?n: egoístas y altruístas, conflicto que tan grande papel tiene en las capas
al filisteísmo insípido y a una concepción pequeño burguesa de la VIda. inferiores de la humanidad.
Esto pudo estar en su lugar y ser de i~fluencia benéfica en ~ie.rta esf~ra, . Mas, por esta. razón, es ent~ramente p e r s o n a 1, en este pensador, el
a decir verdad, no elevada, pero sí copIosa; mas cuando tal exIto llego a Ideal moral de VIda. La moralIdad no consiste para él en la hegemonía
la cabeza de los iluministas, cuando trataron de medjr con la misma escala de Iná.?mas gener~les, no reside en la subordin.ación de la voluntad particu-
los grandes hechos de la sociedad y de la historia, cuando esta soberbia lar baJO normas, SlOo en el desarrollo rlCO y cabal de la vida
del entendimiento empírico no dejó valer otra cosa que aquello que es d e u n a g r a n in d i vid u al ida d. Es la soberana personalidad quien
conocido "clara y distintamente", entonces se adulteraron los nobles rasgos hace valer su derecho moral, y la suprema manifestación en el dominio
d~ la Epoca de l~ Luces c~m a~uellfl; falta de co~prensió~ ."bien enten- de la moral es la vi r t u o s ida d, que no tolera cercenamiento alguno de
ehda", como cuyo tIpo Fedenco NIcola¡, con su prunto de utIlIdad general, las energías e impulsos de las disposiciones del individuo, sino que trata
llegó a ser una figura cómica.6 de poner en armonía en la conducción perfecta de la vida todas estas
6. La gran masa de los iluministas alemanes no sospechaba cuán lej~s variadas relaciones y, con ello, trae consigo la felicidad de cada cual así
se hallaban con esta seca utilidad de las reglas abstractas del entendI- como su poderoso influjo en favor del bienestar del conjunto. De este modo
miento, del esp[ritu vital del gran Lei~niz: ya Wolff hab!a aba.n~onado, se consagra de nuevo en la concepción monadológica del mundo el ideal
metafísicamente, la annonÍa preestablecIda, y, con ello habIa exhlb~do que de la Kalokagathia (comp. parágrafo 7, 5).
se le ocultó siempre el fino sentido de la monadología. El y sus contmuado- 7. Si, por lo dicho, se advierte ya que, tocante a su contenido, el
res tampoco tuvieron comprensión alguna para el principio leibniziano de Pdrincipio ~oral en Shaftesbury ~állase teñido con rasgos estéticos, esto se
la perfección: así como su metafísica hace valer la peculiaridad de cada estaca mas consecuentemente aun en el tema acerca de la f u e n t e d e
esencia singular frente a todas las demás, también se conviel:te en .prob}en:;a con o c i m i e n t o de las tareas morales del hombre. Tal fuente consiste
tocante a la vida moral el d e s a r r o liad e 1 e o n ten Ido In d 1 V I- tanto para los metafísicos como para los sensualistas, en el conocimient~
d u a 1 d e vid a, y la transformación de su origen oscuramente sensible. racional ora de la naturaleza de las cosas, ora del provecho e!llpírico; en
Este lado del problema adquiere importancia en Alemania hasta que
. .7 POPE compara esta relaci6n (Essav on man) IJI, 314 ss.} con el doble mo-
irrumpe en la literatura el período de la genialidad y busca su teoría el Vlll1lento de los planetas en torno del Sol y sobre su propio eje. Por mediaci6n del
mismo poeta ha infh.!ído en Voltaire asimismo la concepci6n de la vida de Shaftes-
6 Comp. FICHTE) Vida .Y curiosas opiniones de Fr. Nicolai (1801), Obras com~ bury, al paso que Dlderot (en su reelaboraci6n del Inquiry concerning virtue and
pletas, VIII, 1 S5. meru) se enlaza directamente a Shaftesbury.
36. Los principios de la moral 445
444 V. La tilosotia del Iluminismo. Los jJroblemas prácticos
ambos eme!ge de ~a yulgaridad filistea de la concepción iluminista, cierta
ambos casos se originan postulados universalmente válidos, demostrables. hon?a reah~a.d anUllica -en Hemsterhuys en una armonización contem-
A la inversa, la moral de la virtuosidad toma el ideal individual de vida platIva, helemcamente coloreada; en Hamann con un arranque pasional-
de las profundidades de la esencia personal: para ella se funda la moralidad mente provocado y cristianamente anhelante. lo
en el s e n t i ~ i ~ n t o. ~os juicios lllOrales, mediante los cuales acepta ~ .. Pero l.as. más de las veces se hizo valer aquella doctrina de los
el hombre en SI IIllsmo los Impulsos que la naturaleza ha puesto en él para el ~entImlentos, lTIlciada por Shaftesbury y Hutcheson en la m e z c 1 a de
fomento de su propio y ajeno bienestar, y en cambio rechaza los impulsos 1 •
nvestlgaclones • ; •
etlcas '
y estéticas. La moral eudemonista
"antinatlfrales l ' que obstruyen aquellos fines -los didhos juicios residen en que ~uanto más fácilmente concebida fue tanto más refinada, cubrió con el
la capacIdad del hombre de convertir en objeto sus propias funciones esto ropaJ~; del encanto sus postulados a modo de un objeto de placer natural,
es, en la :'reflexión" (Locke); pero no son un mero saber de los p;opios Y. ;IeblO recomendar lo bueno como algo agradable y afín a lo bello. Tam-
estados, SIlla a f e e t o s del a r e f 1 e x i Ó D, y, como tales, constituyen b.len la e s c u e 1 a e s c o c e s a no se halla lejos de esta concepción y
el "moral sense" dentro del "sentido interno". F e r g u s o n ?esenvu;lye en esta fo:rn;a ~~ ideas de Shaftesbury con ~x
Con ello se trasplantaba la raíz psicológica de lo ético del dominio del presfl; r~ferencIa al basIco concepto 1mbmzlano de la perfección. Para la
conocimiento intelectual al lado sentimental del alma,' y en inmediata e s t e tIC a, empero, tuvo este cruce de pensamientos el efecto de que en
cercanía de la vivencia estética. Lo bueno aparece como lo bello en el ~lla los pu~tos d~ arranque para una manipulación metaHsica (que Shaf-
mundo del querer y del obrar: reside, como lo bello, en una unidad armó- tesbury ~abla tr':l~O a los problemas de lo bello partiendo del sistema de su
nic~ de lo múl~iple, en un pleno desarrollo de las disposiciones naturales; concepc~on plotmIana d.el mundo~ y. a la que también puso en contacto
satIsface y santifIca como lo bello; es, COlno lo bello, el objeto de un asen- las. ocasl~nales s~ger;~cms de Lelbmz) fueron absorbidos completamente
timiento originario, inserto en la honda esencia del hombre. Gracias a pOI e~ :netodo pSI~ol?gICO. No se preguntaba por lo que es bello" sino cómo
Shaftesbury domina ese paralelo en la literatura del siglo XVIII: el gusto se ongma e~ se~tImlento de la belleza: y en la solución de este tema se
es tanto la capacidad ética como la estética. Del modo más claro queda
muy bien expresado esto por H u t che s o n, pero con un airo que lo
°
puso .la eXI?I~cacIón de la actitud estética en nexo más menos íntimo con
relaclOnes ~tlcas. Esto se r<:vela ~ambién en aquellos filósofos del arte, que
aparta en cierto modo del individualismo de Shaftesbury. Pu~s entendía estaban mas cerca de la pSlcologIa sensualista que los escoceses. Así concibe
bajo el "sentido moral" -en la acepción puramente psicológica del ser ~ e n r'y H o m e el .placer estétic? de lo bello c~mo un tránsito del apa-
innato- cierta capacidad originaria de apreciación, igual en todos los cIg.uarruento de los nnpulsos senSIbles a la eufona moral e' intelectual y
hombres, para lo que hay que aceptar moralmente. Se arrojaba por la opmaba que para el afina.miento de sus disposiciones sensibles imprescin'di-
borda el aparato metafísico de los neoplatónicos y de los cartesianos' en bIes para el supremo destmo del hombre, han sido "inventadas" las artes'
lugar de ello y con tanto más celo precisamente en contra del "se:lfish ~or tat;to, busca el dominio. de ~o. ;bello en los sentidos superiores, el oíd~
system", se mantenían en el punto de vista de que el hombre posee un ) la VIsta, y halla como dlSposlclOn fundamental cierto gusto, común a
sentimiento natural así para lo bueno como para lo be- t~dos los ~om~res, para e~ <?rden, la regularidad y la síntesis unitaria de 10
11o, y es visto el análisis de este sentimiento como la tarea de la Inoral. dIverso. ~I, mas tarde,. dlStm~ue entre la "propia" belleza de lo que cae
En la e s c u e 1 a e s c o c e s a (comp. parágrafo 33, 8), el traslado de a los sentIdos de ~odo mmedIato y la belleza de "relación", ello hace llevar
este principio al dominio de lo teorético condujo a que lo verdadero, en estos nexos, ese~~Ialmen~e, a 10 provechoso éticamente, a cuyo servicio se
paralelo con lo bueno y bello, se convirtiera en objeto de un asentimiento pone la belleza. Incluso Edmundo B u r k e se halla en dependencia de
originario y, de esta suerte, se viese en el "common sense" una especie la ma;tera de plant:ar los pr?blema~ ?e la filosofía moral de su tiempo,
de "sentido lógico". En forma mucho más expresa, empero, se proclamó el en su mtento de denvar la actItud estetlca de estados sensoriales elementales
sentimiento como f u e n t e de con o c i m i e n t o, por R o ti S S e a ti según los m é t o d o s del a psi colo g í a del a a s oc i a c i IÓ n Su
quien, en oposición al frío análisis del entendimiento, mediante el cual ensayo de fijar la re 1 a ció n del o be 11 o con los u b 1i m e ~una
TIlanipuló el Iluminismo puramente teorético, la vida religiosa, funda su ~al:ea en la que había lab<?r~?o también Home, bien que con mucho menos
deísmo en la moral del desarrollo del contenido individual de la vida y ~xlto--, par!e de la <;poslclon que ~riva entre los impulsos egoístas y los
convierte en tarea el desenvolvimiento de su originalidad oscuramente Impulsos SOCiales. Segun esto, lo sublIme debe ser aquello que nos llena de
emotiva.8 En forma ecléctica muy indeterminada, fue desenvuelta esta espanto. en arranque benevolente, mientras nosotros mismos estamos lejos
f i los o fía del s e n t i m i e n t o por el filósofo holandés Francisco de sentIr que escapamos a un peligro inmediato de sufrimiento: en cambio,
H e m s ter h u y s (de Groeningen, 1720-17 90) ; con extravagancias barro-
cas, por el ingenioso entusiasta H a m a n n, el "Mago en el Norte').9 En {~í1~nismo~ Estudios de la prehistoria del espíritu romántico en el siglo XVIII~ Jena, .
10 Acerca de Hemsterhuy~, comp. ERW. KIRCHER, La filosofla del romanticisw
8 Comp. la confesión de fe del vicario saboyano en el Emilio~ IV, 201 ss. mo, Jena, 190.6, pp. 7-34; reClentemente F. BULLE, Hemsterhuys y el irracionalismo
!) Johann Georg Haman.n (de Koenigsberg, 1730-1788; Obras completas ed.
~~~~n del stglo XVIII, Leipzig, 1911. L. BRUMMEL, Fr. HemsterhuysJ Haarlem,
de GILDEMElSTER, Gotha, 1857-1873) vincula, en su ingeniosa pero caprichosamente
oscura forma de expresión, esta dirección con un pietismo que no se halla lejos de 11 Más información en el articulo sobre Home (Kaimes) escrito por W. WIN-
la ortodoxia. Comp. G. POEL~ J. G. Hamann, el mago en el Norte (2 vols., I;Iam- en la Enciclopedia de Ersch y Gruber, I1, 32, 213 s.
DELlIAND
burgo, 1874-76); H. WEBER, Hamann y Kant (1904); R. UNGER~ Hamann' y el
V. La filosofia del Iluminismo. Los problemas prácticos 36. Los principios de la moral 447
446
estos estados, y m,ás t.arde des,ignó él misn;o con el nombre de e a p a c i-
bello es cuanto es propio para despertar en forma placentera sentimientos d a d d e a s e n t I m len t o 17 a la energm que está en la base de tales
ora del amor sexual, ora del amor humano en general,12. ., est~d?~. Pero T et e n s. y K a n t son los que han creado la terminología
Pero los intereses de la crítica artística y literaria condUjeron tamblen,
def~mtlv~, sobre el partlcular. El primero introdujo para las sensaciones la
por sobre la investigación del juicio y del placer estéticos, ,al ~ema acerca de
de~Igna~lOn de. con ta ct o,s ~m ot i va s o s e n timien t os,18 y Kant
la esencia de la producción estética, y aquí ha trat~do prmclpalmente A,le?, uso casI. ex~lu.sIyamen~e el ul~lmo. El fue también quien, más tarde, hizo
G e r a r d 13 de determinar el concepto de gen 1 0, destacando la 0r1g1~ de la dIvIsIon trIpartIta de las funciones anímicas en
nalidad emotiva y el rendimiento ejemplar de éste, la fuerz8; creadora re p r e s e n t a f, s e n t i r y q u e r e r, la base sistemática de su filoso-
de la naturaleza verdaderamente artística, frente a la teo,ría ?~.bltual de la fla,19 y, desde entonces, se ha mantenido sobre todo en el dominio de la
imitación. Así comenzaba la teoría, aún esencialmente pSlcologlC~, a tomar psicología. '
en cuenta, con espíritu filosófico, el gran desarrollo contemporaneo de la 9. ~ Frente a todos estos desa~rollos, se mantuvo la. contracorriente que
gaya ciencia. proven;a . de H o b ~ e s, q~e conSIderaba el provecho o daño del individuo
De parecida manera que Home, también S u 1 z e r ha puesto la sen-
como UTIlCO contemdo pOSIble del querer humano. El criterio de la acción
sación de lo bello entre la sensación de lo agrada?l~ .Y la de lo bueno, ~o~o m.oral se busca, según esto, psicológicamente, sólo en sus e o n s e e u e n-
una transición de una a otra. Encuentra la poslbllldad de esta tranSIClOll
CI~S q~e re.porta para el provecho del prójimo. La mo-
en el factor intelectual que colabora en la captura de lo bello: apare~e r~hdad solo eXI~te dentr~ de los n:;arc?s de las relaciones sociales. El par-
para él (con arreglo a ,Ldbniz, comp. el. parágrafo. 34, 11) com? el sentI- tl.cular conoce solo, por SI, su propIO bIenestar y dolor: pero en la sociedad
miento de unidad armomca de la dIverSIdad experllnentada senSIblemente.
vlene. .n a ser valoradas sus acciones desde el punto de vista de si benefician
Pero gracias a estos supuestos, vale para él lo .bello COIllO algo. ,Pleno de o danan a los otros, y sólo esto vale como punto de vista de la apreciación
valor y perfecto, si es capaz de fomentar el sent~do I?~ral: tambIe~ .el arte
moral. . P.~reja c~nceJ::lción del., criterio étic~ no únicamente corresponde
se pone, de esta sU,erte, al servicio ~e la mora~ llummIsta, y el. ~stetIco t~n a la opmlOn comun, SIlla tambIen a las necesIdades de una fundamentación
largo tiempo festejado en Alemama se revelo en la~ concepclOn d~l 2I:\te de la étic~ purame~te, empíric~~psicológica y libre de supuestos metafísicos:
y de su tarea, a, ~enudo, co~o, un pequeño. hurgues de la moralZ~aclo~l a ello hablan contnbUIdo tamblen Cumberland y Locke en última instancia;
filistea. Cuán infImtamente mas mgemosas y fmas er~n entonces las obser-
eon ~~a empal:n:;n no sólo ,los. m?ralistas teológicos como Eutler y Paley;
vaciones", que Kant sustentaba "acerca del sentinllento de lo, bello. y ~o tambIen los pSIcologos asOCIaClOlllstas Hartley y Priestley. De este modo
sublime", en aquel tiempo en que aún, partiendo del pupto de vI~ta pSI~olo
se f~e desarrollando poco a poco 20 la clásica fórmula de esta dirección. Una
oico se entregaba con exquisita mundanología a las fmas manifestaclOnes
aCClOn :s moralmente mejor cuanta mayor felicidad acarrea y cuanto mayor
de la vida ética y estética en el individuo, en las razas, en los pueblos.
~s el numero de hombres que participan de esta felicidad: su ideal ético es
En fin esta serie de pensamientos dieron ocasión en Alemama a un
t h e g r e a t e ~ t ha p p i n e s s o f t h e g r e a t e s t n u m b e r". Tal
cambio, c~ronado del éxito, de la sistemática psicológica, Si, d~sde ~tiguo,
es.~l s~t<; y sena del utilismo o utilitarismo (también llamado
era usual dividir las actividades anímicas, según el modelo aflstotehco, en
utlhtanalllsrno) .
teoréticas y prácticas, no fue posible ya colocar sin violenc,ias ,en el grup~
. Semejante ~órmu~a está próxima al pensamiento encaminado a deter-
de los hechos del conocer ni en los del querer, los s e n t I m len t o s asI
mmar c u.a n t 1 t a tI:' a m e n t e los valores morales para las relaciones y
reconocidos en su polifacética importancia: pareció más bien que, en parte
ca~~s partlculare~. La Idea .d~ Hob~e~ y Locke de fundar sobre el principio
se hallan en la base de ambas especies de funciones d~l alma, como .t;-n
utlhstlco un estncto conocmnento, etlco demostrativo, parece haber encon-
peculiar género de expresión, en parte, com~ co.m~l~tandolas .. Tam~Jlen trado con esto una estructura conSIstente, bien avenida con el estilo científico
aquí provienen las sugerencias de la monadologla lel:bmzlana. I?e mmedIato,
natural .de pensar. A tal encanto sucumbió Be n t h a ID, y en ello reside
parece habe~ indicado S u 1 z e r, en sus CO,nferencws de Berlm,14 que l:ay
lo peculIar de su exposición de la doctrina utilística tan citada más tarde
que distingmr los estados oscuros de las m,;madas, de las formas evolu.cl(~
nadas de la vida del conocer y querer conSCIentes, y encuentra las pecuhan- y.llena de un ardiente sentido de bienestar colectivo: Se propone encontrar
CIerta escala, con arreglo a. la cual pueda ~er descubierto el valor de aquel
dades de éstos en los estados de placer. y displace; dados con ellos; L?
propio ocurre en Jakob Friedrich W e 1 S s,15 partIendo de las hlpoteslS modo de ,Proceder conv~mente para el bIenestar del agente mismo y de
la comumdad a la que el pertenece, en parte en sí, en parte en relación
leibnizianas. Mendelssohn (1755) llamó sensaciones ' • desde luego a
c<;n otras conductas; y .~~ntham desenv;telve en su tabla de valores y
dlsvalores, con amplIa VlSlOn de las relaCIOnes y necesidades tanto indivi-
12 Según Home, lo bello es su.bl~e cuando es. ~~losa1. Parece ~st~r a la base
de sus determinaciones oscuras e mClertas la OposlclOn de 10 cuahtabvo y de lo
U MENDELSSOlIN, Morgens,tunden, 1785, cap. VII, Obras, I, 352.
cuantitativo. ., 1
18 A. GERARD, Essay on taste (1758, verSlOn a emana,
1766) Y espeCIa
. 1men t ~
~8 Comp. TETENS~ Ensayos, X, pp. 625 ss.
el Essay on Genius (1774, versión alemana, 1776). Comp. O. SCHLAPP, La doctn- • 19 E~, el estudio es~rito ent~e .1,787 y 1790, destinado originariamente
para la
na kantiana del genio (Gotinga, .1901). '." mt.roducc,lOn de la. Crít!ca del JUlCto, que ha pasado abreviadamente a sus obras
14 Pronunciadas en 1751 s. Impresas en los Escntos vanos (Berhn, 1773). baJO el tltulo La ftlosofta en general. Comp. Parte VI, cap. 1.
J.5 J. F. WEISS. De natura ~nimi et potissimun cordis humam (Stuttgart, 1761) ..
R • 20 COIr:P. q.. SINCLAIR~ Der Utilitarismus bei Sidgwick und Spencer (El utilita-
16 Con _ello se refiere también MENDELSSOHN, en sus Cartas sobre las ,sensa rIsmo en SldgwlCk y Spencer), Heidelberg, 1907, pp. 2 ss.
ciones, directamente a Shaftesbury.
448 V. La filosofia del Iluminismo. Los problemas prácticos 36. Los principios de la moral 449
duales como sociales, un esquema del balance del ~lacer y displac,el: para teológicos creen poder domeñar el egoísmo natural con las recompensas
el cómputo de las consecuenciao; provechosas y nOClvas de las actIvldades del cielo y los castigos del infierno, según los empiristas, parece ser sufiw
e instituciones humanas. De parecida manera que en Hume (comp. adelante ciente para este objeto el orden de vida fijado por el Estado y la orga-
número 12), decide aquí el entendimiento previsor en el cálculo de lo nización social. El hombre se orienta en tales relaciones que con exacta
plenamente valioso en sentido moral: pero los factores con los que opera reflexión percibe al lograr del mejor modo su provecho, sometiéndose a las
son simplemente sentimientos de placer y displacer. costumbres y leyes establecidas. La sanción de las exigencias éticas reside,
10. El Íntimo contacto en el que se encuentra históricamente desde según esto, en la legislación del Estado y de las costumbres sociales, dictadas
Hobbes este utilismo con el "selfish system", esto es, con la hipótesis de con vistas al principio de la utilidad, y el motivo de la obediencia, en
un carácter esencialmente egoísta de la naturaleza humana, ~onduce, por que el particular participa de tales beneficios. De este modo, M a n d e-
modo necesario, a separar los temas del criterio de la moralIdad y de la viII e, L a ro e t tri e y He 1 v é t i u s construyen el "selfish system", den~
especie de su conocimiento, de aq~el1os que se refi~ren. a la sanción de ~os tro del cual, particularmente Lamettrie, con cinismo insípido, trata de
mandatos morales y de los motivos de su obedIenCIa. Para las teonas presentar "hambre y amor" en su vulgar significación sensual, como los
metafísicas, residía la sanción de los preceptos éticos en las leyes .eternas motivos de toda la vida humana ~una miserable imitación del viejo hedo~
de la ley natural: e incluso psicológicamente parecía no haber necesIdad de nismo, dado su artificio.
ulterior y particular motivo para el anhelo de perfección, el. desarrollo La moralidad, según esto, aparece solan1ente como astucia eudemonista,
de la personalidad, la obediencia de las inclinaciones n;orales mna~as: ~e como egoísmo "bien entendido" y socialmente refinado, como el "raffine-
entendía la moral, de suyo, bajo estos supuestos. Pero q~len c?~cep~ua mas ment" del mundanólogo quien percibe que, para ser feliz, no puede 'tornar
pesirrústicamente al hombre, quien ve en él una ~sencI~; ongmanamen~e otro camino que conducirse moralmente, aunque no 10 sea en la intimidad.
y según su naturaleza, determinada por la conslderaCI?n de su prop~o Tal convicción se expresaba con frecuencia como principio de vida del
bienestar y dolor, debía preguntar con qué derecho se eXIge de tal esenCIa "gran mundo", en la filosofía del Iluminismo: ora como ingenua, cínica
una conducta altruísta, y qué motivos la determinan a obedecer tales confesión de la propia intención, como en las conocidas cartas de lord
preceptos. Si la moralidad no se halla dada por sí misma en el hombre, debe e h e s ter f i e 1d dirigidas a su hijo; ora en la forma de consideraciones
indicarse cómo es que viene al hombre, desde fuera. moralizadoras como en las Maximes et reflexions (1665 y aumentadas en
Aquí presta su servicio el principio de a u t o r ida d, introducido ya 1678) de Larochefoucauld y en los Caracteres (1687) de La-
por Hobbes y Locke. Su palpable conceptuación era de índole t e o 1 ó g i- b r u y e r e, donde se golpea sin piedad la máscara del comportamiento
ca: expresado con finura por E u t 1e r, con tosca exégesis vulgar en decente del hombre y se pone al descubierto el aspecto siempre impulsivo
P a 1e y. La utilidad es para ambos el criterio de la acción moral y el del nudo egoísmo; ora, en fin, al modo de sátira cáustica como en S w i f t,
ro a n d a t o d'i v i n o vale, también para ambos, como el fundamento donde G u 11 i ver descubre en los Yahoos la verdadera naturaleza de la
legal de las exigencias éticas. Pero al paso que Eutler aún busca el cono- bestia humana.
cimiento de esta voluntad divina en la intención natural, para 10 cual De la mano de esta oscura concepción de la vulgaridad natural del
(con el nombre de "reflexión") da un nuevo sentido a los afectos de la hombre va, a través de toda la Epoca de las Luces, la idea de que la edu-
reflexión de Shaftesbury, para Paley es regulativa ante todo la revelación cación de la conducta moral por obra de la fuerza y autoridad, del temor
positiva de la voluntad divina: y la obediencia de este precepto se explica y la esperanza, ha de hacer un llamado a este sistema de instintos inferiores.
para él por tanto, sólo porque la autoridad divina asocia su mandato a la Esto se revela de- modo característico incluso en aquellos que hablan de
promes~ de recompensa y a la amenaza de castigo. Esto constituye la más una moralidad sobre todo egoísmo, de una moralidad del hombre maduró
cortante diferenciación de los principios éticos, en consonancia tal vez con y cabalmente desarrollado. Shaftesbury, por ejemplo, halla aceptable, para
el "coromon sense" del mundo cristiano: el criterio de 10 moral es el pro- la educación de' la gran masa, la religión positiva con su prédica moral de la
vecho del prójimo, la fuente de conocimiento, para ello, la ley reyelada de recompensa y del temor del castigo. Así opinaba también el Rey Filósofo
Dios' la raíz de la sanción, la voluntad del Altísimo, y el motivo moral de Prusia, F e d e r i c o e l G r a n d e,21 quien para sí exigía una concien-
en el hombre, esperanza en la recompensa y el temor del castigo, que Dios cia del deber, estricta, pura y exenta de todo miramiento egoísta; sin
ha detenninado para el obediente y desobediente, respectivamente. embargo, respecto de la educación pública de los hombres, deberían tomarse
11. Si, de tal guisa, en Paley la facti:idad del obrar moral se .expl.i~a en cuenta, en general, los intereses inmediatos de éstos, bien que también
merced a que el hombre en sí egoísta, medIante el rodeo de una motlvaclOn los menos elevados: pues aceptaba, de los enciclopedistas, que el hombre en
teológica, decídese, por determinaciones asimismo e&oístas de ~speranza, y general nunca se deja detenninar por otra cosa que sus intereses. En este
temor, por una conducta altruísta or~enada p?; DlOS" l~ pSI e o 1o fS I a sentido han tratado de analizar, particularmente los iluministas franceses,
s e n s u a 1 i s t a pone en lugar de la mtervenclOn teologlca, la autOrIdad por qué motivos el Estado es capaz de despertar en los ciudadanos· 105
del Estado y las exigencias de la vida social. Si la .voluntad del hombre ~s intereses de la comunidad. M o n t e s q u i e u muestra, con una fina psico-
determinable en última instancia sólo por el proplO provecho y la propia
desdicha un obrar altruísta sólo es concebible en virtud de que el hombre
ve en eiJo, bajo ciertas circunstancia;:, el .n:-edio ra~ional más sep'!lr? y
21 Comp. lo dicho por E. ZELLER, en su obra Federico el Grande como filósofo,
pp. 67 ss., 105 ss.; pero sobre el particular véase de preferencia Antimacchiavelli de
fácil, para la re?llh-ación de la propia felIcIdad. MIentras los ubhtarlOs FEDERICO.
29
450 V. La filosofía del Iluminismo. Los problemas prácticos 37. El problema de la cultura 451
logía, cuán diversa se va gestando tal relación en las d~ferentes for!ll~s de De esta manera se deshilacha la tosca concepclOn del "moral sense",
Gobierno. L a ro e t tri e se refiere, como ya M.andevll1~, al sentnmento debido a la investigación de Hume, en un complejo sistema de diferen-
de honor como el más vigoroso factor de la moralIdad so~ml en los pueblos cias conceptuales psicológico-morales, cuyo punto central lo constituye el
civilizados y Helvétius se dedica a desarrollar más ampllamente este pen- principio de la simpatía. Un paso adelante en el desarrollo de su básico
samiento. dIE d 1 d pensamiento tiene lugar en la obra ética de A d a ro S m i t h. Ya Hume
Pero si de tal modo, la psiCología sensualista espera e sta o a e u- había hecho ver enérgicamente, frente a la exterioridad con que el habitual
cación mo~al del hombre, ha de valer asimis~o c.l gr,ado en ~ q~e lo logra utilismo pone el criterio del juicio moral en las consecuencias placenteras
como módulo para la valoración moral de las lllstltuclOnes pu?hcas. H o l- o dolorosas de la acción, que el asentimiento o disentimiento más bien afecta
b a e h ha sacado en el Systeme de la naturc esta ~onsecuencla y e\ rasgo la in ten ció n que se da en el acto del querer, al orientarse a aquellas
más meritorio de este árido libro es, tal vez, la se:ledad y l~ energla ~on consecuencias. Por tanto, Smith halla la esencia de la simpatía no sólo en la
que se trata de exhibir cuán poco l~. agrietadas cIrcullstanc~as de la vIda aptitud de experimentar tales consecuencias, en la fonna que lo experimenta
pública de aquel entonces eran prOpICIaS para elevar a }os cmdadanos por el prójimo, sino en la capacidad de transportarse a la intención del agente y
sobre el bajo nivel de su egoísmo. " . en convivir como propios los motivos de éste. Y con una elaboración ulterior
12. La filosofía moral de H u ID e constituye la creac~on ornmlateral del pensamiento de la transferencia simpática se concibió la autovalora-
de este movimiento y la más aguda justificación de los motIvos, concep~ua ción del individuo, que se expresa en la con c i e n c i a m o r a 1, como
les que litigan en él. También ella se halla en el terreno del metodo PSICO- un reflejo de valoración, tra,nsmitido por el sentimiento de simpatía -una
lógico: hay que comprender la vida moral del hom.br~ echando ,mano ~e valoración que se experimenta de otros y que influye sobre otros. A decir
una investigación genética de los afectos, de los sentlmlent~s y de las deCi- verdad este pensamiento ya había sido preparado en la doctrina de Butler
siones de la voluntad. Aquí 10 más importante en la. do~tnna de ~un;e es acerca de los afectos de la reflexión.
la separación del utilismo del "selfish system)'. El entena del asentnmento En la con v i ven e i a s o c i al, cuya piedra de toque es la simpatía,
V disentimiento morales lo constituye el hecho que es. adecuado para. provo- enraízan, según Hume y Smith, todos los fenómenos de la vida moral, y el
car la actitud o acción en sentimiento de placer. y dIsp.lacer, y c?nclbe esto fundador de la economía política ve, con su gran filósofo amigo, en el me-
como los antiguos y Shaftesbury en el más amph,? ser;;ldo: c~nsl~e.ra como canismo de las transferencias simpáticas sentimentales un parecido equilibrio
objetos del agrado moral no sólo las ¡'virtudes SOCiales como JustICia, bene- de los intereses individuales, como él mismo creía haberlo encontrado en
volencia etc. sino también las ¡¡aptitudes naturales"22 como talento, valen- la esfera del cambio de los bienes externos, con vistas a las limitaciones de
tía, vig~r. P~ro 'experiment~'?s tal asentimiento incluso cuan~o ~uestro las condiciones de vida, en el mecanismo de la oferta y la demanda produ-
propio bien es enteramente mdIferente o cuando lo. es hast~ :r;OClVO, y es;o cido por la competencia del trabajo.24 Pero al comprender la radical depen-
no puede ser reducido, mediante meros recursos pSIcO-aSOCIatIvoS, ~l ~gOlS dencia en que se encuentra el individuo dentro del nexo social de vida,
mo. Asimismo impide esta circunstancia, que P?see?- estas . aI;re~laC10neS que él mismo no crea, sino que halla de antemano como base de su existen-
respecto de las rel.aciones ~omplej~ de la expenencIa, la hIpotesls ~e. su cia, se supera la filosofía del Iluminismo' a sí misma.
ser innato. Más bIen preCIsa redUCIrlas a una forma elemental y basIca,
y ésta es la s i m p a tía ,23 a saber, la aptitud del hombre de c o e x p e-
r i m e n t a r bien y mal extraños por lo menos en forma at~nuad,;' Empero, 37. El problema de la cultum
tales sentimientos simpáticos no son solamente las causas unpulslvas de los
juicios morales, sino también los originari?~ motivos. :lel obr.ar moral: pues ALF. ESPINAS~ La philosophie sociale du 18. siecle et la révolution, París, 1898.
W. GRAHAM, English political philosophy Irom Hobbes to Maine, Londres, 1899.
los sentimientos son las causas de las decIsIOnes yoh~I;as. Sn~ embargo, los
impulsos originarios no bastan aún par~ la exphcac~on del Juzgar y obrar Tocante a las grandes estructuras de la comunidad humana de vida y
morales. Tocante a las complejas relaclOnes de la v1da se ha menest.er de de su desarrollo histórico, campeaba en la filosofía del Iluminismo (en
la clarificación, orden y valoración ponderada de los mon:;entos se~tl~en parte por dependencia de la metafísica científico-natural, en parte por su
tales, y esto es cosa de la r a z ó n. De las reflexio?~s d~ esta se .~ngman, peculiar dirección metafísica) la idea medular de ver en ello enteros pro-
por tanto, junto a l~s. ,;preciaciones .naturale~ y ongmanas, ta;nbIen aque- ductos de acciones individuales, y de ahí se gestó la tendencia a manipular
llas derivadas y ¡¡artlÍ1cIales", cuyo tIpo consIdera H~me (aquI claramente aquellos intereses cuya satisfacción pudo esperar el particular de aquellas
en dependencia de Hobbes) la justicia y todo el slsten;a d~ las norn~as instituciones generales así conformadas, como los motivos y las causas
jurídicas. Pero ,en última inst~:r;-cia se deb:r:, estas .d.etermmaclOnes, qu.e In- suficientes de su origen social, pero al propio tiempo mediante reflexión
fluyen la capacidad, la valoraclOn y la ~ec.lslon volItIva, '-:0 a l~s reflexIOnes crítica como módulos de valoración de tales estructuras. Lo que se consi-
racionales como tales, sino a los sentlmIentos de la slmpaba, que ellas deraba creado intencionalmente por el hombre, debla justificar si satis-
invocan. facía estas intenciones.
1. Gracias a H o b b e s ha sido promovida esta concepción 'en los
22 También aquí se repite la doble significación de virtus ("virtue"): Virtud dominios de la política y de la jurisprudencia. El Estado aparece como un
y habilidad. 24 Inquiry into the nature and causes 01 the wealth 01 nations (Londres, 1776).
23 Comp. Treat.~ I1, 1, 11 y II, 2, 5.
37, El problema de la cultura 453
V, La filosofía del Iluminismo, Los problemas prácticos
452
instrumento de los hombres, temerosos entre sí en la lucha por la existencia en la más .alta med~a, e L: ~~~c:!~xteJna,
tiene que preocupars d i ' d
Estado el dereebo y el deber de t t
no
lr
también del bi,enestar
a e e o es que WolffaSlgna al
incultivados y víctimas del error u dorear a ~~ gr~n m~a ~e los hombres
y el bienestar, bajo el impulso de sus necesidades: éste (el Estado) debe
.asentarse, con su total sistema jurídico, sobre el contrato que pactan entre calmente, para educarlos en su y e, la pasl;m, Incluslve Intervenir radi~
presenta la teoría de aqu~1 desp~tfs~:~I~;e~ pn~~d~s: de esta suerte, VVolff
s'í, por tales motivos, los ciudadanos. La misma doctrina epicúrea del con-
trato, que en la Edad Media revivió, pasaba ahora con el nominalismo a
la filosofía moderna y extendía su influjo en todo el siglo XVIII: ya, desde gendanne, que los alemanes poseyeron a ernt; e un benevolente Estado
heterogéneos, ' en su tIempo, con sentimientos muy
Hobbes, no se trata sólo del contrato de dominio Y de sumisión, sino del
proceso constitutivo del orden social mismo. Pero la artificiosa construcción
del absolutismo que sobre ello había erigido Hobbes, cede terreno cada vez teorético, a la separación entre lilosofí~e J~?c~la,
El resultado diametralmente o uesto
como ya T h o m a s i u s lo h b~ , .. d
' esde
t°el punto de -vista
crec -y moral, al modo
más, en compañía de los acontecimientos políticos, a la doctrina de la justum y honestu E a ,la I~cIa o, con el radIcal distingo. entre
s o b e r a nía d el p u e b 1 o, Esta tuvo sus raíces en las convicciones sus- 1 i n g (1671_1729)m' n e~sJa d~ecc,lOn sustentaba su discípulo G u n d-
citadas por la conciencia religiosa de los reformadores ingleses, franceses y e 1 a e l' erec o tIene que ocuparse sólo del o r d e 'n a~
m i e n t o del a s 'r que
ones externas d I ' d' 'd
holandeses; está en la base en forma más vigorosa Y práctica, Tanto de la
Constitución inglesa de 1688 como de la configuración teorética que dio a por objeto el mantenimiento de la p ~ br e os m IVI uos, que tiene
sólo externamente obligan, Pareja lf~ I~u ,;ca;dqu~ sus l!~rmas, por tanto,
a la protección jurídica externa est b aCIOn e a a~tlvldad del Estado
ella Locke. en la doctrina de la separación y equilibrio de los tres poderes: .
el legislativo, el ejecutivo y el federativo: también señoreó como exigencia
ideal las obras de M o n t e s q u i e u, quien, en vista de la relajada admi- l'
más de las veces con el sentido d' ~da l~n codnsonancla, a las claras, las
e In IVI uo acepta el contrato so '1 ~ ..
I ' d' ' d ' n 1V1 ua 1sta e la Epoca d 1 L
e as uces. Si
gencia, se sentirá inclinado a hace CIa , EunI~amente por necesidad e indi-
nistración de la justicia de su tiempo, quería dar al poder judicial plena
autonomía, al paso que pensaba unidos los poderes ejecutivo y federativo
sea posible e inmolar al ro~ io E r a l sta o tafl; J?oc,:s concesiones como
aquellos que imprescindibkm~nte s~~~o, de s,:s ongmanos "derechos"~ sólo
(como organización externa e interna) en la extrema unidad monárquica:
en fin, alcanzó su completo democratismo en el Contrat social de R o u s-
c~mp1ir. Así pensaría no sólo el hombr~~:~anos para los ?esignios que debe
dIspuesto a llamar a la p l' ~,
s e a'u , según el cual se limita todo lo posible el principio de la delegación
- gar que, a deCIr verdad Se halla
y de la representación y se reconoce el ejercicio de la soberanía, directa- ve en el orden de derecho o lCla SIempre. que l necesIta, a' pero que, en' silencio
mente, a toda la masa del pueblo.1 En todas estas transformaciones de la
doctrina de Hobbes' (como ya se halla bosquejada 2 en la concepción aristo-
'b1 un enCIDlO"O que lo tiene
s~a pOSI e; también se sentirá as~ 1b'l " t'd
, ,sorne 1 o tanto como
.,
crático-republicana de Spinoza), va de la mano el influjo de las realidades tIva?o, que sólo tiene interés po/ s: ~i~~l1fl;~ta ~ esplntu~l y a~tamente cul~
dedIcarse a los goces del arte d I '1enVI, a mtIma, nnpedldo de poder
histórico-políticas: pero la oposición entre Hobbes y Rousseau se percibe
en un tnisfondo puramente teorético: Si el hombre es, por naturaleza, fun- tencia sin ideales del particul~r' e a 1 ;:Ia. De hecho ocasionó la exjs-
indiferencia por toda vida p'b1,Ismo a edman de los pequeños Estados la
damentalmente egoísta, es preciso que el poder intervencionista del Estado ' u lca que e esta suert ~ ,
mente tambIén aquí su ex re ,~ L 'd e, encontro teorétIca-
logrado la valoración del pE:;~~~ ~~ e~ an~ular que en, este sentido ha
lo obligue a mantener el convenio social: si el hombre es originariamente
bueno y social, como dice Rousseau, hay que esperar de él que participe
por sí mismo en las realizaciones de la vida contractual, en interés de la expuesta del mejor modo e _ 1 E e e os ombres. cultIvados, se halla
intervención del estado 4: den ~ nsa
comunidad, dadosamente del dorni~io del E h para determtnar los límites de la
tv~n ~ m bol d t: aquí se excluye cui-
hombre y se limita la tarea del ~:d:r tO~:r sue~e de ,e~evados intereses del
Es interesante que la teoría del contrato en el siglo XVIII se extiende hasta
teger la ;rida y la propiedad del ciudaa~no~co
aquellas doctr,inas filosófico-jurídicas, que no tuvieron sólo fundamentbs
psicológicos. También el "d e r e c h o na t u r a 1" de esta época parte serVICIO elemental de pro-
del derecho del individuo Y trata de derivar de ahí las relaciones jurídicas 2, SI, en este respecto, se mantuvo siem ~ ,
mana tocante a la realidad política t b' pre muy docII la filosofía ale-
oe los particulares, Sin embargo, se ofrecen en el desarrollo de este prin-
cipio, en la filosofía alemana, dos direcciones diferentes que llevan a resul- general del Iluminismo no sólo d '
individuo, con arreglo ~ los
F le? s~rge en ella la tendencia
' ,e, va dorar a VIda de la sociedad y del
tados muy característicamente heterogéneos, L e i b n i z, a la usanza clá- b' , prmclpIOs e su concep " d 1
t<;m len de reformarla, -Si a esta é oca b ,Clon e mundo, sino
CIertos residuos históricos que se h Pb~ ~~ e la glona de haber desbrozado
sica, "derivaba los conceptos jurídicos de las nociones más generales de la
filosofía práctica; 3 'Volff sigue gU pensamiento, pero por tal motivo, hace tica de los pueblos euro eos e al Ian,I o acumulando -en la vida domés-
objeto del contrato social la mutua ayuda de los individuos con vistas a su Mendelssohn y Nicolai &o~ n e ~o. tIenen su parte Thomasius y Wolff
perfeccionamiento, iluminación Y felicidad: según él, el Estado no sólo
y eficacia intervienen en est~' !s~:~~~ai~ 3?¡ 5), ,Pe,:o con mayor energ¡~
Basta recordar aquí a Volt' . SI umlnIstasbl franceces
:;t I r e qUIen labora in ' , '
1 Comp. asimismo. G. DEL VECCHIO, Su la teoría del contratto sociale Boloña,
J
mente por la razón y la'JUS t'.' '1 cansa e y Vlctonosa-
prImer orden. Pero la lucha qu~ d'IngIO, , . ~ en CIerto
• lCla con e rango de t"
1906,
2 En el Trac,tatus politicus que se construye, por otra parte, teoréticamente so-
. una
modo po frente
enCla lIteraria de
a las limi-
J
taciones de la opinión pública de toda Europa, la llevaron sus coterráneos, Contra estas generalidades fraseo lógicas y declamaciones acerca del bien
en particular, a ,la crítica de las instituciones y los pr?yect?s ~e. reforma: en común y del predominio de la razón, se opone de manera por demás favo-
vasta discusión, saturada de pasiones, trata la reflexlO11 fllosoflca de ref<:>r- rable la sena actitud con la que B e n t h a m trata de hacer aplicable el
mar el Estado. Y aquí aparecen, de inmediato, al lado de las prestancias principio utilístico en la legislación: enseña cómo se traduce la determina-
del iluminismo, sus puntos débiles. De la naturaleza ,general, cterna,; :lel ción cuantitativa de los valores de placer y displacer (comp. parágrafo
hombre o de las cosas, derivan en cada caso, los modulos de s~ cntIca 36, 9) en ¡'objetivos de finalidad de las particulares prescripciones legis-
de lo existente y de sus exigencias para su mejoramiento: con ello pIerde de lativas, bajo cuidadosa consideración de las relaciones que privan en cada
vista lo justificado y la vitalidad de la realidad histórica y cree po~er caso. 10 Pr~isamente en eso confirma la idea de que en los movimientos
hacer tabula rasa con lo existente, cuando se revela contrarlO a la razon, políticos no sólo se trata de derechos políticos, sino ante todo de in t e-
al propio tiempo que reconstruir ex in~egl'o la sociedad, con ?-rreglo a los l' e s e s s q' c i a 1 e s: y puntualmente en esta dirección se originó, no sin el
principios de la filosofía. En este s~!l1tldo ha preparado la hteratura ~el influjo d~ Bentham, en la Revolución, una lucha violenta y eficaz con
Iluminismo, especialmente en Francla, la r u p tu r a r e a 1 con ~ a h I s- el extrem,b individualista G o d w i n. 1l Pero también se anuncia en la litera~
t o r i a 1 a r e vol u ció n. En ello fue típico el modelo del deIsmo, el tura de I~ Revolución como con sordo trueno que se extiende muy lejos, la
cual, dado que no resistía ninguna de las religiones I;0sitivas a su c~ít.i;a torment~' social. Cada vez de manera más vasta y cada vez con mayor
"racional", se apartaba de ellas, y en su lugar quena poner la rehgIOn autononfia se fundamentan en principios empíricos las investigaciones sobre
natural.
°
temas e,/c o n ó m i c s, que en Francia habían sido promovidos, principal-
De este modo también la Revolución francesa intentó decretar el abs- mente p'ol' la e s c u e l a, del o s f i s i ó c r a t a s: pero al paso que la teo-
tracto Estado natural de la "libertad y fraternidad;" .la realización ,de. los ría exigía, donde quiera, del Estado, ante todo el aseg'uramiento de la pro-
"derechos del hombre", conb arreO'lo al modelo practICO de las repubhcas piedaq; se levantó, de las profundidades de la sociedad, el t e m a a e e r c a
;' d I del ~erecho de la propiedad individual, y mientras los
americanas y con arreglo a la esencia de las cosas, de?-tr? de~ espIntu. e
Contrat social 5 de Rousseau: y numerosas plumas de mdiscutlble medIana filósofos consideraban el problema con creciente diversidad de criterio, de
calidad se apresuraron a justificar y glorificar esta situación. 6 Es, las más cómq' hay que armonizar con los intereses del individuo los del conjunto
de las veces un epicureísmo superficial quien toma la palabra, basado, en el (co~p. más adelante), se abría paso la idea de que el origen de todos los
positivismo de Condillac. Así busca Vol n e y, con e~ Systeme de la ?1'ature, mal~s de la humanidad reside en el prurito de la propiedad individual y
la fuente de todos los males sociales en la ignorancia y en los apetItos d~l de que aboliendo este pecado originario comenzaría una moral social y una
hombre, cuya capacidad de perfección hase visto ~~stB.; ah~~a en la~ ::eh- sociedad moral. M a b I Y Y M o r e II y lanzaron a la circulación tales
giones. Hasta que se dé al traste con todas estas üusIOnes, advertlra; la id e a s c o m u n i s t a s, y un Babeuf hizo, bajo el Directorio el primer
sociedad nuevamente organizada, su línea suprema de conducta en que solo ~,ntento fallido de su realización. '
r
es "bue~o" 10 que favo~~ce al homb.re, el c~tec~smo d~l ciu~ada~o con- ,i 3. Ya antes había cundido, partiendo de su más profunda raíz, el
:t e ITI a s o c i a 1. La oposición de clases entre la opulenta riqueza y el agudo
tendrá estos preceptos: Conserve-tm -mstrms-tOl- modere-tOl- .VI~ pour
tes semblables afin qu'ils vivent pour toi".7 Todavía más matenal.lsta se ,"pauperismo, que llegó a tener tanta significación entre las causas de la
hace la teoría de la Revolución, en Sto L a ro b e r t, del que proviene la i Revolución, se hizo de inmediato más perceptible y eficaz: pero se agu-
definición muy discutida en la literatura posterior: "L'hornme est une dizó plenamente debido a la oposición, encadenada con ella al través de
masse or~anisée et sensible; il re~oit Fintelligence de ce qui l'env~ronne toda la evolución de la vida europea, entre el grupo de los c u 1 t i v a d o s
et de ses besoins".8 Con más superficiales reflexiones históricas festeja a la y la masa de los i g n o r a n t e s; precisamente tal antagonismo se hizo pa-
Revolución como la decisiva victoria de la razón en la historia: y sacó tente del modo más hondo y rudo en la época de las luces. Cuanto más se
la consecuencia este epicúreo de que los inicios demo~ráticos d.e este ~ran jactaba ésta de su cultura, tanto más claro se hacía que ésta, en lo funda-
evento se perfeccionarán en el cesarismo. En este sentIdo, el düettantlsmo ITIental, era un privilegio de la clase poseedora. También aquí, el deísmo
parlamenúirio en G a r a t ha producido lo extremo de esta petulancia inglés se ha adelantado con típica franqueza. Tanto la religión racional
presuntuosa.9 queda reservada al hombre cultivado, como la moralidad libre y noble:
en cambio, respecto al hombre común, opina S h a f t e s b u r y, bastan
las promesas y amenazas de la religión positiva, como el suplicio y la
5 Comp. G. JELLINEK, La declaraci6n de los derechos del hombre 'V del ciu-
dadano (3' ed. 1919). .
6 Es caracteristica en esta literatura la preferenCIa por una forma catequística 10 Y tanto más es de lamentarse que Be n t h a ro haya tratado de dar más
exenta de la educaci6n eclesiástica. tarde en s,!- Deontology una especie de catecismo popular de su mofal utilitarista,
7 VOLNEY en la parte final del Catéchisme, Obras,_ 1, 310. que se eqUlparaba a los peores especímenes de la época revolucionaria, en uni1ate~
8 STo LA~BERT, Catéch. Introducci6n, Obras,. 1, 52. Para caracterizar ~s~3: lite~ ralidad radical, en odio y falta de comprensión hacia otros sistemas de moral.
ratura no hay que dejar de cit~r que en e! .C;;tteclsmo de ~ambert a un anallSls del H WILLIAM GODWIN (1756-1836) publicó en 1793 su Inquiry concernin{! poli-
hombre sigue, como segundo hbro, un anahsls de la mUjer. ; tical justice and its influence on general virtue and haPPiness. Comp. C. KEGAN
9 Comp. Compte rendu des séances d~~ écoles no?';nales,. tomo l. El ~rgan? más PAUL, W. Godwin, his friends and contemporaries (Londres, 1876) y LESL. S'l'E-
meritorio de esta corrient~,; que compr~ndlO y ~efendl? el trIunfo de la ÍllosoÍla del PHEN, Engl. thought~ II, pp. 264 ss.; recientemente H. SAITZEFF, W. Godwin y los
siglo XVIII: en la RevoluclOn, es la Decade phtlosophtque. Comp. PICAVET, Ide610~ o'I'Ígenes del anarquismo en el siglo XIX (Heidelberg,_ 1907).
gos, pp. 86 ss.
37. El problema de la cultura 457
.' Los problemas prácticos
V. La filosofía del Ilumm!Smo.
456 l't de la naturaleza 4. En Mandeville aparecen estas pensamientos, por una parte como
. , T o 1 a n d presentó su culto c?smop~s~:;'iores .comenzaron leve sugerencia, por la otra en una forma que pueden ser concebidos como
horca. Tamblcn"soter! " ca" , y cuando los dClstas recomendación del egoísmo, cuyos "private vices public benefits" son; al-
o 'd as P VIO
. en ellos lord B D-
canzan significación en la literatura universal por el brillante giro que a
como doctrma e llevar al pueblo estas 1 ,e l' . tación una peste
opulares por d d radIca onen '. I ellos da R o u s s e a u. En éste el tema se extiende ni más ni menos que al
el?- ob ras P bién un librepens a ,Dr c, d serían los 1flcJores. n-
11 n g b r ? k e, taro 1 cual los medlOs mas fU aS 1 ti o d~ S e ID 1 e r valor de toda la historia universal, su valor para la moralidad y la feli-
de la soclcdald, ~~~:;~ :lemanes quisieron hl.Ol:~bre~o:o c~sa p~ivada y la cidad de los individuos. Echa en cara al Iluminismo que todo, el auge del
cluso entre os 'd d ente entre la re 19lOU saber y todo el refinamiento de la vida ha hecho a los hombres cada vez
.. ' ycmaos a m , . más infieles a su verdadero destino y a su verdadera esencia. Precisamente
dIstmguIr mu. . " pública. I ., de V.o Ita I r e
religión como, mst1}uC~ds fue como lo revela la re tC1C:c ID C'T
o á tic o: Rousseau ve el más grave daño de la época y el más triste desvío de la
El Il~mims;n0 Ja de un 'principio, resue.1taIIl;cn ~ , de la masa a los humanidad en el Iluminismo puramente racional, que pasa por alto y
con Bolmgbro ~~, d e~agógica de disputar la üurnmacl'bio merce~. al cual ahoga la voz del sentimiento natural y, por ende, se convierte en ateismo
tuvo 1a tendencia'b" e Pero con eIIo se o peró un. 1cam, " ltura)) en' aqueHas y en moral egoísta. La historia ha corrompido al hombre con su construc-
"diez, ~il. de a~~l v~l~ió contra sí mismo. pue~;l :alesc~esultados\"como sé ción artificial de la sociedad civilizada: 13 bueno y puro ha salido de la
el Ilurrumsmo desde luego se propaga~ ha dte~l o clases "superiore~', si ha mano de la naturaleza, pero su evolución 10 ha distanciado poco a poco de
capas en que 1 oce de la v1da ~ ~ las necesic4tdes de la naturaleza. Rousseau encuentra el principio de esta "degeneración" -en
pone al desnudo en e c;s rendimientos pract1co~ para to más la Silosofía el segundo discursc>---- en la creación de la propiedad privada, que ha traído
l1.1cha de Int~dses Smith en su doctrina de la o Iert~tfdo de la fábula de . les a su autonomía pura y sin cortapisas, a fin de hallar el recto camino
tambié~ en a~ombres sólo provist?S (este, e~ e n::nte con las cualidades de su desarrollo. Para ello, según Rousseau, ha menester la humanidad en
se pens~ra adlo~ dos los instintoS egOlstas Y umc~ social ante tal cabal su conjunto, de una con s ti t u ció n poi í ti c a, que garantice al par,:,
las abeJas) e o , d tendría el mecamsmo , por eso, ticular, en la vida comunal, conforme al principio de la igualdad jurídica,
o
"morales" del altnllSm , Se e la civilización es sólo el egOlsmdo, y, por una la plena libertad de su acción personal, y, en particular, de una e d u c a-
; L f rza motora en .' l o s e pro uce
desintereso :e u~ovocar admiración, Sl, la cu ~~:~l~ente por refinamie~to ció n 14 que permita desenvolver libremente, mediante propio desarrollo,
tampo~,o dd 1 ~ cualidades morales, smo pu 1 moralidad, es prom~v1da
elevac10n e a , o Pero tan poco com~ a . sto se amort1gua- 13 La concepción de los deístas ingleses acerca de la historia de la religión se
y ocu\ta.ci?~ d,;,: e~01~::;i~idad del individuo. SI ocurrIera de ~quél1a (la feli- extiende por Rousseau a la historia entera. (Comp. parágrafo 35, 8). .
14 En particular utiliza aquí Rousseau, en diversos aspectos, los Pensamientos,
por la c1v~hzaclObr: el cual de hecho reposa el prog~~~~amiento promovido . que Lo c k e ,había propuesto, con un alcance muy limitado, tocante a la educa-
r~ada~)egE~~:rJ~d se confirma,. más.~ienm';~~i~~de:~llndivid,uo, 'trae conshi lgola ción de un joven de la clase aristocrática; también allá lo principal era el pleno
desenvolvimiento de la individualidad, bajo la cual hay que entender la repulsa de
C1 . . 1 1 de la SltuaclOn 1 1 Slempre se a
por avance~~:e :~~~~~s necesidades, a ct~:sn~~o oq~~aaparentemen~e ~n
la parcialidad erudita, la importancia de lo real y práctico, la intuición y la indivi.
dualización en la instmcción y en la educación. Rousseau acoge estas ideas pensa-
?-uev~f \ y de esta suerte se p~ne a liza a costa de la moralida Y das para los aristócratas ingleses, como momentos de una educación que no debe
msat1s ec o d 1 conjunto solo se rea tomar ., en cuenta sólo a los miembros de una clase social o de una profesión, sino
rodigioso progreso . e. . al "hombre". En este sentido han pasado sus doctrinas pedagógicas a la escuela del
Pde la felicidad del md1Vlduo. filantropismo alemán, que bajo la dirección de Basedow (1723-1790),
. l' . 1 p 285.
---0- A LANGE Historia del materw umo, , .
12 omp.· ,
37. El problema de la cultura
v. La filosofía del Iluminismo. Los problemas prácticos I 1 459
458 ;~ento d~ un engranaje, con a~e s~
. nc uso en el dominio Teli io
;e~maneclO extra!,o ': Vico el ensa-
.,
las disposiciones naturales del individuo. El optimismo que tiene a la vista camblO, ha encontrado en -H
TI p~~n
de la hIstona de los pJeblo
Rousseau en la concepción de la esencia natural elel hombre, oriunda de d I. E
rosa acogida ll
pre ado o
francés s s u edteste
lleva 1 p .
epsamlento una vigo-s.
q~ea~l~as lavé~ l~
que sólo puede conocerse lo que se crea por uno mismo, sólo es pOSlbl a hasta ahora realiz d esv!o q.ue el ginebrino trataba de e creer. en !a
lf~:ad
Dios el conocimiento de la naturaleza, Y de la s"biduría ("sapienza") de rez filosófica, de b1ef¡ estaba convencido en en hlstona
463
464 VI. El idealismo alemán
V 1, El idealismo alemán
465
duro de un largo crecimiento, del que deben brotar nuevos gérmenes de un
nuevo desarrollo aun hasta hoy apenas sospechado. das a la cual el nuevo principio se di{ d .
históricamente asimilando a t ' !-lll e en todos sentIdos y se despliega
Este prodigioso suceso tuvo su causa dominante en la incomparable Can el nombre de 1 d e al' n erIores SIstemas
, s 'h" d I '
~ e ConCl 10 e mejor modo
vitalidad espiritual de la Nación alemana que, con nuevas energías, y para filosofía. 1 s m 0, segun el elemento más importante de su
llevarla a su perfección, volvía a la cultura del Renacimiento, interrumpida
allí por fuerzas externas. Logró -acontecimiento sin paralelo en la historia- De ahí que tratemos la histori a d 1 n f'
?e l~s cuales el primero se dedica a ~! lOSO la alemana en dos capítulos,
el más alto punto de su interna evolución en una época en que su vida IdealIsmo En la sinfonía de . t, Y el segundo a la evolución del
externa se derrumbaba. Cuando sucumbía políticamente exhausta, daba '. pensamientos de aq 11 -
senta la doctnna de Kant el "t " 1 'd ~e os cuarenta anos, repre_
a luz los poetas y los pensadores que habían de señorear el mundo. Esta ema , y e 1 ealIsmo, su realización.
fuerza avasalladora tenía su fuente en la al i a n z a de f i los o f ía y
p o e s í a. El sincronismo de K a n t y G o e t h e y la vinculación de sus
ideas llevada a cabo por Schiller: he ahí los rasgos más importantes de aquel
tiempo. Gracias a esta comunidad del más refinado trabajo cultural, en el
que literatura y filosofía recíprocamente se impulsaban hacia las más bri-
llantes .producciones, adquiría de nuevo el pueblo alemán el rango de una
nación: en ella ha vuelto a encontrar la sustancia de su espíritu; de ella
han salido las fuerzas intelectuales y éticas que la han puesto en aptitud de
hacer valer su nueva y reconquistada nacionalidad en el mundo entero.
La historia de la filosofía, en efecto, se vincula del modo más íntimo,
en esta época, a la historia de la literatura general, y sus relaciones y es-
tímulos recíprocos se suceden a cada paso de su evolución. Esto se pone de
manifiesto, sobre todo, en la creciente y, al fin, decisiva importancia que
correspondió en esta conexión a las i d e a s y p ro b 1e m a s e s t é tic o s.
Para la filosofía se abría un nuevo mundo que hasta entonces tan sólo había
sido vislumbrado: era como una tierra de promisión a la que se llegaba:
fonnal y materialmente se colocan en prírner plano los principios de la
estética filosófica y los motivos del pensamiento científico se enlazan con
los de la intuición artística, para crear poemas universales de gran estilo
conceptual.
El singular encanto que ejerció sobre la filosofía la producción literaria
reposaba fundamentalmente en la u n i ver s a 1ida d h i s t ó r i c a. Con
Herder y Goethe se inicia aquello que desde entonces llamamos la litera-
tura universal: la consciente creación de una obra propia, echando mano
de todas las grandes producciones históricas del pensamiento humano. COlTIO
portadora de esta tarea aparece en Alemania la e s c u e 1a r o m á n tic a.
y en analogía con ello se desenvuelve también la filosofía, estimulada por
una muchedumbre de hechos históricos: va de nuevo con penetrante mi-
rada a las ideas de la Antigüedad y del Renacimiento; se sumerge, llena
de comprensión, en aquella secuela de pensamientos que el Iluminismo habla
alejado de sí, y termina en H e gel definiéndose a sí misma como la sín-
tesis modeladora y sistemáticamente reflexiva de todo aquello que el espíritu
humano había pensado hasta entonces.
Para esta enorme tarea fue necesario un nuevo fundamento conceptual,
sin el cual aquellos impulsos de la literatura universal hubieran permane-
cido ineficaces. Esta energía filosófica, capaz de dominar tales estructuras
históricas, se hallaba en la d o c tri n a d e K a n t, y en esto radica su in-
comparable significación histórica. Por la originalfdad y alcance de sus
puntos de vista, ha mostrado Kant no sólo los problemas, sino también el
camino de sus soluciones, a la filosofía posterior: es el espíritu dominante
y' decisivo de la época. La fecunda labor, de sus inmediatos sucesores, gra-
CAPITULO PRIMERO
467
F
470 VI. El idealismo alemán. La crítica de lá razón 38. El objeto del conocimiento
471
en la sobria rectitud de su vida, no exenta a veces de pedantería. La creciente B. ERDMANN, El ~riticism? de Kant (Leipzig, 1878); W. WINDELBAND, Las diversas
fa.ma en el atardecer de su existencia nunca interrumpió el curso cadencioso de fases de la doctnna kary,tza.n.a d~; la cosa en sí (Vierteljahrsschr. f. wissench Philos
á?e:6 ) 1H. MAIER, La stgmftcacton de la teoría del conocimiento de Kant (Kantstu~
una solitaria y modesta vida de sabio; sólo, si bien pasajeramente, el odio de la
ortodoxia, encumbrada en el poder bajo el reinado de Federico Guillermo n, '. 1 s.); A,. J. DIETRIGH, El concepto del todo, de Kant, en su doc.trina del
amenaz6 arrojar en su camino una sombra oscura. Kant muri6, por debilidad senil, espacto y del ttempo y su relaci6n con Leibniz (1916)' Sobre la relaci6n de Ka t
el 12 de febrero de 1804. ~on. Newt~m y Roussea~, compárese además K. DIETERIG~, Die Kantische PhüosoPhie
La vida y personalidad de Kant ha sido clásicamente reproducida en los pri- zn .zhrer ~n.neren Entwtcklungsgeschichte, (La filosofía kantiana en su inter a h'
meros trabajos de K u n o F i s che r (1860 e Historia de la filosofía moderna~ III tafIa genetIca) ,_ 1885. n 15-
y IV, 1897. 5JJ. ed. Heidelberg, 1909); sobre su juventud y la primera época de su El libro medular de la filosofia alemana la Crítica de la Razo"n p"r
actividad docente, se ha ocupado E. ARNoLDT (Koenigsberg, 1882). En los home- de 1; conCl'1'" d'e 1as d'lVersas dlrecclOnes
. . ' que había andado el pensamiento a, nace
~aclOn
najes de aniversario del natalicio de Kant ha escrito la mejor biografía K. VORLAEN- de }\.ru;tt (Rlga, . . 1781). Sufre en la segunda edici6n (1787) una serie de modifi~
DER: Kant~ der Mann und das Werk (Kant, el hombre y la obraL dos volúmenes,
1924. De la correspondencia de Kant, publicada en su integridad en la edición caClOnes que? senal~das ya por S~helling (Obras, V, p. 196) Y Jacobi (Obras, 1I,
de la Academia (volúmenes X a XII) así .como en la Biblioteca de Fil6sofos 2~1), han.sldo objeto de muy VIvas controversias. Sobre el particular véanse las
(Munich, 1919), ha editado una selección F. OHMANN (Leipzig, 1911). .o ras ya CItadas. ;Ef. V AIHINGER ofrece una distribuci6n fluida de la literatura en
su obra Comentarw a la Critica de la Razón pura de Kant (1 Stuttgart, 1887 11
La transfonnación que se opera en el filósofo, hacia fines del séptimo decenio del
siglo XVIII, se destaca particularmente en su actividad literaria. Las obras "precrí- 1892, 2" ed. 1922). Comp. N.. K. ~MITH, A commentary to j(ants critic of p.
r.;
ticas" de la primera época (de las que han sido citadas las más importantes. Comp. TI~2v3a) YH"k, 191~. ComentarIOS ma~ ~educidos: A. MES SER (1922), A. MENZEL
10 señalado al respecto en la parte V), Se caracterizan por una exposici6n fácil, BE' . C.oRNELIUS (1926). EdlclOnes de obras aisladas, de K. KEHRBAcH
fluida y amena, y dan la impresión de, escritos ocasionales y llenos de amabilidad, . RDMANN, K. V.oR;LAENDER, H. SCHMIDT, RAYMUND SCHMIDT y otros. '
de un hombre sutil y de mundo: los trabajos posteriores delatan la dificultad del , Las otras obras lmpo~t::-ntes, de Kant de la época del criticismo, son: Prole~
esfuerzo especulativo y la muchedumbre de motivos opuestos, ora en la pesadez, fomenos para toda me,tattSt~a. futura, : ~83; Fundamentación de la metafísica de
ora en la construcci6n arquitectónicamente artificial de la investigaci6n, ora en fin, a.s, copumbres, 1785; !'nnczptos metafmcos de la ciencia natural, 1785; La reli~
en la fraseología cortada e interrumpida, tal vez por necesarias restricciones. Mi- gt~n . ~ntro de }~s límztes de la mera razón, 1793; La paz perpetua, 1795; Los
nerva ha ahuyentado a las Gracias. Sin embargo, en los últimos escritos resuena pd"n¡czptos metafmcos del derecho y de la doctrina de la virtud 1797' La disputa
e as facultades, 1798. J ,
el tono piadoso de un profundo pensamiento y de una enérgica convicción, que
eleva aquí y allá a un Íntimo Páthos y una honda expresi6n. d ~ntre ~as más sÍ9nificativas de las publicaciones de las c.onferencias académicas
e ant ay que c~tar:, ~a Antropolgía (1798 y la de Starke, 1831). La Ló ica
Para la evolución teorética de Kant fue decisiva, en un principio, la oposición
entre la metafísica LeibnizwWolffiana y la filosofía natural de Newton. Con aquélla
se puso en contacto en la Universidad, gracias a Knutzen, (comp. la parte V),
Wf.°),
oe ltz, b
l~2IG)eograf,a ¡",ca (1802-03), la Pedagogia (1803) la Metafísica de
,.' Comp. actualmente la ed. de la Academia, y 'Una conferencia de
1
K ant S? re etzca, por P. MENZER, Berlín, 1924.
con ésta, por Teske; en su distanciamiento del sistema filosófico de la Escuela
contribuy6 en forma definitiva el interés por ¡la c i en c i a na t u r al, que pa- . E.dItan las obras completas: K. R.oSENKRANZ y FR. W. SCHUBERT (12 tomos
reció atraer por completo su atención, durante cierta. época. Su primera obra (1747) LelPZl~ 1838 ss.), G. ~R~ENSTEIN (10 tomos, Leipzig, 1838 s.; la ed. aparec~
versa sobre las Ideas para medir rectamente las fuerzas vivas, una discusión entre renova a en 8 tomos, Lelpzlg 1867 ss.). J. v. KIRCHMANN (ed. rcnovada or K
los físicos cartesianos y leibnizianos; su gran obra Historia general de la naturaleza VORLAENDER y ot:~sJ en,.la Biblioteca Filos6fica) y E. CASSIRER
1921-23). De la edlclOn cntIca completa de la Academia de Berlin han aparecido
ufa. ed:
y teoría del cielo fue un rendimiento cientifico-natural de primer rango, y al lado
de pequeños artículos hay que citar aquí su obra de promoción De Igne~ que da ya: En los tomos I-IX las obras, .en los tomos X-XIII las cartas, y en los to~
a conocer una hipótesis sobre los imponderables. Asimismo su actividad pedag6gica ~lOs XIVwXVII el le~8;~o manuscrIto). UEBERWEG~HElNZE (Historia de la filoso~
se aplicó, hasta en los últimos años, con predilección, a temas científicownaturales. fza~ IlI). ofrece u?a VlSlOn de conJunto sobre todo 10 escrito por Kant (incluyc el
Compárese también PAUL MENZER, Teoría de Kant de la evolución en la naturaleza ~nusc1"lto. !~ánHto de la .metafíszca a la física, sin importancia para la Compren~
y en la his,toria (1911) y ERICH ADIcKEs, Opus postumum de Kant (1920); El ~on, del ~rlt1Clsmo); allí mIsmo aparece con visible integridad la enonne literatura
mismo, Kant, como investigador de la naturaleza (1924 y 1925); J. KRIEs, Kant e esta solo puede darse aquí una selección de 10 mejor y más instructivo' W WIN~
y su significación para la investigación del presente. (1924). DELBAND ofrece un panorama, objetivamente dispuesto, de la literatur~ más im~
La filosofía teorética _de Kant ha experimentado no pocas mudanzas (com- portante, en el art~culo ¡'Kant", de la Enciclopedia de Ersch y Gruber. Desde en~
párense parágrafos 33,12 y 34,12). Inicialmente (en la Monadología física) se había t~nces ha emprendido E. ADICKES la publicación de una exacta bibliografía de las
explicado la oposición de Leibniz y Newton acerca de la naturaleza del espacio o ras .de Kant (1893) y sobre Kant (desde 1895). Acerca de la literatura de última
por la habitual diferencia que media entre la '¡cosa en sí" (metafísicamente cog- h(o~~ lciforman del mejor modo los Kantstudien, que vienen apareciendo desde 1896
noscible) y los fenómenos (físicamente investigables); había logrado comprender e.lta o~ por H. VAIHINGER, actualmente por A. LIEBERT). En el último año de
entonces (en los escritos posteriores al año 1760) que es imposible una metafísica alllve:sarlO (1924) h8;n aparecid? más de 6QO trabajos, junto a las Obras de Ho-
de base racionalista, que filosofía y matemática necesariamente deben poseer métodos Aeh<l;Je ¡de la Umversldad ~lbertlUa en Koelllgsberg, de los Estudios Kantianos del
diametralmente opuestos, que la filosofía como conocimiento empírico de lo dado r~ LV uer Rec.ht.s- u. Wzrtschaftsphilosophie y por el Almanaque filos6fico de
es incapaz de superar el círculo de la experiencia. Pero mientras se confortaba ~e~chl'l que, st;tnumstra una bibli.ografía exhaustiva de las informaciones literarias
sustituyendo el conocimiento metafísico racionalista por el ¡¡sentimiento natural" . Oh re ha .¡masrr'rmP2ortante de todo esto, da noticia H. GLOCKNER (Deutsche Viertel:
de 10 justo y lo santo, de Voltaire y Rousseau, trabajaba infatigablemente por re~ Jarsscnt, ,,1925).
formar el método de la metafísica, y cuando creyó haber encontrado, de la mano
de los Nouveaux Essais de LEIBNIZ, método tal, construyó en lineas atrevidas el
sistema místico dogmático de su Disertación- inaugural (1770).
El tránsito que va de la Disertación inaugural al sistema del cri- 38. El objeto del conocimiento
ticismo es .oscuro y controvertido. Comp. sobre tal evolución, en la que viene a
cuento la época y sentido del influjo de David Hume: FR. MICHELIS, Kant vor ERH. SCHM~D, Kritik der reinen Vernunft im Grundrisse (Crítica de la raz6n
und nach 1770 (Kant antes y después de 1770) (Brunsvick, 1871). FR. PAULSEN, pura en bosqueJ.o), J ena, 1786.
Versuch einer Entwicklungsgeschichte der Kantischen Erkenntnitstheorie, (Ensayo ~ELLINS, Marginalien und Register zu Kants Kritik der Erkenntnisvermogen
de una historia genética de la teoría kantiana del conocimiento), (Leipzig, 1875). .<Regls~~o y not~s marginales a la crítica del conocimiento de Kant), 1794 s. (Re-
A. RlEHL, Historia y método del criticismo filos6fico (Leipzig, 1876, 311- ~d., 1924 s.); lrnpreslOn al cmdad.o de L. Goldschmidt, 1900 ss.). '
472 VI. El idealismo alemán. La crítica de la razón 38. El objeto del conocimiento 473
H. COHEN, Kants Theorie der Erfahrung (Teoría de la experiencia de Kant), mente, las fonnas constitutivas de un conocimiento conceptual, sobre todo
Berlín, 1871 (3 4 ed. 1918). . " la de la causalidad, 5 no son dadas por la observación, ya que no son otra
A. HOELDER, Darstellung der kanJischen Erkefmtnistheorie (EXpOSIClOll de la COsa que productos de un mecanismo de asociación de ideas, sin relación
teoría kantiana del conocimiento), Tubinga, 1873. . .' . demostrable con lo real. Tampoco en los conceptos "dados" era posible
A. STADLER, Die Grundsatze der reinen Erkenntm~t~eorte tn der, Kan,ttschen
Philosophie (Los principios de la teoría pura del conoCImIento en la hlosofm kan- conocer la realidad. De este modo se vio obligado Kant a considerar una
tiana), Lcipzig, 1876. . .. l' vez más, de la mano de Leibniz, si el reiterado concepto de un ser innato
JOl!. VOLKELT, Kants Erkenntnistheorie nach ihren Gr'flncfp.nnZlpzen ana yszcrt y virtual, con la ayuda de la idea (basada en Dios) de la armonía "preesta-
(La teoría del conocimiento de Kant analizada según sus prmclplOs fundamentales),
blecida" entre la mónada que conoce y las mónadas por conocer, resolvía
Leipzig, 1879. . h· (O··· el enigma de la relación entre el ser y el pensar, y en la Disertación inaugural
E. PFLEIDERERJ Kantischer Kritizismus und englische Phtlosop te ntlclsmo
kantiano y filosofía inglesa), Tubinga, 1881. ha tratado de aplicar esta solución al problema. Pronto, empero, acudía
HUTCHINSON STIRLING, Text~book to Kant. Edimburgo y Lond~es, 1881. la fría reflexión de que esta preestablecida armonía era una hipótesis meta-
SEB. TURBIGLIO, Analisi, storia, critica della Critica delta Ragwne pura, Roma,
física sin fundamento, incapaz de servir de base a un sistema científico de la
1881.
FR. STAUDINGER, Noumena, Darmstadt, 1884. .' filosofía. Así quedaba demostrado que ni la doctrina empírica, ni la racio-
E. ADICKES, Kants Systematik als Systembildender Flfktor (La slstemátlca de nalista resolvían el problema capital: ¿ En qué consiste y en qué se funda
Kant como factor del sistema), Berlin 1887 y los Kantstudten, 1894... , la re 1a ció n del con o c i m i e n t o con s u o b jet o? 6
E. ARNOLDT, Kritische Exkurse im Gebiet der Kantforschung (DlsgreslOnes cr1~
ticas en la investigaci6n kantiana), Koenigsberg, 1894. . . 1. La Crítica de la razón pura constituye la respuesta original y larga-
O. EWALD, Kants Kritischer Idealismus als Grundlage ~on ErkenntTLts.theone mente examinada, de Kant, a este problema. En su redacción sistemática y
und Ethik (Idealismo critico de Kant como base para la teOrIa del conOC1m1ento y definitiva (en los Prolegómenos se encuentra una exploración regresiva
la ética), 1908. . de ella) parte de la existencia de juicios sintéticos a priori,
J. GUTTMANN, Kants Begriff der objektiven Erkenntms (El concepto, de Kant en tres ciencias teoréticas, a saber: la matemática, la ciencia
del conocimiento objetivo), 1911.
A. BRUNSWIG, Das GrundProblem Kants (El problema fundamental de Kant), p u r a del a na t u r a 1 e z a y 1 a m e t a f Í sic a: y se trata de probar
1914.B. ERDMANN, Kritik der Problemlage in Kants .transzendenta18r D edu k· sus pretensiones de validez universal y necesaria.
twn der En la formulación de este problema se pone de relieve la esencia de la
Kategorien (Crítica de la problemática en la deducc16n trascendental de las catego-
actividad racional, que Kant había descubierto en el transcurso de su evo~
rías de Kant).
El mismo, La Idea de la Crítica de la Raz6n pura de Kant (Abh. d. Berl. lución crítica: la noción de s Í n t e s i s, esto es, el proceso de unificación
Akad, 1915 ss.). de una diversiclad. 7 Este concepto de la síntesis 8 es lo nuevo que separa la
W. EHRLICH, Kant und Husserl, Halle, 1923. " Crítica, de la Disertación inaugural: en ella encontró Kant lo que hay
E. ADICKES, Kant und das Ding an sich (Kant y la cosa en 81), Berlm, 1924.
de común e~. ~as fonna<; de la sensibilidad y en las del entendimiento que,
La teoría del conocimiento de Kant, se ha derivado, cual tenaz con- en la expOS1CIon de 1770, aparecen radicalmente separadas 9 gracias a la
secuencia, de la manera de plan'tear los problemas del nominalismo mode,rno
(compárense parágrafos 33, especialmente número 12, Y 34, 2). Ha!:nase El dOfPTI.atismo del que .Kan~ se libera 5"racias a Hume, era, el do g m a 1 i s m o
fonnado el filósofo en el realismo inO'enuo de la escuela de Wolff, segun la e m p 1 r 1 s t a: Del raclOnahsta lo habla logrado ya por Sl propio dentro del
cual se tienen por idénticos, sin más: pensamiento y realidad; ~ y su auto- ambiente de la literatura de su época. '
5 Puesto que Kant nunca cita la crítica de Hume sobre la identidad y sustan~
liberación del ambiente de esta escuela fue consumada, al percatarse de la cialidad (véase el parágrafo 34,4), es probable que s610 haya conocido el Inquiry
imposibilidad de conocer algo sobre la existencia o la relación caus<;l de de é:>te y no el Treatise. Compárese, no obstanf:e, F. H. JACOBI, Obras, I1, p. 292.
las cosas singulares mediante la "razón pura", esto es, por ?perac~ones (} Compárese la carta, del 21 de febrero de 1772, remitida por Kant a Mar-
meramente lógico formales. 2 "Los metafísicos construyen en el aire vanados cus Herz.
7 Esta definici6n a menudo repetida, deja aparecer el concepto básico de la
mundos de ideas"; 3 pero sus diseños carecen de toda relación con la reali- doctrina critica del conocimiento, en estrecha proximidad con el tema fundamental
dad. Cuando buscó Kant está relación, ante todo en los conceptos ~ados de la monadología: compárese el parágrafo 31, 11.
en la experiencia, cuyo :r:exo genético con la realidad por conocer m~?lan,..te S Queda introducido en la "Analítica trascendental" (Doctrina de las cate_
la ciencia parecía ser eVIdente, fue despertado bruscamente de est~ su~no gorías); parágrafos 10 y 15, de la 2'1- ed. de la Critica de la razón pura, Obras
completas, III, pp. 91 y 107 s.; en la primera edici6n, compárese el cap. IV
dogmático", por Hume, 4 quien había suministrado la prueba de que, precIsa- pp.64 y 77. '
9 Por tanto, también el concepto de la síntesis entra en conflicto, en la estruc~
1 Compárese Unica prueba posible para demostrar la existencia de Dios, de tura presente de la Critica de la razón, con las hip6tesis psico16gicas que aparecían
al principio, en ella. Estas últimas provienen de la traducci6n alemana de l~
KANT. • 1 Disertación inaugural, que debía haber aparecido poco después de 1770 bajo el
2 Compárese el Ensayo acerca de los números negativos, partlcu armente la
última parte, Obras completas, n, pp. 201 ss. titulo Límites de la sensibilidad y de la razón, pero que más tarde fue incorporada
3 Sueños de un visionario, Obras completas, 1, p. 342. en la "Estética trascendental" y en las páginas iniciales de la "L6gica trascendental",
4: Al hablar de esta autoconfesi6n de Kant, tan citada, no se piensa a menudo y tal vez en otros lu'{arr" .romo en la Ambi.f;iiedad de llJS concePtos reflexivos. ABi,
que él no declara "dogmático" solamente al racionalismo, si~o también al empirisI?o pues, han pasado a la CrUica de la raz6n pura~ pero ya no aparecen en los Prole~
de la teoría del conocimiento precedente, y que el consabIdo lugar en que emlte g6menos: mas si espacio y tiempo, las formas puras de la sensibilidad se revelaban
este fallo (en el exordio de los Proleg6menos, Obras completas, IV, :p. 260) l?ó ya a manera de los principios de un ordenamiento sintético de l~s sensaciones
pone a Hume en oposici6n a Wolff, sino, en todo y por todo, a Locke, R~ld y Beattle. croan por ello mismo bala el concento general de la sintesis, esto es, de la espon~
474 VI. El idealismo alem'án. La crítica de la raz6n 38. El objeto del conocimiento 475
diferencia que priva entre receptibilidad y espontaneidad. ,Ahora se poní,a Si, según eso, espacio y tiempo son la. "~orma consta~lt.e de nuestra
de manifiesto que la síntesis de la razón teorétlca s,e r,e.al!- receptividad sensorial", conviene a lo~ conOCImIentos matematIcos (carac!e-
z a en tres grados: a) el enlace de las sensaciones para formar lntuIcIones rizados solamente por la naturaleza mmane~te gener~l de am~as eSpeCIe&
se lleva a cabo en las formas de espacio y tiempo; b) el enlace de las intui- de intuición sin referencia alguna a contemdos senSIbles partIculares) la
ciones para constituir la experienci~ de la realidad natural tiene ~up~r por nota de. la ~alidez general y necesaria en todo aquello que es susceptible
medio de los conceptos del entendlIDiento; e) el enlace de los JUlCIOS de de intuición y experiencia: En l~ esfera de 1,: s~nsibilida~ -:-as~ enseña la
experiencia para llegar a los conocimientos de orden metafísico se alcanza "Estética trascendental"- es objeto de conOCImIento a prIOrI, solo la f o r-
merced a ciertos principios generales, que Kant llama '1 d e a s. Estos tres m a del a s 1n t e s i s de lo múltiple dado por la sensación -la ley, el
grados de la función cognoscitiva se desenvuelven, por ta,nto, como dive~sas ordena,rniento espacial y temporal. Pero la generalidad y necesidad de este
formas de la síntesis; cada una de las formas superiores tIene por ~onte~Ido conocimiento sólo es comprensible s i e s p a c i o Y ti e m p .0, p u n t u .a 1-
a la inmediata inferior. La crítica de la razón, empero, tiene que InvestIgar ° °
m e n t e, nos o n o t r a c s a q u e 1a s f r m a s 1 m p r e s c 1 n-
cuáles son, en cada grado, las fonnas especiales de esta síntesis y en qué di b 1e s del a in tui ció n s e n s i b 1e. Si conviniere a ellas una
radica su validez universal y necesaria. realidad independiente de las funciones de la intuición, sería imposible el
2. Por lo que hace a la m a t e m á tic a, la doctrina de la Diser.. carácter a priori del conocimiento matemático. Si espacio y tiempo fuesen
tación inaugural encuadra, felizmente, con la de la Crítica de la razón, en COSa (o relaciones y propiedades reales de cosas), únicamente los. cono-
lo esencial. Los principios matemáticos son sintéticos; reposan en última ceríamos por la vía de la experiencia, esto es, nunca de modo unIversal
instancia en intuitiva construcción, no en análisis de conceptos. Hay que y necesario: Esto es sólo posible si se admite que no son otra cosa q,-;e l,:s
explicar, por tanto, su generalidad y necesidad no fundadas en la experien- formas bajo las cuales han de aparecer todas las cosas, en nu~stra IntUI-
(':ia, si en la base de ellos se encuentra un principio intuitivo a ción. 11 Según tal principio, a p r i o r ida d y fe n o m e n a 11 dad, son
priori. Por ello, muestra Kant que las representaciones generales de e s- para Kant, conceptos correlativos. E n el con o c i m i e n t o h u m a n o
p a c i o y ti e m p o, a que se refieren todos los principios de la geome- es general y necesaria sólo la forma bajo la cual apa-
tría y de la aritmética, son "formas puras de la intuición" o "intuiciones recen todas las cosas. El racionalismo se confina a la forma y
a priori". Las representaciones del espacio infinito \1-no y del tiempo infinito aún así al precio de la "subjetividad" de ella.
uno, no se derivan de la combinación de espacios y tiempos finitos; más 3. Aunque Kant, de esta suerte, ve en las relaciones espaciales y
bien se implica siempre, en los caracteres de lo limitado, el espacio total y temporales de los objetos percibidos sólo formas de la ,representación, que
el tiempo total, ora en la contigüidad, ora en la sucesión de percepción de no coinciden con la realidad de las cosas mismas, -distingue 12 minuciosa-
las particulares dimensiones espacio-temporales, que, en definitiva, aparecen mente este concepto de su i d e a 1ida d, de aquella "subjetividad de las
como partes del espacio en general y del tiempo en general. Espacio y tiem- cualidades sensori-ales", que de manera indubitable se atribuye a él como
po no pueden ser conceptos discursivos, ya que se refieren exclusivamente a_ toda la filosofía desde Descartes y Locke. Y, a decir verdad, se trata
a un único objeto, en verdad, nunca pensado en forma acabada, sino más aquÍ, nuevamente, del fundamento de la fenomenalidad. En lo que atañe
bien concebible en síntesis infinita. Espacio y tiempo no se comportan al color, sabor, etc., Se había explicado ésta, desde Protágora~ y Demócrito,
con los fenómenos de dimensiones finitas, a modo de conceptos genéricos cchando mano de la diversidad y relatividad de las impresIOnes: tocante
frente a sus ejemplares, sino como el todo respecto a la parte. Si son, por a las formas de espacio y tiempo, directamente parte Kant de la absoluta
tanto, intuiciones que se encuentran en la base de toda suerte de percep- estabilidad. Para él, en efecto, las cualidades sensoriales sólo brindan ma-
ciones,10 son necesarias como tales: pues todo se capta, sin género de duda, neras de perc.epción individuales y fortuitas; las formas espaciales y tempo-
merced a ellas, pero ellas mismas no son captadas. Son las formas, insepa- rales en cambio, ro o d o s u n i ver s a 1e s y n e c e s a r i o s de r e p r e-
rablemente dadas, de la intuición, las 1 e y e s de re 1 a ció n en las cua- sen'tación de las cosas. Lo que contiene la percepción no es la
les y sólo en ellas podemos representarnos en unidad sintética la turbamulta verdadera esencia de las cosas, sino apariencia; pero los contenidos senso~
de las sensaciones. Y, a decir verdad, es el espacio la forma del sentido riales son 'fenómenos en un sentido enteramente diverso al de las formas
externo; el tiempo, la del interno; esto es, todos los objetos de los sentidos espaciales y temporales: aquéllos valen sólo como estados del sujeto indivi-
particulares se intuyen espacialmente; todos los objetos de la auto-repre- dual, éstas como formas "objetivas" de intuición para todos. Partiendo de
sentación se representan temporalmente. semejante fundamento, ve también Kant la tarea de la ciencia natural en
la reducción demócrito-galileica de lo cualitativo a lo cuantitativo: univer-
tánea unidad de 10 múltiple. De tal suerte rompe el concepto de la síntesis el es- salidad y necesidad sólo pueden ser descubiertas mediante recursos mate-
quema psico16gico de la Disertaci6n inaugural. máticos: pero se aparta de sus predecesores en que, en s e n t ido f i 1o-
1D Ha de recordarse aqui, una· vez más, que es una interpretaci6n torcida y s ó f i c o, atribuye también a la fOID1a matemática de la representación
por entero equivocada de la _doctrina kantiana, la que concibe temporalmente validez de mero fenómeno, bien que en un sentido profundo de la expresión.
este ¡<estar a la base" o n a t i l v i s m o que ve en espacio y tiempo meras repre~
sentaciones innatas, es algo por demás antikantiano y se halla en contradicci6n,
con aclaraciones expresas del fi16sofo (compárese, por ejemplo, el parágrafo 33, 12, 11 Peculiarmente diáfano aparece este pensamiento en los Proleg6menos, pa-
o en los Prolegómenos, parágrafo 21 a. Obras completas, IV, p. 304): "Aquí nQ rágrafo 9.
se habla del origen de la experiencia, sino de aquello que está en la base de ella". 12 Compárese Crítica de la razón pura, parágrafo 3,_ b. Obras, nI, p. 56.
VI. El idealismo alemán. La crítica de la raz6n . 38. El oh jeto del conocimiento 477
476
no hablan más que de las reglas para descubrir las relaciones entre con-
La sensación suministra una representación individual; la teoría matemática ceptos, partiendo del contenido dado en ellos ele antemano. H Pero tales
aporta una intuición de la realidad necesaria y universal: pero ambas son estructuras de enlace, como las que surgen al fijar la relación de causa
sólo diversos grados del fenómeno. Espacio y tiempo valen sin excepción y e~ecto c: ~a de sustancia y accidente, no están contenidas -según lo
para todos los objetos que se perciben, pero no más allá de ellos: poseen habla exhIbIdo ya Hume- en aquellas formas analíticas. Kant descubre
"r e a 1ida d e ID p í r i e a e id e a 1 ida d t r a s e e TI d e TI tal". aquí la enteramente nueva tarea de la 1 ó g i c a t r a s c e n el e n t a 1.15 Al
4. El progreso capital de la Crítica de la razón pura sobre la Disertación lado de las formas (analíticas) del entendimiento mediante las cuales
inaugural reside en que los mismos principios fueron referidos, en investiga~ se fijan. las /e!aciones de los conceptos dados, ha~ que poner las f o r-
ción rigurosamente paralela,13 al tema del valor del conocimiento teorético m a ~ SIn t e tIc a. s del e n ten di m i e n t o, por obra de las cuales se
que conviene a las f o r ro a s s i TI t é tic a s del a e o m p r e TI s i Ó TI cO~':'lerten en o b Jet o s d e con o c i m i e n t o con c e p t u a 1 las in-
intelectiva. tU1clOne~. Los productos de la sensación, espacialmente coordinados y en
L a e i e n e i a TI a t u r a 1 implica, junto a su base matemática, un su suceSIón temporal, .se tornan algo "objetivd', merced a que son pensados
repertorio de principios acerca de la conexión de las cosas, que, como la ley como. ,cosas con pro~ledades permanentes y estados cambiantes. Ñlas esta
de que todo acontecer tiene su causa, son de naturaleza sintética, pero que relaclOn, que se deslgn;a. con el nombre de e a t e g o ría, no se puede
no pueden ser fundados por la experiencia, a pesar de que se tenga con- extrae_r, como tal, anah tlcamen te de las sensaciones ni de las relaciones
ciencia de ellos en tanto se aplican a la experiencia y en ella se verifiquen. sensonales de éstas: En los pr~nc~p!os ana~íticos de la lógica formal, el pensar
Hasta ahora, sólo unos cuantos de estos principios se conocen y emplean, y depend~ de los objetos y se justIflca al fm y al cabo, cual un mero cálculo
está reservado a la "Crítica" descubrir el sistema de tales principios básicos, de c~ntIdad:s dadas. Las. fo;mas sintéticas de la lógica trascendental, en
pero es claro que sin parejo fundamento carecería la ciencia natural de cam~)lo, exhIben .al ent~n~lIruento en la función creadora, gracias a la cual
validez universal y necesaria. Pues la "naturaleza" no es sólo un a g r e- fabnca ;de 1 a s 1 ~ t_u l. ~ Ion e ~ ~ o s o b jet o s del pe n s a r ID i s ID O.
g a d o de formas espaciales y temporales, de cuerpos y movimientos, sino AqUl, en la dlstmclOn de loglca formal y lógica trascendental aflora
una con e x ión de objetos que percibirrios sensorialmente, pero al propio por ,vez primera. e! antagonismo .de principio que media entre K;nt y la
tiempo p e n s a m o S m e d i a n t e con c e p tos. Kant llama e n t e n- teona d~l conoCl~nlento de los griegos que había imperado hasta entonces.
d i ro i e n t o a la capacidad de pensar en unidad sintética lo múltiple Esta úl~lma concIbe los "obje~os" como algo "dado" con independencia del
dt. la intuición, y los con c e p t o s P u r o s del en ten d i m i e n t o o p:nsamlento, ve en las f~nclOnes intelectuales algo por completo depen-
c a t e g o ría s son las fo r ro a s del a s í n t e s i s del e n ten d i- dlent.e de el~~s y, en el mejor de los casos, funciones aptas para reproducirlos
m i e n t o, como espacio y tiempo las formas de la síntesis de la intuición. o dejarse dlnglr por ellos. Kant descubre que los objetos del pensamiento
Si fuese la "naturaleza" en tanto objeto de nuestro conocimiento un no ~on otra cosa que productos del pensamiento mismo. Tal "e s pon t a-
conjunto real de cosas independientes de nuestras funciones racionales, no n e 1 dad" de la razón constituye la sustancia Íntima de su i d e a 1 i s m o
llegaríamos a ella sino por la vía de la experiencia, y nunca a priori: un trascenden tal.
conocimiento universal y necesario de la natura sólo es posible, si nue5tras . P~ro si con .tan clara conc~encia creó, junto a la lógica analítica de
formas conceptuales de la síntesis determinan la propia naturaleza. Dado Anstoteles que tlene por contemdo las relaciones de subsunción de concep-
caso que ésta prescribiera las leyes a nuestro entendimiento, no tendríamos t<;>s. ya elabora~os (véase parágrafo 12), la nueva lógica (tcorético-cognDs-
de ella' sino un conocimiento empírico, deficiente: por tanto, u n con 0- c~tlva) de la smtesls, -;econoce con jus.to derecho, sin embargo, que ambas
cimiento a priori de la naturaleza sólo es posible, si, tl~nen un lugar. C?illun: 1 a ,~ o c trI n a del j u i cia. En el juicio se
a la inversa, el entendimiento es quien prescribe las afIrma como objetlv,amente vah?a la relación pensada entre sujeto y predi-
1 e y e s a 1 a n a t u r a 1 e z a. Pero nuestro entendimiento sólo puede de- cad~: todo, pensanuento de objetos es juzgar. Si, por tanto, se ve en las
terminar la naturaleza en tanto ésta no existe como cosa en sí o como categorlas o conceptos del entendimiento las diversas
sistema de cosas en sÍ, sino sólo en tanto aparece en nuestro pensar. El for_mas de relacionar de la síntesis, por medio de las cuales se originan los
conocimiento a priori de la naturaleza es únicamente posible, pues, si la obJ;tos, ha de haber tantas categorías como especies de juicios, y cada cate-
conexión que pensamos entre las intuiciones no es gona. es la. manera d.e. e,nlazar sujeto y predicado, que existe en cada
o t r a c o s a que m er a r ep r e se n t a ci ó n: incluso las relaciones espeCle partlcular de JUlCIOS.
conceptuales por las que la naturaleza se convierte en objeto de cono- De aquí pe~~ó I~~nt poder . d~r~var la t a b ~ a del a s ca t e g o ría s,
cimiento, no pueden tener sino vigencia fenoménica. de aquella claSlIlcaClOll de los JUlClOS que consIderaba como una doctrina
5. Para llegar a este resultado, trata desde luego la crítica de la " conc1 usa" y segura de 1a l'oglca
. de entonces.
