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Autonomías indígenas en Guatemala

Definiciones

Se usará el término etnias antecesoras para referirse a colectividades humanas preexistentes


a la fundación de la República de Guatemala; las etnias comparten idiomas y algunos aspectos
culturales. Se denominará pueblos antecesores a etnias conscientes de su identidad colectiva;
por ejemplo, antes de la Conquista las doce tribus de Alta Verapaz que hablaban q’eqchi’
podrían considerarse como una etnia pero no se identificaban como un pueblo y no fue sino
hasta que eligieron a un cacique común que se reconocieron como q’eqchie’s. Por último, se
hablará de naciones cuando los pueblos estén asentados sobre un territorio que controlen en lo
jurídico y en lo administrativo, en mayor o menor grado y con el cual se identifiquen.

La mayor parte de las veces se hablará de etnias, pueblos y naciones sin ningún calificativo,
refiriéndose a todos aquellos cuyos orígenes anteceden a la República de Guatemala. Se usará
el término antecesores en lugar de indígenas cuando se quiera incluir a los garífunas. Se dirá
indígenas cuando se quiera hacer referencia específica a los mayas.

Hablar de autonomías indígenas en Guatemala es discutir el proceso por medio del cual las
etnias se convierten en pueblos y los pueblos en naciones.

Antecedentes

El ejemplo de autonomía más antiguo que se tiene en Guatemala y quizás en todo el continente
es la región autónoma de la Verapaz, la cual nació de facto en 1529, cuando se eligió un cacique
de caciques para los doce calpules de habla q’eqchi’. El Aj Pop O’ Batz repelió el intento de
conquista de Diego de Alvarado en 1530; luego fue invitado a Madrid por Felipe II en 1545; y
fue nombrado gobernador vitalicio de la Verapaz por la princesa Juana en 1555, cargo que
desempeñó hasta su muerte en 1568. La región autónoma de la Verapaz no dependía de la
Audiencia Real de Guatemala sino que mantenía una relación directa con la monarquía
española, la cual sobre todo al principio le permitió desenvolverse sin limitaciones y casi como
un protectorado, en gran parte gracias a los esfuerzos de fray Bartolomé de las Casas.

En la época contemporánea se tiene como evidencias del impulso autonómico a los 48


Cantones de Totonicapán, los cuales mantienen vigilancia sobre sus territorios y recursos
naturales. También está el Gobierno Plurinacional Q’anjab’al Chuj Popti/Huista Akateko, que se
esfuerza por reivindicar sus raíces mayas y velar por sus territorios ancestrales. Se puede
mencionar también al Concejo Ancestral de Momostenango con reclamaciones sobre identidad
y tierras ancestrales, la Comunidad Kaqchikel, la Comunidad Xinca y el Gobierno Ixil como
instancias de afirmación de identidad y defensa de la administración de territorios, entre otros.

América Latina tiene muchos ejemplos de regiones autónomas antecesoras. En México los
Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas – MARE rechazan al gobierno federal y sus
instituciones y mantienen un compromiso con en el buen vivir interpretado en el sentido
ancestral; se trata de comunidades de facto organizadas en municipios que son parte del
aparato estatal mexicano. Nicaragua tiene dos regiones autónomas, la del Atlántico Norte y la
del Atlántico Sur, con sus propias juntas de representantes y cierto grado de incidencia en la
administración y gestión de los recursos naturales de sus territorios. En Panamá están las
Reservas y Comarcas Indígenas; en Colombia los Resguardos Indígenas; en Venezuela los
Municipios Indígenas; en el Ecuador los Gobiernos Autónomos Descentralizados que han sido
plasmados con gran visibilidad en los Territorios Afroecuatorianos; en Bolivia las Entidades
Territoriales Indígenas Originarias Campesinas; y en Chile la resistencia centenaria de los
mapuches contra el Estado chileno. Todos éstos tienen diferentes grados de desarrollo y
autonomía así como reclamos de respeto a la identidad antecesora y al derecho a la
administración de los recursos naturales.

Estos ejemplos de autonomías en el resto de América sirven de base para conceptualizar las
posibles autonomías indígenas de Guatemala.

