El dolor puede producirse periféricamente, como resultado del daño tisular y la
inflamación (dolor inflamatorio), daño del sistema nervioso central (dolor neuropático) o debido a alteraciones en la función normal del sistema nervioso (dolor funcional) (Borsook, 2012). La hipersensibilidad al dolor puede ser un síntoma postoperatorio común en los procedimientos quirúrgicos. La sensación de dolor en el sitio quirúrgico puede aumentar y persistir durante largos períodos de tiempo después de que se haya eliminado el estímulo nocivo, caracterizando el proceso de hiperestesia. Este aumento de la sensibilidad también puede provocar dolor en otra área que rodea el sitio quirúrgico que caracteriza el concepto de alodinia (Kelly et al., 2001).
Hay dos mecanismos involucrados en la hipersensibilidad dolorosa: la
sensibilización periférica (reducción del umbral y el aumento de la capacidad de respuesta de los terminales nociceptivos aferentes periféricos) y la sensibilización central (las lesiones periféricas desencadenan un cambio químico en el sistema de control del dolor descendente) (Kelly et al. ).
El dolor postoperatorio de la extracción de molares impactados puede causar
graves molestias al paciente (Chaparro-Avendaño et al., 2005). Esto se clasifica como de corta a moderada duración, alcanzando su intensidad máxima en las primeras doce horas postoperatorias (De Menezes y Cury, 2010). El dolor resultante de este tipo de cirugía se utiliza como uno de los principales parámetros para la evaluación de la eficacia farmacológica de diferentes métodos de analgesia. Este artículo pretende revisar la literatura sobre los principales métodos farmacológicos para el control del dolor en la cirugía de molares impactados.
FISIOPATOLOGIA
La inflamación producida por un traumatismo en el sitio quirúrgico y los tejidos
circundantes es directamente proporcional al daño tisular (Osunde et al., 2012) y participa directamente en la curación del tejido; por lo tanto, una técnica quirúrgica meticulosa es primordial para atenuar tal condición. Los signos clásicos de inflamación incluyen dolor, hinchazón, eritema, enrojecimiento y pérdida de la función, y están involucrados varios mediadores inflamatorios, como: prostaglandina, histamina, bradiquinina y serotonina (Gersema y Baker, 1992).
Durante la inflamación, los niveles de prostaglandina e histamina aumentan (Kelly
et al.). La bradiquinina desempeña un vasto papel en la farmacología proinflamatoria, incluido un gran potencial en la producción de dolor (Gersema y Baker). Las prostaglandinas se derivan del ácido araquidónico, que se origina a partir de los fosfolípidos de la membrana celular. Estos se liberan a través de la acción de la fosfolipasa, activada por estímulos mecánicos, químicos o físicos (Gersema y Baker).
El metabolismo del ácido araquidónico sigue dos vías principales: la
ciclooxigenasa (COX) o la lipoxigenasa. COX es responsable de la producción de prostaglandinas (PGE2, PGD2, PGF2), prostaciclina y tromboxano A2; por otro lado, la lipoxigenasa conduce a la formación de una familia de compuestos llamados colectivamente leucotrienos. Los subproductos de estas dos formas juegan un papel clave en el proceso inflamatorio (Kim et al., 2009).
