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DERECHO CIVIL FRANCES POB

F. L A U R E N T
PBOFHBOR DE LA u.NIVEBSIDAD DE Q U T E

QBRA P B X W A EN EL UONUUZSO QUINQWENL(LLiDE LAS OXBNUXAS


MORALES Y POLKTlCIAs,

TOMO XXVX
TITULO IX.

DEL CONTRATO DE ARRENDAMIENT6


(CONTINUA).

CAPI?ULO 111.
DE LOS PRESUPUESTOS Y DE LO8 TRATOS.

$ '1,-Nocxo~~sGENERALES.
l. El tercer arrendamiento de obras mencionado por el
art. 1779 es el de los em.presu~ios& obras á consecuencia de
presupuestos 6 de tratos, El art. 1711 agrega: 6 Mjo. Es-
tas expresiones de presupuesto, tratos y prefijo ae emplean
en la ley sorno sinónimo; tienen,, sin embargo, un significa-
do diferente. Yor la palabra presupuesto se entiende un eq
tado pormenorizado de las obras por hace; y de los mate-
riales por emplear, con indicación del precio de loa mate-
rialee y mano de obras El objeto del presupueeto eri el de,
dar á las partes y, sobre todo, al amo un oonocirnient;~com-
pleto de tudo cuanto importa saber acerca de la extensión
de los compromisos que va B contraer. ' El trato es el con-
trato de arrendhimiento de obraa intervenido entre el dueña
y el empresario, El p@jo es un precio por el que Ia obra
debe hacerse. Se le llama tambikn destajo para indicar que
ea invariable. Las expresiones p~esupue~tos y p ~ f l j oss6lo se
encuentran en los artículos que definen el contrato que la
ley llama trato, y se emplean en ellos como sin6nimo de la
palabra trato (arts. 1711 y 1779). (1).
2, Lo que caracteri~ael trato ea que interviene entre el
dueño y un empresario de obras, el que se obliga A confec-
cionar la obra, mediante un precio fijo, por Fazr~ndel valor
de la ob;. mientras que el arrendamiento de gente -trubu-
juclora tiene por objeto no la obra sino el' trabajo; 9s sea
que el obrero sa contrate por cierto tiempo d para una sm-
presa determinada siempre se 16 paiw por razón del trabajo
que efectúa. Resulta de esto una diferencia muy importan-
te en lo que se refiere ir los riesgos. A1 tratar del arrenda-
miento de los operarios,la ley na se ocupsr de los riesgoa por
razh de que el obrero nunca los sufre; se le paga por ~1
trabajo que haoe, cualquiera sea, la claae del trabajo, y aun-
que este trabajo llegase á perecer por un caso fortuito. No
paea lo mismo con el arrendamiento de obras; el precio se
tipu pula 110por razón del trabajo sino por ral;cin de la obra
que etr objeto del contrato; el precio u610 se debe cuando la
obra esth perfecta y recibida por el dileño; hasta entoncem
el compromiso 'del empresario no estl 'com plido; no puede,
pueu, reclamar el precio estipulado si la'obra llega 6 pere-
cer ante8 que esté acabada 6 recibida: (2)
3. El arrendamiento .de clbreroh difiere también da1 de
& ~ R R ea lo que RB refiere á la prescripcihn, Según el articbii-
lo 2271 la acci6n de los obreroa y,jornalems para el' pago
dc; nus diarios y salarios ue prencribeeri seis rneses; rnieritr:is
qz,ela accidn de loa emprefisrias. no niendo limitada por
1 lilourldn, t. In,p, 329, n ~ m ,816. Oolmet de Santerre, t. VII, p 360,
anív. 240 bis 1,
P Durantón, t. XVII, p, 235, niim. 248. Mourlóo, bm, p. 320, ntFm. 817.
TiL:
t eremoe 6 ebte ounto.
P D& LOE!TRATOS
DE LO$ P~CEXUPUEBTOS 5

una prescripción especial, queda bajo el imperio del dere-


&o comlin que fija en treinta años la duracidn de cualquie-
ra acciót?,
4. Importa mucho distinguir, puesj si. un obrero trata
aomo.empresario 6 como hombre de trabajo; El art* 1798
prevee la dificultad; dice así: 11LosLalbaBiIes,carpinteruij,
cerrajeros y demás obreros que hacen directamente tratos
ár prefijo están aornetidos á las regla^ preacriptds en la pre-
sente sección;. son empreearios eri el ramo en que tratari. 11
De esto se sigue que losarte~anosque, sin $previo trato á
prefijo, ejecutan á días6 á destajo, por ~ i . por
6 obretos que.
emplean, trabajo8 de su oficio miandadbs. hacer por'él due-
ño, ntr son empresarios~~cualquieta* .9ea lzt idiportancia que
tenga su trabajo perrnsnecm obreros: La Uorte dé Casacidn
lo sentenci6 as1 por un trabajo de plomeria y de tejado he*
eho por un plomero én el curio de vanos áños y o'uyo pre-
cia llegaba, B 20,000 francos; no habiendo sido eatos traba,-
jos precedidos de un trsto $. prefijo,fu6 aentqnciado que. era
an eoxitrato hecho por gente de trabajo y que, por consi- ,

guicnta, la prescripción., . seis meses era aplicable. '(1)


de
5. El trqto presenjs tarnbidn otra iificnltad que el ar-
tículo 1787, prevee 6; dec-irla. Este artículo dice: 1iCuan-
5 .

do encarga ,$ alg4ek ha8er' una obra %se pueda convenir


1 S > e

que ministrard 8610 su trabajo 6 su indiistria, 6 bien que


rninistrarti tambidn la materia.,! Se preg~ntasi en v a y
otra,hipb$esisel contrato ea un arrendamiento. La cuestibn
bpotr6rertidi N& parece que la deciddn el texto y el
espíritu \le la lv El art. 1711 dice que ~leltratopara la
hechura de un* 'obia, medisote un preÓia determinado, es
también un tiriendamiento cuRndo la materia e ~ t áminis-
trada'pdi aquh manda hacer el trabajo.!, Esto supone
que cuando la materia es hinistrada por al empresario el
oontrato no ee ya un' aireodmiento. 6 CuOl ser&, en ' esbe
3 Denegada, 27 de Enero de 1861 (Dalloe, 1851,1,'106).
6 DEL ,.ARBEXDAEIENIPODE OBBA

caso, al contrato? El proyecto del Código lo decia; ae en-


contraban dos inciaos en el art. 1787 que decfan: iiEn el
primer caso ea un arrendamiento puro. En el segundo es
la venta de una cosa cuando eeté acabada.11 Estas disposi-
cione~lfueron adoptadas por el Consejo de Estado; el Tribu.
nado pidió su supresión por la r.xnica razhn de que Re trata-
ba de nociones de pura doctrina y que el Código 8610 debfa
contener disposicionea legislativas, Aai el art, 1787 en la
mente.de loa autores del Códiga era el complemento del
art. 2711; resulta, pues, del texto de la ley y de los traba-
jos preparatorios que el contrato por el cual un artesano se
compromete B, hacer una obra me,diante un prefijo y dando
la materia es una venta, Creemos in&il insistir; cuando el
legislador hakld y& no debiera haber controversia. (1)

6. La cuestidn de 10s riesgos 'suscita varias dificulta-


des, Si la cosi que el olireio debe hacer peféoe, se pue-
dépedir primera para quien es la pdrdida de la materia
prima; luego se pregunta si el obrero tiene derecho 4 eu
aaIario cuando la cosa perece antes de que la' obra eritd en-
tregada. Comenzaremos por la primera cuestión, El C6-
digo distingue ni la materia está rninistcaaa por el +erario
6 por el dueño.
i~Si,en'el aaso en que el obrero ministra la materia, la
cosa llega á perecer, de cuctlquiel* modo que sea, antes de ser
entregad&,la pdrdida essiarael obrero, 6 no ser que el due-
no no esté aprekiaifo en recibir la c o s s . ~ L
~a
' regla eri, pues,
que al obrero sufre el riesgo; esto ~ignificaque la pérdi-
da sucedida por caso fortuito es por su cueuta, Esto es 10
que la ley expresa en el art. 1788 con estas palabrae: iila
1 VBanse, en tieatidoa diveraoa, loa sutoree citedoa por Aubry y B ~ ut., 3 3 ,
p6g$a 620, aota 2, pfo. 374. Compfireee, ea el aentido de nueatra opinidnri,De-
negada, 22 de Julio de 1874 (Dalloic, 1876,1, 303).
@dida es para el obrero de cualpuie~lltodo que peresca la
cosa;^^ es decir, aunqus pereciere por caso fortuito; ai pere-
ee por su culpa. so entiende que él es quien aufre la pérdida,
iYor qué sufre el obrero los riesgos cuando él ministra la
materia? Acabamos de decir (nbm. 5 ) que, en esta hip6te-
oi8, el contrato es una venta; es, pues, en los princípiosque
rigen la venta en Ios que debe buscarse la coritestación á
nuestra pregunta. El vendedor sufre 'el riesgo 'cuando la
cosa está indeterminada;.y h e n u d o 1s''cosa que ministrta
el obrero es indetermíoada hasta 18 entrbga; pues ordina-
riamente no es una materia prima esc'ogida por el dueño,
es una materia que el operario escoge;' luego la cosa queda
indeterminada mientras el dueño no la recibid y, por con-
eiguiente; hay lugar t i aplicar el principio en virtud del.
eual los riegos scn para el vendedor chando la cosa q'ue
vende es izideterminada. Deja de sufriir lok riesgoa cuando
el dueño ha recibido la 0bi.a; es deci'r, cuando ésta' haesldo
entregada y aceptada por el dueqo. Recibir la cosa enha-
teria de arrendamieoto de.obras quiere dbcir que el dueño
la acepta de~pudade haberla examinado,'y este examen no
puede hacerse antes de que la obra este entregada al dueño;
sin embargo, ésto podria examinarla en casa del obrero y,
en este sentido, recibirla; des!@ ente momento estarfa tí
riesgos' su-ps, que la cosa dejaría d'e ser iudetermi-
aada; se aplicaría, por h~tisi~uiente, el principio que pone &
cargo del comprador el riesgo 'de la cosa vendida cuando es
dstermin-ada.
'El principio de los rie~gosrecibé excepcidn en caso de
aprernio. Si e1 dueña ha #ido apremiado para recibir la obrh,
y si perece duiaite el apremio, 81 es q'uien ~ufrir&l a p6t-
dida. Eato €36 tambidn la splicación de un principio general,
La cosa perece para el comprador cuarido ea determinhd;i;
810 obstante, si el vendedor ehtá apren~iadode entregar, es
el vendedor quien aufre la pérdida (art. 1138). P u r ideriti-
S DEL ABEENDBIITCENTO,DE OBRA

dad de razones la pdrdida debe ser para eI comprador de


qna cosa indeterminada cuando Re le apremia para recibirla.
Hemos supuesto hasta aquí que la cosa es indetermina-
da. quede suceder que sea determinada, habiendo escogi-
do el dueño la materia que el obrero debe trabajar: el mhr-
mal,. por ejernplo,'da[ que debe hacer no vaso. EI obrero
aufre, no obstante, la p&rdida,pues el art. 1788 no distin-
gue. iCu4l es, en este caso, la razón para decidir? La ven
ta es .condicional, pues no basta que la materia este deter-
minada para que la venta esté perfecta, es también necesa-
rio que la obra esté aceptada: la excepción es, pues, la condi-
cikn bajo la cual la venta foé contratada. Y en uo contrato
condicional el deudor de la cosa es quien aufre el rieago;
es,, pues, para el vendedor para quien perece si esto sucede
qntes de que el comprador la haya recibido y ~ i que n se le
haya apremiado para esto. (1)
. En esta primera hipótesis no a610 es la cosa la que pere-
ce para el o b r ~ r oque e# propietario, pierde tambidn eu tra-
bajo, pues no puede reclamar el precio de una cosa vendida
que no entrega; no hay precio ain venta y, en el caso, la
venta no se perfecciona S consecuencia de la pérdida de It9
que debia formar su objeto.
7. El art, 1788 esth concebido ea thrminos muy genera-
les; ss aplica B cualquier arrendamiento de obra.-8. la cona-
trucci6n de un edifisio tanto como 3 una coea mueble. Se
supone que el empresario ministra loa materiales y que la
cosa llega á perecer durante el trabajo de construcción: b
p8rdida de los materiales y del trabajo ser4 por el empre-
sario. La Corte de Caeación lo sentenció asl para la cona-
trucción de un puente. El empresario objetaba que el ar-
ticdo 1792 fijaba la responsabilidad del arquitecto 6 del
empresario y que el art. X7S8 no ee aplicaba m8a que 4 loa
1 Uolmet de Elanterre, t. Vil, p. 361, nirirn. 241 bis 11, IIT p IV. Duvergierj
t. U[, p. 394, nilm, 340. Aubry y h u , t. IV, p. 526, notan 8 , 4, ~ rfo, 814,
i~bkeros;.pttr~ a81 como el obrero puede ser empresiirioiad
tembido el empresario es artesano en el aentido legal de 1s
palabra, puesto qii¿. ae obliga I hacer una obra, y ai la hace
con tqaterialekeqdele pertenecen e'e le debe apliosr e l ar-
. ,. 1768. (1)
ticulo
Hay &a sentencia posterior de la Cirnara de Requiaibio-
neR, en sehtido contrario: Decidió que el art. 1788 no. d . 6b
recibir aplicaci6n m'ds que en el caso en que las obra3 q u e -
dan basta la entrega 4 'la libre disposición del empresario;
no ae puede aplicarlb, dice la corte, cuhrido se trata de
constniccioneil,' po,rque, en este caso, los kateriales y mano
d* Obra se ihoorpoian al shel* 4 medida que los trabajo8 de
ejecutan; haeiéndlse Propiedad del dueeo eathD pcir esto
mismo Q, riesgo suyb. (2)' 'Preferimos la primera jurisprit-
dencia de la Corto: CRúltima se~tenciaintroduce en l i h y
une listincirln ¿lúe ésta no ha06 y que no p&enece' h8cer
al intérprete, porque la dístincidn es contraria' 4 los priri-
cipioa. iQu6.importa que b e materialbs ee íncorpoken al
suelo? No e8 exacto decir que eiitos iateriales se, Pncah ~ r t L
piedad del dueño á tftuIo ¿ie aocesorio, -puee el dueño tiene
el derecho de examiuar los trabajos; y si de~puesdel exa-
men no los ieoibe'se vuelve aegurarneote propietario #e
ello^, La Uorte ha:sconfundido la 'accesión con el contrato
de obra; u9 ae pueden aplicar la8 regla^ de la acceaidn cuan-
do la incorporacidn de los materialea se hace en virtud de
un 'contrato de obra; las relaciones.de las partes están ra-
gidas, en este ca~o;no por el principio de & propied~dd~ i n a
'por loe que gobiernan el contrato.
8. D e ~ i r n o s - ~ ol
u e obrero permanece Propietario de la
cosa haata que la, recibti'el dueño. La Corte de Oasación
1 Deneg&da,11 de Marzo de 1839 (Dalloz, etl la .petabra Arrendamiento .dR
ehra, nilm. 127). UornpLese Durentdn,'t. XVIT, p. 237, nlítrl. 250; Aubrg y
Ruu, t. IV,p 627, nota 4, pfo, 374.
2 Denegada, 13 de Agoeto de 1860 (Dalloz, 1861,1,106).
P. d8 D. TOMO =VI-2
10 A DEL ARRENDAWNTO DE OBRA

ha hecho una aplicnci6n muy interesante de este principio


al csrio en que el artesano cae en quiebra, Se trataba de sa-
ber ei el dueño puede reivindicar un navío que el obrero S@
obligó á construir con materialeu cuya propiedad era de BU-
te. El constructor cayó en quiebra, el dueño reivindicó el
savio: loa síndicos le opuaierbn que el artesano era propie-
tario, puesto que el navío no eetaba concluido ni entrega-
do. Eabia un motivo serio para dudar: es que el duañ-
babfa pagado abonos de construcción en proporción al t.ra-
bajo hecho, y el-art. 1791 dice que el examen ae considera
hecho para todas las pnrtes pagadas por el dueño al artesa-
no en proporcibn de la obra, hecha. L a corte,de Casacidn
responde que el art. 1791 supo~e,como ,lo dice terminan-
temente. el texto, que se trata de una obra de varias
6 4 la medida, y un navlo no ae,construye y 'no puede en-
tregarse en piezas ni ser examinado ni +recibidopor partes;
sdemdsj había una convenciia, formal que decIa que el na-
vío construido en el domicilio de1,artesaco debía, despuh
de completa construcción, Her .conduciclo,. 4 costas 'del con.
ductor, al rnublIg indicado por el contrato para ser entrega-
d o ahi al dueño listo para hacerde á la mar, La obra era,
pne~,,indivisible,de donde resultaba queqla ejecución par-
cial no padfa hacerse; por tanto, l a obra no estaba recibida
apesar de 10s abonp~pagado3 por el d u e ñ ~en proporción
al adelanto de los trabajos. B ~ t oera decisiio. (1)
9. 1iEn el caso en que el obrero ministra 8610 R U trabajp
6 ~u ioduritria si la cosa llega 8. perecer, el obrero no está
obligado mds pue oullnc20 tiene la wrlpa~l(BFL 1789); es de-
cir, que el arteisno no e@&obligado p,or el caso fortuito en
el sentido de que si la materia prima fuc! dada al arte~ano
por el dueño y llega á, perecer por un caso fortuito la pdrdi-
da' e8 para e81 dueño. El ci~ntratoen esta caso ea un arren-
damieoto; 1s cueatión de loa riesgos debe, pues, ser deoidi-
% a

.I Rentigada, SaIa aivil, 20 de Marzo de 1872 (Delloz, 1872,1, 140),


DE LOf3 PRESUJ?UESTOSY DE LOS TRATOS ,11
da por lo8 principios que rigen el arrendarnienfo. iA:qué
está obligado el artesano que recibe! una materia prima? S i
obliga á trabajarla-y ' á entregarla confeccionada .al dueño.
La ob1igaci6n de entregar lti cosa implica la de conservar
con 16s cuidados de un buea padre de familia (arta. 1136 y
1137); si no cumple con esta obligaoión y si 1s cosa perece
por falta de cuidados responde por la pérdida que le es im-
putable. Por contratsi conserva la cosa coa los cuidados de
un buen padre de familia, y si llega perecer por caso foru
tuito, el obrero no es responsdble, pues cuinpli6 con su obil-
gacidn, Es en este sentido como el'art. 1788 dice que .el.
obrero 8610 es respon~ablede su 'culpa.
Qukda una cuestióu en lasque hay8controversia:idebe pro-
bar el artesano el caso fortuito? ¿O es el dueño quien debe
probar que la culpa fn$ del obrero? Contestanios, sin ver en
ello duda seria, que es el obrero quien hebe 'probar el caso
fortuito que alega. La raión es que es deudor de ua cuer-
po cierto, de la cosa que el dueño-le confid; debe entregarla
al dueño despues de concluida la obra; si no la entrega. de-
be probar que be lo impidid un caso fortuito; el dueño nada
tiene que probar m4s que el contrato de arrendamiento en
virtud del cual entrig6 la iosa al operario. Desde que nnta
entrega conda el obrero es deudor de la cosa y se le debe
aplicar el del art. 1302. 'La ley misma hace la
aplicaci61.1a1 arrendamiento de las cosas dispodiendo que
el arrendatario responde de la' &dida á no ser que prue-
be que tuvo lugar sin 'su culpa (art. 1?32). Se debé aplicar
'el mismo al artesano porque hay identidad de mon
tivos. Hay una senteacia bien motivada en este sentido de
la Corte de Grenoble. (1) ,

La Sala de Requiaiciones ha sentenciado en sentido con-


1 (rreooble, 18 de Jitnio de 1869 (Dalloz, 1810, 2, 149). ~ o m p ~ r e a~e i o n ,
'14 de MIYOde 1849 (Dalloz, 1852, 2,76)), La dootrina est8 oonforme.~ Duver-
gier,+t.TI, p. 395, núm, 341; aolmet de Santerre, t. PII, p, 363, n6m; 248
bis 1,
13.2 DEL BBBENDAUIENTO DE OBB&

erario. En el caso sa habían entregado unos granos 4 un mcr


Enero para transformarloa en harina; los trigr~sfueron de81
truidos por un incendio. iDebIa aplicarse al molinero el
principio del art. 1738 obligándole á probar que el incen-
dio babfa sucedido por caigo fortuito ó fuerza mayor? La
Corte decidib en principio que tocaba al demandante pro-
pietario del trigo probar la culpa del molinero. Se funda
en el art. 1789,segdn el cual el artesano que a610 ministra
su trabajo no re~pondemás que de su culpa en caso d0 pbr-
dida de la coRa que le fu6 confiada; la Corte concluye de es-
,to que toca al dueño' probar la culpa.de1artesano. En nuea-
tro conckpto esto es ipterpretar mal e1 art. 1789, debe aom-
binársele con el artículo que precede y según al cual el ar-
tesano que ministra la materia rerjpunde de la pérdida, de
cualquig r modo que perezca la coqa; es deoir, que renponde
del caso fortuito; al decir que el arterlano que sdlo ministra
su trabajo no está obligada más que por su cuipa, el articu-
.lo 1789 dice, en otro8 tdrminos, que el arteaann no respoa-
-de del caso fortuito; pero este articulo no decide la cdes-
tihn de prueba, ente no es el objeto dd la, ley y para inter-
pretar uzia ley es necesario, ante todo, con~iderarlo que la
ley quiso decidir. Interpretar el art. 1789 como lo ha-
ce la Corte de Casacibn es hacer decir á la ley lo con-
trario de lo .que dice el art. 1302; el art. 1789 derogarla,
pues, los principios generales que rigen la prueba sin que
haya ua motivo para esta deropaci(,u. . Esto no es admiaible;
los principios generalsa quedan aplicables sn k d o s los oa-
nos en qile la ley no los deroga, y el art. 1789, que decide
una cuesticín de responsabilidad, es extraño Ct la cuestion de
prueba decidida por el art. 1802 en materia'de obligacio-
nes y e! materia de arrendamiento por los (zrts. 1732 y
1733.
La Corte de Eeean~;ón,cuya Sala de Requisiciones adiuii-
ti6 Is sentencia, objeta que el contrato que, interviene en-
DJ3 LOS PRESUP'TiESTOS Y DE LOS TRATOS 13
$re el dueño6y el molinero no es un dephsito, es un contrato
b arrendaliento, 1; qúe es evidedenté. Pero' de que el arte-
saho no es i n deiositlino en el sentido'legal "de la; al abra
ise concluir&que no eat4 obligado ti conservar la cosa con
el cuidado-de Ún buen padre de familia? Esto sería olvidar
'quq, segho el art. 1136, todos los que, deben entregat una..
'cof~aest4n obligadoe á conservárla y que, según'el art. 1137,
tiaoen que eoniervarla con el cuidado de uii' buen padri de '

'familia, y dede qqe soq deudores cok cargó de conaervar un


dcrto cuerpo s i les debe aplicar el srt. 1302. ~ { Q o r t e a e B e -
sa&n se equivocó, pues,' en derecho y la. cdkte d e ~asacióh
'agravó e l error decidiendo que eii el caso p'reviato Por ' el
tzd. 1789 la prueba de la yulpa incumbe al dueño. "(1).En
el fondo la Corte de Beaangdn &bla Renterieikdo bien), p u y
>n el caso el molinero había,probado que Q1 ipeendio había
sucedido sin culpa suya, y esta prueba satisface \as exige&
ciqs del srt. 1733, como lo diremos al explicar aeta di#-
' posición.
-10. La ntplicaci6n del srt. 1789 ha dado lugar á ctksín-
terpretaeiones igualniente errdneas. ,Unos fabricantes de
pasamanerls entregaroq & un artesano &ercancías para cona
Lccionar : Estas mercaoclas fueron degtruíhaa , tpÓr"un io-
cendio que se . comunicn de 14 casi vecina. ~ i b l &pues,
a , ,
.prueba,de ~ i oas*i fortuito; desde luego el artesano no po-
dia ser responsable; esta era ei caso de aplicar el art. 1789,
oegfin el cual el artesano s610 responde de su culpa. ,:No
obatahte' el Tribqaal. dt. Cgmercio del Sena declaró T&iP~n-
sable de la perdida al artesano por rnbti<? de que el pisa-
mahero no era un srtessno sino uo negociante y que, cf>n
este titulb, tanis culpa por no habei aseguradp lag mercan-
cfas cjue se' 1; habían coatiado. lLa decisión fri8 casada y de-
bfa serlo. Desda luego introducía en el art 17239 una dis-
tinci6n que no estd en el texto ni en el espir:tu de la ley.
;,Qud importa que aquel que se encarga de una obra T G
negociante? No res como comerciante sino como obrero co-
mo hace el trato. iLuego en dónde está la ley, aunque fue-.
r a negociante, que obliga al obrero á asegurar las mercan-
cfas que se le confían y que lo hace respensable d e la pérdi-
da ~ino las asegura? La Carte de Casaci6o dice muy bien
que al propietario tosa asegurar sus. merancias y que na-
da le impide h~cerlocuando las confía & un. artesano. En
todo cabo, no pertenece A los tribuniles orear una obliga-
ción que'la ley ignora para imponer al artesano una res-
ponsakilidad por razón de una pretendida falta que no co-
metió. (1)
Ótro tribunal de comercio hall6 bueno declarar al obre-
ro responeab¡e del incendio, aunque constabs que la cosa
había sido'desiruida por un in~endio~que se comunicd des-
de fuera, lo que cqnstituye un cabo fortuito 6 de fuerza ma-
yor y excluye, por consiguiente, .la culpa; la Iey misma
descarga al arrendatario.de la re~ponssbilidaddel incendio
buando prueba que el'fuego~se eomunic6 de'una casa vecina,
El tribunal no se conformó con esta justificación legal; quiso
que al artesano probaee que había hecho cuanto hurnana-
mente puede hacerse Paralizar él progreso de1 inceh-
dio, y B falta d e esta pru.eba extralegal declaró al obrero
reepon,sable. Se entiende que 'esta sentencia injuatificablie
'fu6 casada. (.2),
11. Si la coua llega á perecer cuando el obrero mmínistra,
solo RU trabajo, shlo responde de,su culpe; pero i q ~ 6debe
decidirse del #ata& que le fu8 ofrecido? Cuando la coss
perece por culpa del artesano no hay kuestión; no puede
reclamar el precio de su trabajo',' porque el dueño rao.10
aprovecha su culpa. Éo contra parece qnb el obrero
tiene derecho su salario mando h coaa perece por caso
DE LQS PBES'UPUES'TOS Y DE LO8 TRATOS 16
fortuito; sin embargo, el art. 1790 dectde lo contrario: l!Si
la cosa llega á perecer, aunque sin culpa del obrero, antes
. . ,. la obra y ~ i que
de ,recibida n el dueño, esté apremiado en
recibirla, el obrero no tiene salario que realamar.l, Esta '

disposición deroga el derecho romano. Se dice, para justi-


Gcprla que es una consecye~ciade los principios rigen
sl arrendamiento. El dueñp promete.el precio por el goce
del trabajo y no por el: trabajg;. la obra es la que paga y
no,el trabajo del obrero; luego fiel artesaqo.no ministra la
obra,el dueiio no tienq que pagar,un goce que no tiene, asf
como el arrendatario no tiene que pagar la renta cuando la
cosa arrendada perece. El argqrpento es jurídico, pero con:
duce tí una consecuencia que .rechaza la equidad. El, obre-
roltrabajó en la casa. del dueño,'el caso fortuito. no debiera
quitarle su salario, la. cosa perece para el duefio cuando ya
ha sido ,modificada -por el trabajo del operario; ' luego el
4ueño debiera pagar el trtibajo que la modificfi aunque ng
la aproveche, Se piiedq pbjetar que el dueño no debe el
precio de la obra mhs que cuando la recibid, y no Is r ~ c i ;
bid, puesto que ha perecido. Esta es.,una.clificultad d e he-
cho que no es decisiva; la prueba-dq la bondad decla obra
incumbiria naturalmente al artesano? si ,no la hiciera no teq;
dria. derecho albprecio. (1)
12.. L o que prueba que .la dificultad * del exameq .no as
una razón decisiva contra el obrero,, es que ésta puede re-
clamar. su salario ouandq el dueño, e ~ t apremiado
& para ex;-
minar la obra y que fa o e a llega $ perecer mieqttraa que
dura el apremio. El apremi~ponstitirye enculpa al dueiíq,
y uno de IQAefectos de esta crzlpa es po,oer los riesgos á c a t m
go de aquel que la cometid. E?ijucito,quca el obrero no pier,
da elfruto de RUtrabajo,por cialpndrl daeGo. Sin embargo,
Bste Re admite 4 probar que la obra nbvra bueutt y que hu-
biera tenido .el derecho de no recibirlo; si el apramio no
Eanterre, t. VII, p.. 354, nbm! 243,bSs 11,
1 ~ornp~rese,Uolmet,de
puede perjudicar al artesano, no puede tampoco aprove-
charle.
13. E1 bbrero, teniendo derecho á su 'salario desde qir? 1%
obra está recibida, tiene interés en hacer que se' reciba lo
mBs pronto posible, con el fin de descargarse del riengo que
corre de perder el-frutode su trabajo si la cosa llegara $
perecer por un caso fortuito. Regularmente la obra n o pue-
de ser examinada sino cuarido está concluida; desde aquel
momento el obrero puede esigir que ue examine, y ~i es ne-
cesario apremiar al dueño para recibirla. itSi se trata de
una obra de varias piezas 4 9: la medida, el examen puede
hacerse por se considera examinada por toda^ las
partes'pagadas si el dueño paga al arteeano en proporci6n &
la obra terhinadaii (art. 1791). Sfgu~aede esto que simples
abonos pagadas' por el diieño no pudieran ser a l r g ~ d o spor
el obrero cdmo implicando examen de la cosa. Es porque
el pago es proporcional al trabajo, por lo que la 1.y pre+
me que el trabajo &6 examinado; mientras que iin abono
solo es un anticipo que el dueño paga en,la deuda futu~a.(1)
i 4 . El art. 1790, después de haber dichb que el obrero
no tiene salario que reiularnar cuando la cosa perece sin su
culpa, agrega: '1lA no ser que la coRa haya perecido por 'vi-
cio de la materia. ,I Por ejemplo, una piedra preciova romo ufl

pe durante el 'trabajo del operário, porque tiene una 'falla.,


E n este caso, la pérdida uucede por ' eulpa del dueñ,); es,
pues, por culpa del dueño por 'lo 'que el obrero pierdo sin
trabajo, el dueña le debe reparación de eate perjuicio, y .la
lndenmnizaci6n consistebnatur&lmenteen el precio del trs-
%ajo hecho en el momento de la pdrdida; tiene también de-
recho á daiíos y perjuicios por la dtilidad de qLie est4 pri-
Vado; tal es el derecho combn, y e1 art. 1790 lejos de deroa
garlo lo aplica,
El vicio de Isi materia que haoe perecer la colrrr no dss
1 Durantón, t. XVIa, P. 245, nbm, 264, Dnvergier, t, '&'p. 387, i16m.'34tí0
DE LOS P32XSUPUBSXOEI .YDE LOS TBATOB 13

sletppre al artesano derecho al salario. Si la naturaleza del


vicio es tal que el artesano debió conocerlo antes de compn-
ear su trabajo, no pueda reclamar salario, pues é l misni* tie:
ae la culpa en haber trabajado con la probabilidad d i que
la,obra pereciera; e ~ t oes una oulpn que se asemeja algo 81
.d,ol.o, el obroro queriendo sacar el precio de Yn'trahnjo que
sabe de antemano serti in6tilaparael dueño. Su deber es ad-
vertir ti & t e y no hacer un trabajo frustratoria.'
$J. art. 1792 contiene una, aplicacido de este prinqipio;de-
clara que el smpraaario .rtkponde d e l a pPdida be1 ed%ffiiio
euoque ~ucadapor vicioJdalsuelo,, ~olveremos6 esta ap!i-
eaoibn. Hay igpaj r8di-t para decidir auindn una otra &&al-
quiera perece por el vicio de lá rhat9ria.d el operario débe
conocer.el iicio, oomp el arquitioio debe conopbi; el vicio
del-suelo, (1)
. 15. La Clprt. de Casación ha septeniisdb; :.cobfor&e
iiltima jitrisprúdencis (o&. 7);''que e1 srt. 791 no 'es apli-
.
. , -. , d su
i..

;cable. 4 la. empresa de una construoción pare leyadar el


suelo de un, pr~pietii;iocon katsrialss' mípiitrador por el
empresario. Se .trata de ~ b e tjir el precia ae debe al empse-
eario desde sl momq?to en que la obra ea$ terminada '9 id-
tr~gadr,6 si sdlo 8; 1, debe apartar del, ,e~arneo (. . y a&pta-
I %

,ciSn de la obra, . Eu nue~traopini6n la questi(iri~e&t: dd-


dirqe en el último eentidb,
+ C. ., pueato'qiie loY irt8. ~ 7 ' 8 8
f1790,
coooe biaos en ter minos ge9prsiea, ~otn'~rendeh toda claee
.de obras. La ~ o r t éde ' ' ~ a ~ a c ~alcontrario,
xi, decide que
lqs s@s.178b. y 1790 no se aplican & las ionsttbccioneb que
un empra&ri6 hace con slis rnateiialel eo. el terretia que
al durfio; y n o k ~ l u ~que
e el precio *e debe al ar-
quitecto 6 partir dela cu~clusihide s1; trabajo; p su entre-
,
ga. ~ e s u l t ade esto una risec'uenoia muy 8io~úlar:es que
la deuda del duañb existe ,, cuando no puede 'ser obligado 6
1 Uolmet de Santerre, t, VII, p. 338, n8m. 243 bis IV,
P. da s TOMO xxvr-3
18 UEL ARREM)AHíENXO DEI OBBA

pagar, pues mientras que 1s construcci6n no est&recibid8


el, empresario no tiene acción contra el dueño. No obstan-
te, la Corte de Uasación ha seritenciado que el dueiio debía
loa interese8 del precio aotea del examen de la obra; debie-
ra, pues, loa intereses cuando no debe el capital, Nos parece
que la consecuencia no testifica en favor del princífid de
donde deriva, La doctrina es contraria 4 la jurisprudencia
de la Corte de Casación. (1)
16. 'Cusndo el dueño ha recibido la obra el artesano cesa
de '8er responsable de la pirdida, aunque hubiera mala he-
chura. El objeto del examen es precisamente asegurarse fii
hay defectos irnput;b1es ti la culpa del arteslrno. Si despues
del &amen el dueño recibe la obra, declara por esto mis-
mo que no había mala hechura, en este sentido: que renua-
cia á promover contra el astesano, aunque &te tuvierti real-
mente una col+. Esto esta admitido por todo8 BU e1 caso
en que los defectorr pueden ser reconocido8 cuando el exa-
men; el hecho del dueño que pagi la obra cuando sabe que
hay mala hechura, implica uiia renuncia tacita al derecho
de promover por iazbn de la cdpa del artasano, renuncia
que es perfectamente válida, puesto queso de trata mhs y ue
del interés de1 dueño.
r ,~ Ú dibe
&
1 , decidiree si los defe~t08no pueden ser recono-
cidos cuando el examen? Lx cut*atidbesta controvertida y
hay duda y'hasta vacío en la ley. En principio el artesano
ni puede entar desoargado de toda responsabilidad por a610
que 1 dueño haya recibido la obra. Si el artesario estb des-
cargado de su responsabilidad por el examen, es porque el
examen es imposible; cuandci no lo es en el sentido de que loa
defectos no se dejan ves ~ i n opvuteriormente á la recepción
da la 6bri no hay, A decir vardad, examen ni reeepci6n. No
se ~uede'decirsque el duefio reconoce que hay mala hechu-
1 Denegada, 19 de Julia de 1870 (Dslloz, 1872,1,18), g la nota de la sena
tencia oitada.
q+d?que:renuncia ií promover en virtud de la mala hechura
cuaodo ,?Oesposible comprobada; no se p&eba lo qiie no be
conoce, y oo se renunci,a 4 un derecho curindo se ignora $ue
el derecho e&ste:. Se pueden invocar, en apoyo de entalopi-
nihn, las palabr&i que Bérenger pronunci6 en 'el ~ o n s e j 6de
Estado, aunque a6 las invoca también en aprr$o de'la opio
nibn contraria. Un miembro d. Conwjo preguntó ~i el solo
heolio de recibir la obra descaiga al obrero de su reppmail-
bilidad,. Bérenger coot~st6que al C6digo distingue: el ar-
quitecto no está dés~ar'~ado por la recepcil>n,puerto iuh 1s
ley prolonga. su respoosabilid;d durante diez alloa (artfCulo
1792); mientras que no establece ningho plazo du&ntedque
el arte san^ es responsable despn6s del examen; e ~ t oparece
resolvqp que dnacargado por la recepaidni r ata' ea'la
interpretación Que BBrenger daba al proyecto del Cddig?;
h6 aquí cómo splioa.la diferencia que, segdn 61,:la ley asta-
blece entre el arquitecto y el obrero: ,!Puede ficilrnente ex%-
minar ~i un mueble estb acondiciona~ocomb debe serlo'; por
esto &de que se recibe es jwto que el opera&'aste drg-
cargado de la responsabilidad. No pasa l o miarno'con un
eiificio; puede tener todas la8 apariencias de ~olidei;sin em-
bxrgo, tiene vicios ocultoe que lo destruyan despuis de cierto
tiempo. El arquitecto debe, piiee, responder durante lio tiem-
po ~oficieritepara que pueda uno cerciorarge de la mns-
trticcidn es buena. (1) Al decir que la reoepki6n de la obra
descarga al irteaano, Bérenger aoponia que el durño podfa
;examinar si tiene un defecto. Cuando, pues, e1 defecto rio
~ r i e d eser conocido, dibk concluirse qie, en el a~piritu$e la
ley como por 10s principios, no hay examen,.y que, por con-
siguiente, el obrero queda responsable por la mala hechura.
Pero la ley a ~ entendida
i oonduce á una conaecuenois
ante la que todos retrocedeo. El artesano es respon~sble
1 Seai6n del Cocaejo de Estedo de 14 Nivoeo, año XIII (Loor4 t. mI; pdn
173, ndni. 17),
d6iae
por,ros defeccos que se revelan posteriormente .al examen.
dCÜiil es'la d,uracidn de esta responriabilídad? No Iirnitándo-
la 19 ley, oonio'io hace para et arquitecto (art:1792), hay
4;; concluir que !a re~~ooaabilidad duraría treinta &!S.
E3ta conse'cuencia e ~ t áseguramente en oposici6n con la Vb-
lbotad del legislador; ?Bsteliurit6 & diez aibs la responsabi-
lidad del arquitecto; ai hubiese entendido que d +rtembo
fuera reaponsgble por los defectos i l e la obra que se revelan
mha.tempyano que un vicio de construcción, hubiera iguala
mente. limitado
, ,. la duración de la reqionaabilidad; í4 no lo
hizo es que presumió, a ~como.í lo dice BérenRr, que el exas
rnen as siempre f4oil. D; hecho p'edede no nerlo y hasta ser
imposib16. iC$~ésucede entonces coo la preiiuncidn de la ley?
nos demden que debe aplicarse por andogia el articulo
1648; que limita 4 un plazo breve la aeoihn que oaca de un
vicio redhibitorio'en materia de venta; es decir, que el j u e ~
het?r,miiaril la duraci6n de la aeoióri sgilo la naturaleza de
. 3 ' <.

la obra y loa vicios que tiepe. (1) Esto o& parece inadmi-
sible; el poder que la ley cuncedqnl juez en materia de ven-
ta, p,qra:determinar el plazo en' el que el comprador debe
intentar i a accidn, es tia exorbitante que es irnponiblie apli-
carlo por aoaiogia al arren<l8niiento;],a& dispi~aicionesanor-
males no Heextienden ;o; vla de ioalogfw. Otros diceil que
el'obrero queda deacargido, en toicoe Zor caws, por la recep.
ci6n de la obra; Dunergier, tan modanto como aabio, con-
fiwa que titubeó por largo tiempo, y hay por quB, El iiigar
da 10s principios conduce 6 un absurdo, y el seguro qae el
legi8iador no quiso eata conrecoaocia ibnur8a. H q ,pcan,
que-ateaerse á, la interpretación q i s ae ha (fado en eX Corisejo
de Batado, y admitir que e! examen cubra aietupre la red-
ponsabilidada del irtesabo. (2)

1 Aubry y Roni, t, lV,p. 528, gfo. 314.


2 Duveqiar, t. IX, p, 398, ndm. 347, Troplotig, nQm. 891.
DE LOS PRESUP?ESTOS Y DJ3 LOS TBATOS 22

II*-CONCLUSI~N
DE& COETRATO DE ARRENDAMIENTO
DE OBRAS.

Ndh, 1. Derecho del amo.


17, \,El Bueño puede re~cindir, por 8610 su voluntad, el
trato A prefijo, aunque 1s obra esté ya comenzada, iodem-
anizando al empresario de todos sus gaat,os, de todos RUS tra-3
bajos y de todo lo que,hubiers. podido ganar anesta empreeali
(art. 1794). Esta'.der~gaciónd e r o ~ s .en , apariencia, un
principio fundamental de todo ~ontrgto~sinalagm&ico: nin-
guna da las partea conk?taotea poededesjigarse de sus boa-
promisos por s6Lo su voluntad. Estu na aplica tam-
Udn al ar~eodmiento;el art. 1794 lo deroga en 'favor del
dueilo, por una cogaidf-ración d + equidad. , Puede suceder
que la obra rn~ndadahacer no convenaa ya. .al dueao, 6 que8,-

la situación de su fortuna rio le permita y? pagaraelprecio


que ofreoi0;.la equidad y el mismo interés del artesano pi-
den e4 este oeso que el duefio no se vea obliga@. b msnte-
ner el txato. Sin embargo, las copdicicbnes á las. que, la ley
subordina el ejercicio + reta faoaltad , exiepciohal la ha-
cen entrar bajo el imperio , , del derbcbo oornún., El duióo
time piie pagar 81 srte~aiiotodo lo i o e debe pagqr la parte
que no cumple sus , obligaciones; debe daños . - y perjuicios y
las interer~sq u e cprnpreuden io qus 1n o 6 parté pierde y
lo que deja de gsnar; y t d e a son preoiskmente I ~ R
obligacio-
nes q u e e l art, 1794 ,jmppne a1.dqeÍ.í~qvte rei~iodael trato;
todos los drrech~sda1 ?~t.teianoquedan mantenidos: a. le
indemniza de sus gastos, ~e le trrtb~joy todo lo que
hubiese ganado en la ernpresn. Estos uou los dtrau~y perjiii-
cios y los iotereses . completos. (1) Sin rnibargo, 18 dispo-
sioi6n permanece excepciorial eri el sentido de qiie el dileño
reacit~dasu trato por su voliin tad; mientras que, según el de-
recho comdn, el tribunal gronuncis Is rescisión. del con-
3 J)emante p Uolmet de'~;nkerra, t. V i i , D. 366, nbma. 247 Y 247 bis 1.
trato cuando' una de lae partes no satisface sus compro-
misos {art, 1184).
18. El art. 1794 parece limitar e l derecho del dueño
al; trato 5 prefijo.'
- - Sin embargo, todoe los autores admiten
que el dueño tiene el miumo derecho cu4ndo se trata d e . m
trato á la pieza 6 la medida. Es aeguro que el motivo de
equidad es el mismo; puede decirse que haya motivos áfor-
t i ~ r i , ~ u e squeestos
to tratos pueden & u t p 6 por
medidae. (1) Pero hay una dificultad de. derecho: i puede exa
tenderse por an'alogí~una disposición que de cualquiera tila-
nera que se explique conserva' un cárdcter excepcional? Es-
to nos parece dudoso,
19. iEl art. 1794 eri aplicable cuando el arteaano ministra
la materia? Las may ofparte de los autoreb se pronuncian
ppr la afirmativa, porque 'la ley estB concebida en thrniinora
geherales. ¿Pero la distincibn no rd~uliade la naturaleza
misma del 'contrato? Si se admite, como lo hemos ens~ñado,
que el contrato es una wnta cuando el obrero ministra 1s
materia jüo debe concluirse;que no hay lugar 4 aplicar una
aiaposici6n excepcional que s610 eath hecha para el arrenda-
miento de obras? ' Es seguro que el comprador no puede
desi~tir~e de Bu trato aunque ofreciera dafíos y perjuicios al
vendedor. Esto parece decisivo. sin embargo, hay usa di-
'ferencia entre el trato y la venta propiamente dicha. * En la
venta el compradt~rse 'vuelve propietario de la ('osa desde
el momento que el contrato uk perfecciona; luego no ue con-
cibe que pueda re~cindirel contrato apesi~kdel veiidedor';
.estoSaerfatransmitir la propiedad al vendedor sin su con-
sentirni~nto,lo que es imposible. No sucede lo niistrio en el
trato, puesto que la obra no está uún comenzstia 6 no está:
acabada; en este caso la rescisión es itnpoxible, y los t6r.r-
minos del art 1794 permite11 apiir?arioa esta hil)fitrhis. (2)
1 Durantbn, t. XVTI, p. 252, ndm. 287. bnver~ier, t. II, p. 422, ndme-8
ro 371, Oolmet de Santerre, t. VUC, p, 366, raiáiri, 247 bis 11.
2,VBanse. en diveraos ecntidos, Ion autoreo citado, por Aubry y R R Uti~
bE LOS PBEI5UPUES!$OS.Y DE LOS TBATOS 28

Ndna. %
, La muerte deZ artesano.
20. El contrato de arrendamiento de obras queda disudl-
e0 por la muerte.de1 artesano, arquitecto 6 empresario (are
ticulo 1795). No sucede lo miamo con el a~reedamientode
QosaH; segúu el art. 1742, no está resuelto por la muerte del
dador ni por la del arrendatario. El relator del Tribunado
explica. la r a d de ~ esta diferencia. E n el derecho antiguo
ae distingue entre el arrendamiento de obra, en que el ta-
lento del artista habia sido espeeial&spte considerad.*, J: el
arrendamiento de $obra en el que el obrero podía fdcil-
mente ser reemplazado. Es mejor no hacer einguna díatip.
ción. dice el informe, porque la confiahzi en el talento, en
los cuidado8.y en la probidad del dador entra siempre m&s 5L

6 merios en consideración en el de obras, y-es siempre, en


definitiva, la obligación de un hecho ,pers?nal el"dador
~ o n t r a een ello. ,(1) '
2.1, iEl art, 1795 recibe aplicación al caso enrqueel obre-
ro ministra la materia? Si se toman en cuenta los motivos
que acabamos de transcribir, hay que dgcidir la cuestióu
afirmativamente, ,'Hay,~ i embargo,n iIn motivo de dpda.
El contrato, ~e dice, es una venta, y ésta no se resuelye. por a '

la muerte del vendedor. ¿No es esto llevar muy lejos la vi+


milación de aniboa contratos2 Aunque el -obrero rniniietre Ia
nn'hteria queda un elemento de arrendamiento, ,la obra; en
efecto, no está concluida, quizá ni comenzada; luego el ta-
leato del artessriu es la conriideracidn,decisiva del trato; S I

siendo el co,ntrat~personal por esencia hay qne aplicar el


airtfculo 1795, Esta es la opinión de Ila. mayor parte de lo0
autores, (2)

p. 528, nota 11, pfo, 376 (lomphreso Deneghdh, Sila Oivil, 27 de Abril, de
1870 (Dallort, 1871, 1, 286).
1 Mouricoult, Informe núm. 19 (Loard, t. VII, g. 207).
, XVII, p. 263, núm, 268, Duqeri,"ierg Aabrg Y %su. En son*
2 D u r ~ t i t h t.
tido oontrario, TitopOong y Maroad4
24 DEL a&RE]WD&KIENIO DE OBXA

22. iEl art. 1196'e; aplicable cuando hay dos arquitectou


que se han obligado aolidariarnente? Fué sentenciado que e%
contrato subsistía para con el arquitecto superviviente, (1)
iNo ea ento muy absoluto? Si el arqGtecto que muri6 s61c
era caucionante uolidario, su muerte no puede r0rnp.r el
contrato; pero si fr~éen consideracidn de su talento. como el
dueño tratb, se encuentra uno en el espíritu del art. 1'795;
la cuestión debe ser decidida no por los principias de la SO-
Iidaridad sino por el principio especial que rige el contrato
de arrendamiento de obras.
23. Se ha sostenido que el art. 1795 debía recibir su apli-
cación al contratb de con'&ieci6n de pavimdotbn. - La Corte
d e Bruselas se 'confortiiit'con citar el texto ae'ln ley para re-
'chczar 'eeta extraña inbrpretáci6n; &pega que el art. 1795
no es:aplicable h las cqaveucíonks por las que una parte ato
bbliga, no 6 confeeciofiar una obra sino &.procuraruoa casa
que puede ser hecha por ella 6 por obréros, puestolque en
este caso nd se tum6' en coil~ideraai6nla profesibn ni la ha-
bilidad del dpuflor. (21)
24 El contrat~de arrendamiento esta, disuelto por Pa
muerte del artesano. 4CuCcles Ron en<estecaso las obligacio-
nes del propietario? 'LEstáobligado á pagar en proporcián
de1 precio marcado bn la convenai(5n;~'& la suaesihn del abre-
ro,'el valor del trabajo hecho y el dezlasrnaterialen.,prepa-
radoa, cuando 6810 este trabajo y eetrss materiales pueden
aerls iItiles" (art. 1795). ¿Qrt!de5e entenderse en esta dis-
posición por trabajos'zc'tites? No debe tomarse la expresión
en el' sentido ordinario de los gastos útiles; es~decir,que
los t.rabajos que prho;re al duefio con provaclio pecuniario;
puede tratar~ede gantos de lujo que serán útiles al dueño
en el sentido de que le procuran el goce que esperaba dei
contrato.
1 Bru~elea,7 de Diciembre de 1842 {Paeicrieia, 1844, 2, 34),
2 Uruaelaa, l7 de Diciembre do 1857 (Paeiuriaia, 1869,2,237)
DE LOS PRESUPUBSTOS Y DE LOS ZILATOS 25

G Cómo se determinara la iademnizaci6n que el dueño de-


be S la sucesi6n del artesano? El art. 1796 d'tce que es pro-
porcional a l precio citado en la convención. Esim supone
una ventilacidn; es decir, una compebracibn del precio fijado
por la obra con la parte de trabajo concluido. Cuando sblo
hay un principio de ejecución coasiatente en compra de
materiales y en trsbajos preparatorios sin que ninguna par-
te evté concluida, no se puede ya proceder á la venitilaci0n;
la in4ernnizaci6n se valuaria ee'gilh. b utihdad que el due-
ño puede mear de los materiale~ly de Iss trabajos. (2)
CAPITULO IV.
DISPOSICIONES' PARTIOULARES RELATIVAS A LOS ABQUXTECTO%

9 I.-DB LA RESPONSABILIDAD DE LOS ARQUITECTOS.

Ndm, 1, Diversos casos de responsccbilidad.


25. La responsabilidad de los arquitectos estfi fijada por
tres articulos que comenzaremos por transcribir: I I $ ~ el edi-
ficio construido 4 prefijo perece en todo 6 en parte por vicio
de construcción, aun por vicio del suelo, los arquitectos 6
empresarios son reflponsables por diez añosil (art. 1792).
El art. 2270 contiene una disposicion análoga: añ después de
diez años el arquitecto y los empresarios quedan descarga-
dos de la garantía de las obras que han hecho d dirigido. 1s
En fin, loa arta. 1382 y 1383 son aplicables 4 l a arquitec-
tos: iicualquiera hecho de hombre que cause un perjuiaio
á otro, obliga á aquel por cuya culpa el dqño sucedió, Q re-
pararlo,ll ticada mal es responsable del daño que causó, no
sólo por su hecho sino tambidn por su negligencia 6 su irn-
prudenciti.~, gTodos estos artículos tienen por objeto upa so-
la y misma responsabilidad?
26. La negativa es segura en cuanti al art. 1382. Hay
una diferencia esencial entre la responsabilidad en que el ar-
quitecto idcurre en virtud del art. 1382 y la que le incumbe
DE LOS AR@JI'J!~Y!~O~ 27.
en virtud de loa arta. 1.792y 2370. El &rt+,1382 implica que
no hay convenio entre aquel que par tiuVhechocausa un d ~ - ,
ño y aquel que está perjudicado por este hecho. Esto ~ E loI
que dice el art, 1370, del qire es continuación y.aplicacidn,
el art, 1382: el compromiso que reaulte d.e ttn hecho,perjaai--
oial, llamado delito 6, cuasidelito., exise sin que interyenga
ningún convenio por parte de aquel q u e se obliga ni .por
parta de ay uel hacia quien queda obligado, La-resp~nsabi~,
lidad que nace de un delito 6 de un' cu~sldelitoea general,
independiente de la profesión que ejerca el a&or del hecho
perjudicia!; es por oeaaión de la profesión como se causa. e¡
perjuicio, pero la obligaci6n de repiirarlo no :deriva de la.
profesión; resulta del hecho perjudicial. Cuando, pues, el ar-
quitecto está obligado en virtud del art. 71382, no es como
arquitecto, no ea en virtud .de un convenio intervenido en-
tre 81 y la parte perjudicada; xio hay conveacibn, ó Bsta ,es
extraña al delito%cuasidelito, el arquitecto está .oblibado
á rspatar' el daño que causa;.como toda piersoua esta obliga-
do & ello. &ta obligacidn nó tiene nadsi.de co&tíq con el
contrato de arrendamiento; sucede difereq$qpentecon la res-
ponsabilidad fijada por 110sarts.'1792 y. 22"1; dt3ati*esparti-
cular a1 arquitecto, se liga con obIigaciane~,especiaIes,que
contrae en virtud de un convenio de arrend'amienf;~ de obra.
La diferencia es radical. Por una parts se tr?ta de una ren-
ponsabilidad naciendo de.un delito 6 de un cuaddelito, y
por la otka se trata de una falta convencional deque es deu- .
dor el arquitecto; Los principios que8rigenla culpa ah 106
contrato8 y en los delitos y duasidelitos Ron.maqydiferen-
tes. Tranaladarnos Q lo que fué dicho en el titulo De 2as ObZi-
gaciones y en el titulo De los Compromisos que nacen da 20s
delitos d cuclsideZitos (t. XVI, niim. 23Q;t. XX, niims. 462,
463, 523.)
27, Hemos dicho mucha8 veces que, <enla prhctica, ate
confunde lñ responsabilidad do las culpa8 convenciundes
oan'li &spjniabilidad de loa ai'te. 1382 y 138X Ida c o n f ~
&jn pro&ds db 13 falea-teoría ae,la culpa que .hemos seña-
ladb-:cn.~tr~l1bga=r: Sorprende ver L la Corte de Uasamón
$ártikf)aib-de un e ~ r oque i el testo da Ia ley condena; lo que
c o " ~ d 6$itti ~ ~extra%,
;~ ~oasecuenciaea que el delito eatál
a'shilsdo '4 un tmnveniv. La Corte ha,s'entenciade, en un@
a&hten&-'dk principCo; qye la respousabilidad establecida
el art. 22'10 esta aoxtietida 5 las raglas establecidas por
íos arts, 2382 y 1383; (1) esto es decir que una culpa con-
-iie'ficion&lea% regida. p o ~ los prinoipios relativas. 4 h a d@E-
toa y dtimidelitas, . EI error es seguro, puesto quy esta pro-
bado por las textos de la .ley. Basta confrontar 01 mt. 1137
relativo 4, la .culpa ooriveaciópsl, ooo e l art. 1382; relativo
5 la dulpi~i~~uiliaaa;' para donvencerse.deQue estas culpas
son 8f&eutes: '%acul~aldel art. 1137 e s una c u l p ~leve,
h~eiitik~~ qiietItirdek.art. 1882 es la culpa rnáa bve; decir
qbd*éfd@iteceo re$pondi-do la dolpa. del art. 1382, cuan-
a6 8ebgta $&Ltootiiratode.ar~endamiento,es decir que es-
& obü$adb*&la.vez, por razón del mismo heebo, á $18culpa
lave yr&lawmksItiire; lo "queimplica contradicoi6n.
- 285 33% coonri9~u6ncia'delas dos cla~esde culpas ea igual-
riidnte *diier$nte; EE,de jUriqrudencie que los co;tutores de
un'heehd perjudíoial estro obligados soiidariameete 4 . las
<. _ .
daíios-tJi;~)'~rjriicioa. fuera coa el ,arquitectn y.el smpre-
aario cua~do~son r~sps~iElabIos en virtud da un hecho extra-
%oíi la, :oonp:erici&n'de armndamiento. Pero cuisndil se tra-
ta db la Izikje~uai6cde 148 ~ornpromisoaque ban ,coi)trafdo
coa6 arcjyitecto y como - empresario no p u s h ya tratarse
8s'solidaridad,puea Is golidatidad cana~nci~na'1~4Lo. ~xi~tg
eb s1; chsot: deterrninaaos p'or la ley (art. 1202). Una gen.
ten~ia'~Éeciente de lu Corte de;Cabación aonf~ndeestas no-
ciortwa elementaIes. Zn el caao se trataba de trwbajoñ de
'cox,.tr~¡oci611.~je~u ta30spo.r un empresario da a2baiiileria;
" I f;wtidclc; 16 de iTuaia $0 1863 [Dalloz, 18G3,1,4211,
DE LOS BEQUITEBIIIOS 29

SI &quite&o tenía.misión de vigilar los trsbaj Estos oca-


{)Y,

slonaron perjuicios 4 la casa vecina, y constaba que el daiaa


prscedáa de la negligencia del empresario en la, ejecución 1

d s los trabaj~s,,especialnaeateporque una, pared había sido.


construida en .ademe sin tener el espesor requerido y sin.
que se tomaseo las pr&uaiones de ademe. .@ ahí una ac-.
ci6n por daños y perjuicios per el propietario perjudicado;
Esta era una acci6n fundada en un delito y entablada conL
$ra el empresario autor del hecho perjudicial. Se puso tam-
lbido e~ causa al arquitecto. Si fa Corte se hubiera limitado
á.decir que el arquitecto era culpable Por ~misidn, porque
había vigiledo las 'obras con negligenoia, hubi?ra tpedado;
eq los t8rminaos.del art. 1382; pero para contestar ti una ob--
jecidn del recurso de casación, la Corte añade que el arquit
tecto, tanto como el empresrnrid, esth obligado por las obli-;
gacinaies principales.que nacen del contrato de &rrendamiend
$0.de obi~as;y, por consiguiente, 1s sentencia condenó aolida-
riamente al empresario y al arquitecto. (1) Esto ea mezclar
dos 6rdenes de ideas distintas. L a acción del .propietario'
perjudicado nada tenía da comhn con el contrato de amen-+
damiento : se .fundaba hionmente Bn. un hecho po~judicial;
por tanto, babfa que hacer á un lado el contrato de amen-
damienta ,y las obligaciones que de el nacen para s610 can-
siderar sl hecho, perjudicial.
Un decreto del Conssjo de Estado pone en toda3,1ixzel
error. En el caso el art. 1382 eetaba fuera de causa; no e r r
un tercero sxtrafio al contrato quien intentaba la accibn por
rwz6n de un hecho perjudicial; el prapietsrib promovia por
ma1a:hechusa conhra el empresario y contra ol arquitecto
por ,una culpa común que ,habian cometido en la ejecucide
del contrata datarrendamiento; re~lultabade la experticia
que la4svigas hsebian cedido; lo que los expertos atsibliian
hmbiOn A la insuficiencia de las dimertaionea pseacsipbss en
1 Detlog&&a,25 de Nsrüo de 1874(Dallca, 1574,1,28EíI.
30 DEL hRS!ENDBñnENITO DE OBRA

e1 presupuesto tanto como 4 1s mala calidad de la madera:


la flexión era, pues, imputable a l arquitecto y al empresario;
en consecuencia, el Consejo de Estado condenó á uno y
otro solidariamente al cambio de vigas. (1) dEn dónde es-
taba el cuasidelito que, según la jurisprudencia, s61o per-
mite pronunciar una condena solidaria? La culpa era segu-
rsmenté convencional; luego la solidaridad 8610 podía re-
sultar a e una estipulací6n expresa; fundarla en el art. 1382
es confundir la convención con el cuasidelito.
La Corte de Parfe sentenció mejor, aunque motivando
muy mal su decisión. En el caao el arquitecto y el empre-
sario habían cometido cada uno una falta distinta; es en
esta circunstancia de la causa en la que se funda la Corte
para concluir que el arquitecto y el empresario no habían
participado en un cuasidelito y que, por consiguiente, no
estaban obligados solidariamente. (2) E ~ t oes decir que la
falta cometida por el arquitscto y por el empresario en la
ejecución del-contrato es un cuasidelito y que si la culpa
hubiese sido comGn la Corte los hubiera condenado solida-
riamente; hubiera s ido violar el art. 1202 y hacer una, falsa
aplicación del art. 1382: una culpa convencional no podría
rier un cuasidelito, puesto que, según los términos formales
del art. 1370, el cuasidelito supone que no hay ninguna
convención entre el autor del hecho perjudicial y la parte
perjudicada
29. Llegamos á una cueatibn más dificil y muy contro-
vertida. El art. 1792 declara al arquitecto responsable por
la perdida total 6 parcial del edificio, cuando perece por vi-
cio de oonstrucción y por un vicio de suelo, y, segiín el art.
2270, el arquitecto es garante de las obraa que dirige. ~ E R -
tos dos artículos 'establecen una sola y miema responsa-
bilidad, d preveen casos diferentes y aritos casos están regi-
1 Deoreto de 11 de Meyo de 1864 (Dalloq 1854,3, 61).
2 Paris, 17 do Noviembre de 1849 (Dalloz, 1850,2, 200b
DE LOS ABQU1IPEC)TOS 3L

d ~ por
s principios diferentes? Los aut0r.e~enseñan gene-
ralmente que el art. 2270 sdlo completó la disposición del
art. 1792, extendiendo 4 todos los otros la responsabilidad
que el art, 1762 parecía limitar á la canatrucción de
edificios á prefijo, Los Sres. Aubry Rau, al contrario,
sostienen que la responsabilidad del art, 2270 difiere de la
del art. 1792 en cuanto á las causa8 y en cuanto á los efectos;
invocan, en apoyo d0 BU opinidn, la jurisprudencia de la Cor-
te de Casación. (1) No nos atrevemos á afirmar que la juria
prudencia tiene una doctrina fija, un principio seguro. De
las dos sentencias-que se citan una no dice lo que se le ha-
ce decir y la otra es tan errónea que es difícil,atribuirle un
valor doctrinal. Se trata de saber si el nrt. 2270 prevee una
hipótesis iddntica á, la del art. 1792, y sobre todo si esta-
blece principios diferentes, pues si los principios que' rigen
á, ambos casos son los mismos, iqué importa que Igs casos
difieran? Y la sentencia de 1844 no cita el art, 2270: la
cuestión que vamos á examinar ni siquiera se preaentó en
el proceso. iDe qu6 se trataba? Había un empresario de 1%
obra y un arquitecto, la cuestión era saber si Bste era res-
ponsable aunque uo hubiera participado en la ejsacución de
los trabajos. (2) Volveremos 6 la dificultad de~ididapor
la Corte: $10seguro es que no zanjaba cuestión al principio,
por la muy sencilla razón de que no le fué presentada.
La sentencia de 1863 es más explícita; dice que el art.
2227 tiene una significación más extensa que el art. 1792 ;
que no exige que el edificio haya perecido en todo 6 en-par-
te; que no exige la condición del prefijo, y que, por otra
parte; se aplica 4 las grandes reposiciones, mientras que
el art. 1792 8610 habla " de la construcción de un edificio,
Eata diferencia entre las doa disposiciones es Hegura y está
i. VQ~nre p. 530, nota 18, pfo, 814.
laefuentee en Aubry y Rau, t. ISf,
2 Denegada, 12 de Noviembre de 1843 (Dalloz, en i a palabra ArrendamiLntc
obra, nám. 138).
DEL 'AFLRHNDd9IIENTO XIE 0BX1

escrita' en los textos;y nadie ha, pensado nunca en negarla;


Se trsia de saber ai los casos que no entrarr en el art. 1792
y que están regidas por el 2270 quedan aoiiaetidos S re-
glas dlifere~tes.La Corte de Casación admite que hay una
diferencia relativa á la prueba: es que el art. 1792 estable-
ce uraa presuxlción de culpa, mientras que el arB. 2270 ne
Qp~esu'me la culpa da1 .larqpitec$o. dQuB coneleiye de esto la
*Corte? Que el demandante debe probar Ia culpa del arqui-.
tecto en virtud del art. 1382. (1) ¿Esesta la doctiilila de loa
Sres. Aubry y Ray? NS, seguramente. Ea 'opinión con-
-sagrada por la sentencia de 1863 descarna en un error; vol-
veremos 6. ello. Si, pues, la jurisprudencia tiene un princi-
pio, es el del art. 1382, y este pretendido principio es un
error. $ay que apar bar la jurigprudencia para aatenerse al
texto ~ I Bla ley y á 108 principios,
30. En teoría preferimos le opinión enseñada por la ge-
neralidad de 10s autoves. $Laresponsabilidad do1 asquitects
es uioia, y no múltiple; deriva de la misma causa, de lb di-
ligencia que ofrece tener en la ejecución de sus abligaciones;
.san los c~lídadosde un bnan padre de familia que debe te-
ner cualquier deudor, cuidados que se especializan por ra-
z4n de la espacialidad de la obra, en este senfida; que el are
~uitectodebe tener todos los cuidados de UD bupn arqui-
tectoj es responsable cuando no satisface esta obligación-
¿ Gu5udo pie la satisface? El ,art, 2792' prevee un w o , case
m8s grave: l a perdida total 6 paroíal del edificio por vicio d~
coqstruoción 6 por vicio del uuelo Esto cacio no ,e8 el xínica9
mi aun el mmás frecue~te,pues la pCrdida acuse una culpa gra-
ve, una impericia 6 una negligencia que de ordinario no se
.e~ouentrsen sl hombre de arta. i$uiere decir ersto que 4
arquitecto so respondo de su culpa desde que el edificio
I Densgadq 24 de rídarao do 1863 (Dallos, 1863,l. 422). %e pudiera tam-
bi6n inuooar unta aentenoin da Garita, da 12 de Agosto de 1864 (Pasiorinia,
;1SGti,2, 35), pero la cueistidn que d e o i d ~oa otra o~tsstrnieintede la qe0 divida
B la@ntatocee y P, la ~uritiprads>ncis,
DE LOS AEQUITEUTOS 33

no cae en ruina? Nadie se atrevería á pretenderlo. iQu4


importa que el art, 1792 s6Io hable de.la destrucci6n del
edificio? El objeto de esta disposicib no as establecer el
principio de la responsabilidad del arquitecto; una diaposi-
cicín especial era inútil. La ley no dice que el artesano res-
ponde da su culpa; no necesitaba decir que 91 arquitecto ea
responsable cuando el edificio perece por vicio de construc-
ci6ii 6 por vicio del suelo; es decir, por una culpa que ea
imputable al constructor; pero habrá que determinar Ta'du-
ración de esta responsabilidad. ;E1 arquitecto será respon-
sable eq.cualquiera Bpoca que llegue 4 p v c e r el edificio por
su culpa? dSer6 responvahle aunque l a pérdida auceda des-
pu6s de examinada la construcidn y despues ae recibida?
Tales son las dificultades que resuelve el art. ,1792; esta
disposición no ea, pues, relativa m8s que Q la duración de Ia
la garantfa, que la ley fija en diez años. Si asf es,el artfcu
10 2270 se explica fhoilmente, cornpleta e) 1702. En el. títu,
lo Del A~renda~~aieislltola ley no había Previsto mBs que el
trabajo ordiuario del arquitecto, la coostrucciód del sdifi:,
cio; la dieposicióu era demasiado restringida, el arquitec-
to puede hacer otros trabajos que el de conetruir un edifi-
cio; y aunque se trate de uii edificio, puede ser ekpl&do
en dirigir laa reyosicionei importantes. No, era dudoso qu
respondiera, en toQosloscasos, de euculpa, pera se podiá.dudar
de que e1 térmirio arbitrario da diez años pudiera exten-
derse 4 casos no previstoe por la Ley. De ahi, la n~c0!idr<d'de
una difipoaición ~Rrn~lementaria; eatii es la'de art. 2270 que
comprende toda$ las grandes obras;' se encuentra en el titulo
De la P~aso*&oid,h, porque -se trata determinar la duraci6n
de-la garantía. M3jjor hubiera sido reunir ambas disposicio-
nes pare hacer sr5lo una, aplicable A koda hipotesia en la que
el arquitecto respcnde de su culpa. Pero habiendo sido dia-
cutidos, votados y publicados separadamente, loa diversos
P. de D. 'PONO XXVI-5
34 DEL ARBENDAXIEXIO DE OBRA

títulos del C6digo se comprende que ,un articulo posterior


venga B complit& hn artfculo anierior. Lo que prueba
que el art. 2270 sólo hace uno con el 1792, es que el obje-
to de ambas disposiciones es el mismo: determinar la dura-
ción de la responsabilidad del arquitecto. Y la decisión
del legislador es tambikn la mísma; en uno y otro caso la
responsabilidad dura diez años. (1)
31. ~QuB se o6jeta contra esta interpretación? El articulo
1792, ae dice,'establece una preauncióa de culpa, y ningu-
na presuncidn legal puede ser extendida 4 casos no previs-
tos por la ley que la establece. (2) Esto es decir, como lo ha-
ce la Corte da Casación, que el art. 1792 establece una pre-
sunci6nleggl de culpa; mient9as'que el art. 2270 no presume
la culpa del arquitecto; de donde la Corte concluye que se
debe aplicar el principio del art. 1382,según el cual la prue-
ba de la culpa incumbe al demandante. Acerca de este pun-
to los gartidários 'de la doctrina que combatiaoa e s t h en
Gsacuerdo; Aubry y &u apartan el art. 1382, B la ves que
sientan que, en el caso previsto por el art. 2270, el deman-
dante debe probar que el arquitecto tiene la culpa; mientraa
que, en el caso del art. 1792, nada tiene que probar, la pro-
sunción legar remplaza la prueba. iSer6 verdad que hay,
una pre*sunciónlegal de culpa y que esta presunción no1
existe en el art. 17921
Blaart, 1792 dice que el arquitecto responde durante
diez .kios por la perdida del edificio que perece por vicio
de construc6ión 6 del suelo; es decir, si la perdida sucede
por culpa del arquitecto. iBst&presumida esta culpa? iBag-
t i giie 1: perdida suceda en los diez años para que, por so-
lo esto, el arqiiitecto sea respolisable? La ley ao'lo dice; ha-
oe responsable al arquitecto bajo condición, iiSi el edificio'
1 Uolmet de Sahterre, t. Va,p, 357, nni(ma. 245 bis Il y m.
2 Atibrg y %u, t. IV,P. 630, nota 18, pfo. 374. Denegada, 15 de Yanio as
1863 (Dalloz, 3883,1,&1).
perece por vicio de con~trocci4e6 del .~uelo:i! n l ~ a puea, ,
al propietario probat.qne'la p4rdida hr aocedido por culpa
t
del arquitecto. Si hay .una prasuncrón en elkrt. 1792, está
en favor nq del propietario &o' del arquitecto en este sen-
tido: que despues de diez añbs Ia perdida de la ooostruc&idn
no le es ya resp,onsable; yrt no respopge, ee le presume, pueri,
sin cuIpa. Y el art. 2270 ,dice.precisamente la misma cosa,
el arquitecto queda. descargado después de diez años de la
garantla de IRB grande8 obim PUBhace 6 dirige, su raspon-
. sabilidad cepa. Si se admite ,gue,el,art. \792 e~tableceuna
i

. presuncióe lee$ de c;lpa cqntrs ,el ar4bit?ct'o, hay que ad-


l

mitir Ia misma, prpsuoción es el ?cyo,del )rt, 2274, @.m


ambas digposioiones 8 0 4 id&&&? bajo &te psiito de vista.
.Decir q*e el arluitectosst4:d~?c~rQade $esg*&
,z de diez @ios
d e la .garantíade.las ,grandes Obras, e,a decir . -qge eH garante
.
i i

deellas duraafie este plazo. 'bun hay ,m&: el art. 222.6 .no 't

~stablece'si~uiera las coiudicionei bajo lasque al arquitecto


ser4 garante, no habla de Giciq ,de cbnstruoci6~ni de'riicio
del suelo; se podía, pues, sosteper'qpe 19 ley, establece ;una
presunoi6n absoluta de,culi,a en elacasodgl krt. 2270.' En
:
n u e ~ t r oconcepty esto serfa razooar mal. Ningyns deam-
bae disposiciones tiene por objeto deqi,d,ír vos oueatióp de
prueba; una y otra no tienen mds objeto que fijar la dura-
oi6n de la garantía, .y bajo qste sspaotq, ,son i44,nticss de*-
puC de diez años el arquitecto no $; ya,<reepo$4blg(
, . ;Se di-
rti que resulta de esto la presunción contra ~1,arquitecto . " dn-
rante los diez aws; es decir, que durante este plazo rpgonde
de la pérdida, sin que i l propietario tenga que probar que
el consBuctor tiene la culpa? Oontestaremoiy que \a ley no
$ .

dice esto; el art. 1792 di,ce m6s bien lp opntrario,, pnep que
suboraina laresponaabilidad il, uos condicidn;
. .. , 'ademb, uo se
crean presunciones por vía de,ioduoci4p, JT ei texto de 1s
hy oo dice que la*p$rdida del , edifioio durgpte el p l ? ~de~
c

diez afioa es imputable al arquitecto; la ley di&, lo 'que es


36 DEL A B P B N D A ~ N ' I I ODE:OBaA

muy diferente, que si durante este tiegpa el edificio pere-


ce por ün vicio de construcei6n 6 del suelo el arquitecto rs
o limitar la duracidn de la garantia,no ae
responsable; e ~ t es
decir que el,arquiteetoesgara&, *in que el demandante ten-
ga que p r h a r que e1 constructor tieoe la culpa.

.
Naim, i E6 principio.
32. kl art: 1792 declara al arquitecto responsable du-
rante diez años de la perdida del edificio si sucede por un
vicio de construcción 6'del suelo. ,jCuhl es el objeto de es-
ta disposicibn? Este es el putito capital; para interpretar'la
ley es necesario aaber lo que quiso el legislador. La Corte
de Ca~aciúndice que el art, 1792 establece una presunción
legal de culpa cargo del arquitecto (niim. 31). Acabalnos
de cornbstiiesta opinión. ~f texto da la ley no habla de una
presuocióo legal, ho habla de la'prusba de la culpa, supone
que la hay; y eI'arqiiitecto la tiene reguramente si el edifi-
cio perece por un vicia de construcción ó del uuelo, iHay
4 este respecto algo de especial al arquitecto? N6, cual-
quier artesano que ae compromete & baoer una obra res-
ponde ?e la culpa, que coueiste en la mala hechura. Pero
eBta responsabilidad se cubre con el examen y la recepción
(niím. 16). No sucede nai con el arquitecta. Regularmente
la construcción se examina y se reciba p o ~el propietario
cuando estd concluida; sato no impide que el arquitecto res-
ponha por la perdida del edificio si perece por un vicio de
construcción Ó del suelo. HB aqui lo que hay especial con
el arqbitecto, su responssbilidad dura por mRs tiempo que
la del operario ordinario, la ley ha fijado la duraci6n de ga-
rantia diez afios. iC~Ci1es la razón, de esta diferencia? Ya
hemos tsanscri~tolaa palabra8 de BBrenger cua,nda la dia-
DXCLOS ABQST~TEDTOS 73

cuiiión del proyecto del Ciidigo; esta es la explicaci6~ofi-


cial de ía ley: si el arquitecto e8 responsable durante diez
años apesar del aaatnen y de la recepcidn de la obra, es por-
que el edificio, en el momento de la entrege, tiene ordina-
riamente todas las apariencias de solidez; los vicios de cons-
truccihn no se revelan tiiho después de corto tiempo; hsbria
pues, que hacer durar la .responeabilidad del arquitecto
durante un tiempo bastante largo para que fiarra eficaz; no
io hubiera sido si el examen de la obra 18 hubiera hecho
cesar; por esto es por lo que la ley la prorroga ti diez años. ¿En
qué, pues, deroga el art. 1792 el derecho corribni ? En que la
~esponsabilidaddel arquitecto. por razón de su culpa sub-
siate a p e m del examen de lo obra. i H ~ yen e ~ t ouna pre-
sunción de culpa? El art. 1792 fué objeto [le. una discusión
bastante larga en el Consejo de Estado; no se dijo una pa-
!.abra de la presunción legal de culpa, Si hay una presun-
ci6n en la ley ea la que resulta del de~cargodel arquitecto
des'putSs de los diez años; la ley presume que.la p6rclida del
edificio que sucede despues &e aquel tiempo no l o ea ya im-
putable; si el edificio dura diez año5 es prolíable que no tie-
ne vicio de oonstrucci6n ni del sueb. ,iQÚiera psto decir
que si la pérdida sucede dentro del plazo ,de la garantia,
la ley presume la culpa del arqiiitec:to? El ark 1792 no
dice esto. BeguIarmente.el Tribunal nombra expertos.que
cornprtlebark la causa. da la destruecidn del edificio; es la
experticia, no la prestarncibn, la que entablece la culprt.de1
arquitecto. (1)
33. El art. 1792 dice que, el arq~itectoresponde de la
pérdida si el edificio se derrumbo por el vicio de eonstruc-
6 atcn por vicio del suelo. 4Por qu8 la ley hice re~~onaa-
Me a1 arquitecto por la perdida que ~ucedepor vicio del,
suelo, aunque éste este ministrado ordinari~tmo8tepor el"
pyopietario? El art. 1792 parece derogar sl principio del
. uo!~etde Santerre, t, VLI, p. 351, nám. 246 bis T.
srt. 1790, seghn el cual el dueño responde del vicio ae rrr
mareria'que rninistm aE artesano, En realidad 1st ley. no be-
ce mSs que aplicar b s principios generalea. En efecto, el
artesano respozadé del vicio de 1s materia si por razc5n de su
profesión debió conocer el vicio que aparece dlarants ste
trabajo (niim. 14); y el arquitecto debe estudiar y conocer
el suelo antes de comprometerse á construir; el propietario
zto puede conocer el vicio del auelo que entrega d arqui-
tecto, esto es asunto de este tiltimo; desde luego debe ree-
ponder por los vicios del suslo: ei los ignoraba, hay, impu-
ricia p r su parte; si los conocís, debió advertir stfl propie-
fario y negarse fi construir un edificio que necesariamente
debe perecer.
i Q ~ debe
é decidirse si el arquitecto advierte al propietan
rio de los vicica del sueldo y que no obstante el propietario
persiste en conatrnir? &8erBre~ponsableel arquitecto en este
caso? El proyecto del Código propuesto por la comisión de
cfa: 165% al edificio construi4a á prefijo p6rece por vicio del
suelo, el arquitecto es responsable, á no ser que prueba ha-
ber dado tl conocer al dueño dichos vicz'os parea, di,gztadz'rlo de
consirui; en él. 11 Esta dispoaioibn fu8 quitada cuando la dis.
eusión. Cambacérks propuso restablecerla; Tir~nahet,Bigot-
FreBanieneu, Rbal y Threilhard, combatieron la propoaricidn,
que no fue admitida. Hinporta hacer constar las razone8 que
hicieron valer para mantener la responsabilidad del arqni-
tecto, El propietario no conoce las r~glasds la aonstruc-
cidn; el arquitecto instruid^ no debe apztstarse de ella8 por
complacencia1eondeaable; no debe seguir el capricho de un
propietario bastante insensato para comproineter sa aegu-
ridad personal, 6 la vez que la seguridad phblica. (1) Asi,
manteniendo la responsabilidad del arqu:itecto, s0 queriob
resguardar el interée público que se opone á que se haga0
í Sea1611del Conaej, dc E~tadode 14 Niroao, a50 XII, ndnau, 18 ;P 19 (Lo*
ar6, t. VXí, p. 133).
DE LOS ARQUITE~1rOS 39

~on~trucciones cuya caída necesaria puede arrastrar fines-


toa accidentes, Lss partes no pueden hacer canvenciones
que comprometan la seguridad de Xas pereonae; el arquitec-
to no puede, pues, excusarse de haber construido en un ~uelo
vicioso, aunque el propietario le hubiera dado la orden de
hacerlo. En vano lo d e s c a r ~ s ede responsabilidad el pro-
pietario; no le pertenece deicargarae de le responsabilidad
que Jw lag Ze impone, pues no ue trata de interds privado,
la vida de aquellos que habitarán el edificio estar6 de por
medio; luego el orden ptiblico sst4 en causa, lo es deci-
sivo, La doctrina y la jurisprudencia están en este seutida.
La Corte de Aix admite, sin embargo, que el arquitecto
puede hacerse descargar de su responsabilidad por el gro-
pietario. (1) Esto noa parece contrario al espíritu de la ley
ad.como la acabamos de exponer aegún la discusíón del
~ o n s e j ode Estado: validar el descargo es inclinar al arqui-
tecto á construir, con riesgo de la vida de aquellos que ha-
bitarhn la casa; el descargo ee, pues, contrario al interés pb-
blico, lo que lo hace nulo; es tambidn contrario á las bue-
?as costumbres, en este sentido: que el arquitecto viola su
deber si construye sabiendo que el vicio del suelq harh
perecer el edificio; pone su interés pecuniario por encima
de su deber, y sacrificar su deber por interds es una cosa
inmoral.
34, ¿Es responsable el arquitecto de la pbrdida en el @a-
so en que él proporciona el suelo? Ls dificultad e ~ t áen Ba*
ber si el contrato e&&regido, en este os$% por los .prinoipio~
de la venta G por loa de1 arrendamiento. Eemos ensefiado
que, segdn el eapiritu de la ley, al oontrato es una venta
cuande el arteriano rniniatra la ma.teria (nGm. 5.) ,jDebe con.
eluirse de esto que el art. 1792 no es aplicable en esta
B Aix, 18 de Enero de 1841 (Dalloz, ent In palabra A~ren&mien.lto $5 obra*
nbm. L40,2,O). Bnrtill, 7 de Marzo de 181>4(Dallor;,1854,.2,117). Duvarnierr
8, U,p. 462, núm. 851, Aubrs Y h a , t, IV,D. 883. nota S?, rifo, 374,
hipdtesis? Esta es la opiniin de Troplong, pero queda añs-
lada. Aunque el contrato sea una venta, contiene un ele-
mento de arrendamiento, y este e1ern;nto basta para que
se deba aplicar el art. 1792. En efecto, cuando el contrato so
forma, el edificio no est4 construido, el arquitecto se com-
promete s610 A cooatruirlo; promete, pues, tener el cuidado
y diligencia de un hombre del arte; es decir, que relipoqcie
de su impericia p su negligencia. (1)
35. El Código no habla especialmente de las materiales.
Cuando los ininistra el arquitecto, se entiende que respoude
de ellos; responde también cuando el propietario los mi-
nistra; lo 'que hemos dicho del auelo (núm. 34) se aplica
A-los materiales; el deber del arquitecto es desechar 106
malos inateriales, porqite al emplearlos compromete la d i -
dez del edificio y, por consiguiente, la seguri<iad phblice:
La Corte da PZLU lo senteacib así, pero hizo mal en invocar e%
art, 1332. (2) Hay, ain duda, uri delito civil en comprometer
la vida de los hombres; sin embargo, s i es un deudor el que
responde por la iriejecucibn de Rus obligaciooneai. hay que
dejar 4 un lada el arte 1382, la culpa en convepiaional y es-
tB regida por los principios de las obligaclonea, Ls Corts
de Paris aplicó los verdaderos principios en un caso en que
encontraba que el vencimieiito de los pi~os~uperiorestenia
por causa la debilidad de la madera einpleads. En vano se
excusaba el arquitecto alegando que el propietrzrio, por mo-
tivo de economfa, habh exigido el empleo de madera de
sabino y fijado la dimenaión y espesor que había de dárse-
le; la Corte contesta que, como empresario, astabn obligado,
por intercls público, S garailtizar la solictez de las coaatruo-
cioees que ae aomprometls. construir conforme'&las regla?
del arte.
1 Durantbn, t. mII, p. 247, n6m, 255 y todoa loa autores, excepto al di-
sentimiento de Troplong, ndm, 1015 (Aubry y Rsu, t. IV, p, 529, nata 17,
pfo. 374.
2 Pauj 13 de M~CZD de 1846 (Dalloz, 1S45,2,124)L)d
36, El art. 1792-dice: q l 10s arqitectas y ~mpresarios
responden dirante .aiez años d e la p6rJi.da drl edificio; s610,
pues, recibe apIicaoión á .aquel108 que coqeti-uyen 4 título
de arquitéctos.6 de empresarios. La razón ee que 8610 elloti
tienen, los conocimiept~snecesarios para construir conforme
B las reglas del arte;, elloa solos pueden, .pues, comprometer-
se á conetruir (ieghn estgs regjas, respondiendo por su Sm,
pgricib y 8 ~ descuido-.
: %;elg~opietario.n o exqplea más qve
artesanos á deatajo, no, br smprerrario ni grqpitect~,. -e$ el
propietario . mismo*.quien-genela prete,nsión d-e. substituic
+

al-hombre de ante; de,&edh~ 6l.e~quien,dirige los trabajos3


desde luego no-puedetratrirse de la responsabilidad del ar-
ticulo 1F92:. Ek artesano no ea.responeable de las tviciosd d
saeko porque se le considera como no oon~ci4ndolos;o . es
responsable de*los vihias de construcoión porque no ea 41
quitin construye, es el prapietario; .el'arteBano u610 ejecuta
81 trabírjo material que seile manda hacer, yresponde de 6s.i
te, según el deracho~comun;es decir, q u e 4 examen del tra-,
bajri lo >descargade toda responsabilidad. Si,.pite&,01. edifi~
cio se derrumba, auoqud fuera dentro da~diezaños, el pro-
pietario no tiene ya aceibn contia bs artesanos que.ernpleó.
.La Corte da Oa~aciánlo sentenció asii pero +nopodeme
admitir los motivos que a&. Pone en principio, que, s e g h
las' regla&genendes .de1 derecho, el arquitecto, el empresa-
rio'~ todos los' que con'cu~en~d Ice construcoiú~tde -unedificio,
aon responsables de los vicios de construccióq, á, la condi-
ción que se les justificará, su culpa; y 1s prueba, fuera dd
caso previsto por el art, 1792, incumbe al propietario. Ee
verdad que todo obrero responde de su culpa, pero el arte*
sano que no ea' empresario ni arquitecto no responde del vi-
cio de construcci6n ea este seotido: que no es 81 quien cons-
P. de D. ~ o g xxvx-6
a
truye y arregla los trabajos; reapbnde ,de 'la obra e~pecial
que hace, y ;I dueño toca naturalmente probar la mala ha-
chtira; hay Que agregar, lo que no dice Ia Corté y que, sin
embargo, es esencial, que el artesaaoFesthdeecargado de su
responsribilidad por el examen y la recepcián de la obra,
¿El art. 1792 deroga estos principios? SegGn la Corte de
Casación, la derogaci6n con~listeen esto: és que la prueba
de la culpa que, segirn el derecho aomhn; incumbe 81 deman-
dante,-no debería hacerse por el propietario que promueve
por reeponsabilidsd contra el arquitecto. El art, 1792 no
dice esto. Si deroga el dereclio o o m h es el artesano
q u d a descargado de su responsabilidad desde que miaistró
la obra y que el propietario la*iecibiÓ,mientras que el ar-
quitecto es responsable durante diez año$. En el caso ac
trataba de construccióa de paredes; él constructor no tenia
el .tit.uio ni la futki61.1 d e arquitecto; sus dervicioa tenian
rhás bien el carácter.de arrendamiento de obra, y de una
especiq de domesticidad, sin ninguna, iniciativa personal y .
bajo la direccih del dueño. Las paredes se derrumbaran:
ders responsabilidad del, obrero? La decisión es muy senci-
lla, era infitil ocurrir 4 lo$ principios que rigen la prueba:
No se' puede invocar el art. 1792 contra aquel que no eti
aiquitecto ni .empresario, (1)
37. Se llama destajaro al que ejeouta trabajo d deatajo
bajo la dirección, lass6rdenes y vigilancia de un empresario;
no es un simple artesano, en este uentido: que hace trntoo
& prefijo con .el ertipresario, y estos tratosbpuedan ser consi-
derables, no obstante no Her ernpreaario'ni arquitecto. Bas-
ta tratar 6 prefijo para ~er.empreiarlo;lo que caracteriza al.
empresario, ea que trata directamente con el, duefio (artiou-
lo 1799); los que tratan con el empresario y trabajan bajo
#U$ drdenes, y las más veces con materiales suyoe, sdlo son
obreros, cualquiera que sea la importancia da la obra que
1 Denegada, 26 de Nbvieinbre de 1878 (Delloz, lU"i', 1,20).
ejecuten; por e ~ t oe9 que se les da en la prictica un nombre
particular. L a Corte de CasaciiSn concluyá de esto que el
art, 1792 no les era aplicable; (1) La ~entenciam 86 ex-
plica, por otra parte, acerca de la responsabilidad que les
toca; es la del dftrecho común; es decir, la de los artesanon
-de que acabamos de hablar (niim. 36).
38. La ley declara responsable & los arquitectos y empresa-
rios; iquiere esto decir que si para una construcción .el pro-
pietario emplea un arquitecto y un empresario; son urio y
otro kesponsables, al mismo titaló, por la pérdida :si suceda
por vicio de construccibn 6 vicio del suelo? La cuestidn.tie-
ne.sus dificultades. H a y que distinguir las diversas hipóte-
sis que pueden presentarse. La .mieión del "arquitectodifie-
re de la del empresario, y ai. se queda en los lfmitea de su8
atribuciones, e610 responde del trabajo que se le ha confis-
do, no responde del trabajo del empresario. Esto no ea una
cuestión de derscho, pues todo depende de la voluntad de
las partes contratantes. $1 arquitecto puede ser empresaria,
puede tambi6n intervenir en la ejecucibn de la empresa. Si
a610 está encargado de hacer los planos y formar presupuee-
tos, responde por los planos y presupuestos, no responde da
los trabajos en los.que suponemoe que queda extraño. Si
los planos y presupuestos est4n conformes al arte, 2,reepon-
derd el arquitecto'si el edificio ae.derrurnba2 N6, si no tie-
ne ninguna culpa; no.respoadar6 de los .vicios de construc-
ciin, puee no es él quien ejecuta los trababa, .y se supone
que no los dirigid; pero responderá de los vicios del sudo,
pues el deber del arquitecto, es ante todo e~tudiarel terre.
no para hacer sus plano^ y presupuestos en consecuencia.
En cuanto ti la ejecución propiamente dicha de los trabajos,
pertenece, en , nuestra hipútesis, al emprerario; si no
conforme 0 las reglas del arta, se entiande que ser8 ren-
ponsable. Si los planoa e ~ t a mal
, ~ hechos, el arquitecto es
1 Denegada, Salir Oipi!, 12 de Febrero de 1868 (Dallaa, 1868, 1, 602).
44 DEL WEDND@lIENTO DI3 OBRA

quien responderh. 5 La reiponaabilidad del arcpiuib6cto cG-


brirk la del ertipresario? Nr5, en nuestro concepto,..pries el
smpresaz(io no debe ejecutar nn plano vicia so^ esto fiiera
construir con Ia certeza 6 la probabilidad'da que el edificio
s e derrumbará; no es esto obrar con los cuidadouque se piden
al empresario; tiene culpa y es raeponsable. Pero es neoesa-
rio que tenga, Culpa, y esta cuestión ES esencialmente de
.hecho. (1)
En eeta hipótesis la responsabilidad del arquitecto está
limitada; dsucederia 40 mismo si hubiera dirigidolos traba-
jos? Dirigir los~trabajoses interveoir en m ejecución; por
consiguiente; Ia responsabilidad del arqliitecfo es más ex-
-tensa;.abraza la:direCci6n, la que homprende también el
examen de íos materiales, ,coEia .esencial, puesto que
-
sucede
amenudo que los edificios se1derrumban 6 tienen que ser
reforzados por ,causa ,de la mala calidad de los materiales.
El'empresario y el .arquitecto, ooncurrienda en un mismo
-trabajo,$quedansometidos á .la idisrna resp~nsabilidad. En
.aso de perdida el tendr6 un doble recurso.
~i0óm0se fijar6 la parte respectiva del arquitecto y del em-
pre~arioen los daiíos y perjuicios? Es segura que no son
iresponsables solidariamente, á no uer que el conti-ato lo esrl
tipula (ntím. 29). &a responsabilidad se dividirá en razón de
3a culpa de casa uno-de lorr deudores. (2)
39. Tales son los principios. La aplicación depende de
.Iss círcunstanoias de la cauta; la jurisprhdencih tiene poca
autoridad en esta ~at;eriaporque lan sentencias son deciaio-
nes de e~pecies.Una iglesia fu8 .construida por los planos
heohos por dos arquitectos. Loa trabajas de construccidn
fueron adjudicadoe á tres empresarios, uno por la carpin-
1 La Oorte de Rennea ha desoargado al empreeario de la re~ponirabilidad~
fundlb'do~een lati oirounetanciaa de la caliea (Rennea, 9 de Abril de 1870, Da-
lloz,1872,2,110).
2 Uomp4reae Duregier, t, U,p. 405, hfima, 353 y 354. Anbry g'Bau, t. IP,
P. 532, pfo. 374.
$gris, otr,o por da mamppsteria y un tercero.por la cerraje-
ría; la misi6n de loa arquitectos era %igilary dirigir los t r a ~
bajos de coiistr~cci~n, El presugueato contenia disposicio-
nes minuciosag especialmente acerca de la calidad de la,mab
dera; se'decia en una dig,posición general que los arquitec-
tos y los empresarios serían rssponsables durante diez añes
por los trabajos ejecutados e@la constru'ccióln de la iglesia
conforme al art. 1752. Algunos años de~puéede recibida
la obra se manifestaion deterioros y accidentes graves que
amenazaban la existeacira del edificio., .La ciudad entabló
una accidn contra los ~rquitectosy los empresarios. Tuvie-
ron lugar dos experticias; comprobaron que la causa d e
todos los accidentes procedía de la mala clase de la made-
ra. No había duda>acprorrde la responsabilidad del emprsi
sario; fu6 condenado por al primer juez y ho apeló. El Grir
bunal declaró - tambikn responsables á los arquitectos por
el motivo de que no s61o eran los autores 'de los p l a n ~ sy
presupue$os sino que tembién habfan~oonducidoy dirigido
los trabajos; el empleo de mal ?material constitufa una cul-
pa grave, los arquitectos debian responder .de ella tanto
m58 cuanto que ellos habfan fijado, hasta en sus menores
detalles, la calidad que la madera debía ,tener., EUvano de-
.cían qug los vicioe de la madera empleada eran ocultos; ba-
biaq prohibido en .el .pwsupueiito el empleo de la madera
qerde; dehian, pues, tener un, mediotde reconocerla. En ape-
lacidn la ~entsnciafué confirmada. La Clorte de París re-
onoce, en priwipio, la responsabilidad de los arquitectos,
10 que qnnja ,154 cuesti6n de Oerecho, poro da hecho decide
,que éstos ,no puedeu ser responsables-de la calidad defect~o.
.sa de la madera mas que si e&&:probedo que aceptaron mal
dera q'ue no tenía las condiciones reque~idaq,i> en el caw de
que el vicio fuera aparente y c~nocible,y 1%madera era en.
cína cortada dos años antes. En ~nu&~to 6 la causa de la de-
generaci6n de 1s madera no pudo ser d~$9ruiinadsoon cero
46 DEL A B ' & E N D ~ N T ODE OBRA

tesa, 8610 quedaba probado que esta causa habia obrada deP.
centro d la superficie, de modo que la madera presentsbaba
todas las apariencias de buena. La Corte concluyó In
ciudad no probaba de modo suficiente Id culpa de los ar-
quitectos; por tanto; estos no podian ser responsables, Ea
e1 recurso de casacióu intervino una sentencia de denegada'
,que decidió que el art. 1793 no era aplicable al caso por-
que los arquitectos no se habfan comprometido 4 constiruir
la iglesia. Esto es decidir implicitamente que los arquiitecu
tos no son responeables cuando se limitan á hacer planos y
presupueutos y á dirigir los trabajos, iN0.e~esta ir dernitsia
,do lejos! Resultaria 'que los arqiiitsctos sólo aon respoass-,
,blee cuando son 4 la vez empresarios, mientras que el ar-
tículo 1792 dice que 108 arquitectos Bon responsables como
tales, y en su calidad de arquitectou no tienen otra mieibai
que la de hacer planos y presupuestog; si adem44 se encar-
gan d6 dirigir la conhtruccián y los trabajo8 deben respon-
~ d e de
r su culpa. Queda una o'bjecicin: el ar6. 1792 snpone
que el edificio esta construido ápreJij0, y en el caso loa ar.
quitectos no habían tratado á preJio. (1) Volveremoe á es-
te punto.
40. Una sentencia m&sreciente de la Corte de Casaciiln
hace la distinci6n"en la que se detuvo la Corte en su &en-
tencia que acabamoo de relataf. En el caso e1 arquitecto
había sido encargado de hacer las planos ds la obra y exs-
minar los trabajos cuando fuerati terminados. Fué compro-
, bado que las construcciones eran defectlioeas, que estaban$

mal hechas y perjkdiciales. El propietario promovid contra


el arquitecto y c.antra el empresario. Este fa4 condenado á,
daños y perjuicios; en cuanto al arquitecto, los primeras
jueces decidieron que no era responsable de la negligencia
6 de la incapacidad que el empresario había tenido en la
ejqcuci6n de loa trabajas. En el recurso la Coste mantuvo
1 Denegada, 12 de Noviembre de 1844 (Dalloa, 1846,1,8),
la sentencia atacada, insistiendo en que el arquitecto no
había sido encargado de, vigilar los trabajos á medida de
HU ejecución, que 8610 tenía que haberlos examinado cuan-
do fueran concluidos. (1)
41, Fué; eentenciado que el arquitecto es responsable aun*
que no haya tratado 4 prefijo por la ejecucidn de los trabs-
jos; basta que haya hecho los planos y: dirigido la obra; ei
fuera de otro modo, dice xa Corte de urdeo os, no se enten-
dería por qué habla del arquitecto el art.'1792, pues si Bate
&ratóá prefijo la ejecucibn de la obra se confunde necesaria-
mente con el empresario. B t o nos, parece justo; sin embar*
s

go, el texto del art. 1792 deja una duda que, ,en, nuestro
concepto, e ~ t levantada,
á el art. 2270, con el cual debe
eombinarae. Si eitamog la ,sentencia es para enseñar cuán in-
cierta es la jurisprod*ncia. La Corte de Burdeos, que se
apropió los motivos de la primera sentencia, pone en princi-
pioque la reRponaabilidad del arquitecto no e s a limitada
d caio especialmente previsto por el art. ,1792; que He
extiende, según el derecho corniin, B todos los hechos perju-
diciales que son por parte del arquitecto, el resultado de
una falta contra los principios esenciales de su arte y las
reglas cuyos cotiocimientos implica; que notoriamente lo$
arquitectos son responriables de la inobservancia de las leyes
acerpa de las vfaa de comunicacián y la vecindad. (2) Se ve
que la corte confunde la respon~abilidaddel art. 1382, que
ni eipsiera cite, con la responsabilidad convencional del ar-
ticulo J7Y 2, para hacer de él una regla general ap!icándose
á todos ios casvs de culpa. La confusión es completa; lo
que pruel)n lo irr~portanteque esmaiiteoer 1s dietinción en-
tre la culpa couvencional y el hecho parjudicial que la ley
califica de delito b de c~asidelit;~.
1 Denegadia 5 50 Febrsro de 1872 (Dallos, 1872,1,246). Uo~npQaee deno-
@da, 18 de 1)ioiembra de 1839 (Dalloz, en ta palabra Umtrato de cbrrer4d?misn*
$0, núm. 242).
2 Burdeou, 2 1 de Abril de 1864 (Dallol;, 1866,2,39).
42.' iBI empresario responde de los vicios del plano? ER
priucipio id, dice la Corto de Dijóli. El plano es obra del
arquitecto; él es, pues, el responsable, En el caso el arquiL
tecto se había comprometido, mediante deterininado precio,,
y
&,hacerlos planos conducir y dirigir los trabajos; ae esta-
ba, pues, en los términos del art. 1792, pues si el texto de
l&ley no se aplicara á esta hipóte~is,nunca seda aplicable
a2 arq~ritectoque concurre con un empresario. Hay, sin
embargo, un caso, dice la Corte de Dijón, en el que el empre-
sario reaponde del vicio'ddl plano, es cuando el plano ufre-
ce vicios aparenteg, contrarios S las'reglas del arte, que uia
obrero no. se considera ignorar. (1) 'Esta decisión L.i.ltrn tn.
nuestra opinibn (núm. 38); por vicica apccrentes, la Corte no
ehtiende loa viciog que tiene cualquieta persona; se trah
de una obra profesional, 108 empresarios pattieipan de 'ella;
deben conocer las regla8 del arte segbn las que el arquitec-
to levantó los planos y que ello8 estan encargados de ejecu-
tar según egas m:smas reglas.
43. Cuando el empresario y el arquitecto son uno y otro
responsables, jcómo se reparten entre ellos los dailos y per-
juicios? Una sentenoia del Tribunal del Sena que la Corte
de Parie ha confirmado adoptando los motivos del primer'
juez, ha sentado acerca de esa cuestióu los verdaderos prin:
oipios. Teniendo los arquitectos y los empresarios cada uno'
su misión, la responsabilidad debe en cada uno en lo
que le toca. De esto resulta que 108 arquitectos encargado^ '

de hacer los planos y cuidar de la ejecucióii rle 11)strabajos,


eon responfiables de estos planos y de su bii~ri-ejecución.
En cuanto'&los smpresarion, cuando un ,it.:cto dirige
los trabajos, estdn subordinados A 811s disp,rtuii)nssy, por
tanto, 8610 responden de la ejecucibn de los trtib bjos que lee
son ordenados; no tienen para qué exarnfn:~r(an general
1 531360, 10 de Enero de 1861 (blloz, en la palabra ~daríieibtode ubcc
nilm. 159, 1. )
cuando menos, ndm. 42) si 108 planos er~t;dnhechos confor-
& 4 1,. reglas del arte, puesto que estos planos son obra
de un hombre del arte que se presume tener los conoci-
mientos necesarios para dirigir las construcciones y al que
deben obedecer. En el caso la, experticia couprobaba que
la causa de la mala construcción debía atribuirse 6 loa vi-
c i o ~de mampostería, especialmente 4 que las esquinas no
aetaban hechas con cantera y que el constructor no habia
amarres de fierro. La Corte decidid que el empre-
sario s610 era responable de la mampostería propiamente
dicha; que si no hsbia empleado caotera par? las eaquinss,
la culpa era del arquitecto, del que el emprasario tgnia que
ejecutar 18s órdenea en cuanto los materisle~ emplear;
can más razón no podía responder por la faltalde amarres
de fierro, siempre por la rniima raz6n. Resultaba de esto
que la mayor parte de la~~esponaebilidad reoala en el arqni-,
tecto; respondía en parte hasta de la mala ejeci~ciónde la
rnamposterla, pueato que estaba encargado de vigilar 'los
trabajos. En consecuencia, la sentencia conden6 al arqui-
tecto á las dos terceras partes y al empresario 4 la tercera
parta de los dañas y perjuicios debidos al propietario. (1)
En materia de trabajos piiblicos el, arquitecto concurre
ordinariamente c9n el empresario; éste se hace adjudicata-
rio de los trabajos por un plano hecho por el arquitecto,
aprobado por Ia Administracibn, y d e los que el arquitecto
está ordinariamente .encargado de vigilar la ejecucidn. En
el caso el arquitecto y el empresario son responsables; la
responsabilidad se reparte entre ellos según las reglas que
acabamos de exponer. &a jurisprudencia de los tribvnales
administrativos compefentes en esta materia segtín la legis-
laci6n francesa, está en general conforme con la jurispru-
dencia de los tribunales civiles. Transladamos á los decre-
1 Parirr, 17 de Noviembre de 1849 (Dalloz, 1850,2, 206).
p. de D. TOMO XXvf-7
60 DEL AREENDAXXWTO DI3 OBRA

tos del Consejo de Estado, siendo extrañoe estos pormenores


á nuestro trabajo. (1)

Ndm. 3. A cuáles obras se aplica la ~esponsabilidadde¿


arpsitecto en. virtud del art. 1792.
64. El art. 1792 dice: ti8i el ed@cz'o construido & prefijo
perece en todo 6 en parte.11 Si se admite con Aubry y Rau
que la ley establece una presunción legal de culpa, hay que
concluir que no es apli~ablemás que á la construcción de
un edificio, pues las presunciones legales no se extienden;
de esto ae sigue que el art. 1792 no seriaaplicgble 6 trabajos
que no pueden asimilarse h la construcción de un edificio,
tales como una canal 6 un dique. (2) Acerca de este punto
la jurisprudencia se aparta enteramente de la interpreta-
ción que los editores de ~acharissdan 4 la ley; lo que prue-
ba que no tienen razón de invocar la jurisprudencia en spo-
yo de su doctrina. La Corte de Casacidn completa el artfcu-
lo 1792 con el a.rt. 2276, y decide que los arquitectos y em-
presarios son responsables durante diez años de los vicioa
de loe trabajos por ellos ejecutados; que esta garantia tiene
lugar para las grandes obras, esta es la expresión del ar-
tículó 2270, sin que haya que distinguir entre las construc-
ciones ds casas 6 edificios anhlogos y las construcciones de
diferente naturaleza. (3) Esta interpretación es muy inoon-
secuente si se admite que el art. 1792 estableceuna preaun-
cidn de culpa. La Corte extiende una presunción legal, lo
que aunca ee permite al intérprete; y la extiende á un caeo
regido por un principio contrario en lo que t ~ c áa la prue-
ba. Esto es soberanamente ilógico. La interpretacilio da
Aubry y Rau es igualmente inadmisible, como lo diremoa
1 Jjeoreto de 7 de Julio de 1863 (Dalloz, 1854 3,9), de 9 de Marzo y de 11
de Nayo de 1854 <Dalloe, 1854,S 611,
2 Aubry y lbu, t, IV, p. 680, pfo, 374, En eentido oontrerio Uolmet de
Santerre, t. VII, p, 3ü7,nirim. 245 bia ZX:
3 Uaaaoión, 10 de Mayo de 1851 (Dalloz, 1851,1,138).
DE LOS A.RQUITBU2OS 51

m8s adelante. Nociotros nos apegamos tambi6n al texto de


la ley; pero, en nuestro concepto, 18 ley no tiene mds obje-
to que el de,fijar la duración de la garantía, yv 4 e ~ t eres-
pecto hay completa identidad entre el art. 1792 y el 'articu-
lo 2210, puesto que limitan uno y otro la garantia L diez
años.
La jurisprudencia de las cortes de apelación estA en el
sentido de nuestra opinión. En un caso en que se trataba
de la construcciGn de un pozo se pretendfa que el artfculo
1792 era inaplicable. La Corte de Dijón contesta que las dise
posiciooes del art. 17'92 no deben aislar~ede las del artícu-
,lo2270; aienta en principio que la responuabilidad de los
empresarios de construcciones no 8610 se extiende á aquello8
á los que no puede dame la calificación de ed;J;cias uino taml
biéa á los que pueden ser considerados como obra gruesa,
y pozo es una obra gruesa, formando un todo completo, ne-
cesitando conocimientos especiales y condiciones de solidez
que no pueden ser conscidaa mas que despuds de un tiem-
po m& d menos largo. (1)
La Corte tiene razón de invocar 41 espiritu do la ley; es
incompatible, como lo diremoa m$s adelante, con la inter-
pretación que los editores de Zscharia: dan al art. 2270,
Hay sentencias que van más allá y confunden en una
misma regla hipótesis esencialmente diferentee, la responsa-
bilidad conveocional de los arts. 2270 y'1792con la respoo-
sabilidad que naca dtz un delito 6 de un cussidelito. (2) Ya
hemos hecho notar errte error, Es seguro que el art. 1382
no tiene ninguna cuenta de la naturaleza de los trabajos
que constituyen un hecho perjudicial; 4 este respecto es to-
davía mis extonso que el art, 2270, que ~610habla de las
obras gruesas; pero esto no autorizo a¡ i~tdrpretepara con-
1.Dij6n,-IS de Mayo de 1862 (Dalloz, 1862,2, 138), La jarisprudenoia ad*
ministrativa estti conforme. VBanse don deoretorr del Oonrejo de Estado de 2
de Julio de 1855 (Dalloz, 1856, 3, 6).
2 Burdeoil, 21 de Abril de 1864 (DaIloz, 1866, 2, 39,).
undir responsabilidades esencialmente diveraaa y regid88
por principios diferentes. El art. 1382 nada tiene de m-
mún con la duración de la garantia ni con Ia recepción de
Jasobras; por eiso no hay ningtin limite en la responsabilidad
que establece, excepto el del derecho común, que fija ea
treinta años la duración de toda acción.
45. El art. 1792 tarnbidn parece ser restrictivo bajo otro
punto de vista. Supone que el edificirt fué construido dprea
fijo, lo que parece excluir las honetruocionee que no se ha-
cen por un presio Gnico y convenido con anticipación. Au*
bry y Rau, consecuentes con su principio; deciden que la
disposición del art. 1792 eEi axtraiia Q las costruccionef~en-
prendidas mediante un precio determinado por un presu-
puesto; de esto concluyen que la pres&cidn de culps no
'tiene ya razón de ser en los casos en que no hay prefijo. (1)
,No es asf como fué explicada la disposición del art. 1792
en el Consejo.de Estado. Si la garantí'a dura diez aiios, es
que os difícil, para no decir imposible, que el propietario
examine la obra en el momento ea que e ~ tterminada;
i los
.vicios de construcción no se revelan m6g que despues deun
tiempo más 6 menos largo, iQué es lo que el prgijo tiene
de comfixi. con 1s ley.así interpretada por aquellos que la han
preparado! ,jSerá m48 fAcil para el propietario descubrir
los vicios de la construcci6n porque paga 1s obra según un
presupuesto? La cuesti6n no tiene sentido. Se objetar6 que
el texto es terminante y que una ley que extiende la garan-
tia despuée de que las obras eatán recibidas es deestricta in-
. terpretación. Admitirfomos la objecci6n si el art. 1792 no
ae completara con el '22'70; esta dltima disposición, que es-
tablece la misma duraci6n para la garantía de todas la&
obras gruesas, permite aplicar la ley, sin distinguir entre las
obras & prefijo y las obras que se pagan por presupuesto.
La dlstincidn est&de tal modo fuera de 10s motivoa que ex-
1 Aubry y Rau, t, f;V, p. 630,nata 20,pfo. 374,
p h a n al art. 1792, que se tiene dificultad en entender pdk
qu8 las palabras 4 p~8J;johan sido insertas en el texto d d
Cddigo. Quizá sek la clasificacidn de la ley la que ha llama-
do esta expresión; el art, 1792, colocado en la ~ e ~ c i óde n
los presupuestos y tratos, parecía por esto mismo limitado a
los tratos dprefijo,. mientras que el art. 2270, colocado en
el título De la Prt?8cripddn, está coicebido en términos más
generales que excluyen toda diatinción. (1)
La jurisprudencia parece admitir la interpretacidn res-
trictiva de la ley. Se lee en una aentencia de la Corte de
Qasacidn que el art. 1792, q u e hace responsable Q los a&
quitectos, durante diez años, de 10s edificios que con8trbper1,
8610 se re6ere 4 las construccionea áprpeJijo.Da esto se sigue,
dice la sentencia, que cuando los edificios no son construi-
dos 4 prefijo este articulo es inaplicable. (2) La Corte no rneii-
ciona el art. 2270. En esta sentencia posterior desecha la
distincián que parece resultar del art. 2792, !invocando
el art. 2270, oegtin el cual el arquitecto s61o queda descare
gado 4 los diez años de la garantfa de las obras gruesas que
ha dirigido; la d r t e observa que, & diferencia del art. 1792,
el 2270 no limita la responsabilidad del arquitecto al caso
en que construye Qn edificio Ciprefijo. De esto cbiacIuye que
aquel que emprende una construcción por un precio pro-
y
porcional d la importancia naturaleza de los trabajos, de-
be responder, durante diez años, por la perdida del edifici'o
sucedida por un vicio de construcción 6 del suelo, como res-
ponderfa el empresario á irefijo.(3) NO ee esto decidir implí-
citamente que el art. 2270 extiende la dispasición demasiat
do estrecha dd.art. 17923
Und sentencia reciente parece consagrar otra interpreta-
cibn, En el caso se trataba de 18 construccidn de un hotel;
1 Oolmot de Senterre, t. Va, p. 3b7, nbmtl. 246 bis IlX.
2 Denegada, 12 de Noviembre de 1844 (DaIloz, 1846, 1, 8).
S Denegada, 12 de Febrero de 1860 (Dalloz, 1860,1, 5x1).
4 DEL AZEEIQDAiüIENTO DE:OBlX4I

pero, dice la Corte, no está de ningún modo probado q u ~


' los arquitecto8 empresarios se hayan encargado de construir
Úprefijo; concluye de esto que no siendo aplicable á la cau-
sa el art. 1792, así como el artículo 2270, las partes queda*
ron sometidas al derecho común del art.1382 (1) E.clta senten-
cia lo confunde lodo; hacemos á un lado el art, 1792, dei
que la Corte hubiera podido invocar los términos restrio-
tívos. 4Pero el art. 2270 restringe la duración de Ta
rantfa al caso en que lag obras gruesas se hacen 4 prefijo?
E n este artfculo no se 'trata del precio fijo, ni del trato.
iQu6 se dirk de la dispouici6n de la sentencia que considem
al art. 1382 como el derecho comiin en esta materia? Unap
disposición que no se refiere mhs que á loa delito^ y cuasi;
delitos, es decir, á 108 casos en que no hay ninguna conven-
ción (art, 1376) ¿seria el derecho común cuan30 se trata
de una responsabilidad esencialmente convencional, como
la del arquitecto?
La sentencia más reciente, también de Ia Ckmara de Re-
quisiciunes, vuelve & los términos restrictivos del arh. 1792
y decide que la ley no es aplicable cuando no se trata d e
'una construcci6n d prefio; la Corte ya no dice nada del ar-
ticulo 2270 ni del 1382.(2) iSerá muy difíci1,según esto,decir
cuhl es la doctrina de la Corte de Casación. Queel 179'2 tlo
sea aplicable mas que á las construcciones á prefijo lo admi.
timos, pero esto no zanja la dificultad, queda el art. 2270:
inO tiene por objeto completar y extender el art. 17928 Y
si ninguno de loa dos artículon es aplicable, ¿ puede recurrir-
se al art. 1382S Esta iIiltima interpretacidn debe ser dese-
chada, sin duda alguna, como un error. Queda la opinión
que hemos adoptado con la mayor parte da lon autores y
hay que combinar el art. 2270 con el art, 1792; diremos
más adelante que tal es el espíritu incontestable de la ley.
I Denegada, 1. O de Dioiembre de 1868 (Dallon, 187$1,65).
2 Denegada, 26 de Noviembre de 1873 (Dalloz, 1875, 1,201.
46. El arb. 1792 ha dado lugar también á una dificultad
que en realidad no lo es, Se pregunta si esta disposicibn
es aplicable á. los vicios de construcción que afectan . parte
de la cosa. En.el caso ~entenciadopor la Corte de Caaacidn
se trataba de la construccidn d, prefijo de una, fábrica fun-
'cionando por medio de "una mtlquina hidrhulics. E¡ propie-
tario se quejaba de un vicio que afectaba especialmente e l
aparato hidrhulico: ¿Podía invocar e'l art. 1792S La Corte
de Rouen decidió, con razón, que el art. 1792 era aplicable,
fundándose en la indivisibilidad de la obligaci6n contraída
lpor 61 arquitecto. Recurso de casacidn por falsa interpreta*
ci6n de los arte. 1792 y 2210; estas disposiciones, decía el re-
currente, sóio hablan de la constr~cción del edificiq y de
las obras gruesas de construcción, no hablan de las mtiqui-
naa; es, pues, violarlas extenderlas ;I un GaBO no previsto
por el texto. NOSparece que era iniitil invocar la indivi-
sibilidad para hacer responmble a l arquitecto; el empresj
rio era ingeniero hidrost&ticoy el propietario lo habia e&
cogido precisamente por razón de uus conocímientos espe-
ciale~;el contrato tenía por objeto, no un edificio ordinario
sino una fábrica hidráulica; y ¿puede haber una fábriga . .
hidr~ulicasin aparatos hidráulicos? El bueo aentido dice
que no, y el bueo sentido tiene razdii. ¿a Corte de~kch681
recurso. (1)

$ I ~ ~ , - u P&A: RESPONSABILIDAD DEL AR'l'. 2270.


47. En la opini6n general el art. 2270 se aduna con el
art. 1792; una y otra disposicidn establecen un plazo de,
diez años para la garantia 4 que est&obligado el arquitecto
6 el empresario. diibry y Rau eiseñan, al contrario, que
el art. 2270 prevee otra hi~dtesis,la que, según ello^, esth
regida por un principio diferente. La diferencia eoeocial
1 Denegada, 10 de Mayo de 1869 (Dolloz, 1871,1, 107).
consistiría en lo siguiente: $ saber, que el art, 1192 establece
una preauncidn legal de culpa d cargo del: arquitecto, lo que
dispensa al propietario de la prueba; mientras que el ar-
ticulo 2270 no establece presunción, de donde resulta que
el propietario que promueve la responsibilidad eafi obliga-
do &.probarla culpa, que ea el fundamento de su demande
por 0'afioa y perjuioios, Hemos deseoliado d principio que
sirve de punto da partida á esta iuterpretacibn; no se trata
de una presunci6n de colpa en el art. 1y93, como tampoco
en el 2270; ambos artículos tienen un solo y mismo objeto,
el .de drterminar el tiempo durante el cual el arquitecto res-
ponde por los vicioa de consbrucción y del melo, despues de
haber sido los trabajos examinados y recibidos; la identidad
del plazo implicaba identidad de ambas dispo~iciones. Dg-
seohando el principio de los editores de Zacharia, fenernoe
.que desechar las oonsecuenciae que 8ac.n de B. Tenemos,
por coneiguiente, que detenernos en éstas, pues testifican con-
tra el principio ds que derivan. Anbry y Rdu citan un
gran ndmero ds sentencias en las nota6 que acompañan el
texto: jsersb 0n apoyo de su doctrina? Es seguro que la ju-
risprudencia ignora las distincionea de los editores de Zacha-
riz; mejor dicho, parte de un principio enteramente cmtra-
T ~ O ,el de la identidad de los arta. 1792 y 2270, no tenien-
do el Iítltimo m&sobjeto que completar ~1primero. Esto ee
lo que vamos A tratar de probar,
48. El art. 1792 hace responsable al"arquitecto por la
perdida del edificio construido 4 prefijo ouiodo esta perdida
sucede par un vicio de construcci6n 6' di1 suelo. Según el
art. 2270, e1 arquiteoto BS garante de la$ obras grua- que
ha hecho 6 dirigido. Esta expreaión de obras gruesas es más
extensa que la de construccibn de un edificio. iDebe conduir-
se de esto que se trata de una responsabilidad diferente, 6
el art. 2270 8610 desarrolla y completa al art. 1792'1 Hay
acerca de esta cuestión una exceleni; sentencia de la Corte
DE LOS AEQUITECIICOX S?
de Amiéns. qué se entiende por obras ^gruesas? El artfcu.
lo 2270 emplea esta 'expresi6n en el mismo santtdo que, en
otras disposiciones de la ley, las palabras grusBas d gm&
1:eparnciones y en el arte de construcción obra gruesa: son
abras que constituyen la estructurrt misma del edificio 6 sus
partes maestras. Las obras gruesas del art. -2270 entran,
por consiguiente, en los trabajos de construcción del arti-
culo 1792, es un solo y mismo trabajo, 8610 que e art. 1792
se refiere á la construcción total del edificio, mientras que
el art. 2270 comprende los trabajos parciales, Pubato que
la naturaleza del trabajo es la miama, el principio debe Ber
idéntico. j,De qué se trbta? SeLtratade shber si los trabajos
Boa de tal naturaleza. que el propietario no los pueda admi-
nistra~cuandola recepción en este sentido: que le aeai difi:
cil6 imposible comprobar BUS vicios; y es bien evidenite que
esta dificultad B imposibili.dad son 'las'mismas cuando' los
trabajos Ron pai'oiales ó cuando abarcan todo el edificio, En
todos los casas son abras que deben asegurar la solidez del
edificio: el propietario ao puede conveucerse de la tal soli-
dez mBs que si 10s trabajos se conservan .drlrante~cier,to tiem-
po que la ley fija, diez años. Siguese de eeto que 10s arta. 1192
y 2270 proveen la misma cl3se de trabajos, y fuera extra-
ño, inexplicable, que para trabajos identicoa l a h y ..estable-
ciera principios diferentes. S i los trabrijos no son de cons-
trucción, ni obras gruesas, los srrts. 1792 y 2.270 no son
aplicables; estos trabajos quedan bajo el imperio del derecho
comdn; es decir, que pudiendo los vicios de estas obras eer
comprobados cuando la recepción, no hay lugar 4 prolon-
gar la duración de la garantía. (1)
Los Sres. Aubry y Rau citan un .gran-nlimero de mn-
tenciae en apoyo de su dodtina. Se va 9.ver para qu8 sirven
estas citaciones en masa que parecen constituir una autori-
f Arni6nai 29 de Mayo de 1871 (Dallozi, 1811.2, 17llt),
P. de D. TONO=VI-8
bS DZL AERENDADiIIJZNXO DE OBRA

dad irrefutable.' Un arquitecto 6 un empresario se encarga


de construir un pozo; &te no tarda en derrumbsrse,'estos
rJon los término^ de la sentencia, De ahí acción de respon-
sabilidad <contra el constructor, para que se le condene 4
reparar el derrumbe. El arquitecto opone 108 arts. 1 7 9 2 ' ~
,2270;no le son aplicables porque no se teta, en el caso, de
la construccidn de un edificio ni de una obra gruesa. iQtié
contesta la Corte? Adopta pura y simplemente 10s motivos
de la sentencia que habia aplicad9 el art. 1792. (1) Asi la
corte di el tribunal mencionan siquiera el art, 2270. jY se
iaivoca, sih'embargo, la sentencia, en un debate en que se
trata del alcance de eeta disposición!
Despues de esto se cita tambidn .una sentencia de Douai,
relativa a trabajos de pavimentos de un camino vecinal. E1
adjudicatario oponía, .no sin rázón,~que estas obras no en-
t r a b a ~en los arts. 1792 y 2270, La Corte se limita á. decir
.que la coxistrucción de un camino es una obra gruesa, en la
:acepción general y absoluta del art;. 2270, (2) iQud tiene
esta sentencia de oomtin con la cuestióii de saber si el ar-
ticulo 2270 estableca una responsabilidad particular, 6 si
.a610 extiende la que el art. 1792 impone al empresario?
Unos empresarios se encargan de. la construcción de un
-pu~nte.Un puente no ea seguramente un edificio. No obs-
tante, la Corte de Oasaci6n decide que el art, 1792 era aplib
cable, Par lo demás ni palabra del art. 2270, (3) ¿Puede
invocarse una tienteacia que no cita, él art. 2270 en un da-
.bate que versa sobre el santido de esta disposicidn i?
'Un empresario se hace adjudicatario de los trabajos ne-
cesaríos al establecimiento de una toma de agua en un to-
rrente; el auaderno d e cargos estipulaba que seria garante
1 Parfe, 3 de Julio de 1828 (Dalbz; en la palebrrr Brr8ndami~ntode obra, n~.
mero 139,l. )
2 Douai, 28 de Junio de 1837 (Dalloz, en la palabra Trabajos pdblico8, nfii
mero 571).
3 ~eaegadei,11 de Marzo de 1839 ( ~ d l o z , 'en la palabra Arrendamiento dt;
'obra, ndm. 127).
por 'tido un año. .A la conclusidn de aquel año los trabs-
jos fueron examinados, recibidos y aprobados, Cubbdo el
empresario pidi6 el pagoi uno de los intereaedoi objetó que
deapu6s del examen se habían notado vicios ocrtltos y que,
por consiguiente, el dique estaba amenazado con ruina pr6-
kiba; Los primeros j ueces declararon al empresario,res-'
ponsable. Recurso de casaci6u. La Oorte casó la sentencia
de Grenoble en vista de lossarta. 1792 y 2270; (1) Nada,
en la sentencia, deja sospechar que la Corte de Casaciónles-
tablezca una diferencia entre ambas disposiciones por raz;&u
de la ilaturaleza de la obra. iCon qud "derecho se invoca
esta sentencia .en apoyo 6 en ocasion de una discusihn á -la
que es completamente extraña?
La Última sentencia que a0 cita ee la de la Oorte d e Di;
j6n que ya hemos relatado: esta senteicia no apoya segura-
menta.la doctrina de los- editores de Zachari~,pues decida
contrariamente lo que Bstos ensefían: que el ast, 1792 no
debe separarse del 2230: (2) &Paraqud citar una senten-
cia que, lo mismo que las demás, no ee relativa a1 Sbjeto
del debate, y que al aentar un principio contrario decide
implfcitarnents que no hay ninguna diferencia entre el ar-
ticulo.1792 y el .2270? Nos .vemos obligado8 á entrar en Bs-
tos detalles para que nos perdone el lector las largas luc-
braciones en que edtramos; sólo con esta condición es como
el examen de la jurisprudencia puede ser provechoso; citax
~entanciasen maRa sh-di'scutirlass610 sirven para inducir
ti1 lector en errix,
49. 81art. 1792 supone que el arquitecto construye un
edifiaio. GEB aplicable A aquel que forma, los planos y diri-
ge loa trabajos? Los Sres. Aubry y Eau enseñan que, se*
.g6n el art. 2270, m48 extenso que el art. 1792, el arquitec-
to que ain encargarse de la construcci6n hizo ~ U planos
B 6
1 Oeseoión, 19 de Mayo de 1851 (Delloz, 1851, 1, 2381.
2 Dijóa. 13 de Mavo de 1862 f'Dalloz. 1862.2.138).
60 DEL ATeBENP-NXO DE OBRA

dirigid y xecibib los trabajos, es reaponnable del perjuicio


que por au negligencia 6 impericia, cansó en al cumplimien~
to de la misión que ae 12 confió. (1) E l art. 2270 contiene,
en efecto, la palabra dirigido, mieatras que el art. 17-92ha-
bla del ecl;ficio construido. ,jImplica esta diferencia de redac-
ción una responsabilidad diferente? Se podría ost tener, sin
violentar el texto, que el art, 1792 tiene á este respecto el
mismo aIcance que el art. 2270; hace responsables & loa
arquitectos y e%presar2os; y cuando hay B la vea un arqui-
tecto y un empresario, se entiende que cada uno responde
por su parte en la obra, luego el arquitecto responderá por
loa planos y por au vigilancia si se encargó de ella; esta es
su misión en el trabajo de constniccidn. Puede, pues, de-
cirse que construye por esto ~610:que hace planos y que vi-
gila la ejecucibn. Adernba, poco importa que la direccidn
esté 6 no prevista en el art. 1792: jse trata de ~iaber,como
ae pretende, si la d&eccidn está regida por otro principio
que la ejecución? En nuestro concepto la cueetión no tiene
sentido. Xta dirección y la ejecución son una sola y misma
obra. $0 concibe que una parte de la obra, la dirección, ea-
tB regida par otro principio que el que gobierna la ejecu-
cid@?El texto rechaza esta distinción; establece el mismo
plazo para la garaotta de la dirección eomo para la de la
ejecución, %y. el plaza es el del srt. 1792. Luego ambas dia-
po~icionesde la ley son iddnticas y, por consiguiente, rrólo
hay un principio, pues el objeto de ambos articulas 0s pre-
cisamente la duración de la garantía, E1 objeto es, puea, el
mismo, y la decisión es la misma; por tanto, se trata de un
-solo y mimo principio.
En la opinión de los editores de Zachariae, al contrario,
la direcci6n de los trabajos, no previata por el art, 1792,
caeria bajo la aplicación del art. 2270, y estarfa, en conse-
cuencia, regido por un principio diferente, Citan una sen-
1 Aubrg y Rau, t, IV,p. 531, nota 22, pfo. 314,
DE LOS ARQ~ITEFS'J!OS 61

t' ncia da la Corte de P ~ U . (1) En vano nofl hemos pregun


tado al leerlo cuál es el objeto de esta citacihn. No puede
ser para aplyar eo ella su doctrina, pues esta sentencia no
cita al art. 1792 n i al 1270, se funda en el art. 1382. Que
la citación de la Corte 8ea 6 no justa poco importa Ii nues-
tro debate; le es extraña por el motiva, hueiio 6 walo, en
que está fundada, luego hay que apartarla. No examina-
rl?moq otra8 sentencias pila se citan porque esta discusión
se hace fatigosa .y mondtona. La ciencia de las sentencias
es una ciencia rn8u que estkril cuando ~e invoca á la juris-
prudencia haciendo decir á las cortes otra cosa de lo que
dicen. Ya es mixy arriesgado invocar una decisión cuando
se refiere á la cuestión que es el objeto del litigio, pues Ias
circunstancia^ de la causa son pocas veces idénticas. iQué
m60 será si se forza el sentido de las sentencias? Esto es
transformar en autoridad decisiones que amenudo testifi-
can contra el que se prevalece de ella^.
50. En las diversas hipótesis que acabamos. de recorrer
el arquitecto es responsable en virtud del art. 2270; no lo
es en la opinión que combatimos en virtud del art, 17'92.
Lo mismo p ~ s acuando el trabajo wejecuta ain que haya
trato á pt.efijo, Aceros de este punto los editorea de Zacha;
riae confiesan que la jurisprudencia les es contraria, (2) Que-
dan, pues, el texto y el espiritu de la ley. llernou reconcici-
do que el texto del art,. 1'792 parece restringifla dieposi*
ción de la ley la8 conatrucuione~4 prefijo. En nuestra
opinión euto es indiferente, puestlo que admitimos que los
arts: 1792 y 2270 establecen un solo y mismo principioi
En la opinidn contraria se enseña que hay una diferencia
do principios. Btby,,pues, que justificar esta diferencia en-
tre los t i a h . ~ j m , áprefijo y los trabajos por presupuestos
1 Pau, 18 de Marzo de' 1845 (Dslloz, 1845, 2, 124).
2 Aubry y RRU,t, LV,p, 631, nota 24, p f ~ 374,
. Wna uontcniia rociante de
?6 de Novi~mhrade 2873 se pronunoicj en favor de la oplaidn de Aubry y Rau,
ala otro rnotivu que el texto del art, 1792 (Dalloz, 1876, 1, 201,
62 DEL A1&EENi?ANlENXO DE 023$1

sin precio fijado con anticipación para toda la obra. BU^-


camos en vano la raz6n de la diferencia. E n el Consejo de
Estado no se dió otro motivo de la duraci6n .que la ley fija
para, la responsabilidad del arquitecto, más que 1s dificultad
de apreciar 10s vicios de los trabajos cuando su recepción;
Ct este respecto no hay seguramente diferencia entre una
construcción 4 prefijo y una construcción por p~eszp?~eslv.
En la opinibn contraria se dice que el arquite~i~o esta pre-
sumido de culpa en el caso del trato á prefijo, y que no se
le'presume con culpa cuando no hay prefijo. i Y cuál es
la razbn? La que se da es conjetural como toda la teoría:
el arquitecto no tiene interés en la mala hechura, se dice,
cuando trabaja por presupuesta y se le psge según su
trabajo. La c~njeturaestá mB1 imaginada. ¿En qué con-
siate la culpa del arquitecto? Es una impericia 6 una ne.
gligencia, iAca80 la ignorancia aumenta 6 disminuye según
que el arquitecto tratara á prefijo 6 por presupuesto? iSe-
rB menos negligenfe en un caso que en el obro? La negli-
gencia proviebe también de un defecto del espiritu. Esta
falta es innata ó de costumbre. iCambian estas defectos na-
tos 6 de costumbre mala según que e l arquitecto trató & pre-
fijo 6 por presupuesto? Esto no es serio,
50 bis, Hemos llegado á la mAs importante cuestidn de
este debate. Las diferencias que se señalan entre los artícu-
los 1792 y 2270 8610 tienen esta importancia práctica: quo
el principio del art, 2270 difiero del principio del art. 1792,
Según Aubry y Bau existida una diferencia capital. En el
caso previsto por el art. 2270 toca sl propietario que pide
daños y perjuicios contra el arquitecto probar la. existencia
de la culpa que le reprocha, mientras que el art, 1792 eetab
blece una presunci6o legal de culpa á cargo del arquitecto,
y esta presuncidn dispensa al demandante de probar el
fundamento da su demanda. Ya hemos oombatido esta pre-
tendida diferencia (ndm. 81) y volveremos á ella tiodavia,
Por ahora, preguntamos si la diferencia que se dice exiete
entre el art. 1792 y el 2270 esta fundada en la razón. El ar-
quitecto es responsable por su plano y su direccidn, caso
previsto por el art. 2270; 1% ley, se dice, no presume. que
tenga culpa. El arquitecto es respo~sablede la ejecución de
los trabajos, caso previsto por el art. 1792; 18 ley preeume, se
dice, que tiene culpa. i P ~ qu6 r se presume la culpa en es-
te último caso y no se presume en el primero? No se da
conteatacilin á, e ~ t acuestibn. En realidad no pudiera haber
razón juridios de una diferencia que no es juridica. L a si-
tuación del arquitecto es identica en ambas hiphtesis, pro-
mete la miama ciencia, la misma diligencia. Si hubiera que
hacer une diferenoia guando se trata del arquitecto habría
que decir que ofrece mtís ciencia y diligencia cuando se fra.
t a da hacer un plano que cuando ejecnta 10s trabajos, puea
al hacer los plaoos,trabaja como hombre del arte, mientras
que s610 ea priiotico ooaodo kjecuta los trrrbajoe. La ley hu-
biera, pues, presumido m48 bien la cnlpa en el primer caso
que en el segundo, pues una, presunción es una probabili-
dad y la probabilidad es seguramente que el arquitecto ten-
ga culpa cuando falta S las condiciones de su arte. I hma-
nera que debiera invertirse en este caso la pretendida pre-
niinci6n. A decir verdad'no se trhts ,&(EI de p~esuocióne,p
e1 art, 1792 que en el art. 2270. dice el art, 1792S
El arquitecto responde de la perdida durante diez 860s s i
el edificio perece por yicio:da conetruccih 15 del suelo; ni el
texto oí el eapiritu de la ley implican presunci6n. iQpé di-
ce el srt. 92701 El arquitecto e9 garante de las obras gnie-
sas que hace 6 dirige; al articulo no habla ds'oulpa, pero la
palabr8 garalztl~implica la existencia de una culpa. Luego
en otros términos la ley dice, en p.mbas disposiciones, que el
arquitecto reaponde de su culpa. Esta culpa es iddntica; es
6 la i n l p ~ r i c i6~la negligencia. iPor qJ se presumiría esta
culpatenun caso y n b e n el otrb? No hay respuesta & esta
84 DEL ARRE~djY[DENTODfi OBEA

cuesti6n: jiio prueba esto que la diferencia es imaginaria?


Citaremoe un ejemplo en el cual, por uonfeaión de los
Sres. Aubry y Rau, la causa de reaponsabilidad es idéntica.
El arquiteato, según al art, 1792, responde del vicio del eue-
10, Retrponde tarnbirSn en los casaa previstos por el arffcu-
lo 2270..(1) ' ~ a d es
s m8s natural. El arquitecto esta en-
cargado de hacer el plano de un'edigcio. Su priiner cuidado
e8 estudiar el terreno con el fin de fortificar la construcci6ii
si el terreno es malo. El edificio llega 9, perecer en los diez
anos; el arquitecto 08 responsable. La mi~maresponsabili-
d a d fundada en la misma causa pess en 61 cuando eath en-
'cargado de la congtrucci6n. HB aqui, pues, dos hipótesis
idénticas. Sin embargo, sesquiere que en una, la en que el
arquitecto está, encargado solo de hacer 10s planos, no se le
presuma culpa, mientras q'ue se Ie presume culpable cuan
do co~istruyeel edificio. ;Esta deoisión diferente en dss cb-
sos identicos se concibe? Una culpa idéntica y un principio
diferente seria uba anomalia inexplicable. Si la aaomalia
existiera en la ley habría que aceipta~la.Pero, sn el casa,
son 19s intérpretes quienes la han creado forjando una prl-
u nción legal que la ley ignora.

51. La responsabilidad del arquitecto está 'fundada era


una culpa; 6sta culpa no sólo, interesa al propietario 'sino
que compromete la existencia del edificio, y ,por ende la
guridad de las personas. En este uentido la responsabilidad
del arquiteeto es de interéa general. Sígue'se de esto que
las partw contratantes no pueden derogar la reaponsabilidad
del arquitecto; primero, nadie puede estipular que no rei-
pondera de su culpa, siendo semejante convenci6n contra-
ria $ las buenas costumbres, y iae parte~contratantes no
1 barby y BIU, t. m, p, 532, nota 26, pfo, 374,
DE LOS ARQUITEUTOS 65

pueden, en sus convenciones particulares, derogar las leyes


que son de interBs pdblico (art. 6). Es por aplicación de este
pri~cipiopor lo que acabamos dedecidir que el arquitecto
queda obligado por los vicios del suelo y de los materiales
aunque construya en un suelo del propietario y con mate-
riales rnini~tradospor Bsce, y aunque haya advertido al
propietario que 108 vicios arrastrarían más tarde la caida
del edificio, (1) El mismo principio se aplica 4 los vicios
de construcción. FuB sentenciado que el arquitecto no pue-
de declinar la responsabilidad de los vicios de construcción
alegando la presi6n que en 4 hubiera ejercitado el propie-
tario que lo empleb; la Corte de París dice muy bien que
el arquitecto no-debe someterse 8, las exigencias del '
tario; que es de su deber restituirle y aun negarle los set-
vicios que se piden cuando los planos que el propietario
quiere imponerle conducirian necesariamente & una cons-
trucci6n defectuosa y, por tanto, peligrosa. (2) Encargarse
de una construcción según planos viciosos es, en reelidad,
estipular que no se responderá de su culpa, y construir co-
nociendo los peligros que resultarfan de la construcci6n pa-
ra Ias personas y las cosas es una doble causa de nulidad,
Esto está generalmente admitido. Es ,de jurisprudencia, di-
ce la Corte de Bruselas, que el arquitecto no esté libertado
de la responsabilidad de sus culpas por el consentimiento,
ni aun por las órdenes del propietario. (3)
52 'G Qué debe decidirse si el arquitecto 6 el empresario
trabajan por un' plauo del dueño? ~a~ que aplicar por ana-
logía los principios que rigen las relaciones del arquitecto
y del empresario, Cuando el fnopietario ministra el. plana,
ya sea que lo haya hecho 91 mismo ó que lo haya marida-
1 VBanae m6e atrfia núme, 33 y 34,
2 Parfa, 5 de Marzo de 1863 (Dalloz, 1863, 6,239, nbm. 9),
3 Bnrdeos, 21 de Abril de 1864 (Dalloz, 186& 2, 39). En el mismo #entido
L Y O ~6 ,de Junio de 1874 (Dalloz, 1875,2,119).
P, de D. TOMOm1-9
66 DEL ARRENDAXIENTO DE OBRA

do hacer, ge coloca en el lugar del arquitecto y debe s u f d ~


las consecuencias, en este sentido: que toma sobre sí la res-
ponsabilidad de los vicios del plano que impone al construc-
tor. Sin embargo, aquel que ejecuta el plano queda obliga-
do por su culpa, y la tiene cuando se encarga de la ejecución
de 'un plano del que conoce los vicios 6 cuando debe conoo
cekIos en su calidad de hombre del arte, Habría culpa, en
este case, y por parte del propietario y por parte del emprea
sario, en este sentido: que la culpa del empresario está dis-
minuida Cuando trabaja en un plano que le está impuesto
por el prbpietario, asi como, la re~ponsabilidad se reparte
cuando hay 4 la vez un arquitecto que hace el plano y un
empresario que lo ejecuta. Los tribunales pueden tomar en
cuenta estas circunstancias en la fijación de los daños y
perjuicios cuyo monto depende siempre de la gravedad de
la culpa. Esto e8 el derecho comfin,
La Corte de Casación Ir, sentenció así en un caso en que
el propietario era arquitecto 6 constructor y además había
dirigida !os trabajos. De ahí la Corte de Paris había con-
duido que el empresario había obrado en todo segiín la vo-
luntad del dueño y, por consiguiente, le había quitado toda
responsabilidad. En el recurso la Corte de Casación pro-
nunció una sentencia de denegada fundada en que la. sen-
teacia no decidía más que un punto de hecho. (1) E s difícil
criticar las decisiones de hecho; pero nos parece que es exa-
gerqr el descargar al empresario de toda responsabilidad;
aunque trabaje bajo las órdenes del dueño su ,deber es no
ejecutar órdenes y planos que comprometan la solidez del
edificio. Fué sentenciado, conforme á estos principios, que
el arquitecto queda responsable ,de 10s vicios ¿le construc-
ción del sdificio, aunque haya construido por los planos y
según las indicaciones ministradas por el propietario. (2)
1 Deniegada, 4 de Julio de 1838 (Dalloz, en la palabra Arreltdamiento de
obra, niim. 1 4 5 , l . )
2 Bourgee, Agosto 13, 1841 (Dalloz, Arrecrldamiel~tode obra, natm. 143, J..0 )
DI3 LOS ABQUlTEOTOS 67

Hay una sentencia de la Curte de París que parece conn


traria á esta doctrina. Un propietario arrienda una casa á
un panadero con permiso de construir un horlio. El arren-
datario encarg6 á prefijo la constru~icióná un empreeario
que se ocupaba ofipecialmente de este género de trabajos.
Este deacoid6 observar las distancias prs~criptaspor ?r-
ticulo 674, por interds del vecina; resultaron perjuicios y
de ellos una acción de reepoosabilidad contra e ~ , ~ r o ~ i e t a r i o
de la casa y un recurso contra el empresario. Para descar-
garse de la respooaabilidad el empresario sostuvo que si las
distancias legales no habían sido observadas era par orden
del panadero que no hubiera con ello dar 4 su horno
las dimen~ioneaconvenientes. Esta defenea fu,&'adrnitida
por 1,a Corte de Paris. El qentencista formula la decisión
coma sigue: ilEl constructor deja de ser responsable'de los
vicios de la construccibn cuando se ha conformado con las
órdenes dadas con conocimiento de caum por el propieta-
rio,~!(1) Asi formulada la decisión sería contraria .& los
principios consagrados por la jurisprudencia. ea-y,' pimerÓ,
que precisar el objeto de la dificultad. No se tratába de 19
responsabilidad del art. 1792, pues e l debate no existía-en-
s .

tre el propietario y el empresario; no Be quejab4n de un vi-


cio de construaci6a, el proceso reinaba entre el propi&ario
y un vecino; éste ee eiicontraba perjo<~icrrdopor una o o s -
truccidni que constituía para con 61 ,un cuasidelito; promo-
vía, pues, en virtud del art. 1382. contra quién se diriils
la scci6nP Contra el autor del daño. dP, e& el caso, quien
era .el-a?tor del cuasidelito ? El panadero que habia hecho
construir el horno, y no el empresario que lo había cona-
truido. S i el propietari~hubiera ignorado los reglamentos
acerca de la construccidn de 10%. hornos, el empresario hu-
biera teuido .la culpa en no haberle advertido. Pero, en el
. no se alegaba. Desde luego el perjui-
caco, esta ignorancia
,
1 Parfs, 12 de Febrero de 1848 (Palloz. 1848.2. 645,
68 DEL ARRENDANIENTO Da O B U

cio era imputable al panadero, y fué con razón como el pri-


mer juez, asf como la Corte de Apelacidn, descargaron al
empresario de toda responsabilidad.
53. ¿La recepción de las obras por el propietario descar-
ga al empresario de su responsabilidad? Xn regla general
nó, pues el art. 1792 tiene precisamente por objeto mante-
ner la responsabilidad del arquitecto, aunque las construc-
ciones hayan sido examinadas y recibidas. La Corte de Ca-
sación ha sentenciado en este sentido, reproduciendo los
motivos que fueron dados en el Consejo de Estado por 138-
Tenger. iCuál es el objeto del examen y recepción de los
trabajos? Es únicamente compropr que dichoe trabajos fue-
ron ejecutados conforme á los planos y presupuestos y, por
consiguiente, que el crédito del arquitecto es exigible; pero
de que el arquitecto pueda exigir el pago de lo que se le
debe no se puede concluir que &t6 liberado de la respon-
isbhidad B la que e&& sometido por los vicios de cons-
trucción. En efecto, los trabajos, aun cuando estén ejecuta-
doa conforme al cuaderno de cargos, pueden tener vicios
ocultos que se manifiesten más tarde por la ruina total 6
parcial del edificio. ,El examen y la recepción no podrfan
cubrir estos vicios, pues no puede renunciarse á un derecho
cuya existencia se ignora; la aprobación de los trabajos de
los que no sa conocen los vicios no implica, pues, una re-
Bun$a al derecho que tiene el propietario contra el arqui-
tecto por los vicios de constracción. (1)
54. Acerca de este punto no pudiera haber duda: es la
aplicaci6n pura y simple del art. 1792, tal como fué inter-
pretad~en el Consejo de Estada, Pero esta misma explica-
cibn, reproducida, por la Corte de Ca~iación,snscita una di-
ficultad seria. La gamntia de diez años 5 la que el a&ui-
1 Uasaoi6a, 10 de nlayo de 18b1 (Dalloz, 1861,1,138). Uompáreae Aix, 18
de Enero de 1841 (Dalloz, en la palabra Arrsndami~~to de obra, nliim. 146,
2. O), y decreto de 2 de Abril de 1851 (Dalloz, 1852, 3, 1).
DE LOS BBQUI'IIEOTOS 69

tecto queda sometido deroga el derecho comiin; la excep-


ción esta fundada en que el propietario no puede conocer
Bcs vicios de una construcci6n que preeenta toda apariencia
de solidez. Pero si los vicios fueran aparentes de modo que
el que examina y reciba las obra8 pudo r6ccrnocerlos, no se
eat4 ya en el caso de la disposicidn excepcional del art. 1792;
luego se vuelve B la regla hegún Ia cual la recepcidn de la
obra descarga al obrero de la responsabilidad. Hay, sin
embargo, un motivo da duda: esto es lo terminante de la
ley. Esta declara al arquitecto responsable, durantediez
años, por el vicio de construcción 6 por el del suelo, sin dis-
tinguir si el propietario pudo ó no reconocer estos vicios;
y es de principio que el interprete no puede distinguir cuanr
do la ley no distingue; la di~tinciónconducirfa, en efecto,
limitar la responsabilidad del arquitecto, la que, según la
r la recepción de la obra liberta al
ley, es ilimitada. i P ~ qué
obrero de toda respon~labilidad? Porque el amo reconoce
que la.obra está buena; b ai tiene un vicio y que sea apsren-
te, el dueño, al recibir la obra apesar del vicio, renuncia al
derecho que tiene de prevalecerse del vicio contra el arte-
sano. La recepción implica, pues, una renuncia. Si, en el
caso del art. 1792, la ley no admite la renuncia, ee.pórque
$1propietario no puede renunciar un derecho que iguora.
Pero ui lo conoce está libre de renunciarlo. La dietinción
entre los vicios aparentes y loa vicios ocultos resulta de los
principios generales de derecho y, en este caRo, el intérprete
puede y debe distinguir, aunque el texto no distinga; 18 dirr-
posición miuma implica la n6cesidad de una distinci6n.
Hay una scrntencia do la Corte de Gante en este senti-
da, (1)pero presenta una nueva dificultad. iCdmo Re hace
la recepoi6n? La ley no lo dice; hay que atenerse d los prin*
oipioa generales. Puesto que la recepcidn implica una re-
auncia es necesario que haya voluntad de renunciar; e i de-
' 31 Gante, 12 de Agoeto de 1864 (Dalloz, 1866, 2, 35).
38 DEL A R f c E ~ ~ T O D E 0 1 3 E . 4

cir, consentímiento y conocimiento del vicio. Esta Siltima


condiciln ea de hecho; no basta que el propietario haya po-
dido conocer el vicio, ee necesario que lo haya conocido;
si no no hay renuncia posible, Es necesario, ademhs, que
haya renunciado 81 recibir lon trabajo^. iEst8 renuncia pue-
de ser tacita? Esto aR también una cuestión de hecho, pues-
to que depende de la intención de Isa parte8 interesadas.
L a Corte de Gante ha sentenciado que Ea recepción tBcita-
resultaba primero de la entrada en posesión del edificio y
,luego del pago por saldo, sin ninguna reserva de sus dere-
chos, por el propietario. El pago por si solo no implica r e .
nuncia, á no ser que ccnste que cuando el pago el propiets.
rio conocfa 104 Y ~ C ~ O (1)
S En efecto, el pago ae hace regu-
larmente cuando los trabajos esthn acabados; cuando ss
procede á un examen por un hombre del arte qua levanta
acta el pago que se hace posteriormente y aia. reserva pue-
de valer como renuncia; pero cuando no hay examen previo
el pago no prueba de modo seguro que el propietario re-
nuncie á su derecho, y el propietario s6lo se considera como
renuuciarlo cuando pone un hecbo del que no puede saoar-
se otra interpretación,
, 55; c;La aprobación dada 4 los trabajos vale como d e n s
gada á la acción de responsabilidad? Pueds haber una apro-
bación expresa 6 tácita. La aprobaciQnexpresa equivale á
la' recepcidn cuarido Eie da después de acabados los trabajoc.
L a aprobacidn puode tambidn ser tácita; fu6 sentenciado
que la venta del edificio por el propietario era una prueba
de que recibia las construcciones tales como estaban. (2)
Esto depende de las circemstancias de la cauaa. Se puede
objetar contta la teoría de la confirmaci6n que el conssnti-
miento y hasta las drdeuea del propietario, dadas anteq del
1 Comparece PoitiBrs, 1. de Marzo de 1844 (DalIoz;, en la pslebra Arre91-
dffiwiezttode obre, nilim. 159, 6. )
Q

2 Lgoa, 18 de Junio do 1835 (D~lloz,ea la palabra Arrendamiellto de o b ~ u ,


nfim. 146).
BE L O S AZQUITRUTOS 7'1

principio de la obra 6 en el curso de su ejecución, son ino-


perantes; el arquitecto queda,.no obstante, responsable. NO
debe concluirse que el consentimiento posterior es iguaimen-
%eineficaz? Nó, la diferencia es grande entre una aproba-
cidn que precede los trabajod y la que los sigue. En el pri-
mer caso el interés piiblíco está en causa, importa 6 la se-
guridad da lan peruonas que no se hagan ningunas cona-
trucciones viciosas. En el ~egundocaso 6610 80 trata del
interés del propietario y est4 libre de renuuciarlo. Citare-
mos como argumento de analogía el att. 2220: no se puede
de antemano renunciar á la prescripción, mientras que se
puede renunciar á la prescripcidn adquirida.
$ V.-DE 6 A ACCXON DE RESPONSABILIDAD.

56. La acción de responsabilidad pertenece a1 propiefa-


rio. Es demandante y su acción está fundada en una culpa
del arquitecto. Sfguese de esto que el propietario tiene q;e
probar el vicio de construcción 6 del suelo, fundamento de
su demanda. iSe dirá con la Corte de Casacidn que el ar-
ticulo 1792 establece una presunción de culpa, lo que im-
plica que el propietario, aunque demandante, nada tiene que
probar? Hemos ya contestad6 4 la oljecib (números 31 y
58). (1) 6s expresan mal al decir que el art. 1792 entable-
oe una presunción de culpa B cargo del argiuitecto; hay pre-
sunción eri su favor en ell sentido de que despuds de diez
afiou no es ya responsable; la ley presume, pues, que la rui-
na del edificio que sucede despu6s de este plazo no es im-
putable al arquitecto; pero de ento no ae ~igueque la ruina
del ediiicio que ~ucededentro de diez afi1109 10 888 imputable.
-
Puede provenir de un caso fortuito,- puede sixcecler de
vicio dé oonstrucoilo de las c8~i.svecinas, & por vicios del
-
1 Eneta lees ltbe mala8 razones que da Nsroadd en apoyo de este oeinidn pam
ra convenoerse de que es un erro? (t. VI, p. 639, núm. 1 del art. 1792). Oraea
imofl i ~ i í t i refutarlas.
l OompBreas Duvergier, t. IX, p, 406, afim. 366, y Tros
plong, ndm, LOOS, en aentido contrario,
72 DEL AlZREND,#JKDWTO DE OBBA

suelo de dichas casas; la ley no podfa, pues, presumir la im-


pericia 6 la negligencia del arquitecto. La cuestión de prue-
ba es, ademhs, sin importancia práctica. Ordinariamente
el tribunal ordena una experticia; es indiferente que sea
provocada por el demandante 6 por el demandado
57, E l art. 1792 dice que los arquitectos y empresarios
son responsables durante diez años ai el edificio perece por
el vicio de la construcción 6 del uuelo; iEn que nentido son
responsables por diez aÍios? La cuestión est&controvertida,
y hay alguna duda. Un primer punto es seguro. Si el edi-
ficio llega4 perecer despuh de diez años el arquitecto no
es ya responsable aunque el propietario pretendiera que el
edificio se derrurnb6 por vicio de conetrucci6n 6 del suelo.
La ley limita la duracidn de la reaponsabilidad que nace de
la culpa del arquitecto. Hay casos en que la garantia se de-
be aiempre; el vendedor es siempre garante de 18 evicción
en cualquiera época que el comprador sea veaoido; la razón
es que la evicción prueba por si sola, en cualquier tiempo
en que tenga lugar, que el vendedor tiene: culpa en el sen-
tido de que no cumplid la obligaci6n que contrajo de hacer
propietario de la cosa vendida al comprador; la garantía no
puede, pues, ser limitada & cierto tiempo. No pasa lo mis-
mo con la garantía que debe el arquitecto. Respondé de su
culpa; según el derecho comiin, estarfa libertado de esta
responsabilidad por la recepci6n de Los trabajos; la ley dero-
ga la regla por motiva de que es difícil conocer los vicios de
construcción cuanda el examen; amenudo sblo se revelan
después de un tiempo m6s 6 menos largo. iC?uhles ese tiem-
po? La responsabilidad del arquitecto no podfa durar siem .
pre, pues si el edificio se derrumba despues de un tiempo
largo, ser& por vetustez'y por falta de reposiciones, y el ar-
quitvcto no pueJe ser responsable de estas caueas de deci-
trucción. Si hay un vicio de construccidn se revelará más
temprano, en un plazo que es impoalble fijar de una manera
segura, puesto que todo depende de la gravedad del vicio;
la leyqtuvo que confprmarse .con un límite arbitrario y que
fijó en diez a.ños. Ta1.e~la presunción de la ley; la ruina
que sucede despu6s d e los diez añbs se presume no proceder
d e u n kiciotde constr"ucció4. 4 decir.+;verdadesto es más
qite una,;presuscióq;,é ~ t a sgdmiten siempre una prueba con-
traria, aún las que se llaman juris qt de jure (art. 1352);,
mientra8 que el propietario no se ,admitiris á probay, ni - si-
e

quiera por la c~nfeqión6 el jurgmentp del arquitecto, qy6


é8te tiene culpa y es, tanto, resp&sable. Esto resplta e ~ i -
deatemente da1 art. 2270, según el cual el arquitecto est&
descargada de la garantia despu8a .de diez años; ya no hay
acción contra él. Hubiera sido injusto prolonga^ la g a r p t í a
indefinidarneritb; esto hubiera sido hacer responsable al ar-
quitecto por una culpa que.serfa muy difícil comprobar
después de un tiempo largo,; amenudo la .culpa no existe
cuando no se reyelti en los primeros añoa que siguen á la
conclusión de los trabajos, (1)
58. para que hay8 lugar & la responsabilidad.,,es., necesa-
río que la mina del eidificio suceda ,durante el plazo d,e-diez
años. Si el edificio perece 90 todo ó en parte en los cfiez
años el spr.opi6tariopuede ,pro&over cqntra ,el aGitecto.
,jCuál es la duraci6n de esCa accibn? Acerca de este. punto
la d o c t r i ~ aestá en desacuerdq oon la jurisprudenciá, y los,
autores mibmos están divididos, En nuestro conqepto .la
doctrina Oiene raz6n en el sentido, de que la acción dura
treinta años. -Este es el derecho comiíp y38ste debe recibir
gu apliaación en todos lo# . casos en que la ley no lo ,deroga.
I

La dificulkfid sti reduce, pues, 4 eqto: $imitan los arts. 1792


y 2270 la dyración de la acgión dhños y perjuicio8
diez años c u a o d ~el edificio llega 4 . perecer ,en todo 6 en
parte por culpa del arquitecto?,Loque hemos dicho en to-
aolmet de Santerre, t, VD, p. 358, nbm, 245 bis IV.
P, de D,WO%x~1-10
74 DEL ARRENDA&M3N'TODEOB~

do el 'curso d0 n'uestr~s-explicaciones acerca del objeto del


ari.'1792 p&eba que no se $rata más. que de la garantía y
no de la accidn de daños y perjuicios. Y una coaa es la ga-
rantih'y otra la accihn que de ella resulta por dagas y per-s
juicios. Si ee trata de la garantfa la ley tuvo que .fijar un
plazo bastante corto, pero suficiente para que los vicios de
construcción ae revelen, -si los hay. El plazo de .diez años
que ej6 con este objeto no tiene nada de común con la ac-
ci6n de responsabilidad; no había ninghn motivo para sbre-
viai laedoración ordinaria de la prescripción. Al limitar la
dui~cidnde la garantfa Q diez años la ley deroga el dere-
*

cho D~tnctodel propietario; Bate debiera tener una acci6n


contra el arquitecto en cualquiera época en que el edificio
llegase '4 perecer, & eondici.&nde probar que persci6 por cul-
pa, del arquiieoto; la ley ha limitado este derecho á un tiem-
po muy'corh,fundándose en probabilidade~;no podiw ir
t .