Algunos vacíos legales

La Constitución guatemalteca de 1985 se quedó corta en sus intenciones de proteger los


derechos de las etnias y pueblos guatemaltecos preexistentes a la fundación de la República.
A continuación se reproduce fragmentos relevantes de los artículos de la Sección Tercera,
Capítulo I, titulada COMUNIDADES INDÍGENAS
i. Art. 66: «El Estado reconoce, respeta y promueve sus formas de vida, costumbres,
tradiciones, formas de organización social, el uso del traje indígena en hombres y mujeres,
idiomas y dialectos». Sin embargo, el artículo no reconoce que la identidad indígena está
ligada a su entorno natural ni faculta el autogobierno ni reconoce los sistemas de creencias
religiosas. Además, las palabras reconocer, respetar y promover resultan no ser
vinculantes.
ii. Art. 67: « Las tierras de las cooperativas, comunidades indígenas o cualesquiera otras
formas de tenencia comunal o colectiva de propiedad agraria,… gozarán de protección
especial del Estado, asistencia crediticia y de técnica preferencial». De nuevo esto se
expresa de manera no vinculante y sin especificar en qué consiste esa protección especial.
iii. Art. 68: «Tierras para comunidades indígenas. Mediante programas especiales y
legislación adecuada, el Estado proveerá de tierras estatales a las comunidades indígenas
que las necesiten para su desarrollo». Sin embargo, no dice qué programas especiales y
mientras tanto la ley de desarrollo rural integral 4084 sigue pendiente de aprobación.
iv. Art. 70: «Ley específica. Una ley regulará lo relativo a las materias de esta sección».
Esta ley específica nunca se promulgó y por lo tanto todas las provisiones de la Sección
quedaron en condiciones no vinculantes.

Rescate, resguardo y libertad cultural de los pueblos antecesores

Los pueblos indígenas de Guatemala han estado bajo un continuo y grave asalto económico,
cultural, político y militar, al punto de que corren el riesgo de desaparecer como culturas distintas
a la criolla ladina occidentalizada. El asalto económico se basó en el despojo de sus tierras, la
esclavitud y el trabajo forzado y en una discriminación sistemática que les ha impedido tener
una voz proporcional en la política nacional. La República de Guatemala ha mantenido una
estrategia de asimilación bajo la bandera de la integración cultural sin respetar la cosmovisión,
idiosincrasia y voluntad de los pueblos antecesores. La representación de estos pueblos en las
instancias políticas es limitada y sujeta a la ladinización o por lo menos al abandono de los
reclamos sobre identidad y territorio. Por último, la política de Tierra Arrasada implementada por
el Ejército de Guatemala en respuesta a la estrategia de grupos guerrilleros de utilizar a
poblaciones indígenas como base logística y de apoyo se convirtió en una agresión genocida
por parte de oficiales ladinos secundados por comisionados militares y patrulleros de
autodefensa civil, resultando en una grave amenaza a la supervivencia de la cultura y a la vida
misma de los pueblos indígenas.
Además del aspecto de justicia básica, una cosmovisión como la maya amerita ser preservada
y fomentada por ofrecer un enfoque más naturalista y menos individualista, en comparación con
la cultura Occidental judeocristiana. Por esta razón puede considerarse un reservorio cultural
de la Humanidad.

Estrategias de autonomía para los pueblos antecesores

Se puede hablar de autonomías indígenas de «abajo hacia arriba» y de «arriba hacia abajo».
Entre las primeras están los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas – MAREZ, las luchas
mapuches y los esfuerzos de los miskitos por forzar al gobierno sandinista a reconocerles
regiones autónomas en la Costa Atlántica de Nicaragua. Entre las segundas están las
Constituciones de Colombia, Venezuela, Ecuador y de cierta forma Bolivia, aunque en todos los
casos las poblaciones antecesoras han ejercido mayor o menor grado de presión y los
regímenes instituidos no han tenido más remedio que responder.