Se han identificado dos isoformas de COX, la COX-1 y la COX-2, que tienen
mecanismos específicos de acción, la COX-1 es principalmente constitutiva de varios órganos y tejidos, como la mucosa gástrica y los riñones, mientras que la COX-2, además de ser constitutiva De los órganos como el cerebro, el páncreas y los riñones, es altamente inducible, como en los procesos inflamatorios y el cáncer (Turini y DuBois, 2002). La COX2 también influye en la ovulación, la síntesis ósea medular, los osteoblastos y las actividades de los osteoclastos y la regulación de la respuesta plaquetaria y endotelial (Giovanni y Giovanni, 2002). Los fármacos antiinflamatorios no esteroideos pueden suprimir la vía COX. En 2002, se aislaron niveles elevados de una variante de empalme del ARNm de COX1 que retenía el intrón 1 en la corteza cerebral canina y el tejido cardíaco. La variante de empalme ha sido llamada por varios nombres como ciclooxigenasa- 3 (COX-3), COX-1b o COX-1v. La expresión del ARNm de COX-3 se ha detectado en la corteza cerebral humana, pero ha habido un éxito limitado en el aislamiento de la enzima resultante. Es posible que la vía de la COX-3 sea el principal mecanismo central por el cual medicamentos como el paracetamol y la fenacetina ejercen sus efectos analgésicos y antipiréticos (Simmons et al., 1999; Botting, 2000; Willoughby et al., 2000; Chandrasekharan et al. al., 2002; Serhan et al., 2002). MEDICAMENTOS INFLAMATORIOS NO ESTEROIDALES (AINE) Los AINE actúan inhibiendo la COX-1 y la COX-2 y se dividen de acuerdo con su eficacia para inhibir cada isoforma: inhibidores selectivos de la COX-2; inhibidor de COX-2 preferencial; La selectividad relativamente baja y los AINE con una inhibición débil tanto de la COX-1 como de la COX-2 (muchos salicilatos) (Katori y Majima, 2000); los efectos adversos asociados con el uso de AINE se describen en la Tabla I (Kam & So, 2009). Una tercera isoforma de COX (COX-3), que es inhibida selectivamente por los fármacos analgésicos / antipiréticos (como el paracetamol, la fenacetina, la antipirina y la dipirona) están fuertemente inhibidas por algunos AINE. Esta acción de la COX-3 puede representar un mecanismo central primario a través del cual los fármacos actúan en la inhibición del dolor y la fiebre (Chandrasekharan et al.). Algunos estudios indican que la COX-3 es menos potente y produce menos prostaglandina E2 (PGE2) en comparación con la COX-1 y la COX-2 (Kam & So). Dos estudios clásicos evaluaron el efecto adverso principal al comparar los fármacos COX-2 no selectivos y selectivos. Silverstein et al. (2000) en un trabajo titulado CLASS (Estudio de seguridad de la artritis a largo plazo de Celecoxib), evaluó y comparó en 4.573 pacientes durante seis meses, utilizando celecoxib (400 mg dos veces al día), ibuprofeno (800 mg, tres veces al día) o diclofenaco (75 mg, dos veces al día), y Schnitzer et al. (2004) evaluaron 18,325 pacientes durante 52 semanas, comparando el uso de lumiracoxib, el coxib más selectivo (400 mg una vez al día), naproxeno (500 mg dos veces al día) o ibuprofeno (800 mg, tres veces al día); ambos estudios concluyeron que los efectos gastrointestinales adversos son mucho menos significativos con el uso de fármacos COX-2 selectivos, en comparación con los AINE convencionales (Schnitzer et al.). De Menezes & Cury compararon la eficacia de la nimesulida y el meloxicam para el control del dolor, la hinchazón y el trismo después de la cirugía molar impactada. Llegaron a la conclusión de que la nimesulida es más eficaz para controlar la inflamación y el trismo, sin embargo, similar en el control del dolor. También se encontró que la nimesulida tiene un mayor efecto antiinflamatorio al suprimir la producción o liberación de histamina, leucotrienos, citoquinas proinflamatorias y enzimas liberadas por los leucocitos (De Menezes & Cury). Como característica única, la nimesulida aumenta la actividad celular de los glucocorticoides endógenos (Rainsford et al., 2006). Otro estudio comparó la nimesulida (300 mg) y el ibuprofeno (400 mg) y concluyó que la nimesulida tiene un efecto analgésico más rápido y más intenso (Bocanegra et al., 2005) Gutta y James (2013) en un ensayo aleatorizado doble ciego probaron el efecto preventivo de ketorolaco, por vía intravenosa, y encontraron una disminución del dolor y un aumento en el período de duración para la administración de medicamentos de rescate en comparación