&lid y limitar tambídn la aoci6n por daños g perjuicios;


esto hubiera sido comprometer loa derbcho~del pro$stario.
3% ,afecto, si la p6rdñda sucediera al fin del hltirno aiía el
prapietario se encontraría en la imposibilidad .de promo-
ver. (1) Vamos &' oir las objeciones que se hacen contra, f38-
fa aoctrina al exponer el estado de la jurisprudencia.
59; Eay tres sentenci'as de la Corte de Paris que han de-
cidido que la scci6n de responsabilidad está limitada A diel:
Itno?. tanto Como la duracidn de la garantfa, La Carte idvaca
el texto y el eepfritu de la ley, El texto habla de la vesponl
sabilidad (art. 1792) y de la garantia (art, 2270); y la res-
ponsabilidad implica una accidn, así como la garantía; eB,
pues, la duración de k acción de responsabilidatt (5 de la ga-
rantia la que la ley quiso limitar, ?&verdad que el ' t e ~ t b
puede interpretarse aai, pero se trata de eaber s i asta iuter-
pretación esth en harmonía con el objeto mismo de los articu;
1 Uolmet de Santerie, t. TIC, p. 369,nbms. 246 bis <O-XLT, y loa butoier oG
te\dla por Aubry y Rau, t.m, p, 833, g note 30, pfo, 374.
los 1792 y 2270, dcabarnors de repetir lo que fu6 dicho en
el Consejo de Estado acerca del objeto del art, 1792; man-
tiene la responsabilidad degpu6s del examen de 108 trabajos;
idurante qué tiempo? Tal ea el útnico objeto de .la ley; es,
pues, desviarla de su sentidqopaturale1 aplicarla $ la dura-
ci6n de la awión por daños y perjuicios. Se objeta laque el
Orador del Gobierno dijo al exponer 10,smotivos del titulo
De la Preescripcidn. Bigot-PrBameneu se)limita á decir que
la prescripción está establecida en favor de los arquitectos
y que el Código mantiene el. derecho comlíln en cuanto 4 la
duración. (1j 2De que la presoripción fué establecida en.in-
ter& de los arquitectos debe'ooncluirse que la accion p a
daños y perjuicios está limitada á diez aiíosl La Exposioión
delos Mo4ivos no dice esto; la prescripción es realmente fa-
vorable al arquitecto, corno lo.hemos dicho; ,pero de qus la
Isy limita la.duración de la garantfa no puede inducirse que
limite también la duraci6n de la acci6n de responsabilidad;
esto serfa un segundo fdvor para el cual se neceeitnrh un
texto. - La Corte de París agrega que dejando 4 lascci6o
por daños y perjuicioe la duracidn de treinta añpe iJe vuelve
contra el arquitecto una diuposici6n que fa6 introdilicida en
su favor. Esto no es exacto; ae@n el derecho comhn el
.arquitecto hubiera eid'o garante aunque el pdificio hubiera
llegado k perecer después de treinta añoa; y adqmds; laac-
ción, una vez nacida; hubhra tenido h duración ordinar&
de treinta años. La ley deroga en favor del 8rquiteot;o el
primer principio; no deroga en lo que rii refiere al segundo.
Mabtenemos, pues, el favor que la ley concede al arquitec-
to, l'e 'negamos lo que la lar no le concede. La Corte de Pa-
ris confiesa ella mima que Ia interprataci6n .que admite ex-
tiende la disposición de la ley. Fl legislador, dice, pens6
n se manifieste un
que cugndo lian parjado diez añoa ~ i que
vicio de cons$nioción la perdida total d parcial del edificio
1, Exposioidn da loil motivo@,n*. .36(Loard, t, VIIT, p, 852).
que sobreviniera después de este plazo no podrla presumir-
se proceder del vicio de constraccibn, Hay que reconocer,
agrega la Corte, que eotrk igualmente en el espíritu de 1s
ley decidir que sí'un propietario deja pasar los digz año^ sin
reclamar aunque un accidente haya .sobrevenido, que un
vicio de canstrllcci6n se haya revelado, debe considerdrsele
como renunciante á todo recurso. (1) Así la, Corte extiende
una dispo"ei6n que calidcn de .preisuncidh, lo que el iíztdr-
>preteno tiene derecho de hacer; luego presume una pra-
unción de renuncia, lo que es aun mayor anomalfa. Esto
nos parece deciaivo contra la jurisprudencia de la Corte de
Parfe.
59 bis. ' l a Corte de Parfs dice que el propietario que
permanece diez afios sin promover ae conaidera COmb &-
berrrenunciado' ti su derecho, E,nla opinidn que ha consa-
grado, la suposición no es exacta; en efecto; el pr~pietario
'deberá promover en la^ diez años ,aunque los vicios 80 reve-
4asen si10 durante el decirno &o. E& consecuencia que se
deriva de la jurisprudencia que acabamos de combatir, incli-
,336 tí Duvergier para proponer otra interpretacibn; el pro-
pietarío tendria diez atios para promover, $ partir del mo-
.riiento en que el edificio llegara á perecer en todo 6 en par-
te.'.(~)Esta bpini6n no tuvo aceptacidn, le falta base legal;
el legislador hubiera podido consagrarls, el interprete no
-tiene este derecho, Creemos in&il insifitir,
60; Estando la garantia sometida 4 una, prescripcidn cor-
ta, importa determinar de un modo fijo el.momento en que
comienza A correr. Loa arts. 1792 y 22'70 se limitan 4 fijar
'el plazo de diez años; pero los motivoai par los que el legisi
Iador há prolongado la raporisabilidad del arquiteoto deci*
: i

1 Ptwfs, 17 de Febrsro de 1853 (Dalloz, 1863, 9,133), Uompáreae Paris, 16


do Noviembre de 1836 (Delloz, en 1s pnlnhra Arrendamiento de obra, ndm. 165.),
y 20 da Junio de 1867 (Dalloz;, L858,2,88).
2 Duverpier, t. II, p. 416, niiní. 360. En aentido ooatrrrio Oolmat de Sane
torta, t. p. 362, ndm. 246 bis .XITT.
49n implícitawente la dificultad. SegBn el derecho comilin,
la responsabilidad del' arquitecto cesarfa por 1s recepcidn $0
las obras; e8 porque esta recepcidn no cubre los vicios ocul-
tos que piieden encontrame en ta construcoi6n por lo que el
legislador mantiene la responsabilidad del arquitec,to duran-
te dirz años; sobreyive, segiin ae dice, al examen de loatra-
bajos, porque el examen de 108 vicios ocultoe es imposible.
dCuhndo puede saberse si hay un vicio? Cuando la recep-
oidn; s i el vicio es aparenta, la recepci6n lo cubre; si 'el vi-
cio es oculto, eubsiste'lh regponaabilidad. Es, pues, á pnktir
de la recepción desde que el plazo de diez sfios debe correr;
es decir, á partir del acta de recepcibn 6 de la toma de pose-
~ local, si esto Bquivale 4 una recepción. (1)
$ 6 del
La Ocrte de Parfs, ,sentenció181: queda una dificulta&
2 CuOl 9s la fecha de 'recepcihn ? Cuando los trabajos son
recibidos por un hombre del arte, levanta unn acta; 1. fe-
s esta sota &ja en este caao la fecha de la recepci6n.
~ h de
La rqcepcidn puede tambi6n hacerse por el propietario; en
este c.aso es ordinariamente tacita. Esto es uoa cuesti6n de
hecho; el juez debe decidir, segáo las circuriata&iaa de la
causa, si hay recepción y en qu6 dfn tuvo lugar: En el ca-
qo sentenciado por la Corte de Parfs la recepci6n result~q
ba de la ocupaci6o del local por el propietaria;, pero las cir-
aupstaacias de la causa no permitían precisar la fecha; la
Corte se deaidi6 por el hecho del'pago de: médito del arqui-
tecto; este hecho, coincidiendo con el de la ocupaci6ia, pro-
baba que había recepción B indicaba su fecha. 8s objetaba
que las obras gruesas'del tejado habian nido terminadas en
una Bpoca aoterior, y que debía aplicarse la prescripcióti 6,
aada trabajo especial;haci8odola correr desde lu concluai'n
de los trqbajoa de cada naturalezn. La Corte contesta que for-
mando la construcoidn de una casi U ~ Iconjunto compl~etito
de varias obraa es imposible someter ti una prescripoidn es-
1 Duvergiac, t, ii, p. 409, ndrne, 368 y 369.
78 DEL LREI-idI1AiIIlENrPO DE OBRA

pecial cada parte del trabajo. agrega remo^ qúa asi a&
ría, aunque el pago se hiciera parcialmenta, en Bpocas ea
relación co'n el adelanto de los trabajos, pues &tos pagos no
tienen nada de com6n con la recepcidn, la que s61o tiene kv=
gar cuando todos los trabajos quedan teríminadoa.
61. 6Se suspende la prescripción de diez años por la me-
nor edad? Se llama al plazo de diez años una prescripción
porque el art, 2270, que fija el mismo plazo para la misma
responsabilidad, está colocado bajo el rubro de 1% sección
que trata da la duracihn de la prescripción. La doctrina 'y
la jurisprudencia están acordes eu admitir que la menor
edad so suspende el curird de esta prescripción especiat
Hay uo dativo de dada que fuera perentorio ~ isetratare
.
a e una kerdadera presoripci6n. Segán el art. 2252, la pres-
cripción no corre contra los m+hores, con excepción de loa
'hasos determinados por 1s ley; es, puee, necesario que la ex.
cepción este formulada por la*ley;por tanta, el silencio de
esta basta, para decidir la dificultad, En vano dice la Cor-
t e de ~ a k que
s en nisoa anilogoa, tal como el del articulo
1676, la prsscripción corre contra el menor, (1) no so ara
gumenta por via de analogía cuando so trata de una eacep-
ción, eobre t ~ d ocuando se trata de quitar
- l a garantfa á un
incapaz, Yero el espiritu de la ley prueba que el plazo de
di& años de los arts. 1792 p 2270 no es una prescripción.
iPor qué limita la ley la garantia 4 diez añas? Porque el
kiciti se revela, en un plazo bastante iorto. iEe necesario
un plazo mBs Iargo para qae se descubra el vicio cuando.cl
propietario ea menor? La cuestión no tiene sentido. No red
sulta de esto que los intereses del nienor estén sacrificados.
' ~ i de diez años es extraño 4 la saoi6n que nace de la
gsrantfa; esta acci6n dura treinta arios, y 1& preaoripcidn'no
corra contra el merzor. (2)
1 Parfq 20 de Junio de 2867 (DeIloz, 1888,2, 88).
2 Anbrs Y Rau, t. m, P, 583; pfo, 374
62. iCuándo 108 arquitectos y los empresarros son res-
ppnaables en virtud del nrt. 13822 Segdn este artículo cual-
quier hecho del hombre que causa un perjuicio á otro obli-
ga..&aquel por 'culpa de ha nucedido 9. repararlo.
Esto es lo que la lsy llama un delito 6 a n cuasidelito. Re:
mos dicho en otro lugar en qu6 difiere la responsabilidad
que nace ,de un hecho perjidicial de la respoosabilidsd que
deriva de una culpa convencionai. Aquf a610 tenem9.s que
determinar los caclori en loe cuales los arquitectos son respon-
sables en virtud de un hecho perjudioisl. L8 misha pa-
labra,lo dice y el arb. 1370 lo explica: la re~ponsabilidad
existe., A c~nsecuenciade un hecho For el cual el'arquitecto
,
causa un perjuicio, sin que intervenga ninguna convencida
entre Qstey la parte perjudicada. Si'el perjuicio resulta de
la.in8jecuci6n de un coatrato la culpa es convciociond; ea
eate caso ee aplican los pri~cipioilque acabamos de exponer.
I /

Xi el daño resulta de uo hecho que confitituye un delito $ 8.' 6


i

un cuaeidelito, ein que se trnte de Is inejecuoión de un con-,


venio, se aplican los srts. 1382 y 1383. Hey que agregar
que el irt. 1384 ee igualmente aplicable al árquitecto y al
empresario; el atrt. 1797 lo dice: *\Elempresario'as reappon-
sablq por las pe~aonasque emplea.11 Por su parte el propie-
tario s i ;esponsable, 4 titulo de comiteote, $2 los hechos
de1 arquitecto, conforme á la dieposición'del art. 1384: que
declara ti loa comitente8 responsables del daño causado
por sus empleados en las funciones en Las que los emplean.
'63. Según ei irt. 1386 el propietarío de un edificio es
responsable dsl perjuicio causado por su ruiqa cuando 68ta
sucede por ion vicio de su const;rucción. &ta responsabili-
dad es más generak existe no s61o en caso de ruina sino que
tiene lugar degde que un vicio de conatruccidn causa un
deterioro á la casa, vecina, El veoino tiene, puefl, una acci@
80 DEL ARREPJDAXIERXti DE BBEb

contra e1 propietario, b reserva de que &te ponga en cansa


al arquitecto 6 a1 empreeario; (1) puede tambikn promover
contra el autor del hecho perjudicial. Ambas acciones di-
Geren, como lo hemos dicho al tratar de la"responsabilidad.
H a y una diferencia ep la que tenemos que insistir. Nacíen-
do la acción por d&os y perjuicios de un hecho perjudicial
pre&lbe por treinta años. El v&ino pejndiicadn por un
vicio de conatruoción tiene, pues, treinta a ó o ~para promo-
ver contra el propietario de la caua & contra el arquitecto;
aunque el vicio de oonatruoción a610 ae revelase después de
los diez años durante los cual- el arquitecto es responas-
ble para con el propietaria. Siguese de e ~ t oque la respon-
sabilidad del art. 1382 pesa en el arquitecto cuando ya na
es responaable en virtud de loa srts. 1792 y 2270; aCuh1 es
Ba r a z h de esta diferencia? Es que la responsabilidad del.
l e . ' 1382 ee de interés general,'tiene por objeto asegurar 8,
las personas y las cosa8 contra la im'prudencia d la negli-
gencia del arquitecto; hay tambidn un interds general en
juego en BI caso de los arts. 17% y 2270, pero se liga h un&
convención; el propietario escoge al Rrquitecto que quiere
emplear y puede hacer las especulaciones que juzptie con-
venientes psra resiuardar sus intereses; mientras que
vecinos son extraños al convenio que interviene entre el ar-
quitecto y aquel que lo emplea; ia ley tuvo que cuidar sus
intereses que se confunden con el interd~~úblioo. (21
64. Difiriendo la dura4611 de 1s israotia eegifn que 1s
accióa nsce de! art. 1382 '6 de los arts. 1792 y 2270, im-
porta saber cuándo el arquitecto es responaable como autor
de un hecho perjudicial. Se citan como ejemplo los cason
en que el arqnitecta contraviene d las leyea y reglarnentoa
sobre coastracciones; conatrayo fuera del alineamiento 6
1 Bfetz, 30 de Novisnibce de 1865 (Dsllaz, 1866,6,3941,
2 Aubry y Rau, t. IV, p, 634, y nota 32, pfo. 374. En aentido contrario, Da.
vergier, t. IT, p, 417, nGml 363, y Troplong, nbq, 1014.
DZ LOS ARQUI!CEOT(lS 81

más sil6 de la, altura reglamentaria; el propietario esta


obligado zi de'molernijuconstruccibn; 01'arquitecto es rea-
ponsable en virtud del art. 1382; no se trata de un vicib
de construcción ni de una mala hechura; luego los articu-
los 1793 y S270 est&n fuera de causa. (1) Los tribunales
oonfunden amenudo la responsabilidad conveiicional ligan-
do al art. 1792 el principio de la responsabilidad que pesa
en el arquitecto cuando no observa las leyes &cerca de la
vecindad y vías de cornunicaciines; (2) el errof es iseguro.
El arquitecto da á los cimientos un espesor menor del
que debiera'haberiesdada según el convenio: iEa esto un
quasidelito 6 una culpa.convqncional! Es seguro que en este
caso hay mala fe, pero la mala fe resulta de la inejecucidn
de la obligación contraida por el arquitecto; ee un vicio de
coiistrocci6n; la mafs fe agrava la culpa del constructor,
pero eats culpa no catribia de naturaleza, permatieoe con-
vencional; síguese de esto que la gsrantia no dura mhs que
diez &5os. (3)

65. Un arquitecto d un ernpreaatio se encargan de una


coxlstruccibn á, prefijo. Durante el curfio $elos trabajo^ el
precio de la mano de obra 6 de 10s materiales aumenta.
iP0dr8, poree~tepunto, pedir un aumento del precio eati-
pulado en el tratoí? La negativa es eegura y está consagrada
por el art. 1793. E ~ t eao la &plioación del principio de la
irrevocabilidad de las convenciones: aubstituyen á la ley,
para las que las hicieron. Ninguna de las prtrtim puede mo-
dificar el contrato; el propietario no tendria al darecbo de
1 Duvergier, t. 11, p. 417, nfirn, 562. Aubry y Ran, t. IV,pe. 633 3' sigdenrn
tea, pfo. 314.
2 Bnrdeos, 21 de Abril de 1864 (Dalias, 1865; 2, 39).
3 UompBrese Oaan, 1.* de Abril de 1848 (Dallos, 1848,2,176,g 16 nota del
aeatanoiata).
a, de D; TOMO=VI--1 1
DZ LOS ARQUI!CEOT(lS 81

más sil6 de la, altura reglamentaria; el propietario esta


obligado zi de'molernijuconstruccibn; 01'arquitecto es rea-
ponsable en virtud del art. 1382; no se trata de un vicib
de construcción ni de una mala hechura; luego los articu-
los 1793 y S270 est&n fuera de causa. (1) Los tribunales
oonfunden amenudo la responsabilidad conveiicional ligan-
do al art. 1792 el principio de la responsabilidad que pesa
en el arquitecto cuando no observa las leyes &cerca de la
vecindad y vías de cornunicaciines; (2) el errof es iseguro.
El arquitecto da á los cimientos un espesor menor del
que debiera'haberiesdada según el convenio: iEa esto un
quasidelito 6 una culpa.convqncional! Es seguro que en este
caso hay mala fe, pero la mala fe resulta de la inejecucidn
de la obligación contraida por el arquitecto; ee un vicio de
coiistrocci6n; la mafs fe agrava la culpa del constructor,
pero eats culpa no catribia de naturaleza, permatieoe con-
vencional; síguese de esto que la gsrantia no dura mhs que
diez &5os. (3)

65. Un arquitecto d un ernpreaatio se encargan de una


coxlstruccibn á, prefijo. Durante el curfio $elos trabajo^ el
precio de la mano de obra 6 de 10s materiales aumenta.
iP0dr8, poree~tepunto, pedir un aumento del precio eati-
pulado en el tratoí? La negativa es eegura y está consagrada
por el art. 1793. E ~ t eao la &plioación del principio de la
irrevocabilidad de las convenciones: aubstituyen á la ley,
para las que las hicieron. Ninguna de las prtrtim puede mo-
dificar el contrato; el propietario no tendria al darecbo de
1 Duvergier, t. 11, p. 417, nfirn, 562. Aubry y Ran, t. IV,pe. 633 3' sigdenrn
tea, pfo. 314.
2 Bnrdeos, 21 de Abril de 1864 (Dalias, 1865; 2, 39).
3 UompBrese Oaan, 1.* de Abril de 1848 (Dallos, 1848,2,176,g 16 nota del
aeatanoiata).
a, de D; TOMO=VI--1 1
82 DEL BBBEM,ANIEINTO DE OBRA

reclamar una disminución del precio si la mano de obra 6


los materiales llegasen á disminuir de valor; jcon qu6 dere-
cho reclamarla el arquitecto un aumento del prefijo cuando
los materiales llegan á subir de valor? Esto es una suerte
que ambas partes corren cuando han tratada á prefijo; deben
sufrir 1s ley que ae han impuelito.
66. No ee oste el objeto del art. 1793; la aplicaci6n aei
art, 1134 es tan evidente, que el inútil formularla. Este
articulo contiene tambidn una segunda t&tposicibn: id31 ar-
quitecto no puede pedir un aumento de precio bajo el pre-
texto de cambios ó aumentos hechos 4 los planos, si estoa
cambios 6 aumentos no han sido autorizados por escrito y
preoiri convenido por e1 propietario,11 Traer cambios al pla-
no 6 aumentar las construcciones es también modificar la
convención, y el arquitecto no tiene derecho, puesto que el
contrato no puede ser modificado más que por el msenti-
*.
miento mutuo de las partes contrataiites. Si el arquitecto
hiciera cambios 6 aumentos por' su sola voluntad no e610
no podria reclamar, por este punto, un aamento del precio
sino que estarfa obligado á, los daños y perjuicios ~i resul-
tare un daño para ei propietario. Esto en una aplioacidn
evidente del principio de la irrevooabilidsd de las coxavencio-
nes. Pero, seghn el derecho común, la8 partes pueden, por su
consentimiento mutuo, revocar sus convenciones 6 modifi-
carlas. Aquf es donde la ley deroga loa principios genera-
les, disponiendo q6e los oambios 6 aixmentos hechos por el
arquitecto deben ser autorizados por escrito y RU precio
convenido coa el propietario para que pueda pedir un au-
mento'del precio. 4 Por qu4 es necesario una autorización por
escriro, porque el precio debe especialmente estar conveni-+
do?
El Relator y el Orador del Tribunado han expuecrto los mo-
.tivos de esta innovacidn, hecha necesaria por una especie de
fraude que cometen lo# arquiteotos en perjuioio de los pro-
DE LOS ARQUITECTOS 83

@etsrrioa. Puede suceder que el arquitecto tenga que hacer


trsbajoa no previstos por el contrato; le naturaleza del &e-
lo, por ejemplo, lo obliga 4 fortificar los cimientos; estando
el precio convenido 8 prefijo, el arquitecto no podrl re-
clamar, por este punho, un aumeuto de precio; para éacapar
de la ley del contrato, propone al propietario cambios en el
plano, lo que anula el prefijo y permite al arquitecto recla-
mar ua precio proporcional á log trabajos que ejecuta. Si
el propietario tiene la imprudencia de consentír estos cam-
bios perderá el beneficio del prefijo. 26 mismo sucedería
si se dejara arrastrar por el arquitecto 5 hacer cambios que
aumentan la utilidad ó el gusto de la construcci6n; perde-
rá, también Iaa ventajas del prefijo; el precio habrá sido cal-
culado según lae necesidades y, fortuna da1 propietario; y tl
consecuencia de los cambios, se encontrar& comprometido
en gastos que no tienen ya"lfmite8 estando el arquitseto
interesado en extender siempre los trabajos. Asi es cbmo su-
cede que el precio que el propietario se proponía gastar ea
mucho menor que el valor de las construcciones, La ley
quiere garantizar 4 los propietaríos contra 10s consejo^^ in-
teresados de los arquitectos. Para que el arquitecto pueda
reclamar un aumento del precio por r a z h de los cambios
que hace a1 plano, el srt. 1793 exige dos condiciones. 'Yri-
mero es nece~arioque los csmbioa estén sutorihados por
escrito para que el consentimiento del propietario sea segu-
ro y que se dB cuenta exacti, de las modificacion~sque el
prefijo ve d sufrir. ~ d e x d i el
i precio de loa nuevos traba-
jos debe estar especialmente convenido pcra que el propie-
tario sepa cuál es el monto del gasto que estos cambios le
ocasionan. (1)
67. El objeto que el legislador tuvo en vista explica la
~aturalerade laa condiciones que exige y determina su son*
1 Jaubert, Disoano nbm. 12 (Loord, t. YXI, p. 213). Moafiault, Informe
nbm, 19 (Loor6 t, ViIi p. 207).
84 DEL @SZENDBmNTB DE UBICA

tido. Es necesario que los cambio8 estén autorizados por


escrito. iE8 esto una derogacifin del art. 1241, es decir, es
una simple cuestión de prueba? N6; ee una medida de
desconfianza, contra el. arquitecto y una garantia para e1 pro
pietario. De esto se aigue que el escrito es la condición sin
la que el arquitecto no tendrti ninguna secibn contra el pro-
pietario. A falta de escrito el prefijo aubsiste y, por consi-
guiente, el arquitecto s61O puede reolamar el pacto eatipu-
lado. Se alegaría en vano un principio.de prueba por esori-
to para probar por testigo8 que el propietario coaeinti6 en 108
cambios. Ni aiquiera se le admitiría á prevalecerse de la
confesión del propietario en aate eentido: que no podrli ha-
cerle absolver posiciones ni deferirle,el juramento: no hay
cambio sin eacrito. (1)
Hay una sentencia de la Corte de Douai en este mniido,
poro eatd'bastante mal motivada. (2) El primer juez habla
ordenado el interrogatorio al propietario coa el fin de esta-
bleoer si realmente había habido convenci6n suturizanda los
cambios hechos por el arquitecto. En ~pelaciónla Corta re-
formó la sentencia por motivo de que al art. 1793 astablecia,
una presunción jurk et de jure en provecho del propietario,
y,que, según el art. 1352, ninguna pruebs 8e admite oontrs
Irt presunción de la ley, El art. 1793 no establece una pre-
sunción, niega cualquiera accidn al arquitecto cuando el cam-
bio no ba sido autorizado por eecrito. Admitiendo que exis-
ta la presuncián, no es exacto decir que ninguna prueba ae
admite contra la preaunci6p.de la ley, pues el art. 1352 ad-
mite 1s confe~ióny el juramento; la distinción que la Corte
eqtablece entra la confesido puramente voluntaria y la con-
fesión obtenida por un interrogatorio no tiene ninguna base
legalj ee contraria al texto y al espiritu de la ley, La Oorts
no necesitaba invocar una pretendida presunción ds la ley,
1 Unlmet de Santerre, t. p, 384, nndm, 246 bis IV, y todoa loa autorea.
2 Pouai, 16 de Agoeto de 1826 (Dalloz, A~rendamientode obra, nBm. 106).
y bagtaba par%decidir Ih' contestacidn fundarse en el t a t o
del art, 1793 tal como lo interpretaron los oradotes del Tri-
bunado. gsto prueba la grao irnportadwh que tienen los mo;
tivos para la interpretación del Código; e$te es el verdadero
espiritu da la ley que tuvo para decidir las dificultades que
presenta.
L&.Cortede Casacidn ha decidido que el cambio era RU-
ficientemente autorizado erun caso en que no había habido
atrito especial aprobaildo los cambios que el arquitecto ha-
bía hecho á los plaaos., iYe' trataba del establecimiento de
una miiquina para ,imprimir; el empresario.hribla substitui-'
do.sl mecanismo convenido un mecanismo enterainente dis-
tinto. Pero el propietario habisl anotado con SU puño 7
'letra loi nuevos planos hechos por el constructor y había.
vigilado 1a.confeccióndela rnhquina. La Corte concluye
de.mto que el propietario no pudo ignorar los cambios que
habían aido hechos al.primitivo plano, Asi motivada, la de-
cisi6n de la Corte estarfa en oposiciB~tcon el4exto y con el
e~piritudo la ley en su art. 1793, La ley no se'"conf0rma:
con el conocimiento que puede tener el 'propietario de los
cambios, ni siquiera se conforma con I a aprobacid~ide &te;
qiliefe una autorizacidn dada por esctito; e610 que como .na.
prescribe ninguna forma especial, j'iaucho menos tdrmíno~
sacramentales, la Corto pudo haber visto en Ia anotación,
del nuevo plano por el propietario un consentimiento por
escrito. (1)
68. El rrt, 1793 agrega que el precio debe estar coaveni-
do con -el propietario. Se preguatia si e ~ t aconvenci6n debe
constar por eacrito. Según el texto de la ley, es necesario
cointest~arnegativarnetrte, y tal. ea también la.opinión gene*
ralmlsnte seguida, (2) Se trata de una disposick!m excepcio-
1 Denegada, 16 de Agoetb de 1826 (D~11os, en la palabra drrendarnhh de
ubra, vám. 106,'1.O )
2 Vhnse ha fuentes en &bry y h a , t. XT, p. 536, nota 31, pfo. 374.
AgrBgueeo Denegada, 13 de A g o ~ t ode 1860 (Dalloz, 1861,1,106).
86 DEL ARRENDAlYiIENTO DE OBRA

naI; hay, pues, que quedar en los términos d s la ley. Sí na-


da puede quitarse de ella, tampoco está permitido agregar-
le nada; y exigir que el precio e ~ t fijado é por escrito es agre-
gar á la ley una condición que data no establece. Se ha nb-
jetado el eepirit'u de la ley. iQu6 quiere el legislador? Que
el propietario se de una exacta cuenta no sólo de las mo-
dificaciones que el empresario qui~ieratraer á los planos,
sino también de los gastos que de ellos reeultar8n. Es s o b r ~
iodo este dltimo punto el que interesa al propietario, y es
para que no esté inciiicido á gastoa que sobrepasan.gua pre-
visiones, por lo que la ley quiere uila autorizacióri por es-
crito. El objeto de la ley no se alcanzaría si el precio fuma
convenido verbalmente. ER~D es verdad ;los auture~del Ci-
digo hubieran podido exigir una convención escrita; pero
no lo hicieron, y el intérprete no puede llenar un vacio en
una materia excepcional. Se ha dado otro motivo muy es-
pecioso. El cambio.debe estar autorizado por escrito; hay,
pues, una acta en que consta una nueva eonvenoión; y .no
está, permitido probar por testigos ademtis del contenido en
las actas (art. 1341); luego, dicen, la necesidad del escrito
resulta de los principiov generales. ,1) N ~ parece S que esto
es hacer una falsa aplicación de la regla: Letvas valen mds
que testigos. El art, 1793 exige do^ convenciones: una que
autoriza los cambios, ésta dehe tier escrita, y otra fijando
el precio de loa' trabajos. Aquf la ley se conforma con el
consentimiento, sin exigir escritura, y esta convención pez.
manece, pues, bajo el imperio del derecho c omún;no se puede
dscir que la prueba de e ~ t asegunda condici6n conduce ai
probar además del acta, yuer, la convención no tiene que
constar en &a,
69. Si los 'cambios no han sido autorizados, y si no hay
convención relativa al precio, los trabajos que haga el ar-
quitecto quedardn á su cargo. La cónsecueúcia es grave,
1 Uolmet de Santerre, t. Vil, p, 863, niim, 246 bZs IX
DE LOS ABQD'~'PEO~IOS 87

F,u&sent;enciado que el empresario nd tenia ninguna acción


por trabajos cuyoís gastos llegaban & 669,910 francos. (1)
&ea singular ;fueron loa j uecea del hecho, unas drbitros, los
que mostraron tanta sevdridad; 1s Corte da Casación anu162
la sentencia de la Corte de Pariu que habia confirmado la
sentencia de arbitraje, Se trataba de la coustrucción de un
canal; el ingeniero de la compañia era quien había ordenad
do los trabajos, los empresarios 8610 los habían aceptada.
La Corfe concIa y6 de eeto que el arta1793 era inaplicable. (2)
Es verclsd que ai se atiene uno 4 109 motivos desarr~lla-
dos por los oradores del Tribunado, hay que apartar el ar-
ticulo 1793, puesto que es una gsranMa contra el arquitec-
$0 que propone trabajos fuera del presupue~to;el propieta-
rio no puede quejarse de haber sido sorprendido cuando 61
es quien provoca los cambios. iPero lo8 discursos oficialea
que exponeq los motivos del Código pueden prevalecer sans
bre los t6rminos generales
-
de la ley? Esto es dudoso; ain
embargo, en el caso, creemos que la Corte de Casacidn son-
tencid bien. Cuando el ropietario propone lou cambios no
B
puede haber pena con ra el arquitecto; .dart. 1793 no fiene
ya razón de ser.
La Corte de Lieja ha aplicado el ar& 1793 con una 8eve-
ridad que puede parecer excesiva y que no obstante era
muy justa. Eu el cam el arquitecto había tenido que h E a r
trabajos no previstos en el presupuesto; ein estos aumento8
la ejecuoi6n del plano hubiera sido ifflposible. No obstante,
la Corte decidió que habia atener~eal prefijo. Tocaba
al arquitecto avisar al propietario y ,pedir una autorización
por ,esorito.
70. La ley tiene una severidad quizá excesiva. Eaz6n
mBa para permanecer en los lfrnites por el artfcu-
$0 1793. La ley supone que el arquitecta ii nl empresario Re

1 Uaaroibn, 28 de Enero de 1846 [Dalloa;, 1846,1, 2453,


2 LZeja, 23 de Julio de 1843 LPaeiorisia,184.4,2, '2183.
han encargado de lti construccidn de un edificíoI 6 prefijo-
puede aplicarse A otra construcei6nl La afirmativa as&&
enseñada, (1) p fué sentenciada por la Corte de Casa-
ción. (2) Esto noa parece muy dudoso. Se dice que ha y el mis-
mo motivo para decidir; la 'analogia no ba~ts;annque fuera
con~pleta~ para extender una disposíci6n tan anómala como
.la del art, 1793, ,que niega toda fusrza una convencihn,
aun cuando fuera legalmente probada. Pero no es verdad
decir.que la ley por su espíritu abarca toda clase de cons-
trucciones. Bs.una disposición que loa inconvenientes práce
ticos del derecho antiguo bari~provocado;y estos incanve-
nientes sdlo Re habrán aeñalado e'n la ~onatrncciórr.de edifi-
cias; cuando se trata de un capal, da un ferrocarril, no hay
qi?e temer que el propietario ae deje infiuenciar por los con-
sejos interesados del arquitscto; m á ~bien es el empresario
quien
- fie tialla bajo la dependencia de Ia @ompañfa. COMO
quiera que Bes, hay que atenerse rigurosamente 6 la iater-
pretaoión literal de la ley.
71. El art, 1793 agrega que la construccián debe ser %
pre;rijo, según un plan fijado y convebido con el propietario
dsl suelo. Acerca de la condición del prefijo no hay ningii-
na duda. (3) El texto lo exige terminantemente, y n i aiquie-
ra se concibe la aplicacibq de 1a ley cuando: el prscio no
fué estipulado á prefijo, puesto que en este cabo el precio en
necesariamente variable y depende de los trabajos ejecuts-
dos por el empresario, EZ propietario que trata á prefijo
quiere ponerse al abrigo de toda sorpresa, no se puede que-
jar .cuando estipula un precio invariable. dCuhndo hay pre-
fijo~La Corte de Casación ha decidido que esto es una cues-
ti6n de hecho. (4) Sin duda, puesto que se trata de la irn-
1 Sl~road6,t. nli,p. 641. niim. 11 del att. 1798,aegaido por Aubry y Rau
2 Oaaaoión, 28 de Enero de 1846 (Dalloz, 1846, 1,245).
3 Anbry y Rsu, t, n,p. 536, nota 39,pfo. 374 y todoa los autoroa,
4 Denegado, 20de Mago de 11524 ERallos, en 18 prrlsbrs dr~etdarnientode
obro, n6m, 1093.
tsl;pret8"ci6n de una convenci6n. Pero reaulta de esta que
los jueces del hecho pueden escapar á la aplicación de la
ley decidiendo que no hay prefijo. La dificultad se hace
muy seria Cuando no hay plano regular y completo de las
obras, aunque el precia este convenido de antemano para
todos los trabajos que deban ejecutarse. ¿El art, 1793 será,
aplicable? Si 8610 exigiera el prefijo, la afirmativa fuera se-
*gura;pero exige mhs, quiere que haya un plan fijado y con-
venido con el propietario. Si no hay ningún plano, se en-
tiende que la ley no puede recibir su aplicación, no puede
tratarse de autorizar -por escrito un cambio ó un aumentb
en unSplanoque no oxiáte. En este caso el propietario es
quien tiene la culpa; en lugar d e ligar al arquitecto por un
plano, se conforma con darle instruccioues vagas 6 indeter-
minadas que dejan necesariamente cierta latitud al hombre
del arte; este obedece á sus inspiraciones 6 á au interés; un
cambio trae otro cambio; y asi sucede que el propietario se
encuentra arrastrado á g a ~ t o sexcesivos. (1)
L a Corte de Casación ha aplicado estos principios á un
trato si. prefijo heoho para el establecimiento de un ferrooa-
rtil y sus dependencias, Cuando el trato los planos y traza-.
dos de loe trabajos iio habían sido fijados entre las parte&.
La Corte concluyó que el precio debido al empreigario pue-
de en este caso arreglarse á una suma superior la que ha-
b h sido fijada en el tratado, Había en la especie un precio,
pero no habfa pIanos convenidos. La Corte de Caeación na
decide, en derecho, que no había prefijo, dice que la senten-
cia atacada estaba fnndadá en la interpretacián de las con-
venciones y voluntad de las partes, (2). ,

Hay un sentencia reciente en sentido contrario. La cons


vencida litigiosa tenia igualmeate por objeto trabajo8 de fe*
1 Durantón, t. XiTí,,
p. 250, núm. 256 g todos Ioe au¿orea, Daaegeda, 6 de
Junio dw 1827 (Dalloz, en la palabra Arrendamiento de obra, nlíia. 106).
2 Denegada, 13 de Agosto de 1860 (I)alloz, 1861,1, 105).
P. de D. TOMOXXVI-12
90 DEL AEEBNDAliiEZ?TO DE OB&&

rrocarril. La sentencia de la Corte de Paria decidid, en &?*e-


cho, que Ia validez de los contratos que contenían una eetipu-
laciiSn da prefijo no esth ~ometidaá máa condiciones que las
de los dernhs contratos. Si en el art, 1793 el legislador ha
hablado de planos convenidos no entendfa hacer de la pro-
ducciGn de estos planos una formalidad substanuial qne no
podía reemplazarse por ningún equivalente; habfa querido
simplemente enunciar el modo m5e propio para determinar
con precisi6n el objeto y extensión de las convenciones de
prefijo. ELn efecto, dice 1s Corte, los planos y preaupueatoer
fueron sometidos al empresario; aqudlIos podían ademQspro-
bar por sí: p por el examen del local la naturaleza del suelo
sometido á sus trabajos y la gravedad de loa obstriculos que
tendrían que vencer. AquI detenemos á la Corte; la consi-
deracidn que quiere hacer valer eatá tomada fuera de la ley;
a i se pudiera invocarla el art. 1798 jamis aeris aplicable.
La ley no se contenta con el conoc';imientoque loa etrpre-
aarioa puedan obtener, quiera una convencióa, un plano
fijada y convenido con el propietario del suelo, La senten-
cia dice que riada se habia ocultado voluntarismente 4 Ioa
empresarios. ~ r e ~ u n t a d osis este hecho negstivo puede
reemplazar á un plano convenido y fijado, En fin, la Corte
invoca contra los empresarios los tdrmihoa del contrato;
allí se aeclara que la8 obligaciones que subscriban fueron
tomadas con conocimiento de causa. 8 0 8 parece que el re-
curso tenía razón de decir que de loe hechos asf probados
se debía concluir que no habEa planos fijados y convenidos.
La Sala de Requisicionee ha juzgado que la sentencia sta-
oada habia hecho una j u ~ t aaplicaciGn del art. 1793. (1)
Esta es desconocer que dicha dispasicidn es excepcional y
que las excepciones que derogan un principio e~encialde
los contratos son de la m i s estricta interpretthi6n.
72. Se ve que los tribunales se atienen ya al telrto 6 ya
3. Denegede, 4 de Enero de 1870 (Dalloe, 1870,1, 246).
ae separan de 61, sin duda según el favor de la causa, E l
Animo de la jiarisprndeaoia es el de moderar el rigor de
la ley. En la ejecución de tratos á prefijo para el eatabIeci-
miento de un ferrocarril amenudo se hacen trabajos,que no
han podido preveerse cuando el tratado; tales saxi los traba-
jos reclamados por los propietarios de fracciones expropia-
das. La Corte de Lisja ha juzgado que estos trabajos no
podían ser considerados como aumentos en al sentido del
art. 1793. Resulta de la naturaleza misma del contrato, di-
ce la sentencia, que el prefijo no ha podido contener sino
trabajos previstos y deacriptos en el momento del contrato,
arií como las modificacionee de detalle que podfan necesi-
tarse en la ejecución. Pasa de distiqto modo ea los traba-
jos que resultan, ya de las modificaciones que se encuen-
tran fuera de toda previkión, ya de las exigencias de los
propietztrias de terrenoa adquiridos y en iaterds de la ex-
plotación de tierras en que se habkn reservado alguna frac-
ci6n. Semejantes trabajos no pueden ser considerado~como
formando parte de Is, empresa, de donde se sigue que el em-
presario tieae el derecho de realamar el pre&o. (1) Si nose
consulta más que al e~piritude la ley esto no ea dudoso, pe-
ro el texto no hace semejantes distinciones cuando se admi-
te que el art. 1793 recibe au aplicación á ciralquiera espe-
cie de trabajoa. Nos parece que es una raz6n decisiva para
atenerse estrictamente á la mente de la ley que no habla
m& que de construcciones á prefijo de un edificio (núme-
ro 70).
73. La Corte de Bruaelas va más lejos. Se habfan he-
cho unos trabajos en la Iglesia de Laeken fuera de lo ira-
tado y apeaar de la, prohibición terminante del arquitecto.
El empresario reclsm6 el precio por motivo deque las obras
eran iitile~y aun necesarias; invoca el adagio de que nadie
puede enriquecerse & expensas de otro y pedia, en oonso-
1 Geja, 16 de Abril de 1859 (Pesiorlsia, 1860, 2,146).
@uencia,que el Estado le reembolsase sue gastos hasta con*
ourrencia en la utilidad y del provecho que sacaba. La
Corte admitió el principio en fe de los autores, los mhs res-
petables, que enseñaban que el patr6n eatá obligado, aun
cuando la cosa hubiera sido admitida contra su voluntad,
d indemnizar al gerente cuando le aprovechaba la gestión.
Esto es lo que se llama accción de in rem verso. (1)LaCor-
te olvida que esta. acción supone que no ha intervenido
ningún contrato entre las partes. Y' en la especie no podia
ser cuestión de una gestión de negocios,'se trataba de 1s eje-
cución de un contrato da empresa y de la aplicaoión del ar-
ticulo 1793. La ley niega toda acci6n al empresario, aun
cuando hubiera sido autorizado por el propietario & hacer
trabajos, si la autorizacibn no habfa sido dada por escrito.
X la Corte admite la acción cuando habia prohibici6n ter-
minante del arquitecto de ejecutar los trabajos. Esto es
borrar el art. 1793 del Código y hacer una falsa aplica~ión
ds la acción de in rem verso,
74. iPueden hs partes contratantes derogar la disposi-
ci6n del art. 17931 La afirmativa no nos parece dudosa. 9i
la Iey haoe excepci6n It los principios que rigen la fuerza
obligatoria de las coavencionas, eíl únicamente en inter6e
del propietario; Bste puede renuncliar un derecho que no
esta establecido mds que an su favor. Con mayor razón e3
empresario puede comprometerse por el contrato ti prefijo
todas los trabajos par hacer y todas las adquisiciones de
terreno necesarias 4 su empresa, con estipulación expresa de
que 8610 soportará el excedente de los gastos. ¿Puede re.
clamar un aumento de precio por los gastos imprevistos de
la naturaleza de Iús trabajos 6 que resulten de aoontecimien.
toa de fuerza mayor? La Corte de Casaci6n ha juzgado que
no tenia ninguna accicin; segi'in la jurisprudencia que acaba*
mos de exponer, el empresario habria podido pedir un au.
1 Brn (pm lae, 3 de Diciembre de 1862 (Paaiariaia, 1863, 2, 332)
.DELOS a&Qbl!CE~TOS 93

meato de precio, pero la convención, lejos de derogsr,el


art. 1'393,habia aumentado su rigor; era en realidad aleato-
ria, el empresario debí8 sufrir la mala suerte, 8 la que se
había' ~ometido.(1)
Las convencioaes de ,las partea pueden tambidn 'derogar
el art. 1793 en favor del arquitecto, Dice en el contrato
que el propietario se reserva el derecho de hacer en el cut-
m de los trabajos las cambios; aumentos y disminuciones
que estime convenientes, mediante un precio fijado por ana-
logfa con el precio del mercado. En este caso el propietario
conisiente de antemano á lo que el einpresario reclama un
aumento de precio en loa trabajos suplementarios queaserán
hechos con su consentimiento. Queda por probar su con-
sentimiento,' La' prueba se hará conforme al derecho co-
)

mún, luego por'te~tigos6 por presunciones sí6hayun prin-


pio de prueba .por escrito. De hecho ee ha juzgado que los
jueces han podido tomar este consentimiento de prueba en,
1a reserva contenida en el contrato y en el recibo en que
consta el pago de los diversos trabajos supleuientarios, para
Pos que era, necesaria la autorización. En cuanto á las prea
sanciones dependen de las circun~tanciaade la causa; en la
especie el propietario habia mandado hacer, vigilado y pad
gado los trabajos; su arquitecto los, habfa igualmente vigi-
lado, habia arreglado las memorias y recibido una retribu-
ción propor~ionalsobre la totalidad de las obras 'ejecutadas,
Ea Corte de CasacirSn desechó el. recurso contra la aenten-
cia de la Corte de Rennes que había juzgado en esta sentis
do. Pone en principio que el art. 1793 no ea rigurosamente
aplicable mas que 6 1 a ~convenciones que reunen todos 10s
caracteres de prefijo purd y simple; no Be entenderfa así en
el. caso en que las partes, estipulando el prefijo, añadieran
~Iáueulasy condiciones que Io modificaran. (2) Este prin-
P Ueeaoibn, 28 de Enero de 1846 (Dalloz, 1546,1,245).
2 Denegado, 6 de Marzo de 2860 (J)alloz, 1860, 1,,266).
94 DEL ABRENDAIüIENIO DE 013TtA

cipio está fundado en el car4cter excepcioaal del art. 1793;


derrde que no cle esta en los términos de la excepcidn se en*
tra en el derecho comh.
Hay una sentencia de la Corte de Casación do BBlgica
en el mismo sentido. El empresario había sido colocado
bajo la vigilancia g dirección de una comisión investida de
los poderes mSs extensos; estaba obligado por su contra--
to 4 ejecutar todos los cambios que la comisirín juzgara
convenientes, conforme 4 un precio determinado de antema-
no por la .convenci6n. Quedaba por saber si los cambioe
debfan ser probados por tbscrito; 1s sente~ciaatacada habla
decidido la negativa fundándose en la intenci6n d0 Iau par-
tes co~tratantes,lo quo hacía la decisión eoberana. (1) Ls.
Corte de Lieja ha dado otra interpretscidn b la cláusula que
prevee los cambios; hs juzgado que éIsto~debían, aunque
previstos, ser autorizsdos por escrito. ' (2) E~itodemuestra
que la cuestióo de hecho implica una cuestión de derecha,
y el punto de derecho no es dudoso, como acabarnos de da-
cirlo; la cláusula que prevee los cambioe. coloca la Conven%
ciCn fuera del art. '1793 y por 8610 esto está ~ometidaal
derecho comtín.
76. Se presenta una iíltima dificultad que recibe la mirs-
ma solucidn por aplicación del mismo principia. El articu-
lo 1793 supone que se trata de un prefijo convenido entre
el propietario y el empresario. i&~é de debe decidir si el ern-
presario principal trata con los subempresarios? Eatos tra-
tados RO están previstos por el texto de la ley, lo que, ea
nuestro concepto, decide la cuestihn. Se citec.en este sentido
una sentencia de la Corte de ~asación,(3) pero los tbrrni-
nos de la sentencia son restrictivos, En la especie los snrb-
tratados habían sido hecho8 verbalmente entie el empresa.
1 Denegada, 25 de Junio 1862 (Pasiorisia, 1852,1, 410). En el mirmo sew
tido Clante, 13 de Julio de 1811 (Pesicrieia, 1866, 2, 101),
2 Lieja, 8 de Mayo de 1841 (Panioriuia, 1841,2,278).
3 Aabry y Rau, t. IV,p, 636,nota 41, pfo. 374.
60 prio6ptrl y los albañiles, carpinteros g demas obreros
encargados de ejecutar cierta parte del timabajo; se habia
co~formadocon comunicarles e1 plan firmado entre el. em-
presario principal y el propietario. La Corto inaiste en es-
taa circunstancias que se trata no de una der~gaciónverbal
tí una ~on~encicít~ radackada por escrito, c n previsto
~ ~ por
el art. 1793, sino de hna segunda conveución verbal,.jp
se venia á añadir 4 una convención de la misma naturaleza
y snsceptible de probarse del mismo modo. (11) ~ Epreciso
Y
deducir de esto8 terminos restrictivos que si el empresario
habIa tratado por escrito los subtratos estarían sometidos
al srt. 17931 En nuestra apinióa el art. 1793 cesa de ser
aplicable desde que el propietario no figura en la cohven-
ción: el texto lo dice; esto es decisivo .cuando se trata de
una disposición exorbitante del derecho ccrmiln. Y el texto
está en harmonfa con el espíritu de la ley; quiere proteger
S los propietarios ignorantes y créduloft; no recibo, piies, su
aplicación.con los empresarias que tratan con loa subem-
presarios.

76. LOS albañiles, carpinteros y demh obreros que han


ido empleados en 18 construcción de un edificio 6 de otras
obras hechas por la empresa no tienen acción contra aquel
para quien se hicierbn las obras sino hasta concurrencia de
las de que es deudor hacia el empresario en el momento en
que se intenta au btcci6n~(art. 1798). ¿Cuál es el objeto de
esta dispoaiciób? 6Es una aplicación del art. 1166? El ar-
tic11101166 permite 5 los acreedores ejercer todos lo8 dere-
chos de su deudor; en virtud de esta dispuaieidn los obreroa
empleado8 por el' empresario pueden promover contra el
~yopietariosi Bste es deudor de su deudor; e8to ea el dere*
1 Denegada, 3 de Agoato da 1868 (Dalloz, 1869,1,228).
$6 DEL A R R E m D ~ N T O
DE OBRA

cho corniín, Pero seglin el art. 1166 los obreros que ejer-
cieran los derechos del empreeario contra el propietario no
tendrfan un derecho exclusiva de crddito, deberian dividir
el beneficio coa los demas acreedores de su deudor. Se pre-
gunta si el art. 1798 deroga este principio. Es la opinidn
general, salvo el dieentimiento de Delvincourt. El texto
deja alguna duda, no dice que los obreros tienen un dere-
cho exclusivo al piioducto de su accidn; se podrfa concluir
que la ley no deroga la regla general del. art. 1166; queda,
por lo mismo, aplicable. Pero comprendido así el articu-
lo 1798 seria inútil. ¿A qué repetir en el art, 1798 lo que
dice el 11661 Hay más, la disposicibn no tiene sentido ~i no
es más que la aplicación pura' y aimple del art. 1166; res-
tringida la regla general de este articulo 1í.iliitá;ndolo lo0
obkeros, lo que excluiría á los querno lo Ron. De que la ley
no habla de los obreros es preciso deducir que quiere favo-
kecer e1 t~abajoasegurando S los trabajadores el pago que
s~eles debe. Sucede muy amenudo quct el empresario quie
bra; si los obreros permanecieran en el derecho comdrm se-
rfan acreedores de la quiebra; efi decir, que no recibirían ell
pago de su salario, puesto que entrarian á contribución en
masa; con los demás acreedores del empresario. Este resul-,
tado sería injusto en lo que concjerne al crddito del ehpre-
aario contra el propietario; es el trabajo de 10s obrero8 eI
que ha procurado este crédito, es en gracia de BU trabajo
como este crddito se encuentra en la masa; desde luego e@
justo que tengan sobre el crédíto.un aerecho exclusivo. (1)
77. El art. 1798 deroga el derecho comtin; es, pues, de e8-
tricta interpretación. La Corte de Casaci6n ha consagrado es-
te principio: iiPromulgado para proteger el trabajo, el qti'cu-
lo 1798 no e3 aplicable mks que ti los~brerosque reclaman
1 Dursrhtbir, t, X m ,p. 267, núm. 262. Duvergier, t. fi, p. 427, u$&. 3
Y.
Culmet de, Satitsrre, t. VII, p. 368, ndm. 251 bis. Douai, 30 de Marzo de 18 3
(Dslloz, en la palabra Arrendamiento ds obra, nciim, 117,1, )
el precio de la mano de obra:it (1) En otra sentencia''la Corte
motiva el principio que domina Is materia: ,181permitir
los obreros promover contra el propietario, con el que no
han contraiado, sin dirigirse al -empresario que los empleó,
e&su deudor personal y directo, este articulo ha consagra.
-do una excepción' que, como tal, debe ser concretada 4 su +

objeto preciso.11 De esto se sigue que el derecho que la 'ley


crea en razón de su carácter excepcional.!nodebe ser ejercin
&osino por aquellos en cuyo favor se estableció. Y r ~ s u l t a
de los términos mismos~delart. 1798 que e1 legislador tuvo'
presente á los obreros propiamente dichos, 4 los que en un
pensamiento de protección* y en u n !interés de justicia- y
hutnanidad se propuso garantizarles su salario. Ija Corte .i
concluyó que la acción instituida por-el art, 1798 está estad
blecida en' favor del trabajo. (2)
El principio9no podrá ser contestado, puesto que est4
consagrado por el4iexto mismo del CCidigo. 'Sirve para de-
cidir las dificultades que Ne preseatan en la apiicacibndelrt
ley. El trabajo es un trabajo manual, es la condici6n esen-
cial bajo la que la accibn ,del art. 1.798 puede ejercerse:
pertenece 4 todo obrero, pero ~ 6 l 0al obrero. Deoimos que
todo obrero puede prevalecerse del derecho excepcional del
ar't. $1798. La disposición favorece 9, los maeatros, obreros
que, trabajando personalmente en la construcción, se haced'
ayudar por otros obreros bajo sus órdenes; puede tambi6n
invocarse por el obrero que se encarga -
de mlnistrar los ac-
lcesorios de la materia en que trabaja; estos acreedores obra-
rán en virtud de un crddito cuya~causaprincipal y primera
radica en su trabajo, tienen para af el texto y el espiritu de
fa ley. Cualquiera que sea el trabajo el art. 1798 es aplica-
ble.. Fu6 sentenciado que aquellos que hacen transportes
1 Denegada, 31 de Julio de 1867 (Dalloz, 1868, 1,25).
2 Denegada, Sala Uivi!, 12 .de Febrero de 1866 (Dalloz, 1866, 1, 67). .Dos.
aPrntenoiae eobre el informe de Pont,
P. de P;TOMO =VI-1 8
de arenas con sue caballos y sus carretas son artesanos en
el sentido del art. 1798. (1)
Los que son extraños á la mano de obra no son obreros;
luego no pueden in~ocarel beneficio del art. 1798. Esto no
es dudoso en cuanto & los empleados y dependientes (2) y ea
cuanto & los que se limitan 4 praveer los materiales nece-
sarioa para la construccibn, sin hacer trabajo personal. Hay
alguna incertidumbre en la jurisprudencia en lo relativo á
los subempresarios, (3) La sbntencia de la Corte de Casa-
ción Bn que ha sido netarnents formulad6 el principio que
domina nuestra materia, decide que lo8 subempresarios no
pueden aprovecharae del art, 1798, El texto resiate á la ex-
tensibn que se quisiera darle; habla de los obreros, B los que
la ley quiere asegurar el salario; y los subempresarios no
son obreros, e~peoulau,hacen una operacibn comercialj en
cuanto al trabajo manual lo hacen ejecutar con el objeto
de redizar un beneficio en sus trabajos, En Ia especie juz-
gada por la Corte la distinción entre el obrero y el empre-
aario era evidente, EL monto de los trabajos ejecutados por
los subempresarios-sobrepasaba á la Ciuma de 192,000 fran-
cos, lds subtratantes tomaron ellos mismos 1s calidad de emm
presarios de trabajos piíblic6s, trataron Q prefijo 8 hicieron
ejecutar los trabajos por numerosos obreros; esta especula-
cibn, dice la Suprema Corte, esta muy lejos del modesto
papel del hombre de trabajo al que la ley da el nombre de
obrero. Pero la cuestión no se presenta siempre asi. Hay
maestro8 obreros que tratan á prefijo como subempresarios,
e ~ p l e a nsus obreros, pero ellos mismos trabajan. i S e le8 de-
be considerar como empresarios 6 como obreros? La ,cue~-
tión divide á los tribunalsu. Pué ju~gadopor l a Corte de Di-
1 Burdeos, 31. de Marzo de 1854 (Dalloz, 1854,2,36); 22 de Agonta de 18M
y 24 de Diaiembrs de 1852 (Dellnz, 1854, 2, 103),
2 Beaengbn, 16 do Junio de 1863 (Dalloz, 1868, 2,103).
3 Lgon, 21 de Enero de 1846 (Dulloz, 1846, 2, 15?), Bardsoa, SO de No-
viembre de 1858 (Dalloz,1860,2, 32).
j6n que el art. 1798 ea aplicable tuda vez que 108 obrero8
subempreaarias han trabajado ellos miemas 6 por sus obre-
ros. Esta decisión ha sido 'casada, sobre las conclusiones
contrdas del Abogado General De Raynd. LsOorte se atu-
"vo al principio de interpretación que ha formulado; la dis-
posioi6n del art. 1798, aiendh excepcional, debe ser restrio-
gida en el caso especial para que ha sido creada; 'extender-
la es establecer la desigualdad entre los diversos acreed&
res, cuando la ley quiere que todos sean pagados por con-
tribución. En Ia especie los obreros habísn hecho un tratado
mediante un precio determinado; las estipulaciones de este
tratado dan h YU cooperacibn el ctíracter de especulación
industrial; no se les puede confundir con los obreros que
trabajan destajo 6 al dfa; por lo tanto, elart, 1798 es ina-
plicable. (l!
Por lo.que, conforme á la jurisprudencia.dela Corte de
Casación, el obrero que isei hace empresario na puede pre-
'valecerse del art, 1798, se convierte en' empresario cuando
ea especulador come~ciatite6 industrial. Las corte8 de apeu
lación extienden, al contrario, el art. 1798 á las obreroa
subernpresarioe. Se lee en una sentencia dela Corte Besan-
96n, que los destajadores, maestros obreros y. aubempreaa-
rios que organizan y dirigen lo8 talleres y que prepara& y
siguen sobre el mismo terreno la marcha y ejecucidn de Ia
empresa, cooperan también directa y personalmente al tra-
bajo material; si emplean otros obrero^, esto8 tliltimos no son
m8s que sus auxiliares; su ganancia ep la mano de obra no
e8 una especulación oino la ramuneraei6n do su tiempo p
de RU cooperaciOi2 á, la tuvea cornz$n. Nos parece que los con-
sideraidos de la sentencia testifican contra, la doctrina que
la Corte ~canciona;extiende el texto á todoa los que coope-
en un traíiajo nzzanuül. Esto es tan evidente que la Cor-
í ~aeaoi6a,11 de .Noviornbre de 1867 (Delloa, l.867.I, 444), En 91 mifimo
aentido Deuegada, 14 de Julio de 2868 (Dalloz, 1871, 5, 261, núm. 5).
PO0 DEL $aREEIDBXlEXTO DE OBRA

te añade: ilE1 simple obrero no lleva ri la empresa másque


su tcabajo, mientras que el destajero 6 el maestro obrero
,e-omprometenademás su industria, su experiencia, materiales,
anticipas y su crddito, es el principal factor del trabajo'eje-
cutado;, (1) Otro tanto se puede decir de cualquier subem-
presario, aun cuando no trabaje per~onalmente.Esto es sa-
lir del texto de la ley para establecer una regla mucho más
lata; el interprete no tiene este derecho.'
Se ha negado, es verdad,*queel texto sea restrictivo La
disposición, dice la*Corte de Yarís, es generalino hace nin-
guna distinción entre los simples obreros con cuyo trabajo
~rianusl~han ~ontribuido, en la construcción y los subempse-
sarios que emplean. ellos mismos á obreros. (2) Esto es ne-
gar la evidencia. La ley ha se, conforma con la palabra
obreros, comienza por decir los albañiles, c~~pinteros, y des-
pude añade:' y; los demds obreros.qqe han, sido empleados en
"

la construcción de un edificio h e ~ h o ~ p una


o r empresa, mar-
ca muy bien que se trata de obreros que han construido, lue-
go de los que han arrendado su trabajo manual; lo que ex-
cluye h los empresarios. Pero esto ,no,excluye á, los maes-
tros que trabajan con sus obreros y que ponen como ellos
mano de .obrab
78. iCu&les el derecho que el art. 1798 concede á loe
obreros? La ley dice que no ,tienen acción contra aquel por
el que las obras han sido hechas sino hasta concurrencia
de 10 que se encuentra deudor hacia el empresario en el
momento en que se intenta su acción. Siguese de esto que si
el propietario no es deudor del empresario los obreros no
tienen acciSn, La razdn es que los obreros no han tratado
con el propietario,'no son sus acreedores, ejercen el medito
que su deudor, el empresario, tiene contra el propietario, lo
que supone que este crkdito sublpiate;. es de,cir, que no eetá
I Beaangón, 16 de Junio de 1863 (Dalloe, 1863,2,104),
2 Parla, 10 de Rebrero de 1847 (Dalloq 1847,2, 36). *
DE LOS AXQVLTEOT-5 ff)l
.extinguido por .el.pago 6 por otro modo de exticcióri de
obligaciones. Si, como sucede ordinariameute, el propieta-
rio ha hecho los pagos parciales durante el curso de los tra-
bajos, su deuda se extingue parcialmente, puede oponer B
. . obreros el pago que ha hecho. ES neces.ario que dichos
los'
pagos tengan fecha cierta? N6, loe obreros no son
terceros. Esto es evidente, tin nuestra opinión, puesto que
i
suponemos que promueyen en virtud del art. 1166, en el sen-
tido de que ejercen el derecho del empresario, su deudor; s0.11,
puen,legatarios delempresario; por tanto, el pue;
de ~po~nerles los recibos del empresario (1) en cuyo nombre
promueven.
79. Del principio de que los obreros ejercen el crddito del
empresario contra el propietario se sigue a t n que si el em-
presario ha cedido su medito con anterioridad & la acoión de
los obreros dstos no tienen ya acción,'aunque el propieta-
i i o sub sea deudor, pero no lo efl del empresario, es del cerr
iionario. Esti supone que la eeaión ha sido notificada al
6 aceptada por él, ai no b a habido .ni notifica-
' ropietario
Jción ni aceptación de la cesión, ésta no existe con relación
i

al deudor, no puede prevalecerse contra los obreros; el qm4


piebario' conserva su aecibo contra el luego los
obreros que'ejercen sus derechos pueden tambidn promover;
y desde el momento que promueven tienen uri derecho en el
~Fediito,derecho adquirido que no Re les puede quitar; de
irnado que el cesionario no podría notificar la cesión en su
perjoicio, Igualmente el empresario no podjia ceder el cré-
dito en perjuicio de IORobreros despuds qiie han intentado
BU aocidn; tienen un derecho en el crédito, &nvirtud del ar-
ticulo 1798, desde que ejercen su accidi contra el propie-'
tario. (2)
J, Mourlba, &peticton~s, t. IIi, p, 334, oifm. 839 trv, 1. O PoittBrn, 9 do
Julio de 1863 (Delloz, 1863, 2, 161)-
3 Mourl6t1, Rcpcticio»es, t*m, pp,334, n6m, 829 tor, 2, O Iiyon, 21 de Ene.
so de 1846 (Dalloz, 1846,2,1b7),
Hazsido juzwado que la acci6n de los obreros tiene pw
?
efecto substituir la del empresario, despojar B este filtimo &
impedir toda ceuída que hiciera ulteriormente de sus dere-
chos. La misma sentencia decide, lo que no eu dudoso, que
lor~obreros tienen derecho sobre toda el crédito, sin que ha-
ya lugar á diviaibn para atribuírlo espgcialmente & clerha
claaes de trabajos & los cuate~los obreros ffernaadantm que-
darian extraños. La ley no distingua ni permite ninguna
divivisián de esta naturaleza; cada obrero tiene u n derecha
igual en la sume debida por el propietario al empresario y
la particibn de este crédito se hace entre todoa los legata-
rias, aprorrata en caso do insuficiencia. (1)
En contra eu de jurisprudencia que 1a *cesídnde un crd-
dito anterior 6 la acción de los obreros pueda opon6rsele
aun. cuando el empresario hubiera cousentido la cesión and
tea de la completa conclubiión de los trabajos; se puede ven-.
der una cosa futura, y el crédito del empresario en sadn
de los trabajos que quedan por hacer cuando Ia cesibn, ea
una cosa futura; el empresarío ,puede cederla con tal que 1%
cesión sea hecha de buena fe; fii cedí6 sa crédito en fraude
de los obreros estos tendrlan la acción pauliana. (2) El em-
presario puede también ceder au crddito antes del comienzo
de los trabajos, Se ha objetado erróneamente que ~eiriejao-
te cesión tenia por objeto una pura aventuaiidsd, una espe-
ranza incierta, y que dependla del que cede impedir su rea-
lizacíbn. $1 empresario adjudicatario de loa trabajos tiene
un derecho cierto aunque futuro, y este derecho no dependo,
de BU voluntad, puesto que está obligado por un contrato 4
bsoer los trabajos, (3)

1 Beaeng6n, 16 de Enero de 1863 (Rattaa, 1863, 2,103).


S Danegada, 18 de Enero de 1864 (Dalloz, 18F>4,1, í2Z), Uaeaoión, 11 dw
Junia de 1861 (Dalkoa, IS61,1,262). Parfs, 17 de Agosto de 1868 (Dalloz, 1868,
2, 1501, y 14 de Dioieiobsa 1866 (DdIqz, 1860, 2,221.
3 @renoble, 'i'de Febrero de 1868 ;Úalloz, 1869, 2, 103). O'umptirqse Douiat,
20 de Abril de 1861 (Dalloz, 1571,6,2Eii, núm. 4).
DE LOS a&QUITE'(1XOS 103

Esta $ltima consecuencia que reaulta del principio con-


sagrado por la juri~prud~ncia ha hecho nacer dudaa en el
principio mipmo. La ley ha querido garantizar á los obreros
del pago que se les deba; %enqud se convierte esta garan-
tia si depende del empresario quithrseIas por una cesión con-
sentida antes de que los obreros puedan promover?
$e ha decidido que los obreros debfan per preferidos a1
cesionario. (1) Contestaremos. que el punto de partida de
esta argumentaeidn no es exacto; la ley no ha tenido por
objeto dar una completa garantfa á los obreros, pues que
no les da privi!egio; y es darles un privilegio concederles
el derecho de ser pagados de preferencia á los cesionarios,
Zsto es decisivo contra la opinidn que combatimos, puesto
que no toca al intérprete crear privilegios.
80. E1 crédito del empresario contra el propietario ha si-
do un embargo en las manos de aquel por un acreedor del
em~resario.,jEste embargo puede oponerse á los obreros que
promueven posteriormente? L a dificultad es saber cuál es
el efecto del embargo precautorio. No despoja al empresa-
rio de su crddito, no transfiere la propiedad al acreedor em-
bargante. Se sigue de esto que no puede perjudicar el dere-
cho de los obreros; puede igualmente emb.argar el crédito
de su deudor, puesto que queda acreedor apesar del em-
bargo; qiaeda por aaber si serán pagados por contribución
con. ios acreedores que embargaron. Los obreros, lo mismo
que los acreedores que embargan, promueven en virtud del
art, 1166; pero el art. 1798 deroga el derecho comdn en
favor de los obreros; no divide el producto &uacción con
los dem4s acreedores del empresario. Pueden, pues, hacer
valer su derecho contra los acreedores que embargaron. (2)
Sin embargo, la jurisprudencia admite que cuando el em-
X Frerny-Lígnevitle, Tratado do 1s legislación de las construc~wnes,.t.1, nbme-
PO 226., h a y una rientenoiren eele eentido de 1s corte de Montpellier de 24 de
Diolembre da 3853 (hf102,1864,2, á03),
2 MourMn, i-c'epetkbles,t. 111, p. 334, niErn, 829 quater,
1bg ~BzGB.
DEL ARPEEND'BMIEP~T~~D'C

bargo ha sido válido, Ios acreedores tienen un derechci ab-


qkirido en se1 cr4dito; derecho que no se lo pueden quitar
los obreros. (1) Hemos .emitido ya la opinión contraria (to-
mo XVlI, núms. 552 y 553). El embargo, aunque válido,
no +atribuyeel crédito á loa acreedores que embargan, y en
tanto quebe1 crédito queda en el dominio del empresario los
obreros pueden ejercer el derecho que les da el art. 179840
preferencia á los demás deudores del empresario.
81. El art. 1798 limita la aecibti de los obreros contra
el propietario á la suma que debe el propietario al empre-
sario en el momento en que su accidn ha gido intentada.
¿.Cuál es esta, acci6nS Es una accicin directa? La jliriuprh-
denoia esth:un6ni.me en este sentido. Si por esto se entiende
que la acción de los.obreros no ee la del art. 1166; estamos
de acuerdo, El 6bjeto del art. 1798ee precisamente derogar
el principio del art. 1166, htríbuyetido á los obreroá el be-
neficio exclusivo del crQditodel'empresario; pero no por eso
dejan de ejercer este ~rédíto,porque pot si no pueden pro-
mover contra el propietario no habiendo tratado con &l. iSe
airá que la ley les da acción directa como si fueran acre*
dorea personales del propietaria? Esto seria una singular
anomalía, Las obligaciones no nacen en general m6s que
de un contrajo 6 un cuasicontrato, de un delito 6 de un cua
sidelito, Eti la especie hay un contrato, pero no existe $no
entre el obrero y el empresario, El obrero ,no ,tiene, pues.
accibn personal y directa sino contra el errrpresario con eh
qile ha tratado, Si puede promover contra el propietario
es solamente en razbn del ~r&ditoque el empresario tiene
contra el propietario; el art. a798 lo dice. $4 aqui por qu6
el obrero no tiene acción sino hasta la concurrencia de lo
que se debe al empresario. Acción indicada que basta ge-
neralmente para garantizar el psga de los obreros; era in6-
1 Burdeoa, 31:de Marzo de 1864 (Dslloz, 1857, 2,35). PoiCiBrs, 9 de Julio
de 1863 (Dalloz, 1868, 2, 1511). Paris, 12 desAbril de 1866 (Dalloz, 1866,
5, 291)
DE LOS ABQUXTEOTQS 105

£il 'crear%*$laY~acci6ndirecta derogando los principios más


.esencides de las obligqciones. Hay una sentencia de la.Cnr-
-te de Casación que parece conforme con nuestra .opinión.
L a Corte dice que el art, 1798 da 4 los obreros empleados
por el empresario' una acción directa para que se les pague
-de preferencia á cualquier otro acreedor del precioedebido
.ti dicho empresario por el p~opietario,(1)
€Esta acción es ~ x nprivilegio? Se lee en todas las senten-
cias pronunciadad en esta materia que el art. 1798 no d'a
privilegio & los obreros. Hay que entenderse: Los obreros
promueven contra el pliopietai-io; esta acción no está privi-
legiada eo este sentido': que no. tietien ningdn derecho ,reid
que les dB dreferencia contra 'los ;terceros cesionarios. f3i el
crédito del etnpresarh fué cedid~anteriormente A la acció'n
de los operarios, éstos serZLn apartados por el cesionario; en
este dentido no tienen privilegio.' Se ha invocado en favor
de los obreros la ley de 22 Pluvioso, año 11, que concedeun
privilegio 4 los obrerda para el pago de sus salarios en las
cantidadesque ee deben 4 los empresarios de trábajos delEs-
tado; pero por lo mismo que esta ley crea un privilegio
no se puede extenderla á casos que no prevee, 'Los obreros
no pueden, pues, prevslecerse de ella cuando se trata de tra-
bajas ejeautados por cuenta de paktiiculares 6 aun de mu-
nicipios. (2) 'Pero el art. 1798 da una preferencia á los obre-
los demás acreedores del empresakio, puesto que
TOS ~ d b r e
ae aprovechan.exclu6iviimente del beneficio de la dcci6n que
promueven contra el propietario, mientras que, seg& el de-
recho com'tín, deberían parfirlo con loa' demás 'acreedores.
A bste réspectÓ eu' posición estti privilegiada: (3)
1 Uaeaoibn, 11 de Junio de 1861 (Dalloz, 1861, 1, 262).
2 Denegada, 18 de Enero de 1854 (Dalloz, 1854, 1,121). Parfs, 12 de Abrí 1
de 1866 (Delloz, 1866, 5, 291). Grenoble, 7 de E'ebrero de 1868 [Delloz, 1868,
6, 1031.
3'Burdeoe, 30de NoviembPe de 1858 (Ualloz, 1860, 2, 32).
P.de D.TOMO xxvr-1,4
La acción de los abreroe contra elpropiet+da también
lugar 4 otra dificultad. Se suponp que el empresario cae en
quiebra: iPierden en este caso los obreros su acción con-
tra el propietario? Este credito hace parte de la masa; con
este titulo es prenda de todos los acreedores del empresa-
rio, ¿Conservan loa obreros, para con la masa, la preferen-
cia que la ley les concede cuando promueven contra el pro-
pietario? La afirmativa no ee dudosa cuando los obreros
han intentado su acción antes de la declaración de quiebra,
porque su acci6n desposee a1 empresario y á los operarios de
un derecho adquirido; luego la quiebrano les puede despojar.
NO debe irse más allá, y decir que la acción s61o es el ejer-
cicio de un derecho que tienen los obreros por la ley 3 Y si
Ia ley les pone en poseaidn del crddito, Ia quiebra del em-
presario ho les puede ser opuesta. La jurisprudencia y la
doctrina estan en este sentido# (1) Hay una duda. Es so-
brepasar la ley decir que pone en posesidn del crédito del
empresario cont. el propietario Q los obreros, pueríto que
el empresario puede disponer de ella mientras que nci pxa-
mueven lo8 obreros. Sin embargo, el espíritu de la ley nos
inclina en favor de la opinión general; es verdad que, en
nuestra opinión, los artesanos ejercen los derechos del em-
pre~ario,pero los ejercen con un derecho de preferencia; y
es precisamente por razón de la insolvencia de2 empresaris
por lo que la ley da accidn 4 los obreros cotitrs el propie-
tario: debe, pue$ conservársela cuando el empreeario está,
en quiebra.
82. Los trabajos pizblicos han tomado un crecimiento
prodigioso á consecuencia de la construcci6a de lós ferro-
carriles, y cuando las relaciones se multiplican entre ios
hombres lo^ procesos aumentan. Con demasiada frecuencia
las empresas 6 la8 subampreaaa conducen & quiebras ci1J.a~
victimas amenazan ser los artesanos, El legislador ha pro<
1 Anbry y %u, t. m,p. 537 y nota 48 y h a seatonoiaa que oitan.
DE LOS AEQUITECTOS 107

visto al interés de los artiesanos cuando tratan con empre-


sarios. Pero el art, 1'798 está lejos de preveer las dificulta-
des que las grandes empresas han hecho nacer. Hay un em-
pre~ariogeneral que trata con subempresarios; éetos tra-
tan con los operarios. iSi el subtratante es insolvente ten-
drán los obreros una acción contra el empresario? En virtud
delderecho común n6, pues no han tratado con 61. &Podrán
intentar 1s acción que la ley concede tí loa artesanos ocupa-.
dos por el empresario contra el propietario? N6, pues no
están ocupados por el empresario, son empleados por sub-
tratantes, quienes por su parte no han tratado con la compa-
ñía; de modo que el art., 1798 es inaplicable, @)*Hay
compañías que estipulan, en sus cuadernos de cargos, que
el empresario estará obligado B ejecutar los compromisos
de sus subtratante? hada los operarios y terceros en gene-
ral. Esta clárusula e$ válida; ¿dará acción contra el empre-
sario á Ics terceros que no son artesanos, como los abaste-
cedores de materiales? La validez de la iclá'usula no es dú-
dosa. Se ha objetado que esto era una estipulación para un
tercero, y nula con este tftulo. Esto es olvidar que el arti-
culo 1121 hace excepción al art. 1119, y la excepción se
aplica á la c~áusulalitigiosa. Se puede estipular en prove-
cho.de un tercero.cuando tal es la qondicióri de una estipu-
lación que se hace para uno mismo. Y; la compafifa esti-
pula para si y tiene inter6s en estipular para los obreros; al
darles una acción contra el empresario, les asegura el paga
de su salario; 1og.obreros se vuelven acreedores personales
del empresario, y con este titulo hasta pueden promover
contra la compañía. Esto es un medio para tener buenos
operarios. %¿A quien aprovecha la cláusula?Esto depende de
loa términos del cuaderno de cargos. En un caso sentencia-
6 n dar acai6n á Ioe artesanos que tratan con un
1 Ls Uorte de h i ~ ~ i pareoe
oubtratante contra el emprgaario general. Uanaoió;n, 27 de Abril de 1863 [Da-
lla~,,1863, 11871.
do por la Corte de 'Casaci6n el contrato estipulaba en favor
de los obreros y terceros; es decir, en favor de todos aqutr
110s que tratan con loa subempresarios para que los traba-
jos de que esthn encargados, por consiguiente, los abastece-
dore8 no aprovechen de la acoián del art, 1798. (1)
. Queda por saber cuándo hay estipulación en provecho
de los terceroe. El cuaderno de cargos prohibe algunas ve-
ces it los empreearios el hacer subtratados, Si el contrato
agrega que Ios empresarios serán personalmente reaponea-
Mes, en caso de viobcíón de ester cláusula, tarrto hacia la
compañía como hacia las operariqs y terceros, resulta una
estipulación en provecho de Bstos, pues la responsabilidad
impuesta 4 los 'empresarios en favor de los, obrerols tiene
por efeota dar una acción contra los empresarios, y esta ac-
cidn no, puede ser mbs qus una acción en pago de lo que se
les debe, en el caso en que los subtratantes no paguen; hay,
pues, estipulación en provecho de los terceros y, por consi-
guiente, el srt. 1121 recibe su aplicación. (2) i8ucede lo
mismo s i el cuaderpo de cargos prohibe 4 los empresarios
tomar subempresarios sin declararlos responsables para ccn
108 tercero8 ? La c l ~ u s ~fuel a interpretada así, y la Corte
de Caaacidn ha confirmado la interpretación desechando el
reoucso, (3) La interpretpcián 110sparece forzada. Cuando
la compañía prohibe Ios subcontratos, estipula en su inter4s;
quiere quei los empresario8 traten directameitte con los opes
rarios, 'con el fiu de tener una garantía de la buena eleocibn
de estos artesanos; nada estipula en favor de Qstos,con quie-
nes, en desprecio de la c14usula, tratan los aubcontratantes,
Hay que recurrir ti preisunuiones para aacar de ellas esta in-
aicaoión. Las sentencias de denegada pronunciafiarr .por la
Corte de Casacidn no pueden ser,consideradaa como una
1 Denegada, 28 de Enero de 1868 [Dello?;, 1868,1,108].
2 Orraaclón 7 de Febrero de 1866 IDalloz, 1866,1,831.
3 ~ e n e b a d e 2, de Enero de 1867 [Dnllol;, 1888,l; 1081, OompBreae Renega.4
&a, 17 de Junio de 1846 [Dallar, 1846, 1, 3343.
DE LOS ARQULTEUTOS 109

aprobaci6n de las sentencia8 atacadas; si la Cámara de Re-


quisiciones desecha el recurso, ea porque las cortes de ape-
lacidn tienen un poder soberano para apreciar laa conven-
ceiones; la interpretación que sancionan esti al abrigo de to-
da, censura.
TERCERA PARTE.
DEL ABRENDAM!lENTO d 4 ' ~ ~ [l1
~ ~ ~ ~ ~ . "

83. sEl arrendamiento P c h q e l es un contrato por BI


que nna de las partea da 4 la otra un fondo de ganado.para
mardarlo, nutrirlo y cuidar, baja condiciones conv.enidas sn-
b
tre ellasi, (art, 1800). El art, 1711 dice, en el miamo sen-
tido, que tiel arrendamiento B chept~l ea el de animalee
cuya utilidad se reparte entre el propietario y aquel Q quien
se oonfian. i, Esta dehnici6n es menos exacta que 1s del ar-
ticulo 1800. Todo arrendamiento que tiene por objeto aai-
males no es un cheptel, como parece decirlo el articulo
1711; el mismo Código dice lo contrario; según el art, 1831,
cuando una 6 varia@vacas se dan para cuidarlas y alimen-
tarlas, este . contrato e& impropiamente llamado clkeptel.
iPor qué? Porque tiene por objeto animales aislados, lo
que en derecho se llaman cuerpo8 ciertos; mientras que el
carhcter distintivo del cheptel es tener por objeto un fon-
do de ganado, como lo dice el art. 1800;ea decir, una colec-
ción de animales, lo que en el leoguaje de essuela ae llama
uni~ersalidad.
La definición del art. 1800 difiere fambidn, S este rea-
1. Hemoa aonservado In palabrn dkeptul para indioar el arrendamiento del o;&+
nado, porque, en vieta de Ins diforentee danomi~aoiones que los franceaee dan
6 ente ~ontrato,el leotor entender4 mejor loa titalos do 6bpteZ por mitad, chep-
$62 de fierro, &,-N, del T '
'DICE AB'IZEN138MIENTO A "EBE'PPE~L~' 111

* ~ & o , de la del arta-171,1: &te habla de un beneficio re-


partido; este cardcter no se encuentra en todos Pos chgpteel;
e n el cheptel de fierro los . no se dividen (ar-
tfculo 1723). Es, pues, mejor decir, como el R T ~ 1800,
. que
las ventaja5 sacadas por el dador, as4 ' como las demás con-
diciones del ,contrato, dependen de las gstipulacionev que las
partes juzguen convenientes. (1)
Las palabras bajo las mndicio~aesentre ellas parecen de-
cir que las partea quedan libree de.hacer la8 estipulaciones
que quieran. Esto también parece resultar del aré. 1863 que
dice: 1l.A falta de convenciones particulares ,108 contratos
ds chepted se ligan por los principios que eiguen.ir Tal es
en efecto el derecho comilln; sin embargo, el C6digo lo de.
mga, como lo diremos más adelan., en favor de los ckepte-
,leros; prohibe ciertas cláuslilae ,que les fueran demasiado
desventajosas. Los economistaa hacerinotar que no hay con-
dicidn m69 miserable que la de los que toman & eheptel
la ignorancia y la miseria los ponen á merced del 'deudor,
Ise someten & todas las cliiusulas, á reserva de no ejecutar-
la3 cuando se encuentran en 1s imposibilidad, de satisfacer
d das necesidades de la vida. El Iegislador estipuló para el
desgraciado que no tieñrktrealmente la libertad ni la inteli-
gencia bastante para ciiids~sus intereses, (2)
La palabra cheptel que designa el contrato precede, se-
g6n la uipinión común, del latín de !a Edad Media; d e s i g ~
naba tdda clase de efmtios muebles y especialniente anima.
fes. Otros lo hacen derivar de la palabra cc~pitaltbrnada en
otra acepcidn, para designar el primer avalúo que el dador
y el arrendatario hacen del ganada y que forma el capital
de. que está encargado el arrendatario. En fin, algunas ha.
ron remóntar el arrendamiento B cheptel hasta los tierna

J Oolmet de Santerre, t. 'Vil, p, 370, nfim, 253 bU L


2 Dnvergie~,t. 11, p. 437, nbm. 390,
.pos célticos y dicen que Pa palabra cheptel en lengua pe2ta
. significa hato. (1)
.84. El art, 1808 dice que tise pusde dar á chptel to-
da clase de animales su~ceptibleade multiplicación 6 pro-
vecho,para la agricultura 6 el comercio. $! Eota dispoeició~
deroga una doctrina del derecho antiguo que Pothier re-
produce. El cheptel aimple de los puercos estaba prohi-
=bitloporque s u alimentscibn es co&osri y que el provecho
.se limita It la multiplicación. Este provecho se consideraba
como insuficiente para indemaizar al arrendatario de tiuri
gasto^ y los riesgos que corre. Esta era una de esas condi-
.cione~que se prohibfan como demasiado onerosas para el
arrendatario, Lae condicione^ económicas han cambiad@
desde el ~iglodieciocho; Q consecuenoia del valor crecido
de los granos, la cría de puerco6 puede presentar ventajas
al arrendatario; no hay, pues, razón para prohibir el conc
trato a priori; ya eu el derecho antiguo la cueakión era .dyiv3
%doga.Et C6digo ha zanjado la controversia conforme 81
principio de la libertad de las convencianeu. (2)
85. E1 art. J80l dice: 1iHay variae clases de cheptels:
.'o1 sencillo ú drdinario, el cheptel d medcls y al cheptal dado
.al arrendatario mediero, Hay adema8 una cuarta clase de-
contrato impropiamen te llamada chptel. i r Estos diversos
contratos varían mucho entre si; de ahí una dificultad de
-clasificación. 4 Son todoéi los contratos de cEYepteZ contratorir
de arrendamiento? El Relator del Tribunado contesta que
el chptel es uncarrenaamienta de cosas, puesto que tiene
.por objeto animales. Participa del arrendamiento rural en
esto: que los animalee producen frutos naturalea. Participa
. dtd arrendamiento de o b r ~ en
s que tiene por ohjeto, .cuan-
,do menos en .parte, loa cuidados que el arrendatario debe
1 Mourlbn, t. IIT, p. 338, ndm. 833, Duvergier, t. 11, p. 134, nota 2, XS8
mante, t. VXI, p. 369, ndm. 253.
2 Pothier, Tt*atadodel ofiopfel, niírn, 21. Oolmet de Xanterre, t, VII, p. 871,
nbm. 257 bio.
DEL WB&DAD~TO A' L ~ ~ 113
~ ~ ~ ~ ~ n

tener con los animales para mantenerlos y criar. Nrn ttin,


dlice Mouricault, el c7beptel se vuelve un verdadero contra-
to de sociedad cuando el rebaño está, dado mitad por el da-
dor y mitad por el arrendatario, Esto es muy absoluto;
volveremos á ello al tratar del cheptel mediero.
DEL 11CEíEPTELii SIMPLE.

86. 81Elarrendamiento 4 chepteí simple es un contrato


por el cual se da A otro animales que guardar, alimentar y
cuidar, á condición de que el arrendatario aprovechará de
la mitad de las crías y soportara también la mitad de las
pdrdidasii (art. 1804). Todos 108 autores hacen notar que
la definicion del art. 1804 está incompleta: el que toma á
chepteí aprovecha no s61o de la mitad de las crfas sino
t~rnbidnde la mitad de la lana; tiene derecho exclusivo ti
la leche, al abano y al trabajo de Los animalea (art. 1811).
Por otra parte, la definicidn es inexacta, al decir que el
arrendatario soporta la mitad de las pérdidas: esto s61o eu
verdad por la phirdida parcial; la pdrdida total es para el
dador, y no se puede estipular que el arrendatario sufrirá
Ia pérdida total del cheptel aunque suceda por caso fortuie
to, sin su culpa. Volveremos á e ~ t o spuntos.
87. iE8 el cheptel simple uti arrendamiento 6 una socie-
dad? Pothier dice que sele puede considerar como un con-
trato de sociedad de ganada; pero para ver en él una so-
ciedad tiene que recurrir 6 una ficci6n. Son los animalea
las que forman el fondo social, y el dador sdlo los ministra;
pero, dice Pothier, i e le considera como rninistrándoloa tan-
to por su parte como por parte del arrendatario, la mitad
á su nombre y la otra, en nombre del arrendatario, & quien
hace un anticipo. En esfa teoría el arrendatario se vuelve
propietario del cheptel por mitad. El Código no ha consa-
grado e ~ t aficción, se atiene á la realidad de las cosas; ea
el dador quien miniatra solo el chptel y conserva su pro-
piedad (art. 1805). No hay, pues, fondo comiia, luego no
hay aociadad; sdlo hay tzn elemento social en lo que las par-
tas se dividen l a ukitilidades
~ y las pérdi5as; pero este mis-
mo elemento hace falta para la leche, el abano y el trabajo
de los animales. Debe, pueo, decirse cm el Relator del Tri-
bunado, que el elemento social a610 ea secundario. El con-
trato principal es un arrendamiento de servicios; el arpn-
Aatario arrienda sus servicios para el cuidado, alimentación
y conservacion que da al rebaño del dador. El precio del
arrendamiento consiate en las utilidades menores que acaba-
mos de enumerar; la mitad de las crfas es un suplemento
del precio. (1)
88. Decimos que el dador cobserva la propiedad del chq-
tel, E ~ t oresulta do1 art. 1805 que dice: ilEl valor dado al
cheptel en el contrato de arrendamiento no transfiere su pro-
piedad al arrendatario, no tiene mhs objeto que fijar la pér-
dida 6 la ganancia que pueda haber al concluir el arrendan
mientcj.11 Se dice ordinariamente que la estimación vale
venta; esto sólo eR verdad cuando tal es el' intards y, por
tanto, la voluntad de las partas contratantes, y en el con-
trato de cheptel aquel que recibe los animales tiene ititeréa
en no hacerse propietario, pues si asf fuera ~iufrirfala pdr-
dida del cheptel. El dador tiene, es vsrdad, un interds con-
trario, ipero de qué le serviría la acci6n qua tuviera contra
el arrendatario en caso de/ pérdida, puesto que la condición
1 Pothier, natado del cheplel, nfimri. 2 y 3, Monrioault, Informe n8m. 21
(Loar$, t. ViI, p, 208).
116 DEL AP~EEN@BIIEPYXOBBOBRA

niiserable de éste no le permitiría pagar el precio del avaO


lúo? Si se hace un avalúo no es para vender el cheptel, es
para determinar el beneficio ó 1s pérdida que se encoatra-
rá al finalizar el coatrato, camparando este valor con el que
se fije cuando el contrato fenece. El cheptel está valuado en
1000 francos, vale 1200 a l concluir el arrendamiento; hay
una ganancia de 200 que repatir; si 8610 vale 800 francos
l a s partes partiran la pérdida de 200 francos. (1)
89. Del principio de que el dador permanece pmopietario
y que el arrendatario queda encargado del cuidado del ga-
nado (arts, 1804 y 1805) síguese que éste tíltimo es deudor
de un cuerpo cierto, de los animalee que l e fueron entrega-
dóa, y que, por. consigciente, debe conservarlos con el cui-
dado de un buen padre de familia (art, 1806). Esta e8 la
aplicación de la regla establecida por el art. 1137; el arren-
datario responde de la culpa leve. N o responde del caso for-
tuito; la razón de esto es que cumple con EU obljgacidn con-
servando el cheptel con los cuidados de un buen padre de fa.
milia; queda, pues, libertado de fiu obligación de restitución
cuando el cheptel llega Q pere'cer por caso fortuito. E8ta e8 la
aplicación del principio del art. 1302. Es infitil invocar el
adagio de que la cosa perece para el propietario; hemos dicho
muchas veces que este adagio no recibe aplicación cuando
Iw, cosa que perece es objeto de una obligacióa. El art. 1807
fniaistra una nueva prueba de esto; si el caAo fortuito pro-
cedió de alguna culpa del arrendatario, sin la cual la p$rdi-
da no sucediera, será responsable de ella; quedará, pues,
obligado á la perdida auriyue no sea propietario. La razón
está siempre en el art. 1302: deudor de un cuerpo cierto el
arrendatario queda obligado por la pérdida que sucede por
su culpa, y cuando el caso fortuito ha sucedido por su culpa
es imputable al arrendatsrio; luego debe reepandsr.
Queda por saber quiéii debe probar el cako fortuito $yla
1 Duxantón, C XVII, p. 262, 1114iii. 270 y todori lofc autoilori. .
culpa. El art:1808 contesta: uEn caso do conte~tacidnel
arrendatario tiene que probar el caso fortuito y el dador
tiene que probw que la culpa es imputable al arrendatario.^^
Esto ea la ap1icación.de lo^ principios que rigen la prueba-
El art. 1302 aplica estos principios al ea80 de la p&dida deL
cuerpo cierto que es objeto de una obligación: irel dadar
tiene, que probar el caso fortuito que alega.,! Y el arrenda-
tario es deudor de los animales que debe restituir a1 fenecer
el arrendamiento; si no los restituye debe' probar el caso
fortuito que lo impide y lo libera. Cuando fie da esta prue-
ba la obligación del arrendgtario se extingue conforme al
art. 1302. Pero el dador esth admitido & probar que el caso
fortuito ha ducedido por culpa del arrendatario . y que, por
consiguiente, éste es responsable dealaperdida. ~ e t excep-
s
ción lo constituye demandante; tieIie, pues, que probarla
(art. 1315). (1)
La antigua jurisprudencia se había apartado de-estosprin-
cipios; p o ~ lai prueba
~ d e la negligencia del arrendatario ái
cargo del dador, y sil no podia darla quedaba descargado el
primero. (-2) Era sin duda por consideraciones d e equidad
por lo que los juececs se pronunciaban en favor de las miae-
TOA arrendatarios, pero el derecho no puede ceder á, la comm
pasihn; por sato es que las autores del Cddigo creyeron re-
cordar los verdaderos principios que ya tedan sancionados
en 108 arts. 1732 y 1733,
90. Cuando se dice que el caso fortuito libera al deudor
de un cuerpa-
cierto se Supone que-
la pdrdida es total. Si
queda algo de ella se entiende que el propietario tiene de-
recho it recogerla, puesto que e8 su cona la que perece. El
art. 1809 aplica este principio al arrendatario & cheptcl: aun-
que descavgado por e l caso fort.taito tiene que dar auenta de
las pieles de'loa anirnaleli. La ley no dice que el arre~data-
1 Colmet de Santerre, t, TU,p. 373,niím. 261 b2s.
2 Corn~BreseDurantó~,'t. XVII, p, 264, niIm, 292.
rio deba retenerlas, porque puede suceder que esto eea iw
posible; tales fueran 10s.casos en que los animales hubieran
sido robados, 6 hubieran perecido en iin incendio, 6 hubie-S
ran muerto por enfermedad cootanioss; en este dltirao caso
P
los animales ae entierran por mealda de policfa.
91. ~ E qizé
u sentido está liberado el arrendatario por el
caso fortuito? El art. 1810 distingue: iiSi el chaptsl perece
por entero sin culpa del arrendatario la perdida es para al.
dador. Si sblo perece una parte la perdida se sufra en co-
mhn, según el precio del avalílo originario y el de la esti-
mación al concluir el cizepte1.11$Por qu6 el arrendatariq
soporta la perdida parcial, mientras que no sufre la totalr
Todos los autores critican esta disposicíón. Deroga la doc-
trina de Pothier que easeñabs que el arrendatario y e1 da-
dor debíaa siempre sufrir la perdida en comfin, fuera par-
cial 6 total. Eyto sistema era más lógico que el del C6digo;
no hay ningún motivo juridico para la didtioción que esta-
blece entre Ia pérdida total y la parcial; cuando m8s se pue
de explicarla por una coa~ideracidnde equidad; pero la
equidad y la justicia piden m&, est;6a ea favor de una ter-
cera opinión qufi se sostenía en el derecho antiguo, El C6-
digo califica al cheptel simple de arrendamiento; luego de-
ban aplicarse, en cano de pkrdida, los principios que rigen
el arrendamiento de cosas, Y el contrato de a r r e n a a m i e ~ t ~
se resuelve por la pérdida de la coea arrendada (art, 1741),
á salvo la acción del dador contra el arrendatario gi este
tiene la culpa; y si la coria arrendada sbla esta destruida ea
parte el arrendatario puede, uogGn las oireunstancias, pedir
L rescisión de1 arrendamiento 6 una disminucióa de renta.
Así, en niingnna hipótesis la pdrdida queda tfi cargo del
srre~d~tatrio.¿Por qu8 na sucede lo mismo en sl oheptel?
Se buscarla en vano la razón. El aistiema del Cddigo es has-
ta muy peligroso; a i el chepteZ amenaza perecer en au ma-
yor parta e1 arrendatario tiene interés en na salvar B los ani-
DEL <'OB%'PIEEL~~
Slm6PLE f 19

maclei que pudiera; tiene iilterés en que la p&rdidaa& total,


porque en eate caso es para e l dador. (1)
92. iDu6odo es total la pdrdids?' Hay que aplicar los
principios que rigen las universalidades. 3 s uU. rebaño el
que as objeto ,del contrato, no 8on cabezai consideradas in-
dividualmente. De esto se sigue que la pérdida es total,
aun cuando queden alguna8 cabezas, si Bstas no bastan pa-
r&conutituir un rebaño. ¿Cuántas cabezas soti. necesaiiiss
para constituir (in rebañb? La ley no lo dice, B 1os"'jueces
toca decidir la cuestión cónsultando los &s&B. (2) .
93. Cuando la pdrdida es total el conirato queda resuel-
to; el dador no puede reclamar ninguna' indemnizacl6n
aunque hubiese habido, ante8 de la pdrdids,: una párticiói
de criai. Se puede objetar qiie el arrendatario no tiene de-
recho 4 las crlas mdrs que A titulo de utilidad, y no.hay ya
ntilidad cuando el rebaño llega a perecer. Está interpreta-
ci6n aerfa demasiado rigurosa; la ley dice en tdrminos abso-
lutos que la perdida total es para el propietaria'; es decir,
que Bste no tiene acción contra el. arrendatario.
Cuando la perdidaes parcial el contrato subsiste; el arihenb
datario perder&una parte de su goce y ciebet.4, no obstante,
indemnizar al dador por una mitad de la-pdraida. Peró la
tkirnaci6n de la p4tdidá a610 se hace al fenecgr el' arreinda:
miento; d en ests Bpoca el rebaño est4 reconstituido no ha'
brh pdrdida; por tírnto, el arrendatario no debed uikiana
indemnizaoidn al dador. (3)

94. +lNose puede estipular que el arrendatario anfrirá 16


pérdida total del cheptel, aunque siicedide Dor caso fortui.
Z Duraatón, t, X'Vn, p. 267,ndm. 274 g todo8 loe sutorea.
2 Colmot de Santerre, t. VH, p 375, nbm 263 bis 11.
3 Narcad6, t. VI, p. 648,nifm. Ii del art. 1810, Uolmet de Santerre,
o DII, p. 375, ndm. 263 bis XTT,
to y sin su culpati (art. 1E;ZI). Esto es una derogacibn del
derecho comiln; el 'art. 1172 permite estipular que el arren-
datario quedar. cargada del caso fortuito; en este ea80 eE
contrato es aleatorio y, naturalmente, el arrendatario esti-
pula por Bu parte ventajas que compensan la suerte de pdr-
dida á 1s que tle expone. iPor qué Ifa ley prohibe a l arren-
datario de cheptel lo que permite al arrendataria rural? Ya
hemos dado 1a r a d a de esto: quiere pres-exvar sl los arren-
' datarios de gheplel contra su ignorancia y su miseria. .
El art, 1811 pr.ohibs también estipular tique el arrenda-
tazio soportar$ la perdida de una parte mayor que su utili-
dad. U Y, por consiguiente, prohibe también la clIusula qus
artorizaría al dador i i 4 tomar, al concluir el arrendarnien-
to, algo m8s de lo que ministr6 en ckpteía~iEsta ventqa
podrfa haceme en la cria y, por consiguiente, el afrendata-
rio no aprovecharía ya de la mitad de la utilidad, mientras
que siempre sufrirfa la mitad de 1s pdrdida. E9ta deeigual-
dad vicia un contrato en e1 que una de lae partea, por ra-
z6n de la dependencia de su situación(, se: encuentra ii mer-
ced de la otra.
La ley pohibe la oI4usula que hiciera sufrir al arrenda-
tario una mayor pQrdidaiqüe la que tiene en las utilidades,
Quiere, pues, una igualdad proporcioilal. De esto se sigue
que las partes podrán convenir que el arrentario 8610 tendrS
uos tereora parte en las utilidades y que sdlo sufrid una
$ercera parte da las pBrdida8. Esta es la opini6n general,
sdvb el di~entimieutode Delvinoourt, en el que no hay que
detener~e,Por esto s610, que la convenci6n no está, prohibi-
da, está permitida; ademáít, está en harrnonfa oon el aepiritu
de'la ley, puesto que la igualdad proporcional queda res-
petada. (1)
95. El arb, 1811 sanciona estas prohibiciones con la pe-
na de nulidad: iiToda convencidn semejante. es nuls,lr ~ E Q
I Duvergier, t, XT, p, 450, n6m. 405,
DEL "CIHI~PTE~'~
SDEPfiE T21
gui5 sentido hay nulidad8 ES Ia cl~unulas61n la que e n n i -
la 6 el contrato de cl&eptel? El texto decide la dificultad:
es la c16~sulaio que anula IR. ley; mantiene el contrato. Se
objeta que la cláusula prbhibida ea una condíción del arren-
damiento y que la clfrusula de 1s condición hace nula la,
convención que de ella depende (art, 1172). Asf fuera si real-
mente la clhusuIa formara, eri la intención de las partea, uUa
condición del contrato; pero la ley no la considera asf; se-
ria, pues, por derogacidn de la ley cama la cldusula viciarla
al contrato mismo; seria necesario que el arrendatario pro-
base que tal fué la intencidn de las partes. En el silencio
del contrato el ar~endatariono puede pedir la nulidad por
razón de la8 c1á;usulas prohibidas que contiene. iCu6.l aerá,
pues, la consecuencia, de l a nulidad? Lo que .es nulo no
produce ningún efecto; luego las cliusulas prohibidas se
conaideran como no haber sido Britas publicadas y, por con-
siguiente, las partes permanecerán bajo el imperio de las re-
glas formuladas por el Código Civil. (1)
96. El art. 1811 agrega: 11Elarrendatario aprovecha 8610
la leche, el abono y el trabajo de los animales dados en
cheptet. La lana y las crías se reparten.lr Se pregunta si la^
partes pueden derogar estas hltinaas disposiciones del a*
ticulo 1811. No hay diida en cuanto á las crhn (dm.941,
ni, por consiguiente, para'la lana; son utilidades que se par-
ten en general por mitad, porque el arrendatario sufre tam?
bi$n la mitad de la pérdida; pero las partes pueden dero-
gar Ia proporción, siempre que la igualdad. esté obser-
vada, La duda existe para las pequeñas utilidades que el
Cádigo atribuye al arrendatario: la leche, el abono y el tra-
bajo de 188 bestias. Ea el derecho antiguo se consideraba
toda cl4usula derogatoria como inicua; es decir, como nula.
1 Marcadd, h. Q i , p, 602,niim, 11del art, 1811. Uompdreae Dnrantbn, to-
mo XVTI, p. 276, ndm, 279.
P. d0 D. Whl.0 XXV;I-~~
-Pothier dice! iiHabria igualmente iniquidad en el contrato
4 cheptel.si se qditaba al arrendatario algo de los provechoe
de la leche, abonos y labores de las bestias, provechos que
le son concedidos por las costumbres para los gastos de
alimentos y ouidados. Segdn este principio las cláusulas
por las que el dador estipula que el arrendatario le dar&
cierta cantidad de queso 6 de mantequilla 6 algunas carre-
tadas de abono, ~ o ncláusulas ilícitas. (1) 2 El Código ha
mantenido la tradicidn? La'cueatión está controvertida; en
nuestro concepto el texto del art. 1811 la decide. Enumera
las c l ~ u s d s herida,
s de nulidad. Luego la ley trata de l&
derechos del arrendatario & cheptel; ya no se vuelve á ha-
blar de cl4usulss prohibidas. I3ermanece uno, pues, bajo el
imperio del derecho común; y el derecho común en materia
de convenios es la libertad; las partes con-tratantes puf-
den derogar las disposiciones dei Código, porque el Cbdi-
go no les impone las reglas que establece, 8610 prevee lo
que las partes quieren, y les permite, por consiguiente, que-
rer otra cosa de lo que dice la ley. En el contrato de chep-
tel la ley deroga este principio, pero por esto mismo es-
t a derogaciones
~ son de rigurosa interpretacidn; no ?e pue-
.den admitir otras prohibiciones mds que aquellas que la ley
establece. Esto decide la cuestidn. 'Se dice eri vano que !a
redacción del art. 1811 implica,uaa prohibición. Es verded
que según el art. 1811 el arrendatario agroveclia 0610 de la
lecho, del abono y del trabajo de las bestias pero esto no
quiere decir que este prohibido & las partes dar una parte
al dador en'estas utilidades; la palabrasdlo debe combinarse
con la disposición que sigue y que dice que la lana y las
crias se reparten; en otros términos, hay utilidadss que se
reparten ambas partes y hay otras que pertenecen al arren-
datario; 1s ley permite derogar el reparto por mitad. 4 Por
qu4 prohibirfa derogar el. derecho exclusive del arrendata-
rio? . El texto en todo caso no Eie opone 4 ello; y enl'esta ma-
teria lo que no está prohibido eñth por esto mismo permitido.
Se hacen ademds otras objecicnes en las que creembs inútil
detenernos, porque ya las hemos contestado y, en nuestro
concepto, de un modo perentorio. (1)

97. ~iElarrendatario no puede disponer de ninguna bes-


tia dsl rebaño, ya sea del fondo, ya de las crías, siri el
consentimiento del dador, quien tampoco .puede di~poner
de ella8 ciin el conaentimiento del arrendatarioii (art. 1812).
Que el arrendatario no pueda disppner de ninguna bestia
del fondo, esto se entiende: el rebaño siempre es propiedad
del dador, el arrendatario tiene obligación de conservarlo
para restituirlo al concluir el arrendamiento; no tiene nin-
gún titulo para disponer de él. En cuanto á la cría el arrea-
datario lo aprovecha pJr mitad, pero ests derecho 8610 se
realiza por el reparto; hasta entonces el arrendatario s61o'
tiene un derecho de copropiedad; y el comunero no puede
vender la cosa comiin. Hay, además, una razón particular
al aheptel que ue opone 4 que el arrendatario pueda dispo-
ner de una cabeza da Ia crfa en que 8610 tiene en ella un
derecho eventual; 8610 es al concluir el arrendamiento cuan*
do se sabri si hay crfa; es decir, si hay un beneficio que di.
vidirse; el arrendatario no puede, pues, disponer de la cosa
durante el arrendamiento, pues puede suceder que no tenga
derecho en ella,
La ley prohibe también al dador di~ponerde la cria, aun
que en todo caso tenga en ella un derecho eveiitusl, ya sea
como utilidad, ya como fondo. Pero siempre hay una ra-
1 aolmet de Santerre, t. Va,p. 377, nbm, 265 bis. En aentido oontrario
MaroadrS, t. VI, p. 650, nbm. 1 del art. 1811, quien no deja de oalificer de
error la opinión ronfrarie de Duvergior (t, TI, nfim. 408) y da Aubry y Rau
(t. IV,p. 839, nota 4). Debeinon agregar que loa editorea de Zaoharrm han
abandonado su primera opinión.
rio? . El texto en todo caso no Eie opone 4 ello; y enl'esta ma-
teria lo que no está prohibido eñth por esto mismo permitido.
Se hacen ademds otras objecicnes en las que creembs inútil
detenernos, porque ya las hemos contestado y, en nuestro
concepto, de un modo perentorio. (1)

97. ~iElarrendatario no puede disponer de ninguna bes-


tia dsl rebaño, ya sea del fondo, ya de las crías, siri el
consentimiento del dador, quien tampoco .puede di~poner
de ella8 ciin el conaentimiento del arrendatarioii (art. 1812).
Que el arrendatario no pueda disppner de ninguna bestia
del fondo, esto se entiende: el rebaño siempre es propiedad
del dador, el arrendatario tiene obligación de conservarlo
para restituirlo al concluir el arrendamiento; no tiene nin-
gún titulo para disponer de él. En cuanto á la cría el arrea-
datario lo aprovecha pJr mitad, pero ests derecho 8610 se
realiza por el reparto; hasta entonces el arrendatario s61o'
tiene un derecho de copropiedad; y el comunero no puede
vender la cosa comiin. Hay, además, una razón particular
al aheptel que ue opone 4 que el arrendatario pueda dispo-
ner de una cabeza da Ia crfa en que 8610 tiene en ella un
derecho eventual; 8610 es al concluir el arrendamiento cuan*
do se sabri si hay crfa; es decir, si hay un beneficio que di.
vidirse; el arrendatario no puede, pues, disponer de la cosa
durante el arrendamiento, pues puede suceder que no tenga
derecho en ella,
La ley prohibe también al dador di~ponerde la cria, aun
que en todo caso tenga en ella un derecho eveiitusl, ya sea
como utilidad, ya como fondo. Pero siempre hay una ra-
1 aolmet de Santerre, t. Va,p. 377, nbm, 265 bis. En aentido oontrario
MaroadrS, t. VI, p. 650, nbm. 1 del art. 1811, quien no deja de oalificer de
error la opinión ronfrarie de Duvergior (t, TI, nfim. 408) y da Aubry y Rau
(t. IV,p. 839, nota 4). Debeinon agregar que loa editorea de Zaoharrm han
abandonado su primera opinión.
124 DEL ABBEND5XTSNTO DE OBPA

26n que se opone á la enajenacidu de lae cabezas de crfa:


err que el arrendatario tiene en ellas un derecho eventual
& título de utilidad; la ley no quiere que el dador compro-
meta el derecho del arrendatario disponiendo de las crías;
si reaIrnente.el derecho forma un provecho el dador dis-
pondrfa de una cosa que no le pertenece. Hay, sin embar-
go, en cierto sentido, derogación del derecho comdn. El co-
munero puede enajenar su derecho indiviso, puede hasta
enagenar la cosa en que tiene un derecho indiviso, a610 que
la validez de la renta dependerti de la bartici6n. Si l a ley
niega este derecho al dador es para evitar la8 dificultades B
las que dacia lugar la enajenación. Vamos á, ver cuales son
eetaa dificultades en el caso en que una de las partes enaje-
nare cabezas del fondo 6 de la cría apeear de la .prohibi-
ci6n del Código,
98, El arrendatario di~ponede una cabeza del ganado sin
el consentimiento del dador, iPodrti este reinoindicar la
coaa contra el comprador 3 N6, si el adquirente es de bue-
na fe; esto es la splicicidn del principio de que tratásdbsk
de muebles Ia posesión vale tí tulo (ar t. 2279). Loa muebles
no se reinvindican contra un PoseRor de buena fe, á no ser que
ae trate ds cosa robada'; ,y el hecho del arrendatario en ven-
der una cabeza del rebaño no es un robo; esto es decisivo.
Ciertas costumbres habían dispuekto .contrariamente; como
este derecho de rainvindicación comprometia, el. ínter6s de
10s terceros, que es el'interés general, un edicto dr, 1713
prescribió la publicidad d0 lou contratos de cheptei con el
fin de advertir á los obreros los peligros que tenían con tra-
tar con 10s arrendatarios. No habiendo reproducido el Códi-
go la excepci6n, ni b disposición del edicto, hay que con-
cluir que las partes interesadas quedan bajo el imperio del
derecho común, (1)
'1 Duvaqier, t. 11, p, 466, ndm, 414, Colmet de flanterre, t, VII, p. 378,
n6m. 266 bis 1,
DEL 4 c ~ ~ ~ SIMPLE
~ ! C ~ ~ " 123

99. Cuando es el dador quien dispone de una c ~ b e z ade1


rebaño, la cuestión se complica, Debe desde luego distirn-
guirse si la cabeza enajenada pertenece al, fondo 6 á la cris.
Si el dador di~ponede une g a b e z ~del fondo, y si la entre-
ga al comprador, es leg guro que dste estS al abrigo de toda
reivindicación; en efecto, el arrendatario no es propietario;
no tiene, pues, ninguna acción contra el tercer adquirente*
Si promoviera, el demanctado tendrá dos excepciones para
rechazarla: primero, el tlemante rio tiene la propiedad ni al
derecho real en la cosa además, en asunto de, muebleg; la
poseaidn vale título. Esto suppna que el comprador es.de
buena fe. iQué debe decidirse si tiene conocimiento del
cheptel? Ha no puede invacar la máxima de que posesión
vale titulo. iPuede rechazar la acci6n por razón de nÓ ser
propietario el arrendatario í! S9gúia el derecho lo podría. El
Códigu deroga el derecho eomiín; en+elcaso en que el dador
vende el inmueble arrendado el comprador debe respetar
@'arrendamiento. (Se aplica esta disposición al arrendata-
rrio á cheptel? La negativa n,,s parece segura. Es una ex-
wpción, luego no se puedeextqnderla á casos que no preveo
Ba ley. Se dice en vano que es racional aplicarla por analo-
gfa; la analogia no bast t para extender disposiciones ex&
cepcionafes, y además los motivou no son iddnticos; el in-
terés de la agricultura, que explic~.la, derogtnción del artí-
culo 1743, no puede ser aquí irnocado por el arrendatario
ti cheptel; hay cuaniqo menos rana diferencia, y es conside-
rable. No obstante, 1s mayor parte d6 los autores se pro-
nuncian por la aplicación del art. 11743. (1)
La ihaisma dificultad &epresenta cuando el dadw ha eaa-
je~mdolas cabezria del cheptel sin heberltbs entregado, En
este casb el art. 2279 está fuera de causa; queda por ~ a b e t
si 01 arrendatario'&&eptd puede pre&ecerae del art. 1743
II Vdanaa Ea8 oitacionaa en MarcsdB, t. TI,p. 654, ndm. S I del art, i8la0
,.
Agrdgacsae Colwot de Santerre, tSVIL, p. 379, núm, 2GG bis UI.
para mantener su arrendamiento contra el arquitecto. BE
la opini6n general tiene este derecho,
100. La enajenación de la cria suscita otra dificultad.
&a crfa forma una copropiedad indivisa; aquel de los co-
propietarios'que enajena una cabeza vende pues, la cosa aje-
na por lo que toca ti la parta de BU copropietario. iEate
puede reivindicar en virtud de uu derecho de propiedad
N6, si 01 comprador es de bilerra fe; ~i ea de mala fe el co-
propietario que no consintió ia venta podrh promover Qon-
tra el adquirente para congervar su derecho. Si la cosa no
hubiere sido entregada al comprador, sl copropietario que
no consintió la venta podrá pedir la nulidad de esta para
impedir una tradición que compromete s u derecho. (1)
101 El art, 1892, al decir que nínguna de laa partes
contratantes puede veuder a,nimales del rebaiío, ni d
contratista de la otra, dice, en otros términos, que el con-
sentimiento de ambas partes es necesario para qne la venta
pueda hacerse. De esto se sigue que rii una de la8 partes
nopone 1s venta y 1s otra se niega Q ella, la venta no pod rS
t'ener lugar. Se admite, sin embargo, generalmente, que, eri
este caso, la parte que quiere vender puede dirigirse al juez,
qnien podrá ordenar la venta ui ésta es ventajosa. Esta eg
la opinl6n de Pothier. Supone que las be~tiaasou viejas y
que e8 de interds común veriderla~para reemplazarlas por
cabezas jóvenea; el arrendatario propone venderlas; el da-
dor no quiere; el arrendatario podr6 entonces demandarlo
para hacer o r d e ~ a la
r venta por la ju~tieia. Pothier h a ~ t s
concede al arrendatario una acción por dafios y perjuicio8
contra el dador, si éste, por su obstinaoióo, dejara pasar la
oportunidad de la venta, ,2j La mayor parte de los auto-
res modernos reproducen esta dactlrina. (3)
1 Uolmet de Santerre, t. V a , p. 380, adm, 200 bis Y,
2 Pothier, Tratado del cheptec, n ~ m 36.
.
3 Anbry y Rau, t. XV,p. 639, nota 6,pfo. 376,
NORparece huyadrzdoss. La tradición no tiene ninguna
autoridad en esta materia, puevto que los autores del Códi*
ga no la han reproducido; shlo &e pudiera admitirla si re-
sultara de los principios; está, al contrario, eh oposici6n con
iin principio fundamental de nuestro derecho. Ninguno
puede estar obligado Q vender; .y el dador ea propietario
del rebaño, y ambas ,partes tienen una propiedad indivisa,
en la cría; ningúna de ellas puede, pues, verse obligada por
la otra & vender cabeza8 del rebaño; y no se concibe que la
justicia obligue al dador á vender lo que le pertenece, ni
q& al arrendatario tenga que consentir 1s renta cuando
no quiere vender. Se necesitaria para eato una disposicióri
formal de la ley, y la ley dice m4s bien lo contrario. Esto
eu decisiv,?. (1)
102. ¿Cuáles son los derechos de los acreedores del da-,
dor y del arrendatario en el cheptel? ¿Pueden embargsrlo?'
Pothier enseñaba que los acreedores del dador podían em-
bargar el relbafin;. la razón es sencilla: el clheptsl es propie-
dad del dador, y loa acreedores pueden embargar todos los
bienes de su deudor. E3 verdad que el dador se obligó á
dar el goce af arrendatario del rebafio, pero eI Coatrato 86-
lo engendra un lazo, peraonal entre las partes; el arrendata-
rio no adquiere un. derecho en la cosa y no puede oponer
su derecho de crédito 4 los compradorea que adquieren la
propiedad por l í ~venta que el iiador les hace, ( 2 ) $Esta opi-
nión debe aún ~eguirsebajo el imperio ,del Código? Loa
autores dicen que el art. 1743 deroga el derecho antiguo.
He'mos ya contestado á eñts objecihn. La dispoaici6n del
art. 1743 os enteramente excepcionaI; sóio habla del arren-
damiento de IQS inrnuebles, no se puede extenderla al arren-
dsrniento ft cheplel. Durant3n tiene obro grgumento que
Duvergier encuentra muy ingenioso, El ~rrendatariopuede
1 Este, ee la apinión de Troploag, n8m. 140.
i d ehaptel,
2 Pothisr, ~ r i ~ i ~deE o nilrn. 68.
decir 4 los terceros adquirentgs: recanozcan Ia existenda dei
arrendamiento 6 les opongo la máxima de que en cuanto 6
muebles la posesión vale título. El tercer adquirente con-
testará: reconozco el arrendamiento, paro no estoy obligado
á respetarlo porque no da ningún derecho al arrendatario,
Habrá, pues, siempre que volver al art. 1743; ida aste ara
tículo un derecho al arrendatario? N&, $'Permite á toda
arrendatario oponer RU contrato al adquirente? N6, Luego
se petrmaneee bajo el imperio de1 derechb común, (1)
En cuanto á, los acreedores del arrendatario es seguro
que no pueden embargar el fonda del choptet, puestp qiáe 6s-
te no pertenece á uu deudor; si lo embargaran el dador pog
dfa oponeree á. la venta. Eate es sl derecho cornirn (Código
de Yracedimientat~,art. 608). S610 hay dificultad para la
crfa.' Las do8.partes tienen en él un derecho eventual, pues-
to qveise 'parten entre el dador y el arrendatario. .Losacree-
dorea del avndatario pueden, pues, embargarlo, á reserva,
de que el dador forme una demanda por distraocihn. Ern
este caao las partes deberzin proceder al reparto, y el em-
bargo se limitar& á las cabezas del lote del arrendatario, (2)
103. El cheptel puede ser dado á un arrendatario de otra
persona, 90 preguntn si en este caso el propietario de la
granja puede embargarlo, La &firmativa es segura, pues el
rebaño está en la granja y el propietario tiene un privile.
gio en todo lo que sirve 9. ia explotación de la granja (ar-
ticulo: 2102, y art. 20 de la Ley Hipotecaria) Sin embargo,
la lsy da al propietario del cheptel un medio de resguardar
su derecho de propidad; el art. 1513 dice;. cuando do al c h i p
te1 eath dado al airendatario de otra persona debe notifi-
carse al propietario de dicho arrendatario, sin 10 que pue&~
embargar el rebaño y mandarlo vender para pagarse 10 g&
le debe el arrendatario. 11 En principio el propietario.bejerce
1 DurantBn, t. XVIX, p. 280,ndm. 281. Duvergier, t. H,p, 468, ntím, 416.
Oolwet de Santerre, t. p. 380,nám. 266 bis VI.
2 Uolmet ae Senterre, t, VLI, p. 381, ncitn, 267 bis IX.
DEL "I1JXEPTELV $=LE 129

gu privilegio en lo que .est&en la granja y en 10 que sirve


para su explotación, aunque las cosas que le airven d e p e n -
da no fueran propiedad del arrendatario; sin embargo, el
privilegio cede ante la propiedad bajo las condiciones de-
terminada~por la ley. Según nuetitra Ley Hipotecaria el
vendedor no pagado esta preferido al dador, siempre que le
haya dado á conocer su derecho cuando el transporte da
los muebles en el local arrendado (art. 23). Por aplicacidn
del mismo principio el' art. 1813 da preferencia al propie-
tario del cheptel, á condicidn de que haya, notificado su con-
trato al propietario de la granja. El Cddigo na exige que
esta coudicidn se haga ouando el transporte del ganado en
la granja; fdé, sir1 embargo, sentenciado que 1s notificacidn
no podfa hacerse ya despues del transporte. Desde que sl
cheptel queda introducido en la &nja estA marcado con el
privilegio, el dador tiene utl derecho real en el ganado y
erite derecho no le puede ser quitado por el propietario del
rebaño. (1) Para que QNte pueda embargarla ae necesita,
una notificación; iio bastaría que el propietario de la g r a ~ j s
tuviera conocimiento del cheptel por otra vfa. (2) iDebe ha-
cerse la notificaci6n por medio del escribano de diligenciaa?
Zdo es lo m5s prudente; sin embargo, la ley no pre~cribe
una notiJcudn, y esta palabra puede entendarae por cual-'
qoier escrito por el cual el propietario del ch&l da aviso
al propietario de la granja; si se admite que cito p e d e ha- ,
cersa por carta hay que admitir tambidn que una comuni-
cacidn verbal seria bastante. La jurisprudencia va m6a allir,.
se conforma con un conocirriento oiialquiera que hubiese
adquirido. el propietario. (3) Esto e8 sobrepasar la ley; y

1 Denegada, 9 de Agoato de 1815 (Dalloa, ea la palabra Arrandamiento 4


~bptti,nam, 46)
2 Durantón, t. XVII, p. 284, nám, 284. Colmet de Santerre, t. m, P. 381,
267 bis 11. Compáraee Maroad4, t. VI, p. 666,ntíin. 1 del art. 1813.
3 Denegada, 7 de Meta0 de 1843 (Uslloz, ea la palobra Arrendamoe~tto4
P. de D.Toblo XXVI-f 7
130 DEL AE.atELYDblJ6IENIODE OBRA

en materia de privilegio todo es de riguroea interpreta-


ción.
104. 1iEl arrendatario no podrá trasquilar sin avisar al
dadorti (art, 1814). Esto es una aanción del derecho que el
art. 1811 concede al dador; toma la mitad de la lana; el le-
gislador temió que si la trasquila sa hiciera & excuaas del
propietaria el arrendatario se dejarfa arrastrar par la codi-
cia, El temor es .desgraciadamentejustificado por la igno-
rancia que reina en lag clases inferiores, y la ignorancia
obsionreco el aentido -moral,

105. iiSi no hay tiempo fijado por la convencidn para la


dnrscidn del cheptel, se le considera hecho por trea sñosii
'

(art,' 1815). Esto es una disposición tomada de Iss coatum-


bren. Resulta que el arrsndimiento B oheptel tiene siempre
duraci6n fija, ya sea en virtud de la convención, ya sea en
virtud de la ley. E ~ t oes, pues, un arrendamiento hecho,
por escritura;en el lenguaje del. Código, y, por conaiguien-
te, a0 le considera cesar de plano al fenecer el plazo canven-
cional 6 legal, sin que sea nece~ariodar un avisa (articulo
1737).
106. ¿Hay lugar á tácita reconducción ? La agrrnativs no.
es dudosa, puesto que la tacita reconducción se hace por
aplicacilin de los principios generalea del derecho. iC&-
do habr& tacits.reconduccibn? Segiln la costumbre de Be-
rri, se operaba cuando pasaban '15 dfaa despues de fenecer
el plazo sin que el reparto hubiera sido pedido; no habien-
do repr'oducido el Código esta disposici6n hay que aplicar
el derecho comi(rn; los tribunales decidirán según las cir -
cunatanoias de la causa, si las partes han entendido hacer
un cuevn arrendamiento; ¿Cuál será la duracidrl de cistef
sheptet, ndm. 47). aornparese Lieja, 8 de Abril de 1865 LPaniorisia, 1866,
2,164l.
DEL d L u ~ SIMPLE
~~m~" 181

El1 arrendamiento á cheptek time, este respecto, una gran-


de aoalogia con el arrendamiento rural; tiene una duraci6n
legal ó convencional; si al fenecer el plazo fijado por la con-
vención 6 por la ley, el arrendatario permanece y se le de-
ja en posesión, se opera un nuevo contrato sin escritura; es
decir, sin plazo convencional, luego por el término legal de
tres años (arta. 1776 y 1815). (1) Este punto esta contro-
vertido. (2) Creemos inútil detenernos en 61 porque los
principios son seguros.
107. 11Eldador puede pedir la resolucidn del arrenda-
miento antes de la expiración del plazo convencional ó le-
gal, si el arrendatario no cumple aus obligaciones~t (ar-
tículo 1816). Esto es la aplicacibn del art. 1184 que sub-
entiende la condición resolutoria en todo contrato -sinalag-
mdtico, en el caso en que una de las partes no cumple con
sus obligaciones. El art. 1816 8610 habla del dador; se en-
tiende que el arrendatario tiene el mismo derecho; ai la ley
no lo dice, es porque
- -
ordinariamente los pobres arrendata-
rioa son IOR que Be expulsan por haber faltado á ~iuscompro-
misos, La re~olucióndebe aer pronunciada por el juez, De
hecho el propietario sxpulsa i los arrendatarios á cheptel de
que tiene que quejarse y RU miserable condición es tal que
no pienean en litigar. Eata es la única parte del Código en
la que .no existe casi ninguna jurisprudancia.
108. 1lA1fe~iecerel arrendamiento ó cuando HU resolu-
ción se procede á un nuevo avaliio del chepfeiti (art 1X17)4 .
Esta estimación es necesaria para determioar los derechos
de la8 partes, gs eea porque haya beneficio 6 porqne'haya
pdrdida. El dador comienza por tomar animales de cada
especie, hasta concurrencia da1 primer avaltio. ieg6n las
términog de 1s ley, ae pudiera creer que la prelación en naw
1 Durantón, t. XVII, p. 286. nbm. 286, Duvergier, t. U,p. 464, nbm8, 428
g 429 aolmet d e Santerre, t. VII, p, 382, nrim. 269 bis.
2 V6~naelas diveraaa opinionee en Marc~dd,t. VI, p. 557, ndm. 3: del ara
tiealo 2816,
132 DEL ABBENDAXIENTO DE OBRA

turaleza es facultativa para el dador, pues el art. 1817 dice


que puede tomar. No es arií como debe entenderse la ley.
El dador permanece propietario del cheptel que ministró al
arrendatario, apesarbdsla v a l ~ ohecho en el contrato (artfcu-
10 1805);afguesede esto que recoge su rebaño, como el dador
en general recoge su.cosa. 8610 que el rebaíío, fc diferencia
de los mueblea y de 10s inmuebieci, se renueva sin cesar por
la crfa por una parte y par la muerte 6 la enajenación, Es
el rebaño como universalidad lo que recoge el propietario
y no los animalea que entregó al arrendatario. Por esto eEi
que la devolución se hace hasta concurrencia del aval60 pri-
mitivo. El rebaho puede aumentar 6 disminuir, no a610 en
cuanto al número de cabezas sino tambibn en cuanto á su
valar; es el rebaño con~ideradocomo. valor lo que recoge
en naturaleza el dador. Hay en esto una mezcla de derecho
real y de derecho de crddito que procede de la naturaleza
particular de la com: él rebaño ne hubiera tambien renova-
do si permaneciera en 'poder del propietario; luego los cam-
bios incesantes que sufre no impiden que sea objeto de un
verdadero derecho do propiedad; de esto la consecuencia de
que el arrendatario es -deudor de un cuerpo cierto y su? li-
bera restituyendo iin rebañrz teniendo el mismo valor que
aquel que recibid, (1)
Es tarnbidn por e ~ t o sprihcipios que se efecti~ale parti-
c i h ; el Código deroga á este respecto el actiguo derecho.
Se puede leer en el tratado de Duvergier cuál era el siste-
ma de las c~stumhres,aistema del que se habían apartiado
en la práctica. La marcha que traza el Cddiga es la m83
sencilla. El dador torna no determinadas bestias aino el níl-
tnet.0 de cnbezas entregadas al arrendatario; entregó un re-
baño y recoge un rebatí0 teniendo el valor del primer ava-
1Bo; el número de las animales puede ser más 6 menos
grande, poco importa, Puede haber un excedente 6 un de-
1 Oolmet de Santerre, t. VII, p, 383, n8mtr. 271 bis I y TI.
DEL C ' C Z E ~ SIoíPLX
~ ~ ~ n 133

%o%, Si hay un excedente ee reparte entre d dador y 01


arrendatario: esto es al objeto del arrendamiento 4 Aeptel
(art. 1804). S i no hay bastantes animales para cubrir el
primer avaliío, el dador recoge lo que queda y las partes
ee compensan las pérdidas (art. 1817); ea decir, que el arren-
datario debe una indemnizacióa representando la mitad de la
pdrdida, (1)
109. El are. 1817 se.refiers al reparto que se hace al con-
cluir el arrendamiento. No debe concluirae de esto que 1s
particidn sólo puede hawrae en aquelfa época. La ley no lo
dice, y lo contrario resulta de la naturaleza misma del con-
trato. Esto es un arrendamiento; y es de naturaleza del
arrendamiento que la part'e que goza cie la cosa pague por
ello un precio, y este pago se efectúa en pIazoe periddicos,
por anualidades en los aprendamientos rurales. Lo misma
debe suceder en el arrendamiento á rhepte'l. 33s en este sentido
e n el que el art. 1804dice que el arrendatario aprovecha de la
mitad de la cria, sUfre la mitad de la pdrdida, y el nrt, 1811.
agrega que la lana pie hgce después dé la trasquila, . Xo sa,
puede partir la cria inmediatamente después del-nacimiento
de las nuevas oabezafl, porque las partes deben tener en.
cuenta la p4rdida; es decir, las cabezas que mueren ó son
vendidas, Hay que reemplazarlas tomando en considera-
ci6n el número y el valor, de modo que el rebaño permaw
aezca siempre completo y comerve siempre el mismo valor,
$610 es el. beneficio anual el que ee divide; la mitad de esta
utilidad constituye al precio que el dador percibe en comA
pen.sación, del goce que rniniatra al arrenaatario. ( 2 )

B Dnvergier, t. Ii, p, 486,ndma,. 498 p 439.


2 golmot de Santerre, t, VII, p, 384, núba, 271 bie IZí g fTP,
110. IIE!cheptel por mitad es nna sociedad en la ojae @S-
da contratante miniatra la mitad del ganado, el que permad
aece en común en cuanto al beneficio ó la pérdida!, (artfcn-
lo 1818). La misma Isy califica este contrato de sooiedad;
en efecto, ambas partea ponen cada una en común la mitad
del rebaño; hay, p y s , un fondo comña, primera condicidn
requerida para que haya soeiedsd. El art. 1818 agrega que
el ganado permanece comitn para 1 % utilidades
~ 6 la8 perdí-
das: es este el ~egundoelemento de la sociedad, puesto en
comirn con la mira de repartirse 1%utilidad que pueda re-
sultar de ella (art. 1832). Puesto que el cheptet por mitad ea
una sociedad, ¿por qu6 los autoreiq del Código han tratado
de 61 en el título Del Arrendamiento? El Relator del Tribu-
nado contesta que el cheptel por mitad es una modificacibm.
ael arrendamiento 4 cheptel y que las mismas reglas lo go-
biernan con sólo una excepcibn. (1) Tamos á1 decir en quk
queda el contrato modificado por el elemento social que
domina en 41.
111, El contrato a6 llama cheptel por mitad porque ordi-
nariamente cada parte ministra la mitad del ganado, Esto
es el coritrato tal cual lo establece el uso. Pero este carde.,
1 Bfoaricaalt, Informe u ~ m .2a (&OBCB; t. VIZ, p, 209)1
no les de esencia de la.sociedad del cheptel; ea, par ek
contrarid, de esencia suya que las partea queden entera-
mente libres para hacer el aporte que juzguen conveniente.
Pero la ley quiere que l a parte de cada socio en las utilida-
des 15 las pérdidas este en proporción con su puesta de fon-
dos en la sociedad (art. 1853), y aplica este principio con
rigor cuando la sociedad tiene por objeto un cheptel. En el
cheptel por mitad el dador 8610 tiene derecho á la mitad de
la lana y de la cria: toda convención contraria es nula (ar-
tículo 3.819). El miamo principio recibir4 su aplicscidn si
las puestas no fueran iguales; la proporción debe ser la
misma por la^ utilidades y las pérdidas, bajo pena de nu-
Elidad. (1)
112, A primera vista el art, 1819 parece derogar 18
igualdid de la particibn; en efecto, no da ninguna parte al
dador en la leche, el abono y ' el trirbajo de las beatiau; e3.
arrendatario Iloa aprovecha sdlo, el'dador tiene iInicameote
derecho á la mitad de Ia8 lanas y de las crias. En realidad
esta dispouicián es una aplicación de la regla del reparto
proporcional: el arrendatario pone como el'dador la mitad
del ganado en el fondo social, y 'poue, ademtis, su cuidado
y su industria; es, pues, juato que su parte en las utilida-
des sea mas gran'de,
Despu6s de haber fijado los derechos de las partes con-
tratantes 0n la8 utilidades, el a@. 1819,agrega: ~~ToZs con-
venci6n contraria es nula. !! E1 contrato no podia, pues, dar
al dador una parte en la8 pequeñas utilidades, ler leche, el
abono y el trabajo de las beetias; si el cheptel es por mitad
no podría atribuii al dador una parte mris grande de la mi-
tad en las lanas y 1Bs das.' Esta convención est8 permitida
por el contrario en el cheptel. simple, ou2ndo menos en Ia
opinión que hemoe adoptad6 (&m. 96). hay una razón de
1 Dorantbn, t. XVn, p. 291, nQm. 29Q, üolmet de Ehnterre, t. VII, p, 385,
u b , 272 bis.
esta diferencia! Acabamos de darla: 'la ley quiere qw 1s
utgidad sea proporuional 4 la puesta {núm. 111); y en el
cheptel por mitad el .arrendatario pone una puesta más gran-
de Que en el chep¿el ~irnple,puesto que pone la mitad del
capitd; es por razón de esta puesta más grande por 10 que
1s ley fija las utilidades del arrendatario; no permite deso-
gar la regla que establece porque seda v i o l ~ rla igualdad
en perjuicio de la parte que por RU ignorancia y su mieefia
está bajo la degeudenoia de la otra. E n el cfceptd simple el
arrendatario no ministra nada del capital; la ley pudo, pues,
permitir 9ue estipulase ventajas mds grandes para el dador;
aiendo mayores Bus riesgos, puesto que él es quien aufre la
p6rc'iida total, se tuvo que parmitirle entipulttr conro com-
pensación una parte en las peqneñqs utilidades, Q una parta
mayor en las lanas y crfas. (1).
El art. 1819 añade: ird. no ser que el dador sea propieta-
rio de la granja de la cual el arrendatario es inqyilinofh
rnediero.fr En este cavo las partes puqden estipoIar que eZ
dador tendrh una parte de las pequafios esquilmas, ó que
tomará más de la mitad de la lana y de la cría. La r;bz6~,
es que las bestias se alojan 6 expensas del propietario; en
el arrendamiento d madiae rninistra, ademhs, la mitad ds
las pasturas. bdemáe, siendo el' c7tepteZ'e~o4 la vez medie-
ro, las cl4usulae del arrendamionto rural pueden compen-
Bar las ventajas excepcionales que cknsiente en favor del
propietario.
113. El are, 1820 dice que todas las demás reglaa del
cheptel simple se aplican al ohtlptel por mitad. Esto es muy
absoluta; los arb. 1816 y 1817 no reciben aplicación en al
cheptel que forma sociedad. S i el rebario perece ea fado 6
en Parte, la perdida es para la aodedad; luego siempre la
soportan las partes, y por nnitad si el. ch~pteles mediero, A l
concluir el arrendamiento el dador no toma nada, puevtn
.
P .Oúlsiet d Santerre, VD, ted. 381, ndm, 277 bia X,
DEL "UHEPTEL" A MEDIAS 137

que no es propietario de la mitad del rebaño, en el sentiao


de que el rebaño se volvió común; se divide en consecuen-
(ci~entre ambas partes en el estado en que se encuentra.
CAPITULO IE,
DEL 11 CfHEPTiC&11 DADO POR EL PROPIETAXI0 Á SU ARRENDATARIO
RURAL '6 A SU ~ D I E R O .

SECCIOlV l.-.Del cheptel dado al arrendatario rural


114. iiEste cheptel (también llamado cheptel de$erro) es
aquel por el cual el propietario de una granja la da en
arrendamiento con cargo de que al concluir el arrendamien-
to el arrendatario dejará en ella ganado por un valor igual
al precio del avalúo del que recibió11(art. 1821). Se supone
que el dador que da una granja en arrendamiento ministra
á la vez al arrendatario un rebaño ligado á la granja. El
cheptel, en este caso, es una cosa accesoria del arrendarnien-
to rural. Esta cláusula liada tiene de 'comúin con el cheptel
ordinario. En el cheptel simple 6 por mitad, el rebaño es el
'que forma el principal objeto del contrato; el 'propietario
.especula con la utilidad del rebaño, así como el arreaidata-
rio. En el cheptel de fierro, al contrario, es el cultivo de las
%erras lo que forma el objeto principal del contrato; si el
propietario ministra un rebaño al arrendatario euto es para
asegurar un buen cultivo de las tierras, proporcionando al
arrendatario el abono que necesita. Esta es la 6nica venta-
ja que el dador saca de la cláusula que liga u n ganado 4
la granja; pero naturalmente el propietario que ministra un
rebaño al arrendatario y del cual éste tiene toda la utili-
dad, estipularti una renta más elevada, de modo que el mon-
to-del precio representarh 4 la vez el goce de la granja y el
del ganado, Teniendo el arrendatario todos los provecho8
de1 rebaño es justo que pague el goce. Es verdad que co-
mo arrendatario debe emplear todo el abono en las tierras
(art. 1824); pero también lcr aprovechari, p u e ~ t oque las co-
sechasr serán más abundantes.
Hay también otra diferencia entre el chptel de fierro y
el cheptel ordinario: es que en éste el rebaño conserva su
naturaleza mueble, mienbrae que~enel cheptel de fierro que-
da ligado por el propieraric h su fundo para el cultivo; se
vuelve, pues, inmueble por destino (art. 522). Translada-
mos á lo dicho acerca de este punto en el segundo libro,
115, itE1 ava1,Úo del i$qteZ dado al arrendatario no le
transfiere la propiedadti (art, 1822). Este articulo zanja una
controversia que existía en el derecho antiguo. El*Código
ha consagrado la opinión de Pothier. El art. 1805 ya'hai
bía admitido la misma soluoi(>nen el chVt&l ~irnple.Pothier
dice que se objetaba la niáxitna segfiu la cual el avalúo: vale
venta. Contesta que el adagio s61o es verdad con una dis-
tinción: cuando el avalíio se hace con objeto de que el que
recibe la cosa pueda bacsrse propietwrio de ella psgaudo el
avalrío, entonces este avalúo vale venta. Pero .tal no es
la intencibn de las partos en el chepteI. El propietario, l e .
jos de querer que t!1 arrendatario pueda, retenet. el: cheptel
pagándole su avalba, quiere ligarlo ti la granja para asegu-
rarae un buen ctiltiva; Lo que implica que eb clheptel no debe
desprenderse de la finca. iCuhl es, pues, el objeto del ava-
lúo? Es el de comprobar el valor del chqtel en el momento
en que comienza e1 arrendamiento, y comprobar al firiitli-
zar éste en cuátito habia aumentado G disminuido el re-
baíio,
En toda hipbtesii el arrendatario no pnsde retener el e j ~ q *
tel pagando su avalúo originario; debe dejar un valor igixai
l?w DEL A R B E N I P ~ N ' l l O QsEA

al que recibió, Si hay ddficit tiene que pagarlo; 8610 el exce-


dente Te pertenece (art. 1821). (1)
116. i Q u i é ~sufre los gastos! El art. 1822 contesta que
el aval150pone al-che2tel á riesgo del arrendatario. De esto
se sigue que el arrendatario sufre la pdrdida, aun total y por
caso fortuito, si no hay contenci60 contraria (art. 1825).
Esto es una diferencia esencial entre el chqtel de fierro y el
cheptel simple, Sagfin los arts. 1803, 1810y 1811,es el da-
dor quien sufre la pdrdida total en el cheptel simple, y ni ei-
quiera puede e~tipularseque los riesgos ser.&npara el arren-
datario, mientras que en el chqteí de fierro 6s el arrenda-2
tario quien de derecho sufre los riesgos. cuál es la raz6n
de esta diferencia? Pothier la indica: es porque todas las
utilidades pertenecen al arrendatario; y aquel que tiene to-
das las ventajas en una cosa debe también, por equidad, so-
portar su pérdida. Ea ley supone que tal es la intencidn de
las partesccontratantes, pero permite la estipulacidn con-
traria.,
Tal es el carácter distintivo del oheptelí de fierro, y de esto
toma su nombre. Se llama clieptel dafierro, dice Beauma-
uoir, porque no puede morir para el señor. ~ o t h i eda r otra
explicación. Se le llama de$erro, dice, y 6 loa animalea bes-
tias dejerro, porque el cheptel estd ligado ti la granja, ostan-
do obligado el arrendatario 6, dejar un cheptel de igual valor
al que recibid. La explicación de Beaumaxioir eei másjusta,
En cualquier cheptel el arrendatario debe dejar un rebaño
de igual valar al del avaldo (art. 1817). Pero en el clzeptel
ordinario laa bestias mueren para el señor; e8 decir, para el
propietaria, mientras que en el cheptel de fierro 8610 mueren
para, e1 arrendatario, (2)
117. El art. 1825 permite e~tipularqutAlos riesgo8 sexára

1 Pothier, T ~ a t o d odel, c l i r ~ l t l ,adms. 66 p 67.


2 Pothier, Trnriodo d d ri,rlit7, núm. 6'6. Marcsdt, t. VI. p. 663, nám; 1 de
art, 18213, Troploag, nilm. 1216.
DEL 4cUBEPTSL"DE PlEERO 141

para el propiefiario. Se pregunta si un uso contrario basta


para que las partes estén consideradas como haber deroga-
do sl derecho común. Hay acerca de esta cuestión una sen-
tencia muy importante de la Corte de Casacibn. En mate-
ria de arrenrlamiento existen numerosos uaos. i C d l es au
autoridad? Si los usos son anteriores al. Código Civil, que-
dan abrogados por la ley de 80 Vento~o,año XII, art. 7,
(t. 1, ncim. 25); y desde la publicación del Código Civil no
pueden formarse usos contrarios á la ley. Luego los usos na
ticlnen ninguna fuerza legal, á no Rer que se las dB el C6di-
gu. iPuedea tener fuerza de convenio? Las partes contra-
tantes pueden derogar la ley, el art. 1825 lo dice, es el de-
recho comiin. Si el C6digo lo explica para el cheptel es
porque la libertad de contratar de las partes está limitada
en el interes del arrendatario. EI art. 1825 les permite de-
rogar la ley, primero porque Ia derogación es favorable al
arrendatario, y luego porque el cheptel de fierro no ea un
arrendamiento, es una sociedad. La cuestión est&, pues, en.
saber si las partes contratantes se consideran habar contrata-
do conforme á. los usos cuando éstos Ron contrarios i la ley.
Ea negativa es Hegura, En el silencio del contrato la ley es la
que recibe su aplicaci6n, y los uaos no tienen ya fuerza de
ley, lo que es decisivo. Las partes pueden, sin duda, adop-
tar como ley de su contrato unos usos locales que se perpe* ,
tfian 4 pesar de 18 abrogaci6n pronuncia& por la ley de?
año XII; pero se necesita para esto una convonción, no baa-
ta que baya usos locales para que por esto sólo formen 18
la ley de las partes, Aquel que pretenda que un uso fud
adoptado debe probar esta convención al establecer el con-
curso de consentimientos. A falta de esta prueb~las partes
se rigen, no por los usos, sino por el Código Civil.
Tales eon los principios que hemos aplicado en el curso
de nuestras explicaciones acerca del contrato de nrrenda-
miento. Han sido consagrados por la Corte de Caisación. En
142 DEL ABXENDAXll3NTO DE OBBA

el caso se trata de UD ch~ptelde fierro dado d arrendata-


rio por un contrato de arrendamiento verbal; comprendía
animales de labor y vacas llamadas de monte, Catorce de
aquellas vacas perecieron durante el curso del arrendamien-
to. Cuando el arreglo de cuentas entre el deudor y el
arrendatario este pretendiá que, la pdrdida de lae eatorcs
vacas debía quedar á carga del deudor; se prevalecía de
un uso local en virtud del cual el arrendatario no está obli-
gado á sufiír la pérdida sino de la primera vaca y de la
vigésima parte de las dernst-s, EL primer juez admitid esta
demanda, conforme can un uso constantemente seguidoan-
tes como despues de la publicación del Cbdigo; es baja fe
de este uso general como se consienten los arrendemien-
tos. La Corte de Riom confirmó, adoptando los motivos,
Esta decisí6n fué casada. iiAl dar fuerza á urna conatrucci6n
local, dice la Corte de Ossacilin, al,aplicarla á titulo de uso
generalmente acepkado y de hacerla prevalecer Q las dispo-
aicianes contrarias del Código Napoleón, si72 comprobar que
las pa$*tesse hayan ~ f e r i d od e810 en su contrato de urrenda-
miento y le huyan impreso el carácter y valo7- do una estipula-
cidn conuenci~z~~I, la Oarte de Riom ha violado el srt,. 7 de
la ley de 30 Ventoso, año XIL, que ha derogado las antigua8
consturnbree ó estatutos locales en la8 materiiis fijedaa por
el Código Hapolebn, 4 igualmente vio16 los ares. 1821,
2822 y 1825 de dicho Código. (1)
118. jEl arrendatario puede disponer del cheptel? &Pur"-
den embargarlo 9ua acreedores? La aegstiva es segura, re-
slulta del srt, 1822; el firre~dstariono es propietario de&
cheptd, luego no puede enajenarlo; y puosto que .no está en
BU dominio, sus acreedores no lo pueden ambagar; B i lo
hicieran el dador prapiétario; podrá pedir la di~traccióhde
las bestias que le pertenecen, Acerca de este punto sf estBn
DEL "~YHEP~EE*
DE BIEBBO 143

bcmdes. (1) Pero puede el arrendatario vender cabezas del


ganado? Los autores están divididos.' Unos dicen que e1
arrendatario puede disponer de log animales viejos t im-
propios para el servicio; otros le reconocen el derecho de
disponer indirectamente de las cabezas del ganado, á ressr-
va de que el dador ss oponga á, las enajenaciones impru-
dentes que desnaturslizsrían el rebaño.(2) Esta última opi-
nión nos parece inaceptable. El ar~endatariotiene derecho
de disponer 6 no lo tiene. Si lo tiene e l dador no se puede
oponer O ello. Eia nuestro concepto el arrendatario no
puede disponer de las cabezas del rebaño, como no pue-
de disponer del rebaño mismo, y par igualdad derazones:
es que noes propietario. S610 es al corlcluir el a.rrendamieqto
cuando puede retener el excedente. Durante el curso de
arPendamienito queda obligado á conservar las bestias que
le fueron sntr-egadas; estas bestias ue volvieron inmuebles;
disponer de ellas fuera enajenar parte de la granja, y se-
paradamente el mandatrtrio no tiene este derecho, En ri-
gor ni siquera puede disponer de los animales viejos ó im-
propios para el servicio, pues no es propietario de ellos, asi
como no lo es de los demás. Es verdad que el arrendatario
no debe restituir el arrendamiento tal como 10,;recibió; esto
es,imposible, retiovándose el rebafio incesantemente por la
muerte y la crin, pero de esto no He sigue que, .el arsenda-
ltario tenga el derecho de disponer de las cabezas indivi-
duales.
H a y una'sentencia de la Corte de Ctisacidn que puede
contrariar á, nuestra disposición, Sentenció que los acreedo.
p.es del arrendatario pueden embargar una parte del cheptel,
siempre que el dteptel permanezca, completo y que haya
garantia suficiente paza el propietario de que al concluir el
_ 1 Burdeoa, 20 de Febrero de 1846 (Dalloz, en Iir palabra dvrentdarniel~tad
@h8pteZ,núm. 81). .
2 Purnntcjn, t, XVIX, p. 296, núm.298. Oolmet de Santerre, t. VII, p. 388,
ioúm. 271 b& 1, CompBresci Aubry y Rau, t, TV,p. 541 y nota 15, gfo. 376;
144 f DEL A P R E N D A S ~ ~ N DE
T ~ OBaA

'arrendamiento, el mandatario -presentar& ue cFYepte2 igual


en valor al que recíbi6. (1) Esto es una de estas decisiones de
mpecie, fundadas en equidad, que la Corte da Casaoiórñ
confirma al derogar el recurso, porque no viola una ley
expresa; perotnos parece que viola loa principios; $OS acree-
dores pueden embargar animales que no pertenecen á loa
deudores? iY cómo pertenecerfan al arrendataria cuidando
el rebaño que ea propiedad del dador?
119. 1iTodos los provechos pertenecen al dador duranta
e1 curso de su arrendamiento, si no hay convención contrsd
riaci (art. 1723). El Código permite toda convención con-
traria; hemos dicho por qué mantiene en el cheptel de fierro
la libertad da contratnr,.ruiientrasque la limita en sl cheptel
ordinario. Sigueae de esto que las partes pueden estipular
que el dador tendrá parte en las esquilmas, pueden conve-
nir que el dador tendrá una parte máe grande en las utili-
dades y en las perdidas. Se admite a . 6 ~que la cláusula se-
ria válida si diera al dador una parte en loa esquilmoe, sin
poner á su cargo ninguna pdrdida; (2) Esto es verdad se-
giín a1 art. 1825; pero jc6m0 oonciliar estaa derogacionsa
.con el principio que pone b perdida fortuita cargo del
arrendatario?. Este principio esta fundado en la dispasicidni
que
-
atribuye todos los esquilmo~al arrendatario (n6m.116):
gsi se le quita un% parte de los esquilmos enr justo dejarle los
riesgoqlá. su cargo? Hay aquf una anomalía en el Cridigs:
no hubiera de bid^ permitir una convención contraría, 6 ha-
biera debido' fiiar la inflmncia que debe ejercer la conven-
oiGn contraria en los riesgos. En el ~ilenciode la iey~hay
que ateneríie á los textas que ponen el chepte2 á riesgo8 del
1 Denegada, 8 de Dioiembre de 1806 ~Dalloz,en le pelsbre Arrmdamiea;tv
á cbptdZ, núm. 79). Oomptírese Denegada, 6 de M y o de 1835 [Dalloz, ibid.
nbm, 70 y BU la oel~braPri*ilegios núm. 2713. Merlfn, Repertorio, en le pula
bra ak-ptcl, pfo. IIi, n8m 5. Duvergier aprlieba 1s deuisión (t. 11, p. 477, sid:
mero 445),
2 Durantbn, t; XVa,p 286, nbm. 299. Duvergiea, t. 11, p, 474, ndmeroo
440 (l.41.
stwiiidatario, 6 la -vez que Ie permiten quitarle una parte de
.
eius 'esquilmog
120. E1 artfculo~añadeuna explicación relativa al abono.
uno aprbvecha personalmente el arrendatario, pero perte-
'nece' la granja, &a'buya explotación debe.ser hnioamente
$ipl.e"ad~.,t.Hemas dicho 81 tratar del arrendamientorural
- qiie el irreodatarío debe emplear el abono para las tierras;
si edto sudt$de así cuando el ganado le pertenece con mayor
raz6n p8eax-4' lo &ismo.cuandoel r e b a ñ ~ ~ efacilitado
s por
él dador; estii en i~Cer&dsls. granja y e - e u buen cúltivo
queel abori~sirva para dejorar las tierras.
XECCIQN I1.-Del iichBpteZ 11 dudo aZ medianero.

12'1. El c&btel dad6 al colono medieko puede ser $ mi-


tad; se yplican sn este caso las reglas del chpte2 á mitad,
aaIvo B derogaci6n que d art, 1819 permite. No8 tracrlada-
mos & 1.0,que fue dicho poctekiormante ( n b .110-1 13); en
loiirts.' b e 7 9 siguiente$ k l e y supone +e do chptcl lo
da el prbpietario al colono, 'bato es:'en principio; el c b p f d
e8 aimple y esth aometido en general B todas lafi1rei1lasde
.&te 05eptel (irt. 1830). '
/ >

, .-i'
i 22. ~ ' a i i t1827
. consagra una oondecuebbia de esta asi-
hili~ida:,iiSi el cheptel peride totalmente'sin 0 ~ 1 p adel co-
lon&fa;p&rdida es,del dadoi. 11 ES,pdb; el dador el que
S~Psrta'eJ'Tiesgo 'en >aso de$rdidai total; ,mieritrbs queaen
el ch&td dido ' sl arrendatario los 'iikagaa son para B~toe.
L; razh es que el 'ohgtel dado -al"Mono medioró4es un
vsrd'abero ohegjtel; debe, pues, ' e ~ t a ~sometido
b C ltia regla@
del eheit$ 6n 18 relativb ic I& iíeggos.
123. Hay otra diferencia sutre el'eo~onomediero y el
irrendatsiio; Bate t h t a por espsouláci6n, &ientras queel CO-
.OBO no trata m8s que da su subsistencia, la ley tiene caen8
a de esta diferencia e n la posictón'soci-al:permite las par-
P, de o, WMVX X ~ - 1 9
tes contratantes derogar las reglae que establece cuando
se trata del chepteí dado al arrendtitario; no hay temor de
que &te, por :ignorancia 6 por mberia, sufra la ley del pro-
pietario; mientrhs que cuando la situación depende de! me-
,. .- .
diaro pbdda eonduoirlo á subscribir cl~usulasruinoaas$ini-
cuas, En conaecuczncia el art. 1828 prohibe ciertas cláusu-
las; no s6 puede eatipdar que el colono estar4 obligado i
toda pdrdids ocurrida por casofortuito y sin {iipa. .&m-
de lo mismo en el cheptel simple (art. 1811);la $r$idá par-
cial la sopor ta por mitad, puesto que las2reglas al cLe&eel
simple son aplicables:ql cheptet dadgql colono mediero (ar-
ticulos 1804-1810 y 18.38). Se puede eitipplar que i l e l & ~ ~
sopórtart! la p6~didapor m'& 88 la'mitad, puesto que el C6-
digom prohibe esta cl6uwla y toda cláusula no pra.hibida
es p<ermitida.
- Pero no se puede. estip,ular.que el,colono soportard en' laa1

perdidas una parte m4s grande en laa,&an&iciaa;


... :>t y el
art. 1711, que prohibe esta clhusula en e1,chepiel sipply?es
aplicable al colono mediero en virtud.de la'diaposición' del
art. 1830, -
124. La ley autoriza, sin embargo, ciertas cláusulas faqo-
rables al dador. Se puede estipulir , ,., elJ.colono
S : *bando,
natá al dador BU parte. en la traiqujla 4 un pre'&ioinferior
que el ordinario; qua,el fiador ten'dr~.msyor p k t i en las ga-
nancias; que.tendrh,]? fnitad, dila leche:'(art. 182$): '~1P:i-
mcr momgnto a9 asopbrq uco de ver .al legislador Bancio-
mar cllusulas de desigualdad $cuasdo d s t i aprov&-
.bhar itlLdadoren perjyicio del cilc)<o; ea ireci'm-iteiyr
en cuenta las vantajai qip el aciendamiei)tio puede pr?qu-
c ', j
zar, en btra relaci6n, al colono,,ventajas que aoiripeiiaarian
lo las cláusulas,favorables al dador parecen tener 4e
inicuo.
125. ,)El oheptel dado. al colono niedianem wnha ,con el
hrrendarniento da la granja II (art. i 829). Et.tn C-F 11 ria*di f&
DEL ~ ' U R E P ~ LDE
" PIEREO 3.57

sencia entre este chepteí y el gimple: 6ete dura tres años,


cuando las partes no han fijado otro tkmino. El cheptel da-
do al colono medianero es un contrato accesorio del arrenda-
miento principal; debe expirar, pues, con el arrendamiento.
CAPITULO I'V.
DEL UONTRATO IMPIGOPIAMBNTE LLAMADO iiCHEPTEL, tt

126. ~~Cnando una 6 muchas vacas san dadas para cui-


iarlas y mantenerlas, el dador conserva la propiedad: tie
le solamente la ganancia de los becerros que nacen11 (artícu-
.o 1831). Potbier nos enseña que este contrato era muy usa-
io en el vifiedo de OrleBns, El Cddigo dice que impropia-
aaente se llama cheiptel, porque los elementos ordinarios de
9 no se encuentran aquí, En el cheptel ordinario hay un
3lemen@que se liga á la sociedad; esto es, que el beneficio
i e h crfa es común y que las pbrdidas ~edividen. En el con-
:rato previsto por el art. '1831 no hay nada común; lag va-
:as quedan de la. propiedad del dador y 81 solo aprovecha
le loe becerros; por su lado, el arrendatario aprovecha só-
lo las leches y el abono. El término de dador do que se sir-
ve la ley para designar al propietario que da las vacas para
riutrirlas y guardarlas, &arca que la ley considera el con-
trata como un arrendamiento; Pothier dice que no es un
contrato de arrendamiento, porque es de la esencia de aate
contrato que hay una coaa arrendada y una renta que con-
siste en una suma de plata 6 una cantidad de frutos; con-
cluye que es un contrato innominado. En el cheptel simple
3 0 hay renta de dinero, pero la mitad de la cría atribuida
al. propietario está en su lugar. Paco imparta que el contra-
149
DEL GONTRATO LIYIPIGOPIA3lENTE LLAEADO ~ ' U ~ P T E L '~

to sea nominado 6 no, los principios del arreadamiento se


.
a$cah; pof áñalogís; il chepteI del grt. 1831, puesto que 1s
lefli diata en t$ título D'il ~rre&rn~en~o y que le da el
:. , ' hiii de las partea.
noibr* dh dadorb&
"'i27..L8 ley no dici cuáles , .,
sóh los derechos ,del arrenda-
Y.,.

tario. ~&q"'cl.didortoma los ~ e c e r r k se , sigue que el


arie&iatakii &en* los deP& esquilmói que Phede dar 1; va-
cB; &.'decir, la leche y el esti6rco1, d reserva, diEe Pothier,
de rninistrar 1s pa&iaa camse.
128. E1 Código &'se eiplica sobre las obligaciones ds
. . . en lo relativoal arrendatario;
las partes contratantes, salvo
debe y rnau'tener' las vacas. Por au parte el dador
se obliga B dejar gozar al arrendatario de'loa esquilmos de
la vaca, especialmente de la leche. La cría pertenece al da-
dor. iEs nece~arioconcluir que es el dador el que debe sufrir
los gastos de nutrición de la cría? Nd. El arrendatario, an-
~ entregar el becerro, estd obligado por esto mismo ti
t e de
conservar10; es decir, á, riutrirlo hasta la entrega. El arren-
datario pierde, por consecuencia, la leche hasta que el be-
cerro pueda ser destetado. En cuanto tishe tres 6 cuatro se-
manas, dice Pothier, el dador está obligado á retirarlo bajo
pena de daño8 y perjuicios, porque dej&ndolemás tiempo á
cargo del arrendatario lo privaría de la leche á la que tenia
derecho. Toca al arrendatario promover para apremiar al
Ctador. (1)
129. Segitn el art. 1833. el arrendatario a610 está obliga-
do t$ mantener la vaca y á aliuientada. ,Luego cuando la vrt-
cs se enferma el dador debe curarla á so corita, porque la
ley no pone esta obligaci6n á, cargo del arrendatario, 3Eil C69
digo reproduce implácitamente el derecho antiguo, no im-
poniendo más obliga~iónal arrendatario que la del aloja-
miento y la nutrición.
,130. &Cuándotermina este contrato? SU el plazo conve.
1, Petbier, !!%@&do & las chc$tnles, nútne. 7x3772.
160 DEL BBEGENDA.XLXZJT0 A c ' ~ ~ P ~ ~ ' "

nido si hayiun conyenlo retativa; si no, 9neceia~ioapllóar'


por,analogía la disposici6n del C6digo relitiva 6 los irren-
damientos hechos sin escrito; es decir, sin t$;!rr0iio fijo. Osda
un8 de las partes podrd'darfin al contrato por s u *&iui)tad,
dando avia6.6 la otra. Pothier agrega ;ni 're$ak5.5n,.&e, le, l

resulta de Ia intención de las partea eontr~ttan&s:ninguna


.. , '
d ambas partes puede"robper e1 eontratq en,tiempo' ino-
5).

portuno si caueá Q la otra un cierto; si, por sjek- a ' ,

$0, el arrend~tari~-~uisier~ devolver 1s Vaca cuando / a t ~A


punto de p a r i a s i el dador quiaiera ' $olverla ' t i tomar' SB
principio de la ~ d m a v e eQ,, menos que'doootrato no tu-
biese ccimenzado,en está época. '(l)

2htdoL 30s biieptLi&,mindá. '1b y ,06,


1 &oi;hi~t+ Dsvergier, b: Xf, p; m,=
nQoi
mek 459.
TITULO X
TITRLO IX DEL CODIBO OIVIIC.

131. El orador d-1 abierno dice en la Exp'osiciBn de Mo-


tivos, que 1 8 8 so&edadea,de corn~~ciu oo éntr.an en el plan
del * ~ 6 d i~~ior i l .Son tambidn extrañas á npestro tiabajo.
puesto que nosotros trriiamos ánica&en$e:$e las. principios
, . * '

del derecho ehil. Ei verd. 4$ki 1& Celédides Dc~mercialee


sÓn *4s frecuehtes y'bihi impÓrt&t8s. 'Zaa:iocikdidsa pk-
mmeñie civiles son raras, y '8aar;hd ' tienaii $Iguna impor-
tancia toman su f&mi ilel der8óho &&eFcr"ii~~~~ih embárg&
habiendo el legialador separado ambas materias, nosotroa
haremos lo mismo. Esto no es decir que ,los principias de2
derecho civil no tengan nada de corwrún can las saciedade8
de comercio. El derecho civil ea el derecho comíin, y el Cb-
digo de Comercio tiene cuidado de recordar que laa sacie-
dades de que trata son regidas ante todo por el. derecho civil
(art. 18). El Código Civil dice la m i m a cosa (art. 1873). (2)
1 Fusntea; Durergier, BeC contrato de sociedud, Parts, 1839, 1 vol, en 8.
Trriplang, Del contrato de rociedad chil y co~ercáal,Parls, 1843, 2 ~01s. en
d. O (Bruaelrse, 3843, 1 vol.)
BeIungle, De las sociedudss eon$erciales, Parfs, 1843, 2 vcrle. ari 8. e
Ponb, Comentario, Tratado de las sociedades cieiies y contercialear (aontinuaoíÓ.óia
de P t rctrd6, t. VII,P ~ r i s2872,l
, vol. en 8,0 )
GTuíHery, De las sociedudcs comerciales en Bklgica, Bruaslaa, 1874
2 Curnpáreao la ley ds 18 de Mayo de 1873,drt. 1. O
132. Treilhard dice aun en la Exposición de'~otivos,qoti
el titulo de contrato de sociedad ea distinto de una especie
de sociedad que se forma entre personas que se ligan por
acontecimientos algunas veces independientes de su rolun-
tad particular. Cita como ejemplo las relaciones que exis-
ten entre los coherederos obligados á sufrir en cmdn los
cargos de una suceeión de que también se dividen los bene-
ficios. Igualmente la ley impone A los vecinos obligucioned
comunes para su Seg&idad,prti&lsi y para el sostenirnien
to del orden p@lico.Lt..!
Eato es-10-quela doctrina llama comu-
+ +

&dad, para d i a ~ i n g u i r ~ ~lad é~0ci8did'propiamente di'cba.


Hemoshablado en los titulos-eitioa de la;materia, ,de las
obligaciones que la. ley impone B Ion coheredero^'^ 4 los ve-
cinos. ,Para completar esta expoaicibn ,:de ,principios ,.robrts.
la comuni$ad"agregaremos, irnitaiiío'b Pothier, unLa$ndi-
as en el titulo $5 66,~Ii'~o 'eq harémis conocei, l$ ,jbri*b
orudeqoia relati +a.A' ia ,,y&nidaq'
133..!J3áy en Bélgicq ,!qcieda,des que tienep un caraoter
partiqulay, que son lag&ciedadesca~b~&fG~. L a doctríni.io
se &upa de ellas. ~ x ~ o ~ d i inosotrosr n ~ s en ,el aap8dic4 i+cv
xeglas que:la ]~iríi~r$eq&a le6 ha consagrad4
IwLj r,
CAEITULO 1.
QUEB BID AS PARA frb IXIST~NUXA6 FABA
DE LAS ~ONDI~IONJJS
LA VALIDEZ DE &AS SOCIIEIPADIB.
I _

SECOI ON 1.-Prz'ncz'pios genera6es.


134, iiLa sociedad es un contrato por eI cual dos ó mae
peraonaa convienen en poner alguna cosa en cpmdn con el
objeto de partirse las utilidades que pudieran reaultar~f(ara
ticulo 1832).
El cóntrato de sociedad, lo mismo que todos los contra-
tos, exige ciertas condicione) que son requeridas para su
existencia: el consentimiento, un objeto licito y la cauea,
Hacemoíl á, un lado la causa que en los contratos sinalag-
mdticos, tal como la sociedad, se,coiifunde con el objeta. La
oapacidad da !as partes contratantes sólo es requerida para
la validez da1 contrato. Con reIaci6n 4 b forma la sacie-
dad es un#contrato no solemne. Hemos ya expuesto las no;
‘cienes generales sobre las condiciones necesarias. ya para
la existencia, ya para la validez de los contratoa, Aqnf nos
limitamos á hacer la aplicación de 1m principios B las difi-
cultades que se prmentan en la práctica,

135. Siendo Ia aociedad,iln contrato, exige como condi-


18, de o, TONO ~13~1-20
ción de existencia el conyentirniento de las partes contra-
tantes. Pothier dice que este es el carácter que distingue
la aociedad de la comunidad, Esta, seg6n 61, se forma entre
muchas personas sin que intervetiga entre ellas aIguna con-
vencián ni, por consiguiente, algún consentimiento. Es Ter-
dad que en los ejemplos de comunidad que se citan gene-
ralmente, qo interviene niagún consentimiento de comune-
ros. Cuando una sucesión vence á muchos herederos 6 que
un legado ha sido hecho conjuntamente á muchos legata-
rios, hay una comdnidad entre los herederos 6 los legata-
rios, sin que haya' habido comuneros. E4 aqui por qué Po-
thier llama á la comunidad un cuasicontrsto. Eqta doctri-
na generalmente es seguida por los autores modernos s. il)
'polveremos B este punto. Se dice eri este sentido que 1s
comunidad es un hecho, mientras que la%ocieda'd es un
contrato. E S ~ On o es exacto. La comunjdad' puede resultar
de' una convención : tal seria la adquisición de un inmueble
hecho'en común. Hay una simple comunidad, y no sociedad,
cuando las partes no han tenido por olclJeto poner el. innrue-
ble on coman para partirse el beneficio que podrf~resultarl
y sin su consentimiento no ae concibe sociedad. Lo que, pues,
caracteriza 4 la aociedad g que la. d i ~ t i n ~ ds
u e la comuni-
dad, es el objeto que persiguen los aqociados. (2)
136. Pothier añade que la sociedad es un contrato consen-
sual que se forma 8616 con d consentimiento de las pa;tss
contratantes. E3 perfecto desde que. las partes han convenido<
llevar cada una algo en comhn, aunque no hayan ministra-
do RU aporte. El artl 1843 consagra una oonaeausnoia da
este principio: 1iLa sociedad comienza en el momento del
cantrato si no designa otra época.ci
137. Que no hay sociedad ain cansentitriiento es eviden-
1 Pnthier, XraZado del adntrato do ~ooiedad,nbm. 2. Durantbn, t, XVII, ph.
g i n ~309, núm. 320, ,
I )

2 Aubrg y Rnu, t. IV,p, 643'Ynota 5, yfo. 37g


PBlNUlPZOS GENERALES 155

te. Una persona se compromete 4 administrar una publi-


cación literaria; déspués firma 'un recibo abajo del verso de
un medio pliego de sellado, doblado en dos, en e1 que
habia sido escrito el recibo y en el que la 'parte superior es-
taba en blanco. En este blanco el depositario escribió una
acta de sociedad eri nombre colectivo entre él y el signata-
rio; éste se encontraba asi con cargo, sin saberlo, de ~ialdar
todas las deudas que su asociado coritrajera y los vales que
pudiera subscribir. El falsario encontró un complaciente
para girar cinco libranzas ficticias de 10,000 francos cada
una, las que fueran negociadas. Por consecuencia, el pre-
tendido asociado fué perseguido, aprieionado, declarado en
quiebra. La Corte de París di6 fin á este escándalo declarando
nula el acta de sociedad; era más que nula, porque no ha-
bía habido consentimiento. En vano los terceros portadores
alegaban s u buena fe y la imprudencia del que habia dado
una firma en blanco, la nulidad, por decir mejor, la inexis-
tencia de la sociedad, traia de pleno derecho la nulidad de
todos los actos consecuentes; un contrato inexistente no
podía producir ningún efecto. (1)
138. i E l consvtimiento dado bajo forma de ratificación
basta para que la sociedad exista á partir del día en'que"
el acta ha sido pasada? En principio sí, puesto que l a ra-
tificación equivale al rnrandato y produce, por contiecuen-
cia, un efecto retroactivo. Que suceda, asi entre asociados
no está contegtado, pero hay cDntroversia en el punto de
saber si la ratificación rztrotrae relaci6n 4 los tercerasj'
volvsSemos á este aeunto en el título Del 2Mandato. La Cor-
de"decCas~ciOn ha juzgado que un contrato de sociedutl por
el que uno de los asociados estipula por sus coaaociados
(sus liijos) sin edar provisto de sus poderes y solamente con
promesa de dar su aprobación. no constituye realmente la
1 París, 7 de Febrero de 1824 (Dellos, en la palabra Ddsaueu, núm. 15). Pont,
e.. 'VI& p. 14,núm. 16.
aociedad sino cuando la, ratificacidn ha sido dada. Creemos
que el principio esta formulada en terminos muy absolutos.
La, Corte dice que no es sino á partir de la ratificación
cuando se hace perfecta y obligatoria y que ofrece garan-
tias de, una verdadera razón ~ocialA lag personas que se
ponen en reIaci6n de negocios con los asociados. A la ob-
jecibn de que la ratificación retrotrae la Corte contesta que
esta regla uo es aplicable m6saque 4. los asociados, pero que
para el público la sociedad no tiene m8s que una existen-
cia incierta haata la ratificación. (1) En la especie se trata.
ba de una sociedad comercial sujeta á, formalidades de pu-
blicidad. Limitada 4 estas ~ociedades,la decisión de la
Corta de Casación es justa. No hay poblieidad en tanto que
los nombres de los asociados no son conocidos del piliblico;
lubgo.cuando se trata de asociados que consienten por ?fa
de ratificación, debe ser publicado en las formas prescrip-
tas por el Cócligo de Comercio; y una forma de publicidad
no sabría retrotraer, porque resultarfa que los tdrceros es-
tarían considerados como ai conocieran una acta que eo rea-
lidad no han conocido; lo que es absirdo y ccntrirrio al ob-
jeto de la publicidad.
139. El consentimiento puede estar viciado. En este caso
01. contrato de sociedad existe, pero es anu~able.El error ha
dado lugar á una dificulkad en la que hay duda. Una sacie-
dad en comandita se formó para la- compra y venta de tea
rrenos. 3EJ1 monto de las exhibiciones hecha8 por los asocia-
dos por SUS acciones estaban agotadas, el gerente pidid el
sobrante. Muchos accionista^ se rehusaron y pretendieron
que la aociedad era aula porque la compra y la revents. de
loa terrsnos no podia constituir más que una saciedad civil..
~ a b i habido
e error, en su concepto, en la naturaleza de 1s
dociedad, La Corte de Casación ha juzgado que no habia
1 Denegada, Sala C'livi!, 4 de Agoeto de 1847 (Dalloz, 1841,3, -$09). Pont,
VIT, p, 16, nbm, l7.,
Q P P ~ ~ porque
., éste no vicia los contratos sino cuando es
mb&ancial, y que en la eapecie no versaba ni en el consen-
timiento ni en el objeto da la corpvenci6n. (1) Esto nos pa-
receiiudoso. Hay aiín error substancial cuando está en la
nathaleia del contrato: es el mBs grave de todo8 10s erro-
res. Si una de las partes quiere vender y la otra arrendar,
no hay ni venta ni arrendamiento; el contrato es inexisten-
&e, Y hay diferencia^ esenciales entre una sacieda4 civil y
una. sociedad en comandita: los accionistas de una sociedad
comercial :>o están obligados con relación A los terceros si-
no hasta concurrencia de RU puesta, mientras que los ssocia-
dos e n materia civil estha obIigadoa cada uno por una parte
viril íart. 1863). Ambos contratos son, pues, de naturaleza
diferente. Por tanto, 61 error en el contrato que las partes
han querido hacer es substancial, Ea vano la Corte dice que
an la especie el error era comdn 4 todos los asociados. iQué
Bmpbrrts'l Se ha sostenido que el error de una de las partes
no viciaba el consentimiento, pero jamás se hs sostenido que
el error comGn no lo viciaba.
140. La sociedad, como todo contrato, exige la capacidad
de las partes coiitiiatantes. Se pregunta si los esposog pueden
formar una sociedad durante ~u matrimonio. En principio
la afirmativa no tpos parece dudosa. Cualquiera perRona pue-
de Contratar si no est&declaracls incapaz por la Iey (artícu-
90 1123). Es necesaria una ley para qiie haya incapacidad
(art. 1124). nineuna ley prohibe á los esposos formar
?
una sociedad. ¿a cuestión estd, sin embargo, coiitrovertida.
Ea &idojuzgado que la prohibici6n resulta implícitamente
de las relacionen que el matriiiroiiio establece ebtre los es-
poe6s. La ley de Ira sociedad & la igualdad; mientras que
la mujer casada esta bajo tutela, jcdmo puede coexiutir la
igualdad con la desigualdad? (2) Bay i n a oonfuoibri de ideas
, Junio de 1841, do8 eentenaiaa (Dallos, en 14 palabra 8ocldm
1 ~ e n e ~ a d9a de
drad, níim. 77). Pont, t, VII, p, 17,niima. 19 y 20.
2 Parfs, 14 do Abril de 1866, 9 de Mareo de 1859 y 24 de Marzo de 1870
en esta argurnentacibn. . I h subordinación de ,la mujer 6610
se refiere 4 las relaciones de los e~pososconsiderados coma
tales. Ho impide que la mujer estipule una independencia
completa en cuanto á la administración de sus bienes; no la
impide comerciar. No es, pues, un obsthculo para que los
esposos formen una sociedad en la que amboa son iguales
como socios. El art. 1595 que se invoca testifica mAs bien
contra la incapacidad da Iozl esposos. La ley probibe la ven-
ta entre cónyuges; es una excepción que confirma la regla
que la implica. La regh es, puea, que los eaposoa pueden
contratar y asociarse, a. menos que el contrato que hagan
este en op&icidn con un texto de ley. (1) De esta msoere
ha sido juzgado que la sociedad en nombre colectivo esti-
pulada entre esposos era nula, porque tetiía por objeto úni-
co asegurar al marido ventajas que excedian lo disponible,
que la mujer vuelta á ,casar puede dar á uu risgundo esposo.
. 141. i Q ~ capacidad
é se debe tener para formar una ao-
ciedad? .La dificultad ae preventa para el mandatD general,
que en los términos del art. 1988 da solamente al mandara-
*o el derecho de hacer actos de aduiinistraoión. Nos pare-
ce que el texto del artículo decide la cuesti61i: formar una.
sociedad ciertarne&e que no eFi un acto de adminietraci6n.
L convención implica, al ociitrario, la disposición de loe
bienes que se ponen en común.' Ha tlido juzgado en este sen-
tido que los asociados liquidatasios de una sociedad dimel.
la, aunque tengan poder de vender los inmuebles sociales,
no puede11 constituir una sociedad nueva para la explota-
ción de dichos inmuebles. (2) En la especie el mandato era e ~ - .
pecial; tenia por objeto In liquidación de la ~ociedaddi8ueltsa
Luego, aunque encargados de vender y teriiendo el derechc~
(I)alloz, 1856; 2,221; 1860, 2,12; 1872, 2,43). Netz, 22 de Agoato do 186L
(S~rsy,1862,2,230), Crim, , Oaaacrión. 9 de Agonto de 1861 (Dallon, 5852;
l9160).
1,Pont, t. WI, p. 20, ndnia. 35-31 y lea ~utoridedeeque oitaa, Uompáress
niteatro B. Z I I , ndrn. 319, p. 330.
2 Denegada, 7 de Febrero de 1860 [Dallog 2860,1,llliJ.
a e disponer, los liquidatsrios rie salen de su poder d formar
aria nueva saciedad. (1)

142. No hay contrato ain objeto, El art, 1832 dice que


la sociedad es un coritsato por el que ciar d m i s personas
oouvierien poner al:guna cosa e a cor~b~ín y eI are. 1733 agre-
ga
- que
- cada aaocíttdo debe llevar diriero ií. otro6 bienes d su
industria. Si no hay' puesta no bsy sociedad. ~ i t caso e sin-
gular se ha presentado ante la Corte de Casación. Una gor
ciedsd en comandita por'acciones se "form6 bajo el nombre
de zinión finaj~cz'em. $31 fondo s8cia1era de una sume de tres
milloues representados por 30,000 acciones de ii ciee frao-
coa. LOSssooiadoe cor&'ndcitariosse obligaran á soportar las
perdida8 que la ~ociedodpudiera tener hasta concurrencia
de 20,000 francos. Un accionista, pprseguido para la entra-
ga del rnonta de 28 abciones que habic~ tomado, se rehusó
soateoiendo que la nociedad 8610 existía en el'esta'do de pro-
yecto. La Corte de Caen y' en el recurio l i Corte de Casa:
ci6ii decidieron que no hsbia sociedad' por falta de pqesi
tas.. Qn efecto, rana db los asociados en nombre c o l e ~ t i v ~ ;
no llnv6 n i dinero, ni otrori'biehes n i una indust,rL ya exis-
tente. Los comanditarios no llevaron ningún valor realiza-
ble, tomaron únicamente el compromiso rle garantizar Ia
socieds,l de cualquiera ~ 6 r d i d hnste
a concurrencia de 20,000
francos. Esta gsrpntía, dice la SUpremn Corte, constituye
apenas un fondo aocial que no puede ser reclamado, sino
despuéa que 1s sociedad ha. comenzado sus operaciones; es
decir, cuandoexiate un fondo 66 caja que garantfa SU-
pone, pero que no crea, Por otra parte, coiistsba que cuan-
do la publicación del acta de sociedarl. ninguna acción. he-
1 Denegada, 20 de Wrso de 1860 {Ddlos, 1800,1, 398). Hay una sentenofa
en esntido contrario de $ de-Enero de 1843 en ltr palabrs Marttlato nií1
mRro 104)' Eay una deairtibn fundada en lse ~ircunetanoi&eipartiaulatea de la
~laruss(Pont, t, VI& p, 15, nBm, 16),
bla sido subticripta. Desde luego no habia socledaa; la cliu-
sula del acta qile decfa que la sociedad comenzaría en .la
Bpoca de su fecha no era más que una ficción y no podie
recibir alguna ejecucidn porque á. esta fecha no había nin-
guna exhibición de fdndos, ni alguna promesa hecha -por
los asociados. (1)
143. El art, 1833 dice en terminos imperativos, y por con-
siguiente, reiitrictivos, en qu6 deba oonsiatir ia sxhibicidn de
los asociados. Deben llevar dinero ii otros bienes, 6 si-in-
dustria. Etito excluye el cr8dito. Xo hay ninguna duda en
cuanto al crédito político. Yothier dice que el crédito de un
hombre poderoso no es una coaa apreciable, ea decir: q&b nno
ae le puede valuar en dinero, y las exhibiciones deben ser
apreciables porque en e l silencio del contrato' la pared de
cada aaociado en las gananciae 6 en las phdidas eath en'pra4
porci6n de la puesta en el fondo de la sociedad (art, 1853).
Hay otro motivo por el que el crkdito político no puede ser
admitido como pueata. tiSemejante convenci6n, dice ~ o t h i e r ,
es nula, como contraria 4 la honorabilidad ptiblica y fc las
buenati costumbres que no permiten á las pereonaa podero-
sas conceder su,crédito por dinero.^ (2)
Es ¿?eeste crddito del que hablan los oradores del @ol)ier-
no y del Tribunado. ,,La convención, dice Treilhard, e8 con.
traria 4 la honorabilidad y á las buenas coafumbreq cuando
la puesta no'confiiste sino en una promesa de crédito, vana
lo mBg á menudo, pero siompre punible cuando ae paga.
1Afuera esos viles Pntrigantes que vendiendo sua maniobras y
groteccihn eagafian igualmente & la autoridad cuya canfian;
za hurtan y al hombre honrado que confla en ellovltt Gillet
se expresa con Ia misma eaergía: irL08romanas recono~ía~l,
además de los bienea h la industria, una teraera ctasi, de
puesta, el crdditio y el favor, grutic&ccm.No se pueden escribir
1 Denegada, 6 de Abril de 1853 (Dalloz, 1853, li 1935.
2 Patbier, Be la saciedad, núm, 10.
estas palabras sin vergiien~asino en los Estados corrompi-
dos, en que se comercia con todo, aun con el poder p6-
blico, 11 (1)
Otro es el crédita comercial. Es el fruto, no de la intriga,
sino del trabajo y ,de la honradez. Sin embargo, par sí solo
no constituiría una puesta valida. A falta de b i ~ n e scorpó-
reos la ley exige que se lleve una industria; es decir, una
cooperación activa, un trabajo cualquiera. Luego el cr8;iito
solo no basta. ( 2 j En el Consejo de Estado, Pelet ernitih una
opinidri contraria. 11Sepuede, dice, llevar á la sociedad su
nombre y su reputación, los que deben también ser conside-
rados como una puesta. 11 Pelet no hizo ninguna proposici6r1,
su observacibn tendía á comprender el crédito bnjo la pala-
bra industria. Fue combatida por Treilhard y Berlier. Este
dice muy bien que un lzombre aislado de todo acto per~on~ld
es una cosa abstracta, mientras que.la industria es una cosa
positivci en la que conviene detenerse, (3)
144. S i la ccnvención concediera una parte de interds d un
asociado que no ha hecho ninguna puesta, conhtituiria una do*
nación con relación á este pretendido asociado. Para sar váli-
d a debería ser hecha en las formas prescriptas por la ley. Po-
thier dice que seria uea dunacidn de bienps futura, la que no
puede ser hecha sino por contrato de matrimonio. Esto no es
exacto, es una ventaja, cierto, aunque eventual, como 10
sería la donación de frutos, por nacer; de un fundo, De aquí
se sigue que la donación ~ e r í ahecha váSidamente eh lo for-
ma ordinaria de los actos notariados. (4)

1 Durant6n, tr XVII, p. 312, ndm. 324 y todos los autoree (Pont,? t. VII,
p. 46, ntm. 69).
2 Expoeición de los motivos nlím. 9; Gillet, Ditlcurso núm. 6 (Locr6, t. VD,
p. 243 y 256).
3 VBbnsie, ea sentidos diversos, los autoreri citados por Aubry y Rau, t. IV,
p. 643, nota 2. pfo. 816; y Pont, t. VIL, p, 49, n4ms. 64 v 6h
4 Sesión del Consejo de Estado, de 14 Nivoao, año X i i (LocrB, t I$-
gina 230, nQm, 4).
P, de I>:wádoxxm-21
145. La puesta en comdn de una cosa no basta para quo
.hayg sociedad; es necesario, en los términos del art. 1832,
que la convenoidn de poner una cosa en comiin se haga
!(con el objeto de partirse las ganancias que pudieran re-
sukar. La esperariza de partirse un beneficio, dice e1 dra-
dor del Gobierno, es el objeto intencional que dirige el con-
trato de sociedad, ES porque los hombres en su aislamiento
son d4biles é impotentes por lo que se asocian: es el móvil
de toda asociación; pero para que ésta constituya una so-
ciedad es preciso además que aquellos que unea sus esfuer-
zos 10 hagan para sacar un beneficio de la cofia que ponen
e n comiíta. Este es el carácter que distingue tí la sociedad de
la simple comunidad.
Dos hermanos compran en comfin un inmueble; lo po6een
por iridiviso durante muchos años, después la revenden oon
ganancia. ¿Hay en estos hechos elementos constitutivos de
una sociedad? LGSprimeroa jueces lo habian decidido. así;
l a deci~idnha sido casada: No estaba comprobado que las
partes habr'an comprado ei inmueble cori objeto de ope-
rar la reventa y partirse la ganancig que-pudiera resultar;
luego el objeto intencionrxl que forma uno de los carakterea
esenciales de la sociedad haeía $alta; e r a m a simple oo:mu-
aidad., (1) Más lejos diremos que la sociedad y E s comani-
dad estan regidas por principios diferentes.
146, Resultan de este principio consecuencias muy im-
portantes, Las asociaciones religiosas que se forman en vir-
tud. de la libertad de asociacidn han eusayado constituirse
civilmente.; en apariencia para gozar d d derecho combn, en
realidad para reconstituir corporacionert religiosas con 40%
doe loa efectos .de la personificación civil, &to era violar la
ley elndiéndola. Volveremos S esta cnestidn mas adeIaui;e>
ss muy importante para tratarla de paso;
197. Todos los dfas ~e forman sociedades de seguros m b -
tuos; toman el título de fiociedadesen las actas piiblicas; no
son sociedades en el sehtido legal de la palabra; el, carhcte~
esencial exigido por el art. 1852 les falta; no tienen por ob-
jeto partirse las utilidades 6 ganancias. Cada miembro 8s
al mismo tiempo asegurador y asegurado: el objeto es re-
partir eritre los aseguradores las pérdidas que sufren los
asegurados por cualquier accidente: el incendio, el graniza,
Ias epizotias; siendo el asegurado tambien aseguradoc, su-
fre una parte en la. pérdida, parbe disminuida por el con-
curso de los demás miembros. El objeto y el efecto de la
convención 8on disminuir 1s pérdida éventual que pueden
tener los aaici'ados. Luego no hay nunca utilidades que reo
partir entre los mierribroa de estas asociaciones; por lo tati-
to, no hay sociedad. Esta es la opinión unanime de los rru-
$ores. (1) Hay alguna incertidumbre en 'En jurisprudencia;
es inútil detenerse en ella, no siendo dudosos lo^ princi-
pios, (2) La Corte ?e Casación ha sentenciado, por aplicn-
ción de estos principios, que las asociaciones de seguro mu-
tuo no quedan disueltas por la muerte de uno de SUR miem-
b r o ~ mientras
, que la soeiedad fenece por la muerte de uno
de los socios. (3)
148. ¿Son laitontinas verdaderas sociedadas? Se da es-
te bombre 6 reuniones de rentistas que convienen que Iris
rentas ciebidas al primero que se muera aprove~harhná los
supérbtites, Aparentemate son sociedades; un a v i ~ odel
Consejo de Estado de 25 (le Marzo de lS09, aprobscio por
el Empefador el 1. o de Abril, las somete 6, la autoriaación
I Aabry y Rau, t. IV,p. 542, pfo. 377.
2 Véanae lea beatenuiaa citadsu por Pont, t. m, p. 62, ntím. 71. nota 6.
AgrB~ueasParfe, 25 de Uerzo de 1873 (Dailoz, 1876, 2, 17).
Y Denegada, 12 de Enero de 1842 ( D a l l o ~ en ir palabra 8egiw0t t ~ r W r ~ ,
ndm1601, y IRU ientenoiir aitedaaen 1& plirbra ,Sociedad, pdm,42Ql
del aobierncr, lo qua parece asimilarlas % las sociediade~l
anGnimas, Pero hay una diferencia radical entre las socie-
dades y las tontinas. E1 Sr. de Hauterive, en el informe
por e1 cual se di6 el aviso del C o n s e j ~de E~tado,dice muy
biexl que las socirdadee extienden y multiplican 1% acción
vivificante del trabajo; forman capitales que, pusatos en ae-
tividad en una induatria siempre fecundfa, producen nuevos
capitales. Las tontinas no producen movimiento, capiba1 ni
industria; la suma de los capitales es siempre la misma; loa
prodnctos, considerados en conjunto, permanecen invaria-
bh8; la r~particic'ln8610 est& sometida, A lar variaciones que
traen las ,probabilidades de defunciones; irno resulta nin-
guna utilidad por el trabajo; no pueda, pue?i, h a b ~ ningún
r
reparto de utiiidade~.EYuh contrato aleatorio. (1)
149, Por aplicacibn del mismo principio fué ~entenciado
que no hay soc!iadad en las siguientea cnnvencinnes. Uoos'
agentes de seguro se obligan B repartir entre ello8 los dere-
chos de correbaje procedentes de sus operaciones. (2) Dos
personas que viven en concubinato ejercen en cotnfin .una
industria b un comercio. (3) Unos c»rni~ionistande trans-
porte, en vista de economizar gastos, se comprometen S
poner en común todas las mercauclas que cada uno de ellos
transporte. (4) En todas catae oonvencionea el el~mento
esencial de la sociedad falta: la intenci6n de repartir los
beneficios que pi~dieranresultar.
150. d En qué debe consistir egte beneficjo 3 La noción
de .utilidad implica la idert de una utilidad pecuniaria que
enriquece á los asociadas. Es para aumentar su fortun&por
lo que se asocia uno. Por esto 'ea que las sociedades de
guao no son sooiedades: volveremos & este punto. Fué,sin
1 Delaagle, t. I , ndm. 3 y todoa loa rutnrqs.
2 nenepscia, 29 de Noviembre da 1831 (Dalloz, en la palabra &c&tdtd, n4.
ramo 108).
3 Pnrfn, 19 da Airorta de 1851 (Dslloz; 1854,2, 84),
4 Bonen, 6 de do 1818 (DhIIog 1849,2,2'd8),
embargo, sentenciado que unos particulares pueaen vhlida-
mente constituirse en- sociedad para poner en comtín el de-
recho de cazar que les pertenece, ya sea como propietarios,
ya como arrendatarios de eate derecho. La Sala Criminal
decidió, en consecuencia, que es cle esencia de estaa aocie-
dades crear, en provecho de la individualidad colectiva, in-
tereses y derechos propios distinto.~de 10s intereses y de los
derechos de cada uno de sue miembros; tie donde resulta que
piieden promover en justicia en las formas y condiciones fija-
das por SUS e ~ t a t u t o ~ . E*ta decisión suscita muchas du.
(1)
das. La pretendida personificación de las sociedades civiles
nos parece ser un error seguro, Aun Iiay rnsiu; el elemento
esencial de l a s sociedades falta. iD6nde estti la utilidad
que realiza cada socio? La Corte canteda que es la parte
que toca á. cada. uno de ellos rn el goce de la cosa social.
Esta utilidad c~nsiuteen un gustr)', un placer; no enriquece
segurameote A los anooiadoa, puesto que tos sujeta <un
gusto que sobrepasa loe productos. por qué habia de bas-
tar el gusto de 1s caza para coristituir una persona civil,
mientras que los demás placeres no bastas"psrs colistituir
una sociedatl?
151... N o hasta que el contrato procure una utilidad pa-
ra que haya sociedad, es necesario además que eeta utili-
,dad sea común; esta es la doctriria tradicional, el Código
la coneagre diciendo que la p u e ~ t aen común debe hacerse
ea. vista de wpartW-se k c zttilidnd que ~pi~edtt. resultar -(ar-
tículo 1832); y en efecto, el reparto de utilidades implica
q u e son comunes. (2) La juri~prudenciaeotA en ests sentido.
DOEI negociantes' ponen en comiin una suma do 2,000Eran-
008 para gozar de ella alternativametite tres meges cada uno,
para lae necesidades de sus respectivos comercios. Buti aen-
keneiada que esta convención no formaba una eocieda-d Iss
Corte de Casación dice que una socieaad no pueae existir
sin qoe baya una utiiidad que repartir entre los asociados y
sin que haya perdida que soportar en com6a. Y este carác-
ter no se hallaba en la convención litigiosa, puesto que la
bslsa comilin no ae empleaba nunca en interes común cle las
partes, se ponía a;lternativamente á su disposición para sus
negocios particulares, lo que excluye la idea de uria so-
ciedad. (1).
Varias personas poseian en común: una fkbrica que cada
eual explotaba á; su turr.0 por su cuenta particular, con car
go d e una sencilla indemnización para las demás, y por un
determinado tiempo. La Corte de Casación sentencib que es-
ta convenciún no creaba entre los contratantes relaciones
de sociedad. La sentencia atacada decía muy bien que una
sociedad no puede existir más que entre personaq que ponen
una cosa en com6n para repartir las utilidades; luego 0on
asociado^ aquel-los que deben mcar utilidad de los negociog
que ae hacen por interés de todos y que deben contribuir en
L s p6rdidas; y en 4 caso no había contribución en la^ péy-
didas n i en los benefici,os. (2)
162. El carhcter de la sociedad que exatuiinarnos da lu-
gar & otras dificultacles. Es incontestable que la participa-
ción en las utilidades eventi~nlesde u n a empresa es de iib
,esencia de la sociedad, y que sin eota participación no ha-
bria sociedad posible. Pero de esto no debe concluirse que
toda convencibn en 1.n que se encuentra este elemento c u ~ s -
tituya necesariamente una sociedad-. Eay otros elementos
que tienen que tenerse en cuerita, Ea Corte de Casación los
-enumera en una sentencia proniinciada por iriforme de M.
Bau: ,,El contrato de sociedad exige como condiciones esen-
ciales d-t! F ~ formacidn
U la interición de las partes en asociar-
se, una coea puesta en común, y la participación en las uti-
1 Denegada, 4 de Julio de 1826 íDalloz, en 1s palabra Sooiednd, nbm. 104),
2 Denegada,. 4i de Enerv de 1842 (Dirlluz, en la palabrb Indwtriu, a,Qmw?
ro 4l8S
fidades y las pdrdidas d e la empresa. ti En el caRo una dei
las partes, que se preiandía *ocio, había ministrado capita-
les para la explotación :de una industria, estipulando ade-
más del interes legal una parte de las utilidades. Se concluís
de la participación en laa utiliclades que habia sociedad. L a
Corte cotitesta que esta convención puede coristituir un prés-
tamo; que también puede constituir una sociedad; hay que
ver cual es la intención de las pertes, Según los terminos
del acta quisieron hacer un prdstamo; pero pudiera ser que
bajo el nombre de prééitamo hayan querido esconder una
comandita para poner al abrigo de las malas suertes de 1s
empresa el capital q i i e debía ~ninistrarel dador de fondos.
A.1 juez del hecho toca averiguar ~i las partes han eatendi-
d o poner el capital en común.; en este caso declarará que
hay una sociedad dioft-azada bajo l a apariencia de un pr6s-
tamo. La sentencia atacada comprobaba lo contrario: que
los capithles ministrados no habían sido puestoe en común;
.que era un préstamo reembolsable á plazo fijo; cornproba-
iba tam"óién qiie en la intencidn de las partes, tal como re-
sultaba del canjunto de las actas y de las c.ircunstancliasde
La causa, se trataba senci8amaiite do una operación de pdu-
tamo y no de la forrnacióu de una sociedad en .oomandita;
en fin, quedaba probado que no se encontraba (en las &ctas
ningiln rastro de participación. en las .pérdSdas por paute del
que >ministraba los fonctos. Luego, apesar de la partiaipa-
.ción en.las utilidades, no había sociedad, (d.)
152 bis. La m~ismalcuesti6nse presentó parra un amen-
damiento. Conttrato por el que los propietarios de una fii-
%rica de tejidos la dan en arrendamiento por doce #años,
lmtldiante una renta anual de 25,000 ,francos y una parte
1 Denegada, 8 de Enero de 1872 (Dalloz, 1572,1, CompQren~e lneeen-
!tencias relatadas en el lbpevtol-io de 'Dalloz, en In paltibra Sociedad, num. la;
, de Octub'e ,
:.Liejn, 9 de Julio de 1821 (Pnsicrisir, 1821, p. 421): & ~ 8 ~ 1 4 930
401828 v 32 de Marzn de 1834 (Paeicrisia, J.828, p. 311, .$ sW4, 9,1661, p
Bont, t, VXT, p, (64, ~&rns. 31-98.
en las utilidade~netas, valuadas d un a c b w -pra el rseguo-
do aiío y á un cuarto para los aiioe siguientes. Uno de los
arrendatarios muere y e! otro fué declarado en quíebra un
mes deapub~de que un incendio destruyó el edificio de la
fhbrica. Las dadores pidieron que se les ministraran por'
privilegio en el pasivo de la quiebra, por todas las rentas
vencidas y por vencer en virtud del art. 2102 (Ley Hipo-
tecaria, art. 20, núim. 3 ) . LOSsindicos~opusieroná esta accída
qne los pretendidos dadores erani unos fiocios'y, como tales,
obligados ~olidaiiamentehacia los ocreedore~sociales. Pu?
sentenciado por la Corte de Riom que d acta litigiosa era
un arrendamiento; en el recurso :intervino una sentencia
de denegada (1) fundada en que la apreciacibn de los jus-
ce8 del hecho era soberana, Los primoroa juecesinvocahan
la intención de las partes que resultaba de las e~tipulncio-
nes del acta y la ejecuciGn que Qqta habfa recibido. Se esti-
pulaba en e l contrato que los dadores dejarían en Ia fbbri-
cn todo el algodón que había, á reserva de recoger al con-
cluir el arrendamiento las mercanciss y prtlvisiotres de la
fábrica hasta concnrroncia m&ximade 50,000 francos, cláa-
sula mal en los arrendamientos de fdbricas: aderntis, nada
indicaba Ia formación de una ~ociedadentre las partes con-
tratantes. La participación en lo3 beneficio,r era pacte del
precio del arrendamiento. Para ver en ello unB soga1 do
asociación bubiéranse necesitado astlputaciones relativas 6
los derechos y obSiigaciooes de 10s asociados, mientra3 que
las arrendatarios siem pro se habian considerado corno aou-
porido Ia'fhbrica iitítiilo de arrendamiento,
$53. S-EI mismo grinoipio r e c i b ~su aplicación tí una con-
venci&n(bra~tante tluua'f que interviene cntre un autor y au
editor. E ~ t ese encarga de la impresión; los gastos se qui-
tan ael prodiicto de la venta y laa utilidades fie reparten*
a s al autor obliga, en caso de insufioiencia de
. ~ l ~ t i nveaes
P Danegada, $&e Nooiembrs dd E809 (DafYoz, 1838,>X,2181,
la ventQ,A+-sufiis la'mitad'dé los gaatos. 'E1Tribunal de
Comercio de París habis sentencia& que sernejant? conven-
ción tenis tód'os loa el.emeoton de, iina socbdad &ercsotil.
Oads parte ákce s i i~aportel;,dna con los productos de su
inteligencia, 1a otra con su capital y su indugtria; hay par-
ticipaoi6n de utilidader así como & pdrdidnn. En ipelaciós ' $

1s.debiaión fud infirmada por r a z h de que el autor que'vende


au obra n0: EBCBUD acto de cqmerPi;. , .I En realidad e! editor

y el autor na tienefi ioteocidn de asociar~e:el autor cede,


su obra 6 una edicido de su obra; ros e i e & a t ~ ~ , ~lau qon-
e
venci6o torna de la sociedad son 8610 la,reFl&entaci6n de
los derechoo y obligaciones de' la cési6n. (1)
i54. Es be usohitente friqúibte entre oomerciintas dar
4 un d*pendiente, & tículo de Palario, una en lau utili-
dades; iE9ta 60nvenoi6r; haoe' al empleado socio de su pa-
trón? Nos parece &e shlo con pre'Bentar' la cÚestión,, , , s e la e I

re~uelve.La igu~ldades de esencia en la so~iedad,~ y el de-.


pendiente es el nugordinado de s i jefe; esto Y
eo_opini6n
S
, . .

general, diispedíi & s u empleado, & reserva de p,a~arIe.uoain-,


dernnizacf6ri cuanilo' la resoIuái6h del cootrato da lugar'b
el lo. Es imposiBle $e el empleado que *bligadu t i q b q y
decir las didenba qua reaibrt dé un ~uperioisea al igual de
$si%: además, i ~ s e l k n t de
? ~la sociedad no ae encuentran
ed la oanvankión que interviensantre el pati6n ysi,$epen-
diente: 1s. paiticip8cidn en las utilidades no basta; oomp Boa-
bamoi l e dbcirlo' (&&. i5'2), es ' necesiiio una puesta "en
'

comtin y la intencibn de formar una sociedad; y ei &+en-


diente no tiene ningdo derecho eu el fondo'codn; ni] tiene
la intenciún' de ier EJOC~O,pues Qon'esta titulo teridría que
sufrir las phrdida~;arrienda. sus servicios y recibe R d t d o
cíB honorarios u8a parte en las utilidades. (2) '
d Ppría, 10 de Mar60 de 1543 (Dalloz, en la palabra ,Sooieda;d, n6m. 1?1!. a

2 Eeta ea ln opinibri de los a u t o r ~ sy queda ooneagrada p o la


~ juriaprudeaoia
Vdilnse lea citsic~oinee@ti Pont, t, VIL, p. 60, nifarn. 87. .
P. de D.~oaxoHXV
X-2%'
155. El Código no habla de la participación da los socio$
en Ias pdrdidae. Reprodujo la definicibn de Pothier; Domat
agrega qus los socios ponen en común alguna coea para di-
vidirae cuanto podrán tener db ganancia 6 sufrir la pdrdida
de lo que pusieron en sociedad. Los orado re^ del Tribunado
dicen- que apropósito los autores del C6digo no han men-
cionado su su definición la participación en las pdrdidas. El
Tribunado creyó, dice Giller, que el proyecto era máe exac:
to cilando consideraba l*acomunicación de la8 pérdidas co-
mo una simple condición del contrato y no como su obje-
to, Sin duda, dice Boutteville en su ínforme al Tribunado,
las partes deben tambien participar de las .pérdidas; pero
cumo seguramente tienen sobre todo intención de repartir-
aé utilidades, fuera difícil no encontrar exacta 1& defini-
ción. (1)
~ n t r eloa autores modernos unos critican la definición ciel
Código CiviI, mientras otro8 la aprueban. (2) Esto es un
debate de teoría, pues en el fondo los intdrpretes del Códi-
go eetdn de acuerdo, Si el art. 1832 no habla de la parti-
cipación en las pérdidas, el art. 1853 habla de ella; decida
que la parte de los socioa en las utilidades 6 en las perdidatr
es proporcional á su puesta, y resulta, del art. 1855 que e ~ t a
participacibn en las perdidas eu de la esencia de la socie-
dad, En efecto, la ley anula la coriverir,ídn que libertara de
toda coatribucidn A las pérdidas las sumas 6 efectos pues-
tos en el fondo social por uno 6 varios socios, di remo^ m9s
adelaete que la nulidad de la claiusuls relativa á laa pdrdi-
da8 arrastra la nulidad de la sociedad; hasta puede soste-
tierse que la cltiusula y, por tanto, la sociedad es mfts que
1 Quillet, Dieouriio ndm, 6 ; Boatteoille, Informe nbm. 2 (Locrd, t. VII, pB-
&ase 247 y 2W.
2 Rovergiar, p. 23, ndm, 13; Aubrg 7 &u; t, XV, p, '644, pfo, 377, Pont,
t* TU,p. 6, n6m, 4.
nula, que es inexistente. El C6digo se apartó en este pune
to de la doctrina de Pothier, quien enseña que se puede
estipular que uno de los socbs no participará de 1 ~ p6rdi-
s
das. Tal es tambidri la opinión de Doneau; y este es el mo-
tivo por el que no comprendía la participuei61.1 de las pérdi-
das entre los elementos esenciales del contrato de socie-
dad. (1) Los autores del Cddigo, habiendo desechado esta
opinión, debieron de preferencia haber adoptado 1s definí-
ciin de Dornpt. Se dirh en vano que n i se aqocia uno par8
perder y que si los socios pudieran tjrsveer que perder60
no forrnsriao un contrato de sociedad. Esto no impide que
Ios socios deben prsveer el caso de pérdida, puesto que to-
da empresa tiene sus malas suertes; siendo siempre posible
laapérdida es necesario que la participación en las pkrdídaa
est4 fijada, taiito como la participacido en las utilidades.
Y la igualdad, que es la esencia, de la sociedad, quiero que
loa socios contribuyan A las pérdidas, como toman parte
en los beneficios. El art. 1855 ha consagrado e ~ t eprincipio;
luego la definición del art. 1832 ea iucornpleta.
'V.-CAUSA LICITA.

x 56, Cualquiera sociedad debe tener un objeto .licito.t i


41

art. 1833). El art. 1108 coloc? e n ~ r elaa coodiciones esen-


ciales del contrato un objeto c i s ~ t oy una causa licita Lo que
el art. 1108 llama caztsn el art. 1833 le llama objeto. 'En
efecto, en los contratos sinslqgmáticos la-causa se confunde
eon el objeto en el sentida de que la causa de Itb obligación
contraida por una de las partas es el objeto del aarnprorniso
de la otra parte. Tranvladarno~á la que ha sido dicho en el
título De las Obligaciones aaerca de la teorla da la caiisa.
Hemoa criticado esta teorla y el art. 1833 viene en apoyo
de Gueatra critica; la ley no habla de una caztsa licita por-
que en la sociedad es evidqnte que ia causa se confunde con
d objeto. (1) Es inlitii insistir en este punto. E n la doctrina
que hemos enseñado acerca de la causa y el objeto de las
convenciones el objeto licito d 1s causa licita forman una
sola y misma condición, el objeto ilicito tiene fa misma con-
secuencia que la causa ilícita: es que el contrato no puede
tener ningún efecto (art. 1131); es iaexistente, como se dice
en el lenguaje d e la escuela. Be tiene, pues, que aplicar
la sociedad cuyo objeto es ilfcito los mismos principios que
rigen 1.0s contratos inexistentes. La distinoi6n e ~ t r eBstos y
los contratos nulos ha sido expuesta en el título De las Obli-
gacivires.
157. cuándo es licito e1,objeto de la sociedad?, El ob:
jeto se confunde con la causa; Pebe aplicarse al objeto lo
que el art. 1133 dice de la causa:.el objsto as ilícito cuaodo
está pohibido por la ley, cuando ps contrario á, las buenas
costumbres ó al orden publico. Hemos explicado ests dis-
posicidn en el título De las 0bZigcccZone.s al aplicarla 6 las so-
ciedades ilícitas; fáltanos completar la, expoilicián de la ju-
risprudencia (t. XVI, niíms. 124-156).
Z'n decreto de 15 de Enero de 1808 establece eri San
Esteban una dirección bajo el nombre de condicidn para la
defiecaci6n de las sedas; según el decreto el Director e~st4
nombrado por e i Uiniatro del Interior y preseutado en terna.
Dos oaodiditoa hacen uria convención por la q& estipulan
que uno de ellos se desiste de sil candidatura d ooodici6n
de que si el otra q~xedqnombrado será su socio en pie, do
perfecta igualdad en los emolument;os, El trato despuds , de
ejecutada por alpilin tiernpo,£ué atacado por el Director titu-
lar como ilícito, contrario al,orden público y S las buenas
oorturnbres. S? objet6 que el empleo d<!que He trataba n o
tenia los caractereñ de una función publica. La Corte de
Lyqn aouló la conven-ión; basta que el empleo eatd 4 dis-
1 Podt, e. VII, p, 30, ndm. 40,
poslcidn del Gobierno para que no se permita traficar con
41: los oficios, cualesquiera que sean, estan fuera del comer-
$0, no pueden ser objetó de un contrato de sociedad como1
da ningún otro contrato, (1)
158. Hemos dicho en otro lugar que el espiritu de káfi-.
\co habirt iilvadido on Francia las oficinas ministeriales y las
fqnciones ptiblicas desde que una ley permitió á los titula--
res presentar un sucesor al, gobierno, lo que establece de
hecho la venalidad. HB,aquí un nuevo ejemplo. Dos per-
sonas adjtidicatarias mediante la suma 15,000 francos de
crédito por valor nominal de 700,000 francos en una guie-•
bra forman con el escribano de diligencias una aobiedad en
participación. El escribano se encargaba de hacer,len in-.
teres de la sociedad, todas lad actas de su ministerio que
pudieran neceaitarse, y debía recibir ft título de remunera-
c%s, además del costo de las actas de procedimiento, la
eercera parte de las utilidades que se realizaran. En la de-
rnsta~la.de nalidad de esta. aonvencióii formada contra el es.
, Corte de Riom decidid que dicha sociedad era?
~ r i b a n o la
nula como contraria á 1iis.leyesy a1 orden pilrblico. Es con-
traria á las leyes: primero, porque el Código d e . Procedid
mientos (art. 66 j, sl prohibir 81 escribano diligenciario prea-
tar sn ministerio i sus parieritee y allegados en línea recta,
le,prohibe con n ~ á srazón obrar por interés personal; des-
pues, la.tarifa de 1'807 prohibe á los . diligenciarios exigir
otros derechos que los que legalmente la.son fijados. La
Corte agrega que tal asociación estd .llena de peligros ,para'
al prtblico por ser.necesnriamente para el 'oficial ministerial
una tentación incesante de ,faltar 4 los debareti m4 s esencia-
Bes de 817 profesidn, En el ' rocuruo la Corte de Casacibn
pronunciii una sentencia de denegada después de delibera*
ciós en Cdmara de Consejo,, La Suprema ,Corte no repr*
duce el motivo moral invocado por la sentencia atacada;
1,Lyon, 12 da Enero de.1822fDalIoz, en la palabts~fiodiedabí,nitm. 159),
se limita á decír, en termiaos vagos,
-
que el orden pfiblim
quiere que el oficial mi iisterial se encierre en los limites
ds PU ministerio. 8Por qué no condenar directamente un&
convención que pone en participación el cumplimiento de.
lag deberes y de los atributos ligados á una función púlbli-
ca? Los tribunales deben mantener el orden moral cuando
se liga B las lsyes, tanto como al orden público; el artícu-
lo 6 del Código Civil les hace de ello una obligaci&n,puesto
que prohibe á 108 particulares derogar por sus convencio-
nes particulares 18s leyes que interesan el orden phblico y
&lasbuenas cogturnbi-es;con 'más r a d a el CódTgo reprueba,
como ilícito el tráfico de una oficina quz se liga 4 1~admi-
nistración de justicia. Suponemoa que tal fué la mente de
la Corte, puesto que declaró la sociedad inexistente; lo que
implica que se fundaba en una causa illcita. (1)
159. Fud sentenciado que eP acta de ~ociedadi~Lt~rvenida
entre uh agregado nl Tribunal de Comercio y un ~ihogal'ihp
del Tribunal Civil, t~niendopor objeto perseguir toda clae-
se de negocios que se les encomendara y partirse los ema-
lumentos qne leí.,proporcionaran, no tenia hada de ilícito. (2)
Esto es verdad en el sentido (le que los hechos n o consti-
tuírían un delito de postulación, y era con este titulo como
se atacaba la convención, Pero quedaba el orden pi5iblico:
,j puede permitiree oficiales miiiisteriales conr~id~rarel
ejeri:icio de sus funciones como un trafica? Nada rn4s legi--
timo para un comerciante que extender el númer i de sila7
negocios; el Estado está iiateresado en el aumento de la ri-
queza individual, tanto como los particulares, y la utilidad
es el alma del -comercio. jQuiQn preteadiers decir o t ~ ofani-
to de los pleitos? Y ei se admite que se p s d e Isgalineate
considerar 8 los procesoa como un elemento da triifico del,
que las partes se reparten los emolumentos como ni se t r ~ .
I Deneg~da,10 de Enero de 1805 (Drllos, 1866,1,290)+
2 Denegada, 13 de Enero de 1835 (Dalloi, ea fa palabra Ibayada, abm, 20'2):
tara ,de caf%6 de algoddn, ;quién no ve que la pasi6n de lu-
aro se excitara, que los traficantes da pleitos haran nacer
contestaciones y traerán á los tribunales las causas peores
aieuipre que produzan emolumentos? Apartemos de los mi-
nisterio~que se ligan & la administración de'justicia toda
idea de comercio; autorizar las especu1acione.j de procesos
seria viciar la justicia en su fuente al' altr?rarel aentido mo-
ral de los que concurren en ella,
160. Un abogado se compromete partir las utilidades
S&

de s u bufete con su pasante. Fué eentencisdo que esta con-


vención es válida porque la participación en lag utilidades
a610 es un modo de fijar los emolumentos á que tiene de-
rocho su colaborador. Se dice que esto es inconte8table y
que ni siquiera tiene duda, (1)Nos queda, sin embargo, un
arscrdpulo, y la sentencia de la Corte lo confirma, Se lee en
ella que 1% po8,ibilidad de que semejante convenci6n arras-
%raraabuso8 no seria una razón para anularla; que ee necssi-
taria además que estoa abusoa estuvieran probados. 'Asf la
corte reconoce que hay que temer abusos; ebto basta para
que la convencidn sea ilicita. En efecto, es precisamente por
raz6a de abusos casi inevitahlea A que dan lugar esas aso-
ciaciones, por lo cual son contrarias al orden publico; in-
troducen el a~piritude tráfico, de especulación, digatnos la
palabra, de codicia, en el ejercicio de un miolifiterio que sólo
debe tener por objeto el e~trictocumpliniisuto da las fun-
oioties que ilustrgn & k justicia y que, por consiguiente, ::o
deben tener otro tri8vi1 que el seritimiento del deber, 8i se
arguyera como lo hace la Corte de Riom, ninguna sociedad
serfe ilícita, los abueos siempre soti la excepión; habría, pues,
que esperar que estos abu~osae produjeran para poder pro-
mover la nulidad. Tal no es el eapiritu de la ley; reprueba
de antemano toda eaciedad que por au objeto deja temer
1 .Riom, 22 de Julio de 1842 (Dalioz, en la palabra Xooiedad, ndm~16% 1 . 0 )
Pont, niím. 45,
estos abusos. Debe mantenerse esta severidad de la Isyr sE
orden moral, sin el cual no hay orden social, está i n t e s a d ~
en ello.
161. La ley castiga camo delitos las convenciones que
tienen por objeto impedir que las adjudicaciones pública8
lleguen 5 su verdadero valor. Pué sentenciado qua debe.
conniderarse corno ilícita una asociación en participacibn
formada entro dos individuos en vista da obtener una adju-
dicación, bajo 1a.condioión de que uno de ellos retroceder$
Ia mitad al otro, y que, ~i conserva la explotacibn para 61
solo, pagar4 cierta suma ti titulo de cláusula penal. La
Corte de Casaci6n dico que deben considerarse como contra-
rias al ordea público las asociaciones que por el nombre,
las sualidades y maniobras de loa asociados apartan d lag
postores. (1) Bajo el punto de vista penal ,esto puede ser
cierto; pero el art. 1138 reputa ilfcitas no sblo las causas'
prohibidas por la ley sino tarnbitSn las que son contrarias
al orden público, 6 á lae buenas costumbres. 35 la sociedadp
en el caso, aino tenia por objeto apartará los postores, ten-
día cuando menos & impedir fa competenci~sntre amboe
socios; mientras que es de la esencia de la adjudicacidn pro-
vocar una competencia iliniit;ada, Nos parece que hay íla-
jedad en la jurisprudencia, cuaiñdo mepos una tendencia, &
legitimar convenciones que canducen necesariamerrte & 10%
abusas, La eeveridad en esta .materiw e s t 4 . e ~el espkitu da
1s ley.
162. La Corte de Paris ha declam'adu i)iciba una sociedad
en nombre colectivo formada entre un farrnaicG~~Bico y dae
mddicos para la explotaci4n era comúp. de un estabiecimierii-
to de fkrmaeia. Según la fieclaracih de 25 de Ahril 1777,
los duefioa de boticas podían súlo tener -oficina y~lebürato-
rio abierto, no podiizn tener estae oficinas miie que C U E ~ D ~ O
1 Denegada, 28 do Abril de 3854 (Dqlluz, aa 14 palqbra ,Obliaoimsq n~mc*
FQ 631, 2, o )
poseían y ejercían .person'almente su -cargo; todo arrenda-
miento 6 ceii6n de.privilegio les era prohibido. La ley de
17 .de Abril da 1791 matitiuvo eitas disposiciones, Fu6 con
al mismo espíritu que la ley de 25 Germinal, año XI, dispu-
so que nadie puede tener una oficina de farmacia sin el ti-
tulo lagal sutoriz;ant20 la patente de farmac4iitico.. Estas
disposiciones implican ,prohibición de cualquiera sociedad
en la que el farmacéutico renuncia ti permanecer iínico duer
ño de la dirección y explotaci6i-i de R U establecitniento, ena-
jenando su libertad de acción y de responsabilidad personal
que la ley le exige por interés.de la salud pxíblica. La Cor-
te establece que la suciedad. licigiosa conferfíl icada socio,
luego B aquellos q u a no tenian calidad de farmacéutícas, la
dirección 'dtstítuloigual en el eetablecimiento;' lo que cotia:.
tihfa una violacidn da las reglas que rigen el ejircicio de
Ia farmacia. (1j Esta decisii5n .e&&perfectamente motivada
bajo el punto de vista de las 'leyes. tipero no era ilfcita Xa
conven'ciSn por otros puntos? gDar 5 unos me'dicos uñ inte-
ré9 en un establecimiento de farmacia no es .colocar á B~tos
entre SU deber y eu intords? 8upangauros que estén conven.
cidos d s que la medicina homeophtica es preferible,&la anti-
gua m&dicina: jseguirko su conviccibn d expensas de. si& in-
tere~é',? Y .sólo consultan sus idtereses <no prescribirán
lrii

d-8s que aumenien sus dividendos e'n lugar deconsultar


-?