Cualquier iniciativa de reforma Constitucional, Ley Indígena o refundación del Estado cae en la
categoría de «arriba hacia abajo» y en su momento deberá complementarse y en algunos casos
ceder a las demandas de autonomía de «abajo hacia arriba». Como se dijo, éstas están
ejemplificadas en las actividades y posturas del Gobierno Plurinacional Q’anjab’al Chuj
Popti/Huista Akateko, los 48 Cantones de Totonicapan y el Consejo Ancestral de
Momostenango. En algún punto las dos corrientes se deberán juntar y negociar los parámetros
básicos de las autonomías.

Parámetros de autonomía.

Las experiencias de otros países latinoamericanos permiten identificar algunos parámetros de


autonomía:

i. Autogobierno, con redistribución de los tres poderes del Estado.


ii. Control del territorio autónomo en lo legal y administrativo.
iii. Administración de los recursos tributarios y facultad para proponer impuestos y arbitrios.
iv. Participación en las instancias del Gobierno Central.
v. Injerencia en aquellas políticas y actividades que el Gobierno Central realiza en la región
autónoma; desarrollo económico, cultural, educativo, social, salud, vivienda, empleo, bienestar,
aplicación de justicia, manejo de recursos, acceso al territorio y conservación de la naturaleza,
seguridad, planes de vida y derechos de la mujer, todo esto dependiendo de y en complemento
a la redistribución de los poderes del Estado.
vi. Oficialización del idioma local predominante equiparándolo con el castellano.

A continuación se discuten estos parámetros para delimitarlos y relacionarlos unos con otros
así como sopesar su aplicabilidad al caso de Guatemala; esto de manera indicativa y sujeto a
discusión, revisión y contrapropuesta.

Autogobierno con redistribución de los tres poderes del Estado

La facultad de un pueblo por regir su destino y su forma de vida es el punto de partida de


cualquier autonomía. Esta facultad se debe ejercer en consonancia con la cosmovisión,
imaginario y cultura del pueblo, aunque deba empalmarse con las instituciones del Estado
anfitrión, en este caso la República de Guatemala. En la discusión que sigue se partirá del
modelo republicano de los tres poderes, en parte por ignorancia de las formas de gobierno de
los pueblos antecesores y en parte por guardar consistencia con el enfoque de «arriba hacia
abajo». En su momento estas instituciones podrán ser modificadas para adaptarse a las
propuestas culturales de los pueblos antecesores.

a. El Legislativo

Casi todas las regiones autónomas de América Latina tienen el equivalente a una Asamblea o
Consejo que dicta las leyes que rigen a la región autónoma. En el caso extremo estas leyes
pueden reemplazar a las emitidas por el Congreso de la República, excepto por la Constitución
misma. En teoría la Asamblea de una nación antecesora puede tomar, a su conveniencia, todas
las leyes de la República que van en consonancia con su cultura y descartar o modificar el resto,
aunque lo más realista será negociarlo con el gobierno anfitrión; éste, por ejemplo, tal vez no
querrá ceder sus políticas de seguridad interna si la región autónoma no tiene fronteras vigiladas
que impidan el paso de un fugitivo de la justicia. Sin embargo, el punto de partida para toda
negociación de autonomía con el Gobierno Central anfitrión deberá ser la posición que mejor
refleje los valores y costumbres de la cultura antecesora y de ahí se podrá dialogar hacia un
consenso.

Los parámetros inamovibles en la emisión de las nuevas leyes de una región autónoma son los
llamados derechos humanos intangibles. Éstos son el derecho a la vida, el derecho a no ser
esclavizado y el derecho a no ser torturado. Todos los demás son negociables en el terreno de
lo cultural, aunque el derecho de la mujer a la equidad de género puede estarse convirtiendo en
otro de estos derechos intangibles.

b. El Ejecutivo

Los pueblos antecesores tienen diferentes nociones de lo que es el poder Ejecutivo. A la


pregunta de quién era su líder un representante del Gobierno Plurinacional Q’anjab’al Chuj
Popti/Huista Akateko dijo: «no tenemos un líder aunque se puede decir que somos trece o más
bien dicho veinte pero en realidad somos doscientos». Más adelante admitió que en aquellos
momentos la encargada de coordinar el Gobierno era una señora.

