R. MURRAY SCHAFER
El paisaje sonoro
y la afinación del
mundo
Traducción de Vanesa G. Cazorla
) intermedio (
The Tuning ofthe World. A Ptoneeñng Exploration into tbe Past History and Present State
;•' rhf Most Neglected Aspect ofOur Environment: The Soundscape, de R. Murray Schafer,
publicado en 1993 por Arcana Books
Primera edición:""
noviembre de 2013
Publicado por:
INTERMEDIO
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isa obra a través de cualquier medio y en cualquier lengua, siempre que no se cuente con
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Printed in Spain
B ffapo del World Soundscape Project a la salida de la Simón Fraser University. De izda. a
. R. Murray Schafer, Bruce Davis, Petcr Huse, BarryTruax, Howard Broomfield (1973).
CONTENIDO
PREFACIO 15
INTRODUCCIÓN 19
Del diseño industrial al diseño acústico - La orquestación es cosa de
músicos - Concepciones acerca de la música: Dioniso versus Apolo -
La música, el paisaje sonoro y el bienestar social - La notación del pai-
saje sonoro (sonografía) — Los testimonios auditivos en la literatura —
Rasgos del paisaje sonoro — Los oídos y la clara audiencia — Un sentido
extraordinario
PRIMERA PARTE
Los primeros paisajes sonoros
CAPÍTULO i — EL PAISAJE SONORO NATURAL 3 5
Las voces del mar — Las transformaciones del agua - Las voces del viento
- La tierra milagrosa - Los tonos únicos — Los sonidos apocalípticos
INTERLUDIO
TERCERA PARTE
Análisis
CUARTA PARTE
Hacia un diseño acústico
CAPÍTULO xiv- ESCUCHAR 28 5
Ecología acústica y diseño acústico — Los módulos del diseño acústico —
Un turista en el paisaje sonoro — Paseos sonoros
APÉNDICES 361
BIBLIOGRAFÍA 375
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Para mis colegas del Proyecto Mundial del Paisaje Sonoro
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PREFACIO
1993
16
INTRODUCCIÓN
2.0
INTRODUCCIÓN
i. Murray Schafer: The New Soundscape, Londres y Viena: s. n., 1971, p. i. (Existe trad. cast.: El
nuevo paisaje sonoro, Buenos Aires: Ricordi Americana, 1969.)
21
EL PAISAJE SONORO
;. Hermann Hesse: The Glass Bead Game, Nueva York: s. n., 1969, p. 30. (Existe trad. cast.: Juego
de los abalorios, Madrid: Alianza, 2012.)
EL PAISAJE SONORO
26
INTRODUCCIÓN
Los moradores del África rural viven en un mundo de sonidos, un mundo cargado de una
transcendencia personal y directa para del oyente. Por el contrario, el europeo occidental
vive en un mundo visual que le es, en general, indiferente. [...] Los sonidos pierden mu-
cha de su magnitud en Europa occidental, donde el hombre suele -y debe- desarrollar
una extraordinaria capacidad para ignorarlos. Mientras que para los europeos, habitual-
mente, «ver es creer», para los habitantes del África rural la realidad parece morar mucho
mas en lo que se oye y se dice. [...] De hecho, uno se siente obligado a creer que el ojo es
considerado por muchos africanos como algo que es menos un órgano receptor que un
instrumento de la voluntad, siendo el oído el principal órgano de recepción.7
J. C. Carathers: «Culture, Psychiatry and the Written Word», Psychiatry, noviembre (1959),
. 308-310.
EL PAISAJE SONORO
8. Marshall McLuhan: The Gutenberg Galaxy, Toronto: í. n., 1962, p. 32. (Existe trad. cast.: La
galaxia Gutenberg: génesis ¿el hornos typografhicus, Barcelona: Galaxia Gutenberg, 1998.)
30
INTRODUCCIÓN
q. A. J. M:mhall: ,/[he Function of Vocal Mimicry in Birdsn, Fmu (Mclbourne) vol. L, (¡950),
p.').
53
EL PAISAJE SONORO
55. E. M. Nicholson y Ludwig Koch: Songs ofWild Birds, Londres: s. n., 1946.
54
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Los SONIDOS DE LA VIDA
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55
EL PAISAJE SONORO
Puede que algunos cavilen sobre sus códigos, pero la mayoría de la gente se
contentará con escuchar la insólita y asombrosa sinfonía de sus voces. Los
pájaros, como los poemas, no deberían significar, sino simplemente ser.