8610 el iaterds'del enfermo? Insistimos en e ~ t a seonsidera-


ci'otiasmorales porque las cortas bs descuidan y, sin embiir-
go, son eseniciales.
163, iCuQ1es el efacto de la sociedad ilícit%? 21 articu*
lo 1131 contesta que una obligacióiz por causa iIícita no pne-
de tener ningdn efecto. E ~ t oes la aplioacido del principio
que rige los cocitrator inexikteutau; un contrato inexistente,
tal coino una cunveociún ilfcita, no existe para la ley; el le-
gislsdor no puede, pues, concederle ningún efecto. iY cuál
es el efecto de los contratos.! El de dar una acción al acree-
dor contra el deudor, conforme á las convenciones fijadae
por las partes contratantes. Cuando la sociedad es ilicita no
hay sociedad, luego no hay socios; por consiguiente, no pue-
de haber acción de uno contra otro.
164. Acerca del principio todos están acordes, es l a apli-
cación del art. 1131 á la sociedad. Yero acerca de las con-
secuencias del principio las opiniones están muy divididas
y no faltan las dudas. Suponemos desde luego que el de+
bate sucede entre socios. Si la sociedad no recibió ninguna
ejecución la solución es sencilla: no hay sociedad, luego no
hay acción de un socio ccintra el otro. El tiempo no puede
'borrar el vicio que tiene la sociedad ilícita; no hay confir-
mación posible; en cualquiera época que ae intente una ac-
ción el demandado contestará rtl demandante que no puede
promover en virtud de un contrato de sociedad que no e x i s ~
te. ' S510 aplicamos á la sociedad ilícita los principios que
hemos establecido en el titulo De las Obligaciones acerca
de los contratos inexistentes y, especialmente, acerca de las
causas ilícitas. (1)
165. Las dificultades comienzan cuando (os socios han
entregado sus puestas, iPueden ejercer la davolución? He-
mos enseñado en el titulo ~e las Obligmiones que lo que ha
sido pagado en virtud de una obligacihn con causa ilícita
puede repetirse (t XVI, riilim. 164). Si Re admite el prin-,
cipia hay que decidir que los asociados t,iene~acción para
repelir su puesta. Esta es la opinión generalmente seguida;
~ i embargo,
n hay una objeción seria. Urio de los socios, es
detentor de las puestas sociales; si los demas socios proniiie-
ven contra él las rechazará diciendo que no hay acción enl
virtud de un contrato inexistente, y como es en virtuii de
1 VBsse el t. XVI de eston Prittcipios, ntmn. 157 y 160, En el miemo sentlm
do, Pont, p. 41, ndm. 62.
un contrato de sociedad como los socios reclaman, puesto
que reclaman sus puestas, ipuede tratarae de puestas cuan-
do no hay sociedad? La objecidn le pareció á Troplong sin
réplica, (1) Oigamoa ta contestación que se da. Aquel que
detiene las puestas las recibió no como propietario aino co-
mo depositario, en vista de un empleo convenido entre ao-
cios; eu detentor sin causa; los y ue promueven la repetici6n
contra 81 no fundan su demanda en la sociedad, invocan, al
contrario, la no validez de éata. (2) Evta doctrina prevale-
ció en la jurisprudencia. (3) H6 aquí los motivos que el
Tribuna1 de Nantes ha dado en apoyo de RU deciciidn, En
el caso una asociación habia sido formada para la explota-
ción de un estudio de notario, con cláixsula de psrtición de
utilidades enf.re el notario y su socio, el cual drbia s u c e
derle; pero su presentacidn 8610 debía tener lugar el octavo
año. EI cesionario pag6 100,000 frauaos. Fu6 la iepetioión
de esta eiirna lo que era el objeto del debate, El Tribunal
admitió la repeticibn desde luego por un motivo de justiciri;'
Ea seguro que si los 100,000 francos no 'hubieran sido pa-
gados el cedente no hubiera tenido 'ninguna acción para
exigir su pago; sería injusto que pudiera retener lo que no
hubiera tenido derecho de reclamar.. El art. 1131 dice que,
el contrato con causa ilícita no tiene nirigbn efecto; no pue-
de tener más efecto para lo pasado que para l o venidero.
Puesto que la coavencibn debe aer apartada queda un paga
hecho sin üauia, el cual estd sujeto 6 repetioián. E l Tribukal
desecha las distinciones que se hacian en derecha romano y
que hemos igualinerile apartado (t. XVI, núm. 164)'; reem-
plaza el derec:lnr>roiilano por un principio muoho m8s justa,
1 Dalamerre v Poitvfn, Tratado de dereclto comerciat. t. 1, ndm. tiJ. Tro*
106
plnng, iibtri.
2 Poct,, t, VIí, D. 41, ndm, 63 y los autores que eite,
3 C trte de IH Rinailí In, 18 ds Enero de 1850 (&llo2, 1856, 2, S, sin rnoti~as),~
Seritenoit, del Triouast da Nantoa, de 23 de Junio de 1846 (Dalloz, 1846, 4,
en nuestro coricepto; cuando a,ubos. contratantes tienen
igual culpa por haber contravenido 4 la ley fuera injusto
que yqo,sufriera una pdrdida y que el otro obtuviera unq
utilidad; Ia razdn y la justicia quieren que Ia cnlpa no, sea
una fqpnte de provecho para nqdie y que las pdrtes eet8p
devueltas en la situación en que se hallaban ante& del tr,a!
tado ilicito.
166. Aceptamos esta argumentación; no 8610 nks parece
m86 moral sino tarnhidn mas jurfdica que la opioióp que
niega toda. accMn de repetíciou. Una sodsdad ilicita no
exiqte y nunca exi~ti4,es la nada; se la reprueba desde al.
momento en que se forma, luego los efoitotos que produjo
deben,ser anotados, si no nq fuera verdad decir que el con,
trato debe asimilarse á Ia,nada. El principio nos pnrece,in-
cboteatable, pero en la aplicapidn tropieza, con una dificul-.
ttt$.q~uy,grave. L a sociedad ilfcita futcionó, realizd. utili-
da.dee, luego se la declara inexistente, iQud ~ucedecon las,
utilidades? El.socio que las retiene puede ser demandado
en partición?'Eo la opipidn tradicional admitida por la me-
yoria de 1 0 ~autores se contesta que los socios no tienen
accióq,de partición, porque no puede haber reparto de uti:.
lidad, más que en virtud cle un contrato de ~ociedad,y.60
ha7 contrato. X C concluye
~ que hay que atenerse &,loshe-
chos cumplidos talea couio existen cuando el' contrato so
anula, (1)
. Este resultado lastima el ent ti do moral. Generaluierite
lae parte8 tienen igualmente In bulps; sin embargo, aquella
que,la caaualldad6 una-previsiúnculpable la ha hecho depo-
sitaria de loq beneficios, 103 retiene, gana más en una gocie.
dad licita que lo que hubiera gariado en una eociedad ili-
cita; hace uia beneficio de.su falta, E ~ t oes inmoral y esta
en oposicibn con el hspiritu cle la ley, El srt. 1131 rlhe que
el contrato ilfcito no puede terier niog6n efecto; y hB aquí
1 'Vdanae la8 citaa en Pont, t, VII, p. 42, nSm. 54.
que este contrato que se asimila & la nada produce nada
menos que un efecta muy importante, as~gnrsadotodas 308
beneficios á uno de los culpable~i. ES verdad que la conse-
cuencia es lógica y necesaria? Creemos que hay medios pa*
ra. conciliar el derecho con el sentimiento moral. Desde
luego se puede invocar el texto del art. 1131. EL Tribunal
de Wantes dice muy bien que la ley rehusa todo efecto h la
sociedad ilicita, las partes deben ser reemplazadas al esta-
do que tenian antes de haber contratado. ,jCómo aplicar
este principio cuando el contrato produce ~iusefectos? Los
hechos cuniplidos no pueden ser nulificados, la naturaleza
de Ira cosan ae opone. Si los beneficios habím sido dividi-
dos, esta división sería mantenida; es imposible anular la
distribución que ha sido hecha, seria preciso para esto nu-
iificar todas las operaciones consumadas; es decir, dar los
terceros que han tratado con los asociados el derecho de
atacar las convenciones libremente consentidas; dudamos de
que el principio de la inexistencia de la ~ocisdadilicita puem
da per llevado á esta consecuencia; en todo caso jamás ~ i e
]la ha propuesto. N6s aalela~itediremos cuál es el efecto de
la sociedad ilicitai, con relación ti l o s terceros; por' el mo-
mento se trata de zanjar una dific~iltt~(i eatre ayociados; un
beneficio se ha realizado y dividido; e.i un hecho verificado
que no se puede anulm. iSi el beneficio n o ha sido dividida
fio.se puede decidir que el beneficio será distribuido entre
los asociados? Si 1s divisiCn cowt.r!n..id~es válida apesar
de Ia~inpxistenciade la egsciedad ilft it:x juor qu8 no podría
habvr partición á pesar d, la antilacr6:i {le la sociatlarl? En
vano'se dice que la partición nii1ifil:ailis iio puede producir
efecto; en rsalidad la aivisión no es a i ~ i i l ~ dya ,no lo puede
ser, pilesto que rao ae arauln 1s nada. J'h+~;~ii$+ de la santen-
cia, corno aotes de ella, la socierlad eq iri~xiitmte;si !a par-
ticihn hecha . aotes , de la sentencia es vbli,la iyor qu6' no
mantener 1s partipibn hecha despuéa de la, sentextcia 6 ea
virtud de ella? La situación es idintica, Is partición se EParee
antes y después, sin que haya una sociedad; si una es valida,
también se puede hacer valer á Ia otra.
Esto se dice; es imposible, puesto que una sociedad ilíci-
ta, inexistente como tal, no podría dar lugar ti una acción
judicial. Contestamos que la acción no se funda en un he-
cho, la comunidad que ha existído entre los asociados; estor
comunidad de hecho debe liquidarse, Si se parmite Iiqui-
darla en lo que concierne á las fondos sociales 6 6 los apor-
tes Gpor qué no se permitir&liquidarla en cuanto 4 las utí-
lidadea? La distinción que se hace eri tre los bzn eficios y T,o
puestas es más sutil que verdadera: ciiando 1a sociedad es
asimilada 4 la'nada no puede haber parte, como no puede
haber utilidad; no queda más que un hecho, el de la comu-
nidad; esto da lugar 4 las acciones. Y es realmente en 1s
comunidad en la que la acción de división se funda, lo mis-
mo que la repeticidn de los aportes, y no ea el contrato de
sociedad. Supongamos que el contrato atribuye 6 uno do loe
asociados una parte en las utilidades, mayor qiie la parte
viril: iSe podría prevalecer de esta cláizsula para; reclamar
l i partición desigual? N6, porque no hay zlcci6n en virtud!
de la sociedad; no puede promover sino en virtud de la co-
munidad de hecho, y Bsta se divide siernprcr segfiil el pria-
cipio de igualdad.
Se objeta que es imposible conceder una acción judiciat
en virtud de iin contrata inexistente, sobra: todo cuando la
causa es ilícita. Nuestra contestaeiiin ae halla en un texto da
ley y en In doctrina que ha interpretado. Cuando el ma-
triiiioriio es anulado la8 convenoiones matrímonisles lo sou
tariibién, salvo el caso en que 10s esposos lo hubieraii con-
tr:rt:xdo (le buoxia fe (art. 201). &os esposos s0 h.an casado
b%,joel ré,gitn .n de la comunidad legal: es una socieilad de
bierwa unive.8 les. Este contra'to de sociedad no producid
ningún efdcto. Sin embargo, una cornhnidad da hecho ha
sxistido; se liquidar8 &estetitulo; los esposos tendrán accibn
en virtud de esta coatunidad, no solamente por la devolucibn
de sus p u e ~ t a ssino -también por 18 división de las ntilids-
des. Puede haber acción en virtud de la comunidad, aun-
que la sociedad que las partea haa querido Rea nula. Esto
contosta al reproche de inmoralidad que we pudiera hacer &
nriestra doctrina. El orden píiblico y las buena8 costumbres
se oponen, dicen, Q que una sociedad ilicita, tal como
una sociedad de contkiibaodo, d6 una acci6n en justicia &
aquellos quo son culpabie~ de un delito. Preguntamos si
la bigamia es un delito más grave que el contrabando; sin
embargo, los esposoti bígamaa tienen una acción para la lii
quidacidn de la comunidad de hecho que ha exiatido en.
tre ellos, B ~ s t afcrrnular la acción para convencerse de que
no tiene nada de inmoral;, no está fundada en el crimen de
la bigairiia, est4 fundpda en 1s comunidad que ha existido
entre los bigamos. Igrealllnente la acción de las asociados,
en caso de coritrabando, no ae funda en e1 contrabando, se
funda eii 1 1 ~comunida(1. de interés que 6s forma entre los
contrabandista.q; no teridrhn raccihn eti virtud del contrato
de fiociedad, lo rnismo que los eriposos no Ir) tienen en vir-
tud du su contrato de matrimonio. Pero hz habido en am-
bos casos intersses comunm; &tos son uo hecho, y es nece-
*.
ario que este hecho naa liquidado.
Se dirA que nuestra oornparación. ee defectuosa; la, cornu.
nidsd de hecho que u@ Formlb entre los esposos bígamos es.
por si misma muy lii:its, y si BI coati.si,to cle matrimonio es
nulificado, es qiie no debio haber corivenr:i~:~nsa matrimonia-
les e u t r ~personas que as consideran aio haber sido casadas
jamás, Pasa de otro modo era una sociedad ilícita: los intere-
aes conlunes s o ~ en , eete cmo, iIfcitos y hay algo inmoral
en dar una accidn judicial ppara regir Ins iiit.r<.s~silicitos,'
Convenimos en que hay una paqueñrt difereccia entre una
sociedad ilfcita y un '@~ntrato.de. maf rirnonio nulo en razdn
de Ia bigzrmia de Pos esposoe, Pero es verdad dedr que en
elacaso de bigamia' la Iey anula la sociedad de bienes y da
sin embargo, 6 104 esposos culpables una acción para liqui-
dar sus intereees comunes; hay tambien algo de ilfcito. ea
estos intereses, puasto que la comunidad de bienes se
krmado d consecuencia de un crimen. Hsto basta para que
pueda uno prevalecerse 6 título .de analogia. Bñadire.;
mos que en craalquiera hipotesis hay un efecto inmoral: e@
que una sociedad ilícita ha procurado utilidades que apilo:
v e h a uno de los culpables 6 'todos. Evte efecto ofende 'el
sentido moral; pero es menos ofendido cuando uno de los
culpables se apodera de todas las utilidades y agrega la ia-
justicia 6 su falta enriqueciéndose A elpenssa de sus conL
socios. E1 legislador e610 podrfa poner remedio al mal confis-
cando, en provecho de,los eátablecimientos de beneficencia,
los beneficios colectados por una sociedad ilfcita.
167. Nuestra opinidn esta aislada; debemos insistir, me.
nos para defenderla que para mostrar que Iiay incertidtim.
bra 6 inconsecuencia en la opinidu general Se invoca la tra-
dición ramaha; b0SOtr0S la Reparamo8 del debate porque,
desechando las distinciones que se hacían enz deiecho.roma-
no, debemos también recbazrir la aplicacióin que se hace en
la sociedait. ilívita. Xvoes exactordecir que la opinión con-
traria á la nuestra se.sigue gexaoralme~ts.Aoruellos mismos
que la pr~festlnen teoría la abandonati 6 le Iiaaen excepcio-
nes ciiacido se trata.de aplicarla, A4 Duvergier ensena 4ac
si en el rilomerrto en el'cual 1s sociedad ea anulada queda
una cosa cnmiia retenirTa por uno a e los asociados, este pua-
da ser deqpovbido por demanda de 1023 denias para que la
particih Hea hecha entre todos como si ~ x i acomunidad de
hecho laiibiarfi existido entre ellos, Se ba dicha con rada
que ehto btl ilógico. (1) LBinconsecuencia e8 evidente, pues
1 Durerpi*tr, p, 42, ndm. 52, Ea rieytido aontrasio, Rellw~gle, n$m. 102, y
Ront, tiiim. I ,
to que Duvergier admite el principio en el cual se funda 4s
opinión general. g Pero cutí1 es la razón de esta inconse-
cuencia? Es el sentido moral que- se revela contra la con-
secuencia ,á la cual se dirige la opinión generalmente se-
guida.
- El asooisdo que detiene la cosa #comilin la posee en
virtud de'la convención ilicita y pretenda apropiarsela en
perjuicio de los demh asociados. & la vez que es tan culpa-
ble como ellos. Ea el punto de vista moral Duvergier tie-
ne razún, pero hace mal en aceptar el principio juridico que
conduce 4 una oonsecuencia que el ~eotidor$ora~reprueb&.
Toullier h8ce otra disdnción. Hay qosss ilioitas por su
naturalezs; el derecho natural las prohibe; tales eon ioa de-
litoe ordiuarios; una sociedad,formada ' p r a r l robo y d $-
llaje jamh.9 puede dar lugar á una ac~iónen justicia. 0tr&
coaas est4a prohibidas sóio por e1,derecho civil; es decir,
por un derecho arbitrario y sujeto al cambio: tal es el con-
trabando; el contrato, una vez satifecha 1á ley penal, deba-
rfa ser considerado como vAlido. Es verdad que las leyes
prohibitivqs son variables, pero en tanto que uubvisten deben
ser obedecidas, y si se contrarían las convenciones son ili-
oitaa en el sentido de los arts: 6, 1131 y 1133. Esto no es
dudoso. En realidad la, diatincih de Toullier conduce $
dar una acción en virtud de una convención ilfcita; en efec-
.to, no hay asociaoi41~ para el asesinato y pira el adulterio,
eatos aon los ejemplos dados pur Toullier, y si hay asocii-
cioses que tienen por objqto el rqbo y el pillaje jamás ae
han visto aparecer en la justicia civil; loa ssociacios no figu-
ran aino en el banyuillo de 103 criminales. (1)
168. LBjurispt udencia no tiene principio cierto, se de-
cide según el favor 6 disfavor de las asooiaoionee connidera-
das corno illcitas. &te la ley francesa de 2 de bulio de
31 T~ullier,t. III,2, p. 76, n i i ~ s 12b-127,
. Bn aentido oontrsrio Troplong,
nbm. 102 p todos loa autorea (Pont, tliám, 66).
a. de U, TOMO X~I-24
1862 Ias sociedades 'formadas para la explotaci6n de los
cargos de agente6 de cambio eran reputada8 ilicitas; sin
embargo, Ib jurislirudencia, nulificándolas en lo futuro, les
da efecto en cuauto al paeado. Las cortes aplicaron la mis-
ma doctrina; para deci; mejor, mostraron l a misma i.nddu1-
gencia con las sociedades que tienen por objeto un oficio;
van rnhs lejos que nosotrosj en nuestra opinión jamás hay
acción siuo en virtud de la comunidad de hecho que ha
existir10 entre los asociados; mientras que la jurifiprudencia
procede á la partici4n del a c t i ~ oy del pasivo conforme á
las bases establecidas por-las 'convenciones ~ o c i a l e ~Sin
. emb
bargo, no es esto uná doctrina; hay sentencias más ueveras
que declaran nula 1; sociedad formada para la explotaci6n
de un oficio, prohibiendo 4 las partes toda acción en revii
sibn de las cuentas y aun en'repetición de las cantidades
percibidas', iCu6les son' lo8 motivos de este favor y disfa-
vor? En vainq se busca& un principio en estas decisiones;
siempre retrocede la jurispru(iencia ante la aplioaoihn del
principio eatableoidu por '1s doctrioa: es el sentido moral el
que decide, y en ebte punto de v i ~ t aloa jueces siempre nd-
mitiran con dificultad que una de las partes contratantes,
retenga, en perjuicio de la8 demhn, el beneficio hecho en
comtín, (1).
1C9, iCuhl es el efecto de la sociedad ilicita para con los
terceros? Se trata de saber si los a o c i ~ pusdso
s prevalecer-
se de la nulidad contra los tercero3 'y si éstos pixeden pre-
valeoerse de ella con 10.4 a~aoiai105. Li cuesti'ón est8. con&
trorertidn. Si se admite, corno ioahainor da decirlo, que la
nocíedad ilíci ta es un con trato inexi~ten te hay que aplicar
1 V6en~elee sentencies citadea por f nnt, t. YII, p. 44, Añbdnee Parls, 17
do IMnigv de 1861 (Dallox, 1862,2, 106). 'Eet'a-estitenaia se acerca 6 nuestra
opinián. A la vez que d e c l e r a r ~ nnula, de nulidad rrdical, 6 une asc1ciacidn en
nocr.hie ooleotivo, entre u n filrdsac6utico y ili~~. nrédicca, Is Corte sgiegn que
ftirii~6entre lae partes una cqmunidcld do Zqtt~rh,IR que, s ~ g d ne) estiidn de Ion
hcclioe de 1s causa, debe regirbe por loa t é i ~ t i i ~ ode
a la convención quo 20 cons.
tituyb.
los principios que rigen estos contratoa; y lo que los carac-
tsriza es que no reconociendo la ley su existencia, por mo-
tivos de orden público, cualquiera interesada pue-
de invocar su nulidad 6, mejor dicho, su inenistencia. (1)
Aunque no se admitiera la diqtinción entre los contratos
inexistentes y los contratoa aencillarnente nulos 6 nulifica-
bles se ilegaria 4 la misma coriclurióri cuando la causa del
contrato es ilícita; en efecto, la nulidad es, este caso, de
orden público, y cuando el orden público exige la anulación
la ley cia acción ri cilalqiiiera parte interesada. Lue:o no
hay para qué distinguir entre los socios y los terceros; hay
que atenerse á los términos abqoliitos del art. 1131;las con-
venciones con causa ilicita no pueden tener ningilia efecto.
L'IRautores están divididos. ,Lo9 hay que distinguen :los
ocios no pueden invocar ia nulidad contra 109 ter~eror,mien-
tras que los terceros pueden prevallecersa de ella contra los
asociados. Se funda esta distirición en el art. 42 del Código de
Co~nercio(art. 11 de la ley de.18 de Mayo de 1873), que se
refiere á 12 nulidad resulta,nte de la falta de publicidad de
las sociedades comerciales. (2) En nuestro concepto ninguna
analogía hay entre una nulidad establecida iínicamente por
interés de los terceros que contratan con la sociedad y una
nulidad de orden phblico, nulidad que quita todo efecto al
contrato y lo hacv inexisterlte para la ley. Yont propone otra
dijtinci6n. Cuando los tercero^ conocen (i pud'teran conr2cer
el carácter ilícito de Ia convención, las partes piieden opo-
nerles la nulidad para apartar el efecto del acta. Pero cusn-
do los terceros ignoraban 1%natiiraleza de la sociectad; las
partes P;O pueden prevalecerve contra ellos de la nulidad.
Xl art. 1131 rechaza esta distinción tanko como la primera,
en la teoría de 1a existencia de las convenciones ilícitas
1 Vdaqe el t. 1 de erbos Prinoipios, p. 106, niims. 72 y 72.
2 Tdlón, Estt~dioacercm (101 cor~tratode sociedad, pa. 89 y eiguienteri. En een-
tido aontrario, Porit, t. VIL, p. 39, nbm. 60.
no ae concibe siquiera que se distinga. iPuede la nada ser vá-
lida y producir efectos porque los terceros ignoran la eau-
sa que hace inexistente el contrato? SU buena fe no piiecíe
dar A la sociedad una exi~tencialegal qiie no tiene.
La jurisprudencia tiene poca autoridad en esta materia,
porque no tiene un principio seguro. A Ia vez que admi-
tiendo que la convención para la explotación de un oficio
tiene una.nulidad radical, concede efecto' á la sociedad en-
tre los socios cuando se trata de cargo de'agentede cambio.
Para con terceros la Corte de,,Lyonha decidido q G e no te-
nfao la aeei6n solidaria que les perteoecfa si la sociedad
fuese licita; sin embargo, les reconoció una maión coritrn
cada uno de los asocfados individualmente en la propor-
cidn de su interés en la sociedad ilicita. Estas diversas de-
cisiones sonbnteramente arbitrarias, apenas si estBn moti-
vadas; las Cortes sentencian de hecho y hacen ellas mismas
la ley que aplican. Otrae cortes de3iden que las sociedadee
ilicitaa para la explotacidn de un oficio no pueden ser invo-
cadas por los terceros, sin motivar indecisiones, sino acerca
del carácter iliciito de la convencihn q u e no pc$mite darlo
un efecto pára con los terceros. E ~ t a decisiones
s contradic-
torias prueban la ausencia de todo principio. (1)

170. El art. 1834 dice: 1iTodas las ~ociedadeedeben ser


redactada8 por escrito cuando su objeto eH de un valor de
mhs de 150 francos. La prueba testimonial no se admite
contra y ademAs de lo, contenido en el acta social, ni por
lo que ss alegars haber sido dicho antea, cuando 6 después
de esta acta, aunque se trate de un valor menor da 150
francos.li Esta disposición ss la reproduocidi~literal del are
1 Deaesad~,16 do Diciembre de 1851 (Dalloz, 1852,1,71);Lgon, 28de
brsrn de 1853 (Brillos, 1863,2, 207).; Rennei, 9 de Abril de 1882 (Dallos, 1853i
2, 208).
ticulo 1341, que s61o aplica al contrato de sociedad. La ley
entiende, pues, mantener, en lo que se refiere b la sociedad,
!as reglas que establece en el tftuloDe las ObZignciones acer-
ba de la ,prueba testimonial, Esto es evidente para 10s princ
cipios formulados por el art, 1341, puesto que el 1834 los
reproduce textualmente. *Lomismo pasa con l a g excqpcio-
nes que la ley hace 4 estas reglae, y en tdrrninos máa gene
ralea debe decirse que la sociedad permanece bajo el imperio
del derecho c,orndn en cuanto 4 la prueba, Las disposiciones
que contiene el Código acerca de las prixebas de Iws obliga:
ciones son evenciales por su naturaleza, reciben su aplica-
ci6n á todos los contratos, á no ser que el Código no las de-
rogue. Y en el título.De h Socidud no se enc~xent~ra nin-
guna derogación del derecha comiln; Io que e s decisivo.
Se pudiera objetar que el art. 1834, al reproducir una
disposición del espíritu de laa pruebas, excluye ~ p esto o ~
mismo 4 las atrae, cuando menos las que se refieren á la
prueba testimonial. Esto es un argumento sacado del silen-
cio de la ley; mila argumentación mando tiende 4 derogar
la$ principios generales de derecho. En el caso deben
ser de~iecbadossin titubear; no se puede prevaIecer del ar-
ticulo 1834 para inducir que la intención de los autores del
Cddigo ha sido derogar el derecho comen que rige las prue-
bas, pues ellos misrnoa han tanido cuidado de decirnos ,el
~ i o t i v opor el que han reproducido, en el titulo De la So-
ciedad, la disposicih del art;, 1341. Había en el derecho
antiguo sociedades t&citas oonocidas bajo d nombre de
co1í1pct%ias; eran sociedades universales que se formaban,
entre parierites 4 smigoa, por el 8010 hecho de habitación y
vida común duraata aiio y día, can oornunioaci6n de ganan-
cias y pérdidas, Se padfan probar par testigos. Y ~ cuando
F
la. redaccidn del Cbdigo Civil.no exi~tianen la mayor pare
t e de nuestras provincias; el objeto del art. 1834 fu8 el de
abrogarlas sn este aentido: que ae está, ya adliiitido á pro-
bar por testigds una sociedad cualquiera, desde que el ob
jeto tiene un valor mayor de 150 francae. Esto fué dicho
terminantemente por las orador& del tribuna?^. Be lee en
el informe de Bolitterille: ,:Las aaociacione~conocidas por
nuestros antepasados con el nombre (le sociede~desthitas .y
que se formaban por el solo hecho de cohabitación, DO con-
v +oían A nuestras costumbres desde mucho tiempo; el pro-
yecto tuvo el cuidado de recordar 01 pri~zcipio general qus
quiere que toda convención que tenga por ubjeto uu valor
'mayor que 150 francas esté hecha por escrito. .irEsta dis-
pnsiei6n (art. 19341,dice Gillet, hace cesar una institucidra
cuyos últimos vestigios gusta el observador contemplar, *la
de las comunidadeli tlicitas. Unas fafalniliasunidas desde va-
rios siglos bajo el titulo de copewilnaZes, habian honrado $
ai~h intititución, que traía en la8 costurubre~5iIg11na imagen
de la.antigü~dadpatriarcal. Pero la iiiadurez de nuestra
civiiizaci6n no permite ya cqoaervar la idea de eso8 usas
riiiio como recrierdoa initere~antes, ir

Los oradores del Tribunado Re expresan en térmjnoa de-


masiado absaluto.cl. No ea exacto decir que el Chdigo en-
tendió abolir una institución antigua, imagen de las coatum-
bres pa~rÍsrca)ee. LBS familia^ quedan sietlipre libres de li-
g a r por ~ Is arnistrlrt y unirse y formar uns. sociedad uni-
vri~salde ganancia#, pero no pueden ya probar su asoeiaoidn
por t"~tigofi.La novación a610 versa en 18 prueba. A Rliwi- ~
tacfa, se entiende. Al leer los discurso^ ;'de 108 tribunos se
t n por qué e1 legi~ladorabr~rgtSa~ooiacionesazn .
prt g i ~ i ~uno
tigira. que el afecto habfa firmado y que perpetúa una
ami. rrd lir>reditliria. A decir verdad, la ebolici(>n se limita
á. tle-echar la prilel~ntestimonial. B para ésto existian ex-
CFIH. t.'s razones. Miontra8 ~ubqiatíael 1 ~ z od.e paternidad
no ri iieeesitlibu de la prueba escrita, porque no habia pro-
.Cerw. Pero la c t ~ r ~ r ~ de i ~ oopsr*sonalcspnniiia ser suba-
r dlos
titlrjda por la divi'yi6n y dar lugar 9. debates judiciales. El
Tiiáunal de Paris nos dice que esos debaes eran frecuen-
tes y de decisi6n difícil; aplaudió la riovolción. 11Sedebes
alabar, dice, A Pos autores del C6digo por haber puprimido
este resto de nuestras instituciones gc)ticagv Las ~ociedades
tácitas forma0 una excepción peligrosa 6 1s regla, tan flabia
g tan neceiaris, dada por la ordenanza de lfoulins, que
pr'ohibeadmitir la prueba testimonial en maberia d e conveh-
rsióries, pasada cierta 'suma. Presentan además un hecho
difícil de comprobar, complicado en sus pormenores, ame.
nudo obscuro y eq~iívoco,y resultan de esto muchos pro;,
ceso s.^^ (1) Tal es ia verdadera explicación del art. 1834, y
se justifica completamente.
171. El'art. 1834, lejos de derogar el dereehs común,
tuvo, pues, por objeto aplicdrlo. ál una especie de sociedad
-para' ila q'ue la juri:iprudéncia había admitido una excepción*
Partiendo de este principio es fácil resolver las 'dificultades
que Ne han fpresentado'en la aplicación de la ley. Dificultad
des re ale^ no las lzay; las que se llevan 4 los tribunales re-
ciben su solución p rr 'las reglas que henios expuesto en el
. ~ art. 1836, al 'decir que todas
título De las O b l ~ a c i o n e s El
Iss sociedadcls deben hacerse por escrito cuando s u objeto
es de un valor de más de 150 francos, jentie~deque las'so-
ciedades no pueden probarae m á ~que por acta auténtica 6
privada? N&,seguramente; el art, 183%tizne el mismo sen-
tido que el art. 1341, del que es la reproduc:cióií; prohibe la
pruyba testim~niaide la sociedad cuyo.objeto pasa del va-
lor de 150 f~w.xoa, 2C6mo de prnsba la socied~tlen el caqo
en que l a prueba por testigos no se adaiite? El art. 1834
no responde A la cuesti6a; Ia respuesta se encuentra eii el
tiitulo De las Obliyaciones.
972. Una primera consecuencia desiva ds ests principio':
es quo el escrito no es necesario para la validez del contra:
1 Feilet, Eeport~ricade tos trabajos preparatorios, t. V, p.'270, Pont, 114aloa
PO 138.
to de socíedad; el arf. 1834 s6l0 decide una ouestifn de pae-
ba. Treilhard lo dice en la Exposición de loa Motivos y la
cosa es tan evidente que era iniitil decirlo. 11Laformalidad
de una escritura no es necesaria para ]la substancia de un
contrato; 8610 se la prescribe para la prueba. El contrato ea-
ta perfecto entre las partes contratantes por el consentimien-
to 4 independientemente de toda escritura, pero los tribu-
nales no pueden reconocer su existencia más que cuanda
quecia probada; y la prudencia no permite admitir otras
pruebas que Iss que resultan de una acta cuando fué posible
hacerla. Esta disposición no e8 peculiar al contrato de so-
ciedad, se aplica 4 todas las conveuciones. !,
173, La prueba por escrito se haea por acta aut6ntica 6
por acta privada. Hacemos ti un lado la8 actbs notariadas
que no han dado lugar 4 ninguna dificultad en m ~ t e r i ade
sooiedad. Ea cuanto á las actas privadas que compruebati
la sociedad, quedan sometidas al ate. 1325, puesto que la
aociedad es un contrata sinalagmático, Fué sentenciado que
l'a sociedad es inexistente si el acta no está, firmada por to-
das las partes. (1) La decisif n es muy absoluta en nuestro
concepto. En derecho el escrito no es necesario para que
la sociedad exista; dlo es ua asunto de prueba (núm. 172).
El contrato ~ ó l ofuera inexistente si ]la falta. da firma de
una, de las partes fuera una prueba de que Ia convenci&n
no fuE formada, y puede ~uceder;puede también no Aer asf,
como lo hemos dicho en el título De las Obligaciones (t. XIX,
niirn. 122j.. En ~1cayo la oosa era dudosa; &e preteiidiá que
la convención habirá sido ejecutada; la Corte hubiera debida
rtrlmitir la prueba de este hecho, ptiw resultaba de 61 con
evidencia que la sociedad había realmente sido formpda.
No se ejecuta lo que shlo queda apalabrado. ¿La prueba de
la existencia da la- saciedad puede ~esultarde escritos que
no están redactados eu la forma prescripta por el act, 13281
1 Brueelas, 6 da Enera da 1825 (Parioriuia, 182& p. 27l)i,
paestra opini6n es segura 1s negativa. E e r n o ~ensena-
,b
, do 9n.d titulo De las Obligaciones (t. XIX, n6m. 224), que
la lcorrqpondencia da las,partes ,no puede servir de prueba
-literal; con;más rmda laa parte8 no pueden alegar otroe
escritoa La opinidp contraria esta generalmente admitida;
se' enseña .que cualquier escrito basta cuando laa partes re-
,cap,ocenan kl, que son 6 hqn %idosocios. 8 &u$ sucede coa.
el art. 1325 en esta opinión? Se le aparta por razón de que el
art. 1834 no exige-queIas partes produzcan ~f,n<z acta redac-
tada en las formao del art, 1325;e ~ t earticulo se aoonforsia
obn un esorito; en decir, csn una prueba litsral cualquiera.
Contestamos que-el art, 1834 sdlo reproduce el art., <1341.;y
aegún esta disposición lldebe hacerse ucta ante notario 6
privadamente por todas las coeaa (ue ex~edendel valor da
150 francos. 1, La ley exige, pues, una acta; y a ~ como
l el ac-
i~ awténticu no puede. ser invocada como prueba m& que
euando-reune las condiciones reqileridas para la au,tentici-
dad, aai tambida el p&¿api.iuadano existe c o ~ prueba,legal
o
sino cuando las fo.relidadea del^ art;. 1325 han sido,qbserya-
das. Admitir cuelq&er eso*ito.como prueba liteial es tras-
tornar el sistema de prueb,a'organizado por el. C6digo Civil;
la ley determina la fuerza probants.de los e s c r i t ~que no-
han,sido r,edactados para comprobar el hecho litigioso, les
da la fuerza de un prinéipro de prueba por escrito. tartJqu-
l o 1347); por escepcibn le da una fe mayor, peio esto. as
bajo las condiciones que determitia (arts.1329 y siguieetes).
E&as escritos no aon actas en la teoria del Código; na,pue-
den, pues, en principio mr .alegados como ,prueba literal; y
104 arts, 1341.y 1834.exigen ,.una acta, lueg,o un escrito re-
dactado conforme h las prsscripcioiies de la lop; esto nos pa-
rece deDisiyo. (1)
1 Pont, t. TIí, p, 106,ndm. 185, Bn mentido contrario, Troplo W, n 6 m e r ~
205 y loa autorea cltacion por Pont.
P. de D. rcoaro XXVX-26
La juiiaprudencia pareck contraria d dnestra opini6n
Pero las sentencias 'que se citan (1)8610 son decisiones de
casos, la cuestidn de derecho no se toca en ellas. Y de he-
cho' no se presenta amenudo. Lá correspondencia de laa
partes v d e como un principio de prueba por escrito, y en
eate ca8o la ley no s61o admite lg prueba testimonial sino
también las simplea presun&ones Sue derivan'de los hechos
y circnnst'ancias d6 la: causa,' y estas presuncione~se aban-
donan á, la inteligencia y prudencia de loa magistrados; de
estose sigue quelou tribunales tienen un poder de apreciación
poco menos que discrecional desde que existen cartas de la^
que piieden prevalecerse las partes como de un principio de
prueba por escrito. Hay también una dificultad en lo rela-
tivo á la prueb8 que resulta de la correspondenciíi, <j,Puede
invoc8rse'-para probar la confesidn que una d e las partes
hace acerca del objeto del litigio? Hemos dicho e n otro lu-
gar que no 'debe confundirse confisión con la prueba li-
teral (t.'XX, 'n6rn.166). Se recurre t i In co'nfesián cuando
no existe una prueba*literal. ~ C Iio Ó se 'prueba la confesión?
Segiin el derecho común. Y ,la confesián n i es un contrato
bilaterdl; luego no hay lugar & aplicar el art. 1325. (2)
174. Según el art. 1834, la prueba testimonial se admite
cuandd el objeto de la sociedad es menor de un valor de
150 francos. iQué debe entenderse por la palabra objeto? La
cuestidn está controvertida; no debiera serlo, pkesto que el
texto de la ley la decide. Se trata de saber si por Fa pala-
bra objeto se entiende el objeto de la .sociedad; 'e'a decir, el
monto.de las puestas reunidas, ó el objeto (de la demanda
hecha tinte el juez. El art. 1824 decide la cuestidn; habla
-del objeto de la sociedad, luego de las puesta^, Si, pues, las
puesta8 pasan de la surna.de 150 francos, la pueba por tes-
1 Troplong, núm. 204. Compdirese Pont, nilm.' 186. VQonse las sentencian
en ed Reiertorio de Dalloz, en la palabra Sociedad, núm. 265.
2 Coriik~rcoelo que liemos dicho en el tftulo Del Arrcndamiotto, t. XXV9
ndim, 60.
tigos nase admitirs&,aunque la demanda sea inferior á ea.
&a suma; rnientraa qxie la prueba testimonial serb de admi.
~ i puestas frieran inferiores á esta suma y la de-
t i r s e @las
manda llegara á una cifra considerable. Para saber si l a
prueba teatimonial es admisible, Se considera no el. montc
de la demanda judicial sino ,al monto de la convescidn en
el momento en que se forma, porque es en aquel momento
cuando las partes contratantes deben aaber si tienen interée
6 no en redactar una acta, Si cuando el contrato las pues-
tas paean {le 150 francos debe hacerse una acta de sociedad;
éstos son los términos del art. 1341. Si las puestas no lle-
gan 4 esta cifra, no cre necesita el acta; es decir, que la p.6.
ba testimonial es admisible. Esta es la opinibn generalmen-
te seguida. (1) Creernoa iniítil combatir la opinidn contra-
ria; cuando el texto ee termina~teno debiera haber con-
troversia.
175. EL principio establecido por el art. 1834 es general;
s610 recibe excepcidn para lau sociedadea de comercio en
participación, siendo la prueba por testigos indslnidamente
admitida en materia comercial. En el proyecto del Código
Civil tal como fuc! presentado al Consejo de Estado, se hs-
cia una exkepoidn para las sociedadea ~ontratadasen ferias
6 en negocio de ferias. Parece que esta, disposici6n fu8 adop-
tada, desaporeció de la redaccidn definitiva sin que ae sepa
por qué. El silencii~da. la. ley zanja toda dificultad; dice
cualqzkera ~ociadad,y no admite ninguna, excepción, sal-
vo la que rerulta del derecho mercantil: si, pues, una so-
ciedad se contratara en feria de comerciante & oornercianr
te, 6 si tuviera por objeto un acto de comercio, siendo co-
mercial la sociedad la prueba por testigos seria admitida
(ley de 25 de Mayo, 1873, tbrt. 1). (2)
La Corte de Besran96n había sentenciado en una primera
1 Pont, t. VIL, p 116, ndais. 145 y 146 y lan autoridadea que oitan.
; 2 Poat, t. VII, p. 111, niim. 140,
sentencii,. que el art. 1834 no es ~pplicable4 las asociacio-i
nes qtieseran que desde tiempo .remotisirno Lexiatenen,las
rnoatanas del Jura, Los habitantes de varios municipios
tienenclafacultad de que se reciba la leche de sus vacas en
un chalet destidada i la. fabricacidn de quesos; especie dea
comunidad que lea asegura el medio de aacar de eus propie-
dades el. Único partido qus puedaa obtener, Estm son los
tdrmiiloe JB la sentencia; admite que la fuerza de las cosas
y una tradición antigua derogan el derecho comiín. La Car-
tk ha cambiado esta jurisprudencia que en derecho no p o ~
día justificarse. En efecto, los usos antiguos quedaran abro.
gadoa por el Código Civil, 'y no puede formarse un núeva
uso conf;rario It la ley. (1)
Fiié sentenciado por aplicsei6n del mismo principio; que
las felaciones establecidas entre'conc.ubiriosno implicwba~la
existencia da una sociedad de bienes. Están libres, sin duda,
de formar tina sociedad, pero deben probar su axisteneirz
conforme a l derecho común; el art. 1834 debe, pueaj recibir
su aplicación. :(2)
176. El art. ,1834 dice que todas*las sociedades deben
constar por escrito. Se ha pretendido que estos .t&rminos
imperativos y absolutos exolaian la prueba. tekimonial,
aunque hubiera un irincipio de prueba por escrito. Esto es
un error condenado por 1s doctrina y por u& conatante ]u-
ri'sprudencia. Apenas si'se cobipsende c6mo 1%cuestiqra se
ha llevado vatias veces ante la Corte' de Casaci6n.' El ar-
tíolila 1834, lejoa de dercigar el derecho camiin, t r i v ~ior
objeto bom'eier áI dicho derecho sociedades que en la juris.
prudencia' antigua estaban. excipturidas de 61 (núms. 170 y
3.71); al reproducir las reglas del art, 1341 en el arb, 1589
el legislador no entendid apartar las excepciones que eafar
1 13eeangón, 28 de Dioiembre de 1842, y 23 de Abril do 1846 (Dnllos, 1847
2,1a,.
2 %ris, 19 de Agosto de 1861 (Dalloz, 1854, 2, 841, Po~it;,nám. 139.
=$as recibeal, qspqgialgente la del art. 1347; el derecho
cppiiíni debe, por consiguiente^, recibir su aplicación por ra.
aón de que la ley no lo dgroga. La Corte de Casaci6n sism-
gre lo sentenció así; nos limitamos.4 relatar la última sen-
tencia que fiaé pronunciada en circunstanciss notables. Dos
amigos, una pobre y otro rico, habían ,par~adogran parte
dq B U vida en común desde ,1817á, 1850. El que no tenfa
nada murió primero. Sus herederos comenzaron por mandar
casar un testamento que el difunto ha;bia hecha en provecho
(le su amigo. Luego reivindicaron todos los valores inven-
bariados después de la muerte de su autor, y sucedia que
diczhoa valores procedían de colocaciones bechaa enm verdad
por el difunto, pero con dinero de su amigo. La Corte de
Dijón decidiP,que.había habido entre los 400 amigos una
sociedad pniveraal de b i z ~ e sy que, por consiguiente, las
wilecaciopes de fondis hechas por uno de ellos habisn sido
por. partes igqaleg. Becurs~de casacidn admitido psr la 94-
m y n de Requisicionee, desechado por la 0 4 m a ~ sCivil.
Habia un motivo de duda. El difunto-habfr hecho algunas
colocaciones de fondos en su nombre por actas auténticas.
4 No era, deeconocer la fe délbida Ch. Ias acta8 quk6ntieas~el
dealarar comnqea unos valores que, ea virtud de etztaa ac.
ras, eran propiedad exclu&ve, del clifunto? La,Coi.te de Ga-
~lacióracomiepza por egtqblgcer que la, sociedad universal de
bienes pueda ser probada, por te~tigoay por preaurncionee
cuando exieite un principio de pruebie por -escrito. Y .ea el
caso existían ~.csitos procedentes de ambos amigos .y con.
firmados por hechos numerogoa de eje~ución.E~tsendopro-
bada la. sociedad universal las color;<sioneshechas por uno
.de los asociados debjao Ber consideradaq ~oornocomunes al
otro. Se prefj@gidk& que el difuntp, asa dongtarir, de los valo-
sles creados en $u nombre, La menteiacia atacada contestaba
á la objecih: lo calidad de socio pugna con la de doreata-
Pío ctiandcb Is, sociedad eg fsnivGrwal. Otra ciscnnatancia ex?
clufa toda idea de liberalidad entre vivos: es qire exístfanr
dos testamentos mutuos por los cuales el supérstite debía
recoger la pazte del primero que muriera 0x1 loa bienes co .,
munes. (1)
iOu4nd0 hay principio de prueba por escrito? Se admik
el principio de prueba por escrito en virtud del derecho co-
miín; es, puea, eate derecho el que debe aplicarse para de-
terminar los caracteres de esta semiprueba. Transladamod
al titulo De las Obl<quciones acerca de las numerosas difi-
cultades que ae pre3entan en eat;a maturia. (2) Hay una que
se ~ r e s e n t ambre todo en la sociedad. No es un contrato
A

que tenga por objeto un solo hecho jurídico como la venta


6 el arrendamiento; las relaciones múltiplee que resultah.
de ella necesitan crl4usulas m$s 6 meno@numerosas. iBa&
tará que h ~ j un a principio de prueba por escrito de la exis-
tencia de la sociedad para que las partea interesadas esten
admitidas á probar por testigos todas las cl&usuEas en las
cuales puede suscitara6 un litigio? Nó, 1s prueba debe ver-
sar sobre el hecho que se contesta; luego el principio de?
prueba por escrito debe referiree al mismo hecho. La Cor-
te de Casacidn lo sentencib asf en el caRo siguiente. 80 ia-
vocaba la cláuuula del contrato segiln la Cual cada aocio,
aunque libre de vender su interds, no podía disponer de 411
sin haberlo ofrecido a la compafifa, la que se reservaba el
derecho de retira en determinado plazo. La existencia de
esta dhusula fub negada. No obatabte, los primeros juacee
decidieron que resultaban de todos los hechos de la causa
presunciones graves, precisas y co~cordauteade la existes-
cia de la sociedad y, especialmente, de la cl&usaXalitigiosra.
Recurso de casacidn. L a Corte proiiunci6 una sentencia de
í Denegada, 17 de Febrero de 1858 (Dalloz, 1868, 1, 124). VBRee la juria-
prudenois en el .Repertorio de BaIIaz, en 1s palabra rljooiadad, nQm. 266, Agrd-
guene Orle~íno,26 de Aensto de 1869 (DaIfo%,1860,2, 18Ei). Oompdreeo %nt,
t. VII, p, 121, niím. 149,
2 Vdase 1s jurirprudenoia en el Repertorio de Dallom, en 1a palabra Sooieda$,
riúrns. 264 y 266.
denegada por motivo de que d los jueces del fondo, habien-
do reconocido y podido reconocer por el examen de 10s li-
bros de la sociedad un principio de prueba por escrito de
la existencia del acta de aociedad y del tenor de la clAnsula
litigiosa, les pertenecfa apreciar las presuncioneg que for-
maban el complsmento de la prueba. (1)
177. E1 2. o inciso del art. 1834 aplica 4 la prueba de la
eociedad la regla, de que letras vabn más que t~stigos.Se di-
ce en une acta que la sociedad e$%áformada entre cuatro
personas que se citan. Una persona no mencionada en la
eacrittira. pretende ser socio también y pide dar la prueba
p r testigos. La demanda fué desechada, y debía serlo,
puesto que esto hubiera sido pr bar contra y además de lo
contenido en el acta; lo que prohibe el art. 1341, (2) La
aplicación no es dudosa; en cuanto al principia translada-
mos sl titulo De las Obligaciones,
178. Hemos supuesto hasta aqui:que Ia prueba de la go-
eiedad debe hacerse por uno de los socios. iQu4 debe deci-
dirse en cuanto % los terceros? d Se admiten 4 probar por
,

testigos que existe una sociedad entre l o a que trataron con


ellos a titulo de socios? La cuestión está controvertida, Etí
principio el art. 1834 se aplica ir los tercerúe corno A las par*
tas; la regla que prohibe 18 prueba testimonial cuando el
hecho litigio~otiene un valor mayor de 150 francos es ab-
mluta y los motivos en los que se funda son igualmente ab-
nolutos, Pero esta regla recibe una excepción toda8 las ve-
WB que no ha sido posible al demandante procurarse una
prueba literal del hecho litigioso. Y el tercero que trata
aon.aocios bien puede pedir que la. canvenci6n conste por
eecrito, pero no puede procurar~euna prueba literal de la
a

sociedad coln 18 que trata, puos queda bxtraño al contrato que


1 Denegrds, 17 de Abril de 1834 (Dalloz, on 1s pblabrs Sociedad, ndm. 256)
7. O , y Pont. t, VXI, q. 122, ndm. 161,
2 To?oin, 29 de Noviembr~de 1811 (Dalloz, ea la aalabra dociedad, niEme-
40 2Fjl),
interviene entre los a~cios.iPero no puede objetarse que i9e
depande exigir que los socios con los que trata produzcan. el
acta de sociedad? EBseguro que puede negzsse 6 tratar si el
acta no es producida, g si no h y escritura puede e ~ i g i r ~ q u e
se ,haga una; do se puede, pues, decir que se encontró en Is
imposibilidad de procurarse una prueba literal de la existe-n-
cia de la ~ociedad,
Lo i autores que disuuten la cuestidn no citan el artícu-
lo 1348 (1)Si se aparta este artículo ya no hay duda; des-
de que no hay excepcibn cie está bajo el imperio de la egla.
L a jurisprudencia Iza decidido qiie el art; 1834.110 ea aplica-
ble A los terceros, pero 14s motivos que da-son poco c 0 7 -
%cluyentes,Se lee en una sentencia de la,Clerst~de Ca~acián
que el srt. 1834 a610 se refiere 4 los asociados entre si; que
no puede ser opuescb A un acreedor que ha contratado bao
jo Is fede una sociedad pdblicamente wconúcida. (2).Esto
eEt afirmar, ha es p~obar: EL reconocimiento pfiblico es VEF;
notoriedad y la ley no admite la notoriedad oamo prueba.
Se citan también otraa dos sentenciae de IR Borts. de Casa-
ci6n, pero en estos casas habfa escritos atznqvie no hilbiers
qctm; la cuestión era, pues, enteramente distiuta, ~e.trata-
ba de saber si una prueba literal cualquiera basta; transla-
damos 4 lo que fu4 dicho mls atrhs acerca do e& punto (o&
mero 173).
179. L a ley de 18 de Mayo $e 2873 que reemplazó e1:ti-
tula I X del. primer libro del C6'digo de Comercio, presc~ibo
formalidadea eepeciales para las sociedades morcar.ti%es.De:
Aben constar por actas atzténtioa~6 par aotse privsdas,y;dg-
ben .usr hecbaa públicas. &a ley d l o liaao excepcibn .par&
las asa~iacione~~ momenthneas y las asociaciomaea sn .pa~tici-
pacida que pélnmarxecen bajo el imperio del dereoho col
~ Q (arts,
D 4-14).
1 Duvetgier, p. 116, nbmo, 77 y 78. Pone, p. 127, ni%, 168.
2$Dsnep;edn, 23 de Noviembre de 1812 IDoMoz, en Pta rialbbra rYucisdadr nfi-
m a o $74,2,0)
Lsa sociedades civile~no tienen que pnblicarae, mlvo -la
aplicación d e las nuevas leyes que exigen la transcripoi6n
de las actas translativas de darechos reales inmoGliares. Di-
remos en el titulo Re lud Hilpotecas si las sociedadea eetán
compretdidas en eettis actae.
180. ,jEl art. 1690 es aplicabls ti la puesta en aociedad
de un credito? Cuando 1s sociedad es comercial la afirmati-
va es segura; estas sgciedüdeu forman una persona civil; le
puesta del crédito constituye, pues, una tranvlacidn da pro-
piedad, el socio deja de ser propietaria del crddito que po-
ne en el fondo social, Por tanto, se esta en los términos y
en el espíritu del art. 1690. ( 2 ) Lo mismo sucede cuando la
~ociedades civil ea opinión de aquellos que admiteu que
toda sociedad ea una persona civil, Pero Ilr cueutidn se ha-
ce dudosa en la opioióii que no admite la personificación de
las sociedades civiles. Volveremos 4 ello.

181. Esta cuestión, muy controvertida bajo el imperio


cle la legislación francesa, ha sido zanjada por la ley belga
rle 1 S de Mayo de 1873. El art. 2 dice arjí: 1iLa ley recono-
ce cinco cla~esde sotiedades mercantiles: la ,sociedad en
iiombre colectivo, la uociedad en comandita simple, la so-
ciedad aodnima, la sociedad en comandita por acciones y
'a sociedad cooperativa. Cada una coustituye una Uzdivi-
tlualidad juddica distinta de la de sus ~ocios,~i ilBay, ade-
más, dice el art. 3, ~ociedadesmercantiles momentáneas y
sociedadee mercantiles en participación, i las que la ley no
reconoce ninguna individualidad jurídica.ii La ley llama
iwdividualidad ju~idica b que la doctrina llama persona
civil 6 moral; en el lenguaje de escuela ee dice que la ley
1 Denegada, 28 de Abril de 1863 (Dallog, lBW, Ir 4461,
r, de u: nl3itQ XXVX-26
Lsa sociedades civile~no tienen que pnblicarae, mlvo -la
aplicación d e las nuevas leyes que exigen la transcripoi6n
de las actas translativas de darechos reales inmoGliares. Di-
remos en el titulo Re lud Hilpotecas si las sociedadea eetán
compretdidas en eettis actae.
180. ,jEl art. 1690 es aplicabls ti la puesta en aociedad
de un credito? Cuando 1s sociedad es comercial la afirmati-
va es segura; estas sgciedüdeu forman una persona civil; le
puesta del crédito constituye, pues, una tranvlacidn da pro-
piedad, el socio deja de ser propietaria del crddito que po-
ne en el fondo social, Por tanto, se esta en los términos y
en el espíritu del art. 1690. ( 2 ) Lo mismo sucede cuando la
~ociedades civil ea opinión de aquellos que admiteu que
toda sociedad ea una persona civil, Pero Ilr cueutidn se ha-
ce dudosa en la opioióii que no admite la personificación de
las sociedades civiles. Volveremos 4 ello.

181. Esta cuestión, muy controvertida bajo el imperio


cle la legislación francesa, ha sido zanjada por la ley belga
rle 1 S de Mayo de 1873. El art. 2 dice arjí: 1iLa ley recono-
ce cinco cla~esde sotiedades mercantiles: la ,sociedad en
iiombre colectivo, la uociedad en comandita simple, la so-
ciedad aodnima, la sociedad en comandita por acciones y
'a sociedad cooperativa. Cada una coustituye una Uzdivi-
tlualidad juddica distinta de la de sus ~ocios,ii ilBay, ade-
más, dice el art. 3, ~ociedadesmercantiles momentáneas y
sociedadee mercantiles en participación, i las que la ley no
reconoce ninguna individualidad jurídica.ii La ley llama
iwdividualidad ju~idica b que la doctrina llama persona
civil 6 moral; en el lenguaje de escuela ee dice que la ley
1 Denegada, 28 de Abril de 1863 (Dallog, lBW, Ir 4461,
r, de u: nl3itQ XXVX-26
ha concedido.la. personi6sación A- .la8 s~ciodadesde comer -
cid; opn.excepción d.+ lrasuoiedadn rnojnent8neas%yde la^.
sociodndes en.participaci<lo. E~taspermanecen bajo el i m ~
perio3del dw¿ch~norrtún; el derecho oginiln e8, piies,que
1i sociedad no tiene individualidad. juridioa dilitiilti de la
de.sus nociod; la sociedad sa cnrifunc'ie con los asooiad I R . (1)
182. La.controversia que existia bajo el imperio del C61
digo. Napole6n no ep, pues, ya m43 que historia; creemos
infitil detenernos sti ella; Aquellos de.nurstros lectores que
qui-ieran connc~rlii.prieden corinultar una excelente diser-
tacihn del S r Thiry, nuestro ~ a b i ocolega de la Uniyernidad
de Liej!jn. ( 2 ) Nos lirnit~rern~g á de lucir las consecuencias
que derivanVdel principio consagrt+do implicitarnente por la
ley de 1873, A reserva de volver, B las ~ i k c u l t a d eque,pre-
-
~
sstilhn en el lugar de la materia.
'Las personas civiles son capaces de adquirir.^ poseer;
cuando la otlcieda tiene' una individiiiilidad jurídica di*-
tinta de la de .NUR tnien~brog,la sociedad es la que adquiere
y posee, No sucede lo mismo con lar ~ociedaifescivi1.s; no
tiénwn existencia legal; r1o pi~etlen,pusa, ser propietarias;
los ir.ci"s Ron quienes adquieren y poseen' en eornúa y por
iodiviro los bienes ya* fcwmas a l fiiniio socid:. C u n r \ d ~el
Código habl:i, pues, de los bienes que pertanecen d I n so-
ciedad (art. 1859). 6 de casas cGra pr6pi;dhd Re trae i
la saciedad (a$. ?1867;, entienfie por sociedad los asocia-
d ~estos ; tienen, , a . 1 indivisa en los hiel
~ n a ' ~ r o ~ i e doopho
a

iiei socialer, y,tienen 6 pueden ts;ar,bien*s que son de su


excliisiva propiedad; ,es para distinguir los bienes 'que son
Is copropiedad indivisa de' los aaoeiadoa, de s1; que les son
por lo q u e la ley habia de, loa bienea de 1;. aocie-
.
1 Brqepto la aplio-cidn de I ~leyee . s . la lag de 3 de Abril de
E e 8 ~ ~ ~ k l eSegifn
18bL las'enoiid~dbsaa 8oaorrne mbhuos Iekiilmbnte reoonodidra gozan de le pero
ionifiaacibn oivil. Usnao16n, 18 de Junio de 1808 ( P ~ a i o r i ~1868
i ~ , 1, 476),
2 Z?etristo.critioa & ,l~ 4: afio, y 612,y, t. VIL ,S. 0 850,
lo~irlaqi$v&,t. .XV,Q

p 289 .O;mpSrese:u$a aenteneia muy biesa haohe de kruraiai, $1 de Abril de


10.73(Phiiicida, 1875;8i200).
dad; sencilla manera ¿le expresarse que eviia largaa fraees y
hace 1f189 clera la idea. ¿Del principio de que los socios son
coptopietarios de los bienes uociales drbe concluirse que cada
uno de ellos$puedehipotecarlos ? Volveremas Q esta cuestión.
LOPasocitidos tienen un derecho 0n los bienes que for-
man el fonddsoéial.' Según el art. 529 este dereoho.eR mo-
biliar cuando se trata. de uiia compañía de hacienda, 'de
comercio ó de, industria aunque la compañía.posea inmne.
bles. La razón es q u e los irimue'bles perteueceo n o á 10s
~ o o i o ssirio 4 1. sociedad, puesto que las compañías de qu'e
habla el art. 529 son persona4 civiles. Cuandi, la ~ociedad
ee civil los socicis son propietatios por' indiviso de los bie-
nes que conhtituyen el foudu social; la naturatega (le su
derecho eat4 determinada por el oq-to en el lub,ver:qa. Si
el f o n d ~social comprrnde unos m u e b h y un& inmueblks,
el dérech 1 d 1 sofibib-serlmueble 6 ioinueblq, wgúh los a&-
tecirnirnros de la particibii; de modo que'fii se casa bqjo el
réginien de la cornutiirlad, los muebles puestos 'er! s u 1o'Ee
entrarSn en el activo, y loa itimuebles qiie le vencen aeriir~
exclilir1o.i de ella.
El derecho de prnpi~daddetermica los derechos de 1'09
acreedores. Cuando 1s. sociedad es ournercial 'lw bienea i u e
poses Ron la prenda, de su4 acreedores; es decir; de Z I ~ U R I I O R
que h a n tratado cun Ia persona civil. Los acreedtlrrs tle los
asociados tierien por preirda los bieries (le BU@ deu&)res;
luego no pueden embargnr 1cis bienes de la sociedad, puesto
que mientras dura 8vta e ~ t o abienes no estan en el'dominio
de 10s asociados. Sigue~ede erto que los acreelior6s de 18 80"
ciodad se paga0 con los bienea mcinlss, con praferenoia h
los acreedores da lon asuciadari, no trniendb '&tos derpc$o
Ba loa bienes m68 qtie iina vez deducidas las dekdsa de la
~aciedad. En las sociedades civile~lorr acrerdsFes de la ti&-
ciedad són acreedores de loa nooíos; conel rnisrnu título . .%ir0
,los 'acreet?.ori!s personales d e c5.t~~.
'
Dd derecho de Propiedad resulta otra consecuencia re-
lativa á 1s compensacibn, Los crbditos qrte pertenecen 6
una sociedad de comercio no pueden compensarse con l a 8
deudas de los ocios, pues aquel que es deudor de la socie-
y
dad acreedor de un ocio no se encuentra en los términos
del art. 1289; es deudor d e 1s sociedad, prro no acreedor
suyo. Asimismo el socio, deudor psrsonal, no puede opo4
aer en compensación $ RU acreedor lo que éste debe S la so-
ciedad. La compensacicin tendrá lugar, al contrario, entre
los créditos de la sociedad civil y los acreedores de los so.
cios, pues la sociedad son los asociadas; 109 acreedores
los deudores de Bsta son, en realidad, acreedores y deudo-
res de los as ~ciadl)s,lo que hace aplicable el art. 1289.
En fin, formando la aociedad de comercio una persona
moral puede promover en justicia, pidiendo 6 defendiendo.
El Cúdigo de Procedimientos consagra una consecuencia de
eete prinoipio, dixponiando que las sociedades de comercio
deben ser demand2das en el domicilia social, y qrie no pue.
den serlo en la persona de su garante sin que sea necesario
poner & todos los socios en cauua (art, 69, nrítu, 6). No te-
niendo las sociedades civiles exi~tenciapara la ley, se en-
tiende que no tienen el derecho de promover en justicia; to;
dos los socios deben figurar en pemoria en ta instancia.
183. Se admite generalmente que las sociedaciea civiles
se vuelven personas morales cuando esta n constituidas e11
las formaa que la ley prescribe Para las sociedades mefcaii-
tiles. Esto es muy dudoso; volverem~st i ello.
184, Si se admite que las sociedades ciriles toman el ca-
rhcter de una sociedad mercantil cuando eclt4t-i establecidas
en las formaa comercialer, se debe también aplicarles el ar-
tfculo 128 de la ley de 18 de Mayo (le 1873, qiiedice: iiLas
uociedades anónimas y otraa añociaciones comercirrles, indus-
triales 6 financieras conaOituidss g teniendo su eitio en pafs
exfranjero, podrhn hacer sus aperacionssy comparecoi en
wsticiaen Bilgica. 11 Esta disposicidn modifica, ampli Ando
ia, la ley da 14 de Mayo de 1685 que no pirmitía 8 lai so-
ciedades extranjeras ejercer sus derechos en Bélgica más
que bajo conilici6n de reciprocidad, en virtud de una ley
relativa 6 las sociedades france~asy en virtud de iin decre-
t o real para las socierlades de los demds paises. Ftirniando
Iag sociedados de comercio persona civil por 1s convencihn
de las partes, independiente tie toda autorizacidn, oo habrfi
t a z ó n para negar á las fiociedade'a extranjeras los rterechov
q ~ i ola ley reconoce ii Ias sociedades belgas. PeroAo dcbc
inducirre de esto que toda pervonlr civil constituictq en el
extranjero puede ejercer eri Bélgics los derechos que le per-
tenecen ~egúnla legislación extranjera. Las personas Ila-
macias civiles san una3 ficcioneq, y 10s seres ficticios $610
existen en virtud de la ley que los h a creada; luego no tie-
nen existencia mhs que dentro del territorio en qne 1s ley
iene fuerza obligatoria.
185. La lry francesa de 30 cie Mayo de 1857 (1) contiene
diap~sicir~nes andlogas d las de la ley belga de 1855, Siendo
esta materia extraíía B nuestro trabajo, nou limitaremos á re-
h t a r l a s sentencias cio IR Corte de Casacirin de Francia qixe
han ido pronunciadas acerca de la capacidad de las sociedo,.
desextrar~jaras.Ls ley de 1857 dice que las sociedades andni-
-mas y otra8 asociaciones murca.ltil-s ~ometidaaA Id auto&
zacidn del Gobierno b e l p y que la han obtenida, pueden
tqjercer todos sud derechos y promover en justicia en Pran-
cia, conformindos~4 las leyes del Imperio. Un decretu im-
perial promulgado en Consejo de Xstsdo puede aplicar k
todos los demhs p ~ f s e el s b3nsficio de esta disposición, PuO
~entonciadoque un%sociedad an4iiim.i ex tranjeru, su n re.
gularrnente constituida, no tiene existencia Legal en Fran-
jcia y no puede ejercer alli sus derechos iribs que con la
autorizacidn del Gobierno francbs 6 por el bstieficio de la Ioy
& D i d h ~ Reperto~w
, pwiddico, 1857, d, '75,
de 1867 que le fué concedido por, un decret3 irnperÍa1. La
sociedad anónima, dice la Corte de Casación, sólo ea una 6c-
ci6n de la ley y no tiene otros dzrechos mág que la8 que la
ley le confiere. Y la ley, emanación de la soberanía, no cieno
imperio más pus dentro del territorio e n el que se ejerce
esta sobarnnía. Luego la ~ocieriadanbnima e x t r a ~ j e r aaun-
,
que regularmente conatituida en el país en que tle formb, n G
puede tener existencia, en Francia mbs que por efekto de la
ley frsgcesa y someti0ndose h NUS principios. Eo vano se
n'bjetaka que el estatuto personal sigue al extrnrijero en
E'rancia y que S este respecto ninguna diritincióri drbe ha-
cerse entre las leyes que fijan 1s. capacidad de los iodividuos
y las que fijan el estado y la capacidad de los seres rnoralefc.
La Corte contesta que, á diferencia de la^ personas civiles,
Ias personas natiaraler esiytan por sí mismas B irtdependien.
temente de la ley; y no pudierjc corifundirse en cuanto Zt 1%
autoridad que pueden tener fuera del país para el que fue-
ron hechas, lag leyex que creari PP~SC):RN y le dan existen-
cia con las y ue sGlo reglameritaa sus derechos y determinan
las co~dicionesde su exiqtencia ( 1 )
Esta sentencia, proriuncisda por ínfi)rrne de ¿i4Uhegi,.po-
ne on nuestro concepto lo8 v~rdadarosprincipios. En el
easo la sociedad extranjera era da mandato, ¿$i~k ¿lebe de-
cidirse si. la sociedad extrarrj-ra es drwfiiidacia ante iati tri-
bunal fraricbs en virtud del art. 147 La Oorts de Casacibn
ha ciecidirlo qtie las sociedadex extrsrijprns que n o . tienen
existe nciit legal eil Frarieia sron, iio obstante, r$spon~ables,
como sociedadeg de hecho, por sus cornprornisos hacia>los
franceses con los que hubiera cont ra-tndo, y qile, por ,conlii-
(ruiente; e s t h uometidau en cdanto B astas obligaciones 4 1%
&
juriudiccidn de los tribixnsileu franceses, La Corte agrega qtie
no ha sido expresamente iii tdcituinente derogados estos
principios par la ley de 30-de.Hayoide1857.61) Esta ley, dice
Irt Corte, no'quisi destruir ni restriagir,lar gskntfas' asepu-
fadas por al srt. 1 4 á loa'frnnoeses que trataran con rxtrari:
joro.; sólo qniao ministrar al Gobierno frances un rnedi0.pa.a
ra obtener fácilmente de los gobiernov estranjeroa, para las
sociedacier francewas, el d e r ~ c h ode contratar en sus 'terri-
torios y de comparecer en juqticia, autoriz6odole A conce^
der adluinistrativarnen te e n Francia el mismo derecho: ii
llae sociedades eutraujerafi. (2)
SECCION I%-De la.^ aaociccciones q u e no uons.tiizlyrt
sociédaths civiles.
5 1.-DE LAS SOCIEDADES DE GCiSiSTO.

156. Un decreto del Gobierno provisorío de 16 de On-


tubre de 1830, dice ( ~ r t 1):. 1rf3eporrnitl. á los ciudadanos
asociarse como gu.qten, cnii un nl~jjetopolítico, religioso, 6-
losdfico, literario, induntrial d mercantil. I I La Constitucidn
ha proclnmario In misma libertad en terminos ábsolutoai
(art. 30). iiLos belgas tienen el derecho de asociarse. Este
ilerecho no puede estar ~onietido6 nirrguna medidarpreven-
tiva; i! Lzrgas discucionea se ,~uscitoronacerca del alcance
de estas disposiciones. El espíritu avasallador de la Iglesia
3
les hizo nacer; trató de reconstruir les c nvsnt.08 corno cok-
poracii~nesy (le hecho consiguió eludir y viular las Isyes
quv las ~ b o l i ~ r oVolveremos
n. ti eqtas pretensiones Por aho-
ra, sentamos en términos generales la cuestión de saber
si la8 asociaciones formadas en virtud ¿le la Constitucitiz
soxi personas civiles. H ~ r n n scontestado de antemano; dar
B los ciudadanos el derecho de asociarse no 'es darles el do-
recho de orear seres ficticios gozando de los derechofi qui
pertenecistn dllag permnas reales, 6 1o.s hombres (te1,nfetile,
3. Clneeoibn, 19 30 Mayo de 1863 (Dcltsr;, 1803,1,218),
Casaoi6n (dos ~e~tenaiarf, ~ ~ , IiPQQ.)
14 da Noviembre de 1804 ( n . ? f l288.1:
298). E1 IegisIador sólo tiene egte derecho.Basta citar fa sen-
t~nciade lo Corte de Casación de J3élgica que lo cfecidi6
así. \{LaIibertad de auociación, dice la Corte, proclamada
y garantizada por el art. 20 de 1s Conrititución, no engen-
dra, para las sociedades que se forman bajo Ia ejida de esta
rlitipoaición, la capacidad civil y los derechos que derivsu
de ella; nirlo es en virtud de la autorización legal como lns
corporaciones aai establecidas pueden ejercer colectivamen-
te los derechos que 8% ligan d la pernonificacidn civil. (1)
La Corte ni siquiera ee toma el trabajo de motivar au deci-
sió.n;.on efect~,la proposición de que no hay persona civil
sin autorizacih legal puede pasar por un axioma. No
puede haber íicciún legal sin ley.
187. Otra es la cue~tidnde saber si la8 asaciacionea for-
nladatl en virtud de la libertad de asociación son sociedadev
civiles. LOStribunales confunden alguna8 -- veces estas dos
órdenes de ideas que son, sin embargo, esencialmente difo-
rentea. 8 e lee en una aoutencieb que no teniendo por objeto
una sociedad de gut;to realizar en comdn alguna útilidad,
una de las coudicionev exigidas por el art. 1832 para que
haya rjociedad hsce falta; da eato el tribunal saca la corise-
cuencia de que la sociedad no exibte como sér juridico inde-
pendieutamente de 10s individuas que la componen, (2) El
tribunal tiene razón de d4cidir que las sociedades de guc;ro
110 son sooiedsdea civiles, pue~toqua toda idea de utilidad
les es estrafiti no pudiendo el gusto que procura á sus miem-
b r o ~coririiderarfie como urla utilidad en el sentido del arl
tículo 15.39 (niim. 150). (8) :)pro que las sociedades de gus-
t o firmen 6 no una sociedad ci! il, eoto no tiene nada de co-
1 Denegada, 30 de dunia de 1964 (Paeictisir. 1864, l, 336).
2 Sentencia del Tribuuvr ua Yermonde Be 10 de Abril de 1876 (Pa8icrieia,
1875, 3, 3 74).
Y Aix, 20 da Bfrrzo da 1873 (Dalloz, 1874,2, 138). La Cfurto de Lyop dice.
eu terminos pooo jurfdiooa, que Ins eoaiecl~dsude gusto son una espenic de
'
hWdudeJ porticiJarcr 6 una wn~.iuli&ddeitrtercses. Sentencia de 1,
cre de 1852 (Dallcz, 1863;2, $9).
mún cou la personificación de la sociedad anta de la ley
de 18 de Mayo de 1873; se podia sostener que toda socie-
dad. civil .forma una persona moral, pero habiendo zanjado
Pa ley la controversia (obm. 181), es una herejía decir que
las sociedades de gusto no son personas moralea porque no
constituyen una sociedad civil.
188. De que una asociación no formg una riociedad civil
no debe concl~irseque los asociadas no pueden contratar;
Pa sociedad, como tal, no puede obrar, puesto que no exis-
te para la ley, pero los socios individualmente pueden con-
tratar; estas cóbvenciones serán regidas por el derecho co-
mhn; eEi decir, que los aocios que figuren en dIaa serhn pro-
pietarioe, acreedores 6 deudores.
Los miembros de e~taseociedades disputan algunas ve-
ces el, raquftico haber que poseen, A consecuencia de mala
infeligencia la sociedad ee disuelve 6 se fracciona. iA. quién
pertenacérán 1.1. banderas, estaidartes y medallas? Puesto
que rro hay sociedad civil hay que aplicar los principios que
rigen las comunidades de hecho; las expondremos al con-
cluir este tíhulo. h e tribunales quedan perplejos cuando
estan llamadoe & resolver estas dificultadee; ordinariamente
estableoen principio8 para la necesidad de l a causa. Se lee
Bn una sentencia de la Corte de Aix que en una sociedad
de este gdnero la diealuoióo s610 puede ser por
la mayoría de lon miembros que la componen, y que los di-
sidentes, si e e t h en minorfa, sdlo tienen la facultad de xe-
tirarse de la reunión. ~ i npoder tomar ninguna parte de los
objetos muebles que les pertenecen y en loa que cada socio
tiene más bien un dereoho de goce que Un derecha de co-
propiedad. iHd aquí una extraña ddctrinlnl j,Pue& tratarse
de mrtyoria 6 minorfa donde na hay sociedad y muchs me-
nos abn cuerpa moral? Y cuando hay dirrencionee entre
sus miembroa ¿con qué derecho se excluye 5,la minoría de
P. de D. TOMO mr-fLY
lodo derecho á la copropiedad de las coeas comunes? Decir
que la copropiedad de los comuneros sólo es un goce es una
verdadera herejia. iQ~ibntiene, pues, la propiedad? iUn
cuerpo moral que no existe?... ...
iEs decir, la nada!
En el caso la sociedad se fraccionó en dos grupos de nil-
mero casi igual, La Corte concluyd que Iae cosas comunes
debfan repartirse en dos partee iguales, partes en las que se
llamaría B cada grupo sin que los individuos que loa com-
ponían tuvieran nada que reclamar, (1) Esta es otra nueva
singularidad. 'No siendo ambos grupos iguales en número
habr4 una minoría y una mayoria. ¿ Por $u6 la Corte da
derechos' ti la minoría contrariarriente á loa principios que
establecid? iFué porque la minoria era casi tan fuerte co-
mo la mayoría? Esto es arbitrario. Además den qué se fun-
da la particidn por grupos y no por miembros? En el inte-
rBs de los grupos, dice el primer juez. ¿Deciden los tribu-
nal& según el inter6s 6 segúb los. derechos? 1P d6tideaesth
el derecho de un'grupo que no tiene existencia legal?
Fu6 sentenciado, Confor~e4 los verdaderos principios,
que los miembros de una sociedad de gusto son copropieta-
rios de loa objetos comunes (en el caso, instrumentos:y cua-
dernos de música) y que podian reivindicarloa, cok esta ca-
'lidad, bontra los detentores precarios de dichos objetos. (2)
188 bis, En cuanto 4 los compromisos que estas socie-
dades estan en el caso de contraer se presentan varias difi-
cultades. Se pregunta u i los socios, que amenudo son nnme-
rosos, pueden hacerse representar por el presidente & la co-
misión que les sirve de drgano segtin su reglamento. Segiln
el rigor de los principios habrla que decidir que los asocia-
dos individualmerite deben obrar 6 dar su poder á uno de
ellos paraque obre en su nombre; elita ea la eonsecueniia
del principio de que 8610 hay individuo8 en una sociedad
1 Aix,,20 de Marzo de 1873 (Dalloz, 1874, 2,138).
2 Bruselae, 8 de Febrero de 1871 [Paaicriaia, 1872, 2,224:.
de gusto; no hay socios, puesto que no hay' sociedad. La
juriaprudencia sie apartó de este rigor que hacfs muy difi-
cil y casi imposiblo la existencia de las asociaciones de que
hablamos.
Existe en Marsella, como en todas Iaa poblaciones, un 'cfr.
cuZo filarmdnico. Un contrato intervino en 1838 entre la
compañia, de alumbrado y sl circulo para el slurnbrads del
local que ocupaba la riociedad, por toda eu duración y men
diante un precio determinado. En 1844 la compañía ester-
bIeci6 una nueva tarifa superior con mucho & la que era
base del trato de 1838; quisa imponerla al cfrculo sin to-
mar en considersci6n 1s convención primera. La sociedad
ae neg¿ á ello y pidió la ejecución del trato. E n la conven-
ción, como en la sccibn, figuraban tres miembros, tanto en
nombre propio, así como presidente, tesorero y secretario
del circulo, La compañia lea opuso que los demandantes
no podían promovdr mhs que en su nombre personal, Eatoa
contestaron que terlían el derecho en su nombre personal
para reclamar Ia ejecucidn integra de la c,onvención, pueeto
que el objeto de su demanda, á saber, el alumbrado de gae
del local afecto al cfrculo, era indivi~ible. 'Una sentencia
del Tribuual de Comercio acogió estas pretensione~.Decla-
.r6el contrato válido porque los que lo habian ~ubscript;~,
eran mandatarios y porque la convención habia sido apro-
bada por los mandantes, miembro8 que compdnfan el circu-
lo filarmónico, Lag circunntanci~sde la cau$a eran poco
favorables á la compafifa'continental; é ~ t ahabiit ejecutado
el contrato durante varios años; habla reconocido, con ocau
ni6n de una decisión arbitral, al presidente cnmo represen-
tante de los miembros, interesados todos en IR convención.
Si en 1844 se ~iegabhir cumplir sus cotripromisos era por-
que habiendo cesado toda competencia tenia el monopolia
del alumbrada; esta negativa, clicen las magiutradoa conrrui
lares, es contraria 4 la lealtad que siempre debe presidir
ti de las transacciones mercantiles, Quedaba la
1s ejecución
dificultad de derecho. El Tribunal reconoce que los dernan-
dantea no tenian el derecho de promover en calidad de pre-
sidente, secretario y tetiorero, puesto que el circulo no for-%
maba un cuerpo moral; aun hay más, ni siquiera formaba
una sociedad civil; pero nada impedía que litigaran en su
nombre propio como ~ignatarioadel contrato hecho con L
compsñia, iPodfan promover por el todo? Si, dijo el 'l'ribu-
nal, puesto que la obligación contraída por la compañía con+
tiziental era indivisible.
Recurso de casación. La compañía sostuvo que el trato
hecho entre 6118' y los comisarios del circulo era nulo co-
mo hecho en provecho de un sér.moral sin personalidad ci-
vil, Esto,et3 evidente si ae consideraba el contrato como he*
cho por el circulo, La verdadera dificultad consistía en sad
ber si el contrato existía para cada miembro del circulo to-
mado aisladamente, Eaitos pueden sin duda. tratar en su
nombre personal, pero no lo habfan hecho; no habían habla*
do en el contrata.. $30 dirá que eran mandantesy que loe
tres miembros que Bgurraban en el contrato eran sus man-
datarios? Hubicirase necesitado para, esto que loa miembros
del circulo hubiesen dado un mandato para tratar con la
compañia y que los mandatarios hubieran declarado obrar
en nombre de tales y cuales pergonas nominativamente de-
signadas. 'Y las cosas no habfan pasado asi. El consej,ero re-
Xator contestó á este argumento que los cfrculos, es verdad,
no son sooiedades civiles, pera que nada impide que esta8
asdciaciones ddn mandato 4 alguno de sus miembros para
tratar en nombre de todos los que las forman. Si Lo que ha*
cen eatos miembroe queda aprobado por sus rnandantes, re-
eiultnri,una obligaci6ri semejante B le que 'hubiera existida
si oada uno de los miembroa hubiera tratado individud-
mente. La Corte de Casación admitia este siwtema desechan.
do el recurso.
'NOBqueda una duda. Si los miembros del círculo son
mandantes estan obligados personalmente y obligados Apa-
gar en el caso en que la sociedad llegara á disólverse de:
japido.deudas. dBero caslles son elitos mandantes? Son loe
que hacáan parte del circulo en el momento en que fué con-
sentido el mandato; aunque dieran su dimisió~ipermanece:
dan obligados, mientras que los nuevos miembros que no
Eguraron en el contrato como manidantes no tienen obliga:
cidn. Preguntamos si ea esta la intención de aquellas que
se hacen miembros de un círculo. M6,seguramente; no S!
creen obligados m4ei que a1 pago de su cuo- .y no sospe-
c h a ~que estho obligados por los contratos en que figuran
91 presidente y el secretario. ,jY pueden ser mandantes sin
tener intención de dar poder? En definitiva la teo~iadel
pandato es una ficoi6o; s6lo seria una verdad si todos 10;
miembros hubieran dado un poder lt una comisión para con:
Sratar en su nombre; (1)6 si para cada contrato que el oír-
~ u l ose encuentra en caso de hacer los miembros dieran sq
poder para obrar en sus nombres. Sin poder no hay
<an tes ni mandatarios. ~ u e d una a oonvenci6n subecripta
por una 6 varios miembros del círculo en sus nombres firo-1
pios; s61o ellos hablan en el contrato y s61'0ellos se qbligan.
189. iCómo promov~r&n e a h asokiacidn &te un juez? La
2uestión está mal presentada, pues no existiendo las asocia-
ciones pasa la ley no pueden promoverb.Pero si los contratoei
II

gpe le8 interesan dan lugar ti litigio dquiéo promoverti? 'Po


nuestra opinión la respuesta no es dudosa: 16s que han habla-
do en el contrato tienen solos el derecho 36 pironiovsr -y io ha-
qen en nombre personal, En la teoria del mandato debe de-
cirse que son los miembros del~eírcnlolos que prprnuevcy;
debieran, pues, figurar persooalmente en la. instancia F'uQ
sentenciado que tienen el dereolio de perseguir individual-
mente la. ejecución de las obligaciones ontrnfdas ,para qon
Ia sociedad, y que si la~obligacidnes indivisible pueden pro-
mover por el total. Esta decisiOn suscita nuevas d%cul*
tadee. 4 Si la obligacibn es divisible por qu6 parte promo-
verán los miembros? $Los que no hacen parte del circulo
podrkn promover? il'ienen sus herederos el miemo derecho?
En el caso la acción habfa sido entablade por el presidente
y ocho personas mds can calidad de primero y aegundo d e
canos, de primero y segunda secretarios, de cajero y de
consejero. Así formulada la demanda era evidentemente no
aceptable.
El circula puede ser deudor: dcontra quién entablar5 13
acci6n del acreedor? En nuestra opinión el aereedor no pue-
de promover más que contra los qua han tratada con d. Ih
cuestídn se presentó, sin embargo, par la accióa en pago de
las renta^ y la rasci~ibndel arrendamiento consentido 6
una sociedad de harmonia; el dador demand6 á la aociedad en
la persona da loa' miembros que componian el con~ejoda ad-
triinistración. En apelación lo^ demandados concluyeron i
que el dador pusiera en caaua 6 todos los miembroa de 18
sociedad. La Corte de Rrusela~deeidibque suponiendo que
los administradores demandados no tuvieran calidad paro
repreaentar 6 la ~ocieaad,fa nccidn había ido, ~ i nembargo,
dirigida contra 'ellos en tanto que aran miembros de dicha
sociedad; y que si creian tener interés en poner en cauas fr
h loe demáa miembros, est~banIibreri de hacerlo, con 61 !1u
de ímpedir que la sentericia por venir se atacara, por: vfa das
terceria. (1) Eeta acción nos parece muy ctmtestable, La
acción habia siclo mal entablada;los administradores,como tn-
les, no podían ser demandados. En euanto ti Ios demas miem-
bros, no necesitzaban atacar la sentencia por tercerfa, pues-
&o que no estaban ligados por el arrendarnientia. En la tew-
rfa del mandato estaban obligados, pero entonces v.oIvfa &
presentarte la dificultad que ~cabamusde sefíalar,
1 Bruaetae, 8 da Agoato de 1849 [Erastoriiia, 1858, 2, 136J,
990. El art. 59 del Cddigo de Procedimientos dice que
d demandado s e d citado, en materia de sociedad, mientras
6sta existe, Bnte el juez del lugar en que eat4 establecida,
Se pregunta si esta dispoaicibn es aplicable á las asociacio-
nea que ho Bon sociedades civiles. &a cuestidn se decide al
presentada. Para que el art. 59 pueda recibir aplicación
ee neceeario que la asociación forme una sociedad civil; y
una sociedad de gusto, en el caso un cfrculo literario, noes
una sociedad civil; los miembros deban, pues, ser demands-
doa en sil domicilio, aegdn el derecho común.
191. Las sociedades de gusto y todas la8 asociaciones
que se proponen otro objeto que el lucro no son socieda-
d0a civilerl; estin, ain embargo, constituidas ea las misma8
formas; hay cornisioneu encargadas de la gestión de los in-
taresea comunes, hay reglarneotos que determinan sus atri-
hcionee. Si se neceliitan cyestiones, por ejemplo acerca del
empleo de310sproductos, jestas contestaciories deben llevarse
ante 109 tribunales? La cuestión fu4 decidida negativamen-
t v por la Corte de Briíselasen un caso en-que los miembros
de una sociedad de milisica habian demandado 18 comisión
para que rindiera cuenta de su gerencia. Estas diferenciae,
dice la sentenbia, deben uer examinadas y zanjadas en el
seno mismo de la sociedad, á; reserva de que los que tienen
que quejarue de la dirección de los negocios comunes ddn m
dimisión si no se hacia razón á sus quejas. La Corte s3 fun-
da en el c'arácter de estas a~ociacionesy en la intención de
aquellou que se hacen miembros de ellak, (1) Esto es vagg
y nos parece que fa decisión es demasiado absoluta. Si las
aeociaciones que se forman con un objeto polltico, literario
ó de gusto, no ion sociedades civilos, los miembros de estos
drculos pueden contratar p sus convenciones son su ley,
wma toda convencidn, cuaac2o reunen los caracteres reque-
ridos por el Código Civil. Evte 6ltimo punto es decisivo.
1 Brueelas, 29 de Diciembre de 1827 [Paeicriaip, 18.82'7,p, 3571,
Para que haya contrato es necesario que Iis partes que' can-
sienten tengan la inteaci6n de estipular y oWigarae; si erjtl~
intencidn existe, asi como las demRs condiciones, nacerá uns
acción da1contrato como de toda conven~ión,Se objeta que
estos círculos no constituyen una aociedad en ~ssntidodel
art.'1832, y se concluya que la asociacidn no crea un pro-
vecho de sus miembros ó á RU cargo, derecho ni obligaciw
nes civiles susceptíblee de acción judicial. (1) La consecueni
cia no nos. parece jurídica; todo lo que puede inducirae de
la naturaleza de estas asociaciones,'es que no eienda*socieda-
des civiles no e'sthn regidas por los principios que rigen
sociedadee- Pero si intervienen entre los miembros verdadp
ras convenciones g por quó no resultarfa una 2~ccibnjudicial?
El Tribunal dg Bruselas, en la sentencia que combatimos,
,dice que .el reglamento.de la saciedad; aceptado por todoa
los miembros, coisticuye la ley; que pienaa.y determina los
podere8 que' ejercen sn los limites de sus atribucio~es,,el
consejo de adrninistraoión pat una parte y la asainblea
general por otra. .Sometiéndose 4 este reglamento,, conti-
nila el Tribanal, los miembros de la sociedad han debz'dc
quever subst;raerse á la acción de 108 tribunales y someter al
arbitrio del consejo de Ia asamblea genere1 las diferen-
cias que pudieran surgir en el seno de la sociedad entre
los aocios y en cuanto h sir adrnini~tracPEn. Sin duda si Eje
trata e610 de la adpinistracibn de la sociedad loa tribúna-
les ~orrincompetentes, na pueden intervenir ea la adrnini~.
tracidn de una sociedad que no eu una sociedad. E~toera,
seg-uramente,en el caso, el objeto da1 debate que aIgunae
miembros habian ll~vadoante 1a justicia, Se trataba de 8s-
ber á quien correspondía guardar la bandera y la poae~idxa
de los archivos; una asamblea g~aerslde loe miembros ha:
bía decidido; era iírnn cuestidn de régimen interior. Pero 8i
1 Senteuuia del ~ribunalde Bruselsi, 28 de Mayo de 1823 [Faslcrísia, E6739
3,2131.
se levantaba una protesta sobre la propiedad de loa objetos
pertenecientes á, la asociación 6 obre el dinero cuyo deten-
tor rehu~aradar cuentas, a1 tribunal ciertamente que no
podría rehusarse I hacer justicia. Ea, pues, preciso ver cu9
es. el objet.0 de la, accidn; desde que hay derechos y obliga:
ciones en causa, los tribunales son competentes.
192. La Corte de Liejaha aplicado la doctrina general-
mente admitida á la rendición en las cuentas. En la' es-
pecie. la comisidn, obligada á rendir cuentas, se habia, al
principio, rehusado; después lo habia hecho ea una forma
del todo irregular. E1 Tribunal de Primera Instancia deci-
did que en RU defecto, por los demandados, de haber r e ~ d i -
do sus cuentas, conforme á los reglamentos de la sociedad,
los demandantea evidentemente tenian el derecho $0 exigir
que las cuentaa fueran rendidas en ju~ticiay en Ih forma
lega[. En apelación Ia decisión fud reformada. Ls Corte
pone en principio que estae asociaciónes no tienen m4s ley
:que la que los asociados mismos se han impuesto. por 8Us @e-
tatutoe. En la eapecie 108 estatutos decía^ que las cuentaa
iie rendirían en asamblea general, De aqui la Corte Concls-
ye que Ics asociados han quoido excluir la autoridad'jedi-
sial; que corresponde 9, lw asamblea general decidir las coma
testacioneu, salvo que 6 s disidente8 eé le retiren Si no estan
.aaticfechos con la deciaibu, ,En consecuencia la Coste de-
.'rolvi& 8. las partes, ante .la asamblea general de la *asocia-
cidn y orden6 B loa miembroi de la comisión presentar 8 i
cuenta y hacer compare&r todos ,loa miembro8 debidr
mente convo~adoá.(1).Perp si Is oomíriidp condenada 9. rep-
:dir cuentas no lo hace, 6 s i rinde una.cuenta irregular, de-
risoria, iqud se hará? La decisi6n de la ~brte.'sevolver& un
circulo vicioao y resultar&que los ii~tinos&rln retenido.
sin derecho por los que est&o cargadoa y oondenadoÉ4 dar
cusnta. Esto es inadmisible y ciertamente que no esbste el
pensamiento de la Corte. Si la comisi6n no da cuentalcon-
forme 'á los estatutos, debe hacerlo en justicia. Y constaba
que se había rehuaado á dar cuenta y había acabado por
rendir una cuenta derisoria; luego el Tribunal de Primera
Instancia había juzgado bien forzándola 6 dar cuenta judi.
cial.

Los conventos reconstituidos por elfraude.


193. Las leyes promulgadas durante la revolucibn fran-
cesa han suprimido las corporaciones religiosas de hombres
y de mujeres, por motivo, dice la Asamblea Legislativa, que
un' Eetado verdaderamete libre. no debe sufrir en su seno
,*
ninguna corporación (t. XI, núm. 162). Estas leyes no ciola-
mente abolian las órdenes religiosas consideradas como
corpdraciones, es decir, como formando un cuerpo moral
6 una persona civil; destruyen el monarquismo enssue s e s
cia declarando que la Constitución no reconocfa ya votos
motiásticos; que,'en consecuencia, las congregaciones en las
que se líacian semejantes votos quedaban suprimidas en
Francia, sin que se pudiesen establecer nuevas en el porve-
nir. Este decreto de muerte jamás ha sido relatado en
Francia ni en Bélgica. Napoleón , fu6 más allá; prohibirá
también las asociaciones religiosas, abstracción hecha de to-
,do voto: el simple hecho de asociarse baja pretexto de re-
ligión era un delito (t. XI, ntím. 1631: ' El decreto de 3 Me-
siaor, año XII, ea la consecuencia lógica de la supresión ds
' los conventos. Autorizar las asociacione~religiosas es re-
constituir indirectamente los conventoil, puesto que los re-
ligiosos, no pudiendo poseer individualmente rii aun el hái-
bit0 que loe cubre, es preciso, para que puedan eubsietir,
que la'oomunidad posea; y la comunidad no puede 'poseer,
pueato que no existe legalmente, es la nada; HQaqui á la8
asociaciones en rebeli6n con la ley; no pueden vivir ei no
son capacee da poseer, y no tienen ssta capacidad. LQ que
la ley les rehusa quieren obtenerlo por fraudel. Esto ea 10.
que ha sucedido en Bélgica. El decreto de Mesidor esta
abrogado por nuestra Con~titucibn:las asociacionee.religiow
#as pueden formarse libremente; han ganado con esta liber-
tad; la libertad no le^ basta, ellas se han, de ,hecho,.consti-
tuido 9n corporaciones. No es solamente .la ,necesidd de
vivir la que las obliga 8 violar la ley restableciendo. los
conventos. A los ojils de la Iglesia jatnbs han sido suprimí-
das legalnieiite, porque el legislador no tenia el derecño
de abolirlos; existen en virtud del derecho de la ~ ~ l e s i a ,
derecho divino que es anterior 6 la ley y sobre la ley.
194. Esta pretensión tiene por florprender & los que
no co.nocen B la Iglesia y su insaciable ambicidn. EUa misma
oculta y disfraza sus preteneiones; á ofrla sólo quiere !u li-
bertad. Hemos ya probado h a ~ t aIa saciedad que lo que la
Igle~iallama ~u libertad e8 la servidumbre del Estado y el
werviliamo de loa pueblos soberanos, (1) La historia de loe
coriveutos es una prueba viva de que laslibertadda la Iglesia
tia se puede ligar con la soberanía delas naciones. Esto es, que
la libertad de la Iglesia es una verdadorasobersaia; y como es
impoeibIeque dos potencias soberanas coexistan en un mismo
Estado, es necesario que la soberania civil este subordinada 6
la soberaoiadivina. Loa testimonio8 abundan, los hemos oita-
da en nuestro Estudio sobretu Iglesia y el B~tado;. aqui bastar&
con transcribir algunas líneas de uno de estos libro8 popu-
lares que ee propagan como la peste, Hay (2) católicos que
dicen que la famosa BndcZica de Pio IX no cctitiene nin-
:fin atentado contra la soberanía laica ni contra las libar-
1 v6%60nuoabro 38'rltudio sobre la Ig~esiay e¿ &tallo y uueatroe Batudios 80be
a historia da la humuwidmd.
3 L o a hable, auando mmos antaiío; loe jesuitas hau pueuto fin Q esta hipo-
~reefaee les debe eatac agradecidom,
Eadee conatitucionalea. Es una de las objeciones m68 vulgad
$es contra la Encic1ica.á;la que Monseñor Ségur contesta eea
bstoa térmiaos: Hay una conetitucidn superior .& todo la
que los hombres hacen y deshacen, iles la constituci6n di-
vina, la ley eterna de Dios, tan antigua como'el mundo, de
la que Jesucristo es el supremo autor y que la' Iglesia Cató-
lica esta encargada de hacer observar en toda la tierra,. Nin-
gún.iin~stado,,ningtín príncipe, ninguna layhumana'tisne el
derecho de violar una constitución que sirve de base y de
regla á todas las constituciones tle los reinoe 6 imperios;if
Luego cuando~uaaley laica se pone en oposición con el de-
recho de ladIglesiaesti heida de nulidad eradical, los fie-
les no ebtán obligados á observarla; dirán con el apóstol,
nque vale m83 obedeceri$ Dios que á.10~hombres.11 (1)
195. La nación soberana ptir el 6rgano de augrepresen-
tantes ha. abolido los votos y, por consecuen~ia,las monjas.
,.jQue importa.&la Iglesia? Lns frailes no por esa dejan de
ser veraaderos fraíl~ss.Diariamente ae hacon votos, ae for-
man-congregaciones en el Reno de las cuales ee pronuncian
loa votos. Laa leyes de la Revolud611 hanhecho lo que no te-
nían el dereCho de hacer.
Es de principio; en el orden civil, que las asociadion~s
constituyan una personalidad moral; las aaociacionea reli-
giosas, como tales, no pueden pasear: iQu6 importa S la
lg1ilia ? ~11a'~roclsma otro principio: la oornicidsd 8610 ea
propietaria,, esto e8; el aér morbl, el que posee, ~ienduloa
religiosos inbapáa6s de poseer.' ~8 leybeivil+a devuelto''6
los religiosos la capacidad'de adquirir y de poseer de que
a

estaban privadoa en el orden abtigno de las cosas y que no


pusdbn t8ner segdn las leges.de la Iglesia, porque kl primer
voto que pronunbisn es ek de la pobreza. ¿En qu4 RR con..
vierte esta capacidad .y iI quiciq aprovecha? 508 religiosos
oou siempre incapaces en la mente de 16 Iglesia; losquead-
,~ ,

1 Sdgar, De tQs objeciones popularas contrá'td BddbWce; p. 14.


qtiiieien en virtud .de.laley civil no es d, su piopiedad, los
bienes que les vencan, son propiedad .de 1% comunidad. (E)'
' '196.' Par9esto del heaho, es decir, el derecho de la Igle-
sia, eaEá en oposición con el derecho laico. ;LaIglesia,con*
aidera -la legislací6n revolucionaria .como no procedente;
08th en.rebeli&n.abierta,conda ley. E.i casi inútil afiadir, que
eata'rebelión procede de lalCorte de Roma; se sabe,que la
EgIesiri. e s a en manos del lPapa. ,*Sinembargo, apesar.de1
poder divino qtierreclama, el papado eetáaamenudo obliga-
da á transigir;. cuando Plo ..VI1 hizo un concordato con:la
Bepública no se atrevid .á pedir al resttiblecitriiento de l~fi
conventos. #Portalis,.el negociador del concordato, dec1a.a
que las 6rdenes religiosas son institucianes extraEas alego&
bíarno fundamental de la .Iglesia; eran m&nque inútileg,.di-
'&e,eran pkligrosas, puesto que las monjae formaban lila mi-
licia9ilel papa, siempre dispuestas á propagar ;la doctrixla
ultriirnontanslc Hoig el nltramon tanicrmo domina, y . son
a

monjas 'y los~jesuitaslos que *gobiernan 1a .Iglesia,


eluando la 'Bélgica fué' anida '&.laFrancia, la !ley de.16
Frnctí'dor, áño IV, cla;izsuró'los 'monasterios,confiscó sus bier
nes, prohibió la vida en-comiin,A 10s religiosos y los disper-
s6, Par una extraña consecúenciee el legislador permite 4
lee religiosos comprar bienes nacionales don los bano~que
160 concede;-noAse sospechdbá esto que era .dar la mano al
restiblecimiento de los conventoa que aupnrnia; Loa frailes
tuvieron escrúpirlos: ipodiandape~arde su voto de pubreza
(idqbiiir'bieneci? Pfo V I los autoriza zí comprar las bienea
de BU^ abadía, B condición de. conaervarios para la:I.gle-
aia. (2) Por:esto en fa mente dels*Papalos conventoa ex%-
tían siempre-dea.derechoy los-bienea 'de que habian sido

f VBaaee loa baeti!monioa en Orté, De .Id 'incbpacidad civil de la8 bng?*egnoiol


nes ~eíigiosas,pa. 289 y eiguieotea, nilrma. 267 y 268.
2 Xta aarte de Pío VI quedb atendida su lo asntanoía dei 18de Mayo de 1861
en Bruaelaa (Paaigriaiti, 1861'2 191&.,
P R ~ N U I B I ~GENERALES
S 223

Sizar la excelente sentencia pronunciada por la Corte de


Bruselas en las conclusiones conformen del Abogado Gene-
ral M. Corbisier.. La Corte comienza por establecer en prin-
&píoque la ConstituciOn belga, al proclamar la libertad de
asociacidn, no entendió conferir la persoriificación civil á las
sociedades religiosas $ oti as; el ~ o d e legislativo
r puede 8610
conferir este privilegio; 4 falta de una ley especial las aso-
.ciaciones religiosas quedan bajo el imperio del derecho .co-
mún. Es este derecho comtín el que los jt.irisconsultos hábi-
le8 B integros reivindican en favor de los conventos. La Cor-
te de Bruselas prueba que loa frailes y sus consejeros Be han
separado de la ley para defraudarla.
Segdn el arf. 1832, la sociedad debe tener por objeto rea-
lizar una utilidad y eata utilidad debe .ser apreciable en di.
nero. Esto ea uno de los elemento8 eaencialeri del contrato de
aociedad, De esto se sigue que las asociaciones establecidas
con un objeto exclusivaminte religioso no son sociedades en
,el sentido del Cddigo civil. Esto ya decide la cuestión, Se
objeta que hay. utilidad para los sscio~en el goce de las
bienes comunes y en la ,economía de la orden conventual.
Aquf.comienza la obra de simulacióq y de fraude. Q u e abo-
gados hábiles k integros tengan qye. . recilr~irá, semejantes
medios, esta se concibe eu rigor; ignoraban sin duda lo que
,son los frailes, igqorab-an que >seideal es,practicar los, coq,
sejos de perfeccidn que Jelucriato di6 I sus diacipulos. iSe
.,leeen dichos cqnsejos que el goce de Iqs bien,es.de este, mun-
do es una de las,perfecciones evarigélicaa?
La Corte de Bruselas no? vk á decir lo que se auelvq ,d
derecho común en manos de los frailes y de sus conaqierop.
Toda sociedad, dice el art, 1833, debe ser coritratada por
interhs común dela's partes, y lo que caracteriza el wo!ia-
quismo ea la'8bdicsoibn, la mhs absoluta, de Codo int~réa
:individual; los.frailes mueren para el mundo y viven de la
vida de los hgeles. Los contratos de.sooiedad que forman
por muy disfrazados que estén, no pueden tranaformr á unse:
frailes en especuiadores. j,Cufles son las utilidades comunieB
que realizan$sin cuya utilidad no hay sociedad? Los aso-
ciados están gin derechos ningunos. Los superioree son loe
que distribuyen 6 su antojo b s productos de loa bienes co-
munes, Luego durante la sociedad nose hace ningúa repar.
to.de dichoir, productos, dab be preguntara? si asi ee,comv
pasan las cosaa en verdaderas saciedades? En cuanto loe
bienes comunes el contrato los atribuye á loa dos áltimoe
eocios supdrstites. Pero el. decreto de la Propaganda nos
enseea que los frailes que mueren tienen que ser kempla-
eados por nuevos miembros; de manera que la sociedad es
perpetua y el derecho de los dos iíltimos socios supisr~tites
M unp ficción; mejor dicho, una mentira. .Buponiendo aun
que la asocíación se apague 6 sea destruida, los hltimos tiu-
pdrstites no podrán, no obstante, ser propietarios. Su voto
les toda propiedad individual.
La Corte de Brublasc~cita todos los articulos del titulo De
¿ct ficiedad que se?efieren al debate, y sucede que toiko8.eatBn
violados. según loa arta. 1865-1869 los asociados puedeo
siempre pedir la disolución de la sociedad cuando su du-
Ación está ilimitada; el contrato de sociedad formadd por
los frailes Se los prohibe, 6 C6mo pydieran tenex un dereohl~
cualquisra cuando han muerto? Noason,ya hambses,.son
cad&veres,
El art. 1868 permite 4 los socios .estipular que en caso de
muerte de algunos de ellos, la sociedad continuar&entre lom
supérstites; se entiende que el heredero del difuhto tiene
derecha, en este caso, á la particiba de la sociedad con res-
pecto á la substracción del difunto, * iQué,.dicen las aotaa
que hacen lo's frailes? Excluyen & áus herederoa de todbide-
recho al,haber social,
Estai cl&usulas, dice la Corta, implican por pakte de.li>s
'asociados el a'bancloao compldt.o.dei sus prxe~&s,iin tiirihu-
na compensación, el sacrificio m i s absoluta de sus intereses
en provecho de la sociedad. iQué es una sociedad que no
reconoce ningilzn derecho ti. sus asociados y que concentra
todos los derechos en el eér moral de la asociaci6nT Por
rnti.8 que jurisconsultos itábiíes é integlros den el nombre de
sociedad á semejante asociaci6n, el buen sentido y la con-
ciencia se indignan contra RUS ficciones y la califican de men-
tira y de fraude.
Si la socieda,d sólo es una ficci6n ¿ cutí1 es la realidad!
La Corte contesta: 11 No ae fija ningún plazo á la sociedad;
su objeto confesado no admite ninguno, y la admisión de
nuevos niiembros puede perpetuar indefinidamente su exis-
tencia. Por otra parte, los socioa ponen todos sus bieneri en
comilin y todas las ganancias por realizar por su trabajo y su
industria.1, ~~NingCin socio puede libremente disponer de
sus derecho9 sociales, no puede transferir nada á sus here-
deros. 11 El miembro que se retira de la sociedad, aquel
que queda excluido de ella, pierde todos sus derechos en
la comunidad.^^ En cuanto 4 la transmisidn que se opera, á la
muerte de un socio, en provecho de los supérstites, ~lsóloes
aparente y quimérica, la admisión ilimitada de nuevos
miembros y la perpetuidad de la aaociasión, qpe es la, con-
secuencia, quita toda suerte á los supérstitee de adquirir al-
gún 2ía la propiedad de los bienee comunes. o Sfguese de
o rtla propiedad, á la que los miembros de la asociación
e ~ t que
no tienen individualmente ningrlin derecho, pertenece, en
realidad, á la sociedad ,misma. Todas las estipulaclones
de! acta tienden á absolver lo6 derechos de los socios. 108
de sus herederos en proveclio de la sociedad, á impedir el
desmembramiento de su Q. substraer aus bienes
sil movimiento de las transacciones. El contrlttn llega aaf, por
encadenamiento de las cláusulas, 4 crear, sin el concurao
del legislador y contrariamente a ~lusprescripciones, iin s6r
F. de D. TOMO XXVI-29
226 SOCIEDAD

moral dietinto de los individuos que lo componen; reno-


vhndose siu cesar, por la sucesión no interrumpida de sus
miembros; teniendo una existencia propia, derechos parti-
culares; adquiriendo, poseyendo para, sí bienes inmobiliza-
dos en sus manos; teniendose, en una palabra, todo3 loa ca2
racteres de un establecimiento de manos muertas.
Llegamos A la conclusidn. La Corte condena y estigmati*
za loa medio^ por los que los fraile8 y sus consejeros recons-
tituyen los conventos. 1iLrt pretendida sociedad no tiene
otro objeto que el de obtener por uZa curttcc los beneficios de
la personificació~civil. Las partes 8610 tomaron la forma
del -coatrato para disimular su intento y para eludir una
prohibkidn de la ley. i ! Por consiguiente, 11 la couvenci6n ca-
lificada de sociedad está marcada con nulidad radical, por
contravenir Q la ley de orden plZblico que subordina la
existencia de una perBona civil 4 la autorización del legisla-
dor, t i Vioiads en su esencia por una caum ilicita, la con-
vención no puede producir efeoto alguno. (1)
198. La sentencia de la Corte de Bruselas fue sometida
á Za'Corte de Caeación. Se ha dicho que los prejuicios ca-
tdlicos vician la inteligencia & tal punto que aquellos que
estan imbugos en ellos no ven ya las cosas bajo su verda-
dero punto de vista, como si se hubiarn practicad^ en ellos
la opsración de la ceguera intelectual. Esto es una kriste
verdad, cuando menos para aquellos que se han levantado
en contra de las doctrinas ultramontanas. E6 aquí asgu-
mentos que no se tuvo vergüenza de presentar ante lrt Cor-
te de Casación. La Bonatituei6n d i 4 loe belga8 el derecho
de asociarse; puede, pues, perniitir implicitamente el uuo
de IQYmedios necesarios para la existencia.de la asociación;
de esto se concluye que las casociaciones religiosas, teniendo
1 Bruselas, 13 de Mago de 1861 (Pfisicrisie, 1861,2, 101). QompBresieGante,
~ , 2, 371) y el tomo X I de estos Pr$ncipio?,
4 do Febrero de 1B7J,( P n a i c r i ~ i 1871,
nbm. 179. La jurieprudencia ea cd ti~iariteen este ~sntidoaai oomo 1%dcictrr.
na (Orte, ,238 las congregaoiu?ccs ~ r l i g i o ~ u yp., 16G, ndm, 151).
una existencia legal, pueden poseer como talemi y recibir lid
beralidades. Es decir, que la libertad da un privilegio, el de
constibuir una persona civil; es decir, uno de estos seres
ficticios que ~610el legislador tiene derecho de crear. iD8-
be enseñartle á jurisconsultos que no hay ficcidn legal sin
ley? La Corte de Casación tuvo el cuidado de contestar en
el recureo que la Constitución, al reconocer á los belgas el
derecho de asociarse, no coccede la capacidad civil á las
asociaciones consideraias como seres colectivos. Basta leer
las discusiones del Congreso para convencerse de que el le-
gislador no pensd en conferirlapergonificación 4 todas la8 aso-
ciaciones que se formarfan en virtud 30 la libertad que pro,
clamaba. Ni siquiera puede suponerse semejante intencion
en un legislador, pues no puede que aquellos que
hacen loyen, la Constitución, no tenían sus sentidos ca-
bales,
El miamo argumento se presentaba tambihn bajo otra for.
ma. iQué importa, decían los recursantes, que las asocia-
ciones religiosas no sean sociedades civiles en el sentido de1
art. 1832, lo seguro es que son sociedades legales, puesto
que la Constitución la8 autoriza; se forman en virtud de un
concurso Be corisentimientos, Iuego en virtud de un contra-
to; este contrato debe recibir su ejecucidn en tanto que na-
da tiene de contrario al orden público y d las buenas cos-
tumbres, y ninguna ley prohibe 4 una asociación perpetuar-
se 6 inmobilizar sus bienes desde que los aeociados perma-
necen bajo el imperio del derecho común. Esto era preten-
der que toda asociaoidn formada en virtud de la libertad de
aeociarse pueda constituir un persona civil en virtud del de-
recho comilin. La personificación civil y la8 manos muer-
$as que de ella resultan serían, puetl, el derecha cornfin de
toda sociedad. dDónde eit4 le ley que consagra semejante
euormidad? La Corte de Casacidii'contesta que la seaten-
cia atacada oompraeba que la sociedad litigiosa no tenia
máa objeto que obtener por un rodeo el beneficio de 1%per-
sonificación, y que las prrrtes sblo habían tomado las formas
del contrato de sociedad para disimular au intencidn y pa-
ra elndir la ley, Siendo tal el objeto de la asociación reli-
giosa, el contrato en virtud dsf cual se forma dsta queda,
por esto mismo, herido de nulidad porque est& fundado en
una causa ilícita; es, pues, inexistente en virtud del art. 1131
y, por tanto, do puede producir ningtcin efecto. (1)
199. Ualificarnos de enormidad las preten~ioneede las
asociaciones religiosas; mejor dicho, las de 811s consejeros.
Las verdaderas pretensionee de la Tglerlia y de todosi los ea-
tablecimientos eclesihsticos son aun más enormes; 10 son
tanto asf que ni se atreven á confesarlas en justicia. Por
muy católicos qne sean lo; defensores de la Igleaia nunca
se atrevieron á. sostener ante 108 tribunales, n i en el sano de
de las salas, la doctrina ultramontana acerca del derecho
divino de la Iglesia, derecho que la coloca fuera de la ley
jr por sncima de ella. Es precisamente porque tal es 1s pe.
ligroaa ambición de la Iglesia por lo que el legislador no
puede admitir como derecho comiin la, personificación de
toda clase de ariociaciones, pues este derecho comiín condu-
ciría á restablecer los conventos y lae manos muertas. No
es decir lo suficiente; bajo un antiguo regimen los conven.
tos y manos muertas estaban sometidos 6 restriccione~que
formaban garantízta para laa familias y para, el Estado. EEI-
tas garantías son incompatibles con la libertad absoluta de
asociación que nuestra Constitución consagra. Si sdemde la
Conatitucidrt permitieraimplícita&ente, como ee ha sostenido
ante la Corte de Casaci6o, h la4 q g n c j n O i ~ n ~perpetuarse
s Q
inmobilizsr sus bienes, el PegitiTador hubiera refit~lb!ecido
por eeto mismo liae manos muertas y los conventos sin nin-
gunas de las garantias que el antiguo uodgimen ofrecia al Es-
l

1 Deneqrds, Si' de Meyo de 1862; por informe de M. Paquet 3 conolusio~e~


de N. keclerq, Pxooilrador General (Pa~icrisia,1862, 1,214).
fado,y 9i las familias. Semejante legislación seria una locu-
ra, y ea mayor locura aún sostener que tal sea el derecho
comhn.
No ee que este, derecho común este sin inconvenientes.
Es un regimen de desconfianza que estorba la formación y
Ba existencia de cualquiera asociación libre. Une aeociación
religiosa no puede poseer una capilla, una asociación de
beneficencia 6 de gusto no puede poseer el local en que ae
reune. De seguro el legislador podría sin ningún peligro
autorizar estas aeociaciones para adquirir y poseer, pero no
lo puede hacer por cauas del espíritu invasor de 1s Igleaia
jtde sus establecirbientos. Es porque la Iglesia amenazaba.
invadir todas las propiedades por lo que en todos los paisea
catdicos la ley tuvo que prohibir loa eetablectmientos de
manos muertas y limitar sus adquisiciones: aun a ~esta8i res-
tricciones fueron insuficientes, y c u a n d ~la revoluci6n de
1789 estalló al sbdao era tal que fue necesario abolir los
establecimiento^ de manos muertas y declarar que sus bie-
nes eran bienes del Estado. Ni esto siquiera bastó, fu& ne-
eesario prohibir las asociaciones religiosas como un delito.
En vano se clama á la opresibn y á la tiranfa. Conceder 1%
libertad íI, Xas a~ociacionesreligiosa^ es permitirles recons-~
tituir las manos muerta8 indirestamente, cautelosamente,
eludiendo las leyes y violándolas. Eato es lo que pasa á;
nuestra vista. E n vano 1s justicia marca con nulidad Iss
actas frauduientae, el fraude continfia riu obra, los establa-
cimientos de manos muertas se multiplican en desprecio de
la ley; sl legislador deja hacer y los tribunalesi quedan im-
potentes. Hay un inmenso peligro para la sociedad. An-
tajuo ae quejaban de que les familias eran de~pojadasen pro-
vecho de la Ig2esile. Esto es un mal, pero es el menor. I-lay
que ver euáleci son 16s establecimientos que se enriquecen
con estos deepojos. No es el dero seglar; lae captaciones ne
practican par IQBftailes y 'en iprovachOnsuyo. Y el mona-
quisrno es el envilecimiento de las almas, los frailes. san 1%-
giones de cadáveres que tienen por misión esparcir la supera*
tición y la ignorancia, haciendo un esclavo de la Iglesia con
todos los hombres. Bajo semejante régimen laa nacionalída-
des más fuertes perecen; España es un ejemplo. Esto es,
pues, para las naciones cat6licas una cuestión gr, vida 6 de
muerte. Por esto ea que insistimos en ello cuando encon-
tramos en numtro camino la obra del fraude que, consoli-
dando el monaquiamo, prepara la muerte en Bélgica. Tene-
mos que ver las consecuenciaa del fraude,; al sedalarlas cen-
tribuiremos quizá á llamar una reacción que salvará á. mes-
tra patria del erivilecimiento y de 1s decadencia que siem-
pre acompafian á la dominación de la Igleaia.
200. La Corta de Bruselas ha eentenciado que las pre-
tendidas sociedades formadas por los fraile6 y monjas esta*
ban viciadas en su esancia porque su'causa ep ilicita, y que,
por consiguiente, estas convenciones no pueden producir
niagún efecto. Estos son los tdrminos del art, 1132. Sien"
do las sociedadas inexistentes ;que ~ucedecon: los bienee
que poseen? <Cuáles son los derechos de los socio^ y 4e sus
herederos?' ¿El Estado tiene en ellos algfin derecho? Estas
cuestiones e ~ t 4 neontñovertidas y hay serias dudas.
Comenzaremos por lou ssociado~.¿Tienen el derecho t3e
recobrar sus aportes? L?s sutorea 0 8 t h divididos. * ( 1 ) Eu
nuestro concepto hay que aplicar á las asooiacionea religia-.
Has lo que hemos dicho de las sociedades ilicitas jnrím. 165)-
Si se admite en principio que laa asociaciones religiosas.son
ilícitas, la consecuencirt es segura. Pero el principio ~ 8 t h
coutestado. Si los frailea han formado uh contrato de so-
ciedad tomando las formas del derecho com6n, este contra*
80 es nulo; m8s aún, inexistente; esto es lo que la jurrisprra-
dencia de las cortes de BBlgica ha decidido (núina. 197 y 198).
1 Or te, Urr ¿aincapacidad civil de Zas congregaoiones retigiosns, @a. 414 y si-
guientes, nbms. 3b1-364.
9i-en virtud de este contrato de ,sociedad los . frailes han
hecho aportes, pueden ejercer su devolución; en este caso
He aplican á la letra los principio2 que rigen á las eocieda-
des ilícitas, puesto que hay un contrato que la jurispruden-
cia declara ilícito. Cada socio puede, pues, pedir que la 90-
eiedad sea disuelta; mejor dicho, declarada iraexirtente, y,
por consiguiente, recobrar sus aportes. Evte es el derecho
común.
Ordinariamente no se hacen coritratos de sociedad civil
entre los frailes, y sobre todo entre Ias rnorijas; y no admi-
tiendo su validez la jurisprudencia ya no se formarían; Re-
ría un fraude sin provecho, y los frailes a610 hacen frauciee
que les uean provechosos. La ailociacidn religiosa, cuando
no intervieue contrato de sociedad civil, será una de esas
asociaciones libres que 1aUonstituoión autoriza. En este sen-
tido tiene una existencia legal, es una comunidad de hecho,
Sin embargo, difiere de las demas a s ~ c i a c i ~ o qn ue ~e se for-
man en virtud de la libertad de asociacidn; éstas no tienen
la pretensión de formar un cuec'o moral p mucho menos
de encontrarse fuera y por encima da In ley; mientras que
cualquiera coogregacihn religiosa (oatúlica, \e entieudc)
tiene la ambición de la Igleuia.. Luego en este sentido todas
las coiigregacione~rson ilicitas. Esto importa poco par el
morneiito; aunque las aiociaciones religiosas fueran de 'todo
punto lícitas, lo seguro es que ae tiene que reconocer 6 ca-
de, comunero el derecho de abandoriar la comianidad y re-
coger su aporte. !,La Corts d e París lo aentancib asi en un
negocio que tuvo resonancia y en el que, tenemos que de-
tenernos un poco. Hemos relatado en otro lugar los l~echos
p la decisión de la Corte (t..XVZ, niim. 71), La causa es
notable bajo el punto de vista de los principios que expo-
nemos. Eu Francia las congregaciones religiosas da mujje-
res pueden ser aulorizadas; las hay que no piaen esta au-
torisaddn y que prefieren el regimen do libertad y de kan-
de practicedo en Bklgics: tal era la congregaci6n de Rcpns
6 la institución de ~ G Sagrados
B Corazones de Jesús y de Ma-
rfa. No srendo autorizado el establecimiento de eata con-
gregación el Tribunal del Sena concluyó que no teafa nin-
gún carhcter legal, y no teniendo existencia civil no podía
admitirse á formar una acci6n judicial; por esto mismo no
podía ser llamada en justicia, ni representada ante ella. Y
la acción por devolucibn de la Marquesa de Guerry estaba
dirigida contra los superior- y miembros de la congrega-
cián con esta calidad; no era, pues, de admitirse. Esta deci-
sión confundía todas las cosas. Una congregación puede no
ser un cuerpo moral y eate sentido no tener carticter legal,
sin que se pueda decir que no hay comunidad legal, legal
en este sentido: que es una asociacidn libre que puede for.
marse sin autorización, No puede, sin duda, ser demanda-
da ni representada en justicia, pue~toque no forma una
persona c i d ; ni siquiera una sociedad civil; pero 6 debe in-
ducirse de eRto que los miembros de estas congregacio-
nes no tienen ninguna acción par& recobrar SUR aportes?
Ea apelación la sentencia fue confirmada. La Corte de
Paris dice que si las comunidades seligiosae no autoriza-
daa no constítcyen personas civiles, forman, sin embargo,
entre los miembros de que se componen, sociedsdes de
hecho reaponsables por los campromiso~que toman, ya
sea que estos compromisos deriven de contratos ci cuasi-
contratos, 6 Res de delitos b cuasidelitog, iContra quién
aedo dirigidas estas acciones? Lo que la"0orte llama una
sociedad de hecho no es otra coda que una comunidad; son,
pues, los comuneros los que deben ser demandados. LR
sentencia dice que la responsabilidad que inoumbe á lae'eo.
ciedades de hecho se aplica, en la medida de uu participa-
ci6n ea. Xos negocios comunes, & todos los que hacen part?
de la congregación y sobre todo á, aquellos que, bajo el
nombre de superioree d otros, tienen la direccidn 6 detienen
los bienes, Quedaba por 'establecer el derecho de la deman-
dante. La Corte comprueba que la institucidn del Sagrado
Corazón no está autorizada por el Estadocde esto se sigue
que no existe lazo de derecho entre los miembros de esta
comunidad; que cada uno puede, cuando quiere, volver A to-
mar su libertad, y si entregd 4 la sociedad efectos muebles
6 inmuebles, recobrar uu posesión. (1)
La jurisprudencia de laa cortes de Bélgica esta en el mis-
mo sentido. Deciden que el fraile que se retira 6 ee expul-
sado sdlo tiene derecho 4 recoger sus aportes, deduciendo
de ellos sus gastos, en cuya determinación se tiene en cuen-
ta su trabajo (t. XVI, núm. 71).
201. iEl fraile que se retira de la asociación tiene deres
cho & las utilidades? ¿Puede pedir su parte en los bienes coh
munea 3 Se admite generalmente que el comunero no tiene
ningún derecho en los bienes que la comunidad poseis en
el momento en que entró en ella. Acerca de este punto no
hay mucha duda. Debe desde luego apartarse 1s idea de un
cuerpo moral, no lo hay; los frailes no forman siquiera so*
ciedad civil. En derecho no hay, pues, bienes comunes; por
consigriiente, nada hay que repartir. Se llega á la misma
consecuencia cuando se considera la naturaleza de ' la con-
vención que se forma entre el fraile y la congregación, en
la que se le recibe como miembro. iEntra en ella con objp
to de especulacióo para recoger una parte de los bienes que
la comunidad posee? ¿Yla intención de la comunidad es la
de darle parte en esos bienes? N$, eeguraihente. Pues pro-
nuncia voto de pobreza, y aunque conserva la propiedad
de los bienes que posee ó que podía adquirir por herencia,
lo seguro es que la voluntad de las partes contratantes
excluye toda'idec de apropiacidn de los bienes comunes.

1 iPar!e, 8 de Marzo de 1868 (Dalloz, 186& 2,(19) U~mprlrese~enegeda,


la Civil, 30 de Dioiernbre de 1867 (Dellos, 1858, 1, 21).
P. de D. TOMOXXVX-30
En la mente de loa contratantes los bienes pertenecen al
&r moral de la congregación; no puede, pueo, tratarse de
una comunicación de spitos bienes B los que entran en la co-.
munidad. iSe objetará que legalmente no hay cuerpo ma-
rel? Sin duda, pero lo seguro es que para determinar la
naturaleza del contrato que interviene entre la8 partes hay
que tener en cnenta la intención de aquel que entra en la co-
munidad y de aquellos que lo reciben; el primero na tiene
1s voluntad de adquirir y los dern4s no tienen la de trans-
mitir una parte de los bienes comunes; por tanto, no puede
tratara6 de una acción de particion de bienes.
H a y una ~entenciaen este sentido de la Corte de Gan-
te. (1) Se hacía una objeción eepeciosa, prevalecithdose del
principio consagrada por la jurisprudencia: es que hay una
sociedad 6 una comunidad de hecho de la que cada comu-
nero p e d e pedir la liqnidaoidn y particiln. La Corte con-
testa que esto fuera verdad si se tratara de un miembro
fundador de la comunidad; tendría seguramente el derech~
de recoger sus aportes y su parte en las- utilidades, como'
tendrh que spportar su parteaen las pdrdidas, Yero, dice>
la sentencia, este principio no pudiera recibir aplicacidn
á, los miembros afiliados posteriormeiits. i(3uál es la ra-
z6n de esta distinción? La Corte contesta que hila comu-
nidad, hienda afectada desde su origen de una nulidad ab-
soluta que la impidi6 existir, no pudo conferir derechos ni
imponer obligaciones A nadie; la nada iio puede ser capaz
de dar ni recibir. iNo serti la decisión muy abpoluta? El
argumento prueba demasiado y está, en contradicción con lo
que la sentencia dice de los derechoti de lorl miembros fun-
dadores, Si la nulidad 6 la inexistencia de la comunidad i
tihlo de persona moral 6 de skciedad civil no impide
la partición del fondo corndn entre lo8 miembros fundado-
res, no impide tampoco que obren 108 miembroi afiIiados;
1 Gante, 27 de Junio de 1861 (Paeicrisia, 1867, 2,343),
si hay para loa primeros intereses comunes que 1iquidar;de-
be suceder lo mismo para con los demás. Supongamos que
la comunidad haya hecho adquisicianea deade la afiliaoidn
del fraile que promueve la particid*; su situación ser& la
misma que la de los miembros fundadores. La cuestidn de-
be, pues, generalizarse, y se debe ver si existen entre los
miembros de una congregacido derechos comunes que au-
toricen una demanda de partición,
La Corte de Qante eotablece un principio qu9 es verda-
dero, pero que no debe tomarse en un sentido muy absoluto:
las comunidades religiosas, dice, que no han obtenido la per-
sonificacibn civil no tienen ninguna existencia legal, de don-
de resulta que uo pueden válidamente contratar; no hay
níngún lazo de derecho entre ellas y 108 miembros que las
componen; cualquier compromiso que interviniera entre la
comunidad como tal y 1og miembiros que se afilian en ella
está sin valor para la ley. La Corte concluye que no hay
entre la congregación y los miembros mbs que un lazo mo-
ral, más que una comunidad espiritual, desprovista de todo
ioterés pecuniario, y que, por con#jguiente, los miembros no
pueden reclamar más derechos que la devo1u~i:iónde todo
squsllo que la comunidad ha obtenido por el hecho del
fraile que se separa. Esta última proposicihn restringe ya
el principio demasiado abvoluto que sirve de punto de par-
tida al argumento de la Corte, De que la congregacihn no
es una persona moral, ni &quiera una sociedad civil, no se
puede concluir que la comunidad de hecho que exi~teentra
los miembros sea ilícita y no pueda dar lugar á, una accidn;
la misma sentencia dice.10 contrario, puesto que decide que
la coniuoidad eutá obligado ep tanto que' se snriqueci6. LO
que equivoca 6, la Corte, & nuestro entender, es que exten-
di6 demasiado las conseouenciaa del principio de la inexis-
tencia de la8 congregaciones 4 tftulo de personas civiles,
Queda, una aeociacióa libre muy licita, puesto que se forma
en virtud de IEC Constitución; y no hay asociacibn aiinbere-
sis comunes, intereses pecuolarios que den lugar 4 liquida-
ción y 4 la particidn. La dificultad consi~lteen precisar
10s intereses comunes y los derecha que de ellos resultan.
P desde que los nuevos miembros apartan su parte ésta se
entrega en 10s fondos de la comunidad. Si ia comunidad ha-
ce una adquisieidn con el dinero coman, cada miembro tia-
ne su parte en ella por razón de au puesta; luego los que de*
jan á Ia congregacihn tienen derecho 4 reclamar no s61o su
sino tirnbidn lo que 1s comunidad ha utilizado p o r
razón de dicha puesta. Esto ea lo que la misma Corte do
Gante dice, y es á, este principio al que debo uno atenerse:$
la comunidad esth obligada en tanto que se enriqueció.
Una sentencia posterior de l a Corte de Gante rectificó lo
que la primera tenia da muy absoluta; Las congregaciones
no tieuen existencia legal, dice la corte; se entiende como
cuerpo moral d como saciedad civil. De esto se eigue qaa
los miembros no pueden tener dereohos n i obligadones con
este tí bulo; ' la congregacidn no puede adquirir nada cilmo
persona civil, y 10s miembros que entran en ella no adquie-
ren ningún derecho contra una corporación que no existe.
Tal es el derecho en todo su rigor. Yero hay de hecho. in-
terese8 comunes; los comuneros pueden enriquecerbe uno
en perjuicio de otro, y están obligados en tanto qiie se enri-
quecen. Los frailes que abandonati ,la congregación tienen,
pues, una accidn, no sólo de devoluci6n de su pyesta *sino
que tarnbldn pueden pedir que los comuneros que quedan en
congregación les devuelvan lo que obtuvieron por razón cler
su parte; por su lado los comuneros podrán. tener en cuent~b
lo que euriquecid al miembro saliente. Esto decide la cues-
tidn de la partición de bienes; en el caao, dice la sentencia,
no se probaba, ni siquiera se alegaba, que desde la entrada
de la demandante en la congregaci6n se hubieran adquirido
algunos biene~por cuenta de los comuneros, ya ííea 6 titulo
oneroso, ,ya 8 titula gratuito. (1) Esto implica que la Corte
h b i e r n admitido la acción si la prueba se hubiese dado.
2052. La Corte de P a ~ i ha
s sentenciado en el negocio de
la ,Marquesa,Guerry (nilm. 200) que habiendo pertenecido
ésta durante m&s de treinta años á la :comunidad [de
Rcpus, estaba conforme á derecho que ~oportasesu parte
de las deudas y cargos de la sociedad durante este largo
tiempo. Se dice en la sentencia que In demandante, ella ulis-
m&, reconocía la justicia de estas deducciones; habia puee-
to en la comunidad una suma de 1.200,000 francos; la Cor-
te fij6 en 600,000 francos la suma con que habia enriquecido
la comunidad y que tenfa, en consecuencia, que restituir;
condenó, en consecuencia, á los directores y miembros de la
congregación como teniendo 6 habiendo tenido la direccidn
de la congregacidaz y deteniendo sus bienes; la condenacidn
fu6 pronunciada solidariamente, porque según la jurinpru -
dencia In obligación de restituir resulta de un cuasidelito,
y los autores de un ciiasidelito están obligados solidaria-
mente, s e g h la doctrina generalmente admiítida.
Lo que la Corte. de Parfe dice de las pérdidas y cargos
debe aplicarse también á las utilidades; no se concebiría que
Pos asociados e~tuvieranobligados ti las pérdidas y no tu-
vieran derecho 6 las utilidades que la comunidad hubiere
realizado. La cuestión es en el fondo la misma que la que
acabamos de examinar, y la sentencia de la Corte de Parfs
confirma implicitamente nuestra doctrina. Se puede obje-
tar que lae asoc.iaciones religiosas no se forman en vista de
una 'utilidad que realizar y partir, y que este es el motivo
por el que no constituyen sociedades civiles; jiio es contra-
dictorio que se reparta utilidad donde legalmente no hay
'

utilidades? La contradicción existe en la r~ituaci6nanormal


d,e llas congregacionesl.Estas estdn fundadas sobre el voto de
pobreza; las ha$ que llevan la reprobación de toda propie-
1 Gante, 24 de Diciembre de 1869 (Paaiorieia, 1870,2,'314).
dad hasta excluir 1a propiedad común; hemos dicho en otro
lugar las imposibilidades jtxrídicas á que conduce eats
extraña pretensi6n á una perfección que ea incompatible
con las necesidades de la vida. (1.) En la mayor parte de las
órdenes la reprobació~de la propiedad individual no impe-
dia la gran codicia de .la corporación ni, por consiguiente,
ía idea de lucro y de utilidad; sólo que el provecho era psp
ra el cuerpo, los miembros no tenían en él ningnna parti-
cipació~.Desde la,abolición de la8 ccrporaciones religiosas
ya no hay cuerpo moral, 8610 hay comuneros; luego legal-
mente aprovechan de la utilidad, Se puede aplicar B la6
utilidades el principio consagrado.por la jurisprudencia; los
comuneros que enriquecen con las ganancias realizadas con
la puesta de un miembro que abandona la comunidad deben
restituirle. (2)
Hay todavía otra anomalfa en la existencia de las eomu-
nidades religiosas. Hemos dicho en otro lugar que coasti-
tuyen un hecho ilícito en tanto que se proponen el resta-
blecimiento de Jas corporaciones 4 titulo de peraonas civi.
les (t. XVI, nám. 68) Y no tienen otro objeto; si, pues,
a610 se conaiderára la iritencibn de laa partes habría qlrs de-
cir que el mismo hecho de la comunidad es ilicito y siendo
coino tal de una radical nulidad; legalmente la comuaidad
sería, pues, in6xistente y no dzcría lugar 4 ninguna scci6u,
puesto que no puede resultar acción de .la nada. Pero siem
prs queda un hecho qse hvy que teaer es cueutn:. la vida
en comiin de los frailes y el inter6s común que engendra.
No puede decirse que la vida en comúii sea ilícita; el obje-
to que los contzatantes se propon& es ilicito y vicia todo
cuanto hacen los comuneros para realizarlo. Pero la comu-
nidad de existencia hace nacer intereses comunes que es pre-
1 V6ase nuestro E~tud{osobre la feudalidad de ha lglcsia (t. VJI de dueetroo
Xstudios sobve la historia de la h~tmanidud).
2 Opte, DBla incqpacidad cioil de las conguegaciottesra'ligiouar, p. 417, nime4
EO 365. Compfi:ue ~ u a s t r .t, XVL, ndm, 7X.
sisiso necesariamente ajar. Esto es verdad cuando la asocia-
aión conlitituye un delito (nhms. 166-168): con m&srazón
sucede así con las asociaciones religiosas que por si mismas
nada tienen de ilícito. La anomalia 'subsiste, es verdad, y
es insoluble; hay q u aceptarla
~ teniendo en cuenta todos los
complexos elementos de la comunidad cuyas consecuencías
jurídicas se trata de fijar. .Li comunidad es SL la vez lícita
éilícita; lo que tiene de licito no puede justificar el objeto
ilocito que se propone; pero también lo que tiene de ilácito
no puede viciar lo que tiene d e Iegítimo. S610 que el ele-
mento lícito y el elemento ilícito se enlazan dt, tal inodo que
parecen inseparables uno del otro. D e esto nacen dificulta-
des inextricables cuando se trata de precisar quien es pro-
pietario de los bienes que los comuneros adquieten á5 titulo
gratuitq ú oneroso.
203 Hemos examinac?~en el titulo De las Donaciones y
Testamentos la cuestibn de saber cuál es el efecto de las li-
beralidades que reciben las comunidades religiosas (t. XI,
ntim. 181). La jixrisprudencia las declara radicalmenté' nau-
las; el donants permanece," pues, propietario; piaede reivin-
dicarlas. Lo mismo pasa con la$ adquisiciones á titulo one-
raso; las ~omunidades~son incapaces de adquirir y poseer á
titulo cualquiera, puesto que no exisbsn. Los herederos
del donante 6 del vendedor .tienen el mismo derecho que su
autor. Acerca de este punto no hay ninguna duda. Pero
hay otras cuestiones que nos parecen xuiiy dudosas,
Eíernos~relatadoe n ctro lugar las cii$posicionesque la or-
denanza de 1749 contiene en favor de los herederos: mhs
previsora que la legislación trató d e gararitiaar $ las fainilias
eontra las expoliaciones incesantes de que eran victirnas (to-
mo XI, aem, 181.). De esto el interés de saber si esta orde-
qanza estk aún en vigor. El art. 10 ~ r r n i i t eá un solo hijo
d presunto heredero reclamar, aun mientras viven SUS pa-
dres donantes, los bienes de que Bstos dispusieron en favor
$0 un establecimiento de mama muertas. Se ha. invocade
ante la Corte de Casación en el negocio Lacordaire: la Cor.
te ha sentenciado que la^ disposiciones excepcionales del
edicto estaban abrogadas, porque no fueron reproducidas
por nuestras leyes modernas y porque no esthn en harmonia
con el texto y el eepfritu de estas Ieyea. (1) Esto nos pare->
os muy dudoso. ~ a -Isges
8 e s t h hechas oon eapíritu de per-
petuidad; conservan su fuerza obligatoria mientras no son
abrogadas, En el caso no hay abrogrtci6n expresa. jLa hay
tacita! No puede uno prevalecerse de la ley da 30' ventoso,
año XLI; más bien pudiera invocaree contra la abrogaci6n;
en efecto, el art. 7 no abroga el derecho antiguo má;s qus
en !aa materias que son objeto dal. Código Civil, y el Cbdi-
go no trata de las corporaciones ilícitas; las órdenes rnonhs*
ticas estaban abolidas y el legislador no preveía seguramen-
te que ~erlanun día reoonstituidae par el fraude. La Carts
de Casacídn dice que el edicto de 1749 no e ~ t 4en harma-
nia con el espíritu de las ,leyes modernas; esto es muy vago
y muy peligroso; si pudiera uno prevalecerse del espíritu
de la legislacidn moderna para inducir la abrogacidn de las le-
yes antigua8 una gran parte de las leyes e~ltarianabronadase
Ni siquiera es exacto decir que hay oposioión entre el espi-
ritu de nuestras leyes y las disposicioixeu excepcionales del
edicto; éste tiene por objeto garantizar A ltae famikias contra
la codicia de las corporaciones religiosas: ES que el legis-
lador moderno debe mostrarse menas cslo~odel derecho de
las familias! Los medios son excepcionales; pero. el frande
exige remedios extraordinarios, y ~i hisiera uua nueva ley
se estaría tambidn obligado S recurrir d. medida8 excepciop
nales. Bsto es en todo caso una cueatión que hay que exa-
minar; la sentencia de la Corte de Casación no zanja la cuexid
ti6n; ni siquiera debfa estatuir acerca del medio alegado

1 Denegada, Sala Civil, 80 de. Mtwo de 1810 IDalloa, 1870,ír2771,


en el tecurso, porque no habla sido invocado en primero
instancia ni en apelacidn.
201. La Corte de Casación sentencí6 en el mismo negooio
qtie los hetederoe ncr tienen n i n g h derecho en los bienes quo
su autor ha adquirido B titulo !gratuito ú oneroso por ouen-
ta <le la congregación. Hay m& d i un motivo de duda. La
congregacidn no se vuelve propietaria, puesto que por Ia ley
DO exi-te; pero el miembro que adquiere corno prsona in-
terpuesta tauipcco es propietario; en tfecto, no se puelta
adquirir la propiedad apegar ~ u y oy, es seguro que la pes-
eona interpuesta no entieiide adquirir lo+bienes para ei; lus-
go no es propietaria. En vario Ios herederos decían que la,
congregación era radicalmente incapaz para adquirir; la Cor-
te contesta que el dernnildante al petitorio debejuhtificar sa
derecho de propiedad, y que si no lo h k e debe nunumbir
en su accibn, sin que pueda prevalecerse de los vicios del ti.
tu10 6 de !R poseeiiin del demandado; eslov vicios, dice la
sentencia, no podrdn aprovechar ti aquel que no es propie-
tario y niioistrnrle los medivs d i enriquecerse ti expansan
de otro,
esta^ dltimas palabrarl suficitqn una duda. iA expensas
de quien se enrigueoieran los hwederos al reivi~dicarbie-
116sque su autor adquirí6 por la comoiiidadl 'NO es d expen-
sas de la corni~nidalf,pueR esta es la nada; ipuede tino epri-
rluecerse á expensas de un no ser? Queda por' saber quién
es propietario. No se sabe. No r s la persona interpue~tani
la comunidad. Cuaada se trata de una donación puede de-
cirse que el propietario permiriece propietario, puesto que
19 donación se con~idera'corno 'inbxistente, pero cuaudo
la adqaisioi6n He hace B titu. oneroso la dificultad no He re-
ruolre. ~upon~ar.no& que a l ' veridsdor promueva para que
la sentencia se declare nula 6 inexistente; tandrá que resti-
tuir 61 precio quc reciljix. iQu6 suceder&con el dirirro? dio!
'p. de D. ~(1x0
XXVI-31'
qui6n pertenecerá? No será S la comunidad ni B la pesscp-
n i interpuesta; ipertenezsrá Á los donantes que dieron R U
cfrcinda al fraile, persona interpuesta? Seipodría sostenerlo
si lus donativos hubieren sido hechos ser entregados
ó para aprovechar á la comuriidad; el donativo manuiil fuera
icexistente en este caso. Yero no es así como suceden las
cosas. Las numerosas ofrendas que se hacían 81 padre La-
cordaire se ponían 4211disposicióii absoluta; se volvía, pues,
propietario de ellaa, c m cargo de emplear el dinero con-
forme á. la intencidn de los donantes; es decir, en obras pías.
i&ué sucede coa el dinero no empleado? Pava á los herede-
ros con e l cargo.
205, H a y una sentencia de Lieja que parece contraria á
la opinión general, En una materia tan difícil iniporta oír
todas las upinioiiea. E I ~ OscnS los hechos. Hemos dicho
que las leyes de la Revolución, que supritnieron en Bélgica
las eorpo~acionesreligiosan y decomimron eus bien@, au-
torizaron Q las antiguos frnilev /para adquirir bienes me.
diante SUYbonos de retiro (núm. 198). El último abad de
los 11 Pr6moiitré.i de Floreffeir aprovechó esta disposicidn pa-
ra comprar en el año V, con tres miembros de i n abtigua
congregacih, las construcciones de la abadía y tierras que
dependíari'de ésta. Se conbidertiba siempre como el abad ¿le
Ploreffe y o'brab como tal. La comunidad teriía aún seseni
ta miembros que vivían diaprrsos; el abad mantupo entre
ellos el orden y diaciplitia tanto como lo permitía a disper-
~i6n.Su gran preocupación era conwrvar los pienes da la
abadía Según la ley cívil, la adquiluición 80 había hecho en
provecho d e los frailes que figuraban en el acta.' El &bar1
exigih decada adquirente, bajo 'pena de anatema, una decla-
racióri de que los bienes habían sido .adquiridon por la co-
niunidad. H a ~ t ase formb una sociedad con el objeto de con-
uervar estoa bienes b la Iglesia para reconstituir la Abadfa
ds Florefe s i las circunstancias lo permitían, y si la cosa
era imposiMe para (lar otro aestino religioso á los bienea
que habían pertenecido Q la comunidad. A este efecto ca-
ds fraile que llegaba á morir inititufn como sus legatarios
universales á dos miembros de la congregación. Sin embar-
go, llegó el momento en que los últimos supkrstites, c'onven-
cidos de la imposibilidad de restablecer la, cornuriiii'ad d e
Floreffe, hicieron donación de los bienes al Seminario de gz-
mur. La mayor p3rte de los Iierederos re~petasonlas dis-
posicioneg hdchas por s u autor. Hubo, sin embargo, una
accidn de nulidad contra el tehtsmento del abate de Floreffe.
Fué en esta accióu en la que intervino la sentencia de la
Corte de Lieja que di6 razón 6 los herederos,
La primera cuestión era saber si los bienes comprados
por el abat:! se habían vuelto RU propiedact. Se contestaba
por interés del seminario, habiendo sido 1s intención tiel
salbate adqilirirlo para la comutiidad. L a Corte contést;a qae
la venta del año V, conseritiita por el Eltado 81 antiguo sba-
te de Ploreffe, había transferido la propiedad al comprador#
Poco importa que el a5ate tuviera el pensamiento intimo de
hacer rina aiiqiiirición no para si sino por cuerita do la co-
munidad. E ~ t aiiitención oculta y contraria 6 la ley rio 'po-
día quitar ác una acta pasada en las furmas legales la fuer-
za y los efectos que 18 ldy le dió, A la objeción de que el
abate no podia volv~rsepropietarii~sin su consentiniierito y
que moca había tenido la voluntad' de ierlo, la Coiite can-
testa que en' esta opinidn la propiedad uo hubiera pagado d
nadie. No podía ser transrnifida S 'una corporaci;Sn que nc
tenia exifitencia le$], ni B plruona.s desconocidas que no 6.
guraban eri el ach; por otra par&, no pudo quedar en
suripenso durante un tiempo m5s 6 menos largo, basta el
momento de la donación al seminario, Ee, pues, preciso sd.
mitir que la propiedad fué trlinqferida & las personas que
figuran en el acta eom 1 adquireotes. El Bistema coiit&rio!
dice lacorte, tendria coneeouehciazi nue.praeban s t i b eu inad
misible; dejaría fa propieda$ incierta en auspenso y subs.
nístituiria & la realidad Irgal, base de la translaii6n de la
propiedad, una ficcióri coritraria.4 una acta de venta regu-
lar y reprobada por la mi-ma ley. La decisión de la Cor-
te en e ~ t eprimer punto arrastraba. la decisián del proceso.
Hra, fkcil probar qrie el testamento hecho por el abrtte de
Floreffe contenía un fi4eicoiniso tácito prohibido por la ley,
ya sea an priiveeho de una comunidad inexi*teite, ya en
provecho de una pernonn indeterminada. (1)
La srntencia de la Corte'de Lirja esta en oposición con la
juriqprudencia francesa y belga que niega toda acción Q los
herederos de una persona iriterpiiesta. Comprobemos prime-
ro que la aeiitericia nu decide la cuestión en est~iatérmi-
nos absoIutor; p para interpretar una deciaión judicial es
meoe~tertrner siempre en ouentl las cirounsiandas en las
que fué pronunciada.
En el caso era dificil considerar al antiguo abqte de FlureRe
como persona interpuesta en el acta de 'venta del. afi3 V.
En r f d c t ~ la
, interpr~sicibnde persona implica que o1 que ad-
quiere lo hace para transmitir los bienes S un tercero, y @u
el caso esto era i&p.isible, pues no había comunidad de do.
recho por estar suprimid:^ Ia corporación, ni comunidad da
hecho por estar dispersos los frailes. En su correupondeu-
cia el abate confiesa que la comunidad ni existía de hecho,
pu& los frailes estabari dispersos en nueve departameatos.
Aun day más; el abate protesta su respeto por la ley oivil,
no pretendía en rehpli6n contra la ley consideran-
do á Ia abadía como sxiatiendo aun apeuar dtz HU ~uptesión,
s61o abrigaba la eRperanza, muy natural,,¿ie que s u comu:
nidad se veris algún dia re~tableoida;en tudo caao quería
conservar aua bieneli 6, la Iglesia. Su intención al cam-
prarlos era, pue;~,transmitirlos m83 tarde 4 1s comuni-
dad 6 á un establecimiento ecleaibstico, pero para poderlos
1 Lieia, 28 de Xnrzp de. 1874 ,(~anipriiia,1874, 2, 187).
transmitir tenia que ser propi~tario. Se volvió, p ~ e 9 ,pro*
pietario por la venta de1 aii 1 Y; por tanto, los bienes ha-
bían entraclo en su patrimonio y podiari pasar Q su$ here-
deros. Qii~dabapor saber si el testamento por el cual el
abate in,rtituia S dos frailes como RUU legatario4 univeruatc~is
era rdilido. Tr~ns~adarnoa acerca' de ests punto h loa princi-
pios que hemos expuesto en el tftulo De las Donaciones I/
Testamentos.
Hay una diF2rencia entre lou hechos de la cau9a.as-í esta-
blecidos p el caso de una verdadera interponicidn de persa-
ria tal como s ~presentaba,
! par ejemplo, en el piocmo La-
eortlaire, Eri este dltimo caso I~abiaun comunidaci de he?
clio en provecho de la cual el iliirtre abate elitendla adqui-
rir, á titulo grati~ito6 onerosa, los bienes que le daban 6
que comprabq; dl'er~,pues, r~alrnelitcuna persona inter-
puesta en 14s actas e n qLis figuraba; la9 parte9 contratzrntss
sabían may bien que Lsc )rdaire obraba por cuenta de la or-
den de 1 0 9 domfnicos, de la q u e era restaurador. Es verda4
que err r:enona interpuerta en provech6 de una comuni-
dad incapaz de aclquirir á titulo gratixito U oneroso, pero
poco importa A nuestra a b ~ t ese; trata íinicauiente de fiaber,
por ahora, si el sdquirente con titulo se hace propietario
cuando es persona interpuesta, Lrr tlegativa nos parece se3
gurd.
Si se interpreta así la sentencia de la Curte de Liejz se
concilia con la jurisprudencia general. Pero confesamos que
nuestri ioterpretaoih as dudosd. La Corte no 11~ckla dil-
tinción que acabamos da proponer; 'su.decirirjn e s t i conce-
bida en tdrminoa generales, Iue$o pudiera apoderarse de
ello3 para ~ogtenerque 1s adquisiciúri hecirs en provecho de
una cangregaci(Sn suprimida, aiiriqua ortietente de hecho,
aprovecha 55 aquel que figura en el acta. Si 'se entendiera
laesentencia en eate sentido estaría, en nuestro ooocepto,
'contraria ii los principios; creemos que la Corte de Cdriación
de Francia sentenciú bien al decidir que Ics heréiteros 8~
h peraona interpuesta no tienen acción. contra los poseso-
res de los bienes por vicio~oque sea el título de los posee-
dores (nxim. 204!,. La Corta .de Lieja tiene raz6n en decir
que resultan de esta unas consecuenciaw extrañas: la incerti-
.clambre da la propiedad. Legalmente hay que decir que nt)
se opera trsnsrni(ii6n de propiedad; la persona interpuelta
no se Iiace propietaria y la comunidad 110 la puede ser; de
modo que en el rigor del derecha la propiedad queda al do-,.
nante 6 al vendedor.
206, Para poner á la vista de nilefitros lectores todosloe
elementos (le1 deba te debernos mencionar una sentencia de
la Corte de Bruselas que aparece en opcwición,directa *con
la a e n t e ~ c i ade Lieja. TamltiCn se trataba de los frailes prei
rnostratenses de la Abadía (le Averbode y. cle las acttluisi-
cione,s hechas por ellos para reconstitui~la abadía- Estas
adquisiciones. r?e hicieron primero p o ~ iritermediario que
un1

no pertenecía 4 IR orden, de~puésflioron cetlidas á. un d i -


gioso provisor de la comunidad, el que por suparte las con-
tinuó. Los herederos fueron drclaradds no ndrnisibles en sil
..
acción en reivitidicaci6n En ararieilcirz la iden tidad le am-
bas causas es completa p la decisidn cont,raaris 8iii eizibargo,
hay una diiereticia en lou hechos y es ~ansicienrabIe.Oonforb~
me á lo que acabamos de dsiir, el punto esencial del delia-
re es este: isé! hizo la adquisicidn por persolia iiiterpuesta?
En al caso juzgada por la Cawte de Lieja se puccle s0htene.r
-que no hahía iiitrrpo~licion,mientras que en la de Bruxelas
se prueba dt masiado qiie los adqiiireotea de nombre eran
personas iliterpuestaa. A diferencia de 1 ~ ) afrailes de Fiore-
fre, 10s morrje~de Averborie fie ~ublevaroncontra las l ~ y e s
que suprimiari ~üccmunidad; rehusaron recibir ION bonos que
les ofrecían; Iué preuisa expulsarlos por la £uesza; de ante-
mano liabfan buscado la manera de substraer una parte de
sus bienes & la cooiicrtaciún que 10s amenazaba. Despub cle
expulsida no cesaron de trabajar para la reconstitución
de su abailia; la Gorte comprobó que'pmmovíari siempre en
común con miras y objetos comunes, el intertii de su con-
gregacidn, la que, para ellos, existía ~ieiliprespvsar de su
.eupreiii5n. No: solarnsnte había una liga coriifin entre 10s
frailes dispereos como en Ploreff+, tenían arín en ciertas Bpo-
c a s reuniones y d.liberaciones eti comrín on su antiguo con-
vento; la jerarquía de los grados la conservaban, tenian u n
prelado, iin prior, un sub prior, ur.i portero, un camariata, pro-
visores que ejercían, cada uno de elloa, en tanto que se 10%
perrniti~:n las circunst~rncia%la8 funcicmes rle ñu grado. E n
razíín de estas circun(itancias no se podia, suponer, como av
puede hacsr en FloreHe, que el adquirentc en -su nombre
hubiera recibida los bienes para vol~erlt,sA poner en su co-
rnlrnidad el dín en que 68ha ttlciere capacidad para recibir;
IGS 'frailes de Avesbode estaban bien convencidos de que su
corriunidad existía siempre de kieeliolg cie derecho. Ea este
e~tridode casw 1s intsrposición de la3 personas se concibe,
y desde que la adquisicidn se h i c e poriuns persona inter-
puecita los h.erederos ¿le dsta no tienen derecho. (1)
207. La incertidumbre de la propiedad levan43 una tilti-
nia dificultad, más grave que t0da.s. i§i el verdadero pro-
pietario no promueva qué se vuelven los bienes? Los pose-
*ores no son propietarios y no lo pueden llegar & ser por
prescripción (t. XI, núm. 182). Pero el derecho de reivin-
dicacidn prescribe ti los treinta aÍíos, como cualquiera nc-
ei6n. Después de este plazo los bienes poseídos por la co-
miirii(2acl quedan sin duefio; por oongiguiente, pertenecer1
al. Estado (L. VI, nhm. 166). Si se admitierai que d edicto
de 1749 e!tA, aún en vigor, el Estaclo podría oonfsea;r 108
bienes adquiricios por las comunidades, sin eBperar l a pres-
cripcidn. Cualquiera que aea la opitii6n que se adopte, ur.
ge dar fin al escándaIo que dkbe afligir á todm~aquollosque
toman sinceramente el mantenipientaldelderecho y del
sentid6 moral. Ya htirnos aqui (1) Ilapado Irc ateoaidn pú-
blica sobre la lucha ft&ttal de. las corporaciones religio~ias
contra las leyes de orden público; no hay saciedad posible
cuando no se respeta la ley: y la ley la violan todos loa
d i a s t a ~ ~ ~ o t u p n i d a dreligiosas
ea que, tienen la pretensión de
prscticar la perfeccióri evangélicat viven de la mentira y de
la ilegalidad. . El fiu que persiguen las congregaciones es
tan funesta conlo Zri, violacidn incesante de la ley, de la que
se haceh culpables, Propagan la ignorancia y la supersti-
cióo, vician la inteligencia y el corazón de 'las generaciones
iiuevas. 161 mal ya os grande, ca diariamente creciendo; el
por.venir de Bélgica e ~ t 8en juego, iQucS dirh la hiatoria ~i
el legislador ,permanece en la inecci6n cuando destruyen
on SUR &mientes el derecho y.1a moral?