' Con arreglo a los p~ntos de
razón de asegurarse de estas formas sintéticas del entendimiento, en inte-
gridad sistemática. Ante todo, es evidente que no se tienen a la vista
14 Kant designa tal me~anismo .en.la Disertación inaugural (capítulo JI, pará-
aquellos principios analíticos de que se habla en la 1 ó g i c a fa r m a 1 grafo 5) cO,mo el, ~sus 10glcuS, ratlOllls, y por entonces lo consideraba suficiente
y que se fundan en el p r i n c i p i o el e e o n t r a d i c ció n. Pues éstos para Ja teona emplnca. (Comparese el pará.grafo 34, 12).
. 1 Compárese M. STECKELMACHER, Dze formale Logik Kants in ihren Be-
.ztehungen zur transzendentalen (La 16gica formal de Kant en sus relaciones con
13 Del modo más claro aparece este paralelismo comparando los parágrafos" la trascendental), Breslau, 1878.
9 y 14 de los Proleg6menos.
38. El objeto del conocimiento 479
VI. El idealismo alemán. La crítica de la razón
478
y temporales de sensaciones se convierten en "objetos)) en cuanto se les
vista de la cantidad, cualidad, relación y modalidad distingue las siguientes vincula según una r e g 1a del e n ten d i m i e 1'1 t o, Frente al mecanis-
triadas de juicios: mo individual de la representación, en el cual se ordenan, disgregan y en-
individuales lazan de modo arbitrario, las particulares sensaciones, el pensamiento obje-
e a n t ida d {
particulares tivo, válido en igual medida para todos, dependen de un nexo fijo y
universales conceptualmente regulado.
afirmativos Señaladamente vale esto respecto de las relaciones temporales. Pues
e u a 1 i'd a d negativos dado que los fenómenos del sentido externo como "determinaciones de
{ indetenninados nuestra conciencia)) pertenecen al sentido interno, es inconcuso que to-
categóricos das, las apariencias, sin excepción, sucumben a la forma del sentido inter-
no, el tiempo. De ahí que trate Kant de mostrar que, entre las categorías
Re 1 a ció n hipotéticos y las formas peculiares de la intuición temporal, rige un "esquematismo",
{ disyuntivos
que en general hace posible que puedan aplicarse las formas del entendi~
probl;I?áticos miento a los productos de la intuición, y que reside en que cada una de
Modalidad asertoncos las categorías posee cierto parecido esquemático con una determinada for-
{ apodícticos ma de las relaciones temporales. En el conocimento empírico, echamos
y a ellos han de corresponder las doce categorías: mano de tal esquematismo para explicar el nexo temporal percibido me~
diante la correspondiente categoría, verbi gratia, para concebir la sucesión
unidad nonnal percibida, como causalidad: la filosofía trascendental busca la jus-
e a n t ida d {
pluralidad tificación de este proceder de modo inverso: funda objetivamente, par-
totalidad tiendo de la categoría como regla del entendimiento, la relación temporal
realidad correspondiente como objeto de experiencia.
Cualidad negación De hecho, la conciencia individual encuentra en sí misma la oposición
{ lirrútación de un dinamismo de representaciones (tal vez de la fantasía), para el cual
inherencia y subsistenci~ no exige validez alguna fuera de su propia esfera, y por otro lado, de
R e 1 a ció n causalidad y dependencia cierta actividad de la experiencia en la que se ve ligada a
{ comunidad o acción recíproca un modo de proceder igualmente válido para todos los demás, Sólo en
posibili~ad e. iml?osibil~dad esta dependencia reside la relación del pensar a su objeto. Pero si se ad-
M o d a 1 ida d existencia e mexlstencla mite que la validez objetiva de la representación temporal (y espacial)
{ necesidad y contingencia sólo puede fundarse en la medida en que se determina por alguna regla
del entendimiento, -es un hecho, en cambio, que la conciencia individual
Salta a la vista lo artifici<:so de la co~strulcdció?, l~ i~~~~sá~~~~ep~~pl: no sabe nada de esta colaboración de las categorías en la determinación
. t f de J'UiClO y categona e eSlgua v . de la experiencia; que toma, más bien, el resultado de esta función a ma-
relaclOues en re orma ,, .t 'por desdicha con tanta segun- nera de una necesidad objetiva de llevar a cabo la síntesis temporal y
t 'as' pero Kant acoglO este SIS ema, "
~~~g~~e 'acabó por considerarl? como esquema arquitectómco para mU- espacial de las sensaciones. La constitución del objeto, por tanto, no tiene
, 't" ones ultenores lugar, por así decirlo, en la conciencia individual, sino está ya en la base
chas deS~us mvbes Igacl 1 "deducció~ trascendental de los conceptos puros de ésta (como posibilidad): la objetividad de que se da cuenta cada
6 meroargoena "b d '
del e~tendimiento", 'la parte más difícil era surolt;Istr~r}a prue a ,e co~~ sujeto, hunde sus raíces en un nexo superior, que, caracterizado por las
las categorías "con;'Y:~;"s~~~a~bi~~":str;a~ió~xJ'~n;~~~~f~, ~a d~~:~~~~
del
formas puras de la intuición y del entendimiento, sitúa a cada vivencia en
una muchedumbre de relaciones materiales, Kant llama a semejante obje-
qu~ se :ad~vep~¡~n feliz pensamiento de los Prolegómenos, Kant dilstmg~e tividad supraindividual de la vida representativa en los Prolegómenos '¡l a
mejor , ',. d r c e ció n esto es aquellos en que a re a- con e i e n c i a e n gen e r a 1"; en la Crítica, "a p e r c e p ció TI t r a s-
~t~ne~:~¿i::e~poo~al
, 'd al
~eP l:s senfacio~es' se¡. Pareadicsaab~re' ~qn:el~~~~~~~: ~~~
1 . . . s de experIenc,
e e n den tal)) o Yo. Pero es imprescindible esclarecer que esta instancia
supraindividual de la ¡¡conciencia en general" no significa en el sentido
r~~¡::l~t~~:~~~~ ¡i~~~v~~~e/::~~~~~i~~:~~~:~i::~~;~~:~~:~Z~
originario de Kant nada psicológico ni metafísico: no debe pensarse la
objetividad lógica en analogía con un sujeto empírico, ni a modo de una
inteligencia dotada de los caracteres de la cosa en sÍ. Pues en la Crítica
cognoscitIvo entre aro os en u, la or una categoría por un nexo con- de Kant se trata siempre de "lo que yace en la experiencia)).
espacial o temporal se funda y regu p 1 mero juicio de percepción.
Según esto, es la e x p e r i e n c i a el sistema de los fenómenos en el
ceptual, a~ paso que tal ~?sad~od~sc~~~~a~~o~es se torna objetiva y univer- que la, síntesis espacial y temporal de las sensaciones se encuentra deter-
Así, por eJ~~plo, la suceSlOn iensa fundada haciendo ver que u~ fenón;-enp. minada por las reglas del entendimiento. De esta suerte, es la "naturaleza
salmente vahda, cuando dse PI d t particulares de síntesIS espaCIales.
es la causa del otro. To os os pro uc os , .
VI. El idealismo alemán. La crítica de la razón 38. El objeto del conocimiento 481
480
como apariencia" el objeto de un conocimiento a priori; pues las cate- las formas de espacio y tiempo, y para su función sintética no disponemos
gorías valen para toda experiencia, en vista de que ésta se funda en de otro contenido que las sensaciones. Según esto, el ú n i c o o b jet o del
e o n o c i In i e n t o h u ro a n o e s 1 a e x p e r i e n c i a, esto es el mun-
aquéllas. . do de los fenómenos, La división de los objetos de conocimie~to, usual
7. La validez general y necesaria de las categorías se pone de relieve
en los "principios del entendim~ento puro".' en los cuale~ desde Platón, en f e n ó m e n a y n o Ú ID e n a no tiene razón alguna de
toman cuerpo las formas conceptuales gracIas al esquen;atlsmo: Pero aqul ser,HUn conoclI1uento,
.. por " mera razon,
' ' ' de Ia cosa en sí que excede
exhíbese también que el punto de gravedad de la teOrIa kantiana de las la experiencia, es una quimera,
cateCTorÍas reside en el tercer grupo de ellas y, con ello, en aquel problema , Pero, ¿ tiene, pues, el concepto de la cosa en sí, en general, algún sen-
en q~e "esperaba r,esolver la .d~da de ,!l~rne". De las, cat~&~rí,~s de la can- tIdo r<;tclOnal? ¿No llega, con ello, a carecer de significación el propio
tidad y de la cuahda.d se ongma ,el aXIOma ,~e l,a. mt~lcl0n . Todos los aserto de que toda suerte de objetos de conocimiento se reduce a meras
fenómenos son magllltudes extensIvas; y las antlcrp;tClOnes de la repre- "apa,riencias)l? La pregunta constituye el punto crucial de las reflexiones
sentación", según las ~uales el objeto de la s~n~a~lOn es una m~gnltud kantIanas, Hasta ahora, todo lo que parece a la concepción ingenua del
intensiva' en la modalIdad encontramos las defmlclOnes de lo pOSIble, de mundo como "objeto" se ha disuelto, ora en sensaciones ora en formas
lo real y' de lo necesario, bajo el nombre de "postulados del pe?-sar e~pí sintéticas de la intuición y del entendimiento: al lado de la conciencia
rico". En cambio prueban las "a n a 1 o g í a s del a e x p e r len e 1 a)): individual, n? parece existir nada, fuera de la "conciencia en general"
que lo permanente en la n~tu~ale~a S?"? sustancias cuy~ q;t a n t u ID no I a " apercepclOn, trascendenta1" , ¿ D'on de se encuentran, pues las "cosas",'
es susceptible de aumento 111 dismmuclOn; que toda vanaC1<;.m ocurre con de las que Kant expresó que nunca había tenido la intención de nerrar
arreglo a la ley de causa y efecto, y que todas las sustanCiaS se encuen- su realidad? b
tran entre sí en relación mutua. El c ~ ~ c e p t o de} a c o s a : n sí, ,s~ género de duda, ya no posee,
El conjunto de estos principios. son las ley~s y má~ altas premisa~ de en la C~'/üca ~~ la, razan, un sentido pOSItivo, como lo tenía en Leibniz °
la investigación natural, cuya vahdez necesaria y unlversa.l no prOVIene e~ la Dzsertacwn znau.gural de Kant: no puede ser ya objeto de conoci-
de fundamento empírico alguno; constituyen lo que el propIO Kant llama mIento puramente raCIOnal, no puede ser ya, ni siquiera, "objeto" en ge-
18, m e t a f í sic a del a na t u r a 1 e z a,lU Sin embargo, para su empleo neral. Pero no, entr,aña" ~l menos, contrasentido alguno poder pensarlo.
Desd~ luego, s,olo hlpotetIcamente y como algo cuya realidad no puede
en la naturaleza empíricamente dada, pr~cisa formularlas de, mod? m;tt~
mático toda vez que la naturaleza es el SIstema de las sensaCIOnes mtmdas ser :;fl:mada n~ negada, -un mero "problema". El conocimiento humano
en las formas de espacio y tiempo y ordenadas con arreglo a l;t~ categorías, se lImita a objetos de la experiencia, ya que la intuición imprescindible
Transformación tal se lleva a efecto gracias al concepto emplTlCO de ID 0- Rara el ;tSO de las c<l;tegorí;as, no reside para nosotros ~ino en algo recep-
v i ID i e n t o, al que viene a referirse teorétic~me~te. todo acontecer ~IVo~s~:r;sIble en, espacIO y tIempo. Dado caso que hubIese otra especie de
en la naturaleza. Por 10 menos, se dilata la propla CIenCla de la natura- mt:l1ClOn, hab~Ia para ésta, con ayuda de las categorías, también otros
leza hasta donde es posible aplicar la matemática: pe ahí que K:m t excluya ~bJetos, Semejantes objetos de una intuición no humana, no rebasarían
sm eI?-bargo, el carácter de meras apariencias, aunque esta intuición fuera
del reino de la ciencia natural psicología y químIca, que conSIdera corno
disciplinas descriptivas. Los PTincipias metaf.ísico~ de la ciencia natuTal cor~ practIcad~ en forma tal, que ordenase de otra manera los contenidos de
tienen, por tanto, todo aquello que puede lllferrrse d; ,las leyes dSl ~ov~ las s~nsaclOnes dad a s, Si se imaginase, empero, una i n tui ció n de
viento, apoyándose en las categorías y en la matematIca; Lo. m~s sl~m c a r a c ter n o re ce p t i v o, una intuición que no sólo creara sintética-
ficativo en la filosofía natural así fundada, es su t e o r 1 a d 1 n a m 1 c a mente las formas, si que también el contenido, una "fuerza formativa ver-
del a m a ter i a, en donde' se deriva, de los principios funda~enta dade.rarr:ente, productora')" -sólo ento~ces los objetos de ella no serían ya
les de la Crítica la doctrina ya formulada en la Historia natural del czela, de apanencIas smo cosas en SI. Tal capaCIdad merecería el nombre de i n t u i-
que la sustanci~ ~e lo que se ~u~ve en e~ espacio, es el product?, de dos ció n in t e 1 e c t u a loe n ten d i m i e TI t o in tui t i v o: sería la uni-
fuerzas que mantIenen el eqmhbno en dIversa escala: la atracClOn y l~ dad de las dos fuentes cognos'ctivas (deJa sensibilidad y del entendimiento),
que en el ho~bre se dan separadas, bIen que apunten, gracias a su cons-
repulsión, tan~e referenCIa mutua, a un oculto y común orirren, Así corno no es
8, Pero aquella metafísica de la naturaleza sólo pued,e ser, .según los
postulados de Kant, una metafísica de las apa:}enClaS; otra posI?le neg,ar la existencia ,de .tal capacidad, tampoc~ es dable afirmar su
cosa no es posible, pues las categorías son formas de relaclOn .y, como tales, r~ahdad: sm embargo, ya mdIca Kant que podría imaginarse un ser espi-
por sí mismas va cía s; únicamente pueden aplicarse a, objetos, por m~ ntual de tan elevada dignidad, Por tanto, n o Ú ID e n a o c o s a s e n s í
diación de intuiciones que, en definitiva, son ,las que, brmda~ una multI- son rens.a~l,es, en sen.tido negativo, como objetos d~
plicidad de contenidos susceptibles de redUCIr a u:t11d~d:, Sm ~mbarg?, un.a : n tUl C IOn n o s e ,n s I b 1 e, de la que, a decir verdad, nuestro co-
la dicha intuición es para nosotros los hombres, una mtUlCIon senSIble baJO nocu:uento no puede predIcar absolutamente nada -como con c e p t o s
límItes de la experiencia. '
16 Con ello logra Kant, personalmente, el designio positivo de .su actividad
teorética, que desde un principio habías.e propuesto: la fundamentac16n filos6f~ca 17 Crítica de la raz6n pura, 1!). ed, "Del Fundamento para distinguir todos los
objetos", etc, Obras, IV, p. 166, 24,
de la teoría newtoniana,
31
"
autonomía y en la libertad. La libertad no es objeto de cono~imiento, ral exige la r e a 1 ida d del s u p r e m o b i e n, la fe ba de proyec-
sino de fe pero de una creencia que en la esfera de lo suprasensl~le. vale tarse a lo suprasensible, más allá de la vida empírica del hombre y del
de modo tan necesario y universal, como los principio~ ~el entendllluento orden natura! de la experiencia. Postula una realidad de la persona hu-
en el dominio de la experiencia, de una creencia a prIon. , mana sobre la existencia temporera -1 a vid a in m o r t a 1- y un o r-
La razón práctica, así, se independiza por completo de la razon teo- den é tic o u n i ver s a 1 fundado en una razón insuperable, en Dios.
rética. En la filosofía precedente imperó "el primado" de ~a raZ?ll te?ré- L a p r u e b a m o r a 1 d e Kant acerca de la libertad, la inmortalidad
tica sobre la práctica: por obra del saber había que detennmar. 81 y como y la divinid~d? no es una pnleba del saber, sino de la fe: los postulados
existía la libertad y, con arreglo a ello, decidir sobre l~ reahdad de la son las condICIones de la VIda moral, y su realidad ha de Ser creída como
vida moral. Según Kant, la realidad de lo moral, C?llStltuye el h e e h o ésta. Pero teoréticamente hablando son -ahora tan poco cognoscibles como
de la razón práctica y, por tanto, debe creerse en la lIbertad como ltl; con- antes.
dición de su posibilidad. De esta relación se origina. en Kant el p r : m a- 6. El d u a li s m o den a t u r a l e z a y m o r a li dad manifiéstase
do del a razón p r á ctica so b re 1 a t eor étIca: .pues la pr1m~ra en Kant~ d~l.mod,o más enérgico, en 1~ filosofía de la religión,
no sólo es capaz de garantizar lo que la última rechaza, smo que ta~blén cuyos prmclplOs solo puede hallar, segun su teoría del conocimiento en
muestra que la razón teorética aparece determinada por las neceSIdades la .razón. práctica. E~clusivamente .l~a conciencia moral. es portador~ de
de la práctica, en aquellas Ideas de lo incondicionado, merced a las cuales umver~a.l~dad, y necesIdad,. et; relaclOn con lo suprasenslble. En materia
apuntaba ella misma su propia superación (parágrafo 38, 9). de rehglOn solo vale a pnon lo que se funda en la moral. La religión
Con ello aparece en Kant, en una nueva, originalísim~ forma, la do c- racional de Kant no es, pues, religión natural, sino "teología moral". La
tri n a p 1 ató n i cad e 1 os d o s m u n d o s: del senSlble y del supra- religión reposa en la representación de la ley moral como
sensible, de las apariencias. y de las cosas. en sí., A aquél. conduce e~ saber, pr,ecepto divino.
a éste la fe; aquél es el remo de la neceSIdad, este, el remo de la hbertad. . Kant desenvuelve esta forma de vida religiosa de la moralidad, par-
La relación antagónica, y sin embargo recíproca, de . los ;I~s mundos, se tIendo otra vez de la doble naturaleza, del hombre. Existen en el hombre
manifiesta de continuo en la esencia del hombre, qUIen unlcamente per- dos órdenes de afanes, los sensibles y los morales: merced a la unidad de
tenece a los dos, en igual proporción. En tanto es un miembro del orden la personalidad volente, no pueden los dos órdenes sino hallarse en rela-
natural, aparece como c a r á e ter e m p. í r i e o, e~to es, segú.n. sus pro- ción mutua. Ahora bien, según la exigencia ética, han de subordinarse
piedades permanentes así como sus decislOnes partIculares vohtIvas, cual los motivos sensibles a los inteligibles: pero de hecho se encuentra en el
un producto necesario, en el nexo causal de los fenóI:lCnos; 'pe~o como hombre. la relación inversa, por. naturaleza,6 y puesto que los impul-
miembro del mundo suprasensible es un c a r á c ter 1 n t e 11 g 1 b 1 e, a sos senSIbles son malos en la medlda en aue se rebelan contra los inteli-
saber, un ser determinado en sí, por libre autodete:rn;ina~ión.. Para la gibles, existe en el hombre una i n e l i n a ~ ión n a t u r a 1 hacia lo malo.
conciencia teorética, el carácter empírico es sólo la apanencla, hgada a la Mas . .esta
~
"m a 1 dad. . r a d i cal" no es necesaria'
. ,-Dues'.de otra suerte' no
ley de causalidad, del carácter inteligible, cuya libertad sólo pt;-ede ~er eX1StIna responsabIhdad alguna de ella. Es CIertamente, mexplicable, pero
explicada por la responsabilidad, como aparece en la con e 1 e n e 1 a es <:n hecho: el hecho de la libertad inteligible. La tarea que de ahí
se slgue para el hombre es la de la inversión dé los motivos
moral.
5. Pero la libertad no es el único postulado del creer a priori. Los susceptible de promoverse en el hombre, -por la lucha del principio no~
nexos entre el mundo sensible y el mundo moral exigen también una más ble. contra e} abyecto. Pero en aquel cambiante estado, obra sobre el
5 hombre. la ferrea majestad de la ley nl0ral, con limitación desesperante
amplia conexión, que Kant h.alla en el concepto del s u p r e m o b i e n.
El desideratum del querer sensible es la felicidad, el del querer moral es y necesIta, por tanto, para tonificar sus incentivos morales de la f e e ~
la virtud: Ahora bien, ambos objetivos no pueden encontrarse en ~a rela- u n p o d e r di v: i ~ o, que le. ~po~ga la l~y ~oral como 'precepto, pero
ción de medio a fin. El anhelo de felicidad no hace a! hombre Virtuoso, para cuyo cumplnnlento tamblcn es nnprescmdlble el apoyo del e r o s r e-
V la virtud ni puede ni hace feliz a nadie. Entre ambos no existe nexo den to r.
causal ni debe surgir éticamente ninguna relación teleológica. Mas, pues- Desde este ángul';l visu';Ll,. da Kant ~m.~ nueva interpn;tación a la parte
to qu~ el hombre pertenece tanto al mundo sensible como al i~te~igible, medular de la doctnna cnstIana, convlrtIendola en una 'religión pura de
el "supremo bien" reside en la s í n t e s i s d e vi r t u d y f e 11 cId a d. la moralidad": Columbra en el logos el ideal de la perfección moral del
Pero esta definitiva síntesis de los conceptos prácticos sólo es moralmente h?mbre: la r~dención, en el amor representativo, el misterio de la nueva
admisible en caso de que la virtud sea digna de la felicidad. VIda. En el mtento por obtener de las doctrinas de la religión positiva
La necesidad causal de la experiencia, empero, ,ll? cumple. la . síntesis lo que puede fundarse desde el punto de vista del criticismo, 7 va, al apli-
exigida de la conciencia moral. La ley natural es etlcamente mdiferente . 6 La concepción pesimista de la esencia natural del hombre proviene en Kant
y no da garantia alguna de que la virtud conduzca, por. modo necesario, SIn género de duda, de su educación religiosa: sin embargo, se defiende expresa~
a la felicidad: A la inversa, enseña la experiencia, más. bIen, q~e h?mbres :r;te!1te contra la identificaci6n de su doctrina del mal radical con el concepto teo-
no virtuosos disfrutan de dicha temporal. Por tanto, SI la conCIenCIa mo- IOgICO del pecado original; comp. Religi6n dentro de los limites de la mera razón
~~ ,
7 Comp. E. TROELTSCH, Lo histórico en la filosofía de la religión de Kant,
Kants_tudien~ IX, 1904, pp. 21-154.
5 Crítica de la raz6n práctica, "Dialéctica".
39. El imperativo categórico 491
490
VI, El idealismo alemán. La crítica de la raz6n
,, ' 1 l ' de a ueUo que puede ser deri- ha de ser empleado como cosa. Así el poder correccional del Estado debe
car ciertos dogmas tra~mlt~dos, mas a \ , ica qde su filosofía teorética y fundarse en la necesidad moral de la reparación, y no en la tarea de
vado como consecuencia ngu~osame~te d Dsg motivos religiosos, Y restablece mantener el estado de derecho.
8
prática. Sin duda procede ~:1 po~ o~ °e1 racionalismo de la Epoca de La validez del derecho sólo es provisoria en el estado de naturaleza:
con ello el derecho, qt;-e:-a ¿la 1a tg~· s~órica de la ortodoxia, de los mó- ,es completa, o como Kant dice, perentoria, cuando queda asegurada obliw
las Luces, bien que alcJ3;? e a e \ 'tan en la n e e e s ida d de r e- J, ,gatoriamente en el E s t a d o. Para Kant el módulo de la justicia, en la
viles verdaderamente rehglOsos, ,que pa P\ 1 verdadera Iv.lesia es la iu- organización estatal, reside en la idea de que nada ha de decidirse y
den ció n. Cierto que tamblen, para e, lad los redimidos Las iglesias practicarse que no hubiera podido ser decidido, si el Estado se hubiese
visible el reino de Dios, la comunidad n:or~ ;oral de los h~mbres: han originado sobre la base de un con t r ato. La teoría del contrato no es
son l~s hechos históricos de la ~~munt: la fe "estatutaria". Pero tienen .aquí una explicación acerca del origen empírico del Estado, sino una
menester del recurso de la revelaclOll y.. dIvida moral y cuando en norma con arreglo a la cual debe cumplir éste sus tareas. Tal norma es
la tarea de poner estos recurso~ al servIc.lO e. a en torno a lo estatutárico, viable en cualquier constitución, siempre que no impere el arbitrio sino la
d proceder así hacen gravitar su eXIstenCia ley: se pone en práctica del modo más seguro, cuando no aparecen subor~
vez e f . ,; 'J' igatería. ; . . . dinados entre sí los tres poderes públicos: el legislativo, el ejecutivo y el
degeneran en anselsmo y. mo 1 " la armonía etICO-rehglOsa
En cambio, la "comunIdad de o~ ~a!ltos ~ e r dad e r a m e n t e s u w judicial, y cuando el primero de ellos existe en la forma "republicana"
del género humano aparece ,co~o e S le::a el sentido subjetivowindiv~ del sistema por representación, lo que podría también realizarse por cierto
p r e m o del a r a z on p r a c tIC ~'. up tiene or contenido la reahw en una monarquía representativa. Sólo aSÍ, opina Kant, queda asegurada
dual de una síntesis de vIrtud y fehc~da~, 1Y ; ero Phumano: el reino de la libertad de los otros, y sólo cuando todos los Estados hayan aceptado
" de la ley moral en el devemr e gen ,esta constitución, puede el Estado de naturaleza, en el que éstos todavía
zaClOn . 9
Dios sobre la TIerra. .; l la intención desarrolla hoy se encuentran, ceder el paso a un Estado de derecho. Entonces tell w
7. Circunscribiendo la valoraclOn ~ora a ellas nocione: de que se drá también el derecho de gentes, _que ahora no pasa de ser provisorio,
Kant, en la fil. o s o fía d: 1 de r e e i~{e ~~u la ética. Kant d~tingue, un valor perentorio.~{)
ocupa ésta con mdependencla en lo pos I ' dad del a 1 n t e n- 8. Sobre fundamentos filosófico-religiosos y filosófico-jurídicos, se eriw
, 1 ., 1 entre la m o r a 1 .gen las ideas de Kant acerca de la historÍa. 11 Se originan de aquel com-
tocante a la va or3;clOn dmdr~, b r la espontánea obediencia a la ley
ci ón y 1 a 1 e g al1.d a e o d ~r, accción con lo exigido por la ley. promiso de ideas en que Rousseau y Herder discrepaban. Kant no puede
moral y la conformIdad externa. e a. nca Al paso que la moral ver en la historia el extravío de un estado originariamente bueno de la
Las acciones son coercitibles,. las lI;;enclOnes:~ el' derecho de los deberes humanidad, ni la evolución, necesariamente espontánea por naturaleza,
habla de los deberes de la lntenc.l?n, se oc Pegunta acerca de las inten- ,de su disposición primigenia. Si ha existido lU1 estado paradisíaco de la
externos y obligatorios de la aCClOll y no p~ I 'stas humanidad, ha sido el estado de la inocencia, en el que, viviendo aquélla
I umplenosevIoane. .,
ciones merced a 1as cua es se c 1 t central de toda su FüosoÍla :sus impulsos naturales, aun no tuvo conciencia de su tarea moral. E 1 C Ow
d
Sin embargo, Kant ha~e . e co~~ep ~amento de su doctrina del de w :m i e n z o del a o b r a c u l tu r a 1 sólo fue posible por una ruptura con
práctica, la 1 i b e ~ ;. a
di ~lIIUS~O e~ u~~ exigencia de la razó11; práctica el estado de naturaleza, al llegar a tenerse conciencia de la ley moral en
recho. Pues tamblet.; e. . ere,c. o riori' No debe ser concebIdo, pues, :su nuevo orden que estatuía. Este pe cad o o r i g i n a 1 (teorétÍcamente
y tiene en ella su prmcIplO vahdo a P. . 'no como una determinación inconcebible) es el origen de la historia. El impulso natural, éticamente
como un producto de intereses emplncos,. ;SI ara la libertad. La comu- indiferente en otro tiempo, se ha tornado, ahora, malo, y debe ser com-
-, 1 d I h bre' la vocaClOn p , batido,
racional y,unlversa e ~~ ._ d r aq~el1os seres destmados a ser
nidad de los hombres esta mtegra.; a po cuentran en el estado natural Desde entonces, el pro g r e s o del a h i s t o r i a no r e s i d e en
libres moralmente, pero que t~blen se ten se obstaculizan Y menoscaban ti n d e s a r r o 11 o del a f e 1 i cid a d h u m a n a, sino en el acercaw
de la arbitrariedad, donde .recIPfocamen d fijar las condiciones bajo las miento a la perfección moral y en la propagación del i m p e r i o del a
1 i b e r t a d é tic a. Con extrema gravedad acoge Kant el pensamiento
en su acción. El derecho tiene a .tarea eel arbitrio de otro, según una
cuales el arbitrio de uno se armomza c~~ rbertad de la persona humana ,de que el auge de la civilización se lleva a cabo a costa de la felicidad
ley universal de libertad, y de a~e.gurar a 1 individual. Quien toma por módulo la felicidad, sólo puede hablar de un
por la obligación. de. t:;stas condIclO~~nt el sistema del derecho privado, regreso en la historia. Cuanto más complicadas son las relaciones socia-
Sobre este prmclplO construye t Es muy instructivo observar les, tanto más crece la energía creadora de la cultura, tanto más aumen-
del derecho público y del deresho de g~nd:~~rminan el contenido de esta tan las necesidades individuales, y tanto más esfúmase la perspectiva de
cómo los principios de la teona mfr~ fecho privado el importante prin-
construccción. Así, se esta-:uye en. e e 'ice-- de que el hombre nunca 10 W. HAENSEL, Kants Lehre vom Widerstandsrecht (La doctrina de Kant
t
"
CIpl0 - en armonía con el ImperatIvo ca egor . . :acerca del derecho de resistencia), Berlín, 1926.
. 'k kantischen Religionsphtlosophte 11 Comp., fuera de 10 que se ha expuesto renglones arriba acerca de la evolu-
8 Comp. TM. HOEKSTRA, ImmanfInte Knt: r:lri6n) Kampen, 1906. ·ci6n del sistema kantiano, el tratado Idea de una historia universal desde un punto
(Crítica inmanente a la fi.lo~o!ía ka~t1anfa d~J . J?elig!ón dentro de los límites de de vista cosmopolita (1784); Recensión de las ideas de Herder (1785) j Probable
9 Comp. Crítica det JUtCto, paragra os ss., ,comienzo de la historia universal (1786).
la mera raz6n, tercera parte, 1, pp. 2 ss.
!
I
I
492 VI. El idealismo alemán. La crítica de la raz6n 40. La finalidad natural 493
satisfacerlas. Pero, puntuahnente, esto contradice la opinión de los por- t~ón, Ahora bien, tocante a las intenciones del querer, la pregunta ya ha
tadores del Iluminismo filosófico, de que la felicidad es el destino del SIdo resuelta por la crítica de la razón práctica: el único fin de la volun-
hombre. En relación inversa a la satisfacción empírica del individuo, se tad st;s~eptible de tener v~lidez a priori, es ,el cumplimiento del imperativo
desarrolla la educación moral del conjunto, el dominio de la razón prác- categonco, y ;~ este; sentIdo de?e? ser est1lllados, como necesarios y uni-
tica. Y, puesto que la historia exhibe la vida externa de la humanidad, versalmente validos solo los sentImIentos del asentIr y disentir con los cua-
su objetivo es la realización del derecho, la creación de la mejor constitu- les poda~os. emplear los predicados éticos de "buend' y "malo", Por
ción política en todos los pueblos: la paz perpetua -un fin cuyo cum- tanto, se lnnIta -el nuevo problema a la aprioridad de aquellos sentimien-
plimiento, al par que el de todas las Ideas e ideales, yace en el infinito. tos a los que no precede, fundando ninguna intención de finalidad. Estos
son, como de antemano puede advertirse, los sentimientos de 10 b e 11 o
y del o s u b 1 i m e.
40. La finalidad natural 2, En. otro senti~o, ,empero, se e~sancha el problema, al traer a cuento
las f ,u J?- c Ion e s 10!5 ~ ~ a s que vienen, al caso en los sentimientos (y
A. STADLER, Kants Teleologie (La teleología de Kant), Berlín, 1874. asentlITuentos), Los JUICIOS en los que estos se expresan son todos sin
H. eOHEN, Kants Begründung der Asthetik (La fundamentación de la estética duda alguna, de nat;rraleza si~tética, f~edicados como agradable,' útil,
por Kant), Berlín, 1889, bell,o, y bueno, no estan, contemdos anahtlcamente en el sujeto; sino dan
V, BAsaH. Essai critique sur l'esthétique de Kant, Paris, 1896, I!-0tlCla de~ val,:r ,del objeto _respecto a un fin: Son valoraciones de fina-
O, SaHLAPp, Kants Lehre vom Cenie und die Ents.tehung der Iúitik der Urteils-
kraft (La doctrina de Kant acerca del genio y el origen de la crítica de la capacidad hda~ y SI g n ,1 f I can en cad a c a s o, 1 a s u bar d i na ció n del
de juzgar), Gotinga, 1901, o b Jet o al fin, Kant ,d~signa, dentrs del esquema ,Psicológico que está
E. UNGERER, Die Teleologie Kants und ihre Bedeutung für die Logik der en l~ base d~ toda su cntlca de la raz.on a la capaCIdad de subsumir lo
Biologie (La teleología de Kant y su importancia en la lógica de la biología), 1921. partlc';11ar baJO l0, general~ con el no~bre de cap a cid a d de j u z g a r
A. BAEUMLER, Kants Kritik deT Urteilskraft, ihre Geschichte und Sys,tematik
(La critica de la capacidad de juzgar en Kant, su historia y sistemática), Halle, 1923, (Urtezlskra(t), y esta debiera tener, mcluso en las funciones teoréticas el
pap~l . mediador e~tre. ~azón, y entendi.miento de tal modo que aquiUa
Debido a la aguda oposición de naturaleza y libertad, necesidad y fina- sumU;lstrase l?s pnnclplOs, eS,te l,~s obJetos: ~a ~a'pacidad de juzgar, en
lidad, acaban por separarse en Kant la razón teorética y la práctica a tal cambIO, llev~na a ca~o la apl~caclOn de los pnncIplOs a los objetos.
extremo, que queda en peligro la unidad de la razón, La filosofía crítica La capaCIdad de Juzgar, SIn embargo es analítica en su uso teorético
ha menester, por tanto, de un ter c e r p r i n c i p i o definitivamente con- en cu;u:-to caracteriza los objetos median'te conceptos genéricos, según re~
ciliador merced al cual se lleve a efecto la s í n t e s i s d e a q ~ e 11 o s gl~s 10glco-fonnales: Se trata de encont~ar para la premisa mayor la pre-
a n t a g o n i s m o s, y esto tiene lugar en una forma ejemplar para el des- nllSa menor conve~lente o para la premISa menor la premisa mayor, a fin
arrollo metódico de su sistema,~ d~ sa~ar )~a conclUSIón correcta. Frente a esta capacidad de juzgar "deter-
1. Con arreglo a la clasificación tripartita de la vida psíquica, adop- mmabva , q~e no ha menester de "crítica" alguna, pone Kant ahora
tada por Kant (comp. parágrafo 36, 8), la solución de tal problema no una re f l,e x 1 va, en la que la síntesis estriba, puntualmente, en el acto
puede hallarse sino en la esfera del s e n t i m i e n t o o a s e n t i m i e n t o. d,e s';1bordmar algo a un fin, Y con arreglo a ello se formula en estos
Este ocupa efectivamente un 1 u g a r in ter m e dio entre la represen- t~rmmos el I;roblema de la crítica de la capacidad de juzgar: ¿ E s P o-
tación y el deseo. También el sentimiento (o asentimiento) supone una s ~ b 1 e ~ P; I 0. r i. con c e b ira l.a, na t u r a 1 e z a do t a dad e fin a-
representación, forjada en sentido teorético, del objeto, y se relaciona con 1,lda,d, S;~ lmaJe de duda, constituye esto la suprema síntesis de la
ella de m o d o sin t é tic o: y esta sí n t e s i s se manifiesta como senti- fIlos,ofl a , cntIca: e 1 e m pie o del a s c a t e g o ría s del a r a z Ó n
miento de placer o displacer, o como asentimiento o disentimiento en que p,ractlca en la esfera de los objetos de la razón teoré-
el sujeto considera a los objetos como adecuados o inadecuados para algo. tiC, a, ~s claro de antemano que este empleo no puede ser teorético ni
Puede darse el módulo de tal valoración (apreciación), pues, como inten- p r ~ c t,l C o, n o p u e d e s e r u n con o c i m i e n ton i u n q u e -r e r:
ción consciente de finalidad; por tanto, existir en la forma de querer, y es unlcamente la consideración de la naturaleza des-
en tales casos se designa a los objetos ora útiles, ora perjudiciales; mas d e e 1 p u n t o d e v i s t a del a fin a 1 ida d.
también hay sentimientos que, sin estar referidos a intención alguna, ca- ~uando la capacidad ~e juzgar r~fle~iva indica el camino para con-
racterizan a sus objetos como a g r a d a b 1 e s o d e s a g r a d a b 1 e s, y cebIr la naturaleza con VIstas a la Ílnalidad del sujeto de que se trata
también en éstos debe ser decisiva, de algún modo, la finalidad, aunque co~o ,t~l, pr~c~de e s t é t.i c a m e 11 t e, esto es, tiene que ver con nuestra
no consciente, s~n:lblhdad; SI, en cambIO, considera a la naturaleza de tal suerte como
De ahí que la crítica de la razón lance la pregunta: ¿ H a y s e n t i- SI. esta en sí estuviera dotada de finalidad, entonces procede te 1 e o 1 ó _
mientas a priori o asentim-ientos de validez universal g.1 ~ a m e n ~~, en el estricto, sentido de la expresión: De esta suerte se
y n e c e s a r i a? Es claro que la decisión acerca de la validez de los fines dlVlde la CrItIca de la CapaCIdad de Juzgar en dos partes: la investiga.
depende de lo que determina a los sentimientos y asentimientos en cues- 2 A~i justifica. Kant; en la Introducción, VII (Obras completas, V, pp, 188 ss,)
~Compárese la nota al fin de la Introducción a la Critica del juicio, Obras el, camblO de ternunologIa: comp, el tomo IV; 30; Y III, 50, de las Obras completas
completas, V, p. 197, as! como el parágrafo 34, 11, nota 24, de esta obra, '
VI. El idealismo alemán. La eTítica de la razón 40. La finalidad natural 495
494
bilidad con cualesquiera intereses, sino en su compatibilidad con las for~
ClOll de los problemas estéticos y la investigación de los problemas teleo- mas cognoscitivas, merced a las cuales nos los representamos. Ahora bien
lógicos. . . ' . .
3. En la primera part:, .trata Kant, de ~nmedl::;t~,. de escmd~r ~lgU-
l~s, ~uerzas que colab?rLl;n en la represent~ci~n de todo objeto, son la sen~
sIbIlI~a,d y el entenrulDle:nto, E 1 s en t 1 m 1 e n t o del o b e 11 o, pues,
rosamente el j u i e i o e s t e tIC? de las espeC1~s de, JUICIOS de sentIm1ento se ongma en aq.uellos objetos, en cuya representación participan sensibili~
o asentimiento colindantes con el, en ambas dlrecclOues. Para eso, parte dad y entendinnento de modo annónico. Semejantes objetos son adecua-
del sentimiento de lo bello. Con lo bueno comparte lo bello el carácter do~) por su influjo, sobre nuestra actividad representativa: y a ello se
de ser a priori; pero lo bueno es aquello que concu~rda con la ll?rma su- refIere el placer desmteresado que se manifiesta en el sentimiento de su
prema expresada en la ley moral; lo bello, en cambl<;>, ~ 1 a e e SIn e o ,n- belleza.
e e p t Q. De ahí que no sea posible suministrar ut; cnt~no / g~neral y obJe-
Mas' esta referencia a los principios formales de la representación de
tivo con arreglo al cual pueda ser juzgada con eVldencIa loglca la belleza;
o?jet<;s no tiene su raíz solamente en procesos individuales, sino en la "con-
no ~s posible una doctrina estética; sólo hay una Crí~ica del ¡¡us!o) esto
CIenCIa en general", en el "sustrato suprasensible de la humanidad", Por
e~, una investigación acerca de la posibilidad de la valIdez a prIon de los ello, el sentimiento de tal finalidad de objetos es comunicable de manera
juicios estéticos. " , universal, aunque conceptualmente no pueda demostrarse; de ahí puede
Por otro lado, comparte lo bello con lo agrn:dable la mco~cept~abllI-
hacerse comprensible lo a priori del juicio estético,
dad la ausencia de un módulo consciente para Juzgar, es deClr, la mme-
diatez de la impresión, Pero la diferencia reside en que lo agradable es 4, Al paso que la "finalidad inintencionada" de lo bello está en re-
algo que place de manera individual y fortuita, al pas~ que lo bello es lación con el influjo del objeto sobre la función cognoscitiva concibe Kant
objeto de un placer universal y necesario,3 La sen~encla de que no se la e s ~ n e i a del o su. b 1 i m e, por cierta compatibilidad' del influjo de
puede disputar sobre gustos, es verdadera en el sentIdo de que, en cosas l?s objetos con la relaCIón que guardan la parte sensible y la suprasen-
del gusto, de hecho, no puede ejecutarse nada. echando mano. ¿e recurs~s sIble de la naturaleza humana,
, lvEentras ,l? heno significa un ritmo placentero en el juego de las ener-
conceptuales; lo que no ,~~cluye que s.e~ pOSIble, ~a apel~c~o~ a S;~tI
g~as ,cognoSCItIvas, el efecto de lo sublime se produce por un sentimiento
mientos universalmente vahdos. La dIftCUlt~d loglca del J':-ICI~ es~etIco
había consistido para Kant, en que expresa slempr~ ~a apre~laCIOn ,smgu- dlSphcente (Unlustgefuehl) de lo inasequible. Frente a la magnitud in-
lar de la vivencia y, sin embargo, pretende con exIto, valIdez unIversal c?mensurable o la fuerza omnipotente de los objetos sentimos la incapa-
cI~ad de nu~stra intuici?ll sensible para dominarlas, nos sentimos opri-
v necesaria. Pareja especie de aprioridad no puede ser concept~al como
Ía de los juicios teoréticos y prácticos: ha de fundarse de algun modo, mIdos y hunnllados: Umcamente sobre esta nuestra insuficiencia sensible
s~ erige la capacidad suprasensible de nuestra razón. Si la imaginación
pues recurriendo al sentimiento. tIene q~~ ver sól? con las relaciones extensivas, de magnitud -10 sublime
En fin, de ambos (de lo bueno y de lo agradable) se dife;encia lo
bello en que es objeto de un p 1 a e e r p o ~ ~ ~ m p,! ~ t o d e SIn ~ e r e- matematIco--------,
~
tnunfa entonces la actividad, firmemente creadora' del a
, ,
s a do; lo que se manifiesta en que, para el JUl~IO estehco, la r e a.ll. dad r a z o n t e o r e tIC a: cuando se trata, en cambio de las relaciones de
e m p í r i c a de su objeto es, enteramente ~ndlferente,. Los sentunl~ntos fuerza --el sublime dinámico-- se impone entonces' nuestra dignidad mo-
hedónicos suponen en su totalIdad la actualidad matenal de los fenome- ral sobre toda s~erte de fuerzas de la naturaleza, En ambos casos queda
nos que los provocan: Asentimiento o disentimiento éticos to:n;ar: en cuent,a superado y venCIdo el, desagrad? de nuestra postración sensible gracias a
nues~o elevado y, raclOnal destIno, ,Y puesto que esto constituye la pro-
la realización del fin moral, en el querer y obrar: los sentImIento~ este-
ticos en cambio implican un puro estado de complacenCIa en porCIOnada relaClOll de las dos vertIentes de nuestra esencia obran estos
1 a ~ e r a r e p' r e s e n t a ció n del o b j .e t o, aunque, éste C,a:ezca de objetos s u b 1 i m a n d o, y crean un sentimiento placentero' de la razón,
objetividad para el conocimiento, o no eXIsta, A la VIda estetIca falta que nuevamente, ya que se funda en la relación de las fonnas de las re-
tanto el impulso sentimental del bienestar y malestar, personales, como la presentaciones, es de validez a priori y comu·nicable de modo universal.
seriedad de la faena universalmente válida de los ftnes morales: es un 5, La teoría estética de Kant culmina, pues, no obstante su punto
simple juego de las representaciones en, el ámbito, de l~ fan~asía. . de partida "subjetivo", en una explicación de lo bello y lo sublime en la
Una complacencia tal que no se reÍlere al objeto, SIllO solo a la 1 ro a- n. ~ t u r a 1 e z a; y caracteriza ambos sentimientos por medio de la rela-
gen del o b jet o, no ~!ecta la n:ater~a objeti;ra de é~ -p~esto que ésta Clon de las formas de las representaciones. Por ello, halla el filósofo la
aparece siempre en relacIOll con el mteres del SUJeto-: smo sol? la f o r m a belleza pura sólo allí donde el juicio estético se refiere a formas exentas
ID e d i a n t e 1 a c u a 1 s e r e p r e s e n t a e 1 o b Jet o mIsmo. Y en
de sign~ficación, co~~ept~al. Donde aparece mezclada al placer una
ella habrá que buscar, si en algún lugar .existe, el fundan:e~t? de l~ ,sín- referenCIa a la: slgnif.lcacIOn ~e las formas, por ejemplo, una norma de
c~nducta, por ImpreCISa que esta sea, entonces surge la belleza ten d e n-
tesis a priori, que, de alguna manera, es mmanente a ~o? JUICIOS estetlco~.
La fin al ida d de los objetos estéticos no puede reSIdIr en su compatl- c lOS a. Esta apar~~e s,iempr,e donde el juicio estético se dirige a objetos
en cuya representaclon mtervlene una referencia de finalidad externa. Las
3 Comp, F. BLENCKE, Kants Unterscheidung des Schonen vom Angenehmen7 normas de la belleza tendenciosa se manifiestan en tanto consideramos en
(La distinci6n kantiana de 10 bello y. ?~ lo agradab~~), E,st:a,sburgo 188.9, ~n el fenómeno individual la relación con lo especial que él expresa. No exis-
cuya obra se acentúa la analogía con el JUlC10 de percepclOn y JUlCIO de expenenGla. ten normas de belleza para paisajes, arabescos, flores, pero sí para los
(Véase el parágrafo 38, 6).
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supremos tipos del mundo. orgánico" !~les n"o:mas son los id e a 1 e s e s- mediante un nexo mecánico de sus partes entre sí y su medio ambiente.
t é tic o s, y el verdadero ldeál del ]UIClO estetlco es. el h o ID b r e. .; Pero precisa tomar .en cuenta 10 distintivo de la materia organizada y su
La representación del ideal es el .a ,r t e, la capacIdad de la producclOn capaCIdad de reaCCIón como un momento ya no reductible. Si quisiera
estética. Pero para que sea una actIvIdad adecuada del hon:bre, s,u obra un "arqueólogo de la naturaleza" perseguir, tan lejos como fuera posible
ha de producir la impresión de lo bello, esto es, ha de ser no lntencIOnada, la .ge?e.alogía ~e .los ~eres vivos~ el .origen de unas especies de otras, segú~
libre de interés y exenta de conceptuación, como la b~lleza ?C la na~ura. p~mcIplOs mecamcos, u tr?pezana SIempre con una organización primige-
El a r t e t é e n i e o produce con arreglo a norm~s e mtenclOnes, objetos nIa, que no podría exphcar por el simple mecanismo de la materia in-
adecuados para la satisfaccción de determinados mtereses. L a s b e 11 a s orgánica; pues de otra suerte estaríamos en aptitud de reconstruirla.
a r t e s obran sobre el sentimiento cual un producto espontáneo de la na- . Per? esta explicación es imposible ya que la esencia del organismo re-
turaleza: es preciso "considerarlas como naturaleza". -sIde en que el todo está determinado por las partes, así como la parte
El secreto y 10 característico en la creación. estética reside en que el por el todo, de manera que cada miembro es tanto causa como efecto
espíritu verdaderamente creador labora de la rrusroa manera como se .ge- del todo. Esta mutua causalidad es mecánicamente inconcebible: el or-
nera la naturaleza: inintencionada y desinteresadamente. El gran artIsta ganismo es el milagro del mundo de la naturaleza. 6 Precisamente este
no produce con arreglo a cánones universales; más bien, inventa és~os en jnego de formas y fuerz'as a 'sí mismó' referido, es' lo que produce respecto
su faena no arbitraria: es original y ejemplar a la vez. El gen loe s al organismo, la i m p r e s ión d e fin a lid a d. Por ende 1;,
conside-
u n a in t e 1 i gen ci a q ti e o b r a c o ro o n a t u r a 1 e z a. ración teleológica de los organismos es necesaria y universa1~ente válida.
En la esfera de la racionalidad humana está representada la buscada Pero nunca ha de verse en ello otra cosa que una fonna de consideración.
síntesis de libertad y naturaleza, de finalidad y :r:ece.sidad,. ~e ac~ividad E:l p~nsamiento jamás debe detenerse en 10 particular: la mirada en esta
práctica y teorética, por el genio, que crea con fmalIdad mmtencIOnada v~tahdad plena de fin debe servir más bien como p r i n c i p i o h e u r í s-
tIC o, para la búsqueda de los nexos mecánicos, por obra del cual ésta
la obra de arte. 4
6. En la crítica del juicio t e 1 e o 1 ó g i c o el tema por excelencia se lleva a efecto en cada caso particular. .
reside en fijar, con arreglo a los puntos de :vist~, del,Ide,a!ismo trascenden- 7. Kant designa con el nombre de e s p e e i f i c a ció n del a n a-
tal las relaciones que median entre la exphcacIOn clentiflca de la natura- tu r a ~ e z a un segundo límite del conocimiento natural. De la razón pura
lez~ y la consideración finalista de ella. La. ~eoría c i ~ n t í f i c o-n a t~ s~ de;Ivan las formas gene.rales de la legalidad en la naturaleza, pero
r a 1 sustenta, en todas sus partes, el meCanICISmO; el fm no es. ca~~gona solo estas. Las leyes espeCiales de la naturaleza se ordenan bajo tales
ni principio constitutivo de conocimiento verdadero: toda exphcacIOn de leyes generales, pero no se derivan de ellas. Su, peculiar contenido es sólo
la naturaleza muestra la necesidad causal, merced a la que un fenómeno empírico,. esto es,. d.esde el punto de vista de la razón pura, fortuito, de
produce otr? No puede pensarse con.cep~ualmente u?a cosa de l~ n~~u mera ;ralIdez factICIa. 7 No puede explicarse por qué aparecen con este
raleza, admItiendo aquella supuesta fmalIdad. SemeJante. ~ele~log~a m- contemdo y no otro. 8 Pero al mismo tiempo se revela lo particular de
dolente" es la muerte de la filosofía natural. La concepcIOn fmalIsta no la na~uraleza provisto de finalidad; por una parte, en atención a nuestro
tiene lugar en la esfera del conoci~iento. '" , . COnOClrr1e:r:to, en tanto la muchedumbre de lo fáctico de la percepción
Mas, partiendo del punto de VIsta de la exphcaclOn mecanIca de l.a es susceptIble ~e subordi~arse a la~ f~r~as a priori del intelecto; por otra,
naturaleza sólo se tendría el derecho de recusar toda suerte de conSI- ya que armollIza la vanada multIplICIdad de lo dado con una realidad
deración teleológica, si con el simple recurso de copcep~os ~ientíficos se objetivamente unitaria.
pudiese hacer comprensible el sistema total de la. expene~cI~, . hasta en En esto radican los fundamentos a priori para considerar
sus últimas manifestaciones, al menos en sus radIcales prmcIpIOs. Pero la naturaleza como un todo bajo el punto de vista de
si existen provincias donde la teoría cie?tífi.ca (no prech;amente debido 1 a fin a lid a d y para ver en el gigantesco mecanismo de su nexo causal
a la limitación del material de la expenencIa humana, SIDO a la forma la realización de una suprema fin a 1 ida d r a c ion a 1. Pero este fin
constante de proceder \n. la investigación) es insufi~i~I?te para explicar no puede ser otro, según el primado de la razón práctica, q u e 1 a I e y
lo dado es preciso admItIr para estos sectores la posIblhdad de un com- m o r a 1, y su cumplimiento por el cabal desarrollo histórico del género
plement~ del saber mediante una consideración ~eleol~gica, 'ponie~~o de humano: de esta suerte desemboca la consideración teleológica en la fe
relieve que 10 inexplicable mecánicamente da la meqUlvoca nnpresIOn d.e moral de un orden cósmico divino. Así, se pone de manifiesto que el
finalidad. La teleología crítica versa sólo sobre los con c e p t os 1 í m 1- "sistema de la experiencia", la totalidad del mundo sensible en su exten-
tes de la explicación mecánica de la naturaleza.
El primero de ellos es la vid a. No sólo no ~a sido l~grada hasta 5 Los lugares en los cuales Kant ha previsto la posibilidad de la teoría de la
ahora una explicación mecánica del organismo, smo que mcluso para descendencia, más tarde descubierta, aparecen reunidos en su integridad en FR.
Kant es imposible por principio. Toda vida se explica sólo mediante otra SCHULTZE J Kant und Darwin (Jena, 1874).
6 Compárese parágrafo 34, 9.
vida. Se deben explicitar las funciones particulares de los organismos . 7 Aquí se enlaza Kant, en forma por demás interesante, a las últimas especula-
ClOnes de la monadología leibniziana: oompárese parágrafo 31, 11.
4 Acerca de la conexión histórica de ,estas doctrinas desenvueltas por Kant, en 8 Kant intentó en su obra de madurez resolver esta imposibilidad, pero no
el marco de sus sistemas, compárese el libro ya citado renglones arriba de O. SCHLAPP'. 10 ha logrado a peSar de todos sus ensayos del Tránsito de la metafísica a la física.
32
VI. El idealismo alemán. La crítica de la razón
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1 ro debe ser considerada como la
sión espacial y ~n su des~rrol o ~~pore d inteligible. La razón estética
realización del fm deter;Illnante ~., mun .ivamente el dualismo de razón
supera no sólo ~ormal, SI que t,a~J~n pOSI ~ate la concepción filosófica
teórica y práctica: hasJa daqUl , ac~~p~ende el íntimo sentido de todas
del mundo, de ~ant, y es ehaq~ se lt de la mano de los problemas CAPÍTULO SEGUNDO
sus teorías particulares que a esenvue o
concretoS, I I f de cuentas dotada de finalidad
Si consideramos la natura eza, a . m lenarnente entre sí las formas
en tal sentido que en, eU:: se arm::::ucfll
P de contenido subordinándose, LA EVOLUCION DEL IDEALISMO
generales y las determmaClOueS pa lCU a~es I e s p '1 r i t ~ d i v i n o como
.' 1 fin moraI aparecena e .
al propIo tiempo, a 'al" tante que su contenIdo, y en
la r.azón que crea sus formas,. ~tmsmo :ntaSI como in tui ció n in- El desarrollo de los princIpIOS descubiertos por Kant, se llevó a cabo
este contem'do real'IZa supropIO
.. n . o VI t" - {) En este concepto se en-
en los comprensivos sistemas de la filosofía alemana, bajo la acción con-
telectual o entendImle~~o lntu lVO. junta de circunstancias muy heterogéneas. Tocante a la situación externa,
cuentran las Ideas de las tres CntIcas. ha sido desde luego de importancia que el c r i tic i s m o, una vez que
hubo traspuesto su inicial época de la incomprensión e indiferencia, fue
exaltado por los espíritlJs conductores de la Universidad de J e n a, y
convertido en el centro de una brillante actividad académica: con ello
se daba la ocasión para crear, de los fundamentos estatuídos por Kant
gracias a una pulcra diferenciación y un agudo ordenamiento de los pro-
blemas filosóficos, u n s i s t e m a d e d o c tri n a unitario y sobremanera
influyente. La voluntad de sistema nunca ha avasallado el pensar filosó-
fico de modo tan enérgico como en esta época, y una buena parte de la
culpa la tuvo la pasión de un auditorio, exaltado tan variada y honda-
mente, que reclamaba del maestro una conclusa y científica concepción
del mundo,
En Jena se hallaba la filosofía muy cerca de We i m a r, la residencia
de G o e t h e y la capital literaria de Alemania. Por permanente y per-
sonal contacto se impulsan aquí, recíprocamente, p o e s 5. a y f i los o fía,
y desde que S c h i 11 e r crea el nexo conceptual de ambas, se penetran
cada vez más Íntima y profundamente, en su vuelo triunfal.
Un tercer momento es de naturaleza puramente filosófica. Una coin-
cidencia, rica en consecuencias, fue ésta: precisamente en la época en
que la crítica de la razón del "omnidestructor" de Koenigsberg abría la
nueva ruta, llegaba a conocerse en Alemania el más acabado e irúluyente
de todos los sistemas metafísicos, el tipo del "pensar dogmático": el s p i-
n o c i s m o. Por la controversia entre J acobi y Mendelssohn, en torno a
la actitud de Lessing respecto a Spinoza, había despertado el más vivo
interés la doctrina de este último; de esta suerte se convirtieron (dado
el agudo antagonismo existente entre ambos) Kant y Spinoza en los dos
polos alrededor de los cuales hubo de moverse la filosofía de la siguiente
generación.
La preponderancia del influjo kantiano, se deja reconocer, principal~
mente, en que el carácter común de todos estos sistemas es el i d e a 1 i s-
m o: 1 se desarrollan, en su conjunto, de las ideas antagónicas que aparecen
derecho natural, 1796; Las dos introducciones a la doctrina de la ciencia, 1797; helénJco~germana del mundo (1925); FR. ROSENZWEIG, El más antiguo programa
El sistema de la doctrina moral, 1798; El destino del hombre, 1800; El eftado de, slstema del idealismo alemán. Un hallazgo manuscrito, Heidelberg, 1917; ade-
comercial cerrado, 1801; La esencia del sabio, 1805; Los caracteres de la epoca ~as, E. CASSIRER, Logos, VII Y VIII (19'18 ss.). y W. BOEHM (Deutsche Viertel_
contemporánea, 1806; Guía para la vida beata, 1806; ~a .te~ría del Estado (Con- Jahrsschrift IV, 1926). En la 4'1- ed. del Schelling, de KUNO FISCHER aparece un
ferencias) 1813; Obras, 8 vols., Berlín, 1845 ss.; Escntos postumos, 3 vals. Bonn, valioso apéndice de H. FALKENHEIM, 1923. '
1834. Reimpresión, 1925; la edición en seis volúmenes de las principales obras, . Entre los pensadores próximos a Schelling, hay que subrayar: de los r o m á n-
de Medicus (1911 ss.), ha sido completada recientemente con material aún no tlCOS (compárese RUD. HAYM, La escuela romántica, Berlín, 1870,4" ed., 1920;
publicado. Otros materiales, en DANNENBERG (Kantstudien, 1911); FR. BUECHSEL RIC. HUCH, La época de esplendor del romanticismo 8Q- ed 1921· Auge
(1914); S. BERGER (Marb. Diss., 1908); M. RUNZE (1909) y otros. H. SCHULZ y decaqe.ncia del fiomanticismo, 6'1- ed., 1921; O~c. EW~LD, Los" problefnas del
(1925) ha hecho la edición crítica y completa de la correspondencia epistolar. Muy romantlcISmo, Berlm, 1904; E~",:""IN KIRa~ER, La /llosoffa del romanticismo, Jena,
valiosa desde el punto de vista biográfico, H. SCHULZ, Fichte en cartas íntimas de 1906; Osc. WALZEL, RomanttcISmo aleman, 4!Jo ed., 1920' S. ELKUSS Valoración
sus coetáneos (1923). CFR. J. H. LOEWE, La filosoffa de Fichte, Stuttgart, 1862; del r0111:a'fLticismo y critica de su investigación, 1918. J. P:;"TERSEN, Ld esencia del
R. ADAMSON, Fichte, Londres, 1881, G. SCHWABE, La doctrina de Fichte y Schopen~ romantzclSmo alemán, 1926): Fr. S c h 1 e gel (1772-1829)' Características y crÍ-
hauer acerca de la voluntad, Jena, 1887, M. CARRIERE, La evolución espiritual de ti~as en el "Athenaeum", 1799 s.; Lucinda, 1799; Confere~cias filosóficas de los
Fichte, Munich, 1894; E. LASK, El idealismo de Fichte y la historia, Tubinga y anos 1804~1806, ~d. por WINDISCHMANN, 1836 s. Obras completas, 15 vals., Viena,
Leipzig, 1902; W. KABITZ, Estudios sobre la doctrina de la ciencia de Fich,te, Ber- 184~ y N o;' a 11 s (Fr. V. Hardenber%, 1772-1?81: acerca de él. E. HEILBORN,
lín, 1902; G. TEMPEL, La posición de Fichte acerca del arte, Estrasburgo, 1902, Be;h,n, 190~, W. DILTHEY en Erlebnts und Dzch~ung; ~: SIMON, El Idealismo
ALFR. SCRMID, La filosofía de Fichte y el problema de su interna unidad, Friburgo, m.agtco, HeIdelberg, 1906; R. SAMUEL, La concepct6n poetlca del Estado y de la
1904.·; X. LÉON, La filosoffa de Fichte, París, 1902; El mismo, Fichte contra Schell- hts,toria de Fr. v .. Harde.nberQ, 1925); también K.~. Solger (1780~1819, Erwin,
ing, 29 Congreso de filosofía, Génova, 1904, p. 294 ss.; el mismo, Fichte y su IBIS? Conver~actones fdos6ftcas, 1817; ConferencIas sobre estética, ed. de Heyse,
tiempo 3 -vals., 1922 ss.; FR. MEDICUS, Juan Teófilo Fichte (Berlín, 1905); el 1829); ademas, Lor. Oken (1779~1851; Manual de filosofía natural Jena
mismo, Vida de Fichte, 2Q- ed., 1922; H. HEIMSOETH, Fichte, 1923; E. BERGMANN 1809-11; d. ECKER, Lar. Oken, Stuttgart, 1880), H. S t e ff e n s (1773-184.,5 u~
(1914); E. HIRSCH, La filosofía de la religión de Fichte, 19.14; GURWITSCH, El noruego, Caracteres de la ciencia filosófica de la naturaleza, 1806), G. H. S c'h u-
sistema de la ética concre.ta de Fichte, 1924; N. WALLNER, Ftchte como pensador be r t (1780~1860; Sanci0'!1es de una h~stori~ gener!Zl de la vida, 1806 ss,), J. J.
politico (1926).
V'f ~ g n e r (1775-1841; SIstema de la ftlosofza del tdeal, 1804, Organon del cono-
Federico Guillermo José S che 11 i n g nació el año de 1775 en Leonberg CImIento humano,. 1830); Fr~nz Baader (1765-1841; Fermenta cognitionis,
(Wuerttenberg); después de su formación en Tubinga, pasó, hacia 1796, a Leipzig; 1822 ss.; Dogmáttca especulatwa, 1827 ss,; Obras completas con biografía por
más tarde fue profesor en Jena (1798) y en Wuerzburg (1803). En 1806 fue Fr. Hoffmann, Leipzig 1851 ss.) E. LIEB, Juventud de Baader 1926' D. BAUMG~RDT
llamado a la Academia de Munich; temporalmente (1820~1826) actuó en la F. V. I!aader.y su filosofía .rom~n,tica, 192~j K. Chr. Fr. Kra-dse (1781-1832~
Universidad de Erlanger; en 1827 ingresó en la Universidad de Munich, que se Bosquejo del ststema de la fzlosofza, 1804; Pzntura de la humanidad 1811' Sumario
fundaba a la sazón. De aquí fue llamado a Berlín (1841), en donde abandonó del sistema de la filosofía, 1828; En los últimos decenios han apar~cido i~agotables
pronto su actividad docente. Murió en 1854 en Ragaz. Comp, la vida en Cartas fragmentos de sus obras P?,stumas, ed. de p'. HpHLFELD y A. WUENSCHE, Cf. R.
de Schelling, ed. por G. WAITZ, Leipzig, 1871. En su personalidad domina la capa- EucKEN, En conmemoractOn de Krause, Lelpzlg, 1881) y J. Goerres (1776·
cidad armoniosa de una fantasía omnilateralmente estimulada: religión y arte, 1.848). Obras c;ompletas (Colonia, 1926 ss.). Acerca de la vida posterior de la
ciencia natural e investigación histórica le proporcionan un rico material, merced fllosofía romántica de la naturaleza, d. también la introducción de A. BAEUMLER
al que sabe vivificar la sistemática kantiano-fichtiana y ponerla en relación fruc- a la obra de J. lo BACI;IoFEN, El mito de Oriente" Occidente, Munich, 1926.
Jorg~~ Fedenco Gmllenn3 He gel, at~igo de Sch~lling y de mayor edad que
tífera e incitante con otro_s muchos intereses. Pero también por eso se explica que é!l~e, nacIO en Stuttgart el ano de 1770; hIZO sus estudlOS en Tubinga' fue profesor
su doctrina haya variado sin cesar, aunque él mismo creyese que su concepción
fundamental permaneció igual de principio a fin. Su evolución filosófica y literaria pnvado en Berna y Frandort, e inició hacia 1801 su actividad doc~nte en Jena
donde llegó a ser profeso; extraordinarÍ<;. Después de 1806 fue redactor de prens~
se ,divide en cinco periodos: el]- Bamberg y. en 1808 dIrector de ,?n hce~ en Nu;emberg. Por el año 1816 ocupó
1. La filosofía de la naturaleza: Ideas para una filosofla de la naturaleza, catedra en HeIdelberg, en 1818 paso de alh a Berlm, donde tuvo la jefatura hasta
1797; El alma del mundo, 1798; Primer bosquejo de un sistema de filosofía natu- su Il}-uerte (1831), de una escuela siempre brillante y cada vez más nu~erosa.
,al, 1799. PU~}lCÓ, fuera d~ sus estudios en ~ ]ournal crftico de la filosofía, editado en com-
2. El idealismo estético: El idealismo trascendental, 1800; Conferencias sobre pama de Schellmg: Fenomenologta del espíntu, 1807· La ciencia de la lógica
filosofía del arte. 1812 ss.; la Enciclopedia de las ciencias filosóficas~ 1817' la Filosofía del derecho~
3. El idealismo absoluto: Exposición de mi sistema de la filosofía~ 1801; ~821; Desde el año de 182? los Anuarios pa!a la crítica' científica constituyeron eÍ
Bruno o acerca del principio natural ')1 divino de las cosas, 1802; Conferencias organo de la Escuela hegehana. Sus obras, mcluyendo las conferencias redactadas
sobre el método del estudio académico, 1803. por sus discíp"';ll?,s, han sido editadas en 18 vols., Berlín, 1832. Actualmente aparece
4. La doctrina de la libertad: Filosofía y religión, 1804; Investigaciones acerca una nueva edIclOn de sus obras, hecha sobre los manuscritos de G LASSON en la
de la esencia de la liber,tad humana, 1809; En conmemoración del escrito de Jacobi uBibli~teca filos.6fica". A. BAEUMLER, Escritos de Hegel ac~rca d~ la filos~fía de
acerca de las cosas divinas, 1812. la ~ocle~a·~ (DIe Herdf1aI?me, XI, 1927). Hegel era una naturaleza doctrinaria
5. Filosofía de la mitología y de la revelación, conferencias en la segunda y slstematIca I?C?r excelenCia. Un saber. sob~emanera rico y profundo, mucho más
parte de sus obras. hondo y ampho en el campo de la hlstona que en el de la ciencia natural se
Obras completas, 14 vals., Stuttgart y Augsburgo, 1856~1861. Impresión deco- aúna. en él con una complexión por demás sistemática; la fantasía y los inter~ses
rada, en nuevo ordenamiento, Munich, 1927 ss. Obras acerca de la filosofía de prácticos quedan en su vida muy por abajo de la exigencia puramente intelectual
la sociedad, seleccionadas por M. SCHROETER (Die Herdflamme, XII, 1926), Com~ que trata de concebir la totalidad de los conocimientos humanos como una nece~
párese sobre él las Conferencias de K. ROSENKRANZ, Danzig, 1843; además L. NOACK, sidad histórica y en n~xo unitario. P~ueja uniformidad didáctica aparece para bien
Schelling y la filosofía del Romanticismo, Berlín, 1859; HARTMANN, El sistema filo- ;: para mal en la forja de su termmología. Hay que citar de la muy difundida
sófico de Schelling, Leipzig, 1897; R. ZIMMERMANN, La filosofía del arte de Schell~ h.teratura: ~. ROSENKRANZ, rida de Hegel, Berlín, 1844; el mismo. Hegel como
ing, Viena, 1876; K. FRANTZ, La filosofía positiva de Schelling, Coethen, 1879; ftl6sofo nactonal alemán, Berlm, 1870; H. ULRICI, Acerca del principio y método
FR. SCHAPER, La filosofía de la mitología y de la revelación de Schelling, Nauen, de la filosoffa hegeliana, Leipzig, 1841; R. HAYM, Hegel y su época, Berlín, 1857;
1893; G. MEHLIS, La filosofía de la historia de Schelling, Heidelberg 1907;i J. ~UTCHINSON STIRLING, The secret .of Hegel,. Londres, 1867; K.' KOESTLIN, Hegel,
O. BRAUN, Schelling como personalidad, Leipzig, 1908; G. STEFANSKY, La imagen Tubmga, 1870; J. KLAIBER, Hoelderlm, Schelltng y Hegel en sus años de juventud
VI. El idealismo alemán. Su evolución 41. La cosa en sí 505
504
tersburgo, 1903; W. KINKEL, Juan Federico Herbart su vida y su filosofía G'
1903 j FR. FRANKE, Juan Federico Herbart, rudiment;s de su doctrina Leip~ig lí~~9'
de Suabia, Stuttgart, 1877; E. CAIRD, Hegel, -Londres, 1883 j G, MORRIS, La /ilo:.
sofía del Es,tado y la. filosofla de, la historia, de Hegel, Londres, 1888; p, BARTH,
La filosofía de la historia de Hegel, Leipzig, 1890; W. WALLACE, Prolegomena to ;\rtur? S, ~ h o p e n h a u e r ~ace en ~anzig el año de 1788;' se cons~gra ~
the study 01 his philosophy, Oxford, 1894; J. GRIER HIBBEN, H. 's Lagio, Nueva la VIda ClentlÍlca ya tarde; estudia en Gotmga y Berlín' hace el doctorado h .
York, 1902; B. CROCE, Lo vivo y lo muerto en Hegel, 1909; H. FALKENHEIM, Hegel 1813 en Jena co~ la: obra La cuádr1.fple rafz del principi~ de raZón suficiente; ~i~:
("Grandes Pensadores" II, 1911) j A. BRUNSWIG, Hegel, 1922; H. GLOCKNER, El más tarde, t:ans!tormmente, en We]-mar' y Dresdej se habilita como docente pri-
v~do en Berlm (1820), per? despues. de no haber tenido ningún éxito en la acti.
concepto en la filosofía de Hegel, 1924; W. H. STACE, The philosophy 01 R., Lon..
dres, 1924; B" HEIMANN, Sistema y método en la filosofía de Hegel, 1927. Ante vIdad docente, tantas veces mterrumplda, vuelve por el año 1831 a la vida privada
en Francfurt sobre el Meno, donde muere (1860). Su obra capital es El d"
como voluntad JI representación, 1819. A ella se' suman La voluntad en la :;'~:ra~
todo hay que subrayar el trabajo sobre Hegel, de KUNO FrscHER, en el octavo
vol. de su Historia de la filosofía moderna, (Nueva edición con valiosos comple-
mentos de H. FALKENHEIM y G. LASSON, Heidelberg, 1909). W. DILTHEY (Ab- leza~ 1?,36;. Los dos probl~rr;r;s fundamentales de la ética" 1841; en fin, Parerga
JI paraltpomena, 1851. EdIClOn completa de sus obras en 6 volúmenes Leipz'
1873 ss.; desde entonces .se han editado varias veces, incluyendo trabajos 'póstum~~:
handl. der Berl. Akad. 1906 y Obras completas, IV, 1921) suministra una imagen
en extremo valiosa de la juventud de Hegel, sacada directamente de los manus-
ca:t;;~, etc., la de §. Gnsebach es la I?~~ cuidadosa. P. Deussen dirige una nueva
critos que se conservan en la Biblioteca de 'Berlín (en parte publicados por eru<;lol1. desde el ~no }911. Nueva edlclon de O. Weiss, 1919 S. KUNO FISCHER
MOLLA'l" 1893 y NOHL, Obras teológicas de la juventud de Hegel). Otras recientes
publicaciones en el "Hegelarchiv", 1912 SS., de EHRENBERG Y LINK, 1915, y por (H:st?rta de lq- /tlosofta moderna, tomo IX, 3Ol- ed., 1908) capta del modo más
h(;llldo la peculIar X contra~ictoria personalidad de Schopenhauer, así como su doc-
G. LAS SON, en la "Biblioteca filosófica". ~nna. Con la paSlOn capnc.hosa de su. carácter se parea una genial libertad del
Federico Ernesto Daniel S c h 1 e i e r m a che r nació en BresIau el año de mtelcGto que abarca y domma con fehz tacto combinatorio una extraordinaria ri-
1768; hizo sus estudios en el establecimiento de educación de los Hernhutianos queza .de saber, p~~o al propio tiempo sabe expresar con perfección literaria la
(en Niesky y Barby) y en la' Universidad de Halle; después de desempeñar algunos de~c~blert~ con.cepclon de! mu~do y d~ la. vida. Sc~openhauer, uno de los supremos
cargos privados, ocupó un vicariato en Landsberg y fue nombrado en 1796 pre- estilistas hteranos de la fII?sofIa, ha ejerCIdo el mas grande influjo, por su arte de
dicador de la Charité en Berlín. Hacia 1802 va de predicador de corte formular y su, palabr~ sutilmente enlazada a la formación intelectual y exenta de
a Stolpe; por el año de 1804, como extraordinario de Halle; el año 1806 t~d.a pedantena erudl~a. A}lnque se engaña él mismo acerca de su situación his-
regresa a Berlín otra vez, donde llega a ser predicador de la Iglesia de la Trinidad t?r!ca respecto de la fIlos,?fra neokantiana (lo que le lleva a una soledad casi pato.
y (en 1810) profesor de la Universidad. Desempeñó los dos cargos, dirigiendo al loglca), ha }?grado d~r, SI~ emb~rgo, a muchos pensamientos fundamentales de esta
propio tiempo, con gran éxito, la unión eclesiástico-política, hasta su muerte (1834·). gran evoluclOn, la mas fehz y eflcaz de las formas. Cf. 'W. GWINNER La vida d
Sus escritos filosóficos forman la tercera parte de las obras reunidas después de Scho.Penhauer, Leipzig, 1878 (reimpresión, 1922); J. FRAuENsTAEDT, ~ Cartas sobr:
su muerte (Berlín, 1835 ss.). Contienen las conferencias sobre dialéctica, esté- la fdosofíq 4e Schopenhauer, Leipzig, 1854; R. SEYDEL, El sistema de Schopen-
tica, etc.; entre ellas, hay que citar: Discursos sobre religión a los instruídos entre hauer) Lelp~;g, 1857; R. HAYM,. Arturo Schopenhauer, Berlín, 1864; G. JELLINEK,
sus detractores, 1799'; Monólogos, 1800; Bosquejo de una crítica de las doctrinas La concepcwn del mundo de Letbmz y Schopenhauer, Leipzig 1872; W. WALLACE,
de las costumbres existentes hasta hoy, 1803; La obra más importante, la Etica, Sc~open,hauer, Londres" ~891; R., LEHMANN, Schopenhauer, Una contribuci6n a la
se halla en la colección ("Die Redaktion") de AL. SCHWEIZER; además, en una edi- pszcologta de la metafmca, Berhn, 1894; E. GRISEDACH Schopenhauer Leipzi g
ción de A. TWESTEN (Berlín, 1841). La naturaleza finamente conciliadora y exqui- 1897; J. VOLKELT, Arturo Schopenhauer, 5 IJ ed. Berlín 1923' H HAssE' SChop,n ,
sita de Schleiermacher se desenvuelve sobre todó en sus intentos por fundir la hauer, 1926. ' , ,. , -
cultura estética y filosófica de su tiempo con la conciencia religiosa. Con mano Al l<;-do de la dirección metafísica fundamental se perfila una linea psicológica
delicada entreteje ambos productos del espíritu y borra armónicamente, en el sen- secundar;a: un grupo de es~.uelas que se aproximan, a menudo eclécticamente, a
timiento, el antagonismo de las intuiciones y conceptos. Comp. La vida de Schleier~ las doctrmas de ~os grandes sl~temas, por la via del. método psicológico. Así se enlaza
macher en cartas, ed. de L. JONAS y W. DILTHEY, 4 vals., Berlin, 1858-1863; a Kant y Ja~obl, J. Fr.. F!leS (1773-1843; Retnhold~ Fichte y Schelling, 1803;
H. MEISNER, Schleiermacher como hombre, según sus car,tas, 1923; D. SCHENKEL, Saber~ c:eenct~ y presenttmlento~ 1805; Nueva crítica de la razón, 1807; Antropo.
Schleiermacher, Elberfeld, 1868; W. DILTHEY, Vida de Schleiermacher, 1. Berlín logia pstcológtca, 1820 s. Comp. KUNO FISCHER, Las dos Escuelas kantianas en
1870 y 1922: A. RITSCHL, Los discursos sobre la religión de Schleiermacher. Bonn; Jena, Alead. Reden, Stuttgart, 1862; TH. ELSENHANS Fries ')J Kant Giessen
1875; CHR. SlGWART, Para la memoria de Schleiermacher (obras menores, 1,221 ss.); 1.906- ss.), a Kant y Fichte, 'Wilh. Traug. Krug (1770-1842' Org~no de l~
TH, CAMERER, Spinoza y Schleiermacher, Stuttgart, 1903; J. WENDLAND, La evolución ftlo~ofía, 1802; Léxico de las ciencias filosóficas, 1827 ss.), a Fichte y Schelling
religiosa de Schleiermacher, 1915; H. MULERT, Schleiermacher, 1918 y G. WEHR- F r 1 e d B o u ter w e c k (1766-1866; APodíctica, 1799; Estética, 1806) a Schelling'
UNG, La dialéctica de Schleiermacher, 1920. J. P.y. !.r o x 1 ~ ~ (1 ~80.-1866; Teoría naturalista del conocimiento hu'mano, 1928)'
Juan Federico He r bar t nació en Oldenburg, el año de 1776; hizo estudios allí y el slgmfICado ÍrslOgnomlco K. G. Carus (1789-1869). Psiche reimpresión 1926
mismo y en la Universidad de Jena; durante una época fue maestro privado en Sobre él, H. KERN, La filosofía de K. G. Carus, 1926' a Herbart en fin Fr'
Berna, donde también conoció a Pestalozzi. En 1802 llegó a ser docente privado Be n e ~ e p 798-1854; Bosquejos psicológicos, 1825 y 1827' Manual' de psic~logí~
en Gotinga, de 1809 a 1833 profesor en Koenigsberg, después regresó a Gotinga corno cuncta natural, 1832; Metafísica y filosofía de la religión 1840' La nueva
con el mismo cargo y allí murió (1841). Sus principales obras filosóficas son: pstcología, 1845; compárese sobre él, FR. B. BRAND Nueva York 1895 O' GRAMZOW
Berna, 1899). " ,. ,
Puntos capitales de la metafísica, 1806; Filosofía práctica general, 1808; Introduc~
ción a la filosofía, 1813; Manual de psicología, 1816; Psicología como ciencia,
1824 ss. Edición completa de Hartenstein, 12 vols., Leipzig, 1850 ss. En 15 vals. de 41. La cosa en sí
la K. Kehrbach, 1882-1909. O. Willman ha publicado las obras pedagógicas en
dos volúmenes, Leipzig, 1873-1875. La actividad filosófica de H,erbart se carac~
teriza por agudeza intelectual y energía polémica. Su pobreza de plenitud intuitiva ,El impresionante d?min~o que fue adquiriendo sobre los espíritus la filo-
y movilidad estética se compensa con severa intención y una elevada concepción sofla de, ,Kant, se debla prInCIpalmente a la austeridad y grandeza de su
del mundo serenamente diáfana. Su estilo estrictamente científico lo hace por mucho concepclOn moral del mundo; 1 el progreso del pensamiento, empero, se en~
tiempo un enemigo eficaz de la corriente dialéctica en la filosofía. Comp. G. HAR-
TENSTEIN, Los problemas y doctrinas fundamentales de la mdafísica general, Leip- laza ante todo a la nueva estructura que reciben los principios de la teoría
zig, 1836; J. KAFTAN, Deber ser y ser, Leipzig, 1872; .l. CAPESUIS, La metafísica
de Herbart, Leipzig, 1878; G. A. HENNING, Juan Federico Herbart (Plidagog. Sam w 1 Esto puede advertirse particularmente en las Cartas sobre filosofía kantiana,
melmappe), Leipzig, 1884; A. RIMSKY-KoRSAKOW, La ontología de Herbart, Pe- de REINHOLD.
506 VI. El idealismo alemán. Su evolución 41. La cosa en sí 507
del conocimiento, en la Crítica de la razón pura. Kant torna de la antigua cabeza un pagano: en tanto intenta llevar al entendimiento la luz que yace
filosofía la oposición entre fenómenos y nóumenos: pero extiende en la en el corazón, la apaga. 7 Pero el saber del entendimiento es un conocer
"Analítica trascendental" el reino de lo fenoménico al ámbito entero m e el i a t o; el verdadero conocimiento in m e el i a t o e s e 1 s e n t i-
del conocimiento científico, y conserva la cosa en sí a modo de un concepto m i e n t o: en éste nos unificarnos verdaderamente 8 con el objeto y lo
problemático, como un órgano rudimentario que puede ser característico poseemos como a nosotros mismos, en la certeza de la f e in d e m o s-
en la génesis histórica de esta teoría del conocimiento, pero que no ejerció t r a el a. 9 Pero el sentimiento es, según sus objetos, de doble naturaleza: la
en ella función vitalizadora alguna. realidad de lo sensible se nos revela en la pe r c e p ció n, la de 10 supra-
1. J a e o b i como primero ha visto esto, al reconocer que, sin ad- sensible en la "r a z ó u". Para el s e n s u a 1 i s m o s u p r a n a t u r a 1 de
mitir el realismo, no se puede penetrar en el sistema kantiano, pero conser- Jacobi" significa razón, por tanto, el sentimiento inmediato de la realidad
vándolo no se puede permanecer en él: 2 pues el concepto de la sensibilidad, de lo suprasensible: de la divinidad, de la libertad, de la moralidad y de la
introducido desde un principio, involucra la relación causal de llegar a inmortalidad. Con delimitación tal, reaparece de nuevo en J acobi el dualis-
ser afectado por la cosa en si; una relación, por otra parte, proscrita por mo kantiano de razón teorética y práctica y el primado de esta última,1°
la doctrina de la Analítica, según la cual las categorías no pueden operar para ponerse al servicio de una exaltación ITÚstica del sentimiento, que
sobre las cosas en sí. En esta contradicción: querer pensar cosas en sí y, sin también hay que reconocer en lo peculiar de su estilo literario, ardiente e
embargo, no poder pensarlas, se mueve toda la crítica de la razón: pues ingenioso, pero rapsódico y más tenaz que demostrativo.
este supuesto contradictorio ni siquiera dota al conocimiento de los fenó- Un poco más próxima a Kant, aparece esta misma concepción funda-
menos, de la más modesta verdad; ya que, según Kant, el alma "no se mental en F r i e s. Este reclama que incluso el conocimiento de las f o r-
presenta a si propia, ni exhibe otras cosas, sino única y solamente lo que ID a s a priori, buscado por la filosofía crítica, se lleve a cabo mediante
ella misma no es y lo que no son las otras cosas".3 La capacidad cognos- un procedimiento a posteriori y, a decir verdad, gracias a la e x p e r i e n~
citiva oscila entre una x problemática del sujeto y una x igualmente c i a in ter n a. De ahí que sea preciso fundar y rectificar los resultados
problemática del objeto. La sensibilidad no tiene nada tras de sí y el de Kant, echando mano de una crítica "antropológica". Ello se basa en la
entendimiento nada ante sí: en una doble humareda misteriosa, llamada convicción de que los propios conocimientos inmediatos de la razón son
espacio y tiempo, trasguean fenónlenos en los que nada aparece. 4 Se admiten dados originariamente por el sentimiento, de oscura manera,11 y sólo por
cosas, así enseña Kant, con las que el conocimiento no tiene que ver obra de la reflexión se convierten en saber intelectual. Este torso leibniziano
absolutamente nada. La razón crítica es una razón que no se ocupa de nada de la doctrina de Fries tiene cola criticista, en tanto se ve en las formas de
que no sea ella misma. Sin embargo, si no quiere la filosofía crítica caer intuir y de concebir de aquella reflexión un signo de la manera como
en nihilismo o en escepticismo absoluto, debe poseer el idealista tras- aparece el contenido de la verdad primordial, y no un conocimiento
cendental el denuedo de afirmar el idealismo "más enérgico": 5 debe expli- adecuado de ellos: por otra parte, se completa aquel torso con una cabeza
car que sol¡J..rnente SOn fenómenos. Kant-jacobiana, cuando se contrapone a la limitación del s a b e r de
Lo que Kant llama el objeto de conocimiento no es, en verdad, "na- estas formas de las apariencias, la inmediata referencia de la f e moral
da"; en su concepto se esconde más bien como hipótesis aquel realismo a la cosa en si. Mas, al propio tiempo, atribuye Fries -con decisivo apoyo
ingenuo, cuya superación constituye el gran rendimiento de la analítica en la Crítica del juicio- al sentimiento estético y al religioso el sentido
trascendental: y el mismísimo realismo caracteriza también la t e o ría de una asumpción ("presentimiento"): el ser que está en la base de los
del con o e i ro i e n t o del a f e, que Jacobi contrapone a la "ignoran- fenómenos es aquel al que se refiere la razón práctica con sus postulados.
cia trascendental", no sin estar en completa dependencia de ella. Toda 2. La inconsistencia, agudamente advertida por Jacobi del concepto
verdad es conocimiento de lo real, pero 10 real no se hace valer en la kantiano de la cosa en sÍ, reaparece de manera palpable, e~ cierto modo,
conciencia por el pensar, sino por el s e n t i m i e n t o: puntualmente el cuando R e i n h o 1 d hace el ensayo de una exposición unitariamente sis-
ejemplo de Kant muestra que el pensar sólo se mueve en un círculo temática de la doctrina criticista, en su Filosofía elemental. Sólo echa de
del que no es posible pasar a la realidad, en una serie infinita de lo con- menos en el admirado Kant, cuyas soluciones de los temas particulares
dicionado en la que no es dable encontrar nada incondicionado. La ley se apropia por entero, la formulación de un principio medular unitario
fundamental de la causalidad puede ser formulada así: no existe nada del que habría que derivar los conocimientos particulares. 12 Con el cum-
incondicionado. El s a b e r o pensamiento demostrado es, según su esencia, plimiento de esta exigencia (cartesiana) se tendría al fin de cuentas, en
como dice Jacobi, s p i n o c i s m o: doctrina de la necesidad mecánica lugar de las opiniones particulares contradictorias, la filosofía, la filosofía
de todo lo finito. El interés de la ciencia está, porque no exista Dios, sin epíteto. El mismo creyó haber encontrado, este principio en la ley
--pues un Dios del que se pudiera tener conciencia, no sería propiamente
Dios. 6 Asimismo quien en el corazón es un cristiano, ha de ser en la 7 A. HAMANN; I, 367.
8 Obras, I1, 175.
2 JACOBI, Obras, JI, 304. 9 El concepto de belief, de Hume, y su diferencia con las impresiones e Ideas
3 ALLWILL, XV; Obras, J, 121. (aquí llamadas representaciones) sufren en este lugar una postformaci6n notoria.
4 Obras, TII, 111 s. 10 Obras, ITI, 351 ss.
I'í Obras, II, 310. 11 FRIES, Nueva crítica, 1, 206.
6 Obras, III, 384. 12 REINHOLD, Contribuciones, J, pp. 91 ss.
50S VI. El idealismo alemán. Su evolución 41. La cosa en sí 509
fundamental, enteramente libre de supuestos, de que en la conciencia cada filosófico que, en todo caso, es un l?ens~r en y por las categorías, -:-.tal
una de las representaciones queda distinguida por la conciencia del sujeto conocimiento debe superar la expenenCIa; y puntualmente la AnalIt1ca
y del objeto, al par que por estar referida a ambos (p r i n e i p i o del a declara esto como improcedente. De hecho es la "razón" y lo es cada una
e o n e i e n e i a) ,13 Por tanto, en toda representación hay algo que per- de las capacidades cognoscitivas, co~o la sens~bi1idad, el e~t:ndimient?,
tenece al sujeto, y algo que pertenece al objeto. Del objeto se origina la etc., una cosa en sí, un fundamento ImperceptIble de la act1Vldad empI~
diversidad de la ID a ter i a, del sujeto la unidad sintética de la f o r ID a. rica en cada una de las formas de conocimiento de que se trate: y de todas
De aquí se sigue la imposibilidad de conocer por separado ora el objeto esta~ cosas en sÍ, y sus relaciones mutuas y con l~ ~xperiencia, ~frec~ la
en sÍ, ora el sujeto en .sÍ; sólo es cognoscible el mundo consciencial suspen- filosofía crítica ~la metafísica del saber~ un conOCimiento muy mmuclOSO.
dido entre ambos. De aquí se sigue también, en la esfera de lo práctico, la Bien mirado este conocimiento es insignificante, sin género de duda: pues
oposición del i ID pul s o s e n s i b 1 e del a ID a ter i a y del i m p u l~ una tal "capacidad" es pensada, al fin de- cuentas, como una desconocida
s o m o r a 1 del a f o r m a. En el primero hay que reconocer la hetero~ causa integral de funciones empíricas y sólo susceptible de caracterizarse
nomía de dependencia de.la voluntad respecto de la cosa; en el segundo, la por estas manifestaciones.
autonomía de la voluntad atenta a la legalidad formal. El Aenesid'emus aborda pareja crítica sobre el concepto de la "cap,:ci~
En esta tosca fisonomía trasplanta la e s c u e 1 a k a n tia n a la doc~ dad de representación" de Reinhold: 15 demuestra que nada se explIca,
trina del maestro: se pierde la finura y agudeza_ de la Analítica del "obje- cuando se le pone al ~ontenido de lo que hay que explicar, la etiqueta
to"; en compensqción de ello, hace Reinhold el intento de hallar en la problemática ~~fuerza" o "capacidad". Con ello se lanza Schulze contra la
"facuItad de representación" o "conciencia" la profunda unidad de todas "teoría de las facultades" empleada por los psicólogos empiristas de la Epoca
las diferentes capacidades cognoscitivas, que Kant había especificado como de las Luces, las más de las veces sin advertirlo. Solamente con un propósito
sensibilidad, entendimiento, juicio y razón. Al tal punto vino la Filosofía descriptivo puede tener algún sentido, concebir fenómenos homogéneos
fu.ndamental., con su hipótesis positiva, en ayuda de aquellas objeciones de la vida anímica bajo un concepto genérico: pero hipostasiar este con-
con las que chocaba la aguda s e par a ció TI d e s e TI s i b i 1 ida d Y' 'cepto es una fuerza metafísica, es una manera "mitológica" de manipular
e n ten d i m i e TI t o en la doctrina kantiana, entre muchos contemporá- .la psicología. Al amparo de este lema extiende Herbart 16 la crítica de
neos. El distingo entre sensibilidad y entendimiento se acentuaba más Schulze a toda la teoría psicológica precedente, e incluso Beneke 17 ve en la
enérgicamente en la exposición (comp. parágrafo 38, 1, nota 7) de la demolición del propio concepto el origen de la ciencia natural del alma, esto
Disertación inaugural, cuyo tardío efecto ahora se sentía, que en el espíritu .es, de la psicología asociacionista.
de la Crítica de la razón, y llegó a ser todavía más perceptible, gracias al Para Schulze constituye esto sólo uno de los argumentos para demostrar
dualismo práctico. De esta guisa se despertó la tendencia a reconocer, en, que la filosofía crítica, en tanto pretende frente a Hume exhibir la justifi-
contra de Kant, a la sensibilidad su derecho, y la doctrina leibniziana ,cación del concepto de causalidad pero limitandj) su doctrina al campo
del tránsito paulatino de las funciones racionales, se convirtió en la fuente de .de la experiencia, hace, en todo caso, la hipótesis de una relación de
una enérgica corriente contra el "desmembramiento" del alma, más apa~ causalidad entre la experiencia y lo que está en la base de ella. A este
rente que real, de Kant. Contra la Crítica de la razón pura hace valer esto argumento pertenece evidentemente también la contradicción expuesta por
H a m a n n en su Recensión, y, en armonía con él, H e r d e r, en la Jacobi, respecto del concepto de la cosa en sí, en tanto se admite que la
Metacrítica. Ambos parten principalmente del lenguaje como producto de sensibilidad es afectada por ésta. De tal ,suerte, todo intento de la Crítica
la razón en unidad sensible-espiritual, y tratan de mostrar cómo de la inicial ,de la razón pura de ir problemáticamente más allá del círculo de la expe~
"escisión" de sensibilidad y entendimiento se siguen todas las demás escisiones riencia, está juzgado de antemano por ella misma.1B
y dualismos de la filosofía crítica. 14 4. El primer ensayo encaminado a transformar el concepto, inconsis-
3. Las flaquezas del sistema reinholdiano no pa.r.;aron desapercibidas tente en su interpretación kantiana,_ de la cosa en sí, se debe a S a 10m ó n
a los escépticos, pero las embestidas de éstos iban dirigidas, asimismo, contra ,M a i m o n. Este ha comprendido que en cuanto se admite una realidad
Kant. Del modo más impresionante se hallan reunidas en el Aenesidemus Juera de la conciencia, es tan imaginario como, matemáticamente, el intento
de Schulze. Advierte el suicidio del método crítico en que éste se propone de ver en la expresión V-:::::¡¡ una dimensión real. L a c o s a e n S Í e s u n
un problema cuya solución es imposible, según sus propios objetivos. Pues si con c e p t o i m p o s i b 1 e. Pero ¿ cuál es el motivo para construir seme-
busca la Crítica las condiciones que se hallan en la base de toda experien~ jante concepto? La necesidad de explicar 10 dado en la conciencia,19
cia, busca condiciones que no son objetos de la experiencia (una manera
de pensar, que seguramente correspondía más a las opiniones de Kant, 15 Aenesid., 'p. 98.
que el intento de Fries de una investigación psicológica del a priori): si el 16 HERBART, Manual de psicología, parágr. 3. Obras~ V, p. 8.
método crítico, pues, aspira al conocimiento filosófico, un conocimiento 1.7 BENEKE J Nueva psicología, pp. 34· ss.
18 Con lapidario estilo repite el autor del Aenesidemus, en su Crítica de la fi-
losofía teoréticaJJ (II pp. 549 ss.) J los pensamientos de su polémica, una obra, por
13Nueva' teorla de la representaci6n, pp. 201 ss. otra parte que no sólo contiene los mejores análisis, hasta nuestros días, de la Crítica
14 HERDER, Metacrítica, 14, III. Werke, vol. 40, XXXVII, pp. 333 ss. Por 10 de la razó~ pura (1 172-582), sino también una crítica de la misma (II, 126-722),
demás, también este pensamiento era ya motivo positivamente influyente en el saturada de una c~mprensi6n hist6rica (d. por lo que hace a la relaci6n con
desarrollo del idealismo, mucho antes que lo expresara Herder en la MetacrÍtica, un' Leibniz, II, 127 ss.).
mamarracho absurdo de desahogo personaL Compárese más adelante parágrafo 42, 2. 19 MAIMON, Filosofía trascendental, pp. 41 9 s.