Los quincunces y parterres lanzaban bálsamos y fulgor a la luz; y las hojas, salvajes en el
resplandor del mediodía, parecían intentar abrazarse unas a otras. Había en los sicomoros
un gorjeo de pardillos; los gorriones estaban triunfales; los pájaros carpinteros subían a los
castaños dando suaves golpecitos en los agujeros de la corteza. [... ] Esta magnificencia
estaba libre de toda tacha, y el vasto silencio de la feliz naturaleza colmaba el jardín: un
silencio celestial compatible con mil melodías musicales, los tonos acariciadores desde los
nidos, el abejorreo de los enjambres y las palpitaciones del viento.' 6
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Tiempo (segundos)
56. Victor Hugo: les miserables, 1862, cit. por Marco Valsecchi: landscape Painting of the
Nineteenth Century, Nueva York: s. n., 1971, p. I06. (Existe trad. cast.: los miserables, Madrid:
Espasa Calpe, 2004.)
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Los SONIDOS DE LA VIDA
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Tiempo (segundos)
57. Ferdinand Kürnberger: Der Amerika-müde, 1855, cit. por David Lowenthal: «The American
Scene», The Geographical Review, vol. LVIII, núm. 1 (1968), p. 7r.
58. Nikolái Gógol: Evenings on a Farm Near Dikanka, 1831-1832, cit. por Marco Valsecchi, op. cit., p.
269. (Existe trad. cast.: Veladas en una granja de Dikanka, Madrid: Alianza, 2009.)
59. Borís Pasternalc El doctor Zhivagp (trad. cast. Fernando Gutiérrez), Madrid: Cátedra, 2005, p. 63.
60. Maxim Gorki: Childhood, cit. por Marco Valsecchi, op. cit., p. 279. (Existe trad. cast.: Días de
infancia, Barcelona: Seix Barral, 1984.)
6r. Somerset Maugham: El caballero del salón, ed. cit., p. 138.
57
EL PAISAJE SONORO
r. reclamos de placer;
2. reclamos de aflicción;
3. reclamos de defensa territorial;
4. reclamos de alarma;
5. reclamos de vuelo;
6. reclamos de bandada;
7. reclamos de nido y
8. reclamos alimentarios.
58
Los SONIDOS DE LA VIDA
las abejas entran y salen de ellas [las colmenas]. Pero si se observa atentamente el panal
sin reina, se ve que en él ya no hay vida; las abejas no salen de allí como de una col-
mena viva; no existe el perfume ni el zumbido que atrae al apicultor. Cuando golpea
la pared de una colmena enferma, en vez del zumbido unánime de miles de abejas que
alzan amenazadoras la parte posterior y provocan un ruido característico con el leve
movimiento de sus alas, le responden solamente algunos zumbidos aislados que suenan
62. Frederick Philip Grove: Over Prairie Trails, ed. cit. p. 35.
63. Lev Tolstói: Anna Karénina (trad. case. L. Sureda y A. Santiago), Madrid: Cátedra, 2005,
p. 977.
59
EL PAISAJE SONORO
sordamente en distintos lugares del panal vacío ... Ya no huele como antes a miel espi-
ritosa, aromática, a cera y veneno, no se desprende de ella plenitud vital; con el olor a
miel se mezcla el de vaciedad y podredumbre. Ya no hay abejas guardianas que anuncien
el peligro, dispuestas a sacrificar sus vidas en defensa de la colmena; ni se oye el ruido
suave y regular del trabajo, semejante al sonido de la ebullición, sino los sones dispersos
y desapacibles del desorden.64
6+ Lev Tolstói: Guerra y paz (trad. cast. Lydia Kúper Fridman), Barcelona: El Aleph Editores,
2010, libro m, segunda parte, cap. xx.
65. Virgilio: Geórgicas (trad. cast. Eugenio de Ochoa), Madrid: Espasa Calpe, 1960, p. lJ2.
66. Julian Huxley y Ludwig Koch: Animal Language, Nueva York: s. n., 1964, p. 64.
60
Los SONIDOS DE LA VIDA
67. Trad. cast. de Tomás de la Ascensión Recio en la edición de las Bucólicas publicada en Gredas
(Madrid, 2010), p. 4r.
