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1 El salvaje del Aveyron:

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\ pedagogía y psicología
del Iluminismo tardío

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Biblioteca Los fundamentos
Total Philippe Pinel, Jean ltard
de las ciencias
del hombre
El salvaje del Aveyron:
pedagogía y psicología
del Iluminismo tardío .

Introducción, notas
y selección de textos:
Augusto Montanari

Centro
Editor de
América
Latina
Introducción

Tres instituciones científicas de la Francia postrevolucio-


naria, la Société des Observateurs de I'Homme, el Hospicio
de Bicetre y la Escuela para la reeducación de niños sordo-
mudos de París, vi-eron condensados en la trágica historia
de un niño "salvaje" los rasgos y requisitos de una expe-
riencia crucial. De improviso, un atortunado azar arrojaba
en brazos de los científicos parisinos a un niño de doce o
trece años, encontrado en estado de completo abandono
y salvajismo en una floresta del departamento de Aveyron.
¿Un hombre natural no contaminado aún por los hábitos
sociales? ¿Un desdichado, de facultades mentales dismi-
nuidas, un idiota? ¿El vivo testimonio de un conjunto de
posibilidades no desarrolladas, en ausencia de comunica-
ción con ·otros hombres? ¿La estatua de Condillac, con sus
sentidos aún no despiertos frente a los estímulos del
mundo externo?
El debate de los sabios se tejió en .torno de estos inte-
rrogantes que eran los que podía enunciar y, quizás, res-
ponder la ciencia de. la época. Quienes intervinieron en
las discusiones percibieron con claridad que el enfant
sauvage o el idiota del Aveyron proporcionaba un campo
privilegiado de experimentación, observación y validación
de hipótesis~ La discusión versaba sobre algunos tópicos
fundamentales para las nacientes ciencias del hombre y la
psiquiatría: cómo se originan las ideas, cuál es su vínculo
con las s-ensaciones, qué relación existe entre necesidad y
costumbre o reflejo psíquico, cómo se adquiere el lenguaje,
cómo se desarrollan las facultades mentales y qué puede
entorpecer su crecimiento, etc. Las cuestiones en debate
no dejaban de arrojar importantes consecuencias teóricas
y prácticas: en primer lugar, la validación in vivo de la teorra
sensista; en segundo término, las posibilidades que la cien-
cia (la pedagogía o la psiquiatría) tiene de incidir sobre
las determinaciones naturales.
e 1978 Todo esto convierte al "caso Victor" en una experiencia
Centro Editor de América Latina SA. crucial para la ciencia del iluminismo tardío, en especial para
Junrn 981 - Buenos Aires la Ideología. Médicos, méd.ecins-philosophes, filósofos, ob-
Hecho el depósito de ley servadores del hombre, tendrán su palabra que pronunciar
Libro de edición argentina frente al salvaje que, por otra parte, conmovió durante algu-
nos meses a los curiosos de París, a la buena sociedad

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que, desde mediados del siglo XVIII, se había aficionado a descubrió desde un comienzo la importancia que el estudio
la ciencia y a la observación de la naturaleza en tanto del niño salvaje tendría para el progreso de los conoci-
nueva actividad de la vida de salón. Después de esta pri- mientos acerca de lo que, en el siglo XVIII, s-e llamó "hom-
mera y breve ola de notoriedad, el niño del Aveyron quedó bre natural" y la primitiva constitución del ser humano.
Louis-Fran~ois Jauffret, secretario de la Société des Obser-
abandonado a los cuidados de un puñado de científicos que
vateurs de I'Homme, requirió casi de inmediato a las auto-
cifraron en la discusión de sus facultades mentales y
ridades del hospital de Rodez que el niño fuera enviado a
las posibilidades de su desarrollo la demostración de sus
París para su estudio. En la comunicación enviada queda de
teorías.
manifiesto lo que será justamente uno de los nudos del
Pero veamos primero los hechos que rodearon al descu- debate, en el que participarán los filósofos y naturalistas
brimiento, captura y traslado del salvaje 1• Quien luego re- de la Société y los grandes bonetes de la medicina fran-
cibiría de su maestro el nombre de Víctor, no era el pri- cesa: Sicard (por intermedio de su discípulo ltard) y Pinel,
mer niño encontrado en estado salvaje. Casos similares irector del manicomio de Bicetre. En efecto, Jauffret afir-__
fueron registrados desde -el siglo XIV y concitaron la cu- ma en su carta: "Sería muy importante para el p-rogr-eso de
riosidad, el asombro o la crueldad de sus captores. Sin los conocimientos humanos que un observador pleno de celo
embargo, el caso de Víctor desde un principio es encarado y de buena fe pudiera, apoderándose del muchacho y re-
en forma diferente: despierta una curiosidad piadosa -en los trasando su proceso de civilización, controlar el conjunto
aldeanos (de cuyas manos ya había escapado una vez en de sus ideas adquiridas, estudiar el modo según el que las
1798), pero también la atención de los científicos. Trasla- expresa y ver si la condición humana, abandonada a sí
dado a un instituto de Rodez, el muchacho comienza a ser misma, es contraria por completo al desarrollo de la inte-
objeto de observación y tema de la primera Memoria redac- ligencia".
tada sobre sus características y peculiaridades. Un pro- Meses después Víctor llega a París y es alojado en la
fesor de historia natural, Pierre Joseph Bonnaterre, pone por escuela para sordomudos que dirige Sicard. Las primeras
escrito sus observaciones en una Notice Historíque que, semanas toda la soci-edad brillante de la época, ávida de
publicada en París, hace del niño salvaje el centro de una "observación" y registro de "datos positivos", desfiló ante
generalizada preocupación de los científicos sobre sus fa- su cubículo. Quienes resonaban aún con las ideas rousseau-
cultades y probable destino. Bonnaterre cree poder afirmar nianas acerca del hombre de naturaleza contemplaron repug-
que el niño "no carece por completo de inteligencia ni de nados, la suciedad y el salvajismo casi animal del niño del
la capacidad de reflexionar y razonar"; sin embargo, conti- Aveyron.
núa, "en toda otra circunstancia que no se relacionara con Un· año después sólo los sabios seguían ocupándose de
la satisfacción de sus necesidades naturales o su apetito, Víctor; su educación -en el caso de que fuera posible y
no manifiesta sino funcion-es puramente animales: si tiene mucho se debatió al respecto- había sido confiada a un
sensaciones, éstas no hacen surgir idea alguna; carece tam- joven médico, Jean ltard, de la escuela dirigida por Sicard,
bién de la facultad de compararlas entre sí; podría decirse pero cuya tray·ectoria lo había vinculado antes al hospicio
que no existe correspondencia entre su mente y su cuerpo para locos de Pinel, en Bicetre.
y que no reflexiona: no tiene, por consiguiente, ni discer-
nimiento, ni espíritu, ni memoria", Como se verá, ·el juicio
de Bonnaferre coincidió con alguno de los que se pronun-
ciaron luego respecto de las facultades mentales de Víctor
y la posibilidad de su re-educación. Pero, en lo esencial, El medio científico:
ideología y médicos filósofos
1 Seguimos en este punto, como en muchos otros de la presente intro-
ducción, el excelente y exhaustivo ensayo de Sergio Moravia: La scienza
de//'uomo ne/ settecento, Barl, Laterza, 1970, que comprende una extensa
Introducción y una selección de textos de carácter antropo!ógico y etno- La comunidad de los sabios, en todo el curso del siglo
gráfico. Véase también: L. Malson, Les enfant~ sauvages, Pans, 1964. M~n­ XVIII, había testimoniado una firme y valiente voluntad de
clón especial merece, por otra parte, el trabaJo de G. Hervé, que recop•la
algunos de los textos elaborados en torno del "caso Víctor": "Le sauvage secularización de la cultura y de independencia de la inve-s-
de I'Aveyron devant les Observateurs de I'Homme" en Revue Anthropolo· tigación científica. Renunciando definitivamente a la tutela
g/que, XXI, 1911.

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c10n de los pueblos no europeos, testimonian los límites
de la religión, las ciencias del hombre y de la naturaleza del empirismo y los resabios "filosóficos", ideológicos, que
comenzaron también a reclamar la ruptura de los lazos con difícilmente hubieran podido desvanecerse de pronto sin
la filosofía en el sentido siguiente: toda concepción del hom- contaminar el nuevo espíritu de iluministas e ideólogos.
bre o del mundo natural debía convalidarse por la obser- Por otra parte, la audacia de estos observadores de hechos
vación positiva de los datos proporcionados por la expe- positivos, decididos burgueses que tomaron a su cargo el
riencia. Los philosophes eran precisamente quienes enar- vasto proceso de secularización de la sociedad francesa
bolaban estas consignas de autonomía de la ciencia y es tiene también su explicación .política en la oleada revoluciC:
la filosofía del iluminismo la que puede enorgullecerse de naria que derriba al Anclen Régime, convierte ·en Conven-
haber trazado los primeros surcos del materialismo mo- ción moderna a los Parlamentos de origen absolutista y
derno. feudal, se radicaliza al calor de las insurrecciones campesi-
Savants y philosophes fundaron buen número de socie- nas .y del bajo pueblo de París, alcanza jornadas heroicas
dades científicas que dieron el tono de época a la gran en ·el municipio de esa ciudad y el Terror revolucionario,
oleada iluminista, con sus debates, sus periódicos, sus reprime entonces a la nobleza recalcitrante para volver en-
enciclopedias, sus exposiciones y sus memorias. Precisa- seguida la artillería contra el alma sans-culotte de la revo-
mente la Société des Observateurs de I'Homme es una lución en Termidor, lleva a otras naciones de Europa la
de las típicas sociedades científicas del período y consti- viol·encia de la guerra y con ella asienta los cimientos de
tuyó, además, uno de los centros de la Ideología hacía fines la sociedad burguesa y la democracia política.
del siglo XVIII y comienzos del XIX. Su secretario, Jauffret,
subraya, en la Introducción que precede a las Memorias de
la Société, el empirismo que rige su concepción de la
ciencia: "Su propósito (el de la Société) es sobre todo Los herederos de Locke y Condillac
recolectar multitud de hechos y multiplicar las observacio-
nes, dejando de lado toda vana teoría, toda riesgosa espe-
culación que no sirve sino para aportar nuevas tinieblas SI, por un lado, el entrar en contacto con pueblos dife-
a un estudio ya oscuro de por sí". rentes cuyas co·stumbres, ·creencias y rasgos físicos dife-
Sin embargo, una teoría (o un conjunto de ideas gene- rían mucho de los europeos, impulsa al pensamiento ilumi-
rales) acompañaba la actividad científica. Y algunos debates nista tardío, a los ideólogos, a organizar sus observaciones,
memorables para la historia del pensamiento moderno se a difundirlas y a promoverlas a través de una Société des
desarrollaron efectivamente en el curso del siglo XVIII: Observateurs de I'Homme, en la que pueden rastrearse los
entre las cuestiones principales cabe mencionar la del orígenes de las ciencias antropológica y etnográfica mo-
origen de las ideas y de qué modo las sensaciones im- dernas; por el otro, una tradición filosófica que eclosiona
presionan la mente humana; vinculado con ello, el esfuerzo con Condillac se propone el estudio del hombre captado
por liquidar el dualismo filosófico y la afirmación de la en sus determinaciones exclusivas y propias, escindido -si
unidad ontológica y orgánica de las facultades físicas y fuera posible- de las determinaciqnes sociales: más que
espirituales de los hombres. Como era inevitable, las posi- el hipotético hombre de naturaleza de los rousseaunianos, el
ciones detentadas en el curso de estos grandes debates hombre sin más, en sí mismo. Con esta perspectiva, Con]
filosóficos y científicos se alinearon también frente al caso dillac se .propone asegurar el cumplimiento de una tarea
·\del niño salvaje. tal como podrá leerse en los textos de científica, la de determinar el proceso de surgimiento y
la presente antología. constitución de las ideas y facultades mentales, prescin-
diendo, por lo menos .provisoriamente, de la sociedad y la
La observación positiva, el empirismo que tozudamente
civilización.
heredaron y defendieron los ideólogos del iluminismo tar-
Su fnsayo sobre el origen d.el conocimiento y su Tratado
dío, plantearon nuevos requisitos a las ciencias de la natu- de las sensaciones se articulan sin duda a partir de una
raleza, a la medicina y la fisiología, a la psiquiatría, a la
perspectiva gnoseológica, y •se inscriben por ella en el
pedagogía y a las nacientes ciencias del hombre. Como campo de la filosofía. Pero, al mismo tiempo, lo tras-
Inevitables residuos epocales la "ciencia fisiognómica" y cienden: Condillac se propone no el clásico estudio que
alguna otra fórmula surgida sin mediaciones de la observa-

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responda a la pregunta sobre la naturaleza y de allí los reció monografías y observaciones minuciosas, que inten-
modos del conocimiento humano, sino la descripción y re- taron remediar la ausencia de una base fisiológica en Con-
gistro de las operaciones intelectuales y las facultades dillac y polemizar con las tesis que afirmaban una errónea
mentales en su relación con la experiencia sensible. Despo- escotomización de los sentidos, tal y como se iban mani-
jado el hombre de todos los hábitos que la civilización le festando en la célebre estatua. ltard, como veremos luego,
ha inculcado, reducido a su mera naturaleza (desacralizado muestra una profunda huella cabanisiana. en los caminos
en el sentido en que, incluso, se encara su comparación que propone a Vfctor.-trazañdo..Ta8':2rimerasséñcias·cr¡;·-üña·-
con los animales), la empresa de Condillac, como lo había
peaa9o9íacTeñTI1Téa'ñaCiente_-- -~-- ··----·-··~-·-···· · ·-·.. ·-=·
indicado también Locke, arremete contra la concepción que La discusión con concepciones espiritualistas y dualistas,
afirmaba la existencia de ideas innatas. Al plantearse el' tarea que en su conjunto asumen los médicos filósofos de
origen de las ideas y resolver la cuestión en oposición al la Ideología, adopta sus aristas más agudas en Cabanis.
innatismo, el siglo XVIII da un paso fundamental no sólo Este niega la existencia de todo rinci io o sustancia pen-
en el campo de la teoría del conocimiento sino en el de la sante que no se confun a con la organización físico-fisioló-
afirmación de la ciencia empírica y la constitución de la ]ica .~~-~ Longevaceleoridad, en las·-·arstintas va-
experiencia como conditio de las Ideas y, también, como riantes del materialismo decimonónico, disfrutará su comp¡¡-
criterio de verdad de la ciencia. ración del cerebro con el estómago: aquél secretaría ideas
Hacia mediados del siglo XVIII se produce, como no va- como éste jugos gástricos. Más allá de la dudosa felicidadj.
cila en atestiguarlo un ideólogo ilustre, Cabanis, un verda- de la anal?gía, la intenció_n que recorre ~odas las Memorias
dero giro coperniano en el progreso de las ciencias: se de Cabams es la de d1sputar con qUienes adjudican al
a,plican métodos nuevos y seguros que desprecian las espíritu un estatuto ontológico diferenciado del cuerpo, y
"aproximaciones inciertas", la física se convierte de una por ende autónomo de la experiencia y las sensaciones.
"ciencia de hipót·esis en una ciencia de hechos", avanzan Junto con la refutación de cualquier dualismo de cuño
la química y la anatomía y se avecina así el momento en espiritualista que pretenda reemplazar las bases observacio-
que "la verdadera filosofía, disipando todas las falsas ideas , nales, fisiológicas, materiales de la medicina, la psicología
que se formaron sucesivamente sobre las fuerzas vitales 1
•\ y la moral, Cabanis subraya la importancia que, para la me-¡!
y su acción en los estados normal . y patológico, completará dicin_a filosófica fu~dad_a_ por los ideólog~s, tiene el concepto '
•la reforma de la medicina" 2. ( de Sistema y orgamzac10n de las sensaciones y las experien· 1
Hacia fir'les del siglo XVIII y comienzos del XIX las tenden- 1 1cias. Al respecto merece citarse largamente el pasaje ent11
cias anunciadas en CondJIIac han sido ya corroboradas críti- el cual la crítica a la concepción escotomizada de las sen-
camente. Corroboradas en lo que concierne a los principios saciones en la famosa estatua de Condillac abre paso a la
fundamentales del s·ensismo como teoría de la formación demarcación de sus vínculos orgánicos: "Nada se parece
de las ideas y las operaciones de la mente. Criticadas en menos al hombre, como es evidente, que esa estatua a la que
~l!_a_n_!?.___ ~a-~allis_..'t -~t!~~ _dis_!if191JJQ~?S ...i~_f!ló.lqgQ.~e.iÚgi': se supone dotada de la facultad de probar de manera dife-
renciada las impresiones atribuidas a cada sentido en parti-
Destutt de Tracy, recfiazan las supervivencias animísticas
aer penslimlenfo'"lfes·ü-maéstro-"cóñ-diHac- y--,;;-acüs~n· d~· cular; y portadora de prejuicios al par que capaz de cons-
ñafie¡=--¡;;añteñTéfo-eñ. ............- ... -.........."-" afi.rmacfó¡:j-d~
·-·---·.... ¡r· " ..,.......... . .. .pie. Tá"iñverlficáble·· .exÍ·s:-·-
.................... _____...... ···---····
truir determinaciones. ¿Cómo podrían realizarse estas ope-
···tencia Y...~!l?....~JI_l!.~.a._ªf!.iy_ª··c!Jf~~E'lD!f:u!tL.I.ª. ~en~i.bili.!:lªd... En raciones diversas sin que se hayan desarrollado gradual-
otras palabras: de haber rendido tributo a la filosofía dua- mente los órganos cuya acción específica o cuyo concurso
lista y al espiritualismo que la Ideología combate en todos es indispensable a la producción del acto sensible más
los frentes. Médicos filósofos, los jefes de la Ideología sub- elemental, a la combinación intelectual y al deseo más va-
rayaban la importancia de los estudios fisiológicos y ffsicos garoso; sin que a través de esa serie de movimientos que
pn la determinación del cuadro de las sensaciones y per- la vida naciente les imprime, ya hayan adquirido ese tipo
cepciones. Cada uno de los sentidos del ser humano me- de instrucción progresiva que los coloca en condiciones de
realizar sus propias funcic.nes y de asociar sus esfuerzos
2 Cit. por Moravla, ed. cit., pág. 33. El texto proviene de: Cabanis, encaminándolos a su obi&tivo común? Nada se pareoe me-
E/oge de Vlcq d'Azyr, en Oeuvres philosophiques, ed. Lehec-Cazeneuve, nos al modo en que se perciben las sensaciones, de las
París, 1956, vol. 11, págs. 370-7.

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:¡ue se forman las ideas y deseos, que esas operaciones
parciales de un sólo sentido al cual se hace actuar en un Víctor: una experiencia crucial
estado de absoluto aislamiento respecto del sistema, y al
que incluso se le priva de la influencia vital sin la que no
podrían existir las sensaciones mismas" 3. Pero una vez afirmado con énfa-sis el primado de la
Al subrayar la unidad orgánica del ser humano, Cabanls experi-encia, los asuntos no transcurren tan pacíficamente
no sólo polemiza con la teoría de la ·estatu-~su maes- en la comunidad de los científicos ni se evitan los debates
tro Condillac. Si en la estatua los sentidos se iban desper- encarnizados en los propios reductos de la Ideología. El
tando uno a uno y su unidad no aparecía como un dato que caso del enfant sauvage llegado en 1800 a París pareció
les fuera interno y necesario, en la concepción cabanisiana poner en tens10n no los acuerdos globales sobre la CCiffS'l'l:"'
los sentidos -que pueden segregarse por el análisis o por tución de la Ciencia en base-a-oafasyobServacioñesp;j'SI-
necesidades prácticas, como lo hace ltard en el proceso de tivas, tampoco las_ ver~d~!!:specto ·crc.;--r¡¡~­
educación del niño salvaje- deben ser remitidos a su in- §_eracJOn unitaria y orgánica de lo físicoy-·rom-cirar,-pe¡:o-
terrelación, noción que asegura una posición de puertas sí un conjunto de concepciones (cuya prosapia se remonta
cerradas a principio alguno (lláme,se ánima, principio vital, a He vetius al mi mo Condillac acerca e la nfluem:ra
etc.) exterior a la trama orgár)ica de las reacciones fisioló- e medio sobre eL..!:l.EZ..e.rrollo de las c~eacidades humanas,
gicas que se producen frente a los estímulos percibidos por el papel de la socie_cl_a~Lt;JrL_ª-ste aspecto~LmlKf!l_o tiempo ··
el s-er humano a través de los órganos de las sensaciones. · que se removieron concepciones de cuño románticorous=-
seaunrano sobre el hombre natural. ·--
Toda una psicología y, especialmente, una moral laica
surgen de las observaciones que hemos transcripto: la con- Además dei informe sobre el niño del profesor Bonna-
cepción de la mente como facultad no innata permitirá terre que ya hemos citado, el niño salvaje mereció la aten-
ción de otros varios informes, artículos y memorias. Al¡:¡unos
concebir la educación no sólo de Victor sino, más global-
de esos materiales forman parte del presente volumen.
mente, una terapéutica de desarrollo de los sentidos que
Otros se irán resumiendo a medida que parezca necesario.
abrirá sus caminos al pensamiento, terapéutica que con éxi-
to aplicará Sicard en su escuela para sordomudos. Por lo En el lnstitut, la más célebre de las sociedades creadas
demás, la de-sacralización de las ciencias "morales" las por los ideólogos en 1795, y en la Société des Observa-
convierte, con el gran movimiento progresivo de los médi- teurs de I'Homme se contrapusieron las posiciones ex-
cos filósofos, en un capítulo de la historia y la ciencia puestas por Pinel, ltard, Dégerando, Virey, sobre el niño
natural. El siglo XIX conocerá los abusos que se inspiran salvaje. Consideremos primero la relación presentada a
en esta postura, pero habrá que distinguir de ellos el efecto sus colegas, los observateurs, por Pinel, director de uno
profundamente liberador que imprimió a las ciencias del de los primeros hospicios parisinos que desarrollaron nue-
hombre, a la pedagogía y a la psiquiatría. v_os métodos en el tratami-ento de la locura. Pinel, persis-
J!_endo en la tradición ideológica y condillaciana, comienza
1;1 nexo inescindible que liga lo moral y lo físico -¡prin-
por analizar por 'Separado los sentrdos Oelñiño, concluyendO
cipio rector de la pedagogía práctica desarrollada por ltard-
no veta, como momento analítico, el estudio particular
.
_g_ue. en _Y..ariQ1LLPJ:!f.l.cJ.p_~~!? ...e~~~~- t<?.o_r:!!?.J? __aL~.9JJ.ill!~ia
~r~léi_lung_iQ!)_ <]e_ la_ yi¡:¡t¡I y.J~:~. del tacto), Víctor presenta·
de cada sentido y de cada facultad de la mente, aislados y rasgos alarmantes comunes con-·Tos"'de niños idiotas que
considerados por separado, con el cuidado que requieren
él ha observado en su práctica psiquiátrica y clínica. Adop-
objetos, como los califica Cabanis, "tan móviles y delicados".
tando una estricta perspectiva, que hoy llamaríamos con-
La observación de los hechos concretos, positifs, se con-
ductista, Pinel discurre del modo siguiente: dado que la
trapone a cualquier impostación metafísica que, partiendo
unrca fuente de juicio sobre las ideas de un individuo con-
de un saber sobre cosas inverificables, pretenda imponer a
siste en sus gestos, en algunos de sus movimientos, si es
la ciencia otra evidencias que las del dato y la exp~ que está privado del uso de la palabra, al estar el niño
riencia. salvaje despojado de cualquiera de estas formas de mani-
festación externa parece l·egítimo afirmar que sólo posee un
3 Cabanls, Rapports du physlque et du moral de l'homme. Cit. en S. Mo-
ravia, ed. cit., pág. 69. elenco estrechísimo de ideas vinculadas directamente con

14 15
los instintos animales. Según las observaciones de Pinel, fisiológico como base del desarrollo intelectual y, por ende,
.al muchacho es por completo incapaz de utilizar una silla descarta la educabilidad de Víctor, que, en la escuela de
o un bastón para procurarse alimento y su única reacción Sicard, el joven ltard ensayaba encarándola con infinita
ante una patata o cualquier otro de sus alimentos habituales paciencia.
es estirar la mano para obtenerlo, mostrándose incapaz de . ~oca después, en 1801, otro observateur, .L}_,___~~~_y,__ ta..~­
esfuerzo o manipuleo posterior de ninguna especie. blen un ideólogo convencido, no encuentra suficientes Rrue~
Practicadas estas comprobaciones sobre las facultades de bas Jísi.casr...obfetiv.as.,..de Ja. organiCTdad de-'lás' defl~i~~~-¡~'s'
Víctor y la incipiencia del desarrollo de sus sentidos, Pinel padf3ci_d..'!!!..J:!.9.L.~tC<~9L. ~ ya_n_za qtr:ª~tii:iíS. .res.umi<f<'l .... deTsf~
-como lo prescribe uno de los caminos de la ciencia de su guiente rn_odo_ en_~eJ__c:!ta.d.9 ~studio_ d_E)_ Mor_'!y_ia: "Vi rey. óo-·se
época- diseña la analogía entre los rasgos registrados en detiene en la refutación de la existencia de una disminución
Víctor y los de los niños disminuidos intelectual o afectiva· orgánica que bloquearía irremediablemente a Víctor, redu-
mente. Una larga experiencia clínica en hospicios y mani- ciéndolo al niv-el de los idiots prácticamente incurables (y,
comios le permite recapitular una decena de casos de niños sin duda, no educables). El propone la interesante tesis de
deficientes o idiotas, aquejados de diversas disminuciones la regresión por olvido de Víctor. Nada más verosímil que
físicas y sensoriales y los correspondientes desarreglos de el hecho de que el muchacho haya ido olvidando gradual-
sus operaciones intelectuales y su conducta. En el origen mente lo que podía haber aprendido antes de su aisla-
de las taras registradas por Pinel se encuentra el resultado miento (casual o intencional) de la comunidad humana.
de una enfermedad física (convulsiones en el momento del Desde este punto de vista, concluye Virey, Víctor puede pa-
parto o al aparecer la segunda dentición, anulación de rece: no un i!:!!ota sino IJ.':l..s~~-si_!!!pk reQ_ogido en una igno- (
algunos de los órganos sensoriales, etc.). La conclusión ra~~~ ~cura _y_~?!!:~'!~ Desde la perspectiva desarrollada
de Pinel ·es que Víctor padece de idiotismo incurable y por Virey~ su-rgimiento de la inteligencia no debe consi-
que· no es posible que la reeducación pueda restaurarle fa- derarse como dato natural sino como resultado del estudi·o
cultades y sentidos lesionados. Su reclusión junto con otros y la educación. La influencia del medio social, conjugada
dementes e idiotas es todo lo que la sociedad puede pro- con la base física proporcionada por la actividad de los
ponerse a su respecto. Al carecer de sentidos siquiera sentidos, está en el origen y desarrollo de facultades que
embrionariamente desarrollados, carece de ideas y afectos, de ningún modo pueden ser consideradas como innatas y,
su universo se limita al de los instintos más elementales, por tanto, es preciso probar su ausencia en Víctor, una vez
que satisface aun más precariamente que ciertos animales y que se lo haya sometido a las influencias que las desarrollan
ciertos locos. Las causas de esta disminución física pueden en el resto de los niños criados normalmente en sociedad".
ser, según la Relación de Pinel, de tres tipos: un vivo terror En la tesis de Virey están presentes un juicio implícito
experimentado por la madre durante el embarazo o el parto sobre el estado del hombre natural y la perspectiva con
y que impresi'onó al feto o al recién nacido; convulsiones que debe considerárselo, dado que, respecto de fa socie-
causadas por alguna enfermedad infantil; y, finalmente, un dad civilizada, este hipotético estado aparece ora como ex-
período particularmente borrascoso durante la primera o la traño, ora como enfermo y defectuoso.
segunda dentición, que haya dejado huellas físicas y se- Uno de los artículos anónimos publicados por fa Décade
cuelas de idiotismo incurables. No hay esperanza de recu- Philosophique de los ideólogos, donde se v-entiló largamente
peración, asegura decididamente Pinel comparando las fa- el caso, presenta a fa tesis de Pinel, estrechamente organi-
cultade·s del niño salvaje con las de otros niños idiotas ~.· cista, un reproche similar: ¿desde qué perspectiva se juz-
recluidos en su hospicio. Por cierto, queda fuera de toda ga la "diferencia' que separa a Victor del resto de los
\\ duda que Víctor no es un prototipo de hombre natural, sino muchachos de su edad? El juicio científico de Pinel coin~ ..
un deshecho de enfermedad física y mental. cide con el juicio vulgar frente al niño salvaje. Al declararlo
Un año después de haber sido arrancado de los bosques Pinel irremediablemente insano e idiota, parece suponer
y arrastrado a la civilización, en diciembre de 1800, el -afirma el articulista anónimo- la existencia de un estado
ciudadano Pinel confirma las tesis psicológicas de los mé- de naturaleza que podría exhibir rasgos diferentes de
dicos filósofos, remacha la organicidad del vínculo entre aquellos encarnados en el niño de los bosques.
lo físico y lo moral, establece el primado de lo físico y lo Otro estudio anónimo, publicado en fa Décade el 10 vendi-