Los pueblos antecesores autónomos deben definir sus propias representaciones del Poder
Ejecutivo. Éste puede ser un Gobernador como en los actuales departamentos; un alcalde
indígena; un Aj Pop o cualquiera otra figura acorde a sus culturas y tradiciones. Cualquiera que
sea esta figura reemplazará en algún grado a la del Presidente de la República y sus Ministros
de Estado y asumirá casi todas o algunas de sus funciones, sujeto a una negociación análoga
a la del inciso anterior.

c. El Judicial

Éste es un tema complejo por la inexistencia de fronteras rígidas entre una región autónoma y
el Estado sede; por el alcance variable que tiene el derecho consuetudinario indígena; y por
limitaciones Constitucionales. Como regla general en una región autónoma indígena deberá
privar el derecho consuetudinario sobre el derecho positivo en todas las instancias que sea
posibles; a veces se dice que debe prevalecer «mientras no haya sangre» o sea mientras no
haya un accidente o crimen que resulte en lesiones graves o la muerte, pero esto podría ser
negociable si el pueblo antecesor cuenta con prácticas y mecanismos para atender este tipo de
circunstancia extrema.

La conciliación del derecho consuetudinario con el derecho positivo debe ser realizada por
autoridades de los pueblos antecesores trabajando de la mano con expertos jurídicos
republicanos y acompañados por antropólogos y juristas con experiencia en este tipo de
negociaciones en otros países. El resultado será la delimitación de fronteras entre ambos
conjuntos de leyes y la delegación de autoridad judicial en las autoridades del pueblo autónomo,
hasta donde no interfiera con la aplicación universal de la justicia. Todo lo que se pueda resolver
a nivel de instancias de derecho consuetudinario se quedará ahí y la justicia republicana no
intervendrá a menos que sea a solicitud de las autoridades del pueblo antecesor o de acuerdo
con las fronteras de común acuerdo establecidas entre ambos sistemas.

Una nación autónoma deberá tener su propia Guardia Indígena o equivalente. Entre otras cosas,
ésta será la encargada de velar por el cumplimiento de las disposiciones del derecho
consuetudinario, vigilar las actividades del Gobierno Central en el territorio de la nación,
asegurar el cumplimiento de los planes de ordenamiento territorial por parte de organizaciones
y empresas privadas y vigilar las fronteras de la región autónoma para propósitos de lo anterior.
Esta Guardia puede ser análoga a la actual Policía Municipal, agregándole las funciones que
sean necesarias.

Control del territorio autónomo

El grado de control sobre el territorio donde se asienta una región autónoma determina el grado
en que un pueblo antecesor pasa a ser nación. Una forma de ejercer este control es trasladando
las funciones y archivos del Registro de la Propiedad a la región autónoma y dándole la
autoridad para titular como si fuera un estado soberano. Esto se contempla en la Constitución
de la República, « Artículo 230: El Registro General de la Propiedad, deberá ser organizado a
efecto de que en cada departamento o región, que la ley específica determine, se establezca
su propio registro de la propiedad y el respectivo catastro fiscal». Faltaría por establecer, en el
terreno jurídico, qué autoridad y latitud se les podría dar a estos registros regionales.

La región autónoma podría también tener sólo un control de tipo administrativo sobre el uso y
destino de las tierras que forman parte de su territorio, el cual estaría limitado por las demás
leyes de la República. El Capitulo II, Ordenamiento territorial y desarrollo integral, Articulo 142
del Código Municipal dice «Las lotificaciones, parcelamientos, urbanizaciones y cualesquiera
otras formas de desarrollo urbano o rural que pretendan realizar o realicen el Estado o sus
entidades o instituciones autónomas y descentralizadas, así como las personas individuales o
jurídicas que sean calificadas para ello, deberán contar con la aprobación y autorización de la
municipalidad en cuya circunscripción se localicen». Puede instaurarse una región autónoma
de manera que coincida con un municipio o parte, adquiriendo o recibiendo en delegación sus
derechos y así atenerse a este artículo para regular actividades económicas tales como minería
e hidroeléctricas dentro de su territorio.