1 V Q ~ Bilnestro
O B~irrdhsubrs la Igle~ia9 el JhieEaLio E¿?gtca y nuestra6
Pi.hri;bios, t, XVI, nfzm, GB S t. 31,name, IO6-l(iS,
CAPITULO 11.
DE LAS DIVERSAS ESPECIES 'DE SOCIEDADES,

SECCION 1.-De las sociedades civiles y comerciaZes,


208. Las sociedades son civiles 6 comerciales. Esta di-
visión está, establevida implicítamerite por el Cbdigo Civil,
El art. 4873 dice: liLas disposiciones del presente titulo no
se aplican á las sociedades. de comercio sino en las puntos
que no tienen nada de contrario 4 las leyes y costumbres
comercia le^. 1, En contra hay reglas de derecho comercial
que no se aplican sino á. las gbciedades civiles, Importa,
pues, determinar los caracteres que las distinguen,

209. La ley de 18 de Mayo de 1873, que ocupa el títu-


lo SX del libro 1 del Código de Comercio, define las ~iocie-
dades comerciales, las que tienen por objeto actas de co-
mercio. se eatienje p o ~actos do camercio? Bata
ciiestidn es ajrnia 6 nuestro trabajo; nos limitaremos Ii
tsa~~cribir el srt. 2 del Código de Comercio, que es 'sZ
lugar de 1s materia: iiLa ley reputa acto de comercio:
-Toda compra de abarrotes y marcanolas para revender-
105,. ya 8ea ilin labrar, ya labrados 6 ~irnplemeotopara arien-
p. de D. TOXOxxvr-32
dar su ueo; cualquiera venta 6 arrendamiento que sea cond
secuencia de tal compra, cualquier arrendamiento de mue-
bles, para subarrendar y cualquier subarrendamiento que
sea RU coneecuencia;-cualquier. empresa de manufactura 6
fAbrica, trabajos públicos 6 privados de comieidn de trans-
porte por tierra, ó por agua;-cualquiera empresa de abasto,
de agencias, despachos, establecinlientos para ventas por riu.
basta, espectáculos pGblicos, seguros d primae;-cualquiera
operaoión de banco, cambio d corretaje;-todas las operacio-
nes de bancos p1iblicos;--las letras de cambio, mandatos,
billetes iiatroa efectos A la orden 6 al portador;-todas las
obligacione's de los comerciantes, & menos que no se pruebe
que tien& Una causa sXtraña al comercio. 11 Esta disposici6n
da lugar á numerosas dificultadss; las lSlnicas que nos inte-
resan sob 188 relativas 6 acto8 civiles de que se ocupan las
,sociedades civilea y que sirven para distinguirla8 de las 80.
ciedadea comerciale~,que tienen por objeto actos de comer-
cio. Antes que todo debemos enaeñar cuál es el interds de
la cuestión, exponiendo las diferencias principales que exis-
ten entre ambas clasesbde sociedades,
210. .Ya hemos indicado uua que es de. consideracidn;
las sociedades de comercio propiamente llamadas constitu-
yen uRa individualidad jurldics distinta de la de los asocia
~ O R estos
; aon los terminos de la ley de .18 de Mn yo de 1873:
mientras que la ley no recoooce ninguna individualidad ju#
ridica á las a~ociacionescomerciales rnomeiitáneas y á lae
asociaciones oomerciales en partinipacidn ni, por conseoueo.
cia, S las sociedades civiles. Nos translctdarnos Ii lo que se
dijo sobre las consecuencias importantes que se desprenden
de esta distinción.
211. Las sociedades civiles sori contratos no solemaea,
se forman por el 8010 consentimiento y rie prueban aeghn
el derecho combn (núms. 170-180), No sucede lo mi~nio
con las sociedades mercantiles. L a ley de 18 da Mayo do
DE LAS SOOIEDADES CIVILES Y UOMEEUIBLES 261

1873 distingue. Las asociaaiones moment8n~,fisy las aso-


ciaciones eti participación no están sometidas d ninguna con-
dición de forma y se prueban segiín las reglas del derecho
mercantil. .Las sociedades aIIbnima# y las sociedades en co-
mandita por acciones son contratos solemnes en este sen-
tido: que deben hacerfie por actas auténticas bajo pena de
nulidad. Lss sociedades en nombre coiectivo, las socieda-
des en comandita simple y las sociedades cooperativas de-
ben también hacerse por acta bajo pena de nulidad; pero 18
Iey se coiiforma con uti ecicrito privado redactado conforme
al art. 1325. La solemnidad tiene un carácter particular en
materia de sociedades mercantiles; se requiere no 8610 para
la existencia del contrato sino para eu validez; aunque las
formas prescriptas por l a ley no hayan sido observadas no
deja por eato de existir la sociedad; los socios no pueden
oponer la nulidad á los terceros, y entre ellos la sociedad
existe igualmente hasta que la nulidad haya sido pronnn-
ciada, y cuando la sociedad está anulada la anulación no
tiene efecto mág que desde el momento de la demanda (ar-
tlculos 4 y 5).
Las actas qire la ley prescribe para la validez de lag so-
ciedades de comercio deben ademhs hacerse públicas por
vía del periddico: las actas de sociedad^^ anónimas, de so-
ciedad en comaiidita por acciones p las sociedades coope-
rativa~se publican por entero: las actas en nombre colectivo
y de en comandita simple se publican en extracto. Trans-
ladamos para pormenores la ley de 18 de Mayo de 1873
(arts. 6-10). La publicidad no está prescripta bajo pena de
nulidad, está establecida por interes de los terceros que con-
tratan con la s ~ c i e d a d ;e:x consecuencia, los socios no pue-
den oponer su contrato á los terceros mientras no h a sido
publicado, pero los socios no pueden prevalecerse de la
falta de publicación contra los terceros. AdemAs, jas socie-
pades no pueden promover en justicia inientras qiis el acta
no ha sido publicada. En fin, la ley somete á un reg1;isti.d
obligado de 50 á 1000 francos las actas cuyo dep6sito nu
fud hecho en el plazo que prescribe (art. 11). Zataa solem-
nidades y estas formas de publicidad establecen una dife-
rencia considerable entre las souiedades civiles y las &oca@-
dades mercantilea. Diremos más adelante si %as.sociedades
civiles pueden transformarse en aociedadea comerciales cum-
pliendo con Jas formalidades que la ley establece para estas
61timas sociedades.
212. En' las sociedades de comercio los sccios estan gene-
t
ralmente obligadoa eolidariamente á la8 deudas contraídas
por la sociedad. La ley de 18 de Mayo de 1873 contiene á
este respecto las siguientes disposiciones:
Los asociados en nombre colecti~oson solidarios para t01
dos loa compromisos de la sociedad, aunque un solo socio
haya firmado, siempre que esto haya sido con la razón social
(are. 1'7)
,Enlas sociedades en comandita simple los socios coman-
ditarios san solidariamente reaponsables. LOSgacios Coman-
ditarios, simples dadores de fondos, no e s t h obligndos B las
deudas de la aociedad m413 que hasta concurrencia de 10s
fondos que han ofrecido poner en la sociedad, á condición
de permanecer ajenos la gerencia jarts, 18, 21 y 22); tiles-
de que intervienen en loa negocios sociales aoitl solidasia-
mente responsables (art, 23),
. L o mismo sucede en la siciedad en comandita por ac-
ciouea; es la en qne contratan uno' 6 varios soaioa responsa-
bles y ~tolidarioscon unos accionifitan que stt comprometen
a610 4 una determinada puesta (art, 74):
Cuando la asociación es .mornentdnea; 10s socios estan oblie
gados solidariamente hacia los ,terceros con quienes tratan
(prt, 108).
En las sociedade~cooperativas 1cig ocios pueden cosipro-
&ete~se~lnlidariad separadamente; indefinidsmente 6 hasta
concurrencia de cierto valor (art. 86).
La sociedad anónima es aquella en que 10s socios no comd
prometen determinada puesta (art. 26).
Eri las ~ociedadesciviles los socio~lno e s t h obligados so-
lidariarn~nte% Eas deudas sociales; en priaacip'io estBn ohli-
gados cada uno por una parte viril; es decir, dividida (ar-
tículo 8562). Aeí eni laa sociedades civilee 1% condición de
BOR socios es menos oneroaa y lo0 acreedores tienen menos
garantías. P o r contra, en las sociedades de comercio 108
terceros corren más riesgos, puesto que, teniendo estas so-
ciedades por objeto la especulación, la8 quiebras vienen
amenudo 4 comprometer los intereses de los terceros ?Z
mismo tiempo que los he los dadores da fondos.
213. Todo comerciante. que suspende sus pagos y cuyo
cddito a s encuentra atacado se halla en estado de quiebra
(ley de 18 de Abril da 1851, art. 437). La quiebra se de-
clara por sentencia del Tribunal de Comercio, pronunciada
por confesídn del quebrado, 6 á, pedimento de un acreedor
6 de oficio (art, 442).
LORdeudores no comerciantea no ae declaran en quiebra.
Besn lean de csto consecuencias muy .importantes. El deu-
dor civil que está quebrado conserva 1s libre adrninistr8ción
y la libre disposici6n- de.su patrimonio; i:iientras qna e%co..
rnerciante quebrado está, embargado y dsnpaeído de la ad-
rninistraci6n de todos sus bienee, y todas la# actas hechas
por 41 despu6s de la sentencia declarativa de qixiebrw son
nulav de derecho.
Lo rniilino pai;a con llaa saciedades,. La8 .slociedadss civiles
no pueden ser declaradas en quiebra, eotán someticlas iilos
priricipiot, que rigen 1s quiebra .civil, Las socieddes mcsr-
cantilas puedan wer declaradas en quiebra* La ley de, 18 de
l 1851, que s e ~ m p l ~ . zeló libra 111 del Código de
A b ~ i de
Comercio, contiene ,varias disposiciones á este respecto; nos
limitaremos ft citar una de ellas, Todo quebrado eaeti ob&
gado en los trea dfas de la suspensidn de sus pagos ti con-
fesarlo en la Secretaria del Tribunal de Coyercio. En c a ~ o
de quiebra de una sociedad en nombre colectivo la confe-
sión debe contener los nombres de los socios aolidarioa.
Cuando una ~ociedadanónima está declarada en quiebra los
procedimientos se hacen contra el gerente (ark 440).
214. Segifn el Código de Comercio (art. 519, toda con-
testacibn entre aocios y por razón de la sociedad debía eer
sentenciada por árbitros. El arbitrio juzgado no fué man-
tenido por la ley d e 18 de Mayo de 1873; las sociedads oo-
merciale~lquedan, pues, bajo el imperio del derecho comha
en lo que se refiere á la competencia. Segdn el art. 12, 2, O,
de la ley de 25 de Mayo de 1876, 1110stribunalea de comer-
cio conocerán: 2. de las contestaciones entre socios 6 en-
tre adminiatradoreu y isocios por razdn de una ~ociedadda
comercio.tt
Las contestacionaa entre ocios son de la competencia de
los jueces carisulares, mientras que los procesos de igual na-
turaleza en materia de sociedad civil eethn sotaetidoe já t o ~
tribunales ordinarios. Loa tribunales de comercio rion in-
competentes en este caso. Ftié ~eritenciadoque la iticom-
petericia pffede ser opuesta en cualquier estado de la cansa,
aunque la parte que presenta la excepción hubiera consen-
tido ante el tribunal de comercio un nombramiento de &r-
bitros. (1)
El dládigo de Procedimientos tiene regla6 particulares
para la demanda de las sociedades cornercialm. SegiSin e?
artl 69 lsa "sociedades de comercio se demandan en su casa
social, y si rao 18 hay en la persona b en el domicilio de uno.
de los asociados (art, 69, 6. O ) Esta dispoaicibn supone que
las 80ciedad.e~ comercitiles forman personas morales; ea,
pues, ine,plicable 6 las sociedades civilea. Estas no pueden
1 Nimeo, 27 de Mayo de 1851 [DeHoz, 1864, 2, 49,
&r l demandada^ como tales, pueato que no tienen perBona-
lidad distinta de la de los socios; éstos son los que consta-
tuyah la sociedad; es, pues, necesario, dice la Corte de Bru-
selas, que el demandante demande á cada uno de loa indivlr
duoe que, reunidos, forman la uociedad. (1)
2id. La sociedad ci~ii1acaba prir la muerte de uao de
%o8socios (art. 1865, 3. ) Esta regla no eri aplicable á, la
s8cieda.d anónima ui d la sociedad en comandita par accio-
nes; Qstassobreviven á la muerte de un socio accionista 6
comanditario. En cuanto al nrt, 1865, 3, O , des aplicable 4
las sociedades de comercio? La cuestibn pertenece al de re^
chomercantil.
21 6. La Iisg de 18 de Mayo de 1873 e~tableceuna pres-
~npcidoeripecial de cinco años en provecho de los socios.
Transoribimos el art. 127:
J ~ prescriben
S ~ por cinco años:
i~Todaalas acciones contra los socios 6 accionistas, 4 partir
d&la publicación, ya sea do su retiro de la sociedad, ya de
una acta de disolución de la misma, ó 6 partir de su termi-
no contraotuaj.
{{Todaaccidn de tercero en repetición de divideados no
debidamente dicitribuidos 4 partir de la distribucidn.
iiTodas las acciones contra los liquidadores, con esta ca-
lidad, á partir de la cláusula de la liquidación publicada en
el periddico.
i+l"l!das las acciones contra los gerentes, administradores,
comisarios, liquidadores, por heohos de su mandato, ti partir
de estoa hechos. Sin embargo, la aoción individual de los
accionista^ en ei caso eu que la asnnzblea general aprob6 1s
srcci6n social, deber&establecerse en el año 9. partir de efita
aprobición. t i (2)

1 Bruaelaa, 16 de Abril de 1866 (Pasioriaisl, 1856,2, 2631.


2 Debe oonaultlriae aceros de laa eoaiededes de comercioltr arcelente obfade
M',Namur, .E1 Cddigo de Uonercio belga, t, 11 [1884].
Los socios en laa sociedades civiles, así como lo^ admi-
ni~tradoresquedan b ~ j o ' eimperio'del
l derecho comíin; rica
aYtBn, pues, libertados k b que por .la prescripción general
d0 treinta años.
5 LI.-,~PUEDP;N
L A S SC)UIEDADES UZVILIR TRANSPORMARSE $N
SOGIED~DESDE 'OOMBCXO?
217. L a cuestión, presentada en estos termino@absolu-
b s , no tiene sentido. Sin duda que las parte8 gozan de ea-
&eraslibertad en sus convern.eioneq, pero no pqeden lo impo-
dbfe; y faera queret Xo imposibls el conveirir que una 80-
ciedad que por eu naturaleza, es civil sará una flocicdad
mercaritil. En efecto, la, ley define. las sociedades de comer-
cio: son aquellas que tienen por, objeto'aotos de cornerc[o
(nena. 209); y la ley define tambidn cuáles 8on los actos que
son mercantiles. Decir que las partes puedexn declarar co-
mercial una sociedad que tiene por objeto actos civiIes, se.
ría, pues, decir que depende de elloq cambiar la naturnlem
legal delos actos, de tal modo que un acto civil se volviera
acto de comercio; ssto seria hacer IR ley, puesto que resulta-
rfa qua hay otros actos dp comercio ademhs de los que la ley
oali'fica asi. Se dirh que lsce leyes oomorciales, tiui como Iris
l e y s ~civiles, s61a se refieren al iilterds privado, y pertenece
siempre á las. partes derogar estas leyes, 4 menoa que tee
trate de disposiciones relativas al orden público y ~ R Bbue-
nas costurnbrss. El principio es iucontestiable, pero pruebe
qua la libertad de las parees contratantes no es absoIuta;
&be, pues, verse cultles serían las consecuencias de la can-
vencidn que transformara una sociedad civil en aocfedad
d a ooinercio., Si estas unn~ieorlenciastocan al srdon pfiblics,
en el sentido lato de la palabra, ae decidir4 porc, esto mismo
que la convenoi6n es inoperante. Y el oarhier comercial
de la aoqiedad arrastra cunsaeiaenciss que son eseccialmen-
te de interés social..
Las r~aciedadeade comercio son personas civiles (números
281-182);si, pues, perteneciera Q las partescontratantes trans-
forinar una sociedad civil en sociedad comercial, resultaría
que dependeria de lo8 particularas crear una cuesti6n de
inter6s privado. La tradicibn y los principios contestan
que la personificación civil es de derecho público?
Laa sociedades comerciales están sometidas á una juris-
dicción particular y, por tanto, excepcional. ¿ Pertenece
4 108 particulares cambiar el orden de las juridicciones, so-
metiendo á los jueces coneulares litigios cuya conocimien-
to reserva la ley á 108 jueces civiles? En vano declararian
actos comercialee lo que pQr sir naturateza es un acto civil,
no pueden dar A los jueces consulares la capacidad, juridica
que les falta, este es el caso de decir que no pueden lo iw-
poisible.
Las sociedades de comercio pueden ser declaradas en
quiebra, mientras que no se puede declarar en quiebra una
sociedad civil. ~ Eporque
R pertenece á las partes interesa-
das aplicar las reglas de la quiebra á sociedades' que lo son
por naturaleza de la competencia de los tribunalea de co-
mercio ? Presentar la cuestión ea resolverla.
La ley establece una prescripción especial en favor de los
asociados comerciales. iPertenece 6 socios civiles substraer-
se á la prescripci6n del derecho corniín declarando quO su
aociedad es comercial cuarido en realidad no lo-es? ;La
prescripcióri Re fija según la voluntad de las partea?
- Todas las cuestiones que scabatnos de presentar deben
resolverse negativamente. Consta, pues; cpdel cardoter co-
mercial de una sociedad tiene consecuencias que no dspen-
den de la voluotad d i l a s partes contratantes, puesto que son.
de orden público. Luego las partes no tienea 01 derecho de
tkapsformar una sociedad civil en sociedad de comercio. (1)
Comp$rease, en diqeraos aentidns, Pont, p, 86, nóms, 119 y l2b 9 106 aa-
tope6 que cita. Trobloog, Delaogle y BBdarride,
P. de D. TONO uv 1- 33
218. iQuiere esta decir que las sociedades' &viles ho
puedan tomar de 1a ley de comercio ningún efecto de loa
que caracterizan á la gooiedad mercantil ? Fuera llevar 10s
crsos demasiado Icjo~,puesto que todos,estos efectos no son
de orden pilblico; los hay que son de interés privado y queb
por consiguietite, permanecen'en el dominio de lair partes
contratantes. Tal es la solidaridad á que est.zín obligados los
socios en la mayor parte de las sociedades de comeFciod
Nada impide que los miembros de nis.~ociedadcivil esti-
pulen que estsran obligados solidariamente por las deridas
socialeii; en esto sblo usan del derecho combn, puesto clne
en principio la solidaridad es-convencional.
La cueatida ae~vuelvem4s dudosa cuando los socios.res-
tringenlla re~~oosabilidad Q Ia que quedan sometidos según
el derecho civil. En las socied~desciviles el socio es inde-
finidamente responsable dentro de los limites determinados
por la ley; mientras que en las sociedatles en comandita'el
comanditario a610 está obligado hasta concurreucia de su
aporte'.
De ahí una duda acerca del punto de saber ai una
sociedad civil puede constituirse en comandita, La tifirmad
tiva está enseñada con raz;in, nos parece. Se supone, se en-
tiende, que al adoptar la forma de comandita los asociados
han llenada las dieposiciones de publicidad que la ley piies-
ctibe por i'nteréa de los terceros, La publicidad responde á
la objecián que se puede hacer en interés de aquellos que
tratanacon la sociedad; qiliedan avisados y contratan can ~ o -
nocimiento de causa; y las )partes pueden fijar su responsaa
bilidad como gusten: esto es una cueetibn de inter6s 'pri-
vado.
Mái duda hay acerca del punto de aaber si el a010 hecho
de emi*ir 'acciones al portador constit,uya íin acto da comkr-
cio. Si Re admite la afirmativa la sociedad civil en coman:
dita,con accionas 80x4 &%'aciariamente una giociedad mer-
cantil. No entraremos en este debate por ser ajeno & nuestro
trabsjo, (1)
219. La cuestión que discutimos ae presenta ordinariarnen-
t e en 108 siguientes~térrninos;¿las sociedadea civiles pueden
,ser constituidas en la forma de las sociedaaes I~omerciales
y cuáles son las consecuencias de 1s adopcibo de ests forma?
S@ha enseñado y ha sido sentenciado que los socios que
adoptan las formas de una eociedad 'comercial crean por es-
to mismo una ~ociedsdde comercio. E4 esta opinión las
formas prescripta~-por la ley de 18 de Mayo de 1873.son
incompatibles con el carhcter civil de la sociedad; de modo
que la sociedad civil par naturaleza se vuelve comercial
por esto misnf6: que fu8 contratada' en .la8 formas desuna
uociedad anónima 6 en comandita. Es índtil detenernos en
ests opinión, pues na ha prevalecido. Bajo el imperio del
C6digo de Comercio que exigía Is autorizacidn del Gobier-
no para la formacirín de una flociedad a a á n i ~ aestl
; sutori-
zación era concedida á laa ~ociedadespurapeate civiles, por
raz6n de que ninguna ley prohibia 4. las eooiedadee civil98
constituirse en sociedad andnima; la.ley bien dice que las
sociedades de comercio no pueden conatituires más. i u e bs-
ja las condiciones de forma que prescribe, pero no;pqahiba á
las sociedadea civiles tomar esta forma. Esto no q ~ ipapee
*
dudoso d e ~ d eque se trata s610 de las formas; seguramente
nada impide que los uocios redaateo sus conve~niones~ por
acta autdntica; en esto s61o usan del derecho comh; j,Q~e-
dp por saber cuáles son los efectos de las pociedadeg civi-
les que tofnan las formas de la ley comercial?
220. Segiin 10 que acabamos de decir judrn, 217); las HO-
ciedadea civiles no pueden ser traneforrnadas ea ~aciedades
mercantiles por la voluntad de las partes contratantes. Sigue-
k'vd~nee, en di~ersoasentidoe, Post, p, 91, núm, 122 y Ion autores que aim
ta, Vintcent y Del~ngle. La juriaprndenoiaadmite que la eubeoripoi6n de ac-
cidnes en cornanriite al aubeoriptor 6 le jariedlocida comeroiat [Polit,
P. 92, nota 11.
se de esto que no se volverán aobiedsdes de cbmercio.por el
hecho de que las partes habrhn observado lae formas pres-
criptas pcrr la ley de 18 de Mayo de 1873, Esta misma ley
lo díce de las sociedades carboneras, ilLas ~ociedadescuyo
objeto es la explotscidn de lae minas pueden, sin perder au
carácter civil, tomar lae formas de lae sociedades de comer-
cio, crometiéndose A las disposiciones del presente titulo (ar-
ticula 136). U Lp que la ley dice de las sociedades mineras
debe aplicarse á todas las sociedades civiles, Sa pudiera,
dar otra itsterpretación á esta dispoeicí6n é iriducir que las
sociedades civiles eti general no pueden constituirse: bajo la
forma comercial, 6 qussi toman esta forma no se vuelven
aocieáacfes ae comercia. Esto sería una acgnmerrtación aa-
cada del\silencia de 18 ley, y esta argumentación no es ad-
misible cuando está en oposicidn con los principios. Y en
virtud de lou principios generales hay que decidir desde
-luego que las sociedades civiles,pueden tomar las formas
de Iarr de oomercio, y. luego que la adopción de estas formas
nÓ les hace perder su carhcter civil:
m La jurisprudencia francesa e ~ t hen asfe sentido. Admita
.por una parta que Ias sociedaderi civiles pueden ser oonstitui-
da@bajo la forma anónima y decide por otra parte que la
adopcidn de e8tas forma's no tiene por efecto suprimir 6 una
sociedad puramente civil por su objeto, el caracter de cumer-
cia2. 1iEl cardcter civil d comercial, dice la Corte de Casa-
.cidn, depende del objeto de la trociedad y no de la forma que
plugo 4 las partes darles, y eepecialmente el snúnimo, lejos
de implicar necesariamente una sociedad mercafitil, se con-
,,
cilia al contrario con la saciedad civil. (1) La Corte lo
sentenció asi, aun en el caso en que las partas han emplea-
1 Denegada, 27 de Marzo de 1866. (Dallsz, 1866,1,428).aompirenae las sen*
tenoiaa y loa autorea cftsdoa en notr por el aentendete. Agrdguere Parfn, 17
de Agolito de 1868 (Dallar;, 1868,2,192)y doa sentenoiaa de denegada &e 18
db Diciembre de 1871 y nna~aentenoiade oaraoidn de 26 dá Zebiiero de 187%
(Dalloz, 187B, 1, 9),
do una forma que, COm6 la l e la sóciedad dan rdljpondabili-
dad limitada, está especialmente atribuida á las sociedades
mercantiIea por la ley francesa de 23 de Mayo de 1863 (ar-
ticulo 1); 1a Corte dice muy bien que el uso que laa par-
tes hacen de una forma comercial no puede tener por efecto
cambiar Ia naturaleza y el objeto de la saciedad. (1)
221. Ea nuestra opinión las sociedades civfiea pdedelr to-
mar en la ley comercial Ise reglas y los caracterm que no
son de orden público, E1 principio es incontestable, perd la
aplicaci6n da lugar Ci dificultades por rcilzdn de la incerti-
dumbre que reina acerca del sentido de la8 palabra^ orden
prl'biico. Se pregunta deede luego si las sociedades civiles se
vuelven personas morales cuaido se c o n ~ t i t u ~ se n las for-
'masy con los caracteres ?e una de las $ociadacleride comer-
cio reconocidas por la ley de l$ de Mayo de 1873. Los au-
torea fraocesea enselian la ahrihativa, aun los que no admi-
ken que Iae sociedades ltiviles gozan de la pe~soriificacidn.(23
En niiestro concepto la ~ u ~ s t i destá
n decidida en ' sentido
Contrario por la ley belga de 18'de Mayd d'e 1875. . El ar-
tículo 2 dice que la by reconoce cinco clases d e 8ocieda-
des mercantilei, y agrega que cada una de ellan canstituye
una individualidad j,uridica disiinta de la de los asociados.
La ley es, pues, & que declara que ciertas sociedadea for-
mari una persoaia civil; son las eooiedader; comerciales enu-
meradas por el art. S. Y las sociedadea civiles no se vuel-
ven sooiedle~acomercialea aunque tomen J nombre y se
'constituyan en formaa y bajo las condicionea determina-
das por la ley comercial. Esto decide la: cuestián. El artfcu-
lo 3 confirma esta doctrina. 1iHay ademSs asoeisciones co-
merciales momenthnealoi y asociaciones en participacidn $
1 Uaaaclbn, 21 de Julio de 1813 (Dstloz, 1874,1, 127). &a juriaprudenofs ea
oonstatite en eate sentido, Dijbn, 1. O de Abril de 18?4 (Dalloz, 1876, 2, 81).
Bcuselaa, 12 da Agoato de 1867 (Pasicriaia, 1868, 2, 177),
2 Aubry y h a , t. 1, p, 188, tiotaa 20-223 p. 189, nota 28, pfo. 64, Uomprl-
rese la jurlsprudenais en el Repertorio da Dalloz, en la palabra Soas'eda&6, n&
meroa 889.246,
las que la ley no reconoce ninguna indivlduaiidud j~rúlicu.ir
Esto es decir que la ley sola puede conceder la personifi-
cación; permite á los particulares formar una perrtona civil
constituyendo una de laa tiocicdades comerciales A las que
la ley dti,este carhcter; no pueden formar una pereona mo-
ral constituyendo una persona civil. Esto ea decisivo, pues
no hay personificación ~ i nley. (1)
222. Laa sociedades civiles constítuidas bajo la forma de
una sociedad comercial con las formas y-baja las coladieio,-
nes.determinadas por fa ley $e 1873'liquedsn sometidas 6
Xa juriadiceión de los tribunales de comercio? B e p o s .con-
testado de antemano A la cuestión (niím, 21.8). La jurisdic-
ci6n es de orden público; la ley determina la razón de l a cs-
lidad de las personas &de la naturaleza de.lae actas. .Y las
personas no comerciantes que forman una sociedad civil n?
se vuelven comerciante^ al tomar de la ley de comereio la8
formas de una sociedad msreautil, y las a c b ~de la socie-
dad perrnaiiecen civiles; luego no puedeu ser sometidas ti 18
jurisdiccidn oonsular. La, jurisprudencia esth en este senti-
do, (2) y no vemos en eXlo ninguna duda.
223. Cuando la sociodad es comercial la3 actaa y notifi-
caciones que aa le hacen deben dirigirse t6 srr casa eocial.
sucede lo miemo en Iae sociedadea civiles coristltuidns eo-
&ércialmente? Nh, en nuestro concepto, pues el articulo
69, 6. ,del Código de Procedimientos es un+ coneecuencia
de la per~onificaciQnBe la^ ~ociedadeude comercio (nú,me-
ro.182); y las uociedadee 'civiles no cambian (le naturalqzss
cuando estdn constituidas bajo el nombre de una sociedad
mercantil. .Esto nos parece decisivo. La jurisprudeocia e.;
contraria, C>omola cuestidn toca . a1 procedirniénta
- transla-
damos 4 las sente.ncias. (3). l .

1 Oomp&repiola sentenoia del ~ r i b u a a lde Bruselas de 2G do ~ioiembrede


1872 (Pasicríeia, 1873,8, 190),
2 VBaass laa eeotsnciao de 1s Oorto de Closeúión oitadas máa citrks, nifm. 220:
notas 1 y 2,
3 Choto, 10 de ~ u l i o30 i873 ( ~ a s i ~ r h i1873,
e , 2, 286).
224. La prescripción excepcional~qii4.laley de 1% de Mayo
de 1873 estab1ece en favor de las sociedadea comercides no ea
aplicable á las sociedades civiles constituidas b a j ~el nom-
bre de una sociedad de comercio; esto rnos parece seguro
(núm. 2 18). No pasa lo mismo con las hogaciooes del de-
recho común relativas & la extensicin de. las, compromisos
contraídos por los socios en las sociedades de comercio. Los
miembos de las ~ociedadesciviles están libres para obligar:(
se solidariamente; no pensarnos.que esto pueda .contestarse,:
En las sociedades an6nimas y en las en comandita la derob
gscióri eu un. sentido inverso. Las asociaciones anónimas son
saciedades de capitales, mientxas que las sociedades civiles
son asociaciones de personas. En laa primeras los socios no
~oaiprometenm á que ~ una pue~tacietierminada; eri las otra$>
los socios se comprometan perndoalrnente, y toda obligación
personal es indefinida. Re~ultade esb que los tercero8 qiie
contratan con una sociedad civil, constituida bajo el nom-
bre de sociedad tliiónima, no tienen ltia gararitfas de que
gozan segdn el C6digo Civil, Esto es lo que indujo á exce-
lentes inteligencias á conteatar 4 las sociedacles civiles el
derecho de tomar en la ley comercial el nombre y los efecd
tas de la sociedad audnima. H e m o ~dicho más atrtís que el:'
argumento rio ee decisivo (núm.218). Lu extensión de 168
compron~iso~ que una'.persona contrae eu de interés privado;
desde luego hay que atenerse al principio de la libertad que
Pa ley civiI asegura 6 las partes contratantad. El art. 1863,
como todas las dispo~icionesen materia, de contratos, ~ $ 1 0
presume la intención de las partea; no les prohibe manifes-
tar una intención contraria

225; La vepta que el propigtariu hace de los productois


de suafundono ea un acto de comercio (Cddigo de Comer.
cio, art. 438); así es aunque el propietario hiciwa*srifkir
una traneformación á, sus productos antes do entregarlos al
coneumo. De e s b 313sigue que ai el propíetario forma uua
socíedad para la venta de los productos de su fundo la sa-
ciedad es oivil., La cue~tibne0 prosent5 ante la Corte de Ca-
aación en el caeo siguiente: El Estado es propietario de l a ~
sguaa de ~ornbigrea.Al distribuir sataa aguas al Estado no
hada acto de comercio, puesto que vendia loa productos de
nn fundo de que tenia la propiedad. Cuando el Estado con-
eedi6 las aguas de Ylornbi&res$ una sociedad los oonceeio-
narios continuaron la explotación en 1- condiciones en que
lss habían recibido. Luego la sociedad era civil. El recurso
objetaba que independieñternente de la venta de loa produo-
toe naturales del fundo ,la explotación comprendia la conbn
truación y equipo de hoteles, lo que constituía un acto de
comercio. La Corte oonteetd'que,.la aentencia atacada comi
probaba que lo^ hoteles no hiibian sido oonntruidoa en vista
de una especulación comercial sino con el objeto lfnico d e
agrandar el establecimient~termal, del que no eran m&sque
el accesorio; ademps, !a &mpafiía nunca 10,s había eñplo,
tado directamente; en el mismo rnoniento en que le,fueron.
entregsdorr por el constructor los había arrendado, ~a Cor.
ta concluye que la compañía $e entrsgslbri 4 una explote-
6611 civil; que hacia competente los tribunales civiles, con.
exclusi6n de los tribunal& de comercio. (1)
Se presentd'otro caso en el que hay duda. fia compañia
general de las aguas de Paria vende y distribuye por curn-
ta de la ciudad las aguas de que ésta es propietaria. P u b
sentenciado, pnr el Tribunal de Comercio del Sena, que es
ta compañia es una sociedad rn7qcantil, porque las conven-,
ciones intervooidae entre ella y la ci,pdad de Paríe se tradii-
cen en una utilidad en la venta de laa aguas. En apelación
1 Denegada, 17 de Marrio de 1866 (Dslloz, 1866,1,428; Uornphraiis Denega*
da, 12 de Mayo de 181.5 (Relloz, 1876,1,380).Lo aontrario fud aetitenciado PP
rala eooiedad anónima de IThorrnee 'd'Eogbien en cirounqtan~iaa diferente#, Plr.
rliit 4 cYa Febrero de 1876 (u4110z, 1876, 2, 186).
Ia decisidn fu8 reformsda; la Cor,te aioe que la sociebad es
puramente civil pgr 8u título, por RU cargicter y por t1 ob-
jeto de sus operaciones. En el re~ureola Corte be Cssaciók
iaa~tevoesta disposieih ds la senRnoia atacada. &a ciu.
dad de Paris, dice 1;1 Corte, ,no hubiera hecho acta $e co-
mer~i.0vendienda las aguas de que es propie~aria;luego Ip
compañia que las vende por cuenta de la ciydad tam,p'oc.o
.hace.ac$o de c~mercio.(1) 6No es esto mqy absoluto? EI
propietario de un sifiado no hato acto de comercio al vanm
der los p r o g u ~ t ode~ su heredad; iguiere d0,~i.r~ s t que
o apel
que cqmprs f ~ vinos ~ l para revenderiss no ha09 agto de co-
mer~io? Toda depeode (le la na$urslqa de las Copvencio-
nes iqterveriidas egtre las partes. Si 18 socjedad 8610 es
rrrrendatsria permaaece civil; si compra pqra rereader 'se
gopleq~ial.
.~Qud .debe deai.dirse si la compafifa fuera concesionaria?
Hemos dicho ao otro lu&r que el apta ae,con+5n da al
concesionario un derqho que tiene analogia Con la propie-
dad sjn ser un derecho de dominio (h VI., iiúms. 29-35).
cuando el Estado concede una toma de agua en un rlo no
hay mucha duda; la sooiedad est4 ~ubrogadaal deracho del
eobierno durarite el tiempo de Ict concesih; no es, pues,
prnpiqtaris, no compra para revender: tqma el lugar del Ea-
hado y ao derecho es el derecho del Eatado; esto es decir
que QO hace acto de comercio. ( 2 )
226. Por aplicación del m i m o principio fu8 soucencra-
.do qile la ~ociedadforrnrida par8 la explataci6ri de una mi-
ga forma rins uociedafl civil. t a rjolucidn estaba prejuzga-
i o ~la ley de 211 ile Abril
da por 1 0 4 trabajos , p r f ~ p ~ r a t o rde
de 18 10, especial trir11t.epor 1ss c ~b~crvacia~ies de'la coinisihn
del Cuerpo Legislativo q ut: rearn p l a ~ aal Tributindu. El pro-
1 Ossaoi6n, 10 de Junio de 1874 (Delloz, 1814,1,44F>).
2 Orraeoibn, 21 deJutio de 1873 (Dulloz, 1874, 1, 127).
P. de p. TONO XXVI-34
yecto del Gobierno decía: iiLa explotación de minas no se
oonsiderirh como un convenio 8ujat;o 6 patente. 11 La comi-
sión propuso la redacción que se hizo en el art. 32; dice así:
tiLa explotacibn de minas no está conaiderada como un
comercio y no está Bujeta á patente.!, iiEsta redacción, dijo
'la comisión, hart cesar las contestaciones que se suscitan
frecuentemente acerca de la cuestidn de saber si las socie-
dades que explotan una mina son de la competencia de loa
mtribunaleade comercio. Siendo la mina una propiedad in-
mobiliar,'el particular 6 la sociedad que la explotan haceo
valer s u heredad' y nada más. Se debe, pues, expresar clara-
mente que no hay. lugar ti traducirla ante los tribunales de
comercio.^^ Poco importa que la mina este concedida, pues
en e1 sistema de la ley de 1810 la concesián rie una miüa
crea una propiedad particular distinta de la superficie: hay,
pues, siempre expiutaoiln de una popiedad y, por lo tan-
to, acto civil y sociedad civil. '(1)
Fue, sin embargo, sentenciado que una sociedad para la
explotación de una mina se vuelve sociedad de comercia
cuando,.á la explotación de la mina se une una industria
que transforma los p'roductos naturales de la mina con agu-
da de medios tom'ados fuera de ella: estos Ron los términos
de la sentencia. Esta última circunstancia es'decisirá, pueg
r e ~ u l t aque hay compra de coeas muebles para revenderlas
desputss de fabricación. Ls sociedad no podría limitairse a
ñoe fioloe recursos que le rnini~trabala mina; se vefa obli-
g a d ~4 comprar, sn gran cantidad, Qoidosy reactivos poten-
tes que, combinados en sus hornos y alambiques con loa mil
nerales que extrafa del terreno, producían varios objetos clac
vendia. La Corte concluye que la aociedad hacfa acto de
coniercira, puesto que compraba para revender; no se le po-
dia, pU08, confundir can el propietario que vende los pro

1 Vdanae lan aentenoias oitrdan por Pont, p. 78, nota 2.


DE LAS SOUIEDADEB CIVILES 'Y COMERClIALES 267

ductos de su tierra. L a consacuencia era que iiebía ser de-


mandada ante el Tribunal de Comercio, (1)
227. iQi1é debe decidirse ~i 18 sociedad . forma para,
. se
buscar minas? Se distingue. Si .los socios tienen por mira
obtener la concesión de la rriiua la sociedad entra en .los
términos de la ley de 1810: es civil. En efecto, para explo-
tar la mina hay que comenzar por trabajos preparatori~s;
estos trabajos se confunden, pues, con 18 explotacion y par.
ticipan del carácter que la ley les atribuye. La Corte de
Bouen lo sentencih así en un caso en que los trabajos de
sondeo no condujerorl al ,descubrimiento de la hulla que se
buscaba; 9e encontrb una agua malsana que brotando con
una grah fuerza se esparció en los terr,enos vecinos. De
esto una acción por dañob y perjuicios conira los ]asasociádos,
Fué sentenciado que cada aubvcriptor del fzndo tenía que
pagar por la perdida proporcionalmente á ~u puesta, aegún
ellderecho coman de las sociedade~civiles. (2)
S i la 8ociedad tuviese únicamente por objsto hacer lae
explorscioneu necenarias a l deucubrimiento de una mina, 8iq
pretender .obtener la concesidn, seria una agencia que la
ley coloca entre las empresas mercantiles; la sociedad.ierfa,
pues, una sociedad de comercio. (3)
228. ¿Las sociedades formadae para la compra de inmue-
b l e ~con el fin de revenderlos 6 arrendarlors son sociedades
civilee? Si se atiene uno al art. 632 del Código de Comercio
1i afirmatira no e3 dudosa, puesto giie la ley no reputa ac-
to de comercio mas que la compra de abarrotes 6 mercan-
cfas para revenderlos. Se objeta que la ley no es limitativn
,yque los inrnut bles pueden ser realmente objeto de espe-
culaciones semejantes á las que se hacen en los objetos mue-
bles. La con~estaciónes fhcil 'y perentoria. No 8610 es el
1 aolrnar, 4 de Junio de 1862 (Dalloz, 1863, 2, 163). Dijáa, 1. O $9 Abrilde
1874 (Dalloz, 1815, 2, 81).
2 SRvuen, 19 de Agosto de 1867 [Dalloz, 1867, 2, 1831.
3 Pont, t. VIII, p. 79, núm,110.
texto, bs f%mbi8d81 &pirita de la ley, b que a6 opotie 8 que
se asimilen los idmuebles á las riierorlticlae. La bi€aknci&
fuQmuy bien establecida en un infurrne del Consejero Nes-
asrd. .Par&que una cosd aea reputada tnefcerncia no baeitia
que Res susceptible de compra y venta, es necesario ademds
quo Itt tka~iqcitjn(18 mano á maho sea pronta y fhcil y qir6
por su tiaturález8 Be preste, &onayuda de un precio corriea-
le hiibitualmenter deterbinado, al tráfico y rbpidos rnovi-
riiientu~de la especulaci6n. '4f de tbdas eatas mndi~iotise~
facilidad de ti-ansmigión, vglor vetlal habitualmente deter-
minhdo por un precia corriente, simplicidad de transac~idn~
rapidez de darubios y CdINuti;iO, no hay ninguaa que pueda
6onvetiiil. 4 los Xnmue\)laq. La kransmidión ee diftcil y llena
de;fo~inalidadesp:r intereses de tercero%aoa nece~ariassc-
tas aut&ntiCaa,el regiat~o,1s purga. iC6mo cosa8 de tan di&
Gcil desplakarniento g tan complicado 'habfeh de prestarse
d las simples formia de las rápida5 aspeculaciones mercan?
tilea? JY cdmo someter a juecea consulsrtlb los litigios que
d a n lugar ti largos pr~cedírnientosy éirrigen un prafilndo
&nocimiento de todas las parte$ de ala legislacih civil? La
dbctrinl y la jurisprudencia ae hati pronunciado pon esta
epinidn, (1)
Los propietarios de un teatro ddstruidb ,ea p&ilte.par un
incebdio se reuuea para hacerle reconstruir y 20 tu,man 0n
saciedad durante treinta años, cbn el objeto da arrehdarlo,
'ae percibir y partirsi las rentas conforme al derecho'da caO
'da una de ello~i.Se et+tipulh en el acta que la sookdad aerf8
'oadnitrib y que el foi~donocial 8e dividiría en cien.ncciones.
En aparieticia era una sociedsd aritjnima, en realidtid la
riociedad era civil. El fondo eocial se componía hnicamente
del inmueble que los a~ociadoapoa~íanen comhn; los bene-
ficios consistfan en los frutos civiles que producfran; la8 ac-
1 'PQaanelaa aitaoíonetr en el .&etceper$orio 'de Dallor, en la palabra 8ocidadl
n ~ m 198,
, y en Pont, nQm, Z06.
sfones no eran más que Ia representacMn del derecho de.
propiedad de los asociados. Estas acciones formaban, puea,
derecbou mobiliares, se trasmitian con la forma ordinaria,
de los inrnnebles. La Corte de Burdeou donclbye que la so,,
dedad no tenfa ningiln carácter comercial G industrial, que
era puramente civil. (1)
Se ha juzgado por aplicación de estos principios que di:
chae sociedades no estaban sometidas á la jurisdicción de
los tribirnales de comercio y que no podfan ser declaradas
en quiebra. (2) Lti Corte de Bruselas deduce otra conse-
cuencia del mismo principio: as que la sociedad que tiene
por objeto la compra y la revents de terrenos para conskruift
BO constituye una persona civil; por lo tanta, las bienes ini
muebles que componen el fondo uocial pertenecen á loa aso-
oiados, y ui uno de ellos vende aú parte la venta ea inmobi-
liaria p sujeta como td al derecho de mutaci6n inmobilia-
ria y al derecho de tranecripción, (33,
229. ;La sociedad formada para la direcoign de vns cg,
@ada eclucaeión es una aobiedad civil? B&habido alg~np
uncertidumbre en la j~rii~rudencia ac'brca de esta cuestión;
la opini6o ganeral se ha Pronunciado par 1s afirmatiPP. (4)
El proyecto del Código de Comercio decidib terrriinantemen-
%;a que la profe~idnde maestros de escuela, no con~titufp un
acto de comercio porque tenía esencialmttnfs por objetcp,la
instrucción, Si esta disposición @oha sido mantenida es por
ain simple accidente de trabajos preparatorioa; el pensamien-
60 del legislador no ea duiloso. El art. 632 < oloea entre los
actos de comercmio las empresas de abastos; 18 Corte de ?a-
rís dice muy bien que el director de Ixn colegio po es vn
1 Burdeoe, 4 de Agosto de 1866 (Dallok, 1657, 2, 77).
2 Aix, 22 de Mayo y 27 de i)ioiernbre' de 1856 (Dalloz, 1866, 2, 208).
3 Bruselae, 21 de Abril de 1873 (Peeicrieia, 1873, 2, 200) y 10 de Juilio'd~
1873 (ilid., p. 333),
4 Vdaose Iss oitncioneo an ol &vcrtorio de ~alioz;,en la pmlabm dotos cle OW
mercio, nikms, 96-99y &n la palabcix #ocjedad,aa 6m. 209,
empresario de abastos, RU objeto principal c s is ~ducacióp
de lou niños que se le confían y no el de rninistrar los ali-
mentos y demás objetos necesarios á los aiu~llaos. & otra
sentencia la Csrte dice que esto sería hacer una aplicaoióa
falsa B inmoral del art. 632, considerar las compra8 de abal
rrotes hechos por un establecimiento ~emejnntc!como un ac-
to de comercio, (1) Esto está bien dicho, B,a ensoííanzzi es
un ministerio social, se le ha 11q-mdo. an sacerdocio. E@
cierto que no hay función mls santa, puesto que tiene por
objeto desenvolver las fslcultades que Dios di6 4 tus c.wa-
turas; concurre B la obra del Creador, puesto que sin la ina-
ttuccion que forma 1s razón y sin la educ+~iiinque alum-
bra la conciencia los hombres estarían abyo de 108 brutos
SECCION fl.-?s las sooiedqcles .rc~aive~saEes
y particulares.

230. ril;as sociedades son universakp,6 particulareeir (ar-


'ticulo 1835)." Se lee en la Exposición de loi iVlotivoíl: liEas
xociedades pueden ser universales 6 particulares; sou uni -
.versales cuzndo~comprendentodos los bienes de los asocia-
'dos 6 todas las ganancias que pueden obtener; son pa'rticfi-
ltlres cuando 8610 tienen por objeto cosab r i ? x t e ~ m i n a dlzs
a~
,la volun&adde las partes y ella dnicamente lte q u e decide lo
'que debe entrar en sociedad la que lit coloca, por conisi-
guiente, en una ii otra especie.41Las eociedarles oniversdte
tlifiererii, puee, de las particulares en cuanto á su objeto; ra-
saltando d 8 e e t ~Btra3 diferencias que ~ e ñ a lremos.
a Salvo
estas excepciones poco Iiurnsrosaa, alnbas especies de ~ o c i e ,
dad se rigen por loa mismas principios.
5 1.-DE LAS SOOIEDADE8 UNIVERSALES.
,.231, iiSe distinguen d ~ especies
s de ~ocierladesnnivcis~1,Cj-
3 Parlq 11 de Julio de 1829 'y 39 de aisrzo de 1814
.le&,Pa ~ocied~ld en t d o s l ~ bienes
s presentes y la sociedad
.universal de las gananciaslr (art, 1836). Todos los autores
.observan que la^ mciedades univer~alewsan muy raras, si se
encuentran algunas. iPor qu8 no ha mantenido el legis-
b d o r sociedadeff . que ya cuando se hizo el Código habían
caído en des&? Existian eo e1 derecho a o t i g u ~bajo el
nrtm bre de sociedades tácitas (n6m. 1701, El primer groyec-
.%odel Cddigo .Civil no había conservado mas que las sociee
dadee de ganancias. Muchaa cortes reclamaron la Rupre-
sión de la sociedad de todos los bienes; á decir verdad, ng
aa suprimían porque no se prohibía estipularlas. La Corte
de Parii daba una razón muy riingular para el mantenimieu-
to en el Código de la sociedad universal, 11EPaypersonas, di-
jo, quetienen tan poco, que remiendo todo su haber preserite
y futuro encuentrari dificultades para Rostener su dtibil exis-
tencia. La ley rlrbe prestarse á togas la8 situacianea,!, ?$o
éte asocia uno para tio morirse de hzimbra, se asocia uno pa-
ra realizar algunas gananciad. Lari ~ociedadestacitas ,%sthn,
fundadas sobre una comunidad de afecto mSa bien que con
e4 fin de especular, y la, especulación ey la sisericia de la so-
oiedad. Y la especulación es .particular por na turaleaa, .se
propone un objeto especial; difícilmerite ,so concibe wa.sp-
dedad que comprendtt todos los interese8 de lo8 asociados;
esto ~ e r í auna confusión de bienes y de persanas que no ea-
8 a

tB en nuestras costumbres que el legislador no debe faro-


recer; eci preciso desarraflar la energfa.de los itidividuos, sal-
vra que dstocr se asocien para aumentar H U fuerzas
~ unidndo-
lag. Erto es decir que las sociedades son pprticulare~por BU
aaturalezs. (1)
Duvergier dice que grandes argumentaciones sobre ]as
srshiodades universsle~serían sin utilirlad siendo, la mate-
ria de pura teoria,para deoir mejor,un recuerdo, de una tra-

1 Dovergier, g, 129, ndm. 87. Pont, p, 131, ndm, 163 y p.. B4, númr. 166
7 r6a.
"dicidncampletamente desvanecida. Nosotros seramo8 ~ P E I
breves; 24 qu6 discutir cuestiones que no se presentaran js-
inh?El derecha ea una faz de la vida; la tradici6n muerta
eperterlece á. la historia.
Núm.1. De la sociedad &Se toclos 20s bienes presmtm.
232. aiEa sociedad de todos los bienes prd~ente~ ea aqa@-
lla por la que las partes poneo en comdo todoa los bienes
mueblea B inmueble8 que poseen actualmente y los benefi-
cios que pudieran sacar. ir
1iYueden también comprender cualquiera atra especie ,Be
ganancia; pero 10s bienes .que' pudieran venirles por suce-
&6n, donaci6n 6 legado, no entran en eata sociedad ,nino
por e1 goce: toda estipulación que tienda B hacer entrari lar
.propiedad de dichos bienes estic prohibida, salvo entre ep-
~ 6 8 0 8y conforme 4 lo que est4 dicho en ~u interésit l(ar.-
tictilo 1837j.
Resulta de esta *últimadisprisioiún que el .Ch>cligoprohi-
be 1a.aociedad universal que comprendiera los bienes pre-
.sentea y fucurnrj, En eI dere~ho.antiguola~eouiedadde los
%mes presenten y futuroa~eroadmitida. ~n el Consejo .de
-%$tado'Cambacdr&sy Treilhakd propu~ieronrestabls@:r?a.
'Esta proposición fud clesechada. Es de la esencis~de:la,eo-
oíedad, dice BigotTPrdameneu, que .las coaas que entran
en ella sean conocidas, salvo la. incertidcimbre del beneficks
b de las pdrdidae, puea no pueden ser conocidas en las so-
.~iedadasde bienea por wr~ir,Nadie puede saber quá suos-
,aioné#'levencerh y ee de principio que no pueden ser objeto
de ningún tratado. Loíj pactos tiucesorios estBo prohibidos;
%si 1s ley los permite entre e~tpososes por favorecer el ma-
trimonio, No habfa ninguna razón para derqgar el der&ohw
cornl'ln en matetia de sociedad, Latj sociedades univert3sles,
dice 'I'conchet, son verdaderas donaciones y el legislador no
favarece lile liberalidades; par el contrario, lwa restriage*
Da LAS SOO~DADEdUXYIVERSALES 273

Bedier hizo Ia observaci6n; seg.fin el nrt. 943 la donación


entre vivos no puede comprender m& que los bienes pre-
sentes al donante; era, pues, preciso prohibir la sociedad ds
loa bienes futuros, que puede tan fácilmente disfrazar una
liberalidad; fué este motivo el que determind A la sección
legislativa á limitar la socigdad universal A 1ns bienes pre-
senks. (1)
233. El proyecko adopeado par el Consejo de Estado es-
taba concebido aaf: irToda estipulación que tieada ti hacer
entrar la propiedad de los Bienes p o venir~ es nula. I I Esta
redaccibn fu6 modificad? pos la proposición del pibunado;
se lec! en la5 observaciones de la Becci6n de Legi~lraciSn:
ilPor estas palabras, bienes -p a ~venir, se hs debidas entender
hablar de los bienes que provienen de sucesiones, donacio-
nea 6 legados. Esto8 bienes ,son los iznicos que deben ser
excluidos~dela aociedad de todos los bienea presentes. Los
bienes que los asociadas adquieren coni el producto su tra-
bajo, de sus garaeincia~~y aauu aquellos que debieran S1 felices
casualidades, puedan entrar. En consecuencia, y para evitar
la duda, se ha convenido en redactar el aeguufls inciso en
estos tdrminu.; ilLa sstipulaci6n que tiende B hacer entrar
ea ellos Ia p~opiedadde estoa bienes es nula; lo que no ae
reRrirá más qus á Iqa bienes que provienen de siaceai6n ó
donación 6 legado. 11 (2) La redscci6n definitiva reproduce
la proposición del Tribunado en términoa mBci concisort.
234. El. art. 1837 p~ohibela estipulación que tisnde á
hacer, eutrar en la sociedad U P ~ V ~ P.la. R ~ propiedad
I de loa
biernee que p~lidieramaíeeigsr á las partes por sucesión, .dona-
cióc 6 legado, Aunque la ley no pronzuncid la nulidad de
esta estipnlación es C~@T.~&Oque seria rlula porque contiene
1 ,Se~taooiadel Cgonsajo de Estado de 14 Nivoso, aíio XII (Loor&, tt,
p, 230, n h r s . 10 y 11), 'l'rsilhard, Exposieidn de, 104 iuotivos, núm. 7 /tocld,
p 242), Boutt~vi~ie, Informe ntím. 6 (LoorB, p. 248).
2. Obasrvroionea del Tribunado, nikm. 8 CLoor6, t, VII, p. 238).
P. de D. ~ Y J M.;25*1
~; .-+-Y3
un pacto sucesorio. Se pregunta si la nulidad de la.cláusu-
la arrastra 1s nulidad da la sociedad, 6 si la aociedad ser4
mantenida reduci6ndola ti los bienes presentes. La opini6n
ge~eralmentsseguida es que el contrato entero es nulo.
Eatc? es la aplicaci6n del principio establecid6 por el articu-
lo 1172: toda condici6h prohibida por 7a ley es nula y ha-
ce nula la convención de que depende. ii La estipulación pro-
hibida es uua condici6n de 1s sociedad en el sentido de que
las no habrían tratado ~iloa bienea futuros no entra-
ban en las sociedades que habían formado. Esto aeria, pues,
dividir gua convenciones máa bien que mantener el contrato,
& la vez que anulaban la d&usula;el legielador no puede
imponer Q las partes un contrato que Bstas no han enten.
dido hacer. (1)
235. El primer inciso del art, 1837 determina los bienes
que la sociedad universal comprende de derecho cuando
las partes estipulan una sociedad de bienes presentes: estos
son los bienes muebles é inmueble8 que poseen actualmente
y las utilidades que pudieran aacár. iQu6 ae debe entender
por bienes qiie las partes po~senactuulmente? La misma
ouestidn se presenta para Ils composición activa de la con'~u.
nídad legal ó convencional; se puede, pues, aplicar, por anal
logia, á la aociedad lo que ae ha dicho en el titulo Del Con-
Eiato d@Matri~nonz'o.
236. El segundo i.nciao agrega que las partes pueden tam-
bidn compfender en ella toda eepeoie de ganancia. Si las
parte8 u ~ a nde esta' facultad 1%convencidn será á la. vez una
sociedad universal de bienes presentes y una sociedad uni-
versal de ganancias; diremos más ]ajos lo que esta bltimf
sociedad comprende.
Despues de haber dicho que ~ P , Rpartes pueden cornpren-
der toda especie de ganahciaa en la sociedad de bienea pre
1 A ~ b r yy Rau, t JV, p. W, nota 3, @o. 379 g lo0 autorea que oitan. Agd
guene Pont, p. 146, u6m. 188. En ~ e n t l d ocontrario Durantón y Zaohari~e.
gentes, el art. 1837 agrega: ,liPero los bienes qpe pudieran
vencerles por sucesi611, donación ó legado no entran en esta
aociedad sino para el goce. t i S e pregunta s i este goce entra
de derecho 6 es necesaria una estipulacibn para que entre.
La opinión general, salvo el disentimiento de Dúrantón, es
que lou fruto8 de los bienea futuros no entran en la sociedad
de todos los bienea presentes siilo en virtud da una cl4usu-
Za expresa, Esto esth conforme con la naturaleza de la so-
ciedad de loa bienes presentes; los frutos de bienes futuros
no aan bienes que los asociados poseen actualmente; no pue-
dan, pues, entrar de derecho en esta saciedad. El texto deja
alguna duda; la ley no dice que los asociadoe pueden com-
prender e1 goce de los bienes futuroa en su. anciedad, dice
que estos bienes no entran sino para el goce; luego entran,
dice Duraritbn. So contesta que el seguqdo inciso oomienza
por decir que la sociedad de bienea presentes puede com-
prender toda especie de ganancias; si las partes hacen esta
eetipulación se presenta una dificultad: jes que por ganan-
cias se deban entender 10s fruto^ de los bienee futuros? Esi
por esta dificultad por Io que 1s Iey decide disponiendo que
la cláusula comprende el goce de los bienest por venir. (1)
237. La ley a610 reglamenta la composici6n activa de la
sociedad universal de los bienea, no dice nada del pariivo,
Es precisa aplicar, por analogia, los prinaipios q u &gen~ la
comunidad, La comunidad legal comprende el mobiliax pre-
sente y las deuda8 mobiliares anteriorea al matrimonio, y
cuando los esposos hacen entrar 'en ella r~usinmuebIes pre-
aentea y futuros todas las deudas mo~iliaresé inmabiliares
que tenfan los esposos cuando la celebración del matrimo-
nio entran en ella, Sucede la mismo Con la sociedad de bie-
nes presentes que se poseen en lo relativo á la composición
activa y pasiva de la comunidad de bienes preeentes. ('2)
1 Duvergier, p, 13o, núm. 95, Troplong, núm, 276, Pont, p 136, núm. 110.
En sentido aontrmio Durantón, t. XViI, p. 339, niim. 351.
2 Porit, p. 140, nfime. 176 y l f 7 y todos loa autorer.
iQu4 se debe decir de las deudas contraidas durante la
sociedad? Aquí la analogía entre la sociedad y la comuni-
dad conyugal cae en defecto; los compromisos contra,ídos
por los esposos que ti'enen bienes en conldn están regidos
por prinoipios espe~íales."amo Ia ley no ae explhs sobre
las obligaciones de Ios asocikaoa es preciso decidir que que-
dan bajo el imperio del kierecho oom&n; es decir, que se
aplican á la sociedad universal Ias reglas que el C6digo es-
tablece sobre los dbrechos y las obligaciones de los asocia-
don: el asociad6 no obliga ti laiRociedad aiuo cuando ha con-
tratado ari el limite 6e eus pode re^; y si ha obrado sin po-
der la sociedad no estará' obligada en tanto que no haya
aprovechad? del cortiproiniso. (1)
Cuando la sociedad cordprende todaa las ganancias y, pcr
consecuencia, los frutos de bienes futuros debe hacgrse csr-
go de laa deudas relativa8 S estos bienea y A este goce. Asi
se encontrar6 obligado con los ioteresea,y rdditos de lae
deudas personalei de los agociados, puesto que tiene el usu-
fructo Universal de ails bienes'lart. 1409, nSms. 3 y 4, por
analogfa). (23

238, 1iLa sociedad universal de las ganancias rrbrazn to-


do lo que las partes adquirieron por. su industria,: 6 cuai-
quier tittxlo que sea, durante el curr~ode 1s sociedad. Los
muebles que cada uno de los asociadas posee al tiempo de1
contrato también se hallan compsendidqs, pero sus i n m u e
bles personales no entran m& qye en el goce ~olílrnenteti
(art. 1838).
La cornposicidn activa de Ia sociedad universal ds ga-
nanoias no corresponde al nombre que lleva. Comprendo
loa muebles presentes de 108 asociados; tsstos muebles no
aon ganancias, Bska es, pues, tarabien una sociedad.ds bi&
nw presentas limitada con la fortuna mobiliair de los aso-
dados, Ahors que los val~resmobiliares ,representan tan
grande psp& la sociedad de ganancias @Iúmpreadérla~lo
d a amenudo toda la fortuna presente de los aaooisdos: es
precisamente por este rnoti-tra por lo que se usa tan poco co*
mio la sociedad de los bienes presentes.
El are. 1838 dice que loe inmizablser personales no entran
en la sociedad de ganancia sino para el goce ,solaaents.
iQué se entiende por inmuebles personales? Se enseña que
eata disposici6n debe fiar restringida. 4 los inmuebles que
iori, atiociados po.seen caarids sl contrato. (1) Esto nos pare-
dudoso; la .ley no contiene esta linaikación, habla, de los
Pnrnueblee personales en' tdrminos generales; y "por otra
partej la sociedad da todos lo^ bienes, cusiado las partes com-
prenden en ella toda clase de ganancia, comprsrnde elsgoce
de los bienes futuros. iE'or' qu8 no suceder4 lo rnismo con
la uociedad iauiverraal de las ganancias? Si loa frutos de los
biene~prenentes son una ganancia de6e' m r igual en los
f.rabos dd 803 bienes futuros, (2).
Eres glariswcias propiam~nteifiehs comprenden %oque
Isa adquirieron por su indu~tria6 cualquier tfkulo
que aea. Estos terrninoa san resitrictioos; rlo se aplican di loe
dones de fortuna, puesto que el aear exclc ye toda isidaslria.
2-39, La ley no dice napa'del pasivo; Pothier dice qup
conforme A los principias del derecho franada las deudas
mobiliareg siguen ai activo mbviliaí y son un cargo; aplica
e ~ t eprincipio 5 Ira sociedad de ,ganancia y decide cn oon-
secuencia ~ I I P~ s t &oblip;ai1:+con tdrs lab deudas rnobili~~res
de que eraii deudores loa sociad dos ouaiitlo las coutrsjrwo,
puesto que aprovechan 1.08 muebles que pasejan eii épo-
1 Anbry y Bsn, t. IV,pe. 5fía y elgnientae, pfo. 379.
2 PonB, p, 153, nifm. 202,,Davergiey, p 1&, núm. 100, Ducant6n, WI,
p. 354, niixn. 363.
ca. E1 Cddiga a v i l ha eeguido este princípio en materia de
comunidad y la mayorla de los autores la adoptan invo-
cando la tradicibn. Algunos autorea enser?anque la socie-
dad no est& obligada Ir las deudas eino en proporción á la
puesta mobiliar de cada asociado comparada con el valor
& lo$ inrnuebles que le quedan de su propiedad. &te eo
el principio que el Código aigue para las suoeaiones que
vencen á 105 matrimonios en comuoidad de bienes. Dijimos
al tratar de la comunidad que este principio es mhe eqlli-
tativo; sin embargo, era el silencio de la ley creemoa que m
necesario atenerse al principio tradicional. (1): Siendo la
sociedad de g+nancias usufructuaria universal;de los bienw
de los asociados ee sigue que debe tornar 4 S"¡ cargo las
deudas de los asociados sn cuanto & las iatereaes.
En lo relativo d las deudas contrafdaa duranta el. cures
de la soeiedaiB se aplica lo que hemos dicho de la aociedad
de bieneer presentes eetipulando en ellos que Iae ganancias
entran igualmente (ndm. 237)

240, iiEa simple convención de eociedad universal hecha


aln más explicación, na abarca máis que la aociedad nniver-
sal de gananciastf (art. 1839). Esta dfsposiqi6n eati tomada
de Pothier, que se:fuunda cxn unave;). romana,. El Belator del
Tribunado da el siguiante motivo: 1iToda convenciói que
I
tiende á expropisr no puede ser entendida sina en el senti-
do m&sestrecho; ia simple convenciba de sociedad uníver-
MI sólo abrazar4 á una sociedad de gaqancias.1, (2) En sfec-
to, no comprende más que monetario presente d e n t r a s
que la sociedad ds bienee presentee comprende tambiéo
1 VBanao, en di0ernor sentidos, loa autotea citados por Pont, p, 155, n á m c ~
ro 206,
2 Pothier, De la sooisdad,' núm, 43, BoottavilIe, Informe aQm. 9 (Loor!,, to-
mo va, p. 248). UompSreee Pont, p. 158, ndm, 220, que oritioa la diirposioión.
los inhueblew Esta interpretación restrictiva también esth
an harmonfa con el espíritu tradicional del derecho francés
que considera los inmueblea como .lspaste, ,mAs precisiada
de la fortuna y $rata de conservarlos á Ias familia^.
24'1. r~Ningunar~ociedaduuiver~alpuede tener lugar sin@
entre personas respectivamente capaces de dar 6 recibir una
A la otra y 4 las que no estir prohibido aventajar en perjui-
cio de las demiis personas (art. 1846). El orados del Gobier-
~ el motivo de esta prohibición. 4iEs por consideracio-
n a da
nes de alta importaricia por lo que el OQdigoestablece entre
algunas personas ialoapacidadss para dar en perjuicio de al-
gunas otras, Eahas prohibicionaa no son numerosas en nues-
6ra legislaci6n, pero existen. P lo que la ley ha prohibido ex-
presamente, lo qua no se puede hacer directamente, fuerain-
consecuente y deriaorio tolerarlo indirectamente. Es, pues,
preciso que no bajo la falsa aparíenc'ía de una, sooiedad se
puedaeludir la prohibición a e la ley dando de tacto, y que lo
que ea ilfcito se vuelva perrnit;ido, disfrazando bajo las cs.
Bidades de socios las de donante y d~natario,(i)
La ley presume, pues, que Ee sociedad universal es una
de?~aaa,icincuando ixiterviene entra parsanas que S P ~inca-.
paces de hacer liberalidades. Talee woñ las incapaoidaden
whblecidas pos los arte.' 907-909i (2) La Corte de Casa-
ci6n ha aplicado el principio á una congregación de trapis-
tas que se había formado bajo el nombre de una sociedad
universal de ganancias. Estaba comprobado por la senten-
oia atacada que bajo el pretexto de elrtablecer una sociedad
universal de gahancias los pretendidos asociados habían en-
-tendido conatituir una congreg&cióa religiosa sometida á
las reglas de San Benito modificadas por el abate de Rancé.
La sentencia comprobaba además que las cláusulas de la
1 Treilhard, Expoaioi6n de 108 moMvoa, n6m. 6 (LocrB, t VPI, p. 242).
2 Durentón, t. XTKC, p. 367, ntím, 381, Duvergier, p. 164, nQm. 118. IT6nt,
p 163, núm, 218,
prebndidat sociedad contenian una liberalidad y qize 6sta 8s
relacionaba á la congrkgaci6n de trapistas no autorizada y,
por consiguiente, incapaz de recibis. Para escaparse de las
consecuencias de esta incapacidad radical el recurso Hnvo-
cnba el acta de sociedad hechaentrelos religiosof~.Meariara
el consejero relator, contesta que no hlar duda de que está
permitido asociarse para vivir y trabajar en comBn;pero si
bajola forma aparentede una ~ociedadcivil ss oklalta una ccn~
gcegación religiosa tio se puede escapar por e s t ~simulleoidrs
B las prohibiciones de la ley; de otro modo basearia el me-
nor cambio 6 simplemente un título mentiroso para eludir
la ley y dejar sin efecto sue prohibiciones. El recurso invo-
caba tambidn en vano' 1%capacidad de dar y recibir de 1s
que gozabau ]tos asociados. Era uva mera simtalacidn que
eX relator no tuvo inconveniente ea calificarla de neentira; 61
intenta de 108 :monjes no era gratificarse uno al otro sino
gratificar al. convento. Corresponde á( los tiribtanalas rasgar
el velo de la simulaci6n para penetrar la verdad. (1)
242. LOSmotivos squkstoe por el orador del .Gobierna
no se relacionan más que con la primera dispostoión élel ar-
tículo 1840. La ley no prohibe solamente la sociedad uni-
versal entre 10s que son incapace~para dar 6 recibir, afiads
que ninguna sociedad universal puede tener lugar aino en-
tre personas, Q las que está prohibido espaoulai eo perjuicio
de otras personas. La interpretsciúií de c ~ t wparte de la ley
estfe controvertida. No hay ninguna duda cuando se atiene
uno, como dabe, al texto de.la ley. ,jCuhlee son lae perso-
nas en cuyo perjuicio Eie pueden hacer las liberalidacdes? Son
los heredero8 resesvatbi~ios. Se sigue de esto que los que
tienen herederoa resorvatarios no pueden contratar iina sop
ciedb),,duniversal. Bs objetó que esto restringe ds UD modo
siugul~restas sociedades, y importa? Nadie pienus
P Dur~ogada,26 de Pelororo de 1849 (DaIIoz, 1849, 1, 44). Compáreee el,to-
?no X7, S3 eatos Principios, nlfame. 169-177
DE EAS KKWEJU'DBS VRrP.EEtYA5M' 231

en formarlas y el l'egislador no tenia ninguna razón para


favorecerlas. En nuestra opinión Ia sociedad universal que
fiiera contratada apesar de la prohibición estaria herida de
nulidad. Cuando el tex.to es,claro no debería haber contro-
versia. Creemos indtil ineistir. (1)

243. ~iLasociedad particular es la que no se aplica &no*


S ciertas cosas determi~adas6 en su uso 6 en los frutos por
percibir 11 (art. 1841).
iiEl contrato por el que muchas pergonas se asocian, yn
sea para una empresa determinada, ya para el ejercicio de
algún oficio 6 profesidn, es también una sociedad parrtictai-
larir (art. 1842).

1 Duvelgfer, p. fG5, núm. 119. Zncbarím,trarlua~ión(le lifaaeej y -Vsrgd, tu-


b o XV,p. 430, nota 15. E n sentido oontrario Pont, p. 165, niíme. 222-224 y
l'ooa antltores Que cita,
P. de D. TOXO XSVX- 30
CAPITULO 119.

$ 1.-DE LA PUESTA.

Xzim. 1. Del transfirimiento de la p~opiedad.

'244, La puesta puede tener por objeto la propiedad del,


goce de la cosa que el aqociado ha prometido. Cuando es 18
propiedad hay alguna difiaultad en el punto de saber cómo
7 en que ent ti do se transfiere la propiedad h, la sociedad.
Si erta es una peraona civil la cosa seria muy simple, que-
daría absolutamrxite sornetidp, al dorecho oomSzn, P e r o no
teniendo la sociedad personaiidad Cii~tintade la de los aso-
'oiados resulta que eon estos mi"smoil los que se hacen pro-
pietarios de las cosas‘ que cada uno de ellos se obliga tí lle-
var al fondo .com~n.Do aquí se deduce gue el tranuferi-
miento de Iw propiedad ante asociados tiene por objeta
volver S lus asociados copropietarios por indiviao de la
cova que constituye la pueda; el gue la hace no ae despoja
enteramente de la propiedad, como lo haría un vendedor,
amserva su parte indivisa en la cosa; el transferirniento, ea
cuanto á él, conside en esta: que de propietario exclusivo
q u e era se coavieate eri copropietario por Jindivi~o,abdica
!a propiedad exclusiva, pero retiene un derecho de copro-
piedad, iCómo se hace el transferirniento! Er necesaria
D E LAS OBLíGACIBNES.DBTi06 b6iOUIBDOS ENTEIE SI 383

distinguir Ins relaciones de los asociados entre si y laa rela-


ciones de los asociados con los terceros. (1)
245. iSa debe aplicar $ las puestas de los auociridos loa.
principios que rigen la adquieicián de la propiedad? La afir-
mativa no nos parece dudosa. En efecto, la copropiedad es
una propiedad: es preciso, pues, decir que se transfiere
y adquiere por efecto de laa obli.gaciories (art, 7 11); es de-
cir, por efecto del contrato; desde que hay concurso de v ~ -
luntades de las partea contratantes la propiedad se transfiere
(art. 2138); luego los asociados se convierten en copropieta-
rios en el momento en que el contrato recibe su perfección,
aunque no se hubiera hecho la entrega. E a cuanto al asu-
ciado que hace la pueata cesa, S partir de s ~ t momento,
e de
ser propietario exclusivo para ser copropietario. Queda por
saber cuándo el contrato de sociedad recibe su perfección.
Ea este asunto se aplican los principios generales que hemos
expuesto en el titulo De las Obíigaciones y á, las que nm
trasladamos,
Del principio de que la puesta tiene por objeto tiransf~rir6
los asociadoe un derecho de copropiedad se sigue que estc:
transferiniiento est4 tanibidn regido por el derecho corndn
en lo relativo z i las relaciones entre loe asociados con los
terceros, La cuestión es saber B partir de qué momento y
bajo qué condiciones se convierten en copropietarios con
relaci6n á 1.0s terceros. Si se trata de muebles corpóreos la
ley no prescribe niaguna formalidad; la tradición no e~itá
requerida, salvo la aplicacidn del a r t 1141 ~ih4 lugar. En
cuanto 4, los crdditos el srt. 1689 exige la notificací6.ón del
transfarimiento al deudor 6 la aceptacián por al deudor en
una acta autdntica La ley supone la cepión; es decir, la mi-
tad de un crddito, y la puesta de un asociado no es una cuen-
ta; sin embargo, eata puesta con~tituyeuna transmisidn de
ia propiedad de la cosa que es el objeto, y eldeudor, aal ca-
1 Ieothior* De la sociedad,.núm, 31' Pont, p, 188, ndm, 256.
mo los tercero#, está9 'interesados enconocer la mutacidn que
-se hace; el asociado que lIeva un crédito cesa de ser acres-
dor ~xclu'iivoparaconvertir~een coacreedor; hay, p u q iden-
tidad de motivos para exigir la notificacidn de la acepts-
ción. Esto es generalmente admitido. (1)
Queda, sin embargo, una dude que el legislador debiera
'Iraber zanjado: gpuede el intérprete aplicrr por analogis las
clisposiciones q u establecen las condiciones pera 1%tranu-.
A

misidn de la propiedad con relacióti Li los terceros? Si se


atiene uno al rigor de dos principios la negativa es cierta.
La misma cuestión Re presenta en la puesta de crédi-
:tos hipotecarios y previlegiados zlsf como en la8 puestas
-de inmueble$. Nuer'cra Ley Bipotecaria prescribe las forma-
lidades especiales para que la translsción de la propiedad
tenga efecto cou relacirn á, 10s terceros: exaininarsmoe en
su capiralo 18s dispoaiciunes que se aplican al cobtrato do
sociedad,
26 j. En 108 tkrlnino~del art. 1845 iicada asociado ea
deu lor de la sociedact de todo lo que ha proinetido llevar.^!
,jCuáles son Ya~l~consecuencias de esta obtigación.? Se apli-
ca e! derecho común en tanto que la ley 6 el contrato no
:lo derogan. Puesta que la oljligacidn del asociado consiste
en dar se deduce qiie estk obligado & entregar la cosa y
conxervarIa hasta la entrega con los cuidados de un buera
padre de familia (arta. 6136 y ld3r7). Acerca de este punto
no hay ninguna duda. Pero hay colitroversis acercs de ,la
eussitión de mber si el aqooiado biene las' nlismas obligacio-
.nes que el vendedor ea lo y ue concierne á la entrega. El
art. 1845 asimila al asoaiado al vendedor para la garsntia:
taiCuaado la puesta consiste en un cuerpo cierto y que 91
$sociado perdió en pleito, el asociado es garantewn res-
,pecto A la sociedad del mismo modo que uu vendertor lo es
1 Dene~sdn,28 de Abril de11869 (Dalloe, 1889.1, *4B), &a doattina eet4 cen
.al mimw mialido. Pont, DUtGa suciedad, p. A39, ndm. ,174 y p. 191, mím. 2619.
.con au comprador.tt iSe debe deducir de esto, en toa08 gen-
tidos, que las obligaciones de Ios asociados derivadas de l a s
puestas san las del vendedor? L a cuestihn se presenta en la
obligación de entregar e1 contenido llevado al contrato. Gs-
neralmente se enseña que los arts. 1617 y siguientes se apli-
can S la ~ociedad;de esto se deduce que ~ ihay i un clgcit
de menoq de un vig6simo no hLa lugar por este punto 6 nin-
guna indemnizaci6n d cargo del asociaclo 6 de la sociedad.
Si el d@& es de mAs de un vigésimo se dica que habrá l u -
gar, segúo Ias circunstancias, $ la resolución de la sacie-
dad 6 d los daiios y perjuicios. En caso de excedencia de
más de un vigésimo los asociados deberhn uoa indemniza-
cidn, salvo imar del derecho que el art. '1620 les da de deais-
%irdel coiitrato. (11)
La opinión contraria profesada por Duvergier nos parece
&masconforme con los principios. 8e trala de saber si las dis-
posicione~arbitrarias y en cierto sentido excepcionales pue-
den extender;e de-un contrato á otro. %a negativa es cierta.
Y Iau disposiciones que se.oncuentra11en el título De la Ven-
ta acerca del contenido son arbitr~rias:el límite de un vi-
gésioio no puede ser establecido sino por el legiaiador; lueu
go se le puede extender á la sociedad, iros erts. .lG$l.7y si-
guientes Ron tambi6n encepcioriales.; esto resulta del testo
+mismode la ley. El art. P616,dice: 1iEl vendedor estS obli-
gado ci entregar el conitknido .tal como.f~z6llevado en el cona
trato, con las mod$cacionlzs- a6ajo expresadas. 11 ,E%tasmodí-
ficscianen derogan la regla; son, pues, exeepcionales y 5
;este título no Re las puede extender aunque tiea por vía de
analogía. AdernBs la analogía esta l ~ j o sde ser completa.
El contrato de sociedad diGere del contrato de venta. En
ésta cada parte estipula en su interds y ent%permitido
aventajar en perjuicio de la otra. No sucde lo mismo
cn la sociedad: esto contrato tiene por objeto la igualdad
.ih Ponb,p, ,194, aikm. 266 y los autoren qua cita.
entre los asociados; la atribución de los beneficios es rprri.-
porcional á la importancia de Itr pueata; si, pues, un asocia-
do hace una puesta menor que la que ha prometido, el prik-
oipio de igualdad estaría violado si se habia nalculado el
heaeficio por 1%puesta nominal, ER BD estu sentido en el
que el art. 1845 dice que cada asooiado es deudor para, con
la sociedad de todo lo. que Ira prometido llevar. Deba, pues,
iodcc sii pueeta si, no h(r lugar á 14 'indemnización. Y si hay
excs3ente el principio de igualdad pida que los asociados
lo tengan en cuenta. Este sistema ha sido sostenido ante la
Corte de Casación; la dificultad no ha sido resuelta porque
la sentencia atacada decidía de hecho que la puests consti-
tuía, en el cario, una verdadera venta; lo que hacia aplicable
el art. 1619. (1)
247. El art. 1845;aplica el principia de la, gtdrantfa ak
aporte de los socios. Pothior, del que los autores han toma-
do esta di~posición,dst la razdn de ello: La sociedad es un
contrato conmu~tativo,cada socio se obliga 5. dar b á hacer
una crjsa que es el equivalente de lo que ae le da G de lo qae
por él se hace (art. 1104). El equivalente consiste en la uti-
lidad que es proporcional á la puesta, y, en cailo de evic-
eióu, el, socia se encuentra sin puesta O Bata se disminuye;
por .tanto, debe indemnizar á 1; soeiedad por la pérdida que
sufir: por la evicción. Po'thiar agrega nua restricci6n que
resulta de los principios -y que el Código$ha consagrado im-
plícitanierite. La garantía sóla fiene cuando se trata
del aporte de un cuerpo cierto; si un ~ o o i oaportara una uni-
versalidad de bienes la ovicción de alguno de Ion iamuebles
no daría lugar 5, la garantía,. (2) El art. 1845 supone tame
bien que se trata de un cuerpo cierto, y el art. 1696 decide
qus aquel que vende una heredad sin e~pecificarlos objetos
1 Duqorgier, p. 196, nfim. 166. Denegada, 8ale Oiril, 14 de Enero de 1862
(Ballnz, 1862,1, Ql),
2 Po tbier, Be rrlociedad, ndairi. 113 y 114; ClompBrese Pon6 p, 198,nbme.
Toa 263-274. Durergier, p, 201, ndrne 750-167,
~ B l otiene que garantizar su calidad de heredero. Transla-
riamos, para ef. priticipio, á lo que fu6 dicho en el titulo D¿
a 'Venta.
245. Según el art. 1841 la sociedad puede tener por ob-
j e t ) el USO d e ciertas cosas 6 los frutos por percibirde: En
este caso la propiedad rie le qneda al asociado; la, sociedag
sblo adquiere el uso b el goce. (1) jA qlué título gozará de
la c o ~ a ?Unos diceu que á título de usufructo; (2) otros di-
eeir que es A título de arrendamiento, Debe decirse que de.
pende de ler intención de las partes contratautev, y no se
puede detsrminar esta intención apriori siendo -la voluntad
esencialmente cuestión de 1lech.o. (3) Creemos inhtil diacu-
tir les presunciones qrie 108 a u t ~ r e establecen
s este respee-
to. (4) No puede tratarse de presunciones legales; son, pues
simples psoba5ilidadeu que dependen de los hechos y cir-
cunstancias y, que por consiguiente, vczrleu de una causa f~
otra, Si hay un escrito los jueces 10 interpretan según las'
reglas generales que preside11 4 la iuterpretución de las con-
venciones. Si no hay itucri\bu los jueces uo pueden recurrir
B presuncioneg mSs que en log caso9 en que la prueba testi-
monial erl admitida, y edas presunciones, dichas del hom-
bre, quedan enteramente abandoriadas $ aus apreciaciones.
Los priricipios gvneraIes han ido expuestos en el título
las Obligaciones, p la, aplicacibn que el juez est$ llamado á
hacer de ellos es de hecho pura:
Las con:iecuenciws del aporte s e r h enterameate dif6ren-
%es según qus la sociedad goce á titulo de arrendamierito (5
de usufructixarier. 'L1ranslad.~mos& lo dicho eii el titulo Del
A~rendnmiento aceica de la8 diferencias que existen entre
mbos derechos.
1 Davergier, p. 2L0, ndm. 168. Troplcing, ndm. 838.
2 Durant6n, t, XTSI, p, 896,ndm, 393 (bajo el punto de vista de 1s
rantia).
3 Esta e3 la opinión de Pont, p. 203, n t m . 276,
4 Durnnt6r1, t. XYIZ, p. 416, núm, 408, Du~ergier,p, 228, nitm, 106. Pdntj
a. -206, aúma, 283-287,
249. iiEI socio que debía aporter una suma de la fioci3-
dad y que no Zo hace se vuelve de plano y sin demanda
deudor de los intereses de dicha suma á contar del día en.
que debía haberla pegzdo~r(art. 1846). Esta disposición de-,
ruga la regla establebida por el art, 1153, según el cual
las da503 y perjnicioe. resultantes de retardo en la ejecución
w61o se deben desde el dia de Ia demanda, El asociado debe
los intereses de yhno. Esta escspcidn sstA luudsbiia en la
naturaleza misma del contrato de sociedad. Si, en genural,.
los intereaei~no corren m d ~que á; partir de le demanda que
se hace en justicia, es porque un apremio es necesario para
comprobar s l dafiu que sufre el acreedor con la in~jecucibnde
la obligaciSn. En el ciirao de ~ocicdadel perjuicio causado
consta por 18 misma naturaleza del contrato. Lae partes
contratanteis e~peculancon el empIeo r1e la@puestas, luego
1s sociedad pierde por s61o no percibir los intereses de la
suma que uno de low socios ofreció aportar; y desde que
consta o1 perjuicio hay liigar & deBos J. perjuicios. (1) iDe-
be concluirse de esto que o1 socio no debe los intereses si
1s inejecucidn de su obligación no causó ningiin perjuicio 6
la sociedad? Pué sentenciado que el socio tenfa, no obstan-
te, que pagar los intereses, (2) Creemos qae la Corte Hen-
tsncib bien ateni$ndoue al texto de la ley cuyos terminos
r;ou abuolutos. Los motivos cluo da 1%doctrina para justifi-e
i:ar una dispo,ricióri no autorizan B los jueces para restrin-
gir la siplicaciún de In ley en los lírriites de estos rnotivofl,
piaes la tloctrirra no tiene fuerza de ley.
El art: 2846 contiene una firgunda derogacictn del.derechol
comúii. 8epiliri el art. 1155 los díifios y Faquicios resultan-
$ 6 dsl
~ retardo en la ejvúirciBi~do una obljgacidn~que~tione:
DE LAS OBLIGtAUIO~ESDa LOg ASOOIADOf3 ENTRE SI 269

por objeto una sumq qo consisten ,nyncs m8s que en la can-


dena & los intereses que la lay. fija. El art. 1846, despues
de haber dicho que e! socio debc: los intereses de plano,
agrega: 1iTodo 8in perjuicio de ~ $ pmplioe
8 da.ños y perjui-
cioq, a i hay lugar. 11 Esta excepcibn resulta también de la
naturaleza del contrato de sociedad. No se,asocia uno para
sacar el interés legal de las puesta8 sociales, se asocia uno
para obtener utilidades que excqdieran el provecho que se
saca ordiuariarnente , 4 a los capitales; siendo los perjuicioe
superiores al interés legal la ley tuyo que dar á 108 eucios
una acción por daños y perjuicios. Si no pasa lo mismo en
los contratos en g e ~ + r acyando
l tienen por objeto un& sama
de dinero es porqu~hubiera sido impasible valuar el qopto
de los perjuicios ~ufridoispor el retardo del pago; este motivo
no existe en la eociedad, puestp que el objeto de Bsta indi-
ca el empleo gue las psrtea hubieran hecho dp 10; fondor;
ea, pues, fácil calcular el perjuicio que sufre la sociedad
cuando no puede hacer este emplea. ,l)
250. ;El art. 1846 ee aplica á los frutos? Se supone que
la cosa produce frutos y que :al socio contin6a p&eylndo-
la; recoge 10s frutps. ¿Debe dar cuenta de ellos (í sus cQns0.
cios? Hay alguna i~certidumbreacerca de este.punto *enla
doctrina. Un primer punto es incontestsble: es que los fru-
tos percibidos por el socio pertenecen &la sociedad,. Gstaa
ea .la aplicación pura y simple del art, 547. Los fruto? p0r-
tenecen al propietario por derecho de acceeión; y ,l&sacie-
dad es propietaria desde el momento de la perfecci6,n del
contrato (núm.245): los frutos le pertenecen, pues. Esta es
la opini6n de Yothier; pero Pothier agrega: 1iMientras 91
socio no ha sido apremiado para aportar A la sociedad las
cosas que ofreció aportarle, sólo tiene obligación de dar
cuenta 4 la sociedad por los frutos que percibid. D&rpu&~
de haber sido apremiado para entregarlos queda obligado
aiiaismó por los que no percithr3 g. que 1s. sociedad hubiera
podido percibir. t i (1) Que tal sea la obligación del socio,
apremiadoesto iio es dudoeo, iPero ee necesario un apre-
mio? Acerca de este punto hay controversia. Hay autorea
que siguen la opinión de ~ o t b i e r ;(2) en nuestro concepto
es la buena. El art. 1846 no $puede aplicarse b los fru-
to&. En' efecto, la regla que deroga 'sólo es relativa á lsa
obligaciones qúe tienen $0; objeto una suma de dinero
(art."ll53),'y el t&to ;del srt: 1846 no habla m48 que del
aporte de una suma. La exc'epcióii así como la regla soni,
pues, especiales; hay que apartarlas para atenerse ti los
irigcipioa generales de -derecho. Y 'iegún eatos principios
es necesario Úri apremio para que".al deudor este obligado
6 los dsñds g perjaiciiív; el Cbdigo no deroga estov princi-
pios eh .materiade sooiedad; &o es decir que, permanecen
aplicables, Se objeta el espíritu de la ley: hay*igual razón
de decidir, Re dice; qile se tFiee de frutos 2 $e-interesasdel
dinero en cualquier caso. la aooisdad sufre un perjuicio.
iPor qu8 habh de tener-derecho 9bdbñosy perjuicios cuan-'
do el aparte consi~teen dinero mientras-que no.10 tuviera
c ~ a d o ' e l ' a ~ o r con"8ifitier
te en frutos? Se agrega q u e un
apremio es ,inútil: el socio queda &TI apremio por la misma
naturaleza 'del contrato. ~ontestainoB'*que la ley debería
haber establecido este i>riocipio como regla general, pero
no Id hizo; se está, pues, en presencia de a& regiagenerali
la que ~ i oderoga el Código. Eato decide la~cuesti6n.
La opinión contraria es la que generalmente se enseffa.
Uno de nuestros mejores autofes, Delangle, dice q112 el so:
cio sin necesidad do ser,aprerniqdo e i deudor de los frutos
que recogió y de los que pudo recoger si fuera mtin hábil 6
1 Pothier, Jls la Sociedad, núm. 116.
?*Duverg;er. p. 104, ndm. 162. Troplong, nbm, 631. abe;Q y Vsrgd ae&n
~aeharizo;t. IV, p, 482, nota 5.
DE LAS OBL1GAC)KONXSDE LOS ASO(3IBD08 ENTEZ SI 2'35.
más diligente. Este es el castigo de su falta, no se le perdo-
naría ni eiquiera en el caso en que fuera dudosa que la so-
ciedad, al poseer la coea, hubiera sacado de ella mejor par-
tido. La pena, contiada Dalangle, puede ir más allá; si el
retardo causó la sociedad un perjuicio excediendo ;(i la
privacidn de loa frutos el asociado es responsable. (1) Nos
parece que los mismos términos en que ae formula esta opi-
nión la condena^. puede el juez infligir una pmcc al
deudor sin que una ley la pronuncie? Esto es imposible; y
no hay ley, p,uesto que el art. 1846, en tanto que pronuncia
una pena, ee de estricta interpretacidn,

Ndm. 3. De Za puesta d4 2ndust&a.


251. ~iLosaaooiadoa que se comprometieron á llevar su
industria, 4 la aociedsd deben tener en cuenta todas lasrga-
nancias que han realizado con la indu~rtriaque es objeta de
1s sociedadtt (art. 184'1). h t h i e r , de quien se tornó erjita dia-
posición, la expIica agregando que ei el socio tiene otra in-
dustria de la que la sociedad no es objetu no tiene que dar
cuenf a Q sus consocios de Zae ganancias qne sacara de olla. EL
caso seha pre~entadoantelaCorte de Lyon. Unas induetrialeu
se aaocian para fabricar acero; se comprc~rnetená consagrar
todo su tiempo, todo su trabajo, al perfeccionamientode ea-
ts industria. Uno de 'allos inventa un procediiriiento para
revestir el fierro dulce de una orzpa de fierro fundido, indus-
tria que es especial á. 108 establecirnkntos en que se fa-
brican piezas de fragua8 cubiertas de acero. El otra socio
pide que el inventor d6 cuenta á la sociedad de las ganan-
cias efectuada8 por SU descubrimiento. F d sentenciadoque
el invento no era un procedimiento para fabricar acero, iíni-
co objeto de la sociedad; deade lueeo no era aplicable el
art. 1841,puesto que los sooios que se han obligado d poner
1 qeleagle, nifms. 77 y 78. QompBrene Pont, p. 192, nilm, fG3 y loa satorer
que cita.
toda su industria en una 'so6ieClad no betán obligados A
dar iuektta d8 las ian&ocia$ q9e realizan 8610 por la clake
de industria que ea objeto de esta sociedad. (1)
'252. Hay una diferencia elitre el-&portede la industris
y la prueba de una cosa mobiliar 6 inmobiliar . El socio que
ofrece su industria contrae una obligacidn de hacer, mieli-
tras que iWel Que se obliga tt dar un mueble 6 fin iomue-
ble<opatrae Ln& obligición db a&$.' Ademda la obligacidti da
haeei 8i1 e1 aporte de ia ioduktria BB una obligaci6n auca-
siva' que se bontiníía dhi&te el curso de la sociedad y qile
cesa naturalmente cuando Qsta coniliiye; el socio recoge,
en este caso, el ejercicio de su industria tal como la aportó,
can los acceRorios & los hap. La'O&te de Oaaación he he-
cho lb aplicacihn de e ~ t eprincipio en el caeio siguien-
te: UD hrtieta que adquirid una gran Lrna cun al pB0U-
86Muo de da^ e0 asocia con su hermano para la explo*
taci6n de la fotgraña, consintiendo en qye este pseudónimo
figure en lil rdzón bocial. 'D~sputSsde la disolución de la so*
ejedad pidió que su hermano suprimiera el nombre de Na-
iEccr de la muestra ds su empresa fotogrhfics, enoóatr8ndo-
se interenado en utilizarlo para otra empresa que le era pro-
pia. La cuestión estaba en ~ a b e si
r este pseud6nimo habirt si*
da cedido A la sociedad como un motivo mobiliar 6 inmobi-
liar que ee vuelve propiedad de ambosi solioa. Presentar la
cueetión 'ed rdsolve~la. El pseudónimo,era un src~esoriodel
ttabaja que el artista había ofrecido á la sociedad; al reco-
brar SU trabajo recogia su nombra. (2)

/f,-DE L A RESPONSABILIDAD DE LOS 800109.

253. cada aocio esta obligado para con la sociedad por el


1 Pothier, nfirn. 120. Lyon, 18 de Jonio de 1866 <Dalloz,1857, 2 71).
2 U~eaoS6n,6 de Junio de 1859 (Dalloz, 1859, 1,248). Pont, p. d14, nbmea
rr 3041,
DE LAS OBLPGACliONES DE LOS ASOUXADOS ENTRE S í 293

prjuicio que le cause por RU culpi, (art, 1850). iDe qn6


culpa es responsable el socio? Ya hemos contestado & 1s prdl
guntta al exponer la teorfa de las culpas ea el título De lag
Obligaciones. Debe aplicarse el principio general del arti-
culo 1137, porque el Código no 1'0 deroga en el titulo De ¿u
80cieclad; el docio debe, puea, dar 6 los negoci~esociales 108
cuida808 de un buen p d r e de familia; esti es lo que en el
lenguaje tradicional se llama la culpa leve in abstracto. En
Xa teoría de los antiguos interpretes ue le agregaba una res-
kriccibn tomada de una ley romana, i1No se puede exigir
del socio, dice Pothier, m$s que el cuidado de que es capaz
y que da 4 SUS propio8 begocios 8i noitiene la mi~maprevi-
sión que tienen en sus negocioa los ináe hábiles p ~ d r e sde
familia; sus socios no le deben imputqr esta culpa dino más
bien imputarse á sí miamos haberse aaociado con QI.li
~ u r a o t &F, por con~iguiente, Traplong reproducen esta
doctrina eon m b 6 menoa preeisidn; lo que conduce 4 la
consecuencia de que el socio sólo estuviera responsable de la
culpa leve ir, concreto. Creemos oon Duvergier qne la tem-
pla aislde Pothier debe ser desechada y que hay que atener-
ne 6 Ia respon~abilidaddel art. 1157. (1) Cuando Ia ley se
conforma con una respongabilidad menor lo dice (artfculos
1927-1992); no detoga 1á regla en lo que ac refiere 4 loa
socios. Esto ea decisivo.
Esta discuei6n ee además ociosa porque la reaponsabili-
dad es esencialmente una cuestidn de hecho como se dijo en
01 Consejo de Estado. Lacuhe criticó la palabra culpa como
siendo demasiádo vaga; se podfa sbuaat" de ella, dgo, para
hacer responsa.ble a1 socio por los acontecimientos que ha-
bieran equivocatlo oombinacionea exactas en eu principio.
Treilhard, el relator de la Sección de Legisbci611, contestó
1 Durant611,t. XVII, p. 410, ndm. 403. Trbplona, nfit~a.666-5'70, Duver*
&K, p. 353, nbm, 324. Ponf, p. 247, ndmg, 353 y 354. O~jnip!ir-esePothier, Z l d
lol, sociedsd, nfim. 124,
que los tribunal. aabrían distinguir lo que reclama la jus-
'

"ticia; la ley 8610 puede atenerse 4 ellae; pretenderia en va-


-do especificar de antemano todos los grados de re~ponsabi-
t lidad. ¡¡El derecho romano, dice Berlier, distinguia la cul-
:pa leve y auu 1s culpa muy leve, Se evitaron estas distin-
uciones en todos los titulos adoptados, pero sin quitar 4 ]tos
'tribunalee la facultad de apreciar lo qve .con&tituyela cul-
-pa 4 absolver de ella.11 Replicando después 6 la critica de
.LacuBe, Barlier agrega: 11Las.eapeculacioaes racionales que
Balen mal Ron una detigracia y no una culpa; todo esto debe
aer decidido ex aquo et bono; la expresión empleada no Is
. pone obat4oulo y es adernhs imp&ible reemplazarla con nin-
guna, otra que tenga un sentido á la vez máa preciso Y me-
nos . peligroílo,11 (1)
254. Tomaremos algunas aplicaciones de la jurispruden-
cia; no se trata en ellas de debates acer.ca,del grado de la cul-
pa. (2) Los tribunales deciden de hecho. LOS socios geren-
tea en una sociedad en' comandita responden de los robos
cometidos por un empleado cuando la eleoción y direccidn
.del personal les pertenece exclu~ivamentesin intervencibn
de los comanditarios? El. Tribunal de Comercio de Lyoe
habia descargada 8 l& gerentes de toda responsabilidad,
aunque reconooienda que habia habido imprudencia por
parte de loa gerentes, pero decidid que su imprudencia era
excusable. Esta deeigión f ué reformada en apelación. Lo
Corte comprueba que había culpa por parte de los gerentes,
Habían reemplazado un empleado de confianza por un jo-
ven de 22 años, extranjero, sin tomar ningilin informe, y to-
mado como buenas sus alegaciones mentirosas cuando pub
,dieron asegurarse de au Glsedad con ~implesindagaciones
1 Sentenois da1 Cloneejo de Estado áq 14 Nivoso, año XI& nbm. 18, [ItoarQ,
t . 'VIL, p. 233). .
2 Se euoueutra en hna ssnteaoia de la Uorte de Burdaos la expreei6n de cul-
pa barda (18 de Mayo de 5837, en la palabra Dalloz, Sooiedad, ndm. 564). Si 15
Oorte entiende deoir que el soob a610 reelponde por la autps grave aaimilad~el
dolo i u error ea evidente.
Confiaron 4 un aventurero la caja, que llevaha hasta enton
ces uno de los jefes de la caea, y tambidn los libros; este cb*
mulo permitía a1 empleado di~irnularcon asientos falsos 10s
aobos~quecomotia en perjuicio de ¡a caja; La corte sgreg6
'

que el procedimiento habitual del ladrán era vulgar y gro-


aero; consistía aw,enudo en adiciones falsas que una simple.
vista de ajo podfa denunciar. 7-116necesario, dice la Corte,
una verdadera mentira y una falta qbsoluta 'de vigilancia
para; que las dilapidaciones hubieran podido repetirse duran-
te varios años y alhanzar la enorme ciña de 87,000 fraa-
oos. (1)
Fué sentenciado que uno de los gerentes de uua sociedad
en cornatídita era responsable de los roboa que otra habfa
carnetido en parte del fondo social. para aplicarlos á Rua ns-
gocios peraonalea. 3 1 demsudo objetaba q~ieno habis po-
dido sospechar ni impadir las culpas personalea de su eocio.
La Corte de Paria coiztesta que las funciones de gerente
ae ejercían conjuntamente por ambos socias; qne amboe de-
bian tener,aquel cuidado en la conaerraci~ny buen empleo
de los valores comprados d la uociedad. Z a ~entencia'entra
despi!b~@tiloa pormenores de las' culpas que podfan repro-
char6e al cogerente. Aunque se ocuparje especialmente de
1s colocacibn de mercancias era de t~u deber compulsar losli-
broa, conocer el estado de los creditos activos y pasivos y
vigilar el empleo de las entradas. Si hubiera cumplido con
con este deber no hubiera tardado en apercibirse de que enli-
bros especiales figuraban constantemente deudores ficticios
d créditos exagargdos -y evidentemente superinre~al monto
de las ventas efectuada^; que desde luego hubiera podido
detener el mal en su fuente y evitar 10s robos que llegaron
6 500,000 francos. (2)
255. El art. 1850 agrega que ei socio no pueda compen=
1 Lyon, 3 de Dioiembre de 1867 (~alioz,1869,2,171).
2 Parla, 21 do Enero'de 1852 (Dalloz, 1852,2, 278).
ssr con los perjuicios que causó por su oulpa las utilidades
que con su industria procuró 4 la socfedad con otros nego-
cios. Pothier da la razcin. El socio debe su industria i la,
sociedad; al llevarle laa ganancias que realiza e610 le paga
lo que le debe; la sociedad no le debe por este punto asda
que pueda oponer en compenaaci6n de lo que le debe. (1)
El Cóaigo supone que d daño fu6.eausado en un nsgo-
cio y que la utilidad fu4 procurada en otro. Si, pues, se
tratara de. un solo y mismo negocio el socio podria c o w
penaar ,las perdidas coa los provechos. Tal es, a l menoa, 1s
opinión general, (2) No8 deja alguna duda, Be puede decir
de un negocio iznico lo que Pothier dice de,varios negocioe
distintoír: el socio es deudor de las utilidades y es tambidn
deudor de las perdidas; y no se compensa una deuda con
otra deuda; aquel que invoca la compensación defas ser á lar
vez deudor y acreedor; el socio, lejon de ser acreedor de '46
provechos qua procura, {es deudor de ellos; deade luego iza
base de la compeosación hace falta.
Núm. 2; De la ohligacidn de cuidar por loa Fnterem
comunes.
256. Pothier dice que cada uno de los socios deba apor
bar á la masa comhn todo cuanto percibió del fondo cornhi
y es, por consiguiente, deudor hkia la sooiedad. Por eje&-
plo, si uno de los socios aact) de la, caja de la saciedad un&
cantidad de dinero para emplearla en sus negocio8 partiou-
lares, no es dudoso que es deudos de dicha suma para con
la sociedad. (3) Lw regla establecida por Rothier y la aplC
caci6n que de ella hace son de tal evidencia que los auto -
reo del Cddigo juzgaron inútil reproducirla; ain umbarg ),

contiagran implícitamente el principio en el art. 1846, 2.


1 Pothier, De la rociedad, ndm; 125.
2 Dwrargier, p. 392, nGm. 331. Dirrentbn, t, XYII, p. 410, ndm, 403. DO-
langle, ndin. 165. Pont, p. 263, ndm, 361.
3P o thier, Da Ea sociedad, nbm. 118,
DE LAS OBLIf3AUXONES DB LOS ALIOUIADOS ENTRE SI 897

incirio: 1iEl socio se viielve de plano y sin dernailda deudor


ae los intereses de la suma que tornó en la caja social des-
de el día que la tomó para au particular provecho.^, Eeto es
una derogación de la regla del art. 1153; se justifica por los
uíotivos que decidiero~Ia diepoaición principal del art. 1846;
á haber, que el socio debe de pleno derecho 10s interease
(nfiin. 249); e8 inútil que se compruebe pos una demanda
judicial el perjuicio que sufre *la sociedad; elihecho sólo de
ser 'privada del goce de un capital que le pertenece la cons.
tituge en pkrdida, porque los capitales que forman el fondo
~ocihl'esthndestinados d producir utilidades y los producen
bkdinariamente. Hay, adeads, en el caso, por parte del ao-
cio que emplea en su provecho un capital deatinado á la
utilidad comiln, una vidación. de una obligacidn, ,pues co-
liio laocio debieraXhaberobrado en ínter6efsocial.
Los motivos que justifican el art, 1846 explican tambidn
eu Jlcance. No deben tomarse al pie de la letra las palabras
suma tomucla de la caja social. En las sociedades civiles pue-
d'e suceder que no haya caja social; pero que la haya 6 no
poco importa, siempre hay foados comunes, y desde ,que
uno de 104 socio$ aparta de su destino una parte de fonda
aocial en su particular interds el art. 1846 dabs recibir 8U
aplicacitin. La jurieprudencia ha coneagrado esta intqpre-
tación que algurios autores hicieron rna1.m combatir; es ver-
'dad que la disposicidn del art. 1846 es excepcional y, cóq
ehte titulo, de estricta interpretacidn; pero no es extender
una excepción el explicarIa y fijar su sentido. Un socio per-
cibe los intereses de una $anta del E ~ t a d o*que pertenece á
una sociedad: debe estas interese8 de pleno derecho no s61o
mibutras recibe una nurna que debe entrar en la caja social
sino también despues de la tranamiaibn que hizo de la tota-
lidad da estas rentas. (1) Una sociedad toma en arrenda-
1 Denegada, 28 de Junio de 1825 (Dslloz, en la palabra Bociedad, nlSmtrro
631, 1 .)
Q P, de D, TOMO XxV$-.c38
miento dos salinas. Se conviene en que - dos de los socios to-
man cada una de estas salinas por su cuenta particular con
cargo de entregar al cajero de la ~ociedaduna suma anual,
á titulo de ictilidnd, para todos los participantes. Una sen-
tencia arbitral los condenó & pagar loa intereses de estae su-
mas,de que eran detldores. Lbs socios interpusieron apela-
ción y pretendieron que eran deudores como arrendatario8
y no como socios; la Corte de Grenoble, despues de parti-
ción, mantuvo la condena, En nuestro concepto ni siquiera
habia duda. (1)
257. AApartir de qué momento debe el interés de las su-
mas que toms en la caja 8ocialT E1 art. 1846 oontesta & la
pregunta: iiA partir del día en que los tomó para su parti-
cular provecho.^^ Esto no quiere decir que el étocio s61o de-
ba los intereses deede el dla que empled la soma en prove-
cho sayo; la ley noldice esto, dice que loa intereses corren
de plano desrde e1 momento en que las surnaa fueron toma-
das de la C R ~ Bsocial; es decir; apartadas de su destino; los
socios sólo tienen, pues, que probar una cosa: es que una
suma fue sacada del fondo común; desde al momento en
que la sociedad queda privada del goce biene derecho á los
intereses.
&Hastacuándo debe el socio los interesej? Hasta el mo-
m e n t ~en. que devuelve la suma que sacó de la caja social;
ai la conuerva hasta la disolución de la aociedad deberá 10s
intereses hasta la liquidacihn, pues s610 en aquel momento
podrá hacerse la restitución. (2)
258. El are. 1846 agrega: ilTodo din perjuicio de más
amplios daños y perjuicios, si hay lugar.!! Hay una difaren-
cia entre los daños y perjuicios y los intereses S que tiene
derecho la sociedad. Los intereses corren de plano sin que
1 Grenobls, 4 de Mareo de 1826 (D~llox,en la palabra Sociedad, oifm. 631'
2. O ) I?oisl,hreoa Pnnt, p. 233, ndm. 320 y en sentidos diversoa los autorea
q~xocita,
2 Pont, p. 225, n6m, 323 y p, 228, n8m. 326.
DE LAS OBLIGAUIORES IIE LOS ASOCIIADOS ENTRE SI 299

la sociedad tenga nada que probar; mientras que los daríos


y perjuicios 8610 se deben si hccy Izcgar, A la sociedad toca,
pués, la prueba del perjuicio que sufrió y de la ganancia de
que fué privada. Poco importa el provecho que el aocio ha-
ya sacado de la suma que tomó de la caja social; pagará
daños y perjuicios aunque ninglin provecho haya sacado de
la suma,que tomó; pero, por cootra, si el provecho fué su-
perior h la pérdida sufrida por la sociedad Qsta no tendrá
acción más que hasta concurrencia de lo que perdió, pues
BU accibn es de daños y perjuicios y éstos e.rt4a definidos
por la ley: consisten en la pérdida que el acreedor ha tenido
y en la ganancia que se le quitó (art.1146). (1)
259. ¡¡No a610 el socio no puede hacer nada en contra
del interés social sino que debe subordinar este interda su-
perior al suyo particu1ar.11 Estos son loa términos de uns
sentencia' de la Corte de París. (2) El Código no sienta es-
te principio, pero consagra sus consecuencias eu los articu-
los 1848 y 1849 que tom6 en Pothier.
La ley supone que liuno de loa ocios es acreedor por
cuenta particular de una suma exigible por una persona
que se encuentra también deber 4 la sociedad igual suma
exigible.11 El deudor paga un abono sin que la8 partes ha-.
gan una imputacibn: el art. 1848 dispone que en e ~ t ecaso
la imputación se haga en el crédito de la sociedad y en el.
suyo, en proporción de ambos créditos. Pothier da el mo-
tivo de esta decisibn. Cada socio debe tener para los negd-
cios de la sociedad el mismo cuidado que para sus propios
negocios; cuando, pues, los crdditos de la sociedad y del so-
cio son igualmente exigibles el pago debe aprovechar ti
un6 y otro por partes iguales; es decir, proporcionalmente
al monto de srm borj créditos. Si el socio ha hecho la impu-
tación hay que distinguir, El recibo imputa el pago parcial
1 Pont, p. 226, nbm. 324,
2 Paria, 28 de Abril de 1850 (Dalío& 1860,2,129).
par entero en el crédito de la sociedad; estaestipulación 89
ejtlcutará, dice el art. 1848; el socio sacrifica, eu estq cclao,
su interds por el de la ~ociedad;tiene este derecho, es un
acto de delicadeza que la ley no manda, pero que aprueba.
Por contra, desaprueba\ al socio que dirige la imputación
íntegra en su crédito particular; si no le impone el sacrifi-
cio de su interés tampoco quiere que el #ocio sacrifique el
de la sociedad al suyo; decide que la imputación será pro-
porcional sin'tomsr en cuenta el recibo.
260. La aplicacihn del art. 1848 suacita varias dificulta-
des. Se pyegunta desde luego si esta disposidbn deroga las
reglas que e l CóGgo establece ac.ercs de la imputación en
d capítulo Del Pap. La negativa nos pareca segura. Bn el
título De'las Obligacio~zesla ley fija las rela,cipnss entre el
acreedor y el deudor*; pientis en principio qug e) deudor de
varias deudas tiene el derecho el pagar? de 4ecla+rqr cv4J
deuda entiende saldar. gsto (iupone op qoreedor úpiqo 4
quien se le deben varia9 deudap. Con rnaypr ryzdq el depr
dor que tiene varios acreedores puede dgclarar á q u i b de
ellos entiende "pagar. Así es e.n el cnso pre;visto por el ar-
ti~ulo~;L848: el cleudorhtiene dos acreedorge: el socio y la so-
ciedad; puede, pues, declarar que enbiende s&\dar la,Seuda
que tiene con el socio, y si paga esta &uda i~te,grarnent~
.el socio no tiene derecho de rehusar el pago. ¿El qocio qeg
-en esta hipótesis recibe el pago íntegro de lo ,que se le,$ebe
tendri que dar cuenta 4 Ir ~ociedadde la suma cliie' ,rehibe
en pr~porcibnal crédito de la misma? N6, en ,nuestrP c p -
crepto. 80se est$ en el texto del art. 1848; no .es 91. pncip
lquien dirige la imputación acerca de lo 4119 se ¿i,eb.e, es el
deudor quien paga su deuda y quien puede obligar ,@l
acreedor á, recibirla. Es veldsd que en las sociedades civiles
al socio es acreedor por su parte 6 las deudas socialee; tie-
ne, pues, dos crdditos contra el mismo deudor: un crddito
personal y otro ii. titul9 de asociado; lo que Ip ,colocaen la
DE LAS OBLl@ABIONEf3DE LOS hBOUIBD08 ENTRE 81 301

Gtuacidn de un acreedor 6 quien el deudor hace un pago


parcial: el deudor no puede obligar al acreedor á recibir
qn pago parcial; el principio, tal como acabamos de sentar-
lo7 no recibirá, aplicaci6o sino en el caso en que el
deudoir pagase integramente el crédito personal del socio y
lp pgrte que tiene en el crédito social.
Si el pago no es rnh que parcial hay alguna duda. Cree-
mos que el deudor conserva el derecho que le da el artfcu-
10 1253 para dictar la imputacidn, y, por con~iguiente,el
pago aai imputado sera vllido entre las parte#. ¿Pero qu8
efecto entre el socio y la sociedad? Creemos que
?n bs relacioneo entre los socios y la sociedad el art. 1848
e8 aplicable, aunq& 81 deudor haya dictado la impntacidn.
Es expresarse mal, q p o lo dijimos en otro lugar, decir que
. el deydnr dicta la irnputaci6n; en efecto, no tieiie derecho da
hacer un pago parcial sin el consentimiento del acreedor, 9.
s i Bste recibe un pago parcial puede exigir que ae hqi la
imputación en el crédito $0 la saciedad 4 la vez que ea el
suyo; luegi, en realidad la imputsci6n hecha por el deuddr
tiene lugar por al consentimiento del acreedor; lo que hace
aplicabk el a r t 1848. A R ~ sucederla aunque d deudor tu-
viera intsrds en pagar la deuda del socio por ser ésta m8s
onerosa. Este interds no le d a el derecho de obligar a l acree-
dor 4 recibir un pago parcial; así, pues, en cuaiquíqra hi-
gdtesia t;l pago y la imputación se hacen con el coilaenti#
miento t~citoexpreso del acreedor; Bsts 68, pibe, realmen-
te &ien .dirige 1. imputaeibn, como 1; supone el articulo
1848. (1)
261. ES aplicable el arf. 1848 cuando el acta de socie-
$ad' da poder para 'obrar 6 uno 6 varios socios? La cueitión
estb controvertida. En nuestro concepto resulta del eapfri-
tv de la ley que el socio 8610 eat$ obligado 6, lo que le in-
1 VBaoae en aentidoe divereos Pont, p. 231, admu. 339336 y los aatoran que
oita,
cumbe en el caRo en que tiene poder para recibir el crddita
Así sucede cuando estB encargado de la adminiatracidn por
cltiusula especia! del contrato (art, 1856); y 4 falta de esti*
pulacidn especial acerca del modo de la administración los
socios se consideran haberse dado recfprocamente el poder
de administrar el uno por el otro; en esta hipúteeis el socio
tiene obligación de cuidar los intrereses comunes y es en es-
4% obligación en la que se funda la disposición del art, 1848.
Si por el .contrario el socio no GB adrnioistrador no tiene de-
recho para obrar; no puede, por consiguiente, recibir por
,la sociedad; desde luego no fie concibe que deba imputar lo
que recibe en el crddito socid. $0 objeta que el art. 1848
está concebido en términos generales y que el interprete no
puede introducir distinciones en la,ley. Eito es verdid en
lo general, pero no de un moda absoiuto; se permite distin-
guir cuando la distinción, como en el caso, resulta de 1i
misma naturaleza de la difiposición. Lo que confirma esta
interpretación es que Pothier establece expresamente la din-
tinción entre el socio administrador y el socio que no 10 es,
en el caso previsto por el art. 1849, acerca del cual valve-
remos í4 hpblar (rihm. 263)' y el art. 1849 y el art. 1848 pro-
ceden del &ismo principio; el art. 1848 8610 se aplica a!
socio que tiene poder para recibir lo mismo tenía que sute
der con el art. 1848. (1)
262. iDebe aplicarse á ia compensaciún 10 que el articub
1848 dice del pago? Esta cuestión esta controvertida. La
negativa nos parece segura. EL sacio que era deudor se
vuelve acreedor de un tercero, quien tambitlii lo es de Ia m-
ciedad. ¿ Qué sucede? 1 ~ oarnpensacidn
a se hace de plano en-
tre la deuda del socio y su crddito; puede comprenderse e18
el crddito del socio la parte que t i e k en el orddito social,
pero la compensaci6n ea ajena Q Isr parte que tienen los de-
3. Pothier, De la sociedad, nbm, 122, V6anee en diveraoa sentido# loa autorurr
oitados por Pont, p. 236, nbm,338,
más socios en el credito; luego no puede tratarse de imputar
el pago ficticio resultante de la compensación en lo que
se debe & la sociedad. El texto del ait. 1848 se rauiste tam-
bien á esta explicaciún extensiva de la ley. Supone que el
socio que recibe un pago parcial dirige la imputacidn en el
créditoque le eEi personal, prefiriendo su inter6a al de la so-
ciedad; faltan estas suposicione~en el caso de compensa-
~i6n;no se puede reprochar al socio el haber desconocido
su deber, puesto que. no tenis ninguno, procediendo la com
pensación sxclusivaqiente de la ley. (1)
263. riCuando uno de los adociados ha recibido au parte
entera del crddito común p que el deudor se volvi&,después
insolvente, este socio<eat&obligado & reportar á la masa co-
miín lo que recibid, aunque hubiera especialmente dado re-
cibo por SU parte (art. 1849). Esta disposición esEL tornada
de Pothier, quien la tomó de una ley romana: Importa an-
ee todo precisar la hipótesis q u e Pothiar tuvo en vista; su-
pone que los aocio~tenían un poder reefproco como es or-3
diuario para hacer el uno por el otro los negocios de la so-
ciedad, En este caso el ~iocio tiene poder para recibir el
crédito ~ o c i s yl la ley quiere que reporte 4 la masa c o m h
lo que rucibid de un deudor de la sociedad. La razón está
en qiia antes de exigir el pago por cuenta de la sociedad no
pudo preferir su particular interds .al de la sociedad, Si el
aocio no tenia poder para percibir el crédito social ao se le
puede reprochar el haber descuidado los'comuneaintere-
as, pues no estaba erkargado del cabro del crddito, ni ai-
quiera teoía derecho para recibir su pago. El único dere-
cho que tenía es recibir su parte del crddito, y puede estar
sbligado 6 ,recibirlo, pussto que en lag sociedades civiles los
créditos de la eociedad son crdditos de los rcocios. Hacien-
do lo que tiene derecho y Ia obligaci6~de haoer no pus&e
tiatarse de kplicarle el art, 1849 que iinpone q d debierb~
habek obrado en inter6s común. (1)
Se da generalmente otro rndtivo de la obligación que *e1
art. 1849 irnpu'ae al socio. Nientras diira la sociedad, di-
ce Diivergier, cada socioSti6ne~na parhe distinta en los iré-
ditoa sociales. Esto supone que el 6t6dito pertenece I la
sociedad considerada como ~ é moral. r Es la sociedad,
dice Troplong, la qub es propietaritt del cfddíto; lo que el
socio reciba del crédito social no era a ~ y bsino 'de Ba sacie-
dad: el dinero, al pasar A su poder, ha caido forzosamebte en
poder he la sociedad; fu8 uu niinfstro apesrtc suyo, obró por
ella cuando sólo creía obrar en su prapio iriter8s. (2) Ee
indtil combatir 'edta inherpretación; la señdamoe como un
error evidente, ea nuestro concepto El art, 1849 lejoe de con-
sbgrar la opinión que personifica la ~Dcisdadcivil testifica
contra aquellos que lo invocan, pues tio se 'pueden separar
eatas clisposicione~de la aplioacibn @e Pothier da de ella.
No hay una sola palabra en Yothier que ss refiera zí la per-
soúificaci6n; al contrario, lo que dice implica que los crédi-
tos sociales se dividen y perterieoen Alcada. ~ o ü i opor su par-
fe, y el texto del art. 1849 lo dice&la 1etra;puarito qus pre-
'vee e1 caso en que el aocio hubiera dado recibo por su pu~te-
'LOS autores oXvidm, pues, el texto 'de'la ley y no tomas en
cosideraci6o el ispiritu de dsta.
264. precidar los verdaderos motivas de 'la ley 0s re-
solver $lasdificliltades á que da luiav. .$a pregunta si el
socio debe reportar inmediatamente ti la masa lo que reci-
bi6 del crddita socialcpor su parte, 6 s i 8610 estia obligado
Q ello cuando el deudor ae vollvio insolvente? ~ s t o iíltirno~
s
thrninos son los de la ley, los ha tomado en Pothier; sin
1 Pothier, De la sociedad, nbm. 122. UompBreiia Pant, p. 289, ndm, .341.
TQare una aplicaoibn en la eentenoia da denegada, de 17 de Diciembre de 1828
(Dalloa, en ia palabra Sociedad, n6m, 553).
2 Duvergier, p. 401, nSm, 342. Troplong, a\5tn, 660.
DE LAS OBLIGACLONáIS DE) LOS Af$OCXA.DOd ENTRE SI 305

embargo, los autores ensenan qye no se'debe apegarse ti la


letra del articulo. ~ P Oqué E razdn2:tEorque. la suma que el
aocio recibe de un deudor de la sociedad se vuelve propie-
dad de Ih sociedad apesar- suya, pdrque durante ia'sociedad
ésta, es propietaria del crédito y Iüa asociados no tienen nin-
ghn derecho en 61. Si asi fuera e1 art. 1849 seria inútil; -ae
entiende que el socio debe entregar á la oajd ~obiai'16 que
pertenece á la sociedad, y debe hacerlo desde luega,. Ha
a610 ea inútil el articulo sino inoorriprenaible. i ~ ~ r
'+kc&i-
- c4 ?e:
ga al aocia A reportar a010 cukndÓ el deudor se .ha vuelb
ioaolrante? iQud tiene que ve; en &to ia iisoivencia ' dé1
de!dor? Por esto se ven obligados los autores O borrar lo
lq .que 1. le^. dice de la insolieh&a:del deudor. (1) ;sing%:
lar manera de interpretar 41. ley&, el mistificarlai P d-
rregirlae!
265. Pothier, despuda de haber expuesto el caso previsto
?. , I
por el art. 1849, igregai 11 Por la misma razdn si'un ao~io;
encontrando op6rtunidad par&,vepder ' sbntajorramente, en
lugar de tratar por cueota de la sochdad lo hace por cuen- .., .
& particular vendiendo ss pa~te,tendrá que reporta? B la
masa común lo que vendió máe por su p~t9~tt: dé lo que otrJ
socio haya vendido la suya. ti' Los autores que reproducen
esta decisión l$relaciooan igualmente al pretendido'princi-'
pio de la personific6oi6ii. Pothier se eiiplica, 'sin embargo,
&auto puede; supone que cada 'socio tiene u en lá
irepiadad ebrnhn; y' su' deéisidn no tiene sentido rn~s'~oa(
W ~e admite eiita suposicidd. Elfrardadero motivo de deci-
4ir ea'el mismÓ,qu$ en el cdao ' d l art', 1848. Pbthiai- lo '$ii
B e tambien. $) W p u d i e r i haber duda. acema de kstei)h'.'
i& L& diapcidici6n d d srti 1849 BB 19 splibacidb dé un
1 bhvergier, p. 402, ndtk339 g joe"aattores,oitadoepor Pant, p. 242, nota.
Pont ee de contrario parecer, núm, 344.
2 Pathier, De la $ocZedt~d,ntím. 122, Pont, p. 243, nbm. CompdreaeDu*
vorgior, p, 408, odm. 342. Yroplong, núm. 563.
P, de D-'SOAIO XXVI-89
principio general. Se puede, pues, y se debe extenderla á los
casos anhlogos cuando hay el mismo motivo para. decidir.

9 IE.--DE LAS OBLIGACIONES DE LA SOCIEDAD


HACIA ;LOS SocIoa.
Ntím. 1. De la restitución de las puestas y de los rieugos.

266: i ~ i e n e a esooio
í derecho 6 la restitución de su puea-
ta? S1 la com que la constituye perece iquién soportará la
pérdiaa? iCuil es la influencia de la pérdida en la existen-
cia iie la sociedád? Estas cuestiones no están sin dificulta-
dee por raz6n de Ia redacción obscura de la ley, Creemos
que del& dehdirse según tos principios generales que ri-
gen' las obligaciones.' Hay' que di~tinguircuhl es el objeto
deiaporte. El socio piiede poner en la sociedad, ya eea la'
propiedad de las coms que aporta, ya 81 goce*solamente.
1. Del aporte detlct propiedad.
267. Cuando er socxo se oboga fi aportar la propiedad de
nua coa en la sociedad no tiene derecho & la restituciBn
de ss aporte. La q o ~ aentra en el actiy* social; cada socio
tiene en ello un derecho de copropiedad' durante el curso
de la sociedad y Q su diaolución el fondo común se repartea
~l'derechodel socio que hizo ,el aporte nq difiere del de
los demás ocios;, cesa de ser propietario y se vu,elve copro-'
pietario, por su parte,. de una cosa comdn (núm. 245); y
cuando 1.a partición toma su parte en dicha tusa como en
todas las que componen el activo soaial. J3u' esta hipdteflis
no puede tratarse de devolución de aportes; el socio es deu-
dor hacia la ~bciedadde la. propiedad de la cosa, y dendo
deudor no puede aer acreedor (art. 1845); no tiene, pues,
la sociedad ninguna obligacibn hacia 81 por este punto, (1)
1 Pont, p, 257,.niim, 365,
DE LA8 OBLIBAUIONES DE LOS ASOOKADOS ENXEE S1 307

126&. Si la cosa llega á perecer iquien sufrir& la pérdi-


da? Pothier cootesta: JI Cilsndo la cosa que el socio ofrsoió
aportar es un cuerpo cierto y dekerminado y que llega 4
perecer ~ i culpa
n del socio y antes de que haya aido apremia-
do para entregarla, queda libvrtado de su obligacidn como
si la hubiera aportado. t t Esto es decir que la cosa perece
para la sociedad, lo que no impedirti que el socio pueda
ejercer sus derechos, ya sea duraate el curso de la sociedad,
ya sea en su disoluci6n. Pothier añade que esto estit con-
forme cotz los principios que rigen las deudas de los cuer-
pos cíertos: iit cosa debida queda á riesgo del acreedor y
el deudcr ,queda libertado cumdo perece sin +culpasuya y
antes de haber aido apremiado para la entrega. Queda li-
berado en el sentido de que cumpli6 con su obligsción de
conservar la cosa como un buen padre de familia, IEabienda
cnmplido con su obligacihn el aocin puede ejercer loa de*
- recho~que le pertenecen ea virtud del contrato de socie-
dad, asi como 01 vendedor puede pedir el precio de Ia cosa
cuando perecid par caso fortuito antes de la entrega. (1)
Los principios que Pothier aplica á 1st ~ociedadson tam-
bién lo~tdel Código Civil (arts. 1138 y 1302). ,Queda por
saber si al legi~ladorlos derogó en el titulo De la Sociedad,
A prin~eravista elsart. 1867 parece consagrat. una deroga-
cióu de los principios generales acerca de los riesgos; el pri-
mer inciso dice: liC?uando uno de los socios ha ofrecido poe
ner en común la propiedad de una cosa la perdida aobre-
venida antss que fa entrega se efoctha opera disolución de
la fiociedad para con todoa los socioa.~t El tercer inciso
añade: pero la sociedad no está rota por la pdrdida de la
cd4a cuya propiedad fu6 ya apbrtarla'ti 'la sociedad. tt &Cuál
es el aentido del primer inciso? Parece preveer la hipótesis
de P ~ t h i e r : ~ socio
e l ofrece aportar un cuerpo cierto; la 00-
sa llega á perecer ain su culpa antes que haya pccgado; es
1 Pothier, De Za s o c k d ~ dnrím.
, 110,
*decir,entregado la cosa: 6, como dice el art. 1867, antes que
ha+ efbtuudo la entrega. Pothier [decide que la .coca pere-
ce.parti l$ei~ciedad, lo que implica que Qsts subsiste y que
,el.$ocid 'cobserva'en ella todos sus derechos, El art. 1867
dice que la sooiedad queda díiiielta, lo que implica que el
soaio
'
erjtá siniderecho; luego la kosa perece para el socio. (1)
No 'creerno8 que tal sea el sentida del primer inciso del
art. 1867. Si se interpretara .así se le pondría en opasicibn
con l& princip;b generales da derecho ~ i que n exista nin-
*$$ha:taz& para esta 'dsrogacibn. Cuando a l socio promete
9bl'1aportede un cuarpo'oierto la soaiedad es acreedora, así co-
mo el oorkprador; luego debe soportar los riesgos, aai como
loa soporta el comprador, Aun hay m&stsi ee admitiera que
el 'primer inciso deioga los principioe de los riesgos ea-
teri$cieo estuviera en oposición con, el tercero. Esta ultim,a
~isposici6nprevee el c a ~ ode un 'aporte de pr~piedady de-
dide que7desdeel momento en que la propiedad fu6 transfe-
rida' 4 la.sociedad la;pérdida queda S. aus riesgos. Y la.pro-
pihdad 68th adqtiirida por 3a.sÓbiedarl por q61o.el hecho de
la pitoadésa'de aporte anten de toda tradiuión. 8 9 1 desde
q"e' él ébbtratb: de~~di5íedad está psrfeccío~adopor e l , cou-
'~'6rQ~id'e ~cb~hntirniedtos la.cosa e ~ tali riesgo de la socie-
dad; hgfii~ 61 tercer inciso; es, pues, imposible qiie la cosa 9-
t B al tiesno del sociu en virti~ddel prime5 inciucl.
P.
Ooncluimos que el primer inciso del art. 1847 no. puede
ten& el kntido que parece tener. Para &&rminar,su nig-
hi6&idoRhay qine comljarn~looon el tercsr inciso. Este pro-
vkw'el. caso en que la propiedad fué transferida á la, socie-
dad: e1 primero debe, pnecpreveer el .caso en que la, propie-
ddd: no está transferida; el socio permanece propi.etario y
18C O S llega
~ á garecer mIen$res es propietario; esto es lo que
e~tihndeIR ley8poriestas palabras! antes que, la puesta e&
q%Ct~ndc4.~ Zrñ:pixeytardo,:esthsfeotuadrt, puesto que cansi@-
Z Eugnet acsroa de Pothier, t. HV,y. 281, nota 2*
DE L A S ORLf6ABIONES DE LGS ASOtJIAD13S SN'PRE SS 309

&e en la puesla en comzln, de Zu propiedad de Ea cosa; la pues-


ta no puede ya efectuarse, puesto que la cosa perecid. Re-
sulta que el rrrocio queda sin puesta; por esto es por lo que
la sociedad queda disuelta, porque no puede haber socildad
cuaodo uno de los socios no time puesta. iA quC casqo ?e
aplica el primer inciso así interpretado? Al cam en que, en
virtud de la voluntad de las partes contratantos, la pkogig-
dad no Re transfiere cuando el contrato; lo que puede t&er
Iugarr l. O cuando uno de los socioa ofreció poner en. CQ-
mrin una C O determinada
~ de la qne no eR ailtn propietario
1- que esta cosa llega á perecer; el aocio está en este caso
sin puesta, lo que arrastra la disolución de 1% sociedad; 2. O
cuando la condicicín bajo la que uno de loa so.cios ofreció
aportar una coña z i la ~ o c i e d dno ee realiza sino posterío&
- ,
mente S la perdida de la cosa; en este oaso tambi6n el socjo
estS sin puesta; 3. O cuando la sociedad fu4 cotrtratada bajo
oondición y que la cosa ofrecida por uao ?e los , ,.
socios pp-
rece antes del cumplimiento de la condiciórr; 4! O cuando
las partes han estipulado que la sociedad a610 oomnzaria in
cierla $poca y que la cosa ofrecida llega Bperecer sntfii'de
dicha época. (1)
Esta interpretación er;lt8 geoeralmeute admitida. (2) Ep-
cuentra iio apoyo en las observaciones del Tribunado que
propuso la actual redacción del are, 1867, iiguando la cosa
cuya propiedad ofeció'uno de los socios poner ?n' cpmún
llega á perecer antes que la puesta en cornlio Be ef~ktlie,1s
peraidla de e ~ t acosa debe ~ i duda,n operar la disolución
de la,sociedad, EncontrSnd~sedicho socio reducido d ln ina-
posibilidad de realiaw szc pztestü. 11 Eate motivo es decisivo;
L,6ubry y %u, t. w,p. 668,nota 5, pfo. 384. Se'oito tambida como ejem-
plo el oaso en que 01 oooio aplaz6 18 ~ T R ~ R ~deRpropiedad
C ~ ~ I I {Duvexgiex, p8gi-
no 518, nbm. 423, Pont, p. 269, ndm 879). En ouaotro concento el riaa~ven
este cano @apara el acreedor; ea decir, para Ir sociedael (t. XVI, p. 272, núme-
ro 112),
2 'Vbensa lae auborae aitadoa por Pont, p. 267, notm 2 y en aentido ooaítrario
loa autores oitndou Itid,, note 8.
no ae aplica a1 caso de la simple promega de aparte de un
cuerpo cierto, puesto que en este caso la realización de la
puesta no es seguramente imposible, puesto que la puesta.
queda realizada por el efecto del contrato. El Tribunado
contintia. 11 Pero ai la cosa cuya propiedad misma está pues-
ta en común a610 llega 4 perecer despuéu de haber sido efec-
tivamente'aportada á 18 sociedad la pérdida cae entonaes en
la aociedad que permaneció propietaria'ri Esto se aplica & ts,
letra 4 la hipótesis de Pothier, puesto que en nuestro dere-
cho moderno la propiedad se transmite por el solo efecto de
la promesa.
Los casas en que no queda transferida 8on excepcio-
ne8, y las excep~ioues'que s610 pertenecen á la t;eorfa no
son de la vida real. P o r esto ea que no insistime: en la con
fusidn que se puede reprochar si Tribunado, al C6digo y á
sus autores. Todos confünden la cueatión de los riesgos con
la cuestión de Gransiacibn de la propiedad, Hemos estable-
cido los verdaderos Principios en otro lugar (C. XVI,
mero 208).
269. Pothier dice que las cuestiones que se suscitan acere
ca de la perdida de la cosa no se presentan cuando el apor-
te consiste en una suma de ditiero.:ó en una cantidad de cu-
gas consumibles era Cuerpoa indeterminados, porque las co-
sas indeterminadas no perecen. Hemos dicho en el título
De las Obligaciongs que 61 deudor noporta los riesgos cuan-
do la obligación tiene por objeto c o s s ~iqdeterminadas; y si
estas coeas hacen el objeto de qn contrato translativo da pro-
piedad la translaciún de la propiedad no se opera mCts que
cuando las coeas son determinadas, lo que de ordinario HU-
cede por la tradición. De esto se sigue que el socio sufre to-
dos los riesgos en este sentido: que debe. realizar su puegts
aunque las como que teni? destinadas para aplicarla llega
ren 4 perecer. Si la pérdida sucede después de que la puesh
se efectúia quoda por cusnta de la sociadad; este es el caso-
DE LAS OBLIGACIiOETES DE LOS A580TADOS ENTRE $1 311

de aplicar al principio de que la coRa perece para el prapie-


tario. (1'
11. Del uporte de goce.
270. Si el aporte tiene por objeto el goce de la cosa el
socio conserva la propiedad y la ~oziedadusa y goza de la
eoea. Et derecho de la ~ociedadcesa 6 s u disolución; en
aquel momento el socio recoge todos sus derechos; puede,
pues, reclamar la restitución de su aporte. La sociedad es
deidora de un cuerpo cierto; se le aplican, por conhiguiente,
10s principios que rigen la deuda de una cosa determinada:
queda liberada por el caso fortuito, á reserva de probar el
caso fortuíto que alega. Hemos expuesto los principios en
el titulo De las Obligaciones. El art. 1851 IOB aplica &.laso-
ciadad: 14% las cosas cuyo goce 9610 fuera puesto ea socie-
dad Ron cuerpos cierkos y determinados que po t3e corisu-e
men por el uso, quedan á riesgo del socio propietario. l t Que-
dan b sus riesgos, como lo explica Pothier, en el ent ti do de
. ,
q u e 3i se deterioran sin la culpa de los asociados las reco-
gerá en el estada en que se ericuentrari, y ~i estuvieran en-
teramente perdidas la sociedad quedará' ii~scargadahacia
81 de la obligación de restituirselas, Si las cfluns hubieran
perecido 6 si ee hubieran deteriorado por culpa de los &-
cios In aocisdad quedaria obligado A indemnizar al B D I ~ O , P O
ea virtud de los arts. 1382y siguientes, ccmo 8 0 dice, sino
en virtud del art. 1137, pues la re~ponfiabilidaddsrlvn de
una culpa contractual y no de un delito 6 cuasidslito. (2)
La diferencia es grande, como 10 hemos dicho en otro
lugar.
871, 11Las'tciedad está diqtielta en'todos los casos por la
pgrdida de la cosa cuando el goce 8610 fud puesto en comrlia
y que la propiedirtl permaneci6 en poder del socioti (artícn-
lo 1867). Pothiar da la razbn Be esto. EYde la esencia da
la sociedad que cada uoo'de loa $ocios contribuya eo ella:
es decir, que tenga, una puesta; no puede, pues, haber so-
ciedad y+ cuando ,uno de l o ~socios no tiene ya nada con
que contribuir, y ai la cosa cuyo goce ofrecí6 d la sociedad
perece ya no tiene puesta, pues ofreció un goce sacesivo
. , . todo el curso de la sociedad; deede que este goce
durante
)

se hace imposible poi la perdida de 1s cosa ya no tiene pue8-


t& lo que arrastra la disolu6idó de la sociedad. En este
sentido también se puede dGir qu&18 cosa esta B rie~godel
soeio, p u ~ s t oque la pérdida rornpf la ~ociedady priva, por
consiguiinte, al socio de loa beneficios que pbaia esperar ds
ella. (1)
El art. 1867 dice que la sociedak está diauelta t;', todos
bs castossá diferencia de la hiphtesis prevista por el primer?
y tercer inciso del artículo; cnanJo el aporta time ppr obje-.,
to la propiedad de la cosa la ~ociedaiiqueda disuelta por
19 pérdida de 1a cosa, (i no queda disuelta según que la pro-
piedad pertenece al socio hasta que su puesta ~3ehaya efeo-
tuado. 6 que sea transmitida d la sociedad por el efecto del
o.opt&to (núm. 267). Esta as la explioaoi6o dada.por,el re-
1~t.m del Tribunado: 'iiSi no es la misma propiedad sinp s&*
lo.& goce, el Uso 6 los frutos dg.la.&osa lo que,,los, Bocios
hso en 000160, 8610 hay sodiedad para este go$G 6 es-
tos fritos; no hay lugar en este,,caso 5 distingpir el, t moy

mento en que 1%cosslleg~B pepoer, Que haya Ado 6 pq


aportada no teniendo por objeto la asociaci6n más que u i d
goce 6 fruto, desde que la cosa no existe ya no hay go-'
ce posible, no hay frutos que .coger; por consiguiente, ya
no hay puesta en la sociedad por parte de uno de lo0 so-
cios, y es evidente que la cosa perece ' paira aquel á' quien

1 Pothier, 33r la sociedad, nbm. 141,


DE LAS OBLIGA(1IONES DE LOS A 8 0 ~ I a D O SENTRE SI 313

pertenece y que, en ambos casos, no existe ya sociedad. (1)


~onttevilldexplica después por qu8 deben distinguirse dos
casoe cuando s la propiedad misma l a qud fu8 puesta 6 de-
bÍ6 ser puesta en co'mún.' Tranaladarnos 4 lo que se acaba
. . decir (nilim, 268).
de
272. Cuando la'ley habla del aporte de goce supone que
la sociedad, asi como el arrendatario, no tiene m6s que un
simple dare~liade crddito en los frutos. No prevee el caso
'en que el socio aporte el usufructo de la cosa en' la socie-
dad, porque esto sucede muy poca8 veces. Se splicnh en se-
te caso los principios que la ley establece para el aporte de
la sociedad. Hay iguales motivos para decidir. El ueufruc:
to es un derecho real,' así como la propiedad; se transmite
por el solo efecto' de la coovenci6n, salvo e l cano e'n que lae
partes hubieran splazado la translacidri. &a puesta de1 so-
cio se efectiía, puee, inmediatamente. Po+ consiguiente, si
la cosa. llega á perecer la sociedad tio quedará disuelta, puea
el socio no está sin puesta; no ofreció el'goce sucesivo la
sociedad, ofreci6 un usufructo y cumplió su obligicidn. En
este sentido la pérdidl es para la, sociedad, quien pierde el
goce 4 la vez que permanece obligada hacia el socio; Qste
tenrlrr( parte en las utilidades aunque la sociedad no tenga
el g ~ & d ela' cosa. Pero Ia sociedad no ea tara obligada & in-
demoi'zarle la perdida de la k s a , puesto que se supone que'
Bsta pereció por caso fortuito. Se entiende que si hubiera
perecido por culpa de los sociós &tos serían responsables. (2)
273. Los' principio~lque rigen el sporte'del goce reciben
excepción Bn los tres casos previstos por el art. 1851. Cuan;
do las oosar cuyo solo goce fu8 puesto en la sociedad se oon-
sumen por el uso quedan á, riesgo de la sociedad. Hay en
I. Boatteville, Ioforme nbm. 20 (Loore, t. VII, p. 251). Pont, p. 274, nd-
meroe 385-387.
2 Pont, p, 271, nfirns. 381-384. En sentido oontrario Davergier, p. 6209 nfid
mero 426,
este cago transmisión de la propiedad aunque e1 socio sdlo
haya ofrecido, el goce,; en efecto, la sociedad no puede gozar '

.. y, 8610 el propietario tiene dqrq-


de las aoeas sin ~onsumirlas,
cho á consumir la cosa; luego la sociedad se vuelve rnecesa-
riamente propietaria, y volviéndose tal ella es la que sufre
los riesgos. Si las coaae perecen antes que hayan sido can-
sumidas la pdrdida, es para la sociedad. Esta no quedar&di-
suelta, puesto qge el Pocio efectu6 su éste tendrh
y
pues, derecho B su p r i e en las utilidadea ademBs podrh
reclamar, cuando la dis.)1uci6nt cosas de igual cantidad, ca-
lidad y 'valor, d so equivalenté, s i hay Jqgilr (ar t. 5 8), pues
s61o hizo un naporte de goce y tieoe, pqr coasiguiente, de-
recho. 4 la rgstituci6n del capital (arts. ,1851, ,1867). Esta
reatitueióo se hace coma en materia de usufructo; la sacie-
dad que tiene el derecho de consumir las cosas es, en reali:
dad, una cuasiu~ufructuari~. (1)
274. El.art. 1853: pone en Ia misma linea que las cosas
connumiblea las que se deterioran por el uso; quedan igual-
mente 6 riesgos de la sociedad. iEn qu6 sentido debe en-
tenderse esta asimilaci6n'l Si las cosas están 6 riesgo ae la
sociedad, aunque el socio a610 haya aportado su goce, la
razón debe ser que la sociedad se f.olvidSpropiet&ía.Le l e y
supooe que tal es la intención de las p,artea contrRtanhq
aunqiie estas coias no 80 C O I I ~ U ~ I Bpor
I I el u30 ee hace
de ellas se deotruyen insensiblemente en esta sentido: qu,e
despi18s de cierto tiernpo pierden todo &-valor; es como'si
ni) 2rrirtieran ya. Y no se puede admitir que el 'sbcii-
sdhb ofpece el goce de esta9 cosav haya querido recogerlas al
concluir la sociedad en el estado en que se encuentres. cuan-
do, pkies, el art. 1851 dice que estas cosas quedan .d r i e p
de 1g; ~ooiadadsniiende no 8410 que le sociedad responda por
la pdrdida total sino tambi6n qui: el deterioro es por su cuen-
ta; 80cio no recoge las cofias en nattirltleza, es acreediir
X Delvinaourt, t. 111, nota 4 de la ~6aina125 Y todos los autores.
su valor. Esto es una consecuencia de la transmisidn de Ia
propiedad. (1)
j,Cuál es el valor que recoge el socio? d Es el valor de la
cosa en la Bpocu en que se efectud la puesta, 6 el valor que
tiene cuando la disolución de la sociedad? Si se admite que
hay translación de propiedad debe decidirlle que la sociedad
se hace deudora del valor en el momento en que la propie-
dad le está transferida; esto es una especie de vents, como
en el caso en que las cosas son entregadas á la sociedad por
avaldo. Asi Pothier dice que el socio e8 acreedor no de 'Ias
cosas sino del avaliío que se hizo de ellaa. (2) Supone que
ordinariamente las cosas serpán valuadas; ui no lo son el
principio queda el mismo, siemgre habrá tninsla~idnde
propiedatí y, por consiguiente, la sociedad 'se constituir4
deudora del'valor de la cosa.
~ 1 ' ~ r i p c iestsbleciiio
~io por el mt. 1851conduce tambidn
d otra coosecuznci~.Puede suceder que en la disolución-de
la ~ocibdadlas cosas no esten deterioradas y que hayan au-
mentado de valor. Se pregunta si el socio puede recbgerlaa
en naturaleza. LR negativa nos parece Beguia. ~ n e f e c t o la
,
sociedad se ha vuelto propietaria, es deudcira del valor, e l
riocio sólo tiene un crdditd, perdió 'todo derecho eri la cosa:
esto es decisivo. (3)
275. El art. 1851 'dice, en tercer lugar, que las cosas
cuyo gobe 8610 fu8 pumto en la sociedad estdn á riea&x+
de la sociedad si se destinan h la vents. En este caso la
translaoi6o de la propiedad en segura; para que la sociedad,
pueda vender debe ser propietaria; y, por consiguiente, las
cosas est6ni6'kusriesgos. El socio, hsljiendo hecho 8610 un
aporte de goce, tiene derecho al valor de las coiras cuya
1 'VQaae en divereo$ sentido8 Durantbn, t. XVII, p. 422, n4h. 409. Durec.
gier, p, 217, ndma. 170 y 180. Pont, p, 277, ndmil. 392 y 393.
2 Pothier, De ta sociedad, nbm. 126, Pont, p. 279, nifm. 394 y loa antorer
guii oita. Eu eeueidri C I I U L ~ ~ C L Olluv~~rgiah,
p. 220, nbm, d83.
3 Pont, y. 230, irúrLr,3%. Ea ~oiitidoaonteitrlo Tcoplong, nbm* 690.
31 6 SOCIEDAD

propiedad adquiers la sociedad; este valor es gl: que tienen


las cosas cuando .se efectúa su ,aporte, porque se ,efectúa
una qspecie de venta; e1,ipcio eg acreedor de este valor. ,S9
aplica lo que acaSamos .de decir de las cosas que se dete-
:oran al conservadas. (1)
276. En fin, las cosas están también á riesgo de, la, so-
ciedad aunque &a s61o tenga el goce cuando han eido puee:
tas en la sociedad por avalúo, Hemos dicho en o t r ~ lugar
que
- el avalilio vale venta cuando las partes contrptantes,tie-
nen interés en,quq así sea; se.supone, eQ qste caso, que qu ip-
tención e8 transferir la propiedad de las cosas que deben p,er.
restituidas por aquel que las recibe. El art. 1851 interpSar
en este sentido el avalúo que hacen.10~@ociosde l'aa,co<
sas de que ponen el goce en la yciedad &,ret&rra49 ,$uue
éstos declaren que el avalúo, no vale yenta, Como la leg;,ha-
bla de las cosas en tdrminos . ~ o g r a l e sd e b , ~'decidira? ,que
se aplica tantcjir los inmuebles como &!os muebles,, , ~ s t a9
pna diferencia entre la sociedad. ;y el yd~ipen.. do,tal. (a$-
ticulos 1551 y 155'L). La rd260 de la diferencia es se&ible;
las sociedades se forman oon un objeto da especulscibn; iq-
P & t ~pues,
, darlea un poder extenso acerca d&l aporte de
loa socios; mientras que el riigirnen dotal, q R , esen riolPen,te
conservador áJ te1 punto que IOH fundo? tdatales quedaq
,l.i m. he-
>ti

ndos de inehjenabilidad ; lo que excliiye la intencikn de


transferir su propiedad al marido.
iC6m0 debe hacerse el avalúo? El arte 1851 supone qua
a >

la estimaqi6n ~e hace en un inventario. ~ o d o los s autorea


osth,n acordes en (lecir que esto,no ea una condicióri; no ten-
dría razhn de ser. Basta que el avalúo se haga de, c o m b
acuerdo, poco importa en qué forma; debe hacerse de cod
mtín acuerdo porque es en la intención de las partes con-

1 I)urahMn, t, XVLI, p. 4i3, n&. 400. Pont, p. 281,,1riims.896 y 397, ,Ea


aentido contrnrio Dslvincourt, Duvergier y Troplonp,
DF.LAS OBLIGC~(~IO~?ES
DE LOS ASOUPADOF3 INTEE SE 317
tratantes en la gqe se ,funda la ley para. decidir que la esti-
mación vale venta. (1)
dCuál es el derecho del socio?,El grt. 1S51 contesta qus
i$,la oosra. fa8 valuada el socio nq pueda repetir m & e qua bl
Grito de su avalúo. Be k reputa vendedor c o i este tl-
tu10 es acreedor del precio.

27?, e v n socio tiene acción Contra la.eociedatd por m-


idn de .lae ~ u m &que dbaembpls6 por eiiall '(art. 1852).;P6i
6jempl0~dice Pothier, por rk$n a e 10s gastos d b viaje qurj
hizo para loa negocios de la oqcisdad. $e admite, . q& el &- t ,
cio tiene también derecho 5 los intereses de !as sumas q i e
desembobd -para la aociedaid. Eito nO+es dudoso ;cuando
eocio t i e h el $oder.de adinioititrtrat dn 'virtud do un manda-
to expreso 6 tácito, puede invocar .en este casa el art. 2001,
s$pío 61 cual ilel interes dé los anticipas hecho$ por el man-
datario le ion debidos por el rnaiidapt'e deade el dfa de lós
hntici'pos comprobados. Si el socio n o es admioistradoi obra
corno gerente de negocios cuando hace de&mbolsos
cuenta de la sohedad: jel gerente puede invocar 81 artion-
lo 2001? Hemos examinado'la cuestión en iitro lugar. (2)
El' socio tiene igual .dekxho A los iitires& ái tuvo que ,$-
garlos para procararne' los f o n h que anticipó A La sociedad
La Corta de Casaci6n lo sentenci6 asi en Ún caso en que el.
aooio hahís pedid,) prestado por medio de cuentas*corrien-
tes cortadas cada seis meaes con ca$taliza&5fi de intereses.
Se objetaba el art: 1154 que 8610 autÓrizs el t-inatooisrno ba-
jo las rigiirosaa condiciones que establece. ~a Oorte contesta
que esta clispol;lci"6ne ~ t áEuora de causa, dtbi8duae &cidir
el litigio por el nrt. 1852; y estaba comprobada 'por la sen-
r Pont, p. 282, ndmo. 399.401 y la8 autores qtie oita.
2 Pont, p. 288, nibm. 413.
tencia atacada que el socio no reclamaba más que el r e e w
bolso de 10s intereses que ae había visto ohligado p&dr
61 misrno á sus prelitamistas; se trataba, pues,_no de ano&-
cismo aino de inticipos. (1)
278, El so'cio tiene tambidn acción contra la sociedad por
ragón de las obligaciones que contrajo de buena fe para 10s
negocios ds la sociedad (art. 1852). Se supocle que el eocio
trató en su nombre; está, piies, personalmente obligado con
los terceros; paro corno 6br6 por cuenta de la sociedad
de, si se le perssigue, ponsr en causa 4 >su13wn80cio8, y s i pa-
g6 puede repetir. &A ley pone ello una condición: es q~
la obligación haya &do contraida de buena fe. Yothier, de
quien los autorer' del C6digo hen tomado estas reglas, da oo*
mo ejernplo.elcaso en que el socio vende un efecto 4e la
sociedad por cuente de la masa; debe iodsmnizarlo la 80-
ciedad por obligación de garantía que contrajo para con 4
comprador.
279, En fin, el socio tiene acai6n contra la saciebaa por
razdn de los riesgos i~sepitrsbleede su geati6n (art. 1852).
f;a ley es restrictiva; el socio nc>tiene acci6p pqr todos los
riengos que corre, es necesario qke eatoa riesgos sean inse-
parables de su geetiói y que los haga corrido sólo para 10.8
negocios de la sociedad. E ~ t aes la explicaoión de Pothier;
en este caso, dic.@,debiendo tener la .sociedad todo el pro-
vecho que resulte de la gestión es equitativo que sqports
todo~ilos riesgos. Pothier concluye de eeto, que si un socio
queda despojedo por ladrones tiene derecho á una indemail
sacibn por las auwas que llevaba y de las que no podía, qp-
pararse, pero quk la sociedad no debe aoportas el riesgo de
lo superfluo. (2)
280. tC6mo ejerce el t~ooiolas acciones que tiene contra la
sociedad? En nuestra opinidn la sociedad no ea un s4r m.
1 U ~ ~ g . . d ú24, do Marra de M69 (ualloz, 1870, 2 , POD),
2 P 131;~r, Be la aocirda& riiiure. :,122,
DE LAS OBLIaAUIONES DE L'OS BSJOOIbDOS IF-rNIllfLEI SI 319
k4a!.al,una perBona llamada civil;. no es, pues, contra ]la socie-
dad contra quien promueve el socio, es contra los asociados.
Tal es tambidn la tradición. Yothier dice que si la sociedad
e8 deudora con uno de los,ejocios cada yno de qllos s61o ee-
tti obligado hacia 81 por la parte que tiene en l'a sociedad.
A-cerca do este punto hay alguna duda.
La regla es que cuando hay varioe dgtadores la deuda sé
divide entre ellos, á no ser que.la deuda sea indivisible 6
solidaria. No pueda tratame de indivisibilidad, puesto que
se trata de deuda de dinero. Pero ae ha sostenido que, los
socios eistaban obligados solidariamente. La doctrina ( S ) y
la jurisprudencia se han pronunciado por l'a opinión con-
traria. Eo una primera sentencia la Curte de Casación in-
voca el art. 1202, ~egtínel cual 1a.solidaridad no puede ser
~dmiti,damás que si está e.xpresaments estipulada por las
partes 6 establecida 1s ley, y ningqne ley, dioe la sen-
tencia, la esta,ble>leceentre #ociospira la ejecución de sus res-
pectivos comprorriisos unas para coa otros.,l(2) La Corte no
prevee la, verdaclera dificultad; resulta del.art. 2002, según
el cual cada mandante esth solidariamente obligado hacia
41 mandatario, y los socios 8011 mandatjriog cuando el acta
le8 cla ;~e)derde g~rencia;y 4 fdta de estipulaciones aie con:
aideran haberse ci;t(io reciprocatqentti!el poder: de adminis-:
trar el uno por al otro. Hay, pues, varios inandantes y, por
consiguiente, eai $11 obligado8 solidariamente. Ep una se*
gunda sentencia. lo2 Corte de Casaci61i aplica el art. 1214,
seglkn el cual el ct~cZeudarquo paga la deuda no puede re-
petir contra los 19einBs más que la, parte y porqi6a de cada
uno cle ellos. (3) $2 considera, pues, 112 . s o ~ i oqlte pnga una
deuda social ooiiio siendo e l mismo mandante; eo decir,
l '~othier,De !a s o a i e h d , ndml 132. belanpie, nbm. 265. Pont, p. 296, ndmsd
toa 433 y 424.
2 Oasaaidn, 16 de Noviembre da 1831 (Dálloz;. 1831, 1,3521.
3 Denegadti, 8 de Pnero de1862 (Dallos, 1863,1,TG), Oarnp6refio Ponh, pi-
gins 296, núm. 426.
deudor solidario, Esto puede sosteaerse en el caso previsto
por'el art. 1859 cuasdo todos los socios tenian poder de a&
mihistraci6n.- Pero si 'el contrato kmcarga 4 uno de los SOL
eios la administración los demas no tfeneñ ya el poder de
gerentes, 8610 son man"dátari0s; si obran por cuenta de .la so'-
ciedad no se les pneiie'conside?ar como gerentes de negobiob,
y la ley-no establece ninguna solidaridad entre los due~oe
cuyos negocion tienen gerente.
' ' 'La accidn de 10s $ocios da tam'bidn lugar á otra dificultad.

Si un6 de loa asdcíadon esth in~ólventdiquiénsufrid la pér;


dida reaiiltante de larinsolvencia ? E; el caso en que los so-
cios se consideran CO'LBO mandantes, es decir, como codeu-
dores solidarios, se aplica el art. 1214, según el cual la pBrq
dida que ocasiona la insolvencia 'de uno de los codeudorea
solidaribs se reparte por contribucida entre todos los demis
codeudores solventes y el que hace 'el pago. Pothier va m4s
iillI: noadmite la ~olidarida~éntre socios y, no obstante, en:
seña que la p6rdida8resultantedela insolvencia debe ser'sopor-
tada'por todos los socios solventes. Invoca la igualdad que
dibe reinar entre los aociou; esta igualdad, dice, no permite
que el socio acreedor de la sociedad sufra solo la p6rdid8:
Esto es muy dudoso; seria una excepción á los principábe
que'rigen las deudas divisibles, iy puede admitirse una e 6
cepeicin sin texto que la consagre? (1)

Ndm, 1. Cuándo hay Convencidn.


281. Ea ley no determina la parte de los socios en la&
utilidades y Ias pérdidas hás que'cuando nada dice el con,
trato (art. 1854). En principio deja entera libertad I lh8
pacte8 contratantes. Esto es e\ derecho. comlíiq; era in6tilt
proclamarlo. La ley carrmgra implícitamente el derecho d~
1 En sentido contrario E'onit, p, 296, nbm: 420, segdn Pobhier, niirn. 132.
DE LAS OBLIGAUiOXES Da LOB ASOCIADOS ENTRE SI 321

loa socias prohibiendo ciertas cl8usulas .(art, 1855); la ex-


oepcidn confirma la regla. Treilhard lo dice en la Expou\-
ción de los Motivos: biLori socios pueden insertar en su coq.
trato todas laa ol&usulasque no lastimen la ley .ni las bae-
nau costumbres, y medida de BUS compromisos ea la que
gustaron oonvenir.~, A primera vista se pudiera creer qus
la m88 completa igualdad debe reinar entre los socios. Es-
to es verdad si se entiende la igualdad proporcional, pero
el Belator del Tribunado dihe muy bien que nada habría tan
contrario á la verdadera , igualdadi como una ol4uaula que,
apesar de la desigualdad de puestas, asignára una parte
igual 4 cada socio. P o r esto ea @e la ley tenfa que dejar
á las partes el derecho de fijar ellas rnisrnae la. parte de cs.
da una en el beneficio y en les pdrdidae. IIERevidente, di-
ce Boutteville, que loa que forman una sociedad so& los úni-
oos que pueden conocer bien y apreciar en ,lo justo, lo,que
cada uno trae en ella en valarea reales,$ pero sobre todo en
industria, en celo, en talento, actividad y valor, f i Esta do*
trina es la de Domat, (1)
282, De ordinario los socios 8610 pierden la parte en lag
utilidades. iCual será. en este caso & parte en las p&r$idas!
Doma& contesta que aefijaráa bajo el mismo pie, (2) E~ltaed
la igualdad proporcional que rie considera como haberla
querido los socios por esto s61o: que ria la han derogado; di.
remo8 más adelante y en qué límites se perniitea astas dero*
gacionen.
La jurisprudencia ha consagrado la doctrina tradicional.
Una acta de sociedaa dice' gue u80 de los socios tendrd la
tercera parte en.lssutilidades y el otrolspfdo~ terceras par-
tes. se' dice que lo&sotioipos y g a ~ t o sse harán' por nritad.
1 Illreilhard, J3xpoaioi¿n de ioa motivos, ndm. 8 ( L D ~ , n, P. 243h
t. V
Boutbevil:e, Infame ndm, 13 (Locr6, p. 249). Dornat, Leyes aivibes, lib. 1,titu.
lo VI15 seo. 1,pfo.."VX,
2 Ilomrt, Leyes civiles, lib. 1, ki&. V.111, nac, 1, nrgrn,. 6, p. 4%-
p. de D. TIIXO=VI-41
326 SOUIEDAD

Habiendo la sociedad sufrido pérdidas los árbitros deci-


dieron que cada socio soportara la mitad de la pérdida,
puesto que, según SUB convenciones, cada uno debía contri-
buir por mitad en$lodanticipas. En apelacidn la sentencia
fué reformada. Ld#Cortepone en priticipio que Ia igualdad
debe ser proporcional; que, par consiguiente, la parte en las
pdrdidas debe ser la misma que [la parte en las utilidades,
á reserva de que 'lag partes hagan convencionee contra-
rias. (1)
283. La aplidación del principio ha presentado una difi-
cultad. iCómo debe entenderse la contribución en las pdr..
didas? Se ha sentenciado que las puestas de los asociados
deben ser. retiradas antes del3reparto de las utilidades 6 de
las pbrdidas, y se ha concluido de ello que cuando las pnes-
tas son iguales y que las utilidades y las pérdidas se repar-
ten )desigualmente esta porción desigual no se laplica 418
prelación der.laepuestas. En el caso uno de los socios, que
tenía dos terderas partbs. en las 'utilidades, 'debla soportar
dos terceras partes de las pérdidas. El recurso no contes-
taba este principie, pera pretendía que siendo igúales las
puesta's cada uocio debfa reccgerlas 'por mitad; como el
fondo social no bastaba para esta devolación' hubiera re-
eultado que cada uocio hubiera tomado la ,mitad del activo
y la cláusula do partes desiguales liubiera qnedzldo sin apli-
cación. La Corte de Casación confirmó la iri~erpretaci6~
contraria admitida por la sentencia atacada. (2) Esta es la
interpretación m$s natural. No es exacto decir qiie 10s 80-
cios recogen sus puestas; sus aportes entran.-en el activo
social que debe ser repartido & la 'disoluei6n d6 la nocie-
dad; hay, pues, lugar no 4 pecogel* sus puestas siat) B vepar.
tirlas. Y la partici6n se hace desigualmente ~i tal es 1s
convención de -las partea. Si la masa no basta para quo ca
1 AmiBns, 27 Mayo 1840 (Delloz, en le palabra Sociedad, ndm, 402)
2 Oassoi611,11 de Enero de 1865 (DsSloz; 1866,1,9).
DE LAS OBLIGA(ilI0NES DTPI LOS A ~ O O ~ O
ENTRE
S SI 323

da socio recoja sus aportes íntegros hay pdrdida y ésta se


divide en la proporci6n desigual convenida por los socios;
luego en el caso uno de los socios no tenía derecho más
que á la tercera parte de lo que quedaba en la masa y el
otro tomaba las dos terceras partes. Decimos que tal es el
aentido natural de la cláusula, salvo que las partes hagan
contrarias convenciones. En efecto, no hay realmente pér -
dida más que cuando el activo no basta para recoger los
aportes; luego ea sobre todo á, esta hipóteses como debe
aplicarse la cláusula relativa á la particida de las pérdidas.
En otros términos: la pérdida es el deficiente que se encuen-
tra en el capital social tal como fu8 constituido por el acta
de sociedad. Cuando hay un excedente en el fondo primi-
tivo, hay utilidad, cualquiera que sea la perdida que la so-
eiedad haya sufrido. (1)
284. El mismo principio debe recibir au aplicación al
caso en que las partes son desiguales y en que fué conveni-
do que las utilidades y las pérdidas se dividirán por partes
desiguales. Sucede que los, aportes están completamente
absorbidos por las pérdidas; aunqiie las puestas sean desi-
guales lss pdrclidas Fe repartirAn entre los socios, de ma-
nera que, el r~ociocuya puc8ta ea la mas grande perderá to-
do RU aporte. Este es el caso que se prssentb ante la Corte
de Casación. Una sociedad se forma para el comercio de
tejidos de lana entre dos personas. Una pone 30,000 fran-
cos y la otra 20,000; 8e estipuG que las utilidades y las
pérdidas se dividirán por mitad entre ambos socios. Des-
pués de algunos años el fondo social fué absorbido; hubo
que liquidar. El socio cuyo aporte excedía de 10,000 fran-
cos al del otro pretendi6 que habiéndose perdido las pues-
tas tenia derecho de repetir contra su consocio p'or una
suma de 5,000 francos, puesto que las perdidas debfan ser
sufridas por hitad. Acogida por los Brbitros, la demanda
1 Duveqier, De la suciedad, p. 27, ndm. 15 y p. 268, núm, 220.
Fué desechada por la Corte de París, y en el recurso inter-
iino ~entehcisde denegada fuñdada en las circoostan-
5as de la'caúsa. La eonvenkidn, dijo IiCorte de 0asació6,
io aiitorizaba 81 socio que había hecho' IB puesta mSs grail-
i o á rbpetir'el excedente en el caso en que las puestas estu.
rieran bompletarneite perdidas; concluye de ésto qoe Ia
ientencia atacada había apreciado y aplicado las conven-
Sbi~nei-dela8 parte^. 88 han criticado, con razón, los motivo6
3é la decfsibn. El recurgo invocaba un principio de derea
!hoi sostenía que'hada aoeio tenia derecho 6 tomar su apor-
iden la 'disoluciln d e l a sociedad; *y obnclufa de esto que
.a cliiusula del rep&to igual de laa era extraña'&
.
18s piiestss, las qiie aieñdo desiguales la phdida por este
pñnto debia ser soportada 'proporkioialmente. Esto era UO
SrFok quv la Corte debió haber repudiado; Los aportes no
ie recogen, se eonfuoden en una masa cokiiii perteneoiendb
i'aMbds i b o i ~ sen la propo~ci60estipulada pira el reparto
le dtilid8d&; es decir, por mitad. Asi los 50,000 franco^
~rocedentes.de lo: aportes hubieran sido'dhididoa propor-
:iOnalmsote por mitad si el fondo riocial hubhra permane-
:ido inthctd, i l socio que habia aportado 30,000 francos ho
iubieia tanido derecho mds que & 25,000'francos; es fam-
3idn esta suma de 25,000 fratioos la que cada uno pierde '
:uanclo se pierde el fondo social. Si uuo 'pierde mha que el
o r de la desigoaldad de las puertas esta es una
> t r ~ ' ~raz6n
:6nae~&encis16gica 6 91re~artoigual de las ph-didaa, y ésta
:obsiste eu los aportes que constituyen e1 fdndo social. (1)

Núin, 2, De las cláusedas p~ohibidcts.


1. P~rohibicidnrelativa d las utilidades
285, iiLa convenoión que da 4 uno de loa socioa la tata-
Z Denegrida, Ssfa Uivil, 27 de Marzo de 1861 (Dalloz, 1861,1, 161A Pon6
?, 527, n&m, 460.
Fué desechada por la Corte de París, y en el recurso inter-
iino ~entehcisde denegada fuñdada en las circoostan-
5as de la'caúsa. La eonvenkidn, dijo IiCorte de 0asació6,
io aiitorizaba 81 socio que había hecho' IB puesta mSs grail-
i o á rbpetir'el excedente en el caso en que las puestas estu.
rieran bompletarneite perdidas; concluye de ésto qoe Ia
ientencia atacada había apreciado y aplicado las conven-
Sbi~nei-dela8 parte^. 88 han criticado, con razón, los motivo6
3é la decfsibn. El recurgo invocaba un principio de derea
!hoi sostenía que'hada aoeio tenia derecho 6 tomar su apor-
iden la 'disoluciln d e l a sociedad; *y obnclufa de esto que
.a cliiusula del rep&to igual de laa era extraña'&
.
18s piiestss, las qiie aieñdo desiguales la phdida por este
pñnto debia ser soportada 'proporkioialmente. Esto era UO
SrFok quv la Corte debió haber repudiado; Los aportes no
ie recogen, se eonfuoden en una masa cokiiii perteneoiendb
i'aMbds i b o i ~ sen la propo~ci60estipulada pira el reparto
le dtilid8d&; es decir, por mitad. Asi los 50,000 franco^
~rocedentes.de lo: aportes hubieran sido'dhididoa propor-
:iOnalmsote por mitad si el fondo riocial hubhra permane-
:ido inthctd, i l socio que habia aportado 30,000 francos ho
iubieia tanido derecho mds que & 25,000'francos; es fam-
3idn esta suma de 25,000 fratioos la que cada uno pierde '
:uanclo se pierde el fondo social. Si uuo 'pierde mha que el
o r de la desigoaldad de las puertas esta es una
> t r ~ ' ~raz6n
:6nae~&encis16gica 6 91re~artoigual de las ph-didaa, y ésta
:obsiste eu los aportes que constituyen e1 fdndo social. (1)

Núin, 2, De las cláusedas p~ohibidcts.