16 17
m1ar10 del año IX, plantea cuestiones que hacen a la rela- posiciones se extiende desde el polo ocupado por Plnel
ción de Víctor con el hombre natural. Se pregunta, e"n pri- que no vacila en afirmar la disminución física de Victo;
mer lugar, qué quiere significarse cuando se habla del "hom- Y por ella su radical incurabilidad (las prácticas manico-
bre de naturaleza". Si se piensa en un hombre que sólo miales del siglo XVIIII no hacían sino confirmarlo) hasta
haya sido afectado por circunstancias externas de tipo el l~gar de ~~d~_mudos d~, con cuya
físico y que desconozca las de orden moral, opina el autor teona de la reeducac1on de la if1smmuc1ón física se per-
del Anónimo, tal hombre natural aparecerá disminuido en t~echa ltard para emprender el largo, tedioso a veces, emo-
el desarrollo de sus posibilidades orgánicas y constitucio- CIOna~te en sus progresos, camino de la transformación
nales. Se lo compara a los metales en su estado subte- de V1ct~r. En el debate estuvieron presentes· también las
rráneo y bruto, antes de ser extraídos y elaborados por concepciOnes sobre_~ naturaleza del hombre·--(~
la mano humana. En ese estado "natural", ninguna de las muchos de los in+.,,...,;-r-·r-c-~::r-r--r-=----~ . --
... ---:---··--- .........~ou.u!J!!lr:JJl§L.~.JlL..!IQ!DJ:!Le_ae .naturareí"a, ~
condiciones físicas naturales puede expandirse por com-
-~~.~-~l?.~~!.e__p~~)l2.~1:1, .,u_n_a C5J[~i~ll~. filos§ü~i=~[i(9To -
pleto, sino que, por el contrario, se mutila su progreso al -~f!_,_a_s JlC:!'!S. La aflrmac1on de la primacía de Jo sociaT-
encontrarse el hombre de naturaleza impedido de comparar sobre lo natural subraya y apoya el proyecto educativo de

~
.y comunicar ideas, sensaciones, recuerdos y otras facultades. ltard. Sus_ resultados, .casi seis años después, no fueron
Víctor más bien parece un ser en estado salvaje, privado ~odo lo ?r~llantes que hubiera merecido la abnegación del
de los métodos que la sociedad ideó para ·el despliegue de ¡oven med1co. No corresponde aquí examinar las razones
las condiciones naturales. Desde este punto de vista, el q~e, por otro_ la·~o, debieron en parte permanecer inacce-
estado del muchacho del Aveyron, lejos de ser el de natu- sibles a la c1enc1a de los ideólogos.
raleza, se le opone, dado que las condiciones en que
vivió hasta el momento no fueron propicias a la expansión
de sus potencialidades naturales. La conclusión del anóni-
mo autor es que el caso de Víctor no hace sino probar que
la naturaleza humana está hecha para la sociedad y sólo La pedagogía de ltard
en ella puede manifestarse plenamente. Como Virey, sos-
tiene además el deber social y moral de educar al niño.
La misma convicción informa la primera de las dos Me- Más de cinc? años med_ian entre la primera y ·la segunda
de las Memonas que el ¡oven médico discípulo de Sicard
morias redactadas por ltard, meses después de haber inicia-
presentó ante las instituciones que agrupaban a sus cole-
do sus experiencias pedagógicas con Víctor. Tal convicción
era por otra parte imprescindible para encarar la tarea de ~as científicos, pares suyos también en la adhesión compar-
la educación y disponer de todos los métodos extraídos tida por las teorías psicológicas del sensismo y la Ideo-
logía.
o suscitados por la psicología sensista en función de una
pedagogía para el caso: "Arrojado al mundo sin fuerza física Su lectura aún hoy asombra. Merecieron, se sabe los
y sin ideas innatas, incapaz de obedecer por sus propios elogi~~ de. _una pedagoga como Maria Montessorl ~ la
medios a las leyes constitucionales de su estructura orgá- at~nc10n cnt1c? que desde el punto de vista del psicoaná-
nica ... el hombre sólo en el seno de la sociedad puede lisis les deparo Octave Mannoni. El lector encontrará la pri-
encontrar el lugar preminente que le fue asignado en la natu- mera de las Memorias en la presente antología. Abordare-
raleza, y sin la civilización sería uno de los animales más mos brevemente algunos de los puntos más destacados de
débiles y menos inteligentes". este texto para luego, con algo más de detalle, pasar a
la segunda Memoria 4.
Hasta aquí las posiciones se han ido exponiendo en fun-
ción de tre·s ejes: .lo moral y lo físico, la sociedad y la En la primera Memoria ltard, a cuyo cargo se ha colocado
naturaleza, la educación como influencia sobre lo físico o el niño salvaje que vive ya en los predios de la ·escuela
la prevalencia de lo físico disminuido, con sus correspon- de Sicard, expone los objetivos en el tránsito del "salva-
dientes secuelas: el manicomio. No en vano dijimos que jismo" a la "cultura"; estos términos -en su opinión-
con Víctor la pedagogía, la psiquiatría y la psicología de
los médicos filósofos se ponía a prueba. El abanico de 4 Ambos textos pueden encontrarse en L. Malson, op. cit., y en tra-
ducción italiana en S. Moravia, op. cit.

18
19
definen el sistema de diferencias y opos1c1ones que Víctor Vlctor irá vinculando a ellas destrezas y venciendo 0 resol-
debe abandonar y aquél en el que la educación pretende viendo dificultades.
incorporarlo. El primer objetivo ["ligarlo a la vida social"} I!!l!!J~nte, q§~-..~~?.P.EI.. ~~!. ~P.~en,diz~-~~-e,rc;>pone el .del
es el más vasto y resume los éxitos posibles a alcanzar _:¡so del len~uaje. En este punto Tas observaciones ae··uara.
en los siguientes. Hasta ese momento Víctor había dado son particu armente agudas y de gran modernidad. No en
vivas señales de resistir su incorporación a la ciudad y vano muchos ideólogos se ocuparon es·pecialmente de la
el encierro; según lo que daban a entender sus movimien- t~o~~? ~e los signos. y, en especial, no sólo de los signos
tos y gestos, Víctor añoraba su vida pasada aunque, con- hngU1•st1cos. ltard s1gue cuidadosamente todos Jos pasos
siderado el desarrollo embrionario de sus facultades men- que l_os más ingeniosos recursos pedagógicos le aconsejan.
tales, mal podía hablarse de un recuerdo en términos es- Un d.~a ~~cuchaba alborozado d~ labios de su alumno la pala-
trictos. ltard, como Virey, piensa que una vez que la civili- bra la1t (fr. leche}. Pero rapidamente esa alegría deja
zación ha arrancado a Víctor de la floresta, tiene un c;leber lugar al desaliento: Víctor no utiliza el conjunto de sonidos
que cumplir a su respecto. Su educación entonces es no que produce "lait" como un signo, en ausencia y reemplazo
sólo parte de una experiencia científica interesante sino de la cosa designada. No utiliza ese sonido para pedir lecha
también fruto de una consideración moral. o para evocarla, sino que le adjudica una simple función
Los pasos de este itinerario pedagógico serán, según la expresiva: lo emite después de verla, con alegría, mientras
Memoria de ltard, en primer término el despertar de sus se le acerca una escudilla o contempla cómo se la vierte
sentidos, puesto que es a través de ellos que . \lictOr POr Esta inc~~acidad de Víctor para la adqu.isici.ón del lenguaj~
o¡:¡r-aar- inicio al largo y penoso período de aprendizaje y y sus d1f1cultades en el proceso de simbolización son las
desarrollo de sus facultades. En polémica con Pinel, ltard que desatan la interminable serie de ejercicios que ltard
piensa que no puede comprobarse fehacientemente hasta describe en la segunda Memoria y su fracaso está en el
ese momento que Víctor padezca de una di·sminución con- origen del tono y las conclusiones diferentes entre uno y
génita o adquirida, sino que ~coincidiendo en este punto otro informe. ·
con autoridades eminentes en el campo de la fisiología- Las conclusiones de esta primera memoria de ltard giran
su sensibilidad está tan precariamente desarrollada como en torno de dos tesis importantes. En primer lugar, que
consecuencia de su presente estadio de salvajismo, en el todo proceso de educación o de reeducación debe estar
cual ·sólo unas pocas facultades y un puñado reducido de regido por los principios de la medicina moderna y de las
percepciones le fueron necesarios para la supervivencia. ciencias naturales, es decir: no existe autonomía "espiri-
Desarrollar, pues,. su sensibilidad, implica abrir las puertas tual" entre la esfera de ideas y sentimientos que se pre-
para el progreso de.l resto de sus facultades y la adquisi- tend~ desarrollar y las cualidades físicas (sensibles, per-
ción de las primeras ideas y afectos. Es, al mismo tiempo, ceptivas} que son su condición. La segunda tesis se vin-
el puente que unirá definitivamente a Víctor con la civili- cula con las razones del retardo de Víctor. Más que señalar
zación. su verdad (hoy casi imposible de comprobar} conviene sub-
Coherente con la psicología cabanisiana, este paso se rayar la idea básica que la informa: la de que la ·superi()-
complementa, en el plan de trabajo diseñado por ltard, ridad moral del hombre respecto de los animales tiene qua
con el surgimiento. de nueval3 nElcesidades en su alumno, ver no con su naturaleza sino con los resultados de 1~
~uscltars~as·;::::?.~~~illY~~~~:i~..rn·~.Y. :liigj!niQsa~ ....rT1.ª11eri~•. !i§~~-- civi!ización ~ la cultura. De allf, finaliza ltard, que la edu-
gurará en Víctor el afianzamiento de nuevos hábitos, nue- cación de V1ctor sea posible. La discusión es con el ciuda-
vos deseos y, de allí, el desarrollo de su inteligencia para dano Pinel. Desde ese momento, ltard consagrará cinco años¡
satisfacerlos. ltard parte de niveles sumamente elementa- de . su vida a fundar sus asertos. __.J

les y se empeña en crear en su alumno lo que puede de- La segunda Memoria, presentada en 1807, es su testi-
nominarse sistemas de reflejos (situaciones que provoquen monio. Experiencias persistentes con cada uno de los senti-
invariablemente en él ciertos movimientos o actitudes, por dos del muchacho revelaron sus dificultades insuperables
ejemplo}. Ello ayudará a extender la "esfera de sus ideas" para la audición: Víctor no era sordo, podía incluso llegar
y, en la medida en que se le propongan nuevas necesidades a reconocer algunos sonidos; repetirlos, en cambio era
o nuevas situaciones de placer (un paseo o una comida} una dificultad mayor, de tales dimensiones que ltard d~cidió

20 21
interrumpir ese tipo de aprendizaje, aceptar el retardo del
sentido del oído, renunciar a su desarrollo ulterior y de- Desd~ nuestra perspectiva, empero, los resultados quizás
di·car todos sus ·esfuerzos a la vista. deoepc1onantes de este largo trabajo ocupan un segundo
En ese aspecto el niño salvaje realizó algunos progresos: plano frente al _te~timonio de los pasas dados por maestro
logró la capacidad de fijar la mirada ·sobre los objetos que Y alumno, las tecmcas empleadas, la teoría que las informa
se le pres·entaban, recordar su forma y disposición y de Y que no es ajena por completo a la dedicación ejemplar
del pedagogo.
allí en más memorizar también la forma de algunas letras
y su orden en la conformación de palabras. Pero, como Augusto Montanari
bien lo señaló ltard, el desarrollo de ,los sentidos, aunque
era ·el paso indispensable para la concepción de ideas, debía
ser acompañado de otras facultades para que las ideas
se fijaran y Victor estuviera en condiciones de operar con
ellas: "Para fijarlas, era necesario fijar sus respectivos ·sig-
nos, o por decirlo mejor el valor de esos signos". Esto
pertenece al capítulo del desarrollo de las funciones Intelec-
tuales, un largo camino lleno de obstáculos que ltard re-
corre con su alumno inventando decenas de recursos didác-
ticos, acudiendo a la recompensa o a la represión, con-
templando con pena los límites, al parecer definitivos, entre
los que se debate el muchacho.
La clave de la cuestión, el nudo de todos los '~
está en la función simbólica, ue arece inaccesible a la
capaci ad del joven__)".'" de.sdichado alumno_,-víctor, en un
com1enzo, se muestra incapaz de asimilar e·l conjunto de
operaciones concatenadas que están en la base de esa fun-
ción y de su expresión en el lenguaje y en todos los siste-
mas semiológico·s. Al no poder abstraer y gerleralizar, el
campo de lo denotado se le aparece como inclasificable y
la relación con el signo, múltiple y plurívoca. Pongamos por
ejemplo que la palabra cuchillo designa para él sólo el cu-
chillo que ti·ene en su mano y no el que está sobre la mesa
o el otro con que su guardiana corta el pan. Por otro lado,
similar origen en una abstracción defectuosa refleja la difi-
cultad inversa: cuchillo y navaja como denotados pueden
responder, para Victor, al mismo signo. ltard concentra
todos sus esfuerzos sobre este punto de la educación del
niño, convencido de que una vez que su alumno haya afe-
rrado un reducido elenco de signos y su mecanismo de
designación, el curso de .sus progresos se v·erá alterado
cualitativamente. ltard no se equivoca en sus razones teó-
ricas sobre el carácter crucial del proceso de simbolización
como condición del progreso futuro de su discípulo. Sin
embargo, después de cinco años y pese a una paciencia
Infinita y a una inventiva metodológica incansable, debe re-
conocer que Victor no es capaz de adquirir el lenguaje y
que sólo muy rudimentariamente maneja otros signos.

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23
r
1
l1
Se.lección de textos

Philippe Pinel *

Relación presentada ante la Société


des Observateurs de I'Homme sobre
el niño conocido como el Salvaje del Aveyron

Un muchacho que fue hallado mientras vagaba por los


bosques de uno de nuestros departamentos meridionales, en
las condiciones más salvajes, ha suscitado, desde hace
algún tiempo, la atención general. El interés natural que
siempre inspira la tierna edad, la conciencia del estado de
abandono absoluto de este muchacho así como de los ex-
tremos peligros a los que estuvo expuesto ha hecho repen-
sar la historia de los otros muchachos encontrados en di-
versas épocas en la misma situación de aislamiento. Nos
alegramos de poder asistir a uno de esos fenómenos que se
presentan sólo con grandes intervalos de tiempo y acerca
de los cuales sólo se poseen referencias vagas y subjeti-
vas. Los científicos de determinado tipo, los que se ocu-
pan particularmente de la historia del intelecto humano,
se han alegrado de poder estudiar la índole primitiva del
hombre y de conocer la serie de Ideas y de sentimientos
morales que son independientes del estado social.
Pero pronto estas brillantes perspectivas se derrumba-
ron por la gran limitación de las facultades mentales de
este muchacho y por la carencia absoluta del don de la
palabra. Varios meses de estadía en el Instituto nacional
de sordomudos no han demostrado ningún progreso sen-
sible, ninguna prueba de perfectibilidad. Y, aunque es nece-
sario ser cautos al formular previsiones, nada parece anun-
ciar un futuro mejor.
Por lo tanto fue necesario abandonar el camino seguido

• Phlllppe Plnel, uno de los grandes renovadores de la pslquiatria


francesa, cuyo nombre se proyectó sobre toda Europa en su época, nació
en 1745 y murió en 1826. Ideólogo, médico filósofo, amigo Intimo de
Destutt de Tracy y de Cabanis, publicó en 1801 su Tratado médlco-lilos6-
flco sobre la sllenacl6n mental o la manis. Director y promotor de re-
formas en todos los manicomios de París, Plnel liquidó los rasgos más
retrógrados y crueles de la reclusión por locura. Sus . observaciones,
a lo largo de muchos años de práctica en manicomios. le permitieron
clasificar las enfermedades mentales, convirtiéndose, al mismo tiempo,
en un decidido partidario de la tesis que radicaban su origen en desequi-
librios ffslcos y fisiológicos.

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1
por nuestro compatriota Bonnaterre 1 que co~sideró a este
muchacho en relación a los- llamados salvaJeS, sobre los citada que no parece distinguir un objeto pintado de un
cuales sólo tenemos nociones muy incompletas e informa- objeto en relieve: tanto en uno como en otro caso, extiende
ciones muy exageradas. Hemos preferido atenernos a una la mano para tomarlo.
simple exposición y a una presentación de datos c_onstantes Aunque está privado del órgano de la palabra, el mu- r;-/l.r
y verificados. Se había advertido que el denommado sal- chacho no parece est~afe..cta.c;!..Q_ de sordera. Si se emite
vaJe de Aveyron presentaba numerosas. característi~as co- un grito detrás suyo o si se produce un ruido intenso, se
munes a muchos muchachos cuyas func10nes s-ensonales o vuelve inmediatamente. Pero esto sucede sólo la primera
cuyas facultades mentales están más o menos lesionadas vez, cuando la sorpresa se suma a la impresión sobre el
y que están condenados a vegetar tristemente en n~~stros órgano auditivo. Apenas se repite el mismo ruido, no le
hospicios porque no pueden recibir ninguna educac10n. presta más atenció. n.. Pero la más ligera_ impresión basta ¡1
Planteadas así las cosas, el procedimiento fue simple: para que se vuelva cuando se refiere a sus propias necesi·¡·
se comenzó con la descripción de las condiciones morale~ dades físicas, como, por ejemplo cuando escucha romper
actuales del salvaje, luego se continuó con algunas noti- una nuez. Por otra parte, es completamente insensible a
cias detalladas sobre un cierto número de muchachos cuyas cualquier tipo de mus1ca y desde este punto de vista está
funciones orgánicas o cuyas facultades morales se _encuen- muy :por debajo de_ numerosos individuos encerrados en
tran más o menos lesionadas. La otra parte del 1~for~e, nuestros hospicios. ¿Debemos temw;;. ]:lfirmar, que, en este
que ·se reservará a una próxima sesión, se destmara a aspecto, los elefantes son más avanzados que él?
establ-ecer una comparación entre los hechos expuestos Y _a El olfato es el sentido a cuyo testimonio se remite en
referir las conclusiones que constituyen su consecuencia general para juzgar la buena o mala calidad de los alimen-
natural. tos. Se trata, sin duda, de una consecuencia de la vida
agreste que llevara en los bosques. Si abre un armario y
encuentra allí carne u hortalizas cocidas o crudas, las huele
1. Condiciones actuales de ·fas funciones antes de comerlas. Si se encuentra cerca de un brasero,
arroja en él estos alimentos, los retira inmediatamente des-
orgánicas y de las facultades morales pués y los huele nuevamente antes de comerlos. ¿Pero esta
del muchacho conocido bajo el nombre ruda preparación culinaria de los alimentos es, quizás, algo
de Salvaje del Aveyron. diferente de un hábito mecánico contraído cuando vivía en
sociedad? Se podría suponer que tiene un olfato fino y
ejercitado si no supiésemos que vive en una lamentable
,.~ ~ Sus ojos _sólo parecen detenerse con cierta atención so-
~ >J . bre los objetos necesarios para su subsistencia o sobre los suciedad y que hace sus necesidades en el mismo lecho,
cosa que parece ubicarlo bajo el instinto de ca·si todos los
medios de evasión que se le proporcionan . cuando ~e
animales, ya sean salvajes o domésticos.
encuentra en una habitación. En cualquier otra c1~:uns~anc1a,
deja vagar la mirada sin mostrar ninguna atenc1on d1recta, Sus progresos ulteriores en la elección y preparación
con ·excepción de aquello que durante un mo~ento pro~~ca de ciertos alimentos, realizados a medida que asistía a los
su sorpresa. Cierto día· un camafeo le llamo la a~enc10n: procedimientos realizados en la cocina no revelan tanto
entonces le aplicó los labios _para besarlo pero _un mstante alguna educación del ..Q!:.Q~~ del..JLust~ como una !!!litació'L
después se le volvió a mostrar varias veces el m1smo obje~o mecánica de lo que ha vistOliacer, una Imitación provo-
sin ningún resultado. ¿Quizás el contemplarse en un espeJo, cada por una necesidad física.
como lo ha hecho muchas veces, es índice de algo superior De acuerdo a las :primeras referencias que hemos reci-
bido sobre sus condiciones iniciales, no comía otra cosa
al instinto animal?
¿Acaso no hemos visto que gatos y monos hacen . la que papas, castañas crudas y bellotas. Luego ha visto co-
misma cosa? De modo que su mirada está tan poco ·eJer- cinar las papas y desde entonces se ha limitado a una torpe
imitación de este procedimiento: e·s decir, se conforma con
1 J. Bonnaterre, Notlce hlstorlque sur le Sauvage de /'Aveyron et sur colocar un instante las papas sobre las brasas y retirarlas
quelques autres lndlvldus qul ont été trouvés dans les for§ts en de
inmediatamente después. Más adelante su disponibilidad ha-
d/fferentes époques, Parls, año VIII.
cia los alimentos se vio incrementada y aprendió a comer

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27
pan de centeno, ·sopa, legumbres, nueces, papas semlasadas
r sensoriales son estimulados por Las impresiones d 1
y finalmente carne cocida o cruda. En la noticia histórica agentes externos? En síntesis, pareciera que con res~ec~~
sobre su vida que se nos ha proporcionado se puede seguir a_ todo lo que se desarrolla a su alrededor y que no con-
la serie de progresos sucesivos que su Instinto, ligado a la crerne a su alimentación o a sus medios de ev as10n
·- este
necesidad de nutrición, ha realizado hasta hoy. Pero todavía mue hac ho no conserva ninguna idea· 0 bien q d
visto d t .. '1 1 , ue, espro-
se mueve dentro de límites muy modestos, ya que se li- e a encron so o e abora ideas fugaces qu d
mita a hurgar en el armario de la cocina y sin distinguir recen apenas producidas. · e esapa-
mínimamente la carne cruda de la cocida coloca sobre las ¡Oué estrechos son los límites en los que está ence-

~
rasas tanto una como otra." luego la toma, la olfatea y la rra~~ la modesta combinación de ideas referente a su nu-
eva a la boca. S. us capacidades no se pudieron elevar has- tncron Y a sus medios de vivir libre! 'Si alguien le saca una
a el punto de cortar el pan con el cuchillo. Se trata de un papa que tenía en la mano, se aproxima a esa persona y
esfuerzo supremo, de una extraordinaria síntesis de fuerza s~ la vuelve a. sacar. Pero si ese alguien sube sobre una
de destreza que parece desalentarlo desde el momento s1lla para q.ue la. papa quede fuera de su alcance, el salvaje
en que lo deja siempre al cuidado de otra .persona. no posee m s1qu1era el instinto de montar a una silla vecina
Se ha dicho con razón que el tacto es el sentido de la para elevarse al nivel del objeto codiciado y sólo lo hace
inteligencia y es fácil ver hasta qué punto es imperfecto en cuan_do alguien le da el ejemplo. En síntesis actúa sólo a
el salvaje del Aveyron. Nunca consulta a este órgano para traves de yna imitación mecánic¡¡. Cuando se encuentra en-
juzgar las diversas formas de los cuerpos y tampoco aplica cerrad? en una habitaciÓn con Ótras personas, se acuerda
sobre ellos las falanges de los dedos para palparlos mejor. muy ~len ~~e se debe hacer girar la llave de la cerradura en
Por el contrario, se muestra poco diestro en la manera de una d1recc1on determinada para que la puerta se abra. Pero
aferrar con la mano las distintas comidas que utiliza: los desde que lo observo y ya han transcurrido varios meses
dedos se mantienen extendidos y el órgano del tacto se no ha logrado imprimir el ligero movimiento de rotación a
mantiene en una inacción absoluta. Por lo tanto tampoco la llave de la cerradura, y como si lo abrumara la enor-
uti·liza este órgano como rectificación de los errores de la me dificultad de la empresa conduce a una persona hacia
vista porque no parece distinguir un obJeto pintado sobre la puerta para que lo ayude a salir.
una superficie plana de un objeto en relieve y porque en Podríamos atribuir a una intensa capacidad de memoria 0
el mismo momento en que estira la mano para aferrar un al Impulso de una imaginación vivaz esos gritos agudos y

i
objeto s·epara de él la mirada o la deja vagar de una a otra esos desacompasados ataques de risa que emite brusca-
parte, sin prestarle ninguna atención directa. Por lo tanto, mente de tanto en tanto, sin causa aparente y que animan
se advierte en él una especie de discordinación entre la fun- algunas veces su rostro. Pero puedo asegurar que estos
ción de la vista y la del tacto y este es un fenómeno que fugaces momentos de hilaridad vaga y delirante se obser-
he notado en los hospicios entre los muchachos privados van a menudo en muchos muchachos o adultos enfermos
de inteligencia. de idiotismo y encerrados en nuestros hospitales. Son
¿Qué otros medios poseemos, para juzgar la naturaleza tr_ansportes vivos y espontáneos que se renuevan tanto de
de las ideas de un individuo humano, que no sean los ges- d1a como de noche sin que se llegue a conocer su causa.
tos de un cierto tipo, o ciertos movimientos de la cabeza Desd~ hace mucho tiempo los considero como accesos mo-
o del tronco, o bien el uso de la palabra? Ahora bien, el ~:ntaneos de locura o extravagancia y algunas veces tam-
niño que nos ocupa está desprovisto de todas estas fa- blen como el fruto de una total ausencia de ideas. De in-
cultades exteriores ya que no puede hablar y todos sus ges- mediato daré algunos ejemplos de esta relación. Nada pue-
tos y movimientos corporales carecen de sentido, o bien se de hacer sospechar en estos imprevistos ataques, la pre-
refl·eren solamente a sus propios medios de alimentación. s.e_ncla de algun recuerdo o la expresión de alguna sensa-
En este punto, ¿cómo e·s posible saber si posee ideas de Cion agradable con la que sueña la imaginación.
cierta naturaleza? ¿No puede afirmarse con derecho que Los afectos morales que posee son todavía más limita-
sólo posee aquellas relativas al instinto puramente animal? dos Y no van más allá del placer que le producen los a!i-
¿Y no nos vemos quizás inducidos a formular la misma hipó- men~~s de su agrado o bien los movimientos de cólera que
tesis a causa de la manera incompleta en que los órganos mamflesta cuando se los quitan o cuando se lo irrita. ¿No

