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¿Cómo enseño doctrinas difíciles sin dividir la

iglesia?
Hershael York

BIBLIA & TEOLOGÍA

La historia del cristianismo y de prácticamente cada denominación es una narración de disputas,


divisiones, y cismas. Muchas iglesias y denominaciones nacieron no de una táctica intencional
para llegar a más personas, sino en respuesta a conflictos personales o doctrinales.

Sin embargo, la doctrina no tiene por qué dividir si un pastor emplea algunas estrategias básicas
cuando encuentra una doctrina difícil o controversial en la Biblia.

1. Hazlo textual

Los cristianos nunca entenderán la doctrina si no captan los fundamentos de la Escritura. Una
dieta constante de exposición enseña tanto la metanarrativa de la Biblia, así como las verdades
subyacentes. Los pasajes narrativos fueron “escritos para nuestra instrucción” (Ro. 15:4; 1 Co.
10:11) y como ejemplos para nosotros. Por lo general tienen una verdad santificadora a emular,
o un pecado a evitar, pero incluso los comportamientos exhibidos en el texto encajan dentro de
un marco doctrinal que refleja el carácter y la voluntad de Dios.

Jonás 4, por ejemplo, es fascinante, y tiene un increíble atractivo narrativo. Es de esperar que la
historia concluya con el capítulo 3. Después de desafiar inicialmente al Señor, Jonás recibe el
castigo de Dios en el vientre de un gran pez, clama por liberación, cede, y va a Nínive, donde
predica un mensaje de juicio. La gente se arrepiente y se convierten a Dios. Nada podría encajar
mejor con el análisis del drama de Aristóteles: exposición, complicación, clímax, reversión, y
desenlace. Jonás es un profeta (exposición), se niega a obedecer (complicación), es tragado por
un pez (clímax), clama a Dios y va a Nínive (reversión). Y como resultado de su predicación, los
ninivitas se arrepienten (desenlace).

Pero el capítulo 4 es completamente inesperado. No parece encajar. Justo cuando creemos que
la tensión se resuelve, nos lleva a un destino imprevisto: el corazón de Dios. El profeta que
recibió la misericordia de Dios hace pucheros como un niño malcriado e impetuoso porque Dios
muestra misericordia a los indignos asirios. Dios expone los afectos ridículos y fuera de lugar de
Jonás, y luego expone su propio corazón desnudo y puro que se desangra por la gente de Nínive.
Si Dios destruyera a Nínive por su pecado, aunque sería justificado, también destruiría a niños y
personas de poca capacidad mental que “no conocen su mano derecha desde la izquierda”.
¡Hasta se preocupa por los animales inocentes (Jon. 4:11)!

Este giro inesperado es una “zona de turbulencia”, un dispositivo retórico que resalta el punto
principal, dejando caer algo totalmente inesperado e “inadecuado” en la narración. Un
predicador nunca debe simplemente predicar el evento, sino que debe dejar en claro el
significado del evento. Jonás termina con una visión íntima del corazón misericordioso de Dios
y de cómo piensa en sus criaturas. La narración no es solo una buena historia; es doctrina
revelada en hermosa forma narrativa. Solo un corazón así enviaría a su Hijo a morir por su
pueblo. El Dios que libró a Jonás y Nínive no escatimó a su propio Hijo (Ro. 8.32).

La enseñanza doctrinal fiel siempre comienza con el


texto, no con un sistema.
Cada vez que prediques una narración, conecta la verdad teológica con la atracción inherente de
una buena historia. Las historias a menudo plantean preguntas como: “¿Por qué Dios haría eso?”,
o “¿Cómo puede alguien que dice conocer a Dios comportarse así?”. Los buenos predicadores
responden a esas preguntas incluso mientras predican una sección dentro de la historia más
grande.

De manera similar, los pasajes didácticos (en las epístolas, por ejemplo) revelan verdades sobre
Cristo, el hombre, la salvación, y otras categorías de la teología. El contenido doctrinal en este
género puede estar mucho más cerca de la superficie y, por lo tanto, más fácil de extraer, pero la
conexión con otros pasajes y doctrinas exige una exposición y una correlación cuidadosa. La
enseñanza doctrinal fiel siempre comienza con el texto, no con un sistema.

Si deseas evitar la disensión y la división en la iglesia, apunta a la Escritura como la fuente de


autoridad de la doctrina.

2. Hazlo bíblico

Aunque este punto parece obvio, los pastores a veces se encuentran en una situación de división
en la iglesia debido a su jerga teológica cargada. El problema no es tanto que enseñen una
doctrina no bíblica, sino que usan lenguaje extrabíblico. La tarea principal del pastor siempre es
mostrar lo que dice la Palabra de Dios, y no un sistema teológico.

Si un pastor predica un sistema, confiará en un lenguaje que solo algunos entienden, o empleará
expresiones de moda, y es mucho más probable que cree una controversia innecesaria. Un
congregante puede empacar una palabra con significado incorrecto, o al menos diferente de lo
que pretendía el predicador, y encontrar 100 sitios web que confirmen su comprensión errónea.

Algunos de los miembros de mi iglesia, por ejemplo, provienen de denominaciones que les
advertían sobre los peligros de la frase “una vez salvo siempre salvo”, ya que da licencia para
orar la “oración del pecador” y luego vivir sin consideración por la santificación. Si bien nuestra
iglesia no oculta nuestra creencia que una persona verdaderamente nacida de nuevo nunca
puede morir y finalmente perderse, tampoco creemos que una persona pueda simplemente
hacer una oración o caminar por un pasillo y luego vivir por la carne sin cambios, y esperar ir al
cielo.