510 V l. El idealismo alemán. Su evolución 41. La cosa en sí 511
Nos tropezamos en nuestras representaciones con la aparlCIOn de la forma trascendental, e ilumina con claridad meridiana la cuna del curso de
--que creamos y somos conscientes de crcar- y de la materia, que encon- pensamientos aquÍ considerados.
tramos, sin saber cómo tomamos posesión de ella. De las formas, pues, El tema medular de la filosofía -----o, como Fichte la designa en lengua
tenemos una e o n e i e n e i a pIe n a; de la materia, en cambio, sólo una alemana, de la "Doc~~ina d~ l<l; ciencia"- es dado por el hecho
e o n e i e n e i a i n e o ro pIe t a. Es algo que está en la conciencia sin de que, fren~e ~ la. I:?0vdIdad ar~ltrana y fortuita de las representaciones de
haberse producido con conciencia. Pero, puesto que nada fuera de la con- la co~cler:Cla mdlvldual, se ~Inna otra parte en ella, provista de un
ciencia es pensable, puede definirse lo dado como el -ínfimo grado de la s e n t 1 m 1 e n t o den e c e s Ida d perfectamente diferenciable. Hacer
plenitud de la conciencia. La conciencia puede ser representada por una compr~nsib.le la dicha necesid~d, ~s la t;~.rea por excelencia de la Doctrina
escala de infinitos peldaños decreciente hasta la nada; el límite de esta serie de la ~lencIa. LlaI:?amos exper~en.cla al SIstema de aquellas representaciones
infinita (comparable al término y- 2) lo constituye la representación de que aparecen prOVIstas del sentunIento de necesidad, el problema por tanto
lo solamente dado, de la cosa en sí. Las cosas en sí son, por tanto, como s~ enu~cla . aSI:. ¿ e' '"
ual es el fundamento de la experiencia? Para resolverlo
dice Maimon, recordando directamente a Leibniz (pe tites perceptions, com- s<:>l? ~xlsten ~os caminos. La experiencia es una actividad de la conciencia
párese parágrafo 31, 11), diferenciales de la conciencia.20 dln~lda a obJetos: por tanto, puede ser derivada partiendo de las cosas o
La cosa en sí es el concepto límite en la serie infinita decreciente de la partle?~o de la propia' conciencia. En el primer caso, la explicación' es
conciencia plena: una can t ida d ir r a c ion a 1. He aquí la conse- d.og~atlca: en el segundo, idealista. El do g m a t i s m o ve en la con-
cuencia que saca Maimon de este pensamiento fundamental de su sistema: cIenc~a un pro~~cto de las cosas, reduce los actos de la inteligencia a la
así como de lo dado sólo se tiene una conciencia incompleta, del propio n~cesIdad mecamca de las relaciones causales; consecuentemente pensado
modo sólo existe un conocimiento imperfecto; 21 el conocimiento perfecto VIene. a parar en una concepción fatalista y materialista. El i d e a 1 i s m o;
se limita a la esfera de las formas autónomas de la conciencia teorética, a 1,: mversa, ve en las cosas un producto de la conciencia de la función
a la matemática y a la lógica. Coincide con Hume el escepticismo crítico autonoma determinada por sí misma: es el sistema de la libertad y de la
de Maimon, tocante a la estima por estas dos ciencias demostrativas: por acción. Ambos estilos de filosofar, de los cuales cada uno es en sí Conse~
lo que hace al conocimiento de lo empíricamente dado, se apartan dia- cuent~, se hallar: en completa oposición, y son de tal suerte ¡'rrecon~iliables
metralmente. q~e Flchte. conSIdera fanido desde un principio el intento reinholdiano del
Pero con esto se puso de manifiesto que las investigaciones de la Crítica s 1 f!, c r e t 1 S m o de .hacer comprensible la experiencia poniéndola en re~
de la razón pura postulaban una nueva doctrina acerca de las re 1 a c i 0- laclOn de de~ndencI~ taI~.to de las c<?sas en .sí c.omo de la propia razón.
nes entre conciencia y ser. Sólo en la conciencia está Entre d09"ID?'tIsmo e IdealIsmo es preCISO elegIr, SI no se quiere caer en la
el ser: sólo se puede pensar el ser como una moda.li- duda esceptIca. .
dad del a con c i e n cia. De esta suerte comenzaba a cumplirse la . Ahora bien, puesto qu~ ambas doctrinas se presentan lógicamente como
I?rofecía de Jacobi: la teoría de Kant apunta hacia el "más agudo idea- SIstemas consecuentes en Igual medida la elección depende "de la clase
lIsmo". de hombre qu~ se .sea"; 2~ pero si, en este respecto, el interés moral habla
Esto se advierte ya en un discípulo que se encuentra en el más estrecho ya en pro del Ideahs~o, .vlen~ en su ayuda también una reflexión teorética.
contacto con el propio Kant, en S e gis m u n d o B e c k. Halla éste 22 ~l he~ho ~~,la expenencIa resIde en la permanente correlación del "ser" y la
el único punto de vista posible desde el cual ha de interpretarse la filosofía conCIenCIa : merced a tal referencia mutua la "serie real" de los objetos
crítica en que se haga de lo dado a la conciencia individual como objeto, se contempl.a en la "serie. i.d~al" de las represe~taciones.26 El dogmatismo no
contenido de una conciencia "o r i g i n a r i a" supraindividual,23 y, por pue~e exp!lcar es~~ duplIcIdad: pues la causalidad de las cosas es una
tanto, regulativa para la verdad del conocimiento empírico. En el sitio s~ncI~la ser~e (del ~ero ~er puesto"). La re p o sic ión del ser en la con-
de la cosa en sí coloca la "conciencia en generar' de Kant. Pero se explica de CIenCIa es ~nco?cebIble, SI ~I ser pretende valer como principio explicativo
esta suerte el carácter a priori de las intuiciones y de las categorías: lo dado de la conCIenCIa. En cambIO, es de la e s e n c i a del a i n t e l i gen c i a
de la multiplicidad sensible sigue siendo para él, en cambio, el residuo 'oc o ~ t ~ ID P lar s e a, s í m i s m a". En tanto la conciencia obra, sabe al
insoluble del problema kantiano. propIO tIempo que act~a y q:ué cosa hace: crea con la serie real (primaria)
5. La obra de F i c h t e representa la completa destrucción idealista de sus fu~clOnes al mIsmo tIempo la s~rie fdeal (~e~undaria) del saber de
del concepto de la cosa en sí. Faena tal se comprende del mejor modo, estas fU~CIO?!-es. Cuando, p~es, .la conCIenCIa suml111stra el único principio
cuando se persigue la cadena de sus pensamientos a través de sus Introduc .. de, eX¡;IICaClOn de la ~xpenencIa, lo lleva ·a efecto en tanto se contempla
ciones a la teoría de la ciencia,24 que, en libre reproducción, se apoyan a SI rmsma, en la medIda en que es actividad reflejada sobre sí misma esto
directamente en la parte más difícil de la doctrina kantiana, la deducción es, como a u t o con c i e n cia. La Doctrina de la ciencia trata de IÍl~strar
que toda conciencia, aunque esté orientada, como. ocurre en la experiencia, o lo formal, uno u otro de los dos factores, aunque en ellas se aspira a
a un ser a objetos, a cosas, a modo de contemdos suyos, enraIza en la conciliar los antagonismos: las ramas empíricas del saber buscan articu-
originari~ referencia de la conciencia sobre sí, ~ma. . . . lación racional; las teoréticas, comprensión de los hechos; la física, la génesis
El principio del ~dealismo eS"la a~tocOnClenC1,:: ~n))sentldo subJet,lvo, del organismo y de la conciencia partiendo del mundo de los cuerpos; la
metódico en la medIda que la doctrma de la CIenCIa trata de denvar ética, en fin, dominio y penetración en 10 sensible gracias a la voluntad
todas su; convicciones de la in t ti i ció n in t e 1 e e t u a 1 (con la que que obra con arreglo a fines. Pero nunca se logra de manera definitiva
la conciencia escolta, por así decirlo, sus propias actividad~s), de la r e- en el conocimiento real, la identificación de lo real y de lo ideal; esto
f le x ión sobre aquello que la conciencia sabe de su 'propIO h~cer, -en constituye más bien el objetivo final, absoluto e incondicionado del pensa-
sentido objetivo, sistemático, en la medida que, por semejante cammo, deben miento que yace en lo infinito y que trata de convertirse en saber, a pesar
exhibirse aquellas funciones de la inteligencia merced a las cual~s se crea de que nunca se realizará plenamente..30 Por tanto, la filosofía es la doc-
aquello que lleva el nombre, en la vida cotidiana, de cosa y objeto, y en trina del saber que eternamente deviene: D i a 1 é c tic a .
.la filosofía dogmática, de cosa en sí. De tal suerte se acaba por de~hac~r Pero la dialéctica reconoce la existencia de este objetivo nunca alcan-
hasta su último residuo este postrer concepto enteramente contradlctono zable por el saber humano: la identidad de pensar y ser.
en sí' todo ser es como algo puramente conceptual, un producto de la Schleiermacher llama Dios, de acuerdo con Spinoza (y Schelling), a esta
razón', y el objeto' de 'estudio del conocimiento filosófico es el s i s t e ro a identidad. No puede ser objeto de la razón teorética; tanto menos, de la
del a r a z ó n (compárese parágrafo 42). • razón práctica. Desconocemos a Dios, y tampoco podemos orientar nuestra
Para Fichte y sus continuadores llega a ser el concepto ~e 1-: cosa en SI vida moral, por tanto, con arreglo a su esencia. Religión, más que saber
algo indiferente, y el viejo antagonismo entre ser y conCIenCia ~o~a la y recto obrar, es comunidad de vida con la suma realidad, en donde ser y
significación secundaria de una relación inmapente dentro de las actlvlda~es conciencia se identifican. Pero esta comunidad sólo aparece en el s e TI t i-
racionales. Sólo hay un obJ'eto para un sUJeto: y el fundamento cornun m i e n t o, en el sentimiento "religioso" de una radical, absoluta depen-
• . b 27
de ambos es la razón, el Yo que se contempla a SI n;l~mo y. su orar. dencia de aquella causa cósmica inasequible, infinita (compárese parágrafo
6: No obstante que la evolución capital de la metaflslca se rncorporaba' 42, 9). El Dios de Spinoza y la cosa en sí de Kant coinciden en el infinito,
a esta corriente fichtiana no carecía de adeptos aquel "sincretismo" que son puestos por encima de toJo saber y querer y convertidos en objetos
la "doctrina de la -cienci~" había mantenido a limine. Reinhold había ya ae un seutimientu ro í s tIC o, cuyas finas VIbraciones en SchleIermacher
acuñado su moldé metafísico; está igualmente próximo a todos los que (C0rllo en una forma distinta también en Fries) recuerdan las intimidades
parten psicologísticamente de la conciencia individual y suponen q~e ést.a he r TI h u tia TI a s de la vida religiosa.31
reside en la dependencia bifronte tanto de lo real como de la esenCia unI- A través del pietismo, cuya defonnación ortodoxa que cada vez más se
versal del intelecto. Un ejemplar de esta interpretación puede verse ~n el acentuaba después de Spener y Franke. ocasionó la escisión de la comunidad
"s in te tismo t r asc e n d en t al", sustentado por K ru g. Para el, es fraterna, se encumbran las tradiciones de la mística a la cima de la evolu-
la filosofía una autocomprensión mediante la reflexión del Yo s~b:e lc;m ";lón del idealismo, y con el espíritu que quiere transformar todo lo externo
"hechos de la conciencia". La síntesis trascendental es aquel hecho ongmano en intimidad, se tocan de hecho la doctrina de Eckhart y la filosofía tras-
en que lo real y lo ideal, de modo igualmente primigenio, son puestos y cendental: ambas tienen inequívocamente un olor de tierra gennámco;
mutuamente referidos. 28 Conocemos el ser en tanto en cuanto aparece en la buscan el mundo en la ~'vida afectiva".
conciencia, y la conciencia en tanto en cuanto se refiere al ser: pero a~bos 7. En cuanto rechaza Schleiermacher la posibilidad de conocer cientí-
son objetos de un saber inmediato, del propio modo co:n0 la comumdad fic~~ente la caus~· c.ósmica, se mantiene cerca de Kant; pero la concepción
existente entre ellos en el- mundo de nuestras representaclOnes. rehglOsa del sentumento, que pone en su lugar, lo pone en más íntima
Un giro más perspicaz encuentran estos 'pensami~ntos en la Dialé.ctica relación con Spinoza y con el influjo que éste había ejercido, desde la "doc-
de S c h 1 e i e r ID a che r. Todo saber esta encammado a prodUCIr la trina de la ciencia" de Fichte, sobre la metafísica idealista. H e r bar t
identidad de ser y pensar: ya que ambos aparecen en la con- combate este monismo de la razón (compárese el desenvolvimiento de ello
ciencia humana separados como factores (uno real y el otro en el parágrafo 42), transformando de una manera enteramente diversa
i d e al) de ella, como intuición y concepto, como funció-r: <;>rgánica e el concepto kantiano de la cosa en sí. Trató de oponerse al aniquilamiento
intelectual. Sólo su plenaria identificación suministraría COnOClITllento, p~ro de este concepto y se vio empujado, por tal motivo, a la paradoja de una
siempre difieren entre sí~ Por eso ..aparece div:id~d3: la cienc~a.' según su~ ,?bJe~ metafísica de la cosa en sí: una metafísica que debía mantener la incog-
tos, en física y ética; segun sus meto~os, ~n d~Clplmas te:oret.lcas yemplrIcas. noscibilidad de ella. Las contradicciones de la Analítica trascendental
historia natural y ciencia natural hIstOrIa umversal y ClenCla de las costum- aparecen aquí en grotesca deformación.
bres. En todas' estas disciplinas particulares, p red o m i n a 29 lo material Esto se hizo tanto más notorio, cuando la tendencia retrógrada que
representaba la doctrina herbartiana en oposición a las renovaciones dia-
27 Compárese también la obra de juventud, de SCHELLING, El Yo como prin-
cipto de la filosofía, Obras, 1, pp. 151. ss.
'i 28 KRUG, Fil?foffa fundamental, :pp., 196 ss. . Dialéctica, Obras, III, 4 b, pp. 68 s.
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!
29 Esta relaclOn se toma en la Dlalectzca de Schletermacher, de la forma m~ta alCompárese E. HUBER, La evolución del concepto de la religión en Schleier-
física del "sistema de la ide~tidad", de Schelling: compárese parágrafo' 42; 8-.. macher, Leipzig, 1901.
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VI. El idealismo alemán. Su· evolución 41. La cosa en sí 515
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lécticas, se desenvolvía, precisamente, en pugna cor: la lógica trasc~nder;tal concepto de la sustancia, si se admite que las variadas propiedades y los
de Kant (compárese parágrafo 38, 5). Herbart vela, con derecho, en ~ta estados cambiantes que ella concentra, no afectan a ésta, sino a la relación
las raíces del idealismo: la lógica trascendental muestra. las formas g~~Cl~~ en que se encuentra de cambiante modo con otras sustancias. Precisa que
a las cuales crea el "entendimiento" el mundo de los objetos, y en el Yo las cosas en sí sean muchas: partiendo de una, nunca sería concebible la
de Fichte aparece desarrollado lo q~e germinaba en la "co?,ciencia en ge~ diversidad de las propiedades y estados, Pero cada uno de estos entes me-
neral" o "apercepción trascendental de Kant. La prope~sl(~n de Herbart tafísicos debe ser pensado como a l g o s i m pIe e in v a r i a b 1 e: en
a la filosofía procedente consiste en que niega 1<1; espontanel~a~ creadora Herbart se llaman r e a les. Ahora bien, todas las propiedades que vienen
de la conciencia, y considera el pensar, en el sentIdo, de los pSlcologos aso~ ~ constituir en la experiencia los caracteres de las cosas, son relativas y
clacionistas como algo determinado y en dependencia del mundo externo, dejan aparecer ~ cada cosa singular sólo en relación con otras cosas: por
según for~a y contenido. También disputa la virtua}idad ,i~n~ta de las tanto, las c u a 11 dad e s a b s o 1u t a s d e a q u e 11 o s r e a 1e s s o n i n-
Ideas que originada en Leibniz y pasando por la Dzsertaczo,n znaugural, c o g n o s c i b 1e s.
había:se tr~plantado en la Crítica de la razón pura: del propIo modo. que 8. Sólo que hay que pensarlas como el fundamento ontológico deter-
espacio y tiempo, ,también valen para él .CO,l~lO productos del mecalllSmo min~~te de las cualidades que aparecen, del propio modo que es preciso
de las representaclOnes, las formas de relaclOr; ,expresadas en las catego- admItIr como fundamento de las variaciones fenoménicas que exhibe el
rías, Por lo que hace a los problemas psicogenetIcos, se hall~ por compl~to cambio de las cualidades en las cosas empíricas un a con t e c e r r e a 1
en el terreno de la filosofía iluminista, Por tanto, no ,:d~U1te otra logl,ca un cambio de situación entre los reales. Pero a'quí se tambalea esta arti~
que la formal, cuyo fundamento está dado en el princIpIo de contradIc- ficiosa construcción de 10 inexperimentable. Pues la rigidez eleática de
ción esto es el impedimento de incurrir en él. La suprema ley de todo estos reales no permite por ningún medio imaginarse la forma de las "re-
32
" es ésta: Lo que se contradIce,
pensar . no puede ser verda dera.me:r:t e rea1. laciones reales" que han de tener efecto entre ellos. Desde luego, éstas no
Pero he aquí que los conceptos en que pensamos la expenencJa s?n en pu~den ser espaciales. aa .Espacio y tiempo son productos de la estructura
sí contradictorios: admitimos c o s a s que, idénticas con ellas m1sn:as, sena! de las representacIOnes,
' . del mecanismo anímico' y, por tanto, pro-
deben equipararse a una diversidad de caracteres; h~blamos de.v a ~ 1 a- ductos f enomemcos, para Herbart en un grado aun más acentuado que
e ion e s en las cuales lo idéntico a sí mismo constituye una dIversIdad para Kant, Sólo en un sentido traslaticio puede verse en las relaciones
sucesiva' referimos 'toda experiencia interna a un Yo, que 10 que "a sí cambiantes de .las sustancias un "ir y venir en el espacio inteligible": para
mismo ;e representa" involucra, tanto en la dir~cción del sujeto. co~o en lo que ellas mIsmas sean, falta a la doctrina herbartiana toda expresión.
la del objeto, una serie infinita, --en fin, refenmos toda expenencIa ex- Cada uno ~e los reales es en sí simple e invariable: la relación, pues, que
terna a una m a ter i a, en cuya representación luchan l~s n~tas de lo ocurre o eX.lste entre dos reales, no es esencial a ninguno de ellos y no se
discreto y de lo continuo. Tal uexperiencia" en sí contradlctona concep- funda en nmguno de ellos,34 De ahí que se designe a las relaciones en las
tualmente, no puede ser otra cosa que apariencia: ~a~, en la base de la que los reales se hallan y de las cuales se derivan las apariencias y sus
apariencia ha de haber algo real exento de contradlcclon; en la base de nexos, con el ~or:;bre de Ha s p e c t o s a c cid e n tal e s"; y hay que in-
las cosas aparentes, "r e a 1 e s" absoluto~; e!l la base del. ,acontecer f~no terpretar la opmlOn de Herbart, en algunos lugares como si la conciencia
ménico, un acontecer real. Tanta apanencla, tanta alUSlOn al s~r; Des- fuese e~ espacio inteligible en el que tienen efecto ~quellas relaciones, -y
cubrir éste es la tarea de la filosofía: esto es, una r e e 1 a b o r a c Ion d e c?mo ~I ~l acontecer real fuera también aquello que a guisa de "aparien-
los con ~ e p t o s d e e x p e r i e n c i a que son dados y que eS preciso CIa obJetIva" sólo o~urre al "contemplador" ,85 Si se añade que el ('ser"
transformar con arreglo a las leyes de la lógica fonnal, hasta que sea de los reales o cualIdades absolutas de Herbart queda definido como la
conocida la realidad exenta de contradicción.
El recurso general para faena tal es el método de las,relacio- 33 No s610 por esto se diferencian, sobre la base común de una t r a n s f o r-
m a c i 6 n pI u r.a 1i s t a del con c e p to e 1 e á tic o del s e r lo s "reales"
n e s. La forma básica de la contradicción es ésta: pensar algo SImple como de Herbart, de los átomos de Dem6crito, sí que también por la man~ra de concebir
diverso (la unidad sintética de lo múltiple, en Kant). Sólo ~ued~ supe- la~ distinciones, cua1it~tivas (i~c09noscibles), en lugar de las cuales pone el ato~
rarse pareJ'a dificultad si se admite una diversidad de esenCiaS SImples, mIsmo meras dIferenCIas ,cuantItatlvas de la corporeidad que llena el espacio, Tanto
por cuya mutua relación , se explique, en cada caso, 1" . ' ' ' de lo
a apar~encIa menos hay que confundIr los "reales" con las m6nadas de Leibniz con las que
parti~ipan de la "carenci~ ~e v~ntanas", pero no de la unicidad d~ lo múltiple,
múltiple (y de 10 variable). ASÍ, sólo eS posible manten.er fIrmemente el En fm, con las Ideas platomcas tlenen de común las notas del ser eleático pero no
el carácter de los conceptos genéricos. '
32 Compárese su Introducción a la filosofia,. Obras (Hart): I J• ~2-82. El impulso 34 En est.;t l~~una de la metafísica de He r bar t se interpola su f i los o fía
histórico que ha permitido subrayar tan enérgIcamente el prmclpl.o de no contr~ d e l a r e 11 g Ion: pues dado que no existe ningún conocimien to del funda-
dicción proviene en Herbart, sin género de duda, del menospreCIO en que habla mento real, de las relaci,ones entre lo~ r~ales, merced al cual se produce el mundo
caído éste en el método dialéctico (parágrafo 42, 1); pero .de hecho procede la de l,!s fe~ome!I0s, perrrute creer la fmahdad aparente que provoca este último, en
doctrina de Herbart (con excepción de la manera como mampula el concepto del una mtehgencla superlOr (como fundamento de estas relaciones) no refutable teo-
yo) con independencia de él. Con el pos~ul~do del s e:r; ex;e n t o d e e o n t r a- rétic,al!Lente, una renovación muy descolorida de la vieja con'sideración fisicote-
dicción es dado el momento eleatlco de la fllosofra de Herbart (comp. leologIca del mundo, Comp. A. SCHOEL, La filoso/la de la religión de H erbart
Obras~ 1, 225), y a esta circunstancia debe el fil6sof.o, poco ~o~ado por lo deI?as Dresde, 1884. '
de visión histórica, su fina sensibilidad para el motivo metaflSlco de la doctrma, .35 Compárese en sus Obras~ IV, p. 93 ss., 127, 132 233 240 s" 248 ss,; ade~
plat6nica de las Ideas; comp, Obras, 1, pp, 237 ss" y XII, pp. 61 ss, más, E. ZELLER, Historia de la filosofía alemana~ p. 844. '
516 VI. El idealismo alemán. Su ·evolución 41. La cosa en sí 517
','a b s o 1u t a p o s i ció n", esto es, como una posición en la que. todo se me~io del cual se asimilan, ,inordinan, conforman, y, en parte, se hacen
explica y no se anula, se abre la perspectiva de un idealismo "absoluto". v<;tnar las nuevas representaclOnes: para ello aplica el término (por Leib-
Herbart, sin género de duda, ha desarrollado aún menos que Kant n~z ya acu!iado, comp. pa~ágr~o 33; 10) d.e ~ p ~ r c e p ció n, y su doc-
este idealismo; lo hubiera llevado a la contradicción absoluta. Pues la trma culrnma en una exphcaclOn pSlcO-aSOCIaClOmsta del "Yo", que viene
teoría de los reales se afana precisamente por explicar la conciencia, asi~ a representar el punto cambiante en donde coinciden las representaciones
mismo, como una sucesión del choque de los reales, acaecida en el ámbi- apercibidas y apercibientes. -
to de los fenómenos. Estos últimos se "perturban" recíprocamente, y a Así como la autoconservación del real anímico frente a la perturbación
modo de reacciones contra tales "acometidas" se producen ciertos estados mu- de los otros, provoca l~s fenómenos de la vida representativa, del propio
tuos, que tienen la significación de "a u t o e o n s e r v a e ion e s" .36 Nos mode,> la autoconservaclón recíproca y la "penetración parcial" de varia-
son conocidas de manera inmediata las dichas autoconservaciones como .~os . re.ale~,' produce, segút; la filosofía natural de Herbart, la apariencia
aquellas con las cuales el real desconocido de nuestra a 1ID a se mantiene obJetIva., de. la n; a ter 1 a, p~ra la conciencia que contempla. En una
frente a las acometidas de otros reales: 37 semejantes autoconservaciones son co~s~rucclOn mdeclblemente fatIgosa,40 se hace derivar de supuestos me-
las re p r e s e n t a c ion e s. El alma como sustancia simple es natural- taflslcoS. la turbamulta de lo~ fe~óme:~lOS físicos y químicos -un intento
mente incognoscible: la psicología es sólo la ciencia de sus autoconserva- hoy olVIdado, que no ha temdo mfluJo alguno en la investigación de la
dones. Estas, las representaciones, se comportan de ·nuevo dentro del al- naturaleza, ni en la filosofía.
ma, que únicamente ofrece el campo rleutro de su choque, como reales 9; Otro profesor de Gotinga, B o u ter w e k, arremete contra la cosa
entre sí: se perturban y frenan unas a otras, y partiendo de esta ten s ión en SI, con otras armas. Muestra, en su obra titulada La apodíctica que
del a s re p r e s e n t a c ion e s hay que explicar el curso total de la vida para tomar en serio las doctrinas de la Crítica de la razón pura ha; que
anímica. Debido a la tensión, pierden las representaciones en intensidad: reducir el "obj,eto", al que de modo necesario refiérese el sujeto: a una x
y la conciencia de cada cual depende del grado de su intensidad. El ínfimo por completo Irrepresentable. No se puede hablar de cosa en sí ni de
grado de energía en que las representaciones pueden valer como reales, cosas en sÍ; pues en ellas están Ínsitas las categorías de inherencia 'de uni-
~s el umbral de la conciencia. Cuando se desplazan unas repre- ~ad y pluralidad,41 de real~dad, que sólo valen para las aparien~ias. La
sentaciones por otras, más abajo del umbral, se transforman en i m pul s o s. fIlosofía trascendental debe ser "spinocismo negativo".42 Sólo puede en-
Hay que buscar la esencia de aquellos estados anímicos que llamamos Sen- señar que a la "conciencia en general" corresponde un "algo en general"
timiento y voluntad en las relaciones de tensión de las representaciones. del que no, es posibl;: predicar nada en el saber absoluto (compárese to~
'rodas estas relaciones deben ser estudiadas en una "estática y en una me- cante a Spmoza, paragrafo 31, 5). En cambio se hace valer este absoluto
cánica de las representaciones" .38 Y puesto que en ellas siempre se trata real en t o d o r e 1a t i vos a b e r, gracias a la con c i e n c i a del q u e-
de fijar sus diferencias de energía, puede convertirse esta psicología meta- r ~ r. 4B Et; efecto, ésta exhibe doquier la e n e r g í a vi tal del a in d i-
física en una teoría matemática del mecanismo de las re- v I.d u a 11 dad. Sabemos algo d~l suj~to, en virtud de que él quiere, y del
p r e s e n t a c ion e s.39 En particular, Herbart investiga el proceso por objeto merced ~,que op.one reSIStenCia a .la voluntad. La oposición de
fuerza y reSIstencIa funda de consuno el saber de la realidad de
36 Compárese en sus Obras, IV, p. 71 ss. nosotros mismos y de las otras cosas, -del Yo y del No_YO.44 Bouterwek
-37 El suum esse conservare, en Hobbes y Spinoza el impulso radical de los llama a esta doctrina vi r t u a 1i s ID o a b s o l u t o. Reconocemos- nuestra
seres individuales, aparece en Herbart como la función metafísica de los reales,
por obra de la cual éstos producen el mundo de la apariencia, la experiencia. propia realidad e~ que qu~remos, y la realidad de otras cosas en que nues-
38 Sobre esta base metafísica construye Herbart el edificio de una psi col o~ tra voluntad tropleza en ellas Con una fuerza antagónica. El sentimiento
gí a a so ci ac io n i s t a in m an e n t e. La hipótesis de una necesidad mecá- de la resis.tencía contradice el s.ubjetivismo puro o solipsismo, pero este
nica del proceso de la representaci6n y la idea de que incluso las actividades voli- sabe~ rel.atlvo de las fuerz~ partIculares de 10 real se complementa con la
tivas obedecen semejante mecanismo, brindaban el deseado fundamento para una
teoría científica de la' pedagogía, que Herbart también pone en dependencia de la conCIenCia de nuestro propIO querer, sólo en la ciencia empírica,45
ética, en tanto ésta muestra el fin de la educaci6n (la formaci6n moral del carác~
ter) y la psicología el proceso para realizarlo. Esta fundamentaci6n y construcción
científica de la pedagogía debidas a Herbart, constituyen en sentido amigable y mente axiomática y las inconsecuencias de todo el "cálculo psicol6gico" com-
hostil, el punto de partida de todo el movimiento pedag6gico en Alemania durante párese A. LANGE, El fundamento de la psicología matemátt'ca Duisburg' 1865
el siglo XIX y ha dado lugar a una literatura muy abundante sobre la que pueden 40 Metaffsfca !eneral, parágr. 240 ss., 331 ss. Obras, IV, ~. 147 ss., '327 ss:
verse los - ponnenores en una Historia de la pedagogfa. De parecida manera en- En la mctafmca de Herbart, se designan las dos partes de la ontología general
cuentra B e n e k e, que admite el punto de vista de la psicología asociacionista sin (los principios de la psicología y de la filosofía natural) Con los nombres de
la metafisica herbartiana, el camino para una pedagogía sistemática. Eidología y Syncchologia.
39 En el desarrollo de este pensamiento supone Herbart que las representacio- 41 Compárese sobre todo la APodictica~ 1 p 261 392 ss
:nes pierden en su mutuo refrenamiento (represi6n), tanto en intensidad como las 42 Ibid.~ pp. 385 ss. ,.,.
más débiles de ellas poseen de energia, y que la s u m a del a r e p r e s i 6 n se 43 Según el precedente Kant-fichtiano desemboca la Apodíctica teorética de
reparte en las representaciones particulares en relaci6n inversa a su originaria po- Bouterwek en un escepticismo o en una doctrina por completo abstracto-fonnal'
tencia, de tal modo que, cuando en el sencillo caso: a >b) debido a la represión, hasta la Apodictica "práctica" se gana una relaci6n objetiva con la realidad '
a2 + ab-b2 b2 44 Apodíctica, 11, pp. 62 ss. '
a -queda reducida a y b a - - .-. Acerca de la hip6tesis arbitraria.:. 45 Ibid.~ I1, pp. 67 s.
a+b a+b
518 VI. El idealismo alemán. Su evolución 42. El sistema de la razón 519
10. S c h o p e n h a u e r convierte, bajo el influjo de Fichte, la doc- Sin embargo, no debe pensarse la relación entre cosa en sí y apariencia
trina del Profesor de Gotinga en un sistema metafísico. De un salto atre~ según la ley del entendimiento, esto es, de manera causal. L a c o s a en
vido se eleva de aquel virtualismo al conocimiento de la esencia de ~odas sí no es causa de las apariencias. Ya en el hombre no es la
la cosas. Descubrimos en nosotros el querer como la verdadera realIdad, voluntad la causa del cuerpo o de las actividades corporales: sino la misma
y la resistencia de la que inferimos la realidad de otras cosas, no puede realidad que noS es dada como cuerpo de modo mediato por representa-
ser sino también voluntad. Así se impone la "n e e e s ida d ID e t a f Í_ ción, en captura espacial y temporal, y en el conocimiento es conceptuada
s i e al) de una explicación unitaria de la experiencia entera.. El "mund,o como algo causalmente necesario y dependiente de otros fenómenos -la
como representación" sólo puede ser apariencia: sólo en el sUjeto es POSI- misma realidad nos es conocida de modo inmediato en la autocontempla~
ble un objeto; sólo en las formas de aquél se detennina éste. De ahí que ción, como voluntad. Porque la cosa en sí no está sometida al principio
el mundo aparezca en la representación huma~m (a .guisa dS fenómeno de la· razón suficiente, surge la paradoja de que el hombre como voluntad
cerebral, como ha repetido Schopenhauer con mexactItud pelIgrosamente se siente libre de modo inmediato, y, sin embargo, en la representación,
contradictoria) a ,manera de una diversidad, dispuesta en e s p a e i o y como algo detenninado, por necesidad. De esta suerte acoge Schopenhauer
ti e m p o, cuyo enlace o síntesis se lleva a cabo gracias al principio de la la doctrina de Kant del carácter inteligible y del carácter empírico (com~
causalidad la única de las categorías kantianas a la que Schopenhauer párese parágrafo 39, 4) . De igual modo debe considerarse doquier el mundo
adscribe u~a originalidad de igual rango que la de las intuiciones puras.46 de los fenómenos como o b j ,e t i v a ció n, esto es como la forma in-
Ligado a estas formas, sólo en su objeto puede poseer el conocim~ento con~ tuitiva y conceptuadora que posee la voluntad o la realidad inmediata
ceptual la necesidad que priva en la esfera de los fenómenos smgulares: para forjar las representaciones, y que no debe ser vista como producto
pues la causalidad es una relación de fenómenos entre sí. La ciencia no de ella. La relación de esencia y apariencia no es la relación de causa
conoce lo absoluto lo incondicionado; el hilo conductor de la causalidad, a efecto.
que neva de un c~ndicionad9 a otro, nunca acaba y no debe ser arbitra~ Además sólo puede ser la voluntad como cosa en sí la vol u n t a d
riamente cortado.47 Por ningún medio puede superar la faena, conceptua~ e ó s m i c aún i e a y un i ver s a 1. Toda multiplicidad y diversidad per-
dora de la .ciencia la ,serie infinita de las apariencias: sólo una in t e r- tenece a la intuición producida en espacio y tiempo; estos últimos cons-
p r e t a ció n i n tui t i v a y exhaustiva del mundo de las representacio- tituyen el principium individuationis. Por tanto, sólo como fenómenos
nes, un vistazo genial sobre la experiencia, una captura inmediata, puede difieren las cosas entre sí y aparecen separadas, en la representación y co~
conducir a la verdadera esencia, que en las representaciones aparece como nocimiento; según su esencia verdadera, todas ellas son lo mismo. La
un mundo causal, espacial y temporalmente detenrunado. Mas esta intui- voluntad es el hen kai pan. Aquí reside para Schopenhauer la raíz meta~
ción es la que permite al sujeto cognoscente, darse a sí mismo, de m a- física de la moral. Es un engaño de los sentidos, que el individuo pueda
n e r a in:rn e d i a t ft, c o m o vol u n t a d. Este término resuelve tam~ distinguir su propio placer y dolor del de los demás individuos y encon~
bién el enigma d~l mundo externo. Pues con arreglo a esta analogía de trarse en oposición a ellos; en el básico sentimiento moral que experimenta
lo dado singularmente de modo inmediato, hay que entender el sentido la desdicha ajena como propia, en la c o ID p a s ión aparece la unidad
de 10 dado conlO representación de manera mediata en espacio y tiempo.~ trascendental volitiva de toda realidad.
La cosa en sí es voluntad. La voluntad, en fin, no puede referirse a contenido alguno particular,
Sin género de duda, aquí se atribuye al ténnino "voluntad" una más empíricamente representable a título de objeto: pues cada uno de estos
amplia acepción. En ,nosotros los hombres y en los animales surge la vo- contenidos pertenece ya a su objetivación. La voluntad cósmica sólo a
luntad como la m o t i v a ció n determinada por representaciones, en la sí misma puede tenerse como objeto. Quiere ser sólo real; pues toda rea~
vida vegetativa e instintiva del organismo como e xci t a b i 1 ida d, en lidad es un quererse a sí misma, ininterrumpidamente. En tal sentido la
los demás se~es del mundo de la experiencia COl:no a con t e c e r ro e e á- llama Schopenhauer vol u :p t a d del a vid a. Es la cosa en sí que se
ni c o. Sólo puede llevar a priori el nombre de voluntad aquel hecho da a luz a sí misma, eternamente, y que sólo la representación, la convierte
universal referido a las diversas (internas y externas) especies de causali~ en el cambio incesante de las apariencias.
dad, cua~do sea de aquella naturaleza en que nos sea conocido de manera
inmediata" Por tanto, subraya el filósofo expresamente que hay que man-
tener a distancia de la voluntad como cosa en sí, las propiedades singu~ 42_ El sistema de la razón
lares con las cuales ella misma se da en la autoconteniplación humana,
la motivación producida por representaciones y conceptos -un intento por Merced al principio del que Fichte sacó bríos para arrojar por la borda
cierto que ha sido para él mismo difícil de satisfacer. el concepto de la cosa en sí, quedaba trazada la ruta arterial de la evolu-
ción idealista. La relación de ser y conciencia se explica partiendo de la
4E} Compárese su obra de promOClOn Acerca de la cuádruple raíz del princi~ conciencia, y, a decir verd~d, porque ésta "aspira a su propio hacer" y,
pio de la raz6n suficiente y su Crítica de la filosofía kantiana en el primer volu- con ello, crea la serie real y la serie ideal de la experiencia, los objetos
men de El mundo como voluntad y representación.
47 En esto coincide Schopenhauer completamente con Jacobi (compárese arri~
y el saber de ellos. La tarea de la doctrina de la ciencia reside en con~
ba el numo 4). , cebir el mundo como una complexión necesaria de actividades racionales,
48 Compárese El mundo como voluntad y representaci6n, 11, parágrafos 18~23.' y para resolver tal problema es necesario que la razón filosofante ponga
520 VI. El idealismo alemán. Su evolución 42. El sistema de la razón 521
en claro, reflexivamente, su propio hacer y las con~iciones e x i g i b 1e s discípulos y contemporáneos como Fr. Schlegel, y, al fin, no ocultó su
para ello. La necesidad, pues, que impera en este s~stema de,l,a ra arrogancia la razón especulativa frente a la "filosofía del entendimiento"
w
Z Ó TI, n o e s e a u s a 1, sin o t e 1 e o 1 ó g i e a. . El s!stema d.ogmat1~o v,e encarcelada en el principio de la contradicción. Schelling invoca2 la coin-
en la inteligencia un producto de las cosas, el ldeahs~a exphc~ la, mteh- cidentia oppositorwn de Nicolás de Cusa y Giordano Bruno, y Hegel3 ve
gencia como un repertor~o de quehaceres ~ota~os de mterna fmalIdad, y en el triunfo del "limitado entendimiento" sobre la razón, el pecado ori-
entre los cuales algunos srrven para prodUCIr objetos. El progreso del pen- ginal de toda la filosofía precedente.4 La metafísica, de la que Kant había
sar filosófico no reside en el conocimiento de que porque algo es,. ha de dicho que "el entendimiento no es capaz de construir", busca su peculiar
ser también otra coSa; se funda en la comprensión, y siguiendo el hll.o con- órgano en la in tui ció n in t e 1e c t u a 1 y su fonna primigenia en el
ductor de que e o n al g o q u e a e o n t e e e, de b e, por n e e e s 1 dad, método, dialéctico. La síntesis pro d u c t i vade lo múltiple mantiene
a e o n t e e e r o t r a e o s a. Cada acto de la razón tiene una tarea; para su unidad sobre las oposiciones en que ella misma se escinde. La esencia
resolverla se necesita de otros actos y con ello de otras tare~s.: aquella con:~ del espíritu es bifurcarse en sí mismo y volver de este desgarramiento a
plexión unitaria, provista de finalidad, de todas 1::, actIVIdades en~amI~ su originaria unidad.
nadas al cumplimiento de todas estas tareas, es el SIstema .de la razon, la Semejante tri p 1i cid a d reposa en aquel concepto fundamental
"historia de la conciencia". El fundamento de todo ser resIde en el deber (fichteano) gel espíritu que se contempla a sí mismo. La razón no es
sel' esto es en la actividad teleológica de la conciencia. sólo "en sí" realidad ideal simple, sino también "para sí": aparece a sí
'1. El ~squema para llevar a término este pensamiento ~s el m é.t o d o misma como algo diferente, extraño; se torna en un objeto diverso del
di a 1é c tic o. Si el mundo debe ser concebIdo com~ ~azo~, pre~lsa de- sujeto, y este "ser otro" (el tháteron platónico, compárese el parágrafo 11
rivar el sistema de la razón, partiendo de una tarea .ong~nan::: es lm~res 10) es el principio de la n e g a ció n. La abolición de tal diversidad l~
cindible deducir todos los actos particulares de. la mtelIgenCla;, con :VIstas negación de la negación es la síntesis de aquellos dos momentos: en' un
íl la solución de dicha tarea, esto es, como medIOS de una acclO~ pnm?r- triple sentido quedan anulados éstos en la síntesis: se supera su validez
dial. Ahora bien, para Fichte tal "actividad" es la a u t o con c .1.e n c ~ a. ullil.ateral;. se conserva su relativa significación, y, se transforma su origi-
No es posible hallar un principi? sin supuestos,. como s~ele deCIr la fdo- nano sentido en una verdad más elevada (negare, conservare, elevare).
sofía en un aserto o teorema SIllO en una e x I gen c I a que cada cual Con arreg~o a este esquema del ser "en sí", "para sí" y "en y para sí",
esté 'en aptitud de satisfacer:' "p i é n s a t e a ti m i s ID ?". y toda la ha constrmdo Hegel, con grande virtuosidad, el método diaIéctico: 5 "Hace
ocupación de la filosofí<;t. se reduce a esclarecer 10 que alh aco"?te~e. y 10 mudar cada concepto en su contrario" y de la oposición de ambos saca
que es ineludible para ello. Pero sólo puede avanzar este prmClfno de el ~oncepto superior, sometido al propio destino de tropezar con su antÍM
investigación, en tanto se hacer ver que entre lo que debe ocurnr y 10 teSIS,. que a su vez exige una síntesis superior, y así sucesivamente. El
que ocurre, existe una contra~icción ?e ..la .que se gel!era un nuevo proble- propio maestro exhibe, al poner en práctica este método sobre todo en la
ma y así sucesivamente. El metodo dlal~ctIco. es un SL'ltema en el que c~da Fenomenología y la Lógica} una sorprendente muchedu~bre de saber una
tarea ,engendra una nueva. En la razon mIsma se ..opone a lo que esta ex~aordinaria sensibilidad y una victoriosa energía para combinar peDsa~
quiere hacer, cierta resistencia, y para vencerla, generase una nueva fun- file.Dtos; en su. desarrollo, emp:ro, se transfonnan en ocasiones la perspi-
Ción. Tesis antítesis y síntesis son los nombres de estos tres momen~os. caCIa en oscundad y esquemático verbalismo: entre los discípulos se ge-
Si Kan't sostuvo, para explicar y criticar la. metafísica, la ~eces.ldad. de nera de allí una jerga filosófica que oprime todo pensar en los moldes
tareas insolubles, convierte ahora este pensamiento la metafíSIca Ideal~ta de aquella. tripli.cidad, y gracias a tal superficialidad ayuna de pensamien-
en un principio positivo. Así se torna, para ella~ el mundo de l~s accIO- tos, muy dIfundIda en una época, fue fácil desacreditar la filosofía viendo
nes racionales en un pro;:eso infinito de au.tocr:a..Clón, y así se explIca, para en ella una vacía verbosidad. 6
la esencia real de la razon la con t r a d I C C Ion eXL'ltente entre la tarea 2. En cabal armonía con el método dialéctico hállase también por su
y el hecho. Cont;adicción' tal es nesesaria e i?extirpable. Pertenec~ a.}a contenido, el sistema de la razón en Fichte durante la inicial época de
esencia de la razon, y, pue~to que solo l,a razo~ e~ r.eal, la contradlcclOn s,; ac.tividad filosó~ica. (aproximad<;mente h~ta 1800). El '¡hecho" ori~
también lo es. De esta guIsa, cae el metodo dlalectIco, esta t~a!1..sfonna- ~ma.r~o de la co~cle~cI~ no detennmado por otra cosa que por sí mismo,
ción metafísica de la lógica trascendental de Kant, en una O~os~cIOn cada SIgnifIca que el Yo solo puede ponerse a sí mismo, cuando se distingue
vez más aguda con la lógica formal. Las reglas del entendImIento; que
tienen en el principio de contradicción su ley más general,. son sufiCIentes 267 2ss~ecciones sobre el método del estudio académico~ Obras completas, V, pp.
para explicar el proceso c~entífico que d~ la.s. :;ep~esentaclOnes construye
conceptos J'uicios y deduccIOnes' para la mtUlClOn mtelectual de la razon ! Ya
Compárese particularmente su t,;atado sobre Fe y saber. Obras, 1, pp. 21 ss.
puede compren~erse del mejor mod~" partiendo de aquí, la polémica de
filosofante, no bastan; frente a las
' tareas
dl e a" ' " especu latlVa
construcClOn ' " ,.
Herbart contra el IdealIsmo absoluto. Tamblen Herbart encuentra contradiccio-
poseen dichas reglas significación relativa. .... . ~es en los conceptos fundamentales de la experiencia: pero puntualmente deben
Esto se defiende ya en la primera e:-poslclOn dada por Flcht~ a la Irse construyendo tales conceptos en tal forma que permitan conocer la realidad
doctrina de la ciencia;1 fue expresado SIempre con creClente osadía por exenJa de c;mtradicci6n. Compárese renglones arriba parágrafo 41, 7.
Comparese E. v. HARTMANN, Acerca del método dialéctico Berlín 1868.
1 Fundamento de la doctrina integral de la ciencia} parágrafo 1, Obras com- : 6C 0I?Pá rese una d ' " por d
escrlpClOn " humOrIsta en G. RUEMELIN,
emas " Discur~
pletas, 1, pp. 92 ss. sos y artwulos, pp. 47 y 50, Friburgo, 1888.
VI. El idealismo alemán. Su evolución 42. El sistema de la raz6n 523
522
de un "no yo". Sin embargo, dado que incluso el no-yo. es puesto en el sensación, está muy lejos de pretender explicar por la conciencia o derivar
y o -genética, históricamente expresado, también el objeto en la con- de las formas generales de ésta lo concreto de la materia, sensiblemente
ciencia-, es preciso delimitar recíprocamente dentro del Yo, el yo, ~ el dado. Por tanto, nunca ha avanzado hasta el idealismo absoluto de Sche-
no-yo (esto es, sujeto y objeto). De ahí nacen los problemas t~o~etlcos .lling-o hasta el racionalismo lógico: más bien ha subrayado expresamente 9
y los, problemas prácticos de la conciencia, según sea la parte detennmante que la doctrina de la ciencia podría deducir qué y par a qué fin el
yo se genera de sí, limitándose a sí mismo en la sensación, pero nunca
el no-yo o el Yo. . ; ' .
Fichte desenvuelve de este modo las funCiones de la razon t e o r e t l- podría deducir cómo y con qué peculiar contenido hace de
e a: se descubren sus grados sucesivos, partiendo de la reflexión de la ~o~ hecho esto en la multiplicidad de las sensaciones. Aquí yace el límite de
ciencia sobre su propio hacer previamente determinado. S~bre cada, hIIl1- la deducción racional de la doctrina de la ciencia, conforme por completo
tación que va poniéndose el Yo en el no-yo (como obJeto) aspIra ~l con la teoría kantiana del conocimiento, y la diferencia esencialísima entre
propio Yo, merced a su actividad no limitable por nada, ~ c<?~vertI1' Fichte y sus grandes sucesores.lú
aquella barrera en su objeto. Las fonnas de esta autodetermma~lOn son No hay para la sensación, pues fu n d a m e n t o alguno que la de~
las intuiciones puras de 'Iespacio" y "tiempo", las formas catego:Iales ~el termine: existe con absoluta libertad y detennina, por su parte, todo co-
entendimiento y los principios de la razón. En lugar de las. dife.rencills nocimiento respecto a su contenido. Por tanto, sólo puede ser concebida
insuperables estatuídas por Kant entre estas esferas de la conCIenCia, sus~ por su fin, en la doctrina práctica de la ciencia, que ha de investigar
tenta Fichte el principio de que la razón, en cada uno de los grados supe- con vistas a qué se limita a sí mismo el yo, no como un ser en reposo
riores capta con más pureza lo que se logra en el precedente: el conocer °
sino, según su esencia, como a c t i vid a d in fin ita como i m pul s o:
es ur: proceso ascendente de autoconocimiento de la razón, que parte de Puesto que todo hacer está orientado a su objeto, en el que se desenvuelve
la intuición sensible.7 Pero este repertorio -de formas de la razón teorética . que e1 ¡¡yo,
_preCIsa II
que no encuentra d a d o su ob·Jeto como la voluntad'
supone una "autolimitaci6n" originaria del Yo: Sólo en caso que ésta empírica, por su parte, para conservar su impulso y actividad, s e pon g a
sea dada, es posible concebir la totalidad de las formas, segúr; el prin- a s í m i s m o o b jet o s. Eso ocurre en la sensación que no tiene fun-
cipio de la autocontem;plación. Pues cada actividad ~aca su <:bJeto de la damento, pero sí, el fin de crear una barrera para el impulso del yo sobre
precedente y en ella tiene su fundamento: en camblO, la pnmera ~,:to la que trasciende. para convertirse en objeto mismo. La realidad empírica
limitación carece de una actividad previa y, por tanto, carece, teoretlca~ con todos sus objetos y con la existencia que posee para la conciencia teo-
mente hablando de fundamento alguno: es un a c t o 1 i b r e sin f u n~ rética, es sólo el m a ter i a 1 par a l a a c t i vid a d del a r a z 6 n
práctica.
d a m e n t o" pe;o como tal, el fundamento de las otras actividades. Esta
acci6n libre abismal es la s e n s a ció n. Sólo por su contem'do, que es La interna esencia del yo es, por tanto, el hacer, sólo dirigido a sí mis-
objeto de l~ intuici6~, cae en la esfera de la conciencia; como actividad mo, sólo por sí mismo detenninado, la a u t o nomÍa del a r az ón
que carece de fundamento, es in con s c i e n t e.s En esto reside su "ser m o r a 1. El sistema de la razón culmina en el imperativo categ6rico.
dado", gracias a lo cual parece ser algo extraño. y v.enir ':d,e f~era". En El yo es la voluntad moral, y el m u n d o, e 1 m a ter i a 1 p e r c e p t i b 1 e
el sitio de la cosa en sí surge ahora la a u t o 11 m 1 ~ a c Ion 1 n c. o n s- del de b e r. El mundo existe con vistas a nuestra acción. El ser no es
e i e n t e del y o. Pareja actividad es llamada por Flchte cap a cId a d la causa del hacer, sino gracias al hacer se produce el ser. Todo lo que
productiva de la imagin_ación; es la actividad cósmico~gene existe se entiende partiendo de lo que debe ser.
radora de la razón. Sin embargo, Fichte ha visto con claridad que su des- La exigencia, paradójica a la conciencia común, de la doctrina de
trucción del concepto de la cosa en sí y su intento de derivar del yo la la ciencia,l1 se encamina a desposeer a la ca t e g o ría del a s u s t a n-
c i a 1 ida d. de la significación fundamental que tiene en la concepción
7 Sin influjo directamente perceptible de. Leibniz apare'c:e. la doctrina ~~, éste
del mundo mgenua y sensible. En ésta se piensa doquier un ser como por-
acerca de la relacion de las diversas capacldades cognoscltIvas, en OposIclOn a tador y causa de las actividades: en Fichte, en cambio, se ve en el hacer
la división Katiana. Sólo hay que hacer notar que esta "historia evolutiva de la lo originario, y el ser no conserva otro valor que el de medio para la
razón" está determinada en Leibniz causalmente, en Fichte, en cambio, de ma-
nera teleológica. Lo que pedían Hamann y Herder (compárese arriba parágrafo
41, 2) como unidad for~al de la intel~gencia en sentido,leibniziano, se lleva a 9 E. LASK (El. ~dealismo ~e Fichte y la historia) ha mostrado que esto tiene
cabo por Fichte y Schellmg, en un sentIdo enteramente dIverso. e~~cto en las exposlclOnes ~e F,IChte desde 179'7 (a partir de la Segunda Introduc~
S La paradoja de las "actividades inconscientes de. la conciencia" reside en la ClOn a la Doctrma de la czencla), pero sobre todo en la Noticia clara como el Sol
expresión, no en la cosa. Los filósofos alemanes han SI~O a IJlenudo mu~ desafor- acerca de la esencia de IfZ nu~v.a.filosofía (1~~1) yen parte en los giros que intro-
tunados con su terminologia; desafortunados por demas, alh donde qUIeren. dar duce y que parecen caSI pOSItIVIstas y empIristas en extremo.
a las palabras germanas una significación nueva. Fichte no sólo empIca promIscue 10 En este sentido se desenvuelven las doctrinas posteriores de Fichte en con-
los términos "conciencia" y "autoconciencia", sí que también entiende por con- tinua oposición al ideal~smo ilimitado o al racionalismo absoluto, en armonía con
ciencia, por un lado, la representación real del indiv~duo o del" yo .em~'Írico el cual pensaron Schelhng (y después de él Hegel) poder deducir lo particular
(en este sentido pues "no consciente"), por otro, las funclOnes de la conCIenCia en de lo general, según el método dialéctico.
general", de la' "ape~cepción tra~cendental" o de~ "yo gen~ral'~ .( en tal sep!i do, 11 En este sentido protestó Fr. Jacobi no contra el tejido de 1a media sino
"historia de la conciencia"). Debldo a estas relaclOnes termmologlcas, se. ongman del tejer mismo (Obras, 111, pp. 24 ss.). Compárese, en cambio, G. FOR;LAGE,
en buena parte las dificultades de la filosofía de Fichte y los malentendldos que
Contribuciones a la psicología (Leipzig, 1875), pp. 40 s.
ha provocado. '
VI. El idealismo alemán. Su evolución 42. El sistema de la razón
t . 525
524
acción. 12 Este antagonismo se pone de manifiesto del modo más agudo
enCla de
mente por lael personalidad tant~ no
Estado. Por física' debede6uedar garantizado incondicional-
en la Controversia acerca del ateísmo, de tanto éxito personal para Fichte. de las relaciones del trabajo al ' . e abandonarse la reglamentación
manda (según A Smith) ni el mecan~mo natural de la oferta y la de
La doctrina de la ciencia no puede ver en Dio s sustancia alguna; pues,
como tal, serla algo derivable: Sólo en el "yo general", en el hacer abso- los intereses soci~les
en pugna rs~ndImIento ~e1trabajo al mecanismo d~
lutamente libre y creador de mundos puede hallarse el concepto metafísico ~stado. Partiendo de estos pen;amfo t mtervemr aquí la rey racional del
de Dios, y en clara oposición con la natura naturans del dogmatismo, Juste~a l~s situaciones históricamen~~ 0J~Jos~~eja ~ichte, ponderando con
socIalIsta16 como el del "E as, .su Ideal del Estado
llama a Dios, el orden cósmico moral,13 el ardo ordinans.
Por ello, la disciplina filosófica por excelencia es la d o c tri n a d e su n: la producción y fabricaJ¿~do co~ercIaI c~rrado", que toma en
1 a s c o s t u m b res. Esb07""da con independencia de la M etafisica de las ~ranJero,
an9 para asignar a cada ciudad y el mter~amblO comercial con el ex-
costumbres, de Kant, toma el sistema fichteano de esta disciplina, el im- ~tegral ~e su f,:ena. El enérgico idea;;i~ su t~a~af!l~' pero también el provecho
SIstema dIctatonal riguroso si ést . mo e I osofo no se detiene ante un
perativo categórico en la founa: "Obra con arreglo a tu conciencia", a
manera de punto de partida de una doctrina del deber rigurosamente pla- par~ cumplir libremente s~ debe~. PIra a asegurar a cada cual los medios
:'i
Doctrina aldeU?lVer~O c?mo sist~ma de la razón, había
neada, que, partiendo del antagonismo, que se manifiesta en todo empí- . .resuelta,
La tarea
~ rico yo, del impulso natural, y del impulso moral, expone los designios SIdo en de
la concebir .
mU,?do externo (sensible) como uan Cp,endcIa, edsenclalmente deduciendo el
generales y particulares del hombre. Se atenúa el rigorismo kantiano ha- ra, , que aparece en el yo em ' . ro llCto e la " conCIenCIa . . en gene
ciendo valer los derechos de la sensibilidad del hombre, a título de producto
de la razón. Aún permanece el dualismo, pero se está a punto de supe~
1
,;"a.s ~:;rde.la doctrina de Ficht~lr~~:
ef e~tesentido fue caracterizad~
JetIv~. Sm embargo, la o inió ' m,: a e K~nt, de "idealismo sub-
que el .creía haber explicad~ co~o dI: FIC~t~, erd: esta: a la "naturaleza"
rar10; y con el pensamiento de que en el orden teleológico del mundo a
cada- uno de sus miembros corresponde un destino en annonía a su pecu-
con;:emr, frente a las representacione poslclon. e. ~ntodo orgánico, deb~
~~f.',:n de un pr,:du.cto objetivo de la sr~~;~,'s mdlVlduos, la plena signifi-
liar índole, se hace en la doctrina ética una exposición del "material del
cumplimento del deber", mucho más minuciosa Y atenta a la valoración
de 10 dado. Ello se exhibe en la teoría de Fichte de los deberes con ~it~~~en~es lconocl;mentos positivos que sí p'os :para exponerlo, no tuvo los
s e a razon -humana As' . em acerca de las relaciones
arreglo a la función social de cada cual, en su noble concepción del
matrimonio Y de la vida familiar, en los finos análisis de sus investiga- apla~so, incluso por Fichte, ~na a~i~ió exph~a q;te haya sido recibida con
ropusose resolver aquella parte d 1 n al IdealIsmo, cuando S che 11 i n g
r e c~nstruir la n a t u r a 1 e z a c ~ ~ ~ar:a y. tornó en serio el pensamiento
ciones éticas de la diversidad de las relaciones humanas de vida.
Lo propio puede decirse de la manera como manipula Fichte los pro-
blemas de la vida pública. Señorea en ellos una juvenil energía de los
pensamientos kantianos Y se traduce de modo mucho más impresionante
que como 10 hubiera hecho sentir el propio Kant, que emprendió la siste-
~~~~:?~~~;~~~:~~1r. sr:~~f:~~;:~~¡;:l~~~a:~iez~i~~~\~::
~e
l;st~~
z?,cIobn del mandato racional. L;' tU;lera. su, des.ignio final en la reali-
matización de sus doctrinas a edad avanzada. También para Fichte es d
(com;á:~tena" atracció~ i
U
rIva a la estructura de 1 . Orla 1 n a m I Ca de Kant d
el principio del derecho natural la limitación recíproca de las esferas de
la libertad, en las relaciones externas de los individuos. Fichte ve los "de- 1
sión de .las fuerzas del principio de la
partIda de tal construcciónParagrafo 38, 7), debía constituir el pJnto
: " ut
dectF~h
Política . DSOH ~OLLER, Estudws
1¿~5', "Anuar!os
12 Semej ante concepción lógica se halla en la teoria dinámica de la materia, 15 Compárese G . en
Economía sobre Ficht
de Kant, (comp. arriba parágrafo 38, 7): aqu¡ ya se trata de fuerzas "a las que WINDELBAND, La ¡Jea del Estado", de Hi1debr:;'d de
lidad, del todo. Las "categorías de la naturaleza" son las formas en las En Sc~elling, el s i s t e m a del a n a t u r a I e z a está dominado por
que la razón se pone (manifiesta) objetivamente, constituyen un sistema el pensamIento de que, en ella, la razón "objetiva" asciende de las repre~
evolutivo 'en el que cada hecho encuentra su lugar conceptualmente deter- sentaciones materiales, pasando a - través de la muchedumbre de estruc-
minado. En el desarrollo de esta idea, pende Schelling del estado que tu.ras y !ra~:formacion.es de ~nergía, a~ organismo en que aparece la c o n-
guardaban los conocimientos científicos de su época. Del nexo de las fuer- c 1 e n cIa. La esenCIa sensible constituye el punto de negada de la vida
zas, de la transfonnación de unas en otras, esto es, en aquello que prin- en la naturaleza: con la sensación se inicia el sistema de la Doctrina de
cipalmente se tenía interés, aún se poseían representaciones por demás la ciencia. El muy complicado camino que recorre la naturaleza hasta
imperfectas y el filósofo no se resiste en llenar las lagunas con hipótesis este término, ha variado mucho en los pormenores de las numerosas re-
que sacaba de la construcción apriorística de su sistema teleológico. En elaboraciones de la F~losofía de la Nat~raleza, pero se mantiene funda-
muchos casos se han revelado estas opiniones como principios heurísticos mentalmente en el mISmo plano: es la Idea, proveniente de la Doctrina
valiosísimos (compárese parágrafo 40, 6); en otros, como desvíos por los
cuales no llegó la investigación a satisfactorios resultados. 20 E.sta; .".lnterpretaclO11
., "d e 1os. he::hos copstituy6, a decir verdad, un arries-
Lo históricamente significativo en la Filosofía de la naturaleza, es su gado prmCl~lO en" l.a esfera de la clencl~: abrra las puertas de la filosofía natural
antagonismo al principio democrítico-galileico de una explicación pura- a las fantasl~s poetlCas y a las ocurrenClas "geniales". Estos huéspedes se anuncian
mente mecánica de la naturaleza. En la determinación cuantitativa sólo ya en Schellmg; pero logran penetrar en sus discípulos COmo N o val i s S t e-
se ve apariencia y forma externa; en el nexo mecánico-causal, sólo ma-
ffe.n s, S c h u b e r t. Una simbólica de la naturaleza 'llena de ensueño ~parece
particularmente en el "idealismo mágico" de Novalis: una construcción poética
neras de representar propias del entendimiento. El sentido de las crea- encantadora, pero filosóficamente peligrosa.
21 Compárese JAC. STILLING J en los S,trassburger .Goethevortraegen (1889) pp.
149 ss., y H. GLOCKNER, El problema filos6fico en la teoría de los colore; de
19 En él también cae 'prisionero HERDER, como lo revelan sus coloquios sobre
el sistema de Spinoza bajo el título de Dios~ 1787. Comp. DILTHEY, La época de
los _estudios de Goethe sobre Spinoza (Archiv., 1894 y Obras, JI). , Goethe~ 1924.
22 Compárense los bellos versos en La vida de Schelling en cartas, 1, pp.
282 ss.
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,'.3.1
1
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.•.,
528 VI. El idealismo alemán. Su e'volución 42. El sistema de la raz6n 529
de la Ciencia, del antagonismo de las fuerzas, que se anula en. una unidad
1 de i m pul s o h a c i a e 1 j u e g o ;26 en la actitud desinteresada enmudece
orden superior, la doctrina de la d u a 1 ida d que constItuye e esque- toda regulación de la voluntad. Schopenhauer pisa el mismo terreno
ma fundamental de la "construcción de la naturaleza". Por ello, era cuando halla el placer estético en la superación de la cruenta voluntad de
particularmente importante para Schelling la poI a r ida d, que, en los vivir, en la actividad del sujeto puro de conocimento. 27
•
f enomenos •.
magnetlcos y e1ectncos,
~. tema en VI'1o a sus cont
l' ' neos )2.
empara De aquí saca Schiller el pensamiento de que, en todo intento de educar
como un nuevo enigma descubierto. al hombre sometido al imperio de la sensibilidad, en el querer moral la
4. Cuando Schelling trató de dar, al lado. de la Filosofía de la natu- vida estética ofrece el medio más eficaz. Kant había vlsto en la '¡in~er
raleza, una elaboración propia a la Doctrina de la ciencia, bajo el nom- sión de los, m?tivos" la tare.a ética del hombre (compárese parágrafo 39, 6) :
bre de Idealismo trascendental, se operaba en el pensamiento común de para ~l transito de 10 senSIble a la esfera del querer moral ofrecía al indi-
los idealistas de Jena un viraje notorio, para el que el propio Schelling viduo el apoyo de la religión; Schiller, el del arte. 28 Fe y gusto penniten
acuñaba la primera formulación sistemática. El inicial impulso proviene a1 hombre, por 10 menos, obrar legalmente, cuando éste aún no ha madu-
de S c h i 11 e r y de la interpretación que éste había dado a las ideas de rado pata la vida moral. En el trato con 10 bello se afina el sentimiento:
la Crítica del juicio. Poco a poco se fue haciendo más clara la idea de desaparece la rudeza natural y despierta el hombre a su más alto destino.
que el sistema de la razón del idealismo debía desembocar en la función El arte es la tierra nutricia de ciencia y moralidad. Así decía Schi1ler
estética, y en el lugar del idealismo é tic 0, que enseñaba la- Doctrina de ya en "Los artistas"; en las Cartas sobre la educación estética ahonda
la ciencia) y del i d e a 1i s m o f í sic o, que proponía la Filosofía de la mucho ~ás. La actitud ~st~~ica aniquila, ya que es desinteresada, el que-
naturaleza, adquirió ahora gran preponderancia el id e a 1i s m o e s t é- rer sensI?I.~ y crea la pOSIbIlidad del querer moral: es el punto necesario
tic o. de tranSlClon por el. que ha de pasarse del estado físico de indigencia al
La postformación, rica en consecuencias, que experimentan los pen- estado moral. En el estado físico padece el hombre el imperio de la natu-
samientos de Kant por obra de Schiller, no afecta sólo los temas estéticos, raleza, se libera de él en la contemplación estética y lo señorea al fin en
que inspiran de inmediato al poeta, sino al propio tiempo los problemas la vida moral. ' ,
éticos y de la filosofía de la historia y, con ello, el sistema total de la Pero ya en "Lo~ ;.;rtistas" se atribuye a lo bello la ulterior y más ele-
razón. Pues los pensamientos de Schiller, como lo muestra, entre otros, el vada tarea de summIstrar a la cultura moral e intelectual su definitivo
poema "Los artistas", estaban polarizados, ya antes de su trato con Kant, remate, y creyendo el poeta que estos pensamientos compaginaban con el
en torno del problema de la significación que posee la belleza y el arte en espírit~ ,del sistema ka~tiano, acaba por pasar del complemento a la post-
el marco entero de la vida racional humana y en su desarrollo histórico, formaclOn de la d?ctrma de Kant. .Cuando aún predomina el impulso
y al poner la solución de este problema bajo el amparo de la filosofia moral sobre el senSIble, no puede declI'se que las dos vertientes de la na-
kantiana, dio al idealismo el más decisivo viraje, después del que había turaleza humana háyanse conciliado. En el estado físico y en el moral
provocado ya la Doctrina de la ciencia. cada una de la.') vertIentes de 10 humano queda oprimida en beneficio de
Comienza con las nuevas formas que Schiller encuentra para el con- la o~ra. Una perfecta humanidad sólo es posible cuando ninguno de los
cepto kantiano de belleza. La síntesis de la razón teorética y práctica dos Impulsos prevalece sobre el otro. El hombre es sólo verdaderamente
llevada a cabo en y por obra de la razón estética (comp. parágr. 40, 2) hombre cuan~o juega, cuando des;.;parece en él todo antagonismo, cuando
ha encontrado su mejor expresión en el e o n e e p t o d e b e 11 e z a de se torna en el. la naturaleza senSIble en tan no b 1 e s e n s a ció n que
Schiller como la libertad en los fenómenos. 24 Dice que ya no sea preclSo querer elevarla más. El rigorismo kantiano tiene razón
la intuición estética capta su objeto sin someterse a las reglas del enten- de ser all.í d0t;de la inclinación sensible se opone al deber: Pero existe el
dimiento cognoscente: No queda subsumida en sus conceptos, y no pre- supremo IdealIsmo del a l ro a be 11 a~ que ignora tal antagonismo, merced
guntamos por las condiciones provenientes de otros fenómenos. Se contem- a que su natura~eza. se .ha ennobleCIdo a tal punto, que cumple la .ley
pla como si fuera libre. Schopenhauer expresa esto, de manera moral por mera mclmaclón. Pero sólo por la educación estética adquiere
más circunstanciada, así: el placer estético es la consideración del objeto,
con independencia del principio de razón suficiente. Aun más importancia las. Cartas. sobre la educaci1.n estética (11 s. ~, recuerda enérgicamer:te la época
da Schiller después al hecho de que la actitud estética no depende de la Rem2~0¡d-Í1chtea~a, cua~do se habl,aba demaslado en Jena de matena y forma".
razón práctica ni de la teorética. Lo bello (a diferencia de lo agradable La doctrma del Impulso de Juego va de hecho más allá de la filosofía de
Ka~t, en el cual, P!lntu,~lmente sobre la especulación acerca del "sustrato supra-
y de lo bueno) es tan poco objeto del impulso sensible como del impulso ?e~s!ble d; .la humamda.d , el cual constituye el fundamento de la validez general del
moral: carece lo mismo de la indigencia del impulso vital empírico, como JUICIO estehco, se conVIerte la belleza, al fin de cuentas en "símbolo de lo bue-
de la seriedad de la razón práctica.25 En la vida estética tiene lugar el no": Comp. la Critica del juicio, parágrafo 59. En K~nt son todos los valores
en última instancia, de' carácter ético: en Schiller se subraya el va ll? r pro p i ~
de 1 o b e 11 o, aunque no se aparta por completo de la concepción etizante de
23 Acerca del sentido de la idea de polaridad para el pensamiento de Goethe, Kant.
compárese E. A. BOUCKE, La concepci6n del mundo, de Goethe, 1907. " 27 El mundo como voluntad y .representaci6n, 1, parágrafos 36-38. Aquí tam-
24 Comp, principalmente las cartas a Koerner, de febrero de 1793; además bIen Schopenhauer da el mismo valor al conocimiento científico-natural Compá-
el bosquejo sobre lo "bello en el arte" impreso en la carta del 20 de junio, todo rese adelante parágrafo 43, 4. .
ello en el diálogo KalliaS, no tenninado. 28 Comp. la parte final del estudio Sobre la utilidad moral de las costum-
bres estéticas. JI
25 La fundamentación trascendental-psicológica a que aspira aquí Schiller en
530 VI. El idealismo alemán. Su evolución 42. El sistema de la raz6n 531
el hombre esta nobleza. Sólo gracias a ella puede abolirse en la naturalez,a en la LucindaJ de Federico Schlegel, desembocara en vulgaridad ingenio-
humana la alternativa "sensible-suprasensible", sólo por ella puede reah- saniente refipada. 31
zarse la propia humanidad. " . . " Merced a la ética de S c h 1 e i e r m a che r 32 retorna la moral ro:-
5. En el ideal del "alma bella" supera la ;rlrtuosldad de ~~aftes mántica a la pureza de la intención schilleriana. Su doctrina constituye
bury (compárese parágr. 36, 6) el dualIsmo kantiano. La perfecc;on del la conclusa expresión del ideal de vida de aquella gran época. Todo obrar
hombre es la conciliación estética de las dos naturalezas que habitan en moral apunta a la unidad de razón y naturaleza: según eso, se determina,
él: La e d u e a c-ión debe hacer·de la vida del hombre una obra dte en general, la ley ética, que no puede ser otra cosa que la ley natural
a r t e ennobleciendo lo dado sensiblemente al ponerlo en plena armoma de la vida de la razón, -según eso se determina también en particular,
con la vocación moral. En este sentido acuña para la concepción ideal de la tart{a de cada individuo que debe realizar, de modo concreto y peculiar
la vida de su tiempo la expresión dominante, en oposición al rigorismo a él, aquella unidad. En la exposición sistemática de parecido pensamien-
kantiano, y el h u ro a n i s ro o e s t é tic o que arrancó de esta suerte .de to distingue Schleiermacher (con arreglo al factor orgánico y al factor
la faena con~eptual, halló junto a él una :nuchedumbre de otras peculIa- intelectual de la inteligencia, compárese parágr. 41, 6) la actividad orga-
res formulaCIOnes. En el marco de ellas fIgura G o e t h e corno la perso- nizadora y la actividad simbólica, según se busque la unidad de razón
nalidad más influyente, que en la perfección ~s~ética p8;.r~ conducir ~u ida :r y naturaleza, o se suponga, de ahí se originan en conjunto cuatro rela..
ciones fundamentales a las que corresponden los bienes "Estado", "Socia-
tanto como en las grandes obras de su actiVIdad poeilca, expreso vItal-
mente semejante altura ideal de la humanidad. .. bilidad", "Escuela" e "Iglesia".33 Partiendo de aquí tiene el individuo que
En parecida concepción del genio se encuentra con Sch1l1er, ante todo desarrollarse auto-activamente en una vida armónica espontánea.
G u i 11 e r m o de H u m bol d t: 29 partiendo de estas ideas, trata de ha- En fin, también H e r bar t reduce de manera enteramente indepen-
cer comprensible la esencia de las grandes obras poéticas; h'711a en la .ar- diente la teoría ética a la razón estética: metodológicamente hablando,
moma de la naturaleza sensible y de la naturaleza moral el Ideal de VIda la moral es para él una rama de la "estética general". Junto a la razón
del hombre, y aplica principio tal, en su tratado,3D fundamental para la teorétiea, que comprende los principios concernientes al conocimiento del
e i e n e i a de 11 e n g u a j e, de este modo: enseña a comprender la esen- ser, sólo admite como algo originario la a p r e c i a ció n del s e r ton
cia del lenguaje mediante el influjo mutuo de ambos elementos. . . . a r r e g loa I d e a s e s t é tic a s. Pareja estimación, como tal, tiene que
En ruda oposición al rigorismo kantiano procede ya J a c o b 1, mspl- ver tan poco con la voluntad y necesidades del yo empírico, como el cono-
rado en Shaftesbury con su novela Allwills Briefsammlung, diseñada sobre cer. Los "juicios del gusto" son necesarios y universales, valen con evi-
la personalidad de Goethe. Incluso. el genio moral es. "ej.emplar": no s~ de~cia inderivable, y se refieren siempre a las r e 1 a c ion e s del s e f,
somete a reglas tradicionales y máxImas, goza su propia VIda y se da a SI es mmanente a ellos un placer o displacer originarios. -La aplicación de
mismo las leyes de su moralidad. Semejante "naturaleza moral" es lo más tales principios al campo privativo de lo estético no aparece en Herbart;
elevado que existe en el ámbito de la humanidad. El sistema abstracto de sólo más tarde han construído sus discípulos, particularmente Rob. Zim-
máximas que caracteriza la ética de Kant, comienza a retroceder ante mermann,B4 una estética declaradamente "formalística": la ética en cam~
una concepción de los valores vitales del individuo. , . b~o, es para Herbart la doctrina de los juicios del gusto acerca d~ las rela-
Esta ética geniálidad acaba por transformarse entre los r o m a n t l- ClOnes del querer humano. No tiene nada que explicar -esto es cosa de
e o s, en la teoría y praxis, en desmedida ~rrogan?ia.. Aquí se le llega a la psicología-, sólo tiene que presentar las normas con arreglo a las cua-
presentar a manera de una a r i s t o c r a c 1 a e s t e t ¡ cad e 1 a e d u c a- les formulamos aquella apreciación. Como tales, encuentra Herbart e s t a s
ció n contra el utilitarismo de Ia moral iluminista. La célebre divisa c i ~ e o 1 d e a s é tic a s: libertad, perfección, benevolencia, derecho y
schil1~riana de la "nobleza en el mundo moral" se interpreta de esta suer- eqmdad, y sobre ellas trata de estudiar el sistema de la vida moral. En
te: al paso que el filisteo lleva a c.abo su actividad peculia~ mediante un lo que respecta a la investigación genética, hace valer siempre, a la inversa,
esfuerzo reglado según normas unIversales, el hombre gemal,. exento de los principios de la psicología asociacionista, y así intenta exhibir en la
toda determinación externa influída por opiniones y normas, vIye su des- estética y mecánica del Estado el mecanismo de los hechos de la voluntad,
tacada individualidad co~o algo en sí pleno de valor, en el Juego des- merced a los cuales se conserva o mantiene la vida común de los hombres.
interesado de su agitada psique, en la creac~ón de s~, fantasía .e~e~na 6. Pero también fluye de la moral estética de S e h i 11 e runa f i 1 o-
mente modeladora. En esta genial moral adqmere tambIen la senslbIhdad S? fía del a h i s t o r i a, que presenta en nueva unidad los puntos de
(en el sentido más riguros~ del. ,térmi~o) su inaJie~abl~ derecho. y se le VIsta de Rousseau y Kant. El poeta la desenvuelve de manera originalí-
equipara en rango por subhmacIOn estetlca a l~s ma~ fmas emoclO?-es. «;le sima, al derivar, en sus disertaciones sobre "Poesía ingenua y sentimen-
la intimidad, -un audaz pensamiento que no ImpedIR que su reahzacIOn ta}'), los conceptos estéticos fundamentales de las .oposiciones históricas que
20 Nacido en 1767 y muerto en 1835. Obras completas, 7, vals" Berl}n, 1841 31 De otro modo, P. KLUCKHOHN, El amor en el romanticismo, 1922.
ss.' nueva edición de la Academia de Berlín, 189.8 ss. Comparese ademas de su. 32 Comp. también SCHLEIERMACHER, Cartas confidenciales acerca de Lucin-
co:respondencia epistolar, particularmente. con SchIller, ante todo ~us Ensayos es- da, 1800.
téticos, Brunswick, 1799. RUD. HAYM, Gu,zllermo de Hut}tboldt, B,:rhn, 1856, y ED. 33 HOLSTEIN, La filosofía del Estado, de Schleiermacher, 1922.
34 ROB. ZIMMERMANN, Estética general como ciencia de la forma, Viena,
SPRANGER, Guillermo de Humboldt y la tdea de humantdad, Berlm, 1909.
30 Ueber die Kawi Sprache, Berlín, 1836.
1865.
532 VI. El idealismo alemán. Su evolución 42. El sistema de la razón 533
advierte y de una construcción general de sus manifestaciones. Las épocas La filosofía de la historia de Schiller halla en Fichte, en
y los géneros poéticos se caracterizan por la diver~a relación ,que -guarda el el que ésta en parte se había inspirado,36 su completo desarrollo, pero de
espíritu con el reino de la naturaleza y con el remo de la li.ber!a~. Como rechazo ejerce sobre éste, en la razón estética, aquel influjo que le permitió
el estado "arcádico" aparece aquí aquel en que el hombre, mstmt1vamen- conciliar los antagonismos de la Doctrina de la ciencia. Ya en las lecciones
te, practica 10 moral sin mandato, toda vez qu~ nI? ~~ h,~ desarrollado de Jena acerca de la esencia del sabio y en el Sistema de la doctrina de
la oposición de sus dos naturalezas: como el fm elislco surge aquel las costumbres, en donde se exponen los deberes profesionales del catedrá-
estado de perfeccionamiento en el que se ennoblece la naturaleza a tal tico y del artista, resuenan motivos de aquella filosofía de la historia; se
grado que acoge de nuevo en su voluntad la ley moral. ~ntre <;tmbos es- convierten después en el tema dominante en las lecciones dadas por Fichte
tados tiene efecto la lucha de ambas naturalezas: 1 a h 1 S t o r 1 a r e a lo en Er¡angen. Cuando se ocupa de diseñar los Caracteres de la época ac-
Pero la poesía, cuya peculiarísiroa tarea es representar al hombre, se tual, lo hace dentro del cuadro de ideas de una construcción omnicom-
halla determinada doquier por aquellas relaciones fundamentales. Cuando prensiva de la historia. Como el primer estadio (el "arcádico") de la
hace aparecer la naturalidad sensible del hombre aún en unidad armomca humanidad aparece aquí el del "i n s t i n t o r a c ion a 1", cuyo portador
con su esencia espiritual, es p o e s í a in gen u a; si expresa en ~ambio, puede ser un pueblo normal. En esta época impera sobre el individuo la
la contradicción entre ambas, si hace aparecer de algún modo lo ¡rrecon~ conciencia general, con la seguridad inmediata e incólume de la nece-
ciliable entre la realidad y el ideal del hombre, se llama p o e s í a s e n t i- sidad de la naturaleza: pero el destino del yo singular y libre reside en
ro e n tal, y, a decir verdad, satírica o elegiaca, o, en su caso, idílica. El emanciparse de este poder del hábito y de la costumbre, y obedecer su
poeta que es así mismo naturaleza, expresa espontáneamente la naturaleza; propio impulso y juicio. Entonces comienza la época del pecado. Mas ésta
el que no la posee, padece por ella y se interesa sentiment~lmente por r~~ culmina en la decadencia moral e intelectual de la vida colectiva, en la
cuperarla, la cual escapa de la vida, como Idea en la poeSIa. La arll;lOma anarquía de las opiniones, en el atomismo de los intereses privados. Con
de naturaleza y razón es dada en éste: en aquél, añorada; allá es Ideal, inconfundibles rasgos se caracteriza esta época del "p 1 e n o p e cad o"
aquí es real. Este distingo de la emoción poética caracteriza, según S.chi- como teoría y práctica del Iluminismo. La comunidad de vida de la hu-
Her, la oposición del hombre antiguo y el hombre. moderno. El gnego manidad degenera en un "estado de indigencia" que no tiene otro propó-
siente de modo natural, el hombre moderno experImenta la naturaleza sito que favorecer las relaciones externas de los individuos y que no puede
como un paraíso perdido, como el enfermo su salud. Por tanto, da el aspirar a más, ya que nada tiene que ver con los nobles intereses del
poeta antiguo e ingenuo la naturaleza como es, espontáneamente; el mo- hombre, con la moralidad, la ciencia, el arte y la religión, abandonándolos
derno y sentimental sólo en y por su reflexión: aquél desaparece tras su al arbitrio de cada cual: su hogar es el mundo y tal vez mejor en cada
objeto como el creador tras sus obras, éste exhibe en la conformación de momento el Estado,37 que se ha puesto en la cúspide de la cultura. Pero
la materia la fuerza de su personalidad, proyectada al ideal. Allá impera la cultura verdadera reside en la subordinación de los individuos a la re-
el realismo, aquí el idealismo, y la suprema altura del arte se daría allí conocida ley de la razón. Del arbitrio pecador de los individuos habrá de
donde el poeta ingenuo expresase 10 sentimental: Así dibuja Schiller la generarse la autonomía de la razón, del autoconocimiento y autolegislación
figura de su gran amigo, el griego moderno. de lo universalmente válido, que rija de manera consciente en el espíritu
Con vehemencia tornaron los r o m á n tic o s parejas ideas. Virtuosos de cada quien. Con ello se iniciará la época del i m p e r i o del a r a-
del recensionismo, como 10 eran los S c h 1e gel, se recreaban de este es- z ó n, pero no terminará antes de que en el "verdadero Estado" se pon-
quema filosófico, ora para criticar, ora para caracterizar, y 10 introdu- gan todas las energías al servicio de la comunidad, y de tal suerte que se
jeron en sus comprehensivas elaboraciones de la historia de la literatura. cumpla sin resistencia el mando de la conciencia colectiva. Este ("elísico")
Entretanto, dio Fe de r i c o S c h 1e gel al pensamiento schilleriano el estado final es el del "a r ter a c ion a 1". Es el ideal del "alma bella",
tono específicamente "romántico", al aprovechar para ello con precipitada llevado al campo de la política y de la historia. Promover esta época y
superficialidad motivos de la filosofía de Fichte. Cuando designa con los en ella conducir a la comunidad, a la nación, en y por normas racionales,
nombres de "el á sic o" y '~r o m á n tic o" la oposición descubierta por es la tarea del maestro, del sabio, del artista.38
Schiller, 10 que hace de facto es transformarla con su doctrina de la ir 0-
nía. El poeta clásico se identifica con la materia, el romántico se yergue
36 Cuán pronto y enérgicamente penetró FICHTE en tal evolución estética lo
cual soberana personalidad sobre ella, aniquila la materia mediante la
revela del mejor modo el trat:'1.do Sobre el espíritu y la letra en la filosofía, es¿rito
forma. En cuanto supera con libre fantasía la materia que él IIÚsmo pone, por él en un principio para las Horas de SCHILLER (1794). Comp. G. TEMPEL
desarrolla en aquélla el juego de su genialidad que no queda limitada en La posición de Fichte respecto al arte, Metz, 1901. Alrededor de la filosofia d~
ninguna de sus creaciones. Un impulso hacia el infinito, hacia 10 incon- la historia de Fichte, compárese además de Lask, E. HIRSCH, Cristianismo e his~
cluso agita al poeta romántico: él IIÚsmo es siempre más que cada uno toria en la filosofía de Fichte, 1920.
de sus objetos, y en eso se revela su ironía. El romántico atribuye al infi- 37 La citación clásica en pro del cosmopolitismo cn la educación en el siglo
nito hacer de la voluntad moral enseñado por Fichte, el juego interminable XVIII, aparece en Fichte, Obras, VII, p. 212.
de la fantasía que crea sin finalidad para volver a destruir: 35 38 En el definitivo vuelco del pensamiento fichteano toma cada vez más esta
imagen de un Estado ideal de cultura del futuro, rasgos teocráticos: El sabio y el
35 Comp. HEGEL, Conferencias sobre es,tética (Obras, X. 1). Introducció;n, artista se tornan el sacerdote y el vidente. Comp. Obras, IV, pp, 453 ss.; tam~
pp. 82 ss.; y F. STRICH, Clasicismo alemán y Romanticismo, 24 ed., 1924. bién las Obras póstumas, III, pp. 417 ss.
534 VI, El idealismo alemán, Su evolución 42, El sistema de la razón 535
El idealismo actlvlsta de Fichte ve el "comienzo del imperio de la ra- festaciones parciales y nunca conclusas de la razón subjetiva: sólo el arte
z6n" allí donde el pecado y la indigencia crecen en extremo. En los Dis- es en cada una de sus obras algo acabado como razón por entero rea-
cursos a la nación alemana festeja a su pueblo como el único que aún lizada,
conserva espontaneidad y el que está destinado a crear el Estado de cul- Una vez escrito su Idealismo trascendental, pronunció Schelling, en
tura. Invitaba a reflexionar sobre ésta su vocación de la cual pendía el ]e?a, sus lecciones sobre la Filosofía del ar!~, que expone este pensa-
destino de Europa, para elevarlo desde Su intimidad I?or medio de la edu- mIento fundamental con una honda comprenswn por su agudeza, particu-
cación al reino de una vida racional y para restitmrlo al mundo de la larmente en, el capítulo sob:-e la poesía. Aunque no se imprimieron por
libertad, aqu~l entonc~s, h~ determ~nado todo desarrollo posterior de la estética,
No piensa F i e h t e el "reinado de la razón" como un imperio abs-' graCla.s a su m!~uJo en el clr.culo de Jena. La publicación posterior pre~
tracto de máximas, en el que se disolviera toda vitalidad individual, sino senta la redaccwn que Schellmg les dIO algunos años más tarde en W urz-
como una rica multiplicidad de in t r a n s f e r i b 1 e s valor e s p e r s 0-' burgo:iQ En ella aparece ya el viraje de la dQctrina aeneral en que se
u a 1 e s, coordinados -en un todo orgánico. En su doctrina del.derecho de hallaba a la sazón el filósofo. b
vida y del destino del individuo, coincide, en su época posterior, con las 8. Asimismo coinfluyó el motivo estético, por lo menos en sentido
mejores ideas de la ética romántico-estética, con Jacobi y Schleiermacher, formal, cuando trató de hallarse un fundamento Común sistemático a la
y su filosofía de la historia presenta la individualidad teo~éticamente irre- Filosofía de la naturaleza y a la Filosofía trascendental. 'Aquella se ocupa
ductible, bajo el punto de vista de valores morales: constituye, por tanto, c}e .la r!lzón o?jetiva j ~sta, de la subjetiva: pero ambas son idénticas ,en
el más extremo antagonismo de aquellas concepciones que buscan en ultIma mstancla; de ahl que se llame a esta fase del idealismo el s i s t e m a
cualquier forma el sentido de la historia en una legalidad universal; de ahí d: l.a. i den ~ ida d. Según eso, la naturaleza y el yo necesitan de un
que expresamente considere la evolución histórica a modo de un pro c e- pr~nC:lplo comun: En la obra que Schelling ha intitulado Exposición de
s o ir r e p e t i b 1e en el que las manifestaciones individualmente, plenas m¡ ststema de fzlosofía, se le designa con el nombre de "r a z ó n a b s 0-
de valor, armonizan con un orden universal, saturado de finalidad. Pues ~ u t al! o la "i n d i f e r e n c i a de naturaleza y espíritu, de objeto y su-
la historia como "manifestación" de Dios sólo puede ser el reino del libre Jeto": pues el supremo principio no puede ser real ni ideal; en él" bórranse
arbitrio, y éste, sólo el reino de la individualidad. 39 todos los antagonismos. Lo "absoluto" es aquí tocante a su contenido
7. G r a c i a s a Schelling alcanza el punto de vista de la r a z ó n tan; 1
'ndt ' d0.41 co~o en l
e enmn~ <l; · · " teol
VIeja ' negativa,
ogla , . " como en el pan-'
e s t é tic a, el predominio decisivo en el sistema total de la filosofía i~ea telsmo d: l.a comcldeutIa Opposltorum, como en la "sustancia" de Spinoza.
lista. En su obra -del Idealismo trascendental desarrolla la antítesis Ílch- Con el ultImo ~onc.epto s~para, empero, las propiedades que se diversifi-
teana de la doctrina teórica y práctica de la ciencia, echando mano de la can en su aparH;n~Ia: la Ide~l y la re.al, naturaleza y espíritu. Schelling
relación que media entre la actividad consciente e inconsciente del yo fortalece esta afl~l1.~ad matenal que tIene con Spinoza, con una formal,
(compárese de este parágrafo número 2). Cuando la actividad consciente cuando su EXposlclOn trata de calcar el esquematismo de la Etica. 42 Sin
aparece determinada por la inconsciente, se comporta el yo teoréticamen- embargo, parejo s p i n o e i s m o i d e a 1i s t a difiere por demás del origi-
te; en el caso contrario, en actitud práctica. Pero el yo teorético que nal, en su ~?ncepción del mundo. Ambos quieren representar la eternal
observa la productividad de la inconsciente razón, sintiendo, contemplando transformaclOn d~l absoluto en el ~undo: pero Spinoza separa radical-
y pensando, nunca alcanza su objetivo final, y lo propio ocurre en la es- mente los .dos .atn?~tos de la matenalidad y la conscienciabilidad y ve en
fera del yo práctico que conforma la realidad cósmica inconsciente en las cada :,panencla fm.Ita algo que pertenece sólo a una de ambas esferas.
libres faenas de la moralidad individual, de la comunidad política y del ~che~lmg, .en c.amblO, rec!ama "realidad" e "idealidad" para cada apa-
progreso histórico: el punto de llegada de su acción yace en el infinito, nenCIa, e Imag~a constrUIdas la~ cosas singulares según la proporción en
En ninguna de las dos series se realiza la cabal esencia de la razón. Esto q~e a,~bos atnbutos aparec~n h9'ad.os en. ell~s, b.ien que pueda "predo.,.
sólo es posible por la a c t i vid a d e o n s c i e n t e - i n con s c i e n t e mmar uno u otro. El P r 1 n c 1 p 1 o dI a 1 e c tIC o del id e a 1 i s ro o
del gen i o a r t í s tic o, en la que se superan aquellos antagonismos. absoluto es la diferencia cuantitativa del factor real
En la finalidad inintencionada de la creación, cuyo producto es la "liber- y del fa c t o r id e al: el absoluto mismo es, precisamente por eso la
tad en el fenómeno", hay que buscar la suprema síntesis de toda actividad plepa i~diferen~ia'~,3 La s e ~ i e r e a 1 es aquella ~n la que el factor 'ob-
racional. Si Kant había definido el genio como la inteligencia que obra JetIVO J;lr.edomma: s~ ~xtlende desde la materia, pasando por la luz,
como naturaleza, y Schiller describe la actitud estética del juego c,omo lo la electncldad y el qUllTIlSmO, hasta el o r g a n i s ID o, la manifestación
verdaderamente humano -Schelling ve en la razón estética la piedra de
bóveda del sistema idealista. La obra de arte es aquella manifestación (O. En las Obras completas, V. pp. 353 ss.; en el año de 1859 por vez pri~
mera ImpreSa.
donde la razón logra su más puro y perfecto desarrollo: e 1 a r t e e s e 1
H De ;mod~ muy caracteristico expresa esto el discipulo de Schelling, Oken,
ver dad e r o ó r g a n o del a f i los o fía. En él tiene que aprender cua.ndo (~rlosofla de la naturaleza, I, 7 ss.), equipara a lo Absoluto que él ya
el "pensar teorético)) lo que es la razón. Ciencia y moralidad son mani~ deSIgna DlOS, con el signo matemático "más, menos cero" (± O).
42 Véase arriba, parágrafo 30 6.
"Shlr ' rl~a esto por la" Imagen de! magneto, en cuyas partes diversas
c e mg exp
39 Comp. La teoría del Estado de Fichte, 1813. Obras, IV, pp. 458 ss., par- !IOn dados el magnetlsmo boreal y el magnetIsmo austral con diferentes reIacio~
ticularmente la p. 541. nes de intensidad.