con el placebo (Gutta y James). Se evaluaron diferentes dosis de meloxicam (7,5 y 15 mg) en la extirpación de la cirugía del tercer molar inferior, con o sin osteotomía. Hubo una diferencia significativa entre las respuestas farmacológicas solo con respecto a la necesidad de medicación de rescate en cirugías con osteotomía, lo que sugiere la utilización en la concentración de 15 mg para dicho procedimiento (Calvo et al., 2007). En un estudio diferente, Morisson et al., Evaluaron la eficacia analgésica de rofecoxib (50 mg), ibuprofeno (400 mg) y placebo para el control del dolor en 152 pacientes sometidos a cirugía oral. Concluyó que la potencia analgésica de rofecoxib es similar al ibuprofeno, pero el tiempo de acción de rofecoxib es superior (Morisson et al., 1999); Daniels et al. (2001) compararon el efecto analgésico de parecoxib, ketorolac o placebo e indicaron que parecoxib 20 mg y 40 mg presenta una eficacia analgésica comparable a ketorolaco 60 mg. Parecoxib 40 mg tiene una mayor duración de acción (Daniels et al.). En otro estudio se comparó Celecoxib (400 mg) e ibuprofeno (400 mg), los autores concluyeron que el celecoxib tiene un mayor alivio del dolor y una menor necesidad de medicación de rescate (Cheung et al., 2007). MEDICAMENTOS ESTEROIDALES ANTIINFLAMATORIOS (CORTICOSTEROIDES) EN CIRUGÍA ORAL Los corticosteroides se sintetizan en el córtex de las glándulas suprarrenales, son esteroides con un mayor efecto relativo sobre el metabolismo de los carbohidratos, en lugar de que la regulación del agua y los electrolitos inhiben la secreción de fosfolipasa A2 y estimulan la secreción de lipocortina (fosfolipasa A2). proteína inhibitoria) (Kim et al.). Los receptores de corticosteroides se encuentran virtualmente en cada célula del cuerpo y ejercen una variedad de respuestas fisiológicas. Actúan como factores de transcripción para genes específicos, estimulando o inhibiendo su expresión, que en este nivel celular, se llevan a cabo sus efectos reguladores sobre el sistema inmunológico (incluido el efecto sobre las citoquinas). Como consecuencia del cambio en la expresión génica y la síntesis de proteínas, su efecto no es inmediato, pero se hace evidente después de unas pocas horas, lo que tiene un impacto en su uso clínico (Yagiela et al., 1998). La supresión de cada etapa de la respuesta inflamatoria parece ser la acción primaria de los corticosteroides, como el reclutamiento celular (vasodilatación y diapedesis), la inhibición de la formación de tejido de granulación y la inhibición en la secreción de enzimas (fosfolipasa, colagenasa y elastasa). y mediadores proinflamatorios (prostaglandinas y prostaciclinas) (Herrera-Briones et al., 2013; Holte & Kehlet, 2002). El uso de corticosteroides es paliativo y no curativo, por lo tanto, el objetivo es disminuir la gravedad de los síntomas que el paciente puede experimentar (Yagiela et al.). Se sabe que los corticosteroides en diferentes dosis son útiles en el control de la hinchazón y el trismo (Herrera-Briones et al.). Una sola dosis grande o terapia de corticosteroides por unos pocos días tiene pocos efectos secundarios, los efectos adversos potenciales son proporcionales a la intensidad y duración de la terapia; Cuando se prescribe durante más de una semana, se pueden observar algunos signos de toxicidad y supresión del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal con efectos como hiperglucemia y glucosuria, hinchazón, hipercalemia, distribución alterada de la grasa corporal, mayor susceptibilidad a las infecciones y mala curación. Heridas (Nesbitt, 1995; Holte & Kehlet; Kim et al.). El uso de corticosteroides está contraindicado en casos de herpes ocular, glaucoma, tuberculosis y psicosis, y está relativamente contraindicado en úlceras pépticas, hipotensión, diabetes mellitus, osteoporosis e infección crónica. La relación riesgo-beneficio debe considerarse antes de instituir la terapia (Gersema y Baker). Los corticosteroides reducen el trismo y la inflamación derivados de la cirugía del tercer molar y los efectos beneficiosos parecen ser mayores cuando se administran antes de la operación en comparación con el uso postoperatorio (Herrera-Briones et al.,). Braxendale evaluó la efectividad de 8 mg de dexametasona y placebo en una sola dosis preoperatoria y encontró una puntuación de dolor significativamente más baja en el primer día postoperatorio en pacientes que utilizaron dexametasona (Baxendale et al., 1993). Otro estudio que evaluó el uso o no de dexametasona 6 mg, 12 horas antes de la operación y 12 horas después de la operación, encontró que el cincuenta por ciento de la reducción de la hinchazón y el dolor postoperatorio en el grupo con el medicamento (Schmelzeisen y Frölich, 1993). Por otro lado, Neupert et al. (1992) que evaluaron dexametasona 4 mg antes de la operación, observaron poca diferencia en la inflamación, lo que demuestra la necesidad de una dosis adecuada para sus resultados posoperatorios beneficiosos (Neupert et al.). Beirne y Hollander (1986) evaluaron el uso de metilprednisolona y placebo en 32 pacientes y encontraron significativamente menos edema y dolor en el grupo con la medicación, y Dione et al. (2003) demostraron que la dexametasona sola es muy eficaz para reducir la inflamación y la inflamación postoperatoria, y cuando se usa en combinación con ketorolaco, tiene una mayor reducción y control del dolor postoperatorio, también mostró que los niveles de PGE2 y tromboxano B2 (TxB2) disminuyen con El ketorolaco pero solo TxB2 se reduce con dexametasona. Se postuló que PGE2 es el principal prostanoide responsable del dolor periférico y que el ketorolaco puede reducir los niveles de PGE2 en un cierto nivel crítico, capaz de producir analgesia (Dionne et al., 2003). Buyukkurt et al. (2006) recomendaron en su estudio la combinación de prednisona y diclofenaco para el tratamiento del edema, el trismo y el control del dolor, en lugar del uso del diclofenaco solo. En un estudio que evaluó los niveles de PGE2 en orina y saliva con respecto a la administración de placebo, ibuprofeno, dexametasona o una combinación de los dos últimos (Buyukkurt y otros). Mehra et al. (2013) encontraron que los pacientes que toman AINE asociados o no con dexametasona muestran niveles más bajos de PGE2 en la orina. También se destacó que la combinación de fármacos proporciona una mejora en los parámetros postoperatorios evaluados (Mehra et al.). Christensen et al. (2013) en un estudio doble ciego evaluaron cuatro tipos de combinaciones que incluían bupivacaína y lidocaína, metilprednisolona y placebo. Los resultados indicaron una reducción significativa del dolor y la hinchazón postoperatoria con la asociación entre bupivacaína y metilprednisolona (Christensen et al.). El uso de corticoides se sugiere por un corto período de tiempo para prevenir los efectos adversos, ya que se usa en cirugía oral. Como ayuda en el control del dolor, aún deben asociarse con analgésicos (Alexander & Throndson, 2000; Markiewicz et al., 2008; Kim et al .; Alcântara et al., 2014). La vida media plasmática no es un buen indicador de la duración de la actividad biológica de cada esteroide. Se refleja mejor en el período de supresión hormonal de la corticotropina por la glándula pituitaria después de la administración de una dosis única del corticoide. La dexametasona de acción prolongada es 30 veces más potente que la hidrocortisona, que es similar al cortisol natural. DROGAS DE OPIOIDES EN CIRUGIA ORAL Los opioides se derivan del opio y, por lo tanto, se incluyen en la clase del grupo de medicamentos que actúan sobre los receptores opioidérgicos neuronales. Tales receptores están implicados en la regulación de la sensación de dolor, produciendo sensación de analgesia. Se utilizan principalmente en la terapia del dolor de alta intensidad, desde el crónico hasta el agudo. La modulación se realiza mediante opioides endógenos (fisiológicos) como las endorfinas y las encefalinas, que son neurotransmisores. Hay tres tipos de receptores opioides: mu, kappa y delta. Los efectos farmacológicos de los opioides pueden ser útiles o adversos, según la dosis y la situación; Cada medicamento puede producir efectos de diferente intensidad, dependiendo de su especificidad para uno u otros receptores, así como otras características (Yagiela et al.). Los opioides, a través de sus receptores acoplados a la proteína G, inhiben la adenilato ciclasa y, por lo tanto, reducen el contenido de AMP cíclico intracelular. También tienen efecto sobre los canales catiónicos, ya que promueven la apertura de los canales de potasio e inhiben la apertura de los canales de calcio dependientes del voltaje. Esto reduce tanto la excitabilidad neuronal como la liberación de neurotransmisores (Yagiela et al.). Sin embargo, no muestran ninguna actividad antiinflamatoria (Herrera-Briones et