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Barthes

Estructuralismo: Se origina a partir de la obra de Ferdinand de Saussure.

Busca las estructuras a través de las cuales se produce el significado dentro de


una cultura, que es producido y reproducido a través de varias prácticas,
fenómenos y actividades que sirven como sistemas de significación (estudiando
cosas tan diversas como la preparación de la comida y rituales para servirla, ritos
religiosos, juegos, textos literarios y no literarios, formas de entretenimiento, etc.)
La idea es que, si se analizara el discurso, incluso el de la ciencia, se
proporcionaría información sobre el imaginario intelectual de la época.

Asume que Los Elementos se reducen a cuatro dicotomías:


1. Lengua y Habla.
2. Significado y Significante.
3. Sintagma y Sistema Y
4. Denotación y Connotación.

Estas parejas, las adopta de Ferdinad de Saussure para explicar las realidades
que los hombres van erigiendo en la sociedad. . Barthes no genera estos
conceptos (las dicotomías), sino que las acomoda a una nueva visión: el
significante el signo social aplicado a estructuras sociales es ideológico.

DICOTOMÍAS
Primera Dicotomía: Lengua / Habla:

Saussure delimita los conceptos de Lenguaje y luego los de Lengua y Habla.


Lenguaje: Un conjunto de signos articulados por medio de los cuales se
comunican las personas.
Lengua: Una determinada parte del lenguaje, producto de convenciones sociales
para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos.
Habla: Es un acto individual de voluntad y de inteligencia, donde conviene
distinguir: 1º, las combinaciones por las que el sujeto hablante utiliza el código de
la lengua para expresar su pensamiento; 2º, el mecanismo psicofísico que le
permita exteriorizar esas combinaciones (discurso).

Hay una dialéctica, la lengua, es a la vez el producto y el instrumento del habla.

Segunda Dicotomía. Significado y significante

Signo: Es la combinación del concepto y de la imagen acústica; pero se


reemplaza concepto e imagen acústica por significado y significante.
Significado: es el concepto al cual corresponden las ideas.
Significante: El significante o serie de sonidos o imagen acústica "no es el sonido
material, cosa puramente física, sino su huella psíquica, la representación que de
él nos da el testimonio de nuestros sentidos. es la manifestación fónica del signo
simultáneamente material y abstracta: material porque lo percibimos
sensorialmente y abstracto porque lo descodificamos (acústica y gráficamente) de
modo diferencial".

Tercera Dicotomía
Los ejes del lenguaje: Sintagma y Paradigma (Sistema).

Sintagma: concatenación de signos (denotación): Los elementos se alinean


uno tras otro en la cadena del habla. No sólo se aplica a las palabras, sino
también a los grupos de palabras, a las unidades complejas de toda dimensión y
de toda especie (...).La conexión sintagmática es in praesentia.

Relaciones Asociativas (paradigma: conjunto de signos (connotación)):


Fuera del discurso, las palabras que ofrecen algo de común se asocian en la
memoria, y así se forman grupos en los senos de los cuales reinan relaciones muy
diversas. La conexión asociativa une términos in absentia en una serie mnemónica
virtual.

Plano Sistemático: La "lengua como sistema".El sistema constituye el segundo


eje del lenguaje, algo así como campos de reserva de términos virtuales.
El sistema, además, tiene oposiciones:

1. Oposiciones bilaterales y múltiples: no pueden encontrarse en otra oposición del


código. Por ejemplo: E/F.
2. Oposiciones proporcionales (gramaticales, morfológicas) y aisladas (de
vocabulario: Homófonos). Según sus relaciones de los términos de las
oposiciones. (Privativas: presencia de una marca o elemento significativo: género
y número.) Término con no-marca- grado cero; semántica. signos-cero;
significante estilístico, por ejemplo: sol, golondrina, etc.
3. Oposiciones equipolentes: monosílabos, por ejemplo.
Según extensión de su valor diferenciador.
4. Oposiciones constantes: tienen siempre significantes diferentes: sinónimos, por
ejemplo.
5. Oposiciones suprimibles o neutralizables: no tienen siempre significantes
diferentes.

Cuarta Dicotomía.
Denotación y Connotación.
En Saussure parece no encontrarse.