Los pueblos antecesores de raíz maya comparten una relación especial con los entornos
ecológicos donde se asientan. En mucho mayor grado que la identidad personal Occidental, la
identidad maya incluye a la familia, la comunidad y a los recursos que le dan sustento; la tierra,
los bosques, la fauna, la flora, el agua y el aire forman parte de ella en un sentido indivisible
poco conocido por criollos y ladinos. Ésta es la razón principal por la cual las comunidades
indígenas protestan contra el desarrollo de proyectos hidroeléctricos y mineros en las tierras
que consideran ancestrales; para ellas es casi equivalente a que les estuvieran cortando un
brazo o una pierna, adulterando su identidad.

ii Administración de recursos tributarios y facultad para crear arbitrios.


El desempeño administrativo de una nación autónoma va a depender de sus recursos
financieros. Éstos también deben ser autónomos, de manera que la nación no quede en la
posición de estarle mendigando fondos al Ministerio de Finanzas, como ocurre en Nicaragua y
Panamá, en menoscabo de sus autonomías. Para ello deberá hacer un presupuesto de ingresos
y gastos, priorizarlos y equilibrarlos.

Una nación autónoma podría exigir una parte proporcional del diez por ciento del aporte
constitucional del Gobierno a las municipalidades o su totalidad en casos de coincidencia
territorial. Además las municipalidades reciben el 75% del IUSI, lo cual también puede ser
trasladado a la nación autónoma. Se supone que trasladar el IVA sería imposible porque el
Gobierno Central argumentaría que ya está cubierto por el diez por ciento de aporte
Constitucional, mientras que el impuesto sobre la renta es poco relevante en las áreas rurales.
Cualquier impuesto o arbitrio adicional a nivel municipal tendría que ser aprobado por el
Congreso de la República. Sin embargo, para que haya una verdadera autonomía debe haber
una autonomía financiera y para esto será necesario preparar presupuestos regionales y
modificar los esquemas de ingresos de manera acorde, lo cual deberá hacerse caso por caso,
involucrando al Congreso cuando sea necesario.

v. Participación en las instancias del Gobierno Central

El Gobierno Central seguirá tomando medidas, pasando leyes, adoptando políticas y tomando
acciones que afectarán a las regiones autónomas. Esto hace indispensable la participación de
representantes de las naciones autónomas en los tres poderes del Estado. Asegurar y definir
esta participación deberá ser otro de los aspectos centrales de las discusiones sobre autonomía.

Las naciones autónomas deberían aportar al Organismo Legislativo un número de


representantes proporcional a su población, de acuerdo con la política de distritos electorales
vigente. Esto quizá pueda hacerse a nivel de la Ley Electoral y de Partidos Políticos y si no es
posible será necesario hacer una reforma Constitucional. Su objeto sería institucionalizar en el
Congreso la participación de las naciones autónomas como tales y como representantes de sus
respectivos pueblos y etnias.

El Organismo Ejecutivo está compuesto por un alto número de ministerios y dependencias. Las
naciones autónomas estarán autorizadas por ley a mandar representantes idóneos a todas
aquellas organizaciones gubernamentales que puedan incidir en su desenvolvimiento. Esto
incluye a Ministerios como el de Educación, Salud, Agricultura, Comunicaciones, Energía y
Minas, Medio Ambiente y Recursos Naturales y organizaciones como FONTIERRAS,
FODIGUA, Academia de Lenguas Mayas, etc. La participación de los representantes de las
naciones autónomas consistirá en orientar al Ejecutivo para que sus acciones y programas sean
consistentes con sus proyectos de vida. Esta participación costará dinero, el cual deberá
provenir del presupuesto de la nación autónoma y por lo tanto estará sujeta a una priorización
y fiscalización con base en resultados. Lo importante es que sea una participación efectiva en
vez de nominal y para ello lo mejor será dosificarla.