68. « The bleating sheep with my complaints agree».
61
EL PAISAJE SONORO
obviar desde el, relativamente reciente, giro hacia el Norte de las civiliza-
ciones europea y norteamericana.
En cuanto parte del calendario de los agricultores, los insectos, y no
menos los pájaros, dejan de ser meros elementos del paisaje sonoro del
entorno y devienen señales para la acción: «Que los barbechos sean tra-
bajados para la siembra mientras la cigarra, acechando en lo alto de los
árboles a los pastores en pleno mediodía, chirría entre las ramas». 69
Así, los sonidos de los animales forman ritmos, tanto circadianos
como estacionales. Sin embargo, hasta ahora los entomólogos todavía no
los han estudiado con la suficiente minuciosidad como para que el inves-
tigador del paisaje sonoro pueda extraer de ellos patrones sonoros claros.
Asimismo, han surgido dificultades en el análisis de las intensidades y
frecuencias concretas de los sonidos de los insectos. Esto se debe a que
resulta dificultoso aislar individualmente a cada especie para grabarla y a
que los sonidos que emiten los insectos, generalmente, son complejas es-
tructuras de frecuencia o ruidos de banda ancha. La langosta (Schistocera
gregaria) emite un sonido de alrededor de veinticinco decibelios cuan-
do se lo graba cerca de ella, pero el ruido de su batir de alas asciende a
50 dB cuando vuela. Se ha llegado a registrar un ruido de 67 dB a una
distancia de ro centímetros del micrófono de una langosta del desierto
volando. El volumen sonoro de una polilla puede ser tan bajo como de
20 dB estando cerca de ella, mientras que otros insectos de alas y cuerpos
duros -como las moscas, abejas y escarabajos- producen sonidos de hasta
50 y 60 dB. Debido a que el oído humano es más sensible a los sonidos
producidos en las áreas de frecuencia media y alta, los sonidos de insec-
tos de la franja superior (cuya media puede oscilar entre 400-1000 Hz)
suenan más altos en el oído, pero ningún oído humano puede escuchar
las frecuencias superiores del reclamo de las langostas, en el cual se han
llegado a registrar 90000 Hz, es decir, que son frecuencias alrededor de
dos octavas más altas que las que el oído humano puede detectar.
No obstante, para nuestro propósito nos basta con conocer en líneas
generales el sonido de los insectos. Acaso más que otros sonidos cuales-
quiera de la naturaleza, nos dan la sensación de ser sonidos estacionarios
o uniformes. Puede que esto sea en parte una ilusión, ya que muchos
de los sonidos de los insectos están modulados por el pulso o varían en
formas más sutiles, pero no obstante el efecto granuloso que crean esas
modulaciones, la impresión que nos dan muchos insectos es la de una
continua y constante monotonía. Como sucede con la línea recta en el
69. Teócrito: Idilios (trad. cast. Antonio González Laso), Madrid: Aguilar, 1977, XVI, p. 176.
62
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Los SONIDOS DE LA VIDA
70. Un buen estudio sobre esta materia y un libro del que hemos extraído muchos datos es el de
Julian Huxley y Ludwig Koch, Animal Language; v. nota núm. 66.
EL PAISAJE SONORO
7r. Respectivamente: diversos sapos del género Gastrophryne (Narrow-mouthed toad); Crugastor
augusti (Barking frog); Pseudacris cruciftr (Spring peeper); Acris grillus (Swamp cricket frog);
Anaxyrus americanus (American toad); rana de las praderas o rana leopardo (Meadow frog); Rana
capito (Gopher frog); Rana clamitans (Green frog); Lithobates catesbeianus (Bullfrog). Las especies
y géneros mencionados, cuyos nombres científicos hemos añadido, son originarios y tienen su
hábitat en América del Norte por lo que, en la mayoría de los casos, hemos tenido que inven-
tar nombres que los designen en castellano partiendo de la palabra original inglesa citada por
Schafer, la cual escribimos aquí entre paréntesis. [N de la T.}
72. Julian Huxley y Ludwig Koch, Animal Language, ed. cit. p. 4r.
64
Los SONIDOS DE LA VIDA
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Tiempo (segundos)
66
Los SONIDOS DE LA VIDA
73. Los decibelios son designados con mayor exactitud mediante la añadidura de A, B o Ca su
abreviatura (dB). Así, dBA indica que las frecuencias más bajas del sonido se distinguen por un
sistema de corrección en el instrumento de medición aproximadamente equivalente a la distin-
ción por parte del oído humano de sonidos de baja frecuencia; dBB indica una distinción menor;
mientras que dBC representa una respuesta casi plana del sonido que está siendo medido.