: En este autor pareciera no encontrarse esta dicotomía, pero es posible ubicarla


en las relaciones sintagmáticas y las asociativas. Además es hallable en la
"solidaridad” de los signos, "donde el valor de cada uno no resulta más que de la
presencia simultánea de los otros" [sintagma: denotación]: … sgdo/sgte +
sgdo/sgte + sgdo/sgte +gdo/sgte... También cierto rasgo de la mutabilidad, "un
desplazamiento de la relación entre el significado y el significante" [relaciones
asociativas: connotación].
Barthes:
Todo sistema de significación conlleva un plano de expresión (E) y un plano de
contenido (C) y una relación (R) de ambos planos.

Cuarta Dicotomía: Denotación y Connotación.

Denotación: Categoriza las características del signo en cuanto a su


representación. En el plano de Expresión el primer sistema (ERC) se convierte en
plano de expresión o significante del segundo sistema: Lo escrito describe al
objeto.
2ERC
1 ERC

Connotación: Deriva del uso que se le proporciona al objeto ligado al acervo


ideológico o cultural. Un sistema connotado está constituido por un sistema de
significación. El primer sistema (ERC) se convierte no ya en plano de expresión,
sino en plano de contenido o significado del segundo sistema: Lo escrito sugiere
un significado del objeto derivado de un acervo ideológico o cultural.
2ERC
1 E RC

También es el caso de todos los metalenguajes: Lo escrito sugiere un significado


de lo escrito.

El ramo azul
Octavio Paz

Desperté, cubierto de sudor. Del piso de ladrillos rojos, recién regados, subía un
vapor caliente. Una mariposa de alas grisáceas revoloteaba encandilada alrededor
del foco amarillento. Salté de la hamaca y descalzo atravesé el cuarto, cuidando
no pisar algún alacrán salido de su escondrijo a tomar el fresco. Me acerqué al
ventanillo y aspiré el aire del campo. Se oía la respiración de la noche, enorme,
femenina. Regresé al centro de la habitación, vacié el agua de la jarra en la
palangana de peltre y humedecí la toalla. Me froté el torso y las piernas con el
trapo empapado, me sequé un poco y, tras de cerciorarme que ningún bicho
estaba escondido entre los pliegues de mi ropa, me vestí y calcé. Bajé saltando la
escalera pintada de verde. En la puerta del mesón tropecé con el dueño, sujeto
tuerto y reticente. Sentado en una sillita de tule, fumaba con el ojo entrecerrado.

Con voz ronca me preguntó:


-¿Dónde va señor?
-A dar una vuelta. Hace mucho calor.
-Hum, todo está ya cerrado. Y no hay alumbrado aquí. Más le valiera quedarse.
Alcé los hombros, musité “ahora vuelvo” y me metí en lo oscuro. Al principio no
veía nada. Caminé a tientas por la calle empedrada. Encendí un cigarrillo. De
pronto salió la luna de una nube negra, iluminando un muro blanco, desmoronado
a trechos. Me detuve, ciego ante tanta blancura. Sopló un poco de viento. Respiré
el aire de los tamarindos. Vibraba la noche, llena de hojas e insectos. Los grillos
vivaqueaban entre las hierbas altas. Alcé la cara: arriba también habían
establecido campamento las estrellas. Pensé que el universo era un vasto sistema
de señales, una conversación entre seres inmensos. Mis actos, el serrucho del
grillo, el parpadeo de la estrella, no eran sino pausas y sílabas, frases dispersas
de aquel diálogo. ¿Cuál sería esa palabra de la cual yo era una sílaba? ¿Quién
dice esa palabra y a quién se la dice? Tiré el cigarrillo sobre la banqueta. Al caer,
describió una curva luminosa, arrojando breves chispas, como un cometa
minúsculo.

Caminé largo rato, despacio. Me sentía libre, seguro entre los labios que en ese
momento me pronunciaban con tanta felicidad. La noche era un jardín de ojos. Al
cruzar la calle, sentí que alguien se desprendía de una puerta. Me volví, pero no
acerté a distinguir nada. Apreté el paso. Unos instantes percibí unos huaraches
sobre las piedras calientes. No quise volverme, aunque sentía que la sombra se
acercaba cada vez más. Intenté correr. No pude. Me detuve en seco,
bruscamente. Antes de que pudiese defenderme, sentí la punta de un cuchillo en
mi espalda y una voz dulce:
-No se mueva , señor, o se lo entierro.
Sin volver la cara pregunte:
-¿Qué quieres?
-Sus ojos, señor –contestó la voz suave, casi apenada.
-¿Mis ojos? ¿Para qué te servirán mis ojos? Mira, aquí tengo un poco de dinero.
No es mucho, pero es algo. Te daré todo lo que tengo, si me dejas. No vayas a
matarme.
-No tenga miedo, señor. No lo mataré. Nada más voy a sacarle los ojos.
-Pero, ¿para qué quieres mis ojos?
-Es un capricho de mi novia. Quiere un ramito de ojos azules y por aquí hay pocos
que los tengan.
Mis ojos no te sirven. No son azules, sino amarillos.
-Ay, señor no quiera engañarme. Bien sé que los tiene azules.
-No se le sacan a un cristiano los ojos así. Te daré otra cosa.
-No se haga el remilgoso, me dijo con dureza. Dé la vuelta.
Me volví. Era pequeño y frágil. El sombrero de palma le cubría medio rostro.
Sostenía con el brazo derecho un machete de campo, que brillaba con la luz de la
luna.