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resulta, acaso, una débil huella de sentimiento la ligera son-
r parece lleno de inteligencia y no se advierte ningún tipo de
disminución en sus facultades mentales.
risa que se obtiene de él cuando se le hacen gentilezas? Junto a este .muchacho recordamos a otro que es sordo-
Los órganos sexuales no se han desarrollado todavía y mundo Y q,ue s1n haber tenido ningún maestro expresa sus
el muchacho es totalmente ajeno a la violencia de los de- ~deas ?e mane~ a. mas o menos incompleta mediante gestos.
seos que se manifestarán, quizás, en la época de la pu- 'amb1en. este ult1r~o posee discernimiento y es susceptible
bertad. Sería arriesgado hablar ahora de las características de rec1b1r educac10n. S1card debería reclamar el derecho d
de esta etapa tempestuosa y del grado de influencia que ocuparse de él, por cuanto entra dentro del campo de se
podrá ejercer sobre sus facultades morales. Este período competencia. u
de su vida ofrecerá, sin duda, motivos de sumo interés pa- Un tercer muchacho, de nueve años de edad, es la ima-
ra un espíritu observador. Sin embargo, si nos detenemos gen m1sma del idiotismo. Ríe o llora por efecto de una
a analizar el estado presente que es mucho menos proble- 1mltac1on puramente mecánica y sólo parece sensible a las
mático, todo nos indica que este muchacho es poco suscep- necesidades físicas. Ejecuta servilmente todo lo que se le
tible a sentir afecto aún por las personas que lo ayudan. ordena. Y. responde con un sí o un no, sin ningún tipo de
¿Y cómo se podrían separar ciertos signos de afecto de la d1scermm_,ento a las preguntas que se le formulan. Si sien-
posición que asume con respecto a todo lo que concierne te el estimulo del hambre pide alimento y se opone a los
a su alimentación? esfuerzos que se hacen para sacárselo. Sin embargo, como
De esta manera hemos agotado nuestra modesta función es Incapaz de pensar mínimamente en el porvenir no pone
de historiadores: nos hemos limitado a una exposición exac- nada de su parte.
ta de los hechos para proporcionar una idea precisa de
Un cu~rto niño, de diez años de edad, presenta todas las
las facultades intelectuales y afectivas del muchacho cono-
~aractenst1cas del albino: piel fina y blanca, cabellos y ce-
cido bajo el nombre de Salvaje del Aveyron. Antes de per-
Jas blancas como la nieve, ojos color rosa pálido y muy sen-
mitirnos cualquier juicio posterior, cualquier tipo de induc-
s_ibles a la l_uz, el globo del ojo muy prominente y en con-
ción, evocaremos como objeto de comparación los princi-
tinuo mov1m1ento. Sin embargo este niño posee plenamen-
pales rasgos que caracterizan a varios niños o adultos de
te _todas las otras facultades sensoriales: sus ideas están
ambos sexos, internados en el hospicio a causa de un es-
l1m1tadas al ámbito de los objetos de primera necesidad
tado más o menos total de idiotismo o de demencia.
Un quinto muchacho o adolescente, de dieciseis años. de
edad, posee también una inteligencia muy limitada que no
supera el campo de sus necesidades físicas. Frecuentes
ataques de epilepsia atacaron duramente sus facultades men-
11. Noticias sobre varios nmos o adultos tales. _Se aísl~ continuamente de sus otros coetáneos y pa-
cuyas facultades intelectuales o afectivas sa la JOrnada JUgando solo con sus guijarros. Sin embargo,
se encuentran más o menos disminuidas. p~see un __modesto grado de memoria relativa a su propia
ahmentac1on o a cualquier maltrato que hubiera sufrido.
Un sexto _adol~scente de diecinueve años de edad, en-
Los límites de este informe nos permiten sólo proporcio- f~rmo d~ ep1le~s1a, parece privado totalmente de la memo-
nar datos sobre algunos jóvenes o más bien algunos infe- na r~lat1va a Ciertos objetos y parece olvidar también con
lices, a quienes la naturaleza ha dado una constitución dis- la m1sma facilidad tanto los maltratos como las gentilezas
minuida o mutilada y sobre. quienes se han recogido con de ~ue e~ objeto. En otros aspectos presenta por el con-
cuidado datos particulares. Hablaremos, en primer lugar, trano algun r:nodesto rastro de inteligencia y liga la idea
de jóvenes del sexo masculino, cuyas condiciones pueden de su~ necesidades con la de los objetos que son capaces
brindar analogías más o menos relevantes con las del mu- de s~t1sfacer_las. Hasta conoce el valor de algunas monedas.
chacho del Aveyron. E~ c1ertas Situaciones parece bastante irascible pero sufre
Uno de estos muchachos está privado del uso de la pa- c1egame~~e todos los empujones que se le dan. Articula
labra por un defecto físico: su lengua es brevísima y no con _debilidad los sonidos y si se le pide que cante "repite
la puede utilizar, en absoluto, para articular ninguna sílaba: contmuamente la misma estrofa como un autómata hasta
sólo emite un sonido gutural y oscuro: pero por lo demás

31
30
No puede articular ningún sonido ni pronunciar ninguna sí-
que se lo obligue a detenerse. No distingue en absoluto la laba aunque su lengua tiene dimensiones y movilidad nor-
diferencia de sexos. males. Sólo emite algunos sonidos confusos pero ningún ges-
Un séptimo adolescente. de veintiún años, afectado tam- to que se le haga y ningún objeto que se le ofrezca parecen
bién por la epilepsia pero dotado del uso de la palabra es despertar en ella ningún signo de sensibilidad o de discerni-
notable por su inercia apática, por su palidez y por una miento y todo parece demostrar una carencia total de ideas.
fisonomía privada de expresión. ·Un día en que fue encon- Una tercera niña de once años puede ser también ubicada
trado llorando en un rincón se le preguntó la causa de las en el niveL de las anteriores. Fue normal hasta la edad de
lágrimas. Respondió que no la conocía; y un instante des- siete años y parecía dotada de todas las características in-
pués comenzó a reírse a carcajadas solo con contemplar a telectuales. Los ataques epilépticos que duran hasta ahora,
otro muchacho que saltaba. Le resultan indiferentes to~os determinaron en ella cambios más importantes. Siempre
los objetos que no estén relacionados con su alimentacwn;_ tiene un aire estupefacto y sus ojos se vuelven de un lado
\ si no estuviera estimulado por el hambre permanecena s1em a otro sin objetivo. Siempre está sumergida en una espe-
pre sentado o tendido en una posición completamente m- cie de sopor y permanece acurrucada en su lecho, con la
móvil. Para él pareciera no existir el futuro Y no se ad- columna vertebral un poco reclinada y los miembros tam-
vierte en él ningún signo de previsión. bién doblados. Cuando alguien la contraria, lanza un grito
Pasamos ahora a otros casos susceptibles de ser compa- agudo y realiza con el brazo un movimiento mecánico, pero
rados con el muchacho del Aveyron. tomado~ entre algunos golpeando al aire, al azar, .y sin ninguna dirección. Por otra
de las jovencitas del Hospicio, de la Salpetnere. parte, no parece poseer ningún recuerdo y el sentimiento
Una de estas niñas. de siete años, presen~a a primera confuso de la venganza cesa con el del dolor. Parece es-
vista todos los signos de la salud y de la intel1ge~c1a: col~­ cuchar los sonidos, pero no puede pronunciar ninguna síla-
res sonrosados, cabellos y cejas negros, mirada v1va Y am- ba y está enteramente privada del uso de la palabra.
mada. Fija los ojos con seguridad y con alguna aten- No debo pasar por alto a otra epiléptica de catorce años,
ción. Sin embargo está privada completamente del uso de incapaz de pronunciar ninguna sílaba aunque conserva la
la palabra y únicamente emite un raro sonido sord? Y gutu- función del oído. Opone una viva resistencia a los esfuer-
ral. Es absolutamente insensible tanto a las car_1cras como zos realizados para quitarle la comida, pero parece olvidarlo
a las amenazas y está sumergida en una especr~ ~e estu- todo apenas la comida desaparece de su vista. Le sucede
pidez también en lo referente a las necesidades ~1s1cas; re- a menudo que emite agudos gritos inmotivados y que se
cibe la comida que se le ofrece sin manifestar nmguna al?· abandona a ataques de risa desbordante y a una brusca ex-
gría y se la deja quitar sin ninguna resí~tencia. J~ma_s ne plosión de alegría delirante; pero no demuestra ninguna
y si se la golpea o se la hiere llora y gnta, pero srn ·~ten· sensibilidad con respecto a los cuidados que recibe. El
tar alejarse del objeto que le ha provocado daño. La umca síntoma más evidente de su estado de estupidez es que se
vez que expresó un sentimiento de placer fue cu~~do otro ensucia y no manifiesta ninguna repugnancia cuando se re-
niño hizo resonar en su oído el sonido de una camta . . . vuelve sobre sus propias heces.
También puede ubicarse casi en el mismo nivel de IdiO- Probablemente pueda ubicarse en un plano más elevado
tismo a otra niña de diez años de constitución delicada. ros- a otras tres jovencitas cuyas facultades mentales presen-
tro colorido, mirada viva y animada. Fue atacada por :on- tan, sin embargo, evidentes mutilaciones. La primera que
vulsiones desde su nacimiento y quedó privada para Siem- ahora tiene veinte años, presenta a primera vista todas las
pre de la función locomotriz. Todos los días es presa de características de un sano discernimiento: estatura baja,
accesos convulsos que duran aproximadamente un cuarto de cabellos negros y espesos, tez oscura, mirada animada. Sus
hora. En esos momentos realiza con el tronco Y c_on los disturbios nerviosos parecen provenir de un amor infeliz. Pro-
miembros los movimientos más singulares que podnan ser nuncia a menudo el nombre de Debreuil pero su razón está
comparados a los de un títere. Carece de sen_si_bilidad tanto tan alterada que atribuye este nombre indistintamente a ca-
con respecto a las amenazas como a las canelas, . ~o reco- da individuo sea hombre o mujer que se presente ante su
noce a nadie, no se opone ni muestra alguna ~eacc10n ?uan- vista. Pasa con la rapidez de un relámpago de un lenguaje
do se finge quitarle la comida. Cada tanto emtt~ carc~jadas tierno y afectuoso a la·s invectivas más groseras. Habla día
sin motivo y movimientos fugaces de una alegna delirante.

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y noche y sus sentimientos morales aún los más diferentes tar la que la impresiona más. Sus facultades afectivas pa-
se suceden y se alternan sin orden. sin conexiones, sin recen ausentes y todos los movimientos activos que realiza
ninguna causa evidente. se relacionan con su alimentación.
La segunda dentición produjo consecu_encias todavía ~ás _De este modo he terminado de exponer los datos y los
importantes en otra mujer que ahora tiene ~uarenta anos. hechos que pueden compararse con el caso del muchacho
En esa circunstancia fue atacada por convulsiones que de- de Aveyron y que pueden conducirnos a la solución del pro-
terminaron la pérdida casi total de las funciones intelectua- blema propuesto al principio. En la segunda parte del in-
les. Por otra parte, su aspecto externo está estrechamente forme que se expondrá en otra sesión, examinaré las con-
ligado a sus condiciones mentales. Ante una misma pre- secuencias verídicas que deben deducirse y diré si el lla-
gunta contesta a veces afirmativa y a veces negati~a~ente, mado salvaje del Aveyron puede ser sometido con alguna
con una sonrisa estúpida y el campo de sus conoc1m1entos fundada esperanza a alguna forma de instrucción y educa-
parece limitado a la satisfacción de sus primeras necesida- ción o bien si es preciso abandonar esta luminosa perspec-
des. Por otra parte, se muestra insensible tanto al maltrato tiva y limitarse a encerrarlo simplemente en nuestros hos-
como a las gentilezas. Un día se le preguntó si quería sa- picios junto a otras desafortunadas víctimas de una consti-
lir de la galería. Contestó que quería ser descuartizada: tución orgánica incompleta y mutilada.
sucedía que estaba repitiendo mecánicamente esta última
frase que había escuchado. pronunciar a una compañera.
Colocaré finalmente en un grado más elevado que el del
muchacho 'de Aveyron a una mujer que ahora tiene veinti- 111. Comparación entre el ejercicio de las
ocho años y cuya madre recibió un susto espantoso en el facultades físicas y morales en el muchacho
momento del parto. Siempre permanece firme en el misn:'o del Aveyron y en los jóvenes afectados
lugar, sin poder casi articular ningún sonido aunque los or- por la demencia o el idiotismo.
ganos de la palabra no manifiestan ninguna lesión físi?a.
Durante un tiempo pronunciaba una sola vocal. la a. Y solo
a costa de repetidos esfuerzos logró articular las vocales La vivacidad de la mirada del muchacho del Aveyron es
e y o; sin embargo no se pudo obtener el mismo resultado una prueba demasiado equívoca de la existencia de un in-
con las vocables u, i; un alumno estaba encargado de hacer- telecto en condiciones de ser educado ya que la mayor par-
le pronunciar alguna ·sílaba haciéndole ver la posición Y los te de estos idiotas recluidos en nuestros hospicios tienen
movimientos que la lengua y la boca debían realizar. Pero su mismo aspecto externo y poquísimos poseen una fiso-
nomía sin expresión. Un niño de siete años del que ya he
después de repetidos intentos sólo logró que dijera las
hablado y que se encuentra en un estado de completo idio-
sílabas pa, ba. Ejecuta de mac_Jera servil todo lo que se le
tismo posee ur1a mirada extremadamente vivaz y apariencias
ordena sin valorar si se trata de actos sensatos, extrava-
ilusorias de un intelecto sano. Hasta se diría que tiene una
gantes o absurdos. Por una especie de costumbre, contraída
suerte de superioridad sobre el muchacho del Aveyron, por
hace un tiempo por efecto del ,miedo, aleja de sí con cui-
cuanto su atención no sólo es atraída por lo que le sirve
dado todo tipo de suciedad y su limpieza es absolutamente
de alimento: a menudo fija sus propios dedos y se divier-
meticulosa. A pesar de la falta del uso de la palabra, los
te entrecruzándolos o cambiando su posición con un aire
órganos de la voz funcionan de manera perfecta, aunque los
aparentemente pensativo. Una joven de veinte años redu-
sonidos estén formados sólo por la vocal a. Es capaz de
cida también ella a un estado de completa demencia llama
cantar cuando se le ordena hacerlo o cuando siente cantar
la atención por sus ojos llenos de vivacidad y por su rostro
a alguien; en este último caso sabe tomar en forma inme- lleno de animación.
coordinación que existe entre el ejercicio de ·¡
diata el mismo tono o la octava de la voz que escucha. 1
Si se apresura el compás, si se cambia el tono o si se acen-
túan algunas notas. ella hace inmediatamente lo mismo, con
(1 la Lavistaescasa
y el del tacto en el muchacho del Aveyron ¿no debe
inspirar, quizás, una fundada perplejidad? Si se le acerca
una perfección casi similar a la del eco. Pero apenas escu-
un nuevo objeto, ya sea pintado o en relieve, lo toca va-
cha que otra persona canta otra canción más alegre o que
rias veces con las manos pero. torpemente de tal manera
resulte más agradable abandona la primera y se pone a can-
que el eje de su mirada no se dirige para nada hacia aquel

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objeto; su mirada se mantiene errante y se dirige, en ge- tanto en los bosques como en las granjas y apremiado a
neral, hacia la ventana y hacia la parte más Iluminada de menudo por un hambre devoradora debió acostumbrarse ne-
la habitación. Esto lo he observado yo mismo muchas veces, cesariamente, a alimentarse con los alimentos más rústicos
en el período en que ejecutaba su retrato. Por otra parte, y a juzgar su propiedad saludable o nociva mediante el ol-
fato. Al ser r-eintegrado luego al seno de la sociedad, su
{¡.algunos niños o adultos enfermos de idiotismo saben ha-
cer concordar la función de la vista con la del tacto aun
con respecto a objetos que no tienen relación con su sus-
órgano del gusto adquirió una especie de desarrollo y .le
ha enseñado a buscar las comidas preparadas con la mayor
tento. Uno de ellos pasa una buena parte de la jornada precisión. Así aceptó comer, en este orden, bellotas, raf-
contando piedritas con una especie de atención. Otro, del ees, papas crudas, luego nueces, castañas, papas cocidas,
cual ya he hablado, conserva alfileres y otros pequeños ob- legumbres, carne. Pero ¿no nos encontramos gui2;ás delante
jetos en un estuche que abre y cierre a voluntad, mostran- del simple resultado del princie_io de imitadóñairtesqüE;.
do todos los signos de una real facultad de memoria. Otra Jr~nt~-~rueba de la exist·eñC'iildeündlScernimiento
joven idiota, mucho más avanzada que el muchacho del .lli.lll_'!!.d.!!E_~? ¿No Veiñ'OS-fambrén entre IOSTdTotas-Cífte;:eñ=
Aveyron ha llegado a contar hasta seis, pero nunca pudo cías que los colocan a unos por debajo y a otros por en-
llegar a comprender que dos dedos de la mano Izquierda cima del muchacho del Aveyron?
sumados a otros dos dedos de la derecha forman el número Un muchacho que a menudo he observado posee en un
cuatro. grado sumamente limitado el instinto relativo a las necesi-
La ausencia del uso de la palabra, que se podría consi- dades elementales; no sabe ni siquiera aferrar las comidas
derar como una consecuencia de la falta de ejercitación de que se le ponen al alcance de la mano aunque se sienta

! los órganos de la voz por efecto de un largo aislami·ento,


constituye un elemento ulterior de analogía entre el mu-
chacho de Aveyron y muchos idiotas que no tienen ninguna
acicateado por el hambre. En esos casos no sabe ni si-
quiera hacer ~n gesto, algún esfuerzo para alcanzarlas y
solamente extiende la cabeza y los labios para aferrarlas
enfermedad nerviosa. Una jovencita afectada por el idio- cuando le son ofrecidas a una pequeñísima distancia de la
tismo era incapaz de articular ninguna srlaba aunque el ór- boca. Otro muchacho, enfermo de idiotismo pero capaz de
gano del oido parecía totalmente sano y la lengua cumplra arti?ular sonidos, llama por su nombre a las cosas que ne-
deliberadamente todos sus propios movimientos. Ella, igual cesita Y ·expresa sus deseos con signos exteriores. Por el.)
que el muchacho del Aveyron sólo emite sonidos desarticu- cc;mtrario, el muchacho del AveY_ron sólo tiene de ellas un
lados y, de tanto en tanto, gritos más o menos agudos. Lo Simple recuerdo, no puede des1gnar a los objetos ni me-
mismo puede observarse en un niño de siete años que pa- di?nte sonidos articulados ni a través de los gestos: se 11-/
rece perfectamente sano pero que no puede hablar y que de m1ta a reconocerlos con la mirada; en síntesis la sensa-¡·
tanto en tanto deja escapar un sonido gutural. Y cómo no ción actual no puede dejar de recordarle una se~sación an-.
considerar superior al muchacho de Aveyron a una mucha- terior ·-··--'
cha de veintiocho años que parece haber sufrido una le- ~o idiota, cuando se le lleva la comida, la mira con ·sj
sión parcial de los órganos de la voz y que sólo después tlsfacción y come con avidez. Si en ese momento se finge
de muchos esfuerzos logró pronunciar una vocal, pero que, quitársela, lanza un grito agudo y hace gestos de amenaza;
sin embargo, es capaz de repetir con extrema precisión y pero apenas ha saciado su apetito mira con indiferencia
acierto todas las canciones y las cadencias que escucha. cómo se llevan los restos de la comida, sin mostrar nin-
i 1 Existe una considerable diferencia entre el muchacho del guna previsión por el futuro. De este modo, resulta infe-
Aveyron y los idiotas de nuestros hospicios ·también en lo rior al muchacho del Aveyron, quien guarda part-e de la
1 que se refiere a los objetos indispensables para su alimen- comida, ante la eventualidad de que el apetito retorne. Fi-
tación. Estos últimos reciben a horas fijas, sin ninguna preo- nalmente, debemos ubicar en un nivel muy superior a una
cupación por el futuro y sin ningún esfuerzo, la comida ya muchacha idiota que indica con sonidos articulados lo que
lista, y viven, en ese aspecto en una especie. de pasividad satisface sus deseos :primarios, conserva con cuidado los
y sintiendo en modesta medida el estímulo del hambre. restos de comida y se enoja cuando alguien se los quiere
Por el contrario, el muchacho del Aveyron, obligado duran- quitar; sabe también que el dinero proporciona el medio de
te mu.cho tiempo a llevar una vida errante y vagabunda obtener comida, somete a los visitantes a una tasación y

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lleva a la muchacha de servicio las monedas recibidas co- demuestran una posterior analogía con otros Idiotas reclui-
mo signo de reconocimiento. Sin embargo, la esfera de sus dos en nuestros hospicios. Una niña de diez años a la que
conocimientos no supera el 'límite de los objetos ligados a ya he mencionado emite de vez en cuando y aun durante
sus necesidades elementales. horas enteras, gritos desarticulados mezclados con carca-
No deberíamos, quizás, considerar Insoluble el problema jadas; no se puede Individualizar, en estos casos, una cau-
de la ausencia total o de la no ausencia de ide.as en el sa determinante que no sea una especie de excitación ner-
muchacho del Aveyron ya que no puede expresarse ni con viosa o puramente mecánica. Una joven de catorce años,
signos particulares ni con gestos y que todo parece derivar reducida a un estado de comp1eta estupidez y que no puede
únicamente del principio de imitación. ¿Es posible conside- hablar, tiene también cada tanto ataques de hilaridad vacía
rar a su favor su servil inclinación a imitar lo que ha ob- y delirante. Además, emite cada tanto, de dfa o de noche,
servado hacer con respecto a la elección o la rudimentaria gritos agudos que parecen expresar a veces un sufrimiento,
cocción de sus alimentos? Acaso muchos· animales domés- a veces un sentimiento de placer.
ticos no son susceptibles, desde este punto de vista, de En otros individuos afectados de Idiotismo o de · demen-
una especie de educación y además, esta facultad la en- cia estos accesos pasajeros se prolongan a veces más y a
contramos, más o menos perfeccionada en los idiotas y veces menos y también asumen el carácter de accesos ma-
también con relación a objetos independientes de sus ne- niáticos.
cesidades alimenticias. Una joven Idiota de veintiséis años tiene todas las maña-
Esto lo hemos observado en una muchacha que habla de nas una agitación nerviosa de este tipo que dura muy poco
manera desordenada pero que cam!yia bruscamente sus pro- pero durante la misma puede realizar actos de una gran
pios discursos incoherentes cuando un nuevo objeto la im- violencia. Las débiles huellas de sensibilidad demostradas
presiona. También sabe cantar de manera sumamente agra- por el muchacho del Aveyron ante ciertas atenciones lo
dable y ejecuta danzas con movimientos apasionados. Otra ubican, por cierto, por encima de algunos idiotas de nues-
muchacha enferma de idiotismo está dominada por un fuerte tro hospicio, que parecen insensibles tanto a las amenazas
e irresistible deseo de imitación, hasta el punto que simula, como a las caricias y no muestran ningún signo exterior de
en forma inmediata, todo lo que ve hacer, o repite mecá- reconocimiento por las atenciones que reciben. Pero tam-
nicamente todo lo que· acaba de escuchar, sin poder juzgar bién se pueden mencionar otros que manifiestan una sensi-
su conveniencia o discernir si habla bien o mal. Recuerda bilidad más o menos viva con respecto a lo que se hace
con suma facilidad una serie de estrofas que ha escuchado por ellos. Una joven idiota se muestra muy superior al
cantar una sola vez, pero sin atribuirle ningún sentido a muchacho de Aveyron desde el momento en que demuestra
las palabras pronunciadas. La facultad imitativa también es afecto por la muchacha que se encarga de ella y le lleva
asombrosa en otra muchacha de la que he hablado: la Im- en señal de reconocimiento las monedas que recibe de las
pulsa a insertar dentro de una respuesta que está formu- personas que visitan el hospicio.
lando, otras palabras que escucha pronunciar y que no tie-
nen ninguna relación con aquello que parecía interesarle al
principio.
El impulso a la imitación es mucho más débil en el mu- IV. Deducciones suscitadas por las analogías
chacho del Av·eyron, ya .que se detiene en los objetos de y las conformidades observadas entre
primera necesidad y en los rudimentarios intentos vincu-
el muchacho de Aveyron y los muchachos
lados a la preparación de las comidas o a sus ansias de
huir. Aun en estos casos, además, se mueve dentro de lí- de Jos hospicios afectados de idiotismo
mites muy estrechos y ni siquiera ha llegado a poder cor- o demencia.
tar el pan con el cuchillo ni a hacer girar la llave en una
cerradura para abrir la puerta.
Los ataques de risa, los accesos de alegría viva y alegre Un eminente naturalista trató de Informar a la opinión
manifestados por el muchacho en diversas horas del día y pública sobre el salvaje del Aveyron 2• ya sea eXiponlendo el
de la noche no constituyen un síntoma positivo sino que
2 Not/ce hlstorlque sur le Seuvege de /'Aveyron, cit.