Entonces, mi mejor manera como pastor es evitar cualquier terminología que implique algo
diferente a lo que pretendo enseñar, por lo que prefiero usar un lenguaje estrictamente bíblico
siempre que sea posible. Puedo hablar sobre nacer de nuevo para nunca morir espiritualmente
o ser rechazado. Puedo mostrarles en las Escrituras que nada puede separarnos jamás del amor
de Dios. Puedo señalarles la palabra que dijo Pablo con confianza incluso a los corintios, a pesar
de toda su desobediencia, que Jesús “los confirmará hasta el fin, para que sean irreprensibles en
el día de nuestro Señor Jesucristo” (1 Co. 1:8). Puedo explicar que una vez que uno se convierte
en una nueva creación en Cristo (2 Co. 5:17), es imposible volver a ser una creación antigua.
Puedo señalar pasajes sobre la perseverancia en la fe y la santidad, y tratar honestamente los
pasajes de advertencia, porque no reduzco el tema a una sola palabra de moda banal o una frase
fácil, sino que me esfuerzo por decir con precisión lo que dice la Biblia.

3. Hazlo personal

Incluso la doctrina más controversial no existe en un espacio eclesiológico antiséptico puesto en


cuarentena, sino en la arena y la mugre de la vida y las luchas espirituales. El pastor que predica
sobre la humanidad de Cristo y simplemente describe la unión hipostática y su papel en la
historia de la iglesia se enfrentará a bostezos o, lo que es peor, a división entre los “teólogos de
sillón” de la iglesia.
Cuando un pastor relaciona la teología con la vida de los oyentes, cuando vincula la doctrina con
el deber, los congregantes captan más fácilmente las consecuencias y el significado de la
enseñanza. Así como el escritor de hebreos relaciona la humanidad de Cristo con su fidelidad
como un sumo sacerdote que siente nuestras debilidades, asimismo el pastor sabio siempre
mostrará las implicaciones prácticas de la doctrina. La creencia siempre impulsa la acción. La fe
conduce inevitablemente a obras. La predicación doctrinal requiere una aplicación en el mundo
real.

El pastor sabio siempre mostrará las implicaciones


prácticas de la doctrina. La creencia siempre impulsa
la acción. La fe conduce inevitablemente a obras. La
predicación doctrinal requiere una aplicación en el
mundo real.
Aún más, un pastor debe hacer la doctrina personal en relación con Cristo. Toda verdadera
doctrina finalmente encuentra su expresión en la persona y la obra de Jesús. Cuando un pastor
muestra cómo una doctrina se relaciona con Cristo, y cómo una comprensión adecuada de ella
nos lleva a seguirlo, la doctrina cobra vida.

4. Hazlo proporcional

Los pastores pueden cometer el error de predicar lo que les gusta, o lo que más les apasiona, a
exclusión de otras partes vitales de la revelación de Dios. Uno puede encontrar muchos pasajes
en las Escrituras sobre la justicia social, por ejemplo. Pero predicar esos textos exclusivamente
sin el equilibrio de la justificación, la oración, o el evangelismo pronto pudiera hacer que una
iglesia se acerque peligrosamente a un evangelio social que simplemente hace que el mundo sea
un mejor lugar, desde el cual la gente se va al infierno.

La predicación expositiva que sistemáticamente avanza a través de libros de ambos


testamentos, de múltiples géneros, y con un equilibrio entre la ley y la gracia, es la mejor dieta
para una congregación. Las series expositivas a través de secciones principales de las Escrituras
ayudan tanto al pastor como a la congregación a obtener una comprensión estratégica de la gran
historia de las Escrituras. Uno no puede apreciar adecuadamente el todo sin un conocimiento de
las partes, pero lo inverso es igualmente cierto.

La mejor predicación doctrinal se niega a pasearse por


los temas de moda, y se enfoca en la gran extensión de
la Palabra de Dios.
Algunas iglesias y denominaciones se enfocan en doctrinas específicas vez tras vez, a exclusión
a otras. Hay iglesias y ministerios que se definen por su obsesión a esas cosas, tendiendo a
ignorar los temas y los movimientos teológicos más pronunciados de las Escrituras. Puede ser
el lavado de los pies, los peinados de las mujeres, las metodologías de misiones, o algunas otras
minucias, y al centrarse en ello, cuelan los mosquitos y se tragan los camellos. La mejor
predicación doctrinal se niega a pasearse por los temas de moda, y se enfoca en la gran extensión
de la Palabra de Dios.
5. Hazlo cariñoso

Nada debería ser más obvio, pero 1 Corintios 13 es para los predicadores también. Sin amor, la
doctrina no importa. El pastor cuyo conocimiento ha hinchado su cabeza en lugar de su corazón
se encontrará sin una iglesia o, peor aún, con una iglesia arrogante y un evangelio distorsionado.

He tenido duras conversaciones doctrinales con miembros que no están de acuerdo conmigo en
ciertos temas. Si les recuerdo que tengo un doctorado en Nuevo Testamento, que conozco los
idiomas bíblicos, que he sido profesor de seminario durante 20 años, y que he ejercido en el
ministerio durante casi 40 años, no están impresionados o movidos en lo absoluto. Tampoco
deberían estarlo.

Pero si les agradezco amorosamente por tomarse el tiempo para reunirnos, les recuerdo que
quiero honrar a Cristo y su Palabra por, sobre todo, y les digo que los amo, incluso si no llegamos
a un acuerdo, tienden a ser mucho más abiertos a lo que enseño. Incluso si, al final, no ven las
cosas a mi manera, generalmente se van como amigos y preciados hermanos y hermanas.
¿Querría Jesús que fuera de otra manera?

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