536 VI. El idealismo alemán. Su evolución 42. El sistema de la razón 537
relativamente espiritual en la naturaleza. En la serie. ideal predom~na ~l neo p 1 ató n i c o, según el cual las "Ideas" constituyen el medio por
factor subjetivo: en ella va la evolución de la morahdad y de la CIenCIa el que ha de transformarse lo absoluto en el mundo.
a la o b r a d e a r t e la manifestación relativamente más natural en el Este idealismo religioso de la doctrina schellingiana de las Ideas tuvo
reino del espíritu. Y la manifestación cabal del absoluto, el u n i ver s 0, cierto número de manifestaciones paralelas y subsiguientes. La más signifi-
es por tanto, simultáneamente, el más perfecto organismo y la más perfecta cativa de ellas, personalmente, es la doctrina ulterior de Fichte, en la que
obra de arte. 44 el filósofo alemán pagaba su tributo a la victoria del spinocismo: ahora
9. En este sistema trató Schelling de coordinar el cabal,rendimient? de deriva el impulso infinito del yo de un "absoluto ser" y a éste ve proyectada
las investigaciones precedentes, que hasta ahora habían seguldo rutas dlver~ toda su actividad. Por lo que atañe a las cosas finitas, mantiene firmemente
sas. Desde luego llama "p o ten e i a s" a los variados grados en que el la idea, de que han de deducirse a manera de productos de la conciencia:
absoluto se va autodiferenciando; pero pront? introduce un ~uev? nombr,e pero la actividad infinita se explica por su designio de "imitar" un ser
al par que otra concepción de la cosa., C.omcide ~on el v 1 r a J e r ~0"11- absoluto, la divinidad; de esta suerte, ya no le parece el destino del hombre
°
g i s o, que dio el pensar de los rom~ntIcos, haCIa la vuelta del slb 1o. la infatigable actividad del imperativo categórico, sino la vida "beata" del
El estímulo para ello viene de S c h 1 e 1 e r ro a c ~ ~,r. Este pru~ba a los arrobamiento en la contemplación del paradigma divino -un eco místico
Espíritus cultivados entre los detractore.s de la relzgwn, que. e} s 1 s t e ro a de la incoercible vida intelectual que delata el triunfo de la razón estética,
de la razón sólo en el ámbIto de la rel1gIon puede en toda su grandeza.
c u m p l i r s e cabalmente. Tambiép en ello r~side un tr~unfo de la r a- K r a u s e, un discípulo de Schelling, persigue el motivo religioso aún
z ó n e s t é tic a. Pues lo que entonces ensenaba SchleIermacher como más lejos: trata de aunar con el concepto de p e r s o n a 1 ida d divina
religión (véase parágrafo 41, 6), n? .era la conduc~a pr.áctisa n.i la teorétic.a la concepción panteísta del mundo del idealismo, que todavía por aquel
del hombre sino un contacto estetlco con el pnnClplo cosmlCO, el sentI- entonces (precisamente a manera spinocista) representaba Schelling. Krause
miento de 'absoluta dependencia. Para él, pues, se limita la religión al ve en el mundo el desarrollo de la "esencia" divina que se exhibe en las
sentimiento piadoso,.a aquel acto de penetración del individuo et; Jo univer- Ideas: mas estas Ideas son la a u t o con t e m p 1 a ció n del a m á s
sal, gracias a aquella Íntima relación; y rechaza toda forma teoret;ca.y. toda a 1 t a p e r s o n a 1 ida d. La Esencia -así llama Krause a Dios- no es
organización práctica. Por tanto, la religión debe ser cosa de la rndIvldua- la razón indiferenciada, sino el principio orgánico y personal del mundo.
lidad; por ello, retorna la religión al ':genio re~igi~so" de su}u~dador'"Por En el desarrollo del sistema, caracterizado según esto como "panenteísmo",
afinidad tal es comprensible el inflUjO que ejercieron los DIscursos de apenas ~iene otra originalidad que la muy peligrosa de haber expresado los
Schleiermacher en los románticos; de aquÍ proviene la inclinación de éstos pensamIentos comunes de toda la doctrina idealista en una terminologia
a esperar de la religión la respuesta común a todos los enigmas de la ~~ma incomprensible, que él mismo acuña y que considera alemana por antono-
nidad a unificar en torno de ella las separadas esferas de la actIVIdad masia. Especialmente desarrolla la idea de una vida integral de la razón
cultu;al, y a buscar, en fin, la salud, en aquella hegemonía de la religi?n partiendo de la noción de organismo (en su terminología: "Gliedbau"). N~
sobre todas las comunidades de vida, como era el caso en la Edad Media. ve sólo en el universo, como Schelling, un organismo divino ("Wesenglied-
Asi como Schiller acaba por idealizar la cultura griega, los últimos románti- bau") ; también considera las instituciones sociales como consecuencias de
cos hacen lo propio con la Edad Media. . una vicalidad orgánica que trasciende los individuos: cada vinculo es un
Con incomparable finura se alínea Schelling en esta corrIente. Como organismo que forma parte, como miembro de uno más elevado, y el curso
Spinoza llama a lo absoluto "Dios" o lo "infinito", y así como Spinoza de la historia es la creación de uniones cada vez más perfectas y com-
interpol~ entre la "sustancia" y las particulares realidades finitas. los atribu- prensivas.46
tos y los "modos infinitos" (compárese parágrafo 31, 5), d~ 'parecId~ manera Para la e s t é tic a r o m á n tic a tuvo, en fin, la nueva doctrina de
valen las "potencias" como las eternas formas de la revelaclOn de DIOS, cuyas Schelling esta consecuencia: la concepción neoplatónica de la belleza como
finitas manifestaciones son los hechos empíricos singulares. Cuando son m~nifestación de la Idea en lo sensible, llegó a ser otra vez regulativa. El
designadas por Schelling (en el Bruno y en el Método del estudio acadé- abIsmo entre la apariencia finita y la Idea infinita coincidía con el principio
mico) en este sentido con el nombre de I d e a s, es que aparece allí un schlegeliano de la ironía, y este lugar común fue convertido particularmente
nuevo' momento. Schl~iermacher y Hegel (este último comenzó a influir por S o 1g e r en el fundamento de una teoría del arte, que tuvo grandes
sobre Schelling, a partir del año 1801) recuerdan por igual a PI ató n: aciertos en la comprensión de lo trágico.
pero los conocimientos de historia de la fil?sofía de aquel entonces, aún lO. E lid e a lis m o I ó g i cad e H e gel es el término de esta
miraban la doctrina del gran filósofo atemense con las gafas del ~ e o~ cabal evolución, tan fecunda en creaciones. Significa, en lo esencial, el
p 1 a ton i s m o, que concibe las Ideas a ~odo ~e autoco~templa.clOnes retorno. de Schelling a la primera posición de Fichte: el abandono de aquel
de Dios.45 Y así retrocedió la doctrina de Schellmg a un Id e a 11 s ro o pensamIento encaminado a derivar de la "nada" de la absoluta indiferencia,
« Obras, 1, 4, pp. 423. 46 COn singular entusiasmo se ha discutido en los últimos años el tema de
45 Comp. parágrafo 19, 4. Sobre la posici6n excepciona.l independien!e de idealis~o y cristianismo. Comp. W. LUETGERT, La religi6n del idealtsmo alemán
Herbart cuya importancia se pone de relieve en su antagonIsmo a Schellmg y y su. te.rm~no (2'1- ed., 1923 s., 3 vols.). E. HIRSCH, La filosoffa del idealismo y
Hegel, véase la nota 32 del parágrafo 41. el cT%stzantsmo, 1926; H. GROOS, El idealismo alemán y el cristianismo, 1927.
538 VI. El idealismo alemán. Su evolución 42. El sistema de la razón 539
la riqueza viviente del mundo,41 y el intento de convertir ~quella sustanc~a p e n s a r con s t r u c t i v o, que no expone lo real como se ofrece em-
vacía en espíritu, en s u jet o que a sí mismo se determma. Mas parejo píricamente, sino como debe aparecer en el movimiento dialéctico, y el
cono~imiento no consiste en la fonna de intuición que Fichte y Schelling forzamiento llegó a ser peligroso particularmente allí donde reduce a un
habían atribuído al Yo o "absoluto", sino en la forma del e o n e e p- sistema filosófico el material empírico, a saber, en la filosofía de la natu-
t o, Si todo lo real es manifestación del espíritu, coincide la metafísica raleza, en la historia de la filosofía y, en general, en la historia. Con más
con la lógica,48 que ha de presentar, a manera de una necesidad d,ialéctica, brillantez se reveló la energía del pensamiento, ebria de espíritu histórico,
el automovimiento del espíritu. Los conceptos en que el espíntu pone en aquellas provincias en las que sólo interesaba al tratamiento filosófico
separadamente su propio contenido, son las e a t e g o ría s del a r e a~ la reflexión sobre algo dado de modo indudable, pero ninguna noticia
1 ida d las estructuras de la vida cósmica, y la filosofía no tiene que cronológica sobre la realidad empírica. Así, Hegel da como filosofía del arte
describir tal reino de formas como una diversidad dada, sino concebirlas una construcción histórica de los id e a 1 e s e s t é tic o s del a h u m a-
como los momentos de una evolución unitaria. El método dialéctico posee ~ ida d, que~ con arreglo al método schilleriano e incluso con apoyo posi-
en Hegel el designio de explicitar la esencia de los hechos singulares, deter- tiVO en sus resultados, distribuye todos los conceptos sistemáticos fundamen-
minando la significación que tienen éstos en el autodesarrollo del espíritu. tales de esta ciencia en la serie bien lograda de 10 simbólico, de lo clásico
En vez de espíritu dice Hegel también Idea o Dios. La suprema tarea y de lo romántico, y conforme a ello también ordena el sistema de las artes
que se ha señalado siempre a la filosofía es ésta: comprender el mundo a en arquitectura, escultura, pintura, música y poesía. Asimismo expone Su
modo de una evolución de las determinaciones objetivas del espíritu divino. filosofía de la religión, partiendo de aquel medular concepto de religión
No sólo con la filosofía alemana, sino con todas las manifestaciones pre- que identifica a ésta con la relación del espíritu finito con el espíritu absoluto
cedentes del espíritu, se comporta Hegel, como Proclo con la griega: 49 En en la forma de la representación, y ve los g r a d o s d e s u r e a 1 i z a-
el "esquema trinario" de posición, negación y abolición de la negación, se e ión p o s i t i v a en la religión natural de la magia, del culto del fuego
estructuran en un sistema unitario todos los conceptos con los cuales ha y de la simbólica animal, en la religión de la individualidad espiritual de lo
pensado siempre el espíritu humano la realidad entera 0, por lo menos, subl~me, de 10 bello, de lo racional, en fin, en la religión absoluta que concibe
particularmente provincias de ella. Así, se señala a cada uno de ellos su sitio a DlOS como lo 9:re es, coI?o espíritu trinario. Doquier dibuja Hegel, con
en el que halla claramente su justificación relativa, su necesidad: Pero cada hondo saber poSitIVO, las lmeas rectoras en que se ha movido más tarde
cual se revela sólo como un momento, que de tal suerte adqUiere su ver- e~ tra!a~i~nto empírico de ~os mi~~os objet~s y ha descubierto las catego-
dadero valor en el nexo con los otros, así como por la forma en que se flas fIlosoficas para la mampulaclOn de -conJunto de los hechos históricos.
incorpora al todo. Debe exhibirse que los antagonismos y oposiciones ~e los Lo propio vale para su concepción de la historia universal. Hegel entien-
conceptos pertenecen a la esencia del espíritu y, con ello, a la esenCIa de °
d.e baj~ e s p í r i t u o b jet i v un nexo de vida supraindividual, cierto
la realidad originada de él mismo, y que su verdad reside puntualmente ntn:o VItal que n~ es creado por los .ir:dividuos, sino que más bien constituye
en aquella dependencia en que las categorías se hallan entre sí.. "La apa- la tierra en que estos se nutren espIntualmente. La forma abstracta de tal
riencia es el nacer y parecer que no nace ni perece como tal, smo que es nexo Ilámase d e r e c h o; 51 es el espíritu objetivo "en sí". El filósofo
en sí, y determina. la r;alidad y movimiento. de la vid<l; de, la. verdad"}lO desi~na "m o r a 1 ida d" a la subordinación de la voluntad subjetiva del
Por tanto, la fllosofm de Hegel es esencmlmente h 1 S t o r 1 ca: u n a partIcular a los mandatos de la conciencia general y reserva el nombre
elaboración sistemática de toda la masa de pensa- de "e tic ida d" para la realización de aquella co~ciencia general en el
ro i e n t o s del a h i s t o r i a. Poseía tanto la erudición necesaria para E s t a d 0. 52 En la vitalidad inmanente de la razón humana constituye
ello, como la fina sensibilidad armoniosa para descubrir las relaciones lógicas el Estado 10 supremo: más allá de él sólo se hallan, en el espíritu absoluto el
que venían al caso. En su filosofía interesan menos los aspectos de deta- arte, la religión y la ciencia. El Estado es la realización de la Idea mo;al
lle que fue abordando durante dos decenios de trabajo, que la .concatenación e~ espíritu del pueblo hecho visible: es, según la Idea, la obra de art~
sistemática que con ello llevó a cabo: y, puntualmente, graClas a ello supo v1Viente, en la que la intimidad de la razón humana se torna manifestación
encontrar por modo magistral el sentido y significación de lo particular y exte~na. Pero est,; Idea, de la que se deriva el sistema de las formas y
esparcir inesperada luz sobre creaciones de pensamie~to exis.tentes desde funclOnes de la VIda estatal, aparece como realidad sólo en las creaciones
antiguo. Sin linaje de duda, aplica a lo dado la a r bIt r a T1 e dad del indiyid-t~~es de los ~stados .que na~en y perecen: su plenaria y verdadera
reahzaclOn es la h 1 S t o r 1 a un 1 ver s a 1,53 en la que van surgiendo
47 HEGEL, Fenomenologfa, Preámbulo, Obras, I1, 14,
48 Naturalmente esta lógica metafisica no es la lógica formal, sino, conforme 51 Por eso trata Hegel la doctrina del espíritu objetivo bajo el titulo de FiloM
a su sentido la trascendental de Kant. La diferencia reside en que para Kant la sof~a ,del Derecho. Comp. H. WENKE, La doctrina de Hegel acerca del espiritu
"apariencia'" es una forma humana de representación, para Hegel, una manifesta- obJettvo, 1927.
ci6n objetiva del espiritu absoluto. 52 Comp, FR, ROSENZWEIG, Hegel y el Estado, 2 vols. 1920' FR. BUELOW
49 Comp. parágrafo 20, 8. La evoluci6n de la filosofía social de Hegel, 1920; G, GIES~, La idea del Estad~
fiO Parejo h e r a c 1 i t i s ro o, que se ~alla a l~ base del "h,;cer" (comp. ren
M
de Hegel, 1925.
glones arriba, parágrafo 42) eh la doctrma de FIchte, encontro su má~ .resuelto . ~: Comp. G. LAs SON, Hegel como fil6sofo de la historia, Introducci6n a la
enemigo en el eleatismo de Herbart (comp, parágrafo 41, 7 s.). Tal VIeJO anta"
edlc~on .enter~mente nueva de las Conferencias de Hegel sobre la filosofía de
gonismo viene a caracterizar la bifucarci6n del idealismo alemán (comp. la nota
la hIstOrIa ulllversal, 1917 ss.; K. LEESE, La filosofía de la historia de Hegel, 1922.
del número. 5 del parágrafo 39).
i
540 VI. El idealismo alemán. Su evoluci6n 43. La metafísica de lo irracional 541
sucesivamente los pueblos y agotando su espíritu en las faenas de las tareas expresa en oscuro lenguaje y perspicacia enigmática el devenir de estas
colectivas, para desaparecer más tarde del escenario. De esta suerte, cada mudanzas. '
época se caracteriza por el predominio espiritual de un pueblo .que ,,\caba En este sistema de la razón posee cada cosa singular su verdad y realidad
por imprimir el marchamo de su individualidad a todas . las rrla;mfest~clOnes gracias a que representa cada una de ellas un momento en la evolución
de la -actividad cultural. Y si la tarea integral de la h 1 S t o r 1 a reSIde en del todo. Sólo de tal suerte son in concreto reales, y sólo así son concebidas
comprender este nexo, es absurdo que la poI í t ,í e a quiera ~ecretar y P?r la filosofía. Si se les toma de modo abstracto, si se les piensa en su
construir con exigencias abstractas la vida del Estado; más bIen ha de aIslamiento donde no existen realiter sino como representaciones subjetivas
buscar los motivos de su acción real en el tranquilo desarrollo del espíritu del. entendimiento --et;tonces pierden aquel nexo Con el todo, en el que
del pueblo. Así se vuelve en Hegel, el "filósofo de la resta~ra~ión)), la reSIde ¡su verdad y realIdad: pues aparecen como algo fortuito e irracional.
concepción h-istórica del mundo-contra el doctrmansmo re- Pero .co~o tal.es, ,s~lo existen en el. pensar limitado del sujeto. Para el
volucionario del Iluminismo. conOCimIento fIlosoÍlco, lo que es raCIOnal, es real; lo que es real, es racio-
Insignificantes son las conclusiones de Hegel en la esfera de la filosofía naI.54 El sistema de la raz6n es la única realidad.
de la naturaleza y en la psicología: la energía de su pensamien.to yace en el
dominio de la historia. Visto en conjunto, el esquema de su SIstema puede
dibujarse a grandes rasgos, de esta suerte: el "espíritu en sí", .a saber, 43. La metafísica de lo irracional
según su contenido absoluto es el reino de las categorías: la lógIca trata
de él corno doctrina del se~, de la esencia y del concepto. El "espíritu La Hdialéctica de la historia" ha querido que también se transforme en
P ara sí" , esto es, en su ser de otro modo y en su autoenajenación,1 ' es. la su ?ontrario el sistema de la razón, y que la idea de lo insuperable de los
na t u r a 1 e z a, cuyas manifestaciones son estudiadas en a mecanIca, límites con los que tropieza el intento de deducir de un principio radical
la física y la orgánica. La f i los o fía del e s p í r i t u, la tercera parte todos. los fenó~enos, promoviera de modo inmediato, junto a aquellas
capital del sistema, considera al "espíritu en y para sí", en otras palabras, d?ctrmas Ide~hstas, otras que se ven forzadas, puntualmente por ella, a
en su vida consciente y retornando a sí mismo: aquí se distinguen tres afIrmar l~, s ~ n-r a z ó n' d ~ 1 fu n d a m e n t o c ó s m i c o. El represen_
grados; el espíritu subjetivo (individual), el espíritu objetivo como derecho, tante polIednco de la corriente central, el Proteo del idealismo S che lw
moralidad, Estado e historia; en fin, el espíritu absoluto como intuición 1 i n g, ha vivido en sí mismo, antes que nadie, este proceso. Lo' nuevo no
en el arte, como representación en la religión, como concepto en la his- es aquí el conocimiento de que la conciencia racional tiene al fin de
toria de la filosofía. cuentas, a manera de contenido algo que simplemente hall~ en sí, sin
En todas estas partes de la filosofía no sólo se reitera la dialéctica poder dar cuenta de ello: tales conceptos límites eran la x trascendental
formal de la construcción de conceptos, sino también el ordenamiento ma- como la cosa en sÍ, de Kant, la diferencial de la conciencia en Maimon la
terial de los contenidos de las nociones. Así, por ejemplo, desenvuelve la li?re e .ine>:plicable actividad" en Fichte. Lo nu~vo fue qu~ esto no co~ce
lógica, en su segunda y tercera parte, las categorías de 1:; .filosofía deJa na- bIble 111 sUJetable por la razon, esto que se reSIste a toda elaboración de
turaleza y del espíritu; así alude de continuo la expoSICIón de los Ideales ella, debería ser pensado como algo i r r a e ion a 1.
estéticos a la' de las representaciones religiosas; así, en fin, se halla el curso 1. Schelling ha caído en la corriente del irracionalismo a las claras
total de la lógica en paralelismo con la historia de la filosofía. Pareja porque trató de introducir el motivo religioso en el idealismo absoluto
relación, puntualmente, pertenece a la es~ncia del s i s t e ~ a del ~ r a- (parágr. 42, 9) .. Si. ya no. se piensa. "lo absoluto" a la manera spinocista,
Z ó n que no abraza, como en Kant, solo las formas, SIllO tambIen el Como general e mdiferencIada esenCia de todos los hechos sino como Dios.
cont~nido. Y éste su contenido, al fin de cuentas dondequiera idéntico a si se distingue el principio divino del principio natural de las cosas a tal
sí mismo se desenvuelve ante él en la multiplicidad de las "estructuras de lo grado que acaba por atribuirse a las eternas Ideas cual formas de la autow
real". L~ evolución es siempre ésta: La "Idea" re t o r n a a s í m i s m a, conte~plación divina; una existencia separada junto a las cosas singulares,
a través de su autobifurcación. Por eso, parten las categorías del ser vacío a es preCISO que se conVIerta de nuevo en problema la metamorfosis de Dios en
la interna esencia, y de allí prosiguen a la Idea que a sí misma se concibe; el m,undo. En lo f,:n~amental, este fue el problema de Hegel, y en este sentido
por ello ascienden los seres del mundo empírico de la materia a los im- era Justa,su apreCIaCIÓn posterior, de qu~ la, fil.asofía tiene la misma tarea que
ponderables: al organismo, a la conciencia, a la autoconciencia, a la razón, l~ teologIa. Echaba mano del metodo dIalectlco, que como una lógica supe-
al derecho, a la moralidad y a la eticidad del Estado, para captar en el nor debía mostrar cómo la Idea, según su peculiar esencia conceptual se
arte, la religión y la ciencia, al espíritu absoluto; ~or eso, comienza transform~ en su "ser de otro modo", esto es, en la apariencia sensible.
la historia de la filosofía con las categorías del ser matenal, y termina, con Schellmg ha tratado de resolver el mismo problema por la vía de la
todo acierto en la doctrina de la Idea que a sí misma se concibe; por t e o s o fía, esto es, por una doctrina místico-especulativa que traduce
tanto, en fu;., debe penetrarse en este "sist~m'7 ?e la r~zón'.', haci~ndose los conceptos filosóficos en intuiciones religiosas. Cayó en esta vía, porque
diáfano como el espíritu humano es, al pnncIpIO, conCIenCia senSIble, y s: le p~esen~aba el pro~le.~a en la forma de un ~nsayo ~e limitar el campo
como, por las contradicciones ínsitas en ella, se ve impulsado a nocion~s d" la fI1osoÍla por la relIgIOn, y porque se propoma, a la mversa, en violenta
cada vez más vastas y profundas hasta que encuentra reposo en el conOCIw
miento filos6fico, en la ciencia del concepto. En su Fenomenología, Hegel 54 Introd. a la fllosofía del derecho. Obras, VIII, p. 17.
1
I
I 43. La metafísica de lo irracional 543
V l. El idealismo alemán. Su evolución
542
2. En cambio, la sutileza de S che 11 i n no ab d
reaCClOll, resolver en nombre de la filosofía, incluso el problema religioso. ma una vez descubierto. El monismo que habí! siemP r~d on~ e~e proble-
Pero esto sólo podía llevarse a efecto, dado caso de que la filosofía se tornase nera de pensar, llevó a la pregunta de si al fin d 0r;ma? su ma-
especulación teosófica. a!=>soluto ,mismo era posible encontrar la e~plicación ~ecr:nc:;d:.olo
en el
Un discípulo del sistema de la identidad, Eschenmayer,l hacía ver que solo podIa responderse afirmativamente si se po' l ' .' y a esto
el conocimiento filosófico, ciertamente, exhibe la racionalidad del mundo, su la esencia del pro io abs 1 ' .ma o IrraCIonal en
armonía con la íntima razón divina, pero que no puede mostrar cómo el intima Schelling con la ~stica de JO u t °b' PBartIendo de pensamiento tal,
aeo o oehme (eomp / f
propio mundo adquiere la existencia que posee en las cosas singulares 29, . Penetra en la parte medular de e l l ' . paragra o
frente a la divinidad. Aquí termina la filosofía y comienza la religión. Para B a a7)der. Este a su vez se habí' . d a, graCIas a su contacto con
rofeta' francés '8 t M 't' 4 a llls'plra o tanto en Boehme como en el
salvar el dominio de la filosofía y restablecer la vieja unidad de religión y . a r 1 n cuyas Ideas h b' .
filosofía, toma Schelling intuiciones específicamente religiosas a manera
P
ingeniosamente nebulosa y con' cierta a .:': la mte;r~etado con fantasía
de conceptos filosóficos, y transforma aquélla de 'tal manera que la hace ~antianos y fichteanos, manteniéndos~r~kItc~fndame~odlca;~e pensarnientc;>s
visible en ambas direcciones. Para ello aprovecha en desmedida escala la Idea, que en él cava hondo, era la de q u 1 ogr¿a cato~lco. La propIa
que es la imagen de Dios y que de sí ~e~ cur~o e,la ~lda .del hombre,
filosofía de la religión de Kant, lo que Dios sabe de él es a 1 1 p e s a er nI mas nI menos que
De hecho,2 no existe tránsito paulatino de lo absoluto'a lo real; el origen
divino del mundo de los sentidos sólo es pensable a modo de un s a 1 t o, la vida del hombre está d~t:;;::i~adl autodtsarr,~lo de Dios. Puesto que sólo
de una separación brusca de lo absoluto. Un fundamento de ello -----enseña cipio y la redención como fin la a por a Cal a en el pec~do como prin~
aún aquí Schelling-, que no se halla en lo absoluto ni en las ideas: en la reside también en q , D~ t erna auto creaCIón de Dios
'1' ue lOS se transforma de 1 .
esencia, empero, de estas últimas es dada, por 10 menos, la posibilidad. ClOna esenCIa originaria pasando 1 l' a oscura, Irra-
en la absoluta razón. ' por a autorreve aCIón y autoconocimiento,
Pues la autoexistencia del paradigma comunica a las Ideas (la "contra-
figura" del absoluto) la posibilidad de que las 1 d e a s s e a par ten de Bajo tales influjos comienza t b"' S h '
Dio s, de que se independicen metafísicamente Y se tornen por ello algo libertad (1809) , a habla r d e unaamfuente
len ongina
e dhng,. en su . obra
. . 5 sobre. la
empírico y real, esto es, algo finito. Mas este apartamiento no es necesario en la esencia divina, que queda d ' n?" preCIpICIO o abIsmo
ni concebible: es un hecho infundado, no un acontecimiento irrepetible, tan y Hprimigenio accidente" com escnto como el .sImple ser o el absoluto
intemporal, eterno, como 10 absoluto y las propias Ideas. Se comprende: pulso. Es la voluntad indonsci o tuna oscura a~plracIón, un infinito im-
en
la colaboración religiosa de esta doctrina proviene de la idea de Kant del instancia. Esta voluntad sólo· a ,e, Y: toda rfealIdad es. querer en última
. SI mIsma re erida cre d
mal ,radical cual un hecho del carácter inteligible: el tinte filosófico, en autorreve 1aCIón las Ideas la -imag 1 a, a manera e su
cambio, del concepto de Fichte de la acción libre e infundada del yo. pla, -la razón'. de la m'ut ~~ en a que ella eternamente se contem-
. ua aCClOn de aquel os . 1 .
En esta caída pecadora reposa la realización de las Ideas en el mundo. Por autocontemplación se ori<Yina el d curo lmpu so y su Ideal
tanto, el ro e r o con ten ido de la realidad es divino y racional; pues el antagonismo de la cr:ación :'~~lóo'i!ue como. natural~za d~ja reconocer
son Ideas divinas que en ella se realizan; pero su r e a 1 iza ció n es como pro~eso histórico significa el tri:nfo de ~el ~puls~ lrr~ClOnal, G y que
caída, pecado y sinrazón. Tal realidad de las Ideas fuera de Dios eS la en la razc;n, sobre la sinrazón natural del ba vo un.ta umversal revelada
n a t u r a 1 e z a. Sólo que su divina esencia aspira a la causa originaria la evolUCIón de lo real parte d 1 .
, 1"
s~ er partIcular. De
e a smrazon del qu '"
esta suerte
'
y paradigma, y este retorno de las cosas en Dios es la his- lll1pICItus) y culmina-en el auto ..~ erer ongmano (deus
t o r i a, la epopeya poetizada en el espíritu de Dios: la llíada es el aparta- razón (deus explicitus).7 conOCImlento y autodeterminación de la
miento del hombre, de la Divinidad; la Odisea, su retorno en Ella. Su 3. De tal guisa se convirtió p S h 11" '
definitivo retorno es la e x p i a ció n del a caí d a, la unificación reno- de la filosofía"; de parecida rn~ne::a co~oe mg, Ja relIgión en el "órgano
vada de las Ideas con Dios, el término de su autonomía. Incluso la indivi- autodesarrollo de Dios se hace ate~te en antano, e~ arte. Puesto que el
dualidad sufre este destino: su yoidad es libertad inteligible, autodetermi- se contempla a sí mismo en el P ,. h las revelaCIOnes, con las cuales
~_ _ ~ espIntu umano, precisa admitir que todos
nación, abandono de lo absoluto; su redención es la sumersión en lo
absoluto. 3 ~ STo MARTIN (1743-1803) "le hil .
De parecida manera pone a la base Federico Schlegel la Iluminismo y de la Revoluci6n ' se hJ1ab~sop~e mC?dnnu", el apacible enemigo del
"triplicidad" de lo infinito, de 10 finito y del retomo de lo finito a lo infinito cuya Aurora él mismo tradujo~ Las m' . so recogl o por la doctrina de Boehme
como principio de su ulterior doctrina: ve hechos en las contradicciones de destr (1790), Le .nouvel homme (i79,~mportan~es d~ sus obras son: L'homm;
I
de Dio s s e adquiere
de Schelling, se subraye que el c °dn °IC 1 ro 1 eln,'
. . u niversa I e as
gi o n e S' en el progreso cosa que la autorrepresentación (autorrevelación-objetivación) de este que-
en la hIstorIa . . 1 re1 cristianismo. Y sus d'f 1 eren es
t rer) debe ser éste un mundo de indigencia y de sufrimiento.
que se advierte de las rehglfn~~ ~tu; es de su oscuro querer primigenio, "
J Schopenhauer 11 fortalece esta fundamentación metafísica del p e s i-
formas, irrumpe la auto:r~ve aCl~n e ~ lOS,d 1 amor.' Dios se desarrolla a sí m i s m o, echando mano de una valoración hedonista de la vida misma.
para culminar en el espIrItu de a razon y e Entre querer y lograr fluye sin cesar toda vida humana. Pero querer es
mismo revelándose al hombre. . . io enérgicamente, la con- dolor, es displacer de permanente insatisfacción. Por tanto, el do 1o r
Según su d~posi~ión, rec~erda, este ~mc~Pe~ la cual la "Idea vuelve es el sentimiento primario y positivo; el placer sólo reside
cepción de la H utona de la. fzlosofza., de., ege, 1 enetrante agrupamiento en la supresión de un dolor. Por ello, precisa superar en la vida, a toda
, misma'" incluso la felIZ combmaclOll y ~ P bl d la historia costa, el displacer: la vida real, por otra parte, confirma esta consecuencia.
a SI ' S h Ir d . a este matenal en oque e Compárese con el placer del animal glotón el sufrimiento de su glotonería, y
por obra del cual c e mg omm. af' del mismo rango que el
de las religiones, en estas confer~enclas -es m l~to diferente su doctrina, podrá estimarse de modo muy aproximado la relación de placer y dolor
estilo del filosofar de Hegel:dSolo es P~;~;:'Jg designa el punto de vista en el mundo. Por eso, dondequiera termina en queja la vida del hombre:
or lo que hace a su contenI o mISmo. . ' o ro e t a f í sic o. Llama i Sea lo mejor nunca haber nacido!
P 'na como e ro p 1 r 1 s ro ~ Si la vida es sufrir, sólo la compasión puede ser el sentimiento ético
de esta su postrera doctrl . . ' .cial y al de Hegel: estos
ahora filosofía "negativa" a .su I?roplo slstefa lf;;una vez 10 hace en las fundamental (comp, parágrafo 41, 10), Es imnoralla voluntad individual,
exhiben, ciertamente, que SI 1DlO~. s~ :eve a : pueden donstruirse dialéc- cuando acrecienta el dolor del prójimo o cuando se comporta de manera
formas de la realidad natura e lStoncf{ qu transfonne en el mundo, es indiferente hacia él: es moral, cuando lo padece como dolor propio y trata
ticamente. ~ero .que El ~ale ;e,:e1e8 YN con pe o~ib~: deducir en general esto, sino de aliviarlo. Partiendo de la compasión, formula Schopenhauer su doctrina
incapaz de mfenrlo la dI ectlca. °des, d d en la f o r m a e o ro o psíquica de la vida mora1. Mas esta mitigación del dolor, es sólo un palia-
, tarlo y a eCIr ver a, ·,.li d tivo: no destruye el querer, y en él reside la desdicha. "El sol quema el
sólo e x p e r 1 ro e n " l" del a h u ro a n 1 u: a .
Dio s s e r e v e 1 a en l.a. vid ~d r e 1 g 1 o~: a Dios y su autodesarrollo eterno mediodía". La miseria de la vida siempre es igual: sólo varía su
La tarea de la filosofía posztwa resI e. en ~once forma de representación. Cainbian las manifestaciones singulares, .el conte-
en el mundo, partiendo de esta ,experden~.a. hecho mofa de la Filosofía de nido es invariable. El progreso intelectual no influye en la vida volitiva
Aquellos que entonces y 1!;as tar e h ~7- viendo en ella una especie del hombre. Por ende, no se puede hablar de un progreso en la historia:
la mitología Y de la revelaczo11;, de Sc e lll;der cuán hondamente funda- ésta sólo muestra el dolor sin término, de la voluntad de vivir, que siempre
de "g n o s tic i s m o:', no ~upleron co.mpre fantástica amalgama de repre- representa ante sí la misma tragicomedia con nuevos personajes. Por esta
do era el parangón. Solo tuvIeron a la.vIs;a.la la arbitrariedad de cons- razón, ningún interés tiene Schopenhauer para la historia: ésta sólo exhibe
sentaciones míticas y de concett~s fIlo;fIcoS yverdadera afinidad reside
1a lo individual, no existe de ella concepto científico alguno.
trucciones cosmológIcas y teo OgIC~. ero en una historia del universo La redención de tal indigencia del querer sólo sería posible por la
en que, así como. l?s gnóst~cos tr~ns onnal~~ucha de las religiones 1) en que n e g a ció n del q u e r e r m i s m o. Pero esto es un misterio. Pues
y de las fuerzas dlVmas en ~I do~nantes, 'b Schelling el desarrollo de las l~ voluntad, el hen kai pan~ lo único real, es, según su esencia, autoafirma-
ellos se hallaban, del propIO mo o ~oncI ed Dios como una evolución cIón: ¿Cómo puede ella misma negarse? La idea de pareja liberación sólo
representaciones humanas, que prOVIenen e , está presente en el ascetismo místico, en el desprecio de la vida y de todos
de la Divini~a~l.l'O íficamente religioso, alcanza el irra- -sus bienes, en la tranquilidad anímica de la abulia. Esto, dice Schopenhauer,
4. Reprumendo el momento espec. desarrollo Aquel oscuro impulso, es el contenido de la religión y de la filosofía de la India, que por su época
cionalismo en Schopenhauer su ,plen~f1o 1 nomb're de voluntad de vivir, comenzaban a ser conocidas en Europa. Saludó esta identidad de su
sólo a sí mismo referido, aparece aqm con ~ cosa en sí (comp. parágrafo doctrina con la más antigua sabiduría del género humano como bien venida
como la esencia de todas las cosas, co:n~e :sta voluntad sólo a sí misma confinnación y llamó al mundo de la representación el velo de Maya, y
4-1, 10). Concept~alfente fab1an1~~h~~er infinito" de Fichte, como era el a la negación de la voluntad de vivir, la entrada en el Ni r van a. Pero
aquella voluntad irracional de vivir ya no abandonará al filósofo. Al fin
dirigida, un p,~.reCl?~, ~rm~~fe~e1 (comp. parágrafo 42, .5!: per~o tant~
caso con la ~roll1a. e erial en ambos caSOS. La actIVIdad solo a SI de su obra indica: lo que queda, una vez negada la voluntad y con ella
mayor es la dIferencIa mat l ' , de la autodeterminación moral: el mundo, no es, ciertamente, nada; pero la vida de los santos enseña que
misma referida, es en Fichte a autonomm . éstos alcanzan la beatitud y la paz, rñientras no existe para ellos el mundo
con sus soles y vías lácteas. "En tu nada espero hallar el todo".
. . , d 1 unto de vista inicial de la doc-
S Esto constituye la completa mverslO~ e P42 1
trina de la ciencia de Fichte: Comp. paragraf o , . 11 El mundo como voluntad y representación, 1, parágrafos 56 ss., II, cap. 46;
9 Compárese parágrafo 21, 2. d ' el interesante publicista C o'n s t. Parerga, II, cap. 11 s.
10 Acerca del influjo de e~ta o~trma eF, STAMM (Heidelberg, 1908).
F r a n t z; compárese su biograÍla escnta por . . .6
I
VI. El idealismo alemán. Su evolución
546
Aunque es imposible una liberación absoluta -si esto fuera posible, no
existiría, según la doctrina de Schopenhauer, en, la idealidad del tiempo,
el mundo de la voluntad-, encuentra el hombre, sin embargo, una relativa
liberación del dolor en aquellos estados intelectuales, en que aparece, libre
de querer, el sujeto puro de conocimiento, en la intuición desinteresada, en el
pensar desinteresado (comp. parágrafo 42, 4). En ambos casos, los objetos
no son aquí los fen6menos singulares, sino las eternas formas de la objeti-
vación de la voluntad: las 1 d e a s. Con manifiesta dificultad se incorpora
este momento platónico (incluso schellingiano), así como la hipótesis del
carácter inteligible, en el sistema metafísico de Schopenhauer, según el cual
toda particularización del querer debe ser pensada como representación
en espacio y tiempo: pero el filósofo tiene oportunidad de echar mano del
principio schilleriano de la contemplación desinteresada, con sin igual éxito, SÉPTIMA PARTE
para dar remate a su concepción de la vida. La voluntad se libra de sí
misma, cuando representa su objetivación inintencionalmente, y es capaz de
contemplarla o pensarla. La indigencia de la voluntad cósmica irracional
se mitiga por la moralidad: en arte y ciencia queda superada.
LA FILOSOFIA DEL SIGLO XIX
i
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1
VII. La filosofía del siglo XIX
VIlo La filosofia del siglo XIX 555 I
554
En Inglaterra prosigue la psi colo gi a a s o c i a '
Brown, después de pensadores como T h o m a h
.
B 1 Ion 1 s t a en Thomas
m(;~to; huma~o' (y5~182~;
extrañamente fantástica (1776-1847; Ensayo sobre las instituciones sociales, 1817;
La palingenesia social; Obras completas, 5 vals., París, 1883). En un principio ° de filosofía acefca del entendimiento 180'1) Ele-
defendi6 esta direccion también H, F. R. de Lamennais (1782-1854), en su , l.rst ltnes of the human mind, 1820) y otros' se a o ~ asim' , o n, e<;-~n
loglcas y frenológicas como en G C o b '(S' P y d lsmo .en teonas flSlO-
ensayo acerca del indiferentismo en materia de re1igi6n (1817); más tarde se
aparta de la Iglesia (Pm"oles d'un croyant, 1834) y ofrece un sistema compren~ivo 1825), Samuc1 B a i 1 e y (Ensayo~ sob~ l: bú;st:":r ¡
frenologia, Edimburgo,
de la filosofía (Esquema de una filosofia, 4 vols" 1841-1846) que en parte tIene
por modelo el sistema de la identidad de Schelling, en parte el ontologismo italiano.
;e;5r5ía) deIHraz?namMiento" 1851; Cartas filos6ficas ~obr:
e/ en~e::d:~ied~to 1~~9~a*oa
Entre los representantes fil6sofos del s o c i a 1 i s m o (compárese LORENZ STEIN, de~envolvimiento
y arnet
del hombre, (1851) . pero s:ede::rr~Des ¡cerca e la np.turaleza y
a r t1 n e a u (Cartas sob 1 l d '
Mtll la obra de A. BAIN Lond:es 1882 a p ena:.ente graCIaS a James
entenJimren;~l h~~anlJO lJ2~
Historia del movimiento socialista en Francia, Leipzig, 1849 ss.; FR. MUCKLE,
Historia de las ideas socialistas en el siglo XIX, 3~ ed., 1919), el más significado MilI (Análisis sobre los fen6menos de'l hn Stu art
es Cl. H. de Sto S i m o n (1760-1825; Introducción a los trabajos científicos del (1806-1'873; Sistema de lógica deductiva e inductiva 1843' n';Eí ~omp'lsobre
siglo XIX, 1807; Reorganización de la sociedad europea, 1814; Sis,tema industrial, Examen acerca de la filosofía de W Hamilt n 18'65 b' ,u t ztansmo, 863;
raleza, 1874; Fragmentos morales 'editados o, Ch o {;a P1stuma: La Natu-
I;~ndrcs, 1~{95; SAENGER,dJohn B Stua:t Mill Stuttg~~t 19Ó1) oupg,a~, Edimburg? y
1821 s" Nuevo cristianismo, 1825; Obras escogidas, 3 vols., 1859; acerca de él y
su escuela se ocupa G, WEILL, París, 1894, 1896, FR, MUCKLE, Jena, 1908), De sus ClOn tambré A 1 ' ' " ,rOXlmo a esta drrec-
and, '!l0ral ,~cienc:,x f8~8;e ~he a ~~ot~~:s s!~~ac~~~
continuadores hay que citar': Bazard (Doctrina de Sto Simon, 1829); acerca de le
E n f a n t i n (1796-1864, La religión sansimoniana, 1831), Pierre L e r o u x (1798-
uttlrtarlsmo par 'd' G C ,.
":v/ti
irJ5 g )cto'R 1856; Mental
epresentan un
1871; Refutación del eclecticismo, 1839; La Humanidad, 1840); J. R e y n a u d
(1806~1863; Cielo y Tierra, 1854) Y Ph, Bu che z (1796 1866; Ensayo de un tratado
w
completo de la filosofía desde el punto de vista del catolicismo Y del progreso, 1840).
ii~~2ia;;;e7~~2é)t!coGs,
. ' "
c1e3~o 7)';
rnwa
J~h¡n¡ A(OTtrata
~ ~dio~T[f~~~~1¡~~:6~h~
acerca de 1 s
p~í~so;hy
't d d b
poa/p~~i~
.,
Una posici6n intermedia, interesante por demás, toma Aug, C o m t e, nacido :Y raczonamiento
. L en poUtica~. 1852) e omp. L ESLIE sTEPIIEN
o me oThe os En e or servacwn
h UtT
el año 1798 en Montpellier y muerto en París el año 1857, llevando una vida t9¿~n, Ml~~res, i9~0; ,e!1señan un utilisI?o mod~ficado
Henry' Si d g w igc k (18~3:
solitaria: Curso de filosofía positiva (6 vols., París, 1840-1842); Sis.tema de política bié' t o d~ e. a ettca, 1875; Practtcal ethzcs, Londres 1898) Pr6ximo tam
positiva (París, 1851-1854), en cuyo apéndice aparecen impresas sus obras más im- n a el' ° a¡s lrec~lOnes se halla el conocido historiador G. Gro t e. . ~
portantes de juventud sobre todo el plan de trabajos científicos, necesarios para
después de Dugald Stewart y James Ma~l I,N~R,
L a 1 osofla escocesa (comp A SEdo
ETll, 1mburgo, 1890) tuvo
reorganizar la sociedad (1824); Catecismo positivista, 1853; compárese LITTRÉ,
Comte y la filosofía positiva, París, 1888; J. STo MILL, Comte 'V el positivismo, el progreso de la filosofía moral 1830 ) d
n. os g.
(1764-1832; Disertaci6n sobre
ficados como Abercrombie ~(178 ~1' ~ mme l,ato'.,representantes poco signi-
Londres, 1865; J. RIG, Augusto Comte, la filosofía positiva resumida, París; 1881; lectual 1830' F,olosof,oa d ¡ ," 1 846, ¡Investtgacwn acerca del poder inte-
~,bid';!'~xh'::~;!ct!ctáa~~~, cdm;;'~b~:ri~a ftc'ddémi~a, a¡ ac!,kc~i~i:rno d~0¿~1J~:
E. CAIRD, La filosoJía social y la reltgi6n de Comte, Glasgow, 1885; TSCHITSCIIERIN, " e sen tmzento mora 1833) C h 1 (17
Investigaciones filosóficas, versión del ruso (Heidelberg, 1899); LBVY-BRUEHL, La o
véase Filosofía sobre el infinito, ~1854) ler l~ u~ o (itan:nlton . (~e , Calderwo,!d,
filosofía de Augus,to Comte (París, 1900), versión alemana de Molenaar, Leipzig,
1902; G. MISCll, El desarroUo del positivismo francés (Arch. f. Gesch. d. Philos. )l r
XIV, 1901), G. CANTECOR, El positivismo, París, 1904. ::erca de(6a filhosofdía especulativa en Eur~pa' du~ant~~l siglo e:r~ta1íf4~ttr~~YwCrí~tca
En la época subsiguiente, la posici6n de Comte es más influyente y en parte 00 d ,n. t e evelopment of the understanding 1848)' , ' e\ g-
Un slgmficativo enriquecimiento de los punt d . '.
tacto con la literatura alemana.' Sam TayI Col os, d e vlsti7~le~e lugarWpor el con~
rectora; a su positivismo, que E. Littré (1801-1881; La ciencia desde el punto
de vista filos6fico, París, 1873) representa sistemáticamente, se vinculan, en libre
adaptaci6n, escritores como H. T a i n e (1828-1893; Filosofía del arte, 1865; La Y o43r t h ( 177°-1850) y ante t~do Thoma~ C a r e ft795-18~-1 ~~4), d , W o I d s-
1; 1
inteligencia, 1870; compárese acerca de tal pensador G. BARZBLLOTTI, Roma, 1895) S ; comparesc SCIIULZE-GAvERNITZ La c o " ' asa o y presentes
y Ernesto Re n a n (1823-1892; Cuestiones contemporáneas, 1868; El porvenir de de Carlyle, Dresde 1893' P HENSE{ Th ncepétz del mundo 11 de la sociedad
la ciencia, 1890); asimismo se halla bajo el influjo de Cornte, el desenvolvimiento En la filosofía se hizo val~r e~to por el infl ,omds K ar yle~ Stuttgart, 2'1- ed" 1900).
tuvo influencia en J He r s che 1 (O UJO e ant, f cuya teoría del conocimiento
de la psicología empírica experimental, cuyo jefe hay que ver
en el editor de la Revue philosophique, T h. R i b o t (compárese además de sus y particularmente en' W, W h e w e 11 /1< }hef,stufY
En reacci6n, lena de com ., lOSO la
t np.tur.al i!hilosoPhy, 1831)
e ~s czenc!as mductivas, 1840).
trabajos hist6ricos acerca de la psicología alemana e inglesa, sus investigaciones
en torno a la herencia, a las anormalidades de la memoria, de la voluntad y de losoría escocesa u~a importanteP~~~;ti°n, co~tra d esta mf1uencla,. experimenta la fi:"
mil ton (1788-1856' Disertaciones ~xacl!1 e mano~ de Su W I85i 11 i a m H a~
err?r, 1856; Lecturas' sobre metafísica y í61i;~sof¡85§' l~d:a!ura, d ¡2; Verdad y
la personalidad, etc.), y en parte también la s o c i o lo g i a, como han tratado
de construirla R, Worms, G, Tarde, E. Durkheim, entre otros (comp, el
Année sociologique, desde 1894). Asimismo pertenecen a este movimiento las Reld y Stewart. compárese M VEITGll Si W' .' IClOnes e as Obras de
do c tri n a s h i s t 6 dc 0- e vol u t i v as que particularmente J. M. G u y a u E?imburgo y Londres, 1883): E~ su'esc~eIa' sI[adrl~on: El/ombr~ y su filosofía,
desenvuelve (1854-1888; Esquema de una moral, 1885; La irreligi6n del porvenir, c 1 s m o, que principalmente renresenta M L M stmgjue 182 e peculIar a g n o s t i-
1887; El arte desde el punto de vista sociol6gico, 1889. Sobre este autor escriben or thf, philosophy of consciousness 1860)' d' t a ~ s{ d( 9;1871; Metaphysics
A. FOUILLÉE, París, 1889, y E, BERG'MANN, quien también publica una se1ecci6n metaflSlca ecléctica de M, Veitch 'R L ' e doro '(1 a uec<:lOn onentada en la
la fe radical 1865) L e e c h m a n' n °M °cw n he s ntroducct6n a la filosofía de
de las obras filosóficas de Guyau), D bOd' " . . ,C, o s y otros,
La personalidad mucho más significada de los posteriores representantes de e loa una manIfIesta mf1uencia de H'1 ..
la filosofia en Francia fue Ch, R e n o u v i"e r (1818-1903; Ensayos de critica ge- quiere construir la 16gica formal a modo de u amá~onl se, °bZl?a una corriente que
neral, 2'1- ed., 1875-1896; Esquema de una clasificación sistemática de las doctrinas G. ~ o o 1 e (Análisis matemático de la lógica n 1c847~ °A slárnl" . rcdo: la ella pertenecen
samtento, 1854)' D e M o r (L , n tslS e as leyes del pen-
filos6ficas, 1885; La filosofía analítica de la historia, 1896; comp, G. SEAILLES, lógicas, 1850)' 'w. Stanl~anJ ogzca f(Lr¡tql~ 1847; Analftica de las formas
l' '
La filosofía de Renouvier, París, 1905): la síntesis de Kant y Comte, intentada ciencia, 1874): J, Venn (L~ icaev.on~. oglca pur;Z,.1864; Principios de la
por él, tiene su 6rgano filos6fic0 en el Année philosophique (desde 1889). Proxi-
Prin~ipios de lógica, 1889). Sotre :tmbo~tca'l 188;; Loglca de lo fo.rtuiü> 1876;
f. WlSS. Philos,~ 1877) y L LrARD DieP~r ucu ar ve~se A, R~EHL (VtertelJahrschr.
mos a él se encuentran, cntre los fi16sofos franceses contemporáneos ,J. L a e h e--
1 i e r y su discípulo E, B o u t r o u X (La contingencia de las leyes naturales,
París, 1895). La personalidad más independiente e importante en la filosofía fran
w
inglesa), ver,si6n .alemana de Imel~ann, Éerli~ ell~oche LOglk (La reciente l6gica
cesa contemporánea es He n r i B e r g s o n: Los datos inmediatos de la concien- sofo BaJO
de lael religi6n
mfluJo enJ a parte
m e s de
M aK:tn,Ot 'n',n parte' d i',
e.dtersmo alemán, se halla el fi16-
cia, Materia y memoria, Introducci6n a la metafísica, La evoluci6n creadora; todas F . a u, pareCI amente W N e w A C
en versi6n alemana, Jena, 1908 ss.; comp, A, STEENBERGEN (1909), W. MEGKAUÉR r a s e r y o t ros. El Idealismo alemán en su cabal desarr~¡¡ o y en m asun, aspecto
. .
(1914), R. INGARDEN (Anuarios de Husserl, V. 1922).
L.
556 VII. La filosofía del siglo XIX VII. La filosofía del siglo XIX 557
metafisico sobre todo en la fauna hegeliana, ha provocado una poderosa corriente pensada, consta hasta ahora de tres vols.;' Estética (3"" ed., versión alemana de
idealista desde Hutchinson Stirling (The secret 01 Hegel~ .~865),«cuyo K. FEDERN, 1905), Lógica (2"" ed.), Filosofía de la práctica (Bari, 1909).
jefe de escuela fue Th, H i 11 G r e e n (muerto en 1882; Introducqton al Tra- En A 1 e m a n i a ~compárese JOH. ED. ERDMANN. Grundriss II Suplemento
tado" de Hume 1875' Prolegómenos de la ética, 1883); a esta cornente hay que parágrafos 331 ss., 4,~ ed., al cuidado de Benno Erdmann, pp. 728 ss.~ se extiende~
contar además Ja F. :k Bradley, (APariencia y realidad, 2~ ed., 1897L W. en el tercer y cuarto decenio del siglo XIX, de inmediato, las escuelas. Como más
W a 11 a e e, T. H. H o d g s o n, E. e a i r d y otros. . compacta y estable se revela la dirección h e r bar tia n a; en ella sohresalen:
Tales postformaciones se encuentran bajo el principio de. la e,v o ~ ,u e 1 6 n: M. D ro bis c h (Filosofía de la religión, 1840; Psicología~ 1842' La estadística
el mismo principio se convierte en wincipio, ~edular e~ la lllveStlgaclOll de la moral y La libertad del querer en el hombre, 1867), R. Z i m m e ~ m a n n (Esté-
naturaleza orgánica, por Ch. Dar W 1 n (Grtgm of specteS by means 01 natura.l tica~ Viena, 1865), L. Struempell (Temas capitales de la metafísica 1840'
selection, 1859: Descent 01 man, "1871); Herbert Spenc~r. ~1820~19~3; P1t~ Introducción en la filosofía, 1886); T. Z i 11 e r .Untroducci6n a la Pedagogía'
meros principios 1862' Principios de biología, 1864-1867; Pnnctpws de pstcología, 1856. ~al como entiende la Psicología de los Pueblos M. Lazaru;
1870~1872' Pri;'cipios' de sociología, 1876-1896; Principios de moral, 1879-1893; (Vida del alma, 1856 s.) y H. S t e m t ha 1 (Manual de filología 1 Introducci6n a
Compárese' O. GAUPP, Spencer, 5~ ed., 1923, 'Stuttgart) formula con mayor alca~ce la psicología y cienGta del lenguaje, 1871), constituye ésta una 'ra:nificación de la
el principio de l~ evoluc~ón, r lo convierte. en fupdaI?,ento de un comprenSIVO escuela herbartlana; compárese el programa común de éstos en el tomo 1 de
"Sistema de la f!Iosofia smtctlca". A la mIsma dIreCClOn pertenecen pensadores la Zeitschrift fuer Voelkerpsycho:ogie und Sprachwissenschaft. Próxima a esta direc-
como Wallace, G. H. Lewes, G. J. Romanes y otros. Tamb~én hay que dón fue la doctrina de A .. S.p i r (~837w1890; Pen!a.o/iento 'JI realidad, Leipzig,
contar en esta corriente a Sidgwick (v. renglones arriba): Próxin:os tambIén la mayor 1873; Obras completas, Lelpzlg, 188,)-85, nueva edlclOn, 1910· compárese sobre
parte de los positivistas ingleses: H. H u x 1 e y (Evolucz6n: y éttca, 1893), J. T y n- él, H. CLAPAREDE, París, 1899). '
dal y J. C. Maxwell, H. Maine, etcétera. La escuela h e gel i a n a ha disfrutado asimismo de los beneficios de la
dialéctica; pone en crisis las oposiciones religiosas, hacia los treintas. Certeramente
De la mano del relativismo y utilismo histórico-evolutivos van las doctrinas teo-. encuentran su camino los significados historiadores de la filosofía: Z e 11 e r y
rético-cognoscitivas, que, bajo el nombre de p r <1: g m a t i s m o, han pr?vocado un' Prantl, Erdmann y Kuno Fis-cher (compárese E. HOFFMANN Kuno
vivo movimiento en las literaturas inglesa y amerICana, con muchos ~atlces; car~c Fischer" 1924). Una posición intermedia entre los antagonismos de partido ~ ocupan
terÍzan los principales tipos: C. S. Pie r c e (Qué es el pragmatlsmo, Momst, K. R o s e n le r a n z (1805-1879; Ciencia de la idea lógica, 1858 s.) y Teodoro
1907)"W. James (Pra.gmatismo, 1905,;, versión alemana de Jerusalem, 1908) V i s che r (1807-1887; Estética, 1846-1858, nueva impresión, 1923. También Uni-
y F. Schi11er (Humantsmo, 1903; verSlOn alemana, 1911). Comp~rese W. WIN- dad, 1879). Compárese H. GLOCKNER, La estética de Teodoro Vischer en sus
DELBAND Der WiUe zur Wahrheit (La voluntad de verdad), HeIdelberg, 1910. ~relaciones con la Fenomenología del Espíritu de Hegel, 1920; O. HESNARD, Fr.
Próximo' a las teorías pragmáticas ~e halla H. Va i hin g e r, Die Philosophie des Teodoro Vischer, París, 1921.
Als-ob (La filosofia del como si), 1911; 41). ed., 1920. A la "derecha" hegeliana, que se opone a la concepci6n panteísta y subraya
Aun más que la filosofia francesa se encuentra. domina~a por motivos pol~ la import;;ncia met~ísica de la personal~dad, se h;;llan próximos aque!los. I?ensadores
ticos la f i los o fía ita 1 i a n a, durante mucho úempo, b1en que en la realI- que, en lIbre relaclOn con Hegel, manúenen motrvos Ílchteanos y lelbmzlanos por
zación teorética de sus convicciones influya en ella ora la filosofia !ra~cesa, ora ejemplo J. H. F i e h t e (hijo del creador de la Doctrina de la Ciencia, 1797-1879:
la filosofia alemana. Al principio predominó en pensadores como G 1 o 1 a (1766- Contribuciones para caracterizar la filosofía contemporánea, 1829' Etica, 1850 ss,'
1829) o su amigo Romagnosi (1761-1835) la concepción del mundo de lo~. (lnt;opologíff' .1856), C. Fa r t.l a g e (l80qw~881; Sistema de psicología, 1855);
enciclopedistas en sentido teorético y práctico, al paso que en Pasquale G a 11 u p.p 1 Chnst. W e 1 s s e (1801-1866; Sts,tema de estettca, 1830 y 1871; PrinciPios de metaw
(1771w1864' Saggio filos6fico sulla crtica delle conozcense umane, 1820 ss.; Ftlo- física, 1835; El problema filos6fico del presente 1842; Filosofía del cristianismo,
solia della ~olonta, 1832 ~s.) se percibe un i:r;tflujo .kantiano, bien que en la forma 1855 y ss.).: H. U 1 r i e i (1806-1884; El principio capital de la filosofía, 1845 s.;
psicológica del virtualismo leibniziano de las ideas mnatas. Dios y la naturaleza, 1861; bios 'V el hombre, 1866); además E. T h r a n do r f
Más tarde, la filosofía, en manos principalmente dt; clérigos, está infll!-i?a (1782~1863), Mor. Carriere (1817-1895, y otros. A ellos se enlaza por un lado
por el nexo político del papado con el liber:alismo d:moc~á~ICO: se tra~a. de conCIlIar R. Rothe (1797-1867; Etica teol6gica, 21). ed., 1867-1871; compárese sobre su
el racionalismo con la fe revelada. La fIgura mas orIgmal y grat,lslma, de . e~ta especulativo sistema H. HOLTZMANN, 1899), quien en una metafísica original com-
dirección es Antonio R o s m i n i S e r b a t i (1796-1855; Nuovo sagglO, sull onglv e bina hábilmente muchas sugerencias de la corriente idealista, y por otro A. T r e n~
delle idee, 1830; Principi della scienza mo,rale, .1831; póstuma, TeosoflG, 1~59 ss.;. del e n b u r g, quien restaura como principio el concepto de "movimiento" y,
Saggio storico-critico suUe categone e la dtaletttca, 1884; compárese sobrr:: el F: X. con ello, cree combatir la filo"ofía de Hegel; pero su mérito reside en haber
KRAUS, Deutsche Rundschau, 1890). Aún más expresamente apunt~ el smcrettsmo impulsado los estudios aristotélicos (1802-1872; Investigaciones l6gicas, 1840' El
de ideas plat6nicas, cartesianas y schellingianas e~ un o n t o 1 o gis I? o, es!o .es, derecho natural, 1860; sobre Trendelenburg escriben R. EUCKEN~ 1902, y P.' PE-
en una ontología a priori, en Vicenzo G i o ~ e r t.l (1801-18~2; D~glt erro:t fdo- TERSEN, 1913).
sofichi di Rosmini, 1842; Introduzione alla ftlosofza, 18~0.; Protologta, 18~7, co:n- A la "izquierda",- entre los hegelianos, pertenecen Arnold R u g e (1802-1880;
párese SPAVENTA, La filosoffa de Gioberti, 1863): ~art~clpa en es~a. corrIente m- con Echtermeyel', editor de . los Anuarios de Halle, 1838-1840, y de los Anuarios
tegral Terenzo M a m i a n i (1800-1885; .c0nfesstont dl un metafmco, 1865).; ~ alemanes, 1841 s.; Obras completas, 10 vols. Mannheim, 1846 ss.), Ludwig Feuer-
ella también se incorporan en nexo con fllosof~mas alemanes y franceses, L u 1 g 1 b a c h (1804-1872, Pensamientos sobre la muerte y la inmortalidad, 1830; Filo-
Ferri (1826-1895), Labanca, Bonatelh y otros.. . sofía y cristianismo., 1839; Esencia del cristianismo, 1841; Esencia de la religi6n,
En contra de esta dirección aparece por un lado el vigoroso o r t o d o X 1 S m o 1845: Teogonía. 1857; Obras completas, 10 vols .., Leipzig, 1846 ss. Nueva edición
de Ventura (1782-1861), TapareIli y L~berato~~ (Depa conos- de Bolin y Jodl, Stuttgart, 1905 ss. Compárese K. GRUEN, Ludwig Feuerbach~
cenza t'ntellettuale, 1865), por otro. el e s c e p t c 1 s m.o p<;httco-radlcal, ~:t;t0 Leipzig, 1845; Fr . .T ODL; Ludwig F euerbach~ ,Stuttgart, 1904), David F e d e r i c o
es concebido por Giuseppe :t.: e r r a r 1. (1811-1866; La ftlosofza de la revolucwn, Strauss (1808-1874; La vida de Jesús~' 1835; Dogmática cristiana, 1840 s.;
1851) y Antonio Franckl (La rehgwne del 19. se~0.l0' 1853). I~troduce la La vieja y la nueva fe, 1872; Obras completas, 12 vols., Berlín, 1876. Compárese
filosofía kantiana Alf. T e s t a (1784-1860; Della cnttca, della ragtone pura, A. HAUSRATH, David Fr. Strauss y la teología de su tiempo, Heidelberg. 1876
1849 ss.,. con más éxito C. Can ton i (184-0-1906; comparese !a p.arte prece- y 1878; S. Eme, David. Fr. Strauss, Stuttgart, 1899; TH. ZIEGLER, David Fr. Strauss,
dente: La filosofía del idealismo alemán), E. Tocco, S. Turblgho y otros; 2 voIs, Estrasburgo 1908; H. MAIER, En los límites de la filosofía, 1909).
la doctrina de Hegel, A. Vera (1813_1885), B. Spaventa (1817-1883) y También en Escandinavia,. repercute en algunos círculos la filosofía alemana.
Fr. Fiorentino; el positivismo de Comte, pensado:e~; co:n0 ~atane.o, A,r- R'. GElJER y H. GERLOFF publican (en la "Biblioteca filosófica~', vol. 30) el ,sistema
d i g o, L a b r i ola. Benedetto C r o c e toma .upa poslclOn lde,:hsta propla" par- filosófico del sueco Chr. J. B o s t r o e m, partidario de un idealismo protestante
tiendo del hegelianismo; su Filosofía dello spmto, de gran estllo r hondamente (1797-1866). En Di n a m a r c a se desenvuelve, tomando posición respecto a He-
VII. La filosofía del siglo XIX 559
VII. La filosofía del siglo XIX
558 1logía
e r. y metafísica• 1881) y en su d1 · f·
undlda escuela', en la d e1 d erechoJ R Stam
gel, el poderoso temperamento de So eren Kierkega ard (1813-1855), quien De~tro de los circulos neokantian d . m-
toca el contrapolo del idealismo objetivo con su extremo idealismo individualista
Principio~ d~sI6ic~ores.
Alemallla, una filosofía d I o S esarrolla la escuela del
Pr~í~'di~e d~
tEle¡fj;~2~e¡'~';,':::¡"';'ie!~~,R¡~~2~K:~fh~r~: kf;~~:z~~~tí9~51); t~1 ¡;
(obras completas en diez vals., Jena, 1922 ss.). En la filosofía de H a rol d Y,8' ediciones, 1921; w. Windelband,
H o e f f d i n g (que nace en 1843) se cruzan influencias del idealismo alemán
G~LD~aH;I!~ ~ Slgwart~
(compárese A. LANGE, Historia del materialismo, Il, 2, 4) _as! como el llamado Abhandlungen", 19ÓO). 5ii H'mparese sobre Mayer, A. Rm;,1845, El
ro o n i s ro o que, con ayuda de la tcaria de la selecci6n, ha tratado de desenvolver percepct6n, 1879; L. 01 t zH( Optica fisiol6gica LíB8 }:¡s h r:·
OO;R~
E. H a e c k e 1 (nacido en 1834, fIistoria natural de la creaci6n, 1868; Los enig-
mas del Universo, 1899; véase LOOFS, El Anti-Haeckel, 1900, y Fr. PAULSEN,
BERGER, H. v. H ,lmholtz
~e~a,
púcológicas de Helmholtz' J. ,ant y elmholtz, Hambur' o
llols.; Brunswick, 1902-03;
(Anblis~ ~as
' ce os en la
1898, L.KoENIGs-
Leipzigvel~9l·n~eva
Ernesto Ha"kd como fil6sofo, Anuarios prusianos, 1900)-, en fin, la filosofia ed., 1900; sobre Mach e" 1904); W. MAeH, de Tías ns ro
mturerones
socialista de la historia, cuyos fundadores son F e d e r i c o E n gel s (Ludwig
Feuerbach Y el fin de la filosofla clásica alemana, 1888; El origen de la familia,
Prtn"p,os de mecánica,
Sahendo de los dominios' d I '
HOENIGSWALD, BerHn 1903t
,ed., 1910. ' ,.
lí ;t'
ERTZ,
2'
~n
del der"ho privado Y del Estado, 1884·) y Ca r1 o s M a r x (El capital, 1867 ss.); (qUIen nace en 1837) . e a flSlologla, construye W' 1
¿'fil'!s~fia~ed~9c.ol~gla '~:; mi'¡;~Óosa~
sobre estos últimos léase R, STAMMLER, Economía y derecho, 1896; L. WOLTMANN, hay que citar" p. . s'-'te",a comprensivo de filoso!,.n I he 1 m W u n d t
(Jueblos~
El materialismo hist6rico, 1900; H. SCHWARZ, El materialismo moderno, 1904; 1886; Sistem; fis.ioI6gica, 1873 '16;i:a obóas,
K. VORLAENDER, Kant y Marx, 1911; J. PLENGE, Marx 'V Hegel, 1911. 1900 .s.''. compárese P . P'ETERSEN nnCtplOsG de·11 pJtcología P' . 1 ¡s., dEttca,
W ' 1897·,stcooga 1
La figura más importante entre los epigonos de la filosofia alemanalafue Rud. . a anhamzante teoria del conoe '. UI ermo undt, 1924. e os
Herm. Lotze (1817-1881; Metafisica, 1841; L6gica, 1842; P,icolog médica, K 1 rAc h1 mk ~ n n (Filosofía del saber 181illlento va ~l. ~ncuentro el realismo
1842; Microcosmos, 1856 ss.; Sistema de la filosofla: 1, Lógica, 1874; Il, Me.ta- ma de la flloso/ía critica 1874 )' E 6 4) y el posltivlsmo en C. G o . en J: v.
filos6fic~s 1~25)
fí,ica, 1879; Nueva ed. en la "Biblioteca Filosófica"; compárese O. CASPARI, Herm. en parte en A R' hl '( . s . , . L aas (ldealis .. ' erlng (S15te-
VII. La filoso/ia del siglo XIX 44" La lucha en torno del alma 563
562
cia. Según el modelo de Traey, distingue ya la ideología· de Lar o ro ~ este sentido, han tratado más tarde R a V a i s s o n, y en una forma más
g u i e r e entre las Hmodificaciones", que son meroS resulta~os de eXCI- independiente pero más conectada al criticismo kantiano, R e n o ti v i e r
taciones corpóreas, Y las "acciones" del alma, en las c::~ales esta pone de ?...: volver del eclecticismo a Maine de Biran y en parte a Leibniz: 3 per~
manifiesto su autonomía por el hecho de la percepclOll. En la Escuela Junto a ello desarrolla particularmente Renouvier, de manera enteramente
de Montpellier se admitía, incluso la idea ~e una. "í.uerza vlta"1" ,que B a r: dualista, no sólo en la teoría del conocimiento, sino también en la meta-
t hez trató de pensar corno algo desconocIdo y dlstmto de c~erpo y ~lma. física y en la filosofía de la historia, los principios criticistas, en tanto acen-
asimismo B i e h a t diferencia de la VI"da " orgamca ; . " Ia V1d a "anImal" , túa en todos los dominios la existencia de oposiciones, nunca superables
mediante la nota de la "reacción" espontánea. Pe~o este mO,mento lo~:ra por completo, así como restos fortuitos, irracionales en la realidad. Con
su pleno desarrollo en la psicología, gracias a M al n e de B 1 r a D, .q~len versiones siempre nuevas, que a veces desembocan en perearinas cons-
" d b
de manera infatigable y con giros cada vez nuevoS labo:a pOJ~ dehml.tar trucclOn~s, trata e llevar a. sus úl~mas consecuencias este principio.
con rigor teoréti~ los campo~ ¿e la fisi~logí~ y ?e la pSIcologIa. E} ~mo GracIas a Bergson, adqUIere reCIentemente un poderoso y original auge
sentido especulativo de este filosofo hablase mspl,ra?o de nl0do multIple l~ .metafísica espiritualista. Partiendo ele una crítica de la concepción cien-
en la filosofía inglesa y alemana: tocante a esta ultnna hay q~e subrayar t¡fIconatural del mundo, muestra que así como el cerebro biolóo'icamentc b
su contacto, bien que superficial, con las doctrinas de Kant y FIc~te y con sólo tiene la función de transformar las funciones sensibles en funcione~
el virtualismo de Bouterwek, tan a menudo nombrado. con not:medad en motoras, ~el, propio ffi?do las repres~nt~ciones conceptuales provenientes
París.2 He aquí el hecho fundament~l .sobre el q~e Ma~nc de BIran funda de :~ senSIbIlIdad no tienen otro desIgmo que servir de medios para la
su doctrina: en la vol u n t a d VIVImos con m~edIatez. nues~ra pro- aCClOn: por tanto, por lo que hace a su carácter previsorio, la ciencia na-
pia actividad al par que la resistencia del "non mm" (de mmedlato, ~el tural es una teoría de la estabilidad legal. En oposición a eso, quiere
propio cu~rpo). La. reflexión ,de la person.alidad sobre ~sta, ~u. peculIar Bergso~ fundar una me~afísica de la perso~lalida?, de la libertad y de la
manÍÍestaClón, constituye el punto de partida d~ .toda hlosofIa, en este evoluclOn creadora, partIendo de los datos lllmedIatos de la autovivencia.4
conocimiento filosófico la experiencia interna summIstra la forma; la expe- 3: En general es el vol u n t a r i s m o la tendencia de la psicología
riencia del contra-impulso, la materia. Partiendo de tal hec~o funda- del SIglo XIX, tal vez más ampliamente difundida. En Alemania ha influído
mental, se derivan los conceptos .categoriales de f~erza, sustanCIa, .causa, en este sentido~ principaln;ente la metafísica de Fichte y Schopenhauer.
unidad, identidad, libertad, neceSIdad. De est.a guIsa construye Mame de Para ambos ~esIde la esenCIa del hombre en la voluntad, y el colorido que
Biran, sobre la psicología, un sistema metafíSICO que ;ecuerda en muchos una tal doctrma da a toda la concepción del mundo se ha ido fortaleciendo
aspectos a Descartes y Malebranche, pero cu~o coglto ergo SUlll queda a través de .la historia alemana en nuestro siglo y, ~n contacto con ello, la
sustituído por un volo ergo SUID; mas, preCIsamente, por ello se ha transformaCIón del éthos popular. La acentuación de lo práctico, llevada
esforzado en presentar el concepto de la exp eri e nci a in.ter,n a (s e ll,S hasta el extremo, y cierta represión peligrosa de lo teorético, Son rasgos que
i n tiro e) como el fundamento claro y evidente de to~a c~encIa del espI- se subrayan cada vez más en nuestra época. Muy pronto se deja sentir esto
ritu, cuyo principio de los principios ve en la autoconCI~nCIa de la I:erso- en B e n e k e, quien concibe de peculiar manera la psicoloaía de la aso-
nalidad volente. Maine de Biran ha completado estas Importantes ~deas, ciaclOn (comp. parágrafo 41, 8). Los elementos de la vid~ anímica son
dirigidas contra la parcialidad natu~alista ~el. siglo ::-vnr, en obs~qU1o de p~ra ~l !,os proceso~ .actiyos o i m pul s o s -l.o~ Hama ¡¡~apacidades pri-
su convicción, particularmente haCia los ultlII~oS .anos de su VIda, con llllgemas - que ongmanamente puestos en actIVIdad gracIas a los estimu-
una concepción mística que considera el renunCIamIento y des~rrollo de la lan~es, han d.e. p:ovocar en su permane.r;cia (como "huenas") y en su
personalidad en el amor de Dios como la m~ al.ta form~ de VIda. Su .?oc- reCIproco eqUlhbno en la constante creaClOn de nuevas enerO"ías, la unidad
ttina científica, en cambio, tiene en sus partIdanos del tipo de A m.p e r ,e, aparentemente sustan~ial de la esencia anímica: el alma es,b según eso, no
J o u f f r o y y C o u sin" más amplias rela~iones, ora con laO".fdo~ofIa ~n haz; de reNres,entaclOnes como en .Hume, si~~ de iml?~lsos, ~e fuerzas y
escocesa ora con la filosofm alemana, pero pIerde algo de su orbmahdad, capac. .dades , solo que a est~s .relaclOnes .~enencas clasifIcatonas, para las
a causa' de sus acomodamientos e cié e tic o s. Ello se revela ya de .modo q~~ se. ,empleaba ante~ esta u~t1ma expreSlOn, se las desposee de toda sig-
claro en que la convicción así transformada, sobre. todo en la confIgura- mÍlcaclOn real (comparese mas arriba parágrafo 41, 3). Fundar inducti-
ción doctrinal que toma en C o u sin, lleg~e a deSIgnarse ~o~, el nombre vamente esta doctrina, mediante una interpretación metódica de los hechos
de e s p i r i t u a 1 i s ID o: de h~cho expe;~enta una vanaClOn respecto de la. p.er~epció~ interna, es para Beneke el único punto de partida de
a su originario carácter que hubIera pern::Itl~O en. todo caso. darle el .nom- las dIscIplmas fIlosóficas (lógica, ética, metafísica, y filosofía de la reli-
bre de vol u n t a r i s m o, merced a los anadIclos mtelectuahs~as q';le lUtro- gión): con ello apunta a una t e o ría del o s valor e s, en la cual
dujo en ella Cousin, sacándolos de la filosofía alemana de la Identldad; en
3 Parecida postura toma en Italia G a 11 u p p i, quien entre los hechos de la
conciencia, que él tomó co.mo base de la filosofía, considera a la autonoIlÚa del que-
2 Las mediaciones no han sido aquí sólo lit~rarias (Vplers, Degérando, etc.), rer moral como el determmante, al paso que R o s m i n i mantiene el viejo intelec~
sino también personales en alta medida. De gran ImportancIa fu~, entre otra~ cosas, tualismo.
la permanencia de los Schlegel en Paris, sobre todo las con!erencm~,de Fedenc?; en ~ Compárese la edici6n alemana de Materia y memoria con introducci6n de
París misma la "Sociedad de Auteuil", a la que pertenecla tamblen el embajador W. WINDELBAND~ Jena, 1908,
suizo S t a p fe r, un personaje que sirvió de intermediario en forma d.estacada.
. y JI. La filosofía dél siglo XIX 44. La lucha en torno del alma 565
564
, I ( I II m das "cosas") en la pro, Junto a la psicología, que tiene que ver con la descripción de los hechos
éstos 'corresponderían a los estimu os a ~ a a de la conciencia, se ocupa Hamilton de la lógica, la estética y la ética (en
porción del crecimiento o descenso de los nnpulsos. f ., t correspondencia con las grandes clases de fenómenos psíquicos), viendo
F o r tIa g e ha dado al psicologismo de Benek~ codn 19urac.lOll . U;,e da - en ellas doctrinas de las leyes bajo las cuales se hallan los hechos mismos;
., , f la "Doctnna e l a C leuela e
física poniéndolo en re IaClOn ro lIDa con . , d 1 cosas sin embargo, no esclarece plenamente el carácter normativo de tales leyes,
Fich;e. Concibe el alma, ,al propio tiempo 9.,;e lad·con~~~n él ~a;~, acen~ y, por tal motivo, quedan aprisionadas las disciplinas filosóficas en el marco
como un s istema de Impulsos, y qUlza na le e 5 del psicologismo. En el desenvolvimiento de tales ciencias filosóficas, ha
t d un "hacer" sin mezcla alguna de sustrato, ~mo llegado a ser la teoría lógica de Hamilton una de las manifestaciones más
tuad o eI concep o e , . de funcIOnes
fuente del ser. Ve la esencia del acontecer amrnlCO e,n que b· . caracte:¡;-ísticas de la 1 ó g i e a f o r m al: para el filósofo inglés sólo se
. . .d entes gracIas a coro maClOnes
originarias se preCIpItan contem os perman, l' d' ar el cual puede trata de una exposición sistemática de las relaciones que existen entre los
sintéticas' pero con ello muestra una vez mas e me 10 p. . conceptos; y polariza toda la investigación, sobrepujando el principio de la
librarse l~ metafísica del esquema de u~ acontecer ma~enal, de ~r ~ooi~ Analítica aristotélica (compárese parágrafo 12, 3), en torno de las rela-
miento de invariantes sustancias (como SI se tratara de atomos), ~ Pde ciones de la e a n t ida d. Todo juicio debe ser una ecuación (claramente
tiempo yacen en estas d octrmas . Ias sugerencias para una l concepClon reversible) que indica cómo se comportan entre sí la extensión lógica de
., d I t ., de la va oraClOn cn't·lca,
· ,
los procesos de la representaclOn, e a a enClOn y d I t· rechazar sus dos conceptos, de suerte que, por ejemplo, un juicio de subordinación
. d eI W lmpu1"so , del ponderar
, . . y .e asen
" Ir oe 1 . ._.
a título de funCIOnes
En la evolución posterior de la doctrina, el anahsls !slc.ol?gl~O
dad racional de la psique sentó sus reales en el o:r;l1n~o ; ~os propiO;
1 1~g~~~1V~
(como éste: "la rosa es una flor") debe tomar esta forma: "todas las S
son algunas P". Eso quiere decir que se ha cuantificado el predicado. Las
doctrinas lógicas habían hecho hasta ahora sólo con el su jeto tal cuanti-
como era natural, desvió en muchos aspectos su mm; a, e d ficación. Si todos los juicios pueden ser reducidos a la forma de ecuaciones
-roblemas lógicos. Puntualmente, en los último? decemos se ha propala dO de las extensiones de los conceptos, se convierten todas las deducciones y
~l psicologismo de ~aner~ semejanlte q~e en e~?~l~ ~~~:01í:ap~;~e:rbo~m~ consecuencias en operaciones de cálculo con cantidades dadas; esto _es, el
en las mismas mamfestacIOnes' de a mas supe ICla , principio de la: lógica terminista, tal como Occam (compárese parágrafo
en aquel entonces. , . . 1 . 27,4), Hobbes (parágrafo 31, 2), Condillac (parágrafo 34, 8), lo habían
. 4 T biéti en Inglaterra sigue adelante el tradicIOnal P,SICO oglsmo, formulado, adquiere su cabal desenvolvimiento. Así se difunde, partiendo
'. am la forma ue Hamilton-da ahora a la doctr1na esco- de Hamilton, la "nueva Analítica" o la "Lógica calculatoria", -un vasto
~~c~a,m!aj~t~1 influjo d,( la filosofía alemana y partjcu!armente de Kab~ campo de entrenamiento para el g i m n á s tic o de por t e de agudezas
También defiende el ~u~to te
tvista ~e ~~d~p~~e~~~~f~::nfiio~f~C:~~ la
por considerar corr;o pIe ~a e I o~lue ehalla en los hechos de la concien-
infecundas. Pues es claro que tal lógica se viene a construir sobre una
sola relación (y, a decir verdad, una de las menos importantes)-, entre
las numerosas relaciones que son posibles entre los conceptos y los objetos
cesidad y la vahdez unlversa so o se . d' .d P
ne 'bl d d inmediato y comunes a todo m lV1 uo. ero de los juicios, y que, por ello, pasa por alto esta especie de Analítica las
,cia, comp~e~~~s e( y ~ ~~oso pertenece ~imismo toda represent~~ión de la relaciones de más valor lógico. Pero la exactitud matemática, con la que
en. estos. e 1 t ) sólo conocemos siempre lo Ílmto en sus esta analítica parece desarrollar su mecanismo de reglas, atrajo a su seno,
eX1stenCIa lde. as cfs~a:x yC:~~al sentido (esto es, sin el concepto kantiano y no sólo en Inglaterra, a muchos conspicuos investigadores, que no advir-
~:Xf:,:~~~~~F~~) ;~~ .~~~il~~ ~e;ii~~~eryh~b':~f~:~~~P:~~ :npi~:' tieron que el pensar facticio y viviente del hombre no sabe nada de todo este
aparato fonual, por limpiamente que se construya.
expenencIa; ~ o en~ ose~ la certidumbre moral de la fe: en camblO, la 5. En los debates acerca del problema del alma en Francia e Ingla~
e~ ho:nbre inl~a: lo "Incondicionado" ningún conocimiento, toda vez q~, terra, se mezcla naturalmente también el i n ter é s re 1 i g i o s o o t e 0-
¿{:~id~ ~osul~~nción esencialmente relacionante y condici(onante, sóio p~e e 1 ó g i c o al concepto de la s u s tan c i a a n í ID i ca: ello estuvo a la
. uello ue ella misma ora vincula, ora separa concepto mntmno orden del día en las violentÍsimas disputas que en Alemania condujeron
~on~eb;r ta~.) Mis tarde M a n s e I ha puesto al servicio de 1:, teol?gía ~e a la disolución de la- escuela hegeliana. Se concentran esencialmente en
e a sm e~~s. te "a gr:o s tic i s ro o'), sacando consecuenCIaS aun mas torno a los problemas de" la p e r s o n a 1 ida d de Dio s y de la i n-
'la revel aClOn es .. 1 d relieve que los m o r tal ida d del a 1 m a. El hegelianismo sólo podía subsistir como
escépticas de la teoría kantiana del conoClmlento, a poner, e h
. . . 'bl completo a la razon umana, pero "filosofía prusiana de Estado", a condición de que mantuviera la "identidad
dogmas religIOSOS son maseqm es por . ·bTd d d I de filosofía y religión". La multívoca expresión del maestro, oculta ,en su
ue untualmente por ello, - son inatacables. ~a lllCOg~OSCl 1:' a ~ o
~ b' PI " . d I "infinitd) como ya Hamllton habIa ensenado, tIene formalismo dialéctico, favoreció la disputa en torno a la ortodoxia de
'a so uto o e o , . f'l'f d Inglaterra su doctrina. De hecho trató la llamada "ala: derecha" de la escuela, a la que
b'; un a el importante en otras direCCIones lOSO lcas e , pertenecían -relevantes teólogos comO- Gabler, Goeschel y Hinl1Íchs, de man~
t~ l~n l' pe~ la teoría de Herbert Spencer -Y en los representantes del
por e]emp o . tener la ortodoxia: pero si se pudo:, tal' vez dudosamente, ,interpretar -el
:positivismo y, del pragmatIsmo. ."retorno de", la Idea sobre sí, misma", como- la personalidad -de Dios, era
muy claro, por otra parte, que en el sistema del eterno devenir y de la
G e .FORTLAGE' Beitrage zur. psychologie (Contribuciones a la psicología), Leip~ superación _diáléctica de toda _-cfead6n, .la "pers'onalidad finita -.apenas -,'póéHa
zig, 1875, p. 40. c'omp. también la nota 11 del parágrafo' 42. -
: ~-
566 VII. La filosofía del siglo XIX 44. La lucha en torno del alma 567
reclamar el carácter de una "sustancia", y de la inmortalidad, en el sentido la simpatía del placer ajeno, la par tic i p a ció n del a a 1 e g ría d e
religioso del término. los d e m á s, el sentimiento ético general.
Pareja circunstancia hizo salir a algunos filósofos de la escuela hege- Una vez que el materialismo hubo revelado tan ilustre alcurnia meta~
liana y los llevó a una e o n e e p ció n te í s t a del ID U n d 0, que (de física, recurrió asimismo, para bien suyo, a la fundamentación antropo-
parecida manera a la de Maine_ de Eiran), ponía el concepto de la p e T- lógica, de que se había nutrido desde Lamettrie en la literatura francesa
s o n a 1ida d en su punto central y, tocante a las personalidades finitas, se y que aún se manifestaba tan poderoso, debido a los progresos de la fisio~
inclinaba a la monadología leibniziana. El joven Fichte designaba estas rea- logía. !ambién, Feuerbach enseñaba: "el hombre es lo que come", y de
lidades espirituales corno "posiciones primigenias"; la realización más esta guISa acabo por sostenerse otra vez la dependencia del alma respecto
relevante del pensamiento es el sistema filosófico de e h r . W e i s s e, quien del. cu~rpo, et; ~ma mate~~alizac~ón de las actividades anímicas: represen-
pone, ontológicaluente, el concepto de lo posible sobre el del ser, para taCIOnes y vohcIOn~s son secreCIOnes del cerebro", del propio modo como
derivar todo ser del concepto de libertad, a modo de autocreación de la otr?s órganos elinun~n 0t:as sustancias. Tal opinión halla un adepto 'pos-
personalidad (Fichte). En las relaciones de lo posible y de lo real se re- tenor en una teorIa rIgurosamente sensualista del cono~
piten aquí la oposición leibniziana de vérités éternelles y vérités de faít y c i m i e n t o, en la forma ~omo, con independencia de hipótesis metafísicas,
los problemas que Kant había reunido en el concepto de la "especifica- la desarrolla e z o 1b e, qUlen más tarde aún se sitúa en un punto de vista
ción" (comp. parágrafo 40, 7): dentro del marco de las imprescindibles n:u~ próximo al materialismo. Dado que, a su manera de pensar, el cono w
"posibilidades", lo real es, al fin de cuentas, de tal modo que sería posible CImIento no es. otra co.sa que una copi~ de 10 re~l, llega a la idea de que
de otra manera; esto es, no hay que derivarlo, debe ser visto como dado las representaclOnes nusmas son extenSIOnes espaCiales: pone en general al
por un acto de libertad. Ley y facticidad no son reductibles mutuamente. esp.acio en el sitio de la sustancia spinocista, como portador de todos los
En un desan'ollo de estas opiniones, más psicológico, considera U 1 r i c i atnbutos.
la personalidad (das Selbst), como supuesto de la actividad "diferencia- Así comenzó a difundirse esta manera materialista de pensar en Ale-
dora", con la que se identifica toda conciencia, y de la cual deriva tanto mania cntre los médicos e investigadores de la naturaleza; 10 que se puso
la teoría lógica como la psicológica. a~ desnudo ~n el ."Congreso de naturalistas", celebrado en Gotinga el
6. La ortodoxia, que en la época de la restauración se tomaba más all~ 1854. El conflIcto entre los resultados de la ciencia na.tural y las "ne-
exigente y poderosa, fue combatida por la parte contraria con las annas ceSidades del sentimiento" se convirtió en el tema de una controversia
del hegelianismo. Aquí tomó Ruge la dirección del movimiento en la cam- proseguida con violencia en las publicaciones de la época, y en la que
paña de publicidad del liberalismo religioso y político. En qué medida Carlos V o g t defendía el predominio de la concepción mecanicista del
Se concibió de manera panteísta y a lo Spinoza el sistema idealista por mundo; Rodolfo W a g n e r, en cambio, quiere asegurar partiendo de las
estos pensadores se ve del mejor modo en los Pensamientos en torno a li~taciones del cO;lOcimiento humano, un lugar para la fe, donde que-
la muerte y a la inmortalidad, de F e u e r b a c h, donde se festeja la danan a salvo las Ideas del alma y de su inmortalidad. Tal intento, des-
infinitud divina como el último fundamento vital del hombre y su fusión afortunado por demás, que llegó a designarse corno "contabilidad por par-
con ella como la verdadera inmortalidad y beatitud. De este panteísmo tida.doble",ü ha. si~o más tarde ~~omo fue el caso con el agnosticismo de
idealista avanza Feuerbach, muy rápidamente, a través de variados giros, los .mgleses) prmC1palmente deCISIVO, para promover un creciente viraje
cada vez más radicales, a los puntos de vista más extremos de su doctrina. ~aC1a K a n t, e~ ~uya "cosa en sí" creían poder defender aquellas nece ..
Percibió que el sistema panlogista era incapaz de explicar la existencia, sldades del sentilmento. Todo esto ocurria entre los investigadores de la
de las cosas naturales concretas: sin embargo, Hegel había llamado a la naturaleza que percibían la unilateralidad de la concepción materialista,
naturaleza el reino de 10 accidental, que no es susceptible de comprenderse pero que no estaban de acuerdo con la teología del idealismo. Cuando
con pureza, conceptualmente. Tal incapacidad, pensaba Feuerbach, re- en 1860 aparece la brillante exposición de la. filosofía crítica de Kuno
side más bien en el concepto que el hombre se forja de las cosas: los Fischer, comenzó aquella "vuelta a Kant", que después acabó por dege-
conceptos generales de que echa mano la filosofía son, sin género de duda, nerar en micrografía histórico~literaria. La Historia del materialismo
impotentes para captar la esencia real de las cosas singulares. Con ello de Alberto L a TI g e, ha dado la expresión a este tono científico-natural del
pone Feuerbach de cabeza el sistema hegeliano, y de esta suerte cae en un que se originaba tal movimiento. Indudablemente se mezclan a él ci~rtos
ID a te r i alismo nom in a l is t a. Lo real es la esencia sensible singu~ malentendidos; inclusive grandes investigadores, como H e 1 ro h o 1 t z 7
lar: todo 10 general, todo lo espiritual sólo es una ilusión del individuo. amalgaman el i d e a 1 i s m o t r a s c e n den tal con la s e mió tic a de
El espíritu es la "naturaleza en su ser de otro modo". Asimismo suministra Locke y su dóctrina de las cualidades primarias y secundarias; de otro lado,
Feuerbach una explicación puramente antropológica de la religión: el poco después, una famosa Escuela de T e o 1 o g í a bajo la dirección de
hO:p1bre considera su propia especie corno desearía que -fuera, a saber, con
los caracteres de la Divinidad. Pareja 'teoría del deseo" debe liberar a
6 No deja de tener interés el comprobar que tal motivo no se halla lejos de los
la humanidad de toda superstición y sus nocivas consecuencias, corno ya materialistas franceses: por parte de Cabanis como de Broussais ocurre esto en las
lo enseñaba Epicuro (comp. parágrafo 15, 7). La teoría del conocimiento postrimerias de su vida, puntualmente en este sentido, incluso una tendencia mística.
de esta "filosofía del futuro" no es otra cosa que sensualismo' su ética 7 Comp. _H. HELMHOLTZ, Optica' fisiol6gica, parágra'fo 25 y sobre todo Los
sólo eudemonismo: el impulso de felicidad es el principio de l~ morai, ; hechos en la percepci6n (Berlín, 1879).
L
568 V JI. La filosofía del siglo XIX 44. La lucha en torno del alma 569
R i t 's e h 1, se- apropia la' doctrina> de la "cosa en sP' en una forma afín al nos hallamos con la "psicología sin alma", que se considera. libre de toda
agnoticismo inglés. . . . cIase de supuestos metafísicos, o que cree estarlo.
La renovación filosófica del kantianismo, que se deja sentIr, partIcu- . 7. Lo t z e ha encontrado, partiendo de las ideas medulares del idea-
larmente desde el impresionante libro de Qtto L i e b I? a TI n i~titulado l~smo alemán, u.na conciliación más profunda de esto,,; antagonismos. Con-
Kant y los epígonos (1865), durante toda la segunda mItad del slgl~ XIX, SIdera ~l mecamsmo de l.~ naturaleza ~omo la legalidad en que el impulso
exhibe la imagen de _una rica variedad de matices, en que se va repitiendo ~e la VIda y de la creaclOn, que constItuye lo peculiar de la esencia espi..
con todas sus gradaciones el antagonismo de las exégesis por el que h~bía r~tual. de todo lo real, lleva a cabo su objetivo, lo bueno. Según esto, la
pasado ya la doctrina de Kant, poco tiempo después de h~b:r aparecIdo. Clen~la. natural, en ~odo caso, no. posee otro principio que el del nexo causal
Concepción empírica y racionalista entran otra vez en con~hcto, y t::mto mecanI~O, cuya valIdez, con radIcal exclusión de la doctrina de una fuerza
la conciliación histórica como la sistemática sucumben, al hn de cuentas, vital, se lleva. al propio campo de los organismos; pero el punto de partida
a la nece"iidad 'pragmática, que va impulsando poco a poco a ~un retorno a de la metafíSIca se halla, como el de la lógica, en el dominio de la ética.
la filosofía de F i c h t e. Otra vez se halla a la orden del dla una meta R
relaci<;mes en las que. se encuentr;;;, con otro. concreto real, y esas relaciones
tiano tuvo el acierto de haber puesto al descubierto y haber rec~azad? la que ';Ienen a determmar la coheslOn del UnIverso, sólo son posibles, si todo
superficial metafísica del materialismo, como impracticable e unposlbl;. lo eXIstente se funda como parte de la realidad en una unidad sustancial
Incluso allí mismo donde la doctrina .de Kant se aplicó de manera e.ffiI?I- y. si al propio tiempo 'todo acontecer entre las esencias particulares se con~
rica y positivista, incluso en la extravagante exégesis del lla~ado. SOliPSIS- Clbe .a ~odo de una realización de un contenido de vida universal, pleno
roo, fue repelido, por absurdo, el pensamiento de que la conCle-X:CIa pueda ~e fmalIdad. Para llevar a efecto cabalmente estos pensamientos tnetafí-
considerarse como una función accesoria de la materia: a la mversa, se SIC?S fundam.entales, estaba llamado Lotze debido a su poderosa univer-
difundió la opinión contraria, igualmente unilateral, que adscribe a la per- salIdad, medIante la cual era capaz de domeñar los hechos y las formas
cepción la única primaria realidad, frente al mundo externo. 8 Es c~aro de las elaboraCÍone~ científ~cas en las disciplinas particulares, e incluso en
que las postrimerías del siglo XIX han presenciado un descalabr~ relativa- ~ste aspecto se artIculan dIgnamente su personalidad y su doctrina a la
mente rápido de la concepción del mundo, sólo construída medIante c~m epoca precedente.. Su posic~óx: propia se caracteriza en general por su
ccptos e hipótesis de la ciencia natural: se rehabilita el nombre de fdo- manera de concebIr el conOCImIento, a saber, como un influjo mutuo vital
sofía natural, y en las teorías de la "energética" se va gestando, partiendo y lleno de finalidad, entre el "alma" y las otras "sustancias".
de estos supuestos, una nueva forma de interpretación filosófica de la na- Cuando se pone en contacto la "reacción" del alma con los estímulos
turaleza.9 que provienen de las "cosas", .des~x:vuelve aquélla (el alma) su propia
El materialismo está superado en la ciencia: sólo tiene vida en expo- naturaleza en las ~ormas de la .mtU1~I6~ y ex: las verdades universales que
siciones populares, corno la obra Fuerza y materia, de Buechner, o en l~egan a ser conSCIentes COn eVIdenCIa mmedIata, con ocasión de tales es-
fonna más acendrada, en el libro Vieja y nueva fe, de Strauss,10 pero tImulos'; por otra parte, tal participación del sujeto convierte al mundo
sigue viviendo también, como concepción de la vida, precisamente en aque- de la r~pre~e~tación, práctic~me:~lte, en "fenómeno", pero tal "fenómeno"
llos círculos que gustan de engolosinarse con los "resultados de la ~iencia", c?rno. vld~ mtlIl;a, ~lena de flr:ahdades, no es, de ningún modo, mera apa-
por su propia mano. En. las obras de Haeckel y su llamado momsmo, ha nencla, SIllO mas bIen un. r ~ 1 n o d e valor e s, en el que se va reali-:-
encontrado su más característica expresión esta corriente seroiculta de pen- zando lo bueno. El advenImIento de este mundo consciencial es 10 valioso
samientos. por .excelen,CÍc;; lo que, puede. acont~cer en los influjos mutuos de las sus-
Para la psicología como ciencia, sin embargo, se impone la exigencia, tanCIas, el ultImo y mas proplO sentIdo del proceso cósmico. Partiendo de
según la teoría crítica del conocimiento, de renunciar al concepto de sus- est?s pensamientos meduIa~es, enseña Lotze, en su LógicaJ a ver en la
tancia anímica, tanto corno fundamento como objetivo final de investiga- sene de fonnas del pensa~Iento u~ nexo sistemático que se desarrolla to-
ción, y de construirse, como doctrina de las leyes de la vida anímica, sobre mando "como p~u;~ las e x I gen c I a s o t a r e a s del pensamiento mismo.
la experiencia interna o externa, o sobre ambas a la vez. De esta suerte En su, .metaÍlslca ha de~envuelto la concepción del mundo del idealismo
teleologlco con agudeza mtelectual y cuidadosa ponderación. La tercera
8 Esto. acontece nrincipalmente en la llamada f i los o f i a del a in ro a n e n- parte del sistema, la ética, no ha llegado a ser tratada en esta forma rigu-
c i a, ent~e C11-Yos representantes, junto a W. Schuppe, debe ser mencionado Schu- rosa: a t~ueque de ello, aparecen las convicciones del filósofo· y su madura
bert-Soldern. comp~enslón de la vida y de la historia, en la bella y sutil exposición de
9 Compárese W. OSTWALD, Conferencias sobre filosofla de la naturaleza (Leip- su Mzcrocosmos.
zig, 1903).