38 39
resultado de sus observaciones sobre este muchacho con- están más o menos disminuidas y que, Incapaces de man-
fiado durante algún tiempo a su cuidado, como remontán- tenerse a sr mismos son confiados a los hospicios nacio-
dose a épocas anteriores sobr:e la base de noticias que ha nales. El análisis de los unos y de los otros ha evidenciado
podido reunir. Por otra parte, adjl!lntó a estas noticias histó- todas las analogías que puedan presentarse entre sí. Los
ricas algunos fragmentos que nos han llegado sobre algu- términos de comparación están aquí delante de nuestros
nos otros niños abandonados en la más tierna edad Y en- ojos; cualquiera puede venir a examinar, a estudiar, a cons-
contrados en los desiertos, lejos de la sociedad humana. tatar los hechos sobre los que nos hemos basados. Algu-
No haremos aquí la critica de estas Investigaciones Y nos muchachos afectados de idiotismo y de demencia e
nos limitaremos solamente a advertir que los términos de internados en nuestros hospicios son inferiores al muchacho
comparación asumidos por este naturalista no han sido_ ~ans­ de Aveyron en cuanto a las facultades mental·es; otros, por
mltidos de manera detallada ni con la exactitud suf1c1ente el contrario son iguales y hasta superiores. Por ende de-
para hacer desaparecer toda duda. Sólo se trata de noticias bemos sostener, con un alto grado de probabilidades, que
vagas, recogidas en diccionarios, en periódicos, en ob~as el muchacho del Aveyron debe ser considerado similar a
literarias. ¿Se puede acaso citar uno sólo de estos salv~Jes los muchachos o a los adultos enfermos de idiotismo o de
cuyo organismo, costumbres y hábitos hayan sido Investiga-
demencia. Aquí no carecemos de detalles auténticos y a
dos y analizados con un espíritu verdaderamente observador?
primera vista, nada parece poder disipar nuestras Incerti-
Si esto no es posible ¿qué ventaja podremos obtener con
dumbres al respecto. Los padres son desconocidos; el mu-
estas comparaciones?
chacho no puede hablar ni puede hacerse entender con
Queremos tomar el término salvaje en una acepción más gestos. El pasado no existe para él y no poseemos ninguna
específica y sólo sobre la base de los informes más au- otra fuente de información que pueda Iluminarnos. Sólo po-
ténticos de los viajeros que nos han hecho conocer los pri-
demos proceder por via analógica, buscando las causas que
meros grados de civilización de los distintos pueblos de la
producen a menudo la demencia o el idiotismo en los niños
tierra. Los términos de comparación son en este caso muy
fijos y precisos, pero no pueden arrojar ninguna nueva luz Ahora bien, excluyendo en este caso una complicación epll
sobre el muchacho de Aveyron ya que no encontramos casi léptica, o un vicio raquítico, estas causas se reducen a tres: ·
ninguna analogía entre él y los Individuos que componen las 1) un vivo terror sentido por la madre durante la gravi-
tribus salvajes. Para convencerse basta la simple lectura de dez o el parto; 2) un terror de las convulsiones sobrev~
la selección recién publicada con el título de Viajes entre nidas en la edad infantil luego de enfermedades vermlnosas;.
los pueblos salvajes, o bien el hombre de natura. 3) la obra penosa y borrascosa de la primera o de la segun-
da dentición .
.Por lo tanto, se hizo necesario retomar este tema de In-
vestigación desde otro punto de vista o más bien tratar de Nada puede ayudarnos a determinar cuál de estas tres
verificar la sospecha de imbecilidad que ya Bonnaterr.7 ha- causas pudo actuar sobre el muchacho del Aveyron e In-
bla formulado a propósito del muchacho de A~·eyron. Este fligir un golpe tan grave a sus facultades mentales. Pero
estado de Imbecilidad -dice nuestro naturalista- se. ma- ·cualquiera haya sido la causa puede conjeturarse que pa-
nifiesta en sus miradas, que no fija sobre ningún. objeto; dres inhumanos o reducidos a un estado de gran miseria
en los sonidos de la voz que son inconexos y desarticulados hayan abandonado a su hijo, al que ya no podían educar, a
y que emite tanto de día como de noche; en su andar, ya la edad de nueve o diez años, a una cierta distancia de su
que se mueve siempre al trote o al ~al o~~; .. en sus accio- casa y que el estímulo de la necesidad lo haya impulsado a
nes que carecen de fin y de determmac1on . alimentarse con rudos alimentos que la naturaleza le ponía
N~s hemos visto obligados a confirmar estas sospechas al alcance de la mano; por lo tanto carecía de otros medios
basándonos en una consideración atenta de las costumbres para juzgar sus cualidades saludables o nocivas que no fue-
y los hábitos de este muchacho en distintas épocas Y de la ran las impresiones producidas en el sentido del olfato y
falta de desarrollo de sus facultades mentales después de después del gusto. Parece que en los años siguientes per-
[! su llegada a París. Sus actos exterl?res, limitados a una maneció fugitivo y vagabundo por los bosques y las gran-
especie de Instinto animal, nos suglneron la Idea de com- jas, limitado a una vida instintiva puramente animal, ocu-
\\ pararlo con ·Jos jóvenes y adultos cuyas facultades mentales pado solamente en la· búsqueda de los medios necesarios

40 41
para su alimentación así como a escapar de los peligros Anónimo
que lo amenazaban.
Todos los otros detalles de su vida desde el momento en
que se lo reincorporó a la sociedad son bien conocidos.
Pero su discernimiento siempre limitado a los objetos rela- Reflexiones sobre el Salvaje de.l Aveyron
cionados con sus necesidades primarias, su atención esti- y sobre lo que se denomina, en general,
mulada únicamente por la vista de la comida o por los me- en relación al hombre, el estado de naturaleza *
dios para regresar a vivir en aquel estado de independen-
cia al que se ha habituado, la completa ausencia ~e un
desarrollo posterior de las facultades mentales relat1vas a Pocos fueron los periódicos que no hayan hablado del sal-
cualquier otro objeto ¿no nos indican que debe ser ubicado vaje de Aveyron y que no hayan intentado brindar al público
entre los muchachos enfermos de idiotismo y de demencia una idea de este fenómeno realmente extraordinario. La cu-
y que no podemos alentar ninguna esperanza fundada de ob- riosidad del vulgo, menos exigente que la del filósofo, ha
tener ningún éxito con una instrucción sistemática Y extensa? quedado .satisfecha con estas vagas indicaciones. Ansioso
de verificarlas por mi cuenta y de hacerme una idea más
completa del salvaje, fui varias veces a pasar muchas horas
junto a este muchacho. El único resultado que obtuve hasta
ahora ha sido comprobar hasta qué punto es grande la lige-
reza y la presunción de quienes pretenden haberlo juzgado
y qué difícil es formarse una opinión exacta y segura a'l
respecto.
En primer lugar, para observar bien el estado actual de
un individuo de este tipo sería necesario no conformarse
con algunas horas, transcurridas junto a él en momentos
diversos; sería necesario vivir varios días a su lado; se-
guirlo ·en los diversos instantes de su vida; asistir al naci-
miento y al desarrollo de sus necesidades; comparar las im-
presiones que recibe y no dejar escapar ningún aspecto de
sus acciones y de su carácter. Y esto no ·es todo. Se ne-
cesitaría, además, observarlo en un estado de libertad en
el cual sea en todo y para todo él mismo. Pero ¿cómo lo-
grarlo, desde el momento en que vive en un estado de per-
petua limitación, siempre deseando huir y siempre conte-
nido con tanta dureza que se lo conduce como un prisio-
nero mediante un lazo atado a su cintura, y desde el momen-
to en que se encuentra incesantemente rodeado de miles
de curiosos inoportunos e indiscretos que lo agotan con
torpes experimentos?
Finalmente, para extraer algún resultado útil de las ob-
servaciones que se pueden r·ealizar sobre las condiciones
de este individuo se necesitaría poseer datos completos y
ciertos sobre su existencia pasada, donde poder confron-
tar el cuadro de los efectos y de las causas. Ahora, deta-
lles publicados por el profesor Bonnaterre nos dan la prue-

• El texto original de autor anónimo se publicó en la Décade Phl/o-


soph/que, 10 vendimiario del año IX, vol. 27, pp. 8-18.

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ba de ·que ·este muchacho ha transcurrido toda su vida en 1/ raleza de una institución. La naturaleza del hombre es la ¡:
el bosque; nos informan también que durante más de seis ( ¡ reunión de necesidades y de facultades que encontramos~~
meses lo vieron vagar de aldea en aldea, mendigando ali- 1 en la generalidad de los individuos de la especie humana. 1
mento; y el Autor agrega que la primera vez, al comienzo ' En este sentido, la idea de naturaleza no es otra cosa que
del año V. una idea general de los atributos, constituida en opos1c1on
Si un espíritu realmente imparcial encuentra tanta dificul- a la idea de aquello que es accesorio o accidental, y de
tad para expresar un juicio exacto y sano sobre este fenó- esta acepción deriva la palabra metafísica, adoptada por los
meno moral ¿qué sucederá si además de esto algunas ideas filósofos para denominar a la ci·encia, verdadera o ilusoria, de
sistemáticas vician nuestras observaciones, si el abuso de la naturaleza íntima de los seres.
las palabras nubla posteriormente las ideas que nos hemos Algunas veces la palabra naturaleza se utiliza con una
formado? Este inconveniente, el más grande de todos, es, acepción totalmente física. En este caso se contrapone al
precisamente, aquel al que menos atención se le presta. arte. Naturaleza, en esos casos no indica ya una cualidad
Se nos ha presionado para que afirmáramos que este indi- sino un estado de las cosas. Todo lo que no ha sido ela-
viduo, llamado el Salvaje del Aveyron, debía cumplir con no borado por la industria· humana, se denomina natural. De
sé cuál modelo abstracto, elaborado por algunos Filósofos este modo las materias primas, los productos de la tierra,
y denominado por ellos el hombre en estado natural. Cada son natura/.es, porque no fueron elaborados. El pintor se
uno se forma a su gusto, en base al sistema por el cual se aleja de la naturaleza cuando no reproduce los objetos tal
inclina, algunas ideas más o menos lisonjeras con respecto como se presentan delante de sus ojos.
a este hombre en estado natural. Luego, como es justo, se En otros casos, la naturaleza es un nombre colectivo que
pretende que la experiencia confirme esas ideas. Se quiere expresa la fatalidad de los seres existentes. Es ·en este
que el Salvaje de Aveyron las justifique; se acercan a él y sentido que se habla de tres reinos de la naturaleza; y
lo examinan sólo con el secreto designio de -encontrar allí también que el hombre es considerado el rey de la natura-
las pruebas que confirmen su opinión. leza y que se celebran los placeres de la contemplación de
El hombre en estado natural, dice uno, debe ser mejor, la naturaleza.
más sabio, más inteligente, más feliz que el .hombre que Otras veces la palabra naturaleza sólo expresa los efectos
vive en sociedad. Ahora bien, resulta que el Salvaje del sensibles que se nos ofrecen antes que las causas y las
Aveyron no es nada de eso; por lo tanto, existe en él un leyes que vinculan los efectos con estas causas. A menudo,
vicio de conformación, sus órganos -están paralizados. Aquel en esos casos, esta idea es personificada y las causas son
otro filósofo juzga, sin vacilar, que se trata de un sordo animadas y se las pone en acción: se habla de las bondades

~
un imbécil. Por el contrario, replica un espíritu apesa- o injusticias de la naturaleza, se admiran la sabiduría y la
umbrado, no es ni sordo ni imbécil, es lo que debe ser: previsión de la naturaleza, se denuncian sus errores. Posee
1 hombre en estado natural; el hombr·e en estado natural sus apologistas y sus adversarios. ·
o se diferencia en absoluto del animal; y el espíritu ape- Finalmente otras veces, mediante una nueva extensión de
adumbrado encuentra aquí la ocasión para rebajar y calum- este último significado, la palabra naturaleza se relaciona
iar a la especie humana. con ciertas intenciones finales supuestas o reconocidas en
Tratemos, si se puede, de evitar estos vanos comentarlos el universo. Aquí, la palabra naturaleza no expresa lo qtie
y estos tristes equívocos. Tratemos de plantear algunos prin- existe sino lo que debe o debería existir. Así se afirma que
cipios seguros que, trazando en nuestro espíritu un camino no se debe contrariar a la naturaleza, que los deberes del
más cierto, nos impidan querer adivinar antes de haber hombre han sido trazados por la naturaleza, que la perfec-
visto y que nos ayuden a ver bi·en. ción en todas las cosas consiste en realizar las intenciones
Esta palabra, Naturaleza, tiene en el lenguaje común va- y los designios de la naturaleza.
rios significados. En ciertos casos, cuando se emplea con Desde el momento en que el término está sujeto a lan
una acepción metafísica, sirve para expresar el conjunto de diversas interpretaciones, cómo podría impedirse que los
las cualidades esenciales de un ser, los principios constitu- sistemas elaborados alrededor del hombre en estado natu-
tivos de una cosa. Se dice así que una cosa es, pOr natu- ral no se conviertan en el origen de numerosas disputas de
raleza, buena o mala, útil o nociva; se habla d-e la natu- palabras y de razonam~ntos soffstlcos. Sin embargo, bas-

44 45
tará con aclarar un poco las definiciones para que los filó- huir, todas las dificultades y los obstáculos que debió su-
sofos se entiendan y los sistemas se desplomen. perar, todos los sufrimientos que debió soportar, todos los
Yo pienso que todas las ideas que se pueden formar so- Incidentes que le debieron suceder. De este modo, contrajo
bre el hombr·e en estado natural pueden reducirse a tres algunos hábitos particulares, tanto más fuertes cuanto me-
definiciones diversas. Las analizaré a las tres, y mostraré, nos numerosos y menos razonados. En este aspecto él no
al mismo tiempo, que ninguna de ellas si se la capta con constituye, por lo tanto, un hombre en estado natural sino
claridad, puede justificar la vana alarma generada por el es- un hombre de los bosques.
tado de imperfección que tienen las facultades del joven 2) Entendemos por hombre en estado natural al que ha
salvaje. sido modificado únicamente por las circunstancias externas
1) Entendemos por hombre en estado natural al individuo de nuestra existencia física y no ha sentido la influencia de
que no ha recibido ninguna educación, cuyas facultades se causas externas pertenecientes al orden moral; que a su
desarrollaron sólo por obra del principio íntimo y activo alrededor sólo ha encontrado seres inanimados o privados
de su existencia y sin el concurso de agentes externos o de inteligencia que no podían establecer con él ningún tipo
de accidentes de la vida; que es sólo aquello que su pro- de relación; y que al no haber encontrado nunca a sus se-
pia naturaleza le ha permitido ser y que no debe nada a mejantes no ha sufrido ni los efectos benéficos de una trans-
lo que no sea él mismo; que conserva Ém todo y por todo formación basada en el lenguaje ni los producidos por las
la forma original recibida en el momento del nacimiento Instituciones sociales. ..,.....
que nunca ha sido modificada por ninguna circunstancia ex- Si adoptamos esta definición, el Salvaje de Aveyron pue-
terna o accesoria. de, efectivamente, realizar esta hipótesis. Pero en este caso
Si adoptamos esta primera definición, afirmaré que ella no podremos deducir de acá nada que pueda servirnos para
no se adapta en absoluto al salvaje de Aveyron, que tam- acusar con algún fundamento tanto a la sabiduría de la na-
poco puede adaptarse a ningún . individuo y que jamás ha turaleza como a la dignidad de la especie humana.
existido un ejemplo de un fenómeno semejante. En reali- En realidad, desde el momento en que la condición inmu-
dad el hombre, desde el momento mismo en que ve la luz, table de las cosas es de tal tipo que el hombre siempre se
está rodeado por un gran número de objetos extraños, cu- nos muestra como condicionado por las circunstancias, la
yas ·especies varían casi hasta el infinito. La mayor parte dignidad de la especie humana no consiste en el hecho de
de estos objetos actúan sobre él operando sobre sus sen- que el hombre sea un ser totalmente perfecto bajo cual-
tidos. La consecuencia de esta acción es instantánea y du- quier hipótesis y en todas las situaciones posibles. Dispo-
radera: genera hábitos y determina necesidades que sobre- niendo sólo de algunas facultades y poderes, su dignidad
viven a la presencia misma de los objetos que los provo- solamente le exige que esté en condiciones de lograr una
caron. El hombre no existe en el vacío, sino que se en- elevada perfección; que esta perfección, en una palabra,
cuentra colocado en el centro de una maquinaria gigan- pueda realizarse apenas se presenten las circunstancias ade-
tesca, cuyos múltiples mecanismos le comunican, en forma cuadas. Desde el momento en que el hombre, al encontrar-
~ incesante, nuevos impulsos. El hombre considerado, en ge- se inserto en situaciones favorables, se nos muestra como
l neral, únicamente con sus facultades naturales sólo es una un ser dotado de un cierto grado de perfección, ha demos-
abstr.acción de los Metafísicos. En la realidad, no exlst.e trado suficientemente que era perfectible hasta ese punto
más que este o aquel hombre y las variedades que los dis- y por lo tanto, ha justificado su dignidad.
\ tinguen dependen, en gran parte, de la variedad de las
En vano se señalarán otras circunstancias en las cuales
circunstancial> ·
el hombre no vive igualmente feliz. Algunos casos particr
Así, el nombre que ha vivido en los bosques, ha recibido, lares no prueban nada contra las facultades íntimas de las
como los otros, una educación aunque no sea indudable- que está dotado. Hasta el navío meíor construido puede sen-
. mente, la más perfecta. Ha sido modificado por la influen- tir la falta del viento propicio. Una planta marchita no prue-
cia de las estaciones, que hicieron surgir en él necesidades ba nada contra su especie. Ahora resulta evidente que el
o cierta laboriosidad, dada la especie de alimentos con los que vive en el bosque se encuentra precisamente en la
que se ha alimentado, la ubicación de estos alimentos, las situación más desfavorable para el desarrollo de sus facul-
bestias feroces que tuvo que enfrentar o de las que debió tades. El hombre sólo manifiesta atención en proporción a

46 47
sus necesidades; las necesidades de un habitante de los los funda, los pula, los trabaje para fabricar instrumentos
bosques son limitadas y se satisfacen rápidamente; por lo y convertirlos en objetos útiles? Mirad las tierras que no
tanto, su atención está poco ejercitada; su memoria sólo han sido jamás surcadas por el arado, que abandonadas a
mantiene un pequeño número de recuerdos; su actividad sí mismas se encuentran también ellas ·en estado natural:
está adormecida. El hombre es, para su semejante, un es- ¿Acaso no están cubiertas de hierbas y de malezas? ¿Acaso
11 pejo que l·e refleja su propia existencia. El hombre soli- producen algún sano alimento, o alguna bella flor? ¿Acaso
tario está privado de esto. El hombre solitari~!!Q..~ no es necesario que el hombre las transforme, gracias a
su propio pensamiento porq_tLe_ _l]o at"!Yiert~-~~-~esid~d d~-- su trabajo en campos y en pastizales? El árbol salvaje pide
traCJi:iCírTQ, m trata de fljarTo_JJI..i!9ll.ln!~ sif!!!Q!J~.-!'.Q!"To _tanto.! ser podado por la mano del jardinero; la planta delicada
éT fíombre solitarTono ie. ve_impulsado a reflexionar sobre debe ser cuidada por él durante el verano y protegida de
si-m1s.rñó·;· pór ·la t~:uitó~--!)9 c_D_ngg~- =oLla_· ofira.diTa_~~: los rigores del frlo. El torrente que desvasta los campos
tación, ni .Íos placeres. de _la_ m<m!J.;. _c:!~J:>Lf;l!lcQ!J!@I§!L.@...IJn necesita un dique que regule su curso. Los pantanos cu-
estado que se confunde casi con el del animal, aunque biertos de camalotes, que difunden por doquier funestos olo-
-exista una diferencia muy grande entre las facultades del res, imploran la formación de canales que los liberen de las
hombre y del animal. aguas estancadas y los conviertan en terreno de cultivo.
Análogamente, para .justificar la sabiduría de los desig- Todo en la tierra necesita del trabajo del hombre, como
nios que colocaron al hombre sobre la tierra, basta mos- todo necesita del movimiento del aire, de la presencia del
trar estas dos cosas: la primera, que su Autor le ha asig- sol o de la irrigación de las aguas. El hombre es uno de
nado, a través de la condición de su existencia, el grado esos agentes primarios y universales que deben actuar so-
de perfectibilidad adaptado a su destino; la segunda, que lo bre el hombre mismo así como sobre todo lo que existe.
ha colocado, por lo general, en las circunstancias más favo- Y el poder que se le ha proporcionado, lejos de revelar al-
rables para determinar el desarrollo de las facultades. .He gunas imperfecciones en el plano general, demuestra, por
dicho por lo general: pero algunas rarísimas excepciones el contrario que es precisamente la reunión, el concierto de
no significan nada en un sistema tan grande. todos estos medios diversos, su relación continua con una
Ahora bien, las cosas se han organizado de tal modo por misma finalidad que atestigua la sabiduría y la benevolen-
la ley misma de nuestra existencia que durante los pri- cia del Supremo Ordenador.
meros años de vida y en el momento más apto para la 3) Entendemos por hom.bre en estado natural al hombre
educación, cada uno de nosotros se encuentra, necesaria- que responde exactamente al destino natural, que realiza las
mente, en el estado social indispensable para el desarrollo: intenciones que él ha tenido con respecto a nuestra -es-
junto a los padres, junto a los hermanos. ¿De qué valdrla pecie. Consideramos al hombre en estado natural como el
que el Autor de nuestra existencia nos hubiera hecho nacer modelo al que debemos referir nuestra existencia, si que-
con un sistema de facultades totalmente desarrolladas, des- remos ocupar con perfección el puesto que nos ha asig-
de el momento en que debía ubicarnos en una situación cu- nado en la armonía universal.
yo resultado debe ser ese desarrollo? Y si ha preparado de Si adoptamos esta definición, serfa muy triste descubrir
este modo los agentes secundarios que deben completar su en el hombre en estado natural a un ser estúpido y hasta
obra ¿con qué pretexto podemos acusar a su :previsión? insensible que casi se confunde con el animal. Porque eso
Os asombráis de que un hombre, que ha vivido solitario significaría que deberíamos renunciar a nuestras luces, a
en los bosques, que no ha recibido los cuidados de ningún nuestra moral, a nuestras relaciones sociales. P-ero sobre la
otro hombre. que no ha sido transformado por Influencia base de la naturaleza misma de esta definición resulta evi-
\le la sociedad, parezca un ser. tan imperfecto y tan limi- dente que el Salvaje del Aveyron ya no es el hombre en es-
tado. Y os parece que un descubrimiento semejante turba tado natural y que ninguno está más alejado de este modelo
las ideas de orden y armonía que presenta el espectáculo que él.
del universo. . . Pero mirad los metales que reposan en el En efecto, las intenciones que la naturaleza puede haber
fondo de las minas: ¿para qué sirven en este estado bruto tenido para con nosotros, ·el destino que nos puede haber •
que para ellos es lo que vosotros llamáis el estado natural? asignado, se nos revela de dos maneras: a través de nues-
¿Acaso no es necesario que el hombre se apodere de ellos, tras facultades y a través de nuestras necesidades. La ana-

48 49
logía que surge del estudio de sus obras nos ha conve_n-
orden del universo. Considerémoslo como un individuo que
cido de que ella no ha colocado en no~otros al~~nos ger-
ha sufrido una privación no menos importante que la de
menes de facultades para que permanecieran estenl.es; que
nos ha hecho, en realidad, perfectibles, para que nosotros sus órganos: la privación de las circunstancias externas que
nos perfeccionemos y que nos ha indicado lo que debe- debían determinar su desarrollo. Y si llegáramos a demos-
trar lo que hasta ahora es incierto, es decir que el Sal-
ríamos ser dándonos el sentimiento de aquello en que nos
podríamos convertir. De manera análoga, al som_eternos a vaje vivió siempre ·en el bosque, que no es ni imbécil ni
ciertas necesidades, ha querido que nosotros trataramos de mudo ni sordo, entonces obtendremos de esta experiencia
satisfacerlas. Colocando en nosotros la fuente de todos los un único resultado: no busquemos en ella otra cosa que
afectos sociales, nos ha ordenado gozar de todos los pla- una nueva y espléndida prueba de la gran verdad de que
ceres. Haciéndonos sensibles a lo bello y lo bueno, nos ha el hombrit.hª-.§idJLhecho por la sociedad; no veamos en ella
invitado a lanzarnos a esa esfera sublime que parece habe_r otra cosa que. un. nuevü:'~_ffiQtiVO" para dei:!WirnOs sTn reser-
estado vedada a los animales. La naturaleza nos ha desti- \Pc!SiiTDienoe-Ta-socTedad a la que le debemos todo lo que
somos.
nado al estado social y al desarrollo de nuestras facultades
que ese estado presupone y determina. [Traducción de Cristina Iglesia.]
Resulta indudable que nosotros mismos nos alejamos del
destino que la naturaleza nos ha asignado cuando. nos ?rea-
mas necesidades ficticias y arbitrarias, cuando distorsiona-
mos de su verdadero objeto las necesidades innatas de
nuestro ser cuando abusamos de los placeres que se nos
ofrecen, y ;obre todo, cuando al no seguir los consejos ?e
la razón que la naturaleza nos ha proporcionado como gUla,
nos abandonamos a deseos desconsiderados y por el ex-
ceso mismo de nuestro ímpetu no podemos poseer los bie-
nes que nos esforzábamos por alcanzar. En estos casos,
nosotros no somos como no lo es el Salvaje en cuestión,
hombres en estado' natural. Sólo que mientras él se aleja
del modelo por efecto de circunstancias desafortunadas,
nosotros nos alejamos por culpa nuestra. Mientras que él
no sabe lograr el objetivo prefijado, nosotros vamos más
allá del mismo.
Pero cuando, al atravesar una aldea serena encuentro una
familia de honestos y laboriosos campesinos, que deben a
su parsimonia y sus propios cuidados un dulce bienestar,
cuyos miembros están estrechamente unidos entre sí y que
en su vida modesta no se encuentran atormentados ni por
remordimientos, ni por ambiciones, ni por temores; cuando
veo un buen padre, un buen hijo, tiernos esposos, ciudada-
nos fieles, todos felices y contentos, entonces digo: he en-
contrado al hombre en estado natural.
Por lo tanto, llegamos a la conclusión que de que no
existe nada más absurdo que la alarma vana que quieren
suscitar en nosotros a causa del estado del Salvaje del
Aveyron, como si este pudiera o envilecer al hombre, o
cambiar nuestras ideas sobre el destino de su origen o
descubrir cualquier imperfección en esta noble parte del

50
51
Jean ltard •

Memoria sobre los primeros progresos


de Victor del Aveyron

El hombre es arrojado sobre la tierra sin fuerzas físicas


y sin ideas innatas, incapacitado para obedecer por sí solo
a las leyes constitucionales de su estructura orgánica que
lo ubican en el primer puesto en el si!?tema de los seres;
por lo tanto, sólo en el seno de la sociedad puede encontrar
el nivel eminente que le ha sido asignado en la naturaleza.
Sin la civilización sería uno de los animales más débiles y
menos inteligentes: sin duda, esta verdad ha sido repetida
a menudo pero aún no ha sido demostrada rigurosamente ...
Tanto los filósofos que la formU'Iaron por primera vez, como
los que la sostuvieron y difundieron, exhibieron como prue-
ba el estado físico y moral de algunas poblaciones errantes
a las que consideraron no civilizadas por cuanto no lo eran
en el sentido en que lo somos nosotros; en ellas fueron a
buscar los rasgos del hombre en su puro estado natural.
Sin embargo, dígase lo que se diga, no es realmente allí
donde debe buscarse y estudiarse al hombre en su estado
natural. En la horda más salvaje o en la nación europea más
civilizada, el hombre sólo es aquello que se lo hace ser.
El hombre, necesariamente instruido por sus semejantes,
ha contraído hábitos y necesidades; sus ideas no le per-
tenecen; goza de la prerrogativa más bella de su especie:
la capacidad de desarrollar su intelecto mediante la fuerza
de la imitación y la influencia de la sociedad. Por lo tanto,
es necesario buscar en otra parte el tipo de hombre real-
mente salvaje, aquel que no debe nada a sus semejantes.
Se hace preciso deducirlo a partir de las historias particu-
lares de ese pequeño número de individuos que, en el trans-

• Jean ltard nació en 1774 en un departamento de la reglón de los


Alpes franceses. Realizó estudios de medicina con Larrey y, desde 1796,
trabajó en uno de los grandes hospitales de París, desarrollando una
extensa práctica médica y quirúrgica. A partir de 1800, cuando conoció
al célebre Sicard, comenzó a trabajar en la reeducación de sordomudos.
Luego, durante casi diez años, ltard se dedicó casi exclusivamente a
las experiencias con el niño salvaje del Aveyron, cuyo registro figura en
las dos Memorias que redactó resumiendo sus progresos y los métodos
empleados. Más tarde se consagró casi por completo al estudio de las
enfermedades del oído y su curación. Sobre ellas publicó en 1821 su
obra: Tratado de las enfermedades del oído y de la audición; en 1831,
apareció su Memoria sobre el mutismo causado por la lesión de las fun-
ciones Intelectuales. Muere, célebre y admirado, en 1838.