La representación de las naciones autónomas en el Organismo Judicial podría hacerse efectiva


a través de la Corte Suprema de Justicia, pero sería necesario modificar el Art. 215 de la
Constitución de la República. Los representantes deberán ser abogados y notarios y de
preferencia tener experiencia en magistraturas. Para salvar estos obstáculos y mientras se
realizan las reformas y se gana experiencia se podría lograr representación a través de
convenios con algunas de las universidades del país o sus facultades de Ciencias Jurídicas y
Sociales, o a través de la Universidad Maya Kaqchikel o una futura Universidad Maya. Uno de
los aspectos principales de esta participación será mantener y ampliar la vigencia del derecho
consuetudinario en las regiones autónomas.

v. Injerencia en las políticas y actividades del Gobierno Central en la nación autónoma

Mientras la nación autónoma sea parte del Estado de Guatemala y sin importar en qué grado
pueda ejercer sus propias funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, ni con qué efectividad
logre participar en las instancias de Gobierno, el Ejecutivo seguirá desarrollando actividades
significativas en su territorio. Ya sea como una delegación de las atribuciones municipales o por
derecho propio la nación autónoma deberá estar facultada para conocer, supervisar y vigilar
estas actividades y asegurarse de que vayan en consonancia con sus propias leyes y
disposiciones y con el plan de vida de la nación. En uso de estas facultades podrá autorizar o
no tales actividades e influenciar la forma en que se realicen.

Al efecto, las instancias del Gobierno Central deberán enviar a las autoridades ejecutivas de la
nación autónoma sus planes de trabajo anuales. Éstos serán revisados y aprobados o no, con
modificaciones o sin ellas. De nuevo será necesario priorizar para no convertirse en un estorbo
ni sobrecargar la infraestructura administrativa de la nación autónoma. Una vez en la fase de
implementación la nación autónoma podrá delegar supervisores para asegurar que las
actividades concuerden con lo pactado y con sus ordenanzas y planes de vida.

vi. Oficialización de los idiomas antecesores

En las naciones autónomas los idiomas antecesores serán oficiales en todas las instancias, al
mismo nivel y para los mismos usos que el castellano, para lo cual será necesario modificar la
Constitución de la República.

Propuesta de base

Todos los regímenes autónomos son diferentes. Estas diferencias se manifiestan en cada una
de las posibles dimensiones: tamaño, integración política, grado de autodeterminación,
organización interna, control sobre el territorio, participación en las instancias nacionales, idioma
y motivación original. Se tiene ejemplos que van desde los pequeños territorios de los Municipios
Autónomos Rebeldes Zapatistas – MAREZ – hasta las grandes regiones autónomas de la Costa
Atlántica de Nicaragua y los resguardos indígenas de Colombia, que sumados todos cubren una
cuarta parte del territorio de ese país.

Sin entrar en un análisis detallado y con base en las lecciones de los demás países, para
Guatemala se recomienda empezar lo más pequeño posible pero con todas las facultades para
crecer. La propuesta básica es facultar la creación de focos culturales antecesores indígenas
autónomos basados en el municipio, pero agregándoles asambleas legislativas que reemplacen
al Concejo Municipal, un poder administrativo que cumpla las funciones del alcalde y una
instancia de derecho consuetudinario o comunitario que reemplace al derecho positivo hasta
donde sea factible. Además tendría facultades tributarias sujetas a negociaciones con el
Ministerio de Finanzas y a las acciones que tome el Congreso de la República, control sobre la
educación, salud, empleo, vivienda y desarrollo en su territorio, un registro de la propiedad que
sea una delegación del nacional y una representación en las instancias nacionales legislativas,
ministeriales y judiciales.

El municipio cuenta ya con muchos de los atributos de una región autónoma y los que le faltan
se le pueden agregar, en la mayoría de los casos sin llegar a una reforma Constitucional. Sin
excluir la posibilidad de realizar esta reforma sería necesario hacer algunas modificaciones a la
legislación existente, por ejemplo promulgando la Ley de Pueblos Indígenas contemplada en el
Art. 70 de la Constitución. Esto permitirá crear una nación autónoma; instaurar su Asamblea o
Consejo Legislativo con jurisdicción sobre su territorio; nombrar según las reglas de la nación
autónoma a un Gobernador o Poder Ejecutivo; esclarecer las fronteras entre el derecho
consuetudinario y el derecho republicano; empoderar a la Guardia Indígena o equivalente;
organizar el Registro de la Propiedad en la nación autónoma; interpretar el Art. 142 del Código
Municipal en lo que atañe a las formas de desarrollo urbano y rural por parte de personas
públicas, individuales y jurídicas; generar un presupuesto de ingresos y gastos incluyendo las
facultades adicionales de tributación que le asigne el Congreso de la República; asegurar las
representaciones en las instancias del Gobierno Central; y reglamentar la fiscalización de las
actividades del Gobierno Central en la nación autónoma.