10 También en esta forma ingeniosa que encuentra 'el materialismo -junto a , 8. ,F e c h n e r ha tratado de escapar por otra vía a,'las dificuitades
tal obra puede ser' citada la Filosofía del derecho de L. KNAPP- s'e percibe la des- que ofrece el tratamiento científiconatural, de la vida anímica. Quiere ver
cendencia de.' la f~losofía hegeliana eri que tqdas las ,,formas de vida superiores y espi- en cuerpo y alma dos s~ries d~ fenóme~os co~pletamente, separados y di-
rituales son tratadas como una superaci6n d~ la naturaleza sobre sí n'l~sma. ferentes, pero de una llllsma y desconocIda reahdad. y ,que',se corresponden
VII. La filosofía del siglo XIX 44. La lucha en torno del alma 571
570
entre sí permanentemente. Explica tal pensamiento p,cr la circu.n~tancia quiera de sus formas. El más importante y pOSitIVO argumento es el de la
de que a los hechos físicos corresponden siempr~ fenomeu?s. esplntual~s, discontinuidad de la vida anímica y la cabal imposibilidad de entender
al paso que en nosotros, solamente no~ son conocIdos estos ultImes gra<:laS causalmente el tránsito de una percepción a otra, echando mano del soco-
a la percepción. Así como las ~ensaclOnes,. que corresponden a la excIta- rrido empleo de "representaciones inconscientes".
ción de las diversas partes del sIstema nerVIOSO, n~s re'pr~sc11:t~n como on- Tal manera de pensar se pone al descubierto también en aquel inves-
das superiores en la o~da ,general de nuestr~ conCIenCia mdIvldual, puede tigador que ha sido de sobra influyente en el desarrollo de los estudios
admitirse que las conCIenCiaS de las perso.nah?ade~ concretas sou.' ~ su vez, psicológicos: W. W u n d t. Partiendo de su Psicología fisiológica evolucio-
solamente ondas superiores de. una conCIenCia mas general, qUlzas de un na hasta un Sistema de la filosofía que considera al mundo como un activo
espíritu planetario: y si se prosigue esta manen; de v.er las ,cosas, puede conju:oto de in d i vid u al ida d e s vol e n t e s: utiliza en la metafísica
llegarse, a la postre, a la hipótesis de ,una e o n e 1 e n c I a u nI; e r s a 1 de el concepto de la actividad pura, asustancial, como lo habían enseñado
Dio s, a.la que correspondería el unIversal nexo causal de lo~ at<;m?s. Por Fichte y Fortlage, y limita el empleo de la noción de sustancia al dominio
lo demás, según Fechner, el vínculo que l?riv<; entre 1:; expen~t;cla lI~tema de la teoría científiconatural. La acción recíproca de las actualidades de
y la experiencia externa en nuestra concIe~C1a, pen!l1te. tambIen la ~nves la voluntad crea en los organismos unidades volitivas más elevadas y, con
tigación de las leyes de tal correspondenCia. La CIen~Ia que estudIa tal ello, diversos grados de la conciencia central: pero la idea de una abso-
problema es la psi c o f í sic a. Su primera tarea resId~ en encont.rar el luta voluntad cósmica y de una conciencia cósmica, que puede derivarse
'método para medir, las magnitudes psíqUIcas, a fm de de ahí, según un principio regulativo, trasciende los límites de la capaci-
formular matemáticamente las leyes. Fechner presenta fundamentalmente el dad cognoscitiva del hombre.
m é t o d o d c 1 a s d i f e r e n c i a s aún p e r c e p t i b 1 e s, que torna co- 9. En tanto que el voluntarismo que de aquí se gestaba, cada vez
mo unidad de medida la ínfima apenas perceptible diferencia entre dos con más poder, sobre todo en una interpretación y literatura más amplias,
intensidades sensoriales, y que acepta como idéntica en to~os .los combatía al intelectualismo, que se consideró como el rasgo típico de la
casos y lugares. Sobre la base de esta hipótesis (ciertamente arbItrana) época de esplendor del neohumanismo alemán se iba desenvolviendo en
pareció ser posible la formulación matemática de la llamada ley Weber- cierto modo, el mismo problema acerca del p 'r i m a d o del a vol ~ n-
Fechner, según la cual las intensidades de l~ sensación se compo.rtan somo t a dad e 1 i n t e 1 e c t o, que había absorbido la perspicacia dialéctica de
los logaritmos de las intensidades de los estImulas. La perspectIva ~I SUw los escolásticos~ tan vivamente (comp. parágrafo 26). Que de hecho este
gerida por Fechner, de. e~presar ma~e~áticamente ~on arrc9lo .al metodo problema prOVIene del antagónico desdoblamiento del idealismo, 10 ha visto
científico-natural, por mdIrecta medIclOn de magmtude~ pSIqulcas, l~ ~e del modo más diáfano E. v. Ha r t m a n n, cuya Filosofía del incons-
galidad psicofísica o quizás también la psicología, ha temdo un gran exIt? ciente es el resultado de una síntesis de un lado, de He~el de otro de
a pesar de las duras e incontables objeciones, sobre todo d~rante los últI- Schopenhauer y del viejo Schelling. Tiene en su mente la bid~a de acdplar
mos decenios en que han sido fundados muchos laboratonos para Sacar otra vez la dirección racional y la irracional del idealismo. Lo intenta ads~
avante tal método de trabajo: empero, no puede decirse que c~n tal faena cribiendo al unitario mundo del espíritu vol u n t a del d e a (lo "alógico
experimental el rendimiento concreto para una nueva y mas profunda y lo lógico") como atributos coordinados y que se afectan mutuame'nte.
comprensión de la vida anímica camine a igual paso.
l1
.
En tanto el espíritu absoluto es llamado "10 inconsciente", acaba Hartmann
También la renovación del paralelismo spinocista ha tropezad.o con dI- por interpretar el concepto de la conciencia con parecida equivocidad en
ficultades siempre mayores, en su desarrollo. E~ Fechner se pIe~~a este la que cae Schopenhauer con el concepto de voluntad: pues las activida~
paralelismo, dogmáticamer;t.e, al a;ignar al con~;n.I~? de .la p~;cepC1~~ .s~? des del inconsciente son funciones volitivas e intelectuales, que, a decir
sible plena realidad metafIsIca -el opone esta VISIon d~uma a la ';lslon verd~d, ~o s~ dan en ninguna conciencia empírica, pero que suponen otra
nocturna" del fenomenalismo científico-natural Y filosóÍ1co---, y esta mter- conCIenCIa, SI pretenden;os 'pensar1~ en general. Hartmann se propone
pretación dogmática fue más tarde fundada del m~do más vigoros~, me- demostrar 9u~ esta -conCIenCia superIor que se llama lo inconsciente y que
diante la invocación del principio de la conservaCIón de la. energIa, de debe constItUIr el común fundamento vital de todos los individuos cons-
que toda causación de ,movimientos fisicos, no es provocada SlI~O por n:;~~ cientes, es la esencia activa en todos los fenómenos de la vida de la natu·
virnientos físicos. Otros, en cambio, interpretan aquel paralelIsmo, cntlw raleza y del alma: representa tanto la vol u n t a d del a n a t u r a 1 e z a
císticamente, al declarar que el alma y cuerpo" con sus. estados y ::;ctivi- de Schopen~auer y ~chelling, como la f~;rza v~tal de la. vieja fisiología y
dades que en cada uno de ellos tienen lugar, sol? son dlVe;sas 'n;amf.esta~ las entelequias del SIstema de la evolUCIOno TIene su SItio ante todo en
ciones de una y la misma unidad real. Pero despues de las VIvas dlscuslOnes los fenómenos tcleológicos de la vida orgánica. En tal sentido combate
por las que atravesó este ~roblerna,~2 se f.ue abrien~o pas~, poco a poco, Hartmann, muy vigorosamente, el materialismo, toda vez que su doctrina
la idea de que tal paralelIsmo, es lllconsIstente e ImpractIcable en cual- ve la raíz de las cosas en un principio unitario y espiritual de vida: para
ello, echa mano con buen éxito de una muchedumbre de conocimientos
11 Tocante a las controversias 10 más sencillo es recurrir a FECHNER mismo-: de la ciencia natural, aunque es víctima de una ilusión cuando cree poder
Revisión de los temas medulares de la psicofísica, Leipzig" 1882. Véase además H.
MUENSTERBERG, Problemas y métodos de la psicofísica, Leipzig, 1891.
12 Una compilaci6n critica de la literatura .sobre .este probh;m~ se halla .en,E. (Tubinga, 1900); sobre el particular compárese de prefere.ncia la investigación de
BUSSE, Estudios filosóficos en honor del 70 anwersano del naCtmfe~to de Stgwart H. RICKERT.
&
por encontrarse 1 a s c i e ti c i a s del a n a t u r a 1 e z a con 1 a s ,c 1 e n- tualmente en, esta. dirección, la fi1osofía alemana, to~ra de los ultr~mon
c i a s' del e s p í r i t u. En ningún tiempo como en el nuestro, ha SIdo tan tanos, por aSI deCIrlo, la nata de la leche. También el eclecticismo enseña
común" en su aspecto metódico y de contenido, ta~ oposició~, que ya do- la ex~stencia de una razón universal, y no se opone a ver en ella algo
minó los grandes sistemas del idealismo, y a esta cIrcunsta~cIa se debe un p~recIdo al c o m m o n-s e n s e de la escuela escocesa, bien que no le
buen número de innovaciones por demás promet~d~ras. SI se exc~tlye del 'mega la base, metafísica al modo ~e Schelling y Hegel. Por eso cuando
reino de las ciencias del espíritu; como ha sido mdlcado ya, el dIsputado L a ,m e n n a.l s, q~e en un princ~pio ~ue tradicionalista, pero que más tarde
territorio de la psicología, sól.o qued~ frente ,a la "natm:aleza", y ~n corres~ h~.bIa rec.orndo .la escuela, del IdealIsmo alemán, trataba en el Esquisse
pondencia aún mayor con la doctrma l~antlana, 1 a vId a s o c 1 a ,1 y ~ u d une phzl~soj}~ze la doctrma de las ideas, pudo conservar aquella teoría
d e s a r r o 11 o h i s t ó l' i c o, en toda su amplitud y en todas sus dIreccIO- de la conCIenCIa moral, enteramente en su sentido positivo.
nes. La penetración imperialista' del pensar den-qfico-natural encue~1tra Una f?rma muy diversa toma la doctrina del espíritu objetivo allí .
también fácilmente, s~gún la esenda de las cosas, en los hechos ~oCIal~s d~mde s~ ~nterpreta, d~ :nanera puramente psicológica y empirista. En la
'como en los psicológicos, los pinitos, de artic~lación ~onde P?ede msertar Vida espIntual. del,mdlvlduo se, ,reflejan incont¡:tbles ,acontedmientos toda
la palanca de su manera de concebrr la realIdad; asI se ,exphca que haya ve~ que, e~ g~n~ral, el individuo no existe sino como un miembro de' cierta
sido necesario e111 este dominio del saber upa lucha: pareQ1da a IJ1 ,que tuyo Uludad pSlcologIca de orden super~()r. Tal penetraci6n que afecta, a todo
efecto en tomo del alma, y así se comprende también que 'ú.1 <:tntagonisni6
tL.
individuo y merced a la cual éste es lo que es, no es el result?-d? de una ción del "Comité Occidental"; mas como él se consideraba a sí propio el
legalidad natural ni de las fcnnas generales del acontecer amrruco: pro~ precursor del movimiento, se confía a sí mismo también la fundación de
viene más bien de un influjo histórico, y el espíritu colectivo que se halla la nueva doctrina. Pero la nueva filosofía, sobre la que ha de construirse
en la base de la vida individual, se va acuñando objctivan:-ente en la le~ e~ nuev~ ~)fden social, no es otra cosa que el sistema ordenado de las cien-
gua, en las costumbres y en las. instituci?nes ~oc~ale~ .. Mediante el es~udlO CIas positIVas.
de tales fenómenos preCIsa ampliar la pSlcologla mdlvldual en una, P ~ I,CO- El diseño de Comte de este s i s t e m a p o s i t i v i s t a de las ciencias
1 o g í a s o e i aL. L a zar u s y S t e i TI t h a 1 sustentan este prmclp,lO y hace culminar la concepción de Hume y Condillac en sus extremas posi-
puesto que los desarrollos que de él se h.agan han de poseer un caracter bilidades: no sólo el conocimiento humano se halla circunscrito a las meras
eminentemente histórico, acaban por deSIgnarlos con el nombre, por ~e rela.ciones de fenómenos; en general, no existe nada absoluto, algo desco-
más poco afortunado, de psi e o 1 o g í a del o s p u e b los. En Cam?lO, nOCldo que se halle a la base de la experiencia. El único principio absoluto
donde se abandona tal carácter histórico, se procura hacer de la pSICO~ es que t o d o e s r e 1a ti v o. Carece de sentido racional el hablar de las
logía social, como de toda la sociología, un,,: ciencia natural, que ten~ía, primeras o de las últimas causas de las cosas. Pero este relativismo (o,
asimismo, como objeto de estudio las regulandades permanentes de la VIda como más tarde se ha dicho, c o r r e 1a t i V i s m o) sucumbe al propio
psíquica de los pueblos. Pensadores como T a r d e y otros representan t~empo a la pretensión universalista del pensar científico-natural, matemá-
vigorosamente esta tendencia en la moder~a literatur~ francesa . E:n ~tra
1 tIcamente fundado, cuando se asigna a la ciencia la tarea de concebir
dirección muy diferente, ha .puesto .a la socIOlogía. (a tItulo de CIenCia Í1l~~ aquellas relaciones baJo la idea de que al lado de los hechos sin[Tlllares
sófica de las formas de la VIda social) J o r g e S 1 ro m e 1, en nexo fruct1~ debe ser fijado el orden temporal y espacial en que estos hechos se r~piten,
fero con el problema de los valores culturales.2 •
esto es, hay que descubrir ciertos "hechos generales", bien que sólo hechos.
3. Hay que tomar muy en cuenta el. básic~ pensamiento SOCIa~ ~el De esta guisa pretende el positivismo, mediante las "leyes" -éste es el
tradicionalismo, para comprender el colondo relIgIoso ;I~e, en Oposlc~on nombre usual para designar los hechos generales- no explicar los hechos
a las teorías político-sociales del siglo XVIII, es caractenstIco del s. o c 1 a- particulares, sino sólo fijar aquellas repeticiones: en todo caso debe sacarse
°
l i s ro o f r a ñ c é s d e s d e S t. S i ro n. La doctrina de este últnno no de ahí (lo que indudablemente es inconcebible e injustificado) como ren-
sólo se halla bajo la presión de la re1igiosida~ que for~~lecía lo~ :n;odemos dimiento de la ciencia, una previsión del futuro: "s a v o i r ~ o u r p r é-
poderes políticos y religiosos de la época, SInO tamb:en~ e? vlVIfIcadoras v o ir)'. Tal concepción de Comte no sólo ha sido bien recibida por filó-
relaciones con la filosofía alemana, incluso con su dIalectlca. Todo ello sofos como C. G o e r i n g, quien se la apropia, particularmente en su teo~
pasa a su discípt;lo A u g u s ~ o e o ro ~ e,. cuya evolución intelectual su- ría de la causalidad, sino en parte también por naturalistas, de preferencia
cumbe a un destmo por dernas caractenstlco. entre .l?s representantes de la mecánica, como K i r c h h off y M a c h:
Su propósito se orienta ni más ni menos que a promover un~ ~eforma se qUISIera excluir el concepto de acción de la teoría científica de la natu-
total de la sociedad humana. Para, él era evidente que el IlummISmo al ra1ez~ y., se llega a elimina~ "la fuerza" poniendo en su lugar la mera
par que su efecto visible, la Revolu'ción, estaba en bancarro.ta. Como h?s descnpclOll o captura de la unagen del mundo más adecuada como trata
tradicionalistas, hace responsable de tal estado de cosas a la mdepen~~encIa de hacerlo H. He r t z en los Principios de la mecánica. R. A'v e na r i u s
de los individuos a la libre pesquisa, a la autonomía en la conducclOn de entreteje parecidos pensamientos con la generalización de una dialéctica
la vida: de ahí 'nace la anal:quía de las opiniones y de ésta la anarquía a.b~trac;~ en la terminología penosamente indescriptible de su "empiriocri-
de la vida pública. Sólo en el predominio de la ciencia hay que buscar tICIsrno , dOI;de trata. de ha~er. ver que todos los conceptos filosóficos del
la salud de la sociedad. Con mano más firme hay que restablecer aquella mund.o sC?n" mnecesar~s varmClOnes de un concepto cósmico de la "pura
subordinación de todos los quehaceres humanos. a un principio universal- expenencIa , que al fm de cuentas hay que restituir.
mente válido, que ya ha sido casi logrado en el Imponente pero prematuro 4. Los fenómeno:, dice Comte, tant? 105 particulares como los geneH
sistema de la Edad Media católica: ahora debe ponerse en el lugar de rales,. son en parte SImples, en parte mas o menos complejos. La com-
la teología la ciencia positiva, que, a decir verdad, tolera tan po~co. la prenSIón de los primeros debe preceder a la comprensión de los últimos.
libertad de fe, como en otro tiempo la teología. Tal momento romantIco Por ello, ordena las ciencia~ ("s c i e n c e sl)) dentro de una jerarquía que
<, caracteriza por completo la doctrina de Comte: n? s~ revela ~olamente ~n ~vanza paso a paso de lo SImple a lo complejo: después de la maten1ática
su filosofía de la historia, por su entusiasta des~npC1ón del" sls~e:r;a SOCial SIgue la astronomía, a. continuación la física, la química, la biología (den-
de la Edad Media no solamente en sus bosquejos de una rehglOn de la tro de la cual queda mcorporada la psicología), y al fin, la "sociología".
humanidadn y de' su culto, sino ante todo en que exige para la nuev.a No ?aJ:' que ent~nder tal relación, sin embargo, como si cada disciplina
organización de la sociedad al lado de un poder temporal un poder espIw subsIgUlente hubIera de derivarse de la precedente o precedentes: aquélla
ritual. La reforma debe partir de la creación del "p o u v o i r s p i r i t u e In; supone a éstas sólo en el sentido de que sus hechos más complejos contienen
bajo la presión de tal idea planea Comte fantásticos ensayos en la funda- en sí los más el:n;e~ta1es, pero a és~os hay que añadir los nuevos hechos,
cornpletam~nte ~nedItos; de sus p~cuhares combinaciones. Así, por ejemplo,
la bIOlogía lIllphca fenomenos flSlCOS y químicos; pero el hecho de la vida
1 Contra esto, compárese TH. KISTIAKOWSKI, Gesellschaft und Eínzelwesen
es algo completamente nuevo e inderivable de ellos y que únicamente
(Sociedad e individuo ).' Be~1in, 1.89? mediante la observación biológica puede Ser determin~do. En igual situa-
- 2 G. SIMMEL, Socwlogw, Lelpzlg, 1908.
@.'"" . ""2
sienten impotentes .par3; reSl~t1r ~as m~~~ClO~nte todo, causa efecto penoSO 7. También el principio de la e vol u ció n ha sido preparado de
ven de ellas para mf1mr so re1 a~ m . t tratamiento científico natural modo múltiple en el pensamiento moderno. En forma filosófica Leibniz
a.
el abuso de parangones Y n ,\ ~glas en es ~i fuera un signo de perspicacia y Schelling lo bosquejan- conceptualmente y sin fundamento temporal (co-
de las creaciones y hechos ~lStoncos: como1 . flujos de los pueblos entre mo en Aristóteles, parágrafo 13), y entre los discípulos de Schelling ha sido
llamar a la sociedad orgamsmo, o, ver ~n os m O k e n, quien, en el dominio de la vida orgánica, comienza a considerar
sí fenómenos de endósmosis Y cxosmos~s. tíf natural en la historia, no la ascendente serie de clases y especies como un proceso temporal. Se atre-
Empero, la irrupción del pensar CIen lC~, dico q ue busca las "leyes" vió, echando mano de la morfología comparada, influída también por los
se ha limitado tan sólo .a este postulado me o 'tivo En la época en que estudios de Goethe, a aquella aventura del "arqueólogo de la naturaleza",
del curso histórico; tambIén tuvo un alcance. POSl na 'corrupción de la dia- de la que Kant habia hablado ya (compo parágrafo 40, 6): todos los
el matena o l'lSmo d e F euerbach.' que no ,era fsmo 44u 6) aún estaba en auge, organismos son "mucosidad primigenia", conformada de diverso modo,
léctica hegeliana (comp. arrIbar el para~r~. ~ d~ la historia del socialismo, y los superiores provienen de los inferiores por una múltiple y siempre cre~
crearon Marx y Engels la filoso la :n~teya lS aamientos de Hegel y Comte. ciente acumulación de mucosa originaria. Hacia la misma época (1809)
en la que se cruzan de manera ?ngl?a pens" rocesoS de la vida social". daba L a m a r c k en su Philosophie zoologique la primera exposición sis-
Incluso hallan el sentido de la ~lStona end~osnafuraleza económica: lo de- temática de la descendencia: explica la afinidad de los organismos por
Pero tal vida colectiva es es~nctalme~te 1 dones económicas, pues éstas el hecho de que todos provienen de una forma originaria común, y su di-
terminante en las etapas so.clales sondas retO a Od d Su cambio y evolución ferencia por el influjo de su ambiente y el hábito, en el mayor o menor
'lf s motIVOS d e to a aCIVl a . l o uso de los órganos particulares. Por la ,mutua relación de h e r e n c i a y
constituyen los u Imo . 1 1 olítica lo mismo que a Clen-
condiciona~, .I;0r tanto, la VIda es~~~a lo~ ~e¿hos culturales son deriva,cio?es a d a p t a ció n deben ser explicadas las variaciones- de las especies, que
cia y la rehglO n . De tal suderthe. to . d b ser por ello historia economlca. llegan a ser estables. A tales momentos explicativos añade ahora C h a r-
d e la VI°d a econo, 'mica y toa.lstona. ' e e ,defender 'su autonomta , contra 1 E) s Dar w i n el decisivo: la s e 1 e c ció n n a t u r a 1. En la "lucha por
6. Si, de tal suerte, la hlst<;ma tI~ne .~ue natural del siglo XIX, sin em- la existencia", que los organismos tienen que resistir a causa de la natural
la confusión de esferas en la. ~r;Ve~lga~~~:;lte un elemento eminentemente desproporción entre su propagación y la masa de los satisfactorcs disponi-
bargo, llega a tener una ., pOSlClOt; 0,m.
hlstorlco~
vol u t ,o vaDe
. hecho en- bles, sobreviven aquellos cuya variación es favorable, esto es, adecuada para
histórico: la con ~ e p c 1 o ~ . t 1 de hoy en sus doctrinas gene- tal lucha. La piedra angular de la teoría es, junto al principio de la heren~
contramos caracter~ada ~a c~encta ~: d~~alle por' dos grandes principios, cia, el de la variabilidad: en pro de ello viene la hipótesis, verificada por
rales como en sus mvestIgaclOneS ;i or de verdad se completan las investigaciones geológicas de la época de enormes lapsos que han hecho
que aparentemente se oponen, pero que, en &, del a e'n e r g í a y el posible la acumulación de variaciones infinitamente pequeñas.
mutuamente: el principio de la. c, o ~ s e r v a c Ion Tal hipótesis biológica ganó muy pronto una significación más ge:p.eral
p r i n c i p i o del a e ~ o 1 u C,l °f?: actual la fauna sólo utilizable que en virtud de que una explicación puramente mecánica se hallaba en con~
El primero es para,. a teona ls~al h ltz' el axioma de la causalidad. sonancia con la idea de adaptación que se encuentra en la base del pro-
tiene, según Rob. Mayer, Jo.u.le yd e ro ~ada nuevo ocurre en la natura~ blema de la vida orgánica: asimismo se creía de tal modo poder com-
El postulado teórico-cognosCItIVO e que pren~er la necesidad del progreso en la naturaleza, mediante el hecho de
creaCIOnes cada vez más elevadas. Se explicaba mecánicamente lo "apto"
Ostoria evolutiva del principio de la conservaci6n en el sentido de capacidad de vida, esto es, como lo que tiene poder para
s Coro'párese A. E. HAAS~ H,
de la enérgía~ Viena, 1909.
VIl. La filosofía del siglo XIX
45. Naturaleza e historia 581
580
este marco de ideas: ambas se hallan bajo el principio de la conservación
. ' ocler a li'car igual explicación a todo de ·la energía. Mas ya la teoría astrofísica exhibe la diferenciación de la
conservarse y reproducIrse, .Y ~e cre~ P t d ~n las ciencias de normas, tu-
aquello que, et; o~os doml;llos, ~~ r:o Yasosu erencias de Darwin, la t;~ría originaria masa gaseosa en el núcleo solar y las formaciones periféricas
viera visos de fmahdad. As!, segu P P g la psicología Y la etlca, de los planetas con sus satélites, así -como la correspondiente integración
de la selección llegó a .em~learse fUY fif0I}to ~~stejarse por sus ardientes en el sistema ordenado y articulado de todos estos cuerpos en movimiento.
en la sociología y la h1stona; Idllc ll;so t'f~go apocos advirtieron con cIari- Pero este sistema logra su pleno desarrollo, naturalmente, en la biología
' .co meto o CIen 1 ICO. . y la sociología. Spencer considera la vida en general como una progresiva
defensores como eI Ulll, • naturaleza baJo una catego-
dad que con ella, se yema pomendo ~a . ntaba con parejo empleo, adaptación de 10 interno a circunstancias externas. Por esa vía se explica
ría h i s t ó r i e a, y que tal catlegona e~pe'lrslmmoe cl'ent1fico-natural de que el crecimiento del organismo individual y por esta necesaria variación,
. . " P es e evoUClonl . I según el método de la teoría de la selección, la transformación de las
una esenclal vanaClon. u I ., d a decir verdad, explIcar e
echa mano la teoría de la se ecclOU, . pue e, r e s O' no puede jus- especies.
fenómeno de la variación, pero no lla ~~ea de p~ ~s1adio siempre más ele- También la vida social no es otra cosa, en su total desarrollo histórico,
tificarse que el resultado ~e la evo UCl0n sea u que la progresiva adaptación del hombre a su ambiente natural y de vida:
vado es decir, más valIoso.,. 'd a roclamado, antes que el perfeccionamiento de la especie reside -en la desaparición de las fun-
8' En un sentido universahslmo ha SI o y , P H e r b e r t S p e n-
. . ' . dilución por su coterraneo , .
\,. ciones que no se adaptan y en la superviviencia de las que se adaptan.
Partiendo de esta doctrina pretende resolver Spencer la vieja disputa en-
D arwin, el prmclplO . e .a' evo f d , ntal d e su SIS . t eroa de la filosofIa sm-
ce r y elevado a pnnclplO un amde h hl'los de la filosofía inglesa. tre racionalismo y empirismo, y, a decir verdad, tanto en la esfera de lo
tética , una f'l f'
1 oso la en
q u e se auU ,an af muc44) os en tanto declara como ln- . lógico como de lo ético. Frente a la psicología de la asociación, reconoce
Parte' del agnosticismo (comp. pa~ag~ t 1 incondicionado, que de buen
O que en el individuo existen ciertos principios evidentes de modo inme-
cognoscible la unidad del ser, lo ~s~.ll; ,o, o filosofía se han esforzado en diato en el sentido de verdades innatas y que no pueden fundarse me-
grado llama también la fuerza. e ~glOn y t que es indeterminable para diante la experiencia del individuo. Pero la fuerza con que se imponen
vano por forjar en claras representaclOnes eS o superar una interpretación estos principios, al grado que la conciencia se ve en la imposibilidad de
d
nosotros. El conocimiento humano ~o tU~ ees de lo incognoscible, Y la negarlos, reposa en que son hábitos intelectuales y emotivos, adquiridos
oe los fenómenos, a saber, las malll es aC;~~orar en una totalidad cerra- por parte de la especie, hábitos que se han conservado y probado como
filosofía no puede ten~r otra tarea que ree las ciencias especiales. los más convenientes. El a p r i o r i es un producto evolutivo de la he-
da, 10 más simple :poslble, los ;re~ul~a~~\t~me de manera poco feliz (com~. rencia. Así sobrevive particularmente en la moral en las formas naturales
Spencer deterrnma -apoyan ~ . d los fenómenos como una dl- del querer y sentir, todo 10 que es propio para fomentar la autoconserva-
arágrafo 33, 4)- la medular de~enc!a .. ~es (fuertes y débiles) de lo ción y evolución del individuo, de la -sociedad y de la especie:~
ferencia de intensidad de la~ man:festaclO .das' y con ello se produce Toda evolución concreta alcanza, a la postre, su fin natural, cuando
. I como lmpreslOnes e 1 e . . l' se establece una situación de equilibrio, en la cual las relaciones internas
incognosclb e, esto es, d h el reproche de matena mmo-- un
-aunque Spencer rechaza con erec o ba por dominar en ella el se adaptan perfectamente a las externas, de suerte que se agotan las posi-
tal vira)' e de su concepción del r,tmndo, f'1,:e ascapues cuando supone el filó- bilidades de ulteriores especificaciones y variaciones. Un tal sistema sólo
, d 1 fenomenos lSlCO, . I f
interés por el caracter e o~ d d t das las ciencias partIculares, a or-
sofo haber encontrado, partIen o 'f~ °t el absoluto esto es, la ley de la 4 No obstante este reconocimiento psicologista del "a priori," conduce tal expli-
ma esencial . segun ' 1a que se manl . '-les da na incitación , del natural'lsta V . caci6n evolucionista, evidentemente, a un re 1 a t i v i s m o. Del modo más claro
evolución _entiende por ello, slgUlen o ~ rales a pasar de lo homogéneo se ve esto en la teoría del conocimiento del p r a g m a t i s m o, que, asentado en
las teorías spencerianas, se ha venido difundiendo, durante el último decenio, en
Baer-, la tendencia de to?a~ ,las ~os~ :na l~ que se revela la energía eter- la literatura anglo-americana. Pone al lado de la ética utilitarista del éxito, una
a lo heterogéneo. Ta! vanaClOn vlta h - caracterizan mutuamente la 16gica también del éxito. El hecho indudable de que el intento de verdad se halla
namente activa, C0D:slste Sn dos hec ~~s ~~mbres de diferenciación ~ in- en relaci6n -en algún sentido-------- con los motivos de su aplicaci6n práctica, se
evolución y que deSIgna pen~er ~r~~ lo simple se escinde en una .dlv:e~ interpreta equivocadamente, al declararse que la verdad no es otra cosa que el
tegración. En efecto, 'p~r un. ft cias propias de las causas: se mdlvl-
sidad debido a las IDulttples lD: uen d" d merced a la muchedumbre
medio para hacer útiles las representaciones. De ahí que se apellide también al
pragmatismo con el nombre de .' n s t r u ID e n tal i s m o. Si se subraya la utilidad
cientifica en el sentido de que los conceptos son Hverdaderos" cuando se revelan
vidu~liza Y diferencia, se fracclOna Y lVl e'or otra parte se reúnen los como las creaciones del intelecto más aptas para encauzar el curso de las repre w
de relaciones que sobre ta~. operan ~ P;t~r~ y sistemas fu~cionales, y por sentaciones, recibe el pragmatismo la designaci6n de con ven c ion a 1 i s m o.
Caso de que se acentúe la utilidad cultural para realizar fines humanos de vida,
elementos así separados en lrmes es ro' d des que entonces, llegan a for- se usa el vocablo de h u m a n i s m o, en vez del cual convendría mejor el de
. . 'gínanse nuevas unl a " . , I
tales mtegraclOnes on . .d d s que las originanas; aSl e orga- \ h o m i n i s ID o, pala evitar malentendidos terminológicos. En todos estos matices
mar más elevadas,. finas y. rlcas um .a e la de la célula; la sociedad, u~ i se esconden, sin género de duda, momentos dignos de atenci6n; pero la tesis en
nisIDo animal es Clerta u!lldad sure~~%b~e aislado.
I
su conjunto es tan estrecha de miras y refutable, que su defensa no sería concebible,
si no se encontrase en íntima relaci6n con aspectos voluntaristas de la vida y del
"individuo" más complejO que e t 1 acontecer material como al es- pensar modernos (compárese parágrafo 44, 3). Véase J. ROYCE~ El problema de
Spencer ap~ica este esquema ta: °tr~tado' de confirmarlo en los hephos la verdad a la luz de las discusiones recientes, Noticia sobre el 3er. Congreso inter-
piritual, y con lncans~ble esf~e.rzo, a ~mica no encuadran por entero en nacional de Filosofía, pp. 62 ss., Heidelberg, 1909.
de las ciencias espeCIales. F1Slca y qm
46. El problema de los valores 583
V 11. La filasafia del siglo XIX
582
el ~~vim.iento del idealismo histórico que de hecho se' I 1
cepclOn Ílchteana del mundo (coro ,~ 'h ~ V1ncu a a a con-
Pd:n~ :~;:U~t~r~ali~~: ~~ 7~' ~.e a~re
puede ser ya afectado e intervenido por causas externas, de manera que,
sus partes individuales vuelven a entrar en nuevos pr~cesos evolutivos. paso una comp;cnsión más honda t
como se anunCIa en los estudios- de Rickert acerca de 1 , . lS ona,
192~)
En cambio, se opone Spencer a la hipótesis de que alguna vez el universo
con todos los sistemas particulares que contiene, pueda lograr un estado conceptuación científico-natural (1896-1902; 3a. ed., L,m,tes de la
de perfecto y duradero equilibrio: si con ello contradice a los naturalistas
que, en principio consideran posible una distribución de las energías en R
la que todas las variaciones desaparezcan, esto proviene, en última instan 46. El problema de los valores
cia, de que Spencer ve· en lo incognoscible una fuerza que eternamente
se transforma, y en la propia evolución, la ley universalísima de sus ma- W.
E lWINDEL13AND,
' . ' , 7r¡. y 8~ eds. 1921
E' 1 . Preludios , . H ay t ra d . esp
nifestaciones.
2'l ed., 1920.°'
tn ettung m dze Philosophie (Introducción a ¡¡
filosofía), 1914,
9. En resumidas cuentas, la doctrina de Spencer del principio de la H. RICKERT, System der Philosophie (Sistema de la filosofía) 1, 1921.
evolución ostenta por completo un carácter cosmológico, Y en ella se pone
de relieve precisamente la transformación de este principio dominante: . ~i, de esta suerte,' nos encuentra el nuevo siglo con la disputa aún
I
0._
"T"~i ,.
'~¡;:¡¡¡¡
~I.-
"~J;,,4{,
que combate con acre irreverencia, la consecución romántica de las con- completamente imposible olvidar el origen hedonista del problema, por
vicciones antiterrenas del cristianismo y budismo: considera las "supersti.. su interpretación metafísica.
ciosas" representaciones del más allá como la única fuente de-la que ema- El estado de ánimo pesimista, que domina en Alemania durante los
na la desvaloración de la realidad, y sólo se gozará plenaJ?ente el verdadero primeros decenios de la segunda mitad del siglo XIX, tiene su fundamento
e inmanente valor de la vida cuando se arrojen al olvldo toda suerte de general en las circunstancias políticas y sociales de la época, y la vehe-
creencias "milagrosas de ese~cias supramateriales". El auténtico conoci- mente acogida de la doctrina schopenhaueriana, fortalecida por las cua-
miento capta la realidad tal como ella es, tal corno se revela de modo lidades relevantes del escritor, suelen considerarse como una fácil explica-
inmediato en la experiencia humana; es ilusorio buscar ~lgo tras ella. Y ción de tal hecho: más extraño y peligroso es que tal estado de ánimo
'así como el conocimiento también la valoración dehe limitarse a lo dado. sobreviva al año 1870, incluso que durante el siguiente decenio se descar-
Lo único racional es la ~ealidad misma. Ya en el concepto de infinitud gue en una desmedida difusión de filosofía popular y acabe por dominar
husmea DuehrinO' -no tan desacertadamente- un punto de trascenden- enteramente la literatura del tiempo. La investigación histórico-cultural
cia de lo dado: para él, el mundo real se halla limitad? .en número y m~ tiene que comprobar aquí un relajamiento y hastío: la parte filosófica de
dida. Pero tal mundo posee en sí mismo todas las condlcIOnes de la propIa este movimiento corresponde esencialmente a la publicación brillante y
felicidad' también la deficiencia de las condiciones de vida, sobre la que sensacional de la "Filosofía del Inconsciente". E. v. H a r t ro a n n halla,
Darwin funda su doctrina de la lucha por la existencia y la doctrina de partiendo de su metafísica, que ve la raíz del mundo en una S y z y g i a
la selección, es combatida por Duehring del modo. más vigoroso, pe~o no del querer "alógico" y de la conciencia Illógica" (comp. parágr. 44, 8),
se proclama enemigo de la teoría de la descendencia y del evolucIOmsmo. una graciosa síntesis de las doctrinas de Leibniz y Schopenhauer: a decir
Sobre la base de estas concepciones "finíticas" trata Duehring de refutar verdad, este mundo es el mejor de los mundos posibles, pero es tan malo,
el pesimismo mediante la prueba de que el disfrute de la vida só.lo fracasa que hubiera sido preferible que no existiera. La mezcla de concepciones
por las instituciones y costumbres que provienen de las creencia:: supra- teleológicas y disteleológicas de la naturaleza, que se hereda de Schelling
naturalistas: la filosofía de la realidad está llamada a sacar una vlda sana a Schopenhauer (comp. parágr. 43, 2), aparece ahora en Hartmann en
de un pensamiento sano, y provocar la satisfacción de sí misma de uJ?a deformación grotesca y fantástica; y la contradicción debe ser resuelta así:
voluntad asentada sobre una noble humanidad; una voluntad cuyas diS- dado que alguna vez la voluntad irracional ha cometido el error de ma~
posiciones suministra la propia naturaleza en las "~fecciones de simpatí~". nifestarse como vida y realidad, este propio proceso vital tiene el designio
Así como violenta y resueltamente se lanza Duehrmg contra el actual SIS- racional de producir, volviendo hacia atrás en su desarrollo progresivo,
tema social asimismo sustenta con superlativa energía la idea, a pesar de el acto del origen del mundo: el resultado decisivo de pareja evolución
ell.o, de q~e la racionalidad coincide íntegramente con la reali~ad:..~sí debe ser la comprensión de la irracionalidad del querer, su Íntima nega-
como teoréticamente afirma la identidad de las formas de la mtUlcIOn ción, su liberación de sí misma.
y pensamiento humanos con las leyes de la realidad, del propio modo está De ahí que encuentre Hartrnann 10 esencial de la conciencia "racional"
convencido de que esta realidad contiene todas las concliciofl:es para realizar en la contemplación de las "ilusiones", merced a las cuales el impulso
las determinaciones del valor de la conciencia racional. Pues nuestra con- irracional del querer provoca 10 que, precisamente, lo hace desgraciado;
ciencia no es, en última instancia, sino la suprema forma de la vida de y él mismo desenvuelve de estos hechos, la tarea ética de que cada cual,
la naturaleza. mediante la negación de las ilusiones, colabore en la autoliberación de
3. Todos estos especímenes de optimismo positivista alteran del modo la voluntad cósmica. Incluso le Hega a parecer que toda obra cultural está
más instructivo el principio hegeliano de la identidad de lo real y 10 ra- encaminada a este propósito de salvación. Ya su filosofía de la religión
cional (comp. patítgrafo 42, 10); además, exhiben todos ~llos un rasgo ve la radical esencia de la religión redentora en que Dios mismo, por el
rousseauniano: confían en la bondad de la naturaleza; y tienen que dar proceso cósmico, será purificado de los caracteres "alógicos" de su ser. En
al pensamiento de la ilimitada perfectibilidad del hombre, qu~ la: filosofía definitiva, la propia evolución de la voluntad irracional debe tener a modo
de la Revolución francesa había creado, un marchamo eVOlUClOnlsta, toda de designio natural, su propio aniquilamiento. Por ello, Hartmann pon~
vez que abrigan la esperanza de un futuro mejor del género humano dera toda faena cultural, gracias a que el último propósito de ésta es la
(comp. parágrafo 37, 4). Y tanto más cara~terÍstico es que el .~volucio negación de la vida y la liberación del querer de las imperfecciones del
nismo haya dado una forma esencialmente diversa a la concepclOn anta- 'Ser. En este sentido, coincide con Mainlaender, quien después de él, llevó
gónica, al p e s i m i-s m o. la doctrina de Schopenhauer a una ¡¡filosofía de la salvación"; pero en
En sí mismos considerados, optlllllsmo y pesimismo son, como respues- Hartmann tornan estos pensamientos la coloración de un optimismo evo-
tas al problema hedonista de si el mundo encierra más placer o dolor, lucionista de una comprensión mucho más honda que la de Schopenhauer.
opiniones patológicas, por igual, y lo son, particul~rm~nte en la forma en y así como el propio E. v. Hartmann dio la mejor crítica de su Filosofía
que aparecen en la literatura general. Para .la CienCia,. es~~ pr?,blerr;a ~s del inconsciente, en un trabajo anónimo, "desde el punto de vista de la
tan inútil como incontestable. La controversia cobra slgmflcaclOn flloso- teoría de la descendencia", asimismo ha ido rompiendo poco a poco el cas-
fica cuando se le pone en contacto con el tema de la rac~onali~ad o ~rr~ carÓn del pesimismo en su interno desarrollo, y ha acabado por elevar al
cionalidad del principio cósmico, en, la fonna como ha dlscurndo LelbplZ rango de principio esencial, el postulado positivo de la evolución: también
en una dirección, Schopenhauer en otra. Pero en ambos casos ha sldo en él Hegel triunfa sobre Schopenhauer.
ªo
46. El problema de los valores 589
V JI. La filasofía del siglo XIX
588
mi interés al servicio de nada" - , esto tiene un sabor a cinismo f' d
4. Todas estas concepciones de la vida, cuyos típicos extremos quedan Y es dudoso
m t quel ' haya re mad ·?
, escrito el libro con seriedad. En todo caso,perlO
consignados aquí, difieren considerablemente por lo que ha::e al recono- uy pro.n o e mteres que momentáneamente había despertado 7 y cay'
cimiento y gradación de los valores y fines volitivos particulares, pero en el olVIdo, ~el que sól? más tarde ha sid~ exhumado. Pero si ah~ra quier~
coinciden en que aceptan en sus rasgos generales el código moral domi- verse en tal hbro un gnto de alarm,: del mdividuo oprimido por la masa
nante y, particularmente, su raíz altruÍsta. Las diferencias afectan más la no ha~ que des-cono~er q,:e ~l "Dnlco", que trata de emanciparse de l~
formulación general, la sanción o los motivos de la moral, que, la moral comt;nldad, no. adrmte nmgun valor que lo justifique a sí mismo S
misma. Incluso las más radicales direcciones intentan tan sólo librar a la proplO valor reSIde en la jntención de la paradoja. . u
ética verdaderamente humana de las adulteraciones que experimenta en r 5. . J u.!. Bah n s e n s,:stenta otra forma desfigurada del individua-
ciertos sistemas históricos de vida o en los efectos o residuos de ellos; acle- lsmo, partiendo de la metafIslca schopenhaueriana de la voluntad T
Inás todas estas formas de doctrina ostentan un fuerte elemento demo~ en toda su seriedad la "sinrazón" del querer pero al propio tiem ~ r oma
crá;ico, que pone el bien del conjunto por sobre todo y que est~ma el COn
. d' el'd postulado metafísico de la "única voluntad" . So'lo conocemos p omlPe
a os
valor propio del individuo en mucho menos que lo que ha ocurndo en m ~VI uos cO,mpletos; de tal su~rte ve Bahosen en ellos las potencias origi-
la gran época de la Filosofía alemana. Una amonestación en pro del culto nanas y aut~no~~s de, la realIdad, por cima de las cuales no es posible
de los héroes (comp. parágr. 45, 5), es poco acatada en el siglo XIX, antes p(~n~ un pnnclplO ~as. elevado. La a s e ida d de las personas finitas
bien domina aquella teoría del milien, que pone a la circulación T a i n e a nsen !as llama asImismo H e n a den) nunca ha sido expresada con
para explicar la historia del espíritu, y que, frente al influjo de las masaS. ~a)or acntud que en este atomismo volitivo ateísta. Cada una de estas
reduce a un mínimum la participación del individuo en el desarrollo
histórico.
Cuanto menos se desconoce que estas doctrinas compaginaban con
r
v ¿nJades" se encuentra dividida en dos partes y en ello reside su irracio
n::: I a y su desdicha. A la esencia del querer pertenece esta contradic:
c~on; ~a voluntad es la "contradicción manifiesta'" ésta es la v d d
ciertas circunstancias políticas, sociales, literarias y artísticas y he~hos de dIaléctica, la "d~a~éctica real". Tal contradicción, 'empero, es c;~c:bi~~:
la vida moderna que saltan a la vista, tanto más se hace comprensIble que para el pensar IOgICO; 'p~r .tanto, todo esfuerzo que hace la voluntad para
aquí y allá haya surgido una reacción del individualismo en una forma C?;lOCer .el mundo, es mU~ll; el pensar lógico, que excluye esta contradic-
sobremanera apasionada. Desde luego hay que convenir que, fuera del Clon, es .mcapaz de co~ceblr el mu~do. que consta de voluntades lenamente
arrivismo que se advierte en todas las esferas, el ideal de la formación in- ~ontr,,:~,ctonas. entre. ~l. La c?ntrad,cClón entre el mundo y el inEelecto hace
dividual de aquel tiempo que suele designarse un poco despectivamente Imp.?sl le la hberaclOI? parcIal,. que Schopenhauer ha reconocido (com ,
como romanticismo, no había aún muerto, como se aceptaba sin más. Vivía ptragr. 43, 4), Y la mdestructtble voluntad individual tendrá que s ft
en personalidades ricamente cultivadas, que no consideraban necesario di- ~ d?lor ~ la autodevoración, interminablemente, en siempre nuevas ~xi~~
fundirlo literariamente' pues tenía su doctrina en Fichte, Schiller y Schleier- enclas . .i an cara se compra aquí la dignidad metafísica ue encierra la
macher. Y puntuahn~nte por eso no hizo causa c<:m~n. con. las pro~uc ~ersonahdad como "carácter inteligible"! Su muerte constitu~e el problem
ciones paradójicas que se solazaban en proclamar el mdlvlduahsmo radIcal. e todos los valores, a pesar del sin sentido que encierra. a
La forma más vigorosa como esto ocurre, proviene de la "l~quierda" . L,a~ fantasías de este "miserabilismo" no tienen la pretensión de valide
hegeliana en el extraño libro de M. S ti r n e r (Gaspar Schm,dt, 1806- cle?-tlÍ1ca, ya que.!:: teoría del conocimiento de la "dialéctica real" sustent~
1856): El único y su propiedad (1844). Stimer se comporta con Feuerbach la lllconmensurabllIdad entre el pensar lógico y la realidad 1 d
pena e contra~
como éste con Hegel: saca la consecuencia que la premisa pone. Feuer~
dicción' pareja f t ' , b'
,. d 1 . d ~ . an as.las s<,:m, mas len, la expresión de un triste estado de
bach había visto en el "espíritu", en la "idea" como el "ser de otro alllm? e m IVld.uo msatlsfecho por los conflictos de su propio uerer'
modo de la naturaleza", como lo más abstracto y real, "el fantasma teoló- f~n~'t~y~;, de,~lr
a. verdad, lacont~afigura melancólica de la neci,{ frivo:
gico", y, por ello, declara que lo propiamente. real es el hom?:e, el. hombre ,~ .a ,e" UTIlCO . Pero ambos exhIben hasta dónde se llega cuando 1
de carne y hueso, viviente y dotado de sentidos: pero su ~tlca tiene, que 1 ftl.osofm hace objeto de estudio los estados de ánimo que' dete . a
ver con la humanidad, con un amor activo por la humanidad. ¿ Que es, a mseparable,. esen~ia de optimismo y pesimismo. rmman
pregunta Stirner, la humanidad? -Un concepto genérico, un abstracto--, 6. 1 Todavla m~s perceptible es todo esto en el extraordinario influjo
la última sombra del viejo fantasma, que aún trasguea en la obra de Feuer- que e p<?~ta~. N ~ e t z s che ha ejercido en la concepción de la vida
.bach. Lo verdaderamente concreto es el único, la personalidad autosoberana. su e~preslOn htera;m, dur:;mte los. úl~imos decenios. Muchas circunstancia~
Ella crea su mundo en su representación y su voluntad: su propiedad llega ~e aunan en. esta I~flu~ncm: la íasclnante belleza del lenguaje, que arre-
hasta donde llega su poder. No reconoce nada sobre ella: no admite otro a~a y, ~mbnaga a~JI mIsmo donde el contenido lleva a una interpretación
bien que el propio, ni se pone al servicio de ley o vo~untad ajenas. Pues emgmatlCa -preCIsamente este simbolismo saturado de presentimientos,
para ella, no existe, en verdad, nada que no sea ella mIsma. De este modo
llega Stirner, tergiversando la doctrina fichteana del "yo generar', al "e.go~s
u~
7L.a posicifm de Stirner -COn intención caricaturesca o no- fu
mo" en el -sentido teorético y práctico del término: recuerda a los SOhPSIS- en lIbro c¡urlOso y anónimo, Comprensión e individuo (Leipzig 1846)e. s¡}ypoerasda
yo mlsmo so amente". ' " oy
tas 6 y predica una actitud egoísta exenta de escrúpulos -"No he puesto 8 Contribuciones a la caracterologf 1867' L d' '6
la esencia del mundo~ 1881~1882.
.
aJ
, a contra zccz n en la czencia y
B Compárese parágrafo 34, 2.
2
gran individualidad que hace valer su primigenio derecho fre!lte a la masa. En el camino hacia este objetivo trata la corriente actual, aún muy
El rebaño de los "demasiados" ("Viel zu Vielen") sólo eX1ste para que, dividida, de recuperar las conquistas de la gran época del Idealismo ale-
sobre ellos, a modo de afortunadas excepciones, se eleven lo~ superhombres, mán. Desde que Lotze subrayó enérgicamente el con c e p t o d e valor
que de siglo en siglo se anuncian, como portadores del se.ntld? que c~pea y lo puso en la cúspide de la lógica y de la metafísica, se viene suscitando
en este confuso rodaje. El genio es el designio de la hIstona, y en el se un movimiento en favor de una "teoría de los valores)) como una nueva
apoya su derecho de dominio sobre los filisteos. Pero. por otro lado aparece especie de ciencia filosófica fundamental. No daña nada que ésta, de in-
el "superhombre" como un tipo superior de la eS]?eCle huma~~ con arreglo mediato, según el estilo de pensar de los últimos decenios, muévase en
al cual debe ser creado el hombre, -que, cual VIgoroso espec~en, exento parte en los dominios de la sociología y de la psicología, si no se pierde
de los impedimentos y escrúpulos de la moral de los esclavos,. dIsfrute de su de vista que en tales concepciones y explicaciones genéticas, sólo se tiene
voluntad hegemónica en el más completo desarrollo de su vld~. En ~ ~bos el material sobre el que la filosofía llevará a cabo su tarea crítica.
casos, el ideal del superhombre de Nietzsche es a la par ,a;Isto~ratlc<.> y Pero un fundamento no menos importante para esta faena central de
exclusivista y es un sensible castigo para la vaguedad poeoca y la Slffi- la filosofía lo constituye su h i s t o r i a, que, como por vez primera lo
bólica multivocidad de sus aforismos, que su lucha de la "moral de los advirtió Hegel, en este sentido debe ser considerada como una parte cons-
esclavos" y de su base supranaturalista lo hayan hecho popular entre titutiva de la filosofía misma. Pues si ella presenta el proceso (compárese
aquellos que serían los primeros en cortar la cabeza al superhombre: por parágrafo 2) a través del cual la humanidad europea ha ido forjando
.
los cuales, puntualmente, tiene que superar a Ios "demasI.a ' dos.
" H en conceptos científicos su concepción del mundo y estimación de la vida,
Entre las dos direcciones en que se desenvuelve el Ideal del super- con ello se pone al desnudo cómo, por efecto de las propias vivencias
hombre", no llega el poeta a una clara posición .. Zaratustra las mez~la. con y de la nlano de los problemas cognoscitivos particulares, paso a paso, con
cambiantes matices. Es claro que una forma tIene sabor a la geDlahd~d más clara y segura conciencia se 1leva a cabo la reflexión sobre los valores
romántica (comp. parágrafo 42, 5), al paso que otra apunta. ~l evolu,:IO- de la cultura, cuya validez universal constituye el objeto de la filosofía.
nismo sociológico. Pero el pensamiento recuerda una elevaCIOn del opa Aquello en la esencia humana por lo que se llega a un mundo superior
específico humano por la filosofia, como por otra ¡;arte las espe~~nzas de la y de razón comprensiva, 110 se halla en las leyes formales de la regularidad
Revolución Francesa y su teoría (Condorcet), .asl como. tambIen los pos- psíquica, sino en los contenidos henchidos de valor que se ponen al descu-
tulados del idealismo alemán. Ha sido advertIdo con Justeza gue de la bierto en estructura consciente, partiendo de las comunidades históricas
concepción de la doctrina del superhombre sólo hay un paso a Flchte: .que de vida.
Nietzsche no haya podido darlo, se debió a que en él s: ocultaba demaSIado El hombre como portador de la razón no es dado de modo natural, sino
de la genialidad ir6nica del Schlegel, cuando trato de elevarse de. la conformado históricamente. Pero todo lo que adquiere en sus concretas
voluntad individual del poder a "el Yo general", a una comprensIva construcciones de sus variadas actividades en torno a los valores de la
validez de los valores. . ' cultura, es elevado a claridad conceptual y pureza por la ciencia y, en
7. La sublevación del individualismo ilimitado culmma en la afIrma- {ütima instancia, por la filosofía. Sin embargo, sus resultados no sacan
ci6n de la relatividad de todos los valores. S610 1:; voluntad de poder del sl! vali~ez de ésta su facticidad histórica o conceptuación; es preciso redu-
superhombre persiste como valor absoluto y s~nc;ona ~ todo medIO que se CIrlOS SIempre a fundamentos intemporales, mediante elaboración crítica,
pone a su servicio. Ya no existen normas d~ nmgun genero ?ara los ho~ fundamentos en los cuales enraíza la propia razón. Por tanto, e s 1a h i s-
bres superiores, ni lógicas ni éticas. En el sitIO de la autonOlma de la. razon toria de la filosofía el verdadero órgano de la filo-
se pone ahora la arbitrariedad del superhombre -esto fue el camIllO de sofía, pero no la filosofía misma.
Kant a Nietzsche, que el siglo XIX ha trazado. . .
Con ello, precisamente, señálase la tarea del futuro .. El. ~elat1vISmO,. es
la abdicación de la filosofia y su muerte. Sólo puede seguIr vIv~en~o aquella
como t e o ría del o s valor e s un i ver s a l m e n t e va 11 dos. No
debe importunar el trabajo de las ciencias especiales a las que ya pertene~e
la psicología. No tiene la preten~ión de conocer. po~,. su parte, u?a vez ~as,
lo que éstas conocen, ni el prunto de la compdacIOn para forjar. con los
resultados generales" de las disciplinas particulares,. construcCIOnes del
carácter universal. Tiene su propio territorio y su p~cuhar tarea en aquellos
valores eternos, en sí válidos, que constituyen la ple~ra de t<.>que de t?das
las funciones culturales y la espina dorsal de toda. VIda particular vahosa.
Pero la filosofia sólo tiene que describirlos y ~xphcarlos para dar cuenta
de su validez: los manipula no como hechos, smo como n o r m a s. Pue~e
concebir su tarea a modo de una "legislación", per~ no de una ley arb}-
traria, que ella dictara, sino como la ley de la razon que ya la fIlos9f1a
encuentra y comprende.
OCTAVA PARTE
597
47, Problemas del conocer 599
VIII, La tilosotia del siglo xx
598
a modo de una integraci6n de elementos. Las aparentes diferencias de esencia (por
Dilthey (y, con ello, la conciencia de los pr,oblemas actuales por ellos ej., entre el hombre y el bruto, la vida y la materia inorgánica), son diferencias
planteados), hasta después de al&unos decemos de la muer~e de estos de grado; pues, en general, hay que reducir a diferencias y relaciones cuantitativas
la multiplicidad cualitativa y los distingos ontol6gicos aparentemente irreductibles.
pensadores. El nuevo presente se ddata y se ahonda. Que partIendo de la La idea de la evoluuon, exenta de mgredientes teleol6gicos, caracterizada positivamen-
cambiante situación de la vida y de los mudables problemas, descubre te gracias a los principios de la conservaci6n y de la adaptaci6n, permite explicar
uuevas rutas y maneras de valoración para penetrar el pasado, que ~a las formas de vida más elevadas, por ej., del espíritu humano. Espíritu es naturaleza.
creciente investigación, ininterrumpida desde el siglo. ;crx, de la h.lstona Naturaleza, realidad, mundo de la experiencia son una y la misma cosa: esto nos
muestra hoy por hoy "la ciencia", Además, se entiende de suyo que preguntar por algo
de la filosofía se aparta con energía de la reproducclOU retrospeC~I~Ta de más allá de la experiencia, carece de sentido" científicamente hablando. La filosofía
sistemas clásic~s, así como de la descripción filosófica de te;<to~ y opmlOues, como "metafísica" ha terminado. Todo conocimiento es y s610 puede ser propio
de modo que la historia de la filosofía de hoy se encuentr.~ mdlsolublemente aseguramiento pragmático dentro de una serie de condiciones.
unida a la conciencia de los nuevos problemas: tamblen esto pertenece
a la imagen de la filosofía actual.
La filosofía del siglo XX no se desarrolla apoyán~ose, en las grandes 47. Pl'oblemas del conocer
tradiciones para postformarIas o reformarlas, SlOO maS bien aparece, en
casi todas sus direcciones y territorios, en actitud de IU,cha cont:a u~a Aunque la Hconcepción científica del mundo" del naturalismo, amenazó,
preponderante manera de pensar y sentir que desde el slglo XIX l,nvadIa con su juicio sobre la metafísica, de convertir en algo superfluo la filo~
y amenazaba señorear ciencia y vida humana: contra el ,naturalIsmo o sofía en general, al propio tiempo que disolverla en "ciencia", se fue impo-
aquella "concepción científica de la vida" de base natun.;lIsta, Para an.;- niendo contra eso una nueva autoconciencia de la filosofía que buscaba
plios círculos de la cultura europea ~l acceso al nue~o slglo estaba baJO su centro en la t e o ría del e o n o e i in i e n t o c i e n tí f i e o, Los
el signo del "monismo" como, por ejemplo, lo anunciaban y formt;laban orígenes se encuentran ya en la inicial renovación del kantismo ya citada
en Alemania, Los enigmas del Univer~~ de Haeckel, y, en ~ran~la, un (parágrafo 44, 6, Y también parágrafo 44, 2), y que cobró creciente
Le Dantec en los marcos de una concepclOll del mundo y de la f;losofl,a real- importancia, desde entonces, en casi todos los países europeos. En las
mente científicas. En grandes masas trató de encontrar acoglda, sIempre décadas de la vuelta del siglo, se busca sentido y justificación de existencia
bajo la bandera y con el anhelo de cientificidad, aquella m~zc!a con~usa de la filosofía en los problemas de la teoría del conocimiento ("crítica del
de la teoría económica de la historia de Marx con el matenalIsmo Clen- conocimiento") y particularmente en la investigación de los "fundamen-
tífico-natural, mezcla que, como materialismo dialéctico, reclamó e~ dere- tos lógicos de las ciencias exactas", Como una expresa reflexión indepen-
cho de representar la verdadera concepción del mundo exenta de la ,ldeolo- diente de toda metafísica y sistemática del universo e incluso de todo
(Tía de la historia de la filosofía" ya periclitada (compárese, por ejemplo, concepto e hipótesis ontológicas del naturalismo, en torno a los presupues-
LENIN Materialismo y empiriocriticismo). Pero en los círculos científic<;s tos inmanentes de las ciencias mismas, puede cumplir la filosofía como
y mu; cultivados predominó, con mucho, el positivismo de descendencIa ciencia fundamental ("exenta de supuestos") de las demás ciencias, una
ora francesa ora inglesa; un positivismo crítico agnóstico y no obstante función insustituíble en el marco del conocimiento científico. El interés
sintiéndose ¿nico poseedor de la verdad científica, Todo esto tuvo, sobre- por los temas de la lógica y de la teoría del conocimiento, por la meto-
pasando los límites de las doctrinas filosóficas y de ~as ci~ncias, influencia dología de las ciencias y de la teoría de la ciencia en general, adquiere un
sobre la convicción de la vida, los ideales y las eXIgenCIaS futuras de la vuelo extraordinario en esta época y llega a impresionar a las cabezas
época. Aún hoy ejerce su acción. rectoras de la investigación científica, cuyos fundamentos se hacen objeto
de una necesaria revisión cada vez más necesaria, bajo el peso de nuevos
Pueden pasarse por alto las diferencias y afinidades de ~stas corrieJ?t~s f~losó hechos y teorías ("crisis de fundamentos"). Un vigoroso trabajo alrededor
ficas, Los ras~os comunes. son ,se.gurament~ éstos: La met~d.lCa y las ,hlpotesls de de parejo tema sigue su marcha y tiene hoy amplio desarrollo.
la ciencia natural de lo lUor~aU1CO, especmlmente de la fmca (del SIglo XIX) se
elevan a la cate~oría de leyes ,de la realidad en ~eneral. Esto. es" en toda realidad Una parte de esta labor es proseguida, dentro de los marcos de los nuevo.':
se ve algo radicalmente homogeneo, aunque no seg~n la materIa, SI por lo que. ha~e temas, por las corrientes identificadas con el p o s i t i v i s m o. Sobrepasando los
a la estructura' se rechazan las diferencias de esenCia en el mundo de. la expenencIa ~a~ses de o.rigen y ra~if~caciones de este últi~o en e,l ~iglo XIX, toma este neoposi-
y de la realid~d. Concebir significa exp~icar causalme~te; las le~e~ mducnvament.e tlvlsmo, OrIentado energ!camente en temas eplstemologlCos, de preferencia en Aus-
descubiertas a través de repeticiones umformes, son SIempre d~clSl~as. El determI- tria (M, Schlick, Círculo vienés), una firme posici6n que s610 quiere ver en los
i',
, nismo causal vale naturalmente, también I?~ra el hombre y la h}s.totia, como verdad resultados de la ciencia natural matemáticamente fundados y en sus categorías el
evidente' la "libertad" es s610 la invencIOn de algunos metaflSlcos y te6Iogos. El verdadero conocimiento, y, elevándose de la propia investigación a los eleme~tos
conocimiento científico del hombre y de sus instituciones es, ora por la vía de la y métodos del conocimiento, pretende desplazar de la filosofía todos los problemas
psicología ora por la de la sociología u otras ciencias, un descubrimien~o de hechos concretos de la realidad y del ser, como territorio privativo de las ciencias o como
obtenido por la fijaci6n de relaciones causales, Incluso el valo:. el senndo. o ':deber meros "pseudo-problemas" de la "metafísica". En cuanto que se litiga echando
ser" de la vida y de las creaciones culturales ha de ser exphcad~ por. cle~:IaS de mano del punto de vista de la "ausencia de prejuicios", aparecen todos los descu a
hechos de esta especie. Ya no tienen sitio algun.~ en una concepc16n clentd~ca del brimientos de la realidad, por ej" los de las ciencias del espíritu, como algo derivado,
mundo las ideas de valor y sentido; la conceI;'cIOn ,causal desplaz~ d,:mdequ~era la en caso extremo no como conocimiento, sino como simples vivencias subjetivas
teleol6gica, tanto en la física como en l~ pSlcologm o en las cleD:CIa~ SOCiales y (SCHLlCK). Hombre, espíritu, historia son considerados, desde cierto punto de
ciencias hist6ricas. As! como todo complejO ser y aco~tecer son escmd~bles en sus v!sta cognoscitivo y met6.dico, más acá de tod:: suerte de dogmas ontol6gicos, y al
elementos, toda multiplicidad se explica por. partes sImple.s; del propIO mod? .10 fUl de cuentas, desconOCIdos en toda su esenCIa. No cabe duda que tal estilo de
"superior" ha de derivarse, en la reconstrucc16n de la reahdad, de 10 más baJO y
l'
&= . .
600 V IIJ. La filosofía del siglo xx 47. Problemas del conocer 601
pensar y sus supuestos (a menudo inadvertidos) orientan hoy a~n ep gra;t medid,a a rri?ri) conh'a las pretensiones de aquella psicología tan difundida a la vuelta
las doctrinas lógico-filosóficas de los naturalistas, así como tambIén mterv1ene decl- de sIglo, que) sobl'epas~ndo la investiga:::ión experimental de las ilcnsaciones y de
sivamente en la construcción de la lógica matemática y logística (por ej" en R~sscll, lt;>s hechos de la memorIa, tra!a de mampular, según leyes y con dispositivos expe-
Couturat, C. J. Lewis, Lukasciev.:icz)., Partiendo de la .l.ó~ica de !a mate~á~l;::a y r~me?~ales y sus mét~d?s, la v~d~ del espír,it:u, y de exhibir en lo posible disciplinas
de la física se ha encaminado el mteres de estos neoposltivlstas hac1a los anallSls de füosoÍlcas como la loglCa, la ehca, la cstctlca etc, a manera de ramas especiales
las signific~ciones del lCfl:guaje cie.n~ífico-.natural (Witt~enstein, Carnap, A. J. Ayer). de la propia psicol~gí<;t, que. a t~;ulo de ~iencia' fundamental trata de comprenderlas.
La tesis de la esencIal umdad (unzfted setene e) se convwrte en ge:r;terahzada demanda. ,(nuevo auge del pSIcologIsmo, por ejemplo en Teodoro Lipps). La "validez"
Toda problemática y proposición no verificable por la vía sensIble, quedan recha- Ideal, a p r i o r i, se pone frente a la "vivencia" simplemente subjetiva y temporal'
zadas como algo científicamente sin sentido. la forma "crítica" frente al proce,so "genét~co" de fenómenos psíquicos: de est~
su~rt~ se para ,de g~lpe l,a tendencIa naturahsta Y, tocante a los temas de la vida
1. Esta filosofía orientada en la ciencia y en la teoría del conocimiento alllmlCa, la pSlCologla mIsma se pone a la defensiva. En la posición extrema se
encuentra su más importante expresi~n en la manera de f.B0sofar del saCa a' la psic<?log~a del <;ampo propi;,. de reflexión ~ilos6fica, y se la lleva al
grupo de las CIenCIas partlCulares empl1'lco-causales (asl por ejemplo en Windel-
"i d e a 1 i s m o t r a s c e n den tal", representado en Alemama preferen- band, véase la parte inicial del parágrafo 44, y en H, Rickert),
temente por las direcciones y escuelas (que se propalan en las postrime- , De lfs d~recciones ne.?kantianas,. la. E s c u e 1 ~ d e M a r b u r g o pone con
rías del sitrlo XIX) del n e o k a n t i s ro o (sobre todo la "Escuela de smgular enfasIs las catego1'las de la CienCIa matemátIca en el centro de la aporética
Marburgo":b H. e o, h e n, P. N a t o r p, E. e a s SIr • ]"E]
e r, y a . ~cue a trascendental y partiendo de ahí manipula sistemáticamente las modalidades for-
de Baden" o "suroccidental": W. W i n del b a n el y H. R I C k e r t, males de, l~ c0I1:cienc}a en los dOl;lÍnios de la ética, de la estética, de la filosofía
E. L a s k; una postformación, que toca la~ diferencias, ofrec~ el trascen- de la rehglOn, fllosoba del lenguaje y del mito, El mérito propio de la E s c u e 1 a
de B a d. e u, que ~unda Windelb~nd y que logra su pleno desarrollo en el sistema
dentalismo de B. B a u c h, a cuya doctrma hay que aSOCIar tanto la d: ~: Rlckcrt, reSIde en ~l tránsito a la l6gica y teoría del método de la ciencia
"filosofía de la inmanencia" (Schuppe), corno ante todo la teo- hIst01'lCa (de 10 que todavla se hablará más adelante),
ría de la conciencia y el idealism.o trascendental de E. H u s s e r 1, aso-
ciados al fundamento de la temática fenomenológica. En Francia se hallan ~ímite y peligro de esta forma moderna del "Idealismd' es que, a
significados filósofos de la ciencia, como Hamelin o lYlilhaud (también ,dec~r verda?-, J?arc,:" el alto al naturalismo, mostrando la legalidad origi-
Hannequin), muy próximos a tal corriente filosófica; más tarde, particu- nana y la slgnif~caclOn relevante de lo espiritual (de la conciencia humana
larmente L. Brunschvicg. c?n s,us formas Ideales y dotadas de sentido, que están en la base de toda
El campamento de oposición más decidido al naturalismo en todas clen~Ia y ~e !oda concepció~ ci~ntífica de la realidad), pero la realidad,
sus formas se estableció en estas concepciones sistemáticas, fecundas y ~l reInO ?~JetIvo de la expenencIa y de las ciencias, queda separado de lo
eficaces ed. cuyos marcos superando los problemas medulares de la teoría Ideal-esplr;tual (de este contenido de la reflexión filosófico-trascendental):
del con~cimiento y de la 'ciencia (que se si~uen mant~n.i~ndo ~n .el centro de tal gUIsa que, 'por un lado, conciencia y pensamiento, idea y valor
de la investigación), se so.meten a un nguroso analIsIs, aSImIsmo, las permanecen exclUSIvamente en lo abstracto de una Hconciencia trascen-
formas espirituales de la moralidad, del arte y, en general, de la cultura dental", ~ espaldas de todo I:!r?bleI?a de la realidad; por otro lado, empero,
humana. toda reahdad ConCreta empInca, mcluso la psi q U i s se deja en manos
?e las categorías objetivas del pensar causal. Dos mu~dos, uno abstracto
El paradigma de esta filosofía del espíritu hl~mano, de su punto de vista idealista Ideal y otro concreto real, se hallan frente a frente bien que en un nexo
y de su merodica (en puntos de detalle muy dlÍerente) es KANT, como e,l creador de subsunción. La interpolación adicional de un tercer reino (Rickert)
de las tres Críticas, Los momentos realistas, así como el fondo metafísIco .y h;s
intenciones finales de la reflexión kantiana acerca de la razón y de la conCIenCIa encargado de llenar el abismo, no puede eliminar decisivamente las difi-
son pasadas por alto; en su caso, omitidas en la interpretaci~?, uC;í~ic~" se, con- cultades, El planteamiento, trascendentalmente' restringido, del problema,
vierte aquí al fin de cuentas, en el concepto cont!ano de met~flS1ca. BaJO el nunca ~odr~ p~nsar de co~suno valor ~ realidad, validez y vivencia, idea
influjo de 'la resignaci6n positivista-agn6stica del. sIglo XIX, es VISto I~ant y los
temas de la filosofía provenientes de Kant, exclUSIvamente y de. r:r;odo nguroso J ,en y expenencIa, lIbertad y VIda; dondeqmera se ve constreñido a escindir el
la dirección de la "lógica trascendental", que, ,como auto.?<?nocImlen.to del esplt~tu hecho concreto en la dualidad de dos "puntos de vista" diversos o dos
humano, debe ocupar el sitio de tod~ ontolog1a ,y metafl~lCa anterIOr ,y p,osterIOl' métodos conceptuadores, sin poder recuperar la plena realidad dada en la
a Kant, Convicción fu'ndamental es la lllsuperable mmanenCla de la conCIenCIa, Hay exper!encia y la vida, Inc1,?so en los cua~ros idealistas mantiene un amplio
que rechazar como "acríticos" todos los temas que acerca del ser, vayan más allá
(o más acá) de la conciencia. El ter:itorio de la concie~cia -como d~ una con- esp<;t~l~ el dogma ;naturahsta de la realIdad, en paralelo con la actitud
ciencia ideal en general, que se constItuye en las categonas del pensamle~~o y. en pOSItIVIsta de eludir los temas ontológicos.
las funciones de sentido de todo objeto- es la base de toda fundamentacIOn lIbre 2, En íntima afinidad con las direcciones descritas, se hallan los ren-
de supuestos y con ello de toda filosofía científica, El idealismo consciencial supera dimientos de la "c r í tic a del a c i e n c i a", realizada en buena me-
la dogmática de la "co'ncepci6n científico natural del mundo" y p~)lle al desn,udo
las leyes aut6nomas del espíritu, como presup'uest?s de toda re~bdad que tIene dida por matemáticos e investigadores de la ciencia natural. No parte
las apariencias de "dada" y de todas las determlt~aCIOnes de, la :eahda~ que puedan tanto del factwn de la ciencia natural matemática, tal vez en la forma
descubrirse, La conciencia es libre; su espontaneIdad está lmphc~da mcluso el} .las de la mecánica clásica, cuanto de las transformaciones fundamentales que
relaciones causales; las propias leyes de la. natu;aleza ~on, c.reaclones del espmtu, se realizan constantemente en la matemática y la física. El análisis episte-
El sistema de las formas ideales que ha de lllvestlgarse fllosoÍlcamente, se encuentra
en la base de toda realidad sus~eptible de experiencia; todo "ser:'. es, por ~,u. part,e; mológico conduce aquí, incluso dentro del propio campo de las ciencias
inseparable de los métodos de la conciencia. En, partIcu}ar, ~e d11'lge esta fllo,soba exacta~, a ~n quebrantamie~to ?-~l, dogmati~mo ~e la ciencia y, con ello,
trascendental" de la conciencia (que se constItuye sllltehcamente en funCIOnes de la fdosoÍla trascendental clentI[¡clsta y raCIOnalIsta, así como del natura-
602 VIII. La filosofia del siglo xx 47. Problemas del conocer 603
lisIDO de la "concepción científica del mundo", La espontaneidad creadora captar lo real, fuera de la r a t i o científico-exacta. El concepto de la ca-
del intelecto sintético se exhibe aquí, contra el empirismo y naturalismo, pacidad cognoscitiva del hombre no queda limitado simplemente a exigen-
en todas las formas y métodos de las ciencias, como la fuente originaria. cias, sino que se le da libre cauce para extenderse y profundizarse. La
Pero no a manera de un sistema fijo de relaciones de forma~ constitutivas diferenciación de las ciencias entre sí, frente a la expresión "la" ciencia, tan
y métodos, que pudiera desarrollarse filosóficamente y por modo construc w
habitual en el círculo del naturalismo, e inclusive de la investigación natu-
tivista en algo así como una tabla cerrada de categorías de una "funda- ral, se pone en el primer plano como tema medular de la teoría de las
mentación" lógica de la ciencia, por obra de las cuales, experiencia y ciencias, y, a decir verdad, a modo de un esfuerzo por distinguir no sólo
realidad fuesen determinadas en general y de antemano, sino como ensayo los territorios de aplicación, sino los métodos y fundamentos. Partiendo
que progresa en hipótesis y comprobaciones; un ensayo que siempre cambia de aquí, reciben los problemas de la filosofía, superando la reflexión epis-
los puntos de partida, los modelos mentales, e incluso los fundamentos, temológica, en la esfera de la naturaleza y de la realidad en general nueva
para aprisionar en conceptos una parte de las estructuras de la realidad. marca y vitalidad (la filosofía ya no satisfará sus pretensiones con una cla-
sificación positivista o "síntesis" de la ciencia). La ciencia ya no puede
Las formas del pensar científico no pueden ser fijadas con inequívoca necesidad satisfacer las pretensiones de la filosofía ni como objeto ni como funda~
-poco importa que se trate de la realidad de experiencia o de las leyes de la mento.
razón-o La conciencia tiene un amplio l'adio de acción y de libertad en .la elec M
ción de teorías y de hipótesis. Lo dado tolera en gran escala una plurahdad de 3. Decisiva importancia para la nueva orientación de la filosofía (por
formas que le imprime el sujeto, una diversidad de posibles interpretaciones., Todas lo que hace a sus propias tareas y exigencias en el marco de la situación
las formas que creamos para domeñar los fenómenos de la naturaleza, dejan ver científica) adquiere la manera de lucubrar de la "f e n o m e n o 1 o g í al),
10 artificial y convencional frente al imperio concreto de la realidad natural; su fundada por E. H u s s e r 1, que muy pronto lleva a sus filas a una serie
verificación es el resultado de determinadas exigencias e intenciones de la ciencia
(por ejemplo, de la exposición más sencilla posible o del aprovecha-r:tiento de tal~s de jóvenes pensadores y que, pasando por sobre los nexos de escuela y de
hipótesis para intervenir en el reino de la naturaleza). Con exc1uslva preferencla origen, se ha convertido en santo y seña de la época. Proyectada en sus
de lo mensurable, se mueve la ciencia con todos sus resultados en un círculo por orígenes a temas de teoría de la ciencia y vinculándose a investigaciones
ella misma trazado. Sus conceptos no son copias, sino sólo designaciones simbólicas en torno de la teoría del conocimiento y a su más amplia fundamentación
de las cosas; en su caso, de las relaciones de éstas. Ello se pone de relieve ante
todo por el constante uso de conceptos de sentido contradictorio (ficciones), como (Investigaciones lógicas, 1"- ed., 1900, 1901), atrae a su horizonte visual
también por su carácter abstracto estadístico.. frente a la movilidad concreta de esta nueva metódica filosófica y actitud de pensamiento una muchedum-
10 dado. Intelecto y realidad no coinciden en general; tanto menos en los cono- bre siempre creciente de vivencias y estados de conciencia y, con ello, tam-
cimientos científiconaturales; la correspondencia deseable es siempre parcial (como bién círculos de objetos, en parte abiertos por vez primera a la compren-
ya lo exhibe la libertad en la elecci6n de teorías y "axiomas").
sión filosófica. Superando el dominio de la sistemática orientada en el
Continuando los trabajos preparatorios del siglo XIX (en Alemania, por ejem-
plo Helmholtz, H. Hertz, Kirchhoff; en Austria, E. Mach) , logra un brillante sentido de la filosofía trascendental, han sido posibles gracias a ella nuevos
desarrollo esta' critica de la ciencia ante todo en Francia (H. Poincaré, P. Duhem, estímulos para una nueva ética filosófica (M. Scheler, N. Hartmann), así
Milhaud, Meyerson, Le Roy, Rougier, H;~nnequin). Los problemas aquí esb~zados, como inéditas incitaciones para la metafísica, la ontología y una antropo~
importantes tanto para nuestra concepClOn de lo real como para la teOrIa del logía filos6fica (véase más adelante).
conocimiento, cobran sin cesar nueva y viva actualidad con la "crisis de los fun-
damentos" de la ciencia, cada vez más avanzada. En Inglaterra suministran White-
head, Russell, Eddington, significativas contribuciones para la reflexión crítica acerca La "fenomenología", en esta significación actual del término (sin vinculo algu-
de los fundamentos de la matemática y de la ciencia natural. Nuevos planteamientos no con los sistemas de Hegel y E. v. Hartmann), asigna a la filosofía la tarea de
y sugerencias que aún esperan impaciente respuesta, ofrece también Hugo Dingler, capturar 10 dado en el mundo de la conciencia y de su objetividad, una captura exen-
un discípulo de E. Mach (m. 1916). La controversia en este campo de reflexión ta de supuestos y que se mantiene fuera de toda tendencia encaminada a la explicación
teorético-científica se ha extendido cada vez más, bajo la participación de figuras o unificación teorético-constructiva. Antes de toda manipulación teorética mediante
sobresalientes de la física teórica (por ej., de Weizsacker, P. Jordan, J. Jeans). hipótesis y teorias, antes de todo distingo entre apariencia y hecho, manifestación
y fundamento, originario y derivado, se halla la vivencia de 10 dado ("fen6meno"),
de lo que a sí mismo se muestra a nosotros en su plenitud intuitiva. Las interpre-
Con esta crítica de la ciencia, que, a diferencia de la fundamentación taciones y construcciones de las ciencias como de la filosofía especulativa (de estilo
"crítica" en el sentido de la filosofía trascendental, significa un análisis metafisico o trascendental) seleccionan aquello que alimenta sus opiniones, pasando
real de la ciencia de la naturaleza relativamente a su valor y límites para por alto, sin más, la amplitud de lo dado y las conexiones y limitaciones que en
éste residen. Incluso el positivismo (en las viejas como en las modernas formas)
el conocimiento del mundo, experimenta el naturalismo (incluso en la for- no logra, como lo pretende, poner al desnudo, libre de prejuicios, lo dado positi-
ma restringida del idealismo consciencial) un decisivo ataque. Lar e a- vamente, según su propia estructura, que se va diferenciando en las diversas viven-
lid a d ID i s ID a, con su muchedumbre cualitativa de caracteres dados en cias y zonas de objetos. Se trata, por tanto, de fijar por el camino del análisis y
la experiencia inmediata y con sus supuestas esferas de lo inasequible a las la descripción lo simplemente dado en su variedad. diferencias y estructuras pro-
pias, con independencia de las ciencias, a las que debe preceder, toda vez que es
perspectivas hunmnas de la ciencia, adquiere otra vez propio peso y pre- fundamental para las ciencias mismas y para toda interpretaci6n filosófica, incluso
ponderancia sobre la pretensión constructiva del intelecto (tanto de obser- "epistemo16gica". (Esto ha llegado a Ser particularmente importante contra la
vancia monístico-positivista, como idealista). Aparece una nueva concien- tendencia naturalista inclinada a ligar la consideración genético-causal y la teoré-
tico-evolutiva). En lugar de la coacci6n 16gico-constructiva con teorías, tiene que
cia de lo ir r a c ion a 1 (cosa en sí de Kant, que ahora se busca ante todo practicarse fundamentalmente la intuición y la aptitud del captar, mediante un
en el mundo espacio-temporal dado, no en lo supra-sensible) y con ellQ el descubrimiento de fen6menos no fijado por ningún telos de "explicaci6n" o
problema en torno de otras posibilidades de acercamiento y manp.ras de sistematización. Como el medio más importante sirve la aclaración de sentido y
604 VIII. La filasafia del siglo xx
47. Problemas del conocer 605
el análisis que diferencia enérgicamente la significación de nuestras predicaciones
y términos preteoréticos (y extrateoréticos). Como el criterio decisivo de la verdad, tórica. Las ciencias del espíritu (tanto históricas como sistemáti.cas) pide:n
vale aquí no la formal ausencia de contradicción o el nexo dialéctico de los con~ su peculiar concepto de experiencia, sus propios criterios, su SIstema pn-
ceptos sino la e vid e n e i a en el "mostrarse a sí mismo" de los fenómenos. En vativo y especial autocomprensión del sujeto cognoscente. Un vasto caI?po
las m~dalidades de la conciencia como en los objetos dados se van descubriendo de investigaciones se abre a la re~lexión filosófica, q~e numerosos cultlva-
para cada tenitorio cualidades esenciales, estructur~~ ("leyes e~enci.~les") y estr!lti:
ficaciones (relaciones de fundamento); la observaclOll e lUveStlgaclOll del a prlorl dores, sobre todo en nexo con DIlthey (Spranger, Lltt, Rothacker), aco-
katiano avanza hasta el contenido mismo y lo concreto, por ejemplo, hasta las meten con éxito.
percepciones sensibles y las vive!lcias emo~iOl:ale~ (siempre ~n contra ~el positiv~smo
empíricamente orientado y eludiendo las hmItaclOnes formahstas y al mtelectuahsm? Desde este punto de vista adquieren nuevos nexos, s u jet o y. m u n d o ~~
de los neokantianos). Se pone a la vista un increíble campo de nuevas investI- jet i v o. Partiendo de las perspectivas de una fundamental pluralIdad de poslbI-
gaciones. La filosofía rompe el bloq.ueo teo~ético-científico y ~ras~end.ental-~ilosófico lidades categoriales y de modalidades de observación científicas, como de la inte-
que aprisionaba a la vida y a l~ nca ,:ornente de las expenencla:: m~edlatas; ~e lección en la estructura específica de todo material hist6rico-espiritual, adquiere
dirige ahora, por su cuenta y nesgo, dIrectamente a las cosas (v1vencIas y reah- la realidad de experiencia sobre la que se construye la conceptuación científica, otra
dades dadas) en vez de limitarse a una "fundamentación" reflexiva de un mundo vez su acentuado e inalienable derecho. La noción de conocimiento supera el punto
científico-con~eptuaL La lógica del conocer científico se convierte en un territorio de 'vista consciencial-idealista, así como el esquema kantiano de materia y forma
de una problemática incomparablemente más vasta, que tiene que incorporar las ("caos de las sensaciones") y va a parar en un realismo epistemo16-
diversas modalidades de lo "predicativo", del captar y comprender que precede a g i c o, que al propIO tiempo (no sin nexo con los kantianos realistas de fines del
todos los "juicios" y determinaciones conceptuales propiamente dichos. El mismo siglo XIX y de principios del xx, por ej. E. v. Hartmann, Riehl) va de la mano
concepto del conocer experimenta, desde el punto de vista que brinda la intuición también de los temas generales del conocimiento y de la teoría de la ciencia
y la evidencia, el cumplimiento "intencional" y la W e s e n s s c h a u, importantes (Kuelpe, Frischeisen-Koehler, N. Hartmanl1, M., Scheler; en los marcos de la
modificaciones' todo ello fortalecido por tendencias afines en otros territorios (In- crítica de la ciencia francesa: Duhem, Hannequin, Langevin y otros; en Inglaterra
tuitivismo en Lossky o en Bergson). Al conocimiento como simple juzgar y casi el movimiento neorrealista que parte de C. E. Moore, por ej., C. D. Broad, S.
como creación constructiva del pensamiento puro, se opone con un nuevo pathos Alexander dentro del cual hay que contar a B. Russell. Trascendencia de la
la entrega intuitiva y la inclinación a la experiencia de la conciencia descubridora conciencia: objeto y "ser en sí", significaci6n ontológica de las ciencias, conoci-
y lo más posible adecuada a los particulares territorios de la investigación. Teoría mien to como equiparación de concepto y método con estructuras que hay que des-
del conocimiento y psicología llegan a aproximarse otra vez, unidas en una enér- cubrir y son dadas antes del propio acto del conocer: he ahí nuevos temas de la
gica lucha, y coronada de éxito, contra el "psicologismo"; fenomenología de la filosofía del conocimiento. La alternativa habitual entre empirismo pasivo e idea-
conciencia, de sus formas de captar y de sus especies de vivencias, actos e inten- lismo espontáneo queda en segundo plano. En el círculo de los per;sadores. neoto-
ciones, apunta a la constitución de una psicología descriptiva (según el antecedente mistas han tenido grata acogida los nuevos puntos de vista del realIsmo eplstemo~
de Brentano) sobre base empirica, pero sin caer en la metódica causal empírico- lógico, en armonía con la tradición.
naturalista, ni en el método "explicativo>!.
Otro tema medular de la época lo constituyen los problemas del c 0-
4. Las tendencias, provenientes de la fenomenología, encaminadas a no c i In i e n t o del o s valor e s, y más tarde, de los valor e s mi s-
extender la reflexión sobre la conciencia, encuentran a su paso una mu- m o s. Nacido de los conflictos de la vida (comp. el parágrafo anterior)
chedumbre de nuevas sugerencias en otros círculos, que influyen en el sen- que impulsaban en las luchas filosóficas a una decisión radical, que tocó
tido de una ampliación y, de ahí, a una profundización de la problemá- su clímax en el decurso del siglo XIX, sobre todo en la campaña de la mu-
tica del conocimiento, acabando por ir más allá del territorio propio del tación de todos los valores de Nietzsche, llega a ocupar el concepto de
conocimiento, en todas direcciones. El interés vigorosamente creciente acer- valor un lugar central ora en la epistemología de las ciencias naturales
ca de las hipótesis y supuestos del con o c i m i e n t o h i s t ó r i c o y en (Windelband, Rickert), ora en los análisis materiales de 10 espiritual, de
general de las e i e n e i a s del e s p Í r i t u, adquiere ante todo importan- preferencia en la vida moral (Husserl, M. Scheler, N. Hartmann), y en
cia decisiva; inclusive dentro del trascendentalismo neokantiano significa la contacto con temas de la época, de Índole sociológica y económica (Es-
problemática de los métodos de las ciencias culturales e históricas, de in- cuela austriaca, M. Weber), -todo, a decir verdad, en oposición a aque-
mediato en su inicial carrera, una crítica de los '(límites de la conceptua- Ila tendencia naturalista, que dondequiera se trata de extirpar. De mar-
ción de la ciencia natural" (Rickert), y, con ello la ruptura del monismo chamo psicológico y epistemológico en sus orígenes (Ehrenfels, Meinong,
metódico que se habia mantenido en el idealismo relativamente al cono- lvluensterberg, K. Boehm y otros), sucumbiendo de continuo a tendencias
cimiento y concepto de lo real. La Teoría de la experiencia extiende con- subjetivas (particularmente próximas a tal carácter), ha llegado a ser una
siderablemente sus perspectivas. Las estructuras sin t é tic o-a p r i o r i amplia teoria general de los valores (axiología filosófica), una poliédrica
de las ciencias de la realidad humano-espiritual piden y toman su propia investigación del reino de los valores encaminada a descubrir su carácter
significación, frente a las categorías y métodos del conocimiento de la na- ontológico, estratificación, articulación de sentido y consistencia material.
turaleza (Simmel, Troeltsch y otros muchos). Con más amplitud y pro- Asimismo la significación constitutiva de las estructuras de valor para ex-
fundidad se ofrece la nueva problemática en los trabajos de W. Di 1 t h e y periencia y realidad, en oposición al simple desgajamiento en deber ser y
acerca de la "Crítica de la razón histórica", que indudablemente dominan ser, valor ideal y realidad empírica, de la filosofía trascendental idealista,
los intereses generales de la época; una critica que pretende iluminar filo- se convierte en un nuevo e importante tema. Fuera de Alemania ha expe-
sóficamente la ¡¡construcción del mundo histórico en las ciencias del espí- rimentado la filosofía de los valores un notorio desenvolvimiento, sobre
ritu". Frente a la explicación de los hechos naturales, aparece como actitu<;l todo en Inglaterra (Mackenzie, J. Laird, Sorley, l\1oore; en América, Pe-
fundamentalmente diversa del conocimiento humano la "comprensión" his- rry, Urban).