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poniendo que hubieran sido intentados y dirigidos a favor
curso del siglo XVII fueron encontrados, en épocas diversas, de su educación- los esfuerzos mancomunados de una me-
mientras vivían en forma aislada en los bosques donde los tafísica apenas naciente, obstaculizada aún por el prejuicio
habían abandonado desde la más tierna edad I. de las ideas innatas, y de una medicina cuyas concepciones,
P-ero, en aquellos tiempos remotos el camino de la cien- necesariamente limitadas por una doctrina completamente
cia era imperfecto. La ciencia estaba entregada a la manía mecanicista, no podía remitirse a consideraciones filosófi-
de las explicaciones y a la incertidumbre de las hipótesis cas sobre las enfermedades del intelecto. Alumbradas por
y al exclusivo trabajo de gabinete; por lo tanto, la obser- la llama de la investigación y fortaleciéndose recíprocamen-
vación no tenía ningún valor y aquellos preciosos datos se te con su apoyo, estas dos ciencias pudi-eron superar viejos
perdieron para la historia natural del hombre. Todo lo que errores y realizar inmensos progresos. De esta manera era
nos han dejado los autores de la época se reduce a algunos lícito esperar que si se llegaba a presentar un individuo
detalles insignificantes, cuyo resultado más notable y más similar a los que ya mencionáramos estas ciencias emplea-
general consiste en que estos individuos no lograron nin- rían todos los recursos de sus conocimientos actuales para
gún perfeccionamiento de importancia. Sin duda esto se su desarrollo físico y moral; o, al menos, si este tipo de
debió a que se intentó aplicar a su educación el consabido intervención se hubiera revelado imposible o infructuoso,
sistema de instrucción social, sin tener en cuenta la diver- se encontraría, en -este siglo de observación, algún inves-
sidad de sus orígenes. Si este sistema logró un éxito com- tigador que, reuniendo con cuidado la historia de un ser tan
pleto con la niña salvaje encontrada en Francia a comien- sorprendente, llegaría a determinar qué es y deduciría de
zos del siglo pasado se debió a que, al haber vivido en los lo que le falta la suma hasta ahora incalculable de los co-
bosques con una compañera, le debía a esta simpl·e rela- nocimientos y de las ideas que el hombre debe a su edu-
ción un cierto desarrollo de las cualidades intelectuales, una cación.
verdadera educación. El mismo Condillac lo reconocía, cuan- ¿Me animaré a confesar que me he propuesto estas dos
do suponía a dos niñas abandonadas en la más completa grandes -empresas? Pero no se me pregunte si he logrado
soledad pero en las cuales, la sola influencia de la cohabi- mi objetivo. Se trataría de una pregunta demasiado prema-
tación podía suscitar la memoria, la imaginación y hasta les tura a la que sólo podré responder en un día muy lejano.
podía hacer crear un pequeño número de signos 2: ésta hi- Hubiera deseado esperar en silencio ese día, sin preocupar
pótesis ingeniosa se vio confirmada plenamente por la his- al público con mis trabajos, si no hubiese sentido la obli-
toria de esta niña, cuya memoria poseía un cierto desarrollo gación y la necesidad de comprobar -sobre la base de mis
que le permitió recordar algunos detalles de su estadía en primeros éxitos- que el niño ·en el cual los he obtenido no
los bosques y -de manera mucho más detallada- los he- es, como se sostiene en general, un imbécil sin esperanza
chos vinculados a la muerte violenta de su compañera 3. de curación, sino un ser sumame.nte interesante que mere-

~
Los demás niños hallados en un estado de completo ais- ce, en todos sus aspectos, la atención· de los observadores
lamiento individual carecían de esta ventaja y al regresar y los particulares cuidados que le prodiga una administra-
a la sociedad sólo pudieron mostrar sus facultades profun- ción iluminada y filantrópica.
damente entorpecidas; contra ellas debieron .fracasar -su-

1 lineo los hace ascender al número de diez y los considera como


ejemplares de una particular variedad de la especie humana (Cfr. Linneo,
Systema Naturae). . Los progresos de un ¡oven salva¡e
2 Cfr. Condillac, Essai sur /'origine des connafssances humaines, lla.
parte, se. 1.
3 Esta niña fue capturáda en 1731 en los alrededores de Chalons-sur-
Marne y educada en un convento de monjas con el nombre de Mademol- Hacia fines del año 8, un muchacho de unos 11 o 12 años,
selle Leblanc. Cuando pudo hablar, contó que había vivido en los bosques
con una compañera y que la había matado accidentalmente con un que había sido entrevisto algunos años antes en los bos-
violento golpe en la cabeza un día que habían encontrado un rosario ques de Caune mientras buscaba, desnudo, las bellotas y
Y disputaron por su posesión exclusiva (cfr. Racine, Poeme de la religion).
Esta historia aunque es una de las más detalladas está, sin embargo, las raíces que constituían su único alimento, fue encon-
tan mal contada que si se le sacan los aspectos Insignificantes y los In- trado en esos mismos lugar-es por tres cazadores. Los hom-
ere íbles ofrece un número muy pequeño de datos Importantes. El más
notable de estos datos es la facultad de esta joven salvaje de recordar bres lo capturaron en el momento en que trepaba a un
su estado pasado.

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árbol para escapar de su persecución. lo condujeron a una de su infancia. Pero, ¿qué fue lo que se vio, en lugar de
aldea de las cercanías y lo confiaron al cuidado de una todo aquello? Un muchacho de una irritante suciedad, pro-
viuda; sin embargo, logró huir al cabo de una semana y se penso a movimientos espasmódicos y a menudo convulsos
refugió en las montañas, por donde vagó durante los fríos que se bamboleaba como algunos animales en el serrallo,
más rigurosos del invierno revestido más que cubierto por que mordía y arañaba a los que le servían; indiferente a //-
una camisa andrajosa, retirándose durante la noche a luga- /[ todo e incapaz de prestar atención a nada. Se comprende JI
res solitarios y aproximándose de día a las aldeas. llevó · con facilidad que un ser de este tipo sólo podía despertar
sí una vida vagabunda hasta el día en que entró, por su una curiosidad momentánea. La gente acudió en tropel, lo
espontánea voluntad, a una casa habitada en el cantón de miró sin observarlo, lo juzgó sin conocerlo y no se habló
Saint-Sernin. Allí fue recogido, vigilado y cuidado durante más de él.
dos o tres días. luego se lo trasladó al hospital de Saint- En medio de esta indifer-encia general, los directivos del
Affrique, situado en Rode;¡:, donde fue custodiado algunos Instituto Nacional de Sordomudos y su célebre director no
meses. Durante su estadía en estos diversos lugares se lo olvidaron que la Rcciedad, que había atraído a su seno a ese
vio siempre con la misma ferocidad, impaciente y en con- joven inhJiiz, había contraído con él obligacione~ indispen-
tinuo movimiento, buscando constantemente alguna manera sables que ahora debía afrontar. Como compart1an las es-
de escapar; de este modo, ofteció material para las obser- peranzas que yo depositaba en una terapia médica, decidie-
vaciones más interesantes, r·ecogidas por testimonios dig- ron que el muchacho fuera confiado a mis cuidados. P~r?
nos de fe que no dejaré de mencionar en los parágrafos antes de explicar los detalles y los resultados d~ esta Ini-
de este ensayo, de donde podrán surgir con una mejor luz 4 • ciativa as preciso exponer nuestro punto de parttda: debe-
1

Un ministro, protector de la ci·encia, pensó que la ciencia mos recordar y describir la situación inicial de nuestro sal-
del hombre moral podría alumbrar sobre este acontecimien- vaje para poder apreciar mejor nuestro punto de llegada, de
to. Se dieron órdenes para que el muchacho fuera llevado modo que podamos oponer el pasado al presente para de-
a París. Allí arribó hacia fines del año 8, conducido por un termim:.r qué debemos esperar del futuro. Por lo tanto, me
viejo pobre y respetable quien, obligado a separarse de él veo obligado a volver sobre hechos ya conocidos, pero los
tiempo después prometió buscarlo y servirle de padre si expondré de manera breve; para que no se sospeche q_ue
la sociedad lo abandonaba. yo los he exagerado con el fin de que se destaquen meJor
En París, las esperanzas más brillantes y menos fundadas Íos que quiero opo;-¡erles, me permitirá referir aquí, de ma-
habían precedido la llegada del "salvaje del Aveyron" s_ nera anal!tica, la descripción que realizó un médico célebre
Muchos curiosos ya saboreaban el placer de contemplar su -tanto por su espíritu observador como por sus profundos
astupor ante todas las cosas bellas de la capital. Por ot'ra conocimientos con respecto a las enfermedades del inte-
parte, muchas personas aunque respetables por su ilustra- lecto--, en una sociedad científica, en una sesión en la que
' ción creyeron que la educación de este individuo sería cues- tuve el honor de ser admitido .
. tión de algunos meses y que pronto se lo escucharía brin-
Al proceder, el" primer lugar, a la descripción de las f ¡
dar las más interesantes informaciones con respecto a su
funciones s·ensorialef. del joven salvaje, el ciudadano Pinel 1);¡,J
vida anterior; olvidaban que nuestros órganos son tanto me-
nos lo describe con sus sen~idos reducidos a tal estado de
nos flexibles y que la imitación es tanto más difícil cuan-
inercia que el infeliz resultaba, bajo este aspecto, muy in-
do el hombre está más alejado de la sociedad y de la época
ferior a cualquiera de nuestros animales domésticos: sus
Í.._ 4 SI con la expresión de "Salvaje" se ha denominado hasta hoy el ojos privados de fijeza, sin expresión, vagaban de un objeto
i hombre poco civilizado, se convendrá en que el hombre que no está civi- al otro sin detenerse jamás en ninguno; estaban tan poco
lizado en absoluto merece con mayor razón esta denominación. Conser-
' varé pues, para éste, el nombre con el que siempre lo he designado instruidos y ejercitados por el tacto que no podían distinguir
hasta que pueda explicar los motivos que me Impulsaron a darle otro. un objeto en relie\ e de uno pintado; su oído era insensible
~ S Todo lo que acabo de decir y lo que diré luego sobre la historia de
este muchacho antes de su estadfa en París está testimoniado por los a los ruidos más intensos así como a la música más es-
Informes oficiales de los ciudadanos Gulraud y Constant de Saint-Esteve, tridente; el órgano de la voz estaba reducido a un estado
comisarios de gobierno, el primero en el cantón de Saint-Afrique y .el
segundo en el de Salnt-Sernln y por las observaciones del ciudadano de completa mudez, incapaz de emitir otra cosa que un
Bonnaterre, profesor de historia natural en la Escuela Central del departa- sonido gutural y uniforme; su olfato estaba tan poco adies·
mento de Aveyron, consignadas de manera detallada en su Not/ce hlsto-
r/qua sur le Ssuvsge de I'Avayron, Paria, ailo 8. trado que acogía con la misma indiferencia el olor de los

56 57
T
1
ranza. La basaba en la doble consideración de la causa y
perfumes y la exhalación fétida de los excrementos que de la curabilidad de este aparente idiotismo. No puedo pro-
llenaban su cama; finalmente, el órgano del tacto se limi- seguir sin referirme un instante a estas dos consideracio-
taba a las funciones mecánicas de la mera capacidad nes. Ellas se refieren a la situación actual y se basan en
prensil. una serie de hechos que debo narrar y con •los cuales me
Al ilustrar después el estado de las funciones intelec- veré obligado a mezclar, más de una vez, mis propias re-
tuales de este muchacho, el autor del informe lo presentó fl-exiones.
como incapaz de mantener atención, con excepción de los Si se desea resolver este E_roblra~~-~~_!l]!t!Eif.íªic_ll_: . "De-
objetos vinculados a sus nec-esidades y, por lo tanto, incapaz terminar el grado de inteligencia y a naturaleza de las 1deas
de realizar las operaciones espirituales vinculadas con la de un adolescente que, privado desde la infancia de toda
atención; desprovisto de memoria, de juicio, de la capa- educación ha vivido totalmente separado de los individuos
cidad de imitar y hasta tal punto limitado aun en las ideas de su especie", la solución del problema se reduciría, si
relativas a sus necesidades, que todavía no había logrado no me equivoco demasiado, a no atribuir a este individuo
abrir una puerta o treparse a una silla para tomar los más que una inteligencia relativa al pequeño número d~ sus
alimentos que estuvieran fuera de·l alcance de sus manos. necesidades y despojada por abstracción de todas las Ideas
No poseía ningún medio de comunicación, no estaba en simples y complejas que recibimos con la educación Y
condiciones de atribuir expresión o intención a los gestos que se combinl!t:l__ ~ll_ ..lll1_e~!!2_.Elspírit1J r d~ tantas_rn~~~~­
y a los movimientos del cuerpo; era capaz de pasar, sin mo- a través del único medio del conocimiento d~.. 1_9.~_:ugnos:_.
tivo aparente, de una tristeza apática a los ataques de vme-n-ercúaaro·morat-ae-"eswaaofeséente sería el del
r risa más desmedidos; en fin, era insensible a cualquier
tipo de sentimi·entos morales. En cuanto a su discernimiento,
"salvaj~ del Aveyron" y la solución del problema daría la
medida y la causa de su estado intelectual.
se reducía a un cálculo de glotonería, mientras que su Pero para admitir todavía con mayor fundamento la exis-
placer consistía en una sensac10n agradable de los órganos tencia de esta causa es necesario provar que ella ha actua-
del gusto y su inteligencia en ·la capacidad de producir do durante un buen número de años y responder a la obje-
alguna idea incoherente, relativa a sus necesidades. En una ción que se me podría hacer (y que ya me ha sido hec~a)
palabra, toda su existencia se reducía a una vida pura- según la cual el supuesto salvaje sólo sería un pobre Im-
mente animal.
bécil abandonado recientemente en los límites del bosque
l Al referir después varios informes recogidos en el hospi- por sus padres cansados de atenderlo. Pero sin embargo,
tal de Bicetre con respecto a muchachos enfermos de los que adoptaron este tipo de suposición, no observar?n
idiotismo en forma irremediable, el ciudadano Pinel esta- al muchacho poco tiempo después de su llegada a Pans.
bleció comparaciones muy rigurosas entre ·el estado de Hubieran advertido que todos sus hábitos tenían la impronta
aquellos infelices y el estado del muchacho que nos inte- de una vida vagabunda y solitaria: una adversión irreprimible
resa, que llevaban necesariamente a establec-er una identidad hacia la sociedad y sus costumbres, hacia nuestras ropas,
perfecta y completa entre aquellos jóvenes idiotas y el nuestros muebles, la residencia en nuestras casas, la pre-
"salvaje del Aveyron". Esta identidad obligaba a concluir paración de nuestros alimentos; una profunda indiferencia
que, enfermo de un mal incurable hasta el momento, ya por los objetos que constituyen la materia de nuestras nece-
no era susceptible de ningún tipo de socialización y de sidades ficticias; un gusto apasionado por la libertad de los
·nstrucción. ·Esta fue la conclusión que extrajo el ciudadano campos, todavía tan vivo en su condición actual -a pesar
Pinel y que él, ·sin embargo, acompañó con esa duda filo- de sus nuevas necesidades y de sus nacientes sentimien-
sófica presente en todos sus escritos, esa duda que se tos- que hubiera huido al bosque durante una breve estadía
inserta siempre en las afirmaciones de aquellos que saben en Montmorency si no hubiéramos tomado las más severas
apreciar la ciencia de la previsión y no se limitan a precauciones; además, escapó dos veces de la casa de los
considerarla como un cálculo más o menos incierto de sordomudos a pesar de la vigilancia de su gobernante. Por
probabilidades y conjeturas. otra parte, posee un extraordinario movimiento locomotriz,
Por lo que a mi respecta, no compartía para nada esta a decir verdad más entorpecido desde que usa zapatos,
tesis desfavorable; a pesar de la veracidad del cuadro y pero siempre notable por la dificultad que revela para
la justeza de las aproximaciones, osé concebir alguna espe-
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58
adecuarse a nuestro ritmo calmo y medido de caminar y hombres 6. Todo esto nos hace pensar que desde aquella
por la continua tendencia a trotar o galopar. Presenta tam- primera aparición, él ya estaba habituado a ese tipo de vida;
bién una obstinada costumbre de husmear todo lo que se este hábito sólo podía ser el resultado de por lo menos dos
le presenta, hasta los objetos que consideramos inodoros; años de estadía en lugares deshabitados. D·e modo que este
su masticación también es sorprendente, realizada sólo por muchacho ha pasado en una soledad absoluta aproximada-
la precipitada acción de los incisivos que, por su analogía mente siete de los doce años que podía tener cuando se lo
con la de algunos roedores, indica que, como estos animales, capturó en los bosques de la Caune. También ·es probable y
nuestro salvaje vivía comiendo habitualmente productos ve- casi seguro que haya sido abandonado a la edad de cuatro
getales. Y digo habitualmente porque ·el siguiente episodio o cinco años y, que si por aquel entonces poseía algunas
par·ece demostrarnos que, en ciertas ocasiones, debió haber ideas y algunas palabras gracias a algún comienzo de edu-
comido algunos pequeños animales muertos. Cierta vez en cación, estas se borrarían de su memoria después de su
que se le presentó un canario muerto, lo despojó, en un aislamiento.
instante. de sus plumas grandes y pequeñas, lo abrió con He aquí lo que yo considero la causa de su estado actual.
las uñas, lo olió y Juego Jo engulló. Ahora se podrá comprender por qué yo expreso un pronós-
También por la naturaleza y por el número de cicatrices tico favorable con respecto al éxito de mis curaciones. En
que le cubren el cuerpo se pueden inferir otros indicios de ef·ecto, si se tenía en cuenta el escaso tiempo que vivió
una vida completamente aislada, precaria y vagabunda. Sin entre los hombres, el "salvaje del Aveyron" ya no parecía
mencionar la que tiene. en la parte anterior del cuello y de un adolescente enfermo de imbecilidad, sino un niño de
la que me ocuparé más adelante porque deriva de otra causa diez o doce meses y un niño que tenía hábitos antisociales,
y merece una atención especial, pueden contarse cuatro en una obstinada distracción, órganos poco flexibles y una
su rostro, seis, a lo largo de su brazo izquierdo, tres a cierta sensibilidad accidentalmente adormecida. Desde esta pers-
distancia del hombro derecho, cuatro alrededor del púbis, pectiva, su situación se convertía en un caso exclusivament·e
una en la nalga izquierda, tres sobre una pi·erna y dos sobre médico, cuya terapia pertenecía a la medicina moral, a ese
la otra: esto hace un total de veintitrés cicatrices, algunas arte sublime creado en Inglaterra por Willis y-jmf"'"'Crichton
de las cuales p¡¡recen pertenecer a mordeduras de animales, y recientemente difundido en Francia por los éxitos y los
mientras que las demás son lastimaduras y cortes más o escritos del profesor Pinel. Guiado por el espíritu de su
menos extensos, más o menos profundos. Constituyen un doctrina más que por sus preceptos, que no podían adap-
testimonio múltiple e irrefutable del largo y completo aban- tarse a este caso imprevisto reduje la terapia moral o la edu-
dono de este infeliz. Si se las considera desde un punto ~"-~~e~_··_s~l~~~e_ ~~L~"_eY!~~·· ·~-cinco objetiVOspi'íñCI-1obJifi
de vista más general y filosófico, atestiguan sobre la debi- ,ea.es: O
lidad y la insuficiencia del hombre abandonado a sus propios V6J.:
medios pero también, a favor de los recursos de la naturaleza 1) Vincularlo a la vida social, haciéndosela más dulce
que, de acuerdo a leyes aparentemente contradictorias, tra- que lo que había conocido y sobre todo, más similar a la
baja para reparar y conservar lo que ella misma tiende a vida que había abandonado.
deteriorar y destruir de manera sorda. 2) D·espertar la sensibilidad nerviosa mediante los esti-
Si a todos estos datos, extraídos de la observación di- mulantes más enérgicos y provocar de vez en cuando los
recta, le agregamos aquellos no menos auténticos referidos afectos más vivaces del espíritu.
por los habitantes de los campos cercanos al bosque donde 3) Ampliar su campo de ideas suscitándole nuevas nece-
se encontró a este muchacho, se sabrá que en Jos primeros sidades y multiplicando sus relaciones con los seres que
días que siguieron a su ingreso en la sociedad no se alimen- lo rodeaban. --1 h
taba más que de bellotas, de papas y de castañas crudas y 4) Inducirlo al uso de la palabra determinando el ejercj•- ~ ~;
no emitía ninguna especie de sonido; que, a pesar de una
atenta vigilancia logró huir varias veces; que demostró una
enorme repugnancia a dormir en un l·echo, etc. Pero, sobre
G
cio de la imitación a través de la imperiosa ley de la
necesidad ..
todo, se sabrá que más de cinco años antes se lo había 6 Carta del ciudadano N ... , publicada en ¡¡1 Journal des Débats, 5 plu-
visto huir completamente desnudo, de la persecusión de los vioso, año 8.

60 61
5) Ejercitar, durante algún tiempo, las operaciones más feliz a su manera, haciéndolo acostar al anochecer, propor-
simples del espíritu sobre los objetos de sus necesidades cionándole alimentos de su gusto en abundancia, respe-
físicas, ampliando luego la aplicación sobre objetos que pu- tando su indolencia y acompañándolo en sus paseos o más
dieran instruirlo. bien en sus carreras al aire libre, todo el tiempo que fuera
necesario. Estas excursiones campestres parecían resultarle
más agradables cuando el tiempo cambiaba de manera brus-
ca y violenta: hasta tal punto es cierto el dicho de que, sean
cuales fueran las condiciones en que se encuentre, ·el hom-
br "em re está ávi uevas sensaciones. Por ejem~
Primer objetivo: Vincularlo a la vida social. cuando se observa a a este mue ac o en e interior de su
haciéndosela más dulce que la que había habitación, se lo veía bambolearse con una cansadora mo-
notonía, dirigir constantemente los ojos hacia la ventana y
conocido, y, sobre todo, más similar a la vida moverlos con tristeza hacia el exterior. En eso, si empezaba
que había abandonado. a soplar viento tormentoso o si el sol, escondido tras las
nubes se mostraba de improviso, aclarando la atmósfera
más vívidamente, tenía estruendosos ataques de risa, demos:
El cambio brusco en su manera de vivir, las frecuentes
traba una alegría casi convulsa durante la cual todos sus
lmportunidades de los curiosos, algunos malos tratos, con-
movimientos, dirigidos desde atrás hacia adelant·e se pare-
secuencia inevitable de su cohabitación con muchachos de
cían mucho a una especie de salto que habría debido dar
su edad, parecían haber aventado toda esperanza de civili-
para pasar por encima de los vidrios y precipitarse al jardín.
zarlo. Su insólita actividad había degenerado, en forma
Alguna vez, en lugar de estos movimientos alegres, nacía
Insensible, en una apatía sorda que producía hábitos toda-
en él una especie de rabia frenética, retorcía los brazos,
vía más solitarios. De este modo, salvo los momentos ·en
se colocaba los puños cerrados sobre los ojos, rechinaba
que el hambre lo impulsaba a la cocina, se lo encontraba
los dientes y se volvía peligroso para todos aquellos que
siempre arrinconado en un rincón del jardín o escondido,
estaban cerca suyo. Una mañana, mientras estaba todavía
en segundo plano, detrás de algún montón de escombros.
acostado, comenzó a nevar copiosamente. Apenas despierto,
En est·e deplorable estado lo vieron algunos curiosos de
lanza un grito de alegría, salta del lecho, corre hacia la ven-
París y después de un examen de algunos minutos lo juz-
tana, después hacia la puerta y va y viene con impaciencia
garon digno de ser enviado a la Petites Maísons. Como si
de la una a la otra y luego, a medio vestir, sale corriendo
la sociedad tuviese el derecho de sustraer a un muchacho
de una vida libre e inocente para enviarlo a morir de abu- hasta el jardín. Allí, expresando su alegría con agudos
rrimiento a un hospicio, expiando allí la desgracia de haber gritos, grita, rueda sobre la nieve y la recoge y la devora
desilusionado la curiosidad pública. Yo pensaba que existía con increíble avidez.
una alternativa más simple y sobre todo, más humana: se Pero no siempre sus sensaciones ante los grandes fenó-
trataba de utilizar con él buenas maneras y de tener mucha menos naturales se manifestaba de manera tan viva y cla-
condes·cendencia con sus gustos y sus inclinaciones. La morosa. Merece observarse que en ciertos casos asumían
señora Guérin, a quien la administración le confió el cüi:- la calma expresión del pesar y la melancolía: conjetura muy
dado espec1al de este muchacho, se na desempenado y arriesgada y sin duda, totalmente contraria a las opiniones
todavía lo hace, con toda la paciencia de una madre y con de los metafísicos pero de la que no se puede prescindir
.la inteligencia de una maestra dummada. En vez de contra- cuando se observa con cuidado y en algunos casos particu-
riar sus costumbres supo aceptarlas de algún modo y logró lares a este joven desgraciado. Así, cuando el rigor del
así el objetivo indicado en este primer punto. tiempo expulsaba a todos del jardín, él decidía descender
Si se juzgaba la vida anterior de este muchacho de acuer- allí. Lo recorría varias veces y terminaba por sentarse al
do a sus actividades actual·es, se veía con claridad que, a borde del estanque.
diferencia de ciertos salvajes de los países cálidos, este A menudo me detuve durante horas enteras y con un pla-
sólo conocía cuatro cosas: dormir, comer, no hacer nada y cer inexpresable, a examinarlo en esta posición: veía enton-
correr por el campo. Por lo tanto, fue necesario hacerlo ces cómo todos los movimientos espasmódicr: v ·el con-

62 63
tinuo bambolearse de su cuerpo disminuían, se aplacaban
poco a poco, para dejar lugar a una posición más tranquila;
y como, de manera insensible, su rostro insignificante o
contraído por las muecas asumía un aspecto muy pronun-
ciado de tristeza o un aire de melancólica imaginación, a
T Agregaré aquí con respecto al mismo tema, algunas de mis
observaciones más significativas.
Muchas veces en el transcurso del invierno, al atravesar
el jardín del instituto de sordomudos, pude observar al mu-
chacho agacharse, medio desnudo, sobre la tierra húmeda y
medida que sus ojos se detenían a mirar la superficie del permanecer así, expuesto durante horas a un viento frío y
agua, dentro de la cual tiraba, de vez en cuando, pedacitos
lluvioso. Los órganos de la piel y del tacto no sólo demos-
de hojas secas. Cuando, durante la noche, con un bello
traban insensibilidad al frío sino también al calor; le sucedía
claro de luna, los rayos lunares penetraban en su habitación,
diariamente, cuando estaba cerca del fuego y los carbones
raras veces dejaba de despertarse y de colocarse junto a la
ardientes saltaban hacia afuera, temarios con los dedos y
ventana. Allí permanecía, de acuerdo a lo que refería su volver a meterlos sin demasiada prisa sobre los tizones ar-
gobernanta, durante una parte de la noche, inmóvil, de pie, dientes. Más de una vez se lo sorprendió en la cocina
con el cuello tieso, los ojos fijos hacia los campos ilumina-
mientras tomaba de la misma manera las papas que se esta-
dos por la luna, inmerso en una especie de éxtasis contem-
ban coci·endo en el agua hirviendo; y puedo asegurar que en
plativo; su silencio e inmovilidad sólo se interrumpían por
aquel Uempo tenía una epidermis fina y velluda 1_
una inspiración profunda y separada por largas pausas, acom-
pañada, casi siempre, de un débil sonido de lamentción. A menudo hasta he llegado a llenarle de tabaco la cavi-
Hubiera sido .Inútil e inhumano contrariar estas últimas cos- dad exterior de la nariz sin provocarle ningún estornudo.
tumbres y tenía la intención de asociarlas a su nueva Esto presupone que no existía entre el órgano del olfato,
existencia, para hacersela más agradable. Sin . embargo, no que era sumamente fino, y los de la respiración y de la
se podía actuar de la misma manera con las que tenían la vista, ninguno de aquellos lazos de simpatía que forman
desventaja de estimular continuamente su estómago y sus parte de la sensibilidad de nuestros sentidos y que en estos
músculos, dejando inactivas, la sensibilidad de los nervios casos hubieran determinado el estornudo y la secreción de
y las facultades del cerebro. Por lo tanto debí esforzarme lágrimas. Estas últimas estaban aún menos relacionadas con
por espaciar sus correrías y por que sus comidas fueran sentimientos tristes: a pesar de las innumerables contrarie-
menos copiosas y menos frecuentes, su permanencia en el dades, a pesar del pésimo tratamiento al que lo sometió en
lecho menos extensa y sus jornadas más provechosas para los primeros meses el nuevo género de vida, nunca lo vr
su Instrucción. derramar lágrimas.
El oído era el sentido que parecía más insensible. Sin
embargo, se sabía que el ruido de una nuez o de algún
objeto comestible de su gusto lo hacía volverse siempre.
11 Esta observación es verdadera y sin embargo, el mismo
órgano del oído se mostraba insensible a los ruidos más
Segundo objetivo: Despertar la sensibilidad fuertes y a las explosiones de las armas de fuego. Un día
nerviosa mediante los estimulantes más enérgicos disparé junto a él dos tiros de pistola. El primero pare-
y provocar, de vez en cuando, los afectos ció conmoverlo un poco, el segundo ni siqui·era le hizo
más vivaces del espíritu. volver la cabeza. Así, con excepción de algunos casos
como éste, donde el defecto de ate.nción por parte del ánimo
podía reflejar una falta de sensibilidad del órgano, se
Algunos fisiólogos modernos han formulado la hipótesis constataba, sin embargo, que esta propiedad nerviosa · era
de que la sensibilidad es directamente proporcional al grado singularmente débil en la mayor parte de los. sentidos. En
de civilización. No creo que pueda ofrecerse una prueba consecuencia, tenía el proyecto de desarrollarla de todas
más clara que la de la escasa sensibilidad de los órganos las maneras y con todos los medios posibles y de preparar
sensoriales del "salvaje del Aveyron". Nos podremos con-
vencer observando la descripción que ya he proporcionado, 7 Un observador que lo vio en Saint-Sernin dice que le presentaron una
cantidad de papas. El se alegró mucho al verlas y las tomó y las tiró
cuyos datos fueron tomados de la fuente menos sospechosa. .al fuego. las retiró un Instante después y las comió todavía hirvientes.

