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los tangos, que ocurre progresivamente durante El africano (II, 11), Pedro Maffia: La mariposa
estos primeros años de la etapa (como se men- (II, 17), Carlos Marcucci: Mi dolor (II, 15), An-
ciona en otros aparados de este cuadernillo), se selmo Aieta: Sandía calada (II, 18) y el binomio
deba a que ya no era necesario el Trío (tercera Donato–Zerrillo: De milonga corrida (II, 13),
sección contrastante) para dar variedad a las entre los que accedieron a las grabaciones,
interpretaciones, que ahora se lograba con las y el binomio de Elvino Vardaro y Osvaldo Pu-
distintas combinaciones y recursos instrumenta- gliese y el sexteto de Elvino Vardaro como dos
les y la inclusión de solos. legendarias agrupaciones que no alcanzaron a
Desde los primeros registros de 1924, se ob- registrar fonogramas comercialmente. Algunos
serva que De Caro, además de haber asimilado de ellos tienen una línea estilística más tradi-
a la perfección las experiencias que venían rea- cional, como por ejemplo los dirigidos por Ed-
lizando Cobián y Fresedo, le imprime al conjun- gardo Donato (III, 6) y Francisco Lomuto (I, 11);
to una modalidad estilística diferente. Admite otros se acercan más al corte decareano, con
una participación más destacada de los bando- matices, como Cayetano Puglisi (II, 11) o Luis
neones, cada sección de los tangos es encara- Petrucelli (I, 25), y otros como Carlos Di Sarli
da con distintas combinaciones instrumentales, manifestaron su clara adscripción a la estética
o aún dichas combinaciones varían dentro de fresedeana (II, 6).
la misma sección, y en casi todas las versiones Para competir entre sí y satisfacer la amplia
hay solos de piano, violín o bandoneón (De an- demanda, los sellos grabadores dispusieron
taño, II, 14). El sexteto comienza a funcionar además de conjuntos institucionales: la Orques-
entonces casi como un conjunto de cámara ta Típica Victor : Justo el 31 (II, 23), la Orquesta
más que como una orquesta, definiéndose así Típica Brunswick: Qué bomboncito (II, 24), la
estilísticamente, en una modalidad distinta a la Orquesta Típica Columbia: Nena (III, 5), y ade-
de Fresedo, tal vez más compleja para la au- más pequeños conjuntos como el Trío Victor:
dición y la danza, pero con más proyección e Recóndita (II, 16), con los que las empresas del
influencia a lo largo de los años. El estilo deca- disco sacaban provecho de los artistas estables
reano es más permeable que el de Fresedo a la de la casa, como, por ejemplo, el violinista El-
influencia del fraseo gardeliano que, como se vino Vardaro, considerado uno de los músicos
describe en el apartado que se ocupa del tango más importantes del género. Esta abundancia
cantado, emplea un complejo rubato. La reali- benefició también a los cantores y cancionistas,
zación melorítmica del violín de De Caro y de como se describe en el apartado correspondien-
los sucesivos dúos de bandoneonistas del con- te, y la gran demanda de piezas para conformar
junto, al emplear ese rubato más acentuado, repertorios diferentes para los catálogos de las
es más vehemente que la fresedeana, lo que grabadoras acicateó la producción de los com-
le da una configuración más arrebatada a las positores.
realizaciones. La crisis del 30 interrumpió el sostenido éxi-
En resumen, en el primer lustro del período to del tango. Desde entonces y hasta 1935, la
que estudiamos, se plasmaron en lo instrumen- subsistencia de los conjuntos se vio comprome-
tal las dos nuevas líneas estilísticas que, junto tida. Muchos se disolvieron por falta de trabajo,
con la tradicionalista, configuraron las estéticas dejando la empequeñecida escena musical tan-
alrededor de las cuales se irían adscribiendo sus guística en manos de aquellos más prestigiosos
sucesores, directos o indirectos, durante toda la y populares: Canaro, Fresedo, De Caro, entre
historia del género. otros pocos, además de algunas orquestas insti-
En lo que resta de la década del 20, el tango tucionales. La cantidad de grabaciones además
gozó de un auge formidable. La enorme popu- se redujo drásticamente al reducirse el poder
laridad que alcanzó se tradujo en la formación adquisitivo de los consumidores.
de innumerables conjuntos, casi todos sexte- El final del período se caracteriza por un gra-
tos, que proliferaron al extremo de que se suele dual cambio de moda. Los estilos más comple-
llamar a estos años “la era de los sextetos”. jos decaen frente al surgimiento de una nueva
Los directores más notorios de estos conjuntos modalidad de corte más bien tradicionalista. Es
fueron Francisco Pracánico: Pasionaria (I, 22), así que el sexteto de Elvino Vardaro, de ricos
Luis Petrucelli: Ranún (I, 25), Cayetano Puglisi: arreglos decareanos, no logra acceder al disco
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Mercedes Simone,
Libertad Lamarque
y Alberto Gómez
en Radio Belgrano.
(el ejemplo que se incluye en la selección, Ti- En realidad, el cambio de moda no se debe
gre viejo (III, 25), es el único testimonio que ha solo al influjo de Juan D’Arienzo. Los vehemen-
quedado, y se trata de un acetato de prueba), tes rubati decareanos, las interpretaciones en
en tanto que simultáneamente comienza sus un tempo más pausado y cargados de adornos,
actuaciones la orquesta de Juan D’Arienzo, que solos y puentes virtuosísticos, la riqueza de la
ofrece arreglos sencillos y repetitivos: 9 de julio sonoridad orquestal fresedeana, dejan su lugar
(III, 24), un ritmo regular y bien marcado y un a un tipo de expresión más sencilla y clara, me-
poco más acelerado que el vigente durante toda nos cargada. Se generaliza también la ejecución
esta etapa, características que, con algunas va- a un tempo más veloz, tendencia que se obser-
riantes, serán las que se impondrán en los años va no solo en las versiones de D’Arienzo, sino
siguientes como estándar exitoso, conduciendo que también en algunas de las orquestas de
a una nueva era de gran difusión y popularidad Miguel Caló : Los años pasan (III, 21) y Osvaldo
durante la década de 1940. Fresedo: Colibriyo (III, 15).
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