606 VIII. La filosofía del siglo xx 47_ Problemas del conocer 607
Otros aspectos del conoCImIento, aparte los del mundo sensible e in- de las investigaciones fundamentales de Lévy-Bruhl acerca de la Menta-
telectual que hasta ahora ocupaban el primer plano, se mueven desde aquí, lidad de los pueblos primitivos, con su teoría de una experiencia e intui-
y entre otros círculos, llaman la atención filosófica. Partiendo de la com- ción específicamente "prelógicas", que han desatado una viva discusión,
prensión científico-espiritual de la vida ajena y de la expresión de vida, se pone en tela de duda la unicidad, constancia y homogeneidad de la
se vuelve candente el problema de la experiencia del "y o a j e n o", del "razón" humana (y, Con ello, una de las hipótesis fundamentales tanto
saber concreto de las personas fuera de la propia "conciencia", un proble- del positivismo como del idealismo). Aun sin las vastas perspectivas que
ma que, a pesar de la enorme discusión de la época en torno al Yo y al aquí se abren, también en los marcos del idealismo neokantiano, la reflexión
"mundo externo", en rigor sólo una vez, por Fichte, había sido visto y trascendental estudia, tras las formas del conocer científico, las modalida-
tomado en serio, y este tema se vio comprimido en su moderna acogida, des constituyentes del mito, de la comprensión lingüística y preteorética
por el lado psicológico (el problema de la introyección en Th. Lipps, por del mundo (E. Cassirer, Fil%sía de las formas simbólicas), En general,
ej.), desde Un principio, en esquemas sensualista--naturalistas. M. Scheler la esencial diferencia de formas de pensamiento posibles y 10calizables en
da aquí un vigoroso impulso, que ha traído consigo importantes sugestiones el conocimiento humano, en todas direccciones, se ha convertido en tema
para justipreciar y valorar las ideas de Dilthey. importante de la meditación filosófica, ora por la crítica de la ciencia
Saliendo del problema epistemológico de la "realidad del mundo ex- (Rougier), ora por la concepción filosófica del mundo y la metafísica
terno", que anduvo de la mano de las tesis conciencial-idealista hacia fines (según la tipología y psicología de las concepciones del mundo de Dilthey
del siglo XIX, se lanza Dilthey a la base extraintelectual (más allá de la y Jaspers, "formas de pensamiento" de Leisegang). Por todas partes se
aptitud representativa) de nuestra con c i e n c i a del a r e a 1 ida d; impone una creciente visión de conjunto e intelección de las diferencias
Scheler y N. Hartmann (teoría de los "actos trascendental-emocionales") específicas que ostentan las intuiciones y formas de pensamiento sobre la
prosiguen estas investigaciones. En general se ponen a la orden del día mera reflexión formal en tomo de los fundamentos lógicos, con el propó-
los ternas de las funciones cognoscitivas en la vivencia emocional y volitiva, sito de investigar la raíz de las formas cognoscitivas y el conocimiento en
desde puntos de vista epistemológicos y psicológicos (H_ Maier, Psicología general, en intenciones vitales. Múltiples motivos obran aquí: sugerencias
del pensar emocional)' Fenomenología del conocimiento de los valores so- de Nietzsche, resultados de la crítica de la ciencia, nuevos puntos de vista
bre la base de la teoría del conocimiento moral de Brentano; subrayado acerca de los supuestos del conocimiento histórico y ótros muchos. La
de una específica "experiencia moral" en Frédéric Rauh, etc.). tendencia del p r a g m a ti s m o, proveniente de América en sus orígenes
También la posición dominante de todas las direcciones epistemológicas (W. James) y más tarde introducido en Europa, hoy del modo más enér-
en la manera de concebir el conocimiento .desde el punto de vista de la gico defendido en Inglaterra (Schiller), que juzga conocimiento y con-
teoría del objeto y como "conciencia intencional" se completa, en relación cepto de verdad COlno funciones de la vida activa, prosigue en nuestro
con los nuevos intereses de la experiencia científico-espiritual ("vivencia" tiempo, superando las limitaciones naturalistas y en las consecuencias rela-
en Dilthey) y con la tendencia a lo dado de modo imnediato en la con- tivistas, en una dirección encaminada a investigar los fundamentos últimos
ciencia (por ejemplo, Bergson), con la investigación de las especies de de la vida y la raíz de la existencia de las modalidades del percibir y pen-
conocimiento preobjetivas y extraobjetivas, tal como ellas son dadas en el sar humanos, las ciencias, los sistemas filosóficos y las formas de la cultura
devenir interno de la vivencia, en la autocomprensión del hombre frente en general. La reflexión trascendental de la conciencia trata de profun-
a todo autoconocimiento propio, en la forma como se llevan a cabo en y dizarse y fundarse en una "filosofía de la vida", desde Dilthey hasta Hei-
después de la vivencia ajena. degger. La posición moderna del cogito experimenta un radical viraje en
Con la luptura del cientismo gana Un nuevo interés el estudio de las la fórmula "v i v o"; investigación de las fonnas de conducta y estructuras
fonnas constituyentes de la imagen natural del mundo y de las estructuras fundamentales de la vida humana se torna un tema decisivo de la medi-
categoriales de la mera percepción y de la experiencia cotidiana (junto tación filosófica. La problemática va más allá de la abstracta idealidad de
a las investigaciones de los pensadores fenomenológicamente orientados, una ".conciencia en general", para hurgar al sujeto real que experimenta,
pueden compararse las sugerencias de la crítica de la ciencia francesa; en que VIve, que proyecta. El hombre total, en sus relaciones activas y pasivas
Inglaterra, por ej., Kemp Sroith). Incluso en estos temas tienen acogida en el mundo circundante y contemporáneo, tanto en su vida natural como
la epistemología actual y la nueva psicología, y se unen en un anhelo por histórica, aflora como un repertorio de temas de la teoría del conocimien-
superar tanto la doctrina empirista como la formal-idealista (por ej., el to. La simple oposición de v a lid e z id e a l y psi q u e real se revela
supuesto del "caos de las sensaciones"). como insuficiente: se trata de concebir las estructuras fundamentales del
Un territorio importante de problemas toca H. Friedmann con sus in- conocer, las categorías ~e la razón, los modos de comprender en su génesis,
dicaciones de la raíz y base de nuestras formas científicas de pensamiento de los poderes reales de la vida, en sus condiciones de vida y en su devenir
provenientes de la participación de los órganos sensoriales (hasta ahora histórico. Psi colo g í a y s o c i o 1 o g Í a del con o c e r se convierten
predominio de lo "háptico" frente a lo "óptico"). en temas positivos actuales -problemas parciales del repertorio de temas
Sobrepasando el dominio de las ciencias y de la imagen científica del acerca de la vida y el conocimiento-, una vez que psicologismo y socio-
mundo se extiende la problemática del conocimiento a investigaciones su- logismo del siglo XIX han sido superados, como tales. Sociología del saber
gerentes que hacen objeto de reflexión la estructura y la "lógica" propia de particularmente, en general investigación de las condiciones sociales de las
la concepción del mundo de los iniciales estadios de los pue~los. A través culturas y concepciones del mundo, promovido de manera múltiple por la
608 VIII. La filosofía del siglo xx
r
j
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48. Las regiones de la realidad 609
posición radical de Marx y Engels se ha convertido en un importante tenIa ticularmente S. Alexander y A. N. Whitehead, por sus propIOS intentos
de la época (M. Scheler, K. Mannheirn), inc~uso en los marcos de a de una nueva metafísica.
filosofía. Crítica y autocomprensión de la Tazan humana Se mueven y Se abandona la mera oposición de "crítica" y "metafísica". Los inR
desarrollan hoy sobre una base nuevamente ganada. . confesados supuestos ontológicos en los puntos de vista positivistas e idea-
5. De este modo, la filosofía sobrepasa los marcos~ en que el s~gl? XIX listas de la teoría del conocimiento, así como los propios supuestos onto-
la había querido mantener. Teoría de la ci.encia, tearIa del c?nOClIdlen~O, lógicos de la ciencia y de los métodos, reclaman un minucioso análisis.
reflexión sobre la conciencia, no pueden aislarse con pretenslOn~s e In- Se t01ua nueva faena una "metafísica del conocimiento" (N. Hartmann);
dependencia. Dondequiera se pone al descubierto que la ~usencIa de s~ apunta tal metafísica de la mera sistemática de la conciencia a una onto-
puestos y la suma seguridad no pueden gan~se. limitando (mcluso dogma- logía. El conocimiento aparece nuevamente concebido como una relación
ticamente) los temas de la filosofía. Al propIo t1~;npO reclaman los grand~s ontológica de su jetos reales con situaciones y procesos dados. Hay que ex-
problemas de la vida humana y de la cOllcepclOll del 1!lUndo, .qu~ habIa hibir el propio ser de la conciencia, y no _sólo mostrar las raíces vitales
desplazado una época rígida en su orientación intelectuahst~, su I,nahet;a?le de conciencia y conocimiento, sino comprenderlas en su propia realidad y
derecho. La exclusión de la "metafísica" del campo de la. fllosofla, eXIgIda manera de ser. De esta suerte lleva la teoría del conocimiento y la filosofía
entonces en nombre de una cientificidad rigurosa y radIcal, s: ve ~omo del espíritu a una nueva f i los o fía del s e r y del a e x i s ten c i a
fracaso y huída. Frente a la simple ~ec~sida.d. ?e segura ~ar.antla se. mter: vi taL La "crítica" ha menester de la metafísica. El nuevo retorno de
preta la energia y entusiasmo del afa~ ~nqUISItlV? en lo m~H~rto e Il?fran_ fos conceptos a las cosas y a su manera de ser dadas intuitivamente, que
queable como el pathos más caractenstICo del fIlosofar (VIVIdo en IropO pa llegado a ser una tendencia común de l~ época, empuja a la misma
nente f~nna en la época precedente por Federico Nietzsche). Desde ,est.e orientación. La ruta Va del sujeto al ser, de la teoría del conocimiento o
punto de vi;ta adquiere el nombre y concepto d~.1a I?e.t.af~~I psicología a la "teoría dd objeto" (Meinong), y de allí, más adelante,
ca en los primeros decenios del siglo xx, una nueva y pos~tIva slgmÍlcacIOn. a la o n t o lo g í a. La "vuelta al objeto" sobrepasa los marcos de la con-
, La filosofía trascendental idealista apunta por doqUier, superando la ciencia y de sus objetividades intencionales, más allá de lo dado y feno-
simple reflexión sobre la conciencia, a una metafísica d~l espíritu y ~e su ménico, y toca la realidad y ser en sÍ. De la lógica de las ciencias va el
significación integral de lo real. Partiendo de. las direCCIOnes neok.antlanas interrogar filosófico a la naturaleza misma y sus principios ontológicos, de
la metodología de la historia al contenido y estructura cambiante de la
se hacen a,ctuales y orientadores los pos.tkantlanos tan men?sprecl~d?s en
los orígenes de tal dirección, con su~ l~lten~os. de c?~vert~r la ~o¡?;~ca
crítica trascendentales en una ontologIa ldeahstIco-esp~ntuahsta,. VIvIf;cad
r realidad histórica.
previo descriptivo-analítico que avanza de lo mostrable, demostrable o Prosiguiendo las investigaciones biológicas de Roux fundadas en una
meramente probable de los dominios de la experiencia a lo rad.ical y pro- "mec~~1ica de .la evoluci~:r;", advie?~ H. D r i e s c h a ~uevos resultados y
fundo de los temas ontológicos y de la realidad en general -SIn temor a de. ~l a una m~erpr~tacIOn, proposIto y conceptuación fundamentalmente
10 múltiple y poliédrico, y con clara conciencia de lo provisoriamente frag- orIgmales. Su fdosofm' de lo orgánico que ha hecho época estatuye la
"to t aI'd
1 a d" a., tltu
'1 o de ca~egona
" fundamental de todo lo vital,
, frente a
mentario de todo nexo de pensamiento. toda concepclOn del organISmo como un agregado de materias y fuerzas
Merced a esta actitud, aparecen a la mirada filos6fica, como nunca hasta como una suma de fenómenos al modo como se ofrecen a los análisis físi~
ahora había ocurrido, los particulares territorios de la investi~ació~ de la realidad, C?S y quí~~cos (aún r~cie,~temente representada por J. Schultz como "tea-
con independencia entre sí. Se destruye el e s q u e m a un 1 t a r 1 o del concepto
de la realidad (mecanismo causal del mundo psico-fisico), supuesto. por el natura- r:a maqUInIsta de la VIda ). La relación entre totalidad y elemento, en 10
lismo tanto metafísico como científico-natural y también por la hlosofía trascen- yItal ~s. alg~ por completo dive.rso a la 9ue existe ..en el acontecer y ser
dental idealista (como ya acontecía en Kant). La pluralidad de las. ciencias par- morgamcos, los hechos de la VIda Son SIempre acclOnes y reacciones del
ticulares y disciplinas, tal como se ha ido formando a 10 largo del SIglo XIX, y la todo, que determinan la función y desarrollo de las partes.
siempre creciente diferenciación de sus métodos y categorías, a. despecho .~e toda
sistemática e incluso de todo cientificismo, reclama ahora una mterpretaclOn par-
tiendo de los objetos, del tipo ontológico de cosas que las ciencias par!i~ulares in- Co?side;ación e investigación totaliz.ador~s se han convertido en nuevos temas
vestigan y a las que deben adaptarse sus formas conceptuales, De los claslcos ternas de !a Í1losoh~ de la naturaleza y de la blOlogla. Ahora se interpreta la vida otra vez
científiconaturales acerca del "sistema" de las ciencias y su "jerarquía", que por segun. su caractcr estructural (Chamberlain). Se concibe la estructura plástica del
si mismos no pueden resolverse, empuja la reflexión fi,Iosófica a una. ac~aración organ.lsmo c;m~o un f~ctor real. en .los proce~os de la evolución y de la herencia.
radical de las especies de seres y de las capas de la reahdad, que las ClCnCIaS par- Los. tIpos plastlcos reCIben l?ecul~ar ImportancIa en la doctriria de la vida. Maduran
ticulares hacen objeto de estudio (en muchos casos invadiéndose sus esferas y antiguos pr~blemas de la fIlo~?Í1a de .la naturaleza ("idealista") en el seno de las
sin clara conciencia de sus límites). En dos territorios de la realidad madura, nue,,:as teOrias. La co.mp~enslOn totalIzadora, se opone a la simple conceptuación
partiendo del estado mismo de la ciencia, una nueva comprensión filosófica de la medmnte leyes. ~e vIgonzan nU,evas tendencias filosóficas, para comprender las
peculiaridad irreductible y la estructura cat.egorial pr~~ia ~; las clases de ser de f?rma~ ~el. orgamsmo como fenomenos de expresión de relaciones fundamentales
experiencia, en toda su palpable dependenCIa y estratl~ICaClOn en, el .p r o b 1 e. m .a vlta~~dmamlcas.' con ~rreglo a sistemas de impulsos orgánicos, para interpretar la:
de la vida (biología) yen los temas de la realldad anImIco-esptrl- realIdad esp~ClO-CO!porea, por tanto, como un· campo de manifestaciones de inter~
t u a 1 (psicología y ciencias del espíritu). . nas ~~erzas l~pulslvas .c~che~;r, Da~qué, Friedmann y otros). Toda' la esfera de
una .ontologra de lo v~vle~~e , partiendo d~ una biología teorética, se traducen en
De esta 'guisa llega a ser un tema· medular de la nueva teoría de la trabajOS que asumen, fllosoflcamente, modalIdades de alto rendimiento (L. v, Ber~
talanffy, R. Woltereck, Max Hartmann).
realidad y de la metafísica del mundo de experiencia la "o n t o 1 o g í a":
en el sentido de una mostración descriptivo-analítica de las especies del , . La legalidad in~rínsec~ (;'autonomía") de la vida y del ca~ácter espe-
ser, particularmente de las "regiones" de la realidad de exp~.:iencia y. de sus clfIe,? de la c~usahdad blologica ha llegado a ser también la convicción'
respectivas categorías y estructuras. Frente a la pretenslOn antenor de d0r.nmante alh donde los más amplios principios del neovÍtalismo de
la teoría del conocimiento, de erigirse en la ciencia filosófica fundan;ental, Dr~esch (o de, otras fOfilas del vitalismo en el presente, por ejemplo, en
vuelve el presente a la "prima filosofía" de la tradición antigua y rnedlOeval, Remkc, France, G. Wolff, o en el psicovitalismo de E. Becher y Pauly)·
que' el siglo XIX había perdido de vista, (en beneficio de la "lóg!ca ~r.~s
cendenta1"). Se hace de la ontología cntica, sobre la base de la mtmclOn 1. ,A una ,I1fPtura, dc otro género, del esquema unitario causalmecanicista lleva
y de la experiencia, exenta de las premisas sistemáticas de la vieja I:?-eta- tambIe~ .la CritIca del con~epto de c~usalidad y de la ley de causalidad, proveniente
física y de las pretensiones de un racionalismo de conceptos, una eXIgen- d~ la. fmca. y de sus ,dOml?lOS margmales, Al paso que muchos pensadores de estas
cia de la época, cuya realización se emprende en los círcu!os más diferentes. Y ~lencras.'oricntados ftlosóúcamente como Russell, se mantienen, tocante al mundo
morgámco, en .10 fundamental, dentro del actual concepto de ley y ser se manifiestan
en general, la tendencia rectora -con expreso antago~lsmo a las co:r;struc- en o~r~s (Eddmgton) nuevos puntos de vista. En íntima relación c¿n ello se halla
ciones precedentes de un concepto del ser y de la reahdad, qu~ par.tIan de la cnSIS de los fundamentos d~!a ~a~emática. (Cantor, Couturat, Hilbert), que pone
cierto territorio preferido de hechos-, consiste en ganar una Idea mtegral en, duda 10 med~lar de. la VIeja loglca cláSIca. Una filosofía natural, ónticamente
de las hondas diferencias y peculiaridades de las esferas ónticas. ortentad~, de 10 morgámco, sobre la base de estas reformas apenas se encuentra e
1. El problema de la vida. Una inicial ruptura con el es-o sus comIenzos dentro de la física. La filosofía de la materi~ aún tiene una posició~
relevante en los dominic;>s de la. t:~ría del cO.n?cimi:nto y metodología, y, sobre todo,
quema de la ciencia y de la realidad del mecani~mo causal, q:re e.n el ~ig~o dentro .de puntos de vI.sta posItlvlstas. DeclSlvo vlfaje y, por entero nueva funda..
XIX. se había impuesto en vastos círculos, provIene de las CIenCiaS blOlo- mentacIón aporta la Ftlósofía de la naturaleza, de N. Hartmann' dentro de los
gicas. La "teoría maquinista" de la vida y la convic~ió.n de que tod~ /in- marcos de ~~ ontología, continuando así la sistemática de las ¿ategorÍas de la
Reconstruccton del mundo real.
vestigación de lo vital tiene que parar en el descubnlnIento ,de relaCIOnes
612 V IIl. La filMofía del siglo xx 48. Las regiones de la realidad 613
experimentan cierta crítica y transformación. La introducción de la ,Hen~ las hipó~esis especulativ?-met:;!ísicas (por ejemplo. del idealismo platónico, como del
telequia" por Driesch (un principio inmaterial e inespadal de la realidad, postkantlano). Como dlmenslon particularmente Importante de las estructuras téliM
muy diverso por lo demás del concepto de entelequia aris,totélico) no ha cas que no encajan en ninguna hipótesis mecanicista de explicación pone E. B e-
sido explotada y proseguida; al contrario es rechazada part1:endo. del punto eh; r, junto a l~s ~ormas de la fi?alidad al servicio del individuo y' de la especie,
fen?menos de fmalIdad ~l servlclO de agentes extraños. Asimismo experimenta
de vista de la idea de totalidad antes apuntada y la eXIgencm de una reajustes la corres.fl~mdenc.Ia mutua .del reino animal (biocenosias), o renovada y
armonía inmanente y cabal del organismo; pero la tendencia aquí y allá fundamental atenclOn la mterferencla de los planes constructivos de los diversos
de otros conceptos medulares del nuevo vitalismo va ganando terreno ("do w animales. El. tema de una planificación y unidad superiores del mundo orgánico
minantes", potencias psicoides y otros): para pensar conjuntamente la (~un~ado en una D;ueva interpreta.ción y concepción del principio evolutivo de la
geneSlS de ~as especles), el pensamIento de totalidad de unidad vital (que proviene
autonomía de la vida y la convicción y experiencia de que todas las ma- de concepCIOnes de H. Bergson, aun de Scheler) se impone de múltiple manera.
terias y energías del hecho vital son susceptibles de análisis, de modo ma~
terial y dentro de los cuadros de la física y de la química (en oposición Con estos caracteres de totalidad y finalidad corre pareja una mudan ..
decisiva al vitalismo de siglos precedentes). Los desconocidos factores de za en la manera de concebir la vida y particularmente la idea de evolución
la' naturaleza que aquí son determinantes y cuya captura en su positividad que tanto en sus puntos de partida como en sus consecuencias trasciend~
es algo extremadamente difícil para nuestro conocimiento, son pensados la esfera :le una int~rpretación filosófico-natural de lo biológico. Frente
como principios m e t a p 1 á s tic o s, que las energías y legalidades de lo al pensan:~ento darwIm~~o de la vida, que asigna al prinicipio de la autoM
inorgánico no dejan irrumpir, pero que se articulan como base necesaria c?nSerVaclOn el. rol. deCISIvo, y que trata de explicar todas las transforma~
y fuente material,. por así decirlo, en su propia realización. ClOnes en la hlstona de la evolución por nuevas necesidades de reacción
Junto con el concepto de totalidad se pone de nuevo a la vista el ca~ y a;Iaptación .en la lucha por la ~~istencia, se presenta una concepción que
rácter finalista del hecho vital (expresado sin más en el término de ente· entIende la VIda como una creaClOn re.novadora, cambiante y siempre más
lequia), esto es, totalidad en dimensión temporal. La tendencia de la eleva:l~, . que se genera de dentro haCIa fuera. Las categorías utilitaristas
negación radical de todas las categorías de finalidad y principios ónticos y pOSItivIstas pa.s~n a segundo :plano en beneficio de una explicitación crea-
de valor -por lo menos para la naturale7.a en Su conjunto--, nacida de dora de la aC~IVIdad de la vId~, que se desenvuelve pródigamente, por
la lucha contra la teleología y antropomorfismo en la concepción científica supera~undancIa y no pc;r ?e.cesldad y, por así decirlo, plena de fantasía.
del mundo en los tiempos modernos, parece impracticable y sin sentido en Los on¡;enes de est?S pnnCIpIOS que superan por dentro el evolucionismo
la región de lo biológico. Hay que admitir en los más elementales hechos natural~sta de los sIglo~ pr~cedente~, Se hallan en los precursores filósofos
de la vida una evolución dirigida y tendencia selectiva de valores. El incon~ de la VIda de. las postnmenas d~l SIglo XIX. (Guyau, en Francia, Butler en
fesado carácter finalista, inserto en los supuestos de la escuela darvviniana Ingl~terra, N;etzsc~e en Alemama) ; la doctrina de H. Bergson de la é V 0-
que aparentemente confirma el "mecanismo" y, en general, en toda des~ 1 u t Ion c r e a trI c e rep.resen;a la primera acuñación, por demás influ.
cripción y análisis de lo orgánico (la noción de "rendimiento"), queda yen te, en el marco de la fllosofla de la naturaleza. En esta dirección pro.
iluminado. Se fija conceptualmente la importancia de la exégesis en fun- sigue en Alemania particularmente M. S e h e 1 e r.
ción del futuro en los procesos orgánicos (evolución, regeneración)-; se
reconocen de nuevo las potencias y factores "prospectivos". Frente a la
vieja teleología, empero, rechazan los nuevos conceptos, válidos para
(, . . En general se destaca otra vez, sobre todo en la crítica que se hace al dar-
wmlsmo .Y a s~s conceptos básicos, la es"p o n tan e ida d de la vida, tanto en
las tendencias vitales dirigidas (teleoplástico, "teleoclino" y otros) todas las e! orgamsmo SIngular. como en l.a evoluci0:t; de las especies, a título de principio
I dIrector y nota esenclal de 1? VItal. Por eJemplo, la tesis de UexküIl acerca del
representaciones que admiten fines y medios previsibles, así como un orden mundo cIrcundante de los ammales opone a la mera "reacción" frente a estímulos
unitario racional de perfeccción (teleológico), por así decirlo. También externo~ y a la "adaptación" a las condiciones del medio dadas de antemano el
se concede algún sitio a lo "fortuito" y exento de finalidad, en la estruc~ pensa;;uento de que el orga?ismo selecciona de 10 que le rodea su "mundo cir~un
tura teleoplástico-integral y en la cabal evolución del acontecer vital. La. dante (como un tO?O ~rtlculado), construyendo de sus características peculiares
su mundo y su espaclO VItal. La honda diversidad facticia de los "mundos circun~
interpretación con arreglo a la imagen de un proceder consciencial según dantes" s~ genera por meros p.untos de vista ~ísic~-fisiológicos y se explican por la
fines (quizá trasponiéndolos a lo "inconsciente", como en la filosofía idea~ espo?taneIdad natural de la VIda y de sus dlrecclOnes endógenas. El pensamiento
lista de la naturaleza o inclusive en el vitalismo de E. v. Hartmann) cede kantIano de que la realida~ ~mpírica, incluso 1,: del mundo externo en el que arraiga
terreno cada vez más. el hombre, s.e ~<:lla condICIOnado por el sUJeto y su espontaneidad se extiende
ahora a lo blOloglCO. '
. Particular signif~cació;n c?bran e,n 1,; ir:terpretación del concepto de vida, asi-
Significación, de vasta influencia se concede, bajo estas consideraciones unita- ~ISJ?O~ las l'l:uev~s InveStIgaCIOnes bIOpslqmcas (problema del instinto, actividades
rias y finalistas, a la concepción de J. v. U e x k ü 11 de los "planes constructivos" m~tIntlvas ~; mtelwentes de l~s animales, vida y experiencia, vida y memoria, movi-
de lo orgánico, a título de una articulación de "proyectos plásticos", que determina mIento,. acclOn y Juego); aqU! van ganando terreno la comprensión de la autonomía
forma y funciones de la vida:, y que se halla en relaci6n con un "plan de rendi- ~e la VIda y las .~ateqorí~~ específic.a~ d~, la regió? de lo biológico, allá se declara
miento" común. J. v. UexküIl no ve en estos planes factores inmateriales, sino estruc- Improcedente la exphcaclOn mecamclsta de la VIda. Y la convicción fundamental
turas perceptibles e investigables que, incluso, expresan la tarea fundamental de de gue la yid.a dcb,e ser co~prend~da desde "dentro", al propio tiempo que debe
la investigación biológica; constituyen el ser propiamente pennanente en la natu- exphcarse factlcamente, se va lmpomendo pOr doquier: en. los caracteres fundamenta..
raleza orgánica, dado en cierto tiempo y que aparecen allí donde se da la posibilidad les que el hombre descubre partiendo de su propia existencia (Heidegger) por
de realizaCión. También aquí se aproxima la filosofía actual de la vida orgánica grande que pueda ser el peligro de una interpretación que no rebase lo ~era
a los puntos de vista de la vieja filosofía de la naturaleza, bien que rechazando mente humano. Importantes estímulos provienen de la investigación del "compor-
LiS.
,
'·1".
1 ,
616 VIII. La filosofía del siglo xx 48. Las regiones de la realidad 617
un ,carácter personal. Aquí coincide la -nueva psicología con la doctrina de los problemas ~~. 10 biopsíqui.co dentro ?,e la Biolo~a; ,sin e;l1~argo, pierde
actos inaugurada por Brentano, que, continuada por la investigación fenomeno- terreno decIsIvamente la mterpretaclOn naturahsta de lo ammlCO. Ni a las
lógica, se ha extendido a todo el ~ominio de la vida emocional. ciencias del espíritu, ni a las ciencias de la naturaleza se subordina unilate-
Queda concebida en general la dirección dinámica del ritmo como carácter ralmente la psicología, según las nuevas concepciones de la época; más
fundamental de todo lo anímico. Frente a la "psicología sin alma" se toma, sobre
base empirica y descriptivo-analítica, el nexo personal y la unidad del yo. (aunque bien se advierte la íntima penetración que existe entre el fenómeno natural
estratiforme y que aflora en los fenómenos periféricos) como nota esenclal de la de la vida y la vivencia anímico-espiritual, en un nexo difícilmente percep-
realidad psíquica. En la actualidad se profundiza y extiende de preferencia el tible en la estratigrafía y en la unicidad en lo diverso y heterogéneo. Aquí
concepto de la realidad psíquica (a' manera de una esfera de realidad, e.n ningún Se pone al descubierto un amplio campo de problemas para la investigación
caso <lpuramente subjetiva") se ataca asimismo el problema de 1 o 1 n con s~
r:
c i e n t e y del o s u b c o s c i e n t e -también esto en visi6n descriptivo-ana~
lítica y no en forma constructivo-especulativa. Frente a la. mera "psicología de
filosófica.
vivencias" se diferencia radicalmente entre 10 real psíquico m1smo y los aspectos y Sobre esta base toma en Alemania una triple dirección la nueva psicología:
cortes que contiene la vida de la conciencia (L. Klages, M. Geiger). Ambos reun~ la psicología de la escuela vira de una psicología experimental, múltiple y grande-
dos 10 consciente y lo inconsciente forman para esta moderna manera de conSl- mente cultivada, a una psicología que comprende los nexos internos y las estructuras
der~r el problema un nexo unitari¿ de la vida psíquica sin lazo de continuidad y internas de lo psíquico (Koehler, Buehler, F. Krueger); en íntimo contacto con
en permanente a~ción recíproca, qUe desciende desde los más eleva~os grados de la psiquiatría se desarrolla una nueva ciencia de las relaciones del ser anímico y
la actividad consciente y espiritual hasta los hechos más_ elementales PSlco-corporales. cOlporal (Kretschmer, Jaensch), y partiendo del principio de la "comprensión"
Los conocimientos así adquiridos crean, entre otros, un nuevo tipo de '.'psicología florece ante todo la psicología de los tipos (Spranger, Jaspers, Jung y otros).
médica" que trata de curar por vía psicológica enfermedades y desyiac;o~es aní-
micas. (V. v. Weizsacker). Se origina una psiquiatría orientada pSlcologlcamente 3. Otro importante tema de la investigación filosófica de la realidad
(Janet Charcot Kraepelin, K. Jaspers), que labora con éxito en nuevas rutas con arranca de las nuevas exploraciones, debidas a las ciencias especiales, de
los métodos de' la hipnosis y sugestión {Coué, Baudouin} .. Partic.u~armente ti.ene
enérgica y generalizada influencia en todos los países, el pSIcoanállS1s y la "PSICO- la vida anímico~espiritual y particularmente del tema en torno a los fun-
logía de lo p~ofun~o", .~undada y elabo~ada 1?or S ..Freud,. deser;vuelta ~or C; .~. damentos de las ciencias del espíritu: el pro b 1e ro a del s e r e s p i-
Jung en pecuhar dlrecclOn y manera de mvestlgar (tIpOS pSlcol?glCOS) i pSICoa~al.lSls ritual.
y psicología de lo profundo que han hecho actual el tema de 10 mCOUSClente ammlCO.
La legalidad propia de lo espiritual en general era el tema que orientaba la
Si filosófica y poliédricamente se hace interesante el problem~ de la lucha contra el psicologismo, que las escuelas de la filosofía trascendental (en otra
realidad psíquica (y con ello el tema de las regiones de la realidad en fauna también la filosofía del espíritu, por ejemplo de un Eucken) tuvieron que
general) por el nuevo giro de la psicología, eso se debe al hecho ~e que emprender- contra la creciente penetraci6n de la actitud y pretensiones psicologistas
(sobre todo en la l6gica y teoría del conocimiento); COn particular energía y éxito
tal renovada aproximación de la psicología a las ciencias del espírItu y a Se libr6 esta lucha, a la vuelta del siglo, en el primer tomo de las Investigaciones
la hermenéutica espiritual del sentido de 10 anímico en el hombre, no trae 16gicas de HUSSERL (véase parágrafo 47, 3). La peculiaridad de 10 espiritual (desde
consigo una separación de la ciencia natural y de las categorías de lo natu- luego de las leyes de sentido y valor) frente a toda vida y vivencia psíquicas (aní-
ral en general. Más bien- ocurre lo contrario: la psicología del presente mico-espirituales) se reconoce desde entonces, incluso por la psicología misma, y
es explorada de modo múltiple. Empero, al paso que la época de la filosofía
penetra en proporción hasta ahora desconocida .en las raíces nat;-.trales de trascendental veía los contenidos y leyes espiritual-ideales, según el modelo kantiano,
toda vida anímica. El fisicalismo se halla superado, pero las relaCIOnes con en una "conciencia en general" atemporal, o los ponía en una esfera de nonnas
las ciencias biolócricas son extraordinariamente íntimas. De nuevo y "valoraciones" de la. conciencia, se abre paso en el presente la idea, ya exigida
• ·d Se. des- el
por Bolzano ("principio en sí") en el siglo XIX, de que el carácter ontol6gico de
taca el tránsito de la temática de los tiempos precedentes, pre oml11ante- 1 todo lo espiritual-ideal es independiente de la conciencia (N. Hartmann, A. v.
mente sensual-intelectualista (sensación, representación, memoria, pensa- '1 Pauler y otros). El problema del ser ideal-atemporal en su heterogeneidad y auto-
miento) a los procesos impulsivo-emocionales, así como las rel~ciones de l' nomía frente a todo lo real~espacial, es el tema medular de la ontología actual,
los fenómenos- y excitaciones inconscientes con lo corporal orgánlco. Tam- I 1 en la que domina la tendencia a captar descriptivamente parejo ser en su carácter
propio y en sus maneras· como es dado, con independencia de las hipótesis especu~
bién se pone al descubierto la vasta correspondencia de las categorías de 1\ lativas tanto del platonismo como de la doctrina kantiana de la conciencia. Esto
10 biológico con las flamantes categorías estructurales de lo psíquico (tota- 1 se convierte en fundamento de nuevos temas acerca de lo espiritual en el real
lidad == estructura, forma télica = tendencia orientada, espontaneidad '
1I acontecer cósmico.
central), de suerte que se habla de una penetración y marginalidad en que
Ir
b. bifurcación de "materia" y ~'conciencia", admitida desde Descartes, se ·1 La nueva posición se refiere a la realidad objetiva del espíritu, en el
abandona, sin dejar de palpar la diferencia ontológica de 1~ inextensivo- Ptundo de la civilización y cultura, construído por el hombre y sustentado
interno frente a lo corporal espacial. Efectivas categorías, legahdades estruc- en la vida humana. Esta esfera de la realidad y su vida y crecimiento
turales, ritmos y orden de sucesión de la "vida", constituyen regiones on- histórico, autónomo -aunque no independiente- respecto de la realidad
tológicas -heterogéneas entre sí. Como nunca aconteció antes, se reconoce de la naturaleza orgánica e inorgánica, constituye el objeto nuclear de las
a lo psíquico su esencial condicionalidad respecto de lo corporal-orgánico y ciencias del espíritu. La psicología no puede dar por sí misma el funda-
se marcan las estrechas correlaciones· psicofisiológicas, p~rticu1armente tam- mento filosófico de estas ciencias, tampoco cuando pasa del análisis de la
bién en contacto _con las amplias irivestigaciones de la psicología animal conciencia individual y de sus vivencias al campo de los hechos sociales
(compárese, por -ejemplo, la psicología del "behaviorismo" de Wa,tson (Psicología de lospueblós, de WUNDT; Psicología de las masas, de LE BON;
y la psicologia del instinto de Mac Dougall en Norteamérica) y con los Psicología de los· "primitivos", de LÉvy-BRUHL, etc.). Decisivo para la
618 VIII. La filosofía del siglo XX 48. Los regiones de la realidad 619
ciencia del espíritu y el mundo vital del hombre "histórico-social" que se 4. En estos como en otros dominios de la investigación de lo real se
expone en tales ciencias, s'on las realidades de las obras, instituciones, for- van gestando hoy por hoy, otra vez, los problemas ontológicos fundamen M
mas de vida (que, a decir verdad, trascienden toda suerte de "vivencias"), tales, partiendo de los temas referentes a los métodos y al conocimiento,
como salen al paso a los individuos, en lengua y arte, moral y derecho, de épocas anteriores. La reflexión filosófico-trascendental acerca de los
religión y ciencia, economía y política. Que tales realidades se hallan con- "fundamentos lógicos" de las ciencias y de los tipos de ciencias se eleva
dicionadas en su existencia y evolución histórica por la capacidad creadora sobre sí misma hasta una iluminación, de base filosófica, de los propios
del hombre y de las vivencias humanas, no las convierte en un contenido dominios de la realidad; saliendo de las fonnas de la intuición y del pen~
parcial del dominio psíquico, en su conciencia que se tiene en cada caso sar de la conciencia, penetra la investigación en las c a t e g o ría s del
y que sobrepasa la existencia propia ca-condicionante, incluso de toda for- s e r (por ejemplo en las esenciales estructuras de la vida orgánica o de los
mación de la conciencia y de la vida anímica. nexos anímico-corpóreos en la forma existencial del espíritu histórico, in-
La acuñación filosófica de esta realidad espiritual en el presente (des- cluso en la región ontológica de la conciencia misma), en suma: de la
clavada tanto de la realidad psíquica como del ser ideal-espiritual) se halla lógica trascendental a la o n t o 1 o g í a (parágrafo 48, parte inicial). Desde
en contacto, de preferencia, con el concepto hegeliano del "espíritu-obje- luego hay que distinguir esta nueva doctrina del ser, de las ontologías
tivo"; y también aquí se lleva a cabo la investigación, analizando las rea- de los viejos sistemas metafísicos, en que aquí no se toma como base y
lidades empíricas dadas en todos los dominios de la vida cultural humana punto de partida un ser único y absoluto, tal vez en la esfera de un mundo
y de sus rendimientos, para exhibir los caracteres ontológicos específicos, supratemporal de Ideas, sino en lo dado y reconocido del mundo de la
particularmente las formas de existencia histórico-temporales de esta rea- experiencia. E 1 s e r e n e 1 t i e m p o, degradado en la vieja metafísica
lidad espiritual -todo ello al margen de las hipótesis metafísico-generales a mera fenomenalidad, constituye su fundamento y su palpable objeto. Y
(idealistas), bajo las cuales aún se encontraba la doctrina del espíritu la pretensión no aspira a una sistemática del ser, cerrada y conclusa (de
objetivo de Hegel. En muchos lugares de la filosofía de la cultura y socio- carácter deductivo o dialéctico), sino a una investigación progresiva y
logía del presente, se abre paso esta manera de plantear los problemas valoración en los marcos de la experiencia natural y científica. Propósito
partiendo de las renovaciones de Hegel, en los marcos de la "filosofía de fundamental es delimitar entre sí las regiones ontológicas especiales y sus
la vida" de Dilthey y sus continuadores, que se eleva cada vez más de la estructuras categoriales en su peculiaridad, justamente en oposición a aquel
"vivencia" psíquica a la dinámica y rítmica de la vida de la realidad punto de vista, alguna vez tan difundido, que esperaba de la filosofía la
espiritual, a la dialéctica peculiar de los estilos y formas, o en la psicología construcción de un monismo de la clase que fuera.
de tipos (Spranger, Jaspers), que habla de las "formas de vida" del hom- En particular se dirige esta tendencia inquisitiva, que no teme la pluralidad
bre o de las "concepciones del Inundo", al tomar como punto de arranque y discontinuidad en los dominios del ser y de la realidad, contra el hábito mental
la conciencia viviente, pero para interpretarlas como manifestaciones ob- del naturalismo que quería ver en el ser un todo homogéneo y que siempre se
jetivo-históricas del mundo espiritual en su riqueza de estructuras. Se pre- esforzaba par reducir una esfera en otra (de preferencia, 10 "más elevado" en lo
"más bajo"). La diversidad irreductible de las regiones ontológicas, comprimidas en
ocupan del tema, en especial H. F r e y e r (reconociendo que el espíritu la manera de pensar del siglo XIX a un núnimo (por ejemplo, en la dualidad de
se torna objetivo en las obras) y, explorando en toda su anchura la rea- psíquico y físico, o de conciencia y materia), se defiende ahora en toda su extensión
lidad espiritual y sus articulaciones ónticas, N. Ha r t ro a n n. y riqueza, aunque se complique la idea de conjunto y se haga problemática la
solución constructiva del tema cosmológico. Las viejas disyunciones de la metafísica
El concepto actual de vida comprende, tomado en toda su generalidad, la rea- (idealismo~realismo, por ejemplo, o espiritualismo-materialismo), con su rígida in-
lidad orgánica, psíquica (psíquico-espiritual) y espiritual, y la 'filosofía de la vida" condicionalidad, se posponen a un reconocimiento de una rica estratigrafía de lo
del presente -frente a los conatos, por ejemplo en Fichte o J acobi muy diferentes dado. Se combate a la vieja ontología (desde la Antigüedad hasta Wolff), por lo
por la solución que daban a los problemas de la experiencia y de la realidad, po- que hace a su contenido, ante todo la orientación unilateral frente a las diversas
niendo en segundo término el concepto religioso de "vida"- se halla determinada regiones de la experiencia del mundo externo, orientación funesta para los otros
en sus muy diversas direcciones ante todo por el punto de partida de lo cultural- estratos ontológicos (por ejemplo, vida, personalidad, historia) y que se expresa
histórico, o lo orgánico, o 10 psíquico; en ciertos casos, por las perspectivas de en el predominio del concepto de cosa y sustancia. Incluso el carácter estático del
Una articulación de estas esferas. Tal comprensivo concepto de la vida está en concepto tradicional del "ser" (desde Parménides y Platón) reclama hondas trans-
la base, clarificado o no, en las obras de la mayor parte de los pensadores, que formaciones en correspondencia con la influencia de una doctrina dinámica actua-
manipulan realidades culturales y espirituales, de Dilthey y Nietzsche hasta Simmel, lizante, en todos los dominios de la experiencia de la realidad y de la creciente
Troeltsch, Spengler o Klages. Una problemática metafísico-cosmointuitiva, por de~ significación de la dimensión temporalista para la exploración y comprensión de
más influyente, se origina en las tensiones entre vida y "espíritu", que se van los dominios todos del mundo.
provocando en la conciencia vital y cultural de nuestro tiempo. Desde Guyau y
Nietzsche se pone a la orden del día, junto a una honda comprensión de la creación La ontología del siglo xx se desenvuelve, partiendo de la tendencia
y valoración anímico-espirituales y del sentido que tiene toda realidad cultural hacia cosas y objetos, en los marcos de una filosofía de la conciencia. La
en el marco de las fuerzas orgánico-vitales, el tema de la significación impulsora "teoría del objeto", de Meinong y su influencia (por ej., en las investi-
u obstructora de la conciencia y del espíritu respecto de la vida (particularmente
tocante a la potencialidad vital del "alma"). Por demás conocida llega a ser ante gaciones de H. Pichler), constituye un momento de transición importante;
todo la doctrina crítico-cultural pesimista de L. K 1 a g e s acerca del "espíritu la investigación de las cate~o~ías de O. Haroelin, en Francia, y Bradley,
como enemigo del alma"; M. Scheler ofrece una perspectiva metafísica vinculada en Inglaterra, proponen aSllUlsmo Un nuevo punto de partida. Pero la
al viejo Schelling y E. v. Hartmann, pero que se aparta del pesimismo, en su doc- fenomenología da el impulso decisivo, en cuanto se pasa de la investiga-
trina de la jerarquía fundamental de las potencias de "impulso" y "espíritu",
diferentes en sí _y ontológicamente independientes. ción de los actos a los objetos "intenCionales". E. Husserl pide y bosqueja,
L
1
624 VIII. La filosofía del siglo xx 49. Hombre e historia 625
vestigaci6n del hombre que Se va imponiendo en la filosofía del presente, arranca de n~evo inter~s, dentro. del propio seno de la filosofía, (determinado ante todo por
los hechos emocionales impulsivos (en vez de la r a t i o y de la "conciencia"). NIetzsche), un t;t~evo ,mteres 9ue ya Schopenh~~er habla puesto de relieve, en lucha
Nietzsche y, después, Dilthey, son los grandes anunciadores y propulsores también cont~a todo ~spl~ltuahsmo e IdealIsmo del esplntu, tan vigorosamente, tocante a la
en estas cosas; ambos proponen a la época, llevados por muy diversas experiencias propIa expenencIa humana y del ser en general, desde su peculiar posición filosó-
e intenciones, la tarea de comprender la vida y creación humanas de las capas vita- fica. Particularmente en los marcos de la investigaci6n fenomenológica se fija desde
les de la existencia, partiendo de la ínter-acción y oposición de los impulsos y nece- nuevos punto~ d~ vista, la diferencia entre lo "orgánico" (incluyendo 'lo vital' dado)
sidades fundamentales, de las voliciones, pasiones y tendencias emotivas. Para esta y toda ~xper~e~c1a externa de "cuerpos", c.on resonancias inclusive en la "filosofía
consideración vital-psicológica, representada hoy particularmente por Klages, y en de la exlsten<:l<l; (Sart~e). Se pone al descubIerto un nuevo reino de fenómenos frente
cuyo seno juega un rol importante la relación en que se ponen las tendencias in- .al c;t~l los vIeJo~ ,dualIsmos se revelan como insufic.ient~s, incluso la mera oposici6n
conscientes o subsconscientes de la vida con los fen6menos conscientes, suministran t~orehco-cognoscItlva de Locke y Kant de la expenenCIa externa e "interna" (refe-
un rico material las investigaciones de la psicología médica (Freud, Jung, Kretzsch- nda aquélla a lo físico, ésta a lo psíquico). Partiendo de la psicología médica (P,
mer, P. Schilder). La nueva imagen del hombre que se saca de aquí, está en rudo Sch~lder, "esquema corpó~eo"),. se inician aquí nuevas investigacione~. Aparece con
antagonismo con aquella antigua y' vieja tradici6n de Plat6n a Kant y otros pensa- clandad una nueva estrahgraÍla de 10 humano, en la que 10 somático y lo psíquico
dores más recientes, que ve el núcleo' de la esencia humana en el "alma" o' en la .se ofrecen como un todo inseparable.
conciencia pensante, en la raz6n o en la "auto-conciencia", reputando las pasiones Otro momento de inusitada importancia es el nuevo interÉs de la época por los
y afectos, las "inclinaciones" e impulsos a modo de satélites ("perjudiciales" a ve- fen6?:enos de la e x p r e s i 6? de ~o anímico, y lo anímico-espiritual, en la confor-
ces). La tierra vegetal de toda humana vida, vivencia, creaci6n, es buscada ahora, maClOn del cuerpo y las mamfestaclOnes corporeas. Se pone a la fisonómica y gra-
tratándose ya del individuo como de los pueblos, en las fuerzas instintivas e impul- fología, junto can otros hechos, en el punto central del conocimiento del hombre y
sivas an6nimas, por así decirlo. la ciencia de la vida, sacándolas de sus posiciones marginales inciertas' se halla en
f~rmaci?n ,-!ua ciencia ge?~ral de la expresi6n como doctrina de la actividad y ma-
2. Un rasgo muy importante de la nueva antropología en formación, mfestacI6n mteg'tales y vlSlbles del hombre, tal como se revelan en la escritura en
es su intento de considerar al hombre como u n ida d "c u e r p o-a 1 m a", la conducta, en el gesto, en el lenguaje. Las viejas teorías de la expresi6n (Dar~'vin
aunque tal vez en ninguna época la diversidad de convicciones acerca de YV: :W undt ) se consideran ra ente~amente insuficientes; ante todo, con L, Klages s~
mIClan nuevos puntos de VIsta, qUIen ha logrado ya particulares éxitos en torno de
la integridad del ser del hombre ha sido tan hondamente pensada como este dominio total. Para captar la unidad anímico-corpórea es sobre todo importante
hoy. Pasa a segundo plano el viejo dualismo, de origen platónico y carte- la inmediate~, de las relacione~ (no determinable por n!ngún 'concepto d~ causaci6n)
siano. Las teorías, provenientes de la Edad Moderna, de la mutua acción de la expreSlOn y del acto m1smo de auto-expresar, aSI como la penetrante idea de
-que pe~tenece a la esencia de lo espiritual en general la exteriorizaci6n material y
psicofísica o del paralelismo -hacia fines del siglo XIX, en que hubo tanta perceptIble y, por así decirlo, el lenguaje. Surgen también consideraciones filos6ficas
hostilidad por la metafísica, y que fue tal vez el único problema en que que tratan de ver en la expresi6n el fenómeno originario de la vida en general.
se mantenía viva la discusión metafísica-, se revelan insuficientes para los
nuevos temas. Frente a la parcial acentuación de los "influjos" físicos (fisio- 3. La restauración del tema del hombre (que en su parte llevaba ad
lógicos) en lo espiritual-anímico, que hizo triunfar al naturalismo contra la absurdum, particularmente la convicción positivista de que la realidad
vieja doctrina del alma, ahonda de modo extraordinario el nuevo siglo en la está repartida entre las ciencias positivas, y de que a la filosofía, por tanto,
mutua dependencia y relación de las diversas vertientes y estratos de la sólo quedaban las tareas reflexivas de la lógica y de la metodología, etc,)
vida integral humana; sobre todo se pone al desnudo, por la medicina, se genera a la vez de los viejos caracteres esenciales del hombre como la
el profundo influjo de 10 anímico sobre lo corpóreo (enfermedades psicó- 1 i b e r t a d y la p e r s o n a 1 ida d. El estilo naturalista de pensar del
genas). No se tiene la tendencia a considerar lo fisiológico como causa de siglo XIX, que había penetrado hasta en la práctica, por ejemplo en la
10 psíquico, ni viceversa, sino de comprender al hombre, primariamente, interpretación del derecho y en la administración de la justicia, trataba
en todas sus funciones y modificaciones, incluso en sus desdoblamientos y de. mostrar al, ~ombre como un punto ~e cruce de vastas -legalidades y
antagonismos, a modo de una psicofísica unidad vital, tal como se nos senes .de condIclOnes, para las cuales summistraron un abundante material
ofrece en la cabal experiencia del análisis de las ciencias particulares. Tam- nuevos descubrimientos de carácter sociológico, heredobiológico psicológi-
bién aquí se revelan variadas perspectivas metafísicas de nuevos puntos de co, históricp. La actividad del hombre singular, su responsabilidad y libre
partida en lo dado de manera inmediata. albedrío, la interna espontaneidad y peculiaridad de su personal esencia se
perdi~ d~ .vista más y más .. Psicología, sociología, historia se hacen pasar
Sean nombradas aquí tres tendencias inquisitivas, que en esta direcci6n exhiben en prmcIpIo y de modo eVIdente como una consideración "científica" de
e inauguran una nueva concepci6n medular de la unidad anímico-corporal. Una es
la doctrina médica de la "constitución", qu.e, según el precedente francés en las pos- base d~terminista (las más, d; l~s v.eces. de índole naturalista, o, por ejem-
trimerías del siglo XIX~ se esfuerza hoy enérgicamente por mostrar los tipos de la plo, afIrmando el curso dIalectIco mevItahle a modo de testimonio de la
personalidad psicofísica, cuyas notas esenciales se sacan tanto de lo psíquico como "cien~ia") '. El presente opo~e a e.sta maner~ muy socorrida de interpretar
de lo corpóreo, tanto del carácter como de la estructura corporal, y se refieren a la la eXIStenCIa como un apaCIguamIento en el curso del devenir un nuevo
unidad de la integral vitalidad en cada uno de los tipos de vida (Fr. Kraus, Kretzsch-
mer). La nueva manera de plantear las cuestiones ha progresado mucho en la sent~do ~n p~o de la libertad y aI?tit~~ decisoria del hombre, 'en pro del
psicología (C, H: ]ung, E . .Taensch, Kroh) y en la nueva caracterologia orientada destIllo mdIvIdual de la autorreahzaClon en cada una de las situaciones
en sentido médico. Las flamantes ideas que se obtienen de aquí para la biología y de la v:ida . \ incluyendo t?~o.s los factores detenninantes), en pro de la in-
patología de la persona cobran inmediata importancia en el marco de la concep- de~ermInac~on de las pOSIbIlIdades del futuro y la espontaneidad de planes
ción filos6fica del hombre (L. Bir¡swanger), e mtervenclOnes,
Así como en estas investigaciones, entre otras, se destaca la inmensa importan-
cia de 10 corpóreo y de la especie de vitalidad para la integral estructura de la/per- De esta guisa se siguen hoy nuevos caminos, sobre todo en el problema
wnalidad y en sus posibilidades, también se c;.onsagra al problema del organismo un metafísico de la 1 i b e r t a d del a vol u n t a d, que a la vuelta del
40
626 VIII. La filosofía del siglo XX 49. Hombre e historia
627
siglo había caído en descrédito como "incientHico" en - amplios círculos, alem.án y sus re~:lancias europeas, cede terreno este principio a la razón
por -ejemplo en el neopositivismo (hasta hoy), al paso que en el campa~ ;.: YOldad, al.esplrItu.e Idea, a la. conciencia y humanidad; y sólo el idea:.
mento contrario de la filosofía idealista trascendental se convirtieron en
punto de partida, libertad y espontaneidad espiritual como caracteres ~s,?~ poslrno)rh (Welsse, J.. H. Flchte) y sus continuadores (por ejemplo
elC mue er an pro.segUIdo, partiendo de Kant mismo a su manera el
evidentes de la "conciencia" que condiciona y somete a normas toda reali-
te~a den toda su .amplItud filosófica, las más de las vecc~ ligado a deter-
dad objetiva, con sus legalidades. Las nuevas maneras de plantear los mma a~ concepclOues del mundo y al servicio .de éstas (en Franci .
problemas no se hacen en los marcos de una construcción metafísica, como
era el caso en la filosofía de la libertad del idealismo alemán (y de sus
Ren~>uvler y alguno: ~tros -en el siglo xx, Hamelin-, o en In laterra
~rr~ntes mona?ologIcas en lucha contra el idealismo del espí~itu v' gr
1:;
:ulteriores manifestaciones hasta el neohegelianismo del presente) o del
c ,ag~art, WI.I~on Carr). ~a filosofía ~rascendental, por su part~ habí~
"espiritualismo" francés; se insertan conscientemente en el curso de la
vida humana y su situación dentro de la realidad que se ofrece a la ciencia :f~~:;ra o lun Sltl': pa!-'a ~a Idea moral de persona (personalidad inser-
toca a~ ~n ~ concl.enc1a· umar;a en gex;eral. La psicología empírica, que
<
y a la experiencia de la vida. Se trata de exhibir la libertad del hombre
individual, conCreto y real, en su vida en el tiempo, frente a la tendencia f om re rmsmo para SI en Su mterna estructura, laboró mucha
lempo, puntualmente, en, la solución del rin·· d 1
unilateral -y hace poco aún dominante- de buscar la libertad en lo pulverizando no sólo el "alma" sino hasta el "yPo" ClPIO e t a p;rs,:na,
' en eIemen os pSlqmcos
supraempírico-supratemporal (carácter inteligible, espíritu, conciencia en
general, "Idea" de la libertad a modo de punto de vista necesario de nues-
1 . l
procesof; p~rtlcu ares. Frente a eso, partiendo de una teoría psicológico_
enomenooglca de los actos (Brentano, Husserl), se produce un avance
tro obrar), y de abandonar, en manos de principios causales de experiencia en el ~ro~l~ma de la personalidad, en el que coinciden ho variados inte..
la realidad psíquica y social, como si no se tratara de otra cosa que de reSes fIlosoÍlcos acerca de la esencia de la "individualidadY, del s d l'
hechos naturales. El afán de la época apunta dondequiera a superar la pe~ont, de la person~1idad, impulsados, ya por la doctrida ,del e~or:br:
mera oposición del determinismo e indetenninismo, a captar la libertad
humana en los marcos de la honda necesidad y del patente ritmo de la Ycl·ene. adclultur,a. de NIetzsche, mcluso por Dilthey y la temática de la
Cla e eSplntu. ,
existencia natural e histórica, y de concebirla en su carácter positivo,
según el cual puede conformar la realidad -no sólo como contingencia Dentro de los dominios de la fenom 1 ' d I ' '
e indeterminación. M. S che 1 e r, en los marcos de su éf lno ogla e os actos,. caracteriza nuevamente
tro de actos'" oniéndolo en .. ; 1 a, .,el ser de la persona como espiritual "cen_
table, incluso' ~I yo de la ex~~~i:~~i~ i~~;~; a Jo psíquico objeti,vamente experimen_
Tocante a esta nueva pOSl'clOn en el VIejo problema de la libertad, es particu- es y ,vive en, actos se ofrece aqul' de man . d~rsona, este autonOmo ser, que sólo
-1armente significativa la doctrina de la libertad de E. B o u t r o u x y, después, de .
d e] yo (que mcluso - era lversa 'que alma y ·d d ..
aparece en grados de la evoluci' d d ,,01 a , ConCIenCIa
dei
H. B e r g s o n, que se fue generando de la tradición del espiritualismo francés, y en
la que el primero de ellos parte de una consideración de la estructura total de la nalidad propia) -Como núcleo esencial propio 'del ~::mbon e auci n dada 'pe~sC?
dual de eXIstencia del espíritu en el ser c~ncret 1 re a mo o. e. arma md1vI-
realidad en sus diversos grados (importante punto de partida para la ontología re- e~;preciso pensar a la ,persona como incapaz de :;~:r's C0U;to real}ZaClÓn de ac!os,.
gional del presente) y del rol que juega en ella la legalidad natural; el segundo, por ClOn o en la correahzación y postrealización p d, e obJe~o. Stlo en la reahza-
su parte, avanza en lucha contra el mecanismo dogmático de la psicología tradicio- el "ser" personal. Aquí fracasa toda ontolo fa de e ser caJ?t:::, o e acto y con ello
nal hacia una característica positiva de los actos de libertad como una suerte de
actividades de concentración de la persona total, partiendo de sus capas más pro- dula] res intenciones de la doctrina fichteanag de
arle ante en el tema de la (h.
1: ~~~~i6d~Je(~v~hendtle tra)zada].] Me-
. a an ung se evan
fundas, que es posible, precisamente, por la temporalidad esencial de la vida psíquica. del espíritu de Gen t i '1 e) :ersona ay partlcularmente mfluyentes en la filosofía
(Esta concentración no es común, ya que se alcanza raras veces y rompe con todos
los mecanismos habituales~) . Pero la individualidad ·pertenece a la esencia de la '.
Al paso que esta última doctrina de la libertad parte del carácter del hombre .W
tIculares contenidos de vivencia (o debido a peculia 'daaersona 1sma , no por par-
que se descubre creador y cambiante, el nuevo análisis del problema de la libertad en la manera de pens~r (!e~ siglo xvm) se torna el rhom~~esepn:~uli~~or;~:a:des, COLmo
de N. H a r t m a n n proviene de la ética y de la relación regulativa para ésta, de personas son absolutos mdivlduos 1 .. 1VI uo. as
Con la individualidad radical ~or su se.r, y va or, por su exIstenCIa y tarea de vida.
la libertad y responsabilidad, como piedra de toque de una metafísica de la vida
moral. Tal análisis se inserta en el desarrollo kantiano del tema (antinomia, libertad esenciales de cada persona en s~ud~o~~~~n .~nt (t,~ascenden;ia. y ~;ansintelig{bilidad
en el entendirruento positivo, libertad bajo ley) y se desenvuelve sobre la nueva otras. VI a persona mtIma ) respecto a las
base de la ontología regional de la realidad que acabamos de citar y de la ética mate- Al paso que aquí se percibe aún en el autor ciert . fl' d .. . _
rial de los valores. Continuando la antinomia kantiana de la causalidad en una "anti-
nomia del deber ser", ahora formulada, que se opone a la disolución de la libertad
especulativo, en el que recae en los últimos años de su ~.~n u(J~
creciones espirituales, independientes de cuerpo y ti 1 a
d
:spITltu~hsmo
a.f: mlhr que con~
en lo supra-personal (concepto de libertad del idealismo y de las doctrinas religio- la realidad orgánico-psíquica) la teoría de la empo, Se malll lestan por si en
so-teleológicas), se concibe la esencia y la posibilidad ontológica de la libertad per- gógicas y problemas que se ~lantean las cienci.iserd~?ae q~\ par~e de tareas pe?a~
sonal bajo expresa acentuación de la raíz irracional de este problema metafísico ori- o. qu~ p.roced:n de conocimientos de psiquiatría (K, Jassp:::)u ~ ~~~nger, )or eJ.),
ginario, que, al fin de cuentas, "no queda resuelto". nenCm mmedmta de la integral esencia del homb P , s SI uan en a expe_
tigaciones de la caracterología (estructura d 1 re. EI?- g~nral, las recientes inves-
En íntima relación con esto se hallan los puntos de partida de Índole importantes contribuciones para el tema. Desde ~i:~;e~e e .ser pe:sonal) brindan
filosófica para captar la noción de p e r s o n a. El problema ha sido nue- problema en su conjunto· captar radicalmente la sc e se VIene senalando el gran
vamente formulado desde la concepción esencial del hombre como persona unidad (en particular su desarrollo unitario) y en sup~~on: h'!:I;.cina e~ su esencial
en su diversidad de capas y en el desgarramiento d on ane1. re.ctora, así como,
frente a toda suerte de' "cosas", de Kant, sólo que desenvuelto sistemátipa- mente independiente pero que tamb" e Un pecuhar SIstema relativ. a_o
mente, por de pronto, en los marcos de la filosofía práctica. En el Idealismo h k ' len opone unas capas a ot
t a c k e r ha bosquejado una teoría de la estratificación d· ]araps.
E· h R
r1C o"
e ersona h umana"
628 VIII. La filosofía del siglo xx
49. Hombre e historia
629
4. Otro acceso a la antropología filosófic,: lo d~termina p~imariamen
te el pro b 1 e ro a del s e TI t ido de ~ ~;{1stencla ,hum~na, ser y sen- restricción impuesta por la seguridad de la época idealístico-trascenden~
tido realidad y valor existencia y "destmo : he aqUl nOClOues q~e ~n ,la tal-positivista, renunciando a toda reflexión metafísica, en aras del rigor
esen'cia del hombre n~ pueden separarse entre sí, como ci.?d otros bl om~n;os ~'científico" e incluso a los últimos problemas de la existencia, parte,
ontológicos. El hombre del siglo :xx llega a ser en tal me 1 a pro eraf~;co puntualmente, este filosofar de aquellos hechos fundamentales de la vida
a sí mismo como antes apenas ha sido imaginable, y esto pone;- d a ~ 0- human~, del contraste y complicaciones, de los abismos e inseguridades,
sofía ante 'una situación enteramente nueva y ante una mue e uro re de la indigencia, culpa y preocupación de ésta, tal como se originan las
inabarcable de problemas. La conciencia del ser y del, ~undo se encu~ntr~ tensiones encontradas de nuestra acción.
en crisis; la convicción de la vida, el fundamento ldeol~g~co y nexo ratlo~a_ Los grandes precursores surgen ya en el siglo XIx: el danés S o e r e n
de las grandes tradiciones occidentales del mundo daSlC? comod de c~ s K i eT k e g a a r d, cuya influencia filosófica se inicia en la época de la
tiano se disgregan, Un sentimiento de destierro y desarraIgo ,c:rn e en l?" Guerra Mundial y desde entonces se siguen acentuando persistentemente,
, " que pareCIan
mImos ; l'Irmemente const rUl'dos, y a sobre base religlOsa
. " teo o~
y d' 1 y, en Alemania, Fr. N i e t z s che, quien ya en sus propias intenciones
gica o filosófico-metafísica, ya por ,las conquistas y I?oslbIhd~des e 1 a como en la honda gravedad de sus profecías, después de sus manifestaciones
ciencia moderna, El existir del hombre en su pecubandad, aSI como os ruidosas en la vuelta del siglo, encuentra penetrante comprensión y valor
hechos vitales de la sociedad, de la historia y de la cul~ura se p,?uen con filosófico, Ensayos importantes encaminados a desenvolver los nuevos temas
una radicalidad extrema frente a los temas d e s e n t Ido,... y s { n , s e ,n- campean -hoy, particularmente en la llamada filosofía existencial, como la
tido de valor y disvalor. A la época le es extrano e prunto representa M. He i d e g g e r, de otro lado K. J a s p e r s. (En Fran- '"
de arr'nonía y de transfiguración de la' realidad de ca~~, tod<,Js l~~ SIstemas cia, se perciben parecidas tendencias en los pensadores de la vida como
tradicionales de la metafísica (particularmente ~e los Ideahstas ¡?-e ~as G. Marcel y Ch. Du Bos). La "filosofía existencial" parte, como una vez
doctrinas del progreso histórico que ,llenan el sIglo XIX con sus eSlgmos en Kant, de la esencia finito-sensible del hombre, asequible a la inmediata
humanos preÍlJ.. ados); el optImIsmo . . y seculanzaClQn
' . ; de las esperanzas auto-reflexión, sólo que ahora no de la "razón" finita, de la mera "con-
trascendentes de la fe se hacen dudosas, pero no m~nos el contra-do~a ciencia" o autoconciencia, sino más amplia y hondamente de la vida
del pesimismo, de las doctrinas filosóficas de "salv~clón" y ~s tendenc~as
f integral de la existencia humana en general, tal cual se expresa en cuales-
niliilistas del siglo que termina. Junto a las d?ctn~as teologIcas Y. de d)" quiera formas de la comprensión del mundo y del yo. Metódicamente se
físicas del mundo (involucrando naturaleza e hIstona, hombre y s~cIe ~I halla determinada tanto por la vuelta a lo dado de antemano en los
la vida la jerarquía de los valores y fines de l.a vida se h~cen cuestIOna es contenidos e intenciones de las vivencias (actitud muy socorrida en la feno-
-a la época objeto de crítica o incluso de radIcal -desconfIanz~,; Aparece la menología sobre todo), como por la exigencia de Dilthey de una herme-
exi encia 'de descubrir nuevas vías para la auto-comprensIOn human::, néutica de la vida, entendida como una exégesis de sentido de la conducta
el !ntido y objetivos de la vida, que críticamente se apartan de las t~adI fáctica existencial del hombre y de las formas de su comptensión pre-
ciones petrificadas, pero sin dejar de someter a prueba las c~nce~cIOnes reflexiva del mundo y del propio yo. Problemas del ser y del sentido
históTÍcamen te dadas de la existencia humana en sus gran es ormas son pensados de consuno; la filosofía existencial se opone vigorosamente
típicas. . 1 a la separación, tan habitual y demandada en las postrimerías del siglo XIX,
Mediante un profundo saber en torno. a l? fragme~tano y a a entre filosofía científica y sabiduría de la vida, entre filósofos de sistema y
inevitable amenaza de todas las formas. de eXIstenCIa y creaCIOnes, en torno pensadores de la vida. El punto de partida de la facticidad de la existencia
, 'dad del hombre y al ablsmo en que se halla (tomando en
a 1a msegun "'d 1 h' ') humana deja atrás las doctrinas de la "conciencia" absoluta y todo lo
t su darse a sí mismo en la expenencIa de la :VI a y a Istona, puro-ideal trascendental del idealismo de todas las direcciones. Frente a
cuen
se vana generando, de la reflexión filosófica .. ' .nuevas Ideas
1 acerca 1de las las filosofías de humanidad (ora del idealismo clásico, o del neo kantiano,
.d d de propia conformación y deCISIón vItales, en o persona co~o o del neohegeliano, ora de las corrientes naturalistas y positivistas del
~~C~~I ~is~Jrico, y acerca de las posibilidades insatisfechas de ~~ esenCia siglo XIX, del marxismo o de cualquier colectivismo o del pesimismo "re-
h umana, enralza ' d a en la Tierra y responsable de la conduccIOn h d 1de su dentor" desde Schopenhauer, fundado precisamente ,en la extinción del
eXIS'tenCla' Y de su concepción del mundo. 'd -Un nuevo et os e uturo "individuo", "sólo" condicionado por espacio y tiempo), en las cuales
-sin uto ía sin creencia en preconcebIdas leyes e p::ogreso--, nueva el hombre individual queda diluído en el todo y en 10 universal por lo que
fe en la ~ter~a inconclusión y perspectiv.a de. ~a esenCIa ?-uma,na, una hace a su destino propio y temporal, y es pensado en lo esencial como
voluntad impulsada hacia lo heroico, de aÍlrmacIOn de l~ eXlsten~la y que un punto común de fuerzas suprapersonales, se form'i).la aquí la pregunta
,se revea 1 con sus grandes posibilidades por sobre el caracter
f • d abIsmal
d del
b' expresamente acerCa del individuo en su radical particularidad, finitud,
h ornb re SIn"In tentos de conciliación', un afan apaslOna .o . por 'd d 1 1 nI'
escu auto-responsabilidad. En sus extremas resonancias, (existencialismo) ha
1a autentIca real'dad
f -' •
1 ·de la vida y de hallar
. con toda su pnstml
l ' a e ugar 1 llevado la nueva actitud a un rescate del ser humano "para sí" en su
del' hombre en el cosmos ---en lo raclOnal corno en o contrano a a radical libertad y auto-responsabilidad de su propio futuro, de todo nexo
;- en -1"o traglco o en lo absurdo'
r,azon f' en .lo palpable
. o en 10-h. enteramente
d ' de sentido (jerarquías de valor) y de las relaciones entre ser y esencia
.' "b'bl
Inconce 1 e , .:--> toda esta suerte de fuerzas ImpulSIvas
' .oy. eterDfI-
son t d (P. Sartre). La filosofía de la existencia ha llegado a ser en sus formas
nantes en' 1a 1'1 10 sol'la del hombre . Pero en abIerto antagomsmo a o a (inclusive poético-literarias) y fórmulas un fermento excitante en la lucha
de las concepciones del mundlJ en la actualidad. '
1
:1
1¡
49. Hombre e historia 631
630 VIII, La filosofía del siglo xx
truccÍón de las ordenaciones vitales). Importantes incitaciones en torno de la filo-
La analítica del ¡'existir", de M. Heidegger, fenomenológiciunent~ desenvuelta, sofía moral han sido dados en Inglaterra por G. E. Moore.
significa un peculiar ensayo de antropología, determinado en s~ contemdo ante todo La filosofía existencial de K. Jaspers se aparta, como "esclarecimiento de la
por Kierkegaard prescindiendo de la contribución allí contemda para una ontolo- existencia", radicalmente, de toda temática ontológica, porque ésta cae en el peli-
gía regional (c~acteres estructurales del existir a mO?,D de ."exis~enciales", trente gro de cosificar y petrificar la libertad originaria. El alumbramiento filosófico es una
a' las cate,!!;orías del ser objetivo), como de la pretenslOll arn~a cltad,a (paragrafo apelación a la vida y decisión (de cada cual); el hombre, una existencia que se va
48,4) de plantear, desde ahí, -el problema del ser en g~ncr.al ( ontologm fun.d~.me1;l autoconstituyendo, autodesarrollando y autocomprendiendo. Todo lo "teorético" la
tal"). El existir, que siempre se revela en lo dado por 51 m1smo como algo ong,mano filosofía con su fijación de estructuras, se halla aquí en su límite (por tanto, no c~mo
y esencialmente indivi~ual (en t.odo. caso, ,lo mio), por tanto, ,no como l~ y o 1 dad en Kant, las ideas de lo "suprasensible"): El viejo anta.!:{onismo de vida y especulación
en Fichte, no como sUJeto, conCienCIa o hbertad en general, smo co.mo VIVO-Sum, es que partiendo de Jacobi preocupó tanto a Fichte, cobra nueva vida. '
fundamentalmente comprendido como poder-s~r, como un autodesphegu~ de sus pe- El alumbramiento de la existencia, cuyos antecedentes se colocan en las con-
culiarísimas posibilidades. Posibilidad real y hbertad en desarrollo (segu~ el :prece- tradicciones de la existencia misma y en negaciones, comprende, al lado del yo mis-
dente de F. H. Jacobi y Fichte) son los caracteres medular.es de la ~lstenCla; se mo y su ámbito de voluntad y libertad, las dimensiones de la participación de la vida
desecha todo ser como mera Hexistencialidad", a la cual se orienta la actitud natuy,al y del espíritu del sujeto en comunicación can otros y en la historicidad. (Aquí in-
del hombre respecto del mundo, que incluso ha si~o det~r;ninante en ~a cor;cepclOn fluye fructíferamente también la doctrina de la historia y de la sociedad de M.
ontológica y teoria de las categor~as de .la. ontologla tradICIOnal. La ex!stencla es .,!n Weber.) Si con ello se dilata el marco del concepto de la existencia, grandemente,
"estar siendo" que siempre necesIta deCidIr sobre su ser (y que se entiende tamblen la tercera parte de esta filosofía (dividida en "orientación del mundo, alumbramien-
inexpresa e i;reflexivamente). Esta decisión precede, al fin de cU;,nt,;s, a .l~, tom¡ to de la existencia, metafísica") va más allá de la inmanencia del ser y sus situa-
de posesión o no de la vida íntima, a~ acto de ganar. o perder la , eXls~encIa rea, ciones de límite, a perspectivas positivas en 10 trascendente y absoluto. Autoselección
a la elevación a lo que así mismo se tIene y es aseqUIble? a l~ caId~ ~Iempre ame- de la existencia y conducta propia en relación con 10 que trasciende radicalmente
nazante en lo banal t'man") o a otras fuerzas de la eXistenCIa cotIdIana. El des- mundo y ser concreto, quedan unidos íntimamente. En las decisiones temporales de
o tino del hombre que se descubre en la vida misma humana, es llegar a ser .10 q~e la libertad (y sólo en ellas) se toca la eternidad; continuando antiguos puntos de
se es. Precisamente la temporalidad esencial y la limitación temporal de la eXIstenCia vista filosófico-religiosos, oriundos de la ética de la libertad (Fichte), se lleva a cabo
apunta sin cesar a ello: en cada momento me hallo proye.ctado. a la, muerte, que es, el tránsito a 10 metaHsico, partiendo de la conciencia de que es deficiente en la mera
intransferiblemente, lo mío. Con la muerte s~ halla; l.a. exlst~nCla mIsma frente a su ser palpable en símbolos ("Chiffren"). A la conciencia existencial pertenecen por
poder ser más propio. La muerte es su propia POsIblhdad msupe.rable. . , de la existencia a toda fijación racional del ser en sí, toda vez que esto sólo puede
Con la restauración del problema de la muerte -que en el sIglo XIX caSI habIa existencia para el recto obrar, el recto fin. Sin embargo, se rehusa esta metafísica
desaparecido por completo de la filosoria, pero que antes (aunq';le en g~neral) ha- manera esencial horizontes conexos de contactos diferenciados, bien que no corres-
bía sido tratado siempre en los marcos de los supuestos de la mmortahdad, como pondan objetivamente a formas supuestas de estos. Uno de ellos es el contacto con
ocurrió incluso en Schopenhauer o en el joven :feuerbach y. que hoyes nuevam.ente la trascendencia. Contra toda teología positiva y metafísica de la razón de lo abso-
acometido desde el tema de las estructuras esencIales de la vida,. como y~ se advl~rte luto (por ejemplo dentro de las pretensiones del idealismo alemán de Hegel, y tam-
en G. Simmel y M. Scheler (obras póstumas), con tal restauracI~"?, dec~n:os,}a hloi bién de Schelling y del idealismo posterior), opone su concepto de la creencia, en
sofía de la existencia toca problemas que pueden ser llamados metaflSlcos .en e el autodesarrollo activo, en- el éxito o fracaso, para lo cual la filosofía puede sumi-
sentido estricto del término. Para tal concepción del hombre el carácter esencIa] dI nistrar con inmediatez sólo certidumbres contra la duda, la negación, el falseamiento.
éste (tanto tiempo olvidado o excluído), es decisivamente, el de, ser
metaphysicum: esto es, un ser viviente que no se consagra agUl y. a, en a
JP ¡
am m Metafísica de lo absoluto al estilo de los clásicos sistemas (particularmente tam-
bién del idealismo alemán), pervive hoy en múltiples direcciones y renovaciones. Las
filosofía y las concepciones del mundo, a los menesteres problemátIcos e m~6nsos. de más difundidas corrientes son las del idealismo del espíritu, por una parte (en los
la metafísica, sino que en sus actitudes funda:nent,;les, ante~ de todo refleXl n CIen- países anglosajones, de Berkeley como de Hegel, en Italia, ante todo determinada
tHica se planta frente a los enigmas de la eXIstenCIa y, al fm, frente a los temas de por este último), y las del neotomismo, por la otra. En Alemania, R. E u c k e n
lo absoluto y de la nada del porqué del ser en general. desde el siglo XIX, y después H. Schwarz ("filosofía de 10 no dado"), retornando
Heidegger no parte de la "disposición natural" metafísica d~ la ¡'razón" como a Fichte y a la mística alemana, desenvuelven nuevas formas de una metafísica del
en Kant o de la necesidad "metafísica" como en Schopenh~;mer, smo emprende otro espíritu; por parecidos caminos discurre la metafísica idealista de Max Wundt; tam-
nuevo c~mino: análisis de las concordancias y determinacIOn~s fu~damln.talís. pr:r bién la de O. Spann. En Francia están a la orden del día, no sin contacto con la
pias de toda vida, que tocan los últimos problemas, de la eXlsten~~a. E ;n" UJO ~ gran tradición del "espiritualismo" religioso, peculiares tendencias de una metafísica
Kierkegaard se subraya particularmente en .el fet;0meno de la andgustta,
de una manera de ser característica de la eXIstenCIa, que ante la na a presenta a
COi cristiano-religiosa (Lagneau, Bréhier, M. Blondel, L. Lavelle).
La tendencia, nacida del evolucionismo de salvación de E. v. Hartmann, de
posibilidad del Hno ser". , . . ,. h ' una gran diversidad de antecedentes, de concebir lo absoluto (apartándose de las
El desarrollo ulterior de Heidegger ha ido de, u!l anallSls desc-:lptlvo-. erm1neu- tradiciones teológico-metafísicas y partiendo de nuevas experiencias de la realidad y
tico de la existencia (Dasein) a la pregunta ontologlca en un sentI~o. umver~a -me- representaciones del mundo) fundamentalmente como d e ven i r, de buscar el ser
tafísico (en polémica Hdestrucción" con todo aquell? que la !r~d.Iclónb occl?ental originario y la necesidad de los antagonismos y conflictos, incluso de las rupturas y
consideró como met~física); el te;na e~istdenlcihl
ceso dotado de sentIdo, de la eXistenCIa e
Pb fV1ve e'~h·e~o~i:,~IO s~d~~ti~o,?r~~
oro re en H 1S Y" h bl
faltas de sentido en la naturaleza y el hombre porque desplazan la perfección divina
y la absoluta armonía no ya en el origen, sino en el fin del proceso cósmico -pro-
pug~a o convivencIa dentro de la apertura del ser y de su estar cerrado para a ar ceso cósmico qll-e se eleva a autodesarrollo de la divinidad, y en el que el hombre
COn términos heideggerianos. b1 " al participa decisivamente-, todo" esto halla en el presente múltiple acogida (bergso-
Al aso ue en Heidegger queda en segundo plano ~l pro ema e t 1 ~ 0, guna nismo en Francia; en Alemania, por ejemplo, M. Scheler; en Inglaterra, S. S. Laurie,
vez mu p decfsivo en "Kierkegaard y que se mantuvo maS tarde en el ftlosof~r de A, N, Whitehead),
Nietzscli'e en permanente tensión, otros pensadores del presente aborda17 la eXlste~-
cía humana, prefe ren tem¡ente d
mann oponen a 1a 1ey orma 1
ee~dt'lecataJerrk~~=~ ~~aS~~~l~: ~a~::fJe~aE!;a~::"~
. 1 d '
5. El problema acerca de la especie del ser y sentido esencial de la
en su~ estudios acerca del principio ideal de valor y parttcubannente ~ un~. Jeri~ existencia hmnana está en el presente, como en las épocas clásicas de
uía anriorética de los valores. Con ello crean una nueva a.se par~ I.1!ves Igar , . la metafísica, Íntimamente ligado a los temas del s e r s o e i a 1. La ten:-
q, 'd d' 1 t h o s del hombre tomando en cuenta su dtferenClaClOn o re1atl-'
ehCI a mora y e l . . b t b"
.d d . 'd' .d al social e histórica. Smgular ImportancIa co ra am. let;, en re
t otros
,
dencia en la filosofía del siglo XIX, sobre todo en las ciencias psicológicas,
~i a roble:~ de 'las ilusiones y mixtificaciones ,de l?s valo~es ,(pr.?~IgUlendo la con- que se propala y que hondamente se inserta en la conciencia general
P" dI"
cepClOn e resen I t'ml'ento" de Nietzsche y de su mfluencla hIstorlca en la rec:ons-
632 VIII. La filosofía del siglo XX 49. Hombre e historia 633
de la vida, de concebir al hombre (donde realmente se hace objeto de sí se vincula doquier a discusiones teorético-científicas, que son de actual
mismo en su realidad concreta temporal) al fin y al cabo como esencia importancia para la joven ciencia que se halla en vías de transformación;
singular, una tendencia que penetra hasta en el "colectivismo" de la doc- inevitablemente se pasa de esta actitud metódica, desde Toennies y Durk-
trina de la sociedad, se va superando poco a poco. El originario problema heim en las postrimerías del siglo XIX hasta el más inmediato presente
en torno a "individuo y sociedad" se plantea sobre nuevas bases: ahora (H. Freyer), a temas categoriales y a formulaciones ontológicas de la
ya no tanto haciéndolo culminar en lo ético-religioso, o en idea y exigen- realidad específica de 10 social partiendo de la íntegra estructura del
cia, sino parando mientes en la cabal existencia del hombre. Partiendo de mundo humano-social-histórico. En Alemania, son E. T r o e 1 t s c h,
hechos vitales nuevamente descubiertos, gana terreno la idea que se había Max Weber, Alfredo Weber, H. Freyer, los factores de este
explorado desde Fichte en los marcos de la metafísica, del modó más desarrollo.
profundo, la filosofía de la historia, de la sociedad y del Estado del Idea-
lismo alemán: de que el hombre singular por sí (con sus posibilidades Ta~bién en este dominio ontológ"ico, el nuevo siglo se aparta ante todo del
naturalIsmo, con el que se encontraba íntimamente entretejido el nacimiento y el
y quehaceres, hasta en su última intimidad como en todas sus relaciones, primer auge de la sociología. Gracias a una creciente comprensión de las estructuras
existencias interindividuales) sólo es en y por unidades de voluntad y de y texturas especHicas de tal dominio, pierde su fuerza particularmente el objetivo
vida sociales y superiores, que eUas sostienen y de cuya sustancia él vive de la "física social", de la ley natural sociológica (proveniente de la sociología fran~
y en ellas desemboca su acción. Ya dentro de la psicología se ha dado el co-ing}esa y alimentada Con los rendimientos de la estadística social), que con fre-
cuenCia y en amplios círculos se identifica con el nuevo nombre de "sociología" aún
paso en este sentido en las investigaciones de la "psicología de los pueblos" en las discusiones epistemológicas acerca de la diferencia esencial entre cienci;s de
desde Wundt y de la "psicología de las masas)) (Le Bon); un peculiar la naturaleza y ciencias históricas. Llega a ser nuevo tema la dinámica evolutiva de
repertorio de problemas descubre la designación de "M i t w e 1 t" (al las fuerzas sociales, que no se condensa en leyes de repetición (pero tampoco en
lado del "mundo externo" hasta ahora solamente considerado) en las des- formas biológicas de causalidad), que desde un principio se advierte en la sociología
alemana (arrancando de la filosofía 'hegeliana), pero que se limita demasiado en el
cripciones de la fenomenología, que asimismo tienen sus consecuencias esquema dialéctico de una evolución de antagonismos y de lucha hasta una síntesis
en la filosofía existencial. Entre las corrientes metafísicas y filosófico- final y, al fin de cuentas, se mezcla a las doctrinas' de la época del mecanismo
generales del presente, es ante todo el neohegelianismo (por ejemplo en naturalista (desde el marxismo hasta Lenin), Con ello se impone dondequiera la
Italia, ahora particularmente Gentile), quien opone al concepto atomís- idea del carácter esencialmente histórico de todas las realidades sociales (y por ende
también, de toda metódica sociológica). Con el carácter histórico de la' sociologí~
tico-individualista de sociedad y a un simple planteamiento de la acción "concreta" como "ciencia de realidad", que se libera de todas las representaciones
reciproca de los individuos y de la combinación de sus impulsos e intereses, ideales~abstractas o naturalistas-abstractas de la "esencia" supratemporal de la socie-
la doctrina de totalidades supraindividuales de la vida en comunidad, como dad, se acentúa también hoy nuevamente la referencia de toda sociología a las si-
reales unidades. La filosofía idealista de la sociedad de O. S pan n, con tuaciones del p r e s e n t e (en todo caso en la fundamentación de la sociología
aleman<l;, pero que de hecho es regulativa para toda sociología en general), una
su apasionada lucha contra el atomismo sociológico y su metafísica ('uni- referenCIa que ya no se concibe a modo de una tendencia y aptitud práctica) compa-
versalística" de la "ramificación" y "seccionamiento orgánico" y de la rable a una técnica fundada en la ciencia natural, sino como una autocomprensión
recomposición de lo seccionado, se halla determinada esencialmente por del presente y de sus tareas históricas en el desarrollo de la sociedad (sociología
la metafísica hegeliana del espíritu; pero crece también el peligro, ya como ciencia del ethos~ H. Freycr).
perceptible en Hegel, de borrar el propio ser personal en aras de un Tal idea del carácter histórico de la vida social gana terreno frente a las ten-
dencias .de lp. "sociología formal'l, (G. Sin:;mel), originadas apenas en el siglo xx;
pensamiento metafísico de sustancia y de un concepto del espíritu, que una soclOlogla que :-~o.r sl!- p~~te, se desvll;cula del naturalismo, pero al precio de
flota, por así decirlo, en el aire. Aquel pensamiento metafísico de orga- pasar P?r alto 10 hlstonco-mdlVIdual que solo es tomado como ejemplo y material
nismo, que llegó a ser tan eficaz en el idealismo y en la filosofía romántica de partlda~ se conecta al tema fundamental, la distinción esencial de las formas
de la sociedad, se explota ahora nuevamente (Schaeffle, Krannhals). sociale~, (la distinción ,de ,!oennies entre. com~~idad y sociedad) .Y lleva a una post-
formaclOn de una teona ngurosamente slstemauca de estructuras mtemporales ("geo-
Para el nuevo acceso filosófico a estos temas llega a ser decisivo el metría" de las formas sociales). Los "tipos ideales" de M. Weber como marco de
desarrollo actual de la s o c i o lag í a, fundada en el siglo XIX, y cuya estas generales tendencias dinámicas y culturales y posibilidades típicas de la vida
existencia es una manifestación del principio universalista: una investigación social y como piedra de toque para comprender la investigación de las realidades
fundamentalmente empírica de las fuerzas y movimientos sociales, frente concreto-histórica-sociales, dejan en segundo plano, junto al concepto naturaHstico
de ley, el c~rácter' no histórir;o de este pensamiento formal, tanto por 10 que hace
a todas las doctrinas de la sociedad (particularmente del Estado) prima- a su contellldo como a su actitud metódi~a .. Pareja investigación tipológica, que por
riamente orientadas por normas, fines e Ideas, desde la Antigüedad hasta ~u p<:rte fomenta po~erosamente el conOCImIento fundamental de la ontología supra-
el idealismo y al romanticismo. Por mucho que esta nueva ciencia se haya mdIvIdual y la legalIdad estructural de las formas sociales constituye una signifi-
independizado, con el tiempo, no sólo de la psicología de lo humano, sino cativa parte de un estudio categorial de esta región de la existencia humana ll~vado
a cabo desde puntos de vista materiales e históricos. '
también de la filosofía, conserva, no obstante, con ellas íntimas y mutuas
relaciones. Una buena parte de los señeros sociólogos del nuevo estilo, C~n. el aband?no del naturalismo metodológico (y, por tanto, también
parten, abandonando la sociología del siglo XIX, que se ha ido haciendo ontologlco) del SIglo XIX, va de la mano una emancipación del concepto
superficial cada vez más, de planteamientos filosóficos de los temas o, "sociedad" respecto del naturalismo, considerado éste en su propio con-
impulsados por cuestiones de método y limitación de fronteras, retornan tenido; un concepto, a decir verdad, ya perceptible en los marcos de la
a principios filosóficos. La nueva posición de la sociología (en tanto ellq filosofía hegeliana de Estado y, después, dogmáticamente en la inicial
tiene significación fundamental para la doctrina filosófica del hombre) elaboración -de la sociología, pero sobre todo dominante en Alemania por
VIII. La filosofía del siglo XX 49. Hombre e historia 635
634
preocupaciones económicas; en especial, la doctrina económic~a de la so~ie cepto de sociedad. El reproche de Nietzsche, de que la sociología del siglo XIX sólo
investiga fonnas decadentes de la sociedad y tiene base empírica, y su reiterada exi-
-dad y de la historia del marxismo, trae consigo una teOrIa na;urahst,a gencia de un orden de dominio y de poder en toda existencia creadora (que penetre
del ser que enormemente difundida incluso en las ~asas, habla ,apr!-- hasta en el ethos y concepción del mundo), significa una extrema antitesis contra
sionad~ el pensamiento .. La sociología d~el ,siglo XX extIende e~ ~erntono los hábitos mentales, muy difundidos, de la época. Sobre todo es perforado y supe_
propio de la investigacló:r;t, de lo econonllco a todas las actlvIdades y rado el detenninismo sociológico, de estilo "dialéctico, naturalista-estadístico o mesio-
lógico, desde este ángulo visual". Se convierten en categorías fundamentales de la
producciones sociales, particularmente de la cultura; l?s mundos. de ,la sociología: responsabilidad, libertad, decisión; en lugar de la necesidad social, apa-
vida humana abiertos al saber por el gigantesco trabajo ~e l~s CIenCIas rece la posibilidad histórica, la chance (M. Weber). Frente a la interpretación '1 80 _
clel espíritu, de la etnología y de la prehistoria~ ~e la hlstona eur0J:lea ciologista" de moral, religión, lengua, conocimiento (de cuya tendencia relativista
y no europea, exigen y encuentran ahora esclarecrrruento .en l~ perspectIva aquí no puede hacerse abstracción), tal como era el caso en Francia) por ejemplo
en Fouillée o Durkheim y en la escuela de éste, se pone de relieve nuevamente la
sociológica. Sociología de la cultura (A. Weber), soclOlogIa del saber regulativa importancia de la acción propulsora e inspiración de personalidades y
(M. Scheler), sociolog~a de la religió~ (.1'.
Troeltsch, M. W;ber; sobr~ t~do capas rectoras en todos los dominios, partiendo de una investigación empírica. (To-
las grandes investigaclOnes de este ultrrno acerca de la ebca, eC?nOffilCa cante a la ciencia francesa de la moral provoca esta situación, por ejemplo la e x_
de las religiones universales) no aparecen como !lUeVOS ,tern~onos ,~ar p é r i e n c e ID o r a 1 e de F. Rauh; por lo que hace a la filosofía de la religión y
del lenguaje, la nueva actitud "psicológica" de H. Delacroix.)
ciales en sí diferenciados fructíferamente, sino exhIben el mfl17Jo POSI,tlVO, Se toma el tema sobre. base filosófica en Alemania por M. SCHELER (Vorbild
propio y a menudo decisivo de los "factores ideales" de la VIda soc:al e und Fuehrer obra póstuma), en la sociología misma en Italia por V. Pareto (signi-
J
histórica en los "factores reales" económicos (y otros), que ~etermman ficación plástico-social, leyes de crecimiento y decadencia de las élites) j en los mar_
¡¡desde abajo" el propio ser social. El problema acerca d.e la mfraestruc- cos de una consideración político-social y de crítica de la época hacen sentir su
tura y supraestructura, acerca de la dinámica específ~c:; y ,la. utua n: significación: G. Sorel (en la crítica del marxismo) y, recientemente, Ortega y
Gasset.
relación de los factores reales e ideales, se aleja"de las. v:eJas"dlstm~lOt;eS
totalizadoras especulativas (idealismo de Hegel, matenal~smo. ec~nomlco 6. Las nuevas tendencias, enderezadas a la comprensión filosófica
de Marx) y se hace, incluso para- la ontología d~ la h.lstOJ?,a, ~len, 9ue del hombre, llevan a la postre a la f i los o fía del a h i s t o r i a. Este
desde nuevos puntos de vista, en el s:nti~o de ';lna mves~lg~':lOn fI1os':lfl~a, problema, que hasta la vuelta del siglo XVIII al XIX se torna un tema
diferenciando materialmente los terntonos SOCiales e hlstonc~s y dlstm- medular de gran envergadura de la teoría del ser y la metafísica, al propio
guiendo categorialmente, y, ante todo, investigando las espe~íflcas formas tiempo que adquiere perfiles singularísimos, se acoge hoy, de nuevo; y,
del devenir y las legalidades evolutivas., Impo:tantes sugerencias para todo particularmente en Alemania, viene a ocupar el centro del interés filosó-
esto ha dado en particular M. Scheler (partlendo de los problemas de la fico. En ello participa, tanto la colosal extensión del horizonte humano
sociología del saber). " . . ' en dirección del "mundo" histórico, debido a los formidables rendimientos
Entre las tareas generales de la investigaclOn qu~ fIJa el ~uevo ~l~lo de las ciencias históricas, sobre todo de las ciencias hist6ricas del espíritu
a la sociología, dos de ellas logran particularmente Importancia deCISIva y de la cultura, como la conciencia histórica, que al propio tiempo se va
para la filosofía: el tema del p u e b 1 0, puesto en el ~e~t~o de ~a com- formando, del hombre actual, que en el esfuerzo y en el bienestar, en
prensión filosófica y científico-espirit:r~l del mundo hlstoTlco-sOCIal, por el sentimiento de valor y la crítica, en la exigencia y en la lucha, se siente con
Herder y Moeser, Fichte y el RomantICIsmo, pero hecho tema m~dular en más profundidad que en épocas precedentes, en un presente que nace
la sociología del siglo XIX pr.opi.a;nen.t; sólo por <:n w,.
H. Rlehl, );'.el del pasado, que supera el pasado y, sabiéndose a sí mismo perecedero, se
problema de la estructura y slgt;IflcaclOn del a.caudlllamlent<:" y prOS,e~ItIS proyecta al futuro. A eso hay que añadir la conciencia de las transfor-
mo en la construcción de la socIedad, en especIal de la relaClOt; de elzte. y maciones históricas de incalculable alcance, que se imponen a todo hombre,
masa, provocado nueva y perentoriamente por las transformac~ones SOCIa- y la reflexión, dada con ello, acerca de la responsabilidad y posibles
les y políticas de la época actual, y puesto a la orden del dla, e? gr~n decisiones de las actuales generaciones. La praxis de la historia impulsa
estilo y con ruda energía, por Nietzsche (~esde el ángulo ~e la, fllosofla hacia la teoría. La historia se antepone en nuevas fonnas al cosmos
de la cultura), Ambos temas pasan inmedIat:;men,te aJa fllosof.la ?~ la y a la naturaleza, por lo que hace a la conciencia del mundo y de la
historia, como que las relaciones entre la soclOlogla .one;ltada f¡l,os~f¡ca realidad.
mente y la filosofía de la historia se hacen extraordmanamente mUmas. La filosofía del hombre acoge -desde las palabras de Dilthey, hechas
célebres, de que la naturaleza humana no puede captarse por la intros-
La sociología empírica y la filosofía del pueblo, que (junto con el tema de l,a pección, sino que lo que el hombre sea, sólo la historia 10 dice- en
raza, aun en los orígenes de la investigación ciendf~co-fil;>sófica) en muchos dq~l análisis existencial, la dimensión histórica. La historicidad se concibe nue-
nios particulares, por ejemplo en los marcoS de la ÍllosoÍla del, ~stado, de las cIe~ vamente como un ID o d u s o n tal ó g i c o fundamental de la esencia
das de la educación de reflexiones medulares ~cerca de la pohtlca, de la geo!?raÍla
humana y de las dis'ciplinas históricas, se anunCIa en muchas formas y en partlcu}ar humana, que conmueve dramáticamente la existencia entera (desde Dilthey
'Se hace altamente actual como oposición a la teorética de cla~es, así cOPlo s.epar.an- y York v. Wartenburg hasta Heidegger y Jaspers); frente a considera-
dose del formalismo de la sociología en dirección a una teJ}lát1~a ~terIal hIS~ÓrlCOi ciones precedentes acerca de la "naturaleza" del hombre y su esencia
concreta' hasta ahora todo esto se desarrolla. En Alemama sIgmfIca la teOrIa -de supratemporal, al fin de cuentas. Lo que es el hombre, significa: lo que es
pueblo de M. H. Boehm, un paso hacia tal objetivo. . • i
El tema del acaudillamiento se toma nuevamente, en partl~ular en OpO.slclón a capaz de hacer; capacidad e internas posibilidades de su vida, empero,
la profusa sociología de la masa del colectivismo, que determma su peculIar con- en particular de la espiritual, sólo puede indicarlo el devenir histórico.
---,::
641
642 Indice de conceptos lndice de conceptos 643
nerviosa, 33, 5, 6; 34-, 9 (v); como Amor intellectuallis dei~ 31, 5 (IV). Antropologismo en Sócrates, 8, 4 (r); en Baumgarten, 34, 11 (v); en Diderot,
fuerza capaz de representación, 33, Analitica de Aristóteles, 12, 3 (1); 17, el Iluminismo, lnir. Cap. 11' (v); fi~ 35, 5 (v); considerado como natura-
10 (v); como "papel en blanco" en 1, 2, 3 (n); trascendental, 38, 6 Y ss. losófico religioso, 44·, 5, 6; 46, 2 leza en Kant, 40, 5 (VI); como im-
Locke, 33, 2 (v); como' haz de re- 41,7 (VI). (VII); 49 (vm). pulso hada el juego en Schiller, 42, 4
presentaciones en Hume, 34, 4 (v); Analítico, método en Descartes, 30, 4 Antropologismo ridiculizado por Jenófa~ (VI); como órgano de la filosofía, en
concepto de alma en el siglo XIX, 44 (IV) . nes, 4, 8 (r). Schelling, 42, 7 (VI); como forma
(VII); espontaneidad, carácter voliti. Analogías de la experiencia, 38, 7 (VI). Apariencia, en Demócrito, 10, 1 (1); del espíritu absoluto en Hegel, 42, 13
va de 10 anímico, 44, 2 (VII); con- Analyse de fentendement, lntr. Cap. en Platón 11, 3 C1) ; en Aristóteles, 13 (VI); como salvación en Schopenha-
cepto materialista de alma, 44, 1 l' (v). (1); en Leibniz 31, 10 (IV); en Kant, huer, 43, 4 (VI); Y Nietzsche, 46, 6
(VII) Vz concepto espiritualista del Anámnesis, 11,2 (1); 18,3 Cn). 38, 3 Y ss. (VI); en Lotze, 44, 7 (VII) (VII) .
alma, 44·, 5 (vn); como sistema de Anímica, constitución de la vida, 13, 9 V. tamo fenomenalismo. Ascetismo, 19, l' (n); 27 (m); 31, 5
impulsos, 44, 3 (VII); como idea en (1); 24, 2 s. (m); 33, 6 (v); expli- Apal"icncia y ser, 41, 7 (VI); trascen- (IV); de los individuos, 46, 5 (VII).
Kant 38, 9 s. (VI); como sentido, va- pEcada mediante las relaciones de dental, 38, 9 (VI). Asentimiento como carácter del juicio,
lor, significación; como categorías de tensión de las representaciones, 41, 8 Apatía de los estoicos, 14, 1, 3 (n); v. synkatádesis; A. inmediato como
10 anímico, 48, 2 (VIII); lo anímico (.vI) . Apeiros~ véase Infinitud. característica de las ideas innatas, 33,
como unidad vital de lo consciente e Anticipaciones de la representación, 38, Aperccpción, en Leibniz, 33, 10 (v); en 2 (v).
inconsciente, 48, 2 (VIII); alma y es- 7 (VI). Hcrbart, 4·1, 8 (VI); trascendental en Asentimiento, poder de, 36, 8 (v); 40,
píritu como enemigos, 48. 3 (VIII). Antiguo y moderno como conceptos Kant, 38, 6, 8 (VI). 1 (VI).
Alma, actividades del, división tripartita, opuestos en estética, 42, 6 (vr). Apodeixis y ciencia apodíctica, 12, 2 Asociación, leyes de la, en Hume, 34, 3
36,8 (v); 46 (VII). Anti-inmaterialismo, 15, 3; 15, 7 (n); (1) . (.v) .
Alma, facultades del, 33, 3 (v); su divi- 34,9 (.v); 46, 2 (VII). Aprioréticas, ciencias, 33, 9; 34, 12 (v); Asociación por contigüidad, 34, 3 (v).
sión tripartita, 36, 8 (v); 41, 3 (VI); Antilogismo, lntr. Cap. 21' (n). 38, 1 (VI). Asociación, psicología de la, en J oh. de
44,3 (VII). Antimetafísico, 34, 7 (v). Apriori - universal y necesario, lntr. Salisbury, 24, 3 (m); en Hobbes, 31,
Alma, partes del, en Platón, 11, 6 (1); Antinomia de experiencia y pensamien- Cap. 11' (VI); según desarrollo evolu~ 6 (rv); 33, 1 (v); en Hartley y Pries-
en Aristóteles, 13, 9 (1). to, 2, 3 (r). tivo, 45, 8 (va). tley, 33, 5 (v) y Hume, 34, 3 (v);
Alma, substancia del, considerada pro- Antinomias cosmológicas en Kant, 38, Apriori y aposteriori, 30, 7 (IV); 33, 9 Herbart y Beneke, 41, 8 (VI); MilI
blemáticamente, 33, 6; 34, 1,4 (v); 10 (.vI); 2, 3, (1). (v); apriod lógico en Lambel't 33, y Rain, 44, 1 (VII). SU estética 36, 8
44,5 (VII). Antirracionalidad del dogma, 18,4 (1I) ; 10 (v); Intr. Cap. l Q ; 38, 1 (VI). (v); su pedagogía, 41, 8 (VI).