Los aspectos para los cuales sí sería indispensable una reforma Constitucional son los
relacionados con la representación de la nación autónoma en el Congreso de la República y en
la Corte Suprema de Justicia y la oficialización de los idiomas antecesores en paridad con el
castellano.
Empezar pequeño es aconsejable dado el alto grado de mestizaje prevalente en el país, el cual
va en aumento. Las regiones autónomas de Nicaragua sirven como ejemplo de lo que no hay
que hacer, pues con el tiempo los mestizos han ido predominando por mayoría y se han
apoderado de casi todas las instancias de gobierno local, excluyendo a los indígenas y a los
afrodescendientes. Además es aconsejable incluir lo que se denomina autonomías personales
o culturales para que quienes vivan fuera de la nación autónoma puedan participar en las
elecciones de la Asamblea o Consejo regional autónomo y de cualquiera que sea la forma del
Poder Ejecutivo.

Un aspecto crucial de esta estrategia consiste en dejar la puerta abierta para que otros
municipios se vayan adhiriendo a los iniciales. El primer paso, que podría ser facultado por la
Ley de Pueblos Indígenas, sería autorizar la realización de referendos en aquellos municipios
del país que tengan una alta proporción maya, garífuna o xinca, con el objeto de decidir la
creación de una nación autónoma; dos o más municipios pueden mancomunarse y realizar sus
respectivas consultas al mismo tiempo. El establecimiento de la nación autónoma requeriría del
voto afirmativo de por lo menos las dos terceras partes de los votantes.

Este proceso no se detiene con la creación de una nación autónoma en uno o más municipios.
Otros municipios o partes de ellos podrán seguirse adhiriendo siguiendo un procedimiento
análogo, o sea a través de un referendo. Al integrarse, ellos y sus residentes adquirirían en
forma automática los mismos derechos que los de los municipios iniciales que la conformaron,
sobre todo los políticos.
A manera de ejemplo, se podría pensar que los municipios San Juan Ixcoy y San Pedro Soloma
en Huehuetenango tomen la iniciativa y bajo la nueva ley de Pueblos Indígenas se convierten
en una nación autónoma. Al año siguiente podría sumárseles Santa Cruz Barillas y San Mateo
Ixtatán. Más adelante se podrían ir uniendo San Pedro Soloma, San Miguel Acatán y otros
municipios. La idea es no forzar las cosas, sino principiar por los pueblos que estén más
conscientes y unidos, los que estén más decididos y con los liderazgos más adecuados, para
que después se les vaya sumando los que requieran más tiempo para terminar de integrarse y
organizarse. Una vez sembrada la semilla el desarrollo de naciones autónomas en Guatemala
puede convertirse en un proceso orgánico irreversible.