1. P~rohibicidnrelativa d las utilidades
285, iiLa convenoión que da 4 uno de loa socioa la tata-
Z Denegrida, Ssfa Uivil, 27 de Marzo de 1861 (Dalloz, 1861,1, 161A Pon6
?, 527, n&m, 460.
EiE LAS OBLlff.br310NEd DE LOS ABOBIBDOS ENTRE 81 8%

Sidad de Iíts utilidades es nula11(art. 1855). Pothier explica


los motivos de eats prohibiaihn: ~ I E Sde la esencia del con-
trato de sociedad que las es proponen por contrate
realizar una ganancia en la que cada socio pueda espetar
tener su parte por razón de lo que aport6 á la sookdsd. Y9r
esto es que ai por el contrato de una pretendi¿lr sociedad ae
amviniore que la utilidad pertenecer&por entero ;á una d;
las partes contratantes sin que la otra pueda tener parte en
ella en ningún caeo; tal eorive'~cidnno s'eria un contrato de
s&iedad f 'kería.nila como manifiestamente injusta. Los
jari~consultosromano8 han dado B esta eo~veuci6ne1 nom-
bre de sociedad léonintl por alusiói; 4 la fabula del ledo que
hizo una sociedad con los demás animales para ir á cazar y
ne aprovech6 solo de toda la eaza.11 (1) ~ s t ' o seria
' la con-
veacibn de la fnerzá mn la debilidad; y 1s violencia, dica'el
EteXatós del Tribunado, nunca proithce verdaderos derechos.
286. La prohibición de la sociedad leonina er ab~ol;ta;
Aunqus el socio' excluido de las utilidades &tuviera tambiC
deacargailn de las p6rdidas la convsrición aería nula; la cl&u-
sdla relativa - á la0 pérdidas no corrige lo que tiene de vi:
cioso la s.28usula relativa á las utilidades; siempre es verdad
decir que Ia convencidn viola la esencia de la sociedad,
piiesto que no esti contraida por el interés oomúb'delas &ar-
te$
, (art:
. 1833). Aun hay mbs: la cll(usu1a relativi d las pdr-
didas eería iin nuevo vicio, pnestn que la ley prohibe tam-
bien (art. 1855, 2. O inciso) libertar & uno de l o ~ s o c i o sde
toda parbicipación en las pérdidas. (2)
2 LB ley prohibe la eláuauls que da iogar.6 que uno
de loa'aocios teoga'tod& las utilidaden. No prohibe repar-
tirlas da 'un módo desigual. Esta desigualdad puede tener
sli r a z h de ser, pero aunque no Re'jusdficara por los fiervi-

3 Pothier, Do la eooiedud, abm, 1'2. Boatteville, Informe nilim 16 (&aor6#


VII, p. 260). ,
3 Pont, p. 306, nilril, 438 y todoo los autores,
cios que presta ai la sociedad aquel que tiene mayor parte
en las utilidades la convencidn sería, no obstante, válida por
8610 no estar prohibida, pues todo lo que la ley no prohibe
esth permitido. La ventaja 'reaultante del reparto desigual
de los beneficios constituiría, en este caso, una lesión en per-
juicio de aquel que tuviera la menor parte, y la lesión no
vicia, en general, lau convenciones (art. 1118), 6 una libe-
ralidad en provecho del socio.que tendria la mayor parte;
en este bltimo caso se aplicarian los principios que rigen las
liberalidadea indirectas (art 844). (1)
Sin embargo, hay un límite á la libertad de las partes con-
trataint~s:no guedeu eludir las prohibiciopes de la ley, pues
no eet& permitido hacer indirectamente lo, que la ley pro-
hibe hacer directamerote. 8i Isa conrvancibn atribuye t i uno
de las socios U C R parte tan minima en las utilidades que een
irrispria en relacidni cug 8x1 puseta, no se puede decir que la
saciedad esté contratada en interds común de lraa partes; con-
cediendo á uno de los P O C ~ O R una parte, nominal los socios
han querido eludiii la prohibición del art, 1855; los tribu-
nales podrán, en este qaso, anular la sociedad, no por vicio
a0 leraih sino como hecha en fraride de la ley, (2)
288. Pothier agrega una se~tri~ci6q que toma ds uaa ley
romana. No eei neoesario, dice, que cada parte contratante
dbba tener en cualquier caso una parte en las utilidades de
la sociedad, basta que pueda eaperar tenerla. Contraigo so-
ciedad para la venta de mis joyas can esta cláuspla: que mi
socio encargado de venderlas temar&su parte en las uiilida
des, que exesdarhn la sorna de 10,000 francos; de &&ers
que nada tendrá. ai el precio no pasa de dicha suma. Los
autoree modernos admiten esta reserva: No es. dicen. la cláu-
1 D*iwnt/,n,t. XVIL, g, 423, nbm. 422. Treilhard dice de un modo muy ab-
aoltabo (1110 la.diferanoi8 on Is repartioión de lae utilidades debe ' eatur fundada
an urja :taraaa legttitna. Bxpo5ición de los mofivos (Loor& b. VII, p. 213). Coma
p6reaw Punt, p. 309, niim. 440.
2 Anbry g Rsu, t. m, p. 545 g nota 11,pfo, 377.
sula la que 1a ley prohibe, lo que prohibe es la atribución sed
gura ds tvdae las utilidades h una delas y en el ca-
ao el vendedor tiene una parte eventual en ellas. (1) Esto
etoa parece dudoso. Cuando la ley dice que toda sociedad
debe contratarse por interés común de las partes entiende
que cada una de Q~tav tenga una parte €30 lae utilidades, no
una parte eventual sino una parte segura. En la con~ención
supussta por Yothier el socio vendedor puede no tener par;
te aunque haya puesto su pena y sus "cuidados; esto no es
una suciedad.
Las consecuencias á las que conduce izt opinión que' com-
batimos aumentan a6n nuestras dudas. Se enseña que la con-
vención puede dar todas las utilidades al aup6rstíte de loa
socios y hasta los aportes. I r suerte aleatorii que cada ao-
cio tiene de obtener todas las utilidade~baste, se dice, para
que la oonvenci6n esté hecha en interes común de los socios.
Siempre e. la misma dificultad. iBasta la ausrte de utilidad!
El art. 1855 no dice esto, quiere que cada ocio tenga una
parte en las utilidades, y esto es una cosa positiva, -real. Si
lar convención puede conducir A e ~ t eresultado: que uno de
los fiocios teng-a la utilidad y nada tenga el otr;), el interés
ya no es comrín. (2) . .
Estas cláusulas Be estilan en las asociaciones fraudnlsn-
tas que se hacen para reconstituir los coaventos y 139 ma-
nos muertas. Esto es una razón mis, ~ e g ú nnosotr~o,para
contestar su validez, Hemoa dicho más atrás quo 19,jiaris-
prudencia declard nulas estaa pretendidas riociedsdcs (riiisne-
ros 196-198); la cláuiiila que atribuye al xiip6r. t i t e 1. tos
Lajidad del fondo aacial ha sido considerada coñnc~11 nrue-
loa del fraude; en efecto, no ae contrata una s«ci.id:li.d,s.~-da-
dera bajo semejantes condiciones: loa que ae arior:irin qnria-
mente buscan una utilidad segura y no una ~ u e r t aque
J. Pothier, De lo sociedad, ni(m: 13. Pont, p. 310, nbm. 44.1,
2 Duvergier, ,316,ndm, 268. OompAreee en sentido aontrsrio Pon$, p:igi.
ao 310, oúms. l42 y 443.
pudiera despojarloa de lo que ponen en la sociedad, JBuen~
es que la doctrina repruebe combinaciones que facilíhan d
eaude.
289. Se ha contestado la validez de la siguiente conven-
ción : Una sociedad ae contrata entre un fabricante y un
operario que trae su industria; ae estipula que é ~ t tendrh
e
aiimeitoa, casa y ropa blanca en la casa, y .que por s u em-
pleo en los negocios recibirá ademhs 1200 francos anuales
ó la cuarta parte de las utilidades, A so elección. Habiendo
la sociedad realizada grande^ utilidades en, 1830 el -
cio idustrial declar6 optar por la cuarta parte de las ga-
nancias. Se sofituvo por el fabricante que la convención era
leonina. Si la sociedad hubiera sufrida pdrdidas, de decia,
el artesano hubiera adoptado por la suma fija de 1.200 fraim;,
@os; hubiera, pues, tenido todo el provecho y el fabricanta
hubiera sufrido toda la pdrdida? &+Corte de Casación dese-
ch6 esta interpretacióa por rnotivode que la convencidn oori;.
cedía, 8610 una opción al #ocio industrial entre una utilidad
fija y una utilidad variable; semejante clhusula no entra en
la prohibicihn del art. 1855, luego ea licita. Aunque la c l h -
sula hubiera tenido por efecto posible des9argar da las pbr-
didas al socio que aportaba su industria la cldusuls no hu-
biera sido viciada por este punto, puesta que se admite ~ U O
el ocio industrial puede v4licl.amenteestipular que no,c t ~ t a -
da obligado Ei lae pdrdidas. Vtbmoe á volver tí este punto. (1)

$90. El arf. 1855 declara nula tauibt6n iila eséipulaci6~


que libertara de toda contribución 4 la&$&didar la8 sumas
6 efdctas puestos en al fondo social de4a sociedad por uno'
6 vario^ socios.1~Esta disposici& deroga el derecho anti-
guo; la convanoión .,que
. liberta tí uno. de Loii~aolioa
I s. . , , a . d, e toda
i 3

1. Denegada. 7 I Diciembre du ñ885 (&ljor, caa in prlibra. rSoci&d, n6tfi~''


ro 421.
pGrdida se consideraba como vblida; Pothier la justifica por
eonaiderscioriee de justicia y equidad: ~CI'odaslas veces que
uno da loa NOC~OBtrae particu~armentealguna venta$ la
sooiedad se puede, para compensarle, convenir que ser6 des-
cargado en p. rte, 6 aun en totalidad, de la pérdida que tu-
riera la sociedad. 11 Esta c14usula es equitativa si el precio
del riesgo de In pérdida es igual al precio de la ventsja apor-.
tada por él 4 la sociedad. li. Domat explica en qué puede
consistir la particular v e b a j a que el socio traR A 1s nooie-
dad, ventaja en cuya coaaidrración ae le liberta de toda
contribuciún á las pérdidas. Es la nulidad de su crkdito, de
su induritria, de las peaas que tiene,. de los viajas que hace,:
de los peligros B que ae efpone; estas ventajas que la socie-
dsd saca de 61 compensan las que le concede deacargárr4ol'e
de las pdrdida3, y pudo justamente. oomprbrneterse shlo
esta condición, sin la cual no entrara en la sociedad, la. que
tal vez no se hubiera formado sin él. (1) Si se cimpideraba
como licita y equibativa en al derecho antiguo d por qué lat
prohibe el Cbdigo? No se da.,m&erazón que la del temor
del agio, CZ) Los antores no pensaron que, segiin el CrSdigo
Civil, el irltardr eoo~oncipnalpudiera sobrepasar pl interds
legol (art. 1907) y que Ia prohib'isi6n de un interes eiipe-
rior 8610 comienza mn: la ley de 3 de8eptiembre .de Mti'7.
3eoaittndo la cI&usula que,liberta $ uno de los socios de t o m
da pérdida en la mivma linea que la clftueula qu;e atribuye
5 uno de ellos todas las utiliriades, el leg?slsdor parece con-
siderar una y otra como contradas 6 lia eaen,cia ite la aocie-
dad. (3) @o efecto, puerle decirse que si cada aocio debe te-
ner una parte so las utilidades e; j u ~ t otarnbidn que cada
1' Pothier, De la sooiedad, nbmrr, 20 y ?o:Domat, Leyes oiuiles, lib. 1, tit. mIr
seo. X, nGm. 9, p. 00. +

2 Mourlón, Repeticz'olze~,t. 111,p,'858, núm 893, Pont, p. 320, nám, #l.


Delvípoorirt, t, p, 122, nota A,
3 El Orador del Tribunado llame 6 Ia canveboi6n del 2. O iaciao da1 artfaa*
10 la56 UPa iociedad leonina (LecrB, t, Vn,p, 250, nilm. $91.
P,de B. WHOX X V X - - ~ ! ~
331) SOCIEDAD

ano aoports su parte en la'sipérdidas. Si el -aporte de uno


de ellos es mQsconsiderable no es esta una ra82bn para que
se le descargue de toda eontribueicn en las pérdidae; ea una
razbn para aumentar su parte en las utilidades á reservaide
modificar su parte en las pérdidas, pues la proporción en-
tre estas partes Lo debe ser absoluta, como l b diremos ade-
lante.
291. Siendo la cláusula prohibitiva del .art. 1853 tina ex-
cepción al priocieio de la libertad de las convefieibnes ae
debe interpretarla restrictivamente. Según la ley,la prohi-
bición $610 veras sobre la estipulación qae liberta de toda;
contribución en las pérdidas la$' sumas 6 gedtos que "unode
loa socios pone en el fondo de la gociedad. Estas expresio-
nes no reciben ~~1icació.n al apbrts de la iiidustrin; resulta de
esto que el socio íu'dustrial puede estar descargado de toda
contribución 4 las pérdidas. 'Er en e ~ t esentido :como el
orador del Tributíado explica la ley: 1iSi hubiera algún xo-
cio Cuya puesti consistiera s61o en industria se podria con-
venir en e ~ c e ~ t u a r l o ' dlaae pékdidis; esta excepci6e se con-
sideraría para 61 como una parte del precio que diera á SU
trabajo.li [1) Sd ve qiie la explicación entra eu In que Dbmat
daba del principio del derecho aritiguo~(núrn.290); lu ex-
cepción relativa al socio industrial disminuye rnuchb la im;
portancia de la prdhibieión; afll limitaaa se aproxima á la
regla tradicional.
292. i'En qiié sentido el socid industrial puede libertarse
de toda ~ o ~ t r i 6 ~ c ti dlasn pkrdidas ? El descargo no es ab'-
sUluto. Priherd el indu8trial pierde su; trabajo, lo q i e ya
es una p8rdidi considerable, puesto 'que se le estimá tanto
que'se le descarga de la p6rJida por raa6ii de la importan-
cia que su i ~ d u s t r i atiene para la sociedad. E l socito contri-
buye tapbidn srs las pérdidas en este aeatido: 'que hay, ope- .
raciones que disminuyen las utilidades; no puede invocar
8 1 ailler, Diiourno nám. 19 (Loor6,t. VII, p, 250).
BR LAS OBLIGAGXONES DE LOB ASOOIADOX EEIlZ33 SI 331

1s cldusula para ponerse al abrigo de estas pérdidas parcir-


les, pues mientras que queda un8 utilidad la cláusula que
descarga al socio de la contribucidn en las pérdidas no re-
cibe aplicación; no hay pérdida en e l sentido legal m&sque
cuando hay una deficiencia, no bastando el fondo social
para pagar lna deudas.i(l)
, Del principio de que la prohibición del art. 1855 es de es-
tricta interpretacidn siguese también que la cliuaula que dis.
pensa á un socio de contribuir á las pérdidas mhs allá de su
puesta es válida; lo ea por esto ~610:de no eer prohibida.
Fué sentenciado que uno de los socios puede ser libertado
de toda r~ontribuciúnen las deudas que sobrepasan del ac-
tivo social. La Corte de París ha validado tambien la c19u-
sula que liberta á una de 10.4 so~iosde toda contribución en
la6 deuda6 mientras no sobrepasen el capital aportado por
sus consocios. (2) En una palabra, desde que el descargo
no es absoluto la convención es válida, siempre que las
partes no hayan tratado de eludir 1a prohibición. Queda por
saber si las cldusulas que derogan 1a.contribución & lati
deudas pueden ser opuestas 4 loa terceros aqreedo~es.Vol-
veremos St este punto.
29 3. Pothier examina ciertas clkusulas que tienen por ob-
jeto libertar it una de las partes de la contribucidn. 8 las
deudas. Debemos deeir unas palabras sobre el atiunto por-
que la solución que dan los autores franceses no puede ser -

admitida según nuestro derecbo. Hago con un eomercianta


una sociedad en la que aporto una suma de dinero. Des-
puétr de algunos años vendo mi derecho en la sociedad á un
comerciante en el precio de la misma euma que aporté á la
sociedad, bajo la condición de qde el comerciante me devolve-
r& dicha suma al concluir la sociedad, con sus intereses,
1 Moarldn, Repeticio~es,t, 111, p. 358. ndm. 893. Pont, p. 321, ndm, 453.
,
, de M ~ r z odo 1866 y 27 do Ju1io.de 1869 (Siter, 1866, 2, 235 g
2 P ~ r f s 15
1870,2, 47). Brunelai; 2L'de Boviembrs de 1882 (Paaioriqia, 1832, 2, 273)
Pont, p, 3x0, ntim, 462,
Psta aonvenciós seria oula,"dine Pothier, si hubiera sidi
h r h a en el tiempo ael~contrato,porque se la hubiera con-
siderado como un prtr&amr, diufrezado; es válida en el caso
porque el intervalo que separa la acicietiad de la venta ex-
cluye la ide* de un pacto uamario. Los autores modernos
enseñan que la convención es siempre vdlida, en cualquie-
ra f iioia que se'hagd, poeato que el pr68tiimo con intereses,
prohibido en sl derecho antiguci como. usura, quedó permi-
¡tido por la ley de 1807, cori esta regtficción: que el interes
convenciot!al nocpase de1 h t e r e s Legal. E ~ t arestricción ile.
,ga á caer segbn. nuestro derecho, puesto que la ley de 5 do
Mayo de 1865 permite estipular un inter4~c3onveucional
auperiur al interhs legal,. H8y que agregar que si la con-
venei6n ea un préstamo con interhi .no hay soaiedad, y si
uno de ,los ~ i ~ c i ovbnde
s su drrrchn la sociedad .queda -di-
suelta, puesto que no hay ningúh interka común entre e l
prestamiata y 'el que'tecibi6 el prestama, iaiLentreel vende-
,dar y el comprador. (1)
Pothier supone:.tarnbi6n que de~puósde haberme asocia-
do con uo cmercisinke ma'hago asegurar por 61 la Ruma
que aporté y que mi socio se encarga'd.j..Ios riesgos de lag
perdidas mediante una parte q b ld'cedo en las 'utilidades.
jEg válida esta convelnoión? Sí, en el caso, diceaPothier.;es
un oontrato aleatorio quejme de~cargade .toda pérdida, pe-
ro mediante un equivalen$e q ~ e ~ r e c i hmie socio. S i la con-
vencihn se hiciera cuando e1 contrato t paco tiempo despues,
sería nula como disfrazando un prdsharno usurario; Los, au-
tores franceses .eng&an, con rszdn, $que está ~opiniljnde
Pothier no puetle .ya ser seguida, paedto que, por' deroga-
ci6n del derecho antigao,el art. 1865 prohibe la cliueul'a que
liberba 6 uno de 108 8ocios de tada contribiici6n 4 las pdr-
didaa. La jurisprudencia estd de acuerdo con la doet~iiaa.(2J
l. Pothier, Ile la sooiedad, num. 2%.YonC, p. 323,núm. 466.
2 VQanaelue oitaoianea en Poat, p. 324, nlóma. 667-469.
DE %AS Oi9LfGlk~KOIYEd.DEGLOS ASOUIADOS ZM'M&E .&S, 333

Pero nula como sociedad la convencitn podría ser válida


como prdstamo, puesto que, segdn nuestro derecho, ya no
hay préstamo uaurario.
294. 2Puede estipularse que uno da los socio8 tendrá una
parte diferente en la utilidad á la que tisbe en las pérdidas?
Esta cua&i3n, muy controvertida entre los j u r l i s c ~ n ~ u l ro-
to~
manos, era decid da sffirmativamenteen nuestro dertrchban-
tigno. Cirsremos lo que dice Domat: 11 EnSo es nn efecto ,de
la desigualdad de las contribuciones que puede co~venirse
entre dos socios: que uno de ellos tendrá mayor parte era
las ganancias de la que sufriera en las pérdidas, y que el otro,
al contrario, tendrá maxor parte en laa pdrdidas que en la~a
utilidadeq; y que asi, por ejemplo, uno entrar&en la socie-
dad por dos terceras partes de las ganancias y una tercera
en las pórdidnv v ~ l . o t r opor una tercera en l a s utilidades y
dos en Ins p4rjidns. Dornat da como motivo la desi-
gualdad de contríbución.: corno los socios pueden cuntri-
buir diferetrtefln~tnte,unos mhs, ot,ros menog, ,con trabajo,
industria, cuidad i, cr4dit0, dinero& otra cosa, quedan li-
*bréspara fiju igr~slrne~te RUS partlessaegún que cada cud
debe tener su condicihn r n á ~6 menos ventajosa ion pcqpor-
a
oidn de lo que traerla,,&la sociedad. ti Pothier .supone tam-
bien que el slrcio que toma en las utilidades una parte m$$
grande que la qiie soporta en las deuda8 aporta, una ven-
taja á la socierlad, y que la cláusula tiene por'objeto recom-
pensarlo; (1) E9 ~ ~ e g u quer o asi,sucede ordinariamente. No
obstante, Pothíer y Domat no dicen que esta eea la condici6ri
de la validez de la cl4usuIa. Esta, es valida porque lag
;partes31nquisieron, y tienen el derecho de queras,iacia chan- -
t o n o este prohibido. Lo mismo suoeda bájÓ"al imperio del<
Codigo Civil; el art. 1 8 5- 5 & d I b s la convención de par-
a

te8 des iguale^ en ias utilidaded y pdrdidas; luego es licita.


1 Doma4 xe~;eyes.ci4l~~, lib. 1,tít. VLIT, seo,% n4w% 6 Y 8 ( ~ $ 1 $9 Y 90).
Puth~p,Ds 1s socia~J,,~ nt m 9n
Eo que contirma eata apinirin es que las a r t s 1811 y 1521:
prohiben la cláusula en el cl~eptd~irnple y en la comuni-
dad; estas excepciones auponen que en regla general las
partes pueden estipular una parte diferente en lau utilida-
des y pbrdidas. (1)
295. El art. 1&55 dico que b convencidn y la estipztlación
prohibidas por la ley son nulas. Se pregurita si la nukidad
de la clhusula arrastra la nulidad do la soeiedad. La sfir-
mativa es la que se enseña generalmente, La ley considera la
eociedad hecha bajo una de las condiciones previstas por el
art. 1855 como una sociedad leonina; es decir, como una
sociedad viciada en su esenda; el Belator do1 Tribunado di-
ce que la convencida que diera á unu de l o socios
~ e l ta-
tal de los beneficios 6 lo libertara de todas las pérdidas no
es zGncc sociedad, El contrato es, puea, más que nulo, ea inl
exigtente; la cozivenciónde la fuerza can la debilidad,no pue-
de producir ningún derecho. (2) De esto r3e deduce que 18%
partee contratantes no tienen necesidad de pedir In nuli-
dad de la sociedad; no se le puede pedir la nulidad de
la nada; .la sociedad no exista para la ley, no produce
ningdn efecto. 8i apesar de esto o1 contrato ha sido ejecu-
tado las relacions~entre los asociaclus estaráni fijadas como
sí no hubiera ningún contrato; en realidad no habri socioa
sino comuneros. Nás adelalants diremoe qud principios rigen
la comunidad. (3)
296. El art. 1854 preves un caso part?oular del. regla-
mento convencional de las partes: sup0n.e que las partes se
han atenido en aste punto á unode ellos 6 á Ua tercero. EB-
taclisposición, tomada de Pothiar, quien ti bu vez la tamb de
una ley roaiana, 2de:pura teoria, no estB en nueatraa cm-
X Vdaneca lns oitaciunes en Pont,p. 331, 1 1 d m 4 r d g u e m Lieja, 21 de
Eaero de 1875 (Pasicriain, 1875, 2,166).
2 Boutteville, InEortno ndm. IG (Lourd, t. TIT, u, 860).
S V4anoeon divernon aeotldos Aubry y Eau, P. IV,q 545, nota 9, pfo, 377
g Pont, p. 332, nbma. 466 Y 467 y Ioa autorop que citarr.
tumbres.. El 0íador del Tribunado dice que ireste- absn-
dono d la autoridad de uno solo, es fevorslble en muchas oca-
siones cuando los auociados no son mQs que calabor~dores
escogidos y'protegido.g por el jefe de familia 6 de Ia casa. (1)
No está en la naturaleza de la wciedad que los socilla aban-
donen d la uutoridad de uno solo, puelito que la igualdad es
ia esencia del contrato. Los autores no citaii ejemplos de
cliíusulas semrjitrites, Creernos inútil comeutar una dispssi-
e i ó ~que na es m69 que histórica, bastar$ con rela$ar lo que
Pofhier dice; el art. 1555 reproduce textualinente sua pa,
labras: algunas veces las partes no sonvierlem la parte
que correiiponderá 4 cada ocio, pero sí atenerse al regla.
mento que se hizo por cierta pereona 6 algunas ocasiones
por una de das partes, Este reglnment;~no debe entenderse
como siendo puramente arbitrario, debe 8e.r hecho confor
Ine & lag reglas de la equidad; si es manifiestamente inicuo
Za parte perjudicada podrá hacerlo r e f o r r n a ~peru salvo que
ln iniquidad no fuesi +dente la prssunoión es parada equi-
dad del reglamento y á una d e las partes no se le rlcibe @u
queja 11 (2) El Código agrega: 1iNinguna reclamación s e d -
mito eri eate asunto si hati transcurrido ~ A de N tres meses
desde que la parte qCie se dice perjudicada ha henido cono-,
cimiento del reglamento 6 si &te ha tenido un principio ,de
ejecuciórr ,

Núm. 8. F+'ac$n do las pn.?*tes,porla ley,


297. .+tCuaadael acta dqosociedad no cdefirmina la parte
de cada s q c i ~en las perdidas 6 ganancias la parte de 'cada
uno esth en proporci6n con ~u pueda e n el f o n d ~de la sa'cie-
dad41jart. 1853). Esta disp~8ici6n&nja una cintrov,ersia que
gxietia an el derecho antiguo. Doriiai eoseiíab8 qiie ni' las
partes ~e pérdidas y ganancias no estabatriijadagpor Ia con;
venci6n serían iguales, paesto que, dise, si 10s socios no han
hecho diatinciónfparadar B uno mlis p 4 otro menos, no,esg
%andodistinguidas sus condiciones, la de nao debe ser igual.
1.a de 11)8otros. Pothier se pronunciaba e n favor de la,
igualdad proporcional. (1). Loa autores del Código dieron
la preferencia á este dltimo sistema que ciertamente es el
más equitativo, pero da'lúgar á dificultades en la aplicaci6n.
Cuaridd la puesta consiste en dinero 6 en togas valuadas
las partes proporcionales son fhciles de establecer, pero 2 ~ 6 ~
rno aaleular después de un tiempo m8s 6 menos largo el va-
lor &e las. Boyas que uno de 141s socios puso en la sociedad?,'
Los autores han recurrido B presunciones; loe hay que prew
sumen q;Ce en el silencio del contrato la13 par1 ea son iguales.
Se ha reupondidoj con razón, que no hay prwur1ci6~sin ley
especial (art, 135ü);.y en el caso lejos de hítber una presun-
ción de igualdad absoluta el articulo quiere una igualdad
abaoluta proporcional, la que excluye IR presuncidn que 1st
doctrina ha imaginado, B, *pues, preciso atenerse al dere-
cho cornt'in; el demandante deber$ probar el monto da la
puesta coriforme Atlas reglas que sl Código eiltablece para
pruebatl. (2) Es adema8 pna dificultad de teoría;- general-
mente los aocias tienen el cuidado de arreglar las partes ea
las ganancias porqllees elobjeto principal que se propusieron.
298. E1 art, 1853 prevee una de las dificujltaderi que pre-
senta el principio de' las partes proporcionnles: jc6m0
~aluarlila parte de aquel que 8610 puao su i,~diistria?ilCout
relacidq al que s61o puso su incl-ustria, RU parte en la# pdr-
didas 6 ganancias es igual & la del.su~i:ic,que hizo heno??
puesta. 11 Esta dispo~ioi6n,propuesta por el Tribunado, sof.
prende al primer momento; parece demostrar una espeoi@
1. Domat, kycs civiles, lib. 1,tft. VIli.,mo, 1, nxím. 4, p. 89, PothZer,,nbme*
ro 73.
2 Pont, p. 342, d m t , 433 y 4.84 y ewruntidor dirernoq ior autoren @e oitaa.
DE LAB OBLTGAUiOlWS DT!l U)á: ASQUIADOS ENTELB SI 331r

de desprecio al trabajo industrial, y, sin embargo, e8 la in-


teligencis la que da Bxito A las empresas de cualquiera na+
turaleza que sean. El Relator y el Orador del Tribunado
nos harán conocer el pensamiento de los autores del G6di-
go. Boutt;eville propone la cuestión en este sentido: 1iiDa-
remos la mayor parte ó la menor de 19s dem&e socios al
que no lleva m4u que SUR brazo@,BU cerebro y su energla, y
que descuida fijar la parte que se le otorgarh?~~ riSi le da-
mos la mayor no prepondremos al olvida de la precaución
mhe fácil que debe tomarse? A~ignbndolela más pequeña
le damos la sahia advertenci~de que jarnas debe descuidar
estipulai'él mismo sus interesee y fijar su suerke.~~ La jus-
tificación es muy extraña. iPor qu8 no estipular la puesta
intelectual en lo que vale generalmente asimilhndola 4 la
puesta más grande, salvo que los demhs socios estimen que
su industria no tiene ese valor? La di~po~ici6n, tal como
está redaclada, se parece á un castigo, Gillet dice: 1iLa pues-
ta de la industrig se cuenta como Ixr menor porque ~ i e n d o1s
mhs msceptible'de estimación arbitraria el ocio debe im-
putarse 6 si mismo 'el no haber hecho previamente estipu-
lar PU precio. ti (1)
299. Que se considere la disposición como una presun-
ci6n 6 c o m ~una pena lo seguro es que es de estricta intera
pretscidn. ~18;tiouG sspo,ne que el aoiio ~619aportd su in-
dustria. Si adernB8 de su trabajo el socio aporta dinero 6 efeci
tos mueble8 6 inmueble8 el art. 1855 no es ya aplicable.
En,caso de contestaci6n eR el socio demandante el que dé-
beri probar 61 valor de su puesta; 1~ prueba se hard segi'ra
el derecho común. La Corte do Casación lo sentenció y no
eNdudoso. (2)
300. Se presentaba otra dificultad en el mismo negocio.
1 l$outtesille, Informe cbm. 14 (Loord, t. V a , p, 250). Gillet, DiscursonQ*
mero 16 (LoorQ, p. 258).
2 Denegada, 14 de Enero de 1868 (Dalloz, 1866,1, 133).
e. de D. r a m nvr-43
El aporte de la industria se realiza sucesivamente; el aso-
ciado industrial no tiene, pues, derecho Q su parte en el
beneficio que ha, proporcionado su trabajo durante el tiern-
po prescripto por la convencibn, Si una sociedad firmada
por diez años se disuelve á, los cinco el asociado industrial
no habría realizado más que 1st mitad de su puesta y, por
consiguiente, no tendría m$s derecho que 4 la mitad de
lo de la parte que la convencián le asignara en los bene-
ficios. Suceciería lo mismo aun cuando la socie3ad se hubie-
ra disuelto por causa extrafta al asociado. Esta es la apli-
caci6n de lap príncipios que rigen la obligación de hacer:
no está verificada hasta que se prests el hecho. Solamente
en el caso puede hacerse por parte, puesto que consiste en
un trabajo díaricí.

301. IIAfalta de e~tipulacioneee~pecialessobre el modo


de administracidn BB siguen las reglas aiguientesii (articulo
1859). La ley rio organiza, pues la sociedad no interviene
sino cuando los asociados han guardado eilencio, y RB 8,
eu pesar y por necesidad como traza, las' reglasque &icen
veces de convencionee. E4 ea eate áentido en el que se ex-
presa el Relatir del Tribunado: 11Encuando & la adminis-
traoidk del fiind; social, dice Boutteville, g cdmo pueda y
debe intervenir el naber del legislador en este punto? Dia-
de hpgo por la sabia precaución d e evitar aquí, como e i
toda especie de convención, los inconvenietites que el silen-
cio de los contrayentes no deja nunw de arrastrar; b u s c a n
do, en seguida, $ preveer las cláusulas rnás'uartdas; en fin,
6 .~uplirpor regla8 generales Ias I e y e ~á las que los interesal
dos tienen siempre el derecho y amenudo solos de medir,
de dictar y que muy amenudo descuidan también.~(1)' El
1.32;oatteville, Informe nám, I [Loor&, t. 'VII, p, 2601.
DE LAS OBLIGCBúIONEI DE LOS ASOUIADOS ENTRE SI 339

Relator habria podido decir que sobre todo en materia de


~ociedad~bIolas partes tienen cualidad para arreglar lar
gestiones de negocios sociales. Los socios no pueden girar
4 la vez, esto serfa la anarquía, Deben, pues, constituir una
administracidn. icluáies serán los poderes del gerente? Es-
te es el punto esencial y da lugar á un conflicto de intere-
ges. . Los ocios pueden temer que el gerente abuse de su
'poder, pero si lo estrechan en sus limites la adminietración
,importante para e1 mal lo será también para el bien. Es,
pues, preciso una latitud de acción para la ge~ti6nde ne-
g~cios~ociales,y son precisas las garantías para evitar e]
abuso. E4 evidente que el legislador no tiene cualidad para
reg!amentar intereues que varían de una convencidn á otra;,
Toca á los asociados organizar una administración que re#-
ponds al cibjeto de la sociedad y S 108 derechos que se trata
de salvoguardar.
Núm. 1. De la administraddi2 confiada Q un mandatario
1. Nombramiento y revocacidn del mandatario,
302. i Quien aornbra a1 administrador? La sociedad; es
decir, loti asociados; esto quede por dicho. Decimos los aso-
ciados porqrze la uociedad no forma entidad moral diatinta
de sus miembros; son siempre los socios Xos que promevea.
La cuestión es ~ a b e ~i
r bantzb con la mayoria de 10s voto8 6
eu necesaria la unanimidad, Se pueden presentar dos hipb-
tesis en los terminos del srt. 1856. Dosde 1Uego tina clhu-
sula especial del. aota, de sociedad puede hacer cargo á un
bocio con la adrninistrnci6n; en estb caso no hay duda, el
nombrtamieuto ds administrador es una (le las el&uanlasdel
contrata de sociedad y es necesariamente la1 obra de los
asociados. Poco importa que el administrador nombrado
sea un socio, como la ley lo supone, 6 un extraño; en todqs
losi caso8 recibe RU nombramiento por una clAumla del bon-
trato, io que es decisivo. Si el administrador está nombra-
do por una acta posterior al contrato de sociedad se necssi-
ta tambí6n unanimidad de votos; hay para esto una ra-
zdn perentoria: es que el nombramienta de un gerente es
una 'derogacidn del pacto social. Se supone que el. contrato
no conteni&ninguna estipulación acerca de la administran
ción; en este caso todos los socios son adyioi~trsdores(ar-
ticulo 1859). Si después y durante el c u r de ~ la paciedad
las socios convienen en confiar la adminiatracidn á un man-
datario modifican sus convenciones primitivas y e l contra-
to 8610 puede ser cambiado por el conaent$rniento de todos
los qua lo formaron ,art. 1134). (1)
303. iEs revocable el gerente? El art. 1856 responde, á
is pregunta: ;i@poder del eooio encargado de la rtdmioib-
traci.6n no ser revocado sin caus'a legítima 'mientrae
dura la sociedad, pero si fu6 dado por una acta spcsterior tal
contrato de sociedad ea revocable como un uimple manda-
to.li'd~uáles la iaMn de esta diferekcia? ~ali3ministiiabiÓn
es siempre:u\z mandato y érte, pusde siempre ser revocado
cuando quiera el mandante jart. 2004). La ley aplica este
prinrij~ioal mandato dado pasteriorinsnte d coritrnto lo-
Eial; no lo aplica al poder que el acta ~ocialconfiese á un
Bocio, y estas iitíuaulas no pueden ser modificadas rnh~q;ie
por el coasent,imiento iinbnime de l n ~socios;~8stosno con-
~intieronen asociarse más que bajo la coeidición de que la
gerencia sea confiada Q uno de ellos; es, pues, necesario en
principio el consentimiento unhriime de los socios y; pnr
consiguiente, del gerente para revocar el poaer que le fa6
dado. Esto es decir que su poder es irrevooabls en princi-
pio, como todas Ias cláufiulas del contrato, No sucede a8f
con el gerente nombrado posteriormente al contrato de 80.
ciedad. Esto eR, en verdad, una modificaci6n del acta 'social
(ndm, 3Q2), pero esta nueva convandión no es un nuevo
Bi3 LAS OBLIC3AU2ONES DE LOS ASOOUDOS XXTZE S1 341

contrato de:sociedad, es un eirnple mandato, como ro dice el


art. 1856, y, por'oonsiguieote, revocable'como tal. (1)
304. El art. 1856 dice que el poder 3el socio adrniríisEra3
dor no puede ser revocado mhs que por causa legítima. iDe-
I ,

be concluime de esto que ai el acta ~ocia1'-conalh san$-


iiirtrtzci6ri. á ixn extraño el gerente ewun simple manditct-
rio qiw los mandantes pueden revocaf cu&do g$sten? Asi
ae enseñ~, b(2) fund&ndose en el texto a e Ia4ey. 33s verdad
que el art. 1856 suponu que el'gerente es un @ocio,ipero
esta suposicibn es una condici6n'C 'Bs'to nos parece dudosa;
los autores del Código han seguido & Pothier, qúien supone
uiempre que el poder de administrrici6n fu6 c6nfiadbv& un
socio, porque tal es el caso ordinario. Pero esta circuns-
tancia. ea indiferente ea lo que se refiere ti la natora-za y
carheter del poder de que el gerente esta investido. La
o1i;snla que nombra n o administrador hace parte del
oontrato.so~ia1;y debe creerea que lbs socios tuvieron una
ubnfianza particular en la inteligencia y actividad del ge-
rente extraño, puesto que lo nombraron de preferencia &
uno de los socios; luego este nornbrariiiento debe ser irfemi
cable tanto como las demks cláusulas del actb nocial.
305. Pothier. dice que el poder del socio gerente no e'a
ravocahla tiiientrws dar&la aooiedad. El Código permite re-
vocarlo por causa ~ l l i m a Ei,
. tiende por esto la incapacidad
(; la infidelidad. En principio todos los administsadaree pde-
den' aer da~tituido~i Cuaudo existen causa8 gravea que ao les
permitan continuar la gerencia, Al nombrar los socios un
gerente por el acta srscial urios ~ntendie~ori. seguramente
irenunoiar el derecho común; esto siría entregarse ir merced
de un agente incapaz 6 infiel. Poro ~ o t h i é tiaoe
r razón en
decir que ol mandato del socio os irrevocable en este senti-
do: que los rnandantes na lo puedeni revocar; eeto ni aiquier
xa ae concibe, ,pqeeto,que entre estos mandantes ae encepeli-
tra el ocio plan(iantsrio; sería preciso el concurso unkai-
me de los socias, comprendido el del gerente, parta dar fin al
mabdato: ee- se~iqunadisoluei6n mbn que una revocaci6n.
Cuando 1s ley habla. de revocación eatiende una destitu.
cidn : p ~ a n ~ n c i a por
d a el juez, no la admite &a que por
p u s a Iegftírna; . desde luego es precisa que la cueatidn sea
qometid~al juez: 19s a ~ c i o no s ~ pueden juzgar, pueato que
,son parte eq 1a causa:. La o u e s o a astzi, ain embargo, oontru-
vertida. . Hay autores que dan d la mayoría d r l e y d ~ oAQ
>evocar,; otro8 haetqtan este mismo derecho 4 uii solti socio:
,Creerno8 inútil, discutir estas opiniones que no toman ea
ouenta 1s. naturaleza de La rev~caoilo.(1)
306. iC6mo ee hace'la revooaBl6n del gerente que el ar4
ticulo .1856asimila B un simple mandatario? d ~ e r c ade eaw
rte
, .
.punto hay igualmente dudas. (2) ,j Tiene la mayoría ei
,derecho de, revocar? ¿Un solo socio puede hacerlo? Los aijk
.torea están dividido^. . E s Heguro que en este caso ya no.@
)trata de una destitución. El gereqte esta revocado como P@
err)uapastndatario; y segiin el art, 2004 el mandante puede
revocar su poder cuanda le paroca. Queda pos fiaber quién
;eri .el mandante, El <=aradato fue dad^ por todos 109 so-
cios, pue~toque es necesario au contrato unánime para de*
,rogar el contrata social (núw. 302); luego eu tarnbidrn nece-
.sario que todos los socios ravcnq4ein. En va110 se dirfa qus
:cada socio es mandante, la divEsi4ri del mandato no Be COU-
.cibe;..el gerente no recibe MQ poder de cada socio por su par-
.te en la saciedad, e&t& nombrada pos todos Ios uocios; ea,
pues, necesario que todas intervengan en la revocación. A.
reserva de que los socios disidentes, cuando la sociedad e@
ilimitada, usen del dsrecfao que liezi pertenece para pones.
fin B la ~so~iedad (art. 1,869),
1 Polhier, De Zu sociedad, nám. 7%. Pone, p. 388; nbm. 608 p en eentidos dL
verso8 los autores que oita.
2 Vdanse sn rentidos diversoti Pont, p, 360, ~itim.511 y IQUatltoree que uita4
Jl. Poder del adnainktraclor,
307. 8uponemos que el cornhrato gocial nada dice acerca.
del poder del gersnte. ¿Se aplicarán en este caao los prin-, .
cipios que rigen los dereehos y obligaeionefl del administra-
dor que gira negocios ajenos? Pothier contesta; irEl poder
del administrador, cnalpdo las partera no se erzplicaron acert
ca de él, encierra,, con relacibn Q ~ O Ebienos
I y negocio8 de
inciedad, lo que por costumbre tiene un poder geae.1, que
i n a peraona da B alguien para administrar sus bienea, pues
ay uel de los aocios á quien se di6 eata administración es como
apoderado general de los mcios para :los bienea y negocios
de la sociedad. 11 L a ssimilacihn entre el gereote y el spo-
derado general ee demasiado absoluta. Hay actas que pue-
de hacer el gerente así corno el apoderado*general; asi el
gerente tiena el derecho de recibir lo que se deha & 1%eo-
oíedad, puede pagar lo que. ae debe & los aqreedores, trata^
cpn los operarios. Pothier agrega que el. gsrentepuede v,en-
der las casas dependientes ds la sociedsd.y que eatán desti-
uadas d ser veudidas, y qra la,~otras, (23. Hay aquí una di:
feireucia entre el gerente y el apoderadogeize~al.Segdn el
ash. 1988, i i e i mandatp dado en t6rmi~os.gerieraIo~ e410
abraza lus,.actot de sdmini~tracidn;s i i s trata de enajenar
6 hipotecar 6 de eualquizr .otro acto de,p,ropiedadel rpanda-
t o debe Bes expreso, r! iPor qué Pothier reconoce al gerente
de uoa socierlarl un poder del quo gaza el mandatario? ,E+
porque debe tenerse en.cuenta sl objqto de la sociedad; si
Bata fu6 contratada para hacer comercio el gerente debe ne-
easarinmsnte terier el derkobo de comprar y vender, puesto
que es.est;o cmkiste el comercio; al nombrar un gerente las
socio3 la dan, p u e ~ ,por la naturaleza dcI contrato, eE,pod.er
de vender las ,aci.ras destinad.as á ser vendidas, cualesquiera,
qua scan itatas cosas, los iuruuebles tanto como 108 mucbles.
R %tEIier, Do la sociedad, n6m, 66, Pont, p 362, nbm~.515 y 516.
No pasa lo rnismo:con el mandanteordinario; y e1 mandante
no se propone vender; no tiene la intención de dar 81 manda-
tario el poder de enajenar; le encarga 1s gerencia de sus ne-
gocios; es decir, de administrar; y enajenar no es admi-
nistrar.
Si el poder del gerente puede ser MAS extensa que el del
apoderado'general, puede también suceder que sea menos
extenso y. siempre en virtud del mismo principio, porque pa-
ra .determinar la extensión de sus poderes hay que tener era
cuenta el objeto de la sociedad. Dar en arrendanliento aff
un acto de admini~tracióri;los administradores legales 6ju-
diciales tienen todos el derecho de hacer contratos dearreia-
damiento .de cierta duraci6n, lo orainarto de nueve añós.
iTiene el mismo derecho el gerente de una, sociedad? Todo
depende del objeto de esta sociedad. La Cbrte de Oasacidru
vdlidó el arrendamiento de una fdbirica explotada por la m-
ciedad, el. arrendamiento constituia un simple acto
ae administraci6ii, y conzfirmó un& sentencia que había re-
suelto que súbscribiendo un arrendumiento por nueve afiois
d.gerente, había evidentemente sobrepasado las necesidades
de la sociedad. (1)
,308. i ~ gerente
l puede hipotecar los inrnuebles de la so-
ciedad? La negativá es segura. Hiy un texto que zenja la
auestián: iiLaa*hipotecas eoovenbiooales 8610 pnedpn ser
cousentidas por aquellos que tienen capacidad para enaje-
nar loa inmueble8 que hipotecan i r (art. 2124 y Ley Hipottrca-
ria, arf 73). Es por aplicaci6o de este principio por lo que los
admi~istradoresea. general no puedan hipotecar; por cansi-
guieiite, el gerente no tiene este derecha. En el silencio del
contrato de sociedad la hipoteca 8610 puede ser constituida
por todos los socioa; puesto que 6stos son propietarian; y se
les debe suponer capaces para enajenar; puesto que un
1 Denegsde, 19 de Noviembre da 1838 y 7 da Marro da 1837 (Dlalloz, @a
palabi~aí300ir¿iad,ndma, 476 y 474'),
DEI LOS ASOUJADOS ENTRE SI
DE LAS OBL~GSAQIONES 345
incapaz no puede contratar una sociedad. La Corte de Ca-
sacibn lo sentenció así en el caso de una sociedad en nom-
bre colectivo compuesta de dos personas, la madre y el hi-
jo, Se objetaba que la deuda por la que se consintió la
hipoteca era personal al socio gerente; en derecho la obje-
ci6n no tenía ningún valor, pues sl propietario puede esta-
blecer una hipoteca en sus bienes por deudas ajenas; de he-
cho la sentencia atacada declaraba que el crédito de una
casa de comercio se ligaba íntimamente con el del gerente;
que, en el caso, 1s sociedad, al caucionar hipotecariamente la
deuda personal del gerente, Re habfa comprome'tido, es ver-
dad, en interds que no era suyo, pero que, no obstante, la
tocaba de cerca y que le importaba darle una pronta y la-
&tima satisfaccidn, Le hacían otrae objecione~igualmente
inaignificaxites que es inlítil mencionar; 10s priricipios invo-
cados por la Corte de Casación los contestan. riSi, dice la
sentencia, en el silencio del acta social el gerente, simple ad-
ministrador en una aociedad, no puede hipotecar ni enaje*
nato un inmueble social, no existe ningún principio de dere-
cho 6 de razón Que pueda poner obstáculo d que tales actoa
sean válidamente consentidos por la misma sociedad, re-
presentada por todos los socios; en efecto, una aociedad co-
mercial legalmente con~Gituidatiene en los bienes qiie com-
ponen au activo todos los derechos de la propiedad, espe-
cialmente el do enajenarlos 6 hipotecarlos tan libremente
como cualquier otro propietario. rt (1)
Los inmuebles de la sociedad pueden también ser hipo-
tecados por el gerente cuando los estatuto8 lo ~utarizanpara
elIo. Aqui todo depende de las convenciones y el juez del
hecho las interpreta soberanamenta. No entraremos en es-
tos debates, puesto qire fa tjsnlución dífiere de un caso á otro
aegifin ltis circunstanoias de la cause, (2)
1 Deogade, 27 de Enero de 1861)(Dallaz, lS69,1, 410).
2 Denegada, 3 de Mayo de 1853(Dolloa, 1863,1,186),
P. de D. TONOXXVK-44
309. iPuede el gerente contraer pr&stamos?La cuestilión
esth controvertida; upos reconocen al gerente el derecho ds
contraer prdstamas, otros se lo niegan; hay una opini6n in-
termedia riegiin la ,cual esto seria una cuestión de hecho.
Nos parece que al punto de saber si el poder de adminiar-
tración comprende la facultad de contraer prestamos es esen-
cialmente una cuestián. de derecho. Si ss atiene uno 4 los
principios generalas que rigen 8. los admiuistradores la deci-
~ i ó nno e8 dudosa, el CBdigo pone el préstamo en la miema
lfnea que la enajenacidn (arts. 457, 453); el pr6stamo con-
duce, en efecto, á la enajenación forzada. Esta es la opini6n
de dos excelentes juriconsultos, Buvergier y Delangle. Sin
embargo, Troplong dice que este es un grave error; se encuen-
tra en el art. 1852 un argumento irresistible para validar al
smpréstíto: si un socio puede constituirse acreedor de la so-
ciedad haciéndolo ein' consultarle los anticipo8 necesariors,
iporqué no había de poder pedir dinero prestado 4 un ter-
cero para hacer frente á un gasto urgente? Después de esto
Troplong limita singularmente el poder que reconoce al ge-
rente para contraer un préstamo, así como á, todo socio, pues
el art. 1852 se aplica al sacio en general. 1Es necesario, di-
ce, que el gerente pida' prestado para losJE~rsslegitimas de su
admioistracibn. iQiié son losJines íegitimos? Troplortg cita
P, Papiniano, quien. decide que 18 saoiedad es responsable
de las deudas-contraídas por un sdcio cuando el diriero fué
empleado en los negocios. Bay aquf confusidn de dos órde-
nos da ideas muy'distintas. La sociedad puede ser respon-
[jable de un acto que el gerente no puede liacer, si esta acta
le aprovecha, pero no lo es más que hasta concurrencia del
provecho que sacb. Otra es la cuestión de saber si el acta
ea d i i d a . Si el gerente tiene derecho de contraer préstsrnoa
el prestamista tendr4 acción, haya 6 no el préstamo apro-
vechado A, la sociedad. Troplong prevee el peligro, quie-
re que el emprdstito sea moderado. Preguntarnos de nuevo
DE LAS OBLIGAalONES DE LOS AS0aIADOS ENTEE SI 347

lo que es un emprdstito moderado y en qué principio se fun-


da la dir3tinoi6rii. iSe dirá que el gerente tiene el derecho de
enajenar si la cosa tiene poco valor? Nó, seguramente; lo
mismo pasa con el empréstito. Es la naturaleza del hecho
judicial lo que debe considerarse y no la importancia peou-
niaria. (1)
Si el acta de sociedad prohibe tomar prestado se entien-
de que el gerente no podrB hacerlo aunque la mayoría de los
aocios la autorizaran para ello, pues no pertenece á la ma-
yorfa derogar el coiitrnto tiocial, es necesario siempre el
concurso unánime de los socios. Fu6 fientenciado que 10s so-
cios que habían autorizado el empréstito contrariamente A.
los estatutos eran solos responsables. (2) La Corte de Alger
decidid que el consejo general de administración de una 80-
ciedad anónima no tiene poder para contraer un emprdati-
to en nombre de esta sociedad si los esta tato^ no le confie-
ren este derecho. (3) 'Esta decisidn se aproxima 4 la opinihn
que acabamos de adoptar; resulta de' ella, en efecto, que e l
poder de adminístración no implica el, derecho de contraer
un empréutito. Hay una decisióa. formal da la Corte de
Douai en eBte sentido, (4)
310. iTiene el gerente el derecho de transar y compro-
meter? Hay contraversia acerca de este punto; ea nuestro
concepto la cuestión est4 decidida, por el texto del Cádigo.
331 art. 2045 dice que llpara transar es necesario terrer capa-
cidad de disponer de loa objetos comprendidos en la tran-
sacción;~~ y según el art. 1103 del Código de Yracedimien-
tos cctoda8la^ perRonas pueden comprometer lori derechos
euya libre dispo~icidn tienen Y el p r é n t e no tiene la
libre dispdción de las cosas sociales; 8i tieie d derecho
1 Vdanse en diversoe aentidos loa autorea cítadoa por Pont, p. 368, ni(mero8
624 y 525.
2 Denegada, 22 de Agoato de 1844 (Delloz, 1846,1,21),
3 Alger, 18 de M ~ y ode 1863 (Dalloz, 1863, 6,353).
4 Douai, 18 da Mayo de 1844 (Dwlloz, en Is palabra Socie~lfid,nhm, 408).
de enajenar erJ poir excepción, cuando se trata de coqas de@
tinadas á ser vendidas; por esto .mismo el derecho 4e vsn-
der no puede Ber extendido á la transacción y al compro-
misó. La tradicidn esth en este sentido. Pothies dice que ,el
poder del socio admini~trndorno se extiende hasta poder,
sin consentimiento de sus consocios, transar en 10s proce-
sos de la sociedad, pues esto sobrepasa el poder de ua apo-
derado gederal. Es verdad que el gerente tiene algunas ve-
ces derechos mas extensos que el mandatario; eRto es cuan-
do la'sociedad le da-poder para vender, pero no se puede de-
cir que el objeto' de la sociedad sea transa,r '6 comprome-
ter.. (1)
.
311. puede el gerente promover en justicia, ya sea de-
mandando 6 defendiendo? Acerca de este punto hay un prin-
cipio general relativo al poder de los sdminiatradores: tie-
nen e l derecho de ititentor las acciones mobiliares y poseso-
rias, no tienen el de formar acciones irimohiliareg (articiilos
1428, 1164). E9te principio recibe su aplicación al gerente
Esta es la opinidn de todos los autores. (2) Cuando se trata
de una a c c h &e no tienti derecho de entablar, el gerente
debe estar autorizado por sus connocios; ha sido resuelto
que .la decisi6n li&a á los ~iociospor esto sblo : que. no desa-
prueban al gerente. (3) Erto nos parece dudoao, pero como
la cuestibn es de procedimiviitos la déjarernos & un lado.
iC6mo debe citar la sociedad cuando es demandante y 06-
rno debe ser citada por los terceros que la demándan? LB
solucida depende del punto de saber ~i la sociedad eB' una
perso~iacivil; Eri 1s opini6n que hemos enseñado la socie-
dad no es un sér moral disbinto de los socios; son, pueg, 6s-
tos los que figuran en las instancias judiciales. De aqui 1s

1 Pothier, De Zn sociedad, nbm. 68, Uomp6rense on sentidos divarsoa 10s au-


t o r ~ -(ritado~por Poat, p. 371, núm. 528.
2 V6anse tae citaoionee en Poot, p. 372. núm. 530.
3 Denegada, 14 de Febrero de 1889 (Dalloz, 1869,I1,1X3],
S B S O C D D S ENTRE BI
Di3l ~LO1
DXi Las ~ B L ~ G A O ~ O 349
eroaioecuencia de que loa aocios deben demandar y eer de.
.man4adoe individualpeiate. (1)
312. Eemos supuesto hasta aquí que; sólo hay un geren-
&e; puede haber varios. iCuáles son en este caso sus pode-
res? El Código distingue, Cuando varios tiacios están eacar-
gsdos de administrar debe verse si sus foncionee han sido
detwrnitiadas 6 si no lo frneroin. Si sus funciones fueron di-
vididas cada uno tiene un mandato especial en cuyo limite
puede obrar y fuera del cual no tiene (art. 1857). Es-
$a es la aplicación de los principios que rigen el mandato
(art. 1989). Si las funcioues de los gzrentes no han sido de-
terminadas y si no fué estipulado que uno no podrá obrar
sin el otro, pueden hacer separadamente todos los acto8 (be
esta adrni~ist~ración (art. 1857). Esto eei lógico, pero hay
que confesar que eata es la anarquía organizada; no se con-
.&be este derecho de obrar en todo más que en el caso en
que la sociedad tiene negocios en variaa localidades; cada
dacio obrarit entonces ,como ~i fuera .administrador tnico,
pero también en esta hipótesis no hay conflictos, haciéndose!
Is divisiór~de las funciones por raeón de lugar. Pero que en
un mismo lugar hay a administradores con derecho de obrar
wp~rtadamenteesta es una fuente de confliotos; . por con-
siguiente, de dificultades JT de procesos: afortunadamente
esto es pura teoría.
iiSi fué ostipulado que uno A8 los administradores no po-

(Ir8 hacer nada sin el otro uno solo no puede,


. a sin nueva con-
vención, o b k r en ausencia del otro, aunque,kste estuvi~raen
la imposibilidtzd actual de concurrir á los actos de adminh-
tracibnii (art, 1858), Be pregunta.ai esta disposición recibe
excepció~en caso de urgencia. NORparece.que el texto res-
pande S le cuestión; la ley exige una nueva convencidn,
aunque el eoncirso de los varios administradoras fuera iml
pasib10 mat~terialmelota;por la, misma razón uua irilpad>ili-
k PonE, p; 873, ndma. 632-534.
dad moral, hal como la urgencia, no bssta para que se dero-
gue el pacto social. La cuestidn está, sin embargo, contro-
vertida. (1)
313. Tales son b e poderes del gerente. excluyen la 3n-
tervenci6n de toe ocios? El art. 1856 contesta L la caes-
tión: irE1 socio encargado de la administraciún por una
cláusula especial del contrato de eociedad puede hacer, no
ob~tantela oposioi6n de los demais aocios, todas los actoe
que dependen de su administración, siempre que eito ~ r n
ain fraude. i t En principio, pues, los mcios no tienen derecho
-de intervenir en la adminietraci6n, han delegado 811spode-
res al gerente; si encuentran que ge~tianannid deben pedir
an revocación (núm. 305). La ley hace excepoión en caso
de fraude; el socio que ee opon0 B un acto por creusa ds
fraude debe promover en justicia, no tiene calidad para
decidir si el acto es fraudulento; si el gerente $0 resiste hay
contestacidn y, par consiguiente, pleito,
La ley supone que se trata de un socio encargado de la
administración. 2 Quiere eito decir que 10s socios puedaa~
intervenir an la gerencia cuando el gerente ea un extrafio?
N&, puee esthn tarnbien ligados por el mandato que han da-
do, Yero en este caso pueden revocar el mandato cuando
#

gusten jn.tim, 306).

Ndm. 2, De Ea adininist~*acid~
ejercida por los socim.

314. El art. 1859 dice: 1iA. falta de estipulación acerco


del modo de administración segikn las siguientes reglas:
111.O Los,socias se considerau como haberse dado poder
para administrar al uno pos el otro. ti, Así la eociedad, s a l ~ r ~
contraria convenci6n, implica un mandato de admini'strar
para-cada uno da 10s socios. Todos aon adminigtradorss en
I V6mnse en dentidos diversos los autoren citiidoa por Pont, p, 375, n6m. 639,
DB LAi3 OBLI@AalONESDI3 LOS ASOUIADOS ENTRE S1 361

&a hip6tesis. El art. 1859 añade: iiLo que cada cual ha-
& es vhlido, aun por la parte de los socios, sin que haya to-
mado su ctsnsentimáenfo.ii Esta es una explicación 6 una
cansecuencia del principio que la ley acaba de establecer.
Siendo cada socio administrador cada uno puede obrar ,en
nombre de todos, no necesita tomar ara consentimiento; han
oonsentido de antemano dando su mandato recíproco para
administrar. Esto es un mandato tácito: la ley dice que los
socios se consideran haberse dado el poder de administrar.
Xraa paIabra~se consider*alzno iudican una presuncidn, como
10 hemos dicho muchas veces. En el art. 1859 la cosa es
segura. Se supone que no hay estipulaciones acerca de la
administración de la sociedad: e#, sin embargo, de toda, ne-
cesidad que la sociedad rie administre, pues es para hacer
y para obrar por lo que fu6 contratada. Hay, pues, manda*
eo tácito resultante de la fuerza de las casas y del d-erecho
igual de todos Íos socios. Decimos que la fu~trzade las cosas
leonduce al principio admitido por el ast. 1859. En efecto,
eii cada ocio no tuviera derecho de obrar todos 10s asocia-
dos tendrían que concurrir ti todas lo^ actos hechos en nom-
bre (la la sociedad: y este c.oncurso.de todaa las voluntades
para cada sdministracíóu es imposible, pues la, admini~itra-
cidn es negocio de todos los días, de cada instante; aerfa,
pues, necesario que todos los socios estuvieran siempre pre-
sentes en d lugar en que reside la sociedad, si no la mar-
cha de los negocios estariw. paralizada i cada momento; es
iribtil insistir para demostrar que esto es imposible. Es par
BBO por lo qua los socios se dan tácitamente mandato de
gerencia. Esta misma hecesidad implica que e l mandato Rea
general: es el poder de administrar, dice el. %rt, 1859. Lu+
go cada socio es administrados general y puede hacer solo,
sisl~1con'curso de sus socios, todo acto de adrninistraci6n.
@ihay motivos para limitar el poder de los socios Bstos de-
berán, & este respecto, hacer sus reaervas ea lar~conveurcio.
aes; pero por solo el hecho de no hacerlas el nianda~19p-
manece general. No hay m4e límites que la duración de la
sociedad y la naturaleza de los actos qus 1 o socioo
~ quieren
hacer.
315. $lis w l poder de la administracibn no puede
pasar de .la duraci6n de la sociedad e s t ~es evidente y
serIa infitil decirlo ai una eorte de apelaci6n no ne hnbie-
r a equivocado en ello. E n el caso uno de los ROCZOS ha-
bía muerto, lo que arrastraba la disolución de la sociedad.
Los heredero8 del difunto socio recibieron la ~uen'casin el,
concurso del socio supérstite; este procedimiento fue apro-
bado por la Corte de AngBrs, sin más motivo que el srtíca-
Po 1859, alque,dicelar rgsnteneia, permite quecada socio o b r ~
con eote efecto: que lo que cada uno hace sa ~'uelvevhlido
para el otro sin cons~ntimientode Bste, siempre que no hs-
ya manifestado su dssaprobación en tiempo dtiP. En el re-
curso recayó una wentencia de casación, El art. 1859, dioe
k Corte, ~610tiene f ~ ~ e r zdurante
a el curso de Iw sociedad,
no autoriza 6 loa herederos de un socio á obrdr sin el con-
curso del aocio sup4rstite. (1)
316. La Corte de Casación añada que la sentencia ata-
cada violaba también el art. 1859 baje otro,punts de vista.
La ley no admite el mandato tdcita más que para los actas
de adrnioistracidn,,y el saldo de cuentas es un acto de otra
naturaleza. Hay, pues, actos que el socio ndrninietríadoa
puede hdcer y otros que no. i C ~ áes
l la linea de demarcación?
La Corte de Casaci6n dice que los socio8 s61o pueden hacer
simples actos de administración; la ley dice que tienen poder
para administrar. Este texto es menos restrictivo que la sen-
tencia; hay qud atenerse él y ~entarcomo príncipio que
los socios, en el caso del art. 1850, pueden hacer todos 10s
actos de administracibn. El podet del sacio administriado~
es, pues, en principio, el mismo que el del gerente; debe, por
X Uaaaaíón, 4 de Febrero de 1852 (Dalloz, 1862,1,82).
DE LAS OBLItcAUTONES DE LOS ASOClIADOl ENTEE SI 353

consiguiente, aplicarse B los socios que administran lo ciue


hemos dioho de 10s adrniniatradores inv~stidosde un m n -
dato expreso (niim. 307). Sin embargo, la asirnilacibn no es
completa: el poder del slocio administrador eti virtud do un
mandato tácito es máa estrecho que el de los gerente84
317. Hay una primera restricción en la, que no hay nin-
guna duda; el art. 1859 la formula como sigue: Después de
haber dicho que lo que cada uno hace e8 válido por Is par-
te de su8 socios sin que haya tomado su consentimiento, la'
ley afiade: #(Asalvo el derecho que estos Últinios 6 un* de
ellos tengan para oponerse 6 la operación, antes que es';&'
concluida. 11 Cuando 103 socios han confiado la administra-
ci6n á un gerente no pueden hacer opolicióo & los acto8 que
el gerente tiene el derecho de ha&& corno administrai&r;
le han delegado su poder; desde luego no lo pueden eje'rcer
interviniendo en la gestión por vía de oposici6ñ. Cuando los
aocios no han nombrado gerente Be han reaervado el poder
de administrar, e ~ t epoder ee el mismo para todis. si' pu*8!
uno quiere hacer una operacidn y otro'nb ,lo quiere, el priY

maro no podrá paaar sobro el segundo; en efecto, el de@-


cho de todoe es el mismo, au poder identico; luego el dere-
cho del que se opone á la operación es igual al del que 1s
quiere hacer. La consecuencia es que la operación no p'uqde
hacerse porque el derecho de uno neutraliza, el del otro. f;re
ley no eutablsce m49 que una coadición para ejercer el de-
recho de oposición; el socio debe hacerla antes de conclui-
da la operacihn. Si se trata de una con~eecidnaerir vBIida
desde que hiibiera concurao de conuentitnientos de los sooios
y de los terceros, por lo que todo e ~ t a r dhecho; hay un de-
recho del tercero qiae ha tratado conel socio y, por otra par-
te, &te ha usado sur derecho; hs hecho lo que tenia el poder
de hacer en virtud de la ley y dtt la convención tácita delas
Luego el acta es vdiida y debe ser mantenida por apli-
P. de D,zvam XXVI-45
cacióa del principio que hay hace vaIer y sanciona los aG-
tos hechos conforme 5: sus dispoaieiones (t. 1, núm. 34). En
vano un socio se opondría á, que no Re ejecutara Ia opera-
cidn: su oposicidn es tardfa, su derecho no 3 s igual al del
5ocio que obra, puede detener la oparacidn, pero no puede
deshacer lo hecho legalmente, Ro les queda á los socios
opositores m& que atacar el acta de &sti6n ' que desapro-
baron, AunqUe hecho en los li~pitesde. su derecho la opera-
ción puede ser mala, y si el aocio tiene d poder de adminis-
trar es también responsable de las faltas que comete,, porque
debe administrar como un buen padre de familia (núm.,253).
318. ¿Cuál es.el efecto del derecho de oposición? Cuan-
do Be ejerce en tiempo oportuno, antes qye la operación es-
té ioniuqada, el sacio que quiera obrar debe detenerse. Si
va m& al]& en menoaprecio da la'opbsicidn lo que hace es
nulo, pues obra 9io derecho. ~ s t no o es dudoso en las rela-
ciones de loa socios entre al. j,Serd tambidn nula el actapa-
ra con las terceroal Ha1 que diritinguir. El art. 2009 dis-
pone que 108 comprohisos contraídos por el mandatario se
ejecutan psra'con loa tel*cerosque 8on de buena fe aunque
el mismo mandatario hubiera obrado sin derecho; nei s u e q
de especialmente cuando el mandato ha aido revocado que
los terceros han t r ~ a d bignorando esta revocacidn (qrtlou-
lo 2005). Este principio recibe su aplicación It los a,ctou
hechos por el aocio administrador. Esto tiene un poder ge-
n e r ~ para
l obrar en virtud tie la ley, excepto en caso de
opoticióa; loa terceros deben, pues, contar con la validez de
sus compromisos mientras que el socio oponente no les no.
tifique YU oposiciótl 6 mientras que no tienen conocimiento
de esta/;oposicí6i~por otro conducto 6 que haya revoca-
ciúri prirpiirut.nte dicha del mandato del socio 4 consecuen-
cia de la oposición: (1) el mandato tácito no puede ser re-
vocado, puesto que resulta del contrata ¿le sociadad, y date
1 Pont 10 dbe, p, 384,nilm: 557,
DE L A S OBLICtBClXONES DE LOS ABOUIADOS ENTRE SI 355

no puede ser modificado por una de las partas contratantes.


Pero hay un motivo de analogía que basta para mantener el.
acta en relaci6n con los terceros. L a oposicidn. tien0 por
eibcto neutralizar la acción del socio que quiere hacer 1s
operaci6n; esto es una excepcibn al poder del socio resul-
tante del ejercicio del derecho igual del oponente. Para que
el tercero este ligado par la oposici6n es preci~oque la con
nozca; si la iguora se pone frerite á. un socio que tiene el
derecho de promover contra él; luego el acta debe ser vtíli-
da en cuanto á 61,
319. ¿La oporición ea perentoria 6 el asociado contr'a el
cual se ha dirigido puede someter la dificultad B la asa&-
blea general de los socios y ósts puede decidir por iriayoria
de votos que se hará la oparación? La'afirmativa la ense*
ñan todos los autores, salvo el disentimiento de Phrid, (1)y
la jurisprudencia ee pronunci6 ed el mismo sentido. (2) Hay
un motivos para dudar. La ley no pre'vee 1st cuestión; debe
pues, decidirse conforme A los principios generales que ri;
gen la sociarlad. iEn el silencio'del coritrato cuail es la' fli~
tuación de los eocios? El art. 1859 contesta que se les con-
sidera como si se dieran recíprocamenti, el poder de admi-
nistrar uno por otro. Este poder es absoluto, no puede ser.
limitado por la mayoría porque esto serfa derogar lag leyes
fi~ndamentalesde la sociedad, y la mayoría no tiene i3ste de-
recho, coma 10 diremos m63 lejos; esto no es contestado&iEn
qué consiste el poder absoluto de los socios? La ley contes-
ta que cdda uno tieria el derecho de probar .sin haber torna-
do el consentimiento á 10s dsmh socios, pero que cada uno
de datos puede también opcinerse &'laoprración. Este de-
recho de oposición es iaiialniente absoluto, porque es 01
?
ejercicio del podes administrativo el que pertenece 6 los eo-
ciws, Si el derecbo dexabrar =io puede ser limitado por la
'

1 VBsnse loa testimonioe en Pont, v. 387, ntima. 665 y siguientea.


2 dassci6n, 10 de Marzo de 1841 ( D J ~ ~ o ea
z , la palabra XooieLE~Ld~nbm. 232).
rnaxoría .el derecho de oposición no puede tampoco ser li-
mitado, puesto que es lino y mismo derecho.
Tal ea nuestra opiuión. iQué se dice en favor de Ia opi-
ni6n general? Lo q u e Troplong dice no e8 de mucho valdr.
li%das las veces que una reunión de persorias 8s constitu..
y6 en cuerpp moral 18 mayoría prevalece d la minoría.,,
Byte supone que la sociedad ee una pewoaa civil; y en este
punto,!a negativa nos parece cierta., Troplong mismo hace
urra excepción Q la regla, de la que hablaremos; no la apli-
ca m;ls que á los actos de administración y no B la8 mo-
dificaciones del pacto social, P en la especie no se trata
de saber si tal acto cZe administración es útil, se trata de sa-
b.ex si al socio yu#ea s opone tiene el derecha y si este dere-
chs,pocede del pacto social. Es efectivamente el pacto so-,
cial*el que se halla en causa. (1) La mayoría de los autores
invocan, razones de utilidaci, Delnngle establece muy bien
que.&,manos que.eondenaran B 1.a Rociedad á 1% mha precaria
sxistencia no 88 puede admitir qne la voluntad de todos ee
desvanecerá, ante la voluutad de utio 8010; quelas operacio-
nes m& ventajosas sean impedidas por una oposicidn, inin-
t<eligente,absurda; y ~i este ocio perseyera en RU resistencia
~.pud se volverá la koeiedrtd? EatA en el interes de la socia-
qad clue las parteu se den mutuameate poder para obrar B
impe lir; queda, pues, á la sociedad decidir; es decir, & 1s
mayorfa. (2) Ea inilrtil continuar esta viva crítica porque
es una verdadera crftica del sistema que el texto de la ley
parcco coneagar. No se p u d e explicar 1a teoria del Código
i o esta caznsideracibn: que 'la ley estzltzye en ,el silen-
~ i ~ por
cio de la8 parte~ly supon? que por poca iiriportancia que
teng~t1st sociedad las partes arreglan el modo de gestionar.
320. Las .nutores que admiten que la rnayoría pucila
iromper la resiste~ciade uno d de varias socioa cuando se
1 Troplong, Do2 oontrato de sociedad, nbm, 721.
2 Delangle, ndme. 129-132. Duveqier, p. 838,ndm. 286,
DI3 LAS OBLTGACIONES DE LBS ASOCIADOS ENTRE SI 367

%rata de actos d e administración no le reconocen el poder


d e cambiar las cláusulas del pacto social. No se podria du-
dar acerca de este punto, puesto que es Ia aplicaciQn del
principio elemental escrito en el art. 1134: 14Lasconven-
usiones legalmente formadas haceni ley para aquellos que lau
han hecho. Mc pueden ser revocadas sino pos su consentí;
miento mutuo.,i Luego todos loo que concurrieron 81 actd
de sociedad deben consentir las modificaciones que Re quie-
w i 1 !iacer, pues e ~ t o es revocar en parte la ley (1) del cono
kato. La doctrina y la jurisprudencia (2) eat&nde acuerdo.
Idas p ~ r t e sinteresadas han erasayado otroe medios para
hacer valer las actas q a n son nulas pos sus propias conven-
ciones. Han pedido á los tribunales la homologa~idiade
sus deliberaciones. La Corte de RruseIas juzgó muy bien
que 1 o tribianales
~ no tienen el derecho de modificar los con-
tratos: jcórno podría el juez atacar la irrivticabilidad de
las convenciories cuando é l mismo está ligado con elIas,y
.
ciiando tiene por misión asegurar la ejecución! (3)
No har mE71ii19 que 116 medio legal para que los socios pue-
dan modificar ans estatutos por VER do delibenicione~lhe-
chas por la, asamblea general cola la mayoria de votos, y.
es estipular esta cláusula en el acta de sociedad. LOScam-
bios se hneen entonces en virtud de la voluntad misma' de
288 partes contratat~tes. El cano se preeidntó en la Corte de
Bru~elas. Hmbia s n los estatutos una cláusulq concebida
así: i i ~ opresente8
;~ estatutos no podrán ser modificados8ino
en ssamblea general de acoionístils con los tres cuartos lo
menos de las acciones. Las resolucione8 se toman por ma-
yoría de las trea cu&ta>i partes de votos presentes.,! Utia
asamblea general modificó, conforme &.esta disposíción, el
art. 1.0,en ciiyos t6rminos el fondo social estaba q a d o en
1 V6wns~loa autores citado8 por Pont, p. 385, nilm. 662.
2%V6en~eles ~e~itenciascítadae por Aubry y Rau, t. IV, p, 663, nota 9, pa*
~ r s f o382.
3 Brueelag, 23 de Abril de 1834 (Pasicrioia, 1834, 2, 99).
1.200,000 francos repre~entadospor 24,000 acciones, En
virtud de la, nueva convención, el fondo aocial era indeter-
minado y representado .por 24,000 acciones 30 un valor in-
determinado. Uno de 10s accionistas, la bociedad general, con-
testd la validez de este cambio que trastornaba en efecto
las bases mismas de la sociedad. La rerclama~iónfuh dese;
chada y debía ,serlo. 14% Corte trataba de qtablecer que la
nueva convención no sobrepaeabs la volurrtad de la8 partrís
I

tal como los estatutos primitivos la manifestaban. Esto sw


decir que la asociación general tenis e1 poder qlzs ee can:
testaba. Ea efecto, ia clAusula &taba conocbida en los
términos más generalee; desde que la asamblea general ta-
nía el poder de modificar los estatutos esa precko reconio-
cer el derecho de modificsrIos todos.
331, Supongamos q.ue sele recon~cidoen derecho que lsb
asamblea 'geiierei tieiie el po.ler de decidir, ya se? una
cuestión adoaieiistrativa, ya urna modificacibn de loa esta-
tiltos,
Nuevas dificultades se presentan reiativss á la rnayoria,
Qesde luego se pregunta si e8 preciso la rnayoria absoluta,
es decir; la mitad de loa rotos mbs uno, 6 si basta la mayo-
ría relativa. EYde principio qna ea toda asamblea delibe-
rante la mayorfa absoluta eu requerida para la validez de
las decisiones: nos ,transladaremos á lo dicho eei el titulo . Z h
ZGC 2I~teZa(ti IQ,nilm. 461); no ea sino por excepcida cuan-
do la ley se'conforma con la mayorfa relativa. Como en el
caso la ley es M:tda ss queda bajo el imperio de los prin-
cipios genernlw. Se ha pretendido que si resultaban mBs
de dos gpinibnes, había que atenerse á la resoluoi6n de los
tribunales. E ~ t o no
s pueden iiltervenir sino cuando hay con-
te$aoi6ii ; si se pretendiera, por ejemplo, que la mayorfa b + ~ -
taba al debate debería ser Ilsvmio anta la justicia, pero los,
jueceg no podrian intervenir pnza decidir si la proposición he-
cha debh G no adoptar&; es un asunto de contrato y loc
DE LA8 OBE1GACIONES DE LOS ABOCIADOS ENTRE SE 359

%&uneles no tienen ninguna cualidad para contratar ed


nombre de Iss partes.
Se ha sortenido . a h que era necesario aplicar por anala-
g L el art, 17'1 del Código de Precedimientos, que está con*
cebido así: 11Si resultan un& de dos opiniones 10s jueces
menores en número estar&nobligados á agregarse á plna de
las opiniones que hubieran sido emitida9 por el mayor n6-
mero; sin embargo, no estardn obligados á agregarsa sino
después de que RB hayan recogido los votos una segunda
vez.it Lar pretendida analogia no existe; hay, al contrario, una
diferencia capital entre la situación de un tribunal y la de
los ~~ocios. El tribunal debe juzgar, bajo pena para los jueces
de ser perseguidos como culpables de negar la justicia (ar-
ticulo 4); mientras qiie si lo6 S O C ~ O H reunidos en asamblea
general no llegan Li entender~ey si ninguna, mayorfa se
forma la consecuencia será, muy simple; no habie,ndo la
proposición sobre la que ae ha deliberado obtenidola mayok
d a absoluta resulta que es desechada. (1)
322. Los autores estdn tambien divididos en el punto de
saber cuSl es el afecto de la divisi6n de votos. Nuestra opi-
nii6n se prejuzga, por lo que acabamos de decir, En casa de
división no hay mayoría; luego la propo~ioi6n queda dese-
chada. Se ha pretendido que la cuestión debia llevarse ante
los tribunales: la abstención, se dice, no podría ser la regla,
pues es de la naturaleza de la sociedad obrar y no abstener-
se. Sin duda no entra uno en sociedad para na hacer nada,
pero los jueces no pueden obligar 4 los socios á ~rornover
cuando no quieren; y legalmente no lo qúieren cuando no
hay mayoría; la intervención de 1# jugticin conducirin ii im-
poner una convencidra á los socios, lo que es contrario B los
principios m4y elementales de derecho. (2)
323. 2. a El art. 1859 contiene una segnncia r~;ls as$
1 Tdenae en aentrw~diversos las autores citados por Pont, p, 380, ndm. 5674
2 CIamp6renae sr;l divoraoa uentidoa loa autora~loitadoe por Pont, p, 387, nb-
mero 564,
concebida: ticada socio puede servirse de las cofias que p e p
tenecen á la sociedad, siempre que las emplee en el dostino
que tienen por el uso y que no se sirva de ellas contra el in-
terés social 6 de modo que impida B los socios usarlas segiin
su derecho.11 El derecho individual de cada socio estd'su-
bordinado al interds general de la sociedad y debe conci-
Iiarsa con el derecho igual de loa demhs ocios. Tal es el
principio. No daremoa aplicaciones de él porque no encon-
tramos ninguna en la jurisprudencia. Lori ejemplos que los
autores toman de Pothier (1) son del dominio de la escuela;
es iniátil reproducirlos. E4 f h i l comprender por qu6 esta
disposición del art, 1859 no recibe muchas aplicaciones; laa
cosas que hacen parte del activo social están destinadas á
un objeto coomúia, lo que excluye e1 derecho individual de.
cada socio.
324. 3.Q La tercera regla eatsblecida por el art. 1859
dice así: ))Cadasocio tiene derecho de obligsr á sus conso-
cios Le gasear con él lo necesario para la cornaervación de las
cofias ae la sociedad.t, Se trata de las gastos que la doctrina
llama neceéisrios 13 de consesvación porque sin dichos gastoe
las cosas perecerían; el gasto ea lo que Iss conserva. E;i 40
principio que todo administrador tiene el derecho de h~lcíirr
actos conservat;orios; los socios deben tener e l mismo de-
recho cuando son administradcres, Para que haya lugar 6
hacer gasí;oa de cansdrvación es necesario que la coba exis-
ta y que haya utilidad en conservarla para la ~ciciedad. E9
eneste sentido en el que se rzxpresaPothiar, tisi,dicelag cona*
trucciones necesitan reposiciones cada socio puede obligar
á sps consocios 4 concik~xiscon 61 para hacaslae, y para el
efecto & consentir loa tratos que proyecM can los operarios
pare hacer1as.tt El ast. 1859 no seria, pues, agliohblo si eb
captal social estliviera atacano y s i para reconstruirlo hu-
DE LAS OBLICSACIlONEd VE LOS ASOClfADOS EXTIZE SI 361

biera que recurrirse B un nuevo llamarqiepto de fondos. Ea-


to no serfa un R G ~ Odedconservaciónen el sentido tradicia-
nsl dado á. los gastos necesarios. E ~ t oes más bieri iin cam-
bio hecho al pacto social, puesto que los socios se verían
obligados á aumentar s u puesta. No pertenece seguram~nte
4 uno de toa socios oblígar fi los de1~6s4 hacer un sacrificio
que no eotendiao hacer cuando 18 bÓnatituci6n de 'la eocied
dad. La Corte de Lyon aentenoi6 muy bien que la forma
ciqn del capital social es una de las condi-ciones del contra1
to social, y que el capital, una vez formaqo, no puede ser ruo-
dificado m&@que por el consentimiento de to,doi los contrat
tantes. En vano se diría que uq nuevo llaimamiento de fon-
dos es neceaayio para consepa: lo q u e d a ,del capital 6
de Iaa puestas, la Corte contesta que un llamamiento de,fon-
dos es un aumento del capital primitiva, luego una agrava-
ción de las obligaciones consentidas por log socios en el pao-
to constitutivo. Semejante modificaci6n sobrepasa ,lo qup
se llama un gaáo necesario, puede hacersa por s61o la VOL
luutad de todos los socios, ti no ser que el pacto mismo ?u-
torice á la mayoría 6 al consejo de administracibn para ha1
cer llamamiento de fondos. ,l)
325. 4. O El art. 1.85~9establece tambien.uns ouyta re-
glaaceroa del poder de los socios cuando idministran sin que
el 'contrato lo diga, 1iUno de los socios no puede hacer inno*
vacionea en loa inmuebles dependientes de la sociedad, aun-
que fueran ventajosas 9. la sociedad, si los demar ~ooios,no lo
consienten. Pothier da como ojeqIo ei hecho de levantar
coUstrucciones ea un terreno comilo. do* es lo que e'n el
lengn?jje 1,radicioiialse llarnao gastos útilea 6 mejora;; e8 ra-
ro qqe el aumento de valor que resulta de. estos trabajos
equivalga al gasta; desde luego estas ionovaoiones ~610pue-
1 Lyon, 9 do l n e r o de 1870 (D~llos,1871, 2, 111). Uomp4ceae~Davsqier i
p. 423, niim. 363. Pont, 6 393, nlm. 576.
P. da n. TOMO XXVX-46
den hacerse por el propietario, y;en caso de sociedad, por
todos los sbcio's. La'mafrsría no tehdr4 el derecho 'de auto.
rizar estae inn&vicioca,p$es no es la mayorfa la que ea' pro-
pietaria, soü todos los .sbcios; por esto es que el ar:. 1859
exige el consentimiento -&los demás socios. (1)
"El derecho qub el núm. 3 del art. 1859 concede Q lbs sá-
C ~ O Bpuerta enkonfraree en conflicto con IB prohibición de
innovar pronunciada por el art. 1859, ntím, 4, Hé aqui un
ú a ~ oqud se preséntó ante la Corte de T O ~ Q S ~ .Uno de los
sokios abie 9na puerta para facilitar el uso que tiene en la
C O B ~corn6ii; el otro pretenile que Q~taes una innovacidn
prwbida'por la ley.' Hay n o ~ C i 6 nen el sentido vulgar de
lsr'palabrti, pero 'no e8 &tie ~ t esentido como debe entelider-
se asta expr4sldn cuando de trata db'deterrninnr .el derecho
de un socio. 'La Corte dice muy bien que el art. 1859, nú-
mero 4,8610 se aplica 4 los cambios que tienden.& alterar
Ia'baturaleza de la cosa comiin y n'o los cambios quct con-
sérvanh 14 ' c d ~ aen su estado y au destino 8610 tienen. por
oKje'todfacilitárá, u n 6 &~lossooiosel y p q h tie& +moho
de hs&r de ella!-Le Corte Glica dsspuéa este 'prin~ipioil
caso
,
y decide
.,
que no hubo oogabidn. (2)
326. ~ e s ~ u d k ri liabar snurnérado' loa derecK8n de los so-
ciós cuando administran, ain que el iontrato lo fijo, el Ciidi-
S

@;o 'añade (a&. 1860): EL ;ocio que 00 es admiointrador no


pÚ8de
,,.a , Gnajeoar ni r&omprorneterlas cosas de I n sgciedsd,
a q la8 mobiliares ~t Ésta dis~ouic'i6nda lyg?r B más de u i a
dificultad., .S& prrgiinta d&?e lyego lo quy la ley entiende
c ~ m ~ r o a ~ t E,ta
e i * . expresi<iiiea ordiriariainente sin6nirna
de'oblipr. F i s en ssti'aentido en el que Tos art;. %O98y 2093
( L ; ~Hipotecaria, arts. 7 y 8) dicen: 11Todo aquel que &tá
obligado personalmente b t 4 obligado á cumplir sus coh$o-
1 %thior, De la sociedad, ndm. 87, Duvergisr, p. 381, aúm, 321. Yont, pV"
gine 3.04, núm. 578.
2 Toloba, SO da Mayo de 1825 (Dalloz, en la palabra 8ociadad, núm. 627).
nzisos en todos sus bienes muebles 6 inmuebles., Los bienes
del deudor aon laprenda comiln de SUR acreedores.ir, E1 so-
cio adrninistraclor en virtud.dei art, 1859 iriene derecho de
comprometer los bienes de la sociedad! En nuestro cqncep;
to la afirmativa no es dudosa, .est8 eecr.ita ,en.el texto de 1s
ley. En efecto, el socio puede ad.ministrar, luego obligar d '
la sociedad y, por tanto, cornpromet.er sp. bienes. Puede
también obligar loa bienes de la sooiedad, puesto que la
prenda es inseparable de loa bienes y del compromiso per-
sonal. De esto se ~ i g u eque la palabra comprometer en. el ar-
tículo 1859 no pipede aplicarse á los bienes persona!es que
tienen por cunsecuenoia comprometer lo3 bienes del deudor;
y en el caso el deudor es la sociedad, luego todos 108 uooioa.
El art. 1860 prohibe al socio que nQ es administrador
enajenar, y luego añade: y comprometer; la ley entiende, pueei
prohibir todo acto de disposición, venta 6 concesión d,e de-
rechos reales. 0rdinariarger;ltela ley se' vale de la palabra:
hápotecar para expresar esta idea; en el caso no la podlil em-
plear, puestq que extiende la prahibicibn 4 jns cosas muebles,.
y no se hipotecan los mueble8 aunque puedan darse en
prenda, La tey quiere, pues, decir que 81 aocio no puede+
hacer acto de propiedad, ya sea enajenando las cosau muea
bles 6 inmuebl~wqiie pertenecen B la ~ociedad,ya sea gra-
v.dola$ corn derechos reales. ,$?¿irqué 61 socio no adminis-t
trador no tiene derecho de disposicidn? Ya hemos conte~ta-!
da 4 la preguu t a rnuchss veces, eqtableciendo el principio de I

que el derecho de disponer de una cosa a610 pertenece al


propietario, puesto que esto ee un'a de los atri5uf;os.de la
propiedad (art. 554). (1) Y el #ocio no es propietario exclu-
sive, tados, los socios son -propietarios; todos deben, pues,
cqnsqqtir,la.enajeriación.
327, Si el art. 1860 no quiearedecir otra casa e8 infitil,
1 T J h 8 e 10 que $eimoa dioSr, en al tíblilo Dj la nvc.csnoia ( t . 11, aúma, 178 y
170) y en el titulo Dst cu,rtr&tc, dn ~ri.atrimofiio(t, XXII, admu. 1620166).
ptiesio qde 8610 deduce una 'consecuencia que res~iltá.delarl
ticulo 544: Creemos qué la ley quiere estableder uhadife-
Tencia kntre el odio q'ue no es administrador y el socio ge-
ente. Los mismos té~minosde la ley indican la intehción
del legi~ladbr:\\Elsocio que no es administraddr. ir Ehtas pa-
,labras implican una $estricci6n. iCuáles? El art. 1860 con-
Sinha el art. 1859, el que suporre que el acta social no nom-
bra un administrador; en este caso los s¿cios be dan man-
dato de administrar, sin que tengan calidad de' administra-
dorés. Es de aqrlkll~ssocios ?ue adrninititran eii virtud del
arb. 1859 de quienes la ley dice que no tienkn el poder d i dis-
poder de las cosas mbbiiiares 6 inmobiliai.ed que dependen
de la sociedad:
Qireda,por saber cual es la diferencia que la ley eutiende
establecer entre el socio admiiiistraddr -6 gerente gi el so-
c i o ~que administia siti ser gefente. iAl decir que este ú1-
t i m ~no Puede enajenar el art. 1859 quiere de'cir que el'
primero tiene derecho para disponer los efectos sociales!
kN6,' seguramente'; esto fuera un argumento ¿S cbntrario de
la peor especie, puesto que resultaría de él que aquel que
no eñ propietario sino ~implegerente tiefie el poaer de en&-.
jenar,. Acerca de esto punto no pudiera haber duda. pero'
ni el ocio gerente ni el aooio que admiriistra en virtud del'
art: 1859 pueden ,enajenar.. d Por qué opohb la ley uno al
otro? 'Pothier da la res¿du*ción de la dificultad. Establece
como cuarta, máxima, relativa al derecho de1 los ocios, la
siguiente regla: 11 Un socio rio puede en"ajenar ni comproL
meter las "coias do la sociedad ~ i u opor la parte que tierie:
en ella. 11 Esto es el art. 1860 ; 8610 que el Código precisa la
regla lirnitándola hl ocio administrador en virtud del
art. 1859; Lo que era también la mente de Pothier, como lo
vamos &decir, y no agrega que el socio pueda enajenar por
su parte; veremos más adelante en qu8 sentido puede el so-
cio enajenar su parte; l; ley no permite al socio vender so'
ra la venta por lo que delegan aiag poderes al gerenihe. 8i no
nombran gerente reservan i cada uno el derecho de admi-
nistrar; ¿resulta de esto que cada uno podrá enajenar? Esto
es imposible. iCómo p o d r h vender vario8 aocios en el mis-
mo momento la misma cosa á personas diferentes? Pues 1
&o conducirla el derecho de disponer, . .si Be le concediera +
los socios no gerentee, Esto es decir que loa socios no gs-
rentkk no pueden tener cada uno el desecho de enajenar, es
necekri? que estdn de acuerdo. (1)
La opinión contraria esti%seguida mBs generalmente. 8s
admite que los Bocios que administran ea virtud del artlau-
lo 1859 puedenenajeoar las cosas destinadas 4 Ia ven+
ISn esta opinihn las palabras que no es administrador no>tie;
nen ya aentído, no ye explica la disposición; si, como se
ir~tende,3610 aplica un principio general resulta intitil < y
no debiera encontrarse 4 continuación del art. 1858; (2)
í ~ o ' s eaabe, en definitiva, qué debe hacerse con esta dispssi-
cí6o. La jurisprudencia tiene poca autoridad en gata mate-
&a'; hay rina,sentencia de la Corte de Reone~,confirmada por
la 'd; 6~asación,que permite á uno de los socios enajénar in-
rnúe~leicomprados pala aar vendidos; las decikopes
, . + . apenas
est&nlm*tivadas. H a y otra sentencia be Ip mirrna orto
qud ieeualve en sentido contrario, fuodhgdqae e* que AV
aie<d&propietario cada socio por el todo &nguiig de ??los
tienetcalidad para transmitir la propiedad de la w a . (3)
1

El Relator del ~ribunado'tiene otra explicacidn dei arr


ticulo 1860; dice que las palabras q z i ~no es ad~ninistriidor
ddponen que el acta de sociedad ha nombrado adinini9tt.a-
ddres; e n este caso aquelloe fiochs q& no aon administra-
dure8 no pueden diapooer. (4) Esta interpretacien es iuad-
1 /,ubry y Rao, t. IV, p. 663. nota 6,pfo. 882 (4. 6 odlción),
2 Duvergier, p. 429, n6m. 369, Durantbn, t, XVn,p. 478, ndm. 435.
3' Denegide. 10 de M o i zo 1818 y Rennee, 22 de Abril do 1813 (DalIaz,
afi 1» pelabrp.igoeiedad, ntím. 603). t ,
4.b~utttrvii1e,lulurrcir, cifira. 17 ILocrQ,t. VUL, p, 2502,.
misible; no toma en cuenta la tradición ní el lugar que ocu-
pa el art. 1860 y conduce Q haqer d e ~ i14, r la ley una v-erds-
dera necedad. Los aocios nombran un gerente por el acta
de sociedad. Se delegan, pues, el poder para veader las co-
saa destinadas & la venta; habirSndolo delegado se entienda
que no lo pueden ya ejercer. iSe necesitaba una ley para
decidir que aquel que delega sus ,poderes no los tiene ya
mientras dura la delegarcidn?
328. Hemos hecho notar que el rtrt., 1860 no reprode
ce la restricción de Pothier que permitía & .un s d c h vender
su. paste en las cdsas sociales. debe concluirse de esto que
.el socio ya a0 puede vender su parte? Hay que entender~e;~
Ya no lo puede ern el sentido que se lesdaba en el antiguo
derecho; ea decir, con e l , efecta de que el aocio transmike~
actual é irre~ocableme~ta la, propiedad de BU parte al com-
prador, lo que p ~ n d r í á ~ u,c~bsthculo
n al derecho que la so.
dedad tiene para disponer de las cosas sociales segi(in *le
conviene. Este es el derecho que 10s autores do1 GGdigo e w ,
tendieron abolir quitando la .remrva que Pothier hacia en
f ~ v o rdel aocio, iQuiere eato de,cir queDe l socio no'.pueaa
di~ponerde su pakte indivi~accmo todo uopropietaiip .lo
puede hacer ? El aocio puede enajenar su k rtrte indivisa en
un efectb aocjal, pero Pata venta no da nijl;bn derecho ac-
euaI al comprador y no perjudica en nada los derechos de
la sociedad. El efecto permanece propiedad de la sociedad,
se Ie comprende en la partici6k y el reiiultado de &ta.será
el que dktermine si el comprador se volvió propietario; si
la cosa cae en el lote del socio vend&d;rla venta . es valida;
.#

si cae a'n el lote de otro ocio 1s venta es ~iula,puestoque el


veddedor ese% como si nunca hubiera teiiido derecho en la
coea trencliiia. (1)

1 LIonrlGo, t. IU,pb, 347.9 aiguientee, obm, 861. Thirj, en ía 2 c v i s ~ acrlti*


a de legi,~bocid9t,t, V (4, o año). ps. 438 y 439, Oompbretre Pon*; p. 308,
wsroe 687-630,Duvergier, p. 429, ndm. 371.
Ndrn. 3. Del da-echo de! so& de asociarse á un te7vcetr~Q
329. El art. 1861 dice: )&Cadasocio puede, ~ i el n cona
eientirniento de sus ~onsocioq,~ asociarse 6 tana tercera per-
ilona' relativamente á la parte que tiene en la aocieds'd; no
pueds, sin su consentimiento, asocia;lo ii la sociedad auü
cuando tuviera la administtaci6n. Se leeverala Esposici6tn
de los Motivos que la confianza es la base del contrato de
soeiedid; (1) es, pues, personal por naturaleza; he aquí por
qué la sociedad acaba con la muerte de' uno de los socios
(art. 1865,3. ); y por la mismg raabn aino de lo5 socio&
no puede asociar á un bercero á la sociedad. Hay, adleraihs, qa
motivo de derecho que se opone 4 asociar 4 un tercero; es
modificar el contrato social; y !as modificaci<pnesno pueden
hacerse aino con el concurso de todoa los que han formado
la convencidn primitiva (n6m. 320). Esto no impide que
cada aocio se asocie á un tercero relativamente á la parte:
que tiene.en la sociedad, Pero esta sociedad no existe mhs
que entre el socio y el tercero, no' existe'para con la 8ocle-
dad, puesto que ésta es extritfia. D; aquí el adagio: Socizl.8
mei socii non est mezcs socizes. El art. 1861 consagra, pues,
dos principios; los examinaremos separadamente.

1.De la prohibición de asociar á un tercero á la sociedad.

330. L a Iey prohibe en terminos absolutos al socio aso-


ciar 4 uo tercero z i la sociedad ?in'ei'co~s,eiitimientode los
consocios, aunque tuviera lar administración,; Pothier, ds
quien se tomó esta dltima di~lpwición,la explica eu ttirmi-
nos dudoeoq: 11Es una cosa que no parece pasarcm de 10s
límites ¿le una simple administracibn de los bienes de 18 gp
ciedad, 61 dar á sus socios un asociado que ellos mismos no
han racogido.tl (2) Si el gran juriscoasalto se expresa con es-
1 Tceilhnrd, Expnsioibn de loa motivo^, nbm, 20 (Loord, t. VTI, p. 244).
2 Pohhier, Do la Sociedad, niám. 96,
DE LAS OBLIGAC~ONESDI3 LOS ASOCJADOS ENTRE 81 309
fa reserva es que no tiene costumbre de zanjar las euestio-
nes'diciendo que la opinión que se propone es evidente; ehte
pretendida evidencia, después de todo, no es más que una
afirmación, y a6rmat no es probar. Ea la especie Pothier
habria podido decir que la cosa es evidente. En efecto,
agregar ún nuevo socio 4 la sociedad es modificar el pacto
social, y el administrador no tiene otra misión que asegurar
la ejecución.
331. Se admite una excepción 6 la prohibición pronun-
ciada por el art. 1861 para las sociedades por acciones. El
socio que vende sus acciones ea substituido por un nuevo
socío que lo reemplaza enteramente, á condíbión de que las
partes se conformen con los estatutos de la ~ociedad. Hay
motivo para dudar: jno se puede decir que la, defensa ea't6
concebida en términos absolutos y que no pertenece al in-
terprete hacer una réltricción ? Hemoa dicho mucha; vecea
que hacet una exCepci6n es hacer Ia ley. Sin embargo, cree-
mos que esta regla no es aplicable á la cuestión que exami-
namos. Si el interprete no puede hacer la ley tiene el 'dere:
cho de explicarla, con el fin de que no ae h ~ g unaa mala
falsa aplicación de ella. iPor qu6 prohibe e1 legialdor á los
socios asociar á un tercero 4 IR sociedad? ES porqila las
sociedades civilee son personales y la confianza ygrso-
nal es PJUbaso, como 10 dijo el orador del Gobierno (n6me-
ro 329). Y las sociedades por acciones no son de personas,
es una reunidn de capitalee; todos Ios que invierten la suma
deterrnioads por loe estatutos se hacen accionistas y aocios;
no se tiene en 'cuenta la persona del accionista, los accionis-
tas no se conocen ni se pueden conocer, Desde luego el texto
y el espiritu de, la ley no son aplicables á las sociedades por
acciones; el texto del srt. 1861 habla de la asociacidn de una
tercera pet*sona, y en la, sociedad por acciones es menos la
persona que esti asociada que el capital. El esplritu de la
p. de a TONOxxn-47
ley no deja ningune duda, Cuando la constitución de Is so-
ciedad no se tienen en cuenta las cualidades de la persom,
no se menciona mhs que el capital; ipor qué habia de ser
diferente durante el ourso de la sociedad? No escoge uno
socios a1 tomar una acción; ¿por qué se habia de escoger
cuando la sociedad está con~tituiday uno de los accio-
nietas vende aus acciones? Es un deaconocido el que reem-
plaza á otro desconocido; no hay nunca lugar de escoger.
En definitiva la excepción se funda en el texto y ea el es-
piritu de la ley; si el Código no la ha formulado es porque
no trata más que de sociedades civiles y en éstas Ia distri-
bucidn del capital por accionee es poco usada.
Queda por saber cómo se pneden distinguir las ~iociedades
por acciones. Los estatutos contestan generalmente 4 la
cuestiln; de modo que la diferencia entre interks y acción,
tan dif,cil de establecer en teoría, no da lugar ti dificultades
en la práctica. Se puede responder Q nueetro a~uptoque la
sociedad ea por acciones cuando cada socio puede ceder SU
derecho de manera que el cesiorisrio tome su lugar; enten-
demos por derecho la cualidad de asociarse. E o hay más que
las ~ociedades importante^ que distribuyen ski capital por
acciones, áI fin de sacar por esta división los capitales consi-
derables de que tieneri necesidad; y estas sociedadaec tienen
igualmente estatutos que se hacen públicos para juntar el
capital; de ordiriario loa ,,estatutos deciden h primera vista
ai el dereeho de lo3 fiocias se puede ceder y si, por consi-
guiente, e1 art. 1861 es 6 no aplicable. (1)
332. El at. 1861 permite al socio que rio tiene derecho
de oeder 4 asociar un 3ercero á la sociedad cori el consenti-
mieuto de sus consocios. Esto es una modificación del P ~ C -
to social; es, puee, necesario el co~sentimientode los socios,
como se hubiera necesitado para Ia forrnacidn de una sacie-
dad; la mayorfa no tiene poder para cambiar la^ canven-
1 Pont, p. 608, nbme. 698 y 809 s los antoree Que oitn.
DE LAS OBLIGAOIONES DE LOS ASOOIADOS ENTBX SI 371

ciones sociales (núm. 320); luego la mayoria no tiene el de-


recho de consentir que un nuevo socio tome el lugar de aquel
que quisiera ceder su interés, La Corte de Besan cbn lo sen-
tenció as! y euto no es dudoso. (1)
333. iCómo debe darse el consentimiento? La ley no lo
dice;se permanece, pues, bajo el imperio del derecho común:
De esto se sigue, pues, que el consentimiento puede ser ea-
preso 6 tácito. E1 consentimiento expreso puede darse por
el acta de sociedad; aunque la sociedad no fcera por accio-
nes el contrato pucde permitir 4 los socios ceder su interés
con este efecto: que el cesionario se volviera socio; el pac-
to social puede también, cuando la sociedad es por acciones,
determina? lag condiciones bajo los que las terceros cesio-
narios adquieren la calidad ('2) y los derechos de socios.
El consentimiento puede ser verbal 6 por egcrib. Cuan-
do es verbal 6 tácito puede haber dificirltades para la prue-
ba; como ue trata de sociedades civiles se deben apIicar las
regIas que rigen la prueba testimonial. Fu6 sentenciado
que un tercero que pretendía haber sido a~ociadono podia
probar por testigos los hechos que alegaba; acerca de este
punto no hay duda. La Corte de Casaci6n añacte que tam-
poco podía admitírsele á pedir la producción de los regia-
tros de la sociedad porque nadie est& obligado á ministrar
titulos contra si mismo. (3) Esta decisión nos deja alguna.
duda. El demandante pretendía que lor registros probaban
que despues de hecha la ceaión había figurado como cesio-
nario en las deliberaciones de la sociedad; este hecho sólo
poiiia probarse por los registros en que se encontraban las
actas de las dsliberacionea. No conocerno8 ley que prohiba;
al juez itustrar~epor la pruduccir5n de escritos en los que
el deniandante pretende haber sido parte.
1 Beenng611,23 de Abril de 1840 (U~lloz, 1847,a, 16).
2 Ouascióa, 1 0 V ~ t o e o 8, 6 3 X (Dalloz, en la laalabra Sociedad, nicim, 584).
3 Deoegnde, 7 de Febrero de 1826 (D~lloz,en 1a palabra Sociedacl, nSrne-
EO 232, 3. )
334, En 10s casos en que está permitido al socio ceder su
-derecho, es decir, su calidad de socio, sucede amenudo que
el pacto social estipula la facultad de retiro en favor de la
sociedad; mejor dicho, el derecho de preferencia. El socio
que quiere, ceder RU derechodebe notificar su inten3cidná los
administradores 4e la sociedad, y Bsta puede reclamar la
preferencia en el plazo y bajo las condicione8 determinadas
par los estatutos. Se llama A eete derecho retiro socid. La
expresi6n está, mal escogida, El retiro sucesorio es una ex*
propiaci6n del comprador-,que la ley admite en inte~tade
lo; coherederos del vendedor, mientras que ,el retiro social
no expropia al comprador; todasia no hay ve,nta en el'mo-
mento en que el aooio tia & conocer ti IQ sociedad su inten-
ri6n de vender, simplemente da la preferencia á, la saciedad.
Esta estipulaci6n no tiene nada da anorpal, ,mientras que
el retiro sucesoral es una expropiación por causa de interds
privado, lo que es una verdadera anomalía. (1)
iEn qué,forma se debe hacer la notificación? Es necesa-
rio ante todo 'consultar los estatutos que de ordinario se ex-
plican acerca de eate punto, Las conVencionev son ley para
sl juez y debe asegurar su ejecución. iH8 lugar .al recuFso
de casación cuando el juez no ha aplicado la ,clálisula del.
contrato relativa Allas rn~dificacione~?Se ha juzgado que
la interpretación de los contratos entra en las atribuciones
exclusivis de las corten de apelación. (2) Nos translada-
mos ilo dicho acerca de este punto en el titulo De las Obli-
gacione,~(t. XVI, núm. 180),
Si 108 estatutos no determinan la forma en la que se de-
ba hacer la n~tificaciónel sacio es libre de escoger la j i -
ma que quiera, salvo la dificultad de prueba. No es neoesa-
rio que emplee el ministerio de un escribano. La Corte de
Douai ha juzgado que la notificación por carta era válida.
1 CompBreae Pont, pp,410,nilima. 610 y 611.
2 Denegada, 17 40 Abril de 1834 (Dalloz, en la palabra 8ooicdad, ndm, 584).
DE P;AS OBLPGACIONES DE LO8 ASOUXbDOB ENTRE SI 373

El objeto de la cláusula eeti alca~zadodesde que la inten-


ción de vender se haga del conocimiento de la saciedad y
que 88ta también pueda ejercer RUdeiecho de preferencia. (11
335. S e puede que e l socio notifique su intención de
vender cuando ya ha cedido su derecho. En este caso la
cesi6n que ha consentido es condicional, no .se hará defini-
tiva sino cuando, la sociedad no use su derecho de prefe-
rencia, iSe debe concluir que la c e d n esta considerada co-
mo si no exifitiera, con relación k la sociedad en tanto que el
plazo durante el cual puede ejercer el requerido no ha ven-
cid03 La Corte de Bru~elaa10 jiizgó asi (2) La decisidn nos
parece clernasiada absoluta. Si la cesi6n ue hace bajo con-
dicidn resoIutwia existe realmente y produce todos sus
efectos, atblvo 6 ser resuelta si fa condicihn se realiza; en es-
te caso hsbr8. ce~i6neo prov&h<ide la sociedad Q partir
de la aceptacidn de la oferta porque la notificací6n es una
oferta de venta; y siendo la primera cesibn considerada co-
mo no habiendo tsqido lugar es verdad decir que el Que
cede perrnaneoe socio basta el momento en que la cesión se
verifica era provecho de la sociedad. De brdiiaario Ia cesidn
H I ~hace bajo condición siispensiva; si 1s sociedad noasa de
su derecho de preferencia 1% venta ser4 perfecta desde el
p: i i , :¡pío y, por consiguiente, el que cede habrá cesado de
ser socio desde el momento en que el contrato ha tenido lu-
g&; s01am~nteen el caso en que la sociedad ejerza s u de*
recho de preferencia es cuando la primera venta no tendrá
lugar y cuando el qua cede queda asociado haeita al mo-
mento en que interviene la acélptaci6n de la sociedad,
336. El derecho de preferencia supone que sl socio cede
su derecho; cnaudo no ha hecho cesi6n la sociedad no pue-
de reclamar la preferencia contra un cesionario que no
existe. Un sooio da su derecho en paga á su aoreedor sub-
1 Doaai, 10 d.) Snsro de 1839 (D~lloz,en la palabra 80cie&d, núm, 458).
S Bru~l-1s1, 25 Ga Abril de 1810 (Pasiorlnie, 1871, 2, 496).
rogándole todos sus .derechos: ¿podrá Irr, sociedad usar de
su derecho de preferencia? N6, porque el pago, aunque
acompañado de subrogaci6r1, na es una venta y el acreedor
no es un raocio; el socio deudrir es el que queda asociado
porque el ,deudor que da una cosa en prenda conserva Ia
propiedad con todos loa derechos que le pertenecen. (1.)
De la misma manera no h$ lugar al derecho de preferen-
cia cuando el socio se asocia solamente á un tercero ri títu-
lo de cesionario. Este ,no es
, asociado; no puede, pues, tra-
tarse de excluirlo. Esta especie de cesión puede hacerse ~ i n
el. consentimiento de la sociedad, puesto que ella no tiene
ningún interds en impedirlo. P o r esto mismo no puede
ejercer su derecho de preferencia tomanda el lugar del c0-
~ionario.Suponemori que el socío ha obrada de buena fe
asociándose á un tercero; se puede que para impedir la so-
ciedad usar de su derecho las partes califiquen al cesions-
rio de socio del asociado; queda por dicho que el ocio del
asociado es un verdadero cesionario; esta prueba puede ha-
cerse contra el socio del. asociado, como por su parte éste
se admitirá á 1s prueba, puea siempre as permitido estable-
cer el carócter de una convencidn. (2)

II. Del derecho del socio pala asociarse d un ierccro.


337. 31 socia se puede asaciar Q. un tercero, relativa-
mente 5i. la parte .que tiene en la ~ociedad;no necesita 36%
eonsentirnienta de sus conaocios porque'ls consenci6n que
interviene entre él y el tercero es extraña á la sociedad;
quedando el tercer a~ociadotk uni socio fuera de la sociedad
ósta no tiene derecho ni interés' en intervenir en 1s aonven-
ci6n que se efectha entre el socio y este tercero. Este socio
da otro ~ i serlo
n de la suciedad tiene en el lenguaje tradi-
1 Itooan, 2 de Buera de 1847 (Djrllox, 1851, 2,232).
2 Donegadu, 24 de Noviembre de 1860 (Dhllloz, 1866,1, 429).
BE LAS OBLIGAUIONES DE LOS ASOtXADOS ENTRE 81 3?6

c h a l el nombre de croupier (1) porque, se dice, cabalga


con el socio que lo toma en ancas.
.Suponemos que el croupieer es el socio del socio; el arttcun
%o186 1 Io dice al reproducir la doctrina de Pothier. 165, dice
éste, despiíds de haber contratado con usted una"aociedad
juzgo conveniente asociuv~vleá zcn tercero este tercero será
ini socio en la parte que tengo en la sociedad que hemos for-
mado juntas,^^ (2) Sin embargo, 109 autorea no e s t h acordes
en el punto de saber cuál es la naturaleza de la convención
entre el socio y el tercero: ,jes una cesión 6 una eociedad?
des errto una, verdadera sociedad 6 una comunidad? Hace-
mos ti un lado esta última contraveraia suscitada por Du-
vergier; este autor cree que la convenci6n produce una ro-
inunidad m á bien ~ que una verdadera sociedad entre el socio
y el tercero. Su opinión quedd aislada y no tiene inte-
rds pr8ctico. (3) Lo mismo pasa con todas las onestiones
que discuten los autores; no preocuparon mucho á la juria.
prudencia parque la misma coriveacidn en cuyo objeto sa
auscitan 6s bastante rara. Ea nue~troconcepto no ~e puede
deducir a priori si hay venta d sociedad; todp .cuanto se
puede decir es que I m convención, tal como la f6rrnula Po-
thier, tal cual la consagra el Cddigo, es una sociedad. Pero
Is i n t e ~ c i ó nde las partes puede también ser Ia de hacer una
cesicin; el socio cede una fracción de su derecho A ura ter-
cero sin entender asociarse c m 81; en este c a el~ceeionarib
~
no serA uii croupiel*, tampoco ser4 un riocio de la sociedad,
aerá el corriprnrior de una fracción de interes en un3 aocie-
dad, las relnciooes entre el cesionario y el cedente serdn las
qumacen de In venta y no lag que nacen de la saciedad; es-
ta cuestión tierre un interés prActico, puesto que 18 soc:edad
1 Iia palnbrn r,i*ozi.piarno tiene equivalente en Ceetellano y la consarvnremott
o? Ia ínteliganoia do que eu aignilioado ea el de soaia de un soaio; castfz~rnente
dobiern trediicirse por enahcado.-N, del T.
2 Pothier, De la sociedad, nbm. 02.
3 Duvergier, p. 484, nbm. 37b, Delongle, nfim, 193,
y la venta producen efectos diferentes. Si el tercero 6s UD
cvozcpier tendrs el derecho de un socio para con el socio da'
quien lo es. Pero también tendrá, sue~obligaciones.Pothier
supone que el orollpier realiza alguna utilidad en la parte
por la que entrb en sociedad con un eooio; &ate.teridr&q8e
darle cuenta por rwón de la sociedad que existe entre
ellos. No pasaría lo mismo con bu siniple ceilionario: 6 . f ~
nada debe 4 su vendedor m8s que el precio de la venta.
En la opini6n general ee distinguei ai el socio cede su par-
te entera hay-venta, mientras que si la cesión es sólo de una
fraccidn del derecho hay sociedad. (1) No hay mucha duda
enla primbra hipótesis; oo es la'del Código Civil; el socio
cede su parte entera oo causaría ningiín iuteréa en 10s
aegocios sociales en lo relativo 4 sus relaciones con el oesio-
nsrio, ~610 &te está.interesado en ellos; y donde s61o hay
tpna persona ioteresada no puede haber asunto de asociacibn.
Pero en Ia segunda hipdtesi~,que es la del Cbdigo, la deci-
sión de las autores nos parece muy absoluta. El art. 1861
supone que las partes han querido hacer una sociedad, pe-
ro en materia de contrato el legislador nunea impona an
voluntad á las partes interesadas, &as quedan libras.para
hacer las' convenciones que gusten; si les place hacer una
venta sin ninguna asociación ipúr quB decir que hhn hecho
una sociedad? Esto es contrario á las irinás sencillas nociones
del ?hecho; no puede haber sociedad sin voluntad de am-
ciarse. La dificultad se reduce, pues, & una cuestión de ha-
cho. iCuEiI es la intenci6n de las partee contratantes?
338, i C ~ 4 l e ssoa las relaciones entre 108 terceros y la
~iociedad?En principio no hay ninguna liga de derecho en-
tre los terceros y la sociedad porque los contratos s61o ti@-
aen efecto entre las partes contratantes y la sociedad, se
supone, es:extraña al contrato; sin ambargo, este principio,
enseñado por todos los autores, debe ser entendido con una
1 Pont, D, 417, nilims, 618*620 Y loa sutoree une oita.
DE LAS OBLIGAOXOflBS DE LO$ A80üIADOS J3NTRE ST 377

restricci6n. Si' el aoclo vende su xnterés en 'la sociedad siln


querer 'adociarse.*con el 8omprador $&te'podrh volvet'iie
d é a b r o de la sociedad ii Bl pdctv social prmite &'losso-
oios ceder sus intéreaes coi el efecto de que el eesionano $6
voloerh mieinbro $ib'la sociedad. ~ asocieda ' i~terviene en'
toncea,en el'contiato de cesiói consintiendo de antemano.
en'acapthr'como'socia el tercer ceaionarl'o del interé8 de uia'
solio. DeEe i$i&&rse, como lo*ha'ken Gdos'*'lob auto&,
que en el c&o ee que el t'ercero 8610. es U n Eomprador no ae-
rá socio en verdad, nxo'tendrá acción 'dirécta contra la so-
ciedad, pero podrkprornover conti4 ella ejerciendo los de-
rechos del cedente por aptid8ci6n 9de1 art. 11FG.
339.' iCuhlies la' bituacibn de! tercero paraecon el socio
e es su socio.
kbn el que tiaM? Se contest; ~ r d i n a r i i m i n t que
E&nueika'opini&n (ndm, 337) hay qua distineuir. .. 9 Si, co-
nio el art. 1861 Io'.qupblre, el'teroero 6s UD soclo del socio,"
tendrá todos los derechós y todas las obligaciones de un ~ o -
cio en 16s IÍmites de la parte que le fu6 cedida. Pero pkede
sucsder que el $ercem4sea un cenionalio sio 'ser socio con
ei cedente: en esta caso tiene los derechos y, bbligaciones de
un ~ornprtidora1 Qernos s e ~ a l a d buna diferenCis"en lo r e ~ i t i -
vq á las obliga'riioaei del comhrador ~(nfim.337). En cuan-
to'4 los dérechoa ,del tefcerb, a i no se vllelve'mie ni 'oro de la
sociedad, seráosio+"ismos, ya se; que sea' socio 6 cqions-
río; en'uno y otro C ~ B OTa intención de las tjartes ea t ~ . a b r ~ -
ferir al tercero todo$ los benefikios y derechos que perlene-
ceo al socio con el,que tra.ti5.
840. Queifa pDt' saber &ál au la intencich de1 cesionario
para' con lus aoreedckari: ' Bacemon P un lado la' hipótesis
en bue e~'tei.ceroce~ioliarioae hace socia; en oste cailo no
hay du&tidn sn'cuanto 6. sus obligaciones como en cuanto
B nua dbrsohos. peio liay una dificultad & cuanto al ceden-
te: jcntil es su situacióra para cou los acreedores de la SO-
P. da D. TOMO SSVI-48
ciedad? jTendrán Bstos accibn contra kl por las deudari que
existfan cuando la cesión? La afirmativa ,nonos parece du-
dosa. Si el socioestaba comprometido pam con los acreeda-
res de 18 sociedad cuando la cesión, no puede desprenderse
de esta liga cediendu sur derechos. Si no hay ninguns dis-
posición á este respecto en el acta de cesión, el derecho de
los acreedores no piidiera ser contestada; tiene,^ qn deudor
y lo conservan. (1) j,Pero se pregunta si el socio podrá '&ti-
pular que el ce~ionariotomar4 su lugar no s61o en cpanto
a lus derechos sino tambien en cuanto d eus obligaciones en
este ent ti do: que el cedente no podrá aer demandado por los
acreedorea y que Bstoa sólo t e n d r l i acci6n contra el cesio-
nario ? Creernoe que semejante estipulación sería nula. . En
efecto, se pueds ceder sus derechos, no puede Eederss rrus
obligaciones; 81 deudor no se liberta m8s que por uno de loi
modo8 de extiocibnde las obligaciones que el Código con-
eiagra; no pu,ede, pues, liberarse por el efecta de una con-
vencidn que hiciera con un tercero; esto sería libertarse por
su sola voluntad, y seguramente no es-esteun modo legal de
extinguir uña obligación. Tranrjladsrnos á lo dicho acerca
de la cesión en eltítu!~De la Venta (t. XXlV, núm. 529)
Hay una sentencia, que parece contraria, de la Corte de
~ B r í a .(2) El eaao difería del que acabarnos de suponer. Se
decía en el acta de sociedad que el ~ooioque operara la
transiici6n de tu parte libertado por ~u parte en
las deudas sociales anteriores-áesta transrnisibn. El acree-
dor sabia, pues, al tratar can la sociedad, que no tendria ac-
ción en caso de translacidn contra el socio cedente; que no
podría promover mla que contra el oeeiarmrio vuelto socio
por efecto de la trandación. La cuestión está en s9ber sise-
mejante cl4usula es válida. Si, dice la Corte de Parfs, por-
que los acreedores hsn trato bajo condición. La Corte no
1 Lieja, 12 de Diciembre de 1868 (Paiicriaia, 1869, 2,262).
2 Patfs, 28 de Enero de 1868 (Dalloz, 1868, 2,244).
DE LAS OBLIGAULONSS DI3 LOS AXOOIaDOS BN(EISE S1 879

se pregunta si eeta condición puede ser estipulada P la ley


determina los modae segfm los cuales las obíigsrciones se ex-
tinguen; $puede el aocio estipular que quedhrá; .lib&rtado
fuera de estos modos.legales cediendo su parte de interés ?
Esto es estipular que el deudor quedarti libertada sin que
la deuda est6 pagada. Hay, sin embargo, un motivo de du-
da que justifica la decisi6n de la Corte de Parle. E1 acree-
dor puede consentir en liberar 6 su deudor por la substitu-
ci6n de un nuevo deudor; este conaentimiento puede darlo
de antemano al tratar ccin la sociedad y consiente por a610
el hecho de tratar con la sociedad bajo la condición del pac-
to sociaI. Esto supone que el acreedor conocia estae condi-
ciones. No basta decir, como lo hace la Coits de Paris, que
el acreedor debió conocerlas; no hag novación ni cbnsenti-
miento, y este condentikiento n a s a pfesurne (art. 1273), y
serfa presumir el decir que él acreedor consintió porque
debi6 conocer unas condiciones en las que esta Como si las
hubiera consentido, cuand.0 lis ignoraba.
341. Si el tercero es un comprador b 'un socio del aocio
.la dificultad nio as presenta ya, El socio que ae asocia 4 un
tercero permanece socio; luego los acreedores conservan to-
dos sus derechos contra 61. ¿Tienen accidn directa contra
el socio del socio? N6, puesto que éste no e ~ t á aaociado;
, pe-
ro no tienen una, acción indirecta por medio del aocio, su
deudor, del que ejercen los derechos (art , 1166).
342. Otra es 1s cuesti6n de saber si los acreedores del
aocio tiensn una prenda en au parte da interés que su deu-
dor cedi6 á, un tercero. En nuestra opinión hay que distin-
guir (n6m. 337). Si el tercero es un cesionari~sin ser ocio
hay que aplicar los principios que rigen la venta. La regla
es que los acreedores pierden su derecho de prenda desde
que el deudor enajena la cosa; pero esta regla recibe ex-
cepcidn cuando se trata de un crhdito; mientras que la ce-
sión no está notificada ni aceptada el cedente permanece en
pase~ióny,l por consiguien.te, el ,dereqho de prenda de su?
acreedores subsiste, Queda por saber ai el,art. 1690baaa$.
cable 6la cesión de una parte del inte~dsque el deudor tjy
ne en una sociadad. Hemos examinado la cuesti(it;del pyin-,
cipb en el títulohDe la ~ s n t a(thi;.X-X,IV, nútns.. 475-476).
Suponiendo que el cesionario pueda oponer la ~esi6n4 lo@
acreedores del cedente, se presenta una nyeva difipulied: jes
necesario que la osaióp tenga feoba cierta (art. 1328) par,+
qile el cesionario pueda oponerla.& loa acreadoE&? L a cues:
tión esta en sabsr.ai104 acreedores quirografqios 804 ter-
ceros en el @entidodel a&: $358; lo hemos examinad; .e; d
título R e tus O&ligaciones.
-Si lq ,eonvexrción intervienei entre el socio y los7tercgros
e$ fina sociedad;.estas,Cuefltiqpe$no,se presentan. bq pu@p
en sociedad de upa aoRa uo quita & los acreedores SUS,dere:
ohok en la cosa, sdlo que este derecho ae.ruelve qo, dereebo ,, I I

indiviso. Se aplicag, los<principiqs geqerrel~aque! rigeg, los


derechos de los acreedores da lvs~~spcios, Lag hemos exppea-
to en ot;i'o lugar.. (1).

X Todas esta8 cuestiones eetdti eo~~rover~idas, Tdarr~een ssntido~divetat16


Pont, p. 426, núms. 634-631 y los autoreir oue cite.
De 1os.compron;~isos
de Eos socios h.acan los terceros.

'$ I,-~,CUANDO*%STB
I t A SOOIERAD C O ~ ~ P E O M Z TPARA
I~A
~ O LOS
N TEBCEROS?

343. En Ia opiniónJque hemos enseñado la sociedad no


es un cuarpo moral; una peraooa aivildistinfja 4s la persona
de. l ~ ~ ~ s ~ ~ i p s ; . ~ i a son
' ~ ~los e d a n corno.tales; cuando
~ i bacion
se tpregunta*clrtho pi16de ]la sociedad eatar obligaaa para con
10s terce~~os se pregunta 0n qu8 casos, bajo qu6 norrdiciones
los compromísos~contrsidospar loa socios comd tales ,obli:
Papi á 1s sociedad. El art81864 coateata á la cuestión: 1iLa es-
o
tipuIi~~i,n de que la obligaci6n. gstd, contraída par cuenta .de
la sci~iedsd9610 <ligaal socio contratante y no % los.demás,
fi no ser que, 6htos.le hayan dado poder -6 que .las cosas ha-
yani. ap~~04echado : á la sociedad,,i Resulta de esta didposib
ción que varias condiciones, esthn requeridtia para que la
sociedad ehtO ligada por los compromisos ccntraidoa por
uno de 108 aeociadoa *Desde luego la obligaci6n debo ser
contraida por cuenta de 1~b~ o c i e d a dE !~ ~socia reune en si
dos cualidades diferentes posque tiene intereses de diversa
natu~a1eza;~tiiene Entereses que le son personales en el senti-
do d@qrxo aoa relativas á su patrimonio y tiene iatekeaes
axx~socio, que son relativos S, la waiadad. 8i obra con 18
primera caIidad en su nombre personal y en lilter6u de sa
patrimonio el compromiso qne contrae queda extraño á 1s
sociedad. El principio es elemental, pero la aplicaci6n pue-
de suscitar dificultades de hecho. Cuando el socio declarlt
que obra en nombre personal todo queda dicho; pero la
ley no le obliga at hacer esta declaración expresa, supone 86-
lo que hay una estipulacián que dice que la, obligación est4
contraída por cuenta de la sociedad, no dice que esta clQu-
aula esté requerida para que la sociedad esté obl-igada. Es-
to es, pues, un punto de hecho por comprobar; el juez de-
cidirá segilrn las circunstancias de la causa. Un socio gerenb
te renueva un arrendamiento del local en que ejercia la
indrstria de la sociedad; el nuevo arrendarqiento debfa co-
menzar d e ~ d eel l. a de Marzo de 1868 y l. sociedad con-
tratada 4 plazo debía concluir el 28 de Febrero. La aen-
tencís de la Corte de Apelación dice que el ocio había armn-
dado para si; SUB socios pretendieron que e1,arrendamientv
estaba hecho por ouenta de la sociedad1 pidieron, en conse-
cuencia, que e1 derecho del arrendamiento fuera compren-
dido e n el activo ~ocial. Esta pretensidn fué desezhada por
la Corte 'de Burdeos: En el recurso intervino una aeutenci~fi
de casaci6n de la Sala Civil y despues de deliberación en
Cámara-de Consejo. Había, pues, alguna duda. La Corte
de Casacián comprueba, segilin la sentencia atacada, que el
arrendamiento hecho por el gerente en pr,ovecho personal 86-
10debia comenzar á correr después de que la, sociedad de que
eiia gerente hubiera concluído; en eataa circunstancias, dice
1s Corte, dicha sentencia pudo decidir con delecho que el
arrendamiento no debfa reputarse hecho -en interés de la
aociedsd ni hacer parte del activo social por liquidar en-
tre los socios. (1)
344. No basta que el socio haya tratado como tal y por
cuenta de la saciedad para que Qstaesté obligada, la socie-
1 Denegada, gala Oívil (Dalloz, 1879, 1, 350),
'CIOMPBOMlSOS DE LOS SOUIOS HAaIA LOS TERUEROS 383

dad se compone de los socios y resulta que los socios deben


todos concurrir para que la sociedad esté ~compror~etida.
Por poco que los socios sean numerosos es imposible que
todos figuren en 1"s contratoa que interesan 4 la sociedad; és-
tos serían retardos y trabas costinuas. Pero los socios pue-
den también obligarse y, por consiguiente, obligar 4 la so-
ciedad por vfa de mandato. Esto eu lo que dicen los artlcu-
10s 1864 y 1862, que no preveen siquiera el ~ 8 8 0en que tob
dos los socios figuren en el cantrato. Queda por saber en
qué casos puede decirse que los socios han dada poder uno
de ellas para obligar á la sociedad. El poder eg un mandato;
el mandante se obliga por intermedio del mandatario. Es-
to es 10 que dice el arto 1998: 11Elmandante tiene que eje-
cutar los compromisos contraidos por el mandatario con-.
forme al poder que .le ha dado. No queda obligado por lo
hecho fuera del mandato más que cuando losratificaexpre.
sa 6 tácita mente.^^ Son los términos del mandanto los qus
determinan cuál es el poder del socio. ES necesario que el
poder sea e~pecialde modo que el socio no tenga calidad
para obligar á la, sociedad más que en virtud, del mandato
que lo autoriza? Eeta es la opinión, de Durantón, pero ha
quedaclb aislada. (1) El socio gerente estB encargado de ad-
ministrar; y á falta de estipulación especial 4 aste respecto
cada socio tiene el .poder de administracibn, y'la ley agre-
ga que 1a que cada uno hace es valido aun por la parte de
sus consocios. Y es imposible adwinisfirar sin obligarse; lue*
go por 8610 que log socios tienen poder para admi.nis-
trar tienen a l de obligarse; es decir, de obligar á la socie-
dad; ¿Dentro de qué limites? Hay que consultar e1 mauda.
to que les fu6 dado, y r(, falta de mandato expreso las dispo*
sicionea del art. 1859.
Tales aon los principios,: es el derecho comikn. La Jurxs-
1 Dnrantón, t. XVU,p. 498,mdm, 447, En aentido contraria todos lorraa?
tores (Pont. D, 433. nbm. 645%
prudencia oaplkh:á+la sociedad los principio^ que-barno8
expueatobmebtftlrlo Del!Bctlzdato, Fué aentenclado que 10s
vales subscriptos por el gerente en tiírtnd delLpoder .que le
fu6:conferido par el pacto social ablígaei 4. la sociedad, Eol
el caso habíalun motivo d i duda. Lassociedad había sido
disuelta y el 'gerentl3 nombrado liquidadar eon poderesJm6u
estrechas que .no le permitían ya obligar 'á la sociedad s u b -
eribiendo vales. 'Pero habiendo estas medidas permanecido
ocultas habia que aplicarbB Jos terceras de hrxena:fe los ar-
tículos 20051y 2009; la revoeaciáa dsl mandato "estaba.con-
siderada para con ellos como sucedida. (1)
345. Se aplican también los principios generales del manL
dato al socio mandatario e~ lo relativo 4 consecuencias
del oompromiso que concrae, . El ,mandatario no. 0e oblig&
p8rsonalmente, obliga al mandante. Lo mifimo pasalcon el
socia maeidatario; obliga, A la sooiedad. No está, pues, obliga-.
do por los. cornpra~isos..que contrae m8s que ooeuca socio;
e s decir, ;por su parte viril (art, 1863). (S) Esto euporae que,
el socio obrd-dentro de los límites de su mqndato; cuando s 0 ~
sale de ellos' no tietls poder y, por consiguienlo, ,ya.no.obli:
ga á lassociedad,á menos que el compromiso aproveche á IPL
sociedad (art, 1852). Volverernon á este punto..,~Estar6en
elite caso obligado peraonalrnente? El art. ,1864 parece de-
cirlo, iiLa estipulación de que la .obligaci(,n se bantreq por
cuenta da la sociedad sólo liga al socio contratante, 6 no aer
que sus co.asocicr~le hayan tiado poder.11 Pera no hay .que
hacer decir 4 la ley lo que no entendió decidir. ,En el ti-
tulo DGla Sociedad el Código no determina los efectos dd
mandato, 8610 decide en qu8.casos queCaa obligada la gocie-
dad; es enel títuloDeZ 171ctndato donde se hallan las reglas qua
rigen los compromisos del mamdatzcrio, Y el ast. .1&97,de-
cide nussbsa cuestión ert'eetos tdsminos: 1iE1maildat0,rio q u e
1 Desegada, 27,de Noviembre de 1861 (Deiiaz, 1862,1, 4%),
2 Euuaslcs, 3.6 da Abril de 1866 (huícrisi~,1866%2, 263).
COMPR3K1BOS DE LOS 80UiOS VAaIA LOS TERUEBOS 380

di6 A la parte con la que contrata con esta calidad auficien-


te conocimiento de sus poderes no está obligado á ninguna
garantia por lo que se hizo más allá si no se c~mprometeen
ello. 11 El mandataria que traspasa los lfmites de su manda-
to no esth, pues, obligado personalmente m á ~que cuando no
di6 conocimiento de sus poderes: La jurisprudencia está en
?ate sentido. (1) Es iniitil relatar laa decisiones, puesto que
-
la cuestión queda zanjada por el texto de la ley.
346, La eociedad puede escar obligada aunque el socio
haya obrado en su nombre sin poder; esto es, dice el ar-
ticulo 1864, cuando la cosa aprovechó á la sociedad. iEs es-
to una derogación de los principios, como se dice? (2) 8eg6n
el art. 1998 e1 mandante no está obligado por lo que el man-
datario ha hecho sio poder sino cuando lo ratific6 expreea
6 thcitamente. Se concluye de esto que el art. 1864 deroga
el art. 1998. En verdad no hay derogación, dstas son dos
hipótesis diferentes regidas por principios diferentes. Cuan-
do el dueño ratifica lo que se hizo en su nombre, pero sin
poder, eeta ratificación equivale 4 un mandato y, por con-
siguiente, se aplican todos los principios que rigen el'man-
dato. El art. 1864 no supoae que haya ratificación; no hay,
pues, mandato; es una gerencia de negocios irregular en el
sentido de que el socio no obró en las.circunstancias en las
que hay lugar 4 una gerencia de negocios; la sociedad tiene
siempre un mandatario cualquiera, 4 este toca obrar; loa so-
c i o ~no mandatarios no tienen ninguna calidad para obrair
por la sociedad.que de ordinario está representada por un
mandatario. Sin embargo, si obra y eI acto ea provechoso
,

para la poiadad la ley vilidti este acto, pero 8610 en cierta


medida: en tanto que la sociedad lo aproveqh6; da, pues, a e
~ f 6 nal socio, pero no es la acción del +aodato, e s une ace
1 T6auae lea eentenaíse en el Repertorio de Dalllaz, en la palabra Xoeiedad,
atim. 806 OompBrese Pont, p. 432, aiirn, 646.
2 Pon%,Iiei la 80eiedad, p: 434, oúm, 648.
P. de D. TOMO XXPI-4%
ci6n menos favorable y que se llama, de in vem verso; hemoe
tratado de ella en el capitulo De los Cuasicontt*atas;es una es-
pecie de gesti6n de negocios; luego un cuasicontrato; nace
de ella urna abligación fundada en equidad. El socio ha obra-
¿lo en nombre de la sociedad sin poder y no la obliga, pero
áa equidad se opone á que la sociedad se enriquezca ti sus
expemas y la ley la declara obligada en tanto cuanto se en-
riqueció. La4@ortede Casación ha hecho la aplicacibn de
estos principios 6 los empréstitos contraídos por el gerente
de una sociedad en comandita bajo la razón social de ésta,
pero fuera de los poderes que le fueron dados; fu6 decidido
que k sociedad eatá obligada por estos empréstitos desde
que conñta de hecho que datos le fueran proveohosos. (1)
Resulta que el prestamista tiene acci6n 'contra la sociedad y
sá1o la tiene en la medida del provecho que la sociedad ha
sacado, míentraa que si hubiese mandato el prestamista ten-
drid accióri aunque el prkstamo no hubiera aprovechedo 6
la; sociedad.
34'7. Hemos supuesto que el socao, aunque sin poder, Obr6
eo nombre de la sociedad. Esta ea la supoaieión de la ley.
El art. 1864 comienza por decir que la estipulación que se
contrajo la obligación por cuenta de la aociedad no liga B
Asta; luego la ley añade: iiá menos que los demás socios le
hayan dado un poder 6 que'la cosa se haya vuelto BU pro-
vecho de la .sociedad,11 Luego en ambos caaos en que la so.
oiedad estA obligada por el oampromiso de un socio es ne-
cesario que éste haya obrado 6n nombre de la ~iociedadó
por su cuenta. Aunque tuviera poder para obligar A la so-
ciedad a6 la obligaría. si codmqjera en nombre personal;
'esto es seguro. Tambi6n'lo es, si sa átiene uho al taxt0, qiae
el ,socio no obliga S la sociedad cuando contrata, en nombre
personal, aunqúe este compromiso aproveche á la saeiedid;
ep eete caso e l socio tendrá una acoidn' contra la sociedad
1 Denegada, 7 da Julio de 1866 (DalIoz, 1869, 1, 3191,
por razón del provecho que le procuró; pero el tercer acree-
dor no tendrb acción contra la sociedad, nq puede tener
acción contra una sociedad con la que no entendi6 tratar.
Eata cuestión est8, sin embargo, conirovartida;' lo que
prueba, como lo hamoa dicho muchas veces, el paco respeto
que los intérpretes tienen para el texto. Merlín (1) nos opo-
ne leyes romanas; tanto aaí es el hombre de 1s tradici6n
que se olvida de que esta tradición no es máe que hisforia
cuando el Código ha hablado. Se equivoca aun en la era-
dición que invoca; Bata, para los autorert del Código Napo-
leOn, no es el Digesto, es Pothier. Y al hablar de la socie-
dad de comercio en nombre colectivo Pothier dice: IlCuan-
do uno de ¡os aocios no aparece haber contratado en nombre
de la sociedad sino en nombre propio, aunque el contrato ha-
ya aprovechado á, la eociedad, por ejemplo, si habie~do
contraído un préetarno en su nombre para sus negocios lo
empled en negocios sociales, aquel. que contrató con este
aocio no tendrá por esto acción contra los demia aocios. i t
Pothier aplioa despues el mismo principio d las sociedades
civiles: iiCutindo es en su nombre propio como uno de los
ocios ha contratado no es dudoso en este caso que 81 solo
esté oblz'gado con el acreedw con quien contrató. 11 Luego la
sociedad no est& obligada. Lo mismo pasa aunque la deu-
da haya aprovechado 6, la, sociedad: ipara con quién estar&
obligada esta? Pothier contesta que. tiel socio puede hacer-
se indemnizar la deuda por.10~socios por la parte que de-
ben ~oportarde ella cuando dicha deuda aprovechó B la so-
ciedad. I! (2)
Merlín invoca ahn una máxima, de equidad en la que fun-
da 1s accidn .inrern verso: la sociedad no puede enrique.cerse
4 expensas de otro. Admitimos la máxima, perca es necesa-
1. Merlfn, Uuestiones ddereoho, en le palabra iSooiedad, p f ~ 11,
, seguido pof
"Durantón,Durergier y Zaohariee,
2 Pothier, De Za aocied~d,náme. 101 p 105,
rio ver 4 qué 8% aplica. C U B I ~ ~ un
O gocio toma un prhtamo
y éste lo invierte en la sociedad iquién da el beneficio &,la
1s sociedad?' Ciertamdnte el tomador, pues que en el mo-
mento en que la sociedad aprovecha el dinero date se vuel-
ve propiedad del tomador; es por eete hecho por el que la
aooiedad se aprovecha y no par el del prestamista; es, pues,
~1socio el que debe tener una acción contra la souiedad, no
es el acreedor. Los principias de derecho están en harmo-
nla con la equidad. Pothier dice muy bien que un acreedor
'no,tiene acción máa que contra el que ha contrtitado.y no
con los que aprovechan del contrato: El acr'eedor que ha
tratadi, con un socío que no time m á ~acción que contra su
'deudor no puede tener acción contra la sociedad, con la
que no ha quer'ido tratar, salvo á prornoverxm nombre de
su deudor contra la sociedad si aquel tiene acción contra
la sociedad. (1)
'La jurisprudencia se ha pronuaciado en este sentido.
Una corte de apelación habfa puestti al cargo de la aocie'dad
la6 groviaionea hechas por un tercero 'á un socio, el que ha-
bía tratado en su nombre propio; se fundaba en que la eo-
'cieddd se'hslbfa beneficiado y que cdriocía el origen de la
8peraciCn. L a Cnrte de Casaoió~contesta que en cuanta al
conocimiento que la ~ociedadpudo haber tenido del origen
de las nieroancia~invertidaa en su activo por uno de sue
miembros,) no 'podfa resultar de este simple co.nocimien-
' ta ning6n contrato 'ni cuasicontrato, ninguna liga de dere-

cho susoiptible de obligar & la raciedad con la persona de


quien el aociu habla habido las rnercanciaa. En cuanto &'la
utilidad que la sooiedad hubiera aacad8 tampoco se podía
crear contra ella una acción en provecho del vendedor pri-
mitivo, que de ningfiti modo había tratado can ella; los-con-
tratos no tienen efecto sino entre las partea contrayentes, el
acreedor no tiene acción más que con quien trat6 y no cok*
1 Pont, p, 435, nbmil, 451 g di2 y Iorr autores que ofte.
C0NPRO;lulSUS DE LO8 SOCIOS EAUIA LOS TBBCEB08 889

ira los terceros que han podido aprovechar los resultados de


un contrato en el que no han sido partes. (1)En una aenten-
cia posterior la Corte de Caeación estableci6 terminante-
mente el principio, fundándose en el texto del rtrt. 1864.
En los térrninou de los arte, 1862 g 1864 los socios que no
han figurado en un contrato y que no han dado poder pa-
ra que comparezcan por ellos no estan comprometidos por
el socio contratante sino baja lasi condicionen siguientes:
primera: que esté estipulado que la obligación se c.ontra-
fa por cuenta de la sociedad; segunda: que la cosa se haya
vuelto del provecho de la sociedad. Llegando á faltar una
de estas condicioneri los socios no contratantes no eatán
de ningdn modo ligados con sI tercero con quien se com-
prometió el socio contratante; en consecuencia, este tercero
no tiene ninguna acci6n contra ellas. (2)

II.-iC6lkIo SE OBLIGAN LOS SOOIO~?

348. La ley comienza por establecer el principio de que


loa socios no se comprometien solidariamente: 4iEn las socie-
dades no comerciales los aocios no ae comprometen solidaria-
nif.tite en sus deudas sociale811(art. 1862), . Esto es el dere-
cho común en las obligacioraes civiles. En los terminos del
art. 1202 la solidaridad no se presume, as necesario que
esté expresamente estipulzrda 6 que sea establecida por una
disposición de ley. Cuando, P ~ B S ,la sociedad está, obliga-
da por el compromisa qüe uno de los socios ha contraida
en au nombre la obligación se reparte entre los socios. .
349. tiene excepciones esta regla! @?neralmente se sd-
mite que las sociedades civilea pueden ser contraidas en
una forma cor.&rcial; si la forma adoptada por los socios la4
somete 4 la solidaridad resultar4 que los socio~l esta-
rán obligados solidariamente con relacidn á los terceros,
1 UnsadGn, 12 de Marzo de 1850 (DaIloz, 1850,1,86).
2 Caswoión, 16 de Febrero de 1853 (Delloa, 1856, 1, 47).
como lo estarían si la sociedad fuese comercial, Nos tranag
ladaremos en cuanto 5, los principios á lo que se dijo atrás
(niims. 218, 220 y 223). La aplicación de estos principios á
Ea solidaridad no tiene ninguna dificultad. Loa sociopi que
contsatau con un tercero pueden hacerlo solidariamente; y
si pueden contratando pueden tambidn someterse 6 la soli-
daridad en su pacto aocial; ea una garantía que ofrecen i
los terceros y con eata fe los tercero8 tratan con ld 8 0 ~ i e -
dad. Y este compromiso y esta oferta resultan de la adop-
ción de una forma comercial que para los tercero8 implica
que tendrán una acción solidaria contra loa socicis, Los ter-
ceros serfan engañados si creyendo tratar con socioa obli-
gados solidariamente éstos pudieran prevalecerse con el
carácter civil de la sociedad para invocar el beneficio del
art. 1862; sí lo8 socios quieren gozar del beneficio de 1&zre-
gla no deben constituir la sociedad en una forma que su-
pone una, excepcibn & la regla. La doctrina y la jurispru-
dencia estSrn dn este sentido. (1)
350. Hay un segundo caso am el que loa socios pueden
ser perseguidos por i I total, es cuando la obligación con-
traida ea su nombrekas indivisible. Los,autores y las aen-
tencias dicen que en este caso los socios est6n obligados so-
lidariamente; la expresión ea al rnenoa incorrecta porque
lo indiviso de una obligación no Ia vuelve solidaria. Nos
trainsladamos ;Z lo dicho acerca de esta confusión en el titu-
t o De las Obliyacionea La confusión es mas grande airsi
cuando se trata de apreciar los caracteres del indiviso; hemos
señalado muchas ocasiones IOBerrores de la jurisprndericila
en esta materia; & inútil renovar esta crftictt apropdsito de
un contrato en el que' sucsderfc muy pocas veces, si es qiie
aucede, que las deudas riean indivisibtes. Hay, sin embargo,
gentencia~que han admitido la individualidad y, por consi-
guiente, la decisidn por el todo contra los socias; en nues-
1 PonE, p, 438, nbm. 665. Afx, 4 ds Junio de 1868 (Dalloz, 1869,2, 242).
tro concepto las obligaciones no eran indivisibles; (1) trsrns-
Badamos al lector 6, las sentencias y principios que ya he-
mos establecido.
351. Las deudas sociales se dividen entre los socios. Que-
da pos saber en qur5 parte esti obligado cada uno de ellos.
El art. 1863 contesta á la cuestión: 1il;os socios estia obli-
gados con el acreedor con que han contratado, cada uno por
una suma y partes iguales, aunque la parte de uno de ellos
ea la sociedad fuese menor, si el acta no ha restringido es-
pecialmentu la obligación de éste conforme á esta última
parte.!! De eate m ~ d o~ O socio3
R estan obligados con. sus deu-
das por una parte viril; luego ai son dos cada uno por mi*
tad, aunque conforme al acta de sociedad uno no deba so-
portar más que un tercio de Iaa deudas mientras que $1otro
los dos tercios restantes. Esta es la a,plicación de los prin-
cipios generales que rigen las deudas civiles; cuando hay
muchos deudores cada uno de ellos está obligado por su par-
ta en porciún viril. Se supone que el interés de los deudores
en la obligación que contiatan es la miama; si no es toca S
ellos decirlo, el acreedor no lo ptxede adivinar y podría, no
consentir en tratar con este efecto: que los socias fuesen obli-
ga(1vs rlesigualmente.
coino la parte de 108 socioa en las perdidas 6 ganancias
es proporcional á. su puesfa (art. 1853) sucederá, amenudo
que la parte viril por la que 10s socios e s t h obligado8 con
loe acreedores no es la parte real por la que ellos contribu-
yen á las deudas entre sí. Se pregunta por qué la ley no to-
ma en cuerita la parte verdadera tal como está fijada por el
contrato'social. Pothier contesta que el acreedor que trata
con los soeioa no está obligado saber qu8 parte tieae cada
ano de ellos en la aociedad. El Relator del Z'ribunado re-
produce e ~ t emotivo: JIEItercero que contrata coa 10s 80-
1 BruseIee, 28 de Noviembre de M06 ;Sirey, 11, 2, 177) Denegada, 10 de
Dioloiernbre de 1845 (Sirey, 184G, 1, 623). Cfompdieso Ponfi, p, 4 3 , xlilm* 668.
ciog estando co~sideradocomo s i iglzorccse sus convenciones par.
ticz~kure~, puede pedir á cada uno de ellos una parte igual
de su crédito, á menos que haya sido advertido por la con-
venci6n misma ds que uno de los socios tenia una parte me-
nor que los demás y qzta no entiende á comprometerse sz'no en
pro~orcz'dnd su pa~te.
352. El texto asf motivado conduce B una oonsecizsilcia
importante: que loa socios quedan obligados en su parte vi-
ril aun cuando los terceros tuvieran conocimiento del pacto
social que atribuye S, los sooios partee diferente@;para que
estén obligados al acreedor, conforme al acta de sociedad,
deban estipularlo; es una excepción 4 la regla y toda ex-
cepción debe ser estipulada formalmente. (1) Esto esta de
acuerdo con los principios generalea de derecho. Resulta
una diferencia notable entre la aociednd civil y la comani-
dad entre eaposos, que tambidn es una sociedad. Las con-
venciones matrimoniales tiexlsn efecto con los terceros; lee
aprovechan y se lee pueden opaner; h e m o ~dado la rada en
el título Del Contrato de L1/ltr.¿~nonio.De aquf se sigue que
los esposo6 están obligados & las deudas con los%ercerca en
la proporción de su parte, $al coma se ha fijado por las con-
venciones matrimoniales; luego por la mitad 6 mhe 6 menw
de In mitad; mientraa que los socios están siempre obliga-
doa por la parte viril. La razón de esta diferencia es que
los motivoa por los cuales la ley da efecto al contrato de
matrimonio parácon los terceros no reciben aplicación ea
la sociedad ordinaria.
353. d ~ a m b i 6 nlos sooios están obligados por una parte
v1ri1 cuando el acreedor promueve contra ellos en virtud de
la acción clein rem verso? N6, eato result;a del texto del ar-
tículo 1863 y de la naturalezia misma de esta acción. La ley
establece el principio de la parte viril para el caso er. que
10s socios contraten con el tercero acreedor, y no ss conci-
1 Duvergier, p, 478, r6m. 391,Pont, p. 441, nám. 661,
UOXPROXI808 DE LOS SOUIOS U U U LOS TEBCIE'ROEI 393

be esto en el caso; en efecto, supone un contrato formado


entre los socios y el tercero, contrato en que los primeros
pueden estipular que estarán obligsdos segiín su parte con-
tributiva; ee en el silencio del contrato como eetán obliga-
dos por una, parte viril. Y cuando el acreedor promueve
contra los socios en raz6n del beneficio que han sacado de
la convención, los socios intervienen en el compromiso; no
han podido, pues, estipular por qué parte se obligaron. La
naturaleza de la accibn a'lz rem wrso conduce á esta conse-
cuencia: que 108 ~ociogestan obligados cada uua en razón
del provecho que sacan del.compromiso. Es la sociedad, di-
ce el art. 1864, la que estál obligada en raz6n del provecho
y, por consecuencia, hasta concurrencia del beneficio que le
procura el compromiso. Y la sociedad son los socios. Lua-
go cada socio eatd obligado en proporción al beneficio que
saca, La Corte de Casación dice muy bien que si loa socios
estaban obligados por una parte viril la acciiin de in rem
verso tendría, en sus afectos, extensidn para mBs allá de la
causa, puesto que lejos de enriquecerse los socios estarían
en el caso de pagar por pdrdida la dauda .de otro. (1) Tal
es también la opioibn da loa demPs autoras. (2)

$ 111-DERBCEOS
DE LOS ACREEDORER.

Ndm. 2. Acreedores de Zos socios.


354. Los acreedores tienen por prenda todos los bienea
de su deudor; si Bste es socio el interés que tiene en. la so-
ciedad forma parte'de su patrimonio; estS, pues, compren-
dido en las prendas que los acreedoraei tienen en su bienes.
iPero los,acreedores tienen sobre el interds de su deudor en
la ~ociedadel mismo derecho que el que ejercen sobre los
l

1 Denegadal 18 de Xarso de $854 (Dalloz, en la palebra Sociedad, n h b62%).


2 VBencie las aita~ionesen %nt, p. 440,nniim. 650.
P. de D. TONOXXVI--50
demhs bienes de su deudor? El derecho de prenda que I$
ley concede á los acreedores se realiza por el embargo, la
venta forzada y la distribución del precio entre los embar-
gantes. $?uedeñ también los acreedores ern bargar el interla
que el deudor tiene en la eociedad y mandarlo vender? La
afirmativa ee segura; es de derecho común, y la ley no lo
deroga. Pero hay que ver á qué conducir4 el embargo; el
adjudicatario es un comprador por venta forzarla como el
cesionario es un comprador por venta voluntaria; los dere-
chos del adjudicatario ser4n, pues, los de un cesionario. Y
e1 art. 1861 dice que el socio bien puede ceder awinterds y.
a~ociarseun tercero 4 su parte, pero que no puede aaociar-
lo 4 la sociedad; el cesionario permanece e s traño á la so-
ciedad, no puede inmi~cuirseen los negocios sociales, no
puede provocar la disolución de la sociedad rii el reparto
de loa fondos comuaefi; 8610 puede ejercer los dmechas del
socio, del que es croupier, en cuanto B la parte de interds por
la cual e8 asociado, ó reclamar como ceriianario los dere-
chos que pertenecen al cedente. Tal eu también la aitua-
cibn del adjudicatario. Tendrb que superar la disolucidn
de Ia sociedad pma pedir la liquidación y la partición. (1)
iYuede, si el socio de que es croupier 6 cesionario se vuelve
insolvente, prevslecerse de la disolución que resulta ds 18
quiebra de uno de los ~uciasy pedir, en consecuencia, la
división y liquidacidn? Volveremos 4 e6ta cuestión.
355. Sfguese de esto qua los acreedores no tienen en el
interés de la so iedad derechos tan extensos como los que ti@.
nen en los dem4a bienes de RU deudor. Esto procede de la
naturaleza misma del interks social. El deudor puede, en
general, disponer de aus bienes como guste, mientras que
no tiene la libre disposición del interés que tiene en la so-
ciedad. No puede ceder su interés Coa el efecto de que el
1 Anbry y Eau, t. IV, prr. 669 y aiguientea, pfo.*381,Patio, 13 de Agosto de
1834 {Dslloz, en 18 pelabra Sodedad,rnilm, 636).
CoKPbdOaII&osDE Lo8 sO(rI0s HACiA Los TBP~YEBOB 395

cesionario se volverá socio; por otra parte, no 1e puede pe*


dir la partición de1 fondo común antes de la disolución de
la sociedad, y no puede provocar eata disoluciiin más que
en loa cs~osprevistos por la ley. La raz5n es que el interés
que el socio tiene en la sociedad le pertenece en virtud de
una convencíc5n que le impone obligaciones, y no se puede
desprender de estas obligaciones cediendo su derecha. No
le está permitido derogar el pacto social asf como romper-
lo, y los acreedores no pueden tener mie derechos que susi
deudores.
La Corte de Casación ha concluido que Ioa acreedores de
un socio no pueden aportar ning6n obstáculo al ejercicio de
los derechos de los demás socios. En principio esto es incontm-
table. Las cosas puestas en comfin quedan afectas á cierto des-
tino que forma el objeto de la ~ociedad;ni elsocio ni losacree-
dores suyos pueden impedir la marcha de la sociedad y sus
operaciones, si no la sociedad no seria posible. LOS acree-
dores pueden embargar los creditos que pertenecen á BU
deudor? ¿Pueden practicar un embargo en un credito social?
La Corte de Casaciiin decidió que al embargo precautorio
no impedla que los terceros pagaran S lo8 demás socios su
parte en el crddito; el único efecto del embargo es, pues,
suspender e l y n p de lo que debe tocar al socio deudor. (1)
Si el embargo suspendíara el pago de lo que se debe los
demhs socios atacaria los derechos I)
de la sociedad, sus ope-
raciones estarían estorbadas; los acreedores de un socio no
tienen este derecho, como no 10 tiene el mismo socio; éste
debe cumplir las obligaciones que le incumben con este ti-
tulo y sus acreedores no pueden ejercer sus dere~hosm8s
que teniendo en cuenta sus obligacionea.
356. El aooio es copropietario por indiviso de Ias cosas
que componen el fondo social, 6 Cu&lesson loa derechos de
sus'acreedores en estos fondos? Aquí hay tarnbidn que apli-
3. Oasaoióp, 11 de &brzo de 1806 (Qalloz, en la palabra hciedad ndm. 643).
car el principio de que los acreedores 00 tienen mas dsre-
chos que su deudor, El socio hiene un derecho' indiviso res-
tringido por el derecho igual de los demas socios, derecho
que no puede realizar mientras dura la sociedad, y no le per-
tenece provocar la disolucida de Bsta. El derecho de los
acreedores está sometido las mismas restricciones. d Pue-
den embargar los bieneci indivi~osy hacerlos vender mien-
tras dura la. sociedad? Nó, puea esto aerfa provocar la di-
solución da la sociedad, y no pueden en nombre de su déun
dor ejercer un derecha que éste no tiene. Tienen que espe-
rar la dieolución de la sociedad para pedir la liquidacidn y
reparto; ejercerán después sus derechos en los bienes pues-
tos en el lote de su deudor; &te nunca tuvo el 'derecho en
los demh bienes puestos en los lotes de sus consccios. Esto
prueba que antes de la particibn los acreedores no pueden
embargar los bienes que componen el fondo social, pues em-
bargarían bienes en los que su deudor nunca tuvo derecho.
Así aun despues de la disoluci6n de la sociedad y antes
de la partición de la masa loa acreedores no pueden obrar
en los bienes que componen la rnaaa, ni siquiera lo podrían
aunque tuvieran un derecho real en los objetos de los que
pidieran la partición. Tal seria el caso en que uno de 108
socios vendiera su parte indivisa en un objeto social. Esta
v&ta no da niagtXn derecho actual al comprador, por razón
de que la existencia misma de .la venta estrt subordinada al
resultado de la partición; si Ia cosa se pone en el lote da
un socio no vendedor la venta cae; era, pues, imposible que
antes de la particidn el comprados, asi como cualquier otro
acreedor, obren en el fundo comdn; 6410 es por la partición
como los derechos desu deudor quedaran determinados, y na-
tes de que lo sean los acreedores están en la imposibilidad
de obrar. El único derecho que pueden ejercer despues de
la disolución de la sociedad ea pedir la liquidación y el
reparto en nombre de su deudor.
W I P B O l ~ S 0 8DE LOS SOCLIOI HACIA LOS TERCIEXOS S91

Estos principios proceden de la naturaleza del derecho


que pertenece al socio y, par coaiaiguiente, B sus isreede-
res. Puede apoyarse por analogía en el are. 2205. Despuds
de haber dicho que el acreedor puede perseguirla expropia-
ci6n de los bienes inmobiliares de su deudor, la ley agrega:
Noobstante, la parte indivisa de un coherederoe n las inmue-
,les de una sucesidn no puede ser pueata en venta por sus
acreedores personales antes del reparto ó la licitacidn que
pueden provocar si lo juzgan conveniente, 6- en el que tie-
nen el derecho de intervenir conforme al art. 88S.ri El mo-
tivo de decidir es el mismo en todos los casos en que hay
indivisión, que ésta resulte de una sociedad 6 de una suce-
sión, Es impcsible embargar y expropiar como bienes del
deudor bienes que le pertenecen 'por indiviso, pues si los
bien@! cayeran en el lote de uno de sus copropietarios re-
sultaría que los acreedores hubieran expropiado fin bien eri
el que su deudor estB. como si nunca tuviera derecho en él.
Es, pues, necesario, antes da que pueda procederseti laexpro-
piación, que cese la indivisión por el reparto, á reserva de
que los acreedores intervengan en la partición para sigilar
que no He cometan fraudes sus derechos. (1)

357. Cuando la eiociedad. est4 obligada el acreedor tiene


acci6n contra todos los sociop, pues en nuestra opinidn la
sociedad son loa socios. Tal e5 también el lenguaje del Có-
digo. El capitulo 111 esta titulada: iiDe los compromi~oe
de lis socios para con los,terceros;i~la ley no habla de los
cornpromi~osde la soc'iedud. Esto es porque en el sistema
del Código la sociedad no forma un sér moral distinto de los
socios. Mo hay, pues, unti sociedad deudora, hay socios deu-
1 Darantbn, t. XVIL, p. 496, ndm. 445, Aiibry y Rau, t. m, pa. 600 Y
gnientes, pfo, 381. P ~ r í ~10
i , de Junio de 1869 (Delloz, 1870, 1,304).
dores, Es en este sentido en el que el art. 1862 dice que uno
de los ~ O C ~ OnoE puede obligar á los demás más que cuando
\
estos le confirieron un poder; luego cuando uno de los socioa
tiene el poder p a h obligar $ loa demás datos se encuentran
personalmente obligados por los compromisos que el socio
contrajo en uua nombres. No se trata do una sociedad obli-
gada. El art. 1863 decide que los socios obligados como ta-
les esta* comprometidos para con los acreedores por una
parte viril, lo que implica que el acreedor persigue 4 los so-
cios y no á un sér moral distinto de éstos. En fin, el art. 1864
repite lo que ya había dicho el art. 1862: ea que el socio
que contrata por cuenta de la sociedad liga 4 eua socios cuan-
da ~ R ~ leOBhan dado poder 6 que la cosa aprovechó 4 la so-
ciedaa. Aai aunque el compromiso haya sido contraido por
cuenta de la aooi6dacZ 6 le haya aprovechado no es la socie-
dad la deudora, son los socios los que se encuentran ligados-
358. De que los acreedores de una soeiedad son acreedo-
re8 de loa socios idebe concluirse que no hay ninguna dl-
ferencia entre los acreedorecl de la sociedad y los acreedo-
res personales de los aeociados? Llamamos acreedore~per-
sonales del socio áaquellos que no han tratado con érl con eE
carácter de asociado. Poco importa cuál sea la causa de le
obligación; que sea una deiada social 6 una propia del socio
lo seguro as que dabe est& obligado personalmente en una y
otra hipótesis. Luego todoa los acreedores, ~lociostí otros,
son los acreedores personales de los socios. ¿Quiere esto de-
cir que deba aplicarse .á los acreedor@@ de la sociedad lo que
acabamos de decir de lo^ acreedore~de los socios? (n6mero
354-356). Hay diferencias, pero importa precisarlas; en
nuestro concepto ee las ha exagerado para deducir de ellas
cont~ecuenciasque nos parecen inadmisibles.
El art. 1861 e8 el que es e1 sitio del debate. Se hau prevm-
lecido de BL para establecer una diferencia radical entre lo6
acreedores de la eociadad y loa de los sacios, dando á lo&
gO 1UPEOMiSOS DE:LUS SOOIOB HAOIA LOS TEEOEROS 399

primeroe una preferencia, sobre los segundos. Creemos que


el art. 1861 debe apartarse del debate. Supone que uno de
lus socios se asocia un tercero b que cede su parte en todo
6 en fracción; el crozcpier y el cesonario no son acreedores
propiamente dichos, son subsocios para cou el socio que ha
trstado con ellos; durante al curAo de la sociedad no tienen
ninguna acción en el fondo social, puesto que la ley no locl
considera como socios, No puede, pues, haber ningún con-
tacto nii ningdo conflicto entre el croupier 6 los cesionarios
y 108 acreedores de la sociedad. Lo que el Código dice de
los craupiers 6 cesionarios no se refiere ti los acreedores de
la sociedad 6 de los aeociados; no se puede, pues, invocar el
art. 1861 para inducir que los acreedores de la sociedad tie-
nen derechos que no pertenecen á los acreedores de 108 so-
cios y que en el conflicto de estos acreedores la preferen-
cia pertenece á 108 acreedores de la sacieda?.
359. Hagamo8 abstracción del art. 1861 y preguntemos
cuáles sori los derechos delos acreedores de la sociedad. Son
acreedores de los uocios; datos tienen un patrimonio que les
es propio y tienen un derecho indiviso en la eociedad. Los
acreedore~de la ~ociedadt;ienen por prenda los bieneu pro-
pios de los socios, puesto que Bstos son sus deudores porso-
nales; en este patrimonio sus derechos sari absolutamente
los mismos que los da los acreedores particulttrea da loa so-
cios: esto no es dudoso. Lo8 acreedoras de la sociedad tieneu
también por prenda los derechos indivims que pertenecen.
di los aocíos en la aocíedad. ¿Hay á este respecto una dife-
rencia entre las acreedorea sociales y los acreedores de los
aeociados?Sulr derechos son rnáa extenso^ en este ent ti do: que
son acreedore~de todo8 loe ocios, mientras que los acreedo-
res de 104 socios 8610 tienen por deudor & aquel de los so-
cios con quien ban tratado, Be esto una consecuencia im-
portante. Loa acreedores de un socio nada pueden hacer que
perjudique á, los demás s~cioe.No pueden practicar iin em
bargo en un credito social en perjuicio de Eoa socios que nw
aon sus deudores (núm. 355). Esta restricción no recibe apli;
caci6n á los acreedores de le eocipdad, puesto que tienen
por deudores & todos los eocios. Esta es una diferencia en-
tre los acreedores eociales 'y 10s acreedores de los socios.
Todavía hay otra. Loa acreedores de los socios no pueden
obrar en la parte ipdirisa de su deudor en las cosan socia-
Les porque no s; osbe cuales son los bieoes que pnrtrnecein
6 su deudor, 8610 la particidn lo determinar6 (npám. 356).
,jPasa lo mismo c o i los acreedores sociales? ' ~ 6 pues
, es
seguro que todos los bienes de la sociedad tienen su pren-
da; poco importa, pues, que esto. biebes estén[indivisos, es-
thn en el patrimonio de su deudor; luego los acreedores pue-
dan embargarlos y axpropiailori; embargan y expropian bie-
nes que son la propiedad de sus deudores. Cada uno de ellos
no puede objetar á los acreedores que persiguen bienes qua
no le pertenecen y que deben esperar la partición; las acroe-
dores les contestarhn que loa bienes pertenecen á todos los
casos, 4 todou los socios, luego á, todo8 sus deudores; son',
pues, sus prendae pueden realizarlas.
360. Estas son diferencias entre los acreedorea aociales y
los acreedores de los ~ocicis. ¿Debe concluirse de esto qus
los acreedores sociales tienen un derecho de preferencia so-
bre loa acredores de los socios? Eo nuestro' concepto nó.
El art. 2093 dice: 11Los bienes d d deudor son la prenda
cornttn de sus acreedores y el precio 80 distribuyo entre
ellon por contriboción, h no mr que haya entre lcs acreeio-
res causas de legitima preferencia. 11 iGu$les son'estas cata-
sas de legitima preferencia? E1 art. 2094 contesta: las hi-
potacas y los privilegio^. En el caso no se trata de hipote-
ca ni de privilegios. Hay concurso de acreedores, todos
personales, aunque la causa de sus obligaciones sea dife;.
rente; y entre los acreedores personalea e1 producto de lo^
bienes se distribuye por contribucidn,
COXPEOMISOS DE LOS SOOIOS HAOIA LOS iPEEUBQOB 401

iHay un motivo para no aplicar el principio del. art. 2093


al conourso dé acreedores sociales y de acraedores persona-
les de los socios ? Elabría una razón decisiva para no apli-
carlo si la sociedad formaba una persona civil distinta de lo*
so'cios. En esta opinión los acreidore8 de los socios no po-
driazl concurrir con los acreedore~~oeialss;los acreedores de
la sociedad tendrían 5610 por prenda los bienes de la s ~ c i e -
dad; en este caso serían 'preferidos 4 los acreedorea de los
socios en los bienes sociales, pera en realidad no habrfa
una causa de legitima preferencia de que habla el art, 2053,
pues no puede tratarse de preferencia entre acreedores que
no concurren porque tienen deudores diferentes. Esta teo-
ría estA admitida para las sociedades de comercio,queestán
consideradas como' peraonas civiles; (1) y los que admiten
que las sociedades civiles tienen una per~onslidaddiutint;s
de 1s de los eocioa aplican la miema ~Gctrinad loe acreedo-
res sociales y á los acreedores de lo8 ;ocios. (12) Poroontra
los que no admiten la personificacibu de las ~ociedadesci-
viles deseóhao 1s consecuencia que procede de ella; admiten
en la misma linea á ambas categorlas de acreedorea y les
aplican el principio del art. 2093. (3)
Se pretende que las diferencias que existen entre los
acreedores sociales g los acreedores de loa ocios con'duoen
necesariamente á una preferencia de los primeros & los ae-
gundos, (4) Creemos que esto es exagerar eycas diferencias,
pues esto ea llegar Ci crear un derecho de preferencia entro
acreedoree que tienen un mismo deudor, sin ,que haya en-
tre ellos una de las causas de legítima preferencia :idmiti-
daa por la ley; lo que uerfa violar el art. 2093. El iiaico
1 T6anse lae fuente6 en Pont, p. 97, ndm. 125.
2 VBanae los autores citado6 por Pont, p. 448, nota 5.
3 Aubry y RRII,t. IV, p. 566, nota 7,pfo. 383. Uomphreae Uaaaoión, 11 de
Mmgo de 1870 Dallox, 1870, 1, 406).
i
4 Tliiry, Do a ~ezaoidnqire oxiste oro las saciedades oiviles enhe los asociados
80s Cerceros (Ravistc~critica, b, V11,fi. aiío, p, 289), Pont BB adhiere 6 etrta opfc
niGn, ps. 445 y eiguientes, Aabrg y Rau la dessohan sin combatirla direots-
mente. P. da D. TOMO XXVI-61
402 SOCIEDAD

medio de justificar una preferencia sería considerar á los


acreedores de 10s socios como no si4ndolos de la sociedad,
lo que restablecería la personificación civil de la sociedad.
$30 dirá que el Código, poco lógico é importándole poco el
rigor romano, admitió una consecuencia de la personalidad
á la vez que la desecha? Aun esto no ea exactu. El Código
no conoce acreedores de la sociedad, sólo conoce acreedo-
res de los socios (nfim, 357); no hace ninguna distinción en-
tre 10s que tratan con la fiociedad y los que tratan con los
socios; todos son igualmente ácreedores personales de los
socios; todos deben, pues, tefier los mismos derechos; iji los
acreedores de la sociedad tienen por prenda el patrimonio
social y el patrimonio propio de los socios los acreedores
de datos tienen por prenda los mismos patrirnonioe. S610 que
hay una diferencia. Los acreedores de los socios no pueden
embargar los bienes sociales, mientras que los ácreedores
sociales tienen este derecho. ¿Se dirá que1 preciuamente de
esto resulta el derecho de preferencia de los acreedores so-
ciales, ci~andomenos mie~trasdura la sociedad? En apa-
riencia sí, en realidad 116. Suponemos que los acreedores
socialeu embargan los bienes de la uociedad g los hacen ven-
der. d ~ e n d r á unp derecho exclusive en el dinero proceden-
te de la venta? N6, los acreedores de los socios se presen-
t a r & ~distribución y uer&ncolocados. i P ~ qu6
r los admiti-
mos á la cmtribución g no les permitimos promover? Por-
que el motivo por el cual no podrán promover llega á cesar
una vez que los bienes se distribuyen entre lo3 acreedores.
Si ya nada queda indiviso entre las socios, puesto que los
bienes indivisos esthn vendidos, el dinero pertenece 4 los
acreedores, y entre éstos se encuentran los acreedores de los
socioa, Excluirlos es quitarles una parte de su prenda,
pues una parte de los bienes vendidos pertenecia al socio
BU deudor. $Con q J derecho los acreedores sociales les qui-
t;arian e ~ t pa r e ~ d aque la ley les da?
En la opinidn que combatimos se admite que los screedo-
res sociales no tienen la preferencia sobre los acreedores de
los socios sino durante la saciedad, Deepuds de la disolu-
ci6n de la ~ociedadtodos los acreedores están en la miama
licea y ejercen los mismos derechos. Esto no es dudoso, pe-
ro la diferencia que se establece entre ambas hipótesis jno
atestigua en contra de la doctrina que admite? 162116 los
acreedores sociales tienen un derecho de preferencia 6 no lo
tienen, según que promueven durante el curso de la socie-
dad 6 después de la disolucidnl @e concibe un derecho de
preferencia temporal y accidental? Porque la disolucidn
de la sociedad depende de un accidente, de la muerte
de uno de los socios, de su interdicto, de su quiebra.
Un acreedor promueve contra la sociedad. Durante la
instancia la sociedad se disuelve; iTendrá, un derecho de
preferencia? Si se le concede se ponen en oposición con el
art. 2093 y con la doctrina miama que lo niega después de
la disolucidn de la saciedad. Se la niega y entonces se es-
tá en contradición con esta misma doctrina y con el prinoi-
pio que hace retrotraer las sentencias al dfa de la de-
manda.
Una doctrina tan llena de contradiciones no podria ad-
mitirse sin que fuera establecida expresamente por la ley.
Y no tiene mSs b a ~ elegal que las induociones sacqdas del
art. 1861,y esr e articulo no habla de acreedores ( n ~ m358).
,
Es, pues, una doctrina extralegal, y le rechszamoi~á este ti-
tulo.
361. Aun se presenta una dificultad en materia tm difi-
oil; pero es preciso convenir que a i es diffcil es porque los
íntdrpretes han ideado doctrinas que el Cddigo ignora. se
pregunta si los deudores de la sociedad pueden oponer en
compensación lo que los socios les deben, Si se atiene uno
al texto-y rneiite de la ley la decisión no es dudoaa. La so-
ciedad son Tos socios; decir que la sociedad ast4 obligada es
decir que los socios lo estan (núm.357); por id4ntica razón
cuando yo soy deudor de la sociedad lo soy de los socios,
Nunca es la sociedad como tal si acreedora ni deudora, son
los socios; luego las deudas socialéa pueden compehsarse
con las de los socios, puesto que las deudas sociales son las
de 103 socios (t. XVIII, núm. 430).
iQué se opone á, ests doctrina? Se dica que la sociedad
es un sér moral; es ésta persona civil la que es acreedora y
deudora, no son los socios; luego cuando yofsi3y deudor de
la sociedad 'no puedo oponer en compeosación 10 que un
aocio me rlebe, parque la sociedad y el socio'son dos perso-
nas difergntes; no estoy, pues, en los términos de la com-
peusacidn. (1) Hemos de~echadola teoría de la personifi-
cacibn; nb estB apoyada ni eii Ia tradioión ni en el texto, ni
por a1 eupíritu de la l ~ y . Si la teoria ea falea la. consecuen-
cia que se deduce decae por esco. S e objeta que cuando no
se conaidera la sociedad corno una peraaiia civil la dificultad
subaiste en lo relativo B la compensacicin. En la teoria da
los Sres. Thiry y Parit se diferericia. Si el acreedcr de la
sociedad se vuelve deudor de ella hS lugar 4 la compelmaa-
ci6a, porque los acreedores sociales pueden perseguir.ou pa-
go sobre los bienes de la saciedad y @obrelos ,créditos tam-
bién como sobre las dem4s coses; nada se opone, pues, 4 que
el deudor, en pago de lo que debe fi la suciedad, dé un cré-
dito social. No sucede lo misnio con Los ordditos que el deu-
dor de la sociedad tiene contra los socios; en tarito que la
sociedad dure no tiene por prenda los bienes sociales; es
pues, deudor de la masa social sin ser acreedor; por lo
tanto, la compensacibn es imposible, (2) ¿Preguntaremos en
dónde dice que el acreedor de un mcio no tiene por prenda
I i w bienes de la sociedad? En los terminos del art, 2093
1 Troplomg, Larombibre tl la jurirrprudenoia (Pont, p. 449, n6m. 670, no*
ts 1).
2 Thiry, en la diaertaoi6n precitada (Revisttx c r w a , a, VTI, p. 302) aeguido
por Pont, p. 449, n6m. 6701.
't3ONPBOMIS~DJ3 LO8 XOBlOS 1980X.A LOS TERGEfZIX 2 495
tiene ea prenda todo8 los bienes y derechos de su deudor,
luego tambidn los derechos que el deudor tiene en el fo'ondo
\

social; contestarle este derecha ea hacer una excepción al


art. 2093: ihay alguna estcepcidn ~ i texto?
n &u& importa
que duran te el curso de la sociedad e1 acreedor de un socio
no pueda expropiar S la sociedad? Esto no impide al acrea-
dor tener pwnda en el fondo social; lo mismo que el socio
as copropiet,wio aunque aio pueda pedir la liquidaci6n y di-
visión del fondo comúa. Basta con que haya uaa deuda y
crédito entre las mismas p6rsonae para que la compensación
se opere de pleno derccho, no hay amesidad de acción ju-
dicial ni da expropiacidq; luego las dificultades relativas &
le per~ecuoióxadel derecho cañtra el socio están fuera. de
cama cua~doso trata de. carapeur~acibn;por consiguiente,
luego se, sobrepa~ala ley cuando se deduce que larcona-
geaaacidai ea imn,posiMe en razón de estas difi.ciaksdm,
ffig DTB'EREN'ITiS MODOS DE TERMINA.& LA SbUIk@dDE6a,

362. Xay cadsas que dan Grr á lar eoc3eda;d da pleno der
pecho. Hay otra8 que dependen de L voluntad de on socio
6 de la decisión de1 juez.
Las primera~rsestán numeradas en el are. 1865, nilmeros
2-4, que dice: i t h sociedad acaba: 1. O por el vencimiento
del tiempo por el cual fue contratada; 2. O por extinciba
de la cosa ó consumación de Ia nsgociacibn; 8. O por muer:
t e natural de alguno de loa aodos; 4. yo^ la muerte civil,
el interdicto 6 quiebra de uno de ellos,t, Es precisa Reparar
4s muerte civil que está prohibida en Francia y BBlgica.
Dijimos que en estos casos la eociedad acaba da pleno.
darecho. Esto es lo que Merlín demostró con la evidencia
de 8118demostracionesr (1) La eociedad acaba, dice la leyo
¿Que idea dan mtas palabras? dEl del derecho de pedir Is
disoluci&nde la sociedád? N6 rsino la de la disolución mis-
ma operada ipsofacto. No depende, puee, de los socios rebu-
same 4 la disoluci6n de la sociedad; la sociedad se disuel-
ve quieran 6 no, Sin duda la@partsa interesadas pueden
mantener la sociedad cuando la cosa es posible, pero se 'ne-
cesitar4 para esto una convención nueva y, por consiguien@
te, habrti una nueva sociedad; los aocioa no pueden mantee
1 Merlín, OucsMoltes de derecho, en la palabra Sociedad, pfo, IX,
ser da antigua, sokdad cuando está disuelta de plano en
virtud de la ley; la disolución es un hecho cump1"io y no
hay poder humaízo que pueda deshacer un hecho consuma-
do, Uno de los socios muere; los socios supBrstites puedeb
permanecer en sociedad, pero esto será una sociedadlnue-
va; es imposible que la antigua sociedad' conitinxíe, puesto
que fud diwelta de plano por la muerte; hay un hecho qw
escapa al poder de nuestra voluntad y este es la muerGe.
Nerlfia, e1jurisconsulto tradicional por excelencia, gusta .de
citar la tradición. %ay una de las causas exlumerada~por el
art 1865 que da lugar A alguna dificultad: es la quiebra ci-
vil; v~lvwemosd ello. iLa quiebra de un socio disuelve d~
plano la sociedad? El texto contesta B la cueutidn, pues-
to gus pone 4 la quiebra en paralelo con ]la muerte. Se di-
Aere de &a, sin embargo, en al sentido de que tUsta es un
acontecimiento natural, inevitable, independients de la *ob
Suntad; mientras que la quiebra eb un hecho peaonal del
socio, nn hecho que Ie es imputable; efito no impida que la
aociedad eat4 disuelta de plano. Si los socios quieren con-
tinuarla Lo puedén, pero habrá, una nueva sociedad, dicen
ks leyes romanae; prueba segura de que 1% primera socie-
dad tie (liuolvi6 sin la voluntad de los aocioa y aun B su peb
gar, puesto que su voluntad es mhnitenerlai lija leiy permi-
te, sin duda, á los aocios continuar su asuciación, pero no
lee puede permitir lo imposible. Todo cuanto pueden hacer
es estipular en su pacto social que la sociedad no quadari
disuelta por la muerte 6 la quiebra 6 por una de las de-
mds causas previstas par el art, 1865, siempre en los limi-
tes de lo posible, i$e concibe que loa socios convengan en
que la sociedad contimará apesar de la extinción de la GQ-
Ra que constituye el fonda social? No hay contrato sin 'ob-
jeto, y los socios no pueden hacer que haya sociedad cuan-
do no hay fondo social.
363. Eiay causas que dan fin S la sociedad por la VOIUW
tad de iin socio 6 ' ~ olar deoiBii61i del jtrez! E1 a r t 1865 di-
ce que la aociedad acaba por voluntad que expresenuno 6.
varios socios d e nó estar más asociados. M4s adelante di-
rekos á, qué sociedadea se aplica este principio. La l e eo- ~
loca esiatqu~nts.oausaen la misma lima que las cuatro ill-
timas. En cierto modo e8 verdad decir quela sociedad apea.
ba de plano derecho; desde que uno de loa eocios declara
que no quiere ya perbenecer 'á la sociedad la sociedad se
disuelve, 'no podrli mantenerse ni por loa sodios ni por 1s
autorización del juez. Sin embargo, hay una grao diferen-
cia entre la renuncia del ?ocio y las otras causas que dara
fin, A la eociedad, Desde luego es necesaria una manifesta-
ciáq de voluntad, mientras que en las cuatro primeras cau-
sas la voliiotad no desempeña ningíin papel, cuando menos
en el mamenttit;ode 1s disoluciQn. Luego'la airnple voluntad
no basta para romper la, sociedad; la ley quiere que la re-
nuncia se? 'dp buena fe y no hecha 6 contratiempo; el juez
podrh, apeaar de la reiuncia del so&, mantener la
sociedad décidiendo que el socio ha renunciado de mala fe ó
& contratiempo. Le dinolución se hace por sentencia judi-
oial cuando es pedida por uno de los socios por causa legi-
tima (art. 1869). Tal es el caso en el que un socio falta. Q sur
.compromisos. Hay lugar entonceR á la resolucidn de la so-
ciedad ea virtud de la condición resolutoria tácita, la que ni0
se opera de pleno derecho; as necesaria una sentencia del
juez
$~CVCXQN 1,-De los casos en que lu sociedad acaba
de hrecho plano.