Alma y cuerpo, cuerpo como cárcel del Aprioridad y fenomenalidad en Kant, Aspectos accid.entales (Herbart), 41, 8
31 (IV); 35, 6 (v).
alma, 6, 2 (1); unión inexplicable, lntr. Cap. 11' (VI); 38, 2 (VI). (VI) .
Antirreligiosa, concepción del mundo del
24, 1 Y s. (m); 31, 7 (IV); 44, 1 Aquiles (argumento de Zenón), 5, 7 Astrología, 29, 4 (IV).
epicureísmo, 15, 7 (n); del materia-
(VII). comp. paralelismo; relación de (1) . Astronomía de los pitagóricos 4 11· 5
lismo, 34, 9 (v); de la antropología,
lo anímico con lo orgánico~corporal, Aristocracia en el Estado platónico, 11, 8; 6, 1 (1); de Anaxágoras: 5: 5 (1);
44, 6 (VII); de la afirmación del
48,2; 49, 2 (.vm). 8 (1); en Aristóteles, 13, 13 (1); de de Platón, 11, 10 (1); de Arist6teles,
mundo, 46, 2 (VII). la educación, 42, 5 (VI).
A16gico, 10, en Hartmann, 44, 9; 46, 3 13,7(1).
Antropocéntrica, concepción del mundo, Aristotelismo, recepción del, en la Edad
(VII) . Ataraxia~ 10, 5 (1); 14, 1 (n).
21, 7 (H); 25, 4 Nota 7 (m) Intr. Media, lntr. Cap. 11' (m); Intr. Cap.
Alquimia, 29, 6 (IV). Ateísmo, 7, 9 (1); 33,1; 35, 5 (v);
Cap. l' (IV); 29, 3 (IV). 21' Cm).
Altruísmo, 32, 7 (IV); originario o de- 46, 3 (vn); Controversia acerca del;
rivado, 36, 6 (",r); explicado por un Antropología como propósito fundamen~ Aritmética y tiempo en Kant, 38, 2 de Fichte, 42, 2 (VI).
desarrollo histórico, 45, 8; 4B, 1 (VII). tal de la ciencia, Intr. Cap. 31' (1); (VI) . Atomo en Leucipo, 4" 9; en Demó~
Amistad, 10, 5; 13, 12 (1); 14, 6, 7 lntr. Cap. 11' (v); metafísica, 18, 3 Aritmética, carácter de la matemática crito, 10, 2 (1); en Epicuro, 15, 3
(II) . (n); 29, 3 (IV); natural, 30, 2 (IV); pitagórica, 4, 11 (1). (11); en Bruno 29, 4 (IV).
Amor divino, 22, 7 (m); 26, 4; 26, 5 materialismo antropológico, 31, 6 Arjée - materia cósmica, 4; 5, 1,6 (1); Atomismo, Intr. Cap. 11' (1); 4, 8; 4, 9;
Cm) j 31, 4; 31, 5 (IV); Nota 32, 6 (IV); en Vico, 37, 5 (v); en Feuer- en Platón 11, 1 (1); principio en 5,5; 9, 4; 10,2 y s., 10,4,5 (r);
(IV) . bach, 44·, 6 (VII); antropologismo fi- Aristóteles, 12, 5 (1); cuatro, 13, 2 15, 3 (II); 29,4,5 (IV); 35, 5 (V);
Amor en Platón, 11, 2 (1); como la más losófico cn el siglo XX, 49; 49, 1 (1) . refutado por Zenón, 5, 7 (1); ético en
alta virtud, 22, 7; 24, 2; 26, 4; 26, (vm). Su objeto: la realidad históri~ Ars inveniendi, § 30; 30, 2; 30, 7 (rv). Epicuro, 15, 3; 1,5, 4 (n); en la teo-
5 (m); salvador 39, 6 (VI); en Cam- ca socÍal del hombre, 49, 1 (VIII). La Ars magna de Lulio, 25, 2 (m); 30, 7 ría del conocimiento de Epicuro, 17,
te, 45, 4 (VII) Y odio como fuerzas investigación del hombre parte de los (IV) . 5 (n); sociológico, 32, 5 (IV); de los
cósmicas en Empédoc1es, 4, 7; 5, 5 hechos emocionales impulsivos (en Arte como imitaci6n, en Aristóteles, 13, intereses particulares (privados), 42,
(1) . vez de la Ratio) 49, 1 (VIII) .. 14 (1); Batteaux, 33, 6 Nota 21 ('v); 6 (VI); psicológico, 35, 5 ss. (V).
Indice de conceptos lndice de conceptos 645
644
Biblia, crítica de la, 32, 2 (IV); 35, 9 escépticos, 17, 7 (II); escolásticamen- la lógica de Aristóteles' § 12 (1). Ta-
Atributo, 31, 4 (IV). Paralelismo de los,
(v) . te, 30, '5 (IV); según Galileo, 31, 6 rea ética de la C., 14, 2 (n); real y
31 7 9 (IV); 44, 8 (VII).
Auta~q~ía como ideal filosófico, 14, 3 Bien, concepto en Sócrates, 7, 5 (1) = (IV); psicofísica en el cartesianismo, racional, 27, 4 (m); empírica y ra-
virtud en los cínicos = placer en los 31, 7 (IV); exclusivamente de Dios, cional, 33, 9 (v); dividida en Etica
(Il) .
cirenaicos, 7, 9 (1); el más alto, 14, 31, 7 (IV); 34, 2 (V); como secuen- y Física según Schleiermacher, 41, 6
Autoconciencia absoluta = Dios, en
Aristóteles, 1~, 5 (1); con~idera~a.psi 1 (n); en Kant, 39, 5, 6 (VI~. cia matemática, en Spinoza, 31, (VI). C. Natural y C. histórica, § 45
Bienes, teoría de los, de Platon, 11, 7 (IV); como capacidad de acción, (VII); positiva y comparada con los
cológicamente en los neoplatonlcos,
(1) de la Etica helenística, 14 (n); Leibniz, 31, 10 (IV); como sucesión otros conceptos de ciencia, 4-5, 3 (VII);
19 J 4 (n); primera certeza en Agus-
en Schleiermacher, 42, 5 (VI). temporal en Hume, 34, 5 (IV), § 38, limitación de la ciencia frente a lo
tin 22 1 (m); Descartes, 30, 4 (IV);
Lo~ke '34, 1 (v); principio de la fi- Bienestar general, § 36 (v). en Kant, 38, 6 (VI); C. reciproca del real, 47, 2 (VIII); ciencia del lthos,
Biología, sus problemas filosóficos en el organismo, 40, 6 (VI); de la "cosa 49, 5 (VIII).
losofía en Fichte, 41, 5; 42, 1 (VI).
siglo XX, 48,1 (VIII) . en sí", 41, 10 (VI); como voluntad, Ciencias particulares en el Helenismo,
.Autoconocimiento, 7, 4 (1); como fuente
Bondad y virtud = aretée, 6, 1, 7; 7, en Schopenhauer, 41, 10 (VI); como separadas de la filosofía, Intr. Cap. 1'1
de todo conocimiento, 29,3 (IV); en
5 (1). energía, 45, 8 (VII); crítica del con~ (Il) .
Locke y Berkeley, 34, 1 y 2 (v); en
cepto de causalidad en la física del Civilización, su valor para el individuo
Fichte, 42, 2 (VI).
Caída de los espíritus, 20, 9 (n). Siglo XX, 48, 1, Nota (VIII). 7, 8 (1); menospreciada por los cí-
Autoconservación, como hecho social
Cálculo psicológico en Herbart, 41, 8 Causa motora, 4, 8 (1). nicos, 7, 8 (1); afirmada por Aristi-
fundamental, 32, 6 (IV); como prin-
(VI). , . Causa sui, 31, 5 (IV). po, 7, 9 (1), v. también cultura.
cipio práctico, 32, 6 (IV); 45, 8
Calor, significación en el proceso cosm}- Cerebro reconocido como el centro ner- Civitas dei~ 22, 6 (m).
(VII) ; de los "reales", en Herbart, 41 J
ca, 4, 4 (1); 45, 6 (VII); calor y fno vioso, 6, 3 nota 22 (I); como asiento Claridad y distinción, -en Descartes, 30,
8 (VI). del alma, 33, 5 (v).
Autodeterminación, en sentido ético, 39, como oposiciones originarias, 5, 2 (1); 5, 7 (IV); 33, 7 (V); en Leibniz, 31,
29, 8 (IV). Characteristica universalis, 30, 7 (IV). 11 (IV); 33,10 (v).
3; 42, 2 (VI).
Canónica, 15, lntr. (u). Cielo como el reino del orden y per- Coexistencia, intuitivamente cognoscible,
Autología, 31, 8 (IV); nota 48.
Caos, como materia, 4, 2 (1). fección, según Anaxágoras, 5, 5 (1); 34,3 (v).
Autonomía de la razón práctica, 39,
Capacidades primigenias del alma, 44, 3 en los pitagóricos, 5, 8; 6, 1 (1); en Cogitare = conciencia, 22, 1 (m); 30,
3;42,2 (VI).
(VII). . Aristóteles, 13, 6 (1). 4 (IV).
Autoridad, como principio moral, 36,
Carácter, fuerza de, como ideal estOIco, Ciencia del espíritu y ciencia natural § Cogito sum~ 30, 4· (IV); 34 (V); susti-
(V); 10, 11 (1). . • 45 (VII); superación del método cien-
Autoridad, necesidad de; y conOCImIen- 14,5 (Il). tuido por _volo sum, en Maine de Bi-
Carácter, inteligible y empírico, 39, 4 tífico natural de la teoría de la cien- ran, 44, 2 (VII); comp. 4-7, 4 (VIII).
to, § 18 (Il).
(VI); 41, 10 (VI); 46, 5 (VII), C. y cia del espíritu, 47, 4 (VIII), Y Psico- Coincidentia oppositorum, 27, 6 (m) j
Ausencia de pasiones como ideal ético,
estructura corporal, 49, 2 (VIII). logía, 48, 2 (VIII); su obJeto: el "es- 29, 2, 7 (IV); 42, 1, 8 (VI).
14,1 (Il).
Caracterología, 49, 2, 3 (VIII). ritu Objetivo", 48, 3 (VIII). Colectivismo, 49, 5 (VIII).
Axiología, filosófica, 47, 4 (VIII).
Categorías, en Aristóteles, 12,5; 13,3 Ciencia del éthos, 49, 5 (VIII). Colonias griegas como los primeros si~
Axioma de la intuición, 38, 7 (VI).
(1); en los estoicos, 17, 2. (n); del Ciencia natural, forma inicial de la cien- tios de la ciencia. Intr. Cap. 1'1 (1).
mundo inteligible, en Plotmo, 20, 7 ciencia griega, Intr. (1); del Renaci- Common~sense, 33, 8; 34, 10 (v) j 45,
Baconismo, 30, 2 Y s. (IV); 34, 7; 35, 6
(u); en Kant, 38, 4, 5 (VI); del.nn, miento como hija del Humanismo, 2 (VII); como sentido lógico, 36, 7
(v); Intr. Cap. l' (VII).
39; en Herbart, 41, 7 (VI); en Flch- Intr. Cap. 1'1 (IV) § 29, Intr. Cap. (v) .
Beatitud, 13 (1); 20, 7 (Il); 22, 7; 26,
te, 42, 2 (VI); de la naturaleza, en 2'1 (IV); pura, en Kant, 38, 1; 38, 4 Compasión en la tragedia, 13, 14 (1);
5 (III); 42, 9 (VI).
Schelling 42,3 (VI); en Hegel, 42, 10 (VI); relaci6n con la teología, 40, 6 como principio moral, 41, 10; 43, 4
Behaviorismo, 48, 2 (VIII).
(VI) j en Hartmann, 44, 9 (VII) ; leyes (VI); en Schelling, 42, 3 (VI); como (VI); 46, 6 (VII).
Belief en Hume, 34, 6 (V).
categóricas de las regiones del ser (N. Ideal del positivismo, Intr. (VIII). Comprensión, fundamentalmente dife-
Belleza como apariencia sensible de la
Hartmann), 48, 4 (VIII); como for- Ciencia, teoría de la, 8, 4, 5 (1) j 34, renciada de la explicación de la cien-
idea, 20, 7 (n); como perf:cc.i~n de
mas del ser objetivo frente a las exis- 8 (v); 41, 5; 42, 1 (VI); 33, 6 (V); cia natural; comprensión histórica,
10 sensible, 34, 11 (v); medIaclOn en-
tre bueno y agradable, 36, 8 (v);_ de- tenciales, 49, 4 (VIII); categorías. d: 1~ 42, 2, 3 (VI); de Comte, 45, 3, 4 comprensión de la vida ajena, como
vida, 48, 1 (VIII); categorías' hlstOrl- (VII) . método de la ciencia del espíritu; psi~
finida por Kant, 40, 13 (vr); pura y
cas, 49, 6 (vm). Ciencia, en un sentido más amplio que cología de la comprensión, 47, 4;
tendenciosa, 40, 5 (VI); libertad en
Causa accidental, 11, 9 (1); 16, 3 (n). la expresión francesa science, 1, 1, comp., 48, 2 (vm).
la apariencia, 42, 4 (VI); del univer-
Causa final, en Plat6n, 11, 9 (1); en nota 3 (r) = Filosofía, 8, 4 (1); Común, como nota del saber en Herá4
.so como motivo religioso, 28, 1; 29, 1
Aristóteles, 13, 5 (r). originada en los griegos, Intr. (1); cUto, 6, 2 (1); en Sócrates, 8, 6 (1).
(IV); 35. 2 (v).
Causalidad, en Aristóteles, 13, 2 (1) ;/en 6, 1 (I); políticamente concebi- Comunidad, su relación con la filosofía
Bello y sublime en Burke, 36, 8 (v), en
los estoicos, 15, 2; 16,.3 (u); en los da, Intr. Cap. 3'1 (1) J concebida en de la religión, Intr. Cap. 2'> (n); en
Kant, 40, 1 (VI).
L
(VI) j como función unitaria en Aris- conciencia. dición estética en Kant, 40, 3 (VI); te, 41, 5; 42, 1, 2 (VI)' "cosa en
tóteles, 13, 9 (1); diversa de la im~ Coniecture~ 27, 4, 6 (m). en Schiller, 42, 4 (VI) j como reden_ sí" en Herbart, 41, 7 (VI,'; voluntad
presión, como actividad sintética, 19, Conocer como participación en la' con- ción en Schopenhauer, 43, 4· (VI). en Schopenhauer, 41, 10 (VI); no
3 Y s. (n); como acto volitivo, 22, 4 ciencia cósmica, 6, 2, 3 (I); como- Constituciones (políticas), 13, 13 (1); como causa, 41, 10 (VI); irracional
(m) ; formación del concepto de con- memoria, 11, 2 (1); 18,3 (n); como Idea de la mejor C., 32, 4 (IV); 37, 43, 1 (VI); en los neokantianos 44
ciencia, 25, 6 (lll); como única certe- acto imposible, 17, 3 (II); conocer y 1 (v); 39, 7 (VI). 6 (vn), comp. 47, 2 (VIII). "
za, 30, 4, 6 (IV); como substancia, 31, revelación, 18, 3 Y s. (11); sub specie Constitución, teoría de la, 49, 2 (VIII). Cosmogonía, poética, Intr. Cap: 29 (1);
3 .(IV) j como actividad unitaria, 33, 7 aeterni, 31, 9 (IV); como función im. Contacto como problema natural filosó- emanista, 20, 6 (n); o primera cos-
(v) j 44, 2 (VII) j como plenitud de personal y suprapersonal, 27, 2 (m); fico, metafísico, 20, 1 nota 4 (n). mogonía física, 5, 1 (1).
la forma e imperfección de la mate- 38,8 (VI); 41, 4 (VI); como relación Contemplación en la mística, 24, 2 (m); Cosmopolitismo, 7, 8 (1); 14, 7 (n);
ria, 41, 2 (VI); conciencia espontá- en Lotze, 44, 7 (VII); como relación 26, 3 Y s. (m); comp. theoría. 42, 6 (VI).
nea, 47, 1 (VIII); consciente, incons- con el objeto en Kant, 38,1 (VI); li- Contemp[atio cama intuición mística,
ciente y subconsciente, 48, 2 (VIII); mitado a lo humano en Sócrates, 8, 4 Cosmopolitismo de los sofistas, 7, 9 (r).
24, 2; 26, 3 (m).
-Vida y conciencia,- 48, 3 (vm) j he- (I); por experiencia en Kant, 38, 8 Creación, concepto básico cristiano 20
Contigüidad, 34, 3 (v).
chos de la conciencia, 41,' 6 (VI); (VI); como proceso del autoconoci- 9 (n); incognoscible, según Duns' 25'
Contigüidad, asociación mediante la 34- 3 (m). ' ,
principio de la conciencia, 41, 2 (VI). miento de la razón, 42, 2 (VI); sólo 3 (v). ' ,
Conciencia central, 44, 8 (VII). de 10 finito en el agnosticismo, 44, 4 Creación humana, 10,2,5 (¡).
Contingencia de 10 finito, 37, 3, 6 (v);
Conciencia, dintel de la, 41, 8 (VI); re~ (vn); como interpretación de los fe- Creencia, crítica de la, 47, 2 (VIII).
del libre arbitrio, 26, 1 (m)' de lo
presentaciones conscientes e incons- nómenos, 45, 8 (VII) j conocimiento individual, 27, 3 (m); de ~s leyes Cristianismo, Intr. Cap. 2'1 (11); como
cientes, 33, 10 Y s. (v). objetivo y conceptual, 33, 9 (v); co- naturales particulares, 31, 10 (IV); la verdadera filosofía en los apologis_
Conciencia en general en Kant, 38, 6 nocimiento empírico confuso, 33, 9 40,7 (VI); del mundo, 31,11 (IV); tas, 18, 3 (n); como religión natural
(VI) j 40, 3; 41, 5, 9; 42 (VI), como (v); autoconocimiento, fundamento 35, 4 (v). renovada en AbeIardo, 23, 7 (Ut), y
base de toda la filosona del conscien- de todo conocimiento, 30, 4 (tv); Contingencia y contingente de Aristóte_ los libre pensadores, 35, 8 (v); éti-
cialismo idealista del siglo pasado, 47, fundado en la intuición y como We- les, 13, 3; 13, 7 (1); combatido por camente considerada en Kant 39 6
(VI). ' , .
648 Indice de conceptos lndice de c,onceptos 649
Criterios de la verdad, 17 (II); de la Christian Science, 48 (VIII). Derecho natural, 7, 1 (1); 14, 8 (11); Hegel, 42, 10 (VI); COmo real en
verdadera revelación, 18, 5 (H); de Dado, lo, en la conciencia, 41, 4 (VI); 25, 7 (m); 32, (IV); como ideal de Bahnson, 46, 5 (VII).
la moral, lntr. Cap. 29 (v). en Fichte, 42, 1,2 (VI); en sí mismo una ciencia demostrativa, 32, 4 (IV); Dialéctica real, 46, 5 (VII).
Crítica de Kant. lntr. Cap. 1 Q (VI); suficiente, 46, 2 (VII); lo simple~ en el Iluminismo, 37, 1 (V); en Kant, Diálogo, forma de la filosofia en Só-
Antropológica en Fries, 41, 1 (VI); mente dado como objeto de la feno~ 39,7 (VI); en Fichte, 42,2 (VI). crates, 8, 6 (1); en Platón, Intr.
de la razón histórica, 4·5, 9 (VII); co- menología, 47, 3 (VIII). Derecho público, 14,8 (11); 39,7 (VI). Cap. 3' (r).
mo concepto opuesto al de metafísica, Daimoni6n de Sócrates, 7, 6 Nota 8, 8 Derecho originario (inalienable), 42, 2 Dichotomía, argumento de Zenón, 4, 10
47, 1 (VIII); crítica de la época como (r) . (vr). (r) .
problema filosófico, 49, 6 (VIII). Darse a sí mismo, de Dios, 26, 5 (m) j Descripci6n como tarea de la ciencia, Diferencia cuantitativa de lo real y de
Criticismo, lntr. Cap. 1° (VI); comp. 29, 7 (rv); 43, 2 (vr). 45, 3 (vrr). lo ideal, 42, 8, (VI); comp. 41, 6
47, 1,2 (VIII); v. filosofía trascenden· Darsinismo, presentido por Empédoc1es, Descendencia, teoría de la, 4, 5 (1); en (vr) .
tal; como esceptici¡,mo absoluto, 41, 5, 5 (1); v. teoría de la selección, Lamarck, 34, 9 (v); en Kant, 48, 6 Diferenciación, 45, 8 (VII).
1 (vr). comp. 48, 1 (VIII). (vm); nueva teoría de la descenden~ Diferenciaci6n como función psíquica
Cruzadas, época de las; significación Deber, en sentido estoico, 14, 5 (11); cia, 45, 6, 7 (VII). fundamental, 44, 5 (VII).
para la filosofía, lntr. Cap. 2'" (m). en Kant, 39, 1 (VI); en Fichte, 42, Descenso o caída de las Ideas, que pro- Diferencias, método de las, aún ,percep~
Cualidades absolutas de Herbart, 41, 7 2 (vr). vienen de Dios, 43, 1 (VI). tibIes, 44, 8 (vu).
(VI); primarias y secundarias, 6, 1; Deber como fundamento del ser, § 42; Descentralización de la cultura en el Dignidad como la ley moral, de la per.
10,2 y s.; 13,8 (1); 31, 2 (IV); 38, 42,1 (vr). Renacimiento, Intr. Cap. 1'1 (IV). sana, 39, 3 {VI};
3 (VI) j Aristóteles en contra, 13, 8 Decadencia, pensamiento de la D. opues-- Descomposition des phenoménes, 34, 8 Dinamismo en Estratón y los estoicos,
(1); de Goethe, 42, 3; 43, 3 (VI); to a la idea de progt:eso, 49, 6 (VIII). (v) . 15, 1; 20, 1 (u); en Leibniz, 31, 11
44,8 (vrr). Deducción en Aristóteles, 2, 2 (1); v. Descubrimiento e invenciones, 30,2; 32, (IV); en Kant, 38, 7 (vx); en Sche-
Cuantificación del predicado, 44, 4 apodlctt'ca; trascendental, 48, 6 (VIII). 3 (rv). lling, 42, 3 (vI).
(vrr) . Définition, en Sócrates, 8, 5 (1); en Deseo, teoría del, de Feuerbach, 44, 6 Dios Como mundo, v. panteísmo, como
Cuerpo, véase alma; etéreo, 33, 7 (v); Aristóteles, 12,4 (1). (vrr) . idea de lo bueno en Platón, 11,9 (1);
significaci6n positiva del cuerpo Degeneration, en Rousseau, 37, 4 (v). Destino, 15, 2 (n). como demiurgo, 11, 10 (x); como
(Nietzsche, Schiller), 49 (VIII); yo~ Deificación, 18, 6 ·(n); 23, 1; 24, 2; Determinismo en Sócrates, 7, 6 (1); en absoluta autoconciencia y primer mo-
corporal distinguido de corpóreo, 49, 26,5 (ru). los -:stoicos, 16, 3 (n); combatido por tor en Aristóteles, 13, 5 (1); comp.
2 (vrn). Deísmo, Intr. Cap. 19 (v); 352,5 (v); Carneades y Epicuro, 16, 4 (n); in~ 15, 1 (u); como substancia dinámica
Cuerpo como fragmento espacial en los moralista, 35, 7 (v); esotérico, 37, 3 telectual, 26, 1 (U1); superación del en los estoicos, 15, 2; 20, 1 (u);
pitagóricos, 4, 11 (1); en Platón, 11, (v); su desarrollo, 35, 2 (v). D., 49, 5 (VIII); la oposición entre in~ como arquitecto del mundo, 3-8, 10
10 (1); en Descartes, 31, 4 (IV); co~ Demasiados, los, frente al superhombre, determinismo y D., 49, 3 (VIII); (VI); como primera causa superior
mo conjunto de ideas en Berkeley, 34, 46, 6 (vrr). comp. voluntad, liber.tad de la. del ser, 20, 2 Y s. eu); como perso~
2 (v). Demiurgo en Platón, 11, 10 (1); Dios nalidad espiritual en el cristianismo,
Deus implicitus y explicitus, 23, 1; 27,
Culto como recurso para el éxtasis, 18, de los judíos en los gnósticos, 21, 4- 20, 3; 20, 9 (n); como causa cós~
6 (ru); 43, 2 (vr).
6 (n). (rr) . mica espiritual y creadora en el neo~
Culto de los antepasados, 7,9 (¡). Derecho divino contra el escrito, 7, 1 Devenir, eterno en Heráclito, 4, 4 (1); platonismo, 19,2; 20, 7 (n); en sen~
Culto de los héroes, según Carlyle, 45, (r) . Devenir y ser, 11, 3 (1); en Aristóte~ tido cristiano, 20, 9, (u); 26, 2
5; 46, 4 (VII). Derecho divino y humano, 7, 1 (1); en les, 13, 1 y S. (1); Devenir y dejar de Cm); como esencia de las cosas, 27,
Cultura, 37 (v); en Kant, 39, 8 (VI); su Cicerón, 14, 8 (11); en los romanos, ser en Eckhart, 26,5 (m). 1 (m); como verdad absoluta y rea-
valor para el individuo, 37, 3 (v); 15, 8 (11); en Grocio, 32, 2 (IV); Dialéctica en Zenón, 4, 10 (1); como lidad en Agustín, 22, 3 Cm); como
como' autosalvaci6n de la voluntad, en Hume, 36, 11 (v); como orde- técnica de la refutación en los sofis~ máximo y mínimo en Nicolás Gusano,
46, 3 (vn); nuevamente concebida, namiento de las relaciones externas, tas, 8, 1 (1); como teoría de las ideas 27, 6 (m) j como espíritu omnímodo
37,4 (v); 46, 6 (vu); filosofía de la 37, 1 (v). D. a trabajar 42, 2 (vi); en Platón, 11, 2 (1); como método en Boehme, 29, 1 (IV); como artis-
cultura en el siglo XX, 49, 6 {VIII}; D. a gozar, 7, 2, 9 (1) j' 46,2,6 (VU}; epagógico en Arist6teles, 12, 4 (1); ta en Bruno, 29, 1 (IV); como subs~
diversidad de la cultura, 49, 6 (vm); v. Derecho natural. metafísica en Proclo, 20, 8 (n) j en la tancia infinita en Descartes, 31, 4
alma de la cultura (Spengler), 49, 6 Derecho, filosofía del, de la Reforma, Edad media Intr. Cap. 1'1 (m); 23; (IV); como substancia absoluta en
(vm); teoría de los ciclos culturales, 32, 1, 5 (IV); en Kant, 39~ 7 (VI); 23, 7 (m) j como retórica en Ramus, Spinoza, 31, 5 (IV); como el lugar
49, 6 (vm). en Fichte, 42, 2 (VI); en Hegel, 42, 28,4 (IV); trascendental en Kant, 38, de los espíritus en Malebranche, 31,
Cultura laica, Intr. (IV); 32, 1 (IV). 10 (VI); v. Derecho natural. 9 (VI); como teoría del saber en Sch~ 4 (IV); como mónada, central en
Chispa = esencia del alma de Eckhart, Derecho, igualdad 'de, 7, 1 (1); 32, 2 leiermacher, 41, 6 (VI); como Siste~ Leibniz, 31, 11 (IV); como postulado,
26, 5 (rn). (rv); 37, 4 (v). ma en Fichte y Hegel, 42, 1 (VI); en 35, 6 Y 5. (V) j en Kant como Idea,
&
38, 10; 39, 5, 6 (VI); como poder 39, Dogmas como invención, 7, 3 (I); 35, ller, 42, 4 (VI); del género humano En sí (Kath' auto) en Platón, 11, 9
6 (VI); como entendimiento intuitivo, 8 (v). mediante la revelación, 18, 5 (n); (1), obs. 1; en Hegel, 42, 1 (VI).
40, 7 (VI) j como identidad de pensa- Dogmatismo o idealismo: alternativa de 21, 5 (n); según Lessing, 35, 9 (v). Entelequia, 13, 1 (1); alma como E.,
miento y ser en Schleiermacher, 41, 6 Fichte, 41, 5 (VI). Dogmatismo y es- Egoismo = solipsismo, 34, 2 (v); 44, 6; 13, 9 (1); en Leibniz, 31, 10 (IV);
(VI) '; como orden cósmico moral, 42, cepticismo, § 17 (n); 34,10 (v); 46,4; (vu); como principio práctico, en la biología moderna (Driesch), 48,
2 (VI) j en Schelling como identidad 38,Intr. (VI). 32, 6 (IV); moralidad como E. refi- 1 (VIII).
e indefcrencia 42, 8 (VI); como esencia Dolor como sentimiento positivo, según nado, 36, 11 (v); ('_omp. 14,4 (n); Entendimiento como facultad espontá-
42,9 (VI) j deus implicitus deus expli. Schopenhauer, 43, 4 (VI); v. _placer. su derecho social, 37, 3 (v). nea de las formas (reglas) en Kant,
citus 43, 2 (VI); en Hegel comO espí- Dos mundos, doctrina de los, de Plat6n, Egresus, v. Emanación, 23, 1 (m). 34, 12 (v); 38, 4 (VI); diferencia-
ritu e idea, 42, 10 (VI); conocido fue- 11, 1 (1); en la filosofía alejandrina, Eidoola, v. 1dole. ción del uso l6gico y real del' E., 34,
ra de la dialéctica de la historia de las 19 y 20 (n); en Agustín, 22, 3 Eidologia = Psicologia, 41, 8 (VI) j 12 (v); E. divino e intuitivo, 40, 7
religiones en Schelling, 43, 3 (VI). (m); de Kant, 34·, 12 (v); 39, 4 nota. (VI); en el Idealismo alemán, 42, 1
Pruebas de su existencia: cosmológica, (VI) . Eimarmene en Heráclito, 4, 4 (1). (VI) .
13, 5 (1); 34·, 1 (v); ontológica, 23, Doxa, 5, 4; 6, 1; 8, 5; 9, 1; 11, Eleatismo, inicial Intr. Cap. l Q (1); 4, Entendimiento, concepto del = catego.
2 (m) j físico-teológica, 16, 5 (JI); (1); 17,3,6 (lI). 5, 9; 4, 4 (1); 6 (I); inmaterial en ría en Kant, 38, 4, 5 (VI).
31, 10 (IV); 35, 2, 3 (v); fuera de Doxografía, 2, 2 (1). Platón, 11, 1 (1); metafísico en Spi- Entendimiento intuitivo en Kant, 38, 8;
la autoconciencia' humana, 22, 2 Dualismo en los pitagóricos, 4, 11; 5, 8 noza 31, 5 (IV); dialéctico en Her- 40, 7 (VI).
Cm); 30, 5 (IV); la llamada moral, (1); en Platón, 11, 1 (1); combatido bart, 4·1, 8; Nota 33 (VI) j Entusiasmo como esencia de la religión
39,5 (VI); criticadas por Occam, 25, por Aristóteles, 12, 2; 13, Intr. (1); "Elementos, los cuatro, Empédocles, 4, 7 en Shaftesbury, 35, 2 (v).
3 Cm}; y Crusius, 34, 12 (v), y teleológico, 13, 4 (1); de la ética es- (1) ; como homeomerías en Anaxágo- Epistéme, 9, 1 (1).
Kant, 38, 10 (VI). SU voluntad e in- toica, 16, 1 (n); de Dios y mundo, ras, 4, 8 (1); el éter como quinto, en Epojée 14, 2 (n) j 17, 3 (n); 28, 5
J
telecto, 26, 2 (m); sabiduria y bondad, Intr. Cap. 2Q (n); 19,4 (n); cspiritu los pitagóricos, 4, 4 (1); 5, 8 (1) j Y (IV); 30, 5 (IV).
35, 4 (v); veracidad como garantía y materia § 19 (n); bueno y malo, 4, Aristóteles, 13, 7 (1) j construcción es- Equilibrio de las argumentaciones, 17,
del lumen naturale, 30, 5 (IV); 34, 7 (1); 20, 1 (n); ensayo de concilia- tereométrica en Platón, 11, 10 (1). 3 (II).
10 (V); como 44, 5 Y 6 (VII). ción, 20, 3 s. (n); 25, 3, 4 (m); D. Elite y masa, 49, 5 (VIII). Equivalente mecánico del calor, 45, 6
Dios y dioses, 4, 3 (1); 15, 8 (n); 20, de la voluntad infinita y de la finita, ''Emanación, 20, 6 (n); en Plotino, 20, (VII) .
8; 21,4 (lI). 20, 9 (n); en el maniqueísmo y en 7 (u); como necesidad eterna, 20, 8 Erística, 8, 1 (1).
Dirección hacia arriba y abajo en Herá- Agustín, 22, 6 s. (m); de cuerpo al- (n); como esquema lógico, ibid; en Eroos en Sócrates, 7, 5 (1); en Pla·
clito, 5, 3; 6, 1 (1). ma § 24 Cm); de la substancia cons- Erígena, 23, 1 (m). tón, 11, 2 (1).
Discurso a la Nación alemana, de Fich- ciente y espacial, 31, 3 (IV); de las 'Empirismo, de las postrimerías de la Error como fundamento del pecado, 7,
te, 42, 6 (VI). fuentes' de la experiencia, 34, 1 (v); escolástica, 27, 5 Cm); en el Rena~ 6 (1); en Agustin, 22, 1 (m.); COmo
de libertad y naturaleza, fin y necesi- cimiento, 29, 8 (IV); lntr. Cap. 2Q problema en Descartes, 30, 5 (IV).
Disteleologia 17, 6 (n); comp. teodi-
dad en Kant, 39, 6 (VI); superado en (IV); de Bacon, 30, 1 (IV); matema~ Escatología de los cristianos, 21, 5 (n).
cea.
la razón estética, 40, 7 (VI). tizado, 30, 3 (IV); en Locke, 33, 2
Diversidad de las cosas negadas por los Escepticismo de los sofistas, Intr. Cap.
Duda metódica en Agustín, 22, 1 (m); (v); en el Iluminismo alemán, 33, 9
eleáticos, 4, 5. 10 (1); de los mundos 2Q (1); 8, 2, 4 (1); en Pirrón, lntr.
en Descartes, 30, 4 (IV). (v); empirismo sincero en Hume, 34,
coexistentes en el atomismo, 5, 5 (1); (n); 14, 2 (n); de la Academia, 17,
Dynamis, 13, 1 (1). 6 (v); metafísico en Schelling, 43, 3
en Bruno, 29, 2 (IV); de los mundos 3 (n); en A.~ustin, 22, 1 (m); del
(VI) . Renacimiento (Montaigne), 28, 4;
sucesivos en los milesios, 5, 1 (1); en Eclecticismo antiguo, Intr. Cap. l Q (u); 'Empiriocriticismo, lntr. (VII); 45, 3 29, 8 (IV); del Iluminismo, 34, 6
los estoicos, 15, 4 (n); en Orígenes, 15, 8 (u); francés en el siglo XIX, (VII) . (v) j crítico de Maimon, 41, 4 (VI).
21, 3 (lI). Intr. (VII); 44, 2; 45, 2 (vn). 'Energía específica de los órganos sen-
Divinidad como concepto metafísico, Economía nacional, 36, 12; 37, 2 (v). Escolástica, concepto de la E., lntr.
soriales, 10, 3 (1); principio de la
primeramente en Anaximandro, 4, 3 Educación como formación natural, 37, Cap. lQ (m).
conservaclOn de la E., 45, 6 (VII).
(1); diferenciada de Dios en Eckhart, 4; 37, 3 (v); individual, lntr. Cap. iZnergeia, 13, 1 (1). Escuelas de la filosofía griega como aso-
26, 5 (m); hipótesis de la D. negada lQ (v); en los Románticos, 42, 5 (VI). Energética, 44, 6 (VIl). ciaciones, 1,3 (1); Intr. Cap. 2 Q (1);
por Laplace, 34, 9 (v). Educación, según Platón, 11, 8 (1); se- En Kai Pan, 4, 3 (1); 41, 10 (VI); lntr. Cap. l Q (11); su trabajo en co-
Doble verdad, v.' verdad. gún, Aristóteles, 13, 13 (1); según comp. pantefsmo. laboración lntr. Cap. 3 Q (I).
Docta ignorantia en Nicolás de Cusa, Batan y Comenio, 30, 2 (IV) j se- Ens realissimum et perfectissimum, 23, Esencia = Dios en Krause, 42, 9 (VI);
26,5; 27, 4; 21, Ij Cm). gún Rousseau y los filántropos, 37, 4 2 (m); 30, 5; 31, 5 (IV). -y apariencia en Aristóteles, 13, 1;
Doctrina angélica en Filón, 20, 5 (IX) (v) Nota 14; en Herbart y Beneke, 4l Enseñar, posibilidad de, la virtud, 7, 6 13, 3 Y S. (1); conocimiento de la E.,
en Tomás, 25, 4 (m). 8, Nota -38 (VI); E. estét,ica en Schi- (1) • tarea de la filosofia, 47, 3 (VIll).
652 ¡ndice de conceptos Indice de conceptos 653
Esferas, annonÍa de las, 4, 11 nota 36 Espirittializaci6n del universo, 19,4, 5; Estado nacional moderno, el, 32, 1 (V); esteticismo, 36, 7 (v); 42, 4
(1) . 20,7,9 (1I). (IV) . (VI); E., del imperativo categ6rico
Esoterismo de la religión natural, 25, 1 Espontaneidad del entendimiento, según Estados de agregaci6n en la física de § 39 (VI); de la determinaci6n ,del
(m); 37, 3 (v). Kant, 34, 12 (v); de la raz6n, 38, 5 Mileto, 4, 1; 5, 1 (r). deber, 42, 2 (VI); de la genialidad,
Espacio,. en Parménides, 4, 5 (1); en (VI); combatida por Herbart, 41, 7 Estamentos en el Estado plat6nico, 11, 42, 3 (VI); de la compasión, 41, 10;
los atomistas, 4, 9 (1); en Platón, 11, (VI) • 8 (1). 43~ 4 (VI); del eudomonismo social,
9 (1); E. vacío, 9, 4 (1); en Plotino, Estética como crítica artística en Aris- 46, 1 (VII); comp. 49, 3, 4 (VIII);
Espontaneidad de los átomos en Epicu_
20, 7 (11); como producto de la ener- t6teles, 13, 14 (r); metafísica en Plo- ética material valorativa, 49, 4 (VIII).
ro, 15, 4; 16, 4 (n); de la ,divinidad
gía y fenómeno en Leibniz, 31, 10 tino, .20, 7 (n); lntr. Cap. 2 9 (n); Eudemonismo de los sofistas, 7, 2, Y s.
en Duns y Occam, 26, 1 (m).
(IV); corno intuición a priori en en Baumgarten, 34, 11 (v); en Kant, (r); de la ética socrática, 7, 6 (1);
Kant, 33, 12 (v); 38, 2 (VI); como Esquematismo de las categoría!!, 38, 6, 40, 3 Y s. (VI); en Solger y la Ro- en los cínicos, véase también, 7, 8 y
producto del mecanismo de la repte· 7 (VI). mántica, 42, 9 (vr); en Schelling, 43, S. (1); en Demócrito, 10, 5 (1).; uti-
sentación en Herbart, 41, 7 (VI); CO~ Esse in intellectu, esse etiam in re, 23, 1 (VI); en Hegel, 42, 10 (VI); éti- lístico, 36, 9 (v); refutado por Kant,
mo substancia, 44, 6 (VII) j inteligible, 2 (m); 30, 5 (IV); 31, 9 (IV). ca, 36, 7 (V); 42, 4, 5 (VI); psico- 39, 2; 39, 8 (VI); comp. 46, 1
41, 3 (VI); vacío, negado, 4, 5 (1); -Obiektive sive formaliter, 26, 5 (m). lógico asociativa, 36. 8 (V); su sig- (VII) v. ética.
como no ser, 4, 9; 5, 5; 5,7 (1); 31, - nosse velle en Agustín 22, 3 (m); nificación en la filosofía alemana, Euforia como ideal hedonista, 7, 9 (1).
4 (IV); como princípium individua- en Campanella, 29, 3 (Iv). Intr. Cap. 19 (VI). Euemerismo, 7, 9 (1); 15,8 (n).
tionis, 20, 7 (u); 41, 10 (VI); como = percipi, según Berkeley, 34, 2 (v). Estética trascendental, 38, 2 (VI). Evangelio verdadero, 18, 2 (n); 25, 2
extensión, 31, 3 (IV); como fantas- Essentia y existentia, 23, 2 (m); 31, 3 Estoicismo como manera de conside:' (m); nota 35, 9 (v).
ma, 31, 2 (IV). Y s. (IV). rar la vida, 14, 7 (n). Evidencia sensorial, 17, 6 (n); como
Espacio inteligible como mundo, 20, 7 Estadios, principio de los tres, según Estratonismo, 15, 1 (n); 20, 1, nota 1 criterio del ser innato, 30, 5 (IV);
(1I); 41, 8 (VI). Comte, 45, 4 (VII). (1I) . 33, 1 (V); como criterio de verdad
Especies, origen de las, teleo16gicamen- Eter, elemento del cielo, 5, 8; 13, 7 decisivo en la fenomenología, 47, 3
Estadística como método histórico, 45,
te considerado, en Schelling, 42, 3 (1) . (VIII) .
4 (VII).
(VI) . Eternidad del mundo en Aristóteles, 13, Evolución, en Herder, 37, 5 (v),; crea-
Especificaci6n de la naturaleza en Estado de naturaleza en el cinismo, 7) 5 (I); en Orígenes, 20, 9 (n); 31, 3 dora, en Bergson, 44, 2 (VII); defi-
Kant, 40, 7 (VI) i 44, 5 (VII). 8 (1); como lucha de todos contra (IV); en Plotino, 20, 7 (u). nida según van Baer, 45, 8 (VII).
Espinocismo, Intr. Cap. 29 (VI); nega~ todos, en Hobbes, 32, 6 (IV); como - y temporalidad, 22, 7 (m). Evolución, en Spencer, 45, 8 (vn); v.
tivo :::::: filosofía trascendental, 41, 9 perdido en Rousseau, 37, 4 (v); en Etica de intención de Abelardo, 24, 4 también evolución.
(VI); poético, 42, 3; 42, 9 (VI). Kant, 39, 8 (VI); en Schiller, 42, 6 (m); de Kant, 39, 1; 39, 7 (VI). Evolución, sistema de la, 20, 6 en).
(VI); en Fichte, 42, 6 (VI). Examen libre, combatido por Comte,
Espíritu, en Anaxágoras, 4, 8; 5, 5 (1); ..Etica individual" § 14 (n).
como principio religioso, 18, 6 (11); Estado en los sofistas, 7, 1 Y s. (1); en ..Etica, principios de la, según Herácli- 45,3 (VII).
19, 5 (n); como principio creador, Platón, 11, 8 (1); en Arist6teles, 13, to, 6, 2, nota 19 (1); en los sofistas, Exigencias del conocimiento, 44, 7
19, 5 (n); espíritu divino en Kant, 13 (1); en la Stoa, 14, 7 (n); en 7, 1 y s. (1), y Sócrates, 7,4; 8, 8 (VII); tareas de la razón insolubles,
40, 7 (VI); bifurcado en sí, mismo y Epicuro, 14, 6 (n); en Agustín, 22, (r); en Demócrito y Platón, 9, 1; pero necesarias = Ideas, 38, 9 (VI).
unitario, 42, 1 (VI); absoluto y obje- 6 (m); en Tomás, Dante, Occam, 10, 5; 11, 6 Y s. (l); en Aristóteles, Existencia, v. essentia y Dios.
tivo en Hegel, 42, 10 (VI); 45, 2 25, 7 (m); en los cat61icos y protes- 13, 11 (I); como ética individual en Existenciales (estructuras) frente a las
(VII); análisis del espíritu como tarea tantes, 32, 1 y s. (IV); en Cardano, la filosofía helenística, Intr. Cap. 19 categorías, 49, 4 (VIII).
de la filosofía, 33, 6 (v); indepen~ 32,4 (IV); en Hobbes, 32, 4 (IV); (n); en Plotino, 20, 8 (11); como Experiencia en oposición a pensamiento,
dencia de la conciencia de lo espiri~ Estado y moralidad, 36, 11 (v); en teoría de la conciencia en Abelardo, 6, 1 (1); en Demócrito y Platón, 9,
tual-ideal, 48, 3 (VIII), antología del Wolff, 37, 1 (v); en W. v. Hum. 24, 4 (m); en Tomás y Eckhart, 26, 1; 10, 4 (1); interna y externa, 33,
ser espiritual, 48, 3 (VIII); vida (al~ boldt, 37, 1 (v); en Kant, 39, 7 3 y s. (IlI); explicación de sus prin- 2 (v); interna de mayor certidum-
ma, impulso) y espíritu, 48, 3 (VIII); (VI); E. comercial cerrado de Fich~ cipios en el Iluminismo, Intr. Cap. 29 bre que la externa, 27,5 Cm); 28, 5
espíritu objetivo como concepto de te, 42, 2; 42, 6 (vr); E. estético en (v); 36, 7 (v); perfecci6n, 36, 4 (IV); 34, 1 (v); interna como his-
las ciencias del espíritu, 48, 3 (VIII). Schiller, 42, 4 (VI); en Hegel, 42, (v); utilidad, 36, 5, 9 (v); senti- toria de salvación, 22; 24, 1 (m);
v. también nous pneuma y § 19 (n). 10 (VI). miento, 36, 7 (v); socialmente fun- interna como único fundamento de
Espíritu, transmigraci6n del, 6~ 2, not'd. Estado ideal de Plat6n, 11, 8 (1); en ¿ada, 36, 9 (v); mandamiento divi- psicología, 44, 2 (VII); comp. 27, 5
9 (1); 11,6 (1); 19, 2 (1I). sentido estoico, 14, 7 (n); explicado no, 36, 10 (v); egoísmo refinado, 36, (m); E. opuesta a ciencia de la E.,
Espiritualismo, de Berkeley, 34, 2 (v); como imposible, por Cardano, 32, 4 11 (v); fundada en la autoridad del en Hume, 34, 6 (v) j como sistema
francés en el Siglo XIX, 44, 2 (VII); (IV); v. también utopías. Estado, 36, 11 (v); simpatía, 36, 12 de las apariencias, en Kant, lntr.
49, 4 (VIII). Estado, iglesia de, 32, 1 (IV).. .(v); prudencia mundana, 36, 11 Cap. 19 (VI); 38, 8 (VI); sus relado-
654 lndice de conceptos Indice de conceptos 655
nes no son aSImIsmo experimentales, Fenomenología de Hegel, 4·2, 10 (VI); Filosofía popular alemana, 34, 7; 35, 35, 5 (v); subjetiva y objetiva _
41, 3 (VI); en Fichte, 41, 5 (VI); de Husserl, 47, 3 (VIII). 3,7 (v). estética y teleol6gica, 40, 2 (VI);
pura en Bacon, 30, 1 (Iv); en Ave- Fenomenología del acto, 48, 2 (VIII); Filosofía protestante, 28, 6 (IV). inintencionada, 40, 4 (VI); natural,
narius, 45, 3 (VII); v. también per. comp. 49, 3 (VIII). Filosofía, su significaci6n teórica y prác- 40 (VI); Como principal heurístico,
cepci6n. Fen6menos fuertes y débiles - impre- tica, 1, 1 (1); Intr. Cap. 3 9 (1); su 40, 6 (VI); de la naturaleza en el co-
Experiencia propia, la más segura, 27, siones e ideas en Hume, 33, 4 (v); definición, 1, 1 (1); imposibilidad de nocimiento, ibid.; como resultado de
5 (m); 29, 3 (IV); 34, 1; 34, 3 (v). Fenómenos y nóumenos, 38, 8 (VI); su definición, 1, 2 (I); sentido de su la evolución, 45, 7 (VII); comp. 48,
Experimento en Bacon, 30, 1 (IV); en en Spencer, 45, 8 (VII). historia, 2, 6 (1); según Hegel, 2, 1 (VIII).
Galileo, 30, 3 (IV). Filantropismo, 37, 4· (v). 2 (I); 42, 10 (VI); 46, 7 (VII); Finalidad de la vida, 48, 1 (VIII).
Expresión, ciencia general de la, como Filiaci6n divina, 20, 3 (n), su literatura, 2, 6 (1); su tarea, Finitismo, 46, 2 (VII).
tarea filosófica, 49, 2 (VIII). Filosofía alemana y poesía, lntr, Cap. 2, 6 (1); Y método 2, 6 (1); di- Finitud de la existencia humana 49 4
Extasis, 18, 6; 20, 2, nota 9, 20, 7 1'" (VI); Intr, Cap. 2'" (VI). visión, 3 (1); relación con las cien- (VIII); comp. infinitud, Physe/ y the-
(n) . Filosofía de la experiencia, Bacon, lntr. cias especiales, 1, 3 (1); cultura ge- sei, 1 (I); 32, 7 (IV) - Y nomot en
Extensión y pensamiento, 31, 3 Y S. Cap. 2' (IV). neral, 1, 3 (1); su posición social, 1, sentido ético, 14, 1 (II); desde el
(IV); 34, 1 y s. (v). Filosofía de la fe, 41, 1 (VI), 3 (1); F. Y Religión (teología), 1, 1 punto de vista de la teoría del cono.
Extremos como errores, 34, 10 (v). Filosofía de la historia, comienzos, 15, (1); en los distintos pueblos, 1, 3 (I); cimiento, 17,3 (n),
Factor histórico-cultural en la historia 8 (n); de la patristica, 21, 2 Y s. como autoconocimiento del espíritu, Física, hipotética en Parménides 4 4
de la filosofía, 2, 4 (1). (n); de Agustín, 22, 6 (m); del Ilu- 2, 4 (1); como ciencia totalizadora, nota (1); de Aristóteles, 13, '6 (1) ~
Factor individual de la historia de la minismo, 37, 4 (v); de Vico, 37, 5 8, 4 (1); arte de la vida, 7, 6 (1); F. matemática como teoría de la me-
filosofía, 2, 5 (1). (v); de Herder, ibid.; de la Revolu- Intr. (n); teoría religiosa, Intr. Cap. tafísica y de la teoría del conocimien_
Factor personal en la historia de la fi- ción, 38, 2 (v); del Tradicionalismo, 1'" (n); lntr. Cap. 2'" (n); separada to, 30, 5 (IV); como ciencia verdade_
losofía, 2, 5 (1). 45, 1 (VII); teleológica en Kant, 39, de la teología como ciencia mundana, ra, 31, 1 (IV).
Factor pragmático de la historia de la 8 (VI); Schiller y Fichte, 42, 5, 6 25, 3; 26, 3 (m); y ciencia natural, Fisiócratas, 37, 2 (v),
filosofía, 2, 3 (1). (VI); Hegel, 42, 10 (VI); en Comte, Intr. Cap, 19 (IV); como teorÍa de los Fisiognómica, 49, 2 (VIII).
Factores en la historia de la fiIasofia, 45, 4 (VII); materialista, 45, 5 (VII); cuerpos, 30, 3 (IV); como matemá- Flecha en reposo, la, (Zen6n), 5, 7
2, 3 (I). 49,,5 (VIII); en el Siglo XX, 49, 5 Y tica universal, 30, 4 (XV); como teo- (I) .
Factores ideales y reales' en la sociedad 6 (VIII); como inteligencia del mun- ría del hombre, lntr. Cap. 19 (v); Forma, concepto de la, en la psicología,
y en la historia, 49 (VIII). do sciciológico histórico y como auto- como conocimiento de lo posible, 34, 48, 2 (VIII).
Facultades del alma, 33, 3' (v); 41, 3 exposición de lo humano, 49, 6 10 (v); de 10 real, 34, 12 (v); como Forma de la vida Como manifestación
(VI); 44, 1, 3 (VII). (VIII) j formal y material, 49, 6 crítica de la razón, Intr. Cap. 1'" objetivo histórica. 48, 3 (VIII).
Falsificaciones por la necesidad de auto- (VIII) , (VI); como teoría del saber que eter- Forma (idea) en DemócrÍto y Platón,
ridad, 18, 1 (n). Filosofía elemental de Reinhold, 41, 2 namente deviene, 41, 6 (VI); como 9, 3 (1); (morphé) en Aristóteles,
Familia como el primer objeto de la (VI) . reelaboración de los conceptos de la 13, 1 (x); subsistente o inherente en
sociología, 45, 4 (VII). Filosofía existencial de Heidegger y experiencia, 41, 7 (VI); como genera- Tomás, 25, 4; 27, 3 (m); como na-
Fantasía - capacidad de la imagina- Jaspers, 49, 4 (VIII). lización universalisima, 45, 8 (VII); turaleza de las cosas en Duns Escoto
ción, 22, 4 Cm); 38, 6; 40, 4; 42, 2, Filosofía griega, su significaci6n didác- COmo legislación, 46, 6 (VII); como 27,3 (m); en Bacon, 30, 1 (IV); dei
5, 6 (VI). tica, Intr. Cap. 1'" (1). teoría de los valores universalmente pensamiento como ley natural en Te-
Fe, Intr. Cap. 2'" (n); 17, 8; 18, 3 Filosofía inmanente, 44, 6, nota 8 válidos, 46, 7 (VII); COffiO ciencia tens, 33, 12 (v),
(rr); 22, 4; 23, 7; 25, 2 (rr); 34, (VII) j comp. 47, 1 (VIII). fundamental (exenta de prejuicios) Forma sistemática de la filosofía, lntr.
6 (v); a priori en Kant, 38, 10; 39, Filosofía medieval, lntr. Cap. 19 (nI); de las demás ciencias, 47; 47, 1 Cap. 3' (I); 30, 4 (IV); 41, 2 (VI).
como orientación, lntr. Cap, 1'" (m); (VIII) . Forma y materia, 13, 1 (1); de la con-
4 (VI); en Jacobi, 41, 1 (VI); V.
condicionada por la tradición anti- Filosofía trascendental, lntr. Cap. 1'" ciencia (impulso de la forma e im-
también belief.
gua, lntr. Cap. 1'1 (m); dominada (VI) . pulso de la matel'ia en Reinold), 41.
Felicidad y libertad en la historia 39,
por oposición de la tradición, lntr. Filósofos, reyes en el Estado plat6nico, 2; 42, 4, nota (VI).
8 (VI); como vida sana, 46, 2 (VII); 11, 8 (I).
Cap. 19 (m); nuevamente descubier- Formalismo en Duns, 27, 3 (m), en
v. virtud y eudemonismo. ta en la Romántica, Intr, (VI). Fin, Como categoría de la razón prácti- Bacon, 30, 1 (IV).
Fenomenalidad de espacio y tiempo, 31, Filosofía natural estoica, epicurea, 15 ca, en Kant, 39 (VI); en Fíchte"42 Formas del pensamiento, concepto de
10 (IV); 34,12 (v); 38, 2, 8; 41, (n); alemana, 42, 3 Y ss. (VI); no- (VI), Y 39, 2 (VI); Y v. teleologla, las, 47, 4 (VIII),
10 (VI). vísima (reciente), 44, 6; 45, 3 (VII); carácter finalista de la vida) 4:8, 1 Frenología, 44, 1 (VII),
Fenomenalismo, 8, 3 (1); 34, 12 (v) comp. 48, 1 (VIII). (VIII) . Fuego Como erjée, en Heráclito, 4, 4;
- apriorismo en Kant, 38, 2 (VI). Filosofía, partes de la, 3 (~). Finalidad, 5, 5 (1); como mera idea 5, 3; 5, 8 (1); como materia aními-
T
ca y átomo, 10, 3 (1) j F. Y pneuma, Harmonia del mundo, segan Heráclito, penhauel', 43, 4 (VI); 45, 5 (VII); Hominismo (pragmatismo), 45, 8 nota
15,5 (11). 4, 4; 5, 3 (1); en los -pitagóricos 4, como ciencia natural, 45, 4 y 5 (VII); (VIl).
Fuerza, crítica del concepto metafísico 11 (1); Bruno, 29, 1 (IV); Shaftes- contrariamente en Carlyle, 45, 5 Homogeneidad del universo, 31, 1 (IV).
de causa, 31, 1; 31, 10 (IV); 41, 3, bury, 35, 2 (v) j preestablecida, se- (VIl) '; como historia econ6mica, 45, Humanidad, como unidad, 21, 6 (n);
9 (VI); 45, 8 (VII); eliminación, 45, gún Leibniz, 31, 7 (IV); nota 43, 31 1 5 (VII); nueva fundamentación de la como desarrollo 37, 5 (v); un abs-
3 (vn); obtención de la fuerza, 31, 11 (IV) j 34, 11, 12 (v); en Kant, 16gica . de la ciencia histórica por la tracto, 46, 4 (vu); comp. 49, 6
10 (IV); 45, 6 (VII). 38 (VI). Escuela de Baden 47, 1 (VIII); 49, 6 (VIII).
Fuerza y materia, 4, 8 (x); 15, 5 (n); Hebdomadario, Intr. Cap. 29 (1). (vnr); su peculiaridad 16gica, 45, 9 Humanidad en Herder 37, 5 (v); abs-
v. también materia. Hecho real en Fichte, 42, 1 (VI); teoría (VII); comprensión histórica esencial- tracción de la idea de H. en el siglo
Fuentes de la historia de la filosofía, 2, del H., en el siglo XX, 49, 3 (VIII). mente diferente de la explicación na- XX, 49 (VIII).
6 (1). Hedonismo, 7, 8 y S. (1); Intr. Cap. 19 tural (Dilthey y otros), 47, 4 (vm); Humanidad, religión de la, de Comte
Fundamento, y principio de razón su- (ll) . -y naturaleza, 45 (VIl). 45, 2 (VIl).
ficiente, galeenismós, 14, 1 (u). Hegelianismo, 45, 9 (VII). ~-de la filosofía, 2 (1); filo16gica, crí- Humanismo, Intr. (IV); 28, 6 (Iv); es-
Helenismo, Intr. (n). tica, 2, 6 (1); como ciencia crítico- tético en Alemania, 42, 5 (VI); te6-
Generación, 49, 6 (VIII). filosófica; su división 3 (1); como rico del conocimiento = Hominismo
Henaden, 46, 5 (VII).
General y particular, 8, 7; 12, 2 (1). órgano de la filosofía, 46, 7 (VII). (Pragmatismo), 45, 8 nota 4 (vn).
Herencia, 45, 7 (VII).
En la con troversia de los universales, Historia de la evolución de la razón en
Hermenéutica de la vida (Dilthey), 49,
23, 27 (m); 31, 4; 31, 9 (IV). Leibniz y Fichte, 42, 3 (VI) j en el Idea - Espíritu y Dios en Hegel 42,
Generalidad graduada = gradación de 4 (vm).
Heteronomia moral, 39, 2 (VI). problema moderno de la vida, 48, 1 10 (VI) - lo 16gico en Hartmann,
la realidad, v. gradación. (VIII); biológica, Intr. (vn); 45, 6 44,9; 46, 3 (VII).
Hilozoísmo de los milesios, 4, 1; 5, 1
Génesis, en Platón, 11, 13 (1). (VIl) . Ideación en Scheler, 49, 1 (VIII).
(1); dinámico en Estratón, 15, 1
Genialidad moral, 42, 5 (VI); 46, 6 Historicidad de la existencia humana, Ideal estético, 40, 5; 42, 10 (VI); Dios
(u) j materialista en Francia, 33, 7
(VII). 49,1; 49, 6 (VIII). como ideal en Kant, 38, 10 (VI).
(v); 34, 9; 35, 5 (v).
Genio, 36, 8 (v); definido por Kant, Hombre, derechos del, 37, 2 (v). Idealismo de Platón - inmaterialismo
Hipótesis de Kant-Laplace, 34, 9 (v).
40, 5 - (VI); Schiller, Humboldt, Ro- Hombre, medida de todas las cosas, 8, 9, 5; 10, 5; 11, 1 (1); en Plotino:
Hipótesis, lógica de la, 17, 6 (H).
mántica, 42, 5 (VI); Schelling 42, 7 3 (1); comp. 46, 2 (vu); provenien- 20, 7 (n) j sensualista en Occam, 25,
Historia, como proceso natural en los
(VI); religioso, 42, 9 (VI) j como fin te del mundo animal, 5, 5, nota 8 6 (m); en Campanella, 29, 8 (IV) j
griegos, 21, 1 (H) j como reino de la
de la historia, 46, 6 (VII). (1); 33, 5 (v); como esencia política, en Bcrkeley, 34, 2 (v); alemán, Intr.
acción libre de la personalidad, 21, 3
Gnoothi seant6n, 7, 4 (1); 24, 4 (m) j 13, 13 (1); como objeto fundamen- Cap. 1'" (VI) j trascendental, 38, 6,
(H); 45, 5 (VIl); como lucha de lo
Fichte, 42, 2 (VI). tal de la filosofía, Intr. Cap. 19 (v); 10; 42, 4, 7 (VI); 44, 6 (VIl); 47
bueno y de lo malo, 21, 4 (H); 22,
Gnosis, Intr. Cap. 29 , 18, 3 en). como centro del universo, 21, 7 (JI); (VIII); subjetivo y objetivo, 42, 3
6 (m); como realización de la gracia
Goce (hedonée), 7, 9, (1); 36, 9 (v); como eslabón de ambos l,llUndos, (VI); ético, 42, 2 (VI); físico, 42, 3
en la naturaleza, 25, 7 (m) j rompi-
42,4 (VI). 25, 4 (m); en Kant 39, 3, 4· (VI); mágico, 29, 7 (IV); 42, 3,
miento con la H. 37, 2 (v); como
Gracia, en Agustín, 22, 5 (m). (VI); como e:;encia social, 14, 7 (H); nota 20 (VI); estético, 42, 9 (VI);
caída, 37, 4 (v) ;'como conocimiento
Grados de la realidad = de la gene- como el único objeto de un verdade- absoluto, 42, 8 (VI); religioso, 41, 6,
verdadero en oposición al conoci-
ralidad lógica, 20, 8 (n) j 23, 1 (m). 1'0 conocimiento, 37, 5 (v); como 9 (VI); lógico, 42, 10 (VI); teleoló-
miento de la naturaleza (Vico),
Gramática entrelazada con lógica en los punto de llegada de la naturaleza, en gico, 44, 7 (VII); 1. y dogmatismo en
37, 5 (v); como santo y profano,
sofistas, 8, 1 (1); terministas, 27, 4 Schelling, 42, 3 (VI); en el centro de Fichte, 4·1, 5 (VI); histórico 45, 9
37, 5 (v); concepto cristiano de
(m); humanistas, 28, 4 (IV). la filosofía del siglo XX (V. antro- (VII); límite del Idealismo moderno,
la historia en Bossouet, 37, 5 (v);
Gravitación, 30, 3; 31, 1 (IV). pología filos6fica), 49 (vm); histori- 47,1 (VIII).
ley histórica, 45, 3; 45, 4, 5 (VII);
Gusto como sentimiento, 36, 7 (v); cidad substancial del H., 49, 1 (VIII); Ideas, formas de los átomos en Dem6--
su evolución natural, 37, 5 (v); de-
crítica del G. 40, 3 (VI); como prin- la situaci6n específica del H'., en el crito, 9, 3; 10, 2 (1); supuestas como
terminada teleológicamente, 39, 8;
cipio ético en Schiller, 42, 4 (VI); en mundo como esencia natural, 49, 1 esencias inmateriales por los megári-
4·2, 6 (VI); en Hegel 42, 10 (VI);
Herbart, 42, 5 (vx). (vnr) j sinceridad mundana del H. en tos, 11, 9, nota 31 (1); en Platón, 9,
como retorno a Dios, 43, 1 (VI);
Hábito como fundamento de la opinión, mundo histórico frente a cosmos y ScIwler" 49, 1 (VIII); grados esencia- 3, 5; 11, 1 (1); como conceptos ge-
17, 2 (n) j en Hume 34, 4 {v}. naturaleza, 49, 6 (VIII) j en lugar de les' de lo orgánico comprendidos en néricos, 10,5; 11,4 (1); 17,4 (n);
Hacer, el, como la más alta categoría progreso, idea de decadencia, 49, 6 el I-;I.,. 49, 1 (VIII); como unidad aní- su relaci6n con las apariencias, 11, 3
en Fichte, 42, 2 (VI); infinito, 43, (VIII); categorías históricas derivadas mico .corporal, 49, 2 (VIII); comp. 49, (1) ; su jerarquía, 11, 5 (x); concebi-
4 (VI) j sin substrato, 44, 3, 8 (vn). de las naturales, 49, 6 (VIII); imper- 3 (VIII); H. e historia, 49, 6 (vm). das lógica, teleológica, numérica y
sonalidad de la H., 49, 6 (VIII)'; Homeom~rias, 4, 8; 5, 5 (1); 15, 5 simb6licamente, 11, 5 (1); como cau~
Hado, entre los estoicos, 17 (n).
Haeceitas, 27, 3 (m). acientificidad de la H., .segan Scho- (Il) . sas finales, 11, 9 (1); combatidas por
42
658 lndice de conceptos [ndice de conceptos 659
Aristóteles, 12, 2 (1), Y 17,4,5 '(u); ta Locke, 34, t (.v); ídolos, teoría sitiva del impulso para la constitu- 2 (m); como contingente, 27, 3
admitidas en el neoplatonismo como de los, en Bacon, 30, 1 (IV). ci6n de la existencia humana, 49, 1, (m); como espejo del universo, 27, 6
mundo inteligible, 20, 7 (u); y por Iglesia como portadora de la cultura 2 (VIII). (m); como m6nada, 31,11 (IV); en
Schopenhauer, 42, 4 (VI); del Bien antigua, Intr. Cap. 1'1 (m); como Impulso y espiritu, en Scheler, 48, 3 Fichte, 42, 6 (VI); en relaci6n con la
como Dios, en Platón, 11, 5, 7, 9 (1). institución de bienaventuranza, 21,' 6 (VIII) . sociedad, 46, 1 (vu), y 'comunidad,
Ideas, pensamientos de Dios en· los neo- (u); en Agustín, 22, 5 (m); en To~ Inalienabilidad de la virtud, 14, 2, (u). 49,6 (VIII).
pitagóricos y otros, 19, 4 (11); en más, Dante y Occam, 25, 7 (m). Inclinaci6n al mal, '39, 6 (VI). Infinito y finito, inconmensurable, se-
Agustín, 22, 2 (m); en el sistema _ actitud respecto a Arist6te1es, lritr. Inclinaci6n en oposici6n a saber, en gún Cusano, 27, 6 (m); según Bru-
de la identidad, 42, 9 (VI); al mis- Cap. 2'1 (m); visible e invisible :en Kant, 39; 1 (VI). no, 29, 2 (IV)"; según Spinoza, 31, 9
mo tiempo como fuerzas,,20, 7 (n); Kant, 39, 6 (VI). Incondicionado como Idea en Kant, 38, (rv) j Schellipg", Schlegel, 43, ? (vr).
como ángel (de Dios) en Filón, 20, Ignava ratio, 16, 3 (u). 9 (VI); incognoscible, según Hamil- Infinitud de ·la materia en Anaximan_
5 (H); en la lucha de los universales, Ignorancia, reconocida como el comien- ton, 44, 4: (VII), Y Spencer, 45, 8 dro, Intr. Cap. !I' (1); 4, 2 (l); del
2~. 3 (dI). Orden de las ideas - or- zo del saber, 8: 6 en). (VII). ser en Zenón y Melisa, 4, 10 (1); del
den dp las cosas, 30, 6 (IV). Igualdad y desigualdad como ideas po~ Inconsciente, lo, en la representación, espacio en los atomistas, 4, 9 (1); Y
_ como representaciones, 33, (v) ; sim- líticas, 32, 3 (IV). 31, 11 (IV) j en la raz6n, 42, 2 (VI); Platón, 11, 9 (1); de la diviriidad en
o pIes y compuestas, en Locke, ibid; in- Iluminismo griego. el, Intr. Cap. 2'1 (l'); . como esencia del mundo en Hart~ el neoplatonismo, 20, 2 (JI); 'revaloia~
natas, 30, 5 (IV); sus características. Y el del siglo XVIII, Intr. (v) j co~ mann, 44, 9; 46, 3 (VII); 1. y sub- ci6n del concepto, 20, 2 (11); 27, 6
33, 1 (v) ~ que provienen, por lo que roo desarrollo de las mónadas, 31 consciente en la nueva psicología, 48, Cm); de la voluntad divina en Orí-
hace a su contenido, de los sentidos, 11 (IV) j como principio moral; 36, 2 (vm). genes, 20, 9 (11); del mundo en el
33. 7 (v); idea 'innatae ct adventi- 5 (v); como refonna social. 37,' 2 Independencia del acontecer c6smico sistema copernicano y en Bruno, 29,
ciae en Wolff, 33, 9 (v); en Herbart, (v); posici6n de Kant dentro del Ilu~ como ideal' ético, 14, 1 (II). 2 (IV); de la substancia divina, en
41.7 (VI); como formas virtuales del minismo, lntr. Cap. 1'1 (VI); en Fich~ Indeterminismo, 16, 4 (H) j' 26, 1 (m); Descartes, 31, 3 (IV); de los atributos
pensamiento relacionador, 33, 10 te,42,6 (VI). v. libertad de la voluntad y deter- en Spinoza, 31, ,5 (Iv); como senti-
(v); abstractas como ficción, 33, 3; Ilusiones, 46, 3 (vn). minismo. miento religioso en Schleiermacher,
33, 4, 34, 2 y s. (v); como copias de Ilusión trascendental, 38, 9 (VI')' Indeteiminación, 4, 2; 6, 2 (r). 41, 6 (VI); como objeto de 'las anti..--
impresiones, 33, ¿~ (v); 4,5. 8 (VII). Imagen Ln la estética de Kant, 40,- 3 Indiferencia de naturaleza' y espíritu;" nomias en Kant, 38, 9, 10 (VI); del
Origen en la experiencia, 33, 2 (v). (VI); como tarea de la ciencia, 45,' 3 objeto y sujeto, 42, 8 (VI). , yo y de su actividad en Fichte, 42, '2
_ tareas de la razón en Kant, 38, 1; (vu) . - religiosa ,acerca de la investigaci6n (VI) ; ',incognoscible, según Hainilton,
38, 9 (VI); como principios regulati- Imaginación en Kant, 40, 3 (VI); ·pro- naturalista, .31 (IV); de la naturale- 44, 4 (VU)l y Spencer, 45, 8 (VIi) j
vos, 38, 9 (VI); relación con los pos- ductiva, 42, 2 (VI); V. tamo fanta- za, 35, 5 (v). combatida por Duehiing, 46, 2 (vu).
tulados, 39, 4 ('Ir); en Schelling, 42, sía. Indiferentismo, punto de vista en la Influxus physicus, 31, 7 (IV).
9 (VI); ideas. estético-éticas según Imitación, el mundo como imitaci6n del controversia 'de los universales, 23, 3 Ingenuo y sentimental, 4,2, 6 (VI).
Herbart, 4,2, 5 (VI); en Schopcn- ser en los pitag6ricos, 4" 11; 5, 8 nota 7 (iIl); 23, 5 (m). Inmanencia y trascendencia de Dios,
hauer, 43, 4 (VI). (1); en Plat6n, 11, 3 (1); como' esen- - confesional, 32, 2 (IV). 15, 1'; 20, 1, 5; 20, 7 (11); 27, 1
cia del arte, 13, 14 (1); 33; 6, nota; Individual, lo ~ real, 13, 3 (1); en los (m) .
Idealismo mágico en Plotino. 20, 7 (n);
34, 11 (v); nominalistas, 23, 4 y s. (m). Inmaterial, lo, en Plat6n, 11, 1 (1); es_
en Novalis, 42, 3, nota 20 (VI).
Impenetrabilidad, 31, 2 (IV);' 34, 1 Individualidad, 33, 7 (v); .41, 9 (VI); piritual desde los neopitagóricos, 19,
Identidad en Schleiermacher, 41, 6 comp. 49, 3, 4 (vru).
(v) . 1 (n) j en Arist6teles, 13, 5 (1); 19
(VI); principium identitatis indiscer- Imperativo, hipotético y categórico, 39, Individualidades volentes como esenCia (u). .
nibilium, 31, 11 (IV). 2; 42, 2 (VI). del mundo; 44, 8; 4,6, 5 (VII). Inmaterialismo, de Platón, 9, 5;' 11,. 1
Identidad, principio de, sobreestimado lmperium y sacerdotium en Tomás, Individualismo, 7, 2 (1); 15, ,3 (11); (1) j de'Leibniz, 31,11 (IV).
en los sofistas, 8, 1 (1); de pensa- Dante y Occam, 25, 8 (n). 22, ,5; 23, 4; 25, 8 (m), Intr. Cap. Inmortalidad 'del alma explicada' míti-
miento y ser en Parménides, 4, 5 (1); Imperfecci6n del mundo, 16, 6 (u) ;'35, 2'1 (v); I. y universalismo; Intr. camente, 6, 2 (1); problemáticamen_
en Hume, 34, 5 (v); 38, nota 5 (VI). 4 (v). (VII); 46; 4 y ss. (VII) '; como princi- te en S6crates, 7, 5 (1); [undame'nto
Identidad, sistema de la, 4·2, 8 (VI). Impresión (typosis) , 17, 4 (II). pio ético, 36, 6 (v);' como funda- filosófico en Plat6n, 11, 6 (1); y' en
Ideologia, 33, 6; 34, 9 (v); 44, 1 (VII); Impresiones en Hume, 33, '4 (v); en mento':dé la revoluci6n, 45, 1 (va). el platonismo, 19, 2 (ú); en Aristó.
ética 36, 11 (v). Spencer, 45, 8 (VII). Individuationis principium, 27, .3 (tu); teles, 13, 10 (1); en Jos estoicos, 15,
Idole como emanaciones en Demócrito, Impulso en Herbart, 41, 8 (VI); im- 41, 9 (VI) j el espacio como P. l., 20, _6 (11); abandonada en el pansiquis~
10, 3 (1); 15, 7; 17, 4 (H). pulso natural y moral en Fichte, 42. 7 (n). mo, 28, 3 (IV) j demostrable, según
_ imágenes 'en PIatón, 11, 3 (1); teo- 2 (VI); sistema de los impulsos en' Individuo,":el fuerte, 7, 2 y s: (1). His- "Tomás; indemostrable según Duns y:
ría de la percepción, dominante has- Beneke, 44, 2 (VII); signi~icación po- toria 'de. salvaci6n del individuo,' 24, Occam, 25, 2 (m); sostenida en el
lndice de conceptos Indice de conceptos 661
660
Ironía en Sócrates, 8, 6 (1); en los ro- 13, 12 (1); en la Stoa; 14, 7; 15, 7 4 (m)'; como loi de convenance, en
deísmo, 35, 3, 7. (v) ; como postulado
mánticos, 42, 6, 9; 4-3, 4 (VI); 46, (n) . Leibniz, 31, 10 (IV); en' los Ilumi-
en Kant, 39, 5 (VI); discutida en la
6 (VIl). Juzgar, capacidad de, en Ramus, 28, 4 nistas, 32, 7 (IV) j 36, 1 (v); como
escuela hegeliana, 44, 5 (vn). (IV); en Kant, 40, 2 (VI); tcleológi- fuente del derecho, 15, 8 en); en
Irracionalismo, 43 (VI); de Schelling,
Inspiración, 18, 5 (n). ca, 40, 6 (VI). Tomás, 25, 7 (m); en Kant, 38 y
Inspiración c¿mo revel~ción mística in- 43, 1, 3 (VI); de Bahnsen, 46, 5
(VIl). ss. (VI) j 40, 7 (VI); ley y teleología,
dividual, 18, 6 (n), y conocimiento
Irracional lo, del fundamento cósmico, Kalokagatia en Sócrates, 7, 5 (I); en ibidj como hecho general, en Comte,
en Agustín, 22, 4 (m)-. Shafterbury, 36, 6 (v). 45; 3 (VIt); en la historia, 45, 4·
Insuficiencia .de la apariencia, .11, 9 (1). 43 (VI).
Irracional 10, en la crítica de la cien- Kataleptiké phantasia, 17,9 (n). (VIl).
Instrumcntalismo, .45, 8, nota (vn). Kineesis, 4, 6 (1), nota.
cia, 47, 2 (VIII). Libertad, metafísicamente como lo in-
Integ~aci6n, 45, 8 (VII). Koinai ennoai de los estoicos, 17, 5 (n);
Irrepetibilidad del proceso c6smico, en causado, 15, 3; 16, 4 en); como ar~
Intelectualización de las cualidades sen-
Anaxágoras, 5, ,5 (1); en Platón, 11, 33,1 (v). bitrariedad,'\ 16, 2 (n) j como liber-
sibles, 31, 2 (IV); 34,1 (v). Kosmos en 'Anaxágoras, 4, 8 (1).
10 (1); en el dogma cristiano, 20, 9 tad de opción, 16, 2 en); en Sócra-
-subjetividad, 8, 3 (1).
(II) ; en la filosofía de la histOl'ia cris- tes y Aristóteles, 16, 2 (n); en la
Intelectualismo de los presocráticos, 6, Lathe bioosos, 14, 6 (n).
tiana, 21, 3- (n). Stoa, 16, 3 (n) j eh Agustín', 22, 5
2 (1); de lo moral en Sócrates, 7, 6
Ir y venir de las homeomerías, 4, 8 (1); Latitudinario, 35 (v). (m) j en Kant, 38,10 (VI)-; como au~
(1); en Demócrito, 10, 5 (1); en Legalidad como esencia de la religión
de las ideas, 11, 2 (1); de los reales, tonomía, 39, 4 (vI); L. y derecho,
Aristóteles, 13, 14 (1); en el Ilumi- en el socialismo, 35, 1 (v}.
41,8 (VI). 39, 7 (VI) j L. e historia, 39, 8 (VI);
nismo, 36, 2 (v). Legalidad natural general, en la astro-
Isosthéneia toon 16goon, 17,3 (n). como acto ,sin fundarriento, en Fichte,
_y voluntarismo, 9, 4 (n); 23, 7; nomía, 5, 8 (1); ense'ñada por De- 42, 2 (VI) 'j comb accidente infunda-
26; 27, 2 ,(m); 29, 8 (IV); 44, 2;
Jerarquía de las ciencias, según Cornte, mócrito, 9, 4· (1); Y por los estoicos, do eli Schelling, 43, 2 (VI); como
44,8 Y S., 45, 4 (VII). 15, 2j 15, 4 Y 16, 4 (iI) j 'restringida
45, 4 (VIl). fundamento de 10 real en Weisse, 44,
Inteligencia, en Fichte, 41, 5; 42 (VI); en Aristóteles, 13, 4 (1); negada por
Jesús como punto central de la historia 5 (VII) 'j L. en la apariericia como
infinita, 31, 5 (IV). Epicuro, 15, 3 (n).
univer.sal, 21, 2 (n). belleza 'en Sc.hiller, 42, 4 (VI); L.
Intellectus agens, 13, 10 (1); 27, 2 (m). Legalidad y moralidad, 14, 5 nota (n);
Juego, impulso hacia el, 42, 4 (VI). moral en Buridan, 26, 1 (m); en
Intención, 36, 11 (v); confonne al 24,4 (m); 39, 7 (vr).
Juicio, 42, 5 (VI), v. Herbart. Descartes, 30, 5 (IV); como misterio
deber, 39, 1; 39, 7 (VI). Lekt6n, categoría estoica, 15, 5; 17, 2
Juicio en la conclusión, confonne Aris- en Malebranche, 31, 4 (IV); en Spi~
Intensidad de las representaciones, 26, 1 (Il).
tóteles, 12,3 (1); 17, 1 (n); absten~ noza, 31, 6 (IV); en' Leibniz, 31, 11
(m); en Leibniz, 31, 11 (IV); 41, 8
ción de juzgar, 17,3 en); verdad y Lenguaje, 8, 5 (1); 33, 3; 34,8; 37, 5 (IV); como principio del derecho, en
(VI) . (v); 41,2 (VI); 45, 1 (VIl).
falsedad inicialmente en el juicio, 17, Kant, 39, 7 (VI); L. y fin de la Bis-
Interior~dad, consciente, 19, (m); 22
9 (n); como acto de la voluntad en Lenguaje, ciencia del, 42, 5 (VI). tor~a, 39, 8. (VI); L. y personalidad,
(m); 24 (m); 42. 5 (VI). Lenguaje universal, 30, 7 (IV). 49, 3 (VIII); en N. Hartmann, 4-9, 3
los estoicos,' 17, 9 (n); en Agustín,
Intermediarios entre Dios y Mundo, Le>: naturae, 14, 8; 15, 8 (n) j' 24, 4;
22, 3 (m); en Descartes, 30, 5 (IV); (VIII); de la" existencia humana con-
20, 5 (Il). 25, 7 (m). creta, 49, 3 (VIII); L. como carácter
como igualdad, 34, 8 (v); 44, 8
Interpreta~ión de la tradición religiosa,
(VII); analítico y sintético a priori en Ley, su valor, 7, 6 (1); originada por fundamental de la existencia, 49, 4
material y espiritual, 18, 2 (n). convenio, 14,6 (n); L. mosaica com-
Kant, lntr. Cap. 11' (VI); juicios de (VIrI); y también voluntad, libertad
Interpretación intuitiva de la experien- de la '
percepción y juicio de experiencia, batida por la Gnosis, 21, 4 (n); L.
cia como filosofía en Schopenhauer,
38,6 (VI); lntr. Cap. 11' nota (VI). de Dios = ley de la naturaleza, 36, l:iberum arbitrium, 26, 12 (m); 30,
41,.10 ;(Vl); comp. 47, 3 (VIII). 1 (v); en la ética de Kant, 39,
Tabla de los juicios, 38, 5 {VI}; jui- 5 (IV); v. también voluntad, libertad
Introyección, problema de la, 47, 4
cio moral, 36, 1 Y s. (V); J. estético, 3, 4, 7 (VI); problema de la ley his- de la. '
(vm) . tórica, 45, 4, (VII) j como "hecho Liber vivus-scriptus, 25, 2 (m) ; 29 (IV).
en Kant, 40, 3, 5 (VI); teoría de la
Intuición, formas puras de la, 38, 2 general", 45, 3 (VII); v. ley natural.
cuantificación del predicado, 44, 4 Libre pensamiento, 35, 8 (v).
(VI); intelectual negada al hombre,
(VIl) . Ley moral y ley natural, identificadas, Limitación como perfección en los grie-
38, 8 (VI); como órgano filosófico,
Juicio sintético a-priori, Intr. Cap. l' 14, 5 (n); en Kant, 39, 1 (VI); 11, gos, 4, 2 (r) ; 20, 2 (n).
en,Fichte, 41, 5; 41, 10 (VI). 3 (r).
38,1; 39.1; 40,1 (VI). Lingua adániica, 30, 7 (IV).
Intuición intelectual, 38, 8; 40, 7; 41, Ley natural, presentida en Heráclito, 5,
Jurisprudencia romana, 14, 8 (u). Lógica, sus albores en Zenón, 6, 1 (¡);
5; 42,1 (VI). 3 (1); como ritmo del cambio, 5, 3 y los sofistas, 8, 1 (1); aristotélica
Ius naturale, 14, 8 (n); v. Derecho na-
Intuitivismo, 47, 3 (vm).
tural. (1); en el Renacimiento, 3'0, 3 (IV); 12 (1); formal en la época post-~ris~
Invariabilidad como característica del como voluntad, de Dios, en Berkeley,
Justicia como principio de la moralidad totélica, 17, 1 (n); en Herbart, 41,
sér i _4, 2 (1). 34, 2 (v); como ley moral en los 7 (VI); como terminista, 27, 4 (m);
en Protágoras, 7, 1 (1);' del Estado
Inversión de todos los valores;i 46; 46, estoicos, 14, 5 (H); en Aberlardo, 24,
en Platón,. .11', '8 (1); en Aristóteles, 31, 2 (IV) j 34·, 8 (v) j- cuantificada
6 (VIl).
662 Inqice de conc.eptos lndice de conceptos 663
44, 4 (VII); como natural en Ra~ 4. -lJ ,(1); significación para platón, 31, 6 (IV); motivo para el materia- las relaciones, 41, 7 (VI); histórica-
mus, 28, 4; 29, 8 (IV); come;> meto~ 11,2,9 (1); para la investigación na- lismo, 3~, 9 (v); al servicio de la constructivo, en Schiller, 42, 6, 10
do16gica en la Epoca Moderna, 45, 9 tur::¡.I del Renacimiento, 29, 5 j 30,,3 teleología, 31, 10 (IV); 44, 7 (VII); (VI); psico-fisico, 44, 8 (VII); "histó-
(VII) ; como trascendental desde Kant, (IV); ~esde Descartes como ideal de supéración del M. en el problema de rico" en Comte, 45, 5 (VII); de las
38,5; 41, 7; 42,1 (VI); 47,1 (vm); toda ciencia, 30, 6 (IV); 34, 4 (V); la vida, 48, 1 (VIII); v. también teJeo- ciencias del Espíritu, 47, 4 (VIII).
transformada en metafísica por He- su relación metódica con la filosofía, logia. Método inductivo en Sócrates, 8, 7 (1);
gel, 42, 10 (VI); calculatoria, 31, 2 34, 12 (V); ciencia a priori en Kant, Medicina, origen privativo, 1, 1 (I); en Aristóteles, 12, 4 (1); en los epi-
(IV).; 34, 8 (v); 44·, 4 (VII); en la 33, 12 (v); 38, 1 Y s. (VI); su apli- Cap. 19 (1); etiológica, Intr. Cap. 20 cureas, 17, 1 (tI); en Bacón, 30, 1
"Edad Media, Intr. Cap. 2'" (m). cación a l~ psicología en Herbart, 41, (1); mágica en Paracelso, 29, 6 (IV). (IV) .
Lógico y alógico, en Hartmann, 44, 9; 8 (VI). Medición de magnitudes psíquicas, 44, Mezcla y disociación como acontecer, 4,
46,3 (VII). Materia, : del pensamiento en Anaxágo- 8 (VII). 7; 5, 5; 6, 1 (1).
Lagos en Heráclito, 4, 4; 6, 2 (1); en ras,4,S (I). Médicos árabes, Intr. Cap. 20 (m). Microcosmo, v. macrocosmo.
Dem6crito,' 10, 2 (1); en los estoicos, Mate:r:i~,; eliv.i:;ibilidad de la, 4, 5; 5, 5 Medida como perfecto en los griegos, 4, Milieu~ 46, 4 (VII).
14, 5; '15, 2; 15, 5 (n) ;" como idea (1) . 11' (1); en Dem6crito, 10, 5 (1). Mímesis,4, 11; 11, 3 (1).
de las ideas y segundo Dios, 20, 5; Materia en Anaximandro, 4,"2- (l); en Metafísica = ciencia primera, 1, 1, no- Miserabilismo, 46, 5 (VII).
20, 9 (n); logos spermatik6s, 15, 5; Pannénides, 4, 5 (1).; en Platón = ta (I)"; fundamentación de la M. Misterios en la presocrática, 6, 2 (1);
18, 3 (n); logos ~ndiathetos y pro~ Espacio,: 11, 9 (1); en Aristóteles por Anaximandro, 4, 2 (1); nueva_ en Platón, 11, 6 (1); de la teología,
phoricos, 17, 12 (u). ("yl,), 13, 1; 13,. 4, 6 (1); como lo mente por_ Demócrito y Plat6n, 9, 25,2 (m).
o Lucha de todos contra todos, 32, 6 (IV) j malo en la filosofía alejandrina, 19, '1 (1); Como teoría explicativa y como Mística, 18, 6 (H) j Intr. (m) j Intr.
por la existencia, 45, 7' ,(VII). Y ss. (n); 20 (n) = no ser y espacio postulado ético, 9. 4 (1); sistemáti_ Cap. 10; 24 (m); Intr. Cap. 29 (m);
Lucha como fundamento ,del mundo, 5, vacío (en sentido platónico en Plo- camente desde Aristóteles, 13~ 1 (1); 26, 5 (m); 27, 4 (m) ; 28, 7 (IV);
3 (1). tino), 20, 7 (n); en Averrqes, 27, 1 religiosa en el Iluminismo, 34, 7 (v) j 30, 6 (IV); 33, 7 (V); nota, 43, 1;
Lumen naturale, 25, 2 (m); 33, 1; 33, (III)j en Tomás y Duns, 27, 3 (m); y en el Positivismo del Siglo XIX, 43, 2 (VI); como fuente intema de la
3, nota (v); 34, 10; 35, 1 (v) . . en Leibniz, 31, 11 (IV); viviente, 35, lntr. (VIII); metódicamente enmenda_ Reforma, 28, (IV).
: Luz como imagen de la emanación, 20, 5 (V); d~námicaniente construida en da, 33, 9 (v); como dogmatismo en Mística numérica, simbólico numérica,
7 (II); 28, 1; 29, 1 (IV). Kant, 38, 7 Y Schelling, 42, _3 (VI); Kant, 38 (VI); como metafísica del 23, 3 (IlI); 29, 5 (IV).
en Herba.rt, 41, 7,8 (VI). saber, 34, 5 (v); 41, 3 (VI): de las Mitos en Jenófanes, 4, 3 (1) j en los so-
Macrocosmos y microcosmos considera- Materia prima, 4, 1; 4, 2 Y ss. (~).,: apariencias, 38, 7, 8 (VI); del espí_ fistas, 7, 3 (1); en Platón~ lntr. Cap.
dos en analogía 15, 6 (u); 29; 31, Materialismo 'en Demócrito, Intr. Cap. ritu, 42, 10' (vI); de la voluntad. 43, 3 0 (I); 11, 6 (1); en los estoicos, 15,
11 (IV). 30 (1);" 9, 4, 10 (1); en los eS,ta¡cos, 4 (vI); suplantad~ por la "crítica", 8 (tI); en los gnósticos, 20, 6 -(Il); en
Magia, 29, 6 (IV). 15, 5; 17, 2 (n) j antropológko' del 16gica -trascendental, 47, 1 (vm); res- Schelling 43, 3 (VI).
Mav,nitudes físicas medibles, 44, 8 (VII). Iluminismo, 31, 6 (IV); 33, 5; 34, 9 taurada en el siglo XX, 47. 5 (VIII); Modus, 31, 4 (IV); infinito,' 31,5 (IV).
Mal en el mundo~ 16, 5 (n); inexisten- ,(v);, problemáticamente o asertórica- M. como teoría de la realidad, 48,
Mónada en Bruno, 29, 4 (IV); en Leib~
te, 20, 7 (ll); 22, 3 (m); metafísico, mente, 33, 7 (v); ligado al deísmo, comp. 47; 49 (vm) ;V. ontolog!a, ser.
niz, 31, 11 (IV) j comp. 33, 7 y s.;
moral, fisico, 35, 4 (v); comp. teo- 33, 5 (v);: _en el siglo XIX, Intr. Metafísica religiosa, lntr. Cap. 19 (u);
36,4; 34, 11 (v); en Kant, 38 (VI).
dicea. (vn) j antropológicamente, 44, 1, 6 viraje, religioso de la romántica alema_
(vn); nominalista-antropológico, .44, na. 42. 9 (VI). Monismo, hipótesis original, 4 (r);
Maligno, 34, 2 (v).
6 (vn) (dialéctico); científico-natu- Méthexis, 11. 3 (1); 31,4, nota (IV). metafísico de los eleáticos, 4, 5 (1);
Malo; 10., necesario metafisicamente co-
ral, Intr. (vm); filosofía materialista Método de la filosofia, 1. 2 (1); 'como en la Stoa, 16, 1 (II); del espíritu
mo ausencia de 10 bueno" 20, 9 (n);
de la historia, 45, 5 (VIl); controver- objeto de la lógira aristotélica, 12, 1 en el neoplatonismo, 19, 5 (n); en el
'como esclavitud, 16. 2 (I1); como es-
sia en torno al materialismo, 44, 6 (1)';' como problema de la nueva fi. Renacimiento, 29, 1 (IV); místico en
tímulo de la moralidad, 16, 6 (u);
(VII). , Josofi'a, Intr. Cap. 29 (IV); 30 (IV); Schelling, 43, _2 (VI); llamado mo-
como materia, 20, 3 (II); origen, se-
Mayéutica como método, en Sócrates, 'mayéutico de Sórrates. 8. 6 y s. (1); derno, 44, 6 (VII); Tntr. (VIII).
, gún Agust,Ín, 22. 3, 5 (m); radical,
según Kant, 39. 6 (VI). 8,6,7 (1). escolástico, Intr. Cap. 20 (m); silogís_ Monoteísmo en Jenófanes, 4, 3 (1); en
Maniqueísmo, 20, 4, (11); en Agustín, 'Me~ánica en Demócrito, 10, 2 Y s'. (1); tico-deductivo e inductivo. 28, 4: 32 los cínicos, 7, 8 (r); del espíritu en
22,6 (m). como teoría matemática del movi- (xv); resolutivo y compositivo, 30, 3 Aristóteles, 13, 5 (1); como fin de la
Mántica en .los estoicos, 15, 8 (u). miento, 30, 3 (IV); ciencia do~inan (IV); anaHtiC'o y sintético, 30, 4 (IV); historia de la religión, según Hume,
,Más allá de lo -bueno y malo, 46, 6 te, 31, 1 (IV). geométrko. 30, 6; 32. 4 (IV); 34, 35,9 (v).
.. (VII). Mecanismo, 4, 5; 5, 5'; 10, 1 Y 55.;,)3, '10;34,12 (v); zetético, 34, 12 (v); Moral de la felicidad de Feuerbach, 46,
. Matemática, _origen privativo~ 1, 1 ,(1), 4. (1); 15 (TI)-; como ~aus.a seC't1n~a critico trascendental en Kant, 45 y ss . 2 (VII).
~ Í~tr. Cap. 10 (1); en los pitagóricos, ,ría, 11, 10 (1); de la yida_ anímica, (VII); dialéctico, 42, 1, 10 (VI); de l~oral heterónoma, 39, 2 (VI).
L
Perceptions, pctites, según Leibnitz, 31, Pitagorismo empírico del Renacil,Uiento, 8 (n); como religión original en Hu- Primado de la voluntad o del intelecto,
11 (IV); 33, 10 (V); 41, 4 (VI). 30,3 (IV). me, 35, 9 (v). 26 (m); 43, 4 (VI); 44, 9 (VII); 47,
Percibir y objeto de la percepción en Placer, como valor ético, 7, 9 (1); en Politic'a como lucha de intereses, 32, 5 6 (VIII); de la razón práctica, 39, 4;
Protágoras, 8, 3 (1). Aristóteles, 13, 9 (1); como' el más (IV); en Hegel, 42, 10 (VI). 41, 1; 42, 2 (VI); v. tamo intelectua-
Perlección, capacidad de, ilimitada del alto bien, 14, 1, 4 (n); placer en el Ponderación del placer y displacer en lismo.
hombre, 37,4,5 (v); 46, 2 (VII). Iluminismo, 36. 8 (v). los hedonistas, 7, 9 (1); en el utilis- Principio de la conciencia, 41; 2 (VI)
Perfección, como principio cosmológico, Placer desinteresado, 40, 3; 42, -4 (VI). mo,'--36, 9 (v); en el pesimismo, 43, - afectivo en Comte, 45, 4 (VII) -
16, 5 (ll). Placer interno de la personalidad; 14, 4 (VI). de la razón suficiente, 15, 2; 16, 4
Periphora v. álloioosis.