EL PAISAJE SONORO
Uno debe escucharlos para darse cuenta de la manera extremadamente realista en la que
los aborígenes imitan los ruidos de los animales y los sonidos de la naturaleza. Incluso
organizan conciertos de la naturaleza en los que el cantante imita un sonido concreto (las
olas, el viento, los crujidos de los árboles, los chillidos de animales asustados): conciertos
de una sorprendente magnificencia y belleza. 71
74. Marius Schneider: «Primitive MusÍo>, en 7he New Oxfard History ofMusic, vol. 1, Londres: s.
n., 1957, p. 9·
75. Orto Jespersen: Language: lts Nature, Developement and Origin, Londres: s. n., 1964, pp. 420
y 437.
68
Los SONIDOS DE LA VIDA
la abeja zumba;
la gallina cloquea;
el gato maúlla (hace miau) y ronronea;
la vaca muge (hace mu);
el polluelo pía, pipía y piola;
el pavo tita;
la perdiz cuchichea (hace cuchichí) y titea;
el lobo aúlla;
la rana croa;
el becerro berrea;
el cerdo churrita y
el caballo bufa.
perro: bow-wow (ingl. brit.); arfaif(ingl. am.); gnafgnaj(fr.), how-how (ár.); gaú-gaú
(viet.); won-won (jap.); kwi-kwi (!.);guau (cast.);
gato: purr-purr (ingl.); ron-ron (fr.); schnurr-schnurr (al.); miau (cast.);
oveja: baa-baa (ingl.); mée-mée (gr., jap., mal.) ; maa'-maa' (ár.); bee (cast.);
abeja: buzz (ingl.); züz-zuz (ár.); bun-bun (jap.); vü-vü (viet.);
gallo: cock-a-doodle-doo (ingl.) cock-a-diddle-dow (Shakespeare); kikeriki (al.); kokke-kokko
(jap.); kiokio (lok.); quiquiriquí (cast.). 77
76. Lo mismo puede aplicarse a la lengua española. La lista de las líneas superiores de verbos onomato-
péyicos que designan las voces de animales ha sido adaptada al castellano, es decir, siguiendo el criterio
de cercanía del que habla Schafer, hemos añadido y suprimido algunas voces mencionadas en el texto
original inglés para mostrar las de animales del entorno del hombre de lengua castellana. [N. de la T.}
77. Las abreviaturas de los idiomas señalados son: inglés británico (ingl. brit.); inglés americano
(ingl. am.); inglés genérico (ingl.); francés (fr.); árabe (ár.); vietnamita (viet.); japonés (jap.); ale-
mán (al.); griego (gr.); malayo (mal.); urdu (ur.); tribu lokele del Congo (lok.). Hemos añadido
las onomatopeyas castellanas (cast.). [N. de la T.]
Se podrían añadir a esta lista otras palabras interesantes, como por
ejemplo, estornudo: kerchoo (ingl. am.), atishoo (ingl. brit.), achum (ár.),
chink (ur.), kakchun (jap.), ach-shi (viet.), y achís (cast.).
Tales imitaciones están, por supuesto, limitadas a los fonemas disponi-
bles para su reproducción en cada idioma concreto, pero si se realizara tal
estudio de una manera diligente, nos podría ayudar a valorar el modo en
que los rasgos fundamentales de los sonidos naturales son percibidos por
los diferentes pueblos.
En el vocabulario onomatopéyico, el hombre se fusiona con el paisaje
sonoro de su entorno reproduciendo sus elementos. Se recibe la impre-
sión y, a cambio, se devuelve la expresión. Mas el paisaje sonoro es dema-
siado complejo para que el habla humana lo repita, por lo que únicamen-
te en la música encuentra el hombre aquella verdadera armonía entre su
mundo interior y el exterior. Será también la música la que cree sus más
perfectos modelos del paisaje sonoro ideal en su imaginación.
70