64 65
el espíritu a la atención, disponiendo a los sentidos a reci- llos -no menos eficaces- destinados a actuar sobre los
bir las impresiones más vivas. afectos del ánimo. En aquella época las emociones a las \
De todos los medios que puse en práctica, la acción del 1que er~ ~usceptible se reducían a dos: la alegría y la cólera.)
calor me pareció la más adecuada a este plan. Tanto los Esta ult1ma sólo la provocaba a intervalos distanciados,
fisiólogos 8 como los políticos 9 admitían que los habitantes para que el exceso fuera más violento y siempre con un
del Mediodía deben su finísima sensibilidad a la acción evidente fundamento de justicia. En estos casos advertía
del calor sobre su piel, que resulta así superior a los hom- algunas veces que en el esfuerzo operado durante la crisis
bres del norte. Utilicé este estímulo de todas las maneras de rabia, su inteligencia parecía adquirir una especie de
posibles. No me conformé con que el muchacho se vistiera, capacidad más amplia, como para proporcionarle, para salir
durmiera y se alojara en un ambiente muy caldeado; tam- del apuro, algún expediente ingenipso,. Cierta vez que quería-
bién ordené que se le diera todos los días, un baño largo mos hacerle tomar un baño no suficientemente caliente y
de dos o tres horas, a una temperatura muy elevada du- en que nuestras reiteradas insistencias habían provocado su
rante el cual se le suministraban también con la misma agua, cólera, al ver que su gobernanta no se •convencía con las
duchas frecuentes sobre la cabeza. No observaba que el frecuentes pruebas de la temperatura del agua que él mis-
calor y la frecuencia de los baños tuvieran ese ·efecto debi- mo hacía, con la punta de los dedos, se volvió hacia ella, le
litador que se les atribuye. Hubiera deseado que esto suce- aferró la mano y se la metió en el agua de la fuente.
diera, porque estaba persuadido de que en ese caso la pér- Se me permitirá narrar otro episodio de este tipo. Un día
dida de las fuerzas musculares redundaría en provecho de se encontraba en mi consultorio, sentado sobre una otomana;
la sensibilidad nerviosa. Pero si esta consecuencia no se entonces fui a sentarme a su lado y coloqué entre nosotros
cumplió, la otra no frustró mi espera. Luego de algún una botella de Leyden recién cargada. El pequeño cimbro-
tiempo nuestro joven salvaje se mostró sensible a la acción nazo que había recibido el día anterior le había hecho co-
del frío, comenzó a utilizar la mano para reconocer la tem- nocer el ·efecto. Al ver la inquietud que le producía la
peratura del baño y se negó a entrar en él cuando no estaba proximidad de este instrumento, pensé que la alejaría tp-
el agua suficientemente caliente. La misma causa le hizo mándola de la manija. Sin embargo, adoptó una actitud más
apreciar pronto la utilidad de la vestimenta que hasta enton- sagaz: puso las manos en la abertura de su chaleco y se
ces sólo había soportado con mucha impaciencia. Una vez alejó algunas pulgadas de modo que su pierna no rozase
reconocida esta utilidad, solo faltaba un paso para obligarlo el revestimiento externo de la botella. Me aproximé de nue-
a vestirse solo. Al cabo de algunos días lo dejamos cada vo y volví a colocar el instrumento entre nosotros. Otro
mañana expuesto al frío, cerca de su ropa, para que com- movimiento suyo, otro desplazamiento mío. Estas pequeñas
prendiese que se la debía poner. Un procedimiento más o maniobras continuaron hasta que, al llegar al extremo de
menos análogo bastó para habituarlo al mismo Hempo, a la la cama y encontrándose flanqueado por una pared, con la
limpieza: la certidumbre de pasar la noche en un lecho frío mesa delante y del otro lado el peligroso instrumento, ya
y húmedo lo acostumbró a levantarse para satisfacer sus no pudo hacer ningún movimiento. Entonces, aprovechando
necesidades. Hice agregar a los baños agudas fricciones el momento en que adelantaba mi brazo para mover .el suyo,
lo largo de la columna vertebral y hasta titilaciones en la impulsó hábilmente mi pulso sobre la manija de la botella y
región lumbar. Este último medio no fue menos excitante: fi- fui yo el que r·ecibí la descarga.
nalmente me vi obligado a abolirlo cuando sus consecuencias Pero si a pesar del vivo interés que me inspiraba este
no se limitaron ya a producirle momentos de alegría sino huerfanito me permitía, de vez en cuando, provocar su có-
que par·ecieron extenderse también a los órganos genitales, lera, tampoco dejaba pasar alguna ocasiónaé-·pro.7ocarle
amenazando con dar una dirección poco oportuna a los pri- _ah~grí~ a decir verdad, no se necesitaba para eso nada d1tf;;'
meros movimientos de una pubertad ya demasiado precoz. cll ni costq_so. Un rayo de sol, capturado en un espejo, re-
A estos diversos estimulantes debía sumar también aque- flejado en su habitación y que se moviera por el cielorraso;
un vaso de agua que se le hacía caer gota a gota sobre la
8 Cfr. La Cose [sic: rectius La Caze - N. de R.] /dée de l'homme punta de sus dedos mientras se bañaba; o también un poco
physique et moral. Laroche, Analyse des fonctions du systéme nerveux;
Fouquet, v. Sensibilité, en la Encyc/opedle.
de leche vertida en un escudilla de madera que colocaba
9 Cfr. Montesquieu, Esprit des lois, L. XIV. en un extremo de la bañera y que las oscilaciones del

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agua hacían llegar poco a poco, en medio de gritos de friado y algunas semanas después, dos afecciones catarrales
alegría, hasta el alcance de sus manos: estas, eran, poco casi consecutivas.
más o menos las cosas que se necesitaban para embriagar Sin embargo, estos resultados no se hicieron extensivos
de alegría a este hijo de la naturaleza. a todos los órganos. El de la vista y el del oído no parti-
Estos fueron, entre muchos otros, los estimulantes físi- ciparon en este desarrollo¡ sin duda por ue estos dos sen-
cos y morales con los que traté de desarrollar la sensibi- tidos, mucho menos simples que los otros. necesita an un][
lidad de sus órganos. luego de tres meses, obtuve una eciucació~articular y más prolongada, como veremos en-
excitación general de todas las fuerzas sensitivas. Entonces, seguida. El mejoramiento simultáneo de los tres sentidos
el tacto se mostró s·ensible a la impresión de los cuerpos luego de la acción de los estimulantes sobre la piel, mien-
calientes o fríos, lisos o rugosos, muelles o resistentes .. En tras que los dos últimos permanecían estacionarios, es algo
aquel tiempo yo utilizaba pantalones de terciopelo sobre digno de ser sometido a la atención de los fisiólogos. Pa-
los cuales se complacía en deslizar la mano. Con este recería probar y la cosa parece, por otra parte, bastante
órgano explorador se aseguraba siempre el grado de coc- verosímil, que los sentidos del tacto, del olfato y del gusto
ción de sus papas: las retiraba con una cuchara y luego les sólo son una modificación del órgano de la piel; mientras
que los del oído y de la vista, menos externos, revestidos
colocaba encima los dedos varias veces: de acuerdo a la
por un aparato físico que se encuentra entre los más compli-
blandura o dureza que le presentaran decidía comerlas o
cados, están sujetos a otras reglas de perfeccionamiento y
volverlas a colocar en el agua hirviendo. Cuando se le daba
deben constituir, de cualquier manera, una clase diferenciada.
una vela para encender con papel no siempre esperaba que
el fuego hubiese prendido la mecha para arrojar con rapidez
el papel, cuya llama todavía estaba lejos de sus dedos. Si
se lo invitaba a arrojar o a levantar un cuerpo, ya fuera 111
liviano o pesado a V·eces lo dejaba de golpe, en el mismo
lugar, se miraba las puntas de los dedos que, no estaban, con Tercer objetivo: Ampliar su campo de ideas,
seguridad, ni quemadas ni heladas y metía con delicadeza la suscitándole nuevas necesidades y multiplicando
mano en la apertura del chaleco. sus relaciones oon los seres que lo rodeaban.
También el sentido del olfato sacó provecho de este
cambio. la mínima irritación le provocaba un estornudo y
Se debe, sobre todo, a los innumerables obstáculos que
comprendí que estornudar era algo nuevo para él, a juzgar
he encontrado en el desarrollo de este tercer objetivo, el
por el miedo que le produjo la primera vez que sucedió. El
hecho de que los progresos de este muchacho hacia la civi-
miedo .fue tan grande que inmediatamente después debió
lización así como mis éxitos para lograr el desarrollo de su
tirarse sobre la cama. El refinamiento del sentido del gusto
Inteligencia, hayan sido tan lentos y difíciles. le he pre-
fue todavía más notable. los alimentos con los cuales
sentado, sucesivamente, juegos de todo tipo; más de una
se nutría poco después de su llegada a París tenían un
vez, durante horas enteras, me esforcé por hacerle conocer
gusto terriblemente desagradable. los llevaba de un lado
su uso. Pero observé con disgusto que, lejos de despertar
para el otro y los embadurnaba con las manos sucias. Pero su atención, estos diversos objetos terminaban por provo-
ya en la época a que me refiero sucedía a menudo que carle tal impaciencia que llegaba al extremo de esconderlos
rechazaba irritado todo el contenido de un plato cuando o destruirlos cuando se le presentaba la ocasión. Por eJem-
había caído en él alguna sustancia extraña; y cuando termi- plo, después de haber mantenido escondidos durante largo
naba de romper las nueces con los pies, las limpiaba con tiempo dentro de una sillita agujereada unos bolos con Jos
todo el cuidado que puede sugerir un meticuloso sentido de que le habfamos provocado numerosos fastidios, un día en
la limpieza. Finalmente las enfermedades, también ellas, que se encontraba solo en su habitación, tomó la decisión
testimonios irrecusables y desagradables de la sensibilidad de arrojarlos a la chimenea, ante la cual lo encontramos
predominante en el hombre civilizado, vinieron a golpear el mientras se calentaba con el más vivo placer ante la llama
desarrollo de este principio de vida. En los primeros días provocada por ese juego.
de primavera, nuestro joven salvaje tuvo un violento res- Sin embargo, algunas veces logré interesarlo con algunos

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juegos que tenían alguna relación con sus necesidades di-
gestivas. He aquí uno, por ejemplo, que le ofrecía a menudo
al final de la comida, cuando lo llevaba a almorzar a la ciu-
dad. Colocaba delante suyo y sin ningún orden simétrico y
en una posición invertida, muchas copas de plata y bajo una
de ellas colocaba una castaña. Una vez que estaba seguro
í • azucaradas y por nuestros alimentos más delicados consti-
tu o una barrera mtranqueable. Entonces pensé que debfa
intentar con com1 as picantes, en cuanto serían más aptas
para excitar un sentido necesariamente obstruido por ali-
~en~os rudos. No obtuve mejor resultado: en vano le pre-
de haber suscitádo su atención, las levantaba una después de sente, en momentos en que se veía apremiado por el hambre
otra, con excepción de aquella que ocultaba la castaña. Des- Y_ por 1~ sed, licores fuertes y alimentos llenos de ·espe-
pués de haberle mostrado que no contenían nada y de co- Cias. Fmalmente, desesperado de poder suscitarle nuevos
locarlas nuevamente en el mismo orden, lo invitaba con ges- gustos, utilicé aquellos pocos a los cuales estaba limitado
tos, a buscar por su cuenta. La primera copa a la que se acompañándolos con todas las circunstancias acc·esorias qu~
dirigía su búsqueda era, precisamente, aquella bajo la cual es- pudieran acrecentar el placer que encontraba al satisfacerlos.
taba oculta la pequeña recompensa que recibía su atención. Es por eso que, a menudo, lo llevé a comer conmigo a
Hasta ahí, sólo se trataba de un pequeño ·esfuerzo de la ciudad. En aquellos días se servía en la mesa la serie
memoria. Pero, insensiblemente, convertí al juego en algo completa de todos los alimentos que prefería. La primera
más complicado. Así, después de haber escondido con el vez que se encontró con una fiesta de este tipo sus mani-
mismo procedimiento otra castaña, cambiaba lentamente el festaciones de alegría fueron tales que llegaron casi al fre-
orden de todas las copas, de modo que con la inversión ge- nesí. Sin duda pensó que la cena no sería tan buena
neral le resultara más difícil seguir con los ojos y con la como el almuerzo; ya que por cierto no fue él quien decidió
atención la copa que escondía el precioso regalo. Hacía no llevar a casa, al salir del restaurant, un plato de lentejas
aún más: cambiaba la parte inferior de dos o tres copas, que había robado en la cocina. Esta primer salida me ale-
y su atención, aun cuando estuviera dividida entre estos tres gró mucho. Le habia procurado "" placer; sólo debía__rrl.()e-
objetos, los seguía en sus respectivos cambios y dirigía fo
_!:i!~va~ia::¡_J!_~~~p¡¡ra crE)ariE) IJ!l~--~cesidad; y esto es
hacia ellos sus primeras búsquedas. Pero esto no era todo, que traté de hacer. Hice algo más: tomé la pr-ecaución
ya que no ·era ese el único fin que me proponía. Este dis- de que estas salidas estuvieran precedidas de preparativos
cernimiento era simplemente un cálculo debido a su glotone- que pudieran ser advertidos por el muchacho: ir a buscarlo
ría. Para que su atención se volviera de algún modo menos a las cuatro, con el sombrero puesto y su camisa doblada
animafesca, suspendí en este juego todo lo que pud1era te- , \ en el_ brazo. _Muy pronto, estos preparativos significaron
l P_ar~- el una se~al de la pa~tida. No bie_n entraba en la habi-
ner relación con sus gustos, y coloqué debajo de las copas l ta~IOn, ya hab1a comprendido: se vest1a de prisa y me se-
objetos no comestibles. El resultado fue -poco más o me-
nos- igualmente satisfactorio; y este ejercicio se convirtió gUI_a con grandes expresiones de alegría. En realidad, no
entonces en un simple juego de cubilete que tenía la ven- refiero_ este hec~o co~o prueba de una inteligencia superior;
taja de provocar atención, juicio y fijeza en sus miradas. cualqu1era podna ob¡etarme que el perro más ordinario
puede hacer lo mismo. Pero admitiendo esta similitud mo-
Con excepción de este tipo de entretenimiento que, co- ral, estamos obligados a reconocer un gran cambio; y quie-
mo en este caso, se vinculaba con sus necesidades, no nes observaron al "salvaje del Aveyron" en la época de
lograba inspirarle ningún gusto por otros juegos propios de su llegada a París saben que, desde el punto de vista de
su edad. Estoy casi seguro de que si lo hubiera logrado la inteligencia y del discernimiento, era muy inferior al m.ás
hubiera también obtenido éxitos importantes. Es nec·esario inteligente de nuestros animales domésticos.
tener en cuenta la poderosa influencia que tienen sobre los
primeros desarrollos del pensamiento tanto los juegos de Cuando lo llevaba conmigo me resultaba imposible guiarlo
la infancia como los pequeños placeres del órgano del gusto. ~or la _c_alle. M~ ocu~ría t~ner que andar al trote junto a
También hice de todo para despertar estas últimas dispo- el o utllrzar la v10lenc1a mas agotadora para obligarlo a ca-
mina~ al. paso conmigo. Por lo tanto, nos vimos obligados
siciones por medio de las golosinas más deseadas por los
niños y a las cuales esperaba utilizar como nuevos medios ~ s~ilr s~lo en coche. _.Esto constituyó un nuevo placer que
de recompensa, de castigo, de aliento y de instrucción. e.l vmculo cada _vez mas con las frecuentes salidas. Al poco
Pero la aversión que demostró por todas las sustancias t1empo, estos d1as no fueron sólo días de fiesta a los cuales
se abandonaba con la alegría más viva; fueron verdaderas

70
71
necesidades, cuya insatisfacción, cuando intercalaba entre vez que había huido por la calle, vertió numerosas lágri-
las salidas un intervalo un poco más largo, lo ponía triste, mas cuando la volvió a ver. Todavía algunas horas después,
inquieto y caprichoso. Y el placer era aún mayor cuando su respiración era dificultosa, entrecortada, y su pulso latía
los paseos se realizaban por el campo. Lo llevé, no hace como si tuviera fiebre. La señora Guérin le dirigió algunos
mucho tiempo, al valle de Montmorency, a la casa de campo
1 reproches y él los comprendió tan bien que se echó a
del ciudadano Lachabeaussiere. Fue un espectáculo de lo
más singular y, me atrevería a decir, de lo más conmovedor, \ llo!ar n~~vament7. La _amistad qu_ e sentía ·p-or _m_ í. _era____m
1mas debrl y asr debra ser. Jos cuidados que la señora
....uc. h. ojj_
observar la alegría que se pintaba en su rostro al contem- .Guérin ~ne con é~son_~e ~l_t}Jl9. que~¡)~~if~~-~~!.I!Pre~_
plar las colinas y los bosques de este alegre valle. Parecía . ~tad"~s ~".}9!.!!!ª-..!nn_:Ie_c:fí~~a- y ]Os_que._ )'O demuestro no tienen
que las ventanillas del coche no resultaban espacios sufl- _para eJ_Ilif!gu_na utilidad sensible. Hasta tal punto esta dife-
ctentes para la avidez de sus miradas. Se movía de un lado rencia ~obe~e~~~Xesas-causas_ qu_~~or-eJemp-lo, me reCibe
al otro y evidenciaba una gran inquietud cuando los caballos o~-<:~eftas_ hor~s <Il!~~:~II~~~~ u!i_li~ara- su
Trlstrüccióñ: -
andaban más lentamente o se detenían. "Sí.Por ejemplo, alguna vez. voy a verlo al~ anochece!-, ci.tanaó-
Pasamos dos días en esta casa de campo y fue tal la se acaba de acostar, su primer impulso consiste en sen-
influencia de los agentes externos representados por los tarse para que lo abrace, después me atrae hacia él tomán-
bosques y las colinas, de los que no podía apartar la dome del brazo y me hace sentar en su cama. General-
vista, que parecía más salvaje e impaciente que nunca: en mente entonces me toma la mano, la pone sobre sus ojos,
medio de los asiduos cuidados y de las gentilezas más sobre la frente, sobre los occipitales y la mantiene en
primorosas sólo parecía ocupado por el deseo de huir. Com· esas zonas durante un rato. Otras veces se levanta riendo
pletamente dominado por esta idea que absorbía todas las estrepitosamente y se me pone delante para acariciarme
facultades de su espíritu y hasta el mismo sentimiento de las rodillas a su modo, un modo que consiste en palparlas,
sus necesidades, apenas encontraba tiempo para comer, se masajearlas con fuerza en todos los sentidos y durante va-
levantaba de la mesa a cada instante y corría a la puerta rios minutos y después, en algunos casos, en colocar sobre
para escapar a! jardín, si ésta se encontraba abierta; o bien, 1_ellas sus labios dos o tres veces. :
en caso contrario, para por lo menos contemplar, a través ! A pesar de lo que pueda opinarse, confesaré que me ,:
de los cristales, todos aquellos objetos hacia los cuales lo ! presto sin dificultades a todas estas niñerías. Quizás se 1
impulsaban de mánera irresistible sus hábitos todavía re- \ me comprenda si se piensa en la enorme influencia que tiene i
cientes- y quizás también, el recuerdo de una vida indepen- \ en el espíritu de un niño ese afecto inagotable, esas peque- l
diente, feliz y malograda. Por eso, tomé la decisión de no 1 ñeces diligentes que la naturaleza ha colocado en el corazónj
volver a someterlo a pruebas semejantes. Pero p&ra no 1 de una madre y que hacen surgir las primeras sonrisas y
separarlo totalmente de sus gustos campestres seguí lleván- L hacen brotar las primeras alegrías de la vida.
dolo de paseo a un jardín de la vecindad, cuya configuración
estrecha y regular no tiene nada en común con los paisajes
que conforman una naturaleza agreste y que ligan de ma- IV
nera tan poderosa al hombre salvaje con los lugares de su
infancia. Así, la señora Guérin lo llevaba algunas veces Cuarto objetivo: Inducirlo al uso de la palabra,
a Luxemburgo, y casi todos los días al jardín del Obser-
determinando el ejercicio de la imitación a través
vatorio; allí la cortesía del ciudadano Lemeri lo ha acostum-
brado a concurrir todos los días a beber una taza de leche
de la imperiosa ley de la necesidad.
a la hora de la merienda.
Gradas a estas nuevas costumbres, a algunas diversio· Si sólo hubiera querido ·exponer los resultados positivos
nes de su e!ección y al buen trato de que gozaba en su . de mis esfuerzos, hubiera suprimido en este trabajo, esta
nueva existencia, terminó por tomarle gusto .•,De aq.W nació parte referente al cuarto objetivo: los medios que instru-
..!:!_ afecto muy vivo que demuestra por su gobernanta y Que- menté para llevarlo a la práctica y el escaso éxito obtenido.
testímcmia r;ada vez de maoer a iiiás evidente_ S1·empre se Pero mi objetivo no consiste tanto en narrar la historia de
separa de ella con dolor y la ree:~cuer.tra con alegría. Cierta mis Intentos sino la de los primeros progreso.s morales del

72 73
"salvaje de Aveyron"; no debo, pues, omitir nada que pueda
tener la mínima relación con estos hechos. Por otra parte, bién, la articulación de este sonido: se trata de d
me veré obligado a presentar aquí algunas ideas teóricas. · b" d"f · os opera-
Clones 1en 1 erenc1adas que exigen del órgano e· 0 d" ·
d"f . n tetones
Tengo la esperanza de que se me sabrá perdonar cuando se 1 erentes. Pa~a. ~a pnmera, es suficiente poseer un cierto
observe que he tenido el cuidado de apoyarlas siempre grado de . senstbthdad. .del .•nervio acústico·• para la s egun da
{¡ en hechos y cuando se reconozca que me encuentro en la
necesidad de responder a eternas objecciones: ¿habla el sal-
s?. necestta una modtftcac1on especial de esta misma sensi-
bthdad. Por lo tanto, orejas bien organizadas y vivas pueden
vaje? Si no es sordo, ¿por qué no habla? no captar la articulación de palabras. Por eso encontramos
Se comprenderá con facilidad que, habiendo crecido en entre los cretinos muchos mudos que sin embargo no
· d · • , son
medio de los bosques y alejado de la sociedad, el sentido sord os .. _El ctu adano Siccard tiene entre sus alumnos dos
del oído de nuestro salvaje sólo acusaba la impresión de o tres _mnos que escuchan perfectamente el sonido del reloj,
un peClJeño número de ruidos y, sobre todo, de aquellos u_n ?attr de pa~mas, los tonos más bajos de la flauta y del
vinculados con sus necesidades físicas. Por cierto no se v~olt_~ Y que, sm embargo, nunca pudieron imitar la pronun-
trataba del órgano que valora los sonidos, su articulación ctac!On de una palabra aunque estuviera articulada en alta
y su combinación; era un simple instrumento de observa- voz Y de manera muy lenta. De este modo podría afirmarse {
ción individual, que advertía la proximidad de algún animal q~e la palabra es una especie de música a la que ciertos 1
peligroso o la caída de algún fruto salvaje. Indudablemente, 01dos pueden ser insensibles aunque estén bien articulados.
su oído se limitaba a estas funciones, a juzgar por la ¿~ucederá lo mismo con el muchacho que nos interesa?
poca o nula acción que, después de un año, tenían sobre Prenso que no, aunque mis esperanzas se basan en un pe-
su oído los sonidos y ruidos que no interesaban a las nece- queño número de datos y aunque no puedo negar que mis
sidades del individuo y, por el contrario, la fina sensibili- i~tentos han sido muy numerosos y que, durante mucho
dad que este órgano demostraba hacia aquellos ruidos que ttempo, he estado indeciso con respecto a qué' camino tomar
tenían relación con tales necesidades. Cuando se tiraba sin Y por lo tanto debí limitarme a la función de observador.
que lo supiera y de la manera más silenciosa posible, una Y esto es lo que he observado. Durante los cuatro 0
castaña o una nuez, o cuando se tocaba apenas la llave de cinco prime.~os. meses de su ·estadía en París, el "salvaje
la puerta que lo mantenía prisionero, nunca dejaba de vol- de Av_eyron solo demostraba sensibilidad con respecto a
verse bruscamente ni de correr hacia el lugar desde donde 1l~s ru1~os que_ s~ relacionaban. específicamente _con él, en
et sent1do ya md1cado. ~~1- C.!,l_rso _<!~1_ frimario * pareció
provenía el ruido. En consecuencia, el órgano auditivo no
demostraba la misma sensibilidad con respecto a la voz y haber escuchado la voz humana. Si Q_Ql;i personas hablal:lan
hasta con respecto a la explosión de las armas de fuego por· eff-voz-alfi:i en' el corredqr que conduce a su habitació~ ;e-
que era poco sensible y poco atento a cualquier otra im- a~ercab~~~a_-_l_él puerta pa~a comprobar si~s_taba ~i~ncer;ªli_~'
presión que no fuera la que había recibido a través de una Y le pon1a una aldaba tnterna y además colocaba el dedo
costumbre extensa y unilateral lO. Se comprende así por qué en ?1 P_icaporte. para asegHrar todavía mejor la cerradura.
e! oído que percibía ciertos ruidos aunque fueran muy débi- Algun t1empo después advertí que distingufa las voces de
les no podía apreciar la articulación de los sonidos. los sordomudos o mejor dicho, ese grito gutural que ellos