J 4 (n); Intr. Cap. 2 9 (v); 42, 5 Poner, ser puesto, 41, 5, 8; 42, 2 (VI). (n) 'j 30, 7 (IV); 41, 10; 42, 4 (VI);
(VI) . Poros~ v. emanaciones. criticado, 17, 3 (n) - de contradic-
Permanencia de la materia en Anaxágo-
Placer, perspectiva de, como motivo po- Posesión como pecado, 37, 2 (v); co- ción, 6, 1; S, 1; 12, 5 (1); 30, 7
ras, 4·, 8 (1); en los estoicos, 15, 5
sitivo en el utilismo, 46, 1 (vIi). mo derecho originario en Fichte, 42, (IV); solamente principio formal, 38,
en); en emano, 27, 6 (m) j 31, 1
Placer y dolor, 7, 9 (1); como criterios 2 (VI). 5; 41, 7, nota (VI); no válido pa-
(IV) .
éticos, 14, 4 (n); su saldo en el uti- Posibilidad, en Aristóteles, 13, 1 (1); ra el pensamiento especulativo y la
Perseitas del Bien, 26, 3 (m); 31, 8, como categoría en Kant, 48, 5 (VIII); intuición intelectual, 42, 1 (VI).
nota 44 (IV).
lismo, 36, 9 (v); 46, 1 (VII) ¡ Y pe-
simismo, 7, 9 (1); 43, 4 (VI); 4_?, 3 como verdad eterna en Weisse, 44, 5 - del tercero excluido, 38, 10 (VI) -
Persona, personalidad del hombre, 49, 3 (vü); mundos posibles en Leibniz, en sí; en Bolzano, 48, 3 (VIII).
(vn); como funciones del asenta-
(VIII); libertad y personalidad, 49, 3 miento o juicio en la est¿tic¡l de 31', n (IV); 35, 4 (v). Principios del entendimiento puro, 38,
(VIII) j como espiritual "centro de ac- Posición absoluta en Herbart, 41, 8 4, 7 (VI).
Kant, 40, 1 Y ss. (VI).
tos" (Scheler), 49, 3 (VIII); hondu- Plan como concepto biol6gico funda- (VI) . Principios regulativos y constructivos,
ra vital de la P., 49, 3 (VIII); unidad Posiciones primigenias, 44, 4 (VII). 38, 9 (VI); heurísticos, 38, 10 (VI).
mental (v. Uexkuell), 48, 1 (vm).
y diversidad de capas de la P., 49, 3 Positivismo, en la antigüedad, 17, 7 Probabilidad, 17, 8 (11); 34, 6 Y S.
Platonismo como carácter principal de
(VIII) . (u); en Berkeley, 34, 2; 34, 6 (v); (V) .
la filosofía alejandrina, Intr. Cap. 29
Personalidad, persona, en los sofistas, (ll) . como' síntesis de sensualismo y racio- Probabilismo, en Carneades, 17, 8 (n);
7, 2 Y S. (I); en los estoicos, 14, 3 Pluralismo de las substancias, 46 (VII); nali'sÍrlo en Condillac, 34, 8 (v); en en los humanistas, 28, 5 (IV); prác-
(n); significación en la filosofía ale- 5, 5 (1); de los mundos, 15, 4 (n); la psicología del siglo XIX, 44 (VII); tico en Hume, 34, 6; 35, 6 (v).
jandrina, 18; 19, 3 (n); en Ploti- 29, 2 (IV); en Herbart, 41, 7 (VI). en Corhte, 45, 3, 4 (VII); en el siglo Problema crítico de la historia de la fi-
no, 20, 7 (n); en el cristianismo, in- Pneuma, teoría del, 5, 6 (1); en los pe- XIX; Intr. (VIII); filosofía positiva losofía, 2, 6 (1).
finita y finita, 20, 3 (n); su relación, ripatéticos, 13, 9, nota 16 (1); en los de Schelling, 43, 3 (VI). Problemas de la clasificación, 3, 1, 2
sentido del mundo, 20, 9 (n); en la estoicos, 15, 5 (n); en los epi¿ureos, Post hoc y propter hoc, 34, 5 (v). (1); naturales y artificiosas, 2, 5 (1).
interpretación cristiana de la historia, 15, 5; comp. 15, 6 (II); en la filoso- Postulados del pensamiento empírico, Procedimiento epagógico en Sócrates,
21, 3 eu); como principio teorético- fía alejandrina, 18, 6; 19, 1 Y S. 38, 7 (VI); de la conciencia moral 8, 7 (1)-; en Aristóteles, 12,4 (1).
cognoscitivo, en Agustín, 22, 1 (m); (ll) . = -llamada prueba moral, 39, 4 (VI); Progreso moral en la historia, 39, 8
problema metafísico de la Escolásti- Pneumáticos (espiritualistas), ~8, 2 como principio de la filosofía, 42, 1 (vr) j 45, 7; 46,2 (Vll); de la histow
ca, 27, 2 (m); en la ética de Kant, (ll) . (VI) . ria negado por Schopenhauer, 43, 4
39, 3, 4, 6, 7 (VI); de Dios, 42, 9 Potencia, 13,1 (1). (VI); Idea de progreso de la filoso-
Pobreza del alma como ideal, 26, 5
(VI); 44, 3; 44, 5 (VII); en la his- Potericias en Schellíng, 42, 9 (VI). fía de la historia, combatida en el si-
(m) .
toria, según CarIyle, 45, 5 (VII). Pragriultismb, Intr. (VII); 44, 4; 45, 8, glo XX, 49, 6 (VIII).
Pesadez como inercia en Dem6crito, 10, Pobreza de los vigilantes en el estado nota 4; 46, 6, nota (vu); 47, 4 Propiedad privada, inequitativa distri-
2 (I). platónico, 11, 8 (l). (vm). bución de la, 32, 3 (IV).
Pesimismo eudemonista, 7, 9 (r); reli- Poder, división, del, 37, 1 (v); 39, 7 PredeStinaci6n, 22, 5 (m). Propiedades primarias, secundarias, ter-
gioso, 20, 9 (n); hedonista-metafísi_ (VI) ; 45, 3 (Vll). Preexistencia de::' alma, 11, 6 (1); 19, ciarias, 31, 2 (IV); comp. cualidades.
co en Schopenhauer, 43, 4 (VI); 44, Poder, voluntad de, 46, 6 (VII)". 2; 20, 7 (ll). Providencia, 7, 7 (1); 15, 2 (u).
9 (VII); evolucionista de Hartmann, Poética, 13, 4 (I). Pregunfas de tormento, 16gicas, 3, 1 Prueba, 12,3 (1); moral, 39, '5 (VI);
46, 3 (VII); antiterreno combatido Poetización conceptual, 2, 5 (1). (I) . ontológica, 30, 5 (IV).
por Duehring, 46, 2 (vu); v. tamo Point de systeme, 34·, 7 (v). Prejuicios, ausencia de, de la filosofía, Prueba, arte de la, cama lógica de los
optimismo. Polaridad de la naturaleza, 42, 3 (VI). exigida en el neokantismo, 47 (VIII). sofistas, 8, 1 (1); comp. 12, 2 (1);
PhysÍJ, 4, 3; 7, 1; 8, 5; 11, 1 (1); 21, Polaridad magnética, 42, 8, nota: (VI). Premisas' en- la silogística, 12, 3 (1). combatida por los escépticos, 17, 3
1 (ll). Politeísmo construido conceptualmente Presentimiento, 41, 1 (VI). (ll) .
Piedra filosofal, 29, 6 (IV). por los estoicos, 15, 8 (n).; por los Presión' 'y choque como forma funda- Prueba profética, 18, 5 (11).
Pietismo, 35 (v). neoplat6nicos, lntr. Cap~ 2'1 en.); 20, mental del movimiento, 4, 5 (1). Psicoanálisis, 48, 2 (vm).
T
J:.>sicofísica; 44, 8 (VII); -causalidad psi~ Quodlibetos, 23 (m). Razón' del hombre en general, 27, 2 R~ftitación, arte de la, de los sofistas,
cofÍsica como problema, 31, 7 (IV); (m); 45, 1 (VII). 8, 1 (1).
48, 2. (VIII); unidad vital psicofísica Racional, instinto; imperio de la, razón, Raz6n, reino de la, de los estoicos, 14, Regressus~ retorno místico a Dios, 23, 1
del hombre, 49, 2 '(VIII). arte racional, en Fichte, 42, 6 (v1)' 7; '18,3 (u) j en Fichte, 42, 6 (VI). (m) .
Psicología animal, 33, 5 (v). Racionalidad del bien, 26, 3 (m); 3L Razón universal, 27, 2 (1II); 31, 4 Reino, tercer reino en Rickert, 47, 4
Bsic9logía, materialista, 6, '2 (1); su, 8, nota (IV). (IV); 45,1 (VII). (VIII) .
método, lntr. (VII); fisiologia, 6, 2; -7, Racionalidad de la moral, según' Sócra- Reales = "cosa en sí" en Herbart, 4·1, Relaci6n de los reales basados en una
" 9; 8, 3. (l); en Dem6crito, 1.0, 1 'y S. tes, 7,6 (1). 7; 41, 8 (VI); lntr. Cap. 2 9 (VI). unidad substancial, 4 (1); 44, 7
(1); en ,Platón, 11, 6 (1); en Aristó- Racic;mal;smo,· 6, 1; 9, 1- (1) j' matemá- Realidad, filosofía de la, 6, 2 (1). (VII); método de las relaciones en
telc$, 13, 9 (l) j en la Stoa y Epicu- tico en los pitagóricos, 6, 1 (1);' teo- Realidad graduada, 9, 2 (1)'; según Herbart, 41, 7, 8 (VI).
ro, 15, 1, 6 (n); en Tomás, 25, 4 _-rético ';en De:p1ócrito, 9, 4 (1); ético grados de generalidad, 20, 8 (u); 23, Relación y conciencia de la relación,
(m);' en la Escolástica posterior, 27, ,en Platón, 9, 4 (1); estoico, 17, 4 1 (m); como apariencia 'y ser, 11, 33,6 (v).
5 (m); empírica. en Bacon, 30, 2 (n); en la Edad Media, segt'1n Abe- 1,3 (1); como voluntad, 41,10 (VI). Relaciones conceptuales, 11, 2 (1).
(IV); en el Iluminismo, 33, 5 (v); r
lardo, 23, 7 (m) universal en Des~ Realidad, problema de la, en Locke, RelaCiones económicas como fundamen-
en Kant, 38, 7 (VI); en el.siglo XIX cartes, Intr. Cap. ,2 Q (IV); 30,·4 Berkeley y Hume, 34, 1 Y ss. (v); to de la' historia, 45, 4 (VII).
44" 1 (VII) j Ps. voluntarista, 44, 2, (IV); Racionalismo y Sensualismo en en 'Kant, 38 (VI);' R. e idealidad en Relativismo, en sentido ético, lntr. Cap.
3 (VII); como ciencia de las leyes de la filosofía inglesa, 33, 1 (v)'j'teoJ&. Schelling, 42, 8, 9 (VI); el carácter. 3Q (l); 8, 3 (l); desde el punto de
1;:1. vida espiritual, 44, 1 (viI); bioló- gico en los. socinianos, 35, 1 ,(v); preteorético de la R. como nuevo vista de la teoria del conocimiento,
gica, 45, 4 (VII); de la experiencia práctico en Buyle, 36, 3 (v) j dog- problema de la filosofía en el siglo 17,3 (n); 45, 3; 45, 8 nota 4 (vn);
interna, desde Agustín, Intr. Cap. 19 mático en Wolff, 34, 10 (v). XX,. 47, 4 (VIII); comp. facticidad. 46, 7 (VII).
(m); 2~; 24, 2; 27, 5 (ur); lntr. Raison universelle, en Malebranché, 31. ReaÍidad, superior e inferior, 9, 2 j 11, Religión natural de los cínicos~ 7, 8 (I);
Cap. 19 (v); 44, 1 y,ss. ,(vu); histó- 4 ,(IV);' en el tradicionalismo, 45, J 5 (1); absoluta y relativa, 20, 8 (u); de los estoicos, 15, 7 (II); ligada cOn
ricoevo!utiva, 24, 2 (m); 45, 8 (VII); (VII) . materia de la actividad de la razón la religión positiva, 15, 8 (u); en la
como teoría de la autoconservación Raza, 49, 5, 6 (VIII); significación on· práctica, 42, 2 (VI); la realidad y lo Edad Media, 25, 1 (m); en Campa~
aní~ica, 41, 8 (VI); Ps. matemática tológica de la R. para todo lo' his- irracional, 47, 2 (VIII); Realidad' y nelIa. 29, 4 (IV); en Herbart, 32, 7
en Herbart, 4 L 8 (VI); Intr. Cap. 2 Q tórico, 49, 6 (VIII). valor, 49, 4 (VII!); comp. sér. (IV); en el Iluminismo, 35, 2 (V);
'(VI)'; descriptiva (Brentano), 47, 3 Razón, v. nous, como ,esencia del hom- Realidad, teoría de la, como metafísica, su culto, 35, 2 (V); combatida por
comp. 48, 2 (vm); mecanicista y bre en .Aristóteles, 13, 10 Y S. (1); 48 '(VIIi). Bacon y Hobbes, § 31 (IV); en Bay-
científico-espiritual, 48, 2 (VIII); Ps. R. humana diferenciada sólo gradual~ Realismo ingenuo, Intr. Cap. 1Q (v); le y Hume, 35, 6 (v); como verda-
. médica, 48, 2 j 4·9, 1 (VIII); Ps. y mente del alma animal, 15, 1 (n); empírico en Kant, 38, 3 (VI); R. Y dero cristianismo, 35, 1, 7 (v).
Biolog·ía, 48, 2, (VIII); Ps. individual, Relación ,con la revelación, v. razón nominalismo en sentido escolástico, Religi6n, quebrantada en el Iluminismo
48, 2 (VIII). del género humano, 27, 2 (lId; 31, Intr. Cap. 19 (rn);, 20, 8 (u); 23, griego, 7, 3 (1); sustituida por la mo-
Psicología s.ocial, 45, 2 (VII). 4 (IV); 45, 1 (VII); como percep- 1,3 (m); 31, 3 (IV); R. en el siglo ral, lntr. Cap. 1Q (n) j en la Stoa,
Psicologismo, .a, 3 (1);, lntr. Cap. 19 ción sobrenatural en Jacobi, ',41, 1 XX-, 47, 4; 48, 4 (vm). 15, 2, 7,8 (n); posición anti-religio-
(v); 33,,8 (v); § 32, 7 hasta 33, (VI); activa y pasiva, según Aristó- Receptividad, 34, 2 (v). sa de los epicureos, 15, 3 (n); comp.
,8; Intr. Cap. 2<1 (v); § 44, 1 (vu); teles, 13, 10 (1); 27, 2 (ru).; como R~cto y curvo = imperfecto y perfecto 15, 7 (u); R. y filosofía en la mística
47,1; 47, 2; 48, 2 (vm); reconocido capacidad conductora del alma; 14,.3 en los pitagóricos, 4, 11 (1). . y en la escolástica, 25, 1, 2, 3 (m);
por Kant como insuficiente, Intr. (n); Razón y Naturaleza idéntica~, Rede'nci6n, historia de la, como esen- natural, v. religión natural, su histo-
Cal" 1'(VI). 14, ,5 (u); teorética y práctica en cia del 'mundo, 21, 5 (u); corno ori- ria natural en Hume, 35, 9 (v); co-
Psicovitalismo, 4·8, 1 (VIII). Aristóteles, 13, 11 (1); en Ba)fle" 3,6, gen de la psicolog.ía, 22; 24, 2 (III). mo intención moral, 32, 2 (IV); co-
Pueblo, espíritu del, en Hegel, 42, 10 3 (v); y Kant lntr. Cap, 1'" (VÜ; éo- Reelaboración de los conceptos de la ex- mo cosa privada, 32, 5 (IV); como
(VI) . mo.. .pQder de las ideas, 38, 9; 39, 1,: per,iencia, 41', 7 (VI). postulado moral, 35,.7 (V); fundada
Pueblo, filosofía del pueblo, 49, 5 4- (v~); estética en Schiller, y en 'Ja Reencarnación en Pitágoras, 5, 8 (1). 'filosóficamente, 35, 1 (v); como edu-
(VIII) ,; significación ontológica del ,Romántica,:' 42, 4, 5 (VI); en Sche.. , Reflection = percepción interna en . caci6n del género humano, 35, 9
P. 'para la historia, 49, 6 (VIII). lling, 42, 7, 9 (VI); como espíritu ~i Locke, 33, 2; 34, 1 (v), (v) ; como cosa privada y como ins-
Pueblos, psicología de' los, Intr. (VII).; vino, '40,·7" (VI); Sistema de' la'Ro Reflexión, afeCtos de'la, '36,7, 10 '(v). tituci6n pública, '37·, 3 (v) j como
,45, 2 (VII) 49, 5 (vm)., en Fichte, 42 (VI); Razón y.volun- Reflexión' coÍno método idealista en teología moral en KaQt, .39, 6 (VI) j
, tad,. 43, ,2: (VI); R. histórica, 45, 9 FiChte, 4-1,5 (VI); comp. 42, 1 (VI). ,como sentimiento en Schleiermacher,
Quaestio juris y quaestio facti en Idea- (VII); 47, 4 (vm) . Reforma, lntr. Cap. l Q (IV); 28, 6 41, 6; 42, 9 (VI); como considera-
lismo, Intr. Cap. 1Q (VI). Razón, Critica de la, de Kant,: !ntr;, (IV); su relaci6n con la mística, 28, 'ción teleológica en Herbart, 41, 8,
Qualitates occultae, 29, 5; 31, 1 (xv).. Cap. 1'(VI). 7 (IV)' nota 34 (VI); como órgano de la fi-
672 lndice de conceptos
1 673
Indice de conceptos
Iosafia en Schelling, 43, 1, 3 (VI); Retorno de todas las cosas, 15, 4 (n). por medio de la Iglesia, 22, 5 (m); 38, 1; 38,' 8 (v~); S. y matemática,
como relación del espíritu finito con Revelaci6n como tradici6n o ,éxtasis, como tema de la historia del mundo, 38,2; 40, 2.y SS; 42, 2 (VI).
el espíritu absoluto en Hegel, 42, 10 18, 5 y s. (n); con arreglo a un plan 21, 5 (n); mediante arte y ciencia; Sentido común (Koinón aisthetérion),
(VI); explicada antropo16gicamente en la historia, 18, 3; 21, 5 en); en 43, 4 (VI) j como fin de la eyolución en Aristótel~s, 13, 9 (1); comp. 6, 2
en Feuerbach, 44, 6 (VII); positiva, la naturaleza, 29, 1 Y S. (.IV); auto- alcanzada por la cultura, 46, S (VII). (1) .
35,8 (v); como religión de la huma~ revelaci6n de Dios en la mística, 26, Salud del pensamiento y de la vida se- Sentido externo e interno en Locke
nidad en Carnte, 4·5, 4 (VII); su lu- 5 (m); como fundamento de la so- gún Nicolai, 34, 10 (v); según Dueh- 34, 1 (v); en Kant, 38,,2, 6 (VI).
cha, Intr. Cap. 21' (n); como historia ciedad, 45, 1 (VII); su vinculo con la ring, 46, 2 (VII). - y ser,' 49, 4 (VIII); subjetividad de
universal, 21, 2 Y s. (n). razón, 18, 3 (n); como igualdad, 35, Sanción de la moral, Intr. Cap. 2 9 (v); las, cualidades sensoriales, 17, 4 (H);
Religión raciol).al en Kant, 39, 6 (VI);
v. Religi6n natural.
1 (v); como opuesta, 35, 6 (v); co-
mo compatible, 25, 2 (m); 35, 1
1 36,9ys. (V). 38, 3 (VI); intelectualización de las
cualidades sensibles, 31, 2 (IV); 34,
Sano entendimiento humano, Intr. (v);
Reminiscencia, v. anámnesis. (v); en Kant, 39, 6 (VI); en Sche- 34,2,10 (v). 1 (V)'.
Remolino, teoría del, en Empédocles, lling, 43, 2, 3 (VI). Satán, 20, 4 (n); 22, 6 Cm}. Sentido histórico, falta de él en el Ilu-
Anaxágoras y LeucÍpo, 4, 5 (1); en Revelación, filosofía de la, de' Schelling, Selección natural, -45,7 (VII). minismo, 35, 8 ·(v),; superado por
Descartes, 31, 6, nota (IV). 43, 3 (VI). Seleccióri, teoría de la, 4, 5 (1); 45, 7; Hume, Lessing y Herder, 35, 9 y s.
Renacimiento, Intr. Cap. 19 (IV); pre- Revelación, teologia de la, ligada al 46, 2 (VII). (v) .
florecimiento, 24 Cm); afán de reno- agnosticismo, 44, 4 (VII). Selfish system, 32, 7 (IV); 36, 10; 37, Sentimental (poesia),,42, 6 (VI).
vaci6n, Intr. Cap. 11' (IV); 30, 2; Reversibilidad de los juicios, 44, 4 3(v). Sentimiento, en los cirenaicos, 7, 9 (1) j
32,3 (IV). (VII). Semejanza, teoría de la, en la contro~ en los vÍ<;torinos, 24, 2 (m); en los
Renovación, impulso de, del Renaci- Revoluci6n, su teoría, 32, 5 (IV); 37, versia de los universales, 23 (m). ideólogos, 33, 6 (v); en Rousseau,
miento, Iutr. Cap. 19 (IV); 30, 2; 32, 2 (v); como castigo, 45, 1 (VII). Semejanza, asociación mediante la, 34, 33, 7 (v); en Herd,er, 33, 11 (v); y
3 (IV). Revoluciones sociales, según Marx, 45, 3 (v). Jacobi, 41, 1 (VI); en Comte, 45, 4
Reparación, teoría de la, 39, 7 (VI). 5 (VII). Semiótica, v. signos. (vn); corno poder anímico, 36, 8
Representaci6n, capacidad de, en Rein- Romántica, alemana, Intr. Cap. l' Sensación como percepción externa en (v); como conocimiento moral, 7, 1
hold, 41,3 (VI). (VI); 42, 5, 9 (VI); viraje religioso, Locke, 33, 2;-34, 1 (v). (1); ·36, 7' ,(v); 'religioso según Sch-
Representaciones, 33 (v); en realidad 42, 9 (VI); francesa en el socialismo, Sensación, en Aristóteles, 13, 9 (1); 38, leiermacher, 41, 6; 42, 9 (VI); esté-
s610 las representaciones particulares 45,3 (VII). 2, 3 (VI) j como señal de algo exte- tico, 31, 11 (IV); 36, 7 (V); a priori
sensibles, 33, 4 (v); como secreci6n Romántico y clásico, 42, 6; 42, 10 rior, 34, 10 (v); en Schiller, 42, 4 en Kant, 40, 1 y s.; 43, 4 (VI).
del cerebro, 33, 5 y ss. (v); 44, 1 (VI) . (VI); como acto libre sin fundamen- Ser, como contenido espacial en Par-
(VI!); inconscientes, 31, 11 (IV); 33, Rutinario, 10, como ley natural en He- to en Fichte, 42, 2 (VI). ménides, 4, 5 (I) j como número, 4,
10 (v); de las mónadas en Leibniz, ráclito, 4,> 4 (1). Sensaciones musculares, 44, 1 (VII). 11 (1); en Aristóteles, 13, 1 Y S.
35,4 (v); su desenvolvimiento, 24, 3 Sensualismo psicológico, 6, 3 (1); en (1); como materia, 17,2 (n); Ser y
(m) ; mecanismo de la representación Saber, acerca del cosmos, 6, 2, 3 (1); Protágoras, 8, 3 (1) j de la filosofía conocer en Eckhart, 26, 5 (m); pro-
en Hcrbart, 41, 8 (VI); el mundo co- como fin propio, Intr. Cap. 1~ (1); post-aristotélica, 17, 4 (n); al servi- duc~o de la conciencia, 41, 4 (VI);
mo representación, 41, 10 (VI), v. Intr. (IV); como conocimiento in- cio del supranaturalismo, 18, 4 (11); identidad de pensar y ser, 41, 6; 42,
también ideas. mediato frente a la fe, 41, 1 (VI); Sensualismo y nominalismo, 23, 4 5, 6 (VI); separación de ser y pen-
Representaciones connaturales, 17, 5 como virtud, v. la misma palabra; (m); en el Renacimiento, 29, 3, 8 sar, 17, 2 (11) j- verdadero y aparen-
(n); 18, 3 en); 30, 5 (IV); 33, 10 como poder según Bacon, 30, 2; 32, (xv); transformación en el Idealismo, te, 9, 1 Y s.; 11, 3 (1); 41, 7 (VI);
(v). 6 (IV); dominio del saber, 11, 8 (I); 29, 8 (IV)'; en el Iluminismo, 31, 6 originado' en el deber ser, '42; 42, 2
Representaciones generales y conceptos, 45, 3 -(VII); como previsión, 45, 3 (IV); 33,1; 33, 2; 33,7; (v)j 44,1 (VI); comp. realidad. Renovación del
en los estoicos, 17, 5 (11). (VII) . (VII); escéptico, 33, 6 (v); materia- problema del ser en el siglo XX, 47,
Representation, 31, 11, nota (IV). Saber positivo exigido en la Edad Me- lista, 34, 9 (v); 44, 6 (VII); ético, 5; 48, 3, 4'(vm); ser en el tiempo,
Resistencia, la, funda el saber, 41, 9 dia, Intr. Cap. 1'1 (m); 7, 4 (1); en 36, 11 (v); supranatural en Jacobi, objeto de' 'la ontología en el Siglo
(VI); R. Y conocimiento del mundo el Renacimiento, 27, 5 (m); 28, 4 41, 1 (VI); naturalista en Feuerbach, XX, 48, 4 (VIII); sentido del ser fun-
externo, 44, 2 (VII). (IV) . 44,6; 46, 2 (VII). dado en el existir (Heidegger), 48;
Respeto de la ley moral y la persona, Sabiduría innata de Dios como argu- Sensibilidad, en oposición a la razón, 48, 4 (VIII); las leyes categoriales de
39, 3 (VI). mento del determinismo, 16, 3 (n). 16, 1 (JI) j S. y entendimiento, 6, 1; las regiones autónomas del ser en N.
Responsabilidad, 14, 5; 16, 2 en); su- Sabio, ideal del, 7, 8, 9 (1); 14 (n); 6, 3 (l); S. y entendimiento distintos Hartmann, 48, 4 (VIII); imposibili-
pone la contingencia 'de la voluntad, 11,7 (I); 16,2 (Il). sólo en grado (Leibniz), 33, 10 (v); dad de un esquema unitario, 48
26, 1 (m); comp. voluntad, libertad Salvación, Intr. Cap. 2 9 (n); sus gra~, en Herder; 33, 11 (v); S. pura en , (vm). (v. ontologla).
de la dos en el neoplatonismo, 20, 7 (H); Kant, 34, 11; 33, 12; 34, 12 (v); Ser innato,-virtual de las ideas, 33, 10;
, "
I
674 Indice de conceptos lndice de conceptos 675
33, 12 (v); 38 (VI); de las verda- princlplo evolutivo unido al utilismo, Suicidio en la ética estoica, 14, 3, nota la creencia religiosa en Herbart, 41,
des morales, 36, 3 (V); combatido 46, 1 Y s. (VII); la idea de la evolu- (11) . 8 nota (VI); vinculada al mecanismo
por Herbart, 41, 7 (VI); explicado ción positivista, lutr. (VIII). Sujeto, 42, 8, 10 (VI); 45, 9 (VII). en Leibniz, 31, 11 (IV); en Lotze, 44·,
evolutivamente, 45, 8 (VII). Soberanía, 32, 5 (xv); del pueblo, 37, Superación del mundo en los afectos 14 7 (VII), comp. 48, 1 (VIII).
1 (n). ' ,
Sermonismo, lutr. Capto 1'" (m); 2·3, 6 1 (v). Teleología crgánica, 5, 6 (1); 4·0, 6
(m) . Socialismo, 32, 3 (IV) j 37, 2, 4 (V); Superficies triangulares como elementos (VI).
Significación como categoría de un sis- 42, 2 (VI) j 45, 3 (VII); su filosofía de los cuerpos según Platón, 11, 10 Temor y piedad en la tragedia, 13, 14
de la historia materialista, 45, 5 (VII). (1) . (1) .
tema evolutivo, 42, 3; 42, 10 (VI).
Signos, teoría de los, 17,4 (11); 25,6; Sociedad basada en la razón, 37, 2 Superhombre, 46, 6 (VII). Tensión y suma de tensi6n (Herbart),
27,4 (m); 31, 2 (IV); 33, 3; 34,8 (v); 45, 3 (VII). Superstición, en la mántica estoica 15 41, 8 (VI).
(v); 440, 4, 6 (VII). Sociología, lntr. (VII); 45, 4 (vu); 8 (n) j como magia, 29, 6 (xv); Tentativas unionistas, 35 (v).
Silogística de Aristóteles, 12, 2,.3 el}; abandono de la sociología naturalista combatida, 15, 7 (u); 31, 1 (xv); 46, Teocracia, 35, 9 (v).
17, 1 (II); combatida por los escép- y de la S. formal, 49, 5 (VIII); como 2 (vn). S. y religión en Hobbes 31 Teodicea de los estoicos, 16, 6 (n); del
ciencia de realidad, 49, 5 (VIII); 'co- comp. 32, 5 (IV). ' , neoplatonismo, 20, 7 (n); en el cris-
ticos, 17, 3 (II); en el método geo-
métrico, 30, 7 (IV); en el Renaci- mo ciencia del éthos, 49, 5 (vm). Supervivencia de los más aptos ~n Em. tianismo, 20, 9 (n); 28, 3 (IV); en
miento reconocida como insuficiente, Sofismas, 8, 1 (x). pédoc1es, 4, 5 (x); en Epicuro, 15, 4 Bruno, 29, 1 (xv); en Shaftesbury,
Sofistica como enseñanza científica. lntr. (JI);, en Darwin, 45, 7 (Vll). 35, 2 (v); en Leibniz, 35, 4 (v).
28, 4; 30 (IV).
Simbólica de -1os números, 4, 11; 11, Cap. 39 (x); como retórica, ibid. Suposición, 25, 6; 27, 4 Cm). Teogonía de los gnósticos, 20, 6 (n);
5 (1) ;23, 3 (m); 29, 5; 30, 3 (IV). Sol, Estado del, 30, 2; 32, 3 (IV). Suprarracionalidad del dogma, 18, 4 de Boehme, 29, 7 (xv); en Schelling,
Simpatía de todas las cosas en Para- Solipsismo, 34, 2 (v); 41, 9 (VI); 44, (n); 25, 3 (m); 35, 1; 35, 6 (v). 43,3 (VI).
celso, 29, 6 (IV);. psicológicamente 6;46,4 (VII). Suprasensible, 11, 1 (x); 39, 4 (VI); Teología, dionisíaca, 11, 6 (1); del po-
en Hume, 36, 12 (v). Species intelligibles, 25, 6 (m). como imperceptible, 34, 9 (V); como liteísmo, 15, 8; 20, 7 ,(n); T. y fi-
Simple y compuesto, lo, en el alma, 33, Spiritus animales, 15,6 (n); 31, 6; 31, inexperimentable, 38, 9 (VI). losofía, 18,2 y·s. (n); consideraci6n
7 (IV). Supresión de los vínculos familiares en físico teológica, 16, 5 (11); negativa,
8, (v).
Sincretismo, Intr. Cap. 1'1 (u); 15, 3 Status, teoria del, en la lucha de los el Estado platónico, 11, 8 (1). 20, 2 (11); 22, 2; 23, 1; 26, 5 (m);
(n); utilizado por Fichte, .41,5 (VI). universales, 23, 3, 5 (m). Synaisthesis, 19, 4 (n); 24, 4, nota 29, 2; 31, 5 (xv); '42, 8 (VI); como
Subjetive como real, 25, 6 (m). (m); 30,,5 (IV). especulativa en Tomás, 26, 3 (m);
Sinergismo, 26, 4 (m) . .
Synechologfa, o sea la- filosofia natural Subjetivo y objetivo, 17, 2 (n); 25, 6 como práctica en los místicos y Duns,
en Herbart, 41, 8, nota (VI). (m). Tacto, sentido del, como ongmario se- 25, 3; 26, 3 (m); teología moral en
Sublime, en Burke, 36, 8 (v); en Kant, gún Dem6crito, 10, 3 (x). Kant, 39, 6 (VI); dialéctica, 49, 6
Synteresis, 26, 3 (m).
Síntesis, como esencia del espíritu, 19, 40, 1; 40, 4 (VI); matemático o di- Tarea normal en las utopías, 32, 3 (xv). (vm).
4 (11); de la mónada, 31, 11, nota 74 námico, ibid; v. también belleza. Teísmo, 13, 5 (x); 44, 5 (VII). Theoria, 13, 5 (1)' 15' 18 6· 20 7
{xv}'; de la razón según Kant, lntr. Subordinación como esencia del juicio, Teleología en Anaxágoras 4 8' 5 5 8 (n); 26, 4 (m);' 31,'7 (~v); co~p.
Cap.' 19 nota (VI); 38, 1 (VI) j prác- 12, 3 (1); comp. 44, 4 (VIl). (1); en Sócrates, 8, 8 (~);' e~ Plat6n, consideración desinteresada, 42, 4-
tica a priori, 39, 1 (vx); dialéctica, Subordinación como principio 16gico 11, 5, 9 (x); en Aristóteles, 13, 2 (VI).
42, 1 (VI). fundamental, 12,3 (1). (1); en los peripatéticos, 15, 1 (n); Teoría, dirección teorética del espíritu
Sintetismo trascendental en Krug, 41, Substancia, en Arist6teles, 13, 3 (1); en los estoicos, 15, 2 (n); combatida como lazo de uni6n del Renacimiento
en la Stoa, 17, 2 (H); infinita y fi- por Epicuro, 15, 3 (H); comp. 16, 5, con la cultura griega, lntr. (IV).
6 (VI).
Syzygias de la teogolÚa gnóstica, 20, 6 nita en Descartes, 31, 3 (xv); cons- 6 (n); utilistico-antropol6gica, 15, 2 Teoría corpuscular, 24" nota (m); 29,
(11) • ciente y espacial, 31, 3 (IV); Intr. (n); 35, 3 (v); en la filosofía cris- 4; 31, 4; 31, 6 (IV).
Sistema de la naturaleza, 33, 7 (v); de Cap. 19 (V); 34, 1 (v); como fuerza tiana, 21, 6 (n); 25, 7 (m); como Teoría de la deducción, 'v. siloglstica.
la razón, 42 (:VI); dialécticamente en Leibniz, 31, 11 (IV); y Spencer, problema según la concepción mecá- Teoría de la libertad de Schelling 43
organizado por Hegel, 42, 10 (VI). 45, 8 (VII); incongnoscible en Locke, nica del mundo, 31, 1 (xv); 34, 9 2 (VI). "
Sistema evolutivo de Aristóteles, lntr. 34, 1 (v), y Hume, 34, 1 y ss. (v); (v); interés resultante para la teolo. Teoría de la sociedad, en los epicúreos,
Cap. 39 ; 13 (x) j en Tomás, 25, 4< ficci6n escolástica en Berkeley, 34, 2 gÍa, lntr. Cap. 19 (v); criticamente 14, 6 (11); de la Stoa, 14, 6, 7 (n);
(m); en Leibniz, 31, 11 (IV) j en Ro- (v); como categoria en Kant, 38, lU' tratada por Kant, 40, 1 y ss. (VI); comp. lntr. (VIII); 49, 5 (vm) . como
binet, 34, 9 (v); en Schelling, 42, 3 (VI); conservaci6n substancial, 38, 4 Como concepto límite de la explica- socioIogfa, v. este término. '
(vx) j en Hegel, 42, 10 (VI) j en La- (vx); como secundaria en Fichte, 42, ción mecánica de naturaleza, 40, 6 Teoría de los colores, de Goethe, 42, 3
mark y Darwin, 45, 7 (VII) j en Spen- 2 (VI); limitada a la investigaci6n (vx); como principio del sistema de (VI) .
cer, 45, 8 (VII) j' cosmológico e histó- natural en Wundt, 4-4, 8 (VII). la razón en Fichte, 42, (vx); de la Teoría de las pasiones en los estoicos,
rico en Hegel y Spencer, 45, 9 (VII); Suggestion, 33, 5, nota (v)., naturaleza en Schelling, 42, 3 (VI)-; de 14, 1 (u); en Descartes y Spinoza,
lndjce de conceptos lndice -de conceptQ,s, 67,7.
676
individuationis, 41, 10 (VI); ser y hold, 41, 2 (VI); de la substancia en evolución, 13, ,4 .. (I);,-naturales y ar~
) en Hobbes, 31, 6 .{Iv);
31, 6 ( IV; tiempo, 48, 4 (VIII). , . Spi~oza, 31,_ 5 (IV). tificiales, ~6" 12 (v); el1:SchilIer; _42,
32, 5 (IV); en los ideólogos, 33, 6
Tiempo, crítica' del, como problema ft~ Unlco. el, en Stirner, 46, 4 (VII). 4"nota 12 (VI); teorí~ de lQS Vs.f'en
(v). ., ' ( )
losófico, 49, 6 (vm). Unid'1d ~omo unicidad e identidad en Beneke,. 44, 3 (vn); validez universal
Teoría del. bien de Platón, 11, 7 1; Tierra según los pitagóricos, -5, 8 :(1). los El~atas, 4, 5 (1). como _problema,· Intr. (VII); 46,/ 7
de la' ética helenística, 14 (n); de
Tipo, 'el más alto, del hombre, 46, 6 U nidad anÍmico~corporal, 48, 2 (VIII). (VII); controversia sopre los ;Vs.~ 46,
Schleiermacher, 42, 5 (VI). .' . Unidad en sí misIpa diversificada, 5, 2
(VII) . 1 (VII); de la cultura, ~7~ 3 (v); 46,
Teoría del conoéimiento comp f~n~a _(d;'len la pluralidad; U. de 10 opues~ .1 (VII); reino de -los, V s.-, en Lotze,
Tipo ideal, 49, 5 (VIII). ..
mento de la metafísica en De~ocn~o
Tipos, como objetos de l,as Cl~nCIaS ,del too, 27, 6 (m); 29, 1 Y s.; 31, 11 :44,7; 46í 7 (vll);_inyersión de todüs
y Platón, 9, l' (1); en la lÓgica de
, espíritu y de la psicolog1a (Tlpologl~), {IV}; del género humano, 21, 6 (n); los V.s. 4·6; 46, 6 (VII); teoría fiIo.s6~
Aristóteles, 12, 1 (1); comp. 13, 1? comp. 47; 4; 48, 2; 49, 5 (VIII); -tlpo de razón y naturaleza como principio ,fi<;a de los, V~. e.n, el Siglo 'X:X .(el
(1); eu'la Stoa, 17, 2 (n); cn.la h- ser de los Vs., conQcimiento. de lüs
, ,ideal en M. Weber, 49, 5 (vm). ético, 42, 5 (VI).; de la vida, 42J 3
losofía helenística, 17 (n); volunta-
T6 ti en einai, 13,5 (1). (VI). Vs.); 47, 4 '(VIII) .• Etica material}de
rjsta, 22, 4 (m); conjetural en Gu- los- valores en lugar de la éti,ca for~
Tolerancia, 32, 2 ,(IV); 35 (v). Universales (universalia), problema .d!Í
sano, 27,0.5 Cm); en Bacon, 30, 1
Tomismo, Intr. Cap. 29 (m); 46, nota los, Intr. Cap._1 9 (n); 23; 27, 3 (m); mal,,49, 4 (ym) .
(IV) Y en Descartes, 30, 5 (IV); en
?8, 4: (IV); comp. también Ideas. Variabilidad del fundamento del mun-
Locl~e, 33, 2 (v), Y Leibniz, 30, 7 (VII).
Tópica de Arist6teles, 12, 5 (1). do en Bruno, 29, 1 (IV:); de -'la mate~
Universalidad histórica de la filosQÍÍa
(IV) j 33, 10 (v); en Kant, lutr. ~a.p.
Totalidad como categoría fundamental at'emana, Intr. (VI). . t:ia orgánica en el' Darwi,nismo, 45) 7
11' (VI); T. psicológica del Ilummls- (VII) . '
de todo lo vital, 48, 1 (VIII); estruc- Universalismo, v. individualismo.
mo, Intr. Cap. lo;> (v) j su probl~ma
tura del nexo en Dilthey, 48, 2 _(ym). Universalmente válido, 10, como pro~ Variación cümo, hecho evidente, 5, 1
fundamental, 17, 2 (Il); como Clcn-
Totalidad de las condiciones, 38, 9 (VI). l;llema de los sofistas, Intr. Cap. 3 9 (1)'; como contradicdón, 41, 7 (VI).
cia filosófica -fundamental en el neo-
Trabajar, derecho a, 42, 2 (VI): (1); cümbatido por PrQtágoras, 8, 3 Ventaja y perjui<!io. <,:bino' motivos éfi..;
kantismo (idealismo) 47; 47,1 (VIII); Tradición antigua en la E. 'medIa, Intr. cos, 7 (1), v. utilismo.'
(1); postulado por Sócrates, Intr.
en la fenomenología, ,47, 3 (vm); el
'. Cap. 1~ (Ill); Intr. Cap. 29 (urJ,; en Cap,. 3 9 (1); comp. 46, 7, (VII). Verdad, en Sócrates,; 8, 4 (1):' en.la fi.:
conocimiento histórico, 47, 4 (vm). losotía helenística" 17 (11); imposibili~
el Renacimiento, 28 (IV). Universo. c'omo 'organismo y obra de
;Teoría dinámica 'en Kant, 38, 7; 42, 3 dad de la V., 17,4 '(n); V. sólo como
c " : - como autoridad, 18,5 (n). arte, 28, 1; 29, 1 (IV); 42, 8 (VI);
{ (VI); en Schelling, 42, 3 (VI); v. probabilidad, 17, 8- (Il); V. sólo en el
Tradicionalismo, 45, _1 (VII). . homogeneidad del U.; 31, ,1 (IV).
también, 45, 6 (VII). Tragedia, definición en Aristóteles, 13, U~o; lo' uno,. 4, 5 (1); 20, 6; 20, 2 (n). juicio, 17,9 (Il); suposición del ccino~
Teorías de las Hebdómadas, Intr. Cap. , 14, (1); en SoIger, 42, 9 (VI); en Unum verum bonum, 22, 2 (m). cimiento según' __ AgustÍn, 22, 2 (m) ~
l' (1). Nietzche, 46; 6 (VIl). Utilidad de la investigaci6n natural co~ claridad y distinci6n como c;:aracterís~
-Teorías políticas eclesiásticas, 32, 1; 32, Transformación de unas cosas en otras, mo base de su popularidad, Intr. J:i~as de la, V.', _~30, 5 ÜV);', eterna y
5 (IV); 35 (v); 39, 6 (VI); 45, 1 fortu~ta en, L,eibn,it, SO;·: 7_ (ív); 33, 10
4 (1). , (:VIl) .
·:(VIl). •: ,. Transformación del universo segun He~ Utilismo (Utilitarismo), en la ética so~ (v); en Wolff, 33,: 9 ,'.{,,') ; 'como iley
,Teosofía, del'Renaciiniento, 29 (IV); de
rác1itoj 5, 3 (1). fí's,tica y' socrática" 7" 1 Y ss. (1); ,en del pensar,' en Kant. y -Tetens, 33, 12
, Schelling, 43, -l" -(VI). Epicuro, 14, 6 (n); en el Ihnninjs_mo, (v); 31,11 (IV); 33, 8 y s. (v); 44, 5
Terminismo, Intr. Cap. 20;> (m); 25, 6; Trascendencia de Dios, 13, 5 (1) 20, 1
(n) ; comp. inmanencia. Intr. Cap. 2 Q -(v); 36, 5;,,36, 9 (v).,.; (vn); eterna como de,stino, 35, 4 (y,H
> 27,4 (m};' 29, 8 (xv'); lntr. Cap. 10;>
Trascendental, método; Intr. Cap. l
q cuantitativo en Bentham, 36, 9 (v):. :' 'evidente' en los,:escoceses; 33, 8 (v).;
(v); 33, 3;34, 8; 34, 10 (v); 38
(VI); filosofía trascendental, ibid. t~o16gico en Paley, '3.6, 10 (v); ~ilo~ dol;lle V, 25, 1 (m) ::f8, 2 nota (Iv) j
(VI); 44, 4 (VII). ' sótico jurídico, 37, 2 (v); refutado ,~n Bayle, 35,,6 (-v)'; comQ utilidad)
Término medio" 12,4 (r). . Trinidad, teoría de .la, en la dialéctica
por Kant, 39, 2,; 3 (VI); psicol6gko ,45; 8 (VII); fundada antrbpblógica~
Termin~logía latina de la Edad Medra, de la E. Media, 23, 3 (m). asociacionista, 4(3, 1 (VII); hist6~ico ~ente, 46; 2, 4 (VIl)'-.
Ilitr. Cap. l q ,(rn). Triplicidad del proceso dialéctico, 20, 2 evolutivo, 4-5, 8; 46, 1; 46, 6 (VI¡); Verdades inmediata,s: '(q.niesa)~ en Aris-
Teúrgica, 20, 7'-(n). ; . (n); 42,1 (VI). f6rmula del U. 36, g-(v). t6~el~s, 12,- 4 (1).,
Tiempo, como apariencia en Parme.nl~
_ des,'4, 4--(1),; como forma del senudo
Trivium y cuadrivium en la E'dad Me~ UtQpías, 30, 2; 32, 2: (IV). V ¿frités: étern'elles, -v. '-rle fait, en L¡Hb~
dia, lntr. Cap. 19 (m). n¡z, " 30, 7 (IV); comp'. 40,: 7; (VI);
, interno en Agustín, 22, 5 (m); Idea~
-Tropos de lbs escép,ticos, 17, 3 (n). Valer, _valor, 11, 1 (r)'; en Kant, Intr. 44,5 (VII).
lidad d~lT. en Leibn'iz,'31, 10'(rv );
qap. 1q (VI)j en el neokantismo¡::47, Vicio c,omo único mal; '14" 3 (Ir).
,como intuición a' priori en Kant, 33,
Ultraespiritualidad de Dios, 20, 2 (n). j(vm) . Vida como alma; 11, -6 :(¡)'j explicada
.12 (v-) ;" 38, 2 (vr)'; coma esquema, Ultramontanismo, v. tradicionalismo. Valores en 'h -explicaci6n teorética,.5, mecánicamentj'l! eI~ Aristóteles, '31,. 1
38 6 (VI)' como producto del meca~
, , , ., Her .Unicidad del principio del conocimien~ 5 (l); en los grados de realidad; 9, (IV); co:p.{,:e¡)to l)hiit¡:';t ep Xánt, 40; 6
Ilisreo ,de l~ representaclOn en ~
-¡ to en Descartes, 30, 4, (xv); en Rcin~ . 2, (1); ordenados en.- el si!Jt~ma de la (VI» ; Ic¡¡¡.tego.i'Í.a ·fu.ndamental' dé lajfi~
,b:;irt,_ 41, -7- (VI); como principium
678 Indice de conceptos lndice de conceptos
679
losofia natural, 42, 3 (VI); como como unteo bien, 14, 3 (H); Vir- en el siglo XX, 49, 3 (vm); comp. Yo, como haz de representaciones, en
adaptación, 45, 8 (vrr); como adia~ tud y conocimiento, 36, 2 (v); virtus libertad.
Hume, 34, 4 (V); de impulsos en Be-
phoron, nota, 14, 3 (n); como in- como virtud y aptitud, 36, 11 (v). Voluntarismo, en Agustín, 22, 4 (m); neke, 44, S (VII); como apercepción
tegridad de todos los valores, 46, 2 Virtud y felicidad, 7, 1 Y ss. (1); Intr. en Descartes, 30, 5 (IV); en la nueva trascendental en Kant, 38, 6 (VI);
(VII); voluntad de vivir, 41, 10; 4-3, Cap. 29 (v); 36, 1 Y ss. (v); 36, 9 psicología, 44, 3, 9; 46 (vn); signifi~ como principio de la filosofía en Fich~
4 (VI); comp. vida beata. Filosofía (v); 39, 5 (VI); 46, 2 (VII). cación para la filosofía de la vida, 49, te, 41, 5 (VI); puesto y limitado a si
de la vida, exigencia capital de la Virtudes cardinales, 11, 7 (1). 1 (VIU); v. también intelectualismo. mismo, 42, 2 (VI); "a sí mismo se
filosofía en el siglo XX, 4-7, 4 (VIII) j Virtuosidad, 36, 6 (v); 42, 5 (VI). representa", 41, 7 (VI); en sentido
comp. 48, 3; lutr. (VIII) (Filosofía Vitalismo, 29, 4; 31, 11 (IV); 42, 3 'Weber-Fechner, ley de, 44, 8 (VII). filosófico~religioso, 43, 1 (VI); orgá4
existencial); teoría mecánica de la (VI); 44, 2 (VIl); 48, 1 (VIII). nico a diferencia de lo corporal (ex-
vida, 48, 1 (VIII); legalidad intrínseca Vivencia, concepto fundamental de la Yo, autolimitación del, en Fichte, 42, 2 terno), 49, 2 (VIII); comp. persona,
de la vida (biológicamente), 48, 1 experiencia científico espiritual (Dil- (VI) . alma.
(VIII); Finalidad, espontaneidad de la they), 47, 4 (VIII).
vida, 48, 1 (VIII); Totalidad como ca- Voluntad, como hecho fundamental de
tegoría de la vida, 48, 1 (VIII); con- la propia experiencia, 44, 2 (VII); su
cepto de la vida comprendiendo la relación con el pensamiento, 16, 2
realidad orgánica, física y espiritual, (n); 22, 4; 26 (m); en el juicio, 17,
48,3 (VIII). Vida opuesta a espíritu, 9 (u); 30, 5 (IV); como fuerza im-
48, 3 (vm) j vida como existencia. pulsiva de la fe, 24, 2 Cm}; la buena
Hermenéutica de la vida como exége- voluntad, 39, 1 (VI); distinción de
sis de sentido de la vida, 49, 4 (VIII). la V. sensible y la moral, 39, 5 (VI);
Vida afectiva, 41, 6 (VI).; necesidad de de vivir, 41, 10; 43, 4 (VI); de poder,
la, 44, 6 (VIl). 46, 6 (VII); de dominio, 46, 6 (VII);
Vida, arte de dirigir la, 1, 1 (1); en el su desdicha, 46, 5 (vn); como "cosa
Helenismo, Intr. (n). en sí", 41, 9; 43, 2 (VI); negaci6n
Vida cósmica, impersonalidad d0 la, en de la V., 46, 3 (VII); en la psicolo-
el neoplatonismo, 20, 3 (n). gía del siglo XIX, 44, 2, 3, 8,9 (VII);
Vida, espíritu de la, v. espíritu. en la naturaleza, 41, 10 (VI); 45, 9
Vida, fuerza de la, al lado de la con~ (VII); mundo como voluntad, 41, 10
ciencia, como nota del concepto aní- (VI); individualidad de la voluntad en
mico, 6, 2; 11, 6 (1); v. además, 13, Hartmann, 44, 9 (vu); alógica, 46,
9 (1); 20, 7 en); 24, 1; 25, 4 Y s. 3 (vn); en Bahnsen, 46, 5 (VII); V.
(UI); 44,2 (VII). e idea, 44, 9 (VII); la infinita y fi-
Vida social como adaptación, 45, 8 nita, 20, 9 (n); v. también volunta-
(VIl). rismo.
Virtualismo, 41, 9 (VI); 44, 2 (VIl). Voluntad, libertad de la, en Sócrates y
Virtud, como· saber y felicidad, en Só- Platón, 16, 2 (n); en Aristóteles, 16,
crates, 7, 4 (1); como fin del saber, 2 (Ir); en los estoicos, académicos y
9, 4 (1); como comprensión de capa- epicúreos, 16, 3 en); en los neoplató-
cidad de goce en Aristipo, 7, 9 (1)'; nicos, 19, 3 (n); como fundamento
como perfección de las partes del al- del mal, 17, 6; 19, 2 (n); concepto
ma en Platón, 11, 7 (1); como ausen~ central cristiano, 19, 4; 20, 9 en);
cia de necesidades en los cínicos,. 7, 8 en Agustín, 22, 5 (m); en la escolás-
(1); en los estoicos y epicúreos, 14, 1 tica, 26, 1 (m); en Descartes 30, 5
(n); v. virtud escéptica, 14, 2 (n); (IV); negada por Hobbes y Spinoza,
como actividad racional, ética y dia- 31, 6 (IV); afirmada por Malebran-
noética en Aristóteles, 13, 11' Y s. (1) j che, 31, 4 (IV); Y Berkeley, 34, 2
26, 4 (m); como saber y poder en (v); nuevamente interpretada en el
Spinoza, 32, 6 (IV) j su atüosatisfac- Idealismo trascendental de Kant, 39~
ción, 7, 8 (l) j 14, 1 (n) j como sus- 4 (VI); después por Schopenhauer,
ceptible de enseñarse, 7, 6 (1); virtud 41, 10 (VI); y Schelling; 4·3,1 (VI);
INDICE DE NOMBRES
681
lndice de nombres Indice de nombres 683
682
Brown, Thomas, 388, 401, 417,·'555 Cassirer, E., 558, 600, 607
Arnauld, A., 334 Bekker, B., 352
Arnobio, 185, 188, 194, 402, 404 Bellarmino, R., 336, 374 . Brucker, J. ]., 10, 393 Cataneo, 556
Bruno, Giordano, 310, 313, 316, 322 S., Celso, 186, 188
Arnold) G.) 393 Belsham, Th., 555
325, 329, 34·2, 349, 353, 359, 370, Cerdón, 222
Arquelao, 32, 70 Beneke, Fr. 505, 509, 516, 558, 563 s.
428, 521 Cerinto, 221
Arquímedes, 136 Benes, Amalrico de, 274
Brunschvicg, L" 600 Cicerón, 8, 15, 63, 140 SS., 151, 153 S.,
Arquitas de Tarento, 33, 91, 186 Bentham, J" 389, 447, 455,584
BucHe, Th., 577 175, 185, 190, 193, 219, 237, 267,
Arriano, 186 Berenger de Tours, 240, 258
Buchanan, 379 312, 316 s" 320
Austin, J., 555 Bergson, H., 554, 563, 604, 606, 608,
Buchez, Ph., 554 Clairvaus, Bernardo de, 237, 240, 260~
Auvernia, Guillermo de (Aurillac), 276,. 613, 615, 621, 623, 626
Berigard, C. de, 311 ' Budde, J. F., 393 264
289, 295
Buechner, L., 558, 568 Clarke, S., 388, 392, 429, 440
Auxerre, Erie (Heiricus) de, 238 BerkeIey, G., 386, 388, 399, 405, 413
SS., 417 S., 608, 631
Buehler, 617 Class, G" 608
Auxerre, Remigio de, 238
Buffon, 390, 421 Clauberg, 334, 364
Avempace, 271 Bernardo Silvestre, 239
Buhle, J. G" 10 Cleantes, 139, 141, 162, 432
Avenarius, R., 559, 575 Bertalanffy, L, von, 611
Buisson, 553 Cleidemo, 64
Averroes, 271 S., 275, 279, 287, 289, Bertrand, 553
Bulaeus, 262 Cleit6maco, 141
293 ss. Besarión, 311, 315
Avicebrón, 272, 289, 294, 296 Bias, 26 Burckhardt, J., 639 Clemente Alejandrino, 185, 188, 217·
Buridano, Juan, 277, 288 Clemente Romano, 222
Avicena, 259, 271, 296, 299 Bichat, M, F. X" 553, 562
Burke, E., 388, 445 Cogan, G., 555
Ayer, A. J., 600 Bilfinger, G, B'J 393
Binswanger, L., 624 .Eutler, J., 389, 447 S., 451, 613 Cohen, H" 558, 600
Coleridge, S. T., 555
Baader, F., 503, 543 Blondel, M., 631
Babeuf, 455 Boccaccio, 314 Cabanis, P. J., 390, 404, 553, 561".567 Collier, A., 414·
'Caesalpinus, A, 311, 316 Collins, A, 389, 434
Bacon, Fr.) 6, 316, 329, 332 8S..) 337 ss,) Bodin, J" 336, 375, 378 s.
Caird, E., 556 Combe, G., 555, 561-
352, 355, 357, 362, 368, 376, 401, Boecio, 235, 238, 251, 256 s.
Calcidio, 235 Comenio, Am6s, 339
419, 458 Boehm, K" 605
Calderwood, H., 555 Comte, A, 12, 550, 554, 556, 574 ss.
Bacon, R., 266, 276, 279, 290, 296,. Boehm, M. H., 634·
Calicles, 69 Conches, Guillermo de, 239, 262, 314
298 s. Boehme, J., 310, 314, 322 ss" 327 S.,
'Calipo, 126 Condillac, Btienne Bonnot de, 387, 390;
Baer, V., 580 347, 543
Boerhave, 401 s. Calvino, 312, 320 403 SS., 419 s" 454, 460, 561, 565,
Bahnsen, ]., 589
BolingbroI~e, lord, 389, 456 'Cambrai, Odo (Odardus) de, 257 573, 575
Bailey, S., 555
Campanella, T., 313, 324 s" 327, 329, Condorcet, M. J. A. N. de, 391, 459,
Bain, A., 555, 561 Bolzano, B., 558, 617
337, 340, 344, 354, 362, 374, 377, 592
Ballanche, P. S., 553, 573 Bonald, V. G. A. de, 553, 573
458 Constantino Africano, 262
Barbaro, Ermolao, 311 Bonatelli, 556
Bonnet, Ch, de, 390, 404, 561 'Canterbury, Anselmo de, 236, 239 s., Contarini, G" 311
Bardesanes, 187 S., 207
254 S., 257, 260 S., 281, 288, 300, Copérnico, N., 323, 332
Barthez, 553, 562 BooIe, G., 555
345 Cordemoy, 334, 364
Bartholmess, Ch.) 553 Bosanquet, 608
'Cantoni, C., 556 Cornwall, G., 555
Basedow, J. B., 394, 457 Bossuet, J. B., 426, 459
"Cantor, 611 Coué, 616
Basílides, 185, 187, 210, 221, 223 Bostroem, Ch, J" 557
Basso, S.j 311, 325, 357 Cardaillac, J. J., 553 Cousin, V., 12, 15, 553, 562, 573, 576,
Bouillé, Ch., 313, 323, 326
Cardano, J., 313, 326 s,,377 s. 683
Bauch, B'J 600 Bouterweck, F., 505,,517, 562
CarIo Magno, 238 Couturat, 600, 611
Baudouin, 616 Boutroux, E., 554, 608, 626 Carlos el Calvo, 238 s. Crantor, 91, 144
Baumgarten, A., 393 s., 424 Boyle, R" 332, 355, 369, 429 Carlyle, Th., 555, 577 Crates de Atenas, 91
Bayle, P., 387, 390, 392, 419, 430,
Bradley, F. H., 556 .• 608, 619 Caruap, 600 Crates de Tebas, 67, 76, 91
432 S., 44-0 s.
Bréhier, 631 Caruéades, 91,140 S., 167 S., 173, 177 s. Cratilo, 64, 298
Bazard, 554
Brentano, Fr, 12, 559, 604, 615 S., 621 Caro, E., 553 Creuz, C., 393
Beattie, J., 390, 472
Brescia, J, de, 280 Carp6crates, 187, 222 Crisipo, 139, 141, 147 S., 157, 162, 166
Beauvais, V. de, 274, 299
Brisón, 142 Carr, Wildon, 627 S., 169, 174
Becher, B., 611, 613
Broad, C. D., 605 'Carrihe, M" 557 Critias, 70
Beck, ]. S., 500, 510
Broussais, F, J, V., 553, 561, 567 Carus, K, G" 505, 623 Croce, B., 556, 608, 636 s.
Becker, J. H., 349
Casiodoro Senator, 235, 238 Crousaz, P., 393, 419
Beda el Venerable, 238 Brpwn, Peter, 401
lndice·- de, ,nombreS 685
hdice de nombres
684 .Feucrbach, L., 557, 566 S., 578, 585,
Empédoeles,- 30, 32 s" 3'9. SS.,e 44, 46,
411 S~" "414 .s., 417, 4·22, 440, 475, 48 SS., '50, 55 SS., 64, 81, 126, 160, 588, 591, 621, 623, 630
Crusius, Ohr.. A,_ 393, 424, s.
562, 579, 616 Fichte, J. G., 3, 8,15,378 s.,_499 ss.,
Cudworth, R., 336, 353, 381, 396, 439 311
Destutt, .d-e" Tracy, A. L. _C., 390, 403, Enesidemo, 140, 143, 172 S., 177 505, "510 SS., 518 ss., 532 SS., 537 S.,
Cumberland, R., 332, 336, 381, 439:,
5.61.8. Enfantin, 554 541 S" 544, 557, 559, 562 SS., 566,
443, 447 568, 5i1, 577, 588, 592, 606, 618,
Cusa, Nicolás de (Nicolaus Chrypffs), Dewey, 615 Engel, J. J., 394
Dexipo, 189 Engels, F" 558, 578, 608 623, 627, 630 ss., 634
.,21.,.' 274,' 278,- 291, SS., 298 SS., 313,
Diá"goras de Melos, 'JO Eñrique deo Gante, 276, 287 S., -295 S., Ficino, M., 311, 315
323., 325. S., 353, 356, 35.¡), 367, 370,
Dicearco, 139, 141 299 Fidanza, Juán (Buenavcn~ura), 274,
482, 521
Diderot, D., 391, 404, 429, 432, 434; 290, 296
Cliolhe;- H.;-. 558, 567 'Epi-carmo, 61
443 Epicteto, 184, 186, 199 Filaletcs, 275
Diels, H.,16, 40 Epicuro, 4,140,142,145,148 5.,151 S., Filipo de Knido, 91
Chaignet;-A., 553
Dietrich von Freiberg, 275, 158 SS., 163', 166 SS., 170, 17-4, 176, Filodemo de Gadara, 142, 170, _174
Chalmers, 555
Dilthey, W., 17, 559, 582, 598, 604 ss., Filolao, 31 ss., 44 S., 53, 55, 57, 112,
Chamberlain, H. St., 611, 638 198, 217, 348, 566
615, 618, 620, 622 SS., 624, 627, 629,
Champeaux, Guillct:mo de, 236, 239~ Erasmo, 316, 318 186
256, 258 635, 638 Fil6n de Alejandría, 184, 187, 19,1 ss:,
Dinant, David de, 274, 294, 360 Erat6stenes, 136, 141
Charcot, 616 Erdinann, 557 196 S., 199, 205, 208 S., 432
Dingler, H., 602
Cllarron,- Pe,dro, 312, 318, 329, 344- Escalígero, 'J. C., SU, 316 Fil6n de Larisa, 91, 141
Diocris6stomo;, 14~
Chartres, Bernardo de, .236, 239, 255, "Escoto Erigena, J., 236" 238. s.~ 252 S., Filostrato,.186
Di6doro Cronos, 66, 79
262 274, 277, 291 s., 365, 367 Fiorentino, Fr., 556
Di6genes d~_Apq19nia,-3.3 S" 51, 56 SS.,
Chartres, Thierry de, 239 Eschenmayer, 542 Firmiano Lactancio, 187
Chateaubriand, 553 64, 128, 161
Espeusipo, 91, 107, 144, 210 Fischer, K., 5, 13 s', 16 S., 557 S., 567
Cherbury, Herbert de, 332, 336, 381, J)ióg.enes ,dG' Sinope, 66
Di6genes el Babilonio, 141 Esquines, 66, 74 Flavio Justino Mártir, 187
397, 433 Floris, Joaquín de, 279
Di6genes Laercio, 10, 16, 6+, 7~, &3, Estilp6n, 66, 80, 142
Chesterfield, lord, 449 Estrat6n de Lampsaco, 141, 155 _S., 171, Fontaines, G. de, 287
141 S., 147, 185
Chubb, Th., 389 293 Forge, L. de la, 334, ,365
Dión, 89
Eubúlidcs de Mileto, 66, 79 Fortlage, C., 557, 564, 571
Dionisio, 7
Dácqué, 611 Foucher, S., 312
Dionisio Areopagita, 236, 283 Eucken, R., 16 S., 559, 568, 608, 617,
D'Akmbert, 1"2, 390 -s., 419, 576 Fouillée, A, 585, 608,. 635
Dionisodoro, 79 631, 637
Dalga,tn, G.,· 349 Franeé, 611
Damasceno, Juan, 236, 238. Dippel, C;,' ,393 Euclides, 64, 66 S., 79, 84, 89, 347
D'Or~sme" N., 299
Franck, Ad" 17, 553
Pamas'cio, 185, 189 Eudemo de Rodas, 141, 170
priesc;:h, lL, 611. s" 620 Franck, Sebastián, 313, 321, 323
Damiron, Ph" 17, 553 Eudoro, 186-
Francke, Berm., 393_, 427, 513
Dante Alighieri, 273, 275, 285, 290; Drobish, M., 557 .Eudoxo de Knido, 91, r26~ 16'1
D~ Bos,_ Ch., 629 Francki, Antonio, 556
314, 373 Eucmero, 77, 163
Duelo,'>, 39~ . Frantz, Const., 544
Darwin, Ch., 556, 579 S., 586, 625 Euripides, 61
Duehring, E., 17, 558, 585 s. Fraser, A. C., 555
Darwin, Erasmus, 388, 401 Eusebio, 187
Duhem, P., 602, 605 F-rayssinous, J., 553
Daube, 553 Eutidemo, 79
Duns Escoto, J., 259, 273, 276, 281 SS., Fredegisio, 238
Daubenton, 391 Freud, S., 616, 624
287 SS., 296 SS., 301, 310, 346 S., Faleas, 69
D'Autricuria~ N., 299 Freyer, H., 618, 633, 639
Degérando, M. J., 10, 553, 562 368, 371" '-s;" 425, 439 Fearn, J., 555
Du Prel, 560 Friedmann, 606, 611
Delacroix, B., 635 Fechner, G. Th., 558, 569 s.
Durkheim, E., 554, 633, 635 Fries, J. F., 10, 505, 507 S., 513
Demetrios, 143 Feder, J. G. H., 394
Frischeisen~Koehler, M., 16, 605
Dem6crito, 28, 32, 55, 58, 87 SS., 92 SS., Federico el Grande, 394, 449
Eberhard, J. A, 394 Frobenius, 638
104 S., 112 -ss., 119 S., 122, 127 S., Fed6n, 66
Ecfarito~' -44., .. 52
Fuellerborn, G. G., 10
141 S., 145, 157 SS., 16'1,' 174, 186, Fedro,142
Eckhart, 273, 275, 287, 289,_ 291 SS., Fulberto, 240, 262
370, 4'/5, 515, 527 Ferécides de Siro, 27, 35
Detnónax, "143, 184: 320 S., 328, 513 Ferguson, A, 389, 445
Eddington, 602, 611 Perrad, G., 556 Gabler, 565
De Morgan, 555
Edelmann, J, Ch., 393 Ferraz, 17 Gale, Theophilus, 336
Descartes, Renato (Cartesius), 6, 316,
Ehrenfels, Chr. von, 605, 615- Ferri, L., 556 Galé, Thoma5,' 336
333 S., 342 SS., 350, 352 ss., 360 SS.,
368, 370 SS., 396 S., '399, .401 ss., Eickstedt, V.;' 638 '
686 Indice de nombres lndice de nombres 687
Galeno, Claudia, 186, 262, 270, 312, Raeckel, E., 558, 568, 598 Hilbert, 611 Jaucourt, 391
320 Hales, Alejandro de, 274, 299 Hill Green, Th., 556 Jeans, J., 602
Galiani, 391 Hamann, J. G' J 444 S., 500, 508, 522 Hinrichs, 565 Jenócrates de Calcedonia, 91, 107, 144,
Galileo Galilei, 331 S., 341 s., 344, HameEn, O., 600, 619, 627 Hipias, 63, 65 S., 78 163, 210
350 S., 353 S., 360 S., 369_, 420, 526
GaJl, Fr. J., 553, 561, 577
Galluppi, p" 556, 563
Hamilton, W., 6, 550, 555, 564 s.
Hannequin, 600, 602, 605
Hansch, M. G. P., 393
I
~
Hipócrates, 30, 61, 262, 270
Hipódamo, 61, 69
Hipólito, 185, 187, 223
Jenófanes, 30 S., 36, 38, 44, 70, 125
Jenofonte, 65 S., 71, 73 S., 76, 85 s.
Jesús de Nazaret, 183, 193, 196, 220.ss.,
Hartley, D., 388, 401, 403, 405, 421" Hipón, 64 260, 275, 290, 427, 434
Garat, Doroinique, 391, 4·54 Hippasos de Mctapontos, 53
432, 447, 561 Jevons, W. S., 555, 582
Garve, ehr., 394 Hartmann, E. von., 560, 571 S., 587, Hobbes, Tomás, 332, 334, 341, 349, Johnson, E" 97
Gassendi, P., 311, 334, 343, 347, 396, 603, 605, 608, 612, 618, 623, 631 352 SS., 361 s" 368, 378 SS., 396 S., Jordan, P., 602
402 \
Hartmann, Max., 611 401,408, 412 S., 416, 420, 438, 443, Joscclino, 240
Gaunilo, 239, 255 Hartmann, Nicolai, 558, 603, 605 S., 447 S., 450 SS., 516, 565 jouffroy, 553, 562
Gaza, Teodoro de, $11 609, 611, 617 S., 620, 626, 630, 638 Hodgson, T. H., 556 Joule, 578
GehIcn, A., 623 Harvey, 354 Hoeffding, H., 558 Juan Bautista, 275
Geiger, M" 615 s. Hauréau, B., 553 Holbach, D. von, 391, 450 Juliano, 185, 189
Genadio de Constantinopla, 315 Hegel, J. F. G., 3, 11 SS., 15, 17, 22, Home, Henry (lord Kaimes), 338, Jung, C. R., 616 S., 624
Gentile, 608, 627, 632, 637 41, 65, 464, 499 S., 503, 521, 523, 455 s. Jung, Joaquín, 335, 349
Gentiliano, Amelio, 189 536 ss., 544, 550, 556 S" 566, 571, Homero, 191 Justiniano, 189
Gentilis, Albericus, 336, 378 573, 576, 578, 582, 587 S., 591, 593, Huet, P. D., 347 justino, 184, 193 s., 205, 222
Gerard, Alex, 446 603, 608, 618, 621, 631 S., 634, 636, Huizinga, 639
Gerberto (Silvestre II)~ 237, 240, 262 638 Humboldt, W. von, 453, 530 Kant, 3, 5, 12, 14 s., 19, 22, 102, 151,
Gerson, J., 277, 282 Begesias, 64, 78 Hume, D., 364, 387, 389, 396, 400, 170,379,393,407,409 s., 415, 417
Gersónides, 272 Heidegger, M., 560, 607, 613, 620, 629 405, 415 SS., 420, 432, 435, 448, SS., 423 ss., 429, 446 s., 459, 464 S.,
Geulincx, Arnold, 332, 334:, 348, .360, S., 635 450 S., 467 S., 470, 472 S., 477, 480, 467 ss., 505 ss., 510, 513 ss" 519 SS.,
364 SS., 372 Heimsoeth, B., 66 507, 509 S., 561, 563, 575, 580 524 ss., 528 s., 531, 534, 538, 540
Gibieuf, 334, 346, 365 Helmholtz, R., 559, 567, 578, 602 Husserl, E., 559 s.,-603, 605, 615, 617, SS., 552, 554 s., 562, 564, 566 S.,
Gioberti, V" 556, 583 Helmont, J. B. van, 314, 354 619, 627 579,592, 600, 602, 610,614, 624 S.,
Helvetius, Claudia Adriana, 391, 449 Hutcheson, F., 388, 444: s. 629, 630 s.
Gioia, 556
Hemming, N., 336 Huxley, R., 556 Kemp Smith, 606
Glanvil, J., 417
Hemsterhuys, F., 444 s. Huyghens, Ch., 332, 369 Kepler, J., 331 s., '341, 353
Glogau, H., 559
Hentsch; J. J., 394 Kerschensteiner, 615
Gobineau, '638
Heráclides de Lembos, 141 Ibn Chaldum, 272 Kierkcgaard, S., 558, 597, 615, 629 s.
Godwin, W., 455
Heráclito, 7, 30 SS., 37, 39, 41, 44, Inghem, M. dc, 277 Kircher, A., 349
Goering, C" 559, 575
46 SS., 50, 53 S., 56 SS., 64, 67, 81, Inocencio III, 273 Kirchhoff, 575, 602
Goerres, J., 503 103, 112, 120, 156 S., 159, 161, 172 Ireneo, 185, 187, 191 S., 194, 196, 200, Kirchmann, j. van, 559
Goeschel, 565 Heráclito del Ponto, 91 222, 224 Klages, L" 615 s., 618, 624 S., 639
Goethe, 307, 321, 436, 4Ei4, 499 S., Rerbart, J. F., 22, 499 s., 504 S., 509, IrwingJ Fr. von, 394 Knutzen, M., 393
526 S., 530, 579 513 SS., 521, 531, 536, 538 Iselin, l., 459 Koehler, 615, 617
Gorgias, 31, 63 S., 66, 80, 93 Herder, G., 387, 394, 409, 426, 429, Isidoro de Sevilla (Isidoro Rispalensis), Koenig, S., 390
Gottsched, J. Chr., 5, 393 436, 443, 459 S., 464, 491, 500, 508, 235, 238 Korax, 32
Gratry, 583 522, 526, 634, 638 s. Isidro, 189 Kraepelin, 615 s.
Green, 608 Hermeias, 91 Jacohi, F. E., 471, 499 s., 505 ss., Krannhals, 632
Gregario de Nisa, 218, 224· Hermes, 'Fr., 558 509 S., 523, 530, 534, 618, 630 s. Kraus, Fr., 559, 624
Grimm, 391 Hermes Trismegistos, 187 Jaensch, E., 617, 624 Krause, K. Chr. Fr., 499, 503, 537
Gracia, ,H., 375, 378 S., 381 Hermipo, 141 Jámblico de Calsis, 185, 189, 191 S., Kretschmer, 617, 624
Grote, G., 65, 555 Herschel, J., 555 195, 197, 205, 215 Kroh, 624
Guenther, A., 558, 583 Hertz, H" 575, 602 James, W., 556, 607, 615 Krueger, F., 615, 617
Gundisalvi, D. de, 240 Hesíodo, 191 Janet, P., 553, 615 s. Krueger, J. G., 394
Gundling, 453 Hicetas de -Siracusa, 52 Jaspers, K., 607, 615 ss., 627, 629, 631, Krug, vV. T., 505, 512
G.uyau, J. M., 554, 585, 613, 618 Hierocles, 189 635, 639 Kuelpe, 605
1ndice de nombres 689
lndice de ,'nombres
688 Marsílio, 379 Muensterberg, H., 559, 605
Lino, 191 Martín, R., 553 Musonio Rufo, C., 186
Laas, E., 559 Lipps, T., 601, 606 Martineau, H., 555
Labanca, 556 Lipsio, J., 311 Martineau, James, 555 Naigeon, 391
Labriola, 556 Litt, 605, 615 Marty, A., 559 Natorp, P., 558, 600
Labruyere, 449 Littré, E., 554 Marx, Carlos, 558, 578, 598, 608, 634 Nausifanes, 145
Laddes, 141 Locke, J., 22, 99, 344, 355, 386 S., Masaryk, 638 Nckkam, A., 299
Lacombe, P., 636 395 SS" 411 SS., 419, 426 s.~ 439 S., Maupertuis, 390, 419, 429 Nettesheirn, Agrippa von, 314, 327
Lachelier, J" 554, 608 444,447 S., 452, 457, 472, 475, 5.67, Máximo Confesor, 238 Newman, W., 555
Lagneau, 631 614, 625 Máximo de Tiro, 186 Newton, l., 331 S., 341, 351, 353, 361,
Lagrange, 391 Lombardo, Pedro, 240, 277' Maxwell, J. C., 556 369 s., 420, 429, 467, 470
Laird, J., 605 Longinos, 201 Mayer, R., 559, 578 Nicolai, Fr., 394·, 423, 442, 453
Lamarck, 421, 577, 579 Lorenz, K., 614 Mayron, F. de, 277, 297 Nicole, Pedro, 334
Lambert, J. H., 393,. 406 S., 421 459 Lossius, J., 393, 406 McCosh, 555 Nic6maco, 91
Lamennais, H. F. R. de,. 554 Lossky, 604 McTaggart, 608, 627 Nic6maco de Gerasa, 184, 187
Lamettrie, J. O. de, 390, 402 SS., 420 S.,
Lotze, R . H ., 102, 550~ 558, 5fi9, 582, Médicis, Cosme de, 311 Nietzsche, F. G., 560, 589 ss., 597, 605,
449 S., 567 593 Meier, G. Fr., 394 607 S., 613, 615, 618, 623 SS., 627,
Lanfranco, 240 Lowndes, R., 555 Meiner, F., 17 629 s., 634 ss., 639
Lange, A., 558, 567 Lucrecio, 140, 142, 159, 325 Meincrs, Chr., 394 Nito, Agustin, 311, 315
Langevin, 605 Lukasciewicz, 600 Meinong, A. von, 559, 605, 609, 619 Nigidius Figulus, P., 185
Languet, 379 Lulio, Raimundo, 278¡ 281 Melanchton, F" 312, 316, 320, 336, 374 Nizolio, María, 312, 317, 329
Laplace, 420 s. Lutero, 312, 320 s. Melisa, 30 s" 43 NohI, 615
Larochefoucauld, 449 Melít6n de Sardes, 187 Novalis, 503, 527
Laromiguiere, P., 553, 561 s. Mably, 391, 455 Mendelssohn, M., 394, 419, 423, 442, Numenio, 184, 187, 191, 193, 200, 221
Lask, E., 559, 600 Mac Dougall, 616 446, 453, 499
Laude, S. S., 631 Mach, E., 575, 602 Menedemo, 66 Occam, Guillermo de, 273, 277, 281 SS.,
Lavardin, H. de, 240 Mackenzie, 605 Metrodoro, 32, 70, 142 286 ss., 297 SS., 329, 355, 373, 379,
Lavater, J. C., 404 Mackintosh, J., 555 Meyerson, 602 399, 412, 565
Lavelle, L., 631 Magnenus, J., 311 Middletown, R. de( Ricardo Mediavi- Oinomaos, 143
Lazarus, M" 557, 574 Maier, H., 65 S., 559, 606 11a), 276, 288, 290 Oken, L., 503, 527, 535, 579
Le BOD, 632, 638 Maignanus, E., 311 Milhaud, 600, 602 Oldendorp, ]., 336
Le Dantec, 598 Maimon, S., 500, 509 S., 541 MilI, James, 555 Orfeo, 191
Leechmann, 555 Maim6nides, M., 272, 279 Mill, John Stuart, 555, 561, 577, 582 Orígenes, 185 S., 188, 192, 201, 203,
Lefevre, Jacques (Faber Stapulensis), Maine de Biran, F. P. G., 15, 553, Minucio Félix, 184, 187, 194 217 SS., 221, 223 S., 230, 238, 242,
311· . 562 S" 566, 623 Moderato de Gades, 186 244, 279, 436
'b' 15 332 335 349 ss., 353, 365, Maine, H., 556 Moeser, 634 Oriol, P., 277
L elUlZ, , " 9
368 SS., 392, 406 SS., 422 SS., 42 SS., Mlúnlaender, 560, 587 Moisés, 193, 196, 427 Ortega y Gasset, 635, 638 s.
440 SS., 445 S., 452, 459, 468, 470, Maistre, J. de, 553, 573 ' Moleschott, K., 558 Osiander, A., 313, 321
473; 481' S., 510, 514 S., 517-, 522, Malebranche, N., 332, 334¡ 346, .356 SS., M6nica, 237 Oswald, J., 390
563, 579, 586 S., 608 360, 365 S., 381, 414, 426, 562; 583 Montaigne, M. de, 312, 318, 329, 347,
Leisegang, 607 Marniani, Terenzo, 556 354 Pablo, 196
Leonardo da Vinci, 341, 352 Mandeville, B., 389, 449 s.,:·4~6 s. Montesquieu, 391, 449, 452 Padua, Marsilio de, 286, 299, 373
Leroux, píerre, 554 Manes, 207 Moore, G. E., 605, 631 Palágyi, M., 623
Le Roy, 602 Mannheim, R., 608 More, Henry, 336, 353, 355, 381, 397, Paley, W., 389, 447 s.
·
L ess1ug, 22 387 394 409, 434 ss.
, " 95 Mansel, M. L" 555, 564 439 Panecio, 140 S., 163
. 30' 32 41 S., 49 S., 55 SS" ,
Maquiavelo, N., 336, 373 s. Morelly, 391, 455 Paracelso, 4, 314, 323 SS., 327
L eUClpO, . "
97, 112 Mareel, G., 629 Morgan, C. L., 621 Paráclito, 207
Lévy-Bruhl, 607 Marciano Capella, 235, 238, 257' Morgan, Thomas, 389 Pareto, V., 635, 639
Lew es , G. H., 17, 556 Marci6n, 191, 222 Moro, Tomás, 374 ss. Parménides, 30 ss., 37 SS., 41 SS., 48,
Lewis, C. J., 600 Marco Aure11"'0 8 184 186 s" '199
,
Mortagne, Gualtel'Ío de, 239, 256 54 ss., 58,80, 94, 103, 105, 112, 619
Liberatore, 556 Mare, G. de la, 276 Motte-le-Vayer, F. de la, 312 Pascal, BIas, 334, 347
,' •• 1
Licofr6n, 69 Mariana, 336, 374 44
Liebrnan n , Otto, 558, 568
690 In dice de nombres
1ndice de nombres 691
Patricio, 237 Polo, 69
Patrizzi, F" 311, 315, 322 s. Pomponazzi, P., 311, 315 s.
Ritschl, A., 558, 568 Saturnino de Antioquía, 185, 187, 207,
Pauler, A. von, 617 Pope, 395, 443
PauIo, 222 Ritter, H., 16, 47 221
Porfirio, 32, 185, 189, 201, 215 S., 235,
Pauly, 611 Robinet, J. B., 390, 4·21 S., 429 Satyros, 141
238, 251
Rochelle, J. de, 299 Schaeffle, 632
Pedro de Ailly (Petrus de Alliaco), 277, Porrée, Gilbcrto de la, 240, 259 S., 291
Romagnosi, 556 Scheler, M., 559, 603, 605 S., 608, 611,
290, 299 Porta, Simón, 311
Romanes, G. J., 556 613, 615, 618, 620, 623, 627, 630 S.,
Pedro Hispano (Juan XXI), 277, 297 Portmann, A., 614
Roscclino de Armorica, 236, 239, 257 s. 634 s., 639
Pcric1es, 32, 62 Posidonio, 140 S., 163, 198
Rosenkrantz, G., 558 Schelling, F. G. ]., 7 s., 15, 378, 471,
Perry, 605 Praechter, K., 17
Rosenk~anz, K., 557 499 S., 502 S., 505, 512 S., 521 SS.,
Persio, 186 Prantl, 557
Rosmini Serbati, A., 550, 556, 563, 583 525 SS., 534 ss., 541 ss., 554·, 571,
Pestalozzi, J. H., 501, 504 Prévost, P., 553
Rothacker, E., 605, 627 573, 579, 582, 587, 618 , 623, 631
Petrarea, 314 Price, R., 388, 439
Rothe, R., 557 Schemann, 638
Pfaender, A, 559, 615 Priestley, J., 388, 402, 405, 421, 432,
Rougier, 602, 607 Schilder, P, 624 s.
Philoponus, 202 447
Photius, 187 Rousscau, J, J" 379, 387, 389, 391, Schiller, Fr., 424, 429, 44·3, 460, 464,
Proclo, 4, 185, 189, 191 S.,' 195, 197,
404 S., 436, 4·38, 444·, 4·52, 4·5 t }, 457 499, 501, 528 ss., 536, 556, 588, 607
Pico de la Mirándola, J., 311, 326 s. 205, 215 S., 271, 315, 538
SS., 467, 470, 491, 531 Schlcgel, Fr., 503, 521, 531 s., 542,
Pichler, H., 619 Pródico, 63, 65, 67, 70, 78, 84
Roux, 611 544 S., 562, 592
Pierce, C. S., 556 Protágoras, 26, 32, 55, 63 S., 66, 68,
Royer-Collard, 553 Schleiermacher, Fr. E. D., 8, 10, 15 S.,
Pinder, 638 70, 77 SS., 88, 92 SS., 97, 100, 102,
Rucdiger, A., 393, 406, 424 111, 499 S., 504, 513, 531, 534" 536,
Pinel, Ph., 553 146, 475
Rufino, 188 559, 588
Pirr6n de Elis, 140, 142, 145 S., 172 Psellos, Michael, 297
Ruge, A., 557, 566 Schlick, M., 599
Pitaco, 26 Ptolomeo, 332
Russell, B., 600, 602, 605, 611 Schmid, Erh., 500
Pitágoras, 27, 32, 43, 103, 186, 189 SS., Pufendorf, S., 335, 31·9, 378 s.
Rüstow, 639 Schmidt, Lorenzo, 393, 435
222 Pulleyn, Roberto, 240
Schneider, G. H., 585
Pitia, 91
Saadja Fahhurrll, 272 Schopenhauer, A., 6, 8, 15, 499 S., 505,
Platón, 3, 15, 26, 28, 32, 39, 41, 49 s" Quesnay, 391
Sabunde, Raymundo de, 278, 281 518 S., 528 S., 544 SS., 563, 571, 577,
52, 54, 56 S., 62, 64 SS., 68 SS., 79 SS., Quintiliano, 316
Saint Lambcrt, Ch. F. de, 391, 454 586 '., 589, 623, 625, 629, 638
83 SS., 87 SS., 101 SS,) 119 SS., 124
Saint Martín, 4·05, 460, 543, 573 Schoppe, G., 311
SS., 135, 141, 143 S,) 156, 159 S., 163, Rabano Mauro, 238
Saint Pourcain, G. D. de, 277 Schubert, G. H" 503, 527
165, 168, 172, 182, 186, 190 S,) 198, Ramée, P. de la (Petrus R<>-mus), 312,
Saint Simon, Cl. H. de, 554, 574 Schubert-Soldern, 568
200, 202, 205, 210, 212, 214, 219, 317, 329
Saint Victor, G. de, 241, 262 Schultz, J., 611
222, 251, 260 "., 270 '., 282, 298, Rattich, 339
Saint Victor, Rugo de, 24·1, 263 S., Schulze, Gottlob E., 500, 508 s.
311, 314 S., 337 S,) 368, 375 S., 481, Ratzenhofer, 638
282, 290 Schuppe, W., 559, 568, 600
527, 536, 608, 619, 624 Rauh, F., 606, 635 Schwarz, H., 608, 631
Plenge, 638 Ravaisson, F., 553, 563 Saint Victor, Ricardo, 241, 264
Schwenckfeld, G., 313, 321
Plessner, H., 6~3 Rée, Paul, 585, 591 Saissct, E., 553
Search, Edward (Abraham Tucker),
Pletón, Jorge Gemisto, 311, 315 Rehmke, H., 559 Salisbury, Juan de (Johannes Saresbe-
388
Plotino, 6, 185, 188 S., 197, 201 SS., Reid, Thomas, 389, 405, 423, 472 riensis), 239, 241, 257, 265 S., 316
Secrétan, Ch., 553
205, 211 SS., 218, 230, 242, 244 S., Reimarus, S., 393, 429, 434· Salustio, 189
Semler, S., 393, 435, 456
271, 291, 311, 315, 322 Reinhold, K. L., 499 SS., 507 S., 512 San Agustín, 21, 207, 230, 232 S., 235,
Séneca, 8, 15, 184, 186, 198, 312, 316,
Ploucquet, G., 393 Reinke, 611 237 s., 241 SS., 254, 256, 260, 263 S., 320
Plutarco de Atenas, 185, 189 Renán, E., 554 282, 284, 286, 288, 290 S., 293, 295 S., Senncrt, D., 311, 325, 357
Plutarco de Queronea, 15 S., 34, 4·2, Renouvier, Ch., 12, 554, 563, 608, 627 310, 319 S., 324, 343 S., 347, 365, Servet, Miguel, 354
49, 151 '., 184, 186, 191, 195, 200, Reuchlin, l, 314, 326 s. 583 Sexto Empírico, 16, 93, 97, 140 S., 143,
202, 207 Reynaud, J., 554 Sánche;>;, Francisco, 312, 318, 329, 337, 177, 289
Poincaré, H., 602 Ribot, Th., 554, 615 354 Shaftesbury (Anthon)' Ashley Cooper),
Poiret, Pedro, 334, 347 Rickert, R., 559, 583, 600 S., 604 S.,
Santo Tomás de Aquino, 259, 273 SS., 386, 388, 404, 428 SS., 434, 4·38,
Poitiers, p, de, 240 636
280, 282 SS., 287 SS., 295 S., 300, 443 SS., 448 SS., 455, 4·59, 467, 530
Polemo, 91 Riehl, A., 559, 605
320, 368, 378, 427 Shakespeare, W., 333
Polibio, 153 Riehl, W. H., 634
Sareschel, Alfredo de (el Inglés), 299 Sidgwick, H., 555 s.
Sartre, J. P., 625, 629 Sigwart, Chr., 559, 582
692 Indice de non¡kres Indiie de nombres 693
Sirnmel, G., 559, 574, 604, 618, 630, Taciano, 185, 188, 194 Urban, 605 Weizsacker, V, von, 602, 616
633, 636 Taine, H., 554~ 588 Whewell, 'IV., 555
Simon, J., 553 Tales, 26, 29, 31, 34, 46 s., 56 Vacherot, E., 553 'Whitehead, A. N., 602, 609, 631
Sim6n, 74 Taparelli, 556 Valentino, 185, 187, 207, 210 Wieland, 419
Simplicio, 16, 31, 33 S., 41, 189, 295 Tarde, G., 554, 574 Valla, Lorenzo, 312, 316 Wi1king, J., 349
Sinesio de Cirene, 238 Tauler, Juan, 276 Vanini, L., 323 Windelband, W. 14, 17, 559, 600 s.,
Siriano, 189 Taurellus, N" 312, 327 Varrón, Marco Terencio, 141, H3 605, 636
Smith, Aclam, 389, 451, 456, 525 Teichmueller, 627 Veitch, M., 555 Witt, Jan de, 375
Socini, Lelio, 312 Teles, 143 Venn, J., 555 Wittgenstein, 600
Soci6n de Alejandría, 141, 143, 186 Telesio, Bernardino, 313, 329, 337 Ventura, 556 Wolff, Christian, 349, 378, 387, 392,
S6crates, 3 s., 7, 28, 61, 63 SS., 70 SS., Temistio, 16, 189 Vera, A., 556 406 s., 409, 422 ss., 427, 429, 435,
76, 83 SS., 88 SS., 94 s" 101, 103 S., Tenemann, W" 10, 11 Vernias, Nicoletto, 311 441 S., 452 S., 467, 470, 472, 482,
106, 109 S., 112, 115 S., 120, 130, Teodorico, 255, 262 1 Vico, G. B., 458 ss., 638 s. 619
136, 146, 158, 164 S., 190, 251, 258, Teodoro, 64, 77 s.. Villers, 562 Wolff, G., 611
260, 463 Teófilo de Antioquia, 187 Vischer, T., 557 Wolff, Pancracio) 401
Solger, K. W., 503, 537 Teofrasto, 35,47,58,91, 128, 139, 141) Vitelo, 275, 299 Wollaston, W., 388, 440
So16n, 26, 35 144,155, 166, 170 Vives, Luis, 312, 317, 329, 337, 354 Woltereck, R., 611
Sorbiere, S., 312, 334 Tertuliano, 185, 187 S., 191 s" 194 s, Vogt, a., 558, 567 Woltrnann, 638
Sorel, G., 635, 638 s. Teske, 470 Volney, C. F. Casseboeuf cornte de, 'Woolston, 434
Sorley, 605 Testa, A., 556 391, 454 Wordsworth, W., 555
Spann, O., 608, 631 S., 637 s. Tetens, N., 393, 410, 447 Voltaire (Francisco Arouet, el joven), 'Worros, R., 554
Spaventa, B., 556 Thilo, Chr. A., 17 387, 390 '., 402 S., 421, 429, 431, Wundt, Max, 631
Spencer, Herbert, 556, 564, 580 SS., 584 Thornasius, 378, 392, 441 s., 453 433 s., 440, 443, 453, 456, 467, 470, Wundt, Wilhelm, 559, 571, 625, 632
Spener, 393, 427, 513 Thrandorf, B., 557 591
Thurot, Fr" 553 Vorlaender, K" 16 Xantipa, 65
Spengler, O., 618, 637 ss.
Tiedernann, D., 10, 393 Xénopol, 636
Spinoza, 15, 145,332,335,343,347 SS.,
Timón, 140, 142, 146, 172 Zabarella, J" 311
352 SS., 358 SS., 366 ss" 370, 372, Wagner, J, J., 503
375, 378 SS., 392, 400 S., 403, 421, Tindal, Matthews, 389, 434 Wagner, Rudolf, 558, 567 Zaratustra, 590, 592
4·26, 433, 435, 4·52, 482, 499, 511, Tisias, 32 Wallace, W., 556, 582 Ze11er, 5, 16, 47, 178, 557
513, 516 S., 526, 535 S., 566 Tocco, E., 556 Ward, J., 615, 638 Zen6n de Chía, 139
Spir, A., 557 Toennies, 633 Wartenburg, Y. von, 635 Zenón de Chipre, 141
Spranger, 605, 615, 617 s" 627, 638 Toland, J" 389, 427 s., 431) 456) 467 'Watson, 616 Zenón de Elea, 30 s" 43, 51 s., 55 S.,
Stammler, R., 559 Torneo, L., 315 Weber, A.) 633 s., 637, 639 79 S., 84, 147, 152
Stanley, Th" 10 Tooke, John Horne, 388 'Weber, M., 605, 631, 633 ss., 639 Zenón de Sidón, 142
Stapfer, 562 Tournay, S. de, 280 Wedgwood, R., 555 Ziller, T., 557
Steffens, H., 503, 527 Toynbee, A., 637 Weigel, E.,335, 34·9 Zimara, 311
Stein, A., 559 Trasilo, 141, 186 Weigel, Valentin, 321, 324, 328 Zimmerrnann, R" 531, 557
Steinthal, H., 557, 574 Trasiroaco de Calcedonia, 69 Weiss, J. F., 394, 446 Zorz.i; 'Francisco, 314
Stewart, Dugald, 390, 405, 555 Tl'endelenburg, A., 557 V\ieisse, Chr" 557, 566, 627 Zwinglló, 312
Stirling, H" 556, 582 Trevisonda) J. de; 311, 315
Stirner, M" 588 s, Troeltsch, E., 559, 604·, 608, 618, 633 s"
Stoeckl, A" 17 636
Strapss,' D.avid ,-F., 557, 568 Troxler, J. P. V., 505
i'.~&uen'ipeIi,)·;.; 557. Tschirnhausen, 344, 348
: St_u~J?!~~:,.:q., 559/ Turbiglio, S., 556
Sturin;.'jyan, 317,;. ~3,t.~ Turgot, 390 S., 576
. Suárez., .~rancisC9? :,312, 319, 336 Tyndal, J., 556
S~l~~~~··i:,",:G.;· '39,t} 446
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Esta obra se terminó de imprimir el
1\> de febrero de 1960, en los talleres
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Portales) J México 13, D. F. La edición
consta de 4,000 ejemplares,