9.
Anexo 1
Legislación indígena en Guatemala después de 1985
1986
Decreto Ley 19-86 del 7 Enero 1986. Crea Patrullas de Autodefensa Civil; Decreto No. 43-86
de julio 8 de 1986. Ley de Alfabetización
1987
Decreto Ley 69-87 de Septiembre 30 de 1987. Aprueba el Pacto internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales; Acuerdo Gubernativo 1046-87 de Noviembre 23 de 1987.
Oficializa veintiún idiomas mayas
1989
Decreto Legislativo 2-89 de Enero 10 de 1989. Ley del Organismo Judicial
1990
Decreto Legislativo 27-90 de Mayo 10 de 1990. Aprueba la Convención sobre los Derechos del
Niño; Decreto No. 65-90 de Octubre 18 de 1990. Crea Academia de las Lenguas Mayas
1991
Decreto 12-91 de Enero 9 de 1991. Ley de Educación; Acuerdo Gubernativo 137-91.
Reglamento Ley de Alfabetización
1992
Decreto Legislativo 9-92 de Febrero 19 de 1992. Aprueba Pacto Internacional de los Derechos
Civiles y Políticos; Decreto 51-92. Código Procesal Penal
1994
Acuerdo Gubernativo No.435-94 de Julio 20 de 1994. Crea FODIGUA
1995
Acuerdo Gubernativo No.726-95 de Diciembre 21 de 1995. Crea Dirección General de
Educación Bilingüe Intercultural; Decreto Ley 51-95 de Julio 14 de 1995. Aprueba el Convenio
Constitutivo del Fondo para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas de América Latina y el
Caribe; Decreto 5-95 de Febrero 21 de 1995. Aprueba el Convenio sobre la Diversidad
Biológica; Firma del Acuerdo sobre Identidad y Derechos de los Pueblos Indígenas en México
el 31 de marzo de 1995; Resolución 18 mayo 1995, expediente 199-95 de la Corte de
Constitucionalidad. A favor del OIT169, como complementario a la Constitución (opinión
consultiva solicitada por el Congreso)
1996
Decreto Legislativo 9-96 de Marzo 5 de 1996. Aprueba el Convenio 169 de la OIT; Decreto 127-
96 de Noviembre 27 de 1996. Aprueba el Protocolo adicional a la Convención Americana sobre
Derechos Humanos; Decreto 143-96 del 28 Noviembre 1996. Suprime Patrullas de Autodefensa
Civil; Acuerdo Gubernativo No. 165-96 de Mayo 21 de 1996. Crea Direcciones Departamentales
de Educación
1997
Decreto Legislativo 129-97 de Diciembre 10 de 1997. Ley de Servicio Público de Defensa Penal;
Acuerdo Gubernativo 649-97 de Septiembre 3 de 1997. Comisión Paritaria sobre participación;
Decreto Legislativo 90-97 de Octubre 2 de 1997. Código de Salud; Decreto Legislativo 26-97 de
Abril 9 de 1997. Ley de Protección del Patrimonio Cultural; Expediente 1250-96, Gaceta de la
Corte de Constitucionalidad (30 Julio 1997)
1999
Decreto No. 7-99 de Marzo 9 de 1999. Ley de Dignificación y Promoción Integral de la Mujer;
Acuerdo Gubernativo No.525-99 de Julio 19 de 1999. Crea Defensoría de la Mujer Indígena;
Decreto Número 24-99 de mayo 13 de 1999. Ley del Fondo de Tierras
2000
Decreto Legislativo 90-2000 de Noviembre 30 de 2000. Reforma Ley del Organismo Ejecutivo:
crea Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales
2001
Decreto Legislativo 42-2001 de Septiembre 27 de 2001. Ley de Desarrollo Social; Acuerdo
Gubernativo 387-2001 de Septiembre 17 de 2001. Comisión para la definición de los lugares
sagrados
2002
Decreto 57-2002. Reforma Código Penal para tipificar delito de discriminación; Acuerdo
Gubernativo No.390-2002 de Octubre 8 de 2002. Crear la Comisión Presidencial Contra la
Discriminación y el Racismo; Decreto 12-02 del 2 Abril 2002. Código Municipal; Decreto 11-
2002 del 12 de marzo del 2002. Ley de Consejos de Desarrollo Urbano y Rural
2003
Decreto No. 19-2003 de Mayo 7 de 2003. Ley de Idiomas Nacionales; Decreto 27-03 de Junio
4 de 2003. Ley de Protección Integral de la Niñez y Adolescencia; Acuerdo Ministerial No.930
de noviembre 24 de 2003. Respeto a traje indígena en establecimientos educativos; Acuerdo
Ministerial 364-2003. Crea el Departamento de Pueblos Indígenas, como dependencia de la
Dirección General de Previsión Social del Ministerio de Trabajo y Previsión Social
2004
Acuerdo Gubernativo 20-2004 de Enero 12 de 2004. Reglamento Orgánico Interno del Ministerio
de Educación; Acuerdo Gubernativo No. 22-2004: “Acuérdase generalizar la Educación Bilingüe
Multicultural e Intercultural en el Sistema Educativo Nacional”
2005
Acuerdo Gubernativo 96-2005. Crea el Consejo Asesor de la Presidencia de la República sobre
Pueblos Indígenas y Pluralidad

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