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La libertad individual

La libertad individual es el valor constitutivo de la persona humana en cuanto tal, fundamento


de sus deberes y derechos, conforme al cual cada uno puede decidir autónomamente sobre las
cuestiones esenciales de su vida, haciéndose responsable ante la sociedad de las
consecuencias de sus decisiones y de los resultados de su propia acción. En las distintas
épocas y contextos históricos la libertad de las personas tiene expresiones y formas de
realización diferentes, más o menos profundas, dando también lugar a distintos tipos de exceso
y distorsiones. En la época moderna la libertad individual se presenta fundamentalmente en
tres niveles de actividad: la libertad de pensamiento y de opinión, la libertad política y de
asociación, y la libertad de trabajo e iniciativa económica.

No cabe duda que a la afirmación progresiva de estas libertades se puede atribuir el inmenso
desarrollo, profundamente revolucionario en su contenido, que han tenido las ciencias, la
política y la producción en las sociedades modernas y contemporáneas. Cabe observar, al
mismo tiempo que este desarrollo multifacético ha dado lugar a crecientes procesos de
socialización de las mismas ciencias, política y producción; socialización que implica tanto la
distribución de los beneficios (conocimientos, poder, bienes y servicios) de tales actividades
entre los miembros de la sociedad, como también el despliegue de éstas a través de grandes
asociaciones y organizaciones. La socialización –hija legítima de y complemento necesario de
la libertad individual- ha tenido, sin embargo, límites y distorsiones
relevantes (desigualdades, masificación, relaciones de dominio, antagonismos) cuya raíz puede
encontrarse en el hecho que la libertad individual no ha sido nunca un bien generalizado, que
grandes grupos humanos han llegado apenas a los umbrales de su ejercicio, quedando sus
vidas condicionadas por los efectos de las libertades de otros más que por la actuación de la
libertad propia

En qué consiste las prácticas antisindicales?


Las prácticas antisindicales consiste en las acciones que atentan contra la libertad sindical. La
ley señala como tales las siguientes:

Obstaculizar la formación o funcionamiento de sindicatos de trabajadores, negándose


injustificadamente a recibir a sus dirigentes, ejerciendo presiones mediante amenazas de
pérdida del empleo o de beneficios, o del cierre de la empresa, establecimiento o faena, en
caso de acordarse la formación de un sindicato. Ejecutar maliciosamente actos para alterar el
quórum de un sindicato o despedir a trabajadores por haber manifestado su intención de
sindicalizarse. También es práctica antisindical cuando esos actos se ejecuten respecto a los
Comités Paritarios de Higiene y Seguridad o a sus integrantes.
Negarse a proporcionar a los dirigentes del o de los sindicatos base la información que la
empresa debe entregar de acuerdo con la ley.
Ofrecer u otorgar beneficios especiales que signifiquen desestimular la formación de un
sindicato.
Realizar cualquiera de las acciones ya indicadas a fin de evitar la afiliación de un trabajador a
un sindicato ya existente.
Ejecutar actos de injerencia sindical, tales como intervenir activamente en la organización de un
sindicato; ejercer presiones conducentes a que los trabajadores ingresen a un sindicato
determinado; discriminar entre los diversos sindicatos o condicionar la contratación de un
trabajador a la firma de una solicitud de afiliación a un sindicato o de una autorización de
descuento de cuotas sindicales por planillas de remuneraciones.
Negarse a reincorporar en sus funciones a un dirigente sindical aforado, frente al requerimiento
de la Inspección del Trabajo, salvo que el tribunal respectivo haya decretado la separación
provisional del trabajador.
Ejercer discriminaciones indebidas entre trabajadores que signifiquen incentivar o desestimular
la afiliación o desafiliación sindical.
Otorgar o convenir con trabajadores no afiliados a la organización u organizaciones que los
hubieren negociado, los mismos beneficios pactados en un instrumento colectivo, salvo que
aquello se hubiera acordado en la negociación.
No descontar o no integrar a la organización sindical respectiva las cuotas o aportes sindicales
que corresponda pagar por los afiliados, o la cuota o aporte convenido en un acuerdo de
extensión de los beneficios a los no afiliados al sindicato.

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