364. iiLa sociedaca acaba por ei venomiento del tiempo


por el que fa6 contratadail (art. Ig65, 1. O ) Si el acta eo-
cid determina el tiempo por el que se contrató la sociedad
iota acaba de pleno derecho al vencimiento del plazo. Esta
es 11; aplicación del derechd común. Las convenciones ha-
cen ley para aquellos que las hacen (art. 1134); es en vir-
tud de egtn ley como se disuelvella sociedad; es, pues, por
volilntad de las partes; pero esta voluntad está, &presada
en el con trato, no debe serlo ya en el vencimiento del plazo:
Hay más: las partes, una vez vencido el plazo, no pueden
impedir que la, disolución tenga lugar, es un hecho verifi-
cado (nlírn. 362)'; pueden solamente prorrogar la sociedad.
Nh3 adelante diremos- cuttl es el efecto de esta prcirroga.
365, Las partes contratantes son libres d e dar á la ~ o c i e -
dad la duración que quieran. Esto resulta del art. 1844;
que est& concebido así: 1iSi no hay convenio para lar dura-
cidn de la sociedad está, ~on~iderwda como contratada para
toda la vida de los aocios, Conforme B la moditicacicjndiclia
ed el art. 1869; si Re t r i t a de un~negociocuya duracihn sea
limitada, por todo e1 tiempo q ~ deba e durar este nsgocío.li
El art. 1869, al que al 1844 translada, contiene una dispo-
sici6ra muy iinportanie, Cuando la duración de uu-r, socie-
dad ee iIirnitadiz puede ser disuelta, por la voluntad de una
de las partes, mientras que la disolución de las sociedade~
S plazo no priede pedirse antes de vencido ,el término.
iCu4niio es la sociedad á término y cuá,ndo su duración .esa
ilimitada? volveremos á, la cuesti6ni al tratar de la disolu-
ción que se hace por voluntad de un sacio. El art. 1844 de0
cide una dificultad que se preseeata eitl esta niretería. se su-
pone que el pacto social no fija la duraciba de la saciedad.
6Resultarh que tiene una duración ilimitada y, por oonsi-
giiiente, podra romperse por voluritad de un socio! 2 s pre-
ciso diebiinguir, conforme al art. 1844. Si Be L~athBe un ne-
gocio cuya duración eatti, Ilimitada Ira soeieded tendrg igual-
memte una duraoión lirnitstda, el tiernps que debe durar el
negocio; queda por dicho que, en eote caco, la voluntad de
P. de D. TOMO XXVI-62
un socio no puede dar fin á, la sociedad; se dar$ fin de ple-
no derecho con el negocio para que el fué contratada. Pei
ro si se trata de una serie de operaciones no se puede asig-
nar límite cierto á, la sociedad; la Iey decide que en este
caso se considera como contratada por toda la vida de los
ocios. En la mente de nuestras leyes DO se pueden contraer
compromisos perpetuos; ea ya lana obligación perpetua, bajo
el punto de vista del hombre, un campromiso contraido por
toda la vida; por esto las leyea romanas califican & les ao-
ciedades por toda ta vida de ~ociedadesperpetuas. La ley
admite las sociedades por toda la vida aunque desapruebe
el arrendamiento de servicios contraídos por la vida (artí-
culo 1780); es que las sociedades son favorecidas, en tanto
que la dependencia de un criado por HU vida eeria un aten-
tado 4 su libertad, Ademtis, no teiliendo la sociedad plazo
oonvenciooal y no estandi limitada 4 cierto tiempo para la
duración del negocio que ee B U abjeto, faltaba s~ipnarleun
lfmite cualquiera, y el menoa arbitrario ea el de ia vida de
los aocio~,Esta especie de perpetuidad no tiene, par la de-
m&, ningún incunvanient;e, pues quo la ley awimiIa la so-
ciedad por la vida 4 la sociedad de duración limitada, y per-
mite, en consecuencia, 4 cada tino de los xocios dar fin por
au voluntad,
366. El término puede ser expreso 6 tácito. Es tácito en
el caeo previsto por el art, 1844. Jarnlis es presumida Es-
to es el derecho corúíln *tal.como lo expusimos en el titulo
De las Obligaciones,
81 ttérmino no siempre es el limite de la sociedad en el
sentido de que la sociedad tiene necesariamente fin con e).
vencímíento de1 plazo. Todo depende de la intencidn de la8
partes contratantes; , ~sui voluutad es dar fin á la sociedad
al vencimiento del plazo la ley del cuntrato recibirá su eje-
cucidn, Este es el caso previsto por el art. 1865, núm. 1,y tal
es, en verdad, el caRo ordinario. Sin embargo, puede suce-
der que las partes hayan fijado un término porque tiupon-
gan que el tiempo fijado bastar$ para terminar e l negocio
que es objeto de la ssciedad ; si se engañaron y si al expirar
el término las operaciones no se han concluido ise decidirá,
sin embargo, adhiridndose al art. 1865 que dice que la ao-
ciedad acaba con el término? N6, seguramente; esto sería
interpretar el contrato contra la intención de las partes cona
tratantes, y la primera regla de interpretación que el Códi-
go establece impone al jueli que investigue cuál fué la in-
tención da las partes más bien que atenerse al sentido lite-
ral de las palabras (art. 1156);y en el caso la intención de
las partes no podría aer dudosa; quieren hacer una opera-
ción en común, pueden naturalmente concluirla; luego aun-
que hayan fijado el plazo probable de su convencidn, el ver-
dadero plazo es el de la consumación del negocio; lao par-
tea se enouentrsn, en realidad, en el caso previsto por el
articulo 1844; teniendo el negocio una duración limitada la
sociedad se contrata por todo el Gempa que debe durar la
negociación. (1)
Hay acerca de esta cilestidn una excelente ~entenciade
la Corte de Bruselas. Dos parsonas ae hacen adjudicatariati,
en 1806, de los trabajos por ejecutar en el puerto de Am-
beres durante los años 1806 y 1807; aa asocian un tercer
empresario. Los trabajo8 no se acabaron en 1807; en Mar-
zo de 1808 un decreto ordena la continuación de los traba-
jos segiío nuevos planos; el 28 de Julio uno de los adjudi-
catario&se campromete A ejecutar los trabajos por el mismo
precio y condiciones que los de la primera adjudicacidn.
Pretende despues que el tercero asociado á la adjudicación
primitiva es extrati0 á la nueve empresa, habierndo sido di-
suelta de plano Ia primera sociedad al concluir el año 1807,
plazo para el que había sido contratada. Habia un motivo
de duda: ss que un decreto había intervenrdo y,viga nileva
convenci6n había tenido lugar. E l primer juez declk-6 la
aociedad disuelta; la sentencia fué reformada por la Corte de
Apelación. Comienza por comprobar de hecho que el acta
de asociación comprendía la totaiidad de los trabajos por
ejecutar e a el puerto de Amberes; los trabajos nonisistian en
nivelaci6n y aterramientos, luego habla estacados y luego
mamgoste~í:isy pavimentos. Todos estos trabajas en traban
en el contrato social, el que no porlía concluir sino después
de s u completa ejecucicin. Si las ,partes habian iIjado8un
término de dos años Fuué porque el Gobierno así lo quería,
pero este plazo no implicaba, que ic su vencimiento la socie-
dad acabaría aunque los trabajus no estuvierap concluidos,
pues la expiraci6~del plazo a o desligaba á los adjudicats-
ríos de ~ U cornpr~~nisos;
R y era para Ia ejecucicin de diclios
compromisos ,para lo, que la sociedad había sido formada2
Y a l concluir el año 1807 le tercera serie de trabajoa ni si:
quiera había empezada; de modo que teniendo que eonti-
nuar los trabajos la sociedad subsistía necesariamenta. Que-
daba la objecidn del nuevo ooribrato hecho en 1808 por, uno
de los adjudicatarios. Ilti Cqrte contesta que los trabajos
que eran objeto de esta convencióxi eran los misrnvs que los
que debieron haberse ejecutado entlos años 1896 y 1807. y
que no lo habían sido. Las modificaciones que el, Gobierno
había hecho no habian cambiada la naturaleza de la obra;
la conven~idnmisma, enunciaba, expresamente que esto era
la continuaoión de los trabajos comenzad~sen 1806. El ad-
judicatario que firm6 el contrato hacía mal en .contestarlo,
puesto que ~1ehabfa valido, para ejecutar los trabajos, de loa
materiales, útiles (! instrumon tos Icomprsdoa en corniín pos
los socion sn el cursa de 108 aiios 1806 y 1807: no tenía dere-
cho do servir~ede sllns tii la ~ociedad'estahad.isuelta; al ha-
cerlo probaba $1 mismo que la sociedad snbsistia a h (1)
1 EruueIa8, 13 de Enero do 1810 (Dalloz, en la palabra ,Socied~~r,d,ndm, 643).
367. En sociedad S plazo concluye de plano al fenecer ek
plazo. 2Piaetle concluir mas temprano por la voluntad de
los socios? 33s seguro que la disoluoión no puede ser pedida
por ueio dé! Jss socios; el sst. 1871 lo dice: LP.misma msr-
yoris no teudria el derecho d e pronunciar la diso2ucibiz de
Jsn, sociedad, ae necesitaría el consentiia;iento de todos loa so-
oros. La Corbe de París lo senteacid así (1) y eeto no s s du-
doso, es ia wplieacidi~del principio eltmental de 18 Prrcvo-
cabilidad de les corivenciones; alo pueden se~revocadagmás
que por el consentimiento mutuo de los que las ,hicieron (ar-
tículo 1134); la rnayoria no tiene el derecho de romper IB
convencibn imponiendo su voluntad cá la minoría.
368, f,ra sociedad Li plazo limitado puede ser prorrogada
{art. 1366). Ea necesario eli consentimiento de todos los so-
cios paw validar la prórroga. En ~fecto,esto es haces una
nueca convención, como lo diremoa adelante, 6 modlficár la,
aatigua s i ciedad; hay, pues, en todos los casos un mevo
pacto aoeial que s&lo puede formarae por el concurso de
consentimien~cisde todas lag pstrtee interesadns, Esto no e8
dudoso. 86:pregt~ntacOmo debe expr~sarseel cnnsentimisn-
b, iEq nee?sario que 18, prórroga sea expresa 6 puede'gaic
tácita? 71s jari:iprudencia aa proniunci6 por la validez da la
gr6rroga táait-.t (2) y esto es evidente, puesto que es 18 aspli-
cncidn de s1; príoci yios generales que rigeoel oonsentirnien-
OO. El ameridaniisn to puede expresarse por hechos'tanto co-
mo por palabras. Hay contratos t6citaa. Tal es 1s sc?cl~ra.-
du&ión i;&eita;GaI ea también nao de los ~ontrrttoslliti9 fre-
cuentes, el mandato ehcito que el marido da á RZP nmjes
para 'los negocios de l a ,casa. Lo miamo pma col? la. socie-
iad: Guaticb sl coaclaír e1 plazo fijado para la du~neiz',nd~
?omp&reqeWimoe, a de e n e r o de 1889 (DaIlr~z,en la pafab~at§'ooiedtcd, nfime*
so644;. Eirta úlcirne doaieidn non parece dixdtjsa, 31 msnoe en lo qno ooneicrne
,103 motivoa.
1 Pnds, 20 de l,t%gn de 1808 (Dallae, 1670,a, 22).
2 Denegada, Z:,IU, Civil, 14 da Marzo do 1843 (Daitos, 1848,1,120),
la sociedad los socios continúan sus operaciones manifies-
tan su voluntad de continuar en ~ociedad.Sdio hay dificul-
tad para la duración da la prdrroga tácita; ee aplican loe
principios de la sociedad cuando no hay convención (n6-
mero 365).
369. Otra ee la cuesti6n de saber cdmo debe probarse la,
prórroga. E1 art. 1866, que contesta d, la cuesti6n, esta. bas-
tante mal redactado; diae: 1rLa pr6rroga de una sociedad
& tiempo limitado no puede ser probada m48 que por un
escrita en las mismas formas; que el contrato de sociedad,^,
Se pudiera inducir de esto que si el contrato primitivo es-
taba fijado por acta autdatioa 6 por acta privada la prórro-
ga debería necesariamente constar en la misma forma; 10
que no tiene sentido, puesto que las partes eetán libres para
tratar como gusten, aun sin redactaracta, 4 reserva de la di-
ficultad dela prueba. Los autores del Código han seguido
á Pohhier, quien no se expresa con su habitual exactitud.
~iLaprdrroga, dice, sólo puedd probaras por una acta escrita
que la ordenan~ade 167- sujeta á laa mismas formalidadee
que las actas por las que la sociedad fu6 contratada, (1) La
rsdao~iónss menos mala que la del Código; lo seguro es que
Pothier haoe mal en decir que la pr6rroga 8610 puede pro-
barse por un escrito, LR pr6rroga ,no es un contrato solem-
ne corno lo ea la sociedad. Se prueba segfin el derecho ccb-
mtín; e1 art. 1341 exige, es verdad, un escrito para todos
los contratos, pero s6lo cuando La cosa pasa de 150 francos,
y no exige un escrito m& que en el sentido de que la prue-
ba testimonial no e4 admisibIe m4s al14 de esta suma, y aun
es admisible cuando hay un principio de prueba por es-
crito.
Debe, pues, aplicar~e4 la prueba de la prdrraga lo que
hemos dicho de la prueba de la sociedad (utíme. 170-172).
1 Pothier, D.9 la sociedad, .ndm,f139,
%a doctrina (1) y la jurisprudencia (2)están en este ~antido,
370. Las mlts sencilla^ cuestione8 de prueba dan lugar á
dificultades. Uno de nuestros buenos autores dice que la
prórroga tácita p u e h probarse por testigo8 porqua no es
una convención propiamente dicha, un nueva pacto; ea
la existencia de hechou y obras de los que las parte8 no po-
d a n exigir lana prueba escrito. (3) Esto ea, en nuestro
concepto, un error aeguro. La prórroga thcita esuna prórro-
ga tanto como lo es la prórroga expresa, y eata Bltima sGIo
puede hacerse por el consentimiento de todas las partes con-
tratantes; este concurso de voluntades forma una conven-
ción; luego cae bajo la aplicacidn del art. 1841. No esuno
de eclho~hechos puros y simples que He pueden indefitsida-
manta por testigos, ea un hecho joridico. Las par-
tes saben que la sociedad estd disuelta; continzian sus opera-
ciones con la interación de continuar su sociedad; ya sea que
el con~ehtimientose manifiestepor hechos b por palabras $qué
importa? Siempre hay consentimiento, luego cantrato y,
por coasiguiente, las psrrte~podian y debfan procurarse una
prueba literal de sifs c~nvencíonos. Si no lo hicieron no se
lea admitirá á probar la prórr3ga por testigos.. .
37 1 . iLa prdrroga constituye una. sociedad nueva? $out-
teville, el Relator del Tribunado, c-ontests: r~Cuaadola so-
ciedad está disualta 6 ya no existe, continuarla, prorrogaru
la, ea realmente cont,ratar una nueve. Troplong y Pont di-
cen que e ~ t oes un error, (4) Creernos que hay que distie-
guir. Cuando.las partes prorrogan Ia aociedad antes de con-
cluir el tBrmino sólo modifican el pacto social, y rnodificar-

1 Aubsy y Rau, t. IV, p. 567,note. 2, pfo. 384. Pont, p, 468, nlrna. 688 g
689.
2 Denegada, 12 da Dioiembre de 1825 (Dalloa, en In palabra Sociedad, ntirna*
ro 866) y 19 de Julio de 1882 (DalIoz, 1852,1, 299). Brurielaa, 11 de Febrero
de 1819 (Paaiorisia,1319, p. 302 y Dalloz, en la palabra Sociedad, niini. 646.
a .Pon6 p: 488, nitm. 690.
4 B o ~ t t e v ~ l l Informe
e, ndm. 20 (LoorB,t. VIX, p, 26U. Truplaag, ndniero
9l6. Pont, p. 457, nbm. 686.
lo es mantenerlo; la sociedad prorrogada siempre sera 11
piimera sociedad. Pero cuando el plazo ha, expirado, p M e a
la 'supbsición da Boutteville, la sociedad estd dibuel& de pla-
no, no existe ya;luego su pr6rroga es 1s conr~tituci6nde una
nueva sociedad. Hemos dicho que asZ suesde en todos lae
casos en que la sociedad estR constituida despu& di! haber
sidb'dislaelta de plano (núm. 362); .y 1s ley no deroga el de-
recho'común en 10 relativo B lag sociedades con plxz3.lirui-
tado, En apoyo de nuestra opini6n invocaremos el art. ,1788
que prevse el caso de la reconducciirn tácita: El primer
arrendamiento cesa de ptsno al concluiii el plaza fijado. Si
las partes prorrogan el arrendamiento t4citamente quedan-
do ei arrendatario y sieado.dej8do en ~poseiibn cuál ser&ef
afecto de esta prtirroga thcita? El art. 1738 .contesta q u e se
opera un nnevo airendilmiento. Siempre es'la aplicación del
derecho 'corniiri:un contrato disuelto no puede revivir, y re-
vivifia ei la prbrropa tuviera, poi efecto continuarlo despia4s
de cesar de existir,
J Qué se dice en favor da la opinión contraria? Pout acs
motiva $u decisión, se atiene sin duda B Troplong, ilt quien ci-
ta. bY qué dice Troplong? i i E y la uisma sociedad, subsiei-
tiendo sin interrupcidn entre las mismas personas, con el
mismo capital, Eoni el mismo objeto, y siilb preueniabdo 'mo-
dificación en culnto al tiempo de su duración. 11 Se pudiera
decir id8nticarnente la miema cosa de ila 2ecoidúccidn t8ci-
ta y no obstánte la ley dice qde forma úni nuevo a r r e ~ d a -
miento. Troplong añade: 1iLa sociedad prorra-da m68 allá
del plazo primitivamente convenido est&en un estado de in-
tegridad enteramente nemejaote al de Is sociedad de que una,
de les cliliasulos decía que la minsrte de uno de los socios no
la impediria continuar con sus herederos 6 eocios supdrs-
titeu.ii Eeto ea justificar u4 error por otro error. ~inazldo
uws dáusula del pacto social estipula que la ~ociadadc m -
tinuar&con los herodaros 6 lo8 ~upérstites,la sociedad aun-
DIFERENTES XODOS DE !CXItIIiINAB LA SOüiEDAD 417

ca fu6 disuelta; no hay convención nueva, puesto que Ia so,


ciedad continúa en v i r t ~ ddel pacto primitivo.. Mientras
que Is solisdad á plazo con&luyede plano 81fenecer,el pla-
zo; en el momento en que lps socios la p r v o g a n ya no h y
sociedad, ya no háy Pacto social,' se hace un nuevo cchveÚig,
luego una nueva sociedad, iC6mo puede un juriSconsulto
confundir dos situacio&s esencialmea te diversas?

11.-BXTINCTON DE LA COSA.

372. itLa aociadad acaba: 2. O por la e ~ i n c i ó nde la co-


'saii (art. 1865, a. ) i Q ~ dukntiende la .ley por l&L!bsa? El
art. 1832 cciutésta & la cuektión', ~ s ' d ?a e eesencia de la so-
ciedad como los socios algttchct cosa en odrníín endvis-
t a de pmtivse la utilidad que pieda resultar: S i *esta cosa
perece ~otslmentela sociedad' no tiene ya objeto, y sin ob-
jeto no se codcibe el conttratd. Este 6s el derecho 'combn.
ticuando, dice Pothier, Ia sociedadlfuc!aoritratada ppr 'cierta
cosa, es evidente que la. sociedad debe acabar con la extin-
ci6n de esha oosri. ii (i)
La palabra cxtifitidn implica la pkrdida total de la cbsa.
Pothier da como ejemplo la muerte de un:animal eo
común, iQu8 debe decidirse si la perdida es parcial? Se
eusaña que la pérdida patcicial t b b i & ser una caiisa
de disolución en 81 caso ao 41.10 la parL del fondo cbmiin
que pereció es do tal impirtaicia que el objeto de la socie-
dad no puede $iser,alcanzado, (2) Es segbro que este oa-
so no entra en el núm. 1 del art, 1865: I&.sociedadno puede
acabar de plano mieutw que queda u8a cosa que puede aer
su objeto; sólo loq tribunales padidn pronunciar la dirsolu-
bi6s de'la sociedad fund4nflase en Ia pérdida parcial. Esta
I Pobhier, he $6wciedad, pbm, 140.
2 Pont, De la suciedad, p. 461, nbm, 634
P.de D.TOMO xXVI-58
es una de estaa causas legitimas de que habla el art. 1871
y que landona á la apreciacidn del juez. Algunas veces el
actasocial 'estipula que la eociedsd acabara huaado el fon -
d ~ ~ s o o i a l ~ ~ disminuido
uede en una tercera' parte 6 en una
cuarta; ea este caso el tribunal debed pronunciar la diso.
lución; pueeto 4ue tal es la ley del contrato; y la disolucidn
puede a u tener ~ lugar de plano si las partes a91 lo qui-
sieron.
373. iLa perdida de la puesta de un socio a r r a ~ t r ala di-
aoluoión de la soiiedad? El art.' 1867 coitesta Q 1s cues-
tióa. Esta disposieión ha dado lugar 4 largas controversias;
la hemos explicado más atyás (núms, 369- 37 1). Aunque
la ley este mal redactada su qentido no. es dudoso. gs de la
. U

esencia de la sociqdiid que cada socio teoga su puesta; cuan-


do, pues, uno de los socios se encuentra sin puesta la so.
ciedad debe estar disuelta. Tal es el principio cuyas apli-
caciones contiene el art. 1867. L a ley dirltiogue. entre el
aporte de la propiedad y el,+porte del goce. En cuanto al
aporte del goce,es sucesivo por naturaleza; si, pues, la cosa
cuyo goce sólo fu4 puesto en la sociedad llega á perecer el
socio se encuentra sin puesta, puesto que ya no puede mi-
nistrnr el goce que ofrecid; por consiguiente, la sociedad
qundarl' disuelta. Si el socio aporta la propiedad de una
cosa debe veme 8i este aporte está realizado por la trans-
misión ;le la propiedad & la sociedad. Cuando 1s sociedad
se vqlvió propietaria él socio ha realizado su puesta, la
que sobreviene será por cuknts do la sociedad; no
arrsatrarh la. di~oluciónde la sociedad, 8. no ser que esta co-
sa constituya el fondo social 6 la mayor parte de este fon-
do; se entra entonces en el caso previsto por el n6m. 2 del
art. 1865. Pero si Is cosa ofrecida llega á ~ e r e c e rantes qu.e
la propiedad haya sido transferida 4 la sociedad, el s ~ c i o
no tiene puesta y, por consigiiiente,'la sociedad quedará
rota, ,;,Cuándo se transfiere la' propiedad á la sociedad?
D1FERENTES NODOS DE TERMINAR LA SOalEDhD 419

Acerca de este punto se aplican los principios generales de


derecho.

374. Que la sociedad acaba cuando el negocio $or el


cual fu8 contratado estl consumado es do tal evidencia que
r dice (1) y loa autores delC6-
es inútil el decirlo. ~ o t h i e lo
digo han reproducido su observacih. El srt. 1865"pohéen
la misma linea la consumaci6n del negocio y la extincidn'de
la cosa; la diferencia es, sin embargo, grande: en un caso
el objeto de Ia aociedall está alcanzado, de modo que no tie-
ne ya iaidxi de ser; en el otro, d objeto no puede ya ier.sl-
canzado.
iCuándo eetá consumado el negocio ? Pothier da este ejeiil-
pio. Dos comerciantes csntratan sociedad pard comprar
juntas .cierta parte de mercanciris que4 irhn 4 vender en una
feria; esta sociedad acabar4 cuando todo quede vendido..De
modo que si los comerciantes no llegan í i vender todas las
mercancías, como lo eeperaban, la sociedad continuar$, Se
encuentra modificado, es verdad, en cuantiz 4 la, duracibh:
durará mis tiempo de lo que pensaban 10s socios, pero
mientras la operaci6n no queda consumada enteramente la
sociedad conserva su raz6n de sor. Se puede citar un ejeal'-
plo en 1s sentencia de la Corte de$Bruselaa que hendos rela-
tado en el núm. 366.

375, iiLa sociedad acaba por la muerte natural da al-


guno de los socios. lí El art, 1865, núm. 3, habla de la muer-
te natural porque en el sistema del Código Napoleón había
una mtra8tecivil que arrastraba igualmente la dieoluoión de
1 Pothier, Be la sociudrlod, núm. 148.
420 SOUIEDAD

Ia,8oeiedad. Nuestra Constitucicjn ha abolido esta horrible


ficción y está igualmbte abolida en Francia.
La muerte de un ocio disuelve la aociedad de plano, de
modo que la sgciedad no subsiqte . <.
para oon los herederoe
4

dsl aooio difunto ni para con los ~ociogsopkrstites. a Por qu4


la ley nq admits que los beredecos del socio t m e n su Iugar
en 1%eociedpd? Se contrata generalmente por sí y psrr) sus.
herederos, pero a l art. 112'2 qna estsblgce. este: peqcipip
añade una restriccián: !iA no ser q p coátrario resulte
de la nzhraleza de la.epovanoídn. 11 Y la socied,ad e a pre6-
aamente uno de loa caqtratos. que por RU n a t ~ r a l ~ s s ~ n ~ . ~ u e - .
den transmitirse B 19s herederos de las*partasoontratanbess
~ i t fundadp,?~
á la apofian,zsque insbira 19 capacidad y l a ,
moralidad de 1s pernona con quien se asocia uno, 'i
eat?~
cualidades personoileg no sqq desgrsoi~damente
. ' ,hereditaria&
Despe luego no se rnsntener Irt. so,ciedad para coi 10s
hereaeros; hubiera sido asociarse unos (losqonocidoa, lo
es un contrasentido .ouand9 sq trata, de noa. apeiedad funde
. +

da entre personas y en las cualidades personales. Se gatiea-


de q y si el,capilpl social esth dividido por ?cGone; ~ito- ,y
dq portador do acciooes ea eocio, la mugrte &e un aooionis-'
ta no trae ninghn aarnbip 4 la sociedab; en este easg lpa. ca-
pitales son socios mis bien aue la* personsr,' ,Ylaa acciones
no mueren.
La muerte dg un socio.disuelve la sociedad aun para qon
los supérstitas. ' Pothier da la razón. Las cuqlidades perso-
nales de un socio entran en considera.cii>nen el contrato da
sociedad, No pueda, pues, estar obtigado, au,ands uno de mis
socios muere, á permanecer en socisdad con los demAs, pori
que l)usde Bitceder que a610 por *conalderacidntl las cuklids-
des personales del aoci6 difunta hcxya' yo. querida cowtsai,ar
~asodiehail.1 (1)
'Tia Corte de Paris ha hecho 1~ aplicecibn del prixicipio
1 Pothier, De tct sociedad, nbm. 146,
la promesa de ~ociedad.Unos patrones ofrecen & su opra-
rio.aqopiarlo á su industria 4 ~ a r t i de
r ,cierta época. Antes
de gus llegue el plqzo uno <e los patrcjws muere, El obre-
ro reclsmrn daiiop yr perjuicios contra el supérstite, que se ned
gaba 4.reglizar la sociedad. Fué sentenciado que la prome-
sa era nula por motivos que ee isútil reproducir: había, una
decisiva, la, muerte de ano de los J~tbe~dros socios; si 18
muerte pose fin tí la eaciedad ya coqtrateda y funcionando,
con más razhn impide que se: forme una sociedad futura. Y
aieqdo 16 muerte un caso fartuit~no odia tratarag. de da-
E~OR y perjuicios, pues oqando o1 deudor ba sido impedida
<

cumplir su obligstció~par un casa fortuito ao hái lugar


ti daños y perjuicios. (1)
376. Se sqpone que ignorando la muerte del. socio Qno
de, los asociados haga una operación social; jvaldr%este ope-
ración como tal, de mpdo que aproeche &perjudiqueá to-
dns Ioq AOC~OB, aun &losherederos? E n el desecho antiguo
'so admitía la :afirmativa fundada en una ley romana, Esta
ley parece decir que la sociedad subsiste 6 está como. si a u b ~
sistiera. &to sería lana ficción y el CGdigo ignora esta fic-
cih,; lo que bastp - para .desecharla., Despsiseae~i,4 quien &se
cita, no dice que ~ ~ . c o m u n bcontinúq;.dice,
ai~ lo que es muy
diferente, que la, ganancia y [a perdida sobire,venidas sp. el
trafica hecho igaor8ndspe la muerte Qel socio deben ser
comunicadas. da como razón que el oocio,obrq con cali-
dad de tal. Despeissp~invoca, como e+rnb\iiénla ]ley romana,
lo$ principios que rigen el ma,ndat9;, Es como mandabario col
mo el socio hizo la operación, y según el wrb. 2008 lo que el
mandatario hace ignorando la muerte del-rnandante es váli-
s autores admiten esta,decisidny se justifica, sin
do, T ~ d o los
que haya que ieciirrir 6. la ficciGn de uaa sociedad que con*
tin,uarIa oua?ido e ~ t disuelta
á de plano en virfiud de Ba ley,(%)
1 %ti$, 24 de Febrero de 1560 (Dsll[oz, i860,2,84).
2 V6ange los ttlatirnopioa en Poiak, p. 466, p\larn. 7031
377. iSe pregunta si la sociedad estai tambi6n dísuelta ps-.
ra con los terceros por la muerte de un socio? La afirrnati-
va no es dudosa, puesto que la muerte disuelve la sociedacE
de pleao derecho; por consiguiente, para can todos. Una core
te de apelación se equivocó en ello aplicando á la muerte
el srt. 46 del Código de Comercio, relativo 4 Iae actas y de-
libeg*acionesque tienen por objeto la disolución de 1a.socie-
dad antes del plaza ajado para sil duración; la ley exige que
esta diaolució~anticipada se haga piliblica, Barita leer la ley
para convencerse de que ea extraña á la disolución sucedida
por la muerte. Extender á la muerte lo que el CódigO de
Comercio dice de una disolacidn contractual es violar la
ley; la eentencia fu6 casada. (1)
378 Otra erJ la cuestión de saber si la sociedad debe ser
considerada como aubsiisliendo para con los terceros que
tratan con los socios sup6sstites en la ignorancia de la muer-
te de un socio ó en la creencia de que la sociedad contiafia
entre los supérstites. Hay que distinguir ambas hipótesis.
Si la8 partea tratan ignorando la muerte que disuelve la,
sociedad la negociacidn sera válida, la convencidn se con-
ide era como social, aprovecha y perjudica h todos los ~ucioa
(nhm. 376); aprovecha y perjudica también á los terceros
y puede aerlsa opuesta. En e ~ t ecaso la buena fe es la que
valida la operación por aplicaci61í de' 103 principius del
mandato (art. 2008).
Si loa socio~lsuperatitea conocen la muerte desu socio y
si apeaar de esto contipúau en hacer opkiraciones socinlas
jcuhl aeri el valor de esto8 conoenios? La hip6tesis es en-
teramente otra que la que acabamos de examinar. Ya no
se pueden invocar los principios del mandato, el art. S008
as iotiplicable. L a sociedad queda disuelta, pero las socios
aupdrstites pueden continuarla; y de hecho la continúan al
hacer las operaciones para las que la r~ociedadhabis sido
3. Cusacidn, 10 de Julio da .1844 (Dalloz, en la palabra h'ooiedad, nQm. 983).
m DIFERENTES MODOS DE XEBuZIN84G L A SOCIEDAD 423

,contratada; se forma, puea, una nueva sociedad, como sucede


en todos los casos en que los socios contintian 10s negocios
sociales despues de disuelta la sociedad de plano. La Corte
de Casscidn lo sentencid aaf, pero comprobando la buena fe
(le loa terceros. Acerca de este punto tenemos dudas. &tos
Ron los hechos de la causa: Uso da los socias había m u e r t ~
ti d l de Enero de 1837; no obstante su muerte, el estable-
cimiento continui5 funcionando. No se procedid á ninguna
liquidación; los banqueros continuaron en relación con la
sociedad. La Corte concluyd de esto que la sociedad había
i d o8614 para loa socios ~updraiitessino tambi6n
~ ~ b ~ i s t no
para los representantes del socio difunto; los terceres, dice
la Corte, que han tratado. con la confianza de que la sociedad
subsistia no pueden ser victimaa de su buena fe. (1) En nues-
tro concepto hay confusión y error ea esta decisidn. La so-
ciedad estaba. diuuelta, tos socios y los terceros conocian la
muerte; si no obstsots continuaron las operaciones sociales
se formó una nueva sociedad; esta asociaci6o no puede ligar
mCls que 4 los socios supérstites, quienes solos han consenti-
do al continuar los negocios. En cuanto 6 loo herederoa 6
repreeentaritea del socio difunto no pueden ser considera-
dos como socio9 más que si hubieran concurrido en las nue-
vas operaciones; si han permanecido extra608 á ellas ya no
son socios, la sociedad antigua estS disuelta, y no tuvieron
ningún participio en las operaciones que constituyen la SO-
ciedad nueva, La Corte invoca la buena fe de tos tercero@.
No vemoa lo que Xa buena fe de los terceros tiene que ha-
cer en estas debatea. Creyeroxl tratar con la antigua sacie-
dad; jeata falaa creencia puede tenor por efect;o devolver la
vida & une ~oeiedadmuerte y hacer considerar como socios
á los que dejaran de serlo? .Todo cixanto podían sosteríer
los terceroo ee que han dada en un error de derftobo; que
1 Denegada, 26 de Sulío de 1843 (Dalloz, en [a palabrb Xooisdad, afimeh
FO 985).
424 SOCIEDAD

@Leyerontratar 'con una sociedad querestaba .disuelta cre-


yendb que existía B6b. Pero eete ekror que viciaba 1Bs con-
vhciones si estuviera probado río daría uinguna acción &
Los' terceros contra Ios'repreaentant6k del socio difunto.
''379. E n el caso de la sehteiicia que acabamos ile relatar
los herederos menores del socio .difunto no. ea ta baa en caul
sa, el debate se agitaba entre 16s ticreedores. '%a cuestión
ie presentó de nuevo ante lap~oited6' Clisrioiiin cliando los
ierederos menores eran $artas,y decidí& coniorme 8 lo*
principios que acabamos de exponer. Uno de loa socios hnbia
núerto dejando hijos 'menores; los nego~iorr fuiron.coa(t;i-
iuados; luego la hociedad -fué declarada en quiebra. Los
icreedor& pketeteiidieron que los hijos medorea e r a socios,
je'donde se aeguía que quedaban comprendidos en h q u i e -
bra, La Corte da Gsenoble acogí'ó'este sirjt&lw. Esta es la
1pini6n enseñada bar' Trdylong, (1) qtiien l a funda en la
~utoridadde las leyes romantis'y *en la de~los~autares anti-
guos,cree~ciaameaudo indige8ta,lp~obandodos testimoniost
hntra el que los invoca;' Es inútil' entrar en e s b debate,
OS MAS aen~illoaprincipios y los más seguros bastan para
iecidir la dificultad. La sentencia de la Corte de Brenoble
iré casada; la decisión ea justa en el fondo, pero los mo-
;ivos no son enteramente correctos.
La muerte disuelve la sociedad de plano tanto para con
.oe terceros como entre las parbes (núm.37.7). iLa buena fe
le los terceros puede tener por efecto mantener la socie-
iad? Esto seria una ficción, y toda fioción pide un texto.
D<Snde ssth el texto? Hay que buscarlo, no en las leyes
lamanes sino en el Código Givil. *El único articulo.que
engs relacióa con nueetra cuestión os el,art. 2088; man-
ieng y valida loa actos del mandatario cuand0,obr6 ig-.
iorando la muerte del mandante. Según el rigor del de-
,echo oatoa actos serfan ,nulos, :puesto que el mandato a c a h
1 T~oplong,Ds Zcc soo$edad, abm, 904.
BIPERENTES MODOS E33 TERMINAR LB.SOCIED'AD 4%

con la muerte del mandante; el mandatario eeth, pues, sin


la calidad para obrar. P o r eato la ley valida lo que hizo, te-
niendo en cuenta su buena fe. Esta es una disposici6n excep-
cional de favor 6 de equidad. La hemos aplicado al socic~.
qus ea mandatario y, por consiguiente, al tercero que trate
con él; es difícil que el acta sea valida para con el socio y nu-
la para con el tercero (núms. 376 y 378). Tal eH nuestra hi-
pdtesis, Sa trata de saber ~i la sociedad clisuelta por la
muerte estS como subsistiendo, por raz6n de la buena fe de
10s terceros, sabiendo los ocios que la sociedad está disuel-
ta y creyendo los terceros que no lo esth. Este caso es.
enteramente diferente del q ~ prevee e el art. 2005; ya no
ea un mmdatario qniea obra, aon los terceros que alegan
su buena fe para inducir la continuación de la sociedad, Su
pretensidn está en oposición con el art. 1865, que declara
disuelta la aociedad de plano y de un modo ab~101ut0,
Sin duda los socios supérstites pueden continuar los na-
gocios sociales formando de hecho, es decir, por ticito con-
~entimiénto,una nueva ~ociedad.i 8 e . r ~entre quiénes exia-
tirh esta nueva ~ociedad?Entre los que la contrajeron, lue-
go entre los socios supérst;ite#, quienes.figuran como partes
en las nuevas operaciones que siguen á Ba muerte g la disolu-
ción de la sociedad primitiva; En cuanto á los herederos
del socio difunto pueden también concurrir en ella y, en1
este caso, serán socios. (1) Pero se neceaita que sean capa-
ces para contratar; si son menores no pueden formar ñocie-
dad.; luego la nueva sociedad lea ee extraña, no tiene efae-
to ni para ello8 ni contra ellos.
Tal eEi también la decisión d i la G ~ r t ede Casacióc. fero
parece considerar á la nueva sociedad que se forma por el,
hecho de la continuncidn de las operaciones sociales como
haciendo una con Ia antigua. Deapu6s de comprobar que la
2 Donegada, Bala Uivil, 11 de Enero de lb70 (DaIloz, 1810, 1,601,
P. de D. TOBIO sxvx-54
sociedad primitiva había sido disuelta por la muerte de un
aucio, la sentencia agrega: 43 los tribunales puede11 suplil*,
por la apreciación de los hechos y de las circuilstancias,
una estipzlhción formal de conti?zz~acio'n de sociedad con los
l~ei.ecZe~*os,
en caso de muerte de un socio, no podrian tener
este poderecuando, como &n la causa, loa herederos entan en
eshado de minoridad; los menores no pueden, en .efecto, en
ausencia de una estipulaciún formal hecha por su autor, es-
tar ~bligadoszí la8 ~ ~ n s e c ~ e nde
c i una
a ~ sociedad la q i i e
no tomaron. parte ni podían tomarla por raztri de su inca-
pacidad, t., (1) La fientencia esta bastante mal redactada.
No es exacto decir que los tribunales tienen el pocler de su-
plil* una estipulación formal de continuación de sociedad;
se decir, que los tribunales forman las convenciones; lu que
es absurdo. P al decir que 10s tribuntzled s~¿pZeimna estipu-
IaciCn por apreciación de los hoclios y circun,rtniicias, la
Corte parece decir que los hechos y circuristanciau eqniva-
len 4, una nueva estipulaoibn; lo que coriduciría á couside-
rar la nueva convencióu como ideiltiGchndose cori la aiiti-
gua; de modo que no habría realmente más que una socie-
pad, la primitiva, la que, siri embargo, fu'ué disuelta. Lo que
prueba que no es la sociedad primitiva la. que continúa 0s
que los menoreis repr~sentantesde urio da 10s tiocim DO SOXI
ya miembros de ella, ni p i d e n serlo, oqmo lo dice muy
bien la Corte.',Debe concl uirise de esto que eei uria nueya. so-
ciedad que se forma. Esta eatd en harnionía con 61 principio
establecido por Merlin, principio que se funda eri una ley
rJmana (oum. 369). La sociedad está disuelta de plano por
la muerte de un socio; si los aupérstite~quieren pzrrnane-
oer. en sociedad, ya eea entre si, ya con los herederos &el
difunto, 8610 puede hacerlo eB virhud de una nueva con-
vención.
350. 11Sifu6 estipulado que en caso de muerte de uno de
los ocios l a sociedad continuaríi con su heredero6 s61o en-
tre los socios supdrstites estas di~posiciones se segnirtinl~
(art. 1868). La disolución de la fiociedad por una de las cau-
@asque la ley indica es da interds privado; los socioi pue-
den, pues, derogarla. %to fué siempre admitido por lo que
oe refiere á la continuaci6n de la sociedad sritre los supérs-
tite$, pero había controversia en el antiguo derecho acerca
del punto de saber si los socios podían estipular que la so-
ciedad continuarfa con los herederos del socio difunto. En
derecho romano no se admitía esta eetipulación; esta opi-
nión era seguida por Despeieses y por los autoree que cita.
Yotliier Iozr combate y dice que esto es une sutileza; es ver-
dad gu0 los herederos del socio son unos desconocidos en
el momento en que ea hace el contrato de sociedad, y pare-
ce contrario á la naturaleza de la saeiedad fundada en la
confianza de las personas que se a~iocieuna con un. desco-
nocido. Peroesto ,9610toca al interés de 10s socios; si renun-
cian ti ello d por qué no seria sá.lida esta renuncia cuando
el orden páblico y las buenas costumbres no esthn e n cau-
xa? Los autores del Cbdigo han consagrado la opiniún de
Pothier. (1)
La aplicación del grincipio suscita una dificultad iila clzlu-
~ u l aque aeocia lo8 herederos tendr6 efecto si los herederos
son menores? Ea nuestro concepto la afirmativa es segura.
Si la cláusula esta concebida en terminos generales las eocios,
al estipular, debian esperarse B que los herederas fuesen
menores; éstos quedan, pues, cornprendidus en 18 cláusula
por esto sólo: que no'esibn o$cluidua de ella. Sin diida re-
aultarán de esto algunos inconvenientes, Por una parte los
menores no pueden prestar los servicios que le deben espe-
rar de un socio; en relidltd los tutores serán quienes los re-
1 Pothior, Do Ea sociedad, niípn. 146, Pont, p. 472, niíms, 711 p 712 Treil~
Lard, Ezposicibn de loa motivos, núm, 30 (Eisiurd, t. VI& p, 246),
presenten; y los tutofes no tienen entefa 12bertad para obrar;
las traba9 que tienen pueden también estobar la marcha de
los negocios sociales. Todo esto e8 verdad; toca 6 los RO-
cios ver lo que tienen que hacer por interis de la uociedad;
e l juez debe limitarse á ejecutar la convención? qu.t es la ley
de las partes. La jurisprudencia está en este sentido y esta
es tambidn la opini6n de 1s mayor parte de los autores. (1)
381. iE4 necesario uria clAuaula expresa para qire los he-
rederos sean socios despuéa de l a muerte de ~ i autor?
x Es-
t o es una excepción del derecho comíin; con O R Gtít.cilo
~ debe
estipularse; Duvergier dice que se admitiría fdciluaenta por
poco que las estipulaciones del contraso revelasen 1s inten-
ción de admitir semejan te substitución; concluye cle esto
q u e la cISusula que autoriza, á, lo@socios para ceder 4u ,par-
te, con el afecto de que lo$ ce~intiariosmr$n socios, ittlplica
q u e los herederoa podrhn ocupar el lugnr de su autor. (2)
Esto nos pavec? niuy ddudo.io. Sería extender divposicione~
excepcionales y semejante interpretación no se admite m d ~ .
en materia de contrato que en materia de leyes.
382. iPixeden 109 sopios estipular que la sociedad sólo
contiriuarh entre los socios supérstiteli? iCuBl ser& eri este
caso el deresho del lieredero del difunto? El art. 186%con-
testa ilque sólo tiene dcrecho á la partición de la sociedad
sn atencidn $ #lasituación (je esta socieriad ciiando la clefun-
ción, y que no participar6 de los derechofi ulteriore.~lrnás que
en tanto sean una continuación npcesaris de lo haclio ant9s
d e la muarts del socio al que suceder8.11Asi'la sociodad se-
rS disuelta para con los herederos g c~ntinilarhentrelos su-
pdrstites. De esto dos coosecurncias previstas por la ley.
'Quedando la sociedad disuelta ~ a r hcon 10.9 herederos és-
tos podrdn pedir la liquidación y su parte en la nitasa. EJ-
1 Aubry y Rau, t. IV, p. 669,notn 8,pfo. 388. Poat, p. 475, at(m. 716
B n aentido contrario Duvergier, p, 632,n4m. 44&.
2 Duvergier, Po la ,sociedad, p, 526, n6m. 434,
DlFERENTES MOD3S DE TJ-;aXIfikB U SOCIEDAD 499

%aliquidacih no deja de tener inconvenientes para las so-


cios supkrstites; para evitarlos el actlt e~tipulaordinaria-
mente que la parte de los herederos ~ 8 r á,déterminada s ~ -
g h n el último inventario 6 estado de la aituación. Conti-
nuando Io sociedad entre los supérstites nace la cuestihn de
saber si los herederos del socio difunto aprovecharán de las
operaciones que se continúrin. Si la oPeraci6it es nueva no
hay cuewtitjn. Para que haya diGcult,ad es de Iiuponerse que
la operarcidn se liga con trcansacciones que tuvieron lugar ati-
tes de 1s r~raerte.E1 C6dig:i pona el principio; no hasta que
haya una liga entre estas nego!:i:rciones, es neoerario que la
nueva sea una consecuencia .ilzece.sn~iu de lo heello antes de
IR rnuarte del ocio. j,C~lindo es una cr~ntinuaciOnneceua-
xia? Esto es una caeatihn de hecho. (1)
353, El pacto social establece una sociedad universal de
bienes muebles e inmileble.ii entre varias personas, con es-
tiyulaci in (le qge la totalidad delas pnefitas sociales p w t e n e -
cerli fiuceuivaniente 6 los sup8rstitea. Fué sentenciado q u s
esta clhinsula es nnls. El art. 183.3 define la sociedad: un
í:rintrato por el qrle dos 6 mBx peraonas coiivicnen en porier
alguna cosa en corniín en vista de repartirae la i~tilidadque
podrhn ubtener. Sígilese de esto que la partiei6n de la ubi-
%dad en ctxalquiera proporci~5nes (!e la esencia de la sacie.
tlad. A d e m d ~ la, ley quiere que asta proporcihn fiea equi-
tativa; el art. 1855 declara nu1.s la carivencidn que diera h
i ~ l i odt? los smios la tcltalidad de las utihladvs, Can iii6s ra-
a Sn, dice la Corte de Bruselas, debe anularse m a cl8usillsl que
atribuye á uno do los sooioa la totdidsd de la+ puestas.
Poco importa que asta atribución este subordinada la su-
pervivencia, no por esto 6eja deser verdad que la r;uerta tic-
rie que tocarle ti uno de los socios y, ~ecesari;imente,despo-
1 Comparese Q d ~ c ~ b.a 24d rle Noviembre do 1669 (Dalioz, 1870, 1, 25), en
materia do comunidad. liemos omitido una duda, nceron de esta ext e~icidn& lo
corniinidnd de i i r m Uispoaíci6n q i i e sdio ae:hizo pera laa ~cciedc~deecrdinaripa
(t. SXIII, p, 10,a h a , 7-9).
jar 4 los demás, (1) Las Srdenes reljgiosaa han Crataa'o d ; ~
recanstituir las corporaciones con ayudaiie esta estipulación;:
desde luego que se atacb este fraude los tribunales hicieron\
Justicia (iiGms. 1 9 7 y 198)#

354. ;&a sociedad acaba p o r la interdicción de uno der


108 sociosr~(art. 1865, 4. ). En lo que se refiere A las rela-
ciones entre socios el interdicto equivgle. fi la muerte. Le
enajenación mental pone al socio entredicho eu la irnposi-
" 't.
d prestar los servicios que de 81 se esperaban. Sir
~ i i ~ c f ade
como se le pone bajo tutela enhrealidacl sería su tutor quien
seria socio, Ueede Iiaego las motivos que arrastran la diso-
lucibn de la oocieclad cuando muere un socio deben también
darle fin cuando un socio queda entredicho. Sin embargo,
es necesario el interdicto; el estado ,h.abituat de locura no
bastaría. Aun hay más: aunque el socio estuviera en un
hospicio 6 en una casa do salud esto no bastaria para que
el art. 1865 fuera aplicable; es verdad que el loco está co-
locado bajo una especie de tutela, pero no esta entredicho;
eeto e8 decisivo. E ~ t es e un vacio y se entiende; loa estable-
cimientos de enajenados HÓIO fueron organizados mucho des-
pués de la publicación del Código Napoleón. El vacio, ade-
m&, no es absoluto. 8egún cl art. 1871 una edfermedad ha-
bitual que hace a1 fiocio inhábil para los negocios sacias
les es una cama legitima de disoluci6n; d l o que debe ser
solicitada y pronunciada par el juez, y toca habitualmente
a l demandante probar la enajenación mentul,
385. iDehe asimilarse.el socio entredicho al que fué pues-
to bajo consejo judicial? La cuestión está controverbida y
tiene que serlo. El entredicho es un incapaz y su incapam
cidad e8 abaoluta por toda lo que se refiere á intereses pe-
euníarios; mien tras que la persona colocada bajo rrn conse-
jo judicial permanece capaz de derecho; Re necesita, pues, una
disposici6ri terminarite [le la ley para colocar el nombra-
miento de un consejo ante las causas que ponen fin 4 Ia so-
ciedad de plano. Sin duda Ia debilidad de espíritu y la pro-
digalidad son malas cualidades para ser socio. E1 art. 1871
contesta B la ot~jeción: los G O C ~ O S del pródigo 6 del ddbil
de espíritu podrbri pedir la disolución (le la ~ociedad,por
cawia legítima, probando que el eocio es inhiíbil para, lo5
-negocios. (1)

386. 1iLn sociedad a x b a por la qztiebru civil de uno de


~ Q sociosil
S (;irt. 1862, 4. 3, El arr,. 1565 pone la quiebra
scii la misrn~línea que el ir~terdictoy la mtierte civil. En
tlerecho la diferencia es grande; la muerte civil er~tabaasi-
milada d, la 1nu:rte natural, en cuanto á la interdicción
quita al e n t r d i c h o el ejercicio de sus clerechos civiles: ope-
ra, pues, uri caiilbio de estado. No paqn lo niisma con la
quiebra propiamente clicl-ia; el deudor insolvente perrnanea
ce d la cabeza de sus negocios, conserva su cnpscidad legal.;
paro de hecho hay un cambio considerable. Treilhard 1s in-
dica en la Exposici6n de los AUotivos.;llYa no puedu haber
confianza en la psrsona rii igualdad en el contrato, al que
cae desde luego porqhe descansaba princil~slipeiltcen estas
dos bises.* (2) 1En efecto, la irisolvtincia es un desaju~helsri
los .negocios, con~acueaciade una mala gerencia Q .de mala
conducts; no se bnbiora uno a~ociadosegurameate con uua
perdona insolvente; luego .la insolveiicin debe goner lia á al
saciedad.
Le ley no habla de la quielirn inercantil. Se admite, sin enid
1 Véansc oa aivereoa sentidos loa autorea citadoa por Aubry 9 +u, t, IV,
p. 65'0, nota 9, pfo. 884 y por 'Ponb, p, 479, núm. 423.
2 Tcailliard, Exposioi6n b ~ . ! rn@$b08.~
~a mI,
núm. 31. (Loort, t. p. 2J6)
bargo, quz debe aplicAr,celelo que'el art. 1865 dice de la quie-
bra civil. El espíritu de la ley no es dudoso. El O r ~ d o rdel1
Gobierno, al invc!rso de Ira ley, 8610 menciona la quiebra
mercantil; hay, en efecto, un motivo más para dar fin á la
sociedad cuaudo uno de lor socios está declarado en quiebra.
La insolvencia no trae ningún cambio legal á la capacidad
d$l deudor; mientras qne el quebrado queda desposeído de
la administración de sur b i e o e ~1s cual pasa & msnosde 108
acreedores 6 de los síndicos que administran por ellos. SY
puede, pues, aplicar al quebrado lo q%e hemos dicho det.
interdicto; hay ua cambio de personas, ya no es el quebra-
do quien es socio, ea el síndico; e s h . ea lana razóti decisiva
psra poner fin á Ia sociedad. Queda una diGcnltad de texto,,
el art. 1865- enumera las causas qlre disuelven la sociedab
d e plano; Ire. ley ev, pues, restrictiva: zpuede exten(dcrse? La
Oorte de Y a r í ~conte&a que la quiebra es la insolvencia del
comerciante; (1) en otros términos, la palabra i ? z s o i ~ e l z c i ~
comprende la quiebl-cc. E ~ t ono ea enteramente exacto, pues
hay una diferencia entre la quiebra y ls,insolvencia; (2) La
segunda implica la primera, mientras que la quiebra existe
desde que el comercianta lis, suspendido sus pagos; difiere
tambidn de la quiebra civil por sus efectos, como acabarnorr
de decirlo. Sin embargo, hay que seguir la opinión general
porque en el ~istemadel C6digo la quiebra mercantil y la
quiebra civil andan siempre ti la par, En el art. 1188 1s
palabra quiebra comprende la qztiebr~~ civil; con mbs razón
esta última, en o1 art, 1865, comprende la quiebra mercan-
til, pues Ja palabra quiebra tiene irn. sentido general que
permite aplicarla S la insolvencia del comerciante; y bien
que la suspensidn. de pago barte en derecho para constituir
a quiebra en realidad el quebrado no puede cumplir sus
eompromisos, luego euttí, insolvente,
1 Parfs, 6 de Enero do 1853 (Daiioz, 1854, 6, Y08);
M Durantón, t. XVII, p. 646,n6m, 474.
387. La quiebra civil da lugar otra dificultad. iDeter-
mina de plaoo la conclusión de la sociedad? Segtín al texto
la afirmativa no es dudosa, puesto que el COdigo la asimila
ti la interdicción. iPero cómo puede acabar de plano la so-
ciedad cuando un socio ae vuelve insolvente, cuando esta
insolvencia no consta legalmente? Cuando se trata de quie-
bra la dificultad no se presenta; se declara por una senten-
&; deade q u e 1 momento la ~ociedadqueda disuelta de
plano. Para la quiebra civil no hay sentencia; ~ C U ~ R pues,
~ O ,
concluirá la sociedad? E a g que aplicar aquf lo que hemos
dicho en el titulo De las ObZz'gaciones de la insolveracia;
arrastra el vencimiento del plazo (art. 1.188) y, por consi-
guiente, la deuda se vuelve compensable; eatos efeatos se
producen también en virtud de 18 ley; la situación as, pues,
análoga: se necesitar8 una sentencia que compruebe el es-
tado de insolvencia, y es desde esta sentencia cuando se aca-
bar4 la sociedad. (1)
388.' La quiebrl presenta otra dificultad. Si el quebrado
obtiene u4 concordato vuelve & tomar la dirección de sua
negocioa y toma otra vez la administración de sus bienes.
G Debe concluirse de esto que la sociedad continuar&? La
Corte de París ha sentenciado que la sociedad disuelta de
plano por 1s quiebra no revive por el concordato, (2) Estio
es evidente. Estando la sociedad disuelta d e p l a w Re ne-
ceaitaria para reconstituirla el consentimiento unhnirne de
los souios. Ni siquiera se concebiría que la ley l a hiciera re-
nacer, pues la ley no impone convención & las partes inte-
resadas, debiendo presidir la más entera libertad en los con-
tratos.
389, Se ~ostaniatambién ante la Corte .de parís qus el
art. 1865 8610 debis, rsplicaree iI las sociedades contratadas en

1 -Véase el tomo XVII de eatoe Prirtcipioa, núme. 196 y 197.


2 ParL, 5 de Enero de 1863 (Dalloz, J.854,6, 708).
P. de B. TOMO XXVI-66
434 SOCIEDAD

vista de las personas; y que las sociedades contratadas en


vista de cosas, es decir, de capitales, subsistían cualquiera
que fusse el cambio intervenido en las personas. La Corte
no admitió esta interpretación, y con razón, noH parece. Es
verdad que en cierto8 casos el credito y la conriideración
personal de uno de los socios son indiferentes al éxito de la
sociedad, pero los términos absolutos de Ia ley no permiten
hacer esta distinción. Por otra parte, de hecho la i~isolven-
cia de un socio recae siempre en la riociedad. iSe concebiría
una sociedad entre quebrados? Babría, sin embargo, que Ile-
gar hasta esto en la opinión contraria.
390. La insolvencia y la quiebra arrastran la disolución
de la sociedqd de plano; por consiguiente, para con todos.
Se ha uostenido, sin embargo, que el quebrado no podia pre-
valecerse de su insolvencia para romper la sociedad si los
8ocio49quieren mantenerla; de lo que se ha concliiido que los
acreedores del quebrado no tienen derecho d e romper la so-
ciedad apesar de los socios del quebrado. Esta opinión tiene
un color de equidad que seduce d primera vista: si 'fué el
quebrado quien por su mala gerencia se ha vuelto insolven-
te i ~ u d prevalecerse
e de su cuIpa para faltar á las obliga-
ciones qne contrajo con F]UB socios ? Merlín ha contetitado
por consideraciones de hecho & este mal argumento que vio-
la la Iey. L a aociedad está diiuelta de plano; los socios
no piden la disolución contra el quebrado, la ley es quieo
la pronuncia. E l quebrado por N U parte nada pide, de n a -
da se prevalece; sus acreedores invocan la ley. Sin duda que
los socios pueden reconstituir ia sociedad, pero se necesita
para esto una nueva convención; el quebrado puede concu-
rrir en ella si 10.4 demás socios lo admjteai; la ley no'ipter-
viene en %oque Be hace entre socioa, pero declara la socie-
dad disuelta. (1)
391. Decirnos que la ley rompe la sociedad. Esto nao quie-
1 Merlín, Cuestiones de derecho, en le palabra Sociedad, pfo. íX.
DIFERENTES MODOS Da TEBNINAR LA SOU1IDA.D 435

re decir que la ley imponga la disolución ilos socios en el


sentido de que no les sea permitidoiestipular que la sociedad
continuará apesar de la insolvencia de uno de ellos. La Cor-
te de Orleáns dice muy bien, que para la sociedad co-
mo para los demás contratos la ley establece principios ge-
uerales destinados á fijar los derechos y las obligaciones de
los socios, para el cago en que éstos no lo hubier'an he-
cho en sus convenciones; las partes pueden, pues, derogar
las reglas que el Código contiene acerca de la disolución
de la sociedad, como tienen este derecho en cualquier con-
trato; no hay más límites 4 esta libertad que el orden públi-
co y las buenas costumbres, y las causas de disolución son
en general de interés privado; tal es especialmente la insol-
vencia: la ley permite ir'las partes estipular que la so;íedad
subsistirá apesar de la muerte de .un socio; por la misma
razón les permite convenir que la quiebra civil de uno de
ellos no pondr8 fin S, la'asociación. iDebe se'r expresa esta
estipulacibn? Hay que aplicar '6 la insolvencia lo que he-
mos dicb\dicho de la muerte (nxím. 381). La ley no exi-
ge términos .expxe.esos; pero como se trata de une excepción
debe claramente resultnr de los tdrminos del acta. En el ca-
80 la Corte de Casacihn de Orle&ossentenció que re'sulta-
ba de las diqersaa clusulas del acta que la intencidn de loa
contratantes era que la sociedad no se disolviera por Ia quie-
bra de uno de elles. (1)

392. 8a.adrnite alue las sociedades carboneras no se di-


suelven por la muerte de uno de los socios. Tolveremo~&
estas sociedades y hablaremos de los caracteres particula-
res que las distinguen.
dHay otras sociedsdes que no acaben por la muerte de
1 OrlBaae, 29 de Agoeto de 1844 (Dalloz, 1854, S;, 708),
436 SOUIEDAD

uno de los socios? Una sociedad trata con una ciudad por
u n perfodo de treinta y seis años para el abasto del gau; fud
sentenciado que esta sociedad no acaba por la muerte de
uno de los socioíi. A l tratar con la ciudad por un período
determinado, dice la Cortede París, lós socios han oocesa-
riarnente querido que su sociedad tenga la, misma duración;
derogarqn, pues, el art. 1865 que dispioe para los canos ordi.
nsrios, y sal& convencinn contraria, que la muerte de un?
de los socios pone fio 4 la sociedad: (1) ;NO es esta decisión
demasiado absoluta? Se aplica A rodas las sociedadks con
plnro; de modo que el irt. 1865 8610 reoibiria aplicación B
las sociedades contratadas por un tiempo ilimitgdo. Esto es
introduoir e n la ley uua distinoiok que l a modifica profuo-
damente. El intdrprete no tiene este derecho. Hay que mao-
tener corno principio que la sociedad He disuelve de plano
por la muerte, salvo convehcidn coritraria. Esta convención
e8 una excepción y con este titulo debe aer estipulada. La
Corte admitió la excepci6o fundhndola en le neturaleaa'da
la sociedad, y en el ;aso ni; había 'estiptulaci&o. Esto nos
paiece sobrepasar y volver 4 hacer la ley. Sin duda que hay
sociedades que por interés de las partes.contratantes debie-
ran continuarse después de la muerte de un socio; pero si
tal $t el interés d e los socios dehao estipularlo; si no hay
ninguna clAusula.que indique una excepción se está bajo e1
imperio de la regla.
393. Hay una ~entenciaanáloga de I'a Corte de Lieja en
materia#deinsolvencia. iiSi, dice aquella corte, Ia aociedad
se disuelve en general por la insolvencia de uno de sus 80-
cios hay sociedade~que ~bbrerhen& las causas ordinarias
de disolución. ii Aqui detenemos & la Corte; hace una ver-
dadera excepción S la ley; ya no es en la estipulación de las
partes en lo que se funda, es en la na,turaleas de 113sociedad;
crea, puee, tina excepción general; es decir que modifica la
1 Parie, 10 de Junio de 1869 (Dolloz, 1870,1, 304).
ley, y modificarh es hacerla. La sentencio, con'tinba: tihsf
sucede euaodo resulta del oon.nto de las estipulaciones del
contrato social, de la natzcrnleza y del objeto de la empresa,
que la intención de las partes ha sido que la sociedad du-
raRe tanto tiempo como necesita el objeto pura alcanzwse coma
pletamentc. (1) No podernos admitir otrasi excepciones mhs
que las que están estipuIadas en el cantrato; la excepción
no puede, pues, ser general, es necesariamente esptacial.;ycon-
vencional. Y la excepción stdmitida,por 18 Corte de-Lieja
es de tal modo general que destruye la regla. iHay sócie-
dades sin objeto? no es en toda sociedad el alcapzar es-
te objeto la intención de los sooios? Luego cualquiera, so-
ciedad debiera sobrevivir d la muerte de un socio. No es
euto seguramente io que quiso decir Ia Corte, pero su.deci-
sión conduce 6 esta concecueacia, y data testifica contra e1
principío de que procede.
SECClOnT 222.-De %S casos en 10s que Ea sociedad
no acaba de p l a ~ ~ o .

11.-CUANDO
LA. SOCIEDAD ACABA POXC LA VOLUNTAD
DE UN SOCIO.

394. El sert. 1863, nlím. 5 , dice: 11Lwsociedad acaba por


la volustad que uri solo 6 varios socios expresan de no per.
manecer más en sociedad.ii Esta disposioidn es demasiado
absoluta 6 inexacta en sus tdrminos generaIes. El art, 1869
explica y restringe el principio establecido por el art. 1865:
iiLi disolución de 1st ~ociedadpor la voluntad de una de las
partes sdlo se aplica á las eociedadea cuya duracidn ea ili-
mitada, 1, P el ar t. 1871 agrega : i i La dísoltición de las so-
ciedades antes del plazo convenido no puede ser pedida por
uno de los socios antes del plazo m&s que cuando tiene jtrstoe
1 Peeioriaia, 1847, 1, 82, La Paoicrioia no da la feoha da le eentenoia ni o1
nombre de 18 Uorte que l&pronunoib,
ley, y modificarh es hacerla. La sentencio, con'tinba: tihsf
sucede euaodo resulta del oon.nto de las estipulaciones del
contrato social, de la natzcrnleza y del objeto de la empresa,
que la intención de las partes ha sido que la sociedad du-
raRe tanto tiempo como necesita el objeto pura alcanzwse coma
pletamentc. (1) No podernos admitir otrasi excepciones mhs
que las que están estipuIadas en el cantrato; la excepción
no puede, pues, ser general, es necesariamente esptacial.;ycon-
vencional. Y la excepción stdmitida,por 18 Corte de-Lieja
es de tal modo general que destruye la regla. iHay sócie-
dades sin objeto? no es en toda sociedad el alcapzar es-
te objeto la intención de los sooios? Luego cualquiera, so-
ciedad debiera sobrevivir d la muerte de un socio. No es
euto seguramente io que quiso decir Ia Corte, pero su.deci-
sión conduce 6 esta concecueacia, y data testifica contra e1
principío de que procede.
SECClOnT 222.-De %S casos en 10s que Ea sociedad
no acaba de p l a ~ ~ o .

11.-CUANDO
LA. SOCIEDAD ACABA POXC LA VOLUNTAD
DE UN SOCIO.

394. El sert. 1863, nlím. 5 , dice: 11Lwsociedad acaba por


la volustad que uri solo 6 varios socios expresan de no per.
manecer más en sociedad.ii Esta disposioidn es demasiado
absoluta 6 inexacta en sus tdrminos generaIes. El art, 1869
explica y restringe el principio establecido por el art. 1865:
iiLi disolución de 1st ~ociedadpor la voluntad de una de las
partes sdlo se aplica á las eociedadea cuya duracidn ea ili-
mitada, 1, P el ar t. 1871 agrega : i i La dísoltición de las so-
ciedades antes del plazo convenido no puede ser pedida por
uno de los socios antes del plazo m&s que cuando tiene jtrstoe
1 Peeioriaia, 1847, 1, 82, La Paoicrioia no da la feoha da le eentenoia ni o1
nombre de 18 Uorte que l&pronunoib,
motivos.ii t a ley distingue, pues, las sociedades con plazo
y las sociedades cuya duracibn es ilimitada; s6Io ert estas
últimas es en las que permite & uno 6 varios ao'cios poner fin
á la sociedad par su voluntad. E ~ t facultad
a dada, 4 una de
las partee contratantes para romper el contrato es una
excepción & una regla funda;mntal de las convenciones:
siendo la ley para quienea las hicieron no pueden ser revo-
cadas más que por el consentimiento mutuo (arta-1134)'.
j,Cudl es la raz6n de la excepción? Las sociedades cuya du-
ración es ilimitadft no tienen más fin que la muerte de los
socios (art. 1844); en este sentido. son perpetuas, puesto
que lígan los socios durante toda su vida. T las socieda-
des perpetuas tienen graves inconveni8ntes. La desconfik-
'

za y el deeorden pueden reemplazar á la arni~tad y il, la con;


fianza; ~ lla
i sociedad debiera continuar haeita la muerte de
uno de los socios se volvería una fuente de incesantes con-
testaciones; los socios sufrirían asf como el interés general.
Era, pues, necesario dar 4 los socios el derecho de romper
una convención que ya no pu8de' alcanzar su objeto; esto es
una de las causas legitimas que autorizan la disolución de Iab
sociedad, según el art, 1871; sólo que la ley no hace inter-
venir la justicia, pie atiene á la voluntad de, los sacios, ~orñ
los mejores jueces de sua relaciones. Nadie mejor que ellos
pueden saber si la vida comilin les ee nociva; por esto .es por
lo que su voluntad basta para darle fin. Estos motivos pue-
den existir en cierta medida, aunque la saciedad tegga, pla-
zo; la desunibn puede estallar entPe los socios, iPor qué la
ley no permite 4 uno ó varios de ellos romper una asocia-
ci6n que ya no podia prosperar? Es porque los motivos tie-
nen menos gravedad precisamente porque el plazo de la so-
ciedad es conocido. Al extender la excepción á todas l a s
sociedadeél se hubiera, destruido la regla de la irrevocabili-
dad de las conve~ciones. Hay, además, una diferencia en-
tre las eociedades con plazo y las sociedade~lilimitadas, que
justifica la distinción que hace la ley en lo relativo 6 pedir
s u disolución. Las sociedades cuya dureción es ilimitada
son perpetuas, esta perpetuidad trae consigo cierta traba 4
la libertad del hombre; y la libertad es el mQs precioso de
nuestros bienes, debía prevalecer al principio de la irrevo-
cabilidad de Ins convenciones. Nuestra conclusióla ee que el
derecho de renunciar á una sociedad es de orden público, y
en laa ~ociedadescon plazo el intesda general está fuera de
C8UB8.
395. &Cuándoefi sin plazo la sociedad? icuándo es ilimi-
taua? El plazo puede ser expreso 6 tácito; uno y otro dan
lugar ti dificultades. Según la mente de ln ley, tal cual a¿.a-
bamos de exponerla, hay que con~iderarcomo sociedad ili-
mitada la que es perpetua d que puede aedo, y la sociedad
es perpetua cuando debe durar toda la vida de los socias,
mientras que 1a sociedad tiene plazo cuando no abarca la
vida entera de los socios. Sfguese de @atoque upa sociedad
que en apariencia no tiene plazo fijo puede, no abstante,
tenerlo, y que una sociedad que en apariencia 1s tiene pue-
de, sin embargo, ser ilimitada.
,jLa sociedad contratada para un negocio determinado
ea con plazo 6 es indeterminada? La decisido depende d a
la. naturaleza del negocio. Si Bste debe terriiinase en cier-
to tiempo que no so ,extieiada hasta la mueib del socio la
sociedad tendr4 plazo y 8e aplicsrit, por consiguiente, el
are, 1871. Si, por, el contrario; le sociedad puede durar iiu-
rante sigIos será evidentemente ilimitada. . En esta última
hipótesis no hay mucha duda. Una sqciedad estti, contrata-
da para la explotación de minas de rana rta.gicin carbonifera,
Tiene un objeto determinado; dquiere esto deeir que t6ng.a
plazo? En un caso que se' presentd ante la Coste de Casa-
ción constaba por el informe del ingeniero de minaa que la
axplohciún podía durar catorce siglos, Esto ee deoiaivo. (1)
X Denegada, 1. as Junio da 1859 (Dalioz, 1859,1, 244),
Sin embargo, queda una duda: ~ L a areglas da1 arf. 1865
se aplican t! las sociedadea carboneras? Volveremos ti esta
cuestidn.
Si el negocio está-determinndo, pero que la duración no
esté fijada ~ i que
n no obstante sea de naturaleza á continuar
durante la vida de los socios, la sociedad tendrB plazo. Ests
es la opinión de todos los autores, salvo el disentimiento de
Durantón. En principio la cuestión no lo es. El plazo ee
tácito, El art. 1844 10 dice: ilSi a s trata de un nego~ic,cu-
ya duración es ilimitada la sociedad se considera contra-
tada por el tiempo que debe durar el ne,aocio,it Y aupone-
mos que este tiempo es ilimitado, pero menor que la vida
de los socios; luego la sociedad es con plazo, s e g h el texto
y el espiritu de la ley. La consecuencia 0 8 que esta saciedad
no concluirS por la voluntad de uno 6 varios socios. Acer-
ca de este punto hay una decisión implícita en el texto de le
ley. El art. 1844 dispone que en el silencio de la conven-
ción la sociedad se considera contratada por toda la vida de
108 ocios; es, pues, una sociedad perpetua; por eato la ley
reserva á los socios el derecho de renunciarla tibajo la mo-
dificación citada en el art; 1869,ii El art. 1844 añade que
si se trata de un negocio cuya duración sea ilimitada la E&-
ciedad se coneidera contratada por todo el tiempo que debe
durar este negocio; luego la duracydn de esta sociedad OE
ilimitada; por esto la ley reserva k loci socios el dmecho con-
sagrado por el art, 1869. Esta oompiración nos parece de-
cisiva. Suponemos naturalmente qu8 el negocio no debe
durar durante toda Ba vida de loa socios. (1)
Queda una hiphtesis que está igualmente controvertida,
bien que no hay ninguna duda.. $Una sociedad contraída
por la vida es una sociedad á plazo? Si, dicen, porque tie-
I Aubry y Rau, t. TV, p. 570, noto 13. Pont, p. 184, núm..250, p, 486, nl(r.
meroa 737 y 736 y los autores que citan. En hientido contrario Durantó~,.tornts
X n I , p. 548, n6m, 476,
DIFERENTES MODOS DE:TER~~IITAE
LA SOClIEDhD &U

ne un termino segitroi I F ~rntierte. Sin duda, pero esto no


impide que los jurisconsultos romanos la calificakan de so-
ciedad perpetua, porque bajo el purito de vistá del Interes
de este mundo la dilracibn de la vida terrestre es una eter-
nidad; luego en el eipirítu de 1s ley la 'sociedad tien; una
duradóo ilimitada y, por tanto, hay lugar á aplicar el a r t í
culo 1869. Decirnos que no hay ninguna duda; en efecto, el
art. 1844, que acabamod de transcribir, zanja la cuestión:
decide que en ei' silencio de la convenci6n la sociedad se
considera contratada por toda la uz'dcc, y translada al arti-
culo 1869; e&decir, que reserva el derecho de renuncia á
los asociados. Si las sociedades declaradas contratadas pot
toda la vida por la Zctj aon sociedades ilimitadae $xirno ha-
bía de suceder que una soc'iedad contratada pcr lbs socios
por la vida no fuera ilimitada? (1)
396. Los arts. 1865, núm. 5, ,y 1869 ed&nconcebidos en
terminos generales; ee aplican, pues, d cualquiera sociedad.
Se ha pretendido que habia excepción para las bociddades
por acciooes poique esks sociedades &o aaociacioneb de
Capitales m& bien que de pereonas. Ya hemos Contestado
al argumento; la facultad dada por el art. 1869 es de orden
pfiblico; luego es absoluta'y no implica excepción. (2)
El derecho de renuncia consagrado por el ark 1869' tie-
ne un caricter especial . que no tienen las demds causas que
<

ponen fin á la sociedad; los aocios pueden derogarlo por su8


convenciones estipulando que la niuert0 la insolvencia no
pondrán fin 4 su sociedad; no puedan, deiogar la facultad
de renuncia porque es de orden phblíco. 8i se admite el
prinoipio la consecuencia no puede ser contestada. La Cord
te de Oasaaión lo oonsagr6 (3) y tal es tarnbi6 la dcctrina
1 Ponb, p. 487, nbm. 737. En sentido aontrnrio ~r&ard-~egribres,Bocieda4
&S comerciales, p. 280,
"2 Pont,p. 491, nám. 741, Ea aentido aontrario Alauzet, Comentario al 6%-
&$o de Uomeroio, t. 1, núms. ,264 y 'siguientee de la 2. edioión.
3 Denegada, 1. O de Sunio de 1869 (Dalloz, 1869, 1, 244).
P. de D. ToMa XXVI-56
de los autores. (1) Es verdad que Pothier admitfa la vali-
dez de una convención contraria. ¿No será eeto porque bao
jo el antiguo régimen la libertad era un derecho menos eia-
grado que bajo el régimen inaugurado por la revolución de
17891 La Corte de Lyon ha mantenido la opinión de Po-
thier, pero negando el principio de que la renuncia sea de
orden piliblico; (2) esto es lbgico, pero esta en oposición con
el espíritu de nuestras leyes modernas.
397.. La jurisprudencia admite una excepción al derecho
de renuncia en esta sentido: que 'la renuncia de este dere-
cho resulta implícitamente de la cláusula que permite á c+
da socio vender su derecho y retirilrse de la sociedad. Esta
cl8usula concilia el inter4s del socio que quiere retirarse de
la sociedad con el interdi da los demás socios qua quieren
mantener el pacto. Es inútil pedir la disolución de la socie-
dad cuando ae puede realizar su derecho y descargarse de
sus obligaciones por el fácilamedio de una cesi6a de accio
nea. La juriaprudelenoia shlo Pone una condición & esta re-
nuncia ttloita: es que la clXu&lei que reemplaza el dkrecho
ds disolución procure al socio la mismi ventaja; es decir,
que su sola voluntad pista para disponer de su derecho. Si
el acta social exige una condioibn de' donde resulte alguna
traba, tal como el conaentimiento de un consejo de admi-
nistración 6 el de los socios, no se puede ya decir que el
socio es libre de romper sus liga^; desde luego canserva el
derecho de poner fin 4 la sociedad por su voluntad, confor-
me al art. 1869, (3)
Esta jurisprudencia nos deja una duda. Se funda en 1s
1 Aubry y Rau, i;, IV; p. 671, nota 14 Pont, p, 493, nilm. 742.
2 Pothier, Do la sociedad, nbm. 151..Lyon, 12 desAgosto de 1828(I)alloz, en
1s palabra &linas, núm. 194).
3 Detiegads, 6 de Dioiambro de 1843, aceraa de lae aonotuoionee aontcariae
del bbogada Qennraf (Dallos, on 1s palabra Sociedacl, niim. 736), Denegada, 13
de Julio da 1868 (Dalloz, 1869, 1,137). Lieja, 16 de Noviembre de 1849 (Pad
iiorini~,2850,2,162). La doctrina 08th en el mimo sentido (Pont, p, 493, nif.
meros 743 y 744 y 108 autores que cita).
DIFERENTES MODOS DE TEIZIIíINAR LA SO(1UEDAW 443

equidad y concilia los diversos intereses, peso tambidn es-


t& fundada en el rigor del derecho? Se admite generalmen-
te que la facultad concedida por el. art. 1869 á, XGB socios es
de orden público; si este principio es verdad se necesita ser
Iágico y admitir las coneecuenciras. No se renuncia un del
recho de orden pdblico; es decir, d.e interds general; y si la
renuncia pura y simple es nula debe serlo igualmente la re-
nuncia mediante un equivalente. En efecto, ipor quQno
puede renunciar á lo que es de orden público? Yorque el
art. 6 del Código Civil prohibe derogar las convenciones
particulares á Ias leyes que interesan al orden piiblico y &
las buenas costumbt.es. Luego toda convención esth prohi-
bida desde que deroga en cualquiera cosa el art, 1869, el que
es de orden público,
398. Según el art. 1865, núm. 5, Za zlobuntad d~ no per-
,tenecer más 5 la sociedad es suficiente pará darle fin, El
art. 1869 modifica lo que esta disposici6n tiene de absduto;
la ley jamás da su apoyo 4 lo arbitrario y no autoriza el ca-
pricho. La renuncia no disuelve Ia sociedad sino cuando es
de buena fe y hecha en tiempo oportuno. ¿Cuándo no ee
de buena fe la renuncia? El art, 1870 contesta: 1iCuando
el #ocio renuncia para apropiar~lee1 solo,el provecho que los
aocios se habían propuesto sacar juntos, .'Es nec~.k~rio
JJ no
dar 4 esta diaposicibn una extensión. que no tiene en la men-
te dal legislador. Se supone que el socio que se retira de le
~caciedad6 que pide la disolucidn emprende en seguida una
industria andloga 4 la que tenia por objeto la sociedad. ¿Se
considerará!como de mala fe su renuncia por este Unico ha-
cho? Nd, la buena3 fe es una cuestión de hecho; puede auce-
der que las divisiones que destruían la sociedad justifiquee
plenamente la disaluci6n pedida por uno de los socios. ¿Le
impedirá esto ejercer la misma industria, d crear un estable-
cimiento aeálogo? M, ciertamente. La libertad de indus-
tria es un derecho del hornbm proclamado por la revolución
de 1789; el @ociopuede ejeraerla como sl vendedor. EJos
transladamoa lo dicho en el titulo De las Obligqciones (to-
mo XVI, nrírn. 141). La jurisprudencia eat4 en este senti-
do. (3)
iCu4nd0 la .renuncia est4 hecha en tiempo inoporkuno?
E l art. 1870 contesta: cuando lañ cosas no eat4n comple-
tas y que importe á la iiocicfisd diferir su diaolución. 11 Po-
thier da como ejemplo el caBo Fn que sería de interés para
la saciedad guardas las niercaricfas compradaa .en comízn y
eapílr"ar el Qiernpo favorable ,pqn revenderlas. A g r q a que
para juzgar si una renuncia erta htoha en tiempo inoportu-
no es 61 interés jsocial el que debe coesidernrse y no el in-
terés particular del que se opone. 5 la renuncia, (2)
iCuál será el efecto de una reriuiicia hecha en tiempo in-
oportilno y de niala f e ? Es nula en 108 términop del srticu-
'lo 1869.*Ladisolución tiene lugar, dice 18 ley, por volun-
tad de una de las partes, 'con tal que esta.r.bnuncia sea de
buena fe y no hecha &.contrati'empo, pero ~i la renuncia e.s
Sde mala fe y hecha en tiempo inoportuno~ladiaolución ns
tine lugar; es decir, que la reriuncia es nula. ~ C i i Q da l el
carhcter' de esta nulidad? Es relativa de naturaleza, puetito
que 'la cnrtidiciún ricjce ~ f áestablezida ~ i n oen interc)~de los
socio,c: éstos sblamente pueden prevalecerse de la nulidad;
el derecho tanto como la moral se oponen i5 que el'socio.re-
ntlnciante'invoque su mala fe. (3)
399. 'El art. 1869 exige atin Úna cohdicidn de forma para
que pueda oponer la renuncia B los~ocios*1 que expresa la
-vdluntad de dejar d e ser socio: la renuncia debe notificarse
á todos los S O C ~ ~ Su. n a notificacián implica un emito, pero
la ley no exige una notiJicucibnpor escribano; una carta bas-
ta, salvo 1s dificultad de prueba. Se enseña que el escrito
1 BruaeIes, 13 de Julio de 1832 (Pasiorjsia, 1832,p. ,210)
2 Pothier, De la sociedad, niim, 151.
3 Vdanse en divereos eentidos Pont y los autorea que ci68, p, 498, núm. 751,
pilvqdo debe ser redactado en la forma prescripta por el
lart. 1325. (1) Esto ees,un errar 6 una mala comprensidn. La
notificación no es un contrato, la manife&acidn de una
voluntad unilsteref; luego la disposici6n dei art. 1325 iro es
aplicable. 8in duda si el ocio renunciante prent~ndeprp-
bar que au r e ~ u n c i aha sido aceptada por suu consocios han
brá COP~CIIISD co~sentimient08 y, por coilsiguiente, con-
i.onei¿u; lo que hace aplicable la dispo~ici6ndel art. 1325.
Pero In aceptacilin de los demsia socios po.esth requerida; la
vo1ontw.I del que renuncia disuelve el contrat*. salvo que los
demás prueben la validez de la ,renuycia.
dCu$ e8 el efecto de una renuncia qUe no hubiera sido
notificada 5 todo8 108 mcio"P Sería 'uula,en virtud .del tex-
to del art. 1809,. como aoabmqa 'de decir da la rknuncia
hacha de mala fe (nilm. ,398) y la nulilad sería relativa; el
aoeio renunciante no $e podría mientras q u los
~
demás socios puedqp invocarla- y pueden tambibn no opo-
nerla. A loa que 09 se notific6 la renuncia pueden cierta-
mente prevaiecerae de:la falta de obserraricia de la ley; i e
admite, y con razón, loa eocios Qquieoesbe hiz6 la no-
tificación pueden tambidn argüir la nulidad porque la so-
ciedad np puede ser diaiielta cpn relacidn S unas y ser,rpan- /

tenida. con relación B otros; solamente si los socios que no


hubieran recibido notifioaoidn coniirman la renuncia irregu-
lar los que la recibieroq no pedir la nulidad, puesto
que la renuncia notificada & unos y confirmada por otros
seila válida y no podría ser atacadi. (2)

$ I~.-DB LAS CAUSAS LEGITIMAS $ 0 LA$


~ QUE 508 SOCIOS
PUEDEN PEDIR Lb DISOC'LTCáON DE LAS SOCIEDADES A PLAZO.

400. iiLa disolucidn de las sociedades B plazo no puede


1 Compáreee Pont,p, 495, niim. 146 y loa autarea que oita,
2 Duvegier, p. 645,ndma. 458:460. Durant6n, t. X'VH, pa. 652 g 663, aú-
mero 477. Pont. na. 446 y siguienten, nbms, ?49 y 760,
pedime por nno de 10s socio8 antes del termino convenP3~
si no hay motivo8 justos, como cuando un socTo falta á su8
compromisos 6 que una enfermedad crónica lo hace inepta
para los negocios de la sóciedad, iz otras causaei semejzrnterp
cuya legitimidad y gravedad se dejan al arbitrio del juezib
(art. 187). Lo que distingue estsa causas que se llaman le-
gitimas de la renuhcia de los socios de que acabamos de
hablar, es que se abandonan 4 la apreciación del juez; as ék
'el que fablla la disoluoihn, y lo hace por a u s a s graves, y
aun es él quien decide si la causa tiene una gravedad sufi-
ciente para justificar la disolucidn. Tal es el principio; la ley
Xa aplica ti do? casos, y aplicándolo quita al juez el poder
de arbitrar que le concede, en general, en esta materia.
CJuando uno de los socios falta Q sus compromisos hque es-
tS. amenizado por una enfermedad que le impide llenarlos
hay causa legftima de disoluci6n;'solamenteel juez conser-
va un derecho' de apreciacibn que siempre tieue en las cues-
tiones de h e c b . Para XRI causas no previstas por la ley a@
atienan'bxclusivamente al juez; decide ~oberamentesi hay
oauaa legítima y si ln causa tiene la gravedad requerida pa-
ra arrastrar la díaolución de la sociedad.
401. La primera causa de fa dieolución que la ley pre-
vee es la de la condicib resolutoria tácita que queda sub-
entendida ert todos los contratos sioaiagmáticos para el ca-
en que una de las' partes no sati8fac.e sus compramisoa.
'

El art. 1184 recibe su splícaciún á 1s sociedad, puesto que


la sociedad es un contrato bilateral, Be sigue de esto que
todo lo que hemos dicho en el titulo lh las Ot>lig.ücb?2esde
Is condiciún resolutona tácita se aplica á la sociedad. La
reeolucióa debe ser pedida en justicia; el juez debe, pues,
comprobar primero si hay inejecución de los compromisos
y luego cu51 es el motivo por el que una de las parte. no
cumpliú sus obligsciones; puede conceder al demandado un
p'razo aegr'in las oircutiatancias. Si al vencimiento de este
;o%azoel socio no hs satisfecho la sentencia la sesolución
debe ser pronunciada.
La Corte de Bruselas &a hecho la aplicacidn de la ley al
caso siguiente; Una sociedad se habia formado entre un co-
merciante de vinos y otra persone estráíia 5 este comercio;
ésta había tratado en confianza y, como lo decía en sus car-
tas, B ojos cerrados. Su socio debía poner en la sociedad 808
barricas de v i n ~ stintos y blancos clasificados por edades se-
gírn inventario. Esta obligación no sólo consistía en aportar
la cantidad de vino convenida sino también vinoa da diver-
sas edades y procedencias indicadas en el inventario, el cual
estaba unido al. acta de sociedad, La mayor paste de loa
vinos indicados eran procedentes de Satt JuliBn, Paulliac y
8aint-Eetbphe y los precios á que sa cuotizaban estaban en
relacibn con e l valor fle los vinos de igual procedesicia. Fue
establecido pos los libros del comerciante que los vinos por
él ministrado? nq procedían de ningan modo de los lugares
indicados; que eran una mezcla de varioe. vinos de calidad
y precios muy inferiores. La Corte concluyó db esto que el
socio había faltado 4 SUB compromisos, puesto qu~sen lugar
de vinos de procedencias acreditadas en el comercio ~ 6 1 0 ,
había aportado á la sociedad una maicla de vinos comunes
cuya calidad no respondis. de oingúii modo B lo que tenfa
ofrecido. El mal éxito de la negociación, contkaiia la Cor-
te, era la ,coiaaecuencia inevitable de la, f a l s ~oalificacihn de
los vinos y de sus exagerados precios. En con~ecuernciala
Corte pronuacid la resolucióu de la ~isciedwd con el efecto
ligado á cualquiera sesoluci6n; ea decir, quc el contrato se
considerabai, coiiio no haber existido atxncra. En el caso es-
ta decisidn se jiistificaba perfectamente por los hechos de la
causa; e1 socita hsbfa contravenido 4 BUB~>~ornpromims des-
de el origen d e la sociedad y había expuoeto 6 s ~ n ocio 4
seguraR pdrdidao; era, pues, justo hacur rsrao~tarIs disolei-
o i b 4 ita miama dpoes y poner las pórdido: 6 cargo de +la
parte que las habfa, ocasionado por su maIa fe. La sentenicb
es muy Fevera, {parotambien fundada en l&'eqhidad comb
e9 d~recho.(1)
402. La resolucián da1 contrato de sociedad difiere mu-
cho de la disoluoi6o'q&e tiene lugar, ya sea de plano en los
casos previstos por el art. 1865, ya sea por sentencia del jue3
por causas legitimas. En todos estos casos la sociedad ata-
ba, como dice la ley; exiatih, pues, y piodujo efectos; cuan-,
do termina hay lugar á una liquidación y 4 una partición.
No sacade lo rniarno con la condición re$ulot,oria tácita: 6s-
t a nulifica el contrato, las cosas vuelven at misario estado que
si la sociedad no hubiera existido. Aunque pronunciada por
e$ juez la reaoíuc!6n no cuenta desde el día de la gentenoía,
retrotrae al dia del contrato porque la condici6n resolutoria
se subentiende en ella; es, pues, en virtud de la voliintad
tácita de' las partos contratantes como se resuelve el contra;
to. Ld colidición puede también ser expresa; en este caso
no 'hay lugar á la intervencióri del juez, la resolución s i ha-
ce desplano por la' voluntad*de latpartés contratantee, ,j!Su-
cede lo mismo con el pacto comisario, ea decir, can la cláu-
aula del contrato qué dice que ni una de lag partes no eje-
cuta' sus compro mis os^ la eociedad será resuelta 6 que lo se.
i4 de plano? Ya hemos examinado la cuestión en priucipio
en el titulo De las Obliyocion&sy 1s hemos encontrado de
Y
nuevo en los titulos De la $enenta Del Arrendamiento. LOS
principios son los mismos en materia de sociedad.
403. La resolución del contrato en virtud de la condi-
ción resolutoria tácita supone'que la condición est4 'escrita
6n el contrato en este sentido: que se trata de compromisos
contraíaos por los socios ep el pacto social, S i durante el
curso de la sociedad uno de los ocios contrajera une obli-
gación la ,jinejecuci6n de esta obligación arrastrarfa tam-
bien la. resoluci6~en el selrtida del art. 11842 Hay que dis-
1 Burdeoa, 29 de Julio de 1857 (Dalloz, 1866,2,116).
DIFERENTES MODOS D ~ , ' . L % ~ ~ N A SOClIEDAD
L&E G 4'40'

tinguir. Si esta obligacidn está consentida en una conven-


c i b que modifica el pacto social hay lugar&aplicar el prin
cipio del art. 1184; en efecto, la cl&usulanueva hace parte
del acta de sociedad, con la que se identifica. Es, pues, el
pacta social el que He viola y, por consiguiente, el art. 1184
recibe su aplicacidn. (1) Pero si la convenci6n fuera dis-
tinta; del pacto primitivo no se podria decir que este pacto
08th roto por la inejecución de un compromiso qud no
constaba en él. Eyto podría ser una cama legitima de di-
solución, pero la sociedad no quedaría resuelta', concluirld
á partir de la sentencia del juez, y ai juez tocarfa decidir si
la causa tiene una gravedad ~uficientepara legitimar la
disolucidn.
404. Tenemos que decir algunas-
palabras
-
de una aen-
tencia criticada por todos los autores, aunque 8610 sea
para enseñar la ignorancia que reina en los má9 eledenta-
les principios, y el error de la Corte prueba al mismo tiem-
po la importancia de e ~ t oprincipios.
~ Una ssociedad an
nombre colectivo le forma con plazo; uno de los socios ae
niega terminantemente 4 ejecutar el contraf;~. iCuál debe
ser el efecto de esta negativa? L a corte de Lyon contesta
que por sí solo. l q , negativa arrastra la disolución de la so
ciedad, á, reserva de que los*sociosyidari daños y perjuicfos.
La eentencia est8 largamente motivada y, hay que confesar:
lo, hay en ella casi tantos errorea como palabras. 8610 in-
sistiremos en el error de principio. Eete es, en do^ palab&s,
el raciocinio de la Corte. .La sociedad en nombre colectivb
implica para todos los ocios la-obligación de participar en
la gerencia da los negocios sociales. Este campromiso es
'

una obligsaión de hacer; luego desde el momento en que una


de Zds socios ae niega 4 hacer lo que debe la sociedad que-
da disuelta. De esto se saca eeta extraña consecuen~ia:qbe
1 Deaegsda, 27 de Mareo de 1844(Dslloz, en la palabra 8ooiedud, nilim, 656).
P, de D. TOMO X X V I - - ~ ~
460 SOClEDAD

el &ocioque niega su concurso puede 61 mismo pedir la di-


so1ucidn de la sociedad, y eeta disposicidn debe ser pronun-
ciada, 6 reserva. de que los demás socios reclamen daños y
perjuicios. (1) Ya hemos señalado el error en el título De las
Obligaciones (t. XVI, niíms.. 197-201). No es verdad decir
que:las,obligsciones de hacer $610,dan uh derecho al acree-
dor: el de reclamar dafios y perjuicios. Estas obligaciones
no difieren en esencia de las' de dar; resulta de ellas una ac-
ción del aoreedor para obligar al deudor á hacer lo que se
obligb, y el juez debe condenarlo á que lo haga; sólo cuandó
esta gQligacidn directa y forzada se hece imposible es cuan-
do ,el.scteedor tiene que conformarse con los daños y per-
juicios. En todo caso R él pertenece la acción. S i el con-
trato es si,palamdgticola parte para con quien no fué ejecu-
tado el q~mpreyisopuede pedir la rresolución del contrato;
el art: 1184 lo dice, agregando que eftta parte tiene la elec-
ción-de forzar 6 la otra parte R la ejecucidn de la eonven
cid;, eiiand,q,estoes poaible, 6 pedir la resolucido con dsñor
y perjuicios,,,Es, pues, el socio de aquel que niega SU con-
curso ei que tiene derecho de obrar, si no lo hace el contra
to aubdste. Nunca ae ha pretendido que el deudor que
falta 'h. sug,co&prorni.ios pueda fundarse en la inpjecuoión
de sus obliiaciones p a l p d i r la resolucióo CI 1 i;ontrato;
esto es térgiversar el papel del deudor y el del acreedor y
traytorgar las más bencillas nociones, transformando la obli-
gación,del deudor en un derecho que naciera para 41 de la
inejecución de SUR compromisos. Este errar, que es una ver-
dadera herejía jilrídica, procede de la falsa nocidn qiie a@
hace en La práctica dq la, obligsción de hacer
405. El art. 1571 considera también corno causa legítima
de diso'lucibn la enfermedad habitual que vuelve inhábil
b un socio para los negocios sociales. Es necesario que Xtt
1 Syon, 18 de Mayo de 1828 (Dalloz, en le palabra Sociedad, nilm. 658).
Oompdreoe la critica de Dalloz y Pont, D. 604. niím. 768 y los autores que oikan.
enfermudad sea habitual; una enfermedad pasajera no bas-
taría para arrastrar la disolucitin de la uociedad. En princi-
pio los contratos son irrevocables, 8610 por excepción puei
den aer rotos; la excepción debe, pues, tener cierta gra-
vedad; hay causa grave cuando un socio está atacado de
una enfermedad habitual que lo pone en la imposibilidad de
cumplir con RUS deberes sociaíe~.Esta es la segunda condi-
ción ex;g;clt-s para que la disoluci6n de la sociedad pueda
ser pedida p.-r causa de enfermedad; Pothier la explica di-
ciendo que la enfermedad de un socio se hace motivo para
romper el contrato cuando los negocios d e la sociedad son
tales que exigen que este socio los haga 41 mismo, (1)
La ley califica de disoltt~iórzla ruptura de la sociedad
que tiene lugar á consecuencia de la enfermedad de un sol
cio y la que resulta de la condición resolutoria tacita. Hay,
sin embargo, una diferencia considerable entre ambas hipó-
tesis; acabamos de señalarla (núm. 402) ; la condición reso-
lutoria di~uelvela sociedad como ai nunca hubiera existido;
mientras que la disolucibn deja tlubsistir ti la sociedad y loe
efectos que produjo hasta el momento en que la riintencia
del juez la declara disuelta. La diferencia es incontestable
en derecho; también 'se funda en la razón. Es verdad que
en uno y otro caso hay iin socio que no cumple sus obli-
gaciones; pera en el c a ~ oen que no puede ocuparRe de los
negocioa sociales d consecuencia de una enfermedad no se
puede decir que falta & sus compromieov; los cumplió hasta
que la enfermedad sobrevino; no ae pues, en e1 caso
de la reuoluciún; la sociedad concluye por una causa que es
extraña a1 pacto social en eutersentido: que no forma una
condici6a. Sucede diferentemente cuando uno de los socios
no ejecuta los compromisos que tomó por el pacto social; el
pacto queda roto por sil culpa; es pues, justo que la sacie-
dad se considere como no existente.
1 ~otihier,De Ga sociednd, 'ndrn. 152.
452 SOCIEDAD

406. E1 art. 1871 pone en principio qué! la disolución do


los socios con plazo puede ser pedida si hay un motivo jus-
to; da como ejemplos la inejecución de los compromiso's de
un socio y la enfermedad habitual que llega á atacarlo; dea-
pu6a la ley agrega: zi otros casos semejuntes. 2 Cuales son ea-
tos cayos? El Código contesta que la leyitimidad y la gra-
vedad de estos casas se dejan al arbitrio del juez. Laa causas
deben, pues, ser legitimas y graves; el juez es yuidn decide
si la causa alegada. tiene estos caracteres, y su decisi6n es
soberana. S610 que el juez debe tener cuenta de los ejem-
plos que la ley 16 da como formando uu justo motivo de
dieolución. Es, pues, necesario que la causa uea de natufa-
leza á comprometer el objeto de la sociedad en este senti-
do: que los socios rlo podrgn sacar de ella el provecho que
pudieran realizar. Un perjuicio pasajero no bastaría; la ley
lo decide así, exigiendo que Ia enfermedad sea habitual pa-
sa arrastrar la disolucidn de la ~ociedad.Se da como ejem-
plo la desunión que estalla eatre los socios; no basta el me-
nor desacuerdo, que puede compararse á una enfermedad
temporal. Pero si la discordia reina en los espíritus y se
exgcerba d.e dfa en di& importa poner fin 6 la ~ociedad,
puesto que ya;m puede alcanzar su objetq.

407. Ordinariamente la díaoluci6a de la sociedad está


seguida del. reparto del ac~ivoy, si hay. lugar, del pa~ivoso-
cial, Hay excepcih cuando la sociedad está. resuelta A con-
isecuenpia de la condicion resolutoria tácita. Siendo en este
caso la sociedad considerada como no haber existido nunca
no se parte el fondo social puesto que no lo hay, Habrh ha-
bido comunidad de bevho; cada socio recoger8 sus apoitea;
no habrd utilidad, y en cuanto ai las pdrdidas aerárr sopor-
tadas á titulo da daños y perjuicios por el socio cuya culpa
haya arrsatrado $8, disolacióa de la sociedad (núm. 401),
408. Otra es la cuestión de aabor cuando puede eer pedi-
da la particida. Suponemos la sociedad disuelta; mientras
nao lo esth u~ puede tratarse del reparto del fondo común
ni de Una de las cosas que, hacen parte de 01; esta seria rom-
per el pacto social, puesto que fu4 formado para poner en
común ciertas cosas con objeto de repartirse el baneficio
que pudiera resultar (art. 1832). Aun después de la disolu-
ción de la sociedad uno de los aocios rn0 puede peJir el re-
parto de un objeto particular que forma parta de la masa.
La Corte de Burdeo~lo $eratencid así y la decisión es muy
jurkdica, (1) Ei necesario antes qus toclo que la consisten-
cia del activo haya sido establecida, lo que 8610 puede ha-
cerlie por un corte de cuentas eatre loa socios que pueden ser
deudores 6 acreedores de la sociedad. 8610 después de la li-
quidación es cuando puede procederae al reparta. En el ca-
so una de los socios pedía la particihn de un dominio ad-
quirido por cueuta de la sociedad, pero los herederos de un
socio muerto tenían importantes devolucionas que ejercer;
habia que liquidarlo8 y podía sucedes, dijo la Corte, que el
valor entero del dominio fuese absorbido por estas devolu-
ciones. Desde luego el pedimento de particinn era prema-a
turo.
409. La liquidgción da lugar 4 una di licir Itad de prueba.
Fothier dice que para establecer lo que fue recibido 6 pues-
to por la sociedad los libros de 4sta, llevados por uno de los
socios, hacen fe. iDebe a6o seguirse esta decisi4n bajo el im-
perio del Código Civil? La cuestión fue5 llevada ante la Cor-
t e de Casaoidn y decidida afirmativamente, En el caao dos
propietarios habían formado una aociedad para la explota-
oi61.1 de un viñedo; uno de ellos habfa llevado loa libras * de
~ O Rfp8t09y entradas: s podían servir de prueba para esta-
blecer las cuentas? El primer juez había admitido los li-
bros, apenar de sua irregularidades, como sinceros y digno^
1 Buec?sos, 23 do Abril de 1831 (Dalloz, en la p~ladraXooiedad, abm, 769)
de confianza. Pero eñistia una dificultad de derecho. iNo
debia aplicarse á esto3 libros la disposici6n del art. 1332,
segútn el cual los registros y papeles domdsticos no conr~ti-
tuyen uaa titulo para aquel que los escribe? La Corte con-
testa que unas escrituras sociales no son simples papeles
domésticos en el sentido del art. 1331; los registr~s.clleque
haMa el Código Civil Ron escritod que el padre de familia
hace para darse cuenta de sus negocios, s610 los hace por in-
terés propio; se entiende por qu6 no puede crearse título pa-
ra sí mismo. No sucede así con lo& libros llevados par un
socio, estos escritos tienen precisamente poraobjeto hacer
prueba entre los socios; aunque a610 uno escriba lo hace co-
mo msradatsrio del otro; son eacritos comunes ái ambae par-
tes y que, por consiguiente, hacen f~ pera con ellos. '(1)
410. Llegamos 4 la partición. El arh. 1872 dice: 11Eae
reglas relativas á las sucesiones, la forma de ewta particida
y las obligaciones que sesilltan de ella entre los coherede-
ros, se aplican 4 1s partición entre los ocios. 11 ¿.Este srtíeu.
lo translzlda todas las reglas relativas ;k la particióo 'de
las auceaiones? iO hay reglas que no aon aplicables al re -
parto de laa sociedades? ;'Y cómo distinguir cuáles deben
aplicarse y ou&lcu no deben aplicarse? @e siento%ordina-
siamenite como principio que el art. 1872 es reskicti-
vo g que del,? w r interpretado raatrictivarnent&. Esto no:és
enteramente exacto. El rirt. 1572 oOmienza por decir '46%
las i~~gZus dat ti vas á Zu pul-tkidnde las sucesiones si? aplican
4 los rephrtos entre Bocios; luego todas las reglw. Si' el ar-
ticulo 1872 no contuviera más que esta'di~~osicióo'no ha-
bía duda; la'~simiiaci6n.seria absoluta y no permitirfa
ninguna excepcidn. Sin embargo, todos e k & o acordes en que
deben hacerse ciertas excepcionee. iSe p ~ e d een pseseccia
del texto de la ley? El art. 1872 añade: 11Las r e g l a relmti-
vas & la forma de esta partición y las obligaciones que re-
1 Denegada, 1"ie Febrero de 186'9 [~elloz,1870,1, 401.
DPBEBENTES MODOS bE TERiulINAE L A SOCIEDAD 465

snlitan de ella entre cohep.ederos se aplican A las particiones


entre socio s.^, Esta, clisposición seria comp!etament;e' inútil
si el principio del artículo tuviers%el sentido general que pa-
rece tsner; debe, puea, admitirse que los tdrminos de la ley
no son tan absolzbs como parecen, y, por consiguiente, la,
la, intención del legislador no fué Ba.cer aplicables H la par-
tición de tas sociedades todas lae reglas que e~tabiecepara
la partición de las ~ueesioae~:Queda por precisar la8 que-
son aplicables y las que no lo son, 8i se examina la difi-
cultad en principio la solución nso es muy dudosa, La par-
rtici6n es un solo y mismo heeho jurídico cualquiera que sea
la causa, de la indivisión que termina, ya aesa la ~iacesiónu b
intestato, testamsnta~ia6 contractusl, ya Sea fa comunidad
6 Ia sociedad; siendo identico el hecho las consecuencias de-
ben *tambiénser Iss mismas. Luego las r e g 2 ~que ~ braza el
Código en el título De las Sucesiones acerca de la partición
son generslea por naturaleza y deben, por consiguiente, reci-
bir su apliczlciGn S la ~ociedad.No Izay excepci6n nnás cjup
pasa las dieposicíoses que tiene.^ su razdn d'e ser en las re-
laciones qne no gon las mismas entre 1uu s o ~ i e sEste
~ prin-
cipio puedo co~oiiiarsgcon el texto do1 art. 1872; la ley no
aplica abaolutamenie $. la sociedad .todas ]las reglas de la
particiijn entre.103 coherederos eiu decir cuáles son las que
no gon aplicables; [s. dificultad debe, pues, ser decidida por
%osprincipios generales ¿le derecho.
411. 'E{ art. 841 establece en favor de los herederos el
retiro sucesorai en el caso en Que un coheredero vende BU
derecho en la sucenón. Se pregunta si los ~oeiostienen el
mismo derecho. La negativa fu8 sentenciada por la Gorte
de Parfs y nos pai.i.,ce segura, Esta, misma cuesti6n se ha,
presentado en materia de comiiinidad p la hemos decidido
en el mismo aentidd (t. XXIICI, ntíni. 19). el art. 541 dice,
la Corte de París contiene una disposición especial y es-
cepcional ~re'ckdaCOZBobjeto de impedir que lbs extsafics ps-
netren en secretos de familia. Esea razón de marallidad p.da--
blica no se encuentra, en las sociedades; todo en ellas es pa-
tente, escrito y consignado en los libroa y en una corres-
pondencia común á todos los socioti, y mando se las consul-
ta etr para apreciar los hechos y operaciones que Hon aego-
cios y no secretos. (1) La, doctrina es unanime en este
sentido. (2)
412. La partición pone en juego intereses mhs diversos;
la ley tiene el cuidado de resguardarlos B todoa conoilihn-
dolos, Se pregunta si. los acreedores tienen en materia de
sociedad loa derechos que la ley les aoacede en materia de
suceai6.n. Hay una primera dificultad que la Corte de Ca-
sación decidió recientemente. El art 820 dicetquelooacreed
doree pueden seguir la puesta. de céduI8s exl virtud de un
título ejecutorio 6 de un permiso del juez. j,Tienen este de-
recho en caso de dirgolución de la eociédad? Si se admite
nuestra principio (núm.410) ~1derecho de los acreedores
no es dudoso; la Corte de Casación se limita á decir que re-
sulta de la combinación de los art. 8SOly 1872 quelos acreea
dores pueden pedir la puesta de cédulas~enel activo social.
$e objetaba que estando la sociedad en liquidación la pues-
ta de cédulas impedir%aque loa socios liquidasen. La Corte
de Casaoión contesta primero que la puesta de aédulas *ea
una medida conaervatoria que se, haría ineficaz completaw
mente si los acreedores tuvieran que esperar el fifin de la li-
quidaai6~1,cuando nada hay ya que resgugrdsr. De .hecho,
dice la Corte, el juez puede, como lo hizo en el caso, prescri-
bir las medidas que asegurando las derechos de los acreedo-
res permitsn continuar las operaciones de la liquidación. SE
hacia axín otra objeción. Una cláusula del contrato sociales-
tipulaba la continuación de la sociedad entre los socios su-
p8rstites y ~rohiblala puesta de cédulas. iUna clSusula par-
1 Porfi, 7 de Julio de' 1836 [Dalloz, en ia polabre Suoesiones, niam. 18701.
2 Vtíanse loa bestimanioe ea Pont, p, 614,abm, 783.
cial es válida? Entre socios si, para con los tercero8 nó; en
efecto, los socios no pueden hacer convenciones qpe perju-
diquen á los terceros. (1)
413. El art. '882 da ti los acreedores el derecho de inter-
venir en la particida y de oponerse á que se proceda á ella
fuera de su presencia. Es seguro que tienen el mismo de-
recho cuando se trata de la partición de una sociedad. Pe-
ro el art. 882 añade que los acreedores no pueden atacar
la pertici6n consumada 9. no ser que ae haga procedido 6
n presencia y en perjuicio de, una, oposición que hu-
ella ~ i su
bieran presentado. Esta disposición, tal como la interpreta
la Corto de Casación, deroga el srt. 1167 que p e ~ e ;preci-
samente esta derogación; es, pues, una disposición excepcio-
nal, iDebe aplicarse á loe acreedores sociales? La excelen-
te sentencia de la Corte de Casación que ha isterpretado
el art. 882 decidió también esta cuestión, y la decidid ne-
gativamente. (2) Esta es la verdadera solución, en auestro
cóncepto. El srt. 1167,'4oe prevee una derogacidn del prin-
cipio de la accióq pauliana, tranelada al título De las Suce-
siones y al Del Conlrato de &tgimonz'o y nada qice de 18
Sociedad; la intención del legislador ha sido, pues, dejar los
derechos de los acreedorea socialerr bajo el imperio del de-
recho comóo; e ~ t oe8 decir que les atqcar la parti-
ción hecha en fraude de sus derechos sin que estén obliga-
dos á formar oposición á lo que fué hecho sin ellos, Si tal
es la decisión del are. 1167 es. imposible que el art. 1872
haya sometido á los acreedores á una disposición excepcio-
nal, de 1% que los liberta el are. 1167. Este es el caso de
aplicar nuestro principio (nbm. .410);el arh. 1872 hace
aplicables 4 la partición entre los socios las disposicione~l

1 Denegada, 23 de Julio de 1872 [Dalloz, 1873#1,3561,


2 Donegada, 9 de Julio de 1866 por informe del Uoneejsr~dd>TJbexi LDalloz,
1866,í, 3691. Obmpfírese Pont, p. 615, rífim. 786 y loa auto'reti que olt~r.
P. d0 D. SONOX X V S - ~ ~
d01 título De &a Sucesiones, que consagran las reglas gene-
rales, y no las qüe establecen e x ~ e p ~ i ó n
La argunientación jurídica es irreprochable. pero se pue-
'

de preguntar si hay alguna' raz6n de esta diferencia entre


la particibn de la sociedad y la particidn de una suoesi6i1.
La modificación que el art. 882 lleva al 'ejercicio de la ac-
ci6n pauliana se aplica 'á la partición de la comunidad, se-
ghn la jurisprudencia de la Corte de ~ a s a d ó nque acaba-
*

mos de relatar aprob6nC2ola en el titulo. Del Coilztrbto de'


~ a t r i i n o n b(t. XXIII, núm. 15). 2 POr q& el legislador no.
la extendió 5 la sociedad cuandi l a cominid?d es una es-
pecie iie 80ciedác1~:iHay al& motivo que juntifique este
regreso al' deiech'o común del art, 11672 No oonocemoa
ninguho; or&mo$; al contrario, que las razones quo juatifi-
can la dieposicióu exoepciohal deT art: 881 BU materia de
suoesidn y comunidad existen tanibidn en materia de so-
ciedad. Ea una a~omali~'legiilsti.ía, g en nuestro coooepto
no endontramos medio 'de coiregirla.
414. E1 art. 792 dice: iiLoa herederos qub hubieran di!-
tx'aido' Ú dcultado los'+efbctosde urla sucesión son decafdos
de 1& facultad de'renunoiar; quedan heredero; puros y iim'
ples, ilo obstante su renuncia, c;iu padar pretender ninguna
parte en los objetos extraídos ~ Ocnltadris.i~ jkie aplica esta
'

dieposicián á, los~socios?La negativa es de doctrina y de


jurisprudencia: Desde lu'ego no puede ser caeatidn del de-
caimiento de la facdtad de reuwnoiir, pueato qne'los socios
no tienen el dere& de 3r~nunciarpara sdascarga!rsede'la
obligaci6n de pabar-las deudas, Para aplicar &'lossocios l b
que 'el art. 792 dice de loea $eSedatos *sería necesario frac-
cionar la ley, lo que aeria extenderla. mbs bien que aplicar-
la. Cuando la ley quiso extenderla lo dijo terminantemcinatel
Asl el art. 1477 di~poneque liaquel de los esposos que, hii-
biera distraído Ú ocultado algunos efectos de la comunidai
estk privado de BU parte en los citados efectos, 11 Esta, dispo.
DIFERENTES NODOS DE T B B W A R LA 80UJEDhD 469

aición es tanto mas notable cuanto que viene despué;~del


art. 1476, que declara aplicables á la partici6n de la ccmu-
nidad las reglas establecidas en el título , , , . @,las Szlcesions
acerca de las formas de partición y sus efectos, disposicidn
anhloga 4 la del art. 1872. Esto hace deaisivo el silencio de
la ley en el título De la ~ociedad.Las penas aon siempre laa
excepciones, rio existen aino en virtud de una ley expre-
sa. (1)
Haremos saber la diferencia que la ley establece entre la
sociedad y Isr comunidad, la observación que acabamos de
hacer (núm. 413); es que la codicia que llega haata 4 ocultar
y extraer los efectos merecia, ser castigada tanto entre los
coiisocios como entre los esposos 6 entre, los herederos.
Por lo demas, en ausencia. de una peu? civil habría lugar
para aplicar las leyes penaIes.
415. En los t 8 r ~ i n o sdel art. -826 cada uno de los cohe-
rederos puede pedir so parte en naturaleza de los mueblea
B inmueble8 de la suoesidn, y el art. 832 agrega que coaviene
hacer entrar en cada lote, si se puede, la misma cantidad de
muebles, inmuebles, derech~s6 cr$ditoq de la misma nitu-
ralezn y valor. a t a s disposicioneuLse aplican Q la partición
de la comunidad, como la dijimos en el titulo Del ~ontrato
de Mahinaonio; hay igual raz6n para aplicarlas en, materia
de ~ooiaiiad;al art. 1872 r n i ~ n oen , eete sentido, es m6s ex-
plloito que el art. 1476, puesto que declara que 9. la parti-
oi6n entre socios se aplican lae reglas relativas L Iapurticidn
de las sucesiones; el art. 1476, al contrario, no habla m á ~
que de las formas y de los efectos de .la partici6n; y la
igualdad en la distribución de los lote8 e8 una regle, esen-
cial de la partición; está, pues, fuera de duda cómo se debe
observar en 18 particidn entre socios; se necesitaría una dia-
posicidn restrictiva para excluirla, mientrau que hay tina
11 Denegada, 28 do A~oetodo 1865 [Dlilloz, 1866,1,8523. I n el miamo aenti*
do las sentencise p loa autorea oittadon por Pont, p. 610, nilm. 787.
disposici6n g e k i a l que y manda qtiearlo. Esta
es la opinibn berieralmenté rieguiba. (1.1 S U

. 416. 'i>othi&
F' , ? '
,1 &t;ldad
tJ1 , A ..
. está m6i e~crupulosa-
mente ieqoeridá en las particiones eií 109 contratos con-
r n i n i t i ~ ~ d ? ~pártici&n o*
~ i ~, . ~ ,,i aes mas &e' una liquidación
mrB.

de derechs preexsteiites; koncluye di'e8tci . que la8 partioio-u

nes san risaiiidib~es$0; iesióodi uiia bitarta párte, mieniras


que la resci8.n de la venta sólo se admitfa e n el derecho an-
tiguo por leBi6h ?Ie un8 mitad. A este resia'kb lid hay nin-
guna diferenciaentre IBS vihas piiktiCionés;,$or esto ~ o t h i e i
las hone todas en ia m i h a ~igéa.(2) sin edij;rgo, el bioyeC
to del Código Civil, tdl so&Ó fik adoptdh par el Consejo de
Estado, desechaba la iccian d$ reecisión in'18 partici6o en-
tre 'socí<sii. EI ~ & e j o Ó; &&'~á$tid&iiode Iti rescisión db
la venta; dextandia su disfavor ld bárticiún db la sociedad?
~ u b i &nido ihai$ciint+i jhdl, ph& tbaa partición, como
lo dide Pbtliiei,llk iguiId.ldail ed uh principio esencial: El
~ r i h d n a d olo hiib bo.~ar:iiki la dini'sid&de lá nccí6n de
' a ., contra cualqiiiérá GartioidG en general y contra las
*

.résoision
.' .' t r , ,

ventas' tiene ~nooovenientesbastante graves, dop absoluta-


r n i n t e los hismok en el caso de ijarticihn da &g sucesión y
' * I t
&a sociedad. Pero lo qd6 importa eeenoialmante
'1 1 lii

en l i
la perficci&k del Código Civil éa &2nte&i invaria-
bles 16s b,iinaipibs que ha con'éagrado; $ lejo$ de poder ale-
&r fuéites razones de diferenda pdri idmitir la reecisión
,.,.!Y ' t
oootrh la partición de ducesibn desecharla contra 11i de un8
sb'ciedad, la acci6h e i aún mkk'favorablci en el segundo ca.
so, pÚésto que la igualaid, que es el alma de toda ~aitición,
pertenece particularmknte todavfa Ic 1s ?le una sociedad de
que constitüye la' nituraleza y la esencia.11 El T n b u ~ a d o
propuso la 8;n'pre~iónde Ia dispodicid~que desechaba la res-

1 Pont, p. 516, nbm. 788 y loa nntorea que oita.


2 Pobhier, De Ea sociedad, ndm, 174.
zisidn por eauga de lesida, y el Con~ejoda Estado a h p t ó
1s proposicidn, (1)
417. El ert. 1872 aplica h la pnrfkibn entre s n c i o ~Ius ra.
glas relativas á, Zae obligacíonea que resultan de la partici6n
entre coherederos: tal es la garantía ii la que están obliga-
dos todas los heredera$. Esta BS también una regla que se
liga á; la eseticirr de la pardcibn, piiesto que tiens por obje-
to asegurar la igualdad que dobe reinar entre 10s copartí-
cipes. Se aplican, pues, tZ la sociedad 109 artículos 884 y si-
guien tes.
41 8. El are. 1872 no habli de loa efectos de la pnrtici61.1
que el art. 1476 cómpreide en su disposición an&logza,¿De-
be concluirse de esto que la partición entre socioa no es de-
clarativa de propiedad? N6,seguramente. La disposición
general del art. 2872 basta para hacer splicable zí la parti-
ci6n entre socios una regla que, en el sieteala de%Código,
forma un principio general. Pothier lo hace aotail: 11 Eay una
gran diferencía, dice, entre nuestro derecho francds y 61 dere-
cho ramano acerca del efecto de la particida. Por al derecho
romano la garrtición'era una especie de cambio, A1 contra-
rio, 68gú11 iuestr0 derecho frnkcés, la particiún no 130con-
ñidera ccimo un titulo de adquisición eínolcomú un acto que
e que determinar lae partes indetermi~adasque
no h ~ c mas
cada @participe tenia, an\tes de la partición, eridlacoraúini-
dad que exisfis entre ellos, 8620 en las cos:rs ve~cidasen el
total. de cada cual.it (2) De esto el principio establecido por
e1 art. 883 : cada coheredero se considera haber heredado
8010 é iarnediaíamente todos las efectos comprendidos en su
lote y no haber tenido nunca la propiedad de ! i r 3 demas
cosas de la aace~ió~i, I! Esto es un principio geaerzl de Ques.
tro dereicho frsncéa; can este titulo queda cornpreaadida en
Za disposición (le1 art. 1872.
1 Observaoionoe do1 Tribunado, nlifn, $3. (Locr6, tt.VIL, p. 2%;
.2 Pothier, DeZL üociedacr?,nfim. 179.
El principio esta admitido por todoe. Hay alguna difi-
cultad en 1s aplicación del principio. iSe pregunta si la par-
tición retrotrae s61o al dia de la diaoluci6a de la comunidad
6 si retrotrae al dia en que la sociedad adquirió- las cosas
que 8on objeto de la partición? Las opiniones están dividi-
das; la decisión depende del carácter que se reconoce 4 la
sociedad. Si es un sér moral distinto de los socios hay que
decir que la sociedad es prapietaria y que la indivisión en-
tre los socios ~610comienza cuando la disolución; en este
sistema la partición retrotrae al día en que concluye la so-
ciedad. Bn nuestra opinión la sociedad no es una pereona
civil, son los socios; Qstos son, pues, copropietarias de las
cosas que componen el fondo social; la indivisión comienza,
pueg, deade el día en que la sociedad adquirid las cosas, y
la partición retrotrae 4 eete momento. Lo que da un gran
valor al principio y á la consecuencia que de 61 resulta eai
que Pothier 10 enseña, Debe, pues, aplicarse $.la partición
entre socios lo que hemos dicho en el título Re las Sucesio-
nes del efecto declarativo de la partición, (1)
El principio se aplica tambidn B l a licitación entre copar-
tícipes; el art. 883 es terminante. Reaulta de él que la ina-
cripcióni que la mujer de uno de los socioa tomó en un in-
mueble licitado, para su hipoteca legal, está borrada por la
adjudicacibo del inmueble por un socio distinto. La Corte
de Metz lo sentencid asi y esto.no es dudoso, (2) Sucedería
clif8renternente si el inmueble hubiera sido adjudicado á UD
tercero; en este caso Ia licitación es una santa, y la vants
deja subsistir las hipotecas así como todos 108 derechos rea-
les que gravan la cosa vendida.

1 'fi&snse en divetaos serntidoa Pont y los sutorea que cita, p. 619,' ndrnekoo
194 y 795.
2 PIetx. 31 de Diciembre de 1867 íDalloz. 1868, 2,145),
ANEXAS

419. S e lee en iIna sentencia de la Corf e de Caisación de


BBlgiaa: 1iLa sociedad carbonera es una sociedad SZGZ gene-
vis que difiere esencialmente de lausociedadordinaria fijada
por el Código Civil, 11. iEn qué consiste esta diferencia esen-
cial? La Gorte coutesta que la sociedad carbonera forms un
sér moral que tiene su personalidad propia enteramente did-
tinta Q independiente de la peraona de cada uno de los so-
cios 6 aacioniatas. .(1) En nuestro derecho lar; sociedadea
civiles no aon persohav morales; "estecarieter súlo pertene-
ce á las sociedades de comercio (núm. 181). La 'primera
cuestión que ~e presenta es, pues, de saber si las ~ocieda-
des carboneras son sociedades de comercio y si, aunque no
siendo sociedades ,de comercio y forman personas civiles, -6
qué titulo gozan de la personificacir5n. a

420, ENcle doctrina y de jurisprudencia que Esa socieda-


des carboneras son sociedades civiles, El art. 32 de la ley
de 21 de Abril de 18lO dice que la expIotaci6n de las m4.
.as oo 6e considera como UD comercio y nO isth sujeta ti la
patente. EYta ee la aplicacibn de los principios g+m)eralesque
zigen las actas de comercio. La comisión del Cuerpo Legisla-
tivo que en 1810 reemplazaba la Secbi6n de TiegislaciGpi del
Tribunado, lo hace notar. sies es ido Is mina una propiedad
de fundo el'parti~ular6 la sociadad que la explota 1iace va-
ler au heredad y nada m8s.it Y el pro~ietari'bque vende
10s frutos de su fundo no hace acto de comerria. Síguese da
esto, y tambiiaz 10 dice la comisión legislatiya., las con-
testaciones. relativas 4 las sociedades son de la compstencis
de los tribunalee civilea. Es precisamente paro: doterminar
esta competencia por lo que la coxiiisidn propuso el ~ t82..
1 Denegwdn, 1'7 de Junio de 1864 (Paakcrisiw, XSGEí, 1, 35).
Luego, segfira el texto mismo de la ley tal como 'lo entendn'er-
ron sus a~tores,las sociedades carboneras no son socieda-
des de comercio,
La Corte de Casación de Bélgica ha formulado esta con-
secuencia en estoa t6rminoa: 11Resulta del art. 32 de la ley
de 21 de Abril de 2810 que una sociedad formada hzica-
mente para la explotaci6n de una mina n ó es una eociedad
comercial. (1) %memo8 que la Corte tiene razón de igre-
gsr una reaerva 4 au decisión. Puede suleder 'qoe utis so-
oiijdad carbonera haga actos de Comercio y entonces sera
una sociedad mercsntii. Sin embargo, fu6 sentenchdo que
una sociedad carbonera qus segilrn sus estatutos tenía por
objeto no u61~la explatscibn- del carbón sino tarnbien 1s
fabricación del cokb, de barquetas y del comercio de' oarb6n
en general, permanecía aociedad civil porque la explotacídra
del carbón constituía el objeto principal y esencial de la ao-
oiedad, siendo la fabricacidn del coke y el comercio de1 car-
b6n a610 uri accesorio secundario. Esto 'naa parece dudoso y-
la Corte misma no parece muy segura ¿ie su decisión; pueg
agrega que constaba que la sociedad sdla habia explotado
eu carbón y nada más. (2)
421. Xiendú las sociedades carboneras- sociedades civilepc
resulta que, aegda el Código Xapolebn, no forman una per-
sona moral diati'nia de los socios. Sin embargo, la juris-
prudencia está constante en.favor de la p6rsonificacidn. Es
~iinduda porque esto estd univers~lmentereconocido por,lo
que nuestra Corte. de Casación no motivó su decisión (nilz-
mero 419). (3) Hay, sin embargo,,un motivo muy serio de
duda. La Corte dice que las sociedades carboneras difieren
esezlcialm~iotede Zae sociedades reglamentadas por el Códi.
1 Derogada, 14 de Didembre de 1838 (Pasicrieia, 1838,1,416 (Salas r e n ~ i -
daa). La jarirrprudenoia frenoeaa eetd en eete aentido. VQanse llae sentenclrra ai-
t a d ~ aen el f2ope~toriode Dalloz, ea la palabr~.$oaEedad, nilim. 232).
2 Lieja, 28 de Enero de 1871 LPesiarisia, 1872, 2, LOB].
3 Compdsene Denegada, I? da Junio de 1864 [Paeicrisia, 1865,1, 371, igual-
menke nin motlroa.
DE LAS SOUlEDADES OARRQNERAS 466

go Civil. Esto sería, puea, una excepcidri al derecho cornhn,


,jCuál es el funda,rnento de esta excepción? Asi era,,en el de-
recho antiguo y la ley de 1810 parece haber consagrado el
derecho tradicional. Segdn el artp8 las minas son iornue-
bles; no obstante, las acciones 6 intereses e n una sociedad
6 ernpreRa para la explotacibn de minas son reputadas rnue-
bles conforme al art. 529 del Código. Nspoledn. Es en esta
disposioilo del art. 529 en 1s que Re futha, 1s doctrina para
admitir la personificacilri da las eociedades de comercio. Asi-
milando la ley da 1810 las sociedades carboneras á, la8 ao-
ciedades mencionadas en el art, ,529debe ~"oncluirseque lae
considera como porsonales. (1) El 9rgumento deja alguna'
duda; se sacar una consecuencia de la Isy de 1810
combinada con el Código Napoleón: eu que todss las socie-
dadeu civiles son personas morales, No entraremos en epite
debate. La ley belga acerca de lae sociedades de comercio
le di6 tdrmino (narn. 181). LDseguro es que la personifica*
ción de lae sociedades carboneras es una ,anomaliajurídica;
resulta que estas sociedades participan á la vez del derecho
civil y del derecho comercial; son civiles por su objeto y
son comerciales por la personalidad que la ley les reconoce.
Nue~traCorte de Casación tiene, pues, razón en decir que
son socliedades sui generis, $bata dónde llega la deroghción
del derech,~oomfin? cuáles son las diferencia8 que existen
entre lae sociedades carbooerás. y las sociedades civiles? NO
dejan de tener dificultades estas cuestiones.
422. Por constitución las ~aciedadescarboneras se pare-
cen á las sociedade~anónimas. Tienen uria raz6n soaial y
anónima; los iqteresss estirn divididos en acciones; su im-
portancia es mucho mtls grande que lasdelas sociedades ci-
viles ordinarias. Son sin duda estos caracterea exteriores los
1 Bruaetarr, 31 de W r z o de 1874 [Paeioriaia, 1874, 2, 1671 y 19 de Jnlio da
1856 CPanforisia, 1856,2, 3393.
p. de D. TOMO =VI--59
466 socI E D ~

que les hicieron atribuir por el uso id personificación de que


no gozan las aocíedades ordinarias, La ley belgs sobre so-
ciedades de comercio.de 18 de Mayo de 1893 h a dado su
eanción á esta asimilación de las sociedades'ciasbongras con
las saciedades cotnérciales; segiin el art. 136 lilas socieda-
des cuyo objeto es la explotacidn de minas pubden, sin' yer-
der su carácter Civil, torna?' las formas de las sociedadesi
mercantiles, sometiéndose 4 las disposiciones del presente tí-
tulo. ¿Cual ea la consecuencia de esta forma? Ya hemos
establecido el prihcipio (oiims. 220-222). Aunque las so-
ciedaden carboneras noicstén constituida's en. las forbaa de
las ~oiiedadesmeroantiies tienen, no obstante, alguna rela.
cidn con estas sacie da de^^ & consecuencia de la divisiáln da1
capital social pOr acoiooes. Lo que caracteriza & las socieda-
des civiles e# que aloa fisociaciones de personas fundadas en lb
confianza recíproca; ?de*aquí,la eonsecuenciaconsagrada por
el att, 1861 de que uui socio no p u d e ; sin el consentirnien:
to de dus con~ocio~, isciciar un teróera la &oCiedar2.Sien-
do las sociedades cairbbritlrraa tiocieriades civiles resulta ique
tambida'soq sociedades person'ales, pero por otra parte S:?'
/
formaii por una keunión de csLpithlea+yel aapii.kl liocial SB
fracciona por acciones. L; Qué se debe' conlbir? ilje aplica el
art. 1661 1'las soéiedadef4 car&oer&? -X6: puesto ' q k ' toL'
do: aacioninta es socio; ceaieado s a p a t t e 8 dsu acri6n el su:
cio se sub~tituyepor esto mismo Gri otro a'a'ccionista como 80-
oio. (1)HB aquí una deibgacibn del dekieho coni6b:"el ele-
mento comercial prevalrce eh este caso ;-bl elemento civil*
+ 423. En la orgaaizaci6n de la'saciedadl catbóuera es de-
cididamente el carácter comercial; la personifi~acidn,le que
prevalece. X1 C6digo 'Napoledn pref ee el caao en que 'o1
pacto HOcisl no contiene esdpnlácidu sobro cl modo de ad-
ministrar la suciedad;.en oste caFjo, dice el art. 1,859, loa $p-
cios 9ie coasiderm conlo dtindo~ierecipx~ocameuteel poder
1 Bras~lew,10 clc Abril da 1862 [P~sicsisia,í863,2, 1071.
DJ3 LAS SOCLED@ES CARBONBahS 467

de administrar uno por e\ otro, y lo que hac,q cada uno os


vhlirlo, aun para la parte de los compcios sin que ee les haya
pedido su conseqtirnisnto. Esto supone uo'corta número de
socios que se conoceen y se entienheq.' g e ~ e j a n t administra-
e
ción es impracticable cuando tod* accionista ea socio y cuan-
do 149 accio~es fraccionarse hauista el .infipiCo, como
sucede en las ~ooiedades . , earboneras. E! art. 1859,aun im-
plica que la aooiedad no forma una krsoria &oial; . . . no, es si-
no en ~ a t n!iiPóte*is é n la que la admioist~ilciónps'rtepece
B los sociua; cysndola sociedad es distinta de los socios s -
tos no tienen derecho, es s6lo el representsote de la socie-
dad el que tiene el derecho de obrar y obligar B la aociedad.
De a t o se deduce que el art. 1859 no &J aplicable S las so-
ciedades carboneras. La Corte de Casacidn de BBIgi6 ha
juzgado que fuera de las asambleas generales de la sociedad
de Ia que forman parte, los socíoe no tiensn m$s derecho
individual que sjprceF que el de partieipacidn en los 'bene-
ficios de la explotación. Es la aooied*d corno sér moral 18
que representa la explbtaci6n y los intereses colectivos de
108 accio11i~ta8. Son, pues, loa representantes da la ,sociedad
loa qus administran, que.obran, que ejercen los derechos y
acciones en su nombre. (1) La diferencia entre las socieda-
des carboneras y las sociedadea civiles es radical; en dstas
~ eopropietarior, y es natural que'admini~treri
los ~ o c i naon
su propiaioter6s; i n laa otras los aocioa, duranfx el curso
de la sociedad, son simples acrsedorev de ella; efi ésta, ser
moral, peruona distinta de los socios, que es propie!aris, ella
se administra según SUB estatutog; tiene neceeai.iamente un
representante que la represente, (2)
424. La Corte de Bruaelas ha deducido de estos princi-
pios una oonaecuencia muy caraoterística en lo relativo 6
la situacidn de los socios eri una ~ociedadcarboxiera, ,jPue-
1 Donegada 17 de Junio de 1864:LPusiariaia, 1865, 1, 373, Uornp4rase Bru-
,
aelas, I. O de h a p o de 1864aCPnsioriita,186?,2, 111i.
2 Bruselas, 10 do Abril~deL1862,~(Wsicri~ia, 1868, 2,107).
den intervenir en un proceso existe entre la sociedad
representada por sus adminiatradoren y terceros para hacer
conclusiones en su nombre propio á tituis de accionistas?
31 CSdigo de Yrocedimientos establece los principios acer-
ca del derecho de intervención e$ un proeeao; en los térmi-
nos del art. 466 ninguna iotervencidn sF reeiboanino be de
la parte de k o ~que tuvieren derecho de formar la tercerla
'

en un juicio que perjudicarb aus derechos y fuera del cual no


la interviene ni aquellos d quienes representa y que no han
sido llamados. En el proceso eqque figura una sociedad civil.
loa socios son partes, puesto que son propietarios del fundo.
social, pero ai la ~ociedades un sdr mural, tal como la so-
ciedad,carbonera, á ella pertenece la propiedad de la em-
presa; es decir, del carbón cuya ekplotacibn hace el objeto
de la sociedad. Luego todos los derechos y accianes compe-
ten 4 la tiociedad; no' siendo el socio copropietario del f i ~ n b

do social; las aociones que la suciedad intenta le son extra-


ñas; luego no puede intervenir en ellas. 331 finito derecho
que tiene es el de participar de las ganancias; á este tftu-
lo tiene un crédito contra la suciedad y no contrs los ter-
ceros deudores de la sociedad; no puede, puea, intervaxlir
en el proceso que se instruye entre los socios y las terce-
ros. (1)
425 Hay una consecuericia quo ee desprende del mismo
principio. En Laa sociedades civiles loa acredoree personslea
de los $ocios son acreedores de la sociedad y los acreedorea
de la sociedad lo aon de los sucios; la sociedql y lqs socios
no son dos personas distiittas; es, pues, una y m i ~ m aper-
sona la que figura en l a obligaciones,
~ en que figura ya la
~ociedadya un aocio; no son perfjonas distintas. Sucede
otra cosa en lag sociedadee que constituyen aa sir moral;
los acreedoreu de la eociedad tienen por deudor 4 eéte R B ~
inoral, mientras que los acreedores personales d i los aocios
1 Bruaelaa, 14 de Febrero de 1863 (Pasiortsta, 1863, 2,111).
tienen por deudores 5 otras personas, á tos consocios; no
pueden concurrir coa los acreedores de la sociedad; 6 éstoa
se les paga con el fondo ~acial,que es eu prenda, de prefe-
rencia 4 los acreedores de los socios; no se puede llamar
prenda un derecho de preferencia; no hay verdaderamente
eooflicto entre Los acreedorea de 1s. sociedd y los acreedo-
res del socio, porque tienen deudores distintos. La Corte de
Bruselas ha juzgado, y esto no tiene duda, que los acreedo-
res de una sociedad carbonera teofan por prenda el fondo
social, salvo que 10s acreedores de los socioe ejercen los de-
rechos de su deudor despuhs da pagados & los acreedores
sociales. (1)
426. La misma Corte ha hecho otra aplioacidn muy im.c
portante de eRtos principios. Hemos dichc que los socios
no tienen más que un derecho de crddíto coutra Iet so-
ciedad (núm.423); erite credito prescribe ai los treinta años
corno toda acción (art. 2962). Los ~ocioupueden interrum-
pir la prescripciiin, este es el derecho comBn. iPero por
qu6 actos se interrumpe la prescripción? La prescripción
corre en favor de la sociedad; es, pues, en su contra en la
que lie debe interrumpir 1a prescripcidn, Y tin la especie el
socio demandante nio invoca sino acto8 de reconocimiento
procedentes de los socios. La Corte ha juzgado,' y con ra-
a6n, que dichos actos eran inoperantes; los saoios no son
deudored y no representan 4 la sociedad; luego no tienen
derecho de reconocer la existencia de uua deuda á cargo
de la 8ociedad. Esto ea decisivo, (2) Sucedería da otro ma-
do en las sociedades civiles que na forman un cuerpo mo-
al; los aocios son acreedores, copropietarios de los derechos
que 4 la sociedad, luego tambi6n aon deudores;
por confiecuencia la prescripción puede ser interrumpida
por su reconooimiento s i se trata de derechos de un tea.cei
I Brurielae, 18 de Julio de 1866 (%eicdnia, 1856,2, 839)'
2 Bruriolas, 31 de Marzo de 1874 (Faalorie!e, 1874,2, 3.67),:
so contra la sociedad. En cuanto 4 los derechos de 108 ao-
cios contra la sociedad no pueden ejercer1o:q durante el our-
so de la sociedad; luego la prescripci61.1 no puedG 'correr
contra aquellos. ~ o l v e r e m o sc obre los principios en el tí-
tulo sitio clk la mate&.
487. Al decir que los socios no tienen m& derecho que
'

un crddito contra la sociedad la Corte de '(!asación hace


qna reserva en lo relativo á las asambleas generales, en ]las
que todo accionista tiene derecho de formar parte (número
423). La sociedad ea un s6r moral, poro date sér $ ~ r a lee
,una persona fictida; pava sí misma no puede obrar, debe
tener un representante. ~QuiBnnombra este representante?
;Quien determina la exteosibn de sus poderea? ~ k t u r a l -
mente Los socios. Toda siciedad ca~tioneratiene sus esta-
tutos, porque siendo una ficeiún es hcaparl de pro9lover;
es, pues, necesario un poder 'social, 801.1IOB?ocios loa que al
formar la sociedad arreglan el nombramiento y Iaa atribn-
ciones .de Ion adaiiaistradorea. La sociedad 'está 'regular-
mente repre~entadapor un director gerente nombrado por
los socios en asamblea general 6 por los delegados con po-
der para el afecto. En derecbo el director ea un maodata-
rio, la sociedacl obra por au intermedio.' De esto se sigue q&
se deben aplicar los principios del mandato; el gerente abli*
ga 4 la socieftad, no se la obliga personalmente.' En este
punto nsda 1i:iy eip;cial en las sociedades' carboneras. (1)
La, Asatablea General no agota 811s poderes bo&brsnao un
gerente. Ella es la que ejerce el constilllyebte; loa
administradores ablo administrari; si los estatutos no cohtie-
aen ninguea cldusula acerca de la' extensi6n del mandato
que les conffe, ae aplican los principios que hemos expues-
to acerca de la administraci6n de la sociedad. Cuanda los
socios e s t h llamados O deliberar ¿toman las decisione~i
fuera¿ por "ayoría 6 se neceqitzt la unanimidad? En eI si-
1 Vhroe la sentenoia preoitada, p. 428,nota 2, de Biluaelaa.
DE LAS SDOEEDADES OARBONERAS 471

lencio de los estatutos se aplica el principio en virtud del


cual basta la mayor$ Parti los actos de la administra-
cid;, (1) mientras que es necesario d consentimiento de to-
dos los socios c u a ~ d ose tiata de modificar el pacto ao-
ciai. (2)
E s y algo especial en las deliberaciones de las s-ocieda-
des carboneras; se toman laa deci~ionesho 5 mayoría de vo*
%o$,es decir, de votantes, ~ i n oá mapria de. inteseaes.
. (3)
Este es el beneia1.de las saciedades aaóoimnk;
~egúnel derecho común Ia, mayorfa se determina. por el nú*
mero de votabte;i
438. Loa ocios de las aociadades carboneraa.deben con-
tribuir 6 los gastos que requiera la explotacidu. Si no cum-
plen cala esta oMigaci6n se les puede obligar por las .visto
de ejeoucidu establecidas por el C6digo de ~roos~iohientos.
En el pais in'tiguo de Lieja. 'los socios perdian su derecho
cuando no contribuían fi los gastos comunes. 8e gentencid
que este uso queda abolido por las nuevas leyel: (4) 8s ob*
jetaba que el art 5$ da Is'ley de 21 de ~ b n dé1810
l man-
biiene ioa antibuos' uios. g s t ~es verdad pira lb. usos que
no aon conerários á lae nuevas leyes; paro e0 impchihle ad-
mitir que el legislhdor marrbengii usoa que iatán an oposi-
cidn con las h y e s que dicta. La jurisprudencia e ~ t den es-
fe sentido. 45)
429. Las si'cidc ast$n ob'figados a ras deudas socides:
tales son los' &*niproniisos contraidos en n6mbre'de la so-
ciedad por el director de la esplotaoih oarbouifera. BS el
derecho coman. Be aplica trlmbidn ti lo:! socios el griuoipio
1 Lieja, IS de dunin de'l86l (Paeiorisia, 1851, 2, 316).
2 Liaja, 4 de Dieiqmbre de 1817 (Perricritiia, 1848, 2, 26). Britoelrta, 28 de
31.'i.syo da 1667 (P~niorisia,1868,2, 321).
8 Lieje, 2.4 de Fehrerb de.1842 [Pasicriaia, 1842, 2, 300 y ,2 de Agosto da
1851 [Pasiorrsin, 3852, 2, 1991.
4 Lieje, 12 de Juriio de 1815,Gonfirmada por un:, risrntencin da In Baln de'fta*
qa(si6n da 27 de Naszo de 1827 (Phrrlcríeia, 1816, p. 397 y 1817,p. 367).
6 &iaja, 12 de Pobrero do 1842 ('Peoicsieis, 1843, 2, 1441,
general del srt. 1861: no eath obligados solidariament~
Apesar de la analogía que exigte entre, las sociedades csr-
ibonsras y las comerciales lae primeras son esencialmente
civiles; luego sometidas al derecho común; salvo las diferen*
cias que resultan de s u persooificaei6n'y la cualidad de per-
iiona mural que Ies pertenecen, no tienen nada d e , com6a
con la exteusibn de la obligación de los aocios con relacióh
4108 terceroB. (1)
Es también necesario ap!icar ti las saciedades carbone-
ras la dispoaioión del art. 1863, en oqyos &rmiooB los aooios
est&nobligados con los acreedores por' una suma y por par -
tes iguales, á menos que el acta diga que no estan obligados
en razón de su inter&~?Nos parece que el art. 1863 no es
aplicable. La ley snpone que l& socios contratan con el
acreedor, y en las sociedades carbonerau los socios no hablan
en el contrato, es el director que trata en nombre de la so-
ciedad; es, pues, la sociedad In que egt8 obligada, y la socie-
dad son las pueetaa sociales; eR decir, laa aocionea de los
aocios; es una asooiscidn de capitales tanto como de perao-
nas (núm. 422) y cuando ae trata de deudas &te es el pri-
mer carhctsr domina. La juri~~rudencin asth en ente
sentido, pero un poca hesitada. La sentencia que acabamos
de citar (nota 1, ) decide terminantemente que los socios
no estdn obligados ri saldar las deudas en proporción del
interds que tienen en la nociedad. En otra sentencia Za Cor-
te de Bru~eiaadice que los socios est4n obligados por par-
tes iguales 6 en razbn de la parte social de csda uno de ellos
A las deudas contraidas en nombre de la aociedad; lo que pa-
rece recordar la dieposici5n del art, 1863; los términos de
la sentencia dejan el asunto indeciso. (2) Se ha sostenido
en la especie que los socios fundadores estaban obligados
por una parte viril 4 toda8 las deudaa sociales, cualquiera
1 Br~sela~, 23 de Mayo de 1816 (Paeiorleia, 1815, p. 381).
2 Braeeisa, 10 de Abril de 1862 (Peeicrisis, 1863, 2, 107).
que fuera el nilztuero de los accioniptas, Esta interpretacibn
fu8 desechada por no tener fundameato en 1st ley; ~ e r i a ,
pues, necesario una cláusula terminante del acta social que
derogase el derecho común, y en el oaso los socios fundas
dores no habían contraído ninguna obligación excepciunal.
430. iC6m0 terminan las sociedades carboneras? Acerca
de esta c.uestidn la jurisprudencia de las cortes de UBlgica
está en oposición con la jurisprudeucia francesa. Nuestraa
cortes deciden que las sociedades carboneras soti perpetuas
en el sentido de que no se disuelven por la muerte de uno
de los socios ni por su renuncia. En teoria, y haciendo absb
fracción de los textos, no faltan buenas razones para justi-
f i a r esta doctrina. Las sociedadee carboneran, d&e 1; Cor
te de Bruselas, abrazan empresas que por su naturaleza se
prolongan durante siglos; no se puede determinar su dura.
ción. Por otra parte, exigen trabajos previos, Zargo~y ws-
tosoa. Siguese de esto que Los que forman una sociedad car-
boaera tienen la infencibn bien fija de que no puede acabar
de un momento á, otro, ya, sea por la voluntad que expreiia-
ra uno de ios ocios, ya por la muerte de alguxlo de.elloa.
Esto es verdad, p r o se pregunta si esto basta paraderogar
el derecho común: ila intención de los socios no debe ser
expresada de zn rnodo terminante, puesto que tiende 5t
crear una excepcidn? Este es un motivo de duda al. que no
encontramo8 contestacidn en la jurisprudencia.. La Corte de
B r u ~ e l adice
~ que- la intención de los socios de perpetuar BU
a~lociaci6nae manifiesta de ordinario de un modo claro en
los contratos sociales, Los que conceden ordioariameute A ca-
da, socio Iti facultad de separarse de ellos, é indican, como
en el c&Ra lo decit~,el contrato litigioso, de qué modo PO-
drá separarse sin que la sociedad acabe. La Corto concluya
que les socisdades earbouerae del Hainault no acabau ni por
la muerte ni por la senuocia de un secretario. sin ernbar-
~.ideP. TOMO IIXVT-BO
4'14 SOCIEDAD

go, la sentencia agrega una reserva: cuando ademks Ias


circunstancias no concurren para motivar su disolución. 11 (1)
¿CuBles son estas circunstancias? La Corte no lo dice. ,
La Corte de Lieja se pronunció en el mismo aentido. En
las sociedades de carbón, dice, la muerte de uno de los
miembros de la uociedad no fzté Ilzunca y no puede aer ad-
mitida como una causa da disolución, porque si la muerte dé
un sodio arrastrara la disolución, de 1s sociedad esta clase de
emprelraa, por su naturaleza, su importancia y la .duracihn
que necesitan, se harían absolutamente imposibles. Esta con-
sideracidn so dirige al legislador, quien hubiera, debido hn-
cer una excepción 4 la regla. L a Corts agrega un motivo
de derecho. iPor qu8 dispone la ley que laa siciedadea tic?:
han por la muerta? Parque son sociedades da perssnas q u ~
ae fundan en la confianza que ia~piranIas cualidades per-
~~onales de un socio, No ~iucedeasi en las ~ o c i e d a d ecarbo-
~
neras que Be contratan menos en vista (le lae personas que
de los capitales que! Bstas traen. (.2)'Esto e8 verdad. ipe-
ro basta esta razón para derogar la ley?
La cuestión ha sido llevada varias, veces ante la Carta de
Casación. Conservadora de la ley debió buucar en los textos
un motivo que justifica 1s jnrisprcidencia. En el silencio del
contrato, dice,>la sociedad forrn~dapara la explotació~ide
iina mina nocdebe menos continuar, de plwo con el herede-
ro del socio difunto. HB aqui la cuastidn francamente pre-
antad da:, nada dice el contrato; iquó debe decidirse? La,
Corte invoca el objeto y la naturaleza enteramente e~pecial
de las sociedades oarboneras, Es 1st consideración de hecho
lo que las cortes ,do apelación hacen valer; la Corte de Ca-
~aci6ncomprende qna es insufi,oiente, á no ser qua encuentre
un apoyo en los textos; busca e ~ t eapoyo en Iw ley de 1810
sobre minas. La concesi6iz de una mina tiene lugar rnpnos
1 Braaeta,~,22 de Noviembre de 1821 (Pasiorisia, 1821, p. 491).
2 Liaja, 6 de Eoero de 1844 (P~sicriaia,1844,2, 95) y Sala de UasaoiQn(sin
niotiro3) 22 de Diciembre de 6827 (Peoioriaia, 1827, p. 3 4 4 ~ .
para la ventaja personal de lo# concesionarios que por in-
teres general, Este interhr manda que la explotación con-
tinúe sin interrupción tanto como sea posible; y el interdv
público debe prevalecer á lau ca usa8 de interés privado que
tuvieran por resultado auspender 6 poner trabas ii la, extrac-
e , la sociedad
ciún de la hulla; se opone, por ~ Ó n ~ i ~ l i i e n4 tque
carbonera esté herida por la muerte de uno de sus iniern-
bras, con una disolución forzada, cuyo primer efe.0 sería
suspender la explotaci6n comiio para conducir al reparto
de Ia mina. Esto es también lo que la ley (te 2 1 de Abril
de 1810 quiso impedir (art. 7) partir una mi-
na sin la autorización previa del Gobierno y estableciendo
(art. 49) garantía8 contra la suspensión y aun la simple res-
tricción de la explotación. (1) Hay una contestacióti peren-
toria, en nuestro concepto, al argumento apoyado en la ley
de 1810, y es que esta ley no se ocupa de Iae sociedades
formadas para la explotaoidn dz las mini. *&s que para
decir que la axplotscidn no oonstiuye un acto de comercio,
de donde resulta que lati 8ociedades carboneras son socie-
dades civiles, In que las somete al art. 1865. Todo cuanto.
resulta del argumento de la Corte es que el legislador hu-
biera debido Iirtcer una excepcíbn al ast. 1865 parw las 80-
ciedades carboneras, pero ea Reguro que esta excet ción no
existe.
Lo que prueba la poca solidez del fundamento juridico
de la jurisprudencia es que el argumento cambia de una sen-
tencia á otra. La sentencia que acabsmo~de analizar es
de 1538: ea 1845 la cuestidn se volvil, B presentar, y la
Corte no hace ya mencióri. de la ley de 1810, e' lo que se
fundaba la sentencia da 1838, La ~ltirna,sentencia pronun-
ciada en el informe de un excelente jurisconsulto, M. De
1 Denegada, 14 de Diciembre de 1838, Salas reunidas, Informe de Defacqz 7
mnolutrionee ootiformee del Procurador General Leolerq (Pa~iorieia, 1838, 1,
416)
476 SOCIEDAD

Cuyper, se coloca en el terreno del Cbdigo Civil; este es e


verdadero sítio del debate. S e g h el art. 1865 la eiociedad
acaba por 1s. muerte de uno de los socios, pero el art. 1868
permite á las partes contratantes estipular que continuará,
ya sea con los herederos del socio difunto, ya sea con los
aocios supdrstites. iSe necesita una clAusula expresa para
esto? Niaguna ley la exige; luego el juez del hecbo puede,
sin violar la ley, admitir ima convención tácita y aecidir
que esta convención resulta de la naturaleia y objeto de 18
asociacibn. La sentencia agrega que es iqposible a d m i t i ~
que entre en la intención de las partes contratantbs qne la
muerte de uno de ellos haga est4ril para todos los demás
todos los trabajos y gastos de connideraci8n~quehan ocasio-
nado. (1) Hé aquí la difizultad reducide á sus verdaderos
términos: juna intencióa thcite resultante de la naturaleza
de la sociedad bafftaría para derogar-
el art. 18651 Ya he-
arios contedado & la cueatibn al tratar de 1st disolución de la
sociedad (núms. 381 y 392).
La cxestión ha concluido en BciIgica; laq iilt imae senten-
cias nJ la discuten yá, ne conforman con invocar la jurispru-
dencia 6 se limitan 4 afirmar que Iaa soeiedardes carbaner'ha
son perpetuas eo este sentido: que sdlo &/.%bkopor el ngo-
tarniento de la mina. (2)
431. La jurisprudencia francesa admite bastante faeil-
mente la continuacíón de 1%sociedad despuds de Ia muerte
de uno de los socios en virtud de una convención tácita.
AplicC, este principio á la, cuestión de saber si la sociedad
1
carbonera concluye por la muerte de un socio; la Corte de
Lyón se pronunció por lanegativa sin motivar tiudecisibia. (3)
La misma Corta'ha s e n t & ~ i a d o * ~lao adiko~ucibnde una io-
oisdad minera no podía l~a,cersepor la renuncia de UOO do
1 Denegada, 10 de Maya de 1845 (Pasicriaia, 1846,1,386).
2 Erueelas, 29 de Jilnio de 1844 (Pasiosisia, 1846, Sj 290); 1, O de ~ g o s t o40
1871 (Pseicriein, 1874,2,76).
3 Ljun, 22 de Julio de 1858 (Dalloz, 1859,2, SO),
loa 8ocios. Invoca la ley de 21 de Abril de 3810; es poco
m48 6 menos el argumento de Ia Corte de Casación de BB1-
gica en su sentencia de 1838 (núm.430). Pardeasus es de
fa misma opinión ; cita especialmente el art. 7, segtin el cual
una mina ao puede ser partida sin la autorización del Go-
bierno, y es evidente, dice, que la disolución de la sociedad
pedida por un socio conduciría este resultsdo. La Corte
de Casación ha comenzado á admitir esta doctrina desechan;
do el recurso formado contra la sentencia de Lyon, (1)pero
cambió su jurisprudencia. Es seguro que la ley de 1810 no
conduce la consecuencia que Pardessus y la Coste de Lyon
deducen de ello. El art. 7 prohibe la partición {le minas; es
decir, la venfa por lotes, puesto que conducirfa al haccio-
namienito de la mina con gran peligro para la sxplstaciólz.
Pero la disolución pedida por uno de los socios no conduce
necesariamente al fracciannmiento; en efocto, la venta pue-
de hacerse por licitaoión en un sola lote, Siguese de esto que
%aley de 1810 no se opone á que uno de los 30bios pida la
disolucibn de la sociedad. La Corte de Cariacióri lo genten-
ci6 así: (2) y esta es la doctrina de 108 autores. (8) Esta es
tarnbidn nuestra opinión. Pero quedan los motivos de du-
da que han arrastrado 4 las cortes de B61gica, los liemati ex-'
puesto (núm. 430) y no nos parecieron concluyentes. Es pso-
babb que lo$ usos seculares eti esta miatesi+ihalaxAa iniff uido
en la decisión de las cortes.

l. &Que' es Ea comunidad?
432. Potltrier dice Qae 1s comunidad que earist~ontm dos
6 mhs personas, ya sea de una universalidad de cosea, yu de
31 Dendgada, 7 de Junio do 1830 (@iray, 1830, 1, 2b0), Pnsdooaue, Derecho
comercial, nfim, 1069.
2 Donegada, 3, 0 de J n n i o de 1869 [Dalloz, X859,1,244].
3 Pont, p. 400, nbm. 789 g las autoridadea quio oita, ,
cosas gztrticurares, sin que medie un contrato entre ellas, es
una especie de cuasicontrsto. Da como ejemplo la comuni-
dad de bisnea de una sucesión vencida á varios herederos
6 Be cosas iigadas conjuntamente á, varios legatarios, (1)En
nuestro concepto no hay más cuasicontratos qualos que sd-
mite la ley, y ésta no ca2i.fica de cuauicontratos al hecho de
comunidad nial hecho de una sucesión vencida h varios here-
deros 6 á un legado hecho 4 varios.legatarios. Tranqlrida-
m03 á lo dicho en el título'De los Comipromisosqzce se fbrman
sin co~zuetzció?~,
y al título De las rSuces2ones. En nuestro con-
cepto se pueden explicar las relaciones que existen entre éo-
munerss sin considerarlaa como derivando de un cuasicon-
trato. La doctrina que confunde la comunidad con el cua-
sieoa$rato es sdem4s ioconciliable con lo. hechos. L o que
caracteriza esencialmente al cuasicontrato es que constitu-
ye uni simple hecho sin que intervenga ninguna convención
entre las partes obligadas. Y la comunidad puede nacer de
un contrato. Varia8 personas compran una cosa ea común;
puede resultar, como lo diremos r n h adelante, ya sea una 80-
ciedad, ya seti una simple comunidad de hecho; sin ernbar -
-go,hay nn contrato, uri concurad de consentimientos; luego
puede haber comunidad en virtud de una convencibn, lo que
-excluye la idea de un cua$contrato. (2)
433. Confundiendo la comunidad con los cuasiconrtratos
Potllier esth conducido It identificar casi enteramente la co-
munidad y la sociedad; sblo ve en ellas una dífarencia eaen-
oial: ea que la comunidad que resalta de una sociedad estd
formada por el consentirnieuto y la voluntad de las partes,
mientras que la comunidad que, constituye un cuasicontra-
to $e forma sin el conseatimíento y la voluntad de las Dar-

5 Pothier, De la sociedad, nRm, 181, seguido de la mayor padts de los auto*


ras modernoe (Durant6n, ti. XVIL, p. 309, nilim, 320. Mourldn, t. 111, p, 348,
ntím. &2), Compárese I?ont, p. 63, n8m, 76.
2 Duvorgier, pr 53, nbm. 40. Troplong, ~ i I m '21,
. Uaeaaidn, 22 de Boviem-
bre dc 1852 ((Dalloz, 1862, 1, 323),
tes. Pothier señala tambi6n algunas diferencias secunda-
rias; luego dice que le sociedad y la conlunidnd convienen
antre sí por todos conceptos, y concluye que se puede Ila-
mar á la comunidad una cuasisociedad y á los comutaeros
tanos cuasisocios. (1) En riuestra concepto esta es uua teo-
ría falsa; Pothier mismo no le ea fiel en lo que dice del
cuasico~ttralode sociedad. Preferimos mantener el lenguaje.
tradicional que distingue la conzztnidad de la sociedu.cl. En
cuanto al cardcter que las distinkue est& escrito en el texto
del Código; el art. 1832, que defirie la sociedad, supone que
dos 6 varias personan convienen poner alguna cosa en co.
rnlírz. Esto es el elemento de contunidad que se encuentra en
ambos hechos jurídicos que comparamos. iCuBnda la cotízu-
niclacl se vuelve una soci~dud? No basta que resulte de una
convaocióri, como lo dice Pothier; el art. 1832 agrega una
condición esencial: es necesario que la cosa ,ge ponga en co-
mían Idcon objeto de repartirse las utilidades que podrán re1
sultar de ella. 11 Este etJ el carácter que distinigue la, comu-
nidad de la sociecllad. Los st~ciosse asocian para realizar
un beneficio, para especular, para acrecentar su fostu.aizr;
mientras que los cla:nuaarorJ no tienen eapiritu de lucro; la
cosa :,.f::idente cuando la comunidad es el resultttdo de la
casualidad, de una sucesidn, de un legado; lo rniams sucede
cuantio la camilnidad existe en virtud ds una convención,
pero sin ningún chjeto de sspeculacidn; en este c:so la de-
finición d e 1 art. 1832 no es aplicable, luego no hay socie-
{dad. (2)
434, De s?jl;r~resulta una consecuencia muy importante.
La ley ve B la comnilidad con disfaaor, mientras que Ha so-
ciedad es favorable. Yoir esto os p c . ~lo que la comunidad
~ ó l oes obligatoria por cinco aiias; y arzn así es aieceanrio
que las psriss hayan convenido l?n su:apendes 1%pwrtici.dii;
l. Pothim De la sacie(laid, n6m. 182,
2 Tropllong, núm. 22, Poait, p. 54, núm, 75,
& falta de convención la partición puede siempre ser p ~ ;
dida, no pudiendo nadie estar obligado It permanecer en
indivisióhi. La ley no limita la dnraoiíin de la sl~ciedsil,pue-
de ser contratada por toda la vidalde los eocios; aun hay so-
ciedades que, según la jurisprudencia, Ron perpetuas (nú-
mero 438),,exigiéradolo así el interds general. La perpetui-
dad de las sociedades carboneras enseña el interds que tie-
ne la nación en la formacibia de sociedades que exploten la@
riquezas del suelo; el interés ea el mismo, más 5 meno0
grande en toda sociedad, pues la asooiación aumenta 1;s
fuerzas do lo^ individuoe y se hace por eeto un instrumento
entlrgico para el desarrollo de lae riquezas; y la riiluezlt es
un medio de civilización, las naciones ricas Ron mbs civili-
zadas que las naciones pobres; s610 que es necesario que ss
cuiden de hacer de la riqueza su rhnico objeto, ésta d e b ~
estar subordinada al desarrollo intelectual y moral de lo8
individuos. La comunidajl no tiene por objeto realizar una
utilidad; Iejos de aumentar Za riqueza estorba su crecimien-
to. Es una copropiedad y el comunero no trae nunca á la
mejora de las cosas el mismo iuterós que el propietario ex-
clitsive. La comunidad produce otrDa inconvenientes; trang-
ladamos 4 lo que fué dicho acerca del art. 815. .
Siguese de esto qixe el wrt, 815 no ea aplicable 6 las so-
ciedades, Durantón solo ba sostenido la opiai6n contraria.
Es inútil insistir en este epi'or, 'fu6 refutado por Duverg
gisr. (1) Se tiene dificultad en entender que un jurisconsul-
to tan disti~griidohaya confundido dos hechos jurfdicos
que difieren esencialmente Ia comunidad y la ~ociedad,y
que haya aplicado á un contrato' que la ley favorece una
disposicidn que tiene su fuente en e1 disfavor que hiere 6
la comunidad. PUB sentenciado que la conveución por la
cual los copropietarios de un establecimiento de baños lo
1 DuraniL6ti, t. SViI, ,p. 390,nbm. 382,En neatido contrario Bavcrgisr, p6-
gtns 604, nrám. 416 y todoi loa iratores,
afectan t i una asociación en.participecidn puede prohibir
que se pida su Iieitacion 6 sili particicin durante trece años;
esta 6%un8 aociadad 8. plazo y uo una comunidad. (1)

2. Berechos y obligaciones de s2: cornulzeros;


435. Pothier dice que las derechos de cada cuasisocio en
las cosas que. les aon comunes son los miernos que los de
los asociados en Iss cosas da 1s aoaiedsd. (2) Ésto es muy ab-
soluto. Es verdad que los carnuneros son copropietarios por
iadivieo así como lou asociados, pero lo son en virtud de un
hecho jurídico que no es el mismo; y de esto resultan necesa-
riamente diferencias en cuanto a1 derecha de los comuneros
y de los socios. Pothier dice tambih que la oomaiiidsd fur-
rna entre los cuaai~,ociospoco nzás d menos las mismas obli-
gaciones que las que forman el contrato de sociadad entre
los asociados. Aqui Pothier no es tan absoluto; supone que
bay diferencias entre los comuneros y los socios an cuanto tí
sus obligaciories; y ai las okligacicines difieren, los derecho8
difieren también por esto mismo, punsto que la sociedad e n
un contrato sinalagmático; de modo ,que,la obligacióp de un
socio es u11 derecho para el otro ~iendoreefprocos las obliga.
oiooes y los derechos. La falta de exactitud de Pothier
viene de que confundió en su principio 6 la comunidad con
la sociedad, llainando & la primera una cuusis~ciedccd. 8610
hay una analogía entre los comuneros y lis socio^: es el he-
cho da Is, co;opiedad; este hecho constituye la esencia de
de la comunidad. En las sociedades hay un elemento m8s:
es el objeto que los socios tieneu en vista al poner eh CO*
mún las cosas que forman el fondo social; su objeto no con-
siote únicamente en ser copropietarios, ae asocian para reaki-
1 Denegada, de .Tulío de 1826 (DaIloz, en 18 palabra Xooiedad, nó.m. 1607,
t. Q

2 Pothier, De &asooiedd, nsísn. 185.


P. de R, w o XXVX-Ijl
afectan t i una asociación en.participecidn puede prohibir
que se pida su Iieitacion 6 sili particicin durante trece años;
esta 6%un8 aociadad 8. plazo y uo una comunidad. (1)

2. Berechos y obligaciones de s2: cornulzeros;


435. Pothier dice que las derechos de cada cuasisocio en
las cosas que. les aon comunes son los miernos que los de
los asociados en Iss cosas da 1s aoaiedsd. (2) Ésto es muy ab-
soluto. Es verdad que los carnuneros son copropietarios por
iadivieo así como lou asociados, pero lo son en virtud de un
hecho jurídico que no es el mismo; y de esto resultan necesa-
riamente diferencias en cuanto a1 derecha de los comuneros
y de los socios. Pothier dice tambih que la oomaiiidsd fur-
rna entre los cuaai~,ociospoco nzás d menos las mismas obli-
gaciones que las que forman el contrato de sociadad entre
los asociados. Aqui Pothier no es tan absoluto; supone que
bay diferencias entre los comuneros y los socios an cuanto tí
sus obligaciories; y ai las okligacicines difieren, los derecho8
difieren también por esto mismo, punsto que la sociedad e n
un contrato sinalagmático; de modo ,que,la obligacióp de un
socio es u11 derecho para el otro ~iendoreefprocos las obliga.
oiooes y los derechos. La falta de exactitud de Pothier
viene de que confundió en su principio 6 la comunidad con
la sociedad, llainando & la primera una cuusis~ciedccd. 8610
hay una analogía entre los comuneros y lis socio^: es el he-
cho da Is, co;opiedad; este hecho constituye la esencia de
de la comunidad. En las sociedades hay un elemento m8s:
es el objeto que los socios tieneu en vista al poner eh CO*
mún las cosas que forman el fondo social; su objeto no con-
siote únicamente en ser copropietarios, ae asocian para reaki-
1 Denegada, de .Tulío de 1826 (DaIloz, en 18 palabra Xooiedad, nó.m. 1607,
t. Q

2 Pothier, De &asooiedd, nsísn. 185.


P. de R, w o XXVX-Ijl
zar un beneficio trabajando -y especulando con las oosas co-
munes. Las releciooes entre socios, son, p e s muy diferen-
tes de laa que existen entre loa comuneros, y de esto re-
sultan necesariamente diferencias en cuanto s sus derechos
y obligaciones.
436. Los comuneros éron copropietarios; como tales tie-
nen los mismos derechos que loa suoicis, que son SguaImen-
te' copropietarios, A este respecto hay analogía. Pothier po-
ne como principio general ilque la comunidad de una cosa
da ií cada uno de los á quiene~pertenece efi común e1,dere-,
. , de ella. para los usos ti que eatá destinada
cha de servirse
por su oaturaleze, con esta restriodión, sin ernbarba: que de-
be usar de ella como buen padre de familia y do modo que
no can,, n i ~ g ú hperjuioio 4 los demas da quienes es común
y
ia cosa no impida el uso que B ~ O Hdebe^ igualmente te-
ner. (1) Tal es tambiAn el principio que el art. 1859,nhm. 2,
edablece en cuaato al derecho de los socios en la coba común;
de' donde resu'lta que uno de ellos no puede disponer de la
iosa en perjuicio del otro. El art. 1859 deduce esta conse-
cuencia; que uno de loa $ocios no puede hacer innovaciones
en el fondo común si los demás socios no 1o'coasienten;~lu
m i ~ m osucede con los comuneros, siendo completa la anal04
gía entre Bstos y los sacios mientras s61o se trata do la copro-
piedad. (2) Sin embargo, hay una diferencia considerable. La
copropiedad entre los comuneros es iin simple hecho, y ee.
te hecho es contrario al i n t e r é ~general de esto el art. 815
saca la c0níiebuencia de que los comuneros pueden poner fin h
au copropiedad 'cuando quieren; en efecto, no se han compro-
mecido á permanecer copropietarios. Loa socios, al contrario,
han contraído un compromi~o:al de pérmonaoer en socie-
dad para Racar una utilidad de la cosa comiin yspartirseli;
1 Pothier, D; ia socieda¿Z, nilrn. 207.
2 Bri~selas,16 de Octubre de 1827 (Pasigrieia, 1827, p, 291). Lieja, 81 de Di-
~iernbrede 1545 (Pasicrlsia, 1848, 2, Sí), Toloaa, SO de Mayo de 1828 (Dalloa,
en le palabra Baciedad, nnúrn, 827).
son, pues, anos copsopietsrios cuyo dbrecho esth paralizado
durante el curso de la sociedad; no pueden pedir la garfi-
ci6n de la cosa de que tienen la copropiedad; tienen, eB ver-
dad, la facultad de vender su parte indivisa; pero c9mo el
comprador no tendrá más derecho que ellos difícilmente enu
contrarBn un adquirente. Esta restricción al derecho de
propiedad que arrastra la aociedad no estS ea oposición
can el ioterds general; si el socio propietario esta encadena-
do por contra la sociedad har&fructificar la: sociedad c o m h
y sacar4 de ella mayor ventaja que hubiera podido hacerlo
e1 propietario individual y exclusive.
437. Los socios tienen obligacioneu como cópropietsrios.
Según el art. 1859, 3,-0 lbcada uno de los s ~ c i o stiene de-
recho de obligar á sus Bocios i hacer con 81 los gastos que
son necesarios para la conser~acidnde la casa comtín.ii'iPa-
rra lo mismo con los comuneros? Pothier contesta 'ilqi~eca-
da cuasi~ocioestá obligado i contribuir por la parte que tie-
ne en la comunidad 9i, las reposiciane~que deben hacerse á
las cosas comunes, 'b no ser que abandone le $arte que tie-
ne en la oosa. 11 (1)Se ve que apesar de la analogfa aparente
hsy una diferencia profunda, Los socios estan obligados loa
unos para con lo^ otros'y no pueden libertarse de sus coma
prorniso~por el abandono que hicieran. dé su derecho (le co-
propiedad; la ley no admite este derecho de' rediincin más
que en favor de la mujer com6n B titulo de favor especial
y por derogación de los principios generales, Por "qu6 los
comuneros pueden desprender~ede la obligación de repo-
ner la cosa abandonando la parte'que en ella tianeo? Por-
que no están realmente obligados, pues no contrajeron nil-
gdn compromiso unos para can otros; lo que 'se llama 1&
obligacióri de los comuneros ee m& &bien un cargo resultan-
te de la copropiedad; ésta cesa, pues, cuando la copropie-