-Alúmbrese la cara.
Encendí y me acerqué la llama al rostro. El resplandor me hizo entrecerrar los
ojos. Él apartó mis párpados con mano firme. No podía ver bien. Se alzó sobre las
puntas de los pies y me contempló intensamente. La llama me quemaba los
dedos. La arrojé. Permaneció un instante silencioso.
-¿Ya te convenciste? No los tengo azules.
-¡Ah, qué mañoso es usted! –respondió- A ver, encienda otra vez.
Froté otro fósforo y lo acerqué a mis ojos. Tirándome de la manga, me ordenó.
-Arrodíllese.
Mi hinqué. Con una mano me cogió por los cabellos, echándome la cabeza hacia
atrás. Se inclinó sobre mí, curioso y tenso, mientras el machete descendía
lentamente hasta rozar mis párpados. Cerré los ojos.
-Ábralos bien –ordenó.
Abrí los ojos. La llamita me quemaba las pestañas. Me soltó de improviso.
-Pues no son azules, señor. Dispense.
Y despareció.
Me acodé junto al muro, con la cabeza entre las manos. Luego me incorporé. A
tropezones, cayendo y levantándome, corrí durante una hora por el pueblo
desierto. Cuando llegué a la plaza, vi al dueño del mesón, sentado aún frente a la
puerta.
Entré sin decir palabra.
Al día siguiente huí de aquel pueblo.
FIN

Introducción al análisis estructural de los relatos

1. El relato está presente en todo tiempo y lugar, en todas las sociedades y


culturas. Comienza con la historia misma de la Humanidad.
2. Un modelo común:
Implícito en todo juicio sobre cualquier forma narrativa.
La forma del relato como una de las primeras preocupaciones del
«estructuralismo naciente».
3. El dilema:
El relato ¿es una simple sucesión de acontecimientos explicables por el
arte de su autor o cada relato posee en común con otros una estructura
accesible al análisis?
4. Procedimiento deductivo.
El análisis narrativo debía concebir un modelo hipotético de descripción
(una«teoría») que explique las especies que a la vez participan y se
separan de dicho modelo.
5. La lingüística es el modelo fundador del análisis estructural del relato.
6. La lengua del relato es uno de los idiomas ofrecidos a la lingüística del
discurso.
En Homología con la frase: el relato participa de la frase sin reducirse a
una suma de ellas
7. Identidad entre lenguaje y literatura. El lenguaje acompaña continuamente
al discurso literario tendiéndole el espejo de su propia estructura.
8. Los niveles de sentido
Están en una relación jerárquica
Cada nivel tiene sus propias unidades y correlaciones que permiten una
descripción independiente.
Pero ningún nivel puede producir sentido por sí solo.
Toda unidad que pertenece a un cierto nivel sólo produce sentido al
integrarse a un nivel superior.
9. Dos tipos de relaciones:
Distributivas: Situadas en el mismo nivel.
Integrativas: Se perciben entre un nivel y otro
10. El relato como jerarquía de instancias
Leer (escuchar) un relato no es sólo pasar de una palabra a otra.
Es, fundamentalmente, pasar de; un nivel a otro
El sentido no está al final del relato sino que lo atraviesa.

11. I Nivel de las funciones


En el relato como sistema hay que definir primero las unidades narrativas
mínimas. Hay que dividir el relato para determinar los segmentos a distribuir
en un pequeño número de clases.