[! Por otra parte, para adquirir el uso de la palabra, no basta


con percibir el sonido de la voz; es necesario advertir, tam-
~1 se. quiere,_ cuando dos estudiosos que se ocupan exclusivamente uno
.e m1neral?g1a y. el otro de botánica se encuentran frente a un cam
JO Para reforzar esta afirmación observaré que a medida que el hombre neo en ob¡etos vmculados a sus respectivas investigaciones el prime~
se aleja de su infancia el ejercicio de sus sentidos se torna día a día no ve otra c~s~ qu-; lo~ minerales y el segundo, los productos vegetales
menos universal. En la primera edad quiere ver todo, quiere tocar todo, f.~ un matemat1co sm 01d~.aquel que al salir de un drama de Racine dirá;
acerca la boca a todos los cuerpos que se le presentan; el mínimo ruido
lo sobresalta, sus sentidos se detienen en todos los objetos. aun en
aquellos que no tienen ninguna relación con sus necesidades. Pero a
medida que se aleja de esta edad que es, de algún modo, el período del
aprendizaje de los sentidos, los objetos lo impresionan sólo en cuanto
_¿Qué prueba _todo .esto? . Por lo tanto, si después de los primeros .
~lempo~ de la lnf~ncla la atención se posa sólo por estímulo natural en 1
os ob¡etos que t1enen una relación conocida o presentida con nuestros
~ntereses, se comprenderán muy bien los motivos por los cuales nuestro
¡oven salva¡e, al tener un pequeño número de necesidades debe ejercitar /
¡
r

se refieren a sus apetitos, a sus hábitos y a sus inclinaciones. Sucede sus sent1dos. sólo sobre un 'reducido número de objetos. Esta es, si no
entonces a menudo, que sólo uno o dos sentidos despiertan su atención. me ~qu1voco, la caus_a de e~a absoluta falta de atención que asombraba
Así, un individuo de marcada inclinación musical es aquel que presta a to os cuando llego a Pans y que actualmente ha desaparecido casi
atención a todo lo que oye y parece indiferente a todo lo que ve. Asi, c:o mtpdletam ente porque .se le ha hecho sentir la relación que tienen con
e 1 o os 1os nuevos ob¡etos que lo rodean
• Mes del calendario republicano francé~.
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75
los .~osques, su herida fue rápidamente curada con el único
emiten continuamente durante sus juegos. También parecía auxilio de la naturaleza. lo que no hubiera sucedido en
reconocer el lugar de donde provenía el sonido: si estaba form? tan positiva si las partes musculares y cartilaginosas
bajando la escalera cuando lo escuchaba, volvía para arriba del organo de la voz hubieran sido destrozadas.
o descendía más aprisa según que el grito proviniese de
. Estas consideraciones me llevaron a pensar lo siguiente:
lo bajo o de lo alto. una V·ez que el oído comenzó a percibir algunos sonidos
A comienzos del nevoso *, pude observar algo muy intere- 1~ voz no podía repetirlos no por alguna lesión orgánic~
sante. Un día estaba en la cocina ocupado en cocinar las. smo por el estado desfavorable de las circunstancias. la
papas. Dos personas se pusieron a discutir en ~o~ alta de: falta total de ejercicios hace que nuestros órganos se vuel-
trás suyo, sin que él pareciera prestarles la m1mma aten: van inadaptados a sus funciones; y si aquellos órganos que
ción. luego llegó una tercera que, al intervenir en la discu-:_ ya han sido utilizados sufren tan intensamente el resultado
sión, comenzaba todas sus respuestas con estas palabras:_ de esta inacción, ¿qué sucederá con los que crecen y se
"¡Oh! El asunto es diferente". Me di cuenta de que cada_
f d~s~rrollan sin que ningún agente intente ponerlos en mo-
vez que esta persona pronunciaba su exclamación favorita:.
"¡Oh!", el "salvaje del Aveyron" volvía con fuerza la ca:
beza. la misma noche, a la hora en que debía acostarse,
hice· algunos experimentos con este grito y obtuve resul·
tados similares. luego pasé revista a todos los otros tonos
l vtmtento? Se necesitan por lo menos dieciocho meses de
cuidadosa educación para que un niño comience a balbucear
algunas palabras. Por lo tanto, no puede esperarse que un
rudo habitante de los bosques, que se encuentra dentro de
la sociedad sólo desde hace catorce o quince meses de
simples, conocidos como vocales, sin obtener ningún resul·
los cuales cinco o seis transcurrieron entre sordom~dos,
tado. Esta preferencia por la O me llevó a elegir para el mu-
sea ya, capaz de hablar. Esto no sólo es imposible sino que
chacho un nombre que terminara en esta vocal. Mi elección .
para llegar a esta etapa tan importante de su educación se
recayó en Víctor. Este nombre es el que ahora tiene y cuan-_
necesitará mucho más tiempo y muchos mayores esfuerzos
do se lo pronuncia en voz alta casi siempre se vuelve ~
se acerca. Y quizás por la misma razón, comprendió lueg~ que los que necesitará el menos precoz de los niños. El
el significado de la negación no, que utilizo a menudo para nmo ~o sabe nada, pero posee, en grado muy elevado, la
c~~actdad de aprender todo: una tendencia innata a la imita-
hacerlo corregir sus errores cuando se equivoca en su_:>
~IOn; una sensibili.dad y flexibilidad enorme de todos sus
l pequeños ejercicios: (\ct Atfk · p 14 orga~os; ~na contmua movilidad de la lengua; una consis-
A medida que el órgano aJditivo progresaba en forma tencia caSI gelatinosa de la laringe. En una palabra todo
lenta pero evidente, la voz permanecía_ muda Y _se ne~a?a se suma para producir en él ese gorgeo que es una ~uerte
a expresar sonidos articulados que el 01do parec1a perc1b1r; de aprendizaje involuntario de la voz, favorecido también
sin embargo, en su conformación externa, los órganos vo- por la tos, el estornudo, los gritos, característicos de esta
cales no presentaban rastros de imperfección Y no ha~ía edad. También recibe ayuda del llanto al que debe conside-
motivos para sospechar que existieran en su estructura m-
r~rse no ~~lo como el comienzo de una viva excitabilidad
terna. Es cierto que en la parte superior y anterior d?l smo tambten como un fuerte estímulo que se aplica sin
cuello se veía una cicatriz bastante extendida que podna
pausa y en los momentos más oportunos, al desarrollo si-
suscitar algunas dudas con respecto a la integridad ~e l~s multáneo de ~os órganos de la respiración, de la voz y de
ót ganos que estaban debajo. Pe~o el aspecto de la ct~atnz
la ~alabra. S1 se me con~eden estas ventajas, yo respon-
nos inducía a pensar lo contrano. En efecto, a la pnmera
dere de los resultados. St se reconoce junto conmigo que
impresión, la herida parecía haber sido producida p~_r u~ no se debe ya esperarlos en el curso de la adolescencia
instrumento cortante; pero al observar su conformac1on li- del joven Víctor, también deberán reconocerse los fecundos
neal pensamos que la herida debió haber sido epidérmica Y recursos de la naturaleza que sabe crearse nuevos medios
que tuvo que haber cicatrizado casi de inmediato: con el
de educación. cuando causas accidentales la privan de aque-
primer medicamento rudimentario. Puede presumtrse que llos que habta preparado al comienzo. He aquí al menos
una mano, más propensa ·que capaz de un crimen, intentó algunos hechos que ll·evan a tener esperanzas. '
quitarle la vida a este niño y que, dejado por muerto en He dicho_ e~ el .enun~iado de este cuarto proyecto que
me propoma mductr al ¡oven salvaje al uso de la palabra:
• Cuarto mes del calendario ·republicano francés.

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primer éxito le hubiera seguido una serie de rápidos pro-
"determinando la utilización de la imitación a través de la gresos: • .i~ªLde _tQ.d.Q_ ¡¡_sto, sólo habí~
ley imperiosa de la necesidad". En efecto, yo estaba con- expresron, '"..S.!9.~i_fic~n~_e_
p_ar!!.. ~L.~ inútii__Eara ambos d"ª·~
vencido -por las dos .consideraciones ya expuestas en placer que sent1a. E11 rigor se tra.taTia-de
el sign d 1 •• d ....". ---------
1
-_un··--.,.----.!_~
Signo vaca '
1
estos últimos parágrafos y por otra más o menos decisiva _ o e a Rosesron e la_ co:~aL P..ero. es~@rú:l y-·T--
que expondré enseguida- que podía esperarse que la larin- no estabf~cía ninguna r~laci()n entre -~~1>'o-~. Ser-fa....r!2+~­
ge -empezara a funcionar tardíamente. Por lo tanto, debía ment7 olv1dado por el m1smo hecho de que -resUftai:Ía-.2 -;t•r·
activarla a través de objetos indispensables para sus nece- para las_ n_ecesidades ~el
individuo y además; sería som~~~d~
sidades. Tenía motivos para pensar que la primera vocal a una_ sene de excepciOnes similares al sentimientoeñm-ero--
que pronunciaría sería la O, ya que había sido la primera.~ Y vanable del cual provenía. ·-
en escuchar; y me resultaba muy provechoso para mi plan ¡t/f¡.__ .~os re~ultados sucesivos que obtuve en esta falsa direc-
que esta simple emisión de la voz constituyera, al menos Cion co~~~r~.~ro~ lo que temía. La mayoría de las veces,.!!..
lb
en cuanto al sonido, la señal de una de las necesidades más· palabra la1t solo era pronunciada mientras ozaba de -ella.
habituales de este muchacho. Sin embargo, no pude sacar· Algun~s veces _a pronunciaba antes. otras veces un poco
1 ningún partido favorable de esta coincidencia. En vano,
cuando se sentfa acuciado por la sed, le colocaba delante
despues, pero Siempre sin intención. Tampoco le adjudico
un valor mayor al hecho de que tendía a repetir espontánea-
un vaso lleno de agua, gritando con frecuencia "agua" (en mente la palabra y todavía lo hace, en el curso de la
francés eau, pron. O). Le llevaba el vaso a alguna persona
noche. cuando s~~le despertarse. Después de este primer
que estuviera cerca y que pronunciara la misma palabra, resultéldo renuncie totalmente al método mediante el cual
yo lo volvía a pedir con el mismo sonido: el infeliz se ator-
1~ ha~ía obtenido. A la espera del momento en que las
mentaba, agitaba los brazos alrededor del vaso de manera c~rcun,tanc•a_s me perm1tan reemplazarlo por otro que con-
casi convulsa, .emitía una especie de chiflido, pero no arti-
Sidere_ supenor, he abandonado el órgano de la voz a la in-
culaba ningún sonido. fluencia de la imitación que, aunque débil, no está desapa-
Hubiera sido inhumano insistir. Por lo tanto, cambié el recida por completo por lo que puede juzgarse a partir de
objeto pero mantuve el mismo método. Comencé a trabajar algunos mod~sto~. progresos posteriores y espontáneos.
con la palabra "leche" (francés /aít, pron. /el. Al cuarto La palabra la1t ha constituido ara Víctor la raíz de otros
día de este segundo experimento logré obtener lo que dos monosi_ a os~. la y Ji, a los cuales, por cierto, atribuye
deseaba y escuché que Víctor pronunciaba con claridad menos_ sent1do aun .. Desde hace poco tiempo, ha modificado
aunque con aspereza, la palabra "lait", que repitió casi de este. ~ft1mo monosdabo, agregándole una segunda 1 y pro-
inmediato. Era la primera vez que su boca emitía un sonido· nunciandolos como el gli de la lengua italiana. Se lo escucha
articulado y lo escuché con gran satisfacción. repetir con frecuencia 1/i, 1/i con una inflexión de voz no
Sin embargo, hice una reflexión que disminuyó bastante pnvada de dulzura. Es sorprendente que una de las prime-
ante mis ojos la importancia de este primer éxito. La pa- ras letras que haya ~rticu~a?o sea la 1 líquida (mouíllée)
labra "lait" se le escapó con grandes manifestacio'iíéSCl'e que es. un_a. ~e las mas d1fic1les de articular para los niños.

~
placer sólo cuando, desesperado de lograrlo, Hab1a comen- No :?r~ d-Ificil suponer que exista en_§ste fatigoso ejercicio
zado a ve1ter la leclie en-ilf taza que me---¡JJ'eSelltaea:-r n UJS~1co una especie de intención de referencia al nombre
t;tmñdo volví a echar mas leche a modo de recompens!;.. e ~ulia, una niña e o 12__!lnos que venia a pasar los-
_ygh1ó a repetir la palabra por .segunda vez. Por 1~ tan~ 9ommgos con la se nora Guérin. que es su-macTre·.- -GJ"CTerro-
resulta evidente ue la manera en que se habla lograe1o e~_que durante ese dí¡¡_l¡:¡s e_><_cl~§.<::lones l/i, 1/i se hacían
\ este resultado estab e realizar m1s objetivos. la ~~~- frecue~tes y, por lo que cuenta_ su goberna-nta-- también-
palabra pronunciada, en vez .e...llilr j!l signo e a ne ~~~..P!~~~·aba_~u_r!l_nfe lF.::-_i:i::OCli~,-~c_iiªncJQ_pÓdía s'uponerse-
o era, en relación al mome~!_q_~ue ñab1a s1do articu- ~ue dorm•~J!L~!~~d-~ITl_ente. No se puede Cieterminarcan·
lada, una vana exclamación de ale ría. Si la hubiera pro- exactitud Ta causa y ef vaTOr de este último hecho. Debemos
nuncia o antes e a canees on del objeto deseado, el obje- e~perar que avance la pubertad para que, con un mayor
tivo se hubiera logrado. Víctor hubiera captado finalmente numero de observaciones, podamos clasificarlo y tenerlo
el significado verdadero de la palabra; se hubiera estable- en cuenta.
cido entre nosotros un medio de comunicación y a este
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La última conquista del órgano de la voz es algo más im-
portante: está representada por dos sílabas, que valen como
1 lo He~a al jardín y le coloca en las manos las barras de la
carretilla sobre la cual se sienta de inmediato. Si nos ne-
gamos a esta pri~era invitación, se levanta, vuelve a las
tres por la manera en que pronuncia la última Se trata de barras de la carret1lla la mueve hacia atrás y hacia adelante
la exclamación ¡Oh Dieu! que aprendiera de la señora Gué- 1
duran~e u~ rato y .luego se vuelve a sentar en ella. Sin
rin y que. deja escapar a menudo en lc>s momentos de gran duda 1magma que s1 sus deseos no han sido satisfechos es
alegría. La pronuncia suprimiendo la u de Dieu e insiste en porque no los ha expresado con la suficiente claridad.
la i como si fuese doble, de manera que se lo escucha gri-
¿Tiene deseos de comer? Su deseo se hace todavía más
tar con claridad ¡Oh Diie! ¡Oh Diie! La o que se encuentra
visible. El mismo lleva los cubiertos a la mesa y le entrega
en esta combinación de sonidos no era nueva para él, ya
a la señora Guérin los platos que debe llevar a la cocina
que hacía algún tiempo había logrado que la pronunciara.
para colocar los alimentos. Si debe comer conmigo en la
Este es el punto al que llegamos en lo que se refiere. al
ci!.ldad, todas sus exigencias se dirigen hacia la persona que
órgano de la voz. Todas las vocales, con excepción de la
hace los honores de la mesa; y siempre se dirige a ella para
u, forman parte del pequeño número de sonidos que sabe
ser servido. Si le parece que no es comprendido, coloca
articular, además de las tres consonantes, /, d y 1 1iquida.
su plato junto a la comida deseada que luego se pone a
Indudablemente estos progresos son bastante modestos si
devorar con la mirada. Si esto no produce ningún efecto,
los comparamos con los que exigiría un desarrollo completo
de la voz humana; pero, al menos, me parecen suficientes tona un tenedor y da dos o tres golpes en el bor,de del plato.
Si todavía seguimos sin entender, entonces, deja de lado
para garantizar la posibilidad de este desarrollo. Ya me he
todas las formas: hunde una cuchara o también las ma-
referido a las causas que harán que este desarrollo sea
no~ en la fuente y en un abrir y cerrar de ojos llena
largo y difícil. Pero existe también otra que tendrá una
su escudilla. También es sumamente expresivo en su ma-
incidencia similar que no debo pasar por alto. Se trata de
nera de testimoniar los afectos y sobre todo, la impaciencia
( a acilidad ue osee nuestro sa va]e para expre·sar e mo- del aburrimiento. Muchos curiosos conocen muy bien de
esto número de sus necesi a es con otros medios n. Cada
Üna de sus necesidades se pone de manifiesto mediante los qu3 manera, cansado de la extensión de sus visitas, les
signos más expresivos que poseen, como los nuestros, su pmsenta a cada uno, con más franqueza que gentileza, su
graduación y su sinonimia. Por ejemplo, cuando llega la ~ytón, sus guantes y sus sombreros; luego los empuja dul-
hora del paseo, se aproxima v~rias veces a la ventana y a ceme~~e hacia la puerta que después cierra con ímpetu
.u~a vez que han salido 12. _
la puerta de su habitación. Si en ese momento advierte que
su gobernanta no está lista, le pone delante todos los obje- Para completar la historia de este lenguaje pantomímico
tos necesarios para su toilette y, en su impaciencia, llega debemos agregar que Víctor lo comprende con la misma
hasta el punto de ayudarla a vestirse. Después desciende faci!idad: la señora Guérin, para mandarlo a buscar agua
por delante y abre él mismo la puerta. Una vez que llega sólo debe mostrarle el jarro y volcarlo para hacerle ver que
al Observatorio su primer objetivo consiste en pedir la le-· está vacío. Un procedimiento análogo me basta para pedirte
che y lo hace portando una escudilla de madera que nunc3 que me sirva de beber cuando comemos juntos, etc. Pero
olvida colocarse en el bolsillo cuando sale y que utilizó por lo más sorprendente en la manera en que reacciona a estos
primera vez una mañana que había roto en la misma cas"' medios de comunicación es el hecho de que no necesita
y con el mismo uso, una taza de porcelana. ninguna lección preliminar ni ningún acuerdo recíproco para
En el Observatorio y para que los placeres del domin(JC'> comprenderlos. Me convencí de esto un día, después Cle
sean más completos alguien, desde hace algún tiempo, tienP una experiencia realmente decisiva. Elegí, entre muchos,
la bondad de" llevarlo a pasear en un carrito. Desde ·ese día
apenas siente~ ganas de hacerlo, si nadte está presente par~ 12 Debe advertirse que este lenguaje de acción es totalmente natural y
que desde lo~ primeros dias de. su Ingreso en la sociedad lo utilizaba de
satisfacerlo, entra a la casa, toma a alguien por el brazo, la man~ra mas elocue':'te. E! coudadano Constant Saint-Esteve, que lo vio
al .co~oenzo de esta epoca onteresante, dice: "cuando tenía sed, miraba
11 También en este punto importante, mis observaciones confirman la a ozquoerda Y derecha. Al divisar un jarro puso mi mano en fa suya
opinión de Condillac quien, hablando del origen del lenguaje de los sen- me condujo hacia .él y. la golpeó con la mano Izquierda para pedirme de
\ tidos dice: "El lenguaje de acción, entonces tan natural, constituía un beber. Se le tra¡o vono que rechazó. expresando Impaciencia por el
\ gran obstáculo a superar; se podía aba11donarlo por otro cuyas ventajas retraso que demostraba en darle agua".
Lno se adivinaban, y cuyas dificultades eran evidentes".
81
BO
un objeto '1 asegurándome de antemano que no existía, con
respecto a él, ningún acuerdo entre él y su goberna~ta. Po- r respecta a su intelecto. Todas sus facultades intelectua-
les se circunscriben rigurosamente al estrecho círculo de
sus necesidades físicas. Sólo debido a ellas se ejercen las
dría ser, por ejemplo, el peine utilizado para pemarlo Y
que deseaba que me lo trajera. Me hubiera desilusionado 1 operaciones de su espíritu. Entonces, es necesario que la
mucho si no me hubiera comprendido después de haberme educación las utilice y las aplique a su instrucción es
entremezclado los cabellos y después de mostrarle la ca- decir a un nuevo orden de hechos que no tienen nin~una
beza en desorden. Pero, en efecto, me comprendió Y en- rel~ción con sus primeras necesidades. De esta aplicación

.
1

seguida tuve entre mis manos aquello que le pedía. . denvan todos los conoc:;imientos del hombre, todos los pro-

r es~os gresos de su espíritu y las concepciones del genio más


M.uchas. personas sólo advierten_ en_ to. dos pr.oced. 1-
mientos la actitud de un animal. En c~11to a m1, _deb~ ~on· 1 ~ublime .• C~alquiera sea el grado. de factibilidad de est.a~
tesar que creo reconocer en ello~ en. tod~ su s1mpl1c1d~d 1dea, aqu1 solo la expongo como punto de ,partida del itine~
rario que he seguido para poner en práctica este último
el lenguaje de acción, ese lenguaje pnr11an~ la espec~
humana, empleado ongmanament~~~ ínfancla~n­
proyecto.
meras saciedades, antes ~~_9.1:1..~_&_!r~Q_de ~uch()S _siglos
No me detendré en el análisis detallado de los medios

1 fiubiera coordinado el sistem_ a de~. pa~abra


. 1.._P_rop.()rCIQ._·_···n-ado
'al hombre civilizado un fec~_ll.<l_c:u'_~me ~~d'?_~~ !le:fec-
cionamiento que hace brotar su pen~amie!'t_~_l?_-~_!.1~!_
utiiizados para ejercitar las facultades intelectuales del "sal-
vaje del Aveyron" sobre los objetos úe sus apetitos. Estos
medios consistían sim lemente, en resentarle obstaculos
, 1cada vez mayores y nuevos. interpuestos entre e y e o Jeto
l y que utiliza toda la vida ~in apreciar ha_s_!~~ _E'!E!~~ 1¡1 él., sus neces1dades. Estos obstáculos solo pod1an ser su]
: lo que es gracias arTe'ñ§Uaje, y_ sm pensar en lo_ que__se_;:1a_ __
1• per~~o~ ejercitando continuamente la atención, la memoria,
deéfsise ·encontrase accidentalmente privado de__ :u utl11- 1
1 el .JUICIO y todas las facultades sensoriales n.
: i:ación como en el caso que rli:>s.ücupa. ·sin ·auaa rre-gará
[le esta manera se desarrollarían todas las facultades
l un dia·en que.lás-necesidaaes.más- articuladas le _harán que luego deberían servir para su instrucción; sólo se nece-
sentir al joven Víctor la necesidad de utilizar nuevos signos.
sit:;ba encontrar los medios más fáciles para hacerlos fun-
La utilización defectuosa de los rimeros sonidos ue re-
cionar. Poco puedo contar sobre los recursos del sentido
nuncia podrá, por cierto, retrazarle ese momento pero
del oído: en este aspecto, "el salvaje del Aveyr'on" no era
sinJ un sordomudo. Esta consideración me sugirió recurrir
que e suce e a nmo comienza a balbucear la pa-
al método del ciudadano Sicard. Por lo tanto comencé a utili-
a ra papa sin vincularla con nin una ide~ Y la v~. pronun-
( ,2an 0 en todos los lugare_s y en cualqUier ocas10n¡ es- 13 Resulta útil hacer notar que no he encontrado ninguna dificultad en
pués, comienza todos los. hombres u~. ve cumplir con este primer objetivo. Cuando se trata de sus necesidades
su atención, su memoria y su inteligencia parecen elevarse sobre éÍ
so o después de una serie de razonamiento y tamblen mismo .. Es u.na ob~ervación que se ha podido hacer bastante a menudo
lr',,\v_··. y que so huboera soda profundizada con serladad nos hubiera conducido a
,: .• '""'''""' "··· • '"' "''" "" ••• 1•"•· prever un porvenir feliz. No temo afirmar ~ue considero una gran prueba
de intel~~n_c_i_~_~e.l~ hecho de que aprendiera, luego de seis semanas de
pefiñliñencoa en socTettaáil¡m¡!f!l'lJr" ¡¡~·- f!tllp~os allmMlos con todos los
(p/!,p(/,f]¡ V
cuidados y detalles ··-qmr~-c.mraaano Bcnna erre Ms refiere:-, uran e
su estadla en Rodez =doce este naturalista- su ocupacoón principal
C!JnSist!a en de~granar frijoles y realizaba esta tarea con un grado de
doscernomiento dogno del hombre más exp11rto. Como sabía por experien-
cia que este tipo de legumbres estaba destinada a su alimentación
Quinto objetivo: Ejercitar, df!rante algún tiempo apenas se le traía un montón de frijoles para desgranar, buscaba un~
las oper.aciones más simples del ~spíritu .s?bre olla y establec1a el cuartel general de sus oper.aciones en medio de la
h~bitaclón. Allí dlstribuia s1.1s materiales de la manera más cómoda po-
· los objetos de sus neces1dades f¡s¡cas, sobl_e. Coioc!'ba la olla a la derecha y los frijoles a la izquierda; luego
abroa las vaonas una por ut>a con una Inimitable agilidad de los dedos.
ampliando luego la aplicación a .otros objetos Colocaba en la olla los granos buenos y tiraba los que estaban enmohe·
que pudieran instruirlo. cidos o manchados; si pcr casualidad algún grano se le escapaba de las
manos, lo seguia con lá mirada, lo recogía y lo ponía Junto a los otros.
A medida que vaciaba la" vainillas, las amontonaba a su lado con slmetria
Y cuando terminaba su ~·abajo llevaba la olla, la llenaba de agua y la
Si se lo considera en su más tierna infancia, el hombre acercaba al fuego, que :11imentaba con va !nas acumuladas aparte. Si el
fuego se apagaba, tomaba la palita, se la ponfa en manos de su obser·
no parece distinguirse de los demás animales por lo que vador y le hacia señale"' de que fuera a buscar en las cercanfas, etc."