1 Pothier, De Ea socidkad, nba. 192,


ldad cesa, y nada impide que el propietariq abandone su de-
recho.
438. Don4e hay derecho y obligación,hay también sc-
ción judicial para el .mantenimiento del dereebo y ,para la
ejecución forzada de la obligación. LOS socios tienen Ia acl
ción que nace del contrato de sociedag. ,$Qué debe decirse
de los comuneros? Tiene uno acci6n contra el qtro para
obligarlo zí contribuir 4 las reposiciones? Sí, pero sólo 6 tí-
tulo de .cargo en .la copropiedad, ppes no tiene "obligación.
'De manera que en ,la acción enfiablada contra él,el comune-
ro podría hacer abandono de eu,,partpe n la cosa y, por y n -
siguiente,.la acción caería. No es, pues, una verdadera ac-
ci6n. La Corte de Lieja ha pectenciado -que si uno & los
comuneros selniega á consentir en los cambios ó inncivacio-
I

nes. que el otro quiere hacer éste puade recurrir á la jus'kicia


para obligarlo. (1) Esto nos parece mas . , que dudo&.' El co-
propietario no esti obligado ti innovar; jcon quk ' derecho
lo obligaría el juez? Es necesario su consentimiento para
que se pueda hace< la innovaci6n y el juez no puede, de
fijo, consentir por 61. , Un socio ni iliquiera.tiene acción por
este pun t r i contra sus consocios (n(iL. 325): Si la8 innova-
cionea trajaran)un cambio<al p.acto, social (os tribunales sa-
rían incompetentes. 8610 podrían intervenir si el objeto da
la sociedad implicaba la necesidad 'de las novaciones ain
que 'el contrato de sociedad, se alterase Ror ello.
439. Del prbcipio de guA el com&ero no tiene ninguna
obligacidq para con los demha oopropietwios se sigue que
puede libremente disponer de su prte, con el efecto' de que
el comprador tiene abeplutarneote loa mismos derechos que
él y que ocupe s u Jugar. El Cddigo coneagra este derecho
en materia de aocesión, á. la vea que lo deroga; sucesible
puede vender su.parte hereditaria, 4 reserva de que los here.
d e r o ~ejerzan el retiro sucesoral; la oesidn es v&lída,8610 que
1 Lieja, 21 do Meyo de 1831,ZPasiaciaia,,l835,2, 2061.
Ba ley permite expropiar al cesionario. Pasa de otro modo
con el socio; este puede en verdad ,ceder su parte indiviaa,
pero el cesionario no queda en su lugar, no se a@1ve 8ocio.
La razón de esta diferencia es la naturaleza diferente de
ambos hechos jurídicoa: el socio tiene obligaciones para
'con qnq consocios, d e las que nci puede libertarse; ay capa-
cidad fué tomada en consideracidn por! 1os coptratan tea;-po
puede, pues, substituirse un tercero contxa {a voluntad de
sus consooios. En materia de cnmunidad;al contrario, la
canfianza y las cualidades personales nol desempefían nin-
gún papel; da ordinario Bsta exiate 8in qrie ;haya una con-
vención entre las comuneros;.y aunque nace de unocantrato
no resulta ninguna relación de intimidad 6 de confianza 0p-
tre los comuneros; en caso de venta un copropietario ea ,el
que toma el lugar. del vendedor; jquC Importa á los ,deeqáa
comuneros, puesto que no tienen relaci6n. entre sl?,,(l)
440. Era el silencio del contrato;Io"s socios son mandafa-
rios unos por otros: se les conaidora comu.litJ,bee da30 re-
dprocamente el podek de administrar; de s ~ t osa sigue,,di-
ce el art. 1859, que lo que cada uno,haee BE vdlid~,~ aun par
la parte de sus consocios, sin que.3;eahaya .tomada ,parecer.
E ~ t epri'ncipio'ao se aplica &.la comunidad. frin general
nada'hsy que adininistrar, puesho que la comnnidad @@,un
estado pasivo;'las carnunentos son iinicamexlte coprtlpieta-
sios, cadra cual por su. cuenta é inte~hs,particulm; no hay
intereses comuaia. LOR. prapietario~íaori tuno6 ,conservado-
kes; hacen actos d s conservaciGn y ,de mejora; en este sen-
tido se puede decir que administran. Esta. gerencia dificrs
del todo de la de ~XOH so~ios.Estos obran como mandatarias
y al administrar1se obligan rsclprocamente; ,mientra@que
un comunero no puede hacer inada sin el coneentimisnto . de
su copropietario. (2)
Dos hermanos cornprm en común una hacienda y Pa ex-
plotan. iPuede uno de ellos hacer sin el concurvo del otro
trabajos de deemoizte? La Corts de Burdeos ha sentenciado
que las reglas establecidas por el CrSdigo Civil en el titulo
De la Sociedad son aplicables 6, 'ia asociacibn de hecho que
4xiste entre los adpuírentes de un inmueble del q u ~gozan
en común. (1) Esto es muy absoluto y el principio eati mal
formulado. iQu6 es zlna ~ckcidcín.CIB hecho? ES una co-
munidad? En aate osso el art. 1859 no es aplicable. , dEn
una sociedad? Entonces para qu6 agregar que es una &>U-
ciacibn (le hecho,' expresión que parece e~tableceruna dife-
rencia entre esta asociación y la serdadera sociedad. Dire-
mos más sdelahte que 1% adquisicidn común de una' cosa
puede 10r uua sociedad d una comunidad; todo depende ds
la intencián da las partes contratantes. Si entienden formar
una sociedad el airt. 1859 recibiría aplicacihn; los copropiei
tarios, siendo socios, podrhn administrar la'icosa común y
obligar á sus consocios, Sera si no tienen voluntad de aso -
ciarse estari'in ein estado de comunidad: por ~onsiguiente,el
art. 1859 no ser&aplicable,
Pothier aefiala esta diferencia y la consecuencia que re-
sulta de ella: 8upone que uno de las copropietarios hace urn
trato con unos operarios para Ias reposiciones que necesita
la heredad coriailin..2 Cu4l ger6 el efecto de esta convención?
Pothier contesta 'que aquel. de los ouasisocz'os que contrató
egtá 8610 obligado con los acreedores, mientras que si hu-
biera sociedad toda8 lossocioa estarian obligados y los obre-
ros tendrían ribecióa contra todos, Pothier agrega que el
cuasisacio que paga la deuda tendrrá uu recurso contra su8
cuccsisooios para que lo indemnicen'en relaeión 61s paste
que cada uno de ellos tiene en la comunidad cuando las
obligaaiones han sido dtiimente oontraidaa. (2) Estas iilti-
1 Burdeos, 11 de18. de 1846 ODalloia, 1846j 4r4 8 h
2 Pothier, Do la sociedad, nilim, 187.
mas excepciones prueban que el comunero no tiene acción
del mandato que pertenece al socio; s61ó tiene Ia acción, de
gerencia del negocio, lo que lo obliga á probar que este neT
gocio fu4 Gtilmante gestionado, y pueda tenar 8610 1& accidn
de i f $ mnt. verso ~i uaa de las condiciones requerid& prtra
que haya gestión de negoeioa hace falta; en e~Oecaao a610
se le indemnizar& hasts concurrenoin del ~rovechosue pro:
~ u r d4 BU propietario.
441. El art. 1849 dice: 1iCuando uno& ios.s~c?os ha re-
cibido su parte entera del cr&ditÓ9 el deudor .& ha vuelto
deapués iosolieote edte sooiÓast4 obligado d devulv& 4 la
masa oomia lo que recibid, aunque hubiera dado espbcial
recibo por su pr~7~te.11 iEsta disposición es aplicable la.
comunidad? Si fuera verdad, como lo dice f otl~ier,que los
derechos de los ctra:sisooios son los mismoá que los de los 80.
cios teidtia que cÓnbsbrse afirmativamente. Paro 4 mismo,
inco~secuenteb&tscon su principio, eoaefia Io contraiio.
uSi, dice, ?no de 108 herederos d legatarios universales de 10s'
bienes de una suewii6n hubiera recibido de un deudor de la
hersoe;q q 11par te de esta deuda, aunque, por iosolvencis de
esta deudor sobrevenida después, RUS colieiederos 6 colega-
tarios que no hubieran sidb tan buenos vigilantes co&o'61
no hubiesun podido trer pagados por six parte, eataría obliga-
do á devolver tí l'á maaa lo que recibió por la suya, & no s~
que hubiese sido propuesto por sus coherederos d colegata-
sios para hacer el cabro de las deudas de Ia auociaei6n; en
cuyo caso n o deberla pagarse eoo piefarenoía de los dem6s.i)
Pothier añade que.en e ~ t oloa czcasisocios son diferente3 de
los ocios; (1) no dice cual es la razón de esta diferencia;
Bsta procede precisamente de las diferentes oaturaiests de
la sociedad y ds In comunidad. Los sobios se oblipn i pro-
curar el bien oomin & la sociedad; &ben,,en casd wcotlario,
preferi~el interd~general aE suyo particular. .>Ti) 2 : ' ~ a"
1 Bthior, De la eociedad, nena. 189, Duvergier, p. 49, ~ d m 36,
.
con 10s comuneros, éstos son copropietsrio~y cada uno tg0#
ne intereses particula~esque cuida como lo quiere, sin estar
obligado á cuidar los intereses de sus capropietarios; no es su
representante, dice Pothier; es decir, su mandatario; no tiene
ni-una obligacibo para can él; en este sentido ss aplica d
Iori copropietarios lo que a 8 dice de'los propietarios; oads
uno para sí.
442..El grt. 1848 consagra una consecuencia da1 miamo
pincipio. Cuando uno de loss6cio~eaacreedor por ~u cuen-
ta .particular de una suma exigible, la imputacidn de lo que
recibe de este deudor debe hacerse en el crédito de la socie-
dad y en el suyo, aunque hubiese por eu Cuenta dirigido 1s
imputación íntegra en su crddito particular; pero ni expre-
sa en su recibo que la irnputaoi6n ee liar$ por i.1tar8s en el
crédito de la sociedad esta eatipulacidn ser& ejecutada. Ef
eocio debe cuidar de los intereses comunes como de las snyodr
propios, y la ley lo aprueba cuando dedica sus cuidados á la
sociedad más bien que á sus propios pegooios. Tal no es lk
situación del comunero; no tiene obligaciones para con BU
copropietario, mucho riienoa abn deberes de delicadeza. EB
srt. 1848 no recibe aplicación al comunero. Todoa est&n
rcordes en este punto, (1)
443. Donde hay intereses comunes es *cesano una a0-
liberaciha comtín; cuando se trata de actos de admiibiadtncióra.
la mayorla de los aocios Iiga 4 la minoría, pasa lo mismo
en materia de comunidad! Nó, cada comunero tiene su in-
teres individual; mejor dicho, su derecho de propiedad, del
que diepone como aefior y dueño; 8610 61 tiene,, pues, poder
para consentir; desde luego no puede tratarse de imponer
la voluatad de la mayoría. Si en el interés de lb coprapia-
dad se deben hacer trabajos, por ejemplo, desmontes 6 can$-
truociones, todo8 deben cobsentirlos. Este consentimiento
puede ser ticito,.pero la Corte de Ossaoión hape me1 en ha-
1 Qnvergier, p. 61, nbm, 37. Pont, p. 66,nbm, ?&
blar de un consentimiento preszcnzzilo; el consentimiento no
se presume nunca, pero puede resultar de los hechos. Uno.
de loa copropietarios levanta una construcción en la socie-
dad común tí vista y sabiendas de sus copropietarios; los
hechos y circunstancia8 de la causa pueden probar que han
consentido; ssto 8.3 un ~oneentimientotácito, pero no pra-
eunto; eatá probado por hechos presentados por los propie-
tarioa tanto como si resultara la prueba de un escrito. (1)
La Corte de Casación tia aplicado el mismo principio al
caso siguiente. Una sociedad carpercial fud disuelta siri ha-
ber sido de6rjitivamrtnte constituida, no habirSndose-'podido
reunir el capital uooial. Se nombrd un liquidador. Este hi-
zo una promesa de venta de una hacienda dependiente del
activo por liquidar, mediante el precio de 31,000 franco-
La Corte de Nimes proniinció la nulidad de la, oanvencid$
por haber sido hechá sio podsr bastante. En el recurso in-
tervino una sentencia 4 0 denegada. La Corte comienza por
establecer que se trata no de una sociedad aino de uria comu-
nidad de hecho; lo que era segara, pu9sto que la sociedad no
se había formado definitivamente por falta, de la ~ubscrip-
ción del capital. En evte estado d e coaas era preciso un ,con-
~ientimientode todos los comuneros para vender los birsues
muebles 6 inmuebles que habían adquirido 6 un poder da-
d o por todoa á un mandatario. Y sucedía que e1 Iíquidador
no había recibido su poder de tad0.y los miembros de la co-
munidad; u n o de ellos, muerto ya y habiendo dejado hijos
menores que habían sido representados en la asamblea ge-
neral. (2)
444, EL art. 1846 dispone que sl socio que toma aumw
en la caja social debe los intereses á contar del día en que
las sacó para su provecho particular, ¿Esta disposicibn es
1 Compireae Denegadti, 31 de Octubre de 1811 [Dallnz, en la palabre Sociedad
nfim 514)y Ice nutoros antiguos citedoe eti'el Repertorio. e

2 Denqadi, Sala Civil, 13 de Narso ds 1866 [Dalloz, 18B7,1,282].


P. de D. ll!oMO XXVI -62
aplicable A los comuneros? Los mismos terminos de la ley
pugnan con ello; no puede tratarse de sacar una cantidad
de una.caja sociuZ cuando no hay sociedad. Sin embargo,
puede suceder que exista una caja común; el comunero, así
como el socio, no puede servirse de los fondas comunes para
su 8610 interée, pero, con diferencia del socio, puede inrnedia~
tamente pedir su parte de los fondos comunes. Si toma en
la caja común sumag que sobrepasen su parte ideberá 108 in-
tereses de plano? No loli debe en virtud del art. 1846 porque
las disposiciones que hacen correr de plano los interese8
aon de estricta interpretacidtr, como derogando el derecho
comlíu. Y como no hay texto que obligua á los c6muneroe
$. pagar los intereses se pudiera concluir que no estB obli-
gado B ello. Sin embargo, creemos que 10s copropietarios
tienen el derecho de reclamar IOB intereses y loa frutos que
uno de ellos percibiera de una cosa cornlíii. El art. 1158
debe, pues, ser apartado del debate; se refiere a Jaa obliga-
ciones convencionales, y entre copropietarios no hay liga de
obligacidn; en iiuestra opioi6n esto es Regnro, puesto que ai
aiquiera adonítimoil la existencia de un cziririicontrato entre
las comuneros. La cuesti6n,debe, pues, ser decidida por h a
principios que rigen la propiedad; y seghn el art. 549 los
frutos pertenecen al propietario por derecho de accesidn;por
idehtidad de razones las intereeee deben pertenecer al pro-
pietario de una suma de dinero, El comunero que debe dar
cuenta de los frutos de la cosa común que percibe debe tam-
bién dar cuenta de los usos que hizo de la suma de dinero
que pertenece 4 surs copropietarios; esto es tin principio de
la causa; debe, pues; repararlo, pues el goce de una cosa
que no nos pertenece os uii hecho perjuicioso, LID ouasideli-
to; ~e puede, pues, in'vocar el art. 1382 en apoyo de nuestra
deciuióa.
445. El art. 1865 dice que la sociedad acaba por la 0xe
piraci6n del tiempo por e1:que fué contratada, por la extin-
ci6n de la c o ~ a6 la consurnaci6n de la negociación; por la
muerte, interdicción 6 quiebra de uno de los aocios; por la
voluntad de uno solo b varios ocios que expresan no perte-
necer ya á la sociedad.' iEsta disposición se aplica á la co-
munidad? Pothier, que identifica casi la sociedad y lo que él
llama una cuasisociedad, contesta: rilacomu idsd no pue-
1
de concluir más que de tres maneras: por la artición, por
la cesih 6 el abandono qua'uno de loa cuasisocios hiciera
de su parte á lon demás 6 por la extincidn de la cosa ca-
miín.it Hay, pues, á e ~ t erespecto una diferencia considera-
ble entre la comunidad y la sociedad. Basta hay una dife-
rencia entre los modos de disolucidn ,yue Pothier declara
aplicables ti los socioe y á los cuasisocios, La particidn pone
fin á cualquieracomunidad, pero los comunero8 pueden siem-
pre pedir la particidn, mientras que loa socioil lio lo pueden
hacer más que cuando la sociedad está,disuelta. Pothier co-
loca entre las causas de disolucidn la cesidn ó abandona que
uno de los socios 6 cuasíeooios hiciera at otro por su parte;
esto es verdad para la comunidad, no lo es para la socie-
dad, cuando menos respecto del abandono; si sdlo hsy do8
*
socios pueden sio duda poner fin & la sociedad 81 un cede
)

eu parte al otro; esto es la diuolilci~n por consentiniieiito


mutuo; uno de los comunoroa puede tambidn vender ~u par-
te á SUR copropietarios, lo que pone fin 4 18 comunidad. Pe-
ra uno de los camunerus puede tambídn hacer abandono de
la cosa comilin para desprendbrse de sus obligaciones; mejor
dicho, para libertarse de los cargos de la copropiedad; el so-
cio no tiene este derecho. En el titulo De las f5'eruidun~bl~es
hemos visto un ejemplo de este abandono; translsdamos 4
10 que fuQ dicha aoerca del arte 656,
446. Síguese de esto que la comunidad no acaba por la
muerte ni por la interdiccihn ni la quiebra de uno de los
comuneros. La diferencia es notable y confirma el princi-
pio de que procede. En la sociedad el elemento personal
domina; de aquí la consecuencia de que todo cambio de per-
aonas y toda modificación en el estado de la persona deben
arrastrar la disolución de la sociedad. En la comunidad es
01 elemento real del copropietario el que domina, y la prol
piedad es independiente de la vida como de la- capacidad
del propietario; perpetual, se trltnsrnite de un heredero á
otro y -no queda afectada por el cambio de estado que su-
fre; el propietario: todo cuanto resulti es que el ,ejercicio
del derbcho esta subordinaidoá ciertas condiciones que de-
jan el mismo derecho inbacto. $Lasconsideraciones perso-
nales nada importan en la~comunidad,mientras que 1s so-
ciedad civil se contrata por la coi~fianzay se disuelve cuan-
do esta confianza no existe ya;
447. ' Cuando la comiinidad se disuelve se procede .d la
partición del funda comiín, á iio ser que acabo por la extia-
ción de la cosa misma, Peroten este caso, dice Pothier, las
obligaciones q ~ ela, comunidad hiib'iere contraído entre.10~
comuneros no dejarán de subsistir hasta que las partes las
hayan liquidado.
Pothieragrega que las acciones que los comuneros tienen
contra sus copropietario^ ~pnrala partición son entrelos he-
rederos la acción f;unilicz emiscunda, y en todos 109 deiniis
casos de comuil~dadla acción comzhni dz'vidu?2clo. E ~ t a 8dos
acciones, dice Pothier, no difieren en nuestros usos en nada
una de la otra, pero son distintas de la acción pi"o socio. E8-
ta es una acci6n per~oda!,p ~ é s t oque nace de Ins obligacio-
nes del contrato de sociedad; lar^ atras son mixtaa, partici-
pan de la acción real en que tienden 4 reclamar, B reivin-
d?car en alguna mariera (esta es 'la expresión de Potliier) y
R determinar la parte gtld pideai en las cosas comfines; serta
pen.8onales ea que tienen tambidn por objeto las ohlipaciQnes
que la comunidad forma entre los comuneros. Sn nuestro
concepho es el elemento real el que domina, y ya que es una
especie de ~eivindiación no ~aaedefratsree de dereoh~s
perticsnales. (1)

Aplicaciones.
448. Hay actw en los que es dúdoso mber ~ 'un i hecho
jurádico coiis'citu-ye una eo-unidad 6 utia sociedad. De es:
to decisio~eajudiciales que parecen contradictorias porque
parecen calificas la vez un solo y mismo hecho, ya de so-
cindnd, ya. de comunidad. El priiCipio que las distingue
es, aíq embsrgo, muy sencillo, estk evkrito en el nrt. 1332.
Dos b~rsonasponen alguna cosa en común; debe nupouer-
ae que hay una coavención entre ellas, si cn ninguna rela-
ci6n habria entre la comunidad y Ia sociedad. La sola con-
vención en virtud de 1 que una cosa es com6n enbre varias
peraonarr iforma una. sociedacl? N6, pues en'la sociedad h e
dos elernentoa: primero, una cosa puevta en comiin; despu&s
el objeto que los conlratsntea tienen: el de In utili.-
dad que resulte. Cuando este sagunclo elameoto falta no
hay sociedad, pero como una cosa es comSln de varias per..
sonns hay comunidad. Es, PUBA, 121 intención de las partea
lo que decide ~i hay comunidad (i sociedad; y IR intencibn
de las partes ,puede ser diforsote aunque el hecho jiiriclico
parezca aer al mistn"~;de B R ~ Olas d e c i ~ i o ~ de
e s apariancik
contradictorias., En dereoh'b no hay oontradiaci6n, puesto
que los juecaa aio deciden e n derecho eiqo de hecho.
449. Dos personas coraipran en común un inmueble. Fué
sentenciado que había simple comunidad, y hemos relatado
una sentencia que decid8 i u s hay ~ociedad(núm. 245, ilota)
La compra constituye una ~irnblecomunidad cunrido c o n ~ t a
1 Pothicr, Z7o la cociedad, núm~,b93 y 194. Pont, g, 68, nbrn..SO,
de hecha que ba adquirentes no han comprado la coea en
vista de Operar 1a reventa y partirse la imtilidad que resul-
tare, aunque los comuneros la hayan revendidtr coa utilidad-
La Corte de Casación lo setitencid asf y la deciriitin es irre-
prochable, puesto que se funda en la intencidn de las partes
tal como resultaba de los hechos comprobados por el primer
juez, y esta intenci6n es el elemento decisivo del debate. (1)
En contra la Corte de Casación ha sentenciado que habia
sociedad en el hecho siguiente. Dos comerciantes se juntan
y canvienen hacerse en comhn adjudicatario~de varios lo-
tes vendidos en subasta por la Administración de la Marina.
Las partes mismas calificaban la operacidn como siendo re-
erultado de una aaociaci6n en participación. Es verdad, dice
la Corte, que la calificación dada por Ias partes h sus con-
vencíonerr no basta para determitaar su car;'lcter ? no arraa-
tra ti los tribunales li la apreciación que est5n llamados 6
hacer. Pero dejando á un lado los térsiinos del contrato etg
qeguro que la ionvenciiin de comprar en comhn ha sido su-
ficiente, negún el art, 48 del Código de Comercio, para canse
tituir una sociedad en participación, ya gea porque los par-
ticipantes hubieran debido voIvsr 8 vender tairibi6n en co-
m(za los objetos comprados, ya sea porque hubiesen debido
entre ellos las cosas denpuds de compradas. (2) De
be subentenderse que los compradores, después de haberse
repartido la cosa, ténílin intenci6n de volver á vender, poee
es la compra para volver á vender lo que constituye un ac-
to de comercio jart.' 632), y, segíin el art. 48,ls nsoeiacich
en participacibn supone uua, operaci6n de comercio.
450. Las unionea ilegítimas, t a n nameroaas en las grandes
ciudades, den lugar 6 una dificultad, ,- Cuando la unión es le-
gftima la asociacidn de per~ionaspraitqce una gociedad de
.1 CSasacióii, 22 de Noviembre de 1852 (Dalloz, 1872, 1,325. Comphreee dix,
30 de Novismbra de 1833 (Dalloz, 1856; 2, lf7J.
2 Oanución, 4 de Diaiembre de 1&39 (Dalloz, on la palabra Sociedad, núrne.
xo 122, 2.0)
"apenesllamada comunidad; y está por dicho que ril cnncu.
binato no tiene el efecto que 1s ley y Ia volua~adde 10s fu-
duros c6nyugtis atribuyen al matrimonio, Pero de hecho
103 queviven en concubinato pueden unir RUS interesoa del
m i m o modo que cuando quedan muy amenudo unidos par-
sonalrnerrte por toda la vida. ES esto una sociedad? iEs
una comunidad? Puede ser ixnn sociedad de bienes si las
condiciones que la ley exige están 1Ienadws; es necesaria una
puesta, es precisa que los amancebailca tengan intención de
partirse el beneficio que pudiera resultar (art. 1832); en fin,
es prec-isb probar la existencia de esta8 condicionas. La pro-
tensión de ttqixelloir que han vivido en concubinato, cle ha-
ber formado una ~ociedadds%ienes, ~ i e m p r eha decddo an-
fe la dificultad da pruebai el srt. 1834 exige i ~ nescrito
cuando el objeto es de un valor de m8s de ciento cincuen-
ta francos y cesta prueba jamhs hn sido rvndida. ¿Si no hay
sociedad hay al menos comunidad de hecho? Escierto+que
los amancebados afectan las apariencia9 del matrimonio y
que de orriinario vivan juntos como si fueran casados; po-
nen intereses en común, la mujer poFee un menaje y concu-
rre al establecimiento de un comercio 6 de una industria, con
al pretendido marido, para explotarlo; e ~ t oes de hecho lo
que la: cc?rnu.nidad legal es de derecho. &NOse debe cletliloir
que S la diaoPuci6n de asta comunidad de hecho por Ia rnuei-
te de uno do 10s comuneros há lugar para liquidar h ~ ain-
terese~comuneq no. conforme á las reglas de Irc camunidad
legal sino conforme á !os principios que rigen la comuni*
dad de hecho? No se puede negar que lbay una comuriidad
de hecho, lrrego intereses comunes y derecllos; hay itizn i116s
que comunidad, tlio elemento social; hay cc~lnboracibnde dos
peraonats, una ganancia hecha en común; ipor qu6 negar á
10s interesado^ una acción para liquidar su8 intereses CODILI-
hes? Hay una sentencia eri este sentido; (1) pero la juris-
1 Bennoa, 10 de Dioiembre de 1835 @allos, Xooiodad, ndm, 30'¿'),
prudencis se pronancia en general en sentido contasrio
TJna rnujer casada. abandonada por su marido se juntó con
un obrero armero, se estsblecieron ea una ciitded pequeño
y ,compraron alli con dinero prestado una ftibricsr, de limo-
nadas que explotaran en comdn viviendo como marido y
mujer y haciéndose pasar por tales. EI estableeirniento pros-
per6. Después de la muerte de la mujer Ia hija que habla
.tenido ella en su matri~rnonioreclamó por la parte ile la
madre Za mitad del estabiecimiento y la mitad de las ganan-
c i a ~que eran el resuItada de la gesJirzrA com6n. El Tribunal
de Primera Instancia acogió la dfjlbanda, pero 1a senten-
cia fué desechada en apelación; la Corte de Farís dice
que no habfa sociedad faltando la prueba. Querer, dice, ree
conocer el principio y la prueba de una sociedad en lau re-
laciones que han existido entre los srnaricebados aería stri-
buirIes efectos que pertenecen hnicamente a1 matrimo-
nio. (1)
Igual decisidn de la Corta de Burdeos en un caao análo-
go. No había en la especie industria cciniiin; la mujer eya
modista, el hombre doradar. La mujer pretendía haber Zri-
vertido ea. la caja común los productos de su industria; re-
clamaba su parte en las gnnancian, La Corte comenzó por
~stsblecer,lo que es natural, que lole que viven en cancubj-
nato no pueden invocar las relaciones ilegales en que han
vivido pma dediicir un derecho cualquiera. Despues com-
prueba que la soi:iedacl no esthprobado. Desecha igualmen-
te por falta di! prueba la reclarnacidn fundada en que la
mujer habla invertido en el fondo común los frutos de 813
industria. (2)
Zata segunda sentencia se caloca excluuivamente en el fe-
rrena de la prueba{& trata ds saber s i l a comanidad esta
isometida 4 las reglas generales que rigen la prueba. Tia afis -
J. Parfe, 20 de Agosto de 1851 (DB~~oz,
1854,2, 84),
2 Eordeoa, 19 de Mamo de 1868 (Dalloe, 18G8,2,222),
mahiva noe parece cierta. La comunidad entre amanc.;ba-
dos resulta de un concurso de consentimientos, luego de
una convención tácita; esta convención dehe se. probada por
escrito en el sentida de que Iri prueba testimonial no se ad-
mite, las partes interesadas han debido y podido procurar=-
se una prueba literal. Queda otra dificultad. La jurispru-
dencia invoca el interés de la moral y ciertamente que tie-
Qe razón en repudiar el concubinato y negar S las relscio-
nes ilegitimas un efecto que la ley otorga al matrimanio,
Sin embargo, no hay que exagerqr las cosas.
Cuando un hombre casadu contrae antes de la dieoluci6n
de su matrimonio una ~sgundaunitSn con una mujer que co-
noce la existeucia del primer matrimonio hay también re-
l a c i o n e ~adulterinas; para la moralidad tambidn son culpa-
bles de ccjncubinata; para la ley hay una falta m&s:es que
las partes contrayentes han violad^ una ley de orden p6-
blico al querer dar un efecto legal 5 zna unibn adciltera. Sin
embargo, si este matrimonio es anutab las partes interesa-
das tienen una accihn pars liquidar la comunidad de hecho
que ha existido entre ellas, y la liquidación tiene lugar coa-
forme 6 los princti pios de la. c~rnunidadde hecho. Es efita
acción la que pedimos para los amancebados, y en principio
no se les puede negar. La dnica dificultad 68, pues, la de 1s
prueba. Esta dificultad no existe en e1 crncio de un enlace
manchado con el adulterio ó de cualquiera otra nulidad de
orden público, porque el acta de celebración del matrirno-
nio puede ser invocada como prueba literal de 1s vida co-
mún y, por conaiguieote, de 1%comunidad de hcho. Una
~entenciareciente de la Corte de París admite tsmbih, y
con razón, que puede existir uua verdadera sociedad entre
amancebados, En derecho esto es de evidencia, pues que no
hay ley que declare á los amancebado8 incapaces de can-
tratar 6 de formar una sociedad, La dificultad e6 siempre la
P, de P. TONO xxv1-03
498 SOCIEDAD

prueba. Eo la especie un quebrado casado abandod á au mu-


jer y vivió durante tkeiinta añoe en concubinato con una mu-
chachaconel nombre de la cual reapareciósu comercio, el que
~cab6porprosperar. La Corte comprueba que existia entre
loa amancebados.unasociedad universal de ganancias. Invo-
cs, Iss confesiones q b hizo la concubina en una abaoluci6n
de posiciones. La Corte toma en estas confesiones un prin-
cipio da prueba por escrita que fortifica con presunciones.
Es iniítil entrar en detalles de hecho; en cuanto 4 los prin-
cipios de derecho en que la ley funda su decieicin son in-
%estables.(1)

1 Parfs, 13 de Sudo d@1872 (Dallos, 1873, 2,169)~


TITULO XI.

DEL
CAPITULO 1.

451; El art. 1874 dice; iiHax dos especieis de.pr6stsmosa


sl de las cosas que se pueden uaar sin destruirse y el de las
coNaEi que se gastan por el ueofque se hace de ellas. La pri-
mera especie se llama préstanw pccrcc:zcso d comoddto; la ae-
guada,pr6stctmopavaconsztmo 6~im~lernenteprdstanzo. 11 Bout-

teviUe, en su informe al Tribunado, formula en estos férrni.


nos el principió comagrado por el art. 1874. J J Sdeduae
~
de la naturaleza de Ias cosas que las que se pueden usar uin
gaetarlae ni destruirlas son las únicas que pueden eer ob-
jeto del prdstamo para uso 6 comodato; que las que, al con.
trario, no se las puede uvar sin gastarlas no pueden eer oba
jeto m& que del prdstamo, (2)
Loa Butores del Código han tornado este priocipio de Y o -
tihier, todas las cosas, dice, qua no se gastan por el uso
1 Foentea: Pothier, ~r&ta$osdel Prdst~mopara ~csoy pava consumo. Duver,
gier, !.!'tatado del prketarr,~, 1 vol. en 8, O (Parfn, 1843). Troplong, Prakdo de
prkstamo, I vol. eri 8,O (Parfg, 1846). Pont De los cotttrator ea p8p%e60, t. x*'
2 Boatteville, 16afotmo núm. 2 (Loor6, t. VII, p. 219),
500 DEL PRESTAMO

que se hace de ellas no pueden ser. el objeto del comodato.


Es evidente que las cosas que se gastan por el uso que se
hace de ellas no pueden ser objeto de este contrato, pues
que el que recibe la cosa prestada se obliga á devolverla
61 mismo, in individuo, después de que le hayan servido;
resulta que las cosas de las que no se puede servir sino gas-
tándolas y destruyendolas no pueden ser objeto del contra-
to. Por ejemplo, la plata contante y loa abarrotes no pueden
ser objeto del contrati $ara Os& sino 610 del pr6stamo para
el consu;no. 11 (j)
El principio de Yotliidr, seguidoTpor16s autores del Códi-
go, ha sido criticado. Se les ha reprochado el confundir las
cosas ronsutiibles con las O&s que se gtiettin. No es Ja natu-
raleza física de las cosas lo que decide que pueden ser 6 no
objeto del prestarno para uio del préstamo gratuito, es 1s
voluntad de las partes; poco importa. que una cosa se con-
suma 6 no con el uan que se hace' de ella; si la intención
de Las partes es que una Coca consumible sea el objeto de un
prdstarno de uso habrh p~dstamogratuito; así como habrá
préstamo de a6nsurno sila voluntad de las partes es compren-
per en 61 cosas que no.se consumen por el uso que de ellas se
hace. 'Es,pues, necesarioemplear la-palabra c?nsllmible, Una
cosa es consumible 6 &o cuando puede 6 no puede Her rs'sti-
tui'da eii bbjetos'ae igual cantidad, calidad y valor; y es la
voluntad las parte^ la que decide 'si la restituición debe
gaiaoerse initzdividvd 6 n9. Las partea pueaen convenir que las
togas congudibles ~erán~prestadas para el uso Ciiando éste
sdóld consiste en Ik muestra; la cosa ser&no consumible en
eete caso aunque pueda gastarse.. Pueden tb'mbién convenir
que couas no serdn objeto de un prestarno de con-
súmo; la cosa ea este caso será consumo aunque 4nO conrru-
rnible, Lo que explica el error de Pothier. es que generall
mente llt~coias cdnaumibles son de c~nsumo,en la iinteiticifin
1 Pothier, De2 préstamo iduva zcso, ndms, 14 y i'f.
de las partes, y lasque no son de consumo no sob ssonaumi-
bles segfin ea ta misma intención. Los críticos concluyen que
vale más servirse de términos que indiquen que todo de-
pende de la voluntad de las partes ~ i nque se, considere Ia
ehlidad material de la cosa. (1)
Esto eFi verdad, peto 'ose di6 demasiada importancia al pre-
%endidoerror de Pothier y de los autores del Código. Po-
thier es un jurisconsulto practico y los autores del Código
tifortunadamente noieran teóricos. Se colocan siempre'en el
Gerreao de la realidid, des~uidandolas distincionps.de . ea-
cuela, Y todos convienen en que las aosad consurniblee son
ordinariamente de gasto. Bajo el punto de vista prád ico Po-
thier y el Código tiénea, pues, razón. Y es para 1%,vida real
para la que se hicieron las leyes y no para la escuela. i&uie;-
r e esto decir que 'Pothier ignorase 'que las cosas conuumiblea
pueden en rigsr Ber objeto (le unpré$tarnopmlqa uso y que co-
sas no consumibles pueden ser objeto de un prdstamo de con-
sumo ? El mismo lo dice con todas sua letras. En el núme-
so en que estnblece .el principio que los autores tornaron de
81, Pothier agrega: ' iiNo obstante, las cosassqueson de na-
turaleza S consumirse por el uso pueden algianas veces ser
objeto de un contrato de pi&stumo pava al' rtsso; d saber,
ciliando han .fiida prestadas ao para el uso natural al que 813
.destinan sino para niueatra, ud o~tentcctionen~, pues estae co-
sas no se coniaurnen,paresta clase de uso, nada impide que
puedan -ser objeto de un pvdstamo para zcso. Esti-es la deci-
si6n de la8 leyas romanas. 1, La doctritia que ss opone h
Pothier es, pues, la da P ~ t h i e rmismo y de miraesttws maes-
tros los juri,s@anaultosromanos; tratemos de inspárnrrios en
su espíritu I > ~ & c ~esto
~cQ , m48 que criticarlos,
vale
452. La naturaleza diferente de lae, casas que son obje-
I Marcad6 segnido por.Pond., 17ratado de tos contratos en peque1i0, G. 1, p. 11
n6ma. 7-11,Cnrniiiireaa Dusergier que ccitiorr, al aontrario, la dietinaióa de [en
Boaas ootieuaiibles y no oonsumibles (De2 prbdtamo, p. 10,núm. 10).
Eo del prd~tamogratuito tienen una consecuencia muy ir&
portante,en lo que se refiere ti la propiedad y á los riesgos,
En e1 prestarno de urio el prestamista pernianecs propie-
ltario de la cosa (srt. 1877). En el préstamo para consumo
el prestador se vuelve propietario de la coaa prestada; el
art, i893 agrega que para 81 perece la cosa de cualquier
modo que suceda la perdida. No pasa lo mimo con e l presa
.tamista para oso; es deudor de un cuerpo cierto de la coes
prestada que debe restituir; la debe conservar con los ouid
dadúe de rxn buen padre de familia (arte 1830); si cumple
con esta obligacibn la perdida fortuita serA por ciienta del
prestamista, no porque permaneció propietario sino porque
&.eldeudor cumplió éon Rue obligaciones y que, por consi-.
guiente, la perdida fortuita lo libera (art. 1302). Esta es 1s
aplicaci6n de los principios que hemos establecido en el ti.-
tulo De las Obligacionc~acerca de loa riesgos. (lt )
453, Ambos préstamos son contratos, reales con difere&-
cirp de los contratos de venta, de arrendamiento y de socie*
dad que son contratoe oonsensualecl. Domat y j t h i c r lo di-
cen y no valdría la pena repetirlo si la dirstinci6n de los can-
trato? reales y consiensuales no hubiera sido criticada por
Toullier y.despuéa de 41 por Duveipier. Me comprometo S
vendaros ut.1 caSallo: la venta se perfeccionapor e1 8010 COU-
curso de nuestros reciprocos con*sentimientos. Ne com+
prometo á prestaroa tal caballo, aceptáis mi promsea; iha
brá préstamo? Nó; si lo hubiera esrtariais obligado B con-
servar la C O con ~ 10s cuidados de un buen padre de fami-
lia jart. 1880); ¿y podéis esllar obligada 6 conservar una cb-
sa que no posedis? Si hubiera préstamo estaríais obligado B
á devolver la cosa prestada; iy podriis estar obligado á roa*
tituir una cosa que no habQisrecibido y rerstituicla cuando
y? soy quien la retiene? Esto es lo que dicen Pothier, Do.
mat y todos los autores, v también io dice el buen senti-
do. (1)
454. La distinción no es de pura teoria. Si se admite que
no hay ya contratos realea y que todos son copsensuales se
arrissga llegar a un error considerando como un préstamo:
Za promesa de prestar aceptada por aquei S quien fué he-,
cha. Segiín el art. 1589 la proniesa de venta vale venta.
iPasa lo mismo con la promesa de préstamo? N6; la pro-
meBa de venta produee todos los efectos que la leylliga &la
venta mientras que la promesa de préstamo no produce 'los.
efectcs del préstamo. En este contrato unilateral una sola de
las parte8 está oblígada, es el prestamista. iQuién está obli-
gado en la promesa he prestar? r;El que pide? No hay toda-
via prestamista; no puede estar obligado It conservar la co.
sa ni á restituirla, pitesto que no la tiene. iQuién es, pues,
el obligado! Aquel.que hizo la promesa de prestar. En esm
te sentido todos los contrato$ son consensuales; obligan á
quieii prometi6 y dan un derecho .d 'quien estipuló, pera
producen efectos diferentes, aeghn que son reales 6 pera07
nalea.
6En que consiste la obligaalón de aquel que ofrece pres~i
far? Se ha sostenida que la promesa, no era válida en un'
caso en qne constaba por escrito. Esto era un error evident
te, puesto que ellconcurso de consentimiantos,e~ taba proba,
do. iCuá1 es el efecto cje la promesa? Es una obligacidn
de entregar, luego una obligación de hacer; deben, pues,
aplicarse los principios due rigen la oFgaci6n de hacer.
Aquel que se oblig6 ti hacer puede eritar forzado 5 cumplir
su promesa, si la ejecucibn forzada es posible; y la promesa
de entregar puede ser ejecutada apesar del deudor. Así su-
cedo en materia de venta y debe ser Io mismo en el caso de
promesa de prestar. E1 acreedor tiene, pues, acción contra
1 Pothior, Del prestarno para uso, nbm. 6. (lompdreae Duvergier, Del~rhttu-
mo, p. 29, nilni, 25,
el deudor, acción que tiende d que el deudor esté obligado,
aun por la fuerza, ái entregar la cosa prentada, El caso ss
presentid ante Ia Corte de Colmar en un'casa en que el prés -
tamo intsresaba tambidn al prestamista. Este ae negó 16:
aumptir su promesa, La Corte lo condeaá á ejeexstarla. La
decisi6n ea muy justa, pero está mal formnlada. La senten~
cia dice que se trata no de una obligaciba de hacer que ae
resuelve ordinariamente, en daños y petjuicioe sino afs.una
obligacidn de entregar un local, la que permite ordenar to-
d a las
~ medidas coercitivas nscesarias para la ejecución de
la obligación; en ~onseouencia,la Corte conden6 a1 deudor
á entregar el local, autorizando al acreedor á prooedcr por
todas las vlas de derecho. (1) No e~ exacta decir que toda
obligaci6n de hacer se resuelve neee~ariameateen dañas y
perjuicios; transladamos acerca de este punto S lo que f'u9
dicho 0n el título De ZasObligacicmes (t. XVZ, niárnt-;.197.201);
P tampoco es exacto decir gu@la obligación de entregar no
es una obligación de hacer; lo que es .verdad , es que esta
obligaci6n puede ordinariameute ser ejecutada apesnr del
deudor, mientras que la mayor parte de las obligacione~de
hacer exigen la inteivencián persobal del deudor.. Decimoe
wdinclricimente, pues puede suceder que La ose que el deua
dor se obligó h prestar no se encuentre ya en su poder; ~ai
la enajene, el acreedor .no tiene acción contra el comprador,
puesto que sólo tiene un derecho üeqcrédito. En este caso
la promesa do prestar no podrá, tener e-ieecucili forzada y 6s
,traducir$,en dañas y perjuicios.
-
DEL PRESTAMO PARA USO 6 UObi?DATO.

SBCCJON I. De Es naturaleza y condiciones del prdstam~s


para uso.
455, i l E i 1 préstamo para uao 6 comodato es un contrato
por el cual una de la# psrbes entrega una cosa 6 otra para,
servirse de ella con cargo de deoolverIa'despu6s de haberla
u~idoli (art. 1875). Es, de la esencia del prdé;atarno
que aquel á quien se entrega la cma la, reciba para destib-
nada A cierto usó para el que le es prestada. Este UBO s!
pereooal para el empre~tador~en el sentido da 9u0 no puede
oeder su derecho á un tercero; go tiene dereoho en la ca-
ea como el u~ufructuario6 usuario, s6b tiene dehcho de
cierto uso de la cosa, uso que determinó 6 las b&rtee 'd
contratar. El proyecto admitido por el Consejo de Eittido
agregaba: para sus necesidades; lo que indicaba la persona*
lidad del contrato. El Tribunado propuso quitar estas pa-
labra~como inhtíles, porque decfan auperahundantemente
lo que ya estaba suficientemente expresado. (1)
Sin embargo, el art, 1879 dice que 1110s compromisos que
se forman para' el comodato pasan los herederos del que
X Obeervaoiones del !Cribunado, ;&m, S (LocrB, t. VIL, p. 273). nuvergler!
prkstamo, p, 12, oám, 15.
PIde U, QOMO ZUEVX*BB
506 DEL COñIODATO

presta y á los herederos del que pide prestado,^^ Esta es la


aplicación del derecho común: estipulamos y prometemos
para nosotros y para nuestros herederos. El art. 1122 agre-
ga esta restricción: IIA menos que lo contrario resulte de
la naturaleza de la convención.t~ $ ? Odeberfa colocarse al
préstamo entre los contratos que son personales por natu-
raleza? Es seguro que los motivos que dan el Relator y el
Orador del Tribunado para explicar el préstamo son todos
peraonales. ilAqi?el, dice Boutteville, que consiente en pres-
tar su cosa á un conciudadano, á un amigo, ejerce con 81
un acto de generosidad, ¿fe amistad 6 de beneficencia:^^ es-
estos son soguramente sentimientos personales. Al bisson in-
voca igualmente Ia beneficencia, Ia conmiseración, la bona
dad, la fidelidad. (1) Aun hay más: el objeto del contrato
es casi siempre personal al e mprestador. ¿Son sua necesida-
des las de sus herederos? Esto puede suceder, pero segural
mente es la excepción. La ley hace, al contrario, con la ex*
cepoión la regla, y con 1; regla la excepció?~;el srt. 1879
agrega:i~Perosi só1o.e~prestd en conáideraci6n al empresta-
dor, y á él personalqente, entonces sus herederas no pue-
den continuar gozando de la cosa prestada. i! iCuál es esta
considericidn a l empr&tador? En 6 una. liga de amistad que
une á 'as partes 6 la necesidad personal del emprestador;
cuestión de.hecho cuya solución dependa de la intenci6n
de lae partes contratantes y de las circun~tanciasde 18
Causa.
456. E1 préstamo es temporal; el art. 1875 dice que el
empre~tador&t&obligado A devolver la com despu48 de ha-
berle. usado. Pero, por su I+clo, . el prestamista no puede
recobrar la cosa prestada sino despues del plazo convenido
6 & falta de c~bveniosdespuks "que la cosa haya servido al
uso para el que fiid pedido 'prsstada (art. 1Sg8). < N o debe
1 Boutteville, Informe nfim. 2 (Lour6, t. VII, p, 2'?9), Albitison, Disoussio
nám. 2 (Loor6, C VII, p. 283).
NATURALEZA Y UOND~UIOI?PSCIODZODATO 607'

concluirse de esto que el pr6etmo para uoo es un coatrato


colateral, lo que haria aplicables los arts. 1184 y 1325?
N6; no se puede considerar como una obligación el derecho
de uso que el preatador da alYemprestador,es hiis bien una
condicidn de existencia del contrato.
Ea efecto, no hay préstamo ai el emprestador tiene el de-
xecho de usar la Oosa; darla con una rnancl y recogerla con
otra, no es prestar; para qize haya prdstarno es necesario
que la coaá se entregue al empreetador con la.intenoi61i de
que se sirva de ella. Es la entrega heoha en vista de'esto 10
que consti5uye el cantrato; y, una, vez formado el contiito,
el prestamista na tiene ya ningana obligaci6n que cumplir
en virtud del comodato; el prestamista shlo queda obligrtdt~,
luego el con trato e a uriilateral; , By, 'pues, impropío que
el código hable de lar obligaciones del prestamista en La
sección 111titulada: De los compromisos del que presta pa*
ra el uso. S610 est& obligado pnr un ,hecho accidental: en
los cams prescriptos por 108 articulas 1890 y 1891, perb es-
tas obligaciones, como lo dirernog mAs.adelante, no nacen
del contrato mismo; luego no pueden tener por efecto ha-
cerlo bilateral.
El principio de que el prestamista tiene el ,derecho de usar
la cosa durante el tiempo convenido expresa 6 thcita-
merite &roepara distinguir el aomodato del, precario. Se
entiende por precario, dice fothier, uds ccjnvenci4n por la
que, 6 ruego vuestro, os doy una cma para que :laus6is
mientras quiero permitirlo, con cargo de devolvkrsemela en
cuanto la pida.
Se puede vsr en Psthier las diferencias que exis-
tían en el derecha romano entre el precario y 81 ~ o -
m ~ d a t o ,En dereAchsfrancés eu una simple modificación
del préstamo; el prestamista puede reclamar la restitución
de la cosa, n i siquiera invocar la necesidad que tuviera de
ella; el plazo depende, pues, de sil sola voluntad, mientras
que en el comodata, el prestamista no puede recoger, la co5
as mhs que al concluir el plazo convenido. (1)
467, E1 art. 1876 arguye un carácter que .distingue el
prbtarho para uao; éste es esehcia~mentegratuito. 8i aquel
que conceiie el uso de una cosa exige una prestaci6n de la>
otra parte, ya no hay préstamo. Esto es otro contrato, ya
eea un arrendamiento si la prestación consiste en dinero,
ya un contrato nominado cuandg la otra parta ae obliga S
dar 6 hacer alguna cosa en oompeneaciGn del uso que re
cibq. (2)
.458. & u i h puede .consentir un prd~tamo?~ Siendo el
prestarno up contrato las partes dhbeu tener la capacidad pa-
ra obligarse. De esto resulta que los incapaces no pueden
consentir un comodato. Esto e8 el derecho coruhn. En la
aplicación hay que distinguir entre el prestamista y el empres-
tador; la diferencia es grande entre ambas partes contratan-
tes: una ab'priva del goce de la cosa para conferírsela al em-
prestador, mientras que kste obtienecunaventaja puramente
gratuita, Ro siendo la situación la misma su capacidad debe
también aer diferente,
El préstamo es una liberalidad, pera la liberalidad na
versa m&& qil6 eh el ugo de'la cosa, y e ~ t euso no es un des.
membramiento de la propiedad, e8 un derecho de crédito.
De esto Be sigue que el prestarno no ss un acto de disposi-
ei6n. tDebe concluirue de esto que ee un acto de adminls-
tracidn 8 Asf se dnseña, (3). Creemos que la consecuencia
'

no esjuridica. La administracián se hace por interés del


que administra; por esto es que la ley permite $ incapaeeíl
hacer actos de administración; tales san los menore8 eman-
cipados y Iris mujeres separadas de bienes, El Iegislador ~ L I -
pone que girardh bien sus propibs negocios, puesto que ti@-
1.Pothier, Dsl.prE~tamopura uso, nbm~.87 y 88.
2 Pothier. Del prbotamo pava uso, nitm. 3.
3 Pont, De los contratos e@ peqllefio, t, 1, p. 24, n6m. 64.
NATURALB!&A y UONDICIIONES DEL CONODATO 509:
< .I

aen interés en ello. ,No puede decirse,otro tanto del présta-


mo; como todo donante el prestaini~ta,pierde,y Iperder nqi
0 s administrar. F desde que. el somodato sobrepasa el po-
der de .+idministraci6n los incapaces que''sólo tienen este po-
der no lo pueden consentir. Con, m4s razón los administra:
dores de bienes ajenos, tales como los tutores, el marido, ns,
pueden dar en prkstamo las cosas mueb1es:ú inmuebles que,
pertenecen á aquellos cuyos bienes giran; dar, cualquiera
que sea la donación, rio es administrar, (1)
E n cuanto ti los iccapaqes propiamente dichos los meno?,
res no emancipados, los entreiiichss,, la6 mujeres caaadas
bajo ,otro régimen que la eeparación de bienee, no pueden:
prestar porque tienen una incapacidad general para con-
tratar. , Síguese de esto que, el pré~tarnoque hicieran sería
n u l ~ .La nulidad ep relativa por aplicación de los principiosi
rilativjos 4 -las actas hechas por los incapaces y la nulidad:
,que resulta de ellas (art. 1125). (2)
459, &{)S incapaces pueden prestar? .Por el comouaLo
reciben nria ventaja gratuita; ,bajo este aspecto, mejoran ~ i u
poyicidn; pero, por otro lado, se obligan & cuidar de la con-
servación de, la cosa prestada con los cuidados de un buen
padre,de familia; fri faltan á su obligación son responsables;
por tanto, no pueden recibir un préstamo. ~ E s quiere~ o de-
cir que deban restituir la cosa prestada sin haberla usado?
E1 incapaz sdlo puede oponer su incapacidad; puede; pues,
usar de la cosa hasta la expiración del plazo convenido.
¿Serti ieaponsable de la perdida por na haber conservado la
cosa como ,buen padre de familia? N6, pues PO efit4 obliga-
do como emprestador; rlo responde, pues, m8s que de su do-
io en viritud del art, 1310. (3)
1 UompBrese en divereos ~entidoeDnrentbn, t. XVII, p, '676,niám. 610. Du-
vergier, Del p~;cstumo.p. 62, núme. 46 y 47.
2 Durantdn, t. XVII, p. 575, núm. 509. Mourlbn, h LII, p, 372, náiai. 938.
i)avergier, Del préstamo, p. 60, núm, 45.
3 Duvergier, Del préstamo, p. 47, ndms, 38.'~.
510 DEL GOMODA!l!U

460. ,jQuB cosas pueden ser objeto del comodatio? El amí.


tfculo 1878 contesta: todo cuanto eutd en el comercia y
qae no se cori~~rne por el uso puede Her objeto de esta con-
venci0n.11Es necesario que la cosa esté en el comercia; esto
es la aplicación del principio establecido por el art. 1128:
liS61o l i s cosas que estan en el comercio pueden ser. objeto
de convenciones.ir~Transladamos 4 lo que fué dicho acerca
de esta regla en el título De las Obligucianes. El art. 1878
exige tambiin que la cosa n o se consuma por el ugo;en efec-
to, ea de la'esencia del comodato que el emprestador se'oMi-
g . u ~á devolver' la cosadespuda de haberla usado; y cuando
la cosa e8 consumible no puede servirse de ella sin consu-
mirla, lo que loL$oie en la imposibilidad de devolverla.
E& r e ~ u l t atambidn del art. 1877, que consagra otro ea-
rácter igualmente esencial del-préstamopara uso: &,Elpras-
tjamista permanece propiebario de la cri~nprestada.!, Y ~i la,
cosa fuera consumible el emprestadsr se volveria necesaria-
mente propietario, puesto que tendría el derecho de eonsu-
y
fairla; es decir, de destruirla, el propietario a610 tiene ea-
te derecho. Sin embargo, el princido de que e l comodato n o
puede tener por objeto cosas conaumibleeí recibe ilna exceps
eióo, como lo hemos dicho m48 a t r d ~(&h. 451); ea inútil ci-
tar Ion ejemplos que dan' 10s auto.rea, 80. ejemplos. d~ eaeue-'
Ia, Trlinslad4mono~iI Pathier. (1) El srt. 1878, tomado de
Pothier, ent&cortoebido en -10s terminos mas generales: se
aplica, pues; A todas las cosas consumibleQ siempre que es*
ten en el comercio. Ordinaria'mente son las cosas muebles
las que forman el objeto de eete cont;rato; rio obstante, los
iamueblss pueden tarnbidn ser prestados. ~ o t h i e lo r hace
notar y ya hemos visto un ejemplo tonnado an la jilrispru-
dencia (n6m, 454).
461; 6 Debe él' prestamista ser propietario de la cosa que
1 Pothier, Wlpréstamo para wso, ndm, 11..Poot, De tos corbtrdtos enpeguelú*,
t. 1, p, 18, sbm. 39.
BATuRBLEzA Y CiOND~OIONeaDEL UOMODATO 611

presta? N6, las leyes romanaa dicea, y Pothier repite, que


si un ladrbn presta la cosa robada ,es un verdero contrato
de pr4stamo que obliga Qi quien fue prestada & Jevolv8rse-
la al ladrón; entre las partes el préstamo produce todos 8US
efectoa. S e en tienda que el propietario
. . podria reivindicar
la cosa contra el prestamista; es uno de estos casos en 10s
gue la ley admite la rsivindicaoi6n de las cosas muebles
Qart. 2279). (1)
462. El Cbdigo no contiene ninguna disposición acerca
de la prueba del comodato; en el silencio de la ley as wpli-
r s n loa principios generslev establecido? en el titulo De las
*Qhligaciones.Resulta quk..e~prestarnida nq p o d e probar
el préstamo por testigos cuando la cosa prestada t'zene un
valor de m48 de 150 francos, á na ser que tenga un princi-
pio da prueba por esoritp 6 que el prdatamo se haya hecho
en .circunstancias en las cuales no se podían hacer actas por
eecrito (arts, 1341-1347 y 1348, núm. 3). En el derecho
antiguo la cuesti6n estaba controvertida aunque no había
la menor 'duda; por e80 Pothier no menciona siquiera la
coat~oversin,,~se limita á .aplicar la ordenanza de J667 al
prdstamo, como pe aplicaba según su terminante disposici6n
al depósito,
Sin embargo, la Corte de Colmar admitid la prueba tes-
timonial del prestarno de un inmueble. No valdrFa la, pena
mencionar la sentencia m ~ i yantigua si Troplang no hu-
biera juzgado conveniente smprender au defeoss. ciiando
fodoa IOS autores 18 criticar1 y la repudian. La Corte dice
el l~gislí~lorque prohibe la p h s b s por teetigos del de-
pbsito voluritario (art. 1341) no la prohibe en el caso del
préstamo para uso, sin duda porque considerd la facilidad
de confiar algo A un amigo que os Ia pide como uri hecho
m& bieu que como una convención. que personas ajenas 6
nuestra ciencia razonen aef esto se entiende en rigor, pero
1 Pothier, Del próatamo para uso, ndm. 18.
sí 2 DEL ~ O ~ O I 3 A T O

una corte de apelación! ¿Puede haberlpr8stamo sin coa-


curso de c~nsentimientos?~~; .todo. concurso de cbaseritirnieri-
Me no es contrato? ';Peroi 4 qué discutir cuando la ley
'habl61
. , Esta Califica el para oso de contrato (m-
:, " .'
ticulo 18'751, y casi "be tiene vergüenza en 'iecordarlo~. L I ~
Corte invoca 18s senti&i<ntog de' hiiiiiaidad c/ne llevan 4,
una per9ona Q hacer uo'$rkstamo 4 u. amigo; e n el c i ~ ose
trataba de una cueva que habis sido prestada, pira , diposi-
" A

ti? en' ellá d o i pipa de aguardiente durante Un año &'que


la kendimia habfa sido taú abundante que casi nadie hablla
podido almacenar en su &si lbs.vinos '7 los ag~iardic'otea . S *

Esto aerii, aicen, dedruir 16 cchfiáoia que debe reinai'bntre


los honibree y sus ~ e j o r e ssentimientos, el exigir un escri-
to; debe, p,uei, dejarse al emhrestador I r fachlthd d i Probar
e l hecho ptir telt2gos. (1)'Noestra conteataeihn sencilla' y
perentoila,'se %ncu&ntraen el art. 1341; 1s ley deseoha'le
prueba ti~tiinoniiilpara todks 1m i~osú&s,iiaath oara el iefi6-
&o voluntario; no' admite, pues, estos ~entimich'tosde de.
licadeza que impiden pedir un reconocimierito por eskito;
delicadeza, adem43,' muy fiiei-a de lugar, puesto que la des-
confianza no se dirige al amiga á quien sedbr&staIa cosa; es
una medida de prudencia dictada por Ia inseguridad de la
vida humana,
iQu4 dice Troplong'.para defender esta extrafía s.ten-
cia? Que el emprestador s610 tenfa una *cusri qns probar: &
saber, que la cuevs le habip sido prestada 6, si i e quiere, qu%
tenia la posesión precaria por el propietario. P en áems-
jante caso la prueba teatimopial era seguramente admi-
sible; la posesión ae un inmueble es negocio da hecho; se
d.maestra su existencia por Ia teatimonial asl como
rrn duraci6a y aus caracteref nado. hay m65 oon~tante.en
jurisprudencia. Troplong acaba por decir que los que crid
ticilr~ule deoisión de l a Corta de ~ o l m a no r regar&& en
1 Uolrnar, 3.8 de Abril de 1806 (Dalloz, en le Palabra .&$tamo, hihm. 69).
O~LIGAUIONESDEL ~~PRES'fIBDOE 513

esta particularidad de la sentencia. (1) Lo que Troplong


llama una particularidad de la sentencia es sencillamente
una confusión de las nociones más elementales, de derecho,
y, hay que decirlo, el autor aumenta aun aáis esta confusión
de la sentencia, mezcla y confunde cosas y situaciones que
no tienen nioguna relacihn entre si. Sin duda la posesión
es un hecho que se prueba por testigos; ipero cuándo y en
qué circunstancias? Cluando no e x i ~ t eninguna liga de de-
recho entre las partea, cuando el poseedor hvoca la poae-
ciGn para fucdar en ella la prescripción contra el propieta-
rio que reivindica, Y, en el caso, el poseedor sostenía que
la cueva le había sido prestad%; la posesión de la cueva no
era, pues, un simple hecho, se trataba de una tradición he-
cha $ consecuencia de un contrato; ksee es, pues, el que de-
bía probarse; esto decide la cuestión, que realmente ,no
lo es.

SE CCION -l.--.De las obligaciones del emprestador .


5 1.-DEL uso DE LA COSA,

~Vúnzero.l. Del uso legitimo,

463. El prdstamo tietie por objeto el uso de la coba; el


prestami~tala entrega al emprestador para que Bate se sir-
va de ella; este es su derecho, paro este derecho esbá so-
metido á re~tticciones. Segtín el art. 1880 el emprestador .
no puede servirse de la, cosa más que para el.uso determi-
nado por su naturaleza ti por la convenci6~1,El arta 1881
añade una seguda restricción: el emprestador no puede em-
plear la cosa por un. tiempo mayor del que fu8 fijado por el
contrato, Diremoa m& adelante cuál es la Bpoca en la que
el emprestrador debe restituir la cosa,
1 Troplong, Del prdstamo, niím, 68, Clonripkrene Ponb, t. 1,p. 13i nbm. 30.
P, de D. TONO X X V I * ~ ~
464. Pothier agraga una excepci6n á la regla: 11áno fier
que el ernprestador tenga justo motivo de creer que el pres-
tamista lo consintiera si lo suple se.^! Los autores del Códi-
go, que siguen á BU guia paso 4 paso en esta materia, no
han reproducido esta excepción. Esto es indicar con claril
dad que no quisieron consagrarla. Y bajo el puuto de vista
de la8 principios tuvieron raz6n en desecharla. No puede
haber préstamo sin consentimiento del prestamista, y éste
debe consentirUentoaas las cláusulas, en todas las mociaiida-
des ds la convención; y el modo de usar la cosa y el tiempo
durante el cual el emprsstador puede usar de ella, s o n elemen-
tos substanciales del contrato. De esto se sigue que si el pres .
tamista no consinti6 en el uso que el empresfador quiere
hacer de la cosa éste esta sin derecho, puesta que está fue-
ra de lo convenid^. Tarnbikn está sin derecho cuando quiere
prorrogar el uso de la cosa más alla del tiempo para el que
le fuB concedido. En vano dice Pothier que el ernpre~tadar
debe tener un justo motivo de creer que el prestamista lo
consentíría si lo supiera, Esto es un presunto consenti-
miento, y el consentimiento no eé presume; puede ser tb-
cito, pero es necesario qrre haya un hecho que implique
necesariamente la voluntad de cobsentir; y Pothier no HU-
pine niagfin hecho; no hay, pues, ninpúa consentimiento,
x i i eScito ni expreso; por consiguiente. no hay convención y
el empreetador está sin derecho,
El ejemplo que da Pothizr confirma nuestro modo de ver:
"Si alguien me prestó un cab,illo en Orleáns para ir Q
Beaugeucg no puedo .servirme de d l para ir m& lejos.
Pero si llegando á Baaugency me sucede algo que me obli-
aa ti ir más lejos, sin que pz~dierapreveerlocuando empreot6
b
el caballo, y que las relaciones de amistad que tengo con el
prestamista y e1 conocimiento que tengo de su bondad me
dan lugar 4 persuadirme de que no me hubiera negado su ca-
bal!~para ir m8s lejos, puedo licitameate servirme del
OBLIGACIONES DEL ENPREBTA DO% 515

animal hasta el punto fi que me obligan ir las circunstancias


imprevistas. 11 Así se trata de prorrogar el préstamo primí-
tivo; esto es una derogación del contrato, lo que basta para
desechar, en derecho, la opini6n de Pothier. Un contrato no
puede prorrogarse sin un concurso de voluntades, y Po-
thier no cita ningíin liecho del que pueda induoirse el con-
sentimiento del prestamista, sólo invoca unas presunciones
para establecer no que el prestamiata ha consentido sino
que lo hubiera hecho si hubiera sabido que necesitaba del
caballo, Esta es una de esas decisiones de equidad que se
encuentran muchas en los tratados de Pothier; se las debe
desecliar cuando son contrarias 6 los principios.
Los autoree modernos estdn divididos. Durantón critica
1% opinión de Pothier, asi como font. (1) Duvetgiur y
Troplong la aprueban; Troplong con malas razones. El C6-
digo, dice este autor, es el sitio de la eqzcidad; sf cuando
habló, pero nó cuando el intérprete hace decir iL la ley lo
que ésta no dice y que condenan loa principios. Se dice
que esta es la decisión de Pomponius. dY qu8 nos impor-
ta? Habrá, que probar que Pomponius tiene razán. El in-
tdrprete, continúa Troplong, puede apreciar la intención da
las partea contratantes. Sin duda, pero no puede suponer
un consentimiento que no han dado, Duvergier supone que,
en la comdn intencidn de Iss partes, el termino del viaje in-
dicado nada tenía de preciso; en este caso el juez pueda
admitir que el prestamista ha consentido, porque es seguro
que no hubiera titubeado en dar su consentimiento. (2)
Esta no es enteramente la hipdte~isde Pothier; en el ejem-
plo que 61 da ninguna duda habíaacerca de la iotenci6n de
las partes cuando el contrato; el tbrmino estaba fijado y
sucedió al empreetador una cosa imprevista, lo que excluye
1 Durantón, t. XVII, p. 582, nfitn. 618. Pont, t. 1, p. 33, nJm. 70.
2 Troplong, Belprbtamo, nilm. 58, Duvergier, ?cZprestamo, pa, 83p siguien*
tes, nlírn. 81.
r theieo, toda interpretación de voluntad
todo COQ . i ~ r a t ~ i r l ; - ito
de .lm par^ cultk tra.tmte~1.
Le cnestitri~que divide Ii los autores es muy importante;
~iel u ~ o.de%esuprestad~rea lícito 110 responde del caso
fortuito; mientrsa que responde de 61 si el uso es ilícito.
Volvercino-i6 ef;tepunto.
465, iiSi para usar de Is cosa el emprestador hizo a11
gunos gastos no 10s puede repetir11 (art. 1886). E+natu-
ral que el prestamista no aste obligado á los gastos que ha--
ce el emprentíador por raz& del uso que hace d e Ir<cosa; rl
préstama es gratuito; es, pues, necesario que el servicio que
presta el prevtannista no le ocasione una pérdida obligán-
$ole A gastos que sólo aprovechan al emprestador. P o s
ejemplo, dice Pothier, si os he prestado mi caballo para ha-
cer un viaje estáis obligado á mantenerlo y herrarlo 4
vuestras expensas, aiendo estos gartos ordinariamente un
cargo del goce qus tenéis. El princip,io es, pues, que el em-
prestador queda obligado Q los gastosorclinarios, que son. un
cargo natural del servicio que el emprestador saca de 1q co.-
sa prestada, (2) Diremas mhs adelante que el prestador de-
be ~ u f r i los
r gastos extrtlordinasior;,

. Del uso ilicito.


N ú n ~ 2,
466, El uso que ef emprestador hace de la cosa es ile-
gítimo cuando emplea la cosa en otro uso que el deterrni-
nado por la natúraleza 6 la convencibn, d por un tiempo
m8s largo del que debía (arts. 1880 y 1881). i ~ u á l e sson
las consecuencias que resultan de esto? El Código las deter-
mina; no se pueden, pues, admitir otras adernSs de las que re-
sultan del texto dO 1s ley. Según el art. 1880 el empres-
tador no puede servirse de la cosa m8s que para el uso de-
terminado por su naturaleza 6 por la convención, bajo pe-
1 Pothier, Del pr48tamo para aso, ndm. 81,
na de daños y perjuicios, si lzll lugar. -Elta es la aplicacibn
de los principios generales de cierecho; desde que el deudor
falta á sus comprorni~ostiene que reparar el perjuicio que
eufre el acreedor. L a ley dice: lisi há lugctr;~~ esto quiere
decir: si las condicione,s requeridas para que se deban dailíici
y perjuicio3 están llenadas. E9 necesario que la inej~cucidn
de los cornprumisos sea imputable al deridof; es decir, que
tenga la culpa; y la inejecución debe haber causado tln.
perjuicio al acre,:dar, pues g i n perjuicio no puede haber
claUos y perjuicios. Lransladamos 5i lo clicho acerca del prin-
cipio en el título De las Obligacio?zcs,
El art. 1880 no halda en términos expresos del caso en
que el empresttldor se yirvi6 de IR coirrt durante un tiempo
rnás latgo de lo convenido; pero el a r t , 1381, que prevee
este carjo, lo pone en la misma línea qite el enipleo de la
cosa en otro ulo, y declara, en eo&securncia, al empresta-
dor resporlsabIe del caso fortuito. 2 Par qud esth obligado
al caRo fortuito? Porque tiene culpa; y desde que la tiena
debr dafios y perjuicios, si hay lugar.
o r Ii rjus compromiscis sin causar
467. Si el e m p R ~ t ~ d falta
un dalio al prestador no priede este reclamar claiio~y pe'r-
juicios. iPuede pedir la resolución del contrato? Se ease-
íia la afirmat,iva. (1) Hemos decidido la úuesti~ínen sentirlo
coritrario en el título De las Obligc~ciones. El art. 1184 no
estable Ja'condicidn reriolutoria tLcita m i s que en los contra-
tos sinalagm4ticoii, y el prdstarnn es un contrato unilateral;
esto es decisivo, Se invoca la equidad y el intorkis del pres-
tador; si e! emprestador se sirve de la coPa en otro uso que
el destinado, este uso no esta sin inconvenientes aunque no
cause actualmente ningún dafio al prestamista. CL'endrá 6s-
fe que esperar que el rnal erjtC:consumado para optar? Con-
testatnolt que esta con~idaraciónse dirige al lsgislcdor, quien
hubiera debido preveerla, pero no lo hizo.
1 Duvergier, DeZprktamo, p, 69, nám, 54.
518 DEL CONODATO

468. En el derecho antiguo se admitís que el ernpresta.


dor era cuIpable de robo cuando se servía de la cosa presta-
da en otro uso que aquel para el que fa habiaredibido. Ese
ta era la doebrina de los JtzrisconsuItos romanos. Pothier Ia
sigue. ttEl ompreetador, dice, no comete en verdad un robo
da la cara m i ~ r n aque la fué preetadn, pero roba al uso de
esta cosa, pueB el robo puede recaer en el uso de la cosa co-
mo en l a cosa misma.~t(1) Ya no flucede lo mismo en nues-
tro derecho moderno; el Código Penal no conoce el robo de
uso. 38 ha petendido que había abugo de confianza en el
caso en que el emprestador vendía Ia cose prestada. Seguray
mente hay abuso de confianza moral, pero legalmente no lo
hay. La Corte de Oauacióri l o sentenció así en cámal;a~reu-
nidas. c2) Creemos inútil entrar en este debate, puesto que
nuestro Código Penal (art. 491) ha modificado á este res-
pecto el Código P e ~ ade l 1810 (art. 408) al extender al prhs-
tamo la definXci6n del abuso de coníiatiza que sblo so apli-
caba a l depósito; la moral debe aplaudir por este cambio,
pues el ernpre~tadorque recibe un beneficio es aun mtis cdl-
pable cuando falta ai sus obligaciones que o1 depositario que
presta un servicio.
469, El art. 1881 dice: 1 1 % el emprestador emplea la co-
sa en otro uso 6 por un tiompo más largo que debiera, es-
tar& obligado por la perdida, aun ~ucedidapor el caso for-
tuifo.11 En pri~cipioel deudorao está obligado por el casc
fortuito más que cuando est&apremiado (irrt. 1302); y s61c
lo est& en virtud rie una notificación, en virtud de la conven.
ci6n 6 en virtird de la ley. Se pregunta si en los casos pre-
vistos por el art, 1881 el prestamista debe apremiar al em-
prostador para que esté obligado al caso fortuito. El textc
contesta B lrt, cuestión: no exige el apremio. Si en regla ge-
1 Pothier, j3eZ prdstamo par@ uso, ni(m. 22.
2 Denegada, $7 de M ~ r z odo 1841 (DaIloz, en ra palabra Abzcso de cov&a?t&8
m ~ m 381,
,
neral la ley quiere que el deudor este apremiado 4s porque
el simple retardo que pone el deudor en cumplir sus obliga-
ciones no prueba que haya re~ultadoun cia6n para el acree-
dor. Y en los caRos previstos por el art. le81 no se t r a t s
da retardo; el emprestador viola sus compramiuos; tíene cul-
pa por esto sólo: que emplea 1%cosa en otro uso; e s t ~estan
cierto que en el derecho antiguo ests hecha constitiiía un
(Mito; si ya no hay delito criminal bap cuando nlenos u n
delito moral, y no se concibe qnz se apremie al autor de un
delito. El ladrdn está apremiarlo de pIario, debe suceder lo
miamo con el ernprestador que cometió una fitlta; los prin-
cipios del apremia no san apIicables en este caao.
470. Durantón dice que el emprestador que emplea Iü co-
sa por mlis tiempo qiie et fijado por el préstamo pusde frl-
cilrnente ser connideraifo como haber ticitamente consenti-
do en tomar por s u oupnfa los rie~gos~obrevenidoaduran-
te el uso excedente, (1) Habría que decir otro t s n to del em-
pcestador que emplea la co.a en otro uso. (2) En n~rerrtro
co~iceptsesto eq ~obrcpnsarel rigor de la ley; 6sha no dice
que el emprestador queliace un uso abu~ivode la cosa ae con-
.&ideracomo encargarse de 10s caso9 fart~~itos, dice 8-510 que,
será responsable de la perdida sucedida aun p w caso fortui*
to, La diferencia es grande entre el principio establocido
por el art. 1881 y el principío que Duranthn Ie silblitituye.
Zn la teoría del Ccirtigo el empre~tadorresponde del caso
fortuito porqile tiene culpa; lo qtleimplica qui, asi I R men-
te del legislador el caso forttxito xncedió por su culpa; de
eilto $e sigue que si el emprestador prueba q u e el caso for-
tuito no fué por su culpa no hay lugar 6 aplicar la rePpon -
eabilidad del srt. 1881, Si, al contrario, e1 ern'prestador acep-
tara el cargo de! caso fortuito por shlo el hecho del abuso
31 Mourldn, Liepeticioltes, t. 111, p. 578,núm, 950, da íos mntiroe en pr6 Y
en oontra, VQanselas oitacionss en Pont, t. 1, p. 88, cfim, 82.
2 Dutantbn, t. XVII, p, 686, núm, 820.
de la cosa tendría que coricluirse que responde siempre del
caso fortuito porque respande de 41 en virtud de su consen-
timiento, Como se trdta de una pena el intérprete no pue-
de sobrepasar e1 rigor de la ley, (1)
La cuestión que acabamos de zanjar esta controvertida,.
Se trata de saber si el prestarnieta puede invocar el articu-
lo 1302 que, después de haber dicho que el daudor está obli-
gado por el caao fortuito cuando está apremiado, agrega:
riAunque e1 deudor est6 apremiado si no se encargó del ca-
so fortuito la obligación se extingue en el caso sn que la co-
sa hubiera igualmente perecido en la casa del acreedor si se
la hubieran entregado. 11 ¿Recibe esta. disposición RU aplica-
ciún al emprestador? El texto ni>, el espíritu sí. Acabamos
da decir que los principios del apremio son extraños 4 los
casos en lr~sque, según el art. 1881, el prestador respon-
de por e1 caso fortuito. Si así es debe concluirse que el ar-
tículo 1302 debe ser apartado del debate. iQuiere esto de-
cir que el prestador responde del' caso fortuito aunque pro*
bara que la cosa hubiera perecido si no hubiera hecho de
ella un uso il~gitimo'lSe puede invucar en su favor el mo-
tivo que dictó la excepción (!el art, 1302. Aunque constid
tuido e a apremio el deudor no causa ningún dairno al acree-
dor si prdeba que la pdrdida no sucedi6 5 corisecuencia de
su apremio, Se puede dscir ahn que el ernpsestador no cau-
sa ningún da50 al prestamista si prueba que la perdida no
sucedió por su culpa. A eato ae objeta que el art. 1881 ea-
&merales que excluyen toda ras-
t$ concebido eri tdrrniti~l~
tricción. Contentamos qae la restricción reaulta de los prin-
cipios generales de derecho, De cualquier modo que se apli-
que el arC. 1881 establece una sancibn para la inejecución
de las obligaciones contrafda~pcr el ern~restador,y ea de
principio que el deudor no debe mhs que los daños y per-
juicio~~ucedidospor su culpa; ai prueba que el dano sufff.
1 Duvergier, -08 p~bitamo,prr. 84y naiguiontr, númts. 04.
OBLfGAQIONESDEL EaIPRES!CADOR 621

do por el acreedor no es el resultado de su culpa deja de ser


responsable, y suponemos que el empresfador ministrsz la
prueba de que la pérdtda de la cosa es extraña & la inejecu-
ción de sus obligaciones; deade luego oo debe estar obliga-
do por ello. Si el art. 1302 no decide la cuestión en favor
del emprestador se puede al menos invocarlo por analogía.
Esta es la opinión generalmente enseñada. (1)

471. Según ei art. 1880 liel emprestador esta obligado á


cuidar como buen padre de familia de la conservaci6n da la
cosa prestada. ii Y el art. 1884 dice lique si la cosa se de*
tericra por sóIo el efecto del uso para el que se pidió pres-
tada, y sin ninguna cuZpa por parte del emprestador, Bste no
es responsable de su detetioro,ii Estas'diaposiciones aplican
al emprestador loa principios que rigen las obligaciones del
deudor. EL art. 1137 establece la regla general relativa ti la
culpa de que ee responsable el deudor: debe cuidar de la
con~ervacidnde la cosa con los cuidados de un buen padre
de familia. Esto e8 10 que e n el lenguaje tradicional se Ila-
ma la responsabilidad de la crulpa leve in abstracto. El. ar-
ticulo 1880 reproduce la substancia del art. 1137 diciendo
que el ernpre~tadordebe cuidar como buen padre de familia
de la conservación de la cosa, Debe, pues, deciréie que el
emprestador esta obligado por la culpa leve, Cuando no hay
culpa que reprocharle ya no puede ser responsable; tal es
el caeo del arb, 1884. E1 préstamo tiene 'por objeto el uso
de la cosa prestada; servirse de la cosa es, pues, un derecho
del emprestador; tii el u80 no puede haceriia sin deteriorar
más 6 menos la cosa este deterioro no hace responsable
1 Durnnt6n. t, XVII, p, 680, ndm, 520. Duveqier, p. 69, nfim. 64. Tro*
plong, nbm. 101, Nourlúa, t. 111,p, 877, niirn, 949, En oentido contrario Aubry
y Rau, t, IV, p. 690,nota 2, pfa. 392 y Pont, t. L; p, 86, n6m. 73.
P. da D. TOMO m;g~~-66
OBLfGAQIONESDEL EaIPRES!CADOR 621

do por el acreedor no es el resultado de su culpa deja de ser


responsable, y suponemos que el empresfador ministrsz la
prueba de que la pérdtda de la cosa es extraña & la inejecu-
ción de sus obligaciones; deade luego oo debe estar obliga-
do por ello. Si el art. 1302 no decide la cuestión en favor
del emprestador se puede al menos invocarlo por analogía.
Esta es la opinión generalmente enseñada. (1)

471. Según ei art. 1880 liel emprestador esta obligado á


cuidar como buen padre de familia de la conservaci6n da la
cosa prestada. ii Y el art. 1884 dice lique si la cosa se de*
tericra por sóIo el efecto del uso para el que se pidió pres-
tada, y sin ninguna cuZpa por parte del emprestador, Bste no
es responsable de su detetioro,ii Estas'diaposiciones aplican
al emprestador loa principios que rigen las obligaciones del
deudor. EL art. 1137 establece la regla general relativa ti la
culpa de que ee responsable el deudor: debe cuidar de la
con~ervacidnde la cosa con los cuidados de un buen padre
de familia. Esto e8 10 que e n el lenguaje tradicional se Ila-
ma la responsabilidad de la crulpa leve in abstracto. El. ar-
ticulo 1880 reproduce la substancia del art. 1137 diciendo
que el ernpre~tadordebe cuidar como buen padre de familia
de la conservación de la cosa, Debe, pues, deciréie que el
emprestador esta obligado por la culpa leve, Cuando no hay
culpa que reprocharle ya no puede ser responsable; tal es
el caeo del arb, 1884. E1 préstamo tiene 'por objeto el uso
de la cosa prestada; servirse de la cosa es, pues, un derecho
del emprestador; tii el u80 no puede haceriia sin deteriorar
más 6 menos la cosa este deterioro no hace responsable
1 Durnnt6n. t, XVII, p, 680, ndm, 520. Duveqier, p. 69, nfim. 64. Tro*
plong, nbm. 101, Nourlúa, t. 111,p, 877, niirn, 949, En oentido contrario Aubry
y Rau, t, IV, p. 690,nota 2, pfa. 392 y Pont, t. L; p, 86, n6m. 73.
P. da D. TOMO m;g~~-66
623 DEL (YOMODATO

al emprestador, pues al usar d e la cosa y deteriorarla 8610


ejercid un derecho sin perjudicar el del prestamista, visto
que Ie viene de Bste el derecho que ejercib.
El art. 1880, iuterpretsdo por el art. 1137, deroga el de-
recho tradicional. Pothier enseña que el emprestador esti
obligado no s61o por la culpa levosino por la más leve, en.
este sentido: que debe dar b la conservación de la cosa todos
los cuidados que dan &'RUS negocios la9 personas cuidado-
eas. La mayor parte de 108 autores franceses reproducen la
doctrina de Pothier, (I)lpor respecto d la tradición, sin du-
da;'pero hay algo más respetable: e8 la ley; y en el caso el
Código ha derogado muy seguramente la antig,ua juris-
prudeucia. Para convbnceree de ello basta comparar la que
dice 'Pothier 'con el texto de Ia ley. P ~ t h i e rquiere que el
empestador punga en la conservación de la cofia todo's1
ouidadu posible; es decir, como lo explica, el cuidado que
dan á sus negociog
-
las -persotzccs mds cuidadosas; mientraw
que el Código se conforma con los cuidado8 de un Bztenpcc-
dfie de familia. Lrt difeiencia entre el Código y el derecho
antiguo procede de una diferencia de doctrina. Pothikr di-
ce que la responsabilidad del smprestador es una conse-
cuencia di1 principio que rige la culpa en los contratos que
@ehacen por el .sok~iizle~*és del que recibe la cosa; en este ca-
so, dice, el deudor está obligado por la culpa m i s leve.
qué dice el Uddigo Nipole6n? Que Is, responsabilidad del
deudor en lo que ss refiere á la conaervación de la Bosa ea
la misma, ya sao que la conuen~idns61o tenga p o ~ objeto la
utilidad de eclzn de las pa?l¿es, ya sea que tanga por objeto
su utilidad comiin. iY cual es esta responsabilidad? Somete
al deudor á dar 4 la cosa todos los cuidados de un buen pa-
dre'de familia; es decir, que eses obligado por la culpa le-
ve (art. 1137). Hay lugar 4 sorprenderse de que los autores
1 Pothier, Delpróstama para 1480, nitm. 48. Bur~ntbn,t. XVUC, pdgina
ndm. 521. Davergier, Rel~prbtamo,p. 70, núma, 65 y BG,
OBLIGACLONES DEL EllIPBESXADOR 623

mantengan el derecho tradicional cuando el legislador 1s


deroga terminantemente; esto no atestigua el respeto,que
los intérpretedeben tener para la ley.
ieoea aingular! Los autores que eiguen la opinión de Pa-
thiar no siquiera fieles b la tradicibn, de modo
que se apartan de la ley, del Código y del derecho tradicio .
nsl. Duvergier se atiene A las luces y conciencia del juez;
según el, la ley se limita á d a r consejos. No es ésta la doc.-
trina de Pothier, tampoco es la del 'Código. Lo que es ver-
dad es que la apreciaci6n de la culpa pertenece a l juez;
éste decide soberanamente si el emprestador di6 6 la con-
servación de la coas los cuidados de un buen padre de fa-
milia, Pero esto no impide que este ligado por la ley ea
cuanto al principio; no exigirá, como lo~haciaPothiar, que
el emprestador dé á la conservacióa de la cosa los cuidado5
de las personas más cuidadogari, se conforkarh con los de
un buen padre de familia.
472. ;Responde el empreatador por el caso fartuito? La
negativa es segura; puesto que está escrita en BX texto de la
ley (art. 1148). S610 que debe aplicarse al emprestador
la regla general del art. 1302. Es deudor de un cuerpo
cierto y determinado que debe restituir. 4i no lo restituye
no basta que diga que la, cosa pereció por caso fortuito,
tiene que probar lo quo alega para .dispenaaree de cumplir
su obligación. Adn hay' mbs: si esti caao fortuito no una
fuerza mayor independiente de la voluntad del hombre,(h
si ee un accidente que ordiriariamente proceda de una cul-
pa, no bastar& que el emprestador efitablezca que 1s cowa ha
perecido, tendrá que probar que pereció sin su culpa; tal
es el incendio. Tranaladamos 6 los principios que hemos
expuesto en el titulo De las Ubligncíones y en el Dei A?*ren-
damiele$o.
Pothier dice que esto no e@dudoso y que ni siquiera hay
crirestidn. Sólo hay lugar & la cuestián cuando el prestador
524 DEL íYO~ODAIP0

di6 lugar al accidente, al que no hubiera sido expuesta la


cosa prestada sin esto. Me hab6is.prestado vuebtro caballo
para hacer un viaje, me atacan unos ladrones y lo matan 6
ae lo llevan. iSe pregunta si en este caso el emprestndor de-
be indemnizar al prestamista por esta pérdida, aunque el
accidente haya sucedido si0 ninguna culpa mía? Los juris-
cons~ltosromanos, y con ellos ~ o t h i e r ;deciden que el em-
prestador no es responsable; la razón es muy sencilla: es
que el deudor de un cuerpo cierto que ha cumplido con las
obligaciones que le incumben de conservar la 'cosa, queda
libertado ppr el caso fortuito, del que no responde, 'puesto
que no le es imputable. Pothiar agrega otro motivo que se
reproduce generalmente: es que las cosas esten & riesgos de
quienes pertenecen; luego en el caso la cosa prestada debe
estar á riesgo del prestamista, que permanece propietario de
la cosa. Hemos dicho amenudo que la máxima res perit do.
milzo no recibe aplicación cuando la cosa que perece es ob-
jeto de una obligación; debe verse entonces si aquel que
posee la cosa responde 6 no de la pcirdida. Vamos á ver que
el emprestador re~pondede la pérdida cuando hay una cul-
pa que reprocharle; no es, pues, e x a c t ~decir que la cosa
perece para el prestamista porque es propietario; en los ca-
sos previstos por los arts. 1581-1 883 la cosa perece para el
empreatador aunque no sea propietario, no perece para el
prestamista aunque sea propietario.
Los autores de derecho natural han combatido la solu-
bi6n de las leyes romanas. No entraremos en esta discusi6n
que 8610 ea un debate de escuela. Hay, sin embargo, una
~bjaci6nS la que debe conte~tarseporque se relaciona ti
un principio de derecho. 80es justo, se dice, que el bene-
ficio se vuelva contra el bietihechor y le cause un perjuicio,
se concluye de esto que los riesgos á. que da lugar al prds-
tamo, y que el prestamista no hubiera tenido si no hubiera
prestado la cosa, deben ser sufridos por el emprestador que
aecibe uri beneficio; en cuanto al preetamista nada debe su-
frir por el servicio que presta. Pothier contesta que el ser-
vicio prestado aólo fue Ia ocasión de la pérdida que sufre
el pre~tarnist.~; el préotamo no es la causa del daño que su-
fre, ea el causo fortuito; debe, pues, verse si la justicia per-
mite declarar al empretstador responsable del caso fortuito;
y todos los principios protestan contra semejante doctrina.
Pothier invoca tarnbikn ia mdxirna que acabamos de spar-
f a r ; la cosa prestada, dice, no dejando de pertenecer al
prestamista, no deja de estar 5e sus rieegos, Es-mhs exacto
decir que habiendo el empreatador cumplido con sus obIi-
gacione~fuera de.toda injusticia hacerlo re~ponsablede un
accidente que no le es imputable: no puede haber respon-
sabilidad donde no hay culpa.
Esta es la opinión genera1 (1).y la jurisprudencia fiebpror
nunció en este sentido. Un cultivador presta á otro tres ca-
ballos y una carreta; uno de los caballos muere durante el
curm r l ~ préstamo;
l constaba que había muerto de muermo;
pero e1 prestarnieta sostuvo que el emprestador era respon-
sable porque no había cuidado, como un buen padre de fa-
milia, de la conservaci6n de loa caballos. La Clorte examine
e1 reproche en particular. No 03th justifioado, dice, que el
srnpreetador ha ya empleado los caballos en otros trabajos que
las que habituatmente desempGfiarari; que si loa caballos han
conducido piedra en el camino real nada hay ea eska de
insólito, puesto que semejante acarreo se hace diariamente
por los caballos de las haciendas. El trabajo que se les ha-
cía efectuar no era excesivo y el ernpse~tadoralimentaba
además loa caballos prestado^ como alimentaba á los suyoa.
Se decia por el prestadar que el empraatador había dejado
A los caballos pernoctar en el campo; la Corte conteata que
1 h t b i e r , DeZ prEstamopara uso, nbm. 65. Durant6n, t. XVIi, p. 554,
enero 619 y todoa loa sutorea (vdanae las citaciones en Pont, t. I, p, 81, ubme-
ro 68).
lo mismo haMa pasada con lo8 caballos del edpredtador y
que los habitantes del campo tienen generalmente la coa-
tumbre de hacerlo asi en la buena temporada. Es Qerdad
que los caballos prestados habían continuado pern~ctsndw
en el campo durante el frío; este hecho era el dnico que
aparentase una culpa, La Corte contesta qrre el emprestador
era de &cusarse por rio haberlos pueato en la caballeriza,
porque se os pechaba que tenian muermo; los posadercs ss
habían negado á recibirlos por temor del contsgio; no era,
pues, un descuido qua se le pudiera imputar 'como una cnl-
-

..P (1)
473. La Corte. da Renrles e11 el caso que acabarnos de re-
latar examitia con cuidado si hay iina culpa que reproch'clr
al empres tador en el c ~ s oen que la cosa llega á perecer,
Ya1 ss el verdadero terreno del debate. Cuando el Código
declaro a1 empreatador re~ponsablepor 1n pérdida de la coa
sa es porque tiene la culpa. Hemos dicho más a t r á ~que ar~t
~ucede@uan(loel empreskador liscs un uso i1egit;irno de 1%
cosa (nilrms. 469-470). Lci mismo pasa en o1 caso en que se
puede reprochar al emprestador no haber cdidado de la con-
servación de la cotia como un buen padre de fa mili^. Es itui
como Pothier sienta e1,principio: 1iEl enlprestadur as res-
ponsable .de la pérdida 6 del destrozo de la cosa, aunque m-
cedida pot un accidente de fuerza mayor, citando por su
culpa ocasionó el accidente.ii E1 art, 1882 preves do^ casm
en los que 81 ernprestador eet$ declaraclo con culpa por Ia
ley,
La cosa prestada perece por un caso fortuita del que e4
emprestador lzubiera podido garantizarla empleando la CON
sa propia; está obligado por la perdida fortuita. Para que
haya lugar i la rreapoxisabilidacl ea necesario que el em-
prestadoñ posea una cosa de la que podia haberse servido y,
1 Rsnines, 3 de Díaiembre de 1813 (Dallol;, en la palabra Evlstamo, ndrne'.
so 04),
DEL EMPELE8TAfJOR
DBLIGACI~~PTEEI 537

wo dbstant., pidiG oCra prestada; si ambas cosas le eran Da-


cesarias, (10s onballoa por ejemplo, no is responsable cuand
do emplea e1 que le prestaron; pero si s61o empleO uno
de los tlo+.3-'que Eie haya servido del cabello prestado.en
lugar de iliaplsar el supo, es culpable Be ur.a falta grave;
esto es.uri uso ilegítimo, á decir verdad, pues cuando se
pide p r e ~ t a d oes porque Be necesita, como lo decia el pro-
yecto del COdigo; esto supone que el emprcstador no tiene
lcosa que le pertenezca y de la que pueda ~errvirse;si la tie-
ne y en lugar de emplearfa se eirvc de la cosa ajena abusa
del préstamct; expone la cosa sin derecho, con riesgo de que
perezca; c l r be?, pues, responder por la p é ~ d i d a ,(1)
474. i i 8 i el emprestador, no pudiendo conservar miie que
upa de las r:cbslae, la que le prestaron 6 la que le pertenece,
prefirir', la ftuy~,0s responuable de la pérdida d~ 1í.2 otra11
part. 1882). Se su'pane que ambas' cosas esGQn en el riesgo
de perecer por'un accidente, tal como un incendio, una iaun*
dacidri; e1 ernpreetado~no puede salvar las dos; salva
la suya y deja que perezca la cose prestada. La Iey conasi-
dera e a t ~prefereniia como una culpa. j,(l~dl es 1s razbn?
Pothier dice, y 1s mayor parte do los auhres repiten, que
esto ea una consecuencia, de Is, culpa por Zs que el empres-
eador ss responsable; ,se obligó Í1 vender exactamente las co-
saa que le Tueron' prestadas, dice Pothier; queda obligado
por 'la mbs ligera culpa, dice Duraotdn. (2) BuLp.expli~a~idb
es inadmisible bajo el imperio del Código Civil, pues pone e1
art. 1882 e n oposición con el ask. 1850; le lcy bien aIara-
mente dice eti el art. 1880'que el ernpre~t~dor no rstS obli-
gado m& que por la oulpa'leue, iC6m0 lo barfa rmponaa-
ble por la m:\s leve culpa en el srt. P882? Dsrv~rgioi:comu
prendi6 que la &cplicación era insuficiente; dice con Barbey-
3. &xnp4resa Bthier, Be2prbstantopara uso, nfim. 59,Font, e, 1, p. 41, nrín
mero 93.
2 Pothier, Det prlstumo para 1 ~ ~ núm.
0 , 66, Dursntóa, f, XVII, p 690, ad-
mero 526, Duvergiár, Del prlstamo, p, 9A
rac que la disposi"ci6nes contraria á los principios. iiSi el
cuidado d.: nuestro propio bien ó de nuestros negocios se.
encuentra en cornpeteiioia con el cuidado del bien 6 de los
negociozc ajenos de modo que no ae pueda atender á uno y
otro, es natural que el prevalezca, pudiendo cada
cual en iguales circzcnstancicrs pensar para si más bien que pa-
ra los demás, 11 Sí, en igualdad de circunstancias;ipmo eri es-
te el caso en el que se encuentra el emprestador que dejs
perecer la cosa prestada y salva la auya? dNo tiene un de-
ber de gratitud que cumplir con el que le preete un ser~icio
gratuito? s El m48 sencillo sentimiento de delicadeza 11s
debe prevalecer para que prefiera la cosa prestada 4 la su-
ya? S u calidad de empreatsdor restringe el deracllu que
tiene como propietario, debe pensar en el beneficio recibido
antes de pensar en RU interd.9; y si prefiere éste comete
una falta; erito nu es obrar como un buen padre de familia,
toinando esta expresión 0n SU ~lentidamoral; y aqui debe
hacerne así, puesto que hay un beneficio en causa. iSe di-
r4 que esto es una culpa muy leve? Bajo el punto da v i s b
de la delicadeza ee, al contrario, una culpa pesada; y en el
caso el legislador debib tener en cuenta la delicadeza. (1)
Qaeda una dificultad. Puthier iJupone que las ,coRas, que
pertenecían al emprestador eran mfis preciosas que laa que
le fueron prestadas; jserá no obstante respousablie si salva
con preferencia las que tienen más valor? Pothier mantiene
la resposabilidad por aplicaci6n del principio de que el em-
prestildor está obliga90 6 dar A, 1%conservación de la coa&
todo el cuidado posible, ~610lo libera el caso fort,uito; ¿y
hay fuerza mayor cuaudo el ernprestador hubiera podido
salvar la cosa prestada y no lo hizo? Esta deci~~i6n nor~pa-
rece dudosa, ueg6n los principios del derecho moderno. EE
C6digo no conoce la m48 ligera culpa, sólo exige al em-
prestador los cuidados de un buen padre de familia; esto es
1 Troplong trata esta aueetión en exoelenteil tBrmiooe (ndms. 213-116).
ya interpretar la ley demasiado severamente el comprender
en estos cuidados 108 deberes de delicadeza. NO ea exa-
gerar el hacer responsable al emprestadar cuando salva una
cosa preuiosa que le pertenece con preferencia á una 'coaa
prestada que tiene menos valor? Sin duda se admirarfa eef
gacrificio, dpero no pruebo esto mismo que se está fuera del
derecho corndn? Si se debe tener en cnerlta el sentimiento
sn esta materia no hay que olviditr que la decisi6n del jaez
debe apoyarse en el derecho; y nuestro derecho nn exige del
deudor loa cuidados de un padre de familia ideal, sdlo le
pide los cuidados de un buen padre de familia. La distin-
ei6n de las culpas tiene aquí un i~tsrésp~srticular. La cul-
pa de la que se pretende hacer resp~nsabla a l ernpreatad*r
serfa una culpa muy leve y la ley no lo declara responsa;
ble m$s que por la culpa leve. (1)
475. 11Si la cosa fut! valuada al prestarla la pérdiaa que
suceda, aun por caso fortuito, es para el empretjtador si no
hay convencidn cuntrarirtit (art. 1883). Se dice ordinaria-
mente que la estimacidn vale venta, y en Ia venta los riaa-
gos son para el comprador. El art;. 1883 prueba lo que ade-
más enseñan los principios, que la mdxitna que asimila la
estimación L la venta es falsa ~i t3e toma 0n sentido a'bsolu-
tia; es evidente que el avaliío dado a una cosa prestada no
pu'ecle ser una vetita y transferir la propiedad al Fmpresta-
dor, puesto que es de Ia esencia del prestarno para uso que
el prestamista permanece propietario de la cosa
(art. 1877). La estiinnci6n tiene, 8p ,. otro sentido. Puede
tener por objeto valuar los danos y perjuicios de que ser6
re~ponsablael emprestador enel'caeoen qirela coaa pereciera
por suculpa; puedetambidn tener por objeto hacer respoasa-
ble al emprestador por el caso fottuito. Los autores del C64
1 Daranfdn, t. XVIT, p. 691, núm. 527. Duvergier, p. 97. nitm. 68.En sen*
ti30 aontrario Troplong, nSm. 117,Pont, t. 1, p, 42, ~ ú m .96,
P. de P;$ 0 ~ X0X ~ X - - ~ ? .
digo han preferido esca iIiltima interpretación, salvo conveno.
ción con traria. Esta es laintbrprctacióu de las leyesromanas;
nosparece un poca fiutil. Se dice que si el prestamista entre-
ga~aEosaal eaiprestador por avali(o es porque entiende que
al empreatador no e& obligado 9. tido evento á devclver la
cosa prestada 6 el de modo que en el caso sn que el.
emprestador no podría devolverla pcjr haber perecido 6 ha-
berse perdido por algdn caso fortuito, teridría que devolver
la suma en que fué valuadti.. (1)Esto es una interpretación
jurídica, y las parteo contratantes no rron jurisconsultos. :

476. 11Si varias pereonas han conjuntatnente tomado la


coaa son responsables solidariamente hacia el prestamistail
(art. 1887). qsta 'ea aun la decisión de la8 leyes romanas,
adoptada por Pothier y consagrada por el Cddigo, UIpi6n
supone el préstamo de u n coche,hecho & dos personas para
que hicieran un Viaje. El jurisconsult,o decide que el pres-
tamista tiene una ncci6n solidaria contra cada uno cle los
que tomaron el coche, porque aunque cada uno de ellos no
haya ocupado mAs que su lugar en el coche y no se haya
servido de Bl sino por su parte, no es menos cierto que el
prevtamista ha entendido prestar su.coche por entero z i cada
uno de ellos; por consiguiente, cada uno está obligado á la
restitución del coche. (2) 2 Esta responsabilidad solidaria
produce los efectos de la solidaridad ordinaria? 'l'rsnsla--
danos la cuesti6n al tItulo Be las Obligaciones, donde ha
isído tratada It. XVII, ntíms. 313-317).

Núqn. 4. De la ~~estitzlcid?~
de la cosa prestada.
477. El art.'1875, que define el préstamo para uso, dice
que el tomador debe-devolver la cosa después de haberse
servido de ella. j,CuAndo debe hacerse la restituci6n'l El asw
1 Pothier, BeZprbtatno para uso, n.m. 62,neguido do Ulpibn,
2 Pothiar, Belp~&tamo*para uno, nifra, 65,
ticulo 1888 conte~taque el prestamista no puede retirar la
cosa prestada ~ i n odespués de vencido el plazo convenido 6,
á falta de convención, después de que haya servido al uso
para el que fu6 pedido prestada. iiEl plazo pone'fin al con-
trato de plano en virtud de la voluntad de las partes -con:
tratantes. 11 Pothier agrega una templanza de equidad. Si,
dice, después de la expiraciori del plazo el emprestador tu-
viera necesidad de servirse de la cosa que le. f i ~ éprestada,
por algunos dias mks, y que, el prestamista no sufriera nin-
gún perjuizio con el retardo, el prestamista debería dejárse-
la. Agrega que apesar de que el prestamista sufriera algún
perjuicio por el retardo, si el perjuicio que sufrirfa el em-
prestador devolviendo Ia cosa desde luego fuera mucho más
grande, tambidn se debería dejarle la cosa, Foa cargo de in-
demnizar al prestamista, por el perjuicio sufrido por el re-
tardo. Los deberes de la amistad, dice Pothier, que deterT
minaron al prestamista ii hacer el prdstamo exigen de él es-
ta condescendencia. Estas templanzas, dice, entran muy .evi-
dentemente m el e;spíritu del contrato, que descansa ea la
benevolenci~,para que no deban ser admitidas en nuestros
dia,s. (1) Sin duda quo la equidad debe presidir á la inter-
pretaoiún de uti contrato cuyo principio es la humanidad;
psro la equidad no debe hacer olvidar el derecho, y éste es
el que debe prevalecer cuando la. equidad estil en 'oposici6n
con (51. Tal es el caso e n la hipótesis de Pothier. El présta-
mo concluye de plano con el plazo; ya no hay, pues, ning.
na oonverición entre las partes. tCon qué derecho impon-;.
dria e1 juez al prestamista la obligación de renovar el pr8s-
tamo, pues es seguramente de una prbrroga de lo que se
trata? Aun hay m&: Pothier obliga al emprestador á in-
demnizar al prestarni~ltapor el perjuicio que le causa el pr8s-
tamo prorrogado mds allá, del plazo. E.yto ya no es un pr6s-
1 Pothier, ush prb~tamapat~n .~cso,núm. 28. Mourlbn, t, 111, p 376, nbme*
POS 941 '346. Pont, t. 1, p. 54, ndm. 121. Duvargier, p, 131, ndni, 96.
522 DEL aoMoDA~o
tamo, pues el eruprestador paga realmente el uso de la cosa,
mientras que el comodato es esencialmente gratuito (articu-
lo 1876). preguntamos con qu6 derecho los jueces crearfan
un contrato muy diferente ehtre lae partes, apesar del prea*
temista; 10 que debe suponerse? 2Yuede haber una conven-
cidn sin donsentimiento y puede el juez coneentir por la8
parkes ?
478. Si 18 donveiici6n no estipula plazo hay un plazo tá-
cito; la cosa fut! entregada al empre~tadorpara que 8e sirva
de ella, y 61 uso exige cierto tiempo. ~Cluálea este tiempo?
'El 06digo' dice i u e el prestamista puede reclamar la casa
s61o déspuGs de v e haya servido al uso para el que fu$
prestadit. Pothier 0s rn&a exacto; dice: el tiempo necesario
p r a el uso para el que la cuba fa8 prestads. (1) El empres-
tador recibe la cosa por razdri de la, necesidad que de ella
tiene; eír, Fues, necesarfo que la use desde luego con el Gn de
conciliar au derecho con el del prestamista, Si hay conflic?
%o entre ambng partes acerca del tiempo ,necesrrio el juez fi-
jar& un plazo. El juez está también llamado 6 intervenir
ciiando el uao no e ~ t alimitado por BU naturaleza; una cue-
.va, una caballeriza, un cuarto son susceptibles de un uso
3iimitado; .sin embargo, ee seguro que, en la jntención de la8
partes,,el uso debe tener un límite; el juez lo decidirá. En
'61 caso sentenciado par la Corte de Colmar que hemos re-
latado (nlím, 454) el prestamista había ofrecido entregar un
local sin determinar Ict duraoián del uso; la Corta senterició
que ei-n imposible admitir que el compromiso fueae indefi-
nido, ni que fuera subordinado á la volutrtad del empresta-
dor; era, pues, necesario limitar la duración del pré~tamoeu
atencidn 6 la intención de las partes y 9, la naturaleza del
cornpromi~o.La Corte fij6 la duración de la canvencibn en
dos años. (2)
1 Pothíer, Del prbstamo para yso, pbm. 24.
2 Clolmar, 8 de Mayo de 1846 (Dalloz, 1846,2,219).
479. ¡)Sin embargo, si durante el pIazo 6 antes de que
aese de servir85 de la aosn el tomador, el juez puede, según
ias circunsta~ciae,abligarlo a devolverlait (art. 1889). Es
secesario que la neceeidad del prestamista sea imprevista;
ai 10 pudiera prevser antes del contrato debia hacerlo ~ b j e -
eo de una estipulaci6n expresa; guardando silencio renuni
oia el derecho excepcional.qpe 19 da'el art. 1889. Es nece-
sario, en ~egundalugar, que $a necesidad sea apremiante;
ea decir, que po pueda transferirse. iClzhndo es la necesidad
apremiante? Esta es una cuestidn de hecho que el juez de-
cidirb. Cuanda ja. necesidad sea imperiosa é imprevista o1
juez no esfa obligfida 5 ordenar la restitucibn; la ley le da
un poder discrecional; puede, segiín las ci.rcunstan.ciu8, obli-
gar al. tomndor á devolver la casa. Estoimplica que el juez
debe bnibi6n tomar en consideración el derecho del toma-
dor. &a disposición del art. $889 doroga su derecho: toda
convencibp hace ley para las partes y para el juez; es nece-
sario el concurso de voluntades para romper el contrato
@t. 1.134). Según este principio, que es fundamental, el
tomador tsndr&el derecha de guardar la cosa hasta el ;en-
cimienta del termino expreso ,6 t4cito para el cual ha sido
prewkada la coss; la ley no da al prestamista el derecho de
romper el contrato, soIamente 1s permite pedir que se le
devuelva la coss; es el juez el que decide tenieniio en cuen-
ta el derecha del tornadar y los intereses del prestamista,
El derecho es eviGntemente del tomador. Se lee en 1s
l$xposición de las.Motivos que la ley presume, cuando ocu-
rre al prestamista una necesidad iml>raviata B imperiosa, la
candz'cidión tdcita de poder rasolver el corncldato y pedir que
3 f i cosa le sea devuelta. (1) E ~ t on0 es del todo exacto. S i
la ley subentiende una condición resolutona el prt?stnmi*ts
tegdrín el derecho dq exigir la ,re~tituciún,y el juaz debe-
1 Galli, Expoaioión de I 8 motivos, nbrn. O (Locr6, t, VII, p. 27(1), seguido
por Pont, t. Ip. 63,o1m8 117 y 118. Cdmpdreie Polhíer, Frcistaao ymr rrso,
,
aám. 25.
ifs fallar realmente así cuando la necesidad del prestti&~sta
e8 imp~'riosa 6 imprevish. El art. 1889 n* s e expresa a&
o. habla de un derecho del tomador; da a l juez un poder
discrecional. En este punto la ley todavía ea excepcional:
el Orador del Gobierno recuerda el celebre aforismo dct
Bac6o Optimo Icx qua minimbm relij2iinic;t &bit& judicis.
Es en defioitiv~una disposición 'de equidad, y Is, équidad
misma es contestable. ;Permite la ley al d o n a n t ~retirar sn
donaci6u si ~ufcela necesidad imperioes, 15 imprevista de
Ia cosa dada? No lo autoriza Ci pedir la rbvocaci6n ni aun
cuando ese en la miaeria. g P& qu8 sues3ería de otra ma-
nera en materia de préstamo que también es una libera-
lidad? (1)
480. ~ G Qelztomador
~ del deraho de retei9c16nl j,Es aee
cir, puede retener Ia cosa si el prestamista as sza deudor ed
razón del prdstamo, por ejemplo, del pltnto' dB g a ~ t o aex-
traordinarios que hubiera' hecho? El ~ 6 d i g 0no se expresa
de una manera positiva acerca de e ~ t punto;
e dice lbque o1
tomador oo puede retener la cosa por oompensncidn de lo que
el prsstamista 1s debe11 (art, 1885). Si la ley entiende hablar
de la compensacidu propíamente dicha la disposición era
inútil, pues que el art, 1293 ya había diCho que la compen-
aaci6n no tenía lugar en el caso de demanda en restitución
del pré~tamopara uso. entiende bablar el art. 1885 de%
derecho de retención? (2) Entonces la expresidn de comlpen:
sacidn es inexacta. Es, pues, preciso hacer t% m lado el
texto para decidir la cuesti6n conforme Q los principios. En
nuestro cancopto el tomador no tiene e1 derecho de rssti-
tución porque la ley no se lo da. Cuando quiere conceder
este derecho lo dice. As& coaforme al are, 1948, deposi-
tario puede retener el depbsito hasta el pego completo de lo
que se 16 debe en raz6n del dep6aito. 81 S0 puede deducir del
3. Drtrantóa, t. XVII, p, 002, nbm. 646.
2 Esta 08 la opinila, de Da, Pon$, t , 1, p, 4Ei, ndm. 101,
DEL
OBLIGA~IO~ S BBE~TATYIISTA 635

~iienclodel *Códigoen el titulo Del P?*4stcimoq u ~Ia , inten*


ci6n del legidador no ha.sido conceder al tomador el dere-
cho que da al depositario.' Es verdad que el silencia de la
iey es en general un mal argumento. Pero es decisivo cuart-
do ae trata d e una materia excepcional, y el dereoho de re-
tención es un derecho excepcional, al menos cuando se tra-
ta de contratos unilaterales; volveremos 4 este punto en el
titula De los P?.ivileyios, La diferencia que resulta entre el.
tomador y el depositario se explica desde luego: uno reci-
be un servicio, mientras que el otro hace un servicio; lago:
aici6n del depositario (38, pues, mQs favorable que lade1 to-
mador. Observarernoe a6n que el tomados no po(bria recla-
mar el derecho de reteoci6n sino en raz6n del crédito que
eiane contra el prestamista por haber couservado la cosa, y
la ley ha vigilado sus intereses concediéndole un privilegio,
para garantía de r4u crédito; volveremos t't este punto en e!
titulo De las Zipotecas (art. 2102,nfim. 4 y Ley I-lipoteca;.
Ea, artr. 20-40). El depositario goza da la misma
cuando ha hecho gastos para la conservacidn, pero siis de.
pecho3 son más extensos, cqmo Xo diremos en e1 titulo Del
Depósito, y rnersce m4s favor; el privilegio no bastarka, pues,,
para asegurar Bus derechos; hB aquí por qu6 la ley concede
al derecho de retención que el texto no da al tomador. (I),
SECC10iVll~-De Zas abligaoiones del prestanzista.~
481.. 'iTinne obligaciones el prestamista? Esta cuestión,
muy ccpnb;rovertida para el préstamo de conaumo, no lo es
ya para el prdstamo para uso. Ya la hemos contestado (nú*
niero 456). Xl pr6stamo es un contrato unilateral. Sin em-
bargo, el Cditigo conti~neuna seccidn intitulada: De lqs
oomp~onzisosdoZ que p~estccpcc~u 2 1 ~ 0 ., Pero las .obligaciorres
<le que habla 6 no io aonpropiarnsnte dichas. 6 son, pero
1, V'Base eti diveraoei sentidos Pont, t, 1, p, 40, abm, 103 y loe irtikores que
cita.
no nacen del préstamo. Aei 61 art. 1888 dispoiae qae oí prm4
tamista no puede retirar la cosa prestada arites de1 vanci-
niieato del término expreso á tácito por el que se! consinti&
el préstamo. Aqui no hay obligacidn del prdstatua como ya
lo hicimos notar ( o h . 456). Esto tan verdsdero que el
orden ldgico de las ideas nos condclce & tratarlo en el títu-.
la De los comp~omiFs.ostEsl p14estccn?lista. A decir verdad la tini-
ea obligación que nace del pr6atsmo es la de resbibuir la co-
sa prestada; no hay, pues, mais que el tomador e ~ t áubli-
gado.
482, 11Sien el curso del pr6starno el todbtrdor ha e i d ~
obligado á algfin gasto extraaiidinario necesario'p de $81
modo urgeate qua no haya podido avisar a1 preethmista, 6s-
te sera obligado al reembaluo~~ (art. 1896). ES esta una oblí-
gacidn que nace del préstamo! Nd, puesto que no es siuo
durante el curm del préstamo cuando el tomados so hstlla
on In necesidad de hacer gasto3 de conservación. Beault%
que el contrato se convierte por avte sccidznte ea contrato
sirralagrn$tica iniperfecto;. mala denomiaacidn, puesto que
hace suponer que Be forma un contrato bilateral, lo qua uo
es, puesto que la obligacíSn del prestamista h o nace del con-
trato, Nos transladamos á lo dicho en el titulo Dd las ObZi-
gacciones.
gCu6ndo el prestamista esta obligado & gastos bechos%plar
el tomador? Desde luego deben ser necesarios; la b y ex-
plica lo que entiende por eeto: son los gagtos que el tatxia-
dor 68th obligado á hacer para la conservación ,de 1s cosac
Bstá obligado en el sentido de que debe vigilar coma un
buen padre de familia la con~erracibnda la prestada,
(art. 1880), y un buen padre de familia no deja perecer las
cosas que le pertenecen, hace los gastos necesiltiaa para su
conser.;raciSn: el tomador está, p u e ~ ,obliga80 B hacerloa,
Además, no basta que la conservacidn de Ia cosa exija<un
gmto para que el tomador tenga el derecho de haCerio poxy
cudnta del prestamista; cuando hay que hacer un gasto ce-
es ario se advierte a1 propietario y ea 61 quien decidird si el
ga&o debe Lacerse; podría auceder, en efecto, que no qui-
siera oargaree con este gasto porque para 41 el gasto serfs
mayor que la utiiiciad que tuviera, y el tomador tio puede
imponer al prestamista sacrificios que no quiere hacer 6s-
te. No hay excepción más que cuando el gasto es de tal
aúdo urgente que erl tomador no tuvo tiempo para preve-
nir a1 prestamista; en este caso el tomador está obligado á,
obrsir por sí, á menos de dejar perecer la cosa, y no tiene el
detecho de dejarla pereuer, &lo el propietario tiene este de
recho. 2 Eay urgencia? Esta as una cneatión de hecho que
el juez decidirá sebón las circuastscias de la causa. Corree-
ponde al comador, que es el demandante, hacer la prueba.
483. El nrt. 1891 impone al prestamista la obligaci6n de
garantfa en razón de los defecto8 ocultos de la cosa; 08th
cori~ebidoasi: 11 Cuando la cosa prestada tiene tales defec-
~ O que
R pueda causar un perjuicio al que la usa el presta-
mista es responsable si conocía los defectos y ao los advir-
ti6 al tomador. 11 2 Esta es una abligación que nace del Con-
trato de préetamo? El praatatnista conocia lüs vicios de la
cosa y sabe que éstos podrian aausar un perjuicio al toma-
'dor; ei no lo advierte se hace responeable del dolo; y toda
persone responde de las consecuencias de su dolo, aun cuan-
do fuera incapaz para obligarse; así el menor np emancipa-
do puede decir Ia reaeisidn de la obligaciones que contrae
sin estar lesionado, pero no' es de restituirle contra su dolo
(art, 1310). No b e puede decir que la obligación que nace
del ddo sea un compromiso que el prestamista contrae por
el préstamo ~i no todos los contratos unilaterales serjan bid
laterale8, no habria conttato unilateral.
iGuAndo tiene el prestadar que garantizar los defactos de
las cosas? S u obligación es menos eiltrecha que la del ven-
P. de D. TOMOX ~ X - U 8
538 DEL UONODATO

dedor. Este debe garantía en virtud del contrato (art. 1603);


mientras que el, prestamista que hace una libaralidad no
está obligado, en principio, & la garantia. Si estB obligado
B ello es á consecuencia de su dolo. Y para que haya. dolo
ea necesaria la reiinión de las circupstaricias det~rrninadas
por el art. 1891. El pre,gtamista debe conocer los defectos
de laa cQsaa; si los ignora ya no hay dolo, aunque puede
haber culpa; pero la culpa no basta para comprometer la
responsabilidad del. prestamista; a610 el deudor estB obliga:
do por su culpa, y el prestamista no es deudor.. Si el pres-
tamista aviss al emprestador que la cosa tiene vicios obra
de, buena fe; por lo tanto, no es responsable; pera si cono-
cidndolo~no aviaa al emprestador, ,hay culpa grave que la
ley asimila al dolo.
2QuB debe decidirse si los defectos son aparentes de mo-
do que el ernprestador conocerloa? El vendedor no
está obligado pos estos vicios (art, 164.2);.con m8s raz6n no
responde el prestamista, pues el vendedor debe garantía por
Ia naturaleza de la venta, mientras que el prestamista no
l a debe. Se $ede invocar en apoyo do esta decisinn el ar-
ticulo 1591. El prestamista no es responsable cuando avisa
al emprestador los vicios que tierle la cosa; y los vicios apa-
rentes son un aviso, siempre qtle, como lo hemos dicho, al
empre~tndor haya podido 'convencer~e41 mismo; queda
cuando menos advertido y el prestamista tiene justo moti-
vo de creerlo a ~ í ;desde Iuego no se le puede reprochar su
mala fe, y 8610 es por razón de au mala fe por IQ que es
responsable.
La Corte de Limages lo selítenció a~iíen el casa siguien-
te: (1) En la JZxposici6n.del Centro abierta en Lirnoges en
1858 un pintor expuso un cuadro, el que le fué devuelto
averiado. De ahí una acciCln por daños y perjuicios contra
3 Limoges, 12 de Noviembre de 1859 (Dalfoz, 1860, 2,611,Pont, De 2086olt-
tratos enppuelro, t. 1, p. 68, ndm. 130.
~ S PBESTArnSTA
O B E I ( ~ ~ U I O NDEL 639
la ciudad, que había ministrado el local. *Paraapreciar psta
demanda era necesario, ante todo, determinar la naturaleza
del contrato que había intervenido entre la ciudad y los
exponentes, y el grado de responsabilidad que resultaba de
61. Y en virtud del reglamento las plazas estaban miniatra-
das gratuitamente, los gastos particulares de inatalacióa
eran solos á cargo de los exponentes. Al ministrar gratui-
tamente bajo ciertas condiciones para un uso y un tiempo
determinado el local y construcciones apropiadas un desi'
tino provisional, la ciudad de Limoges formaba con cads
exponente un verdadero contrato de comodato. De esto se
sigue que no tenia mhs que log comprúmisos de aqyet que
presta para uso. La consecuencia era importante para la
ciudad, pues había lugar de aplicarle el art. 1891: no res-
pondia por el daño causado á los exponentes más que 8i
este daño resultaba, ya, sea de su hecho personal 6 J e los de-
fectos de la cosa prestada, si conooi~adolosno los había ad-
vertido al emprestador. Y los deterioros que habia sufri-.
do el cuadro habían sido causado8 no por el hecho de la
ciudad de Lirnogev 6 sus empleados sino por la caida de un
vidrio, cuyos fragmentos habían agujerado el lierizo en al-
gunos lugares; quedaba probado por los documen$os de la
causa que este accidente había sido acasionado por un ven-
tarrón violento de una borraeca. 'Se decfa por el deman*
dante que una construcción fuerte hubiera sido capaz de re-
sistir d la tempestad; y se inducía de esto que la caída*de
los vidrios había sido el resultado de la falta de solidez y.
de un vicio de construcción. La Corte responde que, admi-
tiendo que estos hechos estuvieran probados, no resultaba
de ellos ninglín cargo para la ciutiad, pues los exponentes
habian aceptado con conocimiento de causa, 4 titulo de ca-
modato, una construcción cuyos vicios, suponiendo que
existieran, estaban bastante aparentes para no haberlos vis-
tú. Esto es precisamente para substraerse á la responsabi-
Iidad que se pretendfa imponarle corno el alcalde de Liso*
gse había expedido un decreto por el que, al.hacer csabe~á
loa exponantes que se tomarían todas las medidae zieceaariaa'
para pneservar loa objetos expueatoa contra tadas averfas,
agregaba que ei apesar de eistss precaucioaes llegaba. ii de-
clarse un siniestro las dañoa y deterioros que pudieran rs-
suitar serían P$rgb da 10ri exponentes. .Este decreta, con-
forme 4 los reglaxqqnto~de la exposición ilaiversal de -1856,
había sido por todss 188 h a s de publicidad Ilsvsdo d cona-
címient;~de Zós ezpa~ente~; la Corte concluyd que el decxa~;
to se habis. vuelto parte integrante del co~tratoy que:for-
maba b y para las partes. Este ililtiiuo punto es el iínico qve
p\leds oontestsrse; no bssta que un decreto municipal e ~ t e
pnblicad~po.r vSae ds .p,eriódicospara que laq diopauiciones
que ~ ~ n t i a nsee hagan la. ley de las partes contratantes;ha?
brfa que, probar que los exponente@!as caeocian, lo que ara
dudodo para muchoa de elloa cuando menos. Pero erita mag
tiva era ipG&il pdra, juetificar la sentenciq. El pre~tarnista
nr>responde del casa fortuito y, en el caso, qvedabs proba-
do qus no había ninguaa culpa que reprocharle, lo que ara,
diieisivo.
484. El Código no habla de los dereohos del prestamista,
ni de lqs acciones que le perteneceo. En cuanto 4 SUR dere-
chos resultan de las obligaciones del emprestador, puesto.
qve toda obligación implica un derecho. El prestamista tie-
ae do^ accionea. Primera: la qae nace del préstamo; es una
accibn personal que tiene por causa la obligaci6n contraída
por .el empre~tadorde restituir la cosa prestada. Tiene
también la acción de reivindicacibn que nace del derecho
de propiedad; suponiendo que sea propietaria. conserva, to-
dos 1qa derphoa que confiere la propiedad jart, 1877);
puede, pues, reivindicar la cosa prestada contra el empres~
tador 6, contra cualquier tercefo.
Las dos acciones difieran grandemente, primero por sin
mturaIeza: biendo una peraonal no puede ser tormada más
que contra el emprestador y sus herederos: la otra, real,
forma contra todo detentor de la cosa, si dsta ea inmobiliar;
si i i a ~mueble, el propietario bien tiene la acción de reivin-
dicaciCn, pero el poseedo; de buena fe puede rechazarla por
la excepcidn que le da el art, 2279, ~ e g h nel cual en asunto
de muebIes la posesión vale tftulo, excepto cuando la cosa
ha sido robada 6 perdida. Volveremos 6, este principio en
el titulo De ¿a Prescrj23cidlz.
La ~ccidndel préstamo difiere~tambiénde la accidn de
~eivindieacíSnpar lati pmuebas que incumben al demandan-
te. Si el emprestador obra ea virtud de un contrato sGZo
tiene una coa4 q u e probar: la existencia del oontrnto. Esta
prueba, muy fhil cuando las partes han hecho un escrito,
puede ser imposible cuando no lo hay. El prestamista po-
slr$ entonces prgmQver la reivindicacids probando su dere-
cho de propiedgd, prueba muy dificil, como lo hemos dicho
al Gratrar de 1% acci6g de reivindicación en al título lh Ea
P~opiadad.
La dursoión de !a accidn difiers igutxlmeate, La que na-
ce del contrato, ds p é s t a r n ~~ s unq
s acción p a r k o ~ someti-
l
4%h la preacripo$p general de treinta años (art. 2262). En
cuaqto & la scoi6n de reivindicaciQnhay que distinguir: ai
etlth interitqda contra terceros dura tanabi6n treinta años, ÉL
resgrva de q\tqeeJd-tentor oponga la, prescripción ds diez
años 4 la instantanea que se admite en el art. 2279. Cuando
el preatnrniata promssve la, reivindicacidn contra el empres4
fador 6 sus psgeros universales la accibn es imprrseicñiptible
QR la opinió~común, puev el emprestador no puede pros-
cribir, puesto que posee sn virtud de un títiilo precario.
Votveremos la cue&ibth eQ el título De Ea P~t?sc~*i~cio'n. (1)
CAPITULO XII.

-
SBCCION" I . 4 e tu naturaleza y de ZiGs condidon& de?
prdatamo comdn .
485; El art. 1892 defina el pr6rstamo de consumo en estoa
tdrminoa: rtEl prdstamo de consumo es un contrsto por
el que una de las paacjs entrega á la oerla cierta cantidad ds
cosas que ae consumen por el uao, con cargo de que estu
tiltirna le devuelva otro tanto de la misma especia y cali-
dad.ir Ateniendose 6 la definición el pr6stirno Cie consurno
0s un contrata unilateral,. así corno el préstamo para usa,
pues el prestamiata no contrae ninguna obligcicidu haois el
emprestador; s61o Bste se obliga $ devolver cosas da la mis-
ma especie y calidad. Sin embargo, la cue~tiónestá con-
trovertida. En el fondo es igual para el préstamo de cona%*
mo y para el de uso; ambos pr8sta;mos han sido.siempre con*
aiderados como contrato8 unilaterales, 6El C d d i p Civil ha
cambiado Ia naturalea tradicional del pr4etamo de consu-
mo? Se puede asegurar que no, porque esto es imposible;
el Oódigo bien pudiera calificar tia bilateral un cotitrato sn
01 que unia de las partes no se obliga; esta contrato no de-
jarh por eso de sor unilateral, no pudiendo el legislador
aambiar la esencia de las cosa@,Sucedi6 quealos autorea del
QONDICIBX&S DEL PR.ESTABX0 ' 843

:&digo han reemplazado la palabra condrrxto que se encon-


%rabaen ea proyecto del art. 894. iQuiere esto decir que
,ladonacida no es un contrato? La donacibn es un contrato
por m& que diga el iegislador. Asimismo el préstamo de
consumo es un contrato unilateral-auiique nuestro capítulo
contenga una sección titulaqa De las Oblz'gaot'ottes del %*es-
damistn. Diremos máa adelante que estas. pretendidas obli-
gaciones no rtacen del préstamo y no dan ti eate contrato el
$carácterde una convención sinctlagmática,
Lo que complica la cuestidn y la hace cuando menos con-
&roverriblees qqe .el .Consejo de Estadaqse pronunció por la
opinión conkraria. Regnaud de Saint-Jean-d'Angely hizo
.observar que la sec. 11estaba titulado De Ects Obt[qctciojaesdel
P~sstaniistag que,sin embargo, ~ o t i i eenseñaba
r que el prés*
tamo no impone ninguiia obligación a l prestamista; Berlier,
preclara inteligencia, encontró justa la observáción; propuso
en coasecuencia suprimir de la sección los arts. 1900 y 1901
que no imponían obligación al prestamista, y colocareia otro
iugar,el ast. 31898. Tronche!, combatid asta proposición. Con-
tesar, dijo, que debe conservarse el art, 1898 es reconocer
que el préstamo impone obligaciones al prestamista, y eate
no es el 6nico compsorniso al que lo somete este contrato,
puesto que el art. 1899 no le permite. retirar la cosa pres-
tada antes del plazo convenido. Acerca de este punto Tron-
chet estaba en un error., EYseguro que esto no es una obli-
gación; tran~lndamoszi, lo que hemos dicho .acerca del co-
modato, el principio es idéntico para, el préstamo (n6me-
ros 456-481). En cuanto al art. 18'38 hace al prestamista
responsable de s u dolo; el art. 189l.impone la misma res-
ponsabilidad al prestamista en el comodnto, y debe agregar-
se que todo deudor responde de su dolo, de modo que to-
dos los contratos serian bilaterales.
7Tolvamos 6 la ,discusión del Consejo de Estado. Jolli-
'vet agreg6 que los arts. 1900 y 1901 6610 desarrollaban los
arts. 1899 y 1900, y que asi todos loeartfcubfi de la ae~ci$ta
se referfan á los compromisos del prestathista. 2 los articu-
10s 1900 y 1901.se refieren Q la obligacihh de restitucilib
'

del emprestador; así la obligaaióo del empresbdor se vuel-


ve una obligación del prestamista.
En ~ I Idespues
, habló CambactSrB~.El Cóosi~l.gustabadar.
.razón á toda el mundo, Beconooe icon Pothier que e l 8011-
trato de préstamo es unilateral y no sohiete directarnante sP
prestamista B ninguna obliga&&. No obeknte, dice, como
este contrato debe ser ejecutado de buena fe, tesulta que 86
puede h~blarde las obligaciones del pi.estawista. jEd qué
pensaba definitivamente el Oonsejo? (1) No lo sabemos. <De

t
que el'contrato de pr stamo dBbe ejecutame 'de buena fe
debe concluirse que 0s n coove~ioñlaalagm~tt&o?Ests
no puede tornarse á lo serio, El Conseja olvidabd el articn-
lo 1134, aegiin si cual todas las convenciones deben ser eje-
cutadas de buena fe; luego ttodoti los contratos serían biia-
terales*
El Consv+ de Estado decidió quei la sec. 11 serfa man-
tenida; luego legalmente el prestamista tiene obligaciones y
legalmente el prdstamo es un contrato .bilateral, Esta es IR
consecuencia lógica de la decisión del Consejo de Estado,
Y, sin embargo, 'es imposible admitirla. La esencia de lae
casas prevalece A los errores del legislador. (2)
486. ES el préstamo un contrato real? Esta e8 otra
cuestión que se admira, uno ver predentada, y admira auo
rnhs verla resuelta negativamente, cuando menos en cierto,
caso. Aquí ng 0s ellegislador el culpable, R& Tos intdrpis-
tes que se apartan de ia ley. El art. 1892 terminants;
para que haya preetarno de coosuimo es necesario que une
1 Sentenaia da1 Oonaejo de Entado de 7 PJnvioao, año XIIi nbm. 16 (Sto.
ord, k, VII, p. 269).
2 $ate es 1~ opinión de todo8 loa eatorea (Pont, t. 1, p. *?ti, a d m . 179) ex-
oepto o1 di~entimientode Duver ier, p. 227, ntíms, 192-197 y de Aubry y ,Rsu#
t. IV,p. 608, nota 1, pfo. 394 (i.*' ?dbUn>.
UOND10iONEL., DEL PRESTAMO 646

de las partes entregz~eO 1a otra cierta cantidad de cosas;


luego el contrato s61o se perfeccima por la entrega; por
consigiiiente, mientras que el prestamista no Lizo la entre-
ga de la cosa no hay préstamo de consumo. No porque la
promesa de prestar sea nula, pero la promesa no es un prés-
tamo; obliga A aquel que prestarii,Pno obliga a aquel quepe-
dird prestado, porque no se le puede obligar á restituir lo
que aun no recibid y lo que tal vez no recibirá.
A este reupecto hay identidad entre el prestarno de con-
sumo y el de uso. El Código marca esta identidad valikndo-.
se de la misma expresióri; u610 hay prcistamo para uso cuan-
do el prestamista entrega a1 emprestad+ona cosa para usar-
la; la promesa es vilida,' pero no condituye un préstamo.
Es, pues, necesario la tradición de la casa para que haya
prhstamo, ya sea de usa ya de consumo. Pero hay una di-
ferencia importante en cuanto ti los efectos de la tradición,
y es eata diferencia Ia que di6 lugar á dificultad, En el co-
modato el prestamists permanece proj$etario de la cosa pres-
tada (art. (1877). El emprestador a610 tiene la detención
que le es uec-saria para usar la cosa, Pasa muy distinta-
mante en el préetamo de consumo; por el efecto de este prés-
tamo el emprestador se hace propietario de la cosa presta.
da (art. 1893). La ouestión esta 'en saber si a&o.se hace
propietario por la trad'ici6n qiie el prestamista hace de la
cosa. No hay ninguna, duda cuando el préstamo tiene por
objeto cosas indeterminadas; l&propiedad de estas 'cofss~ no
ae transfiere por la oonvenoión, a610 es transferida cuando
las cosas son determinadas, lo que se hace regularmentta
cuando la tradición; ésta desempeña, puee, el mismo papel
en la trandaci6n de propiedad y en el préstamo; 1s propie-
dad ~610queda transferida cuando la tradición ha determi-
nado las coaas, y el prdstamo no se perfecciona m& que
por la tradioión; do manera que en el momento en que se
P. de D.T W O XXPI-69
546 DEL. PRESTAJ~O

hace la tradicilin hay 4 la vez prdatttmo y translación dq


propiedad,
iPasril10 mismo cuando el prdstolmo tiene por objeto co-
sas determipadaa, por ejemplo, una pipa de vino que se en-
cuentra en mi cueva 6 el g a n o que eatá en mi granero?
Hay en esto controversia y en apariencia hay coiiflicto en:
tre dos principios. Segrin el art, 1893 el empestador se
vuelve propietario de la Cosa prestada; 46 partir de qu6
momento? El art. 1892 contesta que no h ~ préatarnoy sino
cuando la cosa e,std ent).egada, luego ~ 6 1 0ei, desde 1s tradi-
ción cuando el emprestador se, vuelvo propietario. La razón
esta de acuerdo co?.,el texto: es imposible que el empresta-
dÓr He haga propiétirio en virtud del prdstatno mientra. no
lo hay, pues 8610 se hace propietario ti, título de empresta-
dar, y sólo lo ee cuaritlo el prPstamo exiute; es decir, cuau-
do la cosa que es objeto del contrato le ha sido entregada,
Esto es evidente mientras se atiene uno fi los principias
que rigen 61 pr4stñmo.'iPero cómo conciliar los irts. 1802 y,
1893 con el nrt. 11381 Segiin este iiltimo la obligación de
entregar la cosa estlt perfecta por sólo el consentimiento de'
las partes contratante^, hace al acreedor propietario da la'
c o i desde el momento en que debid'ser eot.regnds, aunque
Ia tradicih no se haya efectuado. Esta diapovicidit, dice un
excelente jiirieconsulto, se aplica al préstamo de consumo.
En efecto, el se obliga k entregar en vista de
hacer propietario al ernprestador de la cosa hay; pues, obli-
gaci6n de entregar; asta obligación se perfecciona por ~ 6 1 0 '
el conaentimiento 'de las partes contratantes; luego el e n -
prestador >e vuelve propietario d e ~ d eel momento en que'
hubo concurno de consentimientos, no siendo necesaria Is
tradioii6n. 'si es así debe decirse que el pr6dsiuo no e8
contrato real cuando ti& por objeto cosas detern-knadas,,
púes existe y la $r~~iedad'~ueda transmitida al empresta- ,
dor antes de toda tradicida desde el momento en que hay '
CONDIOIONlCS DEL PRESTAHO 647'

compromiso 6 promeas de prestar. Por consiguiente, debe


decirse del préstamo lo que la ley y los principios dicen de
lb. venta: el préstamo se perfeccio~lapor el consentimiento,
y la promesa de prdstrtmo vale venta. (1)
La mayor p u t e de los a.utorea se han pronunciado con-
tra esta interpretación. EstB en oposicidn con los textos,
lo que basta para rechazarla. Según el art. 1892 la entre-
ga 6 la tradición es una condición esencial par&que haya
prdstamo; la ley no distingue ai el préstamo tiene,por ob-
jeto cosas dererminadas 6 indeterminadas: sólo-se concibe
el préstamo cuando hay tradición. iCuá1 es el objeto de es-
te contrato ? Las cosas se en tregan al emprestador para que
las consuma; y ipuede consuniirlas si no las posee? Esto
es imposible. 2 Cuál es la, obligacidn del emprestador? De-
be devolver las cosas que recibid en la misma cantidad, es-
pecie y calidad. iC6mo devolverá lo que no recibió? Otra
imposibilidad. S e objeta el principio del art. 1138: cantes-
tamos que el mismo texto de e d t ~¿iispociición prueba que
no es aplicable d los contratos reales. El art. 1138 dice qub
la obligación de entregar la cosa hace al acreedor propietsr
rio. Esto supone un conhato por el cual e1 deudor ae'com-
promete 4 transferir In prqpiedad; tales son la vada, el
cambio, la snricbrla~d,todos los contratos conaensua!es. Estos
contratos se perfeccionan por el solo consentimiento; locl
autores del Código han concluido de esto que el consenti-
miento debía bn~tarpara la translación de la pfopieclad;
siendo este el objeto del contrato,
No pasa lo mismo en los contratos reales; estos contratos
n9 se perfeccionan por el consentimiento; no Be concibe e1
préstamo ni el depóeito de 1s prenda mientras no hay cosa
entregada al empreotador, a l depositario 6 al prendero.
Hay uno de estos contratos en los que el deudor se hace
1 Duvergíer, pa. 176 y aíguientes, núm. 146. Mourl6n, t. 1x1, p. 382, n&
mero 961.
548 DEL PBESTBD1CO

propietario: es el préstamo de consumo. 6 Quiere esto decir


que en aste caso el emprestador se hace propietario por s6-
lo el concurso de consentimiento en virtud del principio del
art. 11382 Esto es imposible. En efecto, el art. 1138 ~upd-
ne que el contrato esto6 formado; la cuestión que decide es
la de saber si siendo el contrato perfecto por el consenti-
miento transferirá la propiedad de la cosa pos este conaen-
timiento. Luego no puede recibir aplicación al prbstamo,
pues éste no se perfecciona por el consentimiento, es nece-
sario que la cosa el;té entregada. Luego la entrega desem-
peña un papel necesario en el préstamo; 8610 existe por la
tradición, y decide que exiate la propiedad está transferida
al emprestador; la propiedad no puede, pues, serle transfe-
rida niás que por la tradiciijn. Esta diferencia entre los con-
t r a t o ~reales y los contratos consen~ualesestá también fun-
dada en la razbn. El objeto de la venta es el de tranfiferir
la propiedad al comprador; este objeto esth alcanzado pcr
la perfeccidn del co~itrato,sin tradición ninguna; en efecto,
desde el momento en que el concurso de conyentimientos
existe el comprador efl propietario, puede 'disponer de 18
cosa, los, frutos !e pe.rt,enecen, iPasa lo mismo con el prés-
tamo de consumo? Nó, seguramente. El objeto del contrato
es el uso de la cosa, la translación de la propiedad que im-
plica el préstamo 8610 es un medio de permitir al empresta-
dor usar da la cosa cortsumible que es el objeto del contra-
to. ¿-a5 c6mo pudiera usar de la cosa; cómo la consumiría
cuando no le esttí entregada? El contratq es, pues, real
por su esencia; el legislador bien puede declararlo perso-
nal; es impotente para cambiar <lanaturaleza de la8 cosas;
no puede hacer qur haya préstamo mientras no haya coas
prestada; ex<-decir,entregada al enipreutador d, título de
préstamo, (1)
'?: Dur~ntón,t, XVII, p. 666, núm. 614.Troplong, nbm. 188. Bont, t. I, p L
gina 63, ndm. 136 y p. 64, númQ.158.
WNDXCLON.ES DEL PIZldTANO g49-

487. La cuestidn de teoria que discutimos es importante


por sus consecuencias. S i la propiedad de las cosas preat&-.
tadas cuando son,determinadas está tratlsferida por el solos
consentimiento de las partes resulta qr;e las cosas e ~ t &tam-
n
bién á riesgos suyos, pues el mismo articulo que establece:
el principio de que por el efecto del préstamo el empresta-
dor se-vuelve propief ario de la cosa prestada, agrega: y es pab 1
ra el que perece, de cualquier modo que suceda la pérdida:
(art. 1893).De esto se seguiríaque el ernpre~tadordeberiares-
tituir cosas de igual cantidad, especie y calidad sin haber
nuuca recibido las que el prestamista le habia ofrecido.
Esto es contrario á los principios tanto como h la iazón y *
al buen sentido. iQué dice el are, 1893'1 El emprestador se
vuelve propietario de la coaa prestada por efecto delprésta-.
mo; luego la propiedarf no le está transferida m&s que cuan1
do hay pr8atam0, pues éste no podrá producir efecto mien-*
tras no existe. Y es cuando la coRa le fue entregada y puede
hacer uuo de ella cuando sufre 10s riesgos. Esto es lo qu'e
dice la ley, y la raz6n y el buen sentido nos dicen que el
emprestador no puede e ~ t a obligado
r 4, devolver d preata-
r n i s t ~cosas que nnncar, pudo usar porque han permanecido
en poder del prestamista.
La consecuencia que deducimos del principio lo confirma,
asi como la consecuepcia que deriva de la opinibn contra-
ria testifica contra esta opinión. , Se: objeta que 10 rni~mo
sucede en la venta. El comprador sufre los riesgw aunque
la cosa vendida no le haya sido entregada; si esto es con-
forme con los principios y la equidad ipor qué no fuera 10
mismo con el empreutador. Ya hemos conteetado á eetn ob-
jecidn. Ln venta ha producido todo au efecto cuando la co-
sa vendida llega á perecer por un caso fortuito antes de la
tradicióii; el vendedar ha cumplido siis obligaciones, el com-
prador debe cumplir con las suyas. Tal 'no es la sit~.aeión
de las parte^ en el présfamo, Acabamoa de decir que el
prestamista no cont-rae ninguna obligación en virtud de!
prestanlo (n-íirn. 485);'cuando la cosa pre~tadallega á peres
cer después de existir el préstamo perece para el empresta-
dor por la sola razdn de que ya es propietario y que además,
pudo tlaar de ella; el contrato ha producido entonces todos sue
efectos. Pero si la cosa perece en manos del prestamista
antea de, la tradicidn nu .hay ninghii prdstamo, el empres.
tador no pudo usar la cosa, no se hizo propietario de ella; 4
decir verdad, no hay prestamista ni emprestador, luego el '

arkBlS93 n9:puede recibir aplicación, puesto que no hay


contrato de prhtamo y no se pueden aplicar los prinoipio~
del préstamo. Si después de la p~omesala cosa llega á pc-
recer en manos del deudor j,luíd~ aufrirá el riesgo? Se m-
pono que la cosa pereció par caso fortuito;pñro ea el acreetlor.
quien lo aufre, es el deiidor, En efecto, la promesa de prds;.
tamo no da niogúa derecho al acreedor mAe que una accibn
tendiendo 4 que este prdstannn se realice, y no 90 realiza
más que por la tradicibn; mientrae que ésta no ae hace el-
emprestador no eootrae oinguna obligaci60; no puede, pues,
estar obligado por la pdrdida, En definitiva, Ia promesa de
prestar no.es otra cosa más que un prestarno no realizado.
Esta es una nueva diferencia entre el prdstamo y la veuta,
a4; promesa de venta vale venta y' pone los riesgo8 6 car-
go del comprador (art, 1 589): hay obligaciones recfprocas,
luego se puede aplicar sal comprkdor el principio de loa
riesgos. Una promesa de prGt3tarn0, na vale préstamo, luego
no pudiera haber obligncióri 4 c a r p del emprestador. ..
888. De ordinario los riesgos los contratos son inde-
pendientes de la tranalacidn do la propiedad. El art. 1898
establece, al contrario, una relaci6n entre la fi"anslaci6n
de Ila de 1s cosa prestada y el riesgo que
isouiube al emprestador. Comienza por decir q u e porra?
efecto del prdstamo el emprsstador se v u e l . ~propietario
de 1% cosa prestada, y luego agrega: y es para el,que pere-
m. 2 Debe iniducirae de eeto que la rnáxiaia r e s j ~ e ddomi-
no recibe sil aplicseión aunque la cosa que perece #seaob:
jeto de iin contrato? N6; en el caso previsto por el artícu-
10 1893 in cosa ya no es objeto del contrato; el psdstamo
está, conaurnndo, la cosa preltada' desde que la entregaron
al emprestador entra en su dominio, no tiene ninguna obii-
gación rel~dtiva4 esta cosa; luego ea el caso de aplicar el
principio de yue la cosa perece para su propietario.
La Corte de ~ariaciónha ~ a c a d ode este práncípio una con-
secuencia práctica de la mayor igportaacia, Unos fondos
arnprenradod fueron ent;egados Q. un notario, mandatario
del amprescador; se estipul6 que el notario DO los entrega-
ría máa que si ~1 empre~ta¿forhieiera ciertas justificaciones
relativas al empleo del dinero. E1 riutario fi~édeclarado eti
quiebra antes de'haber entregado loa fondos sl emprestador.
8a preguri ta ai &te sufrirá los rieagos. La afirmativa frie seno
tenciada y nos parece segura, El pré~tamoeilitaba consuma-
do por la eaitregs del dinero 311 mandatario del emprestador,
puesto que Ne cansideraban como entregados al mandante.
Y desde que el mandatario se hace propietario Ia cosa pe-
rece para 41. (1)
489. Pothier dice que el préstamo de consumo es, asi como
el comodato, un contato de benefi~euciu;es un beneficio.
que el prestamista hace al emprestador concedidndole gta-
tuitamente la facultad cZB ~ervirsede la cosa prestada sin
que el prestami-ita claque ninguna utilidad da1 contrato que
sólo se hace por interés del emprestador. El C6digo admite
e~itadoctrina, pero con una distincidn; dice que el prk~ta-
mo para uilo es ese~zoiulmentegratuito; no dice lo mismo del
préstamo de oongu&o; resulta, al contrario, del art, 1905
que el pr6starno de consumo ea 8610 gratuito por natiaraleza.
La ley perniite' eritipular intereses para un simple ~~BLIERPIIO,
ya aea de dinero 6 ds otras cosis mueblea. En este caso el
1 Danegada, 7 de Marzo de 1842'('(Sisery,1842,1,207),
562 DBL PEESTAZMO

conirato se hace interesado por parte del pre~tamíst~a, sin pefi


'der sus caracteres de contrato unilateral, real ~r translativo
de propiedad.
490. El préstamo de cbnsumlo, como ,(iunombre io indi*
ca, da al emprestador el derecho ,de con'sumar las cosas q u s
se le entregan; de esto la ley deduce la consecuencia formw
lada en la definición que este contrato tiene necesariamen-
te por objetotuna cierta cantidad de cosas que se coneumen
por el uso. Decimos necesccrianze~zte,puesto que ede elemen -
to del préstamo está comprendido en la definición que el CQ-
digo da'de él, lo considera como una condicidn. El articu-
lo 1894 agrega en el inismo orden de idea8 que iio se pue-
den dar 5i título de prdstamo para consumo cosas que, aun..
que de la misma especie, difieren en. la esencia, como loe
animales; luego es un préstahoo para uso;, la' razón ee que
1s restitución nospodría hacerse igual, puesto que las cosas
que el tomador devolviera diferirian de las que había re-
cibiao, lo que es contrario 6 la esencia del pr8stamo. No
ha,y mhs que un medio de préstamo de cosas que difieren
en su esencia, y es prestarlas para uso. Esto prueba que loet
autores del Cbdigo habrían hecho mejor air~iéndoeede 1%
expsesidn consumible ,en vez de la de cosas que se gastan;
'

tal es la idea expies&a por el art. 1894; es por lo que en la


restitución que debe hacerse las cosas que difieren en au in-
dividuo no pueden ser reemplazadas porlotrae, porque 6 tf-
tulo de prdstarno pasa consumo no pueden ser prestadas,
no soa consumibles. Lo que caracteriza al prhstamo para
consumo es que la8 cosas prestadas deben ser de ta,l nata..
raleze que como las da el *prestamistalas devuelva el toma-
dor, enteramente igualss. ES necesario para esto que sean
consumibIes? El Cddigo lo dice, segtín Potbier, el que se ex^
presa en los términos más restritivcs: iiTodas las cosas con-
sumibles que se gastan por el uso que.de ellas se hace pue-
den ser materia del prestarno para consumo, y es de la esen-
cicc de este contmto que sea una de estas cogas la que forme
su objeto. 11Estoes demasiado absoluto. Lo que es la esen-
cia del contrato- es que el tomador tenga el derecho de con-
sumir la cosa y que pueda devolver una de igual clase y
cualidad. Y se puede muy bien concebir un prdstamo de
cosas que no se consumen por el primer servicio que pres-
tan; tal seria el préstamo que un librero hiciera de un cier-
to número de ejemplaree de,l C6digo Civil & condición de que
el tomador dé el mismo número de la misma edición. (1)
491. Puthier explica aún la que entiende, en derecho, por
consumo, Bay dos especies de cosas que se consumen por
e1 uso que se hace de ellas. Primero, las que se consumen
naturalmente por el deteriora que sufren, este es el senti-
do vulgar de la palabra. Tales son, las coeaa que sirven pa-
ra alimento del hombra 6 de los animales, como el trígo, la
cebada, la avena, el aceite, el vino, la leña. En derecho se
extiende la noción de consumo 9 la consumaci6n civil; es
decir, 6 la ficticia: tal es la de la plata contante. El uso que
se hace es gastarla, lo que opera no un conBuma natural,
puesto que el tomador, gautándoIa, no deatruye la especie,
sino un consumo civil que consiste en la enajenación que
hace del dinero al gastarlo, de modo que ya no ee le
queda nada, de manera que se pueda decir que lo ha coa-
aumido. Aun hay consumo civil eusndo el uso que ae hace
de una cosa la hace incapaz de servir 6, los demas dssp1.16~
que le ha servido 8 uno. En este caso el papel as consumi-
ble, el tomador se sirve de 41 para escribir, y d e ~ d eque ha-
ce etite uso de 61 cl papel está civilmente con~umido,pues-
to que el papel escrito no puede servir $ los demás. (2)
492. ,+-jQuién puede hacer un prestarno de consumo ?
1 hthier, De2 prddtamo para co~uzcmo,nbm. 26, OompB~eae Durontóns
t. XVII, p, 610,núm. 652. Pont, t. 1, p. 67, niím, 149, Bugueti aoeroa de Po.
thier, t. T, p. 50, nota 1.
2 Pothisr, De2 prEatamo para constcmo, ndrne. 22 y 23,
P. $e D. ~ o a r oXXVT-?O
554 DEL PRESTAMO

Basta la capacidad de contratar? N6; el art. 1898 dice que


por el efecto de este préstamo el tomador se vuelve propie-
tario de la cosa prestada; el prestamista le transfiere, pres,
la propiedad, y para transferir la propiedad es necesario;
que el prestamista sea propietario. Esto no basta; hay pro-
pietarios que no tienen el desecho de enajenar y que, por
consiguiente, no pueden transferir la propiedad de las co-
sas que les pertenecen; por consecuancia, no pueden darlas
& título de préstamo de consumo. El principio es, pues, que
para hacer un préstamo de consumo se debe ser propietario
y capaz para enajenar. (1).
De esto se sigue que los que' administran el patrimonio
de otro, tales como los apoderados proviisionales de un au-
sente, los tutores, los maridos administradores legales de los
bienes de la mujer, no pueden consentir un prédtizrrio de
consumo porque no pueden enajenar. La consecueacia es
cierta si se admite el principio de que los administradores
no tienen el derecho de enajenar. Nos tsansladamohi acer-
ca de este punto á los titulos D e la Ausetzcia, De ZCL Tutela
y Del Contrato de Matrifionio; la cuestión está controver-
tida.
Del principio de que es preciso ser propietario y capaz de
enajenar para hacer un prestarno se sigue aiin que el
préstamo hecho por el que no es propietario de la cosa 6
que es incapaz para enajenar es nulo. iEn que sentido hay
nulidad? La cuestitn rio deja de tener sus dificultades. E3
preciso distinguir el préstamo hecho por un propietario y el
hecho ,por un no propietario y el hecho por el que es inca-
paz para enajenar.
493, Queda por dicho que el prGstamo hecno por el yutl
40 e0 propietario es nulo para el verdadero propietario.
Es mas exacto decir que el prestarno no existe para con él
porque ea una convención en la que él ee extraño; puede,
l Pothiar, Del pr4stsfamoiaraconstcmo, ndm, 4.
DEL PRESTAXO
C~OND~CIONES 655

pues, reivindicar la cosa que le pertenece, sin tener necesi-


dad da pedir la nulidad del prtSstamo. Pero el derecho que
tiene en teoria muy rara vez se ejerce de hecho. Se .trata
de cosas consumibles, luego mobiliarias, corpóreas. Y éstas
no pueden ser reivindicadas en el sentido de que el poseedor
puade rechazarla acciónen reivindicación por la mtixima de
que en materia de muebles la posesión vale titulo. No hay
más excepcidn que cuando las cosas robadas 6 perdidas
han sido dadas G prestadas; el propietario puede, en este
caso, reivindicarlas; todavía lo puede cuando el poseedor es
de mala fe. El propietario tiene además una acción en da-
ños y perjuicios contra el prestamista que ha dispuesto de
coias que no tenía el derecho de prestar.
Cuando sa dice que el prdstamo es nulo si ha sido he-
cho por el que no era propietario de la cosa esto quiere
decir que el contrstcr ea nulo entre las partes contratantes.
iQuién puede invocar la nulidad? Que el tomador tenga
este derecho no es diifiom, puesto que e1 préstamo no lle-
na su objeto con relación al tomador; Bste no adquiera la
propiedad de la cosa;'no puede, pues, consumirla. Adernhs,
est4 expuesto A una acción en reivindicación y e n daños y
perjuicios. Bstá, pues, interesado] en pedir la nulidad del
contrato. Sin embargo, se presenta una dificultad, 8 e trata
de una cosa mobiliaria, corpórea; si el tomador la recibe de
buena fe, creyendo que pertenece al prestamista, se con-
vierte en propietario en el sentido de que puede rachazar la
reivindicación oponiendo au pose~i6n;ipodrá, pues, pedir la
nulidad? Si se considera el art. 2279 como una especie de
prescripcidn se/ debe decidir que el tomador pueda promo-
ver e a nulidad aunque tenga el derecho de rechazar la
acción del propietario por la excepción de la prescripción,
porque es de principio que la prescripción no puade opo-
neroa apesar del que la tiene en au favor; volverenioa SO-
bre el principio en, el titu10 fiitio d&la materia; si, pueg, e
SU6 DEL PIZESWO

poseedor no quiere prevalec~raede la prescripción el prea-


tamista no podrá op~néraela, el contrato será .anulado y,
por consiguiente, el prestamista estará obligado á proveer
de otras cosa8 de igual clase y cualidad. Pero esto no es
verdad sino cuando el préstamo es hecho á título oneroso,
porque si es gratuito el prestamista no debe la garantía,
no es garantía niás que de su dolo.
j,Podría el prestamista pedir la nulidad; es decir, obligar
al tomador $ devolverle Ia cosa prestada? S ~ g ú nlus prin-
cipios que rigen la nulidad debe reñpunderse uegativameri-
te; en efecto, la nulidad no es de orden pítblico, no puede,
pues, ser invocada más que por la parte en cuyo interé* fud
establecida, y es en el interés del emprestador en el que
la ley exige que el prestamista sea propietario; lo que decide
la cuestión. Es verdad que en materia de pago se admite, y
esta es nuestra opiniori, que el deudor que paga lo que no
le pertenece puede pedir la nulidad del pago, pero la razdn
es que el art. 1238 le da implícitamente este derecho; ipiie-
de extenderse al prgstarn~lo que la ley dice del pago? Ej-
to es dudoso, puesto que no se puede decir que el pres'ta-
mista hace un pago.
494. i S i el emprestador no promueve la nulidad cutil so-
r&el efecto del préstamo? Consumir&las cosas; de ahí una
nuevr? dificultad. ¿Tendrá que restituir como si el prdstama
fasra vhlido? Pothier enseña, loegún el derecho romano, que
si el emprestador ha coiisumido las cosas de buena fe el con-
trato queda validado; que; por consiguientu, el emprestador
estará obligado p rr los compromisos que rlacen del présta-
mo, como si el prestamista hubiere sido propietario de la co-
'm; de donde se sigue qile el prestamista tendrá la acción
que nace del préstamo aunque no haya tenido la propiedad
de la cosa prestada, La razón es que la translacióa. de la,
propiedad no es el objsto directo del contrato da pr6starnn;
si el prestamiata deba transferir le propiedad 81 empresta-
C G ~ I ~ . X O DEL
~ ~ S FBESXAlúO $57

dor es para que 63te pueda servirse de la dosa prestada; lo


que 6610 piiede hacer consuruiéndola y lo que no tiene .el
derecho de hacer si no es propietario. EL préstamo, & conse-
cuenoia del consumo de buena fe que 61 emprestador hizo
de la cosa, le procurd la misrna utilidad que ~i el presta-
mista le hubiera tran~iferido1:a propiedad de las cosas pres-
tadas; Iiiego el empreutador debe tener !as csiiernas obliga-
ciones que si el prestamista hubiera sido propietario. La,
translación de la propiedad no bubiern procurado mis ven
tajas; no hubiera tenido más qne el derecho de consurno de
las cosas; y Ias consumió, y habiendolas consuniido de bue-
na fa esti a l abrigo (le tucla acción por parte del propietario.
Yara él el objeto del prestarno esta complet~mentealcanza-
do; cle~deluego debe estar obligado como emprestador, (1)
495. El prBstsnio hectno por el rno propie,tario ~e valida
también cuando por a,cc.ión de reivindicarihn del propieta -
rro el emprestador opone la excepcí6n del arf. 2279. Tiene
en este cavo al derecho de consumir 1s. cosa corno si el pres-
tamista hubiera aido propietario; luego ae puede aplicar 1(*
que acabarnos ¿ie decir según .Pathier; el pr6btsmo procura
al ernpreatador la misma veriiaja que si el prohhrnista hu-
..
hiera sido propietario; por conrriguiente, el empre4aiior de-
be estar obligado A IUR c o m p r ~ r n i s oque
~ nacen del préjta-
mo. Pero aH necesario par? esto que el erupraatndor opon-
ga la tox~epcióndel art. 2279 que lo oporia al abrigo do la
acci6o de reivindicación, EsDn supone que al a ~ t 22 . 70 es-
tableca una prescripcitjn qne depende del poseedor oponer
6 no; la cueutih evtfi controvertida; volveremos á ello en el
título que ex el sitio de la rnateriiz. Si se admite que en vir-
tud de la regla consugrada por el arc. 2279 el poseedor oe
hace prnpietario de un modo absoluto debe decirse que en
todos lo~lcaws el préstamo se.consolida desde que hay lu-
B5E: DEL PRESTA3TO'

gar á aplicar el art. 2279; ss decir, desde que el empreso


tador ha recibido la cose de buena fe. (1)
496. iCuhl es el efscto del pré~tamohecho por un inca-
paz? L a cuestión presenta dos fases: iPneden los incapa-
ces prestar ? ¿Pueden pedir prestadoP iCuál ea el ,efecto del
préstamo, cuál el del empré,stito'? Es seguro que los inca-.
pace? no pueden prestar para consumo las cosas que les per-
teneoen, puesto que no tienen capacidad para disponer; y
preatar para consamo es enajenar lre cosa prestada. \Sin emv
bargo, hay alguna dificultad para la mujer casada cuando
esth separada de bienes, ya sea judicialmente, ya sea en vir-
tud del contiato de matribonio. Los autores eatálri dividi-
dos. E n nuestro concepto debe distinguirse si el préstamo
es gratuito 6 interesado. Si es gratuito la mujer rio lo paeb
de hacer, pues aunque separada de bienes na puede hacer
liberalidadea. Es verdad que el préstamo 8610 tiene por ob-
jeto e l uso de la cosa, puesto qne el emprestador debe res-
tituir-cosas de igual especie y calidad; no obstante, es una
liberalidad y la ley no pormite á la mujer hacer liberalida-
des sin el consentimiento .de su marido. En principio per-
rnanece incapaz, su capacidad es unsi, excepciún al derecho
comTín, debe restringirse dentro de los límites de la ley, y
ésta bien le permite disponer de su mobilim d título mero-
so y por contrato conmutativo; no le permite dixponer á tí-
tuto gratuito aunque sea el UNO de las cosas; luego la mujer
no tiene este derecho. iPuede hacer un préstamo S título
oneroso? Hay aquí una duda. El derecho de disponer de
sus inmueble8 que el art. 1449 le da zes absoIuto 6 8610 10
tiene si la enajenación es un acto administrativo? En la opi-
nión que hemos enseñado el derecho de enajenar de la mu-
jer es sbsolüto, eato es decisivo;,teniendo el derecho de agen.

1 &íoarlóo, t: II1,p. 387, aitm. 978, Punt,t, I, p. 69,núm, 155. Uoniptlrea#


Durantbn, t. XVII, p, 633, ndm, 666,
CONDIClONES DEL PRESTAMO 559

ciari tiene por esto mismo el derecho de prestar con in-


ter&. (1)
497. Los menores no pueden hacer un pidstamo de con-
sumo, puesto que prestar es enajenar, y los menores nunca
pueden enajenar. Mo hay para qu8 distinguir entre el me-
nor emancipado y el no emancipado; en efecto,, es d e prin-
cipio que el melaos no puede hacer ningiiti aéto, tnds que
los de adniinistración, sin observas las formas prescriptns
para los menores DO emancipados (art, 48%);y ol préstamo
no ss rzn acto de simple adrninistrricibn, lo que es deci~ivo.
Síguese de esto que el menor ni siquiera puede hacer un
préstamo á t.itralo oneroro; se didi en vano que colocar sus
fondos A, interks es un acto de adrninistracióii y un acto de
buearn. gerencia. Esto es verdad cuando la colocació~es se-
gura y hecha con garantia; el menor emaucipsdo no tiene
esta capacidad, cuando menca la ley no se lo supone; debe,
pues, atenerse estric%amen.te al principio que prohibe al
menor disponer y, por consiguiente, prestar paya consumo.
El prc?ut.aruo hecho por un menor es, pues, nulo. ~Cu6.les
el carácter de la. nuliclad? Debe aplicarse el principio geue-
ya1 en virtud del cual la nulidad de los actos hechos por los
incapace~es relativa: las personas capaces para cornprome-
&erse, $ice al art, 1125, no'puedsn oponer la incapacidad
del menor, del sntrediclao y de la mujer casnda con quien
han contratado. E l prdstamo hseho por e1 menor no es,
pues, nulo inAs que para e l incapaz que lo consintió; do 64
depende validarlo no 6 pedir sa nulidad. iPue-
de el menor reivindicar también? Los sutoros He valen d e
esta'e~~resibn; n.o nos parece exacta. En efecto, el rueuor
esth ligado por un contrato; aunque este contrato esté vicia-
do no es nulo de pleno derecho; produce, por el contrario,
sus efectos mientras que la nulidad no esth pronunciada por
1 'VQenresn diverso8 senti'dos Pont y loa auto~eeque cita* ti 1, p. TQ, nfi-
mero IGQ.
el juez. Luego d menor debe tener ante todo desprenderse
de la liga que lo encadena promoviendo la nulidad, y cuan-
do el coatrato esta anulado iio necesita de la reivindica-
eión, cuando menos contra. el emprestador, puesto que la
dentencia condena á Bste 4 devalverle la cosa prestada, Si
ua tercero poseyera la cosa e1"menor tendría que promover
por vín de reivindicación, pero el tercero, por su parte, po*
¿iría oponerle 1s escopcidn del art. 2279.
498. El préstamo hecho por un incapaz, por ejemplo, un
menor, ;es vt%lidasi el, emprestador ha consunaido la cosa
de buena fe? E,ay alguna duda y contrcrveraia. Creernos
que el consumo no valida el préstamo, Ee nulo en-el inte-
rés del menor; es, pues, necesaaio que el menor tenga el de-
recho de promover la resci~i6nsi eatá perjudicado; en nues-
tra npiuión tendría auri el derecho de promover la nulidad,
puesto que el gr&stnmo es una enajenaci6n, y el menor no
puede enajemar m&a que en las formas prescriptaiv por la ley.
$ el emprestador no puede, consumiendo la cosa, quitar al
menor un derecho que le pertenecerpor razón de au inca-
pacidad, Se objeta que el art. 1238 valida el pago hecho
por un incapaz cuando la cosa está consumida, y que astc
caso B R ~ & pue~toen la misma línea que el pr6skamo hecha
PO': U" no' propietario. ,.jNo hay.contrcrdición en validar el
prdstarno hecho por un no propietario, como acabsmos de
enseñarlo (núm. 494)) y no vaIidarIo cuando está hecho por
un incapaz? N6; es necesario apartar el art. 1238; porque
el préstamo na es un pago y porque esta disposición est&
criticada por todos los autores camo caxrtrariii los prfnci-
piotr; y es contraria ii los principios porque confunde dos
casos muy diferentes. Si el préstamo hecho por un n s pro*
pietario está vaIidado cuando el empreetador ha consurna-
da la cosa de buena fe es porqne el consumo procura al
emprestndor tti misma utilidad que la translacX6n de pro4
piedad. Y no se puede seguramente decir que el menor
aprovecha del Consumo; que la cosa esté consumada 6 n6
puede validar el préstamo si quiere; pero debe también, en
cualquiera hipótesis, cooservar el derecho de pedir la nuli-
dad, si no estarfa pecjudicado, y es para que no esté perju-
dicado por lo que la ley le da derecho de promover la nu-
lidad 6 la reatituci6n. (1)
499. La coea pestida parsoe por el caso fortuito. $a-
ra quién es.la pérdida? Hay que distinguir si el prestarno
fud hecho por un no propietario 6 por un incapaz, &ando
el prestamista es incapaz 8610 él puede prevalecerse de la
nulidad; y evidentemexite no se prevalecerá de ella, valida-
rá, al contrario, al prdstamo con su silenoio, lo que obliga al
emprestador á re~tituircosas de igualespeciey caIidad.El em-
prestador es, pues, quien sufrirá la perdida; se dirfa en vano
~que~el préstamo es nulo para con 61, el prPlstamo es v4Iido;
e8 propietario y, por consiguiente, la cosa perece para 61.
Si el prestamista no es propietario el emprestador puede
promover la nulidad; por tanto, el prestamista ea quien su-
frirá el riesgo; es verdad que no es propietario, pera on esta
materia la perdida no siempre es para el propietario; en el
caso la cosa perece para el prestamista porque no hay prhs-
tamo; el pret;tRmista est4 frente al propietario y para con
él el prestamista tiene la culpa por haber dispuesto de una
coaa que no le pertanecia. Sin embargo, el prestamista po-
dría invocar el. beneficio del art. 1302 si prueba que Ia co-
fia hubiere perecido encontrándose en poder del propietario;
&te no tiene acción porque el prestamiata no le causó nin-
giln perjuicio.
500, 6 Pueden Ios incapace~pedir prestado? 86,porque
no pueden obligarse, y la-obligación que contraen al pedir
prestado esuna de las mág peliprosae, puesto que les per-
1 Duvergier, p. 182, núm. 165. IITropIong, aiím. 203,Pont, t. 1, p. 73, nbd
mero 167. Ea sentido oontrarío Durantón, t. XVIZ, p. 626, n6m. 667, aeguido
por Pothler, niime. 7 y 21.
a. de 4 WIKOxm-71
mite adeudarse para gastos locos, La ley vigila' qud los em-
préatitos, si se hacen neceuarios, se hagan con todas lzte ga-
rsntíad posibles; cuando se trata de un me-nor el consejo de
fahilia debe autorizarlo, el tribunal debe homolgar la deli-
beración del consejo; y la autorizacióti no puede ser donce-
dida m6s que por causa de absoluta necesidad 6 de ventaja
evidente (arts. 45,7-484). Es verdad qpe la ley tiene parti-
.cularmente atenci6nsal préstamo hecho con interés, pero
el prkstamo gratuito presenta tsmbidn peligros, pues sibm-
pre obliga al menor 6 devolver dinero ,que puede haber
g a ~ t a d oiniitilrneste. El empréstito hecho ' .eip las formas
prescriptaa por la ley es nulo. Siguese de.esto que el menor
n9 contrae las obligaciones que resultan del préstamo;, no
iesponderP de la pérdida á no ser que fuese culpables de
dolo, iTendrh que devolver la cosa! Como ,tomador no,
pue~toque suponemos que el empr.bstito es, nulo. El pres-
t a m i ~ t ase encuentra, pues, en la enojosa situación de no po-
der.reclamar la restitución de la coaa, sólo el tomador pue-
,de prevalecerse de la nulidad del pré~taruo;~ no habr4 dc-
ción del pr6stamo si el menor le opone N U incapacidad. La
cínica acciora que tenga es la de reinvidicsción, la que su-
pone qus la cosa está en poder del tamadur. Cuando est6
enajenada no teudrá acción más que contrae1 tercer posee-
dor; contra el meuor sblo tiene derecho de exigir la restitu7
ciba del valor en tantoque el menor lo aprovechó. E l pres-
tamista se puso el mismo en esta aituacióu por su impruden-
ci&,deba sufrir las canaecyencias de su falta, (1)

,CECCIO,V 111,-De las obZi.qacio~ztsdeZ g~:estamistcc.


501qh1iEn el préstamo de consumo el prestsmista tiene
la reaPonsabilidad establecida por el srt. 1891' para el
.
prestarno para uso11 ( ~ r t . 1898). En el Consejo de Estado
-1- Mourllc, t, IIi, p. 387, núm, 979, Pont, C. 1, p. 74 núm.! 168,
aONitIUIONI$ DEL PBESTA~IO 563

Tronohet ha riostenido que esta abligacio'n derivaba del


contrato de prestarno y que, por consiguiente, este cotltrato
era bilateral. En realidad la obligucióa 'existe en cualquier
contrato, porque esto *es iioa consecuencia dé1 pribcípio de
que cada una responde de HU doto. En efecto, cuando la
cosa prestada tiene tales defectos que puede. causar.perjui\-
cio a1 tomador, la buena fe ordena al prestamista avisar al
tomador si los conoce, y la obligaci6n de buena fe exi~teen
todo contrato uriilateral d bilateral; si basta para hacer el
contrato bilateral hay que borrar el art, 1103 del Código,
pues ya no habría contrato unilateral.
Ls obligacibn de garantía que deriva de la buena fe, en
el caso previato por el arte 1891, puede volverse m&sestre-
cha en el prestarno de consumo que en el comodato, Bl.
prhtamo puede tiacarse á tltulo oneroso; en este caso se de-
be aplicar el prinoipio geueral en virtud del que ~e debe 1%
garantia en los contratos onerosos: la garantia existe de de-
recho en ellos. Aei, si el' tomador fuera vencido en 1%co-
<

sa no s6lo no hubiera prdutamo, como .en el comodato, sino


que el prestamista tendria adernáe que pagsr ciafio~y per-
juicios, de los que no estlá obligado el prestamista en el co-
modatcl, que es esencialmente gratuito, Y si la cosa tuiviere
un vicio el prestamista debería la garantía aunque ignorase
Iaexistencia del vicio. Este ea ol derecho corniln enlos
cootratotr onerosod. (1)
502. El prestamista n o puede recobrar las cosas presta-
das antes del plazo convenido (srt. 1899). Lo mismo pasaen
01 préstamo para 1180 (art. 1888); pero el art. 1899 agrega
una restricci6n:li Si sobreviene al presta,místa una necesidad
inmediata, improvista, de 'la cosa, el juax puede, segiin las
circunstancias, obligar al totrindor á devolv8rsela.ii El ar-
tículo 1899 no contiene disposioión mdloga para e l prdwts-
rno (le consumo. iQu4 debe inducirse del silencio de la'ley?
1 Pont, las oo13rrttos ps2uefZ0, t. 1, p. 76, niln, 173,
iPuede aplicarse el art, 1889 por analogía? NO, pues esto es
una disposicidn contraria á Ion principios, deroga la ley
del contrato; desde luego es de estricta interpretación. Qua-
da por saber si hay una razón de la diferencia que resulta
entre ambos prdstarnos. En el préstamo para uso el toma*
dor no se vuelve propietario de Ia cosa, a610 puede servir-
se de ella y sdlo 41 tiene este derecho, de modo que sieinp?e.
debe tener la cosa á mano; el legislador pocliz, piies, por con-g
sideración de equidad, obligarlo 4 devolverla; luego mien-
tras que, en el préstamo de eoa0um0, el tomador He hace
propietario de la cosa.preatada, puede disponer de ella como
guste, puede cederla á un tercero; de esto se sigue que pk-
diera suceder que no tuviera la cosa & mano si el prestamis-l
ta se Ia reclamar4 en caso de necesidad urgente, imprevista;
y si tuviera que devolver una de igual especie y calidad
quizlt se encontrará en la imposibilidad da hacerlo 6 s61o lo
podrfa pro~ur8ndoselt-icon grandesgastas y, por consiguien-
te, con pérdida de las cosas que sblo debia devolvkr máu tar-
de, y el beneficio no debe volverse contra aquel á quientde-
bs aprovechar, (1) Si el préstamo es & tftulo oneroso se
entiende que no pudiera tratarse de obligar a l tomador á rEs-
tituir la Cosa antes de fenecer o1 plazo, bajo crtialquier pre-
texto que fuera.
505. rlSi no fu6 fijado un plazo para la restituoidn el juez
puede conceder 'al tomador un plazo segóii lar cireunatan-
ciasii (art. 1900), Esto supone que las partes no esthn acor-
des acerca de la excinci6n del tiempo. X.ay un plazo tácito
en el préstamo de consumo, oomo en el préstamo para uad;
el tomador tiene siempre derecho de usar lacosa; en el prds-
tamo de consumo Ia usa consumi8ndolra. iQuiere esto decir
que e ~ t 6obligado R dsvolver una cosa de igud espacie y ea-
lidag tan pronto como habrS consumida la que pidi6 pres-
tada? N6, Pothier dice qhe el tomador, aunque se hubiera
1 Pont, De los eoattrutos en peqaerio, t, 1,p, 18. ndm, 176,
'GONDIDILONES DEL PBESTANO 666

obligado B devolver la copa á primera requisición del pres-


tamista, no estaría obligado 8 hacerlo inmediatamente des-
pues de haberse servido de ella; por ejemplo, d dia despues
6 algunos dífrs despuds de la, entrega de 1s cosa. El preata-
misas se conside ea haber concedido tálcitamente . un plazo
conveniente para que el tamsdor pueda procurarse 1s- coss
que debe devolver. Por su parte o1 tomador no la hubiera
pedido prestacta ~ihubiera prevista que ve le exigiría antes
de e ~ t etíempu. En efecto, si el tomador tuviera que devol-
ver.la cosa á voIuntad del prestamista el 'préstamo le seris
más 6esventstjoao que 6til. Este es el caso de aplicar esta
regla de equidad: Adgkvari no, non decipi Beneficio oporteb.
Pothier concluye de esto que el prerjtamista debe conceder
al tomador un cienipo máo 6 menos largo, según la8 oirciams-
tancias, para la restitucidn de la cosa prestiada; por cansi-
guierate, el tomador tiene contra la demanda del prestarnisr
ta, si éste la entablara antes de este tiempo, una, excepcibn
por la que debe obtener del juez un plazo para el pago. (1)
Es en este sentido en el que debe entenderse el art. 1900 al
decir que el juez pzc~deconceder un derecho según las cir-
cunstesncinli; la ley no quiere decir que se lo pueda negar, lo
fija segfin las circunstancias, y decidirá al mismo tiempo si
la demanda del prestamista es de admitir~e6 s i se hizo de-
masiado temprano.
Wn préstamo se hace por la madre 8 la hija, qile admi-
nistraba una explotaci6n da minas, con eeita c~husule:que la
compañía se obligaba á festituir la suma pedida en pr6sta-
no, con 10s primeroa fundas de que pudiera, disponer. No
benielido el prBstamo plazo fijo fué sentenciado que el t;o-
rnador gozaba de un plazo de dos meses. (2)
504. ii9i 8610 fu8 convenido que el tomador pagarfa cuan-
1 Xakhier, Del pristamo para coons~¿mo,nbm. 48,
2 Buidaoa, 23 de Junio da 1833 (Dalloz, en la palabra doto de comevda, n f i ~
mero 280).
da pucliere 6 cuando tendría. los medios el juez fijar& un
térmiilo para el pago: según las circunstauciasit (art. 1901).
Este es un plazo expreso, pero sin limites fijos; ,el juez e ~ t S
también llamado á decidir, pero en su decisión tendrá en
cuenta la iatenci6n del prestamista, que se mrrnifeat6 por la
clSlusula del contrato, eri no exigir la restitucidn en rigor
desde que lo podría de derecho estricto; el juez es en este ea-
so ministro de equidad. La cldilsula debe tener este senti-
do si no se confundirfa con el plazo tkcito que existe para
todo préstamo. (1) Con más razi6n pasaría lo mismo si el
contrato dijera que el tomador reembolsar4 cuatido quiera.
No debe Interprettirse esta olhuaula en o1 sentido de que el
prestamista se atieue absolutamente A la discrecidn del to-
mador; Bste no queda dispensado de restituir, el preatamie*
ta se akiene $610 B su voluntad en cuanto & la 6poca en que
podría devolver sin molestia. El juez tiene, pues, una m4a
grande latitud que bi se dijera que el tomador devolver&
en cuanto pueda. Hay aqui una diferencia que.el juez te&-
drh en cuenta, (2)

XBCCION II1.-De las obligactones del que pide prestaclo.