12. Las funciones


El carácter funcional de ciertos segmentos de la historia hace de ellos
unidades. Toda función se define por su germen. Es lo que le permitirá
fecundar el relato con un elemento que madurará luego en el mismo u otro
nivel
13. ¿Todo en el relato es funcional?
En principio, en el orden del discurso todo lo anotado es notable
Todo tiene un sentido o nada lo tiene. El arte no conoce el ruido.
14. La función como unidad de contenido
Se trata de lo que quiere decir un enunciado y no la forma en que está
dicho.
15. Dos grandes clases de funciones (integradoras-indicios) y (distribucionales)

16. Funciones (distribucionales):


Naturaleza horizontal de sus relaciones:
Remiten a una operación.
Implican el elemento metonímico.
Orden del sintagma
Funcionalidad del hacer

Indicios:
Naturaleza vertical de sus relaciones.
Remiten a un significado (orden de lo semántico).
Implican el elemento metafórico.
Orden del paradigma.
Funcionalidad del ser.

17. Dos tipos de funciones:

Funciones cardinales (o núcleos):


Son los «nudos» del relato. Inauguran o cierran una incertidumbre. Son a
la vez consecutivas y consecuentes. No se puede suprimir un núcleo sin
alterar la historia. Los núcleos son conjuntos finitos, términos poco
numerosos, regidos por una lógica «temporal», son necesarios y
suficientes.

Catálisis:
Son de naturaleza complementaria, Zonas de «descanso», «lujos del
relato», No son consecutivas; No se puede suprimir una catálisis sin alterar
el discurso.

18. Indicios: Los indicios propiamente dichos remiten a un carácter, un


sentimiento, una atmósfera, Son informaciones: sitúan en el tiempo y el
espacio, son operadores realistas.
19. Informantes: sirven para identificar, para situar en el espacio y en el
tiempo. Son datos explícitos, inmediatamente significantes
20. Las catálisis, los indicios y los informantes tienen un carácter común son
expansiones.
21. La sintaxis funcional: Los informantes y los indicios pueden combinarse
libremente entre sí.
Una catálisis implica siempre la existencia de una función cardinal, pero no
recíprocamente.
Los núcleos están unidos por una relación de solidaridad y conforman una
SECUENCIA.
Las expansiones son suprimibles; los núcleos no.

22. II. Nivel de las acciones


Es el nivel de los personajes, el personaje es considerado un participante
(no un ser) en una esfera de acciones (de ahí el nombre del nivel).
Los personajes del relato se consideran no según lo que son sino según lo
que hacen (los actantes de Greimas).
23. Los actantes :
Los personajes se caracterizan como unidades semánticas y sintácticas co-
implicadas en las cualidades de los sujetos y objetos de un proceso
narrativo.
24. Eje del deseo (o la búsqueda):
SUJETO es el que desea algo.
OBJETO es lo que es deseado.
Eje de la comunicación:
DESTINADOR es el que comunica una acción/deseo/tarea al sujeto, es el
fundamento de su deseo, su porqué.
DESTINATARIO es el que se beneficia con la acción/deseo/tarea del
sujeto, es la finalidad de su deseo, su para qué.
Eje de la prueba
OPOSITOR es el que se enfrenta y dificulta la acción/deseo/tarea del
sujeto.
AYUDANTE es el que colabora y facilita la acción/deseo/tarea del sujeto.
25. Esquema actancial

Destinador → Objeto → Destinatario



Ayudante → Sujeto ← Oponente

26. III. Nivel de la narración


El relato como objeto en el que se juega una acción comunicativa.
Se trata de describir el código a través del cual se otorga significado al
narrador y al lector del relato.

¿Quién es el dador del relato?:


El autor
El narrador como conciencia total
El narrador limita su relato a lo que pueden ver o saber los personajes.

27. El sistema del relato: distorsión y expansión


La forma del relato caracterizada por dos poderes:
Distender sus signos a lo largo de la historia.
Insertar expansiones en esas distorsiones.
Distendidos los núcleos funcionales, se presentan espacios intercalares
que pueden colmarse infinitamente.
El poder catalítico del relato tiene como corolario su poder elíptico.
El resumen del relato mantiene la individualidad del mensaje.
El relato es traducible; lo que no es traducible es lo que se confina al último
nivel, el narracional.
28. Mímesis y sentido:
Hay que oponerse a las pretensiones de «realismo» del relato.
La función del relato no es la de «representarse»; es la de montar un
espectáculo que no podría ser del orden de lo «mimético».
El relato no hace ver, no «imita»; la pasión de la cual nos inflama es la del
SENTIDO.
En el relato, «lo que pasa» no es, desde el punto de vista referencial nada,
es sólo, el lenguaje, la aventura del lenguaje.

Ideas:

«comprender un relato no es sólo seguir el desentrañarse


de la historia, es también reconocer estadios, proyectar los encadenamientos
horizontales del hilo narrativo sobre un eje implícitamente vertical».

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