al.). El efecto secundario de los opioides es en el sistema nervioso central, los opioides pueden producir analgesia, euforia y disforia (en dosis mayores que las utilizadas para la analgesia), depresión respiratoria, sedación, miosis, supresión de la tos y náuseas. Periféricamente, en dosis altas, también puede actuar en el tracto gastrointestinal, causando estreñimiento y constricción biliar. En el sistema cardiovascular pueden causar hipotensión y en el músculo liso se observa un efecto antidiurético y broncoconstricción (Yagiela et al.) Breivik et al. (1999) compararon el efecto analgésico de diclofenaco, paracetamol y codeína, solos o en combinación. Se encontró que la combinación de diclofenaco (100 mg) con paracetamol (1 g) con o sin codeína, fue superior en los resultados, superior a los otros, señaló que, cuando se combinó con codeína, se observaron efectos adversos (Breivik et al.). Garibaldi y Elder (2002) probaron codeína a diferentes concentraciones (5, 7, 15 y 30 mg) solos o asociados con ketorolaco (10 mg). La duración del tratamiento analgésico disminuyó al aumentar la dosis de opioides y recomendó la combinación de 10 mg de ketorolaco con 15 mg de codeína como la mejor relación costo-beneficio, con buena eficacia analgésica y menos efectos adversos (Garibaldi y Elder). En un estudio de 119 pacientes, se evaluó el efecto preventivo de paracetamol (1 g) + codeína (60 mg), ibuprofeno (600 mg), diclofenaco (100 mg) o placebo. Los autores no encontraron diferencias importantes entre la respuesta analgésica o los efectos secundarios, excepto el placebo (Joshi et al., 2004). CONSIDERACIONES CLINICAS El dolor resultante de la extirpación de la cirugía del tercer molar impactado, se considera de intensidad moderada a grave, y se utiliza como parámetro para evaluar la efectividad de diferentes terapias farmacológicas. La analgesia para este procedimiento quirúrgico está relacionada con el uso de AINE, esteroides, analgésicos de acción central y periférica utilizados en combinación o individualmente. Los AINE de COX-2 selectivos se desarrollaron para proporcionar un malestar gastrointestinal inferior a los pacientes con un uso crónico de AINE convencionales. Sin embargo, otros aspectos además del perfil de seguridad gastrointestinal deben ser considerados. Los efectos adversos asociados con los AINE COX-2 selectivos aparecen después de su uso a largo plazo. Para la modulación inflamatoria relacionada con este tipo de cirugía, su uso se restringe a un corto período de tiempo, lo que justifica su uso con seguridad, sin los efectos colaterales referidos (Silverstein et al .; Schnitzer et al.). Su uso en comparación con los AINE convencionales tiene una duración de acción más prolongada, una mayor eficacia analgésica y efectos adversos gastrointestinales inferiores (Morrison y otros, 1999; Daniels y otros; Cheung y otros). En comparación con otros AINE convencionales, la nimesulida fue más eficaz para controlar el dolor y la inflamación postoperatorios, así como un inicio de acción más rápido (Bocanegra et al .; Rainsford et al.). El costo del medicamento debe considerarse en la prescripción de medicamentos al paciente. De acuerdo con la literatura revisada, el uso de antiinflamatorios no esteroideos fue efectivo para limitar la inflamación y el trismo postoperatorio, relacionado con la eliminación de 3M impactada (Beirne y Hollander; Schmelzeisen y Frölich; Buyukkurt et al .; Herrera Briones et al .; ). Para obtener un efecto satisfactorio, su uso debe hacerse de manera preventiva y en dosis apropiadas (Baxendale et al .; Herrera-Briones et al.). Al interferir en el eje hipotálamo-hipófisis suprarrenal, esta clase de medicamentos se debe usar por un máximo de cinco días (Kim et al.). Los trabajos estudiados mostraron que ciertas asociaciones de antiinflamatorios y analgésicos pueden ser más efectivas que el uso de estos medicamentos solos (Dionne et al.; Buyukkurt et al .; Kim et al .; De Menezes & Cury; Mehra et al.) . Los opiáceos pueden ser una buena opción para los pacientes que no toleran el uso de AINE. La prescripción de métodos farmacológicos de analgesia debe seguir algunos principios que incluyen: la selección de un fármaco con suficiente potencia para controlar el dolor anticipado, la medicación debe administrarse antes del inicio del dolor, utilizando las dosis más bajas necesarias a intervalos regulares y frecuentes (Mutlu et al., 2013).