505, ilEl que toma prestado est& obligado 6 devolver la!!+
cosas prestada3 de igual cantidad y calidad y en el plazo
convsnidot~(art. 1902). E1 art. 1892 ne expresa m8s exac-
tamente diciendo que el tomador debe devolver la8 eosae
prestadal en igual cantidad, especie y calidad. Debe davol-
ver ]la, misma cantidud. Lns cosas consurnibles qué, son ob-
jeto del prestarno de consumo son tambidn conocidas con el
nombre de conas gumpondere, numero et rnensul'a consbant;
~ , cosas para lqs que se considera mfb~bien cierto
es d e ~ i l de
1 Burdeos, 7 do Abril de 1535 (Delloz, ea la palebre P~Jstanzo,ndm, 191,
2O)
2 -Mourl6n, Z!speticiones, t. 111, p, 384, nbm, 96P, Bruaelaa, 13 de Nováembsci
de 1865 (l?aeeiorisia, 1866, 2, 218),
da pucliere 6 cuando tendría. los medios el juez fijar& un
térmiilo para el pago: según las circunstauciasit (art. 1901).
Este es un plazo expreso, pero sin limites fijos; ,el juez e ~ t S
también llamado á decidir, pero en su decisión tendrá en
cuenta la iatenci6n del prestamista, que se mrrnifeat6 por la
clSlusula del contrato, eri no exigir la restitucidn en rigor
desde que lo podría de derecho estricto; el juez es en este ea-
so ministro de equidad. La cldilsula debe tener este senti-
do si no se confundirfa con el plazo tkcito que existe para
todo préstamo. (1) Con más razi6n pasaría lo mismo si el
contrato dijera que el tomador reembolsar4 cuatido quiera.
No debe Interprettirse esta olhuaula en o1 sentido de que el
prestamista se atieue absolutamente A la discrecidn del to-
mador; Bste no queda dispensado de restituir, el preatamie*
ta se akiene $610 B su voluntad en cuanto & la 6poca en que
podría devolver sin molestia. El juez tiene, pues, una m4a
grande latitud que bi se dijera que el tomador devolver&
en cuanto pueda. Hay aqui una diferencia que.el juez te&-
drh en cuenta, (2)

XBCCION II1.-De las obligactones del que pide prestaclo.


505, ilEl que toma prestado est& obligado 6 devolver la!!+
cosas prestada3 de igual cantidad y calidad y en el plazo
convsnidot~(art. 1902). E1 art. 1892 ne expresa m8s exac-
tamente diciendo que el tomador debe devolver la8 eosae
prestadal en igual cantidad, especie y calidad. Debe davol-
ver ]la, misma cantidud. Lns cosas consurnibles qué, son ob-
jeto del prestarno de consumo son tambidn conocidas con el
nombre de conas gumpondere, numero et rnensul'a consbant;
~ , cosas para lqs que se considera mfb~bien cierto
es d e ~ i l de
1 Burdeos, 7 do Abril de 1535 (Delloz, ea la palebre P~Jstanzo,ndm, 191,
2O)
2 -Mourl6n, Z!speticiones, t. 111, p, 384, nbm, 96P, Bruaelaa, 13 de Nováembsci
de 1865 (l?aeeiorisia, 1866, 2, 218),
'OBLIGACIONES DEL. QUE PIDE PRZISTADO 66'1

peso, cierto ntímero d cierta medida, queslos individuos da


que se uornponen. Debie~doel tomador devolver tantas co-
sas cuantas recibe, $e cuentan cuando la restitución, se pe-
ann 6 se niideo seghn su naturaleza; esta es la cantidad que
debe devolver. Debe devolver conas de una m i ~ m aespecie;
es en esto en Io que consiste el consumo ptopiamebte dicho:
irecibib trigo? devuelve trigo; devuelve 'aceite de olivo por
aceite de olivo; aceite de nabo pos aceite de, nabo, En fin,
debe devolver cosas de igual calidad : si recibió trigo de pri-
u;era calidad debe devolver trigo de primera calidad; si
devolviera trigo de calidad infariur devolvería lo que no
~~ecibih.(1)
La ley no agrega que el tomador debe devolver cosa8 de
igual valor; el art. 1897 dice: ai abarrotes fueron prestados
el tomador deba siempre devolver la misma cantidad Y 6%-
íidad, y no debe' más que esto, cualquiera que sea el au-
mento 6 diaminu~i6rndel precio. E1 valor no figura en la
restitucióii más que por 'lo que toca ti la cantidad; si el to-
mador recibid izn sdco de trigo.de primera calidad eni. 1874
debe devolver unu cae primera cplidad era 1575, plazo' con-
venido, aunque sl ~ i 8 m osaco en esta época valiera 20
franco8 mSs 6 inenos. El precio de los granos est& sujeto Q
gr~ndesvsriacionelf, sub;! 6 tiaja; la ley no considerd esta
diferencia. SegQo el rigor de los pritieipios debiera haber
obligado al tomador & devoloei~elmismo valor que recibió;
el que recibió un valor' de treinta francos debería devolver
un valor igual, mientras que puede suceder qde derualva
mas 4 menos, según que ef precio de los granos habrtl subido
ó bajado. dPor qu6 no considera la ley el valor en la resti-
tucibn que tiwte que hnceil el tomador? Es bastante difícil
dar una buena ra26n da elfo; esto es utia disposición tradi-
cional que facilita fnuoho la reatitucióii; ~i ae hubiera exi-
í Poihier, Delp4stamopara cowsumo, rriam, 26, Pont, t, 1, p. 86, nránnaroe
196 y 196.
gido que la restitución se hiciera en naturaleza y por ignd
valor hubiera habido que devolver, ya más ya menos, de la;,
recibido, lo que hubiera alterado la naturaleza del contra-
to, pues la primera idea que implica el~prdstamoes que el
tomador devuelva la cantidad qut: recibid. El &tema tradi-
cional evita dificultades de apreciacidn que hubieran amenu-
do dificultado la restitucibn y condueido a pleitos; el Códi-
go prefiere un ~isternamenos jurídico, pero már~sencillo. (1)
506. El art. 1903 prevee el caso en que el tomador ee
encuentra en la imposibilidad^ de cumplir su obligación; en
este Caso tiene que pagar el valor de las cosas que no de-
vuelve. Diremos m8s a,Wante qué Bpoca se considera pa-
ra determinar este va&. Hay que precisar, ante todo, lo
que la ley quiere decir por estas palabras; sz' se encuentra en
ka imposllbilidad de devolver. 11 iCuQ1es esta imposi billidadt
¿Esuna imposibilidqd absoluta! La negativa es segura; a0
mejante impoeibilidad no existe nunca en cuanto $ abarro-
tes; debe suponerse, .dicen las autores, que las cosas que
fueron objeto del prdstamo han sido puestas fuera del eo -
mercio; lo que es una hipótesis de escuela. Ademlts, el tex-
to de la ley implica que se trata ds una imposibilidad re-
lativa'al tomador; el art. 1903 nos dice: &&Si la ejecuoi6a
de la obligación se hace imposible,~ilo que seria una im-
~osibilidadabsoluta; la ley dice: ~i sl tomador se encoen-
tra en la imposibilidad de satisfacer su obligación; lo que
indica una imposibiIid,ad relativa. Queda por saber cuíindo
puede decirse que sea imposible^ el tomador devolver co-
eas de la misma naturaleza y misma calidad. Los intérpre-
te8 del derecho romano dan como ejemplo el caso en que
durante una perdida de cosecha extraordinaria el toma-
dor se ver6 obligado á comprat. las cosas tí un vendedor que
conociendo su necesidad abusaría de su posición para exi-
girle uu precio exorbitante. Creemoa que debe tambidai
1 Davergier "DZyprEatamoir p, 194, ndm, 316%.
exhenderse e1 hebho de la imposibilidad en esta hipótesis:
los granos habían encarecido mucho en raz6n de la esca-
sez; el tomador puede no teuer la suma suficiente pata coa-
prar las granos al precia que teniari; egta es una imposibili-
dad relativa, la 03ligaci6n de devolver -las cosas prestadas
se traduce entonces en una obligación de devolver su vabr.
Los autores son menos rigurosos. Trbplong dice que el
avalúo puede ser substituido á la restituci6n en naturaleza
toias las veces que hay para el tomador un perjuicio de-
masiado grande. (1) Esto es cambiar el texto; tina cosa es
el perjuicio y otra la imposibilidad. La ley exige la itnpo-
sibilidad, y esto se funda en los principios elementales que
rigen las obligacionee; Según el art. 1243 el acreedor no
puede Her obligado Q recibir otra cosa de la que se le debe,
aunque el valor de la cosa ofrecida sea igual 6 aun mayor.
El tomador debe, pues, devolver la cosa en naturaleza,
aunque esto le fiiese perjuicioso, La equidad que se invoca
en un contrato de beneficencia alega tanto para el presta-
mista como para el tomador; el prestamista no debe perder
al prestar uu servicio a1 tomador. Hay una suerte en e1
prestarno por raz6n de la variación del precio de los gra-
no; puede volverse contra el tomador en caso de escasez, 6
bien en su favor cuando hay abundancia; si éste aprovecha
de las b u e n ~ ssuertes tiene que sufrir las malag.
Durantón va más allá: enseña que el arb. 1903 debe re-
cibir su aplicación en todos los casos en que el tomador,
por cualquiera causa que sea, no devuelve las cosas en el
plazo convenido. En efecto, dice, iá qué puede condenarse
un tomador de granos presta(io.r que no los devuelve si no
es á papaii su valor? (2) La respuesta se encuentra en el ar-
Mculo 1243 que acabamos de transcribir y qtxe 8610 formu-
II Tcoplong, Del prdstamo, nikm. 284. Uomphreae Pont, t. 1, p. 87, nbm. 199.
2 Durantóu, t. XVII, p. 646,nbm. 588.
P. de D. TOMO XXVI-72
a570 DEL PRESTAN0

la este principio elemental: que el deudor debe prestar lo


que debe y que el acreedpr tiéne derecho de exigirIe lo
que estipulb. Si el deudor ee niega A cumplir su obliga-
ción debe obligársale por la ejecución forzada q&.or&*
a a r l el juez; autorizará al prestamista $. procurarse, & ex-
pensas del tomador, las cosas de igual cantidad, especie y
"calidad. Tal es la ejecuci6n directa y forzada de la obliga-
ción S la que el prestador tiene derecho, 6,no ser que el to-
mador ae encuentre en la imposibilidad de cumplir su obli-
gación: esta es la sola templanza de equidad que la ley ad;
mite. Ir mmSs allá es desconocer el derechg del prestamisti
y borrar del art. 1903 la candiiiión de imposibilidad. Tro-
plong dice muy bien que el smpreritador es deudor do
cosa y no de au valor. Es esta cosa la que debe pagar; si
raras y excepciorialles círcunstancias pueden obligar al
acreedor á aceptar otra cosa de lo que se le debe, ~srfacon-
tra derecho y contra la equidad extender el beneficio del
art. 1903 4 casos en que ni siquiera habría necesidad. S610
que Troplong olvida que tambidn 81 se a p ~ r t 6da la ley per-
mitiendo al tomador pagar el~onloren lu&r de la cosa, to-
das las veces qse habría para 61 un perjuicio demasiado
grande en pagar en naturaleza, (1)
Los autores mhs exactos se dejan arrastrar por la indul-
&
oencia basta+aparterseenteraniante del text.7; Aubry y Rau
dicen que er evidente que l a disposición del art. 1903 se
aglicq Igualmente .al caso en que, encontr;lndose el toma-
dor en la ~ituaciónde ejecutar la restituoidn en naturaleza,
no lo hace, sin embargo. (2) Decir que eato es evidente es
una. afirmación, pero iddude est4 la prueba? Nosatroe afis-
marnos lo contrario y apoyarnos nueatra afirmación en el
texto de la ley, ;Cómo! el torniador se compromete ;Ii, res-
hituir las cosas pre~tadaaen la misma cantidad, especie y
1 Tropiong, Delpréstamo, ndm. 286.
2 Aubry y Rau, tu m, p. 600,nota, 4, pfo. 396 (4. edicibn),
0BLTCf.BOIONEF:DEL QUffi PIDE PRE8TDO 571

calidad; esta obligacióa está escrita ea la misma definición


del préstamo (art. 18921, y luego, cuando se trata de cum-
plirla, diría: jLo podría .en verdad, pero no lo quiero hacer!
Este es un nuevo derecho, y agregamos una nueva equidad:
El tomador recibe un beneficio y demuestra s~ gratitud
vi01iolando BU oomp~orniso. j,Sa dir4 que el preetitmista por
su parte demuestra un rig0.r qne no esta en harmonirt con
el sentimiento de humanidad, que se Ie debe suponer, puss-
to que hizo un prdstamo gratuito? Vamos á contestar á la
cuestión examinando cuál eei el valor que el tomador tiene
que devolver cuando no restituye las cosas en naturaleza.
507. E1 art. 1903 distingue: el tomador tiene que pagar
el vaIor de las cosas en atenci6n al tiempo y al lugar en que
la cosa debia ser devuelta iegún convenio; sí este t-iempog
éste lugar no han sido fijados, el pago se haoe al precio del
tiempo y del lugar en que el pr6stamo fu4 contraido. Si hay
una convenci61xla decisiljn 'de la Iey es muy justa; al prss-
tamista tiene derecho al valor que tiene la cosa en el IDO-
mento y lugar en que tn restitiición debe hacerse; con la
suma que le fud pigada el prestamista podrd pracuraree los
granos que el tomador no l e restituye en naturaleza. Esto
supone qise 61 deudor es solvente; y si lo es no se ve en d6a-
de está la imposibilidad que tiene para pagar en naturale-
za; puede comprar los granos al precio corriente, aunque
esté elevado, tanto como el prestamista,
No pasa lo mismo en le~~segunda hipátesis; si el tiempa y
el lugar de la restitución rio han sido eutipulados por k can-
vención la ley decide que el tomador debe pagar las cosas
al precio de la época y lugar en que fué hecho el prdstamo.
Esta deciaidn, que deroga la tradición, deroga tambirSn
los principioe y Ia equidad. Ordinariamente, para no de-
cir siempre, el precio de los granos habr& aumentado; no
estará,, pues, en relación al vtblor da los granos en el ma-
mento en sue el tomador se negara R haver la restitucióa
572 DEL PBESTAXO

en naturaleza invocando la imposibilidad, Si en estas cir-


cunstanciadj paga el valor que tenian las cosas cuando el
préstamo .el prestamista no podrd procurares, con la suma
recibida, granos de igual clase y en misma cantidad que los
que diá. Esto es contrario á la intención de las partes con-
tratantes y 4 la esencia del oontrato. iPor qué con~ientela
ley la restitdcidn de cosas de igual cantidad, especie y
calidad, siii agregar de igual valor? Es porque la intaiici6a
de las partes ee que el prestiamiska recibe grannr, eu catu-
raleza, que le procuran la misma ventaja que los que pres-
t6, puesto que se destinan al consumo. Si Fe le devúelve una
suma de diriera en lugar de grano$, que esta suma sea in-
f5rior al precia actual de dicho^ granos, no podrti procurar-
se can sste dinero granos de igual calidnd y en igual can-
tidad que los prestados, Esto es violar la ley del con-
trato,
Bajo el punto de viste de'la equidad e ~ t oes evidente, y es-
to nos parece seguro bajo el puiita de vi3t.a de los princi-
pios. La ley obliga al tomador á pagar el valor en atención
al tiempo y lugar en que la restitución debe hacerse: la1 ea
el verdadero principio. El art. 1903 aplica este principia
cuando hay una convención expresa en cuahto o1 tiempo y
lugar, ¿Por qu4 no aplicarlo cuando hay aria convención
tácita? Frie8 si el préstamo siempre implica un plazo, ya sea
thcito 6 expreso, iqué importa? Si n o hay convenci6n en
cuatlto a l tiempo el juez decidirá segfin las circunstancias
de la causa, dice el art, 1900; y ~ l ino hay convenio relati-
vo al lugar el paga deba hacerse en el domioilio del deu-
dor, según el art. 1247; hay, pues, siempre iin tiempo y
un lugar convenidos. En el derecho antiguo se tenia una
decisibn m4s practica y inlbci equitativa: se consideraba el
tiempo de la demanda de restitucirin hecha por el pre8ta-
miata; y aun hubiera sidii m4n' juridico y m&s equitativo de-
cidir que el tomador debe el valor cuando la aeotencia, pues
'OBLlG&UIONBS DEL QIJE PIDE PBESTIIDO 673
sei en este momento cuando el prestamista debe urocurarse
loa granos que necesits. (1)
La disposicióni del art. 1903, contraria al derecho y ti la
equidad, se vuelve aun mAs inicua si se admite la interpre-
itacidn de la mayor parte de los autorea. En esta opinidn
el t~rnadorno necesita invocar la imposibilidad en Que se
encuentre para devolver cosas en naturaleza; ao las devuel-
ve porque tal es su gusto. Esto es permitirle e~pecular
expensas del prestamista en el caso en que fa corlvenci6n
no fjjó expresamente el tiempo y lugar de la restitución; si
el precio de los granos ha ba.jado desde el dia del contrato
e1 tomador devolverá en naturaleza; ~iel precio ~ubiópa-
gará en el valor de cuando el prBstaruo. Denunciamos la
consecuencia que deriva de la opinión genkrsl porque te8-
tifica contra esta misma opinión.
508, Se present6 Una singular dificultttd en la aplicacián
de loe principios que acabamos de exponer. Préstamo de
cien acciones del Ferrocarrildel JYort; con facultad para el
tomador de. disponer de ellas y con obligaeidn de restitcir-
las á loa dieciocho diae La restitución no tuvo lugar en el
plazo estipulado, 1 5 de Noviembre de 1847; en aquel mo-
'mento las acciozzee se cuvtizaban á 568 francos 75 ckntirnorr;
Despué~de haber en vano reclamado la rebtitución de las
acciores por cartas el prestamista intentd una nccióu ante
el juez el 23 de ~ ~ o a t o ' d1848.
e El tomador le ofreci6 en-
tonces 100 acciones al curso del dfa; el grebtarniatst rehu~6
por raz6n de la depreoiacidn que las scoiuoes habian sufri-
do; sostuvo que el tomador debía reembolsarle el valor de
las aociopei en el plazo convenido; e8 decir, 568 francos 75
céntimo^. ¿Era este e1 caso de aplicar el art. 1903S El to-
mados lo contetihaba; la ley, decfa, esth hecha para el caso
en que el tomador se encuentre en la imposibilidad de di-
1%4aee en disersoa sentidoa Troplong, núms. 264~296,Pothier, DeZp~48taa
mojara consumo, niims. 40 y 41, Aubrp p Rau, t. IV, p. 600, nota 5, pfo. 395
(4. edicidn),
volver la cofia en naturaleza, y en el caso e1 tomador ofie-
cia la restitución en naturaleza. El Tribunal del Sena orde-
nó la entrega de las acciones al prestamista en 10s ocho días
de la notificaci6n de la sentencia, y al curso del día de 18
entrega; pero considerando que el tomador habia causado
un perjuicio sI prestamista no restituy6udol[e las ltccionee
el dfa fijado por e~,convenio,lo condenó pagar, á titulo da
daños y perjoicios, la, suma que formaba la'diferenoia entre
el curso del 15 de Noviembre de 1847 y e1 del dia en qus
haría la entrega.
En apelacibn la aorta condená al tomador A, restituir no
las acciones al curoo del día de ta entrega con daiios y per-
juicios sino el valor de estas acclonea al curso del 15 ds
Noviembre de 1847. El resiiltcldo era el mismo, pero el mo-
do de res%itucibndiferia, Escuchemos loti rnotivosqun da Ia
Corte. El tomador, dijo, debe devolver cosas de igual ca-
lidad, ique es la calidad de una acción iqdpstrial? Las ac-
ciones no tienen otra8 calidades que las que les da el valor
venal en el curso del dia en que la restitucidn debe hacerse.
De esto ae sigue que el tomador está en la imposibilídotd de
devolver las acciones de misma calidad cuando el. curso del
día de la restitución real es diferente al cura0 del día de Iw
restitución forzada. Luego en el caao el tornadar se encou-
traba en la imposibilidad de devolver acciones de igual cau
lidad; por lo hnto, debia devolver al valor bl curso del ?fa
en que la restitución debia operarse; es decir, el 15 de No-
viembre de L847.
Recurso de casación, La Corte pronunció ana sentencia
da denegada decidiendo que Ia sentencia atacada habia he-
cho justa aplicación de los arta. 1902, 1903:y 1904. (1) EeL
ta decisión nos deja alguna duda, ES verdad decir que fa
calidad de una, acción consiste en el valor que tiene en QH
curso de fa Bolsa P 1Np es eeto confundir la calidad con e!
1 Jhnogirda, 3 de Junio de 1850 (Dalloz, Z8800,1,201).
UBLT&ACXONES DEL QUE PIDE PRESTADO 576

vabr de la, cosa? 'i!odos los abarrotes tienen uri valor va-
riabIe de alza y baja tanto como las acciones; no hay, pues,
á este respecto ninguna diferencia que hacer entre las ac-
ciones y los abarrotes. A decir verdad la calidad de una ac-
ci6n se confunde con su especie; cuando acciones del Norte
se dan en préstamo el tomador debe devolver acciones del
Norte; al hacerlo aeí devuelve lo que recibió, un valor va-
riable por su naturaleza, pero no sucede a ~ con
i los abarrob
tes. Ma se puede decir que si la accidn baja el tornador ea-
$6 en la irnpo~ibilidadde devolverlas, puesto que no tiene
Ea misma calidad, conserva su calidad de valor variable en
a s n o s del tomador, como la hubiera conservado en manos
del prestamista si no hubiera habido préstamo, El presta-
mista no puede, pues, quejar~een caso de baja, pues 1s ac-
ción hubiera bajado igualmente si no la hubiera prestado.
Pero la acción puede también subir; si sube, habr&que
decirse, ooo la Corte de Oasaci60, que no tiene la
misma calidad; que la, restifucidm no se puede ha-
cer en naturaleza y que, por consiguiente, hay Iuga,s d
restitución en valor al' curso del dia en que la restituci6n
debit5 i~pdrasse;a i el tomador restituye el dia fijada por el
contrato el debate PIO tiene ningan interés, puesto que pue-
de inmediatamente comprar acciones al curso del dia con
la suma que representa este curso. Esto prueba que la
imposibilidad es una ficción. E n el caso 18 re*-
titucidn debia hacerae el 15 de Noviembre de 1847; ge hizo
dos anos mRs tarde, puesto que la sentencia de In Corte do
Apelriciún es del 29 de Noviembre de 1849. ~upoaeurios
que en este largo plaza 18s accio~eghubiesen continuacls á
subir; iqu6 hubiera re~tituidoel tomador en el niatesur, con-
sagrado por la jurísprudancia? Hubiera, dicho que no te-
niendo y6 las acciones la misma cua.lidad se encontraba en
la imposibilidad de restituirlas en naturaleza; por tanto, hu-
biera invocado el ast, 1903 ofreciendo al prestamista el va.
for de Ias accionas en el 15 de Moviembre de 184+7,y yf es
verdad que e1 valor de una aoción constituya su calidad el
prestamista hubiera tenido en 1849 valotes diferentes de
los que hsbia prestado; exto nos 'parece corrtradicforicr.
Nos parece que el 'Tribunal del Sena habría sentenciada
mejor ordenaado la restitucihli de las scciohes. Que esta$
subao 6 bajen, siempre puedan iodhticas; la restitución
pueda, pues, hacerqe fsiernpre sn naturaleza; si bajan el prea-
tamirta perderá, si suben aprdvachati la alza, ein que pde-
da decir que pierde 6 ganá 4 consecuencid del pr4stams;
ento viene de la. batoraiezs vnriabie de la cbda prestada; fuS
prestado un valor variable y se devuelve tih valor varia-
ble, Otra vez, la euestibn de kdblbaf si el prestsmiatrt tenía
derecho á dn6os y plerjuicids por motivo de que el toma-
dor no había restituido la cosa el dia convenido. Acerca de
este punto nuestra parecer es que el Tribunal había senten-
ciado mal concediendo al prestamista, á titulo- de daños y
perjuicios, o1 monto de la diFarenoia entra el curso de las
acciones cilando la restitnoidn obligada y 61 currro que te-
nían cuando le restitucibn real, Este era el caari de aplicar
el art, 1904 que examiaarernos mBs tarde.
509. ffemossupuestr> haata aquí que el pr4atamo de
consumo tiene por objeta abarrotes. Ordinariamente 1%
cosa prestada es una suma de dinero. La ley contiene un&
dispnsicitn especial acerca de la rastitución del .dinero pres-
tado. Ya,hernou examinado el ark, 1895 al tratar del pagor
El principio que sigue la ley en este caso eB enteramente
díferente del que rige la restitución de los abarrotes. Los
arte. 1892 y 1902 prescriben la restitución en misma calidad,
pspecie y cantidad; la ley oo habla del valor (núm. 505), el
srt. 1895, al contrario, pone el principio de que el tomador
de una suma de dinero restituye la suma numtirica citada en
el contrato on moaeda corriente en el momento del pako; ds
modo que si hubo aumento ó disminuci6n de especies paga
OBLl[GAOIONE,5 DEL &€TE PlDE PRESTADO 672

según el valor legal de las especies; asC la ley no tiene en


cuenta este valor cuando la restitución sin considerar ai el
valor legal de las monedas pagadas respode al valor in-
trínseco del oro 6 plata cuando el préstamo. be ha critica-
do este modo de restitucibn, y con razón. Si el peso de una
pieza de un franco llega á bajar de 5 gramos á 4, el deudor
podrd dar en pago monedas asi reducida8 aiinq,uedevuelva
una q u i n t ~parte menos de 10 que recibid. Está bien qiie el
Estado haga esas vergonzosas especulaciones que, en rea-
lidad, constituyen una bancarrota parcial, pero si .el Estado
no cumple con sus compromisos no es esta, una razón para
autorizar á que los particulares no cumplan con los suyos. (1)
Afortunadamente que 10s gobiernos se hacen mas hon-
rados; acabaron por convencerse de que esto era u4 mal me-
dio para enriqueaerse, 61 alterar el valor de las monedas, lo
que casi equivale B fabricar moneda falsa.
510. El art. 1896 agrega: ilLa regla citada en el articu-
lo precedente ~ i otiene lugar si e1 préstamo fué hecho en
lingotes.ii Boutteville, en au informe al Tribunado, explica
la razón de la diferencia que la ley establece entre la resti-
tuci6n de una Ruma de dinero y la de un prestarno hecho
en lingotes, CuoliJo se trata de un prdstamo de dinero Ias
monedas ministradas por el presti~mistaa1 tom~dorno son
idénticamente las que el deudor se obliga á devolverle si-
no igual suma'que la citada en el contrato, y la sdma se res*
tituye naturalmente en moneda corriente el dia convenido
para 1a restitución; el prestamista no puede quejarse de que
las monedas que se le devuelven tienen un valor intrfnseco
menor que las que di6 al tomador*pues el prestarno no ver-
sa en las monedas, tiene por objeto una suma de dinero, y
esta suma, es 1%que se le devuelve. Si, al contrario, el prds-
tamo consiste en lingotes el préstamo versa en una mercan-
1 Pont, De los contratos eiz pequego, t. 1, p, 91,nfirn, 210,
P. de D. ntxo xxví-73
678 DEL P~ESTAXO

cfa teniendo un valor intrínseco, la que debe ser devuelta


en misma cantidad y calidad, como toda rnercancfa 6 aba-
rrote; Be entra, pues, en la regla general del préstamo de
coqsumo. Tomo prestados dos marcos de plata con tal titu*
lo; cuando el contratb el marco vale cincuenta francos; la
plsta, aomo toda mercancia, tiene un curso variable; cuan-
do la restitución el marco pitede valer cincuenta y dos fran-
cos 6 cuarenta y ocho; este valor de m68 6 menos no se tci-
ma en consideración; la cantidad de plata, es decir, el título
solo es el elemento que se tenga cuenta. Así en el aistema
del Códiga la plata en lingote8 es una mercancía que deja
de aerlo cuando se acttña. (1)
511. #{Siel tomador no devuelve la cosa prestada r j su va-
lor en el plazo convenido debe interés desde el día de la
demanda judicialii (srt. 1904). La ley aplica al prestarno el
principio que establece en el art. 1153 acerca de los daños
y perjuicios que debe el deudor en los compromisos que tie-
nen por objeto dinero; estos daños y perjuicio^ consisten en
la. condena al interés fijado por la ley; estSn %os, mientras
que en las deui6s obligaciones vartan de uno á otro caso, ae-
giin la pérdida del acreedor y la utilidad que ha dejado de
ganar. Hemos dado ya la radn de erjte principio al expli-
car el art. 1153; ofrece al acreedor la ventaja de que tiene
derecho d intereses momtorioil sin que estd obligado A justi-
ficas la pérdida; pero el principio tiene también .una gran
desvsotaja para el acreedor: que puede no ser indemnizado
de la pérdida que sufre par el interéy bgal que pemibe. Se
ha criticado en este asunto la disposicidrn del art. 1904,pa-
ra justificarla se dice que es prdctica; (2) es verdad que
evita las dificultades de la prueba, el' retardo y los gavtos
del procedimiento, pero 1s justicia estn antes de la facilidad

1 Cautteville, Informe $m, 6 (Loord, t. VIX, p. 28Z), Borantbn, t. XVD,


p. 083, nfim, 676. Duvergrer, p, 218,ngm, 176..
2 Troplong, Del prEstamo, ndm, 301.
OBfrIEfBOIONES DEL QUE PiDE PBESTADO 579

que las partes encuentren en una, regla que zanja la contee-


tacibn; si las partes interesadas quieren someterse ¿por qu6
les impone el legislador una regla que las lesiona?
Se pregunta en qué casos la dispoaioióndsl art. 1904 es
aplicable. Cuando el préstamo tiene por objeto una canti-
dad de dinero se comprende que el legislador se atenga á
Ia regra general que establece en el art, 1155. Pero el prése
tamo puede también tener por objeto abarrotes 3 mercan-
das; si el deudor no las devuelve en el plazo convenido la
pérdida que el screedar sufre puede ser mucho mayor que
Ea que el interés legal de le ~ u m aque representa el valor
de los abarrotes. ;Deberá, sin emhargo, contentarse eon es-
te interdsl La afirmativa no es dudosa; el texto del artfcu-
lo 1904 decide la cuestidn; no habla de una s z c m prestada,
dice que el tomador debe el interés si no devuelve las cosas
prestadas en el plazo convenido; Za palabra cosas comprende
101 abarratee g mercancfas, En este gentido el strt, 1904
ea una extensión de Irt regla que el ark 1153 establece. (1)
Se hs querida limitar el art. 1904 al préstamo que tiene por
objeto una cantidad de dinero, pero esta interpretaci6n es-
tá en oposici6ra con el texto del Obdigo. Aubry y RRU
abandonaroa en su iZltima edicidn la apiniGn que habiau
aiaseiiado conforme á Zachariae. (2)

4. h n t , De b s contratos Bn pdrlh8o, t. Y, p, $6, ndm, $19. Purit atribnpb


Btimente la opinibn oontrarla Durantrin, (t, XVLI, p. 761, nám, 59a)e
2 Aubrlg y Rau, t, fV, p, 600,nata 6,pfo, 805 de la 4. edioióal
fiEL PBESTMO CON INTEREIIS.

612, &n los tdrminou del srtd190S 41s0 permite eseiprz-


lar intereses por siqpla prdstamo,,sas de dinero, sea, de
ebtrrrotes ú otroa casos mobiliarios.rr La ley entiende por
simplepéstccmo el de consumo?esta es la expresibn emplea-
da por el art. 1864. De esto se sigue que el pr4stamo corir
interés no ea m6a que una modificación del préstamo para
consumo; gratuito por naturaleza puede volverse de inte-
rés. ES decir que el préatamo'con interds tenga ab8oluta-
meate 10s mismos caracteres que el préstamo para consumog
Nd; desde luego cesa de ser un cautrato de beneficencia pad
ra volverse un contrato á titu10 onaroso 6 oonmutativo; he-
mos ya dicho Ine consecuencias que resnltrin de eata dife-
rencia (nlm, 501). aNo se debe ir más lejos y decir que el
préstamo con interds es un contrato ~iinalagmáticornientrm
que el simple préstamo es un contrato ;nilateral? LBnaga-
tiva que generalmente ae enaeíia no es dudosa, 'El art. 1102
dice que el contrato es bilateral. cuando los contratantes se
comprometen recfprncamente unos con otros, y el towdor
contrae una obligacibn nueva cuando el acta estipula que 88
deberán pagar interesas; pero e2 preetamista no estará r n á ~
obligado en el prdstamo con interés que en el simple prés-
tamo, Es verdad qus el pr8stamo hecho bajo forma d.$ vend
DEL PBESTAXO AM~ERE~ 581

la condioi6n resolutoria tácita en el caso


F;$ estQ eiometido rl
previsto por el art. 1912, y como la condición resolutoria
tdcita no eut4 subentendida aino en los contratos siualegm4-
~icoase podría deducir qne la ley considera el préstamo con
inhr8s como uh contrato sinalagmático. Si e ~ t argumento
s
fuera decisivo ee debeda deducir que todo prestarno de con-
sumo es un contrato sinalagmlitico y tambidn se debería ex-
tender esta consecuencia al préstamo para uso, puesto que
la ley parece imponer obligacion.es al prestamista en el co-
modato tanto como en el préstamo para consumo. Hemos
enseñado lo contrario; el art. 1912 no puede cambiar la na-
turaleza de las cosasi aI fraabformar en bilateral un contra-
to que es unilateral en' virtud d0 la ¿íefinicióa misma del
Oódigo, La ley habría podido sibedtender la condición re-
aolutoria en todo contrato unilateral 6 bilateral; ha, pues, po-
dido extender A un contrato unilateral, el prdstamo con in-
terés bajo forma de venta, el principio de la condición reaoc
lutoria tacita sin jtransformar por esto esté contrato en bi-
lateral.
513. El art. 1905 dice que está permitido estipular inte-
reses en el simple préstaaies. Bato itnplica que la estipulación
de iatereses no siempre ha sido perrii~itida:en general la ley
~o dice Lo que permite porque en materia de contratos per;
mita todo, salvo lo que ea coatrario Q la8 buenas aoa6iirnbrea
y a1 orden pftblico; al decir que esta pefmitido estipular in-
tereses el Código consagra dsfinitivarnente el principio ya
establecido por la legíslacibn revolucionaria, pero tambien
deroga laetraCfici6n católica. La caridad cristiana y el es-
piritualisrno cristiano han conducido á los Padrefi de In Igle-
8ia y lo8 concilios ai ~eprobarel prdstama con interd~. Ya
hemos reproducido los pasajes de 108 Santo3 Padres; (2) se
les puede leer en el prefacio m6s comploto de Troplong; lle-
1 ,Tdan~eouailtxoe &tudios sobre la historia de la I~tcmataidadte. I.v y "FJa-
gan hasta á tratar de ladrones, bandidos y de parriddatti 6
los acreedores que prestan dihoro con iotsrés. Estos, exce-
sos no ~erbnecenrnRs que 4 la historia; nuestros católicos
modernos no saben ni de qu4 espíritu proceden é ignoran
su propia tradición: 'bno se les ha I d o en un congreao ca-
t6Iioo proponer crist'ianizar los bapitales? Si pe tratase. de
una doctrina filosófica a t a rbvoluci6e-en loa sentimientos y
las ideaa no tendría naaa de particular; los hombres sujetos
6 error aon también perfeccionablee. Pero la Iglesia tiene
la pretensi6n de ser infalible y llegz Garita reconocer á su
-
jefe este privilegio que s61o pertenece. 6 aquel que es la per
fección. N.o es inútil haper constar qué t ~ d e sesíías preten-
didas infalibili¿fades, papas y concilioq se engañaron burda-
mente's1 prescribir como ilfcitas convenciones, que nw aun
mhs qiae el uso legítimo de la propiedad. Aqui, como en to*
aas las cosas, la historia da un mentís 4 le orgulloga pre-
tensión de la Iglesia:, ,&o que lo hace mAs cruel es que se
refiere lilaque1 que en su ambición intereeada, la Iglosia, ha
deificada con el fin de sentar su autoridad sobre la .misma
autoridad cle Dioa. Es 4 titulo d e derecho divino como Icm
papas y los coacilios han prohibido el préstamo con interére
y se encuentra que el d.erecho divino invocads durante loe
~ un error secular..
siglos no es m á que
La historia nos ofrece otra enseñanza era esta materia,
Aquellos mismos que condenan los excesos del espiritualisd
mo cristiano rinden.culto al cristianismo de loa sentimien-
tos de perfección de caridad y perfección moral que lo han
inspirado; esto es otro error y "una ilusión igualiuenb pe-
ligrosa. El hombre e s . un sdr esencialmente imperfecto;
cuando se le quiere imponer la perfección se violenta au
naturaleza, lo que conduce fatalmente á Ún exceso costra-
rio. En la Eaad Nedia se comparaba. 6 los frailes con .lo@
gngeles; en efecto, parecían vivir con vida aog6lica, practi-
cando la castidad y despreciando todo inter6s personal tk
DEL PE?&STANOA MTEEW 633

tal punto que los m& perfectos condenaban hasta la pro-


piedad colectiva ds la comunidad. Se ha visto y se ve to;
dsvía d estos perfectos' ti la obra y sircede que estos Gngeles
de pureza son demonios de impureza. Lo mismo paia con la
reprobación de la propiedad y con el pr6stamo por interés.
Si se hubiera tomado á lo serio la perfección evang61ica la
vida de la humanidad se hubiera suspendido y la pesfeccibn
hubiera coaduoido á Ic muerte. LOS jurisconsultos, espíri-
tus prácticos, lo han hecho notar. Coquille dice que la en-
señanza y Ias reglas de la Iglesia eratí contrarias á. la con:
aervacióei de la ~ociedadhumana. (1) En efecto, los teólo-
gas, en su insensato espiritualismo, iban hasta á regrabas tb.
do comercio como maldito de Dios. Si se les hubiera oído 86
hubiera echado del templo t i todosi los que compraban para
revender. (2)
iA qué conduce eata sublime perfecciba? A miserables
supercheria~.Había que conciliar las exigencias de la vida
real con las prohibiciones del derecho divino. iQu6 ~ J Bhizo?
L3p evitaron las prohibiciones de las c&uonesy de las leyes ci-

viley c m combinaciones que serán una eterna vargüanaa pa-


ra Is teología católica. Transladamos al lector & Paa~iscaly
ti sus invectivas contra Ioa jesuitas que pretendían ser disof-
pulos de Cristo por excelencia, B'u son á Ios hombreti 4, los
que se deben maldecir sino ilas doctrinas. Monte~qaieudi-
ce que las leyes extremas en el bien dan nacimiento 4 ma-
fes extcemoa. (3) Esta palabra profunda ea la condenación
de la caridad cristiana, que eo su exageracibn destruye la.
vida intelectual; ti8 decir, el germen y principio do1 per-
feccionamien to.
514. La estipulación de iatereces ecth pein~itidae Ir.? ,cuai-
Quiéir prhstarno, ya sea de dinero, abarrotes tí otiras cosas
1 Guy Uoqaille acerca de 1t1 ooetnmbre do Nivernaie, kit, 31, nrt. 15.
2 YBade la dootdaa de Enriquo da ffsnte cn TropIong, pprefaoio, p0. m
aignienteu.
8 Moatoírquiau, Es'ptl'itz6 tke las ley~a,lib. XXU, cap. XXX.
,584 DEL PRES'PAXO

mneble8. Pera para que se deba el interds es necesarioque


eet6 estipulado. Esta es una consecuencia del principio
de que el préstamo ea un contrato de beneficencia, gratuito
por naturaleza; se vuelve interesado sólo por la estipulación
de las partes oontratantes. ,jQue debe entenderse por eati-
pulación? iEs necesario una cláusula expreRa para que el
tomador deba pagar los intereses? La ley no lo exige; lapa-
labra estipular de que se vale el art. 1905 es sidnima d e
contratar 6 de convenir; se dice del acreedor que adquiere
un dereho, asf como la palabra comprornete~se dice del deu-
dor; ambas expresiones marcan el concurso de consenti-
mientos que es necesario para que se Forme un contrato. AaÉ
todo lo que quiere el Código es que laa partes consientan y
la ley no prescribe ninguna hrma para la expresión del con-
sentimiento, 8610 que puede sostenerse que &te debe ser ex-
preso. En efecto, la eeitipulación de intereses es una excep-
ción á la regla en virtud d0 la que el préstamo es gratuito,
y toda excepción debe ser estipulada en este sentido: que
no puede resultar más que de una cl4usula del contrato,
Todo lo que puede exigir es una Convencidn y éstz puede ser
tacita tanto como expresa. Deade que la voliintad esid cla-
ramente probada esto basDa.
615. La jurisprudencia e ~ t Stitubeante y m$s bien restric-
tiva que favorable á la estipulación de los inatereass. Esta
tendencia no está, en harmonia con el espirjtu de la ley, no
a9 puede decir que vea con ' disfavor la estipulación de in-
tereses; reacciona, al contrario, contra una legislación des-
favorable. Nada hay más lícito que las estipulaciones de Pn-
tereses y nada más natural, pues las liberalidades no se pre-
sumen. Se hubiera podido, pues, sentar como principio que
todo prkstamo de dinero obliga al tomador á pagar los in-
tereses de la suma pérdida. Por la misma razón se debe ads
mitir fácilmente que el prestamista no entrega sus capitales
ain estipular intereses coma compeneaci6n del goce que se
DEL PfLESTAMO 4 INTERXB 585

gusto, Citaremos algunas aplicacionesacerca de las que hay


controversia.
EI contrato tiene estipulación de un plazo con esta cl4u-
gula: sin Zntereses durante éste tiempo. Si el tomador no pa-
ga al vencimiento los interesas dcorrerdo de pleno derecho
en e? sentido de que no es necesaria una estipulacidn nueva
ni una demanda'judicial para que corran? Sentencia nega-
tiva de la Corte de AgAn par motivo de que 10; intereses
sólo corren en virtud de ;ha estipulación. s i n duda, pero
la cuestión está precisamente en saber si hay e~ti~uI~bci6n
en la, cláusula litigiosa. ;Decir que e1 tomador no pagará in-
teres si reembolsa el capital al vencimiento del plazo no es
decir que debe los intereses 'después del vencimiento si no
paga? ES tan cierto que este es el sentido natural de la cláu-
sula que dice sin intereses darante sste tiempo, que la Corte
de Agén confiesa que..la cláusula se hace inútil ai se inter-
preta como lo hace; ¿y pueden interpretarse las convencio-
nee de modo d'no'dakles ningtín efecto? (art, 1157). Es ne-
aefiario una estipulación termi~zante,dice la Corte, y en la du-
da se pronuriciii. i n favor del deudor (art. 1X 62). (1)Oontes-
tamos que 1s Corte agrega 6 la ley; el art. 1905 no dice que
se necesita una es tipulación tevrninum%;aaa hay más: el ob-
jeto del artíc,uIo no es determinar c6mo la, estipulación de
intereses debe hacerse, pero sin derogar el derecho antiguo
y aancionaido una facultad natural que el derecho canóni-
ca negaba 4 las partes contratantes; doncede una facultad,
'no impone una restricción. En cuanto 4 la m$xima de que
en la duda' la convención e; interpreta contra al acreedor
y en favor del deudor, supone que hay dUda y esta es pre-
ciaamente la cuestión. Si, como lo sostenemoa, la cláusuIa
litigiosa significa que sl deudor debe pagar los intereses
P Ae;Bn, 19 de Junio de 1824 y 19 de Marzo da 1833. Baurges, 28 de Mayo
de 1827 (Dalloa, ea la palabra Pr'ds~anaocota intcrds, nlím. 25).
P. de D. aoMo xxv1-'i 4
-556 DEL PBESTAXO

después del vencimiento, ya no hay duda; l a Corte decide


pues, la cuesticin por la cuestibn.
Hay sentencias en sentido cpntrario. Se lee en una sen-
tencia de la Corte de Tolosa: convenir que loa iqtereses
no se pagardn hasts cierta Bpoca determinada es declarar
que ae deben, pero que la percepción queda suspensa mien-
tras nn vence el plazo fijado, de modo que por sólo el efec-
to del vencimiento del plazo los intereses deben pagarse.11
La Corte de Burdeos s9 pronunció en el mismo sentido. (1)
516. El tomador se obliga por la convención 4 reembol-
sar el capital en un plaza determinado y á pagar los inte-
resen haata aquella Bpoca. No reembolsa. ¿Tendrá que pagar
los reditos á partir del vencimiento sin nueva convención y
sin demanda judicial? En nuestro concepto la afirmativa es
segura; esta es la opinión de Merlín. (2) En este casa es
seguro que loa intereses están estipulados; corren en virtud
de una cqnvención ha&&tal época fijada para el reembolso.
iDeben dejar do correr en virtud de la convencióli primiti-
va & partir de esta &poca?Es necesario una interbretación
más que judaica para decidirlo así. La cl&usuladice: con
intertis hasta aquella-&poca;luego ue dice: 82n intereses des.
pués de aquella época. Esto es apega& ti h letra para ha-
cer decir á las partes lo contrario de lo que quisieron. Al
estipular que el reembolso se harh en un afio y que el to-
mador pagara los intereses hasta entonces Las partes en-
tienden que el deudor pagar&109 intereses mientras dure el
prestarno; en su mente el pdstamo debe cesar despuds de
un afio, luego 108 intereses deben tarnbidn dejar de correr.
iSe concluirá de esto que sí el pr4stamo continúa por fdta
de1 deudor en cumplir su compromisii ya no deberá inte-
resos? %Estono tiene sentido comiin. Hay, sin embargo, san-
í Toloea, 19 de FInero da 1844. Burdeos, 28 de Nayo de 1832 y 11 de Abril
d~ 1839 ( n ~ l l o e en
. la phfnbrm Frástamo col&intcrás, níím. 27).
2 1\Tnr7f.. .C~~cstionés de gerscho, en Ie palabra Prescvipcidrt I~ipotecaria,pfo, E,
(t, V11, k, 324)
DEL PRESTANO A UíTERFiS 687

tencias en fsvar de la opinibri contraria. La presuncibn,


dice la Corte de ~ o u r ~ & ,
cualquiera, que pulda ser, n6
puede suplir la convencidn exigida por Ia ley. ~Quidniava-
ea, pues, una presunción? ~ o a o t r b sin~ooamosel texto y
el espíritu del contrato. No astando en el cam estipulados
los intereses, dice 1s Corte de Burdeos, m á ~que por do@'
afios no pueden ser exigidos daspuds de aquel plazo sino
en virtud $e nueva convención 6 de una demanda judi-
cial. (1) No es exacto decir que el infieres sólo está estipuIa-
do por dos afios; este plazo es el de la duración del présta-
mo; decir que e1 préstamo cesará después de dos ano8 es
decir que el deudor pagará los intereses durante el présta-
mo; el plazo de dos años nada tiene de restrictivo, es una
consecuencia de la duracibn del préstamo. Continuando &te
tambidn continilian los intereses. ifuede supoiíerse una in-
tencibn contraria 6 las partes contratantes? El prestamiata
no quiso anticipar sus capitales sino mediante intereses;
quiso que se le reembolsara en dos años; luego la voluntad
bien segura de lag partes contratantes es que el tomador no
goce de estoe capitales sino as el goce. ¡Y, sin
embargo, se deecarga al deudor del pago de los intereseri
porque na cumple la obligación que contrajo de reembolsar
la suma prestada l
517. &Hayexcepción al principio del art, 1905 en mate-
ria comercial? Se ensefia que eri materia de comercio loa
intereses se deben aio estiGlación cuando la obligacidn de
pagarlos reeulta, ya sea de la naturaleza de la convención,
ya del uso del lugar; y M:assé agrega que ninguna ley 80-
mete á forma particular la prueba de la estipuIoci6n de in-
tereses. (2) Siendo la cuestión extratia 4 nuestro trabajo
1 Bonrges, 28 de Abril de 1826, Burdeoe, 2 de Maga da 1826 (Dalloz, en la
palabra Pdstamo coa ii~teri%,~nilm. 29, 11. 0 y 2. o) y 1. de Marzo de 1832
(Datloz, en Ir palabra Prescr~peiúia,niím. IOFjT, 2. )
Q

2 Psrdaesue, Derecho comercial, t. 11, niLm. 410, RIaeeB, Zkredto comercial,


t. IV, nárn, 1691. En ventido contrario Pont, t, 1, D, 111, nbm. 250 y la ju*
risprudencia (ibid,, p. 112, pata 1).
588 BEL PRE.iST&DZO

nos contentaremos con responder c que el derecho civil epr el


derecho común; por lo tanto, el préstamo mercantil está so*
metido á b regla del art. 1905; el legislador ,hubiera, sin
duda, podido y debido admitir una excepción para los prds-
tamos hechos por, los comerciantes; pueato que estas zon-
venciones son por su naturaleza interefiadas, pero no lo hizo
y .desde luego. la .regla civil debe recibir su aplicación. El
uso que se invoca tiene, sin duda,. una- gran influencia en
materia comercial, pero 8610 es esto en el silencio del C6-
digo; nadie soatendtá que, los .usos de comercio tengan el
pgder de derogar la ley. Queda la cuestidn de prueba que
ne hace mal-en confundir con la cuestión de saber a i es nece-
sario una convencibn para que corran 1 i intereses. La prue-t
ba de 1aeatipulaci6n de in teresea queda bajo. el imperio del.
dereeho comdrn, salvo Is derogacibn que h a c ~el art, 1907
en lo que se refiere si. la fijación del .tipo (2~1inztl;sds con-
yencioqal, al qqe volveremos. 0trn es la ouestión de.saber
si es necesaria una convención; el arte 1905,.conforme c'on
los principios generales del derecho, implica que es sece-
sario una estipulación; :esta regle ee gen~,ral,Illego aplica-
ble & l a g oonveooipnna comerciales; esto decide la oueatibn.
, 618, Cuando hay uria estipulaciún de inCer.eses la prue-
ba del pago ge hace según el derecho común. .El art, 1908
deroga los ,principios generalea acerca dec la prgebal eri.el
caso eoqoe el acreedor & &do recibo dk capital sin reeei-
va de 1os.inf;ereses;esbe recibo deja prssumir4el pgqp de los
jnteresea y opera au libernción, En general el deudor que
pretende habor pagado los intereses debe probarlo; en el
caso del art. 1908 queda di~pensadode ola prueb&, puesto
que la ley establece en su favor la presuncihn de Iiberacidn,
y Irt preaunciiin legal dispensa da la prueba & %que1en cu-
yo provecho existe (art. 1352). iCuál s i el fuiidram8ntn de
esta presuneidn? Gamo todas descañia en la probabilidad;
Cuando el acreedor tiene desecho al capital 7 S XOB intera-
DEL PBPSTAMO .A INTBRES 580

sea queda interesado en que éstos esten pagsidos.'antesque


e1 capital porque el capital no saldado produce interéses,
mientras que los intereses vencidos no producen réditos
más que por una demanda judicial 6. una nueva convención
y bajo la condición de que se trata de interesea debidos cuan..
do menos por un afio entero (arta 1154). Además los inte-S
reses prescriben en cinco años (art. 2275) mientras que el
capital s61o prescribe. por treinta (art. 2262). La misma ley
tiene ea cuenta. estas diferencias que existen entre 4 hapi-
tal y los intereses diriponiendo que el pago hecho en cuen-.
&a del capital é intereses, pero no íntegro, ee impute prihers
en los interepies. Con máu razón debe prefiiamir que el
acreedor no dsrS recibo del capital cuaudu los interesea se:
le deben aún porque es contrario á toda probabilidad que
el acreedor impute el pago .enel capital caando los Ént~re-
sea no e s k h pagados.
,,jAdmite esta presunoióa la prueba contraria? La cues-
tión está controvertida. Segán el art. 1352 ninguna prue-
PíaJ se recibe contra la preaunci6n de Ia ley cuando ~ccsircs,
del fu'undamento de dicha presunción ~iiega. la acci6n judi-
cial.
Se trata de saber si so puede decir que b ley niegue
Ba accidn judicial. En nuestro concepto 1a afirmativa no ss
dudosa. Todo8 admiten que eu el caas previsto pujr el
birt. 1282 la prueba contraria no egth admitida c6ntra fa
presunción de ' liberación que la ley establece en favor
,

del deudor cuando el acrdedor ledevuelve el título origii


mal bajo firma privada y ue comprueba la deuda; 1a raz6n. es
que en este casa la ley niega la accidn judicial al acreedor
no porque esté prohibido promover sino porque. si PI+L'OMUB-
ve se le rechazar& por la acciGn resultante de la presnn-
ci6n; esta excepción en perentoria, puesto que la ley dice que
hay prueba de.liberaci6n. Debe auceder lo mifimo en el ca-
BO P r ~ ~ p&o tel~ ~rirt. 1908, pueato que la ley dice tauibi6n
que el recibo sin reserva de intereses opera liberacz'8.n. (1)
Se objeta que esto es forzar el sentido de las palabras, el
hacer decir á la ley que al establecer una presunción de
liberación denega 1aacci6njudicial; se necesitaría, dicen, una
disposición ternzz'nante que sin equiooco alguno denegue la
acción judicial para que la excepción del art. 1352 fuera
aplicable. (2) Nuestra contestacihn es sencilla y decisiva:
interpretar asi la disposkión del art. 1352 es quitarle del
Código, pues la ley no niega nunca la acción judicicial ter-
minantemente.
A1 decir que la proebi contraria no se admite debe ha-
cerse una excepción para el juramento y la co~ifesi6~1, se-
gfin el art. 1352, como lo hemos explicado en el titulo De
las Obligaciones; esto corrige lo que art. 1352, aplicado al
caso previsto por el art. 1908, parece tener de muy riguroso.
519. El art. 1908 supone que el deudor paga toda la dezí-
da en capital y que el acreedor da recibo del capital sin que
se trate de los intereses. ¿Debe concluirse de esto que Irt
ley no recibe aplicacidn al pago parcial de la deuda? El ca-
so se presentó ante la Corte de Casación. En el caso una
suma de 30,000 francos había sido pagada en el precio de
venta; 20,000 francos quedaban debidos cuando el comprs-
dor cayó en quiebra. L a venta fué resuelta y se procedió 4
las restituciones; el vendedor restitu96 los 30,000 francos
que habia recibido. Se sostuvo que también debía restituir
loa intereses de los 20,000 francos que se presumían paga-
dos en virtud del art, 1908. La Corte de Mongellier sen.
tenció que la presunción del art. 1908 no era aplicable al
caso, ptaesto que supone un recibo de precio sin reserva pa-
ra los intereses; y no exiatía recibo, no podía haberlo por
los 20,000 francos no pagados; desde luego el deudor no
1 Aubrg y Rau, t. l[V, p. 602, nota 8, pfo. 3 9 8 Troplong, núm. 414. Mopr-
lón, t. 111, p, 390, ndm, 987.
2 Durautón, t. XViII, p. 672, núm. 606, Duvergier, p. 353, ntim. 266. Pont,
t, 1, p. 148, núm. 320.
DEL PIEESTANO A 1NTEREB 691

podia invocar la presunoión legal; habia, pues, lugar 8 apli-


car los principios generales que rigen la prueba: el deudor,
no teniendo presunción en RUfavor, debía probar directa-
mente que habia pagado los reditos de la parte del precio
que se debia. Esta deoisión fue criticada sin razdn, en nues-
fro concepto. (1) $e dice que en principio, cuando 8610 una
parte del precio se paga, el acreedor esti justa y ~iatural-
mente conducido á hacer la imputación de lo que recibe,
primero en los intereses vencidos, sin ninguna distinción
entrs los correspondieptes A la parte aún debida de su cré-
dito, y los que proceden de la parte que recibe. Esto e0 ver-
dad, pues la utilidad no es menor para él en proceder asf
ea el caso de un pago parcial que en el caso de un pago fn-
tegro. iPero de que la, cosa no es probable debe concluirse
que se pre~ume?Esto eli confundir las presunciones del hom-
bre con la presunción de la ley. Las presunciones legales
nunca pueden ser extendidas, ui ~iquiesapor analogía. Y
serfa extender la presunción del artículo 1908, que supone
un recibo de la deuda sin reserva de intereses, el aplicarlo
.$ un cabo en que no hay recibo y ea el que no lo puede ha-
ber; y es en el hecho de que el acreedor da recibo ~ i reser-
n
va de intereses en lo que funda la ley la presunción de pago
de dicho# intereses. Luego la razón de la presunción falta,
tanto como el texto, en el caso de un paga parcial.
520. Se ha presentado otra dificultad rela.tiya á la prue-
ba, Una acta de prdatamo no indica la fecha de la entrega
de la suma prestada; de esto, proceso para saber 6 partir de
qué día se deben los intereses. l3I prestamista pidió estable-
cer por presunciones el momento en que la suma habia &-
do entregada. Había un motivo de duda, no por razón de
Ja prueba, por presunciones quo el prestamista alegaba, pues
se trataba de materia comercial, la que adnlite la prueba tes-
timonial y, por consiguiente, las presunciones indefinidn-
1 Denegada, 8 de Nsgo de 1855 (Qalloa, 1855, 1, 2441,
mente; es decir, sonque el objete del Etigío psse de 150
francck. Pero se sost8nia que según e l derecho comdn, al que
no deroga el derecho mercantil, la prueba testimonial y, por
con~iguiente,las presunciones no debiao admitirse, porque
se litataba de probar. contra y además del acta; en cunlquie-
+a materia, se decfaj letras prevalecen i testigoe, Esto es
verdad, il?ero podrá decirse en el cam que las pre~unciones
se in'vocaban contra y adembs del contenido ea el acta ? N6,
se trataba de un hecho que no constaba en el acta y que no
podía constar, puesto que no se habfa cumplido en:el mo-
'mento en Que se redacM el escrito, habiendo sido entrega-
doi los fondos prestados 8610 po~teriormenteS dicha acta; &

-luego$1principio de que letras pasan teetigos no era aplica-


bli.~orlo.taoto, se permanecía bajo el imperio del.derecho
comlizn que admite las presuncioniae en materia comercial. L P ~
Corte de Casación lo aentencX6 aei (1) y esto no nos parec;
dudoso,
521. E1 deudor no paga los intereses que debe; no curn-
pie,' pues, la obligación que ha contraído. Se pregunta.$ cdxn
este caso el presbwmista puede exigir la restifucidn del
prdst&no antes de la kpoca 'convenida. Esto e& pedir si la
condi'ción resultarii t&cita está subentendida en los contra*
'tos' irrdiiaterales. En nuestra opini6o no teniendo 01 presta-
mista obligacioíaeéi el contrato permanece unilateral; y he-
mos enseñado tarnbien que 'la condición resoIutorrin tacita-
no existe m ~ sque ' en los contratos sioal&máticos. Entode-
cide la cuestión. La opinibn contraria es, sin embargo, de
doctrina y ds jurisprudencia. Se invoca el art. 31902 co-
mo atgirnento afo?*fiori.(2) Según este srtfculo el deudor
de tina renta perpetua1 puede sor obligado al rescate ~i de-
ja de cumplir las obligaciones durante dos años d si dejsi
do minirtrsr a~'~restarnista las seguridades ofrecidas en el
L Denegada, 6 de F a b ~ r Ode 1872 (DallOz, 1872, 1, 263).
2 Aufsry y Bizu, t TV, p. 602, nota 9, nám. 396 (4. edioiOn).
DEL PRESTABO A INTERES 693

trato. En nuestro concepto esta disposición ee excepcíonal;


en todo caso no se le puede considerar como una aplicación
del srt. 1134; luego hay que apartarlo, pues no hay lugar
á aplicar por via, de analogía una disposición que deroga
el derecho comúc; esto fuera extender excepciones, lo que
no se permite al intdrpreta
La Corte de Bruselas se pronunció en favor de la opinión
que combatimos. Un préstamo fué hecho bajo la condición
de que el prestamista por si ó por apoderado tendría el de-
recho de examinar los libros y 1s caja del tomador y exigir
un balance de sus negocios y operaciones; el tomador, noti-
ficado de ejecutar esta obligación, se negó B ella. Fué uen-
tenciadod que habiéndose negado el deudor 8 cumplir las
obIigacionec de la convención el acreedor estaba fundado
en pedir 'la rescisión. (1) Ea Corte no motiva su decisión; es
to es suponer que la resolución es de derecho cem6n cuando
e1 deudor no cumple con sus obligaciones. Y la condición
resolutoria, como toda condición, débe estar estipulada, pues-
to que es una convencióo; y no hay convenci6o ni concurso
de consentimientos. El ánico derecho que el acreedor tenga
por el contrato es obligar al deudor á dumplir sus obliga-
ciones, ya sea directamente, cuando ea posible la ejecución
forzada, gze sea por el embargo y la venta de sus bie-
nes. Esto es tan segyro que en derecho romano la condicidn
resolutoria tAcita era desconocido, había que estipularla; de
esto el pacto cornisorio. El C6digo ha subenteudido este
pacto en los contratos sinalagm8ticos; sin nieigfin texto, sin
ningúu principio permite extender el art. 1184 á los contra-
tos unilaterales. Esto nos parece decisivo. P a r a que el presa
tamista pueda reclamar la restitución de la cosa por raz6n
$ inejecuoión de las obligacionis del tomador es necesario
que eetipuIe este derecho. Ni siquiera, puede decirse que
1 Bíuselas, 21 de Diciembre de 1853 (Paslarisia, 1854, 2, 279).
P. de D. TOMO xxv1-7 5
6.94 DEL PRESTABO

esto sea una condición resolutorio propiamente dicha, pues


el contrato iio está resuelto, operando eiempre la resolucidn
retroactivamente ; mientras que, en el caso, el solo efecto del
pacto es poner fin al contrato antes de 1a época convenida;
se trata, pues, de un plazo mas bien que de una cmdición.
Bsto es una razón más para exigir una ~"nvenciónexpresa,
pues no hay ninguna ley que admita camo principio que el
deudor pierde' el beneficio del plazo cuando no curnae sus
obligacione*; la ley no lo declara decaída del plazo máa que
'cuando cae en q!iebrn 6 cuando por su hecho disminuye las
parantias que tenía ofrecidas al acreedor por BU casxtrato,
a
So trata, pues, de extender el art, l f 88, y los decaimientos
~ X Ose extiendan.
331 prehtamiita puede estipular que al tomador perderd
su beneficio del plazo si no paga reguiarmente lmi interesee;
a t o es iacontestnble. Bueda aun estipulas que A falta del
pago de un 8010 vencimiento de inltereees, el capital se Ba-
r6 exigible de plano después del apremio; la Covte de Lie-
.ge 1s sentenció asi y esto no ee dudoso. (1).
Tranaladamo~ti lo dicho en el titulo Dc las Obligaciones
acerca del pacto aomiaprío; los principios que rigen la oon-
.dición rssolutoria estipulada en casoa de inejecucibn de las
.obligaciooai del deudor, ~e aplican por ~nalogiaal caso
eri que se trata de 10 que se llama plazo un resolutoñio,
522, El srt. 1906 prevee el caso contrario: el tomador
psgq intereses que no estaban estipulados; la ley decide qus
no puede repetitlos ni imputarlos en e1 capital. ¿Cuál es el
sentido de esta, disposicibn y cukl es el caso que provee? b e
siiteres no e s ~ rcordes.
h Nos parece que los terminos de
1s ley determiGan su sentido cuando ae comparan con los
princiipicft7 q,ue ~ i g e ne l pago indebido. Si pago lo que no
debo puedo repetir lo que he pagado, suponi~udoque he
gagarlo pw error. Diciendo que el tomador no puede Pepa-
a Liejo, 23 de Noyo da 3863 [Paricrisin, 1863, 2, $701.
DEL P R E S T m O A IN!PEEES H?6

%irloa intereses que pagó aunque no estuviesen estipulado$


la ley decide implícitamente que el deudor pag6 lo que de-
bia; lo que aupone que los intereses se debían en virtud de
la eonvenaida de las partes, aunque no fueron estipulados
en el acta; en otros tdrminos, la ley supo& u ~ oonvenhi6~
a
ticita que queda probadh por la ejecución que las partes
le dan, el tomador al pagar íos intereses y el prestamista
al recibirlos. Puesto que los intereses s~ debisn, la conse-
cuencia es que no pueden Ber repetidos ni imputados en el
capital.
L a mayor parte de los autores enseñan que el art. 1906
prevea el caRo en que no hubiera ninguna convenciGn rela-
tiva á los inte.resy; suponen que el tomador; por escríipuios
de conciencia p no permanecer obligado al prestamis,-
ta, cree deber pagar intereses que realmente no debe. Esta
explicación no es muy admisible. Los escrilpulos de con-
ciencia y los deberes de delicadeza son extraños al derecha;
la ley ~ 6 p u e d tomarlos
e en conuideración; 8610 hay un con-
*ato que consagra la ley aunque no tenga m8s móvil que
sentimientos morales, es 1s doaacidn, Dehe, pues, suponer-
se que el tomadcr, por eentirnientos de g r a M d , paga lbs
intereses y que el prestamista 108 recibe con este título; ha-
bría entonces un donativo manual; que tal pueda ser la in-
tenci6n de lae parties contratantes esto es incontestable. ~ P c -
o caso que prgvee la ley? No hay una sola pala-
ro es e ~ t el
bra en el art. 1906 que implique 'la idea de una liberalidad;
y no se podfa, mucho suponer que aquel que pide prestado
por necesidad y á titulo gratuito ese4 en el caso de hacer
una liberalidad al prestamista & quien pidió un favor, Era,
además; ini2iil preveer esta hip6tesis; el derecho común bau-
t a p.ara decidir gua aquel que paga seriamente lo que no
debs no puede repetir, pueato que no puede tener mas in-
tsnci6n que la de hacer una liberalidad bajo forma de pago;
no puede trittar~e,en esta oá~a,de repetir lo indebido, pues
596 DEL PRESTANO

los donativos manuales son donaciones, y toda donacidn es


irrevocable. Pero si esto puede silponerse en el caso del pa-
go de una sumh capital, no puede mucho suponerso cuando
se trata de un deudor que se e'icontrb en la necesidad de
pedir prestado, H a y otra dificultad en Ia hipdtesis de una
liberalidad. ~ E presencia
u del texto del art. 1906 pueden
las partes interesadas ser admitidas á probar que hay libe-
ralidad? Este es el interés de la cuestióri. Si el pago de loa
intvreses constituye una liberalidad habrS liipar á la de-
volución, á la reduccidn y á la revocacibn por causa de ad-
venimiento de hijos. El tomador paga intereses no estipu-
lados por e l contrato: jse admitir& á las parte interesadas
á probar que fué una liberalidad? Esto es dudoso, pues la
ley establece una presunción contraria. A1 negar a1 tom*
dor la repeticihn y al admitir la imputación en el capital,
Nupone que el tomador ha pagado lo que debfa; le niega la
acción jutficisl por presunción de e.ste pago; luego la prue-
ba contraria no es de admitirse, segi'in el ast. 1352.
Todavía hay otra explicación del art 1906; que el toma-
dor una deuda natural, y el. que paga una deuda
hatural; voluntariamente, no está, obligado á repetir lo
que ha pagado. Esta explicación es poco satisfactoria. El
que paga lo q,ue no debe no debe nada, ni natural ni civil-
mente. Si el tomador no debe intereses en virtud de una
convención thcita debería decir que puede repetir, y no se
ve ninguna raz6n para negarle la ,acci6n en repetiei6n. Ls
obligación que se invoca no éería miei que UD de-
ber de dlel.iccdeza, 'y Gata no es una obligación que tenga
un efecto cualquiera en der~ho,(1)
523. Otra es la cuestión de saber si sl tomador que pa-
ga por error los intereses que cree deber puede ropetir lo
que ha pagado. La afirmativa no nos parece dudosa. Este
1 V E ~ ~- 5wJivcaoesentidoe Pont y los aaitoree que cita, t. 1, p. 113, niti-
moro 262.
DEL FRESTAMO A INTERES ,a%'
no es el caso previsto por el art. 1906, cualquiera que sea 1%
explicación que ae admita. En nuestro concepto la ley su-
pone que los intereses se debían en virtud de una csnaren-
ción tácita; s i no hay ninguna convención no hay duda,
Iuego hay repeticidn. Tal sería el caso en que los lierede-
T Q del
~ tomador pagaran los interese8 en la falsa persuación
en que estarian creyendo que dichos intereses habían sido
estipulados. Si se admite que no habia deuda natural aun
habra lugar B la repeticiGn porque la deuda m ha sido vo-
Iluntariameaate pagada (art. 1255). Si se supone que el to-
mador hace una liberalidad por reconocimiento esto sería
un pago hecho ya aceptado con una intencibn de libesali-
dad; si, pues, el pago habia tenido lugar aia inteia&óal de
liberalidad el prestamista habría pagado por error y, por
consiguiente, podría repetir. (1)
524. iC~áI1es el tipo del interés que debe: pagaree%deu-
d o r ? Ln legislación ha, variado en este pu~ito. El Código
Civil (art. 1907) distingue el interés convencional y el legal;
el legal está Gjado por la ley; en cuanto al convencional pele-
de exceder RP de la ley, siempre que ésta no 1s prolziba. El
Código Civil no la prohibe; luego el interés canvctrtcional
se abandontt A la voluntad de la^ partes contrayentss. P e - -
ro la redacción del art. 1907 implica una reserva; supone
que podrh promulgarse una ley que prohiba á, las paste8 as-
tipular un interés superior al legal. Se sabe que esta ley
fu6 promialgade tres aZios despu4s de la publicacibn de1 C'Q-
digo NapoleQn, el 3 de Septiembre de 1807s La dhce?$i6n
que tuvo lugar ea el Consejo de Estado explica 18 ambi~üe-
dad que revela la redacción del art. 190'7; los misrnbros del
Consejo estaban divididos; todos admitíap la legitimidad
del interés, los Iegi~tastemían el abuso de iritere~esexorbi*
tantes, hubieran querido que se limitara el inter6.1 conven-
cional prohibiendo á la^ parteu contratantes sobrepasar el
t. XVII, p, k59, nQm. 600.
1 Oompdrese D~~saatbn,
intorrée legal, El-ta restricción estaba en oposicidn con e9
principio de libertad consagrado por ei legislador. Si estfs.
permitido estipular interé~ipor sirnpte préstamo, como lo di-
ce el art. 1905, as porque el diiiero es una mercancía cuyo
precio varía aeí como el de los abarrota; desde luego elarren-
damiento del dinero como el de cualquiera otra, uierc2ancia,
debe ser entieramente libre, el precio varia según la abündnn-
cia 6 la escasez da las mercancías, gen la oferta y Ia deman--
da las que determinan el precio del arrefidamienco como el
precio de la renta. 6 Con qud deiecho intervendrh el legisla-
dor para obligar al capitalista á contentarhe con ian rédito de
5 p. ,O cuando la escasez.del numerario ha alzado el precio d0
le plataf Estas consideracionty de economía polftioa fueron
muy bien expuestata en el Con~ejode Estado, entre otras par
Bére~ger.Comenzó por recordar que su el derecho anti-
guo todo préstamo á interea se reputaba como uaurario. FB-
tot~perjuicios han hecho lugar al verdadero principio, el que
formula el Código en el art. 1905. Sin embargo, se ha reli-
petado estableciendo un interés legal como un remedio con-
tra el abuso del pretitamo con inter68, lo que implica que el
préstamo con interés as un m,al que czs preciso remediar, EL
iuter6s es un mal se dice, c ~ n d oen injusto, y es injusto
cuando es exorbitante., Loa legista8 Meleville y Tronchet
no faltaron para hacer valer estas motivos para limitar el
titulo del interés. l38renger 108 coirteat6, y la respue~taes
perentoria. Un intay.8~de 7 p.g puede no eer maie injusto
que el de 3 p. g , p u q que es delhaturaleza &3. interds aer va-
riable como el monto da las rentas cobo toda mercanda
suyo' precio vada segbn las circungtancias. Cuandmo ae ha
fijado el interés de 6 p.g el dinero no se empleaba más que
á. le compra y 5 la explotaci8n ds tierras; los productos que
podria dar el dinero, eran,pnes, muy limitadoa,mientras que
en la%Bpocas actualia'el dinero empleado en el comercio y
la industria procura ganaooias máa considerables. Hoy toa
DEL PRFSTAUO A INTBEES m9

aaanrlo al 7 p.,O se pueden obtener ganancia8 mucho rnáa


grandes que en loa tiempos en que se tenia el dinero al.5 p.g
NOhay, pues, regla de justicia absoluta para la fijación del
interéa; no se puede, pues, determinar corno no ss puede fi-
jar un m~simum'paraloe abarrotes y las mercsncfa~.BBren.
ger aiiade que la ley que fijara el tipo del intords conven-
cional sería casi ~ i e m p r eviolada; imponer á las pafles con-
t r a t a n t e ~un limite que lesiona su derecho es provocarla á
eludir la ley: e l que puede Racar 6 p . g at su dinero no lo
preatará B 5 p.g ;ai, sin embargo, lo presta en apariencia al
5 p . 8 porque 12 ley lo obliga 41 buscar&,de acuerdo coa d
$amador, á substraerse á, la prohibici6n; esto eu acostumbrar
á Ios ciiadadanos & violar la ley eludiéndola. Bérenger te-
nía i-azlin ec decir que nada ea mmáa peligroso. dQu4 se vol-
vería la socipdad si los hombrea perdieran el respeto debido
Q las leyes y las violaran sin eserdpuIo d e conciencia poP-
que les parecían inju~tas! (1)
525. Los psrGídasio.r de la libertad lodijeroa, p ~ r ola
victoria fu6 incompleta; el testo rnixmo del art. 1907 h a c b
peveer que una ley nueva intervendrfa poniendo el inte-
rés corivencional en relaci6n conél interés legal; fa1 fu6 el
alegato de la ley de 3 de Septiembre de 1807, Es intitil
Lscer conocer los motivos de esta ley que está abrogada
en Belgics. Loa legistas, Merlin en cabeza, aprobaron las
icestriccionei que la ley hacia 6 les parkes contratanteo. (2)
Hombres do tradición los rn2jorcts jurisconsultos no Ile-
garon libertwrsei de laa preocupaciones que pu'eden twer
ea avls estdjlios, confunden fdcilrnents 4 la ley c$n el dere-
oho y consideran corno razón escrita lo qus los antiguos
han formulado en t ~ a t olegislativos.
~ Cuando en 1836
Lherbette atac6 mivamente la ley de 1807 el Procurador
1 Spntanoi~del g ~ n ~ de ~ Entodo
j o de 7 Pluvioso, ~ ñ oXII, nbm. l b (Lo.
or6, t. VE, gs. 289-2'52).
pfo. 'VI, ndm. 5 (t. XV, pigi?
2 Morlin, Repcrtoiio, en la palrsbm lgate~*cscs,
na 452"j. VB;anmloo teatimoaloe en Po&, t, 1, p. f2r) rihni 263.
General Dupin se hizo defensor de ella y triunfó en Ia e&-
mara de Diputados. En 1862 un excelante economista, Mi-
guel Chevalier, en van6 demostrd que la ley de 1867 viola-
ba todos los principios y no evitaba ningún mal, la econo-
mia política sucumbió de nuevo y también fué el legista, eI
Procurador General Dupíni, quien triunfó.
Sin embargo, uno de nuestros buenos jurisconsultos, Du-
vergier, aunque en favor de las medidas restrictivas había
comprobado desde e1 año de 1843 que 1s ley. de 1807 err6
completamente su alegato. La ley de 1807, dice, no cum-
plid su promesa del Código, desconoció este principio esen-
oial: que el ínterds es variable; el limite que pone y las pe-
nas que pronuncia contra los que lo traspasan y 5t q u i e n s ~
castiga como usureios lejos de wer una protecciQn pasa los
tomarlores se vuelve eontra ellos. Cuando las partes están
libres en sus convenciones el tipo del interée está determi-
nado ordinariamente por razón de abundancia 6 escasez d s
numerario y en atención B la solvencia del tomador. Si la
ley les prohibe pasar del interés legal los contratantes que
no quieren someterse á &te, el prestamista porque pierde y
el tomador porque no puede perder dinero al 5 p, O, cuando
vale 6, disimulan y violau la ley eludiéndol:.,; retienen en el!
momento del préstamo la, parte de interes que excede del
tipo legal ó se hace una venta 4 rescate 6 contratos pigno-
rativos. Todos estos rodeoti agravaron la posición del deu-
dor. Sin duda se le admite B probar el fraude &la ley y loe
procesos no faltan bajo el imperio de la ley de 1807, pero
estos procesos se vilelven contra el tomador. El prestamis-
ta que corre el riesgo de perder el inter6fl estipulado y
'

de ser condenado como usurero exige una prima cont~raes-


tos riesgos, á, los que se expone, como diceMonteaquieu; el
tomador paga el precio del dinero y los peligros de las pe-
nas que.la ley impone (1)
1 Davergier, Del prbtamo, p. 323, niím. 247*
526.. La ley de 1807 produjo también otro mal; 19s miri-
rnos tribunales han elúdido las pr.ohibiciones. Hemos mq-
chas veoes comprobado que cuando e$.legislador desconoce
el estado social, asi como los derechos de las .partes contra-
tantes, los tribunales tratan de corregir los vicios de la ley
interpretándola no e a la mente en que h 6 dictada sino cpn
el nuevo espíritu que solicita su reforma 6 su abolición, Ya
pasaba así en el derecho antiguo, Turgot lo hizo notar,
iiEs cosa notoria, dice, que no hay plaga de comercio en la
que la mayor parte del dinero que rola para el tráfico no sea
dinero prestado y cuyos intereses est&n fijados por la sola
ccrnvencidn según la abundancia más 6 menos grande del Chis
nero y la situación mSs 6 menos segura do1 tamador. La
rigidez de las leyes cedió 6, la fuerza de las cosas.Fu6 nece-
sario que la jurisprudencia moderarse en la práctica los prin-
cipios especulativo^ y se ha llegado á tolerar abiertamente
el préstamo por darle el descuento á, toda c1ase.de negocios
de dinero entre comerciantes, Siempre sucedevd as6 caando
la ley prohiba lo que la naturaleza de las cosas hace necesa-
rio. 11 (1)
La enseñanza es grave; es una mala ley la que Ileva á
los tribynales á eludir las disposiciones, pues eludir las le-
l?yes es violarlag; y iqu4 suceder$ con el respeto á,la ley
cuando aquellos que son sus guardianes dan,el ejemplo. d e
la violacidn ? Sin embargo, el legislador no aprovechh la
ción. iQu4 sucedió? Bsjo el imperi9;ds la ley de 1807, CO-
mo en el derecho antiguo, los juecev se colocaron arriba de
la ley. La juri:i~prudenciafrance~aadmite que el descuento
no está sometido,&las disposiciones prohibitivas de la ley
de 1807;asimila el descuento ti la venta de,un ,crédito fu-
turo; se' pudiera decir otro tanto del pr6ataio con inter6s: es
1 Yurgot, Nemoria aoeraa del pr6stamo de dinero preeentada al Couaejo de
1 Estado en 1769,
P,de D.'TONOXXPZ-76
603 DEL PBESZAXO.

seguro que se encuentran todos los etementos de este con-


trato en el descuento: una suma dada por el banquero, una
suma igual devuelta Q cuya restitución eu al merJm garati-
tizada; por el deudor y, en fin, el precio; ss decir, el interds.
S610 que en lugar de uer pagada periódicarneute 6 cuando
la resolución, el descuento está recibido de antemano por el
banquero en e1 instante en que da el diaero. Lo mismo pa-
sa con la comiaidh que no es otra cosa que un iuterée di+
frazado bajo otra nombre. S i un banquero me presta 100
pesos al 6 p . g y además del interés de 60 francos por
año pego una cumisi4tt de l y medio p. O ,papa en realidad
bajo el nombre de comisidn 1 5 ó 20 francos adern88 del in-
terés lrgal; es decir, que el inter6s real éierá de 7 y medio L
8 F.O" (1;
BaCemos á un lado la ciiestióii de saber si se puede esti-
pular rin interés superior a l interé* legal por irazdn de 103
riesgos extraordioarios que corre el preataminta; está con-
trovertida. Lo que hemos dicho b a ~ t apara demobtrar que
fa jurisprudencia koderna, com i la antigua haltratado ds
acomodarse can 1% ley como en teologia h a y que acomo-
darse con .el cielo: Dejemos expendientes vergooztisos para
los te620gos y mantengamos la ley aunque viole el.derecbo
y la justicia, pero. también que se apresure el legislador e11
modificar g abrogtir leyes qus hieren la concíencia gene-
ral, &'dltírno autor q i i e ascribií, acsrca del prestarno colo-
prueba que ~ o l a o d a Iiiglatarra,
, Italia y Iisats E~pafiahan
aadelantdo6 Francia abOliendo las leyes que restringían l a
libre especulacidn de irrtereaes. 3.2 Pon t o1vXd.ó citar d
&c&; yti hemos dado Q eonocer la ley belga en el titillu
De ~ g s ~ i ~ t l i o nigacai
e s , que tranvíadarnos (t. HIT, niinie-
ro 316):
527, La ley belga de 5 de Nayo da 1863 Iia vuelto $1
sistema del Código Civil; abandona el iriterés convenciouul
1 Seguimos la. ~píai6nde Pont, t. 1, nQms, 283-286,
DEL PRESTAiUO A INTEltES 603

ti 18s libres estipulaciones de las partes contratantes. Si fi-


ja un interés legal de 5 p , g en materia civil y de 6 p . g e 6
.materia mercantil, es para el caso en que laa'partes no es-
tipulen intereses: tales son loa intereses moratorias* á los
que el juez cmdena al deador que está apremiado y l o 6 . i ~ .
tewa legales que corren de plano en virtud de le ley. Traos-
Iadamos al titulo De las Obligaciones.en lo que se refiere 4
108 intereses legales y rnoratorios. En cuanto á las, intereses
oonvencionales el art. 1907 dispone qw el tipo debe ser fi-
jado por escrito. 2 Cuál es el objeto de,esta disposición? iEn-
tendieron los autoras del Código hacer de un préstamo un
contrato solemne? La negativa es segura. Notemos prime-
ro que la ley s61o exige un escrito para el tipo del interés;
de modo que puede"suceder que e1 iiitcsr& no cést6 estipula-
do por escrito y no ubstante se deba ~ i i ~ m p que
r e el tipo es-
té,e~tipuladop ~ escrito;
r sin embargo, el tipo hace parte
de la convención; es, pues, imposible que la convención sea
solemne para el tipo y no irolemne para Ia misma estipula-
cidn de los intereses. El motivo que dictó al art. 1907,2. O
inciso, prueba hasta la evidencia que'fué la mente del legis-
lador prescribir un escrito como condición cle solemnidad
del coatrato. BoutteviIIe lo expuso en términos declama- -
torios en su informe al Tribunado: [[Eltipo del interds con-
vencional, dice el articulo, debe estar fijado por escrito,
iAh! Los vampiros que abusan de 1%miseria, del infortunio,
no es en plena ley como hacen sus vergonzosas estipulacio*
nes, con las que preparan la ruina de sus uictimas; no es 6
la faz de los Tribunales como reclaman el paso de' escsnda-
losas, espantosas usuras que no temen permitirde. Es en la
sombra y lejos de la vista del público como consluman sus
iniquidades y se aseguran SUB frutos. Sí, legisIad'ar'es, inde-
pendientemente delos poderosos motivos que justifican, que
reclaman la dispoaici6n, esta s61a precaucibióo de l a ley seria
suficiente garantia para la moral páblica contra el deebordn-
imiento, los estragos de la usura que ne teme. f 1 ) outt te vi-
Ile razona. ó dedama en,el sistema del Código Civil, es decir,
de la 1ibedad.absoluta de las partes contratantes, en lo que
oe refiere á la eatipul~eidn-del tipo del lntsr8s (art, :1907).
Desde luego no puede tratarse de vampiros á !os que esti-
pulen un ínterds, por excesivo que parezca; si al tomador se
.somete á pagar los intereses exorbitantes, 'sin &da l1.8 por
causa de los rieegos de *pérdidaq u tiene
~ el prsetamista, y
en oaie caso. el interés se paga no ,c'ornoprecio del dinero si-
a0 ,por causa-del peligro que corre el prestamista enk.rio:ser
reembolsado. Si, al conirario, el tomador presenta garamtfak
encontrar4 dinero con.aondiciones racionales.
528. Lo Peguro es que los motivos clacloa p::r XOR autores
del Código para jufitificar la disposición que exige un es-
crito para la, fijación del tipo delainterés no se refieren á la,
.eet.ípuIacih miama del interéa; la conven ciOn que.estipula
el interd~s o prueba, pues, que se haya dicho lo contrario, (2)
según el derecho comdn. Regularmente la conveneí6n qr?e
eatipula el intdréa 6ja á la vez o1 tipo;. no hay, pues, m&$
que un ~ o l ocontrdtfi, el que debehacerso por escrito, pues-
to,que el tipa del interés se estipula en 82: quiere esto de=
cir que la ley no admita otra prueba que la de una acta au-
tkntica 6 privada? Xay alguna-duda. Se pudiera creer, ate-
, la ley quie-
si6ndose d las declaraciones de ~ o u t t e v i l k que
re abaolutamerlte qita;el preatarniGta declacrepor eboiih el
monto de loa interegev que exige, Esta ea la npiiión de Du-
rentón,que permanecid aislada. (3)Se admite en general que
el: nrt, 1907 deroga sdla el .prinolpio establecido p o el~ br-
tículo ,1341., Xegúp .esta diapouición debe 1event;rrrsa &ctít
por todas las cosas que exc,eaan del valbr de 150 f r a ~ c o sen
este sentido: 'que l a prueba testimoriial nojje recibe,"-mien&
1 Boatteqille, ~nforrnenum. 7 (Loord, t, 911; p. 262).
2 Mourlbo, Xepeticimtes, t, 111, p. 389, nilrn. 988,
3 Durant6p, t. XVLI, p, 658, En eentido aontraria Durergier, p, 3 8 , a$#
maro 266-y todor lo8 autora6 ( ~ o n tt., X, p. 128, nxím, 2741,
tras que las condiciones cupo monto pecuniario no pasa e*-
ta, suma pueden probarse por testigos; al exigir la ley u&
e~ci-itopara estabIecer el tipo del interés las parte8 xio Ee-
rhn nunca adrnitida~4 la prueba testitrionial en esta mate-
ria, aunque tuvieran un principio de prcebrr 'por escrito y
aunque pretendieran que h ~ estado n en la imposibilidad do
t o m a r un escrito. Esta es una derogación del derecho co-
m6n. Pero hay ottas pruebas que nada tienen d'b cornú~
con el art. 1341;las partes podrdn marzarlas. 8 s í o1 C6digo
'de procedimientos (art. 324) permite S.las en'cuaiquie-
ra materia, y en cualquier estado de, la causa, abqolver
posiciones; podrán, pues, prevalecerse de Ia confesión cjue
hicieran los interrogados y la confesión hace fe plena can-
tra aquel que la hizo (art. 1356). Asímiurno el art. 1358
dice <queel juramento decisorio puede ser deferido e n cual-
quiera contestacicin que sea, luego tnmbidn naorca del tipo
do1 infer6.s que fuera convanido ~ i escrito.
n Tal el dere-
cho cumún para todas la8 eunvenoiones que no san contra-
tos solemnee; ciiando el e~oritoo610 e~tCtrxiiido 6 título de
pruebs puede ser r~emplaradopor las deni& pruebse q u 8
se admiten por el Cócligo Civil, dalvo la ekceficíón relativa
A la prueba testimonial.
529. Ln Corte de Cabacidn va mhs allá: aílmite ahn la
prueba testimonial cuando hay uii principio de prueba por
e ~ c r i t o6 que las partes se encontrarr)n. en la i~mpouibilidritl
de procurarse una prue.ba literal. Creeinos qtie esto es m-
brepasar la Ley, que exige terminauteniente un escrito, ice
que excluye la prueba cestimouial. En el negocio flanten-
ciado por la Corte se pretendíia estxiblreer la convencídn
relativa á interenas por simples presunciones, ~ i siquieran
invocar los aats, 1347 y 1348; es e ~ t acuestiún que la Corte
decidió y que debeser decidida negativamente, pues Iss pre-
sqriciones no se admiten eino cuando h t ley admita la prue-
ba testimonial, y en el caHo vs BPgitro que la prueba testb
monial no era de recibirse, aun segbn'el derecho común.
Sin embargo Ia Corte de Caen había condenado al deudor
a1 pago de 10s ititereses fundkndose en el coiijunto de los
hechos y documentos; la decisibn fué casada. (1)
530. Se lis presentado otra dificultad. Laa partes esta-
ban acordes e». que el prestamo fuera con interéu, pero una
pretendfa que eritaba convenido al 4p.g mientras la otra de-
cía que al 5. Fué sentenciado que la presunción ara que
las partes no habían derogado el tipo del interés legal. La
Corta agrega que hubiera sido fhcil al prestamista colocar
su capital al tipo ordinario de 5 p.g y que no habia ningu-
na razón para que hiciera abandono de una parte del inte-
r h . (2)
La decisihn nos parece dudosa; los motivos que la genten-
cia alega aólo son probabilidades. iEn ausencia de un sa-
crito puede establecerse el tipo del interds por presuncio-
nes ? N6; se neceeitaba, pues, atenerse á Ia oferta del deudor.
La Corte de Apelacibn agrega que lasi partes han compare-
cido ante los primeros jueces y que s u s respuestas han mi-
nietrado elementos propios á ilu~trarqu conversión. Si ha-
bía realmente una canfesi6n ésta hubiera sido decisiva; pe-
ro, ipuede decir~eque había una confesión cuando el deu-
dor ofrece 4 p.: y que el acreedor reclama uri interég supe-
rior?

FIN DEL TOMO VIGESIMOSEXTO.

1 Uaaaoión, 22 da Junio de 1863 (Dalloz,1853,1,211) Compdreso Rennes,


19 de Abril de 1811 (Dalloz,en la pslabre Pr&star/loc o interis,
~ niZm,,22, 1,Q)
2 Lgoo, 26 de Junio de 1851 (Dalloz, 1864,5, 446, niErn, 6). En el miemo
tientido Durergíer, p. 360, ndm. 266. Pont, t. 1, p, 110,nbm, 248,
I N D I C E DE LAS MATERIAS
CONTENIDAS EN ESTE TOXO.

TITULO IX,
(TITULO y111 DEL CODIGO CIVXL).

DEL CONTRATO DE ARRENDAPdIENTO

DE LOS PRESUPUESTOS T DE LO6 TEATOB.


4: 1. Nocia;aes generales,
1 Qn.4 su enticnds por prt~supurstcu,tratos, prefij ,e 6 dea-
tajoe?..........,................................... 3
Diferencin entre el trato 8, prefijo y 01 .erren$amiento de
obras. ................................................. 4
3 Difere~icittentre el arseridarr~ientcido optrrlsi~8y el de It 8
.-
ca~pres;lri~~ien el relntivo 6 Iti duracion de h gresurip-
cron. .................................................... 4
4 dQusudo es empresario el obrero? ............................ 5
5 El c ntrstci yúr el qila el obrera se compromete 8 hacer
nna obra dun1.0 14 materin, 4.8 una ve,litti ó au a.rl:ridu-
miento?,,, .....A. ...........................'..-.-............. 5
p' 11. De los riesgos.
6 E1 obrero eufle la p4rdida de la cosa y del crabajo ráando
minii~trtt!a materia y qlie la co 8 pArecea te8 yilc al dae.
eos DE LAS UTERIAS
XXDXCE

íío esté apremiado p t a . recibirla. . . .... .. ........ ..,


.
$ E1 srt. 1788 se aplica Éb los trdbajos de c,~nstruccicín?
,..

Se tencia~contradictorias d e ltr Corte de Casaci6n ..........


S Ap icación del principio del art, 1788 á la const;racoiÓn
d6 un baque ..................., . . ........ .,,.....................
O En el caso en que el obrero miniatra s61o sil t r ~ b h j o 86-
11estt obligedo por su cuip;&;ddousl es el nentido de esta
cíiqiosición8 d Debe proba el obrero que no tiene calp, 6
. probarlu el dneño8 Critica de upa sentencis de casa-
debe
. .. . . ..
c~on . . ..,......... ..... ............................... .... . ,,
d

10 Aplicación del principio del art. 1789 al caso de incendio.


11 Tiene derecho 8 BU salario el operario cuando la materia
dada por el dueño pereció por cavo fortuito?. .................
12 iQuid si el daeña está apremiado para recibir ls obra.?......
13 gUnrindo puede el obrero pe.iir el examen de los trclbajoa?
14 4Qni 1 ~i ia, cosa pqcece por vicio do la msterit\?........"...
15 El art. 1791 e8 apliceble 81 cúntrato de ~onetrncción
caanclo el e m p r e ~ a r iministru
~ . .
la materia?............... ..
16 EI obrero queda descargado de la respvn~abiliaad resul-
t t r ~ t ede la mala hrchirrei c ~ a r d oel dueFio ha examindo
y recibido el trabrajo. quid si se trata de h a defeo60 que
no podia Rer comp obado c u u ~ d oel esarrieu? Vacío de Itt
ley.. . .....................................,................
tj 11. Conclusión del contrato da arrendamiento de obras
Núm. 1. Derecho del amo.
17 El dneño tiene derecho R. rescindir el trato. gBzrjo qn6
conIi::icin? Cnál el motivo del art. 17948 gEa qué sen-
tido deroga el derecho com6a8.. . , ..,......... ...
..... . ..,.....,. 21
18 $1 ar*, 1794 se aplica al trato por pieza 6 á la medida? 22
19 iXe aplica 81 ceso en qne el obrero ministra la rnhtterid? 22

N-hm. 2, La muerte del artesano.


20 ~ Y o q.6
r 1s muerte clel obrero pone fin al contrato?. ...+....23
.... ,.....,....,......,...................... ...... 23
21 $Se aplioa el art. 1796 al osso en que el obrero miuihtra
]a materia?.,.. ..,. .+..
22 &u3 si h ~ doa
... . ...,.... ........ .... 24
y arquitectos obligados solidariamonte, y s i
uno de e'los muere?. , ,. ,
29 Puede splicaroe el art. 1796 por an&l~g(s
:,,
al contrato de
,
,,................ 24
~ ~ n s p ~ ~ . . , i~, . . . . ~. . . . . . . . b . . . . .
. 24
24 Cuáles son 1os.dareohosde los here leros del obrera?,, , ,
1fiDYdE bE bAS MATERIAS 609
CAPITU%OIV.
DISPOSICTONES PARTICITLARES RELATIVAS A LOS ARQUITECTOS.
Ndm. 1. Diversos caeos de responeabilidad.
1. De la responsabilfdad de los arquitectos.
25 h reapousibílídad de las arquitectos est8 fijada por b s
arte. 1792,2278,1352 y 1383.. ...................... 26
26 Xi;t reaponaabilidad que ttenen 1 arquitecto y el empfesa-
6

rio s n virtud d d l a~t,.1582 no tiene nada de común con el


S ................. .......... 26
contrato d a arrendamiento.. ;
27 Ls Corte de Css~cióneonfrinde la culpa ooiivencional del
arqsite to y 1s culpa qod piiede cometer coa ttn hecho per-
judicial, .......................................... 27
:
28 Error que reenl ta cuahdo el arquitecto y el empresario son ,
responsebles de 1~ miema culpa por i3ejeeucióa de sus
compromiaos, ¿Son responeables solidariamente de los .a-,
ííos y perjoicioe? Urltioa de la j~rispru~4enda.. .......... 29
29 Los artr. 1792 y 2270 eatsblecen la mi- responsabilidad
y 109 mismos principio8 6 preveen casos diferentes ragi-
dos por principir.~diferentest La íioctrinn sstá dividida y
Itc'juriSprt~derioiano tiene principio.. .................. 30
830 Los arte, 2270 y 1792 ~610forman una sola di8poaici611,el
art, 2270 completa el 1792.. .......................... 32
31 Oontestición R 14 objeción de la Corte de Casacióu repro-
ducida por Aubry y Bau ;...........;................... 34
j 11. De la responsabilidad prevista por el a&. 1792.
Núm. 1. Principio,
32 Cahl es el objeto del art. 17921 Ea qné deroga el derecho
común? Rstablece una prasunción legal de la*oulpaá oar-
go del obrero?. .......................................
33 Po[ qu6 el arqnitecto rmponde del vicio del suelo? Quid
: 36

si avisa al propietario los vicios do1 terreno? Bería vhlido


el descargo que le diera el propietario?. .............
94 Re~pondeel arquitecto por la pérdida cuando ministra el
37

suelo?.., .................................................... 39
85 El .arquitecto responde de los matkriales aunque los minis-
trase el propieBario 6 cuando los esooge?. .................. 40
Núm. 2. & quién se "aplicala disp~iiicióndel art. 17921
36 El art.1792 no ~e spliae m6e qae L los arquitectos y cmpre-
sariori, Quid de loa c-rbreros que no tienen e s f ~calidad? En
R. de D. TUNOXXPI-77
610 X*UDX¿XE DE LAS MATEBIAEI

qu6 ent ti do son responsables y;.q qué difiere su reepoafa-


biIidad de 1s del rlrqnitectt ?. ..................................... 41
31 .Quid de los cZe$¿ujerost .En qué eenticio son tespon~ables? 42
38 E1 sr yuiteato y el empresario s~n uno y otro respúiisables?
C h . ~ o+ efija su resp~n~abíbilid~d?. ..................
43
39 Quid b i el arrliiitecto hace elpltino y cuida de su.ejeonoión8
Jurieprudoncie. ......... ....................... 44
40 Quid si el arquitecto no cuida, de la ejecución de los traba-
~ O P ?Juiiieprndencia.. ............ .....;... .....
I..
41 La responsabilidad (!el arquitecto es geaeral Ó llmitada al
, 46
casa del art. 17928 Jurisprudeacia............,........... 47
42 Curíndo e i responsable
. , el empreeario 4%los vicios del pla-
DI? ............................................... 48
43 Cdmo se repbrte la responsabilidad entre el arqiritecto y.el
eapresatit ? Jürisprriden$a de .loq iribanales civiles y ad-
mínistiativ~a.,. ......................:.............. 48
Núm. 3. i A cuáles obras se aplica la. responsabilidad
de1 arquitecto en virtud del arf. 17921
44 Se aplica el ari. 1792 snio ti la i.i~nstrocción.de no edifioio
6 comprende toda clase dc trabajos de construccióa?. Ju-
rkpradencis .................. ......................
;
45 iEl art. 1792 se aplico 6610 R las con~tiuc~iories á prefi
50

CIOD?
. ............................. ...................
jo?* Cu&l'e<,eneste puato la aclctrinn de. la Corte de)Uaaak
c 52
46 El srt.'1792 -se aplica 6 Is, coostruoción de las rudquinas
que son an elemento esenoiel de 1st cunsirrr cción?.. 50 .....
$ 111. De la.responc3abilidafldel art, 2270,
47 alt. 227 0 establece una reaponsstilidad otra que el ar-
tículo 11921 ............................*;.....
48 &u6 se entiende por obra, hzcrda en el art. 22701 La res-
55
pt nsebilidad por estas obras difiera de la I onpoi sabilid~d.
por la con~truc~$uestablecrida por el art. 17925 Discusión
de la jtiriaprudent ía. ...........................,.......56
49 El arquitecto quo hace nn.plano.y ciiida .del trabajo es
rdsponsablo en virtud del art. 227U y esta responsibilidad
difiere de IH dgI srk. 17922 Ofítim de 1,) do:trina do Anbry
y R~LI.. ...............................................
50. EB respoasable el nrqtliteoto cuando no hay prefija?, ..... 5961
60 Bis, El arqinitacto se presume de culpa en e1 casa del artfou-
lo 1792, mientras que la culpa no se presume en el ar'ícii-
1022705.*....,r.*.*.n~*ai.o.*..*,..m..e,.......o* 62
$ /V. Cuíindo cesa la 'responsabilidaddel arquitecto.
$1 Xl arqnitecio no qiieda libertado de la reeponsttbitiddd ;de.
sus cnlpras por el conegntimiento ni la4 6rdews del5 propie-
tarir ...............,........................,e....
52 Q ~ i d~i el arquifeoto trabaja por los,planos deldneho8 Disl
64
cusióu de la jurisprudencia. En qué ossoa ea re~pansable
sólo el pr~pietario?~ ..............,....L.............1
33 LB recepción de los trabajos libe~tasl arquitecto de IaPes-
G
porlphilidad?, .......e.................,.........-.
54 Qniil. si ~etrata de vicios aparentea? Puede la recepción ser
68
tácita?.. ..................................,......~
66 Piiede el apropietario reauncjar.6 la acción de responsabili-
68

......,..............
dad desptiéj de abierta ésta?, ,.:. '70

.$ 'P.De la acción de reirponsabilidad.


56 El propietario que proniueve contra ei arquitecto debe pr'o-
bar que tiene la :i!lpa.. ........... ..:.,. ..;.............. 71
6'7 Cnsl es la duraoxbn do la garar,tís? En que sentido queda
rle~cargadoel ttrqnitecto despnés de d i e acos..
~
68' flu.i.1 es la du~ati6nde la uccion de daoos y perjuicios q!ie
........
72
Liace de 1 %garan~ia?
~ Está scrnztida é 1q prescripción d e
treirlta ofios?. .....:............. .......
; ,.......e.w 73
69 Critici~de la jiiiiisprtidenoitt conffaria de 1s Corte de ~*ria.' 7'4
60 Crítica de unk tercera, opiriión de Duv&r$er ...C..+ 76
61 $El p'szo de diez años es una prescripción? $3, suspenda
por la rneüor edad ddl prop,ietiwio?. ...- 1 .........':... .....
78
. . VI. De Ia respónsabilidad cl6l art. 1382.
62 ~Cuáadoeon resbon~nbleslos arqiaitrctos, ' y los empresa- ,
...................'..........
S

rine en virtnd del hrt. 13627.. 2. 79


63 La acción fundada ea el articulo 1389 puede ejerceree
aunque el vjcic de construrrción no se revele m6s que dW-
pU&, de diez aííoa, durdnte los que ee responcable el ar-
arquitecto con el propietario .....................................
Y9
04 A~LicaciÓndel principio. Juripprudeooia. ....................
80
4 VXI, .D¿l art. 1793.
65 El arquite~topuede pedir an ,ttnmtil tn del precio fijado
por, e! prefijo, si rl precio de la mano de obra 6 de 106 m&-
tsaaleei ailmuntd,,. ,. .. .....................................
81
86 gPuede pedir en aumento de p ~ e c i o ' ~ aumento
or hecho 5
l o ~planos? ,.............................. ............-.....-
: r 82
67 $30 qn6 soi,t.i,-lose necekita'un escrita? dPaede probarse
la autosiz.~oiijnpor absoluctión de posición 6 por el Jura-
6% INIJICE DE LAS NATFJ~TAS

rnent~?,
. ............... ...................... .......,..
68 La coiodeóación
;, :, $3
relativa, al precio debe constar por es-
.............................
e

....
~rltfj?; s.;;.....,.*..,..........r..*.. 85
69 Aplicaci6n del art. 1703. Juiii~priidencia,............ 88r
50 gA qu6,trahajoase aplica la dieposi~ibn-del~ r t ,1793?. .. :+ 87
71 Ea n9cesririo q cic la co~strocciónse baga 'de pr~&jo.8 Debe
haber necesa1iament.e uq pian cobvenicto entre la& p'arted? S&
72 El art. 5x93 se.aplica ti trabaj.1~hecbos.fii6ra~delo pres-.
oripta ea el plano, cuando se trata de la con~trucción.de
.. un ferrocarrd .................................
.'....*e,..
73 4Puede el .empresario reclamar cl precio de los trabajos no
90
aiitarizados bada concurreucia de la'ventaja que el pro-
piehrirs iilacn,dé, elha?, ......................:.
................ 91
Z4 6Pueaen las partes'derogar la disposicihn del. art. 17937
gCnándo Re consideran haber derogado? ..................... 02:
75 El art, 1703' e a aplicable á tratos .ii prefiio iate$venitf s
entro el empresa,rio principal y loa subempresat-ios?,.,.,,,,, . 04
S VIII, Del arte 1798.
76 d ~ u Pbl~<iétb ' ~ ~dbl art. 17881 '4Bn 406 aerogn e i sr-
tfoiflb 11'66?'SCatiZ eb e1 motivo 'de'esta dcrogrtción?......... 95
7'P Lp ex6b@?6n a610,ae aplica á los olweros. G Q U ~ se entiende
por'b8rmosí' * ~ Q a i dde los obreroa aubempresarias? Su-
c.:.,............................86
rieprode.aci# ...................
78 gCilri18ese1 der~ahodev!oaobrero6 contra el propietario?
Quid'lii et'or6dito del empresario sst4 extilignido en todo
ó en parte?: ............ ....
;. .t.,
y9 Quid di-el emprdeario ha cedido l u crddito contra el pro-'
; ............... ..108
pietnzio? .Tuede oponerae ceaión 5 la obrerus?. Quid
si la ce~idnfu6 hecha a\ commzar los trabajo^?. ............ 101
' Qnid si el ciédito del empresaiio fu.6 embwrgado antes que
80
36~'obiei;osbayan irittntado sn ~tc*ció'n
c b ~ t r el
a propiekcrio? 103
h obrerbs una aecida %recta coqtra el propiekp
81 ~ i e h los
rio? Ea esta acción provilegiada? ' PG9$en. ejeroarln oua,n-
do el empresario cae en quiebra?.
$2 PuGdeu 10s empresarios estar 'personalmente otiligaclos ha-
..............,.....104
cia los obreros y terceros que tratan con los subempresa-
irios sa. virtud de las~oláusulasde cargo?.
e--
............. 106
TERCERA PARTE.
m AEXENDAMIENTO DE ~ h ~ ~ f .&i 0llCT;fEPTE*l;,
.6 11

$3 ~ ~ f i n i o i bdeo loa arts. 1800 y 1711.. , 110 .......... ......


.S1 QaB nniMiIes pueden spr'olijeto del arrendamiento?. , , 112 ..
85 ClaaiticaSi6n. El ehptel es siempre un arrendamiento?.. :, 11%
CAPITULO 1.
DEL 11 CHEPTELII SIMPLIi?,
3 1. Nociones generales,
86 De%uieibh, CYkpptol simpls .... , . ..... . .. . . ....
, ... , ,,, 1 14

~ociedad?. ......... .,. .......... . ................. 114


$'7 El-eheptet-simple es un.contrato de arrendarniauto 6 de
88 El dador permanece propietario del cheptiitel. CuQ ea el ob-
jeto de a v d b del cfieptelien~elarreadarnieto?......,,.. 115
89 'El que t?ms el cheptet es dendor de nn cuerpo cierto.
Consemencias que resultan en-cuanto á sus ob2igiiciones.. 116
*DO Obligsción delWna3or en lo q!ze aer~fiereá Iqs ,pieles de
10s &niru¶leg que parecieron por casv fortuito .......
,, ,117 ..
92, Cdánlo es total la pQrdidaP, ...... .
, ,.,. , . ....
91 Casado enp~rtael arreniatario nna parte de la perdida!. 118
.,, , *. -119
93 Coasedaencias do laJpérllide,totd y de Is.pBrdide pardal.. 119
.
:$:D. 'De las cláusulas prohibidas.
94 Caailes son la8 cliasulta prshibidis por la ley? ..... ..
, ., 119
..
95 Caál es el efecto de Las cl6asulas coatrarias tí la ley?, , 120
. .. .... ...............
86 CuRI es el derechodel ~~rreadatario *en?lrt leabe, en el sborio
y 0n el trabajo de los animales?. ,, , .., 121
$ ~11.Derech~sde [a~~partes.
dispo~srde uae, cabe2.r del rebafio. Por qué?.. , .', ......
97 lgna de Ige parlee aa puede sin el ,consentimientqde lit ~ t ?
123
98 Quid ai el arreridiitsriodiapone 3~ aas c&eza de un gana-
cer adqiirente?... , .,. . ... ..........
,. , . +. .:. .........
do? 'Tivno el dador aooibn. de reioindicscibti contra el ter-
.
99 Qaid si. une do elas p~rtesdiapona de una cabeaa de'la cría 126
124

1100 Quid si nns de las parees dispone de la aab~&.delrbbaliol ;a126


. . ..
101 Puede una (18 las partes.obiign~8, la otra 8 vender? . . 126
102 .Cu&.le~ 8on lor derecko4ds loir aoresdores .9el dalor y d e l
~rrendatario?'Pa*den . . .... . ...
emb wgar .el oheptel,., . , . :127
i 0 3 Ca&lct.eeeldereoh2 del propi-itilrio.de.Iafiocaciiancioei ch@-
.. .
Qle3t;l áado por un tercera 9. su arrendntnrio.. .+s.-.*. ;1?7
......
¿el ,...+..,.,, ,,, . , . , . .
104 De la tragquila. Obligacióix impaasts al .qiie toma.olbd e p -
. . . ...... .. ...... ..... + 130
5 IV. Fin del cheptei.
i06 ht nrrenaemieuto scaba de pfsno al conaluir el plazo
legal4 conveociona~ .....,...,...........,. .... . ... .
,. , 130
recasrisfuc:ióp, y oudl es la durmión del
100- ¿Hay lug~tr~íb
a, da o, TOBO xxn-76
~BPICEDB LAS IZATEBIAS 615
CAPITULO IV.
DEL CONTRATO IMPROPIAMENTE LLAXADO iiCEIEPTEL.i1
-326El oontrlito del art. 1831 no es u0 cheptel. Et una socied
(Jad6 nri arrendpmiwnto? ................................. 148
127 Onhlee aoh los dereofios del arrendatario?,.
128 C n - i e ~aoa lacr oMigaoio~esde lmb partes2
.............. 14Q
.....v...........,149
129 Quién sufre los gastos?
130 Cn&6doacaba el coatrato?.. ...
....................
: ... 149
.,,.,.,..;............ ........ 149
;

DE: LA SOCIEDAD-
...... 161
131 Objeto. del títulp. De les ñooiedades mercantiles..
................. .,:...................,...-.162
132 De 1á cómirnidad, .
..........................
$33 De Iaa socíedade~csrboneras ...,: b

162

BE L A S CONDICIONES RJ3QUXi:RIDAS PARA EA


BXIS33NOIA '6 PAkA
5 b VALIDEZ DE LAS BOCIIlEDhDES.
SECCIONI.-~rinciji*~ gi+jeples,
'334 DefiniciGn de la sociedad, C'ondicionee requeridariS'psrnla
exibtencia de la sociedad 6 pala eu validez,, ..:' ............ 163
tj 1, Ral conaent;imiento.
235 Ea qué 'eentido el consentimiinto caracteriza Iit sociedad
y Ia dibtizigne de la comunidad,. ............... .....
;:
136 La sociedad es nn.contrato consensual. Conseouencia que
163
........................................164
137 Aplicad6n del principio, Sociedad formada ein conaenti-
miento?.. ....,...,...........S...,;............................. 154
138. El-coiid$ti.timiento pu'ede ser dado por rntificadión. Rsteo-
trae la rectificación para con los terceros?. .,,........S. 155
130 E1 error perca de la naturaleza civil ó comercial de la SO-
. contrato?, ,7.;:.,...ri.il.
.
'ciedad vicia 131 consentimiento y arrastra la nulidad del.
.......................................
I
156
140 Los '~looiosdeben ser capacw par&Cuutl'aer. Pueden dos cq
poso1i f n f w ~ t rsociedad? ...................................~......
.
...... 3158
57
a

BlCS E1 slpodcrurlo general pcede formar una sociedad?,,.


616 INIJIGE DG LAG XATERIAS

$,TI.Del obieto,
142 Ea.necuwia qbe qada aocio hngi un aporte, Sin puesta no
ha$ sociedad.. J~ar.isp:@~noia,. ,,., . .............................
If.59
..... . .. ............... 10-
2x3 .En~qaé.debe,cop3i8tir~~a ppesti? Quid (Le1 o"r&ditop8titi\o.
Quid del, creA$o. comeici~l?:. ,.. .,,. 7.. :a:&.
t44 .Quid si lia:co~ven~i(ingribt.ye parte ;de .,i~iter& 'Bo
.oía,. q ~ pq*
e .tima ninguna .pOisti?
. ds ' e s d doii'Udiiiicitfn
da bienes futuros. ....................e.................,.....
ZBl
III. Benehio comán.
. , ..,*" ,,
145 Para qne haya eoeiedsd eij n~keiarioque una cosa se pon-
ge en comun e4 .~ieta de repartirae 1s utilidad que piieda
,\,A!,
\ 1
( a ' + &

reernltar, Jurrspfifdehbia ..,................................ 103


146 Las $s?ciaoiopa rsligiosss no son sociedades oiviles ..........
162
. LBS~ociadade~
............................. ,.....
,147 de 0,$ur03 mutuos no.soikl eocid'deiteg civiles 163
T'iS- 80h moiiatrdea i~aetoiitirias?. 3.68
k19 Jnridpt~denoia:7Oonvenoionee que no fofmbn sociedades,. 164
~ ~ t ) . a D . ~ . .
eue le'utili'ctoid consirDir'ea una 'utilidad pecuniaria que
eizriqueeca á los sucios? -Quid rle las sociedades de casi-
.............................................
dores?.,. 1 b . L b 1
164
,151 La utilidad debe t k r eonuo y ser.Objeto de una pertioióo.
. . Ja$i:B~rdi'd$n&;~r.*t a r . * * r * % , * i r ( r r . . e * c * 6 . . q ...
.*..:y- j.163
152 La participa;ci6n &e ilaa ;ritili$adeq.b~~t~~par,~ que haya so-
oíedad? . Ti? conv+noi6n por la qye ppq psrte r n i n ~tau , un
oapital,' kkttpu'~&Ado;
utilidades, es una sociedad?.
.
......... .. . ... ...
'idernáe'&l intoréa; h n i . $ ~ r t een laa
,
162.lis.. Quid.dal.8ireodamieuto eo el que el dadvr ehipnla
3,. , 166
uoe par^^ en lts utjlidoies?. ............................. 167
158 La, coavencióri qiie inier9iehe' kath el abtor y el editor es
una eociedad auaiido deben :partirse lgg ~tilidades?. , , 168 ...
titisidedesea un sbciot ......;. ................. .. ..
164 11 dependiente que, recibe como soeldo sia'pait$'ed4~s8
. . r, 169
..
f 'IV. De Iq'ptii.tlcipa~ióa -de las '~BrdY&&s.
\sa p~~rti~ipación. Bu. 188.pérllidas' ea.oi, elynektp rese6biai
de la sociadsrt28 Critica de 1s defluición det ,C6digo. , ,.. 178 . ..
6 'V.' Ctiitsa '1l.iOfia.
15C
cita. ,,~.., ...................... ...
15r/ 'Fosa sociedad que time una .caos&i)i6í,tsee in%xf&nte.
. 17'1.
IC11 odjeto Ztiito de que habla el art, 1833 es uoa; ~azcsa~cz-
e..*.;.. p.--.,..

JuR~p~~dotlCia~. ..................... .
,... . q , , 17% .{,,-.

168 S u c i o i . l a d c o ~ ~ ~por
r ~do$
t ~ drzdj
~ ndicntarios de cr6dttos .f.an
escribano .... ............................................ 173
i-mrdbDE LAS -XATERIAB 61'7
159 S )i..ielsd &tra un si5ogado y un ~gregado.............. 174
160 Quid d., la convención 'por la qilo cin a b ~gadose compro-
...... .........'.... ... .... . . ....... 1.76
" mete*&partir da uti1idad.de su estudio c i ~ n r~udepeodiente
pr'iobipatI? . ., , ,
161 &#lid de la convención por la qna do3 personas se .as6cian
p;sre.obten%~~unlaadjtrdiclrci6hexclwendo su competeacb? 126
. .... ......... . M1767
162
'
&<d4le la'soziedad entre iia farmacéutico y dos médicos
par&18 ~explotaoión.de .usa -botica?. , +..

169 La eóciedád con cahsa ilicíta es un coatrato no -&ist&te..


.-
f64 .Consecnsncias qu3 renu~tan.oiiandcel.ooritrato =norecibió
piqgnn8 e,jecuclon. ,,? .. ... ..,..........
,, , ,.?&.. .... .. . 178
,
165 6101: .i ' o ~ocius
~ h-in.~,partadosp parte? Piieden'eiercer
? 10entregado al f.lodo soci+i?.
sns d6v ~ l - i c i o n apor
166 Tienen los s ai ,+
. ......-.. 178
iccirjn paka el reparto "de.utilidades?.
167 'Inseguridad de ;la.áoctrina acerca de esta ,cuestión..
Y69 Inaegnridad de la jarisprndeocia- ..... .....,. ,,..... 185
. ,
....... 184
180

........................... ..... ..... .. .... 186


169 CuR1,es al efeata de la sociedad ilicitsipwra con los hqce-
.roa?. ..: t..

-$ VI. De la forma.
170 CoLl es el objeto del rirt; 1 8 3 4 ~.. ......- . .- . ... i188
- - ..
171 La prueba kIe~las1aoaiedadeequedfr bajo gl impprjo;bel,qs-
. recho común,. ,........ ... .............:......,. .,.. . 191 *
172 Un e$ciil;o e8 necesario ,para la vti\i$as cfe la.gopy$n,ci$p?.,s;191

, . . . .... .
173 E l escrito alegado como proebabliter!~l&iebe serqrefiqctado
enilas )formasprescript~spbc e!,art. r1!3$5T,. , , ,192
1?4 CuSodo la prueba tsscirnonial es ,admikda? @qt5~(6entiep-
. ...+...
d e en el err,. 1834 por .o&jeto.de la toci(zclad2 .,.,,, .194
...... ..., ..;,. . ..
175 El art. 1834 s~ aplica &atodas 2gs socit&z&s. 'qgljc@~io-
n'es tomadas enala jnris prntlencia . .: , . , -,196
176 La,pr.n.iha teetim~ojal,eg adrniuible cpanflos,hayun,p$irp,~i-
pio de prneba, por escnlol Cn&sd,o , bzp
, * up; pfincipio de
....... ... ...... ... :. . ..
.

pruebz por eacrito? , . ., . S 196


177 Se aplíka R la so'ci~da&~l~icag~s"d~~u~~¿etrasp~san+testigos. 199
. . ............ .,....... ... ...... .~..
178 *Elart. 1834 ssap'ica 6 los terceros qaa trafian con a4a 80-
ciedad?. , . ! , , .? , 199
..... .. . . ....:...
~ d ~ , el
179 El acto de eociedad debe .regietnaree r . ~ & @rgpntiene
apojta de un inmueble? .,. ,; , , . * * ? e 200

cied~d?... ........... .. ......... ....,...... (. = . 201


180 Ellart. 1690 eri aplicable á l a pruebe dei.qn prádit~:en 18 PO-
. 4 -lo

5 VII. ,jk'orrns la sociedad.una persona .clv!K


i 8 1 Las ?o$edades civileo no forman úbo individualidrd.jhridi-
Jalde etis eooios?.
'~ca~d~seintii~de ...... .. ...... . .
, ,
~.ldeD. roko =VI-79
: 201
618 INDICE DE LAS MATERIAS

182 Coneecuencias que resultan del principio. $&u4 diferencirt


h q 6 este respecto entre las sooiedadea civiles y la6 cc-
rnercialea?, ....,.,.................................
183 Ss vuelven persontis morales las sociedades cuando ee cons-
202
~ ........,...........
tituyen bajo !a f c ~ r mmerc~t~t~il?..,
184 Las sociededes extranjeras formen una persoaamoral. Pae-
204
.den ejercer sus derechos y representar en justicia en B é l ~
giea?. .............................................................
204
.
185 La legislación y la jurisprudencia hsncesas pcercs de eats ..
.
cuestlon, .................................................... 2@6
u.

8BCCjON.II.-De l a s asoekciones que no constituyen


soci~dadesciviles.
tj 1. De las sociedades.degueto.
.
186 ?Las-sociedadee.formadas
son.p~rsonusc~viles?....:
en virtud de libeitad ds asociaci6n
.....................................20 P
187 Bstas sociadadea, etlpec~almeatelas aociedaderi de gaato,
son sociadudes civile~i?.......................................... 208
188 A qniBa perteneceu los objetos adquiridos en nombre uo-
ciaj?. ..........................--...-..-...........209
188 bis. OBmo se c~ntrirtane tak sociedades? Deben lns miem-
bros considerarse como mandantee y tienen úhligaciooes co-
mo tales?;. ............................;.. ........ 210
189 .Cómo pueden eeas sociedades proceder en justicia? Con -
tra'quikn la ~ ~ i de6 los n creed dores debe intentarsel. ;., 213
190 El art. 59, pfo. Sil"del Código de Frooedimientoa ss splice
ble á estas ssocracío~as?.. .................. .....
.; ,*.:. 215
191 Son oompetentm los tribunalee para decidir ItIu diferen-
cim que se susciten entre IOB suci08S.. ................ ~215
192 Son competentea los t2ribunnleapara cococer de la sendi-
ción de cuentas? .................................. 217
0 11. De la8 asociaciobes religiosas.
&os c6nvantos'6econstitu2dos 'por el frazc.
l g 3 Abolición de la^ órdenes religiosas por las 1rye.i revoiaoio-
narias................................................... 218
194 La Iglesia coaaidera como no existent~s las leyes que
atacan su pretendido derecho divino,, ................ 219
195%Los conventos abolidos dti derecho son restab1scidos de
hecha por violación de la ley. .............................. 220
196 Oat ta de Pío V I á los fraile^ belgas. ~ e c r e t bde. la Pro-
paganda aprobado por el Papa'. El fraile sconsejado g sn-
torizado por 1s Santa Sede., ........................... 221
197 Lae asooiaoioaes religiosas son sociedades civilesa Ben-
i ~ !ti Corte de Eruselm auti declara las pretendi.
t . ~ n c . d~
d.as sociedades nulae eomo hechas en fraude de una leg de
arden piiblico con objeto de reconstrnir Isa manofi moer-
tas ............................. .'......... ....................,......
222
298 Decreto con5rmativc, de la Corte de Casación, Las pre-
tensiones de los. defeasores de la Iglesia y el derecho.. , 226
999 Ai~rcciaci6nde la legislación, E ~ t aes necesariamente res-
..
trictiva, frente á la creciente ambición de 1a Iglesia, 228 ........
200 Cacl ea el derecho de los socios. que abandonan la con-
.grege.oión?.Tienen uaa acci6n para lh devolnci6n de sus
aportes?, .,.......A-.. ........,.... ,: .......,..................
230
201 LOSmiembro8 que dejan la cong~~gaciqnpueden pedir 18
partición de bienes comunes?. ...................................
.233
202 Aplicación (le estos prinoipjos 6 las utilidades y p6rd.jdas. 237
20'5 Cuáles son los dereqhos de los herederos de aquelloe ,que
han dado 6 vendido ,bienes 9, una comunidad religiosa? La .
ordenanza de 1745 está adrn en vigor? .................... ....
,.,, 239
204 Tienen lrs herederos un derecho en los bieuas ~dquiridos
por su autor como pereona i~zterpuestaen provecbo de Ja
comiinidad?., .....:............,*........................ 241
205 Disensión de .uoa
- sentencia de la Corte de Lieja acerk
de esta cuest~on.+.;. . .....................*........ ...........
.; 222
206 Discusibn de un8 pentencia de la Corte de Bruselas. .....
246
207 Desechos del. Estado. Deberes del legislador. .............
247

~ A P I T U ~11
~.O
DE LAS DIVERSAS ESPBCIES DE SOOIEDADES.
SECCION l.-& Zas sociedades civiles y comercitzbs.
208 Las sociedadeb'son oivilies ij mercantiles.:. 249 .............
'9 1. Principio.
209 Qué sociedades . .son mercantiles? QUQ diferencia hay entre
é ~ t a sy las 'ciyiles?...........:.............................249
........
S

2 10 Lag sociedade~lde comercio son penonas civiles. 260


211 De lau ~ondicioaesde forrnril -J. de publicidad prescriptas pa-
ra las pocíedades.de comercio. ........;.......................
250
212 Los aocios en leld edcíededes mercantiles est&n en general
abligadoe solidariamente por las deudas sorirtles.,. .......
252
21 3 Las f~ociedadeede comercio pueden ser deolaradae en qaie-
bra* ..................................P......,.... 253
214 &ui& CbncCe de las,ccleteetacionee entre socioe de las so-
ciedade~mercantiles?,. ................................
215 E l art. 1565, 3. , es laplicable 6 las sociedades mercanti-
264
les?., ,.................:,,...,,,......... ...........................
L., 2%
216 Lp ley e&ablece una presc:iFt&5n eapcid de cibco ~Yiog?a
6 Iiqoidadq~mpde
.prpoecbp.de Iog~socinu,adqini~tr&d*~res
IBB socie&dea de come~cia ............... ..,,,. ... ....
., e,t. 255
& 11; ' i ~ ~ k ( l las
e u abci+lade& b?+iIeilen 'transformarse 'en
sociadadecl ile cvmercicr.?
217 L08 parto@conkat%otesnn baedea tt'snsfurrrtvr én ~ooítdad
lile cuiaetcíb rtoh &ciedaI3d~Tril'por &u n ~ e u i i l e k g,....,,..c... 856
21.8 .Pueden tomar ,en ef derecho. msruantil los efectos l3gordus
6 las sF$i6fediidea,marca~tíit?$ishanido e'sbd~efectos rio son
....I;,:.. .,..........*.,. ...258
uel?tivoti al urden +g~!~b'iao;,:~,.. -1..

219 ~LhBEso@e(ilBd&h lrc$!ie$ ptieden t~hllirIri;s,formLsdslaiiiner-


ctfntiibdt,,...........,S
.e--;
,.....d......;,.:..--1.. ...:. id...,. ..... .J. 959
crvRea
220 1;as '~b~ieáritieb gire'toman s s & ~formaszse vYak;e'u
. meqantiles?.. ..........................- ..---, 2109
321 'Ch4iés:son los bfectb% pr~kocido~ por la.adopcióh $deldi
.'forriiag'nie?c&ntiíes? h e ~úoiedaílesciviles conetituides .eri
las forma- de fa ley 1893 se viielx?en per~oriaarcIFfile~B,~.~. . 261
222 UHeo~iedidérl'civi~~s hontiboid8s bajo el nombre de ~ i l i a
soviedad de-comercio están ~ornetidasB lsijurisdicoi6n coh-
sular?. ................................... --.........
262
+ .
223 CQmo .se liacen lYatsriis$ifictecidtiea ycitJl? .+l..c..dtd,,, .C..-262
~ forman urja aocie~indcivil bajo el nombre d r
224 I,os F O C ~ I . LQIXB
una sociedad anóriima eatSn obligados á sus compromisoe
aonfor me 6 la ley cbia~rc\gl?,....... , , ,,,. .. . ,.,,,.,. ..... 283
cj 'DI. t A ~ ~ i ' c ~ e ? ~ n ~ ~ ,
226 'E~e,$o~~eladds aeadas'para la, ~eapIihióh&.iba prcrlltrc-
toa qatu<qltiude itu foadq son s~qiedadesc,Iv&lesY,. , . , , Z65
226-Las socíedades para la esplokación de oua mina son PO&.
..,
dades civí esd Ciinndo '$0'viíél'ven @orcantileaS.. ..........
265
227 Qiijd de Is a ci:ie(%ad .
formada pira Rpscaf, mípaaf .,.>. . , ,867' ..
228 .Las 8,-qiedadesfn,rporae pa!a .comprar inqlpeb es c o ob- ~
jeto, d.0 revgad~r!os6 apendwloa son aociedadea c?oiles, .
Coo~ebnencias-q~le .
resu1taa, ‘.,,: ,,.,,., ........ ...
,, , .a.
-228Lap aociedqdeu foitpa&~~-*$~.op la direcoíbn de un estableii-
, 267 S.. .
r,

miedo de instruccibn son :ona sociedai civil, . , ..... ....,.


.y269
SJFD,CZOl\t 2-T -?e &s soi;iddddes ~ui8e't*&álffs
y pdr~~éii~~$ds.
230 bivrsiiín d e las sbi?edi¿ib@8n3 aoivdraales.y par:tí~ulkr&s'.,J'. 270
De %La&eociedades universales.
,281. CIasificaoió~~ Za~~sociarto,dcmaniverilalies son par&,te'<irie,e 270
MDXCE DE LAS ~ I A T ~ I A E I 621
Nbm. 1. D,B la sociedad de todos los hieneg presentes.
232 Qu6 se entiende por sociedad de todos los biene presentesi'
Por qué prohibe la ley c?m$rirender en ellos los bienes fu-
........................................
turos?....
2:33 Cufiles 8611los bienes faturos que loa socios no ptíeden oum-
272
prender en sus sociedades nnivereales?. ............... 273
234 Quid si. 1 partes hacen eata ea~i-pul~o~óa? La nulidad de
la cl&nsulasrraitrará la nulidad del contrato social?.. ,
235 Ou6les son loa btenes que entran de derecho en la sociedad
.. 273
de bienes presentus? ...................................... 274
236 CuAlles son . . loe
. . bienas
. . . que, . las partes pyden oomprepde~
......... .'.
s . a *

en ellb?. :....................... .............. 27'4


23'9 Ca6les deuda9 egtran en el pasivo de la sociedad de,todos
los bienes presentes?,;............................ ...
275
Núm. 2. De 1.a sociedad universal de ganancias.
238 De qn4 se cornpona el activo de las dociededes de gsaanoiaet 278
2'3g Cuále~son %as deudas qn8 entrdn en el pssivo de esta m-
ciedad?. ......................................... 277
Nbm. 3. Disposiciones generales.
240 &o6 comprende la simple conveoci6a de sociedad nniveraal? 278
241-242 &u4 pársonas puejen contraer axia sociedad uníver.
.........................................
881s. 2V**2so
5 11. De la ~ociedadesparticulares.
243 Dafiaicióa de las sociedades,particulgre~............ *. ,281

CAPITUIIO 111.
DE LAS ODLLGCACIONEB DE 50s. ABOCX~DOS
EN!??&E Sf*
6 X. Del, aporte
Núm. 1, Del transferímienta da la, propieQ8a.
244 En qilé sentido el aporGe constituye una traqaIaci6ri. do pro-
piedad?, .........................................
245 Cómo se transmite la propiedad de-la cosa eotre socio8 Y
258

con'relnoi6n ii los tercero&? ........................ , 283


246 Los a ~ h .1611 y siguientefl se aplican. d tiporte de un int
muebla?,. ............................. ............. 284
247 De la obligación de gwantje,. ............................. 284
248 Del aporte de goce. 4Ei)QD dere~hode usufruato ó UD de=
. recho, de aerewidapieotoP,, :. .m................,.........
deP.
287
D. TONO X X V I , - ~ ~
622 INDICE DE LAS ~ A T E R I A S

Núm. 2. Del aporte de una suma d0 dinero.


249 Qbligacíones de los socios.. Motívos de las derogaciones que
el srt. 1846 trae al derecho común.; .............................
288
250 El art. 1846 se aplica al apoi te de las cosaetfr-uotíferas?. 288..
Núm.13. Delaporte de industria.
....
261 A qué eató obligado el sceio que spoitá ~u'indualrla? i91
252 Biferencisentrenel aporte de indwstria y el a j orte de nna
COBB ....................................... 292

fj11.Ue la responsabilidad de loa $ocios;


Núm. 1. De la culpa.
263 De qué cnlpa son responyables los socios?, ............. 292
'264 Aplicaciones tomadas en 'la jurieprindencirt .................. 294
265 Hay lugar 6 campen~aci6nentre los daño3 y perjuicios que
el socio hrt causado L la suciedad g. las ganandas que le
proporcion6?, ................................................ 296

Núm. 2, De la obligación de cuidar por los intereses


comunee.
256 E.l socioadebede plrrno 108 intireeee de las ~iamas que to-
ma en la c a j ~social. Ju~ísprndtncja,.................. 296
257 A partir de qué momento y hasta .cu$ndo debe el rocio
los intereses?............................................ 298
258 Ci~andoestá obligado'el socio & pgnr daños y psr,juicioB 298
259 Quid ~liel deudor dgl ocio le hace un pago cunfido tam-
.. es deudor de la'so&eciad?
bien
~10n?, .~~....~........
Cómo se har6 la imputa-
.............m........i..............
..,+;. 299
260 Qerogs el art. 1848 al 12538 $ni? si el deudor hace la
imputación! Permanece aplicable el art. 1848 pstre el
locio y la, sociedad@.........................................
800
261 Se aplica e1 art. 1848 nl socio n o ,tidpiinistrador que,r,o
Uen.0 poder para obrer en nombre de la sociedad? ...........
301
262 Se aplica el ayt. 1848 al oaeo de compeneaciRn?..
283 Disposición del arte,1849; Cuál es el motivo?,
........
302
..............
303
264 Debe el 'pocio'bicer el aporte iomedistamente 6 sólo
cuando el deudor es insolveute?. L...,................, .;....
304
2655 E1 srt, 1840 piiede extenderse por vía de analogfa? De-
ciwi6n de Pothies, ............. ..,................
, , 305
PNDICE DE LAS XATERIAS 623
111, De las obligaciones de la sociedad hacia los soeio~.
Núm. l . De la restitución de tau puestas y de Zoe
riesgos,
i t i 6 TPienw e1 socio der 4, .
ho 6 la restitución d i su aporte#..,,. , 306
1. Del aporte de la propiedad.
267 No há l s g ~ iir 1s reatitación de: aporte, .................
%S Si la cosa llega 6 perecer quiBn ~nfi.ir&14 pérdida? En
308

qu6 va90 caed-.rá, diaueita la sociedad pcir la.. $rdida de la,


1
.
30'7
C~W? ~.....~.v........;.I.......~i.~.i.i..i........:

S69 Quid ai el aporte tien3 por objeta) oouns indetermiasdea?. 810 .


U. Del aporte de goce.
270 Crzdl es el derecho del ocio? Quien tinfro los riesg~s? e..b 311
271. La perdida de la COFIA arrastrli la disolnui6n do lasociedad
Y( P' q~h?.. .................................,.......
................311
-72, Quid si QI socio airreciS e1 nlnfrut~do la cosa?
d)
318
273 Quicl si Iwt cosaa C L I r~ ao11, g ~ aporta
e el socio son cori-
samible~?. ...........,....,....,..............,.......313
274 Qvi i s i llrs COSBS se deteril~rsn al conaervarias? Cn$l ea
el derecho del socio?. .......................................... 314
27.5 Q l i d si 1 ~ o;ta&s
8 ,312 (lcfsti~an
6 ser vendidae?, ........... 315
276 Quíd cls las cosas entreg $da*por al a Úo? .................... 316
V ím.2.' Créiiit,os de 10s a ~ c i o scontra la sociedad.
2-77EL socio paele repebir gris dea~niholso~,. Qaid de Ica'; I n m
tereser? Qnid rlsrlcs intereee~,de los iuteres~e? ..........
317
278 &o sociblad *jebe indemnizui.10 de 1aa obligaci~inee que
t.oqf,rae para los negocios aocialo~.,........................... 318
279 Tiene dereoho $ una indmnhacióm por 10s rieaños ínsepara-
b l ~ ade su gerencia?. ........................................ 318 '
880 'C6mo @eejerce 1s acción del socio contra la sociéldad? Lo8
S O C ~IR 6011 respr+nssbjes ao:idririarnente? Qniéu sufre la
insolvencira do uno de 10s. socios?. .*.............-....
318
5 XV. Delreglamento de las partes.
Núm. 1. Cnándti h G convencidn.
281. LRBpartes conlrat;anfos san libres de fijar In parte en las
utilidadea y pérdidaa couao 10 qnie an.. .........,.....
320
-
282 Caiinrlo no fijen más qtie ía parts en las ntilidndes In par&
t e pn las perdida8 ser6 proporcion~l 'u d e loa benfficios. 321
283 Ea cIaúsula $0 la par,tición .original t e oplic~,6 78s para
tcs?. ....;............................................. 322
624 3ÑDfCE DE LAS MAT%kUS

284 Quid si las puestas iyn deeigu~lcs y que la convexcí6u


es,kipula le paif ici6n igual de las ntilidádes y pérclidaa?.:, ., 32q .
Núm. 2. De las cl4usulas prohibidas.
1. Prohibición relativa 4 la8 ratilidrades,
285 Ls ley prohibe les soci-dad leoniua. Motivo de la proM-
bicibn. ...................................................324
286 &viid si Ie convención liberta de toda conti~ibuciófien Faa
perdida8 .. ocio que eat< exhliiido de le parti~ipsoibnen
las titihd~des? ................................................32b
287 La ley nó prohibe la ~nrt~ioión de-igual de las iitilidades,
Cu6l es el liroit 3 de lo permitido y de lo prohil)ido?.
288 Se puede estipular:glie una de - los. sociO~teudrgto'dasu1.
..... 335
otiXidad6s bajo una condición; por ejemplo, baja condici ii
de tmperviveacia?. .....,............. ..................... 326
.y
289 Etxede estipnlariia'que uno de lori sooioa tendr6 ú, eu elac-
ci6n una snml fij6ja 6 una parte en las ntilidades?, i ....... .l. 328
11. Prohibici6n telativa 4 lat~pdrdidaa.
290 La ley piohibs 1s oiánsula qiie liberta á uno de los sociw
de t ~ d aoontribnción en 1 R pérdidas. @a61es el inotiiro dt:
la prohibioi6n?. m......,.; ...........................
' .

291 La prahibicíba ns se aplica al socia indostrial En q<iB


,

d.
328
i

sentido paed* ser libertado da la canfribución QI las péx*


díd~st.. ......l..........................,....... ..:..
;.... 33,O
292 No se aplica 6 le r,lhuuula que dispensa á un socio de
contribnir 8. 18s pérdidas en cie toe IÍmitea ...L' ............
330l,

293 Examen de alguna. í! á ~salaaprevi~tasp Potbief. I


r ........
331
294 Puede eetiphl btee qjie irnb de loa. socios. t ~ a d r & en~ 168 *

utilidades unii parte uirís grande que en IáB p6tdidasldb.,..>. 385.


295 Quid si 1%s~ciedadas 6 contratada bajo tina,. da las ~ 1 6 ~ -
.
. prcbibidws por el art. 186Sf
salas
i~exrptent,e?,.
la aoaiedad!unla b.
..................................... .........
, ..;,, 334 ,.+a:.

por lb que las soaioa se ati~nensotio81 otro .


296 Da la. ~l-llti~sala
parala fijaci8h devlaapartes., ................................
334
Niím. 3. .Fijación iie las partes por la ley.
297 En el ailsnoio del contrrto las partes son propo&ioiiales 6
Iaa puestea. ..............,.............. ........
I~L... 335
298 Cdmo &e valoriza el aporte indnatrial?. ................ 336 '
299 Quid si adem6s da 18 indastri&el socio upqrta tarnbign 0 t h
CO~E(?. ..*.....................*.........................................
a ,
337
300 Qnid s i la s:ciedad se di~uelveantea de la época fi;ada p r
la aonvenciún2 Cómo se valuar4 en eisto eHso el aporte del
.........................................V..33%
m ~ i oinda~itl.it314,.
Y. De la adrninietración de la sociedad.
301 Derechos de los ocios. Intervenci6n del legis)a$cie.;,: .:.,,...338
Nilim. 1. D;la adrninistracibn confiada &un mandatario,
f Nombrgmiento y revocación del mandatario.
ocios.. .... . ......- ..............
302 El -gerente'debe ser nombrado por la unanimidad da los
. . .,
308 Es revoc~ble,el gerente?. ..,....................
....?. ..:.. ..-....
..,..,......
, 339
S

340
S

304 Ql~idsi el acta de sociedad confía la.adminiatra&ión á un


extraño?.A, .... .. ;...,...,.. 341
L '

506 En qué caso y por quih puede ser rovocado el gerentb nom-
. . .*.. . ... . . . . . .. .
brado por el ai:ta social? . , . : :, , 341
306 G6mo se hace 18 revocacibn del socio qne el art. 1856 asi-
mila á un simple msndatario? , . . ..... .. . . . . .
, , , :, , 342
11. ~ b d e del
r administrador,
307 El gerente de una ~ociedad.deheser animil&do6 na mhnda-
tario general? Sn p d e r ea más d menos extenso que el del
maodattrrio s~ghael oi~jatodo la sociedad, . . . ........ .
308 Paede el gerente hipotecar los bienes sociales? .
, . ,*. ,,343
.,,, 344.
309 Poede contraer isn prbstamo? . . . . . ... ....:... .. .. ....
;
$10 Tiene dereohw de transar y de comprometerP
: , , 346'
. ,' 347
311 Puede el gerente promover en jnsticispen nombre de le a?.
y en su contra? . . . . . . .. . . . . .. . . :. . . .. ..... .
ciedada Cómo 8% hacen las notificaciones por la sociedad
. , , .
31% Qniil si hay varios gereptes? C6mo adminis)trarrín? ; . ; 349
3%$'

813 Tienen derecb'o los sucios para intervenir e n la, ger'6ncia


. . . . .. ... .. '... . .
cuando bag irn gerente? ,- , ; . , , , 350
, b

M6m. 2. D e le adrnioistraci6n .ejercida los socios.


1. Poderree de tos R O C ~ ádpinistradores.
~ S , v

314 Primera regla, L o s ~ ~ o c i en


...... ...,...
a s elsilenoln delsacta tienen Un
mandato tácito y.genera,l psrn administrar..
315 Este. mandato se limita B la, dinra,:iÓn de la sociedad..
, , 350
352
.
d6 No sa refiere m6s que á los actos de adminietracidn. . 3% .e,

....... . ..... .. . ... . . .


317 Queda restringidu por. el poder. de oposición de los demás'
socios , .,, . . .....,, ... ...,. . .$. 353
. ... ....,.. .......:. ...,*...,...-
318 Cnál es el efecto de la oposición entre las partes 7 par&
coa las térceros?, , ,, , 353
819 Tiene dereolio 1%meyoria en m~teriade administraoión y
... . . .........
de .impenex EU voluntad 6 la minoría?., , , ,..
320 Puede In mayox.lr\ rnodifioai- los estatutos de le socielad? $58.
356
a, de a. TOMO XXVX-81
626 INIIICE DE LAS MATERIAS

321 Se necesita Irt rnreyoría absolata~óbasta 1s mayorfa relati-


va?. ......,........................................
.......................
322 Quid 'si 1oi votos se dividen?.
35s
359
FJ3 Segiinda regia. Del dereclio de los socios de aervirae de las
Casa8 que perteueoen 6 la sociedad. .................. 359
324 Tercera regla. Del derecho de cada @ociopar&obligar áTgus
coneocios. Limites dts ebte derecho,. ;.................
325 Cuarta regls relbtiya á las innovaciones. Qué se entiecde
368
por esto? Gpalqaier csmbio .e3 una tovacibn eh el setitido
de la ley?, ....................................... 361
326 El BBC~Oque adminishra; en ~irchddel art. i :í5U puede ens-
jenar?. .................................. ..................
.; 362
327 Cp%lgs el sentido del art:. .18!30,?Erly una diferencia en lo
que se refiere al paler.de engjebar entre el ocio gerente
'

y el E O O ~ Dque ec\mi.niatrn en el"caso previsto por el articu-


lo. 1859?Cual es esta diferencia y cuBl es 8in ranSn?.., . , 363..
328 Puede el ocio vehdcr trn parte indivisa en Xas (:osa8 uooia-
les cu&les el efecto de esta venta par&con la sociedad y
para con los terceiosf.. ................................. 361
Nbm. 3; Del deiecho del s&io de, asociarse un tercero,
-. ..........................................
329 El socio puede asociarse un tercero, No lo puedeasaciar á
la sociedad,. 368
1. De la prohibición de asbciar un tercerb si, la, aocietiad.
830 Piiede el socio administrador a~lociarun tercero á la eocie-
dad?. ................................................ 368
331 L8,prohibioióndel art. 1801 es apiioable. á las sorie'dades
por accioneb? ................................ 369
332 Un tercero puede ser aeociado 6 la sociedad con el ooneen.
timiento de todas 10s .eocirs. .................... 370
333 Cómo debe.derse esfe conseniimieeto y r6mo ss pruebat. 371
334 La aociedacl paeae res.rverie el dorecho de prefereil~iw.Ea
e ~ t un ..'..
e derecho*de retiro antilogo al retiro sucesorral? 372
336 Desde qn8 momento tl.~coioqne cede an derecho b a o el
imperio de asta cláusula d r j dO . ......
~ Eer asocictdo? , J . . 373
336. En q a 6 c a ~ o .puede
s Ix ~ociedadejeroer su dereehc de Dre-
ferencia? ................................... 373
11. Del derecho del sbcia para. asociarrss nn tercero.
837 Cual es la naturd~zada la conveación q , ~ einterviene sntre
eI sacio y el tercero? Xs nxia venta 6 uqa sociedacl? ......
874
.. .
338 Cual es la bituación .del tercero parrt.con la sociedad? , 876
339 Qnll es su sitaa~ión'para con el socio con qnien tratd? , . 377 .
340 G U Ées~ Ja sitaación del tercer cesionario que se vtlelve so-
INDICE DE LAS NATERIAS 627
d o par&con los.acreedores de la sociedad? GuB1 es la si-
tiiación del cedente? & nede este ehtipalar que no responde.
~5 pibr llis deudas exi~tentesclrando 1%c6sión? Quid ai es-
te t st,ipulaoiiin se encuentra en el actd db sociedad?.
341 Cui 1 es la ~itiiiicidnde la^ yrnrtes.para con lo^ acreedores
377 .....
cuando el thrcero es iikn croupier?. .................... 379
342 Cutiles fion los derechos de lo# acreedores 'dei socio Para
con el tbrcero cesionario 6 el.croupz'er?, . .... .........
; 379

CAPITULO 111..
DE LOS COMPROMISOS DJ3 LOS SOCIOS HACIA LOS TERCEROS.
5 1. $hándo está la sociedad comprometida Dara con
los terceros!
343 Pasa qrie la eooiedad'esté obligada por el compromiso dij
un socio es necesario: 1 e, que Iíste hava obrado en tal
calidtntl p ~ cuenta
r de la snciedad., .................... 381
344 E s iaeceshkio: 2. ,Que' el s~c!o tenga un poder para obli-
gar á la sociedrd. Cn&ndoel fiocio tiene poder? E s aece-
gario que el poder pea especial?, .............. ...... 382
;
346 Quid si el socio transpasa su ~ o d e r ?Qneclarii personal-
mente obligado?. ..................................384
346 L a ~ociedadse hella todavía,comprometida cuando el
comprromiso mritratado eh un 1101nbi.e por'irn eocio sin po-
der ~e ha vuelto en provecho silyo. .......................385
347 Es preciso que en este caso el &ociohaya obnacTo en nom-
bre de la uociedaa?. ..............
.'
i
386
5 11. Cámo se obligan los socio^?
348 Los socios no.ae.obljgan sl,lidni.iament6. ................. 389
349 Hay excepción cuhndo.la sociedtid, , e contrae en uoa fjrma
comercial qq: implica Ia'sojidi~r~dad entre loa socios. ....... 389
360 De la t xcepciCn admitida er! materia' de indivisibilide 890
. . obligados con relación i los terceras, pbr
361 Los eocioe est6n
i n a parte viril. .............................................. 391
' 3

352 Qaid si el"pacto social les at,ribaye iir a p ~ t diferente


e y
si loa ter'cercg tienen conocimienfo do esta clAusula?. ....., 392
863 Re aplic&elGart.'18636 la acci6n {?z rrem versoS.. .......... 392
111. Derechos de los acreedores.
r., um. 1, Acreedores de las socios.
864 Ptieden los pocios embargar y expropiar e1 interhs qiae ara
deudor tiene en nnri, sociedad? Ciiáles son los deiechos clel
371 Constiture la prorrognción nnia nueva soc'edad?,. ...,.,.. 4.15
Ij 11. Extinción de la cosa.
372
,'., .....
....
&lié entiende la ley por egtinción de la c o ~ a ? Qnid si la
pérdida del fundo común e3 parcial?. ,, . ... 417
. .. ............ .. ..............
373 La pérdida de la puerta de us socio arrastra la dirolución
de la aocieJad? , . , . , 418
5 111. Consumación de la negociación.
374 Cufindo la negociación cancioriyla?.. ..,...,. ,.,...
egtÉ 419
5 IV. Xuer~e,de un socio.
3195 La m n ~ r t rompe
e la eociedad para los herederos del qne mu-
..
rió primero y entre los sucios snpBrstites. gPor qu6?. ,:, 419
376 Quid si uno de los socios haco u n n ope~acibnsocial igno-
rando la muerte de su consocio? E~lsválid r la operacióri?.,. 421
377 Se disuelve tambien la socieded can relaci6n á los tercprsgt 422
378 Qnid 8i los terceros tratan con los sooios ignoran40 ln muer,
.. ........ ..... ,. ..... .
t e y la disoIu~í6nde la s)ciedad? Se r~nsideraen este ca-
so que subsiste la sociedad?. , , , , , 422
879 Quid si los herederos del socio rnnerto eon menoreeB w . ,, 424
380 Pueden 108 socios estipular que 1a sociad.id ~ontinnarrten-
tre los sup6rstiteu ú con los herederoa del,muerto? Est8n
comprendidos los herederos menores en e s t ~cláusula?. , 427
381 La estipnlación que admite 6 los herederos debe eer expre-
.
sa?. ... ... ... ..... ..........,... .... ,...... ....
, , o- 4. - 428
382 De la estipnlaoi6n que la sociedad continuar6 entre 105 saa
.... .. .. ........ ... .....
cios vivo^. Cuálqs son en este caso los derecho^ de 1os.h~-
rederoa del socio mnerto?. , ,, 428
383 Pueden los aocio~~ eetipalsr que todo8 los fondos soo;alp
pertenecptán suoesivaments a: supéretite?, .... ... ...
. ; 429
5 V. Interdicción de un socio,
384 El interdicto da fin R \n dciedad. Qaid dé h colocsci6o
..... ... .. 430
en tln hospicio 6 rle la en@j.en~o¡ónmt.n&~1?.
385 . .
Qixi4 de la puesta .le na soeio bnjo consejo judicial?.. ,, 430
fj VI. De la quiebra aivil.
386 Por qnB la quiebra da fia R la sociedad? Es lo miamo qu~;
. . ..... ..... ..*
con la qaiehra merosntil.. , ,, , , . + 431
S..

387 Desde cnendo la saoiednd puede terminar un caso de quie*


,,,........,.......,...,.,...... 483
. ...... ..
hr~civil?.. *
388 El concordato no hnce revivir B la sociednd. . 433
.....
+
389 do aplica el. a r t 1$ti6 6 18s sociedades por accione-?. 4.38
P. de D. XOBIO xxv1-8 d
630 INDIGE DEILAS MATERIAS

390 El q o e h ~ d y
o sus acreedores piieden prevalecercoe de la di-
solaci6n de laesociedad ooritra 11 s *ocio-? ............... 434
391 Pueden e ~ t ~ i p u l 16s
n r soc os que Itt soti dad eabsi~tirben
el 0 ~ 1 0de quiebra civil de'uno de e11ok8 ....................
436
9 VIT."iHay excepciones a1 art. 18651
392 Hay sociedades qne por su natiiraleza no se distielven por
la rniiezte de uno de los socios?.. ..............,...d......-.
485
393 Hay sociedades qlie por su nxturaiezst rio se disnelven por
1%quiebra civil3 de uno de los socios?. ..................... 436
SECCION 11.-De los casos ea los jue ic~sociedad
~aoacaba de pleno de~*echo.
$1. Cuando i a ~ocied?iiaciilia por la v o l u ~ t a dde un ocio.
394
, .
Cuando la ~ociedncítierre uns duración ilirrih.la Itr volun-
tad de tino ó machoi socios le (28 fin. CuRl UY 18 raabn de
esta excepción zrl derecho coinún?......................i ..... 437
395 Cunndc, es la sociednd $ plazo? U~~úrido es iliniit;&d~?Qixid
d a ¡:m s~,ciedadesfo~madhclpara iin u?gooi31dqtjerrilinwdo?
Quid de las socied~desf ~rrnadaspor la vid~P............ 439
396 Recibe excepci6ri el derecho de renlincis en las escieddeu
por ;tccioneb? Pueden r~n-ilnncitti..lossocior;?. ............. 441
397 De .una excepción admitoidoapor la ji~risprrrdericis........... 442
398 Condiciones para.qne sea valida n reniil cía, al desecho
del,art, 1669. Cual ea el efecto de lti nulidad?.. ...........443
399 Dabe~nntificczra~ la r a n i ~cja
i 6 t odoa. los sr>.tios. Eu qr16
forma? Qniii $1 In rennucti, no*ba sido i~.otifjcadrb&.todos
los ocios?. ......................................................
444
$11. De las causas legítimas por las que los socios pueden
pedir la 'dboluoi6n de laisociedadea 4 p l ~ z o .

4
400 C:riGles son las oar(8ag.legitimae or 18s que el joez pue-
de pronlibcirir la disoluolón de a ~ociedild?Podor da ar-
bitrio drl ju B.,. ........................................... 8-15
.
401 De la con$ ción resolutoria t :cit 4 aplicadti, 6 la süriedad, : 440
402 Difeienliin e n t ~ olrt resolución de la sociedad cbivirt 8dde
Ia condición resolutotia tgcita y rít disoluci6n de la so -
ciedaci en 10s.difr'rr+ntescepos en qne acnbrp ..........:. L..448
403 HR*1 1 1 g a6~la rcsalnción 6 6 la dis01iició~:caandoe1 socio,
fiilta ii iin cornproiulsc?contraido durant~al ciirso de lu
~ooisdsd?..;.......:: .......................t..: ........ 448
404' Critica de iina,.cixtrhña aenteniia de In Corte de Lyon.. ..... 449
405 Gn,:u*rio 1s enfermedad de un socio as cauen de disolncibn?
Diferturi%entre el csso en que el socio no cumple ccln sus
abJkrrncíones.por.cansa,de enferrnedrid.y el caso en que no
laq curnp'e por 6u C U I ~ e.. .. . ,. .......... ...............
.
406 De las detaáe cRusas I ~ g l t i r n ~des ila di solución.^
450
.......
452
8BCCIO N 1I.l. De tcc pa~*tic;.i6n.
408 CuRndo piwde pedirse la psrtici6rii.. ........ ...,. .......
407 Gua'ndo hay lugar 6 1~particjhn?. ... ..,, . ,,
:. ,. , , .y453
402 Ilaeden invoca~se los ibros sociales Ilevnclss por uno de
, 452

...... ........... . . . . ... .. . .


los socioe como prueba en 18 Iiqilidaoi6n qne se hace entre
ello^? .,.. : . . , . , , . . , . . . . 453
410 Ciidlm sc.n ?mrcglns de 1% partición cle las s u c e ~ i o n e sque
.. .,.. ..
recibe0 p n anlicación entre los ocios?‘. , . .. , . , 454
..
411 Ee adlvbi+,eel retiro sucesoral en mritrria de eqciedad?: .. 465
412 Pnetl n loa creegpres soc'nles requerir 1s dposici5n d@c6-
. .. . ...
dn'as del HCIivo social?. . . . .... ...,...
.... 456
413 Es aplicable el art. 582 á los acreedores ~ ~ c i u l eów qriednu
414 Es aplicable el ai t. 992 B 108 socios?...,.. ...,,. ..........
b q o ~1 imperio del derecho común del are, 11743.. . . , . 45'7
415 LIs arfs. 826 y 832 son up1icablc.s d la sorkrlad ...,
, . . . :, 458
, 459
4 16 ,Puede resciodiae por causa de lecibn la pjto tici6n entile los
rcior2 .... ..... .
. .. ......,........,... . ... ................... 460
417 os nrtq. 884 y's;,oiiienter;de Ia gar~ntía - entre coharedrros
. .................. ..-....... 461
, e

se aplic.rn 6110s ~ o c iB?.


t ... ............ I

41 8 La partici0n5w t r e e o c i n ~es iiealc~raciónde proliadsd. Has-


ta. qo6 día retrotrae 1 1 ~pa~t~icióú?..; ,......,.,,...~.......,,... 461,
ANEXAS.
1. b e Ha? sociedades carboneras.
420 L R scciedadea
~
., . .. .
419 Cnrhcter eaps.isl. .. ...... ..,. .... . . .. . .... ...,.. .,...
.. ,,., 463
c*arhnnera~s . 0 ~aocied~des.civile~i ..,..'.y . 463
42 1 Formc r, 6 diferendiir de las sociedades oivilts;une p.rsont&
. .. .
moral diaEpintn de la de 10s socios ,.....,... ..... . . , . . - 464
422 Las.sociedad~sicarboneras crrpstitnyem tiua asaci,<ciónde
a

prreonss ó uva asociacidn de capitiilest El art- 1.8rS1 eE


apli.able 6 las ~ocíe~acles ..
carboilerul~?. ,. . . , . , , . , ,, 465
423 El arr. 1859 e s dplioahle S las sociedades ~arboncrrns?(>irá-
.
les .aoo Ioa derechna de los ar cios , en el cuirs~de la aqcie-
dad?.. .:. ....,,,.,,..,
. .,....,,.. ,, .......... ... .......,.....,....,
,. ..,,. 466
424 Loa sobios pneden intervenir en los prcoeqoo que esit*hcn
eotre 18 ~c:r:cieda¿ly iin tercero? , . . .,.,....,,.,....,..............467
----a_..,

&A5 Los.acreedores .Be la scoierlad cerbone F' timen ima prdnr!,


en-el fondo ~ocialde preferencia 6 low uereedrlres persona-
les de 10.1 socios .......,,,..............,.... . ... . . -
..-.. .... , , 468
426 Praecrit~enlos der~cho!.de 103 socio^ colsti i ' t so$% ~ in-ú?Sa
iatersilirnpe la prescripcic'in por los a o t o ~he~hospor los no-
cios 5 contra éegos?, ...................,.,..................--
469
421 De la administraci6o de las sooiedades osrbonele~.Del po-

89 cuenta mayoría.. -
der de los gererite~. Poder de la asamblea general. Gimo
...........................................
428 QL'igedciones de los asociadotl en cuento 8 loa'a~ston.Los
4713

antigiios usos que pronuncian Is oadocidsd ea6o ?íio en


vI~JF?. ......................................................
429 Oioli~acionesde los so:ios en ciianto A las deudas srioiales.
471
Están solidariamente obligados? Estan obligado8 por una,
parte viril b en proporcióri ii tsu inberéa?, .....................
471
430 Las s oiedadee carbonera aoaban' por la m + i s ~ t6o le, re:
nnncia de nnc, de Ius sooios? Jurispradeticiic de 18s cortds
de Bélgioa ...............,.:.,..................... 473
...................................
43 1 Jurisprudancia frttnceaa., 416
11. De la comunidad.
1. iQué ee la camunidad?
432 Es la comnnidad un cnasicontr~to? ...........................477
433 Qi~édiferencia hay entre la comuaidad y la sociedad? ...... 47.
434 Oonsrcuencia que resulta. Ida comallidad ee desfir~ora~ble
ruientiarr que la ~ociedttdse vh con favor. El art, 816 no
. .. .............. : ....
ee aplica á la sociedlid, : : ..,,479
2.,.Derechosy obligaciones de los comuneros.
435 Los derecboe y.obligaciones de los oamnneros, son los mis-
.................................. 482
m o ~qiie lo8 de loa iiocios?..
436 Cii.Éil e, el principio de la comnaidad en 10 qne se refiera
5 Iris derechos ds 1o.i comuneros g en qiit4 diflere eete prin-
cipio da IR ~ociedad?. ..............................d.......-.. 482
437 Cu$l e8 el p'riicipio ea lo qae Be refiere 6 iuu obligaciones
de los comuneros y en qué difiere del de la scciedad? ,.,
439 Tiene .upb de. los comuoeros scaióirn contra. el otro por
.. 483
obligarlo ó haaer repmsionee 6 de la8 inoovs&oiiefi2 . .... 484
439 Un comunero piiede cedes six parta en In ooaa .común po-
niieudo al comprador en srr lagar?. ............,........... 484
:
440 Elon los cornuneyos mandatatios uno ds o t a pare adminia-
trar en interés comári? Qui4n estÁ obligado por los con.
$r(;retosque-hacen en interés comtin? E1 comunero que con-
trató tiene recuyso ooat,ra su propietario? Cir6l 3s este
~onuurso?~ .....................................................485
,.,..
441 El srt, 1840 erc aplicable t i 193 com~neros?:~ ,..,.,..
..............
487
442 El art;. 1848 es ap'icabla & los comuneros?, 488
443 C h o se adminietian los iritereses comunes de l a oorun-
neros? Tiene godcr la rn~.;orlnpara l ~ g i 6r 1s minoiirt?,,.. 488
444 BI arl;. 18411 es aylic~blgr6 lo8 cv~uneron?!% sscsrx pro-
pecho persoaal de una cosa común deber psgáreelo al
4

coprop~etsno?.,
.

.......................;'...............489
3. C6mo acaba la o&nunidad.
445 E1 art. 1865 es aplicable á 18 dapiuwiidad8, ......,.. .,.. 491
b...

446 Difer~ncio,entre la, diai~lk~ci;.rrde la comunidad y:la diso-


.......... 492
'

lucióo .de la sociedad, g kaein de eñt~adiferencia


447 De la acción que nace de 1,2 crlniunidad para conseguir la
particidn. En qué-difierd de la -liccj6nque nace de #laea-
............................................................ 492
+

ciedad?.
Aplicaciones.
448 Cartodo dos 6 variti~tpersonas ponen uaa m~laen común re-
snltar6 una sociedad ó uoa coninniriad, sbgtin la intención
de las partes contratantes. ...............,..!,..,..........
498
449 Cuánao ct>n~Rtuyt:una a kcie~ia4.a compra en común y
cuindo resulta una eimple nimii~~idad?. .................
A50 &a ?ida común .y la ,cqrnnnicladpgneexiatep 9ptre dps pqr-
493

eoaias que viven amanceFada8 eu una ~ocitrdad6 una si*-


ple comunidad? Cómo se prueba?, ;, ...,. ............
494

(TITULO x DEL ~6p1a-oGIPIL).


DEL PKEBTAMO. 1 1

(.
CAP~TUTJ~
NOOIONES GENERALES,
8.53. División del prgstamo, .Diferencia, entro el pr6atamo pira
1170 y el préstamo de aonsnnio. ........................499
452 Consecuencia que resulta (19 esta, diferencia en lo que Be
rtfiere 4 loa rieylgoa.. ............................
453 Las dcs p Bstaaios son contratos r~qlen?,. ..............
;,.h. 601
602
454 La promeíje Se pre~tareu vilids? Cual ee su efeoto8,.
_I
... 503
ZAFITULO 11.
PARA tuso,6 COMODATO,
DEL PR~~STAMO
1.-De
.S~?CC~OLV L nht u,.ccl~~a
y coqdici~rttqdel prdstccmo
para uso.
45l.5 Objeta del. contrato..Er3.personal A laa par!c~ ccintrnkantos? 506
P. de D. T ~ Nxxm-63
O
-634 INDICE DE LAS MATERIAS

456 Está obligado el presttrmistn? Es bilateral el contrato?..


457 El comod~toeszuocontrago gratuito por esencia
..
606
........,
608
458 Qaién pÚefie e.lnseatir el prestkmó?. ..................
SO8
459 QuiÉii puede rec!ibirlo?. ............................. 500
460 Qué cos puqden ~ e i !objeto de\ comodato?. ..............
: 510
461 .Aquel que presta debo ser propietario de, la cosa?.. .........
610
462 Cómo se prueb;z el préstamo? Extrañt srnterfcia ds la
Corte de Colmar defkndidtt por Trop!ong con argamentoe
aun más extrttñoe ............... ................... .,.............
I, : 61'1

Ej- 1. Del uso de la cosa.


dúm. 1.. D e l uso legítimo.
463 Cuándo hay neo legitimot Cuándo es iJicit.o?. ...........
404 El uso ee legítimo eaando el contrato rio lo autoriza, pero
513
puede presumirfe que el prestamista lo hubiese consea-
tido?................................................................... 614
465 El quelpidw pi.eat.ddo e ~ t & obligido d los p e t o s ordinarios
que son necesario8 para el nso qua hace de la coah. ...... 516
Núm. 2. Del uso ilícito.
466 E1 que pidió prestad& nna'~ossy hace de ella nn i i ~ oilegi-
mo e ~ t áobligad? á los ddPos y perjuioias, 8i hay lugar,. 516
467 El prestemit-ta puede pedir la rersolución del contrerto cuan-
.
do el tomador faíto,'á saEi compromisos?. ...... .......
.!.. 51 7
46s El tomsdcr qiie haco un uso ilrgitimo de la cosi es culpa-
b!e de dolo? Es culpable de abaso.de confianza cuando dis-
pone de la cosa rvrestadab?. ............................. 518
469 E1 tomador que hace dso ilegítimo de la cose e$ reqonsa-
hIe del caso,fortaito ..,*..**......*. ...................
: ; 518
470 E s $esponsable porque. se encnrg%de 1s cosa 6 por razón
de su ciilpa? Deja de se: re,gponactbie si praeba -.- que el 04-
. .......... ....................
so fortaito le es!estrafi~27. .':;. ; 519
Niírn, 3. De31aconservaci(jn de 121.cosa.
471 'E1t;bmador deba cnictar de la conservación de la cosa. De
qn6 culpa reeponde?,, ........................................ 521
472 E1 tomsdor responde del caso fortuito? Qnid si la cosa
ha llegado á perecer por,~o.iasióndel pr6stainilt Doctrina
.,..
de lo8 a p t o r z ~de derecho ntituris]. J ~ r i s ~ r i ~ d e n c i a . . ,523
473 El t.om<dor responde del oaso fortuito cirnnrlo'tiene cul-
pa. CuBndo tiene culpa? Primer oaso previsto por el ar-
tlcula 1882,. ..........................".. .--.......
. ,
I. ,526
474 Segundo oaso previsto por $1 ort. 1882. Es la aplioación
PNDICE DE LAS l ñ l ~ ~ 635
~ ~ ~ ~

tb )a tesria ds la culpa la más 1:g-ra? Es re3ponsabIe el


.
tomador 1.ila casa qne le pertenece .es mds precisa que 1%
que pidio prestada?. ...........................................
627
475 M1 ~valiíode la cosa pone los rie~gos4 cargodel tomtrdorlz529
476 De la responsabilidad solidaria de los tomadores,. ......
530
Nilrm. 4. De la restitución de la cosa prestada*
477 Cuándo debe el tomador redtuir la cosa si el préstamo fo8
hecho con plazo? De una templanza de . equidad admitida
por Pothier y los autores modernos.. ..................
-&
b30
478 Quid ~i no hay plazo fijado por la convenci6nP Cuándo el
jnex piiede determinar 18 duración de la corvenci óri?. ..... 532
479 Criándo puede el juez ordenar 1% restitoción antes de la ex-
.piraci6n del plazo expreso ó thcito por e l qiie frie conr;enti-
do e1 préstamo?. .............,..........................633
480 C za el tomador del derecho de retención? ...:...'. ........
534
SECCION 211.-D$ les obligaciones del prestamista.
482 El.art. 1888 estrhlece nna obligaci6n & cmgo del presta-
mi~ta?. .............. ....,...........,..........................' 536
:
482 Cuiles son las e x p a n s ~ qile
s el peshmista debe reembol-
Par al tomqdor?. .....................................536
483 Cuiindo estR obligado el prelitamists 6 la garantía ptr ra-
z6r1de los vicios de la cosa? ................................. 537
484 De los dei-edhoedel prestamist. y de las acciones que le
psrhenecen. .......... :..................................."540
CAPITULO 111.
DEL PRESTAMO DE COXSUMO 6 SIMPLE PRESTAMO.
S E W f ON L-De la 'nnts8alezk y de las condiciones 4331
grdstamo, ¿le consz4mo
485 E1 préstamo es un contrato bilateral? Una rara diecusi4n del
. Consejo ae Estado.. ........................................542
486 El préstabo es un contrato real? Quid si tiene por objeto
cos.i.s determinadas? Hay oposición entre los articulas
1892 y 1893 y el principio del art, 11388.. ............... 644
487 Consecnencias de la i'ealidad del contrato Quién sufre el
rietgo cuando la cosa no eetá entregada, al tomador9 649
488 El préstamo de consamo transfiere la propiedad de la m-
UR al tomador. Clonsecnencia y ue resulta en cuanto 6 10s
riesgos. Juriagrudencia .............................................. 56C
489 N1 préstamo es un contratío grnt1iito:de aattrrdeza, pero no
de.esencia, ........,,.,...,.
:,..;:;,.,i.. .:,................O..,. 551
490 pueden formar el objeto del pr&tamo -(le con-
Q Q ~c038E
..........
silmo?. ...............................
a-.*...-.-..,.,-.... 65%
491 Qué se entiende por ooaas consurnibles?...........,..........
553
492 Quien puede hacer rln préstamo de consnml>? QtaId de loe
q l ~ eadministran los bienes.de otros?, : ..... ...........
583
$93 CuÉl e8 el efecto del gre'stamo hecho por el no p~opic.tari~
con relación prppíetario y á lae partes? .....................
654
494 Es válido el préstamo sí el tomador ha conuaaiitlo de Frie-
ns fe las cosas p-estadas?.. ................................... 556
495 También es válido el prPstumo cuando el tomador invoclt
6 puede invocar 1s máxim? del art. 2r>,í9?............... 5bi
496 GuRl se el efecto'del prbstarno hechp por iin incapaz? La
mnjei' separadir de' bienes pilecle hacer ua préstmo de
consumo?. ........................................?.,.
...... 558
497 Los mennree smanoipados 6 nó ynedea bacer rin pr6st,amo?'
Cuál ea el efecto del pr6.itamo que con~ieliten?Cu61 es e'l
cardcter de la niilida $P.. ..................................... 559
498 El préstamo hecho por uri inctxpaz es vhlitlo si e1 tomador
consilme la c o a de biieiia fe.,. ....o..........g............66@
408 Brti6n snfre la p8rdida de la cosa prastada'por ria i n o s ~ u z
tjunno propietario? .................. .;...........61
600 Pueden contreer un prestarno las iricapnoes? Cud es el
efecto del préstamo que oo~traeu?, ......................
66%
SBCCION 11.-De las obliyctcioke+sdel ~ e s t ~ ~ ' l i l i s t a ,
501 De 18 obligscibn de garanth ...........................56%
502 CnSndo pntdp pedir el presta.niet%afa rekftiicióa de 1 : ~CO-
sa? Qaid si 4ntae da1 vencimiento del plazo tiene iiria nec:e-
sidail iinperiksa de IIAcasa?. ......-.........e............ 563
603 Qiríd si iio hay i-;érminoiija jo por la oonvo!oibn? C\iRt ee en
eate OREIO e\ derecho del tomador y , m61 el poder del jrirx? 504
504 Quid si el contrato dios que e l tamsdoi: deVolwris cmtando
lo pued* 6 lo qiiikra?.. & .......... ...............665
iPI?12^-Delas ohZigaciones deí pzle @de prestado,
S Z C C ~. .O N
4
505 QuéTrslo qaa forniiiordebe devolver? Por qué 1%ley no :
lo o b i i g ~ii cIev,ilver ooaas del rniemo va!oic? , 566 .....;.....
506 Gu6ndo puede e% tomador cl8vofver el valor de las c<!!~ttoi
prestad~sen lugar de restituirlas en natur$leza'? Critica de
IR rloctrin~da los autores., ..L..
507 QaÉ valor deba devolver? Cfritica de la ley,.
.... ..............V.
568
...........
608 Cómo se bacs la reatitooión de las ~cclionesindoskr.i:c es
prestadas por un tiempo determinado coc f~cultsilde dts-
y,,nuri!.. . : .........................................
.. ..................
509 Cbmo irig restituyo sl dinero?., ,
5?'8
ti76
610 Quid si se presita en. iingotes de plat88.. ................
577
611 Q ~ sid e1 tomsdor no xestit.nye la cosa pre8hda ep al t6r-
mino conveoidof El rtrt. 1904 se aplica 4 lo^ abafrotes?. 578 ..
-
CAPITULO IV,
'DELPklBT&dO CON TNTERES,
512 El préstamo con intetés es%n prést~mode consumo. Pro-
. . aenta 1011 migmos caracteres?, ........................
580
513 Por qué el Código dice qite estS permitido estipalar inte-
reses en todo préstamo? E1 derecho divino de la Igle~iay
la realidad.. ....................................... 681
614 El interés debe estipularse. Es necesario una estipiilacibn
terminante.. ......... ...........................
615 Si la oonvención dice que el interh no ee dehsrri sino has-
583
ta tal época so deber$ & partir de ests época?. ......... 584
516 Si la olbasala dice q:ie el préstsmo ser&reemb~lsadoen tdl
&poca,con interases hasta entonces, deber4 e1 deudor couti=
nuar pagando los iatereses si no reérnbolsa al venoimiento? 586
617 Ee aplicable el tart. 1905 en materia de oomercio?, ....... 587
518 Presunción de pago del inter63 y de la entres* establecida
por el art. 1908. Admite la praeba contraria?, ..........
519 Ea aplioable 1t1 ~)l*e.snncilindel srt. 1908 en e1 caso de un
588
pngo parcial 6 loa intereses de la parte del crédito que se
qiieda ddbiendat. .......... ......... ...................
: .: 590
620 Sa admite al tom~dor6 probar por presunciones en mate-
ria ooaercisl IR Bpoca de la entrega de los fondo3 ciiiindo
el a:ta de pr8strtwo no iadicn esta fecha?. .............
521 Pueie psdir e1 prest.trnisbe el reemb~lsodel capital si el
691
tomaior nn ja78 los iaterlees ó no cumple con la6 dem6s
obligaciones qlre le irnp7ne el cwtrato? Es este el caso de
.apli-mcijn del tlrt. 1182 ó del 11883 Posden las partes es.
tipiilar el pacto oomiuoril~?. ...........................
e29 €¿tiid si el foin ii1 br p hgrt i111;erest+8que no estaban e~tir>n-
592

lados? Cn6l es e\ s ~ n t i d odel nrt. 1906 y ou6l es el oaso


qua prevae? .......................,...................... 694
523 Ha lugar 4 I r repati íTn cuando el tomador paga po:
error iutireses que no egtsbin aoavenidos ni expresa nr
t6oitament~?..~ l.................................,....,....
524-533 r:n41 ea e' t4po tlel intsrÁs? Sistema del Código Ci-
506
vil. Sist,umn de ja ley de 3 dg 8eptiembre de 1807.. ,.,697-599
626 (7oris?crtr,n;:is~ri-! c ? 4 h t 3 ley con reIaciOn 6 los tomadores y
al ioterés aoc'al. Lct ley e3 t i abrogada en Bi3lg.i~~ ........
P. de D. TONO =VI-
001
84
527 Por qu6 la ley exige qoe el tipo del-infer6sAsF flje'qbr'eo
crito (resulta'qB6 el :prhstarno cónc intejré~'ea'#un ooiit:iaio'
e . . ..............:. . . ;...............:. 602
62(E'PuedetprbUai8épbr wciito @ tipo del interds? Deroga el
.:,...,.....,
- relativris 6 la confesidra y al jura-
art. 1907 y laa reglas
mento.. ........... A
.
,
!
$
7

.:.:. ... ,........


.:S
529 Jurisprudencia de la Oorte de Ca~aci6p,,..~
; ....
........ 604
605
630 Quid si la8 part;?g.kc'c~il'v.i'eijl&f?e*n'
urj4inte26e
' 'ebtipulado qn
eat6 en desacuerdo,09 el tipo?,La presunci6n ee~qu@?
.,,.....................,....
tipo"'esin'f6fri$&Iegá1?.
! e$? bc
606

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