82 83
zar loe; primeros procedimientos que se utilizaban en aq.uella
célebre escuela y dibujé en un pizarró~ negro la f1gurl!. que ésta significaba. Lo hice fatigándola sin concederle
lineal cie algunos ooíetos cuya forma podla repr~~entar ml1:., ningún reposo mediante el aumento de la cantidad de dibu ..
j(ir cor un simple dibUJO como yna llave, las tiJeras Y ~n jos y la frecuencia de sus inversiones. En este punto, la
martille. Varias veces, en los momentos en ~ue me parec1a memoria se convirtió en una guía insuficiente para la siste-
ser observado, coloqué alguno de estos objetos ~obre su matización metódica de esos múltiples objetos; entonces, el
respectivo dibujo y cuando me pareció .que le hab1.a ~echo espíritu debió recurrir a la comparación entre el dibujo y la
comprender las relaciones entre el objeto y el d1buJ?• ~e cosa. ¡Qué progreso se había producido! Ya no tuve dudas
pedí que me los alcanzara, indicando con. el de?o el dibUJO cuando observé cómo el joven Víctor paseaba su mirada,
del objeto que pedía. No logré nada, lo mtente numerosas sucesivamente, por cada uno de los objetos; después. elegía
veces pero siempre con poco éxito: o bien se. negaba con uno y luego buscaba la figura a la que quería referirlo; y
obstinación a traerme alguno de los tres objetos que ~e luego obtuve también una prueba material mediante la in-
pedía 0 bien los reunía con los otros. dos y me los, tra1a versión de las figuras que fue seguida, por parte suya, por
jÚntos. Me convencí de que esto denvaba. de un calculo la metódica inversión de los objetos.
debido a la pereza que lo inducía a no realizar de manera Este resultado me inspiró muchas esperanzas. Pensé que
analítica lo que podía realizar de una sola vez de manera ya no tenía ninguna dificultad que vencer cuando, de pronto,
más simple. . .. una difícil de superar, que me bloqueó en forma inexorable
Entonces re-currí a un sistema que lo obligó a subd1v1d_1r y que me obligó a renunciar a mi método. Es sabido que
su atención entre cada uno de los objetos. De.sde. ha?!a en la instrucción del sordomudo se utiliza a menudo otro
muchos meses había observado que tenía Ul¡a 1nclmac1Qn proc-edimiento más difícil después de haber completado este
muy marcada por el orden: al punto que a veces se leva_n- procedimiento comparativo. Después que el alumno ha
taba de la cama para volver a colocar en su lugar algun percibido, a través de sucesivas comparaciones, la relación
bl 0 algún utensilio que se encontraba fuera de lugar. de la cosa con su dibujo se colocan alrededor del dibujo
~s~: t:ndencia se evidenciaba todavía más con _respecto a todas las letras que conforman la palabra que designa al
los objetos colgados de la pared; cad~ uno t~1a un clavo objeto representado por la figura. Una vez realizado· esto,
0 un gancho propio y cuando se realizaba. algun desplaza- se suprime la figura y se dejan solamente los signos alfa-
miento entre estos objetos no se tranqUilizaba hasta que béticos. En este segundo procedimiento el sordom1.1do sólo
e había vuelto a colocar todo en orden. Por lo tanto, ve un cambio de dibujo, que para él, continúa siendo el sig-
:~ :rataba de disponer en el mismo orden los objetos sobre no del objeto. Con Víctor no succedió lo mism.o: a pesar
los que quería ejercitar su atención. Colgué por .medio de de la repetición frecuente y a pesar de la exposición pro-
un clavo cada uno de estos objetos _de ~u respectiva repre- longada del objeto sobre la palabra nunca pudo coordinarlas.
sentación y los dejé allí durante algun t1empo. Cuando .des- Advertí rápidamente esta dificultad y también comprendí
pués los descolgué y se los di a Víctor,. ~1 . ~os volv1ó a con facilidad porqué se trataba de una dificultad insupera-_
colocar nuevamente en su orden justo. R~m1c1e numerosas ble. .Existe una distancia inmensa desde la fi r un r
, veces la operación y siempre obtu~e .los m1smos res~ltado~. objeto hasta su representac1on a a ética y esta distancia
1
Sin embargo estaba lejos de atr1b~1r ésto a s~ discerm- es tanto mayor para el alumno por cuanto se le presenta
1\ míento; ·esta clasificación bien pod1~, ser un . s.l~ple acto es e las primeras etapas e a mstruccion. i los sor o-
mudos pudieron superarla es porque se encuentran entre
\ de memoria. Para asegurarme, camb1e la pos1c1on respec-
' tiva de los drbujos y entonce VI que volv1a a coloc~r los los niños más atentos y observadores. En efecto, acostum-
ob etos en el m1smo orden antenor sm prestar mnguna brados desde la más tierna infancia a escuchar y a hablar
atención a la mo i icac10n m ro uc1 a. con los ojos, están entrenados para valorar todos los aspec-
En realidad era sumamente fácil enseñarle 1~ nueva.~~~· tos de los objetos visibles.
sificación que se hacía necesaria por el camb1o:_ lo d1f1cil Por lo tanto era necesario buscar un método más ligado
era que lo pudiera razonar. Lo ú~ico que se poma en mo- a las facultades todavía adormecidas de nuestro salvaje.
vimiento era la memoria para disponer ?ada cosa en su Era necesario encontrar un método en el cual cada dificultad
lugar. "Entonces intenté neutralizar de algun modo la ayuda superada lo elevase al nivel de la dificultad que debía
vencer. Con esta idea tracé mi nuevo plan. No me detendré
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a analizarlo: se lo juzgará por su puesta en práctica. Sobre que se cansase, tomaba los trozos de cartón y los tiraba
una tabla pegué tres pedazos de papel de forma bien dife- al s~elo y se ti_raba sobre la cama con rabia; yo dejaba trans-
rente y de colores definidos. El primero era un trozo de curnr unos mmutos y después volvía a la carga con la
papel circular, rojo; el segundo era triangular y de color mayor sangre fría posible: le hacía recoger todos los carto-
azul y el tercero, un cuadrado negro. Luego los agujereé por nes esparcidos por la habitación y no le daba tregua hasta
el medio y coloqué sobre clavos dispuestos para ese fin que los volvía a colocar en el lugar adecuado. Mi obstina-
sobre la tabla, tres pedazos de cartón de igual forma y color ción obtuvo algunos resultados sólo durante algunos días
sobre sus respectivos modelos y los dejé allí durante Y al final fue vencida por ese carácter independiente. Sus
algunos días. Después los quité y se los entregué a Victor Impulsos de cólera se hicieron más frecuentes, más vio-
y él los colocó en el lugar preciso sin ninguna dificultad. lentos, y se parecían a los accesos de rabia de los que ya
Luego invertí la tabla y cambié de ese modo el orden de he hablado pero con una diferencia notable: no sólo se
las figuras y entonces comprobé que estos primeros resul- dirigían a las personas sino a las cosas. Poseído de un
tados ya no se debían sólo a la costumbre sino a la com- espíritu de destrucción, mordía las sábanas y las colchas
paración. Luego de algunos días sustituí la primera tabhi de la cama, desperdigaba por la habitación las cenizas los
por otra. Allí había representado las mismas figuras, pero tizones ardientes y terminaba por desplomarse en el ;uelo
todas del mismo color. En la primera tabla el alumno debía preso de co~~ulsiones que tenían en común con la epilepsia
coordinar la doble. indicación de las formas y los colores; una suspens10n completa de las funciones sensoriales.
en la segunda, sólo existía una guía: la diversidad de. las Cuando las . cosas llegaron a este punto, me vi obligado
formas. Prácticamente en el mismo período le presenté a ceder; Y sm. embargo mi condescendencia solo agravó
Uniitercera tabla, en la cual todas las figuras eran iguales el mal: los accesos se hicieron más frecuentes y se reno-
y obtuve siempre los mismos resultados, ya que no le adJU- v?ban ante la más mínima contrariedad y a menudo hasta
dico mucha importancia a algunos errores de atención. · La sm una causa determinada. Mi sorpresa aumentó. Veía
facilidad con que realizaba estas pequeñas comparaciones me lleg~r el momento en que todos mis cuidados sólo habían
incitó a presentarle otras. Hice agregados y modificaciones serv1do para lograr que este pobre muchacho se convirtiera
a las dos últimas tablas. Agregué a la tabla de la que colga- en un infeliz epiléptico. Hubiera bastado algún otro acceso
ban sólo figuras diversas otras formas menos diferentes y a ~ara que la fuerza de la costumbre hubiera suscitado en
la de los colores, otros colores que solo diferían en matices. el una enfermedad que se encuentra entre las más terribles
Por ejemplo, en la primera tabla había un paralelogramo un Y las más incurables. Por lo tanto era necesario remediar
poco alargado junto a un cuadrado y en la segunda un trocito en forma inmediata y ya no mediante medicamentos . infruc-
de color celeste junto a otro de color azul grisáceo. Le sur- tuosos Y ni siquiera co~ la dulzura de la que ya no podía
gieron algunas dudas y cometió algunos errores que sin em- es!'erar nada: s~ ~eces1taba un procedimiento perturbador,
bargo desaparecieron después de algunos días de ejer. ciclo. } mas o ~enos s1m1lar al que había empleado Boerhaave en
Estos resultados me alentaron a realizar nuevos cambios el hospital de Harlem. Comprendí que si el primer intento
l
cada vez más difíciles. Cada día agregaba, cortaba, riiodifi· fracasaba 1~ enfermedad sería exasperada ulteriormente y
caba y probaba nuevas comparaciones y nuevos juicios. Al que_ c~a!q.UJer otra terapia de la misma naturaleza se vol-
final, la multiplicidad y las complicaciones de estos peque- vena_ mu!1l. _Con esta firme convicción, elegí el medio que
ños ejercicios terminaron por agotar su atención y su doci- cons1dere mas terrible para un ser que no conocía todavía
lidad. Reaparecieron entonces, con toda intensidad, los mo- en su nueva existencia, ningún tipo de peligro. '
vimientos de impaciencia y de furor que aparecían con Algún tiempo atrás, la señora Guérhi, que se encontraba
tanta violencia al comienzo de su estadía en París, sobre con él en el Observatorio, lo había llevado a la plataforma
todo cuando se encontraba encerrado en su habitación. q_ue, co~o se. sabe, es bien alta. Apenas había llegado a
Pero no importa: me pareció que había llegado el momento Cierta d1stanc1a de la baranda, Victor, preso de un terror
en que se hacía necesario modificar esos impulsos no con Y de un temblor general volvió hacia su gobernanta con el
condescendencia sino con energía. Pensé, pues, que debía rostro c_ubierto de ~udor, la arrastró del brazo hacia 'la puer-
insistir. Así, cuando disgustado por un trabajo cuyo obje- ta Y solo encontro alguna calma después de haber des-
tivo en verdad no comprendía y del que resultaba natural cendido las escaleras. ¿Cuál podía ser la causa de ese

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T

terror? No me detuve a buscarla: me bastaba conocer el estas nuevas dificultades sólo representaron un juego para
,efecto para utilizarlo para mis fines. La ocasión se pre- ·el muchacho; este resultado era suficiente para el objetivo
sentó enseguida, durante uno de los más violentos accesos propuesto cuando adopté este sistema de comparaciones.
de rabia que creí oportuno provocar con la reiniciación~de
Ahora había llegado el momento de sustituir este siste-
nuestros ejercicios. Captando entonces el momento en que
ma por otro más instructivo que presentaría dificultade·s
las funciones sensoriales no estaban todavía suspendidas,
que hubieran sido insuperables sin la ayuda de los medios
abrí con violencia la ventana de la habitación que estaba
utilizados con éxito para superar las primeras dificultades.
situada en el cuarto piso y daba perpendicularmente sobre
Hice dibujar en grandes caracteres, sobre trozos de cartón
grandes bloques de piedra. Me acerqué a él con el aire
de dos pulgadas, las 24 letras del alfabeto. Luego hice ta-
de estar terriblemente enojado, lo aferré con fuerza de las
llar en una tabla de un pie y medio cuadrado, un número
caderas y los expuse fuera de la ventana con la ·cabeza
idéntico de casilleros en las cuales inserté las piezas de
dirigida hacia el fondo de ese precipicio.
cartón, sin pegarlas, de modo que se pudieran cambiar
to metí adentro algunos segundos después, pálido, baña- libremente de lugar. Finalmente hice fabricar veinticuatro
do en sudor frío, con los ojos un poco lacrimosos, agitado caracteres de metal de las mismas dimensiones. Estos últi-
tod¡wía por un ligero estremecimiento que yo consideré mos deberían ser comparados por el alumno con las letras
como una consecuencia del miedo. En este momento lo impresas y clasificados en sus casilleros correspondientes.
conduje hacia las tablas. Le hice reco~r todos los cartones El primer intento con este método lo realizó, en mi ausen-
y le exigí que fueran colocados nuevamente en su lugar. cia, la señora Guérin. Me sorprendí muchísimo cuando, a mi
Realizó todo esto de manera muy lenta y no demasiado bien regreso, me informó que Victor distinguía todos los carac-
pero sin ninguna impaciencia. Después se tiró sobre la teres y los clasificaba correctamente. Inmediatamente volví
cama donde lloró abundantemente. En r-ealidad era la pri- a realizar la prueba y no se verificó el más mínimo error.
mera vez, por lo que me concernía, que derramaba lágri- El éxito tan· rápido me llenaba de entusiasmo pero estaba
mas. El episodio al ((Ue me he referido, en el que lloraba lejos de poder explicármelo. Sólo empecé a comprenderlo
por el dolor de abandonar a su gobernanta o por el placer algunos dias después, al observar cómo realizaba· el alum-
de reencontrarla, es posterior a éste. Lo hice preceder no la clasificación. Para hacérsela más fácil había elegido
a este último porque mi narración no seguía tanto un orden él mismo un pequeño sistema que lo liberaba de utilizar
cronológico sino una exposición metódica de los hechos. la memoria, la comparación y el discernimiento en el curso
Este método extraño logró un éxito que si no fue com· de este trabajo. Apenas se le ponía la tabla entre las ma-
pleto al menos fue suficiente. Aunque nunca pudo sobre- nos, no esperaba que las letras metálicas fueran sacadas de
ponerse totalmente a su disgusto ante el trabajo, al menos sus casilleros: las tomaba y las disponía en su mano,
éste disminuyó mucho y nunca volvió a tener efectos si- manteniendo el orden de su clasificación. Por lo tanto· des·
milares a los ya referidos. Sin embargo, cuando se daba pués de haber vaciado completamente la tabla. la Última
el caso c!e que lo agotábamos demasiado y cuando lo obli- letra del alfabeto venía a resultar la primera de la pila, de
gábamos a trabajar e~ las horas destinadas a los paseos manera que con ella iniciaba y la última de la pila terml·
o las comidas se conformaba con expresar aburrimiento e naba en la operación inversa, comenzando por el fin de la
impaciencia y nos hacía sentir un murmullo de lamentación tabla y procediendo siempre de derecha a izquierda.
que casi siempre terminaba con un llanto. Este cambio Esto no es todo: este procedimiento podía ser perfeccio-
favorable nos permitió retomar de manera sistemática el nado por Victor ya que bastante a menudo la pila se caía
desarrollo de nuestros ejercicios los cuales, por otra parte, Y los caracteres se esparcían por el suelo y entonces
fueron sometidos a modificaciones que tendían a fijar mejor debía embrollarse para ordenarlos mediante· el esfuerzo de
su capacidad de juicio. Las figuras de la tabla que, como ya la atención. _ Los veinticuatro caracteres se disponían en
he dicho eran superfieies planas que representaban figuras cuatro filas, de seis casilleros cada una: por lo tanto resul-
geométricas, fueron sustituidas por dibujos lineales de estas taba más simpl,e tomar una fila por vez y ordenarlas de
mismas superficies. Me conformé con indicar los colores la misma manera y quitar las letras de la segunda fila sólo
mediante pequeños trozos de forma irregular y totalmente cundo las de la primera hubieran sido ubicadas nuevamente
diferente a la de los cartones coloreados. Puedo afirmar que en su lugar. No sé si realizaba el razonamiento gue yo

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le atribuyo, pero al menos es cierto que procedía tal como dano Lemerl (donde, como ya he dicho, va todos los días
lo relato. Por lo tanto, se trataba de una verdadera téc- a merendar con leche) dispuso las letras sobre la mesa de
nica, pero de una técnica de su invención que quizá~ hací? manera de formar la palabra ·"lait".
tanto honor a su inteligencia como lo haría a su discerni- Tenía la intención de recapitular en este punto todos los
miento el poder realizar una clasificación metódica. No fue hechos que están esparcidos en la presente obra. Sin em-
difícil ubicarlo en este camino, dándole las letras mezcladas bargo, pensé luego que a pesar de la fuerza que podfa
cada vez que se le daba la tabla. Finalmente, a pesar de surgir de esta recopilación de hechos, no resultaría jamás
las frecuentes inversiones que realizaba con las letras im- equivalente a la fuerza de este último resultado. Por lo tan-
presas, cambiándolas de casillero y a pesar de _alguna ub~­ to, lo consigno así, desnudo y despojado de cualquier re-
cación insidiosa de estos caracteres (como por ejemplo, ubi- flexión, para que pueda indicar de la manera más evidente
car la G junto a la C y la E junto a la F. etc.) su facultad la etapa a la que hemos llegado y convertirse en garantía
de discernimiento actuó sin desmayos. de aquella a la que querríamos arribar. Mientras tanto, de
Al hacerle realizar este tipo de ejercicios me había pro- todas las observaciones apuntadas y sobre todo, de las que
puesto preparar a Victor para _utili~ar las letras en su ver- han sido expuestas en los últimos parágrafos podemos
dadero uso, indudablemente pnmano: para expresa~ las ne- concluir que, el muchacho conocido como el "salvaje del
cesidades que sólo pueden manifestarse a traves de la Aveyron" posee el libre ejercicio de todos sus sentidos;
palabra. No pensaba, en absoluto, que est~ gran moment? que continuamente ofrece pruebas de atención, de recuerdo,
de su educación estuviera próximo y, en realidad, fue el espl- de memoria; que puede comparar, discernir y juzgar y final-
ritu de la curiosidad más que la esperanza de lograrlo lo mente aplicar todas las facultades de su intelecto a obje-
que me sugirió la siguiente experiencia. Una mañana en tos relativos a su instrucción. Se advertirá -y esto cons-
que esperaba con impaciencia la leche con la que desay~­ tituye un punto esencial- que estos felices cambios se
naba, tomé de su tabla y dispuse en un plano que habla realizaron en el breve espacio de nueve meses, en un sujeto,
preparado expresamente, estas cuatro !etras ~· A, l. T. La al que se consideraba incapaz de atención. Por lo tállfu;
señora Guérin, ya advertida se aproxima, m1ra las letra~ deberá concluirse que su educación es posible, si es que
y me da de inmediato una taza llena de l_eche, que ap?rento ya no está garantizada por estos primeros éxitos, inde-
servirme para mí. Un momento despues me aproximo a pendientemente de los éxitos que debemos esperar con el
Victor y le doy las cuatro letras que había tomado del transcurso del tiempo. En efecto, el tiempo, con su deve-
plano, se las indicó con una mano mientras ~ue con la otra nir invariable, parece proporcionar a la infancia esa fuerza
le acercó la taza llena de leche. De inmediato, las letras y esa capacidad de desarrollo que le quita al hombre cuando
fueron reubicadas sobre el plano pero en un orden comple- su vida declina 14 • Sin embargo, ¡qué importantes conclu-
tamente invertido, de modo que dieron como resultado la siones, referentes a la h1stona filosófica y natural del horn-•
palabra Tia/ en vez de Lait. Entonces le indiqué las correc- §re, derivan ya de esta primera serie de observaciones(
ciones que debía hacer, mostrándole con los dedos las letras Reunámoslas, clasifiquémoslas con método, reduzcámoslas
que debía trasladar y el lugar en el que era. preciso co~o­ a su justo valor: ensontraremos entonces la prueba mate-
carlas. Cuando estos cambios produjeron el s1gno del obje- rial de las más importantes verdades, aquellas que Locke
se
to, no (o hice esperar. Quizás no Se m·e creera SI d1g0 y Condillac llegaron a descubrir gracias a la fuerza de su
genio y a la profundidad de sus meditaciones. Me parece,
que sólo bastaron cinco o seis sesiones para que llegara
a sistematizar en. forma metódica las cuat!o letr~s de la al menos que de los hechos expuestos se podría deducir
palabra "lait", pero también, si s.~ me _permite dec1rlo, para lo que sigue:
que obtuviera la idea de la relac10n ex1st~nte entre la pala-
14 Corresponde a los observadores Iluminados venir a comprobar perso-
bra y la cosa. Pienso que estamos autonzad?s a suponer!? ~a.lmente la verdad de los hechos. aportand() en su examen un espíritu
a partir de lo que sucedió ocho días despu~s de, este pr_l- JUicioso Y competente en la ciencia del intelecto. La valoración del estado
11_10ra! de ':'uestro salvaje es más difícil de lo que se piensa. La expe·
mer experimento. Cuando por la tarde _se d1spoma_ a sahr nenc1a cotidiana y todas las ideas adquiridas están prontas para confundir
para el Observatorio vi que, por su prop1a y es.~ontanea vo- el juicio. Condlllac afirma, a propósito de un caso bastante análogo·
luntad se munía de las cuatro letras en cuest10n, Y se las "Si nuestra costumbre de utilizar signos nos permitiese advertir todo Ir•
que les debemos nos bastar! a ubicarnos en el lugar de aquel joven pare
ponía 'en el bolsillo. No bien había llegado junto al ciuda- comprender qué pocos conocimientos podía adquirir; pero nosotros siem

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1) El hombre, en el puro "estado de naturaleza" es In- entre los pueblos civilizados debe considerarse como un
ferior a un gran número de animales 15. Se trata, en efecto, medio sumamente eficaz para desarrollar el espíritu huma-
de un estado de nulidad y de barbarie que alguno, sin no. Por lo tanto se puede establecer como proposición
fundamento, ha querido presentar bajo los colores más se- ge~e.ral que todas las causas accidentales ambientales 0
ductores; un estado en el que el individuo, privado de las poht1cas que tienden a aumentar o a disminuir el número
facultades características de su especie, desarrolla en forma de nuestras necesidades contribuyen necesariamente a ex-
miserable, sin inteligencia y sin afectos, una vida precaria tender o a restringi~ el campo de nuestros conocimientos
y reducida a las funciones animales; Y e_l campo de la ciencia, de las artes y de la industria
SOCial.
2) Esta superioridad moral que se afirma es natural al
hombre, es el resultado de la civilización, que lo eleva por 5) En el estado actual de nuestros conocimientos fisio-
encima de los otros animales mediante un estímulo grande lógicos, el camino de la enseñanza puede y debe ser guiado
y poderoso. Este estímulo es la sensibilidad propia de su P?r l~s luces de la medicina moderna que es, de todas las
especie: de esta propiedad esencial derivan las facultades CJencJas naturales, la que puede cooperar de manera más
imitativas y esa continua tendencia que lo impulsa a buscar eficaz al perfeccionamiento de la especie humana, valoran-
nuevas sensaciones en nuevas necesidades. do las anomalfas orgánicas e intelectuales de cada individuo
3) Esta fuerza imitativa destinada a la educación de sus Y determinando de esa manera lo que la educación debe
órganos y sobre todo al aprendizaje de la palabra, más enér- hac~r por él y también lo que la sociedad- puede esperar
de el.
gica y más activa en los primeros años de vida, se debilita
rápidamente con el desarrollo de la edad, con el aislamiento Hay todavía algunas consideraciones no menos importan-
y con todas las causas que ti·enden a embotar la sensibi- tes que me proponía vincular a estos primeros datos. Pero
lidad nerviosa. Esto da como resultado que la articulación ~1 ~esarrollo que estas hubieran requerido sobrepasan los
de sonidos que es, sin duda, el resultado más imprevisible l1m1tes y el plan de este opúsculo. Por otra parte me he
y más útil de todas las consecuencias de la imitación, debe dado cuenta de que, comparando mis observaciones con la
encontrar innumerables obstáculos en una- edad que ya ha doctrina de alguno de nuestros metafísicos, me encontraba
dejado atrás la infancia. en desacuerdo con ellos en algunos puntos importantes. Por
lo tanto, debo esperar el momento en el que haya reunido
4) Ya sea en el salvaje más aislado o en el ciudada-
hechos muy numerosos y por eso mismo más decisivos. Un
no que ha alcanzado el más alto nivel de civilización exis-
motivo similar me impide, al hablar de los desarrollos del
te una relación constante entre sus ideas y sus necesida- joven Victor, al~!!:_al despertar de su pubertad que se ha
des; la multiplicidad siempre creciente de estas últimas _manifestado áesde hace unos d!as de una manera casi ex-
¡iTOsTVií icuyos primeros fenómenos arrojan dudas sobre
pre juzgamos en base a nuestra condición". Para formular un juicio co- ~os ort'genes de ciertos afectos del corazón gue nosotros
rrecto en nuestro caso es necesario además no dar por estudiado al consideramos como muy"ñirturales". También en este caso
joven después de un solo examen sino observarlo y analizarlo repetidas
veces, en todos los momentos del día, en cada uno de sus placeres, míen- consideré necesario no apresurarme a juzgar o a concluir
tras realiza sus pequeños ejercicios, etc.: todas estas condiciones son convencido de que debo dejar madurar el tiempo y conflr~
indispensables. Y aun así, ellas no bastarían siquiera para establecer
una comparación exacta entre el presente y el pasado, si no se ha vis- mar a través de posteriores afirmaciones, todas las consi-
to con los propios ojos al "salvaje de Aveyron" en los primeros meses deraciones tendientes a destruir los prejuicios quizás respe-
de su estadía en París. Los que no lo observaron en esa época y lo
ven solamente ahora, verían en él solamente a un muchacho "casi normal", tables, así como las ilusiones más dulces y consoladoras
que no habla. No podrían apreciar en el plano moral la distancia que de la vida social.
separa a este individuo "casi normal" del "salvaje del Aveyron" cuando
recién había Ingresado en la sociedad; distancia aparentemente mínima [Traducción de Cristina Iglesia.]
y en realidad Inmensa cuando se la profundizó y se la calcula a través
de la serie de nuevos razonamientos e Ideas adquiridas a través de los
cuales debió pasar para llegar a estos últimos resultados. ~
: 15 No me caben dudas de que si se aislasen desde la primera edad aj
• dos niños, uno macho y otro hembra y que si se hiciese lo mismo con dos
:.· cuadrúpedos elegidos en la especie menos inteligente, estos últimos se
: mostrarían muy superiores a los primeros en la búsqueda de los medios
¡ ~ara satisfacer sus necesidades y en vigilar por su conservación asl
~omo la de sus pequeños.

92 93
'
1

lndice

Introducción 7

Selección de textos

Phlllppe Pinel
Relación presentada ante la Socleté des
Observateurs de I'Homme sobre el niño
conocido como el Salvaje del Aveyron 25

Anónimo
-Reflexiones sobre el Salvaje del Aveyron
y sobre lo que se denomina, en general,
en relación al hombre, el estado de naturaleza 43

Jean ltard
Memoria sobre los primeros progresos
de Victor del